REVELACIONES SIMBÓLICAS DEL PRECERÁMICO EN BUENA VISTA - VALLE DE CHILLÓN Rodolfo Sánchez Garrafa1, Robert A. Benfer Jr.2 RESUMEN: Este artículo recoge información relevante sobre recientes hallazgos arqueológicos hechos en Buena Vista-Valle del Chillón (Lima-Perú) que corresponden al precerámico, a unos 2,220 años BC, para ser más exactos. En un complejo de carácter ceremonial que constituyó un observatorio astronómico a la vez, se encontró pinturas, grabados y esculturas de barro de extraordinario valor simbólico. Sobre la base de esta evidencia, relacionada con observaciones solsticiales y equinocciales, 1 2
se formula y argumenta una interpretación sistemática de las representaciones contenidas en los materiales descubiertos, planteamiento que puede enriquecer la comprensión del proceso de estructuración de las cosmovisiones en los Andes. Se trata de una propuesta explicativa interdisciplinaria que pone en diálogo las perspectivas arqueológica y antropológica del asunto examinado. CLAVES: Precerámico, arqueoastronomía, solsticios,
equinoccios, doble Sol, P’unchaw, animal lunar. ABSTRACT: This article contains relevant information about recent archaeological discoveries made in Buena Vista-Chillon Valley (Lima-Peru) corresponding to the preceramic, about 2.220 years BC, to be exact. In a ceremonial complex which was an astronomical observatory at the same time, they found paintings, engraving and clay sculptures of extraordinary symbolic value. Based on this evidence, which is related with solsticial and
Rodolfo Sánchez Garrafa, Antropólogo (UNSAAC), Magister en Antropología (PUCP), Doctor en Ciencias Sociales (UNMSM). Profesor de Post Grado en la Fac. de CC. SS. de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima. Robert A. Benfer Jr., Arqueólogo, Ph.D. en Antropología por la Universidad de Texas-Austin. Ha sido profesor de antropología en la Universidad de Missouri-Columbia de 1969 al 2003 y desde el 2002 es Profesor Emérito de la misma. Doctor Honoris Causa de la Universidad Federico Villarreal de Lima.
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equinoxial observations, the authors have formulated and argued a systematic interpretation of the representations contained in the materials discovered, approach that can enrich our understanding of the structuring process of world views in the Andes. This is an interdisciplinary proposal, with explanatory character, which establish that a dialog of archaeological and anthropological perspective is necessary for understanding these phenomena. KEYWORDS: Preceramic, Archaeoastronomy, solstices, equinoxes, double Sun, P’unchaw, moon animal.
estima que el área de interés arqueológico alcanza una superficie de unas ocho hectáreas, que vienen a ser unos veinte acres de terreno ribereño. En julio del 2002, con autorización del Instituto Nacional de Cultura del Perú, los arqueólogos Robert Benfer (Universidad de Columbia – Missouri) y Hugo Ludeña (Universidad Nacional Federico Villarreal) iniciaron en esta área n las laderas de un cerro una etapa de investigaciones ubicado en el Km 39 de la arqueológicas sistemáticas que carretera que va de Lima a Canta, frente a la actual garita en un principio priorizaron la de control de Buenavista (Valle búsqueda de información sobre dietas precolombinas. Más allá de Chillón – Lima) y antes de de los propósitos de partida, llegar al puente Trapiche, se los resultados corroboraron la halla un conjunto existencia de una antigua waka arquitectónico prehispánico o templo pirámide, permitiendo con estructuras de piedra y descubrir detalles ignorados de barro. su estructura y componentes. La existencia de este Dicha pirámide cuenta con una yacimiento arqueológico fue escalinata de 33 peldaños, y la referida tiempo atrás por Villar estructura descubierta en su Córdova (1935: 172–173), bajo la denominación genérica parte más alta fue bautizada en junio de 2004 como “Templo de ruinas de Huanchipuquio situadas en el valle del Chillón. del Zorro” tomando en cuenta el hallazgo de un grabado que Dolfus (1960) hizo una representa a este animal en su pequeña excavación en entrada (El zorro figura dentro profundidad en la plaza principal del lugar, encontrando de la imagen de un camélido, de una llama para ser más muestras de un esqueleto exactos. Ver Figura 1). Las humano que fue datada con dataciones obtenidas una antigüedad de 1,610 BC, acreditaron que la construcción fecha calibrada, aunque él no de esta waka, cuyas estructuras llegó a mencionar la se hallan astronómicamente arquitectura de este contexto. Más tarde, entre fines de los 60 orientadas, se remonta a unos 2,220 BC., lo que significa que y principios de los años 70 del precede en unos mil años a siglo pasado, el lugar fue cualquier otro monumento explorado y excavado por F. similar encontrado hasta la Engel y B. Ojeda interesados fecha en el Nuevo Mundo. Esta en investigar evidencias del waka debió estar en funciones período pre–cerámico. Los hasta hace unos 3,500 años, informes dieron a conocer la tiempo en el que al parecer sus existencia de un templete, formando parte de un conjunto ocupantes abandonaron el lugar. de montículos precerámicos Benfer y su equipo de con un muro de frisos trabajo han llegado a (Ludeña 1975: 68–69). Se
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Figura 1. Representación incisa del Zorro en Waka Buena Vista (modificado de un bosquejo de Bernardino Ojeda, realizado por Anne Bolin y Robert A. Benfer, Jr.).
