DISCร PULA DE JUNG Wafi Salih Versiรณn e-book
DISCÍPULA DE JUNG Wafi Salih Prefacio de Tomás Martínez Sancho Epilogo y selección de José Miguel Navas
Discípula de Jung Versión e-book, 2016 ©Wafi Salih ©Prologo. Tomás Martínez Sancho ©Epilogo y selección. José Miguel Navas
Portada: Enjoy Benjamín Hernández Montaje y edición: José Miguel Navas
ISBN: 978-980-424-031-7
Negro Sobre Blanco Grupo Editorial, publica en Venezuela la versión completa y en físico del presente libro en 2016.
A Tomas RodrĂguez Sancho y Sol Linares infinitos en el corazĂłn
“Cuando el amor es la norma, no hay voluntad de poder, y donde el poder se impone, el amor falta� Carl Jung
Prefacio de Tomás Martínez Sancho
“DISCÍPULA DE JUNG”, DE WAFI SALIH Por Tomás Martínez Sancho Llegó con tres heridas: La del amor, / la de la muerte, / la de la vida. Con tres heridas viene: La de la vida, / la del amor, / la de la muerte. Con tres heridas yo: La de la vida, / la de la muerte, / la del amor. Miguel Hernández (Cancionero y romancero de ausencias)
Hacer la presentación de la novedosa obra de relatos de Wafi Salih. Que el azar de las redes sociales me llevó a su amistad y su amistad me trajo a su literatura. El caso es que en esta oportunidad hablare de su libro de cuentos. El texto de Wafi se inscribirá, no lo dudo, entre los destacados relatos breves de mujeres venezolanas, tales como los de Laura Antillano o Sol Linares. Reconocida por todos ustedes por su trayectoria como amante de la cultura, profesora universitaria, y poeta venezolana, –atrevida como es- Wafi incursiona en la narrativa con su “Discípula de Jung”, que hoy nos convoca. El título da unas claves que no desaprovechamos en esta presentación. En primer lugar, evoca el discipulado de una mujer que sólo recientemente fue sacada de su invisibilización. Sobre su temprana relación con Jung se han realizado un documental y dos películas (Te doy
mi alma, del italiano Roberto Faenza, de 2002, es tal vez la más valorada desde claves psicológicas). Me refiero a Sabina Spielrein, rusa y judía, psicoanalista y educadora infantil, con una vida dramática, reprimida por el stalinismo y asesinada a manos de las SS nazis. A esta discípula, a Sabina, remite el título. Con lo que introduce dos pistas, el ser mujer y la psicología, como ejes semánticos presentes en gran parte de los relatos que nos ofrece Wafi. Voy con el ser mujer. La propia Wafi presta su nombre –y más que el nombre- a la protagonista de un par de cuentos que, con el recurso de la inclusión, abren y cierran la obra. En Alter ego, Wafi es presidenta de la “Sociedad de mujeres por la equidad de género”; en Dicotomía del discurso se ha vuelto Wafi unos párpados llenos de ojos crucificados… Otras mujeres atraviesan el texto: la escritora Minerva Santos (en El lenguaje de los pájaros), la doctora que dicta una conferencia: “La mujer ante el poder” (en Fe menor), la poeta entrevistada para la prensa, la que dice ser la Reina de Saba, Beatriz Cañizales, condenada por el tribunal de la inquisición (en Hereje), la juez Mijares (en La cabeza de la mapanare), la compañera del guerrillero Argimiro… No son apariciones ingenuas. Su ser mujeres contraviene en muchos casos el discurso patriarcal y moralizante, abriendo horizontes de una discursividad compleja en conflicto con los clichés extendidos. Feministas pueden decirse, con certeza, muchos de estos relatos. De un feminismo –por otra parte- sin ingenuidades, vivido en la tensión interior de discurso y vida concreta, entre ejercicio público y praxis amorosa… Y así, la presidenta de la Sociedad de mujeres se distrae pensando en su vestido azul cobalto para la fiesta de fin de año en el decanato, o en su lavaplatos dañado… Y en Fe menor: la conferencista de “La mujer ante el poder” anticipa cómo “en esos cuarenta minutos, esconde(rá) debajo del escritorio, los gritos, golpes, indiferencia y nostalgia, (que) No entrarán (así) en el ciclo de preguntas, y respuestas normadas, sesudas disquisiciones sobre el papel”.
La vida interior de los personajes, su psicología, es el otro eje a que me he referido. La técnica narrativa (con frecuencia relatos en primera persona) permite abundar en ello. Se pone de manifiesto especialmente en los monólogos, casi siempre interiores, de los que sólo cito algunos ejemplos sobresalientes: La novia corrupta de León Yépez (en Reescritura), el sujeto de Luna, luna, oscuro personaje en un grupo de teatro, el travesti sobrino de ex -guerrillero y ayudante de utilería de Entretelones, el narrador perseguido de Carta a mi madre, el pintor abandonado por la pareja y rechazado por la madre en Apostolado, la tesista maría-lioncera de Post-Graduado, la paciente psiquiátrica de Arquetipo (nueva referencia a Sabina y Jung)….
La discípula de Jung, Sabina, se hizo amante y luego maestra. Se sabe que tanto Jung como Freud se enriquecieron, sin reconocerlo explícitamente, de los trabajos de Sabina. Ambos le deben una parte de sus conclusiones, el uno sobre el ánima, y el otro sobre la pulsión de muerte. El discipulado no es, por tanto, en minoridad. Ese tal discipulado desbarata los esquemas reproductivos de unas relaciones verticales. Ahí está el humor con trazos de ironía en el mismo título. La ignota discípula se ha revelado maestra.
Pero el título es sólo un referente. Relato a relato, surgen nuevas brechas –resquiciospara la lectura placentera y atenta de la obra de Wafi. Y aquí viene bien traer el poema de Hernández, con el que abrí esta presentación. Las tres heridas que los rondan: vida, amor y muerte. Amor y muerte que recogen, vuelvo a lo anterior, los planteamientos de la pulsión de muerte de Sabina-Freud. En la película Te doy mi alma, ante un cuadro sensual de Yudit con la cabeza de Holofernes, inspirado en un texto de las escrituras judeo-cristianas, Sabina pregunta a Jung: ¿por qué lo mata? Para cumplir la voluntad de Dios, dice Jung. Sabina lo niega, y agrega: lo mata porque lo ama. Amor y muerte se confunden en una misma pasión en varios de los textos que hoy
presentamos. Dice la poeta, personaje principal del relato La entrevista: “Quiero a mi muerte viva, cruda, llena de gozos y epítetos, llena de verbos, toda sustantiva y voluptuosa, toda mía, tan íntima que ni siquiera a usted, a usted tan inocente, se le pueda desnudar”. Y añade: “En el amor sucede como en la muerte”. El curioso personaje, escritor de obituarios, en Todo para ti, entrega para su adorada Sonia “el escrito perfecto, la gran palabra, la frase absoluta, original, ella que vivió en cada uno de sus latidos, ahora era la dueña de su muerte”. Y el sujeto de Apostolado termina pintando los lienzos, memorial de su amada, con su propia sangre.
Amor y muerte aquí apuntados, en verso de Miguel Hernández –poeta de la guerra civil española- (y también en la tragedia personal de Sabina), se abren a un horizonte que explosiona la interioridad reducida de cierto psicologismo de élite. Horizonte social, horizonte de conflicto, evidenciado en varios textos de Wafi, en los que se trae a cuento los años de la lucha guerrillera venezolana, señalando nombres e historias: Argimiro (por Gabaldón), Fabricio Trujillo (por Ojeda), y otros guerrilleros anónimos presos por sus acciones revolucionarias.
Referencia a este horizonte y a los años sucesivos de “pacificación”, referencia –digono exenta de denuncia –siempre actual-, desenmascaramiento de una sociedad forjada en complicidades. Ex –guerrilleros, que –como se leerá en La cabeza de la mapanare- “cada cual se incorporó a la sociedad, hoy son jueces, profesores de gran reputación, escritores que trillan y trillan el tema de la guerrilla, en sus publicaciones, por marketing”. Y el mismo tema se hallará en Entretelones: “Nicolás, guerrillero, comandante y preso político, se graduó de abogado y ahora es juez…. El juez dijo que estaba bien el despido, se impone la ley sobre la justicia, y asunto resuelto”. Un nuevo vínculo de lo sociopolítico con la interioridad se descubrirá en el relato, lleno de referencias intratextuales y homónimo del título de la obra, sobre un exguerrillero, paciente
psiquiátrico enamorado de su doctora. En fin; la vida, amor y muerte se cruzan con otro tópico repetido en estos relatos: es el de lo religioso; y lo hacen polemizando, con un fuerte ingrediente de crítica a las instituciones y a los discursos de muerte. En Hereje se relata la utilización del poder por parte del Cardenal Briceño, para pasar por la hoguera a la mujer que lo inquieta. En La Entrevista se desmonta por hipócrita el discurso religioso del occidente guerrerista que afirma: “Esta bomba va dirigida contra los fanáticos, rebeldes, extremistas, etc. Esta bomba es por la vida, la paz, en nombre de Dios”. Una religión de rutina, determinismo y muerte, es la que se muestra en Puntos suspensivos, relato en el que se recorren los rituales devaluados de misa y enterramiento, bajo un sol inclemente de cuatro de la tarde; o en Rey de Bastos, en un ritual privado, de viudez, recordatorio de un dolor interminable, que prevé en el quinto aniversario el moldeado de un colibrí con un Cristo pintado en su cuello. Religión, por contrapartida, trastocada en amor. Así, el amado guerrillero Argimiro es elevado al altar de los santos: “en la pared ahumada, al costado derecho de San Antonio, debajo del ánima sola, tu fotografía iluminando mi cuarto”. O la tesista de Post graduado se deshace de velas, tabacos, y estampitas de San Marcos de León y María Francia, prendada por el recuerdo de su mentor. Y se dirá del obituarista de Todo para ti: Su pecho convertido de por vida en un altar para ella, su único santo. Termino. Wafi es, en estos relatos y en su pasión por la escritura, una narradora que no deja el poema, ni sus raíces de médano. La intra-textualidad es un recurso para ello. Claramente identificable respecto al poema Beduino (de Los cantos de la noche):
Pájaro / que ha perdido / El canto En los desiertos / helados / del alma.
