ALL THE YOUNG DUDES LIBRO UNO AÑO 1-4
MsKingBean89
~PRIMER AÑO~
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1 Verano, 1971: St. Edmund's Sábado 7 de Agosto, 1971 Despertó en la oscuridad. Hacía mucho calor en la pequeña habitación donde lo habían dejado, siendo inicios de Agosto. Aunque supuso que podía ser la fiebre. Siempre tenía una temperatura alta, la mañana siguiente. Solían ponerlo en una habitación con una ventana, pero unos meses atrás logró romper una de ellas, y si no hubiese tenido barrotes de todos modos entonces habría escapado. Los había escuchado hablar acerca de inmovilizarlo cuando creciera. Intentaba no pensar en ello. Recordaba la sensación de hambre, tan intensa que se transformaba en furia. Recordaba aullar y gritar por horas, dando vueltas alrededor de la celda una y otra vez. Quizás lo dejarían saltearse las lecciones hoy, y podría dormir. Eran las vacaciones de verano de todos modos, y no era justo que tuviera lecciones cuando todos los demás chicos tenían permitido pasar todo el día de ocio, jugando fútbol o mirando la tele. Sentándose, se estiró cuidadosamente, prestando atención a cada dolor y sonido en sus articulaciones. Había una marca fresca de garras atrás de su oreja, y una profunda mordida en su muslo derecho. Frotó la mano sobre su cuero cabelludo, donde su pelo estaba rapado muy cerca de su cabeza y se erizaba contra sus dedos. Lo odiaba, pero todos los chicos en el hogar para niños tenían el mismo corte severo. Significaba que cuando se les permitía salir al pueblo los fines de semana todos sabían que eran chicos de St. Edmund’s – lo cual era probablemente el punto. Los dueños de las tiendas sabían de quien tener cuidado. No era que los chicos hicieran algo para subvertir las expectativas. Les habían dicho tantas veces que eran los residuos de la sociedad; dejados a un lado e indeseados - ¿así que por qué no causar unos cuantos estragos? Remus escuchó pasos al final del pasillo. Era la Matrona; podía olerla, escuchar sus latidos. Sus sentidos siempre se sentían amplificados tras uno de sus episodios. Se levantó, envolviéndose en una manta a pesar del calor, y caminó silenciosamente hacia la puerta para escuchar mejor. No estaba sola, había un hombre con ella. Olía a viejo y de algún modo… diferente. Una esencia densa, férrica, la cual le recordó a Remus vagamente a su padre. Era magia. — ¿Está seguro que vale su tiempo? — Matrona le preguntaba al extraño — En verdad es uno de nuestros peores casos. —Oh sí. —El viejo respondió. Su voz era rica y cálida como chocolate — Estamos muy seguros. ¿Aquí es donde lo mantiene durante…? —Sus episodios. —La matrona finalizó en su corta, nasal voz — Por su propia seguridad. Comenzó a morder, desde su cumpleaños pasado. —Ya veo. —Respondió el hombre, sonando pensativo, más que preocupado — Puedo preguntar, madam, ¿qué es lo que sabe de la condición del joven?
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—Todo lo que necesito saber. —Respondió la Matrona, fríamente — Ha estado aquí desde que tenía cinco años. Y siempre ha sido un problema, no solo porque es uno de los de su tipo. — ¿De los de mi tipo? —El hombre respondió, calmado y sin perturbarse. Matrona bajó la voz, casi a un susurro. Pero Remus aún podía escuchar. —Mi hermano era uno. No lo he visto en años, desde luego, pero ocasionalmente me pide favores. St Edmund’s es una institución muy especial. Estamos equipados para los casos problemáticos. —Remus escuchó el sonido de llaves — Ahora, debe dejarme verlo antes. A menudo necesita que lo parchen. No sé porqué lo quería ver después de una luna llena en primer lugar, si ya sabía. El viejo no respondió, y la Matrona caminó hacia la habitación de Remus, sus reconocidos tacones de cuero chasqueando con el piso de piedra. Tocó la puerta tres veces. — ¿Lupin? ¿Estás despierto? —Ajá. —respondió, envolviéndose más en la manta. Le quitaban su ropa para evitar que la rompiera. —“Sí, Matrona” —Matrona le corrigió, a través de la puerta. —Sí, Matrona. —murmuró Remus, mientras la llave giraba y la cerradura se abría. La puerta era de simple madera, y sabía que podía romperla fácilmente durante un episodio, pero había sido equipada con revestimiento de plata luego del incidente con la ventana. Tan solo el olor le hacía sentirse mareado y con dolor de cabeza. La puerta se abrió. La luz se derramó adentro como agua y parpadeó salvajemente. Mientras la Matrona entró en la habitación, él automáticamente dio un paso hacia atrás. Era como un pájaro, una mujer puntiaguda, con una larga nariz delgada y ojos negros y redondos. Lo contempló cautelosamente. — ¿Necesitas vendas, esta vez? Le mostró sus heridas. Ya no sangraban, notó que las heridas que se causó a sí mismo, aunque profundas, se curaban más rápido que otras cortadas y raspones; nunca necesitaba siquiera puntos. Las cicatrices nunca desaparecían, sin embargo, y dejaban marcas como tajos plateados por todo su cuerpo. La Matrona se arrodilló frente a él, aplicándole antiséptico y envolviéndolo en una gasa que picaba. Hecho esto, le dio su ropa y él se vistió rápido frente a ella. —Tienes un visitante. —le dijo, finalmente, mientras se ponía su camisa sobre su cabeza. Era gris, como toda su ropa. — ¿Quién? —preguntó, mirándola en los ojos porque sabía que no le gustaba. —Un profesor. Está aquí para hablarte de la escuela. —No quiero. —respondió. Odiaba la escuela — Dile que se vaya. La Matrona lo agarró de la oreja. Él lo esperaba, y no retrocedió.
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—No seas bocón. —Refunfuñó —. Harás lo te digo te dejaré aquí por el resto del día. Vamos ya. —Agarró sus brazos y lo jaló hacia adelante. Frunció el ceño, pensó en pelearse, pero no había punto. En verdad podía encerrarlo de nuevo, y ahora tenía curiosidad sobre el extraño. Especialmente porque la esencia de magia se hacía más fuerte mientras se acercaban por el corredor ensombrecido. El hombre que los esperaba era bastante alto y se vestía en el traje más raro que Remus había visto nunca. Era de terciopelo, de un color granate profundo con bordados elaborados oro en los puños y solapas. Su corbata era azul medianoche. Debía ser viejo en serio – su pelo era blanco como la nieve, y tenía una barba increíblemente larga que debía llegarle hasta el ombligo. Por más extraño que se viera, Remus no se sentía intimidado, como lo hacía con la mayoría de los adultos. El hombre tenía ojos amables, y sonreía a Remus detrás de sus gafas de medialuna mientras se acercaban. Le extendió una mano. —Sr. Lupin —dijo el viejo, cálidamente —, un placer conocerlo. Remus se quedó mirando, en trance. Nunca nadie se había dirigido a él con tanto respeto antes. Se sintió casi avergonzado. Tomó la mano del hombre, sintiendo una quemadura eléctrica mientras lo hacía, como ácido de batería. —Hola. —respondió, mirándolo. —Soy el Profesor Dumbledore. ¿Me pregunto si te me unirías en un paseo por los terrenos? Hace un día tan encantador afuera. Remus miró hacia la Matrona, quien asintió. Esto por sí solo hacía que valiera la pena hablar con un extraño vestido tan raro sobre la escuela – ella nunca lo dejaba salir durante la luna llena, ni siquiera con supervisión. Caminaron por unos cuantos corredores más, solo ellos dos. Remus estaba seguro que nunca había visto a Dumbledore en St Edmund’s antes, pero él ciertamente sabía por dónde andar. Cuando estuvieron finalmente afuera, Remus respiró profundamente, la cálida luz del verano bañándolo totalmente. Los “terrenos”, como los había llamado Dumbledore, no eran extensos. Un parche de césped amarillento que los chicos usaban para el fútbol y una pequeña terraza con malezas creciendo a través de las grietas en el disparatado pavimento. — ¿Cómo se siente, Sr Lupin? —preguntó el viejo. Remus se encogió de hombros. Se sentía igual que siempre se sentía después. Dolorido e inquieto. Dumbledore no le gritó por insolente, simplemente siguió sonriéndole mientras caminaban alrededor de la valla del perímetro. — ¿Qué quieres? —Remus preguntó finalmente, pateando una piedra fuera de su camino. —Sospecho que ya tienes una idea. —Dumbledore respondió. Alcanzó su bolsillo y sacó una bolsa de papel marrón. Remus podía oler soberte de limón, y en efecto, Dumbledore le ofreció un caramelo. Lo tomó y succionó. —Eres mágico. —Dijo, simplemente — Como mi papá.
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— ¿Recuerdas a tu padre, Remus? Se encogió de hombros de nuevo. No lo recordaba muy bien. Todo lo que su memoria le permitía alcanzar era la forma de un hombre alto, delgado vistiendo una capa larga, pasando por sobre él, llorando. Asumía que eso había sido la noche que había sido mordido. Eso lo recordaba, lo suficientemente bien. —Era mágico. —Dijo Remus — Podía hacer que pasaran cosas. Mamá era normal. Dumbledore le sonrió, amablemente. — ¿Eso es lo que te dijo tu Matrona? —Algunas cosas. Otras cosas las sabía. Está muerto, de todos modos, se dio un tiro. Dumbledore se notó un poco desconcertado por esto, lo cual satisfizo a Remus. Era algo de lo que enorgullecerse, tener una historia trágica. No pensaba en su padre a menudo, más que para considerar si no se hubiese matado si Remus no hubiera sido mordido. Siguió. —Mamá no está muerta igual. Solo no me quería. Así que aquí estoy. —Miró alrededor. Dumbledore había dejado de caminar. Estaban en el borde más lejano de los terrenos ahora, por la valla negra alta. Había una tabla floja ahí de la cual nadie sabía. Remus podía escabullirse por ahí si quería, y llegar la calle principal en el pueblo. Nunca iba a ningún lugar en particular; solo vagaba por ahí esperando que la policía lo recogiera y lo devolviera. Era mejor que no hacer nada. — ¿Te gusta estar aquí? —Dumbledore preguntaba. Remus resopló. —Claro que no, joder. —miró de reojo a Dumbledore, pero no se metió en problemas por maldecir. —No, me imagino que no. —El viejo observó — He escuchado que causas problemas, ¿es cierto eso? —No soy peor que los demás —dijo Remus —, somos “chicos problema”. —Sí, ya veo. —Dumbledore rascó su barba como si Remus hubiera dicho algo de extrema significación. — ¿Tienes otro caramelo? —Remus extendió la mano de manera expectante. Dumbledore le dio la bolsa y no pudo creer su suerte. El viejo loco era un total blandito. Masticó la pastilla esta vez, sintiéndola crujir como vidrio entre sus dientes, el sorbete explotando en su lengua como fuegos artificiales. —Dirijo una escuela, sabes. La misma a la que fue tu padre. Eso sorprendió completamente a Remus. Tragó el dulce y rascó su cabeza. Dumbledore continuó.
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—Es una escuela muy especial. Para magos, como yo. Y como tú. ¿Quieres aprender magia, Remus? Remus sacudió la cabeza, fervientemente. —Soy muy torpe. —Dijo, firmemente —. No voy a poder entrar. —Estoy seguro que eso no es cierto en absoluto. —Pregúntale a ella. —Remus sacudió la cabeza hacia el edificio alto y gris donde la Matrona esperaba —. Apenas si puedo leer, incluso. Soy estúpido. Dumbledore lo miró por mucho tiempo. —No ha tenido un inicio fácil en la vida, Sr Lupin, y lo siento por ello. Conocí a su padre, solo un poco, y estoy seguro que él hubiera querido… como sea. Estoy aquí para ofrecerle algo diferente. Un lugar con los suyos. Quizás incluso un modo de dirigir todo ese enojo que tiene. Remus lo miró. ¿Qué diferencia hacía, si estaba en un hogar o en el otro? Matrona nunca le daba dulces, y tampoco olía a magia. Los chicos en la escuela de Dumbledore no podían ser peores que los de St Edmund’s, y si lo eran al menos podía defenderse en una pelea, ahora. Pero. Siempre había un “pero”. — ¿Qué hay de mis episodios? —Preguntó, doblando los brazos —. Soy peligroso, ¿sabes? —Sí, Remus, lo sé. —Dumbledore respondió, tristemente. Colocó una mano sobre el hombro de Remus, muy gentilmente —. Veremos qué se nos ocurre. Déjamelo a mí. Remus se lo sacó de encima y masticó otro sorbete de limón. Caminaron de vuelta al edificio en silencio, ambos satisfechos de que ahora se entendían mutuamente.
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2 El Expreso de Hogwarts Remus se frotó el cuero cabelludo de nuevo, luego la nariz, que seguía escurriendo. Le había estado molestando desde la cena la noche anterior, cuando otro niño lo había golpeado. Para ser justos, Remus lo había pateado primero. Pero el niño - Malcolm White - tenía catorce y el doble del tamaño que Remus de once años. Malcolm se había estado burlando de que Remus iba a ir a una escuela especial para niños lentos, y tuvo que tomar represalias. Tenía un ojo morado ahora, de lo cual se arrepentía. Todos en la escuela nueva pensarían que era un matón. Pero suponía que era un matón, después de todo. Matrona le quitó la mano de su cabeza con un manotazo y él le frunció el ceño. Se encontraban el enorme corredor de boletos en King Cross mirando dos números de plataforma. Estaba el número nueve, luego el número diez. Matrona miró la carta en su mano nuevamente. -Por el amor de Dios. -murmuró. -Tenemos que correr hacia las barreras -dijo Remus -, te lo dije. -No seas ridículo -dijo Matrona - no voy a correr hacia nada. -Yo voy entonces. Déjame aquí. Remus solo le había creído a medias a Dumbledore cuando le había explicado cómo acceder a la plataforma 9 ¾. Pero entonces le habían empezado a llegar paquetes, entregados por búhos y conteniendo libros extraños y raras selecciones de ropa y todo tipo de rarezas como plumas y pergamino. Dumbledore había sido indefectiblemente generoso durante el último mes. Se había presentado a Remus con una lista de cosas que necesitaría para su nueva escuela, y le había prometido enviarle lo más que pudiera de la reserva de segunda mano de Hogwarts. Ahora Remus estaba dispuesto a creer casi cualquier cosa que le dijera el viejo. Nunca había tenido tantas posesiones, y estuvo realmente satisfecho cuando Matrona guardó todo bajó llave en su oficina para que no fuese robado por los otros niños. Ahora todo había sido apretado en una maltrecha y vieja maleta de una tienda de caridad que tenía que sostener de un modo muy particular para que no se desbaratara. -No te voy a dejar en ningún lado, Lupin. Tan solo espera aquí mientras encuentro un guarda. Matrona se apresuró hacia la oficina de boletos, su gran trasero tambaleándose mientras iba. Remus hecho un vistazo furtivamente, luego lamió sus labios. Podría ser su única oportunidad. Corrió hacia la barrera a todo pulmón, cerrando los ojos con fuerza mientras se acercaba a los torniquetes de metal. Pero no se golpeó contra nada. La atmósfera cambió, y abrió los ojos para encontrarse a sí mismo en una plataforma completamente diferente, rodeado de gente. No gente. Magos. El tren por sí solo era enorme, magnífico y anticuado. "El Expreso de Hogwarts". Se aferró a su maleta con ambas manos, mordiéndose el labio. Había muchos otros niños, de su edad y mayores, pero se
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encontraban todos con sus familias, algunos llorando mientras eran abrazados y besados por sus protectoras madres. Se sintió muy pequeño y muy solo, y pensó que era mejor simplemente apresurarse y subirse al tren. Adentro no pudo alcanzar la estantería del equipaje y guardar sus cosas, así que escogió un vagón vacío y se sentó, con la maleta en el asiento junto a él. Miró a la gente en la plataforma a través de la ventana, apretando la frente contra el frío vidrio. Se preguntó si todos venían de familias de magos también. Se preguntó si alguno de ellos tenía episodios como él. No lo creía - ninguno parecía tener cicatrices. Muchos de ellos vestían ropas normales, como él - quizá con menos agujeros y parches, pero algunos vestían largas túnicas y altos sombreros puntiagudos. Muchos de los otros niños tenían búhos, o gatos que cargaban en canastos. Incluso vio una niña con una iguana posada sobre su hombro. Remus se comenzaba a sentir incluso más nervioso, su estómago irritándose mientras se daba cuenta que a pesar de todo lo que Dumbledore le había dicho de estar entre "los suyos", estaría igual de fuera de lugar en Hogwarts de lo que estaba en cualquier otro lado. Justo entonces, se dio cuenta que alguien lo miraba de vuelta desde la plataforma. Era otro niño, de su misma edad. Era alto y delgado, pero no flaco como Remus. Tenía cabello oscuro, mucho más largo que el de cualquier otro chico que hubiera visto, ondulándose elegantemente sobre sus hombros. Tenía pómulos finos y elevados, una boca pronunciada e impactantes ojos azules. Viendo a Remus mirando fijamente, el otro niño arqueó una ceja perfecta en un gesto que claramente decía: "¿y tú qué estás mirando?" Remus apretó la lengua bajo su labio inferior para que su barbilla sobresaliera, haciendo una mueca. El otro niño sonrió burlón, apenas, luego le levantó dos dedos. Remus casi se rió. -Sirius, ¡¿Qué crees que estás haciendo?! Ven aquí ahora mismo. -Una bruja con pinta bastante severa y las mimas cejas angulares que el niño se metió en la escena, jalando a su hijo lejos de la ventana. El chico rodó los ojos pero obedeció, y desaparecieron hacia arriba de la plataforma. Remus se sentó en el maltratado asiento de cuero y suspiró. Se comenzaba a sentir hambriento, esperaba que el viaje no fuera demasiado largo. Matrona le había empacado dos sándwiches de queso seco y pepinillos y una manzana, pero no le apetecían demasiado. Luego de unos minutos más, la puerta de su vagón se abrió de golpe, y una niña entró corriendo. Ignoró a Remus, abalanzándose a la ventana, presionando las manos contra el vidrio y despidiéndose frenéticamente de su familia parada sobre la plataforma. Era pequeña y pálida, con cabello rojo brillante recogido en una apretada trenza. Su cara estaba enrojecida de llorar. -Es horrible decir adiós, ¿verdad? -tenía un elevado acento de clase media. -Uh, sí, supongo. -Remus asintió, cohibido. No le gustaban mucho las chicas. St Eddy's era para un solo sexo, y el único contacto que tenía con mujeres era la Matrona y la enfermera de la escuela ambas eran crueles, perras viejas. La niña lo miraba curiosa. -¿Eres de familia muggle también? Mi nombre es Lily.
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-Remus -respondió, torpemente - mi padre era un mago, pero no lo conocí... bueno, crecí con muggles. -No lo podía creer cuando recibí mi carta -ella sonrió, cálida, animándolo - pero no puedo esperar a ver cómo es, ¿Tú sí? Remus no podía pensar en cómo responder - pero no tuvo que hacerlo. La puerta se abrió de nuevo y un niño asomó la cabeza. Tenía cabello negro y largo, como el chico al cual Remus le había hecho muecas, pero era totalmente recta. Tenía una nariz larga y el ceño profundamente fruncido. -Ahí estás, Lily, te he estado buscando por una eternidad. -dijo, echándole a Remus una mirada sucia, el tipo de mirada a la cual estaba bien acostumbrado. -¡Sev! -Lily saltó de su asiento y lanzó sus brazos alrededor del chico. -¡Estoy tan feliz de verte! Él le tocó el hombro, tímidamente, las mejillas ligeramente rosadas. -Ven a sentarte en mi vagón, hay bastante espacio. -Oh... -Lily miró hacia atrás. -¿Puede venir Remus? Está aquí solo. -No estoy seguro -el otro niño, Sev, miró a Remus se arriba abajo, considerando cada parte de él. El corte de pelo rebelde, los jeans desgastados, la camisa deteriorada, la maleta de segunda mano - quizás no haya tanto espacio. Remus se encorvó en su asiento, subiendo sus pies en el banquillo opuesto. -Vete al diablo entonces. No quiero ir a tu estúpido vagón. -miró por la ventana, a propósito. Lily y el otro chico se fueron. Remus bajó sus pies al piso de nuevo. Suspiró. Estaba ruidoso, afuera del pequeño vagón. Podía escuchar gritos y risas y búhos ulular y unos cuantos de los estudiantes menores aún llorando. De nuevo, se encontró a sí mismo encerrado lejos de los demás. Se comenzaba a preguntar si simplemente era lo que le tocó en la vida. Quizás cuando llegara al lugar este de Hogwarts lo obligarían a dormir en una celda por sí solo también. Hubo un repentino golpe en la puerta - una corta, alegre melodía - y se abrió nuevamente. Remus se encorvó aún más en su asiento, mientras un chico de rostro amigable con un alboroto por cabello y grandes gafas redondas entró, sonriendo de oreja a oreja. -Hola -le estiró una mano a Remus -, ¿Primer año? Yo también, soy James -asintió hacia un niño bajito que lo siguió adentro - este es Peter. Remus sacudió la mano de James. Se sintió fácil y cómodo. Por primera vez, el apretado nudo en su estómago se comenzó a desenrollar. -Remus.
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-¿Podemos sentarnos aquí? En todos lados está lleno y Peter se está mareando. -Que no. -Peter murmuró, tomando el asiento opuesto a Remus, mirándolo de reojo. Sí se veía un poco verde. Se frotó las manos en el regazo y miró hacia el piso. -¿Sabes en qué casa vas a estar? -preguntó James, directamente. Remus sacudió la cabeza. No sabía nada sobre casas. ¿Era ahí donde dormirían? -¿Dónde estuvieron tus padres? -James persistió. ¿Fueron a Hogwarts? Remus asintió, lentamente. -Mi padre fue. No sé a qué casa igual. Mi mamá no. No era - una muggle. Peter miró hacia arriba, de pronto. -¿Eres un mestizo? Remus se encogió de hombros de manera impotente. -Cállate, Pettigrew - James castigó al chico junto a él - como si eso importara. Remus estaba a punto de preguntar lo que significaba ser mestizo, cuando la puerta se abrió de nuevo. Era el niño lindo que le había blasfemado en la estación. Echó un vistazo alrededor, furtivamente. -¿Ninguno de ustedes es familiar mío, verdad? -habló. Tenía el mismo elevado acento de clase alta que Peter y James tenía. A Remus le disgustaron todos enseguida, sabiendo qué pensarían que él era común - y un mestizo, lo que sea que fuese eso. -No creo -James respondió, sonriendo ampliamente - James Potter. -extendió la mano de nuevo. El otro chico la sacudió, fácilmente. -Oh bien, un Potter. Papá me dijo que no te hablara. -se sentó junto a Remus, sonriendo abiertamente. -Sirius Black.
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3 La Selección Remus estaba bastante seguro que estaba soñando. O que se había ahogado en ese espantoso lago y esto solo era su cerebro inventando cosas antes de que muriera. Estaba parado en un corredor de piedra enorme, del tamaño de una catedral. Estaba lleno de estudiantes, todos vestidos en túnicas negras idénticas - aparte de sus corbatas - e iluminado por velas. No cualquier tipo de velas, estas velas estaban flotando de verdad. Podría haber aceptado aquello; podía ser un buen truco con las luces, algo que tuviera que ver con alambres. Pero luego miró hacia arriba y casi grita. No había techo - tan solo el vasto cielo nocturno tendido sobre ellos, nubes grises colgantes y resplandecientes estrellas. Nadie más parecía interesado, salvo la niña pelirroja - Lily - y otros cuantos chicos. Remus asumía que debían tener padres muggles también. Remus tenía su uniforme ahora, y se sentía mejor de estar vestido como todos los demás. Todos los estudiantes se sentaban a lo largo de las mesas del banquete, bajo los estandartes de su casa. James había explicado emocionado las diferencias entre cada casa, muy para el disgusto de Sirius y Peter, ambos convencidos de que acabarían en el lugar equivocado. Remus no sabía si estar nervioso o no. No sabía cuánto le iba a importar; probablemente lo iban a echar después de la primera clase de todos modos. Mientras más tiempo pasaba entre magos más se convencía de que no podía ser realmente uno. La Profesora McGonagall, una delgada mujer de rostro severo que había guiado a todos los de primer año al corredor ahora se encontraba parada frente a un banquillo, sosteniendo un sombrero viejo y desaliñado. Esta era la prueba de la cual James les había hablado. Se tenían que poner el sombrero, y entonces de algún modo iban a ser seleccionado en una de las casas. Remus miró a cada uno de los estandartes. Ya sabía que no iba a terminar en Ravenclaw; no si tenías que ser listo. No le agradaba mucho el que tenía el tejón - no eran animales precisamente emocionantes, especialmente comparados con serpientes. Le gustaba el color verde, también, si todo se reducía a elegir un color. Pero entonces, James y Peter se habían mostrado muy entusiastas por Gryffindor, y viendo que eran las únicas personas que habían sido amigables con él hasta el momento, no le molestaría ir con ellos. Un niño llamado Simon Arnold fue el primero en ser llamado. El sombrero fue colocado sobre su cabeza, cubriendo la mitad superior de su cara. Remus se preguntó si olía tan mal como se veía. Matrona siempre había sido una maniaca de las liendres, y esperaba que ninguno de los chicos que fuera antes tuviera. Simon fue prontamente seleccionado a Hufflepuff, la casa del tejón, ante un aplauso tumultuoso. Sirius Black fue uno de los primeros de su grupo en ir, y se veía positivamente nauseabundo mientras se aproximaba al banquillo. Hubo unos cuantos abucheos de la mesa de Slytherin - algunos de los estudiantes mayores le estaban gritando. Dos mujeres jóvenes con masas de rizos oscuros y los mismos pómulos elevados y labios pronunciados que Sirius, que estaba ahora temblando en el banquillo. El corredor estuvo callado unos momentos mientras el sombrero se mantuvo en la cabeza de Black. Entonces el sombrero chilló. — ¡Gryffindor!
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Unos momentos de aturdido silencio antes del aplauso esta vez. McGonagall gentilmente levantó el sombrero de la cabeza de Sirius y le dio una pequeña, rara sonrisa. Él se veía completamente horrorizado, lanzando una mirada desesperada a la mesa de Slytherin, donde las dos chicas exclamándole siseaban, con los ojos entrecerrados. Se levantó y caminó lentamente hacia los Gryffindors, donde fue el primer nuevo estudiante en tomar su lugar bajo los estandartes rojo y dorados. La selección continuó. Lily también fue colocada en Gryffindor, y se sentó sonriendo de oreja a oreja junto a un Sirius con pinta muy miserable. Cuando finalmente fue su turno, Remus aún no podía entender de qué se trataba todo el revuelo. No le gustaba mucho que digamos tener los ojos de todos encima mientras caminaba hacia adelante, pero hizo su mejor esfuerzo y lo ignoró. Hubiese metido las manos en sus jeans encorvándose, normalmente, pero en su nuevo y raro uniforme no hubiera tenido el mismo efecto. Se sentó en el banquillo, McGonagall mirando hacia abajo directo hacia él. Le recordaba un poco a Matrona, y un desagrado subió por su garganta. Ella le bajó el sombrero sobre sus ojos. Todo se puso oscuro. No olía a nada en absoluto, y la paz y silencio resultó de hecho en poco de alivio. —Hmmm —una voz habló en su oreja. Era el sombrero. Remus intentó no encogerse mientras el sombrero ronroneó silenciosamente — eres uno peculiar, ¿A que sí? ¿Qué tendremos que hacer contigo... quizás Ravenclaw? Aquí hay un buen cerebro. Remus se estremeció, sintiendo que alguien le estaba jugando una broma. No muy probable, diablos. —Pero entonces —consideró el sombrero — podrías ir más lejos… mucho más lejos, si te ponemos en… ¡GRYFFINDOR! Remus se arrancó el sombrero de la cabeza en cuando lo seleccionó, no esperando a que McGonagall se lo removiera. Se apresuró hacia la mesa de Gryffindor, apenas registrando las porras y aplausos mientras pasaba. Se sentó al lado opuesto de Lily y Sirius. Lily le lanzó una sonrisa satisfecha, pero él solo miró a su plato vacío. Para cuando fue el turno de las “P”, Remus se había recuperado un tanto y fue capaz de mirar con cierto interés mientras Peter, un niño pequeño y gordinflón se apresuró hacia el sombrero seleccionador. Peter era el tipo de niño que no duraría cinco minutos en St Eddy’s. Tenía una mirada nerviosa y crispada que los demás chicos siempre notaban. Remus estaba sorprendido de que James – que era el opuesto polar de Peter; relajado y seguro de sí mismo, rebosante de confianza - estaba siendo tan amable con alguien tan obviamente inferior. El sombrero se tomó un largo tiempo con Peter. Incluso los profesores parecían comenzar a ponerse nerviosos, mientras los minutos pasaban. Finalmente, fue seleccionado a Gryffindor, y mucho más rápido lo fue James, quien fue a zancadas hacia la mesa con una enorme sonrisa en su cara. — ¡Qué bueno que es eso! —se dirigió a los otros tres chicos. —¡Todos lo logramos! Sirius gimió, su cabeza en sus brazos sobre la mesa. —Habla por ti mismo —respondió, ligeramente silenciado — mi padre me va a matar.
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—No puedo creerlo. —Peter seguía diciendo, los ojos como platos. Aunque claramente había conseguido lo que quería, no paraba de retorcer las manos y lanzando miradas sobre su hombro como si alguien fuese a venir en cualquier momento a decirle que intentara de nuevo. McGonagall efectivamente vino, pero colocó una huesuda mano sobre el hombro de Remus. —Sr Lupin —dijo, discretamente pero no lo suficiente como para que los otros niños no pudieran escuchar —, ¿Si pudiera venir a mi oficina luego de la cena? Está junto a la sala común de Gryffindor, uno de los prefectos se la puede mostrar. Remus asintió, callado, y ella se fue. — ¿Qué fue eso? —preguntó James —. ¿McGonagall ya te llamó a su oficina? Incluso Sirius miró hacia arriba, curioso. Remus se encogió de hombros, como si no le importara de cualquier forma. Sabía lo que estaban pensando - el niño rudo ya estaba en problemas. Sirius estaba mirando su ojo morado de nuevo. Afortunadamente, la comida había aparecido, distrayendo a todos. Y realmente había “aparecido” - los platos previamente vacíos de pronto estaban colmados con un verdadero festín. Dorados pollos rostizados, montones de crujientes papas rostizadas, platos de zanahorias vaporizadas, guisantes bañados en mantequilla, y una enorme jarra de rica salsa oscura. Si la comida iba a ser así todo el tiempo, entonces Remus se preguntaba si podría ignorar sombreros parlantes y pedantes compañeros de casa. Prestó mucha atención cuando uno de los prefectos de Gryffindor, que se presentó a sí mismo como Frank Longbottom, dirigió a los de primer año a su sala común en una de las torres. Remus odiaba perderse, e intentó cimentar el viaje en su mente mientras avanzaban. Hizo una nota mental del tamaño y forma de cada puerta por la que entraban, cada retrato por el que pasaban, y qué escaleras se movían. Estaba tan cansado y lleno de buena comida que los retratos y escaleras movibles ya no le parecían fuera de lugar. Una vez que llegaron al corredor correcto, Remus vio la oficina de McGonagall, marcada con una placa de bronce, y decidió terminar con la reunión de una buena vez. Pausó fuera de la puerta y estaba a punto de tocar cuando James apareció. — ¿Quieres que esperemos por ti, amigo? — ¿Por qué? —preguntó Remus, echándole un ojo al chico de pelo oscuro sospechosamente. James se encogió de hombros. —Para que no termines aquí solo. Remus se quedó mirándolo un momento, antes de sacudir la cabeza lentamente. —No, estoy bien. —tocó la puerta. —Entre. —llegó una voz de adentro. Remus empujó la puerta para abrirla. La oficina era chica, con una pequeña chimenea y filas de libros contra una pared. McGonagall se hallaba sentada detrás de un
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escritorio inmaculadamente ordenado. Sonrió apenas y señaló a Remus para que se sentara en la silla opuesta. Él lo hizo, inhalando y frotándose la nariz. —Estoy encantada de conocerle, Sr Lupin. —la maestra dijo en un aflautado acento escocés. Su cabello era gris, peinado hacia atrás en una dona severa, y vestía una túnica de verde oscuro aseguradas con un cierre dorado en forma de cabeza de león — Estoy aún más encantada de tenerlo en Gryffindor, de la cual soy la cabeza de casa. Remus no dijo nada. —Su padre estuvo en Ravenclaw, sabe. Remus se encogió de hombros. McGonagall frunció los labios. —Pensé sería mejor hablar con usted lo antes posible acerca de su… condición. —dijo, en voz baja — Dumbledore me ha explicado que ha tenido interacción mínima con el mundo mágico hasta ahora, y siento que es mi obligación hacerle saber que la gente con su problema en particular se enfrenta con un estigma enorme. ¿Sabe lo que significa “estigma”? Remus asintió. No podía deletrearla, pero conocía la palabra lo suficientemente bien. —Quiero que sepa que mientras esté en mi casa, no toleraré que nadie lo trate diferente ni de manera desagradable. Esto aplica para todos los estudiantes bajo mi cargo. Sin embargo —aclaró su garganta —, quizá sea prudente que ejerza precaución. —No le iba a decir a nadie. —respondió Remus — Como si quisiera que alguien supiera. —Bueno, claro. —McGonagall asintió, mirándolo con curiosidad — Eso me lleva a mi siguiente punto. Se han hecho arreglos para la luna llena – que ocurre este domingo, me parece. Si pudiese reportarse ante mí luego de la cena, le diré a dónde ir. ¿Quizás le pueda decir a sus amigos que está visitando a alguien en casa? Remus resopló. Se frotó la nuca. — ¿Puedo irme ahora? La profesora asintió, frunciendo el ceño ligeramente. Afuera, Remus se encontró a James, aún parado ahí, solo, esperándolo. —Te dije que estaría bien. —dijo Remus, molesto. James solo sonrió. —Seh, pero te perdiste a Longbottom dándonos la contraseña. No quería que te quedaras aquí toda la noche. Vamos. James lo guió hacia el final del corredor, donde colgaba una gran pintura de una voluminosa mujer vestida de rosa.
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—Widdershins —dijo James, y el retrato se movió, deslizándose como una puerta. Entraron en la sala común. Habían tenido una sala de recreación en el Reformatorio para Niños y Jóvenes de St Edmund’s, pero no tenía nada que ver con esto. La habitación apenas si había sido decorada, conteniendo una TV en blanco y negro, muy pequeña, y unos cuantos juegos de mesa. Las barajas de cartas estaban siempre incompletas, y la mayoría de las sillas estaban rotas o dañadas. La sala común de Gryffindor era cálida, cómoda y acogedora. Había enormes sofás y sillones con pinta aplastable, una gruesa alfombra marrón frente al fuego ardiente, e incluso más retratos que adornaban las paredes. —Estamos acá arriba —dijo James, guiando a Remus por una escalera de caracol en una esquina. En la cima, había otra puerta que abría a una habitación. De nuevo, nada que ver con las instalaciones de St Edmund’s. Había cuatro camas, todas enormes, colgando con gruesas cortinas de terciopelo rojo con borlas de oro. Había otra chimenea, y cada chico tenía un pesado baúl de caoba y estanterías junto a sus camas. Remus vio su triste y pequeña maleta apoyada junto a uno de los baúles. Se movió hacia ahí, asumiendo que era su cama. Peter se encontraba revolviendo entre sus propias cosas, sacando ropa y revistas y libros, haciendo un desorden terrible. —No encuentro mi varita —se quejó —, mamá me hizo empacarla para no perderla en el tren, ¡pero no está aquí! —Pete —James sonrió —, tu mamá me pidió cuidarla, ¿Te acuerdas? James y Peter, Remus se había enterado en el tren, habían crecido como vecinos y se conocían bastante bien. Aunque aquellos dos no podían ser más diferentes, y Remus aún no entendía por qué James no quería hacer pedazos a golpes a Peter. Sirius estaba sentado en su cama, su baúl aún lleno. —Anímate, amigo —dijo James, yéndose a sentar junto a él — no querías estar en Slytherin de todos modos, ¿o sí? —Quinientos años. —respondió Sirius, fríamente — Todos los Blacks en Hogwarts han sido seleccionados en Slytherin por quinientos años. —Bueno, ya era hora de que alguien intentara ser diferente, ¿eh? —James le dio una palmada en la espalda jovialmente. Remus abrió su baúl. Adentro había un caldero de peltre - otro artículo que Dumbledore le había conseguido de contenedor de segunda mano, se imaginaba. También había una larga y delgada caja al fondo, con una nota encima.
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Desdobló la nota y se quedó mirando la elaborada letra cursiva por un largo rato, intentando darle sentido. Solo reconocía la palabra “padre”, y supuso que también era de Dumbledore, pero había pertenecido a su padre. Abriéndola ansiosamente, encontró un largo y pulido palo. Era una varita. No había pensado en varitas aún, pero la tomó en su mano y apretó la madera firmemente. Se sentía cálida al tacto, como su propia piel, y se sentía flexible mientras le daba vuelta en sus manos. Se sentía bien. Sirius finalmente había comenzado a desempacar, sacando libro tras libro de su baúl. Aquellos que no cabían en su estantería los apilaba junto a su cama. James lo miraba, habiendo justo terminado de fijar un poster junto a su propia cama. Era de un montón de gente en miniatura ampliándose en escobas, lanzándose pelotas entre sí. Remus pensó que se veía solo un poco más interesante que el fútbol, el cual odiaba. —Sabes —le dijo James a Sirius, aún apilando sus libros —, hay una librería aquí. Sirius sonrió burlonamente. —Ya sé, pero estos son casi todos libros muggle. Mi tío Alphard me los dejó, y mamá los prendería fuego todos si los dejo en casa. Remus aguzó las orejas ante eso. ¿Qué tenían de malo los libros muggle? No era que tuviera ninguno. Odiaba leer más que nada en el mundo. No pensó en ello por mucho tiempo, sin embargo, porque ahora Sirius estaba sacando un tocadiscos de verdad de su baúl, seguido de una caja de records que se veían totalmente nuevos en sus fundas brillantes. Se acercó a mirar de inmediato. — ¡¿Eso es Abbey Road?! —preguntó, mirando adentro de la caja de vinilos. —Sí —Sirius sonrió ampliamente, ofreciéndoselo. Remus limpió sus manos cuidadosamente en sus túnicas antes de tomarlo de sus manos, agarrándolo con cuidado —. Debes ser hijo de muggles — dijo Sirius —. Nunca conocí un mago que conociera a los Beatles – excepto mi prima, Andrómeda. Ella me los compró. Remus asintió, por un momento portándose más atrevido. —Amo a los Beatles, uno de los chicos de mi habitación en el hogar tiene al menos diez sencillos, pero nunca me deja tocarlos. — ¿Chicos en el hogar? —Sirius arqueó una ceja. Remus pensó que se veía muy mayor —. ¿Quieres decir tu hermano? —No —Remus sacudió la cabeza, devolviéndole el récord y encogiéndose hacia atrás — vivo en un hogar para niños. — ¿Cómo un orfanato? —preguntó Peter, con los ojos bien abiertos. Remus sintió su enojo crecer, sus orejas calentándose. —No —escupió. Sintió los ojos de los demás arrastrarse hacia su moretón de nuevo y se volteó a desempacar el resto de sus cosas en silencio.
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Eventualmente Potter y Black comenzaron una conversación sobre algo llamado Quidditch, que pronto se volvió una discusión bastante acalorada. Remus se trepó en su cama y plegó las cortinas, saboreando la privacidad. Estaba oscuro, pero Remus estaba acostumbrado a la oscuridad. —Uno pensaría que se esforzaría más en hacer amigos. —Peter murmuró lo suficientemente alto a los otros dos —. Especialmente si es hijo de muggles. — ¿Estás seguro que el sombrero no te tenía que poner a ti en Slytherin? —Sirius arrastró sus palabras. Peter se calló después de eso.
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4 Luna Llena Domingo, 5 de Septiembre de 1971 Remus terminó el resto de la semana ignorando a los otros chicos tanto como pudo. Esa era una técnica que había adquirido en St Edmund’s - era mejor no ser notado, y mejor aún si nadie sabía nada de ti en absoluto. (Aún tenía un brazo entumido o la cabeza metida en el inodoro, pero en general nadie hacía un esfuerzo para meterse con él.) James, Sirius y Peter no eran para nada como los chicos de St Eddy’s, desde luego. Era lo que Matrona llamaría “bien educados”. Sirius y James especialmente parecían venir de familias con dinero, podía darse cuenta por el modo en que hablaban de sus hogares, así como del modo en que hablaban - cada vocal y consonante claramente pronunciadas. Remus escuchaba atentamente y se decidió a dejar de soltar sus “H”. No era solo sus acentos, sino lo que decían. Remus había crecido con adultos diciéndole constantemente “¡silencio!”, y con chicos que se metían contigo por ser un empollón si decías más palabras de las necesarias. James y Sirius hablaban como personajes de una novela; su lenguaje lleno de descriptivas metáforas y sarcasmo mordaz. Su rapidísimo ingenio era más intimidante que un golpe en la cara, pensó Remus - al menos eso se terminaba rápido. Hasta ahora había evitado a los otros yendo a pasear alrededor del castillo. En St Edmund’s había tenido muy poca libertad personal, y se la pasaba mucho de su tiempo encerrado en habitaciones. En Hogwarts parecía no haber lugar a donde no pudieras ir, y Remus estaba determinado en investigar cada centímetro del extraño paisaje. Les habían proporcionado mapas para ayudarles a encontrar sus salones de clase, pero Remus consideró el suyo carente y demasiado simplificado. No listaba, por ejemplo, un pasaje secretó que encontró que llevaba de las mazmorras a los baños de chicas del primer piso. No tenía idea de por qué diablos alguien necesitaría moverse entre ambos, y la primera vez que lo usó fue abordado por un fantasma particularmente irritante que le echó chorros con un jabón de mano. También hubiese sido útil, razonó Remus, animar el mapa del mismo modo que lo estaban los retratos - entonces al menos podrías seguir la pista de las ridículas escaleras movibles. Estaba seguro de que una de las habitaciones se movía también, nunca parecía estar en el mismo lugar que digamos. Cuando llegó el Domingo Remus temía el Lunes, que no solo sería el primer día después de la luna llena, sino también el primer día de clases. Luego de la cena - que Remus la pasó solo, unos cuantos asientos lejos de Sirius, James y Peter - se dirigió rápidamente camino hacia la oficina de McGonagall. Ella lo estaba esperando, junto con la enfermera de la escuela, a quien ya había sido presentado. Era una mujer con pinta agradable y amable; aunque algo quisquillosa. —Buenas noches, Sr Lupin —McGonagall sonrió — gracias por ser tan puntual. Vamos. Para sorpresa de Remus, las dos mujeres lo guiaron no a las mazmorras, como pensó que harían, sino fuera del castillo, hacia un árbol muy torcido. El sauce boxeador era una adición reciente a los
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terrenos - Dumbledore había explicado en su discurso al inicio del año que había sido donado por un ex pupilo. Remus pensó que quien sea que lo donó realmente debió odiar la escuela, porque el árbol no era solo terrorífico en aspecto, sino irracionalmente violento. Mientras se acercaron, la Profesora McGonagall hizo algo tan increíble que Remus casi grita del shock. Pareció que se esfumó - encogiéndose de pronto, hasta que no estaba ahí en absoluto. En su lugar se hallaba un pulcro gato atigrado de ojos amarillos. Madam Pomfrey no dio señal de estar sorprendida, mientras el gato corrió hacia el árbol, que estaba agitando sus ramas como un niño haciendo un berrinche. El gato fue capaz de correr directo al tronco del árbol, escapando de toda herida, y presionó con una pata sobre uno de los nudos de la corteza. El árbol se quedó quieto enseguida. Remus y Madam Pomfrey continuaron su camino, caminando hacia un hueco bajo el árbol el cual Remus nunca había notado antes. Adentro, McGonagall los esperaba, una bruja de nuevo. El pasaje estaba débilmente iluminado por antorchas dando un resplandor verdoso, y bien al final se hallaba una puerta. Ésta abría a una pequeña cabaña, que parecía estar abandonada hace mucho tiempo. Las ventanas estaban entabladas y las puertas atornilladas. —Aquí estamos. —McGonagall intentó sonar agradable, aunque parecía un lugar muy lúgubre — Ahora espero que entiendas que no nos podemos quedar contigo, ¿pero si quisieras que Madam Pomfrey espere afuera hasta que la… transformación esté completa? Remus se encogió de hombros. —Estaré bien. ¿Cómo vuelvo en la mañana? —Me acercaré en cuanto salga el sol —Madam Pomfrey le aseguró —, te remendaré y te haré irte a tus clases antes de que nadie se de cuenta de que te fuiste. —sonrió, pero sus ojos se notaban tristes. Ponía a Remus incómodo. Pero a estas alturas, estaba llegando a un punto de la noche en que todo lo ponía incómodo, su cabello le daba comezón, su piel se sentía muy tensa, su temperatura se elevaba. —Será mejor que se vayan. —dijo, rápidamente, retirándose en la vacía habitación. Había un pequeño catre contra una pared con sábanas limpias. Parecía que lo habían puesto ahí para él. Las dos mujeres se fueron, cerrando bajo llave la puerta detrás de él. Escuchó a McGonagall murmurando de nuevo y se preguntó que clase de hechizos estaría poniendo en la casa. Lo que sea que fueran, era mejor que ese horrible enchapado de plata. Se sentó en la cama por un momento, luego se levantó de nuevo, inquieto. Se paseó por la habitación. A veces se sentía como si el lobo se arrastrara hacia su mente antes de que tomara posesión de su cuerpo, y mientras la oscuridad caía afuera sus sentidos se volvían más agudos, la caliente hinchazón del hambre comenzando en su vientre. Remus removió sus ropas rápidamente, no queriendo romperlas. Un latido sordo comenzó en sus articulaciones y se acostó en la cama. Esta era la peor parte. Su latido retumbaba en sus oídos, y podía jurar que escuchaba sus tendones crujir mientras se estiraban, sus huesos y dientes afilándose entre sí mientras se alargaban, su cráneo partiéndose y reformándose. Gimió y siseó hasta que el dolor fue demasiado, entonces gritó. Solo podía esperar que estuviera lo suficientemente lejos de la escuela como para que nadie pudiera escucharlo. En total, demoró alrededor de veinte minutos - aunque nunca lo cronometró en realidad. Las cosas se volvieron confusas después de eso, no siempre podía recordar lo que pasaba una vez que se convertía en el lobo. Esa primera noche en
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Hogwarts fue una mancha borrosa, y se despertó con menos heridas de lo usual. Sospechaba que había olfateado el territorio no familiar, poniendo a prueba sus límites. Debió haber intentado lanzarse a sí mismo hacia las puertas o ventanas en algún momento, porque tuvo un mosaico de heridas bajando por su costado izquierdo por días luego de ello. Transformarse de vuelta era igual de desagradable - un sentimiento aplastante, apretado por todos lados que lo dejaba sin aliento y adolorido. Se limpió lágrimas de los ojos y se arrastró al catre, agradecido por una tranquila hora de sueño antes de que el sol saliera completamente. Madam Pomfrey regresó, como lo prometió. Hablando en tonos dulces, colocó sus frías manos sobre su febril frente. —No me agrada la pinta que tienes —dijo, mientras él abrió sus soñolientos ojos —, es una locura, pensar que puedes empezar un día entero de escuela así. ¡Estás exhausto! Nunca nadie había expresado un nivel así de preocupación por él, y no se lo tomó para bien. La hizo a un lado, jalando sus ropas. —Estoy bien. Quiero ir. Ella le hizo tomar algo antes de dejarlo pararse – tenía sabor frío y metálico, pero sí que lo hizo sentir mejor después. Se apresuró a la torre de Gryffindor a ponerse su uniforme lo más rápido posible no quería perderse el desayuno, se moría de hambre. — ¡¿Dónde estabas?! —James lo abordó en cuanto irrumpió en la habitación. Los otros tres chicos se encontraban ya levantados y vestidos, viéndose inmaculados – a excepción del cabello de James, que siempre se levantaba en la parte de atrás. —En ningún lado. —Remus se abrió paso para tomar sus cosas. — ¿Estás bien? —preguntó Sirius, apartando la mirada del espejo donde estaba alisando su propio cabello. —Eso —agregó James, mirando cuidadosamente a Remus — te ves un poco raro. Remus les frunció el ceño. —No molesten. —Solo estamos siendo agradables. —dijo Peter, las manos en sus caderas. Los tres miraron a Remus, quien estaba a punto de remover su camisa cuando recordó sus heridas. — ¡¿Qué?! —Les gruñó —, ¿Me van a ver vestir? Ustedes niños ricos son un montón de maricones. —se marchó al baño con sus ropas y azotó la puerta. Luego de unos momentos escuchó a Peter quejarse de que tenía hambre y todos se fueron.
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5 Pociones Viernes 10 de Septiembre, 1971 Para el final de su primera semana de clases, Remus había perdido diez puntos de casa, aprendido un hechizo, y ganado otro moretón; esta vez en su barbilla. Las primeras clases habían estado bien - habían sido introductorias, y mientras Lily Evans se pasó cada clase borroneando furiosamente hojas y hojas de anotaciones, nadie más parecía molestarse demasiado. Les habían asignado unos cuantos sencillos deberes, pero Remus planeaba pretender olvidarse anotarlos en caso de que alguien preguntara. Encantamientos era la más emocionante - el diminuto profesor encantó un montón de piñas para revolotear alrededor de la habitación, para el deleite de todos. Después de unos cuantos intentos del hechizo por sí mismos, Lily había levitado su piña al menos un metro en el aire, y Sirius logró que la suya girara como un trompo - hasta que perdió el control y rompió una ventana. James, Peter y Remus tuvieron menos suerte, pero Remus estaba seguro que la suya había saltado al menos una o dos veces. Transformaciones era igual de interesante, pero mucho más seria, ya que era dirigida por la Profesora McGonagall. No iba a haber trabajo práctico en absoluto durante la primera semana, explicó, pero les iba a asignar muchos deberes para calibrar el nivel de sus habilidades. Historia de la magia era absolutamente fatal, y lo menos que se hablara de ella mejor. Remus luchaba por no dormirse mientras el fantasmal Profesor Binns flotaba arriba y abajo por los pasillos, recitando fechas y nombres de batallas. Él también dejó deberes - dos capítulos para leer del texto asignado. Sirius rodó los ojos ante esto y murmuró a James: — ¿Seguramente ya todos terminaron “Una Historia de la Magia”? Es cosa de niños. —James asintió, bostezando. Remus se sintió nauseabundo. No había abierto uno solo de los libros de su baúl aún, excepto para arrancar la primera página de “Pociones Nivel Uno” para pegar su goma de mascar. De hecho estaba animado por Pociones, esperando al menos ver algo explotar, como en química. Pero resultó involucrar leer mucho también, y peor aún, tenían que compartir clase con los de primer año de Slytherin. El Profesor que dirigía la clase de Pociones era irritablemente alegre y se tomó casi media hora solo para leer la lista. —Black, Sirius... ajá, ¡ahí estás! Bastante sorprendido en la selección hijo mío, ¡bastante sorprendido! ¡He tenido a todos los Blacks en mi casa desde que empecé a enseñar! No te lo debes tomar personal, joven Sirius, ¡Pero tendré que esperar grandes cosas! Sirius se veía como si quisiera que se lo tragara la tierra. Slughorn continuó llamando nombres.
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—Un Potter y un Pettigrew, ¿eh? Bueno, bueno, junto con el Sr. Black aquí esta clase tiene bastante linaje, ¿eh? Déjame ver… ¡Lupin! Conocí a tu padre; no era uno de los míos, pero un maldito buen duelista. Un asunto desagradable… Remus parpadeó. Se preguntó si Slughorn sabía que era un hombre lobo. Toda la clase lo estaba mirando - a estar alturas sabían que había sido criado en un hogar para niños, y que su padre era mágico (Remus sospechaba que Peter les había contado), pero nadie se había atrevido a preguntarle mucho más. Parecía haber otro rumor corriendo por ahí de que era violento y posiblemente parte de una pandilla. Estaba seguro de que James y Sirius lo alentaban, también, aunque se dio cuenta de que no le importaba mucho. Afortunadamente, Slughorn quería que empezaran con el trabajo práctico lo antes posible. — ¡Lo mejor es adentrarse en esto! —Sonrió — Ahora, si todos trabajamos de a cuatro por caldero, pueden tomar turnos para seguir estos pasos… Todos vociferaron para emparejarse - James, Sirius y Peter inmediatamente reclamaron el caldero al fondo de la habitación, y se les unió Nathaniel Quince, un Slytherin que conocía a Potter y Pettigrew de su casa. Remus decidió que simplemente esperaría a que todos se hubiesen agrupado y luego vería si se podía salir con la suya al simplemente quedarse inmóvil al fondo por el resto de la clase. No tuvo tanta suerte. — ¡Remus! ¡Te puedes unir a nosotros! —Lily tomó su muñeca y lo jaló hacia un caldero que compartía con Severus Snape – su amigo de nariz alargada que Remus había conocido en el tren – y Garrick Mulciber, un bruto chico de nariz respingona al cual Remus temía un poco. Lily ya estaba parloteando, depositando todos los ingredientes y calentando en caldero cuidadosamente. Miraba el libro de Snape, el cual ya tenía notas garabateadas por todos los márgenes. —Aquí están los tallos disecados de ojo de babosa. —Lily sacudió un pequeño frasco. —Creo que necesitamos un cuarto de una onza… —Puede ser bastante generosa con ellos, Lily, no agregan mucho en general. —Severus arrastró sus palabras, sonando aburrido. Lily los pesó igualmente y los vertió en el caldero burbujeante. Mulciber entonces tomó el libro y revolvió por cinco minutos, tomando instrucciones de Severus sobre qué tan rápido ir y en qué dirección. Entonces fue el turno de Remus. Lily le dio el libro. Él miró la página. Podía ver que eran instrucciones, podía distinguir quizás la mitad de las palabras. Pero cada vez que pensaba que lo había comprendido, las letras parecían moverse en la página y se perdía todo de nuevo. Sus mejillas se calentaron y se sintió levemente con náuseas. Se encogió de hombros, mirando hacia otro lado. —Ah apúrate —Severus dijo con brusquedad —, no es como si fuera difícil.
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—Déjalo en paz, Sev. —Reprendió Lily —. El libro está cubierto en tus notas, no me sorprende que le cueste entenderlo. Toma este, Remus. —abrió el libro de pociones de ella misma, completamente nuevo. Pero no había caso. Remus se encogió de hombros. — ¿Por qué no lo haces tú, si eres tan listo? —le escupió a Severus. —Oh Merlín —los labios de Severus se encresparon — puedes leer, ¿o no? Quiero decir, incluso en las escuelas muggle enseñan eso, ¿Seguramente? — ¡Severus! Lily jadeó, pero el presumido niño de cabello oscuro no tuvo oportunidad de decir nada más – Remus se lanzó sobre el pupitre y hacia Severus, con los puños al aire. Solo tuvo el elemento de sorpresa para él – Mulciber lo tomó por el cuello de la camisa y lo jaló para atrás, dándole un puñetazo de frente en la cara en solo tres segundos. — ¡Deténganse! —resonó Slughorn. Todos se congelaron. El corpulento maestro de pociones se acercó enfadado —. ¡Levántense, ambos! —gritó a los dos chicos en el piso. Snape y Remus se levantaron enseguida, sus pechos agitados. Snape se veía peor por lejos, su cabello agitado y sangre rezumando de su nariz. Remus tenía una un mentón bastante adolorido donde Mulciber lo había golpeado, pero aparte de un arrugado uniforme se encontraba bien. — ¡Explíquense a sí mismos! —gritó Slughorn. Ambos miraron hacia sus pies. Mulciber sonreía abiertamente. Lily lloraba —. Muy bien —dijo el profesor, malhumorado —, castigo para ambos, dos semanas. Diez puntos de Gryffindor y diez de Slytherin. — ¡No es justo! —Dijo James de pronto, desde atrás — Debería ser el doble de Slytherin, ¡eran dos contra uno! —Desde donde yo estaba parado fue el Sr. Lupin quien empezó —respondió Slughorn, pero sacudió la cabeza de todos modos —, aún así, tienes mucha razón Mulciber, cinco puntos por golpear a Remus. Con violencia no se soluciona violencia, como le he dicho a tu hermano mayor en varias ocasiones. Señorita Evans, por favor lleve al Sr. Snape a la enfermería. Lupin, puede limpiar el desastre que ha hecho. Remus no conocía ningún hechizo para limpiar, así que tuvo que fregar a mano. Slughorn incluso le hizo limpiar la sangre de Snape de las losas. Desafortunadamente, siendo después de la luna llena, el rico olor a hierro hizo que su estómago gruñera. James, Sirius y Peter estaban esperándolo cuando terminó la clase. —Jodidamente brillante, amigo —James golpeó a Remus ligeramente en el brazo —, ¡Cómo simplemente fuiste por él! —Mulciber estuvo aquí presumiendo después, les contó a todos lo que Snape dijo. —Añadió Sirius — Estuvo bien que lo hicieras – qué imbécil. — ¿Les dijo a… todos? —gimió Remus. —No te preocupes, todos están de tu lado —dijo James — bueno, excepto los Slytherins.
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—Sí, ¿Y a quién le importa un bledo los Slytherins? —Sirius sonrió ampliamente —. Vamos, la cena empieza pronto, ¿Hambriento? — Me muero del hambre. —Remus le devolvió la sonrisa.
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6 Venganza —Así que —dijo James una noche de Domingo —, ¿cómo se las vamos a devolver? — ¿Devolvérsela a quién? —preguntó Peter, sin voltear a ver, buscando por algo entre sus notas. Se encontraban en la torre de Gryffindor, tratando de hacer sus deberes para McGonagall. Treinta y cinco centímetros sobre las leyes básicas de transformaciones. Sirius y James ya habían terminado los suyos, Peter llevaba al menos 15 centímetros, y Remus ni siquiera había empezado. —A los Slytherins —siseó James — mantente al corriente, Pete. — ¿No a todos los Slytherins? —Preguntó Peter, sonando preocupado — solo a Snape y Mulciber, ¿cierto? —A todos ellos. —confirmó Sirius. Justo había aparecido debajo del escritorio que compartían, y le mostró un trozo de pergamino — ¿Es esto lo que buscabas? — ¡Gracias! —Peter lo agarró, aliviado — Ya casi he terminado… — ¿Ya los has hecho, Lupin? —Sirius miró por encima. Remus había abierto su libro, pero ni siquiera le había echado un vistazo. Había considerado enclaustrarse a sí mismo en la biblioteca una noche y tratar de leerlo propiamente - podía leer, si se enfocaba muy, muy bien. Pero la oportunidad no se había presentado, y si era honesto, realmente no quería hacerlo. Desde la clase de Pociones los cuatro se habían vuelto amigos de verdad, y Remus no quería perderse nada. —Nah. —Se encogió de hombros en respuesta a Sirius — No se me da la gana. —Dinos si necesitas ayuda. —Puedes copiar los míos si necesitas ayuda. —James empujó sus deberes sobre el escritorio. Remus los empujó de vuelta, rechinando los dientes. —Estoy bien. No soy estúpido. —Nadie dijo que lo fueras. —respondió James, de manera casual. Sirius lo miraba, sin embargo. Remus quería golpearlo, pero estaba intentando no arremeter tanto - James y Sirius a veces jugaban a pelearse, pero nunca intentaban lastimarse de verdad, como él lo había hecho con Snape. Forzándose a sí mismo a tragarse su mal genio, Remus optó en vez de ello por cambiar el tema. —Podría poner polvo picapica en sus camas. —ofreció. Alguien le había hecho eso una vez. Había tenido sarpullido por una semana entera, y en la noche de la luna llena se había rasgado la piel más de lo usual — O en su ropa… si podemos averiguar quién la lava, en cualquier caso.
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Esto había sido algo de gran preocupación para Remus – su ropa sucia parecía simplemente desaparecer y luego resurgir, limpia y doblada en sus baúles. Nunca había atrapado a nadie más en la habitación, y no lo podía comprender en absoluto. —Me gusta —respondió James, mordiendo su pluma — ¿Aunque alguien tiene polvo picapica? Los tres chicos sacudieron la cabeza. —Podría ordenarlo de Zonko. —Dijo Sirius — Si me prestas tu búho, James, mamá confiscó el mío después de la selección. —Supongo —respondió James —, aunque me gustaría que fuera antes. Ya sabes, tomar aprovechar la oportunidad. —No necesitamos comprar polvo picapica —dijo Remus, de pronto, teniendo una idea brillante — ¿Creen que tengan escaramujos en el invernadero? —Síp —habló Peter, la cabeza aún agachada sobre sus deberes —, para pociones curativas, artritis, creo. —Los pelos de adentro te hacen picar, y mucho —Remus explicó, emocionado — Matrona, la mujer que dirige el hogar para niños, ella las siembras, y si te metes en problemas te hace sacarles las semillas sin guantes. —sus dedos picaban solo de pensar en ello. —Qué horrible. —dijo James. — ¡Buena idea, igual! —Sirius sonrió enormemente — El próximo receso, iremos y tomaremos un montón de ellos. Luego podemos sacarles las semillas, con guantes y ponerlas en las sábanas de los Slytherins. ¡Excelente! — ¿Cómo vamos a meternos a los dormitorios de los Slytherins? —preguntó Peter, finalmente terminando su trabajo. —Déjenmelo a mí. —James sonrió con confianza, mercurialmente. *** Conseguir los escaramujos fue fácil. Enviaron a Peter, el único de ellos que no había sido castigado aún, y por lo tanto el menos vigilado. Peter era pequeño y bueno para pasar desapercibido; se arrastró en el invernadero sin ser notado durante el descanso de la mañana y volvió con la cara enrojecida y jubilosa, con un frasco lleno de escaramujos bajo su capa. Luego se encerraron a sí mismos bajo llave en su baño compartido para quitarle las semillas a los brotes. Bajo las cuidadosas indicaciones de Remus, todos usaron guantes de piel de dragón para hacerlo, tomando especial cuidado de no tocar las semillas o los delgados pelos. —No puedo esperar a ver sus caras. —Sirius sonreía ampliamente, sentándose con las piernas entrecruzadas en el piso junto a James.
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Remus miraba, sentado en el borde de la bañera, las cabezas oscuras de James y Sirius inclinadas sobre su trabajo. Sentía un poco de envidia por su amistad. Tenían tanto en común - ser criados bajo la magia, ambos creciendo ricos, ambos completamente locos por el Quidditch. Adicionalmente, estaba claro que luego de solo tres semanas James y Sirius se las habían arreglado para asegurarse una reputación como los reyes conjuntos de los de primer año. Todos los escuchaban cuando hablaban. Todos se reían cuando eran graciosos. Nadie se molestaba si perdían puntos. —Aún no sé cómo vamos a hacer para meternos en los dormitorios de Slytherin, ni siquiera Peter es tan sigiloso. —Sirius echó un vistazo a James. Había estado intentando que revelara su plan desde que el chico con gafas lo mencionara. —Deja que yo me preocupe por eso. —fue todo lo que dijo James. Las semillas y pelos fueron decantados en otro frasco, y los chicos terminaron comiéndose lo que sobró de los escaramujos durante el resto de la semana. Era Martes de noche cuando finalmente tuvieron su oportunidad. James decidió que tenía que hacerlo antes de que todos se fueran a la cama. También decidió que debía ir por separado a los dormitorios de Slytherin, para evitar ser vistos juntos y descubiertos. Remus personalmente pensó que eso era un exceso, pero lo apoyó, no queriendo arruinarles la diversión a los otros. Comieron la cena mucho más rápido de lo usual esa noche, antes de pararse de la mesa al mismo tiempo y dejar el comedor. Peter se veía tan nervioso que Remus pensó que iba a entrar en pánico en el último minuto y delatarlos a todos. Se aseguró de estar cerca del chico más pequeño, solo en caso de que tuviese que taparle la boca o jalarlo en algún momento. Sirius y James fueron primero, desde luego, dirigiéndose hacia el baño de mujeres del segundo piso el cual Remus les dijo llevaba a las mazmorras. Pensó en guardarse ese pasadizo en particular para sí mismo, pero como ya había encontrado otros buenos lugares para esconderse, razonó que dejarles saber sobre este no haría daño. Después de todo, ¿qué tan seguido querría ir a las mazmorras? —Lidera el camino entonces, Lupin. —James hizo un ademán grandiosamente, una vez que Remus y Peter llegaron. Sirius lo agarró del brazo. —Espera, muéstranos lo que estás planeando, primero. James sonrió esa sonrisita molesta que había estado luciendo desde el Domingo. —Oh… ok entonces, toma, agarra esto. —Empujó el frasco de semillas de escaramujo a las manos de Sirius, echando para atrás su túnica. Les presentó una larguísima, voluminosa capa, tejida de la tela más extraña que Remus había visto nunca – de un gris plateado y reluciente. —No —Sirius miró boquiabierto — no la tienes, Potter, no la tienes, maldita sea…
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James sonreía tan ampliamente ahora que Remus pensó que su cara se partiría en dos. El larguirucho chico les guiñó, y luego, en un movimiento se pasó rápidamente la capa por encima de la cabeza, de modo que lo cubriera completamente. Se esfumó. — ¡Bastardo suertudo! —gritó Sirius, divertido —, ¿¡Cómo puede ser que nunca me lo dijiste!? — ¡Tampoco a mí me lo dijiste nunca! —chilló Peter — y te conozco desde siempre. ¿Dónde la conseguiste? James bajó la capucha de la capa, para que su cabeza pareciera flotar en el aire. Hizo a Remus sentir un poco mareado. —Ha estado en la familia por años —dijo, triunfante —, papá me dejó traerla siempre y cuando no le dijera a mamá. —Idiota suertudo —dijo Sirius, agarrando un poco del material invisible y frotándolo entre sus dedos — mis padres harían lo que sea por una capa de invisibilidad. —Me parece que todos cabemos bajo ella —James demostró, separándola y levantando los brazos como un murciélago — vamos, pongámonos cómodos… Se arrastraron todos bajo la capa, luego intentaron desplazarse por la habitación unas cuantas veces hasta que pudieron caminar cómodamente juntos. Finalmente, tratando de no soltar risitas o susurrar demasiado, los cuatro chicos invisibles se dirigieron hacia las mazmorras. Remus les mostró qué baldosas tocar para que el piso se abriera en la tercera butaca desde la izquierda. — ¿Cómo encontraste esto, Remus? —Susurró James — es genial. —Sales por atrás de una de esas alfombras que cuelgan en las paredes, en las mazmorras — respondió Remus — simplemente me fijé qué había atrás. — ¿Te refieres al tapiz? —preguntó Peter. —Um… ¿supongo? —Remus agradecía que ninguno de ellos podía ver su cara. —Cállate, Pettigrew. –dijo Sirius en tono brusco. Remus sintió una fuerte patada darle en la parte de atrás de su tobillo. —Oí. —Siseó, pateando de vuelta el doble de fuerte — Aléjate. — ¡Lo siento! —Aulló Sirius — iba para Pete, no para ti. —Cállense, todos ustedes —refunfuñó James — ya casi estamos ahí. Esperaron silenciosos en su lado del tapiz, escuchado atentamente por pasos en el corredor de afuera. Una vez James estuvo satisfecho de que estaba callado, salieron todos del pasadizo. Las
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mazmorras eran frías, apenas iluminadas y cavernosas. Había un extraño sonido goteante viniendo de algún lado - quizás de las cañerías. — ¿Dónde es la entrada? – murmuró Sirius. —Detrás de la pared. —apuntó Remus, esperando que pudieran ver a dónde señalaba. Era una sencilla pared de ladrillo. — ¿Cómo sabes? —Los he visto entrar antes. —dijo Remus, apresuradamente. No iba a decirles que sabía que había doscientos Slytherins en el otro lado porque el olor de su sangre y su magia era tan fuerte que casi podía saborearlo. — ¿Sabes la contraseña? —Nop. —Diablos. —No es el toque de queda aún, solo hay que esperar. Y eso hicieron, bastante incómodos. Aunque el corredor estaba húmedo, debajo de la capa se encontraba innecesariamente cálido, especialmente con los cuatro tan cerca entre sí. Afortunadamente, dos alumnas de séptimo vinieron apresurados en los siguientes minutos. Desafortunadamente, Sirius las conocía. — ¡Veamos el anillo de nuevo, Bella! —Narcissa Black suplicaba a su hermana mayor. Remus sintió a Sirius congelarse, apretándose contra la pared. Bellatrix se acicaló, extendiendo un largo brazo color marfil. En sus huesudos dedos se encontraba un enorme, feo anillo de compromiso de plata y esmeralda, el cual había estado presumiendo desde inicio de término. Todos en la escuela sabían que se casaría con Rodolphus Lestrange, un mago político, en cuanto terminaran sus ÉXTASIS. Sirius tendría que ir a la boda. Narcissa chilló cuando lo vio, aunque probablemente lo hubiera visto más veces que nadie. — ¡Espléndido! —Sus palabras salían a borbotones— Oh, no puedo esperar para casarme… —Espera tu turno. —respondió Bellatrix, con una voz como uñas sobre una pizarra —. Una vez que Lucius tenga una mejor posición en el ministerio estoy segura de que Mami y Papi estarán de acuerdo con la pareja. Las dos jóvenes estaban ahora paradas ante la pared de ladrillos. Bellatrix era la más alta, pero se parecían mucho. Tenían un largo cabello rizado, muy parecido al de Sirius mismo, y esa perfecta estructura ósea de la familia Black.
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—“Mundus sanguine.” —anunció Bellatrix. La pared se deslizó a un lado para dejarlas pasar, y los cuatro chicos se apresuraron a seguirlas, lo más rápido posible antes de que cerrara. Por primera vez desde que estuvo en Hogwarts, Remus se sintió verdaderamente agradecido de haber sido puesto en Gryffindor. Las diferencias entre su cálida, cómoda sala común y la de la de Slytherin eran espantosas. Estaba construida como una enorme sala de banquete, en vez de una sala de estar. Las paredes estaban suntuosamente decoradas con aún más tapices elegantes, la chimenea era enorme y tallada ornamentadamente, y una macabra palidez verduzca colgaba sobre todo. Más que eso, el lugar de algún modo se sentía malvado. Remus intentó no estremecerse. Los otros chicos se veían tan intranquilos como él, y permanecieron inmóviles hasta que James los empujó hacia adelante, subiendo por un tramo de escaleras el cual esperaban los llevara hacia el dormitorio de hombres. En su camino se toparon con Severus, sentado solo en una esquina, encorvado sobre su libro de pociones. Arriba de las escaleras, entraron por la primer puerta abierta que era, afortunadamente, una habitación. James arrojó la capa. —Echa un vistazo afuera, ¿eh, Petey? —Dijo, apresurándose a la habitación — ¿Creen que una de estas sea la cama de Snape? —Esta puede ser —apuntó Sirius — las sábanas se ven lo suficientemente grasosas. —los cuatro chicos rieron. —Rápido entonces, muchachos, pónganse los guantes. —susurró James, desenroscando el frasco. Remus y Sirius se pusieron un guante de piel de dragón cada uno, agarraron un puñado de semillas y comenzaron a esparcirlas por debajo de las sábanas. — ¡Las verán! —dijo James, sonando decepcionado. Era verdad, las pequeñas semillas rojo brillante sobresalían claramente contra las blancas sábanas, incluso en la oscuridad. —Bueno… aún se les van a pegar cuando las intenten quitar. —ofreció Sirius. —Esperen… —Remus de pronto tuvo una idea. No sabía cómo se le ocurrió, o porqué, pero de algún modo simplemente sabía que funcionaría. Sacó su varita, mordió su labio y la sacudió cautelosamente sobre la cama donde habían depositado las semillas. “Obfuscate”. Susurró. Y así como así, las semillas desaparecieron. Bueno, sabía que seguían ahí; pero nadie podría verlas ahora. – ¡Caray! —James se quedó mirando — ¿Cómo hiciste eso? Flitwick no nos ha enseñado ese encantamiento todavía, ¿o sí? ¿Estaba en la lectura? —Nah —Remus se encogió de hombros —, vi a unos de quinto hacerlo ayer a unos dulces que compraron del pueblo. No es tan difícil de copiar.
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Sirius y James inmediatamente intentaron copiarlo ellos mismos, sobre las semillas que acababan de esparcir. No funcionó la primera vez – o la segunda, pero luego de la tercera, James logró desaparecer la mayoría de las suyas. —Mejor lo haces tú, Lupin, o estaremos aquí toda la noche. —decidió. — ¡Sí por favor, apúrense! —Peter siseó desde la puerta, blanco del susto. Sirius intentó unas cuantas veces más antes de rendirse y dejar que Remus lo hiciera. —Vas a tener que mostrarme exactamente cómo se hace en cuanto estemos de vuelta en territorio neutral. —dijo. Remus asintió, aunque no estaba seguro de cómo explicarlo. Realmente lo había hecho porque pensó que probablemente podría. —Siguiente habitación. –anunció James, jalándolos de vuelta hacia la entrada. — ¿Tenemos qué? —preguntó Peter, dando saltitos de un pie al otro — ¿No es eso suficiente? — ¡Ni de cerca! —Respondió Sirius con una risa, sacudiendo la cabeza — ¿Qué tal si no llegamos la cama de Snape aún? Tenemos que llegar a todos, Pete. ¿Estás con nosotros o no? —Todos los chicos, en cualquier caso. —Dijo James, mientras entraban en la siguiente habitación — No me agradan nuestras posibilidades entrando en la de las chicas – ¿Recuerdan lo que le pasó a Dirk Creswell la semana pasada? Trabajaron rápido y consiguieron llegar a todas y cada una de las habitaciones de los chicos. Incluso la última, que tenía tres estudiantes durmiendo en ella - de sexto año. Incluso Sirius había suplicado para no ir ahí, pero Remus se encontraba mareado de emoción por la broma ahora, y se echó la capa de invisibilidad encima para ir él mismo. Incluso esparció los escaramujos sobre las almohadas de los chicos durmientes. Para cuando terminaron, se estaba haciendo tarde y más y más Slytherins subían para ir a la cama. Apenas capaces de contener su alegría, los cuatro Gryffindors se escondieron bajo la capa y lentamente se arrastraron por las escaleras, aplastándose contra la pared siempre que alguien se acercaba, luego por la enorme y majestuosa sala común y fuera por la pared a través de la cual habían entrado. Como James había instruido, todos se mantuvieron lo más callados posible hasta que se encontraron a una corta distancia de la torre de Gryffindor, y finalmente fue seguro removerse la capa una vez más. — ¡Widdershins! —corearon todos a la dama gorda, quien abrió deslizándose para ellos. Fue una gran dicha estar de vuelta en la cálida, brillante sala común de Gryffindor, y todos se echaron en el sofá disponible más cercano, sonriendo de oreja a oreja insanamente entre sí. Frank Longbottom los llamó desde su escritorio, donde se encontraba acomodando unas notas de estudio. —Llegando al último minuto, muchachos, ¿Estuvieron en algún lugar interesante?
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Peter se veía inseguro, pero James simplemente agitó una mano. —Biblioteca, obviamente. Frank sacudió la cabeza, aunque estaba sonriendo. —Estoy seguro que pronto me enteraré de ello. — ¡Sí que me encantaría estar ahí cuando todo comience! —susurró Sirius, sus ojos brillando de alegría — Y desearía aún más que hubiésemos podido echarles a mis primas. —Es solo el inicio, Sirius colega —respondió James, dando una palmada en la rodilla del otro chico — entre nosotros cuatro considero que podemos ir incluso más lejos la próxima vez. ¡Excelente primera misión, hombres! Peter gimió. — ¿¡Primera misión!?
