Erasmo yanacon de chancay

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ERASMO MUテ前Z, yanacテウn del valle de Chancay


erasmo muñoz, yanacón del valle de chancay

BIOGRAFÍA ORGANIZADA POR

José Matos Mar Jorge A. Carbajal H.

INSTITUTO DE ESTUDIOS PERUANOS


Proyecto de Estudios Etnológicos del valle de Chancay Monografía No.4

© Instituto de Estudios Peruanos Horacio Urteaga 694, Lima 11 Telf. 32-3070 / 24-4856

Impreso en el Perú 1ª edición agosto 1974 3,000 ejemplares


contenido

Presentación I.

SUS

9 PADRES

1.

"Dios hizo al hombre"

17

2.

Mi papá nació en Chancay. . .

21

3.

Después que mi mamá. . .

27

4.

Cuando mi mamá se vino. . .

31

5.

A la muerte de mi madre. . .

37

II. E L

AMBIENTE

6.

Como son las cosas. . .

43

7.

La única fiesta de Caqui. . .

49

8.

A mi mujer le gusta rezar. . .

59

9.

¿Sabe qué son las décimas?

63

10.

En Aucallama había bastante brujería. . .

69

11.

La crianza de gallos de pelea. . .

75


III.

IV.

V.

SU

FAMILIA

12. "A mí me hicieron llorar"

85

13. En total hemos tenido. . .

91

14. Augusto y Rodulfo. . .

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EL

TRABAJO

15. Soy yanacón. . .

107

16. Antes, hace unos cuarenta años. . .

115

17. Yo siempre oigo decir. . .

123

18. ... unas tierritas en Aucallama. . .

131

UN

DIA

CON

LOS

19. La familia Muñoz. . . Epílogo

MUÑOZ 137 161


presentaci贸n


Este nuevo volumen de la serie de Monografías etnológicas del valle de Chancay está dedicado a la biografía de Erasmo Muñoz, un yanacón de la hacienda Caqui. A principios de 1964 la mencionada hacienda, así como las otras 17 del valle, tenía los rasgos propios de la mayoría de los latifundios algodoneros de la costa peruana. Su característica peculiar era ser parte de una red económica que incluía empresas agrícolas, mineras y financieras. La "Compañía Agrícola Perú", razón social en que estaban agrupados sus propietarios, explotaba doce haciendas ubicadas en diferentes valles de la costa, con una extensión total de 6,788 hectáreas de tierras agrícolas, ya través de la "Sociedad Agrícola San Ramón" controlaba también 592 hectáreas en la ceja de selva. En otras asociaciones sus intereses se ramificaban a una empresa minera, dos bancos y dos compañías de seguros. La familia Mujica, dueña de este red económica, caracterizaba en ese entonces a un típico grupo de la oligarquía nacional. En el valle, Caqui era una hacienda importante, tanto por su extensión como por su organización. Sus casi 700 hectáreas no le daban el rango de gran hacienda, como lo eran Huando o Palpa que tenían más de 1,500 hectáreas cada una. Tampoco esta-


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Erasmo Muñoz, yanacón de Chancay

ba al nivel tecnológico de Huando y Jesús del Valle, las más modernas y dinámicas, ni pretendía crecer ni ser dominante. Pero su excelente ubicación en la parte media del valle, donde las tierras son muy fértiles y no falta agua, le permitía obtener cada año excelentes cosechas de algodón y de cítricos, que hacían de ella una de las haciendas de mayor rentabilidad. Desde principios de la década del 50 su organización interna fue sencilla y funcional, llegando a la situación en que solamente una persona la dirigía, el administrador, conectado telefónicamente con las oficinas centrales de la compañía, ubicadas en Lima. Desde allí se atendía la red agrícola y de una manera racional se introducían las directivas técnicas necesarias para elevar la producción. Mecanización y uso eficaz de los recursos fueron la clave de la regular y ascendente marcha económica de esta unidad agraria, que además encontró en el largo y paciente trabajo de sus yanaconas un factor decisivo para su éxito. El yanaconaje existente en la sociedad andina fue utilizado y recreado durante la dominación colonial. A principios del presente siglo, cuando las haciendas del valle comenzaron su primera modernización, adquirió los rasgos que la caracterizaron hasta su reciente desaparición. Para mantener la unidad agrícola y acrecentarla los hacendados lo utilizaron dentro de un mecanismo sui generis, que consistía: a. en la entrega a un campesino, por vida, de una parcela de cuatro a veinte hectáreas, con posibilidad de transferirla a sus herederos y que iba acompañada de un capital para el cultivo, denominado "habilitación"; b. en la devolución al final de la campaña agrícola de la "habilitación", con un recargo o interés sobre ella; c. en el pago de una merced conductiva por la tierra que usufructuaba, que generalmente ascendía al 20% de su cosecha total en algodón; y d. en la obligación del yanacón de vender el saldo de su producción al propietario, que se beneficiaba económicamente al retener la diferencia entre el precio del mercado y el precio que imponía al yanacón. El yanaconaje era así un sistema de explotación de un sector campesino mediante una combinación de renta de la tierra, ganancia comercial y beneficio de intereses. El sistema fue muy utilizado cuando los hacendados se encontraban en una etapa de acumulación inicial, por la ventaja


Presentación

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que le significaba no requerir desembolso de dinero en efectivo, que en esos momentos no poseían. Por eso su preferencia sobre el trabajo asalariado. Mas adelante, cuando la hacienda ya había capitalizado, el yanaconaje continuó debido a que las condiciones técnicas hacían posible que la inversión en "habilitaciones" fuera más rentable que la inversión en salarios. Finalmente, por los cambios técnicos, el yanaconaje perdió rentabilidad; y la consecuencia lógica fue su paulatina eliminación. El proceso de desyanaconización comenzó así a partir de la década del 40. Una ley especial en 1947 trató de frenarla, pero el fin del sistema ya estaba sellado. El ritmo de este proceso no fue simultáneo, algunas haciendas modernas y desarrolladas, como Huando, en 1964 ya no tenían yanaconas. Otras mas atrasadas y tradicionales, como Chancayllo y Huayán, seguían en esos momentos totalmente yanaconizadas. Pero en la mayoría el yanaconaje disminuía rápidamente. En Caqui comenzaba a declinar. El proceso de reforma agraria canceló definitivamente este sistema que a partir de 1970 desapareció completamente del valle. La existencia del yanaconaje durante un período tan largo generó la consolidación de un sector social diferenciado, con intereses y rasgos propios dentro de la estructura social del valle. El yanaconaje, al incrementar el heterogéneo sector intermedio del sistema de hacienda, introdujo una fragmentación de intereses entre sectores dominados de una misma unidad económica y colaboró en reforzar el poder del hacendado. Los yanaconas mantuvieron relaciones singulares tanto con los grupos integrantes de la hacienda como con los grupos de fuera, especialmente con los vinculados al mundo urbano. Internamente no todos los yanaconas tuvieron una situación similar, unos fueron ricos y otros, la mayoría, pobres. Unos fueron sólo yanaconas, otros combinaron esta actividad con múltiples formas que el contexto social del valle les permitía u ofrecía. Estos últimos fueron así yanaconas-comuneros, yanaconas-comerciantes, yanaconas-arrendatarios. Estas posibilidades surgieron como consecuencia de varios factores: las variaciones en las extensiones de las parcelas que usufructuaban, la productividad que lograban los tipos de cultivos que utilizaban y aprovechaban y, fundamentalmente, la dis-


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Erasmo Muñoz, yanacón de Chancay

ponibilidad de capitales que lograron reunir. A la vez que estas posibilidades los diferenciaban, también los ubicaba en distintas posiciones y situaciones de dependencia frente a la hacienda. No fue rara la existencia de yanaconas que, gracias al comercio, su propia financiación u otros mecanismos económicos, comenzaran a no necesitar de la hacienda. Pero, también, y éste era el caso de la gran mayoría, permanecieron estancados y en una situación crítica de deterioro que los sumía en una fuerte dependencia respecto al hacendado. La biografía de Erasmo Muñoz que ofrecemos corresponde al momento de desyanaconización en Caqui, y en general a la del valle y a la de toda la costa peruana. Los Muñoz son una familia representativa del sector yanacón. Interesados en conocer el derrotero del sistema de yanaconaje, encargamos a varios de los entonces estudiantes avanzados de antropología, que colaboraban en el Proyecto del valle de Chancay la realización de estudios específicos tanto de haciendas, como el caso de la hacienda Caqui que ofreció Humberto Rodríguez Pastor, como de biografías de yanaconas. Uno de ellos, Jorge Carbajal, logró debido a su tesón y entusiasmo, recopilar entre agosto y diciembre de 1963 los datos que han servido para organizar esta biografía. Rogger Ravines y José Mejía, nuestros actuales colaboradores, han contribuido a editar, ordenar y completar el trabajo. Las fotografías que ilustran el libro son de Carlos Domínguez Es, pues, un verdadero esfuerzo colectivo con el fin de ofrecer al lector una faceta apasionante de la vida de un campesino costeño en una situación específica. El Instituto de Estudios Peruanos ofrece esta biografía porque considera que es una buena muestra de cómo la situación estructural de un grupo social se refleja en un destino individual. Por otro lado, a pesar de que publicaremos un estudio específico sobre el yanaconaje en el valle, hemos creído conveniente rescatar a través de la biografía de Erasmo Muñoz el rico mundo de valores, creencias, costumbres y rutinas en que se mueve concretamente el campesino costeño y que no siempre la ciencia social logra captar en toda su dimensión o amplitud. JOSÉ MATOS MAR



i sus padres


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Dios hizo al hombre para que en el mundo existiera, de sus riquezas gozara, y le puso su santo nombre. No ESTOY muy seguro del segundo apellido de mi mamá, pero creo que así se llamaba: Paulina V. Moreyra. Mi mamá Paulina era natural de Aucallama. Nació en 1860 y vivió en compañía de su familia hasta que antes de cumplir los 20 años se casó con un señor llamado Trinidad. Con él pasó una vida buena. El la quería mucho y era muy buena: entre los dos botaron 16 hijos al mundo pero se lograron solamente 11: seis hombres y cinco mujeres. De éstas, la única que vive en 1a actualidad es Jacoba que está en Lima. Ya mi hermana está vieja y vive con sus hijos casados. A veces la voy a ver, pero por mi enfermedad hace como dos años que no la veo. De repente en una oportunidad que vaya a Lima my acerco donde la vieja a saludarla. Mi padrastro Trinidad, aunque creo que no se dice padrastro porque yo no conocía al señor ése, pero en fin como ha sido esposo


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de mi mamá yo le digo así. Mi padrastro Trinidad vivía con mi mamá en El Arenal, en Aucallama. Allí tenían una casa donde vivían con mis hermanos. Trinidad trabajaba en tierras de su propiedad y tenía bien a mi mamá. Mis hermanos mayores ayudaban en el trabajo. En ese tiempo los muchachos no iban a la escuela como ahora. Todos tenían que trabajar. Cuando tenía más o menos treinta años mi mamá quedó viuda. Siguió viviendo en Aucallama, los hermanos de mi padrastro la ayudaban un poco y ella lavaba ropa. Además mis hermanos mayores trabajaban de peones en las haciendas de por ahí. Las tierras de Trinidad fueron repartidas entre sus hijos a la muerte de éste, y con esto se ayudaban algo. En esa época en El Arenal había cinco o seis casas, todo era bien solitario y tranquilo. La gente de allí se ocupaba de la agricultura, sembraban únicamente panllevar. Al poco tiempo conoció a mi padre Manuel. Mi papá era casado y vivía en la hacienda Boza. Ya se sabe como eran antes los viejos. Recuerdo una décima de mi compadre Juan Gonzáles que dice así: Diez soles quisiera darte, Diez años de plazo pido. Diez pidieron la sentencia Diez grillos he merecido. I Una me dijo: "Embustero". Dos veces me has engañado, Tres veces me has ofertado Cuatro pesos en dinero". Yo le dije: "Cinco fueron, Seis quisiera regalarte, porque siete, al mismo instante se completan ocho pesos". Por nueve abrazos y un beso Diez soles quisiera darte.


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II Una me dijo: "¿Queréis Casarte con dos mujeres? Yo le dije: "Tres si quieres, Con cuatro soy más feliz, Porque cinco para mí Son como seis huevos cocidos. Yo con siete he dormido, Con ocho estoy más breve. y para dormir con nueve Diez años de plaza pido. III Una me dijo: ¿"Por qué Dos engañaste conmigo?" Yo dije: "Tres contigo; Cuatro serán otra vez". Cinco fueron donde el juez Con seis mil en pertenencia, Siete pidieron audiencia Ocho que me encarcelarían, Nueve que me fusilaran, Diez pidieron la sentencia, IV Una me dijo: "Traidor Estás queriendo a dos manos" Tres me dijeron: "Tirano Con cuatro tienes amor". Cinco dijeron: "Señor, Con siete trata este bandido Siete años lo he conocido Ocho mujeres le he visto". Por estos nueve delitos Diez grillos he merecido. Así fue que mi madre se comprometió con mi padre y seguramente la trataba bien, ¿sino por qué no se separaron? Muy al


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contrario tuvieron dos hijos: el que habla y mi hermano Agustín que murió en Lima. Parece que mi papá, como tenía sus centavos, cuidaba de mi mamá y de sus hijos huérfanos. Mi padre era bien tremendo, le gustaba tener varias mujeres; los viejos no se contentaban con una sola.


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MI PAPÁ nació en Chancay, el año 1862. Yo me acuerdo bien de estas fechas. Para no olvidarme, las apunto en una libreta que tengo bien guardada. El papá de mi papá, o sea mi abuelo se llamaba Luciano y tenía mucho dinero. Fue yanacón, en la hacienda Torre-Blanca, después pasó a Jesús del Valle y por último a Boza; en esta hacienda murió. Antes en Chancay había mucha plata, el que menos se manejaba sus buenos miles, pero cuando llegaron los chilenos se llevaron la plata de todo el valle y de mi abuelo. Este mi abuelo trabajaba como un bendito y siempre decía que todos sus hijos debían ser como él. A todos mis tíos y a mi papá los hacía trabajar bastante. Solamente a mi tío Luciano, que se llamaba como mi abuelo, lo hizo estudiar. Mi tío Luciano era muy inteligente y asimilaba lo que le enseñaban. Hay mucha gente que por más que vaya a la escuela no aprende nada. Pero mi tío Luciano era el mozo más preparado de todo el valle, el único que lo ganaba era un moreno de Chancay, no me acuerdo su nombre. Su muerte fue por culpa de un capricho de mi abuelo.


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Resulta que en Chancay había una hermosa mujer, una negra alta, de muy buen ver y a mi abuelo se le metió entre ceja y ceja acostarse con ella, así que estaba rondando a esa mujer y ella nada a ceder, hasta que él le prometió que le iba a comprar un juego de comedor. Así es como mi abuelo se acostó con esa mujer, pero después se olvidó de su promesa. La mujer a cada rato le recordaba que por qué no le compraba el juego de comedor pero él se reía de la negra. Entonces la mujer despechada fue donde un brujo de Chancay y le dijo que hiciera daño a la familia de mi abuelo. Desde ese momento mi tío Luciano se enfermo. Y la querida de mi abuelo le decía: "La plata que no has gastado en mis muebles la gastarás en la enfermedad de tu hijo". Poco a poco mi tío se fue secando y por más que lo hicieron ver con médicos y con curiosos no sanó, ¡Cuánta plata gastó mi abuelo para sanar a mi tío, pero de todas maneras se murió! Mi papá se casó en Aucallama a los 21 años. Esa vez mi abuelo le dio noventa libras de oro como regalo de matrimonio. ¡Imagínese, noventa libras de oro! Ahora sería como medio millón de soles. Después mi papá pasó a Boza, allí tenía 12 fanegas y era uno de los yanaconas de la hacienda. Su esposa era Cipriana. De ella botó dos hijos, Elías y Manuel. Pero yo he tenido más hermanos por parte de padre, cinco hermanos más, que tuvo en otras mujeres. Era un mujeriego insigne. Porque tenía plata las mujeres se le echaban. Cuando uno tiene plata y tiene su porte como mi papá, y además se es buen jaranero, las mujeres lo buscan. Así era mi papá ¡Ah viejo más fregado! Mi papá hacía rabiar a su esposa siempre por cuestión mujeres. Recuerdo que una vez, en la hacienda Boza, había una negra alta, casada, que mi papá había estado rondando mucho tiempo. Resulta que un día mi papá salió con dos monedas de oro para comprarles zapatos a mis hermanos y en lugar de irse a la tienda se fue a la casa de la negra que digo, porque sabía que su esposo, no estaba. Pero la esposa de mi papá lo siguió y llegó a la casa justo en el momento que mi papá le estaba dando las dos monedas de oro, diciéndole que le diera esperanzas. Su esposa le quitó las monedas a la mujer, le dijo ladrona del pan de sus hijos y jaló a mi papá al mismo tiem-


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po que le decía un montón de lisuras. Mi papá no dijo nada, se quedó calladito. Otra vez mi papá fue de compras a Chancay llevando 150 soles, pero allí se encontró con unos amigos que le picaron el diente y después se fueron a una cantina donde atendían tres hermanas famosas de allí. Tomando y gastando con las mujeres se acabó toda la plata y no contento con esto vendió sus tres novillos que había dejado en Boza en 210 soles. Su esposa se enteró de esto porque, un hombre fue a reclamar los novillos y ella no tuvo más remedio que entregárselos. A los catorce días recién llegó mi papá, sin plata y sin nada de lo que había ido a comprar. Su esposa no le dijo pero lo que se llama una sola palabra. Al día siguiente muy temprano mi papá se dirigió a su chacra y nadie le dijo nada de lo que había hecho. Mi papa era un gran jaranista. Yo he salido a él en su afición al baile. Nadie le ganaba a bailar marinera. Cuando iba a una fiesta se ponía su mejor traje, un pañuelo en el cuello y su sombrero nuevo. ¡Viera el caballo que montaba mi viejo! Así que cuando llegaba a la fiesta las mujeres le llovían, sobre todo que él gastaba sus cobres. En esas fiestas se bailaba pura música peruana y salían los decimistas, los cantores. ¡Qué va a ver ahora estos cantantes! En esas fiestas los reyes eran unos muchachos Vásquez, que ahora tienen unos sobrinos que son artistas en Lima en el conjunto Pancho Fierro. Cuando estaba viviendo en Boza, por intermedio de su madrina que se llamaba Vicenta y que era hermana de Trinidad, conoció a mi mamá. Su madrina lo ayudó bastante en estos amores. Antes la gente ayudaba en estas cosas para enamorarse de alguien. Así fue como se comprometió con mi mamá, pero mi papá seguía viviendo con su esposa Cipriana. ¡Así eran los viejos, el que podía, podía! Como mi "viejo" tenía plata ayudaba a mi mamá y a sus hijos. Estuvo con ella unos cuatro años. No estoy muy seguro pero parece que mi mamá se separó de mi papá porque se cansó de lo muy sinvergüenza que era. Como digo, antes los viejos en cada esquina tenían un hijo:


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Confieso al mundo que tuve una hijita en mi comadre, luego me casé con ella, la bauticé y fui su padre. I Cuando yo era libertino Suceso contaré yo lo que a mí me sucedió Con la mujer de mi amigo. El fue lejos a su destino, En su casa yo estuve, Allí quebranté las virtudes Más sagradas de la tierra. Un compromiso con ella Confieso al mundo que tuve. II Cuando a su regreso encontró A su mujer embarazada Como allí nadie estaba Sólo a mí me culpó Mas la mujer me animó Me dijo: "No te acobardes, Tú vas a ser mi compadre". Y le tuve que acceder. Allí fue donde llegué a tener Una hijita en mi comadre. III Andando por tierras extrañas Donde me posesioné Llegó a crecer y fue Una linda chancayana. Una clara mañana llegó la doncella; Fue de paseo esta bella


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A donde yo subsistía. Como no la conocía Luego me casé con ella. IV Casado, mucho después En conversación un día, Supe que era hija mía, Mi ahijada y mi mujer. Este ejemplo doy a saber A todas mis amistades, Que estén lejos de las maldades Por lo que me ha sucedido, Que antes de ser su marido La bauticé y fui su padre. Un hermano que recuerdo bastante es Elías, hijo de la esposa legítima de mi papá. Elías fue un gran gallero y famoso curandero. Leía las cartas y hacía curaciones que la gente decía que eran milagrosas. Mi hermano era un santo. Jamás la gente de Aucallama ha conocido un hombre tan bueno. Curaba a todo el mundo sin importarle si tenía plata o no. Elías era bastante solicitado por gente que venía desde Lima, de Trujillo y de otros sitios. En su casa tenía una especie de clínica, ya que había acondicionado dos cuartos en los que sus pacientes se hospedaban, y su mujer daba pensión a los que se internaban. Una vez mi hermano tenía que salir, cuando en ese momento llegó un serranito para curarse. Entonces mi hermano me dijo que lo bañara en un agua que me dio. Yo bañé a ese serranito y le vi que no tenía el miembro genital. Dos baños le dio mi hermano y lo completó. Al poco tiempo ya, estaba como cualquier cristiano. Eso no es nada. En otra oportunidad a una prima mía le hicieron daño y Elías le hizo botar pericotes por las partes genitales. Mi hermano llegó a ser alcalde de Aucallama. Hace seis años que murió de daño que le mandó hacer un sobrino suyo. ¡No sé


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cómo hay gente tan mala! Cuando murió mi hermano viera usted la cantidad de gente que vino. Vinieron de casi todas las haciendas. No ve que él era muy querido por las curaciones que hacía. Además vinieron muchos caballeros blancos que lo estimaban. Imagínese que vino el patrón de la hacienda Huando, el señor Graña quien era un gallero insigne y mi hermano le amarraba sus gallos. Este señor se apenó mucho por la muerte de Elías. Mi papá murió en Boza en 1928, a los 66 años, víctima de una enfermedad de la sangre que adquirió por su vida agitada.


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DESPUÉS que mi mamá se separó de mi padre, ella siguió en Aucallama lavando ropa para poder mantener a sus hijos. Los más grandes ya trabajaban en las haciendas vecinas. Sus cuñados José, Tomás y Placerio también la ayudaban con pequeñas sumas de dinero. A los dos años conoció a Eugenio cuando éste iba a las fiestas y paseos que había en Aucallama y se comprometió con él. Este sí es mi padrastro. Los dos se fueron a la, hacienda Caqui con los hijos más pequeños, mientras que los mayores se quedaron con sus tíos. En esa época yo tenía seis años y me mandaron a Boza donde mi papá. Mi padrastro Eugenio nació en la hacienda Cuyo, que está en la parte alta del valle, en 1843. Su mamá trabajaba sirviendo a los patrones y él nació de un momento a otro en los mismos corredores de la casa. Cuyo tiene una casa-hacienda muy bonita, está situada en una especie de huaca y domina todos los caminos que conducen a ella. En la parte frontal tiene un amplio corredor, allí es donde nació mi padrastro. Como se hacía antiguamente, desde que era muy tierno consiguió trabajo en la hacienda. En 1864 cuando tenía 21 años se


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vino a Caqui. Resulta que estaba ganando S/. 1.00 diario en Cuyo y al ver que en Caqui pagaban veinte centavos más se vino inmediatamente. Antes se pagaba muy poco en las haciendas; figúrese que en las otras se pagaba noventa y hasta ochenta centavos. Era un abuso. Claro que uno podía ir a una fonda con 20 centavos y comer bien, pero se trabajaba únicamente para comer y no alcanzaba para lo demás. Los peones siempre han sufrido bastante. Los-que más o menos estaban bien eran los yanaconas, por eso es que todo el mundo quería tener su pedazo de tierra. En la época en que él llegó en Caqui se sembraba caña y había una gran molienda de caña. El trapiche estaba en el sitio que hoy es la fábrica donde le quitan la pepita al algodón. En ese tiempo el trabajo era más fuerte y por eso había esclavos en las haciendas. Mi padrastro me contó que el puente de Palpa lo hicieron esclavos dirigidos por un tal José Risco. También tenía que contratarse a peones chinos. Estos macacos fregaban todo el trabajo, ya que recibían poca plata y se quedaban callados y casi dejaban sin trabajo a los negros. Claro que los negros hemos sido mejores trabajadores que cualquiera, pero los patrones prefieren más a los que cobran menos y así eran los chinos. Aprovechando esta ocasión le diré que el que hizo que los chinos se fueran de la hacienda Boza, y después de todo el valle, fue un primo mío llamado José Ignacio Vásquez. Este solito le hizo una apuesta a 13 chinos para tumbar dos pedazos iguales de monte, y mi primo les ganó. Al ver esto el patrón de Boza, ahí mismo despidió a todos los chinos que tenía. Aquí mi padrastro trabajaba primero como lampero en el sembrío de la caña, pero a los dos años entró a trabajar al trapiche, en donde manejaba una tremenda paila, que servía para mover la melaza y que era del tamaño de dos salas de las casas de ahora. En total había dos pailas y la candela se hacía con el mismo bagazo que salía del trapiche. Mi padrastro tenía en Caqui su conviviente, llamada María y tuvieron dos hijos que murieron pequeños. Esta señora se portó mal y lo abandonó para irse a Palpa con un hombre casado, que al poco tiempo también la dejó.


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Poco tiempo trabajó mi padrastro como peón. Se ganó la simpatía del patrón porque era buen trabajador y consiguió ser yanacón y que le dieran esta chacrita, media fanega de lo que yo tengo actualmente. En esos tiempos los patrones no daban tierras listas para trabajar sino que asignaban pedazos de tierra que ellos no cultivaban por estar cubiertas de monte y uno tenía que matarse para eliminar ese monte y hacer cultivable la tierra. Después de estar un tiempo trabajando en su chacra, más o menos en 1899, conoció a mi madre y se la trajo a Caqui, de ella tuvo dos hijos llamados Dominga y Francisco. La mayor era Dominga que era una chica muy mamona. Fíjense que hasta la edad de 3 años quería teta. Por más que mi mamá se echaba sal al pezón o le pegaba, no se le quitaba el vicio, así que no tuvo más remedio que mandarla a Aucallama donde vivían mis hermanos mayores, para que se desprendiera de la teta. Su segundo hijo de nombre Francisco, murió de mal parto, Cuando mi mamá fue a visitar a un compadre que estaba preso en la cárcel de Aucallama le ocurrió una cosa que la dejó fregada. En Aucallama y en las cárceles de todas las haciendas había lo que se llama la barra. Este era un tablón de cuatro metros de largo, 25 cm. de ancho y 10 cm. de grosor; era bastante pesado. En un costado del tablón se le había hecho varios pares de hendiduras, en las que se colocaban el par de piernas de cada prisionero; podían estar allí hasta cuatro presos. Cuando el cristiano metía los pies a la altura de los tobillos, se le introducía a lo largo del tablón una varilla de fierro que imposibilitaba sacar los pies del hueco. De esta manera el preso estaba asegurado a un lugar casi inmóvil, ni siquiera podía arrastrar la barra debido a su gran peso. Pues bien, cuando mi mamá estaba dentro de la cárcel conversando con su compadre, un mozo juguetón, por hacerle una gracia le cerró la puerta de la celda ¡Jesucristo! ¡Qué tal sustazo que se dio mi madre! Le pareció que ella se iba a quedar encerrada toda la vida y que le iban a poner en la barra. La pobre comenzó a gritar y a pedir que la sacaran. Como mi mamá estaba a punto de desembarazar con la impresión que sufrió se le


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adelantaron los dolores. Al día siguiente dio a luz un chiquito pe-ro en mala forma. Mi mamá se puso grave y mi padrastro llamó al médico que dijo que mejor sería que el angelito muriera porque iba a ser un inútil. El médico curó a mi mamá y a los dos días murió Francisco.