Poema al que se remite expresamente en el relato La entrevista, y sobre cuyo sentido se pregunta a la poeta: “La presencia del amor se percibe con sabor a desdicha, a abandono, ¿Es eso el amor, un sujeto quebradizo?”. Intratextual es la mención a los pájaros en al menos nueve relatos, en obvia referencia a su poemario Pájaro de Raíces, del que extraigo estos versos: Amo, al pájaro de raíces descifrado en la cruz. Silencio lleno en la senda de piedras en el aire infame. Pongo las palabras en mi noche, luz vencida de inmóviles alas. Un mundo se inclina sobre el viento en ásperos contornos. Punzante pájaro de piedra en la página indescifrable del vuelo. Pájaro raíz, pájaro cruz-sufrimiento y pájaro-lágrima o muerte. Así lo recogen los distintos relatos: “La esencia del pájaro se adquiere en el vientre, igual la esencia del poeta, porque un poeta es como un pájaro” –dirá el personaje principal de Metáfora del vuelo. “Salí casi corriendo al baño, y un pájaro de agua que anidaba en algún lugar del corazón, subió a los ojos” –se lee en Sor Juana. “Figuras de piedra talladas, colocadas en orden cronológico sobre el estante, pájaros recordándolo, uno por cada año que lleva ausente” –pájaros de la muerte, en Rey de bastos. Pero también Pájaro-salvación, extraña salvación, es verdad, en El lenguaje de los pájaros: “¡Busque en el arte!, que es un lugar salvaje, pero el único lugar posible de salvación de la especie, el único origen. El lenguaje de los pájaros son los jeroglíficos que dibujan con sus alas en el aire”. Otra posibilidad, parece ser, el hallazgo del pájaro azul de la leyenda oriental -la Wafi de Alter ego- que sólo a los nobles corazones se muestra. ¡Que disfruten el libro, tanto como yo!
DiscĂpula de Jung
15 ~
ALTER EGO
Menudita, como el dedo meñique, se ve a Wafi caminando por las calles interminables de la ciudad, su paso ligero denota que es muy diligente, no podía ser de otra manera, su labor de presidenta de la “Sociedad de mujeres por la equidad de género” le ocupa todo el día: reuniones, congresos, preparación de talleres, marchas, declaraciones, como afirmaba Ginethe Platini en el texto sobre Juana de Arco el segundo sexo, resiste. Augusto, su gato Siamés, castrado para bien de la especie, desde el balcón la observa todas las mañanas como despidiéndola, ella voltea desde la otra acera, para mirarlo antes de perderse en el tumulto. No estoy muy informado sobre el tema feminista. [sé que alrededor de él, gira su vida]. Ella encarna el ideal que esboza. Decía en una entrevista en un programa del Ministerio de Educación trasmitido por TV, Educa: Ana Karenina es una novela edulcorada, María de Jorge Isaac, también lo es, pésimas referencias dan sus personajes, a los jóvenes que pretendemos educar en valores sociales equitativos en nuestras aulas de clases. El lavaplatos cedió ante los rigores del tiempo, y la gotera un tic, tic, tic interminable, angustia las horas. Agatta Jeckis, quien murió cuando guardias nacionales atacaron a tiros una manifestación de mujeres por el derecho a controlar la cantidad de hijos, repetía incansablemente la consigna: saquen sus rosarios de nuestros ovarios, canción de cuna para Wafi y sus largas noches de desvelo. La televisión permanece
encendida hasta que el frío se mete en sus huesos y se levanta somnolienta encontrándose con Augusto, en la puerta del baño, como todas las madrugadas. Fernanda Aristizábal, poeta hondureña, se prendió fuego en la plaza mayor de Managua en el año de 1728 para protestar contra la primitiva ley que prohibió a la mujer leer públicamente lo que escribía. El vestido azul cobalto servirá para la fiesta de fin de año en el decanato, hace juego con los zapatos de raso negro, y la sonrisa forzada de esos eventos. Lolita Divasson quien en plena guerra civil española se desnudó en la Plaza de los Pájaros de Madrid, siendo apresada y fusilada por el franquismo, el motivo de la Lolita está bastante difuso sin embargo se cree que para expresar su inconformidad con las condiciones de trabajo de las mujeres en los territorios recuperados. El hijo que nunca nació, las pastillas para dormir, la hipoteca del departamento, el carro eternamente en el taller mecánico. Todas mártires de un proceso de lucha que cada día va en crecimiento. El sindicato no sólo debe proteger a las mujeres embarazadas, las que aún no lo están son tan vulnerables o más. La ley no dispone deningún salvoconducto al momento de juzgar su labor dentro de la cadena de producción. Representan el eslabón más débil, embarazadas o no. Declaraciones de Salih en la revista: “Feminidad y libertad” de junio del presente año. Hannah Arendt, no tomar la parte por el todo. Se apresa al verdugo, que es un simple instrumento sin poder ni voluntad. Soy de los que piensan que nada es gratuito, que el azar mueve la existencia, el destino es ángel conductor de lo que nos pasa, por eso creo que, desde el momento de inaugurar la oficina de asesores inmobiliarios, en la torre “Los Jokers” justo al frente de las residencias El Milagro, empecé a fijarme en aquellos escasos 1,50 metros, saliendo a las 8.30 ataviada con botas de soldado y trajes anchos, espejuelos redondos, un maletín lleno de carpetas, libros y papeles de peticiones,
con una piel blanca en donde muchas veces, dibujaron mis labios sobre el cristal de la ventana un océano de besos y peces, para ella. Yo era Aquiles sobre el pavimento de unas calles que se alargaban hasta hacerla un puntito perdido en un infinito de gente, carros y avisos lejanos, avanzando por la avenida 26. Día a día la espiaba, compraba los periódicos para ver si aparecían sus declaraciones sobre cualquier tópico. Con la esperanza de conocerla, coleccioné revistas, videos de las feministas, bueno, de Wafi que era el pájaro azul, como reza alguna leyenda china. Hace cuatro meses tuve la oportunidad de hablarle, a las ocho menos diez estaba yo en el puesto de revistas cerca de la puerta de su edificio, ella iba de salida, pero la llave no entraba, empezó un forcejeo desventajoso pues el mastodonte de hierro se negó a sucumbir ante las delicadas manos de Wafi, crucé la calle, metí la llave por la parte interior de la reja, quité el pedazo de llave partida, la cerradura gruñó y ella me dio las gracias, con la familiaridad de quienes se conocen desde siempre. Para intentar una conversación, fijando el cartel de otro encuentro, le dije que le arreglaría el problema, que al mediodía tendría corregida la llave pues camino a mi oficina tenía un amigo que se ocupaba de esos oficios, no me atrevía a confesarle que todos los días su figura caminaba por mis ojos, abiertos para ella, como dos escaleras infinitas.
18 ~
DISCÍPULA DE JUNG
Una brisa sopla entre las ruinas de esta ciudad. A la marcha de la escuela de letras, se le suman las demás facultades. Desde el rectorado todas las acciones son inútiles, decisiones del alto gobierno, se exige designar un presupuesto acorde a las necesidades de la universidad. Hace doce años en medio de una acción revolucionaria recibí un disparo en el estómago, me impidió huir como el resto de mis camaradas. La policía me recogió llevándome al hospital que quedaba cerca de la capital. Estuve varios días inconsciente, entre los sopores de la fiebre. Cuando desperté, mis brazos amoratados soportaban unas agujas que servían para pasar los medicamentos, su lentitud producía un estado de ansiedad que sólo calmaba el cálido sabor de tu pecho, en mi delirio. Mi nariz estaba conectada a una manguera de oxígeno, aunque lo que más me atormentaba era la sed alimentada por el dolor zigzagueante en toda la región hepática. Cada uno de mis átomos luchaba, mientras tu mano se movía de tal forma que te construía infinita en mí. Con un silencioso ritual me vestiste y se regeneraron mis tejidos, en ti celebré mil vidas, sin necesidad de articular una palabra, pues mis palabras no traicionarían mis convicciones. Cuatro meses después, en una de las diarias visitas del doctor, me levantaron de la cama, caminé apoyado en ella, mi alma se estremeció en su latido, hizo en fragmentos estallar mi mundo, tanto que navegué un océano en su aliento, no oí ni el diagnóstico, ni la decisión, de trasladarme a una cárcel. Ese día
se marchó, evadió el sonido del mar en mi pecho, su corazón lo tradujo, y se espantó. Al despertar, solamente cuatro policías militares con orden de traslado. Antes de llevarme a la cárcel me interrogaron en unas cuantas oficinas del centro. El informe psiquiátrico que ella certificó, explicaba que era un trauma que me impedía recordar, eso no los disuadió de la tortura. Minaron mi cuerpo de vejaciones y al cerciorarse de que no hablaría, me sacaron de ahí. Caminamos por un pasillo largo, con poca ventilación. Bajando las escaleras, la vi de reojo, a toda prisa, pasó por mi costado, sin voltear, con la frialdad de una desconocida.