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7 Merodeadores Miércoles 15 de Septiembre, 1971 La mañana siguiente James y Sirius apenas podían contener su emoción y apresuraron a sus compañeros de habitación a bajar a desayunar antes que cualquier otro Gryffindor. Fueron los primeros estudiantes en llegar al gran comedor, aparte de unos cuantos Ravenclaws encorvados sobre sus libros de estudio para los ÉXTASIS con enormes tazas de café negro. —Perfecto —Sirius irradió ante los bancos vacíos — ¡Asientos en primera fila! —Apuesto a que nadie aparece en horas. —se quejó Peter, medio dormido, apoyándose sobre sus codos. —Oh anímate —James les sirvió a todos té en grandes tazas — ¿No quieres ver el fruto de nuestro trabajo? —No a las seis de la mañana. —respondió Peter, sorbiendo de su té. Sirius hizo una mueca ante el ruido y empujó un plato en su dirección. —Toma una tostada y deja de lloriquear. Remus tomó una tostada también y la cortó en cuatro pedazos. Untó mermelada en un cuarto, jalea en el otro, mantequilla en el tercero y cuajada de limón en el último. Ignoró la mirada de entretenimiento que Sirius le estaba dando. Remus nunca había tenido tantas opciones antes, y estaba determinado a sacar el mayor provecho de cada comida. Afortunadamente, no tuvieron que esperar tanto antes de que los otros estudiantes comenzaran a llegar en pequeños grupos a desayunar. Los primeros Slytherins llegaron justo cuando Remus se terminaba su tostada. Tres chicos y dos chicas; tercer año. Caminaron hacia su mesa, absolutamente inconscientes de los cuatro ansiosos Gryffindor mirándolos atentamente. Por unos momentos fue como si nada fuera diferente. Sirius suspiró con decepción. Pero entonces. El chico más alto se revolvió levemente en su asiento, frotando su brazo. Otro parecía estar buscando algo en su bolsillo, pero desde donde veía Remus claramente estaba rascando su pierna furiosamente. El tercero no dejaba de usar su varita para frotar detrás de su oreja. — ¡Funcionó! —susurró James, sin aliento de la emoción. Incluso Peter se veía animado ahora. Mientras más y más Slytherins entraban, su problema se volvía más obvio, y más hilarante. A las siete la mesa de Slytherin estaba llena de chicos murmurando, retorciéndose y rascándose, y de chicas con mirada horrorizada. Amycus Carrow, un chico grandote de sexto, eventualmente se arrancó su túnica, su jersey escolar e incluso su corbata para arañarse el pecho el cual Remus podía ver ya estaba al rojo vivo. Casi le daban lástima.
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Pero entonces llegó Snape. Ya sea karma o suerte pura, Severus parecía haber reaccionado particularmente mal a las semillas de escaramujo. Entró caminando cabizbajo, el cabello cayendo sobre su cara, pero su nariz aún estaba visible y claramente rojo brillante. — ¡Oh Merlín! —jadeó Sirius, riendo tan fuerte que se sostenía el estómago — ¡Díganme que le dimos en la cara! — ¡Oi, Snivellus! —gritó James, de pronto, para llamar la atención del otro chico. Snape se dio la vuelta, mirando hacia arriba; su cabello se separó. El lado izquierdo de su cara estaba cubierto en un furioso sarpullido rojo, desde su sien hasta su cuello, desapareciendo debajo de su uniforme. Su ojo izquierdo estaba rojo también, el párpado hinchado e irritado. — ¡Te ves bien! —alardeó Sirius, y los cuatro chicos se disolvieron en risitas mientras Snape se fue furioso de la sala. Para cuando el desayuno se terminó, el castillo entero rezumbaba con rumores sobre qué exactamente había caído sobre los chicos de Slytherin. Sirius y James lucían como si todas sus Navidades hubieran sucedido en un día, e incluso Peter se había animado notablemente, recordándoles a todos que había sido él quien había estado vigilando, después de todo, volviendo la aventura entera posible. —Todo fue idea de Lupin, igual. –devolvió Sirius, palmeando a Remus de manera sincera en la espalda — ¿Qué deberíamos hacer para celebrar, eh? ¿Snap explosivo? ¿Asaltar las cocinas? Remus se sacudió a Sirius de encima, sonriendo educadamente. —Bueno, lo que sea que hagan, lo van a hacer sin mí —respondió — tengo doble castigo. — ¿De Slughorn? —Seh, y McGonagall. Y Flitwick, pero eso es mañana. Luego mi castigo de Herbología es el fin de semana. —Joder amigo —James frunció el ceño — ¿Vas por un récord o algo así? Remus se encogió de hombros. Siempre estaba siendo castigado en St. Edmund’s - todos los chicos lo estaban. Los castigos no le molestaban. Aunque el snap explosivo sonaba muy divertido. — ¿Quizás deberías empezar a hacer tus deberes? —dijo Sirius, suavemente. Remus rodó los ojos, levantándose de la mesa. —Vamos —dijo — toca Defensa Contra las Artes Oscuras primero, pensé que les encantaba esa a ustedes dos. ***
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Más tarde ese día, Remus iba en camino hacia su castigo con Slughorn, cuando se topó con Lily Evans. Estaba perfectamente feliz de seguir caminando, pero ella le sonrió y se puso a caminar con él. —Hola Remus. —Hola. — ¿Vas a las mazmorras? Él asintió. —Yo también. Tengo que decirle a Slughorn que Severus no puede ir a su castigo. —Oh, claro. — ¿Escuchaste lo que le pasó a los Slytherins? —Seh. —Todos habían escuchado, era todo de lo que habían estado hablando durante el día, incluso durante las clases. Afortunadamente nadie tenía idea de quién lo había hecho. Había sido una buena idea, atacar a toda la casa de una sola vez. ¿Quién podría adivinar quién había sido el objetivo? —Una locura, ¿verdad? —continuó Lily — El pobre Severus es alérgico a lo que sea que usaron. Madam Pomfrey le dio una poción para dormir mientras la hinchazón disminuye. Remus se rió disimuladamente, sin pensarlo. Echó un vistazo a Lily, quien lo miraba de vuelta con acusadores ojos azules. Ella sacudió la cabeza. —Mira, sé que no ha sido muy agradable contigo. El otro día en Pociones o en el tren. Él es… bueno, es un poco snob, ¿ok? Remus bufó. —Pero quería decir que lo siento. —Lily presionó — Necesito enfrentarme a él más. No debo dejar que se salga con la suya. En realidad es una persona muy agradable una vez que logras conocerlo. —Si tú lo dices. —Remus dejó de caminar. Estaban afuera de la oficina de Slughorn ya. La puerta estaba cerrada, y había voces elevadas en el otro lado. — ¡Horace, quien sea que haya sido, tiene que haber sido un Slytherin! —Era la Profesora McGonagall —¿Quién más tiene la contraseña? — ¿¡Por qué un Slytherin atacaría su propia casa, Minerva!? —el maestro de Pociones sonaba muy frustrado. —Tú dijiste que sólo fue afectado el dormitorio de los chicos. Quizás fue una de las chicas. — ¡En serio!
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—Bueno, ¿quién más? ¿Peeves? Nunca entra en las salas comunes – no entra en las mazmorras, si vamos a esa... está muy asustado del Barón Sanguinario. —Tenemos que prohibir todos los productos de Zonko. —Por lo que dice Poppy no fue un producto de Zonko. Escaramujo, de los invernaderos. Lupin sintió una gota de terror correr por su espina dorsal. Si sabían todo eso, ¿no podrían averiguar quién lo había hecho? —Escaramujo, ¿eh? Muy astuto. —Slughorn realmente sonaba impresionado. McGonagall suspiró. — ¿Supongo que querrás culpar a los Ravenclaws ahora? — ¡Solo quisiera saber quién lo hizo! —suspiró, fuertemente. —Quizás la verdad saldrá a la luz. Supongo que parece más probable que lo haya hecho una de las chicas de Slytherin que… — ¿Qué una banda de merodeadores arrastrándose hacia las mazmorras bajo el manto de la noche con maliciosas intenciones? Remus podía escuchar a Slughorn reírse entre dientes ante eso. —Sí, exacto. —Ahora, debo irme. —McGonagall decía, sus pasos acercándose a la puerta — ¿Me dirás si atrapas al culpable? —La puerta se abrió. Remus y Lily se hicieron hacia atrás, culpables. McGonagall los miró a través de sus anteojos — ¿Qué hacen dos Gryffindors tan lejos de su torre? —Por favor, Profesora, Remus y yo tan solo estábamos... — ¡Ah! —Slughorn interrumpió la enredadera nerviosa de Lily —. Lupin, hijo mío, ¡y la señorita Evans! Vienes a ofrecer disculpas por Snape, ¿eh? No hay necesidad, querida mía, no hay necesidad. Con todo lo que pasó hoy creo que podemos cancelar los castigos de los chicos, por ahora. —Se acercó a la puerta y miró a Remus de manera severa — ¿Queda claro que no habrá más peleas en mi clase? ¿O en ninguna otra clase, ya que estamos, hm? —Sí, Profesor. –Remus asintió, solemnemente, tratando de no verse muy satisfecho. —Excelente. —Slughorn irradió, cerrando bajo llave la puerta de su oficina — Entonces si me disculpas, tengo unos asuntos que atender. Remus y Lily casi llegan al final del pasillo cuando McGonagall de pronto llamó. — ¿Sr. Lupin? El corazón de Remus se hundió.
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— ¿Sí, Profesora McGonagall? —Eso no quiere decir que su castigo conmigo se haya cancelado. Venga ahora, vamos a empezar temprano. *** McGonagall lo mantuvo repitiendo oraciones por una hora - nada tan malo, considerando que estaba acostumbrado a recibir palmetazos en St. Edmund’s. No le importaba copiar y repetir; era calmante. Voy a completar todas las tareas asignadas. Quizás se tragaría su orgullo la próxima vez y copiaría los deberes de James. O los de Peter, si no quería verse tan sospechoso. Pero sabía que James eventualmente querría saber porqué Remus nunca leía el texto asignado. Y si se lo decía, entonces estaba igualmente seguro de que James y Sirius intentaría hacer que se lo explicara a McGonagall - ambos chicos poseían una infalible fe en los profesores de Hogwarts. Remus, sin embargo, nunca había conocido un adulto en el cual confiara. Ella lo enviaría de vuelta a St. Edmund’s al instante. ¿De qué serviría un mago analfabeta? Una vez terminó su castigo, trepó por el hueco del retrato y hacia la sala común para encontrar a sus tres compañeros de habitación esperándolo. Peter y James se encontraban inmersos en un juego de ajedrez con pinta muy seria. Desde luego que las piezas se mueven. Pensó Remus para sí mismo, todo aquí se tiene que mover, joder, mientras Sirius escuchaba uno de sus récords con unos nuevos audífonos de pinta muy lujosa. Remus se moría por escucharlos, pero no había reunido aún el valor para pedirle. Se sentó junto a Sirius sin hacer ruido. El chico de cabello largo se quitó los audífonos al momento. — ¡Eso fue rápido! —Solo tuve que hacer uno al final —explicó Remus — Slughorn me dejó ir, muy ocupado intentado solucionar lo del polvo picapica. Remus sonrió extensamente, recostándose en el sofá con los brazos cruzados bajo la cabeza. —Esa broma es un regalo que nunca se acaba. —Snape era alérgico y todo —dijo Remus, sonriendo satisfecho— la chica pelirroja esa ha dicho que ha estado en la enfermería todo el día. Sirius se rio incluso más fuerte. Sus ojos brillaban cuando se reía, Remus nunca había visto alguien exhibir tan pura alegría. Te daban ganas de golpearlo y ser su amigo al mismo tiempo. — ¿Cuál chica pelirroja? —James miró hacia arriba de pronto. — ¡Jaque MATE! —exclamó Peter. —Tú sabes, la fastidiosa. Evans. —Yo no creo que sea fastidiosa.
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—Ok. —Remus se encogió de hombros. —No hablemos de chicas —Sirius rodó los ojos — ¡Este podría ser el día más importante de nuestras vidas! Este es el día que nos convertimos en leyendas; ¡El día que nuestra amistad fue forjada en el fuego del polvo picapica! —No saben que fuimos nosotros, ¿Verdad? —preguntó Peter, nervioso, recogiendo su juego de ajedrez. Remus sacudió la cabeza. —Slughorn cree que fue una chica de Slytherin. O una banda de merodeadores. — ¡Merodeadores! —Sirius se levantó, de pronto —. ¡Eso es! ¡Levanten sus copas, chicos! —No tenemos copas. —respondió James, divertido. —Bueno, solo pretende. —Sirius sacudió la cabeza, irritablemente —. Desde este día, ¡somos Los Merodeadores! Dijo esto haciendo tan dramática gala que solo pudo ser seguido de un aturdido silencio. James estaba sonriendo, Peter mirando hacia él buscando un rumbo, sin entender del todo qué sucedía. Remus se partió de la risa. — ¡¿Qué clase de nombre pretencioso es ese para una banda?!
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8 Secretos Martes 5 de Octubre, 1971 La siguiente luna llena pasó muy parecido a la primera. Esta vez el lobo claramente se había puesto inquieto, porque Remus despertó con unos cuantos arañazos profundos. —Se curan realmente rápido con un poco de antiséptico. —le aconsejó a Madam Pomfrey, quien se preocupaba por él en la fría luz de la mañana. —Y aún más rápido con magia. —sonrió, agitando su varita. Los cortes se cerraron casi al instante, Remus se quedó mirando, impresionado. —¿También te puedes deshacer de las cicatrices? —preguntó, ansiosamente. Ella sacudió la cabeza, tristemente. —No, Remus, no de estas. Lo siento. —Está bien. —suspiró, vistiéndose para la escuela. Esta vez había traído un cambio de ropa consigo y la había dejado en el túnel justo afuera de la casa para evitar tener que volver a la torre. Se había a los chicos en su primera clase, y los dejó preguntarse dónde había estado. —No tienes que ir a la escuela hoy —le decía Madam Pomfrey — no si estás muy cansado. Puedo darte una nota. —Quiero ir. —Respondió él — No es tan malo, honestamente. Pomfrey lo miró con ojos serios. —No está tan mal ahora. Me temo que las transformaciones pueden comenzar a pasar factura a medida que crezcas. — ¿Has tenido que cuidar a otros niños como yo, entonces? —Había querido hacer esa pregunta hacía una eternidad, pero no estaba seguro cómo. —No, querido, eres el primer estudiante en Hogwarts que conozco que ha sido… — ¿Mordido? —Que ha sido mordido. —Aceptó, agradecida — Pero te prometo que sé lo que hago. He leído mucho sobre el tema. — ¿Quieres decir que hay libros? ¿Sobre gente como yo?
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—Bueno, sí. —sonaba sorprendida. Se sentó en la cama mientras él terminaba de vestirse — Podrías tomar prestados algunos de ellos, ¿si quieres? Él pensó en ello, y luego sacudió la cabeza. *** Tuvieron Transformaciones a primera hora, pero McGonagall no le dio castigo por no hacer sus deberes - obviamente había decidido ser más indulgente alrededor de la luna llena. Sí que le hizo prometer traerla consigo la próxima vez, y él aceptó, esperando sonar sincero. James, Sirius y Peter pasaron la mitad de la lección intentando llamar su atención, pero él los ignoró firmemente hasta que McGonagall amenazó con separarlos a los cuatro. En los pasillos en su camino a Encantamientos, Remus sabía que no había escapatoria. Era una buena charla de cinco minutos. — ¿Y? ¡¿Dónde estuviste?! —espetó Sirius, caminando a su lado izquierdo. —En ningún lado. —respondió él, intentando apresurarse. —Oh, sigue. — suplicó James, surgiendo a su lado derecho — ¡Dinos! ¿Fue el mismo lugar al que fuiste el mes pasado? —Tal vez. — ¿Estuviste castigado de nuevo? —preguntó Peter, esforzándose por mantener el paso. Remus se maldijo a sí mismo por no pensar en eso - un castigo hubiese sido la excusa perfecta. —Nope. — ¿Entonces dónde... — ¡Fíjate por dónde vas, mestizo! Remus había estado tan ocupado evadiendo preguntas que no miró por dónde iba, y había chocado contra Snape, quien venía por la otra esquina. Ya bastante tenso, Remus levantó los hombros e intentó empujarlo para pasar, de manera brusca. —Cuidado con lo que haces, Snivellus. Snape no se movió, y en vez de eso lo empujó, Mulciber apareciendo del lado de su hombro izquierdo, vislumbrándose a modo amenazador sobre los otros más pequeños. —Sé que fueron ustedes quienes se colaron en nuestros dormitorios la otra noche. —siseó — Todos ustedes. — ¿Ajá? Pruébalo. —James sonrió arrogante, doblando los brazos.
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Los labios de Snape se encresparon. —No puedo, aún. Pero lo haré. Se las devolveré también, lo prometo. —Estamos temblando del miedo. —respondió Sirius, recostándose sobre una pared como si estuviera aburrido — ¿Ahora serían tan amables de mover el trasero? —Idea tuya, ¿eh Black? —Snape arrastró sus palabras —. ¿O tuya, Potter? Tuvo que ser uno de ustedes. Pettigrew no tiene las agallas y mi estimado Lupin aquí claramente no tiene el cerebro… Remus cerró los puños. Podía ver la mano de Snape en su varita, Severus probablemente sabía todo tipo de maldiciones y maleficios. James le había enseñado a Remus uno o dos, pero estaba demasiado ciego de rabia como para recordarlos. —Abran paso, caballeros. —Una aguda voz repentinamente sonó por el corredor. Era el Profesor Flitwick, saliendo de su salón de clases para ver de qué se trataba el atraco — Severus, estás obstruyendo los pasillos, y se supone que deberías estar en mi clase. Vamos. Remus se sintió sobrecalentado y agitado por el resto de Encantamientos, que usualmente era su lección favorita. Dependía más de trabajo práctico con su varita que de leer o escribir, y comúnmente le iba mejor que incluso a James y Sirius. Encontrando difícil calmarse, se pasó lanzando sus almohadones por la habitación como misiles en vez de guiarlos cuidadosamente por los aros que Flitwick había colgado del techo. Habían estado trabajando en hechizos de levitación por unas cuantas semanas ya, y Peter era el único al cual aún le costaba. En opinión de Remus, el problema de Peter era la falta de imaginación. James y Sirius eran infaliblemente confiados; y él se encontró con que de que confianza era todo lo que necesitabas para completar los hechizos más básicos. El mismo Remus generalmente se sentía capaz de completar cualquier tarea si se veía lo suficientemente simple. Peter, por el otro lado, se preocupaba por todo. Leía y releía sus libros de texto, intentando copiar los complicados diagramas que tenían en vez de simplemente copiar lo que Flitwick les mostraba. —Espero que todos sean capaces de levitar este libro para el final de la semana. —dijo Flitwick al final de la clase. El libro era enorme, más o menos la mitad del diminuto profesor, y tenía pinta de que a un hombre adulto le costaría cargarlo muy lejos — Así que vengan preparados para una rápida prueba de sus habilidades. Peter gimió mientras recogieron sus cosas para irse. Remus había logrado calmarse para la hora de la comida, pero aún tenía problemas para controlar su magia más tarde al atardecer y agradecía que solo tenían Herbología e Historia de la Magia. Se preguntaba si era su temperamento, el cual siempre había sido corto, o si era la luna llena. Siempre tenía mucha energía luego de una transformación, incluso antes de que pudiese hacer magia. Ahora su varita zumbaba en su mano como estática en una antena de televisión. Intentó un rápido “Lumos”, escondiéndose en un cubículo de baño entre clases, y casi se quema las retinas. Quizás el libro que Madam Pomfrey había mencionado le podría decir más sobre ello, pero nunca lo sabría ahora. Podría haber otros libros en la biblioteca, pero no había revisado. Sabía la palabra, lo
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suficientemente bien, y podía hacer otros hechizos si se concentraba fuerte. Pero no se atrevía. Remus vivía con miedo de que si lo escribía, o lo decía en voz alta, entonces alguien descubriera su secreto. Y era mejor mantener ese tipo de cosas en tu cabeza. *** Martes 7 de Octubre, 1971 Era especialmente importante mantener sus secretos para sí mismo ahora, porque Remus estaba siendo observado. Por McGonagall, quien aún levantaba una ceja cuando veía que no estaba tomando notas, por Madam Pomfrey, quien siempre intentaba que pasara por la enfermería por una rápida revisión, y por Snape, quien aún estaba furioso de que no había podido averiguar cómo había sucedido el incidente con el polvo picapica. Remus quizás hubiese podido aguantar todas estas interferencias, si no fuese por una cuarta persona observándole. Este acosador era mucho más sutil, mucho menos directo en su vigilancia, pero notable a pesar de todo. Sirius. Al inicio Remus había pensado que el otro chico simplemente era fisgón, parte de aquel derecho que él y James compartían. Tenían que saberlo todo sobre todos. Constantemente le hablaban a Remus y Peter sobre los asuntos de otras personas, el padre de este y aquel fue rechazado para un ascenso en el ministerio hace unos años, y por eso está tan amargado; la tía-abuela de Miranda Thrup había estado bajo investigación una vez por posesión ilegal de una poción de amor, y ahora nadie tomaba té en la casa de los Thrup; el Profesor Slughorn sabía más de las artes oscuras de lo que se dejaba ver, y el Club Slug era célebre por influenciar en producir magos oscuros. Desde luego, ninguno de ellos sabía nada en absoluto sobre Remus, y al inicio, él asumía que era por esto que Sirius estaba tan vigilante. Pero nunca hacía preguntas directas, y si sentía curiosidad por la familia Lupin o por su crianza entonces era un interés privado que James no compartía. James raramente miraba a otra gente, Remus había notado - prefería que otra gente lo mirara a él. Nadie más parecía notarlo, afortunadamente. Sirius era astuto en ese sentido. Solo muy ocasionalmente, Remus se las había ingeniado para pescarlo inesperadamente, mirando intensamente con esos ojos azul profundo. Ni siquiera tuvo la vergüenza de mirar hacia otro lado cuando fue capturado solo apaciguó su mirada intensa a una sonrisa amigable, la cual Remus se vio obligado a devolver. Ese Jueves estaban terminando sus deberes en la torre común de Gryffindor. Bueno, James estaba terminando los deberes de Remus, habiendo completado ya los suyos. Se ofreció a hacerlos a cambio de que Remus le enseñara a hacer el hechizo “Obfuscate”, y a pesar de su orgullo Remus se doblegó. Realmente no quería otro castigo con McGonagall, y James era bueno imitando la letra de otros. Sirius se encontraba completando su propio ensayo, y ya había escrito siete centímetros extra sobre los usos de los crisopos en los filtros transformativos, más diagramas. Había libros esparcidos por toda la mesa que habían reclamado para sí mismos, junto con tinteros y arrugados rollos de pergamino. Peter estaba intentando levitar una manzana para meterla en una papelera a un metro de distancia. Al momento podía mantenerla en el aire, pero entonces se tambaleaba y se caía al piso de nuevo. Agotado, Peter pasó los dedos por su cabello nuevamente y consultó su texto. —Ya lo lograrás, Pete, no te preocupes —murmuró James, sin voltear la vista del papel de Remus — sigue con ello.
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—Lo intento. —se quejó Peter — Estoy seguro de que es el movimiento lo que hago mal… el libro dice que uses una “acción suave y serpentil”, pero no estoy seguro… —Arremolinó la varita en el aire. Remus hizo un gesto de desaprobación. —No es así. —dijo, francamente —. Es como una forma de S en su lado. Mira. —Realizó el encantamiento, levantando la manzana en el aire sin esfuerzo alguno y enviándola navegando hacia la papelera pulcramente. — ¿Una forma de S, estás seguro? —Peter frunció el ceño. Dirigió su propia varita hacia la arrugada bola de papel en la mesa —. ¡Wingardium Leviosa! —hechizó, moviendo su varita del mismo modo que Lupin lo había hecho. Efectivamente, el papel voló tembloroso con un poco menos de gracia hacia la papelera, rebotando hacia los lados mientras caía al fondo y cayó junto a la manzana. Peter se quedó mirando, con ojos como platos —. ¡Lo he hecho! —jadeó —. Una forma de S, ¡¿por qué no decía simplemente eso el libro?! —Bien hecho, Pete. —dijo James, mirando hacia arriba y sonriendo. Se sacó los lentes y se frotó los ojos — Debería ser profesor, Remus. Lupin bufó, mirando hacia otro lado vergonzosamente. James continuó. —Ya casi termino esto, solo necesito revisar algo... ¿Me puedes pasar Teoría de la Magia? ¿El libro de Waffling? Remus sintió un sudor frío correr por su espina dorsal. Intentando no entrar en pánico, miró hacia la pila de libros que James señalaba. Uno de ellos definitivamente era sobre pociones - tenía un caldero en la portada. Los demás, podrían ser cualquier cosa. Las letras doradas y plateadas parecían cambiar y arremolinarse ante sus ojos. ¿Sería mejor simplemente tomar uno, incluso si era el equivocado? Miró de vuelta a James, quien estaba leyendo lo que había escrito. Peter estaba muy ocupado levitando más pelotas de papel para notar el tumulto de Remus. Miró de vuelta hacia abajo, mordiéndose el labio. Sirius se aclaró la garganta discretamente y se inclinó hacia la mesa. Silenciosamente golpeó uno de los libros con su dedo índice, sin mirar a Remus. Era un tomo negro y grande forrado en cuero el cual Remus reconocía vagamente. Agradecido, lo agarró y se lo entregó a James. —Gracias colega. —dijo James, distraídamente, volviendo a su trabajo. Sirius siguió como si nada hubiese pasado. Remus sintió sus mejillas arder.
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9 Cicatrices Viernes 15 de Octubre, 1971 Remus tuvo que pasar los siguientes días evadiendo a Sirius - o al menos evadiendo estar con él a solas. Esto no era fácil, los chicos pasaban todo su tiempo juntos, especialmente los fines de semana. Todos pasaron la lección de Encantamientos del Viernes sin problemas; incluso Peter. Flitwick estaba encantado de que la clase entera dominara tan pronto en el año levitación que los dejó salir temprano al almuerzo. Sirius se volvió a sí mismo inevitable la siguiente semana, durante sus lecciones de vuelo. Si Remus no hubiese odiado Historia de la Magia tanto, entonces Vuelo sería su materia menos favorita. Veinte minutos después de su primera lección con Madam Hooch había descubierto que tenía miedo a las alturas, y el resto de las clases habían sido miserables para él. James era la estrella de la clase, por supuesto, e incluso los otros Merodeadores lo encontraban insufrible mientras revoloteaba alrededor del campo de Quidditch, haciendo aros y fintas como si hubiese nacido sobre una escoba. Sirius era excelente también, y casi todos los chicos de la clase habían crecido jugando en escobas; incluso Peter era competente. Había llovido la noche anterior, y el terreno estaba blando y lodoso. Se habían cambiado sus usuales zapatos con cordones por gruesas botas y equipos de vuelo escarlata antes de caminar por el lodo hacia el campo. Tomaron sus escobas y esperaron por instrucciones. Las escobas fueron otorgadas por la escuela. Los de primer año no tenían permitido traer la suya propia, pero James le diría a cualquiera que se parara lo suficiente para escuchar que él tenía un modelo de la mejor marca en su casa. —Bien, monten sus escobas por favor, damas y caballeros. —bramó Hooch al grupo — Hace un viento fuerte y agradable hoy, así que quiero que todos tengan cuidado. Potter, ¡Nada de pavonearse! Remus trepó sobre su escoba, tragando fuerte. Si se las arreglaba para no sentir náuseas entonces sería una victoria. —Quisiera cinco vueltas limpias alrededor del campo, luego un buen aterrizaje de vuelta acá de cada uno de ustedes. Cuidado con el charco y recuerden apoyarse en el viento siempre que sea posible. Úsenlo para su beneficio. Cinco puntos para quien sea que vuelva primero. —Y con apenas una advertencia, la bruja de cabello plateado hizo sonar su silbato fuertemente. Remus y Lily, los únicos hijos de muggles de la clase, fueron los últimos en levantarse de la tierra. Una vez que la pelirroja estuvo en el aire, sin embargo, siguió para adelante con facilidad. — ¡Un poco más arriba, Lupin! ¡Vamos! —Hooch resonaba abajo, gritando a través de un megáfono. Él quería ignorarla, pero no había escapatoria, al menos en St. Edmund’s cuando te hacían hacer campo a través podías esconderte en una esquina y fugarte al pueblo por la tarde.
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Se empujó a sí mismo más alto, intentando mirar hacia adelante y no hacia abajo; intentando pensar en cualquier otra cosa que no fuera el espacio vacío entre él y el piso. Podía ver la radiante trenza de Lily resplandeciendo adelante como la cola de un zorro, el brillante cabello rubio de Peter en algún lugar por el medio del grupo. Aunque no podía ver tan adelante, sabía que James y Sirius estaban a un pelo de distancia entre sí. Remus simplemente continuó andando sombríamente, no queriendo ir más rápido en absoluto. A quién le importa si era el último, si no se rompía el cuello llegando ahí. Mientras doblaba la esquina al final del campo, el viento realmente lo golpeó e intentó no disminuir la velocidad demasiado, inclinándose hacia adelante. Hacía frío, y el aire gris de la mañana le abollaba el rostro. La segunda vuelta fue tan mala como la primera. Para la tercera, notó que James había estado rodeando cada una de las torres de los puestos vacíos de espectadores, a pesar de las amonestaciones de Madam Hooch. En la cuarta vuelta, Remus tenía compañía. — ¿Te estás divirtiendo? —Sirius sonrió divertido, navegando junto a él. Se veía tan cómodo, como si pudiera levantar ambas manos sobre su cabeza, girar al revés y volar en reversa sin problema alguno. — ¿Qué estás haciendo? —Remus frunció el ceño, intentando ignorarlo. — ¿Intentando perder? —James va a ganar —Sirius se encogió de hombros — mejor le dejo tener su momento. Pensé en juntarme contigo. — ¿¡Por qué!? —respondió Remus, con los dientes apretados. —Pensé que querrías la compañía. —Remus no tenía que mirarlo para saber que estaba sonriendo esa irritante y enorme sonrisa de Sirius Black — Además estamos a punto de aterrizar, y sé que odias aterrizar. —Lárgate. —No. —Te lo advierto, Black… —No me puedes golpear aquí arriba, Lupin, a menos que quieras soltar tu escoba. —Dios, eres molesto. —Síp. —Sirius voló frente a él, luego todo alrededor, una perfecta órbita. —Lárgate. —Remus intentó esquivarlo, tambaleándose de manera peligrosa. —Hora de aterrizar… recuerda sacar las piernas e inclinarte hacia atrás… luego dobla las rodillas mientras chocas contra el... ¡Oi! Remus había agarrado la cola de la escoba de Sirius y le había dado un fuerte tirón. Riéndose, Sirius se enderezó, luego voló hacia el lado de Remus y le dio un empujón de vuelta. Remus se sacudió,
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pero se sostuvo firme, descendiendo. Fue mucho más fluido que antes, se inclinó hacia atrás, luego se retorció rápidamente para empujar a Sirius de nuevo. — ¡Fuera de mi camino! —gritó, yendo más rápido. — ¡Puedes ser el último en bajar por una vez! — ¡Oh no lo harás! —Ahora Sirius tomó la cola de la escoba de Remus, riendo, jalándolo hacia atrás. Esto fue quizás ir demasiado lejos, considerando que estaban los dos muy cerca del piso ya. Los dos peleadores se cayeron hacia la tierra, las escobas volando bajo ellos. Ambos cayeron sobre un enorme charco lodoso, patinando y rodando hacia adelante, empapando sus túnicas en el proceso. — ¡Black! ¡Lupin! —Madam Hooch marchó hacia los dos chicos desparramados en el lodo. Los otros Gryffindors se reunieron alrededor, soltando risitas y señalando. Sirius se levantó con toda la gracia con la cual su nobleza le había bendecido, y jaló a Lupin toscamente de la mano. Ambos miraron hacia arriba a la profesora, parpadeando gotas de agua de sus ojos. — ¿Qué fue lo que dije sobre tener cuidado con el charco? —Madam Hooch levantó una ceja entretenida. Normalmente veía lo divertido de las cosas. —Un punto cada uno de Gryffindor. Será mejor que vayan a lavarse en las duchas. Se van ahora. Ambos anadearon hacia los vestuarios de Quidditch, cargando sus pesadas y anegadas ropas. —Jodido equipo ridículo. —se quejó Remus mientras entraron en el pequeño edificio de piedra — ¿Cómo se supone que vayamos a secarlo? —Los elfos domésticos se encargarán de eso. —respondió Sirius, sacudiéndose el suyo de encima y amontonándolo en una esquina. Remus no se molestó en preguntar qué demonios eran los elfos domésticos. Se sacó sus propias túnicas y pateó sus botas, luego entró en un cubículo de ducha para continuar a desvestirse. Había toallas tendidas ya, y el agua estaba deliciosamente caliente. Se inclinó hacia adelante en la corriente, dejando que calentara su sangre, mirando el lodo y las rebeldes hojas de hierba arremolinarse por el desagüe. Al menos se había librado de cuarenta minutos más de vuelo. Se restregó las manos bruscamente sobre su cabello. Sin los cortes mensuales de Matrona su cabello se estaba poniendo más largo y suave, manteniéndose lacio la mayoría del tiempo, tan desaliñado como el de James. Al fin pudo ver su color, pero fue decepcionante, parecía ser un simple castaño claro. Remus terminó con la ducha antes que Sirius y salió, echando un vistazo alrededor por su uniforme rápidamente. Estaba medio vestido cuando Sirius finalmente emergió, su largo cabello peinado hacia atrás, mojado y brillando como aceite. Ya se encontraba completamente vestido y lucía imposiblemente cool y adulto, cuando Remus se dio cuenta que le había faltado un botón de su camisa y tuvo que empezar de nuevo. — ¡¿Qué es eso?! —dijo Sirius, repentinamente. Remus miró hacia arriba, luego de nuevo hacia abajo. Sirius apuntaba a una larga raya plateada que se estiraba desde la mitad izquierda de su clavícula a través de su pecho, diagonalmente, hasta su pezón derecho. Él manoseó torpemente sus botones, intentando cerrar su camisa más rápido.
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—Una cicatriz. —murmuró. No tenía sentido decir otra cosa ahora. Ya casi no las notaba. Simplemente estaban ahí, tan parte de él como sus pecas, o los delgados vellos en sus brazos. —Es… ¿Te sucedió en el hogar? ¿Donde creciste? Había algo extraño en la voz de Sirius. Remus se encontró con que no podía hablar, así que simplemente asintió. Sirius asintió también — Yo tengo cicatrices. —dijo, tan bajo que Remus pensó que escuchó mal al principio. Sirius se agachó, y se levantó la pierna del pantalón, girando su tobillo para mostrarle a Remus las marcas ahí. Sus cicatrices no eran como las de Remus - que eran grandes y toscas y dentadas, llenas de ira y hambre. Las plateadas líneas en la parte posterior de las piernas de Sirius eran delgadas y derechas; uniformes en su crueldad. Remus miró fijamente por unos segundos, antes de que Sirius soltara el borde de la tela y se levantara. Se miraron el uno al otro por un minuto entero. Remus sintiéndose muy acalorado, los ojos de Sirius muy frescos y calmados. Entonces se rompió. — ¿Nos vamos a ver a James portándose como un idiota? —preguntó Sirius. Remus asintió nuevamente, y ambos retrocedieron al frío aire de otoño. Tomaron sus asientos en los duros bancos en los puestos de espectadores y miraron el resto de la clase revolotear atrás y adelante a través del campo, las túnicas rojas aleteando tras ellos. Lily, a pesar de carecer de la técnica formal de James, competía con él cuando se trataba de velocidad, ganándole en dos de tres carreras entre los postes de gol. — ¿Remus? —dijo Sirius, de pronto, mientras sus compañeros de clase llegaban de su último aterrizaje. — ¿Sí? —No puedes leer, ¿verdad? Remus suspiró. Tenía suficientes secretos para mantener ya como estaba. Y Sirius había compartido uno de los suyos. —Nah. —No le diré a nadie. —Gracias. Esa enorme sonrisa de Sirius Black.
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10 Historia Sábado 23 de Octubre, 1971 — ¿Simplemente nunca te enseñaron? Remus se encogió de hombros, cansado y frustrado. Había pasado una semana desde la clase de vuelo, y Sirius lo había atrapado por sí solo de nuevo. Había estado sentado bastante feliz en su cama, viendo una de las revistas de Quidditch de James - le gustaban las imágenes movibles, aunque aún no entendía del todo las reglas, y era la cosa más cercana a la tele que tenían en Hogwarts. —Me enseñaron. —respondió, pasando la página, esperando que Sirius entendiera el mensaje y se largara. No lo hizo. Remus cerró la revista — Me enseñaron. —repitió — Simplemente no aprendí correctamente. Cuando veo las palabras, no creo que vea lo que todos los demás ven. No tiene ningún sentido; todas las letras se la pasan saltando por todos lados y cambiando. Los profesores dijeron que simplemente era un torpe. Nadie había hecho mucho alboroto por sus problemas con el trabajo escolar en St. Edmund’s. Apenas tenían deberes, ya que nadie los hacía de todos modos. Muchos de los chicos tenían problemas; o no los podían hacer o no les enseñaban. No era como si alguien esperara mucho de todos modos. — ¿Pero cómo lo has estado haciendo? —Sirius no pensaba parar. Era como un perro con un hueso. — ¿¡Hacer qué!? —Bueno… ¡todo! Todo tu trabajo, aquí, en Hogwarts. Remus lo miró como si él fuera el estúpido. —Sirius, no lo he estado haciendo. En caso de que no lo hayas notado, estoy castigado todas las noches. —Bueno, sí, obviamente. —Sirius sacudió una mano — Pero el otro día, en Pociones, te vi. No tomaste ningún apunte, ni siquiera miraste el libro, o la pizarra, y aún así preparaste todos los ingredientes para la cura de forúnculos perfectamente. ¡Slughorn te dio cinco puntos! Remus se sintió a sí mismo sonrojar ante el recuerdo. No estaba acostumbrado a recibir elogios de los profesores. —Oh, eso fue fácil —sacudió la cabeza — Sluggy nos había dicho como hacerla la clase anterior, simplemente lo recordé.
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—Joder, debes tener una memoria brillante, entonces. Remus se encogió de hombros. Supuso que eso era cierto. Sus profesores en St. Edmund’s habían remarcado más de una vez que conocía muchísimas palabras para alguien tan tonto. Sirius miraba fijamente hacia el espacio vacío ahora, pensando profundo en sus pensamientos, Remus prácticamente podía ser los engranes trabajando en su mente. A veces Sirius era un libro cerrado. Otras veces era tan fácil leerlo que casi resultaba gracioso. —Si pudieras leer, serías tan bueno como yo y James. Mejor, probablemente. Remus bufó. —Tan modesto, Black. —Bueno, ¡Lo serías! —Sirius se perdió el sarcasmo completamente, aún viéndose pensativo — Tus movimientos con la varita son mucho más naturales, y si tu memoria es tan buena como dices… — mordió su labio — Apuesto a que hay un hechizo para ello. Remus se rio. — ¿Me vas a curar con un hechizo? — ¿Por qué no? Remus ya había pensado en ello; por supuesto que lo había hecho. Pero estaba más consciente de las limitaciones de la magia que nadie. Después de todo, tenía cicatrices que no se curarían y una pesadilla mensual que nadie podía prevenir. —La magia no puede arreglar cosas como esa. —respondió sin rodeos — ¿Por qué si no James usa gafas? —Creo que hay hechizos para la vista. —dijo Sirius — Quizás simplemente no valen el esfuerzo, o son muy peligrosos, o complicados o algo. —No es solo la lectura —Remus contrarrestó — mi escritura también es basura; soy muy lento y normalmente me sale todo desordenado. —Definitivamente hay hechizos para eso. —dijo Sirius, confiado — Puedes embrujar tu pluma, he visto a mi padre hacerlo en documentos oficiales. Su escritura a mano es realmente áspera, normalmente. Remus estaba perdido. Sirius claramente no se iba a rendir. Se mordió el labio. — ¿Por qué te interesa tanto, de todos modos?
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— ¡Eres mi compañero Merodeador! No podemos tenerte castigado todos los días, ¿qué tal si los Slytherin atacan de vuelta? Necesitamos su mente malvada para bromas. —sus ojos brillaron — Hablando de, ¿Supongo que no has hecho tus deberes de historia aún? —Nope. —Ok entonces, comencemos. —Sirius bajó de un salto de la cama y comenzó a buscar entre sus cosas del baúl. —No. No harás mis deberes por mí. —protestó Remus, levantándose él mismo, doblando los brazos. —Muy de acuerdo que no, joder. —respondió Sirius, sacando un pesado libro. Era Historia de la Magia, Remus reconocía la forma y tamaño. —Simplemente me apetecía refrescar mi memoria, es todo. Así que, me voy a sentar aquí y leer en voz alta, porque eso me ayuda a estudiar... y si resulta que tú retienes algo de ello en ese enorme cerebro tuyo, entonces no hay mucho que pueda hacer al respecto. Remus resopló. — ¿No tienes nada mejor que hacer? ¿Dónde está James, de todos modos? —Mirando la práctica del equipo de Quidditch. —Sirius se instaló en su cama, abriendo el libro — Estima que entrará en el equipo el próximo año, así que intenta pillar algunos consejos. Peter lo ha seguido, obviamente. Ahora, estate callado por favor, estoy intentando trabajar. —aclaró su garganta — Una historia de la magia, por Bathilda Bagshot. Capítulo uno, el Antiguo Egipto; los derechos y rituales de Imhotep… Y así siguió. Y siguió, y siguió. Remus se mantuvo parado por un tiempo, intentando decidir si marcharse de la habitación y azotar la puerta o no. Pero se encontró con que realmente no estaba enojado era difícil mantenerse enojado con Sirius, sin importar qué tan fastidioso era. Así que Remus se sentó, y escuchó. Resultó ser que la historia no era tan aburrida después de todo, no cuando entendías lo básico. Además, Sirius era considerablemente más animado que el Profesor Binns. Su voz era clara y firme, nunca tropezando con las palabras o frases más complicadas, como si hubiese leído el libro cien veces. Remus una vez lo había escuchado decir a James que hablaba Latín y Griego fluido, la familia Black aparentemente se enorgullecía de ese tipo de cosas. Continuó, capítulo tras capítulo, desde los sangrientos encantamientos de resurrección egipcios hasta los crípticos oráculos griegos, a mágicas sacerdotisas mesopotámicas. El mundo antiguo se abrió en mente de Remus, y se encontró a sí mismo recostado en su cama, los brazos detrás de su cabeza con los ojos cerrados, dejando que Sirius lo guiara a través del tiempo. Eventualmente, la voz del otro chico se encontraba casi ronca, mientras hablaba casi en un susurro. La tarde había cerrado a su alrededor, y la sala común era bañada en un dorado resplandor anaranjado mientras se ponía el sol. A mitad del “Capítulo cinco; Tiberius y los avances de la batalla mágica romana”, Sirius dejó escapar una leve tos, y bajó el libro. —No creo poder estudiar más por hoy. —graznó.
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Los ojos de Remus se abrieron de golpe. Se sentó, parpadeando. —Está bien —dijo, en voz baja —. Es hora de cenar ya, muero de hambre. Ambos se levantaron, se estiraron y bajaron por las escaleras. James y Peter los esperaban en la mesa de Gryffindor en sus asientos habituales. — ¿Cómo estuvo la práctica? —preguntó Sirius, luego de vaciar un cáliz de jugo de calabaza. Su voz casi había vuelto a la normalidad, sonando solo ligeramente forzada. —Excellente. —respondió James, animadamente, arponeando una salchicha al final de su tenedor y usándola para recoger un poco de puré de patatas — ¿Cómo puede ser que no viniste? —Deberes. —respondió Sirius, sirviendo salsa sobre su propia comida. Cuando terminaron la cena, James los entretuvo con un reporte de la práctica de Quidditch con puntos y comas, listando cada jugador en el equipo, sus fortalezas y defectos, sus técnicas y lo que podrían hacer para mejorarlas. Peter se interponía ocasionalmente con sus propias opiniones, las cuales apenas diferían de las de James. El postre fue galleta con dulce de caramelo, el cual no le gustaba a James ni a Sirius. Remus pensaba que estaban locos, y tomó sus disgustos como evidencia de su esnobismo. Se hubiese comido los suyos también, pero Peter llegó primero, zampándose la porción. —Tengo algunos dulces —el chico más pequeño ofreció, metiendo la mano en los bolsillos de su túnica y sacando una abultada bolsa marrón — Mamá los envío, sírvanse. — ¡Gracias Pete! —Hincaron el diente, masticando felizmente entre meigas fritas, ranas de chocolate y caramelos gigantes que cambia-sabor. Remus se sirvió unos cuantos también, hasta que se sintió verdaderamente nauseabundo. — ¿Qué deberes estabas haciendo? —preguntó James, rascándose la barbilla, distraídamente — Pensé que habíamos terminado todo para esta semana. —Seh, um, estaba algo atrasado en Historia. Tenía que volver a revisar algo. —Sirius se estaba rascando también, cerca de la clavícula. Verlos hizo que Remus comenzara a sentir picazón. Sintió cosquillas en la parte posterior de su mano como si un pequeño insecto se arrastrara sobre él. De pronto pensó en el polvo picapica y miró hacia abajo. Casi gritó. Crecía pelo oscuro y denso en la parte de atrás de su mano; a un ritmo alarmante. ¡Se estaba transformando! No estaban nada cerca de la luna llena ¿Cómo podía estar pasando esto? Se levantó tan repentinamente que casi se cae hacia atrás. Tenía que salir de ahí, ¡Rápido! — ¿Qué pasa, Lupin? —James lo miró fijamente, sobresaltado.
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Remus lo miró de vuelta, luego a Sirius. A ambos les estaba creciendo pelo también - oscuros rizos brotaban de sus rostros, sus manos y brazos - cada trozo de piel expuesta. Abrió la boca, quedándose sin palabras. Pasó la lengua por sus dientes, no estaban creciendo. —Oh por mil demonios… —dijo James, mirando hacia abajo a sí mismo, luego a los otros dos chicos — ¿¡Qué está sucediendo!? —Peter. —gruñó Sirius, su cara ahora casi cubierta en pelo — ¿Estás seguro que tu mamá envió esos dulces? Peter, que no había comido ningún dulce aún, los miró a ambos, y se puso rojo, balbuceando. —Bueno, quiero decir… pensé que eran de ella… llegaron esta mañana… — ¡Pete! —rugió James. La gente los miraba, ahora, dándose la vuelta y codeándose entre sí. Pronto, el comedor entero susurraba y señalaba a los tres increíblemente peludos chicos en la mesa de Gryffindor. Bastante gente se reía, también, pero desde luego nadie se reía más fuerte que Severus Snape, desde los bancos de Slytherin. —Vengan. —Sirius se levantó, extendiendo su peluda nariz hacia arriba con un aire de dignidad aristocrática que no era nada menos que hilarante — Vamos a la enfermería. Podemos tramar nuestra venganza después. Mientras dejaban alaridos de risa del resto del gran comedor, Remus se encogió de vergüenza, cubriendo su cara con las manos. Cada centímetro de él estaba cubierto en el mismo pelo brillante. No lo encontraba tan divertido como James y Sirius parecían hacerlo. —Te dije que nos devolverían el golpe. —murmuró Sirius.
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11 Cumpleaños, Libros y The Beatles Afortunadamente, Madam Pomfrey fue capaz de deshacer el maleficio con unos cuantos golpecitos de su varita. De todos modos les dio un sermón sobre el mal uso de la magia peligrosa. — ¡Como si hubiésemos querido vernos como pie grande! —se quejó James mientras dejaban la enfermería, su piel aún cosquilleando por el crecimiento del pelo. —Tiene que haber sido Severus. Cubrió los dulces en una de sus pociones, estoy seguro. —Sirius se puso furioso al decirlo. —Sí, todos los sabemos, amigo. —respondió James — No te preocupes, se la vamos a devolver. — ¡Lo siento! —se lamentó Peter, por enésima vez — ¡Realmente pensé que eran de mi mamá! —Está bien, Peter. —James le dio una palmadita en el hombro — Solo me hubiese gustado que nos los dieras a primera hora un lunes – al menos podríamos haber faltado a Transformaciones. — ¡Exijo un castigo justo! —gritó Sirius, levantando su varita dramáticamente. Remus se rio, James también. — ¡Y la tendrás! —respondió, empujando sus gafas hacia atrás en su nariz —. La paciencia es una virtud, Black. Una venganza como esta toma su tiempo. Supongo que no tienes otra idea brillante, ¿Remus? —Lo siento. —Remus sacudió la cabeza. Su corazón aún latía del terror de aquello. Si hubiese visto a Snape en ese momento lo habría estrangulado; qué importa jugarle una broma. —Te ayudaré, James. —Peter empezó a hablar de pronto — Haré lo que sea. No tendré miedo esta vez, yo… Estaban por doblar en la esquina que daba a la torre de Gryffindor cuando alguien por detrás llamó. —Sirius. Los cuatro chicos voltearon. Sirius hizo un pequeño sonido de susto. Era Bellatrix Black. — ¿Qué quieres? —preguntó, mirando hacia abajo y arrastrando sus zapatos en el piso de losa. Era la postura más no-Sirius imaginable, pensó Remus. También notó que James dio un paso adelante, parándose hombro a hombro con su amigo. —Ven aquí y dirígete a mí como se debe. —dijo bruscamente la de séptimo en respuesta.
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Sirius no se movió. Bellatrix sacó su varita. Remus se sorprendió, y por primera vez desde que estuvo en Hogwarts, se sintió asustado. —Ven aquí —dijo, en voz baja — o te obligaré. Y no será un pequeño e infantil encantamiento para hacer crecer pelo, lo prometo. Sirius caminó hacia adelante, sacudiendo su cabeza hacia James, quién intentó seguir. Todos miraron a los primos hablar en voz baja al final del pasillo por largos, incómodos minutos. Sirius apenas levantó la vista del piso todo el tiempo. Finalmente, ella le dio unas palmadas en la cabeza, luego se dio media vuelta y se fue. Todos exhalaron, aliviados. Sirius caminó de vuelta a ellos tembloroso. En silencio, todos entraron por el hueco del retrato y se sentaron en su habitual sofá. — ¿Todo bien, Sirius? —preguntó James, primero. —Sí. —asintió, viéndose más pálido de lo usual — Ella um… quería invitarme a tomar el té. En mi cumpleaños. Creo que mi madre la debió obligar, probablemente le dio una conferencia familiar. Intenta traerme de vuelta al redil. — ¿Solo porque estás en una casa diferente? —Y por la compañía que mantengo. —Les sonrió arrogantemente a todos ellos. — ¿Y cuándo es tu cumpleaños? —En dos semanas. El tres. Tengo que ir a tomar este té, de igual forma. Bella no estaba bromeando acerca de saber unas cuantas maldiciones bastante viles. —Haremos algo después, entonces. Algo bueno, ¿Sí? Peter y Remus asintieron entusiastamente, pero en el fondo de su mente Remus recordó que el tres era la noche de la luna llena. *** Sirius cumplió doce y Remus no estuvo ahí para celebrarlo, aunque no pensó que a nadie le importara. James era el mejor amigo de Sirius, y a Peter aún le gustaba pensar que James le pertenecía un poco también. Así que Remus sería el extraño, incluso si no hubiese estado encerrado en una choza intentando destrozarse a sí mismo. Madam Pomfrey intentó darle un filtro para dormir esta vez, antes de que se levantara la luna, pero aparentemente no tuvo efecto alguno. Lo peor de todo, es que consiguió darse su peor cicatriz hasta el momento, justo a través de su espalda. Pomfrey le hizo pasar el día en la enfermería después de eso, lo cual fue de hecho fortuito, significaba que podía simplemente decirles a sus amigos que de pronto se había enfermado. Aún estaban algo confusos de porqué no les había dicho nada acerca de sentirse enfermo antes, pero no le dieron más vueltas. Probablemente ya pensaban que era bastante raro, y a estas alturas aceptaban casi cualquier cosa que les dijera.
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No habría disfrutado el cumpleaños. James habló con Madam Hooch y arregló una lección de vuelo en la hora de la comida para los tres. Luego de la cena, antes de que Sirius tuviera que irse a cambiar para ir a tomar el té con sus primas, James y Peter dirigieron a la mesa de Gryffindor en una ronda de “Feliz Cumpleaños” seguida de “Es un compañero excelente”. De acuerdo a los estudiantes que Remus escuchó después, habían cantado “¡y siempre lo será!” una y otra vez, cada vez más fuerte hasta que la Profesora McGonagall tuvo que amenazarlos con castigarlos si no paraban. Mientras Noviembre avanzaba, los días se volvían más cortos y el castillo más oscuro. Pasaban menos tiempo afuera, y más del mismo acurrucados cerca del fuego en la sala común, jugando juegos de cartas y tramando su venganza contra Snape. El primer término estaba llegando a su fin, y los profesores parecían estar apilándoles más deberes que nunca. Siempre que Sirius y Remus estaban lejos de Peter y James, usualmente cuando los otros dos estaban en la biblioteca, Sirius le estaba leyendo. Terminaron "Una Historia de la Magia" en poco menos de dos semanas, y luego alternaron entre; "Guía de Transformación para Principiantes" y "Filtros y Pociones Mágicos" por el resto del término. Cuando los merodeadores trabajaban en sus deberes como un grupo, incluso se ponía a leer en voz alta, como si fuese para sí mismo, reclamando que lo ayudaba a pensar. Esto molestaba mucho a James, quien prefería el silencio. Aunque no sería posible que cubrieran el plan de estudios entero en tan poco tiempo, para asombro de todos - incluyendo el suyo propio, las notas de Remus estaban mejorando a un ritmo asombroso. Sirius aparentemente había tenido la idea correcta; la habilidad de Remus de retener y recordar información era notable, y se encontró a sí mismo levantando la mano en clases por primera vez en su vida. Las notas de Sirius, por otra parte, comenzaron a caer. Pasaba tanto tiempo secretamente intentando ayudar a Remus, que aparentemente no hacía más ninguna de las lecturas adicionales de las cuales se había enorgullecido durante todo el año. Como estaban las cosas, sus propios deberes se habían vuelto promedio, pasables, y cayó por detrás de James por primera vez. James estaba inconsciente de ello, por supuesto, y meramente asumió que él estaba actualmente mejorando. — ¡Pero pasas tanto tiempo en la biblioteca! —le susurró Remus una vez, luego de que Sirius recibiera una nota “Aceptable” en uno de sus ensayos de Encantamientos — Pensé que estabas estudiando. —El propio Remus aún no había reunido el coraje para visitar la biblioteca. Pensar en todos esos libros le horrorizaba. —Estoy estudiando —respondió Sirius, animadamente. Solo no estas cosas. —Dobló el ensayo y lo hizo a un lado — Estoy buscando hechizos de interpretación cognitiva, tú sabes, para que puedas leer por ti mismo. Es bastante difícil, nivel TIMO, de hecho, pero creo que ya casi lo tengo. No te preocupes, Lupin, no es como si estuviera reprobando. Esto es mucho más interesante, de todos modos. Remus se sentía horriblemente culpable, desde luego, así como levemente avergonzado de que Sirius dedicara tanto tiempo en ayudarle. Honestamente no podía recordar un momento en su vida en que alguien hubiese intentado tanto algo por él. Lo hacía desear que pudiese hacer algo - cualquier cosa a cambio. Pero, aparte de tener una familia difícil, Sirius Black parecía no querer nada en absoluto. De hecho, había una cosa que Remus podía darle a Sirius que incluso James no podía - pero apenas valía la pena mencionarla. Algo que Sirius llamaba “percepción muggle”. Comenzó cuando Remus
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finalmente reunió el coraje para preguntar sobre la colección de récords de Sirius. Sirius estuvo más que feliz de compartir; además de su escoba, que seguía en casa, sus álbumes eran su posesión más querida. Remus fácilmente podía ver porqué; tenía Introducing The Beatles, A Hard Day’s Night y Help!, así como Abbey Road, Beggars Banquet y Sticky Fingers, – “Mick Jagger tiene que ser el muggle más cool que he visto”, las palabras de Sirius salieron a borbotes – dos álbumes de Led Zeppelin, Remus no los había escuchado antes, pero los chicos mayores de St. Edmund’s estaban obsesionados, y un LP de Simon and Garfunkel, escondido atrás. Resultó que, los magos, generalmente no pensaban mucho en la música muggle. Todos los récords de Sirius habían sido regalos de su prima, Andrómeda, quién aparentemente era la primera “oveja negra” de la familia Black, habiendo dejado la escuela unos cuantos años atrás y estando casada con un muggle. —Casi nunca la veo —explicó Sirius — No desde la boda, pero me envía estos por correo cada tanto. Los envía al modo muggle, para que mamá no se entere, no sabe cómo funciona la oficina postal. Así que aunque tenía una colección impresionante para los estándares de cualquier chico de once años, las pasiones de Sirius existían casi enteramente en un vacío. No estaba al tanto de ninguna otra de las canciones de The Beatles además de las que ya tenía, estampadas en vinilo. Nunca había escuchado la radio, ni mirado Top of the Pops, o siquiera abierto una copia de NME antes. Siendo así, encontró a Remus eternamente fascinante en el tema de música y cultura muggle. — ¡Pero en verdad los has visto! —dijo, maravillado — Los has visto interpretando. —No en la vida real, ni nada así. —respondió Remus, incómodo. —No, ya sé, en el teléfono. —Sirius asintió, sagazmente. Remus ahogó una risa. —En la televisión. —corrigió. —. Es más como esos retratos movibles que ustedes tienen. Solo que en blanco y negro. Y solo a The Beatles... The Stones vinieron solo una vez y Matrona nos hizo apagarla, por su cabello. — ¿Qué hay con su cabello? —Muy largo. —Remus se encogió de hombros — Dijo que se veía sucio. —Mi cabello es mucho más largo. —dijo Sirius, frunciendo el ceño. —Sí, lo es. Pero los niños muggle no tienen el cabello largo, no normalmente. — ¡No le digas eso! —molestó Peter —. Se afeitará la cabeza. —Lanzó una piedra de gobstones por el tablero en el piso, habían estado jugando un perezoso juego de vez en cuando durante los últimos días, intentando enseñarle a Remus las reglas. Rodó hacia una de las piedras de Sirius y la sacó del anillo, inmediatamente arrojando un líquido con olor asqueroso, el cual Sirius apenas logró esquivar a tiempo. Peter sonrió ampliamente —. ¡Já, toma esa, amante de los muggle! Sirius maldijo, en voz alta, y se fue a cambiar de ropa.
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12 Navidad 1971 —Lupin, tal vez usted pueda decirme, ¿Cuáles son las propiedades transformativas de lapis philosophorum? —McGonagall llamó, casi al final de su lección un día. Le dio una mirada muy mordaz, la última vez que le había hecho una pregunta en frente a la clase él se había encogido de hombros desviando la mirada. —Um… —Remus esforzó su cerebro — Bueno, ¿Creo que es la que convierte las cosas en oro? Si la usas bien… y Cleopatra la Alquimista la usaba para convertir plomo en plata, creo. —Correcto. —McGonagall sonaba como si estuviese intentando enmascarar su sorpresa — Cinco puntos para Gryffindor. Y otros cinco por hacer la conexión con Cleopatra la Alquimista, no es mencionaba en Guía de transformación para principiantes, ¿Lo leyó en su libro de historia? Remus asintió, al tanto de que todos lo estaban mirando. —Bueno, excelente. Algunos de mis estudiantes de tercer año son incapaces de hacer referencias cruzadas con sus estudios de ese modo, estoy complacida de ver que está tomando un interés así. —Se dirigió a la clase — Y comenzaremos a discutir alquimia luego de Navidad. Lo cual me recuerda... con las fiestas acercándose, quisiera solicitar a los estudiantes que planeen quedarse en Hogwarts durante las vacaciones hacérmelo saber para el final de la semana. Gracias, pueden retirarse. La clase se levantó para irse. Unas cuantas personas le dieron unas palmaditas a Remus cuando pasaban. —Sr. Lupin, ¿Tiene un momento? —dijo McGonagall, justo cuando él pasaba por su escritorio. Su estómago se hundió. Había pasado dos semanas sin un castigo de ella; debió haber sabido que algo venía. Se quedó parado, metiendo las manos hasta el fondo de los bolsillos y mirando fijo a sus pies mientras el resto de la clase salía. Finalmente, el aula de clases vacía, ella caminó y cerró la puerta, justo en la cara de James, y se dio la vuelta en la sala. —Bien hecho hoy, Remus. —dijo McGonagall, amablemente — Has estado realmente bien últimamente. Él volteó a verla, sobresaltado. Ella se rio. — ¡No te veas tan sorprendido! Estoy muy impresionada. El Profesor Slughorn y el Profesor Flitwick han dicho lo mismo. Quería hablar rápido contigo sobre la Navidad. He hablado con la Sra. Orwell... — ¡¿Quién?!
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—La dama que dirige St. Edmund’s. —Ah, claro, Matrona. —Exactamente. Como sabrás, la luna llena ocurrirá dos veces en Diciembre – el dos — (eso era la siguiente semana) —, y el treinta y uno. Víspera de Año Nuevo. La Sra. Orwell parece opinar que sería mejor que permanecieras en Hogwarts la Navidad por esta razón. Espero que no estés muy decepcionado. Remus se encogió de hombros. —No me molesta de cualquier forma. La Profesora McGonagall asintió, muy seriamente. —Añadiré tu nombre a lista, entonces. Nos vemos la próxima semana, Remus. *** James invitó a Sirius y Remus a visitarlo en las vacaciones, sabiendo que ninguno de los dos se enfrentaría a una Navidad particularmente feliz de otro modo. Remus se vio forzado a declinar, incluso si no se hubiese sentido increíblemente tímido acerca de visitar la casa de James y conocer a sus padres, aún estaba legalmente bajo el cuidado de la autoridad local de St. Edmund’s, y necesitaba un permiso escrito de Matrona para salir de Hogwarts. Sirius, quien hubiese adorado la oportunidad de pasar dos semanas tonteando con James, haciendo carreras con sus escobas y comiendo chocolate, también tuvo que rechazar. Su familia había dejado bastante claro que no aprobaban que visitara a la familia Potter bajo ninguna circunstancia. —Bellatrix, esa perra, ha estado dándoles información a mis padres. —explicó con tono lúgubre — Aparentemente, ya los he deshonrado lo suficiente. Si voy a tu casa solo se pondrá peor. Lo siento, colega. Remus fue al borde de los terrenos con los merodeadores solo para despedirse en el último día del término. — ¡Te enviaremos lechuzas! —prometió James — ¡Ve si se te ocurre nuestro próximo plan de ataque a Snape! Remus sonrió extensamente y prometió que lo intentaría. Esperaba que las cartas que James enviara no fueran muy largas. Era el único Gryffindor de primero que se quedaría por las vacaciones, y caminó penosamente un solitario recorrido de regreso hacia el castillo. Al día siguiente disfrutó quedarse acostado, algo que nunca tenían permitido hacer en St. Edmund’s. Durmió hasta las diez de la mañana, cuando Frank Longbottom asomó la cabeza por la puerta. —Vamos Lupin, ¡Te perderás el desayuno a este ritmo!
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A Remus le caía bien Frank, tenía un ancho, amable rostro y un trato sencillo. Parecía completamente sólido y digo de confianza, como un hermano mayor. Entendía que Remus estaba acostumbrado a ser un forastero, e intentaba no incluirlo cuando fuese posible sin empujarlo demasiado. Luego del desayuno Frank se esfumó a la lechucería y Remus se sentó melancólico en la sala común, sintiendo las próximas dos semanas estirándose ante él, vacío y solitario. Consideró una caminata alrededor de los terrenos, pero comenzó a llover estrepitosamente. Reprodujo unos cuantos de los récords de Sirius y hojeó una pila de revistas que unos de cuarto habían dejado, solo mirando las imágenes. Eran más que nada atractivas, glamorosas brujas y magos guapos, supuso que era una revista de modas. Los siguientes días pasaron muy parecido. Frank lo iría a despertar en la mañana, comería el resto de sus comidas con el resto de los Gryffindor en el Gran Comedor, pero fuera de eso estaba libre de hacer lo que quería. Estaba tan aburrido que en un punto incluso pensó en hacer algo de los deberes que le habían asignado. Había estado intentando mejorar su escritura, pero era casi imposible con las ridículas plumas de ave que les habían proporcionado. Nadie respondería como la gente cuando preguntaba porqué no podían usar simplemente bolígrafos. Incluso un lápiz habría sido mejor. En realidad, sí trató de leer un poco, pero luego de intentar con un párrafo de su texto de Herbología se rindió frustrado. Copió unos cuantos de los diagramas en vez de eso - a Remus no le molestaba dibujar; le gustaba la libertad de ello. Todos los días caminaba alrededor del castillo por unas cuantas horas, con su mapa. Los otros chicos habían tirado los suyos hace mucho, habiendo aprendido las localizaciones de las aulas de clase luego de la primera semana o algo así. Pero Remus se aferraba al suyo, aún molesto por su incompletitud. Había comenzado a marcarlo él mismo, añadiendo puntos de interés, lugares para esconderse y el pasadizo secreto que había encontrado. El resto del tiempo lo pasaba evadiendo profesores que se preocupaban de que estuviera solo. No era el único estudiante en la escuela, pero la mayoría de los otros eran de sexto y séptimo, quiénes generalmente se quedaban en la biblioteca a estudiar duro para los exámenes, o a trabajar en su trabajo de curso. Slughorn estaba dando clases especiales de Pociones extra en las mazmorras, pero Remus no había sido invitado y probablemente no habría ido de todos modos. Practicó unos cuantos hechizos, y se entretuvo a sí mismo por unas cuantas horas intentando ver cuántos objetos en su dormitorio podía levitar al mismo tiempo. Lo hizo un juego, lanzando varios objetos – libros, gob stones, barajas de cartas – al aire, e intentando detenerlas antes de que cayeran al piso. Tuvo que parar de hacerlo, eventualmente, cuando Frank tocó la puerta y le dijo irritado que no hiciera tanto ruido. *** Sábado 24 de Diciembre, 1971 El día de Nochebuena, Remus se despertó más temprano de lo usual - aún estaba bastante oscuro. Fuerte lluvia caía sobre los gruesos cristales de las ventanas, el sonido lo suficientemente fuerte para hacer eco en el dormitorio vacío. Pero no fue eso lo que le perturbó. La puerta crujió al abrirse, y alguien se abrió paso adentro.
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Sentándose y mirando a través de la oscuridad, Remus esperó ver a Longbottom diciéndole que se levantara para el desayuno. Pero no era Frank. Era un empapado y muy desaliñado chico, con largo cabello y rostro altivo. — ¡Sirius! —Remus saltó de la cama, encantado de ver a su amigo. Sirius se apartó el cabello mojado de sus ojos, claramente había estado afuera bajo la lluvia. Se sacó su pesada capa de viaje, tirándola en una pila de ropa en el suelo. — ¿Todo bien, Lupin? —Sonrió — Está helado, ¿verdad? —Apuntó su varita a la chimenea — Incendio. — ¡¿Qué estás haciendo aquí?! —Tuve suficiente. —dijo simplemente, sacándose las botas, que estaban embarradas en lodo — Me metí en una discusión con Papá, luego toda la familia se metió. Lo de siempre. Me llamaron traidor a la sangre, la vergüenza de la familia, etcétera, etcétera… —Se dejó caer sobre su cama — Así que me fui. —Wow. —Remus se frotó los ojos, anonado —. ¿Cómo llegaste aquí? —Polvos flu — Sirius se encogió de hombros — al pub en el pueblo. Luego solo caminé. —Wow. —repitió Remus. —Muero de hambre, me mandaron a la cama ayer sin cenar. Vamos, ¡Vístete! ¡Desayuno! McGonagall no estaba contenta de ver a Sirius tanto como Remus. Los dos chicos intentaron tomar sus asientos en la mesa como si nada estuviera fuera de lo común, pero ella apareció a su lado casi de inmediato. —Sr. Black. —dijo, una nota de advertencia en su voz que Remus reconoció de sus detenciones — ¿Qué significa esto? —Yo también la extrañé, Profesora. —Él le sonrió abiertamente. El borde de la boca de la bruja se contrajo, pero mantuvo su compostura. —Fue visto caminando hacia los terrenos desde Hogsmead a las seis esta mañana. ¿Le importaría explicarse en detalle? Sirius sacudió la cabeza. —Realmente no, profesora. La verdad eso es todo lo que hay que decir sobre ello. McGonagall suspiró, sacudiendo su cabeza ligeramente. Tenía la misma mirada de lástima que usualmente reservaba para Remus.
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—Muy bien, Sr. Black. Tendré que contactar a sus padres, desde luego, para que sepan dónde está. —No hay necesidad. —respondió Sirius, asintiendo hacia la bandada de lechuzas que justo se habían precipitado a la habitación. La más grande de estas aves, un enorme, majestuoso búho real, tiró un grueso sobre rojo sobre el plato de Sirius. Él dirigió su mirada hacia este, luego hacia arriba a McGonagall con una sonrisa torcida — Creo que saben exactamente dónde estoy. Tomó el ominoso sobre, y, sin romper el contacto visual con McGonagall, lo abrió. Casi inmediatamente, la carta comenzó a gritar. La voz era tan alta que llenaba el comedor entero, causando que algunas cabezas voltearan. McGonagall hizo una mueca de dolor ante el tono alarmantemente estridente que tenía. Era la voz de la madre de Sirius. —SIRIUS ORION BLACK —chilló — ¡CÓMO TE ATREVES A DESAFIAR A TU PADRE DE ESTA MANERA! —Remus se cubrió las orejas. Sirius permaneció perfectamente quieto, mirando a McGonagall — ¡ASOCIÁNDOTE CON MESTIZOS Y TRAIDORES A LA SANGRE! ¡DÁNDOLE LA ESPALDA A TU FAMILIA! ¡SI TU ABUELO ESTUVIESE VIVO TE HUBIERA DESHEREDADO EN EL MOMENTO QUE FUISTE SELECCIONADO! ¡TE QUEDARÁS EN LA ESCUELA HASTA EL FIN DE AÑO Y PIENSA ACERCA DE LA VERGÜENZA Y DESHONOR QUE LE HAS TRAÍDO A TU NOBLE TÍTULO! ¡NO CREAS QUE NO TE DESHEREDAREMOS! ¡NO ERES NUESTRO ÚNICO HIJO! Con eso, la carta estalló en llamas, enrollándose y encogiéndose en un montón de ceniza blanca. El silencio que siguió fue ensordecedor. Todos estaban mirando fijamente. Sirius se acercó por algo de tostada, poniéndola en su plato, luego comenzó a servirse huevos revueltos con ella, despreocupadamente. Echó un vistazo nuevamente a McGonagall. —Puede enviarle una lechuza a mi madre si quiere, Profesora, pero dudo que la lea. —Muy bien, Sirius. —McGonagall asintió — Solo… intenta alejarte de los problemas, ¿Sí? — Con eso, caminó rígidamente de vuelta a la mesa de los profesores al final del corredor. Sirius comió su desayunó en silencio. Años después, Remus siempre recordaría pensar en ese momento que Sirius Black debía ser el niño más valiente en el mundo. *** El día de Navidad en St. Edmund’s usualmente era un asunto extremadamente ruidoso. Algunos chicos recibían regalos - aquellos a cuyos familiares lejanos les importaban lo suficiente como para enviar una nueva sudadera quizás, pero no lo suficiente para visitar - otros tenían que ver la usual selección de donaciones de los locales, los cuales Matrona envolvía para ellos. Recibir regalos era seguido rápidamente de un canjeo de regalos, y a menudo pasaban la mañana haciendo trueques e intercambios de los escasos regalos que habían recibido. Les hacían arreglarse, luego les guiaban en una larga fila camino abajo a la iglesia, donde se aguantarían hasta el final del servicio de Navidad, aburridos y con los hombros caídos. La mañana de Navidad en Hogwarts fue considerablemente más agradable. Remus casi se conmovió cuando se encontró con que Matrona no se olvidó de él - el correo había llegado en la noche y
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al final de su camino encontró una tarjeta de ella, así como un amontonado paquete que contenía una bolsa de nueces, una naranja, y una lata de galletas. Para su asombro, James también le había enviado un regalo, su propio set de gob stones. Peter incluso le había enviado una caja de ranas de chocolate. —Feliz Navidad. —bostezó Sirius, abriendo sus propios regalos. No tenía nada de sus padres, hasta donde Remus podía ver, pero no lo mencionó. James le había enviado un anuario de su equipo de Quidditch favorito, los South End Scorchers, y tenía una caja de ranas de Peter también. —Feliz Navidad —devolvió Remus — no le di regalos a nadie. —Admitió culposamente — No sabría que lo harían… —No te preocupes por eso —respondió Sirius, en su camino al baño — nadie esperó que lo hicieras. Esto inquietó a Remus, pero intentó no pensar en ello. Mientras Sirius estaba en el baño, otra lechuza voló por la ventana y dejó un grande y plano paquete cuadrado en su cama. Cuando Sirius salió y lo vio, sus ojos se iluminaron y le arrancó la envoltura, ansiosamente. — ¡Es de Andrómeda! —explicó, sacando el récord, mostrándoselo a Remus, quien se apresuró hacia él emocionado. Era otro álbum muggle. La portada era negra, impresa con la imagen de la silueta de un hombre parado en frente de un amplificador enorme, tocando la guitarra. Tenía cabello rizado, largo y salvaje, parado con sus piernas separadas en una postura de poder, delineado en dorado. Electric Warrior, proclamaba el título, T-Rex. —Ohh, T-Rex, creo que he escuchado sobre ellos. —dijo Remus, mientras Sirius lo volteaba para leer la lista de tracks. — ¡Ponlo! —animó Remus, impaciente. ¿A quién le importaba lo que decía la portada? Sirius lo hizo, deslizando el resbaladizo disco negro y acomodándolo en su tocadiscos. El récord comenzó a girar, y la habitación se llenó de música – un suave, corredizo palpitar. “Beneath the bebop moon/I wanna croon/With you-ooo…” Se sentaron y escucharon en trance, deteniéndose solo para darle la vuelta al lado B. Una vez que terminó, Sirius sin decir palabra alguna lo volteó y comenzó desde el principio nuevamente. Alternaron entre sentarse en la cama, balanceándose ligeramente ante la melodía, o asintiendo sus cabezas mientras el ritmo se aceleraba. Compartieron sonrisas con el otro con los riffs más pegadizos, y se acostaron a mirar fijamente al techo para los tracks más lentos y ensoñadores. Eventualmente, a mitad de la segunda escuchada, Frank pasó. —Feliz Navidad, muchachos – vengan, ¡desayuno! Se vistieron rápidamente y bajaron al comedor. El Gran Comedor había sido decorado ostentosamente por los profesores - relucientes cuerdas de oropel en rojo, verde y dorado brillaban de cada
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viga, colgando como festivas enredaderas de la selva. Doce enormes árboles centelleaban con luces de todos los colores imaginables, y adornos del tamaño de pelotas de fútbol colgaban de cada rama. Luego del desayuno, los chicos se apresuraron a ir arriba a escuchar su álbum nuevamente. —Es la cosa más cool que he escuchado nunca. —declaró Remus. Sirius asintió, solemnemente. La canción favorita de Sirius era Jeepster, adoraba los agudos acordes, su agresivo golpeteo. A Remus le gustaba más Monolith; era etérea y suave, las palabras absurdas y significativas al mismo tiempo. Lo hacían sentir como si estuviera flotando. Por el resto del día pusieron música en la sala común, comiendo ranas de chocolate, nueces y galletas, y jugando ruidosas partidas de snap explosivo. Las comidas en Hogwarts eran siempre espectaculares, y la cena de Navidad no fue diferente. Para cuando cayó la noche, Remus había comido tanto que pensó que nunca más tendría hambre. Aunque no se lo dijo a Sirius, quien, después de todo, se había visto obligado a huir de casa por primera – si no es que última – vez, fue la mejor Navidad de todas para Remus.
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13 Lectiuncula Magna Martes 27 de Diciembre de 1971 Con el Boxing Day ya pasado y terminado, Remus y Sirius se encontraron atrapados en esos extraños "ni aquí ni allá" días entre el día de Navidad y el día de Año Nuevo, mientras esperaban el regreso de sus amigos. Sirius estaba ansioso por planear su venganza contra Snape; de hecho, ya no estaba interesado en atacar a todos los Slytherin, queriendo concentrar sus energías en un solo enemigo. Remus se inclinó a estar de acuerdo. Había estado demasiado furioso con Snape para pensar claramente en eso durante las últimas semanas. No podía evitar tener la sensación de que Severus de alguna manera había dado con el maleficio exacto que causaría más malestar a Remus. No sabía muy bien cómo se las había arreglado el chico de Slytherin, y era muy probable que fuera una suposición inteligente, pero no le importaba. — Deberíamos conseguir la capa de James, seguirlo hasta que esté solo y luego darle una paliza. — Remus gruñó, mientras se sentaban en la sala común vacía una noche. Agarró el brazo del sofá mientras decía esto, sintiendo el cuero crujir bajo su agarre. Se estaba acercando a la luna llena y su temperamento estaba más cerca de la superficie que de costumbre. — Ahora, ahora, Lupin. — lo reprendió Sirius suavemente, cargando una pila de libros que había traído de la biblioteca. — Estás pensando como un muggle. Si vamos a atraparlo, lo atraparemos con magia. — No más libros. — Remus gimió, mientras Sirius se dejaba caer a su lado, con un enorme Tomo en sus brazos. Lo abrió, y era tan grande que la portada entera descansaba sobre sus delgadas piernas. — Sí, más libros —. Sirius respondió, alegremente. — Te encantarán una vez que los conozcas, te lo prometo. Remus no estaba tan seguro de eso. Era cierto, que habían llegado a gustarle bastante sus sesiones de estudio secretas, y en privado estaba sorprendido de lo que había aprendido. Pero escuchar a Sirius era una cosa, sentarse solo y mirar un bloque de texto era otra cosa. Aun así, Sirius seguía prometiéndole que se estaba acercando a una solución. — Entonces, ¿De qué se trata este? — Preguntó Remus, resignado a su destino. Si Sirius quería hacer algo, era muy poco lo que alguien pudiera hacer para detenerlo. Solo tenías que agarrarte fuerte hasta que terminara. — Maleficios y hechizos. Sin embargo, muchos de ellos son realmente complejos. Quiero decir, estamos bien, - Tú, James y yo, de todos modos - pero sigo pensando que deberíamos ceñirnos a lo básico. La clave es la simplicidad. — Okay. — Remus respondió, aburrido. Seguía prefiriendo la idea de una paliza sorpresa.
