qwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyui opasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghj klzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbn 1898: el USS Maine y su significado en la formación de la presidencia imperial mqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwerty uiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfg hjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvb nmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwert yuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdf ghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcv bnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwer tyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasd fghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcv bnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwer tyuiopasdfghjklzxcvbnmrtyuiopasdfghj klzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbn mqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwerty uiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfg hjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvb 14.07.2010
Juan Miguel Ruiz Flores
UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA
C.U. DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
CÁTEDRA: LA PRESIDENCIA DE E.U. Y LA NATURALEZA DE SU PODER
LIC. EN ESTUDIOS INTERNACIONALES
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1898: EL USS Maine y su significado en la formación de la presidencia imperial “War should never be entered upon until every agency of peace has failed” William McKinley, 1898 INTRODUCCIÓN En la primavera de 1898, el conflicto armado en la isla de Cuba entre los cubanos insurgentes y los soldados españoles ya llevaba cerca de tres años. El gobierno en E.U. principalmente McKinley, tenía la certeza de que el conflicto amenazaba los intereses económicos de E.U. y que le impedía recuperarse de la debacle económica de 1893. El Gobierno de los E.U. parecía estar más interesado en mantener el orden en la isla que en detener la derrama de sangre. De preferencia, lo que se buscaba era que el gobierno español encontrará una manera mantener el orden y protegiera las propiedades privadas de estadounidenses, así como proteger el abastecimiento de tabaco y de azúcar. Una vez que el gobierno español no pudo demostrar que podía ejercer el control de la isla a través del establecimiento de reformas que pudieran permitir a los insurgentes cubanos un cierto grado de autonomía en el gobierno de la isla, las relaciones diplomáticas entre ambos gobiernos cayeron en una espiral de deterioro que empeoraba con los meses hasta que finalmente, el 24 de abril de 1898, Estados Unidos le declaró la guerra a España.
Los actores de este conflicto, sin embargo, no se reducían a dos. Los insurgentes cubanos habían participado de forma ardua para aminorar las fuerzas españolas en la isla de cuba. Mientras que en las Filipinas, los guerrilleros dirigidos por Emilio Aguinaldo también habían iniciado una lucha de revolución en contra de los españoles desde 1892. Aunque el trabajo historiográfico en Estados Unidos de forma general solo reconoce este conflicto como la guerra hispano-americana, es importante reconocer la participación de los otros dos actores que en un principio lucharon junto con los estadounidenses por su propia independencia, que fueron hechos a un lado en la firma de Paz en París y que después cayeron en el dominio de Washington.
En el presente trabajo busco poner en contexto la guerra de 1898 entre España y Estados Unidos, reconociendo la participación de los filipinos y los cubanos pero, no obstante, limitándome a Cuba. Primero, analizo el imperialismo que surgió en Estados Unidos a partir de la guerra del 98 y trató de delimitar las definiciones de imperialismo y de presidencia imperial. Después, realizo un análisis breve sobre los niveles en que se analizan los eventos del 98 (internacional, regional, nacional e individual) e igualmente hago un repaso de las generalidades sobre los trabajos historiográficos en Estados Unidos. A continuación, integro el
3 debate en torno al hundimiento del USS Maine, barco acorazado estadounidense, que aceleró el camino a la guerra entre España y E.U. deteriorando, aún más de lo que ya estaban, las relaciones diplomáticas entre ambas potencias. Finalmente, presento mis conclusiones personales en torno a la formación de la presidencia imperial como consecuencia indirecta del hundimiento del Maine, y de la guerra en general. SOBRE EL IMPERIALISMO La guerra hispano-cubano-americana, fue un conflicto entre los Estados Unidos y España principalmente, que acabo con el decadente imperio español en las Américas y que culminó con la adquisición por parte de los Estados Unidos de los territorios españoles en el Pacífico y América Latina 1. El 10 de diciembre de 1898, los Estados Unidos y España firmaron en París, Francia, el tratado de paz que concluía con el conflicto. El Tratado de París, se compone de diecisiete artículos en los que se impone la soberanía de E.U. sobre las que fueron las últimas posesiones coloniales españolas y que concluía con un proceso histórico que que había iniciado desde la fundación de E.U., la expulsión de la influencia europea del continente americano 2. Artículo I. España renuncia a todos sus derechos de soberanía y propiedad sobre Cuba. Y, como a la salida de España la isla será ocupada por los E.U., los E.U. asumirán, por el tiempo que dure la ocupación, las obligaciones que, bajo el derecho internacional, resulten del hecho de dicha ocupación, para la protección de la vida y la propiedad3.
Uno de los primeros objetivos de la administración del presidente William McKinley era el control sobre la isla de Cuba, principal proveedor de azúcar y tabaco de E.U.4 Sin embargo, la Enmienda Teller fue uno de los principales obstáculos para la anexión completa de la isla o su completa ocupación como colonia. Enmienda Teller (11/04/1898). Los Estados Unidos por la presente, rechazan cualquier disposición o intención de ejercer soberanía, jurisdicción o control sobre dicha isla, excepto para la pacificación de la misma. Afirma su determinación de que cuando haya alcanzado estos objetivos dejara el gobierno de la isla a su pueblo5.
Aprobada por el Congreso de E.U., la enmienda es un impedimento expreso al expansionismo de ese país.
