Roberto Grosseteste (1175-1253) Rvdo. D. Eduardo Montes
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iendo el propósito de estos artículos mostrar lo absolutamente infundado de la idea de que exista oposición entre la Fe y el conocimiento científico –la verdad histórica es exactamente la que afirma la armonía existente entre ambos- seguimos prestando atención al largo período de la historia denominado Edad Media. Esta época –también llamada Medioevo o Medievo- se sitúa convencionalmente entre el año 476, que es el de la caída del imperio romano de Occidente, y el 1453, que es el de la caída de Constantinopla, capital del imperio romano de Oriente. Y es bien sabido que La caída del Imperio romano de Occidente fue período de declive en que Roma perdió la este período se caracterizó, entre otras co- el autoridad de ejercer su dominio, y su vasto tersas, por el gran peso de la religión cristiana ritorio fue dividido en numerosas entidades políticas sucesoras. Así, casi sin hacer ruido, cayó en el ambiente social. el Imperio Romano de Occidente, devorado por Pues será precisamente a lo largo de los bárbaros. El de Oriente sobreviviría durante ese dilatado período cuando nazca la insti- mil años más, hasta que los turcos, el año 1453, derrocaron al último emperador bizantino. Con tución que conocemos como Universidad él terminaba el bimilenario dominio de los deo sea, centro de estudios superiores con scendientes de Rómulo. capacidad de otorgar grados académicos. Se trata de una creación genuinamente católica y europea desarrollada a partir de escuelas monásticas y catedralicias y uno de sus exponentes de más prestigio y la más antigua de habla inglesa en el mundo es la Universidad de Oxford cuyo nacimiento se sitúa en el remoto año 1096. Pues bien para la fundación de este centro cultural fue decisiva la aportación de un grupo de catedráticos pertenecientes a la Orden de San Francisco de los que se ha dicho que “los franciscanos de Oxford se caracterizaron, entre otros rasgos, por su afición a las ciencias matemáticas y empíricas. Estos frailes son los herederos de una tendencia que en el siglo precedente dio esplendor a la Escuela de Chartres. Y así Oxford se convirtió en la creadora de la ciencia experimental”[1]. Ahora nos ocupamos Roberto Grosseteste (1175-1253) ya que es considerado
