EL IMPERIO PERSA INDICE Introducción......................................3 El Imperio Persa.............................3 Extensión Historia
Trabajo realizado por:
Persia y la Biblia..............................6
Asignatura: Libros Históricos del Antiguo Testamento
Restos arqueológicos:.................13 Cilindro de Ciro.......................13 Inscripción de Darío I..........14 Documentos............................15 Ciudades:...................................16 Persépolis........................16 Susa....................................18 Construcciones funerarias........................................19 Cabeza de Jerjes I...................20 Objetos:.....................................21 Copas y boles..................21 Numismática..................22 Joyas..................................22 Bibliografía…………………………24
José Delgado Vílchez
Portada: Relieve de Darío rey persa
Granada 2015
INTRODUCCIÓN El Imperio Persa constituye el primer gran imperio de la antigüedad. En este trabajo vamos a abordar su historia, relación con la Biblia y los restos arqueológicos que han llegado hasta nosotros. A lo largos de estas páginas vas a encontrar los datos necesarios para ubicarte en el tiempo conociendo un poco como era la vida de esas gente y qué relación tiene con Israel, el pueblo de la Biblia. La arqueología nos ha proporcionado gran información que nos proporciona el material visual en este camino que ahora emprendemos.
EL IMPERIO PERSA
EXTENSIÓN
HISTORIA24 Ciro, de la familia de los aqueménidas, que al principio había sido rey de Ansan, creó el vasto imperio persa, que se extendía desde Sogdiana en el nordeste hasta el mar Egeo en el oeste, y que incluía todo lo que había pertenecido antes al imperio babilónico. Ciro publicó en Ecbatana el decreto que devolvía la libertad a los judíos desterrados (Esd 6, 1-5). Su hijo Cambises (529-521) invadió Egipto, triunfó en Pelusio, conquistó Heliópolis y Menfis después de poner asedio a estas ciudades, y remontó el curso del Nilo. Libia y Cirene se sometieron.
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Darío I (521-485) conmemoró unas victorias logradas sobre sus enemigos en una enorme inscripción esculpida en la roca de Behistun. Darío construyó Persépolis para que fuera la capital de su imperio, y sometió la India occidental, la cual se convirtió en la satrapía del Hindis. Jinetes, en operaciones de relevo a lo largo de la calzada real, aseguraban la comunicación entre las vastas extensiones del imperio persa. En el año 531, este monarca atravesó Tracia y cruzó el Danubio para adentrarse en Escitia: Tracia y Macedonia se le sometieron. Mileto encabezó una insurrección de los jonios, pero la ciudad fue tomada y saqueada en venganza por el incendio de Sardes. En el año 490, una expedición persa, que había desembarcado en Maratón, fue derrotada por los atenienses. Jerjes (485-464) invadió Grecia. Derrotado por los espartanos en las Termópilas, logró ocupar Atenas, pero sufrió una grave derrota en la batalla de Salamina. Grecia siguió siendo libre. Artajerjes I (464-423) reprimió movimientos de insurrección en Bacria y Egipto. Durante el reinado de este monarca, Nehemías (Neh 2,1) llegó a Jerusalén. Darío II (423-404), que reinó después del reinado de 45 días de Jerjes II, sofocó insurrecciones en Media y Lidia, pero Egipto se perdió. Se conserva una carta de este monarca, dirigida en el año 419 a los judíos de Elefantina, en la que da normas para celebrar debidamente la fiesta de los panes ázimos. Ciro, hermano menor de Artajerjes II (404-358), le disputó el trono con la ayuda militar de 13000 mercenarios griegos, pero fue derrotado en Cunaxa en el año 401. Jenofonte nos refiere la historia de la retirada de los 10000 griegos supervivientes a trabés de territorio hostil, logrando llegar hasta el mar en Trapezo. A su llegada, eran ya solo 400. Durante el reinado de Artajerjes II, en el año 398 a.C., Esdras llegó a Jerusalén e impuso el cumplimiento de la ley (Esd 7). Artarjerjes III (358-337) reconquistó Egipto, perdió y volvió a ganar Fenicia, y concertó una alianza con Atenas en contra de Filipo de Macedonia. Darío III (335-330), que sucedió a Arses (337-335), perdió y volvió a conquistar Egipto. Alejandro “Magno” de Macedonia cruzó el Helesponto en el 334, derrotó a los persas en Gránico, obligó a Mileto a rendirse, y ganó la decisiva batalla de Iso en el año 333. Alejandro conquistó Fenicia y Egipto, y en la llanura de Gaugamela, entre Nínive y Arbela, Darío volvió a salir derrotado en lucha
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contra él. Alejandro continuó su avance hacia Susa y Persépolis, que se rindieron, y persiguió a Darío hasta Ecbatana, Rages, e Hircania, donde Darío fue muerto por sus propios hombres. Y así llegó el fin del imperio persa.
