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Departamento de Literatura Facultad de Humanidades
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Los primeros manuales para el área fueron elaborados hace unos años por la autora y su equipo de ayudantes, conformado entonces por la Dra. Cathereen Coltters Illescas, actualmente académica de la Universidad de Concepción, y el Dr. Álvaro Bisama Mayné, escritor y actual Director de la Escuela de Literatura creativa de la Universidad Diego Portales. La actual versión es elaborada con el equipo de ayudantes conformado por Victoria Aros Schmidt, Belisario Pérez Zuleta y Felipe Arriagada Arancibia. Diseño: Angelo Fuentealba. Edición: Jonathan Recabarren González.
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Diseño/ Estructura General 1.- Algunas nociones y acuerdos preliminares. 2.- Introducción Histórico-Literaria a cada periodo. 3.- Temas y problemas de cada periodo. 4.- Propuestas Historiográfico-literarias para cada periodo. 5.- Autores/as y lecturas fundamentales por género.
6.- Selección de bibliografía/ linkografía por tema. 7.- Material didáctico: - Impreso y digital, algunas actividades/material de trabajo. - Algunas formas de evaluación.
8.- Ejercicios de crítica literaria.
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En el balcรณn, Pedro Lira, Chile.
Literatura Latinoamericana y Chilena Moderna
Departamento de Literatura Facultad de Humanidades
Índice 1.2.-
Algunas nociones y acuerdos preliminares.____________________________________8 Introducción Histórico literaria al periodo moderno.___________________________10 Tendencias literarias de la transición al siglo XIX y del periodo moderno.____________________________________10 Tendencia(s) de medio siglo.____________________________________________________________________________________11 Tendencias De Fin de Siglo._____________________________________________________________________________________13 Modernismo o “cultura de significación estética”._____________________________________________________________13
3.
Temas y problemas de la literatura latinoamericana moderna._______________19 a) Pensar lo latinoamericano y lo nacional desde matrices exógenas.________________________________________19 b) Nuestros intelectuales y su formación fundamentalmente eurocéntrica. Valoración y negación de lo autóctono. c) La escritura de la otredad social: mujeres, indios, negros, campesinos. d) Lento pero progresivo proceso de laicización societal._____________________________________________________20 e) Polémicas entre americanistas y nacionalistas. f) Progresiva autonomía del campo artístico y profesionalización del escritor. g) Tensiones entre Naturalismo y Modernismo. h) Polémicas entre criollistas e imaginistas. .i) Polémicas entre universalistas y regionalistas._____________________________________________________________21
4.
Propuestas historiográfico-literarias para el periodo moderno._______________22 Sobre los esquemas historiográfico-literarios._________________________________________________________________23 Algunos ejemplos de Historias de la Literatura o novela Hispanoamericana.__________________________________23 - Neoclasicismo cuya vigencia se da entre los años 1780 a 1820 app._______________________________________24 - Romanticismo cuya vigencia se da entre los años 1820 a 1870 app. - Naturalismo cuya vigencia se da entre los años 1880 a 1930 app.
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Índice Cuadro comparativo y de síntesis de las propuestas historiográficas de Cedomil Goic y José Promis._______25 Función de las historias de la literatura._______________________________________________________________________26 Supuestos epistemológicos con los que se construyen las historias._________________________________________27 Criterios de representatividad social de las historias: historiografía, género y clase._________________________27 Modelos teóricos que han afectado el discurso historiográfico literario._______________________________________28 Sobre algunos esquemas historiográfico-literarios._____________________________________________________________28 Algunas reflexiones sobre las historias de la literatura._______________________________________________________29 Cuadro comparativo entre ambas concepciones historiográficas.______________________________________________30
5. Autores/as y lecturas fundamentales por perido y género literario.____________33 Alocución a la poesía. Fragmento de un poema titulado “América” Andrés Bello.____________________________33 (Caracas, Venezuela, 1781- Santiago de Chile, 1865). Carta de Jamaica. Simón Bolívar (Caracas, Venezuela, 1783- Colombia, 1830)._________________________________34 Fray Camilo Henríquez. (Valdivia 1769 - Santiago 1825).________________________________________________________35 Editor de La aurora de Chile, primer periódico que circuló en Chile (1812). Discurso de incorporación de José Victorino Lastarria a una sociedad de literatura de Santiago.____________36 - Respuesta del presidente, Don Anacleto Montt._______________________________________________________________42 - Domingo Faustino Sarmiento Revolución de 1810._____________________________________________________________43 Nuestra América. José Martí. (La Habana, Cuba, 1853-1895).___________________________________________________48
6. Bibliografía y linkografía de fuentes primarias y secundarias.__________________54 7. Material didáctico: Impreso y digtal._____________________________________________67 8. Ejercicios de crítica literAria.____________________________________________________71
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Literatura Latinoamericana y Chilena Moderna
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Pedro Henríquez Ureña (República Dominicana 1884-1946) voz troncal en la intelectualidad latinoamericana, en su ensayo El descontento y la promesa (lectura fundamental para estudiantes en esta área) nos recuerda que formamos parte de la tradición occidental que precede a la conquista española, y que esto no se reñiría con las aspiraciones americanistas.
Algunas nociones y acuerdos preliminares
Apresurémonos a conceder a los europeizantes todo lo que les pertenece, pero nada más, y a la vez tranquilicemos al criollista. No sólo sería ilusorio el aislamiento -la red de las comunicaciones lo impide-, sino que tenemos derecho a tomar de Europa todo lo que nos plazca: tenemos derecho a todos los beneficios de la cultura occidental. Y en literatura -ciñéndonos a nuestro problema- recordemos que Europa estará presente, cuando menos, en el arrastre histórico del idioma.2
Convengamos ciertos conceptos. artamos por definir algunos términos contenidos en el nombre de la asignatura. ¿Por qué “latinoamericano” y no “hispanoamericano” y ¿por qué “y chilena”? en tanto ámbito, este último, contenido en la categoría
P mayor.
Respecto de lo segundo, es decir el término “y chilena”, la región latinoamericana desde sus tardíos enclaves coloniales, aunque más claramente desde el periodo de Independencia, ha vivido tensionada entre lo continental/regional y lo nacional. Frente a esta disyuntiva, conviene atender –como lo hace Nelson Osorio para un fenómeno que aunque posterior como fueron las vanguardias de inicios del XX- la dialéctica constitución del fenómeno, su doble dimensión, nacional y continental, no sólo desde perspectivas descriptivas o meramente historicistas, sino desde los ejes conceptuales y valóricos en que se sostienen. Nos dice el autor: Un aspecto interesante -y del que, a mi juicio, no se han sacado todas las consecuencias- que presenta la llamada Vanguardia artística y literaria de los comienzos de este siglo, es su condición de fenómeno internacional. Esta condición internacional que muestra su existencia no es incompatible, sin embargo, con la gran variedad de formas concretas que puedan asumir sus manifestaciones en las distintas realidades nacionales y culturales.
Pedro Henriquéz Ureña (República dominicana 1884 -1946)
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Ureña, Pedro. “El descontento y la promesa”. Biblioteca Virtual Universal. Rescatado el 27 de septiembre de 2016.
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Esta dialéctica esencial del fenómeno plantea una de las primeras dificultades para su estudio, ya que al no ser tomada debidamente en cuenta se corre el riesgo de caer o en una consideración empírica y descriptiva de su pluralidad -lo que hace perder de vista la integridad en beneficio de un catálogo taxonómico muchas veces irrelevante- o en una abstracta reducción generalizadora que dificulta el captar la riqueza y pluralidad concreta de sus múltiples variantes. Y si a veces los árboles impiden ver el bosque, también lo contrario suele suceder”. (1981:227) 3
Literatura Latinoamericana y Chilena Moderna. Atendidas las consideraciones anteriores, podemos preguntarnos ¿qué entendemos por ella? Aquella literatura que acompaña procesos históricos marcados por la crisis del orden colonial y la maduración de una conciencia criolla; las independencias de las colonias, la formación de las repúblicas y la consolidación de un orden latinoamericano que, aunque precario y todavía muy dependiente tanto en lo económico como cultural, da cuenta de procesos endógenos de productiva tensión.
Otra cita que nos concibe como un eslabón de una tradición cultural mayor y más antigua, nos dice:
El adjetivo moderna indica que esta literatura nace apoyada en los valores y principios de la llamada Modernidad: valores republicanos; lento pero progresivo espíritu laico y antioligárquico; emergencia de un nuevo sujeto: el ciudadano; concepción progresivista de la historia; confianza en la ciencia y la técnica; entre muchos otros.
Toda la latinidad comenzó en el Lacio, pequeño territorio adyacente a la ciudad de Roma, y fue creciendo en círculos concéntricos a lo ancho de la historia: primero hasta abarcar el conjunto de Italia, ampliándose luego a la parte de Europa colonizada por el imperio romano, restringiéndose después a los países y zonas que hablaron lenguas derivadas del latín, y transportándose por fin al continente americano que esos europeos habían descubierto y colonizado. De este modo, América Latina resultaría ser el cuarto anillo de esa prodigiosa expansión.4
Su periodo de vigencia va desde fines del siglo XVIII (crisis del orden colonial) hasta las primeras décadas del siglo XX (crisis del naturalismo). Siguiendo la estructura diseñada para estos manuales de literatura latinoamericana, damos inicio con el primer punto:
Las polémicas entre Americanismos versus Nacionalismos, tan acaloradas durante el siglo XIX y reeditadas en las primeras décadas del siglo XX, tradujeron esta tensión y generaron interesantes textos argumentativos en pro de una u otra tendencia o de propuestas eclécticas, más propias de la historia del continente.
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Osorio, Nelson. “Para una caracterización histórica del vanguardismo literario hispanoamericano”. Revista iberoamericana 47.114 (1981): 227-254. Rescatado el 27 de septiembre de 2016.
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Miguel Gabriel Rodríguez Jaritz. 9
Tendencias literarias de la transición al siglo XIX y del periodo moderno:
Introducción Histórico Literario al periodo moderno
Barroco de Indias. Aunque este concepto refiere a manifestaciones culturales y literarias anteriores o de bisagra entre la literatura colonial y la moderna, es conveniente recordarlo aquí, por cuanto es a través de él que comienza a manifestarse una incipiente -pero de gradual crecimiento- conciencia criolla, que va a ser fundamental para el desarrollo de algunos proyectos culturales del XIX.
sta introducción puede ordenarse en distintos puntos, según el ángulo de interés de su autor/a. En este caso, y desde una concepción muy dialogante entre literatura e historia, no solo como opción autorial sino exigida por el contexto, los momentos articulantes del periodo son:
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El concepto de “Barroco” puede ser entendido como el arte de la contrarreforma que intentó frenar los avances de un pensamiento ilustrado de corte racional y laico. Esta es la explicación más habitual; pero también bajo el término “Barroco de Indias” o “Barroco americano” se entiende una discursividad en donde el estilo y la ideología subyacente al mismo, están al servicio de un pensamiento emancipador. La máscara, el circunloquio y el zigzagueo discursivo sirvieron en este caso para vehicular ideas independentistas. En este tema, los trabajos de Mabel Moraña sobre Carlos de Sigüenza y Góngora, y de Jaime Concha sobre Juan Ruiz de Alarcón, entre otros, son recomendables.
Crisis del orden colonial. Por esto entendemos un momento de clara pérdida de poder de España, un debilitamiento de la corona y un momento de tensión insostenible entre criollos y peninsulares como entre aquéllos entre sí. Conviene no leer las Independencias de las colonias con excesivo y desbordado entusiasmo porque fue un hecho acompañado de sentimientos de orfandad y de pérdida de autoridad, lo que explica el zigzagueo con que fue avanzando el proceso de independencia de las colonias. El mismo Andrés Bello, intelectual tradicional y fundacional de la modernidad latinoamericana, recordaba en algunos de sus textos, la tarea aun más difícil de avanzar en lo que él llamó la “Independencia mental”, la que debía acompañar aunque a otro ritmo –naturalmente- a la independencia política. En este aspecto conviene revisar las obras de Tulio Halperin Donghi, Bernardo Subercaseaux, Mabel Moraña, entre otras. Ver bibliografía.
Carlos de Siguenza y Góngora (1645 - 1700)
Andrés Bello López (1781-1865)
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Neoclasicismo: (1770-1820)
El periodo de vigencia del Neoclasicismo va desde fines del siglo XVIII hasta 1820 aproximadamente.
Algunos rostros del periodo:
Este término o fenómeno nos lleva, -como tantas veces al tratarse de las culturas latinoamericanas- al problema de la relación entre la tradición y la modernidad; entre el reconocimiento y el rechazo a la herencia española/ europea; a la necesidad de encontrar una matriz explicativa que se libre de oposiciones reduccionistas o integracionistas más imaginadas o deseadas.
José Joaquín Fernández de Lizardi (México 1776-1827)
Para ello es conveniente reconocer que por la vía de la historia formamos parte de un entronque histórico que nos precede, que es incluso anterior a Europa y a España, por cuanto ellas son eslabones de procesos histórico-culturales anteriores. Tampoco estas tierras antes de llamarse América eran una tábula rasa que los europeos inscribieron en la historia. Conviene en este punto dar a conocer a los estudiantes al menos dos textos fundamentales para aproximarse a la América prehispánica, además de un sinnúmero de estudios y textos críticos sobre el punto. Nos referimos al Popol Vuh, el libro maya de la creación y el Chilam Balám, nombre de varios libros que relatan hechos y circunstancias históricas de la civilización maya. También a estudios como los realizados durante la conquista y la colonia por el sacerdote Bernardino de Sahagún en México, y en la actualidad por Miguel León Portilla, Adrián Recinos y otros. Algunos nombres de estudiosos de la cultura y literatura latinoamericana de la colonia y de la transición al periodo moderno son Luis Íñigo Madrigal y José Promis. (Ver bibliografía)
Mariano Melgar Valdivieso (Perú, 1790-1815)
Tendencia(s) de medio siglo: Romanticismo. Romanticismos o nacionalismos literarios. Su periodo de vigencia va desde 1830 hasta 1880 aproximadamente. Conviene pluralizar sus manifestaciones nacionales, porque tal como indica uno de sus grandes estudiosos, Emilio Carrilla, los romanticismos tuvieron manifestaciones particulares y diferentes. Los de la costa pacífica tuvieron características bien distintas a los de la costa atlántica; fueron, en general más conservadores. Aquí puede apreciarse la incidencia que factores geográfico-políticos -sobre todo en ese periodo- tuvieron en el desarrollo de las tendencias culturales, así como las zonas de mayor permeabilidad de la cultura española como fueron los Virreinatos.
José Joaquín Olmedo y Maruri (Ecuador, 1780-1847)
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La conformación étnica de la nación fue también un factor influyente si no determinante de estas diferencias. Las naciones de población más homogénea étnicamente tuvieron un romanticismo de cuño más racional; por el contrario, las más escindidas entre población blanca dominante e indígena, negra o mestiza subalterna, desarrollaron romanticismos más rupturistas, idealizadores, exotistas, etc. Aunque conviene recordar el caso del Romanticismo argentino que siguiendo el primer patrón indicado, encendió las más acaloradas polémicas y defendió los más utópicos proyectos de independencia cultural. Recuérdese el proyecto de Ejercicios populares de la lengua castellana de Pedro Fernández Garfias, profesor de latín y gramática en el Instituto Nacional. Se recomienda revisar las polémicas del periodo en Emilio Carrilla. (Ver bibliografía).
Algunos rostros del periodo:
José Victorino Lastarria Avellaneda (Chile 1817-1888)
La imagen siguiente, nos sirve para recordar una vertiente de la poesía romántica, la poesía popular, la lira popular y a dos de sus más reconocidos exponentes en Chile: Rosa Araneda y Daniel Meneses. Esta textualidad, basada en la imagen, cumplió un papel de denuncia de problemas sociales que aquejaban al pueblo. Aunque ausente de las historias literarias, probablemente por un olvido ideológico consecuente con el concepto de cultura y de literatura de una cierta historiografía, fue un fenómeno literario importante y circuló en un grupo social que por esta vía fue adquiriendo una conciencia social y gradualmente ingresando al mundo de la lectura. La literatura de cordel -como suele llamársele- por su peculiar forma de difusión, es un campo actual de creciente estudio hoy.
José Faustino Sarmiento (Argentina 1811-1888)
Gertrudis Gómez de Avellaneda Cuba (1814-1873)
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al circuito económico internacional y esto trae consigo cambios estructurales en las sociedades, en sus sistemas de valores, costumbres, formas sociales, etc. Desde el punto de vista cultural significa una apertura hacia otras matrices culturales como el mundo oriental. Hasta ahora España, Francia y, en menor medida, Inglaterra y Alemania, han sido las fuentes fundamentales de influencia cultural.
Tendencias de fin de siglo: Naturalismo o Realismo criollo.
Modernismo o “cultura de significación estética”.5
Federico Gamboa Iglesias (México 1864-1939)
Por otro lado podemos observar una mayor complejidad sociocultural, dada por la formación de nuevos actores sociales, de nuevas concepciones de literatura. Una incipiente clase media que se consolidará durante la primera mitad del siglo XX, se asoma al escenario histórico. Parte de ella se identificará con la llamada “Ilustración positivista” por Bernardo Subercaseaux; otra, disentirá de esta perspectiva y se inclinará por una concepción de literatura más autónoma y beberá de nuevas fuentes para nuestra literatura, como son las tempranas vanguardias francesas: el parnasianismo y el simbolismo. Me refiero a la sensibilidad modernista.
Mercedes Cabello de Carbonera Perú 1845-1909)
La figura y obra que da inicio a la tendencia es Rubén Darío (Nicaragua 1867- 1916) con Azul(1888)
El Naturalismo fue la tendencia dominante. En parte porque consolidó el ideario ilustrado en su última fase, bajo la filosofía positivista, que venía a superar las visiones idealizadas de la escuela romántica y que, en palabras de Leopoldo Zea (Véase GOIC, HCLH ), era la primera filosofía que superaba definitivamente a la escolástica. Conviene aquí recordar que nuestra literatura latinoamericana no se ha desapegado nunca de un cierto realismo, exigido por los contextos en los que surge. Así, nuestros romanticismos –que en otras latitudes tuvieron rasgos de exotismo temporal y espacial- conjugaron la libertad creadora y la defensa de la originalidad con una cuota de realismo. No es arbitraria la nominación “Realismo romántico” que Cedomil Goic le da a la última generación romántica, puente con el Naturalismo de fin de siglo. Los escritores e intelectuales del momento fueron protagonistas del proceso de conformación de las naciones, no vivieron tan radicalmente la escisión individuo/sociedad -propia de las tendencias románticas- lideraron la tarea de búsqueda y consolidación de las identidades nacionales, y asumieron muchas otras que exigían un grado de realismo. Pero el fin de siglo XIX es un enclave histórico complejo, tanto para Occidente como para América latina. Esta última ingresa 5
Rubén Darío (Nicaragua 1867- 1916)
Término tomado de Bernardo Subercaseaux.
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De Azul (Año lírico) AUTUMNAL La aurora vino después. La aurora sonreía, con la luz en la frente, como la joven tímida que abre la reja, y la sorprenden luego ciertas curiosas mágicas pupilas. Y dije: --¡Más!... Sonriendo la celeste hada amiga prorrumpió: --¡Y bien! ¡Las flores!
“Eros, Vita, Lumen En las pálidas tardes yerran nubes tranquilas en el azul; en las ardientes manos se posan las cabezas pensativas. ¡Ah los suspiros! ¡Ah los dulces sueños! ¡Ah las tristezas íntimas! ¡Ah el polvo de oro que en el aire flota, tras cuyas ondas trémulas se miran los ojos tiernos y húmedos, las bocas inundadas de sonrisas, las crespas cabelleras y los dedos de rosa que acarician!
Y las flores estaban frescas, lindas, empapadas de olor: la rosa virgen, la blanca margarita, la azucena gentil y las volúbiles que cuelgan de la rama estremecida. Y dije: --¡Más!...
En las pálidas tardes me cuenta un hada amiga las historias secretas llenas de poesía: lo que cantan los pájaros, lo que llevan las brisas, lo que vaga en las nieblas, lo que sueñan las niñas.
El viento arrastraba rumores, ecos, risas, murmullos misteriosos, aleteos, músicas nunca oídas. El hada entonces me llevó hasta el velo que nos cubre las ansias infinitas, la inspiración profunda, y el alma de las liras. Y lo rasgó. Allí todo era aurora. En el fondo se veía un bello rostro de mujer.
Una vez sentí el ansia de una sed infinita. Dije al hada amorosa: -Quiero en el alma mía tener la aspiración honda, profunda, inmensa: luz, calor, aroma, vida. Ella me dijo: --¡Ven!-- con el acento con que hablaría un arpa. En él había un divino aroma de esperanza. ¡Oh sed del ideal!
¡Oh, nunca, Piérides, diréis las sacras dichas que en el alma sintiera! Con su vaga sonrisa: --¿Más?... --dijo el hada. Yo tenía entonces clavadas las pupilas en el azul; y en mis ardientes manos 6 se posó mi cabeza pensativa...”
Sobre la cima de un monte, a medianoche, me mostró las estrellas encendidas. Era un jardín de oro con pétalos de llama que titilan. Exclamé: --¡Más!... 6
No referiremos al Modernismo literario como a una sensibilidad porque no tuvo el carácter programático de una escuela. Lo caracterizó más bien una actitud de búsqueda y exploración de nuevas corrientes de pensamiento y una defensa por la libertad estética. 14
El Modernismo de fin de siglo convive -como un matrimonio mal avenido- con el dominante naturalismo en el mismo periodo. Discute y rechaza varias de sus premisas pero –como bien aclara Cedomil Goic- no puede escapar a la fuerza de la tendencia, heredera de la larga tradición ilustrada. Si el Naturalismo es una escuela por su carácter programático y normativo, incluso más allá del campo de la literatura y el arte, el Modernismo fue una sensibilidad que, rechazando la concepción positivista de cuño científico y racionalista, exploró en nuevas concepciones de realidad, atraídas por un cierto irracionalismo o por tendencias orientalistas, vitalistas, sensualistas o espiritualistas provenientes de otros contextos y autores como Tagore,7 Surendranath Dasgupta, Muhammad Iqbalo; de autores occidentales como Nietszche, Bergson, Maeterlinck, Frost, Shaw, Ocampo, Rolland y otros, tempranas voces críticas de la modernidad.
Tuércele el cuello al cisne. . . “Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje que da su nota blanca al azul de la fuente; él pasea su gracia no más, pero no siente el alma de las cosas ni la voz del paisaje. Huye de toda forma y de todo lenguaje que no vayan acordes con el ritmo latente de la vida profunda. . .y adora intensamente la vida, y que la vida comprenda tu homenaje. Mira al sapiente búho cómo tiende las alas desde el Olimpo, deja el regazo de Palas y posa en aquel árbol el vuelo taciturno. . .
Conveniente es precisar que la sensibilidad modernista fue una propuesta cultural madura y con logros notables, sobre todo en el campo de la lírica. Distinta cosa es la novela modernista, la que con logros estéticos queda si no subsumida en el naturalismo, muy exigida por la fórmula de éste. Esto porque a pesar de la concepción y función que esta sensibilidad dio a la literatura, la novela no pudo escapar de la concepción dominante dada por el naturalismo. Oportuno es decir que la novela modernista, a diferencia de la naturalista, expresó más bien las visiones pesimistas de su tiempo. Sus personajes son muchas veces seres desorientados vitalmente, algo apáticos, descreídos de la idea de progreso, idea eje de las propuestas naturalistas. Otro aspecto que permite ver las diferencias entre ambas tendencias es la perspectiva cientificista, racional y realista del Naturalismo frente a una de corte más bien irracionalista, imaginaria y esteticista del Modernismo.
El no tiene la gracia del cisne, mas su inquieta pupila, que se clava en la sombra, interpreta el misterioso libro del silencio nocturno.” (Los senderos ocultos)
Si se observa el Modernismo con mayor autonomía, no como generación de la novela sino como sensibilidad emergente a fines de siglo, su vigencia va desde 1885 app. hasta 1910 app. Es en el campo de la poesía donde el Modernismo literario muestra sus mejores frutos. El soneto “Tuércele el cuello al cisne” del mexicano Enrique González Martínez, marca su declinación. Si se observa el Modernismo con mayor autonomía, no como generación de la novela sino como sensibilidad emergente a fines de siglo, su vigencia va desde 1885 app. hasta 1910 app. Es en el campo de la poesía donde el Modernismo literario muestra sus mejores frutos. El soneto “Tuércele el cuello al cisne” del mexicano Enrique González Martinez, marca su declinación. 7 8
Enrique Gonzales Martínez (México 1871-1952)
Primer Premio Nóbel no europeo (1913). González Martínez, Enrique. “Tuércele el cuello al cisne”. Los senderos ocultos (1911). 15
Oportuno y casi una exigencia a la luz de los escenarios teóricocríticos de hoy, es presentar también otro contradiscurso a “Los cisnes” de Darío, de una autora de entonces estudiada en la actualidad, Delmira Agustini, quien en sus poemas, “Nocturno”y “El cisne” dialoga con el canónico de Darío. Jean Franco, citando un trabajo de Silvia Molloy 9 sobre la poeta, nos dice: “forzosamente tiene en cuenta –y corrige- el texto precursor de Darío”. Molloy cita algunos de los poemas sobre los cisnes, con los cuales, agrega Franco “Agustini interrumpe en forma violenta la armonía rubendariana”:
Delmira Agustini: NOCTURNO 11 “Engarzado en la noche el lago de tu alma, diríase una tela de cristal y de calma tramada por las grandes arañas del desvelo. Nata de agua lustral en vaso de alabastros, espejo de pureza que abrillantas los astros y reflejas la sima de la Vida en el cielo . . . Yo soy el cisne errante de los sangrientos rastros, voy manchando los lagos y remontando el vuelo.”
A continuación fragmentos de los poemas de Darío y Agustini: Darío: LOS CISNES 10 A Juan R. Jiménez “¿Qué signo haces, oh Cisne, con tu encorvado cuello al paso de los tristes y errantes soñadores? ¿Por qué tan silencioso de ser blanco y ser bello, tiránico a las aguas e impasible a las flores? Yo te saludo ahora como en versos latinos te saludara antaño Publio Ovidio Nasón. Los mismos ruiseñores cantan los mismos trinos, y en diferentes lenguas la misma canción. A vosotros mi lengua no debe ser extraña. A Garcilaso visteis, acaso, alguna vez... Soy un hijo de América, soy un nieto de España... Quevedo pudo hablaros en verso en Aranjuez... Cisnes, los abanicos de vuestras alas frescas den a las frentes pálidas sus caricias más puras y alejen vuestras blancas figuras pintorescas de nuestras mentes tristes las ideas oscuras.” (…)
Delmira Agustini (Montevideo, 1886 - 1914)
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Ambas, críticas fundamentales para la literatura del período. Darío, Rubén. Cantos de vida y esperanzas. Rescatado en 27 de septiembre de 2016. 16
Agustini, Delmira. Los cálices vacíos y El rosario de eros (1924).
Delmira Agustini:
Todo el vaso de mi cuerpo... . . .Y vive tanto en mis sueños, Y ahonda tanto en mi carne, Que a veces pienso si el cisne Con sus dos alas fugaces, Sus raros ojos humanos Y el rojo pico quemante, Es solo un cisne en mi lago O es en mi vida un amante...
EL CISNE 12 “...Pupila azul de mi parque Es el sensitivo espejo De un lago claro, muy claro !... Tan claro que a veces creo Que en su cristalina página Se imprime mi pensamiento.
. . .Al margen del lago claro Yo le interrogo en silencio... Y el silencio es una rosa Sobre su pico de fuego... Pero en su carne me habla Y yo en mi carne le entiendo. - A veces ¡toda! soy alma; Y a veces ¡toda! soy cuerpo .Hunde el pico en mi regazo Y se queda como muerto... Y en la cristalina página, En el sensitivo espejo Del lago que algunas veces Refleja mi pensamiento, El cisne asusta de rojo, Y yo de blanca doy miedo!”
. . .Flor del aire, flor del agua, Alma del lago es un cisne Con dos pupilas humanas, Grave y gentil como un príncipe; Alas lirio, remos rosa... Pico en fuego, cuello triste Y orgulloso, y la blancura Y la suavidad de un cisne... . . .El ave cándida y grave Tiene un maléfico encanto; -Clavel vestido de lirio, Trasciende a llama y milagro!... Sus alas blancas me turban Como dos cálidos brazos; . . .Ningunos labios ardieron Como su pico en mis manos; Ninguna testa ha caído Tan lánguida en mi regazo; Ninguna carne tan viva, He padecido o gozado: Viborean en sus venas Filtros dos veces humanos! . . .Del rubí de la lujuria Su testa está coronada; Y va arrastrando el deseo En una cauda rosada... . . .Agua le doy en mis manos Y el parece beber fuego; Y yo parezco ofrecerle 12
Agustini, Delmira. Los cálices vacíos (1913). 17
Algunos escritores y estudiosos como Octavio Paz y Jean Franco han visto en el Modernismo una reemergencia o insistencia del Romanticismo en pleno enclave naturalista. En este punto y aceptando que ambas tendencias levantaron -aunque de modo diferente- el reclamo de libertad estética, conviene reafirmar la gran diferencia que hay entre la poesía romántica que la antecede, porque esta está sujeta todavía –a pesar del reclamo mencionado, propia del movimiento- a una concepción utilitaria de literatura; y la modernista, se afirma en su condición fundamentalmente poética, acorde con el deseo de profesionalización del artista y de una mayor autonomía del campo artístico respecto de otros, voluntad heredada en parte de las tempranas vanguardias que significaron el simbolismo y parnasianismo franceses. El soporte temático de la poesía romántica es reemplazado por un soporte más bien poético-formal en la poesía modernista.