20 ~
EL LENGUAJE DE LOS PÁJAROS
Sentada en un antiguo sofá violeta, y la ficha con las preguntas a formular, dándole vueltas en la cabeza, algo ansiosa por la espera, mis ojos repasaban el salón. Lo había logrado, Minerva Santos, concedió una entrevista, ella que tantos años se ocultó, que no volvió a publicar, tan aislada, tan escondida para todos, y tan mía, repasaba cada una de sus líneas en mi cabeza, ella tan anacoreta, misteriosa, medusa sacra y desquiciada. “Humana, desmesuradamente humana” parafraseaba a Nietzsche, mientras la observé cruzando el corredor, para venir a mi encuentro, media hora después. Lentes gruesos, pelo largo, algo desaliñada, dejaba al descubierto su desinterés por lo que pudieran ver o decir de ella. Estaba ahí, frente a mí, mostrando las astillas de un Dios roto en el corazón. ―En su libro, “La crítica del sujeto decadente”, he notado un compromiso que va más allá de lo existencial, o lo filosófico, es el compromiso social lo que mueve su interés. Mi rostro sin dudas, le recordó las ganas de vivir de otros tiempos, con la mano izquierda se alisó el cabello. ―Señorita, lo que escriban o no escriban los críticos es un asunto poco importante. Para ellos ése es un trabajo, algo tienen que decir, de eso viven. Jamás escribí para la crítica, es un destino muy pobre, un signo de muerte, para quienes pretendemos descifrar la vida. Escribí ese libro para usted, para este momento, o para el momento que viene. Qué puedo decirle sin traicionar lo escrito y a ese tiempo en que fue pensado. Mi compromiso no es con la escritura, es con el silencio, ellos tratan de entenderme, me estudian, y encuentran en lo que no digo, más ruido que palabras, más agonía que vida. No sé dónde está el realismo sociológico, el existencialismo, nihilismo kafkiano, ni ninguna de las otras categorías y términos que han empleado para definir mis reflexiones. Léalo, si lo encuentra estará bien.
Un tanto avergonzada, doblé las preguntas de la ficha:― El doctor Albin Markis en sus estudios de antropología afirma que para usted la vida es sólo embriaguez. La describe como un ser elevado, pero en el sentido más oscuro. Una especie de surrealista tardía. ¿Cuál es su opinión? El doctor Albin Markis en sus estudios de antropología afirma que para usted la vida es sólo embriaguez. La describe como un ser elevado, pero en el sentido más oscuro. Una especie de surrealista tardía. ¿Cuál es su opinión? ―Leí el libro del Doctor Albin, bien argumentado, no escatimó en referencias teóricas, sentí en su análisis cierto desespero por encontrar parientes teóricos a mis disertaciones. Construyó un árbol genealógico, empeñado en demostrar mi alianza con el mundo filosófico, dejando de lado toda la lectura de mis notas. Le diré: Yo le veo la nostalgia, no se la hurgo, a los pájaros se les reconoce porque son capaces de resucitar el día, son la estadía de la luz, su concavidad infinita, ¿me entiende?, sea testigo de cada acto de su vida. Sí, testigo, muchos caminan al margen de sus propias vidas. Fíjese en los detalles, en las singularidades. El orden de la naturaleza, su continuidad, cada molécula, cada metamorfosis de su ánimo. Busque en el arte, que es un lugar salvaje, pero el único lugar posible de salvación de la especie, el único origen. El lenguaje de los pájaros son los jeroglíficos que dibujan con sus alas en el aire.
22 ~
APOSTOLADO
“Esta pasión corva mi espalda, este deber asedia mis días”. Todos en silencio se miraron, mientras el ambiente se alfombraba con el vaho de los desenlaces. En mi pincel ondearon parajes perfectos, niñas felices, con sus pezones levantados, y el paso de gallineta culeca por las calles que trazo para ellas. A hurtadillas, he robado un pedazo de infinito a tanto asco, he vivido los colores de cada amanecer. En mi mano asciende un torbellino de soles, que atormentan los grillos de la tristeza y a mi padre, a quien se le hicieron insuficientes los días; no porque fueran angostos, ni las horas estuvieran pigmentadas con los fragmentos volátiles de la desesperación: se le convirtieron en insuficientes cuando escrutaba, y pesaba la vida en la balanza de la nostalgia. Cada kilo de verduras, o cochino, era un suspiro, un largo suspiro como los de ella, cuando se quedaba mirando la puerta de la calle, por donde un día salió, y en mis sueños la veo volver. La emprendía conmigo: Eres un fracasado, tócate las costillas, mira como asoma ya tu calva, pobre alma sin centro, mil veces inútil, jamás fundaste algo, a pesar de todo lo que te di por herencia, la nulidad copula en tus sesos. No sé qué hacer, estoy cansado, te veo, escamas el aire, con tu olor pestilente a calamidad. Treinta años, sin comprender que la pintura es asunto de hombres, que no solo se vive de criar cerdos y sembrar papas.
Ramón es guardia nacional, y José me ayuda en el campo, a los tres los alimenté con la misma leche, sin lujos y sin desacuerdos entre ustedes. ¿Por qué se me torció, mijo? ¡Mejor quedarme en la ignorancia! ¡Se es o no, de este mundo! Ella cuidóde mí como a un hijo, sentí que era el centro de su existencia, la seguía a todas partes, cada movimiento suyo me embobaba. La espiaba cuando dormía, contaba las vueltas que daba en la cama, la veía tocarse los senos, bajar las manos, meterlas entre los muslos, moverse, gemir, luego quedarse tranquila, inundando toda la habitación. A él se le agrió el alma cuando ella se fue, caminabaarrastrandoeldestino, para mí era inexplicable que me dejara, que no le importara un poquito mi doble orfandad. Luego de su ida, fuimos dos nubarrones, cargando una desgracia. Me consolé, hice de la paleta su cuerpo, los matices sus pasos, y toda ella el universo encerrado en la tela. Refutaba sus opiniones, intentaba acercarlo a mi corazón para salvarlo de sí mismo, le decía: quise ser otro, pero no pude, los colores seducían mi retina, me bailaban como mujeres desnudas, ellas sirenas me cantaban la luz en los ojos. Pero nada lograba, sílabas ladinas se derramaban de su boca creando una ruleta de sermones. Veía cómo las raíces estrangulaban las paredes, así me sentía, sofocado por él. Es verdad, nunca hice su voluntad, ni descendencia, ni ambiciones materiales, más allá de estos lienzos, pintados con mi sangre.
24 ~
ARGIMIRO
Tantos años sintiendo el lugar de tu mejilla izquierda en el hueco invisible de la almohada. Viéndote cambiar de ciudad cuando la sospecha hormigueaba en el alma, ocultándote en otro nombre para cada set de tu vida. ¿Cuántas veces te escuché en otras voces? Me ocupaba para sentir un poco menos, me inventaba historias donde alguien tocaba la puerta para hablarme de ti. La típica escena de una película de amor: Una vez en el mercado, entre murmullos, oí mi nombre y grité ansiosa, soy yo. No me he resignado a que no estés. Como el primer día, me siento y cierro mis manos, pretendo atrapar la esperanza entre los dedos. Todavía camino, miro los árboles del parque, y en voz alta hablo de mis pensamientos, a eso de ti, que me acompaña siempre. Me detengo en el mismo cedro, suspiro, me asombro de su fortaleza, que a pesar de su naturaleza otra, sigue exponiendo su ajenidad, como un huérfano. He aprendido a vivir conmigo, he inventado formas, te he concedido el don de los milagros, te coloqué en el altar de los santos, junto a las estampitas de yeso que heredé de mi madre, en la pared ahumada, al costado derecho de San Antonio, debajo del ánima sola, tu fotografía iluminando mi cuarto.
25 ~
POETA
Mi no tiempo, cuando me revuelvo en mi yo inflexivo, mi sĂşper yo arruinado, miello improbable, muerdo a mi alter ego de viaje, y siento a mi pobre ego desdoblarse en la cruz de su calvario narcisista, ondulo como una cosa detrĂĄs de los alambres. Nada puede romper el hechizo de un ser triste, escrito con tinta.
26 ~
REESCRITURA
Antonio León Yépez no era como nosotros, lo afirmo yo que lo conocí como si fuera un pedazo de mi piel. Como alguien dijo en sus exequias, no era ni malo, ni bueno, no aportó obra transcendente, sólo papeles escritos con algo de intuición, vampiro literario, vivió de la tinta de los otros, así era. Pero su penitencia por vivir al estilo de León, aparte de ser un calvario, un presidio, quitando todo esto, era un aburrimiento de esos que dañan el encéfalo. Si podemos encontrar algo de esencia, un trocito de cordura, una migaja de vida, debemos esculcar los detalles de algunos períodos un tanto gatopardianos, hallaremos una naturaleza sin ritmo, propia de los derrotados, creo por ello me igualé con él, cosa de la que ahora estoy arrepentida, pero eso tampoco tiene remedio. Siempre filosofando, llevando la contraria, contradiciendo aun las verdades más evidentes, cuestionando cada paso, con tal severidad que se condujo a la locura al no saber asumir que era logaritmo neperiano del inverso de mil. Sin embargo, quedará gravitando su palabra, semejando los cometas, apareciendo de vez en cuando con la fuerza de los látigos para gritar con sólidos argumentos de artista consagrado; “Eso es así”. León Yépez era un hombre inteligente, hizo creer a todos que era un sacrificado. Después de muerto, loas y aplausos. Yo sé el origen y la causa de la bala que conoció su corazón. Testificaría llegado el momento, lo dejaría en evidencia ante la opinión pública. Élno era un alma caritativa, era el inescrupuloso
testaferro de la fundación para niños con cáncer, que manejaba legalmente su novia, que era yo, y a la que él, pacientemente, como un prestidigitador, instruyó en el arte de desaparecerlas contribuciones para causas más nobles.
