Paz el laberinto de la soledad

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OCTAVIO PAZ

EL LABERINTO DE LA SOLEDAD POSTDATA. VUELTA A EL LABERINTO DE LA SOLEDAD

EDICIÓN POR EL 65 ANIVERSARIO A CARGO DE ENRICO MARIO SANTÍ



COLECCIÓN POPULAR

471 EL LABERINTO DE LA SOLEDAD • POSTDATA • VUELTA A EL LABERINTO DE LA SOLEDAD



OCTAVIO PAZ

El laberinto de la soledad •

Postdata • Vuelta a El laberinto de la soledad Edición y prólogo ENRICO MARIO SANTÍ

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


El laberinto de la soledad Primera edición (Cuadernos Americanos), Segunda edición (Vida y Pensamiento de México), Tercera edición (Colección Popular), Cuarta edición (Lecturas Mexicanas), Postdata Primera edición (Siglo XXI), Vuelta a “El laberinto de la soledad” Primera edición en El ogro filantrópico (Joaquín Mortiz), El laberinto de la soledad, Postdata, Vuelta a El laberinto de la soledad Primera edición (Tezontle), Edición conemorativa (50 aniversario de la primera edición) Edición conmemorativa (70 aniversario del FCE), Segunda edición (Colección Popular), Tercera edición, Cuarta edición, Quinta edición (65 aniversario de la primera edición),

1950 1959 1972 1984 1970 1979 1981 2000 2005 1993 1999 2009 2015

Paz, Octavio El laberinto de la soledad, Postdata, Vuelta a El laberinto de la soledad / Octavio Paz ; ed. y prol. de Enrico Mario Santí ; colab. María Zambrano, Sebastián Salazar Bondy, Saúl Yurkievich, Roger Bartra. — 5ª ed. — México : FCE, 2015. 444 p. ; 17 × 11 cm — (Colec. Popular ; 471) ISBN: 978-607-16-3360-6 1. Literatura Mexicana – Ensayos I. Santí, Enrico Mario, ed. II. Zambrano, María, colab. III. Salazar Bondy, Sebastián, colab. IV. Yurkievich, Saúl, colab. V. Bartra, Roger, colab. VI. Ser. VII. t. LC F1210 P3

Dewey M863 P348l

Distribución mundial Imagen de portada: Vicente Rojo, Laberinto (2015), técnica mixta/papel. D. R. © 2015, Marie José Paz, heredera de Octavio Paz D. R. © 2015, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho Ajusco, 227; 14738 México, D.F. Empresa certificada ISO 9001:2008 Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos.

ISBN 978-607-16-3360-6 Impreso en México • Printed in Mexico


ÍNDICE

Nota editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Prólogo. La casa de la consagración, por ENRICO MARIO SANTÍ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El laberinto de la soledad . . . . . . . . . . . . . . . . . . Postdata. Crítica de la pirámide . . . . . . . . . . . . Vuelta a El laberinto de la soledad. Conversación con Claude Fell . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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APÉNDICES

Un descenso a los infiernos, por MARÍA ZAMBRANO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El laberinto de la soledad, por SEBASTIÁN SALAZAR BONDY . . . . . . . . . . . El laberinto y su mapa. La jaula de hierro, la melancolía, el sueño y el barroco existencial, por ROGER BARTRA . . . . . . . . . . . . . . . . . La napa mitopoética, por SAÚL YURKIEVICH . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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NOTA EDITORIAL Han pasado 65 años desde la primera publicación de El laberinto de la soledad. Esta edición del Fondo de Cultura Económica desea ante todo conmemorar el momento en que este libro vio la luz, pero también, lo que tal vez sea más significativo, ofrece al lector contemporáneo algunas claves para acercarse a un texto que a lo largo de más de medio siglo ha sido esencial para comprender y desgranar nuestra actualidad. Con este afán, Enrico Mario Santí, además de ofrecer un prólogo esclarecedor, seleccionó cuatro estudios que, desde tiempos, geografías y puntos de mira diversos, dan testimonio de la riqueza del pensamiento paciano. Por último, se reproducen aquí las últimas versiones de El laberinto de la soledad, Postdata y Vuelta a El laberinto de la soledad, revisadas por Octavio Paz al preparar la edición de sus Obras completas.

