Homero y todos los dioses

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HOMERO Y TODOS LOS DIOSES


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HOMERO Y TODOS LOS DIOSES

Editado por: José Gabriel Escalante Pouzeud


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LOS DIOSES HOMÈRICOS El gran rapsoda griego épico


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HOMERO Transcripción de Los dioses en Homero Los dioses en Homero, nombre tradicionalmente asignado al famoso autor de la Iliada y la Odisea, las dos grandes epopeyas de la antigüedad griega. Nada se sabe de su persona, y de hecho algunos ponen en duda que sean de él estas dos obras. Sin embargo, los datos lingüísticos e históricos de que se dispone, permiten suponer que los poemas fueron escritos en los asentamientos griegos de la costa oeste de Asia Menor, hacia el siglo IX a.C. Monte Olimpo. La obra de Homero está constituida por dos poemas mayores, La Ilíada y La Odisea, dos poemas menores, Margites y Batrocomiomaquia, y otras obras de menor importancia: Kércopes, Psaromaquia, Cabra siete veces trasquilada, Canto del mirlo, Foceidal, El Horno, La canción del mendigo,... Los dioses de Homero eran hombres idealizados. Por sus venas circulaba un fluido misterioso, que los mantenía inmortales. Para vivir necesitaban


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nutrirse de ambrosia y de néctar, y si bien estaban exentos de la muerte, eran sensibles al dolor, se desesperaban, envidiaban, odiaban, se combatían y entre ellos se daban preferencias, venganzas, enemistades y rencores de índole puramente humana. Eran más poderosos que los héroes, más ligeros que ellos en sus movimientos, podían a su antojo hacerse visibles o invisibles y habitaban en moradas espléndidas donde su existencia se deslizaba en una eterna primavera. La Iliada y la Odisea Homero recoge creencias antiguas anteriores a su época y las inserta en la narración de hazañas épicas, creando así un marco de referencia para su época e incluso para la posteridad En la Ilíada, la intervención divina se extiende a todos los dioses, mientras que en la Odisea actúa principalmente la diosa Atenea, protectora de Ulises. Así, la Ilíada resulta mucho más interesante para formarse una idea de cómo se veía el hombre de la antigua Grecia respecto a los dioses. El pasado que celebra Homero no es un pasado histórico, pero tampoco da cabida a lo fantástico y lo maravilloso.


CAPÍTULO I ÁRBOL GENEALÓGICO DE LOS DIOSES


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Los doce olímpicos Fragmento de un relieve helenístico (siglo I a. C. - siglo I) representando los doce olímpicos con sus atributos en procesión; de izquierda a derecha, Hestia (cetro), Hermes (casco alado y bastón), Afrodita (velo), Ares (casco y lanza), Deméter (cetro y gavilla de trigo), Hefesto (bastón), Hera (cetro), Poseidón (tridente), Atenea (búho y casco), Zeus (rayo y bastón), Artemisa (arco y carcaj) y Apolo (cítara) (procedente del Walters Art Museum). Los doce olímpicos ganaron su supremacía en el mundo de los dioses después de que Zeus llevara a sus hermanos a la victoria en la guerra contra los Titanes. Zeus, Hera, Poseidón, Deméter, Hestia y Hades eran hermanos. Ares, Hermes, Hefesto, Atenea, Apolo, Artemisa, las Cárites, Heracles, Dioniso, Hebe, Perseo y Perséfone eran hijos de Zeus. Algunas versiones de los mitos declaran que Hefesto nació solo de Hera. La primera referencia antigua de sus ceremonias religiosas se encuentra en el Himno homérico a Hermes. El culto griego de los doce olímpicos se remonta al siglo VI a. C. en Atenas y probablemente no tiene precedentes en la época micénica. El altar de los doce olímpicos en Atenas se fecha generalmente en el arcontado de Pisístrato el joven, en 522/521 a. C. El concepto de “doce dioses” es más antiguo que cualquiera de nuestras fuentes griegas o romanas y es probable que su origen sea Anatolia. Zeus, Hera, Poseidón, Ares, Hermes, Hefesto, Afrodita, Atenea, Apolo y Artemisa son siempre considerados dioses olímpicos. Hestia, Deméter, Dioniso y Hades son los dioses variables que completaban la docena. Perséfone pasaba la tercera parte del año en el inframundo (provocando así el invierno) y se le permitía volver al Olimpo durante los restantes ocho meses para que pudiera estar con su madre, Deméter. Y, aunque Hades (mitología romana: Plutón) siempre fue uno de los principales dioses griegos, su morada en el mundo subterráneo de los muertos hacía su relación con los olímpicos más delicada. Por esta razón, generalmente


no está incluido en esta lista. No tenía un asiento en el panteón ya que pasó casi todo su tiempo en el inframundo, en el que era el rey. Herodoro de Heraclea incluyó en su Dodekatheon las deidades siguientes: Zeus, Hera, Poseidón, Hermes, Atenea, Apolo, Alfeo, Crono, Rea y las Cárites. Heródoto también incluye a Heracles como uno de los doce. Luciano también in-


