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después del 2009

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Jordi Güell

EDICIÓN DEL AUTOR



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... para todas aquellas personas que trabajan con el arte bajo la actual crisis. ... al arte capaz de representar mundos, éticas, universos que mueven relaciones humanas más allá del tiempo, la distancia o la razón.

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...únicamente el amor trágico por la perfección es capaz de oponerse a las funestas consecuencias de la posesión totalitaria, es decir, del convencimiento de poseer la perfección. A diferencia del pragmatismo, el nihilismo o la apatía, que implican una renuncia a la utopía, el amor trágico por la perfección exige integrar las tensiones y los equilibrios entre deseo y posesión, entre pasión y compasión, entre desafío a la muerte y respeto por la muerte. Aventura. Una filosofía nómada. Rafael Argullol

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Al margen de los periodos recesivos que se suceden y forman parte de las incidencias del sistema económico, la actual crisis es, sin duda ya, un acontecimiento histórico. Por su tamaño, por sus repercusiones, por la capacidad de destrucción de empleo y tejido industrial que está demostrando, y por el tiempo que hará falta para recuperar el potencial de crecimiento anterior a éstas fechas. Nuestras vidas, nuestras rutinas cotidianas, ya han cambiado y según todos los analistas difícilmente el mundo volverá a ser como antes. Por lo tanto, sin dramatismo, asumiendo errores de análisis, y dando por aceptadas mis disculpas a aquellos responsables o profesionales mucho mejor preparados que yo en el sector económico, permítanme pisar terreno que no me es propio, aunque sí, de algún modo, me pertenece como a cualquiera de todos los afectados. Difícilmente la economía ha dejado ni dejará de ser nunca una disciplina arraigada a la sociedad. Y sólo con esta intención deseo se me interprete, y así lograr aportar positivamente, en la medida de lo posible, a un diálogo que por su urgencia y trascendencia debería implicar, cuanto antes, a todos los sectores de la sociedad, en torno a una misma mesa de diálogo.

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Pienso que no sólo estamos viviendo una grave crisis económica. Consulto asombrado y expectante acontecimientos, análisis y reportajes, y finalmente entiendo describen los primeros días de un nuevo ciclo, de un nuevo episodio para un nuevo paradigma económico y social. Con éste convencimiento me aventuro con un texto analítico, lejos del lenguaje poético que acostumbro a utilizar, pero siempre con la sencilla intención de esclarecer mediante la utilización de la escritura un escenario desconocido, hermético y complejo. Atraído a la fascinación que siento ante todo aquello que ignoro y persiste oculto.

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PREÁMBULO

15 de septiembre de 2008. El banco británico Barclays renuncia finalmente a la compra de Lehmann Brothers, y las autoridades norte-americanas se ausentan, ante la inevitable fallida del banco, siguiendo los principios neoliberales que dictan libertad para el mercado, y permiten su propia autorregulación. Lehmann Brothers se declara en fallida. El mismo día, el británico Damien Hirst subasta sus obras en Sotheby’s: días 15 y 16 de septiembre, haciendo a su vez también historia. La casa de subastas Sotheby’s, con 264 años de historia, realiza para esta ocasión y por primera vez la subasta sin intermediarios de obras de un artista vivo, directamente desde la colección personal del artista, y al margen de galerías o agentes. Jay Joplin, de White Cube, en Londres, y Larry Gagosian, de Nueva York, afirman antes apoyar la decisión del artista. Fueron 223 lotes, en dos sesiones, que obtuvieron 140 millones de euros en ventas. Mientras, la delicada situación financiera precipita que Bank of America compre Merryll Lyinch por 50.000 mi-

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llones de dólares, para evitar males mayores. A partir de esos días, todo empezaba a cambiar de modo irremediable. Lo que hasta el momento parecía ser el principio de una crisis seria, que llevaba meses golpeando la confianza del sector, se convierte en un auténtico terremoto económico, que arrastra a todas las bolsas mundiales a pérdidas históricas. Hasta entonces, las deudas que acumulaban los bancos no lograban cifrarse con exactitud y la desconfianza seguía presionando, día tras día, durante meses, al mercado de crédito. Los primeros balances negativos afectaban ya al interbancario, mostrando menor disponibilidad al préstamo. Además, los datos que indicaban la presencia de los créditos subprime, en la mayoría de bolsas de todo el mundo, un producto poco regulado y altamente sensible a la inseguridad en el parqué, acabó provocando la fuerte contracción que estranguló la liquidez de los mercados. Lehmann Brothers se veía afectado, y su fallida provocaba auténtico pánico en el sector. Citigroup y Bank of America serían, meses después, las siguientes entidades acorraladas por las deudas, con todo el sistema afectado ya por una contracción de efectos imprevisibles.

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Viernes 19 de septiembre de 2008, cuatro días después de la fallida de Lehmann Brothers, el secretario del Tesoro estadounidense Hank Paulson (HP), conmina al congreso de su país a autorizarle para usar 700.000 millones de dólares, para la compra de activos financieros en manos de la banca, sin preguntas ni rendición de cuentas. 25 de septiembre de 2008, justo diez días después a la fallida de Lehmann Brothers y seis días después de la presentación del plan, el entonces presidente de EEUU, George W. Bush, presenta con una grave advertencia televisada para toda la nación, el plan de rescate para el sector financiero de 700.000 millones de dólares, apelando al riesgo que supone para la economía norte-americana no intervenir. El 29 de septiembre de 2008, la Cámara de Representantes de EEUU rechaza el plan y las bolsas de todo el mundo se hunden. El Dow Jones vive la mayor caída de su historia hasta la fecha: 6,98%. El 6 de octubre el Plan Paulson es aprobado en segunda votación. La bolsa de New York recibe la noticia con nuevas caídas. 24 de noviembre de 2008, Citigroup ya contabiliza pérdidas por el 90% de su valor, a pesar de contar con 25.000 millones de dólares del citado Plan Paulson de rescate fi-

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nanciero. El 25 de noviembre de 2008, las bolsas de todo el mundo viven otra jornada de subidas y aplauden otra partida de 20.000 millones de dólares para Citigroup. Hay un evidente cambio de criterio. Desde las fechas de la fallida de Lehmann Brothers, después de una primera resistencia a utilizar fondos públicos para limpiar los activos del parqué, los congresistas valoraron de nuevo la propuesta aprobando finalmente el Plan Paulson, y abriendo la puerta a una situación inédita y contradictoria al sistema neoliberal. Agosto del 2009. Ha pasado casi un año. Tras las fechas mencionadas se han seguido sucediendo múltiples episodios, que quedarán sin duda registrados para la historia en gráficos alarmantes. La crisis, que aún vivimos, sigue frenando bruscamente una dinámica de estabilidad prolongada. Tras un último episodio de 15 años ininterrumpidos de crecimiento económico, que en su momento llevó a creer en el abandono definitivo del ciclo recesivo, los gráficos ilustran un auténtico desastre. Con caídas de los índices nunca registradas antes, y datos que quedarán para siempre en la memoria de los norte-americanos y de todos nosotros. Sólo por poner un ejemplo, en fecha del 2 de febrero de éste año 2009, Citigroup contabilizaba 75.000 despidos, Merrill Lynch 35.000, Circuit City 34.000, Caterpi-

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llar 22.110, Pfizer 19.000 y Alcoa 13.500. Todos del sector más dinámico de la mayor economía del mundo. For the love of God. Es el título profético que utilizó el artista Damien Hirst para nombrar la calavera realizada con 8.601 diamantes, y vendida por 63 millones de euros en 2007. Una decisión afortunada, junto a la providencial cita en la casa de subastas del 15 de septiembre en Sotheby’s. La sorpresa mayúscula, asombró a todos cuando trascendió tras la famosa subasta, que la compra de la calavera se había realizado mediante un consorcio participado por su galerista en Londres, Jay Joplin, y el propio Hirst. Operación que permitió en su momento triplicar su precio de salida, a un año de la histórica subasta. Apenas una sola semana más tarde, sin duda la caída de las ventas habrían fracasado la operación. La crisis estaba ya oficialmente en marcha.

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ÉTICA Y SOSTENIBILIDAD

Comparada por todos los analistas con la Gran Depresión de 1929, ésta crisis es sin duda un momento de inflexión, que llega a poner en duda al menos dos mitos de la economía contemporánea. El primero de ellos ha llegado a marcar las políticas macroeconómicas de los últimos 30 años: más mercado y menos Estado. Con éste binomio Reagan desreguló el crédito de EEUU, que vivió en 1981 la etapa de los Reaganomics, las bases del sistema que hoy vemos languidecer en todas las economías neoliberales. Paradójicamente, ha sido con dinero público en los mercados que se ha evitado una crisis mayor. El segundo mito: la superación definitiva de los ciclos recesivos. Tras la globalización se ha demostrado erróneo, mostrando las bolsas mayor sensibilidad a las noticias negativas, y mayor amplitud de sus efectos. Las consecuencias de esta crisis plantean además interrogantes de alcance social, que darán a luz un mundo diferente al conocido hasta ahora. Todos los expertos coinciden afirmando que no hay marcha atrás. Nunca volveremos al mundo que se dejó atrás. En todo lo referente a cambios

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sociales y políticos siento un profundo interés totalmente justificado, y por ese motivo, sin alarmismo y desde una sana inquietud que siempre he sentido necesaria, a pesar del riesgo a equivocarme no puedo dejar de preguntarme y preguntar hacia dónde nos dirigimos. ¿Ante qué mundo nuevo deberemos prepararnos? A pesar de los esfuerzos por ahora exitosos para sobrellevar la crisis, reorientando las bolsas hacia la senda alcista mediante la inyección de capital público, no podemos obviar que la ayuda estatal al sector financiero pone en evidencia un legado que de facto la historia parecía encargada de legitimar. En ese fundamento se asentaban posturas neoliberales que defendían la liberalización de la economía, base del liberalismo democrático, y sin otra regulación que las mismas prácticas de un mercado supuestamente capaz de autoregularse y autosuficiente a la realidad política y social. En los días más próximos a la fallida del banco Lehmann Brothers, sin duda fueron los mayores defensores del libre mercado quienes vieron entrar en conflicto sus posturas ante la violencia de la crisis. Republicanos y demócratas parecían defender des del mismo lado del Congreso de EEUU el rechazo a utilizar fondos públicos para el rescate finan-

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ciero. Los efectos de la crisis nos llevan inevitablemente a otro mundo. Puesto que reponer los activos tóxicos con dinero público de ninguna manera permitirá reanudar la historia donde la habíamos dejado. Es del todo improbable. De igual modo que nunca podremos regresar al instante anterior al umbral de una puerta, que ya hemos cruzado, y jamás retomaremos des del instante anterior, la utilización de fondos públicos suscita una nueva perspectiva sobre datos y análisis económicos. Hoy podemos afirmar que los estados nos han comprado un sistema económico con fondos públicos. Mientras el sistema neoliberal ha saltado para siempre del correr de la historia, una decisión política permite hoy que en el parqué se practiquen las reglas neoliberales, pero está de más seguir pensando que están legitimadas por los hechos, que es el mejor sistema económico posible. La historia le ha retirado su manto de protección, y las circunstancias no parecen pronosticar un desenlace rápido. De hecho, no hay paso atrás. Y aún desconocemos de qué manera y hacia dónde nos dirigimos. Lo cierto es que se abre una brecha irreparable con el año anterior a la crisis. De momento, podemos advertir que la decisión de inyectar

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dinero público ha disparado ya la deuda de los estados. En España, a día de hoy, agosto de 2009, el déficit apunta al 9% del PIB. En EEUU es del 11% del PIB. Una decisión que quizá será resuelta con subida de impuestos, o variaciones del valor de la moneda en el caso del dólar. El sector financiero español, poco expuesto a los créditos subprime, mantiene su singularidad ante la crisis. A su vez, la banca española, disponiendo de los Fondos de Previsión, ha mostrado hasta el momento una fortaleza ejemplar ante la banca internacional. Pero ambos aspectos no han evitado que el Estado Español se endeudara, orientando el gasto público a las ayudas a un mercado laboral fuertemente castigado por la caída de la construcción. En estos momentos, la prensa ya informa de las primeras posiciones de la ministra y del presidente del Gobierno de España en la primera dirección. Por lo tanto, todo un efecto de circunstancias se irán sucediendo en el tiempo. Nuevas leyes, nuevos efectos a las leyes. El Plan Paulson, con la arbitrariedad de sustituir activos bancarios tóxicos por fondos públicos, marca una nueva dinámica para el sistema financiero internacional, y rompe con principios de reactivación económica mediante el con-

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sumo, la inversión, y el control sobre los bancos, que tienen su origen en el New Deal de Roosevelt, hace 80 años. En definitiva, una nueva realidad afectada por una decisión política sobre el sector económico, al margen de las reglas propias de la economía hasta hoy vigentes, nos lleva a una situación inédita. De nuevo en la actualidad internacional, pienso que debemos ver el profundo cambio que se avecina en la pérdida de legitimidad del sistema capitalista, tal y como hasta ahora lo hemos entendido, y en una obligada y profunda reconversión del mismo. Si hasta la fecha el mercado financiero asombraba exhibiendo dinamismo e innovación suficiente para crecer, los acontecimientos del último año muestran como resultado, por primera vez, una dinámica arbitraria marcada por la decisión conjunta de intervenir las finanzas con dinero público. Fruto de un pacto de rescate acordado, entre estado y sector financiero, la presencia de dinero público en las finanzas traiciona principios neoliberales, e incluso pone en evidencia las cifras de recuperación que a fecha de hoy se barajan. ¿Podemos considerar que son un resultado real, o adulterado por una ficción alentada con fondos públicos? ¿Para retirar las ayudas qué criterios legítimos de mercado se impondrán? Lo cierto es que no sa-

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bemos de qué manera y en qué medida esos resultados son propios de una economía parecida a la que los gráficos analizaban el año pasado. ¿Dónde está cifrada, y en qué medida afecta al resultado real la inyección de capital público? Y cuando ese plan de ayudas se retire, ¿ante qué tipo de análisis económico nos encontraremos? ¿En ese momento, serán visibles desigualdades sobre la competitividad, por los efectos de ayudas estatales? Las intenciones que manejaba el equipo del nuevo presidente Obama, días después de su elección, orientadas a crear nuevas medidas de regulación y supervisión sobre el sistema financiero, aparecen hoy disueltas por una recuperación incipiente, y por el retorno al sistema de primas e incentivos millonarios a banqueros y cargos de responsabilidad. Parece haber una voluntad clara de esconder bajo una precoz recuperación la necesidad de aplicar nuevas medidas. Y ello, primeramente supone, de momento, aceptar que no hay responsabilidades. Más sorprendente aún, abre el camino a un sistema económico elaborado al margen de cualquier legitimidad ideológica, de las prácticas neoliberales hasta hoy conocidas. Pasado el espejismo de las ayudas, todos los analistas coinci-