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— Así que pensé que podríamos hacer una lluvia de ideas sobre todas las cosas que podemos hacer y ver si eso se presta a alguna buena maldición. — Sirius continuó, sin inmutarse de la desgana de Remus, — Entonces, yo soy muy bueno en la transfiguración, obtuve las mejores notas incluso después de que empezaras a ponerte al día. — Correcto. — Remus estuvo de acuerdo. — Y James es un poco mejor que yo en Defensa Contra las Artes Oscuras, lo que pensarías que sería algo útil cuando se trata de una babosa asquerosa como Snivellus, pero todavía no hemos aprendido ningún hechizo bueno, excepto cosas de desarme, y eso es inútil. Mordió la punta de su pluma, considerándolo. No era una pluma nueva y dejó una mancha oscura en el labio inferior de Sirius. Remus no dijo nada. Sirius continuó, — James también es bueno volando, obviamente, pero no sé cómo eso va a ser de ayuda. Luego está Pete ... que es bueno para escabullirse y gruñir, supongo... Remus pensó que eso era bastante injusto. Peter no era el mejor de la clase como Sirius y James, pero en general era perfectamente competente, usualmente conformándose con una nota satisfactoria. Carecía de la ventaja competitiva que tenían James y Sirius, el deseo de probarse a sí mismo. Remus reconoció esto bastante bien, a veces era suficiente ser amigo de personas más inteligentes y seguras de sí mismas. Obtener un poco de su brillo sin ninguna clase de presión. — Pete es bueno en Herbología — señaló Remus, — Y Pociones. — Ambos inútiles. — Sirius se encogió de hombros. — Fue a tí a quien se le ocurrió la cosa de la rosa mosqueta, y nunca vamos a vencer a Snape en Pociones. Odio admitirlo, pero el bastardo es demasiado bueno. De todos modos, luego te tenemos a tí; probablemente seas mejor en Encantamientos. — No soy el mejor — dijo Remus apresuradamente, — Soy bueno en la levitación, supongo, pero eso es todo. — Oh, cállate, este no es momento para la modestia, Lupin,— Sirius agitó una mano impaciente, — Recoges hechizos más rápido que nadie. Si encontramos un maleficio lo suficientemente espantoso aquí, cuento contigo para que averigües cómo hacerlo. Remus se retorció. Odiaba cuando Sirius hablaba así, como si Remus fuera tan inteligente o tan talentoso como él y James. Sabía que no era cierto y le avergonzaba. Luchó contra un impulso repentino de empujar el libro grande y pesado de sus regazos y alejarse. Era solo la luna llena, se dijo. Se sentía inquieto y con mucho calor junto al fuego, demasiado cerca de Sirius, cuya sangre podía oler, mezclada con el aroma único de la magia. Esperaba vagamente que la cena fuera carne roja, algo en lo que pudiera saborear el hierro. — Tiene que ser algo grande, — murmuró Sirius, pasando hasta el final del libro. Remus dejó escapar un gruñido cuando todo el peso del mismo golpeó sus muslos. Sirius ignoró esto, pasando un dedo por el índice. — Algo mucho peor que lo del cabello.
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Remus se estremeció al pensar en la broma de Snape. La rabia lo invadió de nuevo. ¿O era el hambre? Sacudió la cabeza, apartando el libro y levantándose, fingiendo que solo quería estirarse. Ya podía sentir sus articulaciones doler mientras su cuerpo se preparaba para la transformación que se avecinaba. — No sé por qué crees que seré de ayuda. — Remus suspiró, bostezando ahora. — Perspicacia muggle. — Sirius sonrió. — Como el polvo picapica. Puedes pensar en cosas que Snape no verá venir. Remus se rascó la cabeza, destrozando su cerebro. — No puedo pensar en nada lo suficientemente malo — dijo, — Una vez tomamos un balde de agua y lo colocamos sobre una puerta, que tienes que dejar un poco entreabierta, ya sabes, luego se suponía que la Matrona debía pasar y empaparse. Excepto que la matrona no pasó, la cocinera en cambio sí y después nos sirvieron comida de mierda durante un mes. — Su estómago gruñó ante la mención de comida. — Esa es una broma bastante dócil, para ser honesto. ¿Tienes hambre? ¿Podemos bajar a cenar ya? — Sí, supongo, — Sirius cerró el libro. — Podríamos conseguir un balde con bastante facilidad, pero parece que hay mucho margen de error. Y no sé si realmente infundiría miedo en su corazón de la manera en la que queremos. Somos merodeadores, deberíamos establecer ciertos estándares. Remus se rió entre dientes mientras trepaban por el agujero del retrato. — Sí, te dije que era una tontería. Es una pena, porque a Snivellus le vendría bien una buena ducha. Sirius se rió en respuesta. Luego se congeló y agarró el hombro de Remus, — ¡Oh, genio! ¡Maldito genio! — ¡¿Qué?! — Remus respondió, sorprendido y un poco molesto por ser sacudido de esa manera. — ¡Una buena ducha! ¡Eso es lo que haremos! Apuesto a que es fácil, debe estar en uno de esos libros... ¡Espera aquí! Desapareció a través del retrato. Remus suspiró, hambriento, y esperó. *** — Así que espera, explícamelo de nuevo? — Remus susurró, mientras terminaban sus platos. Usó los restos de su papa asada para limpiar lo que quedaba de la salsa. Podría tener un segundo plato: comía como un caballo en las noches antes de la luna. — Suena complicado. — No lo es — Sirius negó con la cabeza, — Creo que es fácil. Los hechizos meteorológicos son difíciles a gran escala, pero esto solo necesita ser una nube del tamaño de esta placa. — Dio unos golpecitos en la porcelana que tenía delante.
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— ¿Sería como el techo?— Preguntó Remus, señalando con la cabeza las vigas encantadas. Estaba lloviendo, como lo había hecho toda la Navidad, pero el aguacero se desvaneció antes de que llegara a ellos. — Un poco — respondió Sirius, — Pero más pequeño. Y sin ningún encanto que nos impida mojarnos. — Pero... ¿No podría simplemente alejarse de eso? — ¡No si lo combinamos con un hechizo vinculante! — Pero… no podemos mezclar hechizos, todavía. Bueno, yo no puedo. ¿Puedes?— Miró a Sirius, quien asentía vigorosamente. — Sí, lo he intentado, por lo de tu lectura. En realidad, no es tan difícil; solo tienes que concentrarte. — Eso es lo que dicen sobre la lectura. — suspiró Remus. — Practicaremos. — Sirius dijo, con firmeza, — Practicaremos mucho, antes de que James y Pete regresen. Estarán muy impresionados. No hubo tiempo para un segundo plato después de eso, así que Remus tuvo que contentarse con el resto de sus galletas navideñas mientras Sirius buscaba los encantos del clima. Una vez que encontró lo que quería, ambos se turnaron para intentarlo, Sirius leyó las instrucciones varias veces antes de que pudieran entenderlas. Era la primera vez que Remus había intentado hacer un hechizo sin que visualizarlo primero. Era un poco desalentador para empezar, pero rápidamente entendió cómo el movimiento de la varita debería fluir y girar, mientras que Sirius era mejor con la pronunciación. Hizo falta mucha concentración, y era casi medianoche cuando cualquiera de los dos había producido algo. Finalmente, Remus logró lanzar una pequeña nube gris. Salió de su varita como humo, luego flotó entre ellos por unos momentos antes de estallar como una burbuja, dejando solo un leve rastro de condensación. Sirius sonrió ampliamente, — ¡Esto va a funcionar! *** Sábado 31 de diciembre de 1971 Fue difícil deshacerse de Sirius en la noche de luna llena. Remus incluso le dijo que se sentía mal, pero luego el chico se ofreció a acompañarlo a la enfermería. Finalmente, logró convencerlo de que debía quedarse y seguir practicando el hechizo de la nube de lluvia.
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— Sin embargo, básicamente lo tenemos ahora.— Sirius se quejó. Era cierto, ambos habían logrado producir lluvias en miniatura satisfactorias; el baño casi se había inundado en el proceso. Era solo una cuestión de mantener la concentración y perfeccionar el aspecto vinculante ahora. — Encuentra algo más que hacer, entonces. — Remus espetó, a medio camino de la puerta, la piel erizada, el estómago gruñendo. — Te veré mañana. — ¡¿Cómo sabías que ella te mantendrá toda la noc ... ?! Remus pudo escapar antes de tener que responder más preguntas. Se estaba volviendo descuidado, pensó para sí mismo mientras llamaba a la puerta de la oficina de McGonagall. Eventualmente tendría que pensar en una excusa decente para todas sus ausencias. Seguramente conectarían las noches en las que desaparecía con la luna llena eventualmente: todos tenían Astronomía. La choza estaba fría, las paredes húmedas por la lluvia implacable. Remus deseó haber traído su varita; había aprendido a lanzar un buen hechizo de fuego ahora. Pero supuso que no sería bueno que hubiera un fuego ardiendo cuando se transformara. Podría quemar todo el lugar. La transformación se produjo más repentinamente de lo habitual. Desde que Madame Pomfrey le había dicho que empeorarían, parecía poder sentirlo más. Todavía luchaba por no gritar, preocupado de que McGonagall o Pomfrey pudieran escucharlo mientras salían del túnel. No necesitaba más lástima. *** Domingo 1 de enero de 1972 Al día siguiente, Remus apenas podía levantarse después de haberse transformado. En su lugar, se tapó con una manta y se tumbó en el suelo esperando a que llegara Madame Pomfrey. Cada centímetro de él le dolía, más que nunca. Su cabeza latía como si un troll la hubiera pisoteado. Cada diente de su mandíbula le dolía, los tendones de sus hombros se sentían como si se hubieran estirado hasta romperse. Se había quebrado casi todas las uñas. Había enormes marcas de garras en el tapiz. — ¿Remus?— La voz suave de Madame Pomfrey llegó a través de la puerta, — Voy a entrar ahora, querido. Cerró los ojos, incapaz incluso de gemir. — Oh — dijo, mientras entraba en la habitación y lo encontró en el suelo, — Fue uno malo, ¿verdad? Quizás sea el solsticio, tendré que consultar mis libros. ¿Puedes levantarte, Remus? — Ella le tocó la frente con el dorso de la mano. Abrió los ojos y asintió débilmente, tomando su brazo y levantándose. Eso fue un error. Tan pronto como estuvo de pie, su cabeza dio un sacudida y sintió las náuseas aparecer. Se inclinó hacia adelante y vomitó en el suelo. — No importa, — dijo Madame Pomfrey, amablemente, un brazo alrededor de su hombro tembloroso. Apuntó con su varita al desorden, y este se desvaneció en un instante, — No hay daño. Vamos a llevarte a un lugar cálido ahora, ¿De acuerdo?
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Quería usar una camilla mágica para llevarlo de regreso al castillo, pero él no podía soportar la vergüenza, no importa qué tan temprano en la mañana fuera. Caminaron de regreso, muy lentamente, hasta la enfermería, donde finalmente se derrumbó en una cama limpia y suave. La enfermera continuó quejándose a su alrededor, pero él ya se estaba quedando dormido. Se despertó sintiéndose un poco mejor. De todos modos, su dolor de cabeza lo había abandonado. Parpadeó adormilado, alcanzando el vaso de agua que estaba a su lado. Alguien lo recogió y se lo entregó. Bebió profundamente, luego lo dejó, mirando hacia arriba esperando ver a Madame Pomfrey. Saltó de la sorpresa; — ¡Sirius!— dijo con voz ronca, su garganta todavía le dolía. Dios, ¿De verdad había estado aullando? Que embarazoso. — Feliz año nuevo — dijo Sirius, alegremente. Estaba sentado en el pequeño taburete de madera colocado allí para las visitas, con un libro en el pecho. — Pensé en venir a buscarte cuando ví que no estabas en el desayuno. ¿Estás bien? — Estoy bien — dijo Remus, sentándose, apresuradamente, frotándose la cabeza, — Yo um... tengo migrañas a veces. Ya me siento mejor. — Bueno. — Sirius asintió, — Porque tengo tu regalo de Navidad listo. — ¿Mi qué? — Remus miró a Sirius con recelo. Sus ojos azules estaban brillantes y llenos de picardía. — Lamento la tardanza — estaba diciendo, — tenía que hacer algunos ajustes de último minuto. Aquí. — Le entregó el libro. Era la copia de Remus de "Historia de la magia". — ¿Qué...?— Remus no estaba seguro de si estaba en medio de un sueño muy extraño. ¿Por qué Sirius le estaba dando su propio libro de historia? — ¡Ábrelo! Remus lo hizo. Apenas había abierto el libro en todo el año y las páginas todavía estaban rígidas e inmaculadas, excepto la primera página. Debajo del título, Sirius había escrito algo con su propia letra cursiva. Remus lo miró entrecerrando los ojos, torciendo la boca por el esfuerzo. Estaba exhausto, no tenía energía para acertijos. — Sirius —, suspiró — sabes que no puedo... — ¡Pon tu mano sobre él!— Sirius dijo, ansiosamente, dando un paso adelante, — Palma plana contra la página - sí, así. Ahora, dame un momento... Sacó su varita de su bolsillo y pasó la punta ligeramente contra la sien de Remus. — Sirius, ¿Qué estás haciendo?— Remus estaba alarmado, nunca antes le habían apuntado con una varita, y había visto a Sirius hacer volar cosas más grandes que su cabeza.
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— ¡Confía en mí!— Sirius lo hizo callar. Una expresión de concentración apareció en su rostro. Inhaló profundamente. Remus cerró los ojos con fuerza, preparándose para lo peor. Al menos ya estaba en la enfermería. — ¡Lectiuncula Magna!— dijo Sirius con fuerza. Remus sintió una sacudida extraña, como si se hubiera perdido el último escalón de una escalera. No le había dolido, exactamente, y al menos su cabeza todavía estaba unida a su cuerpo. Abrió los ojos y miró a Sirius. — ¿Qué fue eso? — ¡Mira el libro!— Sirius señaló, prácticamente bailando en su lugar con entusiasmo, — ¡Dime lo que dice! Remus suspiró y miró el libro en su regazo. Era exactamente lo mismo; una página en blanco con la letra negra gruesa y ligeramente inclinada de Sirius. Se quedó mirándolo, sin estar seguro de lo que se suponía que debía estar haciendo. — ¡Léelo — Insistió Sirius. — Yo...— Remus miró hacia abajo y leyó la primera palabra. 'Feliz' Dijo una voz en su cabeza. Remus parpadeó en estado de shock, nunca antes había escuchado esa voz, aunque sonaba como la suya. Era casi como el sombrero seleccionador, solo que más familiar, y menos invasivo. Miró de nuevo. 'Feliz Navidad,' - leyó; 'Ahora puedes hacer tu maldita propia tarea. De tu compañero merodeador y amigo, Sirius Black.' Remus se rió. Miró a Sirius, luego volvió su vista hacia la página. Abrió el libro en una página del medio, mirando las palabras impresas allí: '...a finales del siglo XVI, Cornelius Agrippa hizo sus mayores avances en el campo de la magia natural...’ — ¡Oh Dios mío! — Exclamó Remus. Volvió a pasar otra página y leyó más. La voz prosiguió con seguridad. Podía leer. — ¡Oh Dios mío! — ¿Funcionó, entonces?— Sirius preguntó, radiante. — ¡Sirius! ¡Esto es... tú! ... No puedo... ¡¿Cómo?!
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— Oh no — Sirius se rió entre dientes, — ¿No me digas que te he estropeado tanto el cerebro que ni siquiera puedes formar una oración coherente? — Gracias. — Fue todo lo que Remus pudo decir. Podía sentir que sus ojos ardían por las lágrimas e inmediatamente se los frotó fuertemente con los puños. Sirius miró hacia otro lado, cortésmente. — Está bien—, respondió — Ahora puedes ayudarme a investigar nuestra próxima gran broma. — Ni siquiera hemos despegado el primero del suelo todavía.— respondió Remus, aspirando con fuerza, recomponiéndose. — Tienes que mostrarme cómo hiciste esto... es... quiero decir, debe de ser magia realmente avanzada... — Más o menos — Sirius se encogió de hombros, — En realidad, tuve la idea después del vociferador de Madre. Pensé que si puedes conseguir que una carta le grite a alguien, entonces puedes conseguir un libro para leerle a alguien. Mantener la voz en tu cabeza fue la parte más difícil; no podía decir si me estaba funcionando o si solo estaba leyendo normalmente. Sin embargo, funciona en cualquier libro, creo. No estoy seguro de otras cosas todavía, como etiquetas de pociones o carteles, pero podemos seguir trabajando en eso... Remus no podía dejar de mirar el libro, leer líneas al azar y sonreír para sí mismo. No pensó que alguna vez él hubiera sido tan feliz en su vida.
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14 La Broma Domingo 2 de enero de 1972 — ¡Brillante!— James exclamó, golpeando con su mano el mostrador del baño, — ¡Completamente brillante! — ¡Eres tan listo!— Peter dijo efusivamente. Los cuatro estaban amontonados en el pequeño baño compartido. Sirius estaba de pie en el baño, completamente vestido, sosteniendo un paraguas sobre su cabeza, mientras Remus apuntaba con su varita a una nube de tormenta gris que flotaba justo encima de él. Estaba lloviendo a cántaros. Sirius se movió de un lado a otro en la bañera, pero la nube se mantuvo firme sobre su cabeza, siguiendo cada uno de sus movimientos. James y Peter habían regresado de sus vacaciones de Navidad hacía solo dos horas, y tan pronto como terminó la cena, Remus y Sirius los llevaron arriba para una demostración. —Lupin me dio la idea, pero yo busqué el encantamiento para hacerlo, — Sirius sonrió, con orgullo, — ¡No sabrá que lo ha golpeado! — ¡¿Cuándo podemos hacerlo?!— James estaba saltando de arriba a abajo ahora, listo para explotar de la emoción. — ¿Mañana a primera hora? ¿Desayuno? ¿Pociones? —Cena. —Sirius negó con la cabeza, —Más audiencia. —Sí, cena. — asintió James, sabiamente, como si la idea hubiera sido suya. —En serio, ustedes dos, estoy muy orgulloso. —Salud, — Sirius levantó una ceja irónicamente. Luego miró a Remus, —Um… ¿Lupin? Probablemente puedes parar ahora. Mis pies se están mojando. —¡Oh!— Remus sacudió el hechizo, viendo que había producido más lluvia de la que el antiguo orificio del tapón podía aguantar, y Sirius ahora estaba sumergido hasta los tobillos en agua fría, la parte inferior de su túnica empapada. —Lo siento. —Está bien—, se rió Sirius, saliendo del baño y estrujando su túnica, —Solo asegúrate de hacer lo mismo con Snape. —Entonces, ¿Lupin está haciendo este?— Preguntó James. Sirius se encogió de hombros. —Es mejor en eso. Sin embargo, yo también puedo hacerlo, si somos interferidos.
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*** Lunes 3 de enero de 1972 El primer día de lecciones después de Navidad fue muy extraño. James, Sirius y Peter estaban llenos de energía nerviosa en anticipación a la broma. Remus también estaba ansioso, aunque algo nervioso, ya que era él quien tenía que lograrlo. Pero tenía otra razón para estar emocionado. Sería el primer día escolar en toda su carrera académica en el que podría leer. Sirius le había mostrado cómo realizar el hechizo, y fue bastante difícil - al final Remus simplemente hizo que el otro chico lo realizara por él la mayor parte del tiempo, decidiendo dedicar más tiempo a aprender cómo hacerlo él mismo más adelante. Su magia todavía era un poco débil después de la luna llena, propensa a extenderse y "explotar" si se concentraba demasiado. No parecía una buena idea girar su varita hacia sí mismo hasta que la luna menguara lo suficiente y tuviera más control. La primera mitad del día fue todo lo que había esperado que fuera. No podía leer la pizarra, pero los encantamientos se basaban principalmente en la práctica, y a Remus le sorprendió lo fácil que se volvió todo cuando solo podía consultar su texto sin tener que recordar todo lo que Flitwick había dicho sobre suavizar los encantamientos. Fue el primero en la clase en hacer que su ladrillo rebotara, para consternación de Lily Evans, quien generalmente era la mejor estudiante en Encantamientos. Fue por la tarde, durante Pociones, cuando las cosas empezaron a salir mal. Comenzó con Slughorn devolviendo sus ensayos sobre los doce usos de la sangre de dragón. Remus había completado el suyo antes de Navidad con la ayuda de Sirius, y los merodeadores en general lo habían hecho bastante bien. Como de costumbre, Snape obtuvo la calificación más alta y ganó cinco puntos para Slytherin. Lily fue la segunda y consiguió un punto para Gryffindor. Solo había vencido a Sirius por unos pocos puntos. Nada de esto estaba fuera de lo común, pero aparentemente la tensión de la broma había crecido demasiado para Sirius, y no pudo resistirse a tomar cada pequeña oportunidad. —Me pregunto si vale la pena acercarse a Snivellus solo por un miserable punto de la casa. — Gruñó, lo suficientemente fuerte para que Lily y Snape lo escucharan. Lily se dio la vuelta, dos parches de color rosa brillante en sus mejillas, —Cállate, Black. — siseó, — A nadie le gustan los perdedores llorones. —Difícil perder cuando tu novio te permite copiar su trabajo. — Sirius susurró en respuesta, venenoso. — ¡No le copio, y Severus no es mi novio! —La cara de Lily se estaba poniendo más roja. —Te estás sonrojando, Evans. — Sirius sonrió satisfecho de sí mismo. Le dio un codazo a James, — ¿No es dulce? —James rió, asintiendo con la cabeza. —Ignóralos, Lily. — susurró Snape, sin volver la cabeza, —Solo están celosos. — ¿Celosos de qué, Snivellus?— James saltó, todavía tratando de mantener la voz baja, — ¿Celos de un idiota grasiento y viscoso como tú? Sigue soñando.
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Sirius se rió, complacido de haber atraído a James. Peter también se rió, para no quedarse atrás. Slughorn era inconsciente de esto, de espaldas a la clase mientras garabateaba instrucciones en la pizarra. Severus finalmente se giró en su silla. Volvió sus brillantes ojos negros hacia Sirius, — Escuché que tuviste una Navidad muy tranquila, Black. — dijo, su voz baja y llena de peligro, —Tu familia no podía soportar tenerte cerca por más días antes de enviarte de regreso a la escuela, ¿Estoy en lo correcto?— Sus labios se curvaron, cruelmente, —Todas las familias de sangre pura están hablando de eso - la oveja negra de los Black. Sirius apretó los puños, Remus vio que sus nudillos se volvían blancos. —Cierra. La. Boca. — Sirius gruñó, con los dientes apretados. —Sí, cuidado, Snape. — James frunció el ceño, — Será mejor que tengas cuidado con lo que dices. Nunca se sabe lo que podría pasar. — ¿Es eso una amenaza, Potter?— Snape respondió, sonando aburrido, —Perdóname si no estoy temblando en mis zapatos. ¿Vas a enviar a Loony Lupin a acusarme de nuevo? Remus, que había estado medio escuchando la disputa y medio escuchando las instrucciones de Slughorn, se estremeció involuntariamente. Había tenido ese apodo antes. De hecho, era impresionante que nadie en Hogwarts no lo hubiera dicho hasta ahora, especialmente cuando sabía que tenía una reputación de ser un poco raro. ¿Todos lo habían estado llamando así, a sus espaldas? Reflexivamente, tomó su varita. Snape lo vio, y su sonrisa se volvió aún más cruel. —Oh, ¿de verdad has aprendido algo de magia , Lupin? Estoy impresionado. Eso sí, he oído que pueden entrenar a algunos monos para realizar trucos básicos, así que supongo que no es un logro real. Remus levantó su varita, pero Sirius agarró su muñeca y la empujó hacia abajo sobre el escritorio. —Todavía no. — murmuró. Remus apretó la mandíbula y miró hacia la pizarra, hirviendo internamente. Snape se rió entre dientes y se alejó también. Remus escuchó a Lily susurrar enojada, — ¡No hay necesidad de ser tan horribles con él! Remus apenas pudo concentrarse en el resto de la lección. Sabía que no debería importarle lo que Snape, o cualquier otra persona, pensara de él. Pero las púas del chico de Slytherin se clavaron y no pudieron soltarse. Sirius no ayudó; seguía murmurando '¡se lo mostraremos!' en voz baja, lanzando miradas oscuras en dirección a Snape. Para cuando llegó la cena, Remus estaba que quemaba de rabia y del deseo de probarse a sí mismo. Apenas comió algo, y era Shepherd's Pie, uno de sus favoritos. Miró a Snape desde el otro lado de la habitación. Esto no pasó desapercibido, y Severus empujó a los chicos a su alrededor, señalando a los
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merodeadores y riendo. Remus pensó que podía distinguir las palabras "Loony Lupin". James y Sirius les fruncieron el ceño. Lily también lo notó, —Dejen a Sev en paz, ¿de acuerdo?—Ella chilló, —Esta estúpida pelea va a continuar para siempre si ninguno de ustedes puede ser lo suficientemente maduro como para... —Danos un descanso, Evans.— James puso los ojos en blanco, —Ya es bastante malo que tengas que ser amigo del estúpido, ¿Ahora estás tratando de defenderlo? ¿Dónde está la lealtad a tu casa, eh? —Esto no tiene nada que ver con las casas, —espetó — es una pelea ridícula por nada. — ¡Insultó a Remus! — ¡Todos se meten con él todo el tiempo! — ¡Él lo inició! —Oh, sí, entonces tienes que terminarlo, ¿verdad, Potter?— Se puso de pie, de repente, recogiendo su bolso, —Dios, ¡están tan satisfechos con ustedes! — Ella se alejó, sus zapatos de charol repiqueteando furiosamente sobre las losas. —Le encantan las peleas, a esa. — sonrió James. Hubo un grito de risa en la mesa de Slytherin y Remus decidió que ya había tenido suficiente. Se puso de pie también, sacó su varita y apuntó a Severus. — ¡Ligare Pluviam! Fue instantáneo y perfectamente glorioso. La nube de lluvia salió disparada de la varita de Remus con la velocidad de una bala, por lo que nadie pudo ver de dónde había salido. Descansó sobre la cabeza de Snape, gruesa, gris y pesada. Se oyó un trueno y comenzó la lluvia. Al principio no sabía lo que estaba pasando, se cubrió la cabeza con las manos y miró hacia arriba. Los estudiantes sentados a ambos lados de Snape se pusieron de pie y retrocedieron, no queriendo mojarse. Entonces Snape se puso de pie, tratando de esquivar la nube, pero ésta lo siguió, flotando persistentemente - la lluvia caía a cántaros. La gente se reía ahora y señalaba. Todos miraban a su alrededor, tratando de ver quién lo había hecho, pero nadie había visto a Remus lanzarlo, excepto sus amigos. Se sentó, pero mantuvo su varita apuntando a Severus, sonriendo mientras veía al chico que todavía intentaba escapar de la mini tormenta. — ¡Sí! —Sirius susurró al oído, — ¡Maldita sea, Lupin, que belleza! La inmensa satisfacción que sintió Remus se vio agravada por la risa que resonaba a su alrededor. Snape era un chico tan desagradable y rencoroso, que incluso algunos de los Slytherin parecían complacidos de verlo obtener lo que se merecía. Cuanto más pensaba Remus en ello, más quería castigarlo y más fuerte llovía. De hecho, la nube pareció oscurecerse e hincharse.
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Snape estaba completamente empapado ahora, su cabello pegado a su cabeza, metiéndose en sus ojos. Su piel estaba pálida y su túnica brillaba mojada, formando un charco debajo de él. Remus sonrió mientras veía a Severus intentar desesperadamente escapar, luciendo cada vez más como una rata ahogada. — ¡Para! —Lily le gritaba a James — ¡Sé que eres tú! ¡Detenlo ahora! James siguió riendo y levantó las manos para mostrar que no estaba haciendo nada. Lily parecía al borde de las lágrimas. Severus hizo ademán de correr, con los brazos sobre la cabeza para detener la lluvia, pero su túnica era tan pesada y estaba tan empapada que medio tropezó, medio resbaló y se desplomó en el suelo. Remus se habría reído, pero su concentración se profundizó. La lluvia caía más fuerte aún, hasta que fue difícil incluso ver a Severus a través de las nieblas grises. La nube también era más grande y crepitaba con truenos y relámpagos; nunca lo había hecho cuando había practicado con Sirius. Pero claro, no había estado tan enojado con Sirius. — ¡Para! ¡Por favor!— Lily estaba sollozando ahora. James había dejado de reír. Tocó el brazo de Remus, —Er… ¿Remus? Ha tenido suficiente, amigo... Snape no se levantaba. Remus se dio cuenta de que nadie se reía más y algunas personas gritaban. — FINITO. —Una voz resonó en el comedor. De inmediato dejó de llover. Todos guardaron silencio. Dumbledore estaba en la entrada, Remus no lo había visto desde Halloween. Parecía perfectamente tranquilo, a pesar del caos que acababa de terminar. El director entró rápidamente en la habitación, haciendo desaparecer todo el agua con un movimiento de su varita y se inclinó sobre Severus. Remus guardó su varita y se encogió en su asiento, viendo a Dumbledore susurrar sobre el cuerpo boca abajo de Snape. Lily seguía sollozando y corrió para pararse junto a Dumbledore, temblorosa, asustada. —Todos a sus dormitorios, por favor. —Dumbledore habló en voz baja, pero de alguna manera fue escuchado por todos en el enorme salón, — Señorita Evans, por favor, traiga a Madame Pomfrey. Lily salió corriendo de la habitación y los otros estudiantes comenzaron a salir, obedientemente. James, Sirius y Remus se lanzaron miradas nerviosas antes de apresurarse a unirse al resto de la casa.
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15 Consecuencias La mayoría de los Gryffindors merodeaban por la sala común, chismeando y charlando, todos preguntándose quién podría haberlo hecho. Los merodeadores, por lo general, deseosos de estar en el centro de cualquier debate, se arrastraron escaleras arriba, pálidos por la culpa. Remus se sentó en su cama, mirando al suelo. Había ido demasiado lejos; él sabía eso. Se había sentido bien, por un momento, y nada podía convencerlo de que Severus no se lo merecía. Pero ahora James lo miraba de manera extraña, y sabía que Dumbledore lo descubriría de alguna manera, si Lily no se lo decía a todos tan pronto como regresara a la sala común. — ¿Qué pasó? — James preguntó, con cuidado: — ¿Perdiste el control? Eso fue magia realmente poderosa. — ¡Fue increíble! — Sirius dijo, de repente, — ¡Se lo pensará dos veces antes de enfrentarse con nosotros de nuevo! — Pero... quiero decir, no queríamos hacerle daño, ¿verdad? — James frunció el ceño. — Está bien, solo estaba fingiendo, para meternos en problemas. — ¿Nos meteremos en problemas?— Peter preguntó, retorciéndose las manos, — No todos lo hicimos, ¿verdad? Era sólo... Sirius le dio una palmada en la parte posterior de la cabeza, —Tu rata. —Él dijo. — Somos los merodeadores. Todos para uno y uno para todos. —Lo que sea que eso signifique. — murmuró Peter, frotándose la cabeza y sentándose en su propia cama, malhumorado. — Yo lo hice, ustedes no deberían meterse en problemas. — Remus dijo, en voz baja, sin mirar hacia arriba. — ¡Fue la mitad de mi idea!- Sirius dijo: — ¡Hice la investigación! No te preocupes, Lupin, te apuesto lo que sea a que él está bien. — Si él lo está, — dijo Remus, pesadamente, — entonces no es gracias a mí. — Finalmente miró a los ojos de James. Eran de color marrón oscuro y mucho más graves de lo habitual. — Quería lastimarlo. James sostuvo su mirada y asintió levemente. Llamaron a la puerta, disipando la tensión. Fue Frank Longbottom.
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—Ustedes cuatro deben ir a la oficina de McGonagall, ahora. — Dijo con gravedad. Siguieron a Frank por las escaleras y atravesaron la sala común, donde todos los miraron. Remus miró a sus pies todo el tiempo, pero escuchó los susurros en silencio mientras caminaban. No importaba lo que sucediera después, todos sabrían que eran los responsables. McGonagall no estaba sola. Dumbledore estaba de pie junto a su escritorio, con las manos cruzadas frente a él. Sonrió amablemente a los cuatro chicos que estaban en fila frente a él. — Buenas noches, caballeros. —Él dijo. — Buenas noches, director. — corearon todos. — Quizás le interese saber que el joven Sr. Snape está bastante bien, aunque su orgullo está bastante herido. No dijeron nada. Remus no miró hacia arriba. — Parecía pensar que ustedes cuatro tenían algo que ver con su desgracia. — Continuó Dumbledore, agradablemente, como si estuviera pasando la hora del día. — Particularmente usted, Sr. Potter. James miró hacia arriba, abrió la boca, luego la volvió a cerrar y miró hacia abajo. Remus no pudo soportarlo. Solo tenía tres amigos en todo el mundo y no los iba a perder ahora. Dio un paso adelante. — Fui yo, señor, yo lo hice. Me dijo algunas cosas antes, y estaba enojado con él. Quería darle una lección. - Se obligó a mirar hacia arriba, a los ojos azul pálido de Dumbledore. El anciano asintió satisfecho. — Veo. ¿Actuaste solo? —Sí, — Remus sacó su varita, —Mire, puedo probarlo... — ¡No hay necesidad! Dumbledore dijo apresuradamente: — Le creo, Sr. Lupin. — ¡No fue solo él, señor! — Sirius estalló, — Busqué el hechizo, también aprendí cómo hacerlo, es mi culpa. — ¿Quieres decir que planeaste esto, Black?- McGonagall dijo, bruscamente, — ¿Planeaste atacar a otro alumno? Diez puntos de Gryffindor. De cada uno. Sirius miró hacia abajo de nuevo. — Y detención para todos ustedes, durante un mes.— Continuó: — Me resulta muy difícil de creer que el Sr. Lupin aquí actuara solo. Los cuatro bajaron la cabeza.
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— Pueden irse, caballeros. —dijo Dumbledore, en voz baja. — No tengo ninguna duda de que todos se tomarán el tiempo para disculparse con el Sr. Snape, por supuesto. Sirius murmuró indignado y James le dio un fuerte codazo. Se volvieron para irse. — Señor Lupin, un momento. Remus se quedó helado. Debería haber sabido que no se saldría con la suya tan fácilmente. Se quedó quieto mientras los demás dejaban la habitación, McGonagall los siguió para asegurarse de que no se quedaran afuera. Una vez que la puerta se cerró, se hizo un silencio. Dumbledore no habló de inmediato, y finalmente Remus levantó la cabeza para encontrarse con los ojos del director. No parecía enfadado ni decepcionado. Tenía su expresión agradable habitual, teñida de curiosidad, tal vez. — ¿Cómo has estado encontrando Hogwarts, Remus? Esa no era la pregunta que había anticipado. —Er... ok, supongo? — Parece que no has tenido ningún problema en hacer amigos. Esa no era una pregunta en absoluto, así que no la respondió. Se miró los pies y luego volvió a subir. — ¿Me expulsarán? — Preguntó. Dumbledore sonrió, — No, Remus, nadie será expulsado. Puedo ver que lamentas lo que has hecho. Lo que me preocupa es cómo lo hiciste. Ese fue un hechizo muy fuerte, no hubiera esperado que un primer año... debiste haber estado muy enojado. Remus asintió. No quería decirle a Dumbledore por qué, sobre los nombres que Snape lo llamaba, o cómo lo hacía sentir estúpido, inútil y pequeño. — La pasión es una cualidad importante en un mago, Remus. — Dumbledore estaba diciendo: — Dirige nuestra magia, la fortalece. Pero como aprendiste hoy, si no ejercemos el control, ponemos en peligro a todos los que nos rodean. — Se veía muy serio, sus ojos habían perdido el brillo. — No deseo asustarte, Remus. Cuando nos conocimos, te dije que simpatizaba contigo: la mano que te han repartido no es una que le deseo a nadie. Pero debes tener más cuidado. Eres un mago talentoso, no lo desperdicies. Remus asintió, deseando más que nada que la conversación terminara. Prefería el bastón que un sermón. La peor parte fue que Dumbledore tenía razón. Había dejado que su ira hacia Severus influyera en el hechizo que había usado, simplemente no estaba acostumbrado a tener ese tipo de fuerza. —Lo siento, profesor. — dijo: — ¿Está Sniv, quiero decir, está Severus bien?
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— Sí, está perfectamente bien. Creo que esperaba que si simplemente dejaba de luchar, quienquiera que estuviera lanzando el hechizo se detendría. Se ha secado y no sufrirá ningún efecto a largo plazo. —Oh...— Remus asintió, — Bien. —Ahora —Dumbledore sonrió, —Vete. Te he retenido el tiempo suficiente y tengo la sensación de que el Sr. Potter está esperando afuera para que le cuentes todo. *** Dumbledore le había dado mucho en qué pensar. Y tenía mucho tiempo para pensar: McGonagall hablaba muy en serio sobre sus detenciones, e incluso llegó a dividirlos a los cuatro. A Sirius se le asignó la tarea de fregar los calderos en las mazmorras, a Peter de pulir los trofeos en la sala de premios y a James de reconfigurar todos los telescopios astronómicos de la torre. Remus recibió la peor tarea de todas; limpiar la lechucería. Por supuesto, a ninguno de ellos se le permitió usar sus varitas y todas las noches tenían que empezar de nuevo. -Cruel e inusual es lo que es,- se quejó Peter al final de la primera semana mientras caían en la cama, sucios y exhaustos. -No sé de qué te quejas.- refunfuñó Sirius, -Me encantaría pulir trofeos. Quién sabe qué he atrapado raspando pociones crujientes del fondo de esos calderos ensangrentados. James solo gimió, se quitó las gafas y se frotó los ojos. Remus no se quejó, porque sentía que no se lo merecía. Se sentía terrible por meter a todos sus amigos en problemas, pero aún más terrible por lo que había hecho. Esto solo se vio agravado por la cantidad de lectura que había estado haciendo. El hechizo de Sirius era difícil, menos intuitivo que la magia a la que estaba acostumbrado. Sirius fue el primero en admitir que no era perfecto - desapareció después de una hora o así y tuvo que repetirse. Remus casi lo había dominado lo suficiente como para actuar solo, aunque a menudo le costaba algunos intentos antes de hacerlo bien. Lo primero que hizo fue visitar la biblioteca y pedir prestado un libro de los estantes de las criaturas mágicas. Todas las noches, después de hacer sus deberes y cumplir sus detenciones, Remus corría las cortinas de alrededor de su cama, encendía su varita y leía el mismo capítulo una y otra vez. Había descubierto libros completos sobre su problema particular, pero estaba aterrorizado de que alguien sospechara si comenzaba a revisarlos todos. Además, no estaba seguro de querer saber más. Las cosas que había leído hasta ahora eran bastante malas. Pensó en el libro casi constantemente: en sus lecciones, a la hora de comer, durante detención. Palabras como "monstruoso", "mortal" y "las criaturas más oscuras" destellaban en su mente como letreros de neón. Sabía que era peligroso, por supuesto. Sabía que era diferente. Él no sabía que era odiado. Cazado, incluso. Aparentemente, sus dientes valían miles en ciertas partes de Europa del Este. Su piel valía aún más.
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También había detalles legislativos, cosas que no entendía del todo, pero que sonaban horribles. Leyes, registros laborales y restricciones de viaje. Parecía que incluso si pudiera leer, sus perspectivas laborales podrían no ser mejores en el mundo mágico de lo que eran en el mundo muggle. También entendió por qué Dumbledore le había dicho que tuviera cuidado. Ahora estaba claro que si alguien en Hogwarts descubría qué era Remus, entonces podría estar en un verdadero problema, y la expulsión sería la menor de sus preocupaciones. De manera frustrante, nada de lo que leyó fue realmente relevante para sus experiencias. No había ningún relato de un mago que realmente viviera con la enfermedad; cómo se las habían arreglado; que esperar; si habían podido mantener un trabajo, o incluso simplemente evitar lastimar a otros. Había asumido que era normal que pudiera oler la sangre y escuchar los latidos del corazón, pero ¿Cómo podía estar seguro? ¿Era normal que su magia fuera más fuerte cuando salía la luna? A veces pensaba que podía sentir su poder puro, burbujeando en sus venas como una poción; llenándolo y desbordándose, estallando de sus dedos. Y luego estaba su temperamento. ¿Cuánto de eso era él y cuánto era el monstruo? Permanecía despierto la mayoría de las noches, después de que el hechizo de lectura había desaparecido y estaba demasiado cansado para lanzarlo de nuevo, pero demasiado inquieto para dormir. Su mente zumbaba de preocupación y miedo. Qué simple había parecido todo en St. Edmund's. Sin magia, sin tarea, sin agonizantes dilemas morales. Y, por supuesto, sin amigos. Si algo detenía a Remus de simplemente darse por vencido, era eso. Era James, que tenía un ego del tamaño del lago, pero un corazón a la altura. Peter, quien, sí, concedió que era extraño y un poco despistado, en realidad tenía un sentido del humor perverso y podía ser infaliblemente generoso. Y claramente, Sirius. Sirius podía guardar secretos, tenía una mala racha pero nunca la dirigía a sus amigos, quien era el estudiante más talentoso del año, pero pasaba todo su tiempo inventando bromas. Remus no iba a renunciar a nada de eso, no si podía evitarlo. Incluso si tuviera que ser el estudiante más elegante de la escuela; si tuviera que obligarse a leer todos los libros, completar todas las tareas y seguir todas las reglas. Sería tan bueno que no sabrían qué los golpeó. Tan bueno que tendrían que convertirlo en prefecto, lo haría todo, si eso significaba quedarse en Hogwarts y estar con sus amigos. No había nadie con quien hablar de ninguna de estas cosas. Nadie que lo entendiera, de todos modos. Hasta donde Remus sabía, solo Dumbledore, McGonagall y Madame Pomfrey sabían sobre su condición. McGonagall era demasiado dura para abordar preguntas como esa. Remus aún no estaba seguro de que Dumbledore estuviera completamente cuerdo y, de todos modos, no tenía idea de cómo concertar una cita con el director. Así que tenía que ser Madam Pomfrey, al final. Esperó hasta la próxima luna, que llegó a fines de enero. Era domingo, así que después de la cena se separó de los merodeadores y se dirigió a la enfermería antes de lo habitual. — ¡Remus! — La enfermera le sonrió, sorprendida,—No te esperaba hasta el anochecer. —Quería preguntarle algunas cosas, —dijo tímidamente, con los ojos recorriendo la habitación. Habían algunos estudiantes acostados en camas, la mayoría durmiendo. Afortunadamente, Madame Pomfrey fue muy discreta. —Ciertamente, ¿Deberíamos pasar por mi oficina?
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Era mucho mejor que cualquiera de las oficinas de los profesores en las que Remus había estado hasta ahora. Las paredes estaban llenas de cientos de organizadas y ordenadas botellas de pociones ademas de tónicos, era amplio y luminoso, no tenía escritorio y en lugar de asientos de madera había cómodos sillones a ambos lados de la chimenea. — ¿Cómo puedo ayudar, querido?—Preguntó, acomodándose, haciendo un gesto para que se sentara. —Bueno... —tragó saliva, sin saber cómo empezar, — yo sólo ... tenía algunas preguntas sobre mi ... mi problema. Ella le sonrió amablemente — Por supuesto que sí, Remus, eso es perfectamente natural. ¿Hay algo específico que te gustaría saber? —Sí. Leí un poco, sé que no hay cura ni nada. —Todavía no —, dijo rápidamente — se están haciendo avances todo el tiempo. — Oh, está bien. Pero, por ahora, supongo que solo quiero saber... más sobre eso. No recuerdo nada cuando me despierto, solo que tengo mucha hambre... — ¿Te gustaría saber más sobre la transformación? — No, no solo eso. Cosas como ... ¿Cambia quién soy el resto del tiempo? ¿Me hace...? — Se miró las manos, perdido. No estaba seguro de lo que quería decir y tenía un nudo en la garganta. —Remus, — dijo Madame Pomfrey, — esta es una condición que tienes, no es quien eres. — A veces me enojo — dijo, mirando al fuego en lugar de mirarla a la cara, — Me enojo mucho, bastante. — Todo el mundo tiene emociones, son perfectamente naturales. Simplemente aprendemos a controlarlos, con el tiempo. Él asintió con la cabeza, asimilando esto. No podía decirle el resto: — Cuando cambio, empeora. Más fuerte. — Sí —, respondió ella, solemnemente, — Leí que puede empeorar con el inicio de la pubertad. — Oh, está bien. — Remus asintió. Hubo una larga pausa. — ¿Cuánto peor? —Yo... no podría decirlo. Realmente eres el primero de tu tipo al que he tratado. Otro silencio. Remus no se sintió mejor que antes; no menos confundido.
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— ¿Te gustaría tomar prestado el libro que mencioné? Él asintió con la cabeza, finalmente se animó a mirarla. *** El libro de Madame Pomfrey, "Fur to Fangs: Cuidados para criaturas mitad humanas" fue moderadamente más útil que algunos de los otros que Remus había leído hasta ahora. Todavía había muchas cosas que no podía entender: magia curativa avanzada y recetas complicadas de pociones, más detalles sobre la legislación, y aún más aterrador; pruebas y persecuciones. Por el contrario, habían muchas cosas que ya sabía; lo habían mordido y no se le debía permitir que mordiera a nadie más durante la luna llena; la plata lo lastimaba y; no había cura. De hecho, el libro decía que con el inicio de la pubertad sus transformaciones aumentarían en intensidad y que después se volvería más peligroso. No mencionó cambios en las habilidades, mágicas o de otro tipo, y no había nada sólido que se refiriera a cambios de humor o temperamento. No consideró que fuera particularmente interesante o importante saber que tenía un hocico más corto que los lobos reales o que su cola estaba colada, preferiría no pensar en que tenía ninguno, pero fue curioso descubrir que solo era una amenaza a los humanos, particularmente a los magos. Aparentemente, otros animales no corrían peligro por él; se divertía pensando que al menos la señora Norris estaba a salvo. No pasó desapercibido que Remus se había retirado de los merodeadores desde el ataque a Snape. — ¿Dónde has estado? — Preguntaban, todas las noches, mientras todos se vestían para la cama. —Tarea —, se encogía de hombros, o algunas veces "Detención", aunque no había tenido otra detención desde la broma. La verdad era que siempre estaba lo más lejos posible de otras personas. Deliberadamente trató de permanecer fuera de su habitación hasta que fuera la hora de dormir, e incluso evitó la sala común si podía evitarlo. Sintió que hasta que pudiera controlar su magia, sería mejor que no se involucrara más en los planes de James y Sirius. Y estaban tramando algo, lo sabía con seguridad. A veces, por la noche, Remus podía oírlos meterse en la cama del otro, luego susurrar furtivamente antes de lanzar un hechizo silenciador. Otras veces salían sigilosamente con Peter, bajo la capa. Siempre intentaron despertar a Remus, pero él los ignoró. Durante el día se escondía en la parte trasera de la biblioteca o en uno de sus lugares secretos. Había encontrado lugares por todo el castillo que eran lo suficientemente pequeños como para entrar y pasar horas sin ser descubierto durante horas. Ventanas que habían estado tapiadas durante mucho tiempo, pero que conservaban repisas anchas y altas; cámaras pequeñas y vacías como agujeros de sacerdotes ocultos detrás de tapices; el baño de chicas del quinto piso. Allí podía acurrucarse y leer durante horas; a veces, de hecho, hacía su tarea, otras veces se obligaba a sí mismo a investigar su condición. Tenía otra razón para esconderse. Desde el incidente, el odio de Snape hacia los merodeadores se había intensificado, y fue a todas partes con Mulciber, usándolo como protección personal. Si se cruzaban en los pasillos, Remus siempre tenía que estar preparado con un hechizo protector: Mulciber conocía más hechizos que Sirius y James juntos.
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Una tarde, Remus estaba metido en un libro sobre magia de batalla antigua; había un capítulo en él sobre los Úlfhéðnar , guerreros-lobos germánicos que lucharon contra los romanos. Estaba sentado en lo alto de su punto favorito en el alféizar de la ventana y no se le podía ver desde el suelo a menos que alguien realmente estuviera mirando. Había subido usando un hechizo de cuerda que habían aprendido hace unas semanas. Estaba a punto de bajar e ir a cenar, cuando hizo un movimiento en falso y tiró el pesado libro desde lo alto. Hizo una mueca cuando cayó en picado al duro suelo de piedra con un ruido sordo. — ¡¿Quién está ahí?! —Llegó una voz más arriba en el pasillo. Escuchó pasos, y con una sensación de hundimiento, Remus se dio cuenta de que sabía quién era. — Es sólo un libro. — Mulciber dijo, sonando hosco. — Sí, pero ¿de dónde vino? — Snape respondió, sospechoso. Mulciber resopló, — ¿La biblioteca? Snape murmuró entre dientes, sonando exasperado. Remus se presionó tan fuerte como pudo contra la pared de piedra. — ¿Quién está ahí arriba? — Snape llamó con su voz nasal y rencorosa. Silencio. — Homenum Revelio. Remus sintió una extraña sensación de tirón en el estómago y, antes de darse cuenta, una fuerza invisible lo sacó de la cornisa. Gritó, luchando por algo a lo que agarrarse, y terminó colgando de la cornisa con las yemas de los dedos. Snape y Mulciber se reían desde abajo. — Bueno, bueno — ronroneó Snape, — Si no es Loony Lupin... ¿Dónde están tus amiguitos, eh? ¿Te dejaron allí y se olvidaron de ti? — Vete a la mierda, Snape. — Remus siseó, perdiendo el agarre en la piedra, esperando no romperse los tobillos cuando finalmente cayera. — ¡Igniscopum! — Snape sonrió, apuntando con su varita. Una delgada cuerda de fuego se disparó hacia Remus, obligándolo a saltar de la corniza, aterrizando de espaldas en el suelo, con fuerza. Parpadeó, quedándose sin aliento, pero rápidamente se puso de pie, sacando su propia varita. —Está bien, — dijo, con la espalda adolorida por la caída — Me tienes. Ahora vete. — ¿Por qué demonios haríamos eso? — Severus respondió, enfrentándolo y levantando su varita. — Expeli -
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— EXPELLIARMUS — rugió Snape, golpeándolo. Agarró la varita de Remus con alegría, luego agregó: — Gelesco. Remus sintió que sus pies se fusionaban con el suelo, manteniéndolo en su lugar. Gimió, ahora estaba atascado. Podría valer la pena pedir ayuda, pero el pasillo estaba vacío y no quería parecer un cobarde. Los miró a ambos, desafiante, apretando la mandíbula. — Mulciber — Snape se volvió hacia su compañero troll, — ¿No estábamos diciendo el otro día que necesitas practicar algunos hechizos más? Siento que esta podría ser la oportunidad perfecta. Mulciber sonrió, lamiendo sus labios. Levantó su propia varita, no tan elegantemente como Severus, pero con la misma intención maliciosa. — ¡Lapidosus! No pasó nada por un momento, y Remus sintió una oleada de alivio, antes de que, de repente, de la nada, una nube de piedras diminutas, como grava, apareciera flotando en el aire. Flotó entre Remus y Mulciber por unos momentos, antes de comenzar a volar hacia la cara de Remus, como un enjambre de abejas enojadas. Inmediatamente levantó los brazos para protegerse, pero Severas fue más rápido; — Incarcerous —, dijo, bostezando como si estuviera aburrido. Inmediatamente Remus se encontró a sí mismo fuertemente atado por una cuerda, ahora apenas podía moverse. Las piedras seguían arrojándose sobre él y todo lo que pudo hacer fue cerrar los ojos. Luchó, sabiendo que no ayudaría, pero necesitaba hacer algo. No quería llorar, incluso cuando sintió un hilo de sangre caliente deslizarse por su sien. — ¿Qué está pasando... Severus?— La voz de una niña llegó desde el final del pasillo. — Finite Incantatum. — susurró Snape, apresuradamente. Las piedras se detuvieron de inmediato, la cuerda desapareció y las piernas de Remus se despegaron, todo a la vez. Se tambaleó y tropezó hacia atrás, apoyado contra la pared. Miró hacia arriba a tiempo para ver a Lily, su salvadora, corriendo hacia ellos. Se detuvo cuando vio a Remus, quien rápidamente estaba tratando de limpiarse la sangre de la cara. Ella miró a Snape y frunció el ceño. — ¿Qué estás haciendo, Sev? — Nada — miró al suelo, raspando la punta de su zapato en las losas. — Solo charlando con Lupin, ¿No es cierto, Mulciber? Mulciber se encogió de hombros de manera poco convincente. Lily miró a Remus, quien desvió la mirada, avergonzado. Ya era lo suficientemente malo ser atrapado por Severus, como para que ella sintiera pena por él también. Le arrebató la varita a Severus rápidamente, se giró y comenzó a alejarse tan rápido como pudo.
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— ¡Espera! ¡Remus! — Lily corrió tras él. Él no se detuvo, pero ella era rápida y lo alcanzó. Lily llevaba su libro de magia de batalla en un brazo y con el otro agarró a Remus, — ¡Por favor!— resopló. Se detuvo, suspirando profundamente, quería recuperar su libro. — ¿Qué?— Él frunció el ceño. — ¿Qué te estaban haciendo? Sev no me lo dice, y sé que algo estuvo mal. — Está bien, — Remus se encogió de hombros, tomando su libro. — ¡Estas sangrando! — Déjalo, Evans. — Remus la apartó, tratando de irse de nuevo. Ella siguió corriendo junto a él. — Le dije que dejara de meterse contigo, no sé por qué lo hace, quiero decir, ya ni siquiera andas con Potter y Black, le dije que... — ¡¿Por qué importa eso?! — Son a los que realmente quiere molestar, si sabe que tú también estás harto de ellos, entonces... —Espera — Remus se detuvo y Lily casi chocó contra él. —¿Estás diciendo que estaría bien si Mulciber y Snape maldijeran a James y Sirius en lugar de a mí? —Bueno, —Lily se sonrojó, — quiero decir, sería una pelea justa al menos. Y, ya sabes, ellos solos se lo provocan, actuando como lo hacen. Remus se sintió aún más incómodo ahora. Pensó que James y Sirius habían atacado a Severus en ambas ocasiones, no tenía idea de que había sido él en absoluto. Esto confirmó uno de sus peores temores: Lily pensaba que Remus solo andaba con James y Sirius porque era extraño y porque lo dejaban. ¿Todos en el castillo pensaban que era tan patético como Peter? — Te equivocas. — Remus frunció el ceño. — Ahora déjame en paz, ¿Quieres?
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16 Astronomía — Es genial tenerte de vuelta, Lupin. — Sirius sonrió, retirando la capa de invisibilidad cuando entraron en el aula de Defensa Contra las Artes Oscuras (previamente bloqueada). — ¿Qué quieres decir? — Remus respondió, viendo a James subir la escalera en la esquina de la habitación para llegar al estante más alto, donde había una jaula de duendes dormidos. — No me he ido a ningún lado. — Vamos, amigo, — dijo Peter, sosteniendo la escalera para James, — No se nos ha escapado que nos has estado evitando como si fuéramos una plaga. —No lo he hecho. — Remus torció la boca, — Solo he estado ocupado. Ya sabes, estudiando y esas cosas... —Bueno, espero que hayas superado esa fase — James rió, bajando lentamente, agarrando la enorme jaula con ambas manos, — Estaría muy agradecido si dejaras de trabajar tan duro, lo cual hace que yo tenga que trabajar duro, sabes, y yo no estoy acostumbrado a tener competencia. — Oh, piérdete Potter. — Sirius gruñó, hurgando en los cajones y escritorios interiores. Remus había decidido que esta broma no sería tan mala, de cualquier forma no requería que usaran magia. Si era completamente honesto consigo mismo, realmente se había perdido todas sus travesuras. Ser un idiota estaba muy bien, pero no era ni la mitad de divertido. No era de extrañar que Evans siempre tuviera el ceño fruncido. — ¿Cómo vamos a llevarlos al comedor? — Preguntó, inclinándose para mirar a las diminutas criaturas azules, todavía durmiendo, acurrucadas en el fondo de la jaula. Debían de haber unos cincuenta, lo que Remus sintió que era bastante cruel. Mucho mejor liberarlos. —Bajo la capa — respondió James, extendiéndola ampliamente para que todos pudieran colocarse debajo, — Apresúrate, Sirius — puso los ojos en blanco viendo al chico de cabello largo que ahora estaba agachado debajo de la mesa del profesor. — ¿Qué estás buscando?— Preguntó Peter, enfundado bajo la capa. —Un Ravenclaw me dijo que había una trampilla aquí debajo. — Sirius suspiró, se levantó y se sacudió las rodillas. — Mentiroso. — Esta es la obsesión más reciente de Black, — le explicó James a Remus mientras cerraba la capa sobre ellos y se dirigían hacia la puerta, — Encontrar puertas secretas.
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— ¡Hogwarts: Una Historia dice que hay muchos pasajes sin descubrir!— Sirius dijo, a la defensiva. — Como el que encontraste, Lupin. Definitivamente hay más, quiero encontrar al menos uno antes de irnos. —También se supone que hay un monstruo escondido en algún lugar del castillo. — James susurró en respuesta, mientras caminaban por los pasillos hacia la torre de Gryffindor. Peter se estremeció. —Un riesgo que estoy dispuesto a aceptar. — respondió Sirius, y Remus pudo escuchar la sonrisa en su voz, — Mi legado es mucho más importante. —Típico — se rió James. *** La noche siguiente en la cena, James estaba sonriendo como un maníaco, tratando de parecer que no estaba escondiendo cincuenta duendes durmientes debajo de la mesa y fallando miserablemente. Peter, que era bueno en astronomía, estaba ocupado revisando la tarea de los otros merodeadores, que consistía en etiquetar cada estrella en su gráfico. — Honestamente, — gimió Peter, garabateando algo en Sirius, —Uno pensaría que acertarías con tu propia estrella... Sirius se rió — ¿Qué puedo decir? Estoy desesperado. — ¿Tienes tu propia estrella?— Remus frunció el ceño, una vez más encontrándose perdido. Nunca prestaba atención en Astronomía: conocía las fases de la luna y eso era suficiente. — Sirius —. Peter respondió, —Vamos, Lupin, hemos hecho esto. ¿Es la estrella más brillante del cielo? ¿La estrella del perro? — Suspiró, mirando el trabajo de Remus ahora, — Sí, tú también la tienes mal — gimió. Remus se encogió de hombros. —Solo pensé que era su nombre. — La Noble y más Antigua Casa de los Black siempre ha estado un poco loca con sus convenciones de nomenclatura,— reflexionó Sirius, — La mitad de nosotros tenemos nombres astronómicos; está Bellatrix, por supuesto; Orión, mi padre, Regulus, mi hermano ... Mamá no es una estrella, creo que es un asteroide, bastante adecuado, si alguna vez la has visto de mal humor. Luego está el buen tío Alphard, el tío Cygnus... y Andrómeda lleva el nombre de toda una galaxia. —Los magos son tan raros. — Remus suspiró. —Remus, — James se rió entre dientes, — Sabes que Lupis también es una constelación, ¿No? El lobo.
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— ¡¿El qué?!— Remus sintió que su corazón acelerarse con cada latido, y casi se atragantó con la cena. Sirius le dio una fuerte palmada en la espalda, cambiando hábilmente de tema; —Si casi has terminado de decirnos a todos lo estúpidos que somos, Pete, ¿Podemos continuar con la liberación del tú-sabes-qué? Mis queridos primos acaban de empezar a comer, yo diría que este es el momento perfecto... Realmente lo fue. James le dio a la jaula una fuerte patada para despertar a los duendes antes de quitar la capa y susurrar un hechizo de desbloqueo rápido en la jaula. Hubo una explosión de ruido, color y caos. Remus no sabía realmente qué esperar de los duendes - parecían perfectamente inofensivos durante la noche y el día mientras estaban encerrados durmiendo debajo de la cama de James. Pero ahora podía ver exactamente por qué Sirius y James estaban tan emocionados. Cuando salieron de debajo de la mesa, las diminutas criaturas se dispersaron en todas direcciones, charlando en un galimatías agudo y zumbando de un lado a otro por el gran salón. Saltaron en las bandejas de puré de papa, chillando de alegría, tomaron platos y cubiertos de las manos de los estudiantes y los arrojaron al otro lado del salón; tiraron de algunas colas de caballo y rasgaron pergaminos. — ¡Rápido!— James se escondió debajo de la mesa, donde todos se agacharon bajo la capa de invisibilidad, viendo cómo la anarquía se desencadenaba a su alrededor. — ¡Brillante! — Sirius seguía diciendo: — ¡Brillante, brillante, brillante! — Vamos, — dijo Remus, empujando a los otros chicos hacia adelante. Su plan había sido observar durante un tiempo y luego escabullirse hacia el pasillo lo más rápido posible sin ser atrapados. Los cuatro navegaron torpemente para salir de debajo de la mesa, lo que se les hizo especialmente difícil porque varios estudiantes intentaron salir para cubrirse del desastre. Afortunadamente, los duendes no podían ver a través de las capas de invisibilidad y no los molestaron. En el alboroto, nadie más los notó tampoco. Las niñas gritaban, los niños gritaban, todos intentaban cubrirse la cabeza para protegerse de los duendes que bombardeaban en picado o luchaban por recuperar sus objetos robados. — ¡OH SI! —Sirius jadeó de repente, estallando en una risa intermitente. Remus se giró y vio a Bellatrix, gritando a todo pulmón, su cabello rizado fue tirado de un lado a otro por las pequeñas plagas azules, otros revoloteando sobre ella habían atrapado su varita y la agitaban, disparando rayos azules. — ¡Suéltame! ¡Sucio, repugnante, usted, Aaargh! — Ella gimió. Narcissa estaba escondida debajo de la mesa, agarrando su propia varita con fuerza. Las cosas se intensificaron aún más cuando Peeves the Poltergeist entró en la habitación, moviéndose alegremente y causando el mismo caos. Parecía estar dirigiendo a los duendes, levantando manteles y chillando,
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— ¡Aquí debajo, piskies! ¡Hay un montón de pequeños primeros aquí abajo! Con una risa sofocante, los merodeadores huyeron de la habitación cuando escucharon la voz aguda de McGonagall resonando. — ¡Petrificus Totallus! — Ella definitivamente sabrá que fuimos nosotros. — Peter jadeó mientras regresaban a la torre, todavía bajo la capa. — No, — respondió James, casualmente, — Apuesto a que ella culpa a los Prewett, siempre hacen cosas grandes como esas. Algo a lo que aspirar. *** —Por favor. —dijo Sirius. —No. — respondió Remus. — ¡Por favor! — ¡No! — ¿Por qué no? —Simplemente se sentiría… ¡raro! No quiero que lo hagas. — ¡Pero será divertido! Te prometo que lo disfrutarás. — Ha La conversación había durado de la misma manera durante unos tres pasillos ahora. Remus terminó tratando de adelantarse, y escuchó a James regañar a Sirius detrás de él. — Deja a Lupin en paz, ¿Quieres? — ¡No haré! ¡Esto es demasiado importante! — Sirius estaba de un humor inquieto, lo que tendía a hacerlo más desagradable, por lo general James era el único que lo aguantaba. Habían pasado una larga tarde en la biblioteca, completando cartas del zodíaco para su revisión de Astronomía. Todavía faltaban meses para los exámenes, pero James insistió en tener una ventaja. Por supuesto, Sirius tenía que competir y Peter tenía que ir a donde fuera que James estuviera. Remus no quería quedarse fuera. Habían estado reflexionando sobre sus signos estelares, cuando se supo que Remus era un Piscis. Sirius había deducido rápidamente que eso significaba que se acercaba su cumpleaños. Y así había comenzado la súplica.
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—Obviamente no es tan importante para Remus. — le siseó James a Sirius, — Haz algo para mi cumpleaños, si es necesario, no pasará mucho tiempo después. —Te tocará tu turno, — lo despidió Sirius. —Pero primero - Lupin. —Realmente no me importa, Sirius. — suspiró Remus, cuando llegaron al retrato de la dama gorda. —No hagas un escándalo. — ¡Pero es tu cumpleaños!— Sirius respondió con seriedad: —Nosotros deberíamos hacer un escándalo. Remus no vio por qué. Nadie había hecho un escándalo antes. Había pastel, por supuesto, pero compartir un pastel con otros cincuenta chicos no dejaba mucho. Además, todos los niños pequeños insistían en tener un turno para apagar las velas también, por lo que tomaba una eternidad cortar el pastel. La matrona envolvía algunos regalos, pero generalmente eran prácticos: ropa nueva, calcetines, ropa interior, bolígrafos y cuadernos. Aparte de eso, no hubo nada especial en el día. De hecho, estaba ansioso por estar lejos de St. Edmund's, porque pensó que Sirius, James y Peter probablemente estaban demasiado bien educados para saber sobre los 'golpes de cumpleaños': un puñetazo en el brazo por cada año de edad (y uno por suerte, generalmente duelen). — ¡¿Por qué importa tanto?!— Remus bufó, trepando por el agujero del retrato. No podía soportarlo cuando Sirius era así: terco y persistente. Pero cuando se dio la vuelta, se sorprendió al ver que Sirius se estaba frotando el brazo, luciendo inusualmente herido. —Todos ustedes hicieron cosas para mi cumpleaños y… bueno, fue muy lindo. No esperaba mucho pero... bueno, fue genial, ¿no? Remus de repente se sintió culpable. Se dio cuenta de que Sirius no solo quería volver a ser el centro de atención, estaba tratando de hacer feliz a Remus. Como si eso pudiera hacerle feliz a él también. Remus nunca había tenido muchas oportunidades de darle a alguien lo que realmente quería. Él cedió. —Oh… está bien, está bien. Pero no una gran fiesta ni nada, solo merodeadores, ¿verdad? —De acuerdo — Sirius sonrió, de inmediato su rostro se transformó, los ojos brillando como estrellas
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17 Doce El duodécimo cumpleaños de Remus cayó un viernes ese año. Por lo general, los viernes después de las lecciones, James los obligaba a todos a ir a ver la práctica de Quidditch de Gryffindor, mientras que Remus leía en voz baja para sí mismo. Sirius, sin embargo, había logrado convencer a James de que podía perderse una sola práctica, especialmente porque ni siquiera estaba en el equipo todavía, y que Remus podría querer hacer algo diferente en su cumpleaños. Fue despertado temprano en la mañana por sus tres compañeros de dormitorio apilados en su cama, todos gritando, "¡Feliz cumpleaños, Lupin!" No intentaron darle un puñetazo, lo que significaba que el día ya había comenzado con ventaja como su mejor cumpleaños. En el desayuno, James y Sirius se adelantaron, empujando a otros estudiantes fuera del camino mientras se acercaban a sus asientos habituales, anunciando en voz alta: - ¡Fuera del camino, por favor! -¡El cumpleañero viene!" -¡Muévete, no hay nada que ver aquí! Remus quería esconderse debajo de la mesa cuando la alcanzaron. Sus tres amigos hicieron un gran espectáculo sirviéndole el desayuno, en lugar de dejar que se sirviera algo. Peter sirvió su té, James llenó su plato mientras Sirius untaba con mantequilla su tostada. -¿Tienen qué? -Remus gimió, horriblemente avergonzado. -Absolutamente -dijo James. - Definitivamente, - asintió Peter, -Indiscutiblemente. - terminó Sirius. Remus negó con la cabeza, sonrojándose mucho y mirando su comida. Cuando terminó, lo que tomó un tiempo, porque le habían servido porciones dobles de casi todo, todos se pusieron de pie, todavía sonriéndole ampliamente. -¡¿Qué?!- Preguntó, retorciéndose nerviosamente. Si se van a hacer los golpes de cumpleaños, entonces él esperaba que fueran con rapidez. ¿Quizás había una versión mágica? Después de todo, se había perdido el cumpleaños de Sirius, no sabía qué esperar. Peter y James le pusieron una mano en el hombro, obligándolo a sentarse de nuevo. Sirius sacó una pipa de brea del bolsillo de su túnica y sopló una nota larga. Remus cerró los ojos con fuerza. Oh no...
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-¡Feeeeeee-liiiiiz cumpleaños a ti! - Los tres chicos gritaron a todo pulmón, - ¡Feeee-liiz cumpleaños a ti! ¡Feeeeee-liiiiz cumpleaños querido Reeeeeeeeeee-mus! Ahora el resto del pasillo se unió y Remus se cubrió la cabeza con las manos. - Feeeeee-liiiiz cumple-aaaaños a tiiiii -¡Hip hip!- James gritó, de pie en su silla, -¡Hurra! -Los Gryffindors respondieron a coro. -Al menos se acabó, - murmuró Remus, con la cara ardiendo cuando terminaron de cantar. Peter lo miró con lástima, -Lo siento amigo, pero planean hacer lo mismo en el almuerzo y la cena. *** Todavía tenían que sentarse a leer en Pociones, siendo su última lección de la semana; Remus había descubierto que incluso cuando hacía toda su tarea y entendía todos los textos, todavía no tenía un talento natural para hacer pociones. Además de eso, era un tema aburrido, y Slughorn comenzó a hablar sobre los cinco componentes clave de las corrientes de aire para dormir. Remus comenzó a adormecerse. Snape no lo molestó - en realidad, Snape ni siquiera había mirado en la dirección de Remus desde el incidente en el pasillo. Lily le dedicó una sonrisa y le deseó feliz cumpleaños, antes de poner su enorme ojo esmeralda en blanco mientras James y Sirius intentaban convencer a Slughorn de que no les diera ninguna tarea por respeto a la "ocasión". En la cena, Remus soportó lo que esperaba que fuera su ronda final de 'feliz cumpleaños', que se convirtió en la más ruidosa hasta el momento, en gran parte porque Dumbledore estaba presente y comenzó a dirigir a toda la escuela, gritando a todo pulmón. También recibió algunas tarjetas, una de toda la casa de Gryffindor, otra de la matrona junto con un nuevo par de calcetines. Después de la cena se sentaron en la sala común y Sirius bajó su pesado tocadiscos y puso Electric Warrior por centésima vez desde Navidad. "I was dancing when I was twelve..." En algún momento, se produjo un pastel, con glaseado rojo y dorado de Gryffindor, y doce velas rosas. Cuando Remus lo cortó (todo el tiempo animado a pedir un deseo, pero sin poder pensar en una sola cosa que quería) se sorprendió al descubrir que estaba compuesto de cuatro sabores diferentes: un cuarto de chocolate, un cuarto de limón, un cuarto de bizcocho Victoria y un cuarto de café y nuez. -Como tu tostada.- Sirius sonrió, luciendo emocionado por la expresión de sorpresa en el rostro de Remus, - Pensé que te aburrirías si fuera todo de un solo sabor. -¡Wow gracias!
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-Entonces, ¿qué quieres hacer el resto de la noche? -James preguntó: - Todavía se ve lo suficientemente iluminado por si quieres ir y ver el... - ¡No quiere, James! Maldita sea, vas a tener que empezar a desarrollar otros intereses, amigo, te estás volviendo aburrido. - No me importa si quieres ir a ver la práctica de Quidditch. - Remus dijo, apresuradamente, -Ya has hecho mucho, honestamente. Tres canciones en un día, ¿Qué más podría pedir un niño de doce años? -No.- James negó con la cabeza heroicamente, - Sirius tiene razón, es tu cumpleaños, haremos algo que te guste. Todos se quedaron en silencio por un rato, antes de que James se aclarara la garganta, - Ehh, ¿Lupin? ¿Qué te gusta hacer? Remus pensó. Fácilmente podría dar una lista de cosas que no le gustaba hacer; fútbol, deberes, vuelo, pociones. Pero nadie le había preguntado antes qué tipo de cosas disfrutaba. Le gustaba ver la tele, pero hasta ahora no había descubierto una televisión en Hogwarts. Le gustaba poder elegir lo que comía para el desayuno y la cena. Le gustaba escuchar a Marc Bolan cantando a través del tocadiscos de Sirius. Ninguna de estas cosas eran realmente pasatiempos. -¿Leer? - Peter dijo, tratando de ayudar:- Lees mucho. -¡¿Lo hago?!- Remus arqueó las cejas. No había pensado en eso, pero era cierto. Desde Navidad, de todos modos, había terminado todos los textos establecidos para el año e incluso algunos libros prestados de la biblioteca. -Oh, sí, genial, - James puso los ojos en blanco, - Feliz cumpleaños, Lupin, empecemos un club de lectura. Sirius se rió. Pete parecía molesto, -¡Bueno, no lo sé! Aparte de leer, parece que te gusta mucho la detención, Remus. Remus se rió de eso, levantando las manos en señal de disculpa. -Lo siento muchachos, creo que debo ser realmente aburrido. -¿Qué pasa cuando desapareces?- preguntó Sirius, de repente. Remus se resistió. -¡¿Qué quieres decir?! Ya te lo dije, he estado enfermo, voy a la enfermería.- Se apresuró. Sirius agitó una mano, -No, entonces no, a veces te vas después de las lecciones o mientras miramos el Quidditch. ¿Qué estás haciendo?
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Remus sintió que se sonrojaba. Había estado vagando solo cada vez menos, pero claramente sus amigos todavía lo habían notado. Todos lo miraron expectantes. Se mordió el labio -Yo simplemente... camino.- Dijo sin convicción. -¿Dónde, sin embargo?- Peter preguntó: -¿Por el terreno? -Por todas partes,- Remus se encogió de hombros, - Solo me gusta mirar alrededor. Entonces así sé dónde están las cosas. - Sacó el mapa de su bolsillo trasero, - Es estúpido, comencé a agregar cosas al mapa que nos dieron a principios de año y cada vez que veo algo interesante, lo agrego. James tomó el mapa y lo desdobló. Los tres muchachos se asomaron para ver. Estuvieron callados un rato. Sirius miró asombrado, -Has añadido todos los retratos... y los has etiquetado y todo. -Mi ortografía es basura,- Remus se sonrojó más, queriendo arrebatárselo. La cara de James estaba arrugada. -¿Qué es eso? - señaló una marca que Remus había hecho en una de las escaleras. -Uno de los trucos de los escalones - respondió Remus, - Ese es en el que puedes hundirte. Ese... señaló a una marca en otro escalón,- es el que se desvanece. Las escaleras con flechas son las que se mueven. Los codifiqué por colores para que puedas ver dónde terminan. -¡Merlín! - Peter exhaló, -¿Tienes idea de cuánto tiempo me ahorraría esto? Juro que me quedo atrapado en el pasillo equivocado dos veces por semana debido a esas escaleras que se voltean. -Y yo - dijo James. -¡Maldita sea, llegar a las lecciones a tiempo!- Sirius estalló, -Por favor, traten de reconocer las implicaciones extremadamente importantes de este mapa. Las posibilidades que tenemos ahora para hacer bromas pesadas. Una sonrisa se extendió por el rostro de James, luego el de Peter. Remus tomó el mapa y lo dobló. - No está terminado todavía. Hay muchas cosas que hacer. Quería hacerle algunos hechizos, una vez que averiguara cómo... -¿Qué tipo de hechizos?- Sirius preguntó con entusiasmo. Remus vaciló. No era que no apreciara el interés de Sirius, o su emoción, pero Remus realmente quería trabajar el mapa por sí mismo, por tonto que sonara. Después de todo, Sirius había ideado el hechizo de lectura y el encantamiento de nube de lluvia. Por razones que no podía explicar, Remus tenía un fuerte deseo de demostrar que era tan inteligente, o tan capaz, para hacer el trabajo de investigación esta vez.
