No puede haber mas biblia

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"...NO PUEDE HABER MAS BIBLIA." (parte 1) por Hugh Nibley* Aferrándose a lo Imposible: Las Objeciones Clásicas en Contra del Libro de Mormón. La primera línea defensiva contra el Libro de Mormón, una barricada dispuesta incluso antes de que saliera de la imprenta, era la acusación de que dado que la Biblia es la más absoluta, infalible, perfecta y definitiva Palabra de Dios, calificar cualquier otro texto como santa escritura no podía ser más que elevarse a la altura de la blasfemia. Sin embargo era cosa fácil, tanto para Orson Pratt como para algunos otros, "exponer claramente este popular, aunque fatal error, inventado por la casta sacerdotal en las primeras épocas de la apostasía y heredado por generaciones subsecuentes. No necesitamos repetir aquí la evidencia publicada por los comentaristas de la Santa Palabra que siempre han pensado de la aparición de la palabra de Dios para los hombres como un asunto de duración indefinida en el que Dios es libre de hablar cada vez que así lo decida, sin importar cuán renuentemente los hombres estén dispuestos a otorgarle ese privilegio, ya que la proposición es aceptada fácilmente por los eruditos cristianos en la actualidad. La segunda ofensa mortal del Libro de Mormón era la admisión en la introducción de que éste registro, traducido "por el don de Dios," posiblemente podía contener errores. ¿Errores? ¿En un libro revelado por el poder de Dios? Otra concepción blasfema. Incluso hoy, los eruditos de la Biblia aceptan esta aseveración tan fácilmente como lo hicieron con la primera y trabajan infatigablemente día y noche para aparecer en las manos con un texto de la Santa Biblia mas correcto que cualquier otro hasta ahora disponible. La ¡dea de que un libro pudiera contener muchas cosas que son verdaderas y de Dios y al mismo tiempo muchas cosas que son falsas y de los hombres fue una que católicos y protestantes por igual encontraron perfectamente impensable en los días de José Smith, aunque la mayoría de los estudiosos de la Biblia lo aceptan hoy en día. Y si la posibilidad del error humano es otorgada ¿por qué la ¡dea de ediciones corregidas del Libro de Mormón debería ser ofensiva? Ediciones revisadas y mejoradas de la Biblia constantemente están saliendo de la imprenta y, por otra parte, los mormones nunca han creído en un libro infalible o en algo infalible en lo que el hombre haya colocado su mano. Dios permite a los falibles humanos ser copartícipes con El en ruta hacia una lejana y distante perfección; sin embargo, está consciente de que se cometerán innumerables errores durante el trayecto. ¿Por qué entonces los críticos se han escandalizado y deleitado al descubrir que la segunda edición corregida del Libro de Mormón tenía más errores que la primera? Durante años quien esto escribe empleó únicamente la primera edición en sus clases y sigue siendo, por mucho, la mejor de ellas. Está llena de errores, pero son errores obvios. De acuerdo con el impresor J. H. Gilbert, José Smith le solicitó dejar la gramática intacta, ya que "el Antiguo Testamento no es de naturaleza gramatical." Como veremos mas adelante, los recientes estudios sobre


los profetas del Antiguo Testamento muestran que a menudo mezclaban personas, números y tiempos verbales En un apasionado discurso, exactamente como lo hace Abinadí en las páginas 182 y 183 de la primera edición del Libro de Mormón. Por otra parte, el profeta le dio a Gilbert completa libertad en cuanto a la puntuación y a la ortografía: "El Manuscrito," dice el impresor, "era un párrafo corrido de principio a fin, sin signos de puntuación." ¡Imagínense seiscientas páginas de eso! ¿Cómo puede esto explicarse de algún otro modo excepto por la suposición de que el texto era de hecho dictado palabra por palabra de un hombre a otro? No era un ardid o broma, ya que nadie excepto el impresor fue quien lo menciona y estaba autorizado para corregir el manuscrito en las partes en las que lo considerara necesario. El manuscrito usado por el impresor ahora se encuentra a nuestra disposición, mostrando que el Sr. Gilbert se tomó ciertas libertades con el texto. ¿Estamos dispuestos a creer que José Smith es responsable cuando leemos en la página 69 de la primera edición cinco líneas abajo, "porque mi alma se deleita en las escrituras" mientras que apenas dos líneas antes se lee "he aquí, mi alma se deleita en las escrituras? Ya que el impresor mismo admite que estaba autorizado para corregir la ortografía ¿no es culpable por colocar cinco líneas antes del final de la página 180: "Lamoni le dijio" y en la línea de abajo "ahora cuando Lamoni le hubo dicho."? (Al. 20: 11, 13) ¿O a quién hacemos responsable por el vocablo "gemte" presente en la página 127, dado que la palabra había sido deletreada apropiadamente cientos de veces? Si el impresor estuvo trabajando en la corrección ortográfica del trabajo realizado por Oliverio Cowdery debió corregir estos errores; si no, el mismo Oliverio Cowdery obviamente había cometido un desliz y cualquier editor tendría plena libertad de corregir tal dislate y no solo eso, estaría obligado a ello. Sea que el impresor elija agregar o suprimir un guión o una coma, el asunto del empleo adecuado de los signos de puntuación es una responsabilidad que atañe única y exclusivamente a él. "Había errores de impresión," escribiría José Smith y aun así mucha gente, en un dramático gesto, aun crispa y se estruja las manos con horror, como si no hubiera errores de esta naturaleza que pueden encontrarse en casi cualquier edición de La Biblia. Un error de impresión ocasional en la Biblia no perturba a nadie; tanto porque es factible su existencia como por la facilidad de su corrección. Los cambios en las palabras empleadas para clarificar el idioma también son causa de ofensa. "Agoing" y "a-journey" (términos presentes en la página 249 de la primera edición en inglés del Libro de Mormón) eran perfectamente de uso común para la época y lugar en que vivió José Smith, pero actualmente han caído en desuso: consecuentemente han sido reemplazadas en las ediciones subsecuentes para evitar confundir a la joven generación, aunque en opinión de quien esto escribe "agoing" y a-journey" presentan una musicalidad y matiz agradables -mi abuela siempre hablaba así. En la Biblia en inglés muchas palabras se encuentran escritas con letra cursiva (itálicas); se trata de palabras que no se encontraban presentes en el texto original y que varían edición tras edición: Han sido puestas ahí por los traductores en un intento por comunicar tan claramente como sea posible lo que ellos creen y suponen que eran las ¡deas que los escritores


originales tenían en mente. De manera que ya en el mismo segundo versículo del Génesis de la versión del Rey Santiago de la Biblia encontramos el vocablo "estaba" escrito en letra cursiva o itálica -debido a que en el texto hebreo la palabra "estaba" simplemente no existía, pero para redondear mas apropiadamente la ¡dea se ha colocado ahí. Si los hombres pueden tomarse tantas libertades con la Biblia y al mismo tiempo considerarla como un libro infalible ¿Por qué no habríamos de permitirnos las mismas libertades con el Libro de Mormón, del cual nadie ha sostenido que sea infalible? Si se examina la larga lista de cambios realizados en varias de las ediciones del Libro de Mormón se encontrará que en ningún caso ni el menor de ellos altera en lo absoluto el significado de algún pasaje. Cierto; admitimos que en dos ocasiones José Smith agregó algunas palabras en la segunda edición: deberían estar escritas en cursiva para indicar que su presencia en el texto solo obedece a manera de ayuda necesaria para explicarlo con mayor claridad, no para cambiarlo. En la primera edición, se hace mención de María como "la Madre de Dios, según la carne" (1 Ne. 11:18); la posterior inserción de la frase "el Hijo de Dios" simplemente tiene por objeto dejar en claro que se refiere al segundo integrante de La Trinidad, ya que durante las controversias teológicas efectuadas en la Edad Media, la expresión "Madre de Dios" poseía una especial connotación; connotación que aun es válida para muchos Cristianos. Tres versículos mas adelante (1 Ne. 11:21), encontramos la declaración de los ángeles, "¡he aquí el Cordero de Dios, sí, el Padre Eterno!" ha sido aumentada en ediciones posteriores a "el Hijo del Padre Eterno" para evitar confusiones: en este versículo el Padre Eterno posiblemente está conectado no al vocablo "cordero," sino al término "Dios" -El es el cordero de Dios el Padre Eterno. Sin embargo, dado que esto no sería obvio para muchos lectores, así como para evitar confusiones y preservar el sentido original del texto, la expresión "el cordero de Dios" es hecha un equivalente de la locución "el hijo del padre eterno." Ambas ¡deas son absolutamente correctas y no existe conflicto entre ellas. De la misma forma, en la segunda edición se agrega la frase "o...aguas del bautismo" al enunciado "aguas de Judá" de la primera edición (1 Ne. 20:1) a modo de clarificar -nunca cambiar- lo que el redactor tenía en mente. En ocasiones los revisores de ediciones posteriores del Libro de Mormón han efectuado ciertas "correcciones" que hubieran sido mejor no haber tocado. Es entonces que un esforzado editor, en su intento de visualizar y racionalizar un práctico sistema de ventilación para las naves jareditas, omite una buena cantidad de palabras de naturaleza significativa que aparecen en la primera edición; la que, si fuera cuidadosamente analizada, pareciera ofrecer una muchísima mejor explicación para el "aire acondicionado" de las naves que la que puede deducirse de la información presentada en Éter 2:17-20 de nuestras ediciones contemporáneas. Por otra parte, ¿era indispensablemente necesario cambiar el nombre de Benjamín (en la primera edición) por el de Mosíah en las ediciones posteriores de Éter 4:1? Probablemente no; ya que aunque es cierto que Mosíah era el custodio de los anales en cuestión, no por ello es menos cierto que su


padre, Benjamín, no hubiera tenido al menos algo que ver con su conservación. Fue Benjamín quien mostró un celo y devoción totales en cuanto al estudio y conservación de los anales; después de ceder el trono del reino a su hijo Mosíah, bien pudo haber continuado viviendo lo suficiente como para pasar muchos días sumergido en el mar del conocimiento proporcionado por sus amados anales. Y con toda seguridad entre esa imponente colección de anales se encontraban ya los registros jareditas, que fueron llevados a Zarahemla a principios del reinado de Mosíah; época en la que su padre, insistimos, aun podría haber estado con vida (Mos. 8:9-15). La primera edición del Libro de Mormón, a pesar de ser la más inteligible, no se constituye como la versión estándar actual. Esto se debe a que presenta dificultades en su manejo debido a su formato consistente en largos capítulos y carente de la estructura dividida en versículos numerados, así como una sintaxis gramatical que a menudo puede parecer perturbadora. Perturbadora tal vez, pero jamás engañosa -ése es el punto. Mucho del material del Nuevo Testamento está redactado en griego rústico y los antiguos paganos frecuentemente se mofaban del analfabetismo y la mala gramática de los discípulos; sin embargo, en nuestra Biblia la gramática es meticulosa, prolija y escrupulosamente correcta. ¿Tal circunstancia implica serios y deleznables indicios de manipulación? No, al menos no más de lo que la exigua habilidad en el manejo de la gramática de los antiguos Apóstoles era esgrimida como prueba fehaciente de que eran hombres faltos de inspiración divina. De cualquier modo, la pobre gramática de José Smith es útil para demostrar, como en el caso de los Apóstoles, que las palabras inspiradas de los profetas nunca han sido producto del academicismo o la invención reservada y propiedad exclusiva de hombres hábiles e ingeniosos. El Libro de Mormón reclama haber sido escrito con "palabras sencillas": su significado siempre es claro. Casi al final de su vida, José Smith proclamó que era el libro más correcto sobre la tierra. ¿El más correcto en qué sentido? El texto de Tom Sawyer es mucho mejor asimilado que La Biblia, pero ¿de lo anterior debe inferirse que Tom Sawyer es un libro más "correcto"? ¿Qué debe entenderse por libro "correcto"? ¿Uno con sus márgenes distribuidos apropiadamente, encuadernado adecuadamente, con un índice útil y precisa paginación? Desde luego que no; esto tan solo constituye un cúmulo de simples detalles de carácter técnico, como podrían serlo también la puntuación, la ortografía e incluso la gramática -aquellos aspectos que los críticos del Libro de Mormón han abrazado en conjunto. Probablemente un libro de ciencia únicamente puede ser realmente correcto en el sentido de transmitir perfectamente información precisa: en este punto es precisamente en el que debemos recordar la advertencia de Karl Popper: "Toda afirmación de naturaleza científica debe permanecer como de carácter provisional por siempre." De manera que una declaración científica ponderada hoy como correcta no lo será necesariamente el día de mañana. El libro mas correcto del mundo es aquel en el que se lleguen a encontrar la menor cantidad de afirmaciones incorrectas después de haber comparado y revisado todos los libros del mundo. Naturalmente que nadie puede saber qué libro podría ser éste, a menos que uno lo sepa mediante la revelación. Sin embargo, una aseveración


sobre el Libro de Mormón hecha por su traductor invita a realizar un examen más minucioso sobre el particular. Examen al que intentamos contribuir. Tratando de apuntalar el débil argumento de la unicidad de la Biblia, los opositores al Libro de Mormón siempre han dependido en gran medida de la creación de vigorosas invectivas en contra del carácter y personalidad de José Smith. El procedimiento comúnmente aceptado siempre ha sido argumentar que ya que José Smith fue un bribón, el Libro de Mormón debe necesariamente ser un fraude; mientras que la prueba de su bribonería descansa directamente en el supuesto hecho de que él produjo el Libro de Mormón. Actualmente ya no nos es posible observar el asunto considerado desde la ventajosa perspectiva tanto de amigos como de enemigos de José Smith, los cuales a pesar del antagonismo en el que la situación los ha colocado, coincidirían en jurar haberlo conocido personal e íntimamente. Podemos, en efecto, examinar la reputación de los testigos como lo intentamos hacer en la obra Los Fabricantes de Mitos, pero todo lo referente al carácter de José Smith se ha reducido a un asunto de tipo académico. Por otra parte, ahora disfrutamos de ciertas ventajas para someter a prueba al Libro de Mormón que les fueron negadas a generaciones anteriores. Toda la discusión se ha trasladado por completo a un escenario radicalmente diferente, aunque los críticos del Libro de Mormón aun están desesperadamente determinados a mantenerla en el antiguo. Cuán drásticamente han cambiado las cosas puede ¡lustrarse al comparar la posición adoptada por el clero hace cien años con la que han tomado sobre el mismo asunto actualmente. En aquella época argumentaban que el Libro de Mormón no podía ser verdadero porque su existencia refutaba la mayoría de los dogmas de la fe Cristiana. Actualmente esos dogmas en particular están siendo revisados toda vez que las iglesias empiezan a enseñar las mismas cosas que, cuando venían de los mormones, les escandalizaban. Echemos un vistazo a un debate público que edificó a una multitud veraniega presente en el acto llevado a cabo en Boulogne-sur-Mer en el cálido mes de Julio del año de 1850. Los ministros de tres prominentes denominaciones habían enviado al élder John Taylor y a sus tres acompañantes, quienes se encontraban trabajando en la Obra Misional, "un respetuoso reto público para reunimos en torno a un debate público y abierto;" en el intentaban demostrar que (1) José Smith era "un blasfemo y vulgar impostor," (2) que el Libro de Mormón era "una sarta de estupideces sin sentido" y (3) que el pretendido llamamiento divino de los propios élderes era un perfecto fraude. Otros tres ministros fungieron como jueces. La parte acusadora fundamentaba su alegato en los escritos del reverendo Henry Caswall, el profesor Turner y John C. Bennett. Esto le dio al élder Taylor una ventaja peculiar, ya que no solamente había intimado profundamente con José Smith, sino que además había conocido personalmente tanto a Caswall como a Bennett, en tanto que sus oponentes jamás los habían visto siquiera. "Con respecto al Sr. Caswall," dijo el élder Taylor, "estuve presente en Nauvoo cuando él la visitó. Llegó con el propósito de buscar el mal...Vi al Sr. Caswall en la


oficina de la imprenta de Nauvoo." Aquí viene lo interesante; al examinar la historia de Caswall hace algunos años hubiéramos sido incapaces de hallar un testigo ocular de su visita, pero aquí tenemos a uno. Incluso tenemos un reporte del famoso episodio Psalter. "Tenía un manuscrito antiguo y manifestaba estar ansioso por saber qué era. Lo miré y le dije que creía que era un manuscrito griego. En su libro, Caswall declara que era un manuscrito escrito en griegopsalter, pero que ninguno de los mormones presentes le dijo lo que era. Lo anteriormente mencionado es una falsedad, porque yo se lo dije". Es significativo que en una versión posterior de su historia, publicada algún tiempo después de esta discusión, Caswall cambió su historia y menciona a José Smith, quien en su primera versión dice que dijo, "eso no es griego," y ahora dice que dijo "algo de eso es griego." En nuestro estudio mostramos que en efecto había algo sumamente sospechoso con relación a la versión de Caswall sobre el "episodio psalter" en la que detectábamos una trampa mas que obvia para hacer caer a José Smith; una trampa que nunca funcionó, aunque el reverendo Caswall desarrolló astutos y vigorosos esfuerzos para probar que así fue.9 Y ahora tenemos una interesante confirmación a nuestra teoría del engaño. Era la tercera noche de la gran discusión. Los ministros, que habían apostado a ganar mediante el testimonio de Caswall, esa noche llevaron consigo un manuscrito para poner a prueba el conocimiento sobre el griego del élder Taylor. Eso era irrelevante, desde luego, ya que el reclamo del élder Taylor no era en el sentido de haber demostrado que el manuscrito en poder de Caswall era de origen griego o que su identificación era correcta, sino únicamente en el sentido de que él había dicho que creía que era griego. Sin embargo, los ministros pusieron ante el élder Taylor tres enunciados escritos en caracteres extraños y le preguntaron si podía decirles cual de los tres estaba escrito en griego: Élder Taylor. -Es éste, creo (señalando el primer enunciado). Sr. Cleeve. -No hay ni una letra en griego aquí; es un verso escrito en japonés (risas y confusión) Élder Taylor. -Eso ciertamente tiene la apariencia de griego. Mr. Groves [otro ministro; diferente de los tres que integran la parte acusadora] -A mi me parece que es mucho mas parecido al hebreo... Un caballero presente. -Permítame verlo. Soy graduado de Oxford y declaro que aquí hay caracteres griegos y que cualquier persona que no esté familiarizada con el lenguaje puede fácilmente confundirlo con el griego (gritos: "¡todo esto es un engaño! ¡es vergonzoso!" y mayor confusión)... Un segundo caballero. -Esta escrito imitando el griego y fue hecho evidentemente ex profeso con la intención de engañar. Mr. Cleeve. -No hay una sola letra en griego aquí.


Primer caballero. -Declaro que sí las hay, señor y no se me puede contradecir. (confusión) A tan desesperadas medidas recurren los hombres del clero en su afán de desacreditar el Libro de Mormón. Aquí tenemos una demostración suficientemente evidente del tipo de cosas de las que Caswall es capaz. Si la discusión no condujo a nada mas, por lo menos dejó en claro las posiciones asumidas por ambos bandos. Los puntos de vista contrastantes fueron resumidos por el élder Taylor: ¿Tienen apóstoles? No. La ¡dea les parece ridicula. ¿Tienen profetas? No. Ellos les dicen a ustedes que ya no hay más profecía. ¿Tienen pastores, evangelistas y maestros, es decir, hombres divinamente inspirados?. Ellos no creen en la inspiración del espíritu y les dicen que el origen de tal inspiración ha cesado. ¿Hablan en lenguas? No. Ustedes ya han escuchado la forma en que se ridiculiza el hecho [durante la discusión]. ¿Tienen entre ellos profetas que profeticen?No. Ellos le llaman a esto alucinación. Si alguno está enfermo ¿"envían por los élderes de la Iglesia que orarán por ellos y los ungirán con aceite en el nombre del Señor," como dice Santiago?No. En sus debates los ministros no hicieron más que confirmar todos estos puntos mencionados, incluso con los jueces arbitrariamente de su parte. Pero ¿cuáles serían sus posturas sobre estos mismos temas hoy? Indecisas -aunque pudieran sostenerlas a pesar del paso del tiempo.

"...NO PUEDE HABER MAS BIBLIA." (parte 2) por Hugh Nibley* Aggiornamento: Las Iglesias Ceden Terreno. Aggiomamento es un vocablo preferido del papa Paulo VI que puede interpretarse como "renovación." Una nueva concepción de la Iglesia, y especialmente de sus dones espirituales, está corriendo de mano en mano con un nuevo concepto de las escrituras, lo que a su vez abre de par en par las puertas para un enfoque totalmente nuevo con relación al Mormonismo y al Libro de Mormón. ¿Qué es lo que ha hecho posible tan extrañas condiciones? Ha sido el descubrimiento de antiguos registros, olvidados por los hombres durante mucho tiempo, pero salidos a la luz pública "desde [el milagroso descubrimiento efectuado en el cerro de] Cumora" en años recientes y especialmente en nuestra propia generación que hacen que la historia de Cumora sea considerada cada vez menos fantástica y al mismo tiempo cada vez más probable con el paso de los años y la acumulación de evidencia. La irresistible fuerza de antiguas voces hablando nuevamente desde el polvo desde el cerro de Cumora, y en especial desde Qumran, está conduciendo en la actualidad a todo el mundo cristiano a través de extraños patrones. "Nadie puede negar," escribe un erudito metodista con fuertes tendencias católicas,


"que algo extraordinario está sucediendo en la antiguamente 'inmutable' Iglesia Católica Romana." Nada puede ofrecer mayor indicativo de que se trata ni más ni menos que de una renovación totalmente radical de doctrinas y ordenanzas. Restauración y revelación, términos olvidados durante decenios, se han convertido en las consignas primordiales de una "renovada" cristiandad, tanto católica como protestante. ¿Qué puede ser responsable de tan sorprendente revolución? Dos eruditos, uno de ellos protestante y el otro católico, co-autores de un nuevo libro sobre el Movimiento Litúrgico, han demostrado que el impulso inicial y la presión continua detrás de dicho movimiento ha sido el hallazgo progresivo de documentos de antigüedad insospechada que abren paso a paso a nuevas y extrañas perspectivas de una Iglesia Primitiva mas completa y radicalmente diferente de lo que el Cristianismo convencional hubiera imaginado. R.P. Marshall, ministro protestante, empieza sus escritos haciendo notar que los protestantes han sido culpables de un rechazo sistemático de ritos y ordenanzas; en efecto, "solo en años recientes el ministerio de culto ha empezado a ser seriamente considerado por los protestantes como prometedor campo de estudio." Por otra parte, el escritor católico M.J. Taylor señala que los ritos de la Iglesia desde hace mucho tiempo han llegado a ser absolutamente inútiles para la gente: "Los hombres parecen incapaces de respetar la sencillez de su naturaleza original. Quieren agregarles lo que la tradición les ha dado;" tales adiciones son "hechas para ofrecer la sensación de un espectáculo...En las liturgias donde obispos y papas celebraban, los cantos llegaron a convertirse casi en sinfónicos...La gente, incapaz de participar en el soporte musical establecido para esos ritos, renuentemente renunció a su papel protagónico declinando en favor de la agrupación coral." Es decir, tanto autoridades católicas como protestantes admiten, abierta y francamente, que sus iglesias en la actualidad se encuentran muy lejos de poseer y oficiar los ritos originales de la Iglesia; el retorno de los cuales el así llamado movimiento litúrgico se ha auto impuesto como primordial objetivo a través de "un esfuerzo práctico...para renovar las vidas de toda la feligresía aquí y ahora mediante el ejercicio de una liturgia revitalizada." Y aquí es precisamente en donde las voces que hablan desde el polvo se dejan sentir, ya que el movimiento dio inicio a partir de esos estudios litúrgicos y patrísticos que revelaban la verdadera naturaleza de la liturgia en los documentos más antiguos disponibles. Dom Gueranger (1805-1875) del monasterio de Solesmes inició el movimiento, pero aunque él "pensaba que era necesario regresar al pasado,...carecía de los documentos históricos" necesarios para llevarlo,


retrospectivamente hablando, lo suficientemente lejos. Por lo tanto, "su renovación regresó, cronológicamente hablando, hasta la época en la que la liturgia romana no era de lo mejor en sí misma." El avance mas importante sobre el particular fue conseguido en Alemania en el monasterio de María Laach, lugar en el que se "realizó una incuantificable contribución al movimiento litúrgico en lo referente a sus estudios litúrgicos" y "produjeron...una amplia justificación para...la reforma." En resumen, la salida a luz de antiguos documentos o "estudios históricos (doctrinales, litúrgicos y pastorales) dejaron totalmente en claro que nuestra liturgia actual no era lo mas adecuado;" sin tales documentos nadie habría sospechado siquiera sobre la necesidad de "regresar a las antiguas costumbres,...un retorno a la tradición para resarcir los defectos del presente." Una necesidad similar es percibida actualmente por muchos protestantes y, también para ellos, "el movimiento litúrgico ha buscado la ayuda de la historia y la teología en el estudio de los ritos... católicos y protestantes;" Marshall concluye que, "se debe recuperar lo que se ha perdido y perder valioso tiempo lanzando inútiles acusaciones injuriosas al prójimo" Como es de todos sabido, el mundo se sintió sumamente ofendido por la aseveración expresada por los Santos de Últimos Días en el sentido de que los Cristianos habían extraviado muchos de los antiguos ritos y ordenanzas y se escandalizó y entretuvo con su preocupación con respecto a los ritos y ordenanzas que consideraban esenciales para la salvación. Actualmente el mundo cristiano admite serias pérdidas y busca llenar el vacío existente volviendo la mirada atrás a los escritos por tan largo tiempo olvidados, de los cuales el mas antiguo e importante ha literalmente surgido del polvo en nuestra propia época. Este asombroso giro de las cosas puede ¡lustrarse mediante las declaraciones, tan característicamente francas y profundas, del papa Paulo VI. "Ahora todo es nuevo, sorprendente, cambiado,"él escribe con relación a la liturgia; "incluso el tañer de las campanas en el Sanctusha sido dejado de lado." ¡Todo nuevo y cambiado! Eso es, en efecto, sorprendente; pero hay una razón para ello: "Estamos preocupados," escribía el papa en su primera encíclica, "por restituir a la Iglesia ese ideal de perfección y belleza que corresponden a su imagen original... [y tenemos] el deseo de renovar la estructura de la Iglesia por completo." Cuando los Mormones han hablado sobre una restauración del Evangelio, el sectarismo cristiano ha tomado de inmediato la ofensiva y ha cuestionado el hecho en tono amenazador "¿restauración? ¿qué alguna vez se ha perdido algo?" Pero ahora tenemos que es ni más ni