determinar que la construcción de esta waka tiene vinculación muy precisa con el curso del Sol y con el posicionamiento de ciertas constelaciones, tanto en los equinoccios como en los solsticios. Las observaciones efectuadas en este lugar, por los sacerdotes/astrónomos de los más antiguos pueblos del valle, habrían servido para organizar el calendario agrícola en base a información clave sobre los momentos apropiados para proceder con la siembra o la cosecha de los principales productos de subsistencia. ALINEAMIENTOS ASTRONÓMICOS ADVERTIDOS La waka, como tal, es un complejo ceremonial que tiene alrededor de 180.5 metros de largo. Presenta una estructura piramidal o ushnu que alcanza una altura de once metros y dispone de 33 escalones. Posee una cámara de ofrendas y un altar ceremonial. La fachada estuvo originalmente pintada de rojo y blanco. El estado de conservación relativamente bueno del monumento se debe a la ausencia de lluvias en el área y a que afortunadamente los El Antoniano 120 – 1er trimestre 2012
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saqueadores o huaqueros no pudieron penetrar en el yacimiento que se hallaba bajo una capa de tierra y grava, lo cual dificulta cualquier labor de excavación. Benfer considera que la waka de Buena Vista, además de su función ceremonial habría servido como observatorio astronómico, siendo que sus estructuras fueron erigidas con admirable precisión para su tiempo, pese a los limitados recursos tecnológicos que por entonces pudieron estar disponibles para este efecto. El sitio comprende dos edificios dominantes, por un lado la ya aludida pirámide del norte o “Templo del Zorro” y más al sur otra estructura en la que destaca un ambiente ritual de acceso limitado. La pirámide de la parte norte se alza alrededor de una plataforma desde la cual los sacerdotes ofrendaban a los dioses, en ceremonias que debieron haber convocado a un número significativo de personas. En el corazón de esta edificación se halla una cámara u ofertorio de unos seis metros de profundidad y seis metros de ancho. Desde este ofertorio se puede divisar a través de puertas angostas una formación pétrea en forma de cabeza. Tal formación es una roca de 1.5 metros de alto que fue visiblemente intervenida hasta tomar la forma deseada y que se halla en la cima de una colina próxima, a unos 264 metros de distancia respecto a la waka. Cada año, al llegar el solsticio de verano del hemisferio sur, el día más largo del año (21 de diciembre), la referida piedra quedaba alineada con una constelación que para aquel pueblo era el Zorro. Lo interesante del caso El Antoniano 120 – 1er trimestre 2012
es que el alineamiento ocurría unos días antes de que las aguas del río Chillón experimentaran una importante crecida alimentada con lluvias producidas en las cabeceras o parte alta de la cuenca. De este modo, la época seca del año daba paso a la época húmeda favorable para la actividad agrícola. La orientación física de la cámara de las ofrendas es ligeramente diferente del resto del templo, pues se encuentra directamente alineada con el Sol naciente del 21 de Diciembre, esto es con el solsticio de verano del hemisferio sur. Por otro lado, al dirigir la vista hacia el oeste, la cámara se alinea directamente con una plataforma natural sobre la que el Sol se pone el 21 de Junio, señalando el tiempo ideal para dar inicio a la cosecha. Es conveniente tener en cuenta que si bien la relación del templo con el Sol ha seguido siendo casi la misma en el curso de los milenios, no ocurre lo mismo con la posición de las agrupaciones estelares, de modo que la relación de la waka con la constelación del Zorro ya no es —hoy en día— la que caracterizaba al cielo nocturno hace 4,000 años. Más al sur, otra de las estructuras arquitectónicas alberga una tableta escultórica de barro y pasto nativo que sigue la misma orientación que la cámara de ofrendas. Esta tableta luce en su centro un rostro redondo de casi 92 centímetros de diámetro, con el ceño aparentemente fruncido o en “gesto desconsolado”, flanqueado por dos animales (Figura 2). Inicialmente, Benfer adelantó que la escultura podía estar representando a la divinidad Pachamama o Madre 43
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Figura 2. Cara oeste del Disco Esculturado. La imagen solar está flanqueada por animales míticos (Foto: Proyecto Buena Vista).
Tierra, aunque no se descartó que pudiera tratarse de la divinidad lunar. En una reciente publicación colectiva sobre el particular, se considera como muy posible que la escultura del Disco de Buena Vista represente al antiguo dios andrógino Kon (Benfer et al. 2011a), lo que explicaría la presencia de los ojos lunares de un lado del disco y un ojo solar del otro lado. Un dato sorprendente es que el rostro circular, motivo central de la escultura, mira hacia el oeste, y se orienta hacia el lugar de la puesta del Sol en el solsticio de verano del hemisferio sur (diciembre), momento que corresponde a la crecida de las aguas fluviales. Hacia el 21 de marzo los sacerdotes habrían observado desde esta ubicación el ascenso de la constelación de la estrella del Zorro, coincidiendo con la época de la cosecha en que disminuye ostensiblemente el caudal del agua en los ríos costeros que descienden de los Andes occidentales.
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En el espacio que media entre el ofertorio o sala de ofrendas del ushnu y las estructuras del sur que contienen la tableta, los arqueólogos hallaron también una escultura que representa a un músico haciendo sonar lo que parece ser un caracol strombus o quizá una ocarina. Lo más peculiar de esta figura, cuyas piernas parecen colgar de un balcón, es que su torso es redondo, hecho que hace de ella una verdadera representación tridimensional, insólita para un tiempo en que sólo se producía altorrelieves de dos dimensiones. Al presente, los estudios de Benfer indican de manera convincente que los andinos tempranos usaron señales astronómicas y constelaciones para controlar sus actividades productivas, especialmente la agrícola, de la que parecen haber dependido más de lo que hasta ahora se había pensado. Si bien son diversos los estudiosos que han dado cuenta sobre prácticas de orientación astronómica que
presidieron la construcción de sitios precerámicos (Engel, Feldman, Fung, Kosov, entre otros), los hallazgos de Benfer nos remiten a 4,200 años atrás, esto es al período arcaico, un pasado tan remoto que sin embargo evidencia una clara preocupación social de los pobladores andinos por disponer de indicadores calendáricos sofisticados, como soporte de sus actividades productivas en esta parte de los Andes. Por lo tanto, la waka de Buena Vista precedería en unos mil años a cualquier otro monumento similar encontrado en el Nuevo Mundo. Nuevos hallazgos en el Valle de Chillón y en varios sitios en el Valle de Casma, presentan una edad similar y albergan posiblemente yacimientos de igual complejidad (Benfer y Adkins 2011b); son también recientes los hallazgos de Peter Fuchs y Bernard Lorenz (2009) en Casma, en un nuevo templo con fechados radiocarbónicos de más de 3,400 BC y estructuras orientadas en similares direcciones que las del Templo del Zorro. Frente a El Antoniano 120 – 1er trimestre 2012