Naturalismo
Con todo, lo han dicho los/as especialistas, la sensibilidad modernista fue compleja y contradictoria como su tiempo. Vivió, por un lado, con un brazo muy tradicional extendido hacia el arte clásico, sumándose a una tradición mayor a la hispanoamericana, la grecolatina, reeditada en el Renacimiento y en el Neoclasicismo; y por otro, con uno moderno que oía voces nuevas, las tempranas vanguardias francesas ya mencionadas, se entusiasmaba con los avances tecnológicos, y creaba un arte de culto a las formas, en parte tradicional, en parte muy contemporáneo, en tanto búsqueda de autonomía para el arte de su momento. Por último, y en este esfuerzo por observar las relaciones y distancias entre ambas tendencias, Naturalismo y Modernismo, diría que al primero lo caracterizó un optimismo histórico, afirmado en la filosofía positivista, que confió a la ciencia la solución de los problemas sociales y naturales, que afirmó firmemente una concepción teleológica de la historia y de las civilizaciones, de origen comtiano; el segundo, en cambio, se caracterizó más bien – sobre todo en su novela- por una visión pesimista, algo nostálgica, de tendencia evasionista en muchos casos. Los personajes de sus novelas son seres desvitalizados, escépticos, desorientados, que terminan en suicidio, como muchos de los poetas modernistas. Los estudios de Ángel Rama, Francoise Perús, entre otros, son fundamentales para entender la complejidad del periodo. Se hace necesario en este punto ofrecer un cuadro comparativo de las dos tendencias literarias con que se cierra el siglo XIX y se inicia el XX, indicando algunas de sus diferencias.
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Modernismo
- Escuela artística. Tendencia dominante.
- Sensibilidad artística.
- Vigencia 1880- 1930.
- 1885-1910.
- Sus exponente son escritores e intelectuales ilustrados y liberales.
- Sus exponentes son artistas e intelectuales disidentes en mayor o menor grado de la tendencia dominante.
- Concibe la literatura como un documento de conocimiento y análisis de la realidad social.
- Concibe la literatura como objeto estético.
- Otorga a la literatura una función documental.
- Otorga a la literatura una función poética.
- Sus influencias fundamentales son el naturalismo y realismo francés: Zolá, Flaubert, Stendhal, Balzac.
- Sus influencias fundamentales son los simbolistas y parnasianos franceses: Baudelaire, Verlaine, Catulle Mendès.
- El género privilegiado es la narrativa.
- El género privilegiado es la lírica.
- Se caracteriza por la confianza en la ciencia, en el progreso.
- Se caracteriza por un cierto irracionalismo y desconfianza en la ciencia.
- Énfasis en el tiempo presente y en lo americano y nacional.
- Cierta actitud escapista y preferencia por lo universal y cosmopolita.
B.- Nuestros intelectuales y su formación fundamentalmente eurocéntrica. Valoración y negación de lo autóctono.
Temas y problemas del periodo moderno.
Este punto expone el problema de una formación fundamentalmente europea, que por la vía de la pedagogía de raíz ilustrada y neoclásica, recibieron nuestros intelectuales del siglo XIX. Formados en Europa, conocedores de la cultura y literatura del viejo continente, aprendieron -por ejemplo- el arte de novelar, por la vía de la traducción de novelas europeas, fundamentalmente francesas. ¿Qué implicancias tiene esto para el desarrollo de la cultura latinoamericana? que aunque los acompañara la buena intención de mostrar al mundo la cultura que se formaba, su imaginario operaba con esquemas y valoraciones del mundo europeo, lo que los llevó a idear una de las dicotomías más arbitrarias y excluyentes del mundo indígena, negro, campesino y popular: la dicotomía de civilización versus barbarie, dicotomía que ordenaba el mundo en base a oposiciones excluyentes, ajenas al pensamiento de estos mundos. La civilización, representada por Europa, y la barbarie por el mundo indo o afroamericano, rural pobre y popular. El proyecto cultural decimonónico es un esfuerzo continuo por civilizar este mundo, la evangelización colonial seguía su tarea, ahora y en otra fase de la cultura latinoamericana, por la vía de la civilización, o sea la conversión al paradigma del mundo intelectual blanco que, precisando sus rasgos, era un mundo masculino, citadino y eurocéntrico.
Entre algunos de los temas interesantes de revisar están los siguientes:
A.- Pensar lo latinoamericano y lo nacional desde matrices exógenas. ste punto es de crucial importancia cuando se piensa en la cultura latinoamericana, problema vigente hasta hoy con distintas determinantes. Aunque es un tema que merece largo análisis, expongamos algunas cuestiones que inviten a la investigación sobre las mismas. ¿Qué pasó con el pasado precolombino? ¿de qué manera se incorporó si lo hizo - a la nueva cultura en formación? Cuando pensamos en los dos primeros movimientos o tendencias culturales y literarias del periodo, Neoclasicismo y Romanticismo, observamos más bien que su huella se fue borrando. La racionalidad neoclásica, heredada de la cultura europea, privilegió la matriz cultural europea y el indio, cuando estuvo presente, fue una figura idealizada, extemporánea, el indio precolombino, funcional a la retórica e iconografía cultural de la elite dirigente, no el presente. Los intelectuales de entonces conocieron poco o nada el mundo indígena, más bien lo imaginaron y adecuaron a su proyecto civilizatorio. El Romanticismo agregó a la racionalización de la figura indígena el elemento emotivo y denunciatorio, con lo que si bien se levanta una cierta preocupación por su condición, se está todavía lejos de conocer el mundo indígena como una otredad cultural compleja y de aporte a las matrices culturales en formación.
E
C.- La escritura de la otredad social: mujeres, indios, negros, campesinos. Si observamos con ojo crítico el estado social del siglo XIX, veremos que hay sujetos que están marginados del proyecto de conformación de las nuevas naciones, el que está en manos de la minoría blanca ya mencionada. Así, la otredad social que integran muy distintos grupos culturales y sociales como los indios, los negros, los campesinos y las mujeres –estas últimas con la importante singularidad de una condición marginal interclase, es decir que atraviesa todas las clases sociales—está presente en la retórica e iconografía republicana, pero muy ausente como ciudadano/a en las primeras fases del orden republicano.
También es importante evitar ya sea la tendencia purista que desconoce los inevitables procesos de sincretismo cultural, como la explicación gruesa de un mestizaje cultural que evita también despejar con claridad los aportes de ambas vertientes culturales a la cultura o culturas latinoamericanas: la indígena y la europea. Algunos nombres de estudiosos en estas materias: Leopoldo Zea, Antonio Cornejo Polar, Sonia Montecino, Efraín Cristal, José María Arguedas, Ana Pizarro, Darcy Ribeiro, Néstor García Canclini, Fernando Ortiz, Enrique Dussel, Iván Carrasco, Hugo Carrasco, entre muchos otros.
Estudios como el de Joan Landes, Mary Louise Pratt, Antonio Cornejo Polar y Julio Ramos, sobre la domesticación de la mujer y el estado de los pueblos indígenas y las contradicciones de la modernidad latinoamericana, son una buena fuente para el estudio de estos temas. 19
El reclamo por la autonomía del arte y la profesionalización del escritor viene, en primer lugar, de los modernistas, los que lo han tomado a su vez de tempranas vanguardias europeas como fueron el simbolismo y el parnasianismo. Este reclamo es un primer signo de la transición hacia un concepto contemporáneo de arte.
D.- Lento pero progresivo proceso de laicización societal. Directrices ideológicas fundamentales del pensamiento del siglo XIX son el anticlericalismo –que no es una posición contra la religión sino contra la estructura de la iglesia- y el sentimiento antioligárquico. Ambos van desarrollándose gradualmente durante el siglo y encuentran su punto mayor durante la vigencia del Positivismo, a finales del siglo. Los temas de muchas novelas del naturalismo se focalizarán en estas problemáticas, con el objeto de contribuir al proceso de laicización y democratización – término tentativo y temprano aún- de la sociedad. Para fines del siglo XIX la iglesia ha perdido gran parte de sus tierras, propiedades y objetos de culto, como también poder e incidencia política y social. Esto como resultado del proceso de expropiación iniciado décadas antes y del espíritu anticlerical creciente a fines de siglo.
G.- Tensiones entre Naturalismo y Modernismo. Conocidas son las tensiones entre estas dos tendencias. El Naturalismo, una escuela; el Modernismo, una sensibilidad. El primero sostenido en la filosofía del Positivismo, dominante en el momento; el segundo, contrario a ella no obstante impedido de evitar sus alcances, se nutrió de nuevas vertientes de pensamiento fundamentalmente antirracionalistas como el intuicionismo, el vitalismo, así como corrientes espiritualistas y orientalistas. El mundo de Asia y Oriente, que había aparecido en nuestra literatura como mero elemento exótico o argumento en contra de la barbarie, -en la que hasta entonces quedaba subsumido- exigido por una cierta novela decimonónica, comienza a recepcionarse con mayor profundidad y seriedad. El Haiku japonés es tal vez el objeto cultural importado que da cuenta del proceso de apertura cultural que el Modernismo literario trajo a nuestras letras, particularmente a la poesía. La novela se mantuvo más bien apegada al naturalismo, a su cientifismo de cuño racional.
E.- Polémicas entre AMERICANISTAS y NACIONALISTAS. Este punto se hace cargo de la natural sucesión de proyectos culturales enmarcados en condiciones históricas determinadas. Al momento neoclásico lo acompañó una tendencia americanista, cuando todavía el sueño bolivariano buscaba concretar su utopía de una única América latina unida por lazos de historia, lengua y destino. Al momento posterior, correspondiente al romanticismo, en cambio, le tocó la difícil tarea de conformación de las naciones, con fases de anarquía y caudillismo distintas en cada país, lo que incidió en su más temprana o tardía organización institucional.
H.- Polémicas entre criollistas e imaginistas. Cuando hablamos de la tensión entre americanistas y nacionalistas, vigente en la primera mitad del siglo XIX, entendemos la dinámica de tradición y cambio en la que se desarrolla la cultura. Los términos criollistas e imaginistas traducen dos concepciones sobre el arte y la literatura: el primero, asociado a uno de los proyectos literarios más importantes del naturalismo; el segundo, de raíz modernista y creacionista y punto de partida de nuevas concepciones contemporáneas de arte.
F.- Progresiva autonomía del campo artístico y profesionalización del escritor. Este fenómeno alude al proceso de maduración cultural y al lento pero progresivo desarrollo de las disciplinas. Durante el siglo XIX la literatura y el arte latinoamericanos cumplen una labor fundamentalmente política y social, tienen un carácter funcional, instrumental. Los intelectuales coinciden en ser los artistas, el campo cultural es muy estrecho y el capital cultural o simbólico muy pequeño. Las transformaciones en la estructura económica, cambiante y dinámica de fines de siglo, provocaron y aceleraron cambios en la actividad artística, en la concepción y función del arte en los nuevos escenarios. 13
La polémica entre Mariano Latorre y Manuel Rojas debe ser conocida por los estudiantes de estas materias. Los ensayos Algunas13 preguntas que no me han hecho sobre el criollismo (1955)14de Latorre y Acerca de la literatura chilena de Rojas (1930) son fundamentales para entender el desencuentro de estéticas y poéticas a comienzos del siglo XX.
14
Latorre, Mariano. Algunas preguntas que no me han hecho. (1955). 20
Rojas, Manuel. De la poesía a la revolución. Vol. 20. Ediciones Ercilla,1938. Rescatado en 27 de septiembre 2016.
Manuel Rojas (Chile 1896-1973)
novelas, la indianista y la antiesclavista, son registros idealizados de ambos mundos. Aunque bien intencionados, algunos autores y autoras del romanticismo y temprano realismo, por ejemplo, como Cirilo Villaverde y Clorinda Matto, aunque escribieron novelas de fuerte carga denunciatoria, no lograron –por condiciones históricas- avanzar hacia un análisis más profundo del problema. Como se verá en el Manual correspondiente a Contemporánea I, ambos fenómenos pasarán a llamarse indigenismo y negrismo, aun cuando estos términos, resulten también entonces insuficientes desde el punto de vista analítico y explicativo. Esto nos lleva a la reflexión sobre los conceptos, términos y sus contextos de vigencia, y nos invita a una observación más dinámica de los fenómenos. Respecto a las polémicas entre criollistas e imaginistas que se reeditarán a comienzos de la contemporánea, conviene conocer la postura de uno de los grandes intelectuales de fines del siglo XIX, José Martí:
Mariano Latorre (Chile 1886-1955)
I.- Polémicas entre universalistas y regionalistas. Tesis sobre civilización versus barbarie: contradicción profunda e irresoluta por los intelectuales y escritores románticos. Esto porque se construía un discurso de corte nacionalista que nombraba como bárbaro lo vernáculo y que defendía el polo civilizador representado por Europa. El Romanticismo latinoamericano no hizo sino un rasguño en la realidad latinoamericana, su observación del entorno fue idealizante, exotizante, o de un realismo muy parcial, en el mejor de los casos, pero en caso alguno dio cuenta de la realidad compleja del continente. José Promis acuña con razón el término “cristalización” de la realidad, para referirse precisamente a un cristal de realidad desde la imaginería romántica. Aquí conviene no exigir desde parámetros actuales, lo que podrían haber hecho nuestros autores de entonces. Esto porque no existían las condiciones históricas ni documentales para ello. El mundo de las llamadas “grandes comarcas orales”, término acuñado por el cubano Fernando Ortiz, que refería al mundo indígena, negro, campesino, popular, era prácticamente desconocido para nuestros letrados intelectuales, cuyas lecturas europeas los hacían ver desde retinas ajenas su propio mundo. En esta reflexión es fundamental el texto de Mary Louise Pratt. Véase bibliografía.
José Martí (Cuba 1853-1985)
“No hay que rebajar las condiciones que se tienen: sino equilibrarlas por el realce o adquisición de las que no se tienen. Para dar a los pueblos de la América del Sur lo que les falta, no hay que rebanarles la hermosa imaginación, sino levantarla, dotarlos de razón en igual grado. Lo contrario sería mejorar perdiendo. El capital futuro es capital constante en las naciones. Y un pueblo pierde en caudal, no en relación a lo que gana ahora, si no a si lo que gana ahora le impide ser mañana lo que con el cultivo de sus naturales condiciones pudiera ser. Preservad la imaginación, hermana del corazón, fuente amplia y dichosa. Los pueblos que perduran en la historia son los pueblos imaginativos. Y cread el pueblo sumo, rico sin rival en naturaleza, rico sin rival en imaginación, rico sin igual en razón, porque la imaginación es como una iluminadora, que va delante del juicio, avivándole para que vea lo que investiga, lo que ella descubre, y dejándolo atrás en reflexiones mientras ella, impaciente, parte a descubrir campiñas nuevas. La imaginación ofrece a la razón, en sus horas de duda, las soluciones que ésta en vano sin su ayuda busca. Es la hembra de 15la inteligencia, sin cuyo consorcio no hay nada fecundo.” (424)
Otro gran tema del periodo va a ser la construcción de las naciones. Y en esta tarea la búsqueda de elementos de identidad va a ser fundamental. Aparecen entonces, el indio, el negro, el campesino, el paisaje; dando lugar a variados proyectos culturales y novelas temáticas como la indianista o la antiesclavista o negrista. Algunos ejemplos son: Aves sin nido, Cumandá, Sab, Cecilia Valdés. Ambas 15
Sacado de Serie de artículos para la América. En Nuestra América. Consúltese bibliografía. 21
que se gesta. Un buen ejemplo de esto podemos verlo en la llamada generación Mundonovista de fines de nuestra literatura latinoamericana moderna. Como generación de frontera entre un sistema y otro (el moderno y el contemporáneo) sus rasgos son sincréticos, acumulativos y disyuntivos a la vez. La generación antecesora, la modernista, le ha legado un cierto gusto por la dimensión irracional de la existencia y de la realidad; la criollista anterior le ha dejado la tarea de no abandonar los ámbitos locales, los entornos americanos y nacionales, una insistencia en lo rural que irá perdiendo fuerza. Esta generación mundonovista que hemos tomado como ejemplo vive la tensión entre el sistema moderno que se agota y el contemporáneo en proceso de conformación. Así ,es una generación que insiste en los temas de la tierra, el indio, el negro, pero que se abre a nuevas perspectivas de aproximación a ellos, perspectivas que no se riñen con ciertas dimensiones irracionales de la realidad o, mejor dicho, con nuevas racionalidades del mundo latinoamericano. Me atrevería a afirmar que no es sino hasta la literatura latinoamericana contemporánea cuando América latina emerge con mayor profundidad y autenticidad en nuestra literatura. Esta última generación de frontera es la que evidencia síntomas contradictorios que tienen que ver con un momento de descolonización de la historia de nuestra región latinoamericana.
Propuestas historiográfico-literarias para el periodo moderno. Antes de hacer una síntesis de algunas propuestas historiográficas, hagamos algunas reflexiones sobre las mismas. ay diversos criterios para su construcción: historias regionales y nacionales, historias por géneros. Es siempre conveniente su mutua imbricación, es decir, hacer una lectura cruzada entre las historias continentales y regionales. También tener en cuenta que los géneros tienen sus contextos de producción, obedecen a sensibilidades parcialmente compartidas, lo que no significa una argumentación en defensa de una historiografía excesivamente particularista o diseminada, como tampoco de una excesivamente general y abarcadora. Dependiendo del nivel de complejidad de la explicación que damos, conviene focalizarse más en unos u otros. En los niveles de pregrado, una panorámica es necesaria para organizar mentalmente el escenario; en los niveles de postgrado conviene focalizarse y profundizar en líneas, problemáticas, autores, etc, sin perder jamás la dimensión procesual.
H
Mirado desde una perspectiva procesual, podríamos afirmar que es en esta generación mundonovista donde se gesta el fenómeno posterior llamado “Realismo mágico” porque es en ella cuando comienzan a acogerse las particularidades antropológicas y culturales de nuestro mundo, profundamente marcadas por su sincretismo religioso, por las lógicas del mundo indio , negro, mulato, campesino, que poco tuvieron que ver con las matrices de la ilustración positivista y de sus concepciones de tiempo y de historia. Nuestros autores contemporáneos continuarán, profundizarán y darán los mejores frutos en este proceso de manifestación más genuina y auténtica de nuestra realidad latinoamericana.
Un segundo tema o problema de reflexión sobre las historias de la literatura, puede ser su abordaje dicotómico ya sea como suceso (hito) o como proceso. Afirmemos desde ya la inconveniencia de ello. La historia es suceso y proceso, pero sin el segundo elemento no se la puede comprender en profundidad, porque en su dimensión procesual está el dinamismo que la define como tal. Suele enseñarse la literatura como un listado de nombres y obras que se adscriben sin mayor explicación a movimientos y sensibilidades determinadas. Así, José Victorino Lastarria o José María Heredia o Mercedes Marín del Solar, quedan adscritos al movimiento romántico, sin que medien fundamentales diferencias en el modo como asumen dicha sensibilidad, en su condición de intelectual incumbente, romántico todavía en enclave colonial y mujer en el despertar republicano, respectivamente. Una historia como proceso explica las fases de declinación de las tendencias, así como de conformación de la venidera. Y, más importante aún, observa en los escenarios de transición síntomas del cambio
Digamos, finalmente, que los hitos o sucesos aportan el dato cuantitativo, el terreno más concreto de prueba de las afirmaciones teóricas o historiográficas. En los textos debemos encontrar operando la tensión anunciada. Un texto de frontera debiera evidenciar en su discurso su condición de tal. Así, una reflexión sobre la historia, sobre la historia literaria, como suceso y proceso, nos permitirá una comprensión más profunda y compleja de los textos y sus contextos.
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La Historia de la literatura latinoamericana en dos tomos del uruguayo Enrique Anderson Imbert se construye desde una perspectiva continental, abarcando todos los periodos y géneros. Es útil como esquema organizador de procesos y tiene un carácter más enciclopédico y de divulgación de autores, obras y tendencias; además de relacionar la serie filosófica con la histórica y literaria.
Sobre los esquemas historiográfico-literarios. Es conveniente que los/as estudiantes conozcan algunas lógicas y mecanismos de construcción de las historias de la literatura. Tomaremos, como ejemplo, la Historia de la novela hispanoamericana de Cedomil Goic, publicada en la década del 70, por ser una de las primeras historias que se construye desde lo que podríamos llamar un enfoque estructuralista, que vino a superar tanto los enfoques histórico-biográficos altamente especulativos con que se abordaban estas materias con anterioridad, como un exceso de explicación protohistórica y protosociológica que las desperfilaba de su área disciplinaria.
Algunos ejemplos de Historias de la Literatura o novela Hispanoamericana son: - Alegría, Fernando (Chile). - Anderson Imbert; Enrique (Argentina). - Arrom, Juan José (Cuba). - Bellini, Giuseppe (Italia). - Cándido, Antonio (Brasil). - Franco, Jean (Canadá). - González Echevarría, Roberto (Cuba-Usa). - Henríquez Ureña, Pedro (República Dominicana). - Lapuente, Rogers Hist I y II. - Leal, Luis (México). - Loveluck, Juan (Chile). - Oseguera, Eva Lydia (México). - Oviedo, José Miguel (Perú). - Pizarro, Ana (Chile). - Pupo-Walker, Enrique (Cuba). - Rodríguez Castelo, Hernán (Ecuador). - Rojas, Ricardo (Argentina). - Sainz de Medrano, Luis (España). - Sánchez, Luis Alber to (Perú). - Shimore, Pedro y Gina Montaner (España). - Torres Ríoseco, Arturo (Chile). - Uslar Pietri, Arturo (Venezuela).
En el caso de Goic, toma el concepto de generación usado por Ortega y Gasset y lo aplica a un género, la novela. Cada tendencia, escuela o sensibilidad se organiza en un periodo de 45 años y contiene en ella tres generaciones de 15 años cada una. Los conceptos ejes que organizan cada generación están dados por factores externos e internos y son: a.- La fecha de nacimiento de los/as autores. Lo que supone la idea de una relativa comunidad histórica de experiencias, valores, gustos, etc., que justificaría en parte su agrupación. b.- La gestación de la generación. Es decir la conformación de la generación, si no la agrupación programática de los autores, una tendencia y coincidencia de temas, estilos y rasgos, en sus obras. c.- La vigencia de la generación. Aquí estamos frente al fenómeno manifiesto de obras publicadas y actividades asociadas a ello: comentarios críticos, estudios de obra, etc.
Entre las historias continentales por género tenemos la de Cedomil Goic Historia de la novela hispanoamericana, cuyos criterios están marcados por una perspectiva estructuralista, y responden a los esfuerzos que en la década del 70 hicieron los/las especialistas en el campo, por superar la crítica histórico-biográfica, fuertemente impresionista y especulativa, hasta entonces vigente. Podemos citar algunos autores como Fernando Alegría, en Chile; John Brushwood, José Rojas Garcidueñas, Luis Leal, Joseph Sommers en México; Seymour Menton en Guatemala; Cintio Vitier en Cuba; Lucía Ortiz, Antonio Gómez Restrepo, Colombia.
Agreguemos a lo anterior que hay historias continentales o más precisamente, regionales e historias nacionales. Ya hemos indicado la conveniencia de leer simultáneamente ambas historias precisamente para ver los puntos coincidentes que darían rasgos más globales de nuestras literaturas latinoamericanas, como los particulares de cada nación, que seguramente estarán entroncados con las historias de las culturas nacionales.
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Antes de entrar a la observación y explicación de este sistema, creo necesario argumentar en favor de la existencia de los esquemas historiográfico-literarios, sobre todo en un manual. Esto porque hoy están en descrédito, porque muchos jóvenes estudiosos suelen prescindir de ellos por considerarlos generalizaciones de una producción (un arte) que se les desborda por todos lados. Olvidan que para su construcción ha habido una minuciosa y abundante lectura, imprescindible precisamente para “dar con” el denominador común de la tendencia. Agregaría a esto que son didácticamente necesarios para ordenar procesos en su fase de comprensión inicial.
emotiva denuncia. La sigue un segundo momento que incluye ahora la problemática social, nos referimos al Romanticismo social, de 1852, dándole un mayor espesor a su registro del escenario histórico. Se agota la tendencia romántica con una perspectiva transformada por un mayor realismo, de allí su nombre Realismo romántico, de 1867, que anuncia el advenimiento del naturalismo, tendencia dominante a fines de siglo XIX. En este sentido, el realismo es para las letras latinoamericanas, tanto una perspectiva de comprensión de la realidad como un puente entre la tendencia romántica y la naturalista.
¿Cómo entender y explicar entonces el texto que se escapa de la tendencia? Pues como un elemento dinamizador del proceso, signo vanguardista de una tendencia en formación, invitándonos a observar su productiva tensión con la estética en la que emerge.
Naturalismo cuya vigencia se da entre los años 1880 a 1930 app. Interesante es hacer esta observación de la dinámica interna. Aquí vamos desde la generación criollista de 1882, que desde una explicación procesual puede ser entendida como una maduración del costumbrismo romántico, influido ahora por el naturalismo en boga, transitando por una generación media, la modernista de 1897, que complejiza el escenario por cuanto recoge, en parte, una sensibilidad circulante en forma simultánea por algún tiempo con el naturalismo; me refiero al Modernismo literario, cuya producción mayor fue en la serie lírica; para terminar con el momento mundonovista de 1912, en el que se observa en alguna medida el debilitamiento y la gradual disolución de la concepción moderna y se anuncia un cambio de sistema.
Hecha las consideraciones que se estima conveniente, veamos el esquema historiográfico de Cedomil Goic, el que se organiza en 3 movimientos para el periodo moderno:
Neoclasicismo cuya vigencia se da entre los años 1780 a 1820 app. Conviene explicar la dinámica interna de cada uno de los momentos que constituyen el Neoclasicismo, con el objeto de entender de mejor manera su vigencia, desgaste y superación. Desde la generación de 1772, utópica y fundacional, hasta la pre-romántica de 1822, de tendencia más conservadora por el escenario que la acompaña -en el que se puede percibir el advenimiento de la tendencia románticapuede observarse la dinámica histórico-literaria de la tendencia. La generación mediana de 1807, llamada de la Independencia, es la que da los mejores frutos por cuanto le toca vivir en el momento de mayor estabilidad y madurez de la tendencia. En ella están las voces de Bello, Fernández de Lizardi y otros.
Si quisiéramos referirnos más particularmente a la sensibilidad modernista, tendríamos que decir que vivió en tensión con la concepción naturalista. Atraída por un cierto irracionalismo contrario al optimismo científico, la producción literaria modernista vivió diferenciadamente ya sea en su narrativa como en su lírica. En la primera no pudo escapar a la tendencia dominante que fue el Naturalismo y en ese sentido se explica que la segunda generación para la novela naturalista sea llamada Modernista, por Goic. Entre las influencias irrenunciables de la corriente mayor, están, por ejemplo, la impasibilidad del narrador y el dinamismo del registro histórico. Entre las diferencias, la mirada más descreída respecto de la ciencia y una cierta perspectiva nostálgica y en mayor o menor grado, escapista del presente.
Romanticismo cuya vigencia se da entre los años 1820 a 1870 app. Como hicimos con el Neoclasicismo, intentemos explicar la dinámica interna de esta segunda tendencia. Marcada por un costumbrismo en su primer momento, de allí su nombre Generación Costumbrista de 1837, agota sus energías en la tarea de descripción de lugares y hechos con clara intención de exploratoria identidad o
Entender la tensión interna que se da en las generaciones o promociones literarias es fundamental para no explicar mecánicamente la dinámica de reemplazo entre ellas. Intentemos observar esto y tomemos, por ejemplo, el momento en que la 24
tendencia romántica domina la orientación político-cultural y el gusto de la incipiente y estrecha sociedad consumidora de arte y literatura, debilitando al neoclasicismo antecedente. Por un lado, habría que decir que la transición colonia república ha ido avanzando y la institucionalidad republicana conformándose gradualmente con diferencias en los distintos países; lo que hace ceder tanto la racionalidad escolástica como la abstracta y universalizante ideología del americanismo neoclásico que, para los pueblos latinoamericanos entonces, no podía sino ser sino una nebulosa sin fronteras, alimentada de emotivo continentalismo por la clase dirigente. Por otro lado y en la fase inicial de la conformación de las naciones, el americanismo entra en una segunda fase de su desarrollo coincidiendo con el fortalecimiento de las naciones y de los nacionalismos, contexto propicio para el desarrollo del romanticismo. Por otro lado, la consecuente anarquía que acompañó a esta tendencia y que tuvo distintos ritmos y duración en las repúblicas en formación, fue terreno fructífero para el desarrollo del pensamiento latinoamericano, el que todavía muy influido por el pensamiento europeo, expresó también un esfuerzo de conformación y consolidación de las identidades nacionales.