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cluye a Heracles y Asclepio como miembros de los doce, sin detallar qué dos tuvieron que ceder su sitio. En Cos, Heracles y Dioniso se añaden a los doce y Ares y Hefesto son olvidados. Sin embargo, Píndaro, Apolodoro9 y Herodoro de Heraclea discrepan con esto. Para ellos, Heracles no es uno de los doce dioses, sino el que estableció su culto. Hebe, Helios, Eros, Selene y Perséfone son otros importantes dioses y diosas que a veces se incluyen en un grupo de doce. Eros se representa a menudo junto a los otros doce, especialmente junto a su madre Afrodita, pero rara vez es considerado como uno de los olímpicos. Genealogía Árbol genealógico de los dioses olímpicos. En los casos de Afrodita, Ares, Dioniso, Atenea, Hefesto y Urano existen otras versiones acerca de su genealogía; para este gráfico se ha tomado como modelo la versión de la Teogonía de Hesíodo. En azul, los que siempre se consideran olímpicos, en amarillo los variables, y en negro, los demás personajes. La línea continua indica relación padre-hijo y la discontinua pareja. Es imposible establecer con precisión un árbol genealógico de los dioses olímpicos. Ello se debe principalmente a que la genealogía es una técnica o ciencia auxiliar de la historia y que por tanto obedece a estructuras del orden de lo humano, de modo que obviamente fracasa en el plano de lo mitológico. Sin embargo, diversos autores suelen hacer esbozos, más o menos complejos, con fines de organización didáctica del material presentado. Platón unió los doce olímpicos con los doce meses y propuso que el último mes se dedicara a los ritos en honor de Hades y los espíritus de los muertos, lo que implica que consideraba a Hades para ser uno de los doce. Hades es eliminado en las agrupaciones más tarde debido a sus asociaciones ctónicas. En el Fedro Platón alinea a los doce con el zodiaco y excluiría a Hestia de su rango. En la cultura de la antigua Grecia los “dioses del Olimpo” y los “cultos a los doce dioses” eran a menudo conceptos relativamente distintos.


CAPÍTULO II EL REY DEL OLIMPO


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Nacimiento La infancia de Zeus por Nicolaes Pietersz. Berchem (1621-1683). Crono fue padre de varios hijos con Rea: Hestia, Deméter, Hera, Hades y Poseidón, pero se los tragó tan pronto como nacieron, ya que Gea y Urano le habían revelado que estaba destinado a ser derrocado por su propio hijo, tal como él había destronado a su padre. Pero cuando Zeus estaba a punto de nacer, Rea pidió consejo a Gea para urdir un plan que lo salvara, y así Crono tuviera el justo castigo a sus actos contra Urano y contra sus propios hijos. Rea se escondió en la isla de Creta, donde dio a luz a Zeus. Luego engañó a Crono, dándole una piedra envuelta en pañales que éste tragó en seguida sin desconfiar. Infancia Rea escondió a Zeus en una cueva del monte Ida en Creta. Según diversas versiones de esta historia, Zeus fue criado: Por Gea. Por una cabra llamada Amaltea, mientras una compañía de Curetes o Coribantes (soldados o dioses menores) bailaba, gritaba y daba palmadas para hacer ruido y que Crono no oyese los llantos del niño. (Véase cornucopia.) Por una ninfa llamada Adamantea. Puesto que Crono gobernaba la tierra, los cielos y el mar, ella lo escondió colgándolo con una cuerda de un árbol, de forma que quedaba suspendido entre la tierra, el mar y el cielo, siendo pues invisible a su padre. Por una ninfa llamada Cinosura. En agradecimiento, Zeus la subió entre las estrellas tras su muerte. Por la ninfa Melisa o por la Melisa que era hija de Meliseo, rey de Creta. Melisa alimentó a Zeus con miel y leche de cabra. Por una familia de pastores a cambio de la promesa de que sus ovejas estarían a salvo de los lobos. Zeus se convierte en rey de los dioses Cabeza laureada de Zeus en un tetradracma griego, Lámpsaco, c. 360–340 a. C. (Cabinet des Médailles). Tras hacerse adulto, Zeus obligó a Crono a regurgitar primero la piedra (que se la dejó a Pitón bajo las cañadas del Parnaso como señal a los hombres mortales, el Ónfalos) y después a sus hermanos en orden inverso al que los había tragado. En