28 ~
HEREJE
El reloj de la catedral de San Pedro, el reloj escondido en la boca del confesor, relojes que ya no le daban la hora; maniatada había vencido todos los tiempos, se había hecho tiempo, espacio, pájaro con ojos de gato, envuelta en los aullidos sibilinos de un lobo expulsado de la manada. El Cardenal, ante aquella mujer de gestos taciturnos, siempre mirando un punto del horizonte que él no lograba descifrar. Jamás la oyó blasfemar, a decir verdad, su voz era casi imperceptible y, si tuviera que decirlo en secreto de confesión, diría que era un ángel el que hablaba por su boca. Ese ser de alma ambigua estaba preñada de silencio, sin embargo, su actitud despertaba en él un malestar inexplicable. Por primera vez sentía que el péndulo de la justicia escapaba de las manos del tribunal; no se juzgaba un delito, sólo a alguien culpado de estar en el momento y en el lugar equivocado, alguien que no se hincó ante la imagen del Santísimo, por los achaques de un reumatismo prematuro. La castigó, no quería arriesgarse en diatribas que desgastaran sus fuerzas de siervo de Dios. Su imagen lo había perturbado estos últimos años, al fin lo dejaría en paz, su talante lo libraría de una muestra de flaqueza. ¡Culpable! Fue la parca sentencia. Beatriz Cañizales, amarrada al poste, en el centro de la pira, ensordeció el aire con su grito: ¡Dios mío!
Hasta el balcón del convento de la compañía de Jesús alcanzó su clamor. El Cardenal Briceño, sin perturbar, con voz de teólogo, al tribunal: “hasta los herejes se arrepienten ante las brasas del infierno”.
30 ~
REY DE BASTOS
Figuras de piedra talladas, colocadas en orden cronológico sobre el estante, pájaros recordándolo, uno por cada año que lleva ausente. Primer año: una golondrina con las alas pintadas de luna. Segundo año: una tortolita; tercero: un cóndor con pinceladas rojas y doradas, comiendo su sombra; en el cuarto año: un buitre blanco, dormido al fondo de su jaula. Cinco años, migando las horas, con alpiste, para los pájaros del solar, fija en un punto, entre las amapolas, igual a esa tinaja debajo del alero del corredor, envejecida por tanta agua derramada. Herminia, cada noche, con estambre azul, crea un recuerdo, en el regazo, deja que la aguja hile para ella otro destino. No todas tenían la oportunidad de enviudar. Ahora, mientras crea un nuevo recuerdo, la cordillera baja lentamente, por el horizonte que atrapa su ventana: para el quinto será un colibrí con un Cristo pintado en el cuello.
31 ~
PENÉLOPE
No sigas, para qué quieres mis horas, si todo se te hizo tarde, en mil cambios idénticos: ¿Qué quieres?, dime, que siga esperando, ¿hasta cuándo?, hasta que se te acabe la última disculpa, no sigas, estuviste ciego, perdido, buscándote por dentro, todo fue una excusa, yo misma fui una excusa, una rotura que tropezaba tratando de asirte de algo y al final resultó que me sentí bastón desgastado. Pretendes que espere para empezar ¿qué? Pero mujer, solamente pido un poco del tiempo que nos queda. Te acuestas sobre un lecho de paja, húmeda, deseosa de no ser tú la que espera, así, tirada, con la piel pisando las puntitas secas de la alfalfa. ¿En qué momento el interior de tus párpados se convirtió en una pantalla de vidrio donde la imagen de él, derritiéndose en ti, pegándose a tu vientre como una cascada de hogueras, fundó el infierno de la soledad en la edad de adentro, en tus hendiduras, iconos que amurallan el tiempo y mudan en el aire velozmente, la celebración por el tañido mortecino de una campana, despidiendo, despidiéndose? Arrastraba la enflaquecida pierna izquierda, tal vez por capricho, o costumbre, su andar dificultoso hacía notar que había encogido unos cuatro o cinco centímetros con respecto al derecho, el ojo izquierdo casi cerrado por un guiño involuntario completaba junto al cabello cundido en canas, el cuadro despojado de voluntad, recogiendo sus pasos.
Aún me queda vida para empezar volviendo a ser en ti, confieso mi ser de hombre incongruente, pero eso no niega que cambié, no soy el mismo de todos estos años, comprendí mi necesidad de ser otro. Te levantas entre convulsiones, un tanto mareada, con ganas de vomitar los recuerdos, anhelando no estar en la incertidumbre, pero otra vez caes, es el mismo techo de paja, es el mismo laberinto de una ciudad rudimentaria, de paredes mohosas y verdes. Das vueltas y vueltas y vueltas, hasta que miras el reloj. Las siete de la noche te encuentra con las manos entre los muslos palpándote, los pliegues suaves de lo que un lejano día fue el gusto hirviendo, el embrujado aroma de tus conjugadas acciones. Ahora vives sin hechizo, oliendo a sótano. No lo perdonaste, seguiste sin él, pero esperándolo, oyendo en el aire de las tardes lo que prometió, el primer día, sobre el lecho de paja: De cinco a siete, despertar para morir en ti, eternamente.
33 ~
SOMBRA ANTERIOR
Zacarías, con las gotas de ácido líquido haciéndole polvo de vidrio los ojos, se quedó callado, no tan callado como Eva o el fanático que detonó la caja en el puesto; de habas, callado, como quien está detenido en esa raya paralizante que es la impotencia. Marcos es el menor, será médico, Carlos abogado, con la gracia del señor, Elías soldado o religioso, si así lo dispone el cielo. Eva, sin tiempo, entre las esquirlas del pensamiento, en el olor dulzón que llega del patio de los jazmines. Ella me dijo, me siento prisionera, no contesté nada, sólo supe que definitivamente el amor no se había acostumbrado a estar entre nosotros. Todo esto fue antes de mudarse, era como si el destino de los amantes se desgastara en el viento, sombra anterior minando las paredes. Ella estaba llena de silencios, y eso se llevó. La próxima vez que la vea me envolveré en sus brazos, eso para que se asegure que, no llevando nada, cargó con todo lo que había. Ella volvió, era octubre, la casa de los jazmines seguía intacta, dijo que se sentía prisionera, tal vez, ese retrato mío la sigue como un remordimiento.
34 ~
LA CABEZA DE LA MAPANARE
La malsana costumbre, de aplastar descalzo las cucarachas, me viene de esos días en el monte, cuando decíamos que era una metáfora de cómo morirá el capitalismo y pisábamos las alimañas con saña debajo de nuestras botas militares, mutilábamos sin contemplación sus cuerpos. Una vez le di con un hacha en la cabeza a una mapanare, el comandante Jacinto gritó esa es la cabeza del imperialismo. Una vaina que llamaban revolución se puso de moda, una fiebre, una canción, sonaba en todas partes, un plato repleto de un manjar proteico, para la juventud, era la opción de vida más digna. Muchos nos casamos con eso, con eso, con la idea de un mundo más justo. La mayoría activó, hizo su papel, representó con cierta pasión una asignación transitoria, aseguro que, a la mayoría, se le pasó como una fiebre. Fíjese, a mí no se me ha pasado. Fuimos capturados por la octava brigada, no en una operación, ni en un enfrentamiento; en una casa mientras estábamos reunidos. Nos interrogaron y todos, hasta Socorro, mi compañera, así les decíamos a nuestras mujeres. Hasta ella admitió que yo era el responsable de la célula. Luego cada uno de ellos se arrepintió, no de la delación si no de no haberlo hecho antes, ellos no fueron a juicio, cada cual se incorporó a la sociedad. Hoy son jueces, profesores de gran reputación, escritores que trillan y trillan el tema de la guerrilla, en sus publicaciones, por marketing, pues ninguno manifiesta la posibilidad de una vuelta. Los que creyeron, los otros, o están locos o se suicidaron. Y yo que soy un protón
libre, me puse a hablar con mi alma: Mija, como todos nos acusaron, no queda otra, hagamos lo del Cristo, y los hacemos sentir culpables de no buscar otra forma de lograr la utopía. No llevo marcados los días que llevo encerrado, corté el tiempo con dos relojes: el de la dignidad, que está detenido en el de mi ética y el reloj de la vida, que marcha ciego en una curva de instantes sin sentido, que corre sin saber a dónde, y que mancha de nostalgia y amargura los años. Doctor, qué carajo me interesa que nadie recuerde quién soy, o peor, que se tejan sobre mi persona cargos, que me ponen ante la opinión pública como un delincuente, y no como un luchador social. Le agradezco deje todo tal como está, no mueva, no revuelva, no resucite a Fabricio Trujillo. No tuve palabras para decir nada.Di varias vueltas por la ciudad, tenían tanto de cierto sus palabras que me incomodaba. Un escozor en el cuerpo y un peso en la garganta, empezaron a acompañarme. Me sentía culpable de estar tan inserto en el mundo, tan cómodo con todo, que algo de asco empezó a treparse al espejo del lavamanos, y se reflejaba en mi cara cuando me miraba cada mañana. Algo de cierto podrían tener las palabras de aquel hombre. Un mes después, a las 9 de la mañana, la Juez Mijares llamó a mi oficina, su voz sonó como una letanía: Doctor, usted fue el último que conversó con Fabricio Trujillo, si le dijo algo, cállelo, no lo comente, piense en su carrera, colgó, sin oír mi respuesta. Eso fue lo que me hizo renunciar a la fiscalía, y al ejercicio del derecho penal. No se puede ser justo en una sociedad injusta, defender la ley vacía de humanidad. Pedí mi liquidación por los años de servicio en la administración pública. Tomé mi dinero, busqué una casa en un pueblo de montaña, me dediqué a la corrección de partidas de nacimiento, divorcios, títulos de propiedad, y a escribir esta historia que seguramente en la corte suprema provocará la ausencia por algunas semanas de alguna juez.