Cuadro comparativo y de síntesis de las propuestas historiográficas de Cedomil Goic y José Promis. Generaciones de la novela hispano-americana moderna.
Cedomil Goic.
Neoclasicismo Generaciones: De transición 1792. De Independencia 1807. Pre-romántica 1822.
Romanticismo Generaciones: Costumbrista 1837. Romanticismo social 1852. Realismo romántico 1867.
Podemos también observar esto al interior de la tendencia neoclásica en la que se da un momento inaugural dedicado fundamentalmente a las traducciones de obras europeas, fundamentalmente francesas, por la que nuestros intelectuales –todavía no propiamente escritores o narradores- aprenden el arte de novelar, luego un momento de madurez de la tendencia en la que se producen los mejores frutos (Bello, Fernández de Lizardi, Olmedo) para pasar a un tercer momento en el que se encuentran las aguas con la vertiente romántica en formación, debilitando la anterior.
Naturalismo Generaciones: Criollista 1882. Modernista 1897. Mundonovista 1912.
Programas narrativos para la novela chilena del siglo XIX.
José Promis.
Neoclasicismo - Afirma la inexistencia de una novela neoclásica en Chile, debido a la falta de una tradición narrativa.
Romanticismo Generación de 1842: Fundación de la literatura chilena. Se da una correspondencia con la evolución de la novela en el resto de la región latinoamericana.
Realismo/Naturalismo - Se da una correspondencia con la evolución de la novela en el resto de la región latinoamericana.
En las siguientes páginas se ofrece un artículo titulado Procesos y/o sucesos: Reflexiones sobre las historias de la literatura, de la autora de este manual. Los estudiantes podrán encontrar en él una reflexión sobre las historias de la literatura, observando básicamente su concepción como suceso o como proceso. Esto con el objeto de proponer una noción de literatura y de historia de la literatura fundamentalmente como proceso, no solo en la serie estética o literaria (generaciones, promociones, programas, movimientos, autores, obras, estilos, poéticas) sino como hecho social vinculado estrechamente a otros procesos que determinan -en parte- su génesis, desarrollo, continuidad, cambio y reemplazo. Los puntos abordados son:
En cierto modo, el profesor Goic lo afirma en su esquema historiográfico al estructurar cada tendencia en tres generaciones; no obstante ello creo necesario complementar la explicación de este dinámico fenómeno del cambio generacional, con información del contexto que incide en los cambios políticos y culturales. Sin tener en cuenta estos aspectos es difícil entender el reemplazo intergeneracional.
• Función(es) de las historias de la literatura. • Supuestos epistemológicos con los que se construyen las
historias de la literatura.
• Criterios de representatividad social de las historias:
historiografía, género y clase.
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• Modelos teóricos que han afectado el discurso historiográfico
No se trata ni de la defensa de un purismo o aislamiento cultural; insostenible, más aún hoy; ni de una fagotización o gururización del préstamo cultural que nos invisibilizaría como matriz cultural. Última reflexión ésta que ya tenían claro algunos de nuestros tempranos intelectuales como Andrés Bello, José Martí, Mercedes Cabello de Carbonera, Pedro Henríquez Ureña, Alejo Carpentier, y otros más recientes como Àngel Rama, Beatriz Pastor, Carlos Rincón, Mabel Moraña, Francoise Perús, Antonio Cornejo Polar, Néstor García Canclini, Noe Jitrik, por nombrar solo a algunos que se han ocupado de estas materias.
literario. • Sobre algunos esquemas historiográfico-literarios. • Algunas reflexiones sobre las historias de la literatura: sucesos o procesos. • Cuadro comparativo entre ambas concepciones historiográficas.
Función de las historias de la literatura. Las historias de la literatura cumplen una función primordial de ordenación de los momentos y procesos en que se produce tal o cual literatura. En ellas hay dos conceptos fundamentales imbricados que no conviene entender desde posturas esencialistas: me refiero a los conceptos de historia y de literatura. Al respecto ni el concepto de historia ni el de literatura ha sido uno y estable, sino sujeto, precisamente, como casi todo, a la dinámica histórica. Así los movimientos o tendencias pueden ser entendidos y explicados desde criterios esencialistas y homogeneizantes o desde su manifestación histórica y, por lo mismo, por definición, heterogénea. En el primer caso la muestra se focalizará en un corpus de obras que no alcanza a dar cuenta de la heterogeneidad social e ideológica de su contexto; en el segundo, será una evidencia de la pluralidad social y de los factores que la constituyen. Referencias fundamentales en estas materias son Antonio Cándido y Ana Pizarro (1985), entre otros.
Hagamos una revisión de nuestros procesos literarios y de sus denominaciones y caracterizaciones. Partamos por el Barroco que, comúnmente, se enseña solo en su dimensión estética y político-religiosa como el arte de la contrarreforma, olvidando que, en tanto resultante de un proceso de transculturación, el Barroco americano cobra características particulares, a veces incluso contrarias a la manifestación metropolitana. Así, el llamado Barroco de Indias, concepto acuñado por Mariano Picón Salas, o Barroco americano, sirvió tanto al gradual proceso de transición Colonia-República, como a la conformación del carácter híbrido y heterogéneo de nuestra cultura latinoamericana. (Bueno: 1996). También para transmitir principios religiosos, amenazados por las ideas de la Modernidad, como- y aquí radica lo paradójico- para contrariarlos y fortalecer las tendencias anticlericales que fueron gradualmente fortaleciéndose durante nuestro siglo de las luces. En efecto, el Barroco americano fue también vehículo para la transmisión de ideas independentistas por parte de los intelectuales ilustrados, para quienes la retórica de la máscara y el repliegue discursivo sirvió de instrumento republicano. Dogma y razón, dogma y razón americana, convivieron en una productiva tensión en él.
Agreguemos a lo anterior, el carácter marcadamente eurocéntrico con el que se han construido muchas de nuestras historias de la literatura latinoamericana. Así, al Barroco debe seguir el Neoclasicismo, y a éste el Romanticismo, Naturalismo, etc., categorías que responden en gran medida a procesos de otras literaturas con las que evidentemente tenemos vinculaciones culturales innegables, pero a las que a la vez agregamos particularidades desde los contextos latinoamericanos. Oportuno es decir aquí, por ejemplo que José Promis (1998), uno de los especialistas en literatura chilena, afirma que en Chile no hubo, en rigor, literatura en el periodo neoclásico porque no existía una tradición. Nuestra literatura nacional se iniciaría con el Romanticismo.
No es casual que uno de los historiadores de la literatura latinoamericana como Cedomil Goic (1972), nomine con consciente ambigüedad las primeras generaciones de nuestra novela moderna. Así a la generación de 1792 la llama la primera generación neoclásica; a la de 1807, la segunda generación neoclásica y, así, la de 1822 será la tercera generación neoclásica. Esto podría indicar que el contexto local -pobre culturalmente entonces- no aportó singularidades a esa literatura, por ello queda nombrada genéricamente y adscrita a una categoría artística e historiográfica elaborada más bien en el contexto europeo. El Romanticismo posterior tendrá, según el mismo autor, nominaciones particulares: costumbrismo, romanticismo social, realismo romántico.
“Por eso, en rigor no puede hablarse de una literatura neoclásica chilena. Los textos que se producen aisladamente no alcanzan a producir una tradición sostenida conscientemente”. (Promis: 1995:34)
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sujetos participantes. Es así como la producción literaria de autoría femenina quedaba muchas veces -cuando estaba incorporada- en un capítulo aparte, anexo o apéndice; es decir, disociada del proceso mayor de la producción literaria nacional. ¿Qué implicancias tiene este criterio historiográfico-epistemológico? ¿Qué las autoras están en un lugar otro, desvinculado del proceso mayor de la cultura?, ¿Qué su obra no tiene la valía suficiente? ¿Qué los historiadores de una respectiva literatura no conocen a las autoras? ¿Qué el “olvido ideológico los ha llevado a omitirlas? La/el estudiante podrá agregar aquí otras preguntas, formular hipótesis, etc.
Agreguemos por último que dependiendo de la concepción de literatura que se tenga, sus funciones también variarán. Si la concebimos como hito o suceso bastará entonces ubicar la obra en una determinada tendencia con sus respectivas características; si, en cambio, la entendemos como proceso, sus funciones exceden las exigencias estrictas de la serie literaria para constituirse en dispositivos plurisignificativos de la serie social. Es en esta última concepción que se han estimado grandes obras de la literatura como La Ilíada, La Odisea, La Divina Comedia, Don Quijote de la Mancha, Hamlet, Rojo y negro, Crimen y castigo, La metamorfosis, Cien años de soledad, Los miserables, El señor presidente.
Lo cierto es que cuando se afirma la inexistencia de novelas chilenas -por elegir un género- de autoría femenina en un periodo determinado, por ejemplo 1860- 1920, se está dando cuenta de un inexcusable desprolijidad académica e investigativa, esto porque en dicho periodo se han escrito más de 50 novelas por autoras nacionales y se han publicado en las mismas editoriales que las de autoría masculina. ¿Qué decir entonces?
Supuestos epistemológicos con los que se construyen las historias. Otro problema teórico-crítico oportuno e interesante de abordar al hablar de las historias de la literatura son los supuestos epistemológicos con el que se construyen. Hay historias que siguen las categorías de las historias europeas; así tenemos para el periodo moderno las tres o cuatro grandes tendencias: Neoclasicismo, Romanticismo, Naturalismo y Modernismo. Esto en parte es válido por la historia de dependencia cultural con la que se desarrollaron las colonias desde la llegada de los españoles. Pero también es cierto que por la dinámica de la apropiación cultural los productos metropolitanos al llegar a tierras americanas experimentaron necesariamente una mutación, la que empieza a ser estudiada en la segunda mitad del siglo XX, cuando se da también un clima de apertura teórica y crítica alentado por la reedición de un latinoamericanismo que toma sus energías tanto de la maduración del proyecto literario desarrollado por las generaciones literarias del periodo como por la revolución cubana que irradia una política cultural también de radio continental.
Otro problema que podemos agregar a este fenómeno es el de los criterios de representatividad social de las historias, (Abad:1994) porque éstas han sido construidas con una muestra fundamentalmente androcéntrica, centralista y letrada, es decir, atendiendo a las características de ese universo de obras. Las consecuencias de esto es que la incorporación de las obras de autoría femenina, provinciana o popular quedan, muchas veces, forzada, se siente casi como un cumplimiento políticamente correcto, lo que es una condescendencia por partida doble. Los rasgos que caracterizan las obras de autoría femenina, que en caso alguno son esenciales y unívocos, no calzan o calzan poco con los construidos por el historiador. Aquí conviene nombrar a algunas autoras que -aunque mencionadas en algunas historias de la literatura latinoamericana o chilena estudiadas en la actualidad- han sido incorporadas muy inorgánicamente en ellas:
Criterios de representatividad social de las historias: Historiografía, género y clase. Oportuno es mencionar también el problema de las historias de la literatura y la representatividad de sus muestras desde la variable de género. (Prado:1992). Con esto anticipo la relación problemática entre historiografía y género, por ejemplo. Hasta no hace muy poco, la producción literaria de autoría femenina no estaba o estaba muy insuficientemente incluida en las historias de la literatura. Esto podría deberse al llamado “olvido ideológico”, vale decir a un olvido más o menos involuntario que traducía internalizaciones sociales profundas respecto del campo cultural e intelectual y de sus
Mercedes Marín del Solar, Flora Tristán, Juana Manuela Gorriti, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Rosario Orrego, Clorinda Matto, Soledad Acosta de Samper, Laura Méndez, Mercedes Cabello, Dolores Veintemilla, Teresa de la Parra, Inés Echeverría, Mariana Cox y muchas otras.
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“La crítica marxista puede explicarnos por qué Valery fue un pequeño burgués, pero no puede explicarnos por qué todos los pequeños burgueses no son Valery”.
Para finalizar estos artículos que quiere invitar -a quienes se interesen- a debatir sobre estas materias, agreguemos un desafío más: cómo pensar las historias de la literatura hoy, en un escenario cultural, artístico y literario caracterizado por la dispersión teórica, heterogeneidad y multiplicidad discursiva, problematización del canon. Por último, la pertinencia de la pregunta por el objeto de estas historias, ¿será éste el proceso en el que se producen las obras o textos?, ¿serán las obras o textos en la autonomía de sus principios constructivos? ¿serán las obras o textos en una inscripción de relativa autonomía respecto de sus procesos de producción?
Con esto, ni Sartre ni García Canclini pretendían una vuelta a aproximaciones idealistas o esencialistas de la literatura, tampoco aceptaban las concepciones reduccionistas de una cierta sociología de la literatura.
Sobre algunos esquemas historiográfico-literarios.
Modelos teóricos que han afectado el discurso historiográfico literario.
Es conveniente que los/as estudiantes conozcan algunas lógicas y mecanismos de construcción de las historias de la literatura.
En forma muy sintética digamos que en los últimos 60 años, se pueden mencionar tres: el estructuralismo, la sociología literaria y el postestructuralismo y sus derivadas vertientes; cada uno de ellos se enfrentó a la pregunta por el objeto de estudio de la literatura y de las historias de la literatura.
Tomaremos, como ejemplo, la Historia de la novela hispanoamericana de Cedomil Goic, publicada en la década del 70, por ser una de las primeras historias que se construye desde lo que podríamos llamar un enfoque estructuralista, que vino a superar tanto las aproximaciones histórico-biográficas altamente especulativas con que se abordaban estas materias con anterioridad, como un exceso de explicación protohistórica y protosociológica que las desperfilaba de su área disciplinaria.
El Estructuralismo, con la funcionalidad que tuvo en el sentido de querer superar las aproximaciones de corte biográfico-historicista hasta entonces vigentes, hizo aportes sustantivos en la determinación y focalización del objeto, pero significó también una atomización de los estudios literarios, provocando un efecto de aislamiento de su carácter vinculante con la serie social.
En el caso de Goic, toma el concepto de generación usado por Ortega y Gasset y lo aplica a un género, la novela. Cada tendencia, escuela o sensibilidad se organiza en un periodo de 45 años y contiene en ella tres generaciones de 15 años cada una. Los conceptos ejes que organizan cada generación están dados por factores externos e internos y son:
Asimismo, una cierta y temprana sociología de la literatura, intentando también superar los estudios histórico biográficos, altamente especulativos de nuestra primera historiografía literaria, diluyó toda especificidad al discurso literario, relevándolo únicamente a su manifestación social.
a.- La fecha de nacimiento de los/as autores. Lo que supone la idea de una relativa comunidad histórica de experiencias, valores, gustos, etc, que justificaría en parte su agrupación.
El postestructuralismo de los 80 y 90 parece haber encontrado un punto de equilibrio entre factores textuales y contextuales, dando cuenta del fenómeno literario tanto en su dimensión poética como social.
b.- La gestación de la generación. Es decir la conformación de la generación, si no la agrupación programática de los autores, una tendencia y coincidencia de temas, estilos y rasgos, en sus obras.
En este último aspecto, Néstor García Canclini (1979), importante crítico cultural y literario, incorporaba una cita de Sartre, para mostrar precisamente el momento de inflexión entre las aproximaciones sociológicas y las inmanentistas.
c.- Aquí estamos frente al fenómeno manifiesto de obras publicadas y actividades asociadas a ello: comunidad lectora, comentarios críticos, estudios de obra, etc.
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Antonio Cándido y Ana Pizarro ya mencionados, Magda Zavala, Rafael Gutiérrez Girardot, Manuel Maldonado. En la siguiente cita, este último explica con claridad la trabazón orgánica entre literatura, historia e historiografía.
Agreguemos a lo anterior que hay historias continentales o más precisamente, regionales e historias nacionales. Ya hemos indicado la conveniencia de leer simultáneamente ambas historias precisamente para ver los puntos coincidentes que darían rasgos más globales de nuestras literaturas latinoamericanas, como los particulares de cada nación, que seguramente estarán entroncados con las historias de las culturas nacionales.
“Si aceptamos que la literatura es un fenómeno social complejo enraizado en unas circunstancias históricas determinadas, cuya especificidad no es universal ni intemporal, habría que admitir también que en el caso de la historia de la literatura su dominio o campo de estudio no podría determinarse tomando como fundamento algún tipo de propiedades intrínsecas, sino que tendría que fijarse sobre la base de la consideración de las normas y circunstancias socioculturales vigentes en la sociedad que conceptúa un determinado fenómeno como literario”. (Maldonado: 2006).
Panorama histórico de la literatura argentina de Noé Jitrik (2009) podría ejemplificar un texto en el que literatura e historia encuentran su punto de equilibrio. Por otro lado La Historia de la literatura latinoamericana en dos tomos del uruguayo Enrique Anderson Imbert se construye desde una perspectiva continental, abarcando todos los periodos y géneros. Es útil como esquema organizador de procesos y tiene un carácter más enciclopédico y de divulgación de autores, obras y tendencias; además de relacionar la serie filosófica con la histórica y literaria, aunque sin extenderse en profundidad en ello. Una reflexión sobre los conceptos medulares de nuestro tema de reflexión puede encontrarse en Literatura e historia (1997) de Francoise Perús.
Así como hay variadas conceptualizaciones de la historiografía literaria, dependiendo en parte del concepto de literatura, hay también diversos criterios para su construcción: historias regionales y nacionales, historias por movimientos o escuelas, historias por géneros. Respecto del primer criterio, es siempre conveniente su mutua imbricación; es decir, hacer una lectura cruzada entre las historias continentales y regionales. También tener en cuenta que los géneros tienen sus contextos de producción, obedecen a sensibilidades parcialmente compartidas, lo que no significa una argumentación en defensa de una historiografía excesivamente particularista o diseminada, como tampoco de una excesivamente general y abarcadora. Dependiendo del nivel de complejidad de la explicación que damos, conviene focalizarse más en unos u otros. En los niveles de pregrado, una panorámica es necesaria para organizar mentalmente el escenario; en los niveles de postgrado conviene focalizarse y profundizar en líneas, problemáticas, autores, etc, sin perder jamás la dimensión procesual.
Algunas reflexiones sobre las historias de la literatura Suele enseñarse la historia de la literatura como una sumatoria de hitos: escuelas, tendencias, estilos, a las que se adscribe(n) un número determinado de autores y obras. Esta aproximación del fenómeno se hace desde el concepto de hito o suceso, vale decir de una sucesión de hechos, (autores, estilos, obras) que aparecen en el escenario literario de un momento determinado, se adscriben más o menos cómodamente en una tendencia hasta que ésta pierde vigencia, se debilita y es reemplazada por otra. En efecto, la historia literaria tiene su manifestación más concreta y fenomenológica en un corpus de obra; es, suceso, en este sentido, pero también es proceso. Sin este segundo elemento no se la puede comprender en profundidad, porque en su dimensión procesual está el dinamismo que la define como tal.
Suele enseñarse la literatura como un listado de nombres y obras que se adscriben sin mayor explicación a movimientos y sensibilidades determinadas. Así, José Victorino Lastarria o José María Heredia o Mercedes Marín del Solar, quedan adscritos al movimiento romántico, sin que medien fundamentales diferencias en el modo como asumen dicha sensibilidad, en su condición de intelectual incumbente, romántico todavía en enclave colonial y mujer en el despertar republicano, respectivamente.
La pregunta por el objeto de la historiografía literaria no ha encontrado hasta hoy una respuesta satisfactoria. Porque ¿cuál es el objeto de ella? claramente no son sólo las obras literarias o, mejor dicho, son parcialmente las obras literarias en su proceso de desarrollo diacrónico integrado con la serie social y cultural. Algunos de los estudiosos de estas materias que han hecho aportes al campo de estudio son Beatriz González-Stephan, Walter Mignolo,
Una historia como proceso explica las fases de declinación de las tendencias, así como de conformación de la venidera. Y, más importante aún, observa en los escenarios de transición síntomas del cambio que se gesta. Un buen ejemplo de esto podemos verlo en la llamada generación Mundonovista, de fines de nuestra 29
literatura latinoamericana moderna. Como generación de frontera entre un sistema y otro (el moderno y el contemporáneo) sus rasgos son sincréticos, acumulativos y disyuntivos a la vez. La generación antecesora, la modernista, le ha legado un cierto gusto por la dimensión irracional de la existencia y de la realidad; la criollista anterior le ha dejado la tarea de no abandonar los ámbitos locales, los entornos americanos y nacionales, una insistencia en lo rural que irá perdiendo fuerza. Esta generación mundonovista que hemos tomado como ejemplo vive la tensión entre el sistema moderno que se agota y el contemporáneo en proceso de conformación. Así, es una generación que insiste en los temas de la tierra, el indio, el negro, pero que se abre a nuevas perspectivas de aproximación a ellos, perspectivas que no se riñen con ciertas dimensiones irracionales de la realidad o, mejor dicho, con nuevas racionalidades del mundo latinoamericano.
un entendido vinculante con la serie social en la que se inscribe. A modo de ejemplo, el Modernismo literario no podría entenderse en profundidad sin mencionar los fenómenos de modernización societal y económica acaecidos en las sociedades latinoamericanas a fines del siglo XIX; lo mismo las vanguardias, sin entender la crisis epistemológica con la que se inicia el siglo XX. Pero a esta perspectiva no le es posible obviar el hito o suceso (Darío/ Modernismo, por ejemplo) porque es en definitiva su terreno de análisis técnico. Podrá dialogar con la historia, la filosofía y otras disicplinas, pero su registro es poético y esto le da una especificidad disciplinaria ineludible de atender. Asimismo, la historia literaria que se concibe, enseña y explica como suceso desarrollará una cadena explicativa únicamente en la serie literaria: autores, obras, movimientos, tendencias, estilos, poéticas, etc.) pero no podrá explicar la incidencia que factores sociales e históricos pueden tener en la génesis, desarrollo y debilitamiento de tal o cual obra o tendencia.
Me atrevería a afirmar que no es sino hasta la literatura latinoamericana contemporánea cuando América latina emerge con mayor profundidad y autenticidad en nuestra literatura. Esta última generación de frontera es la que evidencia síntomas contradictorios que tienen que ver con un momento de descolonización de la historia de nuestra región latinoamericana.
De suerte que una perspectiva equilibrada de ambas concepciones ofrecerá explicaciones más complejas, profundas y, más importante aún, más fieles a la realidad tanto histórica como poética.
Mirado desde una perspectiva procesual, podríamos aventurar la idea de que es en esta generación mundonovista cuando se gesta el fenómeno posterior llamado “Realismo mágico”, porque es en ella cuando comienzan a acogerse las particularidades antropológicas y culturales de nuestro mundo, profundamente marcadas por su sincretismo religioso, por las lógicas del mundo indio , negro, mulato, campesino, que poco tuvieron que ver con las matrices de la ilustración positivista y sus concepciones del tiempo y de la historia.
Cuadro comparativo entre ambas concepciones historiográficas.
Digamos, finalmente, que los hitos o sucesos aportan el dato cuantitativo, el terreno más concreto de prueba de las afirmaciones teóricas o historiográficas. En los textos debemos encontrar operando la tensión anunciada. Un texto de frontera debiera evidenciar en su discurso su condición de tal. Así, una reflexión sobre la historia, sobre la historia literaria, como suceso y proceso, nos permitirá una comprensión más profunda y compleja de los textos y sus contextos. De lo dicho podemos concluir que las conjunciones copulativa (y) y adversativa (o) presentes en el título de este apartado sobre historiografía literaria, anticipan en parte las conclusiones del tema en reflexión. La historia literaria que se concibe, enseña y explica como proceso desarrollará en el estudiante una visión y 30
La historia de la literatura como proceso
La historia de la literatura como suceso o hito
- Explica su manifestación como proceso, es decir las causas de su génesis, desarrollo, debilitamiento y superación.
- Explica su manifestación como suceso/ hito, es decir a partir de la emergencia de una promoción literaria, la publicación de obras y la circulación y recepción crítica de las mismas.
- Explica sus manifestaciones desde una concepción más integral del fenómeno, dentro de la serie social.
- Explica sus manifestaciones desde un corpus de obras y autores, dentro de la serie literaria.
- Explica sus manifestaciones desde una concepción más integral del fenómeno, dentro de la serie social.
- Explica sus manifestaciones desde un corpus de obras y autores, dentro de la serie literaria.
La historia de la literatura como proceso
La historia de la literatura como suceso o hito
Algunos de los conceptos fundamentales son: - Explicación estructural. - Campo cultural. - Constitución diálectica. - Generación de frontera. - Transición. - Hibridez estilística.
Algunos de los conceptos fundamentales son: - Tendencia. - Generación. - Autores. - Obras. - Estilos. - Géneros literarios.
- Construye sus explicaciones desde una matriz vinculante con disciplinas afines: historia, filosofía. Así, por ejemplo, el Neoclasicismo no se comprende en profundidad sin la filosofía de la Ilustración y las gestas de Independencia; lo mismo el Naturalismo sin el Positivismo y los procesos de industrialización y apertura del mundo latinoamericano.
- Construye sus explicaciones desde una matriz centrípeta, es decir dentro de la serie literaria. Así, por ejemplo, al Neoclasicismo lo reemplaza el Romanticismo por rechazo de concepción literaria, autores y obras y a éste el Naturalismo por igual rechazo.
- Desde el punto de vista de la enseñanza de la historiografíaliteraria, la concepción de proceso ofrecerá al estudiante una explicación, integral, vinculante, en la que no está ausente el hito o suceso, por cuanto éste es el campo de prueba.
- En este punto, la concepción de suceso o hito, generará en el estudiante una explicación aislada, cuyo eslabón vinculante es una determinada obra o autor, no un proceso social y cultural en el que se inscribe dicha obra o autor.
- Tal vez, la afirmación de Noé Jitrik “Todo lo que pasa en la sociedad pasa en el lenguaje”, ilustra con claridad la mutua imbricación de literatura y sociedad e historia.
- La afirmación que correspondería o equivaldría en esta columna es que los elementos del mundo literario que están imbricados pertenecen a la serie estéticopoética: estilos, poéticas, figuras retóricas, acontecimientos, espacios y personajes, etc.
El texto literario puede ser un muy buen terreno de observación y estudio de fenómenos que exceden lo estrictamente estético. El texto literario puede dar cuenta de su contexto, sin desconocer su registro fundamentalmente poético.
De lo dicho podemos concluir que las conjunciones copulativa y adversativa y/o presentes en el título de este apartado sobre historiografía literaria, anticipan en parte las conclusiones del tema en reflexión. La historia literaria que se concibe, enseña y explica como proceso desarrollará en el estudiante una visión y un entendido vinculante con la serie social en la que se inscribe. A modo de ejemplo, el Modernismo literario no podría entenderse en profundidad sin mencionar los fenómenos de modernización societal y económica acaecidos en las sociedades latinoamericanas a fines del siglo XIX; lo mismo las vanguardias, sin entender la crisis epistemológica con la que se inicia el siglo XX. Pero a esta perspectiva no le es posible obviar el hito o suceso (Darío/ Modernismo, por ejemplo) porque es en definitiva su terreno de análisis técnico. Podrá dialogar con la historia, la filosofía y otras disicplinas, pero su registro es poético y esto le da una especificidad disciplinaria ineludible de atender. Asimismo, la historia literaria que se concibe, enseña y explica como suceso desarrollará una cadena explicativa únicamente en la serie literaria: autores, obras, movimientos, tendencias, estilos, poéticas, etc. pero no podrá explicar la incidencia que factores sociales e históricos pueden tener en la génesis, desarrollo y debilitamiento de tal o cual obra o tendencia. De suerte que una perspectiva equilibrada de ambas concepciones ofrecerá explicaciones más complejas, profundas y, más importante aún, más fieles a la realidad tanto histórica como poética.
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Jitrik, Noé. Producción literaria y producción social. Editorial Sudamericana, 1975. 32
¿Qué a ti, silvestre ninfa, con las pompas de dorados alcázares reales? ¿A tributar también irás en ellos, en medio de la turba cortesana, el torpe incienso de servil lisonja? No tal te vieron tus más bellos días, cuando en la infancia de la gente humana, maestra de los pueblos y los reyes, cantaste al mundo las primeras leyes. No te detenga, oh diosa, esta región de luz y de miseria, en donde tu ambiciosa rival Filosofía, que la virtud a cálculo somete, de los mortales te ha usurpado el culto; donde la coronada hidra amenaza traer de nuevo al pensamiento esclavo la antigua noche de barbarie y crimen; donde la libertad vano delirio, fe la servilidad, grandeza el fasto, la corrupción cultura se apellida. Descuelga de la encina carcomida tu dulce lira de oro, con que un tiempo los prados y las flores, el susurro de la floresta opaca, el apacible murmurar del arroyo transparente, las gracias atractivas de Natura inocente, a los hombres cantaste embelesados; y sobre el vasto Atlántico tendiendo las vigorosas alas, a otro cielo, a otro mundo, a otras gentes te encamina, do viste aún su primitivo traje la tierra, al hombre sometida apenas; y las riquezas de los climas todos América, del Sol joven esposa…”
Autores/as y lecturas fundamentales por periodo y género literario unque anterior a estas polémicas, conviene conocer algunos autores y textos algo distantes en el tiempo, fundamentales y fundacionales del espíritu cívico y americanista. Nos referimos a Alocución a la poesía de Andrés Bello, La carta de Jamaica de Simón Bolívar, De la influencia de los escritos luminosos para la suerte de la humanidad de Fray Camilo Henríquez, el Discurso de inauguración de la Sociedad literaria de Santiago de José Victorino Lastarria, José Faustino Sarmiento y Nuestra América de José Martí:
A
Alocución a la poesía. Fragmento de un poema titulado “América” Andrés Bello. 16
(Caracas, Venezuela, 1781- Santiago de Chile, 1865).