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algunas versiones, Metis le dio a Crono un emético para obligarlo a vomitar los bebés, y en otras Zeus abrió el estómago de Crono. Luego Zeus liberó a los hermanos de Crono, los Hecatónquiros y los Cíclopes, de su mazmorra en el Tártaro y mató a su guardiana, Campe. Como muestra de agradecimiento, los Cíclopes le dieron el trueno, el rayo o el relámpago, que habían sido previamente escondidos por Gea. En una guerra llamada la Titanomaquia, Zeus y sus hermanos y hermanas junto con los Hecatónquiros y Cíclopes, derrocaron a Crono y a los otros Titanes, que fueron encerrados en el Tártaro, un lugar húmedo, lúgubre, frío y neblinoso en lo más profundo de la Tierra y allí quedaron custodiados por los Hecatónquiros. Atlas, uno de los titanes que luchó contra Zeus, fue castigado a sostener la bóveda celeste. Tras la batalla con los Titanes, Zeus se repartió el mundo con sus hermanos mayores, Poseidón y Hades, echándoselo a suertes: Zeus consiguió el cielo y el aire, Poseidón las aguas y Hades el mundo de los muertos (el inframundo). La antigua tierra, Gea, no podía ser reclamada y quedó bajo el dominio de los tres según sus capacidades, lo que explica por qué Poseidón era el dios de los terremotos y Hades reclamaba a los humanos que morían. Gea estaba resentida por cómo Zeus había tratado a los Titanes, porque eran sus hijos. Poco después de subir al trono como rey de los dioses, Zeus tuvo que luchar con otros hijos de Gea, los monstruos Tifón y Equidna. Zeus derrotó a Tifón atrapándolo bajo una montaña, pero dejó a Equidna y a sus hijos con vida como desafío para futuros héroes. Zeus y Hera Zeus era hermano y marido de Hera, con quien tuvo a Ares, Hebe y Hefesto, aunque algunas fuentes dicen que Hera tuvo a Hefesto sola. Algunos autores incluyen a Ilitía y Eris como hijas suyas. Zeus es famoso por sus conquistas de muchas mujeres mortales —entre las que destacan Sémele, Alcmena, Ío, Europa y Leda— y ninfas, de las que nacieron los fundadores de muchas dinastías helénicas. La mitografía olímpica recoge incluso uniones con las diosas Leto, Deméter, Dione y Maya. Muchos mitos muestran a una Hera muy celosa de estas conquistas amorosas, y enemiga sistemática de todas las amantes de Zeus y de los hijos que tenían con él. Durante un tiempo, una ninfa llamada Eco tuvo el trabajo de distraer a Hera de estas aventuras hablándole incesantemente. Cuando Hera descubrió el engaño, maldijo a Eco a pronunciar sólo las palabras de los demás.


CAPร TULO IIi EL olimpo mรกs joven


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Nacimiento Dioniso tuvo un nacimiento inusual y prematuro que evoca la dificultad de encajarlo en el panteón olímpico. Su madre fue una mujer mortal, llamada Sémele, hija del rey Cadmo de Tebas, y su padre Zeus, el rey de los dioses. La esposa de Zeus, Hera, diosa celosa y vanidosa, descubrió la aventura de su marido cuando Sémele estaba encinta. Con el aspecto de una anciana (en otras versiones de una nodriza), Hera se apareció a Sémele, quien le confió que Zeus era el auténtico padre del hijo que llevaba en el vientre. Hera fingió no creerlo, y sembró las semillas de la duda en la mente de Sémele, quien, curiosa, pidió a Zeus que se revelara en toda su gloria como prueba de su divinidad. Aunque Zeus le rogó que no le pidiese eso, ella insistió y él terminó accediendo. Entonces Zeus se presentó ante ella con sus truenos, vientos y rayos, y Sémele pereció carbonizada. Zeus logró rescatar al embrionario Dioniso plantándolo en su muslo. Unos meses después, Dioniso nació en el monte Pramnos de la isla Icaria, a donde Zeus fue para liberarlo ya crecido de su muslo. En esta versión, Dioniso tuvo dos «madres» (Sémele y Zeus) antes de nacer, de donde procede el epíteto dimētōr (‘de dos madres’), relacionado con su doble nacimiento. En otra versión, Dioniso era el hijo de Zeus y Perséfone, la reina del Inframundo. La celosa Hera intentó de nuevo matar al niño, enviando esta vez a los Titanes a descuartizarlo tras engañarlo con juguetes. Zeus hizo huir a los Titanes con sus rayos, pero éstos ya se habían comido todo salvo el corazón, que fue salvado, según las fuentes, por Atenea, Rea o Deméter. Zeus usó el corazón para recrearlo en el vientre de Sémele, de donde de nuevo fue ‘el nacido dos veces’. Otras versiones afirman que Zeus dio a comer el corazón a Sémele para preñarla. El renacimiento es el principal motivo de adoración en las religiones mistéricas, pues su muerte y resurrección eran sucesos de reverencia mística. Este relato se usó en muchos cultos griegos y romanos. Variantes del mismo se encuentran en la obra de Calímaco y Nono, quien se refiere a este Dioniso bajo el título de Zagreo, y también en varios poemas fragmentarios atribuidos a Orfeo.


