MERAKI Nº1

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“Meraki” quiere convertirse en una FANZINE por y para los artistas y hecho por artistas. ¿Tienes conocimientos de diseño gráfico? ¿Escribes? ¿Eres artista y quieres darte a conocer?¿Tienes alguna propuesta para este FANZINE? No lo dudes y ponte en contacto conmigo en: versosilustrados@gmail.com En este primer número participan:

Jon Fuentes María Navarro Elena Durán Juan Montero Paloma Lubillo Paula Blaya Rocío Molina Espero que lo disfrutéis. Un abrazo.





Amor es Roma al revés y lo digo por todo eso de las ruinas y su belleza. Nos hemos dado tanto, que hemos terminado secos. Rompimos tres platos, dos haciéndolo sobre la encimera y uno en la última pelea, en la que caímos tan bajo que terminamos haciéndolo sobre la alfombra del salón. Por eso pienso que tú eres amor y que juntos somos ruina. Porque te he visto arañarme la espalda y romperme el corazón. Te vi sonreírme y volverme la mirada. Porque nos hemos dado tiempo y nos hemos reído de él cuando nos ha dado la puta gana. Somos Roma o Amor o Ruinas, lo que quieras, pero juntos somos sinónimo de belleza.



Yo concibo el amor como viajar en círculos cerrados. Como una montaña rusa. Como la cadena alimentaria. Como subir y bajar mil veces y tocar el cielo en algunos momentos. Como bailar con el fuego sin el miedo a quemarse. Como querer quedarse más tiempo y seguir bailando a las doce. Como entregarse por completo, teniendo la certeza de que durará para siempre.


- Venga, cuento tres y tiro. No te muevas. - ¿Me dolerá? - No mucho más de lo que te ha venido doliendo hasta ahora. - Y eso ya es un paso, ¿no? - ¿Cuál? - Querer extirparlo, eliminarlo, cortarlo, ... sacarlo de raíz. - Sí, eso se podría considerar un gran paso. - Entiendo. - Aunque, la próxima vez, espero que te avisen del riesgo de echar raíces.






HASTA ECHARTE DE MÁS(+) Si supiese que me oyes, gritaría. Y en caso de no gritar, podría escribir, que es lo único que me llena; o me vacía. Pero me coges las manos y me tapas la boca, y no como quisiera. Me encierras a oscuras en el baño y me obligas a que llore o gima por ti. Si supiese que me crees, creería. En esto, en eso, en aquello; en ti, en mí, en el resto. En la verdad y, sin remedio, en la mentira. Pero me da la impresión de que mi mundo está en tus manos y yo soy una pluma sin tinta sobre tu papel desgastado. Si supiese que me piensas, pensaría. Y pienso. Aunque lo haría diferente, sin culpar a la mala suerte sin joderme en cada esquina.

si alguna vez, antes o después de conocerme, hubieses pensado en besos que empiezan siendo de buenas noches y acaban siendo de buenos días; en el último botón de mi camisa, o, por lo menos, en el primero. En el beso de “bésame hasta echarte de más ahora para no tener que echarte de menos luego”; en dejar que el viento nos lleve a donde quiera si el problema es que no sabemos por dónde cojones avanzar. En que “joder, cómo jodes a veces”; en los inviernos de nieve que pueden no ser de frío; en los lugares que nos roban las sonrisas que nos debemos; en las curiosidades que intentamos convertir en casualidades, como si pudiésemos comernos el destino. En que todo vuelve, todo pasa, todo vuelve, todo pasa y ni tú ni yo sabemos qué nos va a tocar en el último pétalo de la jodida margarita; en que los marcos sin foto no son bonitos y tengo la habitación llena.

Pero actúas a modo de fantasma rompes puertas y ventanas y después desapareces. Pasas, dejando casas rotas y camas confundidas, que no saben si estuviste y las dejaste o si ni siquiera entraste.

En tanto que tenemos aún por darnos y en que nos faltan los momentos y hasta el aire, a este paso.

Si supiera que te vas, me iría antes. Me alejaría despacio del caos que provocaste. Y tú, inocente, quizá meterías la mano.

Entonces, entenderías por qué quise irme y que me vieses; por qué quise pensar si me pensabas; por qué quise creer que tú creías; por qué quise gritar y que me oyeses.

Solo merecería la pena intentarlo

Si alguna vez lo hiciste, haz que intentarlo valga la pena, que yo me encargo de que valga la euforia.