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CUANDO mi mamá se vino a Caqui mi papá me recogió y me llevó a Boza, donde su mujer Cipriana. Me acuerda que mi papá me dejó en la casa cuando no estaba su esposa y se fue a su chacra, al poco rato llegó mi madrastra, porque ya creo que así la puedo llamar, ya que era mujer de mi papá, vino mi madrastra y al verme dijo: "¿Quién es este negrito, de dónde ha venido?" Entonces las vecinas le cantaran que era hija de Manuel y que mi mamá se había ida a Caqui con otro hombre. Mi madrastra dijo que ella no se iba a hacer cargo de mí, que cómo me iba a tener bajo el mismo techo, cuando ella era la esposa legítima y yo era un hija de por afuera. Así que me sacó de la casa y me dejó en la puerta. Así me encontró mi papá cuando llegó en la noche y al enterarse de la que había hecha su mujer me llevó donde su hermana que también vivía en Boza. He estado en Boza can mi tía unos tres años hasta que cumplí los nueve años de edad. Trabajaba pasteando vacas y cortando leña. No había oportunidad de ir a la escuela. Ahora el Gobierno obliga a todas las haciendas a poner colegios y hasta a los viejos los hacen aprender a leer y escribir. Antes no se ocupaban de estas


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cosas. Claro que había alguaciles que vigilaban que los niños fuesen a la escuela. Así recuerdo que una vez, un alguacil vio que yo no iba a la escuela. Averiguó quien era la persona que me criaba y fue a la casa de mi tía a decirle que tenía que llevarme a la escuela. Mi tía le dijo que ella no era mi madre y que no tenía plata para mandarme al colegio. El alguacil le dijo que de todas maneras tenía que llevarme. Entonces mi tía habló con mi papá y él le dio plata para comprarme ropa para ir al colegio. Desgraciadamente estuve en la escuela sólo un mes, así que no pude aprender nada allí. Cuando estaba en poder de mi tía me cimarroneaba a cada rato, y me iba por las haciendas cercanas a trabajar de doméstico, pero al poco rato me cansaba y regresaba. Cuando llegaba a la casa me caía una tunda. Yo he hecho rabiar bastante a mi tía. ¡Pobre vieja! Ella me quiso bastante pero a su manera. Cuando tenía nueve años me vine de cimarrón a Caqui para estar junto a mi mamá. Yo pensé que estando con mi madre no iba a trabajar tanto, pero el asunto me salió torcido, porque mi padrastro era un hombre demasiado trabajador y quería que todos fuesen iguales. Aquí en Caqui he sudado como un bendito. En esa época no me gustaba mucho trabajar, lo que yo quería era irme con los otros muchachos a jugar, andar por las chacras, cazar pajaritos, robar frutas de la huerta y ver a los grandes divertirse. En Caqui recibí látigo porque era muy inquieto. Pero eso sí, mi padrastro nunca me pegó, jamás me levantó la mano. El era muy bueno y solamente me aconsejaba que debía obedecer a mi mamá; decía que a los hijos les deben pegar únicamente los padres. En cambio mi mamá me sonaba a cada rato, me mandaba a comprar y como yo me entretenía con los amigos me sonaba en gran forma. Al ver que mucho me pegaba me fui de cimarrón a la hacienda Palpa. Allí trabajé dos semanas pasteando ganado. En Palpa vivía con unos conocidos de Caqui, que habían ido a trabajar a esa hacienda. Mi mamá se enteró que estaba allí, me fue a buscar y me trajo, me acuerdo que esa vez tenía S/. 6.00 en el bolsillo. Esa vez mi vieja no me pegó y juntos nos regresamos a Caqui. Yo seguía siendo muy mataperro, muy palomilla, entonces mi mamá me mandó donde mi hermano en Aucallama para que él me corrigiese. Mi hermano por parte de madre me pegaba de lo lin-


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do. Yo lo ayudaba en el trabajo de su chacra, casi no tenía tiempo para jugar. Una vez me mandó a jozear (con hoz) al mismo tiempo que él champeaba un pedazo de tierra. Me dio bastante ventaja y me dijo que como él me alcanzase me iba, a dar de chicotazos. Por más que me apuré, me alcanzó y con una rama me ha dado de golpes hasta sacarme sangre, Yo no, aguanté más y me corrí. Me venía con dirección a Caqui a, ver a mi mamá pero él me venía siguiendo; corrí parla hacienda Miraflores y para despistarlo me escondí por Pancha la Huaca y de allí, en lugar de venir a Caqui, me fui a Huaral. Allí conocí a un señor que vivía en la hacienda Esquivel y me llevó como, muchacho para que le hiciera mandados. Ese señor fue el que me enseñó a leer y escribir. Al poco tiempo le dijeron a mi mamá que yo estaba en Esquivel, entonces fue allá y hablando con el señor "me recomendó para que tuviera cuidado conmigo. Esto pasaba cuando yo tenía 11 años. Hasta que tina vez una señora de Boza, amiga de mi papá, al verme le contó a él que yo estaba de muchacho en Esquivel. Entonces mi viejo fue, me sacó de ahí y nuevamente me llevó a Boza, a la casa de mi tía. He estado tres años más con mi tía, ayudando nuevamente en el trabajo de la chacra. Cuando estaba en Boza me veía frecuentemente con mis hermanos mayores que vivían en Aucallama, ya que los lugares están bien cerca. Asimismo, de vez en cuando iba a ver a mi mamá en Caqui. En una de estas visitas mi mamá me llevó a pasear a Lima por primera vez. Tenía 13 años y casi me vuelvo loco de contento cuando nos dirigimos a Ancón para tomar el tren. Hasta Ancón primero teníamos que ir a pie o a bestia, mi mamá fue sobre una mula y yo iba a pie. Teníamos que cruzar los 15 kilómetros por todo ese arenal, subiendo el cerro Pasamayo. En invierno se pasaba ese camino de día, pero en el verano el viaje tenía que hacerse de noche porque el calor diurno era matador ya que la arena quema mucho. Al llegar a Ancón tuvimos que esperar el tren que todavía no partía. Más o menos a las 10 de la mañana salimos, con bastante gente que se iba a Lima. Viera a los negros de Aucallama, de Boza, de Chancay, de San José y de las otras haciendas, con sus ropas nuevas, sus camisas bien blanquitas, su terno negro y su sombrero blanco, Ese tren era un poco viejo, pero iba bien rápido y cruzaba los postes como si nada. Yo le


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pedí a mi mamá que me dejara sentarme al lado de la ventana y de allí he visto todos los sitios por los que pasamos. Llegamos a Desamparados antes de las 12 del día y cuando bajamos yo me quedé asombrado al ver todas esas cosas en Lima. ¡Tremendo puente más feo que hay cerca de Desamparados! Vi también el Palacio de Gobierno donde vive el caballero que manda a todos los peruanos. ¡Pa su macho! Me acuerdo que había bastantes soldados, igual que ahora; seguro para cuidar que no lo maten. Después de allí pasamos por una iglesia, no sé como se llama, en donde salían bastantes señores blancos con sus esposas. ¡Cómo vestían caracho! Telas nuevecitas, sus zapatos bien brillosos, con su sombrero chiquito que parecía galleta, creo que se llamaba sarita, y las mujeres usaban unos vestidos grandes y más bajos que los de ahora. Yo la miraba mi mamá y le veía su traje que no se podía comparar en nada al de esas señoras. Mi mamá me llevó rápido donde una hermana de ella que vivía en Abajo del Puente y casi me arrastraba porque a mi me faltaban ojos para ver todo lo que había en Lima. Estuvimos un rato y después del almuerzo regresamos. La segunda vez que fui a Lima se debía a que mi hermano mayor me encargó que fuera a Ancón a traer a su esposa que regresaba de Lima. Yo fui a Ancón en burro y estuve esperando el tren, cuando llegó vi que mi cuñada no había llegado. En cambio el hermano de mi cuñada había venido para decirme que su hermana estaba enferma y no había podido viajar y que recién iba a venir la otra semana. Estuvimos conversando un rato y él me animó para que fuera a Lima. Yo tenía muchos deseos de conocer el Parque de la Exposición porque me habían dicho que allí había bastantes animales de todas partes. Así que me fui no más; en ese momento tenía S/. 2.80 y como el pasaje costaba S/. 0.45 pensé que me iba a sobrar plata. En el viaje yo le preguntaba al cuñado de mi hermano cómo era Lima, y él me contó un montón de cosas: me dijo que para irse por Chorrillos había un sitio con casas del tamaño de media fanega. Yo me quedaba zonzo al escucharlo. Me contaba que para el 28 de julio se hacían bastantes fiestas en todo Lima. Cuando llegamos nos fuimos derecho a su casa que quedaba en Abajo del Puente. En este barrio había bastantes negros que a veces había visto en Aucallama y en las ha-


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ciendas. En esa casa pasé la noche y al día siguiente muy temprano me fui al Parque, cuando caminaba por las calles casi no veía ningún negro, vi dos o tres como de mi tamaño, sin zapatos, que hacían recados. Cuando llegué al Parque recién lo habían, abierto y pagué mi entrada, creo que eran diez centavos o quince, no recuerdo bien. ¡Pa su macho! ¡Qué tales animales! Había de todas las formas, de esos que se ven en los libros grandes, había leones, elefantes, tigres, ¡Que cantidad de animales!, creo que nunca me he asustado tanto. Yo decía que si se rompe una jaula seguro que nos comen a todos. Me he dado cuatro vueltas a todo el Parque para ver bien a los animales y contar en Boza lo que había visto. Más o menos a las 11 de la mañana salí del Parque y en la puerta me estaba esperando el hermano de mi cuñada. De allí nos hemos ido directamente a Desamparados para tomar el tren de regreso a Ancón. Cuando llegué a mi casa todavía tenía un sol con veinte centavos. Un poco antes de cumplir los quince años hablé con mi tía y le dije que quería vivir con mi mamá. Como ya estaba grande podía ayudar bien a mi padrastro en la chacra, además ya no sería una carga para mi tía. Ella aceptó y me dijo que podía irme a Caqui, y que era natural que todos los hijos desearan vivir con su madre. Así que me vine donde mi mamá, a Caqui. Desde ese día nunca me he movido de esta hacienda. Mi mamá me habló y me dijo que no debía ser tan mataperro, que ya estaba grandecito y debía ser juicioso. Me hizo entender que en la vida el que quiere comer tiene que trabajar. Así comprendí que el trabajo de chacra no es cosa de juego, que uno tiene que querer a la tierra para hacerla parir. Empecé a trabajar como peón en Caqui, desde que tenía quince años. En un comienzo raspaba algodón. Raspar algodón es limpiar los surcos del algodonal de todas las hierbas malas, usando una lampa cuadrada y con filo. También cuspaba, o sea echaba primero guano y luego tierra alrededor de la planta del algodón para que el agua del riego no se lleve el abono. Yo he comenzado a trabajar en Caqui por lo muy mucho en 1909, cuando el patrón era un caballero llamado César Palacios.


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En cierta ocasión fuimos a Boza con unos primos para cortar leña en el monte. Para cortar camino teníamos que pasar por varias haciendas. En el trayecto le hicimos meter el pie aun primo en una barra que había en la hacienda La Huaca y luego le introducimos el fierro para que no saliera. Vieran como gritaba el mozo. ¡Ah negro más gritón! Y nosotros riéndonos. Casi nos morimos de risa. Y lo dejamos allí y nos fuimos a cortar leña. Al regreso nos fuimos por otro camino. Después me contaron que mi primo José, que fue el que puso el fierro, se lo quitó. Ya mi primo José no pisa en este suelo. Pero mi otro primo que aún vive en Boza, hasta ahora se acuerda de esa vez y se muere de risa cuando le hablamos de eso. Antes se trabajaba desde que uno era muchacho, no como ahora que hay leyes para los menores de edad. Ojala mis hijos me hubiesen visto trabajar de muchachito, era muy fuerte y muy rápido. Toda mi plata se la daba a mi mamá. A veces me iba a otras haciendas porque se ganaba más, pero siempre seguía viviendo aquí. Varias veces he trabajado en Boza y también en Palpa. Me acuerdo que cuando tenía: 26 años, más o menos en 1920, en Caqui a los lamperos se les pagaba S/. 2.50 sin comida y en Palpa S/. 3.00 más su comida. Cuando yo tenía 23 años, murió mi mamá, el 10 de abril de 1918. A mi me dolió mucho la muerte de mi madre, uno siempre quisiera que su madre nunca se muera y se olvida de que algún momento le pegó o lo castigó. La madre es el ser que más se quiere en el mundo, sobre todo mi madre que mucho luchó para poder mantener a tantos hermanos que tuve. Ella desgraciadamente no ha gozado de todas esas cosas que hoy vemos y que han hechos los señores que conocen la ciencia. ¡Cómo quisiera que mis viejos vivieran, aunque sea un día, para que vieran los autos, el radio, la televisión! En fin fue la voluntad de Dios y hay que conformarse.


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A LA MUERTE de mi madre, seguí viviendo con mi padrastro Eugenio. Me hice un cuartito de caña en el pedazo de tierra que me dio y al mismo tiempo que trabajaba en la hacienda le ayudaba en el trabajo de la chacra. Mi padrastro era una gran persona, luchó bastante para hacer producir el pedazo de tierra que le dieron en Caqui. Yo lo estimaba y con él aprendí a trabajar con esfuerzo, que es la única manera en que se puede hacer parir a la tierra: Sobre esta tierra dura El hombre caminando va, En todo paso que da Se acerca a su sepultura. Desde el día en que el hombre nace Ya comienza a padecer, Y por fin llega a tener Aliento para pararse. El hombre para formarse Sufre mucha desventura,


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Y así toda criatura Por su madre va llorando. Va cayendo y levantando Sobre esta tierra dura. Si no lo oprime la muerte Llega al fin a caminar, Y se pone a cavilar Que ha tenido buena suerte. Se considera muy fuerte El hombre en su mocedad, Cuenta la calamidad De los transcurridos años, Y en busca del desengaño El hombre caminando va. Todo el mundo yo anduve, A un sabio le oí decir, Que el hombre para adquirir, Tanto baja como sube. La pobreza lo descubre Al hombre en necesidad. En busca del bien se va, Y sólo encuentra al momento Obstáculo y tormento En todo paso que da. Al fin llegó a conocer El lugar donde ha nacido, Porque sus cinco sentidos Se lo hacen reconocer. Pero si no llega a saber La causa de su amargura; Sólo la muerte es segura, Es evidente y cabal Sea por bien o por mal Se acerca a su sepultura. Mi padrastro quería mucho a mi hermana Dominga y todos los domingos iba a verla. Mi hermana Dominga murió de des-


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cuido de parto. Ella se había casado y se fue a vivir con su marido a la hacienda San José. Ya tenía seis hijos lograditos: cinco hombres y una mujer. Cuando estaba por dar a luz su séptimo hijo, mi cuñado, animal, no llamó a una partera sino a una recibidora. Ya se sabe que una recibidora lo único que hace es recibir y no sabe nada más. Cuando mi hermana estaba a punto de desembarazar estaba allí esa señora, que ni siquiera me acuerdo como se llamaba. Lo cierto es que ella tuvo un mal parto porque la criatura sacó un pie no más. Cuando la recibidora vio la cosa seria se mandó mudar, y entonces a mi cuñado zonzo recién se le ocurrió llamar a un médico. Cuando vino el doctor lo único que hizo fue decir que mi hermana había muerto de un mal parto; le quitó la criatura que también estaba muerta y los enterramos a los dos. Mi cuñado ni siquiera me avisó cuando iba a dar a luz mi hermana que si no le digo a una prima mía, trabajadora de la hacienda Boza, ¡Qué tal negra!, ¡Nunca se le murió una criatura! No me enteró. Mi hermana murió de descuido, faltó quien la atienda. Si la prima que me dio la noticia hubiera estado trabajando, yo le hubiera pagado su jornal y la hubiese llevado a que la atienda, y mi hermana no se muere. Pero así son las cosas pues. Que le vamos a hacer. Mi hermana murió el 30 de octubre de 1923. Desde entonces la muerte de mi hermana afectó mucho a mi padrastro. El viejo se puso un poco mal. Estaba sentado no más. Por esa época regresó su primera mujer María, y mi padrastro como era bueno, de compasión no más, dejó que la señora viviera con nosotros. Pero esta señora era muy fregada, le gustaban mucho los chismes y los cuentos. ¡Uyyyy! Cómo le gustaban los chismes, ¡Jesucristo! Siempre estaba haciendo chismes para que mi padrastro peleara conmigo. Mi padrastro murió en 1931 a la edad de 88 años.



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Apuesto hasta mi pellejo a las patas de mi tío, zapateador más completo desde Boza a Chancayllo. ¡CÓMO son las cosas! El entierro de mi padrastro me costó únicamente 40 soles. Compré el cajón, las flores, el ron y cigarros para los que se quedaron a velar con sólo 40 soles no más. Ahora vayan a ver cuanto cuesta. ¡Jesucristo! Ahora cuesta un montón de dinero. Todo ha cambiado. En las telas no más se puede ver cómo han cambiado las cosas. A mi me gusta usar ternos como se hacían antes. Mi padre y un sastre amigo que había en este valle me enseñaron a usar ropa. A mi me gustaba andar bien futre con mi temo azul marino, mi camisa blanca, mi corbata y mis gemelos. ¡Las linduras que había de gemelos! Yo me compraba unos bañaditos en oro que eran muy buenos. ¡Para vestimos nosotros, los viejos! No es como ahora que uno se compra telas que no son de ley, como ésa, ¿Cómo se llama? Esas que se están usando aho-


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ra, creo que se llaman suprela. Me mandé hacer dos ternos de suprela hace poco porque mis hijos me dijeron que era buena tela y tuve que regalárselos a Pablo y a Shebo. Yo que siempre he andado con telas de lana purita, ¿Cómo iba a usar esas tonterías? ¿Sabe cómo me daba cuenta de que si la tela que me vendían era buena? Hay un secreto que me enseñó el sastre que le digo, un cholo bajito no más, pero que cosía muy bien. ¡Viera los ternos que hacía! Antes cuando tenía mis colmillos completos mordía la tela: si la tela se hacía hueco entonces era lana purita. Pero si la tela resistía o sea que se hacía a la muela entonces era algodón y eso era de baja calidad. Aquí en el valle los que mejor vestían eran los de Aucallama. ¡Qué ricos mozos para usar tela! ¡Jesucristo! Mucha tela han usado en Aucallama. Estos negros siempre paraban bien futres, ojalá los hubiesen visto. Se compraban un terno, lo usaban el día de la fiesta, después lo usaban los domingos no más, y al otro año los muchachos se compraban otro terno. ¡Pa su macho! ¡Cuanta tela ha corrido por ahí! Esa gente de Aucallama es famosa. Sus fiestas eran buenazas. Las fiestas de ahora ya no son como las de antes. Antes las fiestas eran más nombradas. Se alquilaba una banda de por lo muy menos de 16 tocadores. Se quemaba castillos y venía gente de todas las haciendas ¡Caracho, qué cantidad de gente! Uno se podía ver con gente de todo el valle. En la tarde se acompañaba la procesión al compás de la banda. Y después que la imagen entraba a su iglesia comenzaba la fiesta. Pero. . . aquí en la hacienda la gente es buena. La gente del campo siempre es buena. Todos nos llevamos bien. La gente trabaja y uno que otro día se va por el pueblo de Huaral a hacer sus compras. No hay diversiones, y en Huaral de vez en cuando hay alguna. hay En el patio de mi casa Hay una matita de ruda Donde hallé a Pedro Boza Prendido de la teta de mi burra.


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Los jóvenes de antes éramos muy amantes de las diversiones. En las haciendas no había muchas oportunidades de divertirse ni en el pueblo tampoco; como hay ahora', en el cine, la televisión o la radio. Por eso buscábamos los cumpleaños de alguien para ir a su fiesta. Cuando no estábamos celebrando nada, nos juntábamos en la tienda de la hacienda y allí comentábamos las cosas que pasaban. Hablábamos de las jugadas de gallos, de los zapateadores o de los decimistas famosos. Hacíamos concursos o escuchábamos a los que sabían hacer versos. A veces nos íbamos a otras haciendas, a tomarnos un par de tragos con los amigos y familiares de allí. Cuando muchacho he sido bien divertido, estaba de fiesta en fiesta, bailando sin parar de; la noche a la mañana. Nosotros los viejos nos hemos divertido de lo lindo. Y en fiestas buenas, como eran las de antes. Con guitarra y cajón, buena comida y buen trago ¡Ese pisco que había. . . pura uva! Uno se podía emborrachar hasta caerse y al día siguiente amanecía de lo más bien, sin dolor de cabeza ni otro malestar. Ahora se toma un pisco o vino, que cuesta bastante plata y al día siguiente nadie lo salva de un tremendo dolor de cabeza. Las mejores fiestas se pasaban en las casas de los yanaconas, no ve que ellos tenían más plata. Uno llegaba a la casa porque lo habían invitado o sino iba acompañando a un amigo. En eso se acercaba el dueño de la casa diciendo que estaba muy contento de tenerlo en casa. Ahí mismo le daban un huaracazo de pisco, que se le servía en un vaso y empezaba a divertirse. Sacaba a bailar a alguna muchacha, cuidando que no fuera casada, porque los maridos eran muy celosos y a veces hacían líos. Después de bailar, y seguir tomando, la señora de la casa le servía su comida que casi siempre era de gallina. Si uno sabía cantar o zapatear, entonces le pedían que hiciera algún número y por allí le salía un rival que lo desafiaba y allí comenzaba lo mejor de la fiesta ¡Ojalá hubiera visto a los negros metiendo carbón a los rivales! Al final todos aplaudían y de nuevo empezaba el baile. Se seguía tomando y cuando uno ya estaba con sus tragos le decía a otro que quería hacerlo su compadre, o que lo desafiaba a una jugada de gallos. También en las fiestas se conseguía una muchacha o al-


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guna mujer casada que se había cansado de su marido ¡Esas sí que eran fiestas! Yo estuve una vez en un baile que duró nueve días. En mis tiempos me gustaba bailar. No me perdía ninguna fiesta, y se me podía ver en casi todas las haciendas del valle. En esa época había unas negras hermosísimas, altas, de buen cuerpo, que de sólo verlas uno se enamoraba. Es que antes se comía mejor, y la gente era más alta y fuerte. Las negras eran bien detallosas cuando se ponían sus vestidos nuevos y sus pañuelos de diversos colores. A veces cuando uno les sacaba a bailar le decían en broma: Negro, cabeza de cocorrón, Si quieres bailar conmigo Lávate con jabón. ¡Qué tales negras! Pero eso sí, con ellas uno se podía pasar una noche bien divertida, porque eran muy alegres. Yo he conocido muchas. Aquí en Caqui había un grupo de nueve muchachas que bastaban para alegrar cualquier fiesta. Casualmente en la fiesta conocí a bastantes muchachas que fueron mis enamoradas. En esa época para tener enamorada uno debía ser un santo, porque si tenía fama de ser jaranista, mujeriego o borracho, ninguna madre dejaba que enamorara a su hija. A mi me pasó algo parecido, pero por la fama de mi papá. Cuando tenía mis enamoradas únicamente las podía ver en los bailes o cuando iban a lavar ropa a las acequias. Los enamorados siempre tenían relaciones sexuales, y a veces algunas muchachas salían embarazadas. Si el hombre se quería casar iba donde el padre a pedirla o sino se escapaba. Mi papá me enseñó que es mejor meterse con mujeres y no con muchachas para que no pase nada. Yo he tenido compromisos con algunas mujeres casadas. Procuraba irme a otras haciendas. En Palpa estuve como cuatro años con una negra casada y con tres hijos. Su marido era un sinvergüenza, muy borracho y jugador, que se gastaba lo que ganaba con los amigos y ella se quedaba a veces sin recibir nada para la comida. Yo la conocí en un baile en. Palpa y como tenía buen cuerpo empecé a palabrearla y ella no protestaba nada. Así


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que en menos de una semana la conseguí. En esa época estaba solo y todo lo que ganaba era para mí, por eso a ella le daba sus propinas. Una vez le di una libra y casi llorando me dijo que era la primera vez que tenía una libra en su mano. Yo la veía en su casa, tres o cuatro veces por semana. A veces el marido estaba durmiendo su borrachera en los cuartos de adentro y yo estaba con ella en la sala. Ya cuando me casé ella no quiso continuar y me dijo: "Es mejor que una coma bien, y no que dos coman mal". Pocos hay aquí que digan que no han atrasado a algún cristiano. Pero los más fregados eran los patrones de las haciendas. Antes no eran como ahora que se hacen los delicados. Aquí en Caqui había un peón llamado César que era uno de los protegidos del administrador porque el sinvergüenza le ayudaba en sus amores. Este era el encargado de conseguirle las mujeres y las traía de las chacras o de otras haciendas. A la madrugada de nuevo las regresaba a sus casas, en su caballo ¡Si yo contara como eran los patrones! Nada menos que en Huaral hay mucha gente que lleva un apellido conocido y todos son hijos de un viejo sinvergüenza, que es dueño de una hacienda de por aquí. Antiguamente los patrones tenían hijos en las negras, cholas y en todo lo que podían chapar.


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LA ÚNICA fiesta de Caqui es hoy la de la Virgen del Carmen que se celebra el 16 de julio, pero se festeja un domingo. Mi mujer es la presidenta de la Hermandad de la Virgen del Carmen de la hacienda. Así que la señora del administrador la manda llamar para hacer los arreglos de la fiesta: "Oye Delfina ―le dice― vamos pues a arreglar la fiesta, a mí me gusta hacer esto contigo. Ya después se hablará con la otra gente". Así que entonces las dos conversan y después le avisan a los demás. Arreglan a la Virgencita y le hacen su misa, Después de la procesión vamos a mi casa y estamos un rato tomando un trago. La imagen es de la Virgen del Rosario, dicen que la regaló un rey muy antiguo que le decían el Quinto, creo que se llamaba Carlos. La misma banda comenzaba a tocar música para el baile. Vieran a esos negritos de Aucallama bien futres y bien lavados. Que buena banda ¡Jesucristo! Es que eran de Lima, venían por ferrocarril desde la mañana. Toda la gente comenzaba a bailar la jarana, los valses y toda esa música buena de antes. Los que no querían bailar veían las cosas que había. Hasta la noche se


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bailaba y en algunas casas se quedaban jaraneando, bailando y comiendo hasta el día siguiente. La gente por su lado, después de la procesión se va de regreso a las haciendas y Aucallama se queda como antes ¡Qué pueblo más muerto está ahora! Antes se veía a los decimistas, a los zapateadores. Había allí los Ubia, los Vásquez, los Aguilar, pero sobre todo un tal Santos Ubia, por mal nombre "Cartucho", hacía linduras con los pies: Apuesto hasta mi pellejo A las patas de mi tío, Zapateador más completo Desde Boza a Chancayllo. Cuando mi tío Aguilar se quita sus alpargatas Corren negras y mulatas Para verlo zapatear. ¡Qué manera de bailar! Pura quiebra y recuteco Dicen que mi tío es viejo Mi tío no es viejo nada Por una de sus pasadas Apuesto hasta mi pellejo. Un día llegó a Aucallama Un manco de dos brazos Sabía como mil pasos Y era acróbata de fama; A mi tío se le llama Y comienza el desafío. Voy dos reales sencillo Voy dos botellas de ron, Me juego hasta el corazón, A las patas de mi tío. Con el público por juez Bailando, de siete a cuatro, El manco sin mucho teatro Hizo un mortal al revés.


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Escobillando los pies Mi tío bailaba quieto Ya miraban con respeto Porque el manco bailarín, Iba resultando al fin Zapateador más completo. Y ahí no más prendió la mecha, Y mi tío comenzó, Como la vuelta del reloj De la izquierda a la derecha, Como quien al suelo se echa Repiqueteó los tobillos. En hombros salió mi tío Y no contentos con eso Se lo llevaron en peso Desde Boza a Chancayllo, Como le repito pues, antes la cosa era diferente. Mucho me acuerdo de las grandes fiestas de la hacienda. En esa época se presentaban la danza de moros y cristianos y la danza de los negritos: El almirante Balán Guió su gran división A pelear con los cristianos Y fue muerto el rey Clarión. El iniciador de la danza de moros y cristianos en Caqui fue un negro llamado Guillermo Solano, quien llegó aquí traído por Pedro Recavarren, el patrón de la hacienda. Parece que don Pedro conocía a Solano, porque éste había trabajado en su casa de Chorrillos. Guillermo Solano era nacido en Cañete y contaba que en su tierra se presentaban también la danza de moros y cristianos. Llegó más o menos por el año 1922, con su mujer y su hijo del mismo nombre. Vino aquí como un tirador de adobones, hacia las tapias. Solano trajo de Cañete un cuaderno grande, con pasta de cuero en donde estaban las canciones de la "Danza de moros y cristianos".


