Si, nada resulta ser superior que al llamado de Dios, para servirlo, con humildad, obediencia y sinceridad de corazón, ninguna fuerza se interpondrá en su camino, porque los Siervos se alimentan de la palabra que viene del altar. Se nutren de la luz de lo alto. Es que el Señor señala a sus elegidos, no para su vanidad, sino para su sacrificio. Traducen la pena, y la soledad en esperanza. Si tú eres el elegido, si has sentido el llamado de Dios, te espera una tremenda responsabilidad. Pueden perseguirte la adversidad, aquejarte el mal físico, empobrecerte el medio, desconocerte el mundo, pueden burlarse y negarte los otros, pero nada apagará el brillo de tu llama, porque ese don no es sólo tuyo, pertenece al Espíritu Santo de Dios, que te ha elegido, para llevar las riendas de los sentimientos de sus hijos. Porque la palabra de los Siervos, Mateo 5:16 es la luz de una lámpara milagrosa que el pueblo Apostólico usa para encontrar la belleza del camino, que nos guía hacia el día del Señor. Que nos hace sobreponernos del dolor, el miedo, y la muerte. Si tú no crees en tu pueblo, si no lo amas, ni oras, ni sufres, ni gozas con tu pueblo, no alcanzarás a entenderlo nunca. Te quejaras, y te encontraras lejos de la grey, pero tu quejido será sólo tuyo, nadie podrá entenderlo. Sí, El Señor señala a sus elegidos. Y al llegar al final de sus días tendrán su premio. Mateo 25:21 Buen Siervo y fiel, sobre poco fuiste fiel, en lo mucho te pondré, entra en el gozo de tu Señor. Nadie los nombrará, serán lo anónimo, pero ninguna tumba guardará sus almas, por la Gracia del sacrificio de Jesús, que fue por Amor, y Fe.