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Infancia y juventud El mito cuenta que Zeus tomó al infante Dioniso y lo puso a cargo de Hermes. Una versión de la historia es que éste dio el niño al rey Atamante y su esposa Ino, tía de Dioniso. Hermes pidió a la pareja que criase al recién nacido como a una niña, para esconderlo de la ira de la diosa Hera. Otra versión es que Dioniso fue puesto bajo la tutela de las ninfas de la lluvia de Nisa, que lo criaron y que, por esos cuidados, fueron recompensadas por Zeus, que las puso en el firmamento como la constelación de las Híades. Cuando Dioniso creció, descubrió la cultura del vino y la forma de extraer su precioso jugo, pero Hera hizo que se volviese loco y le hizo vagar por diversas partes de la tierra. En Frigia, Cibeles, más conocida por los griegos como Rea, le curó y le enseñó sus ritos religiosos, y así emprendió Dioniso su recorrido por Asia Menor, durante el que enseñaría a la gente el cultivo de la vid. Volvió triunfante y emprendió la introducción de su culto en Grecia, pero se le opusieron algunos príncipes y regentes que temían los desórdenes que acarreaba ese culto (véanse los apartados sobre Penteo y Licurgo). Como hombre joven, Dioniso era excepcionalmente atractivo. Una vez, sentado junto a la orilla del mar, fue visto por unos marinos, que creyeron que era un príncipe. Intentaron secuestrarlo y llevarlo lejos para venderlo como esclavo o pedir un rescate. Probaron a atarlo con cuerdas, pero ninguna podía sujetarlo. Dioniso se convirtió en un fiero león e imita el sonido de muchas flautas, y mató a todos los que entraron en contacto con él. Los que saltaron por la borda fueron transformados en delfines. El único superviviente fue Acetes, el timonel, que, habiendo reconocido al semidios, había intentado detener a los otros marinos desde el principio. En una versión parecida, Dioniso deseaba navegar desde Icaria hasta la isla de Naxos, así que alquiló un barco pirata tirrenio. Pero cuando el dios estuvo a bordo, no navegaron hacia Naxos sino hacia Asia Menor, con la intención de venderlo como esclavo. Al saberlo, Dioniso transformó el mástil y los remos en serpientes, y llenó la nave de hiedra y del sonido de flautas, de forma que los marinos enloquecieron y saltaron al mar, donde fueron transformados en delfines.


CAPÍTULO Iv EL dios de la guerra


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Ares dios de la guerra En la mitología griega, Ares (en griego antiguo Άρης) se considera el dios olímpico de la guerra, aunque es más bien la personificación de la brutalidad y la violencia, así como del tumulto, confusión y horrores de las batallas, en contraposición a su hermanastra Atenea, que representa la meditación y sabiduría en los asuntos de la guerra y protege a los humanos de sus estragos. Los romanos lo identificaron con Marte, dios romano de la guerra y la agricultura (al que habían heredado de los etruscos), pero este gozaba entre ellos de mucha mayor estima. A pesar de ser identificado como dios de la guerra, no siempre sale victorioso en los combates. De hecho, resulta varias veces herido, sobre todo en sus enfrentamientos con su hermana Atenea, divinidad también guerrera. También resultó herido dos veces por Heracles y humillado por Hefesto. Se lo representa como hijo de Zeus y Hera, aunque existe una tradición posterior según la cual Hera lo concibió al tocar una determinada flor que le ofreció la ninfa Cloris, en lo que parece ser una imitación de la leyenda sobre el nacimiento de Hefesto, y es recogida por Ovidio. También existe una leyenda similar sobre el nacimiento de Eris, diosa de la Discordia. Su lugar de nacimiento y auténtico hogar estaba situado lejos, entre los bárbaros y belicosos tracios, y a este huyó cuando fue descubierto acostándose con Afrodita. Los griegos nunca confiaron en Ares, quizá porque ni siquiera estaba influenciado por el espíritu de pertenecer a un bando, sino que a veces ayudaba a una parte y a veces a la otra, según le dictaban sus inclinaciones. Su mano destructiva se veía incluso tras los estragos provocados por plagas y epidemias. Este carácter salvaje y sanguinario de Ares lo hacía ser odiado por otros dioses, incluidos sus propios padres. Culto Ares era el dios griego que personificaba a la guerra. El carácter guerrero de las tribus de Tracia llevó a la creencia de que el hogar de Ares estaba en esa comarca semisalvaje, que era junto con Escitia su principal centro de culto. Ares fue adorado en Escitia con la forma de una espada, a la que no solo se sacrificaban caballos y otro ganado, sino también hombres.