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Parece que don Pedro conocía de estas danzas y le gustaban, y sabía que Guillermo Solano era entendido en esto. Así que cuando estuvo Solano aquí le dijo que preparara la danza y que él lo iba a ayudar. Sin embargo, mucho antes en el valle también hubo la danza de moros y cristianos. En Huaral se presentaron más o menos en 1906. Era lindísimo. Nada menos que allí salía un caballo hermoso del finado mi papá Manuel. En Huaral hubo una vez o dos, no recuerdo muy bien, pero después de un momento a otro se acabaron. Hay varias versiones de estas danzas de moros y cristianos, una Se refiere a Carlomagno y a los 12 pares de Francia, y la otra se refiere a las Cruzadas donde mientan al rey, Ricardo. Solano consiguió un grupo de mozos de 18 a 20 años con buena voz y que querían participar en la danza. Después don Pedro sacó copias a máquina de los cantos que a cada uno le tocaba interpretar y las repartió a los muchachos. Se ensayaba desde dos meses antes, o sea desde el 16 de mayo, ya que la fiesta era en julio. La hacienda, o mejor dicho el patrón estaba en todo no descuidaba ningún detalle. Figúrense que como los vestidos tenían que ser lujosos, con bordados y lentejuelas y un montón de adornos más, se trajo una modista de Lima para que hiciera todas estas cosas. Lo mismo pasó con el guitarrista. Se trajo a un tal Soto de Cañete para que enseñara el toque especial a Luis Lobatón que fue el guitarrista aquí. Resulta que al poco tiempo Luis ya estaba ganando a su maestro. El lugar donde se presentaba la danza era la cancha de fútbol antigua, donde ahora es la chacra de un yanacón, cerca de la casa hacienda. En medio de la cancha se colocaban los tronos de los reyes, separados a una distancia de 60 metros más o menos. También se hacía una especie de estrado de honor donde estaba el administrador y su familia. Toda la cancha de fútbol estaba rodeada de gente de todas las haciendas, del pueblo de Huaral y hasta de Chancay. También venían las autoridades y toda la hacienda se llenaba de gente. Nunca más Caqui ha estado así. Cada trono se hacía, si mal no recuerdo, uniendo varias mesas de la misma altura, de unos noventa centímetros, y encima se


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colocaba una pequeña plataforma de madera de veinte centímetros de alto que la hacienda también ponía. Allí se colocaba la silla como trono del rey; los vasallos o los guerreros iban a su costado pisando las mesas. Los centinelas iban debajo, en la cancha de fútbol, delante del trono y los embajadores estaban más adelante. Junto a las mesas, en la misma dirección se habían colocado postes de sauce y con unas ramas de árbol se habían tendido arcos. Todo esto se adornaba bien bonito, encima de la mesa se colocaba papel de colores, la silla se forraba con papel dorado y en el arco se colgaba un montón de adornos, la cadeneta, las banderitas, los espejitos. ¡Uyyy, todo era muy bonito! Por cada banda actuaba ocho personas: un rey, dos embajadores, dos porteros, centinelas y tres guerreros o vasallos. Además en el bando cristiano estaba la princesa Jimena. Todos los personajes tenían su nombre: el rey moro se llamaba Almansor, la princesa cristiana tenía el nombre de Jimena; el embajador cristiano era el Conde de Saldaña y el embajador moro se llamaba Solimán. El rey cristiano tenía una chaqueta rosada de mangas largas y sin cuello. Su pantalón era de color negro apretado y hasta las rodillas, a los costados o sea con la costura tenía una raya dorada. Las medias eran rosadas hasta las rodillas y los zapatos negros con hebillas doradas grandes. Una capa celeste, bien chillona le colgaba hasta los tobillos. En la cabeza se colocaba una corona de cartón que estaba forrada con papel dorado y con espejitos para que pareciesen joyas. Al cinto llevaba una espada de madera. Toda la capa y la chaqueta tenían bastantes bordados y lentejuelas formando mil figuras. ¡Lo hubieran visto, todas las muchachas se enamoraban de él! El rey cristiano tenía a su lado a su hermana, la princesa Jimena, que también estaba sentada en el trono. La Jimena usaba un traje largo, de color rojo suave, ricamente bordado con lentejuelas y mostacillas. Sus zapatos blancos eran de taco alto. Al frente estaba el bando moro. El rey moro usaba una chaqueta amarilla, pantalón, rosado con raya blanca, medias celestes y zapatos blancos. La capa era rosada también. Toda la vestidura era igual en los dos reyes, se diferenciaban única-


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mente en la cabeza. El rey moro usaba un turbante blanco con adornos de colores y en la parte de adelante un espejo del tamaño de un sol. Los embajadores tenían capa corta, un poco más abajo de la cintura y gorro como caperucita. Los cristianos usaban gorrito celeste y los moros de color rojo. Los guerreros no usaban capa. Cada bando usaba medias y zapatos del mismo color. Al lado de cada trono estaban los caballos que montaban los embajadores y los reyes. Los caballos estaban muy adornados, con baticola hasta abajo, con guarniciones y correajes brillantes. El guitarrista, que era Luis Lobatón, estaba entre los dos bandos y acompañaba a todos. Se cantaba a todo pecho, cuando los del bando moro cantaban, Luis se acercaba a ellos y cuando cantaban los de bando cristiano se acercaba a ese lado. Y cuando se acercaban los dos bandos, el guitarrista se quedaba al medio. Lobatón no usaba uniforme, estaba vestido de civil no más. En el campo cristiano había una cruz. El madero era de un metro de alto más o menos. No sé, pero me parece que toda la danza también se llamaba "El paso de la cruz". El rey moro quería conquistar la cruz y dominar a los cristianos, el rey cristiano decía que no iba a dejar la cruz. Se comenzaba primero con el toque de la guitarra. Era un toque especial, como zapateo mullido, parecido al agua e'nieve, un toque rapidito. Luego entraban los personajes, todos cantaban. Principiaba el rey moro quien hablaba con prepotencia. Decía que ellos podían más que los cristianos, que los iban a vencer y que se iban a apoderar de la cruz. Contestaba el rey cristiano, diciendo que jamás permitiría que se apoderen de su cruz. Luego el moro, dice que quiere casarse con la Jimena y para esto manda a sus dos embajadores. Los embajadores suben a sus caballos y galopando se acercan al bando cristiano. En este momento la guitarra toca al compás del galope del caballo. Cuando llegan dicen a los cristianos las intenciones del rey moro. Entonces la Jimena al ver la osadía de olas moros que quieren mezclar su sangre con la de los cristianos, canta:


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So pedazo de rapacino Muy presto te he de mirar Renegando de Mahoma Las manos me has de besar. Después se calienta y se pone a cantar molesta. Aquí cuenta una serie de cosas que hacen reír. Dice, qué se ha creído ese tal por cual y un montón de cosas más. Los embajadores moros regresan: donde su rey y éste canta en un tono amargo: Jimena te ha de pesar Lo que con tu ignorancia has hecho, Has despreciado a un rey De tanto caudal. Entonces al ver este desprecio el rey moro declara la guerra. Pelea para casarse con la Jimena y para apoderarse de la Cruz. Primero pelean los dos reyes. Los dos están a caballo, hacen su simulacro como que pelean con sus espadas de madera, al compás de la guitarra que imita el galope del caballo. El rey cristiano hiere y vence al rey moro. Lo toman preso y lo llevan al bando cristiano. Aquí viene la parte más triste de la danza, que es cuando el moro empieza a llorar. En esta parte hay un canto de mucha tristeza, es el llanto del rey moro. El rey moro se queja de su destino y canta a su guerrero más fuerte Solimán y le dice:

tin Solimán amigo Sacadme de aquí, que crueles cadenas me matan a mí. Los moros quieren salvar a su rey pero no pueden, y sigue la acción. Después no sé que es lo que pasa. Pero casi al terminar bautizan al rey moro delante de la Cruz, lo bautiza el rey cristiano. Luego se abrazan los dos reyes y los demás. Abrazados los dos bandos cantan el canto general para finalizar.


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Toda la presentación duraba dos horas más o menos. Guillermo Solano no intervenía en la presentación, él no actuaba sino que se encargaba de dirigir todo; de ver si cada uno sabía su papel de memoria, de decir cómo tenían que moverse y de todas pequeñas cosas. En Caqui se presentaron dos veces, en 1923 yen 1924, en las dos veces la gente aplaudió bastante. Es que la danza gustaba mucho y se veía buenos cantantes, porque eso sí tenían muy buena voz. Cualquiera no podía salir moro o cristiano sino que debía tener buena voz. Todo era bien bonito. Ahora ya no hay esas cosas. ¡Me da pena que mis hijos ya no vean esto! La segunda vez que actuaron los vio el alcalde de Chancay y los contrató para que se presentaran allá. Pero entonces ya se pagaba. La entrada se cobró y a cada bando le tocó cien soles. Esa fue la última vez que actuaron, porque al poco tiempo Guillermo Solano se fue de la hacienda y también se llevó el libro donde estaban los cantos. Don Uldarico, un primo de mi mamá, sabe algunas décimas de las danzas, pero están incompletas y ya no hay manera de conseguir lo que falta. Pero estas, décimas son de otra versión de la danza de moros y cristianos y dicen así: 1.

Fue nombrado embajador Ricardo de Normandía Cuando salió de Turquía Traspasó el Trafalgar III Salió de puente Mantible Godofredo y su escudero Viendo muerto al rey Clavero Pegó de gritos terribles Como el paso era imposible Lo echó a buscar todo el día, Ahí vino una gran compañía Relumbrando sus aceros, Persiguiendo al caballero Cuando salió de Turquía.


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Carlomagno afligido Estuvo por sus caballeros Y Pregner por Olivero Estuvo muy confundido El cristiano aparecido Le dijo al Emperador: "Estas noticias señor, De que los turcos son tantos" Guiado por un siervo blanco Traspasó el Trafalgar.

2.

El Almirante Balán Guió su gran división A pelear con los cristianos Y fue muerto el Rey Clarión. I Catorce reyes mataron Los cristiano mata siete ‒ "No hallo quien me sujete"‒ Dijo Roldán enojado. Había uno bien amado Que se las dio de Balan, Y cuando vino Roldan Con su risueño semblante, Perdió una guerra importante El Almirante Balán. II Los cristianos se atrevieron A pasar a la Turquía; Apenas amaneció el día A Balán lo apresaron En la cárcel lo encerraron En un oscuro panteón, Viendo su resurrección


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En que ha venido a parar, Para hacerse respetar Guió su gran división. 3.

Salgan de Colombia y la España De Francia, Prusia, Inglaterra A ver si en su campo encierra Un hombre de tanta hazaña. III Quisiera desengañarme Con el mentado Olivero, Con el príncipe Escudero Y con el tal Duque Nayme. Cuando a mí Pregner me llame Le volaré la visera; Si todos juntos vinieran Les mostraré más valor, Y venceré al Emperador De Francia, Prusia, Inglaterra. IV Haré que de mí se espante El famoso Picol de Aban Y todos tristes estaban Al ver vencido al de enantes. A toditos los gigantes Yo les declaré campaña En el centro de Bretaña A muchos guapos vencí Y en todo mundo no ví Un hombre de tanta hazaña.


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A MI MUJER lo que sí le gusta bastante es rezar. Tiene un pequeño altarcito en su cuarto donde hay una pequeña estatua de la Virgen del Carmen, varias estampas: dos de San Martín de Porres, una de la Inmaculada, una de San Antonio y otras tres más que no sé de quienes son. Estas imágenes las tenemos sobre una repisita, en la que hay un vasito de vidrio donde ponemos velitas Santa Rosa. Todos los días les ponemos su velita. Delfina además es presidenta de la Hermandad de la Virgen del Carmen de la hacienda Caqui. Ella en compañía de la esposa del administrador se encarga de organizar la fiesta de la Virgen. Este año después de celebrada la misa por el sacerdote que viene de Huaral, y después que sacamos a la imagen en procesión, llegaron de Lima como siempre desde hace siete años atrás, mis compadres Piérola. Vinieron en ómnibus escolar que habían alquilado: Antes venía únicamente mi compadre y su esposa y a veces algunos de sus hijos; pero poco a poco comenzaron avenir con sus amigos. Primero venían en dos autos y en motos, luego tres y hasta cuatro carros, hasta que por último este año han venido 45 personas en ómnibus. Mi compadre es propietario de una maderera y tiene


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su casa en Lince. Es muy bien relacionado y conoce mucha gente importante de Lima, varias veces nos ha ayudado. Tiene diez hijos de los cuales dos son casados, una de ellas se casó con el doctor Linch del Hospital Loayza. Además de ellos vienen sus amigos que son unos señores blancos y decentes. ¡Ufff. . . Ese día la casa estaba llena!, Esta sala que es grande parecía chiquita. Y tantas caras nuevas, porque cada año viene gente nueva. Como yo ya sé que ellos vienen, había dicho a Delfa que preparara algunas cositas, unos cuantos patitos y gallinas, un poco de yucas y otras cositas. Pero no vaya a creer que ellos vienen con las manos vacías. Mi compadre le dice a sus amigos y a sus hijos "No Crean que mis compadres les van a dar de comer así no más". Entonces ellos traen panes, queso, jamón y a veces sus patos ya limpiecitos. Una vez trajeron medio carnero. Entonces Shebo trae de la hacienda un pick-up a batería alquilado y se ponen a bailar. A Sheho mucho le gusta que vengan mis compadres porque así tiene la oportunidad de ver y de conversar con esas chicas blanquiñosas que él dice que son "bien bacanes". Sobre todo le gusta la esposa de uno de los Piérola porque tiene todo a la derecha. Se la gana a cualquierita de las que se ven en el cine. Aquí en Caqui hay poca actividad religiosa, hace años que el cura no viene hacer la misa en la capilla de la hacienda. Dicen que se fue porque nadie iba a la iglesia ¿Cómo va a ir la gente si tiene que ir a Huaral los domingos por la mañana para hacer sus compras de la semana? Así que entonces el padre no aguantó más esta indiferencia de la gente y ya no viene, pero nadie se ha quejado. Aquí la gente cree poco en los padres porque estos son muy tremendos, a veces son más sabidos que uno que no es sacerdote. Aquí en el valle ha habido varios padres que han tenido mujeres y hasta llegaron a tener hijos. Nada menos en Chancay, en tiempo de mi papá, había un cura que se aprovechaba de todas las mujeres que se iban a confesar, hasta que una señora lo denunció porque quería lo mismo con ella. Cuando se enteró la gente, casi lo matan y no pararon hasta que lo sacaron del pueblo montado en un burro. También había otro que se metía a la casa de cualquier persona y pedía que le dieran una gallina o un pa-


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to y el muy sinvergüenza a veces llegaba a pedir un chanchito. El que lo paró fue un yanacón, no me acuerdo su nombre, que se negó a darle un lechoncito que le pidió. Este cura ni siquiera pedía por favor, sino que exigía como si uno estuviera obligado a darle todo lo que ellos, quieren ¡Qué se habrán creído! Este comportamiento de los curas es lo que hace que la gente se aleje de Dios. Aquí en el valle, por ejemplo, hay una señora casada que le dicen la "poto bendito" porque se vive con un cura. A mí me han dicho que cuando una mujer tiene relaciones íntimas con un cura a las 12 de noche se vuelve mula, y a las 12 del día las huellas de sus zapatos se vuelven igualitas a las huellas de una mula. Una tía mía en Aucallama vio convertida en mula a una señora que vivía con el cura de allí. Seguramente se convierten en mula porque este animal es muy raro ya que es hijo de burro y yegua y además no puede tener hijos. ¡Cómo son las cosas! Por eso es que Dios se molesta y nos manda temblores y terremotos. Este año ha sido bastante pesado. Es que Dios no puede estar tranquilo cuando hay mucha maldad en el mundo y se ven tantas cosas malas, tantos crímenes terribles y para remate esos señores gringos de la ciencia están reventando las bombas atómicas a cada rato. Dios a veces nos deja hacer las cosas, pero cuando a El se le ocurre nos manda castigos para hacernos recordar de que El está en el cielo. Dios manda hasta en los animales y plantas, el único que le hace pelea, pero siempre sale perdiendo, es el enemigo. Dicen que cuando Dios que es hijo de José y María nació, el gallo cantó alegre diciendo "Ya Cristo nació" y la vaca dijo también contenta: "En Belén". Pero allí había un chancho que habló una lisura y desde ese día Dios lo castigó y ya el chancho no puede mirar al cielo. Claro cuando un chancho grita mucho se le pone con la cabeza mirando arriba y el animal deja de gritar. Otro animal que contestó mal fue el chivato y desde ese día estos animales apestan y son los favoritos del enemigo. Cuando el enemigo quiere estar en el mundo se vuelve chivato. Yo nunca me olvido de Dios, siempre lo tengo presente, pero eso sí no me gusta ir a las misas. También cumplo con ponerle a mis hijos el nombre del santo calendario. Yo todos los años compraba el calendario para ponerle el nombre del patrón del


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día a mis hijos. Dicen que si uno no le pone el nombre del Santo del día, el cristiano no oye los rezos que se le hacen para ayudarlo a bien morir, o sea que no escucha lo que se reza cuando está moribundo. Uno cree todas estas cosas porque de chiquito se las han enseñado. Es muy difícil que uno olvide las cosas que le enseñan de chico y sobre todo lo que le enseña su propia madre.


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En nombre de Dios comienzo Por no saber con quien canto Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo. ¿SABE que son las décimas? Bueno pues. Los desafíos de decimistas han sido muy famosos en el valle. Aquí ha habido muy buenos negros decimistas. Eran mozos que habían nacido para esto. Figúrense que en Caqui Juan Zambrano un negro, que no sabía ni la O por redonda, analfabeto, hacía décimas que nadie las ha podido igualar. Este negro lo veía a uno y en ese mismo momento le sacaba una décima que hablaba de su cara, de su cabeza, de su ropa, o sino iba a cualquier casa y si veía algo que le gustaba: un buen caballo, un gallo, ahí mismo le sacaba su décima. ¡Qué rico mozo! Zambrano tuvo un sobrino político que se llamó Juan Gonzalez que también salió buen decimista. Gonzalez murió en 1907, abaleado por unos asaltantes, cerca a la hacienda Cuyo, cuando iba llevando el dinero pata hacer el pago a los obreros. De Gonzalez los viejos de Caqui sabemos muchas décimas. Una bien famosa decía así:


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Un hermoso regimiento En la Gloria se ha formado Dan por armas la oración Y van buscando soldados. Cristo va de coronel Marchando con gran primor, Y de sargento mayor Va el arcángel San Miguel. El otro arcángel Rafael, Marcha de primer sargento Alférez de gran portento El seráfico Francisco, Pues se ha formado a lo visto, Un hermoso regimiento. De teniente va San Juan Grado que muy bien le cuadra, San Diego cabo Escuadra Y San Gabriel capitán, De cadete San Sebastián, San Andrés de habilitado Y de capitán graduado El lucero de Domingo Pues un regimiento lindo En la Gloria se ha formado. El Santo Tomás de Aquino, Va de valiente soldado, Y oficial abanderado Es el famoso San Lino San. Marcos y Marcelino Le dan frente al batallón, Se aparece San Simón Como primer ayudante Y en esta escuadra tan triunfante Dan por armas la oración. Marcha de tambor mayor Con cajas, trompas, clarines


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Tocados por ángeles y serafines San Agustín el doctor, San Lucas y San Salvador frente dan a sus costados, Aparecen bien armados Por afables y discretos; Son oficiales completos Y van buscando soldados. Un desafío se pactaba cuando había uno que sabía bastantes décimas y le decían que había otro decimista mejor que él. Entonces éste iba a donde vivía y lo desafiaba. Se escogía el sitio, casi siempre era una cantina y cada uno se presentaba con su guitarrista o sino una misma guitarra acompañaba a los dos. El toque de la guitarra era el llamado socavón, ritmo poco monótomo y que era el mismo para todas las décimas. Generalmente empezaban con una décima en el que decían su nombre o sino con esta cuarteta: En nombre de Dios comienzo Por no saber con quien canto, Gloria al Padre, Gloria al Hijo Gloria al Espíritu Santo. Cuando la gente se enteraba de que había un desafío se iba a la cantina a escuchar las décimas. Iba bastante gente a ver los decimistas, y allí los amigos de los rivales pedían botellas de pisco y empezaban a cantar: Estaban el cuatro y el tres En grande porfía un día, Argumentando los dos Cual, mejor número hacía. Dijo el cuatro: "Cuatro son De muestra, los misterios, Cuatro son los Evangelios Sin tener duda o cuestión Cuatro las auroras son Y de cuatro esquinas es,


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Antes, ahora y después La torre del firmamento". Y probando estos argumentos Estaban el cuatro y el tres. Dijo el tres: "En realidad Yo me llevo las coronas Porque tres son las personas De la Santa Trinidad Treintitres años de edad vivió Jesús, Alma mía, Y tres horas pasó María Al pie de la cruz sagrada". Y el cuatro y el tres estaban En grande porfía un día. "Cuatro son los elementos Y los puntos de la cruz, cuatro; Cuatro son sin aparato Las partes del mundo entero, Cuatro con María fueron Los asistentes de Dios Que son: María, Nicodemos, El Centurión y San Juan". Y al pie de la cruz están Argumentando los dos. Tres veces cayó Jesús Siendo tan manso cordero Cargado en el madero Tan pesado de la cruz A las tres subió la luz Y murió así que acabó el día; Y probando esta porfía Salió victorioso el tres, Porque el argumento es Cual mejor número hacía. Primero sonaba la guitarra como pidiendo atención para las décimas. Luego el cantor decía su glosa o cuarteta y nuevamente


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sonaba la guitarra. Aquí, en este momento, el otro decimista y la gente sabía de que iba a tratar la décima. Después de cada décima el guitarrista hacía un punteado y cuando se decía la cuarta décima la guitarra cerraba con un nuevo bordoneo. La gente aplaudía al cantante. Se escuchaban décimas de historia, a lo divino, de insultos, de amores, de plantas y otras cosas. Estaban dos días sin parar, cantando décimas y siempre tomando licor. Ganaba el que cantaba más décimas y ese era respetado y admirado por todos. A veces el ánimo se caldeaba y los rivales decían décimas con lisuras y el desafío terminaba a golpes: Fuera, fuera parrampanes Que de leguas se divisa, Que aguarda tarde de toros Para mudarse camisa. Salgan todos para fuera No quiero que haya desgracia Ni quiero que en esta casa Consientan más borrachera. Yo les hablo con manera, Con esta mi voz notable Si alguno quiere ganarme Con décimas descompuestas Ya voy a cerrar mi puerta Fuera, fuera parrampanes Pregunto cuál es el hombre Que suspirita en el día; So pedazo de porquería Que con la gente se opone. Amárrate los calzones Que es lo que más te precisa ¿Quién es el que garantiza por este mozo atrevido? Estos son los rangalidos Que de leguas se divisa.


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Nunca jamás hago caso De palabras inferiores, Porque en los palos mayores Se cagan los gallinazos. Ando vestido de raso, Para pasearme como todos, Los botones son de oro Que los compré con mi salud ¿Acaso soy como tú Que aguarda tarde de toros? Mejor será que te vayas Y no regreses jamás Porque no estoy para aguantar Lisuras de esta laya. Si tu crees que soy de España O que no tengo malicia Te vas a largar la risa A costillas del cojudo, Que agarra lo que, no es suyo Para mudarse camisa.


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EN AUCALLAMA había bastante brujería y siempre ha sido famoso por sus brujos. Me contó mi mamá que en esos tiempos todo era diferente. Una vez los brujos de Aucallama y los de Carabayllo hicieron una apuesta, para ver cuáles eran los mejores. El asunto era que los brujos de Carabayllo tenían que tirar un frijol desde la plaza de armas de Aucallama, y los de Aucallama tenían que tirar otro frijol desde Aucallama hasta la plaza de Carabayllo. Los de Carabayllo tiraron su frijol, pero no llegó a Aucallama, apenas si llegó por unos cerros que hay antes de Ancón. En cambio los de Aucallama sí consiguieron que su frijol llegara hasta la plaza de Carabayllo y según cuentan hasta ahora está la planta de frijol. Cuando mi madre vivía en El Arenal, había noches en que al ir a dormir se sentía pasos en el techo. A veces Trinidad no hacía caso, pero otras veces las pisadas eran ya demasiado fuertes, él comenzaba a hablar lisuras pidiendo que se vayan. Entonces en el techo caminaban más fuerte y se reían. Mi padrastro hablaba lisuras más groseras, agarraba un palo, salía a la calle a ver, y se subía al techo pero allí no encontraba nada. Hasta que al fi-


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nal se acostumbraron. ¿Quiénes serían los que estaban gritando y riéndose? Nunca se llegó a saber nada. Mi mamá decía que a lo mejor eran las ánimas del purgatorio. Esto que le cuento no es nada. Trinidad, el segundo esposo de mi madre, tenía un hermano llamado Placerio. ¡Este mozo sí que era bueno! Hacía unas cosas para no creerlas. Era ayudado por el enemigo. Sabía volar como los pájaros y así podía trasladarse a todas partes. Ese mozo podía tomar la forma que quería, a veces era halcón o gavilán u otro pájaro. Mi tío Placerio ‒le puedo decir tío ya que era hermano del esposo de mi mamá‒ era también muy aficionado a los gallos y un día lo invitaron a una jugada no sé en que hacienda de Lima, creo que era en La Molina o en Nievería. Bueno pues, le digo que mi tío ganó en todas las peleas de gallos. ¡Qué sé yo cómo ganó! Pero la verdad es que nadie pudo con él. Usted sabe que antes la gente creía mucho en brujería, así que como vieron a mi tío ganar las peleas lo acusaron de brujo y toda la gente con los mismos palos que habían servido para hacer cancha le han dado a mi tío, pero fuerte ¡Jesucristo!. Mi mamá me dijo que le habían dado más palo que sentimiento. Le han pegado por todo él cuerpo, en la cabeza, en la espalda, en todo, y encima de eso le daban patadas: Entontes a uno de la hacienda, no recuerdo bien pero me parece que era el mayordomo, se le ocurrió quemarlo con candela. Y ahí mismo toda la gente fue a buscar ron y más palo para quemarlo. Felizmente en eso llegó el administrador de la hacienda y dijo que nada de muertos allí, que más bien lo encerraran en la cárcel de la propia hacienda, entonces dejaron de pegarle y sabe usted ¿Qué es lo que hizo mi tío? ¡Pa su macho!. Mi tío se ha parado de lo más bien, se sacudió la ropa y se fue para que lo llevaran a la cárcel. Ahí lo amarraron en la barra y lo dejaron preso. Mi tío había ido con su hijo, así que a los dos los metieron a la cárcel, pero al día siguiente los dos estaban en Aucallama trabajando. Nadie sabe como lograron salir de la cárcel. Otra vez se fue al norte, creo que a Piura o Trujillo y allí se puso a jugar pinta con los dados. ¡Qué rico negro para jugar!. Le ganó su plata a todos los del lugar. Y estos también dijeron que era ayudado por el enemigo y le prepararon una emboscada para quitarle la plata, y matarlo. Pero mi tío cuando ya se venía


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se dio cuenta de la emboscada y se dijo ahora los jodo. Y se bajó de su caballo, alzó las manos como si fuera pájaro y poco a poco se convirtió en halcón y se fue volando. Al pasar por donde estaban los asesinos los miraba y se reía. Este mi tío Placerio era cosa seria. Ya hace muchos años que murió. Al igual que el esposo de mi mamá era natural de Aucallama y siempre trabajó allí. ¡Mucho Placerio era mi tío! Contaba mi padre también que len la hacienda Boza había un tal Herrera, muy mentado. Dicen que una vez le encargaron comprar pescado en Chancay pero a los diez minutos regresó el negro con dos docenas de pescado. Todos se asustaron al ver que regresaba tan pronto con los pescados, porque a lo muy menos ese trecho se camina en una hora y media. Nadie quiso comer pescado, así que Herrera los lavó y los frió y empezó a comérselos y los demás al verlo comer con tanto gusto, también se echaron al buche el pescado frito. Según decían todos, Herrera sacaba los pescados de las acequias. Otra cosa que me contaron es que este Herrera una vez se antojó de comer choclo pero no era su época, entonces agarró dos semillas y las plantó más o menos a las seis de la tarde. La gente al verlo se reía de él, pero Herrera no se mortificaba por nada. A las dos horas regó las semillas y al poco rato empezaron a salir las yemitas. Esperó otras dos horas y volvió a echarle agua y un poco de abono y la plantita creció una sesma. Así ha estado regando cada dos horas, hasta que a las cuatro de la mañana ya estaba apañando choclo. Pasó lo mismo que la vez anterior: nadie quiso comer choclo porque decían que estaba embrujado, pero al verlo comer a él, empezaron a pedirle. Hasta ahora me acuerdo de don Bruno, un peón de la hacienda Caqui que era un curandero muy bueno. Recuerdo que en cierta oportunidad, cuando mi hija Edelmira estaba en la chacra tenía a Lola enferma y mandó a Shebo a buscarlo para que rezara a la niña. Shebo tomó un caballo y fue a la casa de don Bruno y al llegar le dijo que viniera a la casa. El le dijo que esperara un momento porque iba a sacar algo de su cuarto. Shebo lo esperó jun. to a la fonda de "Don Naka" que era el único sitio por donde necesariamente tenía que pasar don Bruno para venirse acá. Shebo ha estado esperando cerca de un cuarto de hora y como no pasaba


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nuevamente fue a su casa y la encontró cerrada, tocó bastante y nadie le abrió. Caliente se vino y cual no sería su sorpresa al ver aquí en mi casa, a don Bruno conversando conmigo. Además ya había rezado a Lolita. ¡Pa su macho!. Shebo le preguntó a don Bruno cómo había hecho para llegar a la casa y él le contó que cada uno tenía su manera de viajar. Para Shebo esto fue cosa de brujos. Cualquiera puede ser brujo, lo primero que tiene que hacer es conversar con otro brujo y hacer varias promesas. Una de estas es no vestir buenas ropas, por eso todo brujo usa ropas viejas y sucias. Después el brujo lo lleva a un lugar un poco lejos, que puede ser una pampa por los cerros y allí, a las 12 de la noche, el brujo llama al enemigo. Cuando el cachudo llega, el brujo le dice que hay otro que quiere aprender para brujo y entonces el diablo, disculpe la palabra, le da un libro al que quiere aprender. Entonces el aprendiz tiene que leer este libro todos los días a las doce del día y a las doce de la noche porque estas son las horas de la gloria del Enemigo, las horas que el cachudo está en su garbanzal, o sea en su momento de apogeo. Después que ha leído varios días ese librito tiene que dar examen ante el Enemigo nuevamente en la pampa, y si sale bien ya es brujo. Todo brujo puede conversar con el diablo ‒perdone la palabra‒ y pedirle lo que quiera. Mi mamá me decía que al Enemigo a veces se le ocurre disfrazarse de cristiano y se iba a vivir a los pueblos. Allí con ropas de cristiano se metía a las fiestas y bailaba y enamoraba a las mujeres; cuando ellos tocaban la guitarra nadie los ganaba, lo mismo que cuando cantaban. Uno se podía dar cuenta de que era el Enemigo porque no se emborrachaba por más que tomaba bastante, y además ganaba a todos a bailar, a cantar y a enamorar. Si uno de los cristianos lo fastidiaba entonces el cachudo le hacía daño y hasta podía matarlo con sólo levantar un dedo. Con esta gente y con los brujos no hay que meterse y sobre todo no hay que pelear. Una vez que estaba revisando unos papeles antiguos de un amigo mío que murió en Aucallama en 1929, encontré un pedazo de hoja de cuaderno, casi amarillento ya, en el que estaba escrito con bastantes faltas de ortografía lo siguiente:


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"Primeramente se pone cinco velas en cruces y se le reza tres Padres Nuestros, mentando su nombre se le hace una muñeca de trapo con su nombre y se amarra en el San Antonio, que sea en la espalda, y si no obedeciera se le castiga con verbena y se amenaza con echarlo al agua. Se sahuma con sahumerio hembra y macho y se soba con media docena de vellos de llantén". ¿Para qué sería esto? ¡Quién sabe! Yo lo encontré allí y no sé si servía para hacer daño, para curar, para hacerse querer de alguien o para otra cosa. ¡Así trabajaban los brujos antes!. Otra cosa curiosa me sucedió el año 32. Ese año el río creció bastante y mi chacra estuvo a pique de ser inundada por las aguas, lo mismo que la chacra de mi vecino que era un huachano. Yo estaba preocupado y no sabía cómo hacer para salvar la chacra, entonces este huachano me dijo que no me asustara y que hiciera en la noche algunas cosas que él me iba a decir. Más o menos a las nueve de la noche vino su hijo y me dijo que su papá no había podido venir. El hijo traía una calavera de gente sacada de la huaquería, unas hojas de coca, tres cigarros, una vela y una botellita de ron, además me dio un papel donde estaban anotadas las instrucciones que debía cumplir al pie de la letra. Se tenía que poner la calavera mirando para donde baja el río. Se le metía la coca dentro de la boca, se le daba su copa de ron y se le prendía su cigarro. Después se prendía la vela y se rezaba no me acuerdo qué cosa. Al día siguiente, al levantarnos temprano vimos que el agua se había retirado y ya no había peligro de que inundara nuestras chacras ¡Pa su macho!. . . no sé cómo habría hecho ese huachano para que el agua se retirara. Hay mucha gente que no cree en estas cosas, pero a la menor cosita que ocurre van corriendo donde el brujo. Claro está que, como dice Delfa, uno es católico, pero siempre hay que estar prevenido porque el Enemigo nunca está descansando y no se sabe lo que va a hacer. Lo mejor es tener un Santolino y rezarle su oración:


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Oh, divino Santolino, Líbrame de todo mal Y de mis contrarios por ser muchos. Por donde quiera que vaya La mano de Dios me lleve, La de la Virgen me guíe De noche y de día; La de mi padre San Pedro Por delante y por el medio, La de mi padre San Blas Por delante y por detrás. Ojos tengan, no me vean; Manos tengan, no me toquen; Pies tengan, no me alcancen. Tan invisiblemente sea Yo, en medio de mis enemigos, Que invisiblemente me transforme; Que mi cuerpo no sea preso ni muerto Sino que sea encerrado, Con el vientre virginal de María Santísima Como fin. Amén. Mi mujer en cierta ocasión estuvo aprendiendo también a echar las cartas. Lo curioso es que encontró en la casa un libro, que nadie sabe como llegó a parar aquí. Este libro no tenía principio ni fin y estaba firmado por la bruja Sibila. Enseñaba como echar las cartas, que naipes antiguos había que usar, y otras cosas. Decía que con esto se podía saber lo que pasaba a cualquier persona y lo que ocurrirá en el futuro. Ahora a Delfina ya se le ha quitado el ánimo para aprender esas cosas, dice que hay que ser ociosa, además que hay que nacer.