Batalla de Isos (Museo Nacional de Arqueología de Nápoles)
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PERSIA Y LA BIBLIA17 Los libros del Antiguo Testamento escritos o redactados después del Exilio Babilónico mencionan a los reyes de Persia con frecuencia. En general, desempeñan un papel importante en los acontecimientos históricos y los sucesos se ven afectados según los años de su reinado. El rey de Babilonia Nabucodonosor ocupó Jerusalén, destruyó sus muros y el Santuario y gran parte de la población de Judea fue llevada al exilio en Babilonia. La liberación del exilio pudo realizarse gracias a la formación del Imperio Persa, cuyo fundador, Ciro, permitió a todos los pueblos en exilio, entre ellos también a los judíos, regresar a su patria y reorganizar su Estado. El no quería ejercer influencia en los asuntos religiosos e internos de los pueblos, sólo pidió obediencia y tributo. Entre 536 y 331 a.C., el pueblo judío estuvo bajo el poder del Imperio Persa y su desarrollo histórico, socioeconómico, espiritual y cultural fue influenciado por los persas. La liberación del exilio babilónico, la reconstrucción del Santuario y de la muralla de Jerusalén con el apoyo de los reyes persas es el tema principal de los libros de Hageo, Zacarías, Esdras y Nehemías y, hasta cierto punto, de Isaías. El Libro de Esdras da a conocer la historia del regreso (Cáp. 1 -5, y 11). El texto se refiere a un decreto escrito y oral del rey, que más tarde, ya en la época de Darío, se encontró en el archivo real, escrito en el idioma arameo (Esdras 6. 2-4). En el Imperio Persa el arameo era la lengua oficial. No sólo la reconstrucción del Templo en el sexto año del reinado de Darío (516 a.C.) confirma la existencia del decreto, sino también otro documento escrito con la escritura cuneiforme en un cilindro de arcilla en idioma persa, datado 539 a.C., que reglamentaba la reubicación de los pueblos y cultos en sus países. Este es el texto original del cilindro: "Desde Jerusalén hasta Assur y Susan, hasta Agade y la Tierra de Esnún, hasta la ciudad Zamban y Der, en la tierra de Kuti y las ciudades sagradas al otro lado del río Tigris, donde se fundaban las moradas de los dioses, hice llevar de vuelta los dioses y les daba morada eterna e hice reunir todos los hombres y los mandé reubicar en su terreno". La posibilidad de regresar del exilio babilónico -aunque sólo algunos de los exiliados quisieron regresar- fue parte de una política grandiosa del Imperio Persa. El desarrollo histórico del judaísmo se relacionó muy estrecha mente con la política interior y exterior de Persia durante los siglos V- IV a.C. y hasta la conquista macedónica. A los judíos que regresaban les tomó mucho tiempo reestructurarse desde el punto de vista económico y político. Por eso pudieron reconstruir su defensa. Cuando Egipto se separó del Imperio Persa (401 a.C.) y Palestina se transformó en zona fronteriza, Persia ayudó en la fortificación de Jerusalén y de Judea. Se estableció un equilibrio entre Samaría y Jerusalén, entre Judea e Israel. En ambas provincias gobernaban dinastías locales judías, mientras judíos ocupaban puestos importantes en la corte real. Esdras era canciller, Nehemías copero real. Los dos siglos, de 539 a.C. hasta 331 a.C., significan una época importante en la transformación del judaísmo en un pueblo. Las reformas de Esdras y la puesta de la
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Torá en la Constitución de la nación judía eran señales ideológicas de una nueva vida, en la cual se aprovecharían las experiencias recogidas en Babilonia. Esto demuestra que no es sólo la tierra propia lo que forma una nación, sino la preservación del patrimonio religioso-cultural. El pueblo judío permaneció fiel al Imperio Persa, lo que esta comprobado por los hallazgos recientes en Wadi Daliyeh. Allí se encontraron varias centenas de osamentas y utensilios en una cueva y también un archivo de papiros, que abarca la historia de los últimos decenios del Imperio Persa (375-335 a.C.). Los documentos son oriundos de Samaria y éstos, junto a otras fuentes históricas, dan a conocer los acontecimientos ocurridos en Wadi Daliyeh. Se nota que los gobernantes de Samaria eran miembros de la familia Sanbalat. Cuando Alejandro Magno, después de haber ocupado Tiro, atravesó Palestina y siguió su camino a Egipto, Samaría y Jerusalén se sometieron a él. Mientras permaneció en Egipto, la gente de Samaría mató a su lugarteniente designado y estalló una revolución contra Macedonia en Siria y Palestina, lo que demuestra que los judíos seguían fieles a los persas y no apoyaban a los macedonios. Al regreso de Egipto, Alejandro Magno sofocó la rebelión y los ilustres de Wadi Daliyeh, con sus riquezas y