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den en augurar un crudo rebrote de la crisis para el próximo año 2010. Si finalmente se demuestran ciertas las hipótesis, está claro que habremos perdido un tiempo importantísimo para aplicar el paquete de medidas que deberían regular la recuperación. Si no se aplican marcos de regulación estrictos, el resultado sólo puede convencer a economías beneficiadas por la situación, al margen de toda legitimidad ideológica conocida. Y con un claro y alarmante agravante: si hasta antes de la crisis la deuda ahogaba al crédito privado, ahora los estados también manejan cifras de deuda insostenibles. Por lo tanto, nuestro sistema se muestra hoy por hoy obsoleto, los balances no garantizan datos fiables, y la retirada de las ayudas sólo puede llevarse a cabo con una regulación previa acordada por todos los actores de la economía internacional. Es decir, si bien debemos todos felicitarnos por la capacidad de quorum mostrada en cuanto a las acciones llevadas a cabo, no podemos olvidar que con ello finaliza un ciclo de política neoliberal aplicada a la economía, que con resultados daba garantías y se legitimaba, permitiendo al capital tutelar las acciones de estados periféricos al núcleo duro de la economía. En ese sentido me atrevo a afirmar, citando a Francis Fukuyama, que quizá la historia no se detuvo total-

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mente con la caída del muro de Berlín, aunque quizá sí, la historia se ha detenido en el año 2008. Puesto que la historia se ha retirado definitivamente, ha barrido toda justificación ideológica y política conocida de la escena económica. Y ahora sí, esta puede actuar sin necesidad de legitimarse, al margen de la política. No cabe ya ninguna justificación conocida, ni legitimidad creíble, ni ideológica ni material, que arrope ninguna de las decisiones que afectan a la economía, si los gobiernos no agilizan decisiones al respecto. Junto a Cheney, Wolfowitz, Rumsfeld o Lewis Scooter Libby, todos posteriormente miembros del antiguo equipo de Bush, Francis Fukuyama fue miembro fundacional e impulsor del PNAC (Project for the New American Century), una de las piezas clave del equipo neocon que ha dirigido la política de EEUU en los últimos ocho años. En 1992 Fukuyama saltó a la opinión pública con su libro El Final de la Historia y el Último Hombre, donde defiende, acabada la Guerra Fría, el final de la lucha entre ideologías. Un final que justifica imponer el sistema neoliberal, o liberalismo democrático, como pensamiento único, para toda la escena internacional. ¿Podemos hablar de fracaso o de éxito del proyecto?

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¿Tras esta crisis, a partir de ahora, quién puede seguir aleccionando políticamente a quién? ¿Con qué credibilidad política el FMI seguirá dictando reglas neoliberales a los gobiernos, y bajo qué parámetros, resultados, objetivos? Una vez alcanzada de nuevo cierta estabilidad económica, ¿estarán en su derecho los cargos dirigentes de la economía internacional para actuar de nuevo, y esta vez al margen de lo político y social? Sí, evidentemente. Y si antes no se aplican claras medidas de regulación y control, el escenario resultante difícilmente agradará a todos los gobiernos por igual. Con una economía capaz de actuar al margen de la política, sin necesidad de legitimarse, y sin posibilidad para reconducir la confianza en una economía internacional, ¿con qué garantías puede el sector financiero internacional afrontar la recuperación de la confianza en el sector? Sin una dura regulación la economía, hoy, ya desprovista de historia, de legitimidad, puede sentirse libre de justificar sus decisiones. Ni políticos, ni empresarios, ni trabajadores, pueden permitirse esa situación por mucho tiempo. Hasta hoy, ese estandarte de libre comercio, que siempre conservó su justificación histórica, en ocasiones pudo imponer decisiones dolorosas a terceros con los datos en la mano. Como es el ejemplo de perder el control de los recursos a cambio

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de la entrada en el club del libre comercio. Sin regulación los criterios económicos seguirán arbitrando sin necesidad de legitimarse ideológicamente. Entonces, divergencias políticas pueden poner en peligro el mismo orden económico, la disciplina de mercado que permitió la globalización, además de derechos adquiridos en el último siglo. No es necesario el alarmismo. Cabe persistir en un análisis que conviva con la trágica búsqueda interminable de verdad. Toda circunstancia queda siempre cercana a una vitalidad social que lucha ante la imperfección. La sociedad siempre se ha mostrado capaz de reequilibrar, de confeccionar nuevos paradigmas, nuevas redes de comunicación, cada vez más complejas y más equilibradas, en la medida que la población y los riesgos son mayores. El consumo, a ultranza, de igual modo que el comunismo o el capitalismo de estado, a largo plazo y como principios totalitarios, carecen hoy de base sólida, si con ellos nos referimos a sistemas que pretendan adoctrinar realidades sociales válidas, redes sociales que la realidad histórica demuestre útiles y tangibles. Esa es la conclusión final a la crisis. La bipolaridad del siglo XX se desvanece definitivamente tras la crisis. Y creo que ante esa cruda realidad

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entraron en conflicto los congresistas que vieron, en septiembre de 2008, cómo aplicando las reglas neoliberales hasta sus últimas consecuencias se reconocían espectadores del final de su propia ideología política. Precisamente, siendo coherentes a principios neoliberales presenciaron su pérdida de legitimidad histórica. La realidad económica en ése instante se reveló, recuperó su aspecto, su desnudez, y eliminó de su lado de facto toda legitimidad política. Entonces, definitivamente, la historia se detuvo y dejó de operar en el campo de la economía. Llegando incluso a poner en duda socialmente el materialismo, cuando su poder de destrucción amenazó la presencia en el mercado del mismo neoliberalismo. La decisión de utilizar dinero público ha salvado el sistema. Pero en el plano económico hoy vivimos, hasta que encontremos una nueva verdad, huérfanos de ideología política. El neoliberalismo sigue hoy estructurando el mercado, la bolsa, el sistema financiero. Pero en el plano político e histórico, los hechos certifican de facto la decadencia de las políticas aplicadas a la economía hasta hoy conocidas. En una economía ilegítima, que requiere urgentemente del inicio de un nuevo sistema.

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Desconozco en qué medida la naturaleza humana puede persistir de nuevo sin legitimarse ideológicamente por mucho tiempo, o si quizá una ideología aprobada por la historia es parte inherente a todo sistema social complejo. Pero sí me parece imprescindible advertir que quizá sea posible vernos ante nada, sin verdades ideológicas, sin utopías, aunque políticamente enfrentados a la libre depredación. Y deberemos aplicarnos a fondo y rápido para resolver esa orfandad. Entiendo en esa línea la reivindicación de una ética para la economía, capaz de regular por ley lo que hasta hoy la ideología parecía encargada de custodiar. También interpreto en esa línea la urgencia de un acuerdo internacional para la regulación de las grandes entidades financieras. Permítanme mencionar tres inquietudes en éste sentido. Sobre el peligro de un totalitarismo hegemónico, vienen a mi cabeza textos y poesías que empecé a escribir en el año 2001. Permítanme retomar esas inquietudes: sobre la inminente presencia de la nada en el plano ideológico, sobre el uso arbitrario de la máquina como único interlocutor con la realidad, y sobre la aplicación del neoliberalismo como pensamiento único. Todos los textos, suficientemente explícitos aunque nunca finalizados, se publicaron en parte en el libro Entre yo y la montaña, octubre de 2002.

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Después de la II Guerra Mundial, EEUU logró imponer su sistema frente al bloque contrario, la URSS. Intereses de uno y otro bando compartieron las ventajas de rivalizar y radicalizar posturas. La llamada Guerra Fría, entre los dos bloques, sirvió sobre todo para enfriar y desechar planteamientos más sofisticados, que integraran posibles aspectos en sí positivos de ambos sistemas. La herencia de un siglo XX determinado por totalitarismos que buscaban el poder siguió marcando una agenda internacional lastrada por la decadencia del comunismo. La oposición maximalista entre ambos bandos recrudeció y radicalizó posturas. Si nos referimos estrictamente a la construcción de sistemas sociales exitosos a largo plazo, pienso que se perdió durante muchos años importantes oportunidades. En éste sentido menciono el Estado del Bienestar como, indudablemente, el gran logro del siglo XX. La avanzada industria, que con el New Deal de Roosevelt durante la Gran Depresión logró levantar la economía de EEUU, y que más tarde sirvió para proporcionar armamento al ejército en la II Guerra Mundial, se orientó de nuevo, con la ayuda del Plan Marshall, para exportar y ocupar cuota de mercado en Europa. Proporcionando recursos básicos a Europa, y todos los productos de su elevado exce-

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dente productivo, la economía de EEUU experimentó una evolución que ha marcado su papel de primera potencia hasta nuestros días. De ese modo, hasta hoy, la llamada sociedad de consumo ha sido y sigue siendo el motor de crecimiento de la economía. Con métodos de inducción a la compra fuertemente apoyados en la publicidad de masas, y políticas antes mencionadas de rebaja de intereses para el crédito, la sociedad de consumo ha logrado sustituir y transformar pautas sociales propias de cada territorio, con los principios de compra e insatisfacción. Mediante el ciclo crediticio, el negocio hipotecario, y el crédito al consumo, miles de familias han conseguido consolar esa insatisfacción comprando y dinamizando de ese modo la economía financiera y la economía real. Llegados de nuevo al año 2009, ¿qué ha ocurrido para que esa dinámica de consumo llegue a frenarse repentinamente, arrastrando a todo el sistema internacional a una crisis? ¿De verdad es posible que sean el origen de esta crisis las prácticas irregulares de 100, 200, 2000 personas, que siempre han estado y estarán implícitas al sistema? ¿O quizá se han desvelado esas prácticas en una coyuntura adversa?

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Aunque deberíamos poder garantizar la aplicación de la ley en esos casos, pienso que la fuente de los acontecimientos es más profunda. Sin duda han existido irregularidades. Pero el aumento de la presión sobre los beneficios debido a la mayor competitividad internacional, junto a la falta de apetencia compradora en grandes mercados exportadores como China, creo que ha sido el verdadero talón de Aquiles del sistema económico mundial. Aquello que ha llevado a definir políticas agresivas de alto riesgo, de expansión financiera con productos de alto riesgo, que a su vez han dejado descubiertas prácticas ilícitas del sistema hasta hoy ocultas. China vende sus productos, y debido a la débil demanda interna logra atesorar, a fecha de hoy, dos billones de dólares en deuda pública norte-americana. Sin mostrar en ningún momento la más leve intención de consumir productos de EEUU o de Europa, que inyecten nuevamente dinero real al sistema, siguen creciendo sus ratios de exportación y expande su economía. Mientras, la enorme liquidez del mercado en bonos de deuda pública, distorsiona y maquilla las previsiones de riesgo, creando una falsa euforia que permite aprobar una política de créditos de alto riesgo. El ciclo financiero entra en una dinámica errática, con prácti-

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cas que rozan la legitimidad, sobre una cifra de deuda global desconocida. En ese escenario, las prácticas de algunos profesionales del sector financiero tuvieron efectos catastróficos sobre las finanzas internacionales. La causa primera es esa sobreabundancia de liquidez, lastrada por una deuda pública y una balanza comercial desbordada. Pienso que es demasiado simple atribuir a acciones de irresponsabilidad individual la contracción que agotó la liquidez del sistema. Los préstamos interbancarios se bloquearon, debido al temor que llegaron a causar las subprime. Pero en circunstancias normales de crecimiento, gasto y reembolso, y que la abundancia de liquidez apuntaba asumibles, el ciclo de préstamo entre bancos centrales, bancos privados y aseguradoras, debió poder absorber ese riesgo sin detener el crédito. La pregunta es ¿porque se llegó a tal extremo? Es decir: ¿en qué situación anómala se extienden prácticas ilegítimas de créditos basura por todo el sistema? Mediante una fuerte presencia de la publicidad en la vida de los consumidores se regula el principio de insatisfacción que rige el consumo. Y las facilidades en el crédito dirigen e incentivan a la mayor parte de familias hacia esas prácticas. Desde ese punto de vista podemos comprender la enorme

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importancia que tiene el bloqueo del gobierno Chino a los medios de comunicación occidentales. Cuando el gobierno chino hace alusión a la toxicidad de los medios de comunicación, y cuando EEUU pide mayor abertura y transparencia, ambos posicionan dos claras posturas que en nada se refieren a temas de libertad, derechos civiles o de injerencia a la política interna. Menciono como claro ejemplo la protesta formal enviada por el equipo de Obama al gobierno chino, del 24 de mayo de 2009, por la implantación china de un software que bloquea las páginas web con contenido pornográfico. Los ciudadanos chinos no tienen apetencia compradora, no son consumistas. La ausencia de publicidad y el férreo control político, han impedido que la sociedad de consumo se implante en el país, fuerce la importación de productos occidentales, o provoque protestas internas como ha ocurrido en otros casos. De hecho el sentido de individualidad tampoco está aún demasiado arraigado en zonas agrícolas del país. Debemos tener en cuenta que antes de la implantación del comunismo en China, el sistema tradicional del último emperador Xuantong era fundamentalmente el de una corte feudal.

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Hay por lo menos dos prácticas que juegan a favor de China. 1) El crecimiento anual de la economía China sigue marcando internacionalmente los precios de las materias primas. 2) Practica libremente y al margen de la política internacional, intercambios económicos que favorecen indistintamente las economías de Brasil, Venezuela, Perú o Irán. Además, con fuertes inversiones en la mayoría de países africanos y latinoamericanos, China logra posicionarse como potencia económica internacional. Si bien la complejidad y el exotismo de los nuevos productos de la bolsa, que se han confeccionado durante los años anteriores a la crisis, complicaron la detección de irregularidades, estos cobran sentido. Es decir, se puede explicar la existencia en el parqué de éste tipo de productos de dudosa rentabilidad, si los valoramos como consecuencia, y no como causa del problema. Consecuencia de una política financiera llevada a cabo en los últimos años, que debemos enmarcar junto a las políticas expansivas del anterior gobierno norte-americano, y que probablemente buscaban un fuerte crecimiento capaz de garantizar el papel de EEUU en la escena internacional. La sobreabundancia de crédito se mostró letal para un sis-

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tema financiero internacional sin regulador. Orientó las actuaciones de los operadores hacia un enriquecimiento basado en una falsa apreciación de control sobre la deuda. Y los principios neoliberales de enriquecimiento ilimitado llegaron a consumir a un sistema hundido en falsas previsiones de beneficios. A pesar del alto riesgo, los nuevos productos bolsarios se crearon previendo que con la abundancia de crédito el mercado lograría diversificar balances negativos, durante el tiempo necesario, sin con ello detener el ciclo expansionista, y hasta lograr imponer la economía de consumo en todo el mundo. Un modo de expandir la economía norte-americana, al precio de diversificar las pérdidas dentro del mismo sistema, que finalmente se demostró errático. Llegados a éste punto del análisis, la pregunta que aún me formulo es: ¿hacia dónde nos dirige esta situación hoy? Y de ser necesario, ¿cómo podremos sustituir la economía de consumo, con qué motor de crecimiento y de expansión económica? Inevitablemente será necesaria una carga fiscal sobre la clase media, y nuevas medidas de flexibilidad del mercado laboral. Pero, si España pretende abandonar el viejo modelo económico y formar parte del futuro, no son las únicas medidas a tomar.

