Historia de mi identidad profesional como maestro de la actualidad.
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Grupo OE - 02
Autor: Jonathan Wladimir Revelo Aguilar
Redactado por: Jonathan Revelo
Historia de mi identidad profesional como maestro de la actualidad.
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Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quiĂŠn es.
Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.
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INTRODUCCIÓN.
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H
ace mucho, mucho, pero mucho tiempo… bueno, no
pueblo de los pastos, que junto a varias culturas preincaicas como
tanto… por allá, en el año de 1986, exactamente un
son: Tuza, Huaca, Tuncahuán, Capulí entre otras, aportan valor
jueves 10 de abril, en una ciudad de
histórico a la gente bonita de
PASTUSOS (pastuso proviene del
Tulcán; nace un bebe, hermoso,
idioma chaima caribe y quiere decir
cachetón, sano, y que fue la alegría
“HOMBRE
DE
FRÍA”)
de muchas personas en su entorno
hombres
guerreros,
bravos,
y la razón de vida de los señores
aguerridos
que
como
Julio Revelo y Ana Aguilar, mis
TIERRA
tienen
característica el no dejarse dominar
padres
por nadie; justo ahí, perteneciente al .
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INFANCIA Y PRIMERO PASOS.
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M
ucho gusto, mi nombre es
disminuida cuando por el exceso de velocidad
Jonathan
Revelo
rompía mi pantalón a la altura de las rodillas y estas
Aguilar, soy el primero de
sangraban por el raspón con la hierba y pequeñas
cuatro hijos: Yadira, Diego y
piedras del lugar. Ah.. Qué privilegiado me siento al
Cinthia. MI infancia, creo yo, fue como la
recordar mi infancia, ya que gracias a mis abuelitos
de cualquier niño de la zona, puesto que
Gonzalo y Carmen conocí muchos lugares de mi
uno de mis juegos favoritos era ir hasta la
provincia y del país. Ellos, me enseñaron el valor de
ladera de la montaña adjunta a mi casa y
la familia e importancia del respeto mutuo y la
resbalarme con pedazos de cartones y
palabra
Wladimir
franca
y
sincera.
sentir el viento como roza mi cara; esta sensación solo se veía puedo decir que fue “LA PUERTA Mis primeras aventuras en la escuela fue en el Jardín de infantes “Gabriela Mistral”, que curiosamente es una de las etapas de mi
DE ENTRADA A MI PROFESIÓN COMO MAESTRO”.
vida estudiantil que más recuerdo. ¿Será tal vez por las maestras? O ¿por los compañeros?, no estoy seguro. Pero si tengo que ponerle un nombre a estos primeros pasos de contacto con maestros,
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LA ESCUELA Y SU LEGADO.
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L
os años siguieron pasando, y así que entre 1991-1998 cursé la primaria en una Institución católica, regentada por las hermanas franciscanas de la caridad, ahí conocí el valor de la oración como medio de comunicación con Dios. Puedo decir que durante estos siete años de mi vida tengo pocos recuerdos, pero aquellos que los tengo son muy marcados, puesto que hasta hoy, forman parte de mis historias cuando comparto con mis estudiantes. Les voy a contar un poquito… En tercer grado, cuando el pizarrón era de madera y la tiza de cal, los maestros utilizaban la frase: “la letra con sangre entra” y es así que mi maestro de ese entonces, a aquellos que no sabían la lección les pegaba con una regla de madera en las manos hasta que repitan lo que él mencionó en su clase. En una oportunidad el profesor ya no sabía qué hacer con uno de mis compañeros y le lanzó el borrador del pizarrón, con tan mala suerte que mi compañero alcanzó a ver el “fusil” que iba hacia él y
se agachó, con tan mala suerte que el borrador impactó en el rostro del compañero que estaba atrás de él. El profesor avergonzado pidió disculpas al niño que le pegó en la cara y a mi compañero que estaba molestando le haló de las patillas en señal de desquite. No todos los momentos que recuerdo son de ese tipo. También hay momentos en los cuales sirvieron para fortalecer mis valores como la solidaridad, el respeto la ayuda oportuna. Por ejemplo, recuerdo que aproximadamente en el año de 1995 en la presidencia de Sixto Durán Ballén hubo un conflicto armado entre Ecuador y Perú por disputas de territorio. En este conflicto se popularizó una frase empleada como bandera de combate: “NI UN PASO ATRÁS”, slogan que nos la repetían en la escuela y con la que mi maestro despertó en nosotros un alto espíritu patriótico y que nos motivó a ayudar con víveres y demás utensilios que necesitaban los soldados.
