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a Doctora Gencvicvc De Hoyos ha dedicado gran parte de su vida al estudio de la sociedad, de la personalidad humana y del evangelio. De los cuatro libros que ha escrito, éste es el segundo en español. El título que seleccionó está basado en la idea de que las montañas, a través de los siglos, han representado la Majestad Divina y la añoranza del hombre de, en ellas, encontrar al Creador. Nacida y criada en Francia, en la ciudad de Orléans. unos ciento veinte kilómetros al sur de Paris. la familia de la hermana De Hoyos emigró a Sudamérica cuando ella tenía escasos quince años. Vivió cinco años en Argentina y cinco años en Uruguay y. antes de radicarse en los Estados Unidos, cumplió una misión en Uruguay, siendo la primera mujer misionera en América del Sur. Después de su misión, llegó a Provo. Utah, para ingresar a la Universidad de Brigham Young. Allí, conoció y se casó con Arturo de I Joyos, de México, también un ex-misionero. Los dos obtuvieron sus diplomas de la BYU. Luego fueron a Michigan donde Arturo recibió un doctorado en sociología, y Genevieve una maestría en trabajo social psiquiátrico. Eventualmente. ella también recibió un doctorado en sociología de la Universidad de Indiana. Los dos empezaron sus carreras académicas en Indiana. Después de pasar diez años como profesionistas en esa región de los Estados Unidos, volvieron a Utah para enseñar en la Universidad de Brigham Young. Allí enseñaron, hicieron estudios científicos y publicaron por veinticinco años. Al jubilarse, fueron llamados a servir como Presidentes de la Misión México-Tijuana, durante la cual la hermana De Hoyos presentó muchas charlas y conferencias sobre la familia, basadas en el evangelio. Después de la misión, usando su extenso conocimiento y experiencia profesional sobre la personalidad humana, dedicó mucho de su tiempo a proveer terapia en inglés y en español y a escribir sobre el evangelio. Para los hermanos De Hoyos, el mayor logro de sus cincuenta y dos años de casados es su hermosa familia. Tienen tres hijas, casadas en el templo, y dieciocho nietos. Recientemente, empezaron su cuarta generación con siete bisnietos, así como dos por nacer. Y los dos saben que la familia es lo que más les traerá gozo y bendiciones eternas. Este libro representa un profundo estudio de la realidad pura del evangelio: cómo reconocer y salir de la condición Telestial en la cual muchos de nosotros nos encontramos antes de empezar a vivir el evangelio, y cómo poner nuestra vista a la esperanza Celestial que Cristo nos ayuda a conocer. Dios promete todo si cumplimos con manos limpias y corazón puro, pero si no cumplimos, no hay promesa. Este libro es para estudiarse, no sólo para leerse. Y lodos podemos escalar el monte a la exaltación.
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Contenido Reconocimiento .......................................................................................... 4 Prefacio ....................................................................................................... 5 I
El Plan de Salvación - Primera Parte ............................................... 7
II
El Plan de Salvación - Segunda Parte ............................................... 16
III
Nuestra vida aquí es una prueba de obediencia ................................ 26
IV
Tres estilos de vida: Lo telestial ........................................................ 36
V
El Poder y La Grandeza de Dios ....................................................... 45
VI El Poder del Espíritu Santo ................................................................ 57 Vll De lo Telestial a lo Terrestre: Dispersión y Recogimiento .............. 70 VIII Conversión: La Restauración de Linajes Justos ............................... 83 IX
Haciéndonos Santos de los Últimos Días: Primera Parte, ............ 99
X
Haciéndonos Santos de los Últimos Días: Segunda Parte, ............ 112
Esto es una copia de seguridad de mi libro original en papel, para mi uso personal. Si ha llegado a tus manos, es en calidad de préstamo, de amigo a amigo, y deberás destruirlo una vez lo hayas leído, no pudiendo hacer, en ningún caso, difusión ni uso comercial del mismo.
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Reconocimiento
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uchísimas personas me han ayudado a escribir este libro, porque cada persona que nos toca el corazón nos enseña muchas cosas que no hubiéramos, por nosotros mismos, encontrado e integrado en nuestro ser. Esta vez, quiero agradecer, primero, a mi Madre quien, a través de los años, me ha inspirado, en conversaciones y por el ejemplo, una gran sed de saber y entender, un sentido común excepcional, así como gran integridad. Todo eso me ha preparado bien para un estilo de vida terrestre. Más en el presente, quiero agradecer a Elvia De Hoyos Flores, sobrina de mi esposo, quien, desde el comienzo, me ha alentado a escribir este libro. Muchas veces, hemos dialogado sobre principios de la vida y del evangelio que, aquí y allá, van apareciendo en esta serie de libros. Ella, en todo, ha sido sumamente amable en su apoyo. Y en el pasado, presente, y futuro, agradezco a mi esposo quien, constantemente, me hace pensar, y en su inimitable estilo también me apoya. Además, él ha leído y editado este libro, y corregido mis errores en español. Y ha aceptado publicar este libro para mí. ¡Mi agradecimiento a todos ellos no tienen límite! Aun así, tomo completa responsabilidad por el contenido de este libro.
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Prefacio la edad de veintitrés años, cuando mi mamá sugirió que me quedara en Uruguay para cumplir una misión, no estaba bien preparada para representar a la Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días. Ciertamente había ganado un fuerte testimonio de Dios, y una gran dependencia de él, y no dudaba que José Smith era un profeta. Había leído toda la Biblia y todo el Libro de Mormón. Mi familia había sido activa en todas las ramas en las cuales habíamos residido. Y cuando no había rama o misioneros, siempre habíamos quedado en contacto con la iglesia, primero en Francia, y después en Argentina, y en Uruguay. Pero no tenía mucho conocimiento. Me di cuenta de mi falta de preparación cuando fui con una de las hijas de nuestro presidente de misión, a folletear. Un hombre nos preguntó cual era la diferencia entre nuestra iglesia y las muchas iglesias protestantes que trataban de ganar conversos entre los católicos. Y aunque las dos más o menos contestamos algo, me quedé con la espina de que francamente, no sabía con exactitud por qué nuestra iglesia era diferente.
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Sintiéndome algo abatida, visité a nuestro Presidente Frederick S. Williams, y compartí con él esa experiencia y mi ignorancia. Él inmediatamente buscó en sus estantes un libro (en Inglés), en el cual encontré una lista de los profetas que encabezaron las siete dispensaciones. Y así, por primera vez en mi vida, entendí que nuestra iglesia poseía el mismo evangelio que fue revelado tantas veces por nuestro Señor, por medio de los profetas de Dios. Más tarde un misionero me prestó una lista de nuestras creencias comparándolas con lo que creían otras iglesias Cristianas. Lo que más me extrañó fue que nuestra iglesia era la única iglesia Cristiana que cree en la vida pre-mortal. Para entonces ya había notado que, al hablar con investigadores, a pesar de que ninguna de las iglesias enseña esa doctrina, nadie protestaba cuando nos referíamos a nuestra vida premortal. Obviamente, muchos son los que "recuerdan," aun si muy vagamente, de su estadía allí. En ese tiempo, usábamos mayormente la Biblia para tener un punto de referencia con nuestros investigadores, así que busqué en ese libro todas las referencias posibles sobre una vida anterior. Había pocas, pero ésas definitivamente indicaban que habíamos existido antes de nacer. En mi misión, la vida pre-mortal llegó a ser uno de mis temas favoritos. Muy pronto, al oír del "Plan de Salvación," organicé en mi mente nuestra jornada de eternidad a eternidad. Estudié nuestro estado como inteligencia y después como espíritus hijos e hijas de nuestro Padre Celestial. Leí mucho sobre nuestra estadía y prueba, aquí en ia tierra, así como sobre el reino de los espíritus después de nuestra muerte. Y eventualmente, me fascinaron las escrituras y los libros sobre la Segunda Venida, el 5
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Milenio, el Juicio Final, y nuestra colocación en una de las tres glorias... para la eternidad. Ese esquema me proveyó por años el marco de referencia donde cualquier cosa que leía en las escrituras y oía en la iglesia, encontraba su lugar para reforzar mi fe. Y ese esquema fue el que muchas veces enseñé a nuestras tres hijas, porque sabía que, si entendían el Plan de Salvación, nunca podrían apartarse del evangelio. Años más tarde, mi amistad con Joyce Harper, me enseñó que existían más campos de conquista en el evangelio. Ella solía decir: "En el evangelio, hay respuestas buenas, y hay respuestas mejores." Eventualmente, entendí exactamente lo que ella quería decir. Todos podemos tener excelentes respuestas a nuestros problemas, pero esas respuestas solamente son terrestres. Por otra parte, algunas personas se esfuerzan por conocer la mente de Dios, entonces, sus respuestas son celestiales. Después, Joyce empezó a hablar de la necesidad de cambiar, de extendernos, estirarnos, alargarnos hacia Cristo, para poder llegar a ser como él. Y es así cuando se me ocurrió que todos podemos tomar la triste alternativa de establecernos en una vida telestial. O podemos tratar algo mejor y vivir una vida terrestre. O eventualmente, podemos extendernos aun más, y vivir una vida celestial. Entonces me di cuenta que nuestro Señor, desde el comienzo, ha establecido ciertas mesetas que, muchas veces penosamente, debemos escalar. Esas mesetas nos llevan, principio por principio, gracia por gracia, a la plenitud del evangelio, y nos llevan, si perseveramos hasta el fin, a la vida eterna. Eso es lo que justifica el escribir estos dos libros.
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CAPÍTULO 1 El Plan de Salación Primera Parte
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l conocer y entender el Plan de Salvación establecido por nuestro Padre Celestial antes de la fundación de esta tierra, es una de las más grandiosas y significantes bendiciones en nuestra dispensación. El plan de salvación nos da a conocer tantas cosas. Nos dice de donde venimos, a donde vamos, y para qué estamos aquí en la tierra. Nos revela la mente de Dios. Aunque sea brevemente, el revisar este plan siempre alimenta nuestra fe y da aliento a una vida que, a veces, se hace algo difícil para todos nosotros. En este libro, el plan de salvación nos servirá de marco de referencia para entender, evaluar, y tal vez cambiar lo que estamos haciendo con nuestra vida aquí en la tierra.
LAS SEIS ETAPAS DEL PLAN DE SALVACIÓN En este capítulo, relatamos brevemente los eventos preparados por Dios para nosotros. Porque suponemos que la mayoría de los lectores ya conocen el plan muy bien, usaremos pocas referencias. Además, la Guía para El Estudio de las Escrituras puede resolver cualquier duda.1 Como sabemos, las seis etapas del plan de salvación son: • • • • • •
Como Inteligencia(s) Nuestra Vida Pre-mortal Nuestra Prueba Mortal El Mundo de los Espíritus El Fin del Mundo y el Milenio El Juicio Final y las Tres Glorias
Aquí revisaremos brevemente cada una de estas seis etapas, con el propósito de recordar quienes somos realmente, de cómo entender lo que nos pasa en esta vida, y de saber las cosas maravillosas que nos esperan si buscamos el camino recto y tratamos de cambiar. Nuestro Padre Celestial nos ha dado albedrío moral y el evangelio nos dice que nuestra vida y nuestro futuro eterno dependen de nosotros. Depende: • De la fuerza de nuestro deseo de conocer y obedecer la voluntad de Dios por medio de las escrituras y del Espíritu • De nuestra paciencia • De seguir siendo justos a pesar de todo lo que está pasando en nuestras vidas, a pesar de las tentaciones • De no dejar que nuestro corazón se endurezca • De cambiar dentro de nosotros lo que tiene que ser cambiado, y • De nuestra esperanza en Cristo, porque sólo él puede ayudarnos a sanar y cambiar nuestra mente y nuestro corazón
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ETAPA NO. 1 COMO INTELIGENCIA(S) Existe en el universo una materia prima y eterna llamada inteligencia. Esa inteligencia no tiene ni comienzo, ni fin. No fue creada ni hecha, y tiene albedrío. (DyC 93:29-31) Es luz y verdad así como la gloria que hace resplandecer a los seres divinos. En diferentes grados esa luz y verdad, esa inteligencia está en el centro de todo y da vida a todas las creaciones de Dios.2 Entonces, siempre hemos existido. Fuimos parte de la materia prima-qtre existe por todo el universo. Por eso se ha dicho que somos como un anillo, sin comienzo y sin fin. Esa inteligencia es usada para dar vida a todas las creaciones de Dios. Así nuestra inteligencia dio vida a nuestro espíritu, al ser creado hijo o hija espiritual de nuestros Padres Celestiales. Y nuestro Padre Celestial estableció el plan de salvación con el solo propósito de ayudarnos a sus hijos e hijas, a llegar a ser como él.
ETAPA NO. 2 LA VIDA PRE-MORTAL Todos nosotros, los seres humanos, nacimos de nuestro Padre y Madre Celestiales, fuimos creados a su imagen, y vivificados con esa inteligencia eterna. Todos fuimos criados y educados por nuestros padres, en preparación para nuestra venida a este mundo. Por medio de La Perla de Gran Precio sabemos cómo nuestro Padre Celestial nos llamó a todos en un Gran Concilio, para compartir su visión para con nosotros.3 Su deseo era que todos tuviéramos la oportunidad de llegar a ser como él, seres resucitados y dioses, con su conocimiento, su poder, y su sabiduría. Quería que heredáramos tronos, reinos, principados, potestades y dominios. Para realizar ese fin, Dios el Padre nos presentó su plan de salvación que incluye (1) una caída, y (2) una redención. La caída nos separa de Dios, para ver si tenemos una fe suficiente para volver a Dios por medio de la redención. En el proceso, nuestro deseo de seguirle obedeciéndolo es severamente probado. Y con esto los probaremos para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare. (Abraham 3:25) Entendiendo perfectamente el plan de nuestro Padre Celestial, el mayor de todos nosotros, Jehová, se ofreció como cordero expiatorio. Vendría a esta tierra, guardaría su inocencia al no hacer nada que no fuera la voluntad del Padre, sacrificaría su vida por nosotros, y daría a Dios toda la gloria. Fue entonces cuando una rebelión se levantó. Lucifer, uno de nuestros hermanos mayores, también se ofreció como redentor... PERO, a su manera. Él no solamente quería la gloria, sino que también decidió que sería más fácil quitarnos el albedrío y obligarnos a aceptar las condiciones establecidas para ganar la salvación. Así todos se "salvarían," según él. Eso fue totalmente inaceptable para nuestro Padre Celestial porque, en su sabiduría, él sabía que por la fuerza nada de valor se obtiene. Pero ese segundo plan no les pareció tan mal a una tercera parte de los hijos espirituales de Dios. Y así se declaró una guerra de testimonios, en nuestro hogar celestial, entre los que siguieron a Lucifer y los que siguieron a Cristo. Por supuesto que, al final, la justicia ganó, y Lucifer y sus partidarios fueron echados a la tierra. Sin saberlo, Lucifer (ahora llamado Satanás) y su hueste están ayudando al plan de Dios, porque proveen oposición en todas las cosas. Así, aquí en la tierra, la guerra entre el bien y el mal sigue. Y Satanás no da cuartel.
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ALGUNOS PENSAMIENTOS SOBRE LA VIDA PRE-MORTAL Nuestra iglesia es la única iglesia Cristiana que cree en la doctrina de la vida pre-mortal. Todas las demás iglesias creen que somos creados al momento de nacer aquí en la tierra, a pesar de que esa doctrijia es mencionada tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo.4 El saber que hemos vivido antes con nuestro Padre Celestial nos da: 1. Una visión de quienes somos, de los propósitos de Dios para con nosotros, del valor que él nos da, y el potencial que tenemos. Y eso nos ayuda grandemente a tratar de subyugar a nuestro hombre (y mujer) natural mientras estamos aquí en la tierra. 2. Una perspectiva más realista de nuestra vida aquí en la tierra. Como inteligencia y como hijos espirituales de nuestro Padre Celestial hemos vivido por eones de tiempo, y después de esta vida viviremos eternamente. Si así es, cuan corta es esta vida: el promedio de setenta años, es como una gota de agua en un océano. Y sin embargo, cuan importante porque determina donde pasaremos nuestra eternidad. 3. El saber que hemos vivido antes explica tanto. Venimos aquí con una historia, y esa historia explica todo lo que somos: nuestra personalidad, nuestros dones, nuestra situación, nuestras oportunidades, nuestra relación con nuestro Padre Celestial. Hemos hecho convenios con él y con muchos alrededor nuestro. Y todo fue hecho por la sabiduría de Dios con el único fin de que podamos alcanzar la exaltación.
ETAPA NO. 3 NUESTRA PRUEBA MORTAL La prueba mortal empezó cuando Adán y Eva comieron del fruto prohibido.
La Caída Nuestro Padre Celestial mandó a Jehová que creara nuestro mundo en un ambiente terrestre. Ahí todos los animales vivían juntos, en paz. Todas las plantas crecían sin obstáculo y sin malas yerbas. Después de su creación, Adán y Eva también vivían en paz, cuidando del jardín y caminando con Dios al atardecer. Nuestro mundo era un paraíso. Pero no era perfecto porque en ese estado, no podían progresar o cumplir el propósito de su creación. Es decir, no podían morir y no podían tener progenie. Satanás, ansioso de hacer sentir su presencia, y sin conocer la mente de Dios (Moisés 4:6), tentó a Eva quien comió del fruto prohibido. Adán, para no quedarse solo, también comió del fruto, y esa transgresión abrió ia puerta a nuestra experiencia terrenal que nos había hecho gritar de alegría en el Gran Concilio. La tierra cayó literalmente a un nivel telestial (de la misma manera que volverá al nivel terrestre antes de la Segunda Venida del Señor. (Isa 13:13) Con lo telestial vinieron enemistad entre animales así como malas yerbas. Vinieron las enfermedades, la vejez, y la muerte. Se extendió un velo entre Dios y los seres humanos, trayendo la ignorancia y la muerte espiritual. Pero desde el comienzo, en el plan, no existe tal cosa como "caída sin redención." Adán y Eva, los que cayeron, fueron los primeros que iban a entender el sublime favor que nos hicieron. En su amor infinito, nuestro Padre Celestial mandó a su ángel para hacerles saber que Cristo vendría para redimir al mundo no solamente de la transgresión original, sino de todos los pecados que, de otra manera, nos hubieran destinado a una destrucción eterna. De esta manera empezó la primera de las siete dispensaciones. (Moisés 5:4-12) 9
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Las Siete Dispensaciones del Evangelio Oficialmente, entre Adán y la Segunda Venida, siete dispensaciones fueron establecidas por siete profetas de Dios. Siete veces el mensaje de la redención fue mandado a esta tierra, seis de ellas después de serias apostasías. La sexta dispensación fue abierta por el Hijo de Dios, perfecto en obediencia, y digno de ser el cordero propiciador, el sacrificio expiatorio para todos nosotros. Los otros seis profetas que abrieron dispensaciones, aunque sobresalientes en fe, en obediencia, en humildad, en dedicación, y en sacrificio, también demostraron flaquezas humanas. Y eso nos hace entender que, gracias a Cristo, aún el más débil de nosotros puede tener esperanza de salvación. Esas dispensaciones fueron abiertas por: Antes del diluvio: En el tiempo de !os patriarcas Adán Enoc Noé Entre el diluvio y Cristo: Entre el Pueblo de Israel Abraham Moisés En el meridiano de los tiempos: De los Judíos a los gentiles Cristo Los últimos días: Recogimiento de Israel José Smith Todos esos profetas fueron hombres fascinantes, con vidas igualmente fascinantes. Todos eran únicos en personalidad. Pero todos vinieron para proclamar el evangelio de redención, el evangelio de Cristo. Todos pusieron su fe en el Señor y se dejaron guiar por él, y llegaron a ser uno con Dios. Y todos fueron exaltados por sus sacrificios al obedecer.
Edad al llamamiento Con excepción de Cristo y José Smith, todos fueron llamados después de los sesenta años de edad.
Linaje Todos los profetas vinieron de familias justas y creyentes, con la excepción de Abraham. Su padre era un idólatra empedernido.
Reacción al llamamiento de Dios Tres de esos profetas, antes de recibir su llamamiento, solicitaron una manifestación de Dios: Adán (con Eva), Abraham, y José Smith. Cristo, antes que el mundo fuera, ofreció su vida así como su muerte para salvarnos. En cambio, al menos dos de ellos no se sentían dignos o particularmente entusiasmados al ser llamados. Enoc tampoco reaccionó muy bien. Dijo que era demasiado joven, un jovenzuelo de 65 años, y que era despreciado por su gente por ser tardo en el habla. El Señor le prometió que su boca se llenaría y le presentó una visión panorámica del mundo. Con eso, Enoc fue y convirtió a muchos, estableciendo la primera Sión. Moisés fue el que protestó más. Apacentaba las ovejas de su suegro cuando fue llamado por Jehová 10
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de una zarza ardiente. En seguida dijo: "Quién soy yo para que vaya a Faraón?" Argüyó muchos puntos, hasta que finalmente reclamó que era tardo en el habla y torpe de lengua. Entonces, Jehová se enojó con Moisés. Pero en su bondad, ei Señor ya le tenía preparado a su hermano Aarón, para servirle de boca. Finalmente, Moisés, entendiendo su pre-ordinación, se resignó y aceptó el llamamiento.
Intervención de Satanás Cada profeta de las siete dispensaciones, incluyendo a Jesús, fue llamado a predicar de Cristo. Ese mensaje aterra a Satanás, porque trae salvación al mundo. Por eso, tan pronto como nuestro Señor llama a un profeta para abrir una nueva dispensación, Satanás se tira al ruedo. Para los cinco primeros profetas, eso está claramente indicado en la Perla de Gran Precio. Con Adán, Satanás trató de destruir la obra de Dios tentándolo en el jardín de Edén. Luego tentó a sus hijos, primero los mayores, luego a Caín, y ellos prefirieron seguir al diablo que a Dios. Enoc vio a Satanás levantar enemigos en contra de él. Pero, él habló la palabra del Señor y tembló la tierra, huyeron las montañas, los ríos se desviaron, y el rugido de los leones sonó en el desierto. Llenos de temor, los enemigos del Señor huyeron lejos y cesaron de ser un peligro para los justos. Para Noé, la oposición tomó la forma de ciento veinte años de rechazo a su predicación. Desde el principio, Satanás trató de matar a Abraham. Tentó al padre de Abraham, Taré, quien ofreció a su hijo al sacerdote de Faraón, como sacrificio al dios Elkénah. Sólo la intervención de un ángel lo salvó. Moisés tuvo un encuentro con Satanás, después de conversar con Jehová. Pero el profeta había hablado cara a cara con Dios, y la diferencia entre la gloria de Dios y las tinieblas del enemigo fue tan grande que no tuvo dificultad en saber a quien seguir. Cristo fue tentado tres veces por Satanás, después de ayunar por cuarenta días y cuarenta noches. Pero Cristo simplemente no le hizo caso. José Smith tuvo su encuentro con el diablo al momento de recibir la contestación a su Primera Oración, Envuelto por la oscuridad del mal, el poder de Dios lo salvó de la destrucción. Satanás siempre ha tratado de destruir la obra de Dios, atacando a sus profetas.
Experiencias muy especiales Las escrituras relatan eventos que nos dan una visión del calibre de hombres llamados por Dios para abrir nuevas dispensaciones. Esos hombres, con Dios y con los justos, eran humildes, abiertos, enseñables, obedientes, benignos, cariñosos, generosos y propensos a perdonar. Pero hacia los rebeldes y hacia el mundo, eran indómitos, poderosos, fuertes, firmes, duros, apasionados, impetuosos, y sin temor. Adán La historia de Adán demuestra su fe,la grandeza de su alma, su obediencia, y su gran paciencia en los años difíciles entre su expulsión del jardín de Edén y su reintegración en la gracia de Dios. (Véase, Moisés capítulos 5y 6). En el jardín, él recibe instrucciones y en esta tierra telestial, las pone en práctica. Por ejemplo, Su esposa es su igual, su compañera idónea (de su mismo calibre) / Adán establece una asociación firme con su esposa y los dos trabajan juntos, uno al lado del otro.
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Él debe dominar su medio ambiente y proveer para su familia: cultiva la tierra, cuida sus rebaños;y los dos tienen y crían hijos. El hombre debe dejar a sus padres para allegarse a su mujer: Adán y su esposa dejan que sus hijos se vayan, para poblar el mundo, pareja por pareja. Dios nos ama, nos enseña, y nos guía: Adán y Eva invocan el nombre del Señor hasta que su voz les manda ofrecer el sacrificio y ofrenda de las primicias de sus rebaños. Y sin conocer la razón, Adán cumple con eso. Después de muchos días (que muchas veces son años de nuestro tiempo), un ángel viene y explica a Adán que los sacrificios son para anunciar el futuro sacrificio del Redentor. Así aprenden nuestros primeros padres que la caída había sido necesaria y que Cristo moriría para borrarla y traernos salvación. Eva se regocija y su sentido de culpabilidad desaparece. Ahora, solamente quiere convencer a sus hijos e hijas que la salvación es posible. Pero no es fácil: los hijos no creen y Caín mata a Abel. Finalmente viene Set, quien establece el linaje justo de los patriarcas. Enoc Enoc nace en una época de semi-apostasía. Los "hijos de Dios" todavía son dirigidos por los patriarcas y todavía poseen el sacerdocio. Pero en otras partes, Satanás reina en medio de tinieblas, rebeldía, juramentos, asesinatos y feroces guerras. Cuando el Señor llama a Enoc como el profeta de la segunda dispensación, su autoestima anda por los suelos. Pero Dios le promete conocimiento y poder celestiales. Y le muestra una visión panorámica de toda la historia de esta tierra, desde el comienzo hasta el fin. Entendiendo su misión, Enoc empieza a predicar el evangelio de Cristo, llamando a todos al arrepentimiento. Su entusiasmo es tal que sus amigos lo llaman vidente, y sus enemigos, demente. Pero todos tiemblan en su presencia. Los ejércitos de sus enemigos se levantan en contra de él, pero al retirarse vencidos, murmuran: "Cada vez que salimos a la batalla en contra de ese hombre, la tierra tiembla, las montañas desaparecen, los ríos nos bloquean el camino, los leones rugen amenazantes en el desierto. ¿Qué podemos hacer en contra de él?" Le toma trescientos sesenta y cinco años perfeccionar a su pueblo. Les enseña a vivir la ley de Cristo y la ley de consagración, y a ser uno en corazón y voluntad. Cristo camina con ellos, y al final, su ciudad es llevada al cielo. Y la gente alrededor dice: "Sión ha huido." Noé Como todos los profetas que abren una dispensación, Noé se distingue por su obediencia a la voluntad de Dios. Pero no todos han tenido la experiencia de predicar el evangelio por ciento veinte años sin convertir a nadie, salvo a su esposa, sus tres hijos con sus tres esposas. Abraham La historia de Abraham está llena de drama y aventura. (PdeGP 1-2; Génesis 11-25) Nacido en Mesopotamia de un padre idolatra, sólo la intervención de un ángel lo salva de ser sacrificado a un dios falso. Escapando del hambre, pasa un tiempo en la tierra de Ur donde toma como esposa a la hermosísima Sarai. Más tarde, guiado por el Señor hacia la tierra de Canaán, recibe las promesas que su descendencia iba a ser la casa de Israel, el pueblo de Dios, y que todo el mundo sería bendecido por medio de su posteridad. Escapando de otra temporada de hambre, Abraham se refugia en Egipto donde enseña lo que Dios le ha revelado sobre las estrellas en el firmamento. Bien acogido en la corte de Faraón, Abraham empieza a acumular una fortuna en siervos y ganado. De vuelta a Canaán, Abraham ya no es un simple pastor. Es tan rico y tiene tanto poder que puede involucrarse con éxito en una 12
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guerra entre reyes, para liberar a su sobrino, Lot, quien ha caído prisionero. En ese tiempo él también visita a Melquisedec, el justo rey de Salem. La fe de Abraham llega a ser legendaria cuando acepta sin objeciones el terrible mandato de sacrificar a su hijo único, tan esperado y tan amado, el hijo de la promesa. Tampoco lo detiene el recuerdo de su propio fallido sacrificio a manos de su idólatra de padre. Lo para hasta que un ángel de Dios procura un escape, un cordero para el sacrificio requerido por Dios. Pero en el proceso, Abraham se da cuenta de lo que Dios iba a sufrir al dejar que su Hijo Bienamado muriera en la cruz. Al morir, Abraham deja a ocho hijos, y ocho pueblos. Pero es el hijo de la promesa, Isaac quien, por medio de Jacob, establece las doce tribus de Israel. Moisés Moisés, un Israelita de la tribu de Leví, nacido esclavo, es criado como un príncipe de Egipto. Siendo adulto, Moisés huye de Egipto a la tierra de Madián, donde Jehová lo llama como profeta para liberar a Israel. Moisés, con Aarón, confronta al Faraón con diez plagas milagrosas antes de que éste deje libres a los Israelitas. El último milagro, la muerte de todos los primogénitos, incluyendo al hijo del Faraón, toma lugar durante la Pascua, cuando un ángel de Dios protege a todo Israel. Pero el Faraón persigue a Israel, alcanzándolos en el Mar Rojo, que Israel cruza sin mojarse los pies, mientras que los Egipcios mueren ahogados. Después de eso, Moisés dirige a Israel hacia la tierra prometida, recibiendo las tablas de piedra con la ley de los Diez Mandamientos. Esa ley menor es la única que los Israelitas pueden aguantar, y esto, a duras penas. Al desaparecer en el desierto, Moisés pasa su manto a Josué. Más tarde, él trae las llaves del sacerdocio a Cristo, Pedro, Santiago y Juan, en el monte de transfiguración, y las llaves del recogimiento de Israel a José Smith en el templo de Kirtland. Los Diez Mandamientos que Moisés recibe de Jehová en el monte Sinaí, rigen a Israel hasta la Primera Venida de Cristo, y hoy siguen influenciando a muchas naciones del mundo. Cristo Cristo viene a abrir la dispensación del meridiano de los tiempos para traer el evangelio verdadero después de una larga semi-apostasía dentro de la tribu de Judá. También viene para proveernos con un modelo de cómo actúa un Hijo de Dios que solamente hace la voluntad de Dios. Pero sobre todo, Cristo viene para ofrecer un sacrificio perfecto y sin mancha, para que todos seamos redimidos. Todos conocemos su corta vida. Nace en Belén, en un pesebre. Después de un corto tiempo en Egipto, vive con sus padres en Nazaret, trabajando como carpintero. Es bautizado en el río Jordán por Juan el Bautista. Después de ayunar por cuarenta días, la tentación ofrecida por Satanás no tiene ningún efecto sobre Jesús. Declara ser el Hijo de Dios y el Mesías en Nazaret donde casi lo matan. Camina por todo Israel, con sus doce apóstoles, enseñando y curando a muchos por tres años. En el proceso, hace muchos enemigos. Es severamente condenado por los Fariseos y Saduceos. Es condenado al echar los vendedores del templo. Es condenado por violar el día de reposo, viajando, recogiendo y comiendo trigo, haciendo milagros, y curando a los necesitados. Es condenado por perdonar y comer con los pecadores. Es condenado por modificar la Ley de Moisés, y por enseñar que él era el Hijo de Dios, el Salvador, el Pan de Vida. Es traicionado por uno de sus discípulos, por los líderes religiosos de Israel, por los líderes Romanos, y por todo su pueblo. Después de su sufrimiento en Getsemaní, es ridiculizado, torturado, azotado, y finalmente ejecutado por aquellos a quienes traía salvación. Pero, por ser el Unigénito de Dios, resucita al tercer día, gloriosamente. Y sigue enseñando por muchos días, primero entre los Judíos, después entre los Nefitas, y aún después, entre las Diez Tribus Perdidas. Pero Jesús es distinto de los demás profetas porque siempre consulta con Dios en todo. Por eso nunca 13
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peca y nunca hace nada que no sea la voluntad de Dios. Inocente como un cordero, perfecto y sin mancha, sólo él pudo ser sacrificado para traer salvación al mundo. José Smith Todos conocemos la historia de José, el jovencito de catorce años que se dirige a Dios para saber a cual iglesia debería unirse. Esa simple súplica resulta en una cadena sin fin de visiones celestiales, revelaciones, dones espirituales, milagros que abren al mundo una nueva dispensación del evangelio. Así son introducidas muchas nuevas escrituras, la autoridad del sacerdocio, y una iglesia organizada perfectamente para preparar al mundo para la Segunda Venida de nuestro Señor. A pesar de las muchas y seguidas persecuciones de sus enemigos, José crece de un jovenzuelo sin educación a un experto en lenguas antiguas y modernas, un traductor de libros, un autor de renombre, el gobernante de su pueblo, el constructor de dos templos, y el fundador de toda una ciudad. Abre la obra misional para el recogimiento de Israel en los últimos días. Es el portavoz de nuestro Señor Jesucristo, abriendo para nosotros la inmensidad del universo y la profundidad del evangelio de Dios en ésta, la dispensación de la plenitud de todos los tiempos. Hoy, seguimos recibiendo la voluntad de Dios en todas las cosas por medio de nuestros profetas. Dentro de la iglesia tenemos la obra misional que predica el evangelio por todo el mundo, para recoger a todo Israel en estos últimos días. Tenemos organizaciones que perfeccionan a los santos, los quorums del sacerdocio para los hombres, la sociedad de socorro para las mujeres, la organización de los adultos solteros para los que todavía no están casados, la primaria para los niños, y el programa de Hombres y Mujeres Jóvenes para la juventud. Tenemos una organización que nos ayuda a hacer la genealogía de nuestros antepasados y a salvar a nuestros familiares muertos. Tenemos templos para todos los adultos que son dignos, en muchos lugares de la tierra. Tenemos programas para ayudar a los pobres dentro de la iglesia, y programas mundiales para ayudar en casos de desastres naturales. Y todo es para que el pueblo de Dios establezca a Sión antes de la Segunda Venida de nuestro Señor.
Algunas impresiones personales Primero, sin excepción, el propósito de cada dispensación ha sido el enseñar que Cristo es nuestro Redentor, nuestro Salvador, el único nombre por el cual podemos retornar gloriosamente a nuestro Padre Celestial. La Perla de Gran Precio confirma que todos los profetas enseñaron de Cristo y su plan de redención. (D&C 20:26) Empezando con Adán. (Moisés 5:7-9; 6:62) Nuestra iglesia, por ser el portavoz de la séptima dispensación, ofrece al mundo exactamente el mismo mensaje de salvación por medio de Cristo. Y ese mensaje es sostenido por la misma organización, con un profeta a la cabecera, con la autoridad del sacerdocio para bautizar y otorgar el don del Espíritu Santo, predicar el evangelio, perfeccionar a los santos, y oficiar en las ordenanzas del templo. Segundo, nuestra experiencia en esta vida, sea buena o mala, es últimamente positiva porque el ganar un cuerpo es indispensable para nuestro progreso eterno. Y el grado de gloria que ganamos, sea lo que sea, nos trae más cerca de nuestro Padre Celestial. Por eso, en el Gran Concilio, gritamos con alegría. Tercero, nuestra tierra ha sufrido de mucha apostasía, pero en nuestra generación, el evangelio de Cristo de nuevo está entre nosotros. Estamos viviendo en un tiempo magnífico, lleno de desafíos y problemas, pero en medio de un tremendo conocimiento tecnológico y científico, y con mucha libertad, un tiempo cuando el seguir a Dios o a Satanás depende enteramente de nosotros. La maldad está creciendo todo alrededor nuestro, y el fin del mundo como lo conocemos se acerca más y más. Pero también está creciendo la influencia de Dios por medio de sus profetas, por medio de sus misioneros, y por medio de nuestros propios esfuerzos en perfeccionarnos. Nosotros somos los guerreros de los últimos 14
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días. Nosotros, así como nuestros hijos e hijas, nietos y nietas, somos los que estableceremos Sión. Para entonces, tenemos que estar escalando el monte a la exaltación, para que podamos morar en la presencia de nuestro Señor sin ser destruidos por su ardiente gloria. Ya listos y llenos de rectitud, somos los que estableceremos Sión en el estado de Missouri. Somos los que oiremos de la visita de Cristo a los Judíos, en Jerusalén. Somos los que recibiremos a las Diez Tribus Perdidas. Somos los que daremos la bienvenida a Cristo y su hueste, en su Segunda Venida. Somos los que atestiguaremos de los grandes cambios milagrosos que vendrán al cambiarse nuestra tierra del nivel telestial al nivel terrestre. Y somos los que abriremos el Milenio, los mil años de justicia, paz, y felicidad. Pero antes de que eso llegue, muchos de nosotros moriremos e iremos a juntarnos con nuestros antepasados en el mundo de los espíritus. Si hicimos todo lo necesario para cumplir las condiciones de salvación, estaremos listos para resucitar y juntarnos a las huestes que bajarán con Cristo, para traer la gloria milenaria a nuestra tierra.
Resumen Hicimos la lista de las seis etapas del Plan de Salvación, establecido por nuestro Padre Celestial en el Gran Concilio en los cielos. Después revisamos las primeras etapas del plan: Primera etapa: •Como inteligencia(s) Segunda etapa: •La vida pre-mortal Tercera etapa: •Nuestra prueba mortal, incluyendo •La caída, y •Las siete dispensaciones del evangelio En el Capítulo 2, revisaremos las últimas etapas del plan, el mundo de los espíritus, el fin del mundo y el milenio, y el juicio final y las tres glorias. / También pueden consultarel7/broEl Plan de Salvación, porGenevieve y'Arturo De Hoyos, México, D.E, EditorialZarahemla, S.A., 1986. 2 Véase las referencias bajo "Inteligencia fsj"en ia GEE, la Guía para el Estudio de las Escrituras, página 99. 3 GEE, Vida Preterrenal, páginas 209-210. 4. GEE, Vida Preterrenal.
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CAPÍTULO 2 El Plan de Salación Parte 2
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n el primer capítulo, presentamos el Plan de Salvación, el programa que nuestro Padre Celestial ha establecido con el propósito de ayudarnos a llegar a ser como él. Ya hemos presentado tres de las seis etapas por las cuales hemos de pasar. Vimos que, originalmente, éramos parte de la inteligencia, la materia prima eterna que existe en todo el universo. Dios seleccionó y organizó esa inteligencia, formándola a su imagen, sus hijos e hijas espirituales. Para preparar nuestra tercera etapa, Dios nos reunió en el gran concilio para establecer el plan de redención. Allí, llamó a su Hijo Primogénito para que fuera nuestro Salvador. Así, el mundo empezó. Satanás, desterrado en la tierra, trajo la Caída. Con la Caída vino no solamente la muerte física, sino también la muerte espiritual, que nos separó de nuestro Padre Celestial para que fuéramos probados. Pero porque Dios nos ama, manda sus profetas quienes anuncian y predican la venida de nuestro Salvador, Jesucristo. A través de los tiempos, todos los que oímos de Cristo tenemos la oportunidad de vivir su ley, de arrepentimos, de aceptar y vivir las ordenanzas de salvación. Y si ponemos toda nuestra fe en el poder que Jesús ganó por medio de su sacrificio supremo, podemos ser purificados y santificados, y podemos entrar en la vida eterna. Pero como muchos no oyeron acerca de Cristo en esta tierra, Dios nuestro Padre nos ha dado otra oportunidad de oír el evangelio de Cristo, en el mundo de los espíritus.
ETAPA NO. 4: EL MUNDO DE LOS ESPÍRITUS Un velo nos impide ver el lugar donde vamos a ir al morir. Pero, por medio de las escrituras, tenemos algo de información sobre ese lugar. Sabemos que los justos van al paraíso, mientras que los injustos van al infierno para pagar por sus propios pecados (Alma 40:9-14; DyC 19:4,15-18), a menos que se arrepientan. También sabemos que el infierno no es para siempre. (DyC 19:6-12) Solamente dura hasta el fin del milenio cuando todos los muertos resucitan. Sabemos que el paraíso es un lugar de paz y felicidad, un lugar donde descansamos de todos nuestros labores en este mundo. Sabemos que Cristo, después de su muerte, organizó la obra misional para la conversión de los habitantes de la prisión. (DyC 138:6-9; 18-19) También sabemos que el infierno fue llamado por Alma las "tinieblas de afuera," un lugar de oscuridad y frío. El fuego mencionado tan a menudo por el mundo, en conexión con el infierno, debe referirse al dolor que los malvados sienten cuando están en la presencia de la luz y verdad que Dios les manda para que se arrepienten. En realidad, es en el paraíso donde moran los personajes de luz y verdad, de poder y gloria, los que resplandecen como un fuego ardiente, como Cristo. (Apo 1:13-16; DyC 110:2-3) Ni los malvados, ni los habitantes de esta tierra y ni siquiera los que viven de manera terrestre pueden aguantar la plenitud de la gloria de Dios, sin que él los proteja. Secularmente, también estamos ganando más información sobre la vida después de la muerte. Por años, se han publicado muchos relatos escritos por personas que han tenido la experiencia única 16
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de morir y volver a la vida. Pero más recientemente, debido a adelantos médicos, muchos más casos de resucitación ocurren. Los profesionales y algunos científicos, al fin, se están interesando en ese fenómeno y sus estudios se han publicado, dándonos más y más entendimiento de nuestro futuro en el otro lado del velo. Brent L. Top y Wendy C. Top, un autor Mormón y su esposa (él es el decano de uno de los departamentos de religión en la universidad de Brigham Young, en Provo, Utah), escribieron un libro para ver hasta qué punto esos relatos reflejan las doctrinas de nuestra iglesia. En Inglés, ese libro es titulado: Beyond Death s Door: Understanding Near-Death Experiences in Light ofthe Restored Gospel, Salt Lake City Utah: Bookcraft, 1993. En ese iibro, los autores concluyen que, por cierto, los reportes de los que tuvieron la oportunidad de ver al mundo de los espíritus, en nada contradicen lo que creemos. Usaremos algunos de sus relatos y conclusiones, junto con las escrituras, para entender mejor esta cuarta etapa de nuestra existencia.
Ubicación del mundo de los espíritus Por medio de las escrituras, sabemos que, cuando morimos, entramos en un lugar invisible, detrás de un velo, un lugar paralelo a nuestro mundo. Es allí donde pasamos un intervalo de tiempo, entre la muerte y nuestra resurrección. Los que vuelven de la muerte también nos dicen que el lugar que visitaron está en esta tierra, muy cerca pero en otra dimensión, y por eso invisible para nosotros. Todos los que vuelven están de acuerdo que ese lugar es muy similar a la tierra pero muchísimo más hermoso, mejor organizado, y muy pacífico. [Topy Top, Capítulo 7)
Tres sectores en el mundo de los espíritus Alma, cuando enseña acerca de lo que nos espera al morir (Alma 40:9-14), solamente menciona dos sectores: El paraíso donde residen los justos El infierno donde viven los injustos. Y posiblemente así era en el tiempo de Alma. Pero ahora tenemos tres fuentes de conocimiento que claramente declaran que Jesucristo, durante los tres días entre su muerte y su resurrección, estableció un tercer lugar para la obra entre los muertos. 1.En DyC 76:73 y 1 Pe 3:19-20 se habla de espíritus de los hombres encerrados en prisión, que fueron visitados, y enseñados por Jesucristo. 2.En DyC 138:29-34, se clarifica esta misma situación. Cristo no fue personalmente a esa prisión donde residían los que habían rechazado los profetas. Lo que hizo nuestro Señor fue el establecer un lugar para organizar sus fuerzas y dar poder y autoridad a sus mensajeros para que fueran a predicar a los encarcelados que estaban dispuestos a arrepentirse de sus pecados y recibir el evangelio. A ellos se les enseñó la doctrina de fe, arrepentimiento, bautismo para la remisión de pecados y el don del Espíritu Santo por imposición de manos, así como otros principios del evangelio. (DyC 138:33-34) 3.Mundo de los Espíritus, en Doctrina Mormona (pág. 499) Élder McConkie resuelve todo eso diciendo que: Existe un gran golfo entre los justos y los inicuos. Los justos están en el paraíso y los inicuos están 17
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en el infierno. Pero cuando Cristo, durante su corta estadía en el mundo de los espíritus, organizó la obra misional entre los inicuos arrepentidos, se creó un lugar donde los dos grupos se podían juntar y entremezclarse. McConkie no da nombre a ese nuevo lugar, pero menciona que la prisión es realmente parte del infierno. Duane Crowther, en su libro La Vida Sempiterna, habla de tres sectores: el paraíso, el infierno, y en medio, la prisión. (Duane S. Crowther, La Vida Sempiterna, México, DF. Editorial Zarlahemla, SA, 1984, Caps. 3, 5, 6). En este libro, guardaremos esa nomenclatura, aunque creemos que la parte del medio podría llamarse: la escuela.
