NĂşmero 2. Abril 2013
Narrativa y algo mĂĄs
delatripa: narrativa y algo mĂĄs
Revista
Número 2. Abril 2013. Es un proyecto de la Catarsis Literaria El Drenaje, editada en Mérida, Yucatán. Es una revista de circulación mensual. Dirigida por Adán Echeverría (romeolobos@yahoo.com.mx). Consejo Editorial: Angélica Santa Olaya, Alejandra Aké Sustersick, Joelia Dávila, Cristina Leirana, Roberto Cardozo, Jorge Manzanilla, Mario Pineda Quintal y Édgar Damián. Narrativa y algo más
Contenido No al fraude poético .......................................... 3 Otro certamen literario Sergio González Osorio ...................................... 7
Memorias de chun kuns Rosa Espinoza .................................................... 9
Sobre la poesía
La aburrida violencia Daniel Zetina .................................................... 68
Las edades de la pirita Marco Fonz ....................................................... 69
Nos vemos en el slam Mario Pineda Quintal....................................... 81
Marco Antonio Murillo ..................................... 17
Luz y oscuridad Denisse Sánchez-Erosa..................................... 21
Como somos cromosoma Ángel Fuentes Balam ........................................ 25
Cabeza de tortuga Carlos Martín Briceño ..................................... 28
Taibo II y la novela policiaca Martha Alejandra Rosario Alpuche ................. 31
El diploma de Margarita Angélica Santa Olaya ....................................... 37
Estudios sobre narrativa canaria Roberto Cabrera ............................................... 46
La portada de un libro: la portada de un ser Rosela Granados Andrade ............................... 49
La escritura de la apariencia Jerónimo E. Gómez Cuadra ............................ 52
Remedio para septiembre Dayan Gamboa ................................................ 62
El gran día Francisco Caamal ............................................ 67
Hastío Jesús Guerra ..................................................... 67 delatripa: narrativa y algo más
Imágenes portada e interiores de la Artista
Beatriz Carrillo
No al fraude poético: Firmas en defensa de la Alhambra lunes, 1 de abril de 2013
He aquí el gran secreto: el pensamiento se hace en la boca. (Tristan Tzara)
CARTA ABIERTA Al Patronato de la Alhambra y el Generalife A los escritores y poetas hispanoamericanos y españoles A los ciudadanos de Granada A la opinión pública Los abajo firmantes, poetas y escritores hispanoamericanos residentes en España, poetas granadinos y españoles, poetas de diversos países de América Latina, escritores, profesores y estudiosos de la literatura hispanoamericana, gestores y trabajadores de la cultura, ciudadanos interesados por las letras, declaran: Tras fallarse el pasado 11 de marzo de 2013 la segunda edición del Premio Alhambra de Poesía Americana, convocado por el Festival Internacional de Poesía de Granada (España), la Editorial Valparaíso y el Patronato de la Alhambra y el Generalife, premio dirigido a "autores nacionales de cualquiera de los países de América que nunca hayan publicado un libro en España" y con el propósito de "promocionar el conocimiento de la creación literaria americana en España", según se lee en sus bases, y que consta, según las mismas, de dos categorías (obra publicada y obra inédita), INSTAMOS PÚBLICAMENTE al Patronato de la Alhambra y el Generalife a que retire su apoyo al mencionado premio, por los motivos que a continuación se exponen: 1.- El plazo de admisión del Premio Alhambra terminaba, según anunciaban sus bases, el pasado 1 de marzo de 2013; en dichas bases se añadía que "se aceptarán los envíos que, con fecha postal dentro del término de la convocatoria, lleguen más tarde". Sin
embargo, el fallo del Premio se produjo el 11 de marzo de 2013, es decir, apenas 10 días después de finalizado el plazo de admisión. Surgen entonces varias preguntas: ¿Se aceptaron, como decían las bases, los poemarios que pudieron haber llegado con posterioridad a dicha fecha? ¿De cuánto tiempo dispuso realmente el jurado de este Premio para leer los "más de 200 originales" -recibidos desde diversos países hispanoamericanos- que, según el comunicado publicado el 10 de marzo por la Agencia de Noticias Europa Press, se presentaron al Premio? Sólo este dato sería suficiente para cuestionar la credibilidad del mencionado Premio, pero hay otros más inquietantes. 2.- En esta segunda edición, el Premio Alhambra de Poesía Americana ha sido concedido a Álvaro Solís (México), en la categoría de obra publicada, y a Carlos Aldazábal (Argentina), en la categoría de obra inédita. El primero, Álvaro Solís, es miembro del grupo literario mexicano Círculo de Poesía, grupo que coeditó en México en 2011 la antología titulada Poesía ante la incertidumbre (Madrid, Visor, 2011); una antología coordinada por Fernando Valverde y Daniel Rodríguez Moya, directores del Festival de Poesía de Granada y miembros del jurado del Premio Alhambra. Además, Círculo de Poesía editó en México en 2012 el libro Los ojos del pelícano, del que es autor Fernando Valverde. El segundo, Carlos Aldazábal, es director de El surí porfiado, editorial que publicó en Argentina en 2011 la mencionada antología Poesía ante la incertidumbre; siendo Aldazábal uno de los poetas incluidos en esta edición argentina de la antología. El surí porfiado publicó también en 2012 el poemario Los ojos del pelícano, del que es autor Fernando Valverde.
Si compartes el contenido de esta carta y la petición que se hace al Patronato de la Alhambra y el Generalife, sólo tienes que enviar un mensaje ("Estoy de acuerdo con el contenido de esta carta") con tu nombre y apellidos, profesión, nacionalidad y país de residencia, a la siguiente dirección unamodestaproposicion@gmail.com delatripa: narrativa y algo más
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3.- En el momento del fallo del premio, Fernando Valverde y los dos premiados formaban parte del consejo editorial del portal de poesía de internet que mantiene el grupo Círculo de Poesía, aunque en los últimos días de marzo han sido sorpresivamente sustituidos en dicho consejo editorial por Waldo Leyva (Cuba), Omar Lara (Chile) y Benjamín Prado (España). 4.- En su Primera Edición, el Premio Alhambra de Poesía Americana fue concedido, en la categoría de obra publicada, al mexicano Mario Bojórquez, miembro también del mencionado grupo Círculo de Poesía. 5.- Según las bases de este Premio, el jurado del mismo "estará compuesto por los directores del Festival Internacional de Poesía de Granada, el director de la Editorial Valparaíso, un representante de la Alhambra y un autor de reconocido prestigio de la poesía en español"; es decir, tres de los cinco miembros del jurado serán siempre Valverde y Rodríguez Moya, directores del Festival de Poesía de Granada, y Javier Bozalongo, director de Ediciones Valparaíso y también asesor del mencionado Festival de Poesía. De este modo, las bases del Premio garantizan e imponen al jurado la opinión siempre mayoritaria y el criterio siempre decisivo de los miembros de la directiva del Festival de Poesía de Granada. No es el propósito de esta carta opinar sobre la calidad literaria de las obras premiadas. Tampoco objetamos que un grupo de personas afines convoque premios literarios con la intención de difundir su propia obra y la de sus amigos. Lo que nos parece carente de ética, e inaceptable, es que esta convocatoria parcial e interesada se lleve a cabo, sin la menor reserva, al amparo del nombre y el prestigio de una institución pública tan respetable como la Alhambra. Consideramos que la Alhambra, lugar cargado de significación simbólica no sólo para la poesía española, sino también para la poesía hispanoamericana (pensemos en Borges, en Oliverio Girondo, en Álvaro Mutis, por mencionar sólo algunos de los poetas más relevantes que le han dedicado sus versos) debe retirar su apoyo a este Premio y a sus
promotores. En el caso que nos ocupa, no se trata sólo de que el mencionado Premio suponga un engaño a la ciudadanía granadina y española, sino que constituye también un menosprecio y una estafa a todos aquellos poetas hispanoamericanos que, desde uno u otro lado del Atlántico, y precisamente por la atractiva presencia de la Alhambra, han creído con ilusión y buena fe en la limpieza y honestidad del Premio Alhambra. Nos parece necesario que la Alhambra se coloque cuanto antes al margen de estas componendas y manipulaciones que pueden llegar a empañar, que de hecho empañan ya, su buen nombre. En España y América, 30 de marzo de 2013. Fuentes de información de esta carta: -Página Web del Festival de Poesía de Granada: http://fipgranada.com/ index.php?option=com_k2&view=item&id=139:ii-premioalhambra&Itemid=147 -Página web de la Editorial Valparaíso: http://valparaisoediciones.es/content/4-editorial-valparaiso -Comunicados de la Agencia de Noticias Europa Press: http:// www.europapress.es/cultura/exposiciones-00131/noticia-juradofalla-segunda-edicion-premio-alhambra-poesia-americana20130310124009.html http://www.europapress.es/andalucia/noticia-argentino-carlos-aldazabalmexicano-alvaro-solis-premio-alhambra-poesia-americana20130311180940.html -Página web de la revista Círculo de Poesía: http://circulodepoesia.com/ nueva/ -Página web de la Antología Poesía ante la incertidumbre: http:// www.poesiaantelaincertidumbre.com/sumario.html ; http:// www.poesiaantelaincertidumbre.com/ediciones.html -Página web de la Editorial El surí porfiado: http://elsuriporfiado.blogspot.com.es/ Firmantes: 1-Magali Alabau, poeta, Cuba-Estados Unidos; 2-Luis Alberto Ambroggio, poeta y académico, Argentina-Estados Unidos; 3Miguel Ángel Arcas, poeta y editor, España; 4-Jorge Luis Arcos, poeta y ensayista, Cuba-Argentina; 5- Marta Badía, filóloga y guía cultural, España; 6-Mar Benegas, poeta, España; 7-Javier Benítez, poeta y profesor, España; 8-Arturo Borra, poeta, Argentina-España; 9-Hernán Bravo Varela, escritor, México; 10Mario Campaña, poeta y ensayista, Ecuador-España; 11-Yoandy Cabrera, poeta y crítico literario, Cuba-España; 12-Adriana Canseco, investigadora literaria, Argentina; 13-Francisco Cenamor, poeta y profesor de teatro, España; 14-Rocío Cerón, poeta, México; 15-Jennifer Clement, poeta y novelista, México; 16-Carmen Córdoba, estudiante, España; 17-Benito Del Pliego, poeta y profesor, España-Estados Unidos; 18-Jordi Doce, editor y escritor, España; 19-Vicente Echerri, escritor, Cuba-Estados Unidos; 20-Adán Echeverría, escritor y editor, México; 21-Julio Espinosa Guerra, poeta y narrador, Chile-España; 22-Abilio Estévez, poeta y novelista, Cuba-España; 23-Mónica Francés, poeta y actriz, España; 24-Juan Andrés García Román, poeta y traductor, España; 25-José Luis Gärtner Martos, escritor, España; 26-Jesús Ge, poeta y maestro, España; 27-Laura Giordani, poeta,
Esta carta en defensa de la Alhambra fue presentada con sus 54 primeros firmantes -originales- ante el Patronato de la Alhambra y el Generalife (Granada, España) en la mañana del día 1 de abril. El próximo lunes, 8 de abril, volverá a presentarse con la totalidad de las firmas incorporadas hasta ese momento.
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Argentina-España; 28-Víktor Gómez Ferrer, poeta y editor, España; 29-Willy Gómez Migliaro, poeta, Perú; 30-Felipe Lázaro, poeta y editor, Cuba-España; 31-Ernesto Lumbreras, poeta y ensayista, México; 32-Luis Luna, poeta, España; 33-Rubén Martín, poeta, España; 34-Erika Martínez, poeta e investigadora literaria, España; 35-Yaiza Martínez, poeta, escritora y periodista, España; 36-Maurizio Medo, poeta, Perú; 37-Pepa Merlo, narradora, España; 38-Eduardo Milán, poeta y ensayista, Urugüay-México; 39-Eduardo Moga, poeta, traductor y crítico literario, España; 40-Antonio Muñoz, profesor e investigador literario, España; 41-Andi Nachon, escritora, Argentina; 42Andrés Neuman, poeta y novelista, Argentina-España; 43-Jesús Ortega, narrador y gestor cultural, España; 44-Diego Palmath, poeta, Perú-España; 45-Joaquín Peña-Toro, artista plástico, España; 46-Cristina Peri Rossi, poeta y novelista, UrugüayEspaña; 47-Antonio José Ponte, escritor y editor, Cuba-España; 48-Raul Quinto, poeta, España; 49-Ramón Ramos, periodista, Italia-España; 50-Isel Rivero, poeta, Cuba-España; 51-Milena Rodríguez, poeta e investigadora literaria, Cuba-España; 52Orlando Rodríguez Sardiñas, poeta, crítico literario y académico, Cuba-Estados Unidos; 53-José Carlos Rosales, poeta y profesor, España; 54-Álvaro Salvador, poeta y profesor, España. Actualización Firmantes: [07. 00 horas / 1-4-2013)]: 55. Manuel Arana, poeta, España; 56. Luis Alberto Arellano, poeta, ensayista y traductor, México; 57. Daniel Barredo Ibáñez, poeta e investigador, Colombia-España; 58. Pilar Blanco, poeta y profesora, España; 59. Sofía Castañón, escritora, España; 60. Antonio Cienfuegos, ex-poeta, catedrático, El Salvador; 61. Santiago Delgado, profesor, España; 62. José Miguel Espejo Balanza, poeta, España; 63. Víctor Miguel Gallardo Barragán, editor y escritor, España; 64. David Leo García Gil, poeta, España; 65. Germán Guirado, poeta, España; 66. Claudia LópezMeurinne, editora, México; 67. Román Luján, poeta, México; 68. Julio Mas Alcaraz, poeta, economista y cineasta, Reino Unido; 69. David Mayor Orgillés, escritor y profesor, España; 70. Antonio Mochón, profesor, España; 71. Paco Moral, poeta, España; 72. Gracia Morales, poeta, dramaturga y profesora, España; 73. Ángel Paniagua, escritor, España; 74. Carmen Pascual Guerrero, estudiante, Austria-España; 75. Julio Pavanetti, poeta y gestor cultural, Urugüay-España; 76. Elvira Ramos, poeta, España; 77. Daniel Saldaña París, escritor, México; 78. Erick Strada Quispe, poeta, Perú; 79. María Terrón, estudiante, España; 80. Enrique Villagrasa González, periodista, España; 81. Felipe Zapico Alonso, poeta, actor y profesor, España. Actualización Firmantes: [00.01 horas / 2-4-2013]: 82-Diana Álvarez Concepción, escritora y redactora de contenidos, España; 83Oscar Ayala, profesor y editor, España; 84-Jesús Cárdenas, poeta y profesor, España; 85-José Antonio Cerezo Hellin, profesor, España; 86-Antonio Collados Alcaide, profesor, España; 87Antonio Luis Cortés, profesor, España; 88-Antonio Cubelos Marqués, escritor, España; 89-Javier de la Mora, escritor y editor, México-España; 90-Enrique Falcón, poeta, España; 91-Rosa Ana María Fiorentino, docente, Argentina; 92-Jairo García Jaramillo, profesor e investigador, España; 93-Sergio Hinojosa, profesor, España; 94-Álvaro Iranzo, cantautor y escritor, España; 95-Manuel Iris, poeta, México-Estados Unidos; 96-Benjamín León, poeta y profesor, Chile-España; 97-Segio Loo, escritor, México; 98-Carlos López, profesor, Guatemala-México; 99Antonio José López López, profesor, España; 100-Rafael Llorca Signes, poeta, España; 101-Raquel Martín Gómez, poeta, España; 102-Isabel Martínez Barquero, escritora, España; 103-Jorge Merino Molinero, obrero, España; 104-Cristina Morales, escritora, España; 105-Ana Patricia Moya, pluriempleada, España; 106-María José Olmedo, psicoanalista, España; 107-
Judith Ortiz, escritora y poeta, España; 108-José Alfonso Pérez Martínez, poeta, España; 109-Javier Pérez Walias, poeta y profesor, España; 110-Felipe J. Piñeiro García, escritor, España; 111-Gonzalo Sanz García, realizador audiovisual, España; 112Ángel Talián, escritor, España; 113-Juan Manuel Zermeño, poeta y ensayista, México. Actualización Firmantes: [17.00 horas / 2-4-2013] : 114.- Verónica Aranda Casado, poeta y traductora, España; 115.- Edgar Artaud Jarry, poeta y profesor-investigador, México; 116.- Aníbal Cristobo, poeta y editor, Argentina-España; 117.- Daniel de Cullá escritor y poeta., España; 118.- Ernesto García López, Poeta, antropólogo, España; 119.- Mariano Hernández de Ossorno, poeta y artista, España; 120.- Rafael Indi, poeta, España; 121.- Miguel Iñiguez Puche, metalúrgico, España; 122.- Miguel Ángel Manzanas, escritor, España; 123.- David Mena, escritor, España; 124.- Ana Pérez Cañamares, poeta, España; 125.- María Salvador, estudiante, España; 126.- Mª Paz de la Torre Casas, profesora, España Actualización Firmantes: [17.00 horas / 3-4-2013] : 127-José Luis Chacón Lafuente, psicoanalista, España; 128-Jorge Díaz Martínez, poeta y crítico literario, España; 129-Inés Guerrero Espejo, profesora, España; 130-Tamara León, escritora, México; 131-José Javier León Sillero, profesor, España; 132-Alejandro Lérida, poeta y maestro, España; 133-Mari Carmen Martín Granados, profesora, España; 134-José Luis Martínez Clares, escritor y maestro, España; 135-Dionisio Munguía J., poeta y editor, México; 136Rosa Prieto Grandal, profesora, España Actualización Firmantes: [15.00 horas / 4-4-2013]: 137.- Eloisa Alba García, poeta y músico, España; 138.- Alberto Arias Pereira, escritor, España; 139.- Paola Burgos Pulido, empresaria, España; 140.- Rodrigo Castillo, poeta y editor, México; 141.- Luis Chacón Ortiz, estudiante-poeta, Costa Rica; 142.- Álex Chico, poeta y profesor, España; 143.- Silvia Gallego Serrano, poeta y profesora, España; 144.- Yohanna Jaramillo, poeta y promotora cultural, México; 145.- Iñaki López de Aberasturi, poeta y profesor, España; 146.- Juan de la Cruz Lorente Jara, librero, España; 147.Álvaro Luquín Navarro, poeta, México; 148.- Myriam Moscona, poeta y periodista cultural, México; 149.- Luis Alberto Navarro, poeta e investigador literario, México. Actualización Firmantes: [21.00 horas / 5-4-2013]: 150.-Víctor Cabrera, editor y poeta, México; 151.-Eduardo Castro, escritor y periodista, España; 152.-Jorge Esquinca, escritor, México; 153.Valeriano Fauve, escritor, España; 154.-Mariana Lozano Ortiz, editora, España; 155.-Carmen Martínez, gestora cultural, España; 156.-Isabel Mellado, músico y escritora, Chile-España; 157.Antonio Muñoz Serrano, escritor, España; 158.-Inmaculada Ramos Tapia, profesora universitaria, España; 159.-Agustín Ruiz Robledo, profesor universitario, España; 160.-Alina Vanessa Victoria Frías, estudiante, México Actualización Firmantes: [21.00 horas / 6-4-2013]: 161-Naomi Ayala, poeta, Puerto Rico-Estados Unidos; 162-José Luis Aznarte Cabezudo, profesor, España; 163-Noni Benegas, poeta y crítica literaria, Argentina-España; 164-María Elena Blanco, poeta, ensayista y traductora, Cuba-Austria; 165-Juana Castro, poeta, España; 166-Ernesto Frattarola Alcaraz, poeta y asesor lingüístico, España; 167-David Huerta, poeta y profesor universitario, México; 168-Juan María Jiménez, poeta y periodista, España; 169-Rosa Medina Doménech, profesora universitaria, España; 170-Cristina Mellado Ramos, profesora, España; 171-Silvia Pérez Criado, estudiante, España; 172-José Prats Sariol, profesor universitario y crítico literario, CubaEstados Unidos; 173-Amir Valle, escritor y periodista, CubaAlemania; 174-Moisés Vega, poeta, México. delatripa: narrativa y algo más 5
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Otro certamen literario Sergio González Osorio
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n estos días circula una carta anónima de denuncia sobre el supuesto fraude, para variar, en un certamen literario. Carta que busca la firma de escritores para robustecer la petición de retirar el nombre al Premio Alhambra de Poesía Americana, por no considerarlo merecedor de identificarlo con el monumento más importante de Andalucía. La razón es que, este 2013, el premio fue otorgado a Álvaro Solís. Sí, otra vez un escritor mexicano vinculado con los jurados más allá de las coincidencias. Dirán los aludidos que sólo ha sido casualidad, como también lo es que el galardonado forme parte de Círculo de Poesía, la revista electrónica en la cual confluyen, desde hace años con proyectos literarios, los mismos jurados. Coincidencia, dirán, que Solís pertenezca al mismo grupo de Mario Bojórquez, ganador de la primera emisión del citado certamen. Mucha gente no presta atención a estos asuntos, al considerar que es de esperar que los concursos literarios sean fraudulentos; sin embargo, es válida la indignación de los que, a pesar de todo, mandan su obra esperando un dictamen justo. Esa indignación la comparto por ser éste un aspecto más de las mafias que se tejen dentro y fuera de México, y que impiden el correcto uso de los recursos públicos y privados destinados al fomento cultural sin distingo. Por lo anterior decidí volver a publicar el siguiente artículo, escrito a fines de marzo de 2012; versa sobre el papel perverso que Círculo de Poesía ha jugado desde la creación de este premio. Sin nada que perder, porque no vivo del quehacer editorial, ni de una beca del FONCA, ni
concibo la amistad por encima de la verdad, denuncio públicamente algo que me parece una práctica repugnante.
El círculo sin poesía En un primer momento Círculo de Poesía (http://circulodepoesia.com/nueva/) me pareció sumamente propositiva: sus contenidos frescos siempre me dieron la impresión de que no todo estaba podrido en los medios impresos y electrónicos de carácter literario. De manera afortunada vi publicados mis textos más de una vez en su sección de poesía; lo cual se debió, debo suponer, a que encontraron algún mérito literario en ellos. Sin embargo, debo decir que todo resultó un engaño y exijo el retiro de mi colaboración, pues he descubierto que su Revista está plagada de corrupción y clientelismo. Se trata de un grupo mafioso que utiliza a Círculo de Poesía como un aparador, empleando su amplia difusión para construir una intrincada red de amiguismo y compadrazgo, para acaparar espacios y premios literarios. Círculo de Poesía es la charola que permite a sus miembros, abrirse las puertas en los salones de la hipocresía literaria latinoamericana. A medida que los compromisos se hacen mayores y que los amigos del Círculo son más influyentes, la crítica se censura. Esto lo puede apreciar cualquier visitante del portal cuando nota que sus comentarios fueron eliminados o ignorados. Incluso, cuando la polémica por lo publicado es de un matiz furibundo, se corta de delatripa: narrativa y algo más
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tajo. Resulta una contradicción abrir un espacio para los comentarios que sólo publica las alabanzas y elogios. Una apertura falsa al lector. Por citar ejemplos que me han llevado a redactar esta crítica sin tapujos, traigo a colación que en el caso del libro Vientos del siglo. Poetas mexicanos 1950-1982, presentado en la feria del libro del Palacio de Minería, los compiladores decidieron que dichos vientos sólo alcanzaron hasta 1982, año de nacimiento de Alí Calderón, fundador de Círculo de Poesía. Al respecto nos dice Margarito Cuéllar, uno de los compiladores, en la nota del portal: "La muestra o reunión de poemas, más que antología, reúne textos de 55 poetas nacidos entre 1950 y 1982. De Efraín Bartolomé a Alí Calderón, el volumen ofrece en 544 páginas una lectura amplia, y hasta donde es posible representativa, del entorno nacional en el campo de la poesía actual." Cabe preguntarse si eso no representa más bien un panorama o la muestra de un grupo que controla y acapara parte de los espacios y medios editoriales; con la salvedad de que en ese libro se encuentren autores que no formen parte de estas mafias y a los que pido no se sientan aludidos. Puede responderse a esta crítica “que toda antología tiene sus riesgos, sus exclusiones e insatisfacciones para los lectores”. Sin embargo, lo que toda antología devela es su objetivo al ser conformada. En este caso, responde a una necesidad de legitimar a un grupo y de anclarlo en una tradición de supuesta ruptura y como representación de una temporalidad. Es lamentable que la UNAM se preste a brindar este tipo de espacios para los fines que he
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expuesto, y no me refiero sólo a los salones y patios neoclásicos del Palacio de Minería, sino al espacio editorial, pues la publicación surgio con el auspicio de la universidad; cabría decir que no es propiamente la UNAM la responsable, sino las personas a cargo de los departamentos editoriales. Prueba de ello es que recientemente se destapó uno de los escándalos más sonados de plagio y cacicazgo editorial dentro y fuera de la UNAM por parte de Sealtiel Alatriste, quien se vio obligado a renunciar a su cargo. Como verán, en ese Círculo no cabe la casualidad ni el mérito, como ocurrió con el galardón más reciente otorgado a Mario Bojórquez: la primera edición del premio Alhambra de Poesía Americana en la categoría de obra publicada. Mario Bojórquez es miembro del consejo de Círculo de Poesía, lo que indica su relación con el jurado del premio granadino, ya que juntos han compartido en varias ocasiones la mesa de presentaciones. García Montero, uno de los miembros de dicho jurado, tiene una sección titulada "Arte poética" en Círculo de Poesía. Por lo que toca a los demás jurados españoles del premio: Raquel Lanseros, Fernando Valverde y Daniel Rodríguez Moya son autores que comparten, junto con Alí Calderón, las páginas de Poesía ante la incertidumbre, misma publicación que los ha llevado a una larga gira de lecturas por España y América. En México, particularmente, han sido acompañados y presentados por el ahora galardonado miembro de Círculo de Poesía. El círculo está completo y, al parecer, estos poetas se mueven en todo menos en la incertidumbre.
Memorias de chun kuns Crónicas de una niña en zapatos de charol Rosa Espinoza
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exicali era un pañuelo. Ahora con el tiempo lo miro así. Un puñado de cuadras, esquinas reconocibles en mi memoria de niña: una donde compraban mis paletas de jamaica, otra en donde me puse mis primeros tenis de lona blanca (que por cierto, duraron poco); aquélla en donde estaba la farmacia, en otra más una panadería francesa repleta de postres que alimentaron mi glotonería; frente al camellón, abarcando dos esquinas, estaba la iglesia que olía a madera recién tallada; la casa de las monjas asimismo fue instalada en un recodo, la rememoro austera pero linda; en otra arista, sobre la avenida grande, había un banco. Puedo seguir numerándolas y terminar pronto, la lista sería corta. Y no era el mundo al que mi niñez se circunscribía, en realidad la ciudad terminaba en una orilla, en cualquiera de los cuatro puntos cardinales, donde el polvo y los chamizos le habitaban y no se podía ver más allá. Lo que estaba más lejos de ahí, como el aeropuerto, era el fin del mundo.
II Mi abuela hablaba de un Mexicali aún más pequeño, uno en donde había coches descapotados que cohabitaban con carros tirados por caballos, como en una película de vaqueros. Unos cartoncillos en sepia son las fotos que conservo. Sus labios de corazón, y siempre de sombrero, frente al edificio de la entonces Colorado River Land Company, en la esquina de la calle F y avenida Reforma,
sentada sobre una piedra. Las mismas palmeras son el escenario de las quinceañeras de hoy que en ese mismo edificio se hacen fotografiar. Hay cosas que nunca cambian. En este pequeño pueblecito era costumbre que las hijas de familia estudiaran en Estados Unidos, el inglés era el pretexto. Una de esas tardes, frente a un té helado con muchos hielos y trozos de limón, sentada en la silla de su porche, platicaba que la frontera era apenas una verja, y pasar de un lado a otro sin pasaporte era un hecho cotidiano. La gente de migración reconocía a las personas y no requería de un visado. Los avatares que significan hoy en día conseguir visa, apenas hacen creíble esta imagen. Hay cosas que sí cambian. Quisiera tener más elementos para dibujar esa ciudad a la que arribó mi abuela siendo una niña de once años, pero sólo imagino lo que las fotos me pueden contar, y una que otra cosa que rememoro de aquellas tardes, cuando desataba recuerdos meciéndose en su poltrona. Así, en goteros, puedo armar historias, breviarios de la ciudad y reconstruir el rompecabezas de su existencia. No se me olvida que en su casa no había coolers, que mi abuelo tuvo que construir un segundo piso en la bodega de adobe de su agencia aduanal. El propósito de hacerlo fue para usarlo durante las noches, lleno de catres, y con un abanico industrial al fondo que hiciera viento. El lugar no tenía vidrieras, sino mosquiteros. Mi abuela, para mitigar el calor delatripa: narrativa y algo más
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de su progenie, colgaba frente a las ventanas unas sábanas mojadas. Cuando escuchaba estas tragedias, yo imaginaba unas franelas roídas, flotando como fantasmas del verano, danzando al ritmo del viento y produciendo esperanzas nulas de frescura. Como víctima del clima, no puedo creer que semejantes recursos pudieran resolver cincuenta grados de infierno, sobre todo cuando las noches son tan viscosas como la melcocha. En los meses de agosto, el calor cuaja los humores y la densidad del ambiente apacigua hasta el vuelo de las falenas, que parecen moverse en cámara lenta. Siempre escucho decir a los viejos que el calor es más intenso ahora, que el amianto de las calles, sumado a la densidad de autos y la inversión térmica lo han intensificado, pero hasta donde sé, un desierto es un desierto. Y dentro de uno caben todos los calores imaginables. Esas eran historias de terror para una mente asustadiza, para alguien que nació con un acondicionador de ambiente marca Westing House en su recámara y que en sus agostos de muchos grados centígrados, secaba su frente sudada en las rejillas que expedían aire fresco y olor a humedad.