con sus documentos, se escondieron en la cueva, pero los macedonios los encontraron y los mataron. La matanza cerró la época persa de la historia judía, pero no pudo borrar la influencia de la cultura persa en su religión y en su cultura. Esta influencia se amplió durante la época del helenismo, cuando los elementos absorbidos se transformaron en instrumentos importantes en la lucha ideológica de los judíos contra el helenismo. Los judíos, durante los siglos de influencia persa, se relacionaban con esta cultura, con la organización y administración estatales, con las formas de la corte real, con la vida literaria de las altas capas sociales, con el culto religioso y con su ideología. El conocimiento y la absorción de todo eso ya se refleja en los capítulos 40-55 de (Deutero) Isaías, cuyo autor desconocido habla de Ciro como "ungido de Dios" y "salvador de Israel". Esta obra poética es el paralelo judío del Cilindro de Ciro, redactado por los sacerdotes de Marduc. El autor anónimo probablemente conoció el Cilindro y tal vez también los himnos dirigidos a Ahuramazda. Comparemos las fuentes. El Cilindro de Ciro dice: "El dios Marduk pasaba revista e investigaba la plenitud de todos sus países para buscar un príncipe justo y honesto, a quien ofrecer sus manos para apoyarlo. Ciro, rey de Ansan, fue el elegido para reinar sobre todo lo que hay. Le ordenó que fuese a Babilon, lo acompañaba como amigo y compañero durante el trayecto y le abrió camino para entrar a la ciudad sin guerra". Isaías dice: "Así ha dicho Dios a su ungido, a Ciro, a quien toma por su mano derecha para sojuzgar a las naciones delante de él, para desvestir a los reyes de sus armaduras y para abrir puertas delante de él, de modo que las puertas de las ciudades no se cierren. Yo iré delante de ti y allanaré las montañas. Romperé las puertas de bronce y haré pedazos los cerrojos de hierro"(Cáp. 45. 1-2). Aunque el tono de las dos obras poéticas es diferente, la idea de escoger un rey, cuya mano está en la mano de Dios, quien aleja todas las dificultades delante de él y lo conduce sin guerra a Babilon, nació en la ideología religiosa babilónica y de allí entró en el poema de Isaías, reemplazando a Marduk por Jahvé. En el otro paralelismo se ven las voces del himno persa dirigido a Ahuramazda: "Grande dios, Ahuramazda, quien ha creado la tierra, ha creado los cielos, ha creado al hombre y quien ha creado la paz para el hombre" (Epigrafía de Darío en Nags - i Rustam 1-4). "Yo hice la tierra y creé al hombre sobre ella. Son mis propias manos las
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que han desplegado los cielos y soy Yo quien ha dado órdenes a todo su ejército" (Isaías 45.12). Aquellos judíos que en alguna forma estaban relacionados con la corte real o con la administración estatal, conocían las formas de los documentos oficiales (cartas, decretos, memorias, res gestas reales, almanaques, libros de las personas que hacían beneficio notable al rey o al Estado) y los usaban también en su actividad. Los escribas fueron quienes anotaron también las obras literarias. Esdras y Nehemías los mencionan o por lo menos hacen alusiones al respecto. Pero mientras los documentos oficiales, después de la caída del Imperio, perdieron su actualidad, la novela como parte de la actividad literaria mantuvo su importancia y se incorporó en el Canon del Antiguo Testamento; pensamos aquí, en principio, en el Libro de Ester y de Daniel. El Libro de Ester es bastante conocido. Cuenta la historia del rey Asuero, de Ester, de su tío Mardoqueo y de Aman, quien odiaba a los judíos. Desde el punto de vista histórico-cultural, es interesante el primer capítulo. El nombre Asuero está cambiado y en verdad se refiere al rey Jerjes (486-465 a.C.), durante cuyo reinado se mantuvo el Imperio en su extensión completa y se puede conocer también su división administrativa (Cáp.. 1.1). La historia comienza en el tercer año de reinado de Jerjes, cuando el rey dio una comida en el jardín de su palacio. El patio estaba adornado con finas cortinas blancas y azules, sostenidas por cordones de lino color púrpura que pasaban por anillos de plata y estaban sujetas a unas columnas de mármol. También habían puesto divanes de oro y plata y el suelo estaba embaldosado con piedras finas, nácar y mármol blanco y negro (Cáp. 1.6). Esta es la única descripción de una carpa real, donde los soberanos daban sus comidas. Las comidas en una carpa lujosamente ornamentada, eran conocidas en todo el Oriente, y sobre todo en Persia, donde se mantuvo esta costumbre hasta casi los últimos tiempos. En 1971, durante la celebración del aniversario 2.500 de la fundación de Persia, los más altos dignatarios extranje ros vivieron en carpas lujosas