“Divina Poesía, tú de la soledad habitadora, a consultar tus cantos enseñada con el silencio de la selva umbría, tú a quien la verde gruta fue morada, y el eco de los montes compañía; tiempo es que dejes ya la culta Europa, que tu nativa rustiquez desama, y dirijas el vuelo adonde te abre el mundo de Colón su grande escena. También propicio allí respeta el cielo la siempre verde rama con que al valor coronas; también allí la florecida vega, el bosque enmarañado, el sesgo río, colores mil a tus pinceles brindan; y Céfiro revuela entre las rosas; y fúlgidas estrellas tachonan la carroza de la noche; y el rey del cielo entre cortinas bellas de nacaradas nubes se levanta; y la avecilla en no aprendidos tonos con dulce pico endechas de amor canta.
Andrés Bello. (Caracas, Venezuela, 1781- Santiago de Chile, 1865)
16 Bello, Andrés. «América». Alocución a la poesía.(1993) Rescatado en 27 de septiembre de 2016
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En cuanto á la heroica y desdichada Venezuela sus acontecimientos han sido tan rápidos y sus devastaciones tales, que casi la han reducido á una absoluta indigencia y á una soledad espantosa; no obstante que era uno de los mas bellos países de cuantos hacían el orgullo de la América. Sus tiranos gobiernan un desierto, y solo oprimen á tristes restos que, escapados de la muerte, alimentan una precaria existencia: algunas mugeres, niños y ancianos son los que quedan. Los mas de los hombres han perecido por no ser esclavos, y los que viven, combaten con furor en los campos y en los pueblos internos, hasta expirar ó arrojar al mar á los que, insaciables de sangre y de crímenes, rivalizan con los primeros monstruos que hicieron desaparecer de la América á su raza primitiva. Cerca de un millón de habitantes se contaba en Venezuela; y sin exajeracion se puede asegurar que una cuarta parte ha sido sacrificada por la tierra, la espada, el hambre, la peste, las peregrinaciones, excepto el terremoto, todos resultados de la guerra.
Carta de Jamaica. Simón Bolívar (Caracas, Venezuela, 1783- Colombia, 1830). 17
“... Porque los sucesos hayan sido parciales y alternados, no debemos desconfiar de la fortuna. En unas partes triunfan los independientes, mientras que los tiranos en lugares diferentes, obtienen sus ventajas, y ¿cuál es el resultado final? ¿no está el Nuevo Mundo entero, conmovido y armado para su defensa? Echemos una ojeada y observaremos una lucha simultánea en la misma extensión de este hemisferio. El belicoso Estado de las provincias del Río de la Plata ha purgado su territorio y conducido sus armas vencedoras al Alto Perú, conmoviendo á Arequipa, é inquietado á los realistas de Lima. Cerca de un millón de habitantes disfruta allí de su libertad.
En Nueva España había en 1808, según nos refiere el Baron de Humboldt, 7.800,000 mil almas con inclusión de Goatemala. Desde aquella época, la insurrección que ha ajitado á casi todas sus provincias, ha hecho disminuir sensiblemente aquel cómputo que parece exacto; pues mas de un millón de hombres han perecido, como lo podrá U. ver en la exposicion de Mr. Walton que describe con fidelidad los sanguinarios crímenes cometidos en aquel opulento imperio. Allí la lucha se mantiene á fuerza de sacrificios humanos y de todas especies, pues nada ahorran los españoles con tal que logren someter á los que han tenido la desgracia de nacer en este suelo, que parece destinado á empaparse con la sangre de sus hijos. A pesar de todo, los mejicanos serán libres, porque han abrazado el partido de la patria, con la resignación de vengar á sus pasados ó seguirlos al sepulcro. Ya ellos dicen con Reynal: llegó el tiempo en fin, de pagar á los españoles suplicios con suplicios y de ahogar á esa raza de exterminadores en su sangre ó en el mar.
El reino de Chile, poblado de ochocientas mil almas, está lidiando contra sus enemigos que pretenden dominarlo; pero en vano, porque los que ántes pusieron un término á sus conquistas, los indómitos y libres araucanos, son sus vecinos y compatriotas; y su ejemplo sublime es suficiente para probarles, que el pueblo que ama su independencia, por fin lo logra. El virreinato del Perú, cuya población asciende á millón y medio de habitantes, es sin duda el mas sumiso y al que mas sacrificios se le han arrancado para la causa del rei, y bien que sean vanas las relaciones concernientes á aquella porción de América, es indubitable que ni está tranquila, ni es capaz de oponerse al torrente que amenaza á las mas de sus provincias.
Las islas de Puerto Rico y Cuba, que entre ambas pueden formar una población de 700 á 800,000 almas, son las que mas tranquilamente poseen los españoles, porque están fuera del contacto de los independientes. Mas, ¿no son americanos estos insulares? ¿No son vejados? ¿No desearán su bienestar?
La Nueva Granada, que es por decirlo así, el corazón de la América y obedece á un gobierno general, exceptuando el reino de Quito que con la mayor dificultad contiene sus enemigos, por ser fuertemente adicto á la causa de su patria; y las provincias de Panamá y Santa Marta que sufren, no sin dolor la tiranía de sus señores. Dos millones y medio de habitantes están esparcidos en aquel territorio que actualmente defienden contra el ejército español bajo el general Morillo, que es verosímil sucumba delante de la inexpugnable plaza de Cartagena. Mas si la tomare será á costa de grandes pérdidas, y desde luego carecerá de fuerzas bastantes para subyugar á los morijeros y bravos moradores del interior. 17
Este cuadro representa una escala militar de 2.000 leguas de longitud y 900 de latitud en su mayor extensión en que 16.000,000 de americanos defienden sus derechos ó están oprimidos por la nación española que aunque fué en algun tiempo el mas…”
CARTA DE JAMAICA (Kingston, Jamaica, 06 de Septiembre de 1815)Este documento fue conocido originalmente como «Contestación de un americano meridional a un caballero de esta Isla», el cual fue escrito por Simón Bolívar en Kingston; dirigido a un ciudadano inglés, identificado tiempo después como Henry Cullen. La idea central del documento es la exposición de las causas y razones que justifican la decisión de los «españoles americanos» de independizarse; y además, tenía como propósito, llamar la atención de la nación más poderosa del mundo, en el siglo XIX, Inglaterra, con el objetivo de lograr la cooperación de dicha potencia, en la gesta americana. 34
Fray Camilo Henríquez. (Valdivia 1769 - Santiago 1825). Editor de La aurora de Chile, primer periódico que circuló en Chile (1812).
esposas ; pero se han llamado en la sesión de las cortes de 2 de Abril, invención de las más horribles é infames, que han imaginado los hombres.,, Jamás pues es perdido lo que escriben los amigos de la humanidad. La gran masa de luces esparcidas en ambos mundos, los clamores de los sabios no han de ser ineficaces. Espárzanse verdades útiles; sus semillas son immortales, vendrá tiempo en que broten.
Es preciso ilustrar al pueblo Camilo Henríquez postula que los hombres cambian y que el “estado social es susceptible de mejorarse y perfeccionarse”, frente a lo cual agrega: “Las ciencias tratadas en latín es el mayor obstáculo que puede ofrecerse no solo á su difusión, sino también á su perfección. De aquí es que la ilustración es mas general en los países que han desterrado esta practica bárbara”.
Es cierto que las mejoras de la sociedad no han correspondido aun al número de hombres sabios que han florecido, ni á la copia de libros luminosos, que se han publicado, pero antes de ellos era más infeliz la suerte de la humanidad. No siempre los que administraban los negocios públicos leyeron aquellos libros; á las veces en lugar de seguir aun de lejos los progresos de la razón, ellos eran los que estaban más envueltos en preocupaciones. Los hombres, decía Platón, fueran felices, si los filósofos imperasen, ó fuesen filósofos los emperadores. Este caso fue raro, pero cuando llegó á realizarse, los pueblos fueron menos infelices, y los governantes fueron el amor y las delicias del género humano.
Ensayo. Camilo Henríquez
De la influencia de los escritos luminosos sobre la suertede la humanidad.
Las obras sabias necesitan hallar en los pueblos una disposición feliz. De qué sirve escribir, si la barbarie es tan grande, que no hay quien lea? Entonces la marcha de las luces se retarda, y el día dista mucho de la aurora. La ilustración debe hacerse popular, pero las instituciones antiguas fueron bien contrarias á la difusión de las luces. Las ciencias tratadas en latín es el mayor obstáculo que puede ofrecerse no solo á su difusión, sino tambien á su perfección. De aqui es que la ilustración es más general en los países que han desterrado esta práctica bárbara.
Por el descubrimiento sucesivo de las verdades en todo género salieron los hombres de la barbiere, y del inmenso océano de infortunios que siguen à la ignorancia y preocupaciones. Este gran resultado presenta el examen de la sociedad en las diferentes épocas de la historia. El estado social es susceptible de mejorarse y perfeccionarse: los hombres no son siempre los mismos: duros, insensibles, tiranos unos de otros en los siglos de ignorancia, sus leyes, y costumbres respiran opresión y sangre. Sensibles y humanos en tiempos más cultos, desechan con horror aquellas leyes y costumbres. No es esta una gran ventaja, aunque gima la sociedad bajo males de otro género? Apenas hay siglo, apenas hay un periodo en la duración de los cuerpos políticos, en que no pueda repetirse la expresión familiar de un filosofo del siglo pasado: todo no está bueno, pero á lo menos está mejor que antes.,, Se han conocido muchos errores, se há palpado el absurdo de algunos principios políticos, que caracterizaban á algunos gabinetes ; pero el primer paso para corregir los yerros es conocerlos. Llegará tiempo en que se averguencen los hombres de la insensatez; de los absurdos de sus antepasados bajo muchos respectos.
El método escolástico, los planes de estudio de las escuelas, los óbices que ha encontrado la vulgarización de los libros útiles, han influido poderosamente en el atraso de las letras. Es también cierto que la razón se adelanta y desenvuelve en los pueblos con lentitud: que las letras tienen su infancia: que las facultades de imaginación se perfeccionan antes que las de pensamiento, observación y cálculo ; y que la sana política, y la buena legislación son el último resultado de nuestras reflexiones. Feliz el pueblo, que tiene poetas, á los poetas seguirán los filósofos; á los filósofos los políticos profundos. Desventurado el pueblo donde estén en un sopor continuo, y letárgico la imaginación y el pensamiento! La razón se hallaba agobiada bajo el peso enorme de preocupaciones antiquísimas: mil pueblos se habían extinguido, habían desaparecido generaciones sin número, pero sus preocupaciones habían escapado à los estragos del tiempo, y sobrevivían al trastorno de todas las cosas. ¿Cuánto hubo que trabajar para despejar la razón, para disipar aquellas tinieblas que empezaron à extenderse desde el siglo V. y que en el X. envolvieron
La verdad es siempre ùtil, el que la revela á los pueblos les hace un beneficio inapreciable. Las pruebas de agua y fuego se usaron antiguamente, se conoció su barbaridad, y fueron abolidas. Se les sustituyó la tortura ; se escribió contra ella, y se abandonó con horror. Se hizo uso de varios apremios ilegales, se usó de las 35
al mundo en una noche tan densa como melancólica? Apenas quedó en él algún asilo à las Musas: todo fué abandonado al ocio de la razón, a la injusticia, à los horrores de la guerra. Se acogieron a los monasterios solidarios; pero si el espíritu belicoso de aquellos siglos atroces trato con algún respeto aquellos venerables asilos, se atrevió à invadirlos la filosofía escolástica, obra de loa comentadores de Aristóteles. Se impuso un nuevo y odioso yugo à la razón; las sombras se hicieron más densas. *
Discurso de incorporación de José Victorino Lastarria a una sociedad de literatura de Santiago. 3 de mayo de 1842 Los miembros de la Sociedad. Quandnous ne sommes plus, notre ombre a des autels, Oùle juste avenir prépare à ton génie Des honneurs inmortels. Lamartine.
Discurso. José Victorino Lastarria
Parece que el largo ocio la hubiese debilitado ; ella en efecto es más débil, cuando se abandona à su natural pereza : se fortifica con el uso de sus facultades. Necesita de apoyos para sostenerse. Los encontró desde luego en el estudio de las ciencias exactas, ciencias que acostumbran el entendimiento al método, à buscar la demostración, y que le comunican solidez, y profundidad. Ellas se hicieron el poderoso instrumento de la razón humana, y la admiración y delicia de los grandes genios. El espíritu humano levantado por estas ciencias, y admitido à los misterios más recónditos de la naturaleza, después de pesar las inmensas aguas del océano, averiguado el tamaño, la distancia, y el movimiento de los planetas, siguiéndolos en sus brillantes caminos, calculando sus fases, y aun prediciendo el rédito de los cometas, se aplicó à la ciencia que tanto interesaba à la felicidad pública, emprendió al estudio de la política y de la legislación. Desde entonces volvió à cultivarse la sublime ciencia de hacer felices à las naciones. Desde entonces volvió à conocerse, que la fortuna de los Estados es inseparable de la de los pueblos, y que para hacer à los pueblos, felices es preciso ilustrarlos.
“Señores: Al presentarme por primera vez ante vosotros, me siento profundamente conmovido por la sincera gratitud que encendisteis en mi pecho, al señalarme como uno de vuestros compañeros, con el honroso título de Director de vuestra Sociedad; pero esta conmoción es algo más que de gratitud, no debo ocultároslo; es también de temor, de vergüenza, porque no me siento bastante fuerte para soportar en mis sienes el laurel que me habéis echado: lo digo sin afectación. Todo lo espero del entusiasmo que ha despertado en mí vuestra dedicación, tan digna de elogio, tan nueva entre nosotros. Sí, señores, vuestra dedicación es una novedad, porque os conduce hasta formar una academia para poner en contacto vuestras inteligencias, para seros útiles recíprocamente, para manifestar al mundo que ya nuestro Chile empieza a pensar en lo que es y en lo que será. En efecto, el ruido de las armas ha cesado en nuestro suelo, la anarquía desplegó sus alas espantosas y salvó los Andes; la paz coronada de fresca oliva ha venido en su lugar, y bajo su amparo ha despertado nuestra amada patria del letargo en que la dejó el violento esfuerzo que hizo para sacudir el yugo y presentarse triunfante a la faz de las naciones. Me parece que la veo echar ahora una mirada de dolor a lo pasado, y dar un hondo suspiro al no encontrar más que cadenas destrozadas en un charco de sangre, y un espantoso precipicio, del cual se ve libre como por encanto; la oigo decir: “Ya llegó el tiempo en que debo hacerme digna del puesto que ocupo, pero no podré afianzarme, la sangre de mis hijos estará siempre humeante, atestiguando que nada he hecho para aprovechar su sacrificio, si no ciego esa hondonada que se desprende a mis plantas”; ahí está la ignorancia, cien bocas abre para mí, debo aniquilarla, soterrarla para siempre.
* La naturaleza de este papel no permite mas pasar rapidamente sobre estos asuntos, que pueden verse con extension en Andres, Vives....
Ya veis, señores, que Chile, así como las demás repúblicas hermanas, se ha encontrado de repente en una elevación a que fue impulsado por la ley del progreso, por esa ley de la naturaleza que mantiene a la especie humana en un perpetuo movimiento expansivo, que, a veces violento, arrastra en sus oscilaciones hasta a los pueblos más añejos y más aferrados a lo que fue. Pero el nuestro ha sido transportado 36
a un terreno que le era desconocido, en el cual ha estado expuesto a perderse sin remedio, porque las semillas preciosas no prenden en un campo inculto: nuestros padres no labraron el campo en que echaron la democracia, porque no pudieron hacerlo; se vieron forzados a ejecutar sin prepararse; pero la generación presente, más bien por instinto que por convencimiento, se aplica a cultivarlo, y parece que se encamina a completar la obra. Todos conciben que necesitan promover sus intereses personales, acometen la empresa que los ha de engrandecer y que ha de dar a la nación el apoyo que en su concepto necesita, el de la riqueza: se improvisan soberbias asociaciones para ensanchar el comercio, para desentrañar los tesoros que esconde la naturaleza en las venas de los Andes, sociedades filantrópicas para proteger la agricultura y anonadar los obstáculos que embarazan su marcha. Pero la riqueza, señores, nos dará poder y fuerza, mas no libertad individual; hará respetable a Chile y llevará su nombre al orbe entero, pero su gobierno estará bamboleándose, y se verá reducido a apoyarse por un lado en bayonetas, por el otro en montones de oro; y no será el padre de la gran familia social, sino su señor; sus siervos esperarán sólo una ocasión para sacudir la servidumbre, cuando si fueran sus hijos las buscarían para amparar a su padre. Otro apoyo más quiere la democracia, el de la ilustración. La democracia, que es la libertad, no se legitima, no es útil ni bienhechora sino cuando el pueblo ha llegado a su edad madura, y nosotros somos todavía adultos. La fuerza que debiéramos haber empleado en llegar a esa madurez, que es la ilustración, estuvo sometida tres siglos a satisfacer la codicia de una metrópoli atrasada y más tarde ocupada en destrozar cadenas, y en constituir un gobierno independiente. A nosotros toca volver atrás para llenar el vacío que dejaron nuestros padres y hacer más consistente su obra, para no dejar enemigos por vencer, y seguir con planta firme la senda que nos traza el siglo.
acerca de los modelos que hemos de proponernos para cultivarla, y también sobre el rumbo que debemos hacerle seguir para que sea provechosa al pueblo. Porque, señores, no debemos pensar sólo en nosotros mismos, quédese el egoísmo para esos hombres menguados que todo lo sacrifican a sus pasiones y preocupaciones; nosotros debemos pensar en sacrificarnos por la utilidad de la patria. Hemos tenido la fortuna de recibir una mediana ilustración; pues bien, sirvamos al pueblo, alumbrémosle en su marcha social para que nuestros hijos le vean un día feliz, libre y poderoso. Se dice que la literatura es la expresión de la sociedad, porque en efecto es el resorte que revela de una manera la más explícita las necesidades morales e intelectuales de los pueblos, es el cuadro en que están consignadas las ideas y pasiones, los gustos y, opiniones, la religión y las preocupaciones de toda una generación. Forman el teatro en que la literatura despliega sus brillantes galas, la cátedra desde donde anuncia el ministro sagrado las verdades civilizadoras de nuestra divina religión y las conminaciones y promesas del Omnipotente; la tribuna en que defiende el sacerdote del pueblo los fueros de la libertad y los dictados de la utilidad general; el asiento augusto del defensor de cuanto hay de estimable en la vida, el honor, la persona, las propiedades y la condición del ciudadano; la prensa periódica que ha llegado a hacerse el agente más activo del movimiento de la inteligencia, la salvaguardia de los derechos sociales, el azote poderoso que arrolla a los tiranos y los confunde en su ignorancia. La literatura, en fin, comprende entre sus cuantiosos materiales, las concepciones elevadas del filósofo y del jurista, las verdades irrecusables del matemático y del historiador, los desahogos de la correspondencia familiar, y los raptos, los éxtasis deliciosos del poeta. ¿Pero cuál ha sido, cuál es en el día nuestra literatura? ¿Adónde hallaremos la expresión de nuestra sociedad, el espejo en que se refleja nuestra nacionalidad? Aterradora es por cierto la respuesta a una pregunta semejante; pero así como rompe con audacia su vuelo la simple avecilla, después del espanto que le causa la explosión mortífera del arcabuz del cazador, romperemos nuestra marcha después del terrible desengaño que nos causa la idea de nuestra nulidad, cuando veamos que necesitamos formarnos con nuestros propios esfuerzos. Apenas ha amanecido para nosotros el 18 de septiembre de 1810, estamos en la alborada de nuestra vida social, y no hay un recuerdo tan solo que nos halague, ni un lazo que nos una a lo pasado antes de aquel día. Durante la Colonia no rayó jamás la luz de la civilización en nuestro suelo. ¡Y cómo había de rayar! La misma nación que nos encadenaba a su pesado carro triunfal permanecía dominada por la ignorancia y sufriendo el ponderoso yugo de lo absoluto en política y religión. Cuando la España comenzó a perder los fueros y garantías de su libertad, cuando principió a erigir en crimen el cultivo de las bellas artes y de las ciencias, que no se presentaban guarnecidas con los
Pues bien, vosotros habéis comprendido esta necesidad, vosotros que sin guía, sin amparo, sacándolo todo de vuestro solo valor, os congregais para ilustraros e ilustrar con vuestros trabajos; vosotros que, me parece, habéis dicho en Chile a los hombres de luces que eso debían haber practicado tiempo ha, reunirse para comunicarse y ordenar un plan de ataque contra los vicios sociales, a fin de hacerse dignos de la independencia que a costa de su sangre nos legaron los héroes de 1810; reunirse en torno de esa democracia que milagrosamente vemos entronizada entre nosotros, pero en un trono cuya base carcomida por la ignorancia se cimbra al más ligero soplo de las pasiones, y casi se desploma, llevando en su ruina nuestras más caras esperanzas. Os doy el parabién, señores, y muy sinceramente me glorío de ser vuestro compañero, porque habéis acertado en asociaros para satisfacer una necesidad social. Vosotros tenéis mis ideas y convenís conmigo en que nada será Chile, la América toda, sin las luces. Me llamáis para que os ayude en vuestras tareas literarias, pero yo quisiera convidaros antes a discurrir acerca de lo que es entre nosotros la literatura, 37
que nos han hecho mirar con interés y seriedad los altos dogmas de la ciencia que fija las relaciones recíprocas de los pueblos que habitan la tierra. Otros varios tratados elementales han aparecido, entre los cuales hay algunos dignos del mayor elogio, ya por el acierto de su ejecución, ya por las útiles reformas que han pretendido introducir en el aprendizaje. Nuestra prensa periódica, a pesar de hallarse detenida por los infinitos inconvenientes que se le oponen a un pueblo en sus primeros ensayos, no deja contar una que otra producción importante que ha merecido la aprobación de los inteligentes. Pero todo esto no debe envanecerrnos: cuando más prueba que hay entre nosotros quienes trabajan por la difusión de las luces, y no que poseamos ya una literatura que tenga sus influencias y su carácter especial. Muy reducido es el catálogo de nuestros escritores de mérito; muy poco hemos hecho todavía por las letras; me atrevo a deciros que apenas principiamos a cultivarlas. Pero es de hacer justicia al fuerte anhelo que todos muestran por la educación: numerosa es la juventud que con ansia recibe los preceptos de la sabiduría, y ya la patria pierde tiempo si no allana los obstáculos que entorpecen el provecho que puede sacar de tan laudable aplicación. Todavía entre nosotros no hay un sistema de educación, los métodos adolecen de errores y defectos que la época moderna tilda con un signo de reprobación y de desprecio casi infamante. Por eso veis, señores, a multitud de chilenos ilustrados, y dignos de mejor suerte, agolparse a la entrada del santuario de la literatura, todos con el empeño de penetrar en él y de perseguir la gloria; pero todos detenidos, o porque carecen de aquel ímpetu que una educación esmerada y los conocimientos bien adquiridos infunden en el alma, o porque los arredra el infortunio, que siempre espanta a la imaginación cuando el pecho está vacío de esperanzas y de estímulos. Pero vosotros, creo, os sentís valientes, y por eso os anuncio que necesitáis todavía de muchos esfuerzos para alcanzar vuestro objeto: será para otros la utilidad y para vosotros la gloria; este divino sentimiento y la patria que nos dio el ser merecen nuestros sacrificios.
atavíos embarazosos del escolasticismo, y el Santo Oficio se dedicó a perseguir de muerte a los que propalaban verdades que no eran las teológicas, entonces, señores, empezó también a cimentarse en Chile el dominio del conquistador. Los Felipes, tan funestos a la humanidad como a la civilización, por su brutal y absurdo despotismo; Carlos II, con su imbecilidad y acendrado fanatismo; los Fernandos y Carlos que se sucedieron, tan obstinados defensores de su poder discrecional y de la autoridad espantosa del monstruo de la Inquisición que los sostenía, al mismo tiempo que los amedrentaba; tales fueron los monarcas bajo cuyo ominoso cetro recorrió tres siglos Chile, siempre ignorante, siempre oprimido y vejado. “Bajo el sistema de despotismo razonado — dice un juicioso observador—, que estableció en sus antiguas posesiones americanas el gabinete de Madrid, guardaba todo el más estrecho enlace: agricultura, industria, navegación, comercio, todo estaba sujeto a las trabas que dictaba la ignorancia o la codicia a una administración opresora y estúpida. Mas no bastaba privar a los americanos de la libertad de acción, si no se les privaba también de la del pensamiento. Persuadidos los dominadores de que nada era tan peligroso para ellos como dejar desenvolver la mente, pretendieron mantenerla encadenada, desviándonos de la verdadera senda que guía a la ciencia, menospreciando y aun persiguiendo a los que la cultivaban”. De suerte, señores, que nuestra nulidad literaria es tan completa en aquellos tiempos, como lo fue la de nuestra existencia política. Pedro de Oña, que según las noticias de algunos eruditos escribió a fines del siglo XVI dos poemas de poco mérito literario, pero tan curiosos como raros en el día; el célebre Lacunza; Ovalle, el historiador, y el candoroso Molina, que ha llegado a granjearse un título a la inmortalidad con la historia de su patria, son los cuatro conciudadanos, y quizás los únicos de mérito, que puedo citaros como escritores; pero sus producciones no son timbres de nuestra literatura, porque fueron indígenas de otro suelo y recibieron la influencia de preceptos extraños. Desde 1810 hasta pocos años a esta parte, tampoco hallo obra alguna que pueda llamarte nuestra y que podamos ostentar como característica; muchos escritos de circunstancias sí, parto de varios claros ingenios americanos y chilenos, entre los cuales descuella el ilustrado y profundo Camilo Henríquez, cuyas bellas producciones manifiestan un talento despejado y un corazón noble, entusiasta y generoso. De los últimos años no puedo dejar de citaros, entre las poco numerosas producciones de nuestra prensa, dos obras didácticas que harán época en nuestros fastos literarios; no porque sean la muestra de una literatura vigorosa y nacional, sino por la revolución que han iniciado en las ideas, y porque prueban el genio, erudición y laboriosidad de sus autores: la Filosofía del espíritu humano, que es el reverso del peripato, uno de los primeros destellos de la razón ilustrada en Chile, con cuya aparición data la época de nuestra regeneración mental; los Principios de derecho de gentes,
No perdáis jamás de vista que nuestros progresos futuros dependen enteramente del giro que demos a nuestros conocimientos en su punto de partida. Este es el momento crítico para nosotros. Tenemos un deseo, muy natural en los pueblos nuevos, ardiente, que nos arrastra y nos alucina: tal es el de sobresalir, el de progresar en la civilización, y de merecer un lugar al lado de esos antiguos emporios de las ciencias y de las artes, de esas naciones envejecidas en la experiencia, que levantan orgullosas sus cabezas en medio de la civilización europea. Mas no nos apresuremos a satisfacerlo. Tenemos mil arbitrios para ello; pero el que se nos ofrece más a mano es el de la imitación, que también es el más peligroso para un pueblo, cuando es ciega y arrebatada, cuando no se toma con juicio lo que es adaptable a las modificaciones de su nacionalidad. Tal vez ésta es una de las causas capitales de las calamitosas disidencias que han detenido nuestra marcha social, derramando torrentes de 38
retrógrada, sin filosofía y muchas veces sin criterio fijo. Es verdad que en ocasiones luce en ellos algún rasgo del atinado ingenio español, pero siempre a manera de aquellos lampos efímeros que momentáneamente alteran las tinieblas de una noche borrascosas; sus bellas producciones son frutos escondidos que no es posible descubrir sino desbastando el ramaje del árbol que los contiene. De los mejores autores, dice el citado, que se ofrecen más bien como columnas de la lengua, que como intérpretes del movimiento de su época. La poesía, empero, ofrece relevantes muestras de talentos fecundos y eruditos, de pasajes sublimes, bellos y filosóficos; mas necesitáis de trabajo y tino para hallarlos y para sacar de ellos provecho.