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La actual administración norte-americana ya pone los primeros puntos sobre la mesa. Se habla ya de la economía sostenible. De energías renovables y de productos ecológicos. Pienso que la detección de dinámicas que no son rentables, que económicamente se muestran improductivas e ineficaces respecto al gasto en energía y recursos humanos a largo plazo, pueden permitir reorganizar la economía hacia una nueva dinámica de estabilidad. Pero no mediante el consumo y la expansión, sino mediante la eficiencia en la implantación de los mercados. La dificultad será asignar a nuevos sectores las funciones de crecimiento. Ver cómo sustituimos, durante el tiempo que es necesario para reorientar la economía y del modo menos traumático posible, una economía por la otra. Necesitamos otra fuente de ingresos, de dinamismo, que apuntale y dé estabilidad a un cambio profundo, y que sin duda requerirá largo tiempo. Finalmente, la economía no es una ciencia, ni tampoco existe sólo en esa especie de limbo, apartado de lo político y lo social, a lo alto de los rascacielos. La economía forma parte de todos, es de todos. Y de hecho se rige por fuertes impulsos sociales, culturales, psicológicos, muy palpables en nuestro entorno diario, que dictan y determinan conductas políticas, que a su vez encauzan con cierta estabi-

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lidad el transcurso del tiempo. Tanto es así, como puede ser que el mundo de las finanzas pretenda dirigir nuestras conductas, si dejamos nosotros de hacerlo devaluando el uso de la democracia. Quizá por el momento la economía ha logrado desprenderse de legitimidad ideología, pero pienso que toda esta complejidad, ese cruce de lo cultural, social, político, psíquico, ambiental, se organiza en torno a tres principios básicos que afectan a la política y sobre los que debemos tener control democrático: el crecimiento de la población, la complejidad de la red de comunicación y transacción que se organiza en torno a comunidades cada vez más pobladas, y la vida y supervivencia como fin último. Cultura, religión, política, tensiones emocionales del colectivo, pasiones y deseos, pienso que se organizan según se equilibran esos tres principios básicos, e inevitablemente además, sobre esa misma base opera el parqué bursátil. De estos tres, el primer factor, el crecimiento de la población, es un factor exógeno, no aplicable a decisiones políticas directas, y que debemos administrar del mejor modo. China, haciendo uso de su especificidad política, ha podido aún corregir su crecimiento demográfico cuando ha

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querido, mediante leyes que aplican el fomento de un número concreto de hijos por familia. En nuestras democracias es impensable implantar ese tipo de leyes. En nuestros países podríamos considerar métodos sociales indirectos de corrección de la demografía, la emancipación femenina, el fomento de la sexualidad sin fines reproductivos, la legalización de la homosexualidad, o la misma presión económica sobre el gasto de cada familia por niño. Son especifidades sociales, que libremente han ido configurando nuestras sociedades, y claramente al margen de decisiones políticas previas. Por otro lado, la supervivencia como fin último. Es un factor propio de la visión metafísica que dictan cultura, religión, o cierta emancipación individual sobre el tema. Vemos en la eutanasia su máxima expresión al respecto. Para éste segundo factor se ve claramente determinado lo político, en la medida que cabe regir el bienestar de todos los ciudadanos, y el cuidado de todos sus enfermos. Y por lo tanto en ese sentido la seguridad social de cobertura universal, es un logro que debe cubrir los ingresos estatales, y que evidentemente afecta a las decisiones políticas. Finalmente, y he cambiado el orden de los tres factores

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mencionados, nos quedamos en la red. La estructura de comunicación y transacción en red. Que entiendo como comunicación para la distribución y creación de comercio. De información, productos o personas, pero siempre encaminada a la mejor y más sofisticada organización de la comunidad, según el tamaño de su población y en principio, como fin último, siempre para una mejor y más universal supervivencia y bienestar de todos sus ciudadanos. Por lo tanto nos concierne, es propio de la democracia, forma parte de la red de comunicación humana. Y organizar el mercado financiero, para que proporcione la supervivencia universal del mejor modo posible, forma parte de lo político y debe regularse con ese propósito. Pienso que la actual crisis económica tiene como causa última el desequilibrio de estos tres factores. La red de comunicación y transacción se mostró ineficaz. Para generar el dinamismo suficiente que necesita una economía de mercado basada en una fuerte demanda de crédito al consumo, para la satisfacción y bienestar el número más elevado posible de ciudadanos, la red se mostró ineficaz, obsoleta, en la medida que no logró regular prácticas de enriquecimiento que colapsaron el sistema. La gran carencia, en ese sentido, es la ausencia de un regulador para las finanzas interna-

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cionales. Los efectos de la crisis, aquello que realmente ha mostrado claros síntomas de debilitamiento, ha estado el rendimiento que obtenemos con nuestra red de comunicación, transacción, venta, etc. Ante la cada vez más elevada presión demográfica, demanda y solicitación de crédito, el beneficio se mostró insuficiente para administrar y absorber prácticas irregulares. Y los principios neoliberales se mostraron erráticos, perdiendo legitimidad histórica. Creo que las actividades fraudulentas, que forman parte intrínseca del sistema, nunca pueden ni deben llegar a ser la causa de una crisis. Esa es la parte oscura, errática, de todo sistema. Es un análisis simplista, que lleva a engaño, valorar el fracaso de la economía internacional según las acciones irregulares. Pienso que la causa de la crisis está en el desequilibrio entre esos tres factores: los beneficios que se han obtenido con la actual red de comunicación y transacción, la presión demográfica sobre el sistema, y el gasto que implica el mantenimiento de la calidad de vida, es decir, la supervivencia y bienestar universal de nuestra sociedad según la entendemos. La presión demográfica aumentó, y los beneficios no cubrieron el gasto que supone mantener la sociedad de consumo como tenemos por costumbre. Por ese motivo, la primera y más visible consecuencia de la cri-

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sis ha sido la repentina visibilidad de las prácticas ilegítimas del sistema. Véase el caso de Bernard Madoff, ex presidente del Nasdaq. Una estafa piramidal desapercibida durante 40 años, salpicando a gigantes de la banca mundial, con pérdidas que alcanzan los 10.000 millones de euros. A qué me refiero con presión demográfica. No creo que, repentinamente, nacieran 100 o 200 millones de personas más, que el sistema no lograra integrar en nuestros países. La cuestión es que, cuando hablamos de sistema financiero internacional el término está ajustado a la realidad. Pero inconscientemente creemos hablar de EEUU, Europa, Japón, Australia, Canadá y poco más. Lo cierto es que, tras la globalización, a éste sistema financiero internacional se le añadieron por lo menos 1.300 millones de chinos y 1.000 millones de indios, aparte de Brasil, Rusia, etc. Todos necesitados de carreteras, casas, puentes, ciudades, comercios, con sus propias élites financieras y con dinero suficiente para comprar cemento, hierro, cobre, petróleo, etc. Es decir, potencial clase media dispuesta a competir de igual a igual con nuestras economías, con finanzas dispuestas a proponer sus precios en los mercados internacionales, y a obligar a los países anteriormente citados, nosotros, a multiplicar sus beneficios, para mantener a su vez sus eco-

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nomías competitivas, con crédito suficiente para crecer y costear el bienestar que todos sus ciudadanos acostumbran a tener. La conclusión es simple y alarmante. El gran perdedor, tras la crisis actual, es nuestra clase media, que se verá abocada a un fuerte cambio de hábitos debido a la fuerte competitividad internacional. Podemos calcular, ¿cuántas hipotecas basura de cualquier parte del mundo eran necesarias, por cada occidental con salario mínimo de 3.000$ al mes? Sin duda la presión sobre los márgenes de beneficio se vio incrementada, así como la competitividad en el sector de las finanzas. Y por cada uno de esos 3.000$ al mes, cada vez se ha hecho más inevitable aumentar la cifra de hipotecas, créditos, y presión sobre el consumo privado y la economía real, y sobre las primas a los talentos financieros internacionales. Y esa presión sobre el beneficio es la razón última que motiva la implantación en el sistema financiero de los productos llamados exóticos. Las subprime han sido necesarias para mantener el liderazgo de nuestras economías, y costear un nivel de vida que finalmente provocó prácticas irregulares, en una economía que lleva implícitas prácticas de enriquecimiento insaciable

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e insostenible. Y empiezo a pensar que, la actual crisis es la prueba palpable de un gran cambio social irremediable en nuestras vidas. Como consecuencia de la implantación de la globalización económica, aparecen hoy, en la escena internacional, millones de nuevos ciudadanos, potencial clase media dentro del mismo sistema financiero. Sólo un marco regulador puede impedir que recaiga sobre la clase media la presión que supone mantener un sistema de crecimiento expansivo y de enriquecimiento ilimitado con primas millonarias. No quiero abandonar el último y más esencial de los factores mencionados: el fin último es la supervivencia universal. Hasta hoy podíamos entender que cada comunidad eligiera preferentemente la supervivencia de sí misma, fuente a su vez de un instinto gregario, que fomenta la competitividad, mejora la productividad, la creación de riqueza y la expansión económica. Bajo esos principios se organizó el libre mercado y las políticas estatales de colonización, expansión y control de recursos. Pienso que la globalización en ese sentido ha desbaratado ya esa dinámica para siempre. Y la posglobalización no creo logre variar el resultado. Todas las economías se han visto afectadas, de un modo u otro, debido a la fuerte interrelación de un mercado que

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de hecho lleva tiempo sin distinguir países. Pero además, llegados a la crisis, se han demostrado de momento impracticables medidas proteccionistas, como ocurrió tras la Gran Depresión, y que podrían dar marcha atrás a la internacionalización de la economía. De ser posibles, permitirían posiciones ventajosas, de unos por delante de otros, y evidentemente se habrían llevado a cabo. Pero no son posibles si pretendemos no empeorar aún más la situación. Prácticas proteccionistas, dirigidas a custodiar la economía local, provocarían una crisis más profunda, una depresión, sin duda alguna, que afectaría a las élites financieras. Y para la supervivencia universal es imprescindible encontrar un sistema capaz de beneficiar, de premiar el trabajo, de dar méritos y privilegios, de proporcionar una ascensión en calidad de vida. Aunque deben regularse, un sistema que ponga en peligro esos privilegios está llamado al colapso y al conflicto social. La clase media, que considero otro de los grandes hallazgos del siglo XX, es la base social que históricamente se ha mostrado capaz de reivindicar las reformas más traumáticas, politizadas y resistentes. Reivindicaciones clave que han permitido a su vez avanzar en derechos para los más necesitados. Finalmente la clase desfavorecida, la pobreza,

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vive al margen de la historia, marginalmente, y de todos los acontecimientos sociales. Es la franja que merece más atención. Y en la medida que disponen de recursos toda la sociedad se muestra más dinámica y evolucionada. En la medida que hay enfrentamiento de intereses entre élites se consideran las guerras: Guerra Civil Española, II Guerra Mundial. Cuando el enfrentamiento es entre clases, o entre élites y clase media, obreros, campesinado, se definen las revoluciones: Revolución Francesa, Revolución Rusa. Por lo tanto, después de los efectos de la globalización, debido a que las finanzas internacionales están fuertemente interrelacionadas, y parece que nada pone en peligro la libre circulación de beneficios para el sector financiero, la clase media occidental está obligada a competir, de igual a igual, con la próximamente clase media china, y del resto de economías emergentes. Y el sector financiero a ver regulado su sistema de primas. Por ahora, la sociedad de consumo supone para nuestras economías un sobrecoste respecto a una economía como la China. China hoy por hoy crece sin necesidad de costearse una sociedad de consumo como la occidental. Y sólo si China empieza a importar productos exteriores la liquidez

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puede volver al crédito, y nuestras economías pueden seguir costeándose una sociedad de consumo. De no ser así, y dudo mucho que la actitud de China cambie, se hace imposible crecer de nuevo desmedidamente, mediante una economía expansiva de enriquecimiento ilimitado. Por lo tanto, con un regulador internacional que ponga freno a los beneficios del sector financiero internacional, la clase media se verá obligada a costear su competitividad con esfuerzo, cambios en sus pactos salariales y lo más importante, con capacidad para la creación de nuevo valor añadido. Una clase media capacitada para la creación de valor añadido, puede empujar sin conflictos sociales la economía hacia el nuevo modelo económico. La economía, como hasta hoy la hemos conocido, nos ha llevado a la pérdida de legitimidad ideológica, a la eliminación de la legitimidad neoliberal, y a la casi destrucción completa del sistema. Podemos comprobar la actitud silenciosa de la izquierda, totalmente desplazada por una derecha a su vez desdibujada y que dirige políticas de intervención estatal. Ambos síntomas de la dificultad que ha supuesto vulnerar los principios neoliberales. Léanse en esta línea las declaraciones de George Bush en el Federal Hall, en pleno corazón de Wall Street, del 14 de noviembre de 2008, un

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mes después de aprobarse el Plan Paulson. Un alegato en defensa del sistema capitalista y de libre mercado, que pretendía despejar dudas. Pienso que la solución pasará por cambiar nuestros hábitos, y fomentar desde nuestra cotidianidad una economía sostenible, de crecimiento limitado, a su vez capaz de creación de valor suficiente para complementar la sostenibilidad como fuente de crecimiento. Creo que se demuestra con esta crisis, que el crecimiento deberá ser sostenido, es decir, obligadamente ajustado a unos índices limitados a su vez por la competitividad con los mercados emergentes. Y esa limitación del crecimiento del consumo deberá verse complementada por una clase media capaz de aportar creación de valor, mientras la práctica de primas deberá regularse con un acuerdo internacional. La competencia entre estados, que a su vez representan intereses y maneras de vivir, no creo logre diluirse bajo el peso de una economía sin ideología. Pero quiero destacar la conferencia de alto nivel celebrada en Washington hace un mes, el 27 de julio. Las declaraciones de Barack Obama afirmando que “las relaciones entre Estados Unidos y China determinarán el siglo XXI”, sólo pueden entenderse en un

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contexto económico sin ideología política, con una abierta aceptación del crecimiento sostenido por los márgenes de competitividad internacional. Un mensaje claro, de búsqueda de entendimiento, entre dos rivales económicos que defienden sus propios intereses. Superada la experiencia traumática de la II Guerra Mundial y la proliferación de armamento atómico de la Guerra Fría, la sostenibilidad económica, como sistema multipolar, es una consecuencia natural a la crisis. Una respuesta económica ajustada a la necesidad de encontrar un nuevo equilibrio internacional. Las reivindicaciones sobre el Tíbet o los derechos humanos, quedan en un nítido segundo plano. Creo que en los resultados de la próxima visita oficial de Obama a China, anunciada para éste próximo mes de noviembre, veremos muestras de una clara determinación de ambos países para marcar la agenda del siglo XXI al margen del debate ideológico. Con una clara y manifiesta voluntad de enterrar, por un lado, toda tentación al proteccionismo. Por otro lado, sentando las bases de un nuevo modelo económico basado en la sostenibilidad.