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Apesar de que muchos profesores empleaban metodologías arcaicas, recuerdo muy bien que mi maestro de séptimo año hacía las clases diferentes, como por ejemplo: cambiarnos de lugar las sillas del salón, nos hacía trabajar en dramatizaciones, realizábamos experimentos de ciencias naturales; hasta recuerdo que en la materia de expresión artística fue tanta la motivación que él despertó en mí que salí haciendo una fonomímica de la canción “una muchacha y una guitarra” del cantante Sandro. Esa experiencia la recuerdo tanto que incluso puedo visualizarme en mi
casa repasando una y otra vez para aprenderme la canción y luego realizando la mímica que iba acorde a la melodía. ¡Qué bonitos tiempos!... Ahora comprendo por qué lo recuerdo tanto y la razón de muchas de mis actividades en el aula. Quisiera aprovechar un espacio y dar un justo homenaje al mencionar el nombre de ese profesor, mi profe, que se esmeraba en enseñarme y que en su momento no supe agradecer. Gracias maestro Fernando Mejía por sus enseñanzas y calidez humana que tuvo conmigo en todo el tiempo que tuve el agrado de compartir con usted .
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LA VIDA DE ADOLESCENTE, EL COLEGIO. 7
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U
na vez terminada la escuela y a su vez la etapa de la niñez, seguimos el recorrido normal de la naturaleza y nos adentramos en el misterioso y cambiante mundo de la adolescencia, que junto a la enseñanza secundaria marcarían mi vida para siempre.
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Haciendo un poquito de memoria y trasladándonos en el tiempo hasta 1999, un año muy difícil para el país y cada una de las familias que tuvimos que apretar el cinturón y seguir adelante. El feriado bancario fue la muerte para muchas familias, por sus deudas contraídas con los bancos, por la pérdida de sus ahorros, por la migración de los y las cabezas de hogar, que viendo que no podían dar un pan para la boca de sus hijos, tuvieron que partir a tierras lejanas para suplir carencias. Yo tuve que pasar por esa experiencia muy dolorosa de ver a mi padre hacer sus maletas y despedirse de nosotros porque decía que se iba a trabajar para “buscar para la comida” porque no había trabajo en Tulcán. Una noche mi padre nos abrazó con tanto amor que las lágrimas se le iban a pesar de que intentaba darnos valor y ser fuerte. A mí me dijo: “desde ahora, tú serás el hombre de la casa, cuida a tu mami y tus hermanos; yo me voy a trabajar y algún rato volveré”… A mi corta edad de 13 años aproximadamente no entendía bien esas palabras, solo sentía que algo no estaba bien. Mi padre se fue a España, no sé cuánto tiempo, pero a mí se me hizo una eternidad. Cada vez que podía nos escribía y mi mami leía sus cartas con ilusión y esperanza de que algún día regresara para volver a ser la familia que siempre fuimos. El tiempo pasó y cada vez su ausencia se hacía sentir más y más…
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Y el día menos pensado mi papi volvió y fue una de las alegrías más grandes que hemos tenido. Ahora, que soy papá, comprendo cómo se sentiría mi papi al ver que no podía darnos para los alimentos, la impotencia que debería haber sentido cuando nos enfermábamos y no tenía dinero para comprar para las medicinas o pagar la consulta de un médico que nos revisara, el dolor que tuvo que pasar y las
noches en vela que acompañaron la difícil decisión de migrar a otro país y dejarnos sin el apoyo paterno. Cuanto mal hizo la crisis bancaria de 1999, mi familia solo es el ápice de un libro inmenso de contrariedades que tuvieron que pasar los hogares ecuatorianos…
Pero a pesar de las dificultades que tuvimos que afrontar, aprendí que una familia siempre debe estar unida, en las buenas y mucho más en las malas, que juntos podemos pasar muchas vicisitudes que se presentan en el camino y que lo más importante es saber y sentirse apoyado por lo que más quieres. En mi etapa de colegial, como decía mi abuelita, las experiencias marcadas fueron las del corazón, aquellas que no sé si mencionarlas porque no son agradables, no son para nada acogedoras pero que al fin y al cabo forman parte de mí, de mis experiencias y valores, de mi ser actual y futuro, aquellas que no las puedo cambiar aunque quisiera, pero que sin más ni más formaron mi manera de pensar y ver el mundo de diferente manera… A mi querida audiencia pido disculpas por no detenerme mucho en este aspecto ya que no estoy preparado emocionalmente para compartirlo, pero sí les puedo decir que de estas experiencias durísimas por las que tuve que pasar, durísimas desde el punto de vista adolescente; me ayudaron a fortalecer la resiliencia y dirigir mi carácter hacia la madurez psicológica y emocional. Solo les puedo decir que fue una etapa de pérdida de amigos por no saber
