"EL PEAJE DE LA VIDA" SAMI NAIR Y JUAN GOYTISOLO
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En la Declaración de Derechos Humanos está recogido el derecho de toda persona a inmigrar, a saber a salir del país y a establecer en otro. Pero tal artículo de la Declaración Universal de Derechos Humanos se supedita a las legislaciones sobre extranjería de cada país.
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El hecho de "no tener papeles" y por lo tanto no encontrarse en una situación regular es la principal causa de marginación y exclusión social. La situación de irregularidad en la que se encuentran cientos de miles de personas en nuestro país, vulnera los Derechos Humanos y de ciudadanía, ya que no tienen acceso a conceptos imprescindibles a la dignidad de la persona como son el trabajo legal, el alquiler de las viviendas, la educación superior, la libre circulación, el derecho a sindicarse, etc.
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Existen ciertos derechos que son inviolables por el hecho de ser personas, como el derecho a la vida, derecho a la libertad personal y a la seguridad que, sin embargo, difícilmente pueden ser garantizados cuando se encuentran en un margen de invisibilidad social.
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Incluso aquellas personas extranjeras que se encuentran en una situación regular no gozan de igualdad en el plano político. Es decir que no tienen la posibilidad de elegir y de ser elegido en las elecciones locales, autonómicas o generales.
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Los derechos políticos y de ciudadanía son imprescindibles para participar plenamente en la sociedad de acogida. En defensa de los Derechos Humanos y de ciudadanía de las personas inmigrantes, están constituyéndose organizaciones y Plataformas que revindican la dignificación del hecho migratorio, el reconocimiento de la contribución de las personas inmigrantes al bienestar común del país y su consideración como ciudadanos y ciudadanas, sujetos de derechos fundamentales civiles, sociales y culturales.
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Los movimientos migratorios son considerados como un “fenómeno estructural de importancia mundial” tanto por su dimensión cuantitativa como cualitativa.
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Las migraciones modernas están transformando el concepto monocultural y estático de las sociedades las en auténticos verdaderos crisoles de etnias y culturas porque no se trata, como ocurrió en otros periodos históricos de un desplazamiento con perspectiva de retorno, sino de la construcción de un nuevo espacio intercultural común.
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Las migraciones modernas se caracterizan por su tendencia al arraigo en el país de llegada con claras consecuencias para este y para el país de procedencia.
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Podemos diferenciar entre la persona que emigra, el proyecto migratorio, los flujos migratorios y las modernas migraciones.
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Teniendo en cuenta las trabas que los países receptores plantean a las personas inmigrantes, una perspectiva incierta de mejora y las propias dificultades que conlleva el proyecto migratorio, ¿cuáles son las razones que impulsan a miles de personas a desplazarse a lo largo de todo el planeta?
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En términos individuales es difícil determinar una sola razón por la que se inicie la idea de emigrar. En una persona pueden confluir multitud de factores que, entrecruzados, culminan en el proyecto migratorio.
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Lejos de la imagen estereotipada de la emigración por causas económicas, nos encontramos con multitud de perfiles: personas refugiadas, estudiantes, trabajadores y trabajadoras cualificadas, personas jubiladas y empresarias, movidas por multitud de causas.
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Entre las más conocidas está la búsqueda de una salida laboral o escapar de situaciones que atentan contra la integridad y la seguridad, como es el caso de miles de personas refugiadas y desplazadas que huyen de contextos bélicos o violentos.
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Junto a estas razones, la búsqueda de unas condiciones dignas de vida o el desarrollo personal son motivos suficientes para iniciar el viaje.
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Es importante saber que, generalmente, la decisión de emigrar suele estar influida por el contexto social.
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La existencia de redes, personas cercanas o conocidas en el país de destino, por ejemplo, ayudará a tomar la decisión, ya que se cuenta con un referente para comenzar a organizar la nueva existencia.
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La familia a veces es también quien elige a la persona más indicada para emigrar, la que más posibilidades de progresar tendrá. No hay que olvidar que, una vez situada en el país de llegada, la persona inmigrante tenderá a traer al conjunto de parientes cercanos.
Todas las personas podemos identificarnos de una forma u otra con la inmigración. Si emigrar significa desplazarse desde el lugar de origen para iniciar un nuevo proyecto de vida en un nuevo espacio, ¿quién no ha emigrado alguna vez? Las condiciones actuales han variado de forma drástica en relación con las generaciones que nos precedieron. Hasta mediados del siglo XX, podemos decir que existía una cierta tendencia a permanecer en el lugar de procedencia familiar e incluso, lo normal, a continuar la trayectoria de la familia. En la actualidad, las modificaciones que se han producido en las sociedades modernas llevan a periódicas situaciones de cambio. A lo largo de una vida se pueden realizar diversos desplazamientos por razones laborales, familiares, de estudios, etc. Lo habitual ahora, es encontrarse en una situación y en un entorno social muy diferente al que conocieron los progenitores. Ciertamente podemos decir que son muy pocas las personas que mueren en el mismo lugar en que nacieron. Cada uno y cada una experimentamos diferentes cambios a lo largo de la vida hasta el punto de que trasladarse ha comenzado a ser una alternativa normal en la vida actual.