Tardes de domingo

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TARDES DE DOMINGO CON SEURAT Y RIVERA Camilo otero rejón 1


De la pintura rupestre al Muralismo mexicano El muralismo mexicano se remonta a las mas antiguas manifestaciones pictóricas de la Humanidad, sobre los muros rocosos bajo tierra, antes de la pintura de caballete y sobre madera; produce una sensación abrumadora de figuras y colores que miran desde arriba en las bóvedas, abrazan desde las paredes y subordinan al espectador ante su grandeza; no hay diferencia entre el azoro de aquel hombre prehistórico que accedía por ritual, curiosidad o casualidad a esos recintos subterráneos de Altamira1 o Lascaux2 y la reflexión del observador de la vastedad del Poliforum, la caverna artificial de Siqueiros. Las galerías cavernosas de Loltún en Yucatán, y de Cacahuamilpa, aún sin pinturas destacadas producen sensaciones mixtas de subordinación y empoderamiento. 1

España, cuevas con pinturas rupestres

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Francia, cuevas con pinturas rupestres

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Pero en el trayecto, el muralismo mexicano se nutre igualmente del mural del paraíso de Tepantitla en Teotihuacan, las húmedas bóvedas de arco falso de Bonampak3 de los mayas y de los azules verdosos de Cacaxtla.4 Toda esa evolución pictórica, superficies inmensas coloridas y abrumadoras se transforman a mediados del siglo XX en la avasalladora presencia del muralismo de O´Gorman, Siqueiros, Rivera y otros; cubriendo de acentos indígenas y mestizos las paredes exteriores de grandes edificios como los paños inmensos del artista Christo 5

cubrieron efímeramente los puentes del Sena creando efectos inéditos; pero la evocación

clara del arte rupestre es evidente cuando colorean los interiores, antes sombríos de iglesias, hospicios y palacios. La arquitectura gótica ya había devuelto a los europeos la impresión de grandeza de Lascaux y Altamira transformando las catedrales en cavernas de luz con sus rosetones y enseñanzas bíblicas desde la fragilidad desconcertante de sus vitrales, como se experimenta en la gloria azul de la Santa Capilla parisina, por citar solo una iglesia; detenerse en la nave principal de una catedral gótica y bañarse de su luz matizada descendiendo de las alturas eleva el espíritu como le sucedió al nómada cazador en la caverna sombría a la luz mortecina de las antorchas.

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Chiapas

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Tlaxcala

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Christo Vladinirov Javacheff, 1935, artista búlgaro del siglo XX que presentaba objetos o edificios envueltos como propuesta estética

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Estar de pie, en medio del Poliforum 6de Siqueiros es sentir también las figuras animales de Lascaux, volver a ser el hombre primitivo disminuido ante la magnitud de las imágenes que envuelven en toda dirección; poco a poco, infunden en el humano la conciencia de su propio poder y grandeza, porque es obra humana, transformadora del entorno; es sentir la energía que llevaba al cazador de mamuts y bisontes el ver a sus presas, su alimento y vestido ante él. El Homo Sapìens sapiens camina de la mano de cromañones y neandertales cuando admira el Hospicio Cabañas7, Palacio Nacional o contempla “El sueño de una tarde dominical en la Alameda Central identificando a Diego Rivera, Carlota de Bélgica, al globero, el ratero y la Santa Inquisición. El muralismo mexicano no es pintura de salón como son las figuras cortesanas en las villas paladianas8 en el Véneto9 o en Blenheim Palace10 que nos miran picarescamente desde balcones o ventanas Trompe l´oeil11; no se trata de una decoración sino de una sensación, una visión que conmueve y no que entretiene la vista. Sus formas humanas colosales, explícitas, sus animales, las formas vegetales, todo tiene el cometido de conmover, dentro de la mas pura tradición de las cavernas prehistóricas.

