Arte Infierno C贸mo hacer
desde el
Retazos del Grupo
de Barranquilla 1950-1960
En Barranquilla -donde
las apari-
encias indican que no se lee, y hay tres librerías en las que Faulkner se agota en 48 horas- un grupo de muchachos de unos veinte años que por lo menos han pasado diez en salones de cine, cinco en bares y cinco leyendo1, han hecho un grupo que no necesita de manifiestos, constitución, firmas ni compilaciones.
1 Tomado y parafraseado de: Álvaro Fuenmayor: Prologo al libro de cuentos Todos estábamos a la espera de Cepeda Samudio. 2
Tomado y parafraseado de: Heriberto Fiorillo: La Cueva, Crónica del Grupo de Barranquilla.
Es un grupo que no le gustan los grupos. Pero que se la pasa de bar en librería tomando ron, whiskey y cerveza. Conversando de arte, de periodismo y de literatura. Un grupo para el que la amistad y la mamadera de gallo es la prioridad y la escencia de la vida2.
Grupo de... ¿Barranquilla?
“
Lo que produce guayabo no es el trago, sino con quien se beba.
Álvaro Cepeda Samudio bebiendo en la Librería Mundo
García Márquez
“ Álvaro Cepeda Samudio y Alejandro Obregón pasando el guayabo en la playa
“
Excess
The road of leads to the palace of
wisdom.
El Viejo Blake fue una gran influencia para Álvaro Cepeda Samudio y seguramente también para Obregón.
Próxima página: Tap Dance, Cepeda Samudio (1954)
Alejandro Obregón intenta poner en equilibrio una botella sobre el sueño etílico de un compañero de borracheras.
«... whisky, por favor, “permiso, permiso”
“... te digo que Marion es distinta”, “gracias, no”, “sí, doble, sírvalo”. “Una vez, hace años yo no soy un político, no señor, pero verá usted...” “por favor”, “yo digo que durará, es Sartre”, “... no, no señor, whiskey”, “nueve ochenta y ... tú no me comprendes, no me has comprendido nunca». «Dos Martinis, “firmaré eso”, “permiso”, “gracias, yo”, “... finalizar con 367”, “... llénelo, sí, igual”. “... Pero es que usted no comprende que la estabilidad de las relaciones internacionales” “... doble, sí, doble por favor”, “Marion, quiero a Marion, es que tú”, “... seco, bien seco, eh”, “otro whisky”, “... yo no lo creo así” “y siete con treinta y cinco”, “por favor”. “Perdon, señor”, “whisky”, “Joe, el caballero”, “... pero ten calma, depacio, despacio”, “... a Marion, no la conoces”, “... no es el problema, yo digo”, “Whisky”, “... permiso, permiso”, “whisky”, “... gracias, señor”, “whisky”, “whisky”». Y en cada uno de los espacios se amontonaba pensamiento. En el gran sonido total se abrían grietas: y esas grietas se llenaban de pensamiento.
Periodismo
Álvaro Cepeda Samudio fue director del Diario del Caribe hacia 1960
Lo que pasa es que en Barranquilla no le ponemos misterios a nada. No decimos mentiras ni somos hipócritas como los cachacos. Tenemos otro lenguaje: franco, directo. ¿Tú crees acaso que en la Costa nos toman a nosotros en serio? Allá no nos paran bolas a ninguno. Ni a Gabo, ni a mí, ni a Obregón.
¿Pan o Arte? Yo quiero afirmar categóricamente para desbaratar esa falacia de que el periodismo mata al escritor, que
al escritor no lo mata nadie sino el mal escritor. Si uno es mal escritor puede dedicarse 69 años a la literatura y seguirá siéndolo.
Si es buen escritor, puede dedicarse a la zapatería, si quiere, y no perdera esa virtud. El periodismo es la mejor experiencia que puede tener un escritor de novela porque el diario es
la mejor novela que se escribe. Cepeda Samudio Gabriel García Márquez en El Espectador. 1954
La Cueva Lugar para reunirse, escribir, beber, tomar, pintar, mamar gallo, dormir, comer, seguir bebiendo, gritar, discutir, pelear, hablar mal, imaginar, hablar paja...
Calle 59 con Carrera 43. Barrio BostĂłn. Barranquilla (1953)
“
“
Sobre una pared del bar Eduardo Vilá había puesto un letrero en el que se leía: la Cueva, sitio de reunión de cazadores
Y cuando empezamos a frecuentarla nosotros, le añadio debajito: Y de intelectuales Germán Vargas. Miembro del grupo y cliente de LA CUEVA
“La Mulata” o “La mujer de mis sueños” de Alejandro Obregón. Mural pintado en las paredes de LA CUEVA.
“El acordeonero”, de Orlando “Figurita” Rivera, junto a su autor..
Obregón & Rivera la cuota visual en el grupo
Era una madrugada de mil novecientos cincuenta y pico, Alejandro Obregón, de quien se sabía que hacía muchas bromas pesadas, recién había terminado de pintar el mural de una mulata en la pared del fondo del salón. En el historial de Obregón figuraba haber llevado el elefante de un circo vecino hasta la entrada de LA CUEVA para obligar a Vilá a abrir el bar. También cuentan que una vez le echó un loro vivo a un sancocho que había pedido García Márquez. -¿Y cómo se llama tu obra? -Le preguntó Cepeda a su amigo. -Es mi mulata -respondió el pintor orgulloso- La mujer de mis
sueños.
Unas copas después Obregón reemplazó el whisky de un cazador que frecuentaba el lugar, el Totó Movilla, por unos orines suyos, que había guardado celosamente con ánimo de gestar una broma a sus amigos. Cuando el Totó Movilla probo su “whisky”, fue a buscar su escopeta, preguntando a gritos y madrazos por el responsable de la broma, hasta que Obregón se delató con una tímida carcajada.
-Pues mira, maricón, lo que hago con la mujer de tus sueños.
Y el Totó Movilla grabó para siempre dos balazos en la mulata de Obregón.
La
langosta Cuando el
a
Azul
(1955)
surrealismo se so帽贸 en
Barranquilla
Vinyes - Cepeda Samudio - García Márquez Fuenmayor - ‘Figurita’ Rivera - Obregón
P
or enaltecer la amistad. Por amar el arte y la literatura. Por cultivar la conversación. Por rebeldes. Por valorar el pasado. Por su imaginación. Por intentar vivir a su manera. Por innovadores. Por evitar la retórica. Por su aniintelectualismo. Por ser del Sporting o del Junior. Por joder. Por abrir caminos. Por exagerados. Por jugar billar, dominó y chequita. Por frenteros. Por cojonudos. Por burlarse de la gente. Por prestarse libros. Por preferir a barranquilla. Por no tener pretensiones de grupo. Por juntarse...
... Por renovar el lenguaje.
Por disfrutar del licor. Por ejercer bien el periodismo. Por leer a Faulkner. Por no tomarse en serio. Por mamar gallo.
Por eso eran el
Grupo de Barranquilla