Revista xi semana de las letras de torrero

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s a r t e L a l e d a n a z m a e P S a I L / X o l r a i e r c r e o p T e Es d o i r r a B l e d Mayo 2014


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el 24 de abril al 7 de mayo de 2014 se ha celebrado la XI Semana de las Letras del Barrio de Torrero/La Paz, dedicada este año a la figura de Ramón J. Sender y a su obra. Durante esta Semana se han desarrollado diferentes actividades relacionadas con su persona y su obra: exposiciones, conferencias, proyecciones cinematográficas, presentaciones de libros, lectura pública y participada, recorridos por el barrio, así como la inauguración de un parque con el nombre de “Crónica del Alba”. En esta revista quiero recoger el reportaje fotográfico que he ido realizando a lo largo de estas jornadas, así como algunos datos que amplíen lo que muestran las imágenes. Como una pequeña aportación personal a este trabajo, he decidido que el tipo de letra del texto que acompaña a las imágenes sea una denominada “Valentina”, creada por Pedro Arilla diseñador de tipografía zaragozano.

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acido en la pequeña localidad de Chalamera el 3 de febrero de 1901, es Sender uno de los autores en lengua castellana traducido a más idiomas tras el indiscutible primer puesto de Miguel de Cervantes. Los dos primeros años de vida de este clásico, cuya vigencia está suficientemente contrastada por el número de reediciones de sus obras, transcurrieron en Chalamera. En 1903 la familia -era Sender el segundo hijo de José Sender y Andrea Garcés- se traslada a la localidad vecina de Alcolea de Cinca. Ocho años después en 1911, los Sender pasaron a Tauste, donde Pepe Garcés conocería a su Valentina. Para cursar el tercer curso de bachillerato, el joven Ramón fijó su residencia en Reus, exactamente en el internado del colegio de los religiosos de la Sagrada Familia. Ya en 1914 recalará en Zaragoza, ciudad en la que terminará sus estudios secundarios y en la que permanece hasta 1918. Todos estos años de infancia y adolescencia quedarán indeleble y magistralmente inventariados tanto en la deliciosa autobiografía novelada “Crónica del Alba” (1965-1966) como en “Monte Odina” (1980).

Con apenas quince años comienza Sender su fase de aprendizaje literario a través de colaboraciones en la prensa del momento. Serán las planchas de la zaragozana La Crónica de Aragón, del alcañizano El Pueblo, de los madrileños España Nueva, El País, Béjar en Madrid y La Tribuna, y más tarde, del oscense La Tierra, los testigos de estos primeros ejercicios de una escritura un sí es no es tardomodernista. Es época de lecturas extensas e intensas, ordenadas y desordenadas, de la finalización del bachillerato en Alcañiz y de una impulsiva escapada a Madrid, también en 1918, que en todo caso revelan la inquietud juvenil del alevín de literato, de quien daba comienzo a su carrera a través de los propedéuticos lugares literarios de la contemporaneidad, los de aquellos luchadores del periódico, de la crónica y del reportaje. A estos lugares se reintegra, un poco a regañadientes, cuando el severo José Sender, por entonces secretario de la Cámara Agraria oscense, le llamó a capítulo y le hizo regresar a la capital de Huesca. Crónicas sentimentales, versos en alejandrinos y runflante rima o reportajes de excursiones pro patria pueden leerse en el periódico de la Cámara, La Tierra, hasta que en 1923 hubo de marchar Sender a África. Tras su paso por el servicio militar, realizado también una vez más, de crónicas, cuentos —son de especial relevancia los publicados a la sazón en Lecturas— y reportajes. A diferencia de La Tierra, periódico católico donde Sender ofició de cronista sentimental para la juventud bien capitalina, en El Sol pudo respirar un ambiente profundamente liberal. Allí fue ensayando la escritura de aquilatación de actualidades al compás de un sensible escoramiento de su ideología hacia sucesivos progresismos. Frutos de esta labor de informador de actualidad son los primeros libros, El problema religioso en Méjico (1928) y América antes de Colón (1930), y consecuencias lógicas del escoramiento los días pasados en la cárcel por su actitud hostil a la Dictadura y el trueque del liberalismo radical de El Sol por el anarquismo de Solidaridad Obrera o el republicanismo de La Libertad. El Rincón del Yayo/03