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México,DF

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Guadalajara,Jalisco

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Andrea Palladio, arquitecto italiano en la región de Venecia, Italia,1508‐1580

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Italia

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Gran Bretaña

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Técnica pictórica que trata de engañar a la vista produciendo un falso efecto de profundidad

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El muralismo europeo pudo caer en el amaneramiento refinado de las cortes reales e imperiales, reducido a ser parte del moblaje o la arquitectura, Diego, Siqueiros y muchos mas le retornaron la función original de SER.12 Una galería, a manera de caverna, ofrece una doble perspectiva del mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central” de Diego Rivera; se le puede ver muy de cerca desde el nivel de piso, descubriendo detalles de cada personaje y elemento abrumado por las dimensiones físicas de la obra; pero otra mirada se percibe desde el balcón enfrente del mural, con otro ángulo y mayor distancia se descubre la dimensión del conjunto en perspectiva,, asemeja el par de alas desplegadas de un águila multicolor teniendo en el pecho las figuras centrales de Diego, Catrina y Posada y en el plumaje, la historia de México 12

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Diego sueña El mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central” de Diego Rivera es, como toda obra de arte de primer orden, generadora de historias, anécdotas y leyendas. Respecto a este trabajo pictórico hay varias que destacar por su cuota de escándalo en los medios y la intolerancia, como lo fue la expresión: “Dios no existe” que plasmó, en alusión a una afirmación de Ignacio Ramirez causando gran revuelo que derivó en la mutilación de la obra en dos lugares, donde estaba la expresión escandalosa y la cara de Diego niño. Hacia la izquierda desde la mirada del espectador, perdida entre un mar de rostros adustos o alelados, se encuentra la cartela donde estaba la expresión escandalosa de ¡El nigromante”. En la parte central del largo rectángulo está la cara de Diego niño, bajo Frida. Años después Rivera la restauró pero cambiando el “Dios no existe” por una cita alusiva a la misma. Una indiferente expresión:

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“Conferencia en la Academia de Letrán”.13 Mucho después, tras el sismo de septiembre de 1985, el hotel Del Prado quedó muy deteriorado y el mural fue cuidadosamente rescatado, y siempre cerca de la Alameda, instalado, ahora si, en un museo, espacio digno de su valor artístico. En 200914, grupos artísticos e intelectuales todavía insisten en la reposición del “Dios no existe”, pero autoridades en la materia, como Raquel Tibol, opinan que debe quedar como está, Diego mismo pintó la modificación y fue el autor. Todo ese trasfondo histórico atenúa la reflexión sobre otros elementos que igualmente se vinculan con la obra y la enriquecen. Se han realizado muchos estudios profundos sobre este mural, generalmente análisis iconográficos de los elementos mexicanos. Son interesantes y completos los resultados de Perez Escamilla15, quien reconoció en una imagen antigua de “el Pollo”, como antecedente del Diego niño con tobilleras ralladas en “Sueño de una tarde”, lo cual, como bien dice, no menoscaba en lo absoluto la genialidad de Rivera, pero aún asi, no se deja de entrever en Diego niño la sombra de la niña de sombrero y alforzas a la vera de la señora de una obra de Seurat.

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Dolores de la Torriente,Memoria y razón de Diego Rivera

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Milenio Cultura 2009‐07‐01

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Merry Macmasters,La Jornada Cultura,Dic 5 2006

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Existen en la Historia del Arte muchos casos de reinterpretaciones de obras de otros autores con la maestría suficiente para ser consideradas a su vez obras originales; uno de los ejemplos fundamentales es la versión del inglés Francis Bacon, quien en el siglo XX tomó de Velázquez el retrato del papa Inocencio X. Por eso es deseable incluir otra reflexión a las muchas sobre el “Sueño de una tarde” de Rivera. Se trata, artísticamente hablando, de un doble homenaje, simultáneo y yuxtapuesto, a dos de sus artistas maestros, José Guadalupe Posada y Georges‐Pierre Seurat. Ambos artistas del siglo XlX, uno grabador mexicano, creador de la Calavera Garbanzera; otro, neoimpresionista francés, pintor de bañistas y circos. Tienen escuelas diferentes, América y Europa y son influencias clave en Diego; en blanco y negro, éste; aquel en colores suaves; combinados producen en Rivera una explosión de color. Mientras que el homenaje a Posada es manifiesto y explícito, con el retrato del grabador y a su lado la icónica Catrina, el homenaje a Seurat es sutil, apenas perceptible, a través de algunos elementos compositivos. El porqué ese tratamiento diferente a dos maestros de Rivera puede tener una explicación en las circunstancias políticas del país en ese momento.