reconocer el valor de la amistad; pérdida de amores, por no demostrar sinceramente lo que sentía; pérdida de autoestima, ya que no me enseñaron que tenía que valorarme para poder valorar a los demás; pérdida de la identidad familiar por cuanto no me sentía parte de una familia sino un individuo solo en la sociedad y muchos otros acontecimientos que se deben compartir con un café bien cargado junto a la luz tenue del atardecer, en una mesa de madera
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ubicada junto al barandal de una vieja casa con vista al horizonte de montañas repletas de árboles de todos los tamaños, y desde luego que no debe faltar la compañía de un buen amigo que te queda mirando a los ojos y escuchando atentamente lo que tiene que decir.
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Lo anterior, también forma parte de mi identidad como profesional de la enseñanza; muchos se preguntarán y ¿por qué?, porque es mi parte de mí, porque son mis momentos más íntimos y porque al ver lo que pasé puedo ayudar a los chicos que se me acercan con preguntas similares a las que yo tenía, porque al mirar a las chicas llorar por una traición o por un amor no correspondido, puedo .
aportar con una palabra o un gesto emotivo que les dé a entender que lo que están pasando es parte del crecer, que aquello que están sintiendo es necesario para caminar por la vida. No soy solo conocimientos y metodología, también soy corazón y emociones, soy risas y lágrimas a la vez; soy yo, soy maestro del siglo XXI
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Y AHORA, ¿QUÉ HAGO CON MI VIDA?. TRANSICIÓN DEL COLEGIO A ETAPA LABORAL.
R
ebobinando el disco y volviendo a las experiencias que me marcaron como docente y que forman parte de mi identidad, les puedo compartir que una vez que me gradué de bachiller, no sabía qué hacer con mi vida en el ámbito profesional, claro en el ámbito emocional tampoco, pero eso es cuento aparte.
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Lo que sí recuerdo muy bien es que desde los dieciséis años aproximadamente compartí con niños de edad escolar ya que me inscribí en mi parroquia para ser catequista. Si pudiera borrar mis recuerdos y dejar solo uno, diría que el SER CATEQUISTA cambió mi vida. Desde esta parte de mi historia pude comprender de mejor manera la forma de relacionarme con niños; lo que sienten, lo que piensan, cómo ven el mundo, qué es lo que les apasiona, qué es lo que les disgusta y sobre todo qué es aquello que les da sentido a su vida de niños y adolescentes. Si tuviera que describir aquello que me llevó a elegir la profesión de maestro, sin miedo a equivocarme, diría que fue mi exp eriencia como catequista ya que estando frente a los niños y sin conocimiento de pedagogía y metodología, tuve que auto-educarme e investigar la manera de cómo motivar a los chicos, cómo presentar de mejor manera la materia de la fe, tuve que adaptar mis expectativas a las realidades de ellos. Recuerdo que muchas de las veces, en el encuentro que teníamos todos los sábados, las clases no resultaban como las había preparado, pero terminaba adaptándolas a las experiencias de los chicos. En este vaivén de la vida, entre cuadernos y libros; el rosario y las clases de catequesis; terminé mi secundaria y me gradué de bachiller en ELETRÓNICA. ¿Electrónica? ¿Quién me dijo a mí que para ser profesor tenía que estudiar electrónica?... Ahora me doy cuenta que la profesión con la que salí del colegio no tuvo nada que ver con la que actualmente estoy ejerciendo con el más alto orgullo, maestro. El salir del colegio a la vida real fue muy duro, ya que no encontraba trabajo y lo peor del caso no sabía ¡qué mismo hacer con mi vida!, y fue así que viajé a la ciudad de Quito a hospedarme donde mis tíos y tratar de buscar en la capital de los ecuatorianos, algún rumbo a mi vida. En esta hermosa y peligrosa ciudad, tuve dos empleos: uno en una fábrica como obrero y el otro en una tienda de revelación de fotografías, los dos me pagaban muy bien, pero nunca llegué a enseñarme en esta ciudad, puesto que cada fin de semana viajaba más de 6 horas para dictar las clases
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de catequesis a mi niños. Ustedes se podrán preguntar, quería trabajar con los niños de mi querido y amado
pero ¿por qué no lo hice en Quito? Por la simple razón de que Tulcán.