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La adoración de Ares en los países al norte de Grecia parece indicar que su culto se introdujo en ellos desde Tracia, y el propio carácter del dios, como es descrito por la mayoría de los antiguos poetas griegos, parece haber sido ideado poco apropiadamente a su representación en obras de arte: en efecto, no se conocen representaciones artísticas de Ares anteriores a la época de Alcámenes, quien parece haber creado el ideal de Ares. Se conservan pocos monumentos griegos con representaciones del dios, apareciendo principalmente en monedas, relieves y joyas. Aunque importante en la poesía, Ares fue raramente objeto de culto en la antigua Grecia, en comparación con otros dioses, salvo en Esparta, donde era apaciguado la víspera de la batalla, y en el mito fundacional de Tebas, apareciendo en pocos mitos más. En Esparta había una estatua del dios encadenado, para mostrar que el espíritu de la guerra y la victoria nunca abandonaría la ciudad. En esta ciudad se le sacrificaban cachorros de perros negros (en asimilación del sacrificio nocturno ctónico de Enialio) e incluso humanos. En el mito de los Argonautas se creía que en la Cólquide, el vellocino de oro estaba colgado de un roble en una arboleda consagrada a Ares. Desde allí se creía que los Dioscuros trajeron a Laconia la antigua estatua de Ares que se conservaba en el templo de Ares Thareitas, en el camino de Esparta a Terapnas. La isla cercana a la costa de la Cólquide en la que se creía que moraban los pájaros del Estínfalo, y que se llamaba isla de Ares, Aretias, Aria o Chalceritis, estaba también a él consagrada. El templo de Ares que vio Pausanias en el siglo II en el Ágora de Atenas solo había sido trasladado y rededicado allí durante la época de Augusto: en esencia era un templo romano de Marte. Sin embargo, Pausanias señala que allí había una estatua de Ares que era obra de Alcámenes. El Areópago, la ‘colina de Ares’ donde predicó Pablo, está situado a cierta distancia de la Acrópolis, y desde tiempos arcaicos se celebraban juicios allí. Esta relación con Ares, quizá basada en una falsa etimología, puede ser puramente etiológica.


CAPÍTULO v EL olimpo


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EL MONTE OLIMPO Para la mitología griega, el Olimpo era el hogar de los dioses olímpicos, los principales dioses del panteón griego, presididos por Zeus. Los griegos creían que en él había construido mansiones de cristal en las que moraban los dioses. Como ocurre con otros aspectos y elementos de la mitología, el número e identidad de los dioses que habitaban ese Olimpo (el llamado «Concilio de los dioses») es impreciso de acuerdo con la tradición. Parece que su número era doce, siendo este un posible listado original:3 Zeus Hera Poseidón Afrodita Ares Atenea

Hermes Apolo Artemisa Hefesto Deméter Hestia

La tradición fue agregando algunos que fueron reemplazando a otros 4 para que el número de dioses olímpicos quedara estable en doce. Zeus, Hera, Poseidón, Ares, Hermes, Hefesto, Afrodita, Atenea, Apolo y Artemisa son siempre considerados dioses olímpicos. Hestia, Deméter, Dioniso, Hades, Perséfone, Hebe, Asclepio y Heracles, después de ser divinizado, son los dioses variables que completaban la docena. De todos los dioses, solo Hestia, Deméter, Hera, Hades, Poseidón y Zeus eran hijos de Crono y Rea. Se puede incluir en la lista a Hades, pero no posee trono en el Olimpo, ya que, a pesar de ser uno de los dioses más importantes, su morada en el mundo subterráneo de los muertos hacía su relación con los olímpicos más delicada. Hestia fue uno de los doce Olímpicos durante mucho tiempo, aunque terminó cediendo su lugar a Dionisio. Perséfone pasaba la tercera parte del año en el inframundo (provocando así el invierno) y se le permitía


