Los valores en la educación superior (1)

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La ética en la educación superior JOSÉ REVOLORIO La importancia de los valores y la ética en la formación de los profesionales, por medio de las universidades y su profesorado.

MAESTRÍA UMG-


Índice Introducción

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Capítulo I Formación del profesor

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Capítulo II Necesidad de un cambio de cultura docente en la universidad.

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Capítulo III Qué enseñar en la formación superior

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Conclusiones

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Bibliografía

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Introducción

En el presente trabajo trata de los cambios drásticos en este tiempo de la globalización, la cual exige a las universidades y su profesorado a actuar para lograr el desarrollo del individuo y de la sociedad. Muestra la importancia de la formación del docente, ya que él es parte fundamental de la transformación, la cual debe comenzar por él mismo ya que no se trata de conocer la disciplina y desarrollarla con excelencia si no de dar una formación social, basada en valores y ética, que transforme a los estudiantes en su manera de actuar y de pensar, como un ciudadano responsable de su deber como profesional. Formación del profesor Necesidad de un cambio de cultura docente en la universidad. Qué enseñar en la formación superior Conclusiones y Bibliografía utilizada

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Capítulo I Formación del profesor Los profesores son sin duda el fundamento del desarrollo de la docencia universitaria. Son los profesores y profesoras los que desarrollan el trabajo profesional, la universidad es la institución formativa de lo cual debe sentirse honrada. Las universidades se han convertido en centros de producción y trasferencia de componentes culturales o industriales.

La universidad forma un ecosistema laboral y profesional muy particular.

Sus

peculiaridades afectan directamente la forma en que su personal elabora su propia identidad profesional, ejerce sus funciones y desarrolla sus actividades laborales encomendadas. De acuerdo con Mercedes Caldera en la revista Lauruz, de la universidad Pedagógica Experimental Libertadora de Venezuela, dice que la “formación docente debe de asumir la realidad del cambio sociocultural para realizar los aportes teóricos-prácticos pertinentes que coadyuven a la generación de un docente reflexivo creativo, con conciencia social, con sensibilidad ética-política, con responsabilidad de cuestionar sus propias actuaciones”. 1


El profesor, Es el que ejerce influencia en el educando, modificándole su conducta, el maestro sobre todo es un ser social, además de su preparación pedagógica, debe tener: teoría, artística, social, política, religiosa y económica, la pedagogía no es una garantía por si sola, pues dice Kant, no es precisamente la ciencia pedagógica la que hace u buen maestro (el saber pedagógico no nos hace buenos maestros). Lo que más caracteriza a un maestro es su sentido social y su amor a los educandos y a la enseñanza, sin embargo solo el amor no es solución, antes bien puede ser una limitación. La docencia como actividad profesional Aunque el papel del docente universitario siga siendo el mismo, no cabe duda que estamos frente a una transformación. Hablamos de docencia para referirnos al trabajo de los profesores, pero somos conscientes de que el profesorado universitario desarrolla en realidad todo un conjunto de funciones que van más allá de la docencia, Las funciones formativas convencionales,

conocer bien su materia y saber explicarla se han ido

complicando a través del tiempo con la aplicación de nuevas formas de trabajo. En la actualidad se le han añadido nuevas funciones que amplían y hacen cada vez más complejo su cometido profesional lo que algunos llaman bussiness (búsqueda de la financiación, negociación de proyectos y convenios con empresas, instituciones, asesorías, participación como expertos en diversos foros científicos y otros. 2


“Los profesores enseñan tanto por lo que saben cómo por lo que son”, es un refrán que en el contexto universitario muchas veces no se practica, la dimensión del profesor desaparece en el ejercicio profesional. La satisfacción de los profesores hace posible la dinamización de la institución y mejora la calidad de los procesos formativos que en ellos se producen. Siendo la universidad una organización educativa con fuerte prevalencia de la individualidad es preciso dotar de toda su relevancia a los aspectos de la satisfacción personal, si se pretende que las cosas funcionen.

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Capítulo II Necesidad de un cambio de cultura docente en la universidad. Es necesaria la presentación de una propuesta seria de formación en valores éticos para la educación superior en todas las universidades y en todas sus facultades orientada en primer lugar a proporcionar a los futuros profesionales un conocimiento exhaustivo de sus deberes y obligaciones a la hora de ejercer su profesión y en segundo lugar, a la creación de una ciudadanía interesada en vivir un estilo de vida basado en valores éticos y morales y en consecuencia construir una sociedad más equitativa. Nuestra propuesta respecto de una formación ética urgente en la universidad, se ubica en los contenidos de aprendizaje y sus estilos docentes del profesorado. Esto genera reflexión acerca de la practica docente, los contenidos, las formas de evaluación y las actitudes que muestra el profesorado en las forma de desempeñar su tarea y sus relaciones con los estudiante.

Hoy la universidad y su personal docente aunque profesan estar abiertos a la innovación siguen siendo conservadores, celosos de sus tradiciones y temerosos de los cambios en cuanto al hacer y ejercer la docencia y especialmente en cuanto a las modificaciones necesarias para hacer posible que el escenario de aprendizaje en la universidad, también lo sea de aprendizaje ético, lo que exige en primer lugar un cambio en la cultura del docente, la instauración de un nuevo modelo de docencia universitaria, “más centrado en el que aprende y menos en el que enseña; más en los resultados del aprendizaje que en la forma de enseñar

y más en el dominio de competencias procedimentales y

actitudinales que en las informativas y conceptuales”, 4


Se necesita una cultura docente en valores en la universidad que sea capaz de generar calidad y una forma diferente de entender la tarea docente del profesorado, que incorpore no solo la preocupación, si no la dedicación a la formación ética del estudiante. .- Propuesta de aprendizaje ético. La universidad ha sido, desde sus orígenes, la encargada de formar profesionales y especialistas en diversas áreas del conocimiento, y hoy debería ser también la encargada de la formación de auténticos ciudadanos, responsables y comprometidos éticamente con la realidad social que les rodea (Ortega y Gasset, 1930; Russell, 1930; Morin, 2000, 2001; Martínez, 1998, 2000, 2001; Cortina, 1995, 1997). Se debe atender la formación de profesionales que construyan de una forma autónoma y estratégica su conocimiento, y la a la vez

formar ciudadanos que actúen de forma

responsable, libre y comprometida. Es decir, defendemos la formación de profesionales con el nuevo paradigma social, desarrollar habilidades y/o capacidades necesarias para construir conocimientos útiles y de forma significativa, personas que sepan qué decir o hacer respecto a su área de conocimiento y cómo decirlo o hacerlo en cada situación concreta (Monereo, 2000). Pero también defendemos la formación de auténticos ciudadanos que hagan buen uso de su profesionalidad, que pongan en marcha alternativas laborales humanizadoras y viables desde un punto de vista ético (Cortina, 1997).

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El modelo de formación en valores que proponemos y que identificamos como «aprendizaje ético», pretende integrar la construcción de la personalidad moral y el desarrollo de determinadas habilidades y dimensiones de la persona, y la aprehensión de un conjunto de valores deseables. Nuestra idea se formula en el marco de sociedades plurales y democráticas caracterizadas por la diversidad, por los efectos de la globalización y por los propios de la sociedad de la información y de las tecnologías en la que vivimos. De ahí que la tarea sobre la que tratamos sea pedagógica en el sentido más completo del término, y que deba centrar su atención en la relación que se establece entre el sujeto que aprende, el profesorado, los contenidos de aprendizaje que forman parte de los estudios y la institución. El modelo de formación en valores que proponemos y que identificamos como «aprendizaje ético», pretende integrar la construcción de la personalidad moral y el desarrollo de determinadas habilidades y dimensiones de la persona, y la aprehensión de un conjunto de valores deseables. El aprendizaje de valores, el desarrollo y mejora de los niveles de razonamiento moral y el aprendizaje de modelos a través de la imitación o del relato, son cambios en los comportamientos de las personas que deben y pueden generarse a través del modelo que proponemos

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Capítulo III Qué enseñar en la formación superior Entendemos que el interés por el saber y el estar bien informado son valores. Entendemos que son valores no sólo intelectuales, sino que poseen también una clara dimensión ética al tratarse de cualidades que permiten tomar decisiones con mayor criterio en sociedades complejas como la nuestra, y que tienen repercusiones y generan responsabilidades de impacto evidente en la calidad y dignidad de nuestras vidas y las de los demás. Defendemos la incorporación de contenidos de naturaleza ética que guíen la construcción y el desarrollo de las capacidades personales del ahora estudiante y futuro profesional como miembro de una comunidad. La incorporación de los contenidos apuntados a cualquier plan formativo, así como su didáctica, dependerá, entre otras cosas, de la epistemología del contenido objeto de aprendizaje, y es justo en la particularidad de cada campo de conocimiento como el tratamiento de los contenidos que defendemos en nuestro modelo de aprendizaje ético y para la ciudadanía adquieren sentido y significado pedagógico.

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Desde esta perspectiva, la formación universitaria debe proporcionar al estudiante el conjunto de conocimientos necesarios para su futuro ejercicio profesional en un modelo de sociedad como la que venimos caracterizando, de manera que se atienda no tanto a las demandas a corto plazo, y sí, por ejemplo, al desarrollo de competencias profesionales. Pero estos conocimientos debe proporcionarlos a través de contextos de aprendizaje y de enseñanza en los que estén presentes valores como la seriedad, el rigor y la duda, la crítica y la autocrítica, el tesón y la superación personal ante las dificultades de comprensión, análisis y síntesis; Pero, además, debemos considerar un conjunto de contenidos éticos que, a modo de condiciones, deben estar presentes en los contextos de aprendizaje universitario, porque sólo así pueden aprenderse. Nos referimos al respeto y al cultivo de la autonomía del estudiante, a la consideración del diálogo como única forma legítima de abordar las disparidades y los conflictos del tipo que sean, y a la consideración como valor de la diferencia, no de la desigualdad. Para ello es necesario promover las condiciones que permitan su presencia de forma natural en los contextos de vida y de aprendizaje en la universidad. Sólo así serán aprendidos como algo realmente valioso.

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Conclusiones  No es que debamos cambiar los currículos, debemos incorporar en los planes de las asignaturas contenidos y objetivos de naturaleza ética, de manera procedimental y actitudinal-

 Es necesario cambiar las perspectivas del profesorado e intercambiar las buenas practicas que existen en relación a los valores y la ética y utilizar estrategias adecuadas para tener éxito..

 Es conveniente un enfoque como el del aprendizaje ético en la universidad, para lograr el desarrollo integral del estudiante, no solamente de manera personal de aprender y abordar el ejercicio profesional, también en su forma de pensar y comportarse como ciudadano

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BibliografĂ­a

http://www.oei.es/valores2/isla.htm http://www.actaodontologica.com/ediciones/2008/1/importancia_formar_valores_educacio n_superior.asp http://www.econlink.com.ar/node/2477

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