Estrofas castellanas

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[Estrofas Castellanas] [Apuntes de Lengua] [Blog de aula para alumnos de ESO en el área de Lengua y Literatura.]

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Lengua y Literatura Española Clases de estrofas CANCIONES Otras canciones a lo divino de Cristo y el alma.

aunque en el corazón está herido; mas llora por pensar que está olvidado.

y no quiere gozar la mi presencia, y el pecho por su amor muy lastimado!

1. Un pastorcico solo está penado, ajeno de placer y de contento, y en su pastora puesto el pensamiento, y el pecho del amor muy lastimado.

3. Que sólo de pensar que está olvidado de su bella pastora, con gran pena se deja maltratar en tierra ajena, el pecho del amor muy lastimado.

5. Y a cabo de un gran rato se ha encumbrado sobre un árbol, do abrió sus brazos bellos, y muerto se ha quedado asido dellos, el pecho del amor muy lastimado. (San Juan de la Cruz)

2. No llora por haberle amor llagado, que no le pena verse así afligido,

4. Y dice el pastorcito: ¡Ay, desdichado de aquel que de mi amor ha hecho ausencia

EN UN LIBRO GUARDADA ESTÁ

Vibró tan duro en contra de la suerte aquel viejo dolor, que aún se hace nuevo, está batido como el hierro fuerte, tiene la gracia noble de un mancebo.

En el espejo mágico aparece toda mi vida, y bajo su misterio aquel amor lejano se florece como un arcángel en un cautiverio. Llega por un camino nunca andado, ya no son sus verdades tenebrosas, desgarrada la sien, triste, aromado, llega por el camino de las rosas.

CANCIÓN DE OTOÑO EN PRIMAVERA Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer... Plural ha sido la celeste historia de mi corazón. Era una dulce niña, en este mundo de duelo y de aflicción. Miraba como el alba pura; sonreía como una flor. Era su cabellera obscura hecha de noche y de dolor. Yo era tímido como un niño. Ella, naturalmente, fue, para mi amor hecho de armiño, Herodías y Salomé... A MIS SOLEDADES VOY... A mis soledades voy, de mis soledades vengo, porque para andar conmigo me bastan mis pensamientos. ¡No sé qué tiene la aldea donde vivo y donde muero, que con venir de mí mismo no puedo venir más lejos! Ni estoy bien ni mal conmigo; mas dice mi entendimiento que un hombre que todo es alma está cautivo en su cuerpo. Entiendo lo que me basta, y solamente no entiendo cómo se sufre a sí mismo un ignorante soberbio. De cuantas cosas me cansan, fácilmente me defiendo; pero no puedo guardarme de los peligros de un necio. El dirá que yo lo soy, pero con falso argumento,

Reza, alma triste, en su devota huella, los ecos de los muertos son sagrados, como dicen que alumbran las estrellas, alumbran los amores apagados. Este amor tan lejano, ahora vestido de sombra de la tarde, en el sendero Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer... Y más consoladora y más halagadora y expresiva, la otra fue más sensitiva cual no pensé encontrar jamás. Pues a su continua ternura una pasión violenta unía. En un peplo de gasa pura una bacante se envolvía... En sus brazos tomó mi ensueño y lo arrulló como a un bebé... Y te mató, triste y pequeño, falto de luz, falto de fe... Juventud, divino tesoro, ¡te fuiste para no volver! que humildad y necedad no caben en un sujeto. La diferencia conozco, porque en él y en mí contemplo, su locura en su arrogancia, mi humildad en su desprecio. O sabe naturaleza más que supo en otro tiempo, o tantos que nacen sabios es porque lo dicen ellos. “Sólo sé que no sé nada”, dixo un filósofo, haciendo la cuenta con su humildad, adonde lo más es menos. No me precio de entendido, de desdichado me precio, que los que no son dichosos, ¿cómo pueden ser discretos? No puede durar el mundo, porque dicen, y lo creo, que suena a vidrio quebrado y que ha de romperse presto.

muestra como un arcángel, el sentido inmortal de la vida al pasajero. Yo iba perdido por la selva oscura, sólo oía el quebrar de mi cadena, y vi encenderse con medrosa albura, en la selva, una luz de ánima en pena. Tuve conciencia. Vi la sombra mía negra, sobre el camino de la muerte, y vi tu sombra blanca que decía su oración a los tigres de mi suerte. (Ramón María del Valle Inclán)

Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer... Otra juzgó que era mi boca el estuche de su pasión; y que me roería, loca, con sus dientes el corazón. Poniendo en un amor de exceso la mira de su voluntad, mientras eran abrazo y beso síntesis de la eternidad; y de nuestra carne ligera imaginar siempre un Edén, sin pensar que la Primavera y la carne acaban también... Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer. Señales son del juicio ver que todos le perdemos, unos por carta de más otros por cartas de menos. Dijeron que antiguamente se fue la verdad al cielo; tal la pusieron los hombres que desde entonces no ha vuelto. En dos edades vivimos los propios y los ajenos: la de plata los extraños y la de cobre los nuestros. ¿A quién no dará cuidado, si es español verdadero, ver los hombres a lo antiguo y el valor a lo moderno? Todos andan bien vestidos, y quéjanse de los precios, de medio arriba romanos, de medio abajor romeros. Dixo Dios que comería su pan el hombre primero con el sudor de su cara por quebrar su mandamiento,

¡Y las demás! En tantos climas, en tantas tierras siempre son, si no pretextos de mis rimas fantasmas de mi corazón. En vano busqué a la princesa que estaba triste de esperar. La vida es dura. Amarga y pesa. ¡Ya no hay princesa que cantar! Mas a pesar del tiempo terco, mi sed de amor no tiene fin; con el cabello gris, me acerco a los rosales del jardín... Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer... ¡Mas es mía el Alba de oro! (Rubén Darío)

y algunos, inobedientes a la vergüenza y al miedo, con las prendas de su honor han trocado los efectos. Virtud y filosofía peregrinan como ciegos; el uno se lleva al otro, llorando van y pidiendo. Dos polos tiene la tierra, universal movimiento; la mejor vida el favor, la mejor sangre el dinero. Oigo tañer las campanas, y no me espanto, aunque puedo, que en lugar de tantas cruces haya tantos hombres muertos. Mirando estoy los sepulcros cuyos mármoles eternos están diciendo sin lengua que no lo fueron sus dueños. ¡Oh, bien haya quien los hizo, porque solamente en ellos 2


de los poderosos grandes se vengaron los pequeños! Fea pintan a la envidia, yo confieso que la tengo de unos hombres que no saben quién vive pared en medio.

Sin libros y sin papeles, sin tratos, cuentas ni cuentos, cuando quieren escribir piden prestado el tintero. Sin ser pobres ni ser ricos, tienen chimenea y huerto;

no los despiertan cuidados, ni pretensiones, ni pleitos. Ni murmuraron del grande, ni ofendieron al pequeño; nunca, como yo, afirmaron parabién, ni Pascuas dieron.

MILAGROS DE NUESTRA SEÑORA Prólogo

Semeia esti prado egual de paraíso, en qui Dios tan grand graçia, tan grand bendiçión miso: el que crió tal cosa, maestro fue anviso: omne que hi morasse, nuncua perdrié el viso.

Amigos e vasallos de Dios omnipotent, si vos me escuchássedes por vuestro consiment, querríavos contar un buen aveniment: terrédeslo en cabo por bueno verament.

El fructo de los árbores era dulz’ e sabrido, si don Adam oviesse de tal fructo comido, de tan mala manera non seríé decibido, nin tomarién tal danno Eva ni so marìdo.

Yo Maestro Gonçalvo de Berceo nomnado, yendo en romería caeçí en un prado verde e bien sençido, de flores bien poblado, logar cobdiçiaduero para omne cansado.

Señores e amigos, lo que dicho avemos palabra es oscura, esponerla queremos: tolgamos la corteza, al meollo entremos, prendamos lo de dentro, lo de fuera dessemos.

Daban olor sobeio las flores bien olientes, refrescaban en omne las caras e las mientes, manaban cada canto fuentes claras corrientes, en verano bien frías, en ivierno calientes.

Todos cuantos vevimos que en piedes andamos. siquiere en presón o en lecho yagamos, todos somos romeos que camino andamos: San Peidro lo diz esto, por él vos lo provamos.

Avié hí grand abondo de buenas arboledas, milgranos e figueras, peros e manzanedas, e muchas otras fructas de diversas monedas, mas non avié ningunas podridas nin azedas.

Cuanto aquí vevimos, en ageno moramos; la ficança durable suso la esperamos, la nuestra romería estonz’ la acabamos cuando a paraíso las almas enviamos.

La verdura del prado, la olor de las flores, las sombras de los árbores de temprados sabores refrescáronme todo e perdí los sudores: podrié vevir el omne con aquellos olores.