III Recorrer todos los días mi camino al colegio de monjas, era tomar el rumbo a la nada. Durante ocho años, llegar a la escuela por las mañanas era un viaje al campo, un picnic sin ensalada de papa y pollo frito. Y es que por esos rumbos no había urbanismo, sólo caminos vecinales y mucha arena. Filas de eucaliptos, sembradíos, peste de zorrillo y, como fondo, el timbre de La Jabonera. Pero al final de cuentas, arena sin ciudad. Más allá del universo que se construía dentro del cerco de la escuela, no había nada. 10
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Pero en ese vacío podía entrar todo: un desfile de soldados, paseos en camello, campamentos de húngaros anticipando un circo, elefantes famélicos, campamochas en cuya cola se abría un abanico de colores, como la del avestruz. Salir al recreo y mirar un horizonte de lomas interminables es una especie de lienzo para la imaginación de una niña. Volar papalotes en el paraje es darle uso a esos grandes terrenos, pero mirar cómo a lo lejos las dunas son un mar iracundo, en donde las carabelas de Colón arribaban cargadas de dinamita y vino, es darles esa posibilidad infinita.
IV Al crecer y tener la perspectiva del espacio en relación con otras orbes, reconoces la peculiaridad de Mexicali. La ciudad se plantea a sí misma, a partir de la línea que la divide con el gabacho. Ahora uno puede ver satelitalmente el crecimiento, pero de niña, uno mira sólo las esquinas, los puntos que marcan los semáforos en el transitar cotidiano de la rutina familiar. Aquellos lugares fuera de ese espectro, no existían, el mundo se resumía a los elementos familiares reconocibles. Hasta la fecha, para mí siempre, sólo hay Norte y Sur. Si quiero ubicarme en algún bulevar, oteo para localizar el cerco limítrofe. Soy una norteada. En esa construcción (simbólica, dirían los expertos en ciencias sociales), uno puede enlistar elementos que constituyen la memoria individual y con ello activar la de otros. Por alguna razón, mis reminiscencias se mueven con los olores, con el color del cielo de alguna tarde sin importancia, con las atmósferas. Cuando desaparece un edificio a consecuencia de un terremoto, o cuando un local es rehabilitado para un uso diferente al original.
No hace poco, en una de las esquinas familiares a mi infancia, construyeron una hamburguesería. Este local se encuentra en una plaza que en sus tiempos ofreciera muchos comercios, en particular un supermercado regenteado por chinos y cuyo nombre cargaba con su penitencia: El Ahorro. Por su ubicación, en medio de la creciente ciudad y en el cruce de avenidas importantes para el tráfico local, el mercado resolvía las necesidades inmediatas del ama de casa que no deseaba "pasar al otro lado" para comprar medio kilo de tomates o un estropajo, y así evitar una visita al Mercado Municipal, que no tenía estacionamiento ni buena iluminación. El Ahorro olía a carne cruda, más bien apestaba. Sus pisos tenían aserrín, no brillaban como los del Shoping Bag de Caléxico, tampoco empacaban las cerezas en canastitas de red, ni regalaban estampillas verdes con las que mi madre canjeaba para conseguir una guaflera. Fallaban las llantas de los carritos y había que escogerlos al entrar. Las especiales del día se promocionaban en cartulinas con letras gruesas, hechas con un marcador gigante. No había revisteros con Harper´s Bazar y los empacadores eran niños chorreados, nunca jubilados con mejillas rollizas. Digamos que en mi mundo de niña con refri en la recámara, El Ahorro, más que un paseo de compras, era un mal viaje. Actualmente en la hamburguesería todo luce agringado, entrar al local me produce cierta congoja. Quisiera oler de nuevo las chuletas de puerco en las vitrinas, y recorrer los pasillos de esa tienda, mientras resuena por todas partes el chillido de las llantas del carrito. Mis hijos se perdieron la experiencia, no tienen nostalgia de ella. Ellos sólo quieren comida prefabricada. El tiempo les dará añoranzas; por ahora, me quedo con las mías,
y que se activan eventualmente y por motivos a veces inexplicables. En una de mis visitas a este local, me di cuenta que conservaba el sótano. Hoy usado como estacionamiento para la franquicia chatarrera. Sin que todavía muchas cosas arribaran a mi recuerdo, interné mi carro en la bóveda, a la cual se ingresa bajando una rampa en picada. Ahí estaba, un bodegón de concreto, grande, alto, con vigas equidistantes. Muchos recuerdos, olores, sabores y un color intenso volvieron a mí como estampida.
V Nunca he sentido mayor placer que comprar zapatos. A los seis, los mejores eran los de charol. Los negros me parecían elegantes para los festejos navideños o las bodas, los rojos se me hacían atrevidos y juguetones, pero los blancos eran señoriales. Sin moños, y lisos, me hacían sentir como princesa. Sacarlos de la caja, de su resguardo en papel de China y oler la piel era demasiado placentero, como mirar el brillo de sus pequeñas hebillas; escuchar el sonido de mis pasos a través de sus taconcitos breves, y ver el sol repetido en mis zapatos. Mis piernas delgadas y largas emergiendo de un par de luces blancas, y decorando ese cuadro: unos calcetines níveos, de encaje y, por supuesto, un vestido esponjado (ampón, les decía) con el cual dar vueltas para ver volar la falda. Ése era el atuendo del domingo y era igual al de mis hermanas. Las tres, clonadas, una tras otra en el asiento trasero del carro, con el mismo vestido, los mismos zapatos, el peinado exacto. Igualitas a los cochinitos de la canción. Las hermanas mayores odiaban vestirse así, pero a mí, nada me importaba, porque la posibilidad de verme reflejada en mis zapatos y mirar las aceras de la calle, la luz de las delatripa: narrativa y algo más
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ventanas, las palmeras del jardín y el eucalipto gigantesco sobre mis charoles blancos, no tenía igual; mirarlos por esa ventana lustrosa me hacía diferente. Por el pasillo de la casa, mientras se alistaban padres y hermanos, caminaba sin parar sólo para mirar mi cara sobre la punta laqueada y escuchar el clap clap que producía. Nunca me preocupé por el corto tiempo en el que se convertían en despojo; el uso intenso les quitaba poco a poco el brillo; los juegos, los raspones de la bici o simplemente mi desparpajo al caminar, les impregnaban heridas. Pero siempre hubo la posibilidad de tener otros nuevos, igual de brillantes y olorosos… Los domingos, luego de misa: ¡todos a comer china! Nomás de pensar en ello, se me llena la boca del sabor a sangría embotellada, y la imagen de una mesa larga con los primos, vecinos, o quien se dejara compartir la cuenta. Entonces, pletórica de olores, me arriba a la memoria una remembranza envuelta en bermellón. Pienso en ese lugar como un gran dragón que nos tragaba durante un par de horas, para luego escupirnos a la tarde tediosa, con la barriga llena de arroz y chop suey. Una bóveda subterránea succionaba nuestra existencia; seducida por la belleza de aromas y colores brillantes sobre los platones trazados con ideogramas ininteligibles para cualquiera que no fuera de Shangai (o de donde vinieran esos personajes que brindaban el gozo del domingo). Hoy, la escalinata roja con la que hacíamos las entradas triunfales ya no está. No se desciende en ellas como en las películas; una loza grisácea e inclinada es la entrada. Las paredes del subterráneo perviven con una desnudez fría de hormigón; no visten más de 12
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papel aterciopelado, ni sostienen murales de seda con la muralla bordada en hilos de oro. Ya no hay niñas con zapatos de charol blanco. Un vacío completa el lugar. Al acomodar mi carro, noto que sólo un par de usuarios se atrevieron a sumergirse en ese socavón de concreto. Me pregunto si recuerdan, como yo, lo que ese recinto cobijaba; desconozco si en su reminiscencia existen todavía los chun kuns que comían cuando niños, luego de ir a misa. Bajo el mercado El Ahorro se instaló el restaurante, según me dicen, se llamaba Sun Time. No recuerdo el día en el que dejó de operar, mucho menos el por qué. Tengo clara la rutina del domingo: la gran pecera al final de las escaleras, que servía de lámpara incandescente al terminar el descenso. Al finalizar los peldaños se abría completo el galerón interminable, una casa de espejos que replicaba hileras de mesas y comensales. Yendo y viniendo, menudos meseros de ojillos oblicuos, ataviados de rojo, acarreaban platones de cerámica tan coloridos como la verdulería que contenían. Humeantes charolas provocaban, con su perfume, que todos babeáramos a la espera de la orden. El hambre atiborraba las comandas, lo mismo que la sed y el deseo. La comida china es seductora, completa los goces a través de los cinco sentidos. Al terminarla, te abate un sueño de opio, profundo y denso como los placeres más culposos.
VI Mexicali sí era un pañuelo. En mis ojos de niña con zapatos nuevos, todos estaban ahí, sonrientes, saboreando las carnitas, cuchareando la sopa de aleta de tiburón, remojando las perdices en el ácido del jugo de limón con pimienta.
Los beatos comentaban la homilía; las madres, el peinado de las hijas; los parientes resentidos, la vida de los demás; mientras mis padres tarareaban a Julio Iglesias ("… me olvidé de vivir…"). Gran fila de carros recién lavados, aguardaban en el calorón. En más de una ocasión miré a un cura servirse un vaso de cerveza fría, mientras su dentadura feroz mascaba la carne grasosa de puerco, poco después de predicar sobre la vida austera y de sacrificios. En una de nuestras visitas, una monja del colegio se sumó a la prole, invitada por mamá. Después de agradecer al señor por sus alimentos, comió arroz blanco y consomé, lo acompañó con agua y té de jazmín caliente. Mientras a escondidas mi mano sostenía una galleta de naranja y almendras que mi abuela se robó de la mesa de a lado, guiñando un ojo, cómplice; teníamos mucha hambre y poca compostura.
VII El orden de las cosas se hizo tradición: "la uno para cinco", ordenaba mi padre. Recibíamos las bebidas con una represión anticipada: nadie debía beber una gota antes de la comida. En mi osadía consideraba comida esos filamentos fritos, enredados entre sí (nulos, les dicen por acá), que la mínima mesera, callada y de terso semblante, nos sirviera. Con mirarlos, el hambre se mitigaba. El primer trago de Sangría Señorial me ayu-daba a pasar ese crocante, pero los enormes ojos de mi madre encajaban su reprobación en los míos. Llegaban las carnitas, una delicia cubierta de caramelo lustroso. Su textura tierna y blanda, siempre han sido la entrada ideal y, sobre la fuente en la que las entregan, el ímpetu de su color las vuelve un espectáculo, sobre todo si el comensal sumerge los bocados
de puerco en el intenso amarillo de la mostaza oriental (extraída de una raíz parecida al rábano, me han explicado). Minutos después, cubierto en el sutil brillo de una salsa a base de ciruelas y soya, el pollo almendrado hacía su aparición; el perfume del apio que le acompaña seduce las papilas, la boca se nos llena de saliva al verlo sobre la mesa. Unido a este plato de colores suaves, arrimaban un cerro de arroz cantonés, confeti de verduras, y carnes venidas de cielo, mar y tierra. Era mágico verlo desaparecer entre cucharazos de los tragones. De todos estos placeres de la comida del Sun Time (y de todas las comidas chinas de mi vida), encuentro virtudes especiales en un pequeño platillo en particular. Greguería de color y aromas, regalitos envueltos en una masa fina como el papel, entregan a la boca, tras la mordida, amasijo de sabores intensos. Me refiero a los rollitos primavera, conocidos como chun kuns, que siempre han sido motivo de disputas fami-liares y acaloradas discusiones sobre lo que encierran sus entrañas. Los mal intencionados dicen que los rellenan de sobras. Sigo pensan-do que son injurias, juicios falsos, artilugios para quedarse con ellos. La primera vez que probé uno, después de quemarme la lengua lo que siguió fue pura algarabía. Antes que la chimichanga de la comida regional mexicana fuera conocida por mí, tuve el gusto de trozar la delgada capa frintangueada del taquito cantonés. Un viaje sin retorno del que no siempre quiero volver. No menos afortunada es la tortita de frijol de soya germinada, vegetales y huevo, llegaba con el resto de los platos: el fuyón. Otra fiestecita filamentosa pletórica de ingenio y sabor. delatripa: narrativa y algo más
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Es sabido que las cartas de los restaurantes chinos poco tienen que ver con la comida que el pueblo de China (líder de la economía mundial en este siglo), acostumbra cosumir. Pero la evocación a esta cultura milenaria, que conlleva a los mexicalenses a desenmarañar, con tenedor en vez de palillos, un plato de chop suey, es nuestra marca registrada. Quien es cachanilla reconoce en los menús chinos algo de su identidad, más identificable que la planta que da nombre a nuestro gentilicio.
VIII Entre temblores, economías precarias y el desdén, Mexicali reconfigura su fisonomía cada diez años. Son mis cálculos. Me permite afirmar esto, la suerte de habitarla en sus muchos rumbos. Un impulso ambulatorio me ha hecho transitar avenidas, caminos de ida y vuelta, calles y bulevares. Sin romper el patrón de armarse a sí misma sobre el tope fronterizo, se ha expandido amorfa y grandilocuente. Le han brotado puentes sin tener más que ríos de carros. El tránsito intenso atiborra su existencia. En medio de la rutina y semáforos fuera de sincronía, el habitante percibe que desaparecen o surgen edificios en lotes baldíos, o franquicias que le brindan ese cascarón cosmopolita. Una máscara hueca del progreso. Después del último terremoto, muchos locales y espacios públicos y privados fueron desapareciendo poco a poco. Nos costó reconocer que el siniestro produjo cambios sustanciales (por dentro y por fuera); nos fuimos quedando chimuelos de muchas referencias que antes fueron pistas para ubicarnos espacialmente. Algunas fachadas marcaban la vuelta para localizar la tortillería, o los pilares de un centro comercial indicaban el fin de una colonia y el inicio de una calzada. 14
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El gran mercado El Ahorro y su restaurante hundido, desaparecieron con sutileza (y no con los temblores). Alrededor de mí, pocas personas lo recuerdan. El crecimiento de la ciudad trajo consigo otros lugares donde disfrutar de los arrollados de primavera (chun kunes) y nos fuimos olvidando de las fauces coloradas y los muros con exóticos tapices. Recuerdo que, siendo joven quinceañera, amanecí con la noticia de un incendio pavoroso. El mercado, olvidado por todos, con poca mercancía en sus pasillos, aniquiló su existencia en medio de las llamas controladas por los bomberos. Cuentan que fue, muy entrada la noche, cuando las calles de la avenida se acallaban, las hirvientes lenguas consumieron el edificio. Hubo pocos testigos. Par de años antes, el local de comida oriental cerró sus puertas de hierro para siempre, y el mercado, reducido a medio local, operó sólo un tiempo más. Después del siniestro, pasar por la avenida y ver el despojo en el que se convirtió El Ahorro, me resultaba doloroso. Como lo fue enterarme que los residentes del sótano de mis placeres, media docena de doberman´s que resguardaban el lugar, murieron calcinados sin la menor oportunidad de escape. Dicen que ladraban sin parar, atorando sus hocicos en la herrería de los portones. Ahora los lugares de comida china, en su mayoría, son locales de un lujo oriental muy lejano a la costumbre; no usan el rojo intenso para vestir las paredes, y pocos cuelgan de sus techos candiles con garras de dragón. Han segmentado su mercado, al igual que la ciudad lo ha hecho con su trazo urbano. Por mucho tiempo, en esta polvorienta ciudad, se propiciaba lo que en muchas otras ciudades del país ha sido imposible unir, a
través de la comida, al más heterogéneo grupo de gente que enterrando el tenedor y saboreando manjares en los muchos locales de comida cantonesa, comparten un mismo espacio físico (y espiritual, ¿por qué no?). Digamos que a través de la comida china, y por el tiempo que toma consumirla, los restaurantes se convertieron en una zona temporalmente autónoma. En ese breve nicho era posible que nadie se fijara en el número de la orden que tomabas: si la uno para dos, para cuatro, o la especial para cinco… El paisa con sombrero y tenis adidas, el gobernador con su séquito de guaruras simulados, la linda familia clasemediera, el burgués empresario de guayabera, el bichicome, los abuelos pensionados, los buchones, los pochos, las fresas, los chakas, los juniors, las chachas, los cholos... una gama interminable en plena intersección sobre las mesas cubiertas de platones garigoleados, sin faltar la jarra de té helado o las caguamas bien frías. Actualmente, pocos son los locales que siguen incluyendo los platillos de mi niñez. Como resultado del sincretismo (como dicen los especialistas en cultura) se han incorporado a las tradicionales recetas, una gama de ingredientes que han arribado a Mexicali a través de los migrantes de regiones cercanas a nuestro estado. Cuando observo que el pollo almendrado ahora tiene cacahuates, me doy cuenta que, a través de la comida, en el espíritu de los chinos, algo lucha por mantenerse vivo, con deseos de continuar. Su entereza es capaz de adaptarse a los cambios para permanecer. Llegaron hace más de un siglo para quedarse. Y, como las abuelas, entraron a nosotros "por la panza".
Los zapatos blancos de charol cada vez se usan menos en las niñas. Igual que los vestidos esponjosos, que ya pasaron de moda. Yo no vi bailar a mi hija dando vueltas con su falda al aire, pero los rollitos marrones, rellenos de colores y perfumes, han pasado por sus dientes, y son, al igual que para mí, sus favoritos en las comidas de domingo.
IX En una noche temprana de invierno, sobre una calle cualquiera, sin importar la hora ni la acera por la cual caminaba, y en busca de nada en particular, miré una luna blanca, como las que sólo se ven en Mexicali. Una rueda inmensa, amorosa y bella, rotunda y amarilla como un gran Roquefort. Recordé a mi padre y su cuento sobre el chino que voló en bicicleta hacia la luna, en busca de queso. Era una de las tantas historias que narraba mientras esperábamos a mamá frente a un consultorio, o en la frutería. Cuando su hermoso relato fluía, su acento mexicalense se convertía en un híbrido del español con un particular énfasis en las eles. El personaje del cuento, con un nombre impronunciable incluso para él, moría de hambre junto a sus hijos, y en sus sueños se hacía rico con la venta del queso de luna. En sus fantasías, el personaje ideaba la forma de llegar a ese tesoro con su única y valiosa posesión: la bicicleta… Los cuentos nunca terminaban, mi madre solía llegar antes del fin. Siempre imaginé a es chinito volando por los aires, rumbo a su gran tajada de queso perforado. Mirar su tez, de un pajizo tenue y aterciopelado, su cabello color de noche intensa, lustroso y geométrico; su cuerpo menudo y su expresión, a veces difícil de descifrar, son parte de la mexicalidad. Tengo el cuidado de
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no intimidarlos cuando los miro mientras sorbo la sopa de hongo de oro; pero si estoy cerca de ellos, no dejo de observarles. Al medio día, por los callejones de la colonia Nueva, como flores de cactáceas, efímeras pero intensas, emergen de quién sabe donde, muchos paraguas festivos que sostienen las manos diminutas de las mujeres de Shangai, que acuden puntuales por sus retoños a la escuela. Llegan y desaparecen en fila. Silenciosas, se muestran plenas junto a sus hijos. Es la alegría de toda madre que tiene la sopa lista y los fideos recién cocidos esperando en la mesa. Para muchos de nosotros, residentes de esta ciudad, escuchar los rumores cantoneses sin
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asombrarse es tan común y cotidiano como la salsa de soya. Cuando hablan los chinos cantan. El sonido de su voz es música ininteligible pero familiar y cotidiana. En nuestra paranoia de ignorantes, hemos llegado a pensar, en muchas ocasiones, que hablan de nosotros. Pienso eso en una noche púrpura, cuando cruzan frente a mi un grupo de jovencitas de ojillos diminutos y cabellos rectangulares. Me avergüenzo. Recapacito y me imagino a mí en China, sola en una ciudad cuya lengua no me dice cosas. Pienso, ¿cómo sobrevivir lejos de mi lugar de origen? Mi respuesta no existe, no lo puedo imaginar. Ellas sí.
Sobre la poesía Marco Antonio Murillo
L
as reflexiones entorno de la utilidad de la poesía no son nuevos. Ya en el siglo I a. C. políticos como Cayo Cilnio Mecenas, consejero de Augusto, llegaron a la conclusión de que si se pretendía fundar un Imperio milenario, no se podía únicamente con las armas y las leyes, se necesitaba el soporte de la tradición; pues sólo ella puede enraizar generacionalmente en el pensamiento humano. La idea era, siguiendo el ejemplo de Grecia, refundar Roma y toda la tradición latina a partir de la poesía. De allí el ahínco con que Augusto reclamaba a Virgilio la escritura de la "Eneida", y la venganza que concibió Ovidio al arrojar al fuego "Las Metamorfosis", como si el destino de Roma dependiera de estas epopeyas. Otros casos que pueden mencionarse son los de Dante Alighieri y San Juan de la Cruz. El primero, en su Divina Comedia, presenta una postura político-religiosa a favor de los Güelfos, tan ferviente que construyó un infierno tan vasto para albergar a sus enemigos. Por su parte, el autor de "Cántico espiritual" ofrece una visión seductora de la contrarreforma. Cabe destacar que este movimiento religioso llegó a tener tal fuerza en España, que solía decirse que Dios habla en castellano.
II Pero pensándolo bien las reflexiones entorno de la utilidad de la poesía sí son nuevos. Los personajes de los anteriores ejemplos nunca pusieron en duda el oficio del poeta, sabían que el poema tenía una utilidad precisa: ella creaba ideas que pueden enterrarse en la mente del escucha y florecer; lo único que cambiaba era el
nombre con que se designaba a dicha utilidad: fundadora de pueblos, viaje órfico, diálogo con Dios. El poeta moderno tiene la situación diferente: con la sobrevenida del Capitalismo y la Revolución Industrial, otros valores que no son trascendentales, y que se relacionan con el materialismo, la velocidad y la caducidad, son los que comienzan a regir el mundo, poniendo en duda los preceptos antiguos que gobiernan el arte. El arte, por su lado, tiene la tarea de poner nombre a los nuevos inventos y descubrimientos, es decir, hacerlos presentes en la historia. El escritor, que hacia el siglo XIX ya comenzaba a profesionalizar su oficio, siente el deber de justificarse ante el utilitarismo de la sociedad. ¿Qué es la poesía? ¿Para qué sirve la poesía?
III Jorge Luis Borges, apelando a la idea de que la poesía es frecuentada por pocos lectores y que, sin embargo, llega a ser trascendental, decía que la poesía es inmortal y pobre. Para Eliseo Diego la poesía era una conversación en la penumbra; Rubén Bonifaz Nuño, por su parte, remata así uno de sus mejores poemas: para los que están armados, escribo. Pero mi definición favorita es una contenida en esta frase de Rilke, que tiene un poco de presunción y de piedad: Todas las cosas a las que me entrego/ se hacen ricas y a mí me dejan pobre. Marco Antonio Campos, acaso más práctico que los anteriores, señala lo que no es, o más bien lo que la poesía no hace:
Texto leído en el marco de las celebraciones por el día mundial de la poesía. Facultad de Ciencias Antropológicas, UADY. delatripa: narrativa y algo más
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Declaración de inicio Cada uno de mis poemas pretendió ser un instrumento útil de trabajo. Pablo Neruda (Estocolmo, 1971)
Las páginas no sirven. La poesía no cambia sino la forma de una página, la emoción, una meditación ya tan gastada. Pero, en concreto, señores, nada cambia. En concreto, cristianos, no cambia una cruz a nuevos montes, no arranca, alemanes, la vergüenza de un tiempo y de su crisis, no le quita, marxistas, el pan de la boca al millonario. La poesía no hace nada. Y yo escribo estas páginas sabiéndolo.
IV La poesía no hace nada. Fuertes declaraciones. Para entender el poema de Campos, se debe regresar un poco en el tiempo. Buena parte de la poesía moderna asignó un rol bastante romántico al poeta, el cual consistía en ser partícipe en la construcción de las sociedades modernas: la poesía educaba al pueblo, guiaba al pueblo. Las grandes revoluciones del siglo XX, fueron vinculadas con la poesía: la Revolución Rusa y Maiakovsky, la Revolución Cubana y Nicolás Guillén, la Revolución de Nicaragua y Ernesto Cardenal. Éste último tiene un poema que integra exactamente el rol que la poesía social asignaba a quien pretendía escribir versos:
Epitafio para Joaquín Pasos Aquí pasaba a pie por estas calles, sin empleo ni puesto y sin un peso. Sólo poetas, putas y picados conocieron sus versos. Nunca estuvo en el extranjero. Estuvo preso. Ahora está muerto. No tiene ningún monumento...
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Pero recordadle cuando tengáis puentes de concreto, grandes turbinas, tractores, plateados graneros, buenos gobiernos. Porque él purificó en sus poemas el lenguaje de su pueblo, en el que un día se escribirán los tratados de comercio, la Constitución, las cartas de amor, y los decretos.
V La poesía no hace nada. Con el posmodernismo, los paradigmas que guiaron cierta poesía moderna están siendo puestos en duda, así como los supuestos resultados que ella obtuvo en los diferentes movimientos sociales en los que sus portadores participaron. Eduardo Lizalde escribió al respecto en un epigrama: ATENCIÓN ACTIVISTAS (tal vez quiso decir poetas) el principal deber / de un revolucionario / es impedir que las revoluciones / lleguen a ser como son. En otro poema, sus declaraciones son más duras, escribe en "Chufas": Toda la mala poesía destruye las ciudades / me temo que es alguna de las nuestras. A pesar de todo, los poemas de filiación social no fracasaron, muchos de ellos los seguimos leyendo hoy con una extraña alegría, lo que fracasó, acaso, fue la ideología política que el autor detentaba.
VI ¿Qué es, entonces, la poesía? Y ¿Para qué sirve? Personalmente no creo que para alguien dedicado a este oficio con seriedad, o a su lectura, le sea algo que haya qué definir, o bien, justificar. Y si se desea meditar o reflexionar sobre ella, no debe hacerse a partir de valores con que actualmente medimos a las ciencias o algunas ramas de las humanidades; tampoco juzgarla con los viejos valores que una vez la rigieron, puesto que a través del tiempo ha ido cambiando y adaptándose a las necesidades intelectuales del
ser humano. La poesía, que es de cada quien, a medida de cómo la interprete, a medida de qué ejecución realice su voz propia, tiene tantas formas para revelar raíces, y tantas definiciones, como poetas. El poema, por tanto, no debe ser juzgado por la temática que maneje, ni por la
afiliación política o religiosa que contenga, sino más bien por la ejecución del poema, si fondo y forma se nutren entre sí. Por tanto, la poesía no es un deber ser sino que ella dice, y debemos como lectores escucharla.
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Luz y oscuridad: Una aproximación visual en la estructura de Primero sueño Denisse Sánchez-Erosa
E
l Primero Sueño es publicado por primera vez en 1692. El engranaje del cual se vale sor Juana para un discurso de 975 versos, es la mitología, pero su expresión y resignificación van más allá de un dominio de léxico o de un repaso lúdico a la historia de las ideas. Su perspicaz conceptualización trasciende lo estético del lenguaje para llevarnos por un viaje que amalgama, no sólo concepciones propias, sino también íconos y símbolos, en donde los silencios tienen igual o más valor que los sonidos. Así, es observable que la oscuridad se impone ante la destellante y segadora luz, permitiendo, gracias a su infinita negrura, traspasar los límites instau-rados por la idea misma de libertad. Mabel Moraña nos menciona en su ensayo Viaje al silencio: exploraciones del discurso barroco, que Este juego barroco de opacidad y transparencia, de luz y sombra, realidad y apariencia, entrelaza la obra de sor Juana con otras antinomias estructurales de su época, las engendradas por el autoritarismo patriarcal y dogmático, transfiriendo así a la dinámica discursiva, los profundos debates que anuncian el nacimiento del pensamiento moderno (Moraña, 1998 :159).
La luminosa realidad inmediata se opone a la oscura realidad privada; el texto abre con la imagen de una elevada masa, en torno a la cual se gesta un juego de dualidades en el que cada polo lucha por obtener el dominio de un mismo espacio: la mente del hablante lírico, que se encuentra entre el día y la noche, entre lo onírico y lo real. La luz del día está relacionada con lo tangible, lo corporal, lo orgánico; la materialidad misma representada por las funciones fisiológicas que abren y cierran el escenario onírico del poema. Siendo entonces la acción fisiológica del dormir2 el paso al desprendimiento de esa materialidad.
Luz Aurora Pimentel nos habla de la posibilidad de dos niveles o planos, el primero es el nivel de ensoñación, el segundo es el de la realidad (netamente material); no obstante, las formas de ordenamiento que se utilizan en El sueño, son básicamente las mismas: en PS, sucede que las marcas de ensoñación no hacen explicito el cambio de un nivel a otro, nos encontramos ante un discurso que se manifiesta en su totalidad como un viaje descriptivo lógico (Olivares, 2007: 40); así, si nos enfocamos en la naturaleza de la metáfora de PS, que entraría en lo que Eliade denomina Hierofania, y que considera que las manifestaciones de lo Sagrado poseen una forma o estructura. Nos encontramos con que, citando a Ricceur, (…) en el universo de lo sagrado la capacidad para hablar se funda en la capacidad el cosmos para significar. Por lo tanto, la lógica del sentido procede de la misma estructura del universo sagrado. Su ley es la ley de la correspondencia, correspondencia éntrela creación in illio tempore y el orden actual de apariencias naturales y actividades humanas.