1 Para una síntesis sobre la guerra de 1898, véase: http://www.onwar.com/aced/nation/sat/spain/fspainusa1898.htm (revisado por última vez el 13/06/2010). 2 Tratado de Paz entre los Estados Unidos y España; París, 10 de diciembre de 1898. Disponible en línea: http://avalon.law.yale.edu/19th_century/sp1898.asp (Revisado por última vez el 13/06/2010). 3 Yale Law School, Lillian Goldman Law Library, Avalon Project, disponible en: http://avalon.law.yale.edu/19th_century/sp1898.asp (revisado por última vez el 13/06/2010). 4 Millet, Allan; Maslowski, Peter; The birth of an american empire; en For the common defense: a military history of the U.S.A., ed. Free Press, 1994, p. 285. 5 Revista Guamá, “Organización Auténtica”, disponible en línea: http://www.autentico.org/oa09075.php (revisado por última vez el 13/06/2010).
4 Sin embargo, no impide la intervención armada en la isla de Cuba pero expresa que una vez concluida la tarea, E.U. se retiraría permitiendo la formación de un gobierno local elegido por el pueblo. Los artículos uno, dos y tres del Tratado de París, infringen claramente las disposiciones de la enmienda Teller pues incluyen la adquisición de Puerto Rico y de otras islas en las indias orientales, de la isla de Guam en las Marianas, y el archipiélago de las Filipinas. Artículo II. España cede a los E.U. la isla de Pto. Rico y otras islas, ahora bajo soberanía de España, en las indias orientales, y la isla de Guam en las Marianas. Artículo III. España cede a los E.U. el archipiélago conocido como las Filipinas6.
Todas estas provisiones incluidas en el tratado de paz han llevado a historiadores y estudiosos de Estados Unidos como LaFeber (1998), Pérez Jr. (1998), Millet (1994), Maslowski (1994), Rodríguez (2009), et al, a considerar la guerra de 1898 como la presentación de E.U. ante el mundo como una potencia mundial y, dadas las condiciones internacionales de la época según las cuales una potencia solo podía ser una si tenía posesiones extraterritoriales, el concepto imperialismo y presidencia imperial esta en el centro de E.U. en esa presentación al final del siglo XIX. Tal y como Paterson sugiere (1997), a finales del siglo XIX, un país que no se mostrase activo a escala global era equivalente a admitir que tenía un estatus inferior en el sistema internacional7.Pero, tal y como Rodríguez (2009) sugiere, lo más recomendable antes de abordar el análisis de las coyunturas críticas que llevaron a la guerra y produjeron el imperio estadounidense, es recomendable detenerse a reflexionar sobre a qué nos referimos cuando hablamos de imperialismo y presidencia imperial.
Los imperios han existido durante la mayor parte la historia conocida de la humanidad. Estas formas de gobierno han sido factores dominantes a la hora de dibujar y trazar las líneas del orden global o regional en tiempos concretos8. China, Roma, Venecia, el Imperio Británico y la Alemania Nazi son solo algunos ejemplos, la pregunta es ¿qué aspectos que todas estas civilizaciones comparten son características definitorias de un imperio? Y ¿cuáles de estas características son igualmente aplicables a los Estados Unidos de finales de siglo XIX? Para responder la primera pregunta de forma convincente, habría que realizar un extenso estudio sobre las formas de gobierno de estas civilizaciones para identificar elementos y contextos
6 Yale Law School, Lillian Goldman Law Library, Avalon Project, disponible en: http://avalon.law.yale.edu/19th_century/sp1898.asp (revisado por última vez el 13/06/2010). 7 Paterson, Thomas; Intervención norteamericana en Cuba 1898: historiografía sobre la guerra hispano-americano-cubanofilipina, en 1898 Entre la continuidad y la ruptura, ed. Colección Alborada Latinoamericana, Instituto de investigaciones históricas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Coord. María del Rosario Rodríguez Díaz, México, 1997, p. 23. 8 Fichtner, Jan; Does the USA represents an Empire in International Relations?, ed. Grin Verlag, Alemania, 2007, p. 3.
5 históricos comparables9, algo que seguramente requiere un trabajo mayor que el presente.
Sin embargo, existen algunos elementos identificables en todas estas civilizaciones que nos permiten realizar una definición de imperio. Todos los imperios de la humanidad han sido entidades políticas cohesionadas con fuerte influencia sobre otras naciones para manipular y/o controlar sus asuntos externos y mantener, al menos mínimamente, un comportamiento interno aceptable, siempre de subordinación a la metrópoli 10. Otra característica esencial de todos los imperios es la necesidad de brindar seguridad al monopolio que el imperio representa. Para esto, la organización y manutención de una fuerza armada considerable es crucial para desincentivar los posibles alzamientos de naciones competidoras. Rosen (2003) sostiene que la tarea principal de un imperio es la construcción y mantenimiento de un orden jerárquico internacional específico en el que el imperio se encuentra en la cima, haciendo y haciendo valer las reglas que regirán las relaciones internacionales sin ser ella misma sujeto de las mismas. Otro elemento que este autor identifica, es la necesidad de garantizar la seguridad y estabilidad de las diferentes partes que componen dicho orden. Estos Estados-clientes, como los llama Rosen, se subordinan al imperio, pero a cambio las elites exigirán que su seguridad sea garantizada por la metrópoli11. Todo sea por mantener el orden jerárquico del sistema, algo que conlleva costos que no todos los Estados están dispuestos a pagar.