36 ~
ARQUETIPO
Intentaba contradecirlo, explicarle, al menos explicarle, que deseaba no estar sin él, los dientes rechinaban, silbaba las vocales, eran lagartos de agua que se desparramaban formando un caleidoscopio de reproches. Es verdad que nunca concluí nada, me empeñaba en convertir mis acciones en atinado porvenir. Nada logré, un total desperdicio, una máquina de excrecencias, eso soy. Su mea culpa, quebró mis puntos cardinales, sin eje ni sonrisa, saboreé cada lágrima. El conductor del taxi ha encendido la radio, en mis manos el celular, una música afrolatina desarmoniza con el stalker incisivo, me he convertido en la Mata Hari de las redes. Sin él, extranjera en mi propia vida. Miro por la ventanilla la sombra de otros días que aún no resultan ajenos, la sonrisa de mi madre, quebrada, toda ella, deshilachada por el mismo desamparo. Gente llegando y saliendo, colas, valijas, altoparlantes, el vuelo setecientos veintiséis procedente de Bruselas. Bruselas, jamás fuimos a Bruselas, tus
palabras en mi cerebro, intermitentes como las luces de una farmacia. Ahora los trámites aduaneros, justificar la maleta de más. Demostrar, con los récipes ordenados y el informe clínico, que todas las pastillas son prescritas por un médico, que no son con fines comerciales, sino el pasaporte a la tranquilidad. Cruzo a la izquierda, busco el baño para damas, me retoco el maquillaje, tomo dos píldoras de la caja morada, escruto a las mujeres que entran, me percato de una clara analogía en la moda, entre la gente que va en avión. Ya en el pasillo que conduce a la salida, retirar las maletas. Afuera, un remolino de autos y gritos hacen irreparable el aire, nuevamente sentir ese leve mareo, otra pastilla de la caja blanca y verde trae de vuelta el olor de mi madre, esa fragancia a durazno que me arropa cuando entro en pánico. Ella, que idéntica a la pared de una casa en ruinas, cayó. Horas después, en el consultorio del psiquiatra, busco sus ojos, que, sin ambiciones, como una página en blanco, no me reconocen. Su rostro calca el vidrio de la ventana, plagado de extravíos.
38 ~
HOLOGRAMA
La morosidad de los instantes sagrados deletrea en un lenguaje de palabras vedadas a nuestra racional inteligencia, ¿quién se quedó con nuestra humanidad? Cuando Paco se fue detrás, atado al cimbreante andar de la bailarina del Bar “La Lisa”, entendí que los grados académicos y la jalea de mango no eran suficientes para complacer el apetito reptil que da al traste con la idea de que somos seres almados. Las leyes del mercado eran claras, la edad, las canas, el cansancio de los ojos por acumular años y esperas. Son ruinas que aun arden, caminos truncos, que alguna vez fueron senderos con flores y son ahora maleza trasladada a cada gesto, incorporada al rostro y a los pliegues de nuestra piel. Empecé por un liftin moderado, luego un levantamiento de senos, y una lipoescultura. El viejo templo rodeado de altas torres de aluminio y cristal, testificaba que ya todo había cambiado, abajo, como una cortina vieja, quedaban los lugares, referencias innecesarias que descubrían direcciones sin habitantes, nostalgias sin destinatario. Soy Natalia, me detengo a contemplar las letras desgastadas del anuncio del bufete de abogados. “Castro y Asociados”, detrás de la columna de aguas amarillentas y mal olientes de la fuente donde nos sentábamos a almorzar cuando eras mensajero de la firma y estudiante de los
primeros aĂąos de derecho. El agua era para ese entonces viva en ella, unos pececitos rojos comĂan las migas de pan sobrante, no esta pestilencia, mortecina, que martiriza mi nariz reciĂŠn operada.
40 ~
LA TIERRA DE LOS OLVIDADOS
La ciudad se avecina, las vallas publicitarias forman un coro de bienvenida, aparentemente todo está igual, dispuesto de tal forma, que pareciera inevitable volver, ¿hacia dónde?, se dice, asímisma: se me ha derramado en el pecho como un vaso de leche, de la boca de un niño, un lugar fuera del tiempo. El taxista insiste ¡su dirección!, ella mantendrá agarrado del mutismo su destino, sellada, como si no entendiese, él preguntará si no habla español, contestará, que “sí” que habla el idioma de todos sus clientes. Ella sabe que cada uno se hace un Dios que muere cada día, en la náusea, locura, repulsión, de sí mismo. Un sol oscuro y precipitado, desde el vientre, en la escritura borrada del azar, la nombrará, tempestad palpitante, piel que canta la noche, Magdalena resurrecta. El taxista nuevamente, ¿Dónde se queda? Casi a su oído susurra, “donde usted quiera, todos los lugares me son ajenos”.
41 ~
FE MENOR
Como si fuese un complejo vitamínico el sicoanálisis, acuesta en el diván a mi angustia, me convence, soy un manojo de huesos, con asidero científico. El desierto de mi cuerpo está fresco, el aire acondicionado de la oficina me hace cómplice de mi asistente, en la afición por simular un invierno permanente. Entre Alaska, Etiopía o Paris, una línea imaginaria, como el amor, la tolerancia o el respeto. El segundo párrafo carece de consistencia, su sintaxis elemental demuestra mi intolerancia por las florituras del texto, eso contribuye a la evaluación de la escritura de mujer como un signo de debilidad en el carácter. Una frivolidad que va en detrimento de mi rango de doctora. No puedo permitírmelo, los deslices estéticos son frenos en la escritura de una mujer, para una argumentación teórica con visos de trascendencia. Mis disertaciones mentales no responden a la temática del congreso, ni a las interrogantes históricas sobre el maltrato. Por eso, para la conferencia: “La mujer ante el poder”. En esos cuarenta minutos, esconderé debajo del escritorio, los gritos, golpes, indiferencia y
nostalgia. No entrarรกn en el ciclo de preguntas, y respuestas normadas, sesudas disquisiciones sobre el papel.
43 ~
AUGUSTO
En el cuello, las marcas de los días se le hacían eslabones de incertidumbre. De vez en cuando conversaba con sus amigas, pero ya todos los temas se habían agotado. Intercambiaban hastíos, dejó escapar, en cada invitación rechazada, la posibilidad de nuevas amistades. Encendió su computadora, abrió la página con su perfil, mientras sorbía el primer trago de café, sin dejar de pensar que la idea de quitarse algunos años, en sus datos, era una vieja práctica de las mujeres. Dos meses, al fin, un destinatario, “estable económicamente, sin hijos, desea tener una cita”. Habló del aviso a Augusto, que rezongaba cansado como ella. Al releerlo se percató que no tenía el mensaje ninguna dirección, ni siquiera un número de teléfono, eso la desilusionó, sin embargo, al siguiente día, otra nota. “María, deseo verte: Café Teruel, a las 4 pm, quiero estar contigo el día de tu cumpleaños”. Faltaban 6 días. Ninguna de sus amigas apareció por esos días, para comentarle, agotaba cada hora imaginando al ser que se llamaba Alfonso. No tuvo interlocutor, esto le obligó a decidir cada detalle sola; la ropa interior negra, sugerente, la blusa insinuante sobre los pechos, aun animosos, una falda
ajustada, con una abertura discreta, fragancia de jazmín, corrector de ojeras, delineador de cejas. Atendiócada detalle, así era, metódica y quisquillosa. El taxista enciende la radio, finge un dolor de cabeza para que la apague. Él tararea una canción, lo ve moverse traspasado por un rayo de emoción, como si África le bailara en la sangre. Con el corazón vuelto un canario en la jaulita de su pecho, cruza la puerta del Suiza Café, la cajera le indica que ocupe la mesa tres. Le dice amablemente, con un gesto de complicidad que la incómoda un poco: “señora, entre y siéntese, no se preocupe por ordenar, sabemos sus preferencias, eso sí, la limonada la sustituimos por un jugo de papaya, para evitar se avive su úlcera”. Pastel de chocolate con frutas confitadas, whisky y almendras, una velita y una tarjeta con unas letras como moscas dando saltitos sobre el papel de hilo: Feliz cumpleaños, no la abras antes de pedir tu deseo. En la frente unas gotitas de sudor, delatan la ansiedad que la desborda. Habitación 102 del hotel Esparta, abrió el sobre: “María, te reitero mi inmensa felicidad por tu cumpleaños, y me disculpo, por no tener el valor “para ir”. De golpe se eclipsaron los rasgos del amor, la esperanza se le ha canjeado por una mezquina bruja, que se burla de ella. Se recompone, se siente fofa, y ridícula, sentada en la alfombra.