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LA CRIANZA de gallos de pelea tiene sus secretos. Mi hermano Elías, que fue alcalde de Aucallama, y hoy mi hijo Pablo, son galleras de primera. Elías era amarrador, el mejor de esta zona, Muchas veces se lo llevaron a Lima, Ica, Trujillo, para que amarre los gallos a los aficionados de allí. Además amarraba los gallos del patrón de la hacienda Huando y el viejo Graña lo quería muchísimo. Para sacar un gallo de pelea, primero hay que agarrar una gallina vieja chilena y fina y un gallo inglés. Se escoge el tipo chileno por su dureza y pulso; y el inglés, por su rapidez, finura y presencia. Los gallos finos son de plumas apretadas a diferencia de los chuscos que tienen plumaje suelto. Existen varias clases de gallos, pero los más conocidos son: el gallo inglés que es de un tamaño regular, generalmente ají seco, el plumaje suelto y bien estirado, de pico bien largo. Muchas veces es de percha blanca y patas delgadas pero de mucha rapidez. Tiene cresta delgada y plumas largas. El gallo chileno es más chico que el inglés. El cuerpo más redondo, cabeza chica y redonda; pico corto, patas gruesas cortas y


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abiertas, pluma chica y más apretada que el inglés, Es muy valiente y duro. El gallo español es generalmente de muy buen tamaño, alas muy largas y de mucha rapidez. Es muy violento y muy resistente. Comúnmente es de color blanco. El gallo cubano es de menor tamaño que los anteriores, pero muy ardiente y belicoso. Se utiliza mayormente para los cruces. También existen los gallo-gallinas y los gallineta, que son gallos de muy pocos caireles, y con plumas redondas como la gallina. La gallina fina pone de 8 a 10 huevos únicamente, y saca por lo general el 80% de los huevos incubados. Generalmente los aficionados "echan" a la gallina con sus propios huevos. Muy rara vez se le echa con huevos de otra gallina, esto se hace sólo cuando la gallina se muere. A los 21 días van saliendo los pollitos. Los primeros días se les cuida con mucho celo. Se les da maíz molido y trigo. Al cumplir el primer mes se les suelta al campo y allí comen yerba, piedrecitas. La gallina deja a sus polluelos entre los 90 y 100 días. Conforme los pollos siguen creciendo se les da maíz entero. Estos pollos se crían juntos hasta los seis meses. En esta edad se les somete a la primera selección, "al ojo" no más. En ella se tiene en cuenta si hay gallos defectuosos, de pata chueca, de cabeza grande, etc. Luego a los gallos se les amarra separados para evitar que peleen entre ellos y se hagan algún daño. Las gallinas se dedican a la cría. A los ocho o nueve meses se descresta, es decir se les corta las crestas abultadas y las barbas. Esto se hace con el objeto de darle más vistosidad al animal y para que su rival no se agarre a esa parte cuando pelea. El descreste puede ser machetón, cuando la cresta es delgada y se le corta en forma de machete, es corte característico para el gallo inglés; es raso cuando la cresta es gruesa, se la corta al ras; se llama rosa cuando la cresta es más gruesa y al cortarse queda una cicatriz en forma que hace recordar a la rosa. A los gallos se les coloca en galleras, que son lugares especiales donde se pone separadamente a los animales; La forma, disposición y construcción de las galleras depende de la capaci-


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dad del aficionado. Hay galleras que son pequeñas divisiones de un metro. Pero también hay aficionados que mandan construir su gallera con un presupuesto de más de S/. 20,000.00. Sin embargo lo principal es darle al gallo mucho cuidado y limpieza. Aquí, en este lugar, está la gallada, o sea el conjunto de gallos. Los gallos tienen su primera muda de plumas a los, cinco o seis meses y cuando cumplen un año vuelven a mudar. Y lo vuelven a hacer cada año. No me gusta ver a mis gallos de esa manera, pero así es la naturaleza. Faltando poco para cumplir un año, se hace la segunda selección topando fuertemente a los animales. Aquí se elimina a los gallos despichados, los corre1ones. Topar es hacerlos pelear sin navaja para así saber cuáles son los más valientes. Después de un año se cortan sus estacas hasta un cm. y medio. La izquierda se corta diagonal, y la derecha roma, para nuestra mayor comodidad, cuando amarramos al gallo; o sea cuando le colocamos la navaja. Cuando el gallo es desarrollado puede jugar a los catorce meses o antes, pero no es recomendable. Cuando son chicos o no desarrollados juegan a los 18 meses. Para cada jugada se les prepara con un mes de anticipación. En él picadero se les hace dar vueltas para que fortalezcan las piernas. Cuando terminan su entrenamiento se les lava las patas con agua, se las seca y se lo pone al sol para tonificarlo. La alimentación durante el entrenamiento se hace a base de maíz molido, trigo, maíz entero si apeteciese, algo de verdura los primeros días y sobre todo conchuelas, porque el gallo siempre necesita tener algo duro en su buche, porque ayuda a la digestión. Al menos esto es lo que yo le doy a mis gallos. En el transcurso de la preparación al gallo hay que caspearlo a fin de que adquiera el entrenamiento necesario. Hay algunos animales muy confiados, un poco dormidos y entonces el caspeador lo sorprende desde todos los ángulos. Con esto, el gallo está preparado para recibir los ataques de su rival del lado que venga.


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De toda esta labor: caspearlos, pasearlos, observar la alimentación, vigilar si se enferman para que puedan ser reemplazados a tiempo, etc. se encarga el cuidador. Pablo, por ejemplo, si participa en una jugada de compromiso siete a cuatro, como medida de precaución prepara de 10 a 12 gallos, de los cuales escoge los siete necesarios. El día de la pelea les da de comer temprano. Si la jugada es a las cuatro de la tarde, a las seis de la mañana les da trigo tostado, maíz molido seco y dos o tres tragos de té bien cargado. Se les administra esta comida seca para que los haga resecar, a fin de cuando el gallo reciba un corte no bote tanta sangre. Les doy de comer bien temprano para que no tengan buche grande a la hora de la pelea. A las dos o tres de la tarde hay que templarlos para enfurecerlos. Elías utilizaba algunas pastillas. Hay varias formas de templar un gallo. Unos utilizan kion molido con carne picada; otros le dan huevo pasado bien duro molido y mezclado con pimienta; otros dos, tragos de café bien cargado. El preparador, es la persona que se encarga de la tiempla. El día de la pelea el gallo debe pesar de cuatro, a cinco libras. Hay una persona que saca a los gallos de sus galleras y los lleva al lugar de la jugada. Este es el sacador, se los lleva en costalillos separadamente. No, los lleva con muchas horas de anticipación porque el cambio de, aire les puede hacer mal. Solamente cuando se va a jugar a un lugar muy lejano hay que llevarlos con días de anticipación para que se aclimaten. En el sitio de peleas hay galleras donde se colocan a los gallos participantes, allí se les deja con su cuidador para que no le hagan "chichirimico" o brujería. El gallo se exhibe en la cancha minutos antes de amarrarlo. Luego se le "pica": cada careador junta su gallo con el rival para que se piquen y el público vea su bravura y haga las apuestas. Los corredores dan facilidades al público apostador y centralizan las apuestas. Reciben una cantidad de un gallo para apostarla al de otro gallo, él tiene. que buscar a los apostadores y a cambio recibe el 10% de la apuesta. A los gallos se les identifica por los colores de su plumaje: Ajiseco, es el que tiene alas y cola negra, y el cuerpo un poco amari-


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llo. Cenizo, alas y cola cenizas y el cuerpo puede ser cenizo pero con tono brilloso. Cenizo venturino, tiene un color cenizo bien oscuro. El Giro es generalmente de color negro con caireles blancos, lo mismo que las golillas. Carmelo es de color amarillento, Flor de Habas, blanco con chispas negras. Pinto, es un gallo blanco con algunas plumas negras. Alazán, es un gallo amarillo. Moro, cuando en una misma pluma hay variaciones de blanco y otro color en forma intercalada. Cuando va a empezar la jugada el juez de la pelea hace sonar la campana indicando que los gallos deben ser amarrados. El amarrador es quien se encarga de sujetarle la navaja al gallo. Las navajas son de diferente tamaño y peso. Pero por lo general miden siete a siete y medio cms. y tienen forma de arco. La navaja antigua era de filo de dos caras, la moderna tiene filo en una cara. La navaja buena no puede doblarse ni abotonarse, se rompe. Pablo las prueba tirándolas contra una moneda de a sol puesta sobre una mesa. La navaja comprende la navaja propiamente dicha donde está el filo y el arco en forma de U que se coloca al centro de la estaca del gallo. La navaja se afila siempre antes de cada pelea. Hay personas que se encargan de esta labor. Primero le pasan una pasta llamada carborundo, después se la pasa un esmeril de piedra muy fina, luego se le asienta con correa y se le echa vaselina de acero. Las navajas tienen su vaina que se utiliza antes de soltar al gallo, a fin de que no vaya a cortar al careador. Para asegurar la navaja se utiliza cañamo de 2 m. de largo. Para alisar el cáñamo se usa cerote, que es como la cera y pone la pita bastante tiesa. La navaja se pone encima de una zapatilla que es una franja rectangular de cuero con dos orificios, donde se introduce la estaca del gallo. Es de 15 cm. de largo y rodea dos veces a la pata. Cuando alguno de mis gallos tiene la pata flaca o deforme se las nivelo con alzas para que quede bien la zapatilla. Alzas son pedazos de cuero de diferente forma y tamaño y se usan según la parte deficiente de la pata del gallo. Las navajas, zapatillas, alzas, cáñamo, etc. van en un estuche, especial. Algunos galleros del valle tienen unos estuches que son unas linduras. Para amarrar, mientras el careador sostiene el gallo, se agarra la pata izquierda y se la coloca recta y horizontal. Luego se


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pone la zapatilla en la estaca, si necesita se le coloca las alzas y si no así no más se amarra. El aro de la navaja va encima de la zapatilla con el filo mirando al gallo y desde allí se empieza a amarrar. Con el cáñamo se le da repetidas vueltas de derecha a izquierda y de izquierda a derecha y así todo el contorno. Se cierra el ojo izquierdo y se mira con el ojo derecho el filo de la navaja que debe estar en la misma dirección del dedo de atrás, la estaca y el codo. Hay gallos que son muy cerrados, o sea que los codos y las patas están muy juntos. A estos hay que ponerles navaja chica. Si el gallo es muy robusto y potente se le pone navaja grande. Después de amarrado, se deja el gallo en manos del careador para que éste lo lance a la arena. El careador es quien se encarga de soltar al gallo para que pelee, de defenderlo hasta que muera o gane, y de desengancharlo cuando está trenzado con el rival. Además recoge al gallo cuando gana o pierde después que el juez da el visto bueno con la campana. A veces una pelea depende del careador. Cuando se trenzan los gallos, va el careador y disimuladamente al destrenzar el gallo le da un corte al rival o le fractura su pata. El juez es la persona autorizada para dirigir la pelea. La persona que conoce los reglamentos. Se encarga de vigilar la jugada y de llamar a prueba cuando el gallo lo necesita. Cuando un gallo está herido y el otro caído y no se pican, entonces el juez llama a prueba. Es aquí que cada careador toma su gallo y lo hace picar a la fuerza, luego el juez agarra la tabla y hará que cada careador se ponga a cada lado de la tabla. El juez levanta la tabla y el gallo sigue peleando. En las peleas de gallos se distinguen varias modalidades. Hay las jugadas que consisten en ganar en un determinado número de peleas la mitad más uno. Por lo general las jugadas son de siete peleas para ganar cuatro. A veces las jugadas son de cinco-tres. Son las que más le gustan a Pablo. También hay campeonatos cuando se sigue el sistema eliminatorio y participan varios galpones. El campeonato se puede desarrollar en varias fechas o ser relámpago en un solo día.


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Por último la chuscada que es una sola pelea que se celebra por lo general en cancha abierta. Estas son peleas entre amigos y en las que el perdedor además de invitar varias docenas de cerveza está obligado a guisar su gallo y convidado. La chuscada es frecuente en los cumpleaños de los aficionados. El gallo durante la pelea puede sufrir varios tipos de corte: el descorve es un navajazo mortal hecho en la corva; a un animal se le descuadrilla cuando le dan un corte en el cuadril; el corte pata y vida es el hecho un poco más al centro, debajo del ala; el corte a la toma, es cuando le dan con la navaja en el centro, a veces se le sale el buche; el corte tres costillas es el efectuado en el costado, en las costillas; el corte bajar la pata es cuando le imposibilitan una pata al animal. Hay una serie de creencias en relación a la jugada de gallos y uno, aunque no crea en estas cosas, por si acaso no las pasa por alto. De repente tienen valor y uno se perjudica si no las sigue. Un buen aficionado nunca hará cruces entre gallos parientes porque salen malos, "descapichados". Cuando están criando y una gallina canta igual que el gallo la matan porque trae mala suerte. Puede malograr toda la gallada. La gente del valle cree mucho en el "chichirimico" o brujería, es así que nunca aceptan una copa de licor o el asiento de su rival antes de la pelea. Así mismo yo no permito que mis rivales vean a mis gallos antes de la pelea. De igual manera los gallos de la misma gallada no se ven antes de pelear. Otros aficionados creen que si se les amarra una cinta roja a la pata izquierda es signo de victoria. Cuando el gallo canta en la arena, antes de la pelea es signo malo, se dice que "está cantando su muerte". Cuando está suelto para iniciar la pelea y hace caca es de mal agüero y va a resultar perdedor. Yo no permito que cerca donde están los gallos orine la gente porque el olor puede afectarlos, se pueden emborrachar.



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A mí me hicieron llorar lágrimas contra la tierra y, andando por la esfera, nadie me pudo auxiliar. Señores les voy a contar y también les voy a decir que dejaré de vivir hasta que se acabe el mundo, me verán andar desnudo tan sólo por no pedir. CUANDO tenía 27 años empecé a enamorar a la que es mi mujer. Ella tenía menos edad, apenas llegaba a los 17. Lo que me gustaba de "Delfa" era su carácter bueno, su cuerpo y su cara. Ella era una negra por la que todos los muchachos de esa época se morían, pero como ella era muy señorita no le hacia caso a nadie. Yo la conocía desde hace mucho tiempo antes. Su mamá era muy amiga de la mía y siempre estaban visitándose. Desde chiquillos hemos jugado sin importarle que yo le llevaba once años de ventaja.


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Delfina nació en Caqui hace 59 años. Su papá era peón de la hacienda y murió cuando ella tenía cuatro años. Para que el patrón no los botara de Caqui, sus hermanos que todavía no llegaban a los catorce años se vieron obligados a trabajar en la hacienda; la mamá también trabajaba en época de apañe. Delfina desde chica se encargaba de las labores de la casa: cocinaba, lavaba la ropa, planchaba y por este motivo su mamá no la dejaba salir a la calle. La vieja era muy celosa y no permitía que Delfina estuviera sola un momento. A las seis de la tarde ya todos estaban durmiendo. Cuando a veces había fiesta y ella se quedaba a ver los bailes, su mamá salía con un chicote y la hacía entrar a la casa. Muchas veces le ha dado latigueras hasta sacarle sangre. Delfina pudo estudiar hasta 2° de primaria, pero casi no sabía leer ni escribir cuando nos comprometimos, pero los dos hemos practicado durante las noches en la casa y ahora sabemos leer y escribir de corrido. Cuando comenzó a echar cuerpo me enamoré de ella y fuimos enamorados. Como yo podía entrar a su casa nos veíamos todos los días. Ella siempre Se molestaba conmigo cuando sabía que yo había estado en algún baile. Después de la muerte de mi madre, decidí formar mi hogar porque uno se cansa de vivir solo y estar asustado cuando se tiene relaciones con mujeres casadas ¡No hay como tener su propia mujer, para uno solo! Entonces fui donde su mamá a decirle que quería casarme con su hija, pero la vieja no quiso. Se negó porque yo había nacido en Aucallama, y allí habían matado a su hermano. Decía que los de Aucallama éramos criminales. ¡Ah, vieja más zonza! Lo que sacó fue que con la ayuda de mi hermano de pila que también vivía en Caqui me la robara y la llevara a la chacra de mi padrastro. Yo tenía 29 años y ella 18. Allí en la casita que tenía hemos vivido; su mamá la maldijo y le dijo que ya no era su hija, pero Delfina no dijo nada porque me quería y deseaba vivir conmigo. Esa casa se me incendió en 1928 por culpa de una comadre de mi mujer. Resulta que esta señora que vivía en la hacienda Caqui había peleado con su marido, así que se separaron, y como no tenía familiares le pidió a mi mujer que le diera un sitiecito en la casa. Nosotros estábamos todos apretados pero mi mujer con su carácter bueno le dijo que podían venir a vivir con nosotros ella y sus tres menores hijos. Un día Delfina salió con mis hijos Edelmira y


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Augusto al monte a traer la leña y en la casa se quedaron mis otros hijos con los de la comadre y ella estaba en la acequia cercana lavando ropa; yo estaba trabajando en la hacienda. Los muchachos estaban jugando dentro de la casa y parece que se han acercado a la cocina y de un momento a otro se produjo el fuego. Mi mujer me cuenta que había unas lenguas de fuego bien grandes. La comadre quería apagar el fuego pero mientras iba a la acequia a traer agua en el balde crecía más el incendio, hasta que vino Delfina y al ver que el fuego iba a acabar con todas las cosas que habíamos comprado sin pensar mucho agarró una hacha e hizo un boquete por detrás de la casa y por ese hueco comenzó a sacar las camas, las sillas y algunos vestidos. Después los obreros de la hacienda que estaba trabajando por allí vinieron a ayudarlas a apagar el fuego. Cuando me avisaron que mi casa se había incendiado, me asusté y como loco me vine corriendo a ver que había pasado. Al ver que Delfina y los muchachos estaban bien me calmé un poco, pero me calenté con la comadre porque había descuidado a los chicos. Ahí mismo le dije que se fuera donde su marido o que se buscara otro. ¡Pa su macho! Creo que le dijo bastantes lisuras. Como pude arreglé la casa y así hemos estado como cuatro años, hasta que murió mi padrastro y fui a vivir en la casa de él que estaba cerca de la mía. Pero como la casa era también de quincha yo quería cambiarla. En 1935 fui donde el patrón de la hacienda a pedirle que me prestara S/. 5,000.00 para levantar esta casa que ahora ocupo. Contraté a tres labradores de adobes para que hicieran dos o tres millares de adobes y después le dije a un compadre mío de Huaral que me construyera esta casa. El mismo hizo el plano y a mí me gustó la disposición de la casa. Lástima que los adobes no alcanzaron para hacer toda la casa, por eso la cocina la tuvimos que hacer de quincha de caña. Actualmente estamos labrando más adobes para terminar de hacer nuestro corral y hacerlo más seguro y así no nos puedan robar como la vez pasada que desaparecieron los gallos finos de Pablo y varios conejos y cuyes de Delfina. Hemos llegado a tener como 40 ó 50 chivatos, pero ya los hemos vendido. Para el 28 de julio también vendimos cuatro patos en punto de horno. A Delfa no le gustan las perras porque mucho


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las persiguen estos señores ‒y señala a los perros‒. Siempre me acuerdo que tenía una bonita burrita, dispensando la palabra. ¡Nunca he visto un animal más mansito que ese! Así convivientes hemos estado cerca de 15 años. Después, cuando teníamos nuestros hijos ya grandecitos, nos hemos casado por civil y por la iglesia. Cuando vinimos a vivir aquí mi padrastro llegó a quererla bastante. ― Es verdad, don Eugenio era muy bueno. Antes la vida aquí era muy difícil ¡mi Erasmo ha luchado más en estas tierras! Gracias a Dios la hemos pasado regular no más. También mis hijos nos han ayudado bastante. Felizmente nos han salido buenos. Aquí en la chacra tengo a mi Lolo y a mi Shebo trabajando y mi Pablo está de tractorista en la hacienda. Había que trabajar muy fuerte. Lo de ahora no es nada comparado a lo que se tenía que luchar antes. Mi mamá me contaba que antes los yanaconas o los que tenían tierras tenían que cuidarse de mucha gente que se las querían quitar, sobre todo de los curas que eran unos bandidos. Los curas iban a las chacritas de los pobres y les decían que tenían que darles tierras para Dios. Entonces agarraban una piel de carnero y la cortaban de manera que salía una tira larga, así como cuando pelan una naranja bien bonito con el cuchillo. Con esa tira de la piel de carnero medían la chacra y eso no más le dejaban al pobre indio. Lo demás se lo agarraban los curas. Nosotros los pobres tenemos que luchar mucho para poder vivir, porque como se dice: La pobreza es una mancha que a todo el mundo salpica, que aunque quiera ocultarla ella sola se publica. Mi pobre esposo ha tenido que trabajar mucho aquí. Esta chacra era puro monte ¡Ha tenido que tumbar más monte! Todos nosotros teníamos que ayudado. Yo agarraba y me ponía al más bebe de mis hijos capachito en la espalda y me iba ayudarlo a deshierbar en la chacra.


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A veces él se molestaba por todos los problemas que encontraba y cuando llegaba a la casa, caliente me decía que sacara a los chicos del colegio. Decía: ‒¡Qué tanto colegio ni que cojudeces. Que me vengan a ayudar esos muchachos. Quieren que yo solo me meta en la chacra! ‒Felizmente como lo conocía bien, lo sabía llevar y no le discutía nada. Después que pasaban sus problemas, los niños volvían al colegio, y Erasmo me decía que era muy bueno que los niños sigan estudiando porque esa era la única manera de progresar. Nosotros somos pobres, pero eso sí muy honrados. Yo le aconsejo mucho a mis hijos que lo último que deben perder es la honradez y que tampoco deben sentir vergüenza de ser pobres: Tan solo por no pedir Me paso con lo que tengo; Porque descubre su falta Todo aquel que anda pidiendo. A mí me hicieron llorar Lágrimas contra la tierra Y, andando por la esfera Nadie me pudo auxiliar Señores, les voy a contar Y también les voy a decir, Que dejaré de vivir, Hasta que se acabe el mundo, Me verán andar desnudo Tan sólo por no pedir. Un amigo me prestó Por una casualidad, No supe su falsedad Con que él me proporcionó El, hablando se quedó Que yo le estaba debiendo; Por detrás le estaba oyendo Con gran dolor y tormento, Y por este sentimiento Me paso con lo que tengo.


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Tengo un hermano querido A quien mucho aconsejo, Que se mira en el espejo Por lo que me ha sucedido. No hay un amigo querido Para quien descubre su falta, Ni las amistades altas Lo vienen a recordar. El pobre no debe prestar Porque descubre su falta. Mi compadre, mi comadre No me dicen la verdad, N o me vienen a consolar Ni más luego ni más tarde. Así me vean con hambre, Desnudo y andar debiendo Compadrito ya no tengo. ¡Ay Señor qué voy a hacer! Esto echa ya de ver Todo aquel que anda pidiendo.


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EN

TOTAL hemos tenido 6 hijos: Edelmira, Augusto, Rodulfo, Pablo, Eleodoro y Eusebio. Los seis nacieron en Caqui y han tenido una crianza semejante. A los siete años de edad empezaban a ir a la escuela de la hacienda, pero Edelmira fue la única que pudo terminar su primaria. Los hombres se han quedado en tercer y cuarto año.

Delfa tiene siempre muy presente a su hija, siempre la recuerda gratamente. Piensa que el momento más triste de su vida fue cuando Edelmira murió y por esto guarda profundo rencor al marido de mi hija. Todavía recuerda el momento en que se fue a Lima, allá por el año 1944. Edelmira había pasado 20 años de soltera a nuestro lado, ayudando a Delfina en los quehaceres de la casa. Nunca intervino en las cosas de la chacra. Mi mujer jamás permitió que interviniera en el trabajo agrícola. Delfa decía que estaba bien que ella hubiera trabajado ayudándome, pero su hija no. Ella tenía que aprender las labores de mujer únicamente. Para la chacra estaban los otros muchachos. Edelmira tenía que aprender a criar a sus' hijos yeso hizo mientras estuvo soltera.


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Delfina quería mucho a mi hija, ya se sabe cómo una madre quiere a su hija mujer. Mi mujer cree que se debe estimar a todos los hijos por igual, pero a la hija mujer se le debe querer un poquito más, porque la mujer es débil y no puede hacer las cosas que hace el hombre. Mi hija no sabía ni apañar el algodón, pero si alguien le pedía que le tejiera una chompa ella le hacía el punto que quería ¡Así era mi Edelmira! ¡Bien buena era! Cuando se fue a Lima, Edelmira se alojó en casa de unos primos de mi mujer y al poco tiempo consiguió trabajo como ama de llaves en la casa de una familia extranjera; en Miraflores. Esta familia quiso mucho a mi hija. La señora, de apellido Dubois, pertenecía a varias instituciones de caridad y por ese motivo estaba en condiciones de conseguir algunas menestras o leche en polvo que se las daba a Edelmira para que nos las trajera. Ha estado siete años como ama de llaves, y en ese tiempo nunca se olvidó de su casa ni de su familia. Todos los domingos que podía venía a visitarnos. Después conoció aun hombre que la estuvo enamorando más de dos años. Edelmira cansada cedió a sus requerimientos y nosotros tuvimos que acceder a que se casaran. El matrimonio se efectuó en Huaral, siendo madrina su patrona la señora Dubois. Después de casada comenzó Edelmira a sufrir, recién el marido se dio a conocer como hombre malo. Era muy mujeriego, a veces llevaba a sus queridas a su casa y se las presentaba a Edelmira diciendo que eran parientes suyas. Todo esto lo soportaba Edelmira calladamente y no nos decía nada para no intranquilizarnos. Tuvieron tres hijos. Mercedes, Aurora y Aníbal. Cuando dio a luz a este último le vino un sobreparto y murió a los dos días. Mi mujer entonces tuvo que ocuparse de esos niños: Aníbal al que le decimos "Flaco" que apenas tenía ocho días, tuvo que ser internado en el Hospital del Niño, en la sala de prematuros, gracias a la intervención de la señora Dubois que era amiga de la Madre Superiora del' Hospital. Los médicos dijeron que mi hija había muerto del hígado, pero para mi Delfina, Edelmira murió de daño. Piensa que alguna de las mujeres de nuestro yerno le hizo daño. Dos veces le hizo


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jugar a las cartas y le dio el mismo resultado: Edelmira no murió de enfermedad de Dios. Desde que nos hemos hecho cargo de nuestros nietos los llamamos hijos. Jamás hemos vuelto a ver al padre de los muchachos, es un desgraciado, nunca nos ha dado nada, ni medio. Hay muchos hombres malos, canallas ¡Yo no sé por qué se casan! A los dos meses de muerta Edelmira, en 1954, Delfa cayó gravemente enferma: se le paralizó medio cuerpo. Ella había estado padeciendo de la presión alta y estaba pasando por un momento de gran sufrimiento, ya que estaba después de 17 años volviendo a criar niños, a sus nietos. Una mañana que se encontraba en la cocina, de un momento a otro sintió que le flaqueaban las piernas y se cayó. El primero en verla fue Lolo, quien se pegó tal susto al ver a su madre tirada ¡Pa su macho! La llevamos a Lima y la internamos en el Hospital Loayza. Mi compadre Piérola se preocupó bastante por ella, lo mismo que el esposo de la hija de mi compadre, el doctor Linch. En Lima la han estado viendo tres médicos. Es difícil imaginar cuánto ha sufrido mi mujer en el Hospital, Ella se consumía pensando lo que le estaba pasando a sus hijos aquí. En esa época mis hijos hombres cocinaban. Lolo era el que más se ocupaba de la cocina. Los bebes estaban cuidados por una tía de Delfa. Mi mujer les ha enseñado a mis hijos a cocinar para que mañana más tarde, cuando ella falte, sepan cocinar, lavar, planchar. Mi Shebo, por ejemplo, lava él mismo su ropa de casimir. A los dos meses, Delfa se recuperó y pudo regresar ala casa. Allí estaba sentada en un sillón tomando sol únicamente. A veces lloraba al ver a nuestros hijos trabajar y verse inútil sin poder ayudar en nada. Luego al cabo de un tiempo pudo volver a hacer sus cosas aunque no como antes. Siempre necesitaba de la ayuda de Lolo para cocinar porque no podía estar cerca de la candela mucho tiempo. ¡Así ha tenido que trabajar mi pobre Delfa! Se sufre mucho cuando la esposa se enferma, sobre todo si se tiene hijos. Me da-


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ban ganas de llorar al veda sentada casi como muerta. Todos los días al salir del trabajo venía rápido a mi casa para ayudar en algo a mis hijos. A veces descuidaba la chacra por atender a mi mujer; Shebo por cuidar a mis nietos no podía dedicarse al cultivo. Para completar la cosa, a los dos años de este suceso muere del mismo mal que ella mi cuñado Eugenio, hermano muy querido de Delfa. La impresión hizo que mi mujer volviera a ser atacada de nuevo por esa enfermedad. A esto se añade que mi hijo Augusto, que ya se había casado en Lima, contrajo la misma enfermedad. Ahora mi Delfa ya está más o menos bien, aunque no puede estar mucho tiempo cerca de la candela y además se tiene que chequear la presión arterial cada mes. Ella está muy agradecida a Dios; "gracias a Dios y a mi Virgencita del Carmen, estoy más o menos bien de salud. No puedo hacer mucho esfuerzo ni acercarme mucho al fuego, pero así estoy mejor que estar sentada todo el tiempo en una silla". Con nosotros vive un sobrino de Delfa llamado Antonio. Tiene 39 años pero todavía está soltero. Yo le digo Flaco porque es alto y delgado. En la hacienda lo quieren mucho porque es respetuoso, no se mete con nadie y al contrario es bien callado. Este mozo es huérfano y Delfa con mucho cariño le dijo que podía vivir con nosotros. El podría vivir en la casa de cualquier amigo de Huayan, pero prefiere estar cerca de nosotros y no le importa hacer el viaje de ida y vuelta todos los días. Ultimamente ha estado hablando en la hacienda para ver si podía conseguir un trabajo en Caqui, pero lo que pasa es que aquí pagan menos que en Huayan. Mi Delfina es una cocinera de primera. Las comidas que prepara son de chuparse los dedos. Sobre todo hace muy bien el terranovo que es el dulce que más me gusta. Para hacer este dulce echa medio kilo de frejoles en una olla de agua y se pone al fuego, cuando el agua cambia de color se le muda y se le deja hervir nuevamente, se añade un paquete de canela, cinco o seis clavos de olor, una chancaca entera y se le deja hervir un tiempo. El azúcar no deja recocinarse los frejoles, cuando hierve toma su punto, que es un poco espeso y los frejoles no se deshacen. Se deja enfriar y luego se sirve.