SI TE FUERAS Si ahora te fueras, me volvería la persona más pequeña del mundo, dejaría de creer en Dios, o peor, en mi. Y ya no me atrevería a mirar más a la luna. Lo peor de las discusiones es llevarme tu perfume impregnado en mi, porque puedo morir en cualquier momento si se levanta aire. Tampoco me gusta no verme en tus ojos, es como estar a años luz de ti. Como esa mirada indiferente mientras esperas a que el semáforo se ponga verde. Perder de vista tu sonrisa, sería como apagar de golpe todos los faros de la isla. Si te fueras ahora, me bebería cada recuerdo tuyo con doble de ron y el hielo de mi cama. Podría morir de pena, porque a veces un bonito recuerdo mata pero no engorda. De ser incendio pasaría a llama, de oceánica a charco y de inmortal a pez de acuario. El cambio climático no sería lo mismo sin nuestros abrazos, y yo perdería 7 vidas de golpe. No te vayas nunca, porque no sé vivir sin escalofríos.


DE SOLES Y LUNAS A la luna le gusta enseñar sus braguitas si eres tú quien la mira. Al sol le avergüenza asomarse al horizonte y por eso sonroja hasta las nubes. Me arden las mejillas cuando siento su beso. Humedezco mis labios cuando es a ti a quien huelo. Todas las flores que deshojo dicen ‘me quiere’ y todos los rayos de luna te bañan a besos. La luna lo sabe. El sol lo sabe. Son los astros que cuidan del amor. La luna canta nanas, nos da la mano, ilumina senderos oscuros y deja que la observemos como si tuviera la respuesta de todo. El sol desabrocha botones y acorta faldas, invita al baño y a la sombra, canta a gritos y sabe hacerme la trenza. Y una gota de sudor juguetona paseará entre mis pechos. Y un rayo de luna se adueñará de la soledad de tu bragueta. Y tú y yo cumpliremos los deseos de ese amor imposible entre astros. Tú tan de luna, moreno. Yo tan de sol.






GENERACIONES ENTRE TUS LABIOS Lo nuestro fue como escribirte una poesía en pleno mes de Mayo... O quizá fue como esos atardeceres que se vislumbran entre las páginas de los libros de Miguel Hernández. Generación del 27 fuimos, o quizá, del 98. No se... lo cierto es que terminamos muriendo poco después del 36. Resistimos juntos al grito unísono de no pasarán, como si de tanto imaginarlo como si de tanto soñarlo como si la historia la escribiesen los poetas como si mis poesías no dependiesen de tus labios...


A LA ORILLA DEL RÍO SIENA Te sigo esperando en aquella boca de metro a la salida de recitales de poesía, que hablaban de lo bonita que estabas esa tarde por las calles de Madrid... El eco de aquella noche de primavera sonaba como una sinfonía de Jazz de los años cincuenta, en los barrios de Nueva Orleans... Me contaron lo bella que estaba París sobre las diez de la noche, cuando en una reunión de obras de arte a la orilla del Río Sena hablaron de la perfección de tus labios. El teléfono suena, eres tú... Ojos sin rumbo ni destino en una historia de esas que todavía no están escritas, pero que las espera un final feliz. No te olvides de mí, pues si enamorarse significa vivir ya hace tiempo que mi vida eres tú...






SUSURRO CARBONIZADO Tengo mil motivos para olvidarte a ti y a tu puta manía de atormentar esa válvula que tengo en la parte izquierda del pecho. Vivimos en una metáfora desgarradora, en un susurro carbonizado, en una cuerda floja que tiende al incendio y que los bomberos temen bajo el anonimato. Y hasta encontramos en la boca del metro un aire de sonrisa entrecortada y maquiavélica, una primavera en pleno invierno y un juicio de Paris en el que nosotros somos los protagonistas. Nos comemos la cabeza pensando en cómo hacer para no caer de golpe y evitamos en todo momento la salida de emergencia, como si fueran a apalearnos por no ceñirnos al guión. Y luego versificas la rabia a círculos, invocas al amor a deshoras y terminas creyéndote Neptuno, como si Goya estuviera presente. E _ l futuro está en llamas -te juro que no he intentado quemarlo-


ELLA ERA VIDA Estamos con vosotras. Hay que acabar con esto. ***

atrapa heridas que ordena en orden alfabético y lava en los bares. Amanece bisiesta y cargada de lágrimas enquistadas a jornada completa y flores de hielo y fuego.

Ella juega a sentirse querida y se quiere al escondite, refleja golpes apocalípticos, Quema lunas y promesas, que termina maquillando a las tres llora mares de la mañana y se alimenta de violencia indecente y despiadada. ríe a carcajada sucia, arroja su corazón al vacío Vive de amarguras entrelazadas y argumenta a favor de Cupido y cadenas multitarea en todo momento. que van perforando su corazón a contratiempo Desduerme por las noches teniendo al corazón en su contra. y malvive a diario. Ataca sus penas, Corta y despedaza sus recuerdos contribuye a la estabilidad revuelve y machaca cada esquina y a la dictadura de lo que ella cree de su cuerpo que es una familia. y vuelve y resquebraja el azul de su mirada. BANG y balazo entre ventrículo y Cuántas veces ha dado la espalda ventrículo. a la libertad por miedo y cuántas ha creído vivir Sueña con París estando muerta. viviendo Gaza, atrapada entre ruinas, Cuántas ha sido tormentas y abismo. presa y fugitiva, cuántas más hacen falta Sometida y encallada para acabar con esto.