menos que el papa de Roma quien declara que debe haber una restauración que involucre a "¡la estructura de la Iglesia por completo!" Paulo VI habla de "la gran renovación espiritual que el Segundo Concilio Vaticano espera promover" y defiende enfática y enérgicamente "la lucha heroica e impacientemente emprendida en pos de la renovación. La batalla entablada para corregir esos errores introducidos por sus miembros." La Iglesia "en la actualidad...está autoexaminándose y reformulando las cosas que Cristo, su fundador, estableció y nos legó con respecto a ella... La Iglesia debe definir ahora su propia naturaleza...En este sentido, la Iglesia completará el trabajo doctrinal que el Primer Concilio Vaticano proyectaba enunciar." Para todo aquel familiarizado con la polémica católica de años atrás con respecto a al marcado énfasis puesto en la grande, monolítica, inalterable, universal y victoriosa Iglesia, todo esto le parecerá, en efecto, nuevo, sorpresivo y cambiado. ¿No es un poco tarde para intentar determinar aquello que realmente pertenece a la Iglesia? Debe haber alguna muy buena razón para tan drástico y abrupto cambio de punto de vista y la causa de ello no debe buscarse muy lejos -nuevos hallazgos de antiguos documentos están confrontando al mundo con una imagen de la Iglesia Primitiva que es totalmente diferente de todas las anteriormente previstas, pero una imagen a la que el mundo cristiano del presente debe de alguna forma ajustarse para encajar. Esa no es toda la historia, pero en lo que al movimiento litúrgico en general concierne, se trata indudablemente del primer impulso. La voz de Qumran parece hacer eco en los términos que, tanto el papa actual (1967) como el concilio ecuménico, han elegido para designar a la Iglesia: "El Pueblo de Dios," "El Nuevo Israel" evocan la imagen de Israel en el desierto; el pequeño grupo de fieles santos que "a menudo parecía un pequeño rebaño." "La Iglesia ha doblado la esquina," escribe el editor del semanario Mundo Católico, "actualmente pertenecemos a una Iglesia que se ha definido a sí misma como el Pueblo de Dios...Vivimos en una época de renovada atención a los dones carismáticos del Espíritu Santo conferidos a toda persona bautizada, con el 'derecho y el deber' de emplear esos dones para la edificación del cuerpo de Cristo." Eduard Meyer señaló no hace mucho que uno de los aspectos únicos del mormonismo, y ausente por completo del resto de las otras religiones, era la ¡dea de una continuación de los dones carismáticos como patrimonio común de todos los miembros. El "derecho y el deber" en nuestra cita se refiere a una nueva política católica establecida en la cual se exhorta a que "todo miembro sea un misionero": "Nos complace anunciar que el análisis [del proyecto del concilio] constantemente


demande que la Iglesia por entero sea misionera y además que cada miembro fiel, en la medida de lo posible, llegue a ser un misionero en espíritu así como en obras." Actualmente se habla mucho, tanto en las publicaciones católicas como en las protestantes, de revelación e inspiración -¿necesitamos recordar al lector que en un principio consideraban que la revelación continua era el aspecto más nocivo y peligroso del mormonismo? El padre Latourelle menciona que el Segundo Concilio Vaticano es por primera vez en la historia un concilio de la Iglesia que ha considerado metódicamente los fundamentos básicos de revelación, tradición e inspiración. Y ahora se nos informa que "cuando el pontífice romano o el cuerpo del arzobispado en conjunto definen una proposición, lo hacen en comunión con la revelación," de manera que "todo se relaciona y cumple con este principio de la revelación." Infaliblemente, se nos dice, es co-extensivo con el depósito de revelación divina," es decir, las palabras de la Biblia "expuestas con la ayuda del Espíritu Santo." La piedra angular de la autoridad eclesiástica ahora es la revelación y el Espíritu Santo. Sin embargo no siempre fue así. ¿Cuál será el destino de la filosofía escolástica, el mas grande y notable logro de la Iglesia católica, que hasta ahora habia sido oficialmente designada como la llave apropiada para la revelación, es decir, para la exposición correcta de las escrituras? La revelación en sí misma ahora se considera algo mas que la palabra de Dios registrada en la Biblia; las declaraciones oficiales ahora deben ser de alguna manera consideradas como "vinculadas con la revelación." En la actualidad la erudición está pasada de moda e indirectamente la revelación está ocupando cautelosamente su lugar. Inclusive el papa señala a su antecesor Pío XII, abierta, pero cuidadosamente, como un profeta; uno que hablaba "en tono solemne como profeta de Dios y padre del Mundo." El papel sinérgico desempeñado por los nuevos descubrimientos documentales que inclinan la balanza a favor de tan extraños cambios es evidente considerando cierto número de declaraciones papales: "El papa reconoce que exploraciones, metodologías, excavaciones, documentos, inscripciones, papiros, códices y toda suerte de evidencias de naturaleza reciente, han cambiado por completo los problemas de la exégesis bíblica en los últimos cincuenta años" y pugna por una búsqueda exhaustiva de los textos originales, así como por el desarrollo de un nuevo método científico de exégesis católica. Haciendo notar que "hasta tan ¡lustres comentaristas de la Biblia como San Jerónimo a menudo tenían relativamente poco éxito al explicar las cuestiones doctrinales mas difíciles" de las escrituras, el papa propone ciertos "lineamientos generales para el exégeta," que requieren "el empleo


adecuado de las nuevas técnicas exegéticas, particularmente de aquellas que se inclinan por considerar el método histórico como un todo,...contando con el auxilio de la crítica de textos, crítica literaria y conocimientos de lingüística;" por si esto fuera poco, el papa enfatiza la importancia de "prestar oídos a los hallazgos producto de investigaciones recientes" y permitir que "el exegeta católico pueda y deba sentirse libre de ejercitar su propia perspicacia e inteligencia. Únicamente de esta manera cada persona... contribuirá sustancialmente al progreso continuo de la sagrada doctrina." Aunque esta aparente libertad de investigación actualmente está bajo la estricta supervisión del "magisterio viviente" de la Iglesia y "sujeta a la autoridad y jurisdicción de los Ordinarios," son los eruditos con sus "excavaciones, textos, inscripciones," etc., quienes suministran la información necesaria para decidir qué enseñanzas y ritos de la Iglesia deberían ser considerados auténticos. Resulta asombroso analizar cuantos de los cambios que están tomando lugar en las doctrinas y ordenanzas católicas y protestantes apuntan en dirección de las mismas cosas que en el pasado siempre acumularon persecución y burla sobre la cabeza de todo Santo de los Últimos Días. Lo anterior puede ejemplificarse con claridad echando un vistazo a la Constitución Dogmática de la Iglesia publicada por el Segundo Concilio Vaticano el 25 de Noviembre de 1965. La primera sección se intitula "El plan del Padre" y habla del Evangelio en términos de un plan que seremonta a la preexistencia. El segundo capítulo se intitula "El Pueblo de Dios" y en la sección denominada "Un Pueblo Escogido" nos confronta con esa nueva imagen de la Iglesia, tan sorprendentemente diferente de la que había sido diligentemente cultivada desde la época de los Padres de la Iglesia del siglo IV d.C, como si nos mostrara "al nuevo Israel viajando en medio del mundo actual,... moviéndose hacia delante a través de tentaciones y pruebas." La sección siguiente lleva como título "Un Pueblo de Sacerdotes," y enseña que "el sacerdocio en común de los fieles" es "en su particular y distintivo modo una participación en el único sacerdocio de Cristo." La siguiente anuncia que a través de los sacramentos (ordenanzas) todos deben "renacer como hijos de Dios." A continuación leemos que "el Pueblo Santo de Dios además comparte el oficio profético en Cristo al relacionarse como testigos vivientes con El." Esto conduce (en la sección siguiente) a los dones del espíritu, los cuales deberían ser ampliamente disfrutados en la Iglesia. La sección llama la atención con respecto a que todos deben ser misioneros.


El capítulo Vil ostenta un título que habría conmocionado a cualquier historiador de la Iglesia algunos años atrás, cuando la Iglesia y la escatología eran elementos diametralmente opuestos: "El Carácter Escatológico de la Iglesia Itinerante y su Reunión con la Iglesia Celestial." Fueron este tipo de cuestiones a las que San Agustín y sus contemporáneos pusieron un alto definitivo; para él y sus escolásticos sucesores (quienes difícilmente reciben noticia alguna del nuevo orden de las cosas), la Iglesia sobre la tierra era una misma Iglesia, escatológica y celestial. Sin embargo ahora es una historia diferente, ya que somos llevados rápidamente a Qumran para observar a un pequeño grupo de "santos," despreciados y rechazados por el mundo, viviendo a la espera de la venida del Señor al final de los tiempos: "La época final del mundo ya ha venido entre nosotros;" este capítulo inicia informándonos que "hasta la aparición de un cielo y tierra nuevas en las que la justicia reine, la Iglesia itinerante...lucirá la efímera apariencia propia de este mundo." De manera que la Iglesia universal, fuerte y triunfante, establecida de una vez por todas para permanecer (de acuerdo con la declaración del Concilio Vaticano anterior) "firme e inamovible hasta el fin del mundo," ha adquirido ¡"la efímera apariencia propia de este mundo"! Mas aun, como sustento para todas y cada una de sus dramáticas afirmaciones, "el catolicismo de la Iglesia siempre resulta enormemente deficiente." El mundo cristiano no puede ser completamente ignorante de que esta moviéndose en dirección de cosas de las que se mofaban y ridiculizaban cuando las voces hablaron por vez primera desde Cumora. Una indicación plena de esto es la observación hecha por una de las principales y mas importantes autoridades católicas sobre el asunto de los Rollos del Mar Muerto en uno de los primeros y mejores libros que jamás se han escrito sobre el tema, en el sentido de que el título correcto otorgado a la comunidad de Qumran debería ser Santos del Ultimo Día, pero que dicho título no podría usarse porque desafortunadamente había sido precedido por el de "secta cristiana." Mientras que algunos católicos actualmente admiten que los cambios se hacen y se hicieron en el pasado en los ritos, costumbres y administración de su Iglesia, algunos otros se ha esforzado por señalar a quien esto escribe que la parte realmente importante de la herencia, es decir, la doctrina de la Iglesia, ha permanecido sin cambios, conservada en las inalterables fórmulas de los credos. Pero todo esto es un malentendido. Los grandes concilios de la Iglesia, incluidos todos los concilios ecuménicos anteriores, fueron convocados en su gran mayoría para discutir y decidir en cuestiones de doctrina; si bien las palabras de los credos han permanecido sin cambios, la interpretación de esas


palabras ha sido tema de una eterna controversia que aun continúa. Es comprensible que el clero católico, en aquellos aspectos en que es posible hacerlo, asuman la postura de Bousset en el sentido de que su Iglesia jamás ha cambiado sus doctrinas fundamentales; aunque como Owen Chadwick ha demostrado, los cambios mas grandes y trascendentales en esa Iglesia, tanto en tiempos antiguos como modernos, han sido de naturaleza doctrinal.

Arrepentíos o perecereis

Del

"Milagro

del

Perdón"

escrito

por

Spencer

w.

Kimball

Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. -Lucas 13:3

E

l arrepentimiento es la llave del perdón. Abre la puerta a la felicidad y a la paz, e indica el camino a la

salvación en el reino de Dios. Desencadena el espíritu de humildad en el alma del hombre y lo torna contrito de corazón y sumiso a la voluntad de Dios. "El pecado es infracción de la ley" (1 Juan 3:4), y según la ley eterna, se ha fijado un castigo para tal infracción. Todo individuo normal es responsable de los pecados que comete, y en igual manera quedaría sujeto al castigo que acompaña la violación de esas leyes. Sin embargo, la muerte de Cristo sobre la cruz nos ofrece la exención del castigo eterno en la mayor parte de los pecados. Tomó sobre sí el castigo por los pecados de todo el mundo, con el entendimiento de que aquellos que se arrepientan y vengan a El serán perdonados de sus pecados y se librarán del castigo.


El mensaje de las edades En tales circunstancias no causa sorpresa que un Dios amoroso haya recalcado constantemente, por medio de sus profetas, el llamado al arrepentimiento. Sería interesante si pudiéramos tener una grabación de cada una de las dispensaciones del evangelio por orden, y escuchar las súplicas y mandatos de arrepentimiento que se han repetido en el curso de seis milenios. Sería impresionante ver al orador y escuchar el tono de su voz, ya fuerte, ya penetrante, ya suave, 'Ora suplicando, ora llamando. Serían palabras portentosas. Escucharíamos la voz de Jacob en el desempeño de la responsabilidad que pesaba gravemente sobre él: "Es necesario que os enseñe las consecuencias del pecado" (2 Nefi 9:48). Y procedentes del Areópago, donde los resabidos ateneos debatían concerniente a sus muchos dioses, escucharíamos las palabras con que el apóstol Pablo denunciaba a sus divinidades y les explicaba su "dios no conocido": "Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan" (Hechos 17:30). También se oirían las voces de Adán, Noé, Lehi, Alma Abraham, Isaías y muchos otros, todos ellos a semejanza de un Juan el Bautista, clamando en el desierto: "Haced ... frutos dignos de arrepentimiento" (Mateo 3:8). Prominentemente resaltaría la voz de Jesucristo mismo, dando prioridad a este importantísimo llamamiento, al iniciar la dispensación del meridiano de los tiempos con estas palabras: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado" (Mateo 4:17). Castigos para los impenitentes El mensaje profético siempre ha llevado el mismo.castigo, porque nadie puede rechazar impunemente el llamado del Dios de la ley y la justicia. Por consiguiente el Señor ha dado la alternativa: ¡Arrepentíos o pereceréis! Abinadí hace esta solemne amonestación: Mas he aquí, temed y temblad ante DiosLporque tenéis razón para temblar; pues el Señor no redime a ninguno de los que se rebelan contra él, y mueren en sus pecados; sí, todos aquellos que han perecido en sus pecados desde el principio del mundo, que voluntariamente se han rebelado contra Dios, y que, sabiendo los mandamientos de Dios, no quisieron observarlós, éstos son los que no tienen parte en la primera resurrección (Mosíah 15:26. Cursiva del autor). En las Santas Escrituras se testifica abundantemente de la miseria y sufrimiento sin fin que esperan al pecador impenitente. Por ejemplo: Y si sus obras han sido malas, le serán restituidas para mal. Por tanto, todas las cosas serán restablecidas a su propio orden; cada cosa a su forma natural-la mortalidad levantada en inmortalidad, la corrupción en incorrupción-resucitada a una felicidad sin fin para heredar el reino de Dios, o a una miseria interminable para heredar el reino del diablo; una cosa por un lado y otra por el otro (Alma 41:4). Tal vez el mejor resumen de la multitud de pasajes de las Escrituras que advierten de los castigos que se imponen al impenitente es la comparación que el Señor hace entre estos castigos y su propio padecimiento relacionado con su sacrificio: Así que, te mando arrepentir; arrepiéntete, no sea que te hiera con la vara de mi boca, y con mi enojo, y con mi ira, y sean tus padecimientos dolorosos: cuán dolorosos no lo sabes; sí, cuan dificiles de aguantar no lo sabes. Porque he aquí, yo, Dios, he padecido estas cosas pór todos, para que no padezcan, si se arrepienten; Mas si no se arrepienten, tendrán que padecer así como yo; padecimiento que hizo que yo, Dios, el mayor de todos, temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro y padeciera, tanto en el cuerpo como en el espíritu (D. y C. 19:15-18. Cursiva del autor).


Civilizaciones destruidas a causa del pecado Uno pensaría que todas las súplicas y amonestaciones que el Señor ha impartido por medio de sus profetas en el transcurso de los siglos provocarían un alto nivel general de rectitud. Lamentablemente no es tal el caso. Según parece, le es más fácil al hombre pecar que llevar una vida de rectitud; por tanto, es necesario hacer mayores esfuerzos para evitar el mal y conformar nuestras vidas a los principios elevadores del evangelio. Esto es comprensible, dado que el hombre natural es enemigo de Dios, y lo ha sido desde la caída de Adán, y lo será para siempre jamás, a menos que se someta al influjo del Espíritu Santo, se despoje del hombre natural, y se haga santo por la expiación de Cristo el Señor, y se vuelva como un niño: sumiso, manso, humilde, paciente, lleno de amor y dispuesto a someterse a cuanto el Señor juzgue conveniente imponer sobre él, tal como un niño se sujeta a su padre (Mosíah 3:19). Esta ascendencia del hombre natural, este menosprecio del llamado de Dios al arrepentimiento, ha causado la destrucción de civilizaciones enteras. Es cierto que en las primeras generaciones, aquellos que eran suficientemente justos siguieron a Enoc hasta lograr una condición trasladada; pero únicamente ocho personas, Noé, sus hijos y sus cuatro esposas, fueron preservados posteriormente durante el gran diluvio, mientras que todos los demás se ahogaron. En su degeneración, los babilonios impenitentes perdieron su reino, y los habitantes de la nación colocaron sus almas en grave peligro cuando no se arrepintieron. Asimismo fueron destruidas Sodoma y Gomorra, las ciudades de las llanuras. También tuvieron su oportunidad de arrepentirse, mas no hicieron caso de las voces amonestadoras de los profetas que fueron a ellos. ¿Podrá uno olvidar jamás las angustias de las tribus de Israel cuando llegaron contra ellos las naciones extranjeras y despojaron sus ciudades y su país, violaron a sus mujeres, cegaron a su rey y los llevaron cautivos para servir como esclavos? Su templo quedó profanado, les expropiaron sus utensilios sagrados, llegó a su fin su identidad nacional. Leemos con corazones tristes el cántico de remordimiento, angustia y soledad que entonaron los judíos sobrevivientes: Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos, y aun llorábamos, acordándonos de Sión. Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas. Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos, y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo: Cantadnos algunos de los cánticos de Sión. ¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños? Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, pierda mi diestra su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, si de ti no me acordare; si no enalteciere a Jerusalén como preferente asunto de mi alegría (Salmos 137:1-6). Mas con todo, cuando posteriormente se permitió que los exiliados volvieran a su país nativo, la lección pasó inadvertida, la maldad dominó la vida del pueblo y todas las amonestaciones y amenazas para nada sirvieron. Los judíos aun rechazaron y crucificaron a su Señor y Maestro. Entonces el peso abrumador de los castigos finalmente descendió sobre ellos por conducto de las legiones romanas, las cuales los arrollaron, destruyeron sus palacios y mataron y dispersaron al pueblo. ¿Y qué decimos de la situación de los descendientes de Lehi, quienes al parecer olvidaban rápidamente sus aflicciones después de ser aliviados de ellas? Por motivo de su persistencia en la iniquidad, fue necesario castigarlos numerosas veces, y finalmente fueron destruidos. Nos parece oír los gemidos de Mormón al llorar por ellos: ¡Oh bello pueblo, cómo pudisteis apartaros de las vías del Señor! ¡Oh bello pueblo, cómo pudisteis rechazar a ese jesús/que esperaba con brazos abiertos para recibiros! He aquí, si no hubieseis hecho esto, no habríais caído. Mas he aquí, habéis caído, y lloro vuestra pérdida (Mormón 6:17,18). Un año mi esposa y yo pasamos unos días en la tierra de los mayas. Nos detuvimos algunos días en Chichén Itzá y Uxmal, y escalamos las viejas pirámides y ruinas de una civilización antigua. Mientras ascendíamos por aquellos pendientes escalones, cruzábamos a tientas aquellos pasajes obscuros y


contemplábamos aquella amplia zona, no se alejaba de mí este pensamiento: ¿Por qué, por qué no están construyendo todavía templos y otros edificios espléndidos estos indios mayas? Entramos en algunas de las pequeñas casas mayas de la actualidad. Son casas de tamaño reducido, en forma elíptica, su longitud es el doble de su anchura y con pisos de tierra. Se construyen con varas y palos revestidos de barro, y tienen techos de paja en los que utilizan las cañas que crecen en la selva que los rodea por todos lados. Nuevamente me pregunté: ¿Por qué se hallan hoy reducidos al polvo de la tierra, cuando en un remoto pasado tenían sus observatorios y estudiaban los cielos? La respuesta sacude la memoria como fuerte campanada: ¡Porque olvidaron el propósito de la vida! Se olvidaron del objeto para ' él cual habían venido a la tierra, y moraron sobre la tierra y llevaron una vida terrenal. Y llegó el momento en que Dios no pudo tolerarlo por más tiempo, y se permitió que fuesen diezmados y destruidos. Cuando nos hallábamos en el extranjero, la ciudad de Pompeya fue una de las cosas interesantes que vimos en Italia. En mi juventud, en los primeros años de mi adolescencia había leído, de entre los numerosos libros de mi padre, Los Ultimos Días de Pompeya.Me dejó intrigado; lo leí muchas veces. Por tanto, cuando cruzamos la frontera de Italia ese día, uno de mis mayores deseos era ir a Pompeya. Después de pasar algunos días entre las ruinas de Roma, viajamos a Nápoles, con objeto de escalar el Vesuvio y ver a Pompeya. Ascendimos la montaña en un taxi, hasta donde pudo llevarnos, y de allí continuamos a pie hasta la cumbre. Bajamos al cráter, y debajo de nuestros pies, a menos de un metro de distancia, yacía la hirviente y burbujeante masa de lava. Pudimos sentir su fogoso aliento y ver su rico color. El Vesuvio todavía estaba activo. Entonces recordamos que en el año 79 de la era cristiana el Señor permitió que "estallara" literal y figurativamente. La ciudad de Pompeya, según la llegamos a conocer por observación personal, era una ciudad mundana. Los políticos, los ricos, los de la clase social llegaban de Roma a Pompeya, cerca de la costa del Mediterráneo. Allí gastaban su dinero y pasaban su tiempo viviendo lujosa y desenfrenadamente. La ciudad de Pompeya ha sido excavada en la actualidad. En sus carreteras de piedra se ven las huellas de las ruedas de las carrozas. Los caminos quedan bajo el nivel de las aceras, y podíamos ver donde los cubos de las ruedas de las carrozas habían dejado sus huellas en las piedras de las esquinas de las calles. Entramos en sus panaderías donde se había preparado el alimento; entramos en sus casas donde habían vivido; entramos en sus teatros y en sus baños. Sus prostíbulos y sitios de mancebía estaban vacíos y cerrados con candado, y sobre ellos había letreros en italiano: "Sólo para hombres". Después de diecinueve siglos sus centros deshonestos permanecían como testimonio de su degradación; y sobre los muros dentro de estos edificios, en colores que se habían preservado casi dos milenios, se hallaba representado todo vicio que el ser humano puede cometer, todos los pecados abominables que se han acumulado desde que Caín inició sus perversos caminos. Entonces llegué a comprender por qué fue destruida Pompeya. Llegó el momento en que era preciso que fuese destruida. Así que al hacer erupción, el Vesuvio estalló, y las cenizas penetraron el cielo por muchos kilómetros, millones de toneladas de cenizas. Corrió la lava por la. pendiente de esta estructura cónica, llevándose a su paso cuanto encontró en su camino, incendiando las viñas, los huertos y algunas de las casas. Destruyó todo lo que había en su camino, y algunas ciudades pequeñas fueron completamente incendiadas o quedaron cubiertas hasta dejar de existir. Sin embargo, no toda Pompeya se incendió. No corrió en esa dirección la lava, pero el polvo y las cenizas que había en el aire gradualmente descendieron y cubrieron la ciudad por completo. Los habitantes se asfixiaron en sus casas. Más tarde descubrieron sus cuerpos estrechados unos con otros en un abrazo mortal. Había gatos y perros en los edificios. Los encontraron tal como murieron, cubiertos de cenizas; de modo que cuando se terminó la excavación, las casas y su menaje estaban en su lugar. No había habido un incendio general, pero se habían quemado muchos de los techos. Pompeya fue destruida, y creo que sé la razón. Fue por motivo de su iniquidad y depravación. Creo que Pompeya debe haberse encontrado casi en la misma situación lamentable que Sodoma y Gomorra mucho antes. Los pecadores modernos se exponen a castigos similares Parece raro que con todos estos ejemplos históricos de personas que fueron destruidas por no arrepentirse del pecado, haya tantos que están siguiendo un curso similar en la actualidad, incluso muchos en


las Américas. Sin embargo, se ha prometido a las grandes naciones de las Américas que jamás caerán, si tan sólo sirven a Dios. Los que están en el servicio del Señor en estas naciones son apenas un número insignificante. El diablo reina; el pecado sobreabunda en los círculos políticos, religiosos y sociales. Al mal se le dice bien, y al bien se le dice mal. Desde el principio del tiempo, el tema musical de los que son sabios según el mundo ha sido: "Comamos, bebamos y alegrémonos, pues mañana moriremos." Una interpretación más moderna sería: "Hay que darle a los gustos." Significa divertirse hoy, y que mañana se las arregle como pueda. Tenemos a los amantes del placer que se sientan a la mesa en los banquetes, que beben su licor en sus casas y clubes, que quebrantan las leyes morales. También hay otra clase de personas dominadas por una obsesión de acumular bienes mundanos, aun a fuerte costa de espiritualidad y moralidad. A tales personas el Señor dirigió la parábola del rico insensato: También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo donde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios (Lucas 12:16-21). Algunos se dejan engañar por la prosperidad de los inicuos. Su argumento es que muchas personas adquieren sus ganancias por medio del crimen, y que por despreciar los mandamientos del Señor logran un rendimiento constante. Este concepto equivocadamente pone de relieve lo efímero. Los perversos podrán aparentar que triunfan provisionalmente, como sucedió con aquellos que crucificaron al Maestro; pero la Parábola de la Cizaña que relató el Salvador aclara esta situación. Igual que la cizaña, se . permite que maduren los malvados ... para su destrucción final. El pecado trae consecuencias naturales Si hubiere algún lector que se imagina al Señor como un Dios iracundo y cruel, que ejecuta venganza sobre el pueblo por no cumplir con sus leyes, piénselo de nuevo tal persona. El Señor organizó un plan que es natural, un programa de causa y efecto. Es inconcebible que Dios sienta deseos de castigar a sus hijos, o verlos con sufrimientos, dolor o angustia. El es un Dios de paz y tranquilidad; ofrece gozo y crecimiento, felicidad y paz. Por boca de Ezequiel, el Señor pregunta: "¿Quiero yo la muerte del impío? dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos?" (Ezequiel 18:23). El Salmista agrega: "Caigan los impíos a una en sus redes" (Salmos 141:10). Sí, las causas inevitablemente producen sus efectos. Uno puede apartarse de los alambres eléctricos de alta tensión, después de habérsele dicho que son peligrosos, o puede tocarlos y sufrir las consecuencias. En igual manera, uno puede aprender por obedecer las leyes de Dios con toda voluntad, o puede aprender mediante el sufrimiento; y esto se aplica a cualquier época, bien sea el año 4.000 a. de J. C., el año 2.000 a. de J. C., o en la época del Salvador o en el siglo veinte. A muchas personas se les dificulta aceptar que son culpables de sus desgracias. Siempre debe haber una víctima expiatoria. Si caen, miran alrededor para ver quién los empujó; si fracasan, imputan el fracaso a otros que los estorbaron o no los ayudaron. De manera que si les sobreviene lo que ellos llaman "mala suerte", tienden a culpar a la fortuna más bien que a sí mismos. Y finalmente, es al Señor a quien se culpa de muchas de nuestras calamidades, y raras veces se le dan las gracias por lo que logramos. Dos profetas del Libro de Mormón ayudan a aclarar lo anterior. Alma dijo a su hijo Coriantón: "Y así se sostienen o caen; pues he aquí, son sus propios jueces, ya para obrar bien, ya para cometer lo malo" (Alma 41:7). Y de Mormón aprendemos que "es por los malos que los malos son castigados" (Mormón 4:5). Sin embargo, pese a sus esfuerzos, el hombre no puede escapar de las consecuencias del pecado. Estas siguen como la noche al día. Hay ocasiones en que los castigos tardan en llegar, pero son tan seguros como la vida misma; sobrevienen el remordimiento y la agonía. Ni aun por ignorar la ley se evita el castigo, aunque puede mitigarse. Por medio del alardeo y la "lavada de cerebro" se podrá hacer a un lado el remordimiento, pero volverá para punzar y pinchar. Se le podrá ahogar en el alcohol, o tornarlo insensible