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ueda otro fruto, por supuesto, la excelente novela Imán (1930), madurada años atrás y de éxito inmediato a su publicación. Imán inaugura con brillantez el periodo de compromiso progresista y de reconocimiento literario del Sender de los convulsos años treinta. Avanzando muchas de las improntas temáticas y de taller de escritura que le auparán como clásico, el aragonés comparte con gran parte de sus contemporáneos europeos la urgencia biológica por impedir que el fin –y sentido— de la historia se decantase del lado de la barbarie fascista. Con esta necesidad convulsiva, las publicaciones se suceden vertiginosamente: El Verbo se hizo sexo (1931), O. P. (1931), La República y la cuestión religiosa (1932), Siete domingos rojos (1932), Teatro de masas (1932), Casas Viejas (1933), Madrid-Moscú (1934), la exquisita Proclamación de la sonrisa (1934), La noche de las cien cabezas (1934), Viaje a la aldea del crimen (1934), Míster Witten el Cantón (1935, Premio Nacional de Literatura)... A todos estos libros deben sumarse multitud de colaboraciones en las revistas de izquierda más significadas del periodo republicano: Orto, Tensor, Octubre... 04/El Rincón del Yayo

Atraído en primera instancia y después voluntaria y progresivamente apartado del movimiento comunista (tal vez porque el proverbial individualismo ganglionar y solitario de Sender era una evidencia impermeable a la teleología de sentido comunista), el escritor hubo de vivir unos especialmente trágicos momentos durante los primeros meses de la Guerra Civil. Por una parte sufrió persecución de manos de la derecha sublevada, quien se ensañó con su hermano Manuel -alcalde de Huesca- y con su esposa, Amparo Barayón —con quien tuvo dos hijos, Ramón y Andrea—, pero por otra también de los mandos comunistas. Por esta última circunstancia, no dudó en aceptar la invitación del Gobierno para viajar a Estados Unidos en misión de propaganda (1938). Durante la confusión bélica escribe y publica Contraataque (1938), novela de contienda y ciertamente de propaganda. Con el fin de la guerra se inicia el periodo de exilio americano de Sender. Primeramente recaló en Méjico, y allí fundó la editorial Quetzal, de cuyos talleres saldrían Proverbio de la muerte (1939), la justamente afamada El lugar del hombre (1939), Hernán Cortés (1940) y Mexicayotl (1940). Con el tiempo, los tres primeros citados serían reescritos y retitulados como La esfera (1947), El lugar de un hombre (1958) y Jubileo en el Zócalo (1964). También editó allí el Epitalamio del prieto Trinidad (1942) y la primera narración de Crónica del alba (1942). En 1942 pasa a los Estados Unidos de Norteamérica y se nacionaliza norteamericano en 1946. Tras algunos meses vividos en Nueva York, se traslada a Alburquerque como profesor de Literatura Española Moderna de la Universidad de Nuevo Méjico. Colaboró Sender en un buen puñado de publicaciones periódicas al tiempo que iba publicando libros de gran calado como El vado (1948), El rey y la reina (1949) y El verdugo afable (1952), y al tiempo que traducciones de sus novelas iban engrosando los catálogos de prestigiosas editoriales –no españolas, por descontado– como muestra del vertiginoso ascenso de la fama del escritor. De ese mismo año (1952) data la edición de Mosén Millán, cuyo título fue convertido en el más conocido de Réquiem por un campesino español en la edición bilingüe de 1960. Al, a no dudar, libro más célebre del escritor sucedieron Hipogrifo violento (1954), Ariadna (1955), Bizancio (1956), Unamuno, Valle-lnclán, Baroja y Santayana (1957)