El binomio luz-oscuridad en tanto que actúa como elemento antagónico, es a la vez , complemento, que se esboza en la configuración de lo icónico. Luego entonces su función es entretejer las redes discursivas, en la estructura de la obra. el orden se comienza a demarcar, en principio de forma horizontal, siendo que la oscuridad se extiende sobre la masa terrenal, para ascender , en forma transversal, al plano de lo etéreo, celestial, místico. La luz es siempre un impedimento, para avanzar en el viaje, comprendiendo el acceso a la fuente de como objetivo unico de la voz lirica; se comprende que, para llegar a dicho objetivo, y, como con Ícaro es la 1
El desprendimiento del alma, de la carne; viaje astral, relacionado con vertientes ocultistas y religiones paganas. delatripa: narrativa y algo más
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misma luz cálida y cegadora refractada la que invariablemente conduce a la caída; la luz, es presentada como elemento de tipo negativo en el universo que se configura ante la mirada del lector del PS; asi la luz, no puede desligarse de otro aspecto intrínseco a su propia naturaleza enérgica: el calor; el que, como activador de los procesos fisiológicos, lleva consigo la inquietante alerta. Así, la oscura noche no puede ser completada en este plano: el globo ocular divisa estrellas, cuando aun no se sumerge en el plano ideal para comenzar un verdadero ascenso; el cuerpo, el motor, entra en proceso de letargo, el corazón, reloj, celador, se torna omnipresente, tales analogías, entre lo natural y lo cultural, entre lo orgánico y lo mecánico, entre cavidad-habitad, son otro de los recursos de la metáfora de lo Sagrado, en la que "hay unan triple correspondencia ente el cuerpo, las casas y el cosmos, la cual hace a los pilares de un templo y a nuestras columnas vertebrales simbólicas unas de las otras, así como hay correspondencia entre un techo y un cráneo ,la respiración y el viento, etc". (Ricceur, 1995:75) Entonces, podemos observar que, las dinámicas gestadas en el espacio de Primero sueño obedecen como en el proceso fisiológico, y cósmico, y por interrelación lo cultural, a una suerte de circularidad; es un espacio en movimiento constante, en el que la voz narrativa encuentra su instante de estaticidad, que depende de donde se posicione para observar; un elemento icónico por excelencia en esta configuración es la forma esférica la cual cabe destacar que posee una eminente carga astronómica y religiosa y se encuentra intrínsecamente ligada a la utilización de la numerología, la esfera es un símbolo de orden trascendental, lo cual hace comprensible el significante peso que posee en la configuración del universo onírico refuerza la visión plástica en Primero sueño como bien menciona Olivares " (…) la esfera cuyo centro está en todas partes y cuya circunferencia en ninguna (…) la forma envolvente comprensiva de la esfera anula en cierta forma las contradicciones del juego de oposición" y así… "nos encontramos
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con que subir es bajar y bajar es subir; su centro equidistante de toda superficie es susceptible de metaforizar la totalidad" (Olivares, 2007: 9). Tal es, la forma en la que se ordena el código espacio -temporal en PS, el cual es atravesado por la voz lírica que conduce al lector a través de este inhóspito territorio normado por los códigos de correspondencias. Siendo que las referencias visuales desprendidas del universo mitológico-cultural, permiten la configuración del espacio, podemos comprender, la función icónica de una pirámide, que al principio del Poema ubica al lector-viajero al inicio del trayecto (y al final lo expulsa al imponer nueva presencia de forma invertida) pese a que se esté desarrollando una idea, un modo de conocer el mundo en tanto se está disertando sobre él.
Literatura consultada Garza Héctor Noé. El Ocaso de la Esfinge: Hacia una nueva interpretaciôn De Primero Sueño, Tesis de Dissertation Para Optar Por El grado de Doctor Of Philosophy, Texas Tech University, Dicembre 2002. Moraña, Mabel. Viaje al silencio. Exploraciones del discurso barroco. México: UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, 1998. Olivares Zorrilla, Rocio. La poética matemática de Sor Juana. Edición digital: Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2007 en Sor Juana Inés de la Cruz. Estudios : Pimentel, Luz Aurora. El espacio en la ficción. La representación de los espacios en los textos narrativos, México UNAM 2001. Mal Pacheco, Carlos. Piramidal, funesta sombra: alquimia y ocultismo en Primero Sueño de Sor Juana Inés de la Cruz. The University of Arizona Lorenzano Sandra (Ed.) Aproximaciones a Sor Juana. México: FCE Universidad del Claustro de Sor Juana. 2005 Torres, Daniel "Los efebos en la poesía colonial hispanoamericana" en La poesía en la literatura española y latinoamericana, pp. 49-60. Noguerol Francisca. Mujer y escritura en la época de Sor Juana Inés de la Cruz. América Latina Hoy. Abril, año vol. 30. Universidad de Salamanca, España. PP. 179-202. 2002 Fedro Arias De La Canal (Comp.) Las Fuentes Profanas de Primero Sueño y otros ensayos sorjuanistas. Asociación De Afirmación Hispanista A.C. México 1998. Montesa Bernet Raquel Voluntad de conocimiento y escepticismo en Primero sueño (Universidad de Murcia).
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Como somos cromosoma La marcha
Ángel Fuentes Balam A Tany, siempre a ella…
Una estación ferroviaria antigua. Poca gente espera el tren. Una manada de vagones oxidados; paredes descascaradas y la tarde lame con su lengua amarga. H.- Fuma. M.- Con maletas. H.- ¿Cuánto falta? M.- Media hora más o menos. H.- ¿Estás?... M.- Te dije que sí. H.- ¿Y si? M.- ¿Regresáramos al verano? H.- Sí. M.- Esto es definitivo. ¿No lo ves? H.- Quiero olvidarlo. M.- Pronto. H.- No esto, el verano. M.- Yo también. H.- Pero no por lo que tú. Quiero olvidarlo para no. M.- Yo igual. H.- Mientes. M.- Como quieras. H.- ¿Hace cuánto? M.- Toda la vida. H.- ¿Tanto? M.- Unos años. H.- ¿Tanto? M.- Un par de meses. H.- ¿Tanto? M.- La verdad. H.- ¿Tanto? M.- Unos días. H.- Tanto…
M.- ¿Por qué viniste? H.- Para ver marchar el último vagón. Estos trenes son muy viejos ¿sabes?; datan de la segunda guerra. Transportaban comida y medicinas. Ayudaban en la contienda de los otros. En ese entonces llegaban hasta la playa. Al puerto. Más allá de donde tú y yo. M.- Ajá. H.- Cuanto más joven, más venía a admirarlos. Desde chico. Nunca imaginé que aquí. Siento que no me hago viejo, sino que enjuvenezco. M.- Todas las mujeres te querrán entonces. H.- Y sólo quiero ahora, escuchar las óxidas ruedas echar quejidos a coro sobre las rieles. M.- Entonces no. H.- Este es el día. Siempre lo fue. M.- Te pedí llorando que faltaras. H.- Falto. Por eso te vas. Si hubiese sobrado. M.- Igual me hubiera ido. H.- Te pedí llorando que no me dejes. M.- Igual me hubiera ido. H.- ¿Podrías? M.- Con decirte que en verdad, sobrabas. H.- Sobraba en tu vida. M.- No a eso me refiero. H.- ¿Y? M.- Que ocupabas demasiado. Siempre fuiste muy grande y yo pequeña (por naturaleza); quedaba empolvada en un rincón de la casa, olvidada como otro adorno. El polvo y el delatripa: narrativa y algo más
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olvido me asfixiaron. Cuando iba a caer, no me tomaste. Me sentía vacía. Espejo sin mercurio. Todo era sobre ti. H.- No aguanto… ¡Todo lo hice porque! M.- ¿Me amas? H.- Más que a nada. M.- Entonces, vete. H.- Contigo me iré. M.- No digas estupideces. No puedes irte. H.- Lo haré. M.- No quiero que vengas. Silencio.
M.- Por favor. Te lo ruego… vete. H.- Él no es mejor que yo. M.- ¿Cómo sabes? H.- Lo sé. M.- No tiene nada que ver. No busco eso. Nadie es mejor. H.- Él nunca será como yo. M.- Haces esto más difícil. H.- Cómo podría ser más fácil. M.- Simplemente queda con lo bueno… con lo bello. Con eso quiero marchar. H.- Lo bueno. Me pides quedar con lo bueno. Lo mejor que me ha pasado jamás, eres. Henos aquí, a punto de perdernos para siempre. A minutos de desintegrar de la historia ese verano. Olvidemos los momentos malos por ti. Olvidemos al otro como si fuese una hoja seca: bella un tiempo, frágil siempre, vuelta polvo. Nos haremos invisibles, disueltos en el ácido gástrico de los intestinos laberínticos del tiempo. Lo bueno ¿qué es lo bueno? ¿El momento en que la hoja se desplaza por el viento o cuando ya destrozada por un pie ajeno recuerdas su forma torcida y mágica? ¿Escuchas? Es el sonido de tu adiós. M.- ¿Recuerdas la playa, cuando en la arena, recostados, nos cubría el rostro una manta? Me dijiste eres toda mía. Me dijiste eres mi océano infalible, te necesito dijiste… Me sentí 26
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segura y plena. Pero poco a poco nos fuimos hundiendo, caíamos hacia altamar. La ola nos arrastraba, pero tú no me viste. Respiraste y no estaba allí para resucitar en tus pulmones. Te aferraste a otras cosas, maderos con los que pretendías restaurar una barca perdida hace años. Lo entendí. Intenté construirla junto a ti. No me permitiste subir. Sólo me mostraste cómo construir mi balsa. Pero te acompañé. Te di todo y más. Navegaste lentamente pero yo no estuve ahí. Ahora. Construí mi propia balsa, porque en la tuya, nadie más cabe. ¿Lloras? H.- Lloro. Todas esas cosas. M.- Ya no importa. H.- ¡No, escúchame! M.- Entiende. H.- Esa barca era para ti. Navegué para buscar maderos más fuertes, más hermosos, con los que pudieras estar satisfecha, construir no un barco, sino una isla donde podríamos dormir la siesta de las seis todo el día sin miedo a que uno de los dos despertase, escuchando el ruido de las olas acompañar la respiración común. Entiende que todo era para ti. Sólo te faltó esperar más. M.- Lo único que quería era hundirme contigo. H.- Ahí estaba. M.- ¡No! H.- Lloras. M.- Lloro. H.- Todo era por ti. M.- Basta. H.- Basta. M.- Es el sonido del adiós. H.- Ya viene. M.- Sí. H.- Nunca se extinguirá ese verano. M.- Nunca. H.- Voy a morirme sin ti. M.- No. Encontrarás a alguien que te ame.
H.- No soy como tú. M.- Lo que pasó con. H.- No digas nada. M.- (…) H.- No lo soporto. Es mejor arrancarme un órgano vital. M.- Lo sé. H.- ¿Lo sabes? M.- Te he llorado como a ninguno. H.- Ahora no. M.- Ningún dolor H.- Es para siempre M.- (…) H.- Se acerca. ¿Te ayudo? M.- No hace falta… por favor… H.- No lleves la… no, nada. M.- La llevo. H.- ¿Por qué? M.- Por el verano. H.- No quiero esto. M.- Perdóname. H.- Perdónate. M.- Me iré. H.- ¿Cómo pudiste olvidarnos? M.- No lo hice. Llega el tren lento. La gente aborda. Mujer suelta las maletas. Hombre las recoge. Niega con la cabeza. Mujer con la mirada baja, las toma. Subirá al tren.
M.- No olvidaré ese verano.
Se cierra la puerta. El tren comienza su andar. El hombre lo mira. Cuando ya no es visible, saca una carta, la dobla y hace un barco de papel que después puede romper.
Llanto repentino en verano H.- Somos un par de gaviotas tranquila, el mundo no nos escucha. Planeamos sobre el mar café (que hirviente) avanza robusto a la orilla, la arena el lugar donde estampamos la huella. ¡Mira: unos cadáveres son peces perdidos, balsas podridas conchas seniles anhelando una perla! Si todo el mundo pudiera escucharnos oír caracol en la oreja el lamento que damos graznando el adiós más azul, mas adiós que podamos. Somos un par de gaviotas refulgentes, grandes gaviotas tranquila, el mundo no puede escuchar, tranquila, que nadie nos puede escuchar, tranquila el mundo no nos escucha.
El hombre se sienta en las rieles. Se cubre la cara. Suenan gaviotas. Sonará el tren. Lentamente anochece. Antes de que la oscuridad se coma todo, por el costado donde el tren ha partido, aparece la Mujer avanzando muy despacio, como para no despertarlo de su sueño. Deja caer las maletas. Él responde al sonido. Se miran. La mujer corre hacia él, pero desaparecen en la oscuridad antes de dar el último beso.
Oscuro
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Cabeza de tortuga Carlos Martín Briceño esde aquí alcanzo a escuchar a las palomas que revolotean en su patio. Como cada domingo aguardo su señal.
D
Tuve que correr hacia la puerta y salir de inmediato, abandonando sobre el piano, los merengues que, el capricho de Obdulia embarazada, me hizo comprar. Y aún trasminado por el tufo a orines y mierda, mientras subía al auto, retrocedí hasta el momento en que crucé frente a esa casa y lo descubrí en calzoncillos y camiseta sin mangas -flaco, pequeño, calvo, pálido-, haciéndome señas desde su diminuto jardín de caricatura, en el que a duras penas sobrevivían un rosal sin hojas y un trío de raquíticos helechos en macetones de barro. Suelo dejarme llevar por lo imprevisto. La situación, además, ofrecía posibilidades: un anciano fantasmal, un chalet casi en ruinas, la orfandad del domingo. Qué podía perder. Atraído por el riesgo traspuse la verja, olvidando los antojos de mi esposa. La mirada inquieta del viejo llamó mi atención. Algo había de extraño en ese parpadeo impaciente bajo las exiguas cejas grises. Con una confianza desmedida, el hombre me tomó del brazo y, al tiempo que hablaba algo acerca de una hermana enferma, guió mis pasos hacia el interior. En ese momento reconocí el olor artificial de los diabéticos. La casa, tal como había imaginado, era amplia. La humedad avanzaba en los techos sostenidos por gruesas vigas de madera. Un tufo rancio llegaba de manera intermitente 28
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hasta mí. Al fondo, tras un largo corredor, se apreciaba un patio con veleta. Sin soltarme, esquivando un trío de pesados sillones Luis XV colocados alrededor de una mesa con jarrón chino, llegamos a la sala. El Stainway deteriorado, lleno de pálidas fotografías, floreros de cristal cortado y miniaturas de porcelana, ocupaba casi toda la estancia. -Espere usted aquí -señaló una mecedora el viejo y desapareció tras unas puertas abatibles de cristal esmerilado. Puse la bolsa de merengues sobre el piano, muy cerca de una diminuta dama victoriana con falderos y sombrilla a la que estuve a punto de tumbar. El polvo me obligó a toser con insistencia. Me senté y vino hasta mi pensamiento Obdulia: a estas alturas debía de estar furiosa por la tardanza; estas últimas semanas, a causa de su estado, se había vuelto insoportablemente irritable. Mientras me balanceaba, erré la vista por los ajados y sucios tapices de las paredes; alcancé a distinguir paisajes bucólicos: escenas de caza, días de campo, familias de campesinos ocupadas en la vendimia. La araña cenicienta, pendiente encima de mi cabeza, era de herrería artesanal, pródiga en florituras. Algunos retratos amarillentos, colgados como al desgaire, evidenciaban tiempos de bonanza. Bastaba dedicarle unos minutos a esos semblantes adustos para descubrir en sus miradas, la expresión inquietante que heredarían a su descendiente. Mi oído distinguió entre los sonidos del patio, el gorjeo apremiante de las palomas, el chirriar acompasado de un hamaquero, la intermitencia de una gotera cercana. Tan
entretenido estaba, que me sobresalté cuando la voz del viejo resonó en la estancia. -Oiga, ¿puede venir? Me puse de pie y, al acercarme, observé que al hombre se le había desabrochado la bragueta de los calzoncillos. Su miembro, flácido y rugoso, asomaba balanceante. La imagen me produjo morbo y repulsa. Sus piernas delgadas, lampiñas, con rojizas picaduras de mosquitos, complementaban el cuadro. Hubiera podido excusarme y salir de ahí en ese momento. No lo hice en parte por desconcierto y porque el viejo se aferró con firmeza a uno de mis brazos. No tuve otra opción que dejarme conducir hasta un cuarto cerrado que olía a orines matizados con aromas a talco de bebé y agua de colonia. Apenas mis ojos se acostumbraban a la penumbra cuando una voz rasposa, de mujer, preguntó: -¿Lo trajiste? Me alarmé. Pasó por mi mente la posibilidad de estar en peligro. Alargué una mano y mis dedos se toparon con los hilos de una hamaca. El viejo, que advirtió enseguida estas aprensiones, me sujetó con más fuerza. Parecía mentira que de alguien tan endeble pudiera provenir tanto nervio.
Antes de que pudiera reaccionar, como si yo fuera un niño, el hombre me guió hacia el centro de la habitación. Me soltó y se dirigió en voz alta a su hermana. -Esther, ¿escuchas? Está delante de ti. Fueron sólo unos segundos, pero mi imaginación trabajó a toda su capacidad. Aquella voz imperiosa, el sexo oscilante del vejestorio, sus manos rugosas, todo parecía surrealista. Justo cuando iba a preguntar qué debía de hacer, unos dedos huesudos y fríos atenazaron mis caderas. -¿Listos? -dijo el viejo. La voz carrasposa, que evidenciaba una espesa aglutinación de flemas en la garganta de su dueña, respondió. -Listos. Fue entonces cuando el hombre emitió sonidos que no entendí, pero conforme subieron de volumen se esclarecieron. Eran onomatopeyas. Emulaban los pitazos de un tren y el rodar de vagones. Y como si llevaran implícito algún conjuro, me convertí en la locomotora de un ferrocarril de carne que se dirigía hasta una puerta, por cuyo dintel se filtraba una titubeante iluminación.
En ese momento la ambigüedad del ofrecimiento me sedujo. A qué clase de ayuda se refería, ni siquiera pasó por mi cabeza preguntarlo. Cedí al impulso y asentí. Obdulia podía esperar.
La luz amarillenta de una bombilla me reveló que estábamos en un baño diminuto. Traté de no acercarme a las paredes: los mosaicos estaban recubiertos por una capa de moho y grasa. Me fijé en la anciana, cadavérica; el mapamundi de su rostro, el extravío en la mirada, ese nido revuelto de canas y la boca babeante, evidenciaban una demencia senil avanzada.
-Hace días que no da del cuerpo -confió tras una pausa.
-Ayúdeme a sentarla en el inodoro, se resiste a defecar en el pañal.
-Es mi hermana mayor -dijo, tranquilizante¿Serías tan amable de ayudarnos?
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Una oleada de orines saturados de fármacos llegó a mi olfato. Debí respirar por la boca para evitar la náusea que amenazaba con transformarse en vómito. A mi derecha, en una palangana llena de agua turbia, nadaba una tortuga. De cuando en cuando, el quelonio asomaba su fea cabeza de glande para observar nuestras maniobras.
maloliente, donde las cucarachas pululaban con libertad, un paso atrás significaba soltar a la vieja, dejarla a merced de su propio peso.
-La tenemos desde la infancia -se apresuró a decir el hombre.
-Aguante -exclamó el viejo como si adivinara mis pensamientos.
Fingí sonreír. A la vieja había que sostenerla con fuerza, como un fardo, para que no se fuera de bruces contra el suelo. Al cabo sus ojos, antes semicerrados, se abrieron, y el semblante se le enrojeció más de una vez, al tiempo que emitía pujidos y ventosidades. Fue cuando sucedió algo que, dadas las circunstancias, me pareció accidental. El viejo rozó sus piernas contra las mías y sentí su erección. Quise apartarme, pero en aquel baño estrecho y
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Traté de convencerme que el frote que sentía sólo era casual. El hedor que minaba el lugar cortó mis reflexiones. Cada vez era más difícil evitar la náusea, el sudor empapaba mi camisa y me sentía incapaz de continuar.
Bajé entonces la vista y me encontré de nuevo con aquella lisa cabeza que emergía del agua, al tiempo que una mano, ¿la del hombre?, ¿la de la hermana?, se abría paso en mi bragueta hacia mi endurecimiento. Una sonora descarga de excrementos me hizo recordar a Obdulia y la razón de estar ahí. Como pude, acomodé a la anciana en el bacín y, sin decir nada, olvidando los merengues sobre el piano, me precipité a la salida.
Taibo II y la novela policiaca Martha Alejandra Rosario Alpuche
E
n el momento en que la novela policíaca vio la luz, consiguió una serie de adeptos atraídos por la fórmula del enigma y la búsqueda de su resolución. Edgar Allan Poe es considerado el padre de la novela detectivesca con una serie de cuentos, entre ellos Los crímenes de la calle Morgue. Posteriormente Arthur Conan Doyle presentó al famoso detective Sherlock Holmes. En sus historias se dieron a conocer los clásicos métodos detectivescos conformados por las pistas y la deducción. Inmediatamente surgió una especie de juego entre el lector y el autor. El primero intenta por todos los medios resolver el misterio antes de leer la última página de la novela. El autor, por su parte, quiere demostrar su inteligencia y habilidad para evitar precisamente que el receptor descubra toda la verdad antes de leer el final y las explicaciones del narrador acerca de quién cometió el crimen y por qué lo hizo. La novela clásica de detectives obtuvo un público cautivo y a su vez el desdén de la crítica, que considera que este tipo de novelas no da muestras de un excelente empleo de la prosa, además de considerar que el éxito comercial no es compatible con el capital simbólico necesario para pertenecer a las altas esferas literarias. Ante este panorama, algunos escritores se dieron a la tarea de defender el género, entre ellos Chesterton y Chandler los cuales sustentaron la defensa, en la siguiente observación: para escribir una buena novela de detectives es necesario una gran dosis de creatividad que permita plantear un escenario, personajes y una trama creíbles. Igualmente es de suma importancia un manejo
perfecto de la narrativa para mantener el suspenso, el interés del lector y proveer las pistas necesarias de manera sutil. Quien considera que escribir novelas policiales es muy fácil, está equivocado. Este tipo de relatos implica un enorme esfuerzo narrativo. Es verdad que son muchos los que han escrito novelas detectivescas, pero pocos han logrado el reconocimiento y éxito. Los lectores adeptos al misterio son a su vez exigentes. Demandan tramas complicadas y que signifiquen un reto a su intelecto. Para esta clase de receptor un relato demasiado obvio y simple es sinónimo de aburrimiento y poca imaginación por parte del autor. El escritor Van Dine redactó una serie de reglas para escribir una buena novela de misterio. Entre las más destacadas se encuentran evitar que el asesino sea el muy utilizado mayordomo o chofer, la intriga amorosa no es compatible con la novela policial, la resolución del crimen debe involucrar métodos realistas y, por último, una regla que considero esencial: el asesino o criminal debe ser un personaje que haya sido una constante dentro del relato, pues es inverosímil sacar un culpable a última hora. Porque el lector se sentiría defraudado. Al lado del enigma, las pistas y los métodos lógico-deductivos, hay un elemento esencial en la novela detectivesca: el detective. Este personaje es el epítome del heroísmo, de la rectitud, de la honestidad e inteligencia. En los antecedentes históricos de la novela de misterio se han creado detectives inolvidables delatripa: narrativa y algo más
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y poseedores de las características antes mencionadas, empezando con Dupin, el detective de Poe, siguiendo con Sherlock Holmes (definitivamente el más famoso) cuyo padre es Conan Doyle, Maigret el detective-policía del belga Simenon, y terminando con dos figuras memorables: Poirot, un detective pulcro, peculiar, que hace gala del uso de sus células grises, Miss Marple, una viejecilla muy curiosa que siempre resuelve el crimen antes que la policía. Estos son creaciones de Agatha Christie. La novela de detectives tiene un nicho bien establecido: el enigma es la base de todo. Las preguntas ¿cómo?, ¿porqué? y ¿quién fue? Pero llego un momento en que el misterio en sí no fue suficiente para interesar al lector, las atmosferas en la novela detectivesca clásica eran muy artificiales, poco apegadas a lo que sucedía en la sociedad y con la ciudad. La realidad es que la violencia y la corrupción comenzaron a ser frecuentes en dicha sociedad. El público lector estaba ávido de encontrar estos elementos reales en la novela policíaca. Los escritores vieron en el relato detectivesco la oportunidad perfecta para combinar la incógnita del crimen y al mismo tiempo plasmar la realidad, denunciar los abusos y hacer patente el mundo en el que vivimos. Es en este momento cuando nace la novela negra en manos de escritores como Dashiell Hammett y Raymond Chandler. La clásica novela detectivesca tiene raíces europeas especialmente británicas y francesas. La novela negra se origina en Estados Unidos, nación joven en comparación con los viejos países europeos. En el género negro, el misterio comparte la importancia con la realidad, con el lenguaje crudo, violento. La figura del detective también evoluciona dentro de la novela negra. Muchas veces el detective debe dejar de lado la honestidad y rectitud para poder obtener información o hacer justicia. 32
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Atrás quedó esa realidad fantasiosa donde se descubre al asesino, se le entrega a la policía y es sentenciado. Se da paso a este entorno que muchas veces nos supera, un mundo donde se muestra que existen policías corruptos, que pueden ser comprados por la cantidad correcta de dinero, redes de criminales tan fuertes que no sólo se trata de descubrir quién cometió el crimen, sino encontrar la forma en que realmente se haga justicia. En la novela negra, los finales no son perfectos, a pesar de que el lector sabe quién cometió el crimen y por qué. Esto no es sinónimo de que el criminal acabe tras las rejas cumpliendo una sentencia. La constante que permanece en la figura del detective, es esa soledad perenne donde puede tener aventuras amorosas, pero la estabilidad del noviazgo le está negada. Esta soledad se puede asociar con la realidad de millones de habitantes que conviven en las grandes ciudades y quienes de alguna u otra manera tienen un aura de soledad y desconfianza hacia sus semejantes. La novela negra tiene como objetivo denunciar y evidenciar la corrupción y violencia que se vive en el día a día. Los escritores de este género encontraron que la fórmula entre una dosis de realidad y misterio era única. Los lectores volvieron a quedar atrapados no sólo por este intento de descubrir al asesino, sino que a su vez también se enfrentaron y descubrieron una parte de la sociedad escondida y olvidada. En cierta forma, puede decirse que el enigma a resolver pasó a un segundo plano, para dar cabida a lo real, al bajo mundo, a las redes de corrupción que existen en mayor o menor medida en los países, especialmente en las grandes ciudades. Los Estados Unidos es el lugar donde la novela negra surge. Posteriormente Latinoamérica repara en éste género y lo hace suyo a su manera. En México Paco Ignacio Taibo II es
considerado el punto de partida de lo que en América Latina se denominará la novela "neopolicial".
eso lo va a decir alguien que fotografíe mejor. Usted sólo va a llevar las armas hasta la costa, y ahí va a jugar a inventar un desembarco. (162)
Taibo II encuentra en lo policíaco el vehículo perfecto para denunciar la realidad mexicana, que, como él mismo acepta, puede resultar aún más sorprendente que la misma ficción. El Distrito Federal es un elemento importante y esencial en sus novelas. Se narran espacios conocidos para quienes habitan esta ciudad, que sirven de referente para ubicarse en cierto punto de la ciudad de México, una ciudad y país de los ochenta, donde se entremezclan elementos ficticios con historias reales, como las elecciones presidenciales de 1988.
Taibo II también hace evidente en esta misma novela, como el detective se enfrenta solo contra un monstruo de siete cabezas. La realidad es que podrá capturar a uno de los criminales, pero siempre habrá alguien más dispuesto a terminar el trabajo, ha sustituir al capturado, un ejemplo es este párrafo de Regreso a la misma ciudad y bajo la lluvia:
Como sus colegas, Taibo II también crea un detective, pero no es cualquier personaje. Es un detective a la mexicana, muy acorde a una ciudad de México caótica y violenta: tuerto, medio cojo, con un humor negro, lo que le permite sobrevivir en esa jungla de asfalto. Sus clientes son personas que saben que acudir a la policía es inútil, pues muchas veces las autoridades forman parte de los negocios ilícitos o brindan protección a los criminales a cambio de una buena cantidad de dinero. Héctor Belascoarán Shayne, nombre del detective creado por Taibo II, sabe que muchas veces tendrá que violar la ley o incluso hacer justicia de propia mano para que una muerte no quede impune. Por ejemplo en Regreso a la misma ciudad y bajo la lluvia se dice: Para ser mudo traía demasiados papeles. Mire nomás - dijo Héctor mostrándole al Chato lo que hacía un par de minutos le había sacado de la bolsa-. Judicial del estado de Michoacán, qué a toda madre. Déjeme adivinar…Usted es el que va a acompañar las armas que van a desembarcar en Michoacán. Usted es el que las va a capturar. Usted es el que va a decir a la prensa que los cardenistas estaban contrabandeando armas quién sabe con qué oscuros motivos. No. Eso no lo va a decir usted,
"Usted no la puede parar. Ya se entregó el papelito a unos periodistas. Aunque no haya armas, se va a hacer el borlote contra los cardenistas. Se los van a joder igual. Unas armas por ahí como quiera aparecen; éstas porque se veían bonitas, y el barco, y todo, y no son armas mexicanas." (163)
Belascoarán es cínico, es un solitario con muchas aventuras amorosas pero poca estabilidad, a su vez es una persona idealista: desea que se haga justicia, que la verdad se descubra y los malos sean detenidos, pero está perfectamente consciente de que en un país como México es muy difícil lograrlo solamente por la vía legal. Por lo mismo muchas veces tiene que jalar el gatillo, amedrentar al enemigo, amenazarlo o golpearlo. Las novelas de Taibo II presentan la dura realidad mexicana, pero con ironía y humor negro impresionantes. Así como los mexicanos se ríen de la muerte, con las novelas de Taibo II se puede uno reír de cómo el crimen organizado, la violencia, el poder, el dinero y la corrupción son los que mandan, porque quienes poseen todo esto son los que tienen la última palabra. Un posible recurso es acudir a Belascoarán Shayne, que no cejará hasta encontrar al culpable y hacerlo pagar de una u otra forma, aunque definitivamente esto no significa que vaya a ser bajo el amparo de la ley. Belascoarán es sinónimo de ajuste de cuentas, es la posibilidad de esclarecer el crimen, de saber por lo menos qué fue lo que paso. delatripa: narrativa y algo más
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Las novelas de Taibo II son un retrato del Distrito Federal, del carácter de los mexicanos, de cómo se dejan llevar por la broma y el humor para sobrevivir en esa realidad poco halagadora. Sus historias entremezclan la seriedad y la burla. Evidentemente es verdad que la corrupción está enraizada en todo el sistema de gobierno, en las empresas y en la gente en general. Es duro darse cuenta de la influencia tan grande que el dinero y el poder tienen. Con unos billetes todo se arregla, se consigue cualquier cosa, y un negocio, por más ilegal que sea, puede obtener una fachada respetable a cambio de la suma correcta. Los relatos de Taibo II tienen pasajes que dan una pequeña muestra de la cultura mexicana, como el párrafo en Regreso a la misma ciudad y bajo la lluvia acerca del mariachi: Hay mariachis completos, medios mariachis, con uniformes negro y botón plateado,con uniforme vulgar; sin uniforme, con corneta, sin corneta, con corneta y sordina, con tololoche y gordo con contrabajo, con tres violines, uno de decoración o simplemente con dos. De amenizar fiestas, de acompañamiento, de lucimiento nomás, con pistolas de verdad o de mentira,con transporte propio o de vil infantería. Pululan por las afueras de una remodelada plaza de Garibaldi atacando a los paseantes. (165)
Sus novelas permiten tomar consciencia de la condiciones en que se vive y al mismo tiempo reír de esta realidad absurda que supera la ficción. Los mexicanos se burlan de lo que les afecta, de las cosas a las que temen, como la muerte. Es una válvula de escape que les permite hacer más ligera la carga del día a día. El detective Belascoarán se ríe de sí mismo. Sabe que es la única forma de sobrevivir en una ciudad traicionera como el Distrito Federal. Es un detective diferente, "sui generis "en relación con los personajes escritos por Edgar Allan Poe o 34
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Agatha Christie. Obviamente el espacio en el que vive y se desenvuelve es una gran influencia. El tono burlón, sus malas palabras, la melancolía y la soledad son ingredientes inherentes en el carácter de Belascoarán y también forman parte del ambiente citadino de la ciudad de México. Sólo en una ciudad donde todos parecieran estarle robando el oxigeno al vecino, es posible conocer a un personaje como el detective. Esta ciudad da origen a las historias descritas en las novelas de Taibo II. La ciudad de México es el espacio ideal para dar vida a un personaje como Belascoarán Shayne. Es como un viejo lobo de mar o prisionero de guerra lleno de cicatrices, pues la vida lo ha marcado, lo ha tenido al borde de la muerte. El detective tiene momentos de duda, de desesperanza, cuando se cuestiona si tiene algún valor la labor que realiza. Belascoarán sabe perfectamente que es muy difícil que la situación cambie en el país. A pesar de todo esto sigue adelante en su empresa. Juega en los mismo términos que los criminales y las autoridades: la ley del más fuerte, la ley del Talión: ojo por ojo, diente por diente. El detective es la única esperanza de esta serie de habitantes que no son escuchados por la autoridad. Él sabe que probablemente tendrá que tomar la justicia en sus manos, pero no es eso lo que le pesa. Su pesar se debe a la falta de esperanza de que mejore la sociedad. Belascoarán es un hombre solo contra el mundo. Probablemente Taibo II también esté cumpliendo con un deber: la denuncia de esta situación corrupta y violenta, dejar en evidencia a las autoridades. Es una cruzada para que el lector se percate del entorno que lo rodea. Es entretener al mismo tiempo que concientiza al receptor. Éste es el sello de la obra de Taibo II, lo que la hace diferente de la novela negra en sí. La
realidad mexicana es muy distinta de la situación que se vivió y se vive en la cuna del género negro: los Estados Unidos. Sus novelas no son una copia de las obras de Dashiell Hammett o Raymond Chandler. Por el contrario, él toma la novela negra y la sitúa en la ciudad de México, le agrega un detective mexicano con un carácter acorde a la ciudad y una serie de crímenes también a tono con la realidad mexicana. Paco Ignacio Taibo II es un escritor de suma importancia para la literatura mexicana. Sus novelas están dirigidas a los mexicanos. Incluso se tiene que tener cierto conocimiento de la geografía defeña para ubicar perfectamente los espacios descritos en su obra. Sus novelas son una combinación perfecta de investigación. Hay un crimen por resolver, una búsqueda de pistas e indicios pero, al mismo tiempo, habla de una ciudad, de una sociedad envuelta en la corrupción, el abuso de poder y la violencia. Es la ciudad de México de la década de 1980, años en los que ya estaba patente lo putrefacto en las autoridades y la sociedad misma. Belascoarán Shayne es el detective adecuado para el Distrito Federal. Sabe sobrevivir, sabe defender lo que considera justo y por ello muchas veces ha estado a punto de perder la vida. En conclusión, Belascoarán es el detective a la mexicana, un personaje que encaja perfectamente en esa sociedad de más de veinte millones de habitantes del Distrito Federal. Son necesarios el cinismo y el humor negro para seguirse levantando cada mañana, y Belascoarán Shayne los tiene.