provisionalmente por medio de los pecados que siguen en un número cada vez mayor; pero la conciencia finalmente despertará, y con el remordimiento y la angustia vendrán el dolor y el sufrimiento, y finalmente el tormento y la aflicción en ese grado intenso de que habla el Señor en el pasaje citado previamente en este capítulo. Y cuanto más tiempo se haga caso omiso del arrepentimiento, tanto más intenso será el castigo cuando finalmente se manifieste. Las palabras de Alma nos proporcionan lo que tal vez sea la mejor exposición que hallamos en las Escrituras tocante al intenso padecimiento del pecador. Pero me martirizaba un tormento eterno, porque mi alma estaba atribulada hasta el límite, y atormentada por todos mis pecados. Sí, me acordaba de todos mis pecados e iniquidades, los cuales me atormentaban con las penas del infierno; sí, veía que me había rebelado contra mi Dios y que no había guardado sus santos mandamientos. Sí, y que había asesinado a muchos de sus hijos, o más bien, que los había conducido a la destrucción; sí, y por último, mis iniquidades habían sido tan grandes que sólo el pensar en volver a la presencia de mi Dios atormentaba mi alma con indecible horror. ¡Oh si pudiera ser desterrado-pensaba yo-y aniquilado en cuerpo y alma, a fin de no tener que estar en la presencia de mi Dios para ser juzgado por mis obras! Y por tres días y tres noches me vi atormentado, sí, con las penas de un alma condenada (Alma 36:12-16). ¡Si los hombres sólo permitieran que sus pecados los perturbaran desde temprano, cuando éstos son leves y pocos, cuánta angustia evitarían! Aquellos que jamás han padecido el dolor y el "crujir de dientes" por los cuales el pecador tiene que pasar, difícilmente entenderían. Las autoridades de la Iglesia reciben a muchos que están empezando a comprender la gravedad de sus errores. Ver a algunos de éstos retorcerse y agitarse mentalmente en su padecimiento es comprender algo de lo que el Señor quiso decir cuando declaró que sus sufrimientos serían graves e intensos. Desafortunadamente, muchos transgresores cauterizan su conciencia y continúan en sus pecados hasta que les llega un día de juicio. Es también de lamentarse que las consecuencias naturales del pecado no se limitan al transgresor. Uno de los aspectos más dignos de lástima relacionados con la comisión del mal es que afecta seriamente la vida de aquellos que aman al malhechor: hijos inocentes, una esposa devota, un marido ofendido y padres ancianos. Todos ellos padecen los castigos. Las consecuencias son inevitables La persona que intenta huir de la realidad y evitar los castigos, para no tener que encarar la situación, es semejante en algunas cosas al prófugo que había cometido un grave crimen y se hallaba en la penitenciaría, condenado a prisión perpetua. Le parecía que había sido muy astuto en sus manipulaciones, y que sólo por causa de algún error o revés de la fortuna se le había aprehendido. Durante las largas e interminables horas tras las rejas trazó los planes para su fuga. Con mucha organización y esfuerzos elaboró una pequeña sierra con la cual trabajó casi incensantemente en el silencio de la noche hasta que finalmente aserró una de las rejas. Esperó hasta que llegó lo que él consideró el momento oportuno en el silencio de la noche para forzar la reja a un lado y deslizar su cuerpo a través de la abertura; y al pasar por entre las rejas le vino a la mente este pensamiento: "¡Ah, por fin estoy libre!" Entonces se dio cuenta de que sólo se encontraba en uno de los pasajes interiores, y que todavía no estaba libre. Cautelosamente se dirigió por el pasillo hasta la puerta y se ocultó en la obscuridad del rincón hasta que pasó por allí el guardia. Con un golpe lo dejó sin sentido, tomó sus llaves y abrió'la puerta. Al respirar el aire fresco exterior, nuevamente le vino al pensamiento: "¡Estoy libre! Soy muy listo. Nadie puede contenerme; nadie puede ob;igarme a sufrir la condena." Al salir sigilosamente, notó que aún se hallaba en el patio exterior de los recintos de la prisión. Todavía estaba preso. Sin embargo, había hecho sus planes cuidadosamente. Encontró una soga, la arrojó sobre el muro, logró que el extremo se asegurara y, tirando de la cuerda, escaló hasta la cima del muro. "Por fin estoy libre-pensóno tengo que pasar castigos. Tengo la habilidad suficiente para escapar de los perseguidores." En esos momentos se encendieron las luces de las torres sobre el muro, se oyeron disparos y sonó la alarma. Se dejó caer rápidamente por el lado exterior y huyó en la obscuridad. Al alejarse de la prisión oyó el aullido de los


perros sabuesos, pero éstos perdieron la pista, porque echó a correr una buena distancia por un arroyo. Encontró un lugar donde esconderse en la ciudad hasta que sus perseguidores dieron por perdido su rastro. Finalmente logró llegar a la parte oriental del estado, donde se alquiló a un ganadero para cuidar ovejas. Se encontraba en un sitio remoto en los cerros. Tal parecía que nadie lo había reconocido. Alteró su apariencia, dejándose crecer el cabello y la barba. Pasaron los meses. Al principio se deleitaba en su libertad y se sentía orgulloso de su destreza: de cómo había logrado ponerse fuera del alcance de todos sus perseguidores; y ahora no había ni testigos ni acusadores, y estaba libre y no tenía que responder ante nadie. Sin embargo, los meses probaron ser estériles e infructuosos; las ovejas le eran monótonas; las horas parecían interminables; sus sueños nunca podían terminar. Llegó a comprender que no podía huir de sí mismo ni de su conciencia acusadora. Llegó a darse cuenta de que no estaba libre, y que de hecho se hallaba en cadenas y en la servidumbre; y parecía haber oídos que escuchaban lo que decía, ojos que veían lo que hacía, voces silenciosas que continuamente estaban acusándolo de lo que había hecho. La libertad en la cual se había deleitado se había convertido en cadenas. Por fin este prófugo abandonó sus ovejas, fue al pueblo y renunció a su empleo. Entonces halló la manera de volver a la ciudad y a los oficiales de la ley, y les dijo que estaba preparado para pagar el precio a fin de poder sentirse libre. Este hombre aprendió lo que cuesta el pecado. Muchos no se dan cuenta de ese precio en esta vida, sencillamente porque los pagos pueden aplazarse. ¿Qué efecto surtiría si los pagos siempre fueran "al contado"? Un comentario que da en qué pensar, y cuyo autor desconozco, repara en este punto: Estoy convencido de que si cada cosa mala que hiciéramos llevara marcado su precio, se efectuaría en el mundo un cambio fenomenal. Es decir, si pudiéramos ver lo que está costando cada acto malo, tal vez pensaríamos dos veces antes de cometer el acto. Desafortunadamente, a menudo sólo tenemos una vaga idea del precio tan terrible, o dejamos que Satanás cubra con miel nuestro concepto de las circunstancias. Mas detengámonos y examinemos algunos de estos precios. Casi es seguro que si en el acto se pudiera disponer de todas las recompensas por los buenos hechos, y se impusieran y ejecutaran inmediatamente todos los castigos por las cosas malas, raras veces se cometería una segunda maldad; pero entonces, esto sería intervenir en el precioso libre albedrío que uno tiene. Podríamos agregar que la categoría de la persona en ninguna manera afecta el carácter ineludible de las consecuencias del pecado. En la Iglesia, el obispo, el presidente de estaca, el apóstol, todos ellos están sujetos a las mismas leyes de una vida recta, y los castigos acompañan sus pecados precisamente como sucede con los demás miembros de la Iglesia. Ninguno queda exento de los resultados del pecado, ni en lo que concierne a los pasos que la Iglesia toma contra el ofensor, ni a los efectos del pecado en el alma. No muráis en el pecado Cuando pensamos en el gran sacrificio de nuestro Señor Jesucristo y en los sufrimientos que padeció por nosotros, seríamos muy ingratos si no lo apreciáramos hasta donde nuestras fuerzas nos lo permitieran. El sufrió y murió por. nosotros; sin embargo, si no nos arrepentimos, toda su angustia y dolor por nosotros son en vano. Según sus propias palabras: Porque he aquí, yo, Dios, he padecido estas cosas por todos, para que no padezcan, si se arrepienten. Mas si no se arrepienten, tendrán que padecer así como yo; padecimiento que hizo que yo, Dios, el mayor de todos, temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro y padeciera, tanto en el cuerpo como en el espíritu (D. y C. 19:16-18). Abinadí expresó el peligro de demorar al arrepentimiento: Pero recordad que quien persiste en su propia naturaleza carnal, y sigue la senda del pecado y la rebelión contra Dios, permanecerá en su estado caído, y el diablo tendrá todo poder sobre él. Por tanto, queda como si no hubiera habido redención, y se hace enemigo de Dios; y también el demonio es enemigo de Dios (Mosíah 16:5). Esto sólo recalca la importancia vital de arrepentirse en esta vida, de no morir uno en sus pecados. En una entrevista con un joven en Mesa, Arizona, noté en él solamente un poco de pesar por haber cometido adulterio, pero no estaba seguro de que deseaba purificarse. Después de extensas, deliberaciones, en el


curso de las cuales parecía que yo no estaba logrando mucho, frente a su espíritu rebelde, finalmente le dije: "Adiós, Bill, pero le advierto que no maneje con exceso de velocidad, que tenga cuidado de lo que coma y que no arriesgue su vida. Cuídese del tráfico, porque usted no debe morir antes de resolver este asunto. No se atreva a morir. " Le cité este pasaje de las Escrituras: Por lo tanto, si morían en su estado de maldad, tendrían que ser rechazados también con respecto a las cosas espirituales que pertenecen a la justicia; de modo que deben comparecer ante Dios para ser juzgados según sus obras... .. . y ninguna cosa impura puede entrar en él [el reino de Dios]; de modo que es necesario que haya un lugar de inmundicia para lo que es inmundo (1 Nefi 15:33,34). Una muerte lenta le lleva sus ventajas a la que ocurre repentinamente. Un padre de familia que es víctima del cáncer; por ejemplo, debe utilizar su tiempo para ser un asesor hacia aquellos que lo van a sobrevivir. El período de inactividad, después que un paciente llega a saber que no hay esperanza de que viva, puede ser un período de mucha productividad. ¡Cuanto más cierto es esto al tratarse de uno que se ha visto envuelto en el pecado intencional! No debe morir sino hasta que se haya reconciliado con Dios. Debe tener cuidado y no sufrir un accidente. Cómo apartarse del pecado Tal vez la parte más triste de cometer pecados es que nuestro mal comportamiento afecta gravemente las vidas de otros. Niños inocentes, esposas, padres, maridos ofendidostodos ellos sienten la punzada del dolor. Esto fue lo que sintió el hermano Adam S. Bennion con relación a uno de sus amigos. Lo oí narrar lo sucedido cuando yo todavía era muy joven, y no se ha apartado de mi memoria todos estos años. Uno de sus amigos anteriores se encontraba ep la penitenciaría esperando ser ejecutado. El hermano Bennion lo visitó, y antes de despedirse le hizo esta pregunta: "¿Qué mensaje pudiera yo llevar de usted para la juventud de Sión?" La respuesta fue inmediata y positiva. "Dígales-dijo el sentenciado- que conserven su vida tan llena de buenas obras, que no habrá lugar para la maldad." Afortunadamente, para la mayoría de nosotros hay una manera de salir de debajo del manto del pecado. Un Dios sabio y justo ha dispuesto la manera mediante la cual se puede eliminar el deterioro moral que sobreviene a los seres humanos por causa del pecado. En otras palabras, el Gran Médico ha dado el remedio del arrepentimiento con la potencia necesaria para contrarrestar la enfermedad del pecado. Se cuenta de una nave que había encallado frente a la costa de Sudamérica, cuyo capitán señaló a un barco que pasaba por allí, que compartiera su agua con sus pasajeros, pues estaban sufriendo de sed. El buque que iba pasando respondió a la señal, diciéndole que llenara sus baldes con el agua en la cual habían encallado, porque se encontraban en la desembocadura del río Amazonas y el agua era dulce. El mensaje de las edades a toda persona que se ve encallada en sus pecados es que se encuentra en territorio favorable, y todo lo que tiene que hacer es dejar que descienda su balde para apagar su sed. El Maestro siempre está dispuesto a escuchar el llamado de la persona que desea arrepentirse, y permitirle beber de la fuente de vida gratuitamente.

“Cuando esteis angustiados”

Por Elder Jeffrey R. Holland del Quorum de los Doce. Quisiera hablar de un conflicto universal que puede surgir en cualquier momento y sobrevenir en cualquier lugar. Lo considero una faceta de la maldad; al menos, sé que puede surtir efectos perjudiciales que obstaculizan nuestro progreso, nos desalientan, menoscaban nuestras esperanzas y nos dejanindefensos ante otros males de considerable magnitud. Me gustaría tratar este tema, pues no conozco ningún otro recurso que Satanás emplee tan astuta y hábilmente como éste para llevar a cabo su obra maligna; me refiero al desaliento que


hace presa de nosotros, derrotándonos hasta el punto en que llegamos a creernos incapaces de salir adelante: en suma, al desánimo y a la desesperación. Al abordar este tema, no es mi intención descartar el hecho de que, en efecto, existe un buen número de otras cosas en el mundo que nos producen angustia. En la vida, individual y colectivamente, así como en el ámbito local, nacional e internacional, ciertamente pululan verdaderas amenazas a nuestra felicidad. Sin embargo, lo que me inquieta no son las complejidades y problemas que publican los periódicos y que transmite la radio, sino aquellas cosas que si bien no aparecen en grandes titulares, son importantísimas en nuestro cotidiano vivir, y, por tanto, en la historia de nuestra vida. A modo de introducción, me gustaría citar un pensamiento del escritor estadounidense F. Seott Fitzgerald (1896-1940), quien dijo que “los conflictos no tienen necesariamente que relacionarse con el desaliento, puesto que éste tiene su propia "bacteria" que lo causa, la cual es tan diferente del conflicto en sí, como la artritis es diferente de la rigidez de las articulaciones” (The Crack-Up, ed. por Edmund Wilson, New York: James Laughlin, 1945, pág. 77). Todos tenemos problemas y conflictos, pero la "bacteria" del desaliento, empleando el término expresado por Fitzgerald, no yace en el conflicto, sino en nosotros, o -para ser más precisocreo que yace en Satanás, el príncipe de las tinieblas, el padre de la mentira; y él quiere que incubemos esa bacteria en el alma. Las más de las veces es una bacteria aparentemente insignificante, pero el problema es que se multiplica, crece y se propaga. De hecho, puede llegar a convertirse prácticamente en un hábito, o sea, en un modo de vivir y de pensar, que es cuando produce el mayor daño, ya que entonces comienza a ocasionar una devastación cada vez mayor en nuestro espíritu, consumiendo los más grandes cometidos religiosos que podamos fijarnos; esto es, los que atañen a la fe, a la esperanza y a la caridad. Nos tornamos introvertidos y volvemos la mirada hacia abajo, deteriorando así -o cuando menos, mermando- esas grandiosas virtudes cristianas. Nos sentimos desdichados y no tardamos en hacer desdichadas a otras personas... y Lucifer se regocija. Tal como se trata cualquier suerte de bacteria, debiéramos recurrir a la medicina preventiva para contrarrestar los progresos de la bacteria del desaliento que se halla en aquellas cosas que nos deprimen. Recordemos el concepto expresado por Dante Alighieri en su obra La Divina Comedia, en la parte El Paraíso, canto 17, que dice: "Cuando la flecha se ve venir de antemano, el impacto que produce es menos fuerte" (Traducción libre). Por lo demás, las Escrituras dicen: “Y ángeles volarán por en medio del cielo, clamando en voz alta... Preparaos, preparaos (D.y C. 88:92). “Si estáis preparados, no temeréis" (D. y C. 8:30). El temor forma parte de lo que me propongo refutar en esta ocasión. Vemos que las Escrituras nos enseñan que la preparación o prevención es una de las armas más poderosas de las que podemos echar mano para defendernos del desaliento que puede llevarnos progresivamente a la derrota. Por ejemplo, es probable que nos sintamos abrumados por los problemas económicos; pero debemos tener valor y recordar que no somos los únicos que enfrentamos esta dificultad. Este tipo de problemas puede ser muy penoso, es cierto, pero tenemos la obligación -aunque sea para con nosotros mismos- de velar, de manera que no nos resulte destructivo. Tal vez vivamos sin algunas cosas que necesitamos, y nos consideremos en la pobreza; pero tengamos en cuenta lo siguiente: “Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a nosotros, hombres de poca fe?” (Mateo 6:30). Preparémonos, planeemos con anticipación, esforcémonos, sacrifiquémonos. Empleemos nuestro tiempo y el dinero de que dispongamos en cosas de valor. Aprovisionémonos ahora de la tranquilidad y la paz interior que se esprenden del saber a conciencia que se ha hecho lo mejor que se ha podido con lo que se ha tenido. Si trabajamos con ahínco y nos preparamos con perseverancia, será muy difícil que nos dejemos abatir. Si nos esforzamos con fe en Dios, en nosotros mismos y en nuestro futuro, edificaremos sobre una roca; y cuando vengan el viento y la lluvia - como de cierto vendrán- éstos no nos derribarán. Ahora bien, si nos esforzamos todo lo que podemos y vivimos rectamente, y aún así, las cosas todavía nos resultan gravosas y difíciles, tengamos valor. Recordemos que otras personas han pasado por las mismas experiencias. ¿Nos consideramos impopulares y diferentes? Leamos nuevamente la historia de Noé y veamos lo que era la popularidad en el año 2.500 a. de J. C.¿Se nos presenta la vida como un camino lleno de interminables obstáculos? Leamos nuevamente sobre Moisés. Tratemos de figurarnos cuán pesada debe de haber sido la


carga de tener que lidiar con el faraón, y luego, la de vagar cuarenta años por el desierto. Algunas tareas requieren tiempo. Aceptemos este hecho, y tengamos presente que la escritura dice que “todo se cumple”; sí, todo tiene su fin. Llegará el día en que superaremos los problemas que ahora nos acongojan, en que todo quedará atrás. La vida de otras personas nos da la prueba de ello. ¿Nos acosa el temor de que los demás no gusten de nosotros? El profeta José Smith podría hablarnos extensamente sobre eso. ¿ Tenemos problemas de salud? Ciertamente hallaremos consuelo en el hecho de que un verdadero Job haguiado esta Iglesia a través de una de las décadas más emocionantes y reveladoras de esta dispensación. En los últimos treinta años, el presidente Kimball ha conocido pocos días libres de dolor, desconsuelo o enfermedad. ¿Es censurable preguntarse si él no habrá, en cierto sentido, llegado a ser lo que es no sólo a pesar de sus problemas de salud sino también en parte por motivo de ellos? ¿No ha de infundirnos valor el sacrificio de este coloso de hombre que ha arrostrado la enfermedad, desafiado a la muerte y a los poderes de las tinieblas, y que, dándole apenas las fuerzas para seguir adelante, ha clamado, como Caleb: "¡Oh Señor,todavía tengo fuerzas! ¡Dame, pues, ahora este monte!" (Véase "Dame, pues, ahora este monte", Liahona, enero de 1980 págs.122-125.) ¿Nos sentimos alguna vez desprovistos de talentos, incapaces o inferiores? ¿Nos ayudaría en algo saber que todas las demás personas sienten lo mismo, inclusive los profetas de Dios? Al principio, Moisés intentó oponerse a su llamamiento, alegando que carecía de elocuencia para dirigir la palabra. Jeremías se consideraba niño y tenía miedo de enfrentarse a la gente. ¿Y de Enoc? Ruego a todos que recordemos a Enoc durante el resto de nuestros días. Él fue el joven que, al ser llamado a llevar a cabo una tarea al parecer imposible, dijo: "¿Cómo es que he hallado gracia en, tu vista, si no soy más que un jovenzuelo, y toda la gente me desprecia, por cuanto soy tardo en el habla? . .."(Moisés 6:31.) Pero Enoc era un hombre creyente; hizo acopio de valor y, aunque tambaleante, siguió el camino que debía seguir. Sí, el sencillo, sin talentos e inferior Enoc. Y he aquí lo que los ángeles llegaron a escribir de él: "Y tan grande fue la fe de Enoc, que dirigió al pueblo de Dios; y sus enemigos salieron a la batalla contra ellos; y él habló la palabra del Señor, y tembló la tierra, y huyeron las montañas, de acuerdo con su mandato; y los ríos de agua se desviaron de sus cauces, y se oyó el rugido de los leones en el desierto; y todas las naciones temieron en gran manera, por ser tan poderosa la palabra de Enoc, y tan grande el poder de la palabra que “Dios le había dado.” (Moisés 7:13.) ¡El sencillo e incapaz Enoc, cuyo nombre es ahora sinónimo de suprema rectitud! La próxima vez que nos sintamos tentados a considerarnos insignificantes e inútiles, recordemos que los mismos temores han acometido a los más espléndidos hombres y mujeres de este reino. Repito lo que Josué dijo a las tribus de Israel al enfrentarse a una de sus pruebas más difíciles: "Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros" (Josué 3:5). Por otro lado, existe, naturalmente, una fuente de desesperación de mayor gravedad que todas las demás, y que radica en una mala preparación de índole mucho más seria. Es lo contrario de la santificación; es la clase de desaliento más destructivo tanto en esta vida como en la eternidad. Me refiero a la transgresión contra Dios, a la depresión o el abatimiento derivados del pecado. El punto crítico en este plano, una vez que reconozcamos la seriedad de nuestros errores, será llegar a creer que podemos cambiar, que efectivamente podemos llegar a ser diferentes. El no creerlo es manifiestamente una artimaña satánica para desalentarnos y derrotamos. Arrodillémonos y demos gracias a nuestro Padre Celestial porque pertenecemos a su Iglesia y porque hemos aceptado el evangelio que promete el fruto del arrepentimiento a todos aquellos que estén dispuestos a pagar el precio. El arrepentimiento no es una palabra de mal presago; es, después de la fe, el termino más alentador del vocabulario cristiano; es sencillamente la invitación de las Escrituras al crecimiento, al mejoramiento, al progreso y a la renovación. ¡Desde luego que podemos cambiar! Si la rectitud es nuestra constante, podemos ciertamente llegar a ser lo que queramos. Si hay una lamentación que no puedo tolerar, es la débil, lastimera y mustia excusa: "¡Y qué puedo hacer si así es como soy!' Si hemos de hablar de desaliento, eso me desalienta a mí. Desarraiguemos de nuestros pensamientos eso de: "¡Es que yo soy así!". He oído esa expresión de labios de muchísimas personas que querían pecar y que hallaron un principio de psicología que lo justificara. Y quiero dejar en claro que empleo la palabra pecado para abarcar una amplísima gama de hábitos, algunos aparentemente inocentes, que, no obstante, traen consigo el desaliento, la derrota y la desesperación. Podemos cambiar cualquier cosa que queramos, y podemos hacerlo muy rápidamente. Otra superchería satánica es aquello de que el arrepentirse supone una tardanza de años y años. En arrepentirnos, tardaremos tanto como tardemos en decir: "Cambiaré", y en decirlo con la verdadera intención de hacerlo. Claro que habrá problemas que solucionar y restituciones que hacer. De hecho, bien podríamos pasarnos el resto de la vida -y sería preferible


que así fuera - probando que nuestro arrepentimiento es verdadero mediante un cambio permanente. En realidad, el cambio, el progreso, la renovación, el arrepentimiento, en fin, pueden llegar a formar parte de nuestra vida de un modo tan súbito como lo fue para Alma y los hijos de Mosíah. Aun cuando tengamos que reparar serios daños, es muy poco probable que merezcamos el calificativo de "los más viles pecadores" (Mosíah 28:4), que es la forma en que Mormón describe a esos jóvenes. Con todo, Alma relata su propia experiencia en el capítulo 36 del libro que lleva su nombre, la cual revela que su arrepentimiento y cambio radical fueron tanto súbitos como asombrosos. Mas no erremos en el entendimiento de esto: El arrepentimiento no es algo fácil que no causa dolor; y no, tampoco, es algo cómodo... es la amarga copa del infierno. Pero únicamente Satanás que allí mora desea que pensemos que la necesaria incomodidad temporaria que nos causa el reconocimiento de nuestros pecados es más desagradable que tener que permanecer allí todo el tiempo. Sólo él podría decirnos: "No podrás cambiar. No cambiarás; pues para cambiar se tarda muchísimo y es muy difícil lograrlo. Renuncia a todo empeño por cambiar, ríndete. No te arrepientas. Tú eres como eres, y basta". Esto, amigos míos, es una mentira que proviene de la desesperación. No creáis en ella. Debemos sumergirnos en las Escrituras. Allí veremos descritas nuestras propias experiencias; en ellas hallaremos espiritualidad y fortaleza, soluciones y consejos referentes a nuestros problemas. Nefi dice: "Las palabras de Cristo os dirán todas las cosas que debéis hacer" (2 Nefi 32:3). Oremos fervientemente y ayunemos con propósito y devoción. Algunas dificultades, como algunos demonios, no salen "sino con oración y ayuno". (Véase Mateo 17:21.) Sirvamos a nuestro prójimo. Por paradójica que parezca la admonición, es real: que sólo al servir a los demás podamos salvarnos nosotros mismos. Tengamos fe. "¿Ha cesado el día de los milagros? O ¿han cesado los ángeles de aparecer a los hijos de los hombres? O ¿les ha retenido él la potestad del Espíritu Santo? O ¿lo hará, mientras dure el tiempo, o exista la tierra, o haya en el mundo un hombre a quien salvar? He aquí, os digo que no; porque... es por la fe que aparecen ángeles y ejercen su ministerio a favor de los hombres." (Moroni 7:35, 37.) Elíseo, con un poder que sólo los profetas conocen, había aconsejado al rey de Israel cómo, dónde y cuándo defenderse de los guerreros sirios. Por su parte, el rey de Siria, turbado por el conocimiento profético de Elíseo en cuanto a sus movimientos, deseó librarse del Profeta de Israel, para lo cual envió a sus soldados a prenderlo. A continuación cito el relato de las Escrituras sobre esta expedición: "Entonces envió el rey allá gente de a caballo, y carros, y un gran ejército, los cuales vinieron de noche, y sitiaron la ciudad.... y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros." Desde luego, aquello sí era como para desalentar el corazón de cualquiera, de hallarse en el lugar de Elíseo. Este, junto con el joven que era su criado, contempló aquel espectáculo: un profeta y un muchacho contra el mundo... y el joven quedó paralizado de miedo al ver al enemigo por todos lados; sí, dificultades y preocupación y desesperación por todos los flancos, y sin modo de escapar. Flaqueándole la fe, el muchacho exclamó: ¡ Ah, señor mío! ¿Qué haremos?" ¿Y qué le respondió Elíseo? "No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Elíseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Elíseo. " (2 Reyes 6:14-17.) En el Evangelio de Jesucristo, contamos con ayuda de los dos lados del velo, y esto no debemos olvidarlo jamás. Cuando la decepción y el desaliento nos agobien -y alguna vez de cierto nos agobiarán -, debemos recordar y nunca olvidar que si nuestros ojos fueran abiertos, veríamos, hasta donde llegara el alcance de nuestra vista, gente de a caballo y carros de fuego que vienen con velocidad vertiginosa a brindarnos su protección. Sí, las huestes celestiales siempre están a nuestro alrededor, en defensa de la simiente de Abraham. Deseo terminar, citando la siguiente promesa de los cielos: "De cierto, de cierto os digo, sois niños pequeños, y todavía no habéis entendido cuán grandes bendiciones el Padre tiene en sus propias manos y ha preparado para vosotros”; Y no podéis llevar ahora todas las cosas; no obstante, tened buen ánimo, porque yo os guiaré." "Iré delante de vuestra faz. Estaré a vuestra diestra y a vuestra siniestra... y mis ángeles alrededor de vosotros, para sosteneros.” "De vosotros son el reino y sus bendiciones, y las riquezas de la eternidad son vuestras." (D. y C. 78:1718; 84:88; 78:18.)