—con los años, aumentado en Examen de ingenios. Los noventayochos (1961)—, La Quinta Julieta (1957), Los cinco libros de Ariadna (1957, anticipada en la Ariadna de dos años atrás), Emen hetan (1958), El diantre (1958), Los laureles de Anselmo (1958), El mancebo y los héroes (1960), Las imágenes migratorias (poemario de 1960), La llave (1960), Novelas ejemplares de Cíbola (1961), La tesis de Nancy (1962, primera de la popular serie), La luna de los perros (1962), Los tontos de la Concepción (1963) y Carolus Rex (1963). El periodo de 1939 a 1963 suele considerarse el del florvit de la escritura senderiana, una época jalonada de obras maestras —puntualmente reseñadas por la crítica americana– escritas durante esos largos ratos de soledad del profesor universitario, que con una técnica meditada supo convertir tramas, símbolos, alegorías y protagonistas en metáforas aceptadas como paradigmas de su tiempo. De autor exiliado de culto pasó Sender a escritor popular en la España del desarrollismo y de la tibia apertura. Lo hizo de la mano de la editorial Destino y a raíz, sobre todo, tanto de la edición completa de Crónica del alba (19651966) como del logro del premio Planeta (1969) con el relato En la vida de Ignacio Morel. Pero Sender seguía en su ostracismo estadounidense; en 1961 había aceptado una plaza como profesor en la Universidad de Los Ángeles. Jubilado, en 1963 pasó de Alburquerque a Manhattan Beach (California). Allí terminó la escritura de La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (1964), Jubileo en el Zócalo (1964), El bandido adolescente (1965), Valle-lnclán o la dificultad de la tragedia (1965), El sosia y los delegados (1965), Cabrerizas Altas (1966), Tres novelas teresianas (1967), Las gallinas de Cervantes (1967), Ensayos sobre el infringimiento cristiano (1967), Las criaturas saturnianas (1967), El extraño señor Photynos (1968), Don Juan en la mancebía (1968), Novelas del otro jueves (1969), Comedia del diantre y otras dos (1969), Tres ejemplos de amor y una teoría (1969), En la vida de Ignacio Morel, Relatos fronterizos (1970), Nocturno de los 74 (1970), Zu, el ángel anfibio (1970), Ensayos del otro mundo (1970), La antesala (1971) y El fugitivo (1971). En 1972 Sender traslada, por motivos de salud, su residencia de Los Ángeles a San Diego. En esta ciudad continuó su febril y prolífica actividad literaria.

En 1974 y 1976 pudo Sender regresar fugazmente a España, con la excusa de la impartición de varias conferencias en ciudades españolas (Barcelona, Zaragoza, Huesca...). En el segundo de los viajes, se le tributó un emotivo homenaje en Chalamera, pero la posible felicidad de un regreso imposible fue turbada por los desagradables sucesos acaecidos en la residencia mallorquina de Camilo José Cela. No volvería más a su país natal –porque, entre otras cosas, pudo comprobar que ya no era su lugar— pero sí recuperaría, en 1980, la nacionalidad española. El 16 de enero de 1982 la muerte le sorprendió en su domicilio de San Diego. Juan Carlos Ara Torralba Instituto de Estudios Altoaragoneses

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JUEVES, 24 abril

INAUGURACIÓN de la XI Semana de las Letras del Barrio de Torrero por el Concejal Presidente del Distrito, Roberto Fernández García

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JUEVES, 24 abril

INAUGURACIÓN de la Exposición de ilustraciones: Sender y sus criaturas por José Luis Cano

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INAUGURACIÓN de la Exposición didáctica Sender: el escritor y su tiempo y la Exposición bibliográfica Ramón J. Sender: la escritura y la vida 08/El Rincón del Yayo


JUEVES, 24 abril

CONFERENCIA: Ram贸n J. Sender (1901-1982) y su tiempo. Zaragoza en su obra por Jos茅 Domingo Due帽as

(profesor de la Universidad de Zaragoza y coordinador del Centro de Estudios Altoaragoneses)

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VIERNES, 25 abril

LECTURA PÚBLICA: Réquiem por un campesino español de Ramón J. Sender

por representantes de entidades relacionadas con el barrio. Con la participación de Inés y Babel Ayala, sobrinas del escritor

Presentación de la lectura por Miguel Serrano vocal de la Junta de Distrito

Roberto Fernández García Concejal Presidente del Distrito introduce el acto de lectura

Inés Ayala, agradece la invitación y da comienzo a la lectura

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El cura esperaba sentado en “ un sillón con la cabeza inclina-

da sobre la casulla de los oficios de réquiem. La sacristía olía a incienso. En un rincón había un fajo de ramitas de olivo de las que habían sobrado el Domingo de Ramos. Las hojas estaban muy secas, y parecían de metal. Al pasar cerca, mosén Millán evitaba rozarlas porque se desprendían y caían al suelo. Iba y venía el monaguillo con su roquete blanco. La sacristía tenía dos ventanas que daban al pequeño huerto de la abadía. Llegaban del otro lado de los cristales rumores humildes.