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Podemos imaginar intereses particulares, que buscan satisfacerse a toda costa a pesar de su fuerte poder destructivo. Evidentemente, debemos contemplar la capacidad destructiva de la ambición, intrínseca en el ser humano y en el individuo. Pero ese ingrediente siempre ha estado allí, y no creo que sea hoy un factor exclusivo de nuestro sistema. Simplemente, la sostenibilidad aparece como una respuesta ética, ajustada a la nueva realidad, que alcanzará a transformar la utilización de los datos macroeconómicos. Cualquier propuesta o visión de la realidad debe integrar la capacidad destructiva. Precisamente la economía busca, esencialmente, regular la pérdida y beneficiar la producción de valor. La eterna lucha entre eros y thánatos sigue librándose en el interior de todo individuo, y por lo tanto, de toda sociedad, y la política es la encargada de arbitrar en esa lucha. La realidad no es justa ni equilibrada por sí misma, sin antes intentar nosotros que se aproxime a la justicia. Pero precisamente, en la medida que se han ampliado y unificado criterios internacionales, a la vez que se iban interrelacionando más las diferentes economías, cabe imaginar que ese fin último por la supervivencia también amplia sus

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fronteras, aproximándonos a una aceptación de lo ajeno, el otro. Económicamente, creo que es éste paso aquello que nos obliga a una economía sostenible. Con márgenes de expansión dictados por la competitividad, con actividades acordadas por un comportamiento ético, y con nuevos criterios sobre el beneficio y la creación de valor añadido. En éste sentido, deslegitimados en el plano ideológico, entiendo la necesidad de una ética para la economía. Regular el rendimiento de la oposición entre beneficio y pérdida, creación de riqueza y preeminencia de beneficios sobre pérdidas, es aquello que ontológicamente la economía intenta pronosticar, organizar, estructurar razonablemente. Aunque carezcamos hoy de legitimidad ideológica, sin lograr emanciparse demasiado de la realidad social y política de cada momento, deberá crearse un decálogo ético aplicado a la economía. Pues, los tres principios a los que me he referido hasta ahora, sin duda siguen siendo de responsabilidad política. Por lo tanto, quizá hemos entrado en el Final de la Historia, en la medida que la economía se ha desprendido de legitimidad ideológica. Pero creo que la ética y la estética, que a su vez son artífices de toda ideología, aún están allí, dispuestos a condicionar, regular y dictar.

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Ambos países, China y EEUU, pueden llegar a pactar abrir China a la industria de EEUU a cambio del respeto a las leyes chinas, a su cultura y a su manera de vivir. Nada que ver con los principios de libre mercado, que veían justificado inundar un país de productos de todo tipo, mediante la inducción a la insatisfacción. Podemos ya intuir un G-2. Un pacto a la sombra de acuerdos internacionales, destinado a marcar privilegios ante la economía internacional. Con ese pacto, la alta productividad china y la industria de EEUU puede marcar al resto de economías, hacia la disyuntiva de flexibilizar el mercado laboral y reducir el tamaño del Estado del Bienestar, o bien proporcionarse una economía sostenible, con una clase media capaz de crear valor, y dentro de un nuevo marco regulador de las finanzas internacionales. ¿A qué llamaremos creación de nuevo valor añadido? ¿Qué nuevo modelo económico, alejado del crecimiento y mediante la sostenibilidad, puede generar beneficios suficientes para responder a los tres requerimientos políticos mencionados? Las declaraciones de Sarkozy, del mes octubre de 2008, pidiendo la refundación de un capitalismo ético, además de poner en duda la práctica del capitalismo hasta hoy utilizado, abrían un discurso de gran interés en esa línea. En

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los sectores económicos se sigue hablando hoy de ética en la economía. Un factor interesantísimo que creo define de qué modo se estructurará la economía del futuro. Y no por una visión súbitamente pueril del nuevo buenismo aplicado a la economía. La reivindicación de una ética económica subraya la necesidad de crear un nuevo marco económico capaz de generar beneficios, que regule las actividades económicas al margen de debates ideológicos, y deje la política como una actividad interna, de cada estado o sistema de estados, destinada a dar respuesta a los tres aspectos citados. En definitiva, la necesidad de una red de comunicación y transacción más compleja, más amplia, capaz de crear marcos de regulación internacional de mayor calado, requiere de una ética económica, que sustituya el debate ideológico bipolar de la Guerra Fría, y que la economía neoliberal ha seguido utilizando en su propio beneficio. Hacia una economía sostenible, alejada de una economía de consumo basada sólo en la creación de riqueza y vehiculada por la competitividad y la presión sobre el consumo privado. Hacia una economía basada en la eficacia, capaz de gestionar gastos de productividad y beneficios a largo plazo, y con una nueva fuente de valor añadido que deberá proceder de una ética.

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Esa ética deberá contemplar la diferencia que supone pasar de una economía expansiva, a cualquier precio, fruto de la II Guerra Mundial y de la Guerra Fría, a una economía sostenible, para un sistema ya hegemónico e implantado en todo el mundo, que ha fracasado apartándose del debate ideológico, y dejando nítidamente sobre el terreno de la política el arbitraje de la injusticia social. De una economía de crecimiento ilimitado, a una economía de implantación y rentabilidad de gastos, con una clase media creadora de valor añadido, y con un sistema financiero regulado por acuerdos internacionales. Quiero mencionar a Jean Baudrillard, en su ensayo La agonía del poder, 2006, cuando proclama la sustitución del poder por la hegemonía. En la medida que cualquier discurso subversivo desde el sistema es, a la vez e inevitablemente, partícipe del sistema. Pienso, un análisis visionario que precisó con exactitud las circunstancias que en el plano filosófico ya estaban gestando la actual crisis, hace tres años, dirigiéndonos a una ausencia de debate ideológico internacional, sustituido por la ética de un sistema hegemónico. Toda legitimidad ideológica ha quedado consumida tras la crisis. Queda vehicular una economía sostenible, a su

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vez regulada en el marco político mediante compromisos éticos. Para abandonar progresivamente una sociedad de consumo que ya no podemos costearnos en la medida que, como hemos dicho, la alta competitividad internacional impedirá que se reproduzcan de nuevo márgenes de beneficio tan elevados. Por lo tanto, de algún modo esa ética económica estará destinada a su vez a ser fuente de ingresos, que repercutirán en beneficios para el sistema económico, mediante una mayor eficacia en los gastos. Por ese motivo la clase media deberá abordar un cambio de paradigma social, para convertirse en generadora de valor añadido. Y el nuevo marco regulador para las altas primas servirá como acuerdo para la estabilidad del sistema financiero. La nueva complejidad de la red de comunicación vendrá de la mano de la eficacia, el mayor control del gasto, la valoración de sus efectos a largo plazo, la creación de nuevos criterios de valor añadido a la economía, y de nuevos cálculos macroeconómicos que integren una nueva interpretación sobre valor y beneficios. Y sólo una buena gestión del traspaso, de una economía de consumo a una economía sostenible, puede evitar la aparición de conflictos sociales

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internos. En ese sentido creo imprescindible, mediante proyectos educativos y medidas de fomento del gasto sostenido, el apoyo al ahorro y a la diversificación de la inversión en sectores con futuro, realmente dinámicos y punteros. Junto a la promoción de una sociedad horizontal, capaz de rentabilizar sus ingresos y crear valor añadido. Sin verse determinado el gasto de la clase media por el coste a modo de tasas, sobre necesidades básicas como la vivienda. Creo por ello imprescindible el fomento de la educación y la creatividad, en la mediana y gran empresa, y en la pequeña iniciativa privada. A su vez, sin duda, las nuevas tecnologías arbitrarán en gran medida la implantación de una sociedad con valor añadido. A raíz del protocolo de Kioto, Europa estableció para el 2005 el comercio de emisiones de contaminantes. Fue una decisión que por primera vez cuantificó el rendimiento económico a largo plazo, demostrando además, que con una medida ecológica se podían obtener réditos económicos. Además, políticamente, la implicación de corrientes ecológicas en la gestión de los gobiernos y la progresiva implantación de actitudes de sostenibilidad económica en

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la conciencia del ciudadano medio, son factores imprescindibles para un traspaso sin trauma a la nueva realidad. Creo que en este tipo de decisiones se orientará la nueva economía financiera. En definitiva, llegados a un sistema financiero internacional que ya es hegemónico en el mundo, no queda justificada ya una economía que sólo contempla, mediante el consumo desenfrenado y el enriquecimiento ilimitado, el rendimiento a corto plazo con resultados a largo plazo insostenibles. Concluyamos que después de la crisis, nunca más alcanzaremos un crecimiento del consumo capaz de generar, de nuevo, tantas ganancias como antes. La presencia dentro de nuestra misma red financiera de millones de personas más, añadirá presión sobre la competitividad en todos los segmentos sociales, e impedirá que prospere de nuevo tan alta rentabilidad. Y una clase media capaz de crear valor añadido se hará imprescindible, para complementar y aumentar la circulación de valor en la red económica. Con la crisis se ha demostrado que, hoy por hoy, tenemos límites de crecimiento. Hasta lograr nuevas aplicaciones tecnológicas en nuestra red de comunicación, un crecimiento mínimo del 3%, imprescindible para mantener nuestro

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tren de vida, tiene a partir de ahora un precio mucho más alto. Y tras esa comprobación, hasta que no se conozcan nuevos cambios tecnológicos o nuevas fuentes de ingresos fruto de una nueva sociedad, sólo queda implantar la sostenibilidad como medida de estabilidad social. El grado de satisfacción ciudadana no está en peligro, aplicando políticas sociales adecuadas, con eficaces planes de gestión de la información y la comunicación de las decisiones llevadas a cabo. Tan sólo cabe orientar la economía hacia otro sistema de vida, hacia pautas de sostenibilidad que, a decir verdad, ya podrían estar en marcha. Puntualizo que me refiero a planes económicos orientados en cuanto a armonización de recursos según costes, según cada efecto de esos costes, y en relación a la circunstancia que rodee cada una de las iniciativas tomadas como incentivo para el cambio de modelo económico. Despojados de legitimidad ideológica, el cálculo de beneficios aplicado a la economía, a su vez va ligado a la ética, y a la permanente movilidad de las circunstancias. Todo está cambiando. Y deberemos adaptarnos con un fuerte grado de flexibilidad. La economía de consumo se ha mostrado predadora de espacios, sin importarle los efectos que sobre ellos podía

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ejercer. De ese modo, todo posible consumidor era el combustible para la expansión de la economía, esté donde esté. Tenga o no recursos, el crédito permitía hipotecar el tiempo futuro, y de ese modo garantizar ingresos que a su vez se convertían en producto financiero de futuros, capaz de crear liquidez inmediata en el final de ese ciclo, sin uso de la sostenibilidad como medio para la aplicación de métodos de eficacia en el gasto. La economía está totalmente condicionada por una realidad social que se prolonga en el tiempo. Históricamente sólo hay tres factores que logran aportar crecimiento a una economía: la mayor productividad, los avances tecnológicos y la creación de valor añadido. La mayor productividad depende del esfuerzo necesario según la rentabilidad. Tenemos ejemplos en la economía agraria de principios del S.XVIII, con la rotación de los terrenos de cultivo. El efecto de los avances tecnológicos sobre los beneficios es evidente. El gran cambio, en este sentido, lo encontramos después de la Revolución Industrial, cuando por primera vez el abastecimiento de comida dejó de depender del mal tiempo o de los ciclos naturales. La creación del valor añadido, el tercer factor, es el principio que sustenta la transacción bursátil. Un producto vale, según la opinión general como opinión

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real sobre su valor, fruto del convencimiento sobre el deseo de bienes ajenos, o sobre algo único. La complejidad de la red de comunicación, transacción y comercio, debe encontrar el mejor modo de satisfacer la comunicación entre dos puntos relacionados por cualquiera de estos tres factores. Para mejorar la productividad, para la creación de nuevos recursos técnicos, o para facilitar la transacción de valores deseados. En la medida que eso ocurre la red es eficaz y válida. Pienso que la élite financiera internacional mantendrá su papel de gestora, impulsora y vehiculadora de valor, créditos y riesgos. Junto a las empresas que cubren los sectores estratégicos, las finanzas dentro de un nuevo marco regulador, ganarán en estabilidad y sus protagonistas vivirán cambios paulatinos. La clase media deberá ser protagonista de un fuerte y brusco cambio de hábitos. Obligada a competir con millones de nuevos ciudadanos potencialmente capaces de pagar mejores precios por las materias primas, nuestra clase media está obligada a protagonizar un enorme salto cualitativo. Sólo aquellas actividades que creen valor añadido, serán útiles para complementar el consumo como fuente de crecimiento, y para aportar competitividad

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ante las economías emergentes. La sustitución del G-8 por el nuevo G-20, es una consecuencia que debemos leer en clave de aumento de presión sobre la clase media. Cuando el sistema financiero creó las subprime para llegar al consumidor de alto riesgo, y de ese modo responder a la presión económica sobre los márgenes de beneficio, elaboró un método que se ha demostrado ineficaz, sin valor. La red falló, por pretender unir dos puntos, demasiado lejanos, y que requerían de un artificio, de una ficción demasiado sofisticada para ser real y tener valor, y a su vez mantener niveles mínimos de riesgo. Es decir: es errático pensar que mediante un contrato, una persona sin recursos puede vivir por mucho tiempo, demasiado lejos de sus posibilidades económicas reales. Un poco lejos sí, de acuerdo. Pero no demasiado lejos. ¿La fuente del problema es la desfachatez e irresponsabilidad del sistema financiero o de algunos de sus miembros? Como hemos dicho, en parte sí, pero carece de interés. Simplemente es necesario aplicar responsabilidades legales inmediatas. Con los años esas causas serán irrelevantes en el análisis de los hechos. Históricamente, nunca se ha perdido una guerra debido a la cantidad de ladrones que robaban por la noche. Hay otros aspectos que creo son de verdad relevantes. Es obvio que algo más falla-