El Paraíso La gran mayoría de los que vuelven del mundo de los espíritus no han visitado el Paraíso. Pero todos saben que los guías, espíritus radiantes de luz y gloria, vienen de allí. Esos guías son luminosos. Se visten de ropa larga hecha de luz, tan blanca que resplandece. Se comunican por medio de la telepatía. Enseñan, edifican, hacen que todos se sientan amados y estimados. Hasta tienen sentido del humor. Nunca son crueles, ni siquiera son negativos. (Top y Top, Capítulo 6) Los visitantes oyen de la ciudad amada donde viven los espíritus llenos del radiante y puro amor de Cristo. En el centro están los más justos, los que viven en familia. Los que son menos justos, pero que todavía pertenecen al paraíso, resplandecen menos y viven en la periferia de la ciudad. (Top y Top, Capítulos 7,9)
El Infierno Las escrituras claramente anuncian que hay un infierno. Los que directamente van ahí son los que no escucharon, a nuestro Dios, y que no se arrepintieron de pecados telestiales, pecados de maldad hacia otros y hacia ellos mismos, así como pecados de rebelión en contra de nuestro Padre Celestial. En vida ni siquiera trataron de obedecer la ley preparatoria, los Diez Mandamientos de Moisés. Son los mentirosos, envidiosos, adúlteros, asesinos, que simplemente hicieron y todavía hacen lo que se les da la gana, sin tomar en cuenta a Dios. (D&C 1:16; 88:35; 1 Ne 15:33-35) También algunos de los que visitaron el reino de los espíritus testifican de la realidad del infierno. Sus relatos verifican que es un lugar sin luz y sin calor. Observaron que esos espíritus, sólo por estar en el infierno, no se libran de su maldad, de su crueldad, de sus adicciones. Ni siquiera se dan cuenta de que el bien les rodea. No ven que personajes de luz los observan y supervisan de arriba. Siguen viviendo como lo hicieron en sus vidas. Allí hay orgullo, celos, frustración, resentimiento y odio, una profunda furia que lleva al conflicto y a la violencia. Su mayor frustración viene de su inhabilidad de seguir hiriendo a otros. Les enfurece el no tener el poder que les da un cuerpo, el poder de lastimar. Además, algunos notaron que el infierno es un lugar donde no existe el amor. Ciertamente no hay amor entre los prisioneros, pero tampoco existe el amor de Dios. Y esa falta del amor de Dios es lo que hace ese lugar tan siniestro. (Top y Top, Capítulos 6 y 10)
La Prisión (o sea, la Escuela) Lo que llamamos aquí la prisiones un lugar de enseñanza, donde todos son al menos terrestres en su estilo de vida. Pero todavía necesitan cambiar algunas cosas. Tienen que prepararse con conocimiento, y una más profunda conversión. Tienen que aceptar y recibir (en los templos de la tierra) las ordenanzas y los convenios necesarios para adelantar en el camino a la rectitud. Así, los que entran allí son: 1.Los que mantuvieron una vida justa en esta tierra, a pesar de no haber conocido el evangelio, o tomado las ordenanzas requeridas 18
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2.Los que recibieron el evangelio pero no fueron tan valientes como hubieran debido en su testimonio de Cristo 3.Los que se arrepintieron después de pasar tiempo en el infierno, para pagar por sus propios pecados. Gracias a los relatos hechos por los que murieron y volvieron al mundo, tenemos más detallada información acerca de ese lugar que cualquier otro. (Top y Top, Capítulo 6, 7-9)
El Juicio Preliminar Al llegar, todos son recibidos por un personaje de luz, un representante de Cristo, quien recibe su autoridad por investidura divina. Muy pronto ese personaje de luz hace preguntas que indican lo que se considera importante en ese reino. No preguntan los títulos universitarios que uno trae, su posición social, o sus riquezas. Preguntan: "¿Como trató usted a su esposa o esposo, a sus hijos e hijas?" Y también preguntan: "¿Cuan honesto fue dentro de su familia? ¿en sus negocios con otros?" Además de esas preguntas personales, al llegar, muchos reportan que pasaron por la experiencia de ver públicamente proyectadas, las memorias que son parte íntegra de su ser. Esas memorias, aparentemente grabadas en el espíritu mismo, se hacen imágenes para que todos puedan observarlas. No es necesario el tener testigos. No se requiere confesión verbal, porque la comunicación es telepática. Así, no hay manera de ocultar, de mentir, de negar la realidad de esas memorias que involuntariamente surgen de uno mismo. Al final del examen, aunque el guía celestial no critica ni reprende, el enjuiciado sabe perfectamente bien lo bueno y lo malo que ha hecho. También sabe claramente el lugar donde pertenece. Y el que tiene que volver al mundo para completar su misión, también sabe lo que deberá cambiar antes de morir de nuevo. (Top y Top, Capítulo 11)
Ese juicio también puede dar entendimiento y puede sanar Entre los muchos que pasaron por ese juicio preliminar, algunos mencionaron que esa experiencia les dio un profundo entendimiento del porqué de su mal ajuste a la vida. Ese entendimiento vino a su mente al entender la conexión entre lo que les pasó de niños y lo que hicieron el resto de su vida. Con ese entendimiento, se sintieron sanados y finalmente libres de profundos traumas psicológicos que ocurrieron en su infancia. Por ejemplo, una mujer se vio a sí misma, de niña, maltratada por su madre quien la acusó de ser una muchacha tonta y mala, una niña sin corazón. Y vio como después de tales maltratos, ella se convenció que era muy mala y muy tonta. Por eso, toda su vida, buscó la compañía de personas que tenían muchos problemas como ella. Se casó con una de esas personas problemáticas, un joven que eventualmente, la abandonó con sus niños. Por primera vez ella entendió la conexión entre todas esas cosas, y sintió como si un peso enorme hubiera caído de sus hombros. Al retornar al mundo, con una mejor y más realista imagen propia, ella cambió su vida completamente y, al fin, logró felicidad. (Top y Top, Capítulo 11)
La belleza del mundo de los espíritus Durante su estadía, los que visitan se maravillan de las cosas extrañas y bellas que encuentran en ese mundo. La naturaleza presenta colores más brillantes y al mismo tiempo, más suaves que aquí en la tierra, colores más allá del arco iris, colores con reflejos de oro y plata. Las montañas, las cascadas de agua, las praderas, los valles son todos más opulentos que en nuestro mundo. Las piedras y los metales son extraordinarios en su brillo, colores, y texturas. Fragancias, sonidos, música no son de este mundo. 19
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Reflejan una combinación de serenidad y de luz. (Top y Top, Capítulo 7)
La organización social En todas partes, hay orden y paz. Hay paz en la atmósfera porque el tiempo no existe. El pasado, el presente, y el futuro, todo tiene lugar en el presente. Hay paz entre los que residen allí porque todos son buena gente, satisfechos de estar con sus seres amados. Hay paz porque todos parecen sumamente ocupados haciendo muchas cosas interesantes, pero todo en perfecto orden, guiados por "ángeles," obviamente espíritus que vienen del paraíso. Los edificios son más magníficos que ef templo de Salomón. Hay galerías llenas de trabajos de arte, algunos conocidos aquí en la tierra, otros nunca vistos antes. Las librerías están llenas de libros que traen todo el conocimiento del universo a través de las edades. Las universidades están tan bien organizadas que caben en un solo edificio. Las ocupaciones varían, como aquí. Hay barrenderos en las calles, mientras otros espíritus pasan todo su tiempo estudiando, creando ideas o tecnologías, no solamente para los que viven allí, sino también para ayudar a los hombres y mujeres de la tierra. (Top y Top, Capítulos 7 y 8)
La educación Obviamente existe un gran interés en la educación, porque hay muchos maestros. Algunos predican, otros enseñan asuntos cívicos, aun otros enseñan el evangelio. Hay clases por doquier. Los alumnos son agrupados por edad, las mujeres de un lado y los hombres del otro. Por eso, a algunos de los que volvieron, se les dijo que deberían esforzarse más en estudiar y aprender de todo. Según eso, la educación adquirida en esta vida conduce a muchas oportunidades especiales y maravillosas en el más alia. Como vimos, algunos relatos mencionan la existencia de universidades, oficinas, aulas y laboratorios donde los que estudiaron en este mundo, siguen estudiando y enseñando en el mundo de los espíritus. El entender eso ha llevado a muchos de los que vuelven, hombres y mujeres, a cambiar de carrera, a ir de vuelta a la escuela, a empezar a leer de todo, a educarse de una manera u otra. (Top y Top, Capítulos 7 y 8) De hecho muchos, al retornar de una visita al mundo de los espíritus, entendieron que tres cosas son sumamente importantes para los personajes de luz: •buen trato y amor dentro de la familia •ayuda al prójimo, y •la adquisición de conocimiento Adicionalmente, los que vieron el infierno se dieron cuenta que el negativismo, la impaciencia, el enojo, la rabia, el resentimiento, y la violencia pertenecen al infierno. Ninguna de esas cosas se permiten excepto en el infierno. Los que volvieron a la tierra recuerdan más que nada la sensación de paz que sintieron allí. Pero también sienten que, antes de morir de nuevo, tienen que hacer dos cosas: (1) resolver pacíficamente los problemas que tienen con otros; y (2)completar sus misiones aquí. Habiendo hecho eso, pueden ir de vuelta en paz. (Top y Top, Capítulo 14) Mientras tanto, en la tierra, las cosas no andan tan bien.
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ETAPA NO. 5: EL FIN DEL MUNDO Y EL MILENIO Sobre los inicuos, los profetas han dicho que, antes de que venga el Milenio, tiene que venir la destrucción del mundo como lo conocemos. Estamos en los últimos días y el proceso de la destrucción ya ha empezado. Los terremotos y las erupciones de volcanes se multiplican. El clima está cambiando y señales están apareciendo en los cielos. Las aguas se están saliendo de sus límites. Crueles y destructivos conflictos y guerras ya no cesan por todo el mundo. Este es el tiempo cuando "los 'esclavos' (todos los que se sienten abusados y explotados) se sublevarán contra sus amos, los cuales serán movilizados y disciplinados para la guerra." (DyC 87:4) Mucho más está por venir: tempestades y granizos, la destrucción de cosechas, pestes,-escasez de comida, epidemias, la disolución de instituciones sociales. Poco a poco el mal se extiende en todas partes. Los justos tienen que aislarse y establecer Sión. El recogimiento de Israel se completa y la gran destrucción toma lugar. Cristo aparece primero a los judíos en Jerusalen, salvándolos de sus enemigos. Y cuando llegan las diez tribus perdidas, el Señor aparece a todo el mundo. Simultáneamente la tierra vuelve a su lugar terrestre, (el lugar donde estaba en el tiempo de Adán y Eva, Isa 13:13) ganando de nuevo su gloria paradisiaca. En el proceso, la tierra es renovada por fuego, las estrellas parecen caer, el sol y la luna cambian de lugar. Las montañas y los océanos desaparecen. Y por toda la tierra brotan innumerables fuentes de agua. Los sobrevivientes son resucitados y cambiados en un abrir y cerrar de ojos. Al volver, ellos son los testigos de grandes alteraciones en todo. Ahora Jesús el Cristo gobierna al mundo. Los animales ya no se pelean entre sí, y ya no atacan a los seres humanos. Las malas yerbas y las plagas han desaparecido. Hay agua dulce por doquier. Hay paz y tranquilidad. Todos los que sobrevivieron son buena gente, al menos terrestres. Satanás está atado. Los pecados telestiales han desaparecido, como la pobreza, el crimen, la maldad, así como la pena y el dolor. Ya no hay enfermedades o muerte. Hay paz, felicidad y amor por doquier. La tierra está lista para dar la bienvenida a los que vienen resucitando mientras siguen las generaciones, una tras otra trayendo almas buenas que crecen en salud, bienestar, satisfacción, justicia y bondad.
Durante el milenio, hay dos resurrecciones que realmente son tres El Milenio comienza cuando Cristo baja de los cielos vestido de rojo. Con él vienen los resucitados celestiales, las primicias, los primeros frutos dei sacrificio de Cristo. Y poco a poco, en esa mañana de la primera resurrección, resucitan todos los justos con un cuerpo celestial. Eventualmente, más o menos a mediados del milenio, empieza la tarde de la primera resurrección. Ésa es la resurrección de honorables hombres y mujeres, honestos en sus relaciones con otros, los que resucitan con un cuerpo terrestre. La segunda resurrección viene al fin del milenio. Es la resurrección de los telestiales, los que hicieron lo que se les dio la gana en esta vida, maltratando a todos los que les molestaron en su camino. Éstos han pasado todo el milenio en el infierno para pagar por sus propios pecados, y para darles tiempo de reconocer a Cristo como nuestro Dios y Salvador. Cuando los telestiales resucitan, muy pronto Satanás es desatado y enseguida se dirige a los recién llegados. El los reúne para la batalla final en contra de la ciudad amada. Pero esta vez, Dios no les da tiempo de hacer mucho daño. Manda fuego del cielo que los consume. (Apo 20:5-10) Ese es el tiempo cuando el milenio termina, y la tierra es preparada para servir de residencia 21
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para los que ganan la gloria celestial: "un globo semejante a un mar de vidrio y fuego," un mar de cristal, un gran Urim y Tumim. (DyC 130:7-9) Y se abren los libros de la vida, para el juicio final. Cristo es el juez supremo y cada uno de nosotros compareceremos delante de él. Todos nuestros hechos serán publicados, excepto por los santificados. Los santificados han sido perdonados y purificados porque se arrepintieron de sus pecados y pusieron toda su fe en el poder de Cristo para salvar. Al final, aceptando la infalible justicia de Dios, aceptamos el juicio y nos colocamos por el resto de las eternidades, en el lugar que ganamos dentro de una de las tres glorias.
ETAPA NO. 6: LAS TRES GLORIAS La sección 76 de Doctrina y Convenios nos provee con una buena descripción de los que serán recibidos en cada gloria. La Gloria Telestial es para los mentirosos, los adúlteros, los que aman y obran la mentira. (DyC 76:103-106) Es para los que, sin preocuparse de la voluntad de Dios, hicieron lo que se les dio la gana aquí en la tierra. (DyC 1:16; 88:35) Son los que causaron dolor y pena a sus familiares, sus vecinos, en el mundo. Son los que, si no se arrepienten en esta vida, buscando el poder de Cristo para salvar, irán al infierno para pagar por sus propios pecados. Son los que ganan la gloria de las estrellas. La Gloria Terrestre se alcanza al tratar a otros con honestidad y equidad. Los terrestres son los hombres y mujeres honorables de la tierra que fueron cegados por las artimañas del mundo. También son los que recibieron un testimonio de Cristo pero que no fueron valientes, y por eso no guardaron todos los convenios que habían hecho con él. (DyC 76:71-79) Los de la gloria terrestre serán juzgados por la ley que aprendieron dentro de sus familias, de su pueblo, aun si la ley que rige su pueblo no es la ley dada por Dios. Esa gloria, la gloria de la luna, será supervisada por la gloria celestial. Así mismo de la gloria terrestre, saldrán los líderes que supervisarán a los telestiales. (DyC 76:86-88) La Gloria Celestial es para los que recibieron el testimonio de Jesús, guardaron sus mandamientos, y ganaron la compañía constante del Espíritu Santo, la santificación. Son los que pusieron su fe en Cristo, en el poder que él ganó en la cruz, el poder de purificarnos de todos nuestros pecados, el poder de traernos salvación. No podemos entrar en la gloria celestial sin ganar la santificación. (DyC 105:36) Pero para lograr la vida eterna, o sea la vida que los dioses obtuvieron, debemos tener nuestro matrimonio sellado por el Santo Espíritu de la Promesa, y recibir nuestra vocación y elección segura. (DyC 131) Esto nos dice que logramos la vida eterna, el poder de tener progenie por la eternidad, y de crear mundos para estos hijos e hijas espirituales. (DyC 132) Así continuará la obra y gloria de Dios que es el llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre. (Moisés 1:39) Los que logran la vida eterna son parejas quienes, además de guardar todos sus convenios con Dios, también han ganado, AQUÍ EN LA TIERRA, una relación muy especial como esposo o esposa. Esa buena relación vino porque los dos decidieron temprano al casarse, vivir dentro del sistema de mayordomia, que es el estilo del gobierno de Dios. Este sistema requiere que los dos participantes compartan todo lo que tienen según la ley de consagración, con el propósito de salvarse mutuamente. Por eso, desde el comienzo, se trataron mutuamente con amor y respeto, como iguales, compartiendo todo. Compartieron su amor, sus sentimientos, sus actividades, sus bienes temporales, su dolor y sus alegrías, sus pensamientos, sus posesiones, su conocimiento de las cosas de Dios, así como su amor por Dios y por Cristo. Trabajaron íntimamente juntos, sin coerción, con igual poder, como socios, en todas las áreas de la vida, como se indica en DyC 121. Así establecieron entre sí una intimidad emocional, una intimidad 22
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intelectual, una intimidad financiera, una intimidad religiosa, una intimidad en la crianza de los hijos, una intimidad en el trabajo, una intimidad al tomar decisiones, todo eso en el proceso de alcanzar metas justas que los dos establecieron juntos. Esa intimidad es la mayor señal de que una pareja ha llegado a ser uno. Y las escrituras nos dicen que el ser uno es la bendición que viene a los que viven el sistema de mayordomia establecido por Dios en la administración de su reino. (DyC 72:3-4; 51:19) Los que llegaron a ser UNO son los que reciben el segundo sellamiento por el Santo Espíritu de la promesa. Ese sellamiento viene años y años después de hacer el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio en el templo. Después de que una pareja establece esa vida de intimidad y amor, esa unidad divina, sea en este mundo o en el otro, los dos son llamados en el templo por el profeta, y una segunda ceremonia tiene lugar. Pero esta vez la unión es sellada por el Santo Espíritu de la promesa, o sea, el Espíritu Santo. Esta ceremonia ya no es un ensayo, es de verdad y durará por todas las eternidades. Y es cuando ese segundo sellamiento toma lugar que ganamos la vida eterna. (DyC 131, 132) Entonces ellos serán sacerdotes y sacerdotizas, reyes y reinas, dioses y diosas, e hijos e hijas de Dios. Y continuarán la obra de Dios para siempre. Desde antes de la fundación del mundo, ésta fue la gloriosa meta del plan de salvación: que ganáramos la vida eterna, como parejas, ni el hombre sin la mujer, ni la mujer sin el hombre. Si alcanzamos esto, podemos llegar a ser como Cristo, co-herederos con él, y como él, dioses para toda la eternidad, dedicados a repetir para siempre jamás, el ciclo que nuestro Padre Celestial empezó.
Resumen El plan de salvación ha sido preparado con un propósito divino. El propósito ha sido, desde el comienzo, de ayudarnos a progresar: •de inteligencia a •espíritu hijo e hija de nuestros Padres Celestiales, •de espíritu hijo e hija de Dios a •alma viviente de carne y hueso •de alma viviente que busca hacer la voluntad de Dios a •un ser resucitado y glorioso como nuestro Padre y Madre Celestial Todo eso ocurre en seis etapas •Como inteligencias •En la vida pre-mortal •En nuestra prueba mortal •En el mundo de los espíritus •Pasando por los últimos días y el Milenio •Y obteniendo una posición en una de las tres glorias Con una estadía en tres lugares: •En algún lugar en el universo, 23
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•Donde nuestros Padres Celestiales viven, •En la tierra de nuestra probación •En la tierra pero en otra dimensión, y de nuevo •En la tierra si ganamos la gloria celestial Pasando tres pruebas rigurosas: Primera prueba: Seguramente Dios estableció su propio criterio para seleccionarnos como sus futuros hijos e hijas. De otra manera hubiéramos podido ser llamados como parte de una montaña, de un océano, del polvo de la tierra, o como una zanahoria, o tal vez como un pájaro, un león, o una mariposa. En vez de eso, se nos dio la gran oportunidad de vivificar un cuerpo espiritual hecho a la imagen de nuestros Padres Celestiales, con la potencialidad de llegar a ser como ellos. Segunda prueba: Luego pasamos con éxito nuestra segunda prueba en la vida pre-mortal, cuando no nos dejamos engañar por Satanás y participamos en la guerra al lado de Cristo. Tercera prueba: Ahora estamos en este mundo, pasando nuestra tercera y última prueba, la mayor de todas, porque lo que elegimos hacer en esta vida determinará el resto de nuestra eternidad. Pero ese maravilloso plan de salvación solamente fue posible porque, en el gran concilio, se estableció un plan de redención.
El Plan de Redención Este plan de redención era necesario para resolver el dilema en el cual todos nosotros nos encontramos: 1.No podemos adquirir un cuerpo sin volvernos hombres y mujeres naturales 2.Separados de nuestro Padre Celestial todos nosotros, los hombres y mujeres naturales, cometemos pecados, porque hacemos nuestra propia voluntad (o la voluntad del adversario) en lugar de obedecer la voluntad de Dios 3.Al pecar, nuestro mismo cuerpo registra nuestros pecados y somos sucios. Al morir en ese estado de pecado, por nosotros mismos, no podemos resucitar. Y aun menos tenemos el poder de volver a Dios, porque no podríamos estar en la presencia de Dios sin ser consumidos por su gloria. Este dilema solamente podía ser solucionado por medio del plan de redención que fue instituido durante el gran concilio. Fue allí cuando Cristo, nuestro hermano mayor, voluntariamente propuso venir a la tierra, con el propósito de morir por nosotros y así redimirnos. Como muchas veces las escrituras explican, nuestro Padre Celestial cesaría de ser Dios si no fuera justo, equitativo, e imparcial. Pero, él puede invocar una ley mayor, la ley de la misericordia si un ser sin pecado, sin mancha es sacrificado por nuestra salvación. Así se estableció el plan: al sufrir el martirio en Getsemaní y en la cruz, Jesús el Cristo adquiere el poder de resucitar a todos los que vivieron y murieron en esta tierra. Ese sufrimiento que ni siquiera podemos imaginar, también le da a Cristo el poder de limpiar, santificar, purificar todos los pecados incrustados en nuestros seres, para que podamos volver a nuestro Padre Celestial, en su reino. Pero eso solamente puede ocurrir después de hacer cuanto podamos (2Ne 25:23), y después de ejercer la fe de Enós, la fe que lo hizo orar fervientemente por unas veinticuatro horas en los bosques de la tierra de Nefí. 24
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No es nada sorprendente que cada dispensación fue establecida con el propósito de introducir de nuevo a los hijos de los hombres, las buenas nuevas, el evangelio de nuestro Señor, el conocimiento del sacrificio de Cristo, el único nombre por medio del cual podemos ganar salvación.
Unos comentarios sobre el plan Primero, no hay otra iglesia que tenga un plan de salvación tan completo como el nuestro. Es fácil darnos cuenta cuan completo es el plan de salvación presentado por Dios. Etapa por etapa, el plan nos lleva de nuestro primer estado (la materia prima llamada inteligencia), hasta la posibilidad de llegar a ser dioses, como nuestro Padre y Madre Celestiales. Somos la única iglesia cristiana que nos provee con esa visión, la visión completa del plan de Dios. Las demás iglesias Cristianas enseñan que nuestro comienzo ocurre al momento de la concepción o del nacimiento. Sin conocer los propósitos de Dios, muchos se sienten perdidos en estasegunda etapa, niegan a Dios, o piensan que Dios ha muerto. La vida no parece tener razón de ser. Y la tercera etapa es todavía peor, porque no ofrece una segunda oportunidad, y no tiene fin. Después de la muerte, la mayoría de las iglesias Cristianas ofrecen solamente dos alternativas donde pasar el resto de la eternidad: el paraíso para los que cumplen con todo lo requerido; el infierno para los que no. Algunas ofrecen, caritativamente, un tercer lugar para los que, sin culpa propia, no pudieron cumplir con todo: el limbo. Típicamente, lo requerido es muy específico y muy estricto. Para algunos es el participar en todas las ordenanzas ofrecidas por la iglesia, para otros, es aceptar a Cristo como el Salvador. No es que esos requerimientos sean difíciles. El problema es que la vida, a veces, no facilita las cosas. Muchos han vivido en países donde jamás oyeron de Cristo. Muchos buenos cristianos nacieron y murieron en lugares lejos de ministros de su fe, otros murieron de pronto, tal vez en un campo de batalla donde no recibieron la última unción. Según esas creencias, millones de buenas personas son destinadas a pasar las eternidades sufriendo quemazones horribles, simplemente porque no nacieron o no murieron en otra situación distinta. Y eso ocurre sin explicación alguna de parte de Dios. Porque conocemos seis de nuestras etapas en lugar de solamente dos, es muchísimo más fácil para nosotros entender la mente de Dios y su plan para nosotros. Por supuesto, ese conocimiento también nos da muchísima más responsabilidad para estudiar ese plan y vivirlo correctamente. Además, el plan de salvación nos da un marco de referencia que puede mejorar grandemente nuestro entendimiento de la vida y de las opciones abiertas en esta maravillosa vida que Dios nos ha dado.
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CAPÍTULO 3 Nuestra vida aquí es una prueba de obediencia
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os dos primeros capítulos nos dieron un bosquejo del plan de salvación. Ahora, entendemos que somos eternos. Sabemos que, en perspectiva, nuestra vida no dura más que unos pocos momentos, entre dos eternidades. Pero, a pesar de ser tan corta, la vida es sumamente importante porque lo que hacemos durante nuestra estadía en esta tierra, determina donde vamos a pasar la siguiente parte de nuestra eternidad: la gloría celestial, la gloria terrestre, o la gloria telestíal. No hay duda alguna que el estar aquí es asunto serio. Si no queremos que nuestra experiencia terrenal nos deje con la mitad (o menos) de la gloria que teníamos antes de venir, tenemos que entender el porqué de las cosas, así como cuáles son nuestras opciones.
NUESTRA PRUEBA TERRENAL ES UNA PRUEBA DE OBEDIENCIA Las escrituras muy claramente nos dicen que nuestra gloria futura depende totalmente de nuestra obediencia a la voluntad de Dios aquí en la tierra. La escritura dice: y con esto los probaremos, para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare. (Abr3:25) El Señor reitera esa conclusión repetidas veces en las escrituras, indicando que las bendiciones aquí en la tierra o en la eternidad, dependen de nuestra obediencia. Dice que si no obedecemos, seremos desarraigados (DyC 56:3), que no tenemos promesa. (DyC 82:10) Y dice que, si él tiene que revocar un mandamiento porque nadie lo obedece, también tiene que revocar la bendición correspondiente. (DyC 58:32) En Doctrina Hormona, el Élder McConkie dice que la obediencia es la primera ley del cielo, la piedra angular sobre la cual toda rectitud y progresión depende, (p. 516) Pero nuestro Padre Celestial sabía desde el comienzo que, al usar nuestro albedrío moral aquí en esta tierra telestial, no íbamos automáticamente a seguir las direcciones de Dios. Al contrario, separados de él por un velo, íbamos a hacer las cosas según nuestro criterio propio, así como al criterio de los demás alrededor nuestro. Así, algunos de nosotros volveríamos a él, otros seguirían al mundo, y los demás seguirían a Satanás. Porque Dios nos conoce, sabe que la mayoría de nosotros no somos muy obedientes. Por eso su Plan de Salvación tenía que incluir un plan de Redención, y un Salvador. Sabía que los que finalmente se redimen por medio de Cristo, son los que alcanzan de verdad, el calibre de los dioses.
EL PECADO ES INEVITABLE, POR ESO, DIOS Y SU HIJO JESUCRISTO HAN ESTABLECIDO EL PLAN DE REDENCIÓN Es Adán el que recibe del Señor, la información que todos nosotros, de niños, caemos en el pecado. Primero, vamos a escribir toda la larga cita en Moisés 6:55-58, y después vamos a analizarla.
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...Por cuanto se conciben tus hijos en (un ambiente de) pecado, de igual manera, cuando empiezan a crecer, el pecado nace en sus corazones, y prueban lo amargo para saber apreciar lo bueno. Y les es concedido discerniré! bien del mal; de modo que, son sus propios agentes, y otra ley y mandamiento te he dado, Enséñalo, pues, a tus hijos, que es preciso que todos los hombres, en todas partes, se arrepientan, o de ninguna manera heredarán el reino de Dios, porque ninguna cosa inmunda puede morar allí, ni morar en su presencia; porque en el lenguaje de Adán, su nombre es Hombre de Santidad, y el nombre de su unigénito es el Hijo del Hombre, sí, Jesucristo, un justo Juez que vendrá en el meridiano délos tiempos. Por tanto, te doy el mandamiento de enseñar estas cosas sin reserva a tus hijos... (Moisés 6:55-58) Al tratar de entender ese pasaje, necesitamos dividir esa larga escritura en dos partes. La primera parte (versículos 55-56) se refiere al hecho que, en el proceso de usar nuestro albedrío moral y aprender a discernir entre el bien y el mal, por necesidad, vamos a experimentar con buenas y malas cosas. En el proceso, cada uno de nosotros vamos a pecar. En este mundo telestial, al crecer, porque nos dieron agencia propia, en el proceso de probar lo amargo, el mal, para así reconocerá lo bueno, el pecado nace en nuestros corazones. Pero, les daré el don de discernimiento para que sean sus propios agentes... (Moisés 6:55-56) Según esa escritura, el pecado es inevitable en el proceso de crecer en este mundo telestial, porque es imposible entender lo bueno sin haber tenido algo de experiencia con lo malo. Parece que, con la excepción de Jesús, eso ocurre a cada ser humano, en cada generación. Por eso Pablo dice, hablando tanto de los Judíos como de los Gentiles: "...todos están bajo pecado... no hay justo, ni aun uno." (Rom 3:9-10) Y también dice: Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. (Rom 3:23) Si todos nosotros, los humanos, vamos a pecar, y si solamente los que son totalmente limpios y sin mancha pueden morar con Dios, necesitamos una solución para volver a Dios. El Señor propone esa solución en la segunda parte de esa misma escritura, debemos enseñar a todos la expiación de Jesucristo y su poder para salvar; o sea, el plan de redención. (Moisés 6:57-58) Por eso, el Señor le da a Adán el mandamiento: Enseña esto a todos los hombres (y mujeres) que todos debemos arrepentimos o de ninguna manera podremos heredare! reino de Dios. La razón es simple: nada inmundo puede morar en la presencia de Dios. (Moisés 6:57-58) Así, el problema es que todos pecamos. Y la solución consiste en enseñarnos mutuamente el plan de redención que nos permite redimirnos y santificarnos por medio del Espíritu y por el poder de Jesucristo. Así seremos purificados y limpios de nuestros pecados y podremos volver a Dios. 27
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EL PLAN DE REDENCIÓN Sabiendo que, a pesar de todos nuestros esfuerzos, nuestros hijos e hijas van a pecar, las escrituras específicamente, nos dicen que debemos enseñarles el plan de redención, la parte más notable del plan de salvación. Aunque muchas veces usamos esos dos conceptos como si fueran uno, existe una distinción importante entre ellos. El plan de salvación es el programa que Dios estableció, antes de la fundación de la tierra, para que nosotros, sus hijos e hijas espirituales, podamos llegar a ser dioses, como él. El plan de redención no se refiere a esos eventos. Se refiere al poder que salva, al poder que nuestro Señor Jesucristo, nuestro Redentor, ganó al cumplir con la voluntad de Dios, y pasar por el sufrimiento insoportable del Getsemaní y de la cruz en el Gólgota. (DyC 19:13-19) Al morir por nosotros, el redentor tiene el derecho y el poder de hacer dos cosas: 1.Incondicionalmente traer la resurrección a cada hombre y mujer que ha vivido en esta tierra. 2.Y condicionalmente, si nos arrepentimos, si nos bautizamos por agua, si recibimos el don del Espíritu Santo (Moisés 6:52) Y si entregamos todo nuestro ser a nuestro Redentor podemos ser purificados y santificados de todo pecado por el Espíritu Santo, y eventualmente ganar la vida eterna (Moisés 6:59; Alma 22:13; 21:9; 34:16;42:13; Morm 9:12) Si nuestro Padre Celestial no hubiera instituido el Plan de Redención desde antes de la fundación del mundo, o si, al último momento, Cristo se hubiera rehusado a hacer el sacrificio expiatorio para todos nosotros, nunca hubiéramos podido volver a Dios. Y nuestra dirección, nuestro destino hubiera sido el vacío para siempre jamás. Podemos ver que la prueba de la vida no es fácil, y muchos de los que vienen a esta tierra no podrán volver a Dios. Pero si no nos salvamos no será culpa de nuestro Padre Celestial o de Cristo. Ellos, con gran amor y gran sacrificio, han establecido un plan perfecto dentro del cual todos tenemos la oportunidad de salvarnos.
NUESTRA PREPARACIÓN EN LA VIDA PRE-MORTAL Porque somos sus hijos e hijas, desde el comienzo, Dios ha cuidado de nosotros. Nos preparó antes de venir aquí a la tierra, con conocimiento y entendimiento, con talentos, dones espirituales, y con misiones y llamamientos específicos.
Somos hijos e hijas de Dios El saber que no fuimos creados al momento de nacer, sino que fuimos primero creados hijos e hijas espirituales de nuestros padres celestiales y que vivimos con ellos por miles de años, nos dice que somos muy especiales. Somos hijos e hijas de dos dioses, y potencialmente, podemos llegar a ser dioses y diosas, como nuestros padres celestiales. Somos dioses en embrión.
Fuimos criados y educados como hijos e hijas de dioses Vivimos por siglos en un mundo celestial, circundados por seres de gloria: dioses y diosas, sacerdotes y sacerdotisas, y ángeles. Allí fuimos criados, encaminados, iniciados, formados, moldeados por todos ellos. Nos enseñaron, por instrucción y por su ejemplo, los valores celestiales, la verdad de todas las cosas, y un comportamiento aceptable a la vista de nuestros padres celestiales. Pero no todos aceptamos esas enseñanzas con la misma seriedad. (Alma 13:4) 28
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En la medida que interiorizamos esas enseñanzas celestiales, haciéndolas nuestras, algo nos quedó. Por eso notamos que, desde muy jóvenes algunos de nuestros hijos e hijas tienen más fe y demuestran más interés en las cosas de Dios que otros. Algunos tienen una tendencia natural hacia el bien mientras que otros no parecen tenerla.
En nuestra vida premortal, adquirimos talentos De la misma manera y por la misma razón, muchos de nosotros hemos desarrollado ciertos talentos en la vida pre-mortal. Algunos son deportistas y ganan todos los premios habidos y por haber. Otros dibujan o pintan cuadros que perduran por siglos. O tocan, arreglan, o componen música divina. O escriben novelas o piezas de teatro inolvidables. O descubren o inventan cosas que revolucionan al mundo. Muchos artistas, inventores y científicos reconocen la ayuda que reciben del más allá. Muchos admiten que sus ideas vienen a su mente, temprano en la mañana, al despertar. Muchos pintores "vieron" lo que deben pintar antes de tomar el pincel en sus manos. Mozart podía escribir música con una pluma, porque no tenía que borrar nada. Y Handel escribió su oratorio, El Mesías, en tres semanas. Es como sí hubieran trabajado en sus obras antes de venir al mundo. Y aquí se acuerdan de lo que hicieron allá, y simplemente lo hacen de nuevo. Nuestros profetas confirman eso cuando nos dicen que los grandes descubrimientos que han ocurrido en estos últimos días, vienen de Dios para preparar la tierra para la Segunda Venida de Cristo. Ciertamente la obra para los muertos y la obra misional no hubieran crecido como lo han hecho sin los tremendos desarrollos en transportación, en comunicación, en el campo de la electrónica, o en la filmación y preservación de documentos. Así nuestro Padre Celestial ha preparado, desde la vida premortal, todas las cosas que deben ocurrir para preparar al mundo para la Segunda Venida de nuestro Señor.
En la vida premortal, ganamos dones espirituales Según las escrituras, todos traemos con nosotros dones del espíritu, ganados antes de nacer, a la medida de nuestro interés en las cosas espirituales que nos enseñaron allá. Con nosotros trajimos la fe que salva, o al menos la fe en los que tienen fe. 0 trajimos la sabiduría que es la habilidad de traducir nuestro conocimiento religioso en actos inteligentes y sabios, en acciones que reflejan nuestro entendimiento del evangelio. 0 tenemos el don de enseñar el evangelio, o un conocimiento más secular, tal vez un entendimiento de la ciencia. 0 traemos el don de sanar o el don de ser sanado. 0 podemos aquí, obrar poderosos milagros, o profetizar. 0 tenemos el don de lenguas, y somos muy buenos con los idiomas, idiomas que podemos usar para diseminar el evangelio entre otros pueblos. 0 tenemos el don de discernimiento, el don de organización, o de administración. Y todos esos dones son para el beneficio nuestro y de la congregación de los santos. (Moro 10:8-19; DyC 46:10-26; 1Cor 12:4-11) Muchas veces nuestros dones son mencionados directamente o indirectamente en nuestras bendiciones patriarcales. Pero todos llevamos dentro de nosotros al menos uno de esos dones espirituales. (1 Cor 12:4-12; Moro 10:9-17; DyC 46:13-26) Así, cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de recobrar los dones espirituales que recibimos durante nuestra vida premortal, bajo la supervisión de seres celestiales. En esta vida, esos dones llegan a ser bendiciones e instrumentos para nuestra salvación y la salvación de toda la comunidad de los santos.
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En la vida premortal, recibimos llamamientos y misiones, con la oportunidad de cumplirlos aquí en la tierra En la vida pre-mortal recibimos llamamientos, oportunidades de servir que nos ayudan a ganar nuestra salvación. Cristo fue llamado allí como el Redentor del Mundo. (Abr 3:27; Moisés 4:2) Líderes fueron escogidos de entre espíritus buenos, antes de que nacieran. (Abr 3:23) Sumos sacerdotes fueron llamados y enseñados desde la fundación del mundo, mucho antes de nacer. (Alma 13:1-7) Nuestra bendición patriarcal nos da nuestro linaje que tantas veces nos dice que nacimos dentro de la Casa de Israel, con el derecho de recibir el evangelio verdadero y de servir en el reino de Dios, aquí en la tierra. Y típicamente también nos da una lista de misiones y llamamientos para los cuales hemos sido preparados en la vida premortal. A menudo, nuestras bendiciones patriarcales nos dan algo de información acerca de nuestra vida premortal. Por ejemplo, hace unos años, un misionero, volviendo de una misión en Australia, reportó en nuestro barrio haber bautizado a una mujer de unos sesenta años. Al recibir su bendición patriarcal, le fue dicho que ella debió de haber sido bautizada cuarenta años antes. Pero el misionero que se había comprometido en bautizarla aquí en la tierra, había decidido no ir a la misión. Por eso ella había tenido que esperar tanto tiempo. Así, en la vida premortal, hemos aceptado llamamientos y misiones. Una vez en la tierra, si buscamos y aceptamos esas responsabilidades y las cumplimos, ayudaremos a que otros se salven. Muchas veces nuestras bendiciones patriarcales nos traen a la memoria lo que prometimos hacer aquí. Y de esa manera podemos ganar de nuevo la gloria que teníamos con nuestro Padre Celestial. Como vemos, mucho depende de como usamos nuestro albedrío.
En esta vida, al nacer y por ocho años, recibimos tres importantes protecciones Al llegar a este mundo, nos encontramos de repente en una esfera telestial, llena de oscuridad y maldad, y en la presencia de las huestes de Satanás. Eso puede hacernos sentir totalmente abandonados, como si estuviéramos en medio de una selva hostil en las Amazonas. Pero de hecho, nuestro Padre Celestial no nos abandona. Nos provee con el Espíritu de Cristo, con ocho años libres de la influencia de Satanás, y con una familia que nos da amor, enseñanzas, y valores.
Al nacer, cada uno de nosotros recibimos el Espíritu de Cristo, su luz y verdad Al nacer, cada hombre (y mujer) recibe el Espíritu de Jesucristo, su luz y verdad. (Juan 1:9; DyC 93:2; 84:45-48) Esa es la misma luz que está en el sol, en la luna, en las estrellas, así como en la tierra. Es la misma luz que ilumina nuestros ojos, la misma luz que vivifica nuestro entendimiento, nuestra alma. Esa luz procede de la presencia de Dios y llena la inmensidad del espacio. Es el poder de Dios y la ley que gobierna todas las cosas, que existe en todas las cosas, y que da vida a todas las cosas. Es el poder de nuestro Dios quien se sienta sobre su trono en el seno de la eternidad, en el centro de su universo. (DyC 88:7-13; 50) Y esa misma luz ilumina nuestra mente y nos llena de gozo. (DyC 11:13) Ese poder tan maravilloso es nuestro, y sirve como nuestra consciencia por tanto tiempo como amamos, escuchamos, respetamos y obedecemos a Dios. Además, el Señor nos protege de nuestro peor enemigo a una edad cuando no sabríamos como 30
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escaparnos.
Hasta los ocho años de edad, el diablo no tiene el derecho o el poder de tentarnos Dios ha decretado que Satanás no tendría el poder de tentar a los niños hasta después que lleguen a la edad de responsabilidad, a los ocho años. (DyC 29:46-47) Esto les da, a todos los habitantes de la tierra, la oportunidad de moldear a sus hijos e hijas sin intervención negativa de parte del adversario. Por todo el mundo, esos ocho primeros años representan el tiempo que nosotros los padres tenemos para enseñar a nuestros hijos e hijas todo lo mejor que tenemos en cuanto a valores, creencias, actitudes, y manera de hacer las cosas. Y ese es el tiempo de hacerlo, porque típicamente esos son los pocos años durante los cuales nuestros hijos e hijas nos quieren complacer, son inocentes, enseñables, y se lo creen todo. Mi querida amiga y mentor, Joyce Harper, solía decir: ¡Esos ocho años son una bendición tan grande! Es como el jugar un partido de fútbol donde nos darían ocho minutos de juego, sin un equipo adversario, sin oposición. Solos en la cancha con nuestros hijos menores, nosotros los padres tenérnosla oportunidad de poner tantos goles, osea, tantospedacitosdeluzy verdad como podamos durante ocho minutos. Cuando finalmente, el otro equipo (el enemigo) entra en la cancha, tenemos tantos goles acumulados, que nadie puede vencernos ya. Qué bien ilustra la posición de nuestros hijos en la vida, si les enseñamos bien desde el principio.
Nacimos dentro de una familia que siente la responsabilidad de cuidarnos y darnos todo lo que necesitamos en la vida La familia ideal fue establecida por el Señor, en el Jardín de Edén. Se compone de un hombre y de una mujer que deben dejar a sus padres, para allegarse uno al otro y llegar a ser uno. La mujer tiene la responsabilidad del hogar. Pero cuando ella, en dolor, da luz a sus hijos, ella tiene la mayor responsabilidad de amamantarlos, de darles amor, de criarlos, de enseñarlos, desde el primer día. El hombre es el proveedor de la casa. Pero sobre todo, porque el propósito más importante de la familia es criar y salvar a sus hijos e hijas, el padre también debe enseñarlos, así como proveer para ellos, protegerlos y presidir, con amor y amistad, sobre un hogar en buen orden. Y los dos, padre y madre, son socios entre sí y con Dios, para manejar los asuntos del hogar, y para enseñar a sus hijos buenos valores, buenas costumbres, y sobre todo, un conocimiento de Dios y fe en él y su plan. Al hacer esas cosas, los padres preparan a sus hijos para una vida adulta responsable ante su Dios, ante su propia familia, ante su comunidad, y su nación, así como para la vida eterna. Así Dios lo ha decretado, porque sin el cuidado paterno, de parte de la madre o del padre, un bebito no puede sobrevivir. Y sin la preparación que los padres pueden dar a sus niños, hijos e hijas adultos no tienen tantas oportunidades de tener una buena vida, en una buena comunidad, y de ganar salvación en el reino de Dios. Según el Señor, cada generación debe tomar responsabilidad por la generación que viene.
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Además, en cada dispensación, nosotros los padres, recibimos el mandamientode enseñar el evangelio a nuestros hijos e hijas Las escrituras nos dicen que debemos enseñar diligentemente a nuestro hijos e hijas, las cosas de Dios. (Deut 6:7) Recibimos el mandamiento de" enseñarles el plan de redención antes de que lleguen a los ocho años. (Moisés 6:57-58; Moroni 8:10; DyC 68:25) También debemos enseñarles luz y. verdad (DyC 93:40,42), por medio de las escrituras. (Mosíah 1:4) Debemos convencerlos a "temer" a Dios (Deut 4:10; Salmos 34:11), y a orar y andar rectamente delante del Señor (DyC 68:28), para que ganen salvación. (Salmos 132:12; 34:11; Alma 13:6) Y debemos enseñarles a amar y servir exclusivamente al Dios verdadero y viviente. En otras palabras, el mensaje que las escrituras nos dan es que nuestros hijos e hijas son muy vulnerables cuando vienen a este mundo. Por eso nuestro Padre Celestial ha establecido mucha protección para que ellos no se pierdan antes de participar en la prueba de la vida. El los provee con una familia que les da amor, experiencias positivas, asi como una oportunidad de sobrevivir físicamente. Les da el Espíritu de Cristo que les ayuda a desarrollar una consciencia. No permite que su mayor enemigo les ataque con sus tentaciones. Pero sobre todo, cuenta con padres justos y positivos para proveer a sus hijos e hijas con mucho amor, y para enseñarles el bien del mal, y lo que el Señor llama el temor de Dios.
Pero tenemos que vencer tres mayores obstáculos para alcanzar salvación A pesar de su divina protección, no es tan fácil volver a nuestro Padre Celestial, porque mucho depende de nosotros mismos. El Señor extiende la mano y la mantiene extendida, pero nosotros tenemos que estirar todo nuestro ser para alcanzarlo a él. Nos da la oportunidad, pero nosotros tenemos que hacer el esfuerzo, orando y obedeciendo para establecer y mantener nuestro contacto con Él. Al menos tres elementos nos ponen en peligro de no encontrar el camino de vuelta a Dios. (1) Satanás y sus ayudantes, desde el comienzo, han declarado ser enemigos de nuestra salvación. (2) Nuestro propio cuerpo de carne y huesos fácilmente nos puede llevar al pecado. (3) La caída de Adán ha establecido un velo entre nuestro Padre Celestial y sus hijos e hijas aquí en la tierra. Y es solamente al usar nuestro albedrío correctamente, que podemos penetrar el velo y encontrar a Cristo.
Satanás y el mundo telestial Satanás se ha jactado de ser el dios de nuestra tierra, y en estos, los últimos días, así parece ser. Sabemos que él está siguiendo aquí la guerra que empezó en los cielos, y esta vez, de verdad que quiere ganar. Usa no solamente a sus huestes, sino que también a los que lo siguen, los telestiales, para perseguir a los justos, engañar a los terrestres, y tentar a todos. Hablando a nuestra generación, Nefi explica que, en estos últimos días, Satanás usa estrategias increíbles para engañar a muchos. El diablo nos dice que podemos comer, beber, y divertirnos, porque, después de todo, mañana moriremos. Nos sosiega, diciéndonos que todo va bien en Sión... mientras nos lleva poco a poco y astutamente al infierno. Nos dice que, si somos algo culpables, tal vez Dios nos dé algunos azotes, pero al final, nos dejará entrar en su reino. Nos inspira a que llamemos a lo bueno malo, y a lo malo bueno. Nos incita a la ira en contra de lo bueno. Nos miente diciendo que Dios ha dado su poder a los hombres, y que ya no necesitamos a un Dios de milagros. Nos convence que ya tenemos toda la información que necesitamos, y no queremos más. Y nos dice que no hay diablo, ni hay infierno, hasta que nos prende en sus terribles cadenas, de las cuales no hay rescate. (2Ne cap. 28) No hay astucia que él no conozca, no hay engaño que él no se atreva a usar, y no hay maña que no haya usado antes. Pero nuestro Señor nos recuerda que la oración tiene el poder de protegernos y salvarnos del enemigo. 32
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Nuestro hombre (y mujer) natural No todo lo malo viene de afuera. Nuestro cuerpo, el premio que recibimos por haber pasado la prueba premortal, también nos da muchos problemas, y muchas veces causa nuestro pecar. Las escrituras nos enseñan que nuestra naturaleza es doble. Tenemos un espíritu etéreo y de origen divino, dentro de un cuerpo terrenal, lleno de necesidades, complejos, y flaquezas muy humanas. Los dos forman el alma. (DyC 88:15) Es a causa del cuerpo que, al nacer los bebitos, por muy ¡nocentes que sean, nos dan a conocer sus necesidades básicas, gritando y pataleando de lo lindo. Gritan cuando tienen hambre o sed. Gritan cuando tienen sueño. Gritan cuando algo les duele. Gritan cuando quieren algo, y gritan cuando ^a no lo quieten. Cuando de pequeños se les permite que hagan lo que se les da la gana, puede parecemos muy gracioso. Pero cuando lo siguen haciendo después de tener ocho años, o quince, o veinticinco, o cuarenta, ya no lo es. Y lo que solía ser gracioso llega a ser inaguantable para nosotros, y para Dios, es pecado. Un mayor problema es que si no aprendemos, temprano en nuestra vida, a controlar a nuestro hombre o mujer natural, no podemos escapar la influencia del diablo, y nos volvemos carnales, sensuales, y diabólicos. (Moisés 5:13; 6:49) Entonces, ni siquiera nuestra familia nos aguanta a menos que nos controlemos. Por eso, la mayoría de nosotros eventualmente aprendemos a controlar algunas de nuestras pasiones infantiles, pero nunca del todo. Por eso también las escrituras nos dicen que todos pecamos (Rom 3:10,23; 7:18) y que toda la humanidad llega a ser carnal, sensual y diabólica, sabiendo lo bueno, pero sujetándose al diablo. (Mos 16:3) De grande, nos es mucho más difícil aprender a controlarnos, porque nunca nos hemos acostumbrado a escuchar a Dios o al Espíritu. (1Cor 2:14; Alma 26:21) Así, sin darnos cuenta, podemos llegar a ser enemigos de Dios (Mos 3:19), metiéndonos en horribles situaciones a causa de celos, contiendas, y disensiones (1Cor 3:3), y trayendo pena a todos, particularmente a nosotros mismos. (Alma 41:11) Y así, no podemos morar con nuestro Padre Celestial. (DyC 67:12) Nuestro Señor no quiere que eso nos pase. Por eso, nos manda que todos aprendamos a refrenarnos y dejar de ofender a otros. (Stg 3 y 4) También, por medio del Rey Benjamín, nos da el proceso de cambiar del hombre natural al hombre espiritual. Debemos aceptar la autoridad del Señor, como un niño sumiso, manso, humilde, paciente, lleno de amor que se somete a sus padres. Cuando, por la expiación de Cristo, podemos, queremos, y estamos dispuestos a someternos a lo que él juzga bueno para nosotros, ya no estamos a la merced de nuestro hombre o mujer natural. (Mos 3:19)
El velo y el albedrío moral La Caída de Adán ha traído a esta tierra, una muerte espiritualY Alma 42:6) o sea, un alejamiento de Dios. (Hel 14:16; D&C 29:41) Dos eventos tomaron lugar, haciendo ese alejamiento más tangible. Primero, geográficamente, nuestro Padre Celestial movió la tierra de una región paradisíaca (o terrestre) a una región telestial, muy muy lejos de Kolob. (Las escrituras confirman ese movimiento, al decirnos que la tierra será retornada a su lugar terrestre a la Segunda Venida. (Isa 13:13; AdeF 1:10)) Segundo, un velo de tinieblas se deslizó entre la tierra y Dios. Ese velo hace que nos olvidemos de nuestra vida anterior, y así, facilita el ejercicio de nuestro albedrío. Por su parte, a través de los siglos, nuestro Padre Celestial muy pocas veces ha intervenido directamente cuando elegimos el mal. De hecho, si Dios nos diera un coscorrón cada vez que hacemos algo mal, muy pocos de nosotros nos atreveríamos a apartarnos de sus vías. Nuestro albedrío sería invalidado, y también nuestra prueba terrenal.