En esta romería avemos un buen prado, en qui trova repaire tot romeo cansado, la Virgin Gloriosa, madre del buen criado, del cual otro ninguno egual non fue trovado.

Nuncua trobé en sieglo lugar tan deleitoso, nin sombra tan temprada, nin olor tan sabroso: descargué mi ropiella por yacer más viçioso, poséme a la sombra de un árbor fermoso.

Esti prado fue siempre verde en onestat, ca nunca ovo mácula la su virginidat, post partum et in partu fue Virgin de verdat, illesa, incorrupta en su entegredat.

Yaziendo a la sombra perdí todos cuidados, odí sonos de aves dulces e modulados: nuncua udieron omnes órganos más temprados, nin que formar pudiessen sones más acordados.

Las cuatro fuentes claras que del prado manavan, los cuatro Evangelios esso significaban, ca los evangelistas cuatro que los dictavan, cuando los escribíen con ella se fablavan.

Unas tenién la quinta e las otras doblaban, otras tenién el punto, errar no las dexaban, al posar, al mover todas se esperavan, aves torpes nin roncas hí non se acostavan.

Cuanto escribién ellos, ella lo emendava, esso era bien firme, lo que ella laudava: pareze que el riego todo della manaba, cuando a menos della nada non se guiava.

Non serié organista, nin serie violero, nin giga nin salterio, nin mano de rotero, nin instrument, nin lengua, nin tan claro vocero, cuyo canto valiesse con esto un dinero.

La sombra de los árbores, buena, dulz’ e sanía, en qui ave repaire toda la romería, si son las oraciones que faz’ Santa María, que por los pecadores ruega noch’ e día.

Peroque vos dissiemos todas estas bondades, non contamos las diezmas, esto bien lo creades: que avié de noblezas tantas diversidades, que no las contaríen priores ni abades.

Cuantos que son en mundo justos e pecadores, coronados e legos, reys e emperadores, allí corremos todos vassallos e señores, todos a la su sombra imos coger las flores.

El prado que vos digo avié otra bondat, por calor nin por frío non perdié su beldat, siempre estava verde en su entegredat, non perdié la verdura por nulla tempestat.

Los árbores que facen sombra dulz’ e donosa son los santos miraclos que faz’ la Gloriosa, ca son mucho más dulzes que azúcar sabrosa, la que dan al enfermo en la cuita rabiosa.

Man a mano que fui en tierra acostado, de todo el lazerio fui luego folgado: oblidé toda cuita, el lazerio passado: ¡Qui allí se morasse serié bien venturado!

Las aves que organan entre essos fructales que han las dulzes vozes, dicen cantos leales, estos son Agustín, Gregorio, otros tales, cuantos que escribieron los sos fechos reales.

Los omnes e las aves cuantas acaecíen, levaban de las flores cuantas levar queríen; mas mengua en el prado ninguna non façíen: por una que levaban, tres o cuatro nazíen.

Estos avién con ella amor e atenencia, en laudar los sos fechos metién toda femencìa, todos fablavan della, cascuno su sentencìa; pero tenién por todo todos una creencia.

Con esta envidia que digo y lo que paso en silencio, a mis soledades voy, de mis soledades vengo. (Félix Lope de Vega y Carpio)

E1 roseñor que canta por fina maestría, siquiere la calandria que faz’ grand melodía, mucho cantó meior el varón Isaía, e los otros prophetas, onrada compañía. Cantaron los apóstolos muedo muy natural, confessores e mártires facién bien otro tal, las vírgines siguieron la grand Madre caudal, cantan delante della canto bien festival. Por todas las eglesias, esto es cada día, cantan laudes antella toda la clerecía; todos li façen cort a la Virgo María: estos son roseñoles de gran plaçentería. Tornemos ennas flores que componen el prado, que lo façen fermoso, apuesto e temprado: las flores son los nomnes que li da el dictado a la Virgo María, madre del buen criado. La bendicta Virgen es estrella clamada, estrella de los mares, guiona deseada, es de los marineros en las cuitas guardada, ca cuando essa veden, es la nave guiada. Es clamada, e eslo de los cielos reina, tiemplo de Jesu Cristo, estrella matutina, Señora natural, piadosa vezina, de cuerpos e de almas salud e medecina. Ella es vellocino, que fue de Gedeón, en qui vino la pluvia, una grand visión: ella es dicha fonda de David el varón, con la cual confondió al gigant tan fellón. Ella es dicha fuent’ de qui todos bebemos, ella nos dio el cebo de qui todos comemos, ella es dicha puerto a qui todos corremos e puerta por la cual entrada atendemos. Ella es dicha puerta, en sí bien encerrada, pora nos es abierta, pora darnos la entrada; ella es la palomba de fiel bien esmerada, en qui no cae ira, siempre está pagada. Ella con grand derecho es clamada Sión, ca es nuestra talaya, nuestra defensión; ella es dicha trono del rey Salomón, rey de grand justicia, sabio por mirazón. Non es nomne ninguno que bien derecho venga, que en alguna guisa a ella non avenga; non a tal que raíz en ella no la tenga, nin Sancho nin Domingo, nin Sancha nin Domenga. Es dicha vid es uva, almendra, malgranada que de granos de graçia está toda calcada; oliva, cedro, bálssamo, palma bien aiumada, piértega en que sovo la serpiente alzada. El fust de Moisés enna mano portava que confondió los sabios que Faraón preciava, el que los abrió los mares e después los cerrava si non a la Gloriosa, ál non significava. Si metiéremos mientes en ell otro bastón que partió la contienda que fue por Aarón, ál no significaba, como diz la lectión si non a la Gloriosa, esto bien con razón. Señores e amigos, en vano contendemos, entramos en grand pozo, fondo nol’ trovaremos; 3


más serién los sus nomnes que nos della leemos que las flores de1 campo del más grand que savemos. Desuso lo dissiemos que eran los fructales, en qui facién las aves los cantos generales, los sus sanctos miraclos grandes e principales, los cuales organamos ennas fiestas cabdales. CANCIÓN V A la flor de Gnido Si de mi baja lira tanto pudiese el son, que en un momento aplacase la ira del animoso viento, y la furia del mar y el movimiento; y en ásperas montañas con el suave canto enterneciese las fieras alimañas, los árboles moviese, y al son confusamente los trajese; no pienses que cantando sería de mí, hermosa flor de Gnido, el fiero Marte airado, a muerte convertido, de polvo y sangre y de sudor teñido; ni aquellos capitanes n las sublimes ruedas colocados, por quien los alemanes el fiero cuello atados, y los franceses van domesticados. Mas solamente aquella fuerza de tu beldad sería cantada, y alguna vez con ella también sería notada el aspereza de que estás armada;

Quiero dexar con tanto las aves contadores, las sombras e las aguas, las devant dichas flores: quiero d’estos fructales, tan plenos de dulzores, fer unos pocos viessos, amigos e señores. Quiero en estos árbores un ratiello sobir, e de los sos miraclos algunos escrivir,

y por tu gran valor y hermosura, convertida en viola, llora su desventura el miserable amante en su figura. Hablo de aquel cautivo. de quien tener se debe más cuidado, que está muriendo vivo, al remo condenado, en la concha de Venus amarrado. Por ti, como solía, del áspero caballo no corrige la furia y gallardía, ni con freno le rige, ni con vivas espuelas ya le aflige. Por ti, con diestra mano no revuelve la espada presurosa, y en el dudoso llano huye la polvorosa palestra, como sierpe ponzoñosa. Por ti, su blanda musa, en lugar de la citara sonante tristes querellas usa, que con llanto abundante hace bañar el rostro amante. Por ti, el mayor amigo lo es importuno, grave y enojos: yo puedo ser testigo, que ya del peligroso naufragio fui su puerto y su reposo.

y como por ti sola,

la Gloriosa me guíe que lo pueda complir, ca yo non me trevría en ello a venir. Terrélo por miráculo que lo faz la Gloriosa si guiarme quisiere a mí en esta cosa: ¡Madre plena de gracìa, Reina poderosa, tú me guía en ello, ca eres piadosa! (Gonzalo de Berceo)

Y agora en tal manera vence el dolor a la razón perdida. que ponzoñosa fiera nunca fue aborrecida tanto, como yo de él, ni tan temida. No fuiste tú engendrada ni producida de la dura tierra; no debe ser notada que ingratamente yerra quien todo el otro error de sí destierra. Hágase temerosa el caso de Anaxérete, y cobarde. que de ser desdeñosa se arrepintió muy tarde; y así su alma con su mármol arde. Estábase alegrando del mal ajeno el pecho empedernido, cuando abajo mirando, del cuerpo muerto vido del miserable amante allí tendido. Y al cuello el lazo atado, con que desenlazó de la cadena el corazón cuitado, que con su breve pena compró la eterna punición ajena. Sintió allí convertirse en piedad amorosa el aspereza. ¡Oh tarde arrepentirse! ¡Oh última terneza!