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ba, si el sistema buscaba enlazarse con ese cliente de alto riesgo. ¿Para qué intentar cazar algo que está a un quilómetro, si puedes hacerlo a 100 metros? Evidentemente para cazar más, aunque sea menos grata la presa. Pero los efectos de las subprime se han manifestado de manera que, siguiendo el ejemplo, parece como si aquello que interesaba era la cantidad de balas usadas en la caza, no la caza en sí. El ruido que se hacía con las balas, es decir, no detener la euforia del mercado y desatar una publicidad del crédito que beneficiara la expansión de la sociedad de consumo. Por lo tanto, de nuevo se utilizó el consumo como medio para un crecimiento económico ilimitado. Y se desestimó la ausencia de valor real del producto, debido a la urgencia por encontrar nuevo valor añadido, como sea, con productos de alto riesgo como las subprime. Y precisamente la nueva clase media, del nuevo modelo económico en una economía sostenible bajo regulación, deberá aportar por su cuenta ese valor añadido que necesita la red. Y esa es la consecuencia social a la que se enfrentan los gobiernos. Se creyó que, con la diversificación de riesgos, mediante la mezcla de paquetes hipotecarios sanos con los llamados productos tóxicos, el sistema absorbería por sí mismo las pérdidas, sin llegar a detener nunca el ciclo crediticio. Pero

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el error no está en el producto. La decisión de crear el producto es ya tendenciosa, pero aquello que no se contempló es el motivo de fondo, que lleva al sistema a elaborar ese tipo de producto. La fuente del problema es no caer en la cuenta que de hecho, necesitar ese producto ya define a un sistema de crédito con una presión en aumento sobre el margen de beneficio. No por el riesgo asumible, pues hasta llegar a contabilizarse las pérdidas no podemos predecirlo, y llegado a ese punto cada banco puede dejar de conceder esos productos financieros de alto riesgo. Sino por la presión sobre el margen de beneficio en relación a la deuda que circula en todo el sistema. Las pérdidas que llevaba acumuladas el sistema, que de antemano cabe decir es una cifra inexistente, sin ponderar, no fueron la causa del problema. Aquello que ha provocado la crisis es la presión sobre el beneficio, la aparición de nuevos actores financieros que aumentaban la presión sobre el beneficio. Y repentinamente, una vez la crisis estalló, quedó visible que demasiadas personas se estaban enriqueciendo demasiado, mientras habían desaparecido, sin poderlo cuantificar, los márgenes de beneficio que la red financiera podía ofrecer. Debido a la presencia de nuevos actores financieros, todos ellos con primas millonarias sujetas a una alta com-

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petitividad internacional. Dentro un sistema basado en el enriquecimiento ilimitado, la insatisfacción de los más beneficiados era un síntoma inequívoco del mal funcionamiento del sistema. Ya que esa insatisfacción era síntoma de aumento de presión sobre los beneficios. Aunque nos estamos refiriendo a un sistema que funciona como un sólo cuerpo, la cifra total de riesgo no se contabiliza. Esa cifra total de deuda no existe, no está contabilizada, puesto que no hay aún gestores que la regulen. Por ese motivo deberán regularse las primas, los riesgos y las cifras de disponibilidad de crédito de los bancos. Inevitablemente la historia es algo que siempre analizamos retrospectivamente. Nunca hablamos de algo que quizá pudo ocurrir. Por ejemplo hoy, de modo tácito, quizá podemos dar por inevitable la división de la población mundial entre aquellos países que tienen acceso a la tecnología y aquellos que no. Nadie habla del asunto, pero es evidente que ante el cambio climático o la nueva gripe H1N1, la dificultad para la supervivencia dependerá de ello y acrecentará las diferencias. La OMS dispondrá en breve de 300 millones de dosis para

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garantizar la vacunación del 10% de la población de todos los países. Esa es la actuación responsable esperada y deseada, el tipo de decisiones y de visión internacional que debemos promover todos, desde nuestros actos cotidianos. Es irrelevante la inhibición ante nuestra pequeña y breve responsabilidad individual. Pienso que la injusticia está ante nuestros ojos, inevitablemente, y depende de nuestra decisión personal lograr sobrellevarla, convivir con ella, y a pesar de todo ser capaces de proponer opciones constructivas, de participar en el debate social, y en la medida de lo posible contribuir a hacer de nuestro mundo un espacio mejor, más atractivo, más cómodo para todos. Con esta intención sigo escribiendo. Sigue presente esa lucha de fuerzas, entre eros y thánatos, y de nada sirve pensar sólo en los resultados a corto plazo, sin mirar un poco hacia el futuro. Hoy comprobamos como la red de comunicación se ha visto invalidada, pero debemos continuar, avanzar, y contribuir en esa complejidad de modo constructivo. El mundo es una tragedia. Por lo tanto, pudo ser la necesidad de mantener un pulso económico con otros mercados, con intención de mantener la hegemonía económica de EEUU

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en la escena internacional unos años más. O quizá el agotamiento inherente del propio sistema ha sido la causa de la crisis. Concluyo que hoy tenemos un serio problema, de difícil solución a corto plazo: hacer de nuevo que la red de comunicación cumpla con sus funciones económicas. Y que de ese modo podamos, aunque carezcamos ya de legitimidad ideológica, crear otra vez respuestas ante los tres principios que social y políticamente tenemos sobre la mesa: la gestión del crecimiento de la población, de todos aquellos que formamos parte de la vida. En una misma red financiera que debemos cambiar y transformar según necesidades. Para garantizar nuestra supervivencia universal en ella. Esta vez con muchas más personas y por lo tanto mucho más complejo. Una nueva red en una economía sostenible, capaz de dar estabilidad al mercado. Parece ser esa la solución más inmediata y adecuada por ahora. Pero quizá deberemos calcular por inmediata 8 o 10 años de cambios, de reequilibrios permanentes hasta la estabilidad. Llegados a ese punto seguir en el análisis me invita a pronosticar soluciones de futuro, obligado a hacer ficción de

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posibles circunstancias sociales, o cambios tecnológicos que podremos encontrarnos. Nuevas tecnologías o nuevas necesidades donde aplicar nuevos productos y nuevos puestos de trabajo. Sin duda un futuro deslumbrante, enormemente estimulante. Puesto que la economía a más largo plazo será resultado de novedades tecnológicas y sociales que hoy son inimaginables. Puesto que la sonrisa de nuestros hijos será, siempre y para todos nosotros, un espejo donde encontrarnos con la lucidez del futuro. Finalmente, deseo que todos esos cambios permitan una mejora sustancial de la calidad vida. De cuantas más personas en el mundo mejor. Jordi Güell, 23 de agosto de 2009

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ÉTICA Y VALOR

Ante un escenario internacional cada vez más complejo, con economías emergentes que trasladan sobre los precios de las materias primas, sobre los costes laborales y sobre los datos de productividad, mayor presión y competitividad, pienso que la necesidad urgente de encontrar nuevo valor añadido sobre el producto debería llevar a responsables políticos y sociales a una mesa de diálogo abierto, audaz y con visión de futuro. De no ser así, nuestro sistema de vida, la sociedad de consumo que conocemos, la clase media y el precario Estado del Bienestar que apenas empezamos a gestionar, pueden verse gravemente perjudicados. Al margen de luchas ideológicas, como resultado de la grave crisis que hoy vivimos, el reto ante nosotros implica la amortización inmediata del gasto público, generado con las ayudas al sector financiero y a los trabajadores. Con políticas que ayuden a las empresas en la creación de empleo, pero también que beneficien la creación de nuevo valor añadido sobre la producción y sobre el mismo producto. Ambas líneas de trabajo orientadas a amortiguar la presen-

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cia de nuevos actores en la economía internacional, para escalar de nuevo en las listas de competitividad, pero apartándonos de un sistema de crecimiento ilimitado que se ha mostrado obsoleto. Como hemos dicho, los estados se han visto obligados a intervenir con gasto público. Y ante esa deuda, hoy, corren el riesgo de verse obligados a aumentar la presión fiscal sobre las rentas medias, y a trasladar la presión del gasto en más flexibilidad laboral, como medidas para un aumento de la competitividad que facilite a nuestras economías mantener posiciones en el nuevo escenario internacional. Pero estas medidas, de aplicarse aisladamente, pueden poner en duda el Estado del Bienestar, con un fuerte retroceso en calidad de vida y derechos del trabajador, que sin duda penalizarían el consumo privado de las rentas medias, perjudicando al sector empresarial y desatando posibles conflictos sociales. Creo que cualquier medida debe ir acompañada por planes de estímulo orientados a reactivar sectores estratégicos del nuevo escenario económico. Esos planes deberían, a su vez, incentivar la iniciativa privada y la pequeña empresa, para fortalecer y diversificar un tejido empresarial fuertemente castigado. Pienso que una salida de la crisis orientada hacia el nuevo escenario económico requiere de una clase media

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liberada de gastos, y capaz de reinvertir su salario en creación de valor añadido. Sin la participación de una clase media altamente cualificada, el tren de la nueva economía pasará de largo. Ya hemos comentado antes las tres posibles causas de crecimiento económico. (A) La mejora en la productividad, asociada a nuevos métodos de trabajo y producción. (B) Las innovaciones en tecnología. (C) La creación de valor añadido. Pienso que el análisis de estas tres causas de crecimiento nos permite describir de qué manera hoy, nuestro presente, nos invita a un nuevo cambio de paradigma económico, para emprender un nuevo episodio marcado por la sostenibilidad, de un nuevo modelo económico de alto valor añadido sobre lo que he llamado productos inmateriales. Entre finales del siglo XVIII y mediados del siglo XIX, Inglaterra vivió un fuerte crecimiento demográfico. Las características geográficas le permitieron establecer una amplia y homogénea red de comercio, de productos agrícolas, manufactureros y metalúrgicos. Además, sus condiciones geológicas, propicias para la extracción de minerales y el abastecimiento y transporte de recursos, favorecieron cam-

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bios económicos importantes en todo su territorio. La condición de isla, además, evitó gastos excesivos en defensa terrestre que pudo invertir en flotas para la expansión del comercio naval. Todos son factores que permitían mayor estabilidad económica, y un significativo avance en la edad de la emancipación juvenil y de la nupcialidad. Con su consiguiente aumento de la natalidad, de la esperanza de vida, de la población, y finalmente del comercio. El dinamismo económico de éste período pre-industrial, la extensión de su red comercial, es la causa directa que fomenta la irrupción de los avances tecnológicos que definen la Revolución Industrial en Inglaterra. Mientras la población seguía aumentando, la mejora en la producción permitió el almacenaje de excedentes y el abandono de la lógica de la autoproducción de cultivos. La progresiva implantación generalizada de la máquina de vapor y de las nuevas industrias también fomentó la definitiva emancipación de los ciclos naturales, y la sustitución del trabajo humano por la maquinaria. De ese modo se iniciaba un profundo cambio de paradigma sobre la circulación de valor añadido y sobre la percepción y descripción de trabajo y trabajador. Para ello fue necesaria una profunda crisis y transformación de la industria manufacturera, con signifi-

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cativos avances sociales. El paralelismo es claro. Situados a principios del siglo XX, podemos mencionar como ejemplo aplicado a la primera de las causas mencionadas de crecimiento, los nuevos procesos de producción de la compañía Ford Motor Company, creada por Henry Ford Litogot (1863/1947), EEUU. Proceso de producción totalmente innovador y revolucionario, en cuanto a la utilización del gasto en producción, y en cuanto al trato que recibe el trabajador y la gestión del rendimiento de su esfuerzo. Como ejemplo de producción en cadena, a principios del siglo XX la compañía de Henry Ford dinamizó y revolucionó los procesos de producción industrial. El método, que en su nombre pasó a llamarse fordismo, marcó toda una época de crecimiento y dinamismo económico en EEUU. Tan simple como sustituir la especialización individual del oficio por una cadena de acciones, que dentro de un mismo ciclo industrial de producción, con sólo una base previa de preparación y cualificación, el trabajador lograba desempeñar su trabajo de forma satisfactoria para la empresa. Junto a éste ejemplo de cambio en el proceso productivo, y

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sin abandonar como ejemplo la etapa de crecimiento donde surge la compañía Ford (finales del siglo XIX y principios del XX), deberemos añadir, como segunda de las causas de crecimiento mencionadas, la aplicación previa de los avances tecnológicos llegados de Inglaterra: la introducción de la máquina de vapor y de la maquinaria industrial aplicada a las plantas de producción industrial. Un avance significativo que permitió abandonar definitivamente el esfuerzo humano por la maquinaria, con evidente aumento en productividad y beneficio, por el tiempo y esfuerzo empleado. Por último, nos queda determinar un aspecto mucho más intangible al resto, la tercera causa, pero no menos importante en materia económica. Una tercera causa de crecimiento, sobre el valor aplicado a los productos, según criterios de mercado, demanda y comercio. Un valor determinado por dinámicas sociales, que se vincula a la capacidad de negocio activo en la red comercial, de todos las intermediaciones comerciales que participan. Con las dos primeras causas mencionadas (reduciendo costos y aumentando la producción), se logró aplicar un aumento significativo de beneficios en el valor añadido final. Pero a su vez, éste valor añadido, puede llegar generado

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por pautas sociales nuevas, criterios sobre el valor real de productos bajo presión de una demanda espontánea determinada a su vez por profundos cambios en la organización social (aumento de la esperanza de vida, de la presión demográfica, y elaboración de nuevas tecnologías). En ese caso, determinado por factores sociológicos de generación espontánea, el valor añadido responderá consecuente a patrones de tasación nuevos, que se originan en los cambios sociales mencionados. ¿A qué nos referiremos entonces, cuando decimos creación de valor añadido en el siglo XXI? ¿En qué nueva actividad podemos encontrar un aumento significativo del valor añadido para nuestra red comercial? El valor añadido define resultados económicos, sobre el valor de un producto implicado en una transacción, una vez descontado el gasto que genera en su ciclo comercial. Sin salirnos del ejemplo que nos ofrece la producción en cadena, ubicados en la última mitad del siglo XIX, en un pueblo agrícola junto a Detroit, sin duda el joven Henry Ford quedaría fascinado con la llegada de las primeras máquinas de vapor. De Inglaterra llegaban noticias de maquinarias sorprendentes, responsables de progreso, enriquecimiento y mejoras sociales. La nueva percepción del valor añadido, vinculado al comercio de productos industriales, afectó de inmediato a las cifras de beneficio para el ciclo completo,

