REFLEXIONES DOMINICALES JORGE ARÉVALO NÁJERA _______________________________________________________
REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 1 DE FEBRERO DEL 2015_4° ORDINARIO CICLO B 1. Lecturas Deuteronomio 18, 15-20: << Moisés habló al pueblo, diciendo: - «Un profeta, de entre los tuyos, de entre tus hermanos, como yo, te suscitará el Señor, tu Dios. A él lo escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea: "No quiero volver a escuchar la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir" El Señor me respondió: "Tienen razón; suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá."» >> Sal 94, 1-2. 6-7. 8-9: << Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masa en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» >> 1 Corintios 7, 32-35: << Hermanos: Quiero que os ahorréis preocupaciones: el soltero se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. Lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor consagrándose a ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido. Os digo todo esto para vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones. >> Marcos 1,21-28: << En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaúm, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: - « ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.» Jesús lo increpó: - «Cállate y sal de él.» El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: - « ¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.» Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea. >> IV DOMINGO ORDINARIO CICLO B
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2. Reflexión La autoridad de los profetas que nacen en Cristo Jorge Arévalo Nájera Es un dato adquirido y aceptado universalmente por los estudiosos de la experiencia religiosa, que el temor, el sobrecogimiento ante la manifestación del Misterio es un elemento común a todas las tradiciones religiosas, incluidas desde luego las llamadas religiones reveladas o del Libro (Islam, Judaísmo y Cristianismo). Ya en otras reflexiones hemos profundizado en el significado que en la tradición teológica y espiritual de Israel tiene el concepto “temor de Yahvé” y que en síntesis significa el sobrecogimiento natural que experimenta la creatura ante la manifestación del Totalmente Otro y la consecuente actitud de obediencia reverencial que asume libremente el creyente como consecuencia del reconocimiento de la majestuosidad, belleza y poder de la Presencia. La primera lectura, del libro del Deuteronomio describe este sobrecogimiento, este miedo a perder la vida ante la teofanía de Yahvé expresado con las metáforas del fuego y los truenos, y que lleva al pueblo de Israel a pedir a Moisés que interceda ante Dios para que les envíe un profeta, elegido de entre ellos mismos -¿qué mejor modo de mitigar el miedo que habérselas con lo familiar, con aquello que se puede integrar al marco interpretativo personal?- para que les comunique las enseñanzas divinas. Y Dios reconoce que el pueblo tiene razón en solicitar ese profeta, Él sabe que es imposible para el hombre recibir en su total y desnuda otreidad la inefable esencia del Ser. Yahvé ha de presentarse ante el hombre mediado por categorías que le sean inteligibles y así, la Palabra divina se encarna en palabras humanas dichas por hombres concretos y Jeremías, Isaías, Ezequiel y tantos y tantos profetas serán los portavoces de Dios que conminarán permanentemente a la conversión, denunciarán los pecados y los poderes opresores, anunciarán las funestas consecuencias que conlleva la traición a la alianza y la entrega del corazón a los ídolos del mundo y finalmente anunciarán un horizonte de plenitud garantizado por las promesas de Dios. Esta “encarnación” anticipada y parcial de la Palabra garantiza que el pueblo pueda comprender a nivel racional el mensaje y las enseñanzas de Dios, pero no garantiza en modo alguno la aceptación de ese mensaje porque la libertad humana siempre es respetada. Y este acto de amor infinito, de condescendencia paternal, de sublime respeto y ternura de Dios hacia sus creaturas es también un acto de fe en el hombre, el Señor pone su confianza en que su Palabra será aceptada por amor. Me parece que Dios confía más en el hombre que el hombre en sí mismo y desde luego en Dios. IV DOMINGO ORDINARIO CICLO B
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Aquí debemos tocar un tema álgido en la espiritualidad cristiana. Cuántas veces no hemos escuchado en boca de cristianos de todas las denominaciones las típica frases: “es que yo no puedo” “las exigencias del evangelio son demasiado duras” “es imposible vivir la alianza” y otras por el estilo que denotan por un lado una absoluta falta de confianza en la Palabra y el Espíritu y por otro lado un desconocimiento fatal acerca del empoderamiento que Dios ha dado al bautizado mediante el Espíritu de Cristo para que haga mayores cosas que las que Jesús hizo, cosa que el mismo Maestro afirma enfáticamente como una condición propia de sus discípulos en Jn 14,12 << Amén, amén, que el que crea en mí hará también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. >> ¿Es posible vivir el Evangelio? ¿Es la vivencia de la Palabra una utopía inalcanzable y en este sentido una tomadura de pelo por parte de Dios? ¿O simplemente somos los seres humanos los que nos imponemos límites e introyectamos ideas limitantes que boicotean al Espíritu? Según la misma Palabra revelada, el quid del asunto, la clave que permite lograr lo