¿Cómo te sucedió mayor dureza? Los ojos se enclavaron en el tendido cuerpo que allí vieron, los huesos se tornaron más duros y crecieron, y en sí toda la carne convirtieron; las entrañas heladas tornaron poco a poco en piedra dura: por las venas cuitadas la sangre su figura iba desconociendo y su natura; hasta que finalmente en duro mármol vuelta y transformada, hizo de sí la gente no tan maravillada, cuanto de aquella ingratitud vengada. No quieras tú, señora, de Némesis airada las saetas probar, por Dios, agora; baste que tus perfetas obras y hermosura a los poetas den inmortal materia, sin que también en verso lamentable celebren la miseria de algún caso notable, que por ti pase triste y miserable. (Garcilaso de la Vega)

LABERINTO DE FORTUNA (Fragmentos) DEDICATORIA E INVOCACIÓN Al muy prepotente don Juan el segundo aquel con quien Júpiter tuvo tal zelo que tanta de parte le fizo del mundo quanta a sí mesmo se fizo del çielo, al gran rey d’ España, al Çésar novelo; al que con Fortuna es bien fortunado, aquel en quien caben virtud e reinado; a él, la rodilla fincada por suelo. Tus casos falaçes, Fortuna, cantamos, estados de gentes que giras e trocas, tus grandes discordias, tus firmezas pocas, y los que en tu rueda quexosos fallamos; fasta que al tempo de agora vengamos de fechos pasados cobdiçia mi pluma, y de los presentes, fazer breve suma: y dé fin Apolo, pues nos començamos.

ÉGLOGA III (Fragmento) Cerca del Tajo en soledad amena de verdes sauces hay una espesura, toda de yedra revestida y llena, que por el tronco va hasta la altura, y así la teje arriba y encadena, que el sol no halla paso a la verdura; el agua baña el prado con sonido alegrando la vista y el oído.

EN EL CÍRCULO DE VENUS: HISTORIA DE MACÍAS Tanto andovimos el çerco mirando que nos fallamos con nuestro Macías, e vimos que estava llorando los días con que su vida tomó fin, amando; lleguéme más çerca, turbado yo, quando vi ser un tal hombre de nuestra nación, e vi que dezía tal triste canción, en elegíaco verso cantando: «Amores me dieron corona de amores por que mi nombre por más bocas ande; entonçes non era mi mal menos grande quando me davan plazer sus dolores; vençen el seso los dulçes errores, mas no duran siempre segunt luego plazen; pues me fizieron de mal que vos fazen, sabed al amor desamar, amadores. Con tanta mansedumbre el cristalino Tajo en aquella parte caminaba, que pudieran los ojos el camino determinar apenas que llevaba. Peinando sus cabellos de oro fino, una ninfa del agua do moraba la cabeza sacó, y el prado ameno vido de flores y de sombra lleno. (Garcilaso de la Vega) CANTO A TERESA (Fragmentos)

»Fuid un peligro tan apassionado; sabed ser alegres; dexad de ser tristes; sabed desservir quien tanto servistes, a otros que amores dad vuestro cuidado; los quales, si diesen por un igual grado sus pocos plazeres segunt su dolor, no se quexara ningunt amador nin desesperara ningunt desamado. »E bien como quando algunt malfechor, al tiempo que fazen de otro justiçia, temor de la pena le pone cobdiçia de allí adelante bevir ya mejor, mas desque passado por él el temor, vuelve a sus viçios como de primero, así me bolvieron a do desespero deseos que quieren que muera amador». (Juan de Mena) Los años, ¡ay!, de la ilusión pasaron; las dulces esperanzas que trajeron con sus blancos ensueños se llevaron y el porvenir de oscuridad vistieron; las rosas del amor se marchitaron, las flores en abrojos convirtieron, y de afán tanto y tan soñada gloria sólo quedó una tumba, una memoria. Gocemos, sí; la cristalina esfera gira bañada en luz: ¡bella es la vida! ¿Quién a parar alcanza la carrera 4


del mundo hermoso que al placer convida? Brilla radiante el sol, la primavera los campos pinta en la estación florida: Truéquese en risa mi dolor profundo... LA CANCIÓN DEL PIRATA Con diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela, no corta el mar, sino vuela un velero bergantín. Bajel pirata que llaman, por su bravura, el Temido, en todo mar conocido del uno al otro confín. La luna en el mar riela, en la lona gime el viento, y alza en blando movimiento olas de plata y azul; y ve el capitán pirata, cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Estambul: «Navega, velero mío, sin temor, que ni enemigo navío ni tormenta, ni bonanza, tu rumbo a torcer alcanza, ni a sujetar tu valor. Veinte presas hemos hecho a despecho del inglés, y han rendido

VIA CRUCIS (Fragmento) ¿Dónde está ya el mediodía luminoso en que Gabriel, desde el marco del dintel, te saludó: -Ave María? Virgen ya de la agonía, tu Hijo es el que cruza ahí. Déjame hacer junto a Ti ese augusto itinerario. Para ir al monte Calvario, cítame en Getsemaní.

sus pendones cien naciones a mis pies.

Allá muevan feroz guerra ciegos reyes por un palmo más de tierra; que yo aquí tengo por mío cuanto abarca el mar bravío, a quien nadie impuso leyes. Y no hay playa, sea cualquiera, ni bandera de esplendor, que no sienta mi derecho y dé pecho a mi valor. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. A la voz de «¡barco viene!» es de ver

Si dar disgusto y desdén es vuestro propio caudal, sabed que he quedado tal que aún no me ha dejado el bien de suerte que sienta el mal; mas con todo, pues me habéis dejado y estoy sin vos, ¡paso!, ¡no me atormentéís! Contentos, idos con Dios, dejadme, no me canséis. (Vicente Espinel)

Por Jesucristo vivo, cada pieza vale más de un millón, y que es mancilla que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla!, Roma triunfante en ánimo y nobleza.

Y luego, incontinente, caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese, y no hubo nada. (Miguel de Cervantes)

como un bravo, sacudí. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.

En las presas yo divido lo cogido por igual; sólo quiero por riqueza la belleza sin rival.

Son mi música mejor aquilones, el estrépito y temblor de los cables sacudidos, del negro mar los bramidos y el rugir de mis cañones.

Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. ¡Sentenciado estoy a muerte! Yo me río; no me abandone la suerte, y al mismo que me condena colgaré de alguna entena, quizá en su propio navío. Y si caigo, ¿qué es la vida? Por perdida ya la di, cuando el yugo del esclavo,

Y del trueno al son violento, y del viento al rebramar, yo me duermo sosegado, arrullado por el mar. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.» (José de Espronceda)

(Gerardo Diego)

“Voto a Dios que me espanta esta grandeza y que diera un doblón por describilla; porque ¿a quién no sorprende y maravilla esta máquina insigne, esta riqueza?

Esto oyó un valentón, y dijo: “Es cierto cuanto dice voacé, señor soldado. Y el que dijere lo contrario, miente.”

cómo vira y se previene a todo trapo a escapar; que yo soy el rey del mar, y mi furia es de temer.

Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.

AL TÚMULO DEL REY FELIPE II EN SEVILLA

Apostaré que el ánima del muerto por gozar este sitio hoy ha dejado la gloria donde vive eternamente.”

Que haya un cadáver más… ¡qué importa al mundo! (José de Espronceda)

Suele decirme la gente que en parte sabe mi mal, que la causa principal se me ve escrita en la frente, y aunque hago de valiente luego mi lengua desliza por lo que dora y matiza; que lo que el pecho no gasta ningún disimulo basta a cubrirlo con ceniza. (Vicente Espinel)

QUÉJASE DE LA SUERTE: INSINÚA SU AVERSIÓN A LOS VICIOS, Y JUSTIFICA SU DIVERTIMIENTO A LAS MUSAS En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas? ¿En qué te ofendo, cuando sólo intento poner bellezas en mi entendimiento y no mi entendimiento en las bellezas? Yo no estimo tesoros ni riquezas; y así, siempre me causa más contento poner riquezas en mi pensamiento que no mi pensamiento en las riquezas. Y no estimo hermosura que, vencida, es despojo civil de las edades, ni riqueza me agrada fementida,