Oh sí, en el sitio "do Dios lo preparó, buscaremos lugar". Y por el camino, “cantemos, sí, en alta voz; dad glorias al Señor y Dios, y más que todas el refrán: ¡Oh, está todo bien!" (Himnos de Sión, 214.) En el nombre de Jesucristo. Amén.

EL MILAGRO QUE ES JESUS (del "Sé tú un ejemplo" escrito por el Presidente Gordon B. Hinckley)

En mi casa, sobre mi escritorio, tengo una pequeña caja de metal. Tiene unas 12 pulgadas de lado y unas seis de alto. En uno de sus lados tiene seis perillas y dos diales. Una y otra vez, cuando tengo un tiempo„ se convierte en mi juguete. Es una radio de onda corta. Moviendo las perillas puedo oír Londres; Washington, Tokio, Peking, Moscú, Habana y otras grandes capitales del mundo.Las voces que escucho son persuasivas, seductoras, fascinantes y ; confúsas. Hablando a través de la tierra, son parte dé una apremiante batalla emprendida por la menté 'délos hombres. Y están apuntadas a la persuasión en la filosofia política. Hay voces` dé democracia que compiten con las del comunismo y cada` una gana conversos de acuerdo al discernimiento y juicio de los escuchas. Las apuestas son altas,, las armas sofisticadas, los métodos inteligentes.Hay una batalla parecida emprendida por la fe del hombre, pero a veces las líneas no están claramente trazadas, pues aún entre las fuerzas de la cristiandad, están los que destruirían aCristo, en cuyo nombre están hablando. Uno podría dejarlos de lado si sus voces no fuesen tan seductoras, si su influencia no fuese tan amplia y su razonamiento tan sutil.Al amanecer del día de Pascua, se reúnen multitudes en miles de montañas para recibir el amanecer del día Pascual y para recordar la historia de Cristo, cuya resurrección están conmemorando. En hermoso y esperanzado lenguaje, los predicadores de muchas creencias, recuerdan la historia de la tumba vacía. A ellos y a ustedes les hago esta pregunta: ¿Creen en esto realmente?Realmente ¿creen que Jesús fue el Hijo de Dios, el hijo literal del Padre?¿Ustedes creen que la voz de Dios, el Eterno Padre, se oyó sobre las aguas del Jordán declarando: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia."? (Mateo 3: 17) ¿Creen ustedes que este mismo Jesús fue el que obró milagros, curó enfermos, afirmó a los débiles, el que dió vida a los muertos?¿Creen ustedes que después de su muerte en el monte del Calvario y de su sepultura en la tumba de José, se levantó al tercer día?¿Creen realmente que él vive en forma real, vital y personaly que vendrá otra vez, tal como lo prometieron los ángeles en su ascensión?¿Realmente, creen estas cosas? Si lo hacen, entonces son parte de un grupo de ortodoxos en disminución, que son el hazmerreír de los filósofos, que son ridiculizados cada vez más por ciertos educadores, y que son considerados que "están fuera del asunto" por una corte de ministros de religión y teólogos influyentes.Una vez leí una serie de escritos muy interesante que hablaban del razonamiento inteligente de los teólogos americanos, británicos y europeos que "desmitifican", así decían, la historia de Jesús de Nazareth. Cito un laico protestante, muy capaz, que escribió:"Están llegando preguntas de lo más extrañas hechas por teólogos que ...cuestionan cada antiguo concepto. Aún sugieren que la palabra 'Dios', se debería descartar, ya que se ha convertido en algo sin sentido para tanta gente."Descartando todo lo demás, la pregunta que los teólogos liberales están haciendo es la antigua pregunta que ha dividido la Iglesia Cristiana una y otra vez: ¿Quién era Jesús?"Los revolucionarios ...se vuelven a la Biblia como a la fuente de verdad, pero su Biblia es una versión purificada con referencias desconcertantes de eventos anormales. Unos dicen "Desmitificada", otros, "Noortodoxa""Lo que la nueva ola apoya es el Cristianismo `sin religión'; una fe apoyada en un sistema filosófico, en lugar de sostenerse precariamente sobre viejos mitos." (Fortune, diciembre 1965, p. 173)A los ojos de estos intelectuales, estos mitos son el nacimiento de Jesús el Hijo de Dios de quien los ángeles cantaron sobre los llanos deJudea, el obrador de milagros que curó a los enfermos y levantó a los muertos, el Cristo que resucitó de los muertos; de la ascensión y la venida prometida.Estos teólogos modernos lo desvisten de su divinidad y luego se sorprenden de que los hombres no lo adoren, estos hábiles hombres de letra han quitado a Jesús el manto de Dios y han dejado sólo un hombre. Le han


robado su lugar como hijo, privando así al mundo de su legítimo Rey.Mientras leo acerca de este proceso en aumento de efectiva "desliteralización" (no ortodoxa) y de su evidente efecto sobre la fe de sus víctimas , particularmente la juventud que es atrapada por su sofistería, las palabras dichas en la antigüedad por el profeta Amós, vuelven con mayor claridad: "He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová y no la hallarán. En aquel tiempo las doncellas hermosas y los jóvenes desmayarán de sed ...caerán y nunca más se levantarán (Amós 8:1114.)Cuán claramente describen esas palabras a muchos de la juventud actual, los jóvenes y señoritas que en sus corazones buscan una fe que los satisfaga, pero la rechazan por la forma en la que se la ofrecen, desmayan de sed y se caen y nunca más se levantarán. A ellos les doy mi solemne testimonio que Dios no está muerto. salvo que sea mirado con una interpretación muerta.¿Está fuera de moda en el siglo veinte creer en la divinidad del Señor? La gran era científica de la que somos parte, no demanda una negación al milagro que es Jesús. Más bien no ha habido una época en toda la historia del hombre que haya hecho más creíble, lo que en el pasado hubiese sido visto como sobrenatural o imposible. ¿Puede alguien asegurar hoy, que hay algo imposible?Los que están familiarizados con los pasos gigantescos de la ciencia biológica, donde el hombre ha comenzado a tener apenas un atisbo de la vida y su creación, el milagro del nacimiento de Jesús se vuelve ciertamente más plausible, aún para el incrédulo.Aún más, no es difícil creer que él, poseyendo el conocimiento para crear la tierra, podría curar enfermos, fortalecer al débil, volver los muertos a la vida. Puede que hubiese sido difícil creer estas cosas en la época medieval, pero ¿puede uno dudar, razonablemente de esa posibilidad, si estamos viendo milagros de curación y restauración que ocurren a diario? ¿Es la ascensión una cosa tan imposible de comprender después de que uno se ha sentado tranquilamente en su living, mirando el despegue de una moderna nave espacial elevarse por el cielo para buscar sin error a su nave compañera que está navegando en órbita a más de 17,000 millas la hora?¿Milagros? Ya lo creo. Esta es una c•pora cié milagros. Durante mi breve vida he sido testigo de más avances científicos que todos nos antepasados juntos, durante los pasados 5.000 añosCon Con tanto que parece milagroso a mi alrededor cada día, es fácil creer en el milagro de Jesús. .Pero no se obtiene un testimonio de Cristo observando los logros de los hombres. Tales observaciones pueden hacer aparecer como razonables su nacimiento, vida, muerte y resurrección. Pero hace falta algo más que una creencia razonable. Es necesaria una comprensión de que su posición es única e incomparable como el divino Redentor y un entusiasmo por él y su mensaje como el Hijo de Dios.Esa comprensión y entusiasmo están al alcance de todos los que pagan el precio. No son incompatibles con la alta educación, pero no llegarán leyendo filosofía. No, llegan por un proceso más simple. Las cosas de Dios se entienden a través del Espíritu de Dios. (1 Corintios 2:11.) Así lo declara la voz de revelación.La adquisición de una comprensión y entusiasmo por el Señor se obtiene siguiendo reglas simples. Me gustaría sugerir tres, elementales en su concepto. casi trilladas por lo repetidas, pero fundamentales en su aplicación y fructíferas en su resultado. En especial los sugiero a nuestra juventud.La primera es leer. leer la palabra del Señor. Sé que con las demandas de su estudio, queda poco tiempo para leer otra cosa. Pero les prometo que si leen las palabras de lo que llamamos escritura, vendrán a su corazón una comprensión y calidez que será una experiencia grata. "Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mi." (Juan 8:39) Lean, por ejemplo el Evangelio de Juan desde el comienzo al fin. Permítanle que el Señor les hable de sí mismo, y sus palabras les llegará con una quieta convicción que hará que las palabras de sus críticos no tengan sentido. Lean también el testamento del Nuevo Mundo, el Libro de Mormón, sacado como testigo de que "Jesús es el Cristo, el Eterno Dios, que se manifiesta a sí mismo a todas las naciones" (Libro de Mormón, portada)La próxima es servir, servir en la obra del Señor. La fuerza espiritual es como la fuerza física; es como el músculo de mi brazo. Sólo aumenta con alimento y ejercicios.La causa de Cristo no necesita sus dudas; necesita su fuerza, tiempo y talentos, y a medida en que los ejercite en el servicio, su fe crecerá y se desvanecerán sus dudas.El Señor declaró; 'El que halle su vida, la perderá;


y el que pierde su vida por causa de mí. la hallará." (Mateo 10: 39)Estas palabras tienen algo más que un frío significado teológico. Son la declaración de una ley de la vida, que en la medida en que nos perdemos en una gran causa, nos encontramos a nosotros mismos y no hay una causa mayor que la del Maestro.Lo tercero es orar. Hablen con su Padre Eterno en el nombre de su Amado Hijo. "Hebreos aquí," dice, "yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo." (Apocalipsis 3: 20.)Esta es una invitación y la promesa es segura. Es poco probable que oigan voces del cielo, pero vendrá una seguridad, enviada del cielo, pacífica y cierta.En esa gran conversación entre Jesús y Nicodemo, el Señor declaró: "Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es."Entonces continuó diciendo: "El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a donde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu." (Juan 3: 68)No dudo en prometer que será así para ustedes. Si leen la palabra del Señor, si sirven en su causa, si hablan con él en oración, sus dudas se disiparán: y brillando a través de confusa filosofía, la tan mentada crítica superior, y la teología negativa, se . volverán testigos del Espíritu Santo de que Jesús es en realidad el Hijo de Dios, nacido en la carne. el Redentor del mundo resucitado de la tumba, el Señor que vendrá a reinar como Rey de reyes. Es su oportunidad para saber; es su obligación descubrirlo. Que Dios los bendiga para lograrlo.

La Expiación por Elder Russell M. Nelson del Quórum de los Doce Apóstoles

"Los propósitos de la Creación, de la Caída y de la Expiación se centran en la obra sagrada que se realiza en los templos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días." Con humildad me uno al profeta Jacob, del Libro de Mormón, quien preguntó: "por que no hablar de la expiación de Cristo?"' Nuestro tercer Artículo de Fe trata ese tema: "Creemos que por la Expiación de Cristo, todo el genero humano puede salvarse, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio". Sin embargo, para comprender la expiación de Cristo, primero debemos comprender la caída de Adán, y antes de comprender la Caída, primero debemos comprender la Creación. Estos tres componentes vitales del plan de salvación están relacionados entre sí.2. LA CREACIÓN La Creación culminó con Adán y Eva en el Jardín de Edén, quienes fueron creados a la imagen de Dios, con cuerpos de carne y huesos.3. Por haber sido creados a la imagen de Dios, y no siendo mortales aun, no podían envejecer ni morir.4. "Y no hubieran tenido hijos"5 ni habrían experimentado las pruebas de la vida. (Por favor perdónenme por mencionar a los hijos y las pruebas en la misma frase.) La creación de Adán y Eva fue paradisíaca, o sea, debían experimentar un cambio importante antes de poder cumplir con el mandamiento de tener hijos6 y así proveer cuerpos terrenales para los premortales hijos e hijas espirituales de Dios. LA CAÍDA Y eso nos lleva a la Caída. Las Escrituras nos enseñan que "Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan gozo"7. La caída de Adán (y Eva) comprendió la creación mortal y trajo consigo los cambios requeridos en sus cuerpos, incluso la circulación de la sangre, como así también otras modificaciones8. Ahora podían tener hijos, y ellos y su posteridad estaban sujetos a las heridas, las enfermedades y la muerte. Y un Creador amoroso los bendijo con el poder sanador por el cual se podían preservar la vida y las funciones de los preciosos cuerpos físicos. Por ejemplo, si los huesos se rompen, pueden volver a soldarse, las heridas pueden sanar y, milagrosamente, una perdida de sangre puede detenerse al activarse ciertos componentes de esa misma sangre que se esta vertiendo9. ¡Piensen en lo maravilloso del poder de sanar! Si pudieran crear algo que se reparara solo, crearían la vida en perpetuidad. Por ejemplo, si pudieran crear una silla que reparara su propia


pata rota, la vida de esa silla no tendría límite. Muchos de ustedes caminan con piernas que una vez estuvieron rotas y lo hacen en virtud del maravilloso don de sanar. Aunque nuestro Creador nos dotó de ese poder tan increíble nos confió un don opuesto: la bendición del envejecimiento, con recordatorios visibles de que somos seres mortales destinados a partir un día de esta frágil vida 10. Todos los días nuestro cuerpo cambia. Al ir envejeciendo, nuestro pecho que era ancho y nuestra cintura que era angosta parecen tener la tendencia de cambiar de lugar. Nos arrugamos, perdemos el color del cabello, y aun el cabello mismo, para recordarnos que somos hijos mortales de Dios, con la "garantía del fabricante" de que no quedaremos sobre la tierra para siempre. De no ser por la Caída, nuestros médicos, los empleados de salones de belleza y los funerarios no tendrían trabajo. Como seres mortales, a Adán y a Eva se les instruyo que "adorasen al Señor su Dios y ofreciesen las primicias de sus rebaños como ofrenda al Señor"". También se les dijo que "la vida de la carne en la sangre esta,... y la misma sangre hará expiación de la persona''12. La probación, la procreación y el envejecimiento fueron componentes del "gran plan de felicidad"13 de Dios, así como también fue esencial la muerte física. Pero la vida mortal, por gloriosa que sea, nunca fue el objetivo final del plan de Dios. La vida y la muerte aquí sobre el planeta tierra eran sólo medios para alcanzar un fin, y no el fin por el que fuimos enviados. LA EXPIACIÓN Y eso nos lleva a la Expiación. Pablo dijo: "Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados"'4. La expiación de Jesucristo se convirtió en la creación inmortal. El se ofreció como voluntario para satisfacer las demandas de una ley previamente transgredida,'5 y al derramar Su sangre, podía llegar a perfeccionarse Su(16) cuerpo físico y también el nuestro. Podrían llegar a funcionar de nuevo sin sangre, tal como los de Adán y Eva en su estado paradisíaco. Pablo enseñó que "la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios... es necesario que... esto mortal se vista de inmortalidad"17. EL SIGNIFICADO DE LA EXPIACIÓN Teniendo en mente estas explicaciones, meditemos ahora el profundo significado de la palabra expiación. En el idioma inglés, la palabra se compone de tres elementos (at-one-ment) que sugieren ser una persona una con otra. En español, y en algunos otros idiomas, la palabra significa reconciliación. Expiación significa "borrar las culpas por medio de un sacrificio". La palabra derivada de las raíces latinas re, que significa "de nuevo", con, que significa "en compañía de", y sella, que significa "sentarse". Por tanto, reconciliación significa, literalmente, "sentarse de nuevo en compañía de". Se encuentra un rico significado al estudiar la palabra expiación en los idiomas semíticos de la época del Antiguo Testamento. En hebreo, la palabra básica para expiación es kaphar, un verbo que significa "cubrir" o ''perdonar''19. Estrechamente relacionada se encuentra la palabra aramea y arábiga kafat, que significa "un abrazo íntimo", sin duda relacionada con el abrazo ritual egipcio. En el Libro de Mormón hay referencias evidentes de ese abrazo. Una dice: "...el Señor ha redimido a mi alma...; he visto su gloria, y estoy para siempre envuelto entre los brazos de su amor"20. Otra ofrece la gloriosa esperanza de "ser recibido en los brazos de Jesús"7'. Lloro de gozo al contemplar el significado de todo esto. El ser redimido es ser expiado, es ser recibido en el abrazo íntimo de Dios, con una expresión no sólo de Su perdón, sino de nuestra unidad de corazón y de mente. privilegio! ¡Y que consuelo para los que hemos perdido a seres amados que hayan partido de nuestro circulo familiar a través de la puerta llamada muerte! En las Escrituras se nos enseña mas acerca de la palabra expiación. El Antiguo Testamento tiene muchas referencias a ese termino, las cuales se referían al sacrificio de animales, pero no podía ser cualquier animal. Se debían observar ciertos requisitos: Debía ser el primogénito de los animales, y sin defecto(22). Se debía sacrificar la vida del animal mediante el derramamiento de su sangre(23). Se debía matar al animal sin quebrarle ningún hueso(24). Se podía sacrificar a un animal en forma vicaria por otro(25).


La expiación de Cristo cumplió esos prototipos del Antiguo Testamento. El fue el primogénito Cordero de Dios, sin mancha. Su sacrificio ocurrió mediante el derramamiento de sangre. No se quebró ni un hueso de su cuerpo (es digno de mencionar que a los dos malhechores crucificados junto al Señor les quebraron las piernas)76. El suyo fue un sacrificio vicario a favor de otros. Aunque las palabras expiar o expiación, en cualquiera de sus formas, aparecen una sola vez en la traducción del Rey Santiago del Nuevo Testamento al ingles,27 aparecen treinta y cinco veces en el Libro de Mormón. Siendo que es otro testamento de Jesucristo, este libro arroja preciosa luz sobre Su expiación, al igual que Doctrina y Convenios y la Perla de Gran Precio. La revelación de los últimos días ha aumentado grandemente la comprensión que adquirimos de la Biblia. LA EXPIACIÓN INFINITA En los tiempos preparatorios del Antiguo Testamento, la practica de la expiación era finita, o sea, tenía un final. Era una predicción simbólica de la expiación definitiva de Jesús el Cristo. Su expiación es infinita: no tiene fin(28). También es infinita en el sentido de que todo el genero humano se salvara de la muerte sin fin, y es infinita en el sentido del intenso sufrimiento del Salvador. Es infinita en el tiempo, dando fin al prototipo anterior del sacrificio animal. Es infinita en lo que abarca, porque se hizo una sola vez por todos(29). Y la misericordia de la Expiación se extiende no sólo a una cantidad infinita de personas, sino también a un numero infinito de mundos creados por El(30). Es infinita mas allá de cualquier escala de dimensión humana y de comprensión mortal. Jesucristo fue el único que pudo haber ofrecido esa expiación infinita, dado que había nacido de madre mortal y de Padre inmortal. Debido a ese nacimiento singular, Jesucristo era un Ser infinito. LA PRUEBA DE LA EXPIACIÓN La prueba de la Expiación se centró en la ciudad de Jerusalén, en donde tuvo lugar el acto mas grande de amor de toda la historia(31). Partiendo del aposento alto, Jesús y Sus amigos cruzaron el hondo barranco al este de la ciudad y llegaron a un huerto de olivos en las laderas mas bajas del monte de los Olivos. En ese huerto con el nombre hebreo de Getsemaní que significa "prensa de aceite", se habían aplastado y prensado las aceitunas para hacer aceite y proporcionar alimento. Allí mismo, en Getsemaní, el Señor "sufrió el dolor de todos los hombres, a fin de que todo hombre pudiese arrepentirse y venir a el"32. Tomó sobre si el peso de los pecados de todo el genero humano, al soportar la carga masiva que hizo que sangrara por cada poro(33). Mas tarde, fue golpeado y azotado, y se le colocó en la cabeza una corona de espinas como una tortura mas(34). De mano de Su propio pueblo, fue objeto de mofas y burlas, y padeció toda indignidad. "Vine a los míos", dijo El, "y los míos no me recibieron"35. En lugar de un abrazo caluroso, recibió de ellos un rechazo cruel. Se le obligó a cargar Su propia cruz hasta el cerro del Calvario, en donde fue clavado en aquella cruz y padeció un dolor terrible. Después dijo El: "Tengo sed"36. Para un médico, esa es una expresión significativa, porque sabemos que cuando un paciente entra en estado de choque (shock) por la perdida de sangre, si aún esta consciente, ese paciente invariablemente, con labios resecos y arrugados, pide agua. Aunque el Padre y el Hijo sabían con anticipación lo que acontecería, la realidad trajo consigo una agonía indescriptible. "Y decía [Jesús], Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mi esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tu"37. Entonces Jesús cumplió la voluntad de Su Padre(38). Tres días después , precisamente como lo había profetizado, se levantó del sepulcro. Se convirtió en las primicias de la Resurrección. Había cumplido la Expiación, la cual daría inmortalidad y vida eterna a todo ser humano obediente. Todo lo que se desvió por causa de la Caída se corrigió con la Expiación. El don de la inmortalidad que nos dio el Salvador es para todos los que han vivido, pero Su don de la vida eterna requiere el arrepentimiento y la obediencia a ciertas ordenanzas y convenios. Hay ordenanzas esenciales en el Evangelio que simbolizan la Expiación. El


bautismo por inmersión es simbólico de la muerte, sepultura y resurrección del Redentor. El participar de la Santa Cena renueva los convenios bautismales y también renueva nuestro recuerdo del cuerpo quebrantado del Salvador y la sangre que derramó por nosotros. Las ordenanzas del templo simbolizan nuestra reconciliación con el Señor y sellan a las familias para siempre. La obediencia a los convenios sagrados hechos en el templo nos hace merecedores de la vida eterna: el don mas grande de Dios a la humanidad,(39) "el propósito y finalidad de nuestra existencia"40. LA EXPIACIÓN PERMITIÓ QUE LOS PROPÓSITOS DE LA CREACIÓN SE CUMPLIERAN La Creación requería la Caída, la Caída la Expiación. La Expiación hace posible que se cumpla el propósito de la Creación. La vida eterna, hecha posible por medio de la Expiación, es el propósito supremo de la Creación. Para expresar esta declaración en forma negativa, diremos que, si las familias no se sellaran en los santos templos, toda la tierra seria totalmente asolada(41). Los propósitos de la Creación, de la Caída y de la Expiación se centran en la obra sagrada que se realiza en los templos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. La tierra se creó y la Iglesia se restauró para hacer posible que una esposa se sellara a su esposo, los hijos a sus padres, las familias a sus progenitores, por los siglos de los siglos. Esta es la gran obra de los últimos días en la que participamos, es por lo que tenemos misioneros y templos: para llevar las bendiciones plenas de la Expiación a los hijos fieles de Dios. Es por eso que respondemos a los llamamientos que nos hace el Señor. Cuando entendemos Su expiación voluntaria, cualquier sentimiento de sacrificio de nuestra parte queda totalmente opacado por un profundo sentimiento de gratitud, por el privilegio de servirle a El. Como uno de los "testigos especiales del nombre de Cristo en todo el mundo",42 testifico que El es el Hijo del Dios viviente. Jesús es el Cristo, nuestro Salvador y Redentor. Esta es Su Iglesia, restaurada para bendecir a los hijos de Dios y preparar al mundo para la segunda venida del Señor. Así lo testifico en el sagrado nombre de Jesucristo. Amen.