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México estaba en plena efervescencia del Nacionalismo, la exaltación de lo Mexicano, sus colores, sus tradiciones; su historia demandaba un lenguaje alejado de la tradición europea, de manera visible. En la Presidencia de la república se encontraba Miguel Alemán Valdéz Asi, la obsesión mexicana por la muerte se descarna en la Catrina, genial creación de Posada, la coloca en el centro mismo de la composición, reinventándola Diego a cuerpo completo con un Quetzacoatl a manera de boa de plumas. Esta figura concuerda maravillosamente con el despliegue de personajes históricos y arquetipos populares mexicanos16. A propósito de Seurat. En tanto que Seurat, el pintor francés que admiraba y sobre quien vertiera juicios favorables en varias ocasiones aparece en una forma discreta que no desentonara con la mexicanidad por su tan francés impresionismo decimonónico. De la Torriente en su libro sobre Diego Rivera menciona que en 1948, mismo año del trabajo en el mural, dice que el Maestro le dictó una lección de pintura en la que entre otros, menciona a Seurat en varios momentos.17

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Esteban Ierardo,Frida Khalo y el arte de la circulidad de lo personal e impersonal

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Op. Cit

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“el neoimpresionismo de Seurat y este impresionismo fue no solo la transcripción, en notas musicales, del “canto del pájaro” impresionista, sino su arquitecturización que hizo posible la armonía, el contrapunto y la sinfonía de Seurat”. Mas adelante en su explicación, De la Torriente pone en boca de Diego otro comentario: “el Puntillismo de Seurat da la sensación, y la emoción, de un espacio vivo de color. Su Puntillismo es el mecanismo real y positivo de acción del color”. De nuevo lo cita posteriormente: “Por otra parte, en la obra de Seurat se diría que acontece lo mismo, pero como si los toques de color fuesen billones de insectos de alas coloridas como el colibrí cuando se inmoviliza en el aire suspendido por el movimiento de las alas”. No deja de ser interesante que en el mismo año que trabajó en el comedor del hotel Del Prado tuviera tan presente, como a Cezanne también, a Georges‐Pierre Seurat. En otra ocasión, entrevistado por Gladys March, Diego hizo dos escuetas menciones a Seurat sin aludir concretamente a su obra Grande Jatte. En tanto, que en esa misma entrevista, sus palabras sobre el mural del hotel Del Prado las dedica a describir personajes, a J.G. Posada y principalmente a narrar el incidente de rechazo sobre la obra, sus connotaciones políticas, sin dejar lugar a cualquier vínculo entre Seurat y la Alameda Central.

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Parecería entonces, una decisión deliberada aquella de no expresar explícitamente el homenaje al francés y dejar todo el honor a Posada, tan mexicano como el Nacionalismo imperante que sustentaba.18 De la influencia de Cezanne en Rivera hay comentarios como el de Pérez Escamilla, cito: “realiza estudios de la obra de Diego Rivera y los primeros resultados apuntan a que el muralista se interesó en la estética del México precortesiano, a raíz de Cezanne.19 De la Grande Jatte a la Alameda, menudo pie la lleva. Hay referencias de historiadores del Arte, muchas, sobre el conocimiento de Rivera respecto la obra de Seurat, algunas, posiblemente originadas por el libro de Dolores de la Torriente. Pero una vinculación directa entre Sueño de una tarde dominical… y Domingo en la tarde… no se hallan fácilmente. Algo se percibe en Nanzi Vallejos, al reseñar una obra,cito: “la escena dominguera santafiesina nos trae reminiscencias de la francesa isla de la Grande Jatte o de la festiva tarde dominical en la Alameda de la capital mexicana, que, en tiempos, lugares y con estilos diferentes pintaron Seurat y Rivera”20. Genialmente, Diego introduce algunos motivos que aparecen en la obra cimera de Seurat “Tarde de domingo en la Grande Jatte”, la declaración formal del “Puntillismo” galo. 18