Por último, hay tres aspectos esenciales a puntualizar: 1) El Distrito Federal es un espacio poderoso, especial, insólito. Es este ambiente una gran influencia para la novela negra de Taibo II. El tránsito, los personajes pintorescos que van desde los vendedores ambulantes, los boleros y abogados de cuarta están retratados en sus relatos, son algunas de las piezas que conforman la maquinaria de la ciudad de México. Este monstruo que cambia a quien convive y vive en él. 2) El personaje principal: el detective Belascoarán Shayne es un reflejo de la ciudad, la convivencia diaria con la corrupción y abuso de poder, convierten al personaje en un ser insolente, desenfadado, que no se sorprende que criminales y policías se encuentren coludidos. Un detective que sabe que aún llegando al fondo del asunto no significa que se vaya aplicar la ley y el delincuente pague. Un personaje que ama y odia su ciudad, un ambiente donde se pueden encontrar al mismo tiempo los personajes más miserables y los idealistas que desean un cambio en la sociedad. 3) La novela negra es el medio efectivo para presentar un retrato de lo que pasa en la ciudad de México. Es un género que atrae al lector con el misterio y que al mismo tiempo denuncia la corrupción y la violencia. Los seguidores al género son muchos, por ello existe la posibilidad que al momento de la lectura, el receptor tome consciencia de lo que pasa a su alrededor. Mediante el humor y de una manera cínica, las novelas de Taibo II son una denuncia social al sistema corrupto gubernamental. El escritor tiene la intención de llegar a la conciencia del lector y que éste decida hacer algo, cambiar su realidad.
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El diploma de Margarita Angélica Santa Olaya
L
os gritos insistentes del reloj despertaron a Margarita. Sobresaltada lo buscó en el suelo, junto a la pata rota de la cama que se apoyaba, desde hace años, en un pedazo de tabique como reumático viejo en su bastón. Margarita apagó la alarma. -Ya, ya, cállate ya. Ya te oí, carambas... Margarita se dirigió al reloj como a un viejo conocido. En las niñas de sus ojos dos diminutas imágenes de la veladora prendida en el altar de la virgen de Guadalupe se repetían, una vez más, como los días de Margarita; indiscutibles, interminables... La mujer, calada por el frío, se envolvió en una cobija y arrastrando el comienzo de la mañana en los pies, colocó el reloj junto a la veladora. -Más honor que estar junto a la virgencita no puedes tener... Pero lo mereces. Sólo tienes que portarte bien, como quedamos. Desde hacía mucho Margarita arrancaba trozos de tiempo a ese pedazo de hojalata; tarea en la que era una experta luego de once hijos que le reclamaban, como pajaritos hambrientos, un bocado de aquellos minutos robados y estirados a fuerza de fe. El viejo reloj continuó su castrense andar, impasible y parsimonioso, recordándole a cada segundo, que no era ella quien marcaba el ritmo de los pasos. Todo lo contrario, Margarita obedecía órdenes que no admitían respingos ni rezongos; las órdenes del tiempo que no regala treguas. Sin embargo, Margarita logró establecer un pacto piadoso con su verdugo. Se comprometió a no enterrarlo en-
tre la milpa, salvándolo de una muerte lenta y herrumbrosa, a cambio de que él alargara, con lentitud premeditada, la distancia recorrida en cada tic-tac para que Margarita pudiera atender a todos y cada uno de los pollos famélicos que piaban a su alrededor. De todos el menos escandaloso, pero más demandante era Maricela, de cinco años, quien no podía moverse por la parálisis cerebral que la acompañaba desde que nació. Esta enfermedad es un animal enfurecido que no suelta a su presa, decía Margarita, cuando hablaba del mal que carcomía la vida de su hija, mientras anudaba el viejo rebozo que utilizaba para llevarla cargada a todas partes. Incluso a Tempan, que estaba a cuatro horas del rancho. Los resquicios de la vieja puerta de madera aún no habían sido violados por la luz de la mañana. En el cuartucho de Margarita sólo las flamas del altar montaban guardia. Los niños dormían apiñados en catres reumáticos rodeados de trebejos. Para ellos la alarma del reloj era un murmullo lejano que se introducía de pronto en la película de sus sueños y que se alejaba con lentitud ignorado por el guardián del descanso. Ese vigilante en duermevela que conocía las diarias intromisiones del viejo reloj y que siempre, a la misma hora, cumplía la misma función; desoír sus llamadas a la vigilia. Margarita tomó la veladora y la llevó a la mesa. Con la falta de sueño colgándole de los ojos como dos cortinas desgastadas y percudidas, puso a hervir el agua para el café y salió a echar unos granos a las gallinas.
Este cuento pertenece a "Sala de Esperas". Eterno Femenino Ediciones, México, 2012. delatripa: narrativa y algo más
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-Buenos días, comadre. -Buenos días, comadrita. ¿Cómo amaneció? -Pos aquí, comadre, como siempre, ya sabe. Tenemos que ganarle al sol pa' que nos alcance el día. -No nos queda di otra. -Oiga comadre, quero pedirle un favor. -Como no comadre, si se puede, como no. -Quero pedirle que pasado mañana le eche un ojito a mis chamacos. Tengo qu'ir a Tempan. -¿Y eso? -Voy a ver si encuentro al gobierno pa' que mi ayude a comprarle una silla con ruedas a la Chela. El otro día pasaron en la tele un anuncio de algo que se llama los Derechos de la mujer. Dijeron que si uno pide ayuda, la Patria se la da. Y yo pensé, pos si nomás se trata d'eso tengo la boca pa' pedir ayuda que harta falta mi hace... ya ve usté… Yo soy mujer y mi Chela igual… Quero ver si el Gobierno nos ayuda un poquito... Los gastos están rejuertes y mi espalda está cada vez pior con la Chela… no es que me duela trair mi capullo a cuestas, pero el cuerpo cada vez me da pa' menos… Y pos yo también soy hija de la Patria ¿no?, y la Chela también... -Pos estaría bueno comadre, ya va siendo hora que descanse de cargar a esa muchacha. Nomás la veo como se le tuerce el lomo poco a poquito por llevar a su chamaca de un lado a otro… igualito que una vara de maíz cargando una mazorca de huitlacoche que sigue apeñuscada a la caña. ¡Ay comadre, dispense usté la comparación! -No se apure comadre, es la verdá… mi Chela es como una mazorquita enferma pero 38
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pa' mi vale igual que todas las demás. Si Dios me la mandó, pos pegada a mi pecho estará… pero con tantita suerte y hasta mi ayudan pa' que la lleve al dotor y me la miren. Qué tal que se me va curando comadre, ¿s'imagina? -Dios mediante comadre. Vaya usté allá sin pendiente, yo los miraré en lo que usté vuelve. -Gracias comadre, espero no dilatarme más de la cuenta. Mañana nos arreglamos. Margarita se metió al cuartucho al escuchar el burbujear sordo del agua en el pocillo y tomó la bolsa del mandado. Cuando puso un pie fuera del límite de la puerta para ir al tendejón por unos bolillos, se preguntó cuántas veces había realizado el mismo movimiento a lo largo de su vida. No pudo responderse. Muchos pasos quedaban aún por andar. Pasó una mano por su frente para espantar las preguntas y siguió caminando. Se consoló en el recuerdo del viaje del día siguiente, a Tempan, pidiendo a Dios para que el día pasara pronto. Incluso estuvo a punto de hablar con su reloj para suspender el pacto de los pasos largos por un día. - No sea que se me vaya a malacostumbrar y luego cómo lo paro. Se rió consigo misma de su pensamiento y alejó de su cabeza a las alebrestadas aves del desasosiego. Por primera vez en mucho tiempo Margarita no se sentía sola. Compró la veladora más grande que encontró en el estanquillo para demostrarle a la virgen de Guadalupe que del tamaño de la veladora era su fe. Hincada frente al altar le pidió a la imagen que la ayudara a decir las palabras correctas cuando estuviera frente al Gobierno. Margarita se acordó de que tuvo que salirse de la escuela cuando iba en segundo año para ayudar a sembrar la milpa. No había terminado de aprender a leer y a escribir y eso la hacía
sentirse insegura ante un acontecimiento de ese tamaño. Iba a hablar, nada más y nada menos, que con el Gobierno. -¡Virgencita, ayúdame a incontrar al Gobierno! ¡Sólo él puede ayudarme a curar a m'hija! ¡Ayúdame a hablar bien! Tú sabes que a mí no me pesa cargar con mi Chela pa' todos lados, pero también tengo que atender a los demás hijos y mi espalda a veces parece que quere quebrarse como dice mi comadre. Si yo me quebro, ¿quen los va a ver virgencita...?, ya ves que el José se me fue hace cinco años y estoy sola con tu ayuda nomás. Pos si esa jue tu voluntá yo no me quejo, sólo te pido que me ayudes a que la Chela se mejore y pa'eso hay que tener dinero. ¡Acompáñanos en este viaje virgencita y te prometo la veladora más grandota que mi'ncuentre en Tempan! Al día siguiente, con los ojos tan relumbrantes como el barniz de su jarro de café, Margarita salió de su casucha con rumbo a Tempan, con los dientes saliéndosele de la boca y la Chela arrebujada en las hilachas del rebozo como una mariposa reseca que se niega a dejar el capullo. -Pos yo no sé si el Gobierno es alto, chaparro, gordo o flaco, pero güeno tiene que ser. ¡Cómo no, si es el señor de la Patria...! Y la Patria es güena, dicen, porque es como nuestra mamá… ¿Verdá mi Chela? Platicaba con Chela para aligerarse el camino. La niña la miraba con los ojos muy abiertos sintiendo, a través del rebozo, los latidos llenos de esperanza en el corazón de su madre. Los maizales y los campos de frijol le parecieron a Margarita más pródigos que nunca. El verdor, ancho y húmedo, le inundaba las ganas y le atizaba los pasos. Luego de cuatro horas de caminata y un tramo recorrido en autobús, llegó al Palacio
Municipal porque alguien le dijo que ahí estaba el Gobierno. Al final del oscuro pasillo de aquel edificio, carcomido por una viruela amarillenta, encontró una ventanita, mugrosa y manoseada, con tres barrotes medio oxidados que la separaban de una mujer que tejía al otro lado sin percatarse de su presencia. - Güenos días. -¿Qué es lo que quiere? Le respondió la mujer frunciendo el ceño y sin dejar de tejer. -Quero ver al Gobierno. -¿Pero a quién del gobierno quiere ver? ¿A qué persona? Y seguía tejiendo… -Pos… no sé... al Gobierno. Al que sale en la tele y habla de los Derechos de la mujer. La mujer, por fin, levantó la mirada y sonrió burlona. -¿Para qué lo quiere? -Pa' que me ayude con m'hija... Margarita se separó un poco de la ventanilla para mostrar a Maricela. La niña observó a la empleada desde el refugio de los pechos de su madre. La mujer, ojos alargados de gato calculando el arañazo, reconcentró un instante la mirada escudriñando a Maricela con morbosa curiosidad. -En la tele dijo que nos puede ayudar. Insistió Margarita. -Hoy no hay nadie en las oficinas porque es viernes, fin de semana, y ya es la una de la tarde. Venga la semana que entra. Margarita, decepcionada, volvió a su rancho. delatripa: narrativa y algo más
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- ¿Qué pasó comadre incontró al Gobierno? - Tóvia no comadre, tengo qu'ir la semana que viene. - No se me desavalorine comadre. Va a ver como pa' la próxima tiene más suerte. Margarita regresó a la semana siguiente y tampoco encontró al Gobierno porque "era puente". Luego fueron vacaciones. Después el Gobierno "tuvo un imprevisto". Margarita fue tantas veces a Tempan que ya ni se acordaba cuántas habían sido. El frijol y los maizales del camino, daban señas de querer malograrse en cada nuevo viaje que hacía; cada vez más amarillos y resecos. Escuchó decir a un paisano que iba en el autobús que había caído una plaga en los cultivos. Sin proponérselo, el entusiasmo se convirtió en buen ánimo a secas y el buen ánimo en una cansada tristeza que se iba deshojando como las hojas del maizal. -Señorita, l'único que quero es que el Gobierno mi ayude con mi Chela. Nomás eso… ¡Ayúdeme pa' ver al Gobierno por favor! Ya no tengo más centavos pa' venir otra güelta. -A ver... -dijo la mujer del tejido con las manos llenas de fastidio- déjeme sus datos para dárselos al licenciado a ver si pueden ayudarla. Véngase dentro de quince días. Va a haber un evento y casi segurito la recibe. Le brillaron los ojillos detrás de las gafas y le entregó un papelito garabateado con algunos números. Los ojos de Margarita se alegraron luego de varios días de incertidumbre. El regreso al rancho con su preciosa carga le pareció más ligero que los otros. En el camino iba contenta pensando que tendría que vender una o dos gallinas para el próximo pasaje a Tempan. Cuando llegó al rancho 40
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corrió a buscar a su comadre Juana para contarle que el Gobierno era licenciado y tenía una cita con él. -¡Ese trabajo se oye muy principal comadre! ¡Ora sí segurito mi ayudan! Va a ver... Las manecillas del reloj desde el altar dieron la vuelta completa a la carátula dieciséis veces. Margarita desgranaba elotes sentada en una silla de madera medio desvencijada cuando recibió un sobre tan blanco como las ilusiones que asomaron por las rendijas de sus ojos al ver el sello del Gobierno. El mismo dibujo que vio en la tele semanas atrás. Corrió al tendejón a pedirle al hijo de doña Lupe que le leyera la carta. El papel decía que debía ir nuevamente al edificio que ya conocía tan bien a fuerza de tanta ida. Decía también que le iban a pagar el pasaje. Su corazón latió apresuradamente y en su estómago apareció un hueco que Margarita decidió llenar otra vez con esperanza, con mucha esperanza. Por fin los largos y pesados viajes que había realizado tendrían su recompensa. A esas alturas, sólo Dios sabía de su inmenso cansancio y de la nube de mosquitos que bullía dentro de su cabeza cuando se acordaba de los hijos que había tenido que dejar solos mientras ella iba a Tempan con Maricela. -¿A dónde va con tanta prisa comadre? -Voy a comprarle unas flores a mi virgen de Guadalupe comadre. ¡Ya mi mandó llamar el Gobierno! -¿De veras comadre? ¡Bendito sea el Señor! Margarita vistió a Maricela con lo mejorcito que tenía y durante el trayecto no dejó de pensar en cómo le iba a dar las gracias al
Gobierno. No encontraba las palabras que pudieran expresar el enorme agradecimiento y esa sensación de jolgorio que la invadían como si estuviera borracha, pero nomás de alegría. Maricela, sintiendo la algarabía de su madre, a fuerza de tener su corazón casi siempre pegado al de ella, sonreía intuyendo en su nube de aparente inconsciencia que algo bueno sucedía. Sus ojos, normalmente quietos, se desplazaban de un punto al otro del rostro de la madre intentando encontrar más pistas en torno a su sonrisa. Finalmente, luego de mucho darle vueltas al asunto, Margarita concluyó que solo diría "Gracias" desde el fondo de su corazón. -Virgencita, sólo te pido que me quites del cogote esta bola de pelos que traigo aquí atorada y que no mi deja pasar trago de saliva con tanta emoción. Desatórame la voz virgencita pa' poder decir nomás esa palabra sin parecer una calandria enferma. Cuando llegaron a Tempan había mucha gente en la plaza y un montón de sillas alrededor como cuando se armaba la fiesta en el rancho y todo el pueblo se reunía en la cancha de basquetbol de la escuela, el único lugar con piso de cemento. En el centro, y al frente del edificio de Gobierno, habían colocado un templete con una mesa larga y un micrófono. Margarita pensó que le hubiera gustado no tener tanta gente de testigo. No era necesario que todos se enteraran. Era cierto que se trataba de algo muy importante y que tenía ganas de gritar a todo el mundo que Maricela, por fin, iba a ser atendida por los doctores, pero no era para tanto. La mujer del tejido y las gafas, peinada con un chongo y oliendo a perfume, se acercó a
ella y la llevó a sentar en una silla de metal frío y gris frente al templete. Poco a poco empezó a llegar más gente. Junto a ella se sentaron otras mujeres que venían de otros pueblos y rancherías. Luego de un largo rato llegaron otras personas a quienes Margarita y sus compañeras de fila sólo podían verles bien los pies al pasar frente al micrófono para acomodarse detrás de las sillas. -¿Cuál de todas esas personas será el Gobierno? Se preguntó Margarita impaciente por conocer el rostro de su benefactor. Una de las mujeres a su lado le dijo, señalando al frente, que una de esas personas, detrás de la mesa larga, era la esposa del gobernador. Margarita se levantó de la silla y la miró casi con la boca abierta y sin poder ocultar su asombro. -¡Así merito me figuraba que era la Patria! ¡Bien catrina! Pensó para sus adentros con una sonrisa como las que adornaban su rostro cuando algún guiso le salía muy sabroso y se lo chuleaban la comadre y los hijos. Se entristeció un poco porque no iba a conocer al Gobierno, pero se consoló pensando que, de cualquier manera, su señora esposa había sido muy amable al ir, personalmente, a darle la ayuda que tanto había esperado y, sobre todo, necesitado. Su corazón dio un vuelco cuando cayó en la cuenta de lo importante que era ese día. Sus ojos repasaron su propio vestido opaco de tanto lavarlo y por un momento sintió vergüenza de su atuendo sencillo y pobre. -¡Pero le voy a tráir unos tamalitos! Pensó emocionada mirando a la esposa del gobernador con el agradecimiento escapándelatripa: narrativa y algo más
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dole prematuramente por las pupilas y los dientes blancos mostrándose al sol. La ceremonia comenzó. Un hombre de traje, representante de los Derechos de la mujer, habló por el micrófono para que todos supieran que había muchas mujeres ahí porque era el día internacional de la mujer. Durante casi una hora le dio vueltas al tema de las mujeres y sus necesidades para finalizar diciendo que había que terminar con "la feminización de la violencia, la pobreza y la antidemocrática discriminación de la mujer". - Pos lo de la pobreza si lo entiendo, y muy requetebién… lo demás qu'en sabe qué será, pero suena muy bonito. Pensó Margarita mientras no perdía de vista ninguno de los movimientos y palabras del hombre al micrófono. Sus manos, coronadas por blanquísimos puños, iban y venían arriba y abajo pintando rebuscadas líneas en el aire como invisibles y falsas palomas de la paz. Margarita chorreaba gruesas de gotas de sudor que ella recogía con un paliacate de su propia frente y de la de Maricela que, hambrienta y asoleada, empezaba a retorcerse en su capullo de tela raída. Una a una, fueron pasando a hablar ante el micrófono las personas que se encontraban sentadas arriba. Una señora, con peinado de nido vacío, dijo que venía de la Secretaría para la Mujer. Margarita se alegró al escuchar aquello pues sonaba como algo bueno. -Una mujer entiende a otra mujer. Se confirmó a sí misma, asintiendo con la cabeza y sonriendo a la mujer que dirigía sus alteradas palabras al eucalipto que indicaba el final de la plaza. El sol continuaba punzando la coronilla de Margarita que se colocó el paliacate en la cabeza y tapó con su 42
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mano derecha los ojos de Maricela. Las tripas de ambas, madre e hija, comenzaban a repelar pidiendo alimento. - Ya merito Chela, ya merito... aguántate otro ratito nomás… Fueron llamando a algunas de las mujeres que se encontraban junto a ella para darles la mano y un papel. El tiempo pasaba lento como sombra por encima de las cabezas relamidas de sudor. Margarita hubiera querido conocer el reloj del Gobierno para hacer trato con él, pero al revés, para que el tiempo se apresurara porque Maricela y ella se encontraban al borde del desmayo por la falta de agua y alimento. La sed llevó sus ojos a las botellas de agua sobre la mesa de arriba y la desesperación amenazó con invadir su calma. Desvió la mirada hacia el orador en turno para distraer su lengua seca. De pronto, escuchó su nombre a través de los altavoces: Margarita Miguel Manuel. -¡Soy yo virgencita! No lo podía creer. Las piernas le temblaron al levantarse de la silla, no sabía si por la emoción o por el entumecimiento. Maricela dejó de retorcerse en el rebozo. Margarita comenzó a subir las escaleras con una ligereza mayor de la que su pesada carga parecía permitirle aunque la excitación hacía que cada escalón le pareciera como si fueran diez. Sus pies, ardorosos e hinchados, avanzaron, uno a uno, por los polvorientos pedazos de madera que la separaban del sueño hecho realidad. Escuchó a su alrededor un ruido que le llenó la cabeza de un rumor como de árboles movidos por un fuerte ventarrón. Eran aplausos. Los que estaban arriba también aplaudían sonrientes mirándola acercarse a ellos.
-¿Por qué aplauden? Pensó Margarita sin encontrar el motivo de la fanfarria. Le pareció estar dentro de un sueño, de ese sueño que todas las mañanas tenía que interrumpir para comenzar sus arduas labores. Pero este sueño era diferente porque tendría un buen despertar. Por un momento dudó, incluso, que le estuviera sucediendo a ella y se detuvo un instante para comprobar que no estaba dormida. Miró a la gente que le aplaudía desde arriba como si ella fuera alguien muy importante y no pudo evitar una pizca de vanidad en su sonrisa torcida por la vergüenza. Cuando por fin llegó a la mesa de los sonrientes y entusiastas batidores de palmas, la esposa del gobernador se levantó ceremoniosa y, con una sonrisa más grande aún que las anteriores, le entregó una figura dorada que a Margarita le recordó aquel trofeo que una vez le dieron en el rancho a su ahijado Pedro por jugar al fútbol y un fólder amarillo que tomó con manos temblorosas. No pudo articular una sola palabra por la emoción. Toda la plaza volvió a aplaudir entusiasmada. Margarita sólo atinó a levantar, temblorosamente, la comisura izquierda de la boca. Maricela también sonreía y miraba a su madre. Cuando se encontró de nuevo en la parte baja del templete, Margarita abrió las hojas de cartón amarillo y encontró un papel con letras grandes en color negro y algunos garabatos ininteligibles. Cuando intentaba regresar a su silla se le acercó una mujer y la jaló por el brazo. -A ver, póngase aquí y sonría, le voy a tomar una foto. -¿Pa' qué? -¿Cómo pa' qué? ¡Para que salga en el periódico mujer! ¡Va a ser famosa!
-¡Click! Maricela se retuerce por el jaleo. -Oiga... ¿me podría hacer favor delérme qué dice aquí? Preguntó Margarita a la mujer de la cámara con la mirada doblada por la pena que le causaba confesar que no sabía leer. La fotógrafa tomó el fólder y lo abrió. -Dice Di-plo-ma. -¿Y qué más? -Su nombre, Margarita Miguel Manuel. -¿Y qué más? -Pues nomás eso. -¿Nomás? ¿No dice otra cosa...? -¿Cómo qué? -Pos no sé... ayuda... dinero... doitor… -No, sólo tiene dos firmas, muy importantes, una es del gobernador… -la mujer se detiene para subrayar la importancia de las rúbricas y mira a Margarita que sólo asiente con la cabeza- y, además, el sello del gobierno del estado. Margarita no sabe qué más decir, o pedir… -Compre mañana el periódico. Va usté a salir en primera plana. Margarita llegó al rancho como llegar a un velorio. Los niños ya estaban dormidos. Su comadre Juana había preparado unos frijoles refritos con queso y café para recibirla. Cuando Juana vio los pies de Margarita, arrastrándose como cuando se levantaba en las mañanas para poner el agua en el pocillo a calentar, supo que no había buenas noticias. -¿Qué pasó comadre? ¿Cómo le jué? ¿Conoció al Gobierno?, ¿La ayudó…?
Le dijo la mujer sin dejarla responder. delatripa: narrativa y algo más
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Margarita se desatoró el rebozo y puso a Maricela en la cama, con lentos y pausados movimientos, junto con la estatuilla y el diploma, acomodándolos en una línea horizontal. Los miró a los tres por unos segundos como si fueran una misma cosa y luego se quedó inmóvil con la mirada perdida en alguna grieta de la pared. Finalmente, lanzó un suspiro que se confundió con el vaho del café que, haciendo caracolillos en el aire, salió al frío del patio por la ventanuca abierta. El humo, afuera, se diluyó con el sereno y desapareció. -No comadre. Ni lo conocí y más bien creo que ni lo incontré... Crío que nosotros nunca vamos a conocerlo comadre... Eso sí lo tengo muy clarito. Eso me pasa por ver la tele en vez de trabajar. Lo que sí, mañana empiezo a vender tamales pa' comprarme otro rebozo porque, mire nomás… este ya'stá en las puras hebras de tanto trajín. Dijo Margarita tomando el rebozo que todavía medio cubría a la Chela, lo dobló y lo depositó nuevamente en la cama con mucho cuidado... - Comadre... gracias... - De nada comadre… Pero, ¿no va a comer algo? Mire, le hice unos frijolitos refritos… - No comadre… Deveritas… Se lo juro que no tengo hambre… Su voz fue apenas audible. Se sentó depositando su cansancio en el filo de la cama con gran lentitud. Como si estuviera dormida con los ojos abiertos mirando hacia ningún lado. Tomó el folder amarillo y lo aventó por debajo de la cama para que calentara el sueño de las arañas tejido con los mismos frágiles y polvorientos hilos que el suyo. Se levantó con los hombros vencidos. Tomó la figura de pasta
dorada y acompañó a su comadre Juana a la puerta. - Dele esto a mi ahijado Pedro. Dígale que se lo manda el Gobierno por ser tan güeno metiendo goles. Y gracias otra vez… Dijo con tristeza poniendo la estatuilla en las manos de su comadre. La puerta se quejó, queda y largamente, al cerrarse tras los pasos silenciosos de Juana. Margarita regresó al rincón donde dormían sus hijos, acomodó la cobija sobre el muégano de chiquillos y comenzó a desabotonar el arrugado capullo de Maricela que, al sentirse liberada de la tela, estiró sus brazos hacia ella y la miró con sus grandes ojos de mariposa a la espera del primer viento favorable. Los frijoles se enfriaban sobre la mesa. Margarita los miró con indiferencia y tomó entre sus manos, casi con cariño, el reloj que la esperaba en el altar. Lo acarició brevemente con la yema del pulgar derecho y echó los hombros hacia atrás, como queriendo desafanarse de algún peso invisible, mientras ponía a tiempo la alarma para el día siguiente. El reloj, conmovido, acalló el ritmo de su andar para convertirlo en un acompasado murmullo que arrullara, una vez más, el sueño de Margarita y sus chiquillos hasta que, otra vez, los capullos en las ramas intentaran desplegar las alas en medio de la oscuridad. Tic, tac… Tic, tac… Tic, tac…
Cualquier semejanza con la vida real es mera coincidencia.