00:00 Madrugada. Todos duermen a mi alrededor. Es esa calma, cuando todo queda en silencio. Cuando solo escucho el sonido de mi respiración, el sonido del bolígrafo rasgando suavemente el papel. Cuando todo está oscuro. Menos ese foco de luz que me mantiene despierta. Menos esa vela que siempre tengo encendida. Menos la luz de la luna que entra por las rendijas de mi ventana. A veces, también lo siento. Siento el silencio. Se mete dentro. Fluye por mis venas. Es parte de mi. Es un silencio desgarrador. Que no me deja más que eso, silencio. Soledad. Porque la necesita, se alimenta de ella, vive por y gracias a ella.

El silencio nos consume. Lentamente. Como si fuéramos el cigarrillo colgado de esos labios que se olvidaron de si, de nosotros. Como esa ceniza que vuela, dejando atrás ¿qué? Silencio. Soledad. Olvido. Cenizas. Muerte. Por eso escribo. No lleno el aire de palabras, lo lleno de sonidos. El sonido de las hojas al pasar. El sonido de un suspiro frustrado. El sonido de mi garganta al tragar. El sonido del bolígrafo cayendo de mis manos en un descuido. Débil. Frágil. Fugaz. El sonido es irrecuperable. El primer llanto de un bebé, su primera risa. El sonido de ese primer beso.

Silencio. Soledad.

El sonido muere.

Cuando pronuncias su nombre es cuando se convierte en realidad. Recuerdo a mi profesora de primaria, pidiendo que guardáramos silencio; de la mirada y de la sonrisa cómplice que mi mejor amiga y yo compartíamos, esa de “te lo escribo”. Más papel desgarrado.

Muere. Silencio. Soledad. Olvido. Cenizas.

Desgarrado, como ese pasado olvidado.

Una forma de ser más, de ser cenizas, olvido, soledad.

Escribo para no olvidar, para recordar, para que no me olviden, para que alguien me recuerde. Escribo porque es silencioso. Una forma de que una parte de ti muera.

Silencio. Soledad. Olvido. Silencio.



RAÍCES “El presente del pasado es el recuerdo.” Eras como el sonido más agudo del piano, esa tecla juguetona, que puede sonar como quiera. Yo, las manos que difícilmente intentaban seguir el ritmo que tu, tecla pequeña donde las haya, me imponías. Intenté seguirte, me tenías cautivada, al fin y al cabo, enamorada. Eran tus ojos, tu sonrisa, tu forma de caminar, los lunares incontables de tu espalda... Era todo de ti. Conseguías tocar la más aguda de mis terminaciones, la más aguda de mis sensaciones. Contigo yo no era más que un espectro, algo que como las raíces, como las verdaderas emociones, quedaban ocultas, bajo tierra, bajo inseguridades. Yo era parte de ti, pero a la vez era algo tan insignificante, tan lejano, no era nada. Tú eras el sol de mis días, la luna de mis noches, las fronteras de todo mi mundo; para ti yo era una pequeña estrella, una estrella fugaz que con el tiempo puede que dejara de estar. Tus fronteras eran el espacio mismo, yo solo un quizás. Ahora, demasiado tarde como para que lo intente siquiera, juegas con otra. Te enredas en sus brazos, en sus manos, esas que son capaces de jugar con tu ritmo y no solo de seguirlo. Y yo, más que parecer soy un fantasma del pasado; uno de tantos. Mis manos añoran tus lunares, recorrer tu espalda intentando formar constelaciones, contando algo que no se puede contar. Sin ti no vivo, tampoco muero. Eras mi melodía, mis ganas de seguir y ahora sin ti, no soy nada, un alma vacía, unas manos que rozan las teclas deseando que el piano vuelva a sonar, que vuelva a existir esa melodía capaz de llegar a lo más profundo de los hombres. Saben que no volverá a sonar, que el piano nunca más sonará para o gracias a ellas, ni para mí. Porque soy yo la que echa de menos tus cosquillas, tú forma de conducir, tu voz... Ahora lo sé, me equivoqué. Me equivoqué al pensar que podías darme toda una vida de amor, me hice vagas ilusiones contigo, creía que nunca se acabarían las palabras bonitas al oído en el restaurante, en la biblioteca o en el metro solo para mí, solo en nuestro mundo, solo para ver como sonrío. Yo que pensaba todo eso de ti, veía, creía en tu amor. Me equivoqué, ahora lo sé. No era las raíces del poderoso árbol, no era quien le apoyaba quien le daba lo necesario para vivir, para ser cada vez más fuerte, más poderoso, más él. Era sus hojas, algo pasajero, que con la lluvia de otoño acabarían en el suelo, sin vida, sin hogar, sin nada. Sin el sonido de un viejo piano, sin ti. “El presente del pasado es el recuerdo.”