erigidas en Persépolis. La novela de Ester es parecida a las "Novelas Persas" de Heródoto, quien utilizaba fuentes antiguas. La base probablemente no es un acontecimiento histórico; sin embargo, evoca la vida de la corte real en forma muy verosímil y juzga la situación histórica de los judíos en Persia en forma probablemente correcta. Contiene muchos nombres y expresiones persas, lo que fue suficiente para algunos historiadores de la literatura para considerar que, original mente, el libro fue escrito en persa. Los elementos que se refieren a la realidad de la época son importantes, pero es más importante la influencia de la época persa en la conciencia histórica del pueblo judío. Entre las duras pruebas de la época macedónica y helenista, la época persa vivía en la conciencia histórica de los judíos como algo inalcanzable. Sin embargo, dio una esperanza para el futuro, si los judíos mantenían su moral y solidaridad. La historia del Libro de Ester se ha transformado en un símbolo en la tradición histórica judía, de la cual se puede sacar fuerza moral. Por eso era un tema predilecto en las artes plásticas como fuente de inspiración. La obra más conmovedora es la pintura mural en la sinagoga de Dura Europos en Mesopotamia (siglo II d.C.), descubierta el siglo pasado. Por otra parte, entre las circunstancias desesperantes de la época helenista, esta tradición literaria persa se desplazaba hacia lo utópico y escatológico, lo que se ve
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en la forma apócrifa del Libro de Ester, donde el pueblo judío parece asegurar para sí la vida en paz para siempre. Esta tendencia es más visible en el Libro de Daniel, donde ya aparecen las visiones y predicciones apocalípticas. "Pareció bien a Darío constituir sobre el reino 120 sátrapas que estuviesen en todo el reino, y sobre ellos a tres ministros de los cuales Daniel era uno, a quienes rindiesen cuenta estos sátrapas para que el rey no fuere perjudicado. Pero Daniel mismo se distinguía entre los ministros y los sátrapas, porque en él había excelencia de espíritu. Y el rey pensaba ponerlo sobre todo el reino" (Cáp. 6.1-4). Los otros ministros tenían envidia de él y quisieron aniquilar a Daniel. Convencieron al rey para que firmase un documento, que establecía que cualquiera una petición a cualquier dios u hombre, fuera del rey, durante 30 días sea echado al foso de los leones. El problema que nota Daniel es un conflicto moral. Si permanece fiel a las leyes divinas, pecará contra la ley del rey y podrá ser condenado. Si cumple con la ley del rey, se aniquila moralmente. Daniel sigue la ley de Dios y el rey se ve obligado a echarlo al foso de los leones. El rey se levantó al amanecer para mirar qué pasó con Daniel, quien le habló en esta forma: "¡Oh rey, para siempre vivas! Mi Dios envió a su ángel quien cerró la boca de los leones para que no me hiciesen daño, porque delante de El he sido hallado inocente. Tampoco delante de ti, oh rey, he hecho nada malo" (Cáp. 6.22). Darío castiga a los enemigos de Daniel y ordena honrar al Dios de Daniel en todo el Imperio. Este Daniel era próspero durante el reinado de Darío y durante el reinado de Ciro, el persa (Cáp. 6.28). Utopía y ejemplo, moralidad y éxito figuran juntos aquí, como también en la historia de Ester y Mardoqueo. Las predicciones apocalípticas de Daniel nos conducen hacia las relaciones religiosas de la Biblia y Persia. Esta relación se manifiesta en dos niveles. El primero es la influencia externa, que se reflejaba en las ideas religiosas del judaísmo. Por ejemplo, el rey tenía contacto con sus súbditos sólo por intermedio de enviados, así Dios tampoco habla con sus profetas de cara a cara sino por enviados, así se formó el papel de los ángeles en el judaísmo religioso. Las creencias religiosas de Persia tuvieron influencia directa en los judíos, quienes vivían en el Imperio o tenían relaciones sociales con persas. La manifestación religiosa más importante de Persia fue el zoroastrismo, fundada por Zoroastro en el siglo VI a.C. La tendencia más importante de esta religión es la intención y voluntad de ser bueno de un lado, y de otro, el dualismo, que divide todos los fenómenos del mundo en buenos y en malos. Para sus seguidores la historia es la lucha entre el bien y el mal. Según el concepto histórico del zoroastrismo, la duración del mundo es de 12.000 años, divididos en 4 períodos de 3.000 años cada uno. La última época es la de la salvación, en la cual al comienzo de cada 1.000 años vendrá un salvador. La actuación de Zoroastro se data en el año 9.000; él tendrá tres hijos quienes nacerán más tarde y lo seguirán. Cada salvador del zoroastrismo es "hijo del hombre". Los salvadores ayudarán en la lucha de los hombres contra el mal. Cuando