Rodríguez, para su estudio, acepta la definición de Rosen basada en los imperios de la historia de la humanidad, y la aplica al momento histórico de 1898. El imperio se define entonces como el ejercicio de las normas de una nación sobre otra son el objeto de regular su comportamiento interno y externo en los Estados subordinados12. Aquí, las palabras clave son normas y regulación. Las normas podrán ser formales o informales, es decir, estar escritas y tener la forma de leyes o mandatos legitimada por el poder del imperio, o ser consuetudinarias, no estar escritas en ningún lado, y estar basadas en la costumbre y las relaciones diarias entre la metrópoli y los Estados-cliente. Por otro lado, la regulación tendrá con sigo la subordinación, es decir, la imposición de límites de comportamiento que favorezcan el mantenimiento del status quo.
Para Herfried Münkler (2003), otra forma de explicar el fenómeno de los estados-imperio es a través de la identificación del tratamiento que se dan dos entidades políticas. Este autor supone que es parte de la naturaleza de los Estados tener una relación de reciprocidad entre ellos y reconocer cuando menos la 9 10 11 12
Ibid. Ibid. Rosen, Stephen Peter; An Empire if you can keep it, en The National Interest, No. 71, Spring, 2003, p. 51. Tomado de Sumano Rodríguez, Abelardo; Estados Unidos, la presidencia imperial: del poder regional al poder global; en México y la Cuenca del Pacífico, vol. 12, No. 36, 2009, p. 92.
6 soberanía entre sí. La cuestión de las guerras supone una excepción a esta constante. Sin embargo, el comportamiento de los Imperios refleja lo contrario; ellos solo reconocen su propia soberanía y no aceptan para nada la igualdad entre Estados, por lo tanto son propensos al “unilateralismo”. Esta propensión a alejarse de las normas de convivencia entre actores internacionales, vigentes de la época, lleva al Imperio a mostrar comportamientos predatorios dirigidos a Estados más débiles y que se encuentran en una posición considerada estratégica. Además, Münkler reconoce la importancia que tiene para los Imperios el crear y controlar un espacio de influencia y control económico y cultural, que estén integrados13.
Después de 1898, E.U. reunirá todas las características ya mencionadas. Al ser su sistema, sin embargo, un sistema de gobierno presidencial elegido democráticamente y fundado explícitamente como una antítesis del sistema absolutista europeo, encontramos entonces una contradicción insalvable entre los valores que se pregonan desde la fundación de la nación americana y las acciones que se llevan a cabo contra los nativos de Cuba y las Filipinas. Rodríguez menciona que, hasta antes de la guerra con España, Estados Unidos no poseía colonias; después acuñó claramente el título de imperio guiado por el presidente, por lo que los E.U. transformaron su nomenclatura de democracia republicana a democracia imperial, y la presidencia imperial sustituyó al imperio absolutista español en el hemisferio occidental14 .
Al principio de este apartado, presenté los tres primeros artículos del Tratado de París mediante los cuales Estados Unidos legitimaba su control sobre Cuba como protectorado (a pesar de la enmienda Teller), y se anexaba Guam, Pto. Rico y el archipiélago de las Filipinas. Otro elemento que llama la atención es el hecho de que se ignoró por completo la participación de los filipinos y los cubanos que, como guerrilleros, habían luchado desde mucho antes (las Filipinas desde 1896; y Cuba desde 1895 en su segundo intento de revolución15) contra los españoles por su libertad y su derecho a formar su propio gobierno independiente. Esta situación provocó que en la historia de E.U. la guerra del 89 fuera conocida simplemente como guerra hispano-americana (en inglés, The spanish-american war). Por eso, autores como Pérez Jr. y Paterson (1997), sostienen que es importante revisar de nuevo los sucesos de finales del siglo XIX en el Caribe y en Filipinas pues el imperialismo no solo se observa en el control extraterritorial de otros Estados, también parece hacerse evidente en la academia y los estudios históricos. Después de todo, la historia la escriben los ganadores. 13 Fichtner, Jan; Does the USA represents an Empire in International Relations? ed. Grin Verlag, Alemania, 2007, p. 4. 14 Rodríguez Sumano, Abelardo; Estados Unidos, la presidencia imperial: del poder regional al poder global; en México y la Cuenca del Pacífico, vol. 12, No. 36, 2009, p. 104. 15 Véase Phillipine Rebellion 1896 – 1898 y Cuban Independence 1895 – 1898, en línea: http://www.onwar.com/aced/nation/sat/spain/index.htm (revisado por última vez el 13/06/2010).
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SOBRE EL ESTUDIO HISTÓRICO DE LA GUERRA HISPANO-CUBANO-AMERICANO-FILIPINA16 Entendiendo a la historiografía como el estudio bibliográfico y crítico de los escritos sobre historia y sus fuentes, y de los autores que ha tratado estos temas17, podemos entender que los trabajos (hasta cierto punto revisionistas) sobre el tema de la guerra de 1898 que realizan autores como Pérez Jr. y Paterson buscan dar un lugar más importante a las partes filipinas y cubanas que participaron en la guerra contra el imperialismo español (y después contra el imperialismo estadounidense), de lo que la historia americana les ha dado.
De forma general, los historiadores en E.U. han estudiado diversas cuestiones sobre la guerra del 89 desde cuatro niveles de análisis que permiten una comprensión más integral de la política y las relaciones exteriores de E.U. en la época. Estas dimensiones de análisis son el nivel internacional, el regional, el nacional y el individual. En este último nivel de análisis, los especialistas se han enfocado en el presidente McKinley y el grupo de personas que lo rodeaban como el Vicepresidente, Garret A. Hobart (1897 – 1899); el Secretario de Estado, John Sherman (1897 – 1898); el Secretario de Guerra, Russell Alger (1897 – 1899); el Secretario de la Marina, John D. Long (1897 – 1901), entre otros. Este nivel de análisis se justifica por el hecho de que finalmente son las personas las que toman las decisiones 18.