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Es absolutamente necesario, para que el plan trabaje, que mantengamos nuestro albedrío. Así cuando comparezcamos ante Cristo, en el día del juicio, sin duda alguna tendremos que sentirnos claramente responsables por lo que hicimos durante nuestra estadía en esta tierra. (DyC 1091:78) En cambio, recibimos la promesa que si usamos nuestro albedrío para el bien, para quitarnos todo temor y envidia y para humillamos delante de Dios, el velo de tinieblas se rasgará. (DyC 67:10) Y al rasgarse el velo, recibiremos grandes bendiciones de luz y verdad. Nuestro entendimiento se abrirá. (DyC 110:1) Veremos la luz de la gloria de Dios, la maravillosa luz de su bondad, la que trae gozo en nuestra alma, la luz de la vida eterna. (Alma 19:6) Y como el hermano de Jared, podremos ver a Cristo. (Etér 3:6,20; DyC 67:10) Así las escrituras nos dan a conocer tres de los más serios obstáculos a nuestra exaltación: Satanás, nuestro mayor enemigo quien, desde el comienzo ha organizado sus tropas para tentarnos y hacernos caer, uno por uno, en el pecado Nuestro propio hombre o mujer natural quien, a menos que lo controlemos muy temprano en nuestra vida, puede interferir diariamente con nuestros deseos de complacer a nuestro Padre Celestial El velo que ahora nos separa de nuestro Padre Celestial, ha sido absolutamente indispensable para que podamos mantener nuestro albedrío moral. Pero como dice Pablo, ese velo, en esta vida, solamente nos deja ver "por espejo, oscuramente." (1Co 13:12) Y eso nos deja labrando nuestra salvación con temor y temblor ante Dios. (Mormón 9::27)
En conclusión Nuestra prueba terrenal puede ser algo más compleja de lo que generalmente pensamos. Cuando vivíamos como seres celestiales, aparentemente, nuestro espíritu se prestaba a ser tan celestial como nuestros padres. Pero, sin un cuerpo, no podíamos alcanzar un gozo divino. Por eso aceptamos separarnos de nuestros padres, venir a un mundo telestial donde seríamos probados ya que queríamos tener un cuerpo como ellos. El problema es que el cuerpo que nos dan es de esta tierra, y por eso, de naturaleza telestial. Y ese cuerpo puede fácilmente dominar nuestro espíritu y los dos llegar a ser telestiales. Por eso nuestra tarea es que nuestro espíritu gane ascendencia sobre nuestro cuerpo, para presentar, al final de todo, un espíritu y un cuerpo domado y limpio, por medio de la sangre de nuestro Redentor, nuestro Señor Jesucristo. Por nosotros mismos jamás podríamos alcanzar esa meta. Todo se lo debemos a nuestro Señor, que nos ama tanto que sufrió lo indecible y sacrificó su propia vida para redimirnos y glorificarnos, SI reconocemos nuestra total dependencia en él.
Resumen Los dos primeros capítulos revisaron las seis etapas del plan de salvación. Eso nos recordó nuestra vida anterior, la experiencia terrenal por la cual ahora pasamos, así como lo que todavía falta antes de instalarnos para siempre jamás en una de las tres glorias preparadas por nuestro Padre Celestial. En este capítulo, hemos reconocido que, en el proceso de pasar nuestra prueba de obediencia para volver a Dios, tenemos fuertes enemigos, pero también recibimos muchísima protección, y muchísimas 34
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bendiciones. 1. En nuestra vida premortal, ya hemos recibido un cuerpo de fino material, un cuerpo de espíritu, así como una buena preparación con Padres y mentores celestiales: a.una naturaleza de dioses b.crianza y educación dignas de futuros dioses c. talentos divinos y dones espirituales, así como d.llamamientos específicos y misiones que cumplir aquí en la tierra. 2.Al nacer, recibimos tres poderosas protecciones antes de que empiece nuestra prueba: a.El Espíritu de Cristo, tanto tiempo como lo aceptamos, nos guía hacia el bien. b.Le es prohibido a Satanás tentarnos antes de los ocho años de edad. c. Y nos es dada una familia quien nos ayuda a sobrevivir bien nuestros primeros años, y que, esperamos, nos de creencia en Dios y buenos valores 3.Pero también sabemos que el regreso a nuestro Padre Celestial no será fácil porque aquí, al crecer, tenemos tres fuertes enemigos. a.Satanás y sus huestes quienes quieren vencer en su guerra en contra de Dios y de nuestro Señor Jesucristo, a costa de todos nosotros. b.Nuestra naturaleza de hombre y mujer naturales que nos lleva a rebelarnos en contra de las leyes de Dios. Así muchos entre nosotros sucumbiremos. c. Nuestro propio albedrío nos anima a experimentar no solamente con el bien, sino que también con el mal. Sin el plan de redención, sin Cristo, todos nos perderíamos para siempre. En este capítulo, el tercero, hemos tratado de entender el propósito de nuestra vida en esta tierra, nuestra responsabilidad, así como las fuerzas en nuestro favor, y las fuerzas en contra nuestra. El propósito de esta prueba es ver si voluntariamente volvemos a Dios, aceptando el sacrificio de Cristo y obedeciendo no solamente sus mandamientos sino también su voluntad. Al entender esas cosas, nos será más fácil visualizar lo que debemos hacer para pasar nuestra prueba terrenal, y ganar la exaltación.
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CAPÍTULO 4 Tres Estilos de Vida: Lo telestial
A
l tratar de entender el propósito de nuestra vida aquí en la tierra, hemos revisado el plan de salvación y analizado como nosotros los hijos e hijas de Dios, nos ubicamos poco a poco en esta tierra. En el último capítulo, vimos que el proceso de crecer en este planeta caído, no es nada fácil. Vimos como nacimos "¡nocentes." Vimos que nuestros Padres Celestiales nos dieron una preparación fantástica en el mundo pre-mortal. También vimos que Dios, para protegernos del diablo, de nuestro ambiente telestia!, y de la vida en general, nos ha dado, al nacer, el Espíritu de Cristo. Prohibió a Satanás el tentarnos hasta los ocho años. Y nos dio una familia que, esperamos, nos dé protección, amor, buenas enseñanzas, y tal vez hasta nos enseñe el evangelio. A pesar de tantas dádivas y tantas protecciones, también vimos como nuestro mundo telestial, nuestro albedrío moral, Satanás, y sobre todo nuestro hombre (o mujer) natural nos llevan inexorablemente a distintos grados de pecado. Sabiendo eso desde el comienzo, con gran amor, nuestro Padre Celestial estableció el Plan de Redención. Así, nuestro hermano mayor, Jesucristo, vino al meridiano de los tiempos para sacrificar su vida por nosotros, ofreciéndose como sacrificio expiatorio. Ese sacrificio es el evento central del plan de redención, establecido antes de que el mundo fuera, para invitarnos a todos a aceptar a Cristo como nuestro Salvador, y así, volver a nuestro Padre Celestial. En este capítulo, seguimos con nuestro tema, tratando de entender como para muchos, aparentemente, se les hace fácil el hundirse en lo telestial.
TRES ESTILOS DE VIDA: LO TELESTIAL, LO TERRESTRE, LO CELESTIAL Nuestro Señor Jesucristo ha prometido que heredaríamos el reino cuya ley tratamos de vivir aquí (DyC 88:22-24), sea ésa la ley de la gloria telestial, la ley de la gloria terrestre, o la ley de la gloría celestial. Y porque él tiene el poder de redimirnos, nos prometió que, si solamente ganamos una porción de una de esas tres glorías, él nos daría la plenitud. (DyC 88:29-31) Por eso mucho nos conviene entender las condiciones que nos darán entrada a una de esas tres glorías. Nuestro futuro eterno depende enteramente del nivel de ley que deseemos vivir, porque la ley que seleccionemos nos prepara para la gloria donde residiremos el resto de las eternidades. Tenemos tres alternativas.
Vivir la Ley Telestial Podemos elegir el vivir como si no existiera ni Dios, ni ley, simplemente respondiendo emocionalmente a las demandas de nuestro hombre (o mujer) natural, del mundo, y de Satanás. No sentimos la necesidad de tratar de controlar nuestras emociones, nuestras pasiones, o a postergar nuestros apetitos. Así hacemos espontáneamente lo que se nos da la gana, y somos telestiales. Desgraciadamente, si decidimos hacer esas cosas, nos espera la miseria, la soledad, el remordimiento, y la hiél de la amargura. 36
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Vivir la Ley Terrestre Podemos aceptar la influencia del Espíritu de Cristo, y vivir de acuerdo con los Diez Mandamientos y una ley de justicia, de reciprocidad, de imparcialidad, una ley equitativa, una ley de orden, una ley de paz. La bendición prometida al obedecer las leyes del evangelio preparatorio es una bendición de prosperidad, o sea, de multiplicación de bienes, de salud, y de paz. Esas bendiciones que vienen al vivir esa ley son tan visibles, tan claras que nos llevan a fortalecer nuestra fe en Dios, y nuestra obediencia a sus mandamientos. En el proceso, ganamos un testimonio de que es mejor vivir por una ley divina que vivir a la merced de nuestras emociones, del mundo, o de Satanás. Y nos apartamos del mal, de lo telestial. Así nos hacemos terrestres. Vivir la Ley Celestial Una vez que vivimos la ley terrestre, y dejamos atrás todo pecado telestial, podemos empezar a examinar la ley de Cristo, la ley que nuestro Señor enseñó en el Sermón del Monte. Aquí es cuando nos damos cuenta de que no es suficiente cambiar nuestro comportamiento, sino que, más profundamente, también debemos cambiar nuestra mente y nuestro corazón. Luego, por medio del poder del Espíritu Santo, podemos buscar no solamente la palabra de Dios, sino también su voluntad para con nosotros. Y entonces, como Cristo, podemos cumplir no solamente con sus mandamientos, sino que también con su voluntad para con nosotros. Así ganamos los frutos y dones del Espíritu. Eventualmente, al entender que solamente podemos entrar en su gloria celestial si somos limpios de nuestros pecados, desarrollamos gran amor, dependencia, y esperanza en Cristo. Pues comprendemos que sólo por medio de ¡a fe en nuestro Redentor podemos hacer todo lo que nos corresponde hacer para ganar el perdón de nuestros pecados, y obtener purificación, y santificación. Entonces, si perseveramos hasta el fin, llegaremos a ser como Cristo, teniendo su caridad, su constante contacto con Dios, y su perfecta obediencia. Así, llegamos a ser celestiales y podemos heredar la vida eterna. Esta reseña inmediatamente nos dice que la mayor diferencia entre estos tres estilos de vida es el nivel de obediencia: • Los Celestiales obedecen la ley de Cristo, y reciben las bendiciones de salvación y exaltación • Los Terrestres obedecen los Diez Mandamientos y la Ley de Moisés, y reciben las bendiciones de prosperidad • Los Telestlales van por su cuenta y eventualmente reciben la miseria, el remordimiento y la soledad. La Obediencia Celestial y la exaltación Jesucristo fue el único ser que se ha guardado perfecto y sin pecado, todos los días de su vida mortal. Nunca pecó porque, al ser uno con el Padre, nunca hizo nada que no fuera la voluntad de Él. (Lucas 22:42; Juan 5:19; 6:38; 17:4,21; 3Ne 27:13) Por eso pudo servir como sacrificio perfecto y sin mancha, en su acto de redención. Y como las escrituras nos dicen, Cristo resucitó y obtuvo un trono de gloria, a la diestra de nuestro Padre Celestial. Por nosotros mismos no podemos alcanzar ese nivel de obediencia y de perfección. Pero, porque Cristo sacrificó su vida para salvarnos, todos podemos tratar de emular a nuestro Hermano Mayor, obedeciendo a Dios en todas las cosas. Si enfocamos nuestra fe en nuestro Señor, podemos obtener el perdón de nuestros pecados, así como nuestra santificación. Y si perseveramos hasta el fin, podemos ganar exaltación, o sea, la vida eterna. 37
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La Obediencia Terrestre y la prosperidad Por medio de Moisés, el Señor establece el hecho que hay tres bendiciones que vienen a los que obedecen su evangelio preparatorio, o sea, sus Diez Mandamientos (Deut 5:6-21; Exo 20:1-17) y la ley de Moisés. (Lv, Nm, Dt) Esas tres bendiciones son: • Multiplicación de bienes • Salud, y • Paz entre los hombres (Deut 7:12-24; Deut 28:1-14) Los profetas se refieren a esas tres bendiciones, cuando hablan de prosperidad. Según las escrituras, prosperidad es una gran bendición de Dios, una bendición que viene, condicionalmente, basada en nuestra obediencia al evangelio de preparación.
LA PROSPERIDAD ES UNA MARAVILLOSA BENDICIÓN TEMPORAL Es una bendición de Dios, y a nuestro Padre Celestial le complace mucho hacernos prosperar (Sal 35:27; Jer 33:9; Mos 14:10). Viene a los que habitan en nuestra tierra prometida al obedecer sus mandamientos (1 Ne 2:20; 13:15,20; 2Ne 1:98,20; 4:4; Jarom 1:98; Omni 1:6; Mos 1:17;2:22,31; Alma 9:13; 36:1,30; 37:13; 38:1 ;48:15,25; 50:20) • Si somos justos (Hel 3:24-26) • Si servimos a Dios (1 Ne 2:20; Mos 2:31; 25:24; Hel 12:1-2; 3Ne 5:22; DyC 9:13;97:14-18) • Si Sión se perfecciona (DyC 97:14-18) • Cuando somos industriosos (2Cró 14:7; Esd 6:14; 2Ne 5:11; Mos 9:9; 10:5) • Cuando reconocemos que todo bien viene de Dios (Alma 62:49; Hel 4:13) • Y cuando utilizamos la "prosperidad de Cristo" (4Ne 1:23) con sabiduría (Mos 2:36; Alma 1:30), o sea, según las leyes de Dios. Pero la prosperidad no significa que, de repente, el dinero nos va a caer del cielo. La prosperidad viene poco a poco, en la medida que desarrollamos las virtudes de lo terrestre. Eso es, la prosperidad requiere una seria conversión a los valores terrestres demostrados en la ley de Moisés: un gran deseo de trabajar, de progresar, de estudiar, de disciplinarse, y de controlar el hombre o mujer natural. Así ganamos prosperidad, o sea, multiplicación de bienes, salud, y paz. Esa bendición temporal nos trae más bienestar, más comodidad, más facilidades, más tiempo para servir, más tiempo para estudiar, para conocer mejor a Dios. Sobre todo, nos da un sentido de logro, un sentido de que Dios se da cuenta de nuestros esfuerzos, que vela por nosotros, que nos bendice con cosas concretas, que aprueba y quiere recompensarnos por nuestro deseo de complacerlo. Y todo eso nos trae mucha más satisfacción que la pobreza. La mayoría de nosotros hemos tenido la oportunidad de observar ese crecimiento material, educacional, y social en nuestras propias vidas. Y todos podemos observar el tremendo progreso de muchos de nuestros conversos, al verlos cambiar de domingo a domingo.
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LO QUE DEBEMOS BUSCAR SON LAS BENDICIONES DE SALVACIÓN Pero porque la prosperidad solamente es una bendición temporal, y por sí sola, no nos trae salvación, al crecer dentro del evangelio, nuestra responsabilidad es el darnos cuenta que: la prosperidad es solamente una bendición temporal, que requiere completa obediencia a los Diez Mandamientos que también requiere el ayudar a los pobres y si nos trae orgullo, también nos lleva al famoso "ciclo Neflta " de: obediencia —> prosperidad —> orgullo —> descuido de los pobres —> guerra con los tamañitas u otro desastre muy costoso —> arrepentimiento —> obediencia —> Sobre todo, por sisola, no nos trae exaltación. Las escrituras nos advierten que la prosperidad se pierde fácilmente si nos metemos en disensiones (Mos 27:9), si transgredimos leyes (Mos 7:29), si nos rebelamos (DyC 49:4), y sobre todo si nos volvemos orgullosos, nos vestimos con esplendor, y despreciamos a los pobres. (2Ne 26:20; Alma 1:32; Hel 4:11-13; 13:22-28) Y si empezamos a pensar que la prosperidad viene por nuestros propios esfuerzos, si nos olvidamos de nuestro Padre Celestial y de sus mandamientos, nos perderemos dentro de lo telestial. Es obvio que no podemos simplemente quedarnos satisfechos con la bendición de la prosperidad. Llega un punto donde debemos tornarnos a Cristo, a lo Celestial, y buscar bendiciones de salvación.
La falta de obediencia de los telestiales Si el ser justo, puro, y sin mancha es hacer exclusivamente la voluntad de Dios, el ser injusto y pecador es exactamente lo opuesto. • Es no prestar atención a la presencia de Dios en el universo • Es no darse cuenta de su poder, del hecho que somos sus hijos e hijas, y que él ha preparado todo el universo con el propósito de proveernos con la oportunidad de llegar a ser como él • Es el no aprender a controlar nuestras emociones, nuestras pasiones, y vivir para complacer nuestro hombre o mujer natural • Es el no hacer una conexión entre el poder de Dios y nuestro futuro eterno • Es el no interesarse en los principios eternos, las leyes eternas, y los mandamientos eternos que existen, y el no aceptar que podemos aprender a obedecer, y así llegar a ser como Cristo y uno con él y nuestro Padre Celestial. El ignorar a Dios de esa manera es ofensivo a Él, porque nuestro Señor ha dicho: Y en nada ofende el hombre a Dios, ni contra ninguno está encendida su ira, sino contra aquellos que no confiesan su mano en todas las cosas y no obedecen sus mandamientos. (DyC 59:21) El resultado de ignorar el poder de Dios es devastador, porque el hombre (o mujer) que ignora a Dios, no tiene como dominar, y ni siquiera frenar, las pasiones de su hombre natural. Así, los que no se dejan regir por Dios, hacen lo que se les da la gana, lo que, emocionalmente les complace. No tratan de ver las consecuencias que sus actos traen, ni tratan de proteger a otros de esas consecuencias. Por eso hacen tanto daño a todos los que los rodean. Nuestro Señor confirma eso cuando habla de los que se han desviado de sus ordenanzas y han violado su convenio sempiterno, los telestiaíes. Esos, él dice, son los que, En lugar de buscarlo a él, andan por su propio camino. (DyC 1:15-16) 39
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Procuran ser una ley a sí mismos y, por eso, se quedarán en el pecado. (DyC 88:35) Por su propia voluntad se rebelan en contra de Dios. Han sabido los mandamientos de Dios, no quisieron observarlos, y mueren en sus pecados. (Mosíah 15:26) Basado en todo eso, ésta es nuestra definición de lo telestial: El ser telestial es el hacer lo que se nos da la gana, respondiendo a nuestro hombre o mujer natural, sin hacer caso a la voluntad de Dios, y sin preocuparnos del juicio final, o de nuestro futuro eterno. Como vamos a ver, eso de no hacerle caso a Dios y de simplemente hacer lo que se nos da la gana, trae muchos desastres. Ahora vamos a tratar de entender, por medio de las escrituras, no solamente lo que es el vivir una vida telestial, sino también las consecuencias de vivir a ese nivel.
LAS CONSECUENCIAS DE LA VIDA TELESTIAL Los problemas que los telestiales traen a sus vidas y a la sociedad son descritos de una manera magistral por Moisés, por medio de cincuenta y tres versículos dentro del capítulo 28 de Deuteronomio.
Las maldiciones de la desobediencia Moisés nos enseña que las consecuencias de NO obedecer la ley Mosaica, son tres: • • •
Pérdida de bienes Enfermedad y muerte Conflicto y violencia (Deut 28:15-68)
Es que, al no hacerle caso a Dios, perdemos la luz de Cristo, la luz que ilumina nuestros ojos y que vivifica nuestro entendimiento. No pensamos bien. Descuidamos nuestras oportunidades, hacemos decisiones tontas y sin racionalidad o visión, y nos metemos en horribles líos. Al final, para protegernos de las consecuencias de nuestros actos irracionales, muchos recurrimos a la mentira, a la deshonestidad y, si creemos que es necesario, al crimen y a la violencia.
Las maldiciones de la desobediencia a tres diferentes niveles de telestialización A primera vista, esos cincuenta y tres versículos del capítulo 28 de Deuteronomio simplemente parecen repetir tres distintas versiones de las tres maldiciones que Dios manda a los telestiales. Pero de hecho, cada una de estas tres versiones habla de lo que les pasa a los telestiales: 1. cuando son pocos y aislados; (Deut 28:15-28) 2. cuando se han establecido como poderosos grupos; (Deut 28:29-44) 3. cuando una sociedad ha llegado a la madurez de su iniquidad y Dios decreta que debe ser destruida. (Deut 28:45-68) Estos cincuenta y tres versículos, no solamente describen las consecuencias de vivir la vida telestial, sino que también nos proveen con un modelo que describe y explica como la telestialización poco a poco entra en una sociedad... en tres fases.
PRIMERA FASE: CONSECUENCIAS DE LA TELESTIALIZACIÓN INDIVIDUAL La voz de Jehová anuncia que, como consecuencia de no oír su voz y no procurar cumplir todos sus mandamientos y estatutos, estas maldiciones vendrán. (Deut 28:15) 40
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1. Fracaso y falta de multiplicación Maldito serás en la ciudad y en el campo Maldita tu canasta y tu artesa de amasar Maldito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas Maldición de fracaso, quebranto, asombro en todo 2. Enfermedades Sobre la gente: La mortandad hasta que te consuma. Tisis, fiebre, inflamación, ardor. Ulceras, tumores, sarna, comezón incurable. Locura, ceguera, turbación de espíritu Sobre los campos: Calamidad repentina.
Cielos descienden sobre ti.
Añublo (un honguillo parásito).
Sequía. Los cielos de bronce y la tierra de hierro. Polvo y ceniza en lugar de lluvia. 3. Conflicto, y destrucción Serás derrotado delante de tus enemigos. Por un camino saldrás contra ellos, y por siete caminos huirás delante de ellos. Serás maltratado y molestado por todos los reinos de la tierra. Tus cadáveres servirán de comida a toda ave del cielo y fiera de la tierra, y no habrá quien las espante... hasta que seas destruido. La vida de un telestial no es muy divertida. Todas las cosas le salen mal. Sufre muchos fracasos. Va de crisis en crisis. Y cuando tiene peleas con otros telestiales, las cosas se ponen más peligrosas.
SEGUNDA FASE: CONSECUENCIAS DE LA TELESTIALIZACIÓN DE GRANDES GRUPOS Grupos telestiales" resultan cuando los telestiales se organizan (como los ladrones de Gadianton) para robar, oprimir, y cometer injusticias en contra de Jos que se dejan. Muy a menudo, las víctimas también son telestiales, pero no se organizaron. Por eso, no tienen poder. Hoy día, eso es lo que pasa entre los carteles de drogas y los drogadictos, o entre industrias que conspiran y el público. (DyC 89:4) Jehová describe los sufrimientos de los telestiales sin poder, los que sufren bajo el yugo de los telestiales que tienen poder. Dice: «para el desobediente que no se torna a Dios, mediodía será oscuridad. No será prosperado. Será oprimido y robado todos los días, y no habrá quien lo salve. (Deut 28:29)» 1. Robado de su familia y de sus bienes: Te desposarás con mujer y otro varón dormirá con ella Tus hijos e hijas serán entregados cautivos, a otro pueblo Edificarás casa y no habitarás en ella; plantarás viña y no la disfrutarás Tu buey será matado delante de tus ojos, y no comerás de él Tu asno será arrebatado y no te será devuelto Tus ovejas serán dadas a tus enemigos sin rescate El fruto de tu tierra y trabajo será comido por un pueblo que no conociste
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2. Enfermedades vendrán a causa de las penas, y con esas enfer medades vendrán pestes, y plagas, y te encontrarás en un país extraño Serás oprimido y quebrantado todos los día Desfallecerás por tus hijos perdidos todo el día, y no habrá fuerza en tu mano Y enloquecerás a causa de lo que verás con tus ojos Tendrás maligna pústula en las rodillas y en las piernas, desde la plantilla del pie hasta la coronilla, sin posibilidad de ser curado La langosta consumirá tu semilla, tu arboleda, el fruto de tu tierra. El gusano se comerá las uvas, y tu aceituna se caerá 3. Serás oprimido, sin paz, y robado de tu dignidad Serás llevado a nación que no conociste y servirás a dioses ajenos, dioses de palo y piedra Y ahí, serás motivo de horror, y servirás de refrán y de burla. El extranjero que estará en medio de ti se elevará sobre ti muy alto, y tú descen derás muy abajo. El extranjero te prestará a ti y tú no le podrás prestar a él. El será tu cabeza y tú serás la cola. Para el telestial, esta segunda fase es peor que la primera, porque ahora, además de la miseria que trae a sí mismo, también tiene que aguantar las penas que hombres poderosos e injustos imponen sobre él. Y todos nosotros sabemos que los telestiales son expertos en lastimar a otros.
TERCERA FASE: CONSECUENCIA DE LA TELESTIALIZACIÓN DE TODO UN PUEBLO, LA DESTRUCCIÓN La tercera fase viene, como en Sodoma y Gomorra, cuando el Señor no puede hallar a cincuenta, cuarenta, treinta, veinte, o diez justos en toda una ciudad. Todo un pueblo ha dejado de atender a la voz de Jehová, no ha guardado sus mandamientos y estatutos, y ya no sirve a su Dios, a pesar de haber recibido la abundancia de todas las cosas. (Deut 28:45-47) Entonces Jehová manda a enemigos para que sitien las ciudades. 1.
Jehová manda un enemigo que no perdona
El Señor traerá una nación de lejos, del extremo de la tierra, que vuela como águila, una nación cuya lengua no entiendas, gente fiera de rostro, que no tendrá respeto al anciano, ni perdonará al niño. Comerán fruto de tu bestia y de tu tierra, hasta que perezcas Tu ciudad será sitiada y tus fortificaciones caerán Vendrá un hambre devastador, así como sed, desnudez, y falta de todas las cosas. Ese hambre hará que aun los padres más tiernos comerán a sus propios hijos. 2. Vienen plagas que dejan pocos sobrevivientes El Señor aumentará tus plagas y las plagas de tu descendencia. Vendrán enfermedades malignas, duraderas, permanentes, hasta que seas destruido por no obedecer a Jehová. 3. Después vienen constantes conflictos, peligros, temor, y tristeza de alma Servirás a tus enemigos que enviare contra ti Jehová pondrá yugo de hierro sobre tu cuello, hasta destruirte. Entonces, Jehová te dará corazón temeroso, desfallecimiento de ojos, y tristeza de alma. Constantemente en peligro, estarás temeroso de noche y de día, y no tendrás seguridad en tu vida. Con miedo en el corazón estarás amedrentado por lo que verán tus ojos. 42
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Seréis vendidos a vuestros enemigos por esclavos y no habrá quien os compre. Y el Señor concluye: Así como Jehová se gozaba en haceros bien y en multiplicaros, así se gozará Jehová en arruinaros y en destruiros. (Deut 28:63) Cuando un pueblo pierde la fe, pierde la luz, pierde el Espíritu de Cristo, ha madurado tanto en la iniquidad, que ni uno entre ellos, puede volver a Dios. Y cuando un pueblo trae, o profundo dolor o profunda maldad al corazón de los niñitos, entonces ha perdido su razón de existir. Es entonces cuando el Señor permite que un pueblo sea destruido. Nuestro Padre Celestial tiene el poder de parar en seco las iniquidades de un pueblo, mandando en un momento, muchos de ellos al mundo de los espíritus. Allí van al infierno donde les dan tiempo para arrepentirse y pagar por sus propios pecados. (DyC 19:15-18) Y eventualmente, heredarán la gloria más baja de todas, la telestial. Aunque yo, personalmente, he encontrado el vivir entre los telestiales bastante doloroso, no les tengo rencor, simplemente porque me siento bastante bien en el ambiente terrestre. Pero en el futuro, quiero asegurarme de no volver a vivir en un ambiente telestial. Ahora podemos visualizar el modelo sugerido por Moisés en Deuteronomio 28:15-68.
Principio básico y eterno Los que no obedecen a Dios (los telestiales) no multiplican sus bienes, sufren de plagas y pestes, y no tienen paz.
El proceso de telestialización de una nación 1a fase: Los que, individualmente, rechazan la verdad, se hacen telestiales, y pierden las bendiciones de la prosperidad 2a fase: Los telestiales que se organizan en grupos poderosos y ricos, oprimen y abusan de los que no tienen poder. 3a fase: Finalmente, cuando toda una nación se vuelve telestial, viene la destrucción Todos, al morir, van al infierno para pagar por sus propios pecados. Y en el Juicio Final, serán juzgados por Cristo, y colocados en la gloria que les corresponde en base a sus actos aquí en la tierra. Esos principios son básicos, eternos, y universales. Por eso, todo eso suena muy familiar. Todos conocemos a familias encabezadas por individuos telestiales y porque todos los telestiales, por definición, hacen sufrir a otros, hemos observado la pena sufrida por los que dependen de ellos. Todos también hemos conocido buena gente así como mala gente explotada por gente rica, malvada, y telestial. Y hemos leído de naciones enteras que fueron desplazadas o destruidas, porque habían llegado a tal nivel de maldad que el Espíritu de Cristo ya no podía morar entre ellos. La exterminación de los Jareditas y de los Nefitas, son buenos ejemplos de eso. Hoy día, Satanás y sus huestes, andan sueltos por toda la tierra, tratando por última vez de ganar la guerra en contra de Cristo. Por eso se nos hace fácil encontrar, entre las naciones del mundo, ejemplos de las tres fases de lo telestial. 1a. Fase Aquí y allá, hay países que todavía funcionan más o menos bien, aunque muchas familias están viviendo telestialmente. Sus vidas son inestables. Pasan de crisis en crisis. No enseñan buenos 43
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principios de vida a sus hijos. Entre ellos, la inmoralidad, la deshonestidad, y la violencia oculta es común, así como mucho desencanto, sufrimiento, e instabilidad. 2a. Fase En muchos países existen extremos de pobreza y riquezas. Allí, los que no tienen bastante para sobrevivir son oprimidos y robados por los que tienen demasiado y lo usan para el mal. Y los que tienen demasiado dinero y poder, fácilmente puede juntarse para conspirar con otros, para ganar más, o para proteger lo que ya acumularon deshonestamente. 3a. Fase En este mundo, hoy día, existe mucha violencia así como mucha destrucción: masacres entre tribus en Ruanda, entre católicos y protestantes en Irlanda, entre Judíos y Musulmanes en Israel, entre grupos étnicos y religiosos en Serbia, Macedonia, en Indonesia, India, y Pakistán. Y mientras tanto, para llamarnos la atención, el Señor ha prometido mandar a la tierra, terremotos, tempestades, inundaciones, plagas, pestes, guerras y rumores de guerras. Y todo eso ya ha comenzado a nuestro alrededor. Los que nunca aprendieron a dominar su hombre o mujer natural, los que creen en hacer lo que se les de la gana, son los que establecen lo telestial en medio de nosotros. Pero al hacer eso, nadie gana nada, porque como dijo Alma a su hijo Coriantón, los malvados obran en contra de la naturaleza de Dios, y se hallan en un estado contrarío a la naturaleza de la felicidad. (Alma 41:10-13) Y ni pueden ser felices aquí en la tierra, ni pueden ser felices en el más allá.
Resumen En la primera parte de este cuarto capítulo, estudiamos la vida telestial. Basados en las escrituras, encontramos que: 1. El ser telestial es el hacer lo que se nos da la gana sin referirnos a Dios, a sus mandamientos, a su voluntad. 2. Al vivir telestialmente, perdemos la prosperidad, la salud, y la paz 3. Al comienzo, el ser telestial es una preferencia individual. Pero luego, los telestiales se organizan en grupos para oprimir y abusar de los que no tienen poder. Y al final, toda una nación puede volverse telestial y traer la destrucción a todos. De esa manera, los telestiales pierden la posibilidad de ser felices aquí en esta vida así como en la vida venidera, porque allá irán al infierno y al final, a una gloria menor. ¡Y Satanás se regocija!
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CAPÍTULO 5 El Poder y la Grandeza de Dios
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n este libro, hemos revisado el Plan de Salvación. Luego vimos que, al nacer en un mundo telestial, con nuestro albedrío y con nuestro nuevo cuerpo, todos pecamos. Afortunadamente, la Redención de Cristo nos permite volver a Dios, y ganar exaltación. También vimos las consecuencias de vivir una vida telestial: todos los que siguen al hombre natural y a Satanás, se vuelven carnales, sensuales y diabólicos, y sufren una vida de frustración, inseguridad, fracaso, dolor, y eventualmente de destrucción. Sabemos que Cristo dijo que nuestra tierra era la más inicua de todas sus creaciones (Moisés 7:36), porque los hombres fácilmente, y muy a menudo, han aceptado la influencia de Satanás. Y todos conocemos los resultados devastadores de la maldad. Sabemos que Satanás se jacta de reinar en nuestro mundo ¡con sangre y horror! Sólo bajo la influencia de Satanás, pudo el pueblo de Dios rechazar y matar a su propio Dios y Redentor. Sólo así pueden los hombres establecer combinaciones secretas para matar por lucro y aparentemente evitar el castigo. (Moisés 8:22, 28-30; Gen 6:5-6) Solamente Satanás puede traer tal odio, ceguedad, y violencia que naciones se dividan y se maten, como los Jareditas (Éter caps. 14-15) y más tarde los Nefitas y Lamanitas. (Mormon 4:10-12) En nuestra propia generación (DyC 112:23), Satanás puede crear un increíble odio e ira entre hermanos, en lugares como Irlanda, Ruanda, Bosnia, Israel o como entre Musulmanes y el resto del mundo. Y así, miles de personas sufren y mueren por "ideales" que no tienen lugar en el evangelio de Cristo. Sabemos que Dios no acepta tales iniquidades. Sabemos que eventual-mente destruye a los inicuos como lo hizo con el diluvio, y en este continente antes de la visita de Cristo. (3Ne Caps 8-9) Y uno se pregunta: Mientras Satanás, en su rebeldía en contra de Dios, causa tanto desorden, crueldad y violencia ¿qué hace nuestro Padre Celestial para guardar un cierto orden mientras continúa llevando a cabo su meta de traer la inmortalidad y la vida eterna del hombre? En este capítulo, tenemos que admitir el horrible poder que nosotros, los hombres y mujeres de este mundo, hemos dado a nuestro mayor enemigo, Satanás. Y por eso necesitamos escudriñar nuestros libros sagrados para entender los atributos de Dios, particularmente su omnisciencia, que le permite administrar su plan de salvación y guardar su mano en todas las cosas.
EL PODER Y SABIDURÍA DE DIOS Aunque Satanás piensa que tiene todo poder aquí en la tierra, su poder, y su gloria, como Moisés descubre, son como tinieblas en comparación con el poder, la sabiduría, y la gloria deslumbrante de Dios. (Moisés 1:9-15) Dondequiera que la influencia de Dios está, encontramos justicia y amor, luz y verdad, conocimiento y entendimiento, sabiduría y paz, así como un plan perfecto para llevarnos a una eternidad de gozo y exaltación. LOS ATRIBUTOS DE DlOS José Smith, en Discursos sobre la Fe. nos da dos listas de los atributos de nuestro Padre Celestial. En el Tercer Discurso, la primera lista habla del carácter de Dios: 45
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1.Dios era Dios, antes de la creación de esta tierra, y sigue siendo Dios después 2.Dios es misericordioso y lleno de gracia, lento para la ira, grande en bondad, y así es de eternidad en eternidad 3.No cambia, ni hay en él variación. Es el mismo de eternidad en eternidad, y su curso es un giro eterno, sin variación. 4.No puede mentir 5.No hace acepción de personas. En cada nación, el que teme a Dios y obra rectitud, es aceptado por él 6.Dios es amor. (DsF 3:52-53) Entonces, José Smith indica que si no creemos que esos atributos representan el carácter de Dios, no podemos ejercer bastante fe en él para salvarnos. (DsF 3:53-55) En su Cuarto Discurso, José Smith nos da seis atributos más de nuestro Dios: 1.Dios tiene todo conocimiento 2.Tiene fe, o sea, poder, y por medio de ese poder, creó el universo 3.Administra todo en justicia 4.Tiene el poder de juzgar y lo hace en justicia 5.Tiene misericordia. Es clemente y piadoso. Perdona 6.Es un Dios de Verdad, tardo en la ira, grande en misericordia y verdad. Su obra es perfecta y no hay iniquidad en él. De nuevo, José Smith concluye que, al saber, entender, y tener fe en que Dios tiene todos esos atributos, podemos desarrollar la fe en que él nos salvará. 1.Sabiendo que Dios tiene todo conocimiento, sabemos que él nos puede dar el entendimiento suficiente para eventualmente participar en la vida eterna. 2.Al saber que él tiene poder sobre todas las cosas, podemos confiar que él ganará la batalla en contra del mal y que puede salvarnos. Por eso nada tenemos que temer. 3.Al entender que él hace todo en justicia, sabemos que aunque temporalmente existe tanta injusticia en esta tierra, en el reino de Dios siempre seremos tratados justamente. 4.Sabiendo que él tiene el poder de juzgar en justicia, también sabemos que podemos confiar totalmente en su poder de separarnos y protegernos de los inicuos, y de recompensarnos según nuestras obras en esta vida, como lo ha prometido. 5.Con la certeza de su misericordia, sabemos que él reconoce las aflicciones que hemos sufrido aquí en la tierra, y nos envolverá en sus brazos con amor y recibiremos su gloria y su paz. 6.Y sabiendo que él es verdad y veracidad, sabemos que todas las enseñanzas e instrucciones que Dios nos da reflejan principios justos y eternos, y que sus promesas y bendiciones se cumplirán en su debido tiempo. Así, al saber todas esas cosas sobre Dios, podemos confiar en él en todo, y dedicarnos a vivir el tipo de vida que él quiere que tengamos, sabiendo que todo lo que él promete se cumplirá si somos fieles. 46
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(DsF 4:60-66)
EL PLAN DE SALVACIÓN El plan de salvación (Alma 24:14) es el plan total establecido y presentado por nuestro Padre Celestial, en la vida premortal. Ya lo hemos reseñado en los dos primero capítulos de este libro. Ese plan nos da las etapas de nuestro viaje hacia la vida eterna. Ese plan también se ha llamado el misericordioso designio del gran Creador (2Ne 9:6), porque incluye el plan de redención. (Alma 34:9) Juntamente, esos dos planes pueden traer la resurrección y la exaltación. (2Ne 9:6,13) Eso es, los dos planes traen inmortalidad a todos, y la vida eterna a los que buscamos la gracia de Cristo... después de hacer cuanto podamos. (2Ne 25:23) La razón que todo eso funcione tan bien para traer salvación a los hombres y mujeres justos, es porque nuestro Padre Celestial es omnisciente y tiene su mano en todas las cosas. Y en la vida premortal, él organizó a los espíritus buenos para que nacieran en ciertos linajes seleccionados para formar su pueblo aquí en la tierra. Esos linajes son bendecidos con lo que unos han llamado "sangre creyente," y reconocen el evangelio al oírlo. Por eso los miembros de la iglesia son típicamente identificados, por sus bendiciones patriarcales, como miembros de la Casa de Israel. Así lo explica Joseph Fielding Smith en Doctrinas de Salvación (Vol. 3, pp 247-248)
La Omnisciencia de Dios Ahora que ya revisamos el poder de nuestro Padre Celestial, el poder que Satanás cree tener sobre la tierra, resulta ridículo. ¡Es tan obvio que Dios, a través de los siglos, ha mantenido su mano en todas las cosas! De hecho, periódicamente, él ha establecido dispensaciones del evangelio que han traído salvación a millones de sus hijos e hijas. Y ahora, en estos últimos días, ya ha puesto en marcha la culminación de su programa de recogimiento y salvación que no va a parar hasta el Juicio Final.
Dios conoce el fin desde el principio Sabemos que, desde el comienzo de esta tierra, nuestro Padre Celestial ha sabido exactamente lo que iba a pasar hasta el fin. Lo sabemos porque él pudo mostrar una visión panorámica de la historia del mundo a varios profetas, como Enoc, el hermano de Jared, Moisés, Isaías, Nefi, y Juan el Amado. Es al leer las palabras de Nefi relatando su visión, que nos damos cuenta que esa visión panorámica, de hecho fue muy personal, muy específica, y muy real. Cuando Nefi dice que vio a la Virgen con su niño, no vio una imagen, no vio una representación, no vio una efigie. Vio a la madre con el niño que iba a ser nuestro Redentor. Vio al Hijo de Dios entre los hombres, muchos de los cuales se caían a sus pies para adorarlo. Vio en esas escenas como Cristo iba a ser visto, ¡n vivo, siglos más tarde. Por eso, cuando describe el bautismo de Cristo por Juan el Bautista, Nefi Vio el bautismo. De la misma manera, Vio su crucifixión. Vio la gran destrucción antes de la visita de Cristo en nuestro continente. Vio a los apóstoles nefitas seleccionados por Cristo. Vio los violentos conflictos entre los nefitas y los lamanitas. Vio la venida de los Gentiles de Europa a las Americas. Vio como la Biblia y el Libro de Mormón vinieron a los lamanitas, en nuestra generación. Y vio muchas cosas más. (1Ne caps. 11-13) Y las vio tal como fueron vistas, años y siglos después, cuando realmente ocurrieron. En su bondad, nuestro Señor nos dice cómo eso es posible. Dios vive en un globo semejante a un mar de vidrio y fuego, un mar de cristal, un Urim y Tumim. (DyC 130:6-7) Por eso, él puede mirar en el piso de su oficina y ver todas las cosas pasadas, presentes y futuras, que están continuamente delante de él. Y por eso, sus profetas conocen la mente de Dios, y saben el porvenir de esta tierra. Por supuesto que nosotros, ahora, no sabemos precisamente cómo todo eso trabaja. Pero sí sabemos 47
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que un Dios que puede dirigir la creación de universos, el balanceo de planetas alrededor de un sol, y la construcción de un cuerpo humano con todos sus maravillosos sistemas, también puede producir imágenes de cosas que todavía no han existido pero que sí, tomarán lugar. Después de todo nosotros, meros humanos que somos, al recibir su inspiración, podemos ir a la luna. Podemos ver y oír al instante lo que está pasando en Afganistán, sentados en nuestro sillón en nuestra propia casa. Podemos reemplazar un corazón, unos ríñones, pulmones y otros órganos de nuestro cuerpo indispensables pero dañados. Podemos, por medio del milagro de lo electrónico calcular cosas en un momento, cosas que a mano tomarían toda una vida para calcular. Podemos obtener toda la información de todas las bibliotecas del mundo, diagnosticar una enfermedad, identificar el sexo de un bebito todavía en el vientre de su madre, reparar una válvula en el corazón de un niño que todavía no ha nacido, identificar al padre de una criatura o a un criminal, o hacer muchos otros milagros que consideramos hoy, parte de la vida. Muchas escrituras nos dicen que Dios lo sabe todo. (2Ne 2:24; 9:20; Morm 8:17; DyC 127:2) Sabe todas las cosas que vendrán. (PdeM 1:7) Hasta sabe todos nuestros pensamientos y las intenciones de nuestro corazón. (Alma 18:32; DyC 6:16) Por supuesto que ahora no entendemos exactamente cómo trabaja el Urim y Tumim. Pero eventualmente, al ganar nuestra exaltación, también viviremos en un Urim y Tumim, un globo como un mar de cristal, y recibiremos una piedrecita blanca que nos dará a conocer todas las cosas de Dios. (DyC 130:7-10) Y eso, solamente será como una televisión para nosotros.