Rivera, Mi arte, mi vida, una autobiografía (Con Gladys March) Editorial Dover,1991

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El Universal Cultura,martes 10 de julio,2007. Entrevista a Ricardo Perez Escamilla

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El litoral,Santa Fe,Argentina

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Ya desde los títulos de las dos obras se distingue un cierto parentesco: La de Seurat es “Tarde de domingo en la Grande Jatte”21 La de Rivera es “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”. Esto, por si solo no se sustenta, igualmente se podría alegar una influencia shakespereana por aquello de “Sueño de una noche de verano”. Despues se tienen cuatro figuras, dos de manera evidente y dos, disimuladamente, que se relacionan en una y otra creaciones pictóricas. Las dos principales son la pareja niño‐adulto que determinan el centro focal de las pinturas.

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Un dimanche après‐midi à L´ille de la Grande Jatte 1884‐1886

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El par de la mujer con sombrilla y la niña en Seurat ocupa el centro geográfico del lienzo rectangular. Hay una gran elegancia y discresión en la centralidad aislada de ese par

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femenino de distintas edades; son el centro indiscutible de toda la escena a pesar de la contundencia en primer plano de otra pareja con un mono y un perrito ladrando; este conjunto se subordina como marco del punto focal, la niña de blanco y sombrero y ¿su madre, su aya? Cobijada bajo un parasol igualmente discreto. Retomando la fauna arriba mencionada, un mono,, si, un mono encadenado en plena campiña parisina; aún así, es una figura mas, nada mas. Pero esa fauna en Europa se equivale con igual mesura con el reptil y el batracio que adornan a Dieguito, de frente en la Alameda. Estas divas no requieren de parafernalia. A menos que sean reinterpretadas por Diego Rivera. La pareja de la Catrina con Diego niño en Rivera se encuentra casi en la línea media del largo mural horizontal. La Garbanzera y Dieguito forman en realidad un cuarteto complementado con José Guadalupe y Frida; o un zoológico, si se añaden la rana y la culebra que emergen de los bolsillos del niño y la serpiente emplumada a manera de estola que cubre a la esquelética. En un sentido estricto, la línea media de la composición estaría dada por Posadas y la fuente encima de él, pero las plumas de avestruz en el sombrero y las de Quetzalcoatl focalizan la escena completa.

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Pero no solamente rinde un homenaje simultáneo, además, yuxtapone el motivo puntillista con el motivo mural, la dama de la sombrilla en la Catrina, la niña con encajes con Diego niño, unos y otras mirando hacia el espectador. Ambos niños se encuentran a la izquierda de las figuras adultas desde la perspectiva del observador. Los detalles compositivos de Catrina y la francesa se corresponden maravillosamente, el parasol de la gala se equivale con el amplio sombrero de plumas de la calavera, las siluetas son similares. La niña y Diego se corresponden, las alforzas en la falda de la Grande Jatte y las calcetas a rayas horizontales en la Alameda Central. Sin embargo, la francesita con el vestido claro y sombrero no sale de la escena en la yuxtaposición, solamente se desplaza cerca del perrito en un movimiento nada al azar, ocupando el lugar de otra niña algo mayor con un ramillete, en un punto medio entre un árbol y el perrito de los que se hablará a continuación. El indicio se puede imaginar en el hecho de que la francesita del ramillete que atesora, al igual que la niña mexicana que ocupa su lugar que guarda entre manos, como un tesoro, una muñeca.