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en la red comercial de la época. A partir de la aparición de la máquina de vapor, el aumento de la productividad, la rentabilidad sobre el gasto en transporte de mercancías, las mejoras sociales asociadas, aumentaron el valor añadido en circulación, potenciando el comercio y cambiando la percepción social sobre el trabajo, el trabajador, sobre el producto, y por lo tanto, sobre el valor vinculado a la producción industrial. La producción en cadena ideada por Ford, se vio alentada y estimulada por la llegada previa de las nuevas tecnologías y sus efectos sociales. La máquina de vapor, las nuevas maquinarias industriales, y una gran masa social dispuesta a sumarse al trabajo industrial, fueron aspectos afines al cambio. Por lo tanto, nuevos procesos productivos y nuevas tecnologías, las dos primeras causas de crecimiento de las tres mencionadas, evolucionaban iniciando una nueva era de crecimiento mundial. El valor añadido, a su vez, ya había iniciado su transformación. ¿Cómo se acomodaron y se aceptaron las nuevas actividades con valor añadido? ¿Y cómo afectaron en ese proceso las dos primeras causas de crecimiento? Hasta la fecha, el valor añadido sobre una transacción ve-

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nía determinado primero por los beneficios directos en el transporte y venda de materias primas o mercancías. Después, por la calidad en el resultado del trabajo realizado con ellas, determinando su valor en un mercado secundario los oficios y la industria manufacturera. Y finalmente, la intermediación seguía después comerciando con el valor de sus materiales y con la calidad de su ejecución. La llegada de la máquina de vapor desde Inglaterra, nos obliga a dirigir la mirada hacia el viejo continente para ver, de qué modo se origina, en los cambios sociales de la época, la nueva percepción de valor añadido. El crecimiento demográfico descrito, en grandes ciudades como Londres, y anterior a la llegada de la máquina de vapor, dificultaba ocupar puestos de trabajo en oficios y comercios a gran parte de la población urbana. Mientras esta seguía aumentando, se creaban segmentos sociales de pobreza y marginalidad, a la vez que persistía el crecimiento de la natalidad, y un tipo de economía sumergida con escaso valor añadido, se hacía imprescindible para la supervivencia de gran parte de la población. Al margen de la jerarquía militar o de las fortunas patrimo-

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niales, el valor añadido de la economía seguía en manos del transporte de materias primas, de la tasación del esfuerzo, del trabajo de los oficios que intervenían en la producción manufacturera. Un valor sobre el comercio de un tipo de producto claramente vinculado a los segmentos privilegiados de la población, con la función de acentuar, con la excepcionalidad del producto, la posición económica y social del comprador. La llegada de las nuevas tecnologías a Inglaterra, permitió incluir nuevos factores de tasación del valor añadido que circulaba en la red económica. La producción industrial originó el nacimiento de una nueva concepción del valor, más universal, con un alcance social mucho más amplio. Esta nueva fuente de valor permitió la ascensión social de un gran segmento de la población, hasta entonces apartada de la industria manufacturera y desprovista de oportunidades. Estos cambios sociales provocaron a su vez un cambio de paradigma sobre el valor añadido al trabajo, atrayendo hacia la industria a gran cantidad de trabajadores del mundo rural. Esas circunstancias fueron las causas que generaron, sobre la industria y la producción industrial, una relación directa entre beneficios económicos, mejoras sociales, y creación de valor añadido en productos industriales, en

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detrimento de los productos manufactureros. En EEUU, ya en los años de juventud de Ford, la tecnología facilitaba la migración de un gran número de habitantes, desde las zonas rurales hacia las zonas donde se estaba concentrando la industria. Ese acontecimiento de la migración, en sí, desde Inglaterra llegaba a EEUU marcada por una percepción implícita sobre el valor del producto, generando de manera natural la sustitución de la economía manufacturera por una economía industrial. Éste gran número de trabajadores desplazados, reconocían en toda la industria surgida alrededor de los avances tecnológicos, una nueva oportunidad para prosperar y romper su marginalidad. Y ese desplazamiento de trabajadores fue, a su vez, el marco social óptimo para la aplicación del nuevo proceso productivo de la Ford Motor Company. El nuevo paradigma sobre el valor industrial que atraía a miles de trabajadores a las zonas urbanas, el nuevo proceso productivo de Ford y los nuevos avances tecnológicos, encuentran la coyuntura óptima para su desarrollo. Era un cambio generalizado de paradigma. Estamos hablando de los tres factores mencionados al inicio, reunidos en una misma franja de tiempo: cambios de métodos de producción, avances

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tecnológicos y nuevo valor añadido. A diferencia de Inglaterra, en EEUU, un país joven y dinámico, con ciudades e infraestructuras aún por construir y por lo tanto con gran demanda de trabajadores, la llegada de los avances tecnológicos se traducía de inmediato en crecimiento y oportunidad de negocio. Sin apenas sufrir la resistencia de una sociedad golpeada por dinámicas endémicas de opresión, explotación y desigualdad social, EEUU creció de inmediato, libre de la carga que implica un sistema gremial de oficios, que buscan persistir en la desigualdad y en los privilegios. De ese modo empieza una carrera hacia la producción industrial. Y ya en 1914, y después de dos proyectos frustrados, la Ford Motor Company asombra a todo el mundo con un salario de 5 dólares al día para todos sus trabajadores. Las ventajas en el crecimiento económico, la gran cantidad de puestos de trabajo no especializado y las mejoras sociales que permiten al producto industrial imponerse al producto manufacturado, socialmente se traducen en mejoras laborales, mejores condiciones para el trabajador y aumento del poder adquisitivo de gran parte de la población. Finalmente, esa concentración en las zonas industriales y

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los elevados beneficios generados, propician la sindicación de trabajadores y una redistribución lógica de la riqueza, que a su vez generó más comercio. Posteriormente, el crecimiento de las economías nacionales y un aumento continuado de la presión demográfica empujará a una mayor internacionalización del comercio, causa a su vez de importantes conflictos armados. Tras las dos guerras mundiales conocidas por todos, llegados a la segunda mitad del siglo XX, ese profundo cambio de paradigma vinculado al valor industrial, iniciado a finales del siglo XIX, será la causa última de la aparición de una clase media con recursos, y de la sociedad de consumo. Sistema que hoy parece languidecer como consecuencia de la crisis iniciada en septiembre de 2008. A fecha de hoy, septiembre de 2009, quisiera incluir tres fotogramas del presente: 1) EEUU tiene hoy pleno control sobre Internet, con empresas como Microsoft, Apple, Google, Yahoo, Facebook, YouTube. Las tres últimas fruto de una envidiable complicidad entre talento y capital riesgo. 2) Economías como Corea del Sur, Japón y China, están demostrando gran velocidad para el cambio de modelo económico. Implantando sin resistencias estructurales

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y con decisiva visión de sus agentes económicos, las bases para la nueva economía. Por lo tanto, a fecha de setiembre de 2009, el liderazgo de Europa en materia de telecomunicaciones está ya en duda. 3) Mientras la realidad ocurre, con o sin nosotros, las dificultades que están teniendo el Gobierno de España, la patronal y los sindicatos, para orientar un pacto económico de Estado con visión de futuro, son alarmantes. Tres ejemplos que ayudan a analizar la dificultad de diferentes sistemas económicos, para llevar adelante cambios estructurales hacia un nuevo paradigma de valor añadido. Siguiendo el paralelismo que iniciamos con la empresa Ford, veamos que su nuevo proceso productivo multiplicó la rentabilidad del esfuerzo. Aplicando los avances tecnológicos, el mismo tiempo y esfuerzo multiplicó el resultado, proporcionando a la red de comercio nuevo valor añadido. Con un aumento irrelevante del coste se multiplicó la producción, se generó más riqueza y por lo tanto toda la red comercial en su conjunto ganó en circulación de valor, que a su vez permitió generar más beneficios a más intermediarios. Las sucesivas mejoras tecnológicas multiplicaron beneficios, durante toda la segunda mitad del siglo XX, aplicando costes razonables de inversión en tecnología.

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En Inglaterra y en EEUU, ese proceso evolucionó con dos secuencias sensiblemente diferentes. (1) En el caso de Inglaterra, la aparición de la máquina de vapor, como avance tecnológico, se da en unas circunstancias únicas y específicas, asociadas a cambios sociales y económicos: un período de buenas cosechas y de almacenaje de excedentes, que hasta mediados del siglo XIX provocó el aumento de la población en Inglaterra, el aumento de la natalidad, de la esperanza de vida, y más tensión demográfica absorbida con más comercio. Como resultado a los avances sociales: la aparición de la máquina de vapor y la migración de población, de las zonas rurales hacia las zonas urbanas. Ambas son el primer episodio del cambio de paradigma sobre el valor añadido: de producción manufacturera a producción industrial. (2) En EEUU, los avances tecnológicos que llegaban de Inglaterra son la causa primera de todo el episodio. La concentración industrial y el cambio de paradigma sobre el valor añadido, llegan implícitos desde Inglaterra. EEUU reproduce la implantación de la máquina de vapor. El modelo productivo de la Ford Motor Company encuentra una sociedad ya predispuesta a la aceptación y los avances

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tecnológicos se traducen de inmediato en más comercio y crecimiento. En ambos casos los tres factores de crecimiento económico van ligados. Inglaterra es el actor económico que genera las bases del nuevo paradigma de valor añadido. EEUU es quién desarrolla con más capacidad y dinamismo esos cambios. La industria en EEUU generó nuevo valor, con nuevas inversiones en tecnología que a su vez permitieron que las empresas crezcan, concentren mayor número de trabajadores, aumenten su producción y se conviertan en un sujeto económico capaz de distinguirse y definirse compañía, creando competitividad. El sector financiero apareció entonces, para valorar las acciones de grandes compañías, que hoy mueven a cientos de trabajadores, con grandes cifras de producción. Regresando al presente. Creo que existe la posibilidad de aventurarnos a explorar, en qué medida, las actuales nuevas tecnologías, junto a nuevos procesos de producción, están generando ya los cambios sociales asociados a un futuro cercano, y a un nuevo ciclo económico. Quizá no simplemente estamos viviendo una crisis. Es muy probable que estemos viviendo las consecuencias de un período de cre-

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cimiento histórico, que ha generado mejoras sociales globales, un florecimiento con efectos a escala mundial. Los primeros años de un profundo cambio económico, que requiere de un nuevo paradigma de valor añadido, alrededor de una tecnología asombrosa. Para analizar las causas para un nuevo modelo económico, deberemos arriesgarnos a vincular ese nuevo paradigma de valor añadido a profundos cambios sociales. Probablemente antes debamos vivir una profunda crisis de valores que oriente un cambio real, de paradigma social, que a su vez integre nuevas definiciones económicas para un nuevo ciclo que debe responder al cambio climático y a la estabilidad internacional. Un cambio de paradigma, no vinculado por lo tanto a decisiones meramente económicas, sino a una nueva concepción del valor. Creo que estamos ante una coyuntura social capaz de iniciar un cambio de paradigma que me arriesgo a definir: de valor industrial a valor ético o inmaterial. Dos términos que pueden asombrar asociados a la economía como hoy la conocemos, pero creo en su amplitud responden a una escena de futuro convincente que intentaré describir. En la primera década del siglo XXI, hemos vivido un ciclo

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expansivo de creación de riqueza excepcional. Millones de nuevos ciudadanos están a las puertas de la sociedad de consumo, desestabilizando el sistema que hasta hoy hemos tenido, con precios capaces de competir y variar los mercados de materias primas, mientras sus países parece reproducen el modelo de concentración urbana y de industrialización que EEUU desarrolló en el siglo XX. Es el caso, por ejemplo, de Shangai, Beijing y Dubai. Ciudades que en los últimos 10 años se han transformado a imitación de las grandes metrópoli de los países industrializados. Pero esta nueva réplica del proceso de concentración metropolitana conlleva hoy implícito un sutil cambio que afecta a nuevas necesidades. En las sociedades hoy más industrializadas, donde ya durante la segunda mitad del siglo XX la bonanza económica permitió implantar las nuevas tecnologías (los países llamados industrializados), se generó una tendencia a la desindustrialización. Con las nuevas tecnologías se sustituyó la concentración industrial, con una migración de la productividad en sentido opuesto a la llevada a cabo a finales del siglo XIX. Una diversificación pausada de la producción, de las grandes ciudades hacia zonas de concentración tecnológica, los llamados parques tecnológicos. Ya por los años 1950 en California, empiezan

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a concentrarse empresas de conductores para ordenadores en el famoso Silicon Valley que hoy conocemos todos. Un modelo de concentración de capital riesgo junto al parque tecnológico, que verá su plena implantación en los años 80. En contacto con la naturaleza, una dispersión que permiten las nuevas tecnologías y aporta una perspectiva de vida insólita hasta la fecha: calidad de vida y felicidad. Sorprende ver la felicidad aplicada a decisiones que afectan a la definición de valor. Pero entiendo en esa línea el informe presentado precisamente ayer mismo, 14 de septiembre de 2009, por Nicolas Sarkozy, denunciando la utilización errónea de los indicadores del PIB. El informe señala que si bien el PIB no es erróneo, su utilización sí lo es, en la medida que no permite valorar los niveles de bienestar y felicidad de cada economía. Un informe sin precedentes, dirigido por el Nobel de Economía Joseph Stiglitz, que pienso es el inicio de un profundo cambio de paradigma social sobre el valor añadido industrial, que llegará a afectar el uso de los criterios de evaluación de la economía. Como nunca antes el tiempo libre, la naturaleza, la vida en familia, aspectos éticos: consumo ético, valores sociales y medioambientales, se están definiendo como los nuevos

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parámetros que permiten definir una nueva concepción de sociedad y de valor añadido. Hay una nueva percepción del valor añadido. Y cabe pensar que evidentemente las nuevas concentraciones metropolitanas que hoy se generan, deben integrar ya esa nueva percepción de valor añadido. Y así es. Es el caso ejemplar de Masdar City, en Abu Dhabi (http:// www.masdaruae.com/). Un proyecto de gran envergadura valorado en 22.000 millones de dólares, que viene a simbolizar la materialización de ese nuevo paradigma de valor añadido. Un proyecto que desplaza los coches como medio de transporte metropolitano, que aplica métodos de generación de energía limpia para el 100% de sus habitantes, y que por lo tanto lleva integrado un nuevo valor añadido. Además, como hemos dicho, a raíz de esta última etapa de bonanza económica la nueva tecnología está cambiando ya la organización del territorio, y nos permite organizar en las empresas nuevos procesos de producción on-line. En éste sentido, las discusiones que se libran estas últimas semanas sobre comercio on-line y cobro por servicios de prensa, son evidentemente los primeros pasos hacia la implantación de los nuevos procesos de producción en red. Por lo tanto, parece ser que, parcialmente, podríamos des-