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Las salchichas son otra de sus especialidades. A ella le gusta hacerla s de la manera que le enseñó su mamá. Solamente un kilo de carne de chancho sin mucha grasa, achote, comino, vinagre y manteca de chancho. Primero se pasa la carne de chancho en una máquina de moler. Se le añade seis ajos molidos, tres paquetitos de comino, dos cucharadas de achote molido, y dos paquetitos de pimienta molida. De todo se hace una masa, se revuelve bien y se echa en una taza grande, allí se agrega un cuarto de botella de vinagre y un cuarto de kilo de manteca de chancho. Nuevamente se amasa bien hasta que se haga una masa un tanto líquida. Aparte se agarra tripas de chancho, se hace un nudo por una de sus aberturas y por la otra se infla con un tubo; una vez que están infladas se amarran con una pita para que no salga el aire y se las deja al sol unos días para que la tripa se ensanche, luego se introduce la masa bien apretada, y como la masa es líquida, con una aguja se hace huequitos en la tripa para que rezuma el vinagre. Se pone al aire libre y cuando está un poco seca, se le hecha manteca por encima y ya está lista para freírla. Otras veces Delfina, cuando no hay nada para comer, agarra unos cuantos tomates de la chacra y con un poco de cebolla hace una salsa frita. Los tomates y la cebolla cortados en rodajas se fríen con un poco de aceite en la sartén y luego se comen con pan. Delfina es muy amante del sanguito, ella misma lo prepara. Agarra un cuarto de maíz colombiano, lo muele bien con todo su hollejo. Aparte, en una olla se echa una chancaca disuelta en agua y con manteca, se ponen luego pasas, canela, clavo de dulce. La canela y el clavo de dulce se sancochan en una ollita aparte para que las pasas no hagan pelotas. Luego se echa la harina húmeda con agua. Se mueve bastante hasta que quede dura. Y cuando está en su punto se le echa un poco de manteca para suavizarla. Este es el sango con dulce. Pero también hay un sango con sal: el maíz tostado se muele y se mezcla con manteca de chancho, luego se le añade sal y un poco de chicharra, que es el residuo de los chicharrones. Con todo esto se hace una masa y se le da forma de papa rellena y está lista para comer.


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AUGUSTO y Rodulfo son mis hijos mayores. Desde muchachos me ayudaron en los trabajos de la chacra pero ellos tenían ganas de surgir, así que se fueron a Lima. Aquí en la chacra es muy difícil progresar, uno necesariamente tiene que salir de aquí. Claro está que uno viejo no puede hacer nada en Lima, pero, los jóvenes sí pueden trabajar y llegar a tener una buena posición. Yo siempre me he preocupado de trabajar bien mi tierrita para poder educar bien a mis hijos, y, si podía, comprarme una casita en Huaral, pero desgraciadamente no lo he conseguido porque la lucha para poder vivir ha sido fuerte. Pero estoy seguro que mis hijos van tener mejor suerte con sus hijos. Ahora las cosas están cambiando y hay más facilidades para los pobres. Augusto se fue a Lima en 1947 a trabajar de mecánico en la Compañía Faucett. Este trabajo se lo consiguió la patrona de Edelmira. Mi hijo prefirió dejar la hacienda y probar suerte en Lima, si no se hubiese ido ahora sería un lampero o quizá chofer como Pablo. Allá en Lima tuvo suerte ya que sus jefes lo trataban bien, debido a que mi hijo es de buen carácter y se hacía querer. Llegó a ser electricista de los buenos, y componía las conexiones eléc-


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tricas de los aviones; se casó, llegó a tener dos hijos y consiguió casa en la barriada San Martín de Porres. Siempre venía a visitarme con su mujer, una chola blancona, muy buena. A veces mi nuera se quedaba una temporada con nosotros. Pero desgraciadamente a Augusto le vino la misma enfermedad de Delfina, se quedó medio inválido. Estuvo como un año en el hospital y perdió su puesto en la Faucett. Felizmente, ya está bien y ha conseguido un nuevo trabajo en una fábrica de muebles, pero todavía cojea al andar, y no quiere venir aquí porque tiene vergüenza que sus amigos lo vean así. Por este motivo es que por primera vez dejó de estar con nosotros el día de la madre. En esta fecha nos reunimos con todos nuestros hijos. Rodulfo es menor, en dos años, que Augusto. Este sí es bien fregado, s1.1 mamá y yo hemos luchado bastante por corregido, ese es el hijo que me ha hecho rabiar más. Cuando Rodulfo estaba trabajando en la hacienda, Augusto lo animó para que se fuera a Lima a trabajar. Anteriormente él nos había dicho que quería irse al ejército, pero Delfina no quiso. Ninguno de mis hijos ha sido cachaco. Rodulfo se fue a Lima en 1951 y su primer trabajo fue de chofer de los patrones de Edelmira. Cuando estuvo aquí tuvo un compromiso con una zamba y llegó a tener un hijo, ese es "Chamaco". Después pasó a trabajar de chofer en la Cámara de Diputados y se casó con otra mujer, una serrana blanca, natural de Recuay. De este matrimonio nació "Gordo", pero se separó de esta mujer porque no se entendían. Consiguió otra mujer, una zamba de la que ha tenido tres hijos. Vive con ella en el Callao y ha abierto una cantina y también tiene un carro de plaza. Mi hijo Rodulfo ha salido a mi abuelo y a mi papá en lo mujeriego que es. Ese no puede ver una falda que ahí mismo no más la está palabreando e invitándola a subir a su carro. De vez en cuando manda un poco de plata para sus hijos. Así que como cuento, mis nietos son cinco; tres son hijos de mi hija Edelmira: Meche, Lola y Flaco, y dos son hijos de Rodulfo: Chamaco y Gordo. A los primeros los tratamos como si fueran nuestros hijos, y ellos nos dicen papá y mamá, nosotros les decimos que Edelmira es su hermana mayor que ya murió. Lo malo es que ellos le dicen tío a mis hijos, y a veces les preguntan por-


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que le dicen tío si son hermanos; además los hijos de Edelmira tienen en su libreta de colegio un apellido diferente y esto los hace pensar. Ya dentro de un tiempo les tendremos que decir que son nietos de nosotros. A nuestros nietos los educamos de la misma manera que hemos criado a nuestros hijos. Les enseñamos que respeten a las personas mayores, que obedezcan a los padres y a los hermanos mayores, que acepten lo que les decimos porque es para su bien, ya que la familia nunca les va a desear el mal, les decimos que hasta que nosotros, nos acabemos, ellos deben seguir bien unidos queriendo a sus parientes, a mis compadres, recibiendo bien a los visitantes; que nunca deben permanecer ociosos, siempre hay que estar haciendo algo, las mujeres tejiendo o cosiendo, los hombres cortando leña o arreglando una banca, porque únicamente la gente rica puede darse el lujo de ser ociosa. Desde chicos les hemos enseñado a trabajar: a los hombres en el campo, a las mujeres en la cocina. Cada uno debe tener su lugar de trabajo, le hemos dicho que no deben tener vergüenza para trabajar, porque vergüenza se debe tener únicamente para robar, el trabajo engrandece por el contrario. Todos los muchachos están en la escuela, porque la única manera de progresar es yendo a la escuela. Nosotros queremos que nuestros hijos sean mejores que nosotros, y el pobre puede llegar alto, debido únicamente a su cabeza. Allá en la escuela se van a hacer gente de provecho y si Dios quiere hasta podríamos poner aunque sea a uno en el colegio de secundada para que estudiara su media. En época de vacaciones, como ahora, los muchachos van a ayudar a Shebo y a Lolo en la chacra, pero como son unos fregados más están al juego que otra cosa. Se tiran al suelo, empujándose entre ellos, y tratan de echarse caca de los bueyes a la cara. También se tiran champas de tierra y meten su pie a la boca de otro y entonces empiezan a pelear ¡Ah. . . muchachos más jodidos! Otras veces se esconden entre las matas de tomate o maíz y se comienzan a tirar tomates podridos. Delfina los hace trabajar duro. Siempre los manda que lleven su limonada a Pablo y a Shebo que trabajan en la chacra, o sino


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les hace traer las matas de camote para que coman los chanchos. Ellos son los que limpian los corrales de los animales; los que se encargan de hacer las compras en la tienda de don Naka en la hacienda. A veces se descontrolan un poco, sobre todo Flaco que es el menor y tengo que darle sus latigueras. Yo muy poco he tenido que pegar .a mis hijos, por ejemplo les diré que a Edelmira, a Augusto y a Pablo nunca les toqué ni siquiera un pelo. Delfina también los manda todos los días a la hacienda para preguntar por su mamá que vive allí. A veces los manda con un poco de yuca o tomates y también su mamá le envía alguna cosita, aunque sea dos panes. Mi mujer siempre dice que la madre es lo primero que hay en el mundo, por está razón es que los muchachos siempre aprenden lo que oyen o ven. Una vez Chamaco escuchó en la fonda de don Naka una décima, y al poco rato ya la estaba repitiendo: ¡Oh dinero cuanto vales Quién te pudiera guardar! Porque al rico lo engrandeces Y al pobre lo abates más. Por tí, dinero, hay ladrones Asesinos, bandoleros Hay tramposos y embusteros, Alcahuetes y soplones, Por tí se vencen pasiones, Con cuanto quieres te sales, Acarreas muchos males Y logras mil beneficios. Por todos estos oficios, ¡Oh dinero cuánto vales! La viuda te solicita, La casada te desea, Por tí se viste la fea Y se logra a la bonita. La deidad más exquisita Por tí se llega a alcanzar,


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Y se llega a derribar La doncella enamorada. Pero el pobre no ve nada ¡Quién te pudiera guardar! El navegante te ama Y el cautivo te pide piedad, Pues tú das la libertad Y todo el mundo te llama. Al rico le das más fama, Estás con él, lo apeteces. Sólo al pobre lo empobreces Y aumentas su padecer. Poderoso debes ser Porque al rico lo engrandeces. El imposible mayor Por tí se llega a alcanzar, Y se llega a derrumbar Honra, crédito y honor. Al rico le haces favor Y sólo con él estás, Dondequiera con él vas, Adonde quiera lo subes Hasta elevarlo a las nubes Y al pobre lo abates más. Meche y Lola, en cambio, se ocupan de la cocina. Desde que tenían cinco años ya estaban metidas en la cocina ayudando y aprendiendo a hacer la comida. Ahora que tienen 11 y 10 años saben hacer de todo, lo que se llama de todo. Ellas se encargan de lavar la ropa de todos nosotros, cocinan, planchan, se tejen sus chompas, limpian y arreglan la casa. Ahora mi mujer les está enseñando a tejer con crochet. A veces no más agarran sus muñecas y se ponen a jugar, o sino se van con sus hermanos a traer flores del monte. A Lola le gusta el colegio más que a Meche y tiene buena cabeza para recordar; una vez se aprendió de memoria una décima que trata de las comidas; y la recitó en una velada del colegio:


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Los sacerdotes divinos Salen al campo a pasear: Fray queso, Fray raspadura, Fray carapulca también va. Fray sancochado va por delante Por ser el vicario de hoy, Dice el adobo: "Yo soy Ferviente cura brillante". Fray arroz seco con tomate También tiene su destino; Pan tiene un curato fino Y no es como Fray guisado, Que por torpe lo han botado Los sacerdotes divinos. El cura de arroz aguado Nunca tendrá buen asiento, Porque siempre está de pleito Con el canónico mechado. Es un señor premandado Y es un hombre de novedad, Pues lo he oído examinar Con el doctor escabeche: Todos los días a las siete Salen al campo a pasear. El cura Fray longaniza Nunca tendrá buen asiento Porque siempre está de pleito Con la abadesa salchicha La niña mazamorrita Dice: "Yo soy monja pura", El bisteque que es el cura Dice: "Yo no digo nada, Pues quiero verles la cara Fray queso, Fray raspadura". Dice el obispo mondongo: ‒ "Presto seré cardenal.


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El pontífice será El prefindado cafongo". ‒ "Esto yo no lo dispongo; Sin duda el Papa será" Ha dicho Fray pepián, "Llamen a Fray chicharrones Para que oiga los sermones, Fray carapulca también va".



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SOY YANACÓN porque estoy trabajando esta tierra de la hacienda con la plata que me habilita la misma hacienda, y todo al algodón que produzco se lo tengo que vender al patrón. Pero eso sí, ahora ya no me pueden quitar la tierra. El Gobierno ha dicho que a ningún yanacón se le puede quitar la tierra que trabaja. Aquí en Caqui somos nueve yanaconas. Ser yanacón significa que la hacienda nos ha dado tierra y como arriendo tenemos que pagar una cantidad en algodón que es el 20% del algodón cosechado, y el resto del algodón que nos queda también tenemos que vendérselo a la hacienda al precio que ella fija. Para que cultivemos esta parcela la hacienda nos da dinero, semillas, abono y hasta remedios para las plantas. Las parcelas no son muy grandes; aquí el que más tiene posee 17 hectáreas y media. Las yanaconas no trabajamos directamente para la hacienda pero somos parte de ella ya que la tierra es prácticamente de ellos, aunque ahora nos han dicho que va a ser nuestra. Además hasta ahora es la hacienda la que nos da la plata para sembrar el algodón y la que nos compra toda la cosecha, o sea que somos


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parte de su movimiento económico. Nosotros podemos vender libremente sólo la cosecha de panllevar, porque ni siquiera el resto del algodón que nos queda, después de pagarle a la hacienda, lo podemos vender a otra parte, ya que por la habilitación estamos enganchados a ella. Las yanaconas de Caqui han recibido las tierras directamente de manos de la hacienda, como en el caso mío, otros las han recibido en herencia, es decir de sus padres. La mayor parte las hemos recibido directamente, pero como ya estamos viejos nuestros hijos se están encargando de la dirección de la parcela. Nosotros tenemos la obligación de sembrar algodón porque es el producto que le interesa a la hacienda. Ella es quien nos dice qué debemos sembrar. Prácticamente estamos obligados a vender nuestro algodón a la hacienda porque de esa forma pagamos el arriendo de la tierra y además debemos cancelar el importe de los préstamos o créditos que recibimos. Claro que con la ley de Reforma Agraria, la 15037, nos han dicho que vamos a ser propietarios de nuestros lotes y seguramente podremos hacer lo que queramos, o sea sembrar cualquier producto, pero hasta ahora nos han dado solamente una boleta provisional. En todo caso en la actualidad el sistema de "habilitación" no ha variado y además, por supuesto, tenemos que seguir pagando a la hacienda el arriendo de la tierra. Para hacer frente a los gastos del cultivo del algodón los yanaconas recibimos una "habilitación", es decir, una especie de crédito o préstamos de dinero, de fertilizante, de uso de tractor y productos químicos para las plagas. Es una especie de cuenta que nos abren en la Oficina de la hacienda y en la que van anotando los pedidos que hacemos relacionados al cultivo del algodón; no podemos pedir nada para nuestras sementeras de panllevar. Nosotros tenemos que pagar un 10% de interés sobre estos préstamos. También, nos prestan dinero para pagar a los peones que contratamos en la época de "apañe" que es cuando se necesita más mano de obra; Nosotros tenemos que pagar un 10% de interés sobre estos préstamos. Cuando termina la cosecha el administrador hace una suma de todo lo que cada yanacón ha recibido de la hacienda, sea en di-


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nero, en especies o en servicios, añadiéndose a esto los gastos generales de la hacienda que son repartidos proporcionalmente entre la hacienda y todos los yanaconas. Esta cantidad se balancea con el valor del algodón cosechado, menos el 20% que es por el arriendo. Cuando se hace el balance entre lo producido y lo que se le debe a la hacienda no siempre se sale ganando. Si el balance es negativo para el yanacón, o sea que queda una deuda, es anotada para ser descontada del balance del próximo año. Pero hasta antes de la ley que dio Odría, acerca de la posesión de nuestras parcelas, se vieron casos en que el yanacón tenía que dejar el lote porque quedaba en deuda con la hacienda. Claro que hay algunos yanaconas que tienen una mayor cantidad de hectáreas y además utilizan una mejor técnica y entonces han estado en condiciones de poder reunir suficiente dinero como para comprarse una casa en Huaral, un camión y hasta para darles una mayor educación a sus hijos. La liquidación, o sea el dinero que nos toca recibir cada año, la cobramos en Lima. Nos vamos todos los yanaconas juntos en dos carros del hijo de uno de ellos, llegamos a la Oficina de la hacienda que queda en el jirón de La Unión y allí nos dan los cheques; luego nos dirigimos al Banco con el cajero y nos dan nuestra plata en efectivo. Una vez le dimos un chifa al cajero, lo llevamos a un buen restaurante chino. Los yanaconas también tenemos otros ingresos debido a la venta de los productos de panllevar que sembramos. Eso sí, las verduras las vendemos a quien queremos, sea en la misma hacienda, en Huaral o hasta en Lima. En esto no se mete la hacienda. Actualmente nos toca muy poco en la liquidación, más o menos como 6,000 soles, otras veces nos ha tocado 4,000 soles; una vez llegamos a recibir 19,000 soles porque esa vez fue un año bueno, la tierra dio bastante y el precio del algodón era alto. Por ejemplo, aquí tengo la liquidación del año 1961:



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Lo que no me gusta de la liquidación es que nos están cobrando una plata que el patrón llama gastos generales. En estos gastos generales están incluidos los gastos del colegio, compostura de puentes, limpieza de acequias, reparación de caminos y otras cosas más que yo no las comprendo. Está bien que paguemos colegio porque nuestros hijos están estudiando allí, pero está fregado pagar la reparación de caminos. Si yo tuviera mi carro y andara por los caminos entonces pagaría calladito pero lo que pasa es que el único que tiene carro aquí es la hacienda, entonces ellos no nos deben cobrar eso a nosotros. La limpieza de acequia tampoco debemos pagarla porque nosotros limpiamos las acequias que utilizamos y no hay por qué pagar las acequias de la hacienda. Otra cosa que no me gusta es que también me cobran la llevada del algodón de mi casa hasta la colca o depósito de la hacienda. ¡Esto es el colmo! Encima de que nos pagan un precio no muy alto por el algodón, tenemos que pagar el camión en que se lo llevan ¡En fin, hay que tener paciencia para aguantar no más! Nosotros hemos protestado varias veces, pero cuando vamos a hablar con el administrador nos palabrean y para no mortificamos más dejamos las cosas tal como están. Yo pienso que si tuviera plata podría vender el algodón a quien me pague más, porque al no pedirle la "habilitación" a la hacienda ya no tendría el compromiso de venderle la cosecha. Pero para esto hace falta tener capital. Por eso es que nosotros lo que más queremos es tener nuestro propio capital de trabajo para así no estar obligados a vender únicamente a la hacienda; de esta manera el arriendo de la tierra se lo pagaríamos en efectivo y además ya no le pediríamos la "habilitación". Pero como lo que rinde la chacra no es mucho y además nosotros en la familia somos bastantes, no logramos juntar un capital propio. Me han contado que en la hacienda Palpa algunos yanaconas le están pagando una cierta cantidad de dinero al patrón por la tierra y están vendiendo su algodón a quien pague más, y también otros ya no siembran algodón sino panllevar únicamente. Yo quisiera poder hacer esto, pero como no tengo plata tengo que seguir como hasta ahora. Ahora la hacienda está peleando con unos "yanaconcitos". Estos son los peones o gente que han trabajado en la hacienda, son


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como 13; ellos pidieron un pedazo de tierra junto al río y han logrado hacerla cultivable para productos de panllevar. Hace varios años la hacienda logró botados y les quitó buenos pedazos de tierra que hoy los están sembrando dé algodón. A estos yanaconcitos de ahora los han querido botar también pero no han podido, ellos se fueron a Lima y en el Ministerio han arreglado para que no les quiten sus tierritas. A esta gente la hacienda no les da habilitación ni ellos tampoco siembran algodón. Me parece, aunque no estoy muy seguro, que pagan arriendo en dinero. Cuando murió mi padrastro, su chacra se la dieron a mi hermano materno Rufino y para no quedarme sin nada le pedí al patrón que me diera un pedazo de tierra, y así fue que conseguí media fanegada. Esta media fanegada era puro monte y yo lo mataba después que salía de trabajar de la hacienda. Mi hermano Rufino perdió la primera cosecha porque el río creció bastante; entonces el negro se amargó y entregó la chacra a la hacienda. Después la hacienda se la dio a un japonés y éste también perdió la cosecha porque la planta se vició, o sea que no la cortó en el momento preciso. Y este japonés también la devolvió al patrón. En esta época el patrón era un japonés de apellido Okada y entonces a él le pedí esta chacra porque lo que yo tenía era muy poco. El aceptó y con este pedazo y con lo que yo tenía completé una fanegada y media, poco más, poco menos. Desde esa época trabajando como una mula y ayudado por mis hijos le he ganado una fanegada más al monte. Ahora tengo un poquito más de dos fanegadas y media. No es mucho, pero ahí vamos haciendo la pelea. La yunta de bueyes que poseo se compone de un animal de 12 años y otro de ocho años, y los utilizo únicamente en las labores de las sementeras. Cuando se trata de cultivar el algodonal le pedimos tractor a la hacienda, a cuenta de la habilitación. Nosotros queremos bastante a los bueyes ¡No sé que sería de nosotros sin los bueyes! Se gasta mucha plata alquilando yunta. Esta yunta a veces la alquilamos a otros yanaconas de Caqui por cincuenta soles diarios, y si son de otras haciendas les cobramos sesentaicinco soles.


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Esta yunta la compré un año que gané S/.19,000.00 por la cosecha de algodón. El buey de 12 años tiene 10 años trabajando y el de 8 años tiene 5 de trabajo. Ya estoy pensando vender en el camal el buey más viejo. Lo vamos a invernar para que en el momento de venderlo esté gordo y den buen precio por él. Mi hijo Shebo dirige muy bien la yunta. Para hacerlos caminar dice: "oohhh" y los bueyes empiezan a andar. Cuando quiere parar dice: "bueeeyyy" e inmediatamente quedan en su sitio. Cuando desea hacerlos retroceder dice: "cesa buey cesaaaa" y para dar vuelta dice: "vuelta buey vuelta". Estimula a los bueyes con un "aijón", que es una vara de carrizo, en cuyo extremo se ha colocado un clavo, el que se ha sujetado con una pita; El aguijón de 3 metros va en su mano derecha. Un buey puede comenzar a usarse en la chacra desde que tienes tres años. Siempre se empieza con un buey madrina que le enseña y permite que el buey novato se acostumbre poco a poco a la yunta. Cuando uno agarra un toro para meterlo a la chacra tiene que tener bastante cuidado porque son muy bravos algunos. Los dos bueyes que tengo se los compré a la hacienda. Uno de ellos, el menor, resultó bastante bravo. Parece que éste era hijo de un toro de Huando (hacienda donde crían toros de lidia) que se escapó al sitio donde estaban pastando las vacas de Caqui, y como hacia calor se apareó con varias vacas. Después de un tiempo salieron preñadas y una de estas crías creo que es nuestro buey. Primero se agarra al toro y se le encorna, o sea se le amarra a un árbol con el tronco entre los cuernos, y cuando está bien quieto allí se trae al buey madrina junto y se le unce. El primer día se le hace pasar por la chacra sin arado, únicamente con la cadena y se le va enseñando que aprenda a parar, voltear y seguir andando, según las voces que se les dé. Al segundo día se le pone el arado y se le hace pasar por la chacra para que aprenda a ir por el surco y por el lomo. Después de este entrenamiento al tercer día ya se puede usar la yunta. Los bueyes se uncen con un palo llamado yugo. Este yugo se manda hacer donde el carpintero. Es un madero de eucalipto de buen grosor, de cerca de un metro y treinta centímetros de largo.


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Tiene las hendiduras necesarias para que los bueyes coloquen su pescuezo y la correa se acomode bien. La correa con que se amarra el yugo a los bueyes es de cuero, de más o menos ocho metros de largo y de dos centímetros y medio de ancho. Mi hijo Shebo unce a los bueyes en cuatro minutos. Primero coloca encima de un buey el yugo y le da unas cuatro vueltas con la correa, luego pone el yugo encima del otro buey y le da tres vueltas sin mucha fuerza. Este es un amarre provisional únicamente, y se hace con el objeto que cuando se efectúe el amarre definitivo el yugo debe estar a nivel, entonces recién empieza a hacer el amarre definitivo. Cuando se ara un campo donde hay yerba, la misma correa sirve para amarrar el hocico a los animales, a fin de que no se entretengan comiendo y dificulten el trabajo.


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ANTES, hace unos cuarenta años por lo menos, era fácil conseguir tierras en las haciendas debido a que había mucho monte y el hacendado no tenía ningún inconveniente en darle un pedazo de monte a un yanacona para que éste lo limpiara y lo hiciera producir. Pero a partir de los años veinte, cuando el algodón empezó a ser bien cotizado, los terrenos también fueron tenidos en mayor importancia. La misma hacienda se encargó de habilitar nuevas áreas, pero en 1925 hubo la famosa inundación que destruyó todas las cosechas, y al año siguiente la hacienda fue arrendada al japonés Nikumatsu Okada. En esta época el número de yanaconas, especialmente de origen japonés, aumentó considerablemente. Este japonés para favorecer a sus paisanos sacaba a los yanaconas antiguos, ya sea pagándoles una especie de indemnización o sino simplemente los botaba. Yo me acuerdo que sólo en el año 1931 botó a siete yanaconas, entre los que estaban un señor Teófilo Bustamante, un tal Palomino y un Valverde. Claro que Okada también ayudó a algunos peruanos como a mi compadre Hipólito Marcos, cuyo padre había servido a Okada


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en la hacienda Palpa. Cuando mi compadre Polo le pidió un lote a Okada, éste se lo dio no más. Para ingresar como yanacón había que abonar lo que se llamaba el "juanillo"; o sea una cierta cantidad de dinero que se pagaba al que nos daba la tierra por concepto de arriendo de la tierra y algunas veces por los cultivos que allí había, por ejemplo, algodón, algodón de soca o árboles frutales, etc. El "juanillo" se podía pagar en varios años según como se conviniera con el administrador. Antiguamente la forma de trabajo de los yanaconas era diferente a la actual "habilitación". Se pagaba una cantidad fija de algodón por la cantidad de dinero que se recibía como préstamo; es decir, a tal cantidad de soles, tal cantidad de algodón. A los yanaconas además de dinero en efectivo para pagar a los apañadores nos daban también guano, préstamos de bueyes o tractores. Todo tenía su precio, por ejemplo por la arada de una hectárea se pagaba 7 1/2 quintales de algodón. Pero también podíamos ir al "tambo" o tienda de la hacienda y pedíamos libremente todos los víveres que necesitábamos y eso nos lo incluían dentro de nuestra cuenta con la hacienda. Además, nuestros hijos que estudiaban los últimos años de la primaria en Huaral iban en camión y eso también nos lo incluían en la cuenta. Después las cosas cambiaron y por cada fanegada o sea 2.9 hectáreas se tenía que pagar a la hacienda 30 quintales de algodón. El año 1938 Okada hizo un aumento y se tuvo que pagar 35 quintales. Ese japonés Okada era un tipazo, ¡las sabía todas! Pero eso sí, era muy trabajador, con su ejemplo llegó a crear una verdadera mística entre todos los yanaconas japoneses y peruanos, quienes lo respetábamos y temíamos al mismo tiempo. El tenía su propia desmotadora en la hacienda Jesús del Valle, que también había arrendado y para evitar que los yanaconas de todas las haciendas que arrendaba vendieran el algodón a otras personas montó un fuerte sistema de control. De esta manera nadie se escapaba de la vigilancia y todo el algodón iba a sus almacenes.