Llena de conmiseración, por ella misma, mira la caja, que se mueve un poco entre la cama, cubierta de pétalos rojos, y el tocador, con un lazo de terciopelo, su regalo de cumpleaños. Idéntico a su amado ronroneador, hace catorce años, hacen que sus lágrimas, pájaros mutilados sobre su rostro, caigan en bandadas de maquillaje ensuciando su blusa de seda blanca. Lloraba por ella, y por Augus, que murió el día siguiente a su cita en el ciberespacio.
46 ~
AUTOAYUDA
Qué importa si no vuelve, esta playa no la extrañará, habrá pelícanos y gaviotas, saldrán los cangrejos y las muchachas de busto descubierto y las perversiones del sol entre sus pecas. En alguna parte, vedada a los ojos, la presencia de Marcos Rengifo transita las aceras. El agua turquesa de la bahía mirará el ocaso como quien ve el vientre de Dios en los sueños. Faltan pocos días para que el ruido del aparato de calefacción se torne otra vez innecesario, ocho días, ninguna eternidad es más larga que ocho días. Vino a buscar paz huyendo de todos, aislándose en una pequeña cabaña cedida por el hijo de Hernán, militar de carrera, filántropo y condiscípulo en la preparatoria. En los cuarenta y cuatro metros, trataría de escribir una buena historia, después de casi veinte años. Veinte años tirados al cesto de la basura. Alguna vez tuve una buena historia, pero al encender el televisor, después de 7 minutos de comerciales, la escuché llorar
en un programa sensacionalista, estaba ahí, trajeada de poeta, Amanda, interpretando una película mexicana con nuestras vidas. Conoce al igual que yo, las leyes del mercado, el valor de la sobreexposición de un producto, la comercialización de la vida de un personaje público; ella, mi discípula, me ha superado. Con una euforia desmedida, se deshace en argumentos probatorios de su inconmensurable depresión, su peregrinación de psiquiatra en psiquiatra, sube el rating del programa; el interés por sus textos de autoayuda, ahora ataviados por una atmósfera de avasallante desventura, imprimen un toque de tragedia para alimentar la morbosidad del lector común. Ante mis ojos, su evidencia, la imposibilidad, manifiesta en lágrimas, de sacrificar los honores del espectáculo por los rigores del talento. Sigo escuchándola, sus afectaciones, aunque fingidas, la asemejan cada vez más a mí. Si escribiera lo que dice hacer, podría ser la autora de una novedosa novela de aventuras cotidianas. La imagino, porque eso hago cuando odio a alguien, lo convierto en personaje en mi cabeza, le marco acciones y pensamientos, eso hice con mi vida. Se acurruca en los rincones y la lengua arrastra sonidos paralizados por el miedo a existir, su garganta es un santuario de disidentes sentencias del Tao, su aroma un nauseabundo entorno de flores podridas, las piernas, dos varas de bambú dobladas tantas veces en su empeño por adular, ahora semejan el arco del triunfo. Recorro el apartamento, cuadros, biblioteca destartalada, huellas de sucio
en los apagadores, placas, poemas de pésima factura, fotos con celebridades del circo literario. Me miro en ella, un académico de 9 libros de crítica literaria, de consejos prácticos para escribir un poema sin la palabra: recuerdo, hojas que recogen una facultad de opinar por todo y de todo, publicados en periódicos, uno a uno, para luego conformar un libro, por la solicitud de los más prestigiosos editores, que beben la sangre de quienes refutan sus apreciaciones, y se apoyan en el prestigio de humo que otros como yo, construimos. A las 6: la agenda del día en el correo remitido por mi asistente; ella, la de cháchara aburrida, senos tristes, sabe la rutina de mis ansiolíticos, la música clásica que me prefiero según el clima y la hora, mientras me invento una conferencia que me llevará a Ginebra, Paquistán o Nueva Zelanda. Nunca el día concluye, indetenible, punzante, trocando el cuerpo, y de repente la crisis, la necesidad obsesiva por el vacío, la ventana, la brisa en el rostro. En el capitán Hernán deposité mi confianza, contándole que había renunciado a toda esa farsa que era mi existencia, que mi prioridad era encontrar o por lo menos garabatear el retorno a mi ser más simple. Un año y siete meses llevaba en aquel retiro, sin excesos, sin libros, solamente papel, lapiceros, sol, atardeceres, madrugadas.
Brisa de salitre, mujeres desnudas que parecían ondinas sobre el turquesa del agua, poco escribí, sentía quelas palabras estaban en cuarentena. Sin embargo, algo revoloteaba, era la certeza de que pronto las historias me buscarían para ser vertidas como agua sobre el papel. Carolina y sus 23 años, tocando la puerta, a las 9.30 am, su curiosidad de tesista, su osadía :achicar el hielo entre autor y libro. Desde el primer momento una columna de tanques, una bandera de abusos, los ojos, sus ojos eran la celada, los oídos un gran ducto despertándole el deseo que creía vencido, conversación interminable, ella encontraba correspondencias insólitas, significados místicos. Un hechizo no se rompe hasta después de convertirse en carne. Empecé a dormir entrelazado a ella, de tal forma que inventaba cada noche artificios para una fusión imposible, quería respirarla, tomar de ella a través de su calor la vitalidad que me faltaba. 8 meses y 3 capítulos y la promesa de volver la última semana del invierno. Hace dos años leí su tesis, publicada por una prestigiosa editorial extranjera, ahora es una experta en mí, una especialista de una obra sin mayores méritos, si no vuelve qué importa, es la última semana de invierno que espero. En el verano publicaré mi novela, ella, Carolina Balladares, sabrá por las redes sociales que es la verdadera autora de “La tierra de los olvidados”. Ellos: los
personajes, mi súper yo y mi enclenque yo, esa monstruosidad que soy, entre el consciente y el subconsciente que sólo ella logró ver.
51 ~
ENTRE MUJERES
La amiga de una amiga mía, contaba: Mi marido me abandonó por una mujer joven y fuerte, él, de mal carácter y achacoso, no era un mal hombre, por eso siempre la bendigo, yo no podría con tanto.
52 ~
POST GRADUADO El ticket del metro apretado en mi mano, y el borrador de toda mi investigación en mi laptop arrebatada por un muchacho no mayor de quince años que seguramente la venderá por algunos gramos de perico. El desvelo de casi una década se fue por el caño. Quiero caminar, olvidar, convencerme, que esto no me sucedió a mí. La distancia del Partenón ahoga mi saliva; en el gemido de la calle urde en mí tu mirada. Deshilacha el espacio, en el muro de las ofrendas. Sorte es una llama cóncava, encendida por tu rostro, umbral de lo inconmensurable. Me baño en tu sed, fuerza de lo único, suspende el alba, en la edad del olvido. Busco descender a tu palacio de agua, en el hálito azul de tu río. En medio de llameantes sombras, el rugido del leopardo sostiene tu salvada luz. Recriminaste mi tardanza, por eso me exalté en tu nombre, abismada de incandescencia mi alma gravita ahora desvelada, ¿de dónde vienen tus palabras?, semillas en el aire, cantan el cielo con tu voz de niña.
No necesito más velas ni tabacos, las estampitas de San Marcos de León y María Francia, se las regalo a la caravana de los chamarreros, mi tutora ha jugado un papel esencial en el manejo de la bibliografía. Mi hermano Manuel me increpa: la inconsistencia de los trabajos antropológicos, de naturaleza mítica, radica en que se basan en hechos no comprobados, alimentan la imaginería popular, y sirven para justificar la charlatanería de los ignorantes. La tesis se la he dedicado a mi Madre, María Candelaria Carrasco Sifontes, que, aunque curera, me ha agradecido el gesto; una revista del New York Times publicará un artículo sobre mi investigación. Sin embargo, algo inacabado me cerca en ti, embiste de claridad, con un alfabeto distinto poblando mi oído, con una palpitación sin mancha. Los pasillos de la facultad me son ajenos, yo transito cada una de tus sílabas, un sendero de flores empieza a perseguirme.
54 ~
ANAHATA
El niño tomado de la mano derecha, preguntando incansablemente, ¿a dónde vamos? 37 años antes había ocurrido igual, pero entonces era su abuelo quien sentía las piedras en su garganta arremolinadas desde el plexo solar hasta su lengua. Y era Santiago de Chile, La Habana, y luego otra ciudad y otra ciudad, un rosario de calles interminables, y ajenas, como la misma existencia. Oyendo hablar de exiliados, emigrantes, prisioneros, muertos, traidores, de acciones revolucionarias; y la ancha avenida del porvenir abierta con sus fauces afiladas cual cuchillo de carnicero, sorprendiéndolo, atado como a una soga de la mano de su padre, cavilando sobre la lista de los ausentes, seguro que, de aquella lista de los desaparecidos, su madre jamás saldría. El niño y sus dedos entrelazados a los de él, dos ramas, sosteniendo el fruto invisible de la esperanza, preguntándose ¿a dónde vamos?, respondiendo, y respondiéndose: “Al mundo, vamosa buscarla en el mundo”, el pequeño agrega: “es que estamos en el mundo” y, él,“sí, en el mundo”. Siguen caminando volteando para todas partes cuando repentinamente el pequeño se detiene: “Vamos a caminar hasta siempre”, entonces el hombre recordando la lista que se
tragó a su madre, comenta “No, nunca es para siempre, el nombre de tu madre no está en ninguna lista, está en cualquier ciudad escondiéndose de ella misma”.
Luego de una pausa, vuelve a sujetar su mano, como quien detiene una erupción volcánica, intuye que algo se ordenó en la jaula de su pecho, sin edad, lugar o tiempo. Seguirá buscando una clave, señal, dato, cualquier guiño o ademán de la suerte, que lo conduzcan a ella, mientras traduce los instantes, repitiéndose, en el paralelo espacio de la sombra, nunca es para siempre.