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- Solo algunas mejoras - dijo con cautela. - Pensarán que es una tontería. -No, no lo haremos, -respondió Peter con seriedad, -¡Podemos ayudar! -Supongo... es mi mapa, sin embargo. -Por supuesto que es tuyo,- James sonrió, con dulzura, -Como la capa es mía, ¿verdad? Pero al servicio de la travesura... -Es del merodeador. -Sirius terminó, sus ojos brillando. -El mapa del merodeador.- Repitió Remus, todavía no cien por ciento cómodo con entregar su proyecto privado. -Sigue siendo tuyo, Lupin.- continuó Black, -¡Pondremos tu nombre primero y todo! -No estoy seguro si queremos nuestros nombres en él...-dijo Peter, nervioso. -Entonces nuestros apodos.- Sirius se encogió de hombros. -No tenemos apodos.- Remus respondió: -Bueno, supongo que sí, pero realmente no quiero que esté escrito 'Loony Lupin'. Los otros tres se echaron a reír. Después de eso, Remus decidió que no era tan malo y les contó su secreto. En realidad, se sintió aliviado; había estado empezando a preguntarse si no era solo una locura privada suya: rastrear y registrar todo en el castillo, descifrarlo, darle sentido. James, Sirius y Peter parecían menos interesados en la satisfacción de la tarea y más interesados en planificar su próxima broma con ella. El resto de la noche se la pasó bajo la capa, vagando por los pasillos. La capa, en opinión de Remus, no era estrictamente necesaria, ya que todos planeaban regresar antes del toque de queda. Pero James y Sirius nunca perdían una oportunidad de convertir incluso el viaje más pequeño en una misión a gran escala, y Peter simplemente disfrutaba escabullirse sin ser visto. Sin embargo, todo quedó claro cuando Sirius sacó cinco bombas de estiércol, con las que se entretuvieron en el camino; arrastrándose detrás de parejas desprevenidas que se besuquean, o dejándolas caer en los bolsillos de los estudiantes mayores que se apresuran a ir a la biblioteca. Remus les mostró en lo que había trabajado hasta ahora, los pasajes y atajos que había descubierto, e incluso algunos de sus lugares ocultos (no todos, por supuesto, por si acaso). Incluso les contó su plan de poner algún tipo de hechizo de rastreo en la señora Norris, el gato de Filch, para que él pudiera verla venir. Les encantó esa idea. -¿Por qué detenerse ahí?- Sirius susurró, mientras doblaban una esquina hacia la sala común al final de la noche, -¿Por qué no rastrear a todos? -¿Todos? -Sí, si sabemos quién se acerca, podremos esquivarlos y salirnos con la nuestra.
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-No sé.- Remus respondió, incómodo con la idea. ¿Qué pasaría cuando sus amigos lo vieran viajar a Sauce Boxeador todos los meses? ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que decidieran seguirlo y se mataran? Por primera vez, Remus se dio cuenta de que el mapa no era tan inofensivo como había pensado al principio. Pero James y Peter estaban ocupados coincidiendo con Sirius, diciendo que era una excelente idea; ya imaginando ser capaces de ver lo que Dumbledore estaba haciendo, o dónde estaba al acecho Snape. Remus creía firmemente que si se les daba el tiempo suficiente, Sirius Black y James Potter realmente podían hacer lo que quisieran, simplemente era quienes eran. Solo esperaba que fuera mucho más adelante.
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18 Revisión El tiempo pareció acelerarse después del cumpleaños de Remus. Los días se alargaron y la primavera llegó precipitadamente a el castillo, inundándolo de luz solar y aire fresco después del largo invierno. Los exámenes se avecinaban, y Remus finalmente superó su ansiedad por leer en público, pasando cada vez más tiempo en la biblioteca. En lugar de planear nuevos planes y bromas, los merodeadores usaban sus noches a dedicarse a practicar hechizos y cuestionarse unos a otros sobre los ingredientes de las pociones. Sirius y James se tomaron los exámenes muy en serio; para ellos era una competencia. Aunque ambos lo habrían negado con vehemencia, Remus sospechaba que ambos tenían el deseo de defender su honor de sangre pura; era una actitud demasiado arraigada en toda la escuela, incluso entre los profesores. A Remus no le molestaba, incluso si no estaba obteniendo las mejores calificaciones en todo, todavía lo estaba haciendo mejor que nunca. En realidad, estaba contento de no tener una familia que lo presionara. La presión sobre Peter era demasiado evidente. No era un mal estudiante, de ninguna manera: en Herbología y Astronomía incluso prosperó, a menudo venciendo a James. Pero estaba nervioso, y eso tendía a afectar el funcionamiento de su varita, haciendo que sus encantamientos fueran descuidados. Peter no hablaba mucho de su familia, pero recibió muchas cartas de ellos, y Remus notó que James tenía cuidado con el tema. — ¿Cuánto necesitamos para pasar el año?— El chico de cara redonda preguntaba desesperadamente, al menos cuatro veces al día. —Peter, cálmate, — solía calmarlo James, — vas a estar bien; ahora conoces toda la teoría al revés, es solo ponerla en práctica. —No lo culpo por estar un poco nervioso, — le susurró Sirius a Remus cuando los otros dos estaban fuera del alcance del oído, — Ha habido al menos doce Squibs en la familia Pettigrew, y eso es solo este siglo. — ¿Squibs? —Magos no mágicos. — Sirius explicó, pacientemente, — ¿Sabes cómo las familias muggle a veces tienen niños mágicos? También funciona al revés: a nadie le gusta hablar mucho de eso. Mi tío abuelo en realidad tenía esta loca teoría de que los muggles estaban intercambiando a sus hijos con los nuestros para que pudieran infiltrarse en el mundo mágico. Completamente loco, obviamente. — Correcto. — Remus respondió, esperando sonar como si entendiera todo lo que Sirius acababa de decir. — ¿Entonces es por eso que la magia de Peter es un poco... inestable? —No lo sé, — Sirius se encogió de hombros, — Quizás. No sé si realmente pueden probar que la inestabilidad es hereditaria. Pero es la razón por la que los Pettigrew no están en los sagrado veintiocho.
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Remus suspiró profundamente, fijando a Sirius con su mirada más fulminante, — Sabes que no sé qué es eso. Sirius sonrió —Bueno, yo no sé, Lupin, con toda la lectura que haces estos días. Es bueno saber que hay algunas cosas que todavía sé y tú no. Remus resopló en respuesta, mirando hacia abajo a su trabajo. Sirius continuó rápidamente, como si no quisiera perder la atención del otro chico, — Los sagrados veintiocho son los más puros de los pura sangre. Las últimas familias 'intactas' que quedan. Remus le dio a Sirius otra mirada cruel. El chico de cabello oscuro levantó las manos y se apresuró a explicar. — ¡Sus palabras, no las mías! Sabes que no creo nada de esa basura de pureza de sangre. —Bien, — Remus arqueó una ceja. — Sin embargo, apuesto a que los Black son los primeros en la lista. —En realidad, — respondió Sirius, con los ojos brillantes de humor, — Los Abad son los primeros. Es alfabético. Remus gimió y volvió a su revisión de Pociones. *** Los exámenes no estaban en la parte superior de la lista de preocupaciones de Remus. Estaba relativamente seguro de que lo haría bien; incluso había revisado las reglas del examen (que tenían cinco yardas de pergamino de largo) y confirmó que el uso del encantamiento Scriboclara para ordenar la escritura a mano era aceptable, siempre que el estudiante pudiera realizar el hechizo por sí mismo. Remus había estado usando el hechizo desde noviembre y no tenía preocupaciones. Dos cosas preocupaban a Remus mucho más que pasar el año. Primero, estaba el terrible conocimiento de que tendría que regresar a St. Edmund's en Junio. Aunque solo había estado fuera unos meses, la diferencia entre St Edmund's y Hogwarts parecía tan grande como la diferencia entre monocromo y tecnicolor. Mientras otros estudiantes esperaban con alegría un verano largo y caluroso lleno de vacaciones en el extranjero, relajación y mentiras, Remus se sentía como si estuviera enfrentando el exilio. No se les permitía realizar ninguna magia fuera de Hogwarts hasta los diecisiete años, lo que significaba que, además de perder el contacto con sus amigos, Remus ya no podría leer. Para él, el verano se extendía por delante, blanco y desolado, marcado por largas noches enojado encerrado en su celda.
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Y estaba el segundo problema de Remus, puesto como siempre a levantar su hocico feo y peludo. Como la señora Pomfrey había predicho, desde que Remus había cumplido doce años, sus transformaciones se habían vuelto mucho, mucho peores. No había una explicación para esto en ninguno de los libros que leyó, aparte de algunas palabras vagas sobre la adolescencia y la pubertad. Mientras que antes salía con algunas mordidas y marcas de garras, del tipo que obtendrías de un cachorro juguetón que no significaba ningún daño real, ahora se despertaba con cortes profundos y furiosos que sangraban copiosamente hasta que Pomfrey llegaba para detenerlos. La agonía de la transformación en sí alcanzó niveles casi intolerables y, a menudo, se sentía mareado durante horas antes de que saliera la luna. Para empeorar las cosas, Remus pasaba períodos más largos en la enfermería, que cada vez eran más difíciles de explicar. Sus amigos habían comenzado a preguntarse en voz alta sobre qué demonios podría estar enfermándolo, sugiriendo a veces que se lo estaba inventando para salir de las lecciones, otras veces burlándose de él diciendo que podría ser contagioso. Al menos en St Edmund's no tenía amigos a los que les importara adónde iba todos los meses. Sirius claramente tampoco estaba esperando el verano. Se quedaba inusualmente callado cada vez que se mencionaba las próximas vacaciones, sus ojos se nublaban, el color abandonaba su rostro. James los invitó a todos a quedarse en su casa todo el tiempo que quisieran, pero Sirius se mantuvo pesimista. —Sabes que nunca me dejarán. — Él suspiró. —Anímate, amigo, — James pasó un brazo alrededor de su amigo. Se sentaron juntos en el gran sofá de la sala común, Peter en el sillón concentrado en convertir un plátano en una zapatilla. No estaba funcionando. Remus estaba acostado en la alfombra frente a la chimenea, boca abajo. Tenía un corte en la espalda que no estaba bien curado, incluso después de las atenciones de Madame Pomfrey, y había descubierto que esa era la única posición que no era incómoda. Sirius claramente no quería animarse. — Aunque no lo harán. La maldita boda de Bellatrix es en Junio, puedes apostar que tendré que estar presente para todo. — Tenemos una invitación para eso, — dijo Peter de repente, levantando la vista de su zapatilla, que todavía era de color amarillo brillante y se veía desagradablemente blanda. —Probablemente nos veamos allí. —Sí, genial. — Sirius resopló, exhalando con fuerza de modo que su largo cabello se esponjó sobre su frente. — Si no me han convertido en un tritón. O maldecido en un retrato por el resto del verano; de hecho, le hicieron eso a Andrómeda una vez. Ella nunca ha sido la misma, ahora odia las pinturas de magos. — Después de la boda, — dijo James, tratando de desviar la conversación de la familia Black con tacto, — Entonces arreglaremos algo. Te sacaré de allí, si es necesario, lo juro. Sirius le sonrió a James y James le devolvió la sonrisa. Su lenguaje corporal se reflejaba perfectamente y Remus sintió una punzada de soledad. Sabía que había mucho más en los problemas familiares de Sirius que solo él siendo la oveja negra - estaban las cicatrices que Sirius le había mostrado
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en septiembre, obviamente, pero hasta donde Remus sabía, eran perfectamente normales. La Matrona lo golpeaba si actuaba mal, y a menudo obtenía un castigo de sus maestros muggles; no había ninguna razón para que sospechara que la vida hogareña de Sirius estaba fuera de lo común. James, obviamente, sabía mucho más al respecto. Remus podía decirlo, porque era la única cosa en la que Potter nunca se burlaba de Sirius: la familia. Hablaron mucho por la noche, los dos - Remus había escuchado a Sirius llorar más de una vez. Le dio ganas de lanzar su propio hechizo silenciador; odiaba el sonido de las lágrimas y rara vez lloraba. —Tú también, Lupin— estaba diciendo James, — ¿Hm? —Remus sacó su cabeza de sus pensamientos. Arqueó la espalda con cuidado e intentó no hacer una mueca cuando el dolor le partió la espalda como un relámpago. — Deberías venir y quedarte durante el verano. Tenemos mucho espacio y a mamá no le importa. —No puedo, — Remus negó con la cabeza, volviendo a mirar su libro. Su espalda estaba en llamas. — La Matrona no me deja. Cosas de tutores legales, ley muggle. — Habrá una forma de evitarlo, — respondió James, con confianza. — Los dos van a venir, ¿verdad? Haré que suceda. Remus sonrió, pero sabía que no había nada que James pudiera hacer. Las lunas llenas eran al final de cada mes, como siempre, y no había suficiente espacio ni siquiera para una semana al final del verano. Además, la matrona realmente no se lo permitiría. — ¡Creo que lo he logrado!— Peter jadeó, de repente, sosteniendo su zapatilla de color amarillo brillante en alto. —Bien hecho, Pete. — dijo Sirius, aburrido. — Pruébatelo para ver si te queda. Remus se sentó, su espalda ahora realmente estaba muy dolorida. Mientras se enderezaba, sintió un cálido hilo de sangre correr por su espina dorsal y empaparse en la cintura de sus pantalones. Alarmado, se puso de pie rápidamente. — ¡Eurgh! — Peter gritó, sacando su pie descalzo de la zapatilla, cubierto de limo de plátano pegajoso. James se echó a reír, sus gafas cayeron torcidas, — ¡Estaba bromeando, Pete! Tienes que dejar de hacer cosas solo porque te lo decimos. — ¿Estás bien, Lupin? — Sirius miró hacia arriba, de repente. Remus estaba vacilando sobre la alfombra. Tenía que llegar a la enfermería de inmediato, pero no tenía idea de cómo explicarse. —Sí, solo... creo que podría salir a pasear. — ¿Dónde? Es casi el toque de queda — la cara de Sirius se iluminó, — ¿Qué estás planeando?
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—No, no, nada... solo me apetecía... — ¡Vamos a ir! — James también se puso de pie, — Voy a buscar la capa. — ¡No! — Gritó Remus. Todos se quedaron paralizados, incluso Peter, que estaba a medio camino de arrancar hilos de plátano de entre los dedos de los pies. —Yo… —balbuceó Remus — no me siento bien. Solo quiero ir a Madame Pomfrey, eso es todo. —Está bien, amigo, — James levantó las manos suavemente, —Cálmate. ¿Quieres que vayamos contigo de todos modos? —Iré. — Sirius dijo, rápidamente. Se puso de pie y tomó a Remus por el codo, llevándolo hacia el agujero del retrato antes de que los otros dos pudieran decir algo. —Sirius...—Remus comenzó, una vez que estuvieron en el pasillo vacío, —Está bien, Lupin, solo te acompaño hasta allí. No entraré contigo ni nada. Remus lo miró, confundido, luego asintió y comenzó a caminar, tan rápido como se lo permitía su dolorida espalda. Ahora conocía a Sirius lo suficientemente bien como para saber que no podía cambiar de opinión. Peter podría haber dejado que sus nervios lo dominaran y volver corriendo. James podría haber respetado sus deseos. Pero Sirius; Sirius siempre tenía que presionarlo. — ¿Estás bien?— Preguntó Sirius, mirándolo, —Estás caminando rígido. —No me siento bien. — Remus repitió, con los dientes apretados. Esperaba que Sirius simplemente pensara que estaba enojado con él y no se diera cuenta de que en realidad estaba conteniendo un gruñido de dolor. —Okay. — Sirius respondió, suavemente. Continuaron caminando en silencio. Cuando finalmente llegaron a la enfermería, se quedaron afuera incómodos durante unos minutos, los ardientes ojos ámbar de Remus mirando la fría mirada azul de Sirius como si lo desafiara a hacer una pregunta. —Espero que te sientas mejor. — Fue todo lo que dijo Sirius. —¿Podemos venir a visitarte mañana, si no estás fuera? —Supongo que sí — Remus dijo, con cautela. Trató de encogerse de hombros, luego hizo una mueca. La expresión de Sirius no parpadeó. —Cuídate, Lupin. — Dijo, en voz baja, antes de darse la vuelta y apresurarse de regreso por donde habían venido.
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Remus lo vio irse, hasta que dobló la esquina. Tenía la extraña sensación de que Sirius lo miraría antes de desaparecer. Cuando no lo hizo, Remus no pudo evitar sentirse extrañamente decepcionado, aunque debería haberlo sabido mejor: Sirius Black no era predecible. Se estremeció levemente, en parte debido al creciente dolor y en parte por otra cosa, y luego abrió la puerta de la enfermería.
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19 Fin del Periodo Remus nunca se lo diría a nadie, pero realmente disfrutó el período de exámenes de Hogwarts. No hubo lecciones durante dos semanas completas y mientras todos los demás corrían como un pollo sin cabeza, Remus se sintió muy relajado por todo el asunto. No se podía decir lo mismo del resto de sus compañeros. Lily Evans había realizado una emboscada a otros estudiantes en la biblioteca y en la sala común, exigiendo que la cuestionaran sobre el los disturbios de Globin del siglo XVIII. Peter parecía estar constantemente murmurando para sí mismo en voz baja, retorciéndose las manos. Marlene McKinnon y Mary McDonald, dos de primer año de Gryffindor que Remus solía tratar de evitar, seguían estallando en ataques de risa histérica por los nervios. James y Sirius parecían estar actuando con más valentía que nunca; encendiendo petardos sin llama en los pasillos y realizando hechizos de desaparición en las bolsas de libros de los estudiantes desprevenidos en la biblioteca. Remus no podía decir si los dos solo estaban respondiendo a la atmósfera general de ansiedad, o si estaban expulsando su propia energía nerviosa. Los estudiantes mayores no tenían simpatía por sus contrapartes más jóvenes. Frank Longbottom dio más detenciones durante su última semana de mandato de las que había dado en todo el año, e incluso amenazó con quitarle cincuenta puntos a Gryffindor si James y Sirius no dejaban de levitar tinteros en la sala común. Remus sintió que se habían librado fácilmente - Bellatrix Black, de hecho maldijo a la mitad de los Slytherin una noche por hablar demasiado alto mientras estudiaba para sus EXTASIS. No pudieron hablar durante tres días, Madame Pomfrey tuvo que hacer crecer sus lenguas. Su primer examen fue Encantamientos, lo que hizo que Remus tuviera un buen comienzo. Todo lo que tenían que hacer era embrujar un coco para bailar un jig irlandés, que en privado pensó que era muy fácil. Él, James y Sirius se las arreglaron sin ningún problema, aunque el coco de Peter al principio se negó a moverse en absoluto, luego perdió el control una vez que finalmente se puso en marcha y terminó dando vueltas en el escritorio, rompiendo todas las losas. Transfiguración salió casi bien, aunque era un tema más complicado. Su tarea era convertir un escarabajo ciervo en un pimentero - Sirius completó esto en minutos, apenas ocultando su orgullo cuando McGonagall comentó que era el mejor ejemplo de transfiguración a pequeña escala que jamás había visto de un primer año. La pimentera de Remus no estaba tan mal, aunque todavía era brillante y negra, mientras que Sirius de alguna manera se las había arreglado para hacer la suya de vidrio. James intentó la porcelana, y pareció haberlo hecho bien hasta que McGonagall trató de sacarle un poco de pimienta y extendió sus alas y salió volando por la ventana, haciendo que Marlene y Mary chillaran. El pimentero de Peter todavía tenía patas y cuernos, incluso después de una hora. Herbología e Historia de la Magia fueron exámenes escritos. Remus se sorprendió a sí mismo al escribir el ensayo de historia más largo de la clase; tuvo que pedirle a Peter, sentado a su lado, un pergamino extra. Aparentemente, después de todo, había mucho que decir sobre los disturbios de los goblins. Pociones fue más fácil de lo que esperaba: tenían que preparar una cura para las verrugas de memoria. Como tenía muy buena memoria gracias a años de práctica, Remus sabía que tenía todos los ingredientes y las cantidades correctas, incluso si sus habilidades de preparación carecían de precisión.
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Entre exámenes, Remus disfrutó de sus últimas semanas de libertad, ya sea deambulando por los pasillos y agregando a su mapa (cuando estaba solo) o comiendo helado afuera junto al lago (cuando los demás estaban con él). Recientemente había encontrado un pasillo que olía vagamente a chocolate, pero no pudo entender lo que eso significaba, ya que no estaba cerca de las cocinas. Los días eran mucho más cálidos ahora, y cuando Junio se abrió paso y las pruebas llegaron a su fin, las mentes de los merodeadores se volvieron traviesas. —Tiene que ser grande. — James dijo con decisión. Siempre estaba haciendo declaraciones innecesarias como esa, esperando a que alguien más tuviera una idea para que él la aprobara. —Nuestra última hurra. —No es el último, —respondió Sirius, cortando la hierba. —Volveremos en dos meses. —Puede que ustedes lo hagan—, se preocupó Peter, —sé que he fallado en todo. James agitó una mano, descartando los temores de Peter. Era un día demasiado cálido y perezoso para pasar mucho tiempo tranquilizándolo. Estaban descansando en su nuevo lugar favorito, cerca de un árbol junto al lago. Peter estaba sentado a la sombra de las ramas porque era rubio y se quemaba fácilmente. James y Sirius se habían quitado la túnica y se habían arremangado las brillantes camisas blancas del uniforme para combatir el calor. Remus simplemente se recostó al sol, con la túnica todavía puesta para cubrir sus heridas más recientes, disfrutando del calor que se hundía en sus doloridas articulaciones. Le gustó el lugar porque el Sauce Boxeador estaba detrás de ellos, por lo que no tenían que mirarlo. — ¿Nos quedan bombas de estiércol?— Preguntó Remus, entrecerrando los ojos hacia el cielo azul, luego cerró los ojos para mirar los patrones quemados en sus retinas. —Sí, algunos. Sin embargo, no es suficiente para una gran despedida. — ¿Qué tan grande estás pensando exactamente? —Más grande que las bombas de estiércol. — James respondió, limpiándose las gafas, como solía hacer cuando pensaba. — Lo suficientemente grande para que todos sepan que fuimos nosotros. — Sabrán que somos nosotros. McGonagall siempre lo sabe —intervino Sirius, levantándose y tirando una piedra sobre el lago. Rebotó cinco veces: Sirius era increíble lanzando piedras. Tenía esta clase de gracia fluida que era más animal que humana. Eso volvía loco a Remus - después de todo, él era el que no era estrictamente humano, y tenía toda la gracia natural de un gusano. —Pueden pensar que son los Prewett. —James respondió: —Nos han estado golpeando todo el año. — ¡Nada mejor que los duendes!— Sirius dijo, a la defensiva. Arrojó otra piedra. Esta vez, en su cuarto rebote, un tentáculo largo y plateado se elevó del agua y lo empujó hacia él, perezosamente. Sirius sonrió.
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—Y el polvo picapica fue bastante bueno, tienes que admitirlo. — Remus murmuró, pasando un brazo sobre su rostro. —Exactamente— continuó Sirius, con entusiasmo, —Tienes que darnos puntos por ingenio allí. — ¡Y la nube de lluvia! — Peter habló, ansioso por participar. Todos se quedaron en silencio. Remus se sentó. No habían hablado en absoluto de ese incidente desde Enero. Peter se mordió el labio al darse cuenta de lo que había hecho. Sirius negó con la cabeza, cambiando de tema. —De todos modos, el punto es que los cuatro hemos tenido más detenciones que el resto de Gryffindor juntos este año. ¿Qué más quieres que hagamos, James? ¿Firmar nuestro trabajo? Echó el brazo hacia atrás para arrojar la piedra al lago, pero James se levantó de un salto y lo agarró del hombro, lo que hizo que lo dejara caer. — ¡Oí!— Sirius frunció el ceño, molesto, — ¿A qué estás jugando? — ¡Eso es!— James saltó, emocionado, — ¡Firmamos nuestro trabajo! — ¿Tu qué? — Remus los miró a ambos con los ojos entrecerrados. Deseó no haber estado mirando al sol durante tanto tiempo, sus ojos estaban empañados y estaba empezando a tener dolor de cabeza. — ¡FIRMAR NUESTRO TRABAJO!— Repitió James, como si tuviera perfecto sentido y todos fueran demasiado tontos para entenderlo. Suspiró, impaciente, —Poner nuestra marca en Hogwarts, literalmente. — ¿Estás hablando de desfigurar la propiedad de la escuela, Potter?— Sirius arqueó una ceja oscura, alegría escrita en todo su rostro. —Podría ser, Black. — James movió sus propias cejas a cambio, no podía levantar solo una, como Sirius. —Bueno, digo, viejo. — Sirius sonrió, adoptando un acento aristocrático aún más delicado de lo habitual. — ¿Qué dices, frijol viejo? — Yo digo que es una idea simplemente desgarradora. — ¡Oh, estupendo! — ¡Un buen espectáculo! — ¡Espero que lo sea!
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Ambos se disolvieron en risitas, cayendo al suelo y luchando. Remus y Peter compartieron una mirada. Este tipo de cosas sucedían cada vez más; James y Sirius se verían atrapados en una de sus propias jugadas y dejarían atrás a los demás. Remus se puso de pie y fue a sentarse con Peter. — ¿Alguna idea de lo que están hablando? —Le preguntó al niño más pequeño. Peter tenía la cara roja y la frente arrugada. Claramente estaba pensando profundamente. — Quieren que escribamos nuestros nombres en alguna parte. ¿En las paredes? — Dijo, lentamente. —Qué...— preguntó Remus, — ¿Cómo… tallarlo en la piedra o algo así? Eso es un poco permanente, ¿no? Sirius y James continuaron luchando. James era más grande y por lo general tenía la ventaja, pero Sirius jugaba sucio. — Es todo lo que puedo pensar, — Peter se encogió de hombros. —James dice que lo quiere en grande... las paredes son las más grandes... oh... ¡OH! — Él saltó, — ¡Muchachos!—Chilló, — ¡Tengo una idea! — ¡Caray!— James y Sirius se detuvieron a la vez. James tenía a Sirius en una llave de cabeza, y el tobillo de Sirius se movía poco a poco alrededor del de James, listo para tirar y derribar a ambos. — ¿Te sientes bien, Pettigrew? — ¡El césped! — Peter continuó, caminando mientras pensaba en voz alta: — Es el lienzo más grande, y no tendría que ser permanente, podría ser... si usáramos una poción de crecimiento rápido... Remus suspiró profundamente. ¿Por qué nadie tenía sentido hoy? *** Y fue por el deseo de James de notoriedad, y la desesperación de Peter por demostrar su valía, que los cuatro se encontraron de nuevo en los terrenos después del anochecer en el último día del trimestre. Habían tenido dos semanas para planificarlo: acumular suministros del invernadero y aprender varios encantamientos de cambio de color. Mientras tanto, se enteraron de que todos habían aprobado sus exámenes; incluso Peter. Remus había llegado primero en Historia de la Magia y segundo en Encantamientos (detrás de Lily Evans, que trató de no dejar que le molestara). — ¡Ay! ¡Ese era mi pie! — ¡Lo siento! — No puedo ver nada. —Está oscuro, idiota. — ¡Ay! ¡Ese era mi pie!
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— ¿Podemos quitarnos la capa ahora? —Sí, eso creo… Habían arrastrado un pesado saco de semillas de hortensias desde la torre. Bueno, Remus y Peter lo habían hecho. Sirius y James decidieron que liderarían el camino. —De acuerdo — James dijo, serio, con las manos en las caderas: — ¿Acordamos escribir 'con amor' o 'de parte de'? — De parte de — dijo Peter. —Prefiero 'Con amor'. — dijo Sirius. —Aww, por supuesto que sí, Black, — James alborotó su cabello juguetonamente, haciendo que Sirius se agachara y pusiera una mueca. —Me encanta, entonces. ¡Vamos, caballeros, a trabajar! Una hora más tarde, el saco de semillas estaba vacío, y Remus seguía el rastro que los demás habían dejado, rociando la poción 'quick-gro' sobre el suelo. — ¿Estamos seguros de que escribimos todo bien? — James se rascó la cabeza, despeinando aún más su cabello. — Ya es demasiado tarde, — respondió Sirius, secándose el sudor de la frente. — Mira, será mejor que nos vayamos, el sol está saliendo. — Señaló el cielo, que comenzaba a brillar de color rosa. — ¡El hechizo de cambio de color, rápido! —Ya lo hice, — dijo Remus, terminando lo último de la poción. —Mientras todavía estaban en la bolsa. — ¡Bien pensado, Lupin!— Sirius le dio una palmada en el hombro, — Sabía que eras el lógico. ¡¿Desde cuándo?! Remus pensó para sí mismo. —No entremos todavía — dijo James, —Mira, podemos ver salir el sol. —Merlín, —se rió Sirius, — eres tan cursi. Sin embargo, si observaron con asombro cómo el brillante sol anaranjado ascendía lentamente por el horizonte, inundando el gran lago con chispas doradas y luego palideciendo a medida que se elevaba hacia el cielo. — El año que viene será aún mejor, muchachos, — sonrió James, sus lentes reflejaban el nuevo sol mientras pasaba un brazo alrededor de Peter y Sirius. Remus se apartó un poco a un lado, contento de estar con ellos.
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Regresaron al castillo de un humor extraño y casi se olvidaron de volver a ponerse la capa. Regresaron a la torre de Gryffindor, y James y Peter intentaron dormir, pero Remus no pudo. Por un lado, Sirius finalmente había comenzado a empacar, lo había estado posponiendo durante una semana y comenzó a arrojar sus cosas descuidada y ruidosamente en su baúl de caoba. Estaba grabado con una serpiente, como muchas de las cosas de Sirius. Por otra parte, Remus no quería dormir. Sus últimas horas en Hogwarts se estaban agotando tan rápido, y no quería perderse ninguna de ellas. Se sentó en el alféizar de la ventana y observó cómo se desarrollaba su broma en la hierba de abajo. Las semillas ya estaban echando raíces y creciendo muy rápido, girando y retorciéndose debajo como algo en una película de ciencia ficción. — ¡Luce bien!— Dijo Sirius, acercándose a mirar. Aparentemente había terminado de empacar, aunque su baúl no parecía cerrarse correctamente. —Aún creo que debería haber sido 'estaban', no ‘estuvieron’. —Dijo Remus. —Mala gramática, Lupin, — bostezó Sirius, —No podría haber vivido conmigo mismo. — Se estiró adormilado y se recostó en la cama de Remus, que resultó ser la más cercana, acurrucándose para dormir. Remus lo miró por un momento desde el alféizar de la ventana. Con los ojos cerrados, a la suave luz del amanecer, Sirius parecía más suave, más joven. Remus había pasado todo el año asombrado por él y James; lo invencibles que eran, lo atrevidos que eran. Pero todos eran solo niños, en realidad. Y no importa cuán grande fuera su última broma, no detendría el tren que venía a buscarlos mañana, para llevar a Remus de regreso a St. Edmund’s y a Sirius a donde sea que viviera, a una casa donde los retratos le gritaban a sus hijos. A su familia no le importaba que hubiera sido el primero en Transformaciones. Volvió a mirar por la ventana, presionando la frente contra el cristal frío y suspirando profundamente. Era una broma realmente buena; todos deberían estar orgullosos. McGonagall se enfadaría. A Dumbledore probablemente le gustaría. No había necesidad de sentirse tan triste, solo eran dos meses. Quince metros más abajo, las hortensias finalmente florecieron, y el corazón de Remus dio un vuelco. Las flores chillonas brillaban abajo en los colores de Gryffindor, carmesí brillante y dorado reluciente, haciendo sonar su mensaje de letras torcidas.
¡LOS MERODEADORES ESTUVIERON AQUÍ!
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20 Verano 1972 Querido Remus, ¿Qué tal tu verano hasta ahora? El mío es una basura. La semana pasada fue la boda de Bellatrix, al menos no estará en Hogwarts el próximo año. Regulus y yo fuimos padrinos de boda y teníamos que llevar una túnica verde. Definitivamente no es mi color. Toda mi familia estaba allí, fue horrible. Deberías haber visto lo que Bella le hizo a su cabello, se veía completamente loca. Cissy también se ha teñido el suyo: rubio, así que se parece a su engreído novio, Malfoy. No puedo creer que mi tía la dejara, apuesto a que mi madre no me dejaría teñirme el cabello. Ojalá pudiéramos hacer magia fuera de la escuela, he estado investigando maldiciones en la biblioteca de papá, debería tener algunas cosas excelentes para Snivellus el próximo año. James dice que sus padres me dejarán quedarme con ellos este verano. Mis padres no me dejan ir a los Potter, pero es posible que me dejen quedarme con los Pettigrew, así que conseguiré que Pete me invite. James dijo que te invitaría también, espero que puedas venir. Será genial, como la escuela. Nos vemos pronto, Sirius O. Black *** Querido Remus, Espero que estés teniendo un buen verano y que los muggles no te estén deprimiendo. Mamá y papá dicen que son más que bienvenidos a visitarnos. Sirius está tratando de pelear para quedarse todo el verano, lo cual sería genial. Si puedes venir, responde a este búho lo antes posible. Mamá dice que ella misma escribirá una carta si tu Matrona la necesita. Lo mejor, James. *** Querido Remus, James y Sirius dicen que han intentado ponerse en contacto contigo, pero que no has respondido. Les dije que tal vez no sabías cómo funcionaban los búhos. Simplemente ata la carta a su pata, como lo hemos hecho nosotros, y luego suéltala. Por lo general, terminan donde se supone que deben hacerlo. Espero que puedas venir a visitarnos, Peter.
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*** Querido Remus, ¿Estás bien? No hemos sabido nada de ti, espero que no hayas intentado usar la correspondencia muggle. Ahora estoy en los Potter, es genial. Sus padres son realmente amables, nada parecidos a los míos. James está siendo un poco molesto. Él cree que los dos vamos a estar en el equipo de Quidditch este año y sigue levantándome a las seis para salir a volar. Completamente loco. Sin embargo, es algo divertido, y si Gryffindor necesita un golpeador, podría intentarlo. No puedo esperar para mostrarte mi escoba, puedes probarla si quieres; es posible que te guste volar más si tienes un equipo decente. James reconoce que tu Matrona no te dejará venir, ¿Crees que si escribiéramos a Dumbledore o McGonagall, podríamos obtener un permiso? Eres un mago, después de todo, no deberías quedarte atrapado con muggles durante todo un verano. Si realmente no puedes venir, ¿Irás al Callejón Diagon por tus cosas escolares? ¿Quizás podríamos reunirnos todos allí en Agosto? Espero que estés bien, Sirius O. Black. *** Querido Remus, ¡No somos los merodeadores sin ti, por favor ven! Tenemos mucho espacio y a mamá no le importa. He estado entrenando a Sirius y Pete para Quidditch el año que viene. Creo que si superamos tu problema con las alturas, podrías ser un buen golpeador. Te gusta golpear cosas, ¿no? Y probablemente seas el más fuerte de los cuatro, así que creo que tiene sentido. Sirius también quiere ser un golpeador, él puede mostrarte cómo hacerlo. Incluso veré si tenemos mi vieja escoba todavía tirada en el cobertizo, ¡y tú puedes tenerla! James. ***
Querido Remus, Por favor, ven y sálvanos del reino de terror de James. Ni siquiera quiero estar en el equipo de Quidditch. Peter.
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*** Querido Remus, Espero que estés recibiendo estas cartas. Estamos empezando a preocuparnos por ti. Fuimos todos juntos al Callejón Diagon, fue genial. La mamá de James nos compró helados y nos dejó ir a donde quisiéramos. Probablemente pasamos unas tres horas en suministros de Quidditch de calidad. Tenía muchas ganas de salir al Londres muggle y encontrar una tienda de discos, pero no se nos permitió salir del callejón. Andrómeda me envió este nuevo álbum: Merlín, ¡Realmente tienes que escucharlo, Lupin! Es mejor que Electric Warrior. Mejor que CUALQUIER COSA. Estoy seguro de que el cantante es en realidad un mago, ¿Has oído hablar de David Bowie? ¿Estás teniendo un buen verano? ¿Qué se siente estar de vuelta? ¡Escribe pronto! Sirius O. Black. *** Querido Sirius, Por favor, no me envíen más cartas. No puedo leerlas y la Matrona está molesta por los búhos. Nos vemos en el tren, Remus.
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~SEGUNDO AÑO~
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21 Regulus Black Metal Guru, could it be? You're gonna bring my baby to me She'll be wild, y'know a rock n roll child... Remus agarró las asas de su vieja maleta maltrecha con los nudillos blancos, su estómago dando saltos mortales emocionados mientras miraba a la bulliciosa multitud. La Matrona le había dejado correr hacia la barrera esta vez, aunque miró hacia otro lado en el último minuto, aterrorizada. Ahora estaba muy por detrás de él, en el lado muggle de la estación, dónde no tenía que volver a verla hasta dentro de diez meses. Había tenido una terrible pesadilla la noche anterior en la que llegaría a King's Cross y no podría pasar a la plataforma 9 ¾; nada de eso había sido real; magia, varitas, magos, sus amigos. Pero Remus trató de apartar estos pensamientos de su mente mientras miraba ansiosamente a su alrededor, buscando un rostro familiar. -Te dejaron volver, ¿verdad? Una voz fría interrumpió su búsqueda. - Los estándares realmente deben estar cayendo. Remus sintió que sus hombros se tensaron. ¿Por qué la primera persona con la que hablaba tenía que ser Snape? -Piérdete, Snivellus. - Él escupió. Giró, volviéndose hacia el chico de Slytherin con su mirada más cruel. -Uf, ¿Qué diablos es ese olor?- Snape arrastró las palabras, arrugando su enorme nariz. Remus se sonrojó, apestaba a antiséptico, lo sabía; La matrona había sido demasiado liberal esa mañana. -¡Dije que te pierdas! - Remus murmuró, apretando los dientes y cerrando los puños. Vio a Severus retroceder, levemente. Remus sabía cómo se veía, había pasado dos meses sin magia, rodeado de chicos más grandes y duros que Snape. Estaba tan al límite como una trampa para osos y estaba listo para lanzar un puñetazo a la menor provocación. -¡Oye, calvo! - Otra voz sonó sobre la multitud. Un chico con lentes y cabello negro azabache levantado en todos los ángulos se asomaba por una de las ventanas del carruaje, saludando locamente a Remus. Remus sonrió, olvidándose de que estaba tratando de asustar a Severus, y le devolvió el saludo. Se frotó la cabeza con timidez. Su cabello había crecido mientras estaba en Hogwarts, pero la matrona se lo había afeitado todo tan pronto como regresó a St Edmund's, haciéndolo lucir como un matón de nuevo.
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Lanzando una mirada sucia a Snape, Remus agarró su maleta y se apresuró a subir al tren, empujando a otros estudiantes para llegar al vagón donde sus amigos estaban esperando. -¡Lupin! - Peter se levantó de un salto, emocionado. No sabía muy bien qué hacer consigo mismo una vez que se puso de pie; ciertamente no iban a abrazarse como niñas, y aparentemente los apretones de manos no estaban dentro de la lista. Pettigrew le dio una palmadita torpe en el brazo en su lugar, y Remus agarró el suyo a cambio. - Hola, muchachos -, sonrió Remus, sus mejillas doloridas de felicidad mientras se sentaba. ¿Cómo les ha ido? - ¡Deberíamos preguntarte a tí!- James se rió, dándole un puñetazo en el brazo. -¡Ni una lechuza en todo el verano! Remus miró a Sirius, furtivamente. Entonces, no había mencionado la carta que Remus le había enviado. - Sabes que soy prácticamente un muggle durante las vacaciones - respondió, - ni siquiera podía entrar en mi baúl para hacer la tarea; lo cerraron con llave. Eso no era estrictamente cierto: Remus le había pedido a la Matrona que guardara con llave sus cosas de la escuela, aterrorizado de que los otros chicos pudieran llegar a ellas. La tarea que no había hecho porque no había podido. Hubo un suave ruido de disgusto en la esquina. Remus miró hacia arriba, frunciendo el ceño. Sentado en el asiento junto a Sirius había otro chico más joven, con los mismos ojos azul profundo y cabello largo y oscuro; los mismos rasgos inconfundibles de Black: labios carnosos y pómulos que podrían cortar un vidrio. - Este es Reg. - Sirius asintió, despreocupadamente, - Saluda, Reggie. - Es Regulus. - El chico respondió, irritado, su voz alta y aristocrática indignada. - Mi querido hermano, - Sirius enarcó una ceja a los otros tres. - Hola Regulus, - sonrió James, ofreciendo una mano amistosa, - Soy James. - Potter. - Regulus miró su mano como si estuviera sucia. Sirius le dio una palmada en la cabeza, - Deja de ser un idiota. - Él espetó, - Estos son mis amigos. - No quería sentarme aquí- Regulus respondió. - Tú me obligaste. - Oh, vamos, lárgate, entonces. No sé por qué me molesté.
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Regulus se puso de pie, con el rostro pétreo, y salió del vagón, cerrando la puerta detrás de él. - Vaya, realmente tiene ese encanto de familia Black. -sonrió James. Sirius negó con la cabeza, desesperado, colocando un pie en el banco de enfrente y apoyando un codo contra el cristal de la ventana. Sonó el silbato y el tren empezó a salir de la estación. - No debería haber esperado nada más, - murmuró Sirius, - Le han lavado el cerebro por completo. Está molesto conmigo. No debería haberme ido todo el verano. - ¿Crees que estará en Slytherin, entonces? - James se compadeció. - Probablemente. - Sirius frunció el ceño, - Él sabe que no hablaré con él, si es así. Más bien que quede en Hufflepuff. Remus pensó que esto era un poco duro. Ciertamente, no le agradaban Snape y Mulciber - y sí, le habían gastado algunas bromas a la casa de Slytherin, pero Remus nunca había odiado a Slytherin como Sirius parecía hacerlo. Seguramente no repudiaría a su propio hermano solo porque tenían un uniforme ligeramente diferente. Lo único que Remus podía ver mal con los Slytherin era que la mayoría de ellos eran snobs, y Sirius, James y Peter también eran snobs, aunque no se dieran cuenta. Este hilo de pensamientos lo abandonó cuando empezaron a ganar velocidad fuera de Londres, y Remus finalmente pudo relajarse con la idea de que efectivamente estaba regresando a Hogwarts, y que la magia ahora estaba oficialmente permitida. Abrió la maleta de un tirón y agarró su varita por primera vez en meses. Remus no se había atrevido a tocar nada mágico desde el final del trimestre, pero ahora sacó uno de sus libros de segunda mano (habían llegado la semana anterior por parte de Dumbledore), lo abrió y rápidamente hizo el hechizo Letiuncula Magna. Fingió que se estaba rascando detrás de la oreja con la varita y murmuró las palabras en voz baja. Sirius debió haber visto lo que estaba haciendo, porque se había levantado de un salto para bajar su escoba del portaequipajes, distrayendo a James y Peter. Remus miró el libro con el corazón acelerado. Las palabras llenaron su mente como música, y finalmente pudo leer de nuevo. El verano había sido increíblemente aburrido. Había intentado leer algunos de los libros que había alrededor de St. Edmund, pero sin magia era demasiado frustrante. Lentamente había leído cada una de las cartas de sus amigos, pero estaba demasiado avergonzado para intentar responderle a alguien que no fuera Sirius. También había tenido que esconderse mucho. Remus sintió como si hubiera pasado días enteros a veces sin hablar con nadie; a los otros chicos les habían dicho que había estado en un internado privado, pagado con el testamento de su padre. Esto, por supuesto, lo convirtió en un objetivo más que nunca, y combinado con sus lunas llenas cada vez más difíciles, Remus había pasado gran parte del verano cubierto de moretones. Las lunas llenas eran otra razón por la que estaba aliviado de regresar a Hogwarts, donde Madame Pomfrey, la medibruja de la escuela, no solo era más comprensiva que la Matrona, sino que estaba mejor calificada para manejar las peculiaridades de su condición. La matrona se había horrorizado al ver las nuevas heridas que Remus se infligía a sí mismo cada mes, y lo trataba como si lo hubiera hecho deliberadamente, solo para molestarla. Habían sido mucho peor que el verano anterior, cuando solo salía con algunos rasguños y moretones cada noche. Ahora, debajo de su ropa muggle, Remus estaba casi cubierto de vendajes y tiritas que le tiraban e irritaban cada vez que se movía. Esperaba poder escabullirse a la enfermería poco después de su llegada.
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Sirius y James estaban ocupados contándole a Remus sobre su propio verano, con Peter uniéndose aquí y allá, dispuesto a dejar en claro que la mayor parte del tiempo habían sido ellos tres. Sonaba como si todos hubieran tenido un momento espectacular, incluso si había mucho Quidditch. Los padres de James tenían una cabaña junto al mar, algo así como lo que James llamaba su "hogar habitual" estaba cerca de Londres. Los tres chicos habían acampado en la playa, pescado, volado cometas y planeado sus bromas para el próximo año. Charlaron sobre ello con entusiasmo durante tanto tiempo que Remus sintió deseos de decirles a todos que se callaran. Se sintió un poco mejor cuando apareció el carrito. James y Sirius juntaron su dinero de bolsillo y compraron lo suficiente para alimentar a la mitad de la casa de Gryffindor. Remus no tenía quejas, ya que como de costumbre, tenía mucha hambre. *** Remus estaba inmensamente contento de haber metido la cara en el tren, porque se había olvidado de lo larga y prolongada que era la ceremonia de clasificación, especialmente cuando no participabas en ella. Regulus, de hecho si fue clasificado en Slytherin, lo que fue una sorpresa solo para Sirius, a quien Remus escuchó exhalar con incredulidad. El hermano Black más joven se apresuró a unirse a sus compañeros y a Narcissa, que ahora lucía una insignia de prefecto plateada y un nuevo peinado platinado elegante. Severus le dio una palmada a Regulus en la espalda, burlándose de la mesa de Gryffindor. -¿Cuál es su problema?- Peter suspiró cuando finalmente apareció la comida, - Uno pensaría que superaría esas bromas estúpidas. - Más bien necesita superar a Evans. - dijo James, sonando inusualmente pensativo. Todos lo miraron confundidos. - ¡Oh, vamos, es obvio!- Él sonrió, - Snivellus claramente está locamente enamorado de cierta Gryffindor con cabello de zanahoria - , le guiñó un ojo a Lily, quien le dio una mirada de disgusto y muy obviamente le dio la espalda para continuar su conversación con Marlene. - ¿Así que porque tenemos el pájaro que le gusta, va a ser un dolor de cabeza durante los próximos seis años? - Sirius respondió, incrédulo. Remus lo miró parpadeando. ¡¿Pájaro?! Sirius no era el tipo de chico que llama "pájaros" a las chicas, era de clase demasiado alta. ¿Dónde diablos había oído eso? - Exactamente.- James confirmó, luciendo muy orgulloso de sí mismo. - No, - Sirius negó con la cabeza, - Nadie podría preocuparse tanto por una chica. Remus estuvo de acuerdo con él en silencio. Aún así, a Potter no parecía importarle que se disputaran sus teorías. Se encogió de hombros, escarbando en sus patatas asadas, - Si tú lo dices. Entonces, todavía debe estar molesto por la vez que Remus lo golpeó. Sirius se rió al recordar eso, finalmente animándose.
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22 The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars Madame Pomfrey estaba horrorizada por el estado del cuerpo flaco y maltratado de Remus cuando finalmente fue a verla. - ¡¿Qué te ha estado haciendo esa mujer?! - Ella jadeó, enojada. - Oh no, hice todo esto yo mismo,- Remus hizo un gesto seco hacia su pecho desnudo. La enfermera gruñó, quitando otro vendaje. - Sí, pero ella apenas ha hecho nada para tratarte... ¡No tenía idea de que la medicina muggle fuera tan primitiva! ¡Estas son heridas mágicas, necesitan cuidados mágicos! Remus asintió con cansancio. Se había acostumbrado a la carnicería ahora, el dolor se había asentado sobre sus hombros como una pesada carga, una que pensó que probablemente tendría que soportar. La vida estaba llena de limitaciones, simplemente él tenía más que otros. Quizás por eso se sentía tan atraído por James y Sirius. Madame Pomfrey quería observarlo durante la noche, pero él se negó, de mal humor. Faltaban dos semanas para la luna llena y quería dormir en su propia cama tanto como le fuera posible. Caminó de regreso a la sala común lentamente, aunque se sentía mejor de lo que se había sentido en un mes, Madame Pomfrey le había dado una poción que lo hizo sentir ligero y cómodo, y agradablemente somnoliento. Sin embargo, no había posibilidad de que pudiera tener una tarde tranquila, porque cuando Remus llegó al dormitorio encontró a Sirius sentado en su cama, el tocadiscos y los álbumes nuevos esparcidos a su alrededor. -¡Lupin! - Él sonrió, emocionado, - ¡Tienes que escuchar esto! - Gracias a Merlín que estás aquí -, gimió James desde su propia cama, donde estaba hojeando una revista de Quidditch. - Ha estado hablando de ese cantante muggle todo el verano. - ¡No es un muggle! - Sirius espetó, con las manos en las caderas, - Tiene que ser un mago. ¡Tiene que ser! Deberías ver la ropa que usa... Remus cruzó la habitación y tomó la portada del disco. Él sonrió, levemente sorprendido, - ¡Oh, Bowie! Sí, me agrada. Aunque no creo que sea un mago.
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Sirius parecía un poco decepcionado de que Remus hubiera oído hablar de él, y Remus rápidamente explicó: -He escuchado mucho a Starman en la radio, ¡Pero nadie en St Eddy's tiene el álbum! Apaciguado, Sirius colocó el disco negro que sostenía en el tocadiscos y fijó la aguja en su lugar. James suspiró profundamente y se levantó, dejando la habitación con la revista bajo el brazo. Sirius lo ignoró, mirando el rostro de Remus con entusiasmo mientras comenzaba el lento tamborileo. Remus se sentó en el borde de la cama y cerró los ojos para escuchar. Pushing through the market square So many mothers sighing News had just come over We had five years left of crying... No era lo mismo que Electric Warrior; era más oscuro, más enfadado. A Remus le gustó mucho. Había una historia en ella, aunque no estaba seguro de haber entendido todas las partes todavía. Mientras reverberaban los compases finales de "Rock n Roll Suicide" , Sirius levantó la aguja y la movió hacia atrás, - ¡Escucha Suffragette City de nuevo, es mi favorito! Remus sonrió, podría haberlo adivinado. Era ruidoso y grosero, y se podía bailar. This mellow thigh'd chick's just put my spine outta place... Por su parte, pensó que le gustaba más Moonage Daydream, porque era extraño y espacial. O Lady Stardust, porque por alguna razón le recordaba a Sirius. - his long black hair, his animal grace; the boy in the bright blue jeans... Remus rápidamente descartó ese pensamiento, seguro de que Sirius lo encontraría histéricamente divertido. Una vez que volvieron a reproducir el álbum hasta el final, una vez que volvieron a reproducir sus favoritos, era casi la hora de cenar. Se sentaron juntos en la cama con las piernas cruzadas, repasando las notas del álbum. -Tal vez sea un mago -, admitió Remus, soñadoramente, - No es como un muggle normal. - ¡Te lo dije! - Sirius sonrió triunfalmente, - Voy a conseguir más, todos sus álbumes. - T.Rex tiene uno nuevo - dijo Remus,- Slider. - ¡Genial! Ojalá la Sra. Potter nos hubiera dejado salir del Callejón Diagon, incluso conseguí algo de dinero muggle de Gringotts. - ¿Qué es el Callejón Diagon?- Preguntó Remus, aunque pensó que tenía una idea de las cartas del verano. Los ojos de Sirius se agrandaron, como siempre hacían cuando Remus demostraba su impactante falta de conocimiento mágico.
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- Maldita sea, Lupin - dijo, -Es una calle mágica, en Londres. Los muggles no pueden entrar, como Hogsmeade. -Correcto. - No le pareció tan emocionante a Remus; ir de compras era aburrido. - ¿De dónde sacas todas tus cosas? -¿Qué cosas? - Cosas de la escuela... tus libros, tu túnica...- Los ojos de Sirius se dirigieron a los puños deshilachados de la túnica negra de la escuela de Remus. Los suyos eran nuevos, impecablemente acabados y cortados ligeramente mejor que los de los demás. - De segunda mano, creo - respondió Remus, - Dumbledore los envía. No sé cómo llegar a una calle mágica; No se me permite estar solo en Londres. - El próximo verano.- Sirius dijo con firmeza: - Tienes que venir a la casa de James y quedarte, podemos llevarte al Callejón Diagon, te encantará. - Sabes que no puedo - dijo Remus en voz baja, sin hacer contacto visual. -Lo solucionaremos. - Sirius dijo, con confianza, - Hablaré con Dumbledore, McGonagall - ¡El Ministro de Magia, si es necesario! Remus forzó una sonrisa, fingiendo que le creía a Sirius, -Sí, genial. Gracias, Black. *** The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders From Mars se convirtió en la banda sonora del dormitorio de los chicos de Gryffindor durante la semana siguiente, hasta que incluso James, que era sordo, se encontró tarareando. Remus nunca se había sentido tan satisfecho y a gusto en toda su vida. Estaba lejos de St. Edmund's, lejos de las camisas grises, la Matrona, las habitaciones cerradas y los chicos con problemas que querían atraparlo. No estaba cubierto de vendas (al menos por el momento), y hasta que comenzaron las lecciones el lunes tenía todo el tiempo que quería para leer, escuchar música y jugar con los merodeadores. Pasó la mayor parte del tiempo poniéndose al día con su lectura y completando la tarea de verano que le habían asignado. Como un hombre hambriento, devoró cada pieza de información que se le presentó, e incluso fue a buscar más libros de la biblioteca para investigar más. También tuvo que tener una serie de conversaciones con James antes de poder convencerlo de que no deseaba estar en el equipo de Quidditch de Gryffindor. Remus estaba contento de sentarse en los gradas con su libro, ocasionalmente levantando la vista para ver a los otros tres chicos revoloteando de un lado a otro en sus escobas. Todos eran muy buenos, pero era obvio incluso para Remus que James era el
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mejor de los tres. Ni siquiera parecía que necesitara la escoba; el chico de cabello azabache se elevaba como un cernícalo, sus giros suaves, sus inmersiones nauseabundamente agudas. Remus no había asistido a muchos partidos de Quidditch en su primer año, pero estaba seguro de que James se ganaría su lugar en el equipo. Sirius era mucho más de lucirse en su técnica de vuelo, no le faltaba tanto la habilidad de James como su disciplina. Black parecía aburrirse fácilmente, también podía ir bastante rápido cuando quería, pero estaba más interesado en dar vueltas y desviarse peligrosamente que en atrapar quaffles o repelar bludgers. Necesitaba que James le gritara cada pocos minutos para mantenerse concentrado en el juego. Peter era muy competente después de un verano de ejercicios, pero era bastante lento en largas distancias; James decidió que podría estar mejor como portero. - Estás actuando como si pudieras elegir tu mismo a todo el equipo. - Sirius resopló mientras se dirigían de regreso al castillo después de una práctica. - Deberían dejarme. - James se encogió de hombros, como si fuera obvio: - Soy mejor que al menos la mitad del equipo actual y tú eres mejor que los dos golpeadores. Y conozco tácticas. - Solo trata de no estar demasiado sorprendido cuando no te nombran capitán -, Sirius puso los ojos en blanco, - Aún estás en segundo año. No hubo ningún segundo año en el equipo el año pasado. - Ten algo de fe, Black - le guiñó un ojo James, pasando el brazo por encima del hombro de su amigo. Caminaron juntos hacia adelante, escobas en mano. El sol se estaba poniendo detrás de ellos y se vio todo en un relieve nítido, delineando a los dos chicos de cabello oscuro en un heroico dorado. Remus los miró, rezagado y abrumado por sus libros, pensando que probablemente todos se sorprenderían un poco si James no obtenía exactamente lo que quería. (Songs: Five Years, Suffragette City, & Lady Stardust - David Bowie)
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23 Hermandad Remus no tenía un hermano, al menos no uno del que él supiera algo. Supuso que su madre bien podría haberse vuelto a casar y haber tenido un par de hijos agradables, que no fueran no magos o monstruos. Eso realmente no parecía ser asunto suyo; había aceptado su suerte en la vida hace mucho tiempo. James también era hijo único, y esto explicaba al menos de alguna manera por qué era tan engreído y exigente. Sirius hablaba de los padres de Potter como si fueran perfectos santos, pero claramente habían echado a perder a su hijo. Peter tenía una hermana que era mucho mayor que él que ya se había ido de Hogwarts. Había estado en Hufflepuff, pero Peter no hablaba mucho de ella. Estaba estudiando en una universidad muggle, que aparentemente era el colmo de la situación. Entonces, tal vez por eso ninguno de ellos entendió realmente lo que estaba sucediendo entre los dos hermanos Black, lo que podría haber sido la razón por la que no se lo tomaron muy en serio. Comenzó la mañana siguiente a la clasificación. Durante el desayuno, Regulus había recibido un regalo de sus padres; un búho nuevo. Esta era su recompensa por entrar en la casa correcta, descubrieron ya que Severus leyó alegremente la carta en voz alta al alcance del oído de la mesa de Gryffindor. Sirius miró su papilla, sin morder el anzuelo, pero Remus miró a Regulus y vio que se estaba sonrojando mucho, tratando de arrebatarle la carta a Snape. — ¿Tus padres no volvieron a confiscarte tu búho? — Peter preguntó sin rodeos. Sirius asintió bruscamente. — Dijeron que puedo recuperarlo cuando recuerde mi deber para con la familia y cuando comience a actuar como un 'verdadero Black'. No me importa, no necesito un búho. — ¿Cuál es exactamente tu deber familiar, de nuevo? — James musitó, en voz alta, para que pudieran escucharlos a través de las carcajadas de los Slytherin — ¿Ir por ahí con repugnantes como Snivellus y Mulciber? ¿Casarte con tu prima? Sirius finalmente miró a James, su expresión medio agradecida, medio traviesa. — Oh, sí — respondió, conversacionalmente, tan fuerte como James. Snape, Regulus y la mayoría de los otros Slytherin que se habían estado riendo ahora estaban callados, entrecerrando los ojos a los dos chicos de Gryffindor. Peter se alejó un poco. — La endogamia y el ser un creepy son aspectos clave de mi noble herencia. Y meterse con niños más pequeños que yo, por supuesto; engañar, mentir y maldecir a todos dentro de mi camino hacia el poder... — Bueno, amigo, lamento decírtelo — dijo James jovialmente, — Pero no parece que seas un Black en absoluto. — Dios — la mano de Sirius voló a su rostro con fingida sorpresa — ¿Qué diablos soy, entonces?
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— Es obvio — James se encogió de hombros — Eres un Merodeador. Sirius se rió, al igual que la mayoría de los Gryffindors sentados cerca. Remus vio la mano de Severus alcanzar su varita, y rápidamente tomó la suya en preparación, repasando una lista de hechizos en su cabeza, tratando de encontrar uno que lo detuviera más rápido. Pero Regulus empujó a Snape con el codo, murmurando; "Está bien". Remus estaba seguro de que fue el único Gryffindor que lo escuchó. — Vamos — Snape se burló —Será mejor que nos alejemos de toda esta suciedad si queremos mantener nuestro desayuno en nuestros estómagos. Esto solo hizo que Sirius y James se rieran más fuerte, y Snape saliera de la habitación, seguido por Mulciber y un nuevo de primer año llamado Barty Crouch. Regulus se contuvo, mirando nerviosamente entre sus nuevos amigos y su hermano. El nuevo búho estaba posado sobre su codo torcido, contemplando la escena con una mirada imperiosa y condescendiente. Se acercó a Sirius. — Puedes pedirlo prestado, si quieres. — Regulus dijo en voz baja. — Nunca le pedí que me enviara nada, pero ya sabes cómo es ella. — Sí — resopló Sirius, —Lo sé. Ambos se miraron el uno al otro por un momento, y Remus no pudo decir si estaban mirándose o tratando de encontrar las palabras para decir algo muy difícil. — Mira, lo siento, ok? Sabías que terminaría en Slyth... — comenzó Regulus, pero Sirius lo interrumpió y se puso de pie rápidamente. —No quiero tu búho. — Dijo con rigidez, mirando a través de su hermano: — Si necesito enviar una carta, tomaré prestado el de James. Con eso, empujó a Regulus y se dispuso a irse. James, Remus y Peter se levantaron apresuradamente y lo siguieron. Remus miró a Regulus, que se veía muy pálido y muy frío. Remus no pensó mucho en Regulus después de eso - la línea en la arena había sido trazada, y era su deber como merodeadores apoyar a Sirius. Además, todos estaban demasiado ocupados una vez que comenzaron las lecciones. Remus se entregó a sus estudios esta vez, en una completa reversión de su comportamiento del Septiembre anterior. Leía con entusiasmo, respondía preguntas en clase y completaba su tarea tan pronto como se la asignaban. En todo, excepto en Pociones, era un estudiante modelo. Nunca había olvidado lo que había leído el año anterior sobre personas con su problema. No les iba bien una vez que dejaban la escuela. Aquellos lo suficientemente estúpidos como para firmar el registro eran excluidos de casi cualquier trabajo mágico calificado. Tendría que ser el mejor de los mejores, e incluso eso podría no ser suficiente, pero tenía seis años más para intentarlo. Había otro elemento en sus aspiraciones académicas: Sirius. Bueno, Sirius y James, la verdad, pero lo más importante era Sirius. Remus no dudaba de que Sirius fuera su amigo, exactamente, pero
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dudaba que Sirius realmente lo viera como un igual. Él criticaba las creencias de la familia Black sobre la pureza de la sangre, pero al mismo tiempo, a menudo hacía comentarios sarcásticos sobre la herencia de los squib de Peter. Esto siempre era a espaldas de Peter, y Remus temía pensar en lo que Sirius decía sobre él. Remus había aprendido durante su primer período en Hogwarts que ser un 'mestizo' significaba que era un poco menos confiable que otros magos. Los Slytherin, en particular, apuntaban a estudiantes con cualquier tipo de herencia muggle: Marlene McKinnon, cuyo padre era muggle, había perfeccionado el hechizo del murciélago fantasma antes que nadie en su grupo de año, como medio de defensa. Lily Evans estaba protegida del tormento cuando Snape estaba cerca, pero estaba claro que muchos de los estudiantes pensaban que tenía mucha suerte, considerando las circunstancias de su nacimiento. Sirius nunca expresó algo tan fuerte, pero Remus tenía la sensación de que ser mejor que todos los demás en el trabajo escolar se tomaba como prueba de que su magia era de alguna manera mejor. Remus tenía un deseo extremadamente fuerte de demostrar que estaba equivocado. Fue una leve sorpresa; nunca había sido muy competitivo antes, pero nunca le habían dado las herramientas para serlo. Por supuesto, siempre habría un obstáculo insuperable para Remus, y en Septiembre de 1972 llegó hacia finales del mes. Remus lo había temido como siempre, y en los días anteriores recordó mencionar que no se sentía bien para preparar a sus compañeros de cuarto para su inminente ausencia. A decir verdad, nunca se había sentido mejor. Aunque las transformaciones habían empeorado y los días necesarios para recuperarse se habían alargado, Remus también descubrió que a medida que la luna comenzaba a crecer y cobrar fuerza, él también. Tenía un hambre voraz, sus sentidos eran más agudos, su magia se volvía espesa y pesada en su lengua como un jarabe y apenas dormía en absoluto, en lugar de eso, se pasaba la mitad de la noche leyendo vorazmente, tratando de ignorar los susurros furtivos de Sirius y James en la cama de al lado. Llegó a la enfermería de inmediato, y Madame Pomfrey y McGonagall una vez más lo escoltaron hasta el sauce. Estaban muy callados mientras cruzaban el terreno, pero una vez que Remus estuvo encerrado en la choza por la noche, escuchó a las dos mujeres detenerse y comenzar a hablar mientras viajaban de regreso por el largo pasillo. No debieron haberse dado cuenta de que él podía oírlas, de que su oído era mejor que el de la mayoría de las personas, especialmente en una noche de luna llena. Madame Pomfrey se estaba quejando del plan de tratamiento de Remus durante el verano. — ¡Cubierto de heridas! ¡No puedo, en buena conciencia, permitirle que regrese allí, Minerva! Va en contra de todo lo que soy como sanadora. — Entiendo, Poppy — McGonagall respondió bruscamente mientras cruzaban el suelo, — Es un asunto difícil, cuando la madre de Remus lo entregó a las autoridades muggle, hizo las cosas muy difíciles... tenemos que andar con cuidado, mucho cuidado. Hablaré con Dumbledore. — Es una cosita tan tranquila, nunca se queja, incluso cuando debe estar sufriendo tanto... Remus no escuchó más, habían viajado demasiado por el pasillo y sus propios gritos ahogaron los sonidos.
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*** Por la mañana, Remus regresó a su cuerpo jadeando como si acabara de nacer. No había ni una pulgada de él que no le doliera: su cabeza palpitaba enfermizamente, las punzadas le apretaban detrás de sus ojos; su cuello y hombros se sentían como elásticos rotos; dolía respirar. Cada movimiento de su pecho hacía que el dolor lo recorriera y sudara mucho a pesar de que el aire estaba fresco. Tenía un corte profundo en el vientre que le daba ganas de vomitar. Ya había perdido mucha sangre, y todavía estaba burbujeando, rojo vino espeso. Medio gateó, medio se arrastró por la habitación hasta una caja de suministros médicos de emergencia guardada bajo las tablas del suelo. Sacó un poco de gasa, usando toda su energía restante, y presionó tan fuerte como pudo contra la oscura herida. Gritó de dolor, pero siguió presionando. Su respiración se hizo superficial, aunque incluso eso le dolía. Se sentía mareado, quería acurrucarse y dormir. Mantente despierto, se urgió a sí mismo, furioso, mantente despierto o morirás, idiota. Entonces muere. Una pequeña voz apareció en la parte posterior de su cabeza, de la nada. Sin duda facilitaría las cosas. Para ti. Para todo el mundo. Remus negó con la cabeza, aturdido. La voz era muy amable y suave, como una madre. Apretó más fuerte, gruñendo de esfuerzo. En su miseria, se preguntó si la voz estaba en lo correcto. ¿Se estaba aferrando a una vida que nunca lo había querido realmente? ¿Que... tal vez nunca valga la pena vivir? ¿Y si muriera? ¿Y si cerraba los ojos? Podría ser una cuestión de más temprano que tarde. Cerró los ojos y exhaló suavemente. — ¿Remus? —El educado golpe de Madame Pomfrey llegó a tiempo como siempre. Lo ignoró; ahora estaba demasiado cansado. Apoyó la cabeza en las oscuras tablas del suelo y soltó la gasa. Estaba tan cansado. — ¡Remus! — La puerta se abrió de golpe y de repente ella estaba allí, arrodillada a su lado, colocando su cabeza en su regazo. —Vete —, murmuró, sin abrir los ojos, — Déjame ir. — De ninguna forma, jovencito. — Madam Pomfrey dijo, con tanta fiereza que a pesar de su estado de confusión, Remus se rió. Luego hizo una mueca, agarrándose instintivamente el pecho. La medibruja apuntó su varita a su herida abierta y la cosió en cuestión de segundos, luego sintió su pecho, donde lo había tocado. — Costilla rota — murmuró, — Pobre cordero — movió su varita una vez más y Remus sintió un extraño 'estallido' en su torso - de repente ya no le dolió respirar. Abrió los ojos y la miró. Ella estaba ocupada colocando una manta sobre sus hombros para mantenerlo caliente. —Ahora bien, — susurró suavemente, aunque estaban bastante solos, — ¿Qué crees que estás haciendo, dándome un susto así, hm? — Su voz era tan cálida y sus dedos tan tiernos. Con mucho cuidado, ella lo abrazó, — No podemos perderte, Remus, no mientras yo esté todavía en Hogwarts. —Duele — susurró Remus.
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Ella lo abrazó con más fuerza y eso fue todo. Por primera vez en mucho tiempo, Remus comenzó a llorar. No solo unos cuantos sollozos; mientras la dulce y amable enfermera lo sostenía, él envolvió sus propios brazos alrededor de su suave cuerpo y lloró como un bebé. *** Tuvo que pasar dos días completos en la enfermería. La herida en su estómago no era la única que se había infligido esa noche, aunque era la peor. El hechizo de Madame Pomfrey había sido suficiente para detener la hemorragia el tiempo suficiente para sacarlo de la choza, pero necesitaba descanso y tranquilidad. Ella le daba regularmente somníferos y él se los bebía sin quejarse, prefiriendo no estar despierto. Los merodeadores vinieron tratando de verlo, pero a pedido de Remus, Madame Pomfrey los echó. Ya era tarde el viernes por la mañana cuando finalmente lo dejó ir. — Enviaré una nota a tus profesores para que sepan que no te esperan. Tienes que ir directamente a tu dormitorio y acostarte, ¿Entendido? Caminó lentamente, tomando una ruta diferente a la habitual, pensando en el mapa; debería comenzar a trabajar en eso de nuevo, había leído algo muy emocionante sobre algo llamado hechizo homúnculo. Una vez que llegó al dormitorio, Remus se arrastró hasta su cama, corrió las cortinas y se acostó boca arriba. Rayos de luz se deslizaron a través de la tela destacando una galaxia de motas de polvo. Todavía hacía mucho calor para ser Septiembre, y alguien había dejado las ventanas abiertas, llenando la habitación de aire fresco. La brisa succionó las cortinas de la cama de Remus y luego las empujó hacia afuera. Lo miró soñadoramente durante un rato, entrando y saliendo, era como estar dentro de un pulmón. — ¡Lupin! — Una voz aguda rompió su calma. Sirius rasgó las cortinas, inundando el pequeño espacio con luz, quemando las retinas de Remus. — Ugh, ¿qué? — Gimió, protegiéndose los ojos. — Lo siento, — Sirius se frotó el brazo con nerviosismo. — ¿Qué pasa? — Remus, tengo algo que decirte. Se quedaron en silencio durante unos largos momentos. Remus se echó hacia atrás, demasiado cansado para sentarse. Él suspiró, — ¿Y Bien? — ¡Es James! — Sirius dijo, desesperado, — Él... él quiere hablar contigo. — ¿Qué?
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— Es... cielos, esto es difícil de decir, Lupin... — ¿Qué te traes? — ¡Él lo sabe! ¡James lo sabe! Y quiere que te enfrentemos. Remus se sentó, abruptamente, su estómago dio un vuelco. — Él… ¿él qué? ¿Sabe qué? — Sobre tu... ya sabes. A dónde vas. Cada luna llena. Remus miró a Sirius. No sabía qué hacer. —... Lo sabías. — Lo sabía. — confirmó Sirius. — ¿Hace cuánto? — Desde la pasada Navidad. Yo... yo no quería decir nada. No quería ponértelo más difícil. Remus se quedó sin habla. Sirius negó con la cabeza, impaciente. —Pero James también lo resolvió, el idiota larguirucho, y ahora ha decidido que todos debemos confrontarlo contigo. Lo siento mucho, traté de persuadirlo, pero ya sabes lo cabeza dura que es. — Sí. —Remus graznó, inclinándose hacia adelante de repente. Se llevó las manos a la cabeza. Eso fue todo. Estaba a punto de perderlo todo; todo lo que significaba algo para él. — Está bien... creo que va a estar bien — dijo Sirius. — ¿Cómo? —Remus levantó la cabeza, caliente de terror. — Bien podría empezar a empacar ahora. — ¡No! No lo hagas. Mira, quiere hablar contigo sobre eso, no va directamente a Dumbledore ni nada, ¿No significa eso algo? Pero Remus ya se había levantado, abrió su baúl y empezó a meter cosas en él. Puede que tenga que marcharse de inmediato; tal vez ni siquiera le dieran tiempo para hacer las maletas. ¿Le dejarían quedarse con su varita? Se había encariñado mucho con ella, y había pertenecido a su padre, por lo que era legítimamente suyo. ¿Quizás si prometiera solo hacer el hechizo de lectura con él? — ¡Remus! — Sirius lo agarró por los hombros. Se estremeció, pero solo porque esperaba que le doliera. Los ojos azul oscuro de Sirius lo taladraron y trató de apartar la mirada. — Escúchame—, dijo Black, muy suavemente, — Solo espera, ¿De acuerdo? Espera y mira lo que dice James: es tu amigo. ¡Somos merodeadores, todos nosotros!
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—Eso es una mierda, — Remus lo empujó lejos, — Eso es una completa tontería. Ustedes dos son los merodeadores, él y tú. Peter y yo somos solo tus casos de caridad, puras mascotas. — Cogió su pijama del final de la cama y lo arrojó en su baúl. —No soy tan idiota, Black. Probablemente sea mejor volver a donde pertenezco. Era la primera vez que Sirius se quedaba sin habla. Pero claro, era la primera vez que Remus le decía tanto. Su boca se torció una o dos veces, como si quisiera hablar, pero no lo lograra. Remus siguió empacando. — Solo espera — dijo Sirius con voz ronca, saliendo de la habitación,— Solo espera y escucha lo que tiene decir.
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24 Pociones, Otra Vez A pesar de toda su charla, Remus esperó. No veía tener muchas opciones, aparte de ir directamente a Dumbledore y pedir que lo enviaran de regreso a St. Edmund's, y no estaba exactamente seguro de dónde estaba la oficina de Dumbledore. No había llegado tan lejos con el mapa. El mapa, será mejor que deje eso atrás. Sirius y James podrían terminarlo. Al menos ya no estaba cansado. Se sentó en su baúl inquieto durante lo que le parecieron horas. Pensó en ir a almorzar, pero ¿y si querían hablar con él allí mismo, frente a todos? Se quedó quieto. De todos modos, no tenía hambre. Trató de leer, pero no pudo concentrarse lo suficiente. De vez en cuando la mente de Remus volvía a su conversación - discusión - con Sirius. No estaba seguro de cómo se sentía al respecto. Por un lado, una vez que pasó el terror inicial, pudo ver que Sirius estaba tratando de ser amable. Si realmente lo sabía desde la pasada Navidad, probablemente no tenía intención de decírselo a nadie más. Y le había dado a Remus una advertencia justa, al menos. Pero, por otro lado, lo que Remus había dicho era cierto. El hecho de que James fuera el mejor amigo de Sirius no significaba que tuviera sentimientos de protección hacia Remus. Eran amigos, ciertamente, pero solo porque eran compañeros de dormitorio. Remus no podía jugar al Quidditch, no era de una buena familia, no tenía dinero. Además de todo eso, ¿La perfecta reputación de Potter le permitiría asociarse con una criatura oscura? En cuanto a Sirius, él ni siquiera podía perdonar a su propio hermano por estar en una casa diferente. Si la familia no le importaba, ¿Por qué si la amistad? Justo después de que sonara la campana de las cuatro en punto, Remus escuchó tres pares de pasos subir las escaleras. Se puso de pie, preparándose. James entró primero, luciendo muy serio y de alguna manera mayor que todos ellos. Sirius entró detrás de él, su expresión inescrutable, sin rastro de la emoción de antes. Peter fue el último, luciendo, como de costumbre, muy incómodo y fuera de su zona. — Hola Remus —, dijo James inmediatamente. Todos se quedaron uno frente al otro, la habitación se sentía muy pequeña, incluso con la ventana abierta. —Hola. — Remus respondió, tratando de mantener sus ojos en los tres a la vez. — ¿Cómo te sientes? — Bien. —Mira amigo, iré al grano, ¿de acuerdo? — James se pasó los dedos por el pelo, tragando saliva con nerviosismo. Remus podía ver cómo funcionaba la nuez de Adán. —Hemos notado ... bueno, no pudimos no notar que estás mucho tiempo fuera... en la enfermería. Casi todos los meses.
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Peter asentía con adulación detrás de él y Remus sintió una oleada de odio surgir de la nada. Lo reprimió, centrándose en cambio en mirar a James a los ojos. Ya pensaban que era un animal salvaje. Mejor no confirmarlo. — Okay. — Dijo, malhumorado. —Sí —, asintió James, como si estuvieran teniendo una conversación perfectamente normal. — Todos los meses... alrededor de la luna llena. Lo dejó colgar en el aire. Remus se impacientó por terminar todo de una vez. — Solo dilo, James. — ¿Eres un hombre lobo? — Salió todo rápidamente, y la mirada de James finalmente cayó, como si se avergonzara de haber preguntado. Remus miró a Sirius, quien todavía lo miraba con determinación. Peter se mordía el labio inferior, sus ojos se movían entre Remus y James. Remus se encogió los hombros. — Sí. — Movió la barbilla hacia adelante, como si desafiara a James a golpearlo. Lo que sea; estaba listo para ello. James exhaló. — Correcto. — ¿Eso es todo? — Sí, quiero decir no, quiero decir... maldita sea... — James se pasó las manos por el cabello de nuevo, volviéndose hacia los demás en busca de apoyo, luciendo indefenso. — Está bien. — Remus dijo, su voz sonando dura, — Me voy. Déjame ir y decírselo a McGonagall. — ¿Irte? ¡¿A dónde?! — De vuelta a St. Edmund’s, supongo. — ¡Como si hubiera otro lugar! — ¡No puedes irte de Hogwarts!— James parecía aún más preocupado ahora, sus lentes se habían deslizado por su nariz y él ni siquiera se había dado cuenta. — No puedo quedarme si todos lo saben. — Remus explicó, tan calmado como pudo. — ¡No se lo diremos a nadie! — Peter chilló de repente. Remus lo miró con sorpresa, luego a Sirius, y después a James. James estaba asintiendo ahora.