volver al Olimpo durante los restantes meses para que pudiera estar con su madre, Deméter. Como en la antigua Grecia, la palabra olimpo significa, en español, lo más alto entre lo más alto. La religión griega era politeísta, es decir, creían en muchos dioses, además de ser antropomórfica, pues los dioses tenían forma humana. Los griegos pensaban que sus dioses vivían de modo muy similar a los humanos, ya que tenían las mismas virtudes y defectos que los hombres, pero desconocían la enfermedad, la miseria, la vejez y la muerte. Eran omnipotentes e inmortales. Además, festejaban con las serenatas de las musas y se alimentaban de néctar y ambrosía que ellos consumen para volverse inmortales. De la unión de dioses y mortales nacían los héroes, que eran superiores a los hombres, pero inferiores a los dioses. Éstos, y a veces también los héroes, representaban las fuerzas de la naturaleza. Los griegos creían que tras eliminar a los titanes, a Ophion y a Tifón los dioses olímpicos, los principales dioses del panteón griego, habían elegido como su residencia el Monte Olimpo, ubicado en los confines de Macedonia y Tesalia, para pasar tiempo festejando y para contemplar el mundo. El Olimpo, que significa “el luminoso”, es el hogar de los dioses olímpicos, presididos por Zeus. De hecho, Zeus tenía su trono en el Olimpo. En la cima se encontraban sus palacios de cristal, construidos por Hefesto, dios de la metalurgia. Se sabe que el Olimpo era casi por todas partes infranqueable. La entrada al Olimpo era una puerta de nubes protegida por las diosas conocidas como las Estaciones. Una “montaña de la cual las nubes se envuelven en torno a la cumbre”. Puesto que su cumbre permanece oculta a los mortales por las nubes, el Olimpo es un lugar recóndito. Homero describe este lugar como un sitio ideal y pacífico, aislado de las inclemencias como la lluvia, la nieve o el viento, donde los dioses podían vivir en una perfecta felicidad. El monte Olimpo (en griego Όλυμπος, transliterado como Ólympos, «el luminoso», Como en la antigua Grecia, la palabra olimpo significa, en español, lo más alto entre lo más alto) es la montaña más elevada de Grecia, con una cumbre a 2919 metros de altitud y formando parte de la cadena del mismo


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nombre. Se extiende, en el norte de Grecia, cerca de la costa Egea, entre las regiones griegas de Tesalia y Macedonia. Esta montaña fue considerada mucho tiempo por los antiguos como una frontera que separaba Tesalia de Macedonia o, si se prefiere, Grecia del continente europeo más septentrional. Es reserva natural griega desde 1938 y patrimonio natural de la Unión Europea desde 1981, en su categoría de reserva de la biosfera. El Olimpo es una montaña de apariencia masiva, ascendiendo precipitadamente a varios lugares y bordeado de amplios barrancos. Densamente enselvado en su parte inferior, su extensa cumbre rocosa está cubierta de nieve la mayor parte del año. Como ocurre con otros aspectos y elementos de la mitología, el número e identidad de los dioses que habitaban ese Olimpo (el llamado «Concilio de los dioses») es impreciso de acuerdo con la tradición. Originalmente, parece que su número era de 12. Las doce grandes deidades del Olimpo eran: Zeus, rey de los dioses y gobernante del monte Olimpo, y su esposa; Hera, reina de los dioses y diosa del matrimonio y la familia; su hermano; Poseidón, señor de los mares, los terremotos y los caballos, sus hermanas; Deméter, diosa de la fertilidad, la agricultura, la naturaleza y las estaciones del año; y Hestia, diosa de la tierra, y sus hijos: Atenea, diosa virgen de la sabiduría, la artesanía, la defensa y la guerra estratégica; Ares, dios de la guerra, la violencia y el derramamiento de sangre; Apolo, dios de la luz, el sol, el conocimiento, la música, la poesía, la profecía y el tiro con arco; Artemisa, diosa virgen de la caza, la virginidad, el parto, la luna, el tiro con arco y todos los animales; Afrodita, diosa del amor, la belleza y el deseo; Hermes, mensajero de los dioses; dios del comercio y los ladrones, y Hefesto, maestro herrero y artesano de los dioses; dios del fuego y la forja. Los posteriores escritores griegos trasladaron el hogar de estas deidades a una región celestial libre de nieve y tormentas y llena de luz. La tradición ha ido aumentando ese elenco, añadiéndose a los anteriores dioses como Perséfone, Dionisos, Pan, Eros, etc. que fueron reemplazando a algunos dioses para que el número de dioses olímpicos quedara estable en 12.