56 ~
ERIDU
Un alfabeto de latidos borronea tu ausencia. Algo precipitó el día y anegó de tinieblas la inútil promesa de la madrugada. Él mostraba un morral con la soga, me sugería que eso era un solo dolor, apenas unos minutos, y agonizaría toda intensidad. Anda, despósate con este instante, sabes que todo es igual a nada, hasta esa maldita manía de escribir pendejadas. Entiende, no hay sentido, es azar y más azar, el paso de los mortales por este valle de lágrimas. Sigue su monólogo volteando para todas partes cuando repentinamente el niño que sostenía su mano, sale corriendo para encontrarse con la que intuyo es su madre en la acera frente al establecimiento de vidrios donde me aturdo, con este zumbido de palabras como abejas en mi cabeza. Serena como una virgen renacentista coloca al niño contra su pecho, su cabello largo es un cielo nublado que cae sobre su espalda, agitándose suavemente con el aliento de los Dioses del aire. En espera del hombre que sin cesar sigue hablándome: En ese punto de su larga exposición un mutuo reconocimiento de repente me embarga, un sentimiento de familiaridad, te percibo, a un nivel que rebasa los límites de la conciencia, con una hondura que normalmente está reservada para las personas más íntimas, las que aceleran nuestras pulsiones. O
incluso más allá. Nuestra cercanía es de carácter intuitivo, sabemos de antemano cual será la reacción a lo que aún no se ha dicho. Profesamos una seguridad y una confidencialidad monumentales, que son posibles cuando se sabe se trata de un solo ser. Imagino tu vientre, abrigado, galopan antílopes en los brotes de pasto tibio que se vislumbran en tus escarpadas pendientes, derriten el hielo de la muerte. Supe que eraun espejismo, esa imagen de ti, esperándome. La conciencia se ilumina a medida que el velo se va descorriendo. Tal es la fragilidad del destino. No todo el mundo está preparado para percatarse de estos oasis del pensamiento. Tú, el milagroso invento del paciente 14218, en el pabellón de los enfermos de SIDA, donde te despediste de la vida, hace 6 años, explicándome: La ruptura de la unicidad se da lentamente y de modo sutil, ante la misma ventana debemos cada tarde estrenar una nueva mirada, diferente a la de ayer, inexistente como la de mañana.
58 ~
CARTA A MI MADRE
“Agarren a ese loco”, creí que era conmigo, entonces corrí sintiéndome extraño, trepé a la ventana, y seguí corriendo por la orilla de la sombra de las tapias. “Agárrenlo”, corría más rápido, con corazón sonando como un tambor, como un búfalo perdido de la manada. Vi una cerca de alambres, intenté abrirme paso, pero estaban muy bien entramados, encontré una lata y me empiné, logré saltar, me lastimé las manos, y el resto del cuerpo, con las piedras y los arbustos espinosos que estaban del otro lado, me dolía cada hueso. No puede ser, tener que decir “No sé nada” así como empezar a repetir por repetir, sin querer andar por allí de vagabundo, haciendo un lugar en el otro, en el nombre del extraño. Así me dicen que diga, así lo digo, me acomodo, callando, semejando a un recién nacido, si no me convierto en el hombre que soy, en el éxodo, en el expulsado de todas partes. Me suplanto. Me preguntaron quién era, no les respondí, que escriban lo que les dé la gana, que pongan en esos papeles del carajo la edad que quieran, si me cortan el pelo, que me lo corten, Total, No me interesa probar nada, es mejor así, sin dar referencias, ni una, tal vez logre al fin huir de mí mismo. Ojalá, después de esto, me regalen un báculo, para poder levantarme.
“Se escondió detrás de aquellos edificios,” la ansiedad que produce saber que te persiguen se fusionaba con el olor de la calle mojada, parecía una confabulación de esa luna redonda y blanca como plato de pobre. De repente me asaltaban la pregunta: ¿Por qué corro?, pero ya era tarde. Aquellas linternas lamiéndome la oscuridad, quitándole polvo a la noche, un ciempiés de gente buscándome, intenté esconderme en la penumbra, pero sus luces me encontraron: ¡Se metió en la tanquilla!, ahora sí, no se escapa, ese loco, ese loco de mierda. Dentro del alcantarillado hay cables negros y verdes, gruesos, y delgados, todos, largos, los pisaba y corría. Ellos seguramente me habían visto entrar, pues también supieron de los cables. El aire era escaso, poco para tanta gente, el calor se iba haciendo infierno, el miedo me indujo a pensar en entregarme, pero una voz interior me inducía a correr un poco más, a lo mejor pasa como en las películas y esa alcantarilla también desembocaba en el mar. Seguí corriendo, los gritos me zumbaban las orejas, se devolvían de alguna parte, de regreso me golpearon con ensañamiento desfigurándome la cara. Vuelve la mujer que hace las preguntas junto al señor de bigote que parece muy interesado en mi caso. Voy a hacerme el dormido, ellos se van a conversar: Pobre hombre, quien será, no parece de aquí, es muy pequeño, además corre mucho, se nota que no tiene mucha edad, me da lástima despertarlo, pero hay que llenar el reporte.
De repente es extranjero y no habla nuestro idioma, o es idiota y no entiende, o es sordo y no escucha, pero algo tiene que ser. Callado me decía, todo sale de la nada, hasta sus batas blancas, pero no soltaba una sola palabra. Es que tenía ampollas en los pies de tanto usarlos en la carrera. Al salir de la alcantarilla imprimí más velocidad, no hay donde esconderse, miro al lado derecho y hay una claridad que no es de linterna, voy allá, llego, es una planta eléctrica, la alambrada es alta, como estoy cansado no me aventuro a escalar. Escucho los pasos cerca, no sé cómo, pero me encuentro dentro de la planta, por fin tengo lugares para esconderme, metido detrás del panel de trasformadores, no respiro, temo ser oído. Ellos gritan: por aquí debe estar, busquen bien. Presiento que me van a encontrar. Decido esconderme en un lugar donde ni yo me encuentre. A la primera mujer y al hombre con bigotes se une otro par de zapatillas blancas, buscaban a otro. Una de ellas dijo: No se parece al fugado, no sabría decir si es él, pero no ha dicho ni una sola palabra, no ha tomado agua, ni ha comido, creo que puede ser él, con tantas raspaduras en la cara y en el cuerpo, mira tiene ese ojo amoratado. No me atrevo a decir nada, me siento extrañamente protegido en este lugar. Acá tengo un espacio para mi silencio, para descubrir quién soy. En este lugar soy anónimo para el mundo, como siempre me he sentido. ¡Aquí está!, todos me caen encima, me agarran, me amarran, me golpean, es el
procedimiento de rutina. Cuando me llevan de regreso veo una sombra que va escapando entre las islas de la avenida principal. La celda trece es pequeña, ventilada, con vista a la calle, en ella tengo una cama dura, sin más muebles, porque según ellos soy peligroso. Aun no sé qué me impulsó a correr, si solamente venía a esta ciudad a llenar la solicitud de empleo como terapeuta de enfermos mentales rehabilitados, me robaron la maleta al salir del autobús. Vine a tratar de establecerme, lejos de Carolina que me abandonó por Alfredo, mi hermano menor. Vine a escapar de mí, y lo logré.
62 ~
REINA DE SABA
El viento del desierto ondea las palmas de sus manos Humberto Díaz Casanueva
En la veintitrés con veintiuno, cerca de la iglesia “San Juan” en la esquina que da con el “Suiza Café”, siempre está sentada una mujer, de unos cuarenta y dos años, no es extraña a ningún transeúnte pues pienso que todos la toman como un elemento más del paisaje urbano, pero no es así, ella tiene su historia y la narra a quien se ocupe en llevarle café con leche hirviendo y una torta de chocolate. Al salir de la oficina le compré la merienda, ella como parte del decorado canoso y harapiento de la esquina del “Suiza Café”, pastel en mano, tres, cuatro mordiscos de perro callejero, luego, una pausa, un giro del carácter, refinó sus modales, picoteando como una dama inglesa, su postre, comenzó a hablar, apuntando el cielo con el índice derecho: Soy la Reina de todo esto, pero ustedes no lo ven. Se santiguó, y siguió comiendo, con el meñique levantado y la actitud de un monarca sin fingimientos. Gestos delicados, pareciera entonar, con cada movimiento, la
Marsellesa.Entre sorbos de café, me paseó por la leyenda de Juana de Arco, con la pasión de quien la historia la ha vivido, para terminar con un leve suspiro: pobre niña, nació fuera de su tiempo. ¿Quién era? Ahora mi curiosidad era mayor. Incorporé su merienda a mi rutina. Al salir del trabajo iba a oír la historia del mundo sentada en una acera, Zarinas, Cacicas Indígenas, Santa Teresa de Jesús, o esposa de Napoleón. Cada dato lo consulté en diccionarios y libros de historia, todo era verídico, fechas, personajes, situaciones, una dimensión infinita ese ser sin nombre. El rito urbano de la indiferencia, su escenografía violenta y depredadora con gente que marcha por inercia, que habla sola, mientras llega al metro, sin sombra, inventándose historias.