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Hay en su mirada un: No me fui, solamente me sacaron de la jugada por el narcisismo del pintor que se retrata dos veces en el mismo mural y a mi me han dado a cambio una muñeca. Son los otros elementos que terminan afirmando esta relación, situados en en ubicaciones similares en ambos cuadros; son el perrito que ladra en primer plano y un árbol determinado. El perrito de Seurat ladra hacia adentro de la escena, ignorando al mono encadenado sentado a su lado; el can está mas interesado en las sobras de comida que un perro negro y grande revisa cerca de ahí. Es el único elemento que parece animado e la Grande Jatte pues hasta la niña que salta y el hombre que toca un instrumento parecen estar igualmente paralizados por el tedio que todos los demás. El can dieguino ladra en sentido contrario, hacia afuera, a la multitud que se congrega hacia el lado derecho del espectador señalando el fragor de la revolución y el siglo XX. En el tronco de un árbol, una niña Es mas fácil identificar el árbol aludido en la comparación a partir de Seurat pues entre una docena de troncos verticales y ausentes de ramificaciones, éste se distingue por la curvatura de sus ramas y troncos secundarios.

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No sucede lo mismo en Rivera, entre la veintena de troncos sinuosos, curvos, subdivididos y con ramas, hay que tener en cuenta su ubicación y relación con otros elementos para distinguirlo. Es aquel que cobija las alas del ángel, el globo de Cantolla y el sueño de Porfirio Díaz. Con un poco mas de imaginación, se podrían asociar las alejadas figuras alargadas de paseantes en lontananza a la derecha del tronco del árbol Grande Jatte con los músicos de la banda que tocan en el quiosco de la Alameda. En el caso del quiosco, se forma con los troncos de los árboles un nicho que contiene la estructura y los músicos; el mismo efecto sucede con Seurat, dos troncos contienen, como un relicario, las figuras difusas. Pero eso ya queda a criterio de cada observador. Pero en ambos casos la alineación vertical perro‐niña‐arbol es fácil de visualizar. En los dos cuadros este eje se encuentra en el tercio central de la composición, hacia la derecha vista por el espectador. Este eje compositivo no acoge únicamente a los tres elementos en común, lo hace en la misma ubicación, el árbol en el extremo superior, el perrito en el extremo inferior y en el mientras tanto, la niña del ramillete‐niña de la muñeca. Estos ejes verticales árbol‐perrito son todavía, fuente de mas especulación. En ambos trabajos aparecen mujeres en una pose de tres cuartos posteriores con varios detalles dignos de observar. La nuca, la espalda, la cintura, el despliegue horizontal de la falda y el pelo recogido. 19


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Una vez mas dos elementos, sombrero y parasol se intercambian siguiendo un contorno similar. Las dos mujeres, la riveriana, en pie, la de Seurat, sentada, tienen sus cabezas, sombrero y/o sombrilla en las inmediaciones del tronco del árbol mencionado. Interesantemente, las faldas de las niñas y las señoras se superponen, en el caso de la Grande Jatte, apenas, la adolescente con el ramillete está en segundo plano; en la Alameda Central, se enfatiza la presencia de la niña vestida de domingo llenando casi en su totalidad de primer plano la falda de la señora q. da la espalda. 21