Fue tanta la vocación de estar delante de los niños realizados en Quito, regresé a Tulcán y me matriculé de educación impulsado por el amor a los niños y el
que con lo que había ahorrado en los trabajos en la Universidad Técnica Particular de Loja en la carrera deseo de realizar mi trabajo cada vez de mejor manera. Esta
Universidad tiene la sede principal en la ciudad de Loja, pero funciona que escogí para estudio.
en algunas provincias en la modalidad a distancia, que es justo la modalidad
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LOS ESTUDIOS FORMALES Y LAS PRIMERAS EXPERIENCIAS FRENTE A LOS ESTUDIANTES. 13
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T
enía alrededor de diecinueve años cuando empecé mi carrera de docente en una universidad, pero la decepción no tardó en aparecer, cuando cubrió con su manto negro la ilusión de ser maestro. Al poco tiempo de matricularme en la universidad, exactamente a los tres meses, me quedé sin ahorros y en mi casa me insistían que busque otra profesión ya que “eso no es bueno”, solía decir mi papá. Entre llantos y desvelos, con el corazón partido en mil pedazos por la decepción de no poder seguir estudiando y la falta de apoyo de mi familia; un día la mano de Dios toco a mi puerta y me dio la solución. Lo recuerdo muy bien, era un jueves en el que mi maestro de escuela se me acercó a mí mientras caminaba por una de las calles de la ciudad y me preguntó muchas cosas, las cuales no recuerdo, pero sí una que me queda sonando hasta hoy: ¿quieres ser profesor y reemplazar a una compañera
en una escuela del sector?. No sabía que decirle, me daba mucho miedo pero a la vez era la oportunidad que estaba buscando y le dije que sí. Inmediatamente la tarde de ese mismo día me presentó a la profesora que tenía que reemplazar y ella a su vez puso su confianza en mí al entregarme la llave de aula y la planificación para esos días. En la noche, antes de presentarme a la escuela, pensaba y pensaba cómo iba a hacer ya que solo había estado al frente de niños de catecismo y no de estudiantes de una escuela formal. Me preocupaba mucho el quedarle mal a mi profesor por haberme recomendado, pero entre tantos sentimientos de angustia surgió la motivación que esperaba y me levanté de la cama en donde me encontraba y empecé a buscar los libros de mi escuela para ver si algo podía utilizar al día siguiente. Entre búsqueda y búsqueda me fueron surgiendo varias actividades que podía aplicar con los estudiantes, puesto que las manejaba muy bien con los niños de la catequesis. La noche pasó y mi alegría de encontrarme con otros niños y en una escuela aumentaba cada vez más con el paso de las horas. Ese día me levanté tempranito, cogí mis cosas y me fui a la esperar que alguien me lleve a la escuela, ya que me dijeron que tenía que esperar al carro que reparte la leche porque no había otro que me llevase, y que si
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quería caminar eran dos horas de camino. esperaba el carro para ir a la escuela y no demoró mucho en llegar el Llegué temprano al lugar donde se transporte. Fue una experiencia única, maravillosa, fenomenal, el viajar en la parte de atrás del carro mientras saltaba por las piedras del camino y los huecos de la carretera. 15
Luego de una travesía maravillosa, llegué a escuela y la emoción fue aún más grande cuando descubrí que eran niños que usaban botas y poncho por las condiciones del sector. Tuve la oportunidad de compartir con esos niños unos quince días más o menos. Me enamoré tanto de la profesión de maestro que al terminar el reemplazo que la profesora había pedido, le solicité a la señorita Directora que si podía ir a visitar a los estudiantes de vez en cuando y ella con una cara de asombro me contestó que sí; que siempre sería bienvenido. Así empiezan mis pininos como maestro en una escuela fiscal. Luego de aquél reemplazo muchos de los docentes de mi ciudad me pedían que les colabore ayudándoles cuando ellos no podían asistir a sus trabajos. Esas experiencias fueron las que poco a poco fortalecieron mi identidad como maestro y ahora en la actualidad puedo concluir que aquellas veces que me ponía al frente de los niños, era como si llegase a mi casa y estuviera compartiendo con mi familia; aunque ninguno de ellos eran ni siquiera conocidos. Este trabajo eventual de profesor de reemplazos no dio los frutos esperados en el aspecto económico y fue así que para el tercer semestre de la universidad pensé en retirarme ya que no tenía lo recursos económicos para seguir estudiando y mis padres no tenían las posibilidades para poder ayudarme. Pero, Dios es tan grande, que un amigo sacerdote me invitó a Galápagos a vivir y continuar con mis estudios. De esta parte de mi vida les puedo comentar que fue una experiencia fantástica porque aparte de conocer una de las maravillas del mundo pude pasar al frente de niños de varias edades y continuar culminar mis estudios en la misma universidad que me había inscrito al inicio.