lágrimas y de sangre en el suelo hermoso y virginal de la América española ¡Ah señores, qué penoso es para las almas jóvenes no poderlo crear todo en un momento! Pero los grandes bienes sociales no se consiguen sino a fuerza de ensayos. Bien pueden ser ineficaces para conseguir nuestra felicidad los instrumentos que poseemos, pero su reforma no puede ser súbita; resignémonos al pausado curso de la severa experiencia, y día vendrá en que los chilenos tengan una sociedad que forme su ventura, y en que estén incrustadas fuertemente las raíces de la religión y de las leyes, de la democracia y de la literatura. A nosotros está encargada esta obra interesante, y es preciso someterla a nuestros alcances. Mas concretando estas observaciones a nuestro asunto, ¿de qué manera podremos ser prudentes en la imitación? Preciso es aprovecharnos de las ventajas que en la civilización han adquirido otros pueblos más antiguos: ésta es la fortuna de los americanos. ¿Qué modelos literarios serán, pues, los más adecuados a nuestras circunstancias presentes? Vastos habían de ser mis conocimientos, y claro y atinado mi juicio para resolver tan importante cuestión; pero llámese arrogancia o lo que se quiera, debo deciros que muy poco tenemos que imitar: nuestra literatura debe sernos exclusivamente propia, debe ser enteramente nacional, hay una literatura que nos legó la España con su religión divina, con sus pesadas e indigestas leyes, con sus funestas y antisociales preocupaciones. Pero esa literatura no debe ser la nuestra, porque al cortar las cadenas enmohecidas que nos ligaran a la Península, comenzó a tomar otro tinte muy diverso nuestra nacionalidad: “Nada hay que obre una mudanza más grande en el hombre que la libertad —dice Villemain—. ¡Qué será, pues, en los pueblos!” Es necesario que desarrollemos nuestra revolución y la sigamos en sus tendencias civilizadoras, en esa marcha peculiar que le da un carácter de todo punto contrario al que nos dictan el gusto, los principios y las tendencias de aquella literatura. Debo presentaros sobre ella, más bien que mis pobres ideas, el juicio de un español que en nuestros días se ha formado una reputación por su talento elevado, y el cual se expresa de este modo, hablando de su patria: “En España, causas locales atajaron el progreso intelectual, y con él indispensablemente el movimiento literario. La muerte de la libertad nacional, que había llevado ya tan funesto golpe en la ruina de las comunidades, añadió a la tiranía religiosa la tiranía política; y si por espacio de un siglo todavía conservamos la preponderancia literaria, ni esto fue más que el efecto necesario del impulso anterior, ni nuestra literatura tuvo un carácter sistemático, investigador, filosófico; en una palabra, útil y progresivo. La imaginación sola debía prestar más campo a los poetas que a los prosistas: así que aun en nuestro siglo de oro es cortísimo el número de escritores razonados que podemos citar”. Con efecto, señores, si buscáis la literatura española en los libros científicos, en los históricos, en el dilatadísimo número de escritores místicos y teológicos que cuenta aquella nación, en el teatro mismo, casi siempre la hallaréis
Con todo no penséis, señores, que me extiendo al suscribir a estos conceptos, sobre la literatura de nuestros conquistadores, hasta llegar a mirar en menos su hermoso y abundante idioma. ¡Ah!, no: éste fue uno de los pocos dones preciosos que nos hicieron sin pensarlo. Algunos americanos, sin duda fatigados de no encontrar en la antigua literatura española más que insípidos y pasajeros placeres, deslumbrados por los halagos lisonjeros de la moderna francesa, han creído que nuestra emancipación de la metrópoli debe conducirnos hasta despreciar su lengua y formarnos sobre sus ruinas otra que nos sea más propia, que represente nuestras necesidades, nuestros sentimientos. Y llenos de admiración, seducidos por lo que les parece original en los libros del Sena, creen que nuestro lenguaje no es bastante para exprimir tales conceptos; forman o introducen sin necesidad palabras nuevas, dan a otras un sentido impropio y violento, adoptan giros y construcciones exóticas, contrarias siempre a la índole del castellano, despreciando así la señalada utilidad que podríamos sacar de una lengua cultivada, y exponiéndose a verse de repente en la necesidad de cultivar otra nueva, y tal vez ininteligible. Huid, señores, de semejante contagio, que es efecto de un extraviado entusiasmo. Mucha verdad es que las lenguas varían en las diversas épocas de la vida de los pueblos, pero los americanos ofrecemos en esto un fenómeno curioso: somos infantes en la existencia social y poseemos una habla que anuncia los progresos de la razón, rica y sonora en sus terminaciones, sencilla y filosófica en su mecanismo, abundante, variada y expresiva en sus frases y modismos, descriptiva y propia como ninguna. Nuestros progresos principian, y por mucho que nos eleve el impulso progresivo de la época presente, siempre tendremos en nuestro idioma un instrumento fácil y sencillo que emplear en todas nuestras operaciones, un ropaje brillante, que convendrá a todas las formas que tomen nuestras facciones nacionales. Estudiad esa lengua, señores, defendedla de los extranjerismos; y os aseguro que de ella sacaréis siempre un provecho señalado, si no sois licenciosos para usarla, ni tan rigoristas como los que la defienden tenazmente contra toda innovación, por indispensable y ventajosa que sea. Os interesa, 39
efecto, Villemain dice que esas dos épocas tienen sus puntos de contacto, y que los talentos de la una han tenido algunos caracteres de la otra. Como quiera, señores, creo yo que ambas escuelas no merecen nuestro estudio, o en cuanto son dignas de la curiosidad del literato, porque pertenecen a la historia de los progresos del entendimiento humano; pero nada considero menos adecuado a nuestras circunstancias que a literatura de esos tiempos, y de consiguiente nada tampoco menos digno de nuestra imitación. No obstante las diversas causas influyentes en aquellas escuelas, señaladas por el ilustre profesor, permítaseme agregar que todavía hay otra más universal que sirve como de eslabón para ligarlas; tal es aquel aire de afectación empalagosa que las domina, conforme al gusto disciplinado de esas épocas, según las conveniencias, usos y espíritu de cuerpo que ligaban a los palaciegos y demás gente de tono de la corte francesa de entonces. Aquel gusto dictaba una crítica severa y absoluta, egoísta, si puedo decirlo, que condenaba sin recurso todos los arranques de la fantasía, por naturales que fueran, cuando no agradaban al rey y a las damas cortesanas, y encadenaba el espíritu forzándolo al escepticismo religioso, y a la finura y ligereza de convención. Todos los grandes ingenios de aquellos dos siglos se vieron arrastrados por tal influencia, y le tributaron ciego homenaje en sus producciones. Ni el severo y profundo Montesquieu pudo salvarse del contagio: el autor de El espíritu de las leyes, de esa obra inmortal, escribió también las Cartas persianas. La república literaria entonces era una monarquía absoluta que extendió su predominio moral a toda la Europa, y hasta nuestros días: hizo más, invadió las regiones del Nuevo Mundo, y propagó aquellos principios exagerados y quiméricos de la regeneración política. Curioso es investigar las causas de tamaño prodigio, pero mi objeto no me permite demorarme en ello.
pues, emprender la lectura de sus clásicos, y penetrar en la historia de la literatura, a fin de saber apreciarlos y conocer esa poesía, que veréis, valiéndome de la expresión de un crítico, expresiva en su infancia, natural y sencilla, pero ruda, pobre y trivial; después grave, docta y sonora, hasta degenerar en afectada, pedantesca y enigmática; y por fin, grande, majestuosa y sublime, armoniosa y dulce, hasta acabar por hinchada, estrepitosa y sutil. De Garcilaso aprenderéis a expresar vuestras ideas y sentimientos apacibles con candor y amable naturalidad; de De la Torre, Herrera y Luis de León, imitaréis la nobleza, nervio y majestad; de Rioja el estilo descriptivo y la vehemencia del lenguaje sentencioso y filosófico. Descended a los prosistas, y Mendoza, Mariana y Solís os enseñarán la severidad, facundia y sencillez del estilo narrativo; Granada, la inimitable dulzura de su habla para expresar las verdades eternas y el idealismo del cristiano; y por fin, el coloso de la literatura española os asombrará con su grandilocuencia y con las originales graciosidades de su Hidalgo. Estudiad también a los modernos escritores de aquella célebre nación, y hallaréis en ellos el antiguo romance castellano hecho ya el idioma, de la razón culta, y capaz de significar con ventaja los más elevados conceptos de la filosofía y los más refinados progresos del entendimiento del siglo XIX. Una vez que hayáis aventajado en esa indispensable preparación, creo que ya estaréis capaces de recibir las influencias de la literatura francesa, de esa literatura que sojuzga la civilización moderna, de la cual ha dicho uno de sus campeones del presente día, estas notables palabras: “Desde la muerte del gran Goethe, el pensamiento alemán se ha cubierto otra vez de sombra; desde la muerte de Byron y de Walter Scott, la poesía inglesa se ha extinguido; y a esta hora no hay en el universo más que una literatura encendida y viviente, que es la literatura francesa. De Petersburgo a Cádiz, de Calcuta a Nueva York, no se leen más que libros franceses: ellos inspiran al mundo...”. No podemos excusarnos de reconocer esta verdad, pero es cordura no dejarse deslumbrar por su esplendor: veremos de qué manera deben inspirarnos esos libros franceses tan poderosos. Tres épocas de triunfo ha tenido la literatura de Francia, las cuales han sido caracterizadas por otras tantas escuelas, que, sin ser iguales entre sí, llevan impreso cierto aire de familia que ha causado graves equivocaciones. La dominante en el siglo XVII, que había sido formada, según el respetable Villemain, bajo las influencias de la religión, de la antigüedad y de la monarquía de Luis XIV la dominante en el siglo XVIII, en la cual, por el contrario, influyeron, a juicio del mismo sabio, la filosofía escéptica, la imitación de las literaturas modernas y la reforma política; por fin, la que en nuestros días se ostenta triunfante y regeneradora, la cual, a mi entender está dominada por el vigoroso y saludable influjo del cristianismo, de La filosofía y de la democracia, o en una palabra, sola, la perfectibilidad social. Las dos primeras, sin embargo de su diferencia, tienen entre sí tal consonancia que pudiéramos considerarlas como una sola; y, en
Empero, la época ha variado, el tiempo con su mano de bronce ha venido a despertar a los hombres para hacerlos más racionales y positivos, para encaminarlos por otro sendero más espacioso. La literatura moderna sigue el impulso que le comunica el progreso social, y ha venido a hacerse más filosófica, a erigirse en intérprete de ese movimiento. “La crítica —dice el juicioso Artaud— ha llegado a ser más libre, hoy que los autores se dirigen a un público más numeroso y más independiente, y por consecuencia debe tomar otra bandera; su divisa es la verdad; la regla de sus juicios, la naturaleza humana: en lugar de detenerse en la forma externa, sólo debe fijarse en el fondo. En vez de juzgar las obras del poeta y del artista únicamente por su conformidad con ciertas reglas escritas, expresión generalizada de las obras antiguas, se esforzará en penetrar hasta lo íntimo de las producciones literarias y en llegar hasta la idea que representan. La verdadera crítica confrontará continuamente la literatura y la historia, comentará la una por la otra, y comprobará las producciones de las artes por el estado de la sociedad. Juzgará las obras del artista y del poeta, comparándolas 40
mientras sea más popular. Es preciso que la literatura no sea el exclusivo patrimonio de una clase privilegiada, que no se encierre en un círculo estrecho, porque entonces acabará por someterse a un gusto apocado a fuerza de sutilezas. Al contrario, debe hacer hablar todos los sentimientos de la naturaleza humana y reflejar todas las afecciones de la multitud, que en definitiva es el mejor juez, no de los procedimientos del arte, sí de sus efectos.
con el modelo de la vida real, con las pasiones humanas y las formas variables de que puede revestirlas el diverso estado de la sociedad. Deberá tomar en cuenta, al hacer tal examen, el clima, el aspecto de los lugares, la influencia de los gobiernos, la singularidad de las costumbres y todo lo que pueda dar a cada pueblo una fisonomía original; de este modo la crítica se hace contemporánea de los escritores que juzga, y adopta momentáneamente las ideas, los usos, las preocupaciones de cada país, para penetrar mejor en su espíritu...”
No puedo resistir al deseo de copiaros aquí los ingeniosos pensamientos con que el mismo autor desarrolla su doctrina. “Puede considerarse --dice-- que la literatura es como el gobierno: el uno y la otra deben tener sus raíces en el seno mismo de la sociedad, a fin de sacar de él continuamente el jugo nutritivo de la vida. Es necesario que la libre circulación de las ideas ponga en contacto al público con los escritores, así como es preciso que una comunicación activa aferre los poderes a todas las clases sociales. De este modo las necesidades, las opiniones, los sentimientos del mayor número podrán a cada momento hacerse campo, manifestarse y refluir sobre los que toman la alta misión de ilustrar a los espíritus o de dirigir los intereses generales. ¡Desgraciada la literatura! ¡Ay de los gobiernos que se colocan fuera de la nación o que al menos sólo se dirigen a clases privilegiadas y no corresponden sino a un menguado número! Interiormente agitado de un principio de vida que no se contiene jamás, el género humano prosigue siempre en marcha, las academias y los gobiernos quedan estacionarios, se atrasan: pronto llega un momento en que la disposición de los espíritus y las opiniones generalmente adoptadas no están ya de acuerdo con las instituciones y con las costumbres, entonces es preciso renovarlo todo: ésta es la época de las revoluciones y de las reformas. La literatura debe, pues, dirigirse a todo un pueblo, representarlo todo entero, así como los gobiernos deben ser el resumen de todas las fuerzas sociales, la expresión de todas las necesidades, los representantes de todas las superioridades: con estas condiciones sólo puede ser una literatura verdaderamente nacional”.
En esta definición que acabáis de oír, señores, tenéis delineados con vivos coloridos los caracteres de la moderna literatura francesa, caracteres que se divisan ya adoptados en la española y que más tarde se verán en la americana. La Francia ha levantado la enseña de la rebelión literaria, ella ha emancipado su literatura de las rigorosas y mezquinas reglas que antes se miraban como inalterables y sagradas; le ha dado por divisa la verdad y le ha señalado a la naturaleza humana como el oráculo que debe consultar para sus decisiones: en esto merece nuestra imitación. Fundemos, pues, nuestra literatura naciente en la independencia, en la libertad del genio; despreciemos esa crítica menguada que pretende dominarlo todo, sus dictados son las más veces propios para encadenar el entendimiento; sacudamos esas trabas y dejemos volar nuestra fantasía, que es inmensa la naturaleza. No olvidéis con todo que la libertad no existe en la licencia, éste es el escollo más peligroso: la libertad no gusta de posarse sino donde están la verdad y la moderación. Así, cuando os digo que nuestra literatura debe fundarse en la independencia del genio, no es mi ánimo inspirar aversión por las reglas del buen gusto, por aquellos preceptos que pueden considerarse como la expresión misma de la naturaleza, de los cuales no es posible desviarse sin obrar contra la razón, contra la moral y contra todo lo que puede haber de útil y progresivo en la literatura de un pueblo. Debo deciros, pues, que leáis los escritos de los autores franceses de más nota en el día; no para que los copiéis y trasladéis sin tino a vuestras obras, sino para que aprendáis de ellos a pensar, para que os empapéis en ese colorido filosófico que caracteriza su literatura, para que podáis seguir la nueva senda y retratéis al vivo la naturaleza. Lo primero sólo sería bueno para mantener nuestra literatura con una existencia prestada, pendiente siempre de lo exótico, de lo que menos convendría a nuestro ser. No, señores, fuerza es que seamos originales; tenemos dentro de nuestra sociedad todos los elementos para serlo, para convertir nuestra literatura en la expresión auténtica de nuestra nacionalidad. Me preguntaréis qué pretendo decir con esto, y os responderé, con el atinado escritor que acabo de citaros, que la nacionalidad de una literatura consiste en que tenga una vida propia, en que sea peculiar del pueblo que la posee, conservando fielmente la estampa de su carácter, de ese carácter que reproducirá tanto mejor
Seguid estos preceptos, que son los del progreso y los únicos que pueden encaminaros a la meta de nuestras aspiraciones; No hay sobre la tierra pueblos que tengan como los americanos una necesidad más imperiosa de ser originales en su literatura, porque todas sus modificaciones les son peculiares y nada tienen de común con las que constituyen la originalidad del Viejo Mundo. La naturaleza americana, tan prominente en sus formas, tan variada, tan nueva en sus hermosos atavíos, permanece virgen; todavía no ha sido interrogada; aguarda que el genio de sus hijos explote los veneros inagotables de belleza con que le brinda. ¡Qué de recursos ofrecen a vuestra dedicación las necesidades sociales y morales de nuestros pueblos, sus preocupaciones, sus costumbres y sus sentimientos! Su ilustración tan sólo os presenta materiales tan abundosos que bastarían a ocupar la vida de una generación 41
Respuesta del presidente, Don Anacleto Montt.
entera; ahora nuestra religión, señores, contiene en cada página de sus libros sagrados un tesoro capaz de llenar vuestra ambición. Principiad, pues, a sacar el provecho de tan pingües riquezas, a llenar vuestra misión de utilidad y de progreso; escribid para el pueblo, ilustradlo, combatiendo sus vicios y fomentando sus virtudes, recordándole sus hechos heroicos, acostumbrándole a venerar su religión y sus instituciones; así estrecharéis los vínculos que lo ligan, le haréis amar a su patria y lo acostumbraréis a mirar siempre unidas su libertad y su existencia social. Este es el único camino que debéis seguir para consumar la grande obra de hacer nuestra literatura nacional, útil y progresiva.
“Señor: Animados del vivo deseo de ser en algo útiles a nuestra patria, nos reunimos para poner todo nuestro conato en conseguirlo. Nuestro primer paso fue la formación de un reglamento que reprimiese el abuso, evitando el desorden, y que reglase la marcha de la Sociedad de un modo firme y durable. Se que habéis leído este reglamento. En él habéis visto (como lo manifiesta vuestro discurso) que nuestro objeto es estudiar la literatura a la par que profundizar las verdades que nos han enseñado nuestros maestros, y adquirir otras nuevas. Mas este trabajo es muy pesado para nuestras débiles fuerzas y no nos quedaba otro medio para llevarlo a efecto que buscar la protección de alguno de nuestros compatriotas ilustrados. ¿Y en quién mejor que en vos podíamos hallarla? ¿En vos, que tantas veces nos habéis manifestado vuestro amor, y que ahora patentizáis vuestro empeño por nuestros progresos? ¿En vos, señor...?, pero no me es posible continuar porque vuestra modestia se ofendería.
No tengo la presunción de aconsejaros, porque ni mis conocimientos ni mis aptitudes me dan titulo alguno para ello: me contento con presentaros en este ligero cuadro mis ideas, apoyadas en la opinión de los sabios escritores que he citado: así las habréis escuchado con más atención. Yo no puedo más que acompañaros en vuestras tareas, para participar de la gloria que vais a granjearos con acometer la empresa de regenerar nuestra literatura. Mutuamente nos auxiliaremos: por el solo hecho de reunirnos hemos contraído con la sociedad un empeño sacrosanto; arrostrémoslo todo por cumplirlo, no sea que las generaciones futuras y la presente nos acusen de haber perdido la ocasión que se nos ofrece para elevar a nuestra patria al engrandecimiento que sus recursos le preparan”.
Básteme sólo deciros que nuestra gratitud será igual a vuestros beneficios: éstos nos seguirán en el curso de la vida, y en ella nos encontraréis siempre dispuestos a rendiros homenaje.”
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que iba a añadir un nuevo centro de reunión, mayor al circunscrito a que acudían diariamente los varones en toda la extensión de las campañas.
Domingo Faustino Sarmiento Revolución de 1810. (Capítulo IV de Civilización y barbarie)
Aquellas constituciones espartanas; aquellas fuerzas físicas tan desenvueltas; aquellas disposiciones guerreras que se malbarataban en puñaladas y tajos entre unos y otros; aquella desocupación romana a que sólo faltaba un Campo de Marte para ponerse en ejercicio activo; aquella antipatía a la autoridad con quien vivían en continua lucha, todo encontraba al fin camino por donde abrirse paso y salir a la luz, ostentarse y desenvolverse.
“Cuando la batalla empieza, el tártaro da un grito terrible, llega, hiere, desaparece y vuelve como el rayo”. Víctor Hugo
Empezaron, pues, en Buenos Aires los movimientos revolucionarios y todas las ciudades del interior respondieron con decisión al llamamiento. Las campañas pastoras se agitaron y adhirieron al impulso. En Buenos Aires empezaron a formarse ejércitos, pasablemente disciplinados, para acudir al Alto Perú y a Montevideo, donde se hallaban las fuerzas españolas mandadas por el general Vigodet. El general Rondeau puso sitio a Montevideo con un ejército disciplinado. Concurría al sitio Artigas, caudillo célebre, con algunos millares de gauchos. Artigas había sido contrabandista temible hasta 1804, en que las autoridades civiles de Buenos Aires pudieron ganarlo y hacerle servir en carácter de comandante de campaña en apoyo de esas mismas autoridades a quienes había hecho la guerra hasta entonces. Si el lector no se ha olvidado del baqueano y de las cualidades generales que constituyen el candidato para la comandancia de campaña, comprenderá fácilmente el carácter e instintos de Artigas.
He necesitado andar todo el camino que dejo recorrido para llegar al punto en que nuestro drama comienza. Es inútil detenerse en el carácter, objeto y fin de la revolución de la Independencia. En toda la América fueron los mismos, nacidos del mismo origen, a saber: el movimiento de las ideas europeas. La América obraba así porque así obran todos los pueblos. Los libros, los acontecimientos, todo llevaba a la América a asociarse a la impulsión que a la Francia habían dado Norteamérica y sus propios escritores; a la España, la Francia y sus libros. Pero lo que necesito notar para mi objeto es que la revolución, excepto en su símbolo exterior, independencia del rey, era sólo interesante e inteligible para las ciudades argentinas, extraña y sin prestigio para las campañas. En las ciudades había libros, ideas, espíritu municipal, juzgados, derechos, leyes, educación, todos los puntos de contacto y de mancomunidad que tenemos con los europeos; había una base de organización, incompleta, atrasada, si se quiere, pero precisamente porque era incompleta, porque no estaba a la altura de lo que ya se sabía que podía llegar, se adoptaba la revolución con entusiasmo. Para las campañas, la revolución era un problema; sustraerse a la autoridad del rey era agradable, por cuanto era sustraerse a la autoridad. La campaña pastora no podía mirar la cuestión bajo otro aspecto. Libertad, responsabilidad del poder, todas las cuestiones que la revolución se proponía resolver eran extrañas a su manera de vivir, a sus necesidades. Pero la revolución le era útil en este sentido: que iba a dar objeto y ocupación a ese exceso de vida que hemos indicado y
Un día Artigas con sus gauchos se separó del general Rondeau y empezó a hacerle la guerra. La posición de éste era la misma que hoy tiene Oribe sitiando a Montevideo y haciendo a retaguardia frente a otro enemigo. La única diferencia consistía en que Artigas era enemigo de los patriotas y de los realistas a la vez. Yo no quiero entrar en averiguación de las causas o pretextos que motivaron este rompimiento; ni tampoco quiero darle nombre ninguno de los consagrados en el lenguaje de la política, porque ninguno le conviene. Cuando un pueblo entra en revolución, dos intereses opuestos luchan al principio: el revolucionario y el conservador; entre nosotros se han denominado los partidos que los sostenían, patriotas y realistas. Natural es que, después del triunfo, el partido vencedor se subdivida en fracciones de moderados y exaltados; los unos que quieran llevar la revolución en todas sus consecuencias; los otros que quieran mantenerla en ciertos límites. También es del carácter de las revoluciones que el partido vencido primeramente vuelva a reorganizarse y triunfar a merced de la división de los vencedores. Pero cuando en una revolución una de las fuerzas llamadas en su auxilio se desprende inmediatamente, forma una tercera entidad, se muestra indiferentemente hostil a unos y a otros combatientes, a realistas o patriotas; esta fuerza que se separa es 43
sus antecedentes en Artigas y en los demás caudillos bárbaros, tártaros. La montonera de Artigas enchalecaba a sus enemigos; esto es, los cosía dentro de un retobo de cuero fresco y los dejaba así abandonados en los campos. El lector suplirá todos los horrores de esta muerte lenta. El año 36 se ha repetido este horrible castigo con un coronel del ejército. El ejecutar con el cuchillo, degollando y no fusilando, es un instinto de carnicero que Rosas ha sabido aprovechar para dar todavía a la muerte formas gauchas y al asesino placeres horribles; sobre todo, para cambiar las formas legales y admitidas en las sociedades cultas, por otras que él llama americanas y en nombre de las cuales invita a la América para que salga a su defensa, cuando los sufrimientos del Brasil, del Paraguay, del Uruguay invocan la alianza de los poderes europeos a fin de que les ayuden a librarse de este caníbal que ya los invade con sus hordas sanguinarias. ¡No es posible mantener la tranquilidad de espíritu necesaria para investigar la verdad histórica, cuando se tropieza a cada paso con la idea de que ha podido engañarse a la América y a la Europa tanto tiempo con un sistema de asesinatos y crueldades, tolerables tan sólo en Ashanty o Dahomay, en el interior de África!
heterogénea; la sociedad que la encierra no ha conocido hasta entonces su existencia, y la revolución sólo ha servido para que se muestre y desenvuelva. Este era el elemento que el célebre Artigas ponía en movimiento; instrumento ciego, pero lleno de vida, de instintos hostiles a la civilización europea y a toda organización regular; adverso a la monarquía como a la república, porque ambas venían de la ciudad y traían aparejado un orden y la consagración de la autoridad. De este instrumento se sirvieron los partidos diversos de las ciudades cultas, y principalmente el menos revolucionario, hasta que, andando el tiempo, los mismos que lo llamaron en su auxilio sucumbieron, y con ellos la ciudad, sus ideas, su literatura, sus colegios, sus tribunales, su civilización. Este movimiento espontáneo de las campañas pastoriles fue tan ingenuo en sus primitivas manifestaciones, tan genial tan expresivo de su espíritu y tendencias, que abisma hoy el candor de los partidos de las ciudades que lo asimilaron a su causa y lo bautizaron con los nombres políticos que a ellos los dividían. La fuerza que sostenía a Artigas en Entre Ríos era la misma que en Santa Fe a López, en Santiago a Ibarra, en los Llanos a Facundo. El individualismo constituía su esencia, el caballo su arma exclusiva, la pampa inmensa su teatro. Las hordas beduinas que hoy importunan con su algaradas y depredaciones las fronteras de la Argelia, dan una idea exacta de la montonera argentina, de que se han servido hombres sagaces o malvados insignes. La misma lucha de civilización y barbarie de la ciudad y el desierto existe hoy en África; los mismos personajes, el mismo espíritu, la misma estrategia indisciplinada entre la horda y la montonera. Masas inmensas de jinetes vagando por el desierto, ofreciendo el combate a las fuerzas disciplinadas de las ciudades, si se sienten superiores en fuerza, disipándose como las nubes de cosacos, en todas direcciones, si el combate es igual siquiera, para reunirse de nuevo, caer de improviso sobre los que duermen, arrebatarles los caballos, matar a los rezagados y a las partidas avanzadas; presentes siempre, intangibles por su falta de cohesión, débiles en el combate, pero fuertes e invencibles en una larga campaña, en que, al fin, la fuerza organizada, el ejército, sucumbe diezmado por los encuentros parciales, las sorpresas, la fatiga, la extenuación.
Tal es el carácter que presenta la montonera desde su aparición; género singular de guerra y enjuiciamiento que sólo tiene antecedentes en los pueblos asiáticos que habitan las llanuras y que no ha debido nunca confundirse con los hábitos, ideas y costumbres de las ciudades argentinas, que eran, como todas las ciudades americanas, una continuación de la Europa y de la España. La montonera sólo puede explicarse examinando la organización íntima de la sociedad de donde procede. Artigas, baqueano, contrabandista, esto es, haciendo la guerra a la sociedad civil, a la ciudad; comandante de campaña por transacción, caudillo de las masas de a caballo, es el mismo tipo que, con ligeras variantes, continúa reproduciéndose en cada comandante de campaña que ha llegado a hacerse caudillo. Como todas las guerras civiles en que profundas desemejanzas de educación, creencias y objetos dividen a los partidos, la guerra interior de la República Argentina ha sido larga, obstinada, hasta que uno de los elementos ha vencido. La guerra de la revolución argentina ha sido doble: primero guerra de las ciudades, iniciadas en la cultura europea, contra los españoles, a fin de dar mayor ensanche a esa cultura; segundo, guerra de los caudillos contra las ciudades, a fin de librarse de toda sujeción civil y desenvolver su carácter y su odio contra la civilización. Las ciudades triunfan de los españoles, y las campañas de las ciudades. He aquí explicado el enigma de la revolución argentina, cuyo primer tiro se disparó en 1810 y el último aún no ha sonado todavía.