No hay bien que del mal me guarde temeroso y encogido de sinrazón ofendido y de ofendido cobarde y aunque mi queja es ya tarde, y razón me la defiende, tanto en mi daño se enciende que voy contra quien me agravia como perro que con rabia a su propio dueño ofende. (Vicente Espinel)

se encuentra un no sé qué para quererte y muchos sí sé qué para olvidarte. Pues ni quieres dejarme ni enmendarte, yo templaré mi corazón de suerte que la mitad se incline a aborrecerte aunque la otra mitad se incline a amarte. Si ello es fuerza querernos, haya modo, que es morir el estar siempre riñendo: no se hable más en celo y en sospecha, y quien da la mitad, no quiera el todo; y cuando me la estás allá haciendo, sabe que estoy haciendo la deshecha. (Sor Juana Inés de la Cruz) A UN HOMBRE DE GRAN NARIZ

teniendo por mejor, en mis verdades, consumir vanidades de la vida que consumir la vida en vanidades. (Sor Juana Inés de la Cruz) QUE DA MEDIO PARA AMAR SIN MUCHA PENA Yo no puedo tenerte ni dejarte, ni sé por qué, al dejarte o al tenerte,

Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa, érase una alquitara medio viva, érase un peje espada mal barbado; era un reloj de sol mal encarado, érase un elefante boca arriba, érase una nariz sayón y escriba, un Ovidio Nasón mal narigado. 5


Érase el espolón de una galera, érase una pirámide de Egito, las doce tribus de narices era; érase un naricísimo infinito frisón archinariz, caratulera, sabañón garrafal, morado y frito. (Francisco de Quevedo y Villegas) Otra versión, posiblemente la original, con un final diferente: Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa, érase una alquitara medio viva, érase un peje espada mal barbado; era un reloj de sol mal encarado, érase un elefante boca arriba, érase una nariz sayón y escriba, un Ovidio Nasón mal narigado. Érase el espolón de una galera, érase una pirámide de Egito, las doce tribus de narices era; érase un naricísimo infinito, muchísimo nariz, nariz tan fiera, que en la cara de Anás fuera delito (Francisco de Quevedo y Villegas)

El mirar zambo y zurdo es delincuente; vuestras luces izquierdas lo declaran, pues con mira engañosa nos disparan facinorosa luz, dulce y ardiente.

Fue sueño ayer, mañana será tierra. ¡Poco antes nada, y poco después humo! ¡Y destino ambiciones, y presumo apenas punto al cerco que me cierra!

Lo que no miran ven, y son despojos suyos cuantos los ven, y su conquista da a l'alma tantos premios como enojos.

Breve combate de importuna guerra, en mi defensa, soy peligro sumo, y mientras con mis armas me consumo, menos me hospeda el cuerpo que me entierra.

¿Qué ley, pues, mover pudo al mal jurista a que, siendo monarcas los dos ojos, los llamase vizcondes de la vista? (Francisco de Quevedo y Villegas) DESEA, PARA DESCANSAR, EL MORIR Mejor vida es morir que vivir muerto, ¡oh piedad!; en ti cabe gran fiereza, pues mientes, apacible, tu aspereza y detienes la vida al pecho abierto.

Ya no es ayer, mañana no ha llegado; hoy pasa y es y fue, con movimiento que a la muerte me lleva despeñado. Azadas son la hora y el momento que a jornal de mi pena y mi cuidado cavan en mi vivir mi monumento. (Francisco de Quevedo y Villegas) RECETA PARA HACER SOLEDADES

El cuerpo, que de l’alma está desierto (ansí lo quiso Amor de alta belleza), de dolor se despueble y de tristeza: descanse, pues, de mármoles cubierto.

Quien quisiere ser culto en sólo un día, la jeri (aprenderá) gonza siguiente: fulgores, arrogar, joven, presiente, candor, construye, métrica, armonía;

En mí la crueldad será piadosa en darme muerte, y sólo el darme vida piedad será tirana y rigurosa.

poco, mucho, si no, purpuracía, neutralidad, conculca, erige, mente, pulsa, ostenta, librar, adolescente, señas traslada, pira, frustra, arpía;

Y ya que supe amar esclarecida virtud, siempre triunfante, siempre hermosa, tenga paz mi ceniza presumida. (Francisco de Quevedo y Villegas)

cede, impide, cisuras, petulante, palestra, liba, meta, argento, alterna, si bien disuelve émulo canoro.

La mayor puta de las dos Castillas yace en este sepulcro, y, bien mirado, es justo que en capilla esté enterrado cuerpo que fue sepulcro de capillas.

AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Use mucho de líquido y de errante, su poco de nocturno y de caverna, anden listos livor, adunco y poro.

Sus penitencias no sabré decillas, pues de correas sin número cantado tan bien con el cordel se ha meneado, que vino a los gusanos hecha astillas.

Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra que me llevare el blanco día, y podrá desatar esta alma mía hora a su afán ansioso lisonjera;

Diéronla crecimiento de priores, después de un pujamiento de donados que en el siglo vivieron de pernailes.

mas no, de esotra parte, en la ribera, dejará la memoria, en donde ardía: nadar sabe mi llama la agua fría, y perder el respeto a ley severa.

TÚMULO

Aborreció seglares pecadores, buscó instrumentos vivos y pintados, porque tienen capillas como frailes. (Francisco de Quevedo y Villegas) DESENGAÑO DE LAS MUJERES Puto es el hombre que de putas fía, y puto el que sus gustos apetece; puto es el estipendio que se ofrece en pago de su puta compañía.

LAS ALMAS SON ETERNAS… Alma a quien todo un dios prisión ha sido, venas que humor a tanto fuego han dado, médulas que han gloriosamente ardido: su cuerpo dejará no su cuidado; serán ceniza, mas tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado. (Francisco de Quevedo y Villegas) MIRÉ LOS MUROS…

Puto es el gusto, y puta la alegría que el rato putaril nos encarece; y yo diré que es puto a quien parece que no sois puta vos, señora mía.

Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes ya desmoronados de la carrera de la edad cansados por quien caduca ya su valentía.

Mas llámenme a mí puto enamorado, si al cabo para puta no os dejare; y como puto muera yo quemado

Salime al campo: vi que el sol bebía los arroyos del hielo desatados, y del monte quejosos los ganados que con sombras hurtó su luz al día.

si de otras tales putas me pagare, porque las putas graves son costosas, y las putillas viles, afrentosas. (Francisco de Quevedo y Villegas) A UNA DAMA BIZCA Y HERMOSA Si a una parte miraran solamente vuestros ojos, ¿cuál parte no abrasaran? Y si a diversas partes no miraran, se helaran el ocaso o el Oriente.

Que ya toda Castilla, con sola esta cartilla, se abrasa de poetas babilones, escribiendo sonetos confusiones; y en La Mancha, pastores y gañanes, atestadas de ajos las barrigas, hacen ya cultedades como migas. (Francisco de Quevedo y Villegas)

Las almas son eternas, son iguales, son libres, son espíritus, María: si en ellas hay amor, con la porfía de los estorbos crece, y de los males. Nacimos en fortuna desiguales, no en gustos; la violencia nos desvía: el tiempo corre lento, y deja el día de sí hasta en los mármoles señales. Mas tú ni a tiempo alguno ni a violencia, ni a aquello desigual de la fortuna, ni temas a la más prolija ausencia, que si nuestras dos almas son a una, ¿en quién, si ya no en Dios, habrá potencia que las gaste o las fuerce o las desuna? (Francisco de Quevedo y Villegas) NO ES CIEGO AMOR…

Entré en mi casa: vi que amancillada de anciana habitación era despojos, mi báculo más corvo y menos fuerte. Vencida de la edad sentí mi espada, y no hallé cosa en que poner los ojos que no fuese recuerdo de la muerte. (Francisco de Quevedo y Villegas) FUE SUEÑO AYER…

No es ciego Amor, mas yo lo soy, que guío mi voluntad camino del tormento; no es niño Amor, más yo que en un momento espero y tengo miedo, lloro y río. Nombrar llamas de amor es desvarío, su fuego es el ardiente y vivo intento, sus alas son mi altivo pensamiento y la esperanza vana en que me fío. 6


No tiene Amor cadenas, ni saetas, para aprehender y herir libres y sanos, que en él no hay más poder que el que le damos.

clavado en una cruz y escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido, muévenme tus afrentas y tu muerte.

Porque es Amor mentira de poetas, sueño de locos, ídolo de vanos: ¡mirad qué negro dios el que adoramos! (Gaspar Gil Polo)

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera.

ÚLTIMAS NOTICIAS SOBRE LA MUERTE DEL AUTOR I Se lo encontraron muerto una mañana de principios de otoño. Sonreía dando gracias al sol, que aún lamía su piel tras el cristal de la ventana. Dijeron que sonaba una campana y que él, desde la muerte, todavía la quería escuchar y que tendía las muertas manos a la voz lejana. Dicen que el cuerpo estaba acurrucado domo el de un pequeño que quisiera regresar hasta el punto de partida. Aseguran que no estaba asustado y jugaba a morir, como si fuera el último recreo de su vida. II Antes que sus amigos, se enteraron de su muerte las cosas, las queridas cosas que tanto amó, que, sorprendidas, a su cuerpo caído se acercaron.

