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SAP Rocky y sus Benzs pag. 30

MERCEDES BENZ

cultura de los coches pintados de caramelo van de la mano. En la campaña, bañada en morados y azules, A$AP posa junto a un brillante Mercedes-Benz F 200 Imagination de color menta-chocolate. Lo próximo que quiere hacer es conducir por Europa, “no de gira, sino para acampar, a falta de una palabra mejor. Algún lugar como Budapest”. También hay piezas que rinden homenaje a la anterior campaña de Mercedes de Rocky: la bomber negra que llevaba en el spot de Grow multifuncional; cuando le pregunto por las prendas que más le gustan, menciona un pantalón de vestir que se transforma en un vaquero escondido debajo, y una chaqueta híbrida de tipo bomber caqui que “parece que llevo tres chaquetas a la vez”. Hablando de abrigos, menciono la varsity de segunda mano del equipo de fútbol del St. John Vianney High School que Rocky usó hace unos meses, y que sorprendió a la red de antiguos alumnos del colegio católico de Nueva Jersey hasta el punto de que el periodista deportivo local Daniel LoGiudice localizó a su propietario original.

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”Mi hijo también fue a ese colegio”, explica Rocky entre risas. “Es casi como lo que sucedió con aquella prenda que parecía una manta”, afirma refiriéndose a la enorme capa de ERL que llevó a la Gala del Met del pasado otoño, que el diseñador Eli Russell Linnetz confeccionó a partir de una colcha de patchwork que había conseguido en una tienda de segunda mano cerca de Venice Beach. Cuando las fotos de la alfombra roja del Met llegaron a Internet aquella semana, una mujer llamada Sarah se dio cuenta de que la colcha donada era una hecha por su bisabuela, y compartió en Instagram. Más tarde, Linnetz fotografió a Sarah y a su familia envueltos en ella.

“Me gusta cuando es como una búsqueda del tesoro, ¿sabes? Se trata de buscar al autor o al creador. Me devuelve a los días analógicos de la vieja escuela, cuando tenías que dar con la información y no existía Google”.

ENTREVISTA KASE.O

Y SU TRAVESIA

Javier Ibarra Ramos (1980) es conocido y admirado bajo el pseudónimo de Kase O. Considerado por su propio gremio como el mejor rapero de todos, este zaragozano atiende a Público a través de una videollamada.

Kase O ha vuelto a estrenar canciones bajo el titulo de Divertimentos, que será su próximo disco. 27 años de carrera le avalan. Esta entrevista se enmarca dentro de una serie de conversaciones con raperos y raperas españoles.

¿Sigue teniendo en su mapa local la plaza de El Rollo, donde empezó todo? Sí, es un parque céntrico. Paso, no a diario, pero la última vez que la pisé fue en un acto que hicimos por la libertad de expresión en honor a Valtonyc y varios compañeros. Un sitio público, y qué mejor que la plaza de El Rollo, donde tanto practicábamos el freestyle. Es uno de los sitios que te trae recuerdos. Ese día del acto fue muy bonito ver la plaza llena. Paso mucho con el coche, lo guapo es asomarse y verla, pero es uno de los sitios de Zaragoza que está impregnado de muchas noches felices y buenos amigos.

¿Queda algo de ese adolescente? No sé si queda mucho; he cambiado mucho en mi manera de ser y de ver el rap. hermano [Risas]. Ten en cuenta que han pasado 25 años.

¿Reconciliarse en qué sentido? ¿Rompió con su pasado? No es que rompiera, pero me daba vergüenza ajena [Risas]. Letras muy violentas, rozando el machismo y guarrerías sexuales, groserías... yo que sé. Me he perdonado, era lo que había y ya está, y espero que no me juzguen ahora por lo que hacía con 15 años. No he tenido grandes conflictos tampoco, alguna cosa sí que dices: “Jodo, vaya huevos le echaste ahí”.

¿Qué recuerda de su infancia? Pues yo soy el de en medio de tres varones y hemos tenido una infancia superguay. Debajo de mi casa había un descampado y nos pegábamos gran parte de la vida: cogiendo ranas, con las avispas, jugando al escondite, fútbol por un tubo... Mi viejo trabajaba en una oficina de ocho a dos y mi madre era ama de casa y nos cuidaba y educaba como bien podía. No sé, me recuerdo con mucha imaginación. Con mis Gi Joes hacía más teatro que guerra, donde yo era Dios y manejaba sus malditas vidas [Risas]. No necesitaba mucho más que la imaginación. Cuando empecé a leer poesía y a escuchar rap, me la pegaba leyendo y escribiendo. He estado a gusto en la soledad, siempre le he sacado su lado creativo. Ya de adolescente, como todos, una revolución muy loca y alguna liada he tenido en casa, pero supongo que como todos.

En sus canciones hay referencias al cuidado de los mayores. ¿Hubo alguna figura importante en su vida? Yo con la que más he convivido es con mi abuela Rosario. Nos dejaban dos meses en el pueblo con mi abuela, que era una persona que arrastraba mucho dolor de la posguerra, con hermanos suyos que murieron, con ciertas humillaciones en su pueblo por ser hermana de quien era... y, bueno, no era la alegría de la huerta, pero era muy cariñosa. Tenía sus rayadas, pero cuando se olvidaba nos ofrecía lo mejor de ella, su sonrisa. Yo he tenido el ejemplo de que mi madre, cuando mi abuela era más viejita y no podía andar, se la trajo a casa y como una más. Nunca se planteó llevarla a una residencia y estuvo con ella hasta el último segundo, y viendo eso supongo que en las letras lo he reflejado. pero bufar a una persona mayor... Pero bueno, nadie es perfecto. Eso intento dejarlo en las canciones para recordármelo a mí.

¿Te llegó a ver rapear? Sí... [Sonríe]. En directo no sé, pero en el periódico sí me veía. “Aún perderás dinero, aún te robarán”, me decía [Risas]. Todo pesimista... Esa era su manera de ser. Algo malo te va a pasar. No se enteraba de mucho, estaba muy mayor. Ella sabía que yo viajaba y cantaba, pero era de una generación que no le podía explicar bien. Mi abuela estaba en su mundo y era difícil explicarle, no lo entendía.

¿Usted llegó a entender de adolescente el sufrimiento de su abuela o eso pasó cuando se hizo adulto?

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