que Jesús afirma es la actitud de receptividad del hombre, es menester que se reciba el mensaje que viene por boca del profeta. Estamos ante el polémico tema de la interacción entre gracia y obras, entre don de Dios y respuesta humana. Los actos humanos, por muy religiosos o apegados a la letra del código moral cristiano que estén, no salvan a nadie, pero tampoco la gracia por sí sola basta pues requiere la libre respuesta del hombre para hacerse eficaz y concreta. La clave que descifra este aparente criptograma de la interacción entre gracia y respuesta humana está en la comunión de amor que se genera entre Cristo y el discípulo cuando éste abraza confiadamente –aunque seguramente sin la intelección total del mensaje revelado- la Palabra que Dios le dirige. Entonces, Dios introduce al hombre en un ámbito nuevo, en un “espacio crístico” o mejor aún, un “espacio intratrinitario” en el cual y desde el cual todas las acciones/respuesta del hombre nuevo creado en Cristo a la gracia divina son santas porque son al mismo tiempo acciones de Dios y del creyente. Por ello Dios mismo pedirá cuentas al pueblo si su actitud ante la Palabra es negligente. Sí, amable lector, leyó usted correctamente, dije que “Dios mismo pedirá cuentas al pueblo”. Yo sé que actualmente la imagen de un Dios que exige rendición de cuentas y que previene con un posible castigo si dichas cuentas resultan negativas no es muy bien aceptado en la mentalidad contemporánea, que más bien se ha erigido una falsa imagen de un dios bonachón y permisivo cuya misericordia infinita se impondrá sobre su juicio y finalmente todos acabarán siendo perdonados y acogidos sin distinción sin importar el daño ocasionado por sus acciones o si se convirtieron o no de sus felonías. Sin embargo, este no es el Dios revelado en la Biblia ni en Jesucristo en el cual no se contraponen misericordia y justicia sino que más bien el amor se manifiesta como la más alta forma de justicia como invitación incluyente y universal.
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Pero bien sabemos amable lector que el amor es exigente por naturaleza y rectamente entendido conlleva la libertad responsable y por lo tanto el respeto a las consecuencias de las decisiones tomadas por el amado. El “castigo” de Dios no es mas que el respeto a esas decisiones humanas. Si decidimos vivir desde el egoísmo y el desamor, el descompromiso y la insolidaridad con los más pobres, desde el hedonismo y la vanidad, entonces la consecuencia es la ruptura de la comunión con el Dios que es por naturaleza descentramiento y entrega, amor oblativo, servicio y donación de la vida. Pero Dios no solamente pedirá cuentas al pueblo, también el profeta será examinado en cuanto a su fidelidad o traición al origen de la palabra que anuncia. El profeta es simplemente el heraldo de una palabra que no es suya y su encomienda es transmitirla con integridad, esperando la conversión o el consuelo de sus destinatarios, pero asumiendo también su posible rechazo. En su fidelidad a la Palabra que se le encomienda le va incluso la vida misma. El cristiano en virtud del bautismo es constituido como profeta y por lo tanto es también esencial a su identidad la proclamación a un mundo urgido de la Buena Nueva, aunque en términos generales parezca importarle un comino esa noticia. Por eso, Pablo en su carta a los Corintios advierte sobre la necesidad de una actitud de relativización de la realidad presente. No absolutizar ninguna situación o dicho en sentido positivo, “relativizar el tiempo presente” es indispensable en la vida espiritual porque Dios es el único absoluto y fuente de toda bondad en cualquier circunstancia de la vida. Cultivar la relación de comunión con Dios es en realidad la tarea fundamental del creyente, construir el Reino debe ser su opción fundamental y todas sus demás actividades deberán asumirse o desecharse según coadyuven o se opongan a la consecución de esa opción capitalizadora. La teología y espiritualidad de la Liturgia de la Palabra en este domingo llega a su culminación en el trozo evangélico que hoy se ha proclamado, tomado del evangelio de Marcos. Jesús es la encarnación perfecta de la Palabra que antaño anunciaron los profetas de Dios, en Jesús, enseñanza profética y autoridad se encuentran unidas indisolublemente. Sólo Jesús es capaz de instruir a los hombres en el camino de la plenitud porque su enseñanza tiene su origen en su misterio personal como Hijo amado del Padre y esto le confiere la autoridad inapelable y única que asombra a sus oyentes porque se hace visible en el signo escatológico (que anticipa la irrupción definitiva de Dios en la historia) de la expulsión del endemoniado de la sinagoga. Pero no debemos olvidar que en la visión teológica de Marcos, todo lo que se dice de Jesús se dice del discípulo, o dicho de otro modo, la Cristología ilumina la Eclesiología. Es aquí que debemos sentirnos interpelados los cristianos del siglo XXI. Si Jesús es el Profeta escatológico, entonces también, por participación los discípulos son profetas de la última IV DOMINGO ORDINARIO CICLO B
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hora, empoderados y enviados a expulsar de los hombres todo espíritu inmundo que esclaviza y aliena, que divide y oprime. Los discípulos son llamados a continuar la obra de Jesús, a extender la fama de Jesús como Profeta escatológico y Mesías por todas las comarcas del mundo contemporáneo. Gracia y paz.
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