El saberlo todo por adelantado, le permite a Dios planear y tener una mano en todas las cosas Tal vez alguien diga: "Pues, si Dios sabe de antemano lo que nos va a pasar ¿qué de nuestro albedrío?" ¡La contestación es simple! El hecho que nuestro Padre Celestial sabe todo lo que vamos a hacer en nuestra vida, de ninguna manera puede afectar lo que nosotros hacemos, mientras nosotros mismos no tengamos ninguna idea de cómo va ser nuestro futuro. Así, nuestra agencia no está de ninguna manera violada. En cambio, el saberlo todo, lo pasado, y lo futuro, permite que nuestro Padre Celestial tenga su mano en todas las cosas. Un interesante tema en el Libro de Mormón nos da una idea de cómo trabaja eso. Por ejemplo, Nefi escribe dos historias de su pueblo: una historia secular, otra religiosa... por un sabio propósito, desconocido en su tiempo. Todos hemos oído de las 116 páginas del manuscrito de la primera parte del Libro de Mormón que se perdieron en las manos de Martin Harris. (DyC secciones 3 y 10) José Smith, bastante dependiente de la ayuda económica de Martin Harris, despreció el consejo del Señor, y "temió al hombre más que a Dios." (DyC 3:7) Y esas páginas se perdieron, quedando en las manos de enemigos de Dios. Pero nuestro Padre Celestial, con su Urim y Tumim, sabía siglos antes, la mala decisión que José Smith iba a hacer ese día. Obviamente, esa mala decisión hubiera podido arruinar totalmente el plan de Dios y su nueva dispensación. Por eso, en su sabiduría, nuestro Señor resolvió ese problema, muy por adelantado, revelando su voluntad a tres de sus profetas: Nefi, Mormón, y José Smith: A Nefi: 1.Por inspiración, Nefi escribe su propio libro, comenzando con las palabras: "Yo, Nefi, nací de buenos padres..." 2.En esas planchas, las planchas menores, Nefi escribe lo que sabe puede persuadir a los hombres a 48
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que vengan a Cristo, para que ganen salvación. (1Ne 6:3-6) 3.Un poco más tarde, Nefi nos informa que en las planchas mayores va a escribir la historia secular de su pueblo, mientras que en las planchas menores (los primeros seis libros en nuestro presente Libro de Mormon), va a escribir una relación de su ministerio a su pueblo, para un sabio propósito. Porque aunque Nefi no sabe exactamente porque Dios le pide que escriba dos distintos registros, imagina que la razón de las segundas planchas es para que las obras futuras del Señor se realicen. (1Ne 9:2-6) A Mormon: 4.A Mormon, el Señor le pide que haga un compendio de las planchas mayores de Nefi. A esas planchas, Moroni agrega su compendio de las planchas de Éter. 5.Cuando Mormon está trabajando en el compendio de las planchas mayores, encuentra, entre los registros, las planchas menores de Nefi. Las lee y se da cuenta de su valor espiritual, y está muy complacido con ellas. El Espíritu del Señor lo inspira a poner esas planchas con su propio compendio. Y agrega que hace esto para un sabio propósito, inspirado por el Señor que sabe todas las cosas. (PdeM 1:3-7) A José Smith: 6.Más o menos un mes después de que José Smith pierde las 116 páginas del manuscrito del Libro de Mormon, el profeta recibe de vuelta las planchas del compendio de Mormon. Con esas planchas, también recibe las planchas menores de Nefi. Al mismo tiempo, el profeta recibe la Sección 10 de Doctrina y Convenios, con las siguientes instrucciones: Satanás inspiró a hombres inicuos para quese robaran las i 16páginas, y quecambiaran unas palabras aquí y allá, para atraparte con la traducción. Por eso, no traduzcas de nuevo lo que perdiste. En lugar de eso, sigue traduciendo el compendio de Mormon, empezando con el reinado del rey Benjamín, o sea el libro de Mosíah. Después, traduce las planchas (menores) de Nefi y ponías al comienzo del libro, para reemplazar las 116páginas perdidas. (DyC 10:23-43) El resultado de todo eso es que los primeros seis libros del Libro de Mormon (las planchas menores) son aun más instructivas espiritualmente que las páginas robadas. De esa manera, cuando Dios arregla las cosas, nadie pierde, todos ganan... con la excepción de los malvados.
Con nuestros limones, Dios hace limonada Lili, una de nuestras tres hijas enseña este concepto. Dice que muchas veces, como débiles humanos que somos, "metemos la pata" y por causa nuestra, la salvación de otros se pone en peligro. Cuando esto ocurre, nosotros dejamos atrás "limones" ácidos, limones que podrían causar muchos desastres. Pero, como se puede ver en las escrituras, nuestro Señor recoge esos limones y hace limonada con ellos. Entonces, por medio de la sabiduría de nuestro Dios, todo se repara, porque lo que podría haber causado un tropiezo, llega a ser una prueba que ayuda a muchos, a alcanzar la salvación. En las escrituras, eso ocurre muchas veces. Por ejemplo, 1.Satanás tienta a Adán y Eva, y comen el fruto prohibido... el Señor los echa del jardín para que vivan en la tierra telestial. Tienen progenie y todos los hijos e hijas espirituales son probados para que muchos alcancen la vida eterna. 2.José, el hijo favorito de Jacob y Raquel, es vendido por sus hermanos, y es llevado a Egipto. Pasa muchos años como esclavo y en prisión, pero salva a todo Israel de perecer por hambre. Y cuando Israel sale de Egipto, ya no son doce hermanos que no se quieren mucho. Son un pueblo, un pueblo más 49
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unido y más identificado entre sí y con el Señor. 3.Una banda Lamanita ataca a los Anti-nefi-lehitas y empieza a matarlos. Sin resistir, mil cinco de los conversos de Ammón y de sus hermanos, se dejan matar, hasta que los corazones de los Lamanitas se ablandan y se arrepienten. Ese día, se convierten más al evangelio, que los que fueron muertos. Al final de todo, los que murieron obtuvieron felicidad en el reino de los muertos, sabiendo que han ganado la exaltación. Y los que se convirtieron son felices porque tienen ahora la esperanza de ganar la exaltación. (Alma, cap. 24) 4.Las 0\ei Tribus apostatan ^ so o'\eráen pov el norte... Peto el Señor nace que parte de la tribu de Efraín se quede atrás y se mezcle con los gentiles, para bendecirlos. Así, los gentiles, con sangre creyente en sus venas, están más preparados para aceptar la influencia del Espíritu Santo, servir al Señor, y abrir la última dispensación. 5. José Smith pierde las 116 primeras páginas del Libro de Mormon... y en su lugar, recibimos los libros de Nefi, Jacob, Enós, Jarom, y Omni. Con esos libros, recibimos más luz y verdad de lo que hubiéramos recibido por medio de las 116 páginas originales. Y existen muchos más casos de esos en las escrituras. ¿Cómo podemos dudar el tremendo poder de nuestro Padre Celestial? Y todo eso Dios hace para cumplir con la meta que Él, Cristo, y el Espíritu Santo tienen en común. Los tres quieren que el Plan de Salvación funcione bien, con el fin de llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna de todos nosotros, sus hijos e hijas.
Las profecías nos dan una idea de lo que Dios va a hacer en los últimos días Estudiando las maravillosas profecías que tenemos concerniente al fin del mundo, vemos el inimaginable poder que Dios ejerce en nuestro mundo para preparar esta tierra para el futuro Milenio. Para destruir a los malvados, el clima cambia, terremotos, huracanes, tornados y otros desastres ocurren más a menudo. Plagas y pestes aparecen, desaparecen, y vuelven. Guerras y rumores de guerra se multiplican. Las aguas se vuelven peligrosas. Y muchos más cambios están viniendo. Nuestro Padre Celestial cambiará la posición de nuestra tierra en el universo, y eliminará su naturaleza telestial, haciendo de ella, un paraíso. Juntará los continentes de nuevo. Secará los mares y hará que los desiertos se llenen de fuentes de agua y de vegetación. Atará a Satanás por mil años. Introducirá una nueva población celestial y terrestre. Establecerá su paz en este mundo, por medio de su Hijo Jesucristo y de un gobierno mundial de justicia y amor, bajo el sacerdocio de Melquisedec. Mientras tanto, muchos en el mundo ignoran las señales de los tiempos, y todas esas profecías. Muchos rechazan la idea de un Dios, y otros piensan que Dios se ha muerto. Muchos dudan, muchos lo ignoran. Muchos dicen que creen en él, pero de hecho, no le hacen caso. Muchos prefieren las ¡deas de Satanás a las ideas de Dios. Y solamente unos cuantos lo conocen y tratan de hacer su voluntad. Es obvio que nuestro Padre Celestial no gobierna como los hombres lo hacen. El respeta el albedrio moral que nos ha permitido retener aquí en la tierra. Ese albedrio es el poder que se nos dio, de escoger la libertad y la vida eterna, o la cautividad y la muerte. (2Ne 2:15-16) Es la libertad de elegir a Dios o a Satanás, al bien o al mal, al plan de salvación o al plan de destrucción. En estos, los últimos días ¿decidiremos seguir a Dios, o seguiremos al mundo y a Satanás? O ¿seguiremos a Dios y haremos todas las cosas que el Señor nos mande? ¿Haremos y guardaremos convenios con él, esos convenios que, uno por uno, nos llevan primero a un estilo de vida terrestre, y 50
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luego a una vida celestial? Si lo hacemos, podemos volver a Dios, y morar con él, en su reino. Aunque el mundo en general no se da cuenta de la sabiduría y del poder de Dios, nosotros los que creemos, los que obedecemos, sabemos que la victoria será de él. Y se nos hace fácil creer que, dentro del desorden creado por Satanás, nuestro Padre Celestial guarda su mano en todas las cosas. (DyC 59:21)
LA TRINIDAD Nuestro Padre Celestial, Elohim, tiene un poder enorme de salvar. Y no trabaja solo. Tiene dos consejeros. Él, con Jesucristo y el Espíritu Santo, forman nuestra Primera Presidencia eterna. Dios el Padre es el gobernante supremo del universo. Es omnipotente y omnisciente. Todos nosotros, los humanos, somos sus hijos e hijas espirituales. Él es quien diseñó el plan de salvación, el plan que nos da la posibilidad de llegar a ser dioses como él. Y él es el que administra ese plan por medio de su hijo Jesucristo. El Padre ha delegado su poder a su Hijo y, por eso, las escrituras nos dicen que su presencia entre nosotros, con unas pocas excepciones (Hech 7:55:56), se limita a introducir a su Hijo, nuestro Redentor. (Mateo 3:17,17:5; Juan 12:28-29; 3Ne 11:3-7; DyC 76:20,23; JS-H 1:17) Jesucristo es el Creador dt nuestro universo así como de una innumerable cantidad de otros mundos. (Moisés 1:32-33) Es el Dios de nuestra tierra, es quien, desde el comienzo, ha implementado el plan de salvación. Es quien habla a nuestros profetas, el que dirige cada dispensación por medio del Sacerdocio de Melquisedec. El fue el Gran Jehová del Antiguo Testamento. (DyC 110:2-4; 76:1) Fue Jesús, el Hijo Unigénito de Dios, que ministró tres años entre los hombres. Al fin de esos tres años, cumplió con su mayor llamamiento, como el sacrificio sin mancha, Redentor y Salvador que nos trae a todos la inmortalidad y la posibilidad de la vida eterna. Él sufrió el dolor de todos nuestros pecados en el jardín de Getsemaní y en dolor e ignominia sobre la cruz. Por eso él posee el poder de sanar y de salvar a todos los que tienen completa fe en él, como Enós. (Enós 1:2-8) Ahora su trono está a la derecha de Dios el Padre. De allí él, un ser resucitado, sigue dirigiendo todos los asuntos de nuestra tierra. Y es el que intercede por nosotros con nuestro Padre Celestial. El Espíritu Santo, en estos últimos días, tiene una responsabilidad muy personal para con nosotros. Su trabajo ahora consiste de influenciarnos y prepararnos para aceptar el poder de salvar que posee Cristo. El Espíritu Santo es el santificados el que nos instruye en la verdad y toca nuestro corazón. Su influencia nos cambia del hombre y mujer natural al hombre y mujer espiritual y nos limpia de nuestros pecados, preparándonos para morar de nuevo con nuestro Padre Celestial. Los tres trabajan juntos en perfecta armonía, para lograr el mismo propósito: nuestra salvación. (GEE, Trinidad, p. 205-206) Estoy muy agradecida a mi madre por haberme guiado a conocer a mi Padre Celestial muy temprano en mi vida, como un personaje importante pero cariñoso, interesado en mí, y mi bienestar, capaz de mucho amor y atención. Fue mucho más tarde, que me di cuenta que ese mismo Dios que me ama y a quien amo, es también omnipotente y omnisciente, gobierna y juzga mundos, estableció el plan de salvación, y tiene su mano en todas las cosas en todo el universo. Y me agrada saber que, a pesar de conocer, ahora, su increíble grandeza, mi primera impresión de que él y yo gozamos de una relación de amor no se ha aminorado en nada. Y ahora no se me hace nada extraño que podría alabarlo y adorarlo con admiración... con lágrimas de amor y gratitud corriendo en mis mejillas. Y eso se debe a que mi Mamá, cuando yo era muy joven, me enseñó que a cualquier momento que yo me sintiera con necesidad de amor, de apoyo, o de ayuda concreta, podía orar a Dios y él me haría sentir bien y me ayudaría. 51
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Sabiendo que eso era posible, al crecer, cada vez que me metí en "camisa de once varas," oraba desesperadamente, pidiendo un favor que, pensaba, me podría salvar la vida. No eran cosas muy graves, pero de niño, ¡todo nos parece tan importante! Tal vez se me había olvidado una tarea. No podía solucionar un problema matemático. No había estudiado para un examen. 0 se me había perdido un libro. 0 tal vez me sentía totalmente sola porque una amiga se sentía ofendida conmigo. 0 mi papá que no quería verme "perder el tiempo," me agarraba leyendo una novela. ¡En tantas ocasiones yo sentí el amor de Dios y su protección! Pronto aprendí a hablarle a él muy personalmente, de mis penas, de mis enojos, de mis resentimientos. Y siempre sentí que él me tenía amor y simpatía. Cuando me sentía aislada de todos, sentía que existía todo un mundo del otro lado, un mundo donde, por alguna razón, personas divinas me tenían aprecio, cariño, y amor, un mundo poblado de ángeles que me cuidaban. Y es el saber eso que me hace apreciar aun más la grandeza de Dios, de Cristo, y del Espíritu Santo. Y es sobre ese primer testimonio que edifiqué testimonios adicionales: un testimonio de la iglesia, un testimonio de mi Señor Jesucristo que sólo él puede salvarme, así como un testimonio del Espíritu Santo que puede cambiar mi corazón, mi alma.
El Padre e Hijo son uno en todo Muchas escrituras afirman que: Nuestro Padre Celestial y nuestro Señor Jesucristo son uno en todo. Cristo, hablando de sus discípulos a su Padre, dice: Para que sean uno, así como nosotros somos uno (Juan 17:21-23; 10) • Como yo soy uno en el Padre, como el Padre es uno en mí, para que seamos uno (DyC 35:2) • El Padre y yo somos uno. Yo soy en el Padre y el Padre en mí (DyC 50:43) Tienen una unión única entre ios dos: • Cristo es de Dios (DyC 76:59) • Estuve en el principio con el Padre, y soy el Primogénito (DyC 93:21) Los dos hicieron, hacen, y harán muchas cosas juntos: • Aunque llamamos a Jesús el creador (Moisés 3:5), sabemos, por medio de las escrituras y de las enseñanzas que recibimos en el templo, que Dios el Padre dirigió la creación y que Cristo implemento el trabajo. • Sabemos que durante su vida Cristo no hizo nada sino la voluntad de su Padre. • Y sabemos que los eventos de los últimos días son todos planeados por nuestro Padre Celestial porque él (con Jesús) es el único que sabe el tiempo y la hora de la Segunda Venida. Los dos establecieron el evangelio sobre la tierra: • Bajo la dirección del Padre, Cristo ha establecido cada una de las dispensaciones del evangelio entre el pueblo de Dios. Y a menudo, Dios ha presentado a Cristo a sus profetas. Presentan el evangelio como de los tres: • La doctrina de Cristo, la única y verdadera doctrina del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (2Ne 31:21) 52
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• Y seremos juzgados ante el tribunal de Cristo el Hijo, y Dios el Padre, y el Santo Espíritu, que son un Eterno Dios (Alma 11:44) • Además, José Smith habla claramente de la estrecha unión que existe entre los miembros de la Deidad: • Y estos tres constituyen la Deidad y son Uno. El Padre y el Hijo poseyendo la misma mente, la misma sabiduría, gloria, poder y plenitud llenando todo en todo. El Hijo estando lleno de la plenitud, de la mente, gloria y poder, o en otras palabras, del espíritu, gloria y poder del Padre, poseyendo todo conocimiento y gloria y el mismo reino, sentado a la mano derecha del poder, en la expresa imagen y semejanza del Padre, mediado entre los hombres, estando lleno con la plenitud de la mente del Padre o, en otras palabras, del espíritu del Padre... (Discursos sobre la Fe, p. 70) • Y José Smith sigue enseñándonos que si nosotros somos obedientes, también podemos tener UNA mente con la Deidad y parecemos a ellos en todo: en imagen y semejanza, con una plenitud de gloria. (Discursos sobre la Fe, págs 70-71)
Ni Cristo, ni los profetas diferencian mucho entre Cristo y Dios el Padre Sabemos que Jesucristo es el Hijo Unigénito. Y también sabemos que desde el comienzo, ha sido Cristo quien ha inspirado o dictado las escrituras a los profetas. Por eso es algo sorprendente que las palabras, "Mi Hijo Unigénito, "aparezcan unas cincuenta veces en las escrituras, (según el programa de computadora en Inglés) ¿Cómo es posible que Cristo se llame a sí mismo: "A//Hijo Unigénito?" Eso ha llamado la atención de unos cuantos estudiantes de las escrituras. Algunos se sintieron confusos por eso. Otros hicieron preguntas. Y aun otros escudriñaron las escrituras y confirmaron lo que nuestros profetas ya habían concluido: Cristo y Dios son uno. Por eso, a menudo, Cristo habla como si Dios hubiera hablado. Eso confirma lo que, en vida, Cristo dijo, orando a Dios por sus discípulos: "todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío." (Juan 17:10) No solamente eso, sino que también nos acostumbra a visualizar la Trinidad como tres personajes que se consideran uno. Así encontramos unas escrituras que muy claramente demuestran que Cristo habla con la voz de Dios el Padre, y habla de sí mismo como "mi Hijo Unigénito." Por ejemplo: 1.Cristo empieza a dictar esa revelación a José Smith (DyC 29:1), termina hablando de los niños pequeños que son redimidos desde la fundación del mundo "mediante mi Unigénito."'(DyC 29:46) 2.Dios el Señor, o sea Cristo el que está a cargo de declarar el plan de redención, menciona la "redención mediante la fe en el nombre de mi Hijo Unigénito." (DyC 29:42) 3.Así dice el Señor; yo soy Dios, y he mandado a mi Unigénito Hijo al mundo para la redención del mundo. (DyC 49:5) 4.Hablando del Sacerdocio de Melquisedec, el Señor explica que ese sacerdocio es "según el orden de mi Hijo Unigénito." (DyC 124:123) 5.El Señor le dice a Enoc (Moisés 7:60) que, en los últimos días, él hará brotar la verdad de la tierra para testificar de "Mi Unigénito. "(Moisés 7:62) Algunos de los profetas parecen entender ese principio de ser uno tan bien, que tampoco hacen una gran diferencia entre los nombres de Cristo y del Padre Eterno. 1.En Ammoníah, Amulek batalla con Zeezrom y le dice: Sí, el Hijo de Dios es el mismo Padre Eterno del cielo, la tierra, y todas las cosas que en ellos hay... y vendrá al mundo para redimir a su 53
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pueblo. (Alma 11:38-40) 2.Abinadí también llama a nuestro Redentor el Padre y el Hijo: el Padre porque fue concebido por el poder de Dios, pero también el Hijo, por haber venido al mundo en carne. Y concluye que Cristo es un Dios, el Padre Eterno del cielo y de la tierra. (Mos 15:2-4) 3.Y Cristo mismo se llama a sí mismo: el Padre y el Hijo. (Éter 3:14) Obviamente, no existe ninguna clase de celos entre los miembros de la Trinidad. Por eso, Isaías llama al Hijo de Dios "Padre Eterno," (Isaías 9:6), un nombre por el cual nuestro Padre Celestial es bien conocido. Y cuando Juan transcribe la oración de Cristo por sus discípulos, nos da a conocer no solamente la tierna unidad que existe entre Cristo y nuestro Padre Celestial, sino también su deseo de que todos nosotros podamos llegar a obtener esa unidad con ellos: Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos... y guárdalos (mis discípulos) en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. (Juan 17:9-10) Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloría que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. (Juan 17:20-23) En esa perfección de amor y unidad, ninguno de los tres miembros de la Trinidad está en la defensiva. Ninguno de ellos se preocupa de quien dijo que, o quien debe ganar crédito por eso o aquello. Los tres hablan uno por el otro sin pensarlo dos veces, porque trabajan juntos para gobernar y salvar a tantos como desean volver a Dios. Y parece que eso también se extiende a ángeles, quienes también son uno con Dios y con Cristo. En el tiempo de los Jueces, un ángel visitó a Israel, y como si fuera Jehová, les habló en la primera persona, de haber sacado al pueblo de Israel de Egipto. (Jueces 2:1-4) No es sorprendente que todo eso ha traído confusión a ciertas iglesias Cristianas. Pero a nosotros, no nos confunde porque sabemos que muchos de nuestros profetas han visto a Dios el Padre y a Cristo (Hech 7:55; JS-H 1:17), así como a Dios el Padre, a Cristo, y al Espíritu Santo. (Mateo 3:16-17; Marco 1:10-11 ¡Lucas 3:22)
DIOS, CRISTO, Y EL ESPÍRITU SANTO EJERCEN SU PODER DE SALVAR POR MEDIO DEL SACERDOCIO DE MELQUISEDEC Para entender la importancia del Sacerdocio de Melquisedec, ayuda el recordar la historia de Moisés cuando subió al Monte de Sinaí, para conversar con el Señor cara a cara, y recibir de él las tablas de piedra con los Diez Mandamientos. (Ex 31:18) Desafortunadamente, cuando Moisés se demora, el pueblo de Israel requiere de Aarón un becerro de oro para adorarlo. (Éx 32:1-6) Al bajar de la montaña, Moisés ve la maldad de su pueblo. Su reacción es un terrible y justificado enojo, y quiebra las tablas. (Éx 32:19) Más tarde, Jehová instruye a Moisés. El profeta tiene que preparar dos nuevas tablas de piedra, para que el Señor escriba en ellas las mismas palabras de la ley que estaban escritas en las primeras... pero con una importante diferencia: el Señor les ha quitado el derecho al sacerdocio de Melquisedec. (Ex 34:1; TJS Éx 34:1 -2) Esa pérdida tiene consecuencias cruciales y eternas. En nuestra dispensación, nuestro 54
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Señor Jesucristo, explica esas consecuencias al diferenciar entre los dos sacerdocios: El sacerdocio menor, o sea el Sacerdocio de Aarón Tiene la llave del ministerio de ángeles y del evangelio preparatorio El evangelio del arrepentimiento, del bautismo, y de la remisión de pecados, y La ley de los mandamientos carnales (DyC 84:26-27) El sacerdocio mayor, o sea el Sacerdocio de Melquisedec Administra el evangelio Posee la llave de los misterios del reino, la llave del conocimiento de Dios En sus ordenanzas se manifiesta el poder de la divinidad Sin esas ordenanzas, ningún hombre puede ver la faz de Dios... y vivir (DyC 84:19-22) Por eso en la dispensación de Moisés, aunque los profetas (quienes poseen el Sacerdocio de Melquisedec) diligentemente tratan de santificar a su pueblo, Israel nunca puede ver la faz de Dios o entrar en su reposo, o sea la plenitud de su gloria. Y eso es porque al endurecer sus corazones, Jehová les quito el sacerdocio de Melquisedec, y sin ese sacerdocio, no pueden resistir su presencia. (DyC 84:23-25) En nuestra dispensación, tenemos la maravillosa oportunidad de pertenecer a la iglesia de Jesucristo en su plenitud. En estos, los últimos días, nuestra iglesia es administrada por el Sacerdocio de Melquisedec. Así, todos nosotros tenemos la oportunidad de participar en las ordenanzas del Sacerdocio de Melquisedec y de eventualmente ver la faz de Dios, o sea, de ganar la vida eterna. En nuestra dispensación, todos los hombres pueden poseer y bendecirnos a todos con el poder y la autoridad del sacerdocio de Melquisedec. Con ese poder, el trabajo de salvación puede tomar lugar entre todos los miembros. Templos pueden ser edificados, Y en ellos todos podemos aprender los misterios y la mente de Dios, así como el poder de la divinidad, preparándonos a todos para ver la faz de Dios, y vivir, y introduciéndonos a la vida celestial.
Resumen En el capítulo anterior, vimos el poder que Satanás tiene sobre los hombres para llevarlos al mal y a la destrucción. En este capítulo, hemos tratado de entender lo opuesto: el Poder y la Grandeza de Dios, la unidad de la trinidad, y el poder que los tres comparten para traernos inmortalidad y la vida eterna. Primero. Dios es perfecto y poderoso. Podemos contar con él en todo. Desde el comienzo nuestro Padre Celestial ha establecido el plan de salvación, con el propósito de traer inmortalidad y vida eterna a sus hijos e hijas espirituales, tratando de hacerlos, como él, dioses y diosas. Segundo. La omnisciencia de Dios es lo que le permite tener su mano en todas las cosas. Porque él sabe todo anticipadamente, le permite organizar las cosas para que sus fines se lleven a cabo. Por ejemplo, aunque José Smith se equivocó al perder las 116 páginas del Libro de Mormón, todo se arregló porque Dios supo siglos antes de que eso pasaría, y pudo arreglar las cosas para que todo saliera bien. Eso indica que Dios puede arreglar nuestros errores con anticipación, y sin que nada de sus planes 55
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se pierda. Ahora esta arreglando las cosas para que el Fin del mundo salga como él lo planeó. Tercero. La Trinidad, Dios el Padre, Cristo, y el Espíritu Santo forman nuestra presidencia eterna. Dios es el creador del plan. Cristo es el creador de muchos mundos, incluyendo el nuestro. Y es el Redentor. El Espíritu Santo es el santificador, el que nos cambia el corazón y nos limpia de nuestros pecados. Los tres son tan unidos, que intercambian nombres porque ninguno de los tres buscan reconocimiento por lo que cada uno hace, para llevar a cabo la meta que comparten: el de salvarnos. Cuarto. El Sacerdocio Aarónico se preocupa principalmente de asuntos temporales. En cambio, el Sacerdocio de Melquisedec provee la estructura y la organización de la Iglesia de Cristo, y así, muchas oportunidades de ganar la exaltación. Es ese sacerdocio el que administra el evangelio, y facilita el conocer la mente y los misterios de Dios, el poder de la divinidad. Por medio de sus ordenanzas, el pueblo de Dios, al hacer convenios, puede conocer los misterios de Dios y ganar exaltación. En el próximo capítulo, vamos a estudiar todo lo que hace el Espíritu Santo para facilitar nuestra exaltación.
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CAPÍTULO 6 El Poder del Espiritu Santo
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l vivir en un mundo telestial, muchos en la tierra se han olvidado del poder de Dios. Por eso, en el capítulo 5, escudriñamos las escrituras que testifican que nuestro Padre Celestial nunca ha abdicado su poder sobre la tierra. Vimos como Dios, siendo omnisciente, tiene su mano en todas las cosas y, con su tremendo poder, está llevando a cabo su meta de salvar a todos los que tienen el deseo de volver a él. Vimos que nuestro Padre Celestial reina, junto con Jesús el Cristo, y el Espíritu Santo, en una primera presidencia eterna, tan unida que los tres son uno en todo, sin hacer ninguna diferencia entre uno y el otro. Finalmente, vimos como Dios ha organizado a su pueblo por medio del Sacerdocio de Melquisedec, con el propósito de perfeccionarnos, para que podamos llegar a ver la faz de Dios. Además de su propio poder, nuestro Padre Celestial tiene el poder de sus dos consejeros. Cristo, como Dios de nuestra tierra, está administrando el plan de salvación aquí, usando el poder que nuestro Padre comparte con él. Además, Cristo ha ganado, al morir por nosotros, el poder de salvar. Esto lo estudiaremos en otro volumen. En este capítulo, vamos a estudiar la extraordinaria influencia que el Espíritu Santo ejerce entre y sobre nosotros en estos últimos días. De los tres miembros de nuestra presidencia eterna, es él el que tiene mayor contacto personal con cada uno de nosotros. La meta de los tres es el prepararnos para entrar no solamente en el reino Celestial, sino que también, a la vida eterna.
LA HISTORIA DE LAS DIEZ VÍRGENES Jesús contó, en el meridiano de los tiempos, la parábola de ¡as Diez Vírgenes quienes salieron a esperar al esposo. Cinco eran prudentes. Ho solamente llenaron su lámpara, sino que también llenaron una vasija adicional con aceite, por si el esposo tardaba en venir. Las otras cinco eran insensatas y desprevenidas. Al demorarse el esposo, éstas tuvieron que ir a comprar más aceite. Pero al volver, encontraron que se habían perdido las bodas. La puerta ya se había cerrado. (Mateo 25:1-13) En nuestra dispensación, el Señor se refiere a esa misma parábola, y explica que el aceite que las cinco vírgenes prudentes trajeron con elias (aceite que no pueden compartir), es el Santo Espíritu que han tomado por guía en sus vidas. Y como saben cómo vivir según el Espíritu Santo, no serán engañadas y no serán taladas y echadas al fuego, cuando llegue la Segunda Venida. Aguantarán y sobrevivirán el día. Recibirán la tierra como herencia, y seguirán viviendo durante el Milenio, teniendo hijos e hijas que crecerán sin pecado. Y todos obtendrán salvación. (DyC 45:56-58) Esa parábola es una profecía. Anuncia que, cuando viene Cristo en su Segunda Venida, solamente la mitad de los miembros fieles de nuestra iglesia estarán listos para recibir al Cristo. Aquí, Jesús no está hablando de miembros inactivos, ni siquiera de miembros semi-activos. Esos miembros fieles asisten a la iglesia cada domingo, saben que Cristo viene, y su mira está en la Segunda Venida del Señor. Sin embargo, si tomamos esa advertencia seriamente, más de la mitad de nosotros que estamos en la capilla cada domingo, no estaremos preparados para la Segunda Venida, porque no nos hemos acostumbrado a depender del Espíritu. Ya que nuestra salvación depende de nuestra dependencia en el Espíritu Santo, en este capítulo, 57
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vamos a escudriñar las escrituras para entender lo que debemos hacer para obtener el compañerismo constante del Espíritu.
El Espíritu Santo tiene el poder de cambiar nuestra mente y nuestro corazón, y traernos a la vida eterna El Espíritu Santo es el tercer miembro de la Trinidad, y es uno con el Padre y el Hijo. No tiene un cuerpo de carne y huesos. Es un personaje de espíritu. De otra manera, no podría morar dentro de nosotros. (DyC 130:22-23) Su misión es el traer información a nuestra mente y a nuestro corazón; el influenciarnos a hacer lo bueno, y a creer en Jesucristo. Pero, el Espíritu Santo trabaja de dos distintas maneras entre los hijos e hijas de nuestro Padre Celestial. Con los que no han recibido el evangelio, no se han arrepentido, no se han bautizado, y por eso no han recibido el don del Espíritu Santo, el Espíritu puede mandar luz y verdad o influenciarlos de alguna manera... y entonces retirarse de ellos. Por otra parte, todos los que se arrepienten de sus pecados, aceptan el evangelio, y son bautizados con autoridad, tienen la oportunidad de obtener el Don del Espíritu Santo. Entonces también tienen el derecho a las bendiciones de salvación. La misión del Espíritu Santo entre los Gentiles Durante su visita a los Nefitas, Cristo mencionó que él no se manifestaría personalmente a los Gentiles. (3Ne 15:23) Sin embargo dijo que, por medio del Espíritu Santo, recibirían conocimiento (3Ne 16:4), una creencia en Dios y Cristo (3Ne 16:6), y el evangelio. (3Ne 16:7; 21:2-6) Es decir que todas las familias de la tierra serían bendecidas por Cristo, a través del Espíritu Santo. (3Ne 20:27) Y así fue desde el comienzo de la era Cristiana, entre los Gentiles. Históricamente sabemos que, en varios lugares del mundo, buenos hombres, influenciados por el Espíritu Santo, trajeron más luz a la sociedad donde vivieron. Las escrituras también nos dicen que el Espíritu de Dios ha estado influenciando a los Gentiles, recientemente así como por siglos. Por ejemplo Nefi, en su visión panorámica del mundo, vio la influencia del Espíritu de Dios ayudar a Colón a cruzar las aguas y descubrir América. (1 Ne 13:12) Vio a ese mismo Espíritu que obraba sobre otros gentiles para que salieran de la cautividad y la persecución religiosa en Europa, y vinieran a establecerse en nuestro continente. (1 Ne 13:6,13) Vio que el Espíritu de Dios estaba con los Gentiles que habían venido a las Américas, y así, prosperaron. (1 Ne 13:1416) Más tarde, esos nuevos Americanos fueron ayudados a ganar sus guerras de independencia. (1 Ne 13:17-19) Y Nefi vio que esos gentiles estudiaban la Biblia y que por eso prosperaron. (1 Ne 13:20-25) Y vio que a través de ellos, el evangelio iba a venir. (1Ne 14:7) Las escrituras modernas también nos dicen que la Constitución Norteamericana fue inspirada por el Señor para preservar los derechos y la protección de toda carne (DyC 101:77), y permitir el establecimiento de nuestra iglesia allí. Más recientemente, las autoridades generales de nuestra iglesia, de vez en cuando en sus discursos, mencionan que es el Espíritu Santo el que ha inspirado los grandes adelantos de la ciencia y de la tecnología de este y del siglo pasado. Ciertamente ese progreso ha ayudado muchísimo la obra del Señor, creando nuevos medios de transporte, nuevos medios de comunicación, nuevos medios de guardar datos.
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LA MISIÓN DEL ESPÍRITU SANTO ENTRE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS, O SEA LA CASA DE ISRAEL Entre la Casa de Israel, en nuestra dispensación, la misión principal del Espíritu Santo es el preparar a los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días, para la Vida Eterna, haciéndolos seres celestiales, aun dioses y diosas. El DON del Espíritu Santo se confiere a los que se arrepienten de sus pecados y se bautizan. (DsF 5:61) Por eso, al salir de las aguas bautismales, un hombre que posee el poder y autoridad del sacerdocio de Melquisedec, impone sus manos sobre la cabeza del nuevo miembro para conferirle el DON del Espíritu Santo. Aun así, típicamente el Espíritu Santo no nos viene automáticamente. De hecho, como bien sabemos, nada en el evangelio nos viene sin esfuerzo propio. Por eso, la ordenación incluye el mandamiento: "¡Recibe el Espíritu Santo!" Nosotros mismos tenemos que prepararnos para que se quede con nosotros, porque el Espíritu Santo no puede morar donde hay pecados, malas acciones, malos pensamientos, malos sentimientos. El propósito de recibir el don del Espíritu Santo es que, eventualmente, él pueda permanecer con nosotros, como nuestro compañero constante (DyC 121:46), y que seamos bautizados por fuego y el Espíritu Santo. (DyC 20:41) Cuando eso ocurre, tenemos el derecho a la entrada al reino Celestial. Pero tenemos que ganar el derecho de recibir esas bendiciones de salvación. Una hermosa escritura nos dice cómo lo podemos ganar, y aunque la escritura se dirige a los que tienen el sacerdocio, seguro que también se dirige a todas las mujeres que quieren hacerse dignas de su presencia constante. Deja también que tus entrañas se llenen de caridad para con todos los hombres, y para con los de la familia de la fe, y deja que la virtud engalane tus pensamientos incesantemente, entonces tu confianza se fortalecerá en la presencia de Dios;y la doctrina del sacerdocio destilará sobre tu alma como rocío del cielo. El Espíritu Santo será A/compañero constante, y tu cetro, un cetro inmutable dejusticia y de verdad; y tu dominio será un dominio eterno, y sin ser competido fluirá hacia ti para siempre jamás. (DyC 121:45-46) El élder McConkie nos da una lista de lo que el Espíritu Santo puede llegar a ser para nosotros: nuestro Consolador nuestro Testificador nuestro Revelador nuestro Santificador nuestro Sellador, o sea, el Santo Espíritu de la Promesa. (Doctrina Mormona, p. 261) Después de estudiar esos cinco llamamientos del Espíritu Santo, podemos ver que, en nuestra dispensación, esa lista demarca paso a paso, nuestra senda hacia la salvación. El compendio presentado en seguida, resume las bendiciones de salvación que podemos ganar en el proceso de obtener la compañía constante del tercer miembro de nuestra Presidencia Eterna.
EL ESPÍRITU SANTO El Espíritu Santo nos prepara, por medio de sus ministraciones como: Consolador - a conocer y compartir el evangelio de Cristo Testificador - a tener un testimonio de Dios y de Cristo Revelador - a recibir revelaciones para nuestra mayordomía Como Santificador, el Espíritu Santo también nos prepara, por medio de sus ministraciones, para 59
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obtener: un cambio de corazón el nacer de nuevo el bautismo por fuego y el Espíritu Santo la purificación y limpieza de nuestros pecados la santificación, o sea, la entrada a la Gloria Celestial Como el Santo Espíritu de la Promesa nos ayuda a perseverar hasta el fin nos da la Palabra profética más segura (revelación al profeta) hace nuestra vocación y elección segura (una ordenanza) O sea, entrada a la Vida Eterna Entonces, Jesucristo ministra como nuestro Segundo Consolador En este capítulo, vamos a estudiar el proceso de alcanzar la santificación. Dejaremos el segundo nivel a la exaltación, el Espíritu Santo como el Santo Espíritu de la Promesa, para un futuro volumen. Ahora, afrontamos un dilema. Podríamos terminar este capítulo aquí, y tal vez algunos lectores estarían satisfechos. Nos damos cuenta que no todos tienen mucho tiempo para entrar en tantos detalles y tantas referencias. Otros quieren algunos detalles, pero encuentran que es pesado y aburrido para ellos el proceso de leer cuando están constantemente interrumpidos por tantos detalles y tantas referencias a las escrituras. No queremos que se desalienten. Unos lectores tal vez estarían satisfechos reconcentrándose en los títulos y sub-títulos, además de un vistazo aquí y allá... para pronto pasar al capítulo siguiente. Otros lectores quieren tener más detalles, pero francamente las referencias a las escrituras interrumpen, y les molesta. Pero concentrándose un poco, es posible saltar toda letra más pequeña, para no perder el hilo de la narración. El resto de este capítulo francamente ha sido escrito para personas que quieren estudiar ese tema con mucho cuidado. Ellos son los que quieren no solamente los detalles, sino que también quieren saber donde esos detalles se encuentran en las escrituras, para estudiarlas a fondo. Esperamos que esos estudiantes de las escrituras estén satisfechos con este esfuerzo, y que se deleiten en las palabras de Cristo. (2Ne 31:20; 32:3)
El Espíritu Santo como Consolador, Testificado, y Revelador Como Consolador, Testificador, y Revelador, el Espíritu Santo influencia nuestra mente y nuestro corazón. Y en el proceso, ganamos gran conocimiento del evangelio, de la mente de Dios, y de sus misterios. (DyC 6:7) Nuestra fe en Cristo, nuestra dependencia en Dios, y nuestro amor y confianza en el Espíritu Santo nos han hecho crecer tanto, que nos sentimos muy agradecidos y con mucha más fe en Dios y en el evangelio. Nuestra interacción con los tres ha cambiado. Es mucho más personal y de confianza, más llena de amor.
Como Consolador El Espíritu Santo es el Primer Consolador (EPJS, págs 177-178; Doctrina Mormona, "Consolador"), el que nos ministra a todos nosotros, los miembros de la iglesia, después de recibir el don del Espíritu Santo. Por supuesto, el Consolador nos trae consuelo. Pero más a menudo las escrituras 60
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mencionan que el Consolador nos enseña la verdad y nos ayuda a comunicar a otros el conocimiento que obtenemos de él. El Primer Consolador sabe (DyC 35:19) y nos enseña todas las cosas • Nos enseña la verdad (DyC 50:14), y todas las cosas que son necesarias, para ganar salvación. (DyC 75:10; 124:97) • Nos recuerda ese conocimiento (Juan 14:26) • Nos dice el camino que debemos seguir (DyC 79:2; 75:27) y lo que debemos hacer. (DyC 31:11) • Nos explica y aclara las revelaciones de Dios, sus mandamientos (DyC 28:1), las escrituras (DyC 24:5), y los misterios del reino. (1Ne 10:17-19; DyC 90:14) • Nos enseña las cosas apacibles del reino (DyC 36:2; 39:6), y nos llena de esperanza y de amor perfecto. (Moroni 8:26) • Ya medida que aprendemos las cosas de Dios, el Consolador nos ayuda • A predicar con convicción, por el Espíritu (DyC 28:4; 50:17; 124:97) • Nos dice lo que debemos decir (DyC 124:97) • Nos da la habilidad de convencer a otros (DyC 28:1), de acuerdo con la voluntad de Dios. (DyC 42:16) • Nos inspira y ayuda a escribir las cosas de Dios. (DyC 47:4) • Al enseñarnos el evangelio, el Espíritu Santo cambia nuestra mente y nuestro corazón, y nos trae a Cristo. • En caso de que alguien pregunte, el Segundo Consoladora nuestro Señor Jesucristo (EPJS, Págs. 178-179; DyC 20:77; 3Ne 32:6; Doctrina Mormona, "Segundo Consolador") el que ministra a los que ya han obtenido su vocación y elección. (EPJS, p. 178; DyC 88:3-4)
Como consolador El Espíritu Santo nos instruye y nos moldea 1. nos enseña la verdad de las cosas nos ayuda a entender la mente de Dios los misterios del reino las cosas apacibles del reino nos dice lo que debemos hacer nos prepara con esperanza en Cristo, y con candad 2. nos ayuda a compartir nuestro conocimiento nos ayuda a salvar a otros enseñando, convenciendo, convirtiendo Asi, nuestra mente y nuestro corazón cambian y nos traen a Cristo Como Testificador • El Espíritu Santo inscribe nuestro testimonio en nuestros corazones. • Y porque el Espíritu Santo es uno con Dios y Cristo (DsF 5:60; DyC 42:17), • Testifica de Dios el Padre y de Dios el Hijo. (2Ne 31:18; 3Ne 28:11; DyC 42:17;90:11; Éter12:41) • Testifica a los Gentiles (3Ne 16:6) que Jesús fue crucificado por los pecados del mundo, para la remisión de pecados de todos los de corazón contrito. (DyC 21:9; 90;11) • Nosotros, al recibir ese testimonio del Espíritu Santo, también seremos testigos del Señor. (Hech 1:8; 5:32)
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Como Testificador El Espíritu Santo: testifica a nuestra mente y testifica a nuestro corazón Así nos convertimos de verdad
Como Revelador El Profeta José Smith afirma la necesidad de la revelación, diciendo que sin revelación, ningún pueblo tiene los oráculos de Dios. Y sin los oráculos de Dios, ningún pueblo es de Dios. (EPJS p. 333) También nos dice: "Ningún hombre puede recibir el Espíritu Santo sin recibir revelaciones. El Espíritu Santo es un revelador." (EPJS, p. 405) Así es. Las revelaciones vienen por medio del Espíritu Santo, dándonos conocimiento de Dios. (EPJS p. 162) Sin embargo, porque el reino de Dios es un reino de orden, solamente el profeta recibe revelaciones para toda la iglesia. Las revelaciones de Dios se han dado a los profetas, videntes, y reveladores, desde el comienzo y para siempre. (Mos 8:16-17; DyC 107:91-92; 125; DyC Declaración Oficial 2) Las revelaciones de Dios para toda la Iglesia deben venir por medio de la Presidencia. (EPJS p. 130) En cambio, por medio del Espíritu Santo, todos nosotros podemos recibir: Un conocimiento de Dios (EPJS p. 162) El espíritu de profecía y el espíritu de revelación (Alma 9:21) profecías (Juan 16:13), dones espirituales (3Ne 29:6), y revelaciones del Señor (DyC 20:35) Es muy significativo lo que Moisés dijo, "Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta" (Núm 11:29), porque cuando dejamos que el Espíritu Santo nos inspire, ¡todo anda tan bien! Pero las revelaciones personales solamente pueden aplicarse a las mayordomías que nos son dadas. Todos podemos y, de hecho, deberíamos recibir revelaciones para nuestra propia mayordomía. El presidente de estaca debe recibir revelaciones para su estaca. Un obispo debe recibir revelaciones para su barrio. El presidente de un quorum debe recibir revelaciones para su quorum. El maestro de una clase en la Escuela Dominical debe recibir revelaciones para su clase. Y por supuesto, un padre y una madre deben recibir revelaciones para su familia. También podemos y deberíamos recibir revelaciones personales para aclarar, confirmar y darnos un testimonio de la verdad, dentro del evangelio Los misioneros sugieren a sus conversos, que pidan a Dios la confirmación de que el Libro de Mormón es de Dios. (Moro 10:4) El Espíritu Santo revela con el sólo fin de glorificar a Cristo. Por eso al leer las escrituras, es bueno orar y guardar nuestra mente abierta, no dudando nada, para entender más profundamente las palabras de Cristo. También todos nosotros podemos recibir una confirmación de cualquier aspecto del evangelio, sea la Palabra de Sabiduría, la ley del diezmo, las ofrendas, o la necesidad de asistir a las tres reuniones los domingos. Una confirmación personal puede crear dentro de nosotros un cometido que nos ayude en nuestra obediencia. Pero también nos recuerda las palabras del Señor cuando nos dice: "...no pretendáis aconsejar a vuestro Dios." (DyC 22) Pero ese principio de revelación tiene que ser usado con prudencia. Debemos saber que no tenemos el derecho a ese poder si estamos pecando o si somos rebeldes. Tampoco es prudente pedir revelaciones 62
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que ya se han recibido por medio de los profetas. (EPJS p. 20) Sobre todo, no es propio usar lo sagrado para incitar contenciones (Mos 18:21) que dividen a los Santos. (DyC 10:63)
Como Revelador El Espíritu Santo, al darnos revelaciones y profecías personales • nos hace establecer un diálogo con Dios • nos trae más éxito en nuestras mayordomías • nos hace más sumisos, más humildes • ya no nos atrevemos a desobedecerle o a no hacerle caso Y así establecemos una relación con Dios, mucho más similar a la relación que Cristo siempre ha tenido con nuestro Padre Celestial. Así todos nosotros, los miembros, necesitamos orar por la influencia del Espíritu Santo en nuestras vidas. Por medio del Consolador, podemos ganar más conocimiento y entendimiento de los principios del evangelio, principios que salvan. Al mismo tiempo, ganamos más interés en compartir esos principios, para que otros también se salven. Por medio del Testificador, nuestro testimonio de la obra de Cristo puede llevarnos a la fe que salva. Y por medio del Revelador, podemos ganar confianza en nuestra habilidad de comunicarnos con nuestro Padre Celestial, de dejarnos guiar por él, de tener más éxito con nuestras mayordomías, de guardarnos sumisos, humildes, y obedientes. Y todo eso nos lleva a saber que Dios, Cristo, y el Espíritu Santo nos aman y que desean nuestra salvación.