Zeus, Hera, Poseidón, Ares, Hermes, Hefesto, Afrodita, Atenea, Apolo y Artemisa son siempre considerados dioses olímpicos. Hestia, Deméter, Dionisos y Hades son los dioses variables que completaban la docena. De todos los dioses sólo Hestia, Deméter, Hera, Hades, Poseidón y Zeus eran hijos de Crono y Rea. Perséfone pasaba la tercera parte del año en el inframundo (provocando así el invierno) y se le permitía volver al Olimpo durante los restantes ocho meses para que pudiera estar con su madre, Deméter. Y, aunque Hades siempre fue uno de los principales dioses griegos, su morada en el mundo subterráneo de los muertos hacía su relación con los olímpicos más delicada. Por esta razón, no es generalmente incluido en esta lista. No tenía un asiento en el panteón ya que no era bien recibido ahí, pues pasó casi todo su tiempo en el inframundo, en el que era el rey. Hestia tampoco, ya que era demasiado modesta para tener uno, y en su lugar el trono lo ocupa Dionisios, Dios del vino, las celebraciones y el éxtasis.


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Hogar de los dioses.


CAPÍTULO vi el dios del mar con la diosa de la sabiduría


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Poseidón Nacimiento e infancia Poseidón era un hijo de Crono y Rea. En la versión más antigua, relatada por Hesíodo en la Teogonía, era tragado por Crono al nacer pero luego era salvado, junto con sus demás hermanos, por Zeus. Sin embargo, en otras versiones del mito, Poseidón, como su hermano Zeus, evitó el destino de sus demás hermanos al ser salvado por su madre Rea, que lo ocultó en un rebaño de corderos simulando haber parido un potro, que dio a Crono para que lo devorara. Según Tzetzes la curótrofa o niñera de Poseidón fue Arne, quien negó serlo cuando Crono apareció buscándola. Según Diodoro Sículo, Poseidón fue criado por los Telquines en Rodas, igual que Zeus había sido criado por los Coribantes en Creta. Según una única referencia en la Ilíada, cuando el mundo fue dividido en tres, Zeus recibió la tierra y el cielo, Hades el inframundo y Poseidón los mares. En la Odisea Poseidón tenía un hogar en Egas. La fundación de Atenas Detalle de una escena que representa a Poseidón acogiendo a Teseo (fuera de la imagen). Cara A de una crátera ática de figuras rojas. Primera mitad del siglo V a. C. Atenea se convirtió en la diosa patrona de la ciudad de Atenas tras competir con Poseidón, si bien éste siguió siendo una presencia numinosa en la Acrópolis bajo la forma de su sustituto, Erecteo. En la fiesta de disolución al final del año en el calendario ateniense, las Esciroforias, los sacerdotes de Atenea y el de Poseidón iban en procesión bajo palio hasta Eleusis. Ambos acordaron que cada uno haría un regalo a los atenienses y que éstos elegirían el que prefiriesen. Poseidón golpeó el suelo con su tridente e hizo brotar una fuente, que les dio agua para beber y para cultivos, mientras que Atenea ofreció un olivo. Los atenienses (o mejor dicho su rey, Cécrope) escogieron el olivo y con


él a Atenea como patrona, pues el árbol daba madera, aceite y alimento. Tras esto, enfurecido por su derrota, Poseidón envió una monstruosa inundación a la llanura ática, castigando así a los atenienses. La depresión hecha por el tridente de Poseidón y llena de agua marina estaba rodeada por la entrada norte del Erecteión, permaneciendo abierta al cielo. «En los cultos, Poseidón era identificado con Erecteo», señaló Burkert. «El mito transforma esto en una secuencia temporal-causal: en su enfado por la derrota, Poseidón dirigió a su hijo Eumolpo contra Atenas y mató a Erecteo.» El concurso de Atenea y Poseidón fue el tema de relieves en el frontón oeste del Partenón, la primera vista que tenía el visitante cuando llegaba. Este mito es considerado por Graves y otros autores como el reflejo de un enfrentamiento entre los habitantes de la época micénica y los inmigrantes posteriores. Resulta interesante señalar que en su culmen Atenas fue una importante potencia marítima, llegando a derrotar a la flota persa en la batalla de Salamina. Atenea Es la diosa de la guerra, civilización, sabiduría, estrategia, de las artes, de la justicia y de la habilidad. Una de las principales divinidades del panteón griego y una de los doce dioses olímpicos, Atenea recibió culto en toda la Grecia Antigua y en toda su área de influencia, desde las colonias griegas de Asia Menor hasta las de la Península Ibérica y el norte de África. Su presencia está atestiguada hasta en las proximidades de la India. Por ello su culto tomó muchas formas e incluso tuvo una extensión considerable hasta el punto de que su figura fue sincretizada con otras divinidades en las regiones aledañas al Mediterráneo. En la mitología romana se la adoraba con el nombre de Minerva. La versión más tradicional de su mito la representa como hija partenogenética de Zeus, nacida de su miembro viril completamente armada después de que se tragase a su madre. Jamás se casó o tuvo amantes, manteniendo una virginidad perpetua. Era imbatible en la guerra, ni el mismo Ares pudo derrotarla. Fue patrona de varias ciudades pero se volvió más conocida como protectora de Atenas y de toda la región del Ática. También protegió a muchos héroes y otras figuras míticas, apareciendo en una gran cantidad de episodios de la mitología.