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— No lo haremos. — él estuvo de acuerdo. Remus negó con la cabeza, sin permitirse considerar la idea, ni siquiera tener esperanzas. La esperanza nunca te llevaba a ninguna parte; si había algo que sabía, era eso. Era una regla escrita en su piel con gruesas líneas plateadas. — Esto no es un juego. 'Guarda el secreto', o lo que sea. Si otras personas se enteran, me voy a tener que ir. Podría ser peor que eso, podrían... — No lo dijo. ¿De qué servía decirlo? — No dejaremos que eso suceda. — Sirius finalmente habló, dando un paso tentativamente hacia adelante. — ¿No es cierto? — Se volvió hacia Peter y James, cada uno a costado de él. Ambos parecían muy serios y muy asustados, pero ambos negaron con la cabeza con firmeza. — Confía en nosotros. — dijo James. — ¿Por favor? *** Estuvo de acuerdo en darles un mes. O ellos acordaron darle un mes, no estaba seguro. No estaba claro quién pensaba quién era más peligroso. Fue una agonía, al principio, cada momento lleno de incomodidad y un nuevo tipo de timidez que no había estado allí antes. Creen que soy un monstruo, cantó una voz en la cabeza de Remus, una y otra vez, creen que los voy a asesinar en sus camas, creen que soy malvado. Y realmente, cuando pensaba en ello, nada había demostrado aún que él no lo fuera. Durante algún tiempo había quedado claro que su aflicción estaba sujeta a cambios a medida que se acercaba a la adolescencia. Remus no tenía idea de hasta dónde llegaría. Quizás algún día cruzaría esa línea; quizás esa era simplemente la forma en que las cosas funcionaban. Durante toda una semana, no hablaron de eso. Ni una palabra, ni siquiera un susurro. Remus estaba seguro de que todos lo acosarían con preguntas; Sirius especialmente, pero evidentemente había sido tan severo con ellos cuando ocurrió la confrontación que nadie quería volver a mencionarlo. Frente a todos los demás, actuaban de la misma manera: James era ruidoso y demasiado confiado, Sirius era ingenioso y arrogante, Peter adoraba y era inseguro. Pero cuando estaban solos, los cuatro se quedaban callados, pensativos y demasiado educados. Las conferencias nocturnas de Sirius y James se volvieron aún más frecuentes. Inesperadamente, pero quizás como era de esperar, fue Severus Snape quien terminó reuniendo a los merodeadores. Fue, por supuesto, durante una clase de Pociones. Este trimestre, se estaban embarcando en pociones de "sueños agradables", que tardarían algunas semanas en prepararse. — Tendrán que volver con regularidad por las tardes para comprobar el progreso de su poción; serán evaluados en persistencia y atención. Con ese fin, creo que es mejor si se emparejan para que puedan turnarse. — Anunció Slughorn.
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Hubo una ráfaga general y una charla rápida en cuanto los estudiantes comenzaron a elegir a sus compañeros. Remus se resignó a compartir con Peter, como siempre. Pero por encima de la conmoción, Slughorn volvió a levantar la voz, —No, no, he aprendido mi lección. — les dio a los merodeadores una mirada severa, — No pueden elegir los mismos compañeros que tenían el año pasado. Sirius y James se miraron el uno al otro, luego a Peter y Remus, evaluándolos. Remus se encogió. — De hecho —, continuó Slughorn, —creo que yo asignaré a sus compañeros... Afortunadamente, Slughorn tuvo el tacto suficiente para no poner a ninguno de ellos con Snape, aunque Peter terminó con Mulciber, que se elevaba sobre él, siendo el doble de su tamaño. El profesor separó a Mary y Marlene, que estaban tan unidas por la cadera como James y Sirius, colocándolos con ambos niños. — ¡Quiero a Sirius! — Mary chilló. Marlene le dio un codazo y se disolvieron en risas. Sirius se veía horrorizado, James parecía molesto, se pasó las manos por el cabello y enderezó un poco la espalda. Se le pidió a Remus que formara pareja con Lily Evans, para su disgusto. Realmente no le gustaba ninguna de las chicas, pero menos que nada quería trabajar con Lily. Era entrometida y se esforzaba demasiado por ser amable. Además, ella era la mejor amiga de Snape, quien ahora lo miraba fijamente desde el otro lado de la habitación. Remus no pudo olvidar el incidente durante el primer año, en el que Lily había impedido que Snape y Mulciber lo atacaran, y su desdén general por sus amigos. De hecho, cada encuentro que había tenido hasta ahora con Lily resultaba relativamente desagradable para Remus. Ella pareció reconocer su disgusto y le sonrió nerviosamente. — Hola Remus, ¿te sientes mejor? — Ella chilló. Él gruñó en respuesta, con la cabeza gacha. — Será mejor que te mantengas atrás, Lily —, siseó Snape desde el escritorio que estaba compartiendo con una chica de Slytherin, — Loony Lupin podría ser contagioso. — Cállate, Snivellus. — murmuró Remus en respuesta, tratando de no dejar que Slughorn lo escuchara. — Sí, por favor, cállate, Sev —, dijo Lily, remilgadamente, dándole una mirada dura. — Solo estoy tratando de ayudar —, respondió el chico de cabello grasiento, curvándose los labios, — No queremos que nadie más sufra la misteriosa enfermedad de Lupin, ¿verdad? Hazme saber si necesitas algo, Lily. — Remus y yo somos bastante capaces de completar la tarea nosotros mismos, gracias. — Ella espetó, sacudiendo su melena de rizos rojos y abriendo su libro de texto con una elaborada floritura. Ella
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miró a Remus, —Necesitamos ocho colas de rata, finamente picadas. ¿Quieres hacer eso o debo hacerlo yo? — Erm. Lo haré, — respondió Remus, desconcertado. — Bueno. Entonces empezaré a pesar las hojas de romero. Trabajaron en silencio durante un tiempo, y podría haber estado bien si estuvieran en otro escritorio, lejos de Snape que estuvo cerca de ellos todo el tiempo, lanzando miradas llenas de rencor a Remus y hablando por encima del murmullo general. — Por supuesto, 'Loony Lupin' es bastante apropiado —, le dijo a la chica con la que estaba trabajando, — porque realmente está completamente loco, lo he visto vagando por el castillo solo, acechando en rincones oscuros. Quizás recuerdes que en realidad él me atacó el año pasado. Es claramente peligroso, no sé por qué Dumbledore lo permite aquí. Remus sintió que sus orejas se ponían rojas. Se dio la vuelta, extendiendo su varita, — Di una palabra más. — Gruñó. Snape lo miró de arriba abajo, sonriendo. Lilly agarró el brazo de Remus y tiró de él hacia atrás. — Solo ignóralo — susurró, aunque ella parecía muy molesta, — Él la está pasando mal en casa y culpa a todos los demás, eso es todo. — Bien. — Remus dijo, volviendo a la cola de su rata, la sangre manchando sus dedos. Una vez ya preparados los ingredientes, llegó el momento de revolver. Remus estaba empezando a llevarse bastante bien con Lily ahora. Ella era paciente y no actuaba como si lo supiera todo, como James y Sirius. Ella estaba haciendo buen un papel de buena compañera, pero recordó que él también estaba tratando de serlo, así que sería mejor que aprendiera a gustarle. — Yo revuelvo — dijo, caballerosamente; nunca antes se había ofrecido a hacer algo por una chica, ni siquiera había mantenido una puerta abierta, su contacto con el sexo más hermoso había sido tan limitado. Se sentía muy adulto, como James. Se arremangó y agarró la gran cuchara de madera. — ¡Eurgh! ¡Míralo! — La desagradable y empalagosa voz de Snape sonó lo suficientemente fuerte como para que la mitad de la clase lo oyera. Remus miró hacia arriba y descubrió que todos lo estaban mirando. Hacia sus brazos desnudos. Rápidamente se bajó la túnica para cubrir las marcas, pero todos lo habían visto. — ¡¿Qué tipo de enfermedad hace eso?! — Cierra la boca, Severus! — Lily ladró: — ¡¿Por qué tienes que ser tan horrible?! — ¡Lily, solo mira! — ¡Métete en tus asuntos!
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La mente de Remus estaba corriendo. Deseó que la tierra se lo tragara. Quería poder meterse debajo del escritorio, o saber cómo aparecer. Daría cualquier cosa por poder lanzarle un puñetazo a Snape. Los merodeadores también habían escuchado, Sirius y James levantaron la cabeza de sus calderos, — Eh, Snivellus, ¿Qué estás diciendo sobre nuestro compañero? — ¡Oh, mantente fuera de esto, Potter! — Lily gimió, — ¡Solo lo empeorarás! — ¡Silencio por favor! —Slughorn dijo: — Ya no son de primer año, creo que pueden concentrarte en la tarea que tienen entre manos. Todos se quedaron en silencio. Remus estaba agarrando la cuchara con todas sus fuerzas. — Lo siento, Remus —, susurró Lily, luciendo genuinamente molesta, —Es un... ¡oh, no lo sé!... Mira, tengo estos. — Ella le tendió la mano, disimuladamente. Remus miró hacia abajo. Sostenía dos cosas redondas grisáceas que parecían balas o pastillas. — ¿Qué es eso? — preguntó, sin vergüenza, — Me ha estado molestando la semana pasada, presumiendo de lo bueno que es en pociones... Sé que es mezquino de mi parte, pero quería darle una lección, así que hice estas. Luego tuvo esto con su madre y sentí pena por él, así que no los usé. Pero ahora.. — Evans, —dijo Remus, exasperado, — ¿Qué son? — Es algo con lo que he estado jugando en el club Slug, — sonrió Lily enigmáticamente. Remus notó que en realidad era sorprendentemente bonita. —Reaccionarán con su poción. Será algo realmente bueno. Él la miró asombrado — Pero eres tan... — ¿Mascota del maestro? ¿Empollón? Buena-buenísima? — Ella sonrió más ampliamente, mostrando todos sus pulcros dientes blancos, — Algunos de nosotros sabemos cómo no dejarnos atrapar, Sr. Merodeador. Sacudió la cabeza, desconcertado. — Aquí —, le puso las pastillas en la mano, — hazlo tú. Tíralos cuando no esté mirando. ¡Oye, Potter! — Gritó a través de la habitación. La cabeza de James se levantó de golpe, sus gafas empañadas por el vapor que emanaba de su caldero, — ¿Eh?
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Snape también había levantado la vista, mirando a James. Remus se movió rápidamente, fingiendo bostezar y estirar los brazos, su mano derecha justo sobre el caldero de Snape. Dejó caer las pastillas, tal como Lily le dijo. — Oh, nada —, dijo muy dulcemente, antes de volver a su trabajo. Tanto Snape como James la miraron confundidos. Remus estaba impresionado. Su admiración solo creció cuando ella agarró el brazo de Remus, tirándolo hacia atrás cuando el caldero de Snape explotó detrás de ellos, una magnífica masa de burbujas moradas espumosas derramándose sobre el borde, por toda la ropa de Severus y su compañero. Toda la clase se echó a reír, y Snape se puso blanco de rabia, sus fosas nasales dilatadas. — ¡Oh querido! — Slughorn se apresuró a acercarse, — Un poco ansioso con las cáscaras de escarabajo, ¿eh Severus? — ¡No fui yo! — Snape echaba humo, burbujas púrpuras se asentaron en su cabello, — ¡Él hizo algo! — Señaló a Remus, quien hizo una mueca, —¡Debe haberlo hecho! — ¿Viste al Sr. Lupin alterar tu posición? — No pero… — Vamos, muchacho —, se rió Slughorn, arrojándole un paño de cocina verde, — Todos cometemos errores, ¡incluso tú! Severus balbuceó incoherentemente, y Lily claramente estaba luchando por mantener la cara seria, finalmente tuvo que darse la vuelta, sus hombros temblando en una silenciosa histeria. Después de la lección, los merodeadores se apiñaron sobre Remus en el pasillo, gritando y vitoreando. — ¡Lo hiciste, verdad! — ¡Brillante! — ¿Cómo lo hiciste? ¡Eres una mierda en pociones! Remus les devolvió la sonrisa, sin confirmar ni negar. Por encima del hombro de James, vio a Lily mostrarle una sonrisa rápida, antes de apresurarse a subir las escaleras. — ¡¿No te lo dije?! — Sirius proclamó alegremente, lanzando un brazo alrededor de James y otro alrededor de Remus, — ¡Todavía es un merodeador!
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25 Fuera de Horario Viernes 6 de septiembre de 1972 Una vez que se rompió el hielo inicial, las preguntas llegaron al flote. Esa noche, después de la cena, los cuatro chicos se sentaron en la cama de Remus, — ¿Cuando sucedió? — ¡¿Dumbledore lo sabe?! — ¿Alguna vez has atacado a alguien? — ¿Cómo es? — ¡¿A dónde vas, cuando sucede?! Remus se mordió el labio inferior. Nunca antes había hablado de su condición, con nadie, excepto por su conversación con Madame Pomfrey el año pasado. Ninguno de los muggles con los que había crecido le habría creído, y le habían hecho creer que los magos lo rechazarían. —Eh…— trató de averiguar por dónde empezar, — Tenía cinco años cuando sucedió. Realmente no recuerdo mucho antes de eso. Sí, Dumbledore lo sabe. No creo que he hecho daño a nadie. Creo que probablemente lo sabría si lo hiciera. — Entonces, cuando te transformas, ¿Puedes recordar cómo es? — Sirius preguntó, ansioso, — ¿Ser un lobo? — Um... ¿no realmente? —Remus pensó mucho, — Tal vez pueda recordar haber sentido cosas, pero no creo que tenga un cerebro humano mientras estoy así. Es más como un sueño malo. — Siempre pensé que los hombres lobo eran más... — Peter lo miró pensativo, — No sé, ¿Aterradores? Remus se encogió de hombros. — Entonces, ¿Eso es lo que le pasó a tu papá? — Sirius preguntó, abruptamente, — ¿Lo mató el hombre lobo que te mordió? Remus se estremeció. No por su padre, sino porque no estaba acostumbrado a escuchar tanto la palabra "H". Él mismo nunca lo dijo.
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— No —, respondió, — mi papá, él... eh... bueno, se suicidó. Después de que me mordieron, supongo que fue por mi culpa. Mi madre, ya sabes, es muggle, creo que probablemente fue demasiado para ella, así que me envió a St. Edmund's. Hubo una especie de silencio incómodo. — ¿Alguna vez has conocido... — comenzó Sirius, pero James le dio una mirada penetrante, — Ya es suficiente, Black, déjalo en paz. Finalmente se separaron para comenzar su tarea, y James salió a correr por los jardines antes de que oscureciera. Se acercaban las pruebas de Quidditch y cada día se obsesionaba más con la aptitud y la resistencia. Trató de que Peter y Sirius lo acompañaran, pero le suplicaron que no. —Maldito conductor de esclavos —murmuró Peter mientras se marchaba. — Le dije que ni siquiera me voy a presentar. — Creo que probablemente lo haga —, dijo Sirius, casualmente, — Ellos necesitan un golpeador, de todos modos. Los deberes finalmente se dejaron de lado en favor de un juego particularmente agresivo de snap explosivo entre los tres, con un récord girando en su tocadisco: The Beatles, porque Peter suplicó un descanso de Bowie. Más tarde, después de apagar las luces, Remus se sentó leyendo un libro que Sirius le había prestado. Era un libro de bolsillo muggle, ciencia ficción. Había visto algunas películas como esa en el cine local de St Edmund's, pero no sabía que también habían libros. Se estaba poniendo emocionante cuando escuchó el crujido delator de las tablas del piso que significaba que Sirius estaba haciendo una visita a James. Escuchó el susurro de las cortinas y un susurro bajo, antes de un repentino vacío de sonido antinatural que significaba que alguien había lanzado un hechizo silenciador. Remus lo ignoró, acurrucándose en su edredón y concentrándose en su libro. Quizás veinte minutos más tarde oyó que se deshacía el hechizo silenciador; era como si hubiera estado sordo de un oído y de repente pudiera volver a oír. Escuchó el susurro de la cortina de nuevo, mientras Sirius caminaba hacia afuera e iba suavemente por la habitación. Esta vez, sin embargo, sus pasos se acercaron y, para sorpresa de Remus, las cortinas de su propia cama se abrieron. El rostro largo y pálido de Sirius lo miró, — Hola — susurró, —Hola...— Remus respondió, — ¿Qué pasa? — Vi la luz de tu varita — asintió con la cabeza, — ¿Puedo entrar? —Erm... ¿ok?
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Sirius sonrió y se deslizó adentro fácilmente, arrodillándose en la cama frente a Remus, quien acercó sus piernas a su pecho, dejando su libro a un lado. — Sonoro Quiescis — susurró Sirius, lanzando el encantamiento de insonorización para que no molestaran a los demás. — ¿Qué tal está?— Miró el libro de bolsillo que descansaba sobre la almohada junto a Remus. —Bueno. —, respondió Remus, sin comprometerse. —¿Qué pasa?— Repitió. — Estaba hablando con James. — Dijo, acomodándose, sentándose con las piernas cruzadas: —Él cree que te he molestado al hacer preguntas sobre tu padre. — Oh, — Remus ladeó la cabeza, sorprendido, — No, estoy bien. No me molesta; Estoy acostumbrado a eso. — Eso es lo que le dije a James. — De acuerdo. Sirius no se fue, solo siguió mirando a Remus. Lo estaba haciendo sentir incómodo, solo llevaba una camisa delgada para dormir, que mostraba una serie de marcas rojas y plateadas que cruzaban sus brazos y hombros desnudos. Sirius lo miró abiertamente. — ¿Cómo obtuviste tus cicatrices? — Preguntó en voz baja. Remus frunció el ceño y se subió las sábanas hasta el cuello. — ¡¿Cómo obtuviste los tuyos?!— Él chasqueó. Instantáneamente se arrepintió; Sirius dejó de mirar su piel y retrocedió, los ojos llenos de dolor y sorpresa. — Yo... de mis padres. La maldición de Lacero, así es como nos disciplina. — Dijo, su voz un poco robótica. — Lo siento, — Remus dejó caer el edredón. Suspiró, extendiendo sus brazos para que Sirius pudiera ver mejor, — Me los hago a mí mismo, cuando estoy... cuando cambio ¿ves? — Se bajó un hombro de la camisa y se giró ligeramente para mostrarle cuatro largas marcas de garras blancas. — Wow — suspiró Sirius, de rodillas de nuevo, inclinándose hacia adelante con su varita encendida para ver mejor. — ¿Por qué lo haces? — No lo sé, no soy exactamente yo mismo. Madame Pomfrey reconoce que es frustración, porque está en mi naturaleza atacar a la gente y no tengo a nadie a quien atacar. — ¿Dónde te ponen? —En esta vieja casa... McGonagall y Pomfrey me llevan allí todos los meses, hay un pasadizo debajo del Sauce Boxeador.
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— ¿McGonagall te ve? — ¡No! Es muy peligroso. Creo que usan hechizos para mantenerme encerrado. — Suena horrible. Remus se encogió de hombros. —No, no es tan malo como en St Eddy's, tienen una celda para mí allí, con una puerta plateada. Cuando llegué allí, la Matrona cree que era muy pequeño para recordar, pero me metieron en una jaula. Sirius lo miró con dureza. — ¡Eso es asqueroso! — No lo sé, — Remus se sorprendió por su reacción, —Fue para mantener a todos los demás a salvo. Y solo podía haber sido del tamaño de un cachorro. — Lobezno. —Sirius dijo, rápidamente. — ¿Eh? — Un lobo bebé es un lobezno. Los perros son cachorros. — Oh. — Entonces, ¿Dónde te mordieron? — Sirius había cambiado la preocupación por la curiosidad una vez más. — Oh, eh, aquí. — Remus se dio unas palmaditas en el costado izquierdo, justo por encima de la cadera. Sirius lo miró expectante. Remus suspiró de nuevo, — ¿Quieres ver? Sirius asintió con entusiasmo, inclinándose hacia adelante de nuevo mientras Remus levantaba su camisa por el dobladillo. Apenas notó la marca de la mordida, aunque se destacó tanto como siempre. Era una cicatriz enorme, evidencia de una mandíbula increíblemente grande. Podrías contar cada diente, si así lo quisieras; los profundos hoyuelos estropeando la suave piel de Remus. Sirius se acercó mucho ahora, por lo que Remus tuvo que inclinarse hacia atrás para evitar que sus cabezas golpearan. — Oh wow... — suspiró, perdido en su observación como alguien que hubiera desenterrado un gran tesoro arqueológico. Remus sintió el pelo largo de Sirius rozar su piel y la calidez de su aliento, y lo apartó rápidamente. — Dios, Black, eres tan raro. Sirius solo sonrió, con esa sonrisa de Sirius Black.
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*** Viernes 13 de octubre de 1972 —Entonces, ¿Qué estamos haciendo exactamente aquí? — James susurró, sonando divertido. — ¿Y por qué tuvimos que traer la estúpida capa? — Sirius dijo, ligeramente amortiguado debajo de la tela, — Faltan horas hasta el toque de queda. — Tengo calor —, se quejó Peter. — Cállense todos. — Remus ordenó, — Estoy tratando de concentrarme. —Concéntrate en que... ¡ay! Remus pateó a Sirius en la espinilla. — Dije que te calles. — Maldita sea, — murmuró Sirius, pero se quedó callado después de eso. Remus resopló. Definitivamente olía a chocolate. Todo el pasillo, solo un leve olor al doblar la esquina, pero más rico y dulce cuanto más caminabas hacia una estatua cerca del medio. El olor había estado volviendo loco a Remus durante semanas, desde que lo notó el último trimestre. Tenía que tener algo que ver con la estatua: una bruja con la espalda encorvada y un parche en el ojo. Era un retrato horrible, esperaba que el artista hubiera sido particularmente cruel y que la pobre mujer no se hubiera visto realmente así. — ¿Nos has traído aquí a conocer a tu nueva novia, Lupin? — Preguntó James, sonriendo mientras Remus continuaba mirando a la bruja de un solo ojo. — ¿Por qué seguiste olfateando así?— Sirius se quejó, — No quiero estar tan cerca de ti si estás resfriado. — ¿Ninguno de ustedes puede oler eso? — ¿Oler qué? — Chocolate. Definitivamente chocolate. — ¿Chocolate? ¿Dónde? — Peter de repente se animó. — No puedo oler nada. — dijo Sirius. — Yo tampoco — dijo James.
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— Viene de la estatua —, continuó Remus, imperturbable por las bromas de su amigo. Extendió la mano y tocó la piedra con cuidado a través de la capa. — ¿Qué? ¿Crees que la joroba de la vieja bint está llena de dulces o algo así? — Sirius estaba empezando a sonar aburrido e irritable. A veces le molestaba un poco a Remus. Él y Peter fueron arrastrados en todo tipo de estúpidas 'misiones' por los otros dos, pero si él y James no estaban a cargo, entonces Sirius siempre actuaba mal. — No. — Remus dijo: — Creo que es uno de esos pasajes secretos de ese libro tuyo. — ¡¿De Verdad?! — Ahora Sirius estaba prestando atención. — ¿De verdad puedes oler el chocolate? ¿Es eso algo... especial que puedes hacer? —Sí. — No conduce a las cocinas —, dijo Peter, con conocimiento, —Están en la planta baja, me lo dijo un Hufflepuff. — ¿Cómo podemos entrar? — ¿Contraseña? — James sugirió: — Como la sala común. — ¡Canalla! — Peter le gritó a la bruja, ansioso. No pasó nada. — No quise decir que sería exactamente la misma contraseña, Peter. — Dijo James. Estaba siendo amable, pero Sirius y Remus ya estaban en un ataque de risa. — ¿Qué pasa con Alohomora?— Sugirió Sirius, recuperándose. Remus lo intentó, pero no pasó nada. — Eso es para cerraduras, de todos modos — dijo James, — ¿No es algo más para revelar entradas invisibles? — ¡Oh si! — Sirius asintió, emocionado, — Sí, hay... umm... ¡Dissendium! — Golpeó con su varita la joroba de la bruja. Inmediatamente, la joroba se abrió, deslizándose dejando un espacio que fácilmente era lo suficientemente grande como para que pudieran entrar dentro, uno a la vez. El olor a chocolate se hizo aún más fuerte, y ahora Remus también podía oler tierra, aire fresco y otras personas. No perdieron el tiempo deslizándose dentro y la joroba se cerró detrás de ellos. — ¡Lumos! — dijeron todos al unísono, quitándose la capa. James la dobló bajo el brazo e inmediatamente asumió el liderazgo. —Vamos, entonces —dijo, sosteniendo su varita delante de ellos, iluminando el pasillo oscuro, — ¡Vamos!
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Todos lo siguieron. A Remus no le importaba, había hecho su parte. Fue una caminata larga, bajaron un tramo de escaleras de piedra fría, a través de un túnel que era terroso y húmedo. Pero el olor se hizo más fuerte, y cuando finalmente llegaron al final, había otra escalera que conducía a una trampilla de madera. Se miraron y acordaron en silencio que James debería ir primero. Lo vieron ascender, empujar la puerta y asomar la cabeza. Remus sintió que todos estaban conteniendo la respiración, viendo el torso de James desaparecer hacia lo desconocido. — ¡No lo creo!— se rió por encima de ellos, — ¡Tienes que ver!— Se arrastró hacia arriba, desapareciendo por completo. Sirius corrió tras él, sin querer perderse nada. Remus fue el siguiente, pero Peter vaciló detrás de ellos. — ¿Dónde estamos? — Sirius estaba preguntando, mirando a su alrededor a la pequeña habitación oscura. Estaban rodeados de cajas y cajones cuidadosamente apilados. El olor a repostería ahora era abrumador. — ¡Creo que en realidad estamos en Hogsmeade!— James dijo, emocionado: — ¡Este es el almacén de Honeydukes! — ¿La tienda de dulces? — Remus preguntó, pensó que era bastante redundante en este punto. Sirius había abierto una caja que parecía contener al menos quinientas cajas de ranas de chocolate. Remus había escuchado todo sobre Hogsmeade de los otros chicos - todos lo habían visitado antes en las vacaciones familiares; era uno de los únicos pueblos completamente mágicos de Gran Bretaña. A los estudiantes mayores se les permitía ir los fines de semana y, a menudo, traían bolsas de papel llenas de dulces de Honeydukes. De pie en el sótano en ese momento, Remus no podría haber estado más feliz con el resultado de esta misión. Finalmente convencieron a Peter y pasaron una buena hora explorando la tienda, maravillándose de su propia brillantez. Eligieron un poco de todo, con Remus dirigiéndolos, como el único con algún tipo de experiencia de robo. James pensó que Remus no lo vio sacar una bolsa de galeones de su túnica y dejarlo en el mostrador cuando se iban. Los merodeadores regresaron a la sala común de Gryffindor con sus bolsillos pesados y grandes sonrisas en sus rostros. Un prefecto les quitó puntos a todos por no cumplir con el toque de queda, pero no les podía importar menos. Cuando todos se acostaron horas después, fingiendo no tener dolor de estómago, Sirius gritó: — Eso definitivamente va en el mapa.
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26 Quidditch — He tenido suficiente. — Peter dijo, sombrío. Remus suspiró junto a él. Él conocía el sentimiento, pero no tenía mucho sentido quejarse ahora. — ¡Realmente lo digo! — Peter reiteró, su voz ligeramente alta mientras miraba a Remus en busca de validación. — Yo sé que realmente lo dices. — Remus respondió, esperando apaciguarlo. — Nos arrastran a todo tipo de cosas, detenciones y demás, y nunca me quejé. — Bien. Si lo hiciste un poco. — Remus arqueó una ceja. Peter asintió, — Está bien, si lo hice a veces, pero siempre hice lo que dijo James. Y Sirius, a pesar de que es horrible conmigo. — Sirius es horrible con todos. — Remus dijo, aburriéndose ahora. — Bueno, esta vez definitivamente he tenido suficiente. — Peter continuó. —Han ido demasiado lejos. — Solo estamos brindando apoyo —, bostezó Remus, inclinándose hacia adelante en las gradas de madera para los espectadores, —Pensé que te gustaba apoyarlos. — No — Peter hizo una mueca, —A las cinco de la mañana. Remus estaba dispuesto a estar de acuerdo, incluso si no se quejaba. Al menos a Peter le gustaba el Quidditch. Miraron hacia la cancha tranquila, hierba espesa y verde bajo un velo de vapor de niebla matutina. James y Sirius presumiblemente todavía estaban en los vestuarios con el resto de los aspirantes al equipo de Quidditch de Gryffindor. Remus y Peter estaban acurrucados en las gradas, envueltos en sus bufandas y sombreros, esperando que comenzaran las pruebas. Llevaban allí al menos una hora, demasiado temprano incluso para el desayuno, porque James había querido practicar de antemano. Podrían haber dicho que no, y en su lugar dormir, dejando que los otros dos se fueran temprano si querían. Pero Peter tenía razón; siempre hacían lo que decía James, él era demasiado bueno para convencerlos. Remus bostezó de nuevo. — Oh, hola, Remus, — Lily Evans subió las escaleras, sonriéndoles con cansancio, — Hola Peter. — Buen día — Remus asintió en respuesta. —Que hay, Lily — bostezó Peter. — ¡Qué frío, ¿No es así? ¿Estás aquí para ver las pruebas de Quidditch?
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— Sip. — Debería haber sabido que James iba a intentarlo. — Lily dijo, cansada. El fanatismo del Quidditch de James no se limitaba al dormitorio de los merodeadores; todos los que lo habían conocido sabían lo entusiasta que era. — Sirius también. — Dijo Remus. — Bueno, nunca uno sin el otro. — Lily respondió remilgadamente. — ¿A quién estás mirando? — Preguntó Peter. — Marlene —, señaló Lily al otro extremo del campo, donde el equipo de Quidditch de Gryffindor y los nuevos aspirantes se reunían junto a los postes de la portería. Remus pudo distinguir la cola de caballo rubio pálido de Marlene McKinnon. — Ella va para golpeadora. — Esa es la posición, Sir...— comenzó Peter, pero Remus lo pateó rápidamente en la pierna. Lily los miró, desconcertada, y optó por cambiar de tema. — Remus, ¿Puedes revisar la poción de 'sueño agradable' esta noche? Estoy muy atrasado en astrología y quería hablar con el profesor Aster. — No puedo — respondió Remus, inclinándose hacia adelante sobre sus codos, — Tenemos detención. — Oh. ¿Por qué? — Levitar todas las mesas y sillas del aula de Artes de Defensa Contra las Tinieblas. — Peter suministró. — ¿De Verdad? — Lily pareció sorprendida, — No escuché sobre eso. — No lo hemos hecho todavía, — dijo Remus, — Lo haremos más tarde mientras todos están en el almuerzo. Pero seguro saben que fuimos nosotros y de todos modos tendremos la detención. Lily gruñó. — ¿Qué dije sobre ser atrapado, Lupin? — Ella sonrió con picardía. Remus se encogió de hombros y le devolvió una pequeña sonrisa. Lily realmente no estaba tan mal. Tenía ese don que tienen todas las chicas para hacerte parecer estúpido, pero al menos tenía sentido del humor al respecto. Era particularmente agradable verla sin Snape, quien usualmente se asomaba cerca como un vampiro, apestando a tristeza y desaprobación. Finalmente hubo movimiento en el campo de Quidditch mientras todos los aspirantes se pusieron a prueba. James no podía dejar de impresionar; estaba en plena forma ese día. Se lanzó en picado, se
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zambulló y se retorció en el aire como si no fuera nada, como si nadara, no volara. Remus escuchó la fuerte inspiración de Lily cuando James intentó un giro particularmente cerrado. — ¿Tiene que lucirse así? — Ella dijo, nerviosa: — Él se hará matar. — No lo hará —, dijo Peter, — Lo conozco desde que teníamos cinco años y nunca se ha caído de la escoba. Ni una sola vez. — No es de extrañar que piense que es intocable. — Lily murmuró. El resto de los aspirantes a cazadores se turnaron, pero era obvio que James era la mejor opción. Luego fueron los golpeadores: Sirius, Marlene y un corpulento de quinto año fueron atados con bandas y fueron llevados al cielo junto con seis bludgers. Fue horrible de ver; Los nervios de Remus se pusieron de punta cuando las brutales balas de cañón rojas se dispararon hacia la cabeza y el cuerpo de su amigo. Sirius esquivó hábilmente las bludgers y tiró algunas fuera del camino, pero Marlene fue imparable. Ella voló en círculos alrededor de su competencia, balanceando su bate con la precisión de una máquina y enviando las bludgers a volar por el campo en todo momento. — Demonios. — Peter exclamó: — No sabía que McKinnon lo tenía en ella. — Su hermano juega para los Cannons —, explicó Lily, luciendo engreída en nombre de Marlene. — Ella ha estado entrenando con él todo el verano. — Sirius también lo ha estado —, dijo Peter, defendiendo a su amigo, todos los desaires anteriores olvidados, — Él y James estaban en eso constantemente, ¿no es así, Remus? Remus no respondió, ni siquiera para recordarle a Peter que no había pasado el verano con ellos. Estaba demasiado ocupado sintiendo vergüenza por Sirius, y deseando que Marlene McKinnon no tuviera que ser tan malditamente buena golpeando bludgers, o al menos deseando que hubiera dos posiciones libres para golpear. No estaba seguro de por qué le importaba tanto, odiaba el Quidditch, y si Sirius y James estaban en el equipo, significaba que tendría que pasar mucho más tiempo temblando en las gradas. Y había estado esperando en secreto que Sirius fallara en algo durante años, esperando pruebas de que Sirius Black no era completamente perfecto en todos los sentidos. Pero ahora que había llegado el momento, Remus se sintió culpable por pensarlo. Sirius de seguro estaba abatido. — ¡Aquí vienen! — Lily se levantó de un salto y bajó corriendo las escaleras para encontrarse con su amiga. Remus y Peter la siguieron lentamente. — ¡Entré! — Marlene estaba sonriendo, su rostro sonrojado de placer. Lily y ella se abrazaron. James también se veía increíblemente complacido consigo mismo, su cabello se levantaba salvajemente por el viento, sus lentes ligeramente torcidos. Aún así, no estaba sonriendo tanto como Marlene, obviamente tratando de contenerse por el bien de Sirius. Sirius tenía una cara como de un trueno; Peter incluso dio un paso atrás solo al verlo. — Sí, bien hecho, McKinnon. — Sirius dijo, con brusquedad, mirando al suelo.
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— Gracias... ehh... tú también estuviste muy bien, Sirius. — Dijo ella, nerviosa. Él gruñó, todavía sin mirar hacia arriba. James lo miró de reojo e hizo una mueca de disculpa a las chicas. Extendió su mano a Marlene, — ¿Nos vemos la semana que viene para la primer práctica? — ¡Sí, genial! — Ella le sonrió alegremente, — ¡Nos vemos, Potter! Las dos chicas partieron de regreso al castillo, cogidas del brazo, charlando emocionadas. — Sirius, amigo, no es el fin del mundo. — James se volvió hacia su amigo, luciendo preocupado. — Lo sé. — Sirius pateó un mechón de hierba. — Podrías haber sido suplente si quisieras, Singh te lo ofreció. —Lo sé. No quiero estar en el banco. — ¿Vamos a desayunar? — James suspiró finalmente, mirando a los otros dos en busca de apoyo. Peter asintió con entusiasmo. Remus no pudo evitar sentirse un poco molesto. Esto era todo de lo que Potter había hablado desde que empezaron en Hogwarts, y Sirius ni siquiera tuvo la decencia de estar feliz por su mejor amigo. — Bien hecho, James —, dijo Remus, de manera bastante intencionada, mirando a Sirius mientras lo decía, — Estuviste increíble, felicitaciones. — Salud, Lupin — sonrió James. Sus ojos se arrugaron levemente cuando sonrió, y su rostro se iluminó, como si ese fuera el estado natural de su rostro. — Sí — dijo Peter, dándole un puñetazo en el brazo, — Estuviste bien, Potter. — ¡Gracias! Caminaron juntos de regreso al castillo en silencio. Sirius todavía no hablaba y caminaba unos pasos por delante del resto. James trotó para mantenerse al día, — Puedes intentarlo de nuevo el año que viene, Ardal se habrá ido para entonces, me dijo que se iba para concentrarse en sus EXTASIS. — No me importa, está bien. — Sirius respondió, encogiéndose de hombros. Caminó aún más rápido, alejándose rápidamente de ellos, con la escoba todavía bajo el brazo. James fue a alcanzarlo, pero Remus lo agarró del brazo. — Déjalo. — Dijo, enojado: — Déjalo ir si quiere ser un idiota de mal humor al respecto.
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Sirius no se unió a ellos para desayunar, ni estuvo en la sala común después. James fue asaltado por la mayoría de los otros Gryffindors, quienes ya habían escuchado del equipo que él era el nuevo cazador. Una pandilla de chicos de cuarto año lo detuvo para hablar de estrategias, y Peter también fue, disfrutando de la gloria de su amigo. Eso nunca le importó a James; siempre tuvo mucho brillo para compartir. Remus no era un fanático de ser el centro de atención, y aprovechó la oportunidad para buscar a Sirius. No estaba en su dormitorio, pero eso era lo que se esperaba, claramente Black quería deprimirse en algún lugar en privado. Pero Remus escribió en el mapa sobre los escondites, y no pasó mucho tiempo antes de que lo encontrara, acurrucado en un enclave escondido detrás de un tapiz que representaba la caza de un unicornio. — Vete, Lupin. — Sirius frunció el ceño, dándose la vuelta, rodeando sus rodillas con los brazos. Su voz era espesa, como si hubiera estado llorando, aunque su rostro estaba seco. — No puedes animarme, ok? Remus puso los ojos en blanco, trepando al enclave con él, obligándolo a moverse. — Hazte a un lado — dijo con firmeza, — no estoy aquí para animarte, idiota. — ¿Qué? — ¿Por qué estás sentado aquí deprimido? Tu mejor amigo acaba de hacer realidad todos sus sueños a la vez, ve y sé un buen deportista. Sirius hizo un ruido indignado, todavía tratando de alejarse de Remus, aunque ahora no quedaba mucho espacio. — No lo entenderías. — inhaló profundamente. —Supongo que no —confirmó Remus con calma—, pero entiendo que James realmente, realmente quería ser un cazador, y trabajó muy duro para ello, y lo consiguió. Y Marlene realmente quería ser una golpeadora, y también trabajó muy duro, nos lo dijo Evans. Así que lo consiguió. Ella era mejor que tú. — ¡Vete a la mierda!— Sirius le dio un empujón, pero Remus estaba acostumbrado a que lo empujaran, y le gustara a Sirius o no, Remus era más fuerte. — ¡Ni siquiera te importaba tanto! — Continuó, retrocediendo, — No tanto como Potter. Solo hiciste la prueba porque él lo estaba haciendo, pero no siempre tienes que hacer lo mismo. Aún le ganas en Transfiguración. Aún obtienes las mejores notas del año. A todo el mundo le gustas. Bueno, excepto los Slytherin y um... tal vez tu familia, pero a quién le importa. A la familia de Peter tampoco le agradan. Sirius dejó escapar una risa débil ante eso, a pesar de sí mismo. — Así que deja de actuar como un niño pequeño, ve y di "bien hecho". — Bien.
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— Bien. Ambos saltaron desde la cornisa, empujando el tapiz fuera del camino. Los diminutos caballeros bordados agitaron los puños hacia los chicos por interrumpir su persecución del unicornio plateado, que relinchó y galopó hacia un denso bosquecillo de árboles tejidos. Regresaron a la sala común. Sirius metió las manos en los bolsillos. — ¿Todos desayunaron?— Preguntó, malhumorado. — Sí. — Remus respondió. — Sin embargo, James te guardó unas tostadas. — Es un buen amigo. — Sirius sonrió. —Sí — espetó Remus, — lo es. Estuvieron callados un poco más. Justo antes de llegar al retrato de la dama gorda, Sirius miró a Remus. Sus ojos todavía estaban ligeramente rosados, pero aparte de eso, parecía él mismo de nuevo. — Yo no intento copiar James. — No dije que lo hicieras. — Dijo Remus. — Pero compites. Sirius pareció reconocer esto. Miró hacia arriba de nuevo. — Y no me importa lo que piense mi familia. — Dijo esto con tanta fiereza que sus ojos, brillando levemente, y Remus estaba preocupado de que empezara a llorar de nuevo. Extendió la mano y tocó el hombro de Sirius, con cautela, como se intenta calmar a un perro que gruñe. — Lo sé, amigo. — Dijo en voz baja. — Yo sé eso.
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27 Un Compromiso de Cumpleaños Viernes 3 de noviembre de 1972 El decimotercer cumpleaños de Sirius no coincidió con la luna llena, como lo había hecho su duodécimo. Nunca les contó a los demás sobre la conversación que había tenido con Remus, no hasta donde Remus podía sabía, de todos modos, pero actuó de manera ligeramente diferente con sus amigos. Mientras que antes a veces había tratado a Remus como un proyecto favorito; se asombró cada vez que Lupin exhibía un pensamiento independiente; Sirius al menos pareció desarrollar cierta sensibilidad hacia los dos merodeadores secundarios. El tema del Quidditch todavía era un tema delicado, así que en la mañana de su segundo cumpleaños en Hogwarts, James tuvo suficiente tacto para no sugerir una sesión de vuelo a la hora del almuerzo. El desayuno comenzó con una ronda de "feliz cumpleaños" a todo pulmón, como ya se había convertido en una tradición para los merodeadores. Los Potter le enviaron a Sirius una enorme canasta de chocolates, mientras que James había pedido la mitad del catálogo de Zonko como regalo de cumpleaños. Remus estaba un poco avergonzado de entregar sus propios obsequios - algunas copias antiguas de Melody Maker y NME que había pellizcado durante el verano - pero Sirius estaba emocionado; uno de ellos tenía una entrevista con Marc Bolan. Pasaron la mayor parte del desayuno pasando las páginas; los tres magos de sangre pura riéndose de las fotografías muggles estáticas. Remus siguió mirando furtivamente a Sirius, preguntándose si se veía diferente ahora que era un adolescente. Remus había querido tener trece años durante años; le parecía una edad muy madura y grandiosa. Sabía que era una tontería pensar que se podía imbuir de algún tipo de nueva sabiduría de la noche a la mañana, pero sin duda era un rito importante, se mire como se mire. Sirius definitivamente se estaba sosteniendo a sí mismo de una manera ligeramente diferente; Remus estaba seguro. Desafortunadamente, la mañana sin preocupaciones terminó allí. Cuando terminaron su comida y se estaban preparando para levantarse para su primera lección (Historia de la Magia), su paso fuera del salón fue bloqueado. —Sirius. — Dijo una voz severa. Narcissa Black estaba frente a ellos. A los quince era más alta que los cuatro merodeadores. Era una chica bastante atractiva, pensó Remus; si un poco altiva en la cara. No tenía la mirada loca de su hermana mayor, y se había teñido y alisado su largo cabello para que colgara en una hermosa hoja de platino, que relucía cuando captaba la luz. Se paró frente a ellos con los brazos cruzados, Regulus acechando a su lado. — Cissy. — Sirius asintió a modo de saludo. Ella se estremeció, pero no lo reprendió.
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— Es tu cumpleaños. —Ella dijo. — Bueno, soy consciente de eso. Ella puso los ojos en blanco. Parecía que ella tampoco tenía el temperamento de su hermana, lo cual Remus estaba feliz. — Vas a comer con nosotros esta noche. — Ven y siéntate a la mesa de Gryffindor si es absolutamente necesario. —No. — Ella entrecerró sus ojos grises, — Tu madre ha dado instrucciones estrictas. Comeremos en privado, en la sala común de Slytherin, como el año pasado. — ¡No! — Sirius perdió su nueva madurez y de repente parecía un niño, prácticamente pateando su pie, — Quiero comer con mis amigos. — Puedes comer con ellos cuando quieras. — Narcissa espetó, ahora con las manos en las caderas. — Los cumpleaños son ocasiones familiares. Regulus se miró los pies, todavía de pie detrás de su prima. Sirius todavía estaba molesto, pero finalmente asintió con la cabeza. James le puso una mano en el hombro; un gesto inofensivo, pero Regulus miró hacia arriba y miró fijamente, como si estuvieran haciendo algo sucio. Una vez que se había fijado una hora para la cena, los dos Slytherin Black se fueron y los merodeadores los miraron. James miró a Sirius, — Mala suerte —, se compadeció, — ¿Quieres saltarte las lecciones? —No, — Sirius negó con la cabeza, — Me llevaré a cenar algunas bombas de estiércol. — ¡Podemos ver si ese hechizo de bomba de tiempo funciona! —Perfecto. *** Sirius se fue por un largo tiempo después de la cena. James se paseaba por el dormitorio, revisando su reloj cada pocos minutos y preguntándose en voz alta si debería ir y pararse fuera de las mazmorras y gritar. — Necesitamos empezar a trabajar en tu mapa de nuevo, Lupin — dijo, pasando sus manos por su cabello (ya catastrófico), — Haremos que todo el mundo sea etiquetado, para que sepamos dónde están en todo momento. — Estamos muy lejos de eso — respondió Remus desde su cama, donde estaba leyendo un libro. —Aún no he mapeado nada del ala este. Puedo hacer un poco en Navidad.
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— No — James se detuvo en medio de la habitación, — Tú y Black vendrán a mi casa para Navidad. Remus lo miró fijamente y tragó con dificultad. — James, no puedo, sabes que no puedo. James agitó una mano, reanudando su paseo. — Lo arreglaré todo con papá, no te preocupes. La luna llena es el día veinte, lo comprobé. Todos podemos quedarnos aquí hasta entonces e irnos el veintiuno. Remus se quedó sin habla, pero no importaba. James decidió rápidamente después de eso ponerse su capa e ir a buscar a Sirius. Peter, de manera bastante predecible, lo siguió, pero Remus estaba disfrutando su libro y los dejó ir. Se recostó en la cama y pensó en poner un disco. James y Peter habían pedido la prohibición de Bowie hasta fin de año, pero si no estaban en la habitación... A principios de año, Remus estaba tan cautivado por la emoción de Sirius que no le había dicho que sabía todo sobre Ziggy Stardust; de hecho, todos en el mundo muggle, prácticamente, habían estado hablando de él durante todo el verano. En algún momento a mediados de Julio, Remus se había sentado en la sala de recreación después del té con algunos de los chicos mayores para ver Top of the Pops. Su televisor todavía estaba en blanco y negro, pero Remus sintió como si hubiera visto la actuación en color. David Bowie no se parecía a nadie que hubiera visto antes. Todos se habían sentado mirando con la boca abierta de par en par mientras el hombre delgado y de aspecto alienígena atravesaba el escenario con un maillot de retazos. Estaba pálido como la nieve, su cabello era largo en la parte de atrás, y estaba pegado salvajemente en la parte superior, sus ojos llamaban la atención; una pupila más grande que la otra: llevaba maquillaje. Remus había querido conocerlo y ser él a la vez. Cuando David rodeó con el brazo al guitarrista alto y rubio, el estómago de Remus dio un vuelco extraño, y mientras los dos hombres cantaban en el mismo micrófono, con las mejillas juntas, uno de los trabajadores de cuidados de St. Edmund’s había marchado y apagó el televisor. "Que desagradables esos gays" había dicho, "Repugnante poner ese tipo de cosas en la tele cuando cualquier niño podría verlo." Remus pensó en eso más de lo que quería. Cuando los otros dos chicos regresaron, fue con un Sirius de rostro pálido. Se veía peor de lo que solía estar después de un encuentro con su familia; cerrado y completamente sin alegría. Incluso sus ojos parecían un poco menos brillantes, volviéndose grises. — ¿Qué pasa? — Remus se puso de pie, preocupado. —Es terrible. — Dijo Sirius. —Realmente, realmente terrible. Vil. Lo peor, lo más impensable... Horrible. — Se arrojó sobre su cama, boca abajo. —Ha estado así desde que lo encontramos en las mazmorras — explicó James, — Nada más que adjetivos
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— Adjetivos superlativos. — Sirius corrigió, amortiguado levemente por su almohada. —Sí, sí, estás siendo dramático — suspiró James. Volvió a pasarse los dedos por el pelo. Se quedaría calvo antes de cumplir los treinta, pensó Remus. — ¿Quieres decirnos por qué? Sirius rodó sobre su espalda, mirando el dosel de su cama. —Me voy a casar. — ¡¿Qué?!—James y Peter parecían tan sorprendidos como Remus, así que al menos sabía que no era una cosa normal de magos. —Narcissa me lo dijo. —Él asintió con la cabeza, todavía mirando fijamente hacia arriba, — Por lo general, no me buscarían pareja hasta que yo fuera mayor de edad, como con Bellatrix, pero Cissy dice que han decidido apretar las riendas en mi caso. — ¿Encontrar una pareja? — James parecía estupefacto, — ¿Los Black no tienen matrimonios arreglados todavía, no? — Por supuesto que los tienen. — Sirius exhaló un suspiro, — Noble y más antiguo, etcétera, etcétera... Quieren celebrar la ceremonia de compromiso el próximo verano. Se supone que debo "apurar mis ideas" a tiempo para eso. Entonces la boda se llevará a cabo tan pronto como termine Hogwarts. Dudo que muchos de ustedes sean invitados. — ¡Eso es una locura! ¡Eso es medieval! Eso es… — Mi madre. — Sirius terminó. — Um, — Remus se sintió grosero al interrumpir, pero su curiosidad lo estaba dominando, — ¿Con quién se supone que te vas a casar? Sirius se sentó. — Ese es el giro en la cola del dragón, ¿no? — Dijo, enojado, —Esa es la pièce de résistance de mi madre —, pronunció el francés maravillosamente, con un acento perfecto. Incluso en sus furias más oscuras, Sirius Black podía pronunciar elegantemente. — ¡¿Quién?! — Cissy. — ¡¿Qué?! — ¡¿Narcissa?! — ¡¿Tu prima?!
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— ¿Narcissa Black? Sirius asintió. Su hombro estaba hundido. La mirada cerrada volvió a su rostro y se volvió a acostar. — Aparentemente están buscando dominarla también. Andrómeda, su hermana, ya sabes, la única normal, está embarazada, según Cissy. Están cerrando filas, tratando de evitar que entre más sangre sucia. — Pero tiene que haber otras chicas de sangre pura por ahí. — razonó James, — ¿Y pensé que ella y ese maldito de Malfoy estaban saliendo? — Lo están, — Sirius asintió con la cabeza, — Ella está tan cabreada como yo, créeme. Habla sobre la felicidad conyugal. — ¿Qué hay de Regulus?— Preguntaba James. Parecía como si su mente estuviera trabajando a una milla por minuto. — ¿Qué hay de él?— Sirius dijo, amargamente, — ¿Crees que a él le guste ella en su lugar? — Ella es bastante bonita —, dijo Peter, dócilmente. Sirius le dio una mirada que podría romper cristales. — Ella es mi prima idiota. — Está bien —, James levantó una mano autoritaria, — No hay necesidad de insultos, solo estamos tratando de ayudar. — Remus no podía ver exactamente cómo estaba ayudando Peter, pero se mordió la lengua y dejó que James continuara. — Quiero decir, ¿Regulus dijo algo? Estaba allí, ¿no? —No. Ni una palabra. —Sirius frunció el ceño y nadie volvió a mencionar a su hermano. — Bien, bien. — James se subió las gafas a la nariz. —Tenemos hasta el próximo verano. Y tenemos a Narcissa de nuestro lado, lo crea o no. Entonces, diría que aún tenemos esperanza. — No sabes lo que es desesperanza hasta que conoces a mi madre. — Dijo Sirius. — Y ella no sabe lo que es un merodeador. — James dijo con firmeza. — Caballeros, — los miró a cada uno, por turno. Remus podía ver exactamente lo que venía. — Tenemos una nueva misión.
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28 Supuestos ¿Cómo diablos se podría alguien salir de un compromiso? Remus se preguntó a sí mismo, mientras se dirigía a las mazmorras el domingo por la noche. Él estaba solo; Lily le había pedido que revisara la poción en la que estaban trabajando una vez más antes de entregarla al día siguiente. Él personalmente pensó que era una exageración, pero también se sentía culpable de que Evans hubiera hecho hasta ahora la mayor parte del trabajo. El problema de Sirius había estado en el fondo de su mente todo el día. James les había encargado a todos que encontraran una solución para Navidad, pero Remus no podía ver qué se podía hacer. Nunca antes había pensado en compromisos, matrimonio o el honor familiar. Esas eran todas cosas de adultos. Ciertamente, se suponía que los chicos de trece años no debían preocuparse por esas cosas. Pero entonces, supuso, al doblar la última curva de la escalera, tampoco se suponía que los niños de doce años debieran preocuparse por transformarse en monstruos una vez al mes. Suspiró pesadamente, empujando la puerta del salón de Pociones para abrirla. Para su disgusto, Severus Snape estaba allí, revolviendo su propia poción. Sus miradas se encontraron y Remus se congeló por un momento, antes de encogerse de hombros, levantar la barbilla y caminar directamente hacia su propio caldero, eligiendo ignorar al otro chico. Pero no pudo evitar notar que su poción era de un color ligeramente diferente al de Snape, lo cual no podía ser una buena señal. El suyo era un azul real intenso, mucho más oscuro de lo que debería ser. Obviamente, Snape también se había dado cuenta. — Necesitas agregar más lavanda. — Dijo, nasalmente, sin levantar la vista de su caldero. —Al menos otra cucharadita. —Si claro. — Remus frunció el ceño, — Si voy a seguir tu consejo. — ¡Difícilmente voy a arruinar la poción de Lily, no?! — Escupió Snape. Remus consideró esto. Era cierto que a pesar del comportamiento generalmente desagradable de Severus, la única otra cosa que los merodeadores sabían de él era que haría casi cualquier cosa por Lily Evans. Era extraño, pero Remus no era de los que juzgaban a nadie por ser extraño. Colocó un poco más de lavanda y lo revolvió. De inmediato, la poción adquirió un tono más pálido, azul cielo, y de ella se elevó un encantador aroma de ensueño. Snape hizo un chasquido engreído con su lengua y cerró la tapa de su propio caldero, preparándose para irse. — ¡Hola Sev!— una voz vino desde la puerta, — Oh, Remus... Era Lily. Ella parecía un poco avergonzada. Remus frunció el ceño. — ¿Pensé que habíamos acordado que yo lo iba a revisar esta noche?
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— Um, sí, en eso quedamos... solo estaba... comprobando dos veces. — Sus mejillas generalmente pálidas eran de un rojo brillante. — ¿No pensaste que aparecería? Snape resopló, burlonamente, al salir. Remus luchó contra el impulso de arrojar una cuchara a la parte posterior de su grasienta cabeza. Lily no se dio cuenta, ya había cruzado la habitación y estaba mirando hacia el caldero. — Bueno, te dan muchas detenciones — dijo diplomáticamente. Severus salió de la habitación. — Oh, vaya, se ve mucho mejor que esta mañana. ¿Hiciste algo? — Agregué más lavanda. — ¿De verdad? Genial, se ve exactamente como debería. —Bueno...— se frotó la parte posterior de la cabeza, mirando hacia la puerta. Snape estaba fuera del alcance del oído. — Sí, solo pensé que necesitaba un poco, supongo. — Entonces, no queda nada por hacer. ¿Estás de camino de regreso a la sala común? — Sí. Caminaron juntos. Lily estaba de buen humor, — Trabajamos bastante bien juntos, ¿no? — Ella le sonrió. —Eres un buen cambio con respecto a Sev, de todos modos, eres mucho más tranquilo. Remus nunca antes se había considerado a sí mismo tan tranquilo. Fue algo agradable que ella dijera, pero en comparación con Snape, cualquiera podría parecer tranquilo. — ¿Qué les pasa a ti y a él de todos modos? — Preguntó. — Él es mi mejor amigo.— Lily respondió rápidamente, como si tuviera que justificar esto todo el tiempo. — Nos conocemos desde hace siglos. — Correcto. —No es tan malo como crees que es— dijo, mirándolo de reojo. —Él puede ser realmente amable. Y divertido. — ¿Por qué anda con Mulciber y el grupo de sangre pura, entonces? — Bueno, si vamos a basar nuestras suposiciones en personas basadas en sus amigos...— Lily lo miró muy intencionadamente.
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— ¿Qué les pasa a mis amigos?— Remus se sorprendió. Todos amaban a James y Sirius. Lily puso los ojos en blanco. — Todos son herederos de casas de sangre pura, ¿no? — Ella arrojó sus rizos pelirrojos, — Además, son bastante arrogantes. Potter cree que es un regalo de Dios y Black es... bueno, es Black, ¿no? Incluso yo sé de ellos, y nací de muggles. Supongo que Peter está bien, pero es triste la forma en que los sigue a todas partes. — Yo también los sigo. — Sí, lo haces. — Ella lo miró de nuevo, descaradamente. — Te equivocas con ellos. — Remus dijo: — Quiero decir... está bien, tienes razón en que se lucen, pero no solo... hay más sobre ellos — Bueno, entonces tendrás que aceptar que hay más para Severus, ¿no es así? Era más difícil discutir con ella que con Sirius. Remus se encogió de hombros, evasivo. Se le ocurrió que Lily podría ayudar con su actual enigma. Después de todo, las bodas y los compromisos eran cosas de chicas, ¿no? Al menos podría ofrecer otra perspectiva. — ¿Evans? — dijo, pensativo: —Eres bastante inteligente ... — Oh, muchas gracias... — Lo siento. Quiero decir, eres más inteligente que yo. — Mucho mejor. Sonrió y se frotó la nuca. — ¿Qué harías si tu familia te obligara a casarte con alguien que no quisieras? Ella frunció el ceño, como si eso no fuera en absoluto lo que esperaba. — ¿Tienes un matrimonio concertado? ¿Pensé que vivías en un hogar de acogida? —Un hogar de niños — corrigió. —Son diferentes. De todos modos, no soy yo, es... alguien más... —Um... — Ella parecía perpleja, lo que no le dio mucha esperanza a Remus. — Dios, quiero decir, no es algo que mis padres harían nunca. Pero si lo hicieran… estaría realmente enojada, obviamente. Y herida. — ¿Herida? — Preguntó, perplejo.
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— Bueno obviamente. Se supone que tus padres te quieren y quieren lo mejor para ti... tomar una decisión como esa en tu nombre es todo lo contrario. — Bien —, asintió con la cabeza, aunque realmente no entendía, — Bueno, esta persona eh... no se lleva bien con sus padres de todos modos. — Aun así, — Lily se encogió de hombros, — Eso no significa que no le haga daño. Deberías poder confiar en las personas que te criaron. — Oh, de acuerdo — Remus no supo qué responder a eso. Tenía una horrible sensación de agitación en el estómago, la misma sensación que solía tener cuando se le pedía que leyera en voz alta. Lily no se había dado cuenta. Ya casi estaban en la sala común. — Todavía no sé qué haría — suspiró, — Es como si la única opción fuera desafiarlos: a los padres. Pero eso va a causar todo tipo de problemas... ¿De quién se trata? ¡Adelante, dímelo! Remus negó con la cabeza. — Privado. Lo siento. Lily asintió, comprendiendo. Remus le sonrió. Tenía una presencia inmensamente reconfortante. — Flibbertigibbet —, dijo Lily al retrato, que se abrió para que pudieran pasar. James no hacía mucho que había regresado de la práctica de Quidditch y todavía estaba con su túnica roja de vuelo. Se sentó en uno de los sofás y arrojó los frijoles de Zonko a la chimenea, donde estallaron en un derroche de color como fuegos artificiales en miniatura. Sirius yacía en la alfombra debajo de él leyendo un libro sobre maleficios que había traído de casa. — ¿Está bien, Lupin? — James sonrió. Remus asintió a Lily y se acercó a sus amigos. La pelirroja subió directamente las escaleras hacia el dormitorio de las chicas. — Nos dejaste por Evans, ¿verdad? — Preguntó James, sonriendo. — Pociones — Remus respondió. — Claro. ¿Eres amigo de ella ahora? — Algo así, —Remus se encogió de hombros, —Ella está bien. Los odia a los dos. — ¡¿Qué?! — Ambos se sentaron, luciendo ofendidos. — ¡Pero a todos les agradamos! — Sirius dijo: — ¡Somos unos pícaros adorables! — Ella cree que eres presumido. James jadeó, dramáticamente.
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— ¡Cómo se atreve! Tendremos que conquistarla. — ¿Por qué molestarse, — Sirius se dio la vuelta, volviendo a su libro, — Es amiga de Snivellus, claramente no tiene gusto. — ¿De verdad ella dijo eso?— James le estaba preguntando a Remus. El asintió, — Ella dijo que crees que eres un regalo de Dios. — ¿Qué significa eso— Es una te crees la gran cosa.
expresión
muggle
—
explicó
Remus,
—
Significa
que
— ¿Ella piensa eso? —Bueno, — Remus lo miró, — En cierto modo eres así, para ser honesto. James rió. Remus se sentó a su lado, agarró un puñado de frijoles Zonko él mismo y los arrojó al fuego, uno por uno. Él y James pronto lo convirtieron en un juego, buscando quién podría crear las mayores explosiones golpeando las brasas de la manera correcta. — Olvidé decirte — dijo James, una vez que la bolsa de frijoles estuvo vacía, — Recibí la lechuza de papá hoy; ha hablado con McGonagall y tiene permiso para que te recibamos en Navidad. — ¿Qué? ¡¿De Verdad?! — Remus estaba fascinado. ¿Por qué un adulto que nunca lo había conocido antes querría intervenir en su nombre? Hizo una nota mental de no subestimar nunca más el poder de la voluntad de James. — Sí, sin embargo, no cree que pueda conseguirte para el verano. Lo siento. Remus negó con la cabeza, sin decir palabra. Debería dar las gracias, pero no sabía cómo. — Sólo te estoy esperando a ti ahora, amigo, — James le dio un codazo a Sirius con el pie, — ¿Lo has solucionado con tu madre? Di que vas a ir a casa de Pettigrew de nuevo. — No voy a molestarme — respondió Sirius, todavía leyendo, — Solo voy a ir al tuyo sin decir nada. Sirius rara vez estaba en contacto con sus padres, pero desde el asunto de Narcissa había estado ignorando a sus búhos por completo. Remus no estaba seguro de que el silencio fuera la mejor manera para que Sirius expresara su descontento, pero como Lily le acababa de recordar, Remus sabía muy poco sobre familias. — A mamá no le gustará, —James se mordió el labio. — Entonces, no le digas. — Sirius pasó la página.
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James y Remus intercambiaron una mirada. Pronto debían hacer algo sobre el compromiso; la idea de que Sirius estuviera de este humor durante cinco años más era realmente sombría.
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29 Luna en Diciembre El expreso de Hogwarts dejó la estación de Hogsmeade para Navidad el sábado 16 de Diciembre de ese año, lo que significa que una vez que la luna llena hubiera pasado, James, Sirius y Remus tenían que encontrar otro medio para llegar a la casa de la familia de los Potter. McGonagall, después de sermonear a Remus sobre no dejar que otros estudiantes se enteraran de su secreto, simpatizó con los deseos del merodeador y les permitió usar la conexión flu en su oficina "solo por esta vez". A Remus no le importó tanto el sermón, pero estaba aterrorizado de usar la red flú por primera vez. Había escuchado todo tipo de historias de terror de parte de sus compañeros de estudios, y de todos modos no ayudaba que por lo general estuviera mareado durante unos días después de la luna llena. Sirius recibió un aullador todas las mañanas después de la 16, exigiendo que vuelva a casa, pero él simplemente arrojó los sobres de color escarlata en la chimenea, donde los gritos de Walburga Black resonaban en las chimeneas. James estaba claramente nervioso por este comportamiento, pero no dijo nada. Sirius siempre estaba dispuesto a pelear últimamente, y era mejor mantenerse alejado. Desafortunadamente, a medida que la luna llena se acercaba, Remus también tenía una paciencia muy corta. Los dos chicos se peleaban por cualquier todo y nada, y el pobre James tuvo que interponerse entre la pareja más de una vez. — Solo escríbele por el amor de Dios. —Remus se quejó en la mañana del 20, lanzando una almohada a Sirius desde su cama. Un vociferador lo había despertado temprano por tercera mañana consecutiva, — ¡SI PIENSAS QUE PUEDES ESCAPAR DE TU NACIMIENTO DE ESTA FORMA TAN COBARDE, ENTONCES TIENES OTRA COSA POR VENIR! — Gimió, resonando a través de la torre de Gryffindor como una banshee. — Mantente fuera de esto, Lupin, —Sirius le arrojó la almohada. — ¡¿Cómo se supone que me mantenga al margen cuando está en nuestra maldita habitación todas las mañanas? — Remus gruñó, levantándose ahora. — ¡Oh, lo lamento tanto por ocasionar problemas! —Sirius replicó, goteando sarcasmo. Se veía rudo, como si no hubiera dormido bien en absoluto, pero Remus estaba demasiado de mal humor para preocuparse, y su transformación estaba a solo unas horas de distancia. — ¡¿Qué tal si dejas de actuar como un mocoso mimado durante cinco minutos?!— Él espetó, — Eres tan malditamente egoísta. — ¡No le estoy pidiendo que los envíe! Al menos recibo cartas, al menos la gente se preocupa lo suficiente por mí como para...
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Remus se tiró encima de Sirius y comenzó a golpearlo tan fuerte como pudo, incandescente de rabia. — CÁLLATE. — Gruñó, aterrizando un golpe decente justo en la mejilla izquierda de Sirius. Sirius, aunque extremadamente adepto a los insultos cáusticos, no era un gran luchador. Jadeó y trató de alejar a Remus, eventualmente agarrando su varita. — ¡Mordeo! — Siseó, apuntando a la cara de Remus. De inmediato, Remus lo soltó, cayendo de espaldas sobre la cama, agarrándose la frente. Una horrible sensación punzante irradió desde el lugar donde Sirius había maldecido, — ¡Eres un idiota! — Gritó, sintiendo su cara tensarse e hincharse. — ¡Lo merecías! — ¡Sirius! — James se había levantado de la cama demasiado tarde. — ¿Lo maldijiste? ¡Lo maldijiste! Sirius parecía menos seguro de sí mismo ahora, — ¡Él lo inició! — ¡Ni siquiera tenía su varita! Remus se había bajado de la cama y se miraba a sí mismo en el espejo del armario. Parecía como si hubiera atravesado un arbusto de ortigas hacia atrás. Su piel estaba roja y brillante, tensa e hinchada a un ritmo preocupante. — ¿Duele? — Preguntó James, tentativamente. Remus negó con la cabeza, aunque lo dolía, mucho. — Voy a la enfermería. — Él dijo. — No vengas conmigo. — Dijo bruscamente al ver a James poniéndose la bata. Mientras salía de la habitación todavía en pijama, escuchó a James murmurar: — Atacar a alguien que está desarmado es muy bajo, Black. *** Madame Pomfrey lo curó rápidamente usando el contra-hechizo, pero estaba muy molesta por eso. — ¿Quién lo hizo? — Ella le preguntó: — Si fue Potter o Black, entonces quiero escucharlo. Le dije a Minerva que era una mala idea dejarte ir por Navidad. — ¿Por qué no debería ir? — Remus preguntó, escandalizado, — ¡Sirius si va! — El señor Black no tiene sus limitaciones.
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— Pero no iremos hasta mañana, es justo después de la luna llena, eso es lo más seguro. — ¡Estoy pensando en tu salud, Remus! Eres muy frágil ... — No soy frágil! — Remus estaba furioso. — Por supuesto que no, querido — dijo, sin escucharlo realmente. — Ahora siéntate en silencio un rato, ¿eh? ¿Has desayunado? Madame Pomfrey lo hizo quedarse en la enfermería todo el día en pijama. La medibruja había estado trabajando en una nueva poción que esperaba que hiciera su transformación más suave. Ella le permitió tomar prestados algunos de sus libros, así que no estaba tan mal, pero él se sentía inválido de todos modos. Su rostro todavía estaba un poco hormigueante por la maldición de Sirius, aunque la hinchazón había disminuido sustancialmente. Podría ser una buena opción para usar con Snape, hizo una nota mental para recordar preguntarle a Sirius exactamente cómo lo había hecho. Aproximadamente a la una en punto, justo después del almuerzo, James y Sirius vinieron a verlo. Madame Pomfrey les dio un regaño, primero. — ¡Maldecir a tu compañero de casa! Maldecir a tu compañero de dormitorio, ¡por el amor de Dios! ¡En mis días te habrían azotado! ¡Y la profesora McGonagall me ha informado que usted conoce sus circunstancias especiales! ¡Se podría pensar que tendrías más sentido común! James se disculpó copiosamente, y Sirius, quien apenas se estremeció ante los obscenos castigos de su madre, bajó la cabeza con una expresión completamente avergonzada. Finalmente, Remus supuso que esto debió ser suficiente para satisfacer a la enfermera de la escuela, quien les permitió ir a verlo. Se pararon al final de la cama apenados, sin apenas mirarlo a los ojos. — Lo sentimos mucho, Remus —, comenzó James. Remus chasqueó la lengua. — Tú no hiciste nada. James pateó a Sirius, quien también miró hacia arriba. — Lo siento mucho, Remus. — Tenía un moretón oscuro y pesado en lo alto de la mejilla izquierda y sus ojos parecían un poco más brillantes, Remus se preguntó si Sirius había llorado por eso. El pensamiento le hizo sentirse raro. Sacudió la cabeza, ya no enojado, — Yo lo empecé. Siento haberte golpeado. — Siento lo del vociferador. — Siento que tu mamá sea una pesadilla. — Siento que seas un hombre lobo. Ambos se rieron y todo fue perdonado.
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— ¿Ella te dejará salir ahora? — James preguntó: — Faltan pocas horas para la luna. Remus negó con la cabeza. — No, ella quiere probar una poción nueva. — ¡No sabía que existía una cura! — No lo hay, — dijo Remus rápidamente, — Esto es solo un... creo que es para hacer la transformación, ya sabes... más fácil. Ambos lo miraron perplejos. Se movió incómodo, — Como un analgésico, creo. Los muggles no funcionan. — ¿Te duele, entonces? — Preguntó Sirius, ladeando la cabeza. Ahora que la tormenta había pasado, volvió a ver a Remus como un espécimen interesante. —Bueno sí. — Remus frunció el ceño. Había asumido que sabían mucho más que él, habiendo crecido en el mundo mágico, por lo que se sorprendió de que no supieran sobre el dolor. Durante mucho tiempo, el dolor fue lo único que había conocido. Para su sorpresa y alegría, James y Sirius eligieron quedarse en la enfermería con Remus por el resto de la tarde. Jugaron algunos juegos desenfrenados de snaps explosivos, antes de que Madame Pomfrey les dijera severamente que se callaran, por lo que cambiaron a gobstones. A medida que avanzaba la noche, no bajaron a cenar, sino que comieron la misma comida del hospital que él. Esto no fue gran cosa para ellos - James y Sirius lo trataron como cualquier otra tarde; la cama del hospital era solo una extensión de su dormitorio. Para Remus era todo, era un tiempo que de otra manera pasaría ansioso y solo. Era lo más parecido a una familia que podía imaginar. McGonagall vino y los echó, eventualmente, lista para llevar a Remus a la choza. Se fue en paz, con una suave sonrisa en los labios y la risa aún resonando en sus oídos. La poción analgésica de Madame Pomfrey no tuvo ningún efecto, pero Remus encontró la transformación un poco más tolerable de todos modos. *** James y Sirius llegaron a primera hora de la mañana siguiente. Remus dormitaba en su cama, habiendo sido devuelto al castillo al amanecer. Le dolía la cara y sabía que ya no era por la maldición. Madame Pomfrey había dejado un espejo de mano en su mesita de noche, con el vaso hacia abajo, pero todavía estaba demasiado cansado para mirarse. Lo despertó un jadeo agudo que venía de James o Sirius, no estaba seguro de quién. Cuando abrió los ojos, ambos habían reorganizado sus expresiones en una alegría estoica. — ¿Estás bien, amigo? — Dijo James, con una media sonrisa, como si se dirigiera a un niño.
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— Bien. — Gruñó Remus, levantándose. Debe ser malo. Levantó el pesado espejo y lo volvió hacia su cara. ¡Ah! El corte ya parecía medio curado, gracias a las atenciones de Pomfrey, pero aún así era un shock grande. La costra era dura y negra, bordeada de tierna piel roja. Se extendía desde la esquina interior de un ojo, sobre el puente de su nariz en diagonal hacia el centro de su mejilla opuesta. No podía recordar mucho, pero parecía como si casi se hubiera abierto la cara de par en par. —Mi hermoso rostro, — dijo débilmente, intentando ser sarcástico, pero sintiéndose terrible. Ahora todo el mundo lo sabría. Hasta ahora había sido capaz de esconder la peor de sus cicatrices bajo su túnica, pero ahora sabía que solo había sido cuestión de tiempo antes de que su suerte se acabara en ese sentido. — No es tan malo — dijo James, rápidamente, — Se curará muy rápido, lo apuesto... — ¿Cómo… — comenzó Sirius, pero fue interrumpido por Madame Pomfrey, quien vino furiosamente, — ¡Ustedes dos de nuevo! — Dieron un paso atrás, bruscamente, como si le tuvieran miedo, mostrando una deferencia que nunca mostraron por McGonagall. La enfermera corrió la cortina alrededor de la cama de Remus, cerrándola en sus caras. — Ah, has echado un vistazo, ¿verdad? — Se dirigió a Remus ahora, en un tono mucho más suave, — Sé que se ve mal, pero palidecerá como los demás. Debería ser apenas perceptible para el nuevo año. Remus de alguna manera no le creyó, incluso sus cicatrices más descoloridas aún eran muy notables. Echó un vistazo más de cerca, luego alisó un ungüento transparente sobre el corte, — Lleva esto contigo — le ordenó, entregándole el frasco, — Aplícalo cada mañana y cada noche. ¿Todavía te duele? Sacudió la cabeza. Ella chasqueó la lengua con escepticismo, —Bueno, aun así. Puede arder un poco mientras sana. ¿Quizás podríamos intentar recortar tus uñas el próximo mes? Aunque supongo que las garras entran de todos modos. — Ella suspiró, sonando frustrada, — Tu cara debería de estar todavía irritada incluso después de que baje la hinchazón. — Está bien, — Remus se encogió de hombros. Estaba muy consciente de sus amigos al otro lado de la cortina y quería que ella se fuera. — ¿Puedo irme ahora? Me siento bien. — ¿No preferirías dormir un poco más? — No. — Sacudió la cabeza con vehemencia: — Tengo hambre, quiero bajar a desayunar. — sabía que funcionaría; ella siempre decía que él debería comer más. —Pues bien. Vístete y listo. Sirius estuvo muy callado durante el desayuno, dejando a James y Remus para mantener la conversación - algo en lo que ninguno de ellos tenía mucha práctica por sí mismos. Una vez alimentados, subieron a empacar porque Sirius y Remus lo habían dejado para el último minuto. James, frustrado por su
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falta de organización, marchó a la oficina de McGonagall para ver si todo estaba listo para su viaje, dejándolos a ellos. Remus empacó algunas cosas - no les había dado ningún regalo a los demás, y les había hecho prometer a todos que tampoco le regalarían nada. No era justo. La Matrona había enviado un pequeño paquete, así que ahí estaba. Se puso algo de ropa; los demás probablemente usaban túnicas en casa, pero las únicas túnicas que tenía Remus eran su uniforme escolar (y no estaba muy seguro de que realmente le pertenecieran , o si era solo un préstamo), así que simplemente siguió con su ropa muggle. Empacado, Remus se giró para encontrar a Sirius parado directamente detrás de él, luciendo incluso peor que el día anterior. — ¿Qué pasa? — Remus preguntó, sorprendido. — Que es mi culpa. — Sirius respondió, su voz extrañamente plana, — Escuché a Pomfrey decir eso. — ¿Eh? — Tu cara... cuando la maldije, luego cuando te transformaste la rascaste... — Oh. — Remus se llevó los dedos a la cara, tímidamente. Sirius desvió la mirada. — No es realmente tu culpa —, dijo Remus, torpemente, — Quiero decir, también me rasco en otras partes. Estaba destinado a suceder eventualmente. — ¿Por qué lo haces? Sirius había preguntado eso una vez antes, al mirar sus viejas cicatrices. Esta vez Remus pudo decir que realmente entendía lo que estaba preguntando. Pero Remus todavía no tenía respuesta. — No sé. No lo recuerdo. — ¿No recuerdas nada en absoluto? — Realmente no. Sé que siempre tengo hambre, como si me hubiera pasado estando hambriento toda mi vida. Y enojado. — ¿Acerca de? Remus negó con la cabeza. — Solo enojado. — Lo siento mucho, Remus. — Sirius se veía triste de nuevo. Remus no pudo soportarlo. — Cállate. — Dijo, medio en broma: — No lo pensarías dos veces antes de maldecir a James o Peter.