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Prólogo LA CASA DE LA CONSAGRACIÓN ENRICO MARIO SANTÍ

Hace 66 años, en París durante un verano, un joven solo, poeta de 34 años, escribe meditaciones sobre su lejana tierra. Escribe porque lo acosan preguntas sobre la desconfianza que experimentó, y él mismo encarnó, entre sus semejantes. Sus preguntas sobre el país son preguntas sobre sí mismo. Lejos de su tierra —“inmune a sus fantasmas”,1 recordará años después— reflexiona con relativa objetividad, aunque pronto descubre una cosa. Además de ser consecuencia de un conflicto interior, aquella suspicacia, la suya y la de sus semejantes, tiene sus raíces en la historia nacional. La clave del conflicto personal, su desciframiento, yace en el proceso histórico y sus efectos. En el curso de su meditación descubre otra cosa: la historia tendrá un efecto en el conflicto interno, pero el conflicto también afecta la historia. Lo personal es colectivo, ambos se acumulan en el tiempo y construyen un espacio común. Ese espacio es una casa y en su interior, en sus cuartos y pasillos, deambulan un conjunto de solitarios. Allí los encuentra el poeta, también solo. Debido a sus ve1 “Entrada retrospectiva” prólogo al tomo V de Octavio Paz, Obras completas, 2ª ed., FCE, México, 2014, p. 13.

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ricuetos —de historias y conflictos enrevesados— la casa parece un laberinto. Los solitarios desean salir. ¿Dónde está la puerta de esa casa? ¿Dónde la salida? Durante 65 años El laberinto de la soledad ha captado esa imagen de y sobre México. Perdura y resiste, se vende como pan caliente, se lee en las escuelas, se comenta en el extranjero, se discute y se rechaza, se venera. Asombra. “Es un libro —escribió Alejandro Rossi— que ya ha entrado en la imaginación colectiva de los lectores.”2 Los libros que logran ese tipo de entrada suelen llamarse clásicos. Para Italo Calvino, autor de por lo menos uno de ellos, son varios los criterios que los ameritan. Además de perdurar, resistir el paso del tiempo, los clásicos influyen; nos dicen algo que siempre hemos sabido; los leemos con amor; conforman, como talismán, universo propio; permiten al lector definir su relación con el contenido; impiden la indiferencia, aun cuando se los rechaza; nunca terminan de decir lo que dicen; no podemos vivir sin ellos.3 Añado uno último: cristalizan la imagen de una realidad humana. El laberinto de la soledad es el clásico que cristaliza la imagen humana de México. ¿Cuál es esa imagen? Una casa-laberinto habitada por gente sola: “Allí en la soledad abierta, nos espera también la trascendencia: las manos de otros solitarios”.4 Esa imagen constituye un mito, mejor dicho, un 2 Alejandro Rossi, “50 años: El laberinto de la soledad”, Letras Libres, diciembre de 2008. 3 Italo Calvino, ¿Por qué leer los clásicos?, Aurora Bernárdez (trad.), Siruela, Madrid, 2009. 4 Octavio Paz, El laberinto de la soledad. Postdata. Vuelta a El laberinto de la soledad, p. 236 de esta edición.

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meta-mito: un mito hecho de otros mitos. El Pachuco, la Máscara, la Malinche, la Fiesta, la Muerte, los mitos que estudia el libro, son, entre otros, los que encarnan los solitarios que deambulan dentro del laberinto. Andaban, cada uno por su cuenta, todos esos mitos hasta que el poeta nombró su conjunto, les dio una casa. Por eso después llegó a decir: “fue una tentativa por describir y comprender ciertos mitos; al mismo tiempo, en la medida en que es una obra de literatura, se ha convertido a su vez en otro mito”.5 Cada mito, a su vez, nombra, para volver a citarlo, “un universo de imágenes, deseos e impulsos sepultados […] mundo de represiones, inhibiciones, recuerdos, apetitos y sueños que ha sido y es México”.6 Cada mito manifiesta algo sagrado, lo sagrado que sin embargo andaba oculto, o al menos rezagado, inadvertido, hasta el momento en que el poeta lo nombra, identifica e interpreta. Nombrar, interpretar el mito, lo rescata, lo consagra. El laberinto de la soledad es una consagración de México. Consagrar con mirada poética fue la misión, la tarea, del surrealismo. Lo hicieron no sólo los poetas surrealistas (Breton, Péret, Éluard), también los otros contemporáneos suyos que objetaron que a esa mirada le faltaba un propósito etnográfico, una potente ancla social (Caillois, Bataille, Leiris). Sin abandonar a aquéllos, el poeta solo, en París, donde escribe, escuchó a éstos y realizó lo que nunca llegaron a hacer ni éstos ni aquéllos. Desprovistos de mitos —sobre todo después de la devastación de la segunda Guerra Mundial, cuan5 6