Vista de la sala del Centro Cívico

Alguien barría furiosamente, y se oía la escoba seca contra las piedras, y una voz que llamaba: -María... Marieta...

Cerca de la ventana entreabierta un saltamontes atrapado entre las ramitas de un arbusto “trataba de escapar, y se agitaba desesperadamente. Más lejos, hacia la plaza, relinchaba un potro.

«Ése debe ser -pensó mosén Millán- el potro de Paco el del Molino, que anda, como siempre, suelto por el pueblo.» El cura seguía pensando que aquel potro, por las calles, era una alusión constante a Paco y al recuerdo de su desdicha.

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El monaguillo entraba, tomaba una campana que había en un rincón y, sujetando el badajo para que no sonara, iba a salir cuando mosén Millán le preguntó: -¿Han venido los parientes? -¿Qué parientes? -Preguntó a su vez el monaguillo. -No seas bobo. ¿No te acuerdas de Paco el del Molino? -Ah, sí, señor. Pero no se ve a nadie en la iglesia, todavía.

El chico salió otra vez al presbiterio pensando en Paco el del Molino. ¿No había de recordarlo? Lo vio morir, y después de su muerte la gente sacó un romance. El monaguillo sabía algunos trozos:

“Ahí va Paco el del Molino, que ya ha sido sentenciado, y que llora por su vida camino del camposanto.”

El monaguillo iba y venía con el romance de Paco en los dientes. Sin darse cuenta acomodaba sus pasos al compás de la canción:

“... y al llegar frente a las tapias el centurión echa el alto.” 12/El Rincón del Yayo


y salía el monaguillo con la pértiga de encender “losEntraba cirios, las vinajeras y el misal. -¿Hay gente en la iglesia? -Preguntaba otra vez el cura. -No, señor. Mosén Millán se decía: es pronto. Además, los campesinos no han acabado las faenas de la trilla. Pero la familia del difunto no podía faltar. Seguían sonando las campanas que en los funerales eran lentas, espaciadas y graves. Mosén Millán alargaba las piernas. Las puntas de sus zapatos asomaban debajo del alba y encima de la estera de esparto. El alba estaba deshilándose por el remate. Los zapatos tenían el cuero rajado por el lugar donde se doblaban al andar, y el cura pensó: tendré que enviarlos a componer ...

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Recordaba mosén Millán el día que bautizó a Paco en aquella misma iglesia. La mañana del bautizo se presentó fría y dorada, una de esas mañanitas en que la grava del río que habían puesto en la plaza durante el Corpus, crujía de frío bajo los pies. Iba el niño en brazos de la madrina, envuelto en ricas mantillas, y cubierto por un manto de raso blanco, bordado en sedas blancas, también. Los lujos de los campesinos son para los actos sacramentales.

Las mujeres reían también, especialmente la Jerónima -partera y saludadora-, que en aquel momento llevaba a la madre un caldo de gallina y un vaso de vino moscatel. Después descubría al niño, y se ponía a cambiar el vendaje del ombliguito. -Vaya, zagal. Seguro que no te echarán del baile -decía aludiendo al volumen de sus atributos masculinos.

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Estaba seguro mosén Millán de que servirían en la “comida perdiz en adobo. En aquella casa solían tenerla.

Cuando sintió su olor en el aire, se levantó, se acercó a la cuna, y sacó de su breviario un pequeñísimo escapulario que dejó debajo de la almohada del niño. Miraba el cura al niño sin dejar de rezar: ad perpetuam rei memoriam...

...Veintiséis años después se acordaba de aquellas perdices, y en ayunas, antes de la misa, percibía los olores de ajo, vinagrillo y aceite de oliva. ...

Como en todas las aldeas, había un lugar en las afueras que los campesinos llamaban el carasol, en la base de una cortina de rocas que daban al mediodía. Era caliente en invierno y fresco en verano. Allí iban las mujeres más pobres -generalmente ya viejas- y cosían, hilaban, charlaban de lo que sucedía en el mundo. Durante el invierno aquel lugar estaba siempre concurrido. Alguna vieja peinaba a su nieta. La Jerónima, en el carasol, estaba siempre alegre, y su alegría contagiaba a las otras. A veces, sin más ni más, y cuando el carasol estaba aburrido, se ponía ella a bailar sola, siguiendo el compás de las campanas de la iglesia.