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otros monumentos del precerámico en la costa peruana, como: Las Haldas, Aspero, Bandurria, Caral, la diferencia —en términos de evidencias sobre la práctica de considerar orientaciones astronómicas— reside en que Buena Vista es el único sitio cuyas alineaciones astronómicas han sido estudiadas extensamente, habiéndose llegado a la conclusión de que constituyó un observatorio estelar, los demás sitios tienen solo orientaciones de plazas o estructuras, no constituyeron observatorios salvo, posiblemente, Chupacigarro – Caral (Benfer 2010). Buena Vista tiene alineaciones múltiples con 3 a 7 puntos de referencia, mientras que los demás lugares del precerámico apenas cuentan con un punto de referencia. Es más, sólo El Paraíso y Sechín Bajo tienen puntos de referencia confirmados, ambos por investigadores del equipo de R. Benfer. REVELACIONES SIMBÓLICAS DESDE BUENA VISTA Empezaremos señalando que el área ocupada por la waka de Buena Vista fue conocida como Huanchipuquio (Wanchipukyu) o el “Manantial de la muerte” (Weber et al 1998: 585; Quezada 1976: 96). Este nombre podría ser descuidadamente tomado como una simple curiosidad, pero, como ha de verse, parece tener importantes implicancias representacionales. Desde miles de años atrás, en los Andes, los puquios (pukyus) o fuentes de agua han sido lugares propicios para la realización de rituales agrícolas El Antoniano 120 – 1er trimestre 2012
y ganaderos, todos ellos tienen que ver principalmente con el aseguramiento de la reproducción de las plantas, del ganado y de los humanos mismos. Los manantiales constituyen lugares liminales que conectan Kaypacha (la tierra habitada por los humanos) con Ukhupacha (el inframundo) y, al mismo tiempo, con el cielo nocturno de Hanaqpacha (el supramundo). Para empezar, las fuentes de agua o pukyus se conciben conectadas con el mar, los lagos y lagunas. Los antepasados viajaron y emergieron por algunas de estas rutas acuáticas y, en muchos lugares, se cree que antiguos espíritus las siguen frecuentando. Las fuentes de agua llegaron a ser wakas principales en los Andes, tienen “encanto”, son lugares en los que se suscitan apariciones milagrosas incluso en estos tiempos. Las tradiciones locales conservan relatos sobre manifestaciones de personificaciones del propio Cristo, de la Virgen María, el Niño Jesús, entre otros (Sherbondy 1982; Arroyo 2008). Llamamos aquí la atención sobre la relación que el mito establece entre fuentes u “ojos de agua” y personajes que proceden de diversos espacios del cosmos. Al tiempo de los inkas corresponden relatos detallados sobre puquios en los que se manifestaban divinidades y donde, en particular, se producía el encuentro entre personajes solares o de origen solar. Susumarka, es el topónimo de un lugar que contaba con un manantial denominado Susurpuquio (Susurpukyu), referido explícitamente en la
mitohistoria inka. El prefijo susu, en quechua, tiene como una de sus acepciones la de adormecimiento, de allí derivan voces como susunkay (adormecer), incluso susupi o shushupi (reptil cuya mordedura produce adormecimiento). Lo interesante es que Susumarka y Susurpukyu son señalados en la tradición oral andina registrada por los cronistas, como lugares en los que se produjeron apariciones de un personaje solar a un príncipe inka (descendiente del Sol). El hallazgo del disco esculturado en Buena Vista puede verse como una evidencia material concurrente a esta idea de encuentro solar, aunque muchísimo más antigua. En materia de estructuras simbólicas es difícil hacer afirmaciones categóricas, pero el mito aporta más detalles sobre este tipo de encuentro o tinku entre personajes solares. Unas veces el encuentro se produce entre un personaje solar adulto y un joven príncipe; pero, en otras ocasiones, ocurre entre un infante solar o niño astral y un joven príncipe. Estas dos manifestaciones del ser de poder solar, ya sea como adulto o como infante, se corresponden exactamente con las fechas solsticiales: el solsticio de invierno (junio o Inti Raymi) con la aparición del Sol Adulto y el solsticio de verano (diciembre o Qhapaq Raymi) con la aparición del Sol Niño. El detallado registro de Molina (1989 [1574-75]: 60) corresponde a la primera de las antedichas situaciones: “Dizen que antes que fuese señor, yendo a visitar a su padre y Viracocha Ynca que estava en Sacsahuana, cinco 45
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leguas del Cuzco, al tiempo que llego a una fuente llamada Susurpuquio, vido caer una tabla de cristal en la misma fuente, dentro de la qual vido una figura de yndio en la forma siguiente: en la caveça del colodrillo della, a lo alto, le salían tres rayos muy resplandecientes a manera de rayos del sol los unos y los otros: y en los encuentros de los braços unas culebras enroscadas; en la caveça un llayto como Ynca y las orejas horadadas y en ellas puestas unas orejas como Ynca; y los trajes y vestidos como Ynca; salíale la caveça de un león por entre las piernas y en las espaldas otro león; los braços del qual parecían abraçar el un hombro y el otro, y de una manera de culebra que le tomava de lo alto de las espaldas abajo. Y que así visto el dicho bulto y figura, hechó a huir Ynca Yupanqui y el bulto de la estatua le llamó por su nombre de dentro de la fuente, diciéndole: —Vení acá hijo, no tengáis temor, que yo soy el Sol vuestro padre, y sé que avéis de sujetar muchas naciones; tened muy gran cuenta conmigo de me reverenciar y acordar os en vuestros sacrificios de mi”. Es Juan de Betanzos (1999 [1551] Parte I: 49) quien especifica que fue Pachakuti Ynka Yupanki el que: “(…) mandó que hiciesen un niño de oro macizo e vaciadizo e que fuese el tamaño del niño del altor e proporción de un niño de un año y desnudo porque dicen que aquel que le hablara cuando él se puso en oración y estando en el sueño que viniera a él en aquella figura de un niño muy resplandeciente y que el que vino a él después estando 46
despierto la noche antes que diese la batalla a Uscovilca como ya os hemos contado que fue tanto el resplandor que vio que del resultaba que no le dejó ver que figura tenía y ansi mandó hacer este ídolo al tamaño e figura de un niño de edad de un año el cual bulto se tardó de hacer un mes”. En el solsticio de verano, se produce un evento cosmológico que no pasó inadvertido para los pueblos de los Andes. El Sol viejo alcanza el punto más “profundo” del cielo, situándose en el cénit sobre el Trópico de Capricornio y desde esta posición austral proyecta sus rayos sobre la tierra en forma perpendicular hacia las 12:40 hrs., que es el medio día real, hora en que podía haber sido buenamente visto al fondo de un pozo en Wanchipukyu (el Manantial de la muerte). Ese día el Sol viejo (Machu Inti) era simbólicamente reemplazado por el Sol Infante (Wayna P’unchaw). Según el relato detallado de Molina sobre las ceremonias incas, durante la fiesta del Qhapaq Raymi era efectivamente venerado un ídolo del Sol llamado Wayna P’unchaw, denominación que según Fink (2009: 21) podía referirse a un heredero poco tiempo antes de su coronación. En diciembre, mes del Qhapaq Raymi, la representación esculturada de Wayna P’unchaw era sacada del Qorikancha (suponemos del habitáculo de la Luna) y trasladada a la waka Pukin (Molina 1989: 110). Rita Fink hace notar que —según el diccionario de Gonzalez Holguín— el término wayna se refirió a un joven o adolescente, mayor que un niño, sexualmente activo, pero todavía no marido; sin
Figura 3. Colgante kallawaya usado a principios del siglo XX (Otero 1951). Tomado de R. Meyer 2002: 21).