El Espíritu Santo Como Santificador Como santificador, el Espíritu Santo nos cambia totalmente, anticipando nuestra entrada en la Gloria Celestial. Como santificador, su llamamiento es el cambiarnos, limpiarnos, y sanarnos. Eso es, cambiar, limpiar, y sanar nuestra mente, nuestro corazón, nuestro espíritu, nuestro cuerpo, nuestros valores, nuestras tradiciones falsas, nuestros complejos, nuestra alma. Ese tipo de cambio es lo que el Señor llama el santificarnos "por el Espíritu para la renovación de (nuestros) cuerpos." (DyC 84:33) Y eso, el Espíritu Santo lo puede hacer por el poder que Cristo ganó al morir sobre la cruz, su poder de sanar, su poder de salvar. Cuando los profetas hablan de santificación, notamos que consistentemente incluyen cuatro conceptos adicionales: •Cambio de corazón •Nacer de nuevo •Bautismo por fuego y el Espíritu Santo •Purificación y limpieza de nuestros pecados Estos cuatro conceptos simplemente describen cuatro diferentes aspectos del mismo proceso de la santificación, un proceso que nos trae la limpieza de nuestros pecados para que podamos entrar sin mancha en la gloria celestial. No parece que vienen en un orden determinado. Mas bien, las escrituras indican que los cuatro (o cinco si incluimos la palabra "santificación") están conectados: • la purificación con la santificación (3Ne 27:20) • el nacer otra vez con la purificación, la santificación, y la salvación. (Moisés 6:59) • la santificación con la purificación, con un cambio de corazón, y con el reposo del Señor. (Alma 13:12) • un cambio de corazón con el nacer espiritualmente de Dios, y la purificación. (Alma 5:12-15) • el cambio de corazón con el nacer de nuevo. (Mos 5:7) • la santificación con la purificación, y al fin, el descanso de Dios. (Moisés 7:48) 63
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En base de esas escrituras, aceptamos que el cambio de corazón, el nacer de nuevo, el bautismo por fuego y el Espíritu Santo, así como la purificación, son pasos requeridos en el proceso de ganar la santificación. Ahora los estudiaremos uno por uno.
Cambio de corazón El cambio de corazón requiere conocimiento, fe, y obediencia. Según las escrituras, obtendremos un cambio de corazón si: Ganamos conocimiento y entendimiento de la verdad, reconocemos las inicuas tradiciones de nuestros padres, tenemos fe en las escrituras, las profecías, y demostramos fe y arrepentimiento. (Hel 15:7) Ejercemos nuestra fe en la redención. Así recibimos la imagen de Dios en nuestros rostros. (Alma 5:12-15) Hacemos un convenio de obediencia con Dios, y demostramos fe en el nombre de Cristo. (Nos 5:5-7) Al obtener un cambio de corazón somos más perfectos Nos humillamos y ponemos nuestra confianza en Dios (Alma 5:13) Ya no tenemos más disposición de obrar mal (Mos 5:2; Alma 19:33) Deseamos cantar la canción del amor que redime (Alma 5:26) Recibimos la imagen de Dios en nuestros rostros (Alma 5:14)
Al cambiar nuestro corazón el Espíritu Santo requiere de nosotros más conocimiento y entendimiento de la verdad más fe y arrepentimiento y más obediencia. Entonces.seremos más humildes y tendremos más confianza en Dios ya no tendremos disposición de obrar mal y tendremos más amor Así seremos más como Cristo.
El nacer de nuevo Jesús dijo que no podemos entrar en el reino de Dios sin nacer de nuevo. El nacer de nuevo es absolutamente necesario para entrar en el reino de Dios, Jesús dijo a Nicodemo. (Juan 3:3) El nacer de nuevo requiere arrepentimiento, fe, y ser justo. El nacer de nuevo requiere el arrepentirse (Alma 5:49), tener fe en el cordero (Alma 7:14), así como la aprobación de Dios. (1Pe 1:23) Al nacer de nuevo, ya no somos carnales. Somos purificados y santificados, podemos entrar en el reino celestial, y llamarnos hijos e hijas de Dios Al nacer de nuevo, somos cambiados de un estado carnal y caído a un estado de rectitud, somos redimidos por Dios, sus hijos e hijas. (Mos 27:25) Somos purificados por la sangre del Unigénito y santificados de todo pecado. (Moisés 6:59) Y podemos entrar en el reino de Dios, el reino de los cielos. (Juan 3:5-6; Alma 7:14)
Para nacer de nuevo el Espíritu Santo requiere de nosotros el arrepentimiento, fe en Cristo, y la aprobación de Dios Entonces, somos rectos, redimidos por Dios somos cambiados de un estado carnal y caído somos purificados por medio de la Redención de Cristo podemos entrar en el Reino Celestial No podemos entrar en el Reino Celestial sin nacer de nuevo
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EL BAUTISMO POR FUEGO Y EL ESPÍRITU SANTO El bautismo de fuego y del Espíritu Santo viene después de bautizarnos por agua, después de ganar humildad, y después de demostrar obediencia. El bautismo de fuego y del Espíritu Santo viene después del bautismo por agua. (Mateo 3:11; Lucas 3:16; DyC 33:11; 39:6) Al tener un corazón quebrantado y un espíritu contrito. (3Ne 9:20) Y después de demostrar nuestra resolución de guardar los mandamientos de Dios. (2Ne 31:14) Después de ser bautizados por fuego, somos vivificados por dentro, y nuestros pecados son perdonados. Entonces somos hijos e hijas de Dios, uno con él, llenos del Espíritu Santo, y hablamos la lengua de ángeles. Al recibir el bautismo por fuego, somos vivificados en el hombre (o mujer) interior. Si somos hombres, pertenecemos al orden del sacerdocio de Melquisedec. Y todos somos uno con Dios, así como hijos e hijas de Dios. (Moisés 6:66-68) El bautismo por fuego y el Espíritu Santo nos trae la remisión de nuestros pecados (Éter 12:14; DyC 19:31), y nos llena. (3Ne 19:13) Llenos del Espíritu Santo y de fuego, podemos recibir conocimiento, y hablar la lengua de ángeles. (3Ne 19:13-14) Y en ese lenguaje, podemos alabar al Santo de Israel. (2Ne 31:13-14)
Al recibir el bautismo por ruego El Espíritu Santo requiere de nosotros. Haber sido bautizado por agua y recibido el Don del Espíritu Santo, el tener un corazón quebrantado y un espíritu contrito el demostrar nuestra resolución de guardar los mandamientos Entonces, somos vivificados de muy adentro recibimos la remisión de nuestros pecados somos llenos del Espíritu Santo y de fuego Así, podemos alabar al Santo de Israel en la lengua de ángeles
La purificación y limpieza de nuestros pecados Ya vimos que Dios no puede morar donde existe el pecado. Por eso, antes de entrar en la gloria Celestial, debemos ser humildes, arrepentimos, y recibir purificación. Las escrituras nos dicen que nada impuro puede entrar en su reino (3Ne 27:19) porque nuestro Padre Celestial no puede morar donde existe el pecado (Alma 45:16; DyC 1:31) Así, debemos arrepentimos y ser fieles hasta el fin. (3Ne 27:19) Debemos perfeccionarnos en santidad en el temor de Dios. (2Co 7:1) Debemos limpiar nuestro interior para que nuestro exterior también quede limpio. (Alma 60:23) Debemos dejar de ser de doble ánimo, o sea, queriendo y no queriendo, de aquí y de allá. (Stg 4:8) Debemos hacernos más y más fuertes en nuestra humildad, más y más firmes en la fe de Cristo, llenando nuestras almas de gozo y consolación. Y debemos entregar nuestro corazón a Dios. (Hel 3:35) Y cuando nos toque morir, tenemos que ser suficientemente humildes para saber que, de seguro, 65
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nuestros vestidos han sido blanqueados mediante la sangre de Cristo. (Alma 5:24,27) Sólo así podemos ser redimidos y entrar en el Reino de Dios. Seremos purificados (Morm 9:6), salvos y redimidos (Alma 5:21) Y al ser purificados, nuestros nombres serán contados y nutridos por la buena palabra de Dios, para guardarnos en el camino recto, confiando en los méritos de Cristo, el autor y perfeccionador de nuestra fe. (Moro 6:4). Seremos justificados en el nombre del Señor Jesús (1 Cor 6:11) y santificados (Alma 13:11), para que podamos presentarnos ante Cristo, en el postrer día, sin mancha. (3Ne 27:20) Y así, podremos entrar en el Reino de Dios. (3Ne 27:20)
Al purificarnos y limpiarnos de nuestros pecados El Espíritu Santo demanda que: sigamos arrepentidos y perfeccionándonos en todo entregando nuestro corazón a Dios estando seguros que nuestros vestidos son blanqueados mediante la sangre de Cristo Entonces, seremos purificados, salvos, redimidos, justificados, santificados seremos nutridos por la palabra de Dios para guardarnos en el camino recto Así, podemos presentarnos ante Cristo, en el postrer día, sin mancha. Y podremos entrar en el Reino de Dios
La Santificación Las escrituras mencionan la palabra "Santificación," 205 veces. Pero de esas, no vamos a tomar en cuenta las 110 menciones de santificación en el Antiguo Testamento. Eso es porque la santificación en el Antiguo Testamento mayormente se refiere a sacrificios y rituales hebreos de limpieza externa. Entonces, solamente tomaremos en cuenta unas 95 citas que se refieren a la santificación y limpieza interna que la Ley de Cristo nos manda obtener. Sí examinamos tantas escrituras es porque la santificación significa nuestra entrada en la Gloria Celestial. Eso es tan importante para nosotros que nos conviene entender tanto como podamos. El santificarnos es un mandamiento de Dios El Señor quiere que seamos santificados. (1 Cor 6:11; Efe 5:26) Y nos manda que obtengamos la santificación (DyC 43:11), para juntarnos en Sión (DyC 133:4), y para que un día veamos a Dios. (DyC 88:68; Alma 13:11-12) Todo y todos los que quieren sobrevivir la presencia de Dios, deben obtener la santificación La iglesia (DyC 100:15), Sión (DyC 105:31; 119:6) La Casa del Señor, o sea, los templos (DyC 109:12-13) El mundo (DyC 76:41, la tierra (77:1,12; 88:26), para volverse como un Urim yTumim(DyC 130:7-9) Los Elegidos (DyC 119:6) Todos los niños que mueren pequeñitos (DyC 74:7) Los santificados están en la presencia de Dios, con los ángeles, delante del trono de Dios, adorando a Dios y al Cordero para siempre jamás (DyC 76:21) Somos santificados por medio del Espíritu Santo (1Pe 1:2; Alma 5:54; 3Ne 27:20), por medio de nuestra fe en el Cordero de Dios (3Ne 27:19-20; Alma 7:14), y por el poder que Cristo ganó sufriendo y muriendo sobre la cruz (Heb 10:10; 13:12; .1 Pe 1:2; Moro 10:33; DyC 20:31; Moisés 6:60; 7:45) La santificación, como todo don, viene condicionalmente Si ejercemos nuestra fe (Éter 4:7) 66
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Si nos arrepentimos de todos nuestros pecados (Alma 5:54; 3Ne 27:19-20; DyC 88:35) Si amamos y servimos a Dios con toda nuestra alma, mente y fuerza (DyC 20:31) y si somos obedientes a Dios (1Pe 1:2) Si participamos de la Santa Cena, renovando el convenio que tomamos sobre nosotros mismos el nombre del Hijo, que lo recordamos siempre, y que guardamos sus mandamientos (Moro 4:3; 5:2; DyC 20:77-79) Si no rehusamos soportar la disciplina de Cristo (DyC 101:5) Si podemos vivir, al menos, una porción de la ley celestial (DyC 88:20-22,29,34) Si ayunamos y oramos frecuentemente, si llegamos a ser más y más fuertes en humildad y más y más firmes en nuestra fe en Cristo (Hel 3:35) Al llorar a causa de la maldad (Moisés 7:45) Al haber obtenido las llaves del reino y del ministerio, como José Smith (DyC 115:19) Al obtener y al magnificar los dos sacerdocios, el sacerdocio de Aarón y el sacerdocio de Melquisedec podemos ser santificados por el Espíritu, para la renovación de nuestros cuerpos, y para que podamos ver la faz de Dios (DyC 84:19-22;33) En cambio, el pueblo de Moisés endureció su corazón y no pudo aguantar la presencia de Dios. Así el Sacerdocio de Melquisedec fue tomado de entre ellos. Y sin el Sacerdocio de Melquisedec no se pudieron santificar y no pudieron llegar a ver la faz de Dios. (DyC 84:23-25) Al ser santificados, obtenemos E! perdón de nuestros pecados (DyC 39:18) y una herencia entre los santificados (Hech 26:18) El ser uno (Heb 2:11) y el don de la caridad (Moro 7:47-48) Nuestro nombre escrito en el libro de los del mundo celestial (DyC 88:2) Así podemos obtener la gloria celestial (DyC 88:18) y el descanso del Señor. (Moisés 7:48) Y eventualmente, podemos ganar la vida eterna (DyC 133:62; Moisés 7:45)
Como el Santificador El Espíritu Santo demanda que ejercemos nuestra fe, para arrepentimos de todo pecado que amemos y sirvamos a Dios con toda nuestra alma y mente que seamos totalmente obedientes a Dios que soportemos la disciplina de Cristo que obtengamos y magnifiquemos los dos sacerdocios y que, al menos, vivamos una porción de la ley celestial Entonces, obtenemos el perdón de nuestros pecados el ser uno con los santos el tener el don de la caridad la santificación por medio del Espíritu Santo por medio de nuestra fe en el Cordero de Dios la santificación y la gloria celestial, para poder ver a Dios Así, eventualmente, podemos obtener la vida eterna El obtener la santificación nos da la entrada en la Gloria Celestial. ¡Eso es maravilloso! Pero, para algunos de nosotros, eso todavía no es suficiente, porque el premio que verdaderamente queremos es la Vida Eterna.
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Después de la santificación y la gloría celestial, la vocación y elección segura y la vida eterna En este capítulo estudiamos en detalle la mayor obra del Espíritu Santo: el traernos a la Gloria Celestial. Pero todos nosotros que hemos leído la Sección 131, sabemos que en la gloria celestial, hay tres cielos o grados. (DyC 131:1) La trayectoria de la santificación a ese tercer cielo, o sea a la vida eterna, no será tratado en detalle en este volumen. Pero porque necesitamos tener, en nuestra vida, una esperanza de lograr la vida eterna, y para que podamos anticipar lograrla, proveeremos aquí un bosquejo de los pasos requeridos, y estudiaremos ese aspecto de nuestra salvación en detalle, cuando hablemos del estilo de vida celestial. Muy brevemente, 1.Nefi nos da la Doctrina de Cristo, en el capítulo 31 de Segundo Nefi. Allí, él nos explica como alcanzamos la Santificación. (2Ne 31:1-17) Entonces, él anuncia que, finalmente, ahora estamos en la estrecha y angosta senda a la vida eterna. (2Ne 31:18-19) Pero todavía hay ciertos obstáculos por los cuales tenemos que pasar. 2.Nefi nos advierte que, después de recibir el bautismo de fuego y del Espíritu Santo, si negamos a Cristo (o sea el testimonio que el Espíritu Santo nos ha testificado) habría sido mejor nunca haberlo conocido. Ese es el pecado imperdonable que cometemos al negar el testimonio de Cristo que ya hemos recibido por el Espíritu Santo. Los que se rebelan y buscan matar a los profetas, después de haber recibido el Espíritu Santo como compañero constante, llegan a ser Hijos de perdición. 3.Si después de haber recibido la santificación, no nos hemos rebelado en contra de nuestro profeta o en contra de Cristo, Nefi nos aconseja a marchar adelante, deleitándonos en la palabra de Cristo y perseverando hasta el fin. Entonces nos dirán: Tendréis la Vida Eterna. (2Ne 31:20) 4.Es el Espíritu Santo, como el Santo Espíritu de la Promesa, que nos sella, pero son las palabras de Cristo, el Segundo Consolador (EPJS págs. 178-179) quien nos dice lo que debemos hacer. (2Ne 32:3; DyC 131:5) Luego, en DyC 132, el Señor explica los requisitos para recibir ese sellamiento por las manos del Ungido del Señor, nuestro profeta viviente. 5.Y ahora podemos entrar en la Vida Eterna con una digna esposa (o esposo) con quien hemos llegado a ser uno. Y seremos dioses y diosas, sacerdotes y sacerdotizas. Y podremos tener progenie eterna, creando más espíritus quienes eventualmente vendrán a poblar innumerables mundos, para ser también probados antes de llegar a ser dioses y diosas, sacerdotes y sacerdotizas... en un giro eterno. (DyC 35:1)
Resumen En este capítulo, estudiamos el tremendo poder e influencia que el Espíritu Santo tiene sobre esta tierra, en esta época. Aquí vemos como la unión perfecta de Dios, Cristo, y el Espíritu Santo trabaja para que podamos volver a Dios, teniendo un cuerpo resucitado, controlado, perfeccionado, y tan puro y limpio como los seres celestiales deben ser. Dios el Padre estableció el plan. Cristo dio su vida para ganar el poder de tomar sobre sí los pecados de los que creen en él, se arrepientan, se bautizan, y se santifican. El Espíritu Santo es quien nos influencia hasta que abandonemos nuestro hombre o mujer natural. Es el que nos da un profundo 68
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conocimiento y testimonio de las cosas de Dios, el que revela la voluntad de Dios para con nosotros. Es el quien nos santifica, haciendo que nuestro corazón cambie, haciéndonos nacer de nuevo, bautizándonos con fuego y el Espíritu Santo, purificándonos y limpiándonos de nuestros pecados, y santificándonos. Y así podemos entrar en la Gloria Celestial. Aquí no hemos estudiado a fondo el proceso de obtener la Vida Eterna. Pero sabemos que para hacer nuestra vocación y elección segura, después de la santificación, debemos evitar la rebelión, debemos seguir en el camino derecho y estrecho, perseverando hasta el fin, bajo la influencia del Espíritu Santo. Entonces la Palabra profética más segura puede anunciar que es tiempo para nosotros, de entrar en la vida eterna, al hacer nuestra vocación y elección segura, una ordenanza del templo bajo la dirección de nuestro profeta y de Cristo, nuestro Salvador y Redimidor. En el próximo capítulo, volvemos a la realidad terrestre para ver como nuestro Padre Celestial, Jesucristo, y el Espíritu Santo, continúan con el plan de salvación como ha sido establecido en la vida pre-mortal.
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CAPÍTULO 7 De lo Telestial a lo Terrestre: Dispersión y Recogimiento
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asta ahora, en este libro, hemos presentado el plan de salvación, los obstáculos y las tentaciones que encontramos en este mundo telestial, los desastres que nos vienen si hacemos lo que nos da la gana, así como la maravillosa protección que el enorme poder de Dios, de Cristo, y del Espíritu Santo nos ofrece. El plan de salvación explica que el propósito de nuestra vida es el demostrar que podemos llegar a ser como nuestro Padre Celestial: un ser resucitado, un Dios. La prueba por la cual estamos pasando es a veces dura y llena de tentaciones: tentaciones de seguir a nuestro hombre o mujer natural, y tentaciones de seguir al mundo y a Satanás. Pero al entender los magníficos beneficios que podemos ganar al escuchar la voz de Dios, y dejar de lado lo que el diablo tan falsamente nos promete, podemos encontrar el camino derecho y estrecho que nos lleva donde podemos alcanzar gozo eterno. Los capítulos cinco y seis demostraron, por medio de las escrituras, que Dios guarda su poderosa mano en todas las cosas que ocurren en este mundo. Vimos que Jesucristo ha cumplido ya con su mayor misión de morir para redimirnos de la muerte espiritual, para que podamos volver a nuestro Padre Celestial. Y sigue administrando esta tierra y su iglesia en los últimas días. También vimos que la influencia del Espíritu Santo grandemente ha adelantado las ciencias y tecnología aquí en la tierra, y cambiado grandemente nuestro nivel y estilo de vida. Y también vimos que, individualmente, el Espíritu Santo tiene el poder de influenciarnos, de cambiarnos, de salvarnos. Reconociendo el poder que nuestra primera presidencia eterna posee y sabiendo que su mayor deseo es salvarnos, nos ayuda a decidir que bien vale la pena dejar atrás al mundo, el mundo telestial, y tratar de complacer a nuestro Dios. En este capítulo, vamos a ver cómo nuestro Padre Celestial, desde el comienzo, ha seleccionado a los espíritus más justos para que sean sus profetas y sus líderes, así como su pueblo. Y en estos, los últimos días, podemos ver que nuestro Padre Celestial prosigue su obra entre nosotros, muy serenamente y con completa seguridad. Dios, Cristo, y el Espíritu Santo están levantando un ejercito de hombres y mujeres justos, que están preparando la tierra para que reciba a Cristo, en su Segunda Venida. Mientras tanto, Satanás piensa estar ganando la guerra que empezó en la vida pre-mortal, su guerra en contra del bien y en contra de Jesucristo. Los últimos días están aquí, y pronto nuestro Padre Celestial va a destruir el mal, a cambiar la tierra de un nivel telestial a un nivel terrestre, y a introducir su Milenio de paz.
UN CORTO RESUMEN DE LA HISTORIA RELIGIOSA DE NUESTRO MUNDO
Al estudiar las escrituras, nos maravillamos del plan que Dios ha instituido. Todo es lógico. Todo 70
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es consistente. Todo tiene su propósito. Y todo trabaja para traernos inmortalidad y vida eterna. Es al estudiar los escritos de los profetas, y al juntar todo lo que escribieron en el curso de seis milenios, que principio por principio y gracia por gracia, entendemos lo que nuestro Padre Celestial tenía en mente desde el principio. Y cada vez que el Espíritu Santo abre nuestra mente para darnos el significado y las implicaciones de ciertas escrituras, una luz se despliega dentro de nosotros que nos hace, una vez más, apreciar y conocer la mente de Dios, su amor hacia nosotros, y su poderoso deseo de salvarnos.
Desde el principio, nosotros los espíritus nos organizamos en linajes, en base a nuestro interés y nuestra obediencia En la vida premortal, no todos teníamos los mismos intereses y no éramos todos del mismo calibre. Y de la misma manera que lo hacemos aquí en la tierra, allá nos dividimos más o menos en tres grupos. Algunos nos apegamos a nuestros padres celestiales y quisimos mucho ser como ellos. (Abr 3:23) Otros no querían perder la protección de Dios, pero tampoco querían sacrificar mucho. Y a otros no les importaba tanto las clases que los ángeles enseñaban, y (como a veces mi esposo dice), "muchos de los alumnos se escapaban para jugar a las canicas, en lugar de ir a la escuela dominical." Aunque distintos en nuestro interés en el evangelio, todos nosotros los que venimos a este mundo, queríamos adquirir un cuerpo, y quisimos guardar nuestro albedrío. Por eso, todos rechazamos el liderazgo de Lucifer, y todos sostuvimos al plan ofrecido por nuestro Padre Celestial, el plan que Cristo iba a implementar, ofreciendo su vida para redimirnos de la Caída. Dentro de cada uno de esos tres grupos, de una manera muy natural, nos organizamos como grupos fraternales, como (aunque, por supuesto, todos solteros) linajes eternos, con amor y con un sentido de responsabilidad uno para el otro. Los que quisimos seguir y complacer a nuestro Padre Celestial, nos organizamos en forma de lo que podríamos llamar, linajes celestiales. Los que quisimos seguir la guía de nuestro Padre Celestial, pero sin demasiada responsabilidad o demasiado trabajo, nos organizamos en linajes terrestres. Y los que prefirieron una vida de libertinaje y placer, sin preocuparse mucho por el futuro, se organizaron en linajes telestiales.
En la vida premortal los linajes celestiales ganaron el don de la fe se cometieron a ayudar a la obra de Dios así recibieron la oportunidad de pertenecer al pueblo de Dios Aunque Dios siempre respeta nuestro albedrío moral, como ya dijimos, no ha abdicado su derecho de guardar su mano en todas las cosas. Él sabe que el habernos juntado a los linajes celestiales, en la vida premortal, de ninguna manera garantiza que, al ser probados aquí, guardaremos nuestro Segundo Estado. (Abr 3:25-26) Y es ese mensaje que Juan el Bautista quería comunicar a los Judíos cuando dijo que Dios podía levantar a hijos de Abraham aun de esas piedras. (Mat 3:9) Y cuando Pablo dice que no todos los descendientes de Israel son Israelitas, nos recuerda que todos debemos ganar y mantener el privilegio de ser contados como descendientes de Abraham. (Rom 9:6-7) Pero sí, el haber seleccionado un linaje celestial nos ha dado la oportunidad de ganar el don de la fe, Y también nos ha dado la oportunidad de nacer entre el pueblo de Dios, de aceptar el evangelio de Cristo, de recibir no solamente el sacerdocio (Alma 13:1-11), sino también responsabilidades y misiones para ayudar a nuestro Redentor en la salvación de otros, aquí en la tierra. (Abr 3:23) Eso explica por qué nuestro Padre Celestial ha dado el evangelio primeramente a los que hicieron esos convenios en la vida premortal. Sin embargo, debemos recalcar que Dios no hace todo esto por favoritismo. Nuestro Señor ha 71
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enseñado muchas veces, que él no hace acepción de personas. (DyC 1:34-35; 38:16; Hech 10:34-35; Moro 8:12) Él da su verdad a cualquiera que la desea y que es justo, venga de donde venga. (Alma 29:8) Y él ha bendecido grandemente a los que lo buscan. Por ejemplo, una Egipcia fue la madre de nuestros antepasados, Efraín y Manases. (Gen 41:45; 48:1,8-9) Sabemos que Rut la Maobita, la hija política de Naomi, se casó con Booz, y su descendencia incluyó a David y a Cristo. (Rut 4:22) Y sabemos que, después de su crucifixión, Jesucristo ha mandado que el Espíritu Santo ministre a los Gentiles. Y por eso, primero, los Gentiles Europeos, y más tarde, ios Gentiles Norte Americanos se han hecho más fuertes que todos. (3Ne 20:27) Pero típicamente, nuestro Señor hace que los que se juntaron a los linajes celestiales, nazcan dentro del Pueblo de Dios, porque en la vida premortal, se prepararon a vivir de acuerdo con el Plan de Salvación. Antes del diluvio, los que pertenecieron al Pueblo de Dios se llamaron: Hijos e Hijas de Dios. Después del diluvio, se llamaron la Casa de Israel.
Los Hijos de Dios y los Hijos de los hombres Después de la Caída, Adán y Eva aceptaron la voluntad de Dios, recibieron revelaciones, y así, ganaron el título de Hijos de Dios. (Moisés Cap 5-6) Pero sus primeros hijos e hijas rechazaron el evangelio, y al amar a Satanás más que a Dios, se volvieron carnales, sensuales y diabólicos (Moisés 5:12-13), y se llamaron Hijos de los hombres. Caín la hizo peor todavía. Instruido por Satanás, estableció combinaciones secretas, con los de sus hermanos que rechazaron al Señor, con el propósito de asesinar para obtener lucro sin castigo. (Moisés 5:28-31) Y Dios lo llamó Perdición. (Moisés 5:24) Los patriarcas (Adán, Set, Enós, Cainán, Mahalaleel, Jared, Enoc - el que estableció a Sión, Matusalén, Lamec, y Noé y sus tres hijos) con sus familias, escucharon y obedecieron al Señor, y por eso fueron llamados hijos e hijas de Dios. (Moisés 8:13) Justo antes del diluvio, todos los demás habitantes de la tierra siguieron a Satanás y se llamaron hijos e hijas de los hombres. (Moisés 8:14) Y cuando vino el diluvio, sólo los hijos e hijas de Dios (ocho personas) se salvaron.
Las Doce Tribus de Israel Abraham, por su obediencia y lealtad a Jehová, recibió tres promesas: 1.una tierra extraña (la tierra de Canaán) por posesión perpetua 2.el formar una nación grande y especial que 3.bendeciría todas las familias de la tierra con el sacerdocio, y con las bendiciones de salvación y de la vida eterna (Abr 2:6-11) Abraham y Sara tuvieron a Isaac quien, por su rectitud, heredó la primogeni-tura y el sacerdocio. Isaac y Rebeca tuvieron gemelos, Esaú y Jacob. Esaú menospreció su primogenitura, vendiéndola a Jacob por un plato de lentejas. (Gen 25:29-34) Además se casó con no-creyentes. (Gen 26:34-35) Jacob recibió la primogenitu-ra, o sea, el derecho a la presidencia del sacerdocio. Engañado por su suegro, Jacob se casó primero con Lea y después con Raquel, su bienamada. Eventualmente, con dos esposas y dos concubinas, tuvo doce hijos, (y una hija, Dina, hija de Lea) Con Lea, tuvo a Rubén Simeón Leví Judá Isacar
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Zabulón Con Raquel,
José Benjamín
Con Bilha, sierva de Raquel,
Dan Neftalí
Con Zilpa, sierva de Lea,
Gad Aser (Gen 35:22-26)
Pero Rubén por pecar, perdió la primogenitura. A la tribu de Leví, no se le dio tierra, porque su llamado fue de proveer sacerdotes para las Doce Tribus. José ganó la primogenitura, pero su tribu se dividió entre sus dos hijos: Efraín a quien le fue dada la primogenitura y Manases. Eventualmente, la Casa de Israel se dividió como sigue: Reino del Norte
Efraín
(1 Rey 15:6)
o Israel
Manases
(Las 10 tribus)
Rubén Simeón Isacar Zabulón Dan Neftalí Gad Aser
Reino del Sur o Judá
Judá
(1 Rey 14:21)
Benjamín Así, diez de los doce hijos de Jacob (o sea Israel), y dos de sus nietos, hijos de José, formaron las Doce Tribus de Israel... porque José fue reemplazado por sus dos hijos, y los descendientes de Leví se distribuyeron entre las doce tribus para ministrar en sus actividades religiosas. La Guía para el Estudio de las Escrituras, bajo Israel (GGE, pp. 101-102), nos da una idea de lo que, después, pasó con el pueblo de Dios: (Véase también el Mapa # 3 "La División de Canaán entre las Doce Tribus de Israel." 1.Después del éxodo, Moisés estableció un gobierno de jueces que duró más de 400 años. 2.El profeta Samuel, sin muchas ganas, llamó y ungió el Rey Saúl. Más tarde, Samuel ungió al Rey David. Al morirse el Rey David, Salomón fue ungido por el profeta Natán. 3.Después de la muerte de Salomón (975 a.C), las Diez Tribus se rebelaron en contra del hijo de 73
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Salomón, formando su propio reino del norte, llamado el Reino de Israel bajo el Rey Jeroboam de la tribu de Efraín. Después de 19 reyes y cerca de 200 años de apostasía (en 721 a.C.) el reino de Israel fue conquistado por Asiría, quien se llevó cautivas a las Diez Tribus. Eventualmente, esas Diez Tribus desaparecieron al viajar hacia el norte. Pero nosotros sabemos donde están. Sabemos que las profecías se cumplieron. Al menos parte de la tribu de Efraín se quedó atrás, "escondida" entre los Gentiles para bendecirlos con su sangre creyente, según la promesa hecha a Abraham. Son los de Efraín quienes, actuando como levadura entre los Gentiles, trajeron tantas bendiciones y grandeza a los países de Europa y de América. Son los que establecieron nuestra dispensación y quienes (con parte de la tribu de Manases) están a cargo del gran recogimiento de Israel, en estos, los últimos días. El resto de las tribus del reino de Israel se conoce como las Diez Tribus Perdidas. En los últimos días, esas diez tribus serán convertidas al evangelio de Cristo y vendrán del norte, para juntarse a Efraín, en Sión. (DyC 133:26-34) 4. Cuando la Casa de Israel se dividió, después de la muerte de Salomón (en 975 a.C), el reino deJudáfue gobernado por muchos reyes, algunos justos, otros muy malos. En 587 a.C, Jerusalén cayó en las manos de Babilonia. Unos 140 años más tarde, Ezra y Nehemías reconstruyeron a Jerusalén. Pero ya nunca Judá fue totalmente libre. Uno después del otro, los Egipcios, los Griegos, y luego los Romanos se apoderaron de la Judea... hasta después de la muerte de Cristo. En el año 70 (d.C), Jerusalén cayó en las manos de los Romanos, y los Judíos fueron dispersados por todo el mundo.
Los Gentiles Mientras tanto los que se organizaron, en la vida premortal, dentro de linajes terrestres o telestiales, se llaman en las escrituras, Gentiles, o sea, todos ios que no pertenecen a la Casa de Israel. Son los que, en la vida premortal, rechazaron el Espíritu de Dios, la oportunidad de conocer el evangelio. (Alma 13:4) Y por eso ahora, en la tierra, también tienen menos oportunidades de recibir el evangelio. Pero no fueron olvidados. Dios ama a todos sus hijos e hijas, y los bendice según la capacidad de estos de usar sus bendiciones. El sabe que muchos de sus hijos e hijas no pueden o no quieren vivir sus leyes y mandamientos, y que darles toda la verdad, aquí en la tierra, sería destruirlos espiritualmente, para siempre. Pero, para que todos tengan una oportunidad de aceptar su evangelio, Dios ha establecido tres programas adicionales:
Programa # 1 - Jesús abre la obra misionera entre los muertos A su muerte, el cuerpo de Jesús yació tres días en la tumba. Mientras tanto, su espíritu pasó tres días en el reino de los muertos. Allí, su asignación fue el establecer un programa misionero en el mundo de los espíritus. (DyC 138:29-37) Al llegar allá, él habló con los que, aquí en la tierra, habían sido fieles en su testimonio de Jesús y se habían arrepentido en el nombre de Cristo. Y les predicó la doctrina de la resurrección y redención. (DyC 138:11-19) Reconociendo a su Redentor, los justos cantaron alabanzas a su santo nombre y entre ellos, hubo paz y gran regocijo. (DyC 138:22-24) Eso fue cuando el Señor organizó a los justos, dándoles poder y autoridad para llevar la luz del evangelio a los que todavía estaban en la oscuridad. Desde entonces, ellos trabajan como misioneros, predicando la doctrina del arrepentimiento, del bautismo vicario para la remisión de los pecados, y del don del Espíritu Santo por la imposición de las manos. (DyC 138:29-34) De esa manera se sabe, en el reino de los muertos que Cristo ha cumplido con su sacrificio infinito en la cruz, trayendo no 74
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solamente la resurrección a todos, sino que también la redención a todos los que se arrepienten de sus pecados en su nombre. (DyC 138:35-37) Por eso a nosotros, aquí en la tierra, nos mandan que busquemos los nombres de nuestros antepasados y hagamos su trabajo vicario, para que podamos traerles salvación, y regocijarnos con ellos para siempre jamás.
Programa # 2 - Después de la crucifixión, el evangelio de Cristo es pasado a los Gentiles Los descendientes de Abraham siempre se consideraron un pueblo elegido, el pueblo de la promesa. Y no se hacían fácilmente amigos de los que llamaban Gentiles, los que no creían en Jehová. Cristo vino a la Casa de Israel y tuvo muy poco contacto con los Gentiles. El Nuevo Testamento solamente relata una ocasión cuando, viajando por Tiro y Sidón, Jesús se maravilla de la fe expresada por una mujer Gentil, cuando él cura a su hija. (Mateo 15:21-28; Marco 7:24-30) Pero su misión no fue el enseñar el evangelio a los Gentiles. Y cuando visitó a los Nefitas, Cristo explicó que solamente el Espíritu Santo se manifestaría a los Gentiles. (3Ne 15:22-24) Después de la muerte de Cristo, Pedro, todavía con dudas a pesar de una revelación directa de Dios, bautiza a Cornelio, el primer converso Gentil. (Hech caps. 10-11) Es Pablo el que abre el evangelio de Cristo al mundo Gentil, convirtiendo a muchos de ellos en Asia Menor, así como en Grecia y Roma. Cuando el Emperador Constantino se convierte, toda Europa se vuelve Cristiana. Pero muy pronto viene una larga apostasía durante la cual el tercer programa se solidifica.
Programa # 3 - Nuestro Padre Celestial, para bendecir a los Gentiles, dispersó a Israel entre ellos, especialmente la tribu de Efraín Como ya dijimos, en este mundo, la mano de Dios siempre está en todas las cosas. Así fue desde el comienzo. Nuestro Señor, tres veces, declaró (una vez por medio de su profeta, Jacob), que la Casa de Israel iba a bendecir a los Gentiles. Primero, Jehová hizo un convenio con Abraham, al llevárselo a la tierra de Canaán, haciéndole tres promesas: (1) Haría de Abraham una nación grande. (2) Engrandecería su nombre entre todas las naciones. Pero sobre todo, (3) sería una bendición para su descendencia, para que en sus manos llevaran su ministerio y sacerdocio a todas las naciones. (Abr 2:9) Secundo, Jacob al dar la primogenitura (o sea el derecho a las llaves del sacerdocio) a Efraín, le hizo la promesa que su descendencia formaría multitud de naciones. (Gen 48:19) Tercero, mucho más tarde cuando, después de su resurrección, Cristo visitó a los Nefitas, esa promesa fue repetida aun más claramente cuando dijo: Y después que hayáis sido bendecidos, entonces cumplirá el Padre el convenio que hizo con Abraham, diciendo: En tu posteridad serán benditas todas las familias de la tierra, hasta el derramamiento del Espíritu Santo sobre los gentiles por medio de mí, y esta bendición a los gentiles los hará más fuertes que todos, por lo que dispersarán a mi pueblo, oh casa de Israel. (3Ne 20:27; Véase también, Gal 3:8) Así, Jehová prometió a Abraham que su descendencia sería dispersada por todas las naciones del mundo, para traerles las tremendas bendiciones del Espíritu de Cristo, de su Luz y Verdad, y sobre todo, 75
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del Espíritu Santo, y eventualmente de su sacerdocio. Eso ocurrió de dos maneras: 1. Cuando la tribu de Efraín salió hacia el norte, con el resto de las Diez Tribus, parece que se quedó atrás, dispersándose y mezclándose con los pueblos Europeos, haciendo muy fuertes a esos pueblos. 2. Cuando Lehi y su familia (de la tribu de Manases) salieron de Jerusalén para establecerse en las Américas, se juntaron y se mezclaron con la familia de Ismael (tribu de Efraín)y con el pueblo de Zarahemla (tribu de Judá), las tres tribus se juntaron bajo la dirección de los Nefitas, o sea, la tribu de Manases. Al apostatar, todos los sobrevivientes de las últimas batallas fueron dispersados por el continente Americano. Después de la llegada de Cristóbal Colón, los Gentiles Europeos se mezclaron con la "sangre creyente" de la tribu de Manases. Ahora la descendencia de Efraín y de Manases tienen el derecho a las bendiciones del evangelio y del sacerdocio. Es por eso que, al recibir nuestra bendición patriarcal, casi todos nosotros somos de la tribu de Efraín o de Manases. Eso es, somos los descendientes de los dos hijos de José de Egipto. Pero Efraín había recibido la primogenítura. Por eso, el evangelio vino de nuevo a la tierra por medio de José Smith, y de sus primeros conversos que, muy pronto, al oír del Libro de Mormón, reconocieron el evangelio. Ellos eran descendientes de Efraín, y establecieron la iglesia. (2Ne 2:14-16; 27:10 96:6-7; 132:39) Los que no se convierten, los rebeldes, la escritura nos dice, no son de la sangre de Efraín. (DyC 64:36) Pero antes de hablar de la restauración del evangelio, necesitamos entender las muchas apostasías que ocurrieron a través de la historia de nuestra tierra.
Las apostasías Como bien sabemos, muchos de los que parecían amar al evangelio en la vida premortal, no lo vivieron bien aquí en la tierra. Muchos de ellos se rebelaron en contra de Dios y mataron a los profetas. Y fue entre ellos que el Hijo de Dios, el Dios de nuestra tierra, fue arrestado, martirizado, y levantado en la cruz.
Las muchas apostasías entre linajes justos Cada vez que el evangelio fue revelado aquí en la tierra, terminó en apostasía, con dos excepciones: Sión, la ciudad del Pueblo de Enoc (Moisés 7:69) y Salem, la ciudad del Príncipe de Paz, Melquisedec. (JSTGén 14:25-34) Esas dos ciudades, al ser arrebatadas de la tierra, nunca llegaron a la apostasía. En cambio, al alcanzar un cierto nivel de maldad, cada pueblo de Dios fue esparcido o destruido. El pueblo de Noé apostató y fue destruido por el diluvio. En el continente Americano, los Jareditas apostataron y en una larga guerra civil, se mataron entre sí. Siglos después, los Nefitas apostataron y fueron exterminados por los Lamanitas. Luego, guerras entre tribus Lamanitas causaron su dispersión por todo el continente. Las diez tribus Israelitas fueron esparcidas en los países del norte, cuando se empedernieron en la adoración de falsos dioses. Después de Cristo, Judá y Benjamín desaparecieron como nación, y fueron esparcidos por todo el mundo. Sin embargo, fueron los únicos que jamás perdieron su identidad, así como sus tradiciones Israelitas. Pero antes del esparcimiento del pueblo Judío, Pablo, el apóstol a los Gentiles, con éxito llevó a cabo su misión entre los que no habían conocido a Jehová. Pero él muy pronto se dio cuenta que los Gentiles, en lugar de abandonar sus tradiciones, constantemente trataban de integrarlas con el evangelio de Cristo. Por eso, en la mayoría de sus epístolas Pablo trataba de clarificar principios básicos del 76
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evangelio, para guardar a sus conversos en el camino de la verdad. Él sabía que si no abandonaban sus tradiciones falsas, la apostasía vendría muy pronto. Y así fue. La Gran Apostasía empezó casi tan pronto como los apóstoles fueron martirizados y muertos, iniciando la terrible oscuridad de la Edad Media con su tiranía religiosa y política que apagó la luz de Cristo por más de mil años.
Después de la oscuridad de la Edad Media, la luz del Renacimiento Pero no todo se perdió, porque nuestro Señor había bendecido a los Gentiles Europeos, al introducir entre ellos, parte de las tribus del norte con su sangre de Efraín. Esos linajes, con corazones llenos de fe y de buenas intenciones, más fácilmente aceptaban el Espíritu y sus direcciones. Y poco a poco trajeron más luz al mundo, y los países de Europa poco a poco florecieron Eventualmente, muchos hombres justos sacrificaron sus vidas para introducir y mantener una porción de la verdad y de la sabiduría de Dios, en las ciencias, las bellas artes, y la religión. Así trajeron la época del Renacimiento. Unos siglos más tarde, la Edad de la Razón empezó a desafiar los gobiernos autocraticos de Europa, y hombres inspirados empezaron a demandar más derechos políticos y económicos, así como más derechos humanos. Mientras tanto, inspirados por el Espíritu Santo, muchos descendientes de la tribu de Efraín escaparon la pobreza y la tiranía de países Europeos, viniendo a este continente. (1Ne 12-15) Aquí, se rebelaron y ganaron su libertad, estableciéndose bajo el nombre de Estados Unidos (1Ne 13:17-19), organizados bajo una constitución inspirada por Dios. (DyC 101:80; 109:54; GEE, Constitución, pág 37; Mormon Doctrine, Constitución, pp. 147-148; EPJS, págs. 174-175) Ese es el gobierno que permitió el establecimiento de la última dispensación del evangelio, establecido por hombres y mujeres que descendían de Efraín, esparcidos entre los Gentiles. Cristo había predicho que el Espíritu Santo iba a testificar de Dios el Padre y del Hijo. Y fue por su fe que los "Gentiles," en los últimos días recibieron la plenitud del evangelio. (3Ne 16:7)
LA RESTAURACIÓN DEL EVANGELIO El tiempo había llegado para que la plenitud del evangelio fuera restaurada entre los hijos de los hombres, y para que el pueblo de Dios fuera recogido, instruido, y preparado para recibir a Cristo en su Segunda Venida.
Los justos siempre se han preocupado por su linaje futuro Por sus escritos, sabemos que todos los profetas de las varias dispensaciones se preocuparon mucho por la salvación de su generación. Pero el Libro de Mormón muy claramente indica que los linajes justos se preocuparon por sus descendientes que eventualmente perderían el evangelio. Nefi escribe un segundo juego de planchas para sus descendientes (1Ne6:6)... por un "sabio propósito." (1 Ne 9:3-6) También, después de recibir una visión de los últimos días, nos advierte de los problemas que nuestra generación tendría que afrontar en el futuro. (2Ne caps. 28-30) Enós, en sus oraciones después de recibir su santificación, ora por su pueblo, los Nefitas. Al saber que los Nefítas serían juzgados por sus transgresiones (Enós 1:9-10), Enós ora con ahínco por los Lamanitas. Explícitamente él pide a Dios que guarde una historia de los Nefitas para que sus hermanos los Lamanitas puedan recibir el evangelio en un tiempo futuro. Y solamente se tranquiliza cuando nuestro 77
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Señor hace un convenio con él que los Lamanitas recibirían el evangelio en los últimos días por medio de las planchas en las cuales Enós está escribiendo. (Enós 1:13-17) Mormón explica como él compiló los anales Nefitas, para que las generaciones futuras volvieran al conocimiento de Dios y llegaran a ser de nuevo un pueblo deleitable. Y con su libro, también agrega las planchas menores escritas por Nefi. (Palabras de Mormón 1:1-8) El detallado relato de la visita de Jesucristo a los habitantes de este continente fue escrito para nosotros, para que sea nuestro "Otro Testamento cíe Jesucristo." También es para nuestra generación que Jesús hace que nuevas escrituras sean agregadas al Libro de Mormón. (3Ne caps. 23-25) Y todo lo que escribe Morón/, el sobreviviente de las últimas batallas (el compendio del Libro de Éter y los últimos capítulos de su libro)fue para nuestro beneficio, para los linajes de Efraín y de Manases, en estos últimos días. Y ahora, en nuestra dispensación, nuestro Señor quiere que tengamos esa misma visión, esa misma preocupación. Quiere que sepamos que su obra y gloria de llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre, también es nuestra obra y gloria.
Restauración del Evangelio y el Recogimiento En la primavera del año 1820, los cielos se abrieron a José Smith, el profeta que estableció nuestra dispensación, la última, la que nunca será quitada de la tierra (DyC 13:1; 86:10), laque recibió la plenitud del evangelio (DyC 66:2), la que recibirá a Cristo y abrirá el Milenio. José supo que el Señor está contando con esta dispensación para recoger: a sus santos de entre los gentiles (EPJS, p. 78) a sus escogidos (EPJS, págs. 96-97) a Israel En esta última declaración, el profeta menciona que el recogimiento será hecho por medio de la conversión de los Lamanitas y del resto de Israel. Después de su conversión, el Señor los sacará de cada nación del mundo para traerlos a Sión, la ciudad de justicia, donde todos serán de un corazón y una mente, y sin pecado. Entonces, los puros de corazón verán a Dios y reinarán con él mil años. (TPJS, pp. 92-93, resumen y traducción del Inglés) Ahora mismo, nuestra iglesia está recogiendo a Israel para preparar la Segunda Venida de Cristo cuando nuestro Señor declarará el comienzo de los mil años de paz. Y todos los miembros de la iglesia estamos cumpliendo con esa asignación obrando dentro de las tres misiones de la iglesia.
El recogimiento de Israel por medio de las tres misiones de la iglesia Predicando el evangelio Convirtiendo y recogiendo a Israel Perfeccionando a los santos Preparando a Israel para que pueda vivir celestialmente en Sión Redimiendo a los muertos Recogiendo los nombres de nuestros linajes y participando en las ordenanzas del templo para ellos Veamos ahora lo que, como iglesia, estamos haciendo en esas tres misiones.