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Pero don Valeriano se asomaba ya a la sacristía. “«Con permiso», dijo. Vestía como los señores de la

ciudad, pero en el chaleco llevaba más botones que de ordinario, y una gruesa cadena de oro con varios dijes colgando que sonaban al andar. Tenía don, Valeriano la frente estrecha y los ojos huidizos. El bigote caía por los lados, de modo que cubría las comisuras de la boca. Cuando hablaba de dar dinero usaba la palabra desembolso, que le parecía distinguida. Al ver que mosén Millán seguía con los ojos cerrados sin hacerle caso, se sentó y dijo: -Mosén Millán, el último domingo dijo usted en el púlpito que había que olvidar. Olvidar no es fácil, pero aquí estoy el primero. El cura afirmó con la cabeza sin abrir los ojos. Don Valeriano, dejando el sombrero en una silla, añadió: -Yo la pago, la misa, salvo mejor parecer. Dígame lo que vale y como ésos. Negó el cura con la cabeza y siguió con los ojos cerrados. Recordaba que don Valeriano fue uno de los que más influyeron en el desgraciado fin de Paco. Era administrador del duque, y, además, tenía tierras propias. Don Valeriano, satisfecho de sí, como siempre, volvía a hablar: -Ya digo, fuera malquerencias. En esto soy como mi difunto padre.

El zapatero encontró todavía antes de separarse del cura un momento para decirle algo de “veras extravagante. Le dijo que sabía de buena tinta que en Madrid el rey se tambaleaba, y que

si caía, muchas cosas iban a caer con él. Como el zapatero olía a vino, el cura no le hizo mucho caso. El zapatero repetía con una rara alegría: -En Madrid pintan bastos, señor cura. 16/El Rincón del Yayo


Llegó a la aldea un grupo de señoritos con vergas y con “pistolas. Parecían personas de poco más o menos, y algu-

nos daban voces histéricas. Nunca habían visto gente tan desvergonzada. Normalmente a aquellos tipos rasurados y finos como mujeres los llamaban en el carasol pijaitos, pero lo primero que hicieron fue dar una paliza tremenda al zapatero, sin que le valiera para nada su neutralidad. Luego mataron a seis campesinos -entre ellos cuatro de los que vivían en las cuevas- y dejaron sus cuerpos en las cunetas de la carretera entre el pueblo y el carasol. Como los perros acudían a lamer la sangre, pusieron a uno de los guardas del duque de vigilancia para alejarlos. Nadie preguntaba. Nadie comprendía. No había guardias civiles que salieran al paso de los forasteros.

Media hora después llegaba el señor Cástulo diciendo “ que el carasol se había acabado porque los señoritos de la ciudad habían echado dos rociadas de ametralladora, y algunas mujeres cayeron, y las otras salieron chillando y dejando rastro de sangre, como una bandada de pájaros después de una perdigonada. Entre las que se salvaron estaba la Jerónima, y al decirlo, Cástulo añadió: Ya se sabe. Mala hierba...

miraba alrededor, en silencio. “PorPaco fin dijo: -Bien, me quedan cincuenta tiros, y podría vender la vida cara. Dígales a los otros que se acerquen sin miedo, que me entregaré. De detrás de una cerca se oyó la voz del centurión: -Que tire la carabina por la ventana, y que salga. Obedeció Paco.

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no quedaba nadie en la plaza, sacaron a Paco “y aCuando otros dos campesinos de la cárcel, y los llevaron al