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cribir ya de nuevo los tres factores de crecimiento que venimos mencionando: nuevas tecnologías, cambios en los procesos de producción y nuevo valor añadido. La aparición de las nuevas tecnologías del siglo XXI, una red compleja y sofisticada capaz de garantizar recursos básicos y comercio a una amplia área circundante al anterior centro industrial, es la causa primera que mueve los tres factores que permiten describir hoy un nuevo paradigma social. Como lo fue en su momento para la Revolución Industrial, los avances tecnológicos son la causa primera que origina todo el proceso. Considerando su implantación como un proceso ya en marcha, nos quedará detallar mejor los otros dos aspectos de crecimiento: los nuevos procesos de producción on-line, aplicados a las nuevas tecnologías, y ese nuevo valor añadido que creemos ver ya en la ciudad Masdar City. Deberían añadirse al análisis los efectos sociales consecuencia de sorprendentes hallazgos en el campo de la biotecnología, nanotecnología, tecnología y informática cuántica, robótica, inteligencia artificial, etc. Sin duda, el futuro próximo será un deslumbrante acontecer de episodios que, espero y deseo, sirvan a todos para mejorar la calidad de

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vida y el bienestar. Por lo tanto, integrando el error y el desacierto como parte imprescindible de un ejercicio de conocimiento y aprendizaje, sin caer en un discurso pretencioso que presuma avanzarse a los hechos, quiero aventurarme, arriesgarme a deducir e imaginar tras la crisis el origen de un nuevo paradigma de valor añadido, y de una nueva organización social que abra un nuevo episodio de avances sociales. Responder hoy, de qué modo alrededor de las nuevas tecnologías surgirá, relacionado a profundos cambios sociales y no simplemente a decisiones macroeconómicas, un nuevo proceso de producción con un nuevo valor añadido, nos puede permitir avanzar y ganar un tiempo valiosísimo, para implantar las bases de una recuperación en nuestro país, que contemple con antelación cómo va a ser el nuevo modelo económico. Alrededor de las nuevas tecnologías nos queda detallar el nuevo proceso de producción y el nuevo valor añadido. Éste último llamado a generar un profundo cambio de conciencia social.

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A) Nuevo proceso de producción on-line: La implantación de un nuevo modelo económico, que integre las novedades sociales vinculadas a las nuevas tecnologías del siglo XXI, puede verse limitada por la dificultad de superar resistencias estructurales del viejo modelo de crecimiento. En éste sentido, es claro un paralelismo con la implantación del modelo de producción de la Ford Motor Company, en detrimento de la industria manufacturera existente en la Inglaterra del siglo XIX. El éxito que supuso el modelo Ford en EEUU, como hemos dicho, vino en gran parte asociado previamente a la predisposición social a su implantación. Un hecho que facilitó la aceptación de nuevas ideas, empujó a la migración de las zonas rurales hacia los centros industriales, benefició al trabajador y al emprendedor, y generó finalmente un modelo económico basado en un consumo de la clase media hasta hoy vigente. A1) Como cambio en el patrón de producción: Las nuevas tecnologías permiten ya la implantación progresiva del trabajo on-line, desde casa o desde otros países. Siguiendo el paralelismo con la Ford, la red de producción on-line implica bajos costes de producción y mayor rentabilidad de beneficios. Pero además, permite asociar un mismo trabajador a diferentes redes de producción, bajo su

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propia responsabilidad, con un descuento importante en el gasto de la empresa y un beneficio en calidad de vida para una plantilla de alta cualificación. La sustitución de la sede inmobiliaria de la empresa por una red on-line, el bajo coste en gastos salariales y la mejora en productividad asociada a la calidad del trabajador, son factores que describen un nuevo modelo de producción on-line que implica mejoras en relación a la producción industrial. La internacionalización del valor añadido que aporta la clase media cualificada a la red comercial, determina una alta competitividad laboral. Recordemos que estamos hablando de producción on-line, y por lo tanto el mercado laboral al que nos referimos abarca el espacio global de la red. En esa red la producción on-line se orienta en la creación de productos dirigidos a un público global, mediante una competencia de salarios también global. Es el caso antes descrito, de aumento de la presión sobre las primas millonarias de los brokers de bolsa, o de los altos cargos de las empresas y operadoras, como efecto a la mayor demanda internacional en el sector. Por otro lado, un mercado laboral de producción on-line sujeto a las diferencias legales y derechos laborales dispares, según el país, el trato y el salario, el trabajador ve desvirtuada la competitividad en

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cargos de poca responsabilidad. Es el caso de los programadores de software de la India, o de los servicios de telefonía y atención al cliente. En el primer caso la cualificación del trabajador determina directamente su competitividad y su salario. En el segundo caso, en un mercado laboral llamado a globalizarse, el trabajador sufre la competitividad desvirtuada por la ausencia de políticas internacionales de protección al trabajador. Esas desigualdades, de origen político y social, difícilmente se unificarán a medio plazo. Pero los acuerdos internacionales destinados a limitar las primas financieras a altos cargos, pueden orientar hoy decisiones al respecto, hacia un nuevo marco político internacional aplicado al derecho del trabajador. A2) Como aplicación del nuevo patrón de producción a la nueva empresa: La búsqueda de talento para la creación de empresas con nuevo valor añadido, es una grave cuenta pendiente si nos referimos a España. Sin duda, todo el territorio padece un claro retroceso en el fomento de la proximidad entre inversión privada de capital riesgo y el valor de los talentos creativos. EEUU, hace años, lleva marcando una clara diferen-

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cia de trato y aprecio al talento, innovando en la aplicación del nuevo método de producción on-line. La burbuja de las .com generó ya en su momento grandes empresas que aplicaron el nuevo método de producción on-line. De nuevo la red de producción on-line mantiene cierto paralelismo con la producción en cadena de la Ford. Basado en la distribución on-line, el nuevo proceso productivo revolucionó la percepción del producto. Súbitamente, la producción on-line pasaba a ser un proceso llevado a cabo por el usuario. Y la empresa se reservaba simplemente la función de crear la programación para gestión de datos que garantizara la usabilidad de los contenidos en la red de comunicación. Esa producción en red, mediante los mismos usuarios, generaba lo que puede llamarse el producto .com para la red. Una red definida hoy por todos como www2.0. Empresas como Yahoo, Google, You Tube y más tarde Facebook, son claro ejemplo del nuevo sistema de producción on-line para el producto .com. A3) Las características del producto .com y el comportamiento del usuario: La enorme bolsa de negocio que supone la producción online define la creación, gestión y definición del producto

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.com. Un producto .com que se orienta a facilitar información complementaria, administrada por empresas gestoras de datos, hacia un usuario potencial que hoy puede reunir a miles de millones de personas. Por lo tanto, la revolución que supuso la sustitución de la producción manufacturera por la producción industrial, tiene ahora su réplica en la producción on-line. Un producto .com que multiplica su implantación en una red comercial global para millones de usuarios. Volviendo al paralelismo creado anteriormente con la Revolución Industrial, la producción on-line consigue de nuevo aumentar la productividad y a su vez integrar nueva población al mercado. Podemos valorar como ejemplo una consulta a la cartelera de cine. Ese es un producto .com con tasación económica y valor añadido. La relación de transacción y servicio del producto .com, genera por ahora beneficios mediante el comercio de publicidad on-line. Un servicio que está llamado a transformarse. El beneficio en la red vendrá a corto plazo en relación a un modo de pago por el uso de contenidos. De modo que, siguendo el ejemplo, podemos hacer la consulta de la cartelera cinematográfica en una empresa encargada de actualizar los contenidos de las salas de todo el mundo. Con una base de datos que in-

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cluya campos por familia según país/ciudad/sala/película/ precio o por película/precio/salas/ciudad/país. Una consulta a ese gestor de contenidos es un producto .com, con precio y nuevo valor añadido para la red de comercio internacional. Comparativamente, el producto .com aporta novedades significativas respecto al producto industrial. Por un lado, los productos .com son básicamente contenidos, documentos que se organizan en bases de datos, según familias o campos de datos, y que pueden consumirse indefinidamente desde cualquier parte del mundo. Esos contenidos permiten informar, aportan información imprescindible para un mercado global, para una sociedad más compleja, y para una conducta individual más diversificada. Para finalmente completar, conformar con detalle, la visibilidad de la realidad social que nos rodea y elegimos. Siguiendo el ejemplo, el usuario no puede tener noticia de la proyección de una nueva película sin antes realizar, por ejemplo, un micro-pago de 0,05 euros. Una consulta anterior en los medios de comunicación también requiere de un micropago. Consultar la prensa on-line también. Por lo tanto, si no recibe la información directamente desde la entrada del cine, no es posible conocer las películas en proyección.

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Además, otra característica específica del producto .com es su capacidad de implantación social. Siguiendo el método de producción on-line, el usuario es quién trabaja y crea el producto. com, y por lo tanto interviene directamente en su existencia. De ese modo sus cualidades y funciones, la demanda y la oferta, vienen implícitos desde el mismo momento que se generan. Es el caso de YouTube. Los creadores del portal YouTube sólo programaron el gestor de datos. El usuario fue quién creó el producto .com, sus funciones, características, su demanda y su oferta. Por lo tanto es la misma red social quien genera de modo espontáneo el producto .com, cuando antes una empresa líder, ve la necesidad de proporcionar un nuevo continente para el producto .com. La producción on-line también sirve hoy para la creación de la Wikipedia. B) Nuevo valor añadido .inm: La desmaterialización del producto .com es otra de las características que implica cambios, socialmente capaces de definir un nuevo paradigma de valor añadido. Uno de los casos más actuales que tenemos como ejemplo para la desmaterialización del producto es el e-book, y la consiguiente nueva industria de edición on-line. Los contenidos .com para e-books, puede ver frenada inicialmente su aplicación

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debido a una resistencia natural al abandono o sustitución del libro tradicional. La inmaterialidad del contenido para e-books, su valor inmaterial, debe en un primer momento vencer las resistencias de un usuario familiarizado con el formato físico del libro tradicional. Además, también debe interpretarse de ese modo la inquietud inicial de editoriales y autores, sobre las desventajas del nuevo formato producto .com, y sobre la preservación de los derechos de explotación. El valor inmaterial padece por ahora una resistencia visceral, precisamente por su característica inmaterial en un mundo tradicionalmente acostumbrado al valor industrial o bien manufacturado de los productos. Cabe interpretar de ese modo las resistencias que está teniendo Google para llevar a cabo su proyecto Google Books, de indexación de libros liberados de los derechos de autor. Además, la posibilidad de centralizar todos los contenidos en un sólo gestor, entra en conflicto con las leyes anti-monopolio y con los intereses editoriales. En su conjunto es una respuesta de rechazo que debe su causa a una supuesta pérdida de control sobre un producto que de hecho sólo pierde su apariencia física. El proceso será lento, pero el e-book es un claro ejemplo

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de producción on-line de contenidos. Un ejemplo de producto .com para el nuevo formato e-books, que mantiene discrepancias pero guarda claras ventajas para la industria editorial. La mecánica es la misma que hemos descrito hasta ahora. El mismo usuario es quién crea la oferta y la demanda. Y la empresa se reserva sólo la responsabilidad de garantizar la usabilidad de los productos .com, vinculados en éste caso al formato e-book como gestor de contenidos físico. Su potencial de implantación en el mercado supone ventajas inmejorables. La reducción del coste de su producción y del precio final del producto .com para el formato e-book, además de la multiplicación del cliente potencial y la fuerte dinamización del sector, harán sin duda imprescindible su presencia comercial. El valor inmaterial del producto .com es además causa de todas estas ventajas. También, una previsible creación de aplicaciones y complementos del producto .com para e-books potenciarán su uso. Los efectos multiplicadores, relacionados con el nuevo formato de distribución, sobre el aumento en la velocidad y dimensión del consumo, son características propias de la nueva red de producción on-line, en torno a la apreciación de valor añadido inmaterial.

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Además de la desmaterialización, anteriormente hemos estado hablando también de aspectos éticos tanto medioambientales como sociales. Y precisamente me refiero a valor añadido .inm atendiendo sobre todo a esta segunda de las características del producto .com. Ya que una tasación del producto mediante aspectos éticos se hará imprescindible en una valoración inmaterial. El traspaso de valor añadido industrial a valor añadido .inm, implica profundos cambios sociales en la percepción y apreciación de producto, comercio, demanda y oferta. Una tasación del producto .com vinculada a factores éticos inmateriales, es una consecuencia que lleva implícita el producto .com. Ya que es un producto intangible, creo que la nueva economía está llamada a cuantificar económicamente el valor añadido .inm sobre una ética fuerte. El esfuerzo que supone la aplicación de aspectos éticos, medioambientales y sociales, en el mercado recaerá sobre la empresa gestora del producto .com. Un valor .inm que la empresa deberá encargarse de aportar y potenciar, con una gestión de contenidos capaz de generar valor. Es el caso de Google, y de todas las aplicaciones que ha desarrollado hasta ahora, ganando en valor como empresa y creando nuevas

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necesidades. Podemos mencionar el uso del Google Maps aplicado al transporte. Otro caso es Facebook, aplicado a la intermediación entre empresas. En ambos casos la presencia de una ética de empresa visible a todos los usuarios es imprescindible para el éxito del producto .com gestionado. Por lo tanto, alejado de la producción industrial, el valor añadido .inm recoge un cambio de opinión social, que encuentra su origen en nuevas necesidades económicas, sociales y políticas. La implantación del valor .inm dependerá a medio plazo de la creación de un nuevo mercado alrededor de nuevas necesidades. Como hemos dicho antes, son cambios sobre la apreciación del producto que de forma espontánea la sociedad edifica, al margen de decisiones macroeconómicas previas, pero que responden perfectamente a la complejidad de nuevas preguntas. B1) Valor ético .inm medioambiental: El cambio de paradigma sobre valor, con la nueva presencia del valor ecológico aplicado al producto, restará o beneficiará competitividad, visibilidad y precio a empresas y productos, según apliquen criterios de ética sostenible. En la medida que la conciencia sobre el cambio climática se extienda, se hará imprescindible crear complicidades entre

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intereses económicos y medioambientales. La acción del ciudadano, la toma de conciencia sobre el uso de sus recursos económicos, determinará la desaparición de productos sin valor ético ambiental. Veamos de nuevo que el criterio de Google es perfectamente aplicable al valor añadido inm. En cuanto a valor ético, social y medioambiental, el usuario de Google discrimina contenidos siguiendo criterios éticos de solvencia y confianza. En lo referido a ética medioambiental tendremos que diferenciar implicaciones sobre el producto .com, según contenidos que hagan referencia a materiales, producción o usabilidad. a) Ética en cuanto a materiales: Aspectos éticos inmateriales, aplicados en éste caso según valores ecológicos que afectan a contenidos en red que se refieren a materiales, pueden ser el caso, por ejemplo, de la utilización ética de materias primas no contaminantes o del uso ético de todo tipo de recursos naturales. Además, buscarán favorecer el fomento de la conciencia ética, y la producción de productos .com que promuevan la sostenibilidad. Los parámetros de tasación ética de los productos .com no conllevan la eliminación de contenidos, tan sólo la

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discriminación, la organización. Sin que ello impida, evidentemente, que puedan circular en la red todo tipo de contenidos. Hoy podemos comprovar cómo Google o YouTube han empezado a discriminar los productos .com que gestionan, según una ética social que trataré más adelante. b) Ética en cuanto a producción: El valor .inm aplicado a la producción ética afecta a aquellas prácticas propias de la producción industrial. Es decir, del mismo modo que la producción industrial sustituyó progresivamente a la producción manufacturera, la implantación del valor .inm lleva consigo la paulatina amortización del valor de todo producto generado industrialmente, con un valor .inm que completará la presencia de ambos en el mercado. La producción industrial se verá directamente afectada por la llegada de la ética de producción on-line. Y una vez implantado el valor .inm, con todo lo que conlleva en cambios económicos, sociales y éticos, ningún producto industrial podrá competir en valor .inm. Evidentemente ambos, cada uno de ellos, conservarán su propia tasación y su espacio en el mercado, aunque previsiblemente afectando con una devaluación al valor de un producto industrial sin ética.