Ibid., p. 363. Ibid., p. 360.

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do el propio André Breton se propuso inventar “un nuevo mito”7—, unos y otros se lanzan a buscarlos fuera de Occidente. El poeta, en cambio, sin duda a sabiendas de esa búsqueda, de esa misión, encuentra e interpreta los mitos en su tierra, al borde de Occidente y su memoria. De paso, los consagra. A su vez, en su meditación país y memoria se disuelven en el mundo, ya “contemporáneo de todos los hombres”. Los mitos de México son mitos de todo el mundo. El laberinto de la soledad es el libro surrealista que los surrealistas idearon y quisieron escribir pero nunca llegaron a hacerlo. Pero es incompleta nuestra imagen: la casa-laberinto posee toda otra ala que se llama historia. Los mitos de México no surgen por generación espontánea. La historia de México crea los mitos, así como los mitos crean, refuerzan y prolongan esa misma historia. La relación entre unos y otra es recíproca, dialéctica. Por eso la descripción del mito (mythos, “intuición”) va a la par de la interpretación de la historia (logos, “razón”). Y si el texto procede, como quiso aquel historiador del pensamiento clásico, del mythos al logos8 —del pensamiento poético e intuitivo al raciocinio científico—, el poeta en cambio propondrá otro modelo: del mythos se pasa al logos, y luego se regresa al mythos, y así sucesivamente. Mito e Historia no son una divina pareja. Son cuerdas distintas, y a veces discordantes, de un mismo instrumento: un instrumento que marca 7 En 1947, a su regreso a Francia, André Breton propuso la creación de un nouveau mythe como solución al marasmo espiritual de la posguerra y para renovar la misión del surrealismo. 8 Wilhelm Nestle, Vom Mythos zu Logos, Kroner, Stuttgart, 1942.

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un ritmo. Nunca mejor dicho que por la pitonisa María Zambrano: “El laberinto de la soledad es un libro de filosofía ofrecido poéticamente”. La imagen de la casa se completa, por tanto, con un ritmo; o mejor, dos. Uno es el ritmo del mythos al logos —de los primeros tres capítulos del libro a los últimos cuatro; otro es el ritmo que describen los últimos cuatro, el ritmo de la historia de México: ritmo de soledad y comunión. Etapas, o facetas, de aislamiento histórico —Mesoamérica, por ejemplo, o el nacionalismo malinchista— seguidas, en contrapunto, de otras etapas o facetas de conjunción con el resto del mundo —Nueva España, por ejemplo, o el Porfiriato. Si mythos y logos llevan un ritmo, soledad y comunión marcan otro. La casa-laberinto de los solitarios oscila entre esos dos ritmos: mythos-logos y soledad-comunión. Los habitantes apenas oyen esos ritmos pero el poeta los hace escuchar. “La historia universal —advierte— es ya tarea común. Y nuestro laberinto, el de todos los hombres.” Los años han demostrado cuán pionero fue este libro. Cuando era tabú mencionar a los pachucos, los desterrados mexicanos en las ciudades fronterizas con Estados Unidos, el joven poeta los identificó, rescató y reivindicó. Escribir sobre la mujer, la maldición de su “apertura”, la opresión a que la somete el macho “cerrado”, causó un escándalo, y en eso alguien oyó una mentada de madre. De hecho, revelar que México tenía dos madres y no sólo una —una Virgen, otra Chingada— se tildó de elitismo en contra de un pueblo oprimido. Analizar, como también hizo, el destino común del bloque de países descolonizados significaba traicionar a México y desdeñar el enfoque exclusivo 15