No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera. (Anónimo) DE QUINCE A VEINTE… De quince a veinte es niña; buena moza de veinte a veinticinco, y por la cuenta gentil mujer de veinticinco a treinta, ¡dichoso aquel que en tal edad las goza! De treinta a treinta y cinco no alboroza, mas se puede comer con salpimienta. Pero de treinta y cinco hasta cuarenta, anda en vísperas ya de una coroza. A los cuarenta y cinco es bachillera, gansea, pide y juega del vocablo. Cumplidos los cincuenta da en santera. A los cincuenta y cinco hecha retablo, niña, moza, mujer, vieja, hechicera, bruja y santera, se la lleva el diablo. (Anónimo) ¿QUÉ TENGO YO QUE MI AMISTAD PROCURAS?

“¿Por qué no ríe ya? se preguntaron los bolígrafos viudos, las dormidas librerías, las sábanas caídas que por última noche le arroparon.

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras? ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío, que a mi puerta, cubierto de rocío, pasas las noches del invierno escuras?

Todo esperaba el roce de sus dedos, todos querían volver a ver su mano, porque, en su muerte, todos se morían.

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras, pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío, si de mi ingratitud el yelo frío secó las llagas de tus plantas puras!

Y allí quedaron los objetos quedos, acariciando al pobre muerto humano con los últimos besos que tenían. (José Luis Martín Descalzo) EN TANTO QUE DE ROSA Y DE AZUCENA… En tanto que de rosa y de azucena se muestra la color en vuestro gesto y que vuestro mirar ardiente, honesto, enciende el corazón y lo refrena; y en tanto que el cabello que en la vena del oro se escogió, con vuelo presto por el hermoso cuello, blanco, enhiesto, el viento mueve, esparce y desordena; coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto, antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre. Marchitará la rosa el viento helado, todo lo mudará la edad ligera por no hacer mudanza en su costumbre. (Garcilaso de la Vega) SONETO A JESÚS CRUCIFICADO No me mueve, mi Dios, para quererte, el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte. Tú me mueves, Señor: muéveme el verte

¡Cuántas veces el Ángel me decía: «Alma, asómate agora a la ventana; verás con cuánto amor llamar porfía»! ¡Y cuántas veces, hermosura soberana, «Mañana le abriremos», respondía, para lo mismo responder mañana! (Lope de Vega) EL PASTOR DIVINO Pastor, que con tus silbos amorosos me despertaste del profundo sueño; tú, que hiciste cayado de este leño en que tiendes los brazos poderosos, vuelve los ojos a mi fe piadosos, pues te confieso por mi amor y dueño y la palabra de seguirte empeño tus dulces silbos y tus pies hermosos. Oye, Pastor, pues por amores mueres, no te espante el rigor de mis pecados, pues tan amigo de rendidos eres. Espera, pues, y escucha mis cuidados, pero ¿cómo te digo que me esperes, si estás para esperar los pies clavados? (Lope de Vega) FUERZA DE LÁGRIMAS Con ánimo de hablarle en confianza de su piedad entré en el templo un día,

donde Cristo en la cruz resplandecía con el perdón de quien le mira alcanza. Y aunque la fe, el amor y la esperanza a la lengua pusieron osadía, acordéme que fue por culpa mía y quisiera de mí tomar venganza. Ya me volvía sin decirle nada y como vi la llaga del costado, paróse el alma en lágrimas bañada. Hablé, lloré y entré por aquel lado, porque no tiene Dios puerta cerrada al corazón contrito y humillado. (Lope de Vega) LOCO ESTOY… Loco estoy, sí, los dos locos estamos, muriendo estás, amor, por mi locura, muriendo estoy en tu maraña oscura inmerso en la locura en que habitamos. ¿Adónde voy, mi amor, adónde vamos? ¿Adónde la alegría y amarguras, este alto abismo, tan hondas alturas este desaliento en que acabamos? Me enloquece el pensar si se encamina la tortura de vernos o movernos hacia un fin que en la nada se termina. No te vayas, amor, tan pronto, espera. No vuelvas la locura de querernos por la locura de que no te quiera. (Rafael Alberti) TE DIGO ADIÓS Te digo adiós, amor, y no estoy triste. Gracias, mi amor, por lo que ya me has dado, un solo beso lento y prolongado que se truncó en dolor cuando partiste. No supiste entender, no comprendiste que era un amor final, desesperado, ni intentaste arrancarme de tu lado cuando con duro corazón me heriste. Lloré tanto aquel día que no quiero pensar que el mismo sufrimiento espero cada vez que en tu vida reaparece ese amor que al negarlo te ilumina. Tu luz es él cuando mi luz decrece, tu sólo amor cuando mi amor declina. (Rafael Alberti) MIENTRAS POR COMPETIR CON TU CABELLO… Mientras por competir con tu cabello, oro bruñido al sol relumbra en vano; mientras con menosprecio en medio el llano mira tu blanca frente al lilio bello; mientras a cada labio, por cogello, siguen más ojos que al clavel temprano; y mientras triunfa con desdén lozano del luciente cristal tu gentil cuello, goza cuello, cabello, labio y frente, antes que lo que fue en tu edad dorada oro, lilio, clavel, cristal luciente, no sólo en plata o viola troncada se vuelva, más tú y ello juntamente en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada. (Luis de Góngora y Argote) 7


ABENÁMAR Y EL REY DON JUAN "¡Abenámar, Abenámar, moro de la morería, el día que tú naciste grandes señales había! Estaba la mar en calma, la luna estaba crecida: moro que en tal signo nace no debe decir mentira." Allí respondiera el moro, bien oiréis lo que decía: "Yo te lo diré, señor, aunque me cueste la vida, porque soy hijo de un moro y una cristiana cautiva; siendo yo niño y muchacho, mi madre me lo decía: que mentira no dijese, que era grande villanía: por tanto, pregunta, rey, que la verdad te diría." "Yo te agradezco, Abenámar aquesa tu cortesía. ¿Qué castillos son aquéllos? ¡Altos son y relucían! "El Alhambra era, señor, y la otra la Mezquita; los otros los Alixares, labrados a maravilla. El moro que los labraba cien doblas cobraba al día, y el día que no los labra, otras tantas se perdía. El otro es Generalife, huerta que par no tenía; el otro Torres Bermejas, castillo de gran valía." Allí habló el rey don Juan, bien oiréis lo que decía: "Si tú quisieses, Granada, contigo me casaría; daréte en arras y dote a Córdoba y Sevilla." "Casada soy, rey don Juan, casada soy, que no viuda; el moro que a mí me tiene muy grande bien me quería." (Anónimo) EL REY MORO QUE PERDIÓ ALHAMA Paseábase el rey moro por la ciudad de Granada desde la puerta de Elvira hasta la de Vivarrambla. «¡Ay de mi Alhama!» Cartas le fueron venidas que su Alhama era ganada: las cartas echó en el fuego y al mensajero matara, «¡Ay de mi Alhama!» Descabalga de una mula, y en un caballo cabalga; por el Zacatín arriba, subido se había al Alhambra. «¡Ay de mi Alhama!» Como en el Alhambra estuvo al mismo punto mandaba que se toquen sus trompetas, sus añafiles de plata. «¡Ay de mi Alhama!» Y que las cajas de guerra apriesa toquen al arma,

porque lo oigan sus moros, los de la Vega y Granada. «¡Ay de mi Alhama!» Los moros que el son oyeron que al sangriento Marte llama, uno a uno y dos a dos juntado se ha gran batalla. «¡Ay de mi Alhama!» Allí fabló un moro viejo, de esta manera fablara: -¿Para qué nos llamas, rey, para qué es esta llamada? «¡Ay de mi Alhama!» -Habéis de saber, amigos, una nueva desdichada: que cristianos de braveza ya nos han ganado Alhama. «¡Ay de mi Alhama!» Allí fabló un alfaquí de barba crecida y cana: -Bien se te emplea, buen rey, buen rey, bien se te empleara. «¡Ay de mi Alhama!» Mataste los Bencerrajes, que eran la flor de Granada: cogiste los tornadizos de Córdoba la nombrada. «¡Ay de mi Alhama!» Por eso mereces, rey, una pena muy doblada: que te pierdas tú y el reino, y aquí se pierda Granada. «¡Ay de mi Alhama!» (Anónimo) JURAMENTO QUE TOMÓ EL CID AL REY DON ALFONSO En santa Gadea de Burgos, do juran los hijosdalgo, allí le toma la jura el Cid al rey castellano. Las juras eran tan fuertes que al buen rey ponen espanto; sobre un cerrojo de hierro y una ballesta de palo: -Villanos te maten, Alfonso, villanos, que no hidalgos, de las Asturias de Oviedo, que no sean Castellanos; mátente con aguijadas, no con lanzas ni con dardos; con cuchillos cachicuernos, no con puñales dorados; abarcas traigan calzadas, que no zapatos con lazo; capas traigan aguaderas, no de contray ni frisado; con camisones de estopa, no de holanda ni labrados; caballeros vengan en burras, que no en mulas ni en caballos; frenos traigan de cordel, que no cueros fogueados. Mátente por las aradas, que no en villas ni en poblado; sáquente el corazón por el siniestro costado; si no dijeres la verdad de lo que te fuere preguntando, si fuiste ni consentiste en la muerte de tu hermano.-