Figura 4. Pendiente moche con representación del tinku equinoccial (Pieza del Museo de Oro de Lima. Dibujo: R. Sánchez).
embargo, como ella misma lo advierte, gracias a un relato registrado por Betanzos, sabemos que Pachakuti Inka Yupanki, entregó dos maskapaychas (símbolos de poder), una a su hijo Tupa Inka Yupanki en su calidad de nuevo Inka y, otra, a su nieto de seis meses de edad que fue llamado Wayna Qhapaq y nombrado desde ya como heredero de su padre (Betanzos 1987 [1551]: 124). En el caso de Buena Vista, no se trataría exactamente de una oposición Sol Joven (solsticio de junio)–Sol Maduro/Viejo (solsticio de diciembre), a la manera planteada por Duviols (1997), sino de la idea de tinku entre Sol Padre-Maduro/Viejo y Sol El Antoniano 120 – 1er trimestre 2012
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Hijo-Infante/Niño, en el momento en que conforme a la cosmovisión debía de producirse la alternancia simbólica entre ambos, ya que en el solsticio de diciembre el Sol Viejo va a aletargarse o pasar al mundo de los muertos. La etnografía contemporánea nos permite saber que mujeres kallawaya han acostumbrado usar complejos adornos de plata, en los que se representa un doble Sol en combinación con una Media Luna provista de dos protuberancias en sus extremos (Otero 1951: 168, 184; Meyers 2002: 21, 89). Es evidente que en este tipo de representación hay implicancias astronómicas. Mientras la asociación Luna-Sol, resulta fácilmente vinculable con los equinoccios, la asociación Luna-doble Sol es –a nuestro juicio– muy propia del solsticio de verano (diciembre), tiempo en el que se piensa que la Luna se encuentra en compañía de su pareja solar y en el que al mismo tiempo ya ha engendrado un nuevo Sol, un Sol menor o Sol chico que hace tinku con el Sol mayor o Sol Padre. (Figura 3). De hecho, las representaciones andinas de los equinoccios sólo consideran como elementos el disco u óvalo solar, la Media Luna o Luna en cuarto creciente y el animal lunar (Figura 4). Este es también el patrón observado en los murales o frisos de los “temas complejos” descubiertos en Cao Viejo y Waka de la Luna, a los que haremos referencia más adelante. (Compárese las figuras 3 y 4, para advertir los patrones comunes en el desarrollo de larga duración operado en los Andes Centrales). El Antoniano 120 – 1er trimestre 2012
EL ENCUENTRO O “TINKU” DEL SOL INFANTE CON SU PADRE EL SOL VIEJO El disco de Buena Vista fue modelado en barro con inclusiones de fibra vegetal, un relleno de pequeñas piedras y bolitas de arcilla, y un recubrimiento consistente en una capa de arcilla fina no cocida y pintada; sobre su superficie se observa el diseño de un rostro antropomorfo de barro enlucido. Se trata de un personaje cuyo semblante se halla en gesto identificado como amenazante, porque aparentemente tiene el ceño fruncido en una actitud de enojo. Ciertamente, hay otras identificaciones posibles. Así, dos psicólogos, expertos en las emociones de la cara, identificaron el disco independientemente como amenazante, por el fruncido de la frente (Benfer et al. 2010:76-77). Por otra parte, Ludeña (2006) sugirió que el personaje del disco acababa de luchar con su oponente, acto que bien podía simbolizar un encuentro o confrontación entre el día y la noche, entre lo bueno y malo, entre hombre y mujer, u otro par de elementos opuestos. Benfer entiende, además, que si los dos animales que flanquean el disco son zorros, seres que tienen una probada asociación con la Luna en los Andes, entonces el concepto dualista andino pudiera explicar un Sol enojado que iba a luchar cada noche con su enemigo, la Luna, pero especialmente en el solsticio de diciembre. También se ha pensado en la posibilidad de que esta figura represente una máscara (Benfer et al. 2010:77). De hecho, las 47
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Figura 5. Vistas frontal, posterior y lateral de la tableta esculturada (Dibujo: Proyecto Buena Vista).