LOS SIETE CRISTOS por Elder Bruce R. McConkie

¿Podría hablaros de los siete Cristos o, más bien, del único Cristo cuyas obras y palabras se manifiestan de siete maneras diferentes? Vivimos en tiempos de contienda y confusión en que los cristianos claman: “Mirad, aquí está el Cristo, o... allí está,...” (Mateo 24:23) o sea, “he aquí el camino a la salvación, o allí está...” (Mateo 24:23). Oímos voces de fatalismo y voces de gloria. Las doctrinas y los dogmas de las diversas sectas están en pugna; se nos insta a creer en principios discordantes y a seguir senderos torcidos. Las opiniones discrepan; el parloteo es incesante; los mensajes están en desacuerdo. Es evidente, sin duda, aun para el más empedernido fanático, que las ideas religiosas opuestas no pueden ser todas auténticas. En medio de esta guerra de palabras y tumulto de opiniones, elevamos una voz serena y prudente, que vibra con sonido de trompeta y que el poder del Espíritu de Dios hace llegar al corazón de las almas contritas. Es la voz que proclama las palabras de vida eterna, aquí y ahora, y que prepara al hombre para alcanzar la gloria inmortal de los reinos eternos que han de venir. Somos siervos del Señor, y Él nos ha enviado a invitar a todos a venir a Cristo y


ser perfeccionados en Él, a testificar del único y verdadero Cristo, del único y verdadero evangelio, de la única y verdadera salvación. Invitamos a todos a prestar oído a lo que declaramos. Al Cristo de quien predicamos, y cuyos testigos somos, se le conoce bajo estos siete aspectos:

Cristo, el Creador Hay un Dios en el cielo, un Ser Santo, exaltado, perfecto y puro, que es el Padre de todos. Es un Hombre Santo; tiene un cuerpo de carne y huesos y es el Padre de nuestros espíritus. El Señor Jesucristo es el Primogénito, el heredero y progenie del Padre. Junto con todos sus hermanos espirituales fue dotado de libre albedrío y sujeto a la ley. Tanto por la obediencia como por la rectitud y la fe, a lo largo de las etapas de Su existencia, este Primogénito del Padre, nuestro Hermano Mayor, avanzó y progresó hasta que llegó a ser como Dios en poder, fuerza, dominio e inteligencia. Llegó a ser “el Señor Omnipotente, que reina, que era y que es de eternidad en eternidad” (Mosíah 3:5). Así, bajo la dirección del Padre, llegó a ser el Creador de incontables mundos. El Padre ordenó y estableció el plan de salvación –llamado el evangelio de Diosmediante el cual todos sus hijos espirituales, incluso Cristo, podrían tener un cuerpo mortal, vivir en un estado probatorio, morir, ser levantados en gloria inmortal y, si eran fieles en todo, alcanzar también la misma gloriosa exaltación del Padre. Entonces el Amado y Escogido del Padre fue preordenado para ser el Salvador y el Redentor, Aquel cuyo sacrificio expiatorio pondría en vigencia todas las condiciones del gran y eterno plan del Padre.

Cristo, el Dios de nuestros padres Hay un Dios y Padre de todos, un plan eterno de salvación, un solo camino para volver al cielo. Y Jesucristo es el nombre dado por el Padre mediante el cual el hombre puede ser salvo, el Suyo es el único nombre que se dará debajo del cielo en el presente, en el pasado y en el futuro, mediante el cual se obtendrá la salvación. Hay un evangelio sempiterno, un Mediador entre Dios y el hombre, uno solo que vino a reconciliar con su Hacedor a la humanidad caída. Todos los hombres de todas las épocas son salvos por el mismo poder, las mismas leyes, el mismo Salvador. Ese Salvador es Cristo. Está escrito: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). Él es el Señor Jehová, Él es el Gran Yo Soy, y fuera de Él no hay Salvador. Él es el Dios de Adán, y de Enoc, y de Noé, y de todos los santos que existieron antes del diluvio. Él es el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob y de todo Israel. Él es el Santo de Israel, el Dios de los profetas de todas las épocas; por la fe de Su nombre, ellos efectuaron todas sus grandes obras. Él es el Dios de los jareditas, de los israelitas


y de los nefitas. Moisés, “teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios” (Hebreos 11:26), escogió seguirle. Él separó las aguas del mar rojo ante la palabra de Moisés; fue quien detuvo el sol y la luna cuando habló Josué; fue quien levantó de la muerte al hijo de la viuda por que así lo deseó Elías el Profeta. Todos los profetas, todos los patriarcas y todos los antiguos santos adoraron al Padre en su santo nombre y de ningún otro modo. Todos los creyentes fieles desde los días de Adán hasta este momento, todos aquellos que por la fe han obrado con rectitud y ganado la salvación, todos, sin excepción, han tomado sobre sí Su nombre y le han seguido con íntegro propósito de corazón. ¡Él es nuestro Dios y el Dios de nuestros padres!

Cristo, el Mesías prometido Durante cuatro mil años –desde el día en que Adán fue desterrado del Edén hasta aquel en que Juan bautizaba en Betábara- todos los profetas y los santos esperaron con anhelo la venida del Mesías. Hablaron y enseñaron de Cristo; predicaron y profetizaron de Cristo; centraron su vida y todas sus esperanzas en la promesa de Su venida. Sabían que, como Hijo de Dios, nacería de una virgen; que llevaría a cabo la expiación infinita y eterna; que por medio de Él la inmortalidad y la vida eterna estarían al alcance de los seres humanos. En toda su doctrina, sus ordenanzas y su adoración ellos ligaban el nombre de Él con el del Padre mismo. Toda la ley de Moisés, con sus símbolos y emblemas, testificaban de Aquel que vendría a salvar a Su pueblo. Por ejemplo, en el día de la Expiación, el sacerdote sacrificaba un macho cabrío para Jehová por los pecados del pueblo a semejanza del sacrificio que el mismo Jehová haría en la cruz cuando se dejara matar por los pecados del mundo.

Cristo, el Mesías mortal Al nacer de María, en Belén de Judea, nuestro Señor “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2:7). Como hombre, su vida fue perfecta, y acató la voluntad del Padre en todo. Enseñó el evangelio, organizó la Iglesia y llamó a algunos discípulos al ministerio. Sanó a los enfermos, levantó a los muertos y efectuó grandes milagros. Fue rechazado por los hombres, condenado por los poderes malignos de aquel entonces y cruelmente crucificado.

Cristo, el crucificado y después resucitado Hablamos del Cristo que vino al mundo a morir en la cruz por los pecados de los hombres. También hablamos del Cristo que vino al mundo para levantarse de entre los muertos, del Cristo que, revestido de gloriosa inmortalidad, nos invita a


seguirle en la vida terrenal, en la muerte y otra vez en la vida, pero ya eterna. En Getsemaní sobrellevó una carga que ningún otro podría soportar. Allí sangró por cada poro al tomar sobre sí los pecados de todos nosotros a condición de que nos arrepintamos. Ya en el Calvario, durante las últimas tres horas de su pasión mortal, volvió al padecimiento de Getsemaní y bebió toda la copa que su Padre le había dado. En Getsemaní y en la cruz redimió a la humanidad del pecado y terminó su obra expiatoria. Temprano por la mañana del tercer día, rompió las ligaduras de la muerte y se levantó de la tumba para heredar todo poder en la tierra y en el cielo. No hay lengua humana que pueda ponderar las maravillas de sus obras, de todo lo que ha hecho por nosotros. Como nuestro Abogado e Intercesor mora hoy eternamente en los cielos. Escuchamos Su voz que nos dice: Manso, reverentes, hoy Inclinaos ante mí; Redimidos, recordad, Que os di la libertad. Y mi sangre derramé, Vuestra salvación gané; Con mi cuerpo que murió, Vida doy a todos yo.

Cristo, el Mesías de hoy Testificamos no sólo del Cristo que una vez fue, sino del Mesías que ahora es y que será. Hablamos, no sólo de un Cristo que murió y al que conocieron los antiguos, sino de un Salvador viviente que guía a su pueblo hoy como lo hizo antaño. Nos alegramos, no sólo por un pueblo que tuvo el evangelio en tiempos antiguos, que obró milagros y alcanzó la salvación, sino por un evangelio que existe en la actualidad y por un pueblo que se regocija con los mismos dones del Espíritu que fueron derramados sobre sus padres. Gracias sean dadas a Dios: la restauración a comenzado. Estos son los tiempos de la restauración de que hablaron todos los profetas antiguos. Gracias sean dadas a Dios porque los cielos se han abierto, porque el Padre y el Hijo se aparecieron a José Smith, porque la revelación, y las visiones, y los dones, y los milagros abundan entre los santos fieles. Gracias sean dadas a Dios porque en nuestra época muchos han visto el rostro de su Hijo y porque ha derramado el don de su Espíritu sobre muchos otros. Este es el día en que el conocimiento del verdadero Cristo y de su evangelio sempiterno se predica entre los hombres por última vez.


Este es el día en que el Gran Dios envía su palabra a fin de preparar a Su pueblo para la Segunda Venida del Hijo del Hombre. Este es el día en que la Iglesia de Jesucristo ha sido nuevamente organizada y comisionada para administrar ese Santo Evangelio por medio del cual se obtiene la salvación.

Cristo, el Mesías milenario Y ahora, con palabras solemnes, anunciamos que el Señor Jesús, el Cristo Sempiterno, el Salvador que fue, que es y que será, pronto volverá. Tan ciertamente como el hijo de María vino a morar entre sus semejantes, así vendrá el Hijo de Dios, con toda la gloria del reino de su Padre, a gobernar entre los hijos de los hombres. En ese día terrible, el mundo que ahora existe llegará a su fin; la iniquidad se acabará; todo lo corruptible será consumido. Y la gloria del Señor resplandecerá diariamente sobre todos los hombres desde la salida del sol hasta que éste se hunda en el poniente. Aquellos de entre nosotros que quedan en espera del día de Su venida hallarán gozo y paz sempiterna. Los santos fieles vivirán y reinarán con Él sobre la tierra por mil años, tras lo cual irán a su reposo celestial. La Segunda Venida del Hijo del Hombre será un día de venganza, fuego abrasador y lamento para el malvado y el impío. Para aquellos que aman al Señor y viven su ley, será un día de paz, triunfo, gloria y honor: el día en que el Señor venga a integrar sus joyas. (3 Nefi 24:16-17). Por tanto, sabiendo de qué hablamos, con el conocimiento cierto nacido del Espíritu, elevamos la voz en alabanza y testimonio del Señor Jesucristo, cuyos testigos somos. Nuestra fe se centra en el Cristo verdadero y viviente, que es nuestro Amigo, nuestro Señor, nuestro Dios y nuestro Rey, a quien servimos y reverenciamos. Sabemos que es el Hijo de Dios Todopoderoso; que nos a revelado la vida y la inmortalidad mediante el evangelio. Todos los que crean en Él, como lo dan a conocer los profetas vivientes, serán salvos con Él en el reino de su Padre. Invitamos a todas las personas de todas partes, de toda nación y tribu y lengua y pueblo, a venir a Cristo a perfeccionarse en Él. Invitamos a todas las personas a venir y adorar al Padre, en el nombre del Hijo, por medio del poder del Espíritu Santo. En calidad de agentes del Señor, actuando en Su nombre, prometemos a todos los que emprendan dicho rumbo –llevando a cabo obras de rectitud- que tendrán paz en esta vida y vida eterna en el mundo venidero. En el nombre de Jesucristo. Amén.

LOS QUE MUEREN EN EL SEÑOR por el Élder Bruce R. McConkie


Deseo hablar de un tema que causa miedo, incluso terror, a la mayoría de las personas. Es algo a lo que tememos, que nos sobrecoge, algo de lo que huiríamos si pudiéramos. Se trata del pasaje del alma inmortal al reino eterno, del temeroso día en que abandonaremos esta vida mortal y volveremos al polvo del cual hemos venido. Hablaré de la muerte—la muerte terrena, la natural, la del cuerpo—, y del estado del alma cuando le llega el momento de esta consumación final. Es indudable que todos deberemos ser guiados e iluminados por el poder del Espíritu Santo cuando lleguemos a ese reino, sobre el cual el hombre carnal sabe tan poco pero del que se ha dado tanta revelación a los santos del Altísimo. Ruego que mis palabras, que hablo por el poder del Espíritu Santo, penetren en vuestro corazón también por el poder del mismo Espíritu, para que sepáis y sintáis la veracidad de las mismas. Me gustaría citar estas dulces y consoladoras palabras bíblicas: "Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos" (Sal. l 16:15). A esto agrego la aguda declaración de Pablo cuando dijo: "El aguijón de la muerte es el pecado" ( 1 Cor. 15:56). La muerte puede ser reconfortante, dulce y preciosa, pero también puede arrojar sobre nosotros la agonía ardiente y abrasadora de un infierno sin fin. Y cada uno de nosotros, individualmente, elige cuál de estas formas ha de ser. Si hemos de colocar a la muerte en su perspectiva correspondiente, debemos primero aprender el propósito de la vida, saber de dónde venimos, quiénes somos y por qué Dios nos puso aquí. Solamente entonces podremos tener la visión de adónde iremos, de acuerdo con la disposición de Aquel que nos creó. Sabemos, porque el Señor nos lo ha revelado, que somos hijos espirituales de un Ser exaltado y glorificado, de un Hombre Santo que tiene un cuerpo de carne y huesos y es nuestro Padre Celestial. Sabemos que la clase de vida que El vive es vida eterna, que consiste en vivir dentro de la unidad familiar y en poseer todo poder, toda supremacía y todo dominio. Sabemos que El estableció el plan de salvación para permitirnos progresar desde nuestro estado espiritual, al mismo estado de gloria, honor y exaltación que El posee. Sabemos que ese plan requería la creación de este mundo, para que pudiéramos morar como mortales, recibir cuerpos hechos del polvo de la tierra y padecer todas las pruebas que enfrentamos aquí. Sabemos que en el plan de salvación estaba prevista la caída del hombre, con su consecuente muerte temporal y espiritual; estaba prevista la redención de la muerte por medio del sacrificio expiatorio del Hijo de Dios, y también la herencia de una vida eterna para todos los que obedecieran. Sabemos que este gran plan de progreso requería un nacimiento, por medio del cual obtendríamos un tabernáculo mortal para nuestros espíritus eternos y una muerte que libraría esos espíritus de las enfermedades y debilidades de la mortalidad. Y quisiera aclarar que nunca se estableció que esta vida sería fácil. Es un estado probatorio en el cual pasamos por pruebas físicas, mentales, morales y espirituales; estamos sujetos a enfermedades y corrupción; somos víctimas del cáncer, la lepra y muchos males contagiosos, y sufrimos dolor, penas y aflicciones. Ocurren desastres; las inundaciones arrasan nuestros hogares, las pestes destruyen nuestras cosechas, plagas y guerras llenan de tumbas nuestros cementerios y asolan nuestros hogares. Ha llegado el momento de elegir entre la palabra revelada de Dios y los postulados científicos que destruyen el alma. Las tentaciones, la lujuria, la maldad en todas sus formas son parte del plan, y cada persona que tenga el privilegio de pasar por la mortalidad debe sufrir y padecer las experiencias. El proceso de la prueba mortal es igual para todo ser humano, sea santo o pecador. Muchas veces las pruebas y aflicciones de aquellos que han recibido el evangelio, exceden a las que sufre la gente del mundo. A Abraham se le requirió que sacrificara a su único hijo; Lehi y su familia dejaron sus tierras y riquezas para vivir en el desierto. En todas las épocas se les ha requerido a los santos que dejaran todas sus posesiones en el altar, aún hasta su propia vida. Con respecto a las pruebas personales que todos enfrentamos, podemos decir que por medio de la sabiduría de Dios, que es Omnisciente, recibimos las pruebas particulares y específicas que necesitamos de acuerdo con nuestra situación personal. Es a nosotros, sus santos, a quienes


habla el Señor cuando dice: “. . . he decretado en mi corazón probaros en todas las cosas. . . para ver si permanecéis en mi convenio, aun hasta la muerte, a fin de que seáis hallados dignos. Porque si no permanecéis en mi convenio, no sois dignos de mí." (D. y C. 98: 14-15.) ¿Qué significa entonces la muerte? ¿Y la de nuestros seres queridos? ¿Qué significa nuestra vida más allá de la tumba? Las Escrituras dicen: ". . . la muerte ha pasado a todo hombre para cumplir el misericordioso designio del Gran Creador" (2 Nefi 9:6). De acuerdo con el conocimiento que tenemos los santos, no hay ni debe haber pena en la muerte. con excepción del dolor de la separación física y temporaria. El nacimiento y la muerte son pasos esenciales para el cumplimiento de la eternidad. En el mundo espiritual, dimos voces de alegría por el privilegio de poder ser mortales, porque sin las pruebas de esta vida mortal no puede haber vida eterna. Ahora cantamos alabanzas al gran Redentor por el privilegio de salir de esta vida, porque sin la muerte y la resurrección no podríamos levantarnos en gloria e inmortal y ganar una vida eterna. Cuando los santos fieles dejan esta vida son "recibidos en un estado de felicidad que se llama paraíso: un estado de descanso, un estado de paz, donde descansarán de todas sus aflicciones, y de todo cuidado y pena" (Alma 40:12) y permanecerán en ese estado hasta el día de su resurrección. Cuando el inicuo y el impío dejan esta tierra, ellos continúan en su iniquidad y rebeldía. "El mismo espíritu que posee vuestros cuerpos al salir de esta vida", dicen las Escrituras, "ese mismo espíritu tendrá poder para poseer vuestro cuerpo en aquel mundo eterno." (Alma 34:34.) "Por tanto, debéis seguir adelante con firmeza en Cristo, teniendo una esperanza resplandeciente, y amor hacia Dios y hacia todos los hombres. Por tanto, si marcháis adelante, deleitándoos en la palabra de Cristo y perseverando hasta el fin, he aquí, así dice el Padre: Tendréis la vida eterna." (2 Nefi 31:20.) Esto quiere decir que todo santo que sea fiel, todos aquellos que perseveren hasta el fin, dejarán esta vida con la garantía absoluta de una vida eterna. No hay motivo de equivocación, de duda ni de incertidumbre en nuestra mente. A aquellos que hayan sido verídicos y fieles en esta vida, no se les pasará por alto en la vida venidera. Si guardan los mandamientos aquí, y se van de esta vida con un testimonio firme y verdadero de nuestro bendito Dios, recibirán la herencia de una vida eterna. Con esto no queremos decir que los que mueren en el Señor y han sido sinceros y fieles aquí, deban ser perfectos en todas las cosas en el momento en que pasen a la siguiente existencia. Hubo solo un hombre perfecto: el Señor Jesucristo, Hijo de Dios. Muchas almas justas que han alcanzado cierta perfección, muchas personas buenas que han sido fieles y han vivido la ley, han dejado esta vida con la seguridad de la herencia de una vida eterna. pero hay muchas cosas que ellos deben hacer y harán más allá de la tumba para merecer la plenitud del Reino del Padre, en ese glorioso día final cuando el gran Rey les diga: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo" (Mat. 25:34). Lo que quiero decir es que cuando los santos de Dios siguen el derrotero de la justicia; cuando obtienen un testimonio de la verdad y la divinidad de la obra del Señor; cuando guardan sus mandamientos y superan al mundo; cuando lo primero en su vida es el reino de Dios —y esto no significa que sean perfectos, al dejar esta vida obtendrán la vida eterna en el reino de nuestro Padre Celestial y llegarán a ser perfectos como Dios y Jesucristo. No es extraño entonces que las Escrituras digan: "Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos". Este concepto es precioso, hermoso y lleno de gloria, porque cuando los santos mueren, se han asegurado la exaltación con Dios, quien les proveyó el camino para que progresaran y pudieran ser como El. Tampoco es extraño lo que dice la escritura: "Bienaventurados. . . los muertos que mueren en el Señor. Sí. . . descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen" (Apoc. 14:13). Verdaderamente, bienaventurados son, porque los santos fieles han cumplido lealmente con el propósito de su creación y Dios misericordioso les dará todas las cosas a su debido tiempo.


No es extraño que Dios haya dicho a sus santos: "Los que mueran en mí no gustarán de la muerte, porque les será dulce" (D. y C. 42:46). No es extraño que el profeta José Smith haya dicho: "Cuando los hombres están preparados, se encuentran en mejor posición para ir allá." (Enseñanzas del Profeta José Smith, págs. 402, 359.) Pero no interpretéis mal mis palabras: nosotros no buscamos la muerte, aunque sea parte del misericordioso plan del gran Creador, sino que más bien nos regocijamos en la vida y deseamos vivir lo más que podamos siempre que seamos útiles a nuestros semejantes. Los santos fieles son una influencia justa en un mundo de iniquidad. A veces los santos de Dios son acosados y perseguidos. A veces el Señor deliberadamente permite que sus fieles sufran, tanto física como espiritualmente, para probarlos en todas las cosas y ver si permanecen en el convenio aun hasta la muerte, a fin de que sean hallados dignos de la vida eterna. Si así ha de ser con alguno de nosotros, que así sea. Pero sea lo que sea, y suceda lo que suceda aquí en la tierra, no será más que un breve momento, y si somos fieles y dignos Dios nos exaltará a su debido tiempo en las alturas, y en la resurrección seremos compensados por todas nuestras pérdidas y sufrimientos. Nos levantaremos de la mortalidad a la inmortalidad, de la corrupción a la incorrupción y saldremos de la tumba en una perfecta condición física. No se perderá ni un pelo de nuestra cabeza y Dios secará todas nuestras lágrimas. Si hemos vivido el evangelio, resucitaremos con cuerpos celestiales que podrán soportar la gloria del reino celestial. Continuaremos viviendo en unidad familiar y tal como José Smith dijo: "Y la misma sociabilidad que existe entre nosotros aquí, existirá entre nosotros allá; pero la acompañará una gloria eterna que ahora no conocemos." ( D. y C. 130:2.) Nos regocijamos en la vida y nos regocijamos en la muerte. Y no tenemos otros deseos a no ser cumplir con la voluntad del Padre a quien pertenecemos y morar con El en su reino, en el momento señalado. Ojalá sucediera con cada uno de nosotros lo que con el valiente Apóstol de la antigüedad, cuando en el momento de su muerte dijo: "Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida." (2 Tim. 4:6-8.) En el nombre del Señor Jesucristo. Amén.

"De Lideres a Gerentes" "De Líderes a Gerentes: el cambio fatal" por Hugh W. Nibley Este discurso fue dado en la Universidad Brigham Young (BYU), en la ceremonia de inicio, el día 19 de Agosto de 1983, después que Nibley recibiera un doctorado honorario en Letras. Se publicó con el título "De Líderes a Gerentes: el cambio fatal" DJMT 16/4 (Winter 1983): 12-21. Hace hoy veintitrés años, en esta misma ocasión, yo ofrecí la oración de apertura en la cual dije: "Nos hemos reunido hoy aquí, vestidos con las togas negras de un falso sacerdocio . . ." Muchos me han preguntado desde aquella vez, si yo realmente dije algo tan chocante, pero nadie jamás me ha preguntado lo que yo quise decir con eso. ¿Por qué no?. Bueno, algunos ya conocen la respuesta; y en cuanto al resto, nosotros no cuestionamos cosas en "la BYU." Pero para mi propio alivio, aprovecho esta oportunidad para explicarlo. ¿Por qué un sacerdocio?. Porque estas togas originalmente distinguían a aquellos que formaban parte del clero; y un colegio o claustro era un "misterio", con todos los ritos, secretos, juramentos, grados, pruebas, festejos y solemnidades que iban con la iniciación a un conocimiento superior. Pero ¿por qué falso? Porque es un adorno prestado, que desciende hasta nosotros a través de una larga línea de imitadores desautorizados. No fue sino hasta 1893 que "una comisión intercolegial fue formada . . . para delinear un código uniforme para las togas y los birretes" en los Estados Unidos.1 Antes de eso no había ninguna reglamentación. Uno podía diseñar su propia indumentaria; y esa libertad proviene desde los tiempos más remotos que se conocen


de estos accesorios. Los últimos emperadores romanos, como aprendemos del infalible DuCange, marcaron cada paso en el declive de su poder y gloria, añadiendo algún nuevo ornamento a las resplandecientes vestimentas que proclamaban su sagrado oficio y dominio. En las divisiones que les subsiguieron, los reyes de las tribus que heredaron las tierras, y las pretensiones del imperio, compitieron entre sí imitando a los maestros romanos, decididos a superar aún a éstos en la variedad y riqueza teatral de sus togas y birretes. Uno de las cuatro coronas usadas por el Emperador era el birrete. Los reyes franceses lo tuvieron desde Carlomagno, el modelo y fundador de sus líneas reales. Citando a DuCange: "Cuando los reyes franceses abandonaron el palacio en París para erigir un Templo de Justicia, al mismo tiempo confirieron sus ornamentos reales sobre aquellos que presidirían allí, a fin de que los juicios que vinieran de sus bocas tuvieran mas peso y autoridad sobre el pueblo, como si provinieran de la boca misma del Príncipe". [Esta es la idea de las ropas del profeta descendiendo sobre su sucesor.] De esto provienen los birretes y las túnicas de escarlata y armiño de los Cancilleres de Francia y los Presidentes del Parlamento. Sus togas o epitogia [las túnicas sueltas que se llevan encima de la ropa, que producen el conocido efecto invernadero] se hacen aún a la antigua usanza. . . . Se da el nombre de "birrete" a la diadema, por su forma semejante al mortero usado para mezclar la argamasa, siendo más grande en la parte superior que en la base. 2 ¿Pero de dónde lo obtuvieron los emperadores romanos?. El birrete fue llamado Justinianeion debido a su uso por el Emperador Justiniano, quien lo introdujo del Oriente. Las vestimentas y los protocolos de su corte provenían de los monarcas de Asia, en particular del Gran Shah, quien los tenía de los khans de las estepas y de los emperadores mongoles. Estos usaban el botón dorado de toda sabiduría sobre el birrete, tal como lo llevo yo hoy día. Los chamanes del Norte también lo tuvieron, y entre los lapones aún se le llama "el Gorro de los Cuatro Vientos". El sombrero de cuatro esquinas, coronado por una borla dorada – la Llama emergente de la Ilustración Plena - también figura en algunas representaciones budistas y lamaístas. Pero ustedes ya captan la idea: ¡esta indumentaria auspiciosa es una medicina muy fuerte -"magia rústica" de hecho! 3 Se describe otro tipo de túnica y sombrero en Exodo y Levítico y en el tercer libro de las Antigüedades de Josephus, p. ej., la túnica blanca y la gorra de lino del sacerdocio hebreo, que guardan estrecho parecido con algunas vestimentas egipcias.4 Sin embargo, estas fueron abandonadas enteramente al cesar el templo y nunca más fueron siquiera imitadas por los judíos. Su diseño peculiar y su blanco básico, especialmente como se revela en los últimos estudios en Israel, se asemejan mucho a nuestras propias investiduras del templo. Éste no es el tiempo ni el lugar para tratar un tema sobre el cual el hermano Packer recomienda sabiamente una reserva juiciosa. Lo menciono sólo para preguntarme: "¿Qué pasaría si yo apareciera para una sesión de investidura en el templo vestido con la indumentaria que tengo en este momento?" Habría una incongruencia en esto, sería quizás cómico. Pero ¿por qué tendría que serlo? La idea original detrás de ambos atuendos es la misma - proveer una vestimenta mas apropiada para otro ambiente, actividad y estado de ánimo que la usada en el almacén, la oficina o la granja. Doctrina y Convenios 109 describe la función y propósito del templo en forma similar a las de la universidad: Una casa donde todos buscan conocimiento por el estudio y la fe, por una búsqueda discriminada entre los mejores libros (no se da una lista oficial –tú debes buscarla), y por discusión constante –enseñándose diligentemente "uno a otro palabras de sabiduría"; buscando cada quien mayor luz y conocimiento a medida que todas las cosas "se juntan en una" – o sea universidad (DyC 109:7, 14; 42:36). Ambas vestiduras, la negra y la blanca, proclaman un interés primario por las cosas de la mente y del espíritu, vidas sobrias y concentración de propósito alejados de las rutinas autómatas, mecánicas de nuestro mundo diario. La túnica y la gorra anuncian que el portador ha aceptado ciertas normas de vida y ha sido probado en campos especiales del conocimiento. ¿Qué hay de malo entonces en las túnicas?. Sencillamente son algo teatrales e incitan al portador, engañado por su esplendor, a poses fingidas. En el tiempo de Sócrates, los Sofistas