En el nivel internacional, los historiadores buscan conocer y comprender primeramente las características del sistema internacional de la época, la distribución del poder dentro del mismo y los cambios estructurales que suceden en el tiempo. Así, todos estos elementos forman un gran cuadro dentro del cual se enmarcan todas las coyunturas. En este nivel, la mayoría de los historiadores coinciden en que el sistema internacional sufrió una importante transformación a finales del siglo XIX, consistente en el declive económico lento pero continuo de Gran Bretaña y el surgimiento de nuevos actores políticos internacionales de entre los cuales destacan la Alemania de Bismarck; Japón, que comenzaba a desplazar el centro de poder político de Europa a Asia; y Estados Unidos, que hacía lo propio en América. Así, el desplazamiento de poder permitió a E.U. disfrutar de una posición cada vez más encumbrada, con un crecimiento igualmente acelerado de sus 16 Thomas G. Paterson, del departamento de Historia de la Universidad de Conneticut, tituló uno de sus trabajos como Historiografía sobre la guerra hispano-americano-cubano-filipina, con la intención de dar una mayor importancia a otros actores de la guerra. A Pto. Rico no se le incluye por la poca resistencia que los Rough riders de Theodore Roosvelt encontraron en ese lugar. 17 Definición de Diccionario de la Real Academia Española, vigésima segunda edición. Disponible en: http://buscon.rae.es (revisado por última vez el 13/06/2010). 18 Paterson, Thomas; Intervención norteamericana en Cuba 1898: historiografía sobre la guerra hispano-americano-cubanofilipina, en 1898 Entre la continuidad y la ruptura, ed. Colección Alborada Latinoamericana, Instituto de investigaciones históricas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Coord. María del Rosario Rodríguez Díaz, México, 1997, p. 39.
8 intereses en el mundo (especialmente en China y América Latina) 19.
En el segundo nivel de análisis, el regional, los historiadores parecen esforzarse más por conocer las características peculiares de la región en que se ubican los E.U. La identidad cultural, sugiere Paterson, ayuda a aclarar las principales cuestiones abordadas en este nivel: la seguridad y vulnerabilidad que la ubicación geográfica pudiera suponer para E.U., la libertad de opciones, los lazos culturales, los lazos políticos y económicos, así como los patrones históricos, es decir, qué tipo de decisiones se han tomado en asuntos (como por ejemplo conflictos) que atañen a la región en que se ubican los E.U. En este sentido, la Doctrina Monroe de 182320, que pretende ser una llamada de atención a las potencias europeas para que no se entrometan en los asuntos del continente americano, es un buen punto de partida para los analistas pues durante la gran mayoría del siglo XIX el pueblo estadounidense se olvido del concepto, el cual reapareció hasta el final del siglo. Otro aspecto que es recurrente en los análisis que se hacen sobre 1898, es la observación con respecto a los vecinos de E.U., México y Canadá, con los cuales se estaban trabando formas de convivencia menos bélicas y mayormente basadas en el aumento de intereses económicos comerciales con el país del norte y de inversiones con el país del sur 21.
En cuanto al nivel de análisis nacional, los historiadores exploran las características internas de la política, la economía y la sociedad estadounidense para explicar decisiones de política exterior22. Este nivel de análisis se integra con los anteriores cuando partimos de la suposición de que cada nación reacciona de manera diferente a los aspectos prevalecientes del sistema internacional y el medio regional, según su peculiar orden interno. Así, en la última década del siglo XIX los E.U. gozaban del crecimiento industrial producto de la segunda revolución industrial lo que, para 1893, lo llevó a sufrir una devastadora depresión económica a la cual hicieron frente primero Grover Cleveland durante su segundo periodo presidencial no consecutivo (1893 – 1897) y después William Mckinley (1897 – 1901).
De acuerdo con LaFeber (1998), McKinley era un político que contaba con las habilidades más imprescindibles para hacer afrente a los retos de su época; entendía claramente las realidades sociales y económicas de su tiempo, y sabía cómo hacerles frente. Con el apoyo del empresario industrial Marcus 19 Paterson, Thomas; Intervención norteamericana en Cuba 1898: historiografía sobre la guerra hispano-americano-cubanofilipina, 1997, p. 19 – 23. 20 Véase Monroe Doctrine, december 2 1823. Discurso disponible en línea: http://avalon.law.yale.edu/19th_century/monroe.asp (revisado por última vez el 13/06/2010). 21 Paterson, Thomas; Intervención norteamericana en Cuba 1898: historiografía sobre la guerra hispano-americano-cubanofilipina, 1997, p. 25. 22 Ibid.
9 Hanna, McKinley llego a la presidencia con el apoyo del sector industrial de los E.U. con lo que la mayor parte de sus esfuerzos se dirigieron a la política de la “tarifa” y a la aplicación del bimetalismo (oro-plata) para tratar de estabilizar la situación económica de su pueblo 23.
En las primeras líneas del discurso inaugural de McKinley se puede apreciar el énfasis y la importancia que se da a los asuntos económicos, prioridad de esa administración:
Primer discurso inaugural de McKinley. Las altas responsabilidades que se me han
conferido,
siempre
de
gran
importancia, se ven aumentadas por las apremiantes condiciones que prevalecen en el sector de negocios que implican la ociosidad del trabajo y la pérdida de utilidad en las empresas. Nuestro país vive conflictos laborales que requieren nuestra atención y pronto socorro. Nuestro sistema financiero necesita también una cierta revisión; nuestra moneda se encuentra bien por ahora, pero debemos asegurarnos que su valor no se vea amenazado24.