Homero y todos los dioses



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Nacimiento En el panteón olímpico Atenea aparece como la hija favorita de Zeus, nacida de su frente completamente armada después de que se tragase a su madre, Metis. La historia de su nacimiento aparece en varias versiones. Homero llama a Atenea hija de Zeus, sin alusión alguna a su progenitora o a la forma en la que llegó a existir, mientras la mayoría de las tradiciones posteriores coinciden al afirmar que nació de la cabeza del dios. Ya en Hesíodo la madre de Atenea era la oceánide Metis, la primera esposa de Zeus. Tras yacer con ella, Zeus temió inmediatamente las consecuencias, pues había sido profetizado que Metis alumbraría hijos más poderosos que él. Para impedir tan graves consecuencias, siguió el consejo de Gea y Urano y «la encerró en su vientre», pero Metis ya había concebido una hija, Atenea, que brotaría de su cabeza. Píndaro añade que Hefesto abrió la cabeza de Zeus con su hacha minoica de doble hoja, el labrys, y que Atenea saltó de la cabeza completamente adulta y completamente armada, una afirmación de la que se dice que Estesícoro fue la autoridad más antigua; «y llamó al ancho cielo con su claro grito de guerra. Y Urano tembló al oírlo, y la Madre Gea...» Otros cuentan que Prometeo, Hermes o Palemón ayudaron a Zeus en el nacimiento de Atenea y mencionan al río Tritón como el lugar del suceso. Los mitos clásicos posteriores señalaban que Hera se molestó tanto de que Zeus tuviese un hijo, aparentemente por sí mismo, que ella hizo lo propio con Hefesto. Tras la aparición de esta versión se empezó a afirmar que Metis no tuvo más hijos y que Zeus perduró como rey del Olimpo. Los mitos griegos permanecieron estáticos en este punto, sin cambiar hasta el declive de la cultura antigua y la práctica de su religión.


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Afrodita Surgida de la espuma del mar al mesclarse la sangre de Urano con el mar y de allí nace en una concha naca una bellizima doncella. Es, en la mitología griega, la diosa de la belleza, el amor, el deseo y la reproducción. Aunque a menudo se alude a ella en la cultura moderna como «la diosa del amor», es importante señalar que antiguamente no se refería al amor en el sentido cristiano o romántico. Debido a su inmensa belleza, Zeus temía que Afrodita fuera la causa de violencia entre los otros dioses. Por ello la casó con Hefesto, el severo y malhumorado dios del fuego y la fragua. Otra versión de esta historia cuenta que Hera, la madre de Hefesto, lo arrojó del Olimpo al considerarlo feo y deforme. Este obtuvo su venganza atrapándola en un trono mágico y exigiendo a cambio de su liberación la mano de Afrodita. Hefesto estaba contentísimo de haberse casado con la diosa de la belleza y forjó para ella hermosa joyería, incluyendo el cesto, un cinturón que la hacía incluso más irresistible para los hombres. La infelicidad de Afrodita con su matrimonio hizo que buscase la compañía de otros, normalmente Ares, pero también Adonis. Hefesto fue informado del adulterio que su esposa mantenía con Ares por Helios. Como venganza, atrapó ingeniosamente a Ares y Afrodita con una red de finas cadenas que había dispuesto sobre el lecho para que cayeran al más mínimo contacto. Entonces llamó a todos los demás dioses olímpicos para burlarse de ellos (sin embargo, «las diosas se quedaron en casa, todas por vergüenza»); algún dios desenfadado comentó que no le habría importado sentir tal vergüenza. Hefesto no los liberó hasta que Poseidón le prometió que Ares pagaría desagravios, pero ambos escaparon tan pronto como levantó la red y no mantuvieron su promesa.



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