cementerio, a pie. Al llegar era casi de noche. Quedaba detrás, en la aldea, un silencio temeroso. El centurión, al ponerlos contra el muro, recordó que no se habían confesado, y envió a buscar a mosén Millán. Éste se extrañó de ver que lo llevaban en el coche del señor Cástulo. (Él lo había ofrecido a las nuevas autoridades.) El coche pudo avanzar hasta el lugar de la ejecución. No se había atrevido mosén Millán a preguntar nada. Cuando vio a Paco, no sintió sorpresa alguna, sino un gran desaliento. Se confesaron los tres. Uno de ellos era un hombre que había trabajado en casa de Paco. El pobre, sin saber lo que hacía, repetía fuera de sí una vez y otra entre dientes: «Yo me acuso, padre..., yo me acuso, padre...». El mismo coche del señor Cástulo servía de confesionario, con la puerta abierta y el sacerdote sentado dentro. El reo se arrodillaba en el estribo. Cuando mosén Millán decía ego te absolvo, dos hombres arrancaban al penitente y volvían a llevarlo al muro. El último en confesarse fue Paco. -En mala hora lo veo a usted -dijo al cura con una voz que mosén Millán no le había oído nunca-. Pero usted me conoce, mosén Millán. Usted sabe quién soy. -Sí, hijo. -Usted me prometió que me llevarían a un tribunal y me juzgarían. -Me han engañado a mí también. ¿Qué puedo hacer? Piensa, hijo, en tu alma, y olvida, si puedes, todo lo demás.

cajón del armario de la sacristía estaba el “relojEnyunel pañuelo de Paco. No se había atrevido mosén Millán todavía a llevarlo a los padres y a la viuda del muerto.

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ROMANCE DE PACO EL DEL MOLINO El romance ve apareciendo en la obra de manera fragmentaría. El personaje del monaguillo actúa como hilo conductor del mismo. Siguiendo los altibajos de su memoria, el lector va teniendo acceso a la letra del romance de forma desordenada. Es decir, la composición surge ante el lector manteniendo su carácter oral, anónimo, de obra no escrita, que reside únicamente en la memoria del pueblo. Aquí esta ya ordenado.

Lo buscaban en los montes, pero no lo han encontrado; a su casa iban con perros pa, que tomen el olfato;

Imágenes de la película: Réquiem por un campesino español, de Francesc Betriu

ya ventean, ya ventean las ropas viejas de Paco. Las luces iban po’l monte y las sombras por el saso. En la Pardina del monte allí encontraron a Paco; date, date a la justicia, o aquí mismo te matamos. Ya los llevan, ya los llevan atados brazo con brazo. Ya lo llevan cuesta arriba camino del camposanto Ahí va Paco el del Molino, que ya ha sido sentenciado, y que llora por su vida caminó del camposanto. En las zarzas del camino el pañuelo se ha dejado, las aves pasan deprisa, las nubes pasan despacio Las cotovías se paran en la cruz del camposanto. y al llegar frente a las tapias el centurión echa el alto. Aquel que lo bautizara, Mosén Millán el nombrado, en confesión desde el coche le escuchaba los pecados. Entre cuatro lo llevaban adentro del camposanto, madres, las que tenéis hijos, Dios os los conserva sanos, y el Santo Ángel de la Guarda y rindió el postrer suspiro al Señor de lo creado. -Amén. El Rincón del Yayo/19


SÁBADO, 26 abril

Sender y el barrio

Excursión a pie en la que se visitó la Quinta Julieta y el parque Crónica del Alba. La visita fue guiada por: Mariano Mérida (ANSAR) y por Chema Gregorio (historiador y miembro de la Asociación de Vecinos La Paz)

Salida del Centro Cívico, camino del parque de La Paz

Parque de La Paz, explicación por Chema Gregorio de la historia de la lucha del barrio para conseguir esta zona verde y participar en su diseño, anteriormente este terreno estaba ocupado por un asentamiento gitano conocido como “Las Graveras”

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Recorrido por el Canal Imperial de Aragรณn con explicaciรณn de la historia de su construcciรณn y de los รกrboles que tiene a lo largo de su curso

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En el embarcadero del Canal en La Paz se encuentra una chimenea que recuerda a la tejer铆a existente en ese lugar

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Q uinta Julieta aquellas excursiones matina“lesEnconunmidehermana buscando aventuras

nos alejamos bastante canal arriba y encontramos un barco mucho mayor que mi lancha, todo blanco y en forma de cisne. Cabrían en él unas veinte personas y lo conducía un caballo blanco también que tiraba de él mansamente a lo largo de la verde orilla. Concha se había puesto mi gorra.