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termine la última época, vencerá el bien, vendrá la resurrección de los muertos y el juicio final, durante el cual los malos, recibirán su castigo y los buenos su premio. Zoroastro, quien nacerá después de una preexistencia, como hombre e hijo de hombre, desempeñará un papel importante en el juicio final como juez, quien defenderá a los creyentes. Los rasgos de la idea persa de la salvación se repiten como herencia en las predicciones apocalípticas de Daniel, que ejerció una influencia importante en el Apocalipsis de San Juan y en otras obras apocalípticas no canonizadas. Se supone que también la jerarquía del mundo zoroástrico influyó en las ideas de la religión judía. En el mundo religioso de los persas, Ahura mazda (el Señor Sabio) se eleva encima de los otros dioses. Algunos de éstos lo apoyan, otros están en su contra. Los más importantes de los colaboradores son los siete "a masa spanta", que corresponden a los ángeles en la Biblia. Según Ezequiel, Dios viene acompañado por siete personas a castigar Jerusalén y estas personas hacen lo que Dios les ordena (Ez. 9. 1-11); como Ahura mazda está encima de todas las huestes celestiales, Dios está encima de todo (Salmos 136. 1-3; 89. 7; 89. 9, etc.). En la religión persa la personificación del mal es Ahrimán. A partir de la época persa se presenta, primero en el Libro de Zacarías y luego en el Libro de Job, una figura con función parecida, Satanás. Su papel en la tradición bíblica y posbíblica no era tan importante como en la religión persa, porque el dualismo tampoco se desarrolló entre los judíos en la misma manera como entre los persas. La desesperación por las dificultades, las persecuciones de la época helenista y más tarde en la época romana, y la tardanza de la ayuda divina, suscitaron dentro del pueblo judío la creencia y la divulgación de la esperanza en la llegada del Salvador, del juicio final y de la resurrección de los muertos. La conciencia comunitaria se desplazaba hacia soluciones trascendentales. Su situación era tan difícil y aparentemente sin solución, que sólo alguna intervención divina podría hacerla cambiar. Los libros antiguos de la Biblia judía no conocen la idea de la resurrección; sólo se creía que "la memoria del justo será bendita, pero el nombre de los impíos se pudrirá" (Prov. 10. 7). En el Libro de Job, redactado probablemente hacia fines de la época persa, se plantea la cuestión de la vida del más allá y de la resurrección en forma más concreta: "Pero el hombre muere y desaparece; el hombre expira; ¿y donde estará? Se agotan las aguas de un lago y un río mengua y se seca, así yace el hombre y no se vuelve a levantar. Hasta que no haya más cielos, no lo despertarán, ni lo levantarán de su sueño" (Cáp. 14. 10-12). Si el hombre muere, ¿volverá a vivir? "Yo esperaría todo el tiempo necesario hasta que viniera el alivio de mis penas" (Cáp. 14. 14). El Libro de Isaías (Cáp. 26.19) representa un paso más en la aceptación de las ideas persas acerca de la resurrección: "Tus muertos volverán a vivir, sus cadáveres se levantarán. ¡Despertad y cantad, oh moradores del polvo! Porque tu rocío es como rocío de luces y la tierra dará a luz a sus fallecidos". "Tus muertos", o sea los muertos de Dios, es decir, los piadosos y los mártires, por lo tanto la resurrección tocará sólo a los buenos. El apocalipsis del Libro de Daniel refleja la idea dualista de la resurrección: "Y muchos de los que duermen en la tumba serán despertados, unos para la vida eterna y otros para la vergüenza y horror eternos. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento y los que enseñaban justicia a la multitud, brillarán como las estrellas, por toda la eternidad" (Cáp. 12. 2-3). Según este concepto, no sólo los justos resurgirán como premio por su
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honestidad y justicia, sino también los malos, para recibir su castigo. La resurrección no es todavía para todos los muertos. En el Libro de Daniel la resurrección de los muertos acompaña al juicio final y también la llegada del Mesías (Cáp. 7. 