Jurado había el rey que en tal nunca se ha hallado, pero allí hablara el rey malamente y enojado: -Muy mal me conjuras, Cid, Cid, muy mal me has conjurado; mas hoy me tomas la jura, mañana me besarás la mano. -Por besar mano de rey no me tengo por honrado, porque la besó mi padre me tengo por afrentado. -Vete de mis tierras, Cid, mal caballero probado, y no vengas más a ellas dende este día en un año. -Pláceme, dijo el buen Cid, pláceme, dijo, de grado, tú me destierras por uno, yo me destierro por cuatro.Ya se parte el buen Cid, sin al rey besar la mano, con trescientos caballeros, todos eran hijosdalgo, todos son hombres mancebos, ninguno no había cano; todos llevan lanza en puño y el hierro acicalado, y llevan sendas adargas, con borlas de colorado; mas no le faltó al buen Cid adonde asentar su campo. (Anónimo) ROMANCE SONÁMBULO A Gloria Giner y Fernando de los Ríos Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Con la sombra en la cintura ella sueña en su baranda verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata. Verde que te quiero verde. Bajo la luna gitana, las cosas la están mirando y ella no puede mirarlas. * Verde que te quiero verde. Grandes estrellas de escarcha, vienen con el pez de sombra que abre el camino del alba. La higuera frota su viento con la lija de sus ramas, y el monte, gato garduño, eriza sus pitas agrias. ¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...? Ella sigue en su baranda, verde carne, pelo verde, soñando en la mar amarga. * -Compadre, quiero cambiar mi caballo por su casa, mi montura por su espejo, mi cuchillo por su manta. Compadre, vengo sangrando desde los puertos de Cabra. -Si yo pudiera, mocito, este trato se cerraba. Pero yo ya no soy yo,

ni mi casa es ya mi casa. -Compadre, quiero morir decentemente en mi cama. De acero, si puede ser, con las sábanas de holanda. ¿No ves la herida que tengo desde el pecho a la garganta? -Trescientas rosas morenas lleva tu pechera blanca. Tu sangre rezuma y huele alrededor de tu faja. Pero yo ya no soy yo. Ni mi casa es ya mi casa. -Dejadme subir al menos hasta las altas barandas, ¡Dejadme subir!, dejadme hasta las altas barandas. Barandales de la luna por donde retumba el agua. * Ya suben los dos compadres hacia las altas barandas. Dejando un rastro de sangre. Dejando un rastro de lágrimas. Temblaban en los tejados farolillos de hojalata. Mil panderos de cristal, herían la madrugada. * Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas. Los dos compadres subieron. El largo viento dejaba en la boca un raro gusto de hiel, de menta y de albahaca. -¡Compadre! ¿Dónde está, dime? ¿Dónde está tu niña amarga? -¡Cuántas veces te esperó! ¡Cuántas veces te esperara, cara fresca, negro pelo, en esta verde baranda! * Sobre el rostro del aljibe, se mecía la gitana. Verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata. Un carámbano de luna la sostiene sobre el agua. La noche se puso íntima como una pequeña plaza. Guardias civiles borrachos en la puerta golpeaban. Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar. Y el caballo en la montaña. (Federico García Lorca) EL PRISIONERO Que por mayo era, por mayo, cuando hace la calor, cuando los trigos encañan y están los campos en flor, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, cuando los enamorados van a servir al amor; sino yo, triste, cuitado, que vivo en esta prisión; que ni sé cuándo es de día ni cuándo las noches son, sino por una avecilla que me cantaba al albor. Matómela un ballestero; déle Dios mal galardón. (Anónimo) EL PRISIONERO 8


Que por mayo era, por mayo, cuando los grandes calores, cuando los enamorados van servir a sus amores, sino yo, triste mezquino, que yago en estas prisiones, que ni sé cuándo es de día, ni menos cuándo es de noche, sino por una avecilla que me cantaba al albor; matómela un ballestero, ¡déle Dios mal galardón! (Versión de Nicolás Nuñez) EL CONDE ARNALDOS ¡Quién oviera tal ventura sobre las aguas del mar como la hubo el conde Arnaldos la mañana de San Juan! Con un falcón en la mano la caza iba a cazar, vio venir una galera que a tierra quiere llegar. HOY COMAMOS Y BEBAMOS Hoy comamos y bebamos y cantemos y holguemos, que mañana ayunaremos. Por honra de Sant’ Antruejo parémonos hoy bien anchos, embutamos estos panchos, recalquemos el pellejo, que costumbre es de concejo que todos hoy nos hartemos, que mañana ayunaremos. Honremos a tan buen santo porque en hambre nos acorra; comamos a calcaporra, que mañana hay gran quebranto. Comamos, bebamos tanto, hasta que nos reventemos, que mañana ayunaremos.

Las velas traía de seda, la ejarcia de un cendal, marinero que la manda diciendo viene un cantar que la mar facía en calma, los vientos hace amainar, los peces que andan n’el hondo, arriba los face andar, las aves que andan volando n’el mastel las faz posar. Allí fabló el conde Arnaldos, bien oiréis lo que dirá: -Por Dios ruego, marinero, dígasme ora este cantar. Respondióle el marinero, tal respuesta le fue a dar: -Yo no digo esta canción sino a quien conmigo va. (Anónimo)

no digas que no te aviso, que de dentro de Zamora un alevoso ha salido; llámase Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido, cuatro traiciones ha hecho, y con esta serán cinco. Si gran traidor fue el padre, mayor traidor es el hijo. Gritos dan en el real: -¡A don Sancho han mal herido! Muerto le ha Vellido Dolfos, ¡gran traición ha cometido! Desque le tuviera muerto, metióse por un postigo, por las calles de Zamora va dando voces y gritos: -Tiempo era, doña Urraca, de cumplir lo prometido. (Anónimo)

EL REY DON SANCHO ROMANCE DE ROSA FRESCA -¡Rey don Sancho, rey don Sancho!, “¡Beba Pedruelo y Llorente!” “¡Bebe, tú, primeramente, quitarnos has de este preito!” “En beber bien me deleito.” “¡Daca, daca! beberemos, que mañana ayunaremos.” Fin Tomemos hoy gasajado, que mañyana vien’ la muerte; bebamos, comamos fuerte; vámonos cara el ganado. no pederemos bocado. que comiendo nos iremos, y mañana ayunaremos. (Juan del Encina) NO TE TARDES QUE ME MUERO

No te tardes que me muero, carcelero, no te tardes que me muero. Apresura tu venida porque no pierda la vida, que la fe no está perdida, carcelero, no te tardes que me muero. Bien sabes que la tardança trae gran desconfiança; ven y cumple mi esperança, carcelero, no te tardes que me muero. Sácame desta cadena, que recibo muy gran pena, pues tu tardar me condena. Carcelero, no te tardes que me muero.

¡Rosa Fresca, Rosa Fresca, tan garrida y con amor, cuando yo os tuve en mis brazos, non vos supe servir, non: y agora que os serviría non vos puedo yo haber, non! - Vuestra fue la culpa, amigo, vuestra fue, que mía non; enviásteme una carta con un vuestro servidor, y, en lugar de recaudar él dijera otra razón: que érades casado amigo, allá en tierras de León; que tenéis mujer hermosa e hijos como una flor. - Quien vos lo dijo, señora, non vos dijo verdad, non; que yo nunca entré en Castilla ni allá en tierras de León, sino cuando era pequeño, que non sabía de amor. (Anónimo) La primer vez que me viste sin te vencer me venciste; suéltame, pues me prendiste. Carcelero, no te tardes que me muero. La llave para soltarme ha de ser galardonarme, proponiendo no olvidarme. Carcelero, no te tardes que me muero. Fin Y siempre cuanto vivieres haré lo que tú quisieres si merced hacerme quieres. Carcelero, no te tardes que me muero. (Juan del Encina)