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Estudios sobre narrativa canaria de El Hadji Amadou Ndoye Roberto Cabrera
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ace unos meses suscitó diversos comentarios en la prensa canaria el libro del intelectual senegalés Amadou Ndoye. Leyendo algunas reseñas se incide en lo insólito de este estudio exhaustivo, llevado a cabo durante los últimos lustros de forma constante por el recientemente doctorado por su tesis "La novela canaria de los 70". Ha sido la paciente labor de este metódico y cartesiano analista certero de nuestra realidad cultural la que arroja este fruto maduro, cuya edición aparece ya agotada a los pocos meses de su eclosión. Construir unos universales a partir de experiencias y aportaciones singulares y concretas como parecen ser las novelas de cuatro narradores canarios, para la narrativa en particular y para la literatura en general, no es tarea fácil. Pero en la humildad, Amadou Ndoye ha encontrado la llave para abrir las herrumbrosas galgas del viejo caserón de nuestra identidad. En el amor, también, por una tierra que él ha hecho suya, y que siente y conoce en la voz de nuestros poetas. Hablar a través del hombre insular, del hombre sojuzgado, amordazado y extranjero de su propia realidad, es este y no otro el mensaje identitario de la obra de este autor. En el trabajo periodístico de José Almeida "Galería de canariólogos", se vierten opiniones que alentaron o desencadenaron el interés de nuestro autor por la narrativa canaria: "Canarias ha sido tradicionalmente una tierra de poetas, de muy buenos poetas como Tomás Morales, Saulo Torón, Alonso Quesada, Agustín Millares Sall, etc. aunque yo creo que también ha habido narradores 46
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que no se han valorado lo suficiente..." y cita a Ángel Guerra, Benito Pérez Armas o Francisco Pimentel. Añade unas causas a esa prevalencia del discurso poético: "no se valoraba bastante la narrativa incluso por motivos editoriales ya que era más fácil editar una colección de poemas que editar una novela..." Cifra Amadou en los años 70 la fecha en la que comienza a pensarse en una buena narrativa en las islas. Y añade que hay que estar atentos porque pueden surgir textos interesantes. El presente libro cuando aún era proyecto editorial es analizado por Ndoye así: "me he ceñido a un aspecto concreto de cuatro novelas de cuatro escritores canarios. Por ejemplo, me he interesado por la conducta del canario en la reveladora novela "Nos dejaron el Muerto" de Víctor Ramírez; por los símbolos y la poesía que aparecen en "El Camarote de la Memoria" de Agustín Díaz Pacheco; y por el tema del Descubrimiento en la novela de J.J. Armas Marcelo "Las Naves Quemadas"; por último me he detenido en "Faycán", de Víctor Doreste, que a mi modo de ver encierra lecciones que todavía son válidas para las Canarias en los años 90, aunque este texto se haya escrito en 1944..." En estas líneas muestra nuestro autor la futura estructura que tomará el libro actual. Amadou Ndoye investido con collares de guijarros de interminables mareas del Oeste africano, intérprete de cábalas y teorías del número, se propone empujarnos al exorcismo de nuestras engastadas limitaciones caracterológicas insulanas. Y así cada obra de la narrativa canaria deberá ser vista como un punto de ruptura para
dejar atrás un pasado e inventar en él un futuro imaginario, una configuración sustraída al tiempo.
El narrador canario y sus fantasmas Canariedad y Negritud ha titulado Alfonso O´Shanahan la introducción a estos estudios. Se pregunta que "por qué un africano senegalés, por más señas, se interesa específicamente por esos años, (los 70) yo creo que es porque en ese tiempo emerge la conciencia africana de las islas de mano de dos procesos descolonizadores (Guinea Ecuatorial y Sáhara Occidental, cita) al tiempo que sucede una explosión de libertad popular ("El Manifiesto de El Hierro" está datado en 1976). Nosotros añadiremos que fueron los años de una auténtica "insurrección popular". Creo que se pedía "más amor y menos colonialismo" en una acertada frase del pintor tinerfeño Maximiliano Benítez. Amadou Ndoye, cita O´Shanahan, es "nueva estirpe de hispanistas, surgido al calor del Departamento de Español de la Universidad de Dakar, en el que un canario, Juan Manuel González Martel, dejó su semilla, supongo que tras maravillarse (...) hacia el Sur, existe un universo fabuloso que ignoramos, el mundo del África Negra". Así erige a Ndoye y Martel en hitos de una relación que en el pasado tuvo otro prodigioso encuentro, el que se produjo entre nuestro poeta García Cabrera y Leopold Shengor. Termina nuestro prologuista con un dibujo de la inconveniencia de la ignorancia mutua entre dos pueblos que comparten común espacio en la fachada atlántica. Destacando la audacia que supone el paso dado por Amadou sentándose entre nosotros para ocupar un sitio vacío.
"Faycán" (Víctor Doreste), "El camarote de la memoria" (Agustín Díaz Pacheco), "Nos dejaron el muerto" (Víctor Ramírez) y "Las naves quemadas" (J. J. Marcelo Armas). Siguiendo esta vertebración que ha escogido Amadou para su libro crítico, el autor ha hecho aparecer tras los encabezados capitulares una serie de citas conductoras. Faulkner, Leandro Perdomo anteceden a lo que Amadou titula "El viaje de retorno al rompecabezas de la identidad canaria". Del amplio estudio señalaré los fragmentos que más han llamado mi atención. Así la novela "Faycán" constituye un alegato a favor de valores y viejas tradiciones, cuya lengua acogedora de topónimos hace de faro para otear la noche del tiempo. Los protagonistas de "Faycán" son perros que viven en cuevas como lo hicieron los guanches hasta después de la conquista. El retrato corresponde al canario sojuzgado y desposeído, socializado e imbuido de una conciencia de esclavo. Y "cuyas cicatrices manan más sangre que las mismas llagas". Víctor Doreste se remonta al origen tapándose bajo el velo del cuento. No es azar, cada máscara desempeña su papel dentro de su estrategia. Sobre las fuentes de oralidad en las que bebe Doreste, Amadou reflexiona sobre las Canarias de posguerra, donde se perpetuaban las relaciones de oralidad, en un esquema campesino, entre miembros de los grupos sociales. Confirma con ello que algunas de estas características de estilo tienen su origen en tradiciones orales y se han perpetuado con los tiempos. La preocupación del Victor Doreste cuentista le parece muy africana, seguir una cronología de aconteceres. El que cuenta despliega varios papeles: dramaturgo, cuentista, actor; dice: La verdad del arte delatripa: narrativa y algo más
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adapta las situaciones a las metas que se ha fijado. Los perros se humanizan casi como en aquella copla: ¡que calle el hombre, que ladre el perro! Aprovecha así para disertar un poco sobre el cuento, afirmando que el cuento es un sociograma que permite la participación de la Asamblea en su conjunto y no sólo el protagonismo de los actores-autores. Sobre la duplicidad psicológica del canario entre dos personalidades distintas y a veces opuestas. La actualidad y vigencia del texto es evidenciada por Amadou cuando nos habla de la autenticidad y valores de autores como Víctor Doreste. Resalta la conciencia contestataria, su lucha contra la fatalidad, denuedo por estar cerca de las fuentes orales remotas, su conciencia de la época. Contra el desprecio cultural la Nómina nos parece enormemente positiva en tiempos como éstos en que se piden cribas a troche moche para los nuevos narradores isleños. "El Camarote de la Memoria" de Agustín Díaz Pacheco aparece con el subtítulo de "La historia simbólica y poética de varias marginaciones" y allí nos son desvelados los más insospechados secretos sobre esta novela borondina "el canario lucha contra unos enemigos invisibles, peligrosos e inasibles cuanto que viven, respiran, duermen con su dueño (...)" como decía Galdós el hombre lleva dentro de sí mismo su propio infierno. Contradicciones e inestabilidades le sacuden y zarandean a despecho suyo para mantenerlo fuera del ser. Así el capitán Montelongo, en la novela no dispondrá de hombres sino de "una colección de incertidumbres, un nudo de desconfianzas". Así el isleño como aquel protagonista, surgirá de la oscuridad y avanzará sigiloso sorprendiendo a sus interlocutores cuando sale a escena. A lo largo del relato se expone que las sombras, tinieblas, surgen al compás de la lectura. Todo lleva la marca de la nocturnidad. La noche encubre lo que uno esconde hasta a sí mismo. Hijos de la noche, cita Amadou, los protagonistas 48
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caminan, se internan en los meandros y recovecos de su aventura, aparentemente indolentes, sin importarles demasiado la utilidad de sus fines; pero hay otra razón, el capitán pensará que: "lo importante en esta travesía ha sido ir al encuentro del temporal y capturar la luz. La altura y el abismo de la luz". Ha pensado en el viaje del insular hacia el mundo de los "hombres libres". Los procedimientos poéticos de que se vale Díaz Pacheco son apreciados por Amadou como reminiscencias de la originalidad surrealista canaria. La poesía hace que los personajes se incorporen a una realidad cósmica donde fluye una corriente de animismo que permitirá proyectarnos al tiempo mítico para resucitar la unidad perdida entre historia, personajes, fuerzas exteriores e impulsiones íntimas. Hombre e isla abrigan el mismo sentimiento. Ser de la penumbra que anuncia tensiones y contradicciones que sacuden a la sociedad, el novelista, el intelectual, tiene un ingrato e incómodo papel: destruir mitos tranquilizadores y falsos. "Cuando el presente contempla ignorancia y enajenación, no se puede pintar la realidad como lo hacen los vendedores de sol, pisos y playas". Servilismos, miedos, cobardías. Enquistados en el étnico inconsciente colectivo se hacen consecuencias en lo cotidiano. Sumisión y Transgresión. "Entre el Miedo y la Valentía" titula Amadou su análisis de Víctor Ramírez: es difícil escapar del condicionamiento del miedo. El narrador alerta de que en las llamadas islas afortunadas "no todo el monte es orégano y que las apariencias engañan". Ndoye hace patente que el narrador mantiene bajo su tónica de humor los deseos de superación y justicia y por ello apoya toda iniciativa a "sacudir la modorra" de sus conciudadanos. Luego destacará, superada la catarsis de la intimidad, las conductas sorpresivas, el aflojamiento de los lazos a la norma y la disciplina social. Añadiendo como conclusión que en el getho de la marginalidad se descubre a unos hombres atenazados por férreos correajes de una
sociedad opresiva. Sombras de la platónica caverna que ante la luz respirarán salud e inocencia al descubrirse a sí mismos. La obra de Juan Jesús Armas Marcelo "Las Naves Quemadas" mantiene el subtítulo "Una aproximación singular al tema del descubrimiento" ya que la obra es vista por nuestro autor como una lectura parótica de la historia. Novela de trastrueques y desajustes cronológicos, personajes entrecruzados. Así destaca entre sus rasgos: la parodia, la irrisión y la distancia irónica. Tratando de acercarse aun más a J.J. Armas Marcelo, Amadou Ndoye menciona los orígenes acomodados de antiguos terratenientes antepasados de Armas Marcelo. Su paso por el colegio de los jesuitas y su visión del colegio como un lugar de tortura, como "una prensa laminadora de cerebros de donde ha brotado la anemia moral e intelectual del archipiélago". Así hace notar que Armas Marcelo ve en su propio destino "lo que sufrieron unos canarios célebres que tuvieron que
aguantar antes de él la hostilidad e incomprensión de envidiosos y paisanos". Según el escritor reina una mentalidad cainista en la isla donde el que destaca recibe dentelladas. Si hay que destacar algo especial en la literatura de este escritor será: su ludismo literario, el ingenio verbal y la vasta cultura. El libro de Ndoye, como hemos enunciado, responde a un objetivo didáctico. Dar a conocer una visión de nuestra narrativa desde la perspectiva más objetiva posible desde el vecino país de Senegal. Y aunque el mundo de las ideas tiene menos fronteras que las físicas, o incluso las del idioma, nosotros nos quedaremos con el valor que supone para las letras canarias esta aportación ensayística desde el extranjero, que sin duda ayudará a que el fenómeno de la creación y el estudio crítico de nuestros autores aparezca en el tono de calidad y dignidad que Amadou Ndoye ha encontrado en la literatura canaria a la que estos textos pertenecen.
La portada de un libro: la portada de un ser. Rosela Granados Andrade
U
no asiste a la librería o biblioteca y se encuentra un sinfín de libros, títulos y temas
que no perdemos de vista. Algunos lucen divertidos, coloridos, científicos, misteriosos, góticos o sociales. Pero ¿qué es lo que hacemos? Solo observándolos desde fuera, juzgando por la portada que poseen, sin ver más allá de lo que significa ser un libro, y tener un género. En las sociedades modernas, donde la lectura se está quedando dos centímetros detrás de la tecnología, la vida gira alrededor de las apariencias. Un lector regular podría ver un libro con la portada en blanco y tomarlo para ojearlo y hacer un veredicto de si vale la pena leerlo o no,
en cambio un ser que apenas se incluye en el mundo moderno de tomar un libro tiende a irse más por la imagen, el color, o por el número de halagos u opiniones de otros escritores famosos sobre éste. Nos sumimos en un círculo vicioso, en un abismo orbital, en algo menos que un mundo literario. Encontramos ideas pobres y vanas en libros con portadas vistosas, sin embargo aclamados por el público. En cambio, tomamos un libro sencillo, humilde y prometedor que nos brinda todo lo que la imaginación es capaz de revivir al leer cada una de sus páginas. Me considero una fanática de las portadas vistosas. Esto no significa que este sea mi criterio delatripa: narrativa y algo más
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principal para elegir un libro, ni mucho menos el hecho de que solo lea libros con portadas "bonitas". Al contrario, suelo elegir el de el mejor autor, el mejor prólogo o incluso el mejor título. Pero siendo sincera, alrededor de las librerías, uno se encuentra con un sinfín de libros con portadas creativas y contemporáneas, ¿Cuál será la razón por la que se esmeren tanto en la cubierta en la cual el lector solo presta la mitad de la atención? (suponiendo que su interés sea la historia dentro). La respuesta a esta pregunta es muy ambigua: el materialismo, definido como: Doctrina filosófica que consiste en admitir como única sustancia la material, negando la espiritualidad y la inmortalidad del alma humana¹. Aquel monstruo que en el siglo XXI viene destruyendo todo lo que la cultura y la sociedad dócilmente ha ido creando. El autor de que la imagen se haya convertido en un factor importante en una obra literaria. Si nos remontamos a las épocas de antaño, las ediciones de grandes libros clásicos se fabricaban sobre pergaminos, después surgió la xilografía y a su vez las portadas de cuero, con un solo grabado indicando el nombre de la obra y del autor, algunas veces el volumen o la fecha, no más. Esto no significaba que fuera a ser un libro poco interesante, o nada importante, pues su contenido, lo que llevaba escrito dentro, expresado en sus hojas blancas era lo que importaba, y siempre seguirá importando. La verdad, siempre se olvida que el libro es por lo que tiene adentro. Lo que está escrito. Porque todos sabemos que no todos los libros porque tiene páginas y letras, merecen leerse. Por
eso cada uno elige. Pero creo que lo que no hay que olvidar nunca es: lo que quiere comunicarnos el autor con el tema del libro.² La comunicación del libro también importa. Escucharlo, sentirlo, comprenderlo. El libro es otro ser que nos provee de conocimientos, y con sumo cuidado, se le debe de dar un lugar importante en nuestras prioridades. Un libro no es cualquier cosa, y no puede ser juzgado solo por su estética. Vivimos la era de la moda, el estilo falso y redundante. Pero no quiero enfocarme solo en lo nocivo y contradictorio, aun cuento con un poco de esperanza sobre los buenos selectores de libros, los que miran más allá de un simple color sobre una fachada, aquellos cuyo valor sentimental lo invierten en lo que transmiten las letras, combinadas entre sí, para poder expresar cualquier idea, aquellos que le echan el ojo a un autor, a un prólogo, los que hojean, los que recuerdan que los libros también tienen alma, nacimiento, los que entienden que los grandes libros jamás mueren. Aun tengo esperanza en aquellos editores que son conscientes y no cometerán el pecado de sacar a la luz basura sin esencia solo porque está bien envuelta; puede que sea severa, pero quien más expresará la verdad si no empiezo por mi. Debemos construir un mundo donde las apariencias no importen, que uno pueda sonreír sin que le juzguen el primer diente. Quiero un mundo donde alguien considere a un libro como otro ser más, no como un objeto, sino como el medio para viajar sin contaminar mucho. Eso es lo que quiero.
¹Materialismo. (s.f) Word Reference Online web dictionary. Recuperado de http://www.wordreference.com/definicion/materialismo ² Trueba, David. (29 de Junio de 2008) Para ser fiel a la esencia de un libro a veces hay que ser infiel a su letra. El diario montanes. Recuperado de http/ /:http://www.eldiariomontanes.es/20080729/local/cantabria-general/para-fiel-esencia-libro-200807291836.html
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La escritura de la apariencia Jerónimo E. Gómez Cuadra ¿Quién eres? Que aunque yo aquí tan poco del mundo sé, que cuna y sepulcro fue esta torre para mí; y aunque desde que nací (si esto es nacer) sólo advierto este rústico desierto donde miserable vivo, siendo un esqueleto vivo siendo un animado muerto. La vida es sueño.
C
ierta tribu tiene una interesante costumbre: los niños crecen escuchando historias de la Madre Océano, presencia femenina que guarda la magia y la entrega a los hombres cuando alcanzan la edad para serlo. Una vez en su vida los niños son llevados a la costa. El sacerdote cubre los ojos del niño con una venda; la inefable presencia de la marea es el canto de los sentidos. Al niño se le quita la venda con los pies descalzos en la arena; a la vista del oleaje, la magia le entra por el aliento. Somos la cultura de la añoranza. El mar se ficciona, se quiere ir a él, pero no se navega. Basta una fotografía en sepia, un óleo reproducido en masa por una imprenta, la aplicación en tercera dimensión del camino, y la promesa de que el océano existe, que algún día lo conoceremos, que alguien ya lo conoce. Parece que está y con eso es suficiente. Pero el sacerdote sangra, violado porque no se instruye en el involucramiento, no en un ir sino en la torpeza de lo exclusivo, que imagina la destrucción. No hay nadie, pues, que nos quite la venda. El horizonte de lo subjetivo es curvo como la tierra y la vista, apenas alcanza a percibir su 52
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ángulo. Los instrumentos cartográficos son la condición humana. Pero nadie navega por nosotros. El mar es mar en tanto humedad y sal, y la ficción no le alcanza, lo desborda. La añoranza, podría decirse, es la que nos lleva a él, pero nunca el mar será la añoranza, en tanto que el mar es el mar porque el porte de las olas lo dice. La escritura no puede decir nada si la experiencia se ficciona por el relato. El registro pierde su fuerza en tanto que el mensaje se reproduce a gran escala, sin medida de lo individual. La industrialización del registro es la muerte de la comunicación; no existe manera de tocar las fibras sensibles del otro si no estoy convencido de lo que digo, si no conozco mínimamente lo que digo; el convencimiento es la acción-reacción de las ideas volcadas a la materia. La literatura posee el papel social de perpetuar el sujeto humano. Es quizá su función más honorable: lengua e historia actúan como registro de la actividad y del pensamiento. El registro es, precisamente, el motivo más fuerte. El valor del documento es el registro de que así fue y la inscripción material del deseo, así quisiera que fuera. La literatura es, entonces, la función
aplicada de la lengua a la inscripción de los hechos y al deseo que se filtra por ellos. El símbolo es el arca, una presencia en ausencia. La experiencia está y no está; es representada. La literatura se expone como un símbolo de lo subjetivo, que en el momento de acceder a la convención comunicativa deja de serlo, para pasar a la representación del objeto, objetiva en tanto a materia, mensaje y sentido que el receptor traduce, porque toda lectura es una traducción al lenguaje arquetípico del pensamiento. La explicación está vacía si no se cree, la palabra sin palabra pierde fuerza contra la guturalidad orgánica, contra un grito de dolor o de placer. Intenten explicarle a un niño qué es el frío. El frío es el frío. La temperatura es la medida, mas no es la experiencia que cala; el cálculo, mas no la reacción. Para el espectador no hay hecho, hay un hecho fáctico. No hay el quitarse la venda, hay una maquila industrial del suspenso.
II Los medios masivos de comunicación son herramientas de difusión de alto impacto que exponen un juego de símbolos que crea imágenes e ideas instantáneas de la realidad. La sociedad del espectáculo, como la percibe Guy Debord, se hace de una idea de suceso que se presenta en un melodrama sin presencia. El acto comunicativo no existe sin un medio por el cual se presente el mensaje. El medio por excelencia es el lenguaje, en tanto que define la condición del pensamiento que se explica y el deseo que se manifiesta. La escritura sucede a la lengua. Antes de ella solamente se encuentra el ritmo, recurso de la música, la poesía y el habla; suerte de hiper-lenguaje por detrás, encima y en la lengua misma. La imagen, es no sólo un recurso de la escritura sino también el elemento que se perpetúa, testigo de la cultura. No por nada los estudios iconográfico-arqueológicos buscan la comprensión de la imagen, pues ésta es el símbolo
de lo perpetuo. El hombre es un hacedor de símbolos y la historiografía, el desencriptamiento de ellos. Todo tratamiento críptico del lenguaje hace medio y hace contenido. La escritura aborigen en las cavernas es una muestra de contenido y contenedor en un solo objeto. En las pinturas de las cavernas está contenida la idea, por ejemplo, del brío en la vista de un protohombre que está por aventar la lanza. La imagen tiene características evidentes (trazo, proporción, color), al mismo tiempo que es brío. El primer semiólogo es el hombre primitivo que lo interpreta, y más importante aún, que asume el brío para sí como una actitud. Con esto entendemos el tratamiento arquetípico de la imagen. Por mucho tiempo existió la preocupación por perpetuar ciertas actitudes culturales que tenían una función ritual al mismo tiempo que una función práctica. Para esto se buscaban medios eficientes que se entendían en el rito, pero también tenían un efecto importante en lo cotidiano. No es correcto afirmar que el rito y el acto fuesen por separado. En este horizonte existía el juego sagrado, mas no el entretenimiento. La concepción eurocentrista judeocatólica ha separado estos conceptos: por un lado están las iglesias y por otro lo secular. Cumplimos el rito como asistimos a la cita con el doctor, con la frialdad de las agendas. El entretenimiento hace más llevable el tiempo, como la televisión en una sala de espera. La cultura del entretenimiento se arma de la cultura del espectáculo. Ni la guerra, ni la migración, ni las catástrofes naturales, ni la "deshumanización" del hombre son responsables del vacío axiológico. Es el abuso estereotipado del mensaje que se distancia del arquetipo en cuanto tiende a hacer entender que ya todo está hecho, contrario al impulso de hacer, como el brío que invoca la pintura, o la construcción significativa de la escritura ideográfica. delatripa: narrativa y algo más
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Se define al arquetipo como una caracterización que representa algo que regresa a lo primigenio, al origen; un mito con doble capacidad: memoria y estímulo. Del otro lado está el estereotipo: imagen de poca vigencia en la huella mental pero de efectiva transmisión, pues se hace de otros estereotipos que figuran una visión unidimensional del mundo, donde todo se resuelve en una precaria asignación de papeles que no se mueven. No hay impulsos interiores, no hay secretos, se mantiene un orden estético que no perturba y que todos aceptan como una convención, cruel pero satisfactoria, que hay que mantener. Ya hace casi dos siglos Federico Schlegel sabía que el problema de la sociedad moderna es que no hay mitos, no hay un "todos nosotros", un origen común, una idea de colectividad. El problema se hace más grave cuando la cultura del espectáculo pretende llenar ese vacío con el orden estético del estereotipo, que no es otra cosa que la estandarización de la personalidad, que suprime toda idea de diferencia. El melodrama ausente existe para dar la sensación de que algo pasa en alguna parte, para alguien. En esto participan la televisión, el Internet, la radio, la publicidad urbana y la industria, pero también la academia y la industria editorial. Todos juntos han fomentado el culto al consumo que, irónicamente, orilla al neocapitalismo a su destrucción.
III La creación literaria privilegia la idea de tema y la enseñanza de técnicas de escritura inscritas a la idea poco vigente de los géneros literarios. El estudiante promedio descubre demasiado tarde que el tema pertenece más a una recepción arquetípica de la experiencia que a su invención o dominio. En este sentido, podríamos decir que el tema se descubre y se reinterpreta. Los géneros literarios, sabemos, responden a una 54
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didáctica que ha perdido sentido desde que los movimientos vanguardistas -y antes de ellos Mallarmé, Apollinaire, Valery, Baudelaire y Rimbaud, por dar nombres-, dieron aire a la literatura de los sentidos, que lo mismo se percibe y se interpreta, mas no se clasifica. Así, la crítica literaria fue rebasada por su objeto de estudio: la literatura. Desde entonces ha tenido que reinventarse, en un proceso doloroso de disolución que la obliga, si no a fijarse como género único, pues, cómo he dicho, la literatura hace tiempo que renunció al género para entenderse como texto, al estilo de Barthes, o como creación al estilo de Baudelaire, sí a practicar la crítica de la crítica, en donde, me parece, está su lugar posible. En México está vigente la discusión sobre la enseñanza de la creación literaria. El crecimiento exponencial de los talleres creativos y la aplicación de sus modelos en las escuelas de escritura creativa, que se cuentan con los dedos, se debe, en buena medida, a que resultaba incongruente que la escritura se enseñara en las facultades de literatura que privilegian de manera casi absoluta la crítica literaria, la historia de la literatura y la lingüística. En dichos lugares permanece el discurso de que la "vena creativa", la "visión de alteridad", el "talento" o la "inquietud del escritor", no se puede enseñar y que esto es algo que el literato descubre, si tiene suerte, por su cuenta. La mayoría de las universidades se inscriben a la tradición de las ciencias de la literatura, mientras la creación literaria privilegia la experimentación y la aplicación de los postulados de estas ciencias en la práctica. La crítica que la universidad tradicional hace a la escuelas de escritura es correcta y ambas visiones se presentan como caminos posibles para el escritor. Sin embargo, me parece que la discusión se basa en premisas falsas. El problema real reside en la idea falsa del tema y la inserción de temas por medio del
bombardeo estereotipado de los medios de comunicación. Es irrelevante que el escritor se desarrolle en el estudio de las ciencias de la literatura o la técnica de creación, lo más importante es que lo haga con una visión de subjetividad crítica que le permita sentirse parte del mundo. Leer mucho y escribir mucho vienen por obligación. Si bien voy con Borges en la existencia de temas arquetípicos: el amor, la muerte, la locura y el restablecimiento del orden, pienso que no hay manera de que el escritor atine en alguno de éstos si no es por la vivencia. Es imposible enseñar temas en las escuelas, el tema ya debe estar ahí y debe ser el individuo el que lo busque; si no lo encuentra ha de ir a vivir o dejar de intentarlo. Slavoj •i•ek, en Bienvenidos al desierto de lo real, ofrece una crítica interesante al respecto: La realidad virtual se limita a generalizar el procedimiento ofreciendo un producto carente de substancia: proporciona la misma realidad sin substancia, sin el núcleo duro de lo Real; exactamente del mismo modo en que el café descafeinado huele y sabe a café sin ser café de verdad, la realidad virtual se experimenta como realidad sin serlo. Al final de este proceso de virtualización, sin embargo, lo que sucede es que comenzamos a experimentar toda <<realidad real>> como si fuera una entidad virtual.1
El escritor de hoy vive asediado por esa realidad virtual de la que es víctima y cómplice. Ninguna telenovela, ninguna película comercial, ningún anuncio publicitario, ninguna obra teatral carece de un guión o texto dramático que le estructure. La moda de las películas "históricas" o las adaptaciones de novelas al cine, lo mismo exige un trabajo literario que le de forma. Es común que un escritor participe en producciones estandarizadas de la cultura del espectáculo, en la mayoría de los casos porque se trata de 1
aportaciones medianamente bien pagadas. Sin embargo, no se puede negar que con esto se contribuye a la mediatización de la sociedad y a la concepción generalizada de la realidad virtual, contra la que, idealmente, el progreso del conocimiento humano debiera hacer frente. No concibo la experiencia mediada. Está, ciertamente, la teoría y el registro de la experiencia de la literatura en la historia. Se experimenta la literatura en la sucesión del tiempo y se debe, se necesita, hacer un registro de ella. Pero el registro jamás será en sí la escritura, acaso un retrato que nunca será real. Salvo de la deconstrucción a la literatura misma. No hablo de poesía, hablo del poema; no hablo de narrativa, hablo del relato; no hablo de dramaturgia, hablo del teatro, entendidos como una misma cosa en el texto. La impostura de temas es consecuencia del bombardeo de los medios de comunicación y del absurdo envilecimiento del melodrama, que reduce la experiencia a un relato de lo que debiera sentirse; un placebo panorámico del yo. No se descubre que el tema está debajo de la vivencia, no se descubre que la estructura es el texto y no al revés, y que ni la academia, ni la escritura "independiente" son lo suficiente sin la sublevación de los sentidos, responsable de sí en tanto que no suscribe, expresa, en tanto que no firma, explica. Esto es una mitología del lenguaje que crea lenguaje.