convirtieron en algo muy importante su manera especial de vestir y comportarse.5 Todo era por show, desde luego, pero era una impetuosa "vestimenta para el éxito", ya que el mero propósito de la rama retórica de educación que habían inaugurado y que vendían a altos precios a jóvenes ambiciosos, era convertir al estudiante en un abogado exitoso ante las cortes, una figura líder en las asambleas públicas o un hábil promotor de audaces iniciativas comerciales, gracias al dominio de las técnicas de persuasión y venta, irresistibles para la época y que los Sofistas tenían para ofrecer. Esta fue la educación clásica que abrazó el Cristianismo a instancias del gran San Agustín. El había aprendido por duras experiencias que no se puede confiar en la revelación, porque no se la puede controlar – el Espíritu sopla donde quiere (Juan 3:8); y lo que la iglesia necesitaba era algo más accesible y confiable que eso, algo commodior et multitudini tutior ("más práctico y más fiable para el público") que la revelación o aún la razón, y esto era exactamente lo que la educación retórica les ofrecía. A comienzos de este siglo los eruditos debatían con afán sobre el momento de la transición del "Geist" al "Amt", del espíritu al cargo, de la inspiración a la ceremonia, en el liderazgo de la antigua iglesia; cuando el líder inspirado, Pedro, fue reemplazado por el típico obispo de ciudad, un oficial nombrado y electo --ambicioso, envidioso, calculador, buscador del poder, autoritario, un hábil político y un maestro de las relaciones públicas. Tenemos una inmensa literatura sobre esto en la Patrologia. Ésta fue la retórica aprendida por San Agustín. Al mismo tiempo, los dones carismáticos (los dones del Espíritu), en los que no se debía confiar, fueron reemplazados por ritos y ceremonias que podían ser cronometradas y controladas; todo esto siguiendo el modelo Romano Imperial, como lo demostró Alföldi, incluyendo las togas y los birretes.6 Y a través de los siglos las togas nunca fallaron en su función de mantener al público a una distancia respetable, de inspirar una decente reverencia por las profesiones y de impartir un aire de solemnidad y misterio que ha sido tan bueno como dinero en el banco. Las cuatro facultades de teología, filosofía, medicina y derecho han sido los semilleros perennes, no sólo de conocimiento profesional, sino de la charlatanería y venalidad tan generosamente expuestas a la vista pública por Platón, Rabelais, Molière, Swift, Gibbon, A. E. Housman, H. L. Mencken, y otros. Lo que aconteció en el mundo grecorromano, así como en el cristianismo fue un cambio fatal de líderes a gerentes que señala el declive y caída de las civilizaciones. En la actualidad, la gran y antigua dama de la Naval, la Capitán Grace Hopper (la oficial comisionada más antigua de la Marina), está llamando nuestra atención sobre las naturalezas contrastantes y antagónicas de la gerencia y el liderazgo. Jamás nadie, afirma ella, ha gerenciado a los hombres en la batalla. Ella quiere más énfasis en la enseñanza del liderazgo. Pero el liderazgo no se puede enseñar, como tampoco se puede enseñar la creatividad o cómo ser un genio. El alto mando alemán intentó desesperadamente durante cien años entrenar a una generación de líderes para el ejército; pero no se logró nunca, porque los hombres que agradaban a sus superiores, p. ej., los gerentes, eran ascendidos a las posiciones altas, mientras que los hombres que agradaban a los rangos inferiores, p. ej., los líderes, recibían los castigos. Los líderes son movilizadores y agitadores, originales, inventivos, impredecibles, imaginativos, llenos de sorpresas que desconciertan al enemigo en la guerra y a la oficina principal en la paz. Mientras que los gerentes son seguros, conservadores, predecibles; que conforman hombres para las organizaciones, jugadores del equipo, dedicados a la clase dirigente. El líder, por ejemplo, siente pasión por la igualdad. Pensamos en grandes generales, desde David y Alejandro hacia abajo, compartiendo sus arvejas o maza con sus hombres, llamándolos por su primer nombre, marchando junto a ellos en el calor, durmiendo en el piso y asaltando las murallas de primero. Una famosa oda escrita por un sufrido soldado griego, Archilochus, nos recuerda que los hombres en las filas no se dejan engañar ni por un instante, por el tipo ejecutivo que piensa que es un líder.7 Por otra parte, al gerente le repugna la idea de igualdad y le es aún contraproducente. En un sistema donde imperan la promoción, los filtros, los privilegios y el poder, la reverencia y el


respeto por el rango son el todo y constituyen la inspiración y motivación de todo buen hombre. ¿Dónde estaría la gerencia sin el procesamiento inflexible de papeles, las normas de vestido, la atención hacia el estatus social, político y religioso, la vigilancia cuidadosa de hábitos y actitudes, que gratifican a los accionistas y garantizan la seguridad? "Si me amáis," dijo el más grande de todos los líderes, "guardaréis mis mandamientos". "Si vosotros sabéis lo que os conviene," dice el gerente, "guardaréis mis mandamientos y no causaréis problemas". Por esta razón el ascenso de la gerencia siempre marca finalmente el deterioro de la cultura. Si a la gerencia no le gusta Bach, muy bien, entonces no habrá Bach en la reunión. Si la gerencia favorece poesía barata, sentimental y vil que exalta las cualidades del éxito, la gente joven en todas partes andará alardeándose con meras frases publicitarias. Si el gusto artístico de la gerencia es lo que decide qué se vende, tendremos material trillado, insípido, presuntuoso. Si a la gerencia le gustan los comerciales melodramáticos y cursis, eso es lo que el público recibirá. Si la gerencia debe reflejar su imagen corporativa en edificios modernos de mal gusto, abajo irán los antiguos monumentos pioneros. Parkinson añade a su Ley, la cual muestra cómo la gerencia engulle todas las cosas, otra que él llama la "Ley de la Inteligencia": El Gerente no promueve a individuos cuya competencia pueda amenazar su propia posición; y así a medida que el poder de la gerencia se extiende más y más, la calidad se deteriora (si esto es posible). En resumen, a la par que la gerencia elude la igualdad, se alimenta de la mediocridad. Por otra parte el liderazgo es un escape de la mediocridad. Todo el gran depósito de arte, ciencia y literatura del pasado, sobre el cual han edificado todas las civilizaciones, proceden de un puñado de líderes. Esto se debe a que las cualidades de liderazgo son las mismas en todos los campos, siendo el líder aquel, que simplemente dé el ejemplo mas alto; y para hacer esto y abrir la vía a mayor luz y conocimiento, el líder debe romper esquemas. "Un barco en el puerto está seguro," dice la Capitán Hopper, hablando de la gerencia, "pero para eso no se construyen los barcos," dice ella, clamando por liderazgo. Cito a uno de los mas grandes líderes, el fundador de esta institución, "Hay demasiado de lo mismo en esta comunidad. . . . Yo no soy un Santo de los Ultimos Días estereotipado y no creo en esta doctrina . . . ¡fuera los 'mormones' estereotipados!"8 Adiós a todos. Los líderes genuinos son inspiradores, porque ellos están inspirados; están consagrados a un propósito superior y están desprovistos de ambiciones personales. Son idealistas e incorruptibles. Necesariamente hay algo de gerente en cada líder (¿qué mejor ejemplo que el mismo Brigham Young?), como debiera haber algo de líder en cada gerente. El Señor hablando en el templo a la gerencia del mismo, los escribas y fariseos, todos ataviados en sus vestimentas oficiales, los censuró por ser unilaterales: Llevaban minuciosos registros de las mas triviales sumas que entraban al templo; pero en sus tratos, ellos desdeñaban la justicia, la compasión y la buena fe, que son justamente las cualidades máximas del liderazgo. El Señor insistió en que ambas actitudes mentales son necesarias, y esto es importante: "Esto era necesario hacer (hablando de la contabilidad), sin dejar de hacer aquello". Pero es el ciego guiando al ciego, él continúa, quien invierte las prioridades, quienes "[cuelan] el mosquito, y [tragan] el camello" (Mateo 23:23-24). Tan extensa es la discrepancia entre la gerencia y el liderazgo que solamente un hombre ciego las invertiría. Sin embargo, eso es lo que hacemos. En ese mismo capítulo de Mateo, el Señor le dice a estos mismos hombres, que ellos no toman realmente en serio el templo, mientras que sí toman muy en serio los contratos registrados en el templo (Mateo 23:16-18). Me contaron de una reunión de grandes hombres de negocio en un lugar distante, quienes eran también líderes de estacas, donde ellos trataron el problema de "Cómo permanecer despierto en el templo". Para ellos, lo que se hace en la casa del Señor es un mero requisito, hasta que ellos pueden volver al trabajo real del mundo. La Historia abunda en dramáticas confrontaciones entre los dos tipos, pero ninguna es más emocionante, que la historia épica de la lucha entre Moroni y Amalickíah; uno, el mas carismático líder; el otro, el mas diestro gerente en el Libro de Mormón. Esto es oportuno y relevante?por eso es que lo traigo a colación. Se nos recuerda a menudo que Moroni "no se


deleitaba en derramar sangre" y que haría cualquier cosa para evitarlo, exhortando repetidamente a su pueblo a hacer convenios de paz y a preservarlos por la fe y la oración. Se rehusaba a hablar sobre "el enemigo". Para él, ellos eran siempre "nuestros hermanos", engañados por las tradiciones de sus padres. Los enfrentó en batalla con gran reticencia, y nunca invadió sus tierras, aún cuando ellos amenazaban con invadirlos por su cuenta. Nunca se sintió amenazado, ya que confiaba absolutamente en el Señor. A la menor señal de debilidad del enemigo en batalla, Moroni instantáneamente proponía un diálogo para poner fin a la lucha. La idea de una victoria total le era ajena--no había venganzas, ni castigos, ni represalias, ni reparaciones, aún cuando el agresor había devastado a su país. Después de la batalla enviaba al enemigo vencido a su casa, aceptando su palabra de buena conducta o lo invitaba a establecerse sobre tierras nefitas, aún cuando sabía que era peligroso. Aún sus compatriotas, que lucharon en su contra, sólo perdieron sus vidas mientras se le opusieron en el campo de batalla. No había escuadrones de fusilamiento, y los que habían sido conspiradores y traidores, solamente tenían que aceptar apoyar a su ejército popular, para ser restaurados a sus cargos. Junto con Alma, él insistió en que los que se rehusaban a luchar por razones de conciencia mantuvieran sus convenios y no fueran a la guerra, aún cuando él necesitaba desesperadamente su ayuda. Siempre preocupado por comportarse decentemente, él nunca se aprovecharía de lo que él llamaba una ventaja injusta sobre el enemigo. Desprovisto de ambiciones personales, al momento de finalizar la guerra, él "entregó el mando de sus ejércitos . . . y se retiró a su propia casa . . . en paz" (Alma 62:43), aún cuando en su calidad de héroe podría haber tenido algún cargo u honores. Su lema era "No busco poder" (Alma 60:36), y en cuanto a rango, él se consideraba solamente uno de los despreciados y desechados de Israel. Si todo esto suena demasiado idealista, permítanme recordarles que realmente ha habido estos hombres en la historia, aún cuando es difícil de imaginar hoy en día. Por encima de todo, Moroni era el líder carismático, que iba personalmente a convocar a las personas, las cuales venían corriendo espontáneamente a adherirse a su estandarte de libertad, el pendón de los pobres y oprimidos de Israel (Alma 46:12, 19-21). El tenía poca paciencia con la gerencia. El se dejó llevar por sus sentimientos y escribió acaloradas cartas sin tacto a los grandes hombre sentados sobre sus "tronos en un estado de insensible estupor" en la capital (Alma 60:7). Y cuando fue necesario, saltó todo el sistema y "[alteró] el manejo de los asuntos entre los nefitas", para contrarrestar la habilidad gerencial de Amalickíah (Alma 49:11). Sin embargo se disculpó ampliamente cuando supo que estaba equivocado, que se había guiado por sus generosos impulsos hacia una exagerada pugna con la gerencia; y compartió gustosamente la victoria final con Pahorán, cosa que los generales ambiciosos se reservan celosamente para sí. Pero si Moroni odiaba tanto a la guerra, ¿por qué era un general tan dedicado?. El no nos deja en dudas en cuanto a esto –él tomaba la espada sólo como último recurso. "No busco poder, sino que trato de abatirlo" (Alma 60:36). El estaba decidido a "[abatir el] orgullo y . . .[la] grandeza" (Alma 51:18) de aquellos grupos que estaban tratando de alterar el orden. Los " hermanos lamanitas", a los que él combatió, eran renuentes ayudantes de los Zoramitas y Amalekitas, sus propios compatriotas. Estos últimos "se volvieron orgullosos . . . por motivo de sus enormes riquezas" y buscaron tomar el poder para su beneficio (Alma 45:24), enrolando a su servicio a "los que estaban a favor de los reyes . . . de ilustre linaje . . . aquellos que ambicionaban poder y autoridad sobre el pueblo" (Alma 51:8). A ellos se juntaron también importantes "jueces [quienes] tenían muchos amigos y parientes" (el tener las conexiones correctas era el todo) mas "casi todos los abogados y sumo sacerdotes", añadiéndose "los jueces menores del país, y codiciaban el poder". (3 Nefi 6:27; Alma 46:4). Amalickíah, con inmensa habilidad gerencial, fusiona todo esto para formar una sola coalición ultraconservadora, que accedió a "[apoyarlo e instituirlo] como su rey", con la esperanza de que "él los pondría por gobernantes sobre el pueblo" (Alma 46:5). Muchos en la iglesia se dejaron convencer por la diestra oratoria de Amalickíah, ya que era un comunicador persuasivo y seductor (adulante, según la descripción usada en el Libro de Mormón). El hizo


de la guerra la piedra angular de su política y poder, utilizando un sistema de comunicación cuidadosamente diseñado con torres y oradores entrenados, para agitar al pueblo a luchar por sus derechos, o sea, la carrera de Amalickíah. Mientras Moroni tenía sentimientos benevolentes por el enemigo, a Amalickíah "no le importaba la sangre de su [propio] pueblo" (Alma 49:10). Su objetivo en la vida era llegar a ser rey de ambos, Nefitas y Lamanitas, usando a unos para subyugar a los otros (Alma 46:4-5). El era un maestro de los trucos sucios, a los cuales debía algunos de sus logros mas brillantes. Mantuvo su ascenso mediante asesinatos astutos, relaciones públicas de alto nivel y una gran habilidad ejecutiva. Su espíritu competitivo era tal, que juró que bebería la sangre de Moroni, quien se le interponía en su camino. En resumen, él era "un hombre sumamente inicuo" (Alma 46:9), que representaba todo lo que Moroni detestaba. Es en este tiempo en la historia del Libro de Mormón cuando la palabra gerencia hace sus únicas apariciones (tres en total) en todas las escrituras. Primero fue en aquella ocasión, cuando Moroni por su cuenta "había alterado el manejo de los asuntos entre los nefitas"* (Alma 49:11) durante una crisis. Luego fue Korihor, el vocero ideológico de los Zoramitas y Amalekitas, quien predicaba "que en esta vida a cada uno le tocaba de acuerdo con su habilidad**; por tanto, todo hombre prosperaba según su genio [habilidad, talento, cerebro, etc.], y . . . conquistaba según su fuerza; y no era ningún crimen el que un hombre hiciese cosa cualquiera" (Alma 30:17). El se enfureció contra el gobierno por tomar la propiedad del pueblo, quienes "ni se atreven a gozar de sus propios derechos y privilegios. Sí, no se atreven a hacer uso de lo que les pertenece" (Alma 30:27-28). Finalmente, tan pronto como Moroni desaparece de la escena, la antigua coalición "[logró] la administración*** exclusiva del gobierno", e inmediatamente "volvieron la espalda a los pobres" (Helamán 6:39), mientras ponían a jueces en la banca, quienes demostraron espíritu de cooperación, "dejando ir impunes al culpable y al malvado por causa de su dinero" (Helamán 7:5). (Todo esto sucedió en América Central, la arena perenne de la Gente Grande versus la Gente Chica.) Esta era la gerencia a la que Moroni se opuso. Por todos los medios, hermanos, tomemos al Capitán Moroni como nuestro modelo y nunca olvidemos por lo que él luchó –el pobre, el desechado y el menospreciado; y las cosas que combatió –orgullo, poder, riqueza y ambición; o cómo él luchó –como un contrincante generoso, considerado y magnánimo, un líder en todos los sentidos. Corriendo el riesgo de pasarme del tiempo, debo hacer una pausa y recordarles que esta historia, de la que les di sólo algunos fragmentos, se supone que fue fraguada allá por 1820, en un bosque de las afueras y por algún ignorante abismal, un campesino repugnantemente flojo y chocantemente deshonesto. Aparte de una ligera suavización de estos epítetos, ésta es la única alternativa de creer que la historia es verdadera; porque la situación es igualmente fantástica, no importa cual tipo de autor vosotros deseéis inventar. Ésta debe ser una historia verdadera. Que José Smith es el más grande líder de los tiempos modernos sin comparación alguna, es una proposición que no necesita comentarios. Brigham Young recordaba que muchos de los hermanos se consideraban mejores gerentes que José y a menudo se enojaban por su ingenuidad en economía. Brigham ciertamente era un mejor gerente que el Profeta (o que cualquier otro, en todo caso), y él lo sabía; sin embargo él siempre se sometía y seguía sin falta al hermano José todo el tiempo, mientras exhortaba a los demás a hacer lo mismo, porque él sabía demasiado bien cuán pequeña es la sabiduría de los hombres comparada con la sabiduría de Dios. Moroni reprendió a la gerencia por su "amor por la gloria y las vanidades del mundo" (Alma 60:32), y nosotros hemos sido amonestados recientemente en la Conferencia General contra las cosas de éste mundo.9 Pero qué son exactamente las cosas del mundo? Se nos ha dado una prueba sencilla e infalible en la bien conocida máxima, "Tú puedes tener cualquier cosa en este mundo por dinero". Si una cosa es de este mundo, tú la puedes tener por dinero; si no la puedes tener por dinero, no pertenece a este mundo. Esto es lo que hace manejable al asunto --dinero es puro número. Al convertir todos los valores a números, se pueden meter en


la computadora y manejar con facilidad y eficiencia. Lo único que necesitamos preguntar es "¿cuánto?". El gerente "conoce el precio de cada cosa y el valor de ninguna", porque para él, el valor es el precio. Mirad aquí a vuestro alrededor. ¿Véis alguna cosa que no se pueda tener por dinero? ¿Hay algo aquí que no pudiérais tener si fuérais suficientemente ricos? Bien, por un lado vosotros podéis pensar en la inteligencia, la integridad, sobriedad, celo, carácter y otras nobles cualidades. ¿No demuestran eso las togas y los birretes? Pero ¡esperad! Siempre se me dijo que esas son justamente las cosas que los gerentes están buscando. Ellas se cotizan a precios altos en el mercado. ¿Significa entonces, que al tener valor en este mundo no tienen valor en el otro mundo? Eso es lo que significa exactamente. Estas cosas no tienen precio, ni generan salario en Sión; no podéis negociar con ellas, porque son tan comunes como el aire, antes puro, a nuestro alrededor; no son negociables en el reino, porque allí todos las poseen en su totalidad y sería tan lógico exigir paga por tener huesos o piel, como recibir un bono por honestidad o sobriedad. Solamente en este mundo es que ellos son valiosos por su escasez. "Tu dinero perezca contigo", dijo Pedro a un charlatán con toga (Simón el Mago), quien intentó incluir "el don de Dios" en una transacción comercial (Hech. 8:20). El líder de grupo de mi quórum de sumos sacerdotes es un Santo de los últimos días firme y sólido. Recientemente lo visitó un joven misionero retornado, con el objeto de venderle una póliza de seguros. Basándose en su entrenamiento en el campo misional, el joven le aseguró al hermano que él sabía que tenía la póliza correcta para él, así como sabía que el evangelio era verdadero. A lo que mi amigo, sin mayores aspavientos, lo botó de su casa, porque una persona con un testimonio lo debe conservar sagrado y no venderlo por dinero. Los primeros Cristianos llamaron Christemporoi (mercantilista cristiano) a aquellos que convertían los dones espirituales y las conexiones eclesiásticas en mercancía. Las cosas del mundo y las cosas de la eternidad no se pueden conjugar así convenientemente; y es porque muchas personas están descubriendo esto hoy en día, por lo que me siento constreñido a hablar sobre éste tema impopular en esta ocasión. En tiempos pasados he sido asaltado por una corriente constante de visitantes, llamadas telefónicas y cartas de personas que agonizaban por lo que se puede llamar un cambio de especialidades. Hasta ahora se trataba de un problema de repugnancia que el estudiante (usualmente de postgrado) sentía al entrar en una línea de trabajo, cuando prefería realmente otra. Pero ¿qué pueden hacer ellos?. "Si tú abandonas mi empleo", dice el gerente, "¿qué será de ti?". Hoy en día, sin embargo, ya no es por aburrimiento o desilusión que surge el problema, sino por conciencia. El buscar primeramente la independencia financiera y todas las otras cosas serán añadidas, se reconoce como una perversión indecente de las escrituras y una inversión inmoral de valores. Para cuestionar esta máxima soberana uno sólo tiene que considerar los arduos esfuerzos de ingenio, voluntad e imaginación que han sido necesarios para defenderlo. Yo nunca he escuchado, por ejemplo, que artistas, astrónomos, naturalistas, poetas, atletas, músicos, eruditos o incluso políticos se reúnan en institutos de prestigio, terapias de grupo, ciclos de conferencias, programas de mejoramiento o clínicas para lograr mentalizarse con eslogans GO! GO! GO!, clichés moralizantes o ejercicios espirituales de cuidadosa dialéctica, con el fin de obtener lo que llaman "mentalidad de prosperidad", con la garantía de que (en las palabras de Korihor) "no era ningún crimen el que un hombre hiciese cosa cualquiera" (Alma 30:17). Estas disciplinas antiguas tampoco necesitan de abogados, esos gerentes de gerentes, para probar al mundo que ellos no están haciendo trampas. Aquellos que tienen algo para aportar a la humanidad se deleitan en su obra y no tienen que racionalizar, publicitar o evangelizar para sentirse bien en cuanto a su labor. Sólo cuando su arte o su ciencia se orientan a lo mercantil, es que surgen los problemas de ética. Miren a la TV. Detrás del trabajo sucio siempre está el dinero. No habría crímenes en Hill Street si la gente no tuviera que tener dinero. Pablo tenía toda la razón: El amor al dinero es la "raíz de todos los males" (1 Tim. 6:10); y él cita, casualmente, el antiguo libro de Enoc.


En mi último curso, un estudiante que se graduaba con honores en administración de empresas (quien está aquí hoy) escribió esto –la asignación era compararse con algún personaje de la Perla de Gran Precio, y él, seriamente, escogió a Caín: "Muchas veces me pregunto si muchos de mis deseos son demasiado egocéntricos. Caín buscaba la ganancia personal. El conocía el impacto de su decisión de matar a Abel. Ahora bien, yo no ignoro a Dios, ni hago pactos criminales con Satanás; sin embargo, yo deseo tener ganancias. Desafortunadamente mi deseo de triunfo en los negocios no es necesariamente para ayudar a crecer el reino del Señor [hay un trazo refrescante de honestidad]. Quizás soy pesimista, pero pienso que pocos hombres de negocios se han dedicado realmente a promover la Iglesia, sin desear primero una gratificación personal. En mi especialización en negocios me hago preguntas sobre la ética de los negocios --"cobrar tanto como sea posible por un producto que fue hecho por alguien a quien se le pagó lo menos posible". Tú vives con la diferencia. Como hombre de negocios ¿viviré de la industria de otro y no de la mía? ¿Contribuiré a la sociedad o recibiré algo por nada, como hizo Caín? Siendo honesto, éstas son preguntas difíciles para mí". Estas cuestiones se han tornado difíciles por la retórica de nuestros tiempos. La Iglesia en los días de Pablo estaba llena de hombres que enseñaban que la ganancia es piadosa y hacían que otros lo creyeran. Hoy en día las vestimentas negras colocan el sello oficial de aprobación sobre esta misma proposición. Pero ¡no culpen a la Escuela de Administración!. Los Sofistas, esos sagaces hombres de negocio y del espectáculo comenzaron este juego hace 2.500 años y ustedes no pueden culpar a otros por querer entrar en algo tan rentable. Los doctores y eruditos siempre han sabido cuál lado les convenía y han tomado su lugar en la fila. Los estudios sobre negocios y los "Estudios Independientes", el último de los recién llegados, han llenado los últimos vacíos; y hoy en día, sin importar lo que tengas en el bolsillo, te puedes llegar a poner una toga y un birrete. Y no os alarméis que la gerencia esté dirigiendo el show-ellos siempre lo han hecho. La mayoría de vosotros estáis hoy aquí sólo porque creéis que esta charada os ayudará a tomar ventaja en el mundo. Pero en los últimos años las cosas se han salido de control. La economía, anteriormente el asunto mas importante en nuestras vidas materialistas, se ha convertido en el asunto único. Hemos sido barridos por una dedicación total a la economía, la que al igual que los masivos deslizamientos de tierra de nuestro Wasatch Front, está envolviendo y sofocando rápidamente a todas las cosas. Si el Presidente Kimball está "espantado y horrorizado" por lo que él ve, yo no puedo mas que concluir con sus palabras: "Debemos abandonar la adoración de los ídolos modernos y el confiar en el ?brazo de la carne', porque el Señor ha dicho a todo el mundo en nuestros días, 'no perdonaré a ninguno que se quede en Babilonia' (DyC 64:24)."10 Y Babilonia es donde nosotros estamos. En un tiempo olvidado, antes que el Espíritu fuera cambiado por el cargo y el inspirado liderazgo por la gerencia ambiciosa, estas togas fueron diseñadas para representar el alejamiento de las cosas de este mundo?como aún lo hacen las ropas del templo. Que podamos llegar a estar mas conscientes del significado real de ambas, es mi oración. Notas:1. Encyclopedia Americana, International Edition, 30 vols. (New York: Americana,1965), 8:49. 2. D. P. Carpenter, "Des Couronnes des rois de France," Dissertatisobre 24 de Dissertations ou réflexions sur l'histoire de Saint Louys, en i Charles du Fresne DuCange, Glossarium Mediae et Infimae Latinitatis, 10 vols. (Paris: Didot, 1840–50; reprinted Graz: Akademische Druck- ad Verlagsanstalt, 1954), 10:83; cf. essays sobre crowns en i elsupplehombrest. 3. William Shakespeare, ElTempest, act V, scene i, line 57. 4. Cf. Exodus 28:4; 39:1-31; Leviticus 8:7-9; y Joséus, Antiquities III, 7, 1-7. 5. Plato, Protagoras 309a-d. 6. András Alföldi, UNConflict de Ideas en i elLate Roman Empire, tr. Harold Mattingly (Oxford, Clarendon: 1952). 7. Archilocus, frag. 58. 8. JD 13:153, 55.