El cisne erguía su cuello en la proa en forma de interrogación y ‘llevaba entre sus alas un poco separadas dos filas paralelas de cómodos asientos para los excursionistas. -Me quedé absorto contemplando aquello y Concha que llevaba más tiempo en Zaragoza y estaba mejor enterada dijo: — Esta debe ser la góndola que lleva la gente a la quinta Julieta. He oído hablar de ella. Pero yo seguía sin entender: — ¿Qué es la quinta Julieta? Mi hermana me decía dando a su voz inflexiones acariciadoras: — ¿No lo sabes? Es un lugar paradisíaco. Un verdadero rinconcito del cielo. — Bueno, ¿pero es público? — Sí. Claro. — ¿Y qué hay allí? — Pues ¿qué quieres que haya? Paseos, glorietas, césped, cenadores románticos, rincones floridos, rosaledas. Ya te digo, un paraíso. Y es público. Bueno, se paga una peseta por el viaje en la góndola y por la entrada, todo junto. — ¿Está lejos? — Una hora en la lancha, más o menos, según dicen. La doncella va todos los domingos con su novio. Yo calculaba: una hora de ir, otra de volver, dos de estar dentro de la quinta Julieta. Habría que dedicar toda la mañana. ¿Qué dirían en casa? — Podríamos ir - dije. Ella se quitó la gorra, puso en ella — entre las correítas del barbuquejo — una flor que había encontrado flotando en el agua, volvió a ponérsela y dijo: — Creo que hoy no debemos ir. Es hora de volver a casa. Pero podemos ir otro día. Luego me miró soñadora y añadió: — ¿Tú sabes? Siempre que veo a tu Petronio me acuerdo de la quinta Julieta.

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“ — ¿Cómo es la quinta Julieta?

Esto rompió el hilo de su discurso pero sólo por un momento: — Está bien. Un sitio hermoso, así como para poetas. Yo sólo voy cuando está cerrada al público. Un día a la semana la cierran para barrer, podar los rosales, regar y recortar la hierba. Como el que la cuida es mi tío yo no tengo cortapisas. Pero verás lo que sucede con mi familia. -Mi padre es muy estricto aunque no sé por qué. Tal vez es el dinero que lo vuelve loco. A mí no me importa tanto el dinero. Con el duro del sábado me las «arreglo muy bien.

Era la quinta Julieta lo que yo había pensado. Macizos verdes, amarillos, arcos de rosales trepadores que en algunos lugares formaban verdaderos túneles. A medida que avanzábamos por una avenida pavimentada con ladrillos entre cuyas junturas crecía la hierba, yo iba comprendiendo que allí había una atmósfera de privilegio, un aura celeste y sobrenatural. Estaba conmovido y disimulaba mi emoción.

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Todo aquello parecía de nadie. Parecía mío. Y lo era en mi imaginación. Cuando un lugar, un “palacio, un parque, me gustaban me los apropiaba y nadie en el mundo habría podido convencerme de que no eran míos. Mirando a mi alrededor, pensaba: este es el lugar adecuado para Valentina y para mí. Todo es amor. Flores, estanques y cisnes. Yo querría trabajar aquí siempre y vivir con Valentina hasta ser viejos y morirnos el mismo día. Todo es amor aquí. Y la gente debe ser buena como los ángeles.

Pero la curiosidad no me dejaba tiempo para “reflexionar. Seguía mirándolo todo vorazmen-

te. Fuimos a una glorieta donde confluían cuatro caminos, los cuatro con columnas a los lados y pequeñas estatuas. La glorieta cubierta con madreselvas que dejaban colgar sus delicadas flores amarillas estaba en sombra. Tenía bancos de mármol alrededor formando un círculo abierto sólo para dar paso a las avenidas.

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EL ACUEDUCTO DEL BARRANCO DE LA MUERTE Textos sacado de la revista El Dorondón nº 16 editado por la AVV La Paz

Como a pesar de las loas a Pignatelli, ante la construcción del tercer cinturón se olvidan y se intenta que prevalezca ante el interés general por encima de todo lo demás, incluido el patrimonio histórico. Gracias a la presión vecinal esto no fue así, y se logro preservarlo aunque con grandes modificaciones respecto al original. A lo largo de este barranco se han dado tres hechos históricos de relevancia: 1.-Las tropas cristianas de Alfonso I “El Batallador” eliminan a lasa fuerzas musulmanas que venían de Valencia en auxilio del rey moro de Zaragoza. 2.-Allí es donde más virulencia alcanza la Batalla de Zaragoza en plena guerra de Sucesión con la victoria del bando pro austriaco. 3.-El Barranco de la Muerte fue uno de los caminos elegidos por los anarcosindicalistas aragoneses para las evasiones durante los seis primeros meses de la Guerra Civil. 26/El Rincón del Yayo