9-10 y 14-15). La presencia del juicio final y sus elementos característicos, como el río, el fuego, los libros abiertos de los hechos realizados por los seres humanos, la resurrección y la llegada del Mesías significan la incorporación de elementos coherentes y seguidos por el zoroastrismo en el pensamiento religioso de los judíos. Las ideas de la resurrección, del juicio final y de la llegada del Mesías son ideas básicas de los esenios. Ellos absorbieron también otros conceptos de la religión persa, especialmente la visión dualista del mundo. Pero no fueron ellos los únicos durante los siglos II a.C. al II d.C. que incorporaron la esperanza en la venida del Mesías y además otros conceptos apocalípticos y escatológicos en sus pensamientos; había otros grupos religioso-sociales en cuyo seno estos conceptos desempeñaron un papel importante. El cristianismo incipiente era muy propenso a estas esperanzas y a estos ideales. No es una casualidad que en el Apocalipsis de San Juan elementos persas se mezclen con otros elementos orientales y helenísticos. En este libro aparece primero el Mesías en forma de "Hijo del Hombre" (Cáp. 1.12-15). La descripción de su apariencia lleva consigo los elementos religiosos de Persia, incluso la del Dios del Sol (Cáp. 1.16). Después viene la descripción de los "últimos días" y la llegada de San Juan al cielo (Cáp. 4. 2-6), donde ve el trono. En esta descripción se refleja la pompa de las cortes reales de Persia y de otros países orientales (Véase el trono de Salomón; I Reyes 10. 18-20). Esta pompa fue incorporada a la corte de los emperadores de Bizancio y de allí se difundió a otros países. La descripción del trono hace recordar a los de los países orientales, donde los tronos estaban colocados sobre patas de animales, hechos de piedras preciosas o maderas raras y muchas veces rodeados de otras figuras de animales. Los animales en la descripción, el león, el toro (el becerro), la serpiente y el águila (el pegaso), representan las cuatro constelaciones del zodíaco, puestas de frente de a dos, que encierran el "Astro Rey" que ocupaba un lugar importante en la astrología antigua. Las cuatro constelaciones señalan los cuatro puntos cardinales y son símbolos del Universo. El libro y el sello tuvieron mucha importancia en la administración estatal de Persia. Fueron adoptados por los griegos y, por su intermedio, llegaron a toda Europa. En el Apocalipsis de Juan desempeñan un papel importante el libro y el sello: "Vi en la mano derecha del que estaba sentado sobre el trono, un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos" (Cáp., 5,1). Más adelante el Cordero rompe los siete sellos y en este momento Juan puede ver las predicciones para el Juicio Final. Un documento muy importante de la administración de la corte real persa era el "Libro de los Hechos" o el "Libro de las Memorias" (Ester, Cáp. 5). En este libro se anotaban los actos buenos realiza dos a favor del rey y, a veces, también los malos. En algún momento, los allí inscritos recibieron su premio o su castigo. Así, la costumbre de los reyes persas de anotar los buenos y malos actos en un libro pasó a las visiones escatológicas, como un libro llevado y sellado por Dios, que se abrirá sólo en el Juicio Final. Después de haber sido roto el séptimo sello, se presentan siete ángeles, toman una trompeta en sus manos y cada uno la toca. Cada toque de la trompeta pone en
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marcha acontecimientos trágicos, fenómenos naturales muy raros que anuncian el fin del mundo (Apocalipsis 8. 9 y 11). En esta visión apocalíptica acerca de la destrucción del mundo hay un cierto orden: tierra, mar, ríos y fuentes, sol, luna y estrellas, hombre, fuego y cielo. En la cosmogonía persa el mundo se compone de siete elementos. En la visión zoroástrica los siete elementos desempeñan un papel importante, porque no sólo el mundo (macrocosmos) sino también el hombre (microcosmos) se compone de siete elementos. Es evidente que como el mundo ha sido creado de siete elementos, para destruirlo es necesario eliminar los siete elementos. Conociendo la cosmogonía de los persas, es más fácil comprender la visión apocalíptica de San Juan. Aunque no mencionamos en forma amplia la influencia persa en la vida socioeconómica y cultural, podemos subrayar que la influencia religiosa persa fue muy importante en el desarrollo de las religiones monoteístas. La idea de la Salvación, el Hijo del Hombre, el Mesías, el Juicio Final, la Resurrección, la Inmortalidad tuvieron sus raíces en la cultura religiosa persa. La presencia de estas ideas en la Biblia como consecuencia de su historia y de su desarrollo espiritual-cultural está enraizada en el judaísmo, y así es comprensible que los conceptos de origen persa se hayan integrado orgánicamente en el pensamiento religioso judío, como si fuesen elementos completamente originales y propios. Lo mismo se puede decir con respecto al cristianismo primitivo, agregando que la influencia persa le había llegado no en forma directa sino por el sincretismo helenista. La incorporación de estas ideas en el Nuevo Testamento y en la teología cristiana es más acentuada para demostrar la diferencia entre el judaísmo y cristianismo y abrir las puertas para los gentiles quienes eran más helenizados que los judíos.