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c) Ética en cuanto a usabilidad: El valor .inm aplicado a la usabilidad tiene estrecha relación con la ética social que detallaré mas adelante. La ética de usabilidad del producto .com implica aspectos que afectan a la calidad de vida del usuario y al tipo de relaciones sociales que promueve. En ninguno de estos casos la discriminación implica eliminación o prejuicio arbitrario sobre ninguno de los productos .com. La visibilidad de los productos .com se establecerá mediante la demanda de los usuarios, y estos a su vez establecerán enlaces de interés según criterios de empresa. Cuando me refiero a la organización de la tasación de los productos .com sobre una ética fuerte, no pretendo en ningún momento establecer previamente esa tasación. Sólo la demanda estará encargada de ello. Pero sí integro la ética fuerte como medida de tasación, en un espacio global donde la cantidad de productos .com en circulación puede ser imposible de cuantificar. Es un cambio e paradigma sobre el valor añadido. Una nueva perspectiva que el usuario tendrá sobre el producto .com. En oposición al trabajo manufacturado, hoy podemos percibir el valor añadido de un par de zapatos produ-

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cidos industrialmente. No están hechos a medida del cliente, ni logran resistir el mismo tiempo, ni el material tiene la misma calidad. Pero la perspectiva es otra. Tienen un valor añadido industrial. Lo mismo ocurrirá con los productos .com. No pesan, ni son tangibles, ni requieren un material de confección. Sus únicas características son: su actualidad y su contenido. B2) Valor ético .inm social: Llega a nosotros una visión manipulada de la realidad, según intereses de un mercado dispuesto a mantener la demanda de productos industriales. Son múltiples las películas que tienen como protagonistas asesinos despiadados, y constantes las novedades en cartelera. Bajo el efecto de la industria cinematográfica, de cierta industria cultural y de las grandes empresas de producción de bienes de consumo, han conseguido alzar un escenario peligroso y urgente. La sensación de peligro social es un mecanismo que permite dificultar relaciones sociales entre individuos, y como consecuencia la insatisfacción deriva hacia la sociedad de consumo. Por otro lado la urgencia es otro de los mecanismos que busca favorecer el consumo. Con cientos de mensajes subliminales que parecen anunciar el final de nuestras

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vidas y de nuestra juventud, la urgencia por solventar una insatisfacción general del ambiente, provoca una sucesión indefinida de actos convulsos de compra, siempre bajo el compás que dicta la moda, y sorprendentemente contrarios a la aceptación de la muerte. Bajo éste simulacro es complejo disipar una visión que parece llevar consigo implícito lo posible, discriminando de facto lo imposible. Pero creo imprescindible, en una sociedad intensamente comunicada y vinculada a las telecomunicaciones, la implicación de una ética fuerte, que regule y vehicule las relaciones humanas. La desmaterialización, es éste caso, también es causa directa de la necesidad de crear lazos sociales responsables y solventes, que no pueden ser sólo regulados por ley. Mediante un simple cálculo matemático, si la comunicabilidad entre individuos aumenta exponencialmente en los siguientes años, como es de esperar, una ética fuerte entre individuos deberá ser el regulador. Si además estamos hablando de una comunicabilidad que va más allá del territorio cultural, mediante una ética fuerte se integrarían códigos de comunicación que promovieran la empatía entre individuos de diferentes culturas. Sobre éste valor inmaterial me sostengo para describir el valor .inm de sostenibilidad social.

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Sobre esa ética fuerte, el valor añadido .inm de cada producto quedará determinado por el tiempo, la fecha de realización del producto. Un dato vinculado al esfuerzo de la empresa en inversión y gasto en producción e innovación del producto. Siguiendo con el ejemplo del e-book, podemos prever diferentes tarifas, según la fecha de publicación del producto. Y la empresa creadora de contenidos aplicará sus tarifas en relación a su competitividad. Según la frecuencia de publicación pueden valorarse los contenidos de prensa. Pero también podemos aplicarlo a los contenidos de las telecomunicaciones, según fechas de actualización. O a las carteleras cinematográficas, las descargas de contenidos on-line para las comunidades www2.0. O al mismo software que requiere una tecnología ubicua ya experimentada en hogares futuristas. Por lo tanto, bajo esta ética fuerte, en la red tendremos productos .com con varias calidades y precios según su valor .inm. Recordemos que definíamos los productos .com como contenidos aplicados mediante producción on-line por los mismos usuarios, sobre el gestor. En su conjunto, una vez aplicado en modo de pago para el uso de contenidos online, como hemos dicho todos estos contenidos serán la

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fuente de acceso a la información que utilizamos para la creación de nuestra realidad. Y según tarifas, según el tiempo transcurrido desde su realización, su actualización y sus propiedades éticas, podemos suponer la existencia de bolsas de productos basura, con baja tasación, o productos .com de gran aceptación y alto valor .inm. Por lo tanto, la producción .com de contenidos implicará toda aquella información que diariamente todos manipulamos y utilizamos, para crear nuestra interactividad con nuestra realidad social, y que nos permite crear la visión que tenemos del mundo. Contenidos sujetos a una multiplicidad de realidades posibles, según la información manejada y el valor .inm de tasación. Realidades que inevitablemente defino con identidad relativa, en mi anterior ensayo sobre arte y nuevas tecnologías Interface: Un ruiseñor en la pantalla. Definir la identidad relativa es imprescindible para dar dinamismo y variación a un valor .inm sujeto a una ética fuerte, pero que debe preservar ante todo la libertad de criterio individual. Veamos que hasta hoy el Estado Nación, se encargaba de elaborar la ética social que cohesionaba, otorgaba función y sentido de realidad a la información

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que recibía cada individuo, originando lo que hemos llamado cultura. Hoy, en un mundo globalizado, donde todos podemos elegir sin temor cualquiera de las múltiples visiones que circulan en la red, la cultura es ya una decisión personal, y la sociedad es consecuencia de un múltiple de realidades relativas e inmateriales. Sobre cada una de esas identidades relativas, la ética fuerte variará enriqueciendo la demanda del producto .com. A un paso más allá de las culturas urbanas, alrededor del producto .com, se estructurará la cultura.inm. Cada sociedad podrá disponer un múltiple de cultura.inm, tantas como pueda absorber y generar. La ley de la oferta y la demanda, sobre un ambiente, mundo, o tipo de realidad, regulará su existencia. Por lo tanto, el valor .inm queda finalmente descrito sobre la base de una ética fuerte siempre condicionada a una demanda libre de criterios. Sobre la importancia de la cultura.inm, cabe señalar la inversión en tecnologías de realidad virtual, nuevas tecnologías 3D, o sociedades virtuales como Second Life, donde incluso ya ha sido posible el comercio on-line, con una moneda virtual de curso legal. La actual fragilidad del Estado Nación ante las nuevas tecnologías, como generador de

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cultura, fragmenta y diluye la realidad objetiva del grupo, y abre de ese modo un múltiple de realidades, dependiendo de cada contexto e interactividad. Es el caso también de la aparición de comunidades on-line para la web2.0, como Facebook, Twitter, etc. Con una tecnología de 100Mb de banda ancha en todo el mundo, como tiene hoy Japón, éste proceso se acelerará hasta procesos sociales inimaginables. Podemos esperar superar esa cifra de 100Mb en un plazo relativamente corto de tiempo. Recordemos que hoy en España, para ejemplificar sus efectos, el mayor ancho de banda en el mercado es sólo de 12Mb. Por lo tanto los cambios tecnológicos que se avecinan tendrán consecuencias sociales que pueden perfectamente multiplicar los síntomas que hoy vemos. Veamos precisamente en Japón, el éxito que está alcanzando ya la llamada J-Pop. Con productos de masa posmodernos como el manga o el anime, que mueven en todo el mundo importantes cifras de negocio. Cada uno de esos productos dispone de miles de seguidores en todo el mundo, dispuestos a actualizar contenidos y a compartir una identidad relativa. Sin duda la tasación de esos productos .com implicará sofisticar al usuario para la percepción del

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valor .inm en un mercado en expansión. Cada persona dispondrá de su propio receptor de contenidos, parecido a las últimas generaciones móviles o ordenadores portátiles. Para descargar toda aquella información imprescindible para la interactividad elegida. Y cada hogar dispondrá de su propia tecnología ubicua, donde aplicar diferentes productos.com complementarios. Desde los nuevos contenidos publicados por las empresas de telecomunicaciones, hasta los nuevos algoritmos aplicados a las alarmas domésticas o a los nuevos software. Dependiendo de su tasación, el gasto mensual por habitante, en millones de micro-pagos por la obtención de todos los productos. com necesarios para la vida y la interactividad con su medio social elegido, complementará la economía de crédito. La fragmentación en cultura.inm para diferentes comunidades es una consecuencia natural. Podemos imaginar una humanidad creadora de nuevos idiomas. Un tipo de lenguajes biónicos, cercanos al lenguaje binario, una mezcla de pictogramas que integren el sistema vectorial de la pantalla con el alfabeto. España puede impulsar un nuevo papel para su economía

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internacional, como gestor y regenerador de contenidos en la red. En la medida que el capital riesgo español oriente su inversión en sectores afines al nuevo modelo económico, el país tiene recursos suficientes, como la generación mejor preparada de su historia. El país carece de petróleo. Pero si pudiéramos cuantificar la capacidad creativa de su población por metro cuadrado, sin complejos y como un bien económico, como auténtica materia prima, creo que somos un territorio rico en recursos naturales. Jordi Güell, 18 de septiembre de 2009

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EL ARTE

El arte sin duda está llamado también a protagonizar una intensa transformación. No sé, o quizá no deseo saberlo, de qué modo deberán practicarse medidas de corrección sobre precios y tasaciones de mercados, obras y artistas que en los últimos años han protagonizada sorprendentes episodios especulativos. Y llegados a éste campo, mucho más próximo e íntimo a mi persona, como otras veces voy a utilizar un lenguaje indirecto, alejado de un análisis racional y en exceso explícito, con más presencia de la metáfora y buscando esa inmanencia que la palabra escrita lleva incorporada para quienes lo desean. Ya que un artista debe preservar para su ignorancia, inconsciencia y vacío, gran cantidad de datos que logra almacenar y manejar con el gesto artístico, y no con la razón. Un continente de incógnitas. Un espacio para contenido sin significado. Códigos visuales, musicales, tangibles o intangibles, desprovistos de relación alguna con realidades que ya el mercado se encarga de promocionar y hacer creíbles.

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Abierto a todo, un contenido libre de lo inmaterial, aunque atraído a la ausencia, a la nulidad. Y enlazado a su presente con esa ausencia de actualidad imprescindible para obtener valor en esencia, como cuerpo, como ser, como existencia. Y fuera del mercado comercial. Y esa unicidad le permitirá ausentarse de la dualidad material-inmaterial. Y su materialidad integrará la inmaterialidad. Con un contacto directo con las nuevas tecnologías, su incógnita estará en contacto con la multiplicidad de verdades, de aspectos, de respuestas, de interpretaciones. Como otras veces, nada a cambiado. Su verdad será imposible, sobre el píxel o sobre la piedra de las cuevas, aunque su existencia inquebrantablemente real. Y por lo tanto entiendo que de ningún modo podrá ser explícito ni descriptivo. Y toda referencia a una sola realidad le restará fuerza expresiva, amplitud y credibilidad, oprimida su entidad hacia un contenido concreto, inhabilitando su inmaterialidad y su esencia artística. Para la pintura, el documento será un formato adecuado para confeccionar la identidad múltiple de la obra, sí. Un lenguaje de vínculos, que he llamado Interface, semejante a la estructu-

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ra de usabilidad de una Web Site será aquello capaz de crear una sintaxis entre los documentos implicados en la obra pictórica: entre los contenidos implicados, entre las interpretaciones o visiones implicadas, entre los conceptos implicados. La presencia del cuerpo quedará salvaguardada. El gesto y la manufactura estarán presentes. El esfuerzo del cuerpo no será abandonado ni sustituido por la tecnología. De ser así la expresividad humana quedaría para siempre relegada por el monitor, ausentada de la vida. Y la máquina tomaría definitivamente el papel de interlocutor único con la realidad última y esencial. Mi trabajo lleva años esforzado en crear puentes de diálogo entre el monitor y la emotividad humana. Buscando inquietantes puentes de diálogo imposibles, irresueltos e incomprensibles. Y creo que esa expresividad biónica, mixta, dictará el arte del futuro. Inevitablemente ya somos máquina. Jordi Güell, 26 de septiembre de 2009

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La realidad no es justa por sí misma, sin antes intentar nosotros que se aproxime a la justicia. Pero precisamente, en la medida que se han ampliado y unificado criterios internacionales, a la vez que se iban interrelacionando más las diferentes economías, cabe imaginar que ese fin último por la supervivencia también amplia sus fronteras, aproximándonos a una aceptación de lo ajeno, el otro. Creo que es éste paso, la integración del otro, aquello que nos obliga a una economía sostenible, con márgenes de expansión dictados por la competitividad económica, y con actividades acordadas por un comportamiento ético. En éste sentido, deslegitimados en el plano ideológico, entiendo la necesidad de una ética para la economía.


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