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DICOTOMÍA DEL DISCURSO
Sin la facilidad de escribir sobre otros, cercado por la ajenidad de la ficción, la primera persona del singular, era ella. Más allá del desgano del nihilismo, ella, texto hecho cuerpo. Cuando nos encontramos en la misma historia, una historia natural, diría que, sin importancia, ahí éramos iguales, en eso de no terminar nada, de no ansiar nada, ni esperar, ni reparar, en nada, carne para atisbar el mundo, eso éramos. Su destino estaba ligado, ¿quién sabe por qué al mío? Era Wafi como la tapa de los cajones, una guillotina en el umbral. Unos párpados, llenos de ojos crucificados. Sin embargo, soterradamente mostraba todas las formas de la alegría. Aquí, en las calles de una ciudad que me resulta desconocida, transporto en la espalda, en los pies, en el cansancio, cada recuerdo, la memoria los enciende en el cigarro, en los avisos publicitarios, en ladridos de neumáticos que se alejan de cualquier noche servida en el cáliz sagrado de una soledad conquistada en la obligación.
Supo la rutina relamerse en los sabores de la derrota, al sátiro lúgubre que resguarda en la secuela la impertinencia, el don alquímico de sentir que la naturaleza es deber y castigo. Viuda de las horas, ella se contentaba con narrar reyertas de guerra, de guerras que jamás se librarán, porque, despojada de la ilusión, se repetía como la gota desquiciante de un lavamanos cuando la noche abre sus fauces, y muestra el oscuro laberinto de la soledad. La sombra no encuentra paz, sólo se recubre y se descubre en los símbolos que nos organizan la existencia, a veces, basta una pésima canción de despecho, “El preso número 9 era un hombre muy cabal, al ver a su amor en brazos de su rival, la mató y a un amigo desleal”. Sentir que algo nos regresa al cuerpo, sí, eso pasa, es buena una esquina con un pedazo de muro sobresaliente para sentarnos desgajando el etéreo fruto de las traiciones, es el instante de asumir que estamos expulsados, que hemos caído en el no lugar, que es normal, casi necesario el rechazo. Es tiempo de recomenzar la búsqueda de eso de nosotros que le entregamos, en mi caso a ella, a Wafi No la miraba para no ceder ante su provocación, la seducción es un concepto vago atribuido a los débiles y yo estaba débil, cercano a lo incorpóreo. Toda ella parecía decirme: Tardaste en darte cuenta de la tribulación que eres, dejabas que él me azuzara. Igual a los perros percibía en mi boca el sabor en el paladar de una pasta como excremento que pudría las palabras, éstas salían de mis labios, arrastrándose semejantes a la clemencia, a la autocompasión, al perdón, me convertía en una autopsia. Algo del universo me anulaba a su aliento.
Epilogo de JosĂŠ Miguel Navas
Wafi Salih La Discípula del Jung Vivo José Miguel Navas Caracas Noviembre 12, Teatro Teresa Carreño 2016
“Y fue tan cuerpo que fue puro espíritu” Clarice Lispector
Wafi Salih es una escritora dispuesta al todo, sometida al riesgo que implica dedicar la vida a la literatura, nació en Valera por allá en mil novecientos sesenta y seis, justo cuando el Boom Latinoamericano hacia de las suyas, y mi escritora favorita ya había publicado su gran novela “la pasión según G.H” por supuesto hablo de Clarice Lispector. El llanto de la recién nacida Wafi era el llanto del Líbano sus antepasados estaban en ella al momento del parto, sin saberlo Salih comenzaba su tránsito por el lenguaje. El lenguaje de llanto. Marcada por la Patria en guerra y el redescubrir del idioma olvidado, hizo que Wafi escribiera cartas a los nueve años para sus familiares en Beirut, “quería escribir cartas, pero el español y el árabe recién adquirido, formaban Jarchas, en mi pensamiento. Un día me asuste de mi misma, pensaba en otro idioma, y era como perderme en otra” dice Salih, es entonces el lenguaje la mayor inquietud del hombre? Era 1986 el mundo estaba consternado por el mayor desastre nuclear de la historia sucedido en Chernóbil Ucrania mientras acá en Venezuela Wafi Salih publica su primer poemario, reproduzco un poema del libro Adagio “tome la hostia, bebí del Cádiz, corte la cruz, leí la biblia y encontré a Dios en el New York Times”. Situada en la poesía con una trayectoria impecable 14 libros publicados traducida al inglés al árabe, y al francés, toma al Haiku como forma de vida y la brevedad como estilo, marcada por lo crepuscular y la memoria. Esto me hace pensar en Luis Alberto Crespo que habla del ejercicio del borrar, y dice de ella que está entre los que son, por esta práctica de la esencialidad poética. Él lo destaca en el prólogo que hace a su tercer libro, Pájaro de Raíces. Yo digo que es así como Wafi encuentra la verdadera sustancia del lenguaje poético, buscando el núcleo, lo absoluto.
En el 2016 Wafi nos sorprende con un libro de Narrativa “Discípula de Jung” un conjunto de 48 relatos, concebidos desde lo poético llegando a lo narrativo, una indagación profunda del YO y la búsqueda de un DIOS tangible. Es la celebración de los arquetipos, lo consiente y lo inconsciente, la alquimia y las practicas de la fe por lo palpable. ¿Qué fue real en aquel instante? Se preguntaba Jung, al igual que Salih se hace esa misma pregunta en su cuento [Alter ego] acá ella nos narra el ideal amoroso, el fracaso de no encontrarse en otro, el padecer del amante en el cuerpo de uno mismo, cito “no me atrevía a confesarle que todos los días su figura caminaba por mis ojos, abiertos para ella, como dos escaleras infinitas” hay melancolía en saber que el otro no existe, es difícil comprender al sujeto, ese alter ego que nos contiene, porque sencillamente es nuestra historia, nuestro ideal del otro, jamás lograda, jamás expuesta abiertamente, porque nos aterra sabernos tan distantes de encontrarlo. Me pregunto, ¿acaso Wafi ¿es la Medea Posmoderna. En todo el libro encontraremos rastros de comedia y es el caso de ENTRE MUJERES “La amiga de una amiga mía, contaba: Mi marido me abandonó por una mujer joven y fuerte, él, de mal carácter y achacoso, no era un mal hombre, por eso siempre la bendigo, yo no podría con tanto”. Wafi expone en varios de sus cuentos una crítica ontológica al feminismo enfrentándose ella a los movimientos marcados de los años 60 y setenta, ella apunta a la burla de su condición de mujer, y afirmándose un ella ante el todo, pues a través de esa carcajada de su persona, adquiere el poder de lo verdaderamente femenino el poderío de saber que la frágil condición de hembra la hace mucho más fuerte que el sexo opuesto, pues entiende que más allá de su genitalidad en ella había la esencia de la divinidad, que no discrimina por diferencias de sexo, es decir en un mismo cuerpo habitan mujeres y hombres vulnerables y vulnerados por ellos mismos. . En el relato “FE-MEMOR Wafi nos narra ese gran encuentro con lo Femenino, la sinceridad del lenguaje nutre el espíritu con lo superior. Lo interesante de todo esto radica en que Salih no complace ni al discurso feminista ni al machista ella es el discurso trascendido. Su gran logro, ser personaje que se narra así mismo, con el desparpajo, de la desnudes absoluta. No es la primera vez que Wafi se interroga en esto del género, y los abismos que socialmente, se generan por ello, su vida de mujer criada da dentro de costumbres árabes, la lleva a profundizar en este tema y lo vuelve razón de un estudio que arroja un libro de profundidad digno de ser discutido en las cátedras de filosofía. Ya desde el nombre nos indica de que se trata, “Las imágenes de la ausente” publicado en 2012 por Monte Avila Editores.
Finalizando la lectura de los cuentos descubrimos que hay una especie de juego, ella rodea al lector con preguntas, lo cuestiona y se cuestiona, su lugar en el mundo, no es esa la mayor ambición de la literatura el cuestionar el todo. El libro logra un paréntesis entre los géneros literarios cuentos como “Metáfora del vuelo” y “Augusto” narran el camino de lo poético hacia lo narrativo y viceversa, no hay disputa entre ellos, se unificación. Recomiendo un relato llamado “Eridu” donde encontramos la conciencia de la muerte estando vivos, en donde lo moral queda expuesto y es desmontado. Un Enfermo de SIDA nos narra su mirada al más allá, y el quiebre de la vida del sano ante la negación de la muerte, todos somos unos cobardes cuando miramos la muerte por nuestros ojos, quedamos en silencio. Dejando atrás todos los paradigmas impuestos por la literatura, la cultura y la política, les invito a leer este maravilloso libro “Discípula de Jung” de Wafi Salih seamos participes de un experimento mas con el lenguaje, reconciliémonos con nuestro idioma e indaguemos nuestro lugar en el planeta.
Índice
Prefacio
8
Alter ego
15
Discípula de Jung
18
El lenguaje de los pájaros
20
Apostolado
22
Argimiro
24
Poeta
25
Reescritura
26
Hereje
28
Rey de bastos
30
Penélope
31
Sombra anterior
33
La cabeza de la mapanare
34
Arquetipo
36
Holograma
38
La tierra de los olvidados
40
Fe menor
41
Augusto
43
Autoayuda
46
Entre mujeres
51
Postgraduado
52
Anahata
54
Eridu
56
Carta a mi Madre
58
Reina de Saba
62
DicotomĂa del discurso
64
Epilogo
66
Wafi Salih, nació en valera 1965 de origen libanes. Ha publicado en los géneros poesía, ensayo y narrativa. Con Caligrafía del aire fue publicada en España, desempeño como docente universitaria e investigadora en las ciencias sociales, egresó como magister en literatura latinoamericana de la ULA. Dirigió un taller sobre Ramos Sucre, mantiene inedito su trabajo de dramatuga que ya fue puesto sobre las tablas.