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Casi todos los yanaconas que hay en la actualidad en la hacienda entramos en la época de Okada. Okada venía dos o tres veces al mes a la hacienda, llegaba en su automóvil y estaba rodeado de policías. Lo mismo hacía en las demás haciendas: La Huaca, Miraflores, Jecuán, Jesús del Valle y Laure. Pero lo que más nos gustaba era que iba a visitarnos a caballo en cada una de nuestras chacras. ¡Cualquier patrón no hace eso! Okada fue expulsado del valle en 1942 debido a que el Japón entró a la Segunda Guerra Mundial y como el Perú le declaró la guerra, intervino los intereses de todos los japoneses en el país. Acá en el valle sacaron a todos los japoneses, a mí me dio pena porque ellos eran muy caballeros y muy trabajadores. Además, los que se metieron a la guerra no fueron ellos sino los que estaban en Japón, pero así son las cosas, justos pagan por pecadores. En el año 1942, fecha en que salió Okada, había 45 yanacanas, 27 de los cuales tenían más de 10 hectáreas, de éstos la mayoría de ellos eran japoneses. Casi todos los japoneses perdieron sus tierras y la mayoría se quedó en la hacienda trabajando como peones. De los japoneses sólo se quedaron 2 yanaconas debido a que eran casados con peruanas y los terrenos se pusieron a nombre de sus mujeres. Ya en 1943, cuando la hacienda estaba nuevamente a cargo de los propietarios, quienes habían vuelto a poner un administrador, se establecieron nuevas tarifas para los yanaconas. Hasta ahora tengo apuntados esos precios: Alquiler de una yunta Alquiler de un caballo Alquiler de un vermorel Uso de tractor para la arada Uso de tractor para la rastra Uso de tractor para la labranza Uso de tractor para el desaporque Uso de tractor para el aporque

S/. ” ” ” ” ” ” ”

4.00 diarios 3.00 ” 1.00 ” 100.00 por fanegada 60.00 ” 40.00 ” 60.00 ” 60.00 ”

Ya desde este año, 1943, se inició toda una acción por parte de la hacienda para desalojar a algunos yanaconas. Se tomó como punto de partida un artículo del Código Civil, creo que era el


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1495; en el que se dice que es posible abrir una acción de aviso de despedida, con anticipación de seis meses, cuando no se ha fijado la duración del arrendamiento. De esta manera la hacienda recuperó 121 hectáreas en tres años. En noviembre de 1944 se hace un nuevo reajuste de las tarifas. Aquí entre mis papeles tengo los precios: Alquiler de una yunta Alquiler de un caballo Alquiler de una bomba arseniatadora Alquiler de una sembradora Uso del tractor para el arado Uso del tractor para la rastra Uso del tractor para la siembra Uso del tractor para la labranza Uso del tractor para el desaporque Uso del tractor para el aporque

S/. ” ” ” ” ” ” ” ” ”

6.00 diarios 4.00 ” 2.50 ” 2.00 ” 150.00 por fanegada 95.00 ” 60.00 ” 50.00 ” 75.00 ” 75.00 ”

Más o menos por el año 1946, en el gobierno de Bustamante, el partido aprista empezó a organizar a los obreros de las haciendas del valle en sindicatos: A nosotros también querían organizamos, pero no estuvimos de acuerdo, a nosotros no nos gustaba meternos en política. Sólo mi compadre Uldarico Valle, que además de yanacón era peón de la hacienda, se afilió al sindicato. Y también por esa época se dio la ley de yanaconaje, la Ley 10885. La hacienda empezó a hacer uso de algunos artículos que no estaban claros para hacemos desalojar y en agosto de 1947 notificó a 11 yanaconas para que salieran de sus chacras. Ahí sí nos pusimos bravos y acordamos que no nos iban a sacar tan fácilmente. Cuando la hacienda inició un juicio a los yanaconas, contratamos un abogado de Lima para que nos defendiera en el juicio, además acordamos formar un sindicato para defendernos. El juicio que teníamos con la hacienda ha durado sus buenos años. Nosotros ya estábamos cansados y prácticamente acordamos devolver las tierras, las casas y dejar la hacienda de una vez. Entonces le pedimos a la hacienda que nos diera 88,000.00 soles como una especie de indemnización para todos nosotros, pero la hacienda sólo quería darnos 45,000.00 soles; nosotros no acepta-


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mos y dijimos que mejor era continuar el juicio aunque bastante plata y dolores de cabeza nos estaba costando ya. Pero en 1955 durante el gobierno de Odría se dio una ley que cortaba todos los juicios de desahucio que se seguían a los yanaconas. Desde esa época nos dijeron que ya nadie podía botarnos de esta tierra. Eso nos daba un poco de tranquilidad, aunque nosotros pensábamos que en cualquier momento las cosas podían cambiar. Ya se sabe que los dueños de hacienda son gente muy poderosa y que tienen muchos amigos en el gobierno. Aquí en Caqui ha habido más yanaconas de los que ahora somos, pero la hacienda los ha botado como dije, y otros, se han ido también por su gusto. Lo mismo ha pasado en todo el valle. En la hacienda Huando el patrón era más caballero, ha sacado a todos los yanaconas pero pagándoles buena plata por sus tierras. Allí tenía un primo quien recibió bastante plata por dejar la chacra porque el patrón la necesitaba para sembrar naranjas. Además sus hijos consiguieron el trabajo de enjabadores de las naranjas. Ese mi primo ha trabajado una fuerza de años en Huando, allí ha dejado su juventud, casi se puede decir que ha regado esa chacra con su sudor, así que hubiese sido un crimen que la hacienda lo botara de allí. Hasta ahora está allí y siempre lo voy a visitar. Yo tengo bastantes parientes por el valle, casi todos son sobrinos o hijos de ellos. En las haciendas de Palpa, Boza, Huando, Esquivel y en Aucallama tengo parientes; a veces en Huaral estoy conversando con un negro y después de haber hablado bastante me sale con que somos familiares. Ahora somos únicamente nueve yanaconas, pero antes había mucho más como ya conté. Ahora casi toda la tierra la cultiva la hacienda, pero antes era diferente. ¡Uyy. . . el valle ha cambiado bastante! ¡Todo era distinto antes¡ Antiguamente las haciendas eran casi la mitad de lo que tienen ahora. En Caqui, por ejemplo, se cultivaba la tercera parte de lo de ahora. La mayor parte era tierra pantanosa porque aquí ha habido muchos puquiales y también gran parte era monte. Me cuentan que mucho antes, en la época de los españoles, aquí había muchos indios que eran los dueños de estas tierras y ellos cultivaban bien estos terrenos. Después los españoles empeza-


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ron a matarlos y a quitarles sus tierras y los indios empezaron a acabarse y entonces grandes extensiones de terreno quedaron sin cuidado y el monte se lo comió. En las huaquerías que abundan en el valle están enterrados los indios que murieron. Después trajeron negros esclavos para que trabajaran pero así y todo no lograron recuperar el terreno que se perdió. Esta tierra es muy buena, por eso los dueños ganaban bastante plata y casi no se quejaban de la tierra que habían perdido. Pero con las yanaconas las haciendas empezaron a crecer porque éstos ganaban tierra al monte y al río. Y otra cosa que había es que empezaron a llegar peones de la sierra. ¡Estos cholos son muy fuertes! Quién sabe, si no hubiese venido gente serrana el valle no hubiese podido producir tanto. Es que la gente de la sierra es muy trabajadora. Tampoco debemos olvidar, sobre todo en Caqui, que Okada ganó bastante terreno. Este japonés sabía trabajar, por algo ha sido el mejor agricultor del valle. ¡Y sobre todo le gustaba el trabajo de chacra! Cualquiera no se puede meter a trabajar de agricultor. Mi padrastro me enseñó que hay que querer a la tierra como si fuera la mujer de uno. Parece mentira, pero la tierra se da cuenta cuando uno la quiere. La tierra es para quererla, necesita que se la trabaje con constancia y esmero, y sacarle la yerba mala que le come la sustancia. Uno no puede olvidar que todo lo que sirve para alimentar al cristiano viene de la tierra. Sin la tierra no habría vestidos, alimentos, adobes, ladrillos, madera, todo sale de la tierra, hasta los metales salen por la tierra. A muchos hacendados de por aquí no les gustaba la tierra, por eso arrendaban sus haciendas a otras personas y se contentaban con recibir el dinero del arriendo. Varias haciendas se vinieron abajo porque a los arrendatarios no les importaba mucho de hacer progresar la hacienda sino sacarles el jugo a los trabajadores. En cambio a otras haciendas les tocó arrendatarios como Okada y a los dueños les convino arrendar sus tierras ya que cuando se las devolvían las encontraban mejores. Yo he conocido muchos patrones de este valle, y como en todas las cosas, me he dado cuenta que hay buenos y malos. Ellos son señores muy poderosos y que tienen plata en abundancia. A la


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mayoría de esos caballeros no les importa nada la gente pobre y sólo se están preocupando de que su hacienda produzca más, pagando lo menos que puedan a los trabajadores. Antiguamente los patrones eran más buenos que los de ahora. Porque había patrones malos es que se formaron los sindicatos. Antes los peones en algunas haciendas eran tratados en mala forma y les pagaban muy poco y cuando se formó el sindicato las cosas cambiaron. Por ejemplo aquí en Caqui el sindicato tiene cinco años de vida y ya han conseguido cosas muy buenas. Ahora los peones tienen indemnizaciones, les pagan dominical, tienen atención de los médicos, es decir, todo es ganancia para ellos. Lo único que no me gusta del sindicato es que han prohibido que los hijos de los yanaconas trabajen en la hacienda porque dicen que ellos deben cuidar su chacra y no deben quitarles el trabajo a otros que más lo necesitan. Esto está muy mal porque el trabajo es para todos y no debe haber preferencias.


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YO SIEMPRE oigo decir que ahora hay mucha técnica en el trabajo del campo, pero aquí en Caqui no veo muchas cosas. Apenas hay tractores y esos remedios para curar las plantas, pero la gente sigue trabajando igual. No se ahorra nada de fuerza, no es como en las fábricas. A mí me han dicho que hay fábricas en donde se mete un pedazo de fierro por un lado y por otro lado sale un carro listo, o sino se mete un poco de algodón y al final sale una camisa lista para ponérsela. Aquí en el campo es diferente porque el campesino siempre tiene que ver cuando las plantas están tristes y necesitan agua, o cuando les da alguna enfermedad. Y también tiene que ver que haya luna llena para sembrar sus semillas. Parece mentira, hay mucha gente que no cree esto, pero si uno quiere sacar buenas cosechas tiene que tener en cuenta el estado de la luna. A veces hay plantas que no paren nada, o sino sus frutos son raquíticos, y esto es porque seguro las han plantado cuando no ha habido luna llena. Si se quiere sacar plátanos grandes la planta se debe sembrar en una noche de luna llena; lo mismo cualquier poda o cualquier injerto.


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Yo no sé qué tiene que ver la luna con las plantas. Lo único que sé es que si no lo hacemos así nos fregamos porque sale una planta débil y mala. Esto lo aprende uno de sus padres y de los amigos que son gente de campo como nosotros. Mi hijo Shebo es el que más conoce de estas cosas porque él es el que se encarga del manejo de la chacra, se encarga de la habilitación, de contratar peones en la época de cosecha, de decidir qué es lo que se tiene que sembrar en la chacra; también se encarga de vender los productos de la chacra. Antes yo me encargaba de estas cosas y mis hijos, más bien, me ayudaban, pero desde que me atacó el reumatismo y estuve internado en el hospital, ya no puedo andar como antes y he dejado que Shebo se encargue de estas labores. Y para qué, ah. . . mi hijo lo hace muy bien, ha aprendido bastante de mí. Sin embargo, Shebo ha tenido sus roces con él administrador de la hacienda. El es muy fregado. Cuando la gente quiere que el día sea noche está fregado. Bueno pues así es él.

- Una vez fui arriba, a la casa hacienda, a pedir semillas de algodón, y él me dijo Eusebio por qué no dejas soca en tu chacra. Yo le dije que no dejaba soca porque la planta había parido poco y se había malogrado, y además dejaba media fanega para soca. Pero él se emperrechinó en que dejara toda la fanega para soca. Yo le dije que le estaba pidiendo semillas de algodón y que por favor me diera. Y él me dijo que a mí me gustaba discutir y era un malcriado. En esa época yo tenía como 20 años y le dije que a su comparación yo era un muchacho y no era competente para discutir con él, y que tampoco ni le llegaba a sus plantas. Pero él siguió con que le iba a decir a mi papá y yo le decía que no estaba discutiendo sino que le estaba pidiendo semillas de algodón. Yo ahí mismo me di cuenta que el viejo estaba amargo y que quería desfogarse conmigo, así que para qué seguirle la cuerda. Así que me mandé mudar y me fui donde el almacenero, y a él le pedí las semillas y me dio sin mucho hablar siquiera. - Otro cambio de palabra que tuve fue por motivo del agua. Había plantado una cuartilla de tomate y ya las hojas estaban tristonas porque tenían sed. Entonces, como no me tocaba agua


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en esa época, le robé agua a la hacienda de una acequia que estaba regando un algodonal. El administrador pasaba en esos momentos y me dijo: -"¿Así que eres tú el que roba el agua de la hacienda no? -"¿Qué mal le estoy haciendo a la hacienda? le contesté. Tanta agua que tiene ¿qué le hace un poquito menos?" Cómo vamos a hacer nosotros entonces para producir algodón, usted nos está diciendo que no producimos nada, que somos flojos y que no nos importa producir algodón. Yo no sé como va a parir el algodón si no hay agua. - El administrador me amenazó con decide a mi papá lo que estaba haciendo y dijo otras cosas más que no me gustaron. Así que de nuevo tapé la acequia y me fui callado. Cuando vi que el administrador estaba lejos más o menos a unos trescientos metros, me fui agazapado entre las matas de algodón y de nuevo abrí la acequia.

Esta tierra es mala, de aquí no sale buen algodón. Esta tierra está buena para maní o camote pero uno necesariamente tiene que plantar algodón porque para eso nos la ha dado la hacienda y además nos da la habilitación. Para sacar buen algodón la hacienda debería cambiarme de tierra, de otra manera no puedo sacar buena cosecha. Actualmente tengo una fanega y tres cuartillas de algodón, una cuartilla de maíz, media cuartilla de camote, media cuartilla de ají-escabeche, media cuartilla de tomate, un cuarto de cuartilla, al lado de mi casa, en el que he sembrado un poco de verduras y alfalfa para nuestro consumo. Algunas partes de mi chacra se ven verdes como el maizal que tiene dos meses; en cambio el tomate ya ha sido apañado y las hojas se están volviendo amarillentas. Lo mismo sucede con el ají, que ha sido atacado por la helada. El algodón también está desprovisto de verdor: en la parte baja he matado el campo para sembrar semilla de algodón y la parte alta la he dejado para soca y se pueden apreciar las matas de algodón que están tumbadas y listas para hacer mi segunda apañadura. Ya se sabe que el algodón da tres cosechas, la primera se llama planta, la segunda soca, y la


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tercera resoca. De cada cosecha se hacen dos apañaduras y veces de planta se hacen tres. Cerca a mi casa, entre el río y la vivienda, pasa una sangradera de la cual mi familia se aprovisiona de agua. Ultimamente la hacienda ha estado trabajando en la canalización de esta sangradera. Se le canaliza con grandes piedras que se sacan del río y que se colocan en las paredes de la sangradera y en el techo; encima se echa un manto de barro con paja y más encima piedras de pequeño tamaño, luego se le cubre con tierra. Esta canalización se llama cangrejera y se efectúa con el objeto de que pueda ser utilizada esa parte del terreno en el cultivo del algodón. Desde luego, no se ha canalizado toda por lo que nosotros seguimos aprovisionándonos de agua de allí. Ahora que se está canalizando la sangradera yo le he dicho al administrador de la hacienda para cambiar ese pedazo mío que es pedregoso y que está junto al río, por otro pedazo que está al otro extremo de mi chacra. Esto nos conviene a los dos, ya que ahora con la canalización ese pedazo mío podría formar parte del potrero vecino de la hacienda y además como la hacienda tiene plata puede hacer producir muy bien ese pedazo pedregoso. Y a mí también me conviene porque, aunque el pedazo que pido es más chico que el que voy a dar, es de mejor calidad. Pero el administrador se quiere aprovechar de que yo le estoy pidiendo y me ha dicho que puede aceptar el cambio pero dándome un pedazo más chico del que yo pido. Yo le he dicho que mejor nos quedamos como estamos. Mi Lolo también ayuda bastante. Desgraciadamente Dios no quiso que Lolito sea normal como todos nosotros, pero aun así es de gran ayuda para la chacra porque raspa, apaña, riega, siembra, cuspa, es decir hace los trabajos coma cualquier persona normal, solamente cuando le viene sus ataques tiene que dejar de trabajar unos cuantos días. Pablo también ayuda en sus momentos libres. Cuando hay trabaja urgente después de salir del trabajo se mete en la chacra; Aquí todos colaboran y tiene que ser así porque es la única manera de que una familia pobre haga producir la tierra, todos tienen que trabajar. Por esto he distribuido la chacra entre ellos: el algodón y el maíz es para la casa, la papa


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es para Lolo, el tomate para Shebo y el ají para Pablo. Esto quiere decir que la plata que da la cosecha de papa es para Lolo y el dinero que se saque del tomate es para Shebo, ya que con esta plata mis hijos tienen para comprarse lo que les hace falta y también para sus vicios. Cuando cambia el cultivo siempre les doy una parte a cada uno de ellos. No se crea que toda esa plata se la gastan para ellos solos, casi la mitad se la dan a Delfina para que se compre algo y ella la gasta en la casa o en los nietos. La cantidad de plata que se gana depende de los precios que haya para las verduras. A veces hay plaza buena o plaza mala. Nuestra tierra no rinde mucho, por ejemplo en un año regular se pueden sacar treinta sacos de maíz a S/. 220.00 cada saco; cuarenta sacos de ají a S/. 320.00 c/u.; doscientos cajones de tomate a S/. 50.00 c/u.; y ciento sesenta sacos de camote a S/. 50.00 c/u. El año pasado el hielo vino y nos quemó media fanegada de tomate ya en bolas. Este pedazo de ahora lo sembré con miedo, pero con los insecticidas y abono lo he logrado. La cosecha de tomate comprende hasta tres apañadas. Ahora estoy en la segunda. Cuando apaño tengo que contratar de antemano al enjabador o encargado de acomodar los tomates en el cajón con el objeto de darles vista. El que yo contrato es el más conocido de todos y casi todas las haciendas lo solicitan para que le enjabe sus cosechas. Trabajando en esto solamente este señor ha logrado comprarse una casa propia en Huaral y una camioneta. Los cajones que utilizo para poner los tomates los traemos de Lima, cada cajón vacío me cuesta cinco soles. El enjabador cobra cuatro soles por cajón enjabado. El dueño del camión recibe cuatro soles por cajón por el transporte hasta Lima; el dueño del camión en que llevamos las verduras es un japonés hermano del dueño de la fonda de la hacienda. El cobrador que está en Lima cobra dos soles por cada cajón vendido en el mercado mayorista. Al final de la cosecha apenas si alcanzo a tener un poco de plata. Casi todo se lo llevan esos señores, es decir yo sudo para otros.


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De algodón sacamos poco, apenas llegamos a doscientos quintales porque la tierra es mala como ya he dicho, además hay muchas ratas y hacen daño. El año pasado sacamos un promedio de 120 quintales de algodón por fanega, seguramente este año no sacamos más de 70 qq. por fanega. Me hago cruces este año por la cosecha que saquemos. El precio del algodón está a S/. 310.00 el quintal. En este trabajo de la chacra todo no es ganancia, también hay que pagar peones, fuera de la habilitación. Aquí tengo un papel donde mi hijo Shebo ha apuntado lo que se paga a los peones en la cosecha, tanto la hacienda como los yanaconas: Planta parada : 1ª mano 2ª mano Planta tumbada: 2ª mano 3ª mano

Hda.: yanacón: Hda.: yanacón: Hda.: yanacón: Hda.: yanacón:

S/.

18.00 x quintal 15.00 x quintal 28.00 x quintal 22.00 x quintal 35.00 x quintal 30.00 x quintal 80.00 x quintal 60.00 x quintal

En general hay yanaconas que estamos mal y hay otros que están bien. El yanacón que más gana aquí en la hacienda es mi comadre Mercedes, hay años que saca cerca de 40,000 soles, pero es que ella tiene más de seis fanegadas. Yo le he bautizado a dos de sus hijos, cuando mi compadre, que era japonés, estaba vivo. Estos japoneses son muy buenos para trabajar y les gustaba progresar. Lo mismo pasa con mi vecina María, hija de japonés quien acaba de comprarse un tractor a medias con mi comadre Mercedes. María se ha casado con un sobrino mío, que es zambo y actualmente está trabajando muy bien su chacra. Otro yanacón tiene sus vaquitas y es el único que vende leche en la hacienda, si no fuera por él los hijos de los trabajadores no tomarían leche. Hay algunos yanaconas que por tener mayor cantidad de tierra se ven obligados a contratar peones. A veces estos peones trabajan durante las mañanas en la hacienda y en las tardes con los yanaconas. El salario que se les paga es menor que el que paga la


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hacienda porque no podemos comparar la capacidad económica de la hacienda con la de un yanacón: el que puede más tiene que pagar más. Son muy pocos los yanaconas que tienen peones estables ya que generalmente todos prefieren trabajar con sus familiares, aunque las mujeres sólo ayudan en la época de "apañe", porque a nosotros nos gusta, que las mujeres se dediquen a sus verdaderas labores, es decir la cocina y el arreglo de la casa. Los yanaconas somos bastante unidos, las relaciones que existen entre nosotros son intensas. Hay bastante matrimonios, compadrazgo y parentescos, entre nosotros. Asimismo, entre nosotros no hay mucha diferencia y nos consideramos un grupo homogéneo. De manera general entre nosotros hay raíces negra, japonesa y mestiza costeña. Esto se puede ver en la forma de ser, de vestir, de divertirse, de cocinar; se puede decir que no hay mejores cocineras en la hacienda que nuestras mujeres. Actualmente no estamos reunidos en ninguna asociación o sindicato, como algunos desean. Cuando tenemos problemas, generalmente con la hacienda, inmediatamente nos reunimos en la casa de algunos de nosotros y vemos la manera de defendemos. Por ejemplo, cuando antes la hacienda quería sacarnos de aquí formamos un sindicato, pero cuando pasó el momento difícil nos olvidamos del sindicato y se disolvió solito. Todos los yanaconas de Caqui somos uno, en todo estamos de acuerdo. Más bien nuestros hijos sí se reúnen en clubes deportivos. Aquí en la hacienda hay dos clubes deportivos y nuestros muchachos participan en sus actividades deportivas. Otro motivo de reunión que tenemos es la Fiesta de la Virgen del Carmen; aquí sí todos los yanaconas participamos de la fiesta, vamos a Huaral a buscar el cura para que haga la misa, y juntamos un poco de plata para pagar la comida y bebidas del día de la fiesta. Prácticamente la hacienda nos ha responsabilizado a nosotros los yanaconas de la fiesta de la patrona de la hacienda. La mayor parte de los yanaconas, son nativos del valle de Chancay, han nacido en las diferentes haciendas del valle o en los distritos de Aucallama o Huaral. Yo, por ejemplo, nací en Aucallama, mi compadre Lobatón nació en Palpa, mi compadre Gonzalez nació en Chancay y así por el estilo.


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YO TENGO unas tierritas en Aucallama; no es mucho, apenas si es una cuartilla y la tengo en propiedad conjuntamente con mi hermana Jacoba que vive en Lima. Este pedazo era de una hermana de Trinidad, el primer esposo de mi, mamá y cuando murió pasó a poder de Jacoba y de otro hermano mío y cuando murió éste Jacoba me dijo que a mí me tocaba ser el dueño. Todos los años tengo que ir a cobrar lo que nos pagan por el arriendo: recibimos siete quintales de algodón al año, y esto nos lo repartimos entre mi hermano y yo. Este año, el cholo que lo tiene arrendado se ha puesto demorón y no nos paga todavía; ya he ido como tres veces a cobrarle y me ha dicho que no tiene plata. Yo creo que este sinvergüenza quiere aprovecharse de que no tengo ningún papel para demostrar que esa tierra me pertenece. Me ha dicho que hay una ley que dice que uno se puede quedar con la tierra que está trabajando, siempre y cuando no tenga dueño. Varias veces he pensado quejarme a las autoridades, pero me desanimo porque dicen que meterse con las autoridades es perder tiempo y una gran gastadera de plata. Nunca he tenido que ver nada con la policía ni con el juez, pero mis compadres y amigos me han di-


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cho que si uno quiere ganar algún lío hay que darles plata. Y de repente salgo gastando más plata que la que cuesta ese pedazo de tierra. Los empleados del gobierno son bien sobrados, como trabajan para el presidente y para los ministros se sobran con uno que es pobre y que no puede conversar con esos caballeros. Si uno quiere conversar con los del Ministerio en las oficinas de Huaral, tiene que esperar mucho y los empleados siempre están muy apurados. A mí no me gusta conversar con esa gente, pero uno tiene que estar bien con ellos, porque son del gobierno, y si uno no está bien con el gobierno está fregado. Le contaré pues lo que me pasó cuando fui al Seguro Social Obrero para hacerme ver el reumatismo, que me aqueja desde hace 13 años. Como siempre he trabajado muy fuerte y en acequias, ahora que estoy viejo me han aparecido estas dolencias de reumatismo. Mi pie derecho se ha hinchado desde hace algún tiempo y últimamente me comenzó a dolerme el brazo del mismo lado. Como soy asegurado fui al Seguro Obrero de Huaral en donde el médico me dijo que estaba un poco mal. Así que inmediatamente ordenó que en ambulancia me llevaron al Hospital, Obrero de Huacho ¡Jesucristo! ¡Qué rico carro para correr! Cómo pasaban los postes, zas, zas, zas, así pasaban los postes. Por lo muy mucho, en 50 minutos llegamos a Huacho y de frente me llevaron al Hospital. Esos médicos de allí son muy malagracias. Hasta ahora no sé que enfermedad tengo, ni por qué se me ha hinchado la pierna. Varias veces le pregunté al médico sobre mi estado, pero el doctor me respondía que "todo tenía su por qué". Solamente había un médico japonés de apellido Nakasone que sí se preocupaba por los enfermos. Me han puesto más inyección que sentimiento ¡Jesucristo! Cómo me dolía. . . Yo soy un poco nervioso y no me gustan las inyecciones. Una vez me dieron cinco hincones, hinca para aquí, hinca para allá, y nada de encontrarme la vena, y yo que estaba que me dolía ¡Pa su macho!, ese interno era un poco bruto. Así que al quinto hincón entró la bendita aguja a la vena ¿Saben lo que pa-


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saba?, que como mi piel estaba un poco arrugada es difícil que entre la aguja. Todavía recuerdo como era antes la atención médica en el valle. Recuerdo a un doctor llamado Manuel quien era médico titular de Huaral. Este señor decía que los negros y los serranos no debían de existir. Por esta gracia mató a varios. Su último difunto en el valle fue un cholito de la hacienda Huando que era muy querido por el patrón don Carlos Graña. El señor Graña fue a casa del muerto y preguntó cuáles eran los remedios que le había recetado el doctor que dije y se los llevó a Lima para hacerlos examinar. Al poco tiempo llegó un papel diciendo que ese doctor era cambiado a otro lugar. Este médico una vez me trató y me curó muy bien, hasta ahora ha sé cómo me salvé de que no me matara; y agradecido de su curación le regalé un pichón de pato. Según he escuchado por la radio, ahora el nuevo presidente va a gobernar mejor. Yo no sé nada de política, eso es para la gente que ha estudiado y que puede discutir con cualquiera. Pero lo que escuché es que a ese caballero Belaunde le gusta mucho conocer los pueblos para poder gobernar mejor. Mi mamá me contaba que en la sierra había pueblitos casi en los cerros que nadie los conocía, ni sabían como se llamaban y tampoco se podía llegar allí. Esos pobres indios se podían morir y nadie se enteraba de nada, mucho menos el señor Presidente de la República que conocía únicamente Lima. Por ejemplo, yo tengo bastante tiempo aquí en el valle y jamás ha venido un presidente por aquí ¿Entonces, cómo progresa un pueblo, si el gobierno no lo conoce ni sabe lo que le falta? Por eso está bien lo que hace el presidente de viajar por los pueblos. El Perú es un país muy grande y también hay bastante gente diferente. Me han dicho que más adentro de la sierra está la montaña que es un sitio lleno de árboles y puros ríos y los que viven allí se llaman chunchos y hasta se comen entre ellos. Lo que pasa es que éstos no son cristianos. Por eso toda la gente del Perú no puede comprenderse porque son diferentes. Los serranos son bien fregados, y los blancos lo mismo. Esto se ve aquí en la hacienda que siendo tan pocos no pueden llegar a una com-


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prensión, porque los serranos son unos fregados. Lo mismo pasa en Lima, en donde en algunos sitios los blancos le tienen cólera a los negros y tienen vergüenza de ser sus amigos, pero en fin esos son problemas de los gobernantes y de los señores que se dedican a la política. Nosotros los pobres que no somos diputados ni senadores tenemos que seguir trabajando esta tierrita y esperar que Dios ayude pata llegar a tener algún día un pedazo de tierra, pero que sea de nuestra propiedad.