Dadas las condiciones laborales, las élites industriales y políticas en Washington buscarían detener a toda costa cualquier levantamiento revolucionario que atentara contra la propiedad privada en el país (meses después, cuando finalmente la guerra contra los españoles estaba ganada, el proyecto revolucionario de los guerrilleros cubanos que atentaba contra los intereses de estadounidenses y las élites locales, será una de las razones más importantes por la cual los E.U. excluyeron a los cubanos de las negociaciones de paz).
La protección de los intereses de empresarios estadounidenses en Cuba sería, finalmente, como producto de la situación nacional, una de las mayores motivaciones (sino la más importante) que llevaría a los E.U. a declarar la guerra a España el 25 de abril del 98 (un día después de la declaración de guerra de España) y a iniciar las operaciones que llevarían al control sobre las posesiones españolas en Asia y en el Caribe.
En los tres niveles de análisis, como sugiere Pérez Jr., los académicos de E.U. han demostrado una serie de características y argumentos que, de forma general, demuestran una falta de conocimiento y familiaridad sobre la historiografía cubana (e incluso filipina) sobre 1898, que tiene como resultado un trabajo historiográfico miope, que tiene la convicción de que solo sus preguntas y respuestas son apropiadas y que “el resto del mundo solo tiene muy poco que aportar”25. Mientras que para los historiadores estadounidenses
23 LaFeber, Walter; The new Empire: an interpretation of american expansion 1860 – 1898; ed. Cornell University Press, 1998, p. 327 - 333. 24 McKinley, William; Primer discurso inaugural; 4 de marzo, 1897. Disponible en línea: http://odur.let.rug.nl/~usa/P/wm25/speeches/mckin1.htm (revisado por última vez 14/06/2010). 25 Pérez Jr., Louis A.; The War of 1898: The U.S. and Cuba in History and Historiography; ed. University of North Carolina Press, 1998, p. x - xii.
10 1898 será el momento crucial en que la nación se proyectó por primera vez ante el mundo como una potencia mundial, para los españoles será un momento vergonzoso, “el desastre”, cuando el envejecido imperio español de más de 500 años, cayó vertiginosamente en la espiral de la guerra civil y el desorden. Para los cubanos y los filipinos, sin embargo, más que una caída o un despertar, 1898 representa un proceso complejo de transición de una colonia a una nación en busca de soberanía e identidad nacional 26. EL MAINE EN CONTEXTO “Remenber the Maine! To hell with Spain!27 En la tarde del 15 de febrero de 1898, en el puerto de la Habana en Cuba, el Capitán Charles D. Sigsbee, quien había recibido órdenes de mantener presencia estadounidense en Cuba para proteger las vidas y las propiedades de ciudadanos estadounidenses en la isla, se encontraba en su despacho en el barco USS Maine terminando de escribir algunas de sus notas, cuando de forma repentina un estruendoso sonido perturbó la quietud y la calma que reinaba en el barco y entre la tripulación. El Maine se encontraba herido de muerte por un enemigo desconocido. En poco tiempo, el barco estadounidense se encontraba en la profundidad de las aguas lodosas del puerto de la Habana, habiéndose llevado con sigo las vidas de 266 oficiales y marinos28.
Pudiera decirse que en el corazón del año de 1898 se encuentra la coyuntura del hundimiento del Maine y que, a partir de este suceso, los acontecimientos políticos y sociales al interior de Estados Unidos junto con las relaciones y conflictos diplomáticos hispano-americanos antes del 15 de febrero, por un lado; y la declaración y el curso de la guerra, por el otro, se terminan uniendo y dando como conclusión la formación de la presidencia imperial en los E.U. El Maine, fue el suceso que legitimó con mayor fuerza entre la población y la opinión pública la intervención estadounidense en Cuba; fue la señal de partida que permitió que las fuerzas de E.U. pudieran extenderse más allá de Cuba; y fue y sigue siendo el Maine, uno de los puntos en la trama en que más incógnitas se tienen. La pregunta central del debate en torno al Maine: ¿Qué o quién causó el desastre?
Un detalle que pudiera ser conveniente mantener en mente es el hecho de que seis días antes del hundimiento del Maine, una carta personal escrita por el ministro español para E.U., Enrique Dupuy de
26 Ibid. p. ix. 27 Dicho popular (1898). 28 Millet, Allan; Maslowski, Peter; The birth of an american empire 1898 – 1902; en For the common defense: a military history of the United States of America; ed. Free Press, 1994, p. 284.
11 Lôme, fue interceptada y entregada al gobierno en Washington, así como publicada en diferentes periódicos como el New York World. En dicha carta, Dupuy de Lôme hablaba del presidente McKinley y lo calificaba de débil y vacilante en sus decisiones 29. El público ya estaba predispuesta contra los españoles desde mucho antes del a carta del ministro español, pero que el hundimiento del Maine tuviera lugar solo seis días después del incidente de la carta fue una situación que encendió los corazones de los estadounidenses y los preparó para la guerra.