9. Por ejemplo, see Thomas S. Monson, "Anonymous," Ensign 13 (May 1983): 55-57. 10. Spencer W. Kimball, "ElFalse Diossnosotros Worship," Ensign 6 (Jae 1976): 4, 6.

Esta es la razón: la fe

¿Por qué más de 60.000 jóvenes postergan su educación, el salir en citas, sus carreras y otros intereses durante 18 meses a dos años para servir como misioneros pagando sus propios gastos y en lugares alejados de sus hogares? ¿Por qué 18.000 esposos y padres de familia con trabajos de jornada completa pasan hasta 25 horas a la semana comoobispos, atendiendo las necesidades de sus congregaciones sin que se les pague? ¿Por qué millones de Santos de los Últimos Días contribuyen con el 10 por ciento de sus ingresos anuales como diezmo, y luego contribuyen con tiempo y energía cada semana en forma voluntaria como maestros, líderes de la juventud, secretarios y administradores o en docenas de otras asignaciones? ¿Y qué hace que un cirujano torácico y cardiovascular de éxito, y otros profesionales de éxito, abandonen sus carreras para servir como líderes ejecutivos de la Iglesia, donde tienen que enfrentar a diario los asuntos administrativos de la Iglesia y dejar a sus familias durante muchas semanas para reunirse con congregaciones en tierras lejanas? A primera vista, una organización que presenta tales demandas de sus miembros parecería estar condenada al fracaso. Pero una característica notable de millones de miembros de La Iglesia de Jersucristo de los Santos de los Últimos Días es su voluntad de dedicar cantidades extraordinarias de tiempo y energía a su iglesia. "En repetidas oportunidades, los líderes de la Iglesia han expresado que la fortaleza de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se puede encontrar en el testimonio personal de cada miembro en forma individual", dice Robert L. Millet, profesor de Escrituras antiguas de la Universidad Brigham Young, institución que la Iglesia patrocina. La profundidad de los testimonios personales de los miembros, o sus convicciones, es la fuerza impulsora que los motiva, dice Millet. El obispo presidente, H. David Burton, uno de los líderes mayores de la Iglesia, considera que los testimonios de los Santos de los Últimos Días están basados en un sentido muy especial de identidad. "Los miembros de la Iglesia saben que viven una época en la que Jesucristo restauró literalmente Su Iglesia", dice. "Y ésto es algo muy emocionante para ellos. Sienten apremio con respecto a la obra de la Iglesia". Este sentido de misión afecta a la juventud Santo de los Últimos Días que trabaja en conjunto


en proyectos de servicio, o que sale a una misión donde los compañeros misioneros se ayudan mutuamente a aprender un idioma, o donde un voluntario de historia familiaraparece solo ante su computadora entrando nombres de un siglo de antigüedad en una base de datos. El presidente de la Iglesia, Gordon B. Hinckley dijo sobre las personas que se unen a la Iglesia: "Se les pone a trabajar. Se les dan responsabilidades. Se les hace sentir que son una parte de este movimiento progresista que es la obra de Dios... "Pronto descubren que se espera mucho de ellos como Santos de los Últimos Días. No les molesta. Se ponen a las alturas de las circunstancias y les gusta. Esperan que su religión sea exigente para que les requiera una reforma en sus vidas. Cumplen los requisitos. Dan testimonio de las bondades que disfrutan. Son entusiastas y fieles". Tales miembros han ayudado a la Iglesia a catalogarse entre las religiones cristianas de mayor crecimiento en el mundo actual — la Iglesia tiene ahora más de 11 millones de miembros en 60 países, ha aumentado en más de 50 por ciento por década en los últimos 50 años y ha disfrutado una tasa de aumento actual de tres por ciento al año. Organizada formalmente en 1830, la Iglesia es relativamente joven. Las historias familiares que se encuentran en los estantes de muchos Santos de los Últimos Días, contienen relatos del siglo 19 sobre conversiones, testimonios alentadores que demuestran gran reverencia hacia los miembros fundadores de la Iglesia. "El testimonio y el compromiso también tienen que ver con el recuerdo", dice el obispo Burton. "Los Santos de los Últimos Días recuerdan a los pioneros mormones que sacrificaron virtualmente todo lo que tenían".

De niño granjero a profeta Escribiendo a mediados del siglo 19, el alcalde de Boston y escritor y publicista conocido nacionalmente, Josiah Quincy, reflexiona sobre una insólita pregunta. "En algún momento del futuro", escribió, "se podrá hacer la pregunta: `¿Qué gran hombre americano ha hecho más por moldear la mente y el destino de sus conciudadanos que cualquier otro hombre en este continente?´ Aun cuando pueda parecer absurdo, no es insólito que la respuesta a esta pregunta será: ¡José Smith, el profeta mormón!". Quincy no fue el único comentarista del siglo 19 que encontrara algo excepcional en esa religión recién organizada por José Smith en una cabaña de troncos, el 6 de abril de 1830, en la parte norte de Nueva York León Tolstoy, novelista ruso y defensor de la reforma (1828-1910), escribio: "Si el mormonismo es capaz de perdurar sin modificaciones hasta alcanzar la tercera y la cuarta generación, está destinado a llegar a ser el poder más grande que el mundo jamás haya conocido". La Iglesia --de entonces y de ahora-- no hace tal declaración. Sin embargo, al mismo José Smith le advirtió un ángel que su nombre sería pronunciado alrededor del mundo para bien o para mal. Fue una predicción sensacional, dado lo relativamente desconocida que era la Iglesia y su primer profeta en esos años. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ha sido reconocida extensamente hoy día como el movimiento religioso de mayor crecimiento en el mundo. Separada de las denominaciones cristianas, reclama el derecho de ser la restauración de la antigua Iglesia Cristiana. El número de sus miembros en la actualidad es de un poco más de 11 millones, y con más de 60.000 misioneros regulares trabajando a través del mundo para atraer a más conversos, se predice que esas cantidades en aumento continuarán positivas durante el siglo 21. Los Santos de los Últimos Días reverencian a José Smith como un profeta en el sentido tradicional bíblico, como Moisés e Isaías. Los miembros de la Iglesia creen que sus enseñanzas e instrucciones doctrinales con respecto a la organización de la Iglesia son el resultado de la revelación divina y no de su propio aprendizaje. Que José Smith se convirtiera en la figura central después de Jesucristo de la fe de tantos millones de creyentes es un milagro en sí mismo. "Poco de su experiencia personal apuntaba hacia su vida de capital importancia", dice el historiador Dean C. Jesse. "Sus antepasados eran agricultores comunes de New England.


Sus padres eran granjeros arrendatarios. Destroncando terrenos y extrayendo su subsistencia de la tierra dejaba muy poco tiempo para la escuela". El mismo Smith registró en 1832 que el trabajo "exigía los esfuerzos de todos los que estuvieran en condiciones de prestar ayuda para el sustento de la familia. Nos vimos privados de los beneficios de la educación académica; baste decir que apenas se me enseñó a leer, a escribir, así como algunos conocimientos básicos de aritmética, y en eso constituyó toda la instrucción que recibí". De acuerdo con Jesse, "su conocimiento de la Biblia y el estilo bíblico de su escritura sugieren que la mayor parte de su educación vino de esa fuente". Cuando tenía 14 años leyó un versículo de la Biblia que lo afectó poderosamente. En esa época, la región en la que vivía con su familia estaba en un período de intensa controversia religiosa y el joven José Smith estaba confuso por todos los sermones. Cuando leyó en la Biblia que Dios da sabiduría a todos los que pidan sinceramente, decidió orar para saber a qué iglesia debía unirse. José mismo escribió más tarde: "vi una columna de luz, más brillante que el sol, directamente arriba de mi cabeza, que descendió gradualmente hasta descansar sobre mí. Dentro de la luz vio a dos personajes "cuyo fulgor y gloria no admiten descripción" y quienes "se parecían exactamente el uno al otro en rasgos y semejanza". Uno de ellos llamándolo por su nombre, señalando al otro, dijo: "Éste es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!" De acuerdo con el doctor Milton V. Backman Jr., ex profesor de la Universidad Brigham Young, cuando Dios el Padre y Jesucristo se aparecieron a José Smith como respuesta a su oración, Cristo le dijo que no debería unirse a ninguna de las iglesias y que recibiría instrucciones adicionales sobre la forma de restablecer la Iglesia de Jesucristo. Los miembros de la Iglesia se refieren a esta experiencia como "La Primera Visión". Cambió la vida de José Smith para siempre y ha llegado a ser el principio central de la creencia de los Santos de los Últimos Días. "Le habló sobre la visión a un ministro religioso", dice el historiador Dean Jesse, "y fue rechazado". Aun cuando su familia y unos pocos amigos lo apoyaron, otros se irritaron por afirmar revelación directa, empezando las primeras presiones de la persecución y el ridículo que lo rondarían durante el resto de su vida. Los miembros de la Iglesia creen que durante los siguientes años José recibió revelaciones y visitaciones angelicales similares obteniendo instrucción, capacitación y la autoridad del sacerdocio. Un visitante angelical lo condujo hasta una colección de antiguos escritos en planchas escondidas en la tierra, sobre las cuales estaba grabado un libro de escrituras llamado El Libro de Mormón: Otro testamento de Jesucristo. En 1830 se organizó oficialmente La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días con seis miembros. José Smith fue el primer élder de la nueva iglesia y más tarde fue designado como su primer presidente. "El liderazgo de la iglesia puso la vida de José Smith en una nueva ruta", dice el historiador Richard L. Bushman. "Hasta el momento había sido un joven con un don divino y una misión. Ahora, sin ninguna experiencia organizativa era responsable de organizar una iglesia y de guiar a un pueblo". Y así lo hizo, dijo Bushman, al seguir confiando en la revelación. "Típicamente", dijo, "cuando había que resolver problemas, ya fueran administrativos o doctrinales, José Smith buscaba la guía divina y en virtud a ella, guiaba a la Iglesia". Durante 14 años José Smith presidió La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y logró lo siguiente: Edificó ciudades en Ohio, Misuri e Illinois. Tradujo escrituras antiguas y recibió revelaciones que ahora se incluyen en tres volúmenes de Escrituras. Organizó un programa misional internacional. Supervisó la construcción de dos templos. Sirvió como alcalde en Nauvoo que, en esa época, era una de las ciudades más grandes en


Illinois. Comandó a la milicia de Nauvoo como general de la Legión Nauvoo. Fue candidato a la presidencia de los Estados Unidos. A medida que la Iglesia creció, también lo hizo la persecución. La oposición se levantó dentro de la Iglesia y fuera de ella. José Smith, su familia y sus seguidores estuvieron sometidos a acoso y a ataques de toda clase. A José lo golpearon, lo llenaron de brea y plumas y lo pusieron en prisión y miembros de la Iglesia fueron asesinados por el populacho. José Smith le dijo a los Santos de los Últimos Días en 1842 que "la envidia y la cólera de los hombres" habían sido sus compañeros comunes" y que era sobre "terreno pantanoso donde debía caminar". El 27 de junio de 1844, mientras estaban prisioneros en una pequeña cárcel en Illinois, José Smith y su hermano Hyrum fueron asesinados cuando un populacho irrumpió en la cárcel. John Taylor, que estaba en la cárcel cuando atacó el populacho y quien más tarde llegó a ser el tercer presidente de la Iglesia, escribió que "José Smith, el Profeta y Vidente del Señor, ha hecho más por la salvación del hombre en este mundo, que cualquier otro que ha vivido en él, exceptuando sólo a Jesús...Vivió grande y murió grande a los ojos de Dios y de su pueblo; y como la mayoría de los ungidos del Señor en tiempos antiguos, ha sellado su misión y obras con su propia sangre". Factores clave José Smith nació el 23 de diciembre de 1805, en Sharon, Vermont, en una familia pobre de agricultores. Como respuesta a su oración, Dios y Jesucristo se le aparecieron en la primavera de 1820 para empezar la obra de la restauración de la Iglesia de Cristo en la Tierra. José Smith recibió capacitación, instrucción y dirección de varios mensajeros celestiales durante el proceso de la restauración de la Iglesia. La traducción del Libro de Mormón se terminó en 1829 y el libro se publicó en 1830. Presidió el día de la organización de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, el 6 de abril de 1830, como el primer élder de la Iglesia. José Smith confió en la revelación durante su vida para establecer la Iglesia y para hacerla progresar. Junto a su hermano Hyrum, fue asesinado por un populacho el 27 de junio de 1844.

Ensayo sobre la pornografia Los tribunales de Estados Unidos han presidido cientos de casos cuya característica principal era intentar definir la pornografía. Hombres y mujeres de letras han discutido mucho en torno a ello sin obtener, la mayoría de las veces, un resultado permanente. Sin embargo, una definición de sentido común sería que la pornografía es "la literatura de la desviación sexual". En otras palabras, es la literatura que personas enfermas mentalmente y sexualmente desajustadas gozan leyendo. Los psiquiatras han identificado alrededor de sesenta diferentes tipos específicos de desviaciones sexuales o "parafilias", entre las que se incluyen el sadomasoquismo, el homosexualismo, el fetichismo, el travestismo, la pederastia, las relaciones sexuales en grupo, la necrofilia (obsesión sexual con cadáveres) y la bestialidad. Cada una de estas perversiones tiene sus propias revistas, vídeos, clubes, boletines y películas. Se puede definir este vasto material como pornográfico de distintas maneras, por cuanto exhibe prácticas extremas que son inusualmente violentas y/o eróticas. La pornografía constituye, en Estados Unidos, una industria cuyos ingresos alcanzan los $20 millones anuales y que publica más de 200.000 números de las 800 revistas más populares de pornografía "leve" y fuerte que se venden cada año. Ninguna otra sociedad o época se puede "vanagloriar" de tantos asesinos sexuales en serie, robos, violaciones, divorcios o sobredosis de drogas que Estados Unidos. Tanto este país como esta época están saturados de inmundicia. No hay protección alguna para el inocente y el indefenso. Se desprecia y se ridiculiza hasta la santidad de la vida humana. El arma más poderosa del movimiento antivida contra los valores morales es la propaganda sexual por medio de la pornografía "leve" y la pornografía fuerte. Si una sociedad está saturada de la exhibición de actos depravados, estos actos ya no serán vistos como inmorales o fuera de lo normal. La pornografía involucra libros, revistas, vídeos y accesorios, y se ha trasladado desde la periferia de la sociedad hacia su centro, mediante el alquiler de vídeos, venta de revistas de "pornografía suave" y la difusión de películas sexualmente explícitas en la televisión por cable. Para algunos, la pornografía no significa más que


mujeres con poca ropa en poses seductoras. Pero la pornografía se ha convertido en mucho más que fotografías de mujeres desnudas. Tipos de pornografía El primer tipo de pornografía son las revistas para adultos. Estas están dirigidas principalmente, pero no exclusivamente, a un público masculino adulto. Las revistas de mayor difusión (por ejemplo, Playboy, Penthouse) no violan la norma Miller de obscenidad y, por lo tanto, pueden ser distribuidas legalmente. Pero otras revistas que sí violan estas normas están fácilmente disponibles en muchas librerías para adultos. El segundo tipo de pornografía son los cassettes de vídeos. Estos se alquilan o venden en librerías para adultos y se han convertido en una industria en crecimiento para la pornografía. Hay personas que jamás entrarían a una librería o un teatro para adultos para ver una película pornográfica pero consiguen estos vídeos a través de librerías o por correo para verlos en la intimidad de sus hogares. En general, estos vídeos exhiben un alto grado de pornografía dura y actos ilegales. El tercer tipo de pornografía son las películas. Las normas de calificación se han ido flexibilizando, y hay muchas películas pornográficas que se exhiben y distribuyen con una calificación de R y NC-17. Muchas de estas películas con una calificación de "R duro" hubieran sido consideradas obscenas sólo una década atrás. Un cuarto tipo de pornografía es la televisión. Como ocurre en las películas, las normas para la televisión comercial han ido bajando continuamente. Pero la televisión por cable presenta una amenaza aún mayor. Como los vídeos, la televisión por cable brinda a la persona promedio un fácil acceso al material pornográfico. Hay personas que jamás irían a una librería para adultos que ahora pueden ver el mismo material sexualmente explícito en la intimidad de sus hogares, lo cual convierte a la televisión por cable en el "el mejor envoltorio de papel común." Un quinto tipo de pornografía es la "ciberpornografía." Imágenes y películas de pornografía dura, chats en línea, y aun actos sexuales en vivo pueden ser bajados y vistos por prácticamente cualquier persona a través de Internet. Se pueden encontrar imágenes sexualmente explícitas en páginas Web y en grupos de noticias que son demasiado fáciles de ver para personas de cualquier edad. Lo que sólo estaba disponible para una pequeña cantidad de personas dispuestas a ir al sector malo de la ciudad, ahora puede ser visto en cualquier momento en la intimidad del propio hogar. Un tipo final de pornografía es la "audiopornografía." Esto incluye las "pornollamadas," que son el segundo mercado de mayor crecimiento de la pornografía. Si bien la mayoría de los mensajes están dentro de la definición de obscenidad de Miller, estos negocios siguen floreciendo y a menudo son usados en gran parte por niños. Definir los efectos sociales de la pornografía ha sido difícil, debido a algunas de las teorías imperantes acerca de su impacto. Un punto de vista dice que en realidad cumple una función positiva al actuar como una "válvula de escape" para los potenciales agresores sexuales. El proponente más famoso de este punto de vista era Berl Kutchinsky, un criminólogo de la Universidad de Copenhague. Su famoso estudio sobre la pornografía encontró que cuando el gobierno danés levantó las restricciones sobre la pornografía, la cantidad de crímenes sexuales disminuyó. [18] Su teoría era que la disponibilidad de pornografía descomprime impulsos sexuales peligrosos. Pero cuando los datos de su teoría de la "válvula de escape" fueron evaluados más extensamente, comenzaron a ponerse en evidencia muchas de las fallas de su investigación. Por ejemplo, Kutchinsky no distinguió entre diferentes tipos de crímenes sexuales (por ejemplo, violación, exhibicionismo, etc.) y, en cambio, los metió todos en la misma bolsa. Esto en la realidad enmascaró un aumento en las estadísticas de violaciones. Tampoco tomó en consideración que la mayor tolerancia hacia ciertos crímenes (por ejemplo, la desnudez pública, el sexo con menores) puede haber contribuido a una disminución de crímenes denunciados. Probar la relación de causa y efecto en la pornografía es prácticamente imposible porque éticamente los investigadores no pueden hacer cierto tipo de investigaciones. El investigador Dolf Zillman dice: "Los hombres no pueden ser colocados en riesgo de desarrollar inclinaciones violentas mediante una gran exposición a la pornografía violenta o no violenta, y las mujeres no pueden colocarse en riesgo de convertirse en víctimas de dichas inclinaciones." [19] Deborah Baker, una asistente legal y directora ejecutiva de un grupo contra la obscenidad, concuerda que probar contundentemente una conexión entre la pornografía y el crimen sería muy difícil: El argumento de que no hay estudios reconocidos que muestren una conexión entre la pornografía y el crimen violento es simplemente una cortina de humo. Quienes promueven esta postura saben bien que nunca se hará esta investigación. Exigiría hacer un muestreo de mucho más de mil varones que estén expuestos a la pornografía a lo largo de la pubertad y la adolescencia, mientras que el otro grupo es aislado totalmente de su influencia en todas sus formas y diversos grados. Luego, cada grupo tendría que ser monitoreado durante la realización de los crímenes violentos, si los realizan. Sin embargo, y a pesar de la falta de una investigación formal, las propias estadísticas del FBI muestran que la pornografía se encuentra en el 80 por ciento de los escenarios de crímenes sexuales violentos, o en los hogares de los perpetradores. [20] No obstante, hay varias estadísticas convincentes que sugieren que la pornografía sí tiene consecuencias sociales profundas. Por ejemplo, de los 1400 casos de acoso sexual infantil en Louisville, Kentucky, entre julio de 1980 y febrero de 1984, la pornografía adulta estaba relacionada con cada incidente y la pornografía infantil


con la mayoría de ellos. [21] Las extensas entrevistas con los infractores sexuales (violadores, infractores en casos de incesto, agresores sexuales infantiles) han evidenciado un importante porcentaje de infractores que usan la pornografía para excitarse antes o durante sus ataques. [22] Los oficiales de policía han visto el impacto que ha tenido la pornografía en los asesinatos en serie. De hecho, el consumo de pornografía es una de las características de perfil más comunes de los asesinos en serie y los violadores. [23] El profesor Cass Sunstein, escribiendo en Duke Law Journal, dice que algunos actos sexuales violentos contra mujeres "no habrían ocurrido si no hubiera habido una circulación tan masiva de pornografía." Luego de citar datos transculturales, concluye: La liberalización de las leyes sobre la pornografía en Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia y los países escandinavos ha sido acompañada por un aumento en el nivel de violaciones denunciadas. En los países donde las leyes sobre la pornografía no han sido liberalizadas, ha habido un crecimiento menos marcado en las violaciones denunciadas. Y en los países donde se han adoptado restricciones, las violaciones denunciadas han disminuido. [24] En su introducción a una reedición del Informe Final de la Comisión sobre la Pornografía del Fiscal del Estado, el columnista Michael McManus señaló que: El FBI entrevistó a dos docenas de asesinos sexuales en la cárcel que habían cometido múltiples asesinatos. Un ochenta y un por ciento dijo que su mayor interés sexual estaba en la lectura de pornografía. Representaban fantasías sexuales en personas reales. Por ejemplo, Arthur Gary Bishop, condenado por abusar sexualmente y matar a cinco niños pequeños, dijo: "Si en mis primeras etapas no hubiera tenido a mi disposición material pornográfico, es muy probable que mis actividades sexuales no hubiera escalado al nivel que alcanzaron." Dijo que el impacto de la pornografía en él fue "devastador . . . Soy un homosexual pedófilo condenado por asesinato, y la pornografía fue un factor determinante en mi ruina." [25] El Dr. James Dobson entrevistó a Ted Bundy, uno de los asesinos en serie más notorios de esta nación. El día antes de su ejecución, Ted Bundy dijo que "las formas más dañinas de pornografía son aquellas que involucran la violencia y la violencia sexual. Porque la combinación de estas dos fuerzas, algo que conozco demasiado bien, genera un comportamiento que es simplemente demasiado terrible para describir." [26] La censura y la libertad de expresión Los intentos por regular y proscribir la pornografía dentro de la comunidad frecuentemente son criticados como censura y una violación de la Primera Enmienda. Pero la Corte Suprema afirmó claramente, en el caso Roth contra Estados Unidos (1957) que la obscenidad no estaba protegida por la Primera Enmienda. Las leyes federales, estatales y locales son aplicables a la venta, exhibición, distribución y difusión de la pornografía. Por lo tanto, el material pornográfico puede ser prohibido si cumple con la definición legal de obscenidad. La Corte Suprema ha dictaminado, en el caso Miller contra el estado de California (1973), que una definición legal de obscenidad debe cumplir con la prueba triple que hemos discutido previamente. Si apela al interés lascivo, es abiertamente ofensivo y carece de valor serio (artístico, etc.), entonces el material es considerado obsceno y es ilegal. Además, la Corte Suprema dictaminó, en el caso Paris Adult Theater contra Slaton (1973), que al material definido legalmente como obsceno no le corresponde la misma protección como la libre expresión en la Primera Enmienda. La corte dictaminó que aun cuando las películas obscenas se exhiban ante "adultos anuentes," esto nos les da inmunidad de la ley. En el caso del estado de Nueva York contra Ferber (1982), la Corte Suprema dictaminó que la pornografía infantil no estaba protegida por la Primera Enmienda, aun cuando no fuera definida legalmente como obscena según su prueba triple. Dado que los niños no pueden consentir legalmente a la relaciones sexuales, la pornografía infantil constituye abuso sexual. El Congreso también aprobó el Acta de Protección Infantil en 1984 que brindaba restricciones más severas contra la pornografía infantil. La televisión por cable no está regulada actualmente, ya que técnicamente no está haciendo "difusión" (broadcasting) según lo define el Federal Communications Act. Por lo tanto, la televisión por cable puede pasar películas pornográfica en forma prácticamente impune. Es necesario enmendar el Acta del FCC para que el FCC pueda regular la televisión por cable.

