PÍFANO FANZINE 14

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ACTO SEXTO (Manuel Santamaría Barrios)

ESCENA PRIMERA (Un cementerio, en el que se levanta el mausoleo de los Capuletos. Salen Capuleto, Montesco, Príncipe, Paje y Baltasar. Entran Lady Capuleto y Nodriza) Lady Capuleto.- ¿Ya está, así ha de acabar todo? La vida de mi niña solo vale un perdón y un apretón de manos. Las conciencias se han de calmar con dos frías estatuas de oro. El vil metal demuestra ser más valioso que la frágil carne. El ánimo de los hijos de Adam muestra ser consolable por el frío abrazo del padre de todos los males. Nodriza.- ¡Mi hermosa niña! ¡Galante Paris! ¡Bien amado Teobaldo! el mejor amigo que yo tenia, leal caballero, ¡Muertos a manos de ese infame Romeo! Lady Capuleto.- ¡No sirvienta! No injuries al hermoso y breve esposo del fruto de mi vientre ¿Acaso no ves que aquí lo que ha sobrado ha sido la perfidia del pasado? Los viejos rencores que se extendieron como la peste. Julieta, Romeo, Teobaldo, Paris que era un cúmulo de virtudes e incluso Mercucio el bravo y galante. ¡Todos han de tener madres que los lloren! pues jóvenes eran, ¡damas que suspiraran su pérdida, amigos que con los que nunca brindarán en las fiesta! ahora yacen en esa fría cama, en ese monumento a la soberbia del hombre. ¡Maldito sea mi esposo, maldito sea Montesco y tres veces maldito sea ese taimado y manipulador Fray Lorenzo! Nodriza.- ¡Acallad vuestra lengua mi señora! ¡Es un representante del altísimo de quien habláis! No salen de vos, es el dolor quien las pone en vuestra boca. Lady Capuleto.- ¿Qué más me ha de suceder, después de perder a quien durante meses estuvo dentro de mí? A la sonrisa de mis ojos, a la música de mi alma. Complacida, ardería en el infierno, por un último abrazo de mi hija. Nodriza.- ¡Por lo más sagrado mi dama! también lloro por aquella a la que mi pecho alimentó. No obstante, os ruego, no prosigáis con esas temibles declaraciones, no sea que acaso se cumplan, es noche cerrada y Selene ronda vigilante. Mas ¿que es este manto blanco que está cubriendo la tierra, de donde proviene esta niebla que avanza sin que la brisa la empuje?


(Una densa niebla rodea a ambas mujeres. Nodriza cae de rodillas temblorosa y lady Capuleto mira a la tierra sin prestar atención a nada cuanto la rodea. Truenos y relámpagos entran tres brujas representadas como una mujer embarazada, una mujer amamantando y una hermosa dama con vestido nupcial)

Bruja 1.- ¡Salve hermanas mías! tiempo sin encontrarnos. De ver alimentarse al leviatán vengo. Bruja 2.- ¡Salve mis iguales! demasiado sin duda alguna. De hacer que odres de vino parezcan cabezas de gigantes, para reírme a costa de un loco, vengo. Bruja 3.- ¡Salve queridas parientes! pero por fin convocadas. De visitar al buen Virgilio a las puertas del Erebus vengo. Las tres Brujas.- ¡Salve Lady Capuleto, madre de leyenda y salvadora de la raza! Nodriza.- No las escuchéis mi señora, nada bueno han de traer estas andrajosas 1. No veis que vienen con la compañía de la oscuridad, nada bueno ha de salir de estas harapientas. Las tres Brujas.- ¿No traeremos dicha dices, vil sirvienta? ¿Qué sabes tú del dolor que la dama ha sufrido? Nosotras podemos daros lo que vuestro corazón anhela. Lady Capuleto.- ¿Qué conocéis vosotras del dolor? Acaso comprendéis la garra que atenaza mi alma. Bruja 1.- ¿No veis o gentil dama, que el mismo dolor que vuestra merced soportó yo lo estoy sufriendo? más sabia que yo sois, pues también estáis al tanto del venidero. Pronto a mi querido Graymalkin podré tener entre mis brazos, como vos tuvisteis a la hermosa Julieta.

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En su dolor Lady Capuleto contempla a las brujas en distintas etapas de su hija muerta, mientras que la Nodriza las ve como muestran las leyendas populares.


Bruja 2.- ¿No somos todas las hijas de Eva iguales, no es el mismo alimento el que de nuestro seno brota? Fuerte habrá de crecer Paddock2, al igual que lozana vuestra hija se curtió. Bruja 3.- Esta es la única pérdida que una madre ha de conocer, ¿no es acaso el vestido de la partida adecuado éste, en lugar de la blanca mortaja? Lady Capuleto.- Sabias son vuestras palabras, pero fútiles, dado que todos han emprendido el último de los viajes. Nodriza.- ¡No las escuchéis mi señora, están tentando vuestros oídos con cantos de sirena! Las tres Brujas.- Quienes no han sentido nunca germinar la vida no pueden comprender el pesar que compartimos. Lady Capuleto.- ¡Márchate, si no estás a gusto, vieja temblorosa! más ¿Qué he de temer yo? Nada me queda por perder. (Sale Nodriza santiguándose. Las tres brujas se cogen de las manos y de la misma tierra aparece un caldero. Danzan a su alrededor mientras crean la poción) Las tres Brujas.- Dobla, dobla la zozobra, arde fuego, hierve olla. Bruja 1.- Un ojo del que vendió la ponzoña. Una moneda que de pago recibió3. Un trozo del metal que de sangre se sació. Con esto se inicia la fórmula. Las tres Brujas.- Dobla, Dobla la zozobra, arde fuego, hierve olla. Bruja 2.- La risa de un niño. La piel de un tambor. Flor de guisante con corazón. Mirad, como va tomando forma. Las tres Brujas.- Dobla, Dobla la zozobra, arde fuego, hierve olla. Bruja 3.- Mortaja de virgen. Pata de lombriz. Unos papeles de un acto que nunca hubo de existir. Las tres Brujas.- Dobla, Dobla la zozobra, arde fuego, hierve olla. Ante ti, salvadora de la raza, la fórmula se ha completado. Vertámosla, en este cráneo de raposa y enfriémosla, con sangre del que con vida y muerte jugó4. Si a quienes cayeron quieres ver de nuevo andar, esta calavera contra el último lecho has de quebrar.

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Los hijos de las brujas no son otros que sus demonios familiares, más en la tercera Shakespeare nunca dijo el nombre posiblemente, ya que su presencia no es revelada, se esconda debajo del vestido de novia al igual que Ignorancia y Necesidad. 3 Por el conjuro se ve que las tres brujas han asaltado la casa del boticario de Mantua, amputándole un ojo y robándole, pero no se aclara si el implicado ha fallecido. 4 Posible referencia a la sangre de Fray Lorenzo, el texto no aclara si muere ajusticiado, por su mano o tal vez por las brujas.


Bruja 1.- Adiós hermanas, hasta que volvamos a vernos. Adiós dama de Verona Bruja 2.- Adiós mis iguales, más pronto que tarde será. Adiós madre sin hija. Bruja 3.- Adiós queridas parientes, en presencia real nos encontraremos. Adiós salvadora de la raza. (Salen las tres brujas, el caldero desaparece en la tierra quedando simplemente un cráneo humeante) Lady Capuleto.- ¡Ver a mi hija otra vez! que todo quede como una pesadilla invernal. ¿Qué madre renunciaría a eso? ¡Golpead con ira, redentora mollera, rompeos en mil pedazos contra el impasible jaspe y obrad como se os ha decretado! (Se abre el mausoleo y empiezan a salir cadáveres) Lady Capuleto.- ¡Que gloria contemplan mis ojos! Mi niña de la mano de su amado Romeo. Paris y Teobaldo, todos andan en hermosa comunión. Sin rencores, olvidando las disputas anteriores. Más no para aquí la comitiva… ¿Quiénes le acompañan? Huesos que andan, ya seres sin carne en sus osamentas. Reconozco los ropajes: el padre de mi esposo, su amada, Leopoldo su hermano y otros de los que no estoy al tanto. ¡Mi pequeña! Ven, ¡abraza a tu madre! Siniestra luz brota de vuestras pupilas, macabra es la mueca de vuestros labios. Ahora veo la verdad, a vuestro cortejo me uniré. Morded, destrozad… salvadora de la raza, no de la humana, si no de algo más ancestral. ESCENA SEGUNDA (La horda zombie se aleja del cementerio camino de Verona. Truenos y relámpagos. Entran las tres brujas mostrando su verdadera naturaleza, como un gallo, un sapo y un gato, todas del tamaño de un hombre adulto y andando a dos piernas. Cargan a sus hombros a sus familiares)

Bruja 1.- Os lo dije hermanas mías, breve ha sido nuestra separación. Bruja 2.- Una nueva era vendrá, mis iguales. A lo sumo, un siglo le quedará a los hijos de Eva en la madre Gea, su tiempo por fin a concluido. Bruja 3.- Salvadora de la raza ha sido por culpa de su pesar. En las canciones de los elfos será recordada. Las tres Brujas.- Quienes tanto habéis esperado, algo más sin duda podréis. Te saludamos, poderosa reina, loada siempre tu presencia, regente, madre y protectora. (Entran Titania y su séquito de hadas)


Titania.- Apenas un suspiro serán cien años, comparado con lo que hemos aguardado. Bien habéis hecho mis queridas hijas, compensa el fruto de vuestra maquinación el haber perdido a una de mis criaturas5 Mi señor estará complacido. El mundo volverá a ser más verde, más hermoso y libre de los forjadores de metales. Dentro de poco, la presencia de los hombres nos parecerá un breve sueño de una noche de verano. Partamos pues, esperemos lo que pronto ha de acontecer. (Dama Titania y su séquito se retiran. Los gritos resuenan en la adormilada Verona. La luna en el horizonte va un color rojizo) - FIN -

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Flor de Guisante usada durante la preparación de la fórmula.


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OJALÁ (Ana) Ojalá no existiera este poema porque nace del llanto de una herida porque sus letras brotan del silencio que poco tiempo atrás era tu risa. Ojalá Ana, no te hubieras ido prendida por los dedos del destino que te forzó a enfrentarte a un enemigo con mil desvíos a un solo camino. Ojalá no existieran estos versos ojalá, amiga mía, no estuviese llorando, pero puedo ofrecerte solo esto mis lágrimas, mi dolor y...mi llanto. Ojalá no te hubieras apagado como esa suave vela consumida como esa bella luz que cruza el cielo dejando tras su estela mil recuerdos. Jamás quise escribir tu despedida jamás pensé que él ganase la batalla jamás perdonare al monstruo canalla que arrancó las raíces de tu vida. Mas aunque no te vea, estoy segura, que desde donde estés, estarás sonriendo, porque mientras escribo noto tu aliento y puedo oír tu risa clara y pura.

Allá donde estés...ya nada puede hacerte daño.


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WAR !!!

(Juampe MartĂ­nez)


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Captador de atención (Garven) Convencido de que lo suyo no es la cuenta ajena, sino la propia cuenta, Tenn va a emprender su negocio; concretamente se va a montar un “Compro oro” en un local que ha alquilado justo debajo de su casa. Al lector le parecerá que de esto hay mucho y que no va tanta gente a vender su oro, o a lo mejor sí va mucha gente. Pero es que lo de Tenn es otra cosa, esto lo explica un gran cartelón amarillo sobre fondo negro, a modo de enunciado, que ha puesto en su nuevo negocio: “COMPRO ORO DE LO QUE CAGÓ EL MORO”. Una señora de pelo rubio escardado en la peluquería ¿Por qué sabes que es de la peluquería? Ah, no sé, a lo mejor es la costumbre. Bueno. Pues como decía, la señora entró en la tienda de Tenn, hurgó en el interior de su bolso negro y depositó en la bandeja de acero antiarmas unas pulseras y anillos, colgantes y más cosas de oro para que Tenn, que lo observaba todo tras una vitrina de grueso cristal antiatracos, lo valorase «Dispense señora, pero esto a mí no me vale» y así con más clientes que se iban por donde habían entrado, con las fundas de dientes del abuelo, broches de la abuela, trozos de oro, cosas de oro, recuerdos de oro. Lo de Tenn empezaba a ser ruinoso; la extraña alquimia de Tenn era demasiado selectiva y los gastos se asfixiaban sin el aire de los ingresos, así que Tenn pensó en cerrar y estudiar oposiciones «Otra vez la cuenta ajena» pensó. Cierto día raro, de esos nublados, negros, pero que nunca llueve, entró un tipo oscuro y triste como el día. Tenn preparaba papeles para cerrar definitivamente «Mire usté, a ver si esto vale algo» el hombre traía en la palma de su mano una gran ñorda aurífera, reflectante en hilos amarillos al juego de la luz de los halógenos, enroscada en círculo como una serpiente de oro donde uno de los extremos se elevaba en punta afilada. Tenn arqueó las cejas y abrió la boca y se apresuró a recibir al señor abriendo la puerta de seguridad del despacho antiatraco para tenerlo más cerca y cerciorarse bien «Caramba, sí, tuvo que estar estreñido varios días, esta punta del final, qué bien conservada, se conoce que cerró el culo, lástima, es posible que aún quedara alguna chorcha más, la gorda, el tronco final»

¿Y olía? Yo qué sé, a lo mejor sí que olía; déjame seguir y ponme un licor, anda. Toma. Gracias.

Tenn quedó satisfecho, seguramente mucho más que satisfecho, pagó a aquel tipo según lo valorado, o lo pactado o lo que fuera, o posiblemente se lo dejó a débito o a crédito, vete tú a saber. Al señor todo aquello le parecía bien y no dijo nada, ni siquiera regateó como es la costumbre. Tenn (sin bioalcohol) aún conserva el negocio, ha hecho reforma, incluso váteres de señora y caballero y ha puesto pósters de caballos corriendo por la orilla de algún mar. Se conoce que la ñorda da para mucho. Lo cierto es que Tenn siempre está solo, la gente ya sabe lo que él no busca, pero abre y cierra su negocio todos los días laborables. Se pone la radio, hace crucigramas, escribe algo, lee algo, limpia cosas, sale al quicio de la puerta, ajusta las persianas, echa a la calle a las moscas que se han colado, entra en su despacho tras la vitrina anti-atraco, se sienta en la silla y a veces tamborilea con los dedos en la mesa al son de la música de alguna emisora. Sabe que el moro cagará de nuevo y alguien se lo traerá en las manos.


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ENTREVISTA A MORTADELO MORTADELO

«Pues sí, señora, ya ve usted cómo

hablo, no ponga usted esa cara, mujer.»

A Mortadelo Mortadelo la uve le suena fricativa porque la lengua perruna se le remonta en las muelas carniceras y la ele un poco en oclusión permanente por la pantalla de los pequeños colmillos de aguja; pero se le entiende el castellano hablado y escrito, (yo le he visto rasguear con la pezuña hiperbreves en la arena del parque) y esto a las señoras de la Great Avenue, al presbítero Gaudencio Coroles, a Don Aniceto el interventor (que se le cayó el sombrero del susto) y a tres tipos oscuros que andaban por ahí y también le oían, les causó gran susto y abrumamiento; entonces se apartaban deprisa y con miedo del discurso del pequeño Mortadelo Mortadelo «no ponga usted esa cara, hombre» porque se les escapa del puñetero raciocinio y de la cojonera lógica que un perrito así no ladrase como ellos. P: Mortadelo Mortadelo, largo camino está siendo ver y oír la voz y el voto de algunos colectivos (sea las mujeres ante el patriarcado, por ejemplo) en los asuntos de Estado, en las misas de los domingos y en las fiestas de guardar, en el circo del arte, en el deporte de primera y canales de pago, en las grandes cocinas televisadas… ¿crees que un perro podría algún día ocupar un escaño?. MM: Pues creo que con el machismo que hay….es posible que ocupemos los perretes un escaño, demos la comunión a los niños y hasta las noticias, últimamente dudo seriamente de la humanidad de políticos y dirigentes, creo que pertenecen al ganado porcino. P: ¿Qué crees que quiso representar o más bien sugerir (si es que quiso sugerir o representar) Goya con su cuadro “Perro hundido en el barro”? MM: Pues la crueldad humana, y el poco respeto a los animales, la vileza hacía los débiles en una época dura. El mal no se hace donde se quiere hacer sino dónde se puede.


P: Mortadelo Mortadelo, tras la noticia aquella de que Madrid quedó eliminada como candidata olímpica y todo ese rollo (¿recuerdas que nos descojonamos de risa?) ¿De qué te reías, ladronzuelo…? MM: jajajaja me imaginaba la cara que pondría Gallardón si ganaba Madrid viendo a Anita llevándose el mérito. También de lo ridículo del despropósito, una ciudad que está castigadísima por la crisis gastando dinero a lo loco. Y ya el regalo de oir a un político hablando inglés es impagable. P: Mortadelo Mortadelo, cierto día mi pareja trajo a casa una mascota, era una iguana macho, aunque era un soso y no decía nada le dimos todo el cariño que supimos; es cierto que lo cogíamos con remilgos y su lengua retraída y laxa nos causaba cierto asco. Decidimos donarlo a una Pet Shop, ya en los brazos del tendero la iguana arrancó su primera frase hacia nosotros con un perfecto castellano dialectal canario: «me abandonáis porque no tengo pelusa y no soy suave, que os den a los dos.» ¿Qué te parece esto, Mortadelo Mortadelo? MM: A mi también me pasa, no suelto pelusa y al principio….doy asquete pero pongo caritas, les aúllo una canción y no hay quién se me resista. P: ¿Crees que ya hay camino, o se hace camino al andar? MM: Al andar, por eso hay que andar pa adelante que si vas para atrás malo, hay que hacer que tu vida aunque sea corta tenga una gran andadura, aunque no lo creas corro en sueños. P: Mortadelo Mortadelo, ¿tu obra plástica favorita? MM: Soy súper fan de Bansky, me parece estupendo lo que hace, también era muy fan de Murakami. P: Un libro MM: La conjura de los necios P: ¿Música? MM: No puedo vivir sin ella: Air, Saint-etienne, Belle and Sebastián, pero mi grupo favorito extranjero es My Little airport y español es Single que me dedicaron una canción con la que me identifico mucho. Aunque me pierden los Ramones. P: ¿Tienes mascota? MM: No a veces alguna mosca, algún saltamontes…pero me rompe el corazón ver que su vida es tan efímera.. no quiero más moscas aún hecho de menos la última.


P: Mortadelo Mortadelo, dios es amor, la biblia lo dice, dios es amor, san Pedro lo repite… ¿Qué dices al respecto? MM: Que ridículo la Biblia hablando de amor….de ríos de sangre vale pero de amor… Los ateos amamos mejor, los perros estamos por encima de todo eso. P: Mortadelo Mortadelo, nos encantaría que nos dijeras, con tu corazón canino en la mano, qué te parece Pífano-fanzine. MM: Muy bien me gusta mucho, además tenéis unos talentos enormes en vuestras filas, P: Antes de ayer, camino de la editorial, unos muchachos del barrio me llamaron loca, y unos hombres vestidos de blanco me dijeron ven. Yo grité, no, no señor, ya lo ven yo no estoy loca, estuve loca ayer, pero fue por amor. Después les aclaré que me dirigía a entrevistar a Mortadelo Mortadelo, cosa que les entusiasmó sobremanera y me pidieron que te trasladara sus preguntas y que les encantaría que respondieses con auténticos ladridos: «Pregúntale si su peluquero es el mismo que el de Andy Warhol; pregúntale si

es nacido en china y le toca algo Jackie Chan; pregúntale si se sometería al polígrafo» MM: Si tengo el mismo peluquero, lo que pasa que anda muy solicitado y me cuesta un montón de pienso. Que va ojalá nací en Aranjuez, me toca poco de jackie Chan….me encantaría dar patadas como él, Sólo me toco la herencia de mis padres perros de anuncio ambos pero a mi me ha dado por estudiar. No sé lo que es un polígrafo pero debe de ser algo como una madre preguntándote: ¿Has sido tú? Se oye un silbidito al que Mortadelo Mortadelo responde con una carrerita ágil y rápida, desaparece al doblar la esquina cuando yo aún no he terminado la entrevista. Un tipo de traje y cartera está sentado en el pretil de un “compro oro”, me mira, hace una mueca de “u” invertida con la boca, arquea las cejas y no dice nada. «Pues sí, señor, ya ve usted con quién

hablo, no hombre.»

ponga

usted

esa

cara,


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FUCKING ANIMA

(Juampe Martínez)


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[Escribir texto] ATTACK OF THE GIANT GUMS OUTER SPACE (El Ataque de las Gominolas Gigantes del Espacio Exterior) (Juampe Martínez)

- Aquí es donde se cortó la comunicación, Comandante Mible ( ... machote ). No hemos vuelto a saber nada de ellos... – - Está claro, Sargento Mate... los hemos perdido ( ... qué "salao" eres, bribón). Las imágenes lo dicen todo, no hay nada que hacer contra esas pompas "tragatodo"... Durante meses los mejores científicos del planeta Tierra estudiaron sin éxito la forma de contrarrestar el ataque de la gominolas gigantes y sus mortíferas pompas azucaradas... hasta que un día al famoso profesor Herbert Von Apetit se le ocurrió una brillante idea... - Caballeros... he dado con la solución definitiva para acabar con esas monstruosidades edulcoradas venidas del espacio exterior... Estaba claro, científico chiflado igual a solución loca. - Después de estudiar con mucho detenimiento y con mis (recalcando) increíbles aparatos científicos creados por mí mismo y cuya patente "Von Apetit Machines" poseo, mi secretaria les ha dejado unas tarjetas en sus asientos... – Las miradas de los Generales de las más grandes naciones de todo el mundo expresaban "le pego un tiro en sus albóndigas como siga...". - ... Como decía, después de mucho discurrir con mi mente privilegiada, ganadora de tres premios nobel en.... ¡¡¡ PAM.. !!! - Un golpe seco retumbó con eco en la sala... - ¡¡¡ Ayyy... mis patentes... !!! - El profesor chiflado cayó de rodillas y, con el último aliento, escribió en su block de notas: " ... última nota: saboreo mis últimos momentos de vida abrazado por el aroma de la muerte que... huele a pis...ahhhhdios... ". Mientras, varios Generales guardaban sus humeantes pistolas de gatillo suave disimuladamente en sus (por otra parte, muy chulas ) cartucheras... - ¿ Alguien conoce la solución definitiva del profesor Bonamí...?- Preguntó en voz alta el General Ergia. Todos miraron hacia la secretaria macizorra del científico defenestrado... - Es... era Von Apetit, Señor... - La cara de perro del General apresuró a la señorita con gafas que momentos antes se había orinado en las bragas. - ...le oí al profesor comentar algo sobre flamear una gominola con napalm, Señor Presidente General... Señor... – - Ese loco hijo de puta tiene... tenía razón - Bajó la cabeza en señal de respeto... - ...ahora podremos acabar con esas aberraciones del espacio sideral... Al siguiente amanecer todos los ejércitos del mundo civilizado preparaban un ataque coordinado... - Sargento Mate, ¿están preparados los misiles? (tengo una guardado para ti)... – - Listos para disparar a su orden, Comandante Mible (y yo le sacaré punta)... -


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ATRACO SIDERAL (miranda)

—Esto es todo, aquí se interrumpió la transmisión de Pícaro Rojo… ¿alguna idea de que los pudo pasar? Cualquier ocurrencia por absurda que sea nos vale, estamos sin pistas. —Mi coronel, puede ser… —Continúe capitán… que estaba diciendo. —Puede ser… que hayan desertado. —¡Imposible! Estamos hablando de una nave nodriza de cien mil millones de toneladas, si usted quisiera esconder ese monstruo… ¿dónde lo metería? —Cierto, pero… si la lanzaran contra una estrella a toda máquina… —¿Un suicidio? No le parecería algo un poco extraño, ya sé que dije que cualquier cosa por absurda que fuera nos valdría, pero… intentemos utilizar la lógica y algo de imaginación caballeros. —Señor… siento recalcarle que un objeto fue detectado por la zona apenas unos segundos después de desaparecer la MonsterCargo, sé que no se le dio importancia ya que se encuentra en una corriente de asteroides y se le atribuyo a uno sin control que había salido de la formación pero… podría ser la capsula auxiliar RescueV, es la única que no llevaba el localizador de posición, la semana antes había sido retirado para su revisión anual y no esperaron a ponérselo para llevar cuanto antes la carga de Nextroseumo al frente de Cargon. Señor, mucho dinero viajaba en aquella nave con las pagas de las tropas, más que el que podría caber en la RescueV… —Me está diciendo… que se puede tratar de un vulgar robo… márchese si no quiere ser juzgado por un tribunal militar. Mi hijo nunca traicionaría a la plataforma de Planetas Unidos de Antares… Señores, sigan pensando, en algún lugar tiene que estar la maldita MonsterCargo… yo me retiro a mi camarote a dormir un poco, esta situación me tiene aturdido y necesito descansar. Cuando la muerte de un hijo es más digna que la posibilidad de su traición, prefieres que esté muerto y que te enseñen su cadáver para su reconocimiento.


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FANTASÍA Nº 1 DE RAÚL MANCEBO (Garven)

Raúl tiene por costumbre, de vez en cuando, deshacer entuertos siderales que se le anudan en el microcosmos de su casa. Está en lo cierto cuando dice: “Dejad que disponga como yo quiera de mi imaginario, que para tribulaciones y porculeces ya está la vida cotidiana”. Qué más da que su nabo/nave sea un prototipo espacial de reconocimiento, y el coño travestido de Martika, el satélite nodriza de una nueva república estelar.


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[Escribir texto] DANESSA

(Garven)

—Te voy a presentar a dios. Danessa me lo dijo alto y claro; y yo no sabía si eso había que digerirlo como una broma romántica o un chiste malo. Pensé en llevarme el dedo índice a la sien y sonreír a Danessa pero su seguridad me insuflaba cierto respeto. Sus ojos, tan bonitos, me urgían una reacción y entonces acerté a preguntar —¿Qué dios? Arqueó las cejas, puso los brazos en jarra, negó un poco con la cabeza como resignándose de mi estúpida duda y me riñó graciosamente —¡Pero qué dios va a ser, bobo! pues el único, nuestro padre, el omnipotente y todopoderoso del que hablan en misa todos los domingos y fiestas de guardar… he quedado con él a las seis y media, en el parque aquel junto a la escuela de idiomas… ¡Vente! Miró mi reloj de pared, me agarró del brazo y tiraba de mí. Se conoce que ya quedaba poco tiempo para tan divina cita. Salimos de mi casa y durante el trayecto (una corta caminata) no nos dijimos nada. Danessa era danesa, pero vivía con sus tíos en Toledo desde chica. Éramos amigos; desde hace ya más de tres o cuatro años, o cinco, o quizás menos, el caso es que demasiados para no haberla enseñado aún mi enamoramiento hacia ella; yo hubiera querido mostrárselo así, como una ropa nueva «¿qué te parece, Danessa?» pero me daba reparo, el reparo de estas cosas, la intuición de que algo se olía ella y no emitía señales a mis percepciones. A mí no me corría prisa, el cieno del aburrimiento es terapéutico como el de las lagunas de Villafranca. No la tenía por loca, ni por chula, ni por vacilona; si cabe un poco científica, filósofa. El que quisiera ampliar nuestro círculo de amistades con tan alta entidad me tenía afectado y temeroso, pues en verdad empecé a creer en sus palabras. Crecía en mí una fe abrumadora porque me daba miedo el empecinamiento de Danessa, de que por aquel parque de columpios raídos y árboles mal podados apareciera una paloma blanca, un aurífero anciano de barba gris, un niño emanando luz o una amalgama de brillos cegadores. Ya en el parque, nos sentamos en un extremo de un largo banco de granito, alejados de la fuente y cerca de un kiosco. Danessa tiraba de la manga de su blusa rosa para descubrir y mirar la esfera de su relojito dorado; yo extendía con los zapatos montones de cáscaras de pipas bajo el banco para después traerlas a mí en un nuevo montón. Hablamos de nada, y de libros, y de todo menos del dios que se suponía iba a acudir citado por Danessa. Dibujaba en su cara una risilla nerviosa que a mí me contagiaba, e insistía en consultar la hora prendida en su muñeca pálida. Después ocultaba entre sus muslos las manos, encogía la espalda y botaba las piernas muy deprisa, toda inquieta, respiró por la nariz hondamente sin abrir la boca. Yo miraba disimulando o quizás de forma descarada a todos los accesos del parque, buscaba apariciones. Seis y media, siete y siete y media incluso, y por aquí no había nadie que no fuesen los niños de casi todos los días, ancianos y más personas displicentes. El


[Escribir texto] continuo paseo de la gente, el pulular de las mascotas, la carrera imprudente de algunos coches en las calles, los grafitis en la parada del autobús, la vida cotidiana misma nos parecía que se burlaba de nuestro plantón con su indiferencia y continuidad. A no ser que dios estuviera ya aquí, invisible, mirándonos. De todo esto querría yo haber hablado con Danessa pero un gesto de decepción en su cara me hizo retroceder al silencio. —Este ya no viene. No sé… le voy a llamar. Sentenció mirándose la hora. Para mi asombro sacó del bolsillo del vaquero su teléfono móvil, su trasto antiguo (como el mío) de teclas metálicas y pantallita pequeña; seleccionó lo que fuera, quizá un contacto sagrado, y se lo llevó a la oreja, esperó unos segundos, carraspeó, miró el móvil para de nuevo llevárselo al oído, después negó con la cabeza sin decir nada y colgó. Mientras lo guardaba en su bolsillo azul miraba distraída mis zapatos, que aun seguían obcecados en la montaña de cáscaras de pipas. —No me lo coge. Aseveró en voz baja con una curva de humillación en la boca. Nos fuimos; ella caminaba con los brazos cruzados sobre el pecho; yo con las manos en los bolsillos de los pantalones. No dijimos nada. ****** —Te voy a presentar al diablo. —Belcebú, Satanás, Lucifer, Samael, el maligno… y me faltan nombres. Me atreví a completar con la nomenclatura que yo medio sabía de libros y películas de terror sobre el nuevo conocido de Danessa. —Sí, el mismo. Viene a las cinco y media, también en el parque pero por la zona del Centro Cívico. Vente; vámonos. Como aquella vez, se me amarró al brazo y salimos de mi casa. Caminamos con cierta premura, ella hablaba mucho, de cosas, de nada, de libros y cine y reía, reía y carcajeaba, veía yo sus dientes y muelas brillantes y sanas que blanqueaban en su boca de vidrio rojo y mojado. Otro apasionante encuentro de Danessa. Llegamos al parque, a la zona del Centro Cívico, y nos sentamos en un banco de lamas de madera barnizadas de marrón, donde algunos perpetuaron con rotuladores y navajas, nombres y símbolos. Aquí no había cáscaras ni niños, sí árboles viejos y algunos transeúntes con perros. Danessa irradiaba una inusual tranquilidad, me hablaba de matrículas de postgrado, de programas de radio, de tortillas de patatas, de cosas, menos del mismísimo Lucifer que tendría que aparecer en cinco minutos (esta vez era yo el que insistía en mirarme la hora) me dio por pensar y asegurarme, sin decir nada a Danessa, que pasaría el tiempo y que no ocurriría nada, como con dios, entonces miré a Danessa, fijamente a los ojos, sonreí, pensé en abrazarla con algo de compasión y deseo, y besarla en la boca. «Qué locura, Danessa» pero resolví en voz alta y la golpeé afectivamente con mi hombro en su hombro; Danessa pensó que era por su discurso y asentía con la cabeza, reía ahora con cierta abulia. —¡MIRA, AHÍ ESTÁ! Éste sí ha venido.


[Escribir texto] Gritó. Seguí con presteza los ojos apresurados de Danessa que señalaban a un hombre oscuro que aparecía tras el esquinazo de un muro ciego del Centro Cívico. Una losa asesinó por aplastamiento todo mi optimismo y sentí un nublado negro sobre mi cabeza. Era un tipo guapo, de apariencia aun más joven que Danessa, zancudo y flaco, con un chambergo deportivo al uso de una marca conocida; traía una risa vikinga en la cara como la de Danessa, era como una mueca permanente y chula. Ella se levantó, se atusó la blusa, se miró el reloj y luego al chico. No me incorporé hasta que le vi recién llegado entre nosotros dos. Murmuró un saludo o algo parecido, observó a Danessa con lascivia y la besó en el arrebol de su mejilla. Me vio de reojo, aún con el mohín de la risa en la cara. —¡Ah, sí!... es Garven, mi amigo. Danessa se lo dijo como una broma, sin dejar de mirarle atraída. Yo no le dí la mano, él tampoco la esperaba. Por cómo respiraban y por cómo se movían… supuse que estarían enrollados. Me fui, sin que ellos lo percibieran, acaso sí lo percibieron y no dijeron nada. Me escurrí por entre las cosas del parque. Tras la esquina de un bloque viejo volví la cabeza, aun cerca de ellos yo les espié oculto tras un contenedor de reciclados; él se había sentado donde yo estuve hacía dos minutos, una metáfora fácil, tuve miedo de mis miedos futuros sin Danessa, tal era mi siniestra intuición. El diablo seguía allí junto a ella y ladeaba la cabeza haciéndose el tímido. Danessa le cogió de la mano, se miró la muñeca y pude oír su voz blanca claramente « ¡Te voy a presentar a dios!». Tiraba del chico, y éste, remolcado por Danessa arrastraba los pies como no queriendo ir. Entre plantas, niños, columpios, coches y árboles, se eclipsaban sus dos figuras en la lejanía. Semejante a la crin de un alazán botaba la melena suelta de Danessa al trote de su paso apresurado. Cabellera rubia que yo nunca más he de volver a ver.


EN ALGÚN LUGAR ME QUEDÉ Y DEJÉ DE ESTAR. (Miranda)

En algún lugar, quizás cerca o lejos tal vez, escucha alguien mi lamento, lo recoge entre sus dedos y lo mete en botellas que luego vende a quien se quiera sentir eterno. Los ecos secos, lágrimas borradas de ojos que no tienen miedo, ni pena, ni ningún otro sentimiento. Huecas y llenas de lo que nunca tuvieron, rompiendo la sal y comiéndose el tiempo, incierto y somnoliento rudo de terciopelo, como un clavo de hierro ardiendo y del calibre de un cabello. Allí es donde habita la oportunidad que dejé pasar por no tener cerebro, tan cerca y tan lejos, dentro de mí y fuera con rotunda cobardía de no poder con ello. Como el cisne que canta antes de estar muerto, de comenzar el viaje hacia su hueco, lleno de vacios mis mentirosos recuerdos, los aderezo con sonrisas y los mezclo, para que de todo eso salga algo bueno hasta darme cuenta de que todo lo que soñé, era solo eso, solo sueño. Sumo y sigo sintiéndome preso, mis altas miras no me dejan ver el árbol en un bosque lleno de ellos, me enseño a mí mismo que no valgo nada de lo que merezco y me entra el miedo, de pasar de puntillas por la vida esquivando lo cierto. En algún lugar, quizás, me espere lo que merezco… y siento, que no lo quiero.


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UN PRÓLOGO BREVE PARA LAS SERVILLETAS DE CARLOS por Garven La cafetería puede que sea un santuario social, así como un altar que es toda la barra del establecimiento donde el camarero/ermitaño expía pecados a uno veinte la bendición. Es verdad, se me figura un altar pero del buen rollo; un retablo de licores, croquetas, vidrios y naipes. Sin reverencias ni ese tipo de cosas. Pídeme un café, anda, que voy a mear. ¿Pero con leche? Vale. ¿Templada o fría? Y yo qué sé. Sagrada forma, comunión de café, copa y puro. Pero ya no dejan lo del puro, nos jodieron el fumar en el bar, las tertulias ahumadas tenían su cosa. Que les den. Cómo me gusta la tele en el bar, uno ve las noticias pero no las oye porque el barullo se come la voz del telediario, la mastica, escupe las cáscaras y le seca el césped al Bernabeu. En la tele del bar se quita las bragas la tía del tiempo y luego dice que va a llover. O sea, que también tiene su cosa. Podías apagar la tele y poner música. Es que estos señores quieren ver lo de los Goya. Ah, claro. He pisado unas cabezas de langostino que no han crujido porque son ya bidimensionales, marisco del mar sucio que es el bar. Y en la orilla he visto a Carlos, sedente, sorbiendo una excusa caliente que es el café. Y le vale una servilleta de celulosa “gracias por su visita” para dibujar el aperitivo. Lo que Carlos consume no le cuesta nada, se lo agencia de su imaginario, o bien ve algo y dibuja todo. Es un rey mago, a lo mejor es el cuarto rey mago, el que trajo un rotulador al niño Jesús, o es aquel tipo de Altamira. Libertador del hábito de limpiarse los morros, ha dado a la efímera servilletita de papel (a la que tiene suerte y le toca el turno) honores de lienzo. No escupa usted en el suelo, hombre. Eche usted el gargajo en la servilleta y lo tira a la papelera. Y qué chulas le quedan; cómo admiro a mi amigo por lo que tiene de bohemio, por la cosa esa de estar dibujando siempre, de ver lo que se ve muy mal. Gracias por su visita no es cortesía del bar para el comensal disperso, no. Es precioso mensaje de cada una de las miles para él; para el genio que va a tatuarlas (a la que tiene suerte y le toca el turno). “Gracias, Carlos”. Pero esto en el bar nadie lo sabe.


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EN LA TABERNA DEL LIMBO (Manuel Santamaría Barrios)

En la taberna del limbo, una partida se jugaba. Ángeles y Demonios, las almas se disputaban. Apáticos querubines los dados con desdén arrojaban. Ardientes y voraces súcubos, ebrios, vociferaban. En el centro de la mesa, el alma de un banquero. ¿Es por haber engañado a mis semejantes, este destino tan severo? Una demoníaca garra en un golpe sin igual, A la suplicante ánima, la voz hace acallar. ¡Cerrad la boca! Recompensa suplicante O tendremos que coseros, los labios al instante ¡No le dañéis maese diablo! El trofeo pierde valor. Un poderoso arcángel, el acto le reprendió. Como si aquí importara, lo del buey del vecino. Que cada hombre en la tierra, libre se labre su camino.

El bien y el mal, son medidas muy cambiantes Pues de siempre han dependido de vuestra moral errante. Este es el destino que a todo mortal espera. Ser esclavo del infierno o de las altas esferas. ¡Doble seis! Espíritu celeste. Terminada la partida, mío es este terrestre. ¡Piedad, no me dejéis con este engendro infernal! Os lo advertí babeante, el hocico os voy a sellar. ¡Preparemos los instrumentos, carne fresca para torturar! Así mucho más corta, se nos hace la eternidad. Un sabio antiguo dijo, a los dados Dios no juega. Eso se lo deja a sus inferiores, para que así se diviertan.


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¿Qué son las palabras? (Amnerius)

Las palabras son palabras. Son simplemente nada. Pero envueltas en la esencia del alma Se convierten en un arma Pueden ser un corazón en llamas O uno ahogado en aguas Pueden ser una tormenta de alas O el filo de mil espadas ¿Qué son las palabras? Las palabras son nada. Pero acariciadas o asfixiadas pueden aturdir el alma, agobiar los momentos de calma. Las palabras no siguen de frente. Pueden enredar la mente y volverte demente. Pueden volverte rebelde o de tu camino detenerte. Las palabras pueden, atar un corazón. Herirle hasta la muerte. Embaucar la mente El dolor puede aliviarte, y desde las cenizas resucitarte. para poder volver a matarte Pueden perdonarte. O pueden destrozarte. ¿Qué son las palabras? Sino armas desenvainadas. La tempestad del alma La lujuria desenfrenada. La magia de un hada La vida momificada. ¿Qué son las palabras? Sino la unión del fuego y el agua ¿Qué son las palabras? Sino la ilusión y la nada ¿Qué son las palabras? Sino la esencia del alma

La historia escrita de una mente perdida. La alegría dormida La doncella herida La acaricia sentida La lagrima caída Las palabras mantienen con vida Las historias que se nos olvidan.


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a mañana apesadumbrada por el frío cielo, demasiadas nubes sobre mi cabeza, poco sol para calentar este cuerpo. Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido. Las horas lejos de ti, los gemelos que no te echan de menos… ni de más. Comen tiempos divididos en dos, cuando te necesitan y cuando no te quieren ni mirar. El gran cañón, dormido todo este tiempo, culebreando sin destino ni acierto, topándose con la pared a dos dedos, empujando hacia el vacío mi cuerpo, mi cuerpo que quiere ser lanzado al infierno que merezco, mi mente que lo reta a hacerlo. Fría mañana de frío invierno, no me da calor tu sol ni aunque estuviera a dos dedos, déjame enroscarme dentro de mis miedos, ya sacare la cabeza cuando pase lo que temo, cuando pase y pase de mi lo que espero. Me he rendido a la vida hace tiempo, déjame esconderme otro tanto mientras me acostumbro a lo cierto, déjame seguir sufriendo, recoger mis cosas para no ser molesto. Te prometo, no hacer ruido, no sembrar desconsuelo, te prometo, no llevar conmigo nada que no necesite, solo lo que quiero. Dame esa loca oportunidad de vivir, de sentir de verdad lo que al morir pierdo, de machacarme al perderlo. Tú serás más feliz al recoger mi cadavérico cuerpo, seré una presa fácil si llegamos a un acuerdo. Vida: te prometo ser tú más fiel guerrero, dejare que me arranques este cuerpo sin imponer mis argumentos. Muerte: te juro que entre tú y yo no habrá resentimiento, te entregare mi alma y seremos libres de nuevo. Yo: si coincido contigo en otra vida… no nos conocemos.


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(Garven) ¿Y yo qué sé?...el caso es que desperté cualquier día de aquellos años 80. ¿Qué coño?...aquello era cierto. La Tierra estaba asediada por esos lagartos disfrazados de humanos. Así que me enrolé en la guerrilla junto a Donovan, aquel tipo guapo y valiente. Hasta que una tarde excedí las cotas del whisqui y crucé sólo y borracho la avenida ocupada. Así es… Me cazaron dos lagartos rubios como el centeno y me llevaron al despacho de Diana. Allí estaba aquella lagartona con su bonito disfraz de mujer desalmada de caderas hercúleas y abultada melena que me ponía hasta el infinito. «Mira Diana…yo…yo…yo no sé ná…». Aquella diosa me persuadía hasta que me agarró del cogote y me besó la boca hurgándome la garganta con su lengua bífida. Luego nos metimos mano. Fui directo a aquel coño escamado de una extraordinaria y templada humedad. Mientras las ratas se escapaban de un enorme tarro de cristal comenzamos a follar: ¡zasca! ¡zasca!. Apretando los dientes la empujaba con la fuerza de un carnero. «¡Te voy a hacer una camada de tres mil huevas de lagarto. Diana!». Asidos el uno del otro nos corrimos con voz chillona. En fin, ahora soy de los malos, uniformado con mi traje rojo de plexiglás. Diana me pide que mate humanos; sin remilgos. El otro día freí con el láser a Donovan, ¡Lástima!, era un buen tipo, y un buen botín para mi Diana, que me premia con un beso caliente y frío, clavando sus tetas de látex en mi espalda; marcando mi vida con el tam-tam de su corazón de reptil.


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