Bajo una amplia lona de tela el denominado “Freak Show” ofrecía diez actos secuenciales previo pago de una única entrada, el “Ten-in-One”. Un programa en el que se exhibían diez surtidas modalidades de “freaks”, clasificados en dos categorías: “born freak” (individuos con alteraciones genéticas o padecimientos médicos y rarezas étnicas) o “made freak” (poseedores de récords mundiales, cabello largo, uñas largas, mujeres de facciones hermosas, personas de gran musculatura y personas con gran cantidad de tatuajes) y que, acabado el espectáculo, permitía al visitante comprar, en mano, una fotografía autografiada del “freak” que más le hubiera impactado.