La montonera, tal como apareció en los primeros días de la República bajo las órdenes de Artigas, presentó ya ese carácter de ferocidad brutal y ese espíritu terrorista que al inmortal bandido, al estanciero de Buenos Aires estaba reservado convertir en un sistema de legislación aplicado a la sociedad culta, y presentarlo, en nombre de la América avergonzada, a la contemplación de la Europa. Rosas no ha inventado nada; su talento ha consistido sólo en plagiar a sus antecesores y hacer de los instintos brutales de las masas ignorantes un sistema meditado y coordinado fríamente. La correa de cuero sacada al coronel Maciel y de que Rosas se ha hecho una manea que enseña a los agentes extranjeros, tiene
No entraré en todos los detalles que requeriría este asunto; la lucha es más o menos larga; unas ciudades sucumben primero, otras después. La vida de Facundo Quiroga nos proporcionará ocasión de mostrarlo en toda su desnudez. Lo que por ahora necesito hacer 44
Para que una provincia haya podido producir en una época dada tantos hombres eminentes e ilustrados, es necesario que las luces hayan estado difundidas sobre un número mayor de individuos y sido respetadas y solicitadas con ahínco. Si en los primeros días de la revolución sucedía esto, ¿cuál no debería ser el acrecentamiento de luces, riqueza y población que hoy día debiera notarse, si un espantoso retroceso a la barbarie no hubiese impedido a aquel pobre pueblo continuar su desenvolvimiento? ¿Cuál es la ciudad chilena, por insignificante que sea, que no pueda enumerar los progresos que ha hecho en diez años, en ilustración, aumento de riqueza y ornato, sin excluir aun de este número las que han sido destruidas por los terremotos?
notar, es que con el triunfo de estos caudillos, toda forma civil, aun en el estado en que las usaban los españoles ha desaparecido totalmente en unas partes; en otras, de un modo parcial, pero caminando visiblemente a su destrucción. Los pueblos en masa no son capaces de comparar distintivamente unas épocas con otras; el momento presente es para ellos el único sobre el cual se extienden sus miradas; así es como nadie ha observado hasta ahora la destrucción de las ciudades y su decadencia; lo mismo que no prevén la barbarie total a que marchan visiblemente los pueblos del interior. Buenos Aires es tan poderosa en elementos de civilización europea, que concluirá al fin con educar a Rosas y contener sus instintos sanguinarios y bárbaros. El alto puesto que ocupa, las relaciones con los gobiernos europeos, la necesidad en que se ha visto de respetar a los extranjeros, la de mentir por la prensa y negar las atrocidades que ha cometido, a fin de salvarse de la reprobación universal que lo persigue, todo, en fin, contribuirá a contener sus desafueros, como ya se está sintiendo; sin que esto estorbe que Buenos Aires venga a ser, como La Habana, el pueblo más rico de América, pero también el más subyugado y a su vez el más degradado.
Pues bien; veamos el estado de La Rioja, según las soluciones dadas a uno de los muchos interrogatorios que he dirigido para conocer a fondo los hechos sobre que fundo mis teorías. Aquí es una persona respetable la que habla, ignorando siquiera el objeto con que interrogo sus recientes recuerdos, porque sólo hace cuatro meses que dejó La Rioja: ¿A qué número ascenderá aproximadamente la población actual de La Rioja? R. Apenas mil quinientas almas. Se dice que sólo hay quince varones residentes en la ciudad.
Cuatro son las ciudades que han sido aniquiladas ya por el dominio de los caudillos que sostienen hoy a Rosas, a saber: Santa Fe, Santiago del Estero, San Luis y La Rioja. Santa Fe, situada en la confluencia del Paraná y otro río navegable que desemboca en sus inmediaciones, es uno de los puntos más favorecidos de la América, y sin embargo, no cuenta hoy con dos mil almas; San Luis, capital de una provincia de cincuenta mil habitantes, y donde no hay más ciudad que la capital, no tiene mil quinientas.
¿Cuántos ciudadanos notables residen en ella? R. En la ciudad serán seis u ocho. ¿Cuántos abogados tienen estudio abierto? R. Ninguno.
Para hacer sensible la ruina y decadencia de la civilización y los rápidos progresos que la barbarie hace en el interior, necesito tomar dos ciudades: una, ya aniquilada, la otra caminando sin sentirlo a la barbarie: La Rioja y San Juan. La Rioja no ha sido en otro tiempo una ciudad de primer orden; pero, comparada con su estado presente, la desconocerían sus mismos hijos. Cuando principió la revolución de 1810 contaba con un crecido número de capitalistas y personajes notables que han figurado de un modo distinguido en las armas, en el foro, en la tribuna, en el púlpito. De La Rioja ha salido el doctor Castro Barros, diputado al Congreso de Tucumán y canonista célebre; el general Dávila, que libertó a Copiapó del poder de los españoles en 1817; el general Ocampo, presidente de Charcas; el doctor don Gabriel Ocampo, uno de los abogados más célebres del foro argentino, y un número crecido de abogados del apellido de Ocampo, Dávila y García, que existen hoy desparramados por el territorio chileno, como varios sacerdotes de luces, entre ellos el doctor Gordillo, residente en el Huasco.
¿Cuántos médicos asisten a los enfermos? R. Ninguno. ¿Qué jueces letrados hay? R. Ninguno. ¿Cuántos hombres visten frac? R. Ninguno. ¿Cuántos jóvenes riojanos están estudiando en Córdoba o Buenos Aires? R. Sólo sé de uno. ¿Cuántas escuelas hay y cuántos niños asisten? R. Ninguna. ¿Hay algún establecimiento público de caridad? R. Ninguno, ni escuela de primeras letras. El único religioso franciscano que hay en aquel convento tiene algunos niños.
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ha crecido en población, a causa de los progresos de la agricultura y de la emigración de La Rioja y San Luis, que huye del hambre y de la miseria. Sus edificios se han aumentado sensiblemente; lo que prueba toda la riqueza de aquellos países y cuánto podrían progresar si el gobierno cuidase de fomentar la instrucción y la cultura, únicos medios de elevar a un pueblo.
¿Cuántos templos arruinados hay? R. Cinco; sólo la Matriz sirve de algo. ¿Se edifican casas nuevas? R. Ninguna, ni se reparan las caídas. ¿Se arruinan las existentes? R. Casi todas, porque las avenidas de las calles son tantas.
El despotismo de Benavídez es blando y pacífico, lo que mantiene la quietud y la calma en los espíritus. Es el único caudillo de Rosas que no se ha hartado de sangre; pero la influencia barbarizadora del sistema actual no se hace sentir menos por eso.
¿Cuántos sacerdotes se han ordenado? R. En la ciudad, sólo dos mocitos; uno es clérigo cura; otro es religioso de Catamarca. En la provincia, cuatro más.
En una población de cuarenta mil habitantes reunidos en una ciudad, no hay un solo abogado hijo del país ni de las otras provincias.Todos los tribunales están desempeñados por hombres que no tienen el más leve conocimiento del derecho, y que son, además, hombres estúpidos en toda la extensión de la palabra. No hay establecimiento ninguno de educación pública. Un colegio de señoras fue cerrado en 1840; tres de hombres han sido abiertos y cerrados sucesivamente de 40 a 43, por la indiferencia y aún hostilidad del gobierno.
¿Hay grandes fortunas de a cincuenta mil pesos? ¿Cuántas de a veinte mil? R. Ninguna, todos pobrísimos. ¿Ha aumentado o disminuido la población? R. Ha disminuido más de la mitad. ¿Predomina en el pueblo algún sentimiento de terror? R. Máximo. Se teme aún hablar lo inocente.
Sólo tres jóvenes se están educando fuera de la provincia.
¿La moneda que se acuña es de buena ley? R. La provincial es adulterada.
Sólo hay un médico sanjuanino. No hay tres jóvenes que sepan el inglés, ni cuatro que hablen francés.
Aquí los hechos hablan con toda su triste y espantosa severidad. Sólo la historia de las conquistas de los mahometanos sobre la Grecia presenta ejemplos de una barbarización, de una destrucción tan rápida. ¡Y esto sucede en América en el siglo XIX! ¡Es la obra sólo de veinte años, sin embargo! Lo que conviene a La Rioja es exactamente aplicable a Santa Fe, a San Luis, a Santiago del Estero, esqueletos de ciudades, villorrios decrépitos y devastados. En San Luis hace diez años que sólo hay un sacerdote, y que no hay escuela, ni una persona que lleve frac. Pero vamos a juzgar en San Juan la suerte de las ciudades que han escapado a la destrucción, pero que van barbarizándose insensiblemente.
Uno sólo hay que ha cursado matemáticas. Un solo joven hay que posee una instrucción digna de un pueblo culto, el señor Rawson, distinguido ya por sus talentos extraordinarios. Su padre es norteamericano, y a esto ha debido recibir educación. No hay diez ciudadanos que sepan más que leer y escribir. No hay un militar que haya servido en ejércitos de línea fuera de la República (2)
San Juan es una provincia agrícola y comerciante exclusivamente; el no tener campaña la ha librado por largo tiempo del dominio de los caudillos. Cualquiera que fuese el partido dominante, gobernador y empleados eran tomados de la parte educada de la población, hasta el año 1833, en que Facundo Quiroga colocó a un hombre vulgar en el gobierno. Este, no pudiéndose sustraer a la influencia de las costumbres civilizadas que prevalecían en despecho del poder, se entregó a la dirección de la parte culta, hasta que fue vencido por Brizuela, jefe de los riojanos, sucediéndole el general Benavídez, que conserva el mando hace nueve años, no ya como una magistratura periódica, sino como propiedad suya. San Juan
¿Creeráse que tanta mediocridad es natural a una ciudad del interior? ¡No! Ahí está la tradición para probar lo contrario. Veinte años atrás, San Juan era uno de los pueblos más cultos del interior, y ¿cuál no debe ser la decadencia y postración de una ciudad americana, para ir a buscar sus épocas brillantes veinte años atrás del momento presente? El año 1831 emigraron a Chile doscientos ciudadanos jefes de familia, jóvenes, literatos, abogados, militares, etc. Copiapó, Coquimbo, Valparaíso y el resto de la República están llenos 46
este concepto honroso: “...manifiestan las mejores disposiciones para hacer progresos en la civilización; en el día se considera a este pueblo como el que sigue a Buenos Aires más inmediatamente en la marcha de la reforma social; allí se han adoptado varias de las instituciones nuevamente establecidas en Buenos Aires, en proporción relativa; y en la reforma eclesiástica han hecho los sanjuaninos progresos extraordinarios, incorporando todos los regulares al clero secular y extinguiendo los conventos que aquéllos tenían…”
aún de estos nobles proscritos, capitalistas algunos, mineros inteligentes otros, comerciantes y hacendados muchos, abogados, médicos varios. Como en la dispersión de Babilonia, todos éstos no volvieron a ver la tierra prometida. ¡Otra emigración ha salido, para no volver, en 1840! San Juan había sido hasta entonces suficientemente rico en hombres civilizados para dar al célebre Congreso de Tucumán un presidente de la capacidad y altura del doctor Laprida, que murió más tarde asesinado por los Aldao; un prior a la Recoleta Dominica de Chile en el distinguido sabio y patriota Oro, después obispo de San Juan; un ilustre patriota, don Ignacio de la Roza, que preparó con San Martín la expedición a Chile, y que derramó en su país las semillas de la igualdad de clases prometida por la revolución; un ministro al gobierno de Rivadavia; un ministro a la legación argentina en don Domingo de Oro, cuyos talentos diplomáticos no son aún debidamente apreciados; un diputado al Congreso de 1826 en el ilustrado sacerdote Vera; un diputado a la convención de Santa Fe en el presbítero Oro, orador de nota; otro a la de Córdoba en don Rudecindo Rojo, tan eminente por sus talentos y genio industrial como por su grande instrucción; un militar al ejército, entre otros, en el coronel Rojo, que ha salvado dos provincias sofocando motines con sólo su serena audacia, y de quien el general Paz, juez competente en la materia, decía que sería uno de los primeros generales de la República. San Juan poseía entonces un teatro y compañía permanente de actores.
Pero lo que dará una idea más completa de la cultura de entonces es el estado de la enseñanza primaria. Ningún pueblo de la República Argentina se ha distinguido más que San Juan en su solicitud por difundirla, ni hay otro que haya obtenido resultados más completos. No satisfecho el gobierno de la capacidad de los hombres de la provincia para desempeñar cargo tan importante, mandó traer de Buenos Aires el año 1815 un sujeto que reuniese, a una instrucción competente, mucha moralidad. Vinieron unos señores Rodríguez, tres hermanos dignos de rolar con las primeras familias del país, y en las que se enlazaron, tal era su mérito y la distinción que se les prodigaba. Yo, que hago profesión hoy de la enseñanza primaria, que he estudiado la materia, puedo decir que si alguna vez se ha realizado en América algo parecido a las famosas escuelas holandesas descriptas por M. Cousin, es en la de San Juan. La educación moral y religiosa era acaso superior a la instrucción elemental que allí se daba; y no atribuyo a otra causa el que en San Juan se hayan cometido tan pocos crímenes, ni la conducta moderada del mismo Benavidez, sino a que la mayor parte de los sanjuaninos, él incluso, han sido educados en esa famosa escuela, en que los preceptos de la moral se inculcaban a los alumnos con una especial solicitud. Si estas páginas llegan a manos de don Ignacio y de don Roque Rodríguez, que reciban este débil homenaje que creo debido a los servicios eminentes hechos por ellos, en asocio de su finado hermano don José, a la cultura y moralidad de un pueblo entero.
Existen aún los restos de seis o siete bibliotecas de particulares en que estaban reunidas. las principales obras del siglo XVIII, y las traducciones de las mejores griegas y latinas. Yo no he tenido otra instrucción hasta el año 36, que la que esas ricas, aunque truncas bibliotecas pudieron proporcionarme. Era tan rico San Juan en hombres de luces el año 1825, que la sala de representantes contaba con seis oradores de nota. Los miserables aldeanos que hoy (1845) deshonran la sala de representantes de San Juan, en cuyo recinto se oyeron oraciones tan elocuentes y pensamientos tan elevados, que sacudan el polvo de las actas de aquellos tiempos y huyan avergonzados de estar profanando con sus diatribas. aquel augusto santuario.
[Detalles sobre el sistema y organización de este establecimiento de educación pública, se encuentran en Educación Popular, trabajo especial consagrado a la materia y fruto del viaje a Europa y Estados Unidos hecho por encargo del Gobierno de Chile. - El autor]
Los juzgados, el ministerio, estaban servidos por letrados, y quedaba suficiente número para la defensa de los intereses de las partes.
Esta es la historia de las ciudades argentinas. Todas ellas tienen que reivindicar glorias, civilización y notabilidades pasadas. Ahora el nivel barbarizador pesa sobre todas ellas. La barbarie del interior ha llegado a penetrar hasta las calles de Buenos Aires. Desde 1810 hasta 1840, las provincias que encerraban en su ciudades tanta civilización, fueron demasiado bárbaras, empero, para destruir con su impulso la obra colosal de la revolución de la
La cultura de los modales, el refinamiento de las costumbres, el cultivo de las letras, las grandes empresas comerciales, el espíritu público de que estaban animados los habitantes, todo anunciaba al extranjero la existencia de una sociedad culta, que caminaba rápidamente a elevarse a un rango distinguido, lo que daba lugar para que las prensas de Londres divulgasen por América y Europa 47
independencia. Ahora que nada les queda de lo que en hombres, luces e instituciones tenían, ¿qué va a ser de ellas? La ignorancia y la pobreza, que es la consecuencia, están como las aves mortecinas, esperando que las ciudades del interior den la última boqueada, para devorar su presa, para hacerlas campo, estancia. Buenos Aires puede volver a ser lo que fue, porque la civilización europea es tan fuerte allí, que a despecho de las brutalidades del gobierno se ha de sostener. Pero en las provincias, ¿en qué se apoyará? Dos siglos no bastarán para volverlas al camino que han abandonado, desde que la generación presente educa a sus hijos en la barbarie que a ella le ha alcanzado. ¿Pregúntasenos ahora por qué combatimos? Combatimos por volver a las ciudades su vida propia”.
Nuestra América. José Martí. (La Habana, Cuba, 1853-1895).
Civilización y barbarie (1845). Obras completas de D. F. Sarmiento. Vol. VII. Buenos Aires, 1896. © José Luis Gómez-Martínez Nota: Esta versión electrónica se provee únicamente con fines educativos. Cualquier reproducción destinada a otros fines, deberá obtener los permisos que en cada caso correspondan.
Nuestra América [Ensayo: Texto completo.] José Martí Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el cielo, que van por el aire dormido engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra. No hay proa que ataje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mística del juicio final, a un escuadrón de acorazados. Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos. Los que se enseñan los puños, como hermanos celosos, que quieren los dos la misma tierra, o el de casa chica, que le tiene envidia al de casa mejor, han de encajar, de modo que sean una las dos manos. Los que, al amparo de una tradición criminal, cercenaron, con el sable tinto en la sangre de sus mismas venas, la tierra del hermano vencido, del hermano castigado más allá de sus culpas, si no quieren que les llame el pueblo ladrones, devuélvanle sus tierras al hermano. Las deudas del honor no las 48
Con un decreto de Hamilton no se le para la pechada al potro del llanero. Con una frase de Sieyés no se desestanca la sangre cuajada de la raza india. A lo que es, allí donde se gobierna, hay que atender para gobernar bien; y el buen gobernante en América no es el que sabe cómo se gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho su país, y cómo puede ir guiándolos en junto, para llegar, por métodos e instituciones nacidas del país mismo, a aquel estado apetecible donde cada hombre se conoce y ejerce, y disfrutan todos de la abundancia que la Naturaleza puso para todos en el pueblo que fecundan con su trabajo y defienden con sus vidas. El gobierno ha de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser el del país. La forma del gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país. El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país.
cobra el honrado en dinero, a tanto por la bofetada. Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes. A los sietemesinos sólo les faltará el valor. Los que no tienen fe en su tierra son hombres de siete meses. Porque les falta el valor a ellos, se lo niegan a los demás. No les alcanza al árbol difícil el brazo canijo, el brazo de uñas pintadas y pulsera, el brazo de Madrid o de París, y dicen que no se puede alcanzar el árbol. Hay que cargar los barcos de esos insectos dañinos, que le roen el hueso a la patria que los nutre. Si son parisienses o madrileños, vayan al Prado, de faroles, o vayan a Tortoni, de sorbetes. ¡Estos hijos de carpintero, que se avergüenzan de que su padre sea carpintero! ¡Estos nacidos en América, que se avergüenzan, porque llevan delantal indio, de la madre que los crió, y reniegan, ¡bribones!, de la madre enferma, y la dejan sola en el lecho de las enfermedades! Pues, ¿quién es el hombre?, ¿el que se queda con la madre, a curarle la enfermedad, o el que la pone a trabajar donde no la vean, y vive de su sustento en las tierras podridas, con el gusano de corbata, maldiciendo del seno que lo cargó, paseando el letrero de traidor en la espalda de la casaca de papel? ¡Estos hijos de nuestra América, que ha de salvarse con sus indios, y va de menos a más; estos desertores que piden fusil en los ejércitos de la América del Norte, que ahoga en sangre a sus indios, y va de más a menos! ¡Estos delicados, que son hombres y no quieren hacer el trabajo de hombres! Pues el Washington que les hizo esta tierra ¿se fue a vivir con los ingleses, a vivir con los ingleses en los años en que los veía venir contra su tierra propia? ¡Estos “increíbles” del honor, que lo arrastran por el suelo extranjero, como los increíbles de la Revolución francesa, danzando y relamiéndose, arrastraban las erres!
Por eso el libro importado ha sido vencido en América por el hombre natural. Los hombres naturales han vencido a los letrados artificiales. El mestizo autóctono ha vencido al criollo exótico. No hay batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza. El hombre natural es bueno, y acata y premia la inteligencia superior, mientras ésta no se vale de su sumisión para dañarle, o le ofende prescindiendo de él, que es cosa que no perdona el hombre natural, dispuesto a recobrar por la fuerza el respeto de quien le hiere la susceptibilidad o le perjudica el interés. Por esta conformidad con los elementos naturales desdeñados han subido los tiranos de América al poder; y han caído en cuanto les hicieron traición. Las repúblicas han purgado en las tiranías su incapacidad para conocer los elementos verdaderos del país, derivar de ellos la forma de gobierno y gobernar con ellos. Gobernante, en un pueblo nuevo, quiere decir creador. En pueblos compuestos de elementos cultos e incultos, los incultos gobernarán, por su hábito de agredir y resolver las dudas con la mano, allí donde los cultos no aprendan el arte del gobierno. La masa inculta es perezosa, y tímida en las cosas de la inteligencia, y quiere que la gobiernen bien; pero si el gobierno le lastima, se lo sacude y gobierna ella. ¿Cómo han de salir de las Universidades los gobernantes, si no hay Universidad en América donde se enseñe lo rudimentario del arte del gobierno, que es el análisis de los elementos peculiares de los pueblos de América? A adivinar salen los jóvenes al mundo, con antiparras yanquis o francesas, y aspiran a dirigir un pueblo que no conocen. En la carrera de la política habría de negarse la entrada a los que desconocen los rudimentos de la política. El premio de los certámenes no ha de ser para la mejor oda, sino para el mejor estudio de los factores del país en que se vive. En el periódico, en la cátedra, en la academia, debe llevarse adelante el estudio de los factores reales del país. Conocerlos basta, sin vendas ni ambages: porque el que pone de lado, por voluntad u olvido, una parte de la verdad, cae a la larga por la verdad que le faltó, que crece en la negligencia, y derriba lo que se levanta sin
Ni ¿en qué patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas de América, levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de pelea del libro con el cirial, sobre los brazos sangrientos de un centenar de apóstoles? De factores tan descompuestos, jamás, en menos tiempo histórico, se han creado naciones tan adelantadas y compactas. Cree el soberbio que la tierra fue hecha para servirle de pedestal, porque tiene la pluma fácil o la palabra de colores, y acusa de incapaz e irremediable a su república nativa, porque no le dan sus selvas nuevas modo continuo de ir por el mundo de gamonal famoso, guiando jacas de Persia y derramando champaña. La incapacidad no está en el país naciente, que pide formas que se le acomoden y grandeza útil, sino en los que quieren regir pueblos originales, de composición singular y violenta, con leyes heredadas de cuatro siglos de práctica libre en los Estados Unidos, de diecinueve siglos de monarquía en Francia. 49
de su razón, entró, desatendiendo o desoyendo a los ignorantes que lo habían ayudado a redimirse, en un gobierno que tenía por base la razón; la razón de todos en las cosas de todos, y no la razón universitaria de uno sobre la razón campestre de otros. El problema de la independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu.
ella. Resolver el problema después de conocer sus elementos, es más fácil que resolver el problema sin conocerlos. Viene el hombre natural, indignado y fuerte, y derriba la justicia acumulada de los libros, porque no se la administra en acuerdo con las necesidades patentes del país. Conocer es resolver. Conocer el país, y gobernarlo conforme al conocimiento, es el único modo de librarlo de tiranías. La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los incas a acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras Repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras Repúblicas. Y calle el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas.
Con los oprimidos había que hacer causa común, para afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores. El tigre, espantado del fogonazo, vuelve de noche al lugar de la presa. Muere echando llamas por los ojos y con las zarpas al aire. No se le oye venir, sino que viene con zarpas de terciopelo. Cuando la presa despierta, tiene al tigre encima. La colonia continuó viviendo en la república; y nuestra América se está salvando de sus grandes yerros -de la soberbia de las ciudades capitales, del triunfo ciego de los campesinos desdeñados, de la importación excesiva de las ideas y fórmulas ajenas, del desdén inicuo e impolítico de la raza aborigen- por la virtud superior, abonada con sangre necesaria, de la república que lucha contra la colonia. El tigre espera, detrás de cada árbol, acurrucado en cada esquina. Morirá, con las zarpas al aire, echando llamas por los ojos.
Con los pies en el rosario, la cabeza blanca y el cuerpo pinto de indio y criollo, venimos, denodados, al mundo de las naciones. Con el estandarte de la Virgen salimos a la conquista de la libertad. Un cura, unos cuantos tenientes y una mujer alzan en México la república en hombros de los indios. Un canónigo español, a la sombra de su capa, instruye en la libertad francesa a unos cuantos bachilleres magníficos, que ponen de jefe de Centro América contra España al general de España. Con los hábitos monárquicos, y el Sol por pecho, se echaron a levantar pueblos los venezolanos por el Norte y los argentinos por el Sur. Cuando los dos héroes chocaron, y el continente iba a temblar, uno, que no fue el menos grande, volvió riendas. Y como el heroísmo en la paz es más escaso, porque es menos glorioso que el de la guerra; como al hombre le es más fácil morir con honra que pensar con orden; como gobernar con los sentimientos exaltados y unánimes es más hacedero que dirigir, después de la pelea, los pensamientos diversos, arrogantes, exóticos o ambiciosos; como los poderes arrollados en la arremetida épica zapaban, con la cautela felina de la especie y el peso de lo real, el edificio que había izado, en las comarcas burdas y singulares de nuestra América mestiza, en los pueblos de pierna desnuda y casaca de París, la bandera de los pueblos nutridos de savia gobernante en la práctica continua de la razón y de la libertad; como la constitución jerárquica de las colonias resistía la organización democrática de la República, o las capitales de corbatín dejaban en el zaguán al campo de bota-de-potro, o los redentores bibliógenos no entendieron que la revolución que triunfó con el alma de la tierra, desatada a la voz del salvador, con el alma de la tierra había de gobernar, y no contra ella ni sin ella, entró a padecer América, y padece, de la fatiga de acomodación entre los elementos discordantes y hostiles que heredó de un colonizador despótico y avieso, y las ideas y formas importadas que han venido retardando, por su falta de realidad local, el gobierno lógico. El continente descoyuntado durante tres siglos por un mando que negaba el derecho del hombre al ejercicio
Pero “estos países se salvarán”, como anunció Rivadavia el argentino, el que pecó de finura en tiempos crudos; al machete no le va vaina de seda, ni en el país que se ganó con lanzón se puede echar el lanzón atrás, porque se enoja, y se pone en la puerta del Congreso de Iturbide “a que le hagan emperador al rubio”. Estos países se salvarán, porque, con el genio de la moderación que parece imperar, por la armonía serena de la Naturaleza, en el continente de la luz, y por el influjo de la lectura crítica que ha sucedido en Europa a la lectura de tanteo y falansterio en que se empapó la generación anterior, le está naciendo a América, en estos tiempos reales, el hombre real. Éramos una visión, con el pecho de atleta, las manos de petimetre y la frente de niño. Éramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón de Norteamérica y la montera de España. El indio, mudo, nos daba vueltas alrededor, y se iba al monte, a la cumbre del monte, a bautizar a sus hijos. El negro, oteado, cantaba en la noche la música de su corazón, solo y desconocido, entre las olas y las fieras. El campesino, el creador, se revolvía, ciego de indignación, contra la ciudad desdeñosa, contra su criatura. Éramos charreteras y togas, en países que venían al mundo con la alpargata en los pies y la vincha en la cabeza. El genio hubiera estado en hermanar, con la caridad del corazón y con el atrevimiento de los fundadores, la vincha y la toga; en desestancar al indio; en ir haciendo lado al negro suficiente; en ajustar la libertad al cuerpo de los que se alzaron y vencieron por ella. Nos quedó el oidor, y el general, y el letrado, y el prebendado. 50
de la independencia amenazada, el carácter viril. Otras crían, en la guerra rapaz contra el vecino, la soldadesca que puede devorarlas. Pero otro peligro corre, acaso, nuestra América, que no le viene de sí, sino de la diferencia de orígenes, métodos e intereses entre los dos factores continentales, y es la hora próxima en que se le acerque demandando relaciones íntimas, un pueblo emprendedor y pujante que la desconoce y la desdeña. Y como los pueblos viriles, que se han hecho de sí propios, con la escopeta y la ley, aman, y sólo aman, a los pueblos viriles; como la hora del desenfreno y la ambición, de que acaso se libre, por el predominio de lo más puro de su sangre, la América del Norte, o el que pudieran lanzarla sus masas vengativas y sórdidas, la tradición de conquista y el interés de un caudillo hábil, no está tan cercana aún a los ojos del más espantadizo, que no dé tiempo a la prueba de altivez, continua y discreta, con que se la pudiera encarar y desviarla; como su decoro de república pone a la América del Norte, ante los pueblos atentos del Universo, un freno que no le ha de quitar la provocación pueril o la arrogancia ostentosa, o la discordia parricida de nuestra América, el deber urgente de nuestra América es enseñarse como es, una en alma e intento, vencedora veloz de un pasado sofocante, manchada sólo con sangre de abono que arranca a las manos la pelea con las ruinas, y la de las venas que nos dejaron picadas nuestros dueños. El desdén del vecino formidable, que no la conoce, es el peligro mayor de nuestra América; y urge, porque el día de la visita está próximo, que el vecino la conozca, la conozca pronto, para que no la desdeñe. Por ignorancia llegaría, tal vez, a poner en ella la codicia. Por el respeto, luego que la conociese, sacaría de ella las manos. Se ha de tener fe en lo mejor del hombre y desconfiar de lo peor de él. Hay que dar ocasión a lo mejor para que se revele y prevalezca sobre lo peor. Si no, lo peor prevalece. Los pueblos han de tener una picota para quien les azuza a odios inútiles; y otra para quien no les dice a tiempo la verdad.
