La Firma: Paola Tobalina Más práctica y Menos Teoría Hoy por Hoy Campo de Gibraltar 23.07.2013
Ahora que se han celebrado las primarias andaluzas, a todos se nos ha quedado un poco la sensación de que eso de la democracia interna es un concepto que no termina de quedar claro, no sé si para nosotros o para ellos, porque aunque digan que se han cumplido los estatutos, la premura con la que se han llevado a cabo ha conseguido que esto que podría haber sido un ejercicio práctico de democracia, se resuma en un dedazo; porque no me negarás que alzarse con una designación de estas características sin competir con nadie no lo es. Muy bien maquillado, eso sí, pero la sensación que se queda es esa. Y es que realmente los ciudadanos tenemos la urgente necesidad de que nuestros políticos empiecen a darnos clases prácticas en condiciones, porque si algo ha desprestigiado su figura es que entre la teoría que predican y por la que les votamos y la práctica que esperamos que ejerzan sobre esa teoría, hay un abismo; un abismo por donde corre un maldito viento que se lleva las palabras. Por ejemplo, tanto hablar de la ley de transparencia y ahora, ¿qué le pasa a nuestro presidente? ¿a qué tiene miedo? ¿a qué espera para salir a contar con pelos y señales lo que realmente ha sucedido, sin chuletas y asumiendo toda su responsabilidad? Pues no espera nada porque eso no va a pasar, por mucho que fuera una demostración práctica en toda regla de lo que es una ley de transparencia en condiciones y una confirmación, a la vez tan necesaria en estos momentos, de que gozamos de buena salud democrática. Es decir, que aunque pobres, todavía dignos. Cuando cada cuatro años los ciudadanos de a pie participamos en lo que se ha dado en llamar “la fiesta de la democracia” somos nosotros los que les damos una magistral clase práctica a los políticos, haciendo uso de nuestro derecho a ser escuchados en las urnas, o no, y respetando pacíficamente la decisión que de ellas salga. Una vez hechos los escrutinios y adjudicados los votos, desde que el flamante candidato sale al balcón a saludar sintiéndose ganador, la cosa cambia y no te digo ya si el resultado es una mayoría absoluta. Es ahí cuando parece ser que la teoría anteriormente expuesta comienza a revisarse, cuando la
práctica de salir del despacho y dar la cara se torna cuesta arriba y cuando, poco a poco, el pueblo soberano deja de serles imprescindible; eso sí, hasta las próximas elecciones. Este juego que se traen entre manos desprotege muchísimo algo tan frágil como es la democracia y a la vez nos hace dudar muy seriamente sobre nuestras ideas políticas que creíamos tener más que asentadas y que no vemos reflejadas en los que las representan. Y lo que es aún peor, nos hace desconfiar de este sistema y esto no es nada bueno. “La democracia no consiste en votar cada cuatro años sino en controlar el cumplimiento de los programas electorales, consiste en exigirles a nuestros representantes que cumplan su oficio con honestidad, rectitud y eficacia defendiendo nuestros intereses y no los suyos”. Así, que no queda otra: que cada palo aguante su vela.