Esta manera de estudiar a distancia añadió a mi parte profesional una herramientas que muchas de las universidades presenciales de mi país no lo hacen. ¿A qué me refiero? A que fortaleció en mí, la capacidad de investigación, de estar siempre pendiente de nuevas maneras de hacer las cosas, de manejar en la era de la información la herramienta de la síntesis y practicidad de la extensa bibliografía que se encuentra en el ciberespacio. Me gradué de la universidad en el año 2011 y empecé a trabajar en una escuela particular un año más tarde. Durante ese tiempo se habían abierto las inscripciones para ingreso al magisterio fiscal y con algunos compañeros de la Institución nos inscribimos en este proceso. Y fue así que desde el año 2014 estoy trabajando en una Institución maravillosa llamada Leonidas Plaza Gutierez la cual ha hecho que mi vocación de docente se fortalezca, y es hasta este momento que entiendo todas aquellas situaciones que en
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pasado no las comprendía, desde el hecho de que me gustaba estar al frente niños hasta la maravillosa travesía de estudiar en una Institución a distancia. PARA FINALIZAR…
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ntes de terminar, permítanme añadir varios puntos que considero, se quedaron al aire. Uno de ellos es que desde que inicié mis primero pasos en la docencia siempre critiqué la manera academista y tradicionalista de enseñar de varios de los docentes con los que tuve la oportunidad de compartir aula y al ver aquello me decía en mi interior: “tú debes ser diferente, debe haber una manera distinta de ser profesor”. Esta frase me ayudó a buscar intensamente una manera diferente de hacer las cosas y por añadidura, como recompensa, ganarme el cariño, aprecio y respeto de los estudiantes y padres de familia con los que he tenido el gusto de compartir. El estudio a distancia de la carrera docente en la Universidad Técnica Particular de Loja, impregnaron en mi ser profesional varias habilidades que me han acompañado durante este caminar junto a mis estudiantes. Una de ella es aquella en la que si no conozco algo, lo busco; si hay algo que no puedo hacer, lo investigo; además también, esta modalidad de estudios, fortalecieron mis habilidades de navegación en el internet haciendo que encuentre lo que necesito en menos tiempo. Este
tipo de educación, en la que no creía al principio, han hecho que no me sea tan complicado poder ayudar a mis estudiantes con las exigencias que les presenta la sociedad. Ahora me encuentro cursando una maestría, la misma que ha sido una bendición para mí y ha abierto varias puertas que consideraba cerradas en el aspecto profesional. Esta maestría tiene que ser la plataforma de salto para llegar a puntos más altos de maneras distintas de presentar mi profesión al mundo entero y que la sociedad valore el rol del maestro como autor principal del cambio que tanto lo necesita la humanidad. Este soy yo. Una persona como ustedes que lo único que busca es transmitir el amor y la pasión por lo que hace, poniendo el sello personal en cada actividad que ejecuta. “Dios le pague” es una de las frases que usaban mis abuelitos y que ahora me la presto un ratito. Dios les pague por acompañarme en este recorrido de mi vida, el tren ha llegado a su final y es hora de volver a las aulas a contribuir al cambio con la mejor arma que tiene la sociedad, LA EDUCACIÓN… Hasta otra oportunidad…
Redactado por: Jonathan Revelo