que la nación se merecía, sobre todo por parte de un funcionario del servicio exterior. Utilizar las pericias del marxismo y el psicoanálisis significaba, igualmente, faltarle el respeto a una metodología nacionalista. Denunciar públicamente al Estado de un partido único, que en pleno siglo XX actualiza un ritual atávico de sacrificio humano, se rechazó como banalización mitológica. Utilizar como fuentes de investigación malas palabras, letras de canciones populares, costumbres de pueblo, anécdotas de sirvientas, refranes y dichos al lado de vacas sagradas como Emiliano Zapata, Paul Valéry y la Virgen de Guadalupe, o la letra de un huapango junto a la Octava elegía de Rilke, evidenciaba no solo turbación sino desatino de poeta enclaustrado en torre de marfil. Por último, hablar sobre la soledad del ser humano, ¿acaso no mostraba inconsciencia de que en México nadie ya podía sentirse solo porque había triunfado una revolución? A Alfonso Reyes el poeta ya le había advertido: “No faltará quien enseñe ‘el fatigado diente’ y que lo acuse de darle la espalda a México”.9 De manera profética, también le escribe a Jesús Silva Herzog, editor de la primera edición: “Toda obra grande y desinteresada provoca inexorablemente la cólera de los necios y la envidia de los impotentes”.10 Hoy, sin embargo, a los pachucos se les considera precursores de los chicanos, la actual mayoría minoritaria en los Estados Unidos, y cualquier discusión sobre el tema obliga a partir de aquella meditación del poeta. Como ha visto Silviano Santiago, el libro “se 9 París, 23 de noviembre de 1949, en Correspondencia Alfonso Reyes-Octavio Paz, Anthony Stanton (ed.), FCE, México, 1998. 10 París, 20 de marzo de 1950, correspondencia inédita.

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hace precursor externamente de las teorías poscoloniales que distinguen, a partir de la década de 1980, la figura del subalterno como personaje noble de la latinoamericanidad…”11 El pachuco fue, en efecto, el primer “subalterno”, y la postura poscolonial del libro no se limita, por cierto, a una defensa suya como sujeto; más bien se solidariza con todos los pueblos en vías de descolonización, incluyendo a México, en una época en que ya se empezaba a afrontar los estragos de la globalización. Pocos libros como éste, en las décadas de los cincuenta y sesenta del siglo XX, podían presumir, además, de realizar lo que hoy se proclama como cultural studies, lecturas globales que traspasan las fronteras de saberes, métodos y disciplinas. Y la apuesta que hiciera hace 65 años por un surrealismo etnográfico puso de relieve la distinción que, muchos años después, James Clifford trazara entre un “humanismo antropológico, que comienza con lo diferente… y lo vuelve comprensible, familiar”, y una “práctica etnográfica surrealista… que ataca lo familiar provocando la irrupción de la otredad, lo inesperado”.12 Por último, y a diferencia de la opinión de algunas voces malintencionadas, El laberinto de la soledad conforma, en un valiente argumento que no puede menos que llamarse feminista, una denuncia de la opresión sexual, mítica y psicológica de la mujer. 11 Silvano Santiago, Las raíces y el laberinto de América Latina, Mónica González García (trad.), Corregidor, Buenos Aires, 2013, p. 43. 12 James Clifford, “On Ethnographic Surrealism”, en The Predicament of Culture, Harvard University Press, Cambridge, 1988, p. 147.