IV En Literatura de izquierda, Damian Tabarovsky entiende la ausencia de mitos como el "trauma sin trauma". Carecemos de un trauma original. La historia de Estados Unidos, es más la del saqueo, la rapiña y el oportunismo que la de un pueblo que se tensa y se destensa en un viraje histórico que le moldea la geografía y el rostro
•i•ek, Slavoj. Bienvenidos al desierto de lo real. Akal, Madrid, 2008. P. 15 delatripa: narrativa y algo más
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histórico. Las naciones americanas son relativamente jóvenes. Sus mitos fundacionales, sus traumas, aún se están incubando, y faltan por lo menos un par de siglos para que éstos tengan un efecto de identidad en los ciudadanos, si antes el proceso de globalización no hace desaparecer la idea misma de nación. Ante esta identidad nula o identidad en formación, la cultura del espectáculo tiene doble efecto: llenar el vacío con la manipulación del melodrama instantáneo que se presenta en las tele y radio-novelas, en los shows de entretenimiento, en las series televisivas, en el cine y en la publicidad. Para esto recurre a historias lineales que presentan situaciones y personajes modelo cuyo manejo narrativo responde a una ideología nacional del héroe. El espectáculo de ideología, por supuesto, no es nuevo -el uso propagandístico del cine fue muy importante en la Alemania nazi, con cintas como El despertar de una nación (SA-Mann Brand, director Franz Seitz, junio de 1933), Hitlerjunge Quex, (del mismo año, que se estrenó en 1938 en la España nacionalista con el nombre El flecha Quex, dirigida por Hans Steinhoff,) y Hans Westmar (Franz Wenzler, 1933)- pero una característica importante del cine de ideología es que ha sabido transformarse con el tiempo a la vez que ha sabido transformar la concepción de nación de los espectadores. The Patriot (Roland Emmerich, 2000) o Saving Private Ryan (Steven Spielberg, 1998), son dos ejemplos cuya carga ideologizante es evidente, pues ambas presentan el ideal del héroe norteamericano. Ejemplos más actuales son Ávatar (James Cámeron, 2009) y The Avengers (Joss Whedon, 2012), cuyo contenido me interesa especialmente. Hay que decir que se trata de una película de acción de aceptable calidad. La historia se relaciona con las de otros filmes de superhéroes, particularmente con Iron Man y Iron Man 2 (John Fabreau, 2008 y 2010, respectivamente), The Incredible Hulk (Louis Leterrier, 2008), Captain 56
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America: The First Avenger (Joe Johnston, 2011) y Thor (Kenneth Branagh, 2011). Todas ellas se basan en cómics de la casa editorial Marvel. The Avengers relata el encuentro de los héroes de estas seis películas en un escenario de guerra donde Nueva York se encuentra amenazada por una invasión extraterrestre promovida por Loki (Tom Hiddleston), el hermano adoptivo de Thor (Chris Hemsworth). La necesidad de un grupo que enfrente la amenaza extraterrestre lleva a Iron Man (Robert Downey Jr.), Hulk (Mark Ruffalo) Thor, el Capitán América (Chris Evans), al agente Clint Barton (Jeremy Renner) y la espía Natasha Romanoff (Scarlett Johansson) a crear el grupo de justicieros Los vengadores. Más allá de lo predecible de la trama, asunto que ya señala Theodor Adorno en el artículo Televisión y cultura de masas refriéndose al "Anhelo de sentirse sobre terreno seguro", que cancela toda posibilidad de sorpresa, es interesante que la película ha asimilado la globalización y coloca claramente a Estados Unidos como la "punta de la lanza" en la respuesta del mundo ante una amenaza de extinción. Nick Fury (Samuel L. Jackson), director de S.H.I.E.L.D., -organización que emula a la CIA-, quien tuvo la misión de cuidar el Tessarac, objeto alienígena con un potencial energético superior a toda tecnología humana, es el comandante de los vengadores, Fury es un afroamericano que remite de inmediato al actual presidente de Estados Unidos. El Capitán América, hombre desfasado de su tiempo debido a una suerte de criogenia a la que fue sometido, es quien lidera la batalla final contra los extraterrestres. Es de notarse que los héroes responden a una identidad específica: Thor se relaciona con los mitos nórdicos; Hulk está en el exilio en India cuando Natasha Romanoff, una espía rusa que ahora trabaja para S.H.I.E.L.D., le trae de regreso a Estados Unidos; Iron Man¸ cuya personalidad es el multimillonario Tony Stark, es el tipo carismático y seguro de sí mismo, cuyo carácter puede ser visto como el ideal del ciudadano
norteamericano: hombre que vive holgadamente en su propio rascacielos, con una rubia de amante, dispuesto a gastar su fortuna para salvar a la humanidad. La aparición de Natasha Romanoff en escena es digna de apuntarse: ha sido secuestrada por una mafia rusa absolutamente caricaturizada. Mientras la interrogan, amarrada a una silla, recibe una llamada de S.H.I.E.L.D. "Estoy trabajando", responde, dando a entender que ella era la espía y que fingía la captura ante la ineptitud de los rusos, quienes son ridículamente apaleados mientras la espía escapa. Natasha, además, ha sufrido una "conversión", pues dejó el lado de los rusos, a todas luces despiadados asesinos y crueles torturadores, para trabajar del lado de los estadounidenses. Es obvia la referencia a la guerra fría y al "triunfo" del ideal capitalista sobre el comunista. La amenaza final de la película es que el ejército norteamericano decide disparar un misil a Nueva York, pues consideran que la "guerra" está perdida y que vale la pena sacrificar la ciudad por el resto de la humanidad. Iron Man, cuyo papel de magnate carismático ya he apuntado, desvía el misil fuera de la atmósfera terrestre y lo estrella contra las naves alienígenas, justo a tiempo para regresar a la tierra a través del portal multidimensional, abierto para que los extraterrestres invadieran el planeta. Todo lo que he apuntado tiene una carga simbólica muy poderosa. Es claro que Estados Unidos se considera a sí misma la cultura que guía al resto del mundo, la única capaz de salvarla de la destrucción. Cuando los héroes descubren que S.H.I.E.L.D., pretendía usar el Tessarac para fabricar armamento, Nick Fury adereza la muerte del agente Phil Coluson (Clark Gregg), manchando unas estampas de los superhéroes con sangre del agente, como si éstas hubieran estado en su saco al momento de la muerte del agente con esta sutil maniobra de "estimulo" los héroes, representaciones de los "pueblos del mundo", 2
dejan de lado sus diferencias para luchar de nuevo juntos contra la invasión. La llegada de Barack Obama a la Casa Blanca fue espectacular en el sentido de que mandaba el mensaje al mundo de que la cultura racista por excelencia, Estados Unidos, dejaba atrás sus viejos hábitos y se abría al mundo globalizado. El mensaje oculto es que tanto en The Avengers como en la realidad, un afroamericano es el único capaz de estimular a los héroes del mundo a que no desistan de su destino, aún cuando en el destino esté implicada la fabricación de armas. Un Capitán América es el único capaz de comandar a los héroes en la guerra. Un guionista es un escritor. Tanto Zak Penn y Joss Whedon -guionistas-, como Stan Lee y Jack Kirbi2 -creadores del cómic- están profundamente influidos por la cultura del espectáculo y por la ideología norteamericana del héroe. Más grave aún, son cómplices -quizá inocentes por omisión- de esta ideología. No es de extrañarse el constante bombardeo de este tipo de mensajes en televisión, radio y, ahora, en Internet, son suficientes para explicar el corto campo de movimiento del escritor moderno.
V El otro efecto de la cultura del espectáculo es justamente opuesto a lo que se propone: a fuerza de vulgarizar el mensaje, y en constante repetición de ideas moralinas de la realidad, termina por degradar toda posibilidad de lo alterno. El melodrama instantáneo es parte de esto, pero más aún lo es la mercadotecnia, que instruye a la publicidad una retórica de los valores de consumo, al grado de que esta "ciencia del mercado", que busca moldear el deseo e impostar una sensación de necesidad en el consumidor, ha adquirido la función reguladora de las carencias del ciudadano. Se presume el psicólogo, el confidente y el sanador de los males sociales y los males individuales. Basta el siguiente ejemplo:
También creador del Capitán América. delatripa: narrativa y algo más
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y parte del XX se pueden caracterizar así. Las revoluciones ideológicas del XX se revelaron, en parte, contra este pensamiento, pero el verdadero culpable de su fin, fue la cultura de consumo, que absorbió éste y todos los ideales pretéritos que la humanidad pusiera en práctica, para volverlos mercancía.
La publicidad no solamente abusa del vacío moral de este siglo, también hace más grande el hoyo y lo llena de compulsiones guiadas al consumo. Por mucho tiempo el comportamiento social estuvo ligado al rito. Independientemente de aplicación de éste en la cotidianidad y las implicaciones culturales en la forma de entender la realidad y relacionarse con ella, podemos observar que antes de la Ilustración y las revoluciones industriales las culturas aplicaban sus preceptos morales en relación a la divinidad y a un pensamiento interior de la relación con el mundo, mediado por Dios o dioses en algunos casos, otras veces mediado por la misma cultura, y también mediado por el pensamiento holístico primitivo, que comprende que cada acto humano tiene una consecuencia en su entorno. En este sentido, ante Dios, ante la comunidad o ante el mundo mismo, uno era responsable de sus actos y había que responder por ellos ante un aparato de poder, cuya existencia se aceptaba como convención. No pocos criticaron estas convenciones, que en su extremo absurdo fueron la base ideológica de la monarquía, de las dictaduras, de los fundamentalismos religiosos, la guerra y el exterminio, pero no cabe duda que también funcionaron como instrumentos de cohesión social y autorregulación ética. Estos pensamientos, en lo que corresponde a la cultura occidental, fueron sustituidos por el deber moral del científico escéptico. El siglo XIX
Es natural que el humano busque llenar a toda costa el vacío que dejó la cultura de consumo. Somos seres sociales que avanzamos en tensión de nuestras prácticas, necesitamos una dosis equilibrada de pensamiento, pasión y acción para dar sentido a nuestros actos. Pero es tan macabra la maquinaria del consumo, que inventó una forma poderosísima para evitar que otras formas de organización no afines llenaran el hoyo: la cultura del espectáculo. Dice Guy Debord: El espectáculo, que es la eliminación de los límites entre el yo y el mundo mediante el aplastamiento del yo asediado por la presenciaausencia del mundo es igualmente la eliminación de los límites entre lo verdadero y lo falso mediante el reflujo de toda verdad vivida bajo la presencia real de la falsedad que asegura la organización de la apariencia.3
Así, la "organización de la apariencia" es lo que da la sensación, ya no al ciudadano ni al consumidor, sino al espectador, de que hay algo, en algún lado, que sí está sucediendo, y por lo tanto, que el vacío interior que le corroe es un estado temporal. Allá afuera está la gente que sí vive, que sí pone en práctica sus ideas y sus pasiones y que vive el drama que anhelamos. El verdadero drama es que no hay ya más dramas. Barthes plantea el "idiolecto" como el conjunto del léxico cultural, al cual apela la publicidad y al cual alimenta4. En este sentido, yo planteo un contra idiolecto, el vacío ético, estético, moral, ideológico y de memoria histórica que la sociedad de
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Debord, Guy. La sociedad del espectáculo, http://www.observacionesfilosoficas.net/download/sociedadDebord.pdf, al 20 de octubre de 2012.
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Barthes, Roland. Lo obvio y lo obtuso, Paidós, Barcelona, 1986.
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consumo y la cultura del espectáculo se encargan de mantener por medio de imágenes retóricas vacías.
5. En la vista de las latas de cerveza, una de ellas simula que "se cayó", como sucede cuando "los hombres beben".
En la imagen publicitaria que presenté:
6. He mencionado el sentido lingüístico de Amor. Todavía más explícita es la frase por ti. Se trata de una suerte de eslogan que se ha repetido en otras campañas publicitarias. Bien sabemos que el objetivo de estas frases es que el espectador las relacione con el producto en todo momento. Ahora, aquí se da la sensación de que la marca de cerveza hace la bebida con dedicación personal al espectador y en otro nivel, que esa publicidad en particular ha sido pensada para "hombres como tú", esto dice entre líneas: "nosotros sí te entendemos y no nos andamos con ideas, esto fue hecho para ti". Esto redondea un uso dirigido del significado-sigificante. Significante: "Por ti". Significado: "Esta publicidad fue hecha por ti, para ti, que eres un hombre que entra perfectamente en este modelo de hombre. Tú sí entiendes de qué se trata esto."
1. Hablamos de cerveza, un producto que se asocia con lo masculino. Seguramente esta publicidad no sería efectiva si se dirige a espectadores femeninos. (Llamaré espectador al consumidor por lo antes mencionado). Pensemos: "Es fácil ser mujer", aún cuando se pueda cambiar la mujer voluptuosa por un macho fálico, la asociación de la cerveza como una bebida "de hombres" es un concepto muy fuerte. Por supuesto, las mujeres también beben cerveza, he aquí un ejemplo de los "símbolos discontinuos y de poca estabilidad"5 que a estas alturas se han sedimentado en nuestro pensamiento y condicionan nuestra percepción. 2. El abuso de una idea estereotipada de lo erótico (mujer caucásica, facciones afiladas, corte de cabello común, rasgos finos, proporción del cuerpo) más una idea de amor ligada a una forma estandarizada de ser hombre, dan por resultado un juego connotativo que tiene su efecto en la sociedad machista mexicana. 3. El cartel ofrece una definición de amor. El juego de la connotación y la denotación se da con la simple sobreposición de la palabra "amor" a la fotografía de una mujer de determinadas características. Esto, en relación con lo "masculino" da a entender que los hombres damos definiciones rápidas de las cosas, quizá a diferencia de las mujeres, en la idea de "qué complicadas son". En el amor, para el macho, es incluso más simple esa definición. 4. La sexualidad se reduce a una compulsión, deseo quizá imposible de satisfacer si no se está borracho. La imagen dice, en sentido oculto: "Si no estas ebrio no te puedes excitar."
7. Es pertinente señalar que las frases del tipo "Evita el exceso" también tienen efecto tipo eslogan. Sabemos que cuando lo dicen se hace publicidad de alcoholes o productos venenosos que es nuestra responsabilidad consumir. Funciona como una forma de expiar la culpa de los comerciantes, como lo apuntó Max Scheler en El resentimiento en la moral.6 La publicidad es excesiva en todos sus aspectos: estereotipo, compulsión, juego retórico y sobreexplotación del sexo como una herramienta mercadotécnica. "Aún así, amiguitos, hay que evitar el exceso, todos ustedes, nunca nosotros". El uso retórico de la imagen es síntoma del vacío axiomático de los significados en nuestro tiempo. Ante el hueco formativo y estructural de la educación, los medios han tomado el lugar como nuestras institutrices. Estamos ante un cartel publicitario de fuerte carga simbólica: es para nuestro tiempo, ¿qué tan efectivo sería un
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Íbid.
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Scheler, Max El resentimiento en la moral en "José Gaos, Revista de Occidente", Madrid 1927. delatripa: narrativa y algo más
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espectacular de las mismas características hace 50 años, aún ya en centro mismo de la sociedad de consumo? La cultura del espectáculo ha pulverizado los valores sociales a todos los niveles y ha puesto en su lugar la idea globalizada de lo que es el individuo, un espectador dominado por estereotipos. La publicidad está dirigida y trae consigo una carga moral e ideologizante que, irónicamente, desmo-raliza y desideologiza.
VI La literatura actual está infectada de estereotipos vinculados a la sociedad del espectáculo. El conocimiento de los temas arquetípicos, a través de la lectura de obras canónicas y no canónicas en cuyo tratamiento se encuentre la esencia misma del problema humano, se sustituye por la expectación, cuya consecuencia evidente es la industrialización editorial del lugar común. Se puede culpar a la industria editorial y al sistema corporativista que necesita la compulsión del melodrama aparente para perpetuar los valores de consumo en el espectador moderno. La aceptación fácil de este supuesto es peligrosa, pues evade el verdadero problema: ¿qué se está dejando de hacer y qué se está aceptando como actitud natural en el escritor contemporáneo?, ¿qué intereses se superponen a la búsqueda natural de una inquietud estética que, en principio, no debería regularse por otro estímulo más que la ambición estetico-espiritual y no la ambición económica, no la ambición espectacular? La búsqueda común del escritor joven -pongamos un campo absolutamente arbitrario: de los 15 a los 35 años de edad- responde a la fama y al prestigio social de "ser poeta" sobre una idea trascendental de la propuesta estética, que obliga a un compromiso disciplinado de los sentidos. La sociedad del espectáculo merma el deseo del artista: se desea ser famoso, "estrella de la literatura", cuya idea patéticamente falsa es alimentada por la 7
academia, por la industria editorial, las instituciones culturales, los medios de comunicación y, -he aquí lo más grave- por los mismos escritores, víctimas y cómplices del vacío éticoestético-ontológico de la sociedad moderna. Así, la escritura de la apariencia sirve para elevar a uno mismo a una categoría nada trascendental de "literato", cuyo estado último, cuando menos, debería alcanzarse luego de un proceso lento e íntimamente ligado a la experiencia, que significa un empirismo no forzado, sí experimentado. La misma idea de la "estrella de la literatura" es una impostura de Hollywood, en el estricto sentido de que los valores del éxito y de la permuta del héroe en la sociedad son el mensaje principal en las películas y series televisivas, así como en la publicidad. El rockstar literario responde al estereotipo del héroe de Disney lo mismo que al bohemio de principios del siglo pasado, o al poeta maldito de finales del siglo XIX, al rockero de la década de los sesentas, incluso al concepto de magnate carismático que entrega su fortuna para salvar al mundo, caracterizado por Tony Stark, "Iron Man" en The Avengers. El poeta de hoy se siente un vengador en el modelo menos entregado del concepto: dispuesto a renunciar al proceso natural de aprendizaje empírico, implícito para el escrito, por cumplir el capricho de "ser el poeta", de trascender y modificar la realidad por medio del discurso, cuando, como apunta Maples Arce en su brevísimo ensayo Del sentido y dignidad de la poesía: "La poesía es al mismo tiempo operación vital y síntesis imaginativa. El poeta piensa en un amplio compás la realidad, lo psíquico y social, y gracias a ello consigue fecundos y maravillosos efectos a favor de una idea" 7; Maples Arce señaló que ningun dogmatismo es bueno para la poesía, así como ninguna pose es buena para el poeta; el dogma y la pose nulifican el aprendizaje, y ambos funcionan como estereotipos.
Maples Arce, Manuel. "Del sentido y dignidad de la poesía." en www.http://elojollenodedientes.blogspot.mx/, al 25 de noviembre de 2012, en versión impresa en Invitaciones y valoraciones, Cultura, México, 1956
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El escritor también es víctima del espectáculo, es espectador, y más grave aún, es cómplice de la sociedad del espectáculo cuando presta su oficio para la cultura del entretenimiento. Todo publicista es en estricto sentido un escritor, pues aborda la retórica de la imagen y abusa de las formas poéticas de la lengua para el aumento del comercio, modificando las leyes elementales de la economía.8 Sobre esto, la literatura está condenada. Un camino transitable es la literatura de la experiencia, que responde a la problematización del vacío axiológico con una negación radical del estereotipo, con el estudio del arquetipo y la exploración de los temas en la experiencia empírica de estar vivo. Por supuesto, el gran tema deberá ser el mismo valor perdido, la búsqueda de la realidad que añoramos, el dolor de lo que teníamos y perdimos por la necedad de vulgarizar el mensaje a fuerza de repetirlo hasta hacerle perder sentido. La literatura de la experiencia, o bien, escritura de la experiencia obedece a la necesidad de encontrar el valor humano en la actividad cotidiana de estar vivo, y se desprende de la nada sensata banalización del sentimiento por parte de los medios masivos. Ante la presuntuosidad y el cliché, el escritor responde con una sinceridad desgarradora y con la dinamita del lugar común, pues posee el lenguaje, que en su propia evolución descarta, de entrada, el estatismo, y sugiere una actitud creacionista, en el sentido más estricto del término. Una manera de hacerlo es proponiendo la narrativa de uno mismo, disolviendo de una buena vez las barreras idióticas entre los diarios y la novelas, entre los símbolos y los poemas. Así lo apuntó Ralph Waldo Emerson: El secreto del genio es no soportar que la ficción exista para nosotros; que realice todo lo que sabe; que ante el alto refinamiento de la
vida moderna, en las artes, en las ciencias, en los libros, en los hombres, se extraiga la buena fe, la realidad y el propósito; que al principio y al último, en medio de, y sin final, se haga honor a la verdad, por el uso.9
Siempre que la exploración de la realidad esté mediada por la banalización del hombre espectacular, no se aceptará el error, no se aceptara el dolor y la podredumbre humana y se seguirá haciendo literatura previsible, llamativa, coloreada con brillantina y con ninguna sinceridad, pues el escritor aún no será sincero con sí mismo, y de esa manera jamás lo será con los lectores. El escritor de hoy posee un doble reto: por un lado hacerse responsable de la historia de la literatura -que no deberá cargar como si fuese un bulto demasiado pesado-, y por otro la lucha constante contra la banalización del lenguaje y la banalización misma de la función de la literatura en la sociedad; por un lado la capacidad transmutadora del lenguaje, y por otro el estatismo; por un lado la escritura, y por otro apagar la televisión.
Literatura consultada Adorno, Theodor. Televisión y cultura de masas en http:// facticiu.blogspot.mx/ al 23 de septiembre de 2012. Barthes, Roland. Lo obvio y lo obtuso, Paidós, Barcelona, 1986. Debord, Guy. La sociedad del espectáculo, http:// www.observacionesfilosoficas.net/download/ sociedadDebord.pdf, al 20 de octubre de 2012. Emerson, Ralph Waldo. Goethe; or, the writer, http:// www.rwe.org/complete-works/iv---representativemen/goethe-or-the-writer.html, al 18/11/2012. Reséndiz, Rafael. La mediocracia, la democracia y el poder en http://hyperlab.politicas.unam.mx, al 23 de septiembre de 2012. Scheler, Max El resentimiento en la moral en "José Gaos, Revista de Occidente", Madrid 1927. •i•ek, Slavoj. Bienvenidos al desierto de lo real. Akal, Madrid, 2008.
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Oferta y demanda. Se modifica particularmente la demanda
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Emerson, Ralph Waldo. Goethe; or, the writer, http://www.rwe.org/complete-works/iv---representative-men/goethe-or-the-writer.html, al 18/11/2012. Traducción personal. delatripa: narrativa y algo más
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Remedio para septiembre Dayan Gamboa
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ra nuestra moda andar de mala suerte en el último septiembre. Ni mi esposa ni yo habíamos encontrado la forma de corregir nuestro destino en dicho mes. "Las malas vibras del mundo están en dirección a nuestra casa", le aseguré cuando ya era obvio nuestro embrujamiento; nuestro cesar de buenos ánimos, la impaciente desdicha arrastrada junto con nosotros, quizá dentro de nosotros. -A ver si salimos vivos de septiembre -fue lo primero que dije al despertar. Había dormido mal de un lado al otro de la cama. Con los ojos iluminados por una idea, dijo: -Hoy se acaba todo. Era 24 de septiembre y pensábamos que la mala suerte se nos prolongaría por la eternidad. La vida nos había ajustado feo, desdibujados nos veíamos en los reflejos de los autos. El infortunio era rutina y las malas noticias nos caían a racimos. Estábamos, por decirlo, cerca de rasguñar las oriundeces de la miseria y nuestros sueños de recién casados desaparecían con el correr del tiempo. -Prepárate, que nos salimos a la calle -dijo aún iluminada. Y muy alegre se levantó de la cama y comenzó a vestirse con sus prendas coloridas, convencida de sus palabras. Le había prometido amor y felicidad, y solamente había cumplido una de las dos promesas, como si el amor no fuera de la mano con la felicidad, pues yo la amaba con los ojos cerrados aunque nunca en nuestro joven ma62
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trimonio había notado que sus ojos se crisparan de ilusiones, no como aquella mañana. Durante años lo había imaginado de otra manera. Es sabido que de joven jamás se deja de imaginar un porvenir perfecto. De pronto el mundo cambia, se hace tropezado de obstáculos. Lupe es hermosa, cuello largo, estatura media, piel blanca, orejas pequeñas y pecas pronunciadas en pecho y cara, con el positivismo que todo esposo espera fiel de su matrimoniada. Aguantaba mi mal humor de largas épocas y me apoyaba sin esperar a cambio lo mismo de mí. A veces pregunto cómo se enamoró de alguien como yo: berrinchudo, bravucón, siempre decepcionado y juicioso del mundo. No hay por qué hacer ojos ciegos de las cosas negativas, son las que justifican las actitudes de una mala vida y las que la gente está acostumbrada a ver primero; las buenas las consideramos obligaciones de la moral. Era viernes, nuestro día de descanso. Llevábamos trabajando casi un año, bajo régimen de doble salario mínimo, en distintas zapaterías pertenecientes al mismo dueño. El jefe tuvo la misericordia de otorgarnos el mismo día de descanso, por ser esposos. El estar casado da ciertas ventajas aunque a veces se extraña la soledad, sobre todo cuando se está deprimido. No objeté a su repentina propuesta e inmediatamente vestí mis harapos, las prendas tristes con las que solía enfrentar a la sociedad.
Lo que fuera no podía empeorar las cosas. Creía que en ese septiembre nada más nos faltaba perder el alma porque mucho de lo demás ya lo habíamos perdido. Sus abuelos habían muerto y lloró más de la mitad de los días que llevábamos del mes. No pudo asistir a ninguno de los dos sepulcros. También lloré, luego de no haberlo hecho en no sé cuántos años. Se nos inundó el pueblo, sin razón nos negaron la renovación de alquiler y teníamos hasta mediados de octubre para desocupar el departamento. Varias cosas más nos ocurrieron en un ambiente vuelto de buenas a primeras totalmente lúgubre. En lo personal, me sentía distante, aludido de fracasos profesionales, desmoralizado, incógnito ante los demás, ante mi propia familia. Mejor no entrar en detalles, ya es difícil recordar el origen de las heridas frescas. Recordar duele, tanto como si estuviéramos de frente con el debatido día de muerte. Sin desayunar salimos a las calles y caminamos velozmente por la zona colonial de nuestro querido San Cristóbal. El cielo estaba nublado por completo; nos habíamos desacostumbrado a amanecer con sol. Parecieron siglos los días que sin ver la luz. Poco a poco, mientras transitábamos por el pueblo, me comenzó a brotar la curiosidad por saber qué es lo que ella tenía en mente. Estaba callada pero sonreía discretamente, me guiaba con su mano adonde le placía ir y yo, flojo, me dejaba mangonear. Dábamos vueltas por allá y por acá sin detenernos.
Me llamaba pollo como mi madre, y a que me llevaba cuatro años de edad. Yo la llamaba reina; mámascha en la mayoría de las veces, palabra que se me quedó grabada al leer Crimen y castigo. -Mientras no nos lleves al panteón todo está bien -dije en tono de gracia. Andaba de buen ánimo a pesar de todo, o más bien, acostumbrado a todo. -Para nada -dijo riéndose. Y se detuvo frente a un vendedor de rambután, esos hombres que se encuentran en cada esquina del pueblo aparejados con su carreta de frutas. -Disculpe, ¿la construcción más cercana u hombres que estén pintando casas? -le dijo al indio. -Allá por el puente Amarillo están, aja respondió sin mostrar sorpresa ante la extraña pregunta-, hombres con mezclas trepando edificios. -Bueno -dije con la cara enternecida que siempre me ponen los indios-. Muchas gracias. -Tomen para el camino largo -y puso en mis manos dos piezas de rambután, fruta fresca de aspecto elocuente y áspero, con cabellos rojos, dulce como las uvas de Baja California; fruta tropical Malaya que aquí consideramos algo natural en la vida cotidiana. Después de dar las gracias de nuevo, con el clima aún templado, despeinándonos, arrancamos rumbo al puente Amarillo, a unas veinte cuadras del Centro Histórico.
-¿Adónde nos llevas? -confundido, por fin le pregunté-. Llevamos caminando más de una hora y no entiendo nada.
-No me acostumbro a su textura -le dije, mientras abríamos las frutas para devorárnoslas-. Son como pelotas de juguete.
-A que se nos quite la malaria de septiembre, pollo -dijo con la voz relajada.
Ella continuó callada y misteriosa y a mí me comían las ganas de interrogarla hasta el más mínimo detalle. La veía tan segura de sí delatripa: narrativa y algo más
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misma que por un instante me sentí contagiado y convencido de que al terminar el día estaríamos curados de todo mal. Pero no quise hablarle del asunto, en parte por miedo a que su idea me decepcionara y en consecuencia los buenos ánimos con los que había amanecido se desparramaran de mis ojos. Me encontraba en tan buenas condiciones ese día, que contrario a mi costumbre, había caminado más de hora y media sin quejarme del cansancio y la sed. El silencio sí me incomodó, por ello traté de poner en el aire algún tema del cual hablar mientras hacíamos el recorrido anunciado. -Ni te pregunté -comencé-. ¿Cómo dormiste? -Bien. De hecho muy bien -contestó parca y a la vez gozosa. Se tomaba las manos con ansiedad y miraba a todas partes buscando algo que no encontraba-. ¿Tú? -Lo de las últimas noches. Pesadillas. -Hoy dormirás mejor -dijo-. Estoy segura. Al menos mientras no... -. Y calló. Las pesadillas han sido una astilla con la que he cargado en la cabeza desde pequeño. Cuando tenía unos siete u ocho años, temía a la oscuridad y sobre todo a dormir lejos de la cama de mis padres. Cuando llegaba la noche, me acostaba en el cuarto que compartía con mi hermano mayor, y muchas veces, como si todo fuera parte de un truco de magia, amanecía sentado en una silla del comedor con mis padres acosándome por la espalda, desesperados tratando de despertarme. Cuando por fin entraba en razón, me daba cuenta de que mi cara estaba empapada de lágrimas. Lo mismo me pasaba cada que tenía el mismo sueño, pesadilla que a pesar de lo constante que eran en mi infancia, nunca he podido recordar a cabalidad. La primera imagen que 64
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borrosa se asoma a mi mente es algo así como una masa grande de algo que se venía frente a mí, mansa y sin peligro alguno; después, en otro acto -en el mismo sueño-, aparecían unos popotes blancos y cortos que bailaban flotantes en el universo. Estas dos imágenes sin duda me causaban una desagradable sensación. Desde hace más de quince años no he vuelto a alucinar con dicha pesadilla aunque nunca me dejo de preguntar por qué escenas de ese tipo, dóciles y sin malicia, me pudieron provocar tanto llanto y antipatía. Ahora mis pesadillas de verdad son horrorosas, aunque ya no soy capaz de llorar con desenvoltura frente a las demás personas. Ese septiembre preferí dormir poco, pero creo que el insomnio provocado fue peor que soñar. -Ojalá -le dije recordando abstraídamente mi pasado sin prestar atención a su frase incompleta-. Si es que vemos la luz de octubre. Y caminamos sin volver a hablar. Tomados de la mano hacíamos equilibrio para no resbalarnos en las banquetas todavía empapadas de la lluvia anterior. Sentí su mano tibia, descansada, rozando suavemente con la mía. De a momentos me daba apretones de optimismo. Las calles estaban semivacías, hecho común los viernes por la mañana. Se podían distinguir los albores del otoño impactando en la naturaleza. Los arboles amarillentos se comenzaban a poner rojos en la punta y los suelos ya se miraban tapizados por una alfombra de hojas secas. El viento golpeaba con turgencia invernal. En el camino, nos topamos con los festejos de aniversario de la iglesia de la Merced y sentimos retumbar en nuestros oídos los inacabables petardos que tronaban tardíamente en el cielo quebradizo. San Cristóbal de las Casas, país de los cohetones que nunca dejan descansar; todas las mañanas, todas las noches
de todos los días, de todos los años. Los adolescentes de la banda musical se pavoneaban con las alas abiertas sobre los muros frontales de la iglesia, presumidos, rendían danza a las jovencitas, como emperadores descubriendo los alcances de su imperio.
llevaras al panteón y nos traes a las puertas de una funeraria.