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1. El recogimiento de Israel por medio del sistema misionero Un año antes de la primera publicación del Libro de Mormón, José Smith recibió una revelac¡ón(en Febrero de 1829) para su padre, de su mismo nombre, que introduce el trabajo misionero en nuestra iglesia. El Señor dice: He aquí, una obra maravillosa está a punto de aparecer entre los hijos de los hombres... De modo que, si tenéis deseos de servirá Dios, sois llamados a la obra; pues he aquí, el campo blanco está ya para la siega; y he aquí, quien mete su hoz con su fuerza atesora para sí, de modo que no perece, sino que trae salvación a su alma. (DyC 4:1,3-4) Esta revelación es el primer anuncio oficial del sistema misionero que ha existido en nuestra iglesia, desde el principio. Introduce el trabajo de recoger y convertir a la Casa de Israel, la obra profetizada por Daniel el Profeta cuando interpretó el sueño del Rey Nabucodonosor. En su sueño, el rey vio una piedra, cortada sin mano que, después de desmenuzar la imagen imponente de un hombre (hecha de oro, plata, bronce, hierro, y barro), se hizo monte y llenó toda la tierra. (Daniel 2:31-35) Daniel interpretó ese sueño al rey, explicando que la estatua representa los reinos del mundo. La piedra (no cortada con mano) destruirá los reinos de la tierra, y levantará un reino que llenará la tierra y nunca será destruido. (Dan 2:36-45) Esta profecía se está cumpliendo. El trabajo misionero de nuestra iglesia está llenando al mundo e introducirá el milenio que durará hasta que la tierra sea renovada a la gloria celestial. Ya ahora, nuestros barrios, estacas, y templos existen en casi todas las naciones del mundo. Este trabajo misionero empezó primero con el recogimiento de Efraín. Simultáneamente, siguió con el recogimiento de Manases. Y más recientemente, nuestros misioneros ya están empezando a trabajar entre todas las naciones. Y el recoger es el acto de convertir. Para todos nosotros los santos de los últimos días, este trabajo misionero representa el comienzo de la preparación de la tierra para la Segunda Venida del Señor. Y los que traen salvación a sus conversos también reciben salvación. 2. El Perfeccionamiento de los santos, o sea la preparación del pueblo de Israel para Sión y la Segunda Venida del Señor Nuestro Padre Celestial, desde el comienzo, ha dado a todos nosotros, sus hijos e hijas, agencia moral. Él desea que voluntariamente, nosotros hagamos lo que Jesucristo hizo: entregar su voluntad a los requisitos del plan de redención, y de nuestro Padre. El injusto dominio jamás es permitido entre los que quieren vivir una vida más celestial. (DyC 121:39) Por eso, el enseñar es una parte tan grande e importante dentro de la iglesia. En lugar de dominar, demandar, exigir, nuestro Señor constantemente nos recuerda que la mejor manera de influenciar el comportamiento de otros es el enseñar el evangelio, con amor y respeto, para que todos se convierten. Pero si enseñar es tan importante, el aprender tiene que ser igualmente crucial en nuestra vida. Por eso la iglesia se interesa tanto en la educación. Es para instruir, perfeccionar, y convertir a Israel que nuestra iglesia construye capillas, organiza ramas, barrios, estacas, y presidencias de área. Es por la misma razón que la iglesia imprime las escrituras, los manuales, y toda clase de material de instrucción para que dentro de las ramas, los barrios, y las estacas, todos nos enseñemos mutuamente. Es por eso que la Escuela Dominical nos presenta cada año un nuevo curso de estudio que cubre cada uno de nuestros libros canónicos. Nuestra iglesia ha establecido un sistema educativo religioso, por medio de los seminarios, 79
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institutos, así como los departamentos de religión en sus tres universidades de Brigham Young, en Utah, en Idaho, y en Hawai. Ese sistema hace que muchos adultos así como muchos educadores dediquen toda su vida al estudio del evangelio y de la iglesia. Esos educadores, así como muchos líderes, oficiales, y simples miembros de la iglesia, publican montones de libros que llenan las bibliotecas y librerías de la iglesia. De esta manera el escribir y el leer tienen mucha prioridad dentro de la iglesia, porque el evangelio sugiere que busquemos conocimiento toda nuestra vida... por fe así como por el estudio. (DyC 88:118; 109:7,14) Es por eso también que la iglesia ha publicado una nueva triple, con numerosas referencias que nos ayudan a entender muchos puntos del evangelio. Esa triple también nos ofrece un Guia para el Estudio de las Escrituras, una referencia maravillosa que nos permite buscar cualquier tema en el cual pudiéramos estar interesados. Y es por eso también que la iglesia ha producido, para los que tenemos la oportunidad de usar una computadora, un C.D. de todas las escrituras, que nos permite buscar, encontrar, y copiar cualquier escritura (o una serie de escrituras) que, sin ese programa, nos podría tomar una semana para encontrar. Esos impresionantes adelantos nos permiten a todos aprender el evangelio como nunca pudimos hacerlo unos años atrás. Con todos esos adelantos, cada uno de nosotros podemos llegar a ser estudiantes de las escrituras, no solamente para prepararnos mejor para la Segunda Venida, sino también para simplemente deleitarnos en las palabras de Cristo. Y ahora, no solamente podemos proclamar: "Cada miembro, un misionero, "sino que también podemos proclamar: "Cada miembro, un maestro del evangelio." Es un mandamiento de Dios el enseñarnos mutualmente: Debemos enseñarnos mutuamente la doctrina del reino (DyC 88:77-78; DyC 38:23). Todos los que magnifican su sacerdocio, a cualquier nivel, deben predicar, enseñar, exponer, exhortar... (DyC 20:42,46,50,59), enseñar los principios del evangelio por medio de las escrituras, para enseñar la plenitud del evangelio. (DyC 42:12) También debemos enseñar las revelaciones de Dios (DyC 43:7), e invitar a todos a que vengan a Cristo. (DyC 20:59) Los que magnifican el sacerdocio mayor, y los profetas (como Moisés) enseñan los misterios del reino y la llave del conocimiento de Dios. Lo hacen con el propósito de santificar al pueblo de Dios, y para que vean la faz de Dios. (DyC 84:19-23) Pero antes de enseñar, primero deberíamos estudiar las escrituras con la ayuda del Espíritu Santo. El Señor nos dice que es por la oración de fe que el Consolador puede enseñarnos las cosas de Dios. (DyC 52:9) Cristo nos mandará al Consolador para enseñarnos la verdad y el camino que debemos seguir. (DyC 79:2) Y él también prometió a Hyrum Smith que, antes de salir a una misión, le daría el Espíritu que iluminaría su mente y llenaría su alma de gozo, para que pudiera enseñar la palabra de Dios, la roca de su iglesia, su evangelio, su doctrina. (DyC 11:3,13,16) Eso es para que el pueblo de Dios sea instruido con mayor perfección. (DyC 105:10) Por otra parte, el Señor también nos dice que, si no recibimos el Espíritu, no debemos enseñar. (DyC 42:14) Todos necesitamos recibir las enseñanzas de Dios Debemos enseñar a los niños luz y verdad (DyC 93:42), a como ser justos, y también a como orar. (DyC 68:28) A los jóvenes, debemos enseñarles los deberes de su oficio en el sacerdocio, de acuerdo con los convenios. (DyC 107:86-89) Todos debemos buscar conocimiento por el estudio así como por la fe; y también debemos enseñarnos mutuamente palabras de sabiduría. (DyC 88:118; 109:7,14) Además, los profetas y los que presiden tienen el derecho de comunicarnos la voluntad de Dios para con nosotros, los santos. (DyC 80
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136:16) Y al enseñarnos mutuamente las palabras de Cristo, desarrollamos la caridad, que es el amor de Cristo, el amor que salva, el amor que salva a los que aprenden, así como a los que enseñan. 3. El recogimiento de nuestros antepasados, nuestros linajes que no recibieron las ordenanzas del evangelio durante la Gran Apostas/a Sabemos que Cristo organizó a los justos en el reino de los espíritus, para que los muertos quienes, en vida, no oyeron del evangelio, lo reciban allí. Nos toca a nosotros llevar a nuestros templos, los nombres de nuestros ancestros que han muerto sin haber recibido las ordenanzas del evangelio. Nosotros mismos podemos actuar como sus representantes para que reciban todas las ordenanzas necesarias para la salvación. Al aceptar el evangelio y esas ordenanzas, los muertos todavía pueden obtener gloria. Por eso los que trabajan para la salvación de los muertos, pueden ser llamados Salvadores en el Monte de Sión. Nuestra iglesia tiene la biblioteca genealógica más grande del mundo en Lago Salado. Además, muchas estacas por todo el mundo, tienen bibliotecas con libros y micro películas. Esas bibliotecas nos permiten buscar nuestra propia genealogía hasta donde existan registros. Y si pertenecemos a una linea de reyes, a veces hasta podemos llegar hasta Adán. Así nuestro Padre Celestial sigue con su trabajo de redimir y salvar a sus hijos e hijas espirituales, dondequiera que estén. Ven el proceso de salvar a nuestros muertos, también nos salvamos nosotros. Ahora los Santos de los Últimos Días, estamos trabajando en lo que Élder McConkie ha llamado el recogimiento espiritual de Israel (Doctrina Mor mona, p. 138), o sea, la conversión de todo Israel, para llenar el mundo con el evangelio de Cristo. (Daniel 2:13-26; 43-45) Y eso es en preparación para la Segunda Venida de Cristo. El recogimiento literal de las Diez Tribus (Doctrina Mormona, p. 138), ocurrirá, según la escritura, cuando las Diez Tribus llegan al estado de Misurí, en los Estados Unidos, probablemente muy cerca del tiempo cuando Cristo viene en su gloria. (DyC 133:26-35)
Resumen En este capítulo encontramos, por medio de las escrituras, que nuestro Padre Celestial prosigue con su plan, guardando su mano en todas las cosas, y dirigiendo todo lo que ocurre aquí en la tierra. Lo hace por medio del poder que otorga a su Hijo, Jesucristo, y al Espíritu Santo, utilizando su pueblo en cada dispensación. 1.En la vida pre-mortal, nuestra obediencia nos llevó a juntarnos con linajes justos, a ganar conocimiento y el don de la fe, a ganar entrada en el "pueblo de Dios" y a hacer convenios para ayudar a nuestro Hermano Mayor en su trabajo de salvación 2.Nuestro Padre Celestial ha hecho un convenio sempiterno de dar el evangelio a los linajes justos que se formaron en la vida premortal. Por eso, no fue por casualidad que todos nosotros nacimos dentro de la tribu de Efraín o de la tribu de Manases, y dentro de la última dispensación del evangelio. 3.Pero Dios nos ama a todos, y no tiene favoritos. Aunque él no ha ofrecido el evangelio verdadero 81
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a todo el mundo durante nuestra vida mortal, él ha establecido tres programas para dar la misma oportunidad a los que no son de su pueblo, a los Gentiles: •El establecimiento de la obra misionera entre todos los muertos •El pasar el evangelio de Cristo a los Gentiles •El esparcimiento de Efraín y Manases entre los Gentiles para bendecirlos. 4.Hemos visto que aun los que vienen de linajes justos tienen gran dificul tad en mantener la iglesia de Cristo activa y justa, sin apostasía. Pero después de la muerte de los apóstoles de Cristo, y de la larga y Gran Apostasía, la "sangre creyente" de Efraín y Manases trajo grandes ade lantos sociales, científicos, y tecnológicos en el mundo. Esos adelantos eventualmente facilitaron la restauración del evangelio, en estos últimos días. Ahora nuestro Señor puede presidir sobre el Recogimiento de las Tribus de Israel, sobre la restauración de todas las cosas, y preparar la tierra para su Segunda Venida y para el Milenio. 5. Nosotros los santos de los últimos días, hemos nacido dentro de la tribu de Efraín o dentro de la tribu de Manases. Y a nosotros nos toca la responsabilidad de recoger a Israel y de preparar a todos los santos, vivos o muertos, para la Segunda Venida gloriosa de nuestro Señor Jesucristo. En el Capítulo ocho, encontraremos que, en nuestra dispensación, Cristo da la oportunidad a linajes justos que se perdieron dentro de lo telestial, de volver al pueblo de Dios. Y lo hace al mandar fuertes y justos espíritus en esos linajes, para establecer una nueva y justa rama dentro de ese linaje.
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CAPÍTULO 8 Conversión: La Restauración de Linajes Justos
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esde el comienzo, nuestro Padre Celestial estableció el Plan de Salvación, la Caída y la Redención. Pero, al adquirir un cuerpo nos hacemos hombres y mujeres naturales. Y si, al usar nuestra agencia moral, preferimos y aceptamos las tentaciones de Satanás a la influencia del Espíritu de Cristo, de Dios y del Espíritu Santo, nos volvemos carnales, sensuales y diabólicos, así como enemigos de Dios. (Moisés 5:13; Mos 3:19) Cada vez que el pueblo de Dios ha escuchado a Satanás, se metieron en el pecado, el dolor, y la apostasía. Sin embargo, nuestra falta de firmeza moral no quiere decir que Satanás esté ganando la batalla en contra de Cristo. El poder de Dios es tremendo. Y aunque él nos ha permitido guardar nuestra agencia moral, su mano está en todas las cosas. Nuestro Señor Jesucristo, ya ha cumplido la obra de nuestra redención de la muerte física y la muerte espiritual. Y el Espíritu Santo, si lo dejamos, poco a poco nos lleva a Cristo y a la vida eterna. Además, el evangelio de Cristo ha sido restaurado para recoger a todo Israel y para preparar la tierra para su Segunda Venida. B\ el capítulo anterior, vimos que nuestra dispensación tiene la responsabilidad de recoger al resto de la Casa de Israel. Todavía estamos en la primera etapa del recogimiento espiritual de Israel, o sea, la conversión del pueblo de Dios, uno por uno, familia por familia, por medio del sistema misionero de nuestra iglesia. (Doctrina Mormona, Recogimiento de Israel) En este capítulo, identificaremos dos tipos de conversión: 1. Entre los gentiles, en todos los países del mundo, nuestros misioneros encuentran y convierten la sangre creyente de Israel, los que se "acuerdan" de Dios y del plan de salvación. 2. Por otra parte, la Gran Apostasía ha causado que unos cuantos linajes celestiales se hayan vuelto profundamente telestiales. Pero sus ancestros, hombres justos como Nefi, Mormón, Moroni, y muchos otros se preocupan por sus descendientes, y oran por ellos. Para redimirlos, nuestro Padre Celestial manda a espíritus justos y fuertes quienes voluntariamente aceptan la difícil y penosa misión de redimir al menos una rama de su linaje. Con algunas excepciones al bautizarse la mayoría de los conversos, aun los contactos de oro, salen de un mundo telestial, donde pocos hacen caso a la voluntad de Dios. Por eso la conversión no es fácil o automática. Es aún más difícil para los que se sacrifican para salvar a su linaje. Para entender el proceso de la conversión, veremos lo que pasa a niños que vienen al mundo en hogares telestiales, y sufren la vida de crisis, conflictos, y dolor que típicamente se encuentran en un ambiente telestial. Y examinaremos lo que se requiere para que esos niños, de adultos, rechacen ese estilo de vida, se conviertan, y elijan la vida terrestre. Así entenderemos mejor los requisitos necesarios para pasar de lo telestial a lo terrestre. 83
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Espíritus valientes son mandados a la tierra con la misión de romper la cadena de maldad en un linaje que, en el pasado, fue justo Primero, vamos a evaluar una tesis presentada por un presidente de estaca en los Estados Unidos, quien trabajó muchos años con mujeres victimizadas y abusadas en su juventud. Él sugirió que muchas de esas mujeres tienen una fe tremenda y la fuerza de carácter de salirse de su ambiente telestial para hacerse miembros de la iglesia y así, terrestres. Eso le hizo concluir que Dios manda a espíritus fuertes para cambiar la dirección de linajes originalmente justos, que en el pasado, se habían desviado hacia lo telestial.
La tesis del Dr. Carlfred Broderick Carlfred Broderick, ya difunto, fue el presidente de su estaca, un autor, un profesor en la Universidad de California del Sur, y un terapeuta de familia de mucha reputación, dentro y fuera de la iglesia. Por años, él fue un miembro activo de una asociación de terapeutas Mormones. Y como un líder dentro de nuestra iglesia, así como un profesional de renombre, él ha escrito sobre las almas valientes que cambian totalmente el curso tomado por sus familias. En un artículo publicado en el Ensign (Agosto 1986, p. 38), primero habla de familias problemáticas que pasan su maldad de padres a hijos, la víctima de una generación volviéndose el victimario de la generación que sigue. Nuestro Señor conoce este fenómeno, que ocurre entre familias que odian las cosas de Dios, sin arrepentirse por tres y cuatro generaciones. (Exo 20:5; DyC 124:50,52) Entonces el Presidente Broderick presenta su tesis. Explica que, en el pasado, nuestro Padre Celestial ha mandado el diluvio, terremotos y guerras con el objeto de destruir linajes profundamente telestiales. En nuestra generación, antes de destruir todo el mundo inicuo, en preparación para la Segunda Venida de Cristo y el Milenio, Dios activamente interviene dentro de linajes destructivos. Manda en esas familias, espíritus valientes, asignados con la responsabilidad de romper esa cadena de destrucción, y establecer una nueva y justa generación que pueda recibir a Cristo. Esa responsabilidad quiere decir que ese espíritu valiente, de niño, 1. Sufre inocentemente violencia, abandono, explotación, 2. Tiene que disipar el veneno acumulado en su alma, rehusando pasarlo a las generaciones futuras, 3. Y establecer una nueva generación, basada en principios justos, principios que traen salvación. Esos espíritus que sufren terribles humillaciones y dolor con el propósito de eventualmente salvar a muchos en generaciones por venir, llegan a ser, en el más allá, Salvadores en el Monte de Sión. (Abd 1:21) Son salvadores porque salvan a las familias pasadas así como a sus familias futuras, produciendo un nuevo eslabón entre las generaciones de los justos. Es fácil para mí aceptar esa tesis, porque yo sé que, en mi propia familia, mi madre fue la que cambió la dirección tomada por, al menos, dos, tres o más de nuestras generaciones pasadas. Su poderosa fe la ayudó a salir de su familia telestial, e influenció a sus hijas a escoger lo terrestre. Y así se salvaron el futuro de los linajes de mi padre y los linajes suyos. En otro ensayo intitulado "Los Usos de la Adversidad," (en My Parents Married on a Pare, and 84
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Other Favor/te Essays on Life, Salt Lake City, Utah: Deseret Book, 1996), Carlfred Broderick comparte las historias de varios de esos espíritus valientes. Esas historias nos ayudan a entender el dolor que sufrieron durante y después del abuso. Pero también demuestran la gloria que están acumulando al salir de un ambiente tan doloroso para entrar en lo terrestre, en camino hacia lo celestial. Después de esta vida, serán considerados héroes y heroínas, así como salvadores en el Monte de Sión. Serán salvadores porque aceptaron, en la vida pre-mortal, la misión de salvar a su linaje, estableciendo un nuevo linaje de familias justas, listas para recibir a Cristo en su Segunda Venida. Tres Casos Caso # 1 : Una joven, en su hogar paternal, había sido victimizada psicológica, física, y sexuaímente por su padre, un alcohólico. Su madre, una mujer neurótica, se quedaba en cama todo el día, dejando a su hija hacer todo el trabajo de la casa. A pesar de su situación, un joven miembro de la iglesia se amistó con ella y la llevó a la iglesia con él. Ella se convirtió, y se casaron. Aunque tenía varios y serios problemas al relacionarse con un hombre, su esposo fue paciente y amoroso con ella, y criaron con éxito varios niños. Pero no era fácil. La joven pasaba por temporadas de depresión cada vez que observaba niñas felices con sus padres y madres. Se preguntaba que era lo que ella había hecho en la vida pre-mortal para merecer el ser colocada en tan terrible hogar. Cuando presentó a su presidente de estaca (el Presidente Broderick) sus angustiadas preguntas, él oró fervientemente por una respuesta que la pudiera ayudar. Ella, como parte de su mayordomía, tenía derecho a una respuesta, y él la recibió. De esa manera le fue revelado que ella, en la vida premortal, se había ofrecido como sacrificio para establecer un nuevo y justo linaje. Al oír esa explicación, esa joven deseó una bendición, y todo le fue confirmado en un instante. Con ese conocimiento, ella siguió su vida con mayor fe y aliento. Caso # 2 A la edad de doce años, un niño perdió a su mamá. Su padre respondió a la muerte de su esposa volviéndose algo loco, emborrachándose y trayendo mujeres inmorales a su casa. Mientras esas mujeres lo visitaban, encerraba a su hijo en su cuarto, sacándolo de vez en cuando, para golpearlo hasta el punto de romperle sus huesos. El joven creció lleno de confusión, odio hacia sí mismo, y resentimiento. Pero el Señor le dio buenos amigos así como oportunidades espirituales. Eso lo llevó a una buena mujer con quien se casó en el templo. Los dos, dedicados a tener un buen hogar, criaron a sus hijos en justicia, bondad, y amor. Caso # 3 Viajando en un país extranjero, el Presidente Broderick fue llamado por el presidente de misión para que hablara a una de sus misioneras que había decidido dejar la misión e irse a casa. También esa joven había sido abusada sexualmente en una familia muy pobre y muy telestial. Por años, ella había tratado de confiar su problema a alguien en la iglesia, pero nadie la escuchó. Finalmente, ya de adolescente, una maestra le creyó y consultó con el obispo. El padre fue excomulgado y la joven fue sacada de su hogar. El obispo y su esposa la recogieron y la sostuvieron mientras ella terminó la preparatoria, fue a la universidad, y salió a la misión. Pero en la misión, ella se sentía mal entre tantos jóvenes justos y felices sirviendo al Señor. Sintió que estaba pretendiendo ser tan buena como ellos, pero se sentía indigna de estar en ese ambiente, y quería irse de vuelta a su casa. El presidente Broderick le habló, recordándole que ella había sido una princesa en la casa de nuestro Padre Celestial, y que se había sacrificado para salvar a muchos otros. Y la desafió, preguntándole si ella estaba lista a abandonar su misión eterna cuando las cosas se ponían duras. Le aconsejó que demostrara a Dios que ella era digna de ser esa princesa, aquí en la tierra, para poder 85
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volver a Dios con honor. La joven se quedó. Dos o tres años más tarde, el Presidente Broderick la encontró en una conferencia, en la universidad de Brigham Young. La encontró bien dedicada a completar su misión en esta tierra, preparándose educacíonalmente para casarse y tener hijos criados con amor y buenos principios y así establecer un linaje digno de nuestro Padre Celestial.
EL SUFRIR SIN TENER CULPA PUEDE SALVARNOS Esos relatos ilustran el principio presentado por el Presidente Carlfred Broderick que Dios permite el sufrimiento de muchos inocentes que fueron colocados, con una misión, en un hogar telestial. No hay duda alguna que el vivir en medio de los telestiales es extremadamente doloroso y peligroso. Y se requiere tener una fortaleza espiritual muy especial, para escaparse de un ambiente profundamente telestial. Pero sabemos que nada es imposible para Dios, y que si nos tornamos a Cristo, él puede eventualmente, sanar nuestras memorias y nuestras cicatrices, las que se ven, y las que no se ven. (Éter 12:27) Pedro, en su primera epístola (1Pe 2:18-25), nos provee con la mejor explicación de ¿por qué buenas personas padecen injustamente? En ese pasaje, Pedro pregunta ¿de qué nos sirve si sufrimos en consecuencia de nuestros pecados? Solamente pagamos las consecuencias de nuestros actos, y por eso no vamos a ganar gloria. En cambio, si padecemos injustamente y lo aceptamos, en algo nos parecemos a Cristo quien, sin pecado, sufrió y aceptó lo indecible, sin rebelarse, sólo para salvarnos. Por eso podemos decir que los que aceptaron venir, para padecer injustamente con el propósito de salvar a generaciones futuras y pasadas, eligieron seguir el ejemplo de Cristo. También han elegido obedecer y sacrificarse para obedecer el mandamiento restaurado por medio de Elias. (DyC 2:1-3) Por eso, en el más allá, serán llamados héroes y salvadores en el Monte de Sión. (Abd 1:21) Y serán coronados de gloria. No todos nosotros hemos sufrido tanto como esos tres pacientes del Dr. Broderick. Pero muchos somos hijos e hijas de personas que nunca entendieron al evangelio. Tal vez no se bautizaron, o si se bautizaron nunca realmente se convirtieron. Y al no dejar lo telestial atrás, siguen lastimando a otros.
Una experiencia personal: escapando de una familia telestial Cuando pienso en lo telestial, en seguida me vienen a la mente mi vida hasta los diecisiete años en un hogar telestial, además de los cinco largos años que nos llevó, educacional, económica, y socialmente, el salimos de ese ambiente tan doloroso y triste. Sólo se necesita un individuo telestial para hacer de un hogar, un infierno. En nuestra casa, era mi padre. Criado en Francia por un padre alcohólico y una madre enfermiza y débil, sin protección efectiva, mi padre sufrió maltratos e inseguridad hasta los dieciocho años, cuando su padre murió. Desgraciadamente, sin esfuerzo, se deslizó de una posición de víctima a una posición de victimario (el que victimiza). Para entonces, su carácter ya había sido tan estropeado que él no supo como apreciar y aprovechar las magníficas oportunidades que un tío rico le proporcionó. Su vida continuó llena de malas decisiones, numerosos fracasos, desaliento, carencia, ira y resentimiento, envenenando la vida de nueve personas: su primera esposa, su segunda esposa, seis hijas, y un hijo. Me acuerdo de mi juventud, también en Francia, como un desfile de momentos medio gratos (cuando él estaba de buen humor, pero más a menudo cuando él no estaba en casa), y de momentos horribles cuando él aparecía en la puerta gritando. Su necesidad básica era controlar a otros, y mayormente, lo hacía gritando: gritando órdenes, reproches, críticas, e insultos que devastaban el alma. Y también golpeaba... no todos los días, pero sí, amenazaba diariamente y pegaba de vez en cuando. No sentía ni lástima, ni compasión. Con él, no era posible argüir para obtener justicia. 86
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Su vida fue un desastre después de otro desastre, porque nunca había aprendido a controlar su hombre natural. Reaccionaba a cada situación con emoción, siguiendo sus propios deseos, sus intereses, sus pasiones, sin considerar las opiniones de Dios, las escrituras, y menos la sensibilidad o las opiniones de los que lo amaban. Y era demasiado orgulloso para pedir consejo o ayuda. No se le ocurría analizar racionalmente los puntos a favor y los puntos en contra de sus decisiones. Ni veía las consecuencias de sus actos. Hacía lo que se le daba la gana. Desgraciadamente, la mayoría de sus decisiones eran malas y todo le salía mal. Mientras más fallaba en sus negocios, más rabia acumulaba en su pecho, y más culpaba a otros. Por eso, al final, se peleaba con todos: con su familia, con sus clientes, con sus competidores, con sus enemigos, así como con sus amigos. Además, le gustaba escribir cartas ofensivas a los políticos en nuestra comunidad, aumentando nuestro sentido de inseguridad. Mis padres habían conocido la iglesia cuando mi hermana y yo teníamos siete y seis años, respectivamente. Desgraciadamente, mi padre no dejó que el evangelio lo cambiara. Mi madre, en cambio, sí se había convertido. Cuando yo tenía catorce años, mi madre empezó a pensar que una guerra venía en Europa, y se "sintió" profundamente inspirada con la idea que nuestra familia debía salirse de Francia. Investigó la posibilidad de movernos a los Estados Unidos o a,Canadá, pero en esa época, muchas fronteras estaban cerradas. Entonces oyó que Argentina prometía terreno virgen para los que querían establecerse en el campo. Esa oferta le pareció muy atractiva a mi padre, y después de un largo viaje por barco, llegamos a Buenos Aires el primero de Setiembre 1938, exactamente un año antes del ataque alemán en contra de Polonia, el evento que inició la segunda guerra mundial. Así empezó nuestra experiencia pionera de tres años en Neuquén, en el sur de Argentina, una experiencia inolvidable. La vida era dura, y desgraciadamente, nuestro padre se volvió aún peor. Cada mañana, a la salida del sol, él nos levantaba y nos daba una lista de cosas que hacer ese día. Pero ninguna de nosotras teníamos mucha experiencia y las cosas no siempre salían bien. Entonces él explotaba con ira en contra de una o más de nosotras. Y cuando se enojaba, ya no amenazaba con golpes, sino que nos amenazaba con cuchillos y con su escopeta. Después de tres años, mi madre, mi hermana, y yo decidimos que ya no podíamos quedarnos. Debo admitir que, aunque mis memorias de él no son buenas, mi padre, como muchos otros telestiales, no fue cien por ciento malo. Por años se llevó muy bien con mi hermana, y la trató bien. No era mal parecido y en la compañía de extraños, era un hombre muy placentero y bonachón. Me salvó la vida dos veces, cuando una vez, me sacó del río donde me estaba ahogando, y unos años después, cuando paró la sangre que salía a chorros de una artería cortada en mi brazo, después de un accidente. Tampoco puedo considerar que hubo abuso físico, a pesar de que cuando pegaba, la injuria emocional se quedaba conmigo unos días. Tampoco hubo abuso sexual. Pero su casi continuo maluso del poder, su abuso verbal, y su obvio rechazo de mí fueron lo que me hirieron más. Por él, nunca me sentí amada o digna de ser amada. Al final, los abusos se multiplicaron y se dirigieron a las tres en el mismo grado. Además del maltrato, el vivir en un hogar telestial nos deja con muchos complejos emocionales. El fracaso y la dureza proveen una vida difícil, una vida sin justicia, una vida humillante, una vida sin oportunidades, una vida que nos llenó a todos (y eso incluye a mi padre) de inseguridad, así como de un sentido de impotencia. Y fue esa inseguridad, esa impotencia, la que lo llevó a usar la violencia para controlar lo único que, en su vida, podía todavía controlar: mi mamá, mi hermana, y yo. Desgraciadamente, su control era tan negativo y tan exagerado, y de vez en cuando, tan violento que creó, en mi hermana y en mí, rebelión y un profundo deseo de escapar. Así puedo testificar que, en un ambiente telestial, nadie gana, nadie es feliz. 87
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Recién había cumplido yo los diecisiete años, cuando empezamos a prepararnos para dejar a nuestro padre. Estábamos en contacto con miembros de la iglesia, teníamos un poco de dinero ahorrado, y grandes esperanzas. Cuando varios milagros nos ayudaron con los últimos preparativos, supimos que, con la aprobación de Dios, todo ¡ba a ir bien. Y así fue. Tuvimos que aprender paciencia, pero recibimos muchas bendiciones. Tan pronto como nos salimos, nos encontramos en un ambiente terrestre. Todo era pobre, porque sufrimos varios años de privación pero, en nuestro nuevo hogar, ya no había gritos, insultos o amenazas. Había industria, paz y amor, así como una esperanza esplendorosa de gozar de la felicidad de lo terrestre, para seguir hacia el gozo de lo celestial. Mi hermana y yo, durante esos tres años, aprendimos mucho. Maduramos, aprendimos a trabajar muy duro, y a confiar en Dios y depender de él. Aprendimos a rebelarnos en contra del mal y de abandonarlo en nuestras vidas. Y aprendimos a salimos de lo telestial y a establecernos en lo terrestre. Y ahora, como vamos a ver, esta historia trae los elementos que salvan: • el Espíritu de Cristo y fe en Dios • una persona inspirada (mi madre) • que no es parte de lo telestial • que constantemente presenta otra realidad y que, en el proceso, establece una línea de demarcación firme entre el bien y el mal • que provee apoyo moral • que provee oportunidades de expresar sentimientos negativos en un ambiente de amor • y una relación con Dios y Cristo, una relación que trae salvación
El salimos del abuso telestial requiere una linea de demarcación entre el bien y el maly es el evangelio de Cristo que provee esa línea de demarcación Muchos piensan que, naturalmente, todas las víctimas del abuso están ansiosas de escapar sus hogares telestiales. Sin embargo no siempre es así. A veces oímos de mujeres golpeadas por sus esposos, quienes rechazan buenas y realistas oportunidades de salirse, y se quedan... a veces hasta que el esposo las mata. El hecho es que el abuso crea en sus víctimas, sentimientos muy complejos: una mezcla de amor y odio, una autoestima muy baja, un fuerte sentido de culpabilidad, y mucha confusión. Los niños victimizados por el abuso también reaccionan de esa manera. Pero porque son muy jóvenes y porque vivieron de esa manera toda su vida, sin haber jamás tenido la experiencia de vivir en un hogar sano, se les hace aún más difícil escapar de su ambiente telestial. Aquí, queremos tratar de entender como un niño maltratado se sale de un hogar telestial, porque ese entendimiento puede ayudarnos a entender el proceso de Ja conversión.
El primer paso para escapar el abuso telestial es el reconocer que el mal está en la persona telestial que abusa Todos sabemos que el adulto que abusa de niños de cualquier manera (sea verbal, emocional, física, o sexualmente) malusa su poder y es totalmente responsable por el daño que hace. Culpara la víctima no tiene sentido. Eso, todos lo sabemos... menos el que fue maltratado. Muchas víctimas, aunque muy resentidas por el abuso, admiten sentir, muy adentro, que tal vez 88
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como víctimas, "causaron" el abuso. Así, muchos que fueron abusados físicamente de niños, piensan que las cicatrices, los huesos quebrados, las quemaduras de cígarillos que recibieron fueron causados porque eran demasiado inquietos o revoltosos. Las niñitas que fueron abusadas sexualmente piensan que tal vez fueron demasiado "seductoras..." (Como si eso fuera posible, a menos que adultos las "sexualizen.") Y los muchos que sufrieron por el abuso verbal, piensan que los insultos eran probablemente justificados porque eran feos, tontos, o perversos. Es mucho más fácil salimos de una situación desagradable cuando estamos convencidos de que no somos responsables. Pero, si nos sentimos aunque sea medio culpables, es mucho más difícil salimos de la situación ilesos. Además, los pasos que siguen requieren aun más esa seguridad de que el victimario es totalmente responsable por sus actos.
El segundo paso para escapar del abuso telestial requiere rebelión en contra del abuso, en contra de lo telestial Muchos de los niños maltratados se sienten totalmente desconcertados por lo que les pasa en la vida diaria. No entienden lo que es aceptable y lo que no es. ¿Es justificado que un padre o una madre grite a un niño o una niña, insultando, degradando con tanta ira, tanto desprecio en su voz? ¿Es aceptable que un padre o una madre golpee a su hijo o hija hasta que le salga sangre? ¿Está bien que un padre o una madre o un hermano mayor toque a una niña o a un niño de una manera inapropiada, una manera que causa dolor así como, a veces, placer? Es entonces cuando un niño o niña pierde de vista los límites que típicamente todos conocemos. Además, muchas veces, los padres de niños maltratados también son los que, de vez en cuando, demuestran algo de amor y protección. Y porque esos padres son los únicos que también demuestran algo de atención y amor, aun si también son los que los tratan tan horriblemente, esas víctimas aman a sus victimarios. Los aman y quieren ser amados y aprobados por los que les causan tanto dolor. Y así desarrollan una ambivalencia desconcertante, un amor mezclado con resentimiento que les hace sentir culpables por algo que no entienden.
La confusión nos guarda en lo telestial Y es esa confusión que les impide rebelarse en contra de esa persona que los martiriza. Pocos pueden establecer una línea realista de demarcación entre lo aceptable y lo inaceptable, porque al decidir, tendrían que admitir que sus padres son villanos. Por eso encontramos entre muchos de los que fueron maltratados, mucha confusión, un profundo sentido de inferioridad, así como una mescolanza muy rara de profundo resentimiento (muchas veces reprimido y negado), y de amor hacia el que abusó. Y en lo más profundo, sienten un gran pesar y un sentido de culpabilidad totalmente erróneo e innecesario. Es por eso que, en esa confusión, muchos de los niños maltratados, tienen gran dificultad de salirse de su ambiente telestial. Esa situación de abuso duele, pero al menos es familiar. Los que viven en ese ambiente telestial, sean víctimas o victimarios, tristemente aprenden a acomodarse a la situación. Al quedarse allí, sin una seria rebelión y sin firme línea de demarcación entre la tolerancia del abuso y el completo rechazo del abuso, las víctimas solamente tienen dos alternativas: de grandes, o se pueden volver victimarios, o pueden seguir siendo víctimas el resto de su vida. Desafortunadamente, no llegan al ideal de ser ni víctima y ni victimario.
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Los victimarios A menudo ocurren dos, tres o más generaciones de alcohólicos, de droga-dictos, de fornicadores, de adúlteros, de ladrones, de personas inestables, de personas que constantemente pierden sus empleos, de gritones, de gente que ofenden, critican, golpean, se aprovechan, explotan, y abusan emocional, verbal, física, y/o sexualmente dentro de su propia familia. Por eso sabemos que la gran mayoría de los victimarios han sido victimizados en su niñez. Pero cuando se les pregunta como se sintieron al ser maltratados, típicamente dicen algo así: "Pues no fue muy divertido, pero sobreviví, y no salí tan mal." Hacen poco caso del dolor, de la humillación, de la impotencia, y de la ira que obviamente sintieron. Desafortunadamente, al no admitir su sufrimiento, y al no expresar una profunda indignación y rebelión en contra del que los hirió, tampoco se rebelaron en contra del abuso en general. Y se les hace fácil abusar de otros.
Las víctimas Las víctimas no se identifican con el victimario. Tal vez se identificaron con una madre también victimizada, una madre sufrida. Tal vez pidieron ayuda de otros, de un pariente, de un maestro, de un vecino, pero no fueron aceptadas, o fueron llamadas mentirosas. Así, no pudieron convencerse totalmente que el victimario era el único responsable por el abuso. Todavía están confusas, todavía se culpan. Y por eso no .pudieron, en su mente, rebelarse en contra del victimario. Y el resultado es que muchas veces se dejan maltratar el resto de sus vidas. Son las víctimas de padres alcohólicos que muchas veces se casan con no solamente un borracho, sino que con una serie de borrachos, uno después del otro. 0 son las que fueron molestadas sexualmente por sus padres y que se escapan de su casa, para hacerse prostitutas, o para casarse con un hombre que molesta a sus niños. Típicamente son las que inconscientemente piensan. "Quiero a mi padre, pero me ha lastimado. A él no lo pude cambiar. Pero me puedo casar con ese joven, que me recuerda algo de mi padre, porque a él, sí lo voy a cambiar. Así, será el esposo perfecto." Y un joven puede pensar exactamente lo mismo concerniente a su futura esposa. Los que, de adultos, siguen siendo víctimas, típicamente no se han rebelado totalmente en contra de la maldad que sufrieron, y en contra de la persona que se atrevió a herirlos. Desafortunadamente, a menos que sientan repulsión, rebelión, un horror a ese mal que tuvieron que sufrir, no pueden totalmente dejar lo telestial atrás. Y no pueden tomar este tercer paso sin ayuda humana, así como ayuda divina.
El tercer paso requiere ayuda de personas terrestres que proveen apoyo moral, una nueva realidad, y una línea de demarcación establecida por la comunidad Miles de víctimas, cada año, dejan lo telestial por lo terrestre cuando descubren una nueva realidad, y establecen una línea de demarcación entre lo que entienden es aceptable y lo que saben que no lo es, en su comunidad, en su familia extendida, o en su iglesia. Así, una tía que no grita puede demostrar, delante de una víctima de abuso verbal, como una buena madre, en lugar de insultar, con amor enseña buenos principios, buenos valores a sus hijos. Y al ver eso, el niño maltratado se da cuenta que existe otra realidad. Un vecino puede, en frente de una víctima de abuso físico, quitar ciertos privilegios a un hijo desobediente, dándole a conocer una nueva realidad. 0 una muchacha que asiste a la secundaria o la prepa, oyendo hablar a sus compañeras de escuela de la amistad que éstas tienen con sus papas, de pronto se da cuenta que no todos los padres 90
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hacen lo que su padre hace. Y eso también le da una ¡dea que existe una realidad, distinta a la suya. Cada pueblo en el mundo ha recibido suficiente de la verdad de Dios, para establecer una línea de demarcación, relativamente firme y clara, que excluye lo peor del abuso. Y los victimarios saben que lo que hacen es inaceptable dentro de su comunidad. Por eso el abuso verbal se controla algo en público, y el abuso físico y sexual sólo existe en secreto. Es al entender esa nueva realidad, que la víctima puede empezar a prepararse para su futuro terrestre. Al sentir indignación y rebelión en contra de su victimario, se siente justificada al rechazar sus actos. Un adolescente finalmente puede confrontar a su padre, darle una paliza, y parar el abuso. Una muchacha se puede quejar de su padre a sus vecinos. Al menos, se puede distanciar física y emocionalmente del victimario, y eventualmente, se puede salir de su hogar telestial. Es cuando las víctimas necesitan ayuda concreta. Un vecino puede proveer un empleo. Una maestra puede adoptar a una joven víctima. Un pariente puede proveer un segundo hogar donde la víctima pueda sentirse segura. Sobre todo, todas esas buenas personas terrestres pueden dar apoyo moral y oportunidades de hablar de lo que lastima tanto. La víctima necesita hablar de su dolor, de su indignación, de su resentimiento, de su ira. Si es posible, puede hablar con un terapeuta. Y a medida que expresa todos esos sentimientos negativos a una persona que la entiende, la acepta, y la apoya con amor, el sentido de culpabilidad, el resentimiento y la ira pueden empezar a disiparse. Entonces la imagen propia cambia y la confianza en otros aumenta. Ahora podemos identificar los factores que nos permiten escapar de un hogar telestial.
Escapándonos de lo Telestial 1. Una persona del nivel terrestre a.nos da un modelo de un ambiente terrestre b.acepta nuestros sentimientos de dolor, rabia, e impotencia c. al aceptarnos como somos, nos permite establecer una imagen propia más positiva 2.Esa persona terrestre nos ayuda a establecer una clara línea de demarcación entre el bien y el mal, entre lo apropiado y lo inapropiado a.el aceptar esa línea de demarcación nos permite rechazar y rebelarnos en contra del tratamiento que sufrimos a manos de lostelestiales b.también nos permite rechazar y rebelarnos, aun si es sólo en secreto en nuestro corazón, en contra de nuestro victimario, de quien nos causa tanto dolor, humillación, y pena. Eventualmente, eso puede llevarnos a confrontar a nuestro victimario, acabando con el abuso, al menos por un tiempo. c.Nos ayuda a desarrollar esperanza para un mundo mejor, así como bastante paciencia para esperar el tiempo apropiado para salimos de lo telestial 3.Esa misma persona terrestre nos ayuda a crear un escape realista a una vida más terrestre, por medio de a.un nuevo hogar b.una oportunidad de terminar la escuela, de conseguir un empleo, o de obtener más independencia, más auto-suficiencia 91
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Así poco a poco, víctimas pueden llegar a ser no-víctimas y no-victimarios. Pero muchas veces, para realmente alcanzar eso, la ó el que fue víctima necesita sanarse en el proceso de conocer las cosas de Dios.
El cuarto paso es el establecernos en lo terrestre, conociendo el Plan de Salvación, entendiendo los mandamientos de Dios, y eventualmente, perdonando a nuestros victimarios Para establecernos en lo terrestre, debemos conocer los propósitos de Dios para entender el propósito de nuestra vida, y el papel que desempeñamos aquí en la tierra para salvar a otros. Para nunca actuar como un victimario, necesitamos conocer los mandamientos que Dios nos da acerca de como tratar a nuestra descendencia y a todos alrededor nuestro. Para dejar de sentirnos como una víctima de la vida, debemos eventualmente perdonar a nuestros victimarios, no solamente porque Dios lo manda, sino que también porque eso nos librará de sentimientos negativos que fácilmente pueden amargar y destruir nuestra vida terrestre.