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RESTOS ARQUEOLÓGICOS
CILINDRO DE CIRO
El Cilindro de Ciro es una pieza cilíndrica de arcilla que contiene una declaración en cuneiforme acadio babilonio del rey persa Ciro el Grande (559-529 a. C.) En ella, el nuevo rey legitima su conquista y toma medidas políticas para ganarse el favor de sus nuevos súbditos. Datado del 539 a. C. Fue descubierto en 1879 por el arqueólogo asirio-británico Hormuz Rassam durante la excavación del templo de Marduk en Babilonia. Consiste en dos fragmentos, llamados "A" y "B". El primero permaneció en el Museo Británico desde su descubrimiento, mientras que el segundo fue custodiado en la Universidad de Yale hasta su traslado al Museo Británico, donde se encuentra actualmente. En su contenido debemos destacar el texto que contiene el famoso edicto de Ciro, narrado en Esd 1, 1-11 y 2Cro 36, 22-23, por el cual a los pueblos sometidos por las anteriores civilizaciones se les permitía volver a su patria. Entre ellos encontramos el pueblo de Israel:
"Desde Jerusalén hasta Assur y Susan, hasta Agade y la Tierra de Esnún, hasta la ciudad Zamban y Der, en la tierra de Kuti y las ciudades sagradas al otro lado del río Tigris, donde se fundaban las moradas de los dioses, hice llevar de vuelta los dioses y les daba morada eterna e hice reunir todos los hombres y los mandé reubicar en su terreno"1
“Persia y la Biblia”, http://www.veghazi.cl/biblia/biblia11.html Pág. 1
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INSCRIPCIÓN DE DARÍO I El texto narra las conquistas del rey Darío I el cual la mandó erigir. El texto está escrito en tres idiomas: persa, elamita y babilonio; es escritura cuneiforme. La inscripción mide aproximadamente 15 metros de alto por 25 de ancho, y se halla 100 metros por encima de un acantilado al lado de un antiguo camino que unía las capitales de Mesopotamia y Media (Babilonia y Ecbatana), en la actual Behistun. Su acceso es muy complicado, ya que, después de su finalización, las laderas fueron eliminadas para hacer la inscripción más perdurable. El texto en persa antiguo contiene 414 líneas en cinco columnas; el texto elamita incluye 593 líneas en ocho columnas y el babilonio tiene sólo 112 líneas. La inscripción fue ilustrada con un bajorrelieve de la vida de Darío, dos sirvientes y diez figuras de un metro de altura, que representan los diferentes pueblos conquistados; el dios Ahura Mazda, se muestra flotando sobre el conjunto de figuras mientras bendice al rey. Una figura parece haber sido agregada después de que las otras estuvieran acabadas, al igual que la barba de Darío.
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DOCUMENTOS Papiros de elefantina Gran cantidad de papiros judíos escritos en arameo, encontrados en la isla de Elefantina (sobre el río Nilo, cerca de Asuán) y que datan del s V a.C. Fueron descubiertos en 3 grupos y publicados en 1906 por A. H. Sayce y A. E. Cowley (el 1er grupo), en 1911 por E. Sachau (el 2º grupo), y en 1953 por E. G. Kraeling (el 3er, grupo). Estos papiros revelaron que existía una colonia de soldados mercenarios judíos en la isla desde antes de la invasión de Cambises a Egipto (525-c 400 a.C.). Estos tenían un templo dedicado a Yahweh (escrito Yhw), aunque también adoraban a otros dioses. Egipcios hostiles destruyeron el templo durante la ausencia del Sátrapa persa Arsames (410 a.C.); varios de los papiros tratan de los esfuerzos hechos por los judíos de Elefantina para conseguir permiso de las autoridades de Jerusalén para reconstruir el templo. Muchos de los papiros son escritos de naturaleza legal, como contratos de matrimonio, de manumisión y de adopción, y de préstamos o de ventas de propiedades. Algunos de los textos legales tienen fechas dobles: la oficial del calendario egipcio, y otra de un calendario semítico, que resultó ser el calendario de otoño a otoño de los judíos. Para la fijación de una cronología confiable para los acontecimientos registrados en Esd. y Neh., estos documentos con fechas dobles resultan indispensables. Los textos escritos en arameo del s V a.C., época en que también se compusieron las porciones arameas de Esd., son de gran importancia para el estudioso del arameo bíblico. Carta de Darío II Un papiro, desafortunadamente conservado sólo en forma fragmentaria, contiene un decreto emitido por Darío II (419 a.C.) que ordena a los judíos de Elefantina a celebrar la Pascua en armonía con la ley ceremonial de Moisés. El descubrimiento de este documento importante demuestra que las autoridades persas se preocupaban por los asuntos religiosos de sus naciones subyugadas, como lo confirman varios documentos oficiales que aparecen en los libros de Esd. y Neh.
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CIUDADES pERSÉPOLIS
Fue la capital del Imperio persa durante la época aqueménida. Hacia 512 a.C. el rey Darío I el Grande emprendió la construcción de este masivo complejo palaciego, ampliado posteriormente por su hijo Jerjes I y su nieto Artajerjes I. Mientras las capitales administrativas de los reyes aqueménidas fueron Susa, Ecbatana y Babilonia, la ciudadela de Persépolis mantuvo la función de capital ceremonial, donde se celebraban las fiestas de Año Nuevo. Construida en una región remota y montañosa, Persépolis era una residencia real poco conveniente y era visitada principalmente en primavera. Las ruinas son conocidas por los sasánidas por el nombre persa medio de st stwny(«las cien columnas»), y desde el siglo XIII por el de Chehel minār («las cuarenta columnas»). El sitio fue objeto de numerosas visitas por los occidentales del siglo XIV al XVIII. Las simples observaciones anecdóticas de los comienzos fueron sustituidas progresivamente por trabajos cada vez más descriptivos. El embajador de España ante Abás el Grande, García de Silva Figueroa, describió por extenso el sitio arqueológico en una carta al marqué de Bedmar en 1619. Apoyándose en textos griegos, encontró claramente la relación entre Persépolis y Chehel Minār. Hasta el día de hoy siguen produciéndose trabajos que aportan nuevos restos. Se han rescatado grandes relieves y bajo relieves que nos hablan de la vida palaciega de la dinastía aqueménida. Es de destacar los restos del gran palacio de Darío ricos en ornamentación y con majestuosa presencia.