No hablamos de aquello que acontecía y pasamos de largo tomados de la mano; con ella andando por delante, jalándome con tal fuerza que fue imposible si quiera detenerme a observar cómo se desenvolvía el mundo a nuestro alrededor.
Me tomó del brazo y me trató de llevar por debajo de una de las escaleras mientras los hombres de trabajo nos estudiaban entre mirada y mirada.
De pronto, después de pasar por una calle que habían cerrado manifestantes inofensivos del OPEZ-MLN (Organización Proletaria Emiliano Zapata-Movimiento de Liberación Nacional), por fin pudimos ver el puente Amarillo muy cerca. Entonces ella aceleró su andar y se supo consagrada. -Ahí están los trabajadores -le dije cuando estábamos a escasos cincuenta metros de llegar-. ¿Ahora qué? No contestó. Vio algo y ahora sí su cara se transformó en una flor que ha logrado ver sus pétalos abiertos. Casi comenzó a correr para llegar adonde ya había fijado sus ojos. Fácilmente me di cuenta de su gran emoción y pensé que su idea en verdad podría ser gloriosa. No me atreví siquiera a dudarlo. Sin que yo lo esperara, paramos a las puertas abiertas de una funeraria que estaba en remodelación o en creación. Los trabajadores, trepados en escaleras, pintaban y remachaban las paredes con cemento fino. -¿Ahora qué? -le dije un poco ofuscado cuando entré en razón de que habíamos caminado tanto para llegar hasta ese lugar poco más que irrelevante, a mi forma de ver. Ahora sí dudé y mucho-. Te dije que no nos
-Ahora nada -me dijo con la mirada llena de esperanzas, como si mi enfurecimiento no le hubiera causado ningún desajuste a su plan. -Pasas por debajo de una de esas escaleras y nos vamos a desayunar.
-¿Qué? Te volviste loca, Lupe ¿De dónde sacas que pasando debajo de una escalera se nos quitará la mala suerte? Que yo sepa es tradición lo contrario y además no creo en eso. Inequívoca, holgada, y hasta cierto punto con las facciones inteligentísimas, dijo: -Lo soñé. -Perdiste la razón -solté su mano-. Mira que caminar tanto por un simple sueño. Le di la espalda y comencé a caminar de regreso, encolerizado. Fue cuando sentí el cansancio, la sed, el hartazgo de casi todo un mes doblándome los hombros. -Sí, sí. Tiene mucha lógica. Hazme caso por favor, y te digo. Estaba al borde de soltar un sinfín de malas palabras pero me contuve. Volví mi cara a su frente para escucharla de manera superflua. En mente tenia, oírla y después volver a casa como si nada hubiera pasado. "Sabe que no me gusta perder el tiempo en mi día de descanso, menos caminar a lo bruto", pensé. -A ver -le dije y traté de ponerle una buena cara, como cuando me hace enojar y para no asentarme en el mal genio, recuerdo la época en que nos conocimos y todo era un sólido mar de enamoramiento. delatripa: narrativa y algo más
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-Todo tiene lógica, pollo -dijo bruscamente sabiendo que tenía poco tiempo para convencerme-. Mira, las escaleras no son las que dan mala suerte, sólo absorben la que carga la gente. Supongamos que una mujer de mala estrella pasa por debajo de una, la escalera le absorbe lo malo por completo y cuando pasa otra, la descarga sobre ella. -Ajá -dije estático, siguiéndole la corriente inmerso en mi eterno escepticismo-. ¿Qué más? -Está claro -siguió-. Hace casi un mes, tú pasaste debajo de una escalera, riéndote, burlándote de las creencias de las personas. En ese momento la escalera te bañó de la mala suerte de otro. Así funciona, unos dejan y otros toman. Ahora lo que tienes que hacer es volver a pasar por debajo de una para que ésta absorba todo lo malo que traes. Y sanseacabó, volvemos a ser los de antes.
La solté cuidadosamente y pasé por debajo de una de las escaleras. Los hombres me miraron y faltó poco para que se soltaran a reír después de escucharnos hablar. -A éstos se les zafó una canica -dijo uno a otro. Cuando pasé lentamente por debajo de la escalera, sentí cómo mis hombros recuperaron su ligereza, perdiendo súbitamente todos los kilos de septiembre. Quedé debilitado, las piernas me flaquearon y la cabeza retembló. De inmediato supe que nada volvería a ser igual. Nunca más, ni de chiste, pasaré por debajo de una escalera otra vez, aunque fuera el único camino libre de mi ruta. Fui hacia ella y le besé las mejillas en señal de agradecimiento. Los hombres, flotando indolentes en el aire ya no pudieron contener las ganas y se soltaron a reír olvidándose por un segundo de sus obligaciones.
"Cuánto me ama para imaginar todos esos disparates", volví a pensar. De un momento a otro me dispuse a recobrar la ecuanimidad. "Que fácil es buscar respuestas en los sueños. Como dicen, soñar no cuesta. Todo tiene lógica aunque suene estúpido".
-Cuidado -les dije viéndolos seriamente a los ojos-, que falta poco para Octubre y trabajan sobre el peor peligro.
Recordé aquel mar de enamoramiento inolvidable, y mi cara se compuso un poco. Entonces, me acerqué de nuevo a ella, le tomé las manos y besé su frente. Todo esto recordando nuestro primer encuentro romántico; ese recuerdo que ningún golpe de la vida podrá robarme.
Conformes, Lupe y yo nos sonreímos, dimos la vuelta y con el cielo, de pronto despejado frente a nosotros, caminamos de regreso a casa guiados por las manos de la luz.
-Es muy claro, mámascha -dije sosegado.
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-¡Locos! -dijeron.
Callaron y sin chistar volvieron a sus deberes.
El gran día Francisco Caamal El día ha llegado, la intensa lluvia y el edificio en solitario lo indican. Se dirige al clóset, saca de entre su ropa el saco negro, almidonado, listo para usarse. Hace meses que viene planeándolo. Se mira frente al pedazo de espejo en la pared. Sonríe como nunca. Se ajusta el pantalón gris, abotona lentamente la camisa blanca, anuda la corbata y al final se acomoda el saco negro que su madre le confeccionó una semana antes de morir. Se asoma por la ventana, la ciudad luce tan pequeña e insignificante desde allí, no hay rostros conocidos, mucho menos amigos, sólo gotas frías que se convierten en lágrimas. El gran día ha llegado, se adentra al ficticio elevador del séptimo piso.
Hastío Jesús Guerra Era una de esas tardes morelenses donde el calor se sentía fortísimo. La quema de los pastizales le daba un plus; provocando un sofocante efecto invernadero. No importaba, después de todo; Sara ya había tomado su decisión. Ese viaje no podía esperar más. ¿Qué tenía que perder? Su familia había desaparecido en los incidentes de triste memoria y un cambio de giro o una nueva vida resultaba harto ocioso e inútil. Mirando su infusión de mate y ante el giro acompasado del ventilador, el zopilote sobrevolando su casa y el tronido del no break, Sara estaba junto a la ventana, esperando el tiempo justo para que las corrientes de aire la llevaran a otras latitudes más frescas. Con las alas del alma bien extendidas.
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La aburrida violencia Daniel Zetina Compré la novela A wevo, padrino de Mario González Suárez por suerte nueva y a solo $50.00. A este autor me lo han vendido caro varios amigos y medios de comunicación. La edición de Mondadori está bien hecha como todo lo que editan. Lo leo y veo que le falta síntesis, lo que cuenta en las primeras 30 páginas puede contarse en cinco o menos. Empieza a ser predecible desde el primer párrafo, o más bien parece ir hacia un lugar común. Como sea, le falta fuerza narrativa, no me atrapa la historia y el personaje es inverosímil, se trata de un taxista que se mete en malos pasos, pero también es un filósofo existencialista que utiliza la duda metódica en cada paso que da y en cada situación en que se ve envuelto. Es casi como si fuera el escritor y el personaje al mismo tiempo. Por un lado es de una agudeza mental que sorprende y por otro de una ingenuidad lazarilla. Vive en un puerto del Pacífico mexicano en un ambiente de juerga, muy tercermundista, por lo menos el ambiente sí es creíble. El lenguaje y la sintaxis me agradaron. Arrabalero, el autor, se ve que conoce el ambiente bajo, pero le falta la mínima tensión. Es una obra de violencia, drogas, venganzas y personajes al límite, pero no logra enganchar desde el inicio. Estoy seguro que si leo el final, puedo adivinar toda la trama, con la ventaja de no perder el tiempo. Habrá que leer alguna otra obra, porque lo que es ésta no la terminaré nunca.
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Las edades de la pirita Acercamiento al prólogo de otra antología de Fabre: Marco Fonz
E
scribir poemas es tan inútil como la vida misma. La utilidad de la vida como la de escribir poemas es sustentada por cada individuo y cada uno de nosotros le da el grado de importancia a cada acto, creación, oficio o trabajo realizado durante la vida. La Poesía se sustenta en su propia invención, pero la importancia de la Poesía es determinada por cada uno de los poetas, lectores de poesía o editoriales que la publican. El hecho concreto de escribir versos es importante sólo para los interesados y para nadie más. Así, las antologías de poetas pueden ser medidas en importancia desde el punto de vista del antólogo, de los poetas seleccionados, de los poetas no antologados y desde la visión de un crítico. Mi opinión sería la de poeta no antologado, pero me gustaría aclarar que ello no implica una visión de "resentido" -como les gusta llamar a los que no estamos de acuerdo con algo política y socialmente aceptado, y como si ello demeritara nuestra crítica. Entonces, al ser poeta no antologado, puedo decir que mi crítica es más libre y más objetiva que la de un crítico literario o de algún participante directo de la antología; pues no tengo intereses de ningún tipo. Los objetivos que me mueven para hacer este texto son mi interés y amor por la poesía.
Valdría la pena aclarar también que este acercamiento más puntual hacia el prólogo de La edad de oro. Antología de poesía mexicana actual (UNAM, 2012) surgió a partir de los diálogos con algunos poetas incluidos en ella después de divulgarse ciertos comentarios que fueron tomados como "irresponsables" de mi parte, en una charla casual en Facebook, lo que me hace pensar que ahora uno tiene que cuidarse de lo que opina en un ambiente tan de chisme, de comunicación inmediata y poco serio en cuanto a crítica literaria se refiere como lo es la red social, pero en fin: cada quién le da importancia a lo que le interesa. Lo bueno de esta experiencia es que puedo, motivado por esas incomodidades ocasionadas involuntariamente, escribir este texto que nunca consideraría como
un ensayo profesional o académico, si no una crítica sobre la visión impostada que Luis Felipe Fabre tuvo que crear para convencer al lector inexperto de que los poetas que conforman esta antología son eso: los poetas que dan rostro a la poesía mexicana actual. No pretendo generalizar aunque en algún momento lo pueda parecer; en donde diga "poesía mexicana" o "poetas mexicanos", estoy hablando sólo de alguna poesía mexicana y de algunos poetas mexicanos. Desde hace algunos años vengo diciendo y escribiendo que en la poesía mexicana y en algunos poetas mexicanos no existe la invención ni la mutación y que la mayoría de éstos imitan, copian y hasta plagian por su falta de genio o don creativo. Afirmo nuevamente que para mí No existe la llamada Poesía Mexicana. Y después de esta afirmación se confirma, para mal, que Fabre vuelve a usar un concepto ya tan gastado pero poco analizado o estudiado a fondo; dando por hecho que todo mundo sabe qué es lo que conforma, parte por parte, cada órgano que hace funcionar al ente de innumerables cabezas que es la Poesía Mexicana. Luego, como para salvarse un poco, afirma en una entrevista que lo hace "sólo para molestar"; entonces, ¿él puede buscar la provocación y la molestia, pero uno no? En teoría, cuando lanzas una piedra diciendo que es para molestar, aceptas implícitamente la reacción que estás buscando en ella. En mi caso, más que molestia, siento cansancio de leer siempre sus mismas declaraciones, y trato de entender su afán de mostrar las propuestas "más transgresoras y atrevidas" del momento, cuando en realidad son propuestas que forman parte de toda una tradición poética mexicana que al parecer no ha llegado a sus ojos, y lo único que sí demuestra es su desconocimiento de muchos otros autores que coinciden en el desarrollo de temáticas y estructuras, pero al parecer, no en los puntos de reunión en los que "ha descubierto" a sus autores de la poesía mexicana actual. delatripa: narrativa y algo más
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Preguntas aparte: ¿México se ha convertido en el país de las antologías poéticas? ¿Se le ha ganado a España en publicar más antologías de poetas vivos? ¿Sirve de algo en verdad publicar tantas antologías de los mismos poetas con casi los mismos poemas? ¿Será sólo un incentivo más para que el Estado les siga resolviendo la vida material, o será que las instituciones quieren ver el producto sin importar la calidad de las antologías? Párrafo histórico: Tenemos como ejemplo principal que en el 2002 salió publicada la antología El manantial latente / Muestra de poesía mexicana desde el ahora: 1986-2002. Selección y prólogo de Ernesto Lumbreras y Hernán Bravo Varela (marcaré en negritas los conceptos que ocupan los antólogos en los subtítulos para ver cómo se reafirman y confirman su obsesión por ser Los Poetas de este tiempo, del aquí y el ahora de México e Hispanoamérica). Esta antología publicada también con la intensión de transgredir y molestar (como mencionó uno de los poetas antologados a otros poetas no antologados durante una plática en una cantina enfatizando que esa era una de las intenciones de Lumbreras y Bravo Varela), fue, desde mi punto de vista, un fallido intento por registrar la producción poética de ese momento, reafirmando, por el contrario, la falta de paciencia poética, la inocencia e inexperiencia por parte de los antólogos y el abuso de la condición de "jóvenes poetas" -circunstancia cronológica inventada más por CONACULTA que por la Poesía. El manantial latente quebró de por vida la confianza que se pudo haber tenido en los poetas antólogos mexicanos. De por sí, las compilaciones anteriores desde Poesía en movimiento hasta Asamblea de poetas y La rosa de los vientos crecieron mochas; quiero decir que por lo menos el 50% de poetas antologados dejaron de escribir o nunca decidieron dedicarse a la poesía en serio, y creo que lo mismo pasó con los suscritos en El manantial latente. Aunque al final de la antología los amables y comprensivos antólogos hacen una lista de "Todos los posibles poetas que en algún momento de su vida escribirán algún buen poema" y no me molesta decir que estoy incluido en esa lista, y que al pasar ya 11 años de su publicación, ahí hay que darle mérito a los valerosos compiladores, pues sí que estoy en mi mejor momento poético, cosa
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que no podría decir de algunos poetas prematuramente antologados. Y así se fueron sucediendo otras antologías casi con los mismos personajes poéticos, variantes más variantes menos. 2005: antología El decir y el vértigo / panorama de la poesía hispanoamericana reciente (1965-1979) Selección de Rocío Cerón, Julián Herbert y León Plascencia Ñol. Prefacio: Hernán Bravo Varela y Eduardo Milán. O veo doble o algunos nombres se repiten de antología en antología (por cierto, sabemos que Milán es un producto de Paz y que este producto ha acogido a estos poetas antologados como casi hijos o ahijados suyos; en fin, otro caso que merece texto aparte). Esta antología nos muestra a los poetas hispanoamericanos, van otra vez con esa manía del tiempo: reciente. Y por supuesto no sólo sería cuestionable el autonombramiento y la exclusión más aventurada, pues en este caso hablan por toda Hispanoamérica, sino las propuestas estéticas. Pienso siempre si el ser aceptado, leído y antologado no genera en verdad un peligro para los poetas que están recién escribiendo su obra. Pero en fin, en ese sentido no se puede culpar a los poetas, pues en muchos casos su vanidad responde por ellos y sabemos desde hace mucho que ninguna antología, por insistente que ésta sea o por la mayor calidad poética o editorial que tenga, podrá, nunca, garantizar la calidad de la propuesta estética del poeta. 2008: antología Divino tesoro / Muestra de nueva poesía mexicana (1965-1979). Coincidencia o no, creo en verdad que el tiempo los aterra. ¿Y quién hace la selección y el prólogo? ¡Sorpresa! Luis Felipe Fabre. ¿Y a quiénes selecciona? Pues no a los mismos, pero sí a casi los mismos. Ustedes pueden verificar cada una de estas antologías y la repetición de nombres que a su vez aparecerán relacionados en diversos roles públicos: jurados de premios; comité dictaminador para otorgar becas; editores de las editoriales en donde se publican y promueven las ediciones de estas antologías; funcionarios de instituciones en donde se apoyan estas mismas antologías y por supuesto en ese afán de presentarse mutuamente como Los Poetas Mexicanos de la Poesía Mexicana. Preguntas aparte: En esas coincidencias, de tanto repetirse poeta por poeta y poema por poema y antología por antología: ¿Cómo no creer que conforman un grupo? Tal vez se trate de una acción involuntaria, tal vez no exista una consigna o un
manifiesto que los congregue como grupo, tal vez ni siquiera sea ése su objetivo ni necesidad en absoluto, pero me parece que si uno es atento y ata cabos, puede encontrar ciertos lazos que van más allá de una relación amistosa. Que si el punto de coincidencia principal es la amistad, eso no debe siquiera cuestionarse. Lo que es cuestionable es si acaso el hecho de ser amigos y poetas les da el pase automático para autoerigirse de esa forma sin tomar en cuenta a todos los grupos de amigos poetas que tendrían el mismo derecho y capacidad para autoerigirse como los poetas mexicanos actuales de todos los tiempos, pero que curiosamente, no tienen la necesidad de hacerlo. Esta reflexión viene al caso porque cada que abro un diálogo con uno de estos poetas que podríamos llamar "Poetas de la Casa del Poeta" o del FCE o del CONACULTA o del INBA, me dicen que no pertenecen a ningún grupo. Que no estamos en la época de Los Contemporáneos y que yo no soy estridentista ni infrarrealista. Cierto. Pero, ¿no es un poco sospechosa su forma de actuar o su desempeño como persona en el disfraz del poeta? Sin embargo, el verdadero diálogo está en la lectura y en el descubrir la calidad en lo que escriben algunos poetas de ese otro "no grupo". Muchos de ellos realmente tienen una propuesta poética decorosa y profunda. Nacieron para escribir poemas. Pero también es necesario reconocer que, como en todos lados, y como dice el mismo Fabre al referirse a algunos poemas de Papasquiaro, existe basura, así que espero no se ofendan si en algún momento señalo algunos elementos de este tipo en algún poema, que la aseveración será siempre al texto y no al escritor. Terminaré esta introducción diciendo que hay como otras cinco antologías que pretenden reunir a lo más actual o representativo de poetas mexicanos o hispanoamericanos pero que no aportan mucho a las ya mencionadas. Ello radica en que los criterios de selección varían de acuerdo al poeta de moda que salte de algún sitio de la Novedad Editorial, el Premio Nacional o la Beca en curso, o de acuerdo a lo que el programa editorial sudamericano vocifere como actual, e incluso de acuerdo a los comentarios de amistades directas y de encuentros poéticos a los que el antólogo haya sido invitado. Porque, eso sí no podrán negarlo: en este baile de vanidades, mientras
mejor trates al poeta en jefe del momento, mejor serás tratado, y así hasta crear eslabones casi eternos que suelen romperse sólo cuando los intereses personales separan a cada poeta de su anterior "no grupo" de poetas. Ahora sí, vuelvo a la antología La edad de oro / Antología de poesía mexicana actual. Fabre cuenta en su prólogo que uno de los motivos que lo llevan a crear la reciente antología es porque un sudamericano comentó que "A la poesía mexicana le falta calle". Jorge Esquinca (otro maestro poeta del "no grupo") ya había mencionado la misma anécdota en la Casa del Poeta como por el año 2011 cuando dicha institución organizó unas mesas de discusión sobre la poesía mexicana actual. Curiosamente, durante esas sesiones la mayoría de los invitados habló sobre la obra de Los Contemporáneos y López Velarde, lo que me hizo pensar que existe una severa confusión sobre lo que es la poesía mexicana actual, o una prohibición a hablar de ello en público, como le pasó a Bautista en una de esas sesiones cuando empezó a referirse a autores vivos y con obra reciente, y con una frase fulminante Antonio del Toro lo hizo callar al momento, lo que ocasionó que Bautista no volviera a emitir comentario alguno. En dichas mesas Esquinca dijo que en Argentina, alguien, (nunca han dicho quién fue el poeta que lo dijo y si era argentino o no), comentó que "A la poesía mexicana le falta calle", y yo, riendo dentro de mí me dije que claro que cualquiera que leyera El manantial latente o a Jorge Esquinca, sea sudamericano o no, pensará lo mismo. ¡Claro que les falta calle! Pero esto que se toma como una afrenta o un defecto no es ni lo uno ni lo otro. Sólo es una cruda verdad que no tendrían que esmerarse en cubrir o afanarse en demostrar lo contrario, simplemente deberían asumir su estilo y estudiarlo, no para forzarse a cambiarlo, si no para enriquecerlo en una estética particular. Pero, ¿qué sucedió? Que a Fabre se le ocurrió que con una antología de algunos amigos suyos podría demostrar lo contrario y afirmar con orgullo que él había sido el descubridor de poetas mexicanos en cuya propuesta Sí existía la calle necesaria como para callarle la boca a quien se atrevió a decir lo contrario. Sin embargo, parece que su selección fue dictada más por capricho personal que por un interés verdadero de investigar sobre la producción poética delatripa: narrativa y algo más
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del país en donde es evidente la preocupación y la diversidad de abordar dicho tema. Desde los años 70, o desde antes, existen poetas con Calle y no sólo en la poesía sino con la calle misma, en la carne. Aquí es donde uno confirma que a Fabre no sólo le hace falta calle sino también lecturas. Eso se soluciona con que tuviera la humildad y paciencia de leer al otro 90% de los poetas mexicanos cuya actualidad está implícita en la atemporalidad. Dice Fabre en su prólogo: Porque aunque haya todavía quienes se empeñen en negarlo (o tal vez sea un tanto invisible para sus practicantes), durante la mayor parte del siglo xx hubo un modelo poético imperante en México que se identificaba a sí mismo con las dimensiones "más sublimes" de la lengua: un lenguaje de "altos vuelos" sustentado en una confianza desmedida (y un tanto anacrónica) en los poderes de la lírica. Pero no hay negación, es claro que él y sus antologías reafirman esa aseveración. Otra vez oí al poeta Esquinca defender a la vieja frase francesa de "La poesía por la poesía". Y el mismo Esquinca me aseguró que sólo leía a sus amigos. Me imagino que él, creyéndose de las familias imperiales no mezclaba su sangre poética con ninguna otra poética. Y como Esquinca es amigo de Fabre, me da pie para mal pensar que esa práctica de no leer a quien no es su amigo se transmitió como un consejo que, desde mi punto de vista, lleva a la ignorancia y a la terrible actitud de proveerse sólo de lo que, por conocido, es bueno, sin arriesgarse un poquito a conocer aquello que dicen que no debe leerse, que no vale la pena leerse o que es muy difícil de leerse; aquello que se encuentra en las editoriales lidereadas por gente que, dicen, es intratable, por gente con la que no hay que juntarse porque suele tener opiniones críticas ante el sistema cultural vigente. Más adelante Fabre continúa justificando su selección diciendo que la antología actual es muestra de que ya rompió el cascarón, y se revela: Podría leerse, incluso, un cierto "clasismo" más que un "clasicismo" (en un país tan clasista como éste) en las exquisitas maneras de aquel modelo poético. Un intento por demostrar, poema a poema, una pretendida superioridad sobre otras posibilidades verbales. ¿A
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la poesía mexicana le faltaba / falta calle? Sorprende que siendo el lenguaje coloquial tan lúdico en México, la poesía fuera tan tiesa, tan acartonada, tan formalita. Un asunto de buenos modales. De gente bien educada. Culta. Pero por favor, basta leer cualquier ensayo escrito por él en la revista Letras Libres para darse cuenta de que lo que según él denuncia y rompe, lo cuida y asegura para su bienestar propio. No existe contradicción más grande que querer ser un punk con encajes. Preguntas aparte: ¿Creerá Fabre que en verdad es un rebelde? ¿En serio se siente ya muy de la calle? Llama polémicos a un grupo de poetas totalmente consentidos por un sistema político y social corrupto. ¿En dónde está la polémica de El manantial latente si es muestra de docilidad pura? Ni siquiera dan para armar una polémica. Ante la sujeción de parámetros estéticos no existe discusión, porque todo está tan bien acomodado que no altera ningún orden. Tal vez, más que polémica, lo que ocasionó El manantial latente fue que el otro 90% de poetas mexicanos sonrieran conscientes de que el poeta tiene que vivir en su espacio poético y no en el tiempo de los antólogos. Ése es un pensamiento romántico que me permito creer. Algunos poetas de esta antología me cuestionan en demasía el por qué generalizo tanto, pero no son autocríticos con Fabre y a él sí le permiten generalizar en el prólogo: Ahora bien, lo anterior no quiere decir que las nuevas generaciones no lean a los poetas mexicanos de otras generaciones. ¿A qué poetas mexicanos de las nuevas y otras generaciones se refiere? Aquí asegura que todos los poetas vivimos en un país de poetas lectores en donde todos nos leemos unos a los otros cuando él mismo no lo hace y miente para beneficiarse y beneficiar a sus antologados. Como podemos comprobar casi de inmediato, sólo vean la lista de los becarios del Sistema Nacional de Creadores y la lista de los jurados y se darán cuenta de que siempre hay un mínimo del 10% de los mismos escritores y poetas. Fabre descubrió recientemente a Papasquiaro y a los infrarrealistas y ya cree que con ese descubrimiento ya está del otro lado de la poesía mexicana
y que ya propone cosas nuevas. Y eso que los descubrió -como muchos lo hicieron- gracias a la fama inevitable de Bolaño y no por la poesía de los infras. Como lo escribí en otro texto, para mí el único poeta, de este nuevo no-grupo, que ha demostrado serlo es Gerardo Deniz, y eso que el viejito recibió en su momento toda la ayuda de Paz y ahora toda la ayuda del grupo de Paz. Pero a trabajo dado, merecimiento otorgado. Aunque se le haya otorgado un premio Aguascalientes sin pedirlo. Nunca he creído y no practico el culto a la personalidad. Y no sé por qué, las extravagancias personales en algunos poetas se toma como algo bello e imaginativo y en otros poetas molesta e indigna, cuando sólo deberían tomarse como eso: extravagancias personales. El ejemplo que pone Fabre: En este sentido puede entenderse la popularidad de Gerardo Deniz entre las nuevas generaciones de poetas (Minerva Reynosa incluso se ha tatuado un par de versos de Deniz en el pecho a modo de collares: un fabuloso tatuaje hay que decir). Preguntas aparte: ¿Cómo no va a ser popular Gerardo Deniz si tiene a todo el aparato cultural mexicano apoyándolo y este mismo aparato cultural mexicano sepulta al 90% de los otros poetas no populares? Un ejemplo claro y concreto: la Coordinación Nacional de Literatura del INBA mantiene, además del sitio donde se difunden sus actividades cotidianas, un Catálogo Bibliográfico de Escritores Mexicanos. Se sorprenderán cuando lo consulten y descubran la cantidad de escritores que hay en el país. Pero más sorprendente será revisar la cartelera de actividades de dicha institución y encontrar ciertos nombres que se repiten cíclicamente, concentrando los recursos de una coordinación que supuestamente debería servir para apoyar y difundir a los escritores de todo el país (en tanto que ostentan lo Nacional en su nombre) en beneficio de algunos cuantos, casi siempre del Distrito Federal y cuya inclusión obedece, la mayoría de las veces, a lo políticamente correcto más que a su propuesta literaria. Como suele suceder, las alegrías de unos cuantos serán las desgracias de muchos. Pero eso no parece importar cuando eres el beneficiado de la política cultural, y es entonces cuando surge la polarización en-
tre abusivo y resentido; lo que Sabato llamaba "el moño": tiene que existir un Pinochet para que exista un Ché Guevara. Y aquí lo curioso es que muchos de los poetas beneficiados por un estado corrupto como el mexicano se crean estar del lado del Ché. En fin, una paradoja a resolver con la misma vida. Veo otro ejemplo de justificaciones: Entre los mexicanos antologados en El decir y el vértigo se encuentran ya Eduardo Padilla (1976) e Inti García Santamaría (1983): dos poetas que inauguran una nueva fase de la poesía mexicana. Creo que ni el ensayista más adelantado podría explicar qué quiso decir Fabre con eso de: nueva fase de la poesía mexicana. Es verdad que se puede arriesgar "sólo para molestar", como él dice, pero aquí hace quedar mal a estos dos poetas que, como él mismo ratifica, habían sido seleccionados anteriormente y uno de ellos aparece en las dos antologías. Si para ellos la nueva fase de la poesía mexicana es ser radical, entonces qué hacemos con poetas de la talla de Ramón Martínez Ocaranza o del mismo Orlando Guillén, en verdad radicales. Y si fueran radicales en vida y no sólo en obra nunca hubieran aceptado salir publicados en una antología. Aquí veo un defecto de discurso al querer asignar palabras que los poetas no llenan, y no por defecto del poeta nombrado, sino porque la naturaleza del poeta es otra; lo que sucede es que Fabre necesita definir sus conceptos de actualidad para justificar la selección de estos poetas y no otros. Lo novedoso para él es querer darle calle a los poemas "descubriendo" formas y vistiendo de disfraces a los poetas que él está antologando. Los poetas antologados son: Paula Abramo / (Ciudad de México, 1980) Alejandro Albarrán / ( Ciudad de México, 1985) Rodrigo Flores Sánchez / (Ciudad de México, 1977) Inti García Santamaría / (Ciudad de México, 1983) Maricela Guerrero / (Ciudad de México, 1977) Yaxkin Melchy / (El Telar, 1985) Óscar de Pablo / (Ciudad de México, 1979) Minerva Reynosa / (Monterrey, Nuevo León, 1979) Daniel Saldaña París / (Ciudad de México, 1984)
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Y aunque se hayan molestado conmigo algunos de los poetas antologados cuando me referí a ellos como clasemedieros o pequeño burgueses, por más que leo su ficha biobibliográfica no veo que ninguno sea campesino, ni obrero, ni indígena, ni pordiosero. Creo que les ha ido muy bien en sus carreras poéticas. Y que si en algún momento han participado en alguna marcha social o política es sólo por apoyar a tan buenas causas con su amable conciencia. No encuentro el insulto en una condición socioeconómica real. Lo que hace Fabre a continuación es explicarnos por qué seleccionó a estos nueve poetas y por qué sus estéticas tienen la calle necesaria para ser consideradas como la poesía mexicana actual: Ambas escrituras parecen provenir de otro sitio:... / poemas de García Santamaría, por su parte, proponen un lenguaje al borde del autismo pero provisto de una ternura adolescente. Toda poesía proviene de otro sitio. Se podría uno decidir por el autista o por la ternura adolescente. Y si decidimos, ¿el poeta García Santamaría quedará bien representado en sus poemas? El título de uno de sus libros podría entenderse casi como una poética: Corazoncito. El tono juvenil (casi infantil) de sus poemas resultó más que refrescante en un momento en el que el tono engolado de la poesía mexicana se empeñaba en agonizantes estertores. Y dale con generalizar ¿no que eso no se hace? le pregunto a los dos poetas antologados que me regañan porque generalizo. Entonces, ¿cuando Fabre habla bien de ustedes, sí se puede generalizar, y cuando se les critica no se puede generalizar? Y podría Fabre ser más preciso y explicar en qué momento el tono engolado de la poesía mexicana se empeñaba en agonizantes estertores. ¿Sucede en la Condesa o en la Roma o en Polanco o en el Pedregal? Porque para mí el invento de la poesía mexicana de ciertos círculos poéticos no ha dejado, desde su inicio, de tener ese tono engolado y de reproducir esos agonizantes estertores.
escriba quien lo escriba. Lo desmedido son los letreros y explicaciones gratuitas con que Fabre equivocadamente los quiere presentar, forzando a los poemas y a los poetas a vestir una ropa estética que no tienen. Si entro a leer a García Santamaría, me hago cómplice de los poemas del poeta y dejo totalmente el comentario en el prólogo. Ni al borde del autismo, ni adolescente, ni radical, ni inauguración de nuevo lenguaje, ¿por qué no sólo el disfrute de un poema, y ya está? ¿Por qué debo encontrar lo que Fabre dice que hay ahí cuando puedo leer sin prejuicio alguno y encontrar muchas otras cosas, algunas quizá contrarias a lo que él asegura que están en el poema? Así sucede con cada uno de los poetas antologados. Las explicaciones del antólogo sólo ensucian y abruman la personalidad y la estética de cada uno de ellos. Por eso insisto: lo molesto no es la antología en sí, sino la absurda necesidad de proclamar a todos los vientos que se trata de la poesía mexicana actual y que nos quieran convencer, cuando sabemos que no es necesario, de que estos poemas tienen calle: Tal es el caso de Yaxkin Melchy (1985) e Iván Ortega López (1990), cuyos poemas, a la vez que retoman elementos de poéticas transgresoras, por momentos juegan a parecer anotaciones delirantes hechas en un cuaderno de clase de química o biología una mañana cualquiera en la secundaria. Anotaciones delirantes: "Hace falta locura en el mundo mexicano", escribe Yaxkin Melchy al comienzo de uno de los poemas aquí antologados. Pero donde dice "mundo" habría más bien que leer "poesía", pues más que en el mundo mexicano (que está ya bastante desquiciado), donde realmente hace falta locura es en la poesía mexicana: tan lúcida, tan inteligente, tan racional, de Sor Juana a Paz, pasando, claro, por Gorostiza: "¡oh inteligencia, soledad en llamas!" Y por lo que puede leerse, Yaxkin Melchy está dispuesto a aportar toda la locura que haga falta.