Primero, necesitamos conocer el plan de salvación para entender el propósito de nuestra vida aquí Las escrituras nos dan el plan de salvación que nos ayuda a entender no solamente los propósitos de Dios, sino también cómo esos propósitos se están llevando a cabo. Ese plan fue presentado e implementado en el concilio en los cielos. Allí nuestro Padre Celestial explicó que nos mandaría a esta tierra para ser probados y para retornar a él con un cuerpo dominado por el espíritu, y limpio por la gracia de un Redentor. Así, se cumple su obra y gloria de "llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre." Durante ese Concilio, Dios primero llamó a nuestro hermano mayor, Jesucristo, como ese Redentor, y Salvador. Fue también allí donde tomó lugar el llamamiento de espíritus que iban a ser los profetas, los gobernantes de Dios, salvadores de generaciones de miembros del Pueblo de Dios aquí en la tierra. (Abraham 3:23) Y es también en la vida premortal donde recibimos nuestras misiones y nuestras mayordomías, para que tuviéramos la oportunidad de "salvar" a otros, y llegar a ser "salvadores en el Monte de Sión." • el llamamiento de padres y madres, para tratar de salvar a nuestra descendencia • el llamamiento de misioneros y misioneras, para tratar de salvar a personas en el mundo • llamamientos en nuestras estacas, barrios y ramas, tratando de salvar a los miembros bajo nuestra mayordomía • el llamamiento de salvar a nuestros ancestros, haciendo nuestra genealogía y trabajando en el templo • y tal vez el llamamiento de salvar a nuestro linaje telestial, sufriendo y resistiendo el abuso y la maldad, y haciéndonos terrestres para que espíritus buenos y justos, de nuevo pudieran venir a la tierra, entre ese linaje. Eso es cuando nosotros, los espíritus que fuimos llamados para resistir el mal y cambiar la dirección de nuestros linajes injustos, supimos que nuestra vida sería una prueba dura y difícil. Pero también entendimos que lo que íbamos a hacer después de escapar el abuso, determinaría donde y como íbamos a pasar el resto de nuestra eternidad. Sabíamos que, probablemente, pasaríamos por momentos muy penosos, como Cristo y la mayoría de los profetas lo hicieron (y todavía lo hacen y lo harán). Pero también supimos que nuestro Padre Celestial no nos abandonaría. Dios iba a proporcionar tanta ayuda 92
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como fuera posible, sin violar la agencia moral, el principio del albedrío, nuestra libertad de aceptar el bien o el mal. También parece que pensamos que podíamos hacerlo, porque el premio, el llegar a ser dioses como nuestros padres celestiales, valía la pena. Y con todos los demás, gritamos de alegría al saber que el plan se iba a poner en acción. (Job 38:7) Por supuesto que, al nacer en esta tierra, olvidamos nuestra vida anterior. Pero nuestro Padre Celestial nos manda que nos enseñemos el uno al otro, diligentemente (DyC 88:77-78), porque él quiere que todos entendamos su plan. Y quiere que sepamos que nuestros sacrificios por otros no serán ignorados, sino que nos traerán paz y gloría. (1 Pe 2:17-25)
Segundo, necesitamos conocer, entender, y obedecer los mandamientos de Dios, para nunca abusar de nadie Las escrituras nos proveen con una lista de mandamientos que establecen para nosotros la línea de demarcación entre el bien y el mal que Dios ha establecido. Esa línea de demarcación es definitiva y mucho más estricta que la línea cultural recomendada por la sociedad. Pero esta lista propuesta por nuestro Señor, nos ayuda a establecer, en nuestra mente y nuestro corazón, lo que podemos y lo que no debemos hacer con nuestros hijos e hijas, si queremos seriamente evitar la posibilidad de continuar con la victimización que nosotros hemos sufrido. Y así podremos completar nuestra misión de salvar a nuestras próximas generaciones. Por medio de las escrituras, sabemos que: El abuso en contra de niños será gravemente castigado Dios está siempre pendiente de como los niños son tratados por sus padres, porque Cristo dice que los ángeles que acompañan a los niños, siempre ven el rostro de Dios. (Mateo 18:10) No quiere que ni uno de ellos se pierda. (Mateo 18:14) Hubiera sido mejor para los que traen tropiezos a los niños, que se les hubiera atado al cuello una piedra de molino y arrojado al mar. (Lucas 17:1-2) Los que hacen pecar a sus niños serán echados al infierno. (Jacob 3:10-11) Dios está al tanto de todo lo que hacemos con nuestros hijos e hijas. Y los que los maltratan de cualquier manera, irán al infierno y serán destruidos. Porque Dios no quiere que ninguno de ellos se pierda a causa nuestra. Nuestro Señor declara que nuestros hijos e hijas tienen derechos recibidos de Dios Nuestros hijos tienen derecho a no ser explotados: Deben ser mantenidos financieramente por sus padres (DyC 75:28) Los hijos tienen derecho a no ser abusados sexualmente o asesinados: Los Diez Mandamientos claramente prohiben el cometer adulterio o el matar. (Éx 20:13-14) Los hijos tienen derecho a no ser abusados verbal, física, o sexualmente: Tienen derecho al respeto de sus padres (Efe 6:4; Col 3:21) a la instrucción de sus padres (Or 29:15; DyC 93:42-43; 68:25) a las oraciones de sus padres (3Ne 18:21; Mos 27:14; Alma 19:22-23) a poder tener confianza en sus padres (Jacob 2:35; 1Tim 3:1-7) a que no haya favoritismo dentro de la familia (DyC 38:24-26) y a no ser provocados a la ira por sus padres (Efe 6:4; Col 3:21) Nuestro Padre Celestial explícitamente dice que nadie tiene el derecho de malusar su poder No solamente nuestro Señor nos aconseja ser humildes, pacíficos, y sin orgüilo, sino que nos da una escritura que nos enseña a no malusar el poder que el sacerdocio o el ser padres podría darnos. Esa escritura dice: Ningún poder o influencia se puede ni se debe mantener en virtud deisacerdocio, sino por persuasión, por 93
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longanimidad, benignidad, mansedumbre y por amor sincero; por bondad y por conocimiento puro, lo cual ennoblecerá grandemente el alma sin hipocresía y sin malicia; reprendiendo en el momento oportuno con severidad, cuando lo induzca el Espíritu Santo,'yentoncesdemostrando mayoramorhacia el que has reprendido, no sea que te considere su enemigo;para que sepa que tu fidelidades más fuerte que los lazos de la muerte. (DyC 121:41-44) Analizando esa escritura, punto por punto, entendemos mejor lo que Dios tiene en mente. No debemos malusar el poder Esta escritura nos advierte que nadie tiene el derecho de malusar su poder o influencia, sea ese poder, el del sacerdocio o el de nosotras las madres. El Señor explica como el poder debe ser usado: no a la fuerza, sino por persuasión, con paciencia, y amor, de una manera absolutamente honesta, sin que intervengan las necesidades propias de nuestro hombre o mujer natural. Solamente podemos reprender si estamos inspirados por el Espíritu Santo Nuestro Señor, muy claramente nos dice que solamente tenemos su permiso de reprender, cuando el Espíritu Santo nos dice, por inspiración, que debemos hacerlo. Eso nos podría hacer sonreír, porque ni una vez en mi vida he visto a nadie esperando hasta que el Espíritu Santo le diga que reprendiera. La mayoría de nosotros, impacientemente, esperamos que alguien "nos dé la oportunidad» de reprenderlos. Por supuesto, sabemos que Dios no puede permitirse malusar su autoridad. Con su tremendo poder, podría destruirnos a todos, en cinco segundos. Y nosotros, si queremos heredar la vida eterna, tenemos que practicar el don de la paciencia divina. Si tenemos que reprender, debemos redoblar nuestro amor El Señor también nos avisa que, si tenemos que reprender a cualquiera, aun a nuestros propios hijos, debemos en seguida demostrarles mucho amor, para que no vayan a pensar que somos sus enemigos. Nuestros hijos e hijas tienen el derecho de saber, en todo momento, que siempre los amamos y que siempre estamos en su esquina. Más bien que reprender, necesitamos enseñar Sabemos por muchas escrituras, que la manera más efectiva de guiar e! comportamiento de nuestros pequeñitos, es por medio de la enseñanza. En la Guía para el Estudio de las Escrituras, vemos muchas referencias dicién-donos que debemos enseñar buenos principios y buenos valores. (Pág. 62) Los niños nunca son demasiado jóvenes para aprender esas cosas... pero eso sí, con amor, para enseñar, no para reprender. Además, el Libro de Mormón nos provee con un maravilloso ejemplo de como enseñar a un hijo errante, cuando cita las palabras de Alma a su hijo, Coriantón. En los capítulos 39 a 42 de Alma, vemos que Coriantón había ofendido no solamente a su padre y hermano, Shiblón, sino también a personas muy importantes y queridas por Alma: a tres de los hijos del Rey Mosíah, sus compañeros de juventud, los que fueron convertidos con él, por el ángel, así como a Amulek y a Zeezrom, sus conversos de Ammoníah. La mayoría de los hombres se hubieran muerto de vergüenza. Pero Alma no era un hombre del mundo. Como el Señor, Alma sabía que lo más importante era el salvar a Coriantón. Por eso, sigue las instrucciones que Cristo nos da en nuestra generación. Alma espera hasta volver a casa y tener la oportunidad de dar instrucciones a sus tres hijos acerca de un futuro cuando él ya falte. 94
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Alma sabe que debe enseñar a Coriantón un principio eterno: que, al pecar, vienen consecuencias eternas. Primero, le recuerda el daño que él causó a la obra de Dios; por haber abandonado su misión para seguir a la ramera Isabel. Entonces, empieza a explicarle el plan de redención, el plan que nuestro Padre Celestial ha establecido para que los justos puedan resucitar y limpiarse de sus pecados, para poder morar de nuevo con Dios. Al final, Alma aplica esa doctrina de redención al caso de Coriantón. Pone bien en claro que la misericordia solamente puede sobreponer a la justicia si nos arrepentimos y si ganamos, por medio de nuestra fe en Cristo, el derecho de obtener la misericordia que nuestro Redentor ganó en la cruz. Si no admitimos nuestros errores humildemente, si no nos arrepentimos, y si no tenemos una fe total que Cristo tiene el poder de perdonarnos, no podemos obtener el perdón, la limpieza y la purificación de nuestros pecados que sólo Jesús tiene el poder de otorgarnos. Y si no recibimos ese perdón, no hay exaltación. El saber eso debería ser suficiente para evitar ser un victimario, uno que hiere y causa gran sufrimiento a otros.
Tercero, debemos llegar al punto de perdonar y olvidar la maldad de nuestro pasado telestial para dejar atrás la posibilidad de llegar a ser una víctima o un victimario Hemos dicho antes que, en el proceso de dejar nuestro hogar telestial, era absolutamente necesario sentirnos muy enojados, resentidos, llenos de rebelión. Ese resentimiento es lo que nos ayuda a salimos de ese ambiente, de alejarnos de los sentimientos ambivalentes que típicamente nos detienen dentro de ese hogar telestial. Sin embargo, cuando finalmente nos instalamos bien dentro de un hogar terrestre, necesitamos perdonar y olvidar. Existen tres argumentos poderosos para eso: 1.El perdonar es un mandamiento de Dios. Cristo nos dice que debemos perdonar a los hombres sus ofensas, si queremos ser perdonados por Dios. Y también nos avisa que no podemos entrar en el reino de Dios si no hemos resuelto nuestros problemas con otros en esta vida. No hay lugar para el enojo y resentimiento en el reino celestial. (3Ne 12:21-26) 2. El enojo y resentimiento pueden ser una poderosa defensa en contra del mal. Pero cuando entramos en lo terrestre, no deberíamos tener que protegernos tanto en contra del mal. Y si seguimos a la defensiva, con enojo en nuestro corazón, anticipando un ataque, nosotros somos los que traemos en nuestras vidas conflictos telestiales. 3. Además, si guardamos todo el enojo y resentimiento que acumulamos en nuestro ser, durante nuestros años en un ambiente telestial ¿qué haríamos con las frustraciones e irritaciones que ocurren diariamente, aun en un ambiente terrestre? La acumulación del enojo del presente, encima de la rabia pasada, nos haría sentir todo el tiempo, como un volcán listo para explotar. Y de nuevo, nosotros traeríamos lo telestial en nuestro nuevo ambiente terrestre. Todos los terapeutas, aun los que no parecen creer en Dios, recomiendan el perdonar a nuestros victimarios, no necesariamente por el bien de ellos, sino por nosotros mismos, para no seguir siendo sus víctimas. Y la ciencia médica nos promete que nuestra salud será mucho mejor, si nos quitamos todo el enojo y resentimiento del corazón. Por supuesto, muchas víctimas rehusan perdonar No es tan fácil quitarnos el resentimiento del pasado porque ese enojo nos ha sido muy útil en el pasado. Lo hemos usado para intimidar a personas que nos querían atacar; para obligar a otros a hacer lo que queríamos; y para permitirnos el lujo de insultar o de ser desagradables con otros. Parece 95
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protegernos y darnos poder. Pero los terapeutas saben que, a lo largo, ese maluso de poder nos va a dejar solos, porque nadie aguanta a alguien que ataca todo el tiempo. Los terapeutas sugieren que las víctimas escriban de su sufrimiento y resentimiento .Muchas veces, los terapeutas sugieren que las víctimas escriban una carta a sus victimarios, acusándolos de lo que han hecho, abiertamente expresando su ira en contra de ellos. PERO entonces esa carta nunca se debe mandar. Eso es porque, si los victimarios no se han arrepentido, atacarían de nuevo a su víctima, culpando, negando, hiriendo, victimizando. como si fuera ayer. Entonces, todas las heridas del pasado se abrirían de nuevo, y las víctimas se sentirían más abusadas y más enojadas que nunca. El escribir esa carta y luego guardándola en un diario personal, típicamente tiene buenos resultados. El sólo hecho de escribir lo que nos ha ocurrido, nos permite examinar la realidad más racionalmente y con una nueva perspectiva. Al tratar de entender exactamente lo que ha pasado, muchas veces, las víctimas se dan cuenta que el victimario también es una víctima, de sí mismo así como de otros en su pasado. Lo que probablemente ayuda aun más, es el discutir la carta con el terapeuta y descubrir con él (o ella) que nuestra ira es justificada. Y sólo el reconocer eso nos ayuda a resolver, desahogar, limpiar y sanar nuestra alma. Podemos pedirle a Dios que nos quite el enojo Pero, nosotros que conocemos el poder de sanar que Cristo ha ganado por su sacrificio en la cruz, sabemos que existe otro medio aun más efectivo. Si ya nos hemos desahogado de gran parte de nuestro resentimiento, hablando y escribiendo sobre nuestras experiencias con lo telestial, entonces podemos ir a Cristo. Personalmente, yo puedo testificar que no hay mejor manera de eventualmente limpiarnos totalmente y definitivamente del enojo. Lo que uno puede hacer es muy simple. De noche, antes de dormir, hablamos con nuestro Padre Celestial, admitiendo el terrible resentimiento que todavía está en nuestro corazón, y pidiendo con toda la fuerza de nuestra alma, que él nos quite nuestro enojo... porque ya no queremos sentirlo. Esa oración no requiere muchas palabras, sino una sinceridad total así como mucha fe. Una oración tal como un niño la haría. Típicamente, a la mañana siguiente, nos despertamos sin sentir nuestra rabia bramando en nuestro pecho. Cuando ya sentimos que nuestros sentimientos negativos se calmaron, podemos con una oración en nuestro corazón, de nuevo revisar las cosas que pasaron, invitando al Espíritu que nos haga entender la razón de todo ese sufrimiento, y que sugiera algunas soluciones. Repitiendo eso tan a menudo como sentimos que sea necesario, a través de los años, podremos llegar del otro lado, limpios de todo enojo y resentimiento. Y nuestra vida, con nuestro esposo o esposa y con nuestros hijos e hijas, será mucho mejor. Eso es parte del proceso que Cristo sugiere cuando nos habla de como, eventualmente, podemos librarnos de todos nuestros complejos, con su ayuda. Él dice: Y si los hombres vienen a mí, les mostraré su debilidad. Doy a los hombres debilidad para que sean humildes; y basta mi gracia a todos los hombres que se humillan ante mí; porque sise humillan ante mí, y tienen fe en mí, entonces haré que las cosas débiles sean fuertes para ellos. (Éter 12:27) Esta escritura es sorprendente porque en ella, nuestro Señor admite que él es responsable por nuestra debilidad (debilidad que tenemos porque nacimos en un hogar telestial). Aquí es cuando, muy rápido, debemos recordar que nosotros aceptamos ese llamamiento porque, en la vida premortal, entendimos que eso alegraría y salvaría a miles de personas que nacerán durante el Milenio, además de miles y miles que murieron años atrás. Y lo más importante es que nuestro Señor se compromete, si vamos a él con fe, a quitarnos los complejos que resultaron del abuso y del sufrimiento, complejos que nos traen perturbaciones, flaquezas, 96
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y debilidad. Y son esas debilidades las que Cristo promete transformar en fuerzas para nosotros. Y muchos de nosotros ya nos hemos dado cuenta que, el haber pasado por esas pruebas, nos ha dado, a algunos compasión, a otros paciencia, a otros un deseo de vencer los obstáculos de la vida, así como una fe mucho más grande. De nuevo, dondequiera que esté Dios, todo sale bien. Todos fuimos probados. Los injustos serán castigados, a menos que se arrepientan. Y los justos ganarán gloria sin fin.
VOLVIENDO AL TEMA DE LA CONVERSIÓN Al leer este capítulo, esperamos que todos nos acordemos de comparar lo que sufrió la víctima del abuso al salir de lo telestial para ajustarse a lo terrestre, con las dificultades que encuentra el converso al dejar su vida telestial y entrar en el ambiente terrestre de nuestra iglesia. Sugerimos que el proceso es el mismo, aunque es mucho más penoso y drástico para el que fue llamado a salvar su linaje en esta tierra. Escapando lo Telestial
Convirtiéndose a la Iqlesia
1. Una persona terrestre
1. Misioneros/misioneras
a. nos da modelo terrestre
a. presentan plan de salvación
b. acepta nuestro dolor e ira
b. prometen mayor felicidad
c. mejora nuestro auto-estima
c. sostienen nuestros sueños
2. La víctima establece una clara línea
2. El converso establece una clara
de demarcación entre el bien y el mal
línea de demarcación entre el
a. se rebela contra el dolor telestial
mundo y Dios
b. se rebela contra los victimarios
a. deja atrás lo telestial
c. poco a poco gana esperanza
b. rechaza el ambiente telestial
terrestre
c. gana esperanza de gloria
3. La víctima recibe ayuda para escapar
3. Converso recibe hermanamiento en le
a lo terrestre
iglesia
a. un nuevo hogar
a. nuevos amigos, nuevo hogar
b. oportunidades de progreso
b. oportunidades de progreso
social, y de ganar seguridad
espiritual
Como se ve, la comparación es válida. El proceso de conversión, hablando generalmente, es el mismo para la víctima y el converso. La mayor diferencia entre los dos podría ser que la víctima corre al huir de su ambiente telestial, mientras que el converso camina al seleccionar un ambiente más terrestre. Esto seguramente hará que la víctima necesite más apoyo de parte de los que la reciben. Necesitará mucho amor, reconocimiento, y envolvimiento, para establecer para sí misma, un sentido de seguridad, autoestima, y confianza en otros. 97
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Resumen Sabemos que el Recogimiento de Israel es la responsabilidad de nuestra dispensación. Después de la Gran Apostasía, Dios reveló que en estos, los últimos días, nuestra iglesia tiene la responsabilidad de preparar al mundo para la Segunda Venida del Señor. La primera etapa de esta misión es el recogimiento espiritual de Israel por toda la tierra. Eso es, la conversión del pueblo de Israel por medio de los misioneros de nuestra iglesia, en todos los países de la tierra. La segunda etapa viene cuando nuestro profeta establece a Sión, en el estado de Misuri, en los Estados Unidos, para el recogimiento temporal, literal, físico de Efraín, Manases y las demás diez tribus. Por eso, en este libro, nos interesa el proceso de la conversión. Proponemos que nuestro Padre Celestial ha instituido dos movimientos de conversión. El más obvio, el que más conocemos es: El recogimiento de la sangre creyente en todo el mundo, por medio de nuestro sistema misionero. Esos conversos mayormente son descendientes de Israel quienes se "recuerdan" de Dios y del plan de salvación. El segundo no es tan obvio, pero existe también. Consiste del: Recogimiento de linajes que fueron justos y celestiales, pero que, aquí en la tierra, se hicieron tan profundamente telestiales, que solamente evitarán la destrucción de los últimos días, si son redimidos por "salvadores en el Monte de Sión." Esos salvadores en el Monte de Sión son espíritus justos y fuertes que fueron llamados, en la vida premortal, y aceptaron el llamamiento de nacer en familias profundamente telestiales para cambiar la dirección de sus descendientes. Así, ese linaje será representado en la Segunda Venida. Aunque esos espíritus justos y fuertes sufren horriblemente en sus hogares telestiales, sostenidos por el Espíritu de Cristo, no se doblegan. Rehusan aceptar el mal. Y nuestro Padre Celestial les manda personas terrestres que les ayuda a establecer una línea de demarcación entre el mal y el bien, una línea establecida a base del evangelio de Cristo. Esa línea es la que los guía, eventualmente, al evangelio. Al entender el plan de salvación, aprenden a no ser ni víctimas, ni victimarios. Y al conocer los mandamientos de Dios, pueden establecer un hogar terrestre. Eventualmente, por medio de Cristo, pueden perdonar a sus victimarios. Entonces, según la promesa, sus debilidades y complejos se transforman en fuerzas. Al final, al comparar los conversos con esas víctimas, encontramos que el proceso de conversión es muy similar en los dos casos. Aunque posiblemente las víctimas encuentran que su conversión es más dura, los dos empiezan a cambiar cuando descubren una línea de demarcación basada en el evangelio de Cristo. Los capítulos nueve y diez tratarán el tema de los cambios que todos los conversos al evangelio de Cristo deben hacer en sus vidas.
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CAPÍTULO 9 Haciéndonos Santos de los Ultimos Días Parte 1
V
irnos como el Plan de Salvación explica nuestra jornada en nuestro universo. Nuestro Padre Celestial nos creó. Y, como él quiere que todos lleguemos a ser como él, nos ha dado un cuerpo, nos ha puesto en esta tierra organizada para nosotros, y ahora en medio de la guerra entre Cristo y Satanás, en semi-oscuridad, estamos tratando de volver al Dios que nos creó. En este libro, vimos que nuestro Dios Todopoderoso sigue totalmente a cargo de lo que ocurre en esta tierra. Destruye a los que se entregan totalmente a Satanás. Desparrama a otros. Y después de que Cristo ha asegurado, por medio de su sacrificio infinito, la resurrección y salvación de sus hijos e hijas, Dios manda al Espíritu Santo a que prepare esta tierra para la Segunda Venida de Cristo. Y ahora viene el recogimiento de todos los que aceptan vivir el evangelio de Cristo, para que todo esté listo cuando nuestro Señor venga en su gloria. En este capítulo, vamos a examinar tres de los requerimientos que nos ayudan a dejar completamente lo telestial, para establecernos de una mañera sólida dentro de la vida terrestre: el establecernos sólidamente dentro de la iglesia, el "temer a Dios," y el identificarnos con el pueblo de Dios.
EL PROCESO DE LLEGAR A SER UN SANTO DE LOS ÚLTIMOS DÍAS Después de bautizarnos, recibimos el don del Espíritu Santo, con el mandamiento de recibir a ese Espíritu, como nuestro compañero constante. Nada nos viene automáticamente. Juan el Revelador testificó que nadie recibe la plenitud al principio, y por eso debemos, como Cristo, continuar de gracia en gracia hasta que recibamos la plenitud. (DyC 93:11-14) Eso toma tiempo y demanda grandes esfuerzos. Sea cual sea la edad cuando nos bautizamos, todos somos conversos. Por eso todos, con diligencia, necesitamos hacer constantes cambios en nuestras vidas. Por supuesto, lo primero que debemos hacer es acomodarnos dentro de la iglesia., el reino de Dios aquí en la tierra. Simultáneamente, necesitamos aprender a respetar a Dios y obedecerle, así como identificarnos con su pueblo. En el proceso, aprendemos a ser más cuidadosos en nuestra obediencia a Dios. Y al identificarnos con Dios, Cristo y su iglesia, poco a poco ganamos entrada en su reino.
Primero, nos acomodamos bien dentro de la iglesia Si no fuimos criados dentro de la iglesia, encontramos muchas cosas medio extrañas allí, y de vez en cuando cosas absolutamente extraordinarias. Aprendemos un nuevo vocabulario que describe las cosas que son puramente "Mormonas," y que reflejan lo que creemos y hacemos en la iglesia. Aprendemos a dar nuestro testimonio, a dar discursos, a enseñar clases. Nos acostumbramos a participar en la Santa Cena, en discusiones en la Escuela Dominical, en la Sociedad de Socorro, y en el Sacerdocio. Con las hermanas, traemos comida en las fiestas, decoramos el salón, aprendemos nuevas habilidades para hacer nuestros hogares más placenteros, y también más seguros, para los últimos días. La ¡dea es que 99
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aprendemos trabajando juntos, en un ambiente positivo, lleno de amistad y amor. Una vez tuvimos un obispo que tomaba a cada nuevo miembro y lo llamaba como acomodador en nuestras reuniones sacramentales. Con un rótulo en la solapa, el pobre hombre, que no conocía a nadie, tenía que venir un poco temprano y saludar a cada persona que pasaba por la puerta y más o menos indicar donde había asientos. Pero los Mormones somos medio simpáticos, así que, sabiendo que el hombre era nuevo en la iglesia, nos presentábamos a él y le hacíamos pensar que sin él no sabíamos donde sentarnos cómodamente. Muy pronto, con los diáconos, ese nuevo miembro pasaba el sacramento a personas que ya conocía. Después bendecía el sacramento, y eventualmente era consejero al presidente de la Escuela Dominical, o algo así. En menos de tres meses el hombre se sentía en la iglesia como en casa, totalmente activado y feliz. Al principio, las responsabilidades nos abruman algo. Pero pronto vemos que aprendemos mucho, crecemos espiritualmente y socialmente, y ganamos mucha satisfacción, así como amor y reconocimiento. Y de repente, sentimos que no tenemos ninguna gana de quedarnos en casa los domingos, porque el estar donde nuestros hermanos y hermanas están, y donde Dios quiere que estemos, nos da mucho contentamiento y paz. Gustosamente empezamos a hacer algunos sacrificios. Nos acostumbramos a ayunar, a compartir nuestro testimonio, nuestros pensamientos y sentimientos sobre el evangelio, las cosas que nos pasan, y nuestro amor a Dios y a nuestro Salvador. Ya pagamos nuestros diezmos y ofrendas, y empezamos a acumular comida para cuando los últimos días nos traigan condiciones difíciles. Nos acostumbramos a participar en las discusiones en clase, no tanto para demostrar lo que ya sabemos, sino para de veras entender mejor el evangelio, y para compartir del Espíritu. En nuestra vida social, las fiestas toman lugar entre miembros. Y poco a poco, hacemos el esfuerzo de visitar a las familias que nos fueron asignadas, antes del último día del mes. Nuestra vida social, nuestras fiestas toman lugar entre miembros. Y así, nuestro barrio llega a ser nuestra segunda familia. Ahora, reconocemos las muchas bendiciones que vienen de Dios. Cuando alguien en nuestra familia se enferma, sabemos donde ir para obtener una bendición de salud. Podemos recibir nuestra bendición patriarcal que nos hace sentir que, de verás, somos hijos e hijas de Dios, que nuestro Señor nos conoce, se preocupa por nosotros, y quiere guiarnos en todos los eventos de nuestra vida. Finalmente, podemos entrar en el templo donde hacemos nuevos convenios, con Dios y con nuestra familia. Y sabemos que si guardamos esos convenios, nos traerán salvación y exaltación, y nuestra familia estará junta por las eternidades. Así, para establecernos bien dentro de la iglesia, tenemos que aceptar el hecho que debemos hacer muchos cambios en nuestras vidas y dentro de nosotros mismos. Mucho de lo que es aceptable en el mundo, simplemente NO cabe dentro de la iglesia verdadera de Dios, y tenemos que dejarlo de lado. Así, abandonamos lugares, amistades, hábitos y costumbres que traen en nuestras vidas un ambiente telestial. Dejamos atrás cualquier comportamiento, cualquier persona que nos lleva donde el Espíritu Santo no puede morar. Vivimos nuestra vida no tanto para complacer a otros, sino por principios divinos que complacen a nuestro Padre Celestial. De hecho, tenemos que admitir que, aunque ya cambiamos mucho, tal como somos ahora, no nos aguantarían donde mora Dios. Por eso, si queremos ganar la vida eterna y vivir con nuestro Padre Celestial eternamente, todos debemos seguir cambiando.
Segundo, aprendemos a "temer" los juicios de Dios Me doy cuenta que a muchos no les gusta la frase "temer a Dios." Prefieren pensar que nuestra 100
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relación con Dios siempre es una relación de amor. Pero, en la Guía para el Estudio de las Escrituras, al comienzo de la sección sobre el temor, inmediatamente explica que "temer a Dios" no quiere decir que debemos tenerle miedo o pavor, sino que significa: sentir reverencia y admiración por Él y obedecer sus mandamientos. (GEE, p. 199) Esta definición de "temor" no es nada ofensiva, pero sí, nos invita a tomar en cuenta la voluntad de Dios en todo lo que hacemos. El mensaje es que, mientras participamos, aun en un grado menor, en pecados telestiales, nos conviene sentir "temor," simplemente porque es un hecho que, eventual-mente, tendremos que presentarnos en el juicio final para reportar, y responder por todos los actos de nuestra vida terrenal, sean buenos o malos. Recordando que Dios no piensa como nosotros, y sabiendo que el "temer" obviamente tiene mucho que ver con nuestra salvación, nos conviene escudriñar las escrituras para entender lo que nuestro Padre tiene en mente.
Muchas escrituras nos dicen que debemos "temer" a Dios Para este segmento, consulte Infobase, un programa de escrituras en mi computadora. A través de ese programa, encontré que, dentro de los libros canónicos, existen al menos 579 referencias que hablan del temor. Muchas de esas 579 referencias (210) hablan de diversos tipos de miedo, y no son pertinentes a nuestro estudio de "Temor a Dios." Ésas fueron inmediatamente descartadas. Tampoco incluí 65 referencias (de las 579 escrituras), aunque eran muy interesantes. Sugerían que, si tememos a Dios, y tenemos fe en él, no tenemos porque tenerle miedo a nada o a nadie, porque ultimadamente, no nos pueden destruir. (DyC 38:15,30; 101:36) Al final de cuentas, usamos solamente 304 de las 579 referencias originales. De esas 304 escrituras, 204 nos dicen que debemos temer a Dios y obedecer sus mandamientos. Ese número es muy imponente y nos lleva a creer que el "temer" a Dios nos puede ayudar poderosamente en evitar los pecados telestíales. También puede evitarnos el riesgo de tener que pagar por nuestros propios pecados en el infierno, además de terminar en el reino telestiai. (Enós 1:23; Mos 15:26) Por otra parte, 100 referencias sugieren que, eventualmente, ese "temor" desaparece, cuando alcanzamos un cierto nivel de progreso espiritual. Entonces es reemplazado por amor a Dios, un amor que puede motivarnos aun más a comportarnos de acuerdo con su voluntad. (Uuan 4:17-18) Por eso, dividí esas 304 entradas en dos categorías, y encontré lo siguiente: 204 entradas 100 entradas33%
67%
Debemos temer a Dios El amor reemplaza el temor
Esta distribución confirma que nuestro Señor insiste que debemos "temer a Dios," y que ese principio es sumamente crucial para nuestra salvación. El sentido común nos dice que el temor debe venir primero, porque la obediencia que el "temor" nos trae, es lo que nos saca de lo telestial. Pero se me ocurrió que el saber a quién hablaba Cristo cuando enseñaba que debemos temerlo, y a quién hablaba cuando enseñaba que debemos amarlo, nos ayudaría a confirmar eso. Descarté la Perla de Gran Precio, porque las siete veces que la palabra "temer" se usa en ese libro no se refiere a "temer a Dios." Pero comparando el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento, el Libro 101
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de Mormón, y Doctrina y Convenios, obtuve el porcentaje de "temor" a "amor" en cada uno de esos libros. Estos son los resultados: "Temor a Dios"
Amor a Dios
Antiguo Testamento
138
73%
51
27%
Nuevo Testamento
34
62%
21
38%
Libro de Mormón
29
74%
10
26%
Doctrina y Convenios
3
14%
18
86%
Total
204
67%
100
33%
Pero pensé que, porque esos cuatro libros no tienen el mismo número de páginas, o la misma cantidad de palabras por página, esos porcentajes tal vez no signifiquen mucho. Así que, por pura curiosidad, calculé el promedio de veces que el concepto "temer a Dios" aparece en cada libro. Número de
"Temer a Dios"
Páginas
Veces por libro
Una vez por cada
AT
872
138
6 páginas
NT
282
34
8 páginas
LdeM
642
29
22 páginas
DyC
343
3
170 páginas
La primera tabla nos dice claramente que nuestro Padre Celestial quiere que nosotros, sus hijos e hijas, sepamos que debemos temerlo. Por cada vez que el Señor habla de amor, dos veces menciona que debemos "temer a Dios." La segunda y tercera tablas nos dicen que los pueblos del Antiguo Testamento, del Nuevo Testamento, y del Libro de Mormón reciben ese mismo mensaje, más o menos en la misma proporción. Pero no es así cuando habla a los primeros miembros de nuestra dispensación. A estos, les manda mucho más amor. Al tratar de entender esa discrepancia, esto se me ocurre: los pueblos del Antiguo Testamento duraron unos 4004 años, los pueblos del Libro de Mormón duraron poco más de mil años, y los dos pasaron por muchas apostasías. Los conversos de los discípulos de Cristo no duraron muchos años, pero, leyendo las epístolas de Pablo, sabemos que, desde el comienzo, sufrieron de aposta-sía. Así, no es sorprendente que nuestro Señor tenía que recomendarles a todos ellos que "temieran" a Dios. Doctrina y Convenios es muy distinto. No se concierne con la larga o corta historia de un pueblo. Ese libro es un libro de revelaciones dadas por Cristo al profeta de un pueblo fiel, entre 1823 y 1847 (durante unos 24 años). Durante ese tiempo, la iglesia era nueva y vigorosa. Los miembros no eran perfectos, pero los que se quedaban dentro de la iglesia hadan tantos sacrificios que obviamente, todos querían complacer a Dios. Por él habían dejado sus hogares, sacrificado sus bienes, y demostrado que estaban listos para afrontar persecuciones y dar sus vidas por el evangelio. No se necesitaba que el Señor les recordará que, antes de todo, debían temer a Dios. Estaban constantemente demostrando su lealtad a Dios y a su nueva dispensación. Todo eso nos permite concluir que a menos que estemos totalmente dedicados al evangelio, y listos para 102
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sacrificar el todo por Dios y su iglesia, todavía necesitamos oír el mensaje de que debemos "temer a Dios."
POR MEDIO DE LAS ESCRITURAS,, NUESTRO SEÑOR Nos ENSEÑA QUE AL "TEMER A Dios," MÁS FÁCILMENTE GANAREMOS EXALTACIÓN Sabemos que no recibimos vanos mandamientos . salvarnos.
Cada mandamiento tiene, como propósito, el
1.El "temer a Dios" es un mandamiento que todos debemos oír Nuestro Señor Jesucristo, por medio de sus profetas, nos informa que todos, en este mundo, debemos saber que nuestro Padre Celestial espera que lo "temamos." Debemos "temer a Dios" porque es un mandamiento. (Ecle 12:13; Sal 96:9; 102:15; Isa 8:13) Debemos enseñar el "temer a Dios" A nuestros hijos e hijas (Deut 4:10; 31:13; Sal 34:11) A todos los pueblos de la tierra (Deut 31:12; Josué 4:24; 1 Rey 8:40,43) para que "teman a Dios" y obedezcan sus mandamientos. (Deut 31:12) 2. El "temer a Dios " nos bendice y nos salva El "temer a Dios" nos ayuda a perfeccionarnos Nos perfecciona y nos limpia de nuestros pecados. (2Cor 7:1) Nos perfecciona y así ganamos exaltación (Lucas 1:50) Nos ayuda a ser más justos, y a recibir más gloria. (Enos 1:23) El "temer a Dios" nos trae maravillosas bendiciones Hace que las iglesias crezcan, fortalecidas por el Espíritu Santo (Hech 9:31) Trae unión y amor entre los santos (Heb 13:16; 2Cor 7:15) Trae muchas maravillas y señales (Hech 2:43) Y trae salvación (Filip 2:12) El ver la Segunda Venida de nuestro Señor (DyC 45:39; 88:1) El "temer a Dios" nos lleva a respetar y amar a Dios Magnificar al nombre del Señor Jesús (Hech 19:17) Santificar al Señor. (2Ne 18:13; 27:34) Entonces, las potencias de los cielos son conmovidas (Lucas 21:26) 3.El "temer a Dios, "más que nada, quiere decir que nos estamos preparan do para el Juicio Final La mayor prueba que el mandamiento de "temer a Dios" es uno de los mandamientos más importantes en las escrituras, para nuestra salvación, es que Satanás enseña exactamente lo opuesto. El tema de los anticristos que Satanás ha mandado a los Nefitas (Alma 1:4; 30:17-18) y los que va a mandar en nuestros últimos días (2Ne 28:7-9) nos quiere convencer que no hay nada que temer porque no habrá juicio final. En las escrituras, Cristo y sus profetas nos dejan sin duda alguna de que, si no obramos nuestra salvación con temor y temblor, durante el tiempo de nuestra probación aquí en la tierra, temeremos y temblaremos al día del Juicio Final. (1 Ne 22:23; 2Ne 9:46; 12:19; Apoc 11:18; 14:7; 15:4; DyC 133:38) El "temer a Dios" nos hace aceptar el inmutable hecho que, en el juicio final, seremos juzgados 103
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por nuestros actos, sean buenos o malos. Lo que nuestro Padre Celestial quiere, es que nosotros establezcamos un sistema de alarma, una conexión rápida y constante, entre lo que hacemos y una campanita en nuestro cerebro. Y esa campanita nos recordaría que Dios, Cristo, y los ángeles están mirando en nuestro corazón, y reportándolo todo en nuestro libro de la vida. Y ese libro de la vida se abrirá el día que nos llamen frente en el Juicio Final. ¡Un sistema de alarma de ese tipo sería tan útil para todos nosotros! Cuando le gritamos a nuestros hijos o hijas, o maltratamos a nuestra esposa o esposo, podríamos recordar que ellos son nuestros hermanos y hermanas espirituales y que, si fuimos muy duros y no nos arrepentimos, podrán testificar en contra nuestra, al juicio final. Cuando nos peleamos con alguien y no queremos perdonarlos por un año entero, o más, nos podríamos acordar que si no nos sacamos el resentimiento del corazón, no podremos entrar donde Cristo mora. Cuando dejamos de atender nuestras reuniones por un tiempo, podríamos ensayar un diálogo que iría algo así: El ángel acusador: Veo aquí que dejó de ir a la iglesia después de oír un discurso dado por hermana Tal y Tal Nosotros: ¡Oh, sí! ¡Y nunca volví! ¡Me sentí muy ofendida ese día! El ángel acusador: ¿Ooooooooh?" Ese mismo sistema de alarma podría también ser sumamente útil cuando nos contentamos con atender nuestras reuniones, sin tratar de hacer mucho más que estar allí todos los domingos. Es para casos de esos que Pedro, con gran sabiduría, nos dice que, sabiendo que seremos juzgados por un Dios que trata a todos con completa justicia, nos conviene conducirnos con temor durante nuestra prueba terrenal. (1Pe 1:17) Porque a veces, nos quedamos dormidos y pasan los años, y podría ser demasiado tarde. (Heb4:1) Un buen sistema de alarma podría hacer la diferencia, para muchos de nosotros, entre la vida eterna, y una temporadita en el infierno, y luego lo terrestre, o acaso, lo telestial. 4.
Dos Experiencias Personales
Aquí me gustaría relatar dos experiencias personales que me convencieron, hace unos años, que debemos pasar un buen tiempo de nuestra vida "temiendo" a Dios, porque sin "temer a Dios," no avanzamos mucho espiritual-mente. Y a veces podemos creer que estamos en el camino a lo celestial, cuando apenas estamos en lo terrestre o aun en lo telestial. a. Lina experiencia profesional Una vez, trabajé profesionalmente con un grupo de jóvenes que estaban envueltos en un pecado telestial. Profesaban estar en el proceso de dejar ese pecado, aunque admitían que todavía no lo habían logrado. De vez en cuando, daban su testimonio del amor que Dios les ofrecía cada vez que oraban. Aunque me alegraba del hecho que seguían comunicándose con Dios, siempre trataba de recordarles que Dios bendice a los obedientes. Eso no les gustaba mucho, y trataban de convencerme que Dios ama aun a los pecadores y que su amor es incondicional. Eso será cierto, pero ni Dios puede salvar a los pecadores en sus pecados si no se arrepienten. (Alma 42:13) Lo que sé por cierto es que, el sentirse amado de Dios y de Cristo no ayudaba a esos jóvenes a dejar el pecado. Seguían pecando. Eso me lleva a pensar que en la vida diaria, así como en el evangelio, existe un principio eterno: el 104
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respeto viene primero, y cuando viene el amor, ese amor puede perdurar. Donde no se respeta, no hay verdadero amor. A veces vemos esposos que no respetan a sus esposas, ¿pueden acaso amarlas? Vemos jóvenes que no respetan a sus padres, ¿acaso los aman? Eso es muy dudoso. Y al estudiar ese tema, vemos que eso es un principio que nuestro Padre Celestial nos quiere enseñar: primero, respeten, entonces, pueden amar. Este segundo caso es muy personal. Y puedo testificar que, al no "temer a Dios," malgasté, espiritualmente, unos veinte años de mi vida. Y fue solamente después de darme cuenta del poder de Dios y de la necesidad de "temerlo" que pude empezar a hacer cambios que finalmente me ayudaron a moverme hacia una vida más celestial. b. Una experiencia muy personal: mi tercera conversión Mi "primera" conversión tomó lugar, durante mi niñez y juventud (fui bautizada a los ocho años) cuando poco a poco desarrollé un fuerte testimonio y una gran dependencia en Dios el Padre. Mi "segunda" conversión vino al comienzo de mi misión en Uruguay, al estudiar el gran plan de salvación. Fue entonces que entendí que el mismo evangelio revelado en cada una de las siete dispensaciones, fue exactamente el mismo evangelio que fue dado a nuestro Profeta José Smith. Este entendimiento reforzó mi testimonio de que nuestra Iglesia era la única iglesia verdadera y restaurada, y que representaba el evangelio entero y puro de Cristo. Por años después de eso, sin preocuparme mucho de complacer (o "temer" a Dios) gocé de una existencia terrestre relativamente tranquila. Mi "tercera" conversión no vino de una manera tan calmada. Ya había usado veinte años dedicados a prepararme y practicar mi profesión. Estaba satisfecha. Pensaba que todo iba bien en mi vida, y no tenía mayor deseo de progresar espiritualmente. Había sido muy activa en la iglesia, y siempre había evitado el ser telestial. Pero no había sentido "temor" a Dios y por eso no había prestado mayor atención a algunos de sus mandamientos, por ejemplo, el mandamiento de leer las escrituras. Ahora recuerdo, con algo de vergüenza, que un día, una de nuestras hijas me preguntó ¿qué es lo que teníamos que hacer para ganar la exaltación? Pensé, y con algo de seguridad, le dije que, si seguimos atendiendo nuestras reuniones cada domingo, si hacemos lo que podemos para vivir justamente, si pagamos nuestros diezmos y ofrendas, si oramos, si vamos al templo, y como buena gente ayudamos a otros, nos aceptarán en el reino celestial. Pero me alegro tener que reportar que, poco después de ese evento, muy de pronto, aprendí a "temer a Dios." Al cambiar de opinión, me arrepentí de mi contestación superficial, el producto de pura ignorancia. Y espero que esa respuesta tan vacía, nunca sea mencionada en mi juicio final. Afortunadamente, Dios me amaba, y poco después de ese evento, me mandó unas pruebas muy penosas que me hicieron reconsiderar toda mi relación con él. Primero, traté de resolver mis problemas usando mi conocimiento terrestre. Pero cuando eso también me falló, lo que hice fue leer mi bendición patriarcal de nuevo, verificando que había recibido la promesa de tantas bendiciones, que apenas podría contenerlas. Ahí fue cuando fui a reclamarle a Dios. Supongo que su contestación fue muy clara: YO debía cambiar, porque me arrepentí y en seguida empecé a estudiar las escríturas, cada mañana, por una hora, empezando con La Perla de Gran Precio Más y más me di cuenta que, hasta entonces, no había "temido" a Dios, y por eso, no había tomado sus mandamientos muy seriamente. De hecho, había escogido esmeradamente de entre todos 105
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los mandamientos mencionados en la iglesia, en discursos y lecciones, los que yo iba a adoptar y ios que pasaría por alto. Pero ahora, al leer las escrituras, estaba empezando a ver que Dios requiere de nosotros muchas cosas que no son típica y claramente enseñadas en nuestra casa o en la iglesia. Y me di cuenta de cuanto tiempo había perdido. Al comienzo, traté de vivir los mandamientos más cuidadosamente y más completamente que antes. Debo admitir que muchos de esos cambios eran más bien cosméticos y relacionados a pecados de omisión. Por sí solos, no me habrían traído salvación. Pero al menos, cumpliendo con mis sinceros deseos de hacer las cosas mejor, testifiqué a Dios y a mí misma que mis esfuerzos eran reales. Ya no arremangué las manguitas de mis "garments," cuando hacía calor. Dejé totalmente de tomar Coca Cola. Me cuidé de ser más seriamente honesta con mis semejantes. Hice lo posible por no enojarme cuando las cosas andaban mal. Como siempre, cada domingo asistía a mis reuniones, pero ahora me sentaba y escuchaba todos los discursos y todas las lecciones, sin tratar de escapar soñando de otras cosas. Oré durante el Sacramento, tratando de ver lo que debía cambiar en mi vida o pensando en el sacrificio infinito de nuestro Señor, y, más tarde, expresando mi gran deseo de obtener mi santificación. Empecé a ayunar las veinticuatros horas en lugar de sólo el desayuno. Mis oraciones personales se alargaron mucho, y ayuné para sentir el Espíritu y sentir que mis palabras subían más allá del cielo raso y lo alcanzaban personalmente a él. Además trate de consultar con él mucho más a menudo durante el día, pidiendo por su ayuda en mucho más cosas, y para saber su voluntad. Quería entender mejor lo que Dios quería de mí para poder complacerlo. Pronto, fui guiada a preocuparme por la salvación de otros. Así, empecé a hacer genealogía, a asistir al templo más a menudo, y a ayudar a otros con sus problemas. Es que ya me había dado cuenta, estudiando las escrituras, que había montones de expectativas de parte de Dios que ni siquiera conocía. Empecé a visualizar que no era suficiente ser simplemente un fiel miembro de la iglesia. Me di cuenta que el compararme favorablemente con mis vecinos que ni siquiera conocían el evangelio, no impresionaría ni a los ángeles. Lo que Dios requería de mí era un cambio de corazón. Era cambiar mi naturaleza natural, tratando de pensar, sentir, y hacer como Cristo lo hizo aquí en la tierra. Al leer las escrituras, me di cuenta que además de complacer a Dios el Padre, también debía trabajar con Cristo y con el Espíritu Santo, porque no podía salvarme sin envolverlos en mi vida. Al principio, todas esas expectativas me parecían algo vagas, hasta que, en su bondad, el Señor me mandó una maravillosa hermana de mi barrio quien, como mi mentora, me mandó leer las escrituras enfocando los que nos llevan a la salvación. Ella me mandó leer escrituras específicas que me ayudaron a entender la Doctrina de Cristo. (2Ne caps. 31-32) Y poco a poco, empecé a ver que existían pasos, escalones que nos llevan a la exaltación. Ella fue la que me dio un entendimiento de como el Espíritu Santo tiene el poder de santificarnos, y eventualmente, de sellarnos para obtener nuestra vocación y elección segura. Para concluir, ésa fue, para mí, una conversión mayor. Y nuevas conversiones siguen viniendo. Pero ésta, mi tercera conversión es la que me ha traído muchísimo gozo al abrirme un nuevo horizonte, un horizonte sin fin, un horizonte que, espero, me pueda llevar a la morada de Cristo y de los justos. Y todo eso empezó cuando me di cuenta que debía "temer a Dios." 5. Cuando el temor se vuelve amor Al escudriñar las escrituras sobre el "temer a Dios," encontramos una vez más que nuestro Padre Celestial quiere que sigamos creciendo todo el tiempo. Cada vez que alcanzamos un escalón, nos da una visión de otro escalón que nos lleva aun más cerca a la exaltación. Así es como, paso a paso, escalamos nuestro monte a la exaltación 106
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No hay duda alguna que él quiere que le "temamos." Quiere que nuestro sistema de alarma nos recuerde en todo momento, que Dios y sus ángeles están siempre presentes, y que tendremos "que rendir cuentas de todo lo que hacemos en nuestra vida. Pero una vez que el sistema trabaja bien, quiere que escalemos otro paso y que, sin perder de ninguna manera nuestro respeto por él, sigamos obedeciendo sus mandamientos, y que lo amemos. Así Jehová enseña a Israel: Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma... PfDeut 10:12) Ahora podemos ver como pasamos del temor de Dios al amor de Dios Del temor a la obediencia Al temer a Dios, guardamos sus mandamientos, escuchamos su voz, lo seguimos y lo servimos. (Deut 13:4) Poco a poco, nuestro temor a Dios llega a ser odio y temor del mal (Prov 8:13; Hel 15:9; 3Ne 1:18; 3:16,25) De la obediencia a la sabiduría El temor es el comienzo de la sabiduría y del apartarse del mal. (Job 28:28;Sal 111:10; Prov9:10; 3:7; 15:33) Es sabiduría y el comienzo de nuestro conocimiento y entendimiento de Dios. (Prov 9:10; 2:5; 1:7; Isa 11:2-3) Y la sabiduría y ese conocimiento nos traerá a la salvación. (Isa 33:6) De la sabiduría a la esperanza en la redención Los que tememos a Jehová reconocemos su misericordia (Sal 118:4; 147:11; Lucas 1:50; 12:32) porque creemos en las promesas de la redención. (2Cor 7:1) Si tememos a Dios y somos justos, ya no tenemos que tener miedo, porque el Señor nos promete salvación (Prov 14:26-27; 1 Pe 3:15; DyC 10:55; 35:27; 38:15; 50:41 -42; 76:5) De la esperanza en la redención, al saber que somos dignos... Entonces, el temor se vuelve amor José Smith, en Discursos sobre la Fe, dice que todos necesitamos tres cosas para poder ejercer fe en Dios para vida y salvación: •La idea que Dios verdaderamente existe •Una idea correcta de su carácter, perfección, y atributos •Un conocimiento verdadero de que la dirección que lleva su vida está de acuerdo con la voluntad de Dios (DsF pp. 49-50) Parece que es el saber que estamos bien con Dios lo que nos da una "confianza en la presencia de Dios" (DyC 121:45-46), una confianza que nos permite modificar nuestro "temor" en una confianza, una fe, y un amor que salvan. Nuestro Padre Celestial y nosotros sabemos que, en ese nivel, no vamos a dejar de respetarlo y darle honor. Pero es tiempo para enfocarnos en el amor que existe entre Dios y nosotros. Por eso Cristo nos enseña que:
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Deja también que tus entrañas se llenen de caridad para con todos los hombres, y para con los de la familia de la fe, y deja que la virtud engalane tus pensamientos incesantemente;entonces tu confianza se fortalecerá en la presencia de Dios/y/a doctrina del sacerdocio destilará sobre tu alma como rocío del cielo. El Espíritu Santo será tu compañero constante, y tu cetro, un cetro inmutable de justicia y de verdad; y tu dominio será un dominio eterno, y sin ser competido fluirá hacia ti para siempre jamás. (DyCí21:45-46) En otras palabras, cuando llegamos a un cierto nivel de perfección, alcanzando caridad, virtud, y confianza con Dios, obtendremos la vida eterna. Y con la salvación, recibiremos palabras de amor de nuestro Padre Celestial. (DyC 6:34-37; 35:26-27) Con más confianza de que Dios nos ama, sentimos que nuestro Padre Celestial seguirá bendiciéndonos. Sintiendo el amor de Dios, ya no tenemos que temer a nuestros enemigos Nuestro Señor nos dice muchas veces de ya no temer y de ser más fuertes porque el Señor vendrá y nos ayudará (Isa 41:10; 41:13-14; 44:2,8) Nos protegerá (54:4,14; Zac 8:13) Peleará nuestras batallas (Isa 59:19) y nos vengará (Isa 35:4) Nuestro Señor dice: No temas, te oigo (Gen 21:17; Deut 31:8; Jue 6:23; Hageo 2:5; JSTMateo 10:27) No temas, te salvaré de tus enemigos (Gen 15:1; Éx 14:13; Núm 14:9; Deut 3:2; Josué 8:1 ;2Rey 6:16; Sal 27:3) Te bendeciré (Gen 26:24; 46:3; Sal 23:4) No temas a los hombres (2Ne 8:7; Moro 8:16; DyC 60:2-3; 122:9; JSTIsa 51:7 Pero para cesar de temer, debemos estar completamente seguros que estamos bien con Dios Mientras no tenemos completa seguridad que estamos bien con Dios, teme-mos. (Sah 19:120; 2Co 7:11,15; Heb4:1; Éter 3:6; Alma 58:9; 60:;14;Mos4:1) Sin embargo, al final, el amor perfecto del Señor, desecha todo temor Al final, el perfecto amor echa fuera el temor, o el que teme no ha sido perfeccionado en el amor (Uuan 4:18) Porque el amor perfecto desecha todo temor (Moro 8:16) Entonces podemos demostrar todo nuestro amor hacia el Señor (Rom 8:15) Y el Señor puede demostrar todo su amor hacia los que lo aman (DyC 121:45-46; 6:34-37; 35:26-27; Mateo 10:31; 2Tim 1:7) Así vemos que, primero, nuestro Padre Celestial espera que le temamos y respetemos. Y sabe que,cuando llegamos a saber en lo más profundo de nuestro ser, que él aprueba lo que hacemos y lo quesomos, nosotros le tendremos completa confianza. Y nos sentiremos amados de él y lo amaremos. Pero, antes de que esta relación esté totalmente establecida entre Dios y nosotros, él nos prueba... hasta la muerte. Y cuando demostramos que sí somos dignos de su confianza, obtenemos la vida eterna. Nos quiere probar en todas las cosas para ver si guardamos sus convenios hasta la muerte. Si no, no somos dignos. (DyC 98:14) Debemos ser disciplinados y probados, así como Abraham a quien se le mandó ofrecer a su único hijo (DyC 101:4) Es preciso que seamos probados en todas las cosas, a fin de que estemos preparados para recibir 108
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la gloria que él tiene para nosotros, la gloria de Sión. Pero el que no aguanta el castigo, no es digno de su reino. (DyC 136:31) El espera que nosotros le probemos que somos fieles en todas las cosas que nos manda. Así nos puede bendecir y coronar con honra, inmortalidad y vida eterna. (DyC 124:55) El Señor nos dice: Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida (Apoc2:10) Dios sabe que él puede glorificar a los que le obedecen, y que no puede glorificar a los que no lo hacen. Y sabe que los que empiezan a obedecer por "temor a Dios," eventualmente obedecerán por amor.