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A los 65 años de la primera edición, a los 56 de la segunda, a los 45 de Postdata, al cuarto de siglo del otorgamiento del Premio Nobel de Literatura, y a 17 años del fallecimiento del poeta, esta edición nuestra vuelve a recordar una obra inolvidable. Lejos ha sido su propósito de dar cuenta de su recepción total, lo cual ocuparía todo un tomo aparte. Además de ofrecer los tres textos canónicos —El laberinto de la soledad, Postdata, Vuelta a El laberinto de la soledad— incluimos cuatro lecturas amistosas, cada una de las cuales representa, como puntos cardinales, una mirada ejemplar. Si María Zambrano destaca, sin invocar al surrealismo, o identificarse con él, el propósito consagrante de la meditación del poeta, Sebastián Salazar Bondy, desde la vertiente del ensayismo hispanoamericano —donde Lima, la horrible (1964) ocupa prominente lugar— confiesa su “fascinante adhesión” a una nueva conciencia del continente. Y si Roger Bartra, desde su postura sociológica, traza el mapa de las conexiones secretas entre la visión histórica del libro y la historia de la melancolía, la lectura del poeta Saúl Yurkievich saca a relucir lo que llama “La napa mitopoética”, la piel donde se dibuja esa misma visión. Una española, tres hispanoamericanos, un mexicano: cinco dedos de una mano, solitarios que acompañamos a Octavio Paz en nuestro laberinto de la solidaridad. Lexington, K. Y., 10 de octubre de 2015

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BIBLIOGRAFÍA FUNDAMENTAL

Paz, Octavio, El laberinto de la soledad. Postdata. Vuelta a El laberinto de la soledad, FCE, México, 2015. ———, Obras completas, 2ª ed., FCE, México, 2014. ———, “Carta a Jesús Silva Herzog”, correspondencia inédita, París, 20 de marzo 1950. Paz, Octavio, y Alfonso Reyes, Correspondencia Alfonso Reyes-Octavio Paz, Anthony Stanton (ed.), FCE, México, 1998. BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

Calvino, Italo, ¿Por qué leer los clásicos?, Aurora Bernárdez (trad.), Siruela, Madrid, 2009. Clifford, James, “On Etnographic Surrealism” en The Predicament of Culture, Harvard University Press, Cambridge, 1988. Nestle, Wilhelm, Vom Mythos zu Logos, Kroner, Stuttgart, 1942. Rossi, Alejandro, “50 años: El laberinto de la soledad”, Letras Libres, diciembre de 2008. Santiago, Silvano, Las raíces y el laberinto de América Latina, Mónica González García (trad.), Corregidor, Buenos Aires, 2013.

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www.fondodeculturaeconomica.com

“¿Qué somos y cómo realizamos eso que somos?” Con esta interrogante central para todo pueblo en crecimiento, Octavio Paz invita a los mexicanos, desde las páginas iniciales de El laberinto de la soledad, a comprender su esencia y sus singularidades, y a confrontarse con la problemática que de ellas surge. Esta edición preparada por Enrico Mario Santí sale a la luz como celebración por los 65 años de la publicación original del ensayo en Cuadernos Americanos. Además de retomar la versión revisada por Paz para sus Obras completas e incluir “Postdata” —la conferencia que Paz dictó a finales de los años sesenta en la Universidad de Texas— y “Vuelta a El laberinto de la soledad” —la entrevista que sostuvo con Claude Fell—, acompañantes obligados del texto, este volumen ofrece sendos ensayos de María Zambrano, Sebastián Salazar Bondy, Roger Bartra y Saúl Yurkievich. Desde disciplinas y lugares diversos, los cuatro han contribuido a la comprensión profunda de esta pieza fundamental tanto del legado paciano como de las letras contemporáneas. Los cuestionamientos y las intuiciones de Paz reverberan seis décadas y media después con intensidad. Los tiempos actuales —los nuevos pasadizos del laberinto— posibilitan lecturas e interpretaciones que seguirán aumentando el ya de por sí enorme poder de este ensayo para propiciar la reflexión lúcida y responsable sobre la realidad mexicana. Octavio Paz (Ciudad de México, 1914-1998), poeta, ensayista y diplomático, fue uno de los escritores más influyentes del siglo XX y uno de los mayores poetas en lengua española de todos los tiempos. Entre sus numerosos premios y distinciones destacan el Premio Cervantes (1981) y el Premio Nobel de Literatura (1990). Algunos de sus títulos publicados por el FCE son El arco y la lira (1956), ¿Águila o sol? (1951), Las palabras y los días. Una antología introductoria (2014), También soy escritura. Octavio Paz cuenta de sí (2014) y sus Obras completas (nueva edición, 2014).


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