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— Sí, pero tú eres... — No lo digas. — Había temido que esto pudiera suceder, — Por favor, no me trates como si estuviera enfermo, o fuera diferente, o lo que sea. Es una noche al mes. Si te golpeo, puedes maldecirme, ¿de acuerdo? Sirius parecía querer reír, — ¿Estás diciendo que planeas golpearme de nuevo? Remus le arrojó un calcetín, — Si no solucionas lo de esos bastardos vociferadores, tal vez. *** Viajar en polvos flu no era nada comparado con sentir tu propia columna vertebral alargada cada mes, y Remus no estaba seguro de por qué había sido todo el alboroto. Fue el segundo en salir de la chimenea al salón de los Potter, después de James. Quitándose el hollín de los hombros, rápidamente saltó de la alfombra de la chimenea para dejar espacio a Sirius, y vio como James era abrazado con entusiasmo por sus padres. El señor y la señora Potter eran un poco mayores de lo que Remus había imaginado, pero ambos tenían caras amables y alegres que compartían rasgos familiares con su hijo. El cabello del Sr. Potter era blanco como la nieve, pero revuelto hacia todos los ángulos exactamente como el de James. La Sra. Potter tenía su sonrisa ganadora y unos cálidos ojos color avellana. Ambos abrazaron a Sirius también, mientras Remus retrocedía, sintiéndose horriblemente fuera de lugar. Finalmente, la Sra. Potter le dirigió su alegre sonrisa. Afortunadamente, ella no quiso abrazarlo también, tal vez sintiendo que él estaba incómodo. Ella simplemente asintió con la cabeza hacia él gentilmente, — Hola, Remus, hemos escuchado mucho sobre ti, estoy tan contenta de que pases la Navidad con nosotros. Remus le devolvió la sonrisa tímidamente, pero no se atrevió a hablar. No importaba; James y Sirius charlaban el doble con el Sr. Potter, que parecía un colegial, los ojos brillando con diversión y picardía. La sala de estar - Remus supuso que era una sala de estar, ya que tenía tres sofás - era la más grande en la que había estado, con ventanas altas y anchas que dejaban entrar la suave luz del sol invernal que se acumulaba en los pisos de madera pulida. Un gigantesco árbol de Navidad estaba en una esquina, brillando con polvo plateado y rodeado por una montaña de regalos envueltos en brillantes colores. Cadenas de papel y serpentinas colgaban del techo a lo largo de los rieles de los cuadros, e incluso los retratos mágicos habían decorado sus marcos con luces de colores. Mientras los conducían por la casa, "Por el amor de Dios, Fleamont, deja que los chicos guarden sus cosas antes de empezar a planificar lo que sea que sé que estés planeando", descubrió que todas las habitaciones, incluso los pasillos, estaban
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decorados con luces, oropel y cientos y cientos de tarjetas festivas. Los Potter deben ser magos muy populares. Ciertamente eran ricos: la amplia escalera de caoba continuaba subiendo tres pisos más. El dormitorio de James era lo suficientemente grande para los tres, más grande que su dormitorio en Hogwarts, con una cama con dosel tamaño king, pero Remus se sorprendió al descubrir que había cuatro dormitorios igualmente grandes que estaban desocupados. Sirius ya había reclamado el que estaba al lado de James, por lo que Remus puso su bolso en la tercera habitación, preguntándose cómo sería dormir solo por primera vez. — ¡Vamos, muchachos! — El Sr. Potter gritó por las escaleras con una voz atronadora: — ¡Ha estado nevando toda la tarde y tengo los toboganes listos!
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30 Navidad con los Potter Remus había pensado que nada podría ser mucho mejor que la Navidad en Hogwarts, que era literalmente mágica. La Navidad en los Potter, sin embargo, fue una experiencia completamente diferente que pareció ser mejor. Primero fue el trineo por las laderas nevadas en el jardín trasero, aunque al ser más de quinientos acres, nadie podría realmente llamarlo jardín. Peter, que vivía más abajo en la aldea principal, salió para unirse a ellos tan pronto como se enteró de que habían llegado, y tuvieron una tarde extremadamente ruidosa y violenta bajando las laderas y jugando a juegos de guerra complejos con munición de bolas de nieve. El Sr. Potter incluso se unió; vivaz para su edad y con la considerable ventaja de poder usar magia. La Sra. Potter los llamó a todos para almorzar y les hizo cambiarse la ropa helada. Se sentaron junto a la chimenea, calientes y secos, comiendo pasteles de té tostados y calientes untados con rica mantequilla amarilla. Por la tarde querían salir de nuevo, pero el Sr. Potter se había ido a acostar y la Sra. Potter no quería que salieran tan cerca del anochecer. En cambio, la ayudaron a decorar un enorme pastel de Navidad con glaseado blanco y diminutas figuras mágicas, luego a envolver regalos para los vecinos y sus elfos domésticos. — Nunca le dimos nada a el elfo doméstico — dijo Sirius con total naturalidad, sus dedos irremediablemente atados en una cinta de hechizo, — Eso sí, Kreacher es un idiota de mal humor; Dudo que quiera algo. — Ellos aceptan regalos siempre que sea algo comestible, creo — respondió la Sra. Potter, sonriendo, — Sin ropa, por supuesto, eso solo los molesta. — Dile a mamá lo que tu familia hace con los elfos domésticos, Sirius —, sonrió James, uniendo aún más las manos de su amigo. Sirius se rió, ligeramente, — Cuelgan sus cabezas —. Dijo: — Una vez que estén muertos. Al menos, creo que esperamos hasta que mueran... Kreacher es el único elfo doméstico que recuerdo. — Dios mío — dijo la Sra. Potter, — pensaba que esa tradición se había extinguido. — No con los Black — suspiró Sirius. Remus se dio cuenta de que estaba pensando en el compromiso de nuevo. — Estás haciendo un buen trabajo con eso, Remus — observó la Sra. Potter, mirando el libro que estaba envolviendo para la Sra. Pettigrew. — A diferencia de algunos niños traviesos que podría mencionar...—, volvió una mirada severa hacia su hijo y su mejor amigo, ahora tratando de pegar sus manos a la mesa. Remus le sonrió, cortésmente, sintiendo el nuevo corte en su rostro tirar de su piel. Todavía no le había dicho nada a ninguno de los padres de James. Siempre le habían dicho que debía ser visto y no
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escuchado con personas mayores, y nunca antes había estado en la casa de un amigo. Sirius, por el contrario, estaba completamente a gusto, Remus nunca lo había visto más feliz. Él adoraba a la Sra. Potter como si fuera su propia madre, si le agradara su propia madre, por supuesto. Remus bostezó, más ampliamente de lo que pretendía, tratando de esconderse detrás de sus manos, agachando la cabeza avergonzado. Solo había dormido unas pocas horas esa mañana, la siguiente a la luna, y una tarde de maniobras de bolas de nieve lo habían dejado exhausto. — Será mejor que te vayas a la cama, querido — dijo la Sra. Potter, ignorando el hecho de que solo eran las tres de la tarde. Remus se preguntó si James le había contado a sus padres sobre él; ellos debían saberlo, McGonagall podría no haberlo dejado venir de otra manera. — Oh, estás bien, ¿no es así, Lupin? — Sirius engatusó, — Peter regresará en un momento, podemos salir de nuevo. Remus lo miró parpadeando, luego miró a James en busca de ayuda. —Déjalo en paz, Sirius —la reprendió la señora Potter—. El pobre chico está exhausto. Vamos, querido, vete. Agradecido, Remus se levantó de la mesa de la cocina y se dirigió a la cama. Mientras se cambiaba a sus ropas de noche, no pudo evitar echarse otra mirada a sí mismo en el espejo, ahora que estaba completamente solo. Tal vez fue por haber estado afuera en el frío, pero la cicatriz se veía peor que en la mañana, el contraste más fuerte con su piel pálida. ¿Su cara siempre lo sorprendería ahora? ¿Siempre se vería en algún espejo o superficie brillante y saltaría? ¿Le tendrían miedo otras personas? Hubo un suave golpe en la puerta, justo cuando Remus estaba a punto de poner el ungüento que Madame Pomfrey le había dado. Era Sirius, Remus captó su olor antes incluso de llamar. — ¿Se puede? — El chico de cabello oscuro entró sigilosamente, hablando en voz baja. Sostenía una copa de peltre en la mano. — La mamá de James te envió esto. Creo que es una bebida curativa. — Oh gracias. — Remus asintió con cansancio. Sirius lo dejó sobre la mesita de noche. — ¿Estás bien? — Bien. Solo estoy cansado, amigo. — ¿Nosotros fuimos muy... ya sabes, rudos o algo así? — ¡No! — Remus dijo, muy firmemente, probablemente sonando más enojado de lo que pretendía. — No tiene nada que ver con ustedes dos, es solo el hecho de que estuve despierto toda la noche aullando a la maldita luna y tratando de arrancarme la cara. Estoy cansado. Remus tuvo que sentarse, el esfuerzo del arrebato lo mareó. — Lo siento. — Sirius dijo, incluso más tranquilamente. Era la segunda vez que se disculpaba ese día, y Remus odiaba cómo sonaba. — Te dejaré. — Él cerró la puerta.
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Remus no se atrevía a empezar a preocuparse por herir los sentimientos de Sirius. Untó un poco de ungüento y luego olió la copa que la señora Potter le había enviado. Lo reconoció como algo que había tenido antes en Hogwarts, lo que le provocaría un sueño instantáneo. Se metió en la cama, se la tomó rápidamente y cerró los ojos. *** Los días restantes antes de Navidad pasaron rápidamente, y Remus pudo experimentar la vida familiar real por primera vez. El Sr. y la Sra. Potter tenían que ser los padres perfectos, eran amables y seguros, siempre sonrientes y llenos de diversión. Remus no sabía que los adultos podían ser así. No sabía que la gente podía crecer así. Estaba más claro que nunca por qué James era como era, tan rebosante de amor y confianza ciega como Remus rebosaba de rabia. También era obvio por qué Sirius se sentía tan atraído por su familia. Tenía una sed insaciable de amor y los Potter tenían un suministro inagotable. Los cuatro chicos deambulaban por el campo circundante en la nieve, abrigados con sus cálidas bufandas, gorros y guantes de Gryffindor. Por las noches jugaban a las cartas, ayudaban a la Sra. Potter a preparar la cena y escuchaban al Sr. Potter contar historias de fantasmas alrededor de la chimenea. Hacían pasteles de carne picada y cadenas de papel, construían magos de la nieve e iglús, y dormían tan profundamente en sus camas por la noche que ni un vociferador podría haberlos despertado. Desafortunadamente, no iba a durar. Si bien los Black habían dejado de enviar vociferadores, no se habían olvidado de su hijo descarriado y probaron una nueva táctica en la víspera de Navidad, con devastadoras consecuencias para los merodeadores. Estaban bebiendo cerveza de mantequilla caliente, sentados en la alfombra de la chimenea. James y Sirius estaban jugando a los gobstones, muy fuerte, y el Sr. Potter le estaba enseñando a Remus a jugar al ajedrez. El anciano se había horrorizado de que Remus no supiera cómo, y Remus se sorprendió al encontrarse realmente disfrutando del juego. Toda la habitación se sentía cálida y segura, las pesadas cortinas corridas contra el frío y la oscuridad, las luces de los árboles parpadeaban suavemente y el fuego crepitaba a su lado. El reloj acababa de dar las nueve, y la Sra. Potter estaba ansiosa por enviarlos a todos a la cama, cuando se escuchó un fuerte ”CRACK “ afuera de la ventana. El Sr. y la Sra. Potter intercambiaron una mirada rápida, y las orejas de Remus se levantaron como un perro. El olor a magia gastada impregnaba el aire, como una tostada quemada. Algo oscuro y desagradable. Hubo un golpe hueco y firme en la puerta. — No esperábamos a nadie, ¿verdad, Effie? — El Sr. Potter frunció levemente el ceño a su esposa. Levantaron sus oídos y ambos escucharon. El elfo doméstico de Potter, Gully, corrió hacia la puerta principal para abrirla. Se oyeron voces forzadas en el pasillo y Gully entró apresuradamente. — Oh, Sr. Potter, Sra. Potter, ella ha venido por el joven maestro Black, ¡me está diciendo que es su madre! Les dije que esperaran allí por ustedes. — El elfo se retorcía las manos con ansiedad, claramente muy confundido por este giro de los acontecimientos. Sirius y James se miraron el uno al otro. El rostro de Sirius estaba pálido, parecía que podría estar enfermo.
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— Ella no...— susurró. El Sr. Potter ya se había levantado y había salido por la puerta. Ahora se oían voces elevadas en el pasillo; Remus reconoció el tono agudo de la Sra. Black en sus horribles cartas. — Sirius,— dijo la Sra. Potter, gentilmente — ¿Tus padres te dieron permiso para visitarnos, querido? — Miró al suelo. Ella chasqueó la lengua. — Oh, cariño.— Dijo, sonando muy triste. — ¡No lo hagas irse, mamá!— James se puso de pie, — ¡Los odia! — Son sus padres, James. — ¡Sirius! — El Sr. Potter llamó desde el pasillo. Sirius se levantó, James también. Remus no quería, quería quedarse junto al fuego donde todos habían sido tan felices momentos antes. Pero la Sra. Potter también se había puesto de pie, y esta era una de esas veces que los merodeadores tenían que presentar un frente unido, sin importar cuán aterradora fuera la madre de Sirius. Todos salieron al pasillo. Remus había visto a la Sra. Black una vez antes, la primera vez que subió al Expreso de Hogwarts. En ese entonces, simplemente había pensado que se veía muy severa y que se parecía a Sirius. Todavía se veía severa: su cabello estaba peinado hacia atrás y recogido en un moño alto que se enroscaba como una serpiente en la coronilla de su cabeza, fijado con un alfiler de esmeralda. Sus ojos eran oscuros, no tan azules como los de Sirius, pero tenía esa estructura ósea de la familia Black y una apariencia superior. Ella era más baja que el Sr. Potter, pero aun así se las arregló para mirarlo como si él fuera una suciedad en su bota. Su mirada se agudizó cuando vio aparecer a James y Remus. — Sirius. — Dijo con frialdad, entrecerrando los ojos a su hijo mayor. — Vendrás conmigo de inmediato. ¡Kreacher!— Chasqueó los dedos y un elfo doméstico viejo y arrugado emergió de detrás de su túnica. — Sube las escaleras y trae las cosas del amo Black. — El elfo doméstico hizo una profunda reverencia, besó las puntas plateadas de las botas puntiagudas de la señora Black y se apresuró a subir. — Buenas noches, Walburga — dijo la Sra. Potter, agradablemente, como si no hubiera tensión en absoluto, — ¿Puedo ofrecerle un trago? Estábamos a punto de romper los pasteles de carne picada, ¿no es así, chicos? La Sra. Black la ignoró, mirando directamente a Sirius, — Ponte la capa. Nos vamos ahora. — Pero madre, yo... — No te atrevas a hablarme. — Ella siseó, los ojos brillando. Remus quería huir; era peor que la Matrona, cien veces más. Ella era peor que Bellatrix y Snape y todas las personas desagradables que había conocido. La idea de dejar ir a Sirius con ella hizo que su interior se retorciera. El Sr. y la Sra. Potter parecían estar sufriendo la misma crisis,
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— Walburga, ¿por qué no dejar que se quede? — La Sra. Potter intentó, — Sé que ha sido un poco travieso, pero no ha hecho daño. Podemos invitarlo a almorzar y enviarlo de regreso antes de la cena mañana. Todos han estado pasando un buen rato juntos. La Sra. Black dejó escapar una risa seca y crepitante, como si el disfrute de su hijo fuera la menor de sus preocupaciones. Ella miró a James, su mirada recorrió su desordenado de cabello, luego a Remus, mirando fijamente su nueva cicatriz. Remus miró sus pies, aterrorizado. Ella lo sabría. Ella lo sabría de inmediato. Kreacher bajó corriendo las escaleras, seguido por un Gully de aspecto muy ofendido. El baúl de Sirius flotaba detrás de ambos, aparentemente lleno y listo para partir. Walburga se volvió, — Ven, Sirius. — No. — Dijo, en voz baja, pero con mucha firmeza. Remus quería decirle que se callara, ¿no podía ver en cuántos problemas estaba metido? Pero Sirius estaba apretando los puños, mirando a su madre, — Quiero quedarme aquí, con los Potter. No puedes obligarme a.... — ¡SILENCIO! — Walburga se dio la vuelta, apuntando con su varita a Sirius. Dejó de hablar de inmediato, aunque no voluntariamente. Abrió y cerró la boca unas cuantas veces y no salió nada. Ella le había robado la voz. — ¡Walburga, de verdad! — El Sr. Potter jadeó, mientras que la Sra. Potter dejó escapar un pequeño chillido y se arrodilló junto a Sirius, envolviendo sus brazos alrededor de él protectoramente. — ¡Es solo un niño! — Él es mi hijo. — Walburga ronroneó, mirando con dagas a la Sra. Potter, — Y él es el heredero de la mejor casa de Gran Bretaña. Aprenderá su lugar. Ven, Sirius. Sirius parecía completamente derrotado, su boca era una línea recta de resignación. Él le devolvió el abrazo a la Sra. Potter, luego se alejó de ella. Les dio a James y Remus un pequeño saludo, antes de seguir a su madre fuera de la puerta. Los cuatro se quedaron en silencio después de que la puerta principal se cerrara de golpe. Remus se preguntó si James se sentía tan avergonzado como él, ¿deberían haber defendido a su amigo de alguna manera? ¿Qué le pasaría ahora? El señor Potter parecía furioso. — ¡Usar un encantamiento silenciador en su propio hijo! ¡En un mago menor de edad! ¡Es moralmente censurable! — Ella lo hace peor que eso. — James dijo en voz baja. Remus asintió con la cabeza, de acuerdo, sintiendo como si alguien hubiera tomado su propio poder de expresión. — Tendremos que hacer que la casa sea imposible de rastrear, Fleamont — dijo la Sra. Potter, de repente, — Haz que no nos puedan encontrar, dijiste que lo estabas considerando, después de las últimas elecciones. No quiero a esa mujer horrible en mi casa nunca más. El señor Potter asintió sombríamente.
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— Lo investigaré en el año nuevo. Alastor Moody me debe un favor. — Hora de dormir, muchachos. — Dijo la Sra. Potter con voz temblorosa. — Traten de no preocuparse demasiado. — Abrazó a James con fiereza, besándolo en cada mejilla. Remus trató de esquivarla, pero ella también lo agarró y lo abrazó con fuerza. Olía a naranja y clavo. *** — Psst. Remus. Remus acababa de terminar de cepillarse los dientes y se dirigía por el pasillo hacia su habitación, cuando James asomó la cabeza y lo condujo a su propia habitación. Se arrodillaron juntos en la cama. James sacó una nota del bolsillo de su pijama, — Regulus envió esto. — ¿Qué dice?— Remus preguntó rápidamente, antes de que James pudiera dárselo para leer. — Oh, um, dice Sirius está en casa, no intentes contactarlo. — ¿Eso es todo? — Eso es todo. — James asintió con gravedad. — Bien por Regulus, — remarcó Remus, mirando la nota que obviamente fue garabateada apresuradamente. — Pensaba que se odiaban. — Sí, bueno, todavía son hermanos, ¿no? — James respondió, encogiéndose de hombros, — Lazos familiares y todo eso. — ¿Crees que estará bien? — No lo sé. — James se mordió el labio. — Nunca pude darle su regalo. Dijo que nunca recibe nada navideño de su familia, solo reliquias familiares y esas cosas. — Tuvimos una discusión el otro día. — Remus suspiró, tristemente, — Acerca de... ya sabes, mi pequeño problema peludo. James se rió entre dientes, — No te preocupes por eso. Ustedes dos siempre se están peleando por algo. Solo son sus personalidades. — Oh. ¿Eso crees? — Remus estaba un poco molesto por esa observación; sin duda, Sirius le gritaba a Peter con mucha más frecuencia. James sonrió, — Ya te lo dije, no te preocupes por eso. A Black le encantan las discusiones.
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La mañana de Navidad fue un asunto tranquilo, los Potter estaban ansiosos por hacerla alegre, aunque solo fuera para Remus. Se sintió avergonzado de encontrar una media abultada a los pies de su cama cuando se despertó, y decidió corregir esto el próximo año de alguna manera. Estaban los calcetines y la ropa interior habituales de la Matrona, además de una lata de galletas de mantequilla. Algunas ranas de chocolate de Peter y un gran libro de encantamientos avanzados de Sirius. James le había comprado un libro también - Conjurers Cartografía: Una guía para la elaboración de mapas mágica. El Sr. y la Sra. Potter, sin embargo, habían ido más allá. Debajo del árbol encontró más dulces, bromas pesadas, un hermoso juego de plumas, que trató de devolver "obtuvimos lo mismo para James y Sirius, querido, no seas tonto" y un par nuevo de pijamas. La familia extendida de los Potter comenzó a llegar para el almuerzo de Navidad alrededor del mediodía, así como los Pettigrew, quienes trajeron con ellos a la hermana mayor de Peter, Philomena, y a su novio muggle que había traído de la Universidad. Remus fue presentado a todos como un amigo de James, y generalmente ignorado, excepto por un pequeño y anciano mago que ya tenía la nariz roja y estaba feliz detrás de todas las bebidas que Gully estaba pasando. — ¿Lupin, dices? ¿No el chico de Lyall Lupin? Remus se quedó boquiabierto, incapaz de responder. Solo había escuchado el nombre de su padre pronunciado una o dos veces. — Um... sí. — Dijo finalmente, sonrojándose mucho. — ¡¿Está el aquí?! — El mago sonrió, mirando a su alrededor, — Excelente amigo, no lo he visto en años. — Er... está muerto. — Remus respondió, con un encogimiento de hombros en forma de disculpa. — ¡Maldita lástima! — El mago lloró, derramando un poco de su bebida, — Buen duelista; me enseñó todo lo que sé sobre los boggarts. Sin embargo, el temperamento tendía a meterlo en problemas... le dije que no se metiera con ese tipo de Greyback, los malditos hombres lobo, deberían exterminarlos a todos! Remus parpadeó. James lo miró con curiosidad. Afortunadamente, el señor Potter intervino, — ¿Darius? Tómate otra copa, viejo, deja a los jóvenes con sus juegos, ¿eh? Remus tragó saliva y regresó al torneo de los gobstones como si nada hubiera pasado.
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31 El Regreso de Sirius Sábado 6 de enero de 1973 Peter, James y Remus llegaron puntualmente a King's Cross para regresar a Hogwarts el sábado antes de que comenzara el trimestre. Todos miraron alrededor buscando a su cuarto compañero, pero Sirius no estaba allí, ni Regulus. Cuando el tren salió del andén, James fue en busca de alguien a quien preguntar. Regresó con las manos sobre la nariz, donde comenzaba a formarse un gran furúnculo. —Narcissa dijo que no es asunto mío. — Explicó, sentándose pesadamente. — Tal vez estén usando la red flu — adivinó Peter, — tal vez su madre no confiaba en él para subir al tren con nosotros. —Tal vez... — James miró por la ventana, frotándose la nariz dolorida. Remus nunca lo había visto tan infeliz. James había extrañado a Sirius más que a ninguno de ellos, y estaba muy emocionado ante la perspectiva de verlo una vez que llegaran a Londres. Remus y Peter hicieron todo lo posible por animarlo, pero era como si le faltara el brazo derecho. Antes de irse, el Sr. y la Sra. Potter dijeron que verían qué podían hacer para que Remus se quedara con ellos también durante el verano, y les agradeció de corazón. Sin embargo, no era probable, por lo que no se hizo ilusiones. En lugar de eso, trató de estar agradecido de regresar a la escuela por unos meses más con sus amigos. O la mayoría de ellos, de cualquier forma. Sirius no se encontraba en ninguna parte durante la cena esa noche, ni apareció cuando se estaban preparándose para ir a la cama. James y Remus le habían traído sus regalos de Navidad y los habían amontonado sobre su almohada, todavía envueltos en papel brillante y cinta. Tres de los paquetes eran de Andrómeda y Remus sabía que eran álbumes. Sirius le había pedido cualquier cosa a David Bowie. *** Domingo 7 de enero de 1973 El domingo por la mañana, la cama todavía estaba vacía y los tres merodeadores se sentaron tratando de distraerse con la tarea. Remus ya había terminado la suya y aprovechó la oportunidad para comenzar con sus libros de Navidad, ahora que podía invocar su hechizo de lectura una vez más. James comenzó a caminar por la habitación, fue a preguntarle a McGonagall dónde estaba Sirius (ella no lo sabía) e incluso intentó con Narcissa por segunda vez (ella lo maldijo de nuevo). Finalmente, salió a hacer unas vueltas al campo de Quidditch en su escoba. Peter también fue, con una caja de galletas para mordisquear mientras miraba. Remus se quedó adentro donde hacía calor; leyendo, o al menos fingiendo hacerlo. Ahora que finalmente estaba solo, comenzó a pensar en las cosas que el amigo del Sr. Potter, Darius, había dicho sobre su padre, dando vueltas a la nueva información en su mente como una moneda. Su padre era bueno en los duelos, ya lo
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había oído antes. Lyall Lupin, obviamente, también había tenido mal genio; esta era una nueva pieza de inteligencia, y algo extraño de saber, después de tanto tiempo sin saber realmente nada. Por primera vez, Remus consideró que sus ataques de rabia podrían no tener nada que ver con su condición. ¿Y quién era Greyback? El solo nombre le hizo sentirse acalorado e incómodo. Deseaba más que nada que James y Peter no hubieran estado allí para escucharlo todo. Remus se sentó junto a la ventana en la torre de Gryffindor, su libro suelto sobre su regazo, mirando al vacío y tratando de darle sentido a un rompecabezas para el que no tenía todas las piezas. De vez en cuando miraba por la ventana para ver a James actuando incluso más imprudentemente de lo habitual. — ¡¿A qué diablos está jugando?!— Una voz chilló por encima del hombro de Remus. Era Lily Evans. Estaba bebiendo una taza de té, mirando a James en su escoba. — Energía nerviosa, — Remus se encogió de hombros, sin volverse para mirarla. La luz de la ventana le daba un fuerte relieve a su rostro, y su cicatriz, aunque ya no estaba roja y robusta, todavía era muy notable. — ¡¿James Potter, nervioso?!— Lily se burló, — No tenía idea de que fuera capaz de emociones tan complejas. —Oi! — objetó Remus, todavía mirando por la ventana, — No ha sido una gran Navidad para él, ¿de acuerdo? —Está bien, está bien, lo siento, sé que es tu amigo. — Siempre decía eso justo después de insultar a uno de los merodeadores. — ¿Cómo estuvo tu navidad? — Muy bien, gracias. ¿La tuya? — Brillantec—, podía escuchar la sonrisa en su voz, — mamá y papá finalmente me dejaron conseguir una lechuza. — Oh, encantador. — ¿Qué hay contigo? — Tengo algunos libros. — ¿De tu... um, de la gente con la que vives? Finalmente la miró, aún más irritado. ¿Por qué no se perdería por otro lado? —No, de mis amigos. — Oh... por supuesto, sí. — Lily estaba conscientemente mirando hacia otro lado, hacia el espacio justo a la izquierda de la cabeza de Remus. Suspiró profundamente, todos lo iban a ver de todos modos. Al menos Lily fue lo suficientemente educada como para no hacer preguntas groseras.
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Remus al final subió las escaleras, corrió las cortinas de su cama y se acomodó el libro de Cartografía del Conjurador. Los otros finalmente se acercaron a la cama también, hablando en voz baja, pensando que estaba dormido. El ejercicio no había hecho nada para calmar a James, Remus podía escuchar los rápidos latidos de su corazón y oler el empalagoso aroma de la ansiedad. Tal vez una hora después de que se apagaran las luces, la puerta volvió a abrirse con un chirrido. Sirius había regresado, no había duda, eran sus familiares pasos. Remus sintió una oleada de alivio invadirlo, su nudo en el estómago que no se había dado cuenta que tenía, comenzaba a desenrollarse. James y Peter siguieron durmiendo mientras Sirius trataba de mantener sus movimientos en silencio, arrastrándose dentro de la habitación y hasta su cama, entrando rápidamente y corriendo las cortinas. Remus se quedó quieto, escuchando a Sirius tumbado también. Había algo diferente en su respiración. Finalmente, la curiosidad se apoderó de él y se levantó de la cama. Sin querer entrometerse, Remus se acercó tanto a las cortinas de Sirius como se atrevió y susurró: — ¿Sirius? — ¿James? — Él respondió, ansioso, — Remus. — Oh...— hubo un momento de silencio incómodo. —… Solo quiero dormir, Lupin. Hablamos mañana, ¿de acuerdo? — Okay. — Remus regresó a su propia cama y cerró los ojos, no sintiéndose menos preocupado. *** Lunes 8 de enero de 1973 A la mañana siguiente, Sirius ya se había ido antes de que ninguno de ellos se despertara. Sus regalos, aún sin abrir, habían sido empujados a los pies de la cama. Su baúl había llegado en algún momento y su escoba estaba de nuevo en su estante. James le reservó un asiento para el desayuno, pero nunca apareció y no lo vieron hasta la primera lección. — No se perdería a McGonagall — dijo James con confianza, mientras se dirigían hacia el salón de clases, — Le encanta Transformación. Sin embargo, cuando entraron en la habitación, todos se sorprendieron. Había otro chico sentado en el asiento de Sirius. Era más pequeño y encorvado, con rasgos pálidos y puntiagudos y grandes ojos azules. Llevaba el pelo rapado cerca del cuero cabelludo de la misma manera que la Matrona le afeitaba la cabeza a Remus todos los veranos. Sin embargo, se veía más oscuro que el de Remus. — ¡¿Quién es ese?! — Peter susurró, un poco demasiado alto. El chico se volvió para mirarlos. — ¡Sirius! — James se quedó boquiabierto.
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Sirius se sonrojó levemente y miró al frente como si no los hubiera visto en absoluto. James se deslizó en el asiento junto a él. — ¿Qué pasó? ¿Dónde has estado? ¿Qué te hizo ella? Sirius negó con la cabeza. — Más tarde —, murmuró. El salón de clases se había llenado ahora, y todos parecían susurrar a sus espaldas. Remus no podía culparlos, tampoco podía dejar de mirarlo. No era solo la falta de cabello, aunque eso era increíblemente desconcertante; Sirius simplemente no era Sirius sin su cabello - también tenía sombras oscuras debajo de sus ojos, y no había un rastro de humor en sus labios. — ¡Está bien, cálmense, por favor! — McGonagall entró en la habitación. Ella miró a Sirius. Sus ojos se abrieron por un milisegundo cuando lo reconoció, pero no dijo nada, dirigiéndose a la clase; — Sus exámenes de fin de año comienzan en tres meses, veamos quién ha estado prestando atención... McGonagall no llamó a Sirius ni una vez para responder una pregunta, aunque por lo general era la única forma en que podía hacer que él prestara atención. Tampoco molestó a ninguno de los otros merodeadores, que se pasaron toda la lección lanzando miradas de preocupación a su amigo. Cuando terminó Transformación, empacaron sus cosas y siguieron a Sirius apresuradamente fuera de la puerta, — ¡¿Qué pasó?! —Preguntó James, tratando de seguir el ritmo de Black. — Dije más tarde, — respondió Sirius, — Espera hasta el descanso, ¿de acuerdo? — Pero tú... ¿Qué hizo ella...? — Estoy bien. La siguiente lección, Historia de la magia, fue una agonía. James estaba fuera de sí e incluso recurrió a pasar notas a Sirius, quien firmemente las ignoró. Se sentó rígidamente, con la espalda recta, los ojos en la pizarra. Por primera vez en dos años, Remus lo vio leyendo su texto de historia en clase. En realidad, algo estaba muy mal. No pudieron salir de Historia lo suficientemente rápido: James agarró a Sirius del brazo y prácticamente lo llevó al patio más cercano, donde ahuyentaron a un grupo de niñas de primer año que estaban haciendo verticales de manos contra una pared, con las faldas metidas en las bragas. Hacía un frío helado, aunque todavía no había nevado, el cielo estaba blanco como el papel y se avecinaba una tormenta. Una vez que la costa estuvo despejada, James miró a Sirius, ojos llenos de sentimiento, profundas arrugas en su frente. — ¿Qué pasó? Sirius suspiró profundamente.
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— ¿Cómo se ve? — Hizo un gesto hacia su cabeza. Remus tenía la peculiar sensación de que a ninguno de los dos le importaba que él y Peter estuvieran allí, esto era entre ellos dos, como sus charlas nocturnas. — ¿Tu mamá hizo eso? — Bueno, no lo hice yo mismo, ¿verdad? — Espetó, enojado. James no reaccionó, solo siguió mirando a su amigo. Ese era el secreto de James, se dio cuenta Remus, de repente; siempre era paciente y nunca se tomaba nada personalmente. ¿De qué otra manera podrías ser el mejor amigo de alguien como Sirius Black? Sirius ahora estaba hurgando en su bolso y sacó su sombrero rojo de Gryffindor, que hasta ahora nunca había sido usado. Lo apretó sobre su cabeza rapada, — Maldita sea, me congelo — Murmuró: —No sé cómo te las arreglas, Lupin. Remus se encogió de hombros y sonrió, complacido de ser reconocido. Sirius se apoyó pesadamente contra la pared, mirándose los pies. — Me dejaron volver — dijo en voz baja, — Casi no lo hicieron, un movimiento en falso y prometieron enviarme a Durmstrang. James y Peter jadearon, Remus hizo una nota mental para preguntar sobre eso más tarde. Sirius continuó, — No recuperé mi voz hasta la cena de Navidad. Tuve que hacer mi parte para eso; todos estaban allí, todos los sagrados veintiocho, excepto los Weasley, obviamente. Lucius Malfoy realmente me odia ahora, pero tenía que ser muy amable conmigo y con Reg, el maldito asqueroso. Salí con mi corbata de Gryffindor hasta que mamá se dio cuenta y la desapareció. Entonces yo... yo um... puede que haya detonado algunas bombas de estiércol durante el cuarto plato... Peter, Remus y James hicieron una mueca, colectivamente. — ¿Por eso... el cabello...?— James preguntó de nuevo tentativamente. Sirius miró hacia arriba, — Dijo que viendo que los castigos habituales no tenían ningún efecto, intentaría algo diferente… Traté de que Pomfrey me lo volviera a cultivar, pero la vieja perra dijo que no era una esteticista. Pensó que lo había hecho yo mismo por accidente o algo así. — Podrías decirle…— comenzó Remus, sintiendo la necesidad de defender a la enfermera. Sirius negó con la cabeza. — No vale la pena. — ¿Regulus? — James preguntó, de repente, — ¿Él también ha vuelto? Nos envió una nota para informarnos que llegaste a casa, pero nunca escuchamos nada más. Sirius asintió. — Sí, ha vuelto. Tiene su cabello, obviamente. Papá ordenó un traslador en Hogsmeade. Todavía es… Ya sabes, un poco idiota, pero... tampoco eligió ser un Black. Simplemente juega mejor que yo. —
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Miró más allá de todos ellos, sus ojos muy abiertos y desesperados. Remus sintió un terrible dolor en el pecho. — Solo deseo…— dijo Sirius. Pero nada más. Sonó el timbre y tuvieron que volver a sus lecciones.
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32 Gryffindor vs Slytherin Todos en la escuela sabían sobre la nueva apariencia dramática de Sirius para el final de su primer día de regreso. James y Peter empezaron a caminar a ambos lados de él a través de los pasillos, como guardaespaldas, lanzando miradas a cualquiera que se atreviera a reír o susurrar al pasar. — No se ve tan mal —, le aseguró James, mirando a Sirius observarse en el espejo. Se escondían en el baño de chicas del segundo piso que estaba vacío durante el almuerzo para evitar más miradas. James estaba mintiendo, pensó Remus para sí mismo, y probablemente Sirius lo sabía también. Se veía realmente mal, parecía mucho más pequeño. Sin el cabello oscuro que enmarcaba el rostro de Sirius, sus ojos parecían más grandes que nunca, haciéndolo lucir chiquito y ansioso. Los pómulos altos y las cejas afiladas se destacaron más que nunca, dándole una mirada mezquina y demacrada. No era de extrañar que todos lo miraran fijamente, de hecho, casi nadie miró la cara recién llena de cicatrices de Remus debido a la distracción de Sirius. Aún así, pensó Remus con tristeza, el cabello vuelve a crecer. Sirius se frotó la cabeza, todavía mirando su reflejo. Peter se rió nerviosamente, — Te pareces a Lupin. James asintió, los ojos se movieron rápidamente entre los dos. — Sí, te pareces un poco. Sirius miró a Remus y, por primera vez desde Nochebuena, Remus lo vio sonreír. Esa sonrisa de Sirius Black, nada nunca podría arruinar eso. — Oh, sí, creo que puedo verlo —dijo Sirius, todavía frotándose la cabeza. Extendió la mano y empujó a Remus hacia el marco del espejo, para que estuvieran uno al lado del otro, mirándose fijamente. — Podríamos ser hermanos. Remus también se rió, a su pesar. El verdadero hermano de Sirius estaba esperando afuera de la sala común de Gryffindor, mucho más tarde esa noche. Estaba sentado en el suelo con las rodillas dobladas, mirando al vacío. Su cabello todavía era lo suficientemente largo como para tocar sus hombros. Su amigo, Barty Crouch, estaba apoyado contra la pared opuesta, luciendo aburrido. Había hecho un avión de papel y lo dirigía perezosamente arriba y abajo del pasillo con su varita. Crouch y Regulus eran tan inseparables como James y Sirius; Barty era rubio y peludo, con una racha mezquina más larga que la de Snape; Remus lo reconocía solo por su cruel risa ladradora. Regulus se puso de pie suavemente mientras los merodeadores se acercaban. Remus buscó dentro de su bolsillo su varita, por si acaso.
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— Ahí está. — Dijo el chico más joven, con un temblor de nerviosismo en su tono arrogante. Sus ojos seguían moviéndose hacia James. El avión de papel de Barty comenzó a dar vueltas alrededor de todos. — ¿Qué quieres? — Preguntó Sirius. — Solo quería ver si estás... ver cómo estás... — Igual que anoche. — Sirius se encogió de hombros. — No te vi en la cena. — No estaba en la cena. — Sirius respondió, inútilmente. Enviaron a Peter a las cocinas para pellizcar algunos sándwiches y se sentaron en uno de los rincones ocultos de Remus para comer. Remus estaba disfrutando mucho este juego, evitando al resto de los estudiantes, incluso a los de Gryffindor. Por lo general, James y Sirius hacían todo lo posible para ser notados, Remus prefería estar por debajo del radar. — ¿Puedo hablar contigo? — Regulus se dirigió a su hermano mayor. Sirius abrió los brazos, como si le diera la palabra a Regulus. Regulus puso los ojos en blanco, irritado. Remus notó que no tenía la misma boca que Sirius. Tenía una mandíbula más débil, labios más pequeños. — Quiero decir, a solas — dijo, lanzando una mirada a James, Peter y Remus. — No. — Sirius dijo, simplemente. Regulus suspiró. Claramente conocía a Sirius demasiado bien como para intentar discutir. El avión de papel de Barty Crouch comenzó a girar más rápido sobre sus cabezas. Peter miraba ansiosamente como avanzaba. — Bien. — Regulus dijo, cruzando los brazos. — Solo quería hacerte saber que mamá y papá nos pidieron a Narcissa ya mí que te vigilemos. Y les informemos. Sirius hizo un gesto de disgusto. Regulus continuó, sin bajar la mirada, — Y no lo haremos. Ambos nos mantendremos al margen, ¿de acuerdo? — Qué noble de tu parte. — Sirius respondió. James sonrió. Regulus volvió a poner los ojos en blanco. — Te digo que no soy tu enemigo, idiota. Tampoco Narcissa. Puedes hacer lo que quieras, eso es entre tú y nuestros padres. — Bien. — Bien.
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Los dos hermanos continuaron mirándose el uno al otro. Si ese hubiese sido James, habría sonreído, le habría dado una palmada a Sirius en el hombro y todo habría quedado olvidado. Pero Regulus era claramente tan testarudo como Sirius, y no sabía cuándo terminar una pelea. — ¡Ay! — Peter dejó escapar un grito como un cachorro azotado y se agachó de repente. Barty Crouch obviamente se había aburrido del drama familiar y había decidido bombardear en picado al más pequeño de los merodeadores con su afilado avión de papel. Crouch se reía tontamente mientras retrocedía y se preparaba para su segundo ataque, cuando James sacó su propia varita. — Incendio. — Dijo, vagamente, moviendo su muñeca en dirección a Crouch. El avión, con las alas ahora encendidas, se elevó hacia el niño de primer año con una velocidad aterradora. Crouch dejó escapar un grito de angustia, cubriéndose la cara con los brazos mientras el proyectil en llamas volaba directamente hacia él, solo para desaparecer en el aire, desmoronándose en una pila de polvo y ceniza a centímetros de su nariz — Vámonos. — Regulus murmuró a su amigo, que se había puesto pálido y miraba a James con recelo. Ambos partieron de regreso hacia las mazmorras. — Narcissa dijo que te dijera que buena suerte el sábado, Potter. —Regulus soltó por encima del hombro mientras doblaban una esquina. James lo ignoró, siguiendo a Sirius a través del agujero del retrato. Una vez que estuvieron todos en la sala común, Remus preguntó: — ¿Qué hay el sábado? — Partido de Quidditch. Gryffindor contra Slytherin. — James respondió, rápidamente. — ¡Ah! — Remus no era bueno para mantenerse al día con el horario de Quidditch, solo iba a los partidos de Gryffindor, y el último había caído el día después de la luna llena, así que se lo había perdido de todos modos. Tendía a desconectarse cuando los demás empezaban a hablar de tácticas y tablas de clasificación, enterrando su nariz más profundamente en su libro. — Espero que los destroces, viejo. — Sirius gruñó, dejándose caer en el sillón más cercano. — Planeaba hacerlo. — James dijo jovialmente, sentándose en el brazo de la silla. — Siempre que no agarren la snitch demasiado pronto, y Marlene es la mejor golpeadora que hemos tenido en años, así que... James se detuvo en seco, dándose cuenta de lo que había dicho. Miró a Sirius. Este gimió y se puso de pie. — Me voy a la cama. —Él dijo. *** Sábado 13 de enero de 1973 Había nevado durante la noche. Si Hogwarts fuera una escuela normal, pensó Remus de mal humor, habrían cancelado el estúpido partido. Pero no; en cambio, la sala común de Gryffindor estaba
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llena de emoción, todos hablando de cómo estas eran 'condiciones de vuelo perfectas'. Peter y Remus se pasaron la mitad de la mañana tratando de lanzar hechizos de calentamiento duraderos en el equipo de James. Sirius había hecho uno de sus actos de desaparición matutinos y no estaba a la vista. Adil Deshmakh, el capitán del equipo de Gryffindor, hizo que el equipo comiera juntos en el desayuno, en lugar de con sus amigos. Todos se sentaron allí luciendo pálidos y cansados, comiendo tazones uniformes de avena y fruta (por orden de Deshmakh). James era el único de buen humor, a pesar de que no habían conseguido que el hechizo de calentamiento funcionara. — ¿Dónde está Sirius?— Lily soltó un bostezo, mientras se sentaba junto a Remus, mordiendo una rebanada de tostada con abundante mantequilla. — No sé —, respondió Remus con un bostezo, abrazando su taza de té caliente como si su vida dependiera de ello. — De mal humor en alguna parte, probablemente. — Peter dijo con amargura. Remus le dio una mirada penetrante. — ¡¿Qué?! — El chico de cabello rubio frunció el ceño, indignado. — Él me llama llorón todo el tiempo. — Él estará aquí. — Remus dijo, ignorando a Peter. — Quiere vernos destruir a los Slytherin Incluso Lily sonrió ante esto, a pesar de sus súplicas habituales por la unidad entre casas, hoy estaba vestida de rojo y dorado de la cabeza a los pies, como todos los demás. Después del desayuno, salieron juntos al campo de Quidditch. Las gradas de Gryffindor del campo estaban adornado con banderas y serpentinas rojas y doradas, además de cuatro grandes estandartes que mostraban el león dorado de Gryffindor. Afortunadamente, alguien también había limpiado la nieve de los bancos. Lily y Peter querían conseguir los mejores asientos en lo más alto de las gradas de espectadores, y Remus ya estaba temblando a pesar de llevar dos jerséis debajo de su capa. — ¿Tienes frío, Remus? — Lily lo miró, mientras trataba de soplar aire caliente en sus manos enguantadas. — Solo un poco. — Él respondió, sarcásticamente, demasiado malhumorado para ser educado. — Aquí, — Lily sacó su varita y lo agarró por las muñecas, apuntando a sus palmas; — Calidum Vestimenta. De inmediato, una deliciosa calidez se extendió por sus manos, hasta la punta de sus dedos helados. — ¡¿Cómo hiciste eso?! —Preguntó: — ¡Hemos estado intentándolo toda la mañana! —Creo que está en la pronunciación. — Lily se encogió de hombros. Rápidamente aplicó el mismo hechizo a la capa de Remus, luego a la de Peter. Para cuando terminó, los dos equipos de Quidditch se estaban reuniendo en el campo, que era lo suficientemente amplio para que pudieran abrirse camino desde sus vestuarios, al menos. Estaban parados
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en dos ordenadas filas: una escarlata y una esmeralda. Remus podía distinguir claramente a algunos de los jugadores: la inconfundible mata de cabello negro azabache de James, la esponjosa cola de caballo rubia de Marlene. También pudo ver a Narcissa Black, en el equipo contrario; alta y esbelta, su cabello platino tejido en dos elegantes trenzas que caían por su espalda. No había señales de Sirius. — Por supuesto —, le dijo Peter a Lily, — en realidad no necesitamos ganar este, solo tenemos que mantener nuestros puntos altos, siempre que terminemos con al menos seis goles, entonces nos mantendremos en la cima de la clasificación de la liga. Black es una buscadora brillante, pero Slytherin en general es bastante mediocre. Especialmente cuando miras a James, tenerlo es como tener tres cazadores en uno. Lily asintió cortésmente con la cabeza; la gente rara vez escuchaba a Peter cuando se trataba de deporte. Remus ciertamente no lo hacía. Había intentado leer la copia torcida de Sirius de 'Quidditch a través de las Edades', pero nada en ella podía ayudarlo a entender el ridículo sistema de puntos. Madame Hooch hizo sonar su silbato debajo de ellos, y los jugadores montaron sus escobas, en cuclillas, listos para el inicio. Seguían sin haber señales de Sirius. Remus estiró el cuello, mirando alrededor de las gradas, pero incluso con su excelente vista, no podía ver a su amigo por ningún lado. Seguramente Peter no tenía razón, ¿No podía estar de mal humor en alguna parte, no? Pensaba que había superado el rechazo del equipo de Quidditch; había estado en todos los partidos de ese año para apoyar a James. Solo porque este partido en particular fuera contra Slytherin... Madame Hooch volvió a hacer sonar su silbato y soltó la Snitch. Los jugadores dispararon al aire como balas de cañón rojas y verdes. Seguía sin ver a Sirius. Peter y Lily estaban de pie animando con todos los demás, así que Remus también se levantó e intentó parecer involucrado en el juego. James tomó posesión de la Quaffle a los pocos segundos de estar en el aire, y la pasó por el aro en menos de un minuto. Las multitudes rojas explotaron triunfantes, pero rápidamente fueron eclipsadas por un ruido ensordecedor como un trueno, — ¡Rrrrrroooooaaaaar! — ¡¿Qué fue eso?! — Lily miró a su alrededor con los ojos muy abiertos, junto con todos los demás. Incluso los jugadores en el campo parecían sorprendidos. Remus miró hacia arriba y vio que los leones en los estandartes de Gryffindor encima de ellos parecían haber cobrado vida, y ahora merodeaban de un lado a otro sobre la marea roja, gruñendo y moviendo la cabeza inquietamente. — ¿Eso es normal? — preguntó, señalando. Lily y Peter sacudieron la cabeza, sin habla, mientras los enormes leones rugían sobre ellos.
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Remus sonrió, de repente. Reconoció esa magia; juguetona y un poco aterradora. — ¡Mira! — Señaló de nuevo. En la parte inferior de las gradas de los espectadores, más cerca del suelo, un joven Gryffindor con túnica roja brillante también caminaba de un lado a otro, agitando su varita como la batuta de un director. Sin duda, era Sirius, ¿Quién más tenía ese pavoneo demasiado confiado? - pero ya no era calvo, sino que se había puesto una enorme peluca dorada, como la melena de un león. Remus pensó que incluso podía ver una cola dorada arrastrándose por debajo de su túnica. Una vez que todos lo vieron, la multitud se rió, incluso Ravenclaw y Hufflepuff. Pero Slytherin no se rió, la parte de color verde de la multitud simplemente miró con furia la llamativa muestra de orgullo por la casa. Claramente, James no estaba distraído por las nuevas mascotas, sino alentado por ellas, que debía de haber sido la intención de Sirius. Anotó al menos tres goles más, lo que resultó en tres rugidos ensordecedores más, mientras que los Slytherins luchaban por recuperarse de la sorpresa. — ¡Somos Gryffindors! — Sirius estaba cantando, su voz mágicamente amplificada, — ¡Los poderosos Gryffindor! — La multitud gritó en respuesta. Una vez que se acostumbró a todo el ruido, Remus comenzó a disfrutar de un juego de Quidditch por primera vez. James era como una mancha roja en el campo, lanzándose de un lado a otro; claro que los otros cazadores también eran muy buenos, logrando mantenerse al día con sus complicadas formaciones y pases. Marlene, bate en mano, estaba haciendo un trabajo asombroso no solo protegiendo a los cazadores y buscadores, sino también apuntando bludgers al otro equipo, Narcissa en particular. Narcissa Black, sin embargo, estaba en su propia liga. Tenía un estilo de vuelo elegante y suave que Remus reconoció por los intentos de Sirius de enseñarle a volar formalmente. Era rápida y siempre fluía, como el agua. El buscador de Gryffindor estaba siguiendo sus movimientos, esperando que ella lo llevara a la Snitch, pero siguió esquivando y haciendo giros en falso para confundirlo; dos veces enviándolo directamente al camino de una Bludger. No era llamativa como James, era eficiente y despiadada. Gryffindor tenía una ventaja de cien puntos cuando Narcissa finalmente vio la Snitch; Remus se dio cuenta en el momento en que la vio. Su postura cambió; ella no apartó la mirada ni una sola vez. Se quedó flotando durante unos momentos, mirando detrás de ella para ver dónde estaba el buscador de Gryffindor. Él se estaba quedando atrás, sin saber qué estaba planeando ella. En ese mismo momento, Maisy Jackson, una de las cazadoras de Gryffindor, anotó otro gol, elevando la puntuación de Gryffindor a 130 contra 20 de Slytherin. Los Gryffindors se volvieron locos, y Sirius agitó su varita con más entusiasmo. Los leones no solo rugieron esta vez, sino que saltaron a través de los estandartes, hacia el aire invernal, donde se convirtieron en extrañas sombras doradas que cruzaban el campo. El buscador de Gryffindor se lanzó para esquivarlos, claramente aterrorizado, aunque luego desaparecieron justo por encima de su cabeza. — ¡No, idiota! — La voz de Sirius hizo eco sobre los vítores.
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Era demasiado tarde, Narcissa se había aprovechado de la distracción de su oponente y recogió la Snitch. Ella voló por encima de la multitud, sosteniéndola en alto triunfalmente. La multitud de Slytherin finalmente estalló en aplausos, enviando chispas verdes y plateadas, vitoreando; — ¡Black, Black, Black! Por supuesto, esto fue muy confuso, ya que los Gryffindors también estaban cantando, — ¡Black, Black, Black! — Mientras Sirius saludaba a la multitud. James descendió en picada para aterrizar a su lado y despeinar la ridícula melena de su amigo, mientras la multitud ahora cantaba: — ¡Pot-ter! ¡Pot-ter! ¡Pot-ter! — Oh, bueno, — Peter le sonrió a Remus, — Perdimos, pero todavía estamos empatados con Ravenclaw en la tabla de la liga, ¡todavía pasamos a la final! A Remus no podía importarle menos. Luego, se lanzaron al campo para felicitar a su equipo: Remus y Peter golpearon a Sirius en broma, — ¡Nunca nos lo dijiste! — ¡Podríamos haber ayudado! Sirius solo sonrió y arrojó su glorioso cabello dorado. — ¡Sirius! — Una voz débil y fría se abrió paso entre la multitud. Todos se volvieron. Narcissa caminaba hacia ellos, todavía con su ondulante túnica esmeralda, una medalla de plata brillante colgando alrededor de su cuello que hizo que Remus retrocediera detrás de Peter. Sirius se puso de pie para enfrentarla. Ella le dio una sonrisa inesperada, — Quítate esa peluca obscena. — Dijo ella bruscamente. Él obedeció, frotándose la cabeza desnuda tímidamente. Narcissa sacó su varita y con un movimiento de barrido, le dio unos golpecitos en la cabeza, —Crescere. Los merodeadores y la multitud de Gryffindor a su alrededor jadearon. El cabello de Sirius comenzó a crecer, como agua negra cayendo de su cabeza, hasta que volvió a su largo habitual. — ¡¿Qué?! — Sirius agarró su cabeza. Narcissa sonrió, mostrando hileras de dientes como perlas. — Eso es por tu ayuda para asegurar una victoria de Slytherin. — Con eso, se dio la vuelta, sus trenzas platinadas se agitaron y se dirigió hacia su propio equipo. James tiró de los cabellos recién restaurados de Sirius. — Nunca voy a entender a tu loca familia, amigo.
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33 Descubrimientos Después del histórico juego de Gryffindor contra Slytherin, se sintió como si el tiempo se hubiera acelerando para Remus. Parte de esto se debió al restablecimiento del equilibrio en su dormitorio. James era una vez más el héroe, la racha rebelde de Sirius había vuelto a fluir por completo, Peter ya no estaba pisando cáscaras de huevo alrededor de ninguno de ellos, y Remus no tenía paz y tranquilidad en absoluto, aunque difícilmente podía quejarse de eso. Como si intentaran recuperar el tiempo perdido, James y Sirius atravesaron las últimas semanas del invierno con un renovado entusiasmo por las bromas y las travesuras. Pasaron la mitad de su tiempo bajo la capa de invisibilidad, lanzando maleficios a los estudiantes desprevenidos en los pasillos, asaltando las cocinas y causando malestar general en el comedor. Al menos tres o cuatro noches a la semana se arrastraban junto con el mapa de Remus para trazar el castillo, aunque la mayoría de las veces regresaban con un montón de dulces de Honeyduke's. Peter a menudo trataba de acompañarlos, pero Remus necesitaba dormir todo lo que pudiera. Sus lunas llenas de Enero y Febrero no fueron buenas. Ninguna fue tan mala como la luna de Diciembre que lo había dejado tan obviamente marcado, pero tampoco fueron agradables. Madame Pomfrey estuvo implacable en su búsqueda para encontrar una solución: en Enero intentó hacer desaparecer sus uñas ('solo temporalmente, entiendes, las tendrás de vuelta por la mañana') pero no impidió que sus garras crecieran una vez que la transformación dio lugar. Remus se sintió algo aliviado por esto, ya que ella tenía planes de hacer desaparecer sus dientes a continuación. En Febrero, intentó asegurarle los brazos y las piernas con esposas mágicas para evitar que se lastimara. Ella se disculpó mucho por estas medidas, aún más cuando regresó por la mañana y descubrió que él se había dislocado ambos hombros al liberarse de los grilletes. Estaba demasiado cansado para preocuparse sobre eso mucho. Por mientras, participaba en menos bromas que el año pasado. Remus decidió dedicarse a sus estudios. En secreto, Remus esperaba aprovechar la determinación de Sirius y James de no concentrarse en su trabajo escolar. Quería volver a ser el primero en Historia de la Magia y sabía que tenía una buena oportunidad, no solo eso; sus notas habían ido mejorando cada vez más en Transformación, Herbología y Astrología también, y al menos tenía la oportunidad de estar entre los tres primeros. Encantamientos y Pociones todavía le pertenecían a Lily Evans, pero quería cerrar la brecha entre ellos tanto como fuera posible. Como tal, finalmente superó su miedo a la biblioteca y pasó casi todas las horas libres que tenía allí, completando ensayos y revisando sus tareas. Su lectura había mejorado bastante; seguía siendo lento si no usaba el hechizo, pero descubrió que su práctica constante lo ayudaba a reconocer las letras mucho más rápido que antes. Lily también estaba a menudo en la biblioteca, y después de unos días de asentirse cortésmente entre sí a través de los escritorios, Lily recogió sus cosas y se sentó a su lado. Se llevaban muy bien juntos, ya sea leyendo en voz baja o preguntándose sobre varios puntos.
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Inevitablemente, Lily fue la segunda persona después de Sirius en descubrir el secreto de Remus. — ¿Por qué haces eso? —Preguntó ella, mirándolo con curiosidad. — ¿Hacer qué? — Cada vez que abres un libro nuevo, pones la mano sobre él y te rascas la cabeza con la varita. — No, no lo hago. — Remus bajó su varita, culpable. — Si lo haces. — Lily dijo con calma, una pequeña sonrisa jugando en sus labios, —También murmuras algo. ¿Puede ser un hechizo? —Um. — Oh, vamos, dime, ¿Tiene algo que ver con los libros? ¡¿Es así como descubres todo más rápido que yo?! Remus estaba tan complacido con este cumplido así que bajó la guardia por una vez. — ¿Prometes que no le dirás a nadie? — Lo prometo. — Es para ayudarme a leer. No soy... no puedo... um... bueno, lo encuentro más difícil que los demás. Leer, de la forma habitual. — ¡Wow! ¡¿Cómo funciona?! — Sus ojos se agrandaron, como siempre hacía cuando estaba emocionada por algo. Remus estaba sorprendido, ella no parecía interesada en escuchar o saber que él no podía leer normalmente. — Así —, le mostró. Ella le copió, pero terminó decepcionada. — No funciona. — Es muy difícil de hacer. — Explicó: — Me tomó mucho tiempo hacerlo bien. — ¿Dónde lo averiguaste? ¡Eso es muy, muy avanzado! — Yo no... Sirius lo creo. No creo que esté escrito en ninguna parte, sonaba más como si hubiera juntado algunos hechizos diferentes. Probablemente por eso es un poco... torpe. — ¡¿De Verdad?! — Si los ojos de Lily se agrandaban más, estaban en peligro de salirse de su cabeza. — ¡Sabía que era más inteligente de lo que deja ver en las lecciones! ¡Oh, ese idiota! ¡Muéstrame de nuevo!
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Además de Lily, Remus a menudo se encontraba con sus amigas, Mary y Marlene. Al principio no estaba seguro de este nuevo sistema; por lo general, trataba de evitar a las otras chicas de su año simplemente por instinto. Además, las dos M generalmente se encontraban riendo tontamente al final de la clase o adulando a alguna celebridad mágica en la sala común. Sin embargo, se sorprendió gratamente al descubrir que ambas chicas se tomaban sus estudios tan en serio como él, y que de hecho, su interés por las estrellas del pop mágicas no era muy diferente de la obsesión de Sirius y James con sus equipos de Quidditch favoritos. Fue particularmente agradable hablar con Mary: era nacida de muggles y era del sur de Londres; su acento hizo que Remus se sintiera extrañamente en casa. No era pretensiosa y tenía una amplia sonrisa junto con una risa fuerte y contagiosa. Marlene era un poco más tranquila, pero histéricamente divertida y capaz de imitar a casi cualquier persona en la escuela, incluidos los profesores. Su McGonagall fue espectacular; Remus literalmente lloró de risa. Las tres chicas fueron excepcionalmente amables con Remus, y él sabía que esto se debía principalmente a que pensaban que estaba enfermo. Sin embargo, no le importaba, porque estaba aprendiendo muchas cosas interesantes de ellas. Por un lado, Mary tenía un hechizo para cubrir las imperfecciones, que no desapareció por completo sus cicatrices, pero redujo notablemente su apariencia. Ni siquiera había pensado en buscar una solución en una revista de belleza. Le presentaron varias otras cosas femeninas: Mary estaba enamorada de Sirius y Marlene de James. Remus pensó que ambas estaban completamente locas y se preguntó si se sentirían de la misma manera si ellas tuvieran que compartir un baño con Potter y Black. A cambio, Remus las ayudó con Historia de la Magia, ya que aparentemente era el único estudiante en toda la escuela que realmente encontraba interesante al Profesor Binns. Marlene era excelente en Astronomía y le mostró cómo trazar sus constelaciones usando algunos ingeniosos dispositivos mnemónicos. — Eres tan amable, Remus — dijo Mary, con su habitual tono de sinceridad una noche mientras caminaban juntos hacia la sala común, — Marlene y Lily te tenían miedo en primer año. — ¡¿Qué?! — Remus casi deja caer sus libros por la sorpresa. — ¡Mary, no seas tan grosera! — Siseó Marlene. — Eras bastante agresivo — explicó Lily, — Y James empezó a decirle a todo el mundo que eras realmente rudo, y que estabas en una banda. Remus resopló de risa. Cuando entraron a la sala común, rápidamente vio a Sirius, James y Peter acurrucados en un rincón, leyendo un libro muy grande y grueso. Marlene y Mary se echaron a reír cuando los vieron y corrieron escaleras arriba. Lily compartió una mirada de complicidad con Remus antes de seguirlas. Los merodeadores miraron hacia arriba cuando su amigo se acercó, y Peter muy visiblemente cubrió el libro que estaban leyendo con unas hojas de pergamino.
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— ¿Todo bien, chicos? — Remus dijo, estirando el cuello, — ¿Qué están haciendo? — ¡Nada! — James dijo alegremente: — ¿Dónde has estado? — En la biblioteca, — dijo Sirius, antes de que Remus pudiera siquiera abrir la boca, — Con su club de fans. Remus sonrió. — Púdrete Black, sé cuando estás celoso. — Había elegido no decirles a sus amigos que a Marlene y Mary les gustaban. Es posible que sus egos no sean capaces de soportar seguir creciendo. De todos modos, no quería cambiar el tema, — En serio, ¿qué escondes ahí? Los tres se miraron con culpabilidad, y Remus sintió una punzada de dolor. Todos estaban tramando algo sin él; debería haberlo sabido. Supuso que era justo, se había negado a participar en cualquier broma durante tanto tiempo que ahora no querían incluirlo en absoluto. — ¡Tu cumpleaños! — Peter estalló de repente. — Falta poco. — Sí — Remus se rascó la cabeza y dijo, — La semana que viene. — ¡Estamos planeando una sorpresa! — Peter dijo, sonriendo ampliamente, claramente muy satisfecho consigo mismo. Remus no se perdió la mirada de molestia de James, y supo de inmediato que Peter estaba mintiendo. Bien. Si no querían decírselo. — Oh, claro —, tragó, forzando una sonrisa, — Bueno, será mejor que no planeen avergonzarme como el año pasado. — ¡Oh no, nunca! — Sirius sonrió, poniéndose de pie, juntando el libro contra su pecho, el título aún oculto, — ¿Somos el tipo de amigos que querría avergonzarte, Lupin? — Sí, lo son. — Remus asintió con la cabeza, lentamente, entrecerrando los ojos, — Nada de cantos. Nada de grandes fiestas. Nada que vaya a… — Meterte en problemas, lo sabemos —terminó James, poniéndose de pie también. —Oye, ¿por qué no invitamos a tus nuevas amigas, eh? Nos hace bien mezclarnos con el sexo opuesto, ¿no crees? — Bien, — Sirius se agitó el cabello, — Es más porque quiere tener una oportunidad de estar con Evans. — ¡Cómo te atreves! — James respondió, con las mejillas ligeramente más rosadas de lo habitual. *** — Así que si estás no en una banda, — Mary reflexionó, unos días más tarde. Estaban revisando los ensayos de Herbología del otro y Mary era la lectora más rápida, así que ya había terminado. — ¿De dónde sacaste todos los cortes y magulladuras?
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— Mascota, un conejo — respondió Remus, todavía leyendo el ensayo de Marlene, — temperamento fuerte. Lily le sonrió. — ¿Oh si? ¿Pensé que vivías en una casa? — Así es. — Dijo con frialdad: —Se nos permite tener mascotas. — Eso era algo cierto: habían habido peces de colores, durante un tiempo, hasta que uno de los chicos mayores volcó el tanque, enfurecido. — Oh, ¿en un hogar para niños? — Mary miró hacia arriba, — ¿Tú también eres nacido de muggles? — No — dijo Marlene, rápidamente, — Lupin es un nombre de mago, ¿tu papá? —Ella lo miró en busca de confirmación. Él asintió con la cabeza, inquieto. — Sí, ¿cómo lo supiste? — Vi el nombre en un trofeo. — ¿Un... trofeo? — Si. No recuerdo de qué, creo que fue fuera de la sala común de Ravenclaw. — Correcto. — Nunca había echado un vistazo a ninguno de los trofeos a excepción de la Copa de Quidditch, a la que James se detenía para rendir homenaje al menos una vez a la semana. De repente se sintió invadido por un impulso irreprimible de correr hasta el pasillo de Ravenclaw, dejando caer el ensayo que estaba leyendo. Lily lo miraba. — Ve, Remus —, dijo en voz baja, tomando el pergamino de él. Las otras dos chicas también lo miraban, con un poco de lástima. Ellas asintieron. Prácticamente se levantó de un salto. No estaba exactamente seguro de que esperar. Apenas pudo leer durante unos momentos; estaba sin aliento de correr tres tramos de escaleras. El estante era de caoba y vidrio, pulido regularmente por Filch, o los elfos domésticos, supuso. Estaba repleto de trofeos y premios por cientos de logros diferentes; Wizard Chess Champion, Triwizard Tournament Victor, Droobles Best Bubble Gum Blowing Finalista. Y ahí estaba. Una enorme estatuilla dorada que representa a un mago levantando su varita en una postura tonta, como si estuviera jugando con una pelota de tenis. Lyall Lupin, Campeón de Duelos de Hogwarts, 1946. Lo miró durante mucho tiempo, leyendo y releyendo. Trató de pensar con lógica. Esto solo confirmó cosas que ya sabía. Su padre había estado en Ravenclaw, McGonagall le había dicho eso en su primer año. Era bueno en los duelos, excepcionalmente bueno, aparentemente. Tanto Slughorn como el borracho Darius le habían dicho eso. Realmente, todo lo que esto hizo fue confirmar que su padre había
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estado en Hogwarts, que había pertenecido a Hogwarts. Probablemente había tocado ese mismo trofeo. Remus presionó sus dedos contra el vidrio como si pudiera atravesarlo y agarrarlo.
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34 Trece Sábado 10 de marzo de 1973 Los merodeadores no podrían haber estado más felices al descubrir que el cumpleaños de Remus caía un sábado ese año. Esto, en su opinión, abría el día a todo tipo de emociones que simplemente no serían posibles en un día de semana. A medida que se acercaba el día, Remus trató de ignorar las burlas y las insinuaciones de mano dura sobre lo que les esperaba. No le importaba lo que hicieran, confiaba bastante en ellos; se podía confiar en que se burlarían de la situación, pero hasta ahora nunca lo habían convertido en el blanco de la broma. James había estado recibiendo extraños paquetes abultados encuadernados en papel marrón durante la semana pasada y la única esperanza de Remus era que no fueran regalos para él, nunca podría devolverle el favor. Remus pensó mucho en tener trece años, específicamente en ser un mago de trece años con un pequeño problema peludo. El descubrimiento de la estantería de trofeos de Ravenclaw había causado cosas muy extrañas en el interior de Remus. Siempre había pensado que tenía una idea bastante clara de quién era: un chico en un hogar de niños, pobre, un poco pequeño, enojado, malo, lleno de cicatrices, bruto cuando se trataba de cosas de la escuela, pero lo suficientemente inteligente cuando contaba. Venir a Hogwarts había hecho que realizara algunos cambios, por supuesto - tal vez no era tan bruto, aunque todavía estaba seguro de todo lo demás. Su padre había sido realmente inteligente. Después de todo, había estado en Ravenclaw. El sombrero seleccionador también había considerado a Remus para Ravenclaw, pero cambió de opinión. Eso no había significado mucho para él en ese momento, pero ahora se preguntaba y se cuestionaba al respecto. ¿Y si lo hubieran clasificado en Ravenclaw? ¿Sabría ahora más sobre su padre? ¿Sobre quién era? ¿Y si su padre no se hubiera suicidado? ¿Y si nunca lo hubieran mordido? - 'Y si' era un juego peligroso. Mientras se dormía la noche antes de su cumpleaños, Remus se deslizó en un sueño que no había tenido en mucho tiempo. Está acostado en una cama en una habitación pequeña de color azul pálido. Es verano y la ventana de guillotina está abierta de par en par; cortinas ondeando. La ventana es enorme, lo suficientemente grande como para que pase un hombre adulto. Remus es muy pequeño y está muy asustado. Hay alguien en la habitación con él y lo van a lastimar. Es un monstruo, su madre prometió que no eran reales, pero ¡oh! Oh, ella es una mentirosa, una horrible mentirosa, porque si hay un monstruo, y ahora está cruzando la habitación; ¡Viene hacia él y se lo comerá! — ¿Quién le teme al lobo feroz?
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Cierra los ojos con fuerza y se esconde bajo las sábanas y tiembla y solloza, Entonces... entonces no hay nada, nada sólido, nada real. Tiene dolor, hay tanta sangre, tantas lágrimas y mucho ruido. Solo quiere dormir. Otro hombre se cierne sobre él, alto, delgado y preocupado. — Papi. — ¡LUMOS MAXIMA! Remus se despertó con una sacudida, casi gritando. El dormitorio estaba lleno de una luz brillante y antinatural, que atravesaba las cortinas de su cama, haciéndolo entrecerrar los ojos. Solo tuvo tiempo de secarse las lágrimas de sus mejillas antes de que Sirius y James corrieran las pesadas cortinas, cantando, — ¡Feliz cumpleaños, Lupin! — Todavía es de noche, idiotas. — Entrecerró los ojos, se los frotó y se sentó. Intentó que su corazón dejara de latir tan fuerte. — Es precisamente un minuto después de la medianoche —, dijo Sirius, — y por lo tanto oficialmente es tu decimotercer cumpleaños. — ¿Dónde está Pete? — Remus se levantó de la cama y caminó en la habitación. Lo habían decorado al azar con serpentinas que, estaba seguro, usualmente adornaban el campo de Quidditch los días de partido, y cadenas de luces de colores sobrantes de Navidad. — En una misión. — Dijo James, con los ojos brillando. — Vamos, levántate y vístete. — ¿A dónde vamos? — A ninguna parte —, respondió Sirius, alegremente — Pero querrás vestirte adecuadamente para cuando lleguen tus invitados. — ¡¿Mis invitados?! — Por supuesto, — Sirius sonrió, — Tratamos de mantenerlo solo para merodeadores, pero mucha gente quería celebrar contigo, ¿Sabes? Remus no podía decir si Sirius estaba siendo sarcástico, así que decidió no responder, en su lugar se puso un par de jeans y una camiseta de manga larga que se veía lo suficientemente limpia. Cuando se terminó de vestir, hubo un golpe seco en la puerta — ¡Adelante! — Gritó James, alegremente. Sirius vio la mueca de dolor de Remus y explicó: — Está bien, pusimos un hechizo silenciador en la habitación. Remus frunció el ceño.
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— Entonces... ¿Quién esté al otro lado de esa puerta no puede escucharnos? James se llevó la mano a la frente. — Somos unos idiotas. — Le gruñó a Sirius, abriendo la puerta. Peter estaba afuera, luciendo muy contento y muy rosado, rodeado de Lily, Marlene y Mary. Remus se quedó boquiabierto cuando entraron en la habitación, todos sonriendo ampliamente y claramente emocionados de haberlo sorprendido. Todos llevaban tarjetas y paquetes pequeños también. — ¿No pensé que a las chicas se les permitiera entrar aquí? — La encantadora Mary lo probó por nosotros la semana pasada, no parece que suceda nada malo — explicó James. — Un día todos leerán Hogwarts: una historia, y finalmente podré descansar. — Sirius suspiró, sacudiendo la cabeza trágicamente. James había comenzado a sacar paquetes de debajo de su cama, abriéndolos. Parecía que habían vuelto a allanar Honeyduke's: se desenterraron montañas de dulces; Frijoles de todos los sabores de Bertie Bott, ranas de chocolate, whizzbees burbujeantes, chicle Droobles Best Blowing, sorbete de limones, pasteles de caldero, sin mencionar el botín que Peter había traído de la cocina; sándwiches de jamón, mayonesa de huevo, pollo a la corona, queso y pepinillos, paquetes de las patatas fritas del sabor favorito de Remus, sal y vinagre, huevos escoceses, panecillos de salchicha, pasteles de cerdo, palitos de queso y piña, además de algunas frutas que había tomado rápidamente. Sirius, mientras tanto, estaba colocando mantas sobre las tablas del piso y esparciendo algunos cojines de felpa de terciopelo, — Lupin — dijo con una amplia sonrisa, — ¡Bienvenido a tu fiesta de medianoche! — ¡Feliz cumpleaños, Remus!— Las chicas cantaron, como una. Todos se sentaron juntos, y Sirius colocó un disco en su reproductor (eventualmente abrió sus regalos de Andrómeda), según lo solicitado, recibió dos álbumes de Bowie: Hunky Dory y The Man Who Sold the World — Siéntate a mi lado, Sirius —dijo Mary rápidamente, ganándose una mirada de reproche de Marlene. Sirius se encogió de hombros y consintió, pero se inclinó para entregarle un paquete a Remus. — ¡Abre este primero! Era largo y cilíndrico, muy ligero y mal envuelto. — No tenías que darme nada. — Remus murmuró, desenroscando los extremos.
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— ¿Un póster? — Lily frunció el ceño, mirando como Remus desplegaba el grueso papel brillante. Era una enorme impresión A2 de David Bowie en blanco y negro, con un traje plateado brillante y dando una patada alta ligeramente desigual. — Conseguí que Andrómeda me lo enviara en Navidad — sonrió Sirius, incapaz de contenerse, — ¡Pero lo he encantado para que se mueva! — ¡Wow! — Remus le devolvió la sonrisa, sinceramente, — ¡Gracias! Es asombroso. Todas las chicas le habían comprado paquetes de dulces y pasteles, y Lily le dio un libro sobre pociones. Él la miró con escepticismo y ella sonrió. — No puedo seguir dándole a Severus una razón para enseñorearse de ti. — Por favor, no menciones el nombre de Snivellus en esta ocasión tan sagrada. — James dijo con fingido horror. Lily puso los ojos en blanco y volvió a su tarta de mermelada, ignorándolo visiblemente. James pareció apenas darse cuenta, simplemente se aclaró la garganta y miró a Remus, sus ojos oscuros llenos de maldad, —Mi regalo llegará más tarde... una vez que todos estemos llenos hasta reventar. — Oh Merlín, Potter — se rió Marlene, — ¿Qué tienes planeado? No dijo nada. Remus tuvo que admitir que se estaba divirtiendo, había esperado que James y Sirius respetaran sus deseos y mantuvieran las celebraciones solo para los merodeadores, pero invitar a las chicas no estaba tan mal. Ahora las conocía a todas bastante bien, y de hecho disfrutaba bastante de su compañía. Mary podía hacer que Sirius corriera por su dinero cuando se trataba de la mejilla descubierta y, como Remus había predicho, las impresiones de Marlene sobre los miembros de la escuela tenían a los merodeadores en puntadas: Peter incluso tuvo que ir y cambiarse de camisa después de escupirse jugo de calabaza a él mismo. — Empiezo a ver por qué Remus nos ha estado abandonando por ustedes. — James dijo alrededor de la una y media, secándose las lágrimas de risa de las esquinas de sus ojos. — Sí, no están mal, para ser chicas, — Sirius le guiñó un ojo a Mary, quien se burló y le dio un empujón juguetón. — Sí, no tiene nada que ver con que yo quiera hacer mi tarea. — Remus respondió secamente, preguntándose si podría manejar otra rana de chocolate. — Oh, cómo han cambiado los tiempos — dijo Sirius con altivez. — Quiero verlos reírse cuando Remus les gane a todos en nuestros exámenes. — Lily bromeó. — ¡Pah! — James se levantó y se estiró elaboradamente como si estuviera a punto de realizar una gran hazaña. — ¡Exámenes! Los merodeadores tenemos mayores preocupaciones. Mi querido Sr. Black, Sr. Pettigrew — hizo un amplio gesto hacia la ventana del dormitorio, — ¿Vamos?