La juventud angélica, como de los brazos de un pulpo, echaba al Cielo, para caer con gloria estéril, la cabeza coronada de nubes. El pueblo natural, con el empuje del instinto, arrollaba, ciego del triunfo, los bastones de oro. Ni el libro europeo, ni el libro yanqui, daban la clave del enigma hispanoamericano. Se probó el odio, y los países venían cada año a menos. Cansados del odio inútil, de la resistencia del libro contra la lanza, de la razón contra el cirial, de la ciudad contra el campo, del imperio imposible de las castas urbanas divididas sobre la nación natural, tempestuosa o inerte, se empieza, como sin saberlo, a probar el amor. Se ponen en pie los pueblos, y se saludan. “¿Cómo somos?” se preguntan; y unos a otros se van diciendo cómo son. Cuando aparece en Cojímar un problema, no van a buscar la solución a Danzig. Las levitas son todavía de Francia, pero el pensamiento empieza a ser de América. Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa y la levantan con la levadura de su sudor. Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase de esta generación. El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino! Se entiende que las formas de gobierno de un país han de acomodarse a sus elementos naturales; que las ideas absolutas, para no caer por un yerro de forma, han de ponerse en formas relativas; que la libertad, para ser viable, tiene que ser sincera y plena; que si la república no abre los brazos a todos y adelanta con todos, muere la república. El tigre de adentro se entra por la hendija, y el tigre de afuera. El general sujeta en la marcha la caballería al paso de los infantes. O si deja a la zaga a los infantes, le envuelve el enemigo la caballería. Estrategia es política. Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud; pero con un solo pecho y una sola mente. ¡Bajarse hasta los infelices y alzarlos en los brazos! ¡Con el fuego del corazón deshelar la América coagulada! ¡Echar, bullendo y rebotando por las venas, la sangre natural del país! En pie, con los ojos alegres de los trabajadores, se saludan, de un pueblo a otro, los hombres nuevos americanos. Surgen los estadistas naturales del estudio directo de la Naturaleza. Leen para aplicar, pero no para copiar. Los economistas estudian la dificultad en sus orígenes. Los oradores empiezan a ser sobrios. Los dramaturgos traen los caracteres nativos a la escena. Las academias discuten temas viables. La poesía se corta la melena zorrillesca y cuelga del árbol glorioso el chaleco colorado. La prosa, centelleante y cernida, va cargada de idea. Los gobernadores, en las repúblicas de indios, aprenden indio.
No hay odio de razas, porque no hay razas. Los pensadores canijos, los pensadores de lámparas, enhebran y recalientan las razas de librería, que el viajero justo y el observador cordial buscan en vano en la justicia de la naturaleza, donde resalta, en el amor victorioso y el apetito turbulento, la identidad universal del hombre. El alma emana, igual y eterna, de los cuerpos diversos en forma y en color. Peca contra la humanidad el que fomente y propague la oposición y el odio de las razas. Pero en el amasijo de los pueblos se condensan, en la cercanía de otros pueblos diversos, caracteres peculiares y activos, de ideas y de hábitos, de ensanche y adquisición, de vanidad y de avaricia, que del estado latente de preocupaciones nacionales pudieran, en un período de desorden interno o de precipitación del carácter acumulado del país, trocarse en amenaza grave para las tierras vecinas, aisladas y débiles, que el país fuerte declara perecederas e inferiores. Pensar es servir. Ni ha de suponerse, por antipatía de aldea, una maldad ingénita y fatal al pueblo rubio del continente, porque no habla nuestro
De todos sus peligros se va salvando América. Sobre algunas repúblicas está durmiendo el pulpo. Otras, por la ley del equilibrio, se echan a pie a la mar, a recobrar, con prisa loca y sublime, los siglos perdidos. Otras, olvidando que Juárez paseaba en un coche de mulas, ponen coche de viento y de cochero a una bomba de jabón; el lujo venenoso, enemigo de la libertad, pudre al hombre liviano y abre la puerta al extranjero. Otras acendran, con el espíritu épico 51
La profundización y focalización –aunque no exclusiva- en las literaturas nacionales, significa el asumir la tarea que cada nación tiene como integrante de la región, con el objeto de ofrecer a las literaturas de las naciones vecinas, una pieza del puzzle común; lo que lejos de aislarnos nos liga de manera más orgánica. Tarea otra es la de la historiografía literaria continental o de los estudios de frontera, por ejemplo; áreas necesarias correspondientes a un ejercicio historiográfico más complejo por cuanto se debe observar y registrar posibles coincidencias en los procesos literarios de los distintos países, así como zonas híbridas de mutua imbricación. En este sentido es recomendable leer paralelamente historias de la literatura de alcance nacional y latino continental.
idioma, ni ve la casa como nosotros la vemos, ni se nos parece en sus lacras políticas, que son diferentes de las nuestras; ni tiene en mucho a los hombres biliosos y trigueños, ni mira caritativo, desde su eminencia aún mal segura, a los que, con menos favor de la historia, suben a tramos heroicos la vía de las repúblicas; ni se han de esconder los datos patentes del problema que puede resolverse, para la paz de los siglos, con el estudio oportuno y la unión tácita y urgente del alma continental. ¡Porque ya suena el himno unánime; la generación actual lleva a cuestas, por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Zemí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva!. 18
En estas materias, una de las lecturas sugeridas en las últimas unidades de la literatura latinoamericana moderna o primeras unidades de la contemporánea, es la polémica entre Mariano Latorre y Manuel Rojas, la que resume, en buena medida, las dos concepciones de arte y literatura que se manifiestan a fines de siglo.
Los seis textos antecedentes son discursos fundacionales y analíticos de nuestra literatura latinoamericana. El texto El descontento y la promesa, de Pedro Henríquez Ureña, contenido en el punto correspondiente a “Algunas nociones y acuerdos preliminares” escrito durante el siglo XX, toca uno de los problemas medulares de la cultura latinoamericana, su tensión permanente entre tendencias universalistas y regionalistas en literatura y cultura. Aunque -en términos generales- fueron los escritores e intelectuales citadinos y las burguesías en formación –estas últimas siempre tan culturalmente dependientes- las que se inclinaron por las tendencias más universalistas; así como los provenientes de centros alejados de las metrópolis y más cercanos a los mundos campesinos, indios o negros, los que defendieron concepciones más regionalistas de la literatura, conviene no entender de modo polarizado estas tendencias. Esto porque a fines de siglo XIX, en la etapa crepuscular de la concepción moderna y el asomo de la contemporánea, escritores como Manuel Rojas, por ejemplo, abogan por un proceso de apertura de la literatura, chilena en el caso del autor mencionado, proceso que en modo alguno significa un olvido de las grandes problemáticas de lo nacional o latinoamericano. Rojas invita a una apertura del campo cultural que significa, necesariamente, una ampliación del universo de lecturas, con el objeto de conocer nuevas concepciones de literatura, nuevas técnicas literarias, que no significan solo el resultado de un proceso de experimentación y renovación de la literatura sino la manifestación de nuevas concepciones de realidad, de búsqueda de nuevas formas de representación frente a un escenario tan cambiante y caótico como el de inicios del siglo XX.
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Una buena fuente de estudio la constituyen los libros de José Promis, entre otros. Ver puntos 4 y 5. La segunda lectura, de Andrés Bello, es un texto indispensable para entender la posición de uno de los intelectuales fundadores de la cultura latinoamericana. Su Alocución a la poesía es un verdadero manifiesto de independencia cultural que acompaña a las independencias políticas. Bello pensaba que debían avanzar en forma simultánea ambos procesos. La imagen de las musas cruzando desde el viejo continente hacia las altas cumbres de los Andes americanos, sintetiza su rechazo por una cultura, a su parecer, desgastada y que poco puede ofrecer como modelo a las nacientes repúblicas americanas, No obstanrte ello, su rechazo es más bien político. El verso más citado y antologado “La corrupción cultura se apellida” da cuenta clara de ello, pero la escritura literaria de Bello no se desenmarca del Neoclasicismo vigente. En tal sentido se suma a una tradición literaria que recibimos de Europa y ésta de una vertiente anterior. Las odas de Bello -lo han dicho varios estudiosos- son románticas en el contenido y neoclásicas en su forma. No podía ser de otro modo, lo que ocurre entonces en la cultura latinoamericana es una dialéctica entre tradición y traición. Tomando como base la tradición neoclásica y romántica, se van abriendo nuevas y
Martí, José. Nuestra América. Rescatado en 27 de septiembre de 2016.
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audiencia que lo escucha, conciliar el pasado y el presente, la matriz europea formadora de nuestros intelectuales con la incorporación de aspectos locales, en el proceso de fundación de nuestra literatura nacional.
sincréticas vertientes más propias del mundo latinoamericano como –me atrevería a decir- toda la literatura, en mayor o menor medida, de intelectuales criollos blancos o mestizos; la poesía andina o yaraví, la gauchesca, la literatura indianista, la de corte popular, entre otras.
Ya avanzado el siglo nos encontramos con el lúcido ensayo del cubano José Martí, Nuestra América. En él se hace cargo de un contexto distinto, se trata del enclave finisecular en el que Europa, en una segunda o tercera fase imperialista, se reparte las regiones “subdesarrolladas” del globo. Específicamente, Alemania e Inglaterra, están perdiendo la hegemonía económica sobre América latina y los Estados Unidos de Norteamérica se presentan como el nuevo eje rector; España se ha debilitado incluso en lo cultural y Francia se constituye en la gran matriz cultural del momento. Martí anticipa en buena parte lo que será un nuevo capítulo de la dependencia del continente, un nuevo estado de colonización bajo la política definida como “proteccionista” de la llamada Doctrina Monroe. Pero el ensayo de Martí tiene también un mensaje de autocrítica a los ciudadanos de este nuevo mundo, les critica su condición aldeana, su pensamiento provinciano, admirador de lo exógeno, ignorante y desdeñoso, muchas veces, de lo propio. En este sentido, este texto se constituye, como el de Bello, en un manifiesto de independencia política y cultural para el continente latinoamericano.
La Carta de Jamaica, como casi toda la producción intelectual del periodo neoclásico no es propiamente literaria. El concepto de género literario se amplía conforme al espíritu iluminista de la época. Así, los ensayos, sean estos cívico-patrióticos, filosóficos, políticos, o de otra índole, cobran gran relevancia y responden al proceso de desarrollo intelectual y cultural del momento. Bolívar expresa su sueño de una América latina unida. Su discurso la proyecta como una sola gran nación unida por lazos de historia, cultura y lengua. Oportuno es mencionar a otro autor del periodo, el ecuatoriano José Joaquín Olmedo, quien, con su Canto a la Batalla de Junín, manifiesta también un espíritu americanista de cuño bolivariano. “De los escritos luminosos para la suerte de la humanidad”, de Fray Camilo Henríquez, ensayo fundacional del pensamiento moderno latinoamericano, tiene el mérito de ser una crítica al estado de la cultura y a la responsabilidad que también le cabe en ello al poder clerical, hecha desde el interior de la iglesia. En el espíritu ilustrado y neoclásico defiende los ideales de la libertad, el derecho de los pueblos a educarse y la responsabilidad del estado y las instituciones civiles y religiosas en el buen desarrollo de la república. Su rechazo al latín como lengua en clave y, por tanto, poco propicia para los propósitos ilustrados, evidencia un pensamiento muy moderno. Al interior de la propia iglesia se dieron estos debates como resultado del momento de profunda transición política e ideológica que significó el paso de colonia a república. En el contexto chileno tenemos algunos ensayos de cuño ilustrado, ya sean de tendencia neoclásica o romántica. Entre ellos se destaca el famoso “Discurso de inauguración de la Sociedad literaria de Santiago”, de don José Victorino Lastarria. En él, Lastarria, como intelectual tradicional,19 se refiere a variados temas: educación, cultura, comercio, literatura. En lo referente a literatura, y como exponente de un romanticismo realista, característico de la manifestación que adopta la tendencia en Chile, Lastarria se refiere al complejo tema de la innegable herencia europea y al legítimo deseo de buscar una literatura propia. En esta búsqueda aconseja a la 19 En el sentido que le da Gramsci a este término.
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Poesía cívico-patriótica: himnos fundacionales de las nuevas naciones:
Bibliografía y linkografía de fuentes primarias y secundarias:
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Neoclasicismo:
Bolívar, Simón. “Contestación de un americano meridional a un caballero de esta isla”. Obras completas.Vol. I. Ed. Vicente Lecuna con la colaboración de Esther Barret de Nazaris. La Habana: Ministerio de Educación Nacional de los Estados Unidos de Venezuela y Editorial LEX, 1947.
Novela: José Joaquín Fernández de Lizardi. (México) Aventuras del Periquillo sarniento. Antonio José de Irisarri. (Chile) El cristiano errante.
Fray Camilo Henríquez. (Chile) De la influencia de los escritos luminosos para la suerte de la humanidad.
Poesía:
Henríquez, Camilo. La Camila o la patriota de sud América. El Catecismo de los patriotas.
Hidalgo, Bartolomé. Cielitos y diálogos patrióticos.
Fray Servando Teresa de Mier. (México) “¿Puede ser libre la nueva España?”. Atala.
Andrés Bello. (Venezuela) Odas. Silvas. Repertorio americano. Bello, Andrés. Silva a la agricultura de la zona tórrida.
…………………………. Ideario político. Andrés Bello. (Venezuela) Filosofía del entendimiento. Gramática de la lengua castellana. Opúsculos literarios y críticos. Textos sobre la conciencia histórica.
José Joaquín de Olmedo. (Ecuador) La victoria de Junín. Canto a Bolívar. Olmedo, José Joaquín. La victoria de Junín Canto a Bolívar.
Mario Góngora. (Chile) “Aspectos de la Ilustración católica en el pensamiento y la vida eclesiástica chilena”.
Poesía popular o exploratoria de elementos identitarios:
Alfonso Reyes. (México) Visión de Anahuac. El deslinde. La era crítica.
• • • • • • • •
La gauchesca. Los Cielitos. Hilario Ascasubi. (Argentina) Hilario Ascasubi - Los Poetas Historiografía Literatura Ecuatoriana Literatura Colombiana (material didáctico) Estanislao del Campo. (Argentina) Bartolomé Hidalgo. (Uruguay) Mariano Melgar.(Bolivia) Poesía mestiza: Los yaravíes.
Luis Íñigo Madrigal. (Chile) Historia de la literatura hispanoamericana. Tomo época colonial. Vol. 37. Fundación Biblioteca Ayacucho, 1989. Mabel Moraña (Ed.) (Chile) Relecturas del barroco de Indias. La imaginación histórica en el siglo XIX. Mujer y cultura en la colonia hispanoamericana Ureña, Pedro Henríquez y Ángel Rama. La utopía de América. Vol. 37. Fundación Biblioteca Ayacucho, 1989. 54
Barbero, J. M. (2009). Nuestra excéntrica y heterogénea modernidad. Estudios Políticos, (25).
Romanticismo. Novela:
Góngora, Mario. La Ilustración católica. En Cedomil Goic: Historia y Crítica
José Victorino Lastarria. (Chile) Don Guillermo. Antaño y Ogaño. El mendigo. Mercedes.
Henríquez Ureña, Pedro. El descontento y la promesa.
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Poesía
Vela en triste vapor su faz gloriosa, Y su disco nublado sólo vierte
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Luz fúnebre y sombría,
Que no es noche ni día... ¡Pavoroso calor, velo de muerte! Los pajarillos tiemblan y se esconden Al acercarse el huracán bramando, Y en los lejanos montes retumbando Le oyen los bosques, y a su voz responden.
A LA HERMOSURA “¿Qué eres, dulce hermosura, ante los ojos del mortal que seduces con tu encanto? Objeto destinado a verter llanto, juguete de sus pérfidos antojos.
Llega ya... ¿No le veis? ¡Cuál desenvuelve Su manto aterrador y majestuoso...! ¡Gigante de los aires, te saludo...! En fiera confusión el viento agita Las orlas de su parda vestidura... ¡Ved...! ¡En el horizonte Los brazos rapidísimos enarca, Y con ellos abarca Cuanto alcanzó a mirar de monte a monte!
Raro será el que rinda por despojos a la pura beldad un amor santo; el hombre engaña, ríe, y entre tanto siembra bajo su planta mis abrojos. Tal es tu vida. La mujer hermosa cual delicada flor, busqué abrigo de la excelsa virtud, y cautelosa
¡Oscuridad universal!... ¡Su soplo Levanta en torbellinos El polvo de los campos agitado...! En las nubes retumba despeñado El carro del Señor, y de sus ruedas Brota el rayo veloz, se precipita, Hiere y aterra a suelo, Y su lívida luz inunda el cielo.
el prudente temor lleve consigo y guarde el amor la pura rosa.” José María Heredia. (Cuba)
¿Qué rumor? ¿Es la lluvia...? Desatada Cae a torrentes, oscurece el mundo, Y todo es confusión, horror profundo. Cielo, nubes, colinas, caro bosque, ¿Dó estáis...? Os busco en vano: Desparecisteis... La tormenta umbría En los aires revuelve un océano Que todo lo sepulta... Al fin, mundo fatal, nos separamos: El huracán y yo solos estamos.
EN UNA TEMPESTAD “Huracán, huracán, venir te siento, Y en tu soplo abrasado Respiro entusiasmado Del señor de los aires el aliento. En las alas del viento suspendido Vedle rodar por el espacio inmenso, Silencioso, tremendo, irresistible En su curso veloz. La tierra en calma Siniestra; misteriosa,
¡Sublime tempestad! ¡Cómo en tu seno, De tu solemne inspiración henchido, Al mundo vil y miserable olvido, Y alzo la frente, de delicia lleno! ¿Dó está el alma cobarde
Contempla con pavor su faz terrible. ¿Al toro no miráis? El suelo escarban, De insoportable ardor sus pies heridos: La frente poderosa levantando, Y en la hinchada nariz fuego aspirando, Llama la tempestad con sus bramidos. ¡Qué nubes! ¡qué furor! El sol temblando
Que teme tu rugir...? Yo en ti me elevo Al trono del Señor: oigo en las nubes El eco de su voz; siento a la tierra 56
La poesía popular chilena del siglo XIX (*) Por María Eugenia Góngora. Universidad de Chile.
Escucharle y temblar. Ferviente lloro Desciende por mis pálidas mejillas, Y su alta majestad trémulo adoro.”
En esta ocasión quiero presentar un material perteneciente a las colecciones de poesía popular chilena impresa, iniciadas a fines del siglo XIX por el filólogo alemán Rodolfo Lenz (1863-1938) y por el chileno Raúl Amunátegui. La primera de estas colecciones se encuentra actualmente en la Biblioteca Nacional y la segunda, en el Archivo Bello de la Universidad de Chile.
Esteban Echeverría LA DIAMELA “Dióme un día una bella porteña, que en mi senda pusiera el destino, una flor cuyo aroma divino llena el alma de dulce embriaguez; me la dio con sonrisa halagüeña, matizada de puros sonrojos, y bajando hechicera los ojos, incapaces de engaño y doblez.
Se trata de colecciones comparables en ciertos aspectos a la de literatura popular argentina, realizada por el antropólogo alemán Robert Lehmann-Nitsche (1872-1938) desde 1897 y durante las primeras décadas del siglo XX y que actualmente se puede revisar en la biblioteca del Instituto Ibero-Americano de Berlin; las colecciones de Lenz y Amunátegui son de menor envergadura que la importante colección de Lehmann-Nitsche, quien reunió y estudió las adivinanzas, chistes, y la literatura erótica rioplatense, así como una abundante folletería gauchesca, e incluso algunos cancioneros populares chilenos. Es interesante relacionar estas colecciones con la literatura de “folhetos” brasileños y, por cierto, con la importante producción iberoamericana de la llamada “literatura de cordel”, conocida en España desde los inicios de la imprenta.
En silencio y absorto toméla como don misterioso del cielo, que algún ángel de amor y consuelo me viniese, durmiendo, a ofrecer; en mi seno inflamado guardéla, con el suyo mezclando mi aliento, y un hechizo amoroso al momento yo sentí por mis venas correr.
Para presentar este material, he escogido, a modo de ilustración, las publicaciones de la poeta chilena Rosa Araneda, recogidas en el volumen n° 5 de la Colección Lenz y en el Tomo n° 11 de la colección Amunátegui. Rosa Araneda publicó, además de sus “hojas de versos”, algunos folletos como, por ejemplo, “El Cantor de costumbres”, en 1893.
Desde entonces, do quiera que miro allí está la diamela olorosa, y a su lado una imagen hermosa cuya frente respira candor; desde entonces por ella suspiro, rindo el pecho inconstante a su halago, con su aroma inefable me embriago, a ella sola consagro mi amor”.
No conocemos la fecha exacta de su nacimiento, pero según algunos versos autobiográficos suyos, la poeta nació en el pueblo de San Vicente de Tagua Tagua, al sur de Santiago; sabemos que murió en Santiago el 4 de junio de 1894. Fue la compañera del poeta Daniel Meneses, el autodenominado “poeta nortino” nacido en 1868 y muerto a comienzos del siglo XX, autor de folletos y de numerosas y polémicas “hojas de versos”, entre ellas, varias “de provocación” a otros poetas populares de su tiempo.
Gertrudis Gómez de Avellaneda. (Cuba) Francisco Bilbao. (Chile) Evangelio Americano. Poesía popular: Rosa Araneda. (Chile) Aunque no soy literaria
Al igual que otros autores contemporáneos suyos, Rosa Araneda adhirió al partido Democrático fundado en 1887 por el periodista y poeta popular Juan Rafael Allende, entre otros; en los años más difíciles del gobierno de José Manuel Balmaceda y durante la Guerra Civil que culminó con el suicidio del presidente, Rosa Araneda publicó numerosos poemas contra el régimen, del cual fue
Daniel Meneses. (Chile) El cielo de los amantes Otros autores. Consultar estudios de Marcela Orellana y Micaela Navarrete. 57
y hegemonía, 1987) sobre la “literatura de cordel” algunos de los que nos abren perspectivas amplias sobre algunos problemas y características específicas de la literatura popular.
ardiente opositora, así como lo fue también, posteriormente, del duro gobierno de Jorge Montt, el presidente que sucedió a Balmaceda. Otros nombres de poetas que conocemos a través de las colecciones Lenz y Amunátegui son, en primer lugar, el del gran Bernardino Guajardo (1812-1886), el más antiguo y admirado de los populares; los nombres y poemas de José Hipólito Cordero, Adolfo Reyes, Juan Bautista y Juan de Dios Peralta, Rómulo Larrañaga (Rolak), Juan Rafael Allende (El Pequén), Nicasio García y Abraham Jesús Brito están también representados. Los poemas de estos autores se imprimieron entre los años 1865 y 1920 aproximadamente.
Por cierto que para un acercamiento a las “hojas de versos” sigue siendo indispensable el trabajo que el propio Rodolfo Lenz publicó a comienzos del siglo XX: su estudio Sobre la poesía popular impresa de Santiago de Chile, apareció en la Revista de Folclore Chileno y en los Anales de la Universidad de Chile en el año 1919. En este trabajo, redactado ya en gran medida en 1894, encontramos datos interesantes sobre los poetas, los lugares de venta y la frecuencia de aparición de las hojas, además de un estudio de las formas métricas y la música que acompaña el canto tradicional chileno. Sin duda, tan interesantes para nosotros como esta información, son las opiniones expresadas por Lenz con respecto a esta poesía popular y sus autores. Su perspectiva es inevitablemente la de un académico alemán ilustrado, quien estudia y recoge cuidadosamente esta poesía marginal.
En cuanto a la difusión posterior de las hojas, podemos mencionar que desde la década de 1930 hasta 1970, aparecieron estudios, antologías y ediciones facsimilares de la Colección Lenz. En este sentido, hay que recordar la obra de Antonio Acevedo Hernández y los trabajos de Juan Uribe- Echeverría, quien estudió la obra de los poetas del siglo XIX así como de los cantores y poetas más recientes. Otros autores que conocieron bien la colección Lenz y que acogieron también a poetas y cantores más recientes, fueron Inés Valenzuela y Diego Muñoz, quienes dieron a conocer esta poesía al gran público a través de antologías y de un trabajo de difusión de la obra de los nuevos poetas; lo hicieron en la sección llamada “Lira popular” del Diario El Siglo, y gracias a la organización del importante Congreso de Poetas y Cantores Populares realizado en la Universidad de Chile, entre el 15 al 18 de abril del año 1954.
Los ya mencionados Bernardino Guajardo, José Hipólito Cordero, Adolfo Reyes, Rómulo Larrañaga, Nicasio García, Daniel Meneses y Rosa Araneda, fueron en su gran mayoría campesinos emigrados a Santiago; poseemos muy pocos datos biográficos sobre ellos, aunque algunos nos los proporcionan el propio Rodolfo Lenz, así como más tarde , lo hicieron el autor costumbrista Antonio Acevedo Hernández y el profesor Juan Uribe Echevarría en sus escritos. Algunos de estos autores de las hojas de poesía fueron cantores y poetas al mismo tiempo, y en ocasiones vendían sus versos a otros cantores de fondas famosas en su tiempo como la de la Peta Basaure, en Santiago. Sabemos que los poetas vivieron en las calles del antiguo centro: Bandera, Zañartu, San Pablo, Huemul, Andes y Sama, gracias a que la mayoría de ellos indicaba su nombre y dirección al pie de cada hoja de versos de su autoría.
Un poco más tarde, el sacerdote Miguel Jordá, y particularmente los historiadores Maximiliano Salinas y Micaela Navarrete han dedicado su reflexión a esta poesía como una manifestación significativa de la religiosidad y la cultura populares en el Santiago de fines del siglo XIX. Micaela Navarrete, en particular, realiza hasta el día de hoy una labor de difusión de la poesía del siglo XIX y de los poetas y cantores actuales, en el ámbito de las actividades de la Biblioteca Nacional de Chile.
Si pensamos por otra parte en los receptores de esta poesía popular, parece claro que formaban parte de una población urbana de origen principalmente campesino, al igual que los mismos poetas. Se trataba de un público con crecientes índices de alfabetización, compuesto por obreros y artesanos, sirvientes y vendedores ambulantes, pequeños comerciantes establecidos en mercados y “ferieros”, soldados y también por mujeres de todos los oficios.
Por otra parte, las “hojas de versos” han sido también objeto de estudio para algunos autores que se han preocupado de la cultura chilena en términos más amplios. Me parecen particularmente sugerentes en este sentido los estudios de Bernardo Subercaseaux ( Fin de siglo. La época de Balmaceda, de 1988 y su Historia del Libro en Chile, de 1993); asimismo, ha sido de gran utilidad para mi propia reflexión el análisis del sociólogo Guillermo Sunkel en su libro Razón y pasión en la prensa popular, del año 1985. A nivel latinoamericano, son quizás los planteamientos de Jesús Martin Barbero (De los medios a las mediaciones: comunicación, cultura
Por otra parte, en cuanto a la impresión y distribución de las hojas de versos, Lenz afirma en su estudio que la impresión de las hojas era costeada por los mismos poetas y era realizada en pequeñas imprentas, muchas veces sin nombre, y de las que solo tenemos el 58
cortesano Vicente Espinel (1550-1642); en ocasiones encontramos asimismo otras formas poéticas, como la cueca y la cuarteta. El número habitual de poemas en cada hoja es de cuatro o seis composiciones dedicadas a los temas más diversos, salvo cuando todos los poemas se dedican, excepcionalmente, a un solo tema particularmente significativo.
registro de su dirección; estas imprentas poseían un buen número de clichés de diversa procedencia y también poseían los toscos grabados de madera que servían para ilustrar, de preferencia, las hojas de poesía imprentada, como la llamaban también sus autores. Sabemos que el poeta Adolfo Reyes confeccionaba para su propio uso, o para vender a otros poetas, unos grabados de madera de raulí que representaban, en la mayoría de los casos, escenas de crímenes o de fusilamientos, y que eran usadas reiteradamente para ilustrar muchas hojas de versos, por ser estos acontecimientos uno de los temas favoritos de los poetas populares y de su público.
En relación a los temas, quisiera referirme a algunos problemas de comprensión y de interpretación textual que me parecen importantes al abordar la lectura de las hojas de versos. Como se sabe, los poetas populares chilenos han agrupado tradicionalmente su poesía –cantada o impresa- en dos grandes grupos de temas o fundamentos: a lo humano y a lo divino. Ahora bien, en las hojas de versos encontramos lado a lado, sin una jerarquización aparente, poemas amorosos, las últimas palabras de un reo antes de su ejecución, los versos por la pasión de Cristo y diversos episodios provenientes de la Biblia, el desafío a un poeta rival, un episodio de las batallas de Carlomagno, el poema satírico contra el gobierno, contra otro poeta o contra una vecina escandalosa, los versos por literatura o por astronomía junto a las décimas sobre asesinatos, accidentes y otros acontecimientos extraordinarios.
En cuanto a la frecuencia y el tiraje de las hojas, el poeta ciego José Hipólito Cordero informó a Rodolfo Lenz que las hojas salían cada dos semanas, aproximadamente, y en un tiraje mínimo de 3.000 ejemplares; según el mismo Cordero, sin embargo, nuestra poeta Rosa Araneda solía vender entre ocho y diez mil ejemplares de su poesía. En cuanto a los lugares de distribución y venta, las hojas eran vendidas por los propios autores en lugares concurridos, como la Estación Central de Ferrocarriles o el Mercado, o bien por los mismos suplementeros que vendían los diarios de Santiago, tanto los periódicos serios como los humorísticos de la época. Las hojas de los poetas más famosos eran llevadas en tren a las provincias. Su precio de venta, en la década de 1890, cuando Lenz inició su colección, era de cinco centavos, y todas ellas llevaban impreso en letras mayúsculas y muy visibles, un titular referido al contenido de uno de los poemas de la hoja.
