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USTED SÍ SABE QUIÉN SOY YO

Enrique Coral Director general asociado de 4 Segundos y On Brand Experience

USTED SÍ SABE

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quién soy yo

Sufro inconmensurablemente cada vez que alguien que acabo de conocer me empieza a contar, sentado en la palabra, todo lo que ha hecho, todo lo inteligente que es y todos sus logros. Sus grados, sus posgrados, sus posposgrados, qué carro tiene, a dónde ha viajado, y que, aún no contento con eso… me muestre las fotos de sus hijos y me cuente lo inteligentes que son. Sufro de aburrición, pero también me da sufrimiento ajeno por la terrible inseguridad que debe tratar de ocultar esa persona con ese exceso de verborrea. ¿Qué habrá hecho mal que quiere ocultar? ¿Qué quiere demostrar que es, que seguro no es?

Es empalagoso que quien no es amigo de uno, se desviva en halagos todo el tiempo. Es perturbador quien se ríe de los chistes de todo el mundo así sean malísimos, y no solo se ríe, sino que aplaude. Es desesperante quien intenta ser queridísimo y exagera. Es angustiante ver a alguien que siempre intenta caer bien, ofreciéndose para hacer cualquier tipo de favor y que además ese favor no se lo ofrezca a los amigos o a la familia, sino a los que no son amigos… bueno, también es que esas personas son las que generalmente menos amigos tienen. Todo se siente fngido y como por compromiso.

El año pasado y ante pasado, estuve siguiendo en redes el famoso caso de los productos de limpieza milagrosos que de verdad son milagrosos. Puede que los hayan visto. Su publicidad está hecha con simples demos, sin cortes. Demos de limpieza inmediata de ropa, superfcies, baños, etc., hechos por las dueñas de la marca con su celular. Y testimoniales mal grabados con demostraciones mal grabadas de casos de éxito de sus usuarios. Creo que ya tienen toda una compañía gigantesca. La gente confía en sus productos, se venden mucho. Yo los compré.

En estos días estuve trabajando en un próximo lanzamiento de una marca de papas fritas. La compañía es una especie de empresa comunitaria, que va a repartir las utilidades con los campesinos que las cultivan. Y no solo un

poquito para poder decirlo en la publicidad y por imagen, sino, de hecho, la mayoría de las ganancias van para ellos.

Y también oí un testimonial en vivo, de la tía de alguien, una señora viuda a la que una compañía de seguros, una muy famosa, no ha querido pagarle el seguro de muerte de su esposo. Seguro esta compañía invierte mucho en reputación. Seguro hablan y hablan, seguro hacen muchas estrategias de comunicación y hacen campañas de bien público, donan o siembran árboles, eso sí tomándose muchas fotos y asegurándose de tener free y no tan free press.

Cuando uno hace buenas cosas por estrategia se nota. Cuando uno hace buenas cosas por convicción se nota.

Aunque el Greenwashing o el Brand Washing, en principio funcionaron, ya no. La gente está cambiando, el mundo está cambiando. Son prácticas como las del inseguro que habla mucho de sus logros o como el que quiere ser el mejor amigo de todo el mundo solo por interés. Incomoda. No es real. No genera confanza. Pareciera que no hay buena voluntad, porque no hay buena voluntad.

La fama de las buenas personas se crea por la experiencia que, con ellos, han tenido otras personas. Claro, la publicidad es necesaria, hay que comunicar lo bueno, hay que hacerlo con cuidado y bien, pero se nota cuando hay una segunda intención. Lo que uno dice de sí mismo se derrumba fácilmente si no es real. Para las personas, los productos, las marcas, las empresas, los proyectos, es más barato, más fácil de comunicar y sobre todo más apropiado, ser bueno de verdad. Y si no lo somos, todos tenemos la posibilidad de cambiar. El mundo y la gente lo necesitan.

Los que hacen cosas buenas, o malas, todo el mundo sabe quiénes son.

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