La Carta a Wentworth Nací en el año de 1805, el día 23 de diciembre, en el pueblo de Sharon, condado de Windsor, estado de Vermont. Tendría yo unos diez años de edad cuando mis padres se trasladaron a Palmyra, estado de Nueva York, donde vivimos unos cuatro años, y de allí nos mudamos al pueblo de Manchester. Siendo mi padre granjero, me enseñó el arte del cuidado de los animales. Tendría yo unos 14 años de edad cuando comencé a meditar sobre la importancia de estar preparado para una vida futura y, al investigar acerca del plan de salvación, encontré que existía una verdadera confusión y malos sentimientos entre las varias sectas religiosas; cada una de ellas contendía por sus propias creencias particulares, como el súmmum de la perfección. Considerando que no todos podían tener la razón, y que Dios no podía ser el autor de tanta confusión, decidí investigar más plenamente el tema, comprendiendo que si Dios tenía una


Iglesia, ésta no estaría dividida en distintas facciones, y que si Él enseñaba a una sociedad a adorarle de una manera y a ejercer Sus ordenanzas de una forma específica, no enseñaría a otra sociedad principios totalmente opuestos. Creyendo fielmente en la palabra de Dios, yo tenía gran confianza en la declaración de Santiago, que dice: 'Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada'. ” (Santiago 1:5.) Por consiguiente, me retiré a un lugar secreto en una arboleda. Allí me arrodillé y empecé a orar a Dios; mientras me encontraba absorto en ferviente súplica, mi mente se apartó de aquellos objetos que me rodeaban y experimenté entonces una visión celestial, en la cual vi a dos personajes gloriosos muy parecidos el uno al otro y quienes estaban rodeados de una luz tan brillante que eclipsaba el sol del mediodía. Ellos me dijeron entonces que todas las denominaciones religiosas enseñaban doctrinas incorrectas y que Dios no aceptaba a ninguna de ellas como Su Iglesia y reino; y se me mandó expresamente no unirme a ninguna de ellas, recibiendo al mismo tiempo la promesa de que en el futuro se me daría a conocer la plenitud del Evangelio. "En el atardecer del día 21 de septiembre de 1823, mientras me encontraba orando a Dios e intentando ejercer fe en las preciosas promesas de las Escrituras, de repente vi aparecer en mi cuarto una luz como si fuera de día, sólo que mucho más brillante y pura, y de una apariencia gloriosa, de tal forma que en un primer momento pensé que la casa estaba siendo consumida por el fuego; tal aparición me causó un gran sobresalto; repentinamente se apareció delante de mí un personaje el cual estaba rodeado por una gloria aún mayor que la que ya me rodeaba. Este mensajero me dijo que era un ángel de Dios, enviado para traer las nuevas de gran gozo de que pronto se cumpliría el convenio que Dios había hecho con Israel antiguo, y que el comienzo de la obra preparatoria para la segunda venida del Mesías estaba a las puertas; que éste era el momento para que se predicara el Evangelio en toda su plenitud y poder a toda nación, para que todo habitante pudiese estar preparado para el reinado milenario. Se me informó que yo había sido escogido para ser un instrumente en las manos de Dios con el fin de realizar en esta dispensación algunos de Sus propósitos gloriosos. "Asimismo, recibí información concerniente a los habitantes aborígenes de este país, mostrándoseme quiénes eran y de dónde provenían; recibí una breve historia de su origen, progreso, civilización, leyes, gobiernos, virtudes e iniquidades y de cómo las bendiciones de Dios fueron finalmente quitadas de ellos como pueblo; también se me informó acerca del lugar donde se encontraban depositadas unas planchas, las cuales eran un compendio de los registros de los antiguos profetas que habitaron en este continente. Tres veces esa misma noche se apareció ante mí el ángel repitiéndome exactamente las mismas cosas. El 22 de septiembre de 1827, y luego de haber recibido muchas visitas de los ángeles de Dios, los cuales me manifestaron la majestad y gloria de los eventos que habrían de suceder en los últimos días, un ángel del Señor colocó en mis manos los anales sagrados. Esos anales estaban grabados en planchas que tenían la apariencia de oro; cada plancha medía 20 cm de largo por 15 de ancho, y de un espesor poco menos que el de la hojalata común. Cada una de ellas estaba llena de grabados con caracteres egipcios y ligadas en un volumen, como las páginas de un libro, por medio de tres grandes anillos. El volumen tenía aproximadamente 15 cm de espesor, parte del cual se encontraba sellado. Los caracteres de la parte no sellada eran pequeños y hermosamente grabados. Todo el libro exhibía muestras de antigüedad en su confección y mucha habilidad en el arte de grabados. Juntamente con esos anales, se encontraba un curioso instrumento, que constaba de dos piedras transparentes engastadas en aros de plata, las cuales estaban aseguradas a un pectoral, y que los antiguos conocían como el Urim y Tumim. Por el don y el poder de Dios, y por medio del Urim y Tumim, yo traduje esos anales. En este interesante e importante libro, está expuesta la historia de la antigua América, desde sus primeros pobladores provenientes de la Torre de Babel, donde fueron confundidas las lenguas, hasta el comienzo del siglo V de la era cristiana. En esos anales se nos informa que la América antigua estaba poblada por dos razas distintas. La primera fue llamada jaredita y vino directamente de la Torre de Babel. El segundo grupo vino directamente de la ciudad de Jerusalén, unos 600 años antes del nacimiento de Cristo. Éstos eran principalmente israelitas, de los descendientes de José. Los jareditas fueron destruidos aproximadamente al mismo tiempo que los israelitas llegaron de Jerusalén, quienes pasaron a heredar este continente. La nación principal de esta segunda raza fue abatida en una gran batalla, aproximadamente hacia el fin del siglo IV.Los sobrevivientes son los indígenas que ahora habitan en este


continente.En este libro también se relata que nuestro Salvador se apareció en este continente luego de Su resurrección; que Él implantó aquí el Evangelio en toda su plenitud, valor, poderes y bendiciones; y que del mismo modo que en el medio oriente, ellos tuvieron apóstoles, profetas, maestros y evangelistas, y gozaron también del mismo sacerdocio, las mismas ordenanzas, dones, poderes y bendiciones; que estos habitantes fueron quitados de la presencia de Dios como consecuencia de sus transgresiones, y que el último de sus profetas recibió el mandamiento de escribir un compendio de sus profecías, historia, etc., y esconderlo en la tierra para que, en los últimos días, saliera a la luz y se uniera a la Biblia a fin de lograr los propósitos de Dios. En el Libro de Mormón, el cual se puede obtener en Nauvoo o por medio de cualquiera de nuestros élderes viajantes, se encuentra un relato más detallado. No bien se hizo público este descubrimiento, comenzaron a circular falsos rumores, calumnias, tergiversaciones, como en alas del viento, en toda dirección; la casa fue frecuentemente asaltada por turbas y personas de designios malignos. Apenas pude escapar con vida cuando me pegaron varios tiros. También se recurrió a cuanta estratagema se pudo inventar para quitarme las planchas; pero mediante el poder y la bendición de Dios quedaron seguras en mis manos, y muchos comenzaron a creer en mi testimonio. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días fue organizada en el pueblo de Fayette, condado de Séneca, estado de Nueva York, el 6 de abril de 1830. Unos cuantos miembros fueron llamados y ordenados por el Espíritu de revelación y profecía, y empezaron a predicar según el Espíritu les daba que hablasen; y a pesar de que eran débiles, se fueron fortaleciendo por medio del poder de Dios, y muchos fueron traídos al arrepentimiento, siendo sumergidos en el agua, y recibiendo, por la imposición de manos, el poder del Espíritu Santo. Mediante este poder, ellos tuvieron visiones y profetizaron, echaron fuera demonios y sanaron a los enfermos. Desde ese momento en adelante, la obra comenzó a extenderse con extraordinaria rapidez y se formaron varias iglesias en los estados de Nueva York, Pensilvania, Ohio, Indiana, Illinois y Misuri; en el condado de Jackson, de este último estado, se fundó un pueblo de considerable tamaño; un gran número de personas se unió a la Iglesia y comenzamos a crecer rápidamente; compramos grandes parcelas de tierra, nuestras granjas producían abundantemente y en nuestro círculo doméstico todos disfrutábamos de paz y felicidad; pero como no podíamos vincularnos con nuestros vecinos (quienes eran en su mayor parte personas viles, que habían tenido que escapar de la civilización hacia la frontera, huyendo de la ley) en sus parrandas de medianoche, en su profanación del día de reposo, carreras de caballos y juegos de azar, ellos comenzaron en primer lugar a burlarse de nosotros, luego a perseguirnos y finalmente se reunió un populacho organizado, los integrantes del cual quemaron nuestras casas, azotaron y cubrieron de alquitrán y plumas a muchos de nuestros hermanos, a los que finalmente, en forma contraria a toda naturaleza humana, justicia y ley, expulsaron de su lugar de habitación; éstos, sin casas ni hogar, tuvieron que vagar por las desoladas praderas hasta que sus hijos dejaron una huella de sangre en el camino. Esto ocurrió en el mes de noviembre, en una inclemente temporada del año y ellos no tuvieron otro techo sobre sus cabezas más que el cielo. El gobierno pasó por alto todo eso, y a pesar de que teníamos derechos sobre nuestra tierra y de que no habíamos violado ninguna ley, no recibimos justicia alguna. Entre aquellos que inhumanamente fueron echados de sus hogares, había muchos enfermos, quienes tuvieron que padecer esos maltratos y buscar refugio donde pudieran encontrarloEl resultado, para muchas de esas personas que fueron privadas de las comodidades más esenciales de la vida, fue la muerte; muchos niños quedaron huérfanos, y mujeres y hombres, viudos; el populacho tomó posesión de nuestras granjas y miles de animales vacunos y lanares, y otros fueron robados, así como la mayoría de nuestras posesiones y las mercancías de las tiendas. Rompieron los tipos de nuestra imprenta y destruyeron lo que no pudieron llevarse consigo. Muchos de nuestros hermanos se trasladaron al condado de Clay, donde se quedaron hasta el año 1836, unos tres años; allí no sufrieron violencia, aun cuando fueron constantemente amenazados. Pero en el verano de 1836, esas amenazas comenzaron a adquirir proporciones más siniestras y, como consecuencia, comenzaron a hacerse reuniones públicas donde se aprobaron mociones que llevarían a la venganza y la destrucción; una atmósfera de miedo otra vez empezó a imperar entre nuestra gente. Lo sucedido en el condado de Jackson era suficiente precedente, y como las autoridades de ese lugar no interfirieron con el populacho, sus integrantes se jactaron de que aquí ocurriría lo mismo, lo cual confirmamos al tratar de conseguir la protección de la justicia. Después de mucha privación y pérdida de


propiedades, fuimos nuevamente expulsados de nuestros hogares. Más tarde, nos establecimos en los condados de Caldwell y Daviess, pensando que si poblábamos lugares prácticamente deshabitados, nos veríamos libres del poder de la opresión. Pero allí tampoco se nos permitió vivir en paz, puesto que en el año 1838 fuimos nuevamente atacados por los populachos, y el gobernador Boggs emitió una orden de exterminación. Bajo el asilo de la ley, una banda organizada de maleantes recorrió el condado, robando nuestros ganados vacunos, lanares y otros animales; muchos de nuestros hermanos fueron asesinados a sangre fría, la castidad de nuestras mujeres violada y a punta de espada se nos obligó a entregar nuestras propiedades. Luego de haber sufrido toda clase de indignidades en manos de esa inhumana banda de merodeadores, de doce a quince mil almas, mujeres, hombres y niños fueron expulsados del calor de sus hogares y de tierras sobre las cuales tenían todos los derechos (y en lo más crudo del invierno), a vagar como exiliados por la tierra o buscar asilo en un lugar más favorable y entre gente menos bárbara. Muchos enfermaron y murieron como consecuencia del frío y las penurias que tuvieron que soportar; muchas mujeres quedaron viudas, y niños huérfanos y desamparados. Me llevaría mucho tiempo más del que se me permite aquí para describir las injusticias, los horrores, los asesinatos, el derramamiento de sangre, los robos, la miseria y el sufrimiento que fueron causados por el proceder inhumano e injusto de la ley del estado de Misuri. En la situación antes aludida, llegamos al estado de Illinois en el año 1839, donde encontramos gente hospitalaria y hogares amigables: personas que estaban dispuestas a ser gobernadas por los principios humanitarios de la ley. Aquí hemos comenzado a construir una ciudad llamada Nauvoo, en el condado de Hancock. Nuestra población es ahora de 6.000 a 8.000 personas, además de un vasto número que habita en el condado vecino, y en casi cada condado de este estado. Se nos ha concedido un permiso legal para construir una ciudad y también para formar una legión, cuyas tropas tienen ahora mil quinientos soldados. También tenemos un permiso legal para fundar una universidad y crear una sociedad manufacturera y agrícola. Tenemos nuestras propias leyes y administradores, y poseemos todos los privilegios de los cuales disfrutan todos los ciudadanos libres y progresistas. La persecución no ha detenido el progreso de la verdad, sino que sólo ha añadido combustible a la llama, puesto que la verdad avanza con una rapidez cada vez mayor. En medio del reproche y de la calumnia, orgullosos de la causa a la cual nos hemos aferrado, y conscientes de nuestra inocencia y de la verdad de nuestro sistema, los élderes de la Iglesia han marchado adelante y sembrado el Evangelio en casi cada uno de los estados de la Unión; ha penetrado en nuestras ciudades, ha sido predicado en pequeños pueblos y villas, y ha hecho que miles de nuestros nobles, inteligentes y patrióticos ciudadanos obedezcan sus mandatos divinos y sean gobernados por verdades sagradas. Se ha difundido también en Inglaterra, Irlanda, Escocia y Gales, adonde se han enviado unos pocos de nuestros misioneros y donde en el año 1840, más de 5.000 personas se unieron al Estandarte de la Verdad; en todo lugar hay ahora grandes números de personas uniéndose a la Iglesia. Nuestros misioneros se dirigen a varias naciones, y en Alemania, Palestina, Nueva Holanda, Australia, las Indias Orientales y otros lugares, el Estandarte de la Verdad se ha levantado. Ninguna mano impía puede detener el progreso de la obra: las persecuciones se encarnizarán, el populacho podrá conspirar, los ejércitos podrán juntarse, y la calumnia podrá difamar, mas la verdad de Dios seguirá adelante valerosa, noble e independientemente, hasta que haya penetrado en todo continente, visitado toda región, abarcado todo país y resonado en todo oído, hasta que se cumplan los propósitos de Dios, y el gran Jehová diga que la obra está concluida.

1. Nosotros creemos en Dios el Eterno Padre, y en su Hijo Jesucristo, y en el Espíritu Santo. 2. Creemos que los hombres serán castigados por sus propios pecados, y no por la transgresión de Adán. 3. Creemos que por la Expiación de Cristo, todo el género humano puede salvarse, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio. 4. Creemos que los primeros principios y ordenanzas del Evangelio son: primero, Fe en el Señor Jesucristo; segundo, Arrepentimiento; tercero, Bautismo por inmersión para la remisión de los pecados; cuarto, Imposición de manos para comunicar el don del Espíritu Santo. 5. Creemos que el hombre debe ser llamado por Dios, por profecía y la imposición de manos, por aquellos que tienen la autoridad, a fin de que pueda predicar el evangelio y administrar sus ordenanzas.


6. Creemos en la misma organización que existió en la Iglesia Primitiva, esto es, apóstoles, profetas, pastores, maestros, evangelistas, etc. 7. Creemos en el don de lenguas, profecía, revelación, visiones, sanidades, interpretación de lenguas, etc. 8. Creemos que la Biblia es la palabra de Dios hasta donde esté traducida correctamente; también creemos que el Libro de Mormón es la palabra de Dios. 9. Creemos todo lo que Dios ha revelado, todo lo que actualmente revela, y creemos que aún revelará muchos grandes e importantes asuntos pertenecientes al reino de Dios. 10. Creemos en la congregación literal del pueblo de Israel y en la restauración de las Diez Tribus; que Sión será edificada sobre el continente americano; que Cristo reinará personalmente sobre la tierra, y que la tierra será renovada y recibirá su gloria paradisíaca. 11. Reclamamos el derecho de adorar a Dios Todopoderoso conforme a los dictados de nuestra propia conciencia, y concedemos a todos los hombres el mismo privilegio: que adoren cómo, dónde o lo que deseen. 12. Creemos en estar sujetos a los reyes, presidentes, gobernantes y magistrados; en obedecer, honrar y sostener la ley. 13. Creemos en ser honrados, verídicos, castos, benevolentes, virtuosos y en hacer el bien a todos los hombres; en verdad, podemos decir que seguimos la admonición de Pablo: Todo lo creemos, todo lo esperamos; hemos sufrido muchas cosas, y esperamos poder sufrir todas las cosas. Si hay algo virtuoso, o bello, o de buena reputación, o digno de alabanza, a esto aspiramos. Muy atentamente, José Smith 14.

¿Fue Pedro el Primer Papa?

15. Al frente de la Iglesia Católica Romana está el Papa de Roma. Este hombre de acuerdo con la doctrina católica, es la cabeza de la Iglesia y sucesor del apóstol Pedro. De acuerdo a esta creencia, Cristo eligió a Pedro como el primer Papa, quien entonces fue a Roma y sirvió en este puesto durante veinticinco años. Comenzando con Pedro, la Iglesia Católica reclama una sucesión de papas hasta el día de hoy y sobre esta creencia esta construida la fundación de la Iglesia Católica en su totalidad. ¿Pero enseñan las escrituras el que Cristo haya ordenado a un hombre por encima de todos en la Iglesia? ¿reconocieron los primeros cristianos a Pedro como tal? La respuesta a estas preguntas es ¡no! Las Escrituras enseñan claramente que había una igualdad dentro de los miembros de la Iglesia de Cristo y que El es la Cabeza de la Iglesia (Efesios 5:23, ¡no el papa!. Jacono y Juan, junto con su madre, fueron al Señor una vez pidiendo que uno de ellos se sentara a la derecha y otro a la izquierda en su reino (en los reinos orientales, los dos ministros principales del estado, segundos en autoridad tras el monarca, eran sentados uno a la derecha y otro a la izquierda). Bien, si la declaración católica fuera verdadera, Jesús les hubiera contestado que ya estaba otorgado el lado derecho a Pedro, y ¡que no pensaba crear sitio para nadie en su izquierda! Pero, sin embargo, he aquí la respuesta que Jesús les dijo: "Sabeis que los principes de los gentiles enseñorean sobre ellos y los que son grandes ejercen potestad sobre ellos" (Mateo 20:20-26 y Marcos 10:35-43). En otras palabras, Jesús les dijo a sus dicípulos que no debían actuar como reyes, ¡ellos no eran para ponerse coronas, sentarse en tronos, ni asemejarse a los reyes gentiles! Pero todas estas cosas han hecho los papas a través de los siglos. En esta declaracion, nuestro Señor dice claramente que ninguno de ellos debía hacerse grande sobre los demás. Por el contrario, les enseño la igualdad, negando claramente los principios que involucra el tener a un Papa reinante sobre la Iglesia, como el "obispo de obispos". El hecho de que debía haber igualdad entre los apóstoles, se ve también en Mateo 23:4-10. En este pasaje Jesús amonestó a los dicipulos contra el uso de títulos como el de "padre" (la palabra papa significa Padre), rabino o maestro. "...porque uno es vuestro Padre, el cual está en los cielos..." y "...porque uno es vuestro


Maestro, el Cristo..." y "...todos vosotros sois hermanos...". Ciertamente la idea de que uno de ellos debiera ser exaltado a la posición de Papa está en desacuerdo completamente con estos textos. Pero a los católicos romanos se les enseña que Pedro eran tan superior a los otros dicípulos, ¡que la Iglesia entera fue edificada sobre él! El versículo que usan para apoyar esta declaracion, es Mateo 16: 18 "Mas yo tambien te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificare mi Iglesia; las puertas del infierno no prevaleceran contra ella" Sin embargo si tomamos este versiculo en su contenido, podemos ver claramente que la Iglesia no fue construida sobre Pedro, sino sobre Cristo. En los versículos anteriores, Jesús preguntó a sus dicipulos sobre lo que decían los hombres que El era. Unos que Juan el Bautista, otros Elías, otros que Jeremías y algunos decían que era uno de los profetas. Entonces Jesús les preguntó: "...y vosotros, ¿quién decís que soy?" Pedro le contestó: "Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente". Entonces Cristo contesto: "Tu eres Pedro [petros, una piedra, una pequeña roca], y sobre esta piedra [petra, una masa rocosa, la gran roca de fundacion, o sea, la gran verdad que Pedro expreso] edificare mi Iglesia". La Roca sobre la cual la verdadera Iglesia había de ser edificada, era conectada con la expresión de Pedro "Tu eres el Cristo" y así la verdadera fundación sobre la cual la Iglesia fue construida, fue sobre el mismo Cristo, no sobre Pedro. Hay otros versiculos que indican muy claramente quien es la verdadera roca de fundacion; sabemos con entera seguridad que no fue Pedro, pues este mismo declaro que Cristo era la roca de fundamento (1 Pedro 2:4-8). Dijo también el apóstol de los lideres israelitas que Cristo era la piedra "reprobada por vosotros los edificadores" y que "no hay otro nombre en quien podamos ser salvos..." (Hechos 4:11-12). La Iglesia fue construida sobre Cristo. El es el verdadero fundamento y no hay otro. "Porque nadie puede poner otro fundamento que el que esta puesto, el cual es Jesucristo" (1 Corintios 3:11). Es obvio que los otros dicipulos no tomaron las palabras de nuestro Señor "sobre esta piedra edificare mi Iglesia..." como que estaba exaltando a Pedro para ser su papa, pues dos capitulos mas adelante le preguntaron a Jesús acerca de quien sería el mayor (Mateo 18. Si anteriormente Jesús hubiera declarado a Pedro como aquel sobre el cual se habria de edificar la Iglesia; si este verso probara, que Pedro habria de ser el Papa, ¡entonces los dicipulos hubieran sabido naturalmente quien era el mayor entre ellos y no lo hubieran preguntado! No fue simo hasta la época de Calixto, obispo de Roma del año 218 al 233, que Mateo 16:18 fue usado primeramente como un intento de probar que la Iglesia fue fundada sobre Pedro y que el obispo de Roma era su sucesor. Comparemos más de cerca a Pedro con los papas, ¡y veremos concretamente que Pedro no fue papa! 1- Pedro era casado. El hecho de que Pedro fuera un hombre casado no armoniza con la posicion católica romana de que el Papa debe ser soltero. Las Escrituras nos dicen que la suegra de Pedro fue sanada de una fiebre (Marcos 1:30 y Mateo 8:14). ¡Naturalmente que Pedro no podía tener suegra, si no tuviera esposa! Sin embargo algunos tratan de explicar esta discrepancia diciendo que Pedro cesó de vivir con su esposa. Si así fue, ¿entonces su esposa lo dejó? ¿Porqué? ¿Fue acaso incompatibilidad de caracteres? ¿O tal vez el la dejo? Si asi fue, entonces es un desertor. En cualquiera de ambos casos, ¡fue una pobre fundacion sobre la cual construir la Iglesia! Pero la Biblia indica claramente que Pedro ¡no dejo a su esposa! Veinticinco años despues de que Jesús regresase al cielo, el apóstol Pablo menciona que los diferentes apostoles tenian esposas incluido Cefas (1 Corintios 9. Cefas era el nombre en arameo de Pedro (Juan 1:42). Obviemente, Pedro no habia abandonado a su esposa. 2- Pedro no permitia que un hombre se le arrodillase a sus pies. Cuando Pedro entro a la casa de Cornelio, leemos que "Cornelio salio a recibirle y derribandose a sus pies, adoro. Mas Pedro le levanto diciendo: levantate, yo mismo tambien soy hombre" (Hechos 10:25-26). ¡Esto difiere mucho de lo que hubiera hecho y dicho un papa! Los hombres se humillan ante el Papa y el se complace de esto. 3- Los papas colocan la tradicion en igual sitio que la Palabra de Dios. Pero Pedro -al contrario- tenia poca fe en las "tradiciones de vuestros padres" (1 Pedro 1:18). El sermón de Pedro en el dia de Pentecostés estaba lleno de la Palabra de Dios, no de


tradiciones de hombres, y cuando las gentes preguntaron que debian hacer para agradar a Dios, Pedro les dijo: "Arrepentios y bauticese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdon de los pecados y recibireis el don del Espiritu Santo" (Hechos 2:38). 4- Pedro no fue papa ni portó corona alguna. Pedro mismo explicó que el pueblo de Dios no debía usar coronas en esta vida, pero "cuando apareciese el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria" (1 Pedro 5. Hasta entonces, no hemos de portar corona ninguna. Y dado que Cristo no ha regresado, ¡la corona que el Papa usa, no ha sido puesta sobre él por Cristo!. En resumen, Pedro nunca actuó como papa. Nunca vistió como papa, nunca habló como papa, nunca escribió como papa, y el pueblo jamás se dirigió a él como tal. ¿Por qué? ¡Porque Pedro no era papa! Probablemente en los primeros días de la Iglesia, Pedro tomó una posición preeminente entre los apóstoles. Esto no lo negamos. Fue Pedro quien predicó el primer sermón después de decender el Espíritu Santo en el día de Pentecostés y tres mil almas fueron añadidas al Señor ese día. Después fue Pedro quien primeramente llevó el evangelio a los gentiles. Siempre que encontramos una lista de los doce apóstoles en la Biblia, Pedro es siempre el primero en mencionarse (Mateo 10:2, Marcos 3:16, Lucas 6:14 y Hechos 1:13). ¡Pero ninguno de estos casos, ni siquiera usando mucha imaginación, indica que Pedro fuese el papa u obispo universal de los obispos! Aunque aparentemente Pedro tomó el sitio más sobresaliente dentro del apostolado en un principio. Pablo, años más tarde, es quien parece haber tenido el ministerio más notorio. Como escritor de Nuevo Testamento, por ejemplo, Pablo escribió 100 capítulos con 2.325 versículos, mientras que Pedro sólo escribió 8 capítulos con 166 versos. De modo que el ministerio de Pablo tuvo un alcance superior al de Pedro. En Gálatas 2:9, Pablo escribió de Jacobo, Pedro (Cefas) y Juan como columnas de la Iglesia Cristiana. Pero Pablo pudo decir: "En nada he sido menor que los sumos apósoles, aunque soy nada" (2 Corintios 12:11 y 11. Pero si Pedro hubiese sido el pontífice supremo, el Papa, ¡entonces, ciertamente, Pablo ubiera sido algo menor que Pedro! Obviamente no fue este el caso. Luego, en Gálatas 2:11, leemos que Pablo le llamó la atención a Pedro "...porque era de condenar". ¡De este modo podemos deducir que Pedro no era considerado como un papa "infalible"!. Fue Pablo "el apóstol de los gentiles" (Romanos 11:13), en tanto que el ministerio de Pedro fue encaminado hacia el evangelio de la "circuncisión", es decir, a los judíos (Gálatas 2:7-9). Este solo hecho parece prueba suficiente de que Pedro no fue obispo de Roma, como se enseña a los católicos, porque Roma era una ciudad gentil. Todo esto es sumamente significativo; especialmente cuando consideramos que el fundamento total del catolicismo romano está basado en la declaración de que Pedro fue el primer obispo romano. Se pretende que Pedro fue a Roma por el año 41 d.c. y fue martirizado alrededor del 66 d.c., ¡pero ni tan siquiera existe la menor prueba de que Pedro estuviera en Roma! Al contrario, es evidente, en el Nuevo testamento, que estuvo en Antioquía, Samaria, Cesarea, Joppe y en otros sitios, ¡pero nunca se dice que fuera a Roma! Esta es una extraña omisión, ¡especialmente cuando recordamos que Roma era la capital del Imperio y se la tenía como la ciudad más importante del mundo!. Sin embargo, dicen los católicos romanos que Pedro sufrió martirio allí después de un pontificado de veinticinco años. Si aceptamos el año 66 d.c. como la fecha de su martirio, esto indica que fue obispo de Roma desde el año 41 al 66 d.c. Pero en el año 44 d.c. Pedro se hallaba en el Concilio de Jerusalén (Hechos 15). Cerca del 53 d.c. Pablo se reunió con él en Antioquía (Gálatas 2:11), cerca del 58 d.c., Pablo escribío su carta a los cristianos de Roma, en la cual envía saludos a 27 personas, pero ni siquiera menciona a Pedro. ¡Imagínese usted a un misionero escribiendo a la iglesia, saludando a los 27 miembros principales, pero sin mencionar a pastor! Ante la estatua que figura en esta fotografía se han postrado miles de personas. Se supone que es la estatua de Pedro; pero, como hemos de ver, en realidad tan solo es un ídolo de origen no cristiano. Con un estudio profundo de las Escrituras, encontramos que Pedro no fue obispo de Roma, que no fue el primer Papa y que el oficio papal no fue instituido por Cristo. Entonces, ¿cuál es el verdadero origen


de tal oficio y por quĂŠ tratar de unir a Pedro con Roma? Estas cosas las discutiremos en el capĂ­tulo que sigue.


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