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La Geometría en el Arte Una vez identificados los principales sujetos de análisis en ambos cuadros, cabe también hacer énfasis que no exclusivamente hacen válida la correlación las características físicas sino también su distribución espacial. Se podrían trazar sobre los rectángulos horizontales que las contienen triángulos que definen un perímetro que incluyen estos sujetos de manera similar. Un vértice apunta a la línea media de la composición, otro hacia el borde superior y un último al borde inferior; en ambos casos, las figuras humanas, perros y árboles se contienen y corresponden.(ver ilustración) Los triángulos ocupan la parte central de la superficie, de la línea media hacia la derecha. Sin embargo, dos eventos le dan dinamismo a la comparación, los perritos, de similar tamaño y actitud, ladran en sentido contrario.(ver ilustración) La niña francesa suplantada por Diego niño no desaparece, hace un enroque con la adolescente que observa el ramillete siempre dentro del perímetro del triángulo. Un vestidito dominguero similar en Seurat y Rivera da la pista. Los vestidos infantiles son blancos, con falda de talle bajo, en la distancia lucen de telas similares; llevan sombreros aunque diferentes, en Seurat parece de pajilla, en Rivera, de tela. 23


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La pose también difiere, la francesa es formal, hierática; la mexicana es desafiante, bien plantada con las piernas separadas; como se menciona anteriormente, abraza a una muñeca, como protegiéndola, quizás del perro o de las miradas ajenas. Mientras la francesita luce distante, en la versión mexicana parece resentir el desplazamiento a la fila del coro, cerca de otra niña, indígena, un perro ruidoso, en los linderos de la Revolución. Definitivamente todo indica que tiene una historia mas interesante que narrar que la aislada parisina en su isla central.(ver ilustración) Tal vez se podrían incorporar a esta lista de símiles, el tratamiento de las frondas de los árboles en el espacio central por encima del sombrero de la catrina; los sombreros femeninos, los bastones masculinos y así, otros más; cada uno por separado carecería de fundamento suficiente para enlazar una y otra propuesta pictórica pero su conjunción permite evocar a la una en la otra. En las reseñas y ensayos sobre esta obra de Diego no aparece de manera frecuente ni evidente esta correlación de elementos entre Seurat y Rivera, pero que en conjunto, aunados a los títulos de ambas obras y las referencias sobre el pintor francés por parte del mexicano, dejan claro este homenaje, que , en su momento de construcción pudo no haber sido políticamente correcto, y Diego, formando parte de ese Nacionalismo mexicano en el Arte, disfrazó hábilmente; de la misma manera que claudicó, años después

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del atentado contra el mural, en cambiar el polémico “Dios no existe” por un dato menos comprometedor22. Posiblemente , el escándalo que atrajo, como lo capitalizó el pintor cuando lo repuso y sus frases contundentes, opacaron otro tipo de comentarios sobre su mural.23 En otros murales riverianos se han aludido a sus influencias del arte Occidental, por ejemplo todo lo escrito en relación con los murales de la SEP. Teresa del Conde menciona lo bien que Rivera llegó a conocer y valorar el arte mural europeo. Asienta que: “Recorrió Florencia, Venecia, Roma, Asis, Siena, Ravena, Milán, con un objetivo en la mente: el de codificar un estilo cuya lectura fuese inmediata y cuya eficacia de comunicación lo hiciese accesible a cualquier espectador”. En el mismo libro, Antonio Rodríguez dice que Rivera le rinde homenaje al Giotto “al tomar algunos elementos del abrazo de San Joaquín y Santa Ana en la Puerta Dorada, que el amigo del Dante pintó en la capilla de los Scrovegni, en Padua. Afines en la unión simétrica de los cuerpos que se abrazan, y en la aureola que el mexicano sugiere por medio del sombrero del campesino, las dos escenas son, sin embargo diferentes.

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1956

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Para abundar sobre este episodio consultar “Confesiones de Diego Rivera” por Luis Suárez, Grijalbo, México, 1975