Creo que es importante considerar esta contigüidad de textos de temas fundamentalmente heterogéneos, este “descentramiento”, esta aparente falta de jerarquía en la disposición de los “versos”. Quizás la única jerarquía que se puede a veces observar es la de la disposición gráfica, y este es un elemento importante, por cierto: los poemas relacionados con juicios y fusilamientos suelen estar en el primer lugar, a la izquierda del pliego en que está impresa la “hoja de versos”. Las ilustraciones, por su parte, se refieren de manera más o menos directa a los temas más sensacionales o violentos que aparecen poetizados en una hoja, en correspondencia con los titulares.
Afirma Rodolfo Lenz: “[El título] debe ser sensacional y llamativo: “Combate entre bandidos y carabineros, dieciocho bandidos muertos”_”Desgracia: Una hija que mata a la madre”_”¡Viva la oposición! ¡Ya cayó el tirano!”_”Fusilamiento del reo Núñez”, etc. Los suplementeros que venden las hojas gritan en voz alta estos títulos, a veces precediendo su letanía con una introducción: “Vamos comprando, vamos pagando, vamos leyendo, vamos vendiendo…” (La poesía popular impresa, p.95)
Por otra parte, la heterogeneidad, la variedad y aparente contradicción de registros no se manifiestan solamente entre los poemas de una determinada hoja; en ese caso, podríamos justificarla por razones técnicas, de formato y economía de espacio, las que tendrían como efecto involuntario la heterogeneidad de los temas.
Las hojas mismas eran de diversos tamaños, y la parte superior de las hojas está normalmente ocupada por una ilustración, debajo de la cual se puede leer el titular y luego, una cantidad variable de poemas, cada cual con su propio título. La mayoría de estos poemas impresos son décimas, de las llamadas espinelas por los mismos poetas chilenos, y que tradicionalmente han sido atribuidas al poeta
Lo más significativo es, a mi parecer, que la contradicción está presente al interior de los mismos poemas en el juego que se produce, por ejemplo, entre el tono y el lenguaje de la cuarteta que precede a las décimas que constituyen el poema completo. Así por 59
distribución, difusión y creación de la “literatura de cordel” y en particular de esta poesía que podemos llamar de “los condenados a muerte” (Botrel, J-F. “Les aveugles colpolteurs d’imprimés en Espagne”, Mélanges de la Casa de Velásquez, IX, 1973 y X 1974, esp. Pp 440 y 441). La Hermandad de Ciegos de Madrid obtuvo en 1748 la exclusividad de la difusión de los testimonios judiciales, textos de sentencias y últimas palabras de los condenados. Según el decreto de enero de ese año, los ciegos de Madrid podían obtener un extracto de las causas, “a partir de la cual la Hermandad hará o hará componer una relación en versos de sus delitos para que los hermanos ciegos, como es uso y costumbre, la puedan vender al público para que sirva de universal escarmiento” como señalaba el decreto (Botrel:441).
ejemplo, en un poema amoroso de tono elevado, casi cortesano, la cuarteta puede jugar con el doble sentido sexual y a veces obsceno; en un poema sobre la pasión de Cristo, la cuarteta puede ser cómica y, en algunos casos, amorosa y picaresca. Por otra parte, en un contrapunto o en un poema de debate, las frases y palabras con las que se afirma de modo altisonante el saber de los poetas se mezclan con ofensivas brutales entre los contrincantes. Esta conjunción de lo cómico y lo serio, de lo alto y lo bajo, de lo sublime, lo picaresco y aún lo obsceno apunta sin duda, y en primer lugar, a la pertenencia de esta poesía chilena a una larga tradición literaria. Podemos pensar, por ejemplo, en los contrafacta, los poemas de sentido espiritual basados en poemas profanos; asimismo, y de modo más general, podemos percibir en esta conjunción “contradictoria” una adscripción de esta poesía a una tradición popular que ha sido entendida ampliamente como de resistencia a la llamada “alta cultura”.
Al igual que sucede con tanta literatura de cordel latinoamericana y europea, la poesía de los “condenados a muerte” chilena muestra una ambivalencia significativa con respecto a su tema. Si observamos el corpus de los textos dedicados a relatar juicios y fusilamientos, se puede constatar que existió una actitud crítica frente a la pena de muerte por parte de un número importante de poetas populares. Daniel Meneses, Rómulo Larrañaga, Adolfo Reyes y Rosa Araneda, entre otros, apoyaron claramente la abolición de la pena de muerte en Chile, además de criticar la evidente desigualdad entre pobres y ricos frente a la administración de la justicia.
Así, esta es una poesía que puede tomar elementos de la cultura letrada y reformularlos libremente. En este sentido, Lenz postuló algunas posibles lecturas de los poetas como fuentes escritas de la poesía popular : las novelas de caballería publicadas a fines del siglo XIX en Santiago de Chile, así como los libros de gramática, astronomía y geografía mencionados por los mismos poetas como fuentes de su saber. Los principales episodios del evangelio y los personajes del antiguo testamento figuran en muchos poemas y las preguntas sobre sus historias son obligadas en los debates entre poetas. Por otra parte, sabemos también que la prensa y los periódicos más populares eran una fuente permanente de información para los autores de las hojas de versos. Muchos de los versos “patrióticos” y, desde luego, toda la poesía relacionada con la coyuntura política se puede relacionar con la prensa popular de la época.
Escribió Rosa Araneda en uno de sus poemas: “Al fin tendremos que ver Otra nueva ejecución; Yo pido la abolición De la pena, en mi entender. Si esto llega a suceder Todos lo tendrán a mal. Decirlo es mui natural. Con un sentimiento pródigo, Que barren (sic) de nuestro Código La ejecución capita.l
En relación con el carácter “noticiero” de muchos poemas, encontramos en las hojas un tipo de textos cuyo estatus no es claramente “literario” en el sentido habitual. Me refiero a los poemas que relatan juicios, sentencias a muerte o las últimas palabras de los condenados a ser fusilados. En este aspecto, las hojas de versos chilenas están claramente emparentadas con la “literatura de cordel” española, y en cuanto a su tono general, a su visión de la justicia y de la condena a muerte, los poemas chilenos se pueden comparar fácilmente con la abundante poesía popular europea que abordó los mismos temas.
(Col. Lenz, vol. 5, 27, 3) Estos versos fueron escritos a propósito de un padre que ultimó a su hijo y fue condenado a muerte. Sin embargo, y frente al juicio de Ismael Vergara, el joven de familia acomodada que mató a su padre y cuyo largo proceso y posterior fusilamiento inspiraron a tantos poetas populares, la misma Rosa Araneda escribió la décima que citamos a continuación, dando cuenta del crimen y del alegato de los defensores de Vergara:
Para el caso de España, el historiador Jean-Francois Botrel ha investigado bien el papel jugado por los ciegos de Madrid en la 60
planteó las bases de una exploración de las relaciones entre las hojas de versos del siglo XIX y la prensa popular del siglo XX. Para este autor, en ambos medios los temas son tratados explorando el aspecto más personal de las situaciones, y se apela de este modo a la subjetividad de los lectores, utilizando para ello un lenguaje que muestra las situaciones con imágenes, en tanto representaciones dramáticas, con diálogos o monólogos muy probablemente imaginarios, y usando sólo en mucho menor medida conceptos abstractos. En las hojas de versos y en la prensa popular, propone Sunkel, predomina una matriz simbólico-dramática frente a la matriz racional-iluminista o ilustrada.
Al fin, yo soi de opinión Que el jovencito Ismael Victimó a su padre él. ¡Hoy solicita el perdón!. Pero su indigno corazón No debe ser perdonado, Según lo que ha declarado No hai que tenerle clemencia, Que pague con su existencia En el banquillo sentado” (Col. Lenz, vol. 5, 30)
Podemos resumir nuestras observaciones sobre las hojas de versos y su temática, recordando en este punto que en ellas se produce una contigüidad no jerarquizada de poemas con gran diversidad de registros, y que se produce en ellas –como en la prensa popular- una equivalencia entre hechos políticos y crímenes pasionales, entre historias medievales, sátiras personales, debates poéticos y poesía religiosa. Así, como lo observamos al comienzo de esta presentación, lo serio y lo cómico, lo alto y lo bajo, lo que normalmente vemos separado y discriminado, aparece aquí reunido y superado. Es fácil comprender en este contexto que la heterogeneidad, que ha sido señalada como un rasgo fundamental de la cultura latinoamericana, se puede convertir en uno de los conceptos determinantes en nuestra lectura actual de la poesía popular del siglo XIX, y nos permite avanzar más allá de la descripción de sus temas.
Se hace evidente aquí un sentimiento de indignación ante un mismo crimen, el de parricidio, y se pide la pena capital para el acusado, y de igual manera que Rosa Araneda en este caso reaccionaron otros poetas populares. Por otra parte, y en aparente contradicción con el texto anterior, al acercarse el momento de la ejecución de Vergara, la poeta compuso aún otros poemas en los cuales el sentenciado se despide tiernamente de su hija (vol. 5, 27), ofrece sus condolencias a la madre (Amunátegui n° 333) y, significativamente, critica también la desigualdad de ricos y pobres ante la ley (vol. 5, 29, 3). Si nos atenemos a lo expresado en los poemas y si aceptamos que estos textos se pueden leer como testimonios de las opiniones personales de los poetas populares, se trata de textos gobernados por distintas emociones en cada momento: en mi lectura, la solidaridad con las víctimas parece ser el sentimiento predominante en cada caso, aunque ello pareciera llevar a evidentes contradicciones.
Para concluir, podemos apuntar que los temas que se elaboraron y poetizaron en las hojas de versos del siglo XIX siguen siendo importantes para el gran público chileno, y actualmente son el periodismo popular y la televisión y, quizás la escritura y difusión textual abierta por Internet los que, en formatos y medios muy diferentes, se expresa, se elabora y se recrea una cierta matriz cultural de características complejas.
Esto nos lleva a observar, por último, que existe un rasgo expresivo que une los distintos tipos de poemas, y es el lenguaje y el tono dramático, a veces pasional con el que se poetizan muchos temas, y no solo los de crímenes y fusilamientos. Este tono dramático y pasional de la poesía popular (y de la literatura de cordel desde sus inicios) ha sido abordado en general con distanciamiento cuando no con ironía por muchos de sus críticos. Se puede observar que, después del interés romántico por la poesía popular, ha predominado en general una actitud crítica que podemos llamar “ilustrada” frente a los temas y a las características estilísticas de la literatura de cordel, de la poesía popular y, por cierto, de la llamada prensa popular, también en nuestros días. La palabra más usada para describir su tono y su estilo ha sido la de “melodramático”, y esta expresión ha servido también para calificar el llamado “gusto popular”. Constituyendo una de las excepciones en este sentido, podemos observar que, en Colombia, Jesús Martin Barbero ha trabajado con una orientación muy creativa el tema del gusto popular por el melodrama como género dramático, con sus protagonistas y conflictos más relevantes. En Chile, por su parte, Osvaldo Sunkel
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CONTESTACIÓN A LA ACADEMIA Dispensadme favor, tomo la pluma, para escribiros carta respetuosa, mas la emoción, la gratitud me abruman, y brotan versos cuando quiero prosa.
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El pliego que acordasteis remitirme, no con mano, con alma he recibido; en él me hacéis honor de introducirme de las letras al templo esclarecido.
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Al ocupar tan elevado asiento en el altar que al genio se levanta, la timidez apaga mi ardimiento, ahógase la voz en mi garganta.
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Si en versos melodiosos os llevara de ingenio audaz ideas eminentes que a fríos corazones despertara, que conmoviera juveniles mentes.
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Si llevara la luz en mis canciones forma en la idea o elocuencia en labio, con altivez pisara esos salones que ilustra el genio y enaltece el sabio.
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Prado, Marcela. Escritoras chilenas de la transición siglo XIXXX. Valparaíso: Ediciones Puntángeles, Universidad de Playa Ancha, 2008.
Ensayo:
Prado, Marcela et al. Ensayistas hispanoamericanas. Antología crítica. Tomo I Época moderna. Valparaíso: Ediciones Puntángeles, Universidad de Playa Ancha, 2014.
José Enrique Rodó (Uruguay) Ariel. La novela nueva. Motivos de Proteo. José Martí. ( Cuba) Nuestra América.
Martínez-San Miguel, Yolanda. “Sujetos femeninos en Amistad funesta y Blanca Sol: El lugar de la mujer en dos novelas latinoamericanas de fin de siglo XIX.” Revista iberoamericana 62.174 (1996): 27-45.
Alfonso Reyes. (México) Visión de Anahuac. En el día americano. Mallarmé entre nosotros. Marginalia.
Ferreira, Rocío. “Clorinda Matto de Turner, novelista y los aportes de Antonio Cornejo Polar al estudio de la novela peruana del siglo XIX.” Revista de crítica literaria latinoamericana (2005): 27-51.
Pedro Henríquez Ureña (República dominicana) La utopía de América. Seis ensayos en busca de nuestra expresión. Corrientes literarias en la América hispana. José Vasconcelos. Pitágoras, una teoría del ritmo. El monismo estético. Lógica orgánica.
Modernismo. Novela: Manuel Díaz Rodríguez. (Venezuela) Ídolos rotos. Sangre patricia.
Teatro:
Eugenio Cambaceres. (Argentina) Sin rumbo. En la sangre.
Amado Nervo. (México) Consuelo.
Mariano Azuela (México) Los fracasados. Los de abajo. Nueva burguesía. La mujer domada.
Luis Herrera y Reissig. (Uruguay) Los éxtasis de la montaña. Claroscuro. Otoño. Invierno. Las madres.
Conviene aquí hacer un alto en el proceso explicativo para observar un fenómeno que requiere mayor detenimiento. Se trata de la producción literaria de autoría femenina, fenómeno que ha sido objeto de estudio serio y profundo no antes de las últimas décadas del siglo XX, y que ha generado un interesante debate teórico-crítico tanto a los estudios historiográficos como teóricos y críticos. Hagamos referencia por ahora a las poetas de la transición siglo XIX-XX, tradicionalmente llamadas “poetisas del eros”, denominación que las reduce temáticamente y les da un tratamiento historiográfico de “ghetto”. Me parece necesario hacer algunas reflexiones para la historiografía literaria. Este efecto de presencia obligada e inorgánica con el que muchas veces se ha explicado la producción literaria de autoría femenina, la aísla del proceso mayor de las letras, como si constituyera un fenómeno aparte. Constituye sí un fenómeno con especificidades propias, pero que no está fuera del sistema literario o cultural. ¿Por qué nombrarlas aparte, entonces? Ya sea a final de capítulo o en capítulo aparte y con explicaciones que quedan reducidas sólo a los universos femeninos.
José Santos Chocano. (Perú) La epopeya del morro. Alma América.
Partamos por casa y veamos el caso de nuestra gran Mistral.
Leopoldo Lugones. (Argentina) La guerra gaucha. Las fuerzas extrañas. Cuentos fatales. Poesía: Rubén Darío. (Nicaragua) Cantos de vida y esperanza. Prosas profanas. Azul. Amado Nervo. (México) Los jardines interiores. La amada inmóvil. Leopoldo Lugones. (Argentina) Las montañas del oro. Los crepúsculos del jardín. El libro de los paisajes.
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Provinciana, pueblerina o campesina, pobre, como muchos poetas que se forman entonces y que vendrán a ampliar los circuitos literarios de la capital (Neruda, Parra); su condición de mujer pone especificidades en su itinerario vital. Por la fuerza de procesos democratizadores que modifican mapas sociales y estéticos, y motivada por la pedagogía –casi natural en ella- actividad primera junto con la de cuidadora, aceptada por el orden patriarcal para las mujeres y entendida como una extensión de la maternidad, Mistral entra al mundo del trabajo y de la visibilidad social. Pero sobre todo, por ser portadora de una poesía que trae tono propio y parece ser temprana síntesis de regionalismos y universalismos, así como de catolicismo y nuevas espiritualidades, ideas que generarán tensiones crecientes en las décadas posteriores.
Fuentes secundarias: Tanto para el periodo moderno como contemporáneo, consúltese la siguiente bibliografía fundamental en Google académico: Subercaseaux, Bernardo. Historia de la cultura y de las ideas en Chile. Editorial Universitaria (1997) Tomo I: Sociedad y cultura liberal en el siglo XIX: J.V. Lastarria. Tomo II: Fin de Siglo: La época de Balmaceda. Tomo III: El Centenario y las vanguardias. Subercaseaux, Bernardo. Historia del libro en Chile (Alma y cuerpo). Andres Bello, (1993). Franco, Jean, and Sergio Pitol. La cultura moderna en América Latina. Joaquín Mortiz, (1971).
El carácter sincrético de la obra de importantes intelectuales mujeres que aparecen en la escena de entonces tanto en Europa como en nuestra región latinoamericana (Emilia Pardo Bazán, Mercedes Cabello de Carbonera, Flora Tristán) parece ser un rasgo caracterizador de la misma, rasgo que significó una apropiación más integradora y autónoma de las tendencias en boga, evitando la adopción excluyente y situando su pensamiento en lo que podríamos llamar la fisura de la tendencia, es decir, el lugar donde es posible observar el debilitamiento y fortalecimiento de las tendencias en disputa. A diferencia de sus pares varones -autores y protagonistas de las tendencias- las intelectuales de entonces, al no pertenecer o al vincularse siempre oblicuamente a los circuitos de poder, se movieron con mayor libertad intelectual, lo que les permitió una mirada más distanciada y de síntesis de argumentaciones muy polarizadas en los debates intelectuales de entonces, lo que ha sido un gran aporte al desarrollo de las ideas en nuestro continente. Un ejemplo de esto puede ser el ensayo “La novela moderna” de la intelectual peruana Mercedes Cabello de Carbonera.
Goic, Cedomil. Historia de la novela hispanoamericana. Ediciones Universitarias de Valparaíso, Universidad Católica de Valparaíso, (1972). Goic, Cedomil. Historia y crítica de la literatura hispanoamericana. Crítica (1988). Alegría, Fernando. Nueva Historia de la Novela Hispanoamericana/ New History of the Hispanic American Novel. Vol. 505. Ediciones del Norte (1986). Ojeda, José Promis. Testimonios y documentos de la literatura chilena. Andres Bello, (1995). Oelker, Dieter, and José Promis. “La novela chilena del último siglo”. (1995): 106-109. Muñoz, Luis, and Dieter Oelker. “Diccionario de movimientos y grupos literarios chilenos”. Diccionario de movimientos y grupos literarios chilenos (1993).
Nombremos algunas de nuestras intelectuales:
Prado Traverso, Marcela. “Escritoras chilenas de la transición. Siglo XIX-XX”. (2005).
Mercedes Marín del Solar, Flora Tristán, Juana Manuela Gorriti, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Rosario Orrego, Clorinda Matto, Soledad Acosta de Samper, Laura Méndez, Mercedes Cabello, Dolores Veintemilla, Teresa de la Parra, Inés Echeverría, Mariana Cox, Gabriela Mistral, Juana de Ibarbouru, Delmira Agustini, Alfonsina Storni, Victoria Ocampo, entre otras. (Véase bibliografía)
Rama, Ángel, Eduardo Subirats, and Erna Von der Walde. La ciudad letrada. Hanover: Ediciones del Norte. (1984). Rojas, Manuel. De la poesía a la revolución. Vol. 20. Ediciones Ercilla. (1938). Latorre, Mariano. “Algunas preguntas que no me ‘han hecho”, (1955).
En este campo específico puede consultarse el estudio de Sara Beatriz Guardia Nuestras escritoras del siglo XIX en América latina.
Estudios críticos sobre autores y novelas del periodo en Colección Biblioteca Ayacucho. 65
Tabla: Sobre:
Ver:
Ricardo Palma.
José Miguel Oviedo.
Rubén Darío.
Ángel Rama.
Manuel González Prada.
Luis Alberto Sánchez.
Martí.
Juan Marinello.
Alberto Blest Gana.
Jaime Concha.
Rómulo Gallegos.
Juan Liscano.
José Asunción Silva.
Eduardo Camacho.
Juan Montalvo.
Gustavo Alfredo Jacome.
Pensamiento político de la emancipación.
José Luis Romero.
Sobre Utopismo socialista.
Carlos M. Ram.
Poesía gauchesca.
Jorge B. Rivera.
Jorge Isaacs.
Gustavo Mejía.
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Tipo de texto
Material didáctico: Impreso y digital
Resumen.
Estructura
Características
- Idea estructural del texto resumido.
Texto sintético que contiene la idea estructural y las ideas principales expuestas en él.
- Desglose de ideas principales.
Algunas actividades/material de trabajo Algunas formas de evaluación
Comentario crítico.
Texto de síntesis de ideas personales sobre un texto, apoyado con referencias secundarias sobre el mismo.
Comentario personal apoyado siempre en el texto primario y uno o más secundarios que puedan apoyar el planteamiento personal. Un buen comentario crítico pone en diálogo los tres textos: personal, primario(s) y secundario(s).
Análisis de texto.
Se agrega a lo mencionado para el comentario crítico, el uso de un marco teórico bien referenciado.
Sigue los pasos del comentario utilizando un marco teórico bien referenciado.
Resumen.
- Idea estructural del texto resumido.
Texto sintético que contiene la idea estructural y las ideas principales expuestas en él.
Con el objeto de identificar algunos tipos de textos académicos, se ofrece el siguiente cuadro: Tipo de texto Ensayo.
Estructura - Presentación de idea Desarrollo de la misma. - Cierre no necesariamente conclusivo.
Características - Discurso de carácter reflexivo exploratorio. Suele preponderar en él el discurso argumentativo. - Discurso sugerente, persuasivo. - Suele aumentar su producción en tiempos de crisis o de cambios paradigmáticos.
Reseña.
- Presentación de la referencia bibliográfica completa (texto a reseñar) Información sintética sobre su estructura y contenido.
- Desglose de ideas principales.
- Texto breve, focalizado e informativo sobre alguna publicación reciente.
- Conviene vincularla con su campo de estudio.Puede llevar un gesto de invitación al lector/a.
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Tipo de texto
Artículo académico.
Estructura - Texto pertinente, analítico y propositivo. Contiene una hipótesis más o menos explícita que debe responder a una pregunta pertinente, es decir que se haga cargo de alguna problemática en discusión. También puede ser una aseveración a probar con argumentos apoyados en marcos teóricos adecuados. - La estructura del artículo se ordena en tres momentos: 1.- Propuesta de lectura, incluye la hipótesis.
Características - Precisión, concisión, focalización. - Justificación temática. Aporte al campo de estudio. - Pertinencia teórica. - Cumplimiento riguroso de normas de citación (MLA, APA) para las bibliografías. Actualmente se exige la hipervinculación para facilitar el acceso al texto referenciado.
2.- Desarrollo: Construcción de un texto que vaya poniendo a prueba la hipótesis, apoyándola con referencias teóricas y críticas. 3.- Conclusiones: exposición de resultados.
Con el objeto de avanzar hacia pedagogías más participativas e interactivas, se puede trabajar con distintos materiales didácticos: Guías que desarrollan tanto contenidos como competencias de lectura y escritura.
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Ejemplo de guía:
II.- Marque la alternativa correcta
I.- Complete con V o F el siguiente listado, justifique su respuesta.
El ensayo de Fray Camilo Henríquez propuso la eliminación del latín porque.
___ La literatura latinoamericana moderna tiene influencias del Quijote, la picaresca y la novela inglesa de tendencia moral, de Samuel Richardson.
A - Era un lenguaje en clave para los miembros de la iglesia y la intelectualidad. B - No contribuía a la “expansión de las luces”. C - Quería restar poder a la iglesia católica. D - a,b y c.
___ El Neoclasicismo fue la tendencia que acompañó la transición colonia-república.
E - a y b. III.- Escriba una síntesis de alguno de los siguientes textos en no más de 15 líneas.
___ La gauchesca y la poesía precolombina andina fueron áreas de interés de los poetas neoclásicos y románticos.
• Andrés Bello, Alocución a la poesía (ver en página 61) • José Faustino Sarmiento, Revolución de 1810 (ver en página 89) • José Martí, Nuestra América (ver en página 106) IV.- Escriba un ensayo de no más de 2 páginas sobre algún tema de su interés tratado en clases. Recuerde como el ensayo es un género propicio para el desarrollo de las ideas, asimismo, para desarrollar la capacidad argumentativa y persuasiva, por cuanto quiere convencer, seducir, al lector o lectora sobre algo.
___ Mercedes Marín del Solar es considerada la primera poeta del romanticismo chileno.
___ El realismo romántico significó un puente con el naturalismo en formación.
V.- Formule una pregunta que estime interesante y pertinente y dé la respuesta. Ejemplos de temas de reflexión y elaboración explicativa y argumentativa. Pueden servir como preguntas para una evaluación.
___ El Positivismo fue la filosofía que superó definitivamente a la escolástica colonial.
- ¿Qué hitos (filosóficos, históricos, sociales, culturales, artísticos, literarios) le parecen fundamentales para entender mejor el cambio del sistema literario colonial al moderno?.
___ Mercedes Cabello de Carbonera escribió el ensayo La novela moderna.
- ¿Qué queremos decir cuando afirmamos que el dogma fue reemplazado por la razón?. - ¿Quién fue Camilo Henríquez, cuál es su importancia en el periodo?. - ¿Cómo explicaría la dicotomía de “luz versus oscuridad?. 69
La fase tecnológica por la que atraviesa toda la cultura y el soporte virtual creciente de las bibliografías/linkografías en todas las áreas, hacen cada vez más necesario exponer a los estudiantes a un trabajo de búsqueda autónoma de información y de discriminación de la calidad de los materiales circulantes.
- ¿Qué caracteriza al discurso historiográfico?. - ¿Quién fue José Victorino Lastarria, cuál es su importancia en el periodo?. - ¿Qué significa “fuente primaria” y fuente secundaria”?, puede dar ejemplos.
En consecuencia, se sugiere incorporar en los programas de curso fases investigativas de gradual autonomía, con el objeto de que manejen con propiedad los sitios legitimados por la crítica especializada.
- ¿Cuál será la dinámica interna que se da entre las generaciones literarias de cada periodo, por ejemplo, las generaciones neoclásicas?.
Esto exige también a las/os docentes el manejo de e-aula, como herramienta congruente con el mayor grado de autonomía que se les pedirá a los/as estudiantes.
- ¿Quién fue José Enrique Rodó, cuál es su importancia en el periodo?.
Si hay un área resistente a los cambios es la de evaluación. Aquí conviene alternar distintas formas de evaluación orales y escritas:
- Haga la misma observación para las generaciones románticas y naturalistas.
• Formativas o parciales: Informes menores hasta síntesis de
materias parciales.
VI.- Material visual de apoyo a la docencia.
• Sumativas o Integrales: Informes mayores (monografías de
Películas/serie:
investigación, portafolios) hasta síntesis de unidades.
Camila. María Luisa Bemberg.
• Co-evaluativas del trabajo en equipo.
Martin Fierro. Liliana Romero y Norman Ruiz. Roberto Fontanarrosa.
• Autoevaluativas.
Martin Rivas. Original de Víctor Carrasco y basada en la novela de Alberto Blest Gana.
Los tradicionales controles de lectura no deben eliminarse y pueden combinarse con reseñas sobre los libros, con lo que se aprende la fórmula de la reseña que implica una descripción “objetiva” de un libro, desde su estructura externa como interna. Puede cerrar con un comentario de invitación a la lectura.
Documentales/entrevista: Uno de nosotros: Delmira Agustini. Serás mía o de nadie. La verdadera muerte de Delmira Agustini. En lo relativo a actividades, convendría aquí alternar la actividad de aula con salidas a bibliotecas, lecturas poéticas, ferias de libros, clases, apoyadas en material visual y auditivo. El trabajo grupal con clara distribución de tareas es también muy recomendable. Igualmente, los foros sobre los problemas que enfrenta la literatura del periodo, como pequeñas investigaciones con rigor filológico sobre un/a autor/a y su obra en contexto. 70
- “Boom” de la novela latinoamericana. Conceptos, características, polémicas.
Ejercicios de crítica literaria
- Introducción al proyecto antipoético de Parra. - Escena cultural de los 60. Maduración y cooptación de un proceso cultural.
- Concha, Jaime. “Martín Rivas o la formación del burgués.” Revista Chilena de Literatura (1972): 9-36. - Subercaseaux, Bernardo. «Romanticismo y liberalismo en el primer Lastarria.»Revista Iberoamericana 47.114 (1981): 301312. - Rodríguez Monarca, Claudia. «Del Parnaso a la Cordillera: Metatextos fundacionales (1842).» Estudios filológicos 42 (2007): 203-214. - Masiello, Francine. Entre civilización y barbarie: mujeres, nación y cultura literaria en la Argentina moderna. Beatriz Viterbo Editora.(1997). - Autores a consultar en estas materias son: Bernardo Subercaseaux, José Promis, Jaime Concha, Mary Louise Pratt, entre muchos otros.
Contenidos fundamentales para el periodo siguiente correspondiente a la literatura latinoamericana contemporánea I: - Crisis del orden moderno/republicano. - Aportes del Modernismo para la transición estética y poética al sistema contemporáneo. - Vanguardias literarias. - Proceso gradual de superación del realismo tradicional. - Esquemas historiográfico-literarios para el periodo. - Grandes voces de la poesía latinoamericana del periodo: Mistral, Neruda, Huidobro, Vallejos, Guillén, Parra. - “Realismo mágico”. Conceptos, características, polémicas. 71