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— ¡Por George! — Sirius se puso de pie, abruptamente, — ¡¿Es la hora?! James cerró los ojos solemnemente y asintió. — De hecho, lo es. — ¡Entonces date prisa! — Peter lloró, levantándose también. Las chicas se lanzaron miradas nerviosas entre sí y luego a Remus, quien solo pudo encogerse de hombros para mostrarles que no tenía idea. Sirius, Peter y James se acercaron a la ventana y la abrieron. Estaban inquietos por la emoción, la falta de sueño y el exceso de azúcar, y seguían riéndose como niños traviesos. — ¡Vengan! — Peter hizo una seña a los demás, apresuradamente, — ¡Querrán ver! James produjo una colección de objetos de color rojo brillante que parecían un cruce entre cohetes espaciales y cartuchos de dinamita. Sus brazos estaban llenos, y también los de Sirius. — ¿Son esos... — Marlene arrugó la nariz, — ¿No el Dr. Filibuster? James solo dio una sonrisa maníaca. — ¡Oh no! — Lily dijo: — ¡Se supone que no debemos hacerlo! ¡Despertarás a todo el castillo! — Piérdete si no te gusta, Evans —, espetó Sirius, entregándole algunos cohetes a Peter, — Prometiste no estropear nada. — Remus, — Lily se volvió hacia él, — ¡Diles, a ti te escucharán! — No, no lo harán — respondió Remus, — ¡De todos modos, quiero ver! Nunca he visto los fuegos artificiales mágicos. — ¡Te espera un espectáculo! — Sirius le guiñó un ojo. — ¡¿Cuántos necesitas?! — Mary lo miró fijamente, sonando impresionada. — Trece, obviamente. — Todos se van a meter en tantos problemas... — ¡Oh, deja de ser tan buena, Lil! — Marlene pasó su brazo alrededor de la pelirroja. — No dejaremos que ninguna de ustedes se meta en problemas. — James dijo, con sinceridad, sus lentes se le resbalaron por la nariz mientras luchaba por mantener el control de su carga. — No te preocupes.
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— No estoy preocupada. — Lily se cruzó de brazos desafiante. —Solo creo que todos ustedes están siendo... — ¡Vaya! * BANG * — ¡Peter! Todos se asomaron a la ventana para ver el cohete que Peter había lanzado cayendo al suelo en un torrente de chispas verdes y doradas. — Lo siento... —Peter parecía avergonzado. Sirius se rió, — No, gran trabajo. Ahora que hemos comenzado, debemos continuar ¿eh? — comenzó a arrojar sus propios fuegos artificiales por la ventana, claros en el aire de la noche. James y Peter rápidamente siguieron su ejemplo y pronto incluso Lily se había olvidado de enfadarse mientras todos miraban con asombro la espectacular exhibición que iluminaba el cielo estrellado. Los fuegos artificiales duraron mucho más que los muggles, algunos estallaron diez o doce veces antes de apagarse. Cambiaron los colores de rojo a verde, de púrpura a naranja, retorciéndose y girando en varias formas, y finalmente deletrearon 'FELICES TRECE AÑOS REMU'. Sirius suspiró, irritado por eso, — Sabía que eran demasiadas letras. Además del deslumbrante despliegue de luces, los fuegos artificiales eran satisfactoriamente ruidosos, tanto que Remus ya podía escuchar a los otros Gryffindor en la torre abriendo sus ventanas para ver si el castillo estaba siendo atacado. Estaba seguro de haber oído a quien estaba en la habitación de arriba murmurar: — Esos malditos merodeadores han vuelto a hacerlo. Inevitablemente, alguien comenzó a golpear la puerta y la voz aguda de McGonagall se escuchó al otro lado. — ¡Potteer! ¡Black! No crean que no sé que está detrás de esto, ¡ABRAN ESTA PUERTA! — ¡Oh, mierda! —James hizo una mueca, — Mejor métanse debajo de las camas, señoritas... Una vez que todos fueron completamente reprendidos, prometidos de tener dos meses de detención y cartas a todos sus padres, McGonagall (quien era un espectáculo para la vista en su camisón de tartán rojo) los dejó y Marlene, Lily y Mary regresaron a regañadientes a su propio dormitorio. Eran las dos de la mañana para entonces, y los chicos decidieron que finalmente era hora de acostarse. — Feliz cumpleaños, Remus — gritó Peter, seguido de un bostezo sonoro.
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Remus sonrió para sí mismo en la oscuridad, sus mejillas casi dolían. — Sí — respondió Sirius, — Feliz cumpleaños, Remu.
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35 ¿Qué hay en un nombre? Lunes 19 de marzo de 1973 — Tengo una buena noticia — Madam Pomfrey sonrió cálidamente, — No quería mencionarlo en caso de que no pudiéramos arreglar las cosas a tiempo, pero me verás durante el verano. Por un momento, Remus se atrevió a esperar que eso significara que no regresaría a St. Edmund's, pero la medibruja continuó: —La señora Orwell, su Matrona en el hogar de niños, me ha permitido amablemente que me aparezca en los jardines al amanecer siguiendo a ambas lunas llenas este verano. — Ella sonrió ampliamente. Ah bueno. Era mejor que nada. Él le devolvió la sonrisa débilmente, — ¡Excelente! — Gruñó. Sus brazos y piernas se sentían pesados como el plomo, apenas podía levantar la cabeza para beber la poción que ella le estaba ofreciendo. Eran alrededor de las cuatro de la tarde y Remus se había perdido sus lecciones, había estado durmiendo la mayor parte del día. Dormir seguía siendo el único remedio que parecía funcionar realmente. — Le dije a Dumbledore que lo haría con o sin su permiso; no podría vivir conmigo misma si llegaras aquí en Septiembre en el mismo estado en el que lo hiciste el año pasado. — Podría quedarme en la casa de un mago este verano, eso sería aún más seguro —, intentó Remus, — Mi amigo James... — Lo siento, querido — Madame Pomfrey negó con la cabeza, — No es lo suficientemente seguro. Los Potter se pusieron en contacto, pero necesitamos preservar tu anonimato tanto tiempo como podamos. Sé que no es muy divertido para ti, pero es mejor que te quedes con los muggles. Remus cerró los ojos y respiró hondo. Solo serían dos meses, y aún faltaban siglos para el verano. Mantente positivo, mantente positivo. Un repentino ruido de traqueteo al final de la sala sacó a Remus de su canto meditativo. Madame Pomfrey frunció el ceño y se volvió para mirar alrededor de la cortina de la cama de Remus. — ¡Señor Pettigrew! — Ella gritó: — ¡¿Qué crees que estás haciendo?! — L-lo siento Madame Pomfrey... sólo estábamos... — ¡Recoja esas orinales ahora mismo y vuelva a guardarlas en el armario! Y puede borrar esa sonrisa de su rostro, Sr. Black, échele una mano.
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— Hola, Remu — James se asomó por la cortina, — Lamento todo el ruido. Remus sonrió, tratando de sentarse. — Está bien. — ¡Acuéstate! — Madame Pomfrey lo reprendió: —Te has roto tres huesos, pequeño. — ¡Me siento mucho mejor! *CHOQUE* — SEÑOR PETTIGREW, ¿QUÉ DIJE? — Madame Pomfrey desapareció, luciendo muy enojada. James se dejó caer en la silla junto a la cama de Remus. — ¿Listo para irte? — Preguntó casualmente. Remus siempre podía contar con que James no lo tratara como a un inválido. — Si ella me deja, — Remus asintió con la cabeza hacia la cortina por donde Pomfrey había desaparecido detrás. — ¿Cómo estuvo el partido? — Los destroce. — James asintió con entusiasmo, dejando caer la Snitch en el regazo de Remus. Se pasó los dedos por el pelo como para recuperar la sensación de haber aterrizado. — Hice llorar a uno de los golpeadores de Ravenclaw. — Que agradable. — ¿Cómo estuvo... ya sabes, tu noche? — Bien. — Remus respondió secamente, torciendo su boca. No solían hablar de lunas llenas, y Remus estaba muy contento por eso. No le gustaba la idea de que supieran demasiado. El dolor era algo personal. — Tres huesos rotos, ¿Fue lo que dijo? — Sí. Sin embargo, todo está arreglado ahora, es increíble, solo necesita un hechizo. Los muggles tienen que usar yesos durante semanas y semanas. — ¡Que extraño! — ¡REMU! — Sirius corrió la cortina, — ¡Estás VIVO! —Cayó dramáticamente a los pies de la cama, — Estaba convencido de que ella estaba tratando de tapar algo, la vieja murciélaga no nos dejaba pasar. — No la llames así — respondió Remus, irritado, — ¡Y no me llames así!
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— Pero querías un apodo — dijo Sirius, sonando ofendido mientras se ponía de pie. Peter apareció, luciendo hosco con las manos en los bolsillos. — No, no lo quería. — Remus frunció el ceño, —¿Cuándo dije alguna vez que… — El año pasado. — Sirius dijo rápidamente: — Hace casi exactamente un año, dijiste que no te importaría que te llamaran de ninguna manera siempre que no fuera Loony Lupin. — Dios, tienes una memoria como la de un elefante. — Remus puso los ojos en blanco. — De todos modos, — bajó la voz, en caso de que Madame Pomfrey estuviera acechando cerca, — El objetivo de tener un apodo era que nadie supiera quién escribió el mapa. No creo que 'Remu' vaya a engañar a nadie. — Tiene un punto. — James dijo, sabiamente: — Por más gracioso que sea. — Muy bien, — Sirius exhaló un suspiro, — ¿Pero podemos llamarte Remu hasta que se nos ocurra algo mejor? — No. — Aburrido. — Sirius buscó algo más que decir, evitando notoriamente mirar los vendajes de Remus. — Entonces, ¿Nos vamos de aquí o debo prepararme para un emocionante juego de snap? — No va a ir a ninguna parte — se apresuró a entrar Madam Pomfrey, — Dejaré al señor Lupin en observación durante la noche. — ¡No! — Remus protestó, — ¡Me siento mucho mejor! — Él siempre decía eso - no era cierto por lo general, pero sabía que iba a comenzar a sentirse mejor con el tiempo, y no importaba mucho si estaba en la enfermería o no. — No estoy siendo deliberadamente cruel, Remus — suspiró la enfermera, — Esto es por tu salud. — ¡Me iré directo a la cama! — ¡Cuidaremos de él! — James dijo, con seriedad, poniéndose de pie. Remus esperó para ver si eso funcionaba, James era bueno con los adultos, especialmente con las brujas. Incluso se sabía que ablandaba a McGonagall una o dos veces (aunque eso podría haber tenido más que ver con sus habilidades de Quidditch). Madame Pomfrey no se inmutó. — Lo siento, Sr. Potter, pero no. — Bien. — Peter dijo, inusualmente firme. — Entonces nos quedaremos aquí. — Sí. — Sirius y James dijeron, como uno.
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— ¡Se perderán la cena! — Dijo Remus. — Estoy segura de que podemos arreglar algo solo por esta vez. — Madam Pomfrey dijo, tratando de no sonreír. —Muy bien, chicos, pero deben guardar silencio. Y sigue con tu tarea, no permitiré que usen al Sr. Lupin aquí como una excusa para no entregar nada. Con un movimiento de su varita aparecieron tres sillas más de la nada, junto con un largo escritorio de madera de pino, con tinteros para sus plumas. Remus abrió la boca para hablar, pero Madame Pomfrey aparentemente era psíquica —Y no, Remus, no hay tarea para ti. Solo descansa. Remus cerró la boca y se recostó. ¿Cómo se suponía que iba a mantenerse por delante de Sirius y James si la mujer no le dejaba estudiar? — ¿Puedo leer mi libro? — Preguntó inocentemente. — Siempre y cuando no fuerces la vista. Ella se fue y los otros tres chicos sacaron obedientemente sus deberes y comenzaron a garabatear. Remus estiró el cuello para tratar de ver en qué estaban trabajando; estaba al día con el suyo, pero había estado leyendo algo adicional en Encantamientos en un intento de derrotar a Lily en sus próximos exámenes. — Ah ah ah, — James cubrió su trabajo con su manga, — No mires, Remu, solo descansa. — ¡Uf, llámame Loony! — Remus gimió, — ¡Cualquier cosa menos Remu! — ¡Pero te queda bien! — Sirius dijo, por encima de su pluma, —Reeeeemuuuuuu. — Detente o te muerdo. — Reeeeemuuuu. — ¡Reeeemuuu! — Peter se unió, los tres chicos riendo histéricamente, pero tratando de no ser escuchados. — Odio mi nombre. — Remus se cubrió la cara con el libro que estaba leyendo. No era justo, James Potter era tan tranquilizadoramente normal; Peter Pettigrew era perfectamente respetable y Sirius Maldito Black era el nombre más genial de todos, se mire por donde se mire. — Podrían llamarme de cualquier forma, no sé qué podría ser peor. — ¿Loony Remu? — James sugirió amablemente. — ¿Remoony? Sirius apenas podía respirar de la risa ahora. —¡REMOONY! — Él resopló, colapsando sobre su escritorio, temblando de hombros. — Moony es bastante bueno. — Peter dijo de repente, muy sobriamente.
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— ¿Eh? — Moony. Como apodo Remus lo miró fijamente, no acostumbrado a prestar mucha atención a lo que decía Peter. Lo pensó, dando vueltas al nombre en su cabeza. Sonaba como Loony, pero no era ni de lejos tan horrible. — No lo odio. — Dijo finalmente. — Me encanta. — James dijo: —Moony. Te queda. — ¿La gente... ya sabes, no se dará cuenta? — Se preocupó, mordiéndose el labio. — No, — Sirius agitó una mano, — Les diremos que es después de ese muggle en The Who. — Todos son muggles en The Who. — Remus respondió: —Pero yo no toco la batería. — Te gusta golpear cosas. — Sirius se encogió de hombros. — Gracias. — No hay problema, Remoony. *** Unas horas más tarde, después de que Madame Pomfrey les hubiera traído la cena a todos, James se había ido para la práctica de Quidditch y Peter para una detención. Sirius había renunciado a su tarea hacía mucho tiempo y en su lugar estaba intentando perfeccionar un hechizo de brazos de tentáculo sobre sí mismo. Remus estaba ignorando intencionadamente este comportamiento, sabía que Sirius estaba pronunciando mal el encantamiento, con el énfasis en el lugar equivocado, pero no se lo iba a decir, porque no estaba seguro exactamente de por qué Sirius quería un brazo con tentáculo tanto, y no podía ser por ninguna buena razón. Finalmente, aburrido, Sirius se reclinó en su silla, con los pies apoyados en la cama de Remus. — ¿Qué estás leyendo, de todos modos? — La epopeya de Gilgamesh. — Remus suministró, pasando la página. Estaba casi al final, y su hechizo de lectura estaba menguando, si Sirius lo dejaba solo por cinco minutos más ... — ¿De qué se trata? — ¡Es tuyo! — Dijo, sorprendido: — ¡Lo saqué de tu estante!
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— Oh, ¿uno de los muggles? No he leído muchos de ellos, para ser honesto. Eran de mi tío Alphard. — Claro. — ¿Y? — ¿Y qué, Black?" — ¿De qué se trata? — Un hombre llamado Gilgamesh. — Ok, tienes que aceptar que es un nombre peor que Remus Lupin. Remus se rió entre dientes, — Si, está bien. Si puede ser peor. — Así que háblame de este tipo Gulash. — Gilgamesh. Él fue un rey. Hace mucho tiempo. — Mira, ahora estoy enganchado, así es como comienzan todas las buenas historias. — Sirius tomó su cabeza entre sus manos, mirando a Remus como si fuera un profesor que enseña la materia favorita de Sirius. — No, solo estás posponiendo tu ensayo de Astrología. — Pfft, copiaré el de James. — Sirius agitó una mano casual, —Dime más, oh guardián del conocimiento. Te he leído un montón de veces. Remus suspiró, dejando el libro. No había forma de salir de eso cuando Sirius estaba de ese humor. — Gilgamesh era un rey. — Sí, hace mucho tiempo, ya lo estableciste. — Mira, cállate o lárgate. — ¡Bien bien! — Sirius levantó las manos en señal de rendición, — Continúa — Así que era un rey, pero no uno bueno. No era completamente humano, era dos tercios de dios, por lo que era más fuerte que todos los demás, por eso su gente le tenía miedo. Él era peligroso. Entonces, su gente oró, um... eso es cuando le pides ayuda a los dioses, y los dioses enviaron a otro hombre para ayudar a controlar Gilgamesh.
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— ¿Era aún más fuerte? — No, pero era en parte animal. — ¿Entonces este hombre-bestia mató a Gilgamesh? — No. Lucharon entre sí durante mucho tiempo, pero Gilgamesh seguía ganó. Sin embargo, no mató a Enkidu, él ... él reconoció que eran iguales. Y se vuelven amigos, mejores amigos. Tienen todas estas aventuras juntos, luchando contra otros monstruos y esas cosas. Es genial." — Quiero saber más sobre el hombre bestia. — Enkidu. Él era el amo de los animales, y era feliz viviendo en la naturaleza, pero luego de ser enviado a controlar a Gilgamesh no podía volver a la naturaleza. Así que en realidad nunca pertenece ahí. — Pero tenía a su amigo, ¿verdad? — Sí, pero... bueno, no quiero estropearte el final. — Bueno, casi nunca leo cosas muggle — ¡Te estás perdiendo de tanto! — Remus exclamó, — Bueno, entonces, está bien. Enkidu muere. — ¡¿Qué?! — Sí, es un poco triste, él también era mi personaje favorito. — ¿Pero por qué? — Para enseñarle a Gilgamesh sobre la muerte, creo. Ante Enkidu era demasiado arrogante para creer que algo pudiera hacerle daño. Pero después de perderlo, se da cuenta de que no es el dueño de todo. Nadie puede controlar la muerte. — Es un pensamiento realmente deprimente, Moony. Remus se encogió de hombros. Todo le había parecido bastante sencillo.
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36 Amor y Matrimonio Still don’t know what I was waiting for And my time was running wild A million dead end streets - and Every time I thought I’d got it made It seemed the taste was not so sweet So I turned myself to face me But I’ve never caught a glimpse Of how the others must see the faker I’m much too fast to take that test. Viernes 20 de Abril de 1973 Remus amaba a Hunky Dory más que a nada. Fue por turnos brillante y feliz, luego oscuro e introspectivo. Sintió que David Bowie debía tener una visión sobrehumana de su alma. Incluso si no siempre entendía completamente las letras, sentía que de alguna manera tenían sentido. Tarareó la melodía de Changes en voz baja mientras caminaba de arriba a abajo por los estantes oscuros de la biblioteca, su varita encendida para ver mejor. Realmente debería estar poniéndose al día con Pociones, pero Lily se había ofrecido a ayudarlo durante el fin de semana y él ya había estado revisando Transformación todo el día. Había tardado tanto en convertir un viejo sombrero a un conejo y al revés. Remus finalmente encontró el estante que estaba buscando: The British Wizards Guide to Nuptial Laws 1700-1950. Esperaba que fuera lo suficientemente reciente. Era enorme y tuvo que subirse a una escalera para alcanzarlo. Remus se estiró, casi se agarró a la cubierta de cuero viejo y polvoriento, estaba a punto de tirar de ella hacia él, cuando otra mano se acercó y agarró su muñeca. Gritando, Remus tiró de su mano hacia atrás y casi se cae del taburete, encontrándose cara a cara con Narcissa Black. — Uf, eres tú. — Dijo ella con disgusto. Narcissa era una cabeza más alta que él, por lo que estaban casi nivelados mientras él mantuviera el equilibrio. Ella no soltó su mano, — Dame eso — No, lo agarré primero. — Respondió, todavía tratando de alejarse. Tenía un agarre de hierro. — Vete, niño. ¿Para qué podrías querer esto? — Ella le dio un fuerte empujón y él cayó hacia atrás, aterrizando dolorosamente sobre su trasero. Narcissa le sonrió, victoriosa, sosteniendo el pesado tomo. Él frunció el ceño — ¿Para qué lo quieres?
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— Eso no es de tu incumbencia —, dijo ella, arrojando su cabello pálido fuera de sus ojos de una manera inquietantemente similar a Sirius. Se volvió y empezó a alejarse, entre las sombrías estanterías. Remus se puso de pie. — Espera — dijo, tratando de mantener la voz baja para que Madam Pince no lo echara de nuevo, — ¡Oye, Narcissa, espera! — Él tiró de su túnica. Se dio la vuelta con ojos furiosos, su varita levantada. Remus instintivamente agarró su propia varita justo a tiempo. Ambos permanecieron como estatuas por unos momentos. Sabía que ella había maldecido a James y Sirius en varias ocasiones, y que toda la familia Black conocía todo tipo de magia oscura. Pero al mismo tiempo, Remus nunca antes había maldecido a una chica y de alguna forma se sentía mal. — Solo quería saber — dijo, con cuidado, eligiendo sus palabras, — si tenía algo que ver contigo y Sirius... lo del compromiso. Ella bajó su varita, lentamente, mirándolo con sospechoso interés. — Así que te ha contado todo sobre eso, ¿verdad? — Ella arqueó una ceja, que seguía siendo tan negra como su color natural de pelo— Sí, pequeño, eso es exactamente para lo que lo necesito. ¿No crees que quiero casarme con ese pequeño traidor de sangre quejumbroso, verdad? Remus simplemente se encogió de hombros. La verdad era que en realidad no se le había ocurrido cómo se sentía Narcissa al respecto. Había estado tan concentrado en ayudar a Sirius que no había considerado si alguien más podría estar trabajando exactamente en el mismo problema. Narcissa suspiró con impaciencia, — Bueno, no quiero. Y no espero que mi primo mocoso encuentre una solución pronto, así que aquí estoy. Ya no sonaba enojada, solo amargada. Ahora que estaba más cerca de ella, Remus pudo ver que tenía ojeras oscuras. — Yo quiero encontrar una solución. — Dijo, levantando la barbilla para mirarla a los ojos, deseando no ser más bajo que ella. — Lo intento, de todos modos. — Ha. — Narcissa se rió sin humor, — ¡¿Un segundo año ! ¿Y qué se te ha ocurrido, hm? —Dio unos golpecitos con su tacón de charol negro en las oscuras tablas del suelo. — Bueno... —Remus tragó, — No mucho - nada lo suficientemente bueno todavía, bueno, a menos... A menos que ya estén casados. — He pensado en eso. — Narcissa espetó, — Todavía no soy mayor de edad, no puedo. Me habría fugado con Lucius en el momento en que propusieron este ridículo compromiso, pero no tengo diecisiete hasta octubre. — Bien, — asintió Remus, sorprendido de escuchar esto, —Y... no puede esperar, debido a la ceremonia de compromiso de este verano, ¿verdad?
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— Correcto. — Ella lo miraba con un poco menos de veneno, ahora, como si encontrara la conversación más divertida que irritante. — Sin embargo, yo estaba pensando - qué es realmente la ceremonia? —Preguntó, sintiéndose más valiente, — ¿Qué tienen que hacer Sirius y tú? — Oh, la típica basura de la familia Black — respondió, — Un banquete, cartas astrológicas, probablemente un retrato conmemorativo de nosotros dos. Madre todavía tiene a Bella colgando en el comedor. La idea de un retrato que representara a Sirius de trece años con su prima de dieciséis era repulsivo para Remus. A Narcissa tampoco parecía gustarle la idea. — Todo esto es culpa suya, ¿sabes? — Ella dijo: — Actuando como si fuera un caso especial. Si simplemente hubiera seguido la tradición como el resto de nosotros, hubiera seguido la línea hasta que tuviera la edad suficiente para salir... — Se calló, sus ojos brillaban con lágrimas de ira. que ella limpió rápidamente,— De todos modos, no importa. Me voy a casar con Lucius y eso es todo. Gracias a Dios que él me apoyó en todo esto, cualquiera se habría ido. A Remus no le pareció que debía hacer un comentario. ¿Qué sabía él sobre las relaciones? Ni siquiera había visto una de cerca. Se quedaron en silencio durante unos minutos, mientras Narcissa se recomponía. Una vez que lo hizo, olió y miró a Remus de nuevo, — No te maldeciré. — Ella dijo, magnánimamente: — Pero te lo advierto: ya he tenido suficiente gente entrometiéndose en mi futuro. Así que mantén la nariz fuera de ahora en adelante. Con eso, dio media vuelta y se fue, dejando a Remus con mucho en qué pensar. *** Lunes 30 de abril de 1973 — Moony, ¿para qué son todos estos libros? — Preguntó James, mientras tropezaba con una montaña que Remus había apilado cuidadosamente cerca de la entrada del dormitorio, eran inútiles y había planeando llevarlos de regreso esa tarde. — Solo un poco de investigación.— Él respondió, sin levantar la vista de su libro actual, — ¿Dónde has estado? — Planeando. — Sirius siguió a James, pasando por encima de los libros esparcidos que su amigo estaba tratando de limpiar. Remus levantó una ceja, — ¿Planeando? ¿Mapa o travesura? — Un poco de ambos — sonrió Sirius, arrojándose sobre la cama de Remus. Cogió un libro — ¿Rituales de boda de magos?" Se rió, — ¿Con quién te casas, Moony? No con Evans, James tendrá que desafiarte a un duelo
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— No me gusta Evans. — James escupió, desde donde se agachó en el suelo. — Matrimonios mágicos. — Leyó, recogiendo el último libro y colocándolo encima de la pila, — En serio, Remus, ¿De qué se trata todo esto? Remus suspiró, dejó el libro y se frotó los ojos. — Estoy tratando de ayudarte, — pateó a Sirius suavemente con el pie. — Alguien tiene que sacarte de este estúpido compromiso. — ¡Oi! — Sirius frunció el ceño, — Estoy haciendo todo lo que puedo. — ¿Qué estás haciendo? — ¿No he tenido más detenciones que nadie este año? Debo de conseguir un vociferador a la semana. Y mis leones, no se olviden de mis leones en el partido de Quidditch. Remus lo miró atónito. — ¿Cómo se supone que ayudará algo de eso? — Estoy demostrando que no soy del tipo que se casa. — No te ofendas, amigo, — intervino James, acercándose a la cama con ellos, — Pero no creo que a tu familia realmente le importe que no seas del tipo de casarte. — Exactamente —asintió Remus, — Tú eres el heredero. Tienes que casarte con otro purasangre. Y la familia Black tiene una larga historia de matrimonios mixtos, incluso tus padres son primos. — Er... ¿cómo lo sabes? — Sirius parecía incómodo. — He estado leyendo. — Remus señaló todos los libros. — Hay un montón de cosas en la biblioteca sobre tu familia. Una de las casas mágicas más antiguas de Gran Bretaña, que se remonta a la Edad Media, donde la sede familiar estaba en Inverness en Escocia... — Sé todo esto. — Sirius agitó una mano. — Sí, pero ¿Sabías que no eres el primer Black que quería salir de un matrimonio? — Bueno, obviamente Andrómeda - a pesar de que ella se quería casar, solamente Ted, que era el tipo equivocado... — No solo ella: Lyra Black desafió los deseos de la familia en 1901 de casarse con un miembro de la familia Crabbe, y se suponía que Delphinus Black se casaría con su sobrina en 1750, pero la dejó en el altar y se casó con Fidelia Bulstrode. Y tu tío Alphard tampoco se casó nunca, aunque no hay explicación...
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— Sí, se supone que no debemos hablar de él — respondió Sirius, nervioso, — Escuché a mi madre despotricar sobre él y estoy bastante seguro de que era un maricón. Hubo un silencio incómodo. — Mi papá conocía a Alphard — dijo James. — Dijo que era un tipo muy bueno. — Siempre fue amable conmigo — Sirius se encogió de hombros, —Me dejó su dinero y todo, se aseguró de que nadie más pudiera tocarlo hasta que yo fuera mayor de edad. Hace que mis padres se enfurezcan, ya sabes, que no regresara todo su dinero en efectivo a la bóveda familiar, así que tengo que darle crédito por eso, incluso si era ... bueno, lo que sea La garganta de Remus estaba muy seca, y se aclaró, queriendo seguir adelante. — De todos modos, solo demuestra que puedes salir de este tipo de cosas. El único problema es que no puedo encontrar buenos detalles sobre cómo se escaparon todos. — No te molestes, — dijo Sirius, con tristeza, — Incluso si lo supieras, ninguno de ellos tenía a mi madre con quien lidiar. Ya sabes cómo es ella. Probablemente nos hará tomar el voto inquebrantable. — ¡Ella no lo haría! — James dijo, horrorizado. — Ella haría cualquier cosa. — Sirius asintió. Remus se mordió el labio, pensativo. No sabía cuál era el voto inquebrantable, sonaba como magia oscura. Por lo que ya había leído sobre la Casa de Black, sabía que la sección restringida de la biblioteca probablemente tendría que ser su próxima parada. Tendría que pedir prestada la capa de James para eso e irse de noche. No importa. Se negó a ser disuadido de esto. Se lo debía a Sirius. ¿No le había dicho Remus una vez a Sirius que su propio problema era inútil, ineludible? ¿Y Sirius no había trabajado incansablemente, aprendido a realizar magia estándar EXTASIS complicada, solo para ayudarlo? Esto no era diferente. Solo tenía que trabajar más duro. Saber que Narcissa también estaba trabajando en el problema era extrañamente reconfortante. Remus sabía por sus maldiciones que debía ser una bruja muy hábil e inteligente, y no tenía ninguna duda de que normalmente se salía con la suya. "Me casaré con Lucius y eso es todo." Tenía que haber algo en eso. Recordó a Flitwick diciéndoles que el amor, el amor natural, cotidiano y humano, era uno de los tipos de magia más poderosa. Si bien Remus personalmente no sentía que nada sobre la pareja de Lucius y Narcissa fuera natural, exactamente, sabía que era mucho más poderoso que el honor familiar. Tenía que serlo. (Song: Changes - David Bowie)
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37 Exámenes Mayo de 1973 La temporada de exámenes comenzó en el peor momento posible para Remus, a mediados de Mayo, justo cuando se acercaba la luna llena. La luna en sí cayó un viernes, lo que significaba que pudo asistir a su examen de Pociones esa mañana, pero perdió todo el fin de semana durmiendo, cuando realmente hubiera preferido estudiar. Más que eso, la luna había hecho que perdiera su magia por completo. Había pensado que estaba sucediendo menos en su segundo año, pero a medida que sus exámenes se acercaban, ya fueran los nervios o los días que se alargaban, Remus descubrió que su magia se hacía más fuerte, más salvaje y más difícil de controlar. El menor movimiento de la varita causaba los resultados más fantásticos, y algunas veces apenas había terminado de pronunciar el encantamiento antes de que la luz saliera de la punta, haciendo que sus dedos hormiguearan por la conmoción. James había empezado a decir - ¡Tranquilo, Moony! - al menos tres o cuatro veces al día, mientras Remus intentaba practicar varios hechizos transfigurativos básicos y encantamientos que inevitablemente iban demasiado lejos. Había pensado que solo hacer encantamientos simples podría ayudarlo a ganar algo de control, pero aparentemente ese no era el caso, ya que rompió la ventana del dormitorio por tercera vez tratando de levitar su conjunto de gobstone. - Reparo. - Murmuró Sirius, mirando por encima de su revisión de Astronomía. La ventana se arregló de inmediato. Remus suspiró. - Realmente necesitas relajarte, amigo - sonrió James - De todos modos, no tenemos ningún examen práctico hasta la semana que viene. - ¡Pero estoy tan atrasado! - Remus refunfuñó, recogiendo sus gobstones y volviéndolos a poner en su caja. - Si tu estás atrasado, ¿Cómo estoy yo? - Peter gimió desde el suelo, donde tenía cinco textos extendidos frente a él, todos temas diferentes. - Sé que voy a fallar en Transformación, mi conejo no ha cambiado en todo este año, y sé que va a hacer que hagamos algo realmente difícil. - Al menos eres bueno en pociones. - Remus respondió. -Y Herbología, no puedo recordar qué hojas significan qué ... - Me ganaste en nuestra última prueba de Herbología - le recordó James, - Y nos tienes a todos por los pelos en lo que respecta a Historia de la Magia, he estado copiando tus deberes todo el año. - Pero tú eres mejor en Transfigur...- Remus comenzó, pero fue interrumpido por un fuerte golpe cuando Sirius lanzó su libro de astronomía en el suelo.
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- ¡¿Pueden callarse todos?!! ¡Estoy tratando de revisar! - Gritó, poniéndose de pie. - Parecen un montón de ancianas parloteando. Voy a la biblioteca. - Se echó la mochila al hombro y salió furioso de la habitación. Se sentaron en silencio durante un rato. Peter, mordiéndose el labio, parecía al borde de las lágrimas. James suspiró, - Ignóralo, solo está de mal humor porque tiene que irse a casa pronto. No es que lo culpe. Añadió rápidamente. - A los padres les importa eso, y todo. - Supongo, - Remus se encogió de hombros, aunque en realidad no creía que fuera una excusa lo suficientemente buena. Tampoco era como si él, Remus, estuviera ansioso por las vacaciones de verano. Está bien, está bien, no tenía que casarse con su prima, o asistir a banquetes extraños y sofocantes, pero Sirius tampoco tenía que estar encerrado en una celda una vez al mes, ni esconderse de chicos mucho mayores y rudos cuyo mayor placer consiste en empujar tu cabeza en los inodoros. - ¿Entonces no se va a quedar contigo, James? - Peter preguntó, ansioso, probablemente esperando un verano sin Sirius, ya que eso significaba que tendría a James para él solo. - No - respondió James, sonando mucho menos alegre ante la perspectiva, - Él tiene una invitación abierta, obviamente, todos ustedes la tienen - miró a Remus, - Pero no creemos que suceda después del fiasco en Navidad. Cree que estará encerrado por completo hasta la ceremonia de compromiso. Remus sintió una punzada de culpa en su pecho. Todavía no se le había ocurrido una solución viable para eso, y entre los estudios y la luna llena ni siquiera había pensado en ello correctamente en dos semanas. A juzgar por el comportamiento de Narcissa en los pasillos, hechizando a cualquiera que la mirara de reojo, no le había ido mucho mejor. - Bueno, si sigue actuando como lo hace, perderá más que su cabello la próxima vez - dijo Peter, con recato, revisando sus notas. - ¿A qué te refieres? - James frunció el ceño, sentándose, -¡¿Dices que todo es culpa suya?! - ¡No! - Peter miró alarmado, por el tono de James, - No , solo quiero decir ... bueno, sabes que el otro día empacó todos esos carteles de la casa de Gryffindor en su baúl. Quiere ponerlos en su habitación para molestar a sus padres. Cosas como esa es exactamente lo que le mete en problemas. - No tiene nada de malo un poco de orgullo por la casa. - James resopló a la defensiva, aunque lanzó una mirada nerviosa al baúl de Sirius. Remus no se involucró. Personalmente, estaba de acuerdo con Peter y Narcissa: Sirius era su propio peor enemigo, la mayor parte del tiempo. Para alguien tan inteligente y dotado de magia, carecía por completo de sutileza, o incluso de previsión. Si no tuviera que hablar en cada oportunidad, entonces tal vez no se habría encontrado comprometido a la edad de trece años. Remus sabía mejor que nadie la importancia de mantener un perfil bajo, especialmente cuando eres diferente a todos los que te rodean.
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James, que se parecía más a Sirius que a Peter o Remus, estaba totalmente en desacuerdo. En su mente, lo más importante era luchar siempre. Pero si todo era una batalla, inevitablemente alguien tenía que perder. Y hasta que fuera mayor de edad, ese iba a ser Sirius cada vez. *** - ¡Excelente, Sr. Potter! - McGonagall exclamó de manera inusual, mientras James transformaba sus conejos en un par perfecto de finas pantuflas de terciopelo rojo con un ribete de piel. Remus respiró hondo, preparándose para su propio intento. Había pasado una semana y media desde la luna llena y finalmente había recuperado el control, aunque sus nervios todavía lo superaban a veces. Observó a Sirius agitar perezosamente su varita sobre sus propios conejos, y ellos también se transfiguraron en un hermoso par de botines de lana negra. Las pantuflas de Peter aún tenían orejas y cola incluso después de tres intentos, y dejaron excrementos en el escritorio. Cuando Remus tomó su turno, cerró los ojos primero, sintiéndose mareado, antes de finalmente pronunciar el encantamiento. Las pantuflas no eran tan elegantes como las de James y Sirius, pero se podían usar y al menos ya no tenían rasgos del conejo, incluso si seguían siendo de un color marrón apagado. Al menos sabía que había hecho todo lo posible en el trabajo de teoría, de hecho en todos sus trabajos de teoría. Estaba satisfecho de haber recordado todo lo que necesitaba cuando se trataba de sus mejores asignaturas, y de que no lo había hecho demasiado espantoso en Pociones, Herbología o Astronomía. Al final del examen de Transformaciones, McGonagall devolvió a todos los conejos a su estado original y los envió de un salto a su conejera en la parte de atrás de la habitación, listos para el próximo examen. Luego comenzó a repartir hojas de pergamino que parecían horarios en blanco. -Como ustedes sabrán - dijo ella, muy formalmente, - que en su tercer año pueden elegir un mínimo de dos materias adicionales para llegar al nivel de hechicería ordinaria. Aquí están sus hojas de solicitud. Por favor piensen con mucho cuidado, revisando los méritos de cada asignatura, luego completen el formulario y devuélvanlo a mi oficina a más tardar el último día del trimestre. La clase comenzó a murmurar con entusiasmo y Remus miró su hoja y los temas enumerados allí, con gran temor. Cuando todos salieron de la habitación, Peter inmediatamente comenzó a acosar a James para averiguar qué materias tomaría, para que pudiera seleccionar exactamente los mismos. - Estudios Muggles. - Sirius dijo, mientras se dirigían hacia el sol de verano, - Definitivamente voy a tomar Estudios Muggles. Remus puso los ojos en blanco. No era ninguna sorpresa: si alguna materia iba a ganar la desaprobación general de la familia Black, entonces era esa. - ¿Crees que Evans tomará eso? - James se rascó la barbilla. Sirius sonrió, - Lo dudo, amigo, ella es nacida de muggles. Aunque podrías impresionarla con tu conocimiento.
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- Sí... sí, tal vez...- James miró hacia abajo, pensativo. - ¿Vas a tomar eso, entonces, James? - Peter preguntó, ansioso, - ¿Crees que será difícil? Supongo que podríamos pedirle ayuda a Remus ... ¿lo tomarás, Moony? - No, - Remus negó con la cabeza, - ¿Cuál es el punto? Aunque si lo toman, entonces quizás puedan dejar de preguntarme cosas. Secretamente deseaba que hubiera una asignatura de 'Estudios mágicos' que pudiera tomar, para no tener que sentirse tan perdido todo el tiempo. Pero, supuso, esa era la arrogancia de los magos. - Adivinación... eso es como adivinar, ¿verdad? - James se sentó en la hierba y se quitó la túnica. Sirius siguió su ejemplo, arremangándose las mangas de la camisa. - Eso creo. Bolas de cristal y hojas de té. - Suena bien. Hagámoslo. Los tres garabatearon en sus papeles. Remus no lo hizo. No le gustaba la idea de conocer el futuro; fuera lo que fuera lo que le esperaba, estaba seguro de que no podía ser bueno. Se golpeó la sien con su varita rápidamente y susurró: - Lectiuncula Magna - comenzando a leer sus opciones. - "Aritmancia" - murmuró, -¿Eso es como aritmética? - Números, de todos modos,- respondió Sirius, - Se supone que es realmente difícil. - Cuidado de criaturas mágicas... no sé sobre eso - resopló James, - ¿Has visto al maestro? Tiene más cicatrices que Moony - Oi - Remus pateó su tobillo. Cuidado de criaturas mágicas le había sonado bastante interesante. Después de todo, él mismo era una especie de criatura mágica. - Creo que haré Aritmancia, si es así - dijo Sirius, todavía leyendo su periódico. - ¿Será realmente difícil? - Peter se preocupó. - Te ayudaremos, Pete, no te preocupes. - James lo tranquilizó. - De todos modos, hay mejores cosas sobre el tercer año que la tarea extra - ¡Hogsmeade! - Vas a Honeyduke's tres veces a la semana. - Remus respondió, reflexionando sobre la posibilidad de Runas Antiguas. - ¡Sí, pero iremos a Zonko! Remus le sonrió. En realidad, estaba bastante emocionado con los viajes a Hogsmeade; nunca había estado en ninguna de las áreas mágicas protegidas que no fuera Hogwarts, y estaba harto de
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escuchar lo genial que era el Callejón Diagon. Suspiró y se recostó, mirando las nubes. Pensaría en sus asignaturas de tercer año más tarde, no tenía prisa. Por ahora, quería disfrutar del final de los exámenes y deleitarse con la idea de que todavía les quedaba casi un mes antes de que terminaran las clases. - ¡Oye, Evans! - James se sentó, de repente. Remus suspiró interiormente. James había estado actuando cada vez más como un idiota en lo que a Lily se refería, desde el banquete de medianoche. - No soy un perro, Potter - su voz resonó a través de los jardines, - No me grites como a uno. - Hola Sirius - la voz de Mary ahora. Remus se sentó, parpadeando. Marlene le dio un tímido saludo, que él respondió. - Todo bien, MacDonald - Sirius asintió, pasando casualmente su cabello detrás de una oreja. Había comenzado a hacer eso cada vez que había chicas alrededor. Remus lo odiaba. Las tres chicas tomaban helados, lo que parecía una excelente idea considerando el clima inusualmente cálido. Lily incluso había encantado a un abanico para que la siguiera, creando una brisa fresca dondequiera que fueran las tres chicas. - Danos una lamida, entonces - James le guiñó un ojo, lascivamente. Marlene se puso roja como la remolacha y se disolvió en risas, pero Lily permaneció tranquila, arqueando una ceja roja. - Parece que necesitas refrescarte. ¡Aguamenti! Con eso, apuntó su varita a los merodeadores y los roció a todos con agua helada. Remus saltó fuera del camino, pero ella no estaba tratando de atraparlo de todos modos. James y Sirius se llevaron lo peor, y gritaron consternados mientras su cabello y camisas se empapaban. Mary, Marlene y Lily se rieron contentas. - ¿Por qué hiciste eso?- Sirius gruñó, apartando su cabello goteando para mirarlas, luciendo como una rata ahogada. - ¿Pensé que te gustaban mucho las bromas pesadas? - Lily le guiñó un ojo, antes de darse la vuelta y caminar hacia el lago. - Es una completa pesadilla, esa. - Sirius gimió, probando un hechizo de aire caliente en su cabello. - Es mi futura esposa de quien estás hablando - respondió James, soñadoramente, viéndola irse. Sus gafas se habían empañado cómicamente. - Oh, deja de ser tan dramático, te secarás en media hora con este calor. - ¿Dónde crees que sacaron el helado? - Peter preguntó, distante.
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Remus sonrió, recostándose de nuevo. No importa volver a casa, ni los compromisos o las nuevas materias. Por ahora, todo era como debía ser.
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38 El Largo Último Día (Parte uno) Viernes 29 de junio de 1973 Remus llegaba tarde y todavía quedaba mucho por hacer. Como de costumbre, se había dormido más tarde que el resto de los merodeadores, y cuando se despertó, Peter era el único que quedaba, mientras salía corriendo por la puerta soltó un rápido, — ¡Buenos días Lupin! ¡Buena suerte! Remus miró el reloj y saltó de la cama, y corrió hacia la ducha en un estado de pánico. Mientras se peinaba en el espejo, pensando con tristeza que esta podría ser la última vez, ya que Matrona seguramente lo afeitaría tan pronto como volviera a St. Edmund's mañana, repasó la lista en su cabeza. El desayuno primero, por supuesto, no podía perderse eso. Si se movía rápido, entonces podría atrapar a James y Peter antes de que partieran en sus propias misiones. Probablemente sería su única oportunidad de verlos, porque hoy, el último día del trimestre, los merodeadores generalmente unidos estarían notablemente separados hasta la fiesta. Después del desayuno tendría que correr escaleras arriba para empacar - Remus estaba bastante seguro de que tendrían una detención en camino esa noche, y podría no tener suficiente tiempo a la mañana siguiente antes de que tuvieran que tomar el tren. Una vez que hubiera empacado, necesitaba devolver los libros de la biblioteca. Esto lo llenó de un sentimiento de culpa, todavía no había encontrado nada para ayudar a Sirius, a pesar de semanas de investigación. Su única esperanza ahora era que los primos Black pudieran encontrar una forma de salir del compromiso después de la ceremonia de compromiso. De camino a la biblioteca, podría dejar su formulario de solicitud de asignaturas en la oficina de McGonagall; ya lo había pospuesto demasiado tiempo. Luego, con los libros regresados y el formulario entregado, Remus pensó que debería de tener tiempo suficiente para encontrarse con Peter fuera de los invernaderos a las once en punto, donde recogería la capa de invisibilidad. Siempre y cuando todo se hiciera a tiempo, Remus debería poder conseguir los paraguas que necesitaba del cobertizo del guardabosques en el terreno y llevarlos de contrabando a su dormitorio. Entonces sería la hora del almuerzo - Remus esperaba usar esa hora para terminar de leer su libro en paz se lo había pedido prestado a Sirius y solo le quedaba un capítulo, así que realmente quería terminarlo antes de volver a casa. Especialmente porque sinceramente dudaba que McGonagall le permitiera leer durante su inevitable detención esa noche. Poco después del almuerzo, entraría en vigor la primera etapa del plan de fin de período de los merodeadores. Evitaría el caos y volvería a verificar que había empacado todo, posiblemente empacando un poco lo de Sirius, ya que el otro chico todavía no lo había hecho y Remus sospechaba que lo dejaría para el último minuto. Entonces comenzarían los preparativos para la fiesta, todo lo que tenía que hacer era llegar lo suficientemente temprano para ayudar a James y Sirius con los encantamientos finales. Esto se haría, por supuesto, si no atrapaban a ninguno antes.
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Hubo un golpe repentino en la puerta del baño, justo cuando Remus se estaba subiendo los jeans. — Tostadas aquí para tí, Moony — llamó la voz de Sirius, — Pensé en ahorrarte algo de tiempo. — ¡Oh, genial, gracias! — Remus respondió, poniéndose la camisa rápidamente, como si Sirius pudiera verlo a través de la madera. — ¡Buena suerte! ¡Nos vemos esta tarde! — ¡Si tu también! Remus escuchó los pasos de Sirius retirarse y desaparecer escaleras abajo. Bien. Al menos eso era algo de lo que él se iba a ocupar. Salió del baño lleno de vapor y vio el plato de tostadas en su baúl. Cuatro rebanadas - Sirius no había sido tacaño - y cada una cubierta generosamente con una extensión diferente. Remus sonrió y renovó su promesa de ayudar a Sirius a empacar más tarde. Pasó una hora tranquila masticando la tostada y recogiendo varias pertenencias que se habían extendido a lo largo y ancho desde su cama a las estanterías de sus amigos, incluso a la sala común. Aprovechó para tocar Hunky Dory por última vez, despidiéndose con cariño del tocadiscos durante unos meses. El póster de David Bowie que Sirius le había dado por su cumpleaños ya no se movía, por lo que Remus estaba algo contento, porque al menos eso significaba que podía llevarlo de regreso a St. Edmund’s sin despertar sospechas. Su baúl no parecía cerrarse tan fácilmente como lo había hecho a fines del verano pasado, cuando estaba camino a Hogwarts, y tuvo que reorganizar los artículos varias veces antes de que todo se aplastara adentro. Remus se cepilló los dientes y fue a recoger sus libros de la biblioteca, metiéndolos en su raída mochila. Se preguntó si la Matrona le dejaría tener una mochila escolar nueva; fíjate, la última vez que le pidió una, ella aprovechó la oportunidad para enseñarle a coser. "Una habilidad para la vida", había dicho. No se molestó en decirle que el encantamiento reparador funcionaba mucho mejor, pero incluso eso ya no era de mucha utilidad. Con su lista de asignaturas elegidas en la mano, se dirigió a la sala común, donde todos los demás Gryffindor parecían estar haciendo sus maletas de último minuto también. El espacio generalmente acogedor estaba lleno de alboroto, con gritos suplicando el regreso de los libros y juegos perdidos, estudiantes gateando debajo de las mesas y levantando sofás en busca de artículos perdidos, grupos de niñas de séptimo año llorosas abrazándose a todos despidiéndose, y búhos volando de un lado a otro... — ¡Remus! — Mary lo detuvo al salir, — ¿Estás solo? — Sí. — Él asintió con la cabeza, con una sonrisa traviesa. Ella le devolvió la sonrisa — Oooh, ¿Qué están planeando? Marlene y yo estábamos diciendo que habías estado muy callado durante las últimas semanas... — No me hagas preguntas y no te diré mentiras. — Respondió. —Lo siento, pero tengo que devolver mis libros.
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— Lily te está buscando — dijo rápidamente. — Oh, um… estaré en el comedor para el almuerzo. Estoy un poco ocupado hasta entonces, ¡dile que lo siento! Con eso, se apresuró a atravesar el retrato y salir al pasillo, que estaba igualmente ocupado con estudiantes corriendo de un lado a otro, diciéndose adiós. Peeves, atrapado en la emoción, obviamente había descubierto dónde Filch almacenaba el rollo de papel higiénico y estaba arrojando fajos de papel higiénico a cualquiera que se acercara lo suficiente. Con los brazos sobre la cabeza, Remus corrió hacia la oficina de McGonagall justo cuando Peeves disparaba a la puerta. Remus se agachó, justo a tiempo, y Peeves se echó a reír como un maníaco cuando McGonagall, habiendo escuchado el muy fuerte 'SPLAT', abrió la puerta de su oficina. Miró a Remus, todavía en cuclillas y cubriéndole la cabeza. — Señor Lupin. — ¡Fue Peeves! — Se puso de pie, rápidamente, — ¡Honestamente profesora! — Te creo. — Ella dio una pequeña sonrisa, — Los espíritus siempre están altos en el último día del trimestre. ¿Tienes algo para mí? — La vieja maestra miró el pergamino que sostenía. — ¡Oh si! — Extendió la mano. — Excelente, entra, Lupin. —Er... Pero difícilmente podrías decirle 'no' a McGonagall, o preguntarle si podía esperar hasta más tarde. Se preguntó qué diablos quería ella, seguramente Sirius y James no habían sido capturados ya. Sería bastante obvio tan pronto como se iniciara la fase uno del plan, y él no había escuchado nada... — Siéntese, señor Lupin. ¿Té? — Um... sí, está bien. — Se sentó, incómodo. McGonagall agitó su varita y la pequeña tetera de tartán en su escritorio comenzó a verter su contenido en dos tazas a juego. —Sírvete la leche —dijo la profesora, distraídamente, mientras ella escaneaba el trozo de pergamino que él le había dado. — Adivinación — dijo, —Estudios Muggles y Aritmancia. No dijo nada. Ella miró hacia arriba, finalmente, examinándolo por encima de sus anteojos cuadrados. — Estos son los mismos temas que el Sr. Potter y el Sr. Black han elegido, si no me equivoco mucho. El señor Pettigrew también, ¿eh? Remus solo asintió. En realidad, Peter solo estaba tomando Adivinación y Estudios Muggles; había descubierto que solo necesitabas seleccionar un mínimo de dos asignaturas nuevas y había decidido no esforzarse más de lo necesario. Remus preferiría morir antes que trabajar menos que James o Sirius.
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— Estoy interesada en saber qué te impulsó a seleccionar Estudios Muggles, en particular. ¿Quizás considerando un futuro en la oficina de Relaciones Muggles? — Er...— balbuceó Remus. No tenía idea de qué era la oficina de Relaciones muggles, pero no parecía muy interesante. — Pensé que tendrías suficiente conocimiento del Mundo Muggle, habiendo pasado gran parte de tu vida en él. — Sí, pero... bueno... — No es necesario que tome asignaturas simplemente porque sus amigos lo hacen, señor Lupin. — Dijo la profesora McGonagall, más amablemente de lo que esperaba. — Seguirás tomando las mismas clases básicas, después de todo. Remus se encogió de hombros. No sabía qué más hacer. Realmente, todos los temas le habían interesado - bueno, quizás no Estudios Muggles, ella tenía un punto ahí - pero al final, no le gustaba mucho la idea de perderse lecciones con los otros merodeadores. — Una de las cosas más maravillosas de la escuela, señor Lupin, — comenzó McGonagall con tacto, — son los amigos que hacemos, conexiones y relaciones que duran toda la vida. Sé que has hecho amigos muy queridos en Hogwarts. Remus luchó contra una mueca. ¡¿Tenía que hacerlo sonar tan femenino?! Ella se aclaró la garganta, claramente divertida por su reacción, — Algunos amigos muy queridos. Pero la escuela también es el lugar para desafiarnos a nosotros mismos, para poner a prueba nuestro temple. ¿Lo entiendes? Él asintió, sin comprender. Ella suspiró, sorbiendo su té. — Los resultados de tus exámenes fueron excelentes este año, Remus. Se enderezó un poco, en eso. Él mismo estaba bastante satisfecho con los resultados. No había vencido a James en Transformaciones, ni a Snape y Lily en Pociones, pero en todo lo demás tenía algunas de las calificaciones más altas de su clase. — Como tal, — continuó McGonagall, — no tengo ninguna preocupación en permitirle estudiar Aritmancia, que, debo decirle, es uno de los cursos más desafiantes que ofrecemos en Hogwarts. Pero me pregunto si los Estudios Muggles son un uso adecuado de su tiempo en el futuro. Me temo que le resultará muy aburrido. ¿Has considerado, por ejemplo, Runas Antiguas? Remus retorció sus manos en su regazo. Esa sonaba bastante interesante. Pero había pasado tanto tiempo luchando por leer en inglés y poniéndose al día con el resto de los estudiantes, que se había negado a la idea de aprender otro idioma. McGonagall pareció entender sus preocupaciones, al menos en parte. — No lo encontrarás tan difícil como crees, ¿sabes? Eres un erudito inmensamente talentoso y un gran trabajador. Además, sus compañeras de Gryffindor, la señorita MacDonald y la señorita McKinnon, estarán en la misma clase.
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En realidad, esto no sonaba tan mal. Ahora le gustaban mucho las dos M, y sería divertido pasar un poco más de tiempo con ellas. Qué bueno sería tener una lección en la que no estuviera Sirius presumiendo, ni Peter tratando de copiar sus notas, ni James actuando como un idiota para llamar la atención de Lily. — Okay. — Él dijo. — Voy a darle una oportunidad. — Excelente. — McGonagall sonrió ampliamente, luciendo genuinamente complacida. Ella agitó su varita sobre su papel para enmendarlo. — Um... ¿Profesora? — Preguntó, de repente, un poco nervioso de nuevo. — ¿Sí, Lupin? — Yo… bueno, yo también estaba pensando en otro tema. ¿Quizás... quizás en lugar de Adivinación? La sonrisa de McGonagall se volvió irónica. — Bueno, no puedo fingir que alguna vez he visto mucho uso en la adivinación... no a menos que la bruja o el mago en cuestión estén genuinamente dotados con la misma. Remus asintió, asumiendo que eso significaba que no estaba dotado. — Pensé, tal vez... quiero decir, probablemente sea una tontería... — James había dicho que era una tontería. Un tema femenino. —Um... Cuidado de criaturas mágicas. — Dijo, todo de prisa. McGonagall parecía realmente sorprendida. — ¿Esto es algo que te interesa? — Um… sí, supongo que sí. No solo porque soy... ya sabe. Pero, sí, supongo que se debe principalmente a eso. — Bueno, es un tema muy interesante — McGonagall tomó un sorbo de té de nuevo. — Debo decir que si estás más interesado en eso que en Adivinación, entonces por supuesto. — Genial, ok, cámbielo. —Él asintió con la cabeza, sintiéndose un poco avergonzado pero también bastante satisfecho consigo mismo. McGonagall agitó su varita una vez más. — Tu padre era bastante talentoso cuando se trataba de criaturas mágicas, sabes. — Ella dijo. Remus arqueó las cejas. — No lo sabía. — Oh, sí — asintió con la cabeza, como si estuviera pasando la hora del día. — Un experto en su campo.
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— ¿Su... campo? — Apariciones espirituales no humanas. Boggarts y fantasmas, ya sabes, dementores también. Todo bastante oscuro, me temo. Cuidado de las criaturas mágicas se centra principalmente en lo corpóreo, es decir, en criaturas mortales, pero es posible que compartas sus talentos. — Correcto. Gracias, profesora. — Remus se levantó rápidamente. Ahora no tenía tiempo para pensar en su padre. Tenía mucho que hacer. — Tengo que ir a la biblioteca. — Señaló su pesada bolsa, rajada por las costuras. — Sí, sí, absolutamente — asintió McGonagall. — Gracias, Remus. Te veré en la fiesta de esta noche. — ¡Sí, adiós! Cuando finalmente salió de la oficina de McGonagall, Remus miró el reloj. Eran las once menos diez. Maldición. Ahora no había tiempo para ir a la biblioteca, tenía que encontrarse con Peter en el terreno y, por lo general, tardaba al menos quince minutos en salir del castillo, siempre que ninguna de las escaleras te obligara a desviarte. Levantando su irracionalmente pesada mochila, Remus suspiró y se puso en camino. Para cuando llegó a los invernaderos, sudando y con demasiado calor bajo la brillante luz del sol, Peter obviamente había estado esperando un rato y se retorcía las manos. — ¡Ahí estás! — Jadeó, — Pensé que algo había sucedido. — Lo siento — jadeó Remus, limpiándose la frente con la manga, — McGonagall quería charlar. ¿Todo va bien? —Sí —asintió Peter, mirando alrededor—, como me dijo James. ¿Los has visto? — Nop. — Todo debería estar bien, entonces. Aquí. — Peter le entregó a Remus la capa de invisibilidad. — Salud. Oi, ¿vas a volver al dormitorio? — Sí, todavía necesito empacar... — Genial, ¿te importaría llevar mis libros? Quería devolverlos a la biblioteca, pero McGonagall... — Está bien — Peter tomó la bolsa. — ¡Maldita sea, Moony! — Él gimió, hundido bajo su peso. — ¿Te veré en el almuerzo? — Probablemente. ¡Buena suerte! — Peter se fue corriendo hacia el castillo, dejando a Remus solo de nuevo.
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Remus miró alrededor para asegurarse de que la costa estaba despejada y no perdió el tiempo en acercarse al cobertizo del equipo. Había estado en él una vez antes para una detención en su primer año, era mucho más grande por dentro de lo que parecía, y estaba lleno de varias herramientas para mantener los amplios terrenos de Hogwarts. La cerradura no respondió al encantamiento habitual de Alohomora, pero sí respondió a unos cuantos giros rápidos con una de las horquillas de Lily Evans. Le había dado el broche la noche anterior, con una mirada burlona, pero no le había preguntado para qué lo necesitaba. Una vez dentro, Remus actuó rápidamente, encontrando el gran baúl negro de paraguas. No estaba muy seguro de por qué los magos todavía usaban paraguas. ¿Seguramente había hechizos para protegerse de la lluvia? Pero, sin embargo, no querían que nadie los convocara y arruinara su diversión. Remus cubrió el baúl con la capa de invisibilidad y lanzó un hechizo de gravedad sobre él, antes de levitar todo fuera del cobertizo. Caminó de regreso a la escuela de manera pausada, tratando de no parecer que estaba tramando nada en absoluto, escondiendo su varita debajo de su túnica para que nadie pudiera ver que estaba guiando el baúl invisible. Le tomó una buena media hora navegar él y el baúl a través del castillo sin ser visto, y sin toparse con ningún otro estudiante. Varias veces tuvo que hacer levitar la cosa sobre su propia cabeza, lo que requirió mucho esfuerzo y concentración. Aún así, lo hizo, llegando a su destino con una enorme sensación de logro. Dejó el baúl en el dormitorio y realizó un hechizo en la cerradura. Si alguien tratara convocarlo, es de esperar que no sería capaz de conseguir que se abra a tiempo para salvarse. Dobló cuidadosamente la capa y la dejó sobre la almohada de James. Peter había dejado la mochila de Remus a los pies de su cama, y Remus suspiró para sí mismo, dándose cuenta de que tendría que devolver los libros antes de poder ir a almorzar. Colocándolo sobre su espalda, bajó una vez más las escaleras hacia la sala común de Gryffindor. Una vez más, fue asaltado, esta vez por Lily, quien se veía extremadamente nerviosa y extremadamente complacida de verlo. — ¡Ahí estás! — Ella chilló, agarrándolo por los hombros, — ¡Te he estado buscando por todas partes! — Hola Lily, — sonrió cortésmente, — Lo siento, ¿puede esperar? Tengo que llegar a la... — ¡Absolutamente no! — Ella negó con la cabeza con vehemencia, — ¿Podemos subir a tu habitación? Los otros no están, ¿verdad? — No — suspiró. Podía ir a la biblioteca más tarde, si no intentaba terminar su libro, o si su visita a Madame Pomfrey no tomaba mucho tiempo. Siguió a Lily escaleras arriba. — ¿Quiero saber qué es eso? — Dijo, mirando el gran baúl negro. — Es un baúl lleno de paraguas. — Dijo, de inmediato. Ella arqueó una ceja, pero no le preguntó más.
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— Tengo algo para ti. — Dejó su bolso en la parte superior del baúl y lo rebuscó. Ella retiró un artículo muy extraño. Parecía una hoja de plástico transparente. Remus frunció el ceño mientras ella se lo entregaba. Le dio la vuelta. — Erm... Lily...? — Lamento que me haya tomado tanto tiempo, tuve que esperar años por el acetato. Mi madre lo obtuvo de una amiga suya que es maestra. Los usan para retroproyectores en las escuelas muggle. Bueno, lo sabes, obviamente. Remus asintió, sin comprender. Había habido un OHP en St. Edmund's, pero había necesitado que le reemplazaran la bombilla hace unos tres años y, por lo que él sabía, nadie lo había hecho todavía. — ¿Tienes un libro? — Lily asintió con la cabeza hacia su bolso. — Saca uno, te lo mostraré. Él obedeció, curioso por ver a dónde iba esto. Abrió el texto en una página al azar, lo colocó en el baúl y luego colocó el acetato sobre él. — Mira. — Ella dijo. Remus miró, a punto de retirar su varita en caso de que ella quisiera que leyera algo. Ella negó con la cabeza, apartando su mano. — Solo mira. — Ella dijo. Miró de nuevo, frotándose el cuello. 'Hay tres elementos clave para realizar un voto inquebrantable exitoso. En la primera instancia…' — ¡¿Qué?! — Remus exclamó, tomando el libro y mirándolo. — ¡¿Funcionó?! — Lily lo miró ansiosamente, — ¿Puedes leerlo? — Yo... sí... yo... ¡Maldita sea, Evans! — Volvió a pasar la página, reemplazando el acetato. Funcionó. Era mucho menos complicado que el hechizo de Sirius. — También debería funcionar fuera de Hogwarts. — Ella dijo, sus ojos verdes brillando, —Jugué un poco con el encantamiento, y hubo algo de poción involucrada, pero debería durar bastante tiempo. — ¡Eres increíble! — Remus dijo, todavía leyendo. — ¡Muchas gracias! De la nada, Lily saltó hacia Remus, rodeando su cuello con los brazos y abrazándolo. Tomado un poco por sorpresa, Remus sintió que se sonrojaba. Nunca antes lo habían abrazado con mucha frecuencia, y mucho menos por una chica. Era suave y su cabello olía bien, a manzanas. — Quería hacerlo a tiempo para tu cumpleaños — dijo, dando un paso atrás, todavía sonriendo, — pero seguía arruinándolo. ¡Gracias a Dios que funcionó! ¡Habrías pensado que estaba loca si no lo hubiera hecho! — Sí — se rió, nervioso, aún recuperándose del abrazo sorpresa. — Gracias Lily, esto es... es algo tan asombroso.
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— Te lo mereces, Remus — dijo ella con seriedad, —Honestamente, trabajas muy duro y sigues el ritmo de Potter y Black. Remus se encogió de hombros. Hubo un silencio un poco incómodo. — Mira, te dejaré seguir. — Lily dijo, finalmente, — Siento haberte atacado así. ¿Nos vemos en la fiesta? — Sí... sí definitivamente. — Remus volvió a mirar el libro. —Oh, mierda, espera - Evans, ¿tienes un paraguas? — Er… ¿eso creo? Podría haberlo empacado ya. — Desempácalo — dijo con firmeza. — Y llévalo al banquete, ¿de acuerdo? — ¿Okay? Una vez que ella se fue, Remus se permitió un momento para sentarse. No podía creer que ella lo hubiera hecho. ¡No podía creer que no lo hubiera pensado! Era tan simple, tan elegante. ¡Podría leer todo el verano! Pasó a otra página. 'Es importante notar que el voto inquebrantable, una vez hecho, no puede ser reemplazado por ningún otro tipo de voto, juramento o promesa hecha a partir de entonces, independientemente de cualquier preocupación legal o moral en torno a mantener dicho voto. Por tanto, es fundamental que...’ — ¡Oh! — Remus jadeó, de repente. Fue como si hubiera un 'clic' en su cerebro y todo hubiera caído en su lugar. — ¡OH! — Se levantó de un salto. La biblioteca tendría que posponerse un poco más. *** Era en momentos como este, pensó Remus, mientras caminaba de un lado a otro por el oscuro pasillo, que realmente le vendría bien el mapa de merodeadores completo. Desafortunadamente, hasta ahora solo habían logrado mapear tres cuartas partes del castillo, y todavía estaban muy lejos de etiquetar a todos los estudiantes. Remus había estado esperando fuera de la sala común de Slytherin durante veinte minutos, sin suerte. Los estudiantes de túnica verde que pasaron junto a él ignoraron sus súplicas de ayuda, e incluso el Barón Sangriento siguió su camino con un resoplido desdeñoso. Se estaba volviendo inútil. Perdería el almuerzo a este ritmo. Miró el reloj más cercano. Eran las doce y media. La fase uno del plan era inminente. Cuando la pared de la sala común se abrió una vez más, su corazón se hundió aún más. — Bueno, bueno, bueno — Snape sonrió, — Dijeron que había un Gryffindor loco suelto, pero no pensé que serías tú, Loony Lupin.
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Remus suspiró. — Vete a la mierda, Snivellus. — No seas tan grosero, — Snape levantó su varita, — Debería lavarte la boca con jabón. — No pensé que supieras cómo lavar algo. — Remus respondió secamente. — Por qué tú— ¿Podemos dejarlo? — Remus dijo, irritado: — Es el último día de clases y hay muchas cosas que preferiría estar haciendo. ¿Puedes ... no sé, dejarme entrar o algo así? — ¡¿Dejarte entrar?! — Los ojos negros de Snape brillaron divertidos, — ¡¿Por qué demonios te dejaría entrar?! — Necesito hablar con... — Fuera del camino, Snape, idiota viscoso. — Una voz vino de la pared detrás de Severus. Barty Crouch Jr. salió, seguido por Regulus. Remus sintió un poco de alivio. — ¡Regulus! ¿Puedes conseguir Narcissa para m ... — ¡Mordeo! — Sin previo aviso, Crouch apuntó una maldición a Remus, quien la esquivó justo a tiempo, sacando su propia varita. — Expelli... — comenzó, pero era demasiado tarde, Crouch lo maldijo por segunda vez, y el dolor se disparó a través del cráneo de Remus, su cabeza zumbando. Fue horrible, pero no se inmutó. Solo le dolió por un tiempo, y conocía el dolor como a un viejo amigo. Si pensaban que algo tan común como eso lo detendría, se les avecinaba otra cosa. — ¿Qué quieres, mestizo? — Crouch preguntó, sonriendo locamente, — ¿O simplemente eres tonto y estás aquí solo? — Él es bruto — Severus dijo, — como un burro. — Cállate, Snape — dijo Crouch, girando su varita hacia Severus, ahora. Remus entrecerró los ojos, prestando atención. Aparentemente, Snape era malo para hacer amigos dondequiera que fuera. — Cállense los dos, — finalmente habló Regulus, sonando aburrido. Había estado mirando el rostro de Remus todo el tiempo, — ¿Qué querías, Lupin? Será mejor que me lo digas antes de que a Barty le apetezca practicar uno de sus imperdonables contigo. — Necesito hablar con Narcissa. — Remus dijo, con tanta claridad y calma como pudo. — Es urgente. Se trata de... ya sabes, cosas de la familia Black.
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Regulus lo miró por unos momentos más, sin hablar. Se parecía tanto a Sirius, solo que sin alegría ni humor. Si Remus no lo supiera, habría dicho que Regulus era el hermano mayor. — Snape, ve a buscar a mi prima ¿Quieres? — Dijo, bruscamente, sin siquiera mover la cabeza. Snape lucía furioso, pero obedeció. ¿Todos hacían lo que los Black les decían que hicieran? James a menudo se burlaba de Sirius por actuar como si fuera de la realeza, pero tal vez solo estaba interpretando el papel para el que lo habían criado. Crouch pronto se aburrió y se alejó, dejando a Regulus y Remus todavía uno frente al otro en un silencio sepulcral. Remus se alegró de ver el rostro amargado de Narcissa, cuando finalmente atravesó la pared. — Oh Merlín, — suspiró, mirando a Remus, — ¿Y ahora qué? — ¡Lo he descubierto! — Dijo rápidamente: — El… el problema. Tengo una solución. — ¿Oh si? — Ella se cruzó de brazos, luciendo poco convencida. — El voto inquebrantable —, se apresuró a decir, ansioso por sacarlo todo para poder ir. — No se puede romper, nunca. Ella resopló — Sí, eso ciertamente está implícito. Remus puso los ojos en blanco con impaciencia. — Quiero decir — dijo, más lentamente, su valentía aumentando, — que si has hecho un voto inquebrantable, entonces no puedes hacer ninguna otra promesa que vaya en contra de él. Ni siquiera te pueden obligar a hacer otras promesas. O votos. — Hizo hincapié en la última palabra de manera significativa. La luz se encendió en los ojos de Narcissa casi de inmediato. Por un segundo, sus bonitos labios rosados formaron el mismo 'oh' que Remus había hecho solo una hora antes cuando le había llegado. Sin embargo, no tuvo tiempo de hablar, porque en el mismo momento se escuchó un grito en algún lugar del pasillo que hizo que todos se volvieran. Una chica de Slytherin salió del baño de una chica al final del pasillo, llorando, — ¡Todos simplemente... explotaron! — Dijo ella, pareciendo a punto de desmayarse de lo perturbada que estaba. Efectivamente, podían ver a través de la puerta giratoria del inodoro detrás de ella que las olas de espuma rosa se derramaban de los lavabos y los inodoros. Fue realmente magnífico: de todos los grifos y desagües salían hermosos montones de suaves burbujas de jabón. — Yo um... ¡tengo que irme! — Remus sonrió, le guiñó un ojo a Narcissa y luego echó a correr.
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39 El Largo Último Día (parte dos) El resto de la tarde fue caótica, y Remus sabía que Sirius y James, dondequiera que estuvieran, debían estar pasando el mejor momento de sus vidas. Cada baño del castillo había sido misteriosamente afectado por la inundación de espuma, y nadie parecía poder detenerlo por mucho tiempo. Grandes montones de burbujas obstruían los pasillos como nieve rosada, y a los estudiantes que no querían jugar en él no parecía importarles que los obligaran a salir al terreno para tumbarse en el césped y pasar su último día bajo el sol. Remus, que ya había tenido que sacrificar su hora de almuerzo, todavía necesitaba llegar a la biblioteca y devolver sus libros, ayudar a Sirius a empacar (aunque, en realidad, se dijo a sí mismo, mientras subía las escaleras a la torre de Gryffindor, había hecho suficiente para ayudar a Sirius por un día) y ver a Madame Pomfrey para un chequeo de fin de año. También necesitaba llegar temprano al Gran Comedor para ayudar a James y Sirius con la fase final de su plan. No era magia compleja, pero era fuerte e idealmente necesitaba tantas varitas como fuera posible. Primero la biblioteca, pensó para sí mismo, mientras entraba en la ahora desolada sala común. Al menos ahora no había nadie que lo detuviera. Uno de los otros obviamente había estado en el dormitorio desde la última vez que Remus lo dejó, porque estaba aún más desordenado que antes y ahora faltaba la capa de invisibilidad. James, que probablemente era el más ordenado de los cuatro, había empacado todas sus cosas la noche anterior y había hecho su cama con esmero. El espacio de Remus estaba ordenado solo porque ahora estaba completamente vacío excepto por su pijama y su libro junto a la mesita de noche. Peter aparentemente había intentado empacar en algún momento, pero lo molestaron a la mitad: su baúl estaba abierto, varias prendas colgando de él, una pila de libros de texto en su cama y su corbata roja colgando del marco. La cama de Sirius era de lejos la peor. Debió haber subido a buscar algo en algún momento, porque todos los cajones de su cómoda estaban abiertos, sus sábanas habían sido tiradas y su baúl estaba completamente vacío. Remus agarró su mochila y se fue de inmediato; lo pensaría más tarde. Deseó tener todavía la capa de invisibilidad mientras esquivaba a Peeves una vez más. El poltergeist estaba en su elemento, zambulléndose en las pilas de espuma, y luego estallando contra estudiantes y profesores desprevenidos. Remus recordó brevemente lo que McGonagall había dicho esa mañana sobre su padre 'boggarts, poltergeists...' se preguntó qué había pensado su padre, el campeón de duelo, el padre de Ravenclaw que tenía mal genio, de Peeves. — Buenas tardes, Señora Pince — dijo Remus, en voz baja y respetuosamente mientras entraba a la biblioteca. Estaba casi completamente vacía, y la vieja bibliotecaria de rostro demacrado estaba clasificando una enorme pila de libros recién devueltos con su varita, y los arrojaba de vuelta a sus estantes con gran deleite. — Lupin. — Dijo, sin siquiera girar la cabeza para saludarlo.
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Dejó sus libros con cuidado en el mostrador más alejado de ella. Aunque la biblioteca ya no lo asustaba, exactamente, Remus todavía se ponía bastante nervioso con Madame Pince, quien claramente hubiera preferido que ningún estudiante pudiera tocar sus preciosos libros. — ¿Son todos? — Dijo bruscamente: — Lo sabré de no serlo. — Definitivamente son todos. — Dijo, retrocediendo lentamente. — El señor Pettigrew no ha devuelto las plantas venenosas de las islas británicas, y el señor Black mayor tiene tres libros de transfiguraciones atrasados. — Oh, está bien... um... les haré saber cuando los vea. — Escribiré a sus padres si no los tengo antes de las cinco. — Se los diré. — Repitió, casi fuera de la puerta. Suspirando de alivio, se dirigió a la enfermería a paso lento, luchando contra el impulso de lanzarse de cabeza a una pelea de bolas de nieve que los Hufflepuff estaban teniendo contra los Slytherins con la espuma. Parecía que el hechizo seguía siendo fuerte, incluso más burbujas emanaban de los baños por los que pasaba, y si no estaba muy equivocado, se estaban haciendo más grandes. No tenía idea de dónde estaban Sirius, James y Peter en ese momento, pero sabía que tenían que estar divirtiéndose inmensamente. — ¡Remus, querido! — Madame Pomfrey sonrió cuando entró en la enfermería. — Gracias por pasar, sé que hoy preferirías divertirte con tus amigos. Se encogió de hombros con una pequeña sonrisa, — No me importa. — Solo algunas cosas antes de que comience el verano, ¿vamos a mi oficina? La siguió adentro y aceptó el plato de galletas que ella le ofreció agradecido: su estómago gruñía por haberse perdido el almuerzo. — Ahora, — Madam Pomfrey se sentó, evocando sus notas de pacientes de la nada, — he intentado contactar a tu Matrona en St. Edmund's un par de veces… parece que no tiene claro cómo funciona el correo. Sigue intentando que hable con ella sobre algún artilugio muggle. Le dije que no tenemos un teléfono en Hogwarts, pero no creo que ella me crea... — No — Remus ahogó una risa, —ella no le cree. — De todos modos, entre nosotras hemos logrado acordar que estaré presente antes y después de tu confinamiento durante las dos lunas llenas. Le expliqué que tu condición se ha vuelto... más difícil durante el último año, pero que no debería haber ningún peligro para nadie más en la escuela.