EL TRINOMIO DE LA OBEDIENCIA El Señor muchas veces nos enseña por medio de trinomios que expresan tres etapas en nuestro crecimiento espiritual. Por ejemplo, •La ley telestial, la ley terrestre, la ley celestial (DyC 88:22-24) •Arrepentimiento, bautismo, don del Espíritu Santo •Fe, esperanza, caridad •Justificación, santificación, y la palabra profética más segura En el curso de este estudio, me pregunté si posiblemente podría haber una tercera etapa, después de obedecer, primero, por "temor a Dios," y entonces, por "amor a Dios." Y finalmente encontré esa tercera razón para obedecer, al leer la oración de intercesión ofrecida por Cristo, poco antes de su arresto y muerte. Esa tercera razón es el ser uno con Dios. En esa oración, Jesús presenta su reporte a nuestro Padre Celestial, en cuanto a su mayordomía sobre sus discípulos. El Señor ora diciendo que ha acabado su obra con ellos, y que ninguno de ellos se perdió... con la excepción de Judas, el hijo de perdición. (Juan 17:4-12) Ahora sus discípulos son uno entre sí, como él y su Padre son uno. (Juan 17:19-23) Y ahora los discípulos también son uno con Cristo y con Dios el Padre. Y por eso les obedecen, porque solamente quieren lo que Dios quiere. Algo similar ocurrió con Nefi, el hijo de Helamán, cuando recibió el poder de sellar todo en la tierra y en los cielos... porque, dice el Señor, "tú no pedirás lo que sea contrario a mi voluntad." (Hel 10:5-10) Cuando llegamos al punto de solamente querer lo que Dios quiere, no solamente obtenemos exaltación, sino que como Cristo, tenemos el poder de salvar a muchos otros. Ahora podemos agregar este trinomio en la lista de trinomios nombra dos en las escrituras: Obedecer por"temor" a Dios Obedecer por"amor" a Dios Obedecer por'ser uno" con Dios Así, podemos concluir que, al comienzo, es en el proceso de "temer a Dios," que el Señor nos hace saber lo que debemos cambiar para ser aceptables en círculos celestiales. Al acostumbrarnos a consultar con Dios casi automáticamente sobre lo que hacemos diariamente, nuestra relación con él cambia. El temor desaparece para transformarse en amor. Ahora hacemos la voluntad de Dios porque lo amamos, y no queremos ofenderlo. Y eventualmente, al querer más y más hacer la voluntad de Dios, entendemos más y más como él piensa y siente, y nos hacemos más y más como él. Eventualmente, llegamos a ser uno con Dios, y 109
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obedecemos porque solamente queremos lo que él quiere. Y heredamos la vida eterna.
Tercero. Debemos hacernos parte del pueblo de nuestro Señor, un pueblo "peculiar" Tan pronto como tratamos de vivir según los mandamientos de Dios, nuestro Señor nos considera SU pueblo, "un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra." (Deut 7:6) Sabemos que, en la vida pre-mortal, hubo buenas, nobles y grandes almas, y que Dios las seleccionó para ser sus gobernantes. (Abr 3:22-23; Deut 10:15; 14:2) Nosotros, los que fuimos guiados a aceptar el evangelio de Dios, fuimos parte de ese grupo. Antes del diluvio, vinimos en el linaje de los patriarcas. Después del diluvio, vinimos entre el pueblo de Israel, separados del resto del mundo (Lev 20:26), porque desde el comienzo pertenecíamos a nuestro Señor. (Sal 135:4) Ahora, en los últimos días, casi todos nosotros los miembros de la iglesia, pertenecemos al linaje de Efraín o al linaje de Manases. Por eso, al bautizarnos, automáticamente somos del pueblo de Israel, el pueblo amado de Dios. (Isaías 41:8) Y somos muy especiales. Venimos en un linaje escogido, formando un real sacerdocio, una nación santa, con la responsabilidad de representar a Dios en este mundo. (1Pe 2:9) Por eso tenemos que guardar sus mandamientos (Deut 26:18; 2Ne 1:19) y nuestros convenios con él. (Ex 19:5) Tenemos que purificarnos y servir a otros (Tito 2:14; DyC 100:16), y ser la sal de la tierra y una luz para las naciones. (DyC 86:11; 101:39; 115:5) Lo más interesante para mí es el nombre que se usa siete veces, en Inglés, para describir ese pueblo al cual pertenecemos. En Inglés, las escrituras usan la palabra peculiar, un pueblo peculiar. En ambos lenguajes, peculiar tiene el mismo significado y más o menos la misma implicación. Si somos peculiares es porque somos distintos, únicos, y tal vez un poco raros. Es que, en tanto que nuestra lealtad es primeramente con Dios, no nos acomodamos tan bien al mundo. Me gusta esa implicación. El ser "especial" o "único" no me parece bastante especial o único. Prefiero ser parte de un pueblo peculiar, parte de los pocos quienes, en esta tierra, ya no quieren complacer al mundo. Quieren una relación mucho más cercana con Dios y con su Hijo, desean más que todo complacer a nuestro Padre Celestial, y ganar sus bendiciones y protección aquí en la tierra, así como obtener un futuro eterno y glorioso con ellos, del otro lado. De la misma manera, queremos sentirnos uno con todos los demás miembros de la iglesia. Queremos regocijarnos por sus éxitos, por sus logros. Queremos sentirnos uno y alabados cuando cualquiera de nuestros miembros sobresale en la música, el arte, el estudio, la ciencia, aun en el negocio honesto. Queremos sentirnos uno cuando cumplimos con el convenio que hicimos en las aguas del bautismo, de llorar uno con otro, y de llevar sus cargas para que sean ligeras, testificando de Dios (Mos 18:8-9) y enseñándonos mutuamente. (DyC 42:12; 68:25-28; 88:77-78) Queremos sentirnos uno y demostrar nuestro amor cuando las hermanas nos visitan para la Sociedad de Socorro, y cuando el sacerdocio visita a familias, demostrando su interés para su bienestar. Queremos sentirnos uno cuando nos encontramos en la calle, en nuestras reuniones, o en una fiesta secular, donde podemos demostrar nuestro placer y amor al relacionarnos de una manera distinta, sana y sobria. Y en el proceso, nos sentimos hermanos y hermanas en la fe, un grupo peculiar, distinto del resto del mundo, sin orgullo y sin pretensión, amigos eternos en quienes podemos confiar y a quienes podemos amar para toda la eternidad. Al identificarnos con ese pueblo peculiar, ese pueblo de Dios, pasamos de lo telestial a lo terrestre, porque aceptamos la autoridad divina del Padre y del Hijo, y nos comprometemos a obedecer sus mandamientos. Y eso es lo que nos diferencia de los telestiales. 110
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Resumen La conversión es un proceso que dura toda una vida. Por eso, no podemos decir que el bautizarnos, automáticamente nos coloca en lo terrestre. Primero, tenemos que acomodarnos sólidamente dentro de la organización y cultura de nuestra iglesia y aprender lo que allí se piensa, se siente, y se hace. Segundo, las escrituras enseñan que debemos "temer a Dios," reconociendo su poder y aceptando la clara conexión entre nuestros actos y el juicio final. En su debido tiempo, establecemos una relación más intima con Dios. Entonces, obedecemos porque queremos sentir su amor, y reforzar nuestra dependencia espiritual de él. Por eso, no nos atrevemos a salimos del camino recto y ofender a nuestro Señor. Y eventualmente, obedecemos porque nuestra conversión nos lleva a pensar, sentir como él, y querer exactamente lo que él quiere, porque "somos uno con él." Tercero, tenemos que identificarnos y vernos como un pueblo peculiar un pueblo especial, un pueblo amado de Dios, un pueblo que recibe, acepta y vive los mandamientos de Dios. En el Capítulo 10, vamos a continuar ese tema, y encontraremos que para asentarnos sólidamente dentro de lo terrestre, debemos seguir cambiando. Necesitamos aprender a obedecer más estrictamente los Diez Mandamientos y la ley de Moisés, así como abandonar las falsas tradiciones de nuestros padres.
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CAPÍTULO 10 Haciéndonos Santos de los Ultimos Días. Parte 2
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ste capítulo sigue con el tema del capítulo anterior. Estamos tratando de entender lo que necesitamos hacer para realmente salimos de lo telestial. Ya hemos revisado el Plan de Salvación, la tendencia de los seres humanos de dejarse llevar a lo telestial, a causa de nuestro hombre y mujer naturales. Vimos el gran poder de nuestro Padre Celestial, de Cristo, y del Espíritu Santo quienes han dirigido el trabajo de probar a todos nosotros, los hijos e hijos de Dios. Estos son los últimos días, durante los cuales, Dios ha asignado a nuestra dispensación la obra de recoger a Israel, para la Segunda Venida de Cristo. Estudiamos el recogimiento de Israel, o sea el convertir y bautizar a nuevos miembros de la iglesia, ahora especialmente de entre las tribus de Efraín y de Manases, y muy pronto, de las demás tribus de Israel. Hemos visto que el salirse del mundo telestial a lo terrestre puede ser extremadamente difícil y penoso para algunos conversos. Ahora, estamos usando las escrituras para identificar los requisitos para salir de lo telestial y acomodarnos dentro de lo terrestre. En el capítulo 9, examinamos el proceso de acomodarnos dentro de la iglesia, el aprender a "temer a Dios," y el identificarnos con el Pueblo Peculiar de Dios. En este capítulo, introducimos tres más cambios que necesitamos considerar, si de veras queremos que nuestra familia deje completamente atrás lo telestial. Necesitamos seriamente estudiar y entender, para poder observar más estrictamente los Diez Mandamientos así como la Ley de Moisés. También necesitamos identificar las tradiciones que aprendimos en el hogar de nuestros padres, y evaluarlas en términos del evangelio, y de las escrituras. Si esas tradiciones no reflejan el evangelio puro de Cristo, fueron introducidas por Satanás, y simplemente son falsas. Necesitamos saber eso, para no dejar que esas falsedades controlen nuestras vidas y traigan penas a nuestra familia. Y necesitamos modificarlas, o rechazarlas, porque bien podrían arruinar nuestra salvación.
Cuarto: debemos observar tan estrictamente como podamos, los Diez Mandamientos Hasta que nos comprometamos firmemente a obedecer a Dios, todos nosotros violamos algunos de los Diez Mandamientos. (Ex cap. 20; Deut cap. 5) Y así es como muchos de nosotros guardamos un pie en lo telestial. 1. Un Solo Dios No imagen de Dios. Las autoridades generales, muy a menudo, nos han recordado que es bastante fácil reemplazar a nuestro Padre Celestial con el dios del dinero, o del prestigio, o del orgullo, y con montones de símbolos e imágenes que acompañan el éxito o las posiciones sociales. También es fácil reemplazar nuestro Dios Eterno con el dios de los deportes, el dios del negocio, o el dios de la familia extendida, o el dios de los amigos, o lo que sea. Esos "dioses" pueden llegar a ser el centro de nuestra 112
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vida, y hacernos pensar que son los que nos proveen con una posición, o estatus de gran importancia... en este mundo. Y si de veras nos interesan esas cosas más que nuestro Padre Eterno, no podemos evitar el violar algunos de sus mandamientos. 2. No tomar el nombre de Dios y de Jesucristo en vano Sabemos que no debemos tomar el nombre de Dios en vano... Pero muchos encontramos excusas para blasfemar cuando nos lastimamos, o cuando nos enojamos con alguien, o cuando queremos agradar al público... con la esperanza que Dios nos perdonará. 3. Guardar el día de reposo para santificarlo Yo todavía me acuerdo del tiempo cuando vendedores colocaban su mercancía, cada domingo, al frente de nuestras capillas para vender comida y golosinas a los niños. Y clientes tenían por montón. Ya eso se acabó. Pero si ahora se nos olvida llenar el tanque de gasolina del carro, o comprar pan, o si solamente el domingo nuestro esposo puede acompañarnos al mercado, o si hay una venta especial en una tienda, o si hay un partido de fútbol... pues tal vez podemos faltar a la iglesia, o paramos ahí, después de nuestras reuniones del domingo. Pero el quebrar ese mandamiento, por fuerza hace que otros también tienen que quebrarlo. Y así ese pecado se extiende, y toda una nación puede olvidarse de respetar el día del Señor. 4. Honrar a nuestros padres Muchos somos muy buenos con nuestros padres. Los visitamos y les traemos cosas. Pero algunos de nuestros líderes nos recuerdan que ese mandamiento incluye traerles honor. Ahí a veces fallamos. Traerles honor quiere decir que completamos nuestros estudios para aprender una profesión decente. Significa que sabemos buscar y guardar buenos empleos. Quiere decir ser buenos ciudadanos y buenos vecinos. Sobre todo, quiere decir tomar responsabilidad por nosotros mismos y por nuestra nueva familia. Significa hacer nuestra esposa (o esposo) y nuestros niños felices y confortables, eso es amados, protegidos, y relativamente tranquilos con un futuro mayormente seguro. Encima de todo, quiere decir que tomamos seriamente el mandamiento de enseñar (y de ejemplificar) el evangelio, para que nuestros descendientes estén presentes, limpios y puros, para recibir nuestro Señor a su Segunda Venida. Así, cuando empieza el Milenio, el linaje nuestro, el linaje de nuestros padres, podrá establecer una dinastía justa, como la de Adán, antes del diluvio, o como la de Alma, en el Libro de Mormón. 5. El no matar El no cometer adulterio Supongo que no tenemos mucha razón de suponer que, después de haber aceptado al evangelio, un miembro activo de nuestra iglesia pueda matar a alguien. En cambio, el adulterio ocurre aun entre miembros que han tomado convenios de pureza moral en el templo. Pero Alma enseña a su hijo, Coriantón, que la fornicación (como el adulterio) es una abominación a los ojos del Señor, aun más abominable que todos los pecados, salvo el derramar sangre ¡nocente o el negar al Espíritu Santo. (Alma 39:5) El cometer ese pecado nos deja solamente a un pasito más arriba de los hijos de perdición. 6. El no robar En cambio, existen tantas maneras y oportunidades de robar, y tantas cosas ajenas que tomar, que muchos de nosotros participamos en eso como si no fuera pecado. Típicamente, no nos robamos un millón, pero sí, "encontramos" cosas; una moneda aquí o allá, o un libro que alguien perdió. 0 113
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recogemos una pluma en un negocio, o una chaqueta que no nos pertenece. No devolvemos el cambio que nos favorece. 0 no devolvemos el dinero que alguien nos prestó. 0 dejamos que nuestros hijos e hijas corran por todo el mercado, comiéndose una uva aquí, o una golosina allá. Y así, dejamos de tener o de enseñar la integridad que nuestro Señor exige de los que reclaman ser Santos de los últimos días. 7. No falso testimonio ¿Qué de los chismes? Pocos somos los que nos disciplinamos para no repetir cosas negativas de otros miembros, o vecinos, o parientes... cosas que ni siquiera nos preocupamos por verificar. 8. No codiciar Eso es un gran problema de siempre. En nuestra dispensación, el Señor también nos da el mandamiento de no codiciar lo que pertenece a nuestro hermano. (DyC 136:20) Pero tenemos que admitir que es muy fácil el codiciar lo que otros poseen, particularmente si no tenemos mucha esperanza de jamás en nuestra vida, ganar esas cosas. Sólo nosotros mismos podemos decidir donde exactamente nos ubicamos en cuanto a nuestra obediencia a los Diez Mandamientos. Pero los ángeles toman notas y saben. Testigos son llamados. (Mos 24:14) En los últimos días, todos nuestros hechos secretos serán gritados desde los techos de las casas. (DyC 1:3; 88:108-110) Y en el juicio final, el libro de vida será abierto, y lo que está escrito nos juzgará. (2Ne 29:22; 3Ne 27:26)
Cinco: Guardamos un pie en lo telestial si no tratamos de entender y vivir el espíritu de la Ley de Moisés No podemos decir que vivimos de acuerdo con el evangelio preparatorio a menos que, después de bautizarnos, pensemos y actuemos de una manera racional, disciplinando nuestro hombre o mujer natural, tratando a otros con justicia y respeto, buscando la voluntad de Dios, y obedeciendo sus mandamientos. Porque si no vivimos por esos mandatos, violamos el espíritu de la Ley de Moisés. Al establecer la ley de Jehová entre los Israelitas, Moisés creó un pueblo extraordinario y muy visible en medio de la crueldad, lo emocional, y la arbitrariedad que existían dentro de las culturas del Medio Oriente. Reyes y tíranos eran caprichosos. Respondían emocional y cruelmente a cualquier posible desafío a su poder. Y entre el pueblo, el mismo espíritu de tiranía caprichosa reinaba en la familia, en las iglesias, en los negocios, en todo. En cambio, las leyes y reglas establecidas por Jehová en la ley de Moisés, eran leyes y reglas sociales, para establecer un pueblo justo, un pueblo de iguales que se trataban bien mutuamente y que vivían en paz. Las consecuencias por quebrantar leyes y reglas eran lógicas, racionales y bien conocidas por todos. (Deut caps. 10-27) Es en el proceso de vivir esas numerosas leyes y reglas, diariamente, que el pueblo de Israel aprendió valores y un estilo de vida terrestre.
El estilo de vida terrestre requiere: El desarrollar racionalidad, disciplina propia, y gratificación diferida para controlar nuestro hombre y mujer naturales. La importancia de escuchar, respetar y obedecer la voz de Jehová. Justicia y respeto para todos, sin hacer caso a diferencias sociales, y sin hacer acepción de personas. Obediencia a leyes y reglas, para establecer una nación de orden. Respeto hacia todos ios seres humanos y a sus derechos. 114
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El uso de la razón, para hacer decisiones considerando sus consecuencias. Esos valores son valores terrestres, centrados en los Diez Mandamientos y en la Ley de Moisés. Esos valores nos protegen de lo telestial. Sin embargo aun personas que hicieron y están haciendo grandísimos sacrificios para seguir al Señor, al no aprender a vivir por esos principios, pueden, de vez en cuando, guardar un pie en lo telestial. Una escritura dada en nuestra dispensación, demuestra cuan difícil es verdaderamente cambiar de lo telestial a lo terrestre. En 1847, Brigham Young pidió y recibió una revelación sobre como organizar a los pioneros que iban a atravesar las praderas hacia las montañas de Utah. (DyC 136) Los pioneros eran todos conversos al evangelio de Jesucristo. Todos habían sido probados a lo máximo. Habían sido echados de Nauvoo, la Ciudad Hermosa. Habían sacrificado sus casas, su segundad, su templo, y muchas veces, su salud, sus vidas, para seguir, primero al profeta José Smith, y ahora, a Brigham Young. Por un año habían vivido prácticamente en la intemperie (en o alrededor de Winter Quarters). Con muy poca protección, habían sufrido del horrible calor del verano, y del horrible frío en el invierno. Habían pasado por epidemias de cólera y de escorbuto. Aun así, habían preparado y sembrado la tierra para sostener a la ola de inmigrantes que vendrían atrás para salir durante el siguiente año. Eran gente buena y justa que habían disciplinado sus cuerpos, sus mentes, sus sentimientos. Pero parece que todavía no eran totalmente terrestres, porque en esa sección de Doctrina y Convenios, el Señor recomienda que abandonen algunos comportamientos telestiales, y los reemplacen con comportamientos más terrestres. La escritura menciona: Lo telestial Si un hombre procura elevarse a sí mismo y no busca mi consejo, no tendrá poder, y su insensatez se hará manifiesta No falten en cumplir con toda promesa el uno con el otro No codiciéis lo que pertenece a vuestro hermano Guardaos de tomar el nombre del Señor en vano porque soy vuestro Dios Cesad de contender unos con otros Cesad de hablar mal el uno contra el otro Cesad la ebriedad No hablen con palabras que no edifiquen unos a otros
Lo terrestre Si pides prestado a tu vecino, devuélvele lo prestado Si no puedes devolverle lo prestado, ve luego y díselo, no sea que te condene Si encuentras lo que tu vecino ha perdido, investiga diligentemente hasta entregárselo Preserva diligentemente lo que tengas, para que seas mayordomo sabio; porque es el don gratuito del Señor tu Dios, y tu eres su mayordomo Si te sientes alegre, alaba al Señor con cantos, música, baile, oración de alabanza y acción de gracias Si estás triste, clama al Señor tu Dios con súplicas, a fin de regocijarte No temas a tus enemigos, porque están en mis manos (DyC 136:19-31)
La Ley de Moisés provee muchísimas reglas de comportamiento que tienen, como tema, el no lastimar a otros, el tratarlos justamente y amablemente. Esas reglas traen paz y justicia para todos los que las viven. Nos dicen que, como hombres y mujeres dignos de llamarnos hijos e hijas del Señor, todos debemos establecer, entre nosotros, convenios honestos, con amor, consideración y respeto, y sin abusar de nadie. (Véase Éx Cap. 21-22) Contratos verbales, o por escrito, deben ser hechos y guardados 115
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puntualmente. Por ejemplo, la ley de Moisés indica que los empleados deben ser pagados antes del anochecer. Si encontramos a un animal extraviado, debemos buscar al amo para devolvérselo. Si encontramos un buey caído en un pozo, debemos sacarlo y devolverlo a quien le pertenece. Si lastimamos a alguien debemos pagar el valor de lo que se ha perdido. 0 sea, debemos restituir adecuadamente lo que se perdió. Obviamente, la ley del talión, ojo por ojo y diente por diente, no se refiere a tomar venganza, sino se refiere a esa ley de restitución. Los profetas en nuestra dispensación, nos recuerdan de mandamientos similares para tratar a los miembros de nuestra familia. No debemos, de ninguna manera demostrar favoritismo. No debemos criticar, usar malas palabras, demostrar enojo, impaciencia, falta de respeto, mal humor, o rudeza. Ciertamente nunca debemos gritar, causar conflicto, riñas, peleas, contención, porque todo eso lastima, trae dolor, o crea en el que fue atacado, resentimiento, así como una mala imagen propia. Y nunca, nunca debemos hacer uso de violencia. Al contrario, debemos traer paz y contentamiento. Debemos ser justos con todos, y tratarlos como nos gustaría ser tratados. De esa manera podemos demostrar la influencia del evangelio en nuestras vidas, el amor que desarrollamos con nuestros hermanos y hermanas, y el hecho que deseamos complacer a Dios y nuestro Señor, guardando la ley de lo terrestre. Es en tanto que vivimos esa ley terrestre que dejaremos atrás lo telestial, y podremos aguantar y sostener una gloria terrestre. (DyC 88:23) De otra manera, tendremos que heredar una gloria menor, y ésa sería, la gloria telestial... después de pasar una temporada en el infierno, para pagar por nuestros pecados.
Seis: Guardamos un pie en lo telestial en tanto que no identificamos y abandonamos las falsas tradiciones de nuestros padres que nos impiden vivir la ley terrestre Todos los pueblos de esta tierra tienen sus propias tradiciones. Algunas de esas tradiciones vienen de Dios y traen felicidad en esta vida, y gozo en la vida venidera. Otras tradiciones vienen de Satanás. Ésas traen pena y dolor en esta vida y aun más pena de! otro lado. Eso será cuando nos demos cuenta que perdimos grandes bendiciones por seguir ciegamente esas tradiciones, simplemente porque creíamos que venían de la sabiduría de nuestros padres, cuando de hecho, muchas de ellas vienen del diablo. En el Libro de Mormón, se habla mayormente de dos tradiciones. (Alma 3:11) Los Nefitas creían en la tradición de Cristo (Alma 23:5), mientras que los Lamanitas creían en tomar revancha de los Nefitas quienes, en su opinión habían robado la primogenitura y herencia de sus padres, Laman y Lemuel. (Mos 10:11 -17) Por ser tan distintas esas dos tradiciones, los Anti-Nefi-Lehitas no tuvieron ninguna dificultad en rechazar sus propios valores como Lamanitas, y adoptar totalmente los valores Nefitas. Así, muy pronto, los nuevos conversos, amaron a los Nefitas, juraron nunca tomar armas, abandonaron sus vidas nómadas de cazadores, y se volvieron pacíficos agricultores en la tierra de Jersón. (Alma cap. 27) Pero hoy día, no es tan fácil decidir cuales son las tradiciones que deberíamos desechar porque no son de Dios. (DyC 123:7) De hecho, es solamente si escudriñamos las escrituras, que nos damos cuenta que algunas de nuestras tradiciones van directamente en contra de la voluntad de Dios. Y si no fuera por las escrituras y el don de discernimiento, no podríamos aislar las cosas que deberíamos dejar atrás. Satanás constantemente crea "nuevas" falsas tradiciones en el evangelio Satanás es un experto en distorsionar las tradiciones de Cristo y en crear tradiciones paralelas y falsas, con el intento de destruir el plan de nuestro Padre Celestial. Satanás, constantemente, imita las leyes, reglas, y mandamientos de Dios, cambiándoles una cosita aquí, y otra allá. Y esas "cositas" distorsionan completamente los propósitos de Dios. Por eso, falsas tradiciones muchas veces son muy parecidas a los mandamientos de Dios... pero con una diferencia. Porque lo que había sido establecido para salvar, ha sido cambiado, y ahora trae dolor y nos lleva a la destrucción. 116
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SATANÁS, EL CREADOR DE FALSAS TRADICIONES Dios el Padre propone su plan de salvación, para probarnos sin destruir nuestro albedrío moral, estableciendo el Plan de Redención por medio de su Hijo mayor, Jesucristo. En seguida, Lucifer presenta su plan: de quitarnos el albedrío y de usar poder para estar seguro que ganemos nuestra salvación. Dios el Señor da el mandamiento a Adán de hacer sacrificios de animales para representar el sacrificio redimidor que vendría a hacer en el meridiano de los tiempos. Pronto el diablo sugiere a Caín que haga un sacrificio de frutos de la tierra. Y eventualmente, entre los que adoran falsos dioses, Satanás establece sacrificios humanos. Cristo introduce al "otro Consolador," el Revelador, el Espíritu Santo. Así, después de ser bautizados, recibimos el don del Espíritu Santo que nos ayuda a desarrollar nuestros dones, nos manda conocimiento, revelaciones, y señales que siguen a los que creen. Adicionalmente, nos santifica, nos purifica, nos cambia el corazón, y nos bautiza por fuego. Para no quedarse atrás, Satanás desarrolla las artes negras de brujería, astrología, encantos, adivinación, necromancia que pretenden revelar el futuro, darnos poder sobre las incertidumbres de la vida, lo cual, de hecho, destruye nuestra fe en Dios y Cristo. El Señor hace convenios que son mandamientos que condicionalmente nos traen bendiciones aquí en la tierra, y salvación y exaltación para las eternidades. Satanás establece combinaciones secretas entre los telestiales, quienes hacen convenios entre sí y con el Padre de mentiras, para cubrir sus robos y asesinatos, sus obras de tinieblas. Dios gobierna su reino por el poder del sacerdocio, estableciendo mayordomías con el propósito de salvar a su pueblo. Satanás gobierna su gente por medio de falsos sacerdotes que usan supercherías sacerdotales, para obtener lucro y alabanzas del mundo. Nuestro Dios manda a sus profetas que testifiquen de él, para que su pueblo sepa que, por medio de Cristo, nuestro Redentor, todos podemos salvarnos... si obedecemos sus mandamientos. Satanás, tratando de destruir la obra de Cristo, manda a sus falsos profetas, los anticristos, quienes sugieren hacer lo que nos da la gana, deniegan la existencia de un Juicio Final, y denuncian la necesidad del sacrificio expiatorio de nuestro Señor. Si el diablo introduce falsas tradiciones dentro del evangelio, también lo hace en otras áreas de nuestras vidas. Aquí vamos a ver algunas serias perversiones que han traído mucho dolor dentro de nuestra vida familiar.
Tradiciones falsas dentro de la familia La institución de la familia ha sido establecida por nuestro Señor desde el comienzo, con el propósito de preparar y salvar a cada generación. Por eso él nos ha mandado, por medio de sus profetas antiguos y modernos, muchos mandamientos acerca de la familia. Sólo esos mandamientos pueden ayudarnos a establecer hogares que protegen y preparan generación tras generación, hasta el fin de los tiempos. Pero desde el comienzo, Satanás ha falsificado los mandamientos de Dios. Él es muy mañoso y tiene mucha experiencia, y por siglos ha sembrado sus mentiras por todo el mundo, estableciendo falsas tradiciones que no solamente distorsionan los mandamientos de Dios en cuanto a la familia, sino que también arruinan la felicidad y la salvación de muchos. Esas modificaciones son tan sutiles que parecen ser la mera verdad. Y sin la ayuda de las escrituras y del Espíritu, ya no podemos discernir lo que es verdad de lo que es mentira.
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El Machismo Satanás sugiere que el hombre es superior a la mujer, y lo prueba el hecho que el hombre gana y dispone de dinero. Y también, la iglesia le da el sacerdocio. Esto le da el derecho de hacer y deshacer como se le da la gana. Nuestro Señor, muchas veces, ha dicho que no aprecia a los orgullosos, los soberbios. (Isa 57:15; Mateo 18:4; 1 Pe 5:5-6) Él ha dicho que el que sirve a otros obtiene la autoridad de dirigir (Lucas 22:26) y que debe hacerlo con amor. (Gal 5:13) También sabemos que el Señor Dios creó a la mujer para que sea una compañera idónea (o sea, del mismo calibre) para Adán. (Moisés 3:20) El hombre y la mujer tienen diferentes llamamientos en la familia, pero uno no es más alto que el otro. Los dos recibirán el mismo galardón si cumplen con sus respectivos deberes como padres. En el próximo volumen, hablaremos de la familia terrestre. La familia extendida o la esposa Satanás sugiere que, cuando vienen problemas, uno siempre puede depender de la lealtad de la familia extendida, pero que, en cambio, un hombre siempre tiene que cuidarse de su esposa. El Señor enseña que el hombre debe dejar a su padre y su madre para allegarse a su mujer para que sean una sola carne. (Moisés 3:24; Abr 5:18; Gen 2:24; Mateo 19:5-6) Eso es porque la unidad que gana la vida eterna, no es el hombre y sus padres, o el hombre y su madre, o el hombre y sus hermanos, o su familia extendida. Ni siquiera es con los hijos e hijas. La única unidad que obtiene la vida eterna es la pareja, el esposo y la esposa. (DyC 49:16-17; 131:1-3; 132:19) Sólo con el esposo o la esposa puede una persona fiel entrar en el grado más alto en la gloria celestial (DyC 131:1-3), y juntarse a la cadena de las generaciones justas. Además, el matrimonio en el templo, tiene que ser aprobado SI la pareja ha alcanzado llegar a ser una sola carne. Entonces el matrimonio es sellado por el Santo Espíritu de la promesa. (DyC 132:18) Y si esa aprobación no tomó lugar, no pueden llegar a ser dioses y diosas, sacerdotes y sacerdotizas, y no pueden tener progenie para la eternidad. Por eso toda nuestra lealtad tiene que ser otorgada a nuestro esposo o esposa. Esa lealtad tiene que existir al punto de que si la esposa tiene problemas con el padre o la madre del esposo, el esposo debe tomar el lado de la esposa. Y la esposa tiene que hacer lo mismo para el esposo. Y eso ha sido también pronunciado por nuestros profetas modernos. Obviamente, esa lealtad no se gana sin esfuerzos. Debe ser cultivada todos los días de nuestra vida, con justicia, bondad, y gentileza. Y nunca debe ser traicionada, sin un profundo arrepentimiento y cambio. Satanás sugiere que el esposo necesita cuidarse de su esposa y controlarla Cuando un hombre anuncia que se va a casar, los chistes vienen: ¡Mejor te cuidas y no la dejes que lleve los pantalones! ¡Acuérdate que si le das la mano, va a tomar el brazo! ¡No le vayas a decir cuanto dinero ganas o dejarla que maneje TU dinero! ¡Hazle saber quien manda en tu casa! El Señor Dios le dio a Adán una compañera idónea, o sea, una igual, del mismo calibre que él (Moisés 3:20; Abr 5:14; Gen 2:20), para que los dos sean iguales, socios en el propósito y negocio de establecer y levantar una familia. Entre los dos, la pareja debe establecer una confianza completa y exclusiva, para formar una presidencia recta sobre la familia: el padre y la madre, bajo la dirección de Cristo y la inspiración del Espíritu Santo. 118
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Nuestro Señor también nos advirtió en contra de controlara otros. Dice que la naturaleza y disposición de casi todos los hombres (y también de las mujeres), es de ejercer injusto dominio. Por eso muchos son llamados pero pocos son escogidos. (DyC 121:39) Cristo dice que nadie debe usar el sacerdocio para tener poder o influencia sobre otros. Quien ha recibido autoridad, solamente debe usar persuasión, longanimidad, benignidad, mansedumbre y amor sincero, así como bondad y conocimiento. Todo debe ser hecho sin hipocresía, nunca para beneficio propio, o con malicia. Uno solamente tiene el derecho de usar severidad, cuando el Espíritu Santo lo induce. Además, en seguida después, uno debe demostrar mayor amor para que el que fue reprendido, no vaya a considerar al que reprende como enemigo. (DyC 121:43) Y uno puede suponer que, en el reino celestial, no se admiten a los gritones, los que recriminan, critican, insultan, o abusan psicológica o físicamente a alguien, particularmente dentro de la familia. Satanás sugiere que no hay nada de malo tener favoritos. Es natural amar a unos más que a otros Está bien tratar a un hijo mejor que a otro, o tratar mejor a personas que conocemos, o a gente que, en el futuro, nos pueden ayudar. Por ejemplo, dentro de la familia, el más chico necesita protección de los más grandes, además cuando son tan jóvenes, no se les puede exigir mucho. Los hombres necesitan más libertad que las mujeres, y es justo que las mujeres sirvan a los hombres. ¿Y qué puede tener de malo el tratar mejor a los que son más cariñosos o más bonitos, o más vivos? Fuera de la familia conyugal, también es justificado invertir en parientes o amistades que nos podrían ser útiles, eventualmente. José Smith nos dice que para obtener la fe que salva, debemos conocer y confiar totalmente en Dios. Debemos saber que él tiene poder, que es totalmente justo, que es misericordioso y nos ama. Además, no es un Dios cambiante y no miente. Pero sólo podemos confiar en él, porque sabemos que nos trata a todos lo mismo, que no hace acepción de personas. (DsF, pág 42-45) Encontramos el mismo mensaje en nuestras escrituras: ni Dios el Padre, ni Cristo tienen favoritos. (Rom 2:11 -12; 10:12; Col 3:24-25; 1 Pe 1:17-19; DyC 1:35; 38:16-26) Seamos lo que seamos, ricos o pobres, esclavos o libres, hombres o mujeres, y de cualquier color, si nosotros creemos en Dios y Cristo, y si hacemos y guardamos los convenios necesarios para ganar la vida eterna, ganaremos salvación. Tampoco debemos nosotros tener favoritos. El Señor nos dará grandes bendiciones si no usamos favoritismo cuando ayudamos a los que necesitan (Alma 1:30) o cuando predicamos el evangelio. (Alma 16:14-16) Es obvio que nuestro Padre Celestial está muy en contra del favoritismo, porque lastima a todos: Lastima a los que no son favorecidos, porque son hechos de menos, sufren y se resienten (DyC 38:16,26) Lastima también al favorecido, porque la escritura dice: Hacer acepción de personas no es bueno, (porque) hasta por un bocado de pan prevaricará el hombre (favorecido). (Prov 28:21) En otras palabras, el que fue favorecido es capaz de cualquier cosa para continuar siendo el favorecido. Otras escrituras dicen que el favoritismo lastima a los que favorecen, porque usan favoritismo al juzgar a otros, y eso no es bueno. (Prov 24:23). De hecho es pecado. (Santiago 28:10) Cuando favorecemos a algunos y no a otros, generalmente es para ganar algo: nos sentimos más necesitados, más apreciados, más especiales. Así, cuando demostramos favoritismo, dependemos de la 119
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gente del mundo, del brazo de carne. En eso no hay salvación. Cuando nuestra vida se basa en principios eternos del evangelio, dependemos enteramente de Dios. Y eso es lo que quiere nuestro Señor, porque así, él puede darnos la vida eterna. Satanás sugiere que, si uno quiere tener éxito en la vida, tiene que usar unas mañas, ser algo vivillo Hay tantas cosas que uno puede ganar en esta vida, cuando hace arreglos con la gente, aunque sean un poco chuecos. El Señor manda que mutuamente, todos nos tratemos honradamente. (Alma 41:14) Por eso, uno de los artículos de fe dice que nosotros, los santos de los últimos días, creemos en ser honrados, verídicos, virtuosos, y de buena reputación (AdeF 13) ante el Señor y también ante los hombres. (2Cor 12:17) Como Pablo amonestó a los santos de su generación, todos podemos ayudar a la obra de Dios viviendo todo lo verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, y todo lo que tiene virtud y es digno de alabanza. (Filip 4:8) En cambio, cada vez que el mundo nos ve actuar de una manera deshonesta ¡cuan grande es nuestra responsabilidad por los que aceptan el reino por culpa nuestra! Nuestro Señor quiere que vayamos aun más allá de la honestidad. Quiere que tengamos un corazón sincero, porque solo así somos aceptados por él. (DyC 97:8) Habla de integridad, o sea, entereza de nuestro ser, con núestra mente, nuestro corazón, y nuestro comportamiento todo de una pieza, consistente, y firme. Las escrituras nos dicen que nuestro Redentor ama a los hombres de integridad: Job (Job 2:3; 27:5; 31:6), Hyrum Smith a quien Dios ama a causa de la integridad de su corazón (DyC 124:15), o George Miller, un hombre sin engaño, en quien se puede confiar por motivo de la integridad de su corazón. (DyC 124:20) Y ama también a los dos mil jóvenes del pueblo de Ammón, porque eran hombre verídicos y serios, bien enseñados a guardar los mandamientos y a andar rectamente ante Dios. (Alma 53:20-21) Y las escrituras dicen que los justos tienen integridad (Prov 20:7), hacen que sus hijos sean dichosos (Prov 20:7) y obtendrán salvación (Prov 11:3), mientras que el embustero será arrojado al infierno. (2Ne 9:34) Así, al analizar nuestras tradiciones familiares, muchas de las cuales vienen de Satanás, nos damos cuenta que muchas van totalmente en contra de la voluntad de Dios. Eso implica que todos, en todos los países del mundo, al juntarnos a la iglesia, necesitamos tomar el tiempo de evaluar nuestras tradiciones de familia. Tenemos que estar dispuestos a examinar nuestra cons-ciencia, usar las escrituras, y depender del Espíritu, para decidir cuales, de entre todas nuestras tradiciones familiares, nos traen salvación, y las que nos llevarían a lo telestial. Es sumamente importante para nuestra salvación, no presuponer que todo lo que aprendimos de niños es aceptable al Señor. Después de todo, sabemos que el evangelio es para ayudarnos a cambiar.
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Resumen Así, el bautizarnos no hace, automáticamente, que seamos terrestres. Por eso tenemos que cambiar unas cuantas cosas para que podamos sentirnos confortables en lo terrestre. En el Capítulo 9, vimos que, Primero, es importante integrarnos dentro de la cultura de la iglesia, atendiendo nuestras reuniones y participando con los miembros, en sus actividades y llamamientos. Segundo, necesitamos "temer a Dios," porque eso nos lleva a la obediencia, a la sabiduría, y a la vida eterna. Tercero, debemos vernos como parte del pueblo de Dios, un pueblo santo, un pueblo peculiar. Esas tres cosas nos ayudarán a identificarnos con Santos de los Últimos Días, como hijos e hijas de Dios, y como un pueblo peculiar. En este Capítulo 10, vimos: Cuarto, debemos cuidarnos de obedecer cada uno de los Diez Mandamientos. Quinto, debemos estudiar y adquirir el espíritu de la Ley de Moisés, convirtiéndonos a la idea de adquirir racionalidad, disciplina propia, y gratificación deferida, para controlar nuestro hombre (y mujer) natural, para llevarnos bien con todos, y establecer una vida de orden Sexto, debemos re-evaluar las tradiciones de nuestros padres y desechar las que no están de acuerdo con el evangelio de preparación. De otra manera, nos arriesgamos a guardar un pie en lo telestial. Al cumplir con esas cosas, podremos progresar de lo telestial a lo terrestre y eventualmente, de lo terrestre a lo celestial.
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Resumen ESCALANDO EL MONTE A LA EXALTACIÓN De lo Telestial a lo Terrestre Podemos dividir este libro en cuatro partes: Primera Parte Capítulos 1 y 2 El plan de salvación Segunda parte Capítulos 3y4 La vida es una prueba de obediencia y los que no dominan su hombre natural se vuelven telestiales Tercera parte Capítulos 5, 6. 7 El poder de Dios, de Cristo, y del Espíritu Santo en la tierra. DíoselPadretiene su mano en todas las cosas. Da el evangelio a los que nacen en linajes celestiales. Pero a causa de muchas apostasías, dispersó a su pueblo. Su Hijo Jesucristo^ ha obrado la redención del mundo. El Espíritu Santo, el Consolador, influencia el corazón y la mente de los hijos de Dios, si lo permiten, hasta que estén preparados para entrar en la vida eterna Cuarta parte Capítulos 8, 9, 10 El recogimiento del pueblo de Dios está tomando lugar, por medio de la conversión individual, de lo telestial a lo terrestre. Eso implica el vivir los Diez Mandamientos, y de dejar atrás tradiciones falsas Este libro se considera como el primer volumen de una serie de dos libros que presenta los puntos principales del tema: Escalando el Monte a la Exaltación. Se ha basado mayormente en las escrituras así como en algunos de los escritos de profetas modernos. Este primer libro ha tratado el proceso de moverse de lo telestial a lo terrestre.El segundo libro (en preparación) tratará el proceso de moverse de lo terrestre a lo celestial.
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