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LA FAMILIA Muñoz es un simpático grupo negro de yanaconas de la hacienda Caqui. Los padres, tres hijos varones solteros, cinco nietos, y un sobrino de la esposa, que trabaja en una hacienda cercana, constituyen una típica familia nuclear rural peruana. Erasmo Muñoz Zambrano, jefe de familia, es un viejo poblador del valle nacido en la comunidad de Aucallama y profundo conocedor de la zona. Sus sesenta años vividos en la localidad en constante y duro trabajo, le han servido para alcanzar un alto grado de conocimiento de la gente, los lugares y sus costumbres. También para lograr una situación económica que le ha permitido vivir con relativa holgura, hacer trabajar su chacra y darle a sus hijos, y ahora a sus nietos, cierto grado de instrucción y las mínimas comodidades para desenvolverse. Erasmo es un fornido negro de 1.70 m. de estatura. Sus 98 kilos están repartidos en todo su cuerpo, aunque se han concentrado un poco más en su voluminoso abdomen. Su edad se vislumbra en su cabello completamente cano, a despecho de la calvicie que ha avanzado hasta la mitad de su cabeza. Su barba es tam-


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bién blanca pero un tanto rala, sus ojos conservan todavía el brillo y la firmeza de sus años mozos pero, sobre todo, reflejan la bondad y dulzura que se trasluce en su expresión cotidiana. Sus cejas ya desaparecieron, dejando en su lugar un espacio claro encima de los ojos. Su nariz es grande y achatada y termina en gruesas y amplias fosas nasales. Cuando habla, sus bigotes, poblados y descuidados, llegan a tocarle la punta de la nariz. La boca es amplia y los labios ampulosos, el inferior tiene una especie de canal en la parte central, producto de su peculiar manera de escupir; al hacerla forma un hueco pequeño con los dos labios y hace presión con la lengua, permitiendo que la saliva salga disparada a una distancia de dos o tres metros. Erasmo aún mantiene la mente lúcida y clara y su memoria es envidiable cuando recuerda anécdotas e historias pasadas. Conversa con amena sencillez sobre diversos temas; aunque prefiere narrar lo que sucedió "en sus tiempos". No se olvida de los menores asuntos ni permite que se escabulla el más pequeño detalle. Repite frases textuales que se dijeron en conversaciones realizadas hace muchísimos años. De tanto en tanto, enseña viejos cuadernos de las primeras décadas del presente siglo donde están recopiladas las más famosas décimas creadas por los mejores decimistas del valle. Delfina, la esposa, es una morena clara, robusta, de caderas amplias y piernas fuertes que le permiten un paso ligero y enérgico. Su cabello, ensortijado y largo, termina en un moño logrado con el auxilio de un pedazo de piola. Su, expresión es de gran serenidad. Sus ojos están prontos a enseñar la picardía que fluye a través de su charla. Su labio inferior es prominente pero se disimula con la sonrisa que siempre está dibujada en su rostro. Si se la observa con detenimiento, puede advertirse inmediatamente las huellas que ha impreso en su rostro la parálisis facial. La chacra de Erasmo está dos kilómetros al norte de la casahacienda de Caqui. Se llega a ella siguiendo el camino que va de la hacienda al río Chancay, después del cruce con el desvío a la vecina hacienda Palpa. Dentro de esta extensión, de más o menos seis hectáreas, la casa ocupa el ángulo SE de las tierras de cultivo de Caqui; para ingresar a ellas hay un sendero que atraviesa los algodonales de la hacienda y sigue la misma dirección que el curso del río.


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En medio de una imponente vastedad verde amarillenta de los campos de algodón, la casa de Erasmo aparece rodeada de exuberante vegetación, en grácil contraste con el arenal y el algodón. Diversos árboles frutales la circundan. Dos viejos y enormes pacaes; dos guayabos, una higuera, varios plátanos y dos chirimoyos, configuran ese peculiar paisaje de las casas rurales de la costa. Allí bajo la sombra de los árboles descansa la familia durante el almuerzo, quedan los aperos de labranza, se unce y se quita el yugo a los bueyes, se depositan los abonos y fertilizantes, se limpia el algodón apañado y están instalados los corrales de porcinos y de gallinas que, con sus olores y ruidos, matizan el débil silencio roto por las voces de los Muñoz. A un costado de la casa aparece la, huerta, cercada con cañas. Manzanos, melocotoneros, parras, chirimoyos, caña de azúcar ofrecen sus frutos en forma abundante, a pesar del poco espacio, cada vez menor, que le dejan los sembríos de alfalfa. La casa-habitación es de adobe y tiene cinco ambientes, sin i contar la cocina y el corral posterior que son de caña. Las habitaciones de adobe constituyen la parte central de la vivienda. Al cruzar la puerta de entrada se encuentra una amplia sala, a cuyos lados hay cuatro puertas. Las dos de la izquierda llevan al dormitorio del matrimonio y a un cuarto que se utiliza como conejera y cuyero, para evitar robos; las del lado derecho dan paso al comedor y al dormitorio de los hijos. La cocina se comunica con el comedor, mientras que el corral, situado en la parte de atrás, está recostado sobre la pared del dormitorio de Erasmo. La parte exterior de la vivienda ha sido pintada de blanco, aunque se percibe claramente que fue hace muchos años. La puerta principal es un conjunto de tablas pequeñas clavadas sobre un marco formado por trozos de eucalipto; la puerta de la casa siempre está abierta. Delante de la fachada y al lado de la puerta hay un tablón de más o menos tres metros de largo, colocado sobre dos poyos de adobes es el lugar preferido de Erasmo. Allí es donde se le encuentra sentado a partir de las nueve de la mañana y después del almuerzo. Hará cinco años este lugar estaba techado. Tenía su ramada o alar y era el sitio obligado de recepción a los visitantes que llegaban, pero con los años los pa-


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los que soportaban el techo se picaron y rompieron. Erasmo piensa volverlo a techar, pero por falta de medios económicos no lo hace. Las gallinas y palomas transitan ordinariamente por este lugar e ingresan frecuentemente hasta la sala. La sala bastante espaciosa, más de cuarenta metros cuadrados, tiene sus paredes enlucidas pintadas de verde claro y matizadas por numerosos huecos hechos por mosquitos y arañas. El techo es de esteras colocadas sobre varas de carrizo, acomodadas, a su vez, sobre cuartones de eucalipto. Se le nota bastante viejo y desvencijado y frecuentemente cae abundante polvillo, restos de las esteras envejecidas. En la parte baja de las paredes hay gran profusión de agujeros de pericotes y ratas. El piso de tierra está bien afirmado gracias al frecuente rociado de agua. En el rincón izquierdo se ve una antigua sombrerera en la que cuelgan los sombreros de Erasmo, Delfina, Pablo, Shebo y Lolo. De una de sus perchas pende un viejo laúd al que le faltan dos cuerdas, recuerdo de un primo de Delfina que lo regaló a Shebo para que aprendiera a tocarlo. Este mostró entusiasmo al comienzo pero después lo dejó abandonado. Entre las dos puertas del lado izquierdo hay una máquina de coser Singer, de tipo antiguo, y un poco más al rincón otro sombrerera que no tiene mayor uso. Frente a la puerta de entrada hay una gran mesa que Delfina utiliza cuando cose. En el centro de la sala se destaca la mesa de centro, antigua, redonda y alta. La adorna un florero siempre con flores frescas y en la división de abajo hay un marco de plata con la fotografía del matrimonio de uno de los hijos del compadre Piérola. A su alrededor hay cuatro sillas de madera, dos sillones y un sofá semi-confortable. En las paredes cuelgan los retratos de Manuel, padre de Erasmo, y de un sobrino de Delfina, junto a un cuadro de José de San Martín y de Rivadavia, sacados de la revista argentina Billiken. También hay varios cartones, adornados con platina, que exhiben algunas fotografías pequeñas de familiares y amigos de los Muñoz. El dormitorio de los hijos, cuyo vano cubre una cortina, es de dimensiones suficientes como para contener cuatro camas, dos sillas y una mesita formada por cuatro cajones vacíos. El Cuarto


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tiene una pequeña ventana siempre cerrada. La iluminación diurna se filtra por las esteras del techo. Las paredes no están enlucidas y dos rincones están empapelados con hojas de diarios para evitar que se ensucie la ropa allí colgada. Varios clavos incrustados en las paredes sirven de perchas para la ropa de trabajo, las toallas y los maletines escolares de los niños. El cuarto no se barre muy a menudo. La cama de Pablo, que comparte con Gordo, es la de mejores condiciones, y está ubicada entre la pared y la del primo Antonio, quien duerme solo. En el lado opuesto, y dispuestas paralelamente, están las camas de Lolo y Shebo, éste duerme con Flaco. Los colchones son de paja y casi metidos entre los alambres de los sommiers. Debajo de las camas, nidos de palomas y semillas de papa en germinación impregnan con su olor característico la atmósfera, del dormitorio. El comedor, rectangular, es más bien pequeño, sus paredes enlucidas aparecen bastante deterioradas y con gran número de agujeros de ratones. Las paredes se adornan con reproducciones de la Ultima Cena y dos naturalezas muertas. La mesa, grande, se encuentra hacia la izquierda. En uno de los lados de la mesa hay una silla de paja y en los otros dos sendas bancas. Hacia la derecha, en un ángulo, un aparador antiguo, en el que hay un radio receptor a transistores, un frasco grande con arroz, dos lamparines, tres frascos vacíos y una garrafa que no se usa. En el otro ángulo, a manera de repisa, un mueble de madera que anteriormente formaba una sola pieza con el aparador y con tres divisiones: la primera permanece cerrada y guarda algunos vasos finos y una tetera de loza, en las otras una botella de pisco, una bolsa de conchuelos para los gallos de Pablo y algunas tazas y vasos de uso diario. En el comedor se encuentra e1 único almanaque de la casa, y de un clavo cuelga la bolsa que sirve para el recado. Del comedor se pasa a la cocina, que es el cuarto más desordenado. Sus paredes son de quincha, salvo la que la separa del comedor. En un rincón la mesa en la que se pican las verduras y a su lado la cocina a kerosene que se usa únicamente cuando es muy difícil conseguir leña o cuando hay fiesta en la casa. Al otro lado está la verdadera cocina construida sobre dos montones de ado-


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bes y con dos varillas de fierro sobre las cuales se colocan las ollas. Exteriormente, en la puerta de cocina está la leña. Por esa puerta falsa se comunica directamente con el patio de los pacaes, donde aparece un cajón encima del que se encuentra el lavatorio en que se lavan los miembros de la familia. Las paredes bastante deterioradas presentan agujeros producidos por el desprendimiento del barro de las cañas. En el dormitorio de los padres duermen Meche, Lola y Chamaco, éste en la misma cama de Erasmo, las dos niñas comparten otra. Dichas camas son antiguas, la de Delfina con perillas bronceadas. Detrás de la puerta hay un baúl en el que guardan la ropa limpia. En la pared varios clavos sirven para colgar los mandiles escolares de las niñas y la chompa de Delfina y está en parte empapelada con periódicos para que no se ensucie la ropa de calle que allí cuelga el matrimonio. En la cabecera de la cama de Delfina, que duerme sola, hay una repisa con imágenes religiosas, entre las que destaca la Virgen del Carmen. A un lado de la cama, en una mesita de noche antigua, guarda algunos fascículos del folletín "El derecho de nacer" que Delfina lee y relee cada vez que tiene tiempo, y hay también un receptor de radio en el que escucha las radionovelas. Las paredes sin enlucir están cubiertas de telas de araña y polvo. El cuarto no tiene ventanas pero sí una tosca abertura en el techo. En las noches se ilumina con un lamparín, colocado en la mesita de noche. Hay, además, dos sillas situadas al pie de la cama de las niñas, y una cuna mecedora; comprada hace ocho años al nacer los nietos y que sólo se usa algunas veces para guardar la ropa lavada sin planchar. En el cuarto contiguo se crían los conejos finos y los cuyes de la familia. También sirve como depósito para algunas tablas, latas vacías, un baúl roto e inservible y para costales que se usan en la paña de algodón. En la parte posterior de la casa están los corrales de aves, lechones y los gallos de pelea de Pablo, puestos en corral aparte, en el único que tiene puerta. Para los lechones han construido dos corrales de adobe en los que también hay algunos conejos co-


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rrientes. En la actualidad están labrando adobes para concluir el corral. Erasmo posee un buen número de animales: dos bueyes, tres caballos, diez cerdos adultos, cinco lechones, cinco chivatos, un ganso, nueve patos, tres gallinas corrientes, cuatro gallinas finas, siete pollos finos, doce palomas, diecinueve conejos, quince cuyes, dos gatos y tres perros. De los hijos de Erasmo, Pablo es el cuarto y el mayor de los que se encuentran en Caqui. Pablo tendrá unos 33 años, aunque la mayoría de sus amigos creen que no pasa de los 28. Es de mediana estatura, de regular contextura, de andar ligero y de ademanes reposados. Sus facciones no son toscas, por el contrario son bien perfiladas. La nariz no es muy achatada, su cabello siendo bastante ensortijado, ostenta un buen corte que le da elegancia, sus ojos redondos tienen una expresión de perenne admiración. Sus movimientos son elegantes y a su hablar pausado le imprime un peculiar dejo al asentamiento de las últimas sílabas. Por sus finos modales y su don de gentes se ha ganado la estimación y el respeto de la gente de Caqui, a la que se auna su creciente fama de buen amarrador de gallos. A diferencia de cualquiera de los trabajadores del valle, Pablo siempre usa chaqueta. En su casa es bastante respetado. Erasmo y Delfina le tienen especial afecto y sus hermanos lo respetan y guardan silencio cuando habla con sus padres u otras personas. Ocupa 'la cabecera de la mesa del comedor y Delfina se esmera en atenderlo. Cuando trabaja de noche y regresa a la casa a las S1eisde la mañana, nadie osa hacer el más leve ruido para cuidarle el sueño. Pablo actualmente es tractorista en la hacienda Caqui, Su salario es de 45 soles diarios y desde hace un año se considera obrero estable: "Aprendí a manejar el tractor en las noches, aprovechando el momento en que trabajaban mis amigos tractoristas les pedía que me enseñaran. Aprendí así, poco a poco. Anteriormente trabajé en varias oportunidades en la hacienda, pero nunca en forma estable; trabajaba por temporadas. Mi mamá no quería que aprendiera a manejar el tractor porque una vez se produjo un


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accidente aquí, pero yo le presenté la disyuntiva de irme a Lima e ingresar al ejército o ser tractorista. Yo estoy contento aquí y una de las cosas que más me gustan son los gallos. En Caqui y en todo el valle existe una gran afición a la jugada de gallos entre el elemento criollo, no así entre los serranos. Mi tío Polo, que es yanacón, es uno de los mejores careadores que ha habido en el valle. La afición a los gallos me viene de mi tío Elías, hermano de mi padre, quien fue el mejor amarrador de gallos que había en la región. El propietario de la hacienda Huando, gran aficionado, lo estimaba mucho. En la actualidad yo tengo tres, gallos de pelea. Anteriormente he tenido más, pero recién me estoy reponiendo de un robo de que fui víctima. Unos vecinos robaron la casa durante una noche y se llevaron cuyes, conejos, y varios gallos y gallinas de raza. Esto me afectó bastante ya que era la primera vez que estaba criando y me había costado regular cantidad de plata. Cuando descubrí que el vecino era el que había robado, ya que vi mi gallina fina en su chacra fui donde el administrador de la hacienda a quejarme del robo y a pedirle su mediación para que me devolvieran mis gallos. Pero cuando llegó el administrador, ya el vecino había escondido los animales ¡Estos serranos son muy ladrones!" Eusebio, Shebo en el trato familiar, es el sexto hijo. Es de contextura delgada y estatura mediana, representa menos edad de los 28 años que tiene. Sus rasgos faciales son marcados: la boca con los labios abultados deja ver, a cada momento, sus dientes amarillentos, pero completos; y sobre el labio un ralo pero bien cuidado bigote. La nariz es un tanto achatada. Sus ojos redondos y vivos impresionan por su picardía. Es de frente amplia y cabellera ensortijada. Su ropa de casa y de trabajo es un viejo pantalón beige de casimir, descosido y parchado, y una camiseta sucia de color azul claro. Camina descalzo, con ese andar famoso de los negros vivaces. Shebo es el miembro de la familia sobre el cual gira la actividad productiva de la chacra. Erasmo tiene completa confianza en él. Se ocupa de todo lo concerniente a la habilitación. Contrata a los peones que van a trabajar en la cosecha del algodón y él


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mismo se encarga de pagarles los días sábados en la tienda de "don Naka". "No me quejo, después de todo uno la pasa bien aquí en la hacienda. Solamente lo que me molesta es que haya tanto paisano. Esos serranos son gente hipócrita. No son criollos, no son gente, no se puede confiar en ellos. En el barrio hay muchos paisanos. A veces uno se enamora de esas muchachas, y el papá lo primero que le dice a uno es que ha abusado de su hija, y estas zamarras están en combinación con el padre. Y entonces se tiene que ir al puesto de policía de Huaral, y allí si no se paga quinientos o seiscientos soles no se gana el pleito. Por eso es que en Huaral no se resuelve ningún pleito y hay que ir hasta Huacho. Claro que a veces hay algún serrano que es gente, pero son muy pocos. A mí me gusta el fútbol y aquí en Caqui soy marcador de punta del club de la hacienda. Hace un año me accidenté y se me resintió la pierna, desde esa fecha no he vuelto a jugar pero ahora ya no me duele, creo que ya estoy en condiciones de jugar de nuevo. El otro día vino el propietario de la hacienda y nos ha prometido regalamos un televisor y dos juegos de camisetas. En fin hay que esperar que cumpla su promesa, porque a veces estos señores ofrecen por salir del paso y a la hora de los loros no dan nada. Otra cosa que me gusta bastante es ir a Lima a ver el desfile de los militares. Desgraciadamente este año no pude ir porque tuve mucho trabajo en la chacra, ya será para el próximo año. Pero de todas maneras lo vi por televisión. Otros años me iba con mi hermano Rodulfo y como él tiene carro desde tempranito estábamos en la Avenida Brasil para estar en primera fila. En Lima sí que hay donde divertirse. Acá en la hacienda uno está ahuesado y necesariamente tiene que irse a Huaral. Pero allá tampoco, fuera del cine, no hay donde ir. Por eso yo me voy a Lima por lo menos dos veces al mes a visitar a mi hermano o a una fiesta con mis amigos. Nada menos el sábado pasado me fui a Lima para mandarme hacer un terno que lo necesito, para estar bien futre, a fin de mes que voy a ser padrino de bautizo. Aquí en Huaral a veces hay buenos bailes. Los mejores se hacen en el Centro de Auxilios Mutuos. Allí va gente con la que se puede conversar, gente muy buena, muy decente, yo allí he ido


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más de diez veces. Casualmente en un baile conocí a la que es mi enamorada. Todavía no he dicho nada en mi casa, porque no hay nada serio. Estoy seguro que mi mamá no me va a decir nada; ella ha dicho que nosotros debemos tener los ojos bien abiertos y buscar una muchacha que sepa mantener un hogar, una muchacha que uno puede presentar a sus amigos y su familia, no debemos buscar esas muchachas de cara bonita que son alegres y que apenas les damos las espaldas, se están yendo con otros, como hay bastantes en esta hacienda. Con mi enamorada ya tengo como un año y hasta ahora no hemos peleado nunca, sus padres me quieren y ya soy como enamorado consentido. A veces me la llevo a un hotel para estar un rato con ella, y así no tener que ir a los chongos de Huaral. Ahora, desde que han venido los bolicheros de Chancay, da miedo ir por esos sitios, a cada rato hay peleas y el que menos sale chaveteado. Es que esos pescadores por cualquier cosita arman la bronca". Lolo tiene 30 años. No es muy alto, pero sí corpulento. Su expresión y manera de ser son las de un deficiente mental. Siempre tiene una sonrisa a flor de labios. Su vestimenta habitual es un uniforme "comando" de color kaki. Anda descalzo. Sufre de epilepsia y en la familia se le considera como un ser incompleto, inválido, aunque esto no le impide realizar importantes labores: cultivar, cocinar, traer leña. La parte izquierda de su cuerpo es deforme, lo mismo que el brazo y la pierna de ese lado que son más delgados que las extremidades del costado derecho. Lolo tiene gran afecto a su madre a quien considera el ser más bondadoso del mundo: "Yo le debo corresponder mucho a mis padres, porque han gastado mucha plata en mí. Mi mamá ha sufrido mucho por mi enfermedad que tengo, porque así Dios lo habrá querido. Desde que tenía un año me empezó a dar ataques. Me da así como movimientos de nervios y comienzo a babear, después me caigo y entonces mi mamá y mis hermanos que son tan buenos me cuidan. Antes el médico de Huaral me daba pastillas que me aliviaban algo, pero recién con las últimas que estoy tomando me siento bien. ¡Qué le parece! ¿Cómo son los médicos no? ¿Cómo harán para saber lo que les hace bien a los cristianos?


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Los ataques, se me presentan cuando se acerca la luna llena. Por lo general me dan una o dos veces por mes. Pero desde que me han recetado Comital hace un mes que no me ha venido el ataque. Debido a esto es que no salgo mucho a Huaral, ya que tengo miedo de que en cualquier momento me den esos ataques. Tampoco puedo tomar mis tragos con mis amigos. Una vez fui a la hacienda y me encontré con unos amigos que hacía tiempo que no veía, así que nos pusimos a conversar un rato. Uno de mis amigos pidió cerveza en la fonda de "don Naka". Yo no me iba a quedar atrás y comencé a tomar. Y después para que no me digan que uno no sabe pedir, pedí más botellas ¡Nos hemos pegado una bomba de mamey! ¡Pa su macho, cuánto tomamos!. . . A las siete de la noche me quise regresar a la casa, así que me despedí de mis amigos, y me fui caminando. Pero yo me estaba yendo por el camino a Huaral y creía que me iba a mi casa ¡Qué le parece! ¡Qué tal borrachera! Si no es por un amigo que me dejó cerca de mi casa yo hubiese dormido en el monte esa noche. Ese día mi mamá se molestó conmigo y me dijo que hacía mal. Desde esa vez no más, lo que se dice no más, he vuelto a emborracharme. Nunca me faltan a mí mis dos libras, de lo que toca del trabajo de la chacra, me guardo dos o tres libras y lo demás se lo doy a mi mamá. Ella sabrá usar la plata mejor que yo. A veces me voy a Lima, a visitar a mis hermanos y cuando vuelvo les traigo regalos a mis sobrinos. Les traigo trompos, bolas, cierta vez le traje una escopetita a Chamaco, pero el Flaco la tiró cuando el tractor estaba pasando. No sé por qué pero soy muy ostentoso, muy "mono". Mi hermano Pablo, como siempre ayudo a mi mamá, me ha regalado reloj en tres oportunidades. Pero he perdido uno cuando fui a cortar leña al monte con mi reloj puesto ¡Imagínese ir a cortar con un reloj puesto! ¡Eso me pasa por mono! Otro lo guardo actualmente y el otro se lo regalé a Shebo porque él no tenía ninguno. Nosotros nos ayudamos entre hermanos. A veces nos prestamos los zapatos. O sino nos prestamos plata, pero nunca nos cobramos. A mí me gusta trabajar en la chacra, nunca me ha interesado vivir en el pueblo o en Lima. Aquí en el campo puedo andar como quiero sin que nadie me diga nada. Me gusta ir a los terrenos de


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rastrojo de la hacienda, en donde las ramas secas han sido tumbadas, a traer algodón para la cocina. El algodón es una planta bien caliente por eso es bueno para la cocina. Generalmente en un día, la cocina consume dos tercios de leña o sea dos viajes. Cuando no hay terrenos de rastrojo, entonces voy al monte a traer huarango o molle. El huarango dura más en la candela. A veces voy también a traer capachito, que es una planta que crece donde hay algodón tumbado. El capachito es comida para los cuyes y conejos, los engorda en un ratito. Además es muy entretenido ver crecer las plantas y sobre todo cuidadas como si fueran hijos de uno. Me gusta conversar con personas que sepan de agricultura para tratar de aprender algo. Hace poco han estado por la chacra unos estudiantes de agronomía que me han enseñado varias cosas sobre las plantas. También me gusta saber todas las décimas de las plantas, aunque soy muy bruto para saberlas completas: Hoy han formado las flores Una guerra con las frutas, Entre olores y sabores ¿Quién ganará la disputa? La albahaca y la clavelina Como son todas olorosas, Se presentan valerosas Para pelear con la piña. La sandía en esta riña También muestra sus rigores, Los jazmines dan clamores Para cansar a la caña. Una guerra con campaña Hoy han formado las flores. El mango y el aguacate Se estrechan con el clavel Y el marañón que fue a ver, Salió corriendo a dar parte. Fue tan cobarde el tomate Que de la rosa se asusta,


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La naranja como es astuta Se esconde del aroma, Porque hay no sé en qué loma, Una guerra con las frutas. Herido salió el caimito, El níspero y el melón; El ñorbo pegó un trompón Y la uva pegó un grito. El toronjil por poquito Hace perder a las flores; El lirio con sus temores Que derrumbó a la papaya, Han luchado en la batalla Entre olores y sabores. La anona y la chirimoya, Pelean con la margarita Y la azucena, maldita, Y se formó la tramoya. Lucha la ciruela imicaya Y la flor de la mosquita, Murió la manzanilla inquieta Que de nada perdió la guerra. Pregunta el manojo sin tierra ¿Quién ganará la disputa? En casa de Erasmo, el día empieza a las seis de la mañana. A esa hora los patos, gallinas y el ganso, que han dormido en su corral, con la puerta abierta salen hacia el frente de la casa; allí comienzan a escarbar y a beber en los pequeños charcos que se han formado en la acequia que pasa delante de la vivienda. Antonio, el sobrino de Delfina, es el primero en levantarse. Se viste en la oscuridad, puesto que la ventana del dormitorio permanece siempre cerrada. Como su ropa la deja encima de su cama, simplemente se viste sentado en ella. Los cuatro metros que lo separan de la puerta del dormitorio los caminan con sigilo; cuando pasa delante de Pablo, lo sacude y cuando ve que está despierto se retira. De la sala pasa al comedor para ir a la coci-


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na, de donde toma un tarro. Sale de la casa y de una tinaja proveniente de la huaquería, toma un poco de agua y la vacía en un lavatorio desportillado; colocado sobre un cajón vacío. Se moja la cara, se la seca a medias con su pañuelo y se encamina hacia su caballo a la vez que se pone su gastada casaca, monta al animal y se dirige a Huayán donde trabaja. Todos los días tiene que hacer ese camino. Pablo, se levanta al sentir el galope del caballo de Antonio; lo hace quietamente para no despertar a su sobrino Gordo que duerme con él. Sentado en la cama, primero se pone medias y zapatos, se levanta y de la silla que tiene al lado toma su ropa de trabajo: una camisa kaki que viste sobre una camiseta bastante sucia, luego el pantalón comando y sale a lavarse a la cocina. Pablo debe llegar a las siete al trabajo, por eso tiene que salir de su casa antes de las seis y cuarentaicinco. Sale en ayunas porque todavía no se han levantado sus sobrinas. Mientras tanto, en el otro dormitorio, Erasmo despierta a Chamaco, que a regañadientes se levanta. Se viste rápidamente con una camisa sucia, ya rota y un pantalón igualmente sucio y bastante raído, no usa zapatos. Chamaco antes de irse a la hacienda despierta a su "mamá" Delfina para que le diga lo que debe comprar en el tambo. Más o menos a las siete Chamaco va hasta la hacienda a comprar el recado, con una bolsa de paja y un costalillo blanco. Para acortar la distancia, el muchacho cruza un algodonal, hasta alcanzar el camino que en línea recta lo lleva al tambo. En el, trayecto se cruza con los peones que trabajarán en los potreros de esa zona. Cuando pasa el tractor que hala el carro que conduele a las apañadoras, Chamaco se hace a un lado para evitar el polvo que levanta el vehículo. Llega al primer bloque de nueve casas de la hacienda, recientemente construidas; seguidamente pasa el local del sindicato, la casa-cuna y finalmente llega a la "fonda", que es el nombre que le dan al tambo en Caqui. El camino lo ha recorrido muy lentamente, deteniéndose a mirar cuanto atraía su atención y al pasar por la cancha de fútbol, situada frente a las casas nuevas, se detuvo a jugar un rato con un perro. En la fonda de "don Naka" compra dos kilos de arroz, me-


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dio kilo de maíz, tres soles de mantequilla, medio kilo de papa seca, un kilo de papas y dos de cebollas. Paga con un billete de cien soles y el vuelto lo cuenta lentamente. La compra la guarda en la bolsa, de paja. Sigue a la panadería a comprar tres soles de pan francés, que coloca en el costalillo. De allí pasa a la casa de un peón, que vende verduras y compra cincuenta centavos de poro y otro tanto de zanahoria. Con sus compras emprende el, camino de regreso, no sin detenerse a mirar a unos niños que jugaban bolas frente a la fonda. Al volverse cruzó con su tío Pablo, quien se dirigía a tomar desayuno en la casa de un trabajador que da pensión a los obreros. Más adelante se encontró con María Nakamoto, una niña nisei hija de una yanacona vecina de Erasmo. María venía manejando su bicicleta y como el camino es de tierra no afirmada y dificulta la marcha Chamaco la ayudó empujando la bicicleta. Eran las 8.15 cuando llegó a la casa. Ya todos estaban levantados. En cuanto salió, Meche y Lola habían dejado la Cama y después de lavarse la cara y peinarse se dedicaron a sus quehaceres. Después salió Shebo de su cuarto y lo siguió "Gordo" y Flaco. Luego se levantó la señora Delfina y por último Lolo. Todos se lavarón, menos Gordo y Flaco. Meche y Lola encendieron la cocina y dispusieron la sartén para calentar lo que había quedado del día anterior. Delfina nunca cocina sólo lo justo. Siempre hace más porque nadie sabe si alguien puede venir de visita, o si algún pobre puede pasar por la chacra pidiendo un poco de comida. Enseña a sus hijos que hay que darle comida a todo el que pida, porque bien podría ser Dios disfrazado y puede castigar si se le niega. Mientras tanto Shebo y Lolo fueron hacia sus ocupaciones; Lolo cogió su lampa y se encaminó a un campo de camotes; Shebo hacia el monte para traer a los bueyes que la noche anterior había dejado pastando. Shebo llegó a la casa con los dos bueyes. Los puso junto al pa-cae próximo a la vivienda. Cogió el yugo que estaba cerca de 1a higuera, la correa y la cadena con el arado y los unció. Después dirigió la yunta de bueyes hacia la parte posterior de la chacra, donde estaba la cuartilla de tierra que iba a trabajar, mientras