El requisito obligatorio para poder entender los alcances que tuvo en la historia de E.U. de Cuba y de Filipinas, el hundimiento del barco USS Maine, es el de comprender los antecedentes inmediatos en las relaciones diplomáticas hispano-estadounidenses en el contexto de la guerra de independencia cubana. Este conflicto que, como Brannen Jr. (2003) sugiere, se implantó en la conciencia colectiva de la nación estadounidense como un suceso negativo en el cual la prensa denominada jingoísta30 dibujó a España como una nación imperialista que torturaba a los cubanos quienes, “justamente luchaban por su independencia y libertad”31; en este conflicto como en cualquier otro en el que los E.U. han participado, aún cuando los valores de libertad, democracia y respeto a los derechos humanos estén siendo amenazados por agentes externos o internos en otras naciones del mundo, mientras los intereses estadounidenses (definidos según el contexto histórico) no se consideren amenazados, entonces la intervención de E.U. no ocurrirá. Así, lo que ocurría en la isla de Cuba llegó a ubicarse dentro de la esfera de intereses de la presidencia en E.U. dado el compromiso del presidente McKinley con la recuperación económica de su país; tal y como vimos más arriba en la introducción de su discurso inaugural. El interés de los estadounidenses en la guerra de independencia cubana, como sugiere LaFeber, provenía de algo más que un sentimiento de humanitarismo 32
En septiembre de 1985, las fuerzas cubanas revolucionarias comandadas por el poeta, periodista e ideólogo José Martí, y los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo, tomaron el control de la parte oriental de la isla cubana y declararon la fundación de la República de Cuba. Al inicio de las movilizaciones militares el ejército español estacionado en Cuba contaba con 180,000 hombres. El total de la población española era de aproximadamente 18, 200,000 habitantes. Por otro lado, las fuerzas combatientes cubanas contaban con alrededor de 25 000 hombres y una población de cerca de 1, 600,000. Para el año de 1898 las pérdidas en vidas del ejército español eran de 25,000 hombres, mientras que del ejército cubano la cifra llegaba a los 29 LaFeber, Walter; The new Empire: an interpretation of american expansion 1860 – 1898; ed. Cornell University Press, 1998, p. 347. 30 Prensa nacionalista que exaltaba la expansión violenta sobre otras naciones. 31 Brannen Jr., Daniel, McNeill, Allison; Spanish-American War, ed. UXL, Universidad de California, 2003, p. 184 – 185. 32 LaFeber, Walter; The new Empire: an interpretation of american expansion 1860 – 1898; ed. Cornell University Press, 1998, p. 335.
12 5,00033.
Para enero de 1896, la fuerzas rebeldes ya controlaban la mayor parte de la isla por lo que el Gobierno español decidió tomar medidas más drásticas para detener el avance de los insurgentes. El General Valeriano Weyler, conocido también como “el carnicero”, sustituyó a Martínez Campos como gobernador. Weyler puso en práctica la política de “reconcentrado” en la cual forzaba a cientos de miles de habitantes cubanos, mayormente rurales, a permanecer en campos especiales en pueblos y ciudades, donde estas personas morían de hambre y de enfermedades. La razón por la cual aplico estas medidas fue para eliminar el apoyo que los guerrilleros cubanos obtenían de los habitantes rurales 34. El presidente McKinley, en su mensaje anual a la nación califico de medidas de “exterminación” la política de Weyler.
Mensaje a la nación, 1897. Los distritos productivos bajo el control del ejército español fueron despoblados. Los habitantes dedicados a la agricultura vieron sus tierras devastadas y sus viviendas destruidas. El último gabinete español justificó estas políticas diciendo que eran medidas necesarias en la guerra y como medio de cortar el suministro de bienes a los insurgentes. Ha fracasado completamente como medida de guerra. No era una forma de guerra civilizada. Era exterminio35.
Sola hasta mediados de octubre de 1897, el gobierno español remplazaría al General Weyler con el General Ramón Blanco gracias a la presión del gobierno de E.U. Blanco se había ganado la reputación soldado eficiente y humanitario en la guerra de revolución en las Filipinas. Para el 26 de octubre, el gobierno español dio al gobierno de Washington un programa de reformas que se aplicarían a la isla con el propósito de mantener la estabilidad y detener las hostilidades. Aunque las operaciones militares no serían interrumpidas, los cubanos tendrían el derecho de auto-gobernarse excepto en las áreas correspondientes a las relaciones exteriores, el ejército, la marina y la administración de justicia. Sin embargo, a pesar de que se relajaron un poco las tensiones en la relación diplomática hispano-estadounidense, ni la opinión pública de E.U., ni el ejército español en Cuba, ni los propios revolucionarios cubanos estaban conformes. Para el final del año de 1897, los insurgentes y los conservadores cubanos se habían pronunciado en contra de las reformas hasta el punto de que, por el lado de los insurgentes, no se aceptaría nada más que no fuera la independencia completa36. Sin embargo, en su mensaje a la nación de 1897, el presidente McKinley rechazó toda
33 Cuban War of Independence 1985 – 1898; Armed Conflict Events Database. Disponible en línea: http://www.onwar.com/aced/nation/sat/spain/fcuba1895.htm (Revisado por última vez el 14/06/2010). 34 Ibid. 35 McKinley, William; State of the Union address, 6 de diciembre de 1897. Disponible en línea: http://odur.let.rug.nl/~usa/P/wm25/speeches/wm_1897 (Revisado por última vez el 14/06/2010). 36 LaFeber, Walter; The new Empire: an interpretation of american expansion 1860 – 1898; ed. Cornell University Press, 1998,
13 posibilidad de reconocimiento al movimiento beligerante cubano, a la independencia cubana, o a cualquier tipo de intervención, así como se negó a aceptar cualquier tipo de intento de anexión el cual “para nuestro código de oralidad sería una agresión criminal” 37
En la mañana del 12 de enero de 1898, un grupo de oficiales españoles destruyó las prensas de un periódico nuevo en la Habana el cual había atacado la política de Weyler. Al igual que los conservadores cubanos y los insurgentes, los militares españoles no estaban conformes con el programa de reformas del General Ramón Blanco. Para el gobierno de McKinley, el motín de los oficiales españoles era una muestra de que el programa de reformas que llevaban a la autonomía cubana no estaba funcionando. Para LaFeber, estos amotinamientos representan el principio del fin del proyecto de paz entre cubanos y españoles, y el momento en que los Estados Unidos reconocen que la única forma de proteger sus inversiones e intereses en la isla es mediante la presencia militar 38.