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No será la última vez que Diego Rivera, partiendo de algunos elementos de los pintores renacentistas, realice un arte muy suyo y de nuestro tiempo”.24 El asunto de la aureola y el sombrero campesino evoca una circunstancia semejante entre la sombrilla de la mujer central en la Grande Jatte y el sombrero de plumas blancas de la Catrina en la Alameda; también, la misma mujer con la niña a su lado se corresponde, como se ha mencionado antes, con Catrina y Diego niño. Tambien, los sombreros mexicanos de ala ancha, tal vez procuran el acento elíptico que en Seurat prodigan los parasoles. Y sin embargo … Otras características disimulan, por el contrario, la posible asociación entre ambos; la frontalidad de la mayoría de los personajes riverianos a diferencia de la abundancia de perfiles en Seurat; las actitudes, tan relajadas en la isleta francesa, tan vivaces en el Paseo mexicano; la concentración humana, abigarrada en español y moderada en francés. La intensidad de los colores es otro asunto para revisión: el colorido puede resultar un gran distractor comparativamente hablando. En Seurat predominan los colores fríos sobre los cálidos; donde posan en primer plano se tienen varios tonos de verdes según la gradación del sol y sombra; el fondo es dominado por el azul de Sena y las frondas verdosas.

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Guía de los murales de Diego Rivera en la SEP, texto de Antonio Rodríguez, SEP cultura, México, 1986

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En Rivera, el primer plano es totalmente cálido y va subiendo de intensidad al dirigirse a las frondas amarillas y naranjas aunadas al fragor del fuego revolucionario, apenas aparecen unos manchones fríos en algunos vestidos y globos. El francés despliega una mayor cantidad de contrastes fríos‐ cálidos en alternancia pues el mexicano realmente prefirió la abundancia de los colores cálidos con acentos fríos. Cabe apuntar que el colorido arbóreo de Rivera evoca mas la luminosidad del Impresionismo previo a Seurat; mas Cezanne posiblemente, con se identifica también en algunas partes de los murales de la SEP (Op. Cit.) Pero una diferencia fundamental resulta ser el tamaño de cada pieza; el mural tiene una superficie de aproximadamente 67.5 m2; el óleo, 6 m2; por lo tanto La Grande Jatte representa solamente el 8.89% de superficie respecto a La Alameda; podría caber 11.25 veces en la superficie del mural. Otra circunstancia que de alguna manera permea en ambos trabajos es la madurez de los artistas; La Grande Jatte es una primicia, fue pintada en los medios veintes de edad de un artista que falleció a los 31, es una obra desafiante, innovadora, de presentación, un orgullo para Seurat, quien algo narcisista, la reproduce como fondo en una pintura posterior, “Las modelos”25. La Alameda Central es un trabajo postrero, de madurez, por encargo; el pintor es un hombre mayor, quien cede y concede cuando es menester, es un consagrado que puede 25

The Barnes Collection, Pensylvannia,EEUU

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darse la satisfacción de homenajear a sus maestros en este mural; ya no reta como en otras ocasiones, accede a modificar el “Dios no existe” y fallece un año después. Es difícil asociar dos obras con técnicas y proporciones tan radicalmente diferentes, es como comparar el rostro en un camafeo en piedra con un retrato al óleo convencional, pero siempre habrá lugar para el “ y sin embargo…” galileico. Todo eso podría ser también causa de la ausencia de referencias alusivas. Un siguiente paso podría ser la revisión exhaustiva del acervo que se encuentra en la Casa Azul de Frida Khalo en Coyoacán, se mencionan miles de documentos entre los cuales algunos estudiosos han encontrado información para vincular la pintura de Rivera con Cezanne, como se ha mencionado en páginas anteriores, para ampliar la información respecto a Seurat, concretamente entre las dos composiciones que han sido objeto de esta revisión. Este conjunto de circunstancias añade a la historia del mural otro ángulo de observación y reflexión que Rivera habría dejado para su descubrimiento eventual. Gracias Diego. 30


INDICE DE ILUSTRACIONES 1.‐ Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central. 2.‐ Tarde de domingo en la isla de la Grade Jatte. 3.‐ Elementos identificados en las composiciones comparadas. 4.‐ Otros elementos comparados. 5.‐ Ejes pictóricos. 6.‐ Distribución espacial entre Seurat y Rivera. 7.‐ Diferencias en superficies entre Seurat y Rivera

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