PARQUE CRÓNICA DEL ALBA

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DOMINGO, 27 abril

INAUGURACIÓN del PARQUE CRÓNICA DEL ALBA

Antonio Ángulo y Miguel Serrano vocales de la Junta de Distrito de Torrero

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La Banda del Canal ameniza la ma帽ana

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Inauguración

Intervención de Valentín Cazaña Presidente de la AVV La Paz

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Inauguración

Intervención de Roberto Fernández García Concejal Presidente del Distrito de Torrero

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Inauguración

Intervención de Carlos Pérez Anadón Concejal del Ayuntamiento de Zaragoza

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Inauguraci贸n Fotos de grupo

Representantes pol铆ticos del Distrito y del Ayuntamiento de Zaragoza

Representantes de las Organizaciones Vecinales del Barrio de Torrero

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Inauguraci贸n

Comida popular

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LUNES, 28 abril

Proyección de la película 1919 de Antonio Betancor basada en Crónicas del Alba, de Ramón J. Sender Presentación por Agustín Sánchez Vidal en la Asociación de Vecinos de Venecia, c/ Granada, 43

Eva Puyó directora de la Biblioteca Fernando Lázaro Carreter, presenta la proyección

Eva Puyó directora de la Biblioteca Fernando Lázaro Carreter, presenta la proyección. Público asistente

Agustín Sánchez Vidal Catedrático de Historia del Cine de la Universidad de Zaragoza, ensayista, guionista y novelista.

Introduce la película.

Fotograma de la película

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MARTES, 29 abril

Proyección de la película Réquiem por un campesino español de Francesc Betriu basada en la novela del mismo título de Ramón J. Sender en la Sala Multiusos Centro Cívico Torrero

Fotograma de la película

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MARTES, 29 abril

CONFERENCIA: Sender en el cine por Vicky Calavia (realizadora y gestora cultural audiovisual)

Charla sobre las adaptaciones cinematográficas y televisivas de algunas de las obras de Ramón J. Sender se acompañó por diversas proyecciones sacadas de su documental Aragón filmado en la Sala Multiusos Centro Cívico Torrero

Antonio Ángulo Vocal de la Junta de Distrito de Torrero presenta a Vicky Calavia 38/El Rincón del Yayo


Proyecci贸n de un momento de la entrevista a Ram贸n J. Sender

Fotograma de Valentina

El Rinc贸n del Yayo/39


MIÉRCOLES, 7 mayo

PRESENTACIÓN del libro El bandido adolescente de Ramón J. Sender Con Ismael Grasa (escritor), Alberto Gamón (ilustrador y autor de la portada) y Alfonso Castán (editor de Contraseña) en la Sala Multiusos Centro Cívico Torrero

Miguel Serrano presenta a los ponentes de la presentación del libro El bandido adolescente

40/El Rincón del Yayo


Alfonso Castán editor de Contraseña

Alberto Gamón autor de la portada del libro

Alguna ilustración de Alberto Gamón

Alguna ilustración de Alberto Gamón

Ismael Grasa escritor El Rincón del Yayo/41


MIÉRCOLES, 7 mayo

CLAUSURA de la XI Semana de las Letras del Barrio de Torrero/La Paz por el Concejal Presidente del Distrito Roberto Fernández García

42/El Rincón del Yayo


ORGANIZAN:

Junta de Distrito de Torrero Centro Cívico Torrero Biblioteca Fernando Lázaro Carreter

COLABORAN:

Servicios Sociales (Infancia) Casa de Juventud Torrero Universidad Popular de Zaragoza Centro de Convivencia de Mayores Torrero A.VV. La Paz A.VV. Venecia Montes de Torrero A.VV. Parque Venecia Asociación de Mujeres La Paz Asociación Boca i Día

AGRADECIMIENTOS:

Instituto de Estudios Altoaragoneses Casa de Ejercicios Quinta Julieta Eugenio Monesma Florencio De Pedro El Rincón del Yayo/43


Diseño y Maquetación

Joaquín Salvador Formento 2014


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