Creo que aquí, en lenguaje popular, se le podría decir al prologuista: "No me ayudes, compadre".
No sé si los poetas antologados leyeron el prólogo antes de que se publicara este libro, pero si son tan críticos, autocríticos, rebeldes, callejeros, radicales e irreverentes, ¿por qué aceptaron tales absurdos al ser definidos de esa manera en el prólogo?
Quitándole todos los letreros que Fabre les puso, los poemas seleccionados se salvan solos o mueren solos. No hay de otra para el poema publicado, lo
Está claro que uno no va a encontrar locura en Paz o Gorostiza y menos en Sor Juana; ¿quién cree Fabre que somos los lectores, unos verdaderos idiotas
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o que sólo leemos, como él a sus amigos? En verdad esas aseveraciones con respecto a lo que escribe Yaxkin son absurdas hasta la risa. Se lee uno todos los manifiestos vanguardistas desde principios del siglo XX hasta llegar a los más latentes que, en caso mexicano son los manifiestos infrarrealistas, y ahí encuentras la locura que pide Yaxkin. Es como querer ir al Palacio de Bellas Artes a patinar en la sala mientras dices tus poemas. Lo novedoso no está en pedir la locura, lo novedoso estaría, en verdad, saltar a la locura real, sin las fotos o videos en youtube tan pertinentes y decentes, porque, al final de cuentas, si no lo fueran, hasta el youtube los borraría si lograran demostrar toda la locura del mundo. Vuelvo a decir que esto no es culpa del poeta nombrado o hasta ridiculizado involuntariamente, esto es una falta de lecturas de Fabre. Yaxkin no merece una presentación tan socarrona. Lamentablemente para Fabre, 30 poetas más o menos, nacidos entre las décadas del 50 y el 90, son los que proponen, dicen, dictan modas, marcan derroteros e inauguran estéticas en todo México. ¿Realmente cree que todo el mundo poético son sus antologías y las que hacen sus amigos? ¿En verdad se puede llegar a estar tan enfermo de vanidad y de cinismo crónico? Se agradece que la antología se pueda disfrutar sin su prólogo y que a cada poeta se sostenga por sí mismo, sin tanto letrero absurdo ni tanta desquiciante explicación de quiénes son y adónde van y de dónde vienen. Por ejemplo: Un poeta renovador siempre es una excepción y por lo tanto un solitario. ¿Cuántos poetas renovadores coexistiendo en un mismo tiempo y en un mismo país son necesarios para hablar de una época excepcional? Aquí van nueve y hay más. ¿En serio es una broma? ¿Cree inocentemente Fabre que uno va a aceptar este comentario y dejar que les coloque una corona de cartón por ser poetas "renovadores y solitarios"? ¿Es en serio que uno tiene que quedarse callado y aceptar esta ridiculez? Y después se enojan conmigo porque escribo "tonterías y falacias" (lean bien, Flores y Albarrán: de mí se burlan y cuestionan lo que digo y permiten que Fabre los defina con malabares y luces de artificio que sólo adornan la superficie de lo que ustedes están en vías de construir, porque una época excepcional y una obra
excepcional podrá percibirse hasta que ambas hayan sido verdaderamente construidas y no mientras se encuentran en el proceso de gestación, como sería el caso de ambos en tanto que su carrera poética empieza, o va a la mitad, pero en lo absoluto está concluida). Se podría notar, en cada uno de los poemas aquí antologados, la intención de renovar estructuras y juegos lingüísticos, pero más allá de que lo logren o no, habría que tomar en cuenta que no son los únicos que lo han o lo siguen intentando. Y eso de ponerlos románticamente como poetas solitarios, por favor, ni que vivieran en el desierto. Es verdad que no conozco personalmente a los nueve, pero puedo decir que los que conozco nunca han sido solitarios o por lo menos no en el sentido de La Gran Soledad Renovadora. El abuso de la grandilocuencia lleva al ridículo. Y con el párrafo anterior se comprueba la desmedida lógica que desde El manantial latente se ha tratado de imponer. Otros ejemplos, para terminar de mover la cabeza y dejar solos a los poemas y al lector: Yo quisiera destacar dos rasgos que encuentro, en mayor o menor medida, en los poemas de estos nueve autores: la desconfianza ante la escritura poética y la incorporación del contexto del poema al interior del poema. Creo que otros poetas mexicanos, franceses, ingleses, españoles, chilenos, argentinos y etécetera ya lo han hecho desde hace como 100 años. No veo lo destacable. Si quieren ejemplos les puedo dar por lo menos 50 referencias bibliográficas para que entiendan que es mejor un redescubrimiento constante de estas formas, que asumir que se está dando por primera vez El Descubrimiento. Esta desconfianza ante el fenómeno lírico resulta más que acusada en la obra de Daniel Saldaña Paris que incluso dice o simula decir: "Quisiera escribir sobre la escritura, como un bardo que se muerde la cola. / Pero no llego: muerdo…" Sus poemas (ya de por sí condensadísimos, al borde de la implosión) siempre están a punto de no serlo, de ser algo menos o algo más, y en ese filo se tensan. Qué curioso, para Fabre todo está al borde de algo, en Santamaría al borde del autismo y en Saldaña Paris al borde de la implosión. Será que por eso tanto estar al borde lo hace no concretar nunca su propia visión de la poesía mexicana. Estar en los bordes no delatripa: narrativa y algo más
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te permite ser ni ver el fondo, y casualmente el 90% de los poetas mexicanos está en el fondo. Fabre debería de decidirse por fin a dejar de estar al borde y saltar de una vez. Tal vez así se salvarían un poco su texto y sus antologías. En cuanto al otro rasgo común que aprecio en la obra de estos poetas, la incorporación del contexto del poema al interior de este mismo, supone dejar de entenderlo como algo fuera -por encima- del mundo para (volverlo a) comprender como un lenguaje en relación con el momento y el lugar desde donde se escribe. ¿Así o más retórica de relleno? Por supuesto que se trata de una escritura política: si incorpora el contexto al interior del poema es también para reverberar en el afuera del poema, en el contexto. Si es una escritura política entonces significa que a los poetas de la Casa del Poeta ya no les molesta (o ya entendieron) la poesía social o los panfletos. Ya habla bien de Fabre que acepte que la poesía no es sólo para la poesía. Un acierto. Es en este sentido que considero a "Carta" de Rodrigo Flores como uno de los poemas más emblemáticos de este momento y por ello esta antología abre con él. Allí el poema, o lo que tradicionalmente se entendería como poema, es negado y en su lugar lo que se nos ofrece es el mero contexto del poema ausente: Flores plantea en ese casi no-poema una lectura de poesía donde el público escuche detrás de paquetes "sanguinolientos" (que no sanguinolentos) de carne para hacer visible el contexto del que la poesía generalmente no da cuenta. Es curioso entender que durante años cierto tipo de poetas estilo Fabre han negado la validez de este tipo de poemas, y ahora que alguien cercano, por no decir del grupo, desarrolla este tipo de poemas ya se convierta en algo para aplaudir, agradecer y leerlo. Flores llegó a este tipo de poemas casi 100 años tarde. Otros poemas del mismo Flores recrean mejor su realidad, con un humor negro más llevadero y más verosímil; no necesita explicarnos lo que es evidente en una descomposición social, como en ese poema "Carta", que es un buen ejercicio de nota roja en prosa, pero sin vislumbres de poesía: De hacer visibles los cuerpos, los cuerpos reventados, los cuerpos intervenidos por la
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muerte y la violencia. Barrio protestaba contra la dictadura militar. Yo sé y no sé contra qué o contra quién protestaría; incluso sé y no sé si se trataría de una protesta. Un amigo me dijo que le parecía "gratuitamente escandaloso". Tal vez. Me gustaría conocer tu opinión. ¿Cómo has estado? (…)
Mi opinión es que es claro el cómodo sillón desde donde se escribe este texto. Y hasta se podría ser irónico: ¡ay, los cuerpos reventados, ay, qué miedo, qué tristeza, qué dolor...! y cosas así de moco tendido que llegan a volverse efectistas más que poéticas. Como digo, cuando el poeta Flores no quiere dar testimonio de una preocupación mediática por lo socialmente humano, es mejor poeta. Y hablando de efectismos mediáticos, un párrafo más de la justificación de Fabre: Más que la escritura como testimonio o como denuncia, se trata aquí del poema como fecha. Elijo el término fecha, porque no estoy del todo seguro de si se trata de una apuesta por la historia o por el puro hoy. Y en la fecha se tensan ambas posibilidades. En cualquier caso es un desmarcaje de aquella concepción del poema (tan cara a cierta poesía mexicana) como un instante suspendido e iluminado, fuera de la historia y del calendario, pero desde ya inscrito en la eternidad. "...desde ya inscrito en la eternidad." Más modestia no se puede pedir. Y después no quieren que uno los critique (pero "si se ponen de pechito", como dicen en la calle). Aquí él solito se mata: ¿Cómo seguir una vanidad así? No sé cómo se puede estar de acuerdo con un tipo tan enfermo de tiempo y tan ególatra: ETERNIDAD. Óscar de Pablo, por su parte, lleva ya varios libros explorando nuevas posibilidades de aquello que en otro momento solía descalificarse con adjetivos como "panfletario" o "comprometido". En su poesía es claro un compromiso político aliado a una conciencia histórica (en su caso sí) que es también una conciencia de la historia de la forma, de la tradición poética y echando mano de ella con singular fortuna. O la poesía de Paula Abramo, donde la autora hace confluir a la poesía mexicana con cierta tradición poética brasileña: aquella donde la
experimentación formal es también una preocupación social: la del "Poema sucio" de Ferreira Gullar -que Abramo tradujo espléndidamente- o la de "El perro sin plumas" de João Cabral de Melo Neto. En ella el rigor y la exactitud formal son una ética. Pero también es político el estruendo de los poemas en prosa a todo volumen de Minerva Reynosa: post-feministas, post-punks, post-pop. Estruendo: no es casual tampoco que Alejandro Albarrán haya titulado precisamente Ruido a su primer libro. Un estruendo que oponer a la poesía del silencio: tan aséptica, tan apolítica, tan pura. Frente a esa poesía, el contexto, el ruido del mundo, el sonido de fondo, un paisaje brutal aunque inasible entrevisto velozmente desde la ventanilla de un tren en marcha: ese imparable poema de Maricela Guerrero llamado Kilimanjaro. En ciertos poetas, conocidos algunos, otros no, es preferible -como lo señalara Cardoza y Aragónquedarse con alguna que otra bella página que hayan escrito. Con estas afirmaciones da pie para volver al mismo cuestionamiento: ¿por qué sería válido para nosotros entender y creer que por tratarse de los amigos de Fabre de pronto ya es bueno que escriban panfletos y poesía social y post- todo? ¿Y que entonces todos los otros poetas mexicanos que han escrito exactamente con esas características desde hace más de 50 años no tengan validez aunque estén vivos y puedan ser leídos y entrevistados y con mayor derecho a ser denominados con la etiqueta "poesía mexicana actual"? No encuentro la novedad ni la actualidad en lo que menciona Fabre como aciertos en estas poéticas. Si él ignora la gran tradición panfletaria o de poesía social o anárquica o post-todo, es porque apenas está descubriendo en la poesía mexicana lo que para otros lectores ya es una tradición. Habría que prestarle varios libros para que se ponga al corriente y deje de descubrir cosas ya hechas (aunque sea por piedad y que no quede en ridículo). Los poetas antologados merecerían más respeto y más atención. No están inaugurando nada, vuelvo a decir, son producto de algo que se viene escribiendo desde tiempo atrás en México y en todos los países del mundo. Disfrutar la lectura de sus poemas y seguir de cerca sus libros recientes y futuros es obligación amable para que no nos pase como a
Fabre: por no leer lo que no se vende en el FCE o lo que no publica CONACULTA o lo que no leen nuestros amigos, ignoramos lo otro que también se escribe en México. Y es que esta antología toma partido sólo por algunas de las posibilidades de la poesía mexicana: las que a mí me parecen más interesantes, propositivas, vitales, las que intentan asumir formalmente su época, representadas por estos nueve autores aunque compartidas por muchos más. Vaya, algo un poco más sensato pero igual de inexacto. ¿Cómo no le van a parecer las más propositivas, vitales y las que intentan asumir formalmente su época si son las que él presenta? Si está queriendo vender una idea estética o poética, está perdiendo clientes. Casi podría decirse que la poesía mexicana se ha polarizado (no quiero sonar maniqueo, pero el país anda así, aunque claro, todo dentro de una conciencia y una retórica de la pluralidad): por un lado, esta serie de escrituras que se erigen más allá de lo que fuera la poética dominante, que se radicalizan, se cuestionan, y exploran más allá de sus límites; y, por otro lado, poéticas que se han asumido como albaceas del legado de la poesía más conservadora e institucional, que han hecho suya la encomienda de salvaguardar lo tradicionalmente considerado como poético (llevándolo a extremos involuntariamente ridículos y accidentalmente caricaturescos), o que, en su defecto, han intentado utilizar ciertos recursos "posmo" pero la noción de poesía en que se sostienen sigue siendo la del antiguo modelo poético. En esto sí que peca de inocente. En verdad, ¿cuándo abrió los ojos Fabre? Parece desconocer toda la historia de la poesía mexicana y en general, a menos que esta antología se vaya a ocupar como texto escolar a nivel secundaria o algunas preparatorias del Opus Dei, porque si no, no encuentro la razón de estos párrafos didácticos y "lúcidos". El lector interesado en neoconservadurismos ramplones puede encontrar un ejemplo sin desperdicio en la sección mexicana de Poesía ante la incertidumbre: la fallida antología de poesía iberoamericana que quiso vender la claridad verbal y la emoción poética más chata delatripa: narrativa y algo más
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como una postura que oponer a estos tiempos oscuros: "La emoción no puede estar de moda. La emoción es intemporal y universal. Y la poesía tiene que emocionar. Ante tanta incertidumbre, para nuestra sorpresa, una gran parte de los nuevos poetas en español se han adscrito a una tendencia tan experimental como oscura…"
Y como le dije a los dos poetas antologados que se ofendieron tanto con mis comentarios al aire en el Facebook: cómo sucede que Fabre o ellos mismos en algún momento puedan criticar duramente y burlarse sin tregua de otros poetas y cuando uno los critica ya no les gusta. Ser objetivo y aguantar las críticas creo que es parte de la formación del poeta. En el párrafo anterior Fabre nos ilustra cómo no se debe hacer una antología, como si él supiera hacerlas muy bien. Para terminar, Fabre casi nos felicita por leer su antología y nos hace cómplices de sus desaciertos: Por otra parte, tal vez una de las pruebas de la fuerza de estas nuevas poéticas aquí representadas lo constituya un curioso fenómeno: la escritura de algunos poetas de generaciones anteriores se ha transformado también a partir del cambio de paradigma estético operado desde la escritura de los más jóvenes: una influencia a la inversa de lo que sucede tradicionalmente. ¿Se trata de una "cirugía estética", un vano afán de rejuvenecimiento en una cultura donde el modelo a seguir es la juventud? ¿Podríamos hablar de una poesía-botox? ¿Es una moda o es algo más profundo? Debo confesar que en última instancia, a mí la moda no me parece mal. La moda como un modo, superficial si se quiere, de, como otrora se decía, ser moderno, es decir, de habitar el hoy. Y es justo la marca del "hoy", la fecha, lo que faltaba a la poesía mexicana tan preocupada por la eternidad. Sí, las modas pasan. Habría que añadir: como todo. Y también: las modas vuelven. Algunas. A veces. Pero hoy por hoy no me interesa preguntarme: ¿qué de todo esto perdurará? Sino, más bien: ¿qué está pasando? Y lo que está pasando es este ahora convulsivo de la poesía mexicana al que, por momentos, me siento tentado a llamar Edad de Oro: una época de liberación poética que tiene lugar justo en pleno desastre del país, pero sin negar el desastre, más aún: asumiéndolo. Sí, qué ganas de declarar una Edad de Oro de la poesía mexicana, aunque sea de broma, aunque sólo sea por molestar.
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En mi caso, como dije antes, más que molestia, me da pena ajena, y yo, en vez de la Edad de Oro la llamaría Las Edades de la Pirita: la poesía mexicana tan preocupada por la eternidad. Fabre denuncia ciertas preocupaciones sobre la poesía mexicana, pero él mismo parece más preocupado por conservarse como el Dorian Fabre de la poesía mexicana. Dice cosas tan viejas como "ser moderno", "paradigma estético", "habitar el hoy", "época de liberación poética"… Parece que estoy leyendo a Justo Sierra. En fin, que habrá quien se crea todo su prólogo y toda su grandilocuencia gracias al apoyo constante de las grandes instituciones culturales y universitarias de México. Y hasta aquí mi texto, serio pero no académico, sobre esta antología fallida en su vanidosa formación y prólogo y con bellos aciertos entre los poetas y poemas seleccionados. Contesto con verdadero placer a los dos poetas que se sintieron ofendidos y violentados por mi diálogo con el poeta Pedro Damián en Facebook, pero leí en otro momento -creo que era de Brecht- algo así: "se le llama violento al río pero no se llama violentas a las orillas que lo contienen". Habría que preguntarse si no es violenta la actitud que siempre ha tenido Fabre y algunos de sus amigos en contra del otro 90% de poetas mexicanos con sus absurdas afirmaciones y cabría denunciar seriamente sus abusos y pedirle en este caso a la UNAM que cuide más los libros que imprime, porque está entrando al juego de la mercadotecnia de la pose y la discriminación. Agradezco la atención prestada y recomiendo la lectura de Las edades de la pirita, pero sólo los poemas, porque todavía hay tontos que creen que el Tiempo es Oro. Por fortuna, ahora, hoy, actualmente, recientemente, la nueva forma de leer los libros de la UNAM también es virtual, y se agradece.
Epílogo Para que Luis Felipe Fabre no diga que sólo quiere molestar y que en verdad se haga un trabajo serio y completo de investigación sobre poetas sociales, panfletarios, rebeldes, radicales, punk, bizarros y sin estar solamente al borde si no en verdad
dentro de sus situaciones de vida, no sólo en apariencia ni en pose (porque una verídica poesía de la calle surge cuando la calle se transforma en poesía), quisiera regalarle esta lista de poetas que curiosamente vienen trabajando desde hace años toda la estética que Fabre acaba de descubrir. Y no es malo que Fabre tenga sus primeras experiencias con este tipo de poesía, lo que es excesivo es que crea que son actuales y que sólo nueve poetas las desarrollan en México, cuando, si es real su interés por ello, a continuación encontrará propuestas para las que se esperaría, se diera el tiempo y el verdadero oficio de lectura e investigación para ver si se le ocurre seguir la sugerencia que alguno de los poetas antologados me hizo: hacer una antología de poetas resentidos (no apagaré su sarcasmo, pero no lo olviden: el resentido aparece en respuesta de la actitud abusiva). Y ojalá también los nueve poetas antologados lean a estos otros poetas para que no se sientan tan solos creando poemas que ya otros vivían desde hace muchos años, antes de que los nueve publicaran sus primeros libros (o incluso algunos coincidirán en la edad, pero no en la necesidad de forzarse a escribir con calle, siendo ésta su naturaleza real): Roberto López Moreno, Leopoldo Ayala, Oscar Altamirano, Enrique González Rojo, Edgar Artaud Jarry, (ya conocen a Jaime Reyes), Juan Martínez, José Vicente Anaya, Ramón Martínez Ocaranza, Pedro
Damián, Ektor Zettaek Balam, Orlando Guillén, Lalo Quimixto Chacala, Francisco Zapata, Ramón Méndez, Ricardo Castillo, Rogelio Dueñas, Jaime Coello, Israel Miranda, El Colectivo Morvoz, Colín, José Fons Textosterona, Ángel Carlos Sánchez, Colectivo La Tarántula Dormida, Jesús Bartolo, Andrés Cardo, Adriana Tafoya, Saúl Ibargoyen, Colectivo Órfico, Mauro Hernández Fuantos, Jerónimo E. Gómez Cuadra, Reneé Acosta, Rojo Siena Editorial, Colectivo La Rabia del Axólotl, María de Jesús Villalpando, Gerardo Grande, Javier Raya, Semanario Deportivo de Poesía, Máximo Cerdio, Tulio Chavarría, Jeremías Marquines, Mikel Lecumberri, Rojo Córdova, Pita Ochoa, José Peguero, Fernando Trejo, Arturo Alvar Gómez, Gustavo Alatorre, Daniel Téllez, José Manuel Recillas, Ruperta Bautista, Andrés López, Metáfora Hoja de Poesía, Ángel Nungaray, Ignacio Ruiz Pérez, Sonia Silva-Rosas, Antonio Salinas, La Jerga, Revista Clarimonda, Éric Marváz, Estrella del Valle-Arizpe, David H. Rambo, Mauricio Jiménez, Javier Moro Hernández, Balam Rodrigo, El Piñón, Adán Echeverría, Iván Cruz, Sergio García, Pterocles Arenarius, Mardonio Carballo, Juan Carlos Bautista, Arturo Terán, Gabriel Cruz Mayorga, Heriberto Yépez, Marceal Méndez, Sergio Loo... y cuando terminen de leer les enviaré otra pequeña lista con más poetas mexicanos actuales. Porque querer vender pirita en vez de oro es un daño espiritual.
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Nos vemos en el slam
por Mario Pineda Quintal
Eleven La Quilla No sé si es un adiós definitivo al lugar o una nueva búsqueda de espacio entre las casonas y los negocios ubicados en el centro histórico de la ciudad de Mérida. Solo sé que el Foro Cultural de Autogestión "La Quilla" cerró las puertas de su local con una sensación de despedida y las últimas actividades programadas las realizarán fuera de éste. Por lo visto y leído en su página de Facebook y blogspot, los responsables de este proyecto no ponen fin a la labor de apoyar los movimientos musicales, visuales, literarios y escénicos que recientemente van emergiendo o ya son veteranos en la cultura alternativa del estado. Sin duda son buenos organizadores de eventos y difusores para las creaciones artísticas. Quizás, esta sea una nueva etapa para "La Quilla". Ya sin espacio, pero llevando todo su ambiente alternativo e ideas autogestivas hacia lugares donde un agresivo baile de slam o el graffiti son desconocidos o "delictivos". Claro, no olvido que ya venían haciendo presentaciones fuera de casa. Los toquines de sus últimos aniversarios fueron organizados en sedes alternas y si el dato no me falla, también han participado en festivales o jornadas culturales organizadas en varios municipios del estado. Si en ese camino va el proyecto, algunos o muchos van coincidir que no hay pérdida, "La Quilla" seguirá existiendo, obvio, de manara itinerante, y seguirán intactos sus esfuerzos por dar o buscar espacios para escenarios y lienzos de los artistas con "inamovibles sueños" en el ola alternativa de Yucatán.
Pero para mí, la desaparición de su foro físico, es un hecho desafortunado, a sabiendas que en la blanca, y muchas veces doblemoralista capital, los lugares como ése, son pocos y en ocasiones nulos. En los locales que ocupó "La Quilla" en los barrios de Santiago, Santa Ana, Mejorada y San Cristóbal no había un cadenero arruinando el ánimo fiestero pidiendo credencial de elector o poniendo la cadena de su mascota para controlar el dizque acceso. Podías estar en lugar portando unas económicas chanclas y vistiendo la ropa que más acomode a tus ideologías. Nadie llegaba a reclamarte porque tu humanidad se desparramaba en el piso o salía y entraba al foro como tratando de poner un record cruzando puertas. Comprabas cerveza cuando la necesitabas o querías, sin tener atrás de ti a un mesero con jodona amabilidad. Las cuotas de recuperación eran pagables para la banda, y en ocasiones con el tipo que cobraba, podías llegar a un acuerdo para un dos por uno o tres por dos. En sus escenarios, la diversidad musical era constante y se presentaron bandas locales tocando géneros como ska, reggae, hip hop, punk, metal, rock, surf, electrónica, cumbia, reggaeton y otros sonidos, hasta ruidos. Y cuando las rolas pedían los empujones, patadas y codazos del slam, nadie llegaba a decir ¡párenle, a madrearse a sus casas!. En las paredes no faltaban las fotos y las pinturas, menos las proyecciones de buenas películas o documentales para la reflexión. Como experiencia personal, disfruté "La Quilla" cuando sus direcciones en los flyers te llevaban a los barrios de Santa Ana, Mejorada y San Cristóbal. Mis visitas al primer lugar sucedían delatripa: narrativa y algo más
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cuando empezaba a enrolarme en el mundo alternativo de Mérida. Ahí conocí a varias bandas locales que hoy son de mis favoritas, amigas y amigos artistas, ya sea escritores, pintores y actores. Animado por las exposiciones de fotos en sus paredes, planeé y monté una con dos amigas. La llamamos "Egos" y contenía imágenes de fábricas y luces, así como un fotoreportaje de haciendas henequenales. En varias ocasiones, entre semana, era el único sentado en el sillón viendo películas que presentaban en ciclos de cine. Además, conocí a Rocco, vocalista de la dormida banda Maldita Vecindad. En Mejorada, me dieron chance para otra exposición y esta vez la monté con dos amigos, llamándola "Flora Expresión", que mostraba fotos de hojas, flores y árboles. También se leyeron mis pornoversos en una presentación escénica con
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ambiente erótico y algo pornográfico. Le di el primer beso a la chica que ahora es mi esposa mientras sonaba el ska de "Los Ayudantes de Caska". También asistí a sus ciclos de cine, pero con más público en la sala. En San Cristóbal, no tuve exposiciones ni lecturas. Iba a disfrutar la música junto con amigos y mi novia. Por primera vez estuve en una tocada de Sr. Bikini y me di cuenta que ya había nuevos rostros en el ambiente, más jóvenes y nuevas bandas. Hechos comunes en "las Quillas", varias veces llegué caminando sobrio y regresé caminando borracho, compartidas de chevas con amigos y recuerdos inolvidables de buen arte. No sé que vaya a pasar, sólo espero que "La Quilla" siga en el camino y nos dé más slam en todos los sentidos artísticos.