Así finalmente, el 24 de febrero de ese mismo año, el secretario de marina John D. Long dio la orden de enviar el barco armado con el nombre de Maine a la Habana con el propósito de reiniciar las visitas amistosas de barcos estadounidenses a puertos españoles. Sin embargo, en la lógica de McKinley y de Long, el envió del Maine fue un intento para desincentivar futuros levantamientos en la isla y para proporcionar información sobre las inconsistencias de las reformas del General Blanco 39. Para los españoles, sin embargo, el envió del Maine al puerto de la Habana representó una clara amenaza que podía destruir los últimos vestigios de la calma que se había logrado con el envió del plan de reformas el año anterior.
El 16 de febrero de 1898, el periódico The New York World publicó: Habana, Feb. 15.- A las diez de la noche de esta tarde una terrible explosión tuvo lugar a bordo del buque de guerra de los Estados Unidos en el puerto de la Habana. Todos los botes del crucero español Alfonso XII están asistiendo en las labores de rescate. La causa de la explosión no es aparente y los marineros heridos del Maine no son capaces de explicarlo. De acuerdo con reporteros de la Associated Press, quienes entrevistaron a los marineros, se cree que la explosión tuvo lugar en un polvorín lo cual fue negado por el Capitán Sigsbee quien dijo que antes de la explosión todos los polvorines habían sido cuidadosamente inspeccionados40.
37 38 39 40
p. 339 - 341. Ibid. Ibid. Ibid. p. 344 Brannen Jr., Daniel, McNeill, Allison; Spanish-American War, ed. UXL, Universidad de California, 2003, p. 186 – 187.
14 Un día después de la publicación de esta noticia, se informó que el Capitán Sigsbee se había puesto en contacto con el Secretario Long y le había anunciado sus conclusiones con respecto a las causas de la explosión. El desastre del Maine, dijo, no fue causado por un accidente, sino que fue originada por el enemigo. El Capitán también informó que una hora antes de la explosión, los polvorines habían sido inspeccionados y que, en su juicio, no había razones para considerar un accidente 41.
Aunque inmediatamente después de que el público estadounidense se enteró del hundimiento del Maine lo calificó de un ataque español, este juicio no quedaba claro para los gobiernos de ambas naciones. Tanto España como Estados Unidos llevaron a cabo en diferentes momentos investigaciones especiales dirigidas a esclarecer los hechos sucedidos aquella tarde del 15 de febrero. Por ejemplo, España condujo su propia investigación durante los meses de febrero y marzo de 1898 y concluyó que una explosión en la parte interna del barco había ocasionado el desastre. La evidencia más fuerte que sostenía esta conclusión era que las placas del casco del Maine estaban curvadas hacia afuera42. Algunas de las observaciones realizadas en esta investigación incluían que: 1) si una mina hubiera causado la explosión, una columna de agua hubiera sido observada (sugieren que la columna de agua no fue observada); 2) si una mina hubiera causado la explosión ésta solo pudiera haber sido detonada por contacto o por corriente eléctrica, en el primer caso las aguas y el viento estaban en calma y en el segundo caso no se encontraron cables que pudieran conducir la electricidad; 3) no se encontraron peces muertos en el agua, lo cual se hubiera esperado si la explosión hubiera ocurrido en el agua; 4) finalmente, por lo general los almacenes de municiones no explotan cuando los barcos son hundidos por minas43.
En marzo de 1898, el grupo estadounidense encargado de investigar el Maine declaró que era incapaz de obtener la evidencia necesaria para adjudicar responsabilidades a personas o persona alguna. El 5 de agosto de 1910, el Congreso de E.U. autorizó la realización de una investigación más profunda llevada a cabo por ingenieros. El grupo concluyó que los daños en la parte inferior del barco fueron causados por una explosión externa de baja magnitud que desató las explosiones interiores en los polvorines, completando la destrucción del barco. No se pudo determinar quien inició la explosión. Expertos técnicos de la época estuvieron en desacuerdo con las conclusiones de ambas investigaciones (española y estadounidense). Según sus observaciones, la causa más probable de la explosión era la combustión espontanea del carbón ubicado en el
41 Ibíd. p. 188. 42 Ibíd. p. 191. 43 Thomas, Hugh; La explosión del Maine; en Memoria del 98: de la guerra de Cuba a la semana trágica; ed. El País, Universidad de Virginia; 1997, p. 104.
15 búnker del barco, junto a los polvorines44.
En 1976, el Almirante George Rickover publicó su libro llamado How the battleship Maine was destroyed, en el cual se preguntaba si el conocimiento científico de esos años podía determinar la causa del hundimiento. La conclusión de la investigación dirigida por el Almirante sugería que, de acuerdo a los datos recabados de las investigaciones previas, el daño causado por la explosión era inconsistente con la hipótesis de que la explosión fue provocada en la parte externa del barco. Especulaban que la combustión espontanea del carbón en el interior era la causa más probable 45.