Eras como el sonido más agudo del piano, esa tecla juguetona, que puede sonar como quiera. Yo, las manos que difícilmente intentaban seguir el ritmo que tu, tecla pequeña donde las haya, me imponías. Intenté seguirte, me tenías cautivada, al fin y al cabo, enamorada. Eran tus ojos, tu sonrisa, tu forma de caminar, los lunares incontables de tu espalda... Era todo de ti. Conseguías tocar la más aguda de mis terminaciones, la más aguda de mis sensaciones. Contigo yo no era más que un espectro, algo que como las raíces, como las verdaderas emociones, quedaban ocultas, bajo tierra, bajo inseguridades. Yo era parte de ti, pero a la vez era algo tan insignificante, tan lejano, no era nada. Tú eras el sol de mis días, la luna de mis noches, las fronteras de todo mi mundo; para ti yo era una pequeña estrella, una estrella fugaz que con el tiempo puede que dejara de estar. Tus fronteras eran el espacio mismo, yo solo un quizás. Ahora, demasiado tarde como para que lo intente siquiera, juegas con otra. Te enredas en sus brazos, en sus manos, esas que son capaces de jugar con tu ritmo y no solo de seguirlo. Y yo, más que parecer soy un fantasma del pasado; uno de tantos. Mis manos añoran tus lunares, recorrer tu espalda intentando formar constelaciones, contando algo que no se puede contar. Ahora, demasiado tarde como para que lo intente siquiera, juegas con otra. Te enredas en sus brazos, en sus manos, esas que son capaces de jugar con tu ritmo y no solo de seguirlo. Y yo, más que parecer soy un fantasma del pasado; uno de tantos. Mis manos añoran tus lunares, recorrer tu espalda intentando formar constelaciones, contando algo que no se puede contar. Sin ti no vivo, tampoco muero. Eras mi melodía, mis ganas de seguir y ahora sin ti, no soy nada, un alma vacía, unas manos que rozan las teclas deseando que el piano vuelva a sonar, que vuelva a existir esa melodía capaz de llegar a lo más profundo de los hombres. Saben que no volverá a sonar, que el piano nunca más sonará para o gracias a ellas, ni para mí. Porque soy yo la que echa de menos tus cosquillas, tú forma de conducir, tu voz... Ahora lo sé, me equivoqué. Me equivoqué al pensar que podías darme toda una vida de amor, me hice vagas ilusiones contigo, creía que nunca se acabarían las palabras bonitas al oído en el restaurante, en la biblioteca o en el metro solo para mí, solo en nuestro mundo, solo para ver como sonrío. Yo que pensaba todo eso de ti, veía, creía en tu amor. Me equivoqué, ahora lo sé. No era las raíces del poderoso árbol, no era quien le apoyaba quien le daba lo necesario para vivir, para ser cada vez más fuerte, más poderoso, más él. Era sus hojas, algo pasajero, que con la lluvia de otoño acabarían en el suelo, sin vida, sin hogar, sin nada. Sin el sonido de un viejo piano, sin ti.




ME ENAMORO Me enamoro del aire por su ingravidez, de la humedad de la brisa y el viento alocado, de las almas transparentes por su desnudez. Me enamoro de la textura de una piel, del brillo de los ojos y un corazĂłn sonriente, de la belleza de tu ser. Me enamoro del aleteo de los sueĂąos, de las mĂĄgicas fantasĂ­as y la mente imaginativa, de un intelecto abierto por su brillantez. Me enamoro de tu risa, de una media sonrisa y una mueca ilusionada, de un gesto alegre cuando surge en tu mirada, me enamoro, perdidamente me enamo con total insensatez...




SUEÑOS AL VIENTO

Quiero ser tu medicina, tu suerte, tu aliento, el amor que cruces en cada esquina nublada, los días de mente lluviosa. Quiero ser tu vibración perfecta, tu anhelo, tu brújula, la musa en tus noches sedientas, tu mágica inspiración, tus sueños más bonitos, la alegría llamando a tu puerta. Quiero ser la luz de tus días, tu río, tu mar, el agua bendita, el deseo favorito que siempre pidas, tu mantra, tu calma, tu paz, tu estrella infinita...


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