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le decía a Lolo que llevara el arado y la cadena. Lolo tomó las dos cosas y se las puso sobre el hombro y se encaminó hacia donde iba; Shebo, no sin antes decirle a Gordo que le llevara la lampa. Lolo llegó antes que Shebo y puso el arado en el suelo y se fue a la parcela de camote. Allí empezó a desyerbar. Gordo y Flaco se encontraban allí también, sin ayudar en nada, no obstante las reiteradas invocaciones de Lolo. Una vez que Shebo llegó al lugar en el que desde hace dos días trabajaba, hizo detener la yunta junto al arado. Tomó la cadena cuya extremo termina en un gancho y lo pasó por encima del yugo, le dio una vuelta y ensarto el gancho en un eslabón de la cadena, que posteriormente anexó el arada. Shebo estaba terminando de arar esta cuartilla de tierra, o sea la cuarta parte de una fanegada y posteriormente iba a pasar el rasero plancha de madera provista de una cantidad de grandes clavos que permite dejar, el terreno limpio de paja y yerbas, y a ras como "una mesa de billar", apta para hacerle los surcos. Serían 1as nueve cuando Chamaco llegó a decirle que debían ir a tomar desayuno. Shebo retiró la cadena del arado, con la misma correa amarró las patas delanteras de uno de los bueyes, mientras que al otro se las amarró con una soga, y con Lolo y los muchachos regresaron a la casa. Cuando llegaron Meche estaba limpiando la mesa. Fueron a la cocina a lavarse las manos en un balde de agua, próximo a la puerta. Enseguida pasaron al comedor, Delfina sirvió el desayuno a sus hijos, ayudada por Meche y Lola. Se sentaron a la mesa, Gordo, Chamaco y Flaco a un lado y Lolo y Shebo al frente. Desde mucho tiempo atrás estaba establecido que cada miembro de, la familia ocupara un lugar dado en la mesa. Pablo en la cabecera, a su izquierda Erasmo, Gordo, Chamaco, Flaco y Delfina, a su derecha Meche, Lola, Lolo y Shebo. La otra cabecera quedaba libre para no entorpecer el paso a la cocina. Los niños tomaban desayuno guardando compostura. Entre ellos se decían: "provecho", mientras comían un plato de estofado de gallina con yuca, restos del día anterior. En el centro de la mesa, en una panera de caña había 10 panes. Usaban platos de loza, todos de un mismo juego. Erasmo lo compro a un japonés


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que le vino a ofrecer a la misma chacra; junto con ollas, teteras y otras piezas en ocasión del matrimonio de su hija. Dijo que es mejor tener un juego completo para que los amigos cuando vengan de visita no vean platos diferentes y digan que el servicio es robado. Sólo las tazas eran de fierro enlozado, de tamaño mediano. Al terminar los niños repitieron "buen provecho" a sus tíos Lolo y Shebo. Meche y Lola, que el terminar de servir se habían sentado junto a Delfina; recogieron la mesa. Terminado el desayuno Shebo agradeció a su mamá y regresó a la chacra. En otras oportunidades Delfina prepara salchichas para freirlas en el desayuno. Meche, la menor de las niñas, empezó abarrer la sala con una escoba de cinco pitas, en· buen estado, moviendo los muebles de un sitio a otro. Cómo el piso es de tierra su limpieza no es fácil. Previamente lo regó con agua para no levantar polvo. Mientras tanto Delfina regaba el jardín situado al lado de su huerta, en el que apenas si hay dos matas de rosas y unas flores. Está muy lejos de ofrecer el aspecto que presentaba el año pasado; cuando era cuidado por un jardinero al que pagaba especialmente. Eran las 9.30 am. y todavía Erasmo no se había levantado. Había amanecido un tanto adolorido por el reumatismo que sufría. Apenas se levantó, Lola preparó té para servirle el desayuno. Con el último sorbo tomó la pastilla recetada por el médico. Después salió a la puerta de la casa, a su sitio favorito: el tablón colocado sobre dos grupos de adobes. Con su libreta en la mano empezó a hacer algunas anotaciones con un lápiz que sacó del bolsillo interior de su saco. En la cocina estaban Delfina, Meche y Lola ocupadas en la preparación del almuerzo. Hacia las 10.30 llegó de visita una sobrina de Delfina, que vive en Palpa, acompañada de sus cuatro hijos: dos hombres y dos mujeres. Delfina la atendió en la cocina y los niños se fueron a jugar con sus primos que estaban en la chacra, donde la hija mayor de la visitante entabló conversación con Shebo: "Me voy a Parquín" ―le decía a Shebo. "Yo te recomiendo que vayas con pantalón", contestó Shebo.


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"¿Por qué, ah?", replicó. ". . . y con pistolas y con chaveta". "Calla tonto, si ahí siempre va mi papá". "Si, pero una cosa es que vaya un hombre y otra cosa que vaya una mujer. Tienes que disfrazarte de hombre". "Si yo he ido varias veces". "Si pero ya estás más grandecita, ya la cosa ha cambiado, tienes que cuidarte", le decía Shebo refiriéndose a lo atractiva que estaba. Lolo se reía de las palabras de Shebo a su prima y le guiñaba el ojo a Gordo; Animado por los comentarios y las risas de su hermano, Shebo les contó a sus primos menores dos chistes colorados. La prima Gloria se reía a carcajadas mientras les lanzaba dos lisura s a sus primos. En eso llegó Lola trayendo un costalillo y les dijo a sus tíos que Delfina quería que lo llenaran de tomates y ajíes para regalarlos a su prima de Palpa. Con el costalillo casi lleno Lola regresó a la casa. Erasmo estaba tomando una copa de pisco con la señora visitante y le hacía preguntas sobre el estado de salud de sus familiares. A la hora la prima se despidió y agradeció el obsequio, mientras tomaba otra copa de pisco con Erasmo. Cuando la prima partió, Delfina continuó su quehacer en la cocina. En realidad, ella no cocinaba sino que se limitaba a dar órdenes a sus nietas. Con un tejido a crochet en la mano, cuidaba de que no se quemara la comida y que no faltaran los ingredientes. Meche y Lola tenían bien aprendidas las labores domésticas. Había veces en que, por un motivo u otro, Delfina dejaba la casa desde la mañana y partía sin mayores preocupaciones, porque sabía que las chicas se encargarían de todo. En época escolar Lolo no iba a la chacra por las mañanas y ayudaba a Delfina en la cocina. En ese momento las niñas se dieron cuenta de que faltaba culantro y llamaron a Chamaco para pedirle que trajera un poco de la huerta. Después lo enviaron a la hacienda a comprar más pan ya que en el desayuno casi lo habían acabado. Preparaban el almuerzo en ollas grandes, en especial el arroz que debía alcan-


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zar para la comida de la tarde y así ahorrarse de volverlo a preparar. Mientras Meche acomodaba los platos y los cubiertos, Lola barría la cocina y juntaba las cáscaras y desperdicios para los animales. Luego fue a la "sangradera" provista de un balde y trajo agua, vació un poco a una jarra y empezó a preparar limonada. Pablo regresó a las 11.15 am. manejando el tractor con el cual trabajaba, dirigiéndose directamente a la chacra, y no a la casa, porque iba a ayudar a sus hermanos a sembrar papa. Al verlo llegar Shebo le dijo: "Parece que va a sobrar semilla". "Hace rato que me había dado cuenta y tú no creías", contestó Pablo. "La voy a sembrar en el otro pedazo, ya comencé a trabajar allí". Pablo amarra el arado ante la mirada de los niños y con la yunta penetra a la chacra. "Mi hermano sabe de todo, es ingeniero, chofer, mecánico, deportista, agricultor, gallero. Lo único a que le tiene miedo es a los toros" dice Shebo, y sigue arando "¿Qué tal la película de ayer?", dice mirando a Pablo. "Regular no más", contesta Pablo mientras trabaja con la yunta. "Está saliendo chueca la raya" ‒advierte Shebo. "Sí", dice Pablo y sigue manejando la yunta "¿No te afecta nada?", dice Shebo. "No. Así es como te decía y tú no me entendías", contesta Pablo al mismo tiempo que con ademanes le muestra a Shebo como se debe arar para obtener surcos más profundos. "Ah ya, ya. ¿Así era la cuestión no? ¿En todo el filo no? Ah ya, ya". Siguieron trabajando: Lolo y Shebo echando guano y Pablo arando. "¿No has escogido la semilla, no?" ‒pregunta Pablo al ver lo pequeñas son. "Sí, pero así están las papas". Cuando terminaron de sembrar, ordena Pablo: "Uno de los muchachos que me lleve mis zapatillas a la casa o sino que me las traigan" "¿Cómo nos vamos a ir nosotros? ¿Porqué tú te vas en tractor ¿no?", observa Shebo. No recibe respuesta y los niños preguntan a la vez que buscan: "¿Dónde están las zapatillas?" "Mejor yo me voy a ir por la acequia" ‒sigue discurriendo Shebo. "Anda como quieras, porque


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si discutimos perdemos más tiempo. Después de esas palabras Pablo se marchó en el tractor. En ese momento el buey que llevaba Shebo se mete en la sementera a comer las hojas de maíz. "Tan grandazo y tan cojudazo de trabajar con buey sin amarrarle el hocico. Parece que hubiera comido guardacaballo" ‒advierte Shebo y le amarra el hocico a los animales. "Oye Lolo cesa a los bueyes" ‒vuelve a decir Shebo a su hermano. Y entre los dos hacen retroceder para sacarlos de las sementeras. El almuerzo se lo sirven primero a Pablo porque su hora de entrada es a la una de la tarde. Sentado en la cabecera conversa con sus padres. También se sientan los niños, menos Lola que sirve la comida junto con Delfina. Primero hay una sopa con verduras, un trozo de carne y papa sancochada. Después un guiso de papaseca o carapulcra de cuyes, todo servido en abundancia. Lola coloca la jarra de limonada encima de la mesa y con una sola copa se sirve cada uno al terminar el almuerzo. También hay pos-tre: terranovo, un dulce de frijoles, uno de los preferidos de Erasmo. A las 12 y 45 p.m. Pablo puso en marcha el tractor y volvió a la hacienda. Lola y Meche recogieron la mesa y en la cocina lavaron el servicio. Erasmo nuevamente ocupó su lugar favorito, Delfina y sus nietos dieron de comer a los chanchos. Lolo tomó su lampa y le sacó filo para poder desyerbar bien. Shebo, vestido con su ropa de trabajo, puso un costal sobre su caballo blanco, a manera de montura y al galope se marchó a la hacienda. Iba a conversar con el almacenero, para decirle que la semana próxima le dada una segunda mano de apañe al algodón que tenía tumbado. De paso, entró a la tienda de don Naka a tomar una coca-cola. Allí el japonés le contó que Chamaco y María siempre caminaban juntos. Shebo comentó: "Siempre se vienen los dos solos. Si es que algún día las cosas llegan a ser serias, se van a querer bastante" Don Naka replicó: “Seguro los sobrinos se van a casar antes que sus tíos. Debes


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apurarte Shebo". "Qué va. No se preocupe. Para todo hay tiempo. La cuestión es encontrar una buena chica". "Seguro que Jesús y la hija de Torimoto te van a ganar. No los dejes estar mucho porque se van a enamorar". "Mejor, que Jesús no sea zonzo. Con tal que no se deje ver ni notar, que haga sus cosas. Estas cosas son así. Hay que comenzar bien". Luego Shebo regresó inmediatamente a su casa. Debía cosechar tomates, pues había quedado con el japonés encargado del transporte de tenerle listos los cajones. Lolo ayudó a Shebo con los tomates. Al estar juntos comentaron la reacción de su prima Gloria ante los chistes colorados: "Esa chica Gloria entiende esas cosas porque ya está logradita" ‒dijo Shebo "Sí, pues ‒contestó Lolo, y agregó‒ ¿Te has fijado que se está poniendo bien firme?" "Sí se ha puesto de primera; está como para cinco años con un buen abogado". En ese momento una señora, serrana, esposa de un peón de Nakamoto, le compró a Shebo dos soles de tomates y éste guardó el dinero en su bolsillo. Detrás de esta señora estaba su hija, también serrana. Lolo le dijo a Shebo: "Esa muchacha te ha quedado mirando cuando estaba pasando". "Yo qué me voy a meter con ellos. No valen la pena" ‒respondió Shebo. Shebo siguió apañando tomates ayudado por Lolo. Tenían media cuartilla sembrada y esperaban lograr 25 cajones. Al recogerlos los colocaban, directamente en cajones y cuando llenaban uno lo dejaban en un rincón de la parcela, a espera del camión que los llevaría a Lima. Como los cajones no alcanzaron, rápidamente Shebo llamó a Flaco y le dijo que fuera donde Torimoto a pedirle que le prestara cuatro. Torimoto es la yanacona, vecina de Erasmo Muñoz, hija de un japonés y conviviente de un pariente de Erasmo. Una vez terminada esta faena, Shebo se sentó a comer un poco de mazamorra de cochino que Lola y Meche le llevaron hasta la chacra. Enseguida fue donde estaban los bueyes y con el arado trabajó parte del terreno en el que se había cosechado camotes. Los días siguientes trabajarían allí.


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En la casa, Lola y Meche jugaban con una muñeca comprada hace tres años atrás. Delfina tejía a crochet un tapete para colocarlo en la repisa de su cuarto. Delfina salió a decirles a sus hijas que encendieran la candela para hacer la comida y luego se sentó junto a Erasmo. Este le enseñó el calendario que el día anterior había comprado en Huaral. Cuando fue al Seguro Obrero tuvo un calendario colgado en la pared del comedor y no se explica por qué ese año no lo había hecho hasta entonces. Lolo y Chamaco fueron a traer leña de un potrero de la hacienda, donde ya se había apañado algodón, en lo que se llama un terreno de rastrojo. Allí juntaron ramas secas de algodón, las ataron por los tallos con dos sogas llevadas exprofesamente, formando un "tercio". Al regresar con el primer tercio se cruzaron con Gordo y Flaco, que iban a traer capachito. Después de llevar el segundo tercio, Lolo se dirigió a la chacra, ya comenzaba a oscurecer: No encontró a Shebo, porque estaba en el maizal haciendo sus necesidades. Cuando apareció Shebo le dijo a Lolo: "No hay como ocuparse en la chacra, aquí nadie molesta. Cuando voy a Lima, en la casa de Augusto, en San Martín de Porres, uno tiene que ocuparse en un muladar en donde pasa mucha gente que lo ve a uno. O sino tiene que hacer caca en la bacinica, y está feo que la cuñada después salga a botarla". Cuando Shebo terminó de labrar la tierra, soltó la cadena del arado y nuevamente guió a los bueyes hasta el pacae que está frente a la casa. Allí los desunció y dejó el apero debajo del árbol. A cada uno les pasó una soga y dejó el "aijón" al pie del árbol. Llevó los bueyes al monte, cerca a la orilla del tío, en un lugar de la hacienda Palpa donde hay pasto, a unos 600 metros de su casa. Amarró los bueyes a una rama y allí los dejó para que pastaran y pasaran la noche. Fue acompañado por Flaco y Chamaco. Regresó a la casa, cogió un balde para traer agua de la acequia habitual y lo depositó en la cocina, encima de un cajón. Se quitó la camisa y la camiseta y las tiró de cualquier modo. Proce-


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dió a lavarse la cara, el tronco y los pies. Caminó hacia su cuarto, para allí secarse con una toalla bastante usada que estaba sobre su cama. Se vistió con la misma camiseta y con una camisa crema que estaba colgada en el espaldar de la vieja silla, junto a su cama. Volvió a la cocina para recoger su camisa de trabajo y dejarla en su cuarto. Sentado en la cama se secó los pies. Como la planta de los dedos estaba impregnada de tierra, se limitó a sacudirlos con las manos. Sacó sus zapatos, que guardaba debajo de la cama en los que estaban las medias enrolladas. Ya vestido se quedó dormido transversalmente sobre su cama. Eran las 6 y 40 minutos de la noche cuando llegó Pablo, que había trabajado hasta las seis. Después de quitarse el saco y dejarlo en su cuarto fue a ver si sus pollos finos estaban en el corral. Hecho esto, conversó con su padre respecto a una jugada de gallos a realizarse en una fiesta en Los Naturales. Se trataba de una jugada de 7 ‒ 4 y la apuesta era de 5,000 soles. Los niños estaban sentados en la sala, con sus chompas porque hacía un poco de frío. Flaco cantaba y los otros dos querían hacerla callar. Delfina, en la cocina con sus nietas, daba los últimos toques a la comida. Lola con un trapo limpiaba la mesa del comedor. Hacia las siete y treinta llegó Antonio, montado en su caballo, dejó suelto al animal, detrás de la casa, y entró a saludar a sus tíos. Ante de que la comida se sirviera, Flaco fue a despertar a su tío Shebo, quien lamentó haberse dormido. Al estar todos en la mesa, Meche empezó a servir la comida: la misma sopa del almuerzo y arroz con un guiso de atún en conserva. Como postre "sanguito" y finalmente una taza de té. Después de la comida Pablo se vistió con su ropa dominguera y salió a pie en dirección a la hacienda. Shebo lo siguió, pero lo hizo a caballo. Cerca de la cancha de fútbol dejó su cabalgadura y se encaminó a la tienda de "don Naka", donde lo esperaba el mecánico de la hacienda para ir a Huaral. Shebo va frecuentemente a Huaral a ver a su enamorada. En la tienda de don Naka, Pablo juega a los caballitos, un juego a base de dados sobre un cartón con cuadraditos en los que se


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hace avanzar los caballos. Pablo quedó donde "don Naka" hasta que se apagó la luz de la hacienda, 10 de la noche. Mientras tanto, en la casa de Erasmo los niños se habían acostado. Flaco y Gordo en el dormitorio de los hombres. A las ocho lo hicieron Lolo y Chamaco. Erasmo conversó con Delfina y Antonio sobre la visita de la mañana y se fue a acostar, hizo a un lado a Chamaco que ya dormía, se quitó el saco y lo colgó en un clavo de la pared. Antonio hizo otro tanto. Delfina llevó el lamparín a su dormitorio, lo mismo que el radio portátil para escuchar sus novelas. Se acomodó en su cama, apagó el lamparín y al poco rato estiró su mano y apagó el radio. A las diez y veinte llegó Pablo sin hacer ruido, y Shebo a las once y diez minutos.


epĂ­logo


EL 22 DE OCTUBRE de 1966, en vísperas de cambios sustantivos que iban afectar la estructura total del valle, afectado por una dolencia reumática, muere Erasmo Muñoz. Antes de morir, y cuando ya estaba promulgada la primera Ley de Reforma Agraria (1964), Erasmo había entregado la conducción de su parcela a Shebo. Por entonces, los dispositivos de la ley se conocían en el valle solamente por los periódicos y rumores, pues sus efectos todavía no se dejaban sentir. Aún en vida, Erasmo Muñoz, como los otros yanaconas de Caqui, había recibido el ofrecimiento de la propiedad de la tierra que usufructuaba, pero la lentitud y complejidad del proceso impidió que viera realizada su más grande expectativa. Con la dación de la nueva y radical Ley de Reforma Agraria (1969) la situación cambia definitivamente. Los trámites se aceleraron y se hizo realidad la adjudicación de tierras a los yanaconas. La ley establecía que estos, abandonando, chacras y viviendas, que como islotes aparecían desparramadas dentro de la gran propiedad, debían concentrarse en una zona de


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la hacienda. La Oficina de Reforma Agraria compraría el área necesaria para que recibieran la misma cantidad de tierra que habían venido explotando. A los Muñoz, especialmente a Delfina, este hecho los afectaba sentimentalmente. Les dolía dejar la tierra que ellos "habían hecho" durante años con su trabajo; sin embargo, entendieron que era mejor la nueva solución: ser propietarios antes que simples arrendatarios. En 1970, la Oficina de Reforma Agraria entregó a Shebo el título de propiedad de la parcela 12 de Caqui, ocho hectáreas de tierra contigua al río, por las que se comprometió a pagar 158,000 soles en veinte años. Desde ese momento los Muñoz, al igual que otros 17 yanaconas de la hacienda, calificados así por la mencionada oficina, dejaron de ser yanaconas para convertirse en pequeños propietarios. Paralelamente a estos acontecimientos otros cambios ocurren en Caqui. La nueva ley significó la desaparición del sistema de hacienda y su reemplazo por formas cooperativas. Ante la resistencia de los propietarios· que tratan de burlarla, se inicia una etapa de conflictos, en la que interviene como actor principal el sindicato de peones. Los ex-yanaconas se abstienen de participar, contemplando con asombro como se disuelve lentamente el inmutable y rígido orden de la hacienda. Finalmente, en 1972, el Estado interviene la hacienda y un año después Caqui se convierte en la "Cooperativa Agraria de Producción Villa Hermosa de Caqui", que actualmente cuenta con 132 trabajadores socios y un patrimonio en tierras e instalaciones valorizado en 8 millones de soles. El nuevo status de pequeños propietarios que asumen los ex-yanaconas y la desaparición del sistema de hacienda modifican esencialmente las condiciones en que se realizaba la producción. Desaparece la merced conductiva anual del 20% para dar paso a la amortización anual de la deuda a la Reforma Agraria por la propiedad de la tierra. Al cesar la habilitación, y ante la carencia de capital propio, estos nuevos propietarios deben acudir al Banco de Fomento Agropecuario o bien a habilitadores locales, dada la insuficiencia del Banco para atender regularmente las necesidades que la producción requiere. Los Muñoz tra-


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bajan con el habilitador Saco, muy conocido en el valle por su modalidad de prestar dinero a condición de que el pago se haga exclusivamente en algodón, cotizado en 50 soles menos por quintal que el precio del mercado. Estos préstamos o "nueva habilitación" son causa de angustia puesto que ahora deben conseguir por su cuenta los servicios e insumos que antes recibían a simple pedido rutinario y como crédito de la hacienda. Alquilar el tractor o las bombas fumigadoras, comprar insecticidas en las tiendas de Huaral, pagar los jornales, etc. requiere disponer de dinero en efectivo, sobre todo en esta etapa de transición. La constante y creciente demanda de dinero, para afrontar los fluctuantes costos de producción, los lleva inevitablemente a aceptar tratos perjudiciales. Regatean, buscan mejores condiciones, pero el intermediario ya está presente. La nueva situación trae aparejada un problema fundamental: la inseguridad. El ex-yanacón está solo frente a un mercado anónimo e indolente, sin ninguna posibilidad para controlado, dependiendo de sus vaivenes y obligado a someterse a sus reglas de juego para no desaparecer. Shebo compara con preocupación cómo hace diez años requería diez mil soles para trabajar una hectárea de algodón, mientras que ahora necesita no menos de cincuenta mil. Por ley está obligado a sembrar 40% de panllevar, que en el mercado tiene un precio tope, mientras que los precios de los insumos suben aceleradamente. Por ejemplo, hace dos años, la úrea, abono que utiliza, costaba 900 soles la tonelada, hoy cuesta 3,000 soles y es escasa. Para atenuar esta situación, Shebo participa, por un lado, en el Comité de Caqui que integra la Cooperativa Agraria de Servicios "Nuestra Señora de las Mercedes" de Palpa, donde más de cien ex-yanaconas se reúnen para adquirir los insumos a precios de costo mediante la Central de Cooperativas del Valle. Por otro lado, aprovecha al máximo las fluctuaciones en el precio del algodón. Este año, por ejemplo, lo vendió cuando estaba en su apogeo yen su grupo obtuvo la mayor cotización. Shebo se enfrenta así a los nuevos cambios. Es cierto que su situación ha mejorado pero la etapa de transición que vive le produce una gran inseguridad.


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En 1972 el río al desbordarse arrasó la zona ribereña de Caqui donde están asentados los ex-yanaconas. La parcela de los Muñoz quedó desolada; los cultivos de panllevar, frutales y algodón se perdieron ante el ímpetu de las aguas. Incluso la casa que los Muñoz estaban construyendo, con el fin de trasladarse ahí, tal como la Oficina de Reforma Agraria los había obligado al momento de firmar el contrato, se vio seriamente amenazada, por lo que debieron detener su construcción. A causa de este desastre la cuota de la deuda agraria les fue diferida, pero quedaron debiéndole al Banco el préstamo que habían recibido para esa campaña. Pronto nuevos problemas afectarían a la familia. La Cooperativa de Producción inició sus reclamos con el objeto de que desalojaran la antigua vivienda situada en medio de los cultivos de algodón. La familia quería cumplir pero se lo impedía el desastre sufrido, que vino a significar un nuevo motivo de zozobra. Posteriormente tuvieron que adecuarse a los nuevos problemas que significaba la transformación de la hacienda en cooperativa. Anteriormente, los, yanaconas habían gozado de una situación de prestigio y consideración en la hacienda, con un status superior al de los trabajadores asalariados. Estos, al tener hoy el control de la Cooperativa de Producción, han eliminado totalmente todo trato con los ex-yanaconas en una especie de revanchismo, excluyéndolos incluso de utilizar los servicios que la Cooperativa ofrece a sus miembros. Lo que más los afecta es que habiendo nacido allí y considerando a Caqui como su comunidad de origen, ya no tengan ninguna ubicación social destacada y que aun sean discriminados. Un problema especial ha venido a hacer más tirante las relaciones entre ex-yanaconas y la Cooperativa. A consecuencia de los desbordes del río, no sólo los Muñoz, sino la mayoría de pequeños propietarios han sido afectados en la extensión de sus lotes, perdiendo a causa de la erosión un total de 59 has. El caso expuesto ante la Oficina de Reforma Agraria se zanjó con la reducción del precio de las parcelas y con el ofrecimiento de compensados con la entrega de nuevas tierras. Para tal efecto la mencionada Oficina, al expropiar la hacienda, reservó una extensión con el fin de adjudicada a los ex-yanaconas. Los traba-


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jadores-socios en un primer momento aceptaron tal medida; sin embargo, con el correr del tiempo y al hacerse más evidente que esa tierra sería una pérdida para la unidad de explotación de la Cooperativa, surgieron las protestas. Hoy ante la Oficina de Reforma Agraria existe un conflicto abierto por la posesión futura de dichas tierras. Cooperativistas y ex-yanaconas sostienen, a la vez, la justeza de su derecho. Shebo es uno de los líderes en esta gestión, siendo ya conocido en las oficinas por su corrección y tenacidad. Mientras tanto, el rol de los miembros del original grupo familiar de los Muñoz ha evolucionado. A la muerte de Erasmo, Delfina quedó al frente de la familia, dirigiendo el trabajo de la casa y vigilando la conducción de la chacra, así como velando por la educación de sus hijos y de los nuevos nietos que su hijo Rodulfo ha confiado a su cuidado. Pablo ha formado su propia familia. Como tractorista de la hacienda ha sido calificado como socio de la Cooperativa, recibiendo una vivienda en la ranchería y gozando de las prerrogativas de la misma: utilidades anuales, servicios, seguridad en el trabajo, etc. Continúa con su afición a los gallos, que cría en casa de su madre, la que lo ha hecho muy conocido en todo el valle y en otras partes del país. Lolo ha superado su enfermedad y actualmente trabaja en la Cooperativa, aunque en calidad de obrero eventual. El, como el gran conjunto flotante de Caqui, es empleado temporalmente y cancelado antes de completar los seis meses de trabajo que serían necesarios para ser calificado como socio. Ha ingresado y salido ya cuatro veces de la Cooperativa. Cuando ésta lo despide trabaja con Shebo en la chacra. Shebo ha heredado el rol de conductor de la parcela. Todos sus hermanos renunciaron legalmente ante la Oficina de Reforma Agraria sus derechos de herencia, por lo cual él fue nombrado único beneficiario. Como tal, organiza el trabajo, decide la producción y se encarga de su venta, directamente en Lima o bien en la fábrica desmotadora de algodón. A pesar de que dirige la actividad económica de la familia, guarda respeto por su madre, quien interviene con sus consejos y experiencia.


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Lola y Meche han completado su educación secundaria y actualmente colaboran con Delfina en el trabajo de la casa. A pesar de que ambas están en aptitud de trabajar; no lo hacen porque ni en la hacienda ni en Huaral hay mayores posibilidades de empleo. Piensan en Lima donde desean ingresar a una universidad o lograr algún trabajo. Flaco y Chamaco actualmente estudian en Huaral pero también trabajan en la chacra. Los jóvenes integrados a una cultura predominantemente urbana han ido olvidando paulatinamente el rico mundo de tradición rural en el que fueron educados, y que pervive en el hogar a través de los recuerdos de Delfina. Meche es la única que se ha revelado como magnífica recitadora de décimas, lo que practica en las contadas reuniones familiares. Así, en 1974, a ocho años de la muerte de Erasmo la situación de los Muñoz ha sufrido innumerables transformaciones, pero sin superar su situación de explotación y dominación. Ellos son un caso representativo de las consecuencias ambiguas, fluidas, contradictorias y promisoras que los cambios nacionales están operando en la sociedad campesina de un valle costeño.

J.M.M.


Este libro se presenta en caracteres Life de 10 p. con 2 p. de interlínea. Los títulos en caracteres Garamond blancos de 48 p. La caja mide 24 x 42 picas. El papel empleado es Biblios Pucallpa de 70 grms. La carátula es en Valvecote de 240 grms. Su impresión concluyó el 27 de agosto de 1974 en los talleres de INDUSTRIALgráfica S. A. Chavín 45, Lima 5.




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