Columna con representación de figuras mitológicas. (Museo Nacional de Irán, Theran)
Reconstrucción del palacio
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Soldado (portando espada) y dos ayudantes (con vestiduras talares) en actitud de ofrecer dones. Pertenece al friso que hay en la escalera del palacio.
Escalera del palacio. Se aprecia en el centro la guardia real, arriba la representación del Ahura Mazda y en el lateral representación de animales.
Súbditos con sus tributos en un bajorrelieve en Persépolis. Detalle delegación lidia. (Apadana, escalera este)
Soldados persas. Detalle de la escalera frontal del palio
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susa Susa (o Shushan) era una antigua ciudad de los imperios Elamita, Persa y Parto, situada a unos 240 km al este del río Tigris, en el sudoeste del actual Irán. Hoy en día, de la antigua ciudad sólo queda un gran campo de ruinas. La riqueza y el colorido de sus relieves son de admirar. El palacio de Susa se ha relacionado con la historia de Esther sin poder llegar a realizar afirmaciones concluyentes. Grandes e importantes restos podemos contemplarlos actualmente en el Museo del Louvre en París.
Friso de los arqueros (515 a.C.) los “Inmortales” guardia personal de Darío I. (Museo del Louvre)
Esfinge alada del Palacio de Darío en Susa 510 a.C. (Museo del Louvre)
Grifos alados de la puerta de Jerjes (Museo del Louvre)
León desfilando (Museo del Louvre)
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CONSTRUCCIONES FUNERARIAS Dentro de las construcciones de este tipo encontramos dos modelos: una edificación construida sobre el terreno y otra excavada en la roca. tUMBA DE CIRO “El grande”
Sepultura de Ciro II creador del Imperio Persa, quién permitió la vuelta del destierro del pueblo de Israel. Está situada en Pasargada, datada en el 520 a.C.. Se trata de una edificación sencilla y de pequeño tamaño, que no llega a los 11 metros de alto en total. Se alza sobre un basamento construido con piedra caliza cuadrangular. La construcción de unos tres metros de largo presenta forma de edículo, con frontón y cubierta a dos aguas. La ornamentación es escasa. Se inspira en las construcciones funerarias de Lidia.
Las sepulturas de Artajerjes II y Artajerjes III son ejemplos de construcciones excavadas en la roca. Están situadas en la ciudad de Persépolis.
tUMBA DE Artajerjes II
tUMBA DE Artajerjes III
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Cabeza de jerjes i Escultura de un joven prĂncipe que podrĂa ser Jerjes I (486-465 a.C.), es decir, Asuero, rey que aparece en el libro de Ester.
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OBJETOS Toda corte se caracteriza por la riqueza y exhuberancia en diferentes objetos como son utensilios para comer, figuritas decorativas y joyas. Mediante ellas nos podemos hacer una idea de cómo era la vida en el palacio y sus costumbres. Copas y boles Este tipo de objeros son los que pudo utilizar Nehemias como. Agunas de ellas pueden encontrarse hoy en el Metropolitan Museum de Nueva Cork.
Bol de oro aquémenida con imaginería de leones
Vaso persa (Metropolitan Museum, Nueva York)
Ritón o copa de oro en forma de león alado
Vasijas de oro del tesoro de Oxus (Bristish Museum)
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Bol de plata hecho para el palacio de Artajerjes I, donde Nehemias era “copero del rey” (British Museum, Londres)
Numismática El daríco fue la moneda acuñada por el rey Darío I, seguramente el imperio aqueménida es uno de los primeros en introducir un sistema monetario en su territorio. Esta datada alrededor del 490 a.C. En la actualidad es posible ver uno en el Bristish Museum de Londres.
Joyas En el British Museum de Londres y en el Museo del Louvre en París podemos encontrar algunas joyas pertenecientes al período persa. Cuando en el libro de Ester se habla de su estancia en la corte es fácilmente imaginable que pudiera usar este tipo de ornamentación. El tesoro de Oxus es una de las colecciones descubiertas más importantes sobre este imperio, se encuentra en el British Museum.
Brazalete de de oro con incrustaciones de piedras preciosas en su origen. Tesoro de Oxus (British Museum, Londres)
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Collar y brazaletes pertenecientes al periodo aquemĂŠnida (Museo Louvre, Paris)
Es habitual encontrar entre el ajuar real peines como muestra la imagen de la izquierda. Este data del tiempo en que se sitĂşa la historia del libro de Ester.
TambiĂŠn se han encontrado dentro del tesoro de Oxus piezas como esta. Una cuadriga de oro con figuras de 9cm. (British Museum, Londres)
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BIBLIOGRAFÍA
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FACULTAD DE TEOLOGÍA DE GRANADA GRANADA 2015