“¡Bebe, Bras!” “¡Más tú, Beneito!” HIMNO AL SOL Para y óyeme ¡oh Sol! Yo te saludo y extático ante tí me atrevo a hablarte. ardiente como tú mi fantasía, arrebatada en ansia de admirarte, intrépidas a ti sus alas guía. ¡Ojalá que mi acento poderoso sublime resonando, del trueno pavoroso la temerosa voz sobrepujando, ¡oh Sol! a ti llegara, y en medio de tu curso te parara! ¡Ah! si la llama que mi mente alumbra diera también su ardor a mis sentidos, al rayo vencedor que los deslumbra, los anhelantes ojos alzaría, y en tu semblante fúlgido atrevidos mirando sin cesar los fijaría. ¡Cuánto siempre te amé, sol refulgente! ¡Con qué sencillo anhelo, siendo niño inocente, seguirte ansiaba en el tendido cielo, y extático te vía y en contemplar tu luz me embebecía! De los dorados límites de Oriente, que ciñe el rico en perlas Océano, al término sombroso de Occidente las orlas de tu ardiente vestidura tiendes en pompa, augusto soberano, y el mundo bañas en tu lumbre pura. Vívido lanzas de tu frente el día,

y, alma y vida del mundo, tu disco en paz majestuoso envía plácido ardor fecundo, y te elevas triunfante, corona de los orbes centellante. Tranquilo subes del Cenit dorado al regio trono en la mitad del cielo, de vivas llamas y esplendor ornado, y reprimes tu vuelo. Y desde allí tu fúlgida carrera rápido precipitas, y tu rica, encendida cabellera en el seno del mar, trémula agitas, y tu esplendor se oculta, y el ya pasado día con otros mil la eternidad sepulta. ¡Cuántos siglos sin fin, cuántos has visto en su abismo insondable desplomarse! ¡Cuánta pompa, grandeza y poderío de imperios populosos disiparse ¿Qué fueron ante ti? Del bosque umbrío secas y leves hojas desprendidas, que en círculos se mecen, y al furor de Aquilón desaparecen. Libre tú de la cólera divina, viste anegarse el universo entero, cuando las hojas por Jehová lanzadas, impelidas del brazo justiciero, y a mares por los vientos despeñadas, bramó la tempestad; retumbó en torno el ronco trueno, y con temblor crujieron los ejes de diamante de la tierra;

montes y campos fueron alborotado mar, tumba del hombre. Se estremeció el profundo, y entonces tú, como Señor del mundo, sobre la tempestad tu trono alzabas, vestido de tinieblas, y tu faz engreías, y a otros mundos en paz resplandecías. Y otra vez nuevos siglos, nuevas gentes, viste llegar, huir, desvanecerse en remolino eterno, cual las olas llegan, se agolpan y huyen de Océano y tornan otra vez a sucederse; mientra inmutable tú, solo y radiante ¡Oh Sol! siempre te elevas, y edades mil y mil huellas triunfante. ¿Y habrás de ser eterno, inextinguible, sin que nunca jamás tu inmensa hoguera pierda su resplandor, siempre incansable, audaz siguiendo tu inmortal carrera, hundirse las edades contemplando, y solo, eterno, perenal, sublime, monarca poderoso dominando? No, que también la muerte, si de lejos te sigue, no menos anhelante te persigue. ¿Quién sabe si tal vez pobre destello eres tú de otro sol que otro universo mayor que el nuestro un día con doble resplandor esclarecía? Goza tu juventud y tu hermosura, ¡Oh Sol! que cuando el pavoroso día 9


llegue que el orbe estalle y se desprenda de la potente mano del Padre Soberano, y allá a la eternidad también descienda deshecho en mil pedazos, destrozado y en piélagos de fuego envuelto para siempre y sepultado. De cien tormentas al horrible estruendo, en tinieblas sin fin tu llama pura entonces morirá. Noche sombría cubrirá eterna la celeste cumbre; ni aun quedará reliquia de tu lumbre. (José de Espronceda)

y les da de su aliento los olores; y estaba, por su bien, entre una rosa una abeja escondida, su dulce humor hurtando; y como en la hermosa flor de los labios se halló, atrevida la picó, sacó miel, fuese volando. (Luis Martín de la Plaza)

La soledad siguiendo, rendido a mi fortuna, me voy por los caminos que se ofrecen, por ellos esparciendo mis quejas d'una en una al viento, que las lleva do perecen. Pues todas no merecen ser de vos escuchadas, ni sola un hora oídas,

Iba cogiendo flores y guardando en la falda mi ninfa, para hacer una guirnalda; mas primero las toca a los rosados labios de su boca, VIVO SIN VIVIR EN MÍ

Glosa Aquesta divina unión del amor con que yo vivo, hace a Dios ser mi cautivo y libre mi corazón: mas causa en mí tal pasión ver a Dios mi prisionero, que muero porque no muero. ¡Ay! ¡Qué larga es esta vida, qué duros estos destierros, esta cárcel y estos hierros, en que el alma está metida! Sólo esperar la salida me causa un dolor tan fiero, que muero porque no muero.

Mas ¿qué haré, señora, en tanta desventura? ¿A dónde iré si a vos no voy con ella? ¿De quién podré yo ahora valerme en mi tristura si en vos no halla abrigo mi querella? Vos sola sois aquélla con quien mi voluntad recibe tal engaño que, viéndoos holgar siempre con mi daño, me quejo a vos como si en la verdad vuestra condición fuerte tuviese alguna cuenta con mi muerte. (Garcilaso de la Vega)

CANCIÓN II (Fragmentos)

MADRIGAL

Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero,

he lástima de que van perdidas por donde suelen ir las remediadas; a mí se han de tornar, adonde para siempre habrán d'estar.

que muero porque no muero. ¡Ay! ¡Qué vida tan amarga do no se goza al Señor! Y si es dulce el amor, no lo es la esperanza larga: quíteme Dios esta carga, más pesada que el acero, que muero porque no muero. Sólo con la confianza vivo de que he de morir; porque muriendo, el vivir me asegura mi esperanza: muerte do el vivir se alcanza, no te tardes, que te espero, que muero porque no muero. Mira que el amor es fuerte: vida, no me seas molesta; mira que sólo te resta, para ganarte, perderte; venga ya la dulce muerte, venga el morir muy ligero,

LA IGNORANCIA Somos doce millones de españoles que no sabemos leer. ¡Dato inaudito! Si aún nos queda valor, honra y vergüenza, es menester probarlo o desmentirlo: y, si probado está, meter luz pronto de ignorancia y baldón en ese abismo, o, al fin del siglo de la luz, a oscuras nos quedamos sin ver y sin ser vistos. Yo soy el español de menos fuste, pero el más español de los hoy vivos, y España no podrá jamás tomarme por desertor, rebelde o tornadizo. La vida me pasé glorificando la prez de España y sus varones ínclitos; saqué la cara y enristré la pluma para loar doquier el mal que hizo. Sus creencias canté y supersticiones, porque ese es de mi pueblo el simbolismo: creer y pelear, soñar con oro, pedir limosna al son de un guitarrillo, desperdiciar el bien que Dios le envía, y en Dios fiando y su valor nativo, explotarse dejar por quien le halague contando cuentos lúbricos o místicos. Cada cual es como es; hay a hombre o pueblo que tomar como Dios hacerle quiso: yo he cantado a mi patria sesenta años, a mi modo de ver como la he visto: gloriosa con sus fastos militares, grande con sus virtudes y sus vicios,

Aquella vida de arriba es la vida verdadera: hasta que esta vida muera, no se goza estando viva: muerte, no seas esquiva; vivo muriendo primero, que muero porque no muero. Vida, ¿qué puedo yo darle a mi Dios, que vive en mí, si no es perderte a ti, por mejor a Él gozarle? Quiero, muriendo, alcanzarle, pues a Él solo es al que quiero, que muero porque no muero. Estando ausente de ti, ¿qué vida puedo tener, si no muerte padecer, la mayor que nunca vi? Lástima tengo de mí,

prendida con sus tocas de castaños, de nogales, de almendros y de olivos, con su manto de mieses y viñedos y el cinturón de plata de sus ríos, piadosa con la fe de sus mayores, gaya con su carácter expansivo, y hermosa con su vello y sus lunares, morena tez y mosqueadores rizos. Puede ser que la gente venidera, y aun la de hoy, al juzgar mis pobres libros, les niegue utilidad y trascendencia, mas no podrá negar su españolismo. Amé a mi patria como amé a mi madre; ni tierra ni mujer para mí ha habido mejores que ellas dos, y siempre he estado dispuesto por su honor a dar el mío: y hoy que de España, por lo que oigo y leo, roe un gusano el corazón dormido, voy a ver si mi voz se le despierta, y si no oye mi voz, a darle un grito. Tengo aquí poco tiempo y poco espacio: conque hay claro que hablar y jugar limpio, que a mí ya ni me engañan chachareros ni comulgo con ruedas de molino. ¿Somos doce millones de españoles que no sabemos leer? ¿Sí? Pues ¡por Cristo! ¿qué han hecho en sesenta años de progreso y libertad, maestros y ministros? ¿No habíamos quedado en que los pueblos en ignorancia estúpida sumidos estaban en España por aquello