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— De acuerdo. — Remus asintió. Ahora que estaba acostumbrado a la idea, estaba bastante contento de que Pomfrey estuviera allí, aunque fuera brevemente, durante las vacaciones. De todos modos, haría que las lunas llenas fueran un poco menos sombrías. — Quiero que te asegures de cuidarte mientras tanto. Consume comidas completas y ten un buen equilibrio entre el descanso y el ejercicio. Remus no tuvo el corazón para decirle a Madam Pomfrey que tenía muy poco que decir en cuanto a cuanto se le permitía descansar y con qué frecuencia hacía ejercicio mientras vivía en St Edmund’s. Nadie en Hogwarts parecía entender qué tipo de institución era. Después de eso, revisó algunas de sus heridas de la luna anterior para asegurarse de que se estaban curando correctamente, luego realizó algunos hechizos de diagnóstico. Eran casi las cuatro en punto cuando estaba caminando de regreso a Gryffindor por lo que se sintió como la centésima vez ese día. Filch no había tenido éxito todavía en domar la espuma, pero al menos había dejado de brotar de cada grifo y desagüe del castillo. Los otros debieron de haberse aburrido y pasaron a otra cosa. Mientras Remus subía a la torre, vio a algunos estudiantes pasar volando por las ventanas en sus escobas. Afuera era un día hermoso, los otros merodeadores probablemente también estaban aprovechando al máximo. Se sorprendió cuando llegó al dormitorio. — Hola Moony, — James le sonrió. Estaba solo, en el lado de la habitación de Sirius. Estaba empacando. — Buen trabajo consiguiendo los paraguas. — Sí, bien hecho con la espuma. Filch está furioso. — Se frotó la parte posterior de la cabeza, sintiéndose incómodo, — ¿Dónde está Sirius? — Haciendo algo completamente mental en su escoba, creo. Pensé en arreglar esto por él. — ¿Quieres ayuda? — No, no te preocupes. ¿No querías leer un libro o algo así? Remus se encogió de hombros. Ahora se sentía un poco avergonzado. Parecía correcto que James lo hiciera, después de todo, James era el mejor amigo de Sirius. — Está bien, te ayudaré. — Dijo, casualmente, como si no importara mucho de cualquier manera. — Sabes que odio volar. — Muy amable de tu parte — James sonrió fácilmente, recogiendo algo del desorden de Sirius y clasificándolo rápidamente. Remus comenzó a ordenar los registros, apilándolos en orden alfabético porque a Sirius le gustaba de esa manera. — Ponlos en mi baúl —, dijo James, señalando con la cabeza la caja de discos, — Los libros muggles también. Dije que los cuidaría por él. Ya sabes, cómo están las cosas con su mamá y su papá. Remus asintió, llevándolos a la cama de James.
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— Va a ser un verano basura, sin ustedes dos — comentó James, sonando genuinamente arrepentido. — Sí — Remus respondió, no estando muy seguro de qué más decir. — Sirius piensa... él cree que no volverá en septiembre. — ¡¿Qué?! — Remus miró hacia arriba, de repente, alarmado. James frunció el ceño, — Sí, él ha tenido en cuenta que con este asunto del compromiso… podrían enviarlo a Durmstrang. Mantenerlo fuera de problemas hasta que puedan casarlo. Bastante drástico, creo, pero no lo dejaría pasar. — Sin embargo, es posible que la ceremonia de compromiso no ocurra — dijo Remus rápidamente, — tengo un presentimiento... siento que Narcissa no dejará que eso suceda. — No quería decirle nada a James todavía, porque James se lo diría a Sirius, y Sirius podría molestarse de que Remus fuera a sus espaldas para hablar con su familia. ¿Y si ni siquiera funcionaba? No podía hacer ilusiones a nadie. — ¿Narcissa? — James lo miró con curiosidad, — ¿De qué estás hablando? — Solo sé que ella no quiere casarse con Sirius más de lo que él quiere casarse con ella, eso es todo. — Remus negó con la cabeza. — ¿Debo empacar sus revistas muggle en tu baúl también? *** — Qué año tan maravilloso ha sido — sonrió Dumbledore al Gran Comedor mientras los restos finales del banquete de fin de año se desvanecían de sus platos. Remus iba a extrañar la comida más que nada, y había tenido tres raciones de pudín para compensarlo. Ravenclaw había ganado la copa de la casa ese año, y el salón estaba decorado con estandartes de seda azul real y bronce. Cada vez que la mesa de Ravenclaw había vitoreado durante la comida, Remus sentía un tirón detrás de su ombligo y pensaba en su padre. El discurso de Dumbledore continuó, — Estoy inmensamente orgulloso de todos ustedes, por supuesto. Ahora que estamos todos bien alimentados, tengo algunas palabras que me gustaría decir... — Listos, muchachos — susurró Sirius en voz baja, tan bajo que solo los merodeadores podían escuchar. Dumbledore continuó, —... felicitaciones una vez más a Ravenclaw... — ¡Ahora! —... por ganar la copa de este año... Se escuchó un chillido en el otro extremo del pasillo, y todos se dieron la vuelta para ver cada copa en la mesa de Ravenclaw que repentinamente brotaban con burbujas rojas y doradas. Dispararon hacia arriba en grandes géiseres, golpeando el techo y estallando en una lluvia de gotas brillantes, que
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cayeron como lluvia sobre los estudiantes de abajo, manchando sus túnicas con rayas carmesí de Gryffindor. — ¡Sigan adelante! — Sirius susurró, su voz alta por la emoción, mientras los merodeadores agitaban sus varitas usando cada gramo de concentración. De inmediato, las copas en todas las otras mesas también estallaron, causando el mismo efecto haciendo que los estudiantes chillaran y comenzaran a agacharse para cubrirse; sus cabellos, pieles y ropas se tiñeron de un rojo vibrante y dorado. Ni siquiera la mesa de Gryffindor se había escapado; James había insistido en que no quería perderse la diversión. Lily Evans había traído su paraguas y le sonrió con picardía a Remus mientras Mary y Marlene luchaban por meterse debajo con ella. En el rincón más alejado del pasillo, Remus vio a una Narcissa furiosa escondida debajo de la mesa, su largo cabello blanco con mechas rojas y doradas que chocaban terriblemente con su tez de porcelana. Estaba mirando a su descarriado primo con tanta fuerza que Remus se preguntó cómo Sirius no caía muerto en el acto. Pero se consoló a sí mismo con la idea de que este incidente solo podía haber confirmado la idea en su mente de que debía escapar del matrimonio con Sirius a toda costa. — ¡Omnistratum! — Dijo Dumbledore, con calma, apuntando su varita al techo. De inmediato, las burbujas estallaron y se evaporaron hasta convertirse en gas, como si un gran campo de fuerza hubiera aparecido de repente sobre sus cabezas. —Scourgify! — El director sonrió amablemente, ahora agitando su varita por todo el salón. Instantáneamente, la pintura roja y dorada se desvaneció de las mesas, el piso y los estudiantes. Se restauró el orden. — Aw. — James suspiró, sonando decepcionado. — Una excelente manera de celebrar la victoria de Gryffindor en el campo de Quidditch de este año — Dumbledore se aclaró la garganta, mientras los estudiantes volvían a sus asientos, mirando nerviosamente sus copas. — Y aunque doy la bienvenida y aliento a las demostraciones de orgullo por la casa, me gustaría que todos recordaran que el verdadero espíritu deportivo radica en la capacidad de ceder la victoria con gracia. Por favor únanse a mí para levantar sus copas por Ravenclaw, ganadores de la copa de la casa de Hogwarts 1973. Remus tuvo la incómoda sensación de que aunque Dumbledore no miró en la dirección de los merodeadores, ellos eran absolutamente la audiencia destinada a esta amonestación. Se sintió un poco avergonzado, pero solo un poco. Era difícil sentir lástima cuando en realidad no había habido ningún daño y estaba tan lleno de comida excelente. James y Sirius ya estaban planeando el final del próximo año, Peter sonriendo y asintiendo como un tonto. Lily le guiñó un ojo a Remus mientras levantaban sus copas, y él esperaba que nada cambiara jamás.
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40 Verano, 1973 Sábado 30 de junio de 1973 Querido Remus, Solo llevo media hora en casa de mis padres y me han dicho que estoy avergonzando a mi familia cinco veces. Cinco. Tres de esas veces ni siquiera fueron de personas vivas: los retratos de nuestros antepasados han decidido probar. Voy a empezar a poner mis colgar cosas de Gryffindor ahora, creo. Espero que llegues a casa bien, Sirius O. Black *** Querido Sirius, Tu búho llegó antes de que yo regresara, tuvimos que coger dos subterráneos y un autobús, nos llevó años. Perdón por las cosas familiares. Ten cuidado. Ojalá todos estuviéramos en la escuela. Remus. *** Viernes 13 de julio de 1973 Querido Moony, Ven a visitarnos pronto, ¡Peter y yo moriremos de aburrimiento! No envíes búhos a Sirius, ¡su madre interceptó los míos y los devolvió con maldiciones adjuntas! Afortunadamente, papá lo vio antes de que tuviéramos problemas, ¡pero maldita sea! Podría intentar ponerme en contacto con su prima Andrómeda para ver cómo consigue mandar la correspondencia. Creo que es de la forma muggle, pero Godric sabe cómo se supone que debemos entender eso: ni siquiera he abierto mis libros de Estudios Muggles todavía. Avísame si puedes venir a visitarnos. Recuerda que mamá dijo en cualquier momento. Podemos hablar con tu Matrona y Madame Pomfrey, ¡El Ministro de Magia, si es necesario!
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James. *** Querido James, Sé cómo funciona la correspondencia, pero tendría que contar con algunas estampillas. Y no sé cuál es la dirección de Sirius. Le pregunté a Pomfrey después de la última luna, ella dijo que no. Dijo que el mundo mágico es demasiado peligroso para mí. No sé si quiere decir que soy yo el que es peligroso. Lo siento compañero. Moony. *** Domingo 5 de agosto de 1973 Querido Moony, Entonces. No creerás lo que pasó. En serio. La ceremonia estaba lista para comenzar - yo estaba con mi horrible túnica verde (con puños de encaje negro - LACE, Moony. Simplemente imagínate eso. Habrías pensado que me veía como un verdadero idiota). Regulus estaba allí, mi madre, padre, la mitad de la familia. Luego entra Narcissa, vistiendo algo que parecía pertenecer a mi abuela. Y ella no parece feliz, así que pensé: bueno, es justo, no estoy exactamente emocionado. Pero luego se pone de pie, frente a todos y dice: "Tenemos que parar de inmediato". Entonces, todos se detienen, y mi madre parece que está a punto de comenzar a escupir maldiciones, y mi tío le pregunta a Narcissa "¿A qué crees que estás jugando?" Y Regulus me sonríe y Bellatrix también, solo que ella se ve una un poco más loca que Reg. Entonces Narcissa les susurra algo a sus padres y mi tía LITERALMENTE CAYÓ DESMAYADA. No te miento. Y todo el mundo estaba murmurando y susurrando, y mamá no podía soportarlo más y exige saber qué está pasando, así que Narcissa se pone de pie, MIRA A MI MADRE A LOS OJOS y se lo dice. Hizo un voto inquebrantable de casarse con Lucius Malfoy tan pronto como termine sus EXTASIS. No recuerdo si te dije lo que es un voto inquebrantable, pero básicamente ella no puede no casarse con Malfoy ahora, o de lo contrario ambos caen muertos. No sé si debería estar un poco ofendido en ese punto, para ser honesto. Quiero decir, ¿Qué dice eso de uno, que una chica prefiera morir antes que casarse contigo, incluso si es tu prima? De todos modos, como probablemente te puedas imaginar, toda la familia Black está en guerra, nadie se habla porque algunas maldiciones terminaron arrojándose entre mi papá y mi tío. No puedo creer
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a Narcissa. En serio, estuvo a punto de gustarme por un segundo antes de recordar que todavía es una Black y una Slytherin, y que quiere casarse con Lucius, el baboso y malvado Malfoy, de todas las personas. Pero parece que estoy fuera de peligro. No me quedan otras primas para casarme ahora. Todo el mundo está furioso, obviamente, pero por una vez nadie está furioso conmigo. Creo que probablemente volveré a Hogwarts en Septiembre. Escuché a mamá hablar de convertir a Reg en el heredero. De cualquier forma, no podría importarme menos heredar esta casa asquerosa o su mala fortuna. Más bien, simplemente me dejan en paz y siguen ignorándome para siempre. Espero que tus vacaciones vayan tan bien como las mías (aunque no veo cómo pueden ser, porque, honestamente, qué resultado tan estupendo, ¿eh Moony?) Nos vemos en unas pocas semanas, Sirius O. Black *** Lunes 6 de agosto de 1973 Querido Moony, Apuesto a que Sirius ya te ha contado la noticia, pero en caso de que no lo haya hecho, ¡EL BETROTHAL ESTÁ APAGADO! Tenías razón, todo se redujo a Narcissa al final. Extraña habilidad que tienes ahí, Remu mi amigo, no te apetece darme probabilidades en la copa mundial de Quidditch el próximo año, ¿verdad? Tengo un verano realmente aburrido solo. La familia de Pete está viendo a sus parientes franceses, así que ni siquiera tengo a nadie que me ayude a practicar mis capturas. Espero que el tuyo no sea tan malo. Pensé que tal vez podrías pedirle a Madame Pomfrey que te llevara al Callejón Diagon en Agosto. ¿O tal vez podríamos encontrarnos contigo y dejarte después? Mamá sigue preguntando por ti, le encantaría volver a verte. Póngase en contacto si puede. Tuyo en el eterno aburrimiento, James. *** Lunes 13 de agosto de 1973 [Postal que representa la Torre Eiffel en primavera] Querido Remus, ¡Bonjour y todo eso de París! Espero que tus vacaciones sean buenas. Ojalá estuvieras aquí.
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Peter. *** Remus respondió a cada una de estas cartas con vigor, mucho más que el año anterior. Los merodeadores habían visto lo suficiente su letra para saber cuán torpe era, y no creía que les importaran algunos errores ortográficos. Le dijo a James que lo sentía mucho, pero que no podía ir al Callejón Diagon (Madame Pomfrey dijo que eso tampoco era seguro, y no le diría por qué) y felicitó a Sirius por su soltería, ganada con tanto esfuerzo, pero no le dijo que él, Remus, tenía algo que ver con eso. Sería demasiado como jactarse, y no quería que Sirius sintiera que le debía algo. El propio verano de Remus fue quizás tan aburrido como el de James y Sirius, pero lleno de más propósito que cualquier verano anterior. Madame Pomfrey fue fiel a su palabra y llegó la noche anterior y la mañana después de cada luna llena. Como tal, pasó menos tiempo cubierto con vendas y tuvo más tiempo para leer y planificar el año que tenía por delante. Cuando sus libros llegaron por cortesía de Dumbledore junto a sus cosas de segunda mano de Hogwarts, Remus estaba emocionado de poder comenzar con su lectura. La aritmancia era muy difícil, pero el desafío fue emocionante, y Cuidado de las criaturas mágicas era absolutamente absorbente, aunque solo sea por las fantásticas ilustraciones en color. Incluso la Matrona comentó, algo sospechosamente, que Remus había cambiado mucho después de dos años fuera de la escuela. — Es bueno ver que no te metes en problemas. — Dijo una mañana, cuando lo encontró sentado en el fondo del jardín leyendo un pesado libro de texto usando su mágica hoja de acetato. En ese momento, Remus simplemente la miró con los ojos entrecerrados y sonrió benignamente. Ella, por supuesto, no tenía idea de que antes de que terminara el verano él habría cometido su primer delito grave. Desde su Navidad con los Potter, Remus había estado plagado de un problema en particular, y no estaba seguro de cuál era la mejor manera de superarlo. Dinero. No tenía ninguno, muggle o mago, Remus era tan pobre como podría alguien ser. Esto nunca le había importado mucho; después de todo, St. Edmund's satisfacía sus necesidades básicas y Hogwarts le daba todo lo demás. Pero. Pero. Le hubiera gustado, como mínimo, poder devolver la generosidad que le habían mostrado sus amigos. Le habían comprado innumerables dulces y regalos; Sirius le había dado la habilidad de leer, por el amor de Dios, y Lily lo había rescatado de un verano sin libros. Desde hace algún tiempo ya, Remus había decidido buscar la oportunidad más rápida que pudiera resultar en un pago. Afortunadamente para Remus, esta oportunidad se presentó una calurosa tarde de Junio. Estaba leyendo, por supuesto, sentado afuera en un banco bajo la sombra de una vieja sombrilla de pub que debió haber sido donada en algún momento desde su primer año. Ahora que tenía trece años, si bien Remus no se encontraba entre los chicos mayores de St. Edmund's, ya no estaba al final de la lista y, en general, podía evitar que lo molestaran demasiado. Una sombra cayó sobre su libro y miró hacia arriba. Craig Newman, un skinhead de dieciséis años, lo fulminó con la mirada. La banda de Craig ocupaba el primer lugar en la jerarquía de St Eddy's. Todos escuchaban reggae, llevaban botas bovver y pantalones vaqueros con tirantes. Algunos tenían tatuajes y todos tenían moretones.
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— Qué pasa, Lupin? — Craig le gruñó. Remus parpadeó, cerró lentamente su libro y se preguntó si era muy bueno como arma. De todos modos, era pesado. — Qué onda, Newman.— Asintió, tratando de no parecer pequeño y asustado. Volvió naturalmente a su antiguo acento durante el verano, arrastrando las palabras y soltando consonantes. Era lo más seguro. — ¿Estás leyendo? — Craig miró el libro con los ojos entrecerrados luciendo desconfiado. Remus se preguntó si Craig sabía leer. Se encogió de hombros, con indiferencia, — Cosas para la escuela. — Seh — asintió Craig. Remus no movió un músculo. No podía entender lo que estaba pasando ¿Craig realmente solo quería tener una charla informal? — Eres inteligente, ¿no? — Dijo el chico mayor, de repente. Remus no sabía con cuál respuesta era más probable que se ganara un golpe, así que no respondió en absoluto. No importaba, a Craig no parecía importarle. Simplemente se rascó la barbilla, luego sacó un paquete de cigarrillos de la manga de su camisa. — Sí, eres inteligente. Siempre leyendo y eso. — Encendió el cigarrillo con una cerilla de Hit Boot, luego le ofreció el paquete a Remus. Remus extendió la mano y tomó uno. Nunca antes había fumado, pero la mayoría de los chicos de St. Edmund's sí. Craig se lo encendió y Remus inhaló. Sus ojos se llenaron de lágrimas a la vez, y trató desesperadamente de no toser y balbucear. Eso era repugnante. Craig lo miró con algo de diversión y continuó. — Pequeño también. Flaco, además. — Supongo. — Remus respondió, tosiendo, viendo a Craig inhalar y luego tratando de imitarlo. — ¿Te apetece un trabajo? — ¿Trabajo? Craig asintió con la cabeza, sus pequeños ojos fijos en Remus. — Si. Está bien. Lo haré en la ciudad. Mañana por la noche. No tiene seguridad. No tiene nada, excepto un perro. Iremos tras el dinero y el alcohol. Puedes tener una parte. Solo necesito hacerte pasar por la ventana trasera. — Bien — asintió Remus, como si la perspectiva no lo aterrorizara por completo. Volvió a chupar el cigarrillo, esta vez por costumbre. Él pudo ver el atractivo, una vez que superabas el sabor. Consideró la sugerencia de Craig. Por un lado, era muy peligroso. La pandilla de Newman no era conocida por su sutileza, y algunos de ellos ya estaban en libertad condicional. Por otro lado, no parecía que tuviera muchas opciones. Cuando Craig Newman quería que hicieras algo, tenías que hacerlo. Además, definitivamente podría beneficiarse. El dinero muggle era casi inútil para él, por supuesto, pero podría haber una manera...
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Remus miró a Craig Newman con sus ojos de cerdito. — Solo quiero cigarros. Craig sonrió y asintió. Y así, Remus comenzó su corta carrera como ladrón.
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~TERCER AÑO~
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41 De Nuevo en Casa In the corner of the morning in the past I would sit and blame the master first and last All the roads were straight and narrow And the prayers were small and yellow And the rumour spread that I was aging fast Then I ran across a monster who was sleeping By a tree And I looked and frowned and the monster was me Sábado 1 de septiembre de 1973 Después del primer trabajo, Craig y su pandilla estaban tan contentos con Remus que lo habían llevado a cuatro más, a casas y pequeños negocios en los pueblos circundantes. Incluso sin una capa de invisibilidad, Remus descubrió que tenía un don natural para llegar a lugares en los que no debería estar. Eso es lo que dijo Craig de todos modos; "Malditamente natural, este niño". La naturaleza era algo gracioso, pensó Remus, de camino a King's Cross. Recordó que James dejaba una bolsa de monedas cada vez que asaltaban Honeyduke's. Al parecer, no estaba en la naturaleza de James robar. Pero Remus no pensó que esta fuera una evaluación particularmente justa, ya que James nunca había necesitado robar. Era el heredero de una enorme fortuna, al igual que Sirius. Y la verdad es que nunca sabías de lo que eras capaz hasta que lo pruebas. Debe ser muy fácil ser bueno cuando no hay razón para no serlo. Aún así, Remus había resuelto nunca decirles a los otros merodeadores lo que había hecho ese verano, y pasó el resto de su viaje soñando despierto con todos los regalos de Navidad y cumpleaños que finalmente podría comprarle a sus amigos. El baúl de Remus en Hogwarts este año estaba lleno de cajas de cigarrillos y bolsas de tabaco. Mucho para poner en marcha un pequeño negocio; si era lo suficientemente inteligente, podría deshacerse de la mayor parte antes de Navidad. Se les permitía ir a Hogsmeade este año, y la Matrona había firmado su permiso sin problemas, incluso Madame Pomfrey pensó que probablemente era lo suficientemente seguro para que él fuera. La Matrona, al parecer, había aprendido la lección. Ella acompañó a Remus hasta King's Cross, luego lo dejó allí, con un brusco adiós. Con el corazón latiendo fuertemente al igual que dos años atrás, Remus voló hacia la barrera y exhaló solo una vez que llegó sano y salvo al otro lado. Estaba de nuevo en casa. No le tomó mucho tiempo espiar a Sirius, quien estaba encorvado contra un pilar de la estación junto a su familia. La Sra. Black estaba preocupada por Regulus, que se veía más pálido que de costumbre y estaba de pie con la espalda muy recta mientras Walburga lo peinaba y le siseaba al oído. Obviamente,
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estaba ignorando a su hijo mayor, cuyo cabello lucía deliberadamente desordenado y cuyas túnicas estaban ingeniosamente desordenadas y fuera de lugar. Remus pensó que era mejor no acercarse. — Hola Moony — le dieron una palmada en la espalda y se dio la vuelta para ver a James y Peter sonriéndole. James había crecido unos centímetros y su rostro se veía un poco más delgado, pero tenía los mismos ojos castaños brillantes y la misma mata de cabello negro. Peter parecía él mismo, aunque parecía estar recuperándose de una quemadura de sol bastante dolorosa. — Hola — Remus les sonrió, su corazón latía de emoción. Todo era como debía ser. Sonó el silbato y subieron al tren para encontrar un compartimento vacío y esperar a Sirius. Finalmente se le permitió unirse a ellos en lo que parecía ser el último minuto, y entró al vagón murmurando sombríamente para sí mismo: — Mantener las apariencias mi trasero. — No hay cambios, entonces — James le guiñó un ojo a Remus. Sirius los miró a todos y su rostro se iluminó en una sonrisa. Esa sonrisa de Sirius Black. — ¡Pensé que nunca los volvería a ver! — Godric, siempre tienes que ser tan dramático. — James le dio un puñetazo en el hombro, mientras todos se levantaban para saludarlo. — No sabes cómo es ella — se quejó Sirius, tomando la mano de James en un cálido y fraternal apretón de manos. Luego vio a Remus y sonrió con picardía, " — ¡¿Eres tú, Moony?! — Deliberadamente estiró el cuello, levantando una mano como para protegerse los ojos y mirando hacia arriba, — ¿Puedes oírme ahí arriba? — Jaja. — Remus respondió, moviéndose incómodo. — Tengo la misma altura que James. — Ya no más — respondió James, acercándose a Remus para poder ver que de hecho era media pulgada más alto que el chico de cabello oscuro. — Sí, ¿cómo terminé siendo amigo con dos frijoles, eh? — Sirius sonrió, golpeando a Remus en la espalda juguetonamente, — Suerte que te tengo, ¿eh, Petey-chico? — ¿Hm? — Peter levantó la vista de su pastel, confundido. Peter Pettigrew no parecía más alto de lo que era cuando tenían once años, aunque era considerablemente más ancho. Sirius parecía estar creciendo con gracia y en perfecta proporción, lo cual era típico. Era un poco más alto, pero no larguirucho como James, delgado, pero no flaco como Remus. Su mandíbula también se había ensanchado durante el verano, la sombra de la virilidad se elevaba en sus rasgos. — Bien, — James se frotó las manos mientras todos se sentaban, — Ahora que todo eso está fuera del camino, digo que pasemos a un nuevo negocio. ¿Planes para el año?
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— Tenemos que terminar el mapa — dijo Remus rápidamente. Eso había estado jugando en su mente durante algún tiempo. — No estamos lejos, y apuesto a que podemos descubrir ese encantamiento homúnculo si realmente nos esforzamos. — Definitivamente — dijo James, — El mapa es básicamente nuestro legado, ¿verdad? Trabajaremos en eso, lo prometo. — Y esa otra cosa — dijo Sirius de repente, muy bruscamente. James y Peter intercambiaron miradas, y Remus sintió un nudo apretarse en su estómago. — ¿Qué 'otra' cosa? — Preguntó, frunciendo el ceño. James lo miró a los ojos, muy serio. — Solo algo de lo que estábamos hablando el año pasado. Nosotros um... te avisaremos si decidimos seguir adelante. — No queremos meterte en problemas, Moony — Peter se rió, nervioso, — Cuanto menos sepas, mejor, ¿eh? Remus se sintió ofendido por esto. ¿No se había salido con la suya participando en la mayoría de las bromas del año pasado y teniendo las menores detenciones? ¿Y no había sido el único que había intentado siquiera hablar con Narcissa sobre los problemas familiares de Sirius? Por supuesto, los demás no lo sabían; si tenían un secreto, él también podría tener uno. Miró por la ventana, irritado, ignorando el resto de la conversación. Finalmente, Peter suspiró profundamente, — ¿Dónde está la bruja del carro? Tengo hambre. — Acabo de verte terminar un pastel. — James respondió, ligeramente molesto porque había estado a mitad de camino explicando su plan para hechizar a todas las escobas del equipo de Quidditch de Slytherin durante su próxima práctica. — Sí, pero me apetece algo dulce. — Peter hizo un puchero, vaciando sus bolsillos y solo con los envoltorios vacíos. Remus vio su oportunidad y finalmente se animó un poco, — Te tengo, Pete — buscó en su maleta y sacó un puñado de barras de chocolate, tirándolas en el asiento vacío junto a él. Los otros tres chicos miraron la pila. — ¿Que son estos? — Sirius tomó una barra de Mars, luciendo sospechoso. — Chocolate muggle — dijo Remus, — ¡Son buenos! Adelante, no muerden.
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Peter ya había desenvuelto y mordido una 'Vía Láctea', y sonreía de manera alentadora a los demás. Remus seleccionó un paquete de Maltesers para él, sentándose satisfecho sabiendo que por una vez había traído los bocadillos en el tren. *** Remus notó que estaban sentados más lejos de la mesa del maestro cuando tomaron sus lugares para la fiesta. El primer y segundo año ahora por debajo de ellos, los merodeadores ya no se encontraban entre los estudiantes más jóvenes, lo que les dio un sentido innecesario de orgullo y logro. — Estás tomando Runas, ¿no es así Remus? — Preguntó Lily, dejándose caer junto a él. Se había cortado el pelo durante el verano y tenía un flequillo suave que la hacía parecerse un poco a Jane Asher. — Sí — asintió. — ¡Moony nos está abandonando! — Sirius gimió, cómicamente, fingiendo caer sobre el hombro de James, sollozando desconsoladamente, — Ya, ya — James le dio una palmadita solemne a su amigo en la espalda, — Espero que estés feliz, Remus — le regañó — Está muy bien, que estés pasando a cosas más grandes y mejores, pero piensa en nosotros, las pequeñas personas que estás dejando atrás. — No voy a dejar a nadie atrás — murmuró Remus, con las orejas enrojecidas, —Simplemente no me gustaba la adivinación. — Ignóralos — dijo Lily, recatadamente, lanzando una mirada de desaprobación a Sirius y James, que ahora se abrazaban, todavía fingiendo llorar histéricamente como si sus corazones estuvieran irreparablemente rotos. Lily hizo una mueca, viendo que no tuvo ningún efecto, y se volvió hacia Remus, — No tienen porqué estar juntos todo el tiempo. De todos modos, también estoy haciendo Runas, ¿Has hecho la lectura previa? Remus asintió con entusiasmo. — Sí, parece realmente interesante. — ¡Ajá! — Sirius miró hacia arriba, astutamente — Ahora veo. — ¿Qué? — Remus preguntó, nervioso. Sirius tenía esa mirada malvada e impredecible en sus ojos. — No creo que tenga nada que ver con avanzar en su carrera académica — se rascó la barbilla, sabiamente, — ¡Creo que nuestro querido Remoony ha sido atraído lejos del tema favorito de todos debido al sexo opuesto! — Cállate — Remus se sonrojó más, tratando de no mirar a Lily. Sirius siempre sabía exactamente qué decir para avergonzarlo.
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— Sí, cállate, Black — suspiró Lily, — Honestamente, ni siquiera pueden ser amables el uno con el otro. Solo porque ninguna chica se acercaría a ti ni con un palo de cinco metros... — Te haré saber que recientemente me comprometí para casarme — respondió Sirius, con un movimiento de su cabello oscuro. James resoplaba de risa ahora, sus hombros temblaban. — ¿Qué más estás tomando, Remus? — Preguntó Lily, ignorando deliberadamente a los otros merodeadores. — Cuidado de las criaturas mágicas —, suspiró Remus. Ya había tenido suficientes bromas sobre eso de James y Sirius. — ¡Oooh! — Marlene se dio la vuelta de repente, — ¡Mary y yo estamos tomando eso! — ¡AJÁ! — Sirius dijo de nuevo, aún más fuerte, y James se derrumbó por completo. Afortunadamente, la selección comenzó entonces y la sala quedó en silencio. La ceremonia era extremadamente aburrida a menos que estuvieras involucrado en ella, descubrió Remus, y luchó por contener un bostezo mientras la fila de asustadizos primer año se acortaba gradualmente y los espacios en la parte superior de la mesa de Gryffindor se llenaban de nuevos estudiantes. Su atención vagó y miró hacia la mesa de Slytherin, donde Narcissa estaba sentada en el otro extremo, majestuosa como una reina y luciendo mucho más alegre que la última vez que la había visto. Regulus, ahora de segundo año, estaba sentado al otro lado de su prima, luciendo tan aburrido como Remus se sentía. Luego estaba Snape, uno de los Slytherins de tercer año, mirando a Lily, como de costumbre. Él la miró a los ojos una o dos veces y Remus la vio sonreírle con su habitual forma amistosa, pero no pareció alegrar ni un poco el humor de Severus. Solo Lily podía seguir siendo amiga de alguien tan miserable, pensó Remus para sí mismo. El banquete, cuando apareció, fue tan delicioso y bienvenido como siempre. Remus comió sus habituales dos raciones de todo, incluído el pudín y una vez que la comida estuvo terminada, Dumbledore dio su discurso habitual. Durante los últimos dos años, Remus se desconectaba en esa parte de la noche, estaba demasiado lleno de buena comida y demasiado somnoliento por el largo día como para prestar mucha atención. Pero algo en el tono serio de la normalmente juguetona oración del director lo hizo escuchar. Vio que no era el único. Hubo un murmullo bajo y ominoso de la mesa de Slytherin, particularmente aquellos en los años superiores. Los Gryffindors alrededor de Remus también parecieron enderezarse un poco más. — ¿A que se debió todo eso? — Remus preguntó, mientras salían del salón hacia sus dormitorios, las confusas advertencias de Dumbledore resonaban en sus oídos, — 'Unidad ante la oscuridad', ¿Qué es todo eso? — Oh, claro, no lo sabes... — dijo James en voz baja. Miró a Sirius, que estaba raspando sus pies, con las manos en los bolsillos. —Te lo diré cuando estemos solos, ¿de acuerdo?
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Esperaron obtener la contraseña de ese año ('Codswallop') y se dirigieron directamente hacia las escaleras hacia su dormitorio familiar. Todas sus camas estaban hechas, sus baúles al lado, y Remus sintió una oleada de felicidad cuando entró. Sirius comenzó a desempacar de inmediato, sacando sus amados pósters y libros muggles del baúl de James. James sólo desempacó su escoba y comenzó a pulirla con amor, sentándose con las piernas cruzadas en su cama. — ¿Entonces? — Remus preguntó, impaciente, — ¿El discurso extraño? — Oh, sí — tragó James. Volvió a mirar a Sirius, quien parecía ignorarlos. James suspiró, pasando sus manos por su cabello. — Todo es por política, en realidad. — ¿Política? — Remus gimió por dentro. No sabía mucho sobre la política muggle, y mucho menos sobre lo que sucedía en el mundo mágico, aparte del estatuto del secreto, que habían cubierto en el primer año de Historia. Se acercaba un referéndum sobre la incorporación de Gran Bretaña a la Comunidad Europea, pero eso no era hasta dentro de unos años, si Remus había entendido correctamente los discursos del primer ministro y no podía ver cómo eso afectaba mucho a los magos. — Bueno, sabes que hay... um... bueno, ¿magos oscuros? — Sí... — Remus trató de parecer informado. Recordó haber leído algo brevemente sobre Grindelwald, pero no lo estudiarían hasta sus búhos. — Ha habido un aumento en la magia oscura últimamente, eso es todo. Y mi papá me dijo... que hay algunas cosas en el ministerio. Los jefes de departamentos presionan por reformas más estrictas contra los magos nacidos de muggles y ... personas que son diferentes. Papá dijo que no había nada de qué preocuparse, solo los viejos prejuicios habituales. Pero supongo que Dumbledore piensa que debemos estar en guardia. — Madre y padre convocaron una reunión. — Dijo Sirius, de repente. Ambos se volvieron para mirarlo. Parecía atormentado, avergonzado y no quiso mirarlos a los ojos. — No me dejaron entrar, obviamente, pero Reg fue. Siguen hablando de este Señor Oscuro, no sé, tal vez un político al que quieran respaldar en las próximas elecciones. Todo lo que sé es que si los Black lo están apoyando, entonces no puede ser bueno. Incluso James no tuvo nada positivo que decir a la luz de este anuncio. Todos guardaron silencio, hasta que Peter habló. — Estamos en Hogwarts. — Dijo: — Mi madre siempre dice que Hogwarts es el lugar más seguro de Gran Bretaña. Y tenemos a Dumbledore. — Dijo con firmeza, resolviendo el asunto. — Vamos, Black, apuesto a que tienes otro disco muggle horrible con el que te mueres por asaltar nuestros oídos. Todos miraron a Peter con leve sorpresa. Sirius sonrió, — En realidad — dijo, desempolvando su tocadiscos, —lo tengo. (Song: Width of a Circle - David Bowie)
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42 Bestias Fantásticas Viernes 7 de septiembre de 1973 Al final de su primera semana del tercer año, Remus sintió que necesitaba otros dos meses solo para recuperarse, y ni siquiera había habido luna llena todavía. Se sintió tonto por no considerar que agregar tres asignaturas adicionales a su horario también aumentaría su carga de trabajo. Pero, por supuesto, lo hizo, y cuando llegó el viernes, se sintió abrumado por la cantidad de tarea que tenía que hacer durante el fin de semana. - No es justo - se quejó Peter, - Se suponía que este año sería divertido, con Hogsmeade y todo. - Todavía iremos a Hogsmeade, Peter - murmuró James sobre un mapa estelar de aspecto complicado. - Estoy con Pete - gruñó Sirius, arruinando su diario de sueños para Adivinación - Saquemos esto de encima y vayamos a usar el campo de Quidditch mientras aún hay luz. James miró hacia arriba, ansioso, - Sí, vamos entonces. Los tres se pusieron de pie. - No, gracias - dijo Remus, distraídamente. En realidad, estaba disfrutando bastante su tarea de Transformación, un ensayo sobre transformaciones corporales. Ahora era bastante bueno en las modificaciones básicas, para tapar cicatrices, y pudo responder las preguntas en profundidad. - No te apetece revisar mis tareas de Estudios Muggles, ¿verdad, Moony? - Sirius preguntó, matilosamente. Remus arqueó las cejas. - Si tengo tiempo. James, Pete, ¿Quieren que mire el suyo? - ¡Gracias Remus! - Peter sonrió, atándose los cordones de los zapatos. - No - se negó James, - Pensé que podría pedirle a Evans un poco de ayuda más tarde. - Vas a perder la batalla, amigo - aconsejó Sirius. - No sé por qué estás tan colgado de ella. James solo se encogió de hombros, sin parecer desanimado en absoluto. Remus pasó una o dos horas satisfactorias solo, completando el resto de su trabajo de la semana. Había empezado con Pociones, pero pensó que podría soportar irse un poco más, Peter podría echarle una
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mano a cambio de la tarea de comprensión de los Estudios Muggles. Ahora tenían Pociones dobles los lunes, a primera hora, pero afortunadamente ya no con los Slytherin. De hecho, la única clase que compartían con Slytherin ahora era Aritmancia, y ese no era un tema práctico, por lo que había mucho menos espacio para la guerra a puertas abiertas. La Aritmancia fue una verdadera sorpresa para Remus, había esperado quedarse atrás de Sirius y James, al menos al principio. Pero parecía que este tema se basaba en la lógica, más que en la habilidad mágica, y Remus había encontrado su primera lección sorprendentemente sencilla. La tarea, que sabía que Sirius y James aún no habían intentado, era calcular sus propios números de corazón y carácter usando el método Agrippan. En realidad, encontraba esto bastante tranquilizador, aunque sabía que nunca se lo admitiría a nadie. Herbología avanzó pesadamente a su ritmo habitual; Remus no podía fingir estar tan interesado en ella, pero al menos no era difícil. Astronomía tampoco era su tema más fuerte, pero afortunadamente Peter estaba tan emocionado de ser el único que sabía algo que le dio a Remus la mayoría de las respuestas por nada. Luego estaba su nueva materia favorita; Cuidado de criaturas mágicas, miércoles y jueves. Tampoco iba a contarle eso a los demás; ya se burlaban de él por gustarle tanto la Historia y por tomar Runas. Todo de buen carácter, por supuesto, se burló de ellos por hacer Adivinación, lo que por lo que parece era bastante terrible. Había leído su ejemplar de Animales fantásticos y dónde encontrarlos dos veces durante el verano; había sido su lectura favorita antes de dormir. Las imágenes y descripciones eran tan vívidas que llenaban sus sueños con las imágenes más espectaculares. No había nada en el texto establecido - Remus se aseguró de verificar esto - sobre hombres lobo. Afortunadamente, no se los consideraba en la misma liga que las 'criaturas mágicas', y parecía que no iban a estudiar 'mitad humanos' hasta el próximo año en Defensa contra las artes oscuras. - Espero que veamos a los unicornios - suspiró Marlene, apoyándose contra la pared mientras hacían cola fuera del aula para su primera lección. -Algo realmente agradable, como eso. Mary arqueó una ceja, - Prefiero los dragones. ¡Algo un poco más emocionante! - Me alegro de que no tengamos Kettleburn. - Marlene respondió. Esto hizo que Remus prestara atención. - ¿No es así? ¿A quién tenemos entonces? - ¿No estabas prestando atención a Dumbledore en el banquete? - Marlene lo miró con desaprobación. - Kettleburn está en Rumania... o Bulgaria, algo así, haciendo un trabajo para el ministerio. No sé lo útil que sea, sin embargo, pues no está exactamente en una pieza... - Entonces, ¿A quién tenemos?
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- Quienquiera que sea no estuvo en el banquete - Marlene se encogió de hombros, - Pero mi horario dice 'Profesor L. Ferox'. Mientras decía esto, la puerta del aula se abrió y los de quinto año salieron por delante de ellos, charlando animadamente. El grupo de tercer año de Gryffindor entró y Remus tomó un escritorio junto a la ventana, al lado de Marlene. Cuando el maestro salió de su oficina, tanto Mary como Marlene - y, de hecho, todas las demás chicas de la clase - se sentaron un poco más erguidas. Era mucho más joven que Kettleburn, que era un poco canoso, incluso en su mediana edad. Remus habría adivinado que este maestro tenía poco más de treinta años. También tenía todas sus extremidades, lo que definitivamente era una ventaja. Su cabello era espeso y rubio arenoso, lo suficientemente largo como para llegar a la mitad de su espalda. No estaba vestido con túnicas como la mayoría de los profesores, sino ropa práctica y de exterior y pesadas botas de cuero marrón. Tenía un rostro ligeramente curtido, que servía para darle a sus fuertes rasgos una especie de atractivo rudo. Sus ojos eran de un azul brillante y brillaban mientras sonreía cálidamente a la clase. - ¡Buenas tardes! - Gritó, con un áspero acento de Liverpool. Juntó sus grandes manos callosas, Bienvenidos a su primer año de Cuidado de Criaturas Mágicas. Soy el profesor Ferox. Todos habéis recibido el texto de Scamander, espero. La clase inmediatamente sacó sus copias de Animales fantásticos, junto con pergamino y plumas, luego lo miraron con atención. El profesor Ferox continuó sonriendo a todos. - ¡Excelente! - Continuó: - Una lectura genial, como estoy seguro de que algunos de ustedes ya han descubierto. Brinda una guía completa y agradable para identificar y encontrar la mayoría de las criaturas mágicas conocidas, pero lo que no te puede dar, y lo que necesitarás para sobresalir en esta clase, es pensamiento rápido, serenidad y nervios de acero. Algunas de las chicas rieron ante esto, y Remus sintió una oleada de emoción. Ya ves James, pensó con tristeza, que no es una materia para chicas. Sin embargo, no estaba seguro de las especificaciones. Tenía suficiente valor, tal vez, tenía que tenerlo, después del verano que había tenido, pero la serenidad no era uno de sus rasgos definitorios. - Ahora, - Ferox juntó las manos, como si estuviera ansioso por comenzar. Se inclinó debajo de su escritorio, - Miren lo que tengo para ustedes... - Cuando se frotó las palmas de las manos, la piel áspera hizo un suave sonido de 'shh' - obviamente no pasaba mucho tiempo adentro, pensó Remus para sí mismo - El profesor Ferox era claramente un hombre de acción. El maestro levantó una gran canasta de mimbre, colocándola suavemente sobre su escritorio. La abrió y de ahí salió una criatura grande y peluda. Era el gato más grande que Remus había visto jamás, con un espeso pelaje plateado con manchas oscuras, orejas puntiagudas y una extraña cola de cepillo como un león. Maulló, bastante malhumorado, luego saltó para sentarse encima de la canasta de modo que estuviera casi al nivel de los ojos de Ferox. Miró imperiosamente a la clase, moviendo su cola hacia adelante y hacia atrás. El profesor Ferox acarició con un dedo largo el lomo del animal, que parecía tolerar, parpadeando lentamente. - ¿Alguien puede decirme qué tipo de criatura es Aquiles?
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- Es un gato. - Mary dijo, sin rodeos, sin levantar la mano. Ferox se rió alegremente. - Un error común, señorita...? - Macdonald. Mary Macdonald. - Señorita Macdonald. No, Achilles no es un gato, aunque a menudo son mestizos. - ¡Oh! - Un chico de Ravenclaw al fondo de la habitación levantó la mano, - Si señor...? - Stan Brooks, señor. ¿Es un kneazle, señor? - ¡Cinco puntos para Ravenclaw! - Ferox asintió con entusiasmo, - Aquiles es un kneazle. Remus suspiró interiormente. Él lo sabía, debería haberlo sabido, de todos modos, recordaba haber leído sobre la cola. Mentalmente, eliminó el "pensamiento rápido" de la lista de requisitos de Ferox. Con la esperanza de mostrarle al profesor que al menos estaba ansioso por aprender, Remus comenzó a tomar notas mientras Ferox hablaba, todavía acariciando a Aquiles distraídamente. - Siempre se puede identificar un kneazle por su apariencia felina, alto nivel de inteligencia, pelaje moteado y por su cola emplumada. - dijo el maestro, indicando estas características con cariño, - Están clasificados como XXX por el ministerio de magia - ¿alguien puede decirme qué significa eso? La mano de Remus se disparó, esta vez, pero también la de Marlene. Ferox la eligió y le preguntó su nombre mientras lo hacía. - Marlene McKinnon - le sonrió, - Señor. Las criaturas clasificadas XXX no se recomiendan para la domesticación, pero no deberían resultar difíciles de manejar para un mago calificado. - Excelente. Cinco puntos para Gryffindor. - Ferox ladeó la cabeza. Remus echaba humo, en silencio. Lo había leído directamente del libro. Ferox continuó: - Nos centraremos en XXX criaturas durante el resto del año. Ahora, si bien es cierto que los kneazles no se recomiendan como mascotas, no es porque sean peligrosos. De hecho, cualquiera que le diga que es peligroso probablemente se haya encontrado en el lado equivocado y no se debe confiar en él. ¿Puede alguien decirme por qué? La mano de Remus voló hacia arriba, ahora todo volvía a él. Pero Ferox eligió otro Ravenclaw, esta vez. - Porque pueden detectar personas sospechosas. - Davy Kirk habló, ganando otros cinco puntos para Ravenclaw.
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- Absolutamente. - El profesor sonrió, - Los Kneazles son excelentes jueces sobre las personas y reaccionarán ferozmente ante cualquiera que no sea de confianza. Como tal, el ministerio requiere que los propietarios de kneazle tengan la licencia adecuada y se hayan sometido a ciertas pruebas de aptitud. Pero como puede ver, -acarició a Aquiles una vez más. El gato plateado apenas había movido un músculo, excepto para inspeccionar a la clase: - Son mascotas maravillosas, siempre y cuando se les muestre el respeto y el cuidado adecuado. - ¿Es suyo entonces, profesor? - Mary preguntó, batiendo sus pestañas coquetamente, -Es encantador. - De hecho lo es - respondió Ferox, - si son cuidadosos y no lo sofocan, probablemente Aquiles los dejará acariciarlo. Hagan una fila, clase. Hubo un murmullo general y el ruido de las sillas cuando todos se pusieron de pie y formaron una cola. Remus se aseguró de estar en la parte de atrás, para que tal vez, la lección haya acabado antes de que él llegara al frente. Aquiles seguramente lo odiaría: los hombres lobo eran la definición misma de indigno de confianza. - Acércate a él lentamente y no evites el contacto visual. Si intenta ir a por ti, usará sus garras, así que mantente alerta... ahí vamos, te dejará acariciarlo ahora, amable y gentilmente... A medida que se acortaba la cola, el profesor siguió hablando, dándoles ánimos y hechos interesantes, entretejidos con sus propias anécdotas. Remus no sabía lo que había hecho Ferox antes de convertirse en profesor, pero ciertamente había tenido algunas aventuras, aparentemente había viajado por todo el mundo. Finalmente, Remus estaba al frente de la fila. Se sintió congelado en el lugar, mirando al animal de ojos amarillos con nerviosismo. - Vamos, entonces, ¿Cómo te llamas? - El profesor Ferox le indicó que se acercara. Remus no se movió. - Remus Lupin. No soy... um... los gatos no tienden a quererme. - Murmuró. - Aquiles no es un gato. - Dijo el profesor, todavía sonriendo. -Vamos Lupin, adelante. Remus suspiró profundamente y se acercó. No quería que alguien tan genial como Ferox pensara que era un cobarde. Aquiles lo vio caminar hacia adelante. Se veía muy inteligente, había algo en sus ojos, aunque tenía una nariz muy desagradable y respingona. Extendió su mano, permitiendo que el kneazle lo oliera. Sus garras no estaban afuera, pero Remus estaba dispuesto a apostar que eran muy largas y muy afiladas. Los gatos le habían arañado antes y nunca le habían gustado realmente. - Muy bien, - decía el profesor Ferox, - Ahora, un poco más cerca y dale un golpe, continúa. Remus tragó saliva y obedeció, listo para saltar hacia atrás si era necesario. Pero a Aquiles no parecía importarle que fuera un hombre lobo. En cambio, en realidad comenzó a ronronear mientras Remus lo frotaba tentativamente detrás de la oreja, cerrando los ojos y luciendo completamente dócil. ¡Allá estamos! - El profesor Ferox vitoreó, encantado, - Excelentes jueces de carácter, kneazles. Ahora, no nos queda mucho, así que si todos anotan la tarea...
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Remus acarició a Aquiles un poco más. La criatura parecía disfrutarlo tanto que se sintió mal por detenerse. - Eso estuvo bien, ¿no? - Marlene charló, al salir de su primera lección: - Espero que siempre traiga cosas para que las veamos. - No será muy práctico cuando lleguemos a las criaturas XXXXX. - Dijo Remus. - Aunque quizás vuelva a traer a Aquiles - respondió Marlene, esperanzada. -¡A quién le importa su gato! - Mary le dio un codazo, - Es jodidamente hermoso. - Sí - se rió Marlene, - Me pregunto si está soltero. Remus suspiró y comenzó a quedarse atrás de las chicas. Eran una pesadilla cuando se metían en el tema de los chicos, y era mejor mantenerse fuera de su camino antes de que comenzaran a ponerse poéticas sobre James y Sirius. Comenzó a soñar despierto mientras deambulaban en dirección al gran salón para almorzar. Había sido una mejor lección de lo que esperaba, y aunque Ferox no le había dado ningún punto de la casa, esencialmente había dicho que Remus tenía un carácter digno de confianza. Nadie había dicho algo así antes, y eso lo hizo sentirse inusualmente complacido consigo mismo, una sensación de paz que continuó durante el almuerzo, hasta la lección de pociones más tarde ese día, y todavía estaba fuerte esa noche mientras se dormía. . Soñó con leones.
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43 El Mercado Negro de Hogwarts Miércoles 12 de septiembre de 1973 — ¡Uf, vuelve a la cama, Lupin! — Sirius le arrojó un zapato desde su cama. — ¡Lo siento! — Remus se encogió, culpable, mientras rápidamente cerraba las cortinas, arrojando la habitación a la oscuridad. Eran las 5 de la mañana y estaba despierto. Más despierto de lo que jamás se había sentido en su vida. Se arrastró escaleras abajo, sin querer molestar a nadie más, agarrando una caja de zapatos bajo un brazo. Con un libro nuevo para leer, Remus instaló el campamento en el sillón más cómodo de la sala común desierta. A menudo bajaba temprano, en mañanas como esta, cuando su cuerpo simplemente se negaba a dormir y tenía tanta energía que pensaba que podía correr alrededor del castillo sin sudar. Remus nunca había intentado esto en realidad; en todo caso, trató de alejar el extraño impulso, encerrarlo y concentrarse en su mente. Aún así, luchó por concentrarse en su libro. Pensó en salir a caminar, pero en realidad no se les permitía salir de los límites hasta que comenzaba el desayuno a las seis. Uf, tenía que tratar de no pensar en el desayuno, o su estómago empezaría a gruñir. No importaba que anoche se hubiese comido tres raciones de puré de patatas con su estofado de ternera. Hasta Peter parecía impresionado. Incluso si era la hora del desayuno, había dicho que estaría en la sala común durante una hora a partir de las seis y media en adelante. Ese era el momento ideal, había decidido - nadie esperaba que estuvieras haciendo algo nefasto tan temprano en la mañana, y los otros merodeadores normalmente no se levantaban hasta las siete y media, incluso entre semana. Sirius se quedaría en la cama más tiempo si pudiera. James a veces se levantaba para practicar con la escoba por la mañana temprano, pero normalmente no hasta pasadas las siete. Remus miró la caja de zapatos en su regazo. Podría lanzar un hechizo de desvío rápido si James bajara antes de lo esperado, eso no sería demasiado difícil. Eso sí, con el estado en el que se encontraba su magia en ese momento era mejor que no lo hiciera mientras la caja estaba en su regazo, o corría el riesgo de desaparecer algo mucho más vital. Ya había estado en Madam Pomfrey una vez este trimestre, intentando dejarse crecer el pelo en Transfiguración. Necesitaba que Peter y James lo ayudaran a llevar sus cabellos que crecían rápidamente a la enfermería; Sirius se había estado riendo demasiado para ser de alguna utilidad. Remus experimentó levitando su libro, pero se disparó hacia el techo, golpeándolo con fuerza antes de caer en picado hacia el suelo. Él suspiró. Al parecer, no podía hacer nada más que quedarse quieto y esperar. Deseó poder tener el tocadiscos encendido, Sirius lo había dejado en la sala común junto con sus álbumes más recientes de Andrómeda, Aladdin Sane y Led Zeppelin IV. Sirius había estado escuchando 'Black Dog' en repetición durante semanas.
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Remus abrió la caja de zapatos e hizo un inventario rápido, aunque fue innecesario; esta sería su primera venta. Si alguien venía. Había hablado con algunos de los de quinto año a los que había visto fumar el año anterior, y a ellos les interesó. Parecían tener la impresión de que los 'cigarrillos muggles' eran de alguna manera más potentes, o tal vez simplemente más exóticos que los mágicos. No hizo nada para desalentar la idea y les dijo que corrieran la voz. Sirius había obtenido una vez una lista exhaustiva de todas las reglas de la escuela de Hogwarts, sugiriendo que intentaran romper todas antes de llegar al séptimo año. Remus lo leyó y no encontró nada que mencionara el tráfico de tabaco. No si tomabas el reglamento muy literalmente, de todos modos. Además, no iba a ser algo normal, solo tenía las cosas que había traído consigo. Había planeado pensarlo un poco más, y esperar hasta después de la luna llena, pero luego descubrió que su primer fin de semana de Hogsmeade tenía lugar el 15 y había decidido que tenía que darse prisa. Sirius y James ya habían planeado el viaje en su totalidad, sin consultar a Peter o Remus, quienes simplemente estaban felices de seguirlos como de costumbre. Honeyduke's, obviamente, y Zonko's para abastecerse de bombas de estiércol. Luego la casa de los gritos, porque el padre de James no creía que estuviera encantada, lo que significaba que James tampoco, y Sirius quería demostrar que ambos estaban equivocados. Además estaban muy interesados en que Remus probara algo llamado cerveza de mantequilla. Remus tenía sus propios planes. Iba a decirles que una tía desaparecida hacía mucho tiempo había muerto y le había dejado una cantidad muy pequeña de dinero. Con suerte, esto sería una explicación suficiente para satisfacer a James, quien estaba seguro que preguntaría de dónde había adquirido Remus su nueva riqueza. Remus sabía que los delitos menores, incluso en el mundo muggle, no eran algo que James se tomara a la ligera. Sirius podría ignorarlo, teniendo poca consideración por las reglas en cualquier entorno, pero probablemente también intentaría prestarle a Remus algo de su propio dinero, lo que anulaba todo el punto. — ¿Lupin? ¿Eres tú? Un sexto año había bajado las escaleras de los dormitorios de los chicos, todavía con los ojos entrecerrados, agarrando un libro de texto NEWT. — Sí — Remus se sentó más derecho en el sillón, despertado de su ensueño. — Genial, um... ¿dijiste cinco sickles por un paquete de veinte? — Así es. — Remus abrió su caja, rápidamente, señalando al sexto año. Hicieron el cambio y el de sexto año se escabulló por el agujero del retrato, probablemente fuera a fumar un cigarrillo por la mañana antes de ir a la biblioteca. Las pequeñas monedas de plata repiquetearon pesadamente en la mano de Remus y sonrió para sí mismo. Vendía todo por el doble del precio del mercado, pero si la gente estaba dispuesta a pagar...
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Hizo dos ventas más a unos de quinto año y a una niña de séptimo que compró un paquete de tabaco suelto y le preguntó si tenía algo "más divertido" a la venta. Estaba un poco confundido por lo que ella quería decir. Y solo repitió que solo tenía pre-enrollado y suelto. Ella se encogió de hombros — Le preguntaré a Martha Ebhurst en Hufflepuff, por lo general tiene buenas cosas. Remus asintió, todavía sin estar seguro de lo que quería decir. De cualquier manera, parecía que no era el único estudiante de la escuela con una mente emprendedora. A las siete y cuarto, la caja de zapatos de Remus estaba medio vacía y sus bolsillos tintineaban. Profundamente satisfecho, guardó todo mientras la sala común se llenaba de estudiantes que comenzaban sus días. — Cuidado Remu — James bajó corriendo las escaleras, escoba en mano, justo cuando Remus se dirigía hacia ellas, — Te levantaste temprano. — Sí, no podía dormir. — Remus respondió evasivamente. Afortunadamente, James estaba ansioso por salir al campo de quidditch y no prestó atención a la caja de zapatos, o al extraño sonido tintineante de la túnica de Remus. — ¿Nos vemos para el almuerzo? — Llamó, ya en el pasillo al otro lado de la habitación, — Claro. — Remus asintió y se apresuró a subir las escaleras. En el dormitorio, Peter estaba en la ducha y Sirius todavía dormía, con las mantas cubiertas por la cabeza, la única parte visible de él era su cabello negro desparramado sobre la almohada blanca. Remus se acercó silenciosamente a su cama y depositó su dinero y sus bienes, antes de juntar sus libros para el día. James, obviamente, había corrido las cortinas antes de irse, y - pensó Remus con cierta molestia no había recibido la misma reprimenda de Sirius que él. Había suficiente luz para que él clasificara cuidadosamente su tarea y la guardara con cuidado en su bolso. Había hecho todo el trabajo que tenía que hacer durante los próximos días, sin saber cuánto tiempo Madam Pomfrey le haría permanecer fuera de las lecciones. Esperaba que no fuera demasiado, le había pedido a James que tomara nota de la tarea para sus clases compartidas, pero también se perdería Cuidado de criaturas mágicas y Runas. No podía pedirle a ninguna de las chicas que le consiguiera las notas adecuadas, no sin que le preguntaran dónde estaría. Su estómago volvió a rugir. Se preguntó si James estaría desayunando ahora mismo. Potter a menudo comía comida sobre la marcha, siempre corriendo de un lugar u otro. La puerta del baño se abrió con un chirrido y Peter miró por la puerta, con el pelo todavía húmedo y las mejillas rosadas por la ducha. Saludó y articuló un 'buenos días, Moony'. Remus levantó una mano en respuesta. Peter miró a Sirius, que todavía era solo un bulto en el edredón, con ansiedad, antes de caminar cuidadosamente de puntillas hacia su propia cama para buscar su corbata. Remus miró con algo de diversión mientras Peter intentaba recoger sus cosas sin hacer ni un sonido. Había una delgada línea, pensó Remus, entre mostrar respeto por los hábitos de sueño de tus compañeros de dormitorio y ser un completo y absoluto cobarde.
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Fue cruel de su parte, pero Remus se sentía particularmente malvado esa mañana. Échale la culpa a la luna. Sacó su varita lentamente de su bolsillo y la agitó muy levemente, susurrando en voz baja. En un instante, la mochila de Peter se deslizó por el borde de la cama y aterrizó con un ruido sordo que reverberó en las paredes de piedra del dormitorio y sacudió los cristales de las ventanas. Peter se quedó helado y se puso pálido con los ojos muy abiertos. Le lanzó una mirada a Sirius, que se estaba moviendo, y prácticamente huyó de la habitación, dejando atrás su corbata. Remus soltó una carcajada, tuvo que sentarse en su propia cama, agarrándose el estómago. Cuando abrió los ojos, todavía recuperando el aliento, Sirius estaba completamente despierto, todavía acostado en la cama, apoyado en un codo, mirando a Remus como si estuviera loco. — Hiciste eso a propósito, ¿no? Remus se encogió de hombros y asintió con la cabeza, levantándose de nuevo y volviendo a su pila de tareas. Sirius le arrojó una almohada. — Idiota. — ¿Qué? Pete parecía un tonto andando de puntillas a tu alrededor, no pude evitarlo. — No muy galante de tu parte, metiéndote con los débiles, Moony — Sirius bostezó y se estiró. — Está bien, — Remus agitó una mano desdeñosa, — Le llevaré su corbata. De todos modos, alguien tenía que levantarte, vamos, es el desayuno. Sirius bostezó de nuevo. — Tráeme algo. — No. — James lo haría — se quejó Sirius. — James no está aquí. — Peter lo haría. — Como hemos establecido —dijo Remus, subiendo su mochila al hombro, — Peter es un cobarde. Sirius gimió y se reclinó. — Bien, me levantaré. ¿Me esperas? — Tengo hambre. — Remus se quejó.
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— ¡No tardaré mucho! Solo velo como un castigo por despertarme. — Me arrojaste un zapato esta mañana. — ¿Te pegué? — No. — Bien entonces. — Sirius se levantó de la cama, agarrando su uniforme. — Te lo merecías de todos modos, levantándote tan estúpidamente temprano. — No podía dormir. — Remus dijo: — Creo que es la luna. Sirius se detuvo frente a la puerta del baño. Miró a Remus con algo parecido a lástima, si es Sirius Black podía sentir lástima por alguien más que por sí mismo. Remus se arrepintió de haberlo dicho; no quería compasión, rara vez mencionaba la luna llena exactamente por esa razón. — Lo siento, Lupin. — Sirius dijo: — ¿Es... quiero decir, te preocupas por eso? — No, no es así, — dijo Remus, apresuradamente, —Simplemente me pongo inquieto. También me da hambre, así que date prisa. — Se rió, ligeramente, para demostrar que todo estaba bien. Sirius sonrió, desapareciendo en el baño. — Deberías estar agradecido, Moony, — llamó desde adentro, abriendo la ducha, — No muchos Gryffindor podrían acostarse cuando saben que están compartiendo una habitación con un hombre lobo inquieto. — Estúpido. — Remus respondió. *** Jueves 13 de septiembre de 1973 Se despertó arriba, lo cual era inusual. Había ratones en la casa, lo sabía porque a menudo los veía antes de transformarse. Quizás una vez que se transformó los persiguió, pero no creía haber atrapado a ninguno. Tres de sus dedos estaban rotos, pero al menos sus hombros no se habían dislocado, eso ya había sucedido dos veces este año. Antes de moverse, Remus hizo una serie de controles mentales de arriba a abajo. ¿Qué le duele? ¿Cuánto duele? ¿Estaba adormecido en alguna parte? ¿Podía mover todas sus extremidades cuando él quería hacerlo? No, parecía estar bien. Algunos rasguños, ninguno demasiado profundo. Se había librado fácil. Quizás el lobo también estaba feliz de estar de regreso en Hogwarts. Se levantó del suelo y cojeó hasta la ventana. A veces, sus rodillas se descoyuntaban un poco, pero esta mañana solo le dolían. Trató de pasar por los huecos de las tablas, pero no sirvió de nada. La casa estaba bien sellada.
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— ¿Remus, querido? — La voz de Madame Pomfrey venía desde abajo. — Ya voy — gruñó con voz ronca. Su ropa estaba abajo, así que arrancó una manta vieja de la cama con su mano buena y se envolvió en ella. Olía a moho y cosas muertas. *** — ¿Qué les he dicho muchachos? ¡No puede recibir visitas el primer día! — El regaño de Madame Pomfrey interrumpió sus sueños. Remus parpadeó y bostezó. El hospital estaba tenuemente iluminado, las cortinas corridas. Ya debía de ser de noche. Su estómago gruñó. Se preguntó si ya había comido algo o si la enfermera lo había dejado dormir. Perdía mucho tiempo, después de una transformación, como sus huesos, nada parecía encajar bien. — Ha pasado casi un día. — la voz de Peter ahora. — Le trajimos chocolate. — Bueno, eso es muy amable de su parte, queridos — la voz de Madame Pomfrey se suavizó un poco. Ella no era una disciplinaria natural. — Pero el señor Lupin está durmiendo... — Me encantaría un poco de chocolate — gritó, esperando que pudieran escucharlo. Sentía la garganta en carne viva. La cortina se abrió para revelar a Peter, James y Sirius parados allí, luciendo triunfantes. — ¡Hola, Moony! — James y Sirius corearon, dejándose caer al final de la cama, a ambos lados de sus tobillos. — Aquí tienes — Peter dejó caer tres ranas de chocolate en su regazo. — ¡Salud! — Bueno, si estás despierto de todos modos —, suspiró Madam Pomfrey, — iré a buscarte algo de comida adecuada. Media hora, chicos, eso es todo. — Aquí está tu tarea, gran bicho raro. — James sacó un pergamino de su bolso y se lo entregó. — Gracias James, eres un héroe — Remus lo puso en su mesita de noche para más tarde. — Y aquí está el resto, — Sirius le entregó un poco más. — Tuve que esperar fuera de tu clase de Cuidado de Criaturas Mágicas durante la mitad del almuerzo, así que será mejor que obtengas las mejores calificaciones. — ¡¿Lo hiciste?! — Remus miró a Sirius, asombrado. Sirius asintió imperiosamente. — Lo hice. También tengo que decir que estoy un poco celoso de ti. Parece un tema realmente interesante, desearía no estar atrapado tomando Adivinación. — ¿Pero qué hay de mí? — James dijo, jadeando dramáticamente.
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— Te veo demasiado a ti. — Sirius replicó, dándole un empujón. — Tienes un corazón tan amable. — James suspiró, mirando a Sirius con ojos grandes, de modo que Peter comenzó a reír incontrolablemente. Sirius empujó a James de nuevo, y James saltó hacia él, tirándolo en una llave y revolviendo el cabello de Sirius. —Oye, Moony —dijo Peter de repente—, Arbella Fenchurch me dio esto para ti —dejó un puñado de sickles—. ¿Dijo que sabías para qué era? — Er... sí, gracias Pete. — Remus trató apresuradamente de recoger las monedas y esconderlas debajo de su almohada. — Yo... yo tenía esta tarjeta de rana de chocolate que ella realmente quería. Aglaonike de Tesalia. — ¡Oh, yo quería esa! — Peter parecía herido. Remus se encogió de hombros. — Lo siento compañero. El dinero habla.
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44 Hogsmeade Sábado 15 de septiembre de 1972 — Empaca tu capa, James. — ¿Por qué? — Nunca se sabe, ¿verdad? — Bien, pero dudo que la necesitemos. — No olvides que me debes un galeón en esa apuesta que hicimos. — No me olvido — respondió James, pacientemente — Relájate un minuto, ¿quieres? — Nunca. — Sirius le devolvió la sonrisa, — ¿Te das cuenta de que esta es la mayor emoción que he tenido en meses? Ni siquiera se me permitió ir al Callejón Diagon este verano. — Tuviste más cosas que yo — respondió James, resentido, — Al menos tuviste todo ese drama del compromiso. Mi familia es tan aburrida. —Cállate, Potter, tu familia es increíble y lo sabes. Definitivamente tuve el peor verano. — Yo la pasé muy bien en Francia. — Peter habló, pero nadie le prestó mucha atención. — ¿Qué hay de ti, Moony? — Preguntó James, mientras bajaban las escaleras hacia la sala común. Una pandilla de estudiantes de tercer año emocionados estaba esperando, listos para su primer viaje al pueblo. Los estudiantes mayores los vigilaban con una especie de nostalgia cariñosa. — ¿Qué hay de mí?— Preguntó Remus, alejando los flashbacks del verano, el recuerdo de meterse a través de una pequeña ventana del baño y aterrizar de rodillas en la baldosa de abajo. — ¿Como estuvo tu verano? No nos has dicho nada. — Nada que decir. — Dijo Remus. — Más aburrido que los dos, sin magia. Solo leí. — Bueno, todos vendrán a la mía en Navidad. — James dijo, alegremente. Comenzaron a salir de la sala común y se dirigieron hacia la entrada principal. —Igual que el año pasado, ¿no? La luna es el diez de Diciembre, así que ni siquiera tenemos que preocuparnos por eso. Remus se quedó boquiabierto.
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— ¿Cómo sabes cuándo es? — Ni siquiera había mirado tan lejos todavía. — Te lo dije, estábamos aburridos durante el verano — le dio un codazo Sirius, — Buscamos las próximas lunas hasta dentro de diez años. — ¡¿Pero por qué?! — Remus se debatió entre sentirse muy conmovido y algo violado. No era algo de lo que ellos debían preocuparse. Era su propio problema privado, y siempre lo había sido. — Es como el Quidditch. — James dijo - siempre que algo era importante para él lo comparaba con el Quidditch — Tienes que conocer las debilidades de tu equipo para trabajar con sus puntos fuertes. — Si tú lo dices. — Remus respondió con tristeza, no queriendo hablar mucho más de eso. Había esperado que una vez que supieran sobre su condición no habría más investigación a sus espaldas. Que todos podían seguir adelante con las cosas de la forma que él prefería, que era ignorar el problema por completo. El problema era que nada era privado cuando se trataba de James y Sirius, toda tu vida estaba en juego. Remus todavía no estaba acostumbrado a esto - por mucho que trató de mantenerse al día, había algunas cosas que nunca querría compartir. Todo estaría muy bien si fuera James y tuviera padres abiertos que le hablaran y le escucharan a cambio. O Sirius, que era tan extrovertido y casi completamente desvergonzado. — Mira quién es — Sirius le dio un codazo a James, señalando una figura oscura que esperaba en la entrada del arco. Lily empujó a los merodeadores y fue a su encuentro con Snape. — ¡¿Por qué son amigos?! — James se pasó las manos por el pelo distraídamente. — Crecieron en el mismo pueblo. — dijo Remus, mientras continuaban, mirando a la pareja de delante, hablando animadamente; una pelirroja, una negra. — ¿Cómo lo sabes? — James se volvió hacia él, luciendo ofendido. — Ella me dijo. — ¿Te gusta entonces? — Preguntó James, claramente luchando por saber cómo reaccionar. Remus puso los ojos en blanco. — No. Solo charlamos. — dijo con firmeza. — Y si te gusta, entonces quizás quieras probarlo. Últimamente había notado que este tipo de charlas se arrastraba en sus conversaciones. A veces tenía que comprobar que estaba hablando con los merodeadores y no con Marlene y Mary: "a él le gusta tal", "a ella le gusta tal y tal", y así sucesivamente. Para empeorar las cosas, Avni Chaudhry, un tercer año de Gryffindor, ahora salía con Matthew Studt de cuarto año de Ravenclaw, y nadie había hablado de nada más durante días; todos parecían tener una opinión al respecto. A Remus le resultaba abrumadoramente aburrido, para él (salvo unas pocas excepciones) las chicas seguían siendo incomprensibles. — Aunque le gustas. — Dijo James. — Hicieron toda la revisión juntos el último trimestre.
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— Solo porque no podían ser molestados — respondió Remus a la defensiva. Se estaban acercando a la ciudad ahora, un grupo de bonitos edificios de piedra se encontraba justo debajo de ellos. — Y no es como si estuviéramos solos, Mary y Marlene también estaban allí. — Todos necesitamos tomar notas de Moony, — bromeó Sirius, — Los pájaros lo siguen a todas partes. ¿Cómo lo hiciste, Lupin? ¿Es por esos grandes ojos marrones tuyos? James y Peter rieron disimuladamente, pero Remus lo ignoró, caminando un poco por delante, con las manos en los bolsillos, todavía cojeando levemente por su última transformación. Esa fue una sugerencia completamente ridícula, especialmente cuando era obvio para cualquiera con ojos que Sirius era el chico más guapo del año. Estaba más claro que nunca, ahora que todos eran más altos, pasando de la niñez a la adolescencia. James tenía una cierta dosis de arrogancia; eso venía con riqueza y habilidad en el campo de Quidditch, pero Sirius siempre iba a estar en otra liga diferente. Remus no había decidido si estar celoso por eso o no, y trató de no pensar demasiado en eso. Cuando finalmente llegaron a Hogsmeade, Remus no pudo estar más aliviado. El pueblo parecía el tipo de lugar que Remus había pensado anteriormente que solo existía en los libros para niños. Las calles adoquinadas brillaban bajo el sol amarillo de mediados de septiembre, y las hileras desordenadas de cabañas Tudor con vigas negras bien podrían haber estado hechas de pan de jengibre y azúcar hilado. — ¿Honeyduke's? — Dijo James. — Honeyduke's. — los demás respondieron al unísono. Remus nunca antes había entrado en la tienda de dulces por la puerta principal, ni había estado en el piso de la tienda. Estaba lleno hasta las vigas con cajas, frascos y bolsas de todo tipo de dulces imaginables. Grandes árboles de piruletas de vivos colores, del tamaño de molinetes, losas de chocolate del tamaño de adoquines; montones y montones de relucientes ratones de azúcar. La tienda también estaba llena de estudiantes de Hogwarts, y los merodeadores tenían que empujar y apretar para siquiera acercarse a los productos. Llenaron su canasta con suficientes dulces para que les durara hasta Navidad, al menos, antes de hacer cola para la caja, atendida por un mago de pelo blanco de aspecto muy trastornado. Remus se dio cuenta de que probablemente era el señor Honeyduke y se preguntó si el comerciante sabía que había un túnel secreto en su sótano. Después de eso, su siguiente parada fue Zonko's, la tienda de bromas, que estaba tan ocupada como la de Honeyduke, y uno de los lugares más ruidosos en los que Remus había estado. Cada pocos segundos, algo parecía explotar, estallar o comenzar a silbar en algún lugar de la tienda, acompañado por la risa encantada o los gritos horrorizados de los estudiantes. James y Sirius eran claramente veteranos en las compras de bromas pesadas, e hicieron un barrido eficiente de las instalaciones, sopesando los beneficios y desventajas de cada artilugio como un par de banqueros en la bolsa de valores. Media hora más tarde y finalmente se estaban yendo, cargados con bolsas llenas de bombas de estiércol, varitas de truco, tinteros explosivos, dulces de hipo y barras de jabón de engendro de rana. Remus pensó que quizás habían sido un poco miopes al hacer todas sus compras primero, porque después James y Sirius querían visitar la Choza de los Gritos, lo que significaba dejar la calle principal y enfrentar una subida cuesta arriba, con las mercancías a cuestas.
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— Entonces, ¿qué es este lugar, de nuevo? — Remus resopló mientras luchaba por la colina, su rodilla y cadera todavía le molestaban. — Casa embrujada — respondió James, tomando dos de las bolsas de compras más pesadas de Remus sin decir una palabra. — El lugar más embrujado de Gran Bretaña, dice papá. — ¡No está embrujada! — Sirius llamó desde más adelante, —Ustedes los Potter son supersticiosos. — Escuché que los fantasmas son realmente desagradables —dijo Peter, ansioso, luchando casi tanto como Remus con la empinada pendiente. — Peor que Peeves. — ¿Son poltergeists, entonces? — Remus preguntó, curioso, había estado planeando leer un poco sobre apariciones espirituales cuando tuviera la oportunidad, después de enterarse de que había sido el área principal de estudio de su padre. — Eso es lo que creo — dijo James, — Los lugareños dicen que algunas noches escuchan gritos provenientes de la casa. — Sin embargo, solo por unos años — respondió Sirius — Los poltergeists no se mudan en un momento. Tendría que haber décadas y décadas de perturbación y acumulación de energía negativa para... — Oh Dios mío. Lupin se detuvo y casi dejó caer las bolsas que aún sostenía. Había mirado hacia la casa por primera vez y un escalofrío le golpeó la boca del estómago. — ¿Qué pasa Moony? ¿Quieres que me lleve tus otras bolsas? — Preguntaba James. Remus negó con la cabeza, sin palabras, no podía apartar los ojos. Nunca antes lo había visto desde fuera; siempre venían por el túnel. Pero conocía la sombra de la madera, sabía cómo eran las ventanas con tablas. — Maldita sea, si está embrujado, entonces creo que Moony ha sido poseído. — Dijo Sirius, sonando como si solo estuviera bromeando a medias. — Oi, Lupin. Estás siendo raro, detente. —Esa es... — Remus luchó por encontrar las palabras. Cerró los ojos y trató de respirar unas cuantas veces. — Esa es la casa. Donde me ponen. James pareció entender de inmediato y puso una mano en el hombro de Remus de una manera fraternal. — Ok, vamos, es hora de irse. —Él dijo. Nadie dijo nada mientras comenzaban a caminar cuesta abajo, hacia la ciudad. Remus miró al suelo frente a él todo el tiempo, concentrándose en poner un pie delante del otro y alejarse lo más posible de la casa. La casa de los gritos. