Comentarios acerca de la obra de Josetxo Lamy

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Néstor Basterrechea sobre la obra de Josetxo Lamy

Lamy se inaugura en la aventura del Arte, con una particular pasión por la luz: es ella – en esta naciente obra – cuando dibuja o pinta, la que configura y define cuerpos humanos, paisajes y objetos. Atmósferas transparentes. Planos de color resueltos desde las características técnicas de la espátula como herramienta de trabajo. Por la luz pintada, localiza y colorea el aire sutil que fluye por entre volúmenes de montes , barcos y muelles y por los planos deslumbrantes de las ensenadas.

Por lineales estructuras a contraluz, nos señala el dibujo itinerante y aéreo de los complejos aparejos de cuerda, atados a los mástiles marineros, por los que Lamy parece sentir especial predilección, y que nos revela – desde lo formal – una voluntad estructuralista, un uso consciente de las facultades expresivas del espacio y su diagramación.

… y, en la intimidad de lo próximo y más táctil, Lamy pinta la luz que se posa sobre el breve mundo de los objetos cotidianos, que él los sitúa junto a una ventana abierta al sol, destellante de amarillos. Mundos sensitivos, comportamientos plásticos, que el joven Lamy va descubriendo con trabajo y pasión prometedores.

Néstor Basterrechea Fuenterrabía, Mayo 1975


Anna Allen sobre la obra de Josetxo Lamy

"Libre como la naturaleza, casi salvaje, como sus temas, y como el elemento central, el caballo, casi en proporciones reales, dando formas sinuosas, relatando con lo mínimo lo máximo, llevándonos de alguna manera a la economía religiosa de los principios , casi en la nada conseguir el todo...

Pintura suelta, libre, casi esbozada en un trozo como si quisiera tan solo insinuar las formas , entregando así al observador la oportunidad de entregarla a su antojo, de acabarla... de empezarla, fin y principio van de la mano, flexible para que cada cual vea su obra. Naturaleza naturalmente, siempre viva y siempre muerta, en permanente cambio, siempre diferente para el que contempla, mil olores mil colores, luces y formas mutándose sin parar, pero siempre ahí, regalando belleza sea cual se la interpretación que hacemos de ella, tal como estos cuadros, trazos ligeros, invitando a nuestra imaginación a volar... a sentir."

Anna Allen


Poema de Jorge Guillén elegido por Luis Felipe Comendador que parece describir la obra de Josetxo Lamy

Pelados, tristemente naturales, en inmovilidad de largas crines desgarbadas, sumisos a confines abalanzados por los herbazales,

unos caballos hay. No dan señales de asombro, pero van creciendo afines a la hierba. Ni bridas ni trajines. Se atienen a su paz: son vegetales.

Tanta acción de un destino acaba en alma. Velan soñando sombras las pupilas, y asisten, contribuyen a la calma

de los cielos -si a todo ser cercanos, al cuadrúpedo ocultos- las tranquilas orejas. Ahí están: ya sobrehumanos.

Jorge Guillén


Luis Felipe Comendador sobre la obra de Josetxo Lamy Un éxtasis, diez líneas destrazadas, algunas manchas nítidas, rotundas… y un gesto parecido a ese sonido que suelta el clavicordio en una Iglesia retirada del culto hace unos años… Hace un tiempo leí como atontado la ‘Crítica del juicio’, del superclase Kant, con la difícil meta de afinar en lo posible mi criterio [si es que puedo aspirar a algún estadio de esa mercancía, que no lo sé]… y solo aprendí de aquella lectura, y ya me parece mucho, que el Arte puede tratar cualquier asunto y enredarse en cualquier sentimiento, independientemente de su moralidad, incluso en el horror, pero que tiene un solo límite, que es el asco. Así que vale todo o casi nada, que depende de lo escrupuloso que sea quien mira. En fin, cosas de viejo que anda en el trazado de saberse… y no atina. Que venía yo a estas letras, por encima de todo, a hablar de ese mundo Lamy destramoyado [solo muñeca, mano y sentimiento] y lleno de sensaciones oníricas y lúbricas… todo un diario en trazos y destrazos, sincero y elitista, lleno de feeling [emoción, sentimiento] y enganchado a un manierismo hermoso y masculino… un diario sincero de caballos y cuerpos, de deseos y estados parecidos a los de los jóvenes bañistas del Duina exponiendose al sol en cualquier mediodía… y encontrarse en los ojos, mientras miras, graves textos de Wilde, poemas de Verlaine, versos de Pasolini, suspiros de Cernuda… e incluso alguna metáfora preclara y gongorina [que eso es puro equilibrio] de Javier Lostalé… y también un proyecto de muerte estética muy cercano a Kavafis. Entrar en el protomundo de Josetxo Lamy es muy grecorromano, pues el descendimiento posible hasta un infierno incierto solo puede admitirse en parámetros netos de exacta decadencia [la decadencia es bella, como pétalos secos entre cartas antiguas]… y la ascensión más clara es hasta el justo Olimpo de las formas perfectas, de los músculos tensos, de las


cadenas puestas de inflamado deseo. Pero, además de todo lo que aquí queda expuesto, lo mejor, lo más denso… es que Josetxo late en cada trazo suyo con latidos de riesgo… y, además, es mi amigo, un amigo constante, decido y experto en no desamigarme… Yo le admiro… y le quiero.

Luis Felipe Comendador Sánchez AGH impresores


Antonio Caldera sobre la obra de Josetxo Lamy La última exposición que vi de Josetxo Lamy fue en Zarza de Granadilla, hace ahora tres años. Como ahora, hice las fotografías para el catálogo; he tenido el privilegio de trastear con él en el patio de la Casa de la Sal, en Candelario. Enorme contraste entre aquella explosión de color, de naturaleza, de optimismo vital, y la obra que aquí y ahora, en plena crisis, nos trae Josetxo. Luz y sombras, blanco y negro, ni un atisbo de color. Miento, unos escasos marrones y ocres entre los troncos de un bosque lúgubre y muerto, que le dan, si cabe, mayor ahogo y angustia. Paisajes dignos de la laguna Estigia. Una locura creativa que tiene en esta exposición cuatro vértices que lo enmarcan todo. Esas manos tan absolutamente distintas y tan iguales en la luz y la sombra, en el blanco y el negro; en ese manotazo de contraste que uno recibe, y que te hace olvidar el color, la naturaleza, la vida; porque la vida está aquí: en esas manos de la escultora Louise Bourgeois, crispadas, artrósicas, viejas y rotas; recogidas sobre si misma en la negación de su oficio, manando de una vieja camisa. O en la manos solemnes, nerviosas, algo inquietas, elegantes, de María Eugenia, diría que casi episcopales, si te puedes imaginar un obispo vestido de faralaes. Si las dos están en clara actitud de reposo, las manos de Luis, su marido, son la expresión de la actividad, de la energía, del calor; manos luminosas. No se porqué el artista aquí, y sólo aquí, se ha permitido la licencia de acompañar a las manos un rostro. El último vértice es una sola mano, la suya. No quiero hablar de ella, que cada uno haga sus conjeturas, es una y es la izquierda, tiene la palma hacia arriba. Si pensaste al entrar que habías equivocado el lugar, los nobles équidos te devuelven a la esencia de Josetxo Lamy. Aquí también luz y sombras, pero más luz que sombras; blanco y negro, pero más blanco que negro. Contrastes, contradicciones, disparidades. Todas las manos son enérgicas, los caballos enjutos, cansados, viejos y canos, pero siempre en caballada.


Extraña y enigmática obra la que nos propone Josetxo Lamy, casi nada que ver con lo anterior. Ni los caballos son los mismos caballos, están inquietos, recelosos, no sienten la seguridad de la manada. Miran, miran fuera, ¿Qué miran esos caballos? Josetxo lo sabe, "había llegado a ese momento de la vida, variable para cada hombre, en que el ser humano se abandona a su demonio o a su genio, siguiendo una ley misteriosa que le ordena destruirse o trascenderse" (Marguerite Yourcenar, "Memorias de Adriano"). Disfrútala. Antonio Caldera Candelario, Junio 2010


Guillermo Luna sobre la obra de Josetxo Lamy EN BLANCO Y NEGRO, COMO EN LOS SUEÑOS Es como un sueño un sueño en blanco y negro que sin saberlo evoca texturas coloreadas, luminosas. lomos. No se precisa del arco iris para componer el color piel.

Es como un sueño el sueño de caballos inesperadamente libres en la medianoche paseando con la luna en sus

Es como un sueño. Cuerpos varoniles hechos de fragmentos milagrosamente percibidos como un todo respiran acompasadamente eternamente -o tal vez azarosamenteimpregnando el aire de ternura.

Quizás esas manos poderosas no soñaron jamás con huir del lienzo hacia la savia de sangre y mantienen la llama del misterio.

Guillermo Luna Salamanca, Junio 2010 Dedicado a Josetxo Lamy, pintor y más que nada amigo, en ocasión de la exposición de pintura del verano de 2010 en el Contenedor de arte "Notesalves"


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