por ser mi mal tan entero, que muero porque no muero. (Santa Teresa de Jesús) LA PALOMA Se equivocó la paloma, se equivocaba. Por ir al norte, fue al sur. Creyó que el trigo era agua. Se equivocaba. Creyó que el mar el cielo; que la noche, la manaña. Se equivocaba. Que las estrellas, rocio; que la calor, la nevada. Se equivocaba. Que tu falda era tu blusa, que tu corazón, su casa. Se equivocaba. Ella se durmió en la orilla. Tú, en la cumbre de una rama. (Rafael Alberti)

que dimos en llamar oscurantismo? ¿No habíamos quedado en que el sistema parlamentario, desoldando grillos, rompiendo celosías y enverjados, rasgando velos y apagando cirios, iba aire, luz, salubridad y vida a dar a inteligencias y a edificios, e íbamos todos a aprender al menos a escribir bien o mal y a leer corrido? Yo creí que todo eso estaba hecho: que al fin de tanta lid y tantos tiros, de tanta ley y de discursos tantos e instalar tal sinnúmero de círculos, colegios, asambleas, gremios, centros, logias, clubs, ateneos y casinos, ya era el pueblo español como los otros, ilustrado y capaz...y ahora salimos con que hay doce millones de españoles que no sabemos leer.-¡Gran fin de siglo! ¿Qué hay que impida aprender a nuestro pueblo? ¿Es su incapacidad? ¿Es maleficio? ¿Hay a quién interese que no aprenda? ¿Por qué, pues hay maestros, no ha aprendido? ¿Por qué a aprender a leer no le han forzado los que a aprender le fuerzan su servicio? Si a aprender en pro ajena se le obliga, ¿por qué no ha de aprender para sí mismo? ¿Por qué el legislador, el gobernante, el gremio, la parroquia, el municipio, todo el que gente donde quier reúne para darla trabajo, pan o asilo, en talleres, en obras, en cuarteles, 10


cárceles, hospitales y presidios, no consigna el leer obligatorio y el aprender a leer como principio? El que no sabe leer no sabe nada: la luz, la idea, el alma está en el libro: el Evangelio, nuestra historia patria, el Código civil, el catecismo. El que no sabe leer, leer no puede eso, y ni aun sabe rezar más que de oído: no sabe orar a Dios, no le conoce, la ignorancia sofoca hasta el instinto. El que no sabe leer no adquiere ideas, piensa con las que ya le han imbuido. ¿Quiénes? Probablemente los que quieran explotarle o hacérsele propicio: y si Eva engañó a Adán, y estaban solos, y habitaban aún el Paraíso, ¿qué harán en nuestros pueblos ignorantes la audacia, la ambición y el fanatismo? El que no lee, no sabe: y quien no sabe, del que sabe en poder constituido sólo está de la acémila a la altura: es como el asno o como el buey sumiso; y ese está siempre, o al señor o al pueblo, o a los que más que él saben, sometido y aunque bestia ignorante es bestia útil, pues del común trabaja en beneficio. El feroz, el rebelde, el que no entiende razón, contra las leyes levantisco y el progreso social, es una bestia con quien la sociedad rompe sus vínculos. A ese hay que echarle de ella...o suprimirle: porque el que nada sabe es un perdido que, de todo incapaz, empieza en vago, desde el ocio haragán cae en el vicio, y luego en la miseria, y en el crimen después, y al fin un juez le echa al patíbulo.

Es la historia del hombre no educado, montaraz como el lobo y el erizo, que huye la sociedad, y al que le aborda le presenta no más dientes o pinchos. Ese no supo leer, y nada supo; jamás comprendió bien frase ni dicho: lo que de lo que oyó recogió al vuelo fue lo trunco no más, lo sin sentido; y, como nada concibió a derechas, se echó a través de todo, a todo esquivo; y a través de su bárbara ignorancia sin idea de Dios fue su alma a juicio. Y ese es el que no lee: la bestia humana. ¿Por qué hay doce millones de individuos que leer no sabemos en España y de la escuela y el maestro huimos? Comprendo bien que alcaldes y caciques por el maestro al verse corregidos (porque el maestro al fin sabe más que ellos) cobren a los maestros omecillo: de gramática parda profesores, ven con desdén lo sabio y lo científico, y vanidad no existe más indómita que la soberbia ruin de los pardillos. Mas que en villas de rollo y en ciudades miren con tal desdén los municipios a los maestros, que a pagar se nieguen los pocos reales de su haber mezquino; que impasibles toleren los gobiernos que ya ascienda a millones lo debido; que anden ya los maestros señalados de miseria ridícula por tipos, y al lápiz, a la pluma y en la escena se les ponga ante el público en ridículo, entre buenos cristianos se me antoja sandia conducta y proceder inicuo. ¿A quién estorbar pueden los maestros,

ni a quiénes tienen hoy por enemigos? Si los tienen, quitárselos de en medio, que amparo ante la ley les da su título. ¿Es que no tienen los gobiernos fuerza ni mandan para ser obedecidos? Quien ordena al maestro abrir la escuela, que obligue a entrar en ella a sus discípulos ¿Qué es, pues, en qué se basa, quién fomenta el odio inverosímil, el instinto de aversión a la letra y al maestro que demuestra en España el campesino? ¿Qué hay bajo esta vergüenza que revela este reciente cálculo estadístico del país, que nos deja estupefactos a los que en él leemos y escribimos? Creó el gobierno la instrucción primaria, reclamó el clero la instrucción del niño, centros y clubs la del obrero pobre, los sabios jesuistas la del rico, la del centro burgués los escolapios, y cientos de hermanitas y hermanitos, por santos institutos y conventos con objeto tan santo repartidos, la de las vendedoras del mercado, la de los camareros, los mendigos, asilados, zinzayas, costureras, todo lo perdulario y perdedizo, todo lo suelto, abandonado y prófugo, todo, en fin, lo extraviado y lo perdido... ¡Y aún hay doce millones de españoles que no sabemos leer!...Pues...es un mito. ¿Por qué? Señor Sagasta y señor Cánovas, si ustedes no lo saben, averígüenlo: porque si a leer a España no enseñamos, verán lo que es la España fin de siglo. Yo ya no lo he de ver: yo ya del mundo como dijo el gitano, me las guillo, mas si a ustedes les coge de sorpresa, no es porque yo al morir no se lo aviso. (José Zorrilla)

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PRINCIPALES ESTROFAS DE LA MÉTRICA CASTELLANA ESTROFA Pareado Aleluya Terceto Terceto encadenado Tercerilla Soledad o soleá Cuarteto Redondilla Serventesio Cuarteta Cuaderna vía Copla Seguidilla Seguidilla con bordón Quinteto Quintilla Lira Sexteto alirado Sexteto Sextilla Copla manriqueña Octava real Copla de arte mayor Octavilla Zéjel Décima o espinela Ovillejo Letrilla Soneto Silva Romance Romancillo Romance endecha Romance heroico Canción Madrigal Verso libre

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2 3

Nº de versos

MEDIDA

2 2 3 Series de 3 3 3 4 4 4 4 4 4 4 7 5 5 5 6 6 6 6 8 8 8 8 10 10 12 14 Indefinido Indefinido Indefinido Indefinido Indefinido Indefinido Indefinido Indefinido

MAYOR (11) menor (8) MAYOR (11) MAYOR (11) menor (8) menor (8) MAYOR (11) menor (8) MAYOR (11) menor (8) 7+7 menor (8) 7575 7575575 MAYOR (11) menor (8) 7 11 7 7 11 7 11 7 11 7 11 MAYOR (11) menor (8) 884884 11 6+6 menor (8) menor 8 8y4 menor 11 7 y 11 8 6 7 6+6 7 y 11 7 y 11 libre

Clase C/A C/A C C C A C C C C C A A A C C C C C C C C C C C C C C C C A A A A A A libre

RIMA Orden AA aa A–A ABA BCB CDC … YZYZ a–a a–a ABBA abba ABAB abab AAAA –a–a –a–a –a–ab–b Libre (debe cumplir tres reglas)1 Libre (debe cumplir tres reglas)1 aBabB aBaBcC Libre (debe cumplir tres reglas)1 Libre (debe cumplir tres reglas)1 abcabc ABABABCC ABBAACCA – a a b’ – c c b’ 2 aa bbba aa abbaaccddc 8a 4a 8b 4b 8c 4c 8c 8d 8d 8c a–a bccbba a–a deedda ABBA ABBA CDC DCD 3 Libre (admite versos sueltos) –a–a–a–a–a–a…–a –a–a–a–a–a–a…–a –a–a–a–a–a–a…–a –A–A–A–A–A–A…–A Libre en estancias que se repiten Libre Libre

a) que no haya tres versos seguidos con la misma rima. b) que los dos últimos versos no rimen entre sí. c) que no quede ningún verso suelto. La rima b’ de la Octavilla debe ser aguda. El Soneto puede tener otras “colas”: C D C C D C, C D E C D E … 12


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