Dada la complejidad técnica que enmarca el hundimiento del Maine, es difícil poder concluir sobre lo que produjo la explosión y, por tanto, quien la produjo. De forma oficial, la Marina de los Estados Unidos reconoce la dificultad de esclarecer lo que sucedió en el Maine, sin embargo, menciona que la destrucción del Maine no fue la causa principal que llevo a los E.U. a declarar la guerra a España pero que, sin embargo, si sirvió como un catalizador que deterioro aún más las relaciones diplomáticas entre ambos países, acelerando el camino a la guerra. DESPUÉS DEL MAINE: LA PRESIDENCIA IMPERIALISTA. CONCLUSIONES PERSONALES La guerra de independencia que los E.U. pelearon contra Inglaterra (1775 – 1783), fue una que buscaba la creación de una forma de gobierno totalmente opuesta al absolutismo europeo. Donde los derechos y las libertades individuales fueran respetadas y estuvieran en la cúspide de los intereses nacionales. Era una guerra en contra del imperialismo británico. 1898 fue la cúspide de los esfuerzos de una nación durante todo el siglo XIX por no caer en la esfera de influencia europea y por construir una economía fuerte, pero también fue el momento en que los E.U. se convirtieron en aquello que sus padres fundadores se habían esforzado por evitar en su nueva nación46.
En 1848, con relación a la guerra entre México y los E.U., el congresista Abraham Lincoln de Ilinios dijo lo siguiente: Lincoln, 1848. Permitan al presidente invadir a una nación vecina en cualquier momento en que le parezca necesario para
44 USS Maine; Marina de los Estados Unidos. Disponible en línea: http://www.navy.mil/navydata/navy_legacy_hr.asp?id=74 (Revisado por última vez el 16/06/2010). 45 Ibid. 46 Legislatures within the political system, National Archives, p. 1400 – 1401.
16 repeler una invasión, y permítanle hacer eso en el momento en que considere que él lo elija, le estarán permitiendo hacer la guerra a su antojo47.
A diferencia del presidente Polk en el 48, el presidente McKinley en el 98 buscaba por todos los medios posibles evitar intervenir en el conflicto entre Cuba y España 48. Sin embargo, las palabras de Lincoln parecen resonar también en este momento histórico ya que la naturaleza de una presidencia imperial es la toma de la decisión de intervenir en otra nación en el momento en que se considere que los intereses nacionales están en juego, aún si existe el costo de un conflicto armado.
Así como en un gobierno absolutista, un rey tiene, supuestamente, el control absoluto sobre las fuerzas armadas, así mismo un ejecutivo fuerte tiene la capacidad para dirigir su ejército y su marina y, por supuesto, para declarar la guerra cuando considere que la situación lo amerite. Este era uno de los principales temores de los padres fundadores durante la convención de 1787 en Filadelfia, cuando se termino de escribir la constitución de Estados Unidos. De acuerdo con el trabajo de Tunanbaum, los líderes de la nación tenían la esperanza de establecer un sistema dentro del cual la participación de E.U. en cualquier guerra fuera la excepción, más que la regla49.
De acuerdo con Alexander Hamilton, quien apoyaba la formación de un ejecutivo fuerte, en The federalist papers No. 69, la autoridad del presidente en el área de la guerra y la paz sería nominalmente la misma que la del rey de Gran Bretaña, pero en substancia, la autoridad sería muy inferior. El presidente se limitaría únicamente a comandar y dirigir las fuerzas armadas y navales pero no podría declarar la guerra sin la aprobación del Congreso50. En efecto, sin el apoyo del Congreso, McKinley no hubiera podido ir a la guerra. Pero McKinley sostenía buenas relaciones con el Congreso, hasta el punto de ser considerado el indiscutible líder del mismo.
Así, la presidencia imperial, como producto del crecimiento de las fuerzas económicas y políticas internas, en especial del aumento de la fuerza del ejecutivo como una rama del gobierno cada vez más fortalecida, proyectó a los E.U. como la única potencia regional en América Latina (e incluso en el Pacífico con la anexión de las Filipinas). Después, la participación del ejército estadounidense en China y la aplicación de la política de “puertas abiertas” serían una prueba más de que si se quería sobrevivir en el sistema internacional 47 Tananbaum, Duane; Congress, the executive, and war powers; National Archives, p. 1425. 48 Cuban War of Independence 1985 – 1898; Armed Conflict Events Database. Disponible en línea: http://www.onwar.com/aced/nation/sat/spain/fcuba1895.htm (Revisado por última vez el 16/06/2010). 49 Tananbaum, Duane; Congress, the executive, and war powers; National Archives, p. 1421. 50 Ibíd. p. 1422.
17 de la época, el gobierno en Washington debía saber proteger los intereses nacionales en cualquier lugar del mundo en el que fueran amenazados. Finalmente, y con respecto al hundimiento del Maine, lo más seguro es que el grito de guerra “¡Recuerden el Maine!” (Remember the Maine!, en inglés) haya sido equivocado, cuando menos injustificado. Sin embargo, aunque nunca se esclarecieron las causas de este suceso particular, sus consecuencias como detonador de un conflicto internacional, fueron más allá del posicionamiento regional de E.U. desencadenó la proyección internacional de la potencia que, durante todo el nuevo siglo XX, serían los Estados Unidos... ¡esos tan americanos!
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