máscaras constituyen un tipo de elemento importante en la historia andina más tardía y en los rituales andinos modernos. Una máscara procedente de La Galgada posee también este carácter facial (Grieder et al. 1988: fig. 84, 9-10). Se advierte que los templos de La Galgada se parecen a los de la fase Kotosh Mito en su configuración general. Otro sitio del Periodo Precerámico Tardío de la costa, el complejo de Sechín Bajo, tiene un grafiti que muestra una similitud respecto del rostro del Disco llamado Amenazante de este edificio monumental del Chillón” (Fuchs et al. 2006: 16; cf. número anterior). Uno de los autores de este artículo, el antropólogo Sánchez, opina que estas representaciones análogas no impiden formular nuevas hipótesis respecto al sentido y significado del disco esculturado hallado por Benfer en Buena Vista. En lo que sigue, 48
se pretende fundamentar esta idea. Conforme a fechados radiocarbónicos obtenidos, esta escultura corresponde al período precerámico de los Andes Centrales. El disco tiene la cara anterior orientada hacia el Oeste y el personaje representado podía mirar fijamente en esa dirección a través de una entrada ubicada frente a él, aunque este acceso fue cerrado en tiempos prehistóricos. Trazando una línea perpendicular a la mirada fija del disco esculturado se ha obtenido un cálculo de 294º, que corresponde a la posición del Sol en el poniente durante el solsticio de invierno. Es decir, el disco esculturado no ocupa una posición arbitraria sino que pretende fijar un acontecimiento astronómico trascendental: el paso de la mitad seca a la mitad húmeda del año, marcado por el solsticio de verano. Los
sacerdotes y observadores del cielo, sabían que a partir del momento en que el Sol alcanzara el punto más extremo en su desplazamiento aparente hacia el sur el río se anegaría y sería tiempo de empezar a sembrar. La waka de Buena Vista, en esta su función astronómica permitía que los pobladores prehistóricos del Valle quedaran advertidos sobre la inminente crecida de las aguas del río Chillón. Si se correlaciona el motivo del disco esculturado con los referentes mitológicos disponibles y las verificaciones astronómicas hechas por Benfer y su equipo, se puede aceptar como plausible que el referido disco de Buena Vista represente al Sol Infante o Sol bebé, que por su gesto facial puede considerarse en trance de despertar, mostrándose soñoliento aún, luego de abandonar el vientre acogedor de la Luna en medio de la El Antoniano 120 – 1er trimestre 2012
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mitad cálida del año (que va del equinoccio de primavera hasta el equinoccio de otoño). En este supuesto, la ritualidad practicada en su tiempo, habría consistido no sólo en la corroboración del evento solsticial sino en la celebración del advenimiento de un nuevo Sol junto con la crecida de las aguas fluviales. Las poblaciones andinas de hoy, llaman a las lluvias de Navidad “la pichi u orina del Niño Manuelito o Niño Jesús”, signo de buen augurio para la temporada agrícola en curso. Entre otros detalles que abonan esta hipótesis tenemos el hecho que el personaje del disco carece aún de rayos o del símbolo del poder que ha de caracterizarlo como ser dominante en el cielo diurno, aunque ya nació puede decirse que todavía no ha abandonado su paqarina o lugar de aparición, unas líneas ondulantes y paralelas en la parte posterior del disco pueden interpretarse como un pelo corto y escaso. De hecho, la percepción de un personaje amenazante puede ceder fácilmente el paso a un personaje con rostro infantil que aún se halla bajo celoso cuidado, cuyo gesto puede ser asociado con el de un niño que despierta y quizá expresa incomodidad al haber interrumpido su sueño. Este pequeño ser todavía no mira fijamente o quizá se halla ante una fuente de intensa luminosidad. Habría que tener en cuenta que este disco esculturado era bañado —como ya se ha dicho— por la luz del Sol en el ocaso, exactamente el día del solsticio de diciembre, lo que estaría indicando que el Sol, antes de ocultarse por última vez en su El Antoniano 120 – 1er trimestre 2012
curso al sur, visitaba a su vástago y le infundía su calor a la vez que la potencia de su Kamay o poder animador. R. Benfer, coautor de este artículo, considera que vale la pena tener presente que las famosas cabezas Olmecas de México muestran cicatrices de niños y también guerreros amenazantes; los especialistas meso americanistas niegan la idea de difusión de la cultura (V.g. Diehl 2004), y aunque las cabezas olmecas fueron esculpidas en piedra más de mil años después de la cara de Buena Vista, de todos modos, —a criterio de Benfer— abre la posibilidad de que la imagen de este disco esculturado represente ya sea la faz de un niño o la de un personaje amenazante. De todos modos, para ambos autores, las referencias hasta aquí anotadas sugieren que las implicancias simbólicas del disco esculturado y de otras representaciones iconográficas halladas en Buena Vista, por Benfer y su equipo, iban más allá de los propios objetos físicos y de sus relaciones con su correspondiente contexto monumental, para engarzarse con ideas que formaban parte de una compleja visión del cosmos. (Fig. 5). LOS ZORROS GUARDIANES DEL DISCO ESCULTURADO La tableta de barro de la que el disco de Buena Vista forma parte, y que aquí preferiríamos llamar “Wayna P’unchaw de Wanchipukyo”, está integrada por dos animales que podrían ser perros, pero que con mayor probabilidad son zorros que escoltan al personaje central (Fig. 5). El tamaño y forma de los animales representados en la tableta no deja muchas posibilidades de elucubración.
El porte y la postura que adoptan, descartan que se trate de gatos monteses, tampoco cabe la posibilidad de que sean pumas dada la forma puntiaguda de sus orejas. Los animales mitológicos que acompañan al Sol Infante o Wayna P’unchaw encajan bien en la milenaria tradición del llamado «animal lunar», cuyo origen costeño, rol cosmológico y continuidad como motivo iconográfico, ya ha sido acertadamente destacada (Mackey y Vogel 2003: 325-42). No obstante, hay que puntualizar que la magistral estilización de los animales lunares por los artistas de la Waka de Buena Vista se parece más al estilo naturalista que se observa en los murales de los llamados “temas complejos” hallados el año 1991 en la Waka de Cao Viejo – Valle de Chicama (Franco y Vilela 2003 y 2003b) y el año 2005 en Waka de la Luna-Valle de Moche (Uceda 2004, 2001), antes que a la larga serie de seres fantásticos representados por diversas culturas como Recuay, Salinar, Gallinazo, Moche y Chimú. De hecho, la representación de la pareja de animales lunares en la tableta esculturada de Buena Vista tiene una estructura simple, estilizada pero sin aditamentos ni salientes ornamentales sobre la cabeza o la cola, sin dentadura y sin lengua visible, sin garras largas, con la cabeza ancha y el hocico alargado, la cola gruesa y las orejas puntiagudas. Benfer hace notar un detalle importante: la presencia de una mancha en la cola de la figura del animal ubicado a la izquierda del disco, esto es hacia el lado norte, lo que indica que se trata 49
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positivamente de un zorro y no de un perro (Benfer et al. 2010:80). Son entonces diversas las razones por las que los autores de este artículo nos inclinamos más por acoger la idea de que se trata efectivamente de zorros míticos, lo que guarda correspondencia con representaciones más tardías de la cultura Moche, en la que aparecen pares de zorros alrededor de una figura central, casi siempre asociada con la Luna. Los pares de figuras moche muestran, típicamente, un animal más grande, el macho, ubicado a la izquierda y que se distingue por una línea o mancha oscura en la cola (ver Franco et al. 2001). Se hace notar que el zorro inciso hallado en el otro montículo de Buena Vista, y que saliendo del templo se ve a la mano izquierda, también presenta la mancha característica. Es de lamentar que el otro lado de la salida del templo se halle destruido, pero Benfer encontró pedazos de pintura blanca del tipo empleado en la llama pintada, en cuyo vientre se encuentra el zorro inciso. En la tableta esculturada, la punta de la cola de la pareja de animales que escoltan al disco está dispuesta de forma tal que evocan los llamados “cuernos” de la Luna en cuarto creciente, reforzando su asociación con el cielo nocturno. En este caso, los zorros a más de custodios del Sol Infante, parecen actuar como testigos de su encuentro con el Sol Padre. No en vano se les conoce a los zorros como los “perritos de toda boda” porque suelen estar presentes allí donde se produce un tinku (Sánchez 2008: 128). 50
Una particularidad de estos animales lunares en la representación esculturada de Buena Vista es que ambos tienen la cabeza volteada hacia atrás, es decir quitan la mirada del frente. Si como se sostiene en este artículo, nos encontramos ante un tinku del Sol Infante con el Sol Padre, sería totalmente lógico que los zorros deslumbrados no pudieran sostener la mirada contra la luminosidad del Sol que cae hacia occidente. Una vez más, se aprecia que el conjunto escultórico es consistente en sus diferentes detalles. Ya se ha advertido con acierto que este par de zorros míticos expresa el principio de opuestos complementarios (Benfer et al 2007), como en el caso moche en el que los pares suelen mostrar un animal más grande, el macho (asociado a la mitad Hanan), junto a un animal más pequeño, la hembra (asociada a la mitad Urin). Insistimos que en la tableta examinada, uno de los zorros, el de mayor tamaño, presenta una mancha oscura en la cola, que es característica del animal macho. Sobre la dualidad complementaria en el caso de Buena Vista, J. Golte (en comunicación personal) nos ha sugerido que el zorro macho puede estar asociado a Venus matutina y el zorro hembra a Venus vespertina. Es claro que Venus, en sus dos manifestaciones, alcanza también una posición liminal entre la noche y el día en un caso y, entre el día y la noche en el otro. Por otro lado, los zorros tienen un reconocido rol mediador entre los mundos, ora andan con la Luna, ora acompañan a la deidad masculina diurna (V.gr. Golte
2009: 28-9), lo que resulta congruente con la idea de que unos animales lunares se encarguen de custodiar al vástago de la Luna (el Sol Infante). EL ZORRO EN LA VÍA LÁCTEA Los estudios de Benfer y su equipo empezaron en Buena Vista con el descubrimiento del ushnu o pirámide del norte. Por coincidencia, este sector del yacimiento arqueológico resultó ser el de ocupación más antigua en el lugar. Es a la entrada del ushnu donde precisamente se hizo el hallazgo de una figura incisa que muestra un zorro subido sobre una especie de embarcación o caballito de totora, todo ello dentro del vientre de una llama. Sin mayor dificultad se puede asociar esta embarcación con la Luna en cuarto creciente y, por tanto, el zorro se sitúa en el ya conocido papel de animal lunar, ampliamente documentado en la tradición iconográfica y mitológica de la costa peruana y de los Andes en general (Sánchez 2008). Este mural inciso, como se ha dicho, muestra al personaje dentro de un animal identificado como una llama (Benfer and Adkins 2007; Benfer et al. 2010) es probablemente el más antiguo registrado hasta la fecha, relacionado con preocupaciones calendáricas que llevaron a incorporar símbolos visibles de la cosmovisión de los pueblos del precerámico en la arquitectura. El Zorro transitando por las rutas del mar, sea por sus propios medios o valiéndose de un caballito de totora, es expresión de un imaginario muy presente en los antiguos pueblos de los Andes. En el El Antoniano 120 – 1er trimestre 2012
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mundo andino la Vía Láctea es considerada un gran río celestial (mayu en quechua y jawira en aymara), cuyo comportamiento es tomado como referente para predecir el desarrollo del ciclo agroecológico. El desborde de las aguas celestiales es considerado como causa de inundaciones en la tierra. En los mitos, el zorro anda preocupado con cualquier evento que amenace la existencia sobre la tierra o Kaypacha; entre otras cosas es un infatigable proveedor de illas (espíritus arquetípicos de las especies) que propician la reproducción y, consecuentemente, la continuidad de la vida que debe renovarse cíclicamente. En Buenavista el zorro mítico debe haber sido apreciado como vigilante del nivel de las aguas, animador de la fauna marina y donante de las semillas indispensables para el florecimiento de la agricultura, tal como fue conocido en los mitos de Huarochirí (Solomon 1991) y como lo es aún en la mitología andina contemporánea (Sánchez 2008). Por otro lado, en el observatorio de Buena Vista (Wanchipukyu) la asociación cosmológica entre el zorro y el Sol se refuerza con la comprobación de alineaciones arquitectónicas solsticiales y equinocciales; así, por ejemplo, se ha determinado que en la fecha del solsticio de verano el Sol se elevaba por detrás de un punto identificado como la Roca A, si se lo observaba desde el Templo del Zorro, y sobre otro denominado la Roca C si el observador se situaba en el Templo del Disco Amenazante (designado en este artículo como el Wayna P’unchaw de Wanchipukyu). El Antoniano 120 – 1er trimestre 2012
La constelación del Zorro podría haber sido usada para señalar el ascenso del Sol en el día del solsticio. Las estrellas de la constelación andina llamada el Gato Dorado (asterismo ubicado en la constelación de Escorpio) habrían precedido a la salida del Sol en el solsticio de verano y habrían seguido la puesta del Sol en el equinoccio de otoño. El Gato Dorado anunciaba, por su parte, el ascenso inminente de la constelación negra del Zorro. La constelación del Zorro se encontraba totalmente encima del horizonte después de la salida del Sol en el equinoccio hace 4,000 años (pero ciertamente esto no ocurre hoy, por efecto de la oblicuidad y secundariamente de la precesión o cambio lento y gradual en la orientación del eje de rotación de la Tierra). El algodón, sembrado hacia fines de diciembre (o sea a la salida de la cabeza del zorro en el día del solsticio de diciembre) puede estar listo para cosechar al terminar marzo (esto es a la salida de la constelación entera en el día del equinoccio de marzo) que, por lo mismo, eran días de suma importancia para los agricultores de Buena Vista. Finalmente, el Zorro anunciaba la próxima salida del Sol del solsticio en tres estructuras: el Templo del Zorro, el Templo del Disco Esculturado y la Cámara de Luz del Solsticio de Verano. Hasta el momento, sólo cabe pensar que las orientaciones de estas estructuras tienen que haber sido producto de un diseño consciente y no puramente fortuito, cualquiera que haya sido el mapa estelar manejado por los sacerdotes astrónomos de esta waka en el año 2,200 BC. Se ha establecido, además, que el 51
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ascenso de las estrellas en la Cola de Escorpio coincidía con la época en que la inundación del río estaba a punto de disminuir, a fines de marzo. Es difícil imaginar que los especialistas de esta sociedad de agricultores de hace 4,000 años no hubieran advertido estas correlaciones tan significativas para el desarrollo humano en el Valle del Chillón. En la tradición oral andina, se considera que el 25 de diciembre nacen todos los zorritos del mundo (Sánchez 2008: 116; Urton 2006: 75, 204; Martínez 1975: 49), acontecimiento mitológico que coincide con la fecha de alternancia entre el Sol Viejo y el Sol Infante, así como con el tiempo próximo a la parición de los camélidos. Como sabemos, las crías de camélidos son presa apetecida de los zorros que por estos meses se hallan urgidos de recursos para alimentar a sus proles. Puede tener algo que ver con esto el hecho que en el grabado del ushnu de Buena Vista el zorro aparezca dentro o sobre el vientre de una llama, lo que equivale a la presencia del predador en la paqarina de sus presas. El encuentro entre un Sol viejo y un Sol niño presente en el precerámico de Buena Vista parece haber sido también una idea familiar para los pueblos cazadores de los Andes y, en su momento, para aquellos que desarrollaron la actividad pastoril de camélidos. Haremos referencia a un solo ejemplo muy claro, el de los pobladores de Ayapata en Carabaya-Puno, donde se ha encontrado pinturas rupestres que aluden al evento solsticial 52
Figura 6. A la izquierda representación del tinku entre un Sol viejo y un Sol joven, en el arte rupestre de Pitumarka-Ayapata. A la derecha una escena similar relacionada esta vez con la presencia de camélidos en Huaracha Colococha – Ayapata. Ambas ilustraciones están consignadas en Hostnig (2010: 93).
de verano (Fig. 6), que pueden ser interpretadas, a la luz de nuestros referentes, como un encuentro de dos soles y que en algún caso figura asociado a camélidos (Hostnig 2010: 93). Aunque en el caso de Ayapata (El andén de los muertos) la datación de las pinturas rupestres no es segura y se atribuye a épocas agroalfareras de poblaciones agropastoriles precolombinas, pensamos que podrían buenamente hundir sus raíces en el precerámico altoandino. Lo que sí está claro es que la interacción prehistórica entre pueblos de la vertiente occidental andina y los de las regiones altoandinas no se limitó al intercambio de bienes, sino que comprendió también el flujo de ideas y contacto de cosmovisiones. EL PERSONAJE DEL ESTROMBUS Durante los trabajos de excavación realizados a principios del 2005, y poco antes del hallazgo del disco esculturado, Benfer y equipo descubrieron un cuerpo tridimensional de tamaño natural, modelado en barro enlucido. Esta escultura fue ubicada en el espacio que
media entre el ofertorio o sala de ofrendas del ushnu y las estructuras del sur que contienen la imagen del Sol/Niño. Se trata de un personaje que hace sonar un pututu o wayllaq’epa, trompeta fabricada de la concha del caracol strombus, aunque después de su conservación sus descubridores se inclinan por identificarla como una ocarina (Benfer et al. 2010: 76). Dicha representación ha sido bautizada como la Escultura del Músico, un personaje que aparece sentado sobre una banqueta y cuyas piernas están diseñadas en bajorrelieve. Se podría decir que la ubicación de esta escultura en el conjunto monumental, probablemente en la entrada al templo del disco, remarca una cualidad mediadora, muy propia de sujetos vinculados a funciones sacerdotales. El Músico debe fechar como 2,000 a.C., dato que nos remite también a un tiempo anterior al uso de cerámica en la costa central. Los arqueólogos han encontrado diversos indicios sobre el uso ritual de conchas de moluscos en contextos correspondientes al período precerámico tardío o arcaico. Buena Vista podría ser un caso El Antoniano 120 – 1er trimestre 2012
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más en esta línea. El strombus (Strombus peruvianus y Strombus galeatus) forma parte del grupo de grandes moluscos tropicales que a través de los siglos se hicieron indispensables en rituales mágico religiosos y funerarios de diversos pueblos en los Andes Centrales. El strombus ha sido ampliamente empleado en ritos relacionados con la propiciación del agua; su uso como bocina, en particular en rituales de llamamiento o convocatoria de la lluvia, pudo sustentarse en consideraciones tales como: a) Su origen en aguas tropicales de zonas tórridas con abundantes lluvias y vegetación lujuriosa en el litoral adyacente, que van desde la frontera de Perú y Ecuador hasta México, b) La ausencia, en condiciones normales, de poblaciones de strombus en el mar de la costa central y sur del Perú y el correlativo paisaje desertificado de la franja territorial costera (cabe reconocer que se ha determinado su presencia, por ejemplo, en el Callao en años con presencia muy disturbada y fuerte de la corriente de El Niño), c) La idea de que las aguas marinas atraen a las aguas celestes y que el sonido de las bocinas de strombus puede provocar el deseado tinku de las aguas y d) El parecido que el strombus rojo tiene con la Luna del atardecer en la mar (T. Kimball Malville, en comunicación personal). En todo caso, esta sería la primera vez que se descubre una representación del strombus, en caso de no ser ocarina, en un conjunto esculturado y tridimensional perteneciente al arcaico, lo que en ambos casos resulta sorprendente y fascinante a la vez. El Antoniano 120 – 1er trimestre 2012
Es sabido, por ejemplo, que las conchas de los caracoles Strombus tuvieron un gran valor ritual y simbólico para la cultura Moche; éste y otros pueblos utilizaron el strombus para fabricar trompetas cortas, conforme a una práctica que todavía supervive en algunas regiones de los Andes. Los pututos o q’epas (trompetas de strombus) producen graves y potentes sonidos, muy apropiados para anunciar la presencia de autoridades, para hacer llamamientos o convocatorias y, en general, como señal de alerta, siendo muy posible que hayan sido también tocadas en rituales de fertilidad agraria. La asociación del sonido de los pututos con el rugido del mar, el estruendo de los truenos que acompañan la lluvia, y el bramido imaginario de monstruos o dragones del mundo subacuático, habría ayudado a construir una simbología indispensable para los ritos propiciatorios celebrados en wakas como la de Buena Vista. Este valor simbólico, que por lo visto se remonta al arcaico, debió haberse fijado profundamente, de manera tal que en defecto del strombus, un bien por lo demás escaso en esta latitud, algunos pueblos optaron por fabricar sus trompetas de cerámica pero conservando la forma original del caracol. Por cierto, la ocarina debió tener algunas asociaciones particulares de orden simbólico y representacional. Estas observaciones podrían ser objeto de reparo, en tanto la argumentación no se circunscribe al manejo de referentes del arcaico, pero bien valdría tener presente la existencia de un modelo cosmológico panandino,
estructurado posiblemente desde el paleolítico, entre cuyos rasgos fundamentales se ha advertido: la relación de los fenómenos celestes con el mundo primordial; la ligazón entre las especies y el mundo inorgánico, el establecimiento de una relación de parentesco entre las especies, el reconocimiento de seres fundadores con capacidad de transformación, la relación del presente con el pasado primordial, la participación animadora de dos divinidades lejanas y opuestas en el ordenamiento del mundo habitado por los humanos, y las categorías duales de organización social (Golte 2004: 170; Sánchez 2006: 340), aspecto que los arqueólogos han sabido observar a su vez en el arte y la arquitectura. En lo que aquí concierne, varios de estos rasgos fundamentales, sino es que la mayoría, parecen haber estado presentes en la mente de los constructores de la waka/observatorio de Buena Vista. De hecho, este lugar guarda muchos otros secretos, cuyo desvelamiento por los interesados demandará mayor estudio, entre ellos se cuenta el hallazgo de un grueso tronco de árbol erigido en un habitáculo ceremonial, hecho que sugiere en principio la revisión de ideas sobre estructuración de linajes míticos a la manera señalada por Juan Santa Cruz Pachakuti. Por cierto, también es posible que este tronco pueda representar el árbol de la vida, una creencia conocida en Centro y Sudamérica. Esperamos que estos aspectos puedan ser discutidos más adelante con alguna amplitud. 53
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COLOFÓN La considerable atención conferida a la observación de eventos astronómicos —especialmente los determinados por los movimientos del Sol—, y la consecuente incorporación de estos referentes en la arquitectura monumental de la waka de Buena Vista (2,200 a.C.), permite pensar como altamente probable que la ideología religiosa en el período arcaico haya estado nutrida de una amplia gama de hierofanías solares. El tránsito de formas de vida estrictamente dependientes de recursos marítimos hacia otras en que se combina con el desarrollo agrícola, habría incidido en la necesidad de una mayor sofisticación predictiva del comportamiento de la naturaleza. Si bien las representaciones prehistóricas propiamente escultóricas han sido encontradas en sitios correspondientes al Período Formativo Temprano, como Punkurí (2,000–1,500 a.C.) y Moxeque (1,700 a.C.), las esculturas de Buena Vista son más tempranas que cualquier otra en las Américas, tal como se demuestra con los fechados radiocarbónicos establecidos por Benfer. No debe ser casual que el carácter tridimensional de las representaciones esculturadas de Buena Vista sólo se comparen al Puma de Punkuri, que sería además la expresión más próxima en antigüedad (Samaniego 2006), pero a la que las esculturas de Buena Vista antecederían en unos 200 años. Dado que los hallazgos de Buena Vista se ubican en el precerámico, queda descartado el supuesto que la escultura haya tenido un origen 54
sólo utilitario para la vida cotidiana. Aunque es evidente la importancia de la constelación del Zorro en la determinación de los días apropiados para sembrar y cosechar algodón, siendo que una plantación de esta especie fue ubicada precisamente en el sitio, ideas relativamente abstractas desarrolladas por una élite sacerdotal debieron motivar la creación escultórica en Buena Vista, seguramente para transmitir un discurso que fuese asimilable por la sociedad en su conjunto y que evidentemente sintonizaba con utilidades prácticas. Las ceremonias fundamentales de marcación del tiempo debieron practicarse en los días solsticiales y equinocciales en este centro de observación astronómica y de orientación político religiosa. BIBLIOGRAFÍA —ARROYO AGUILAR, Sabino 2008 Culto a los hermanos Cristo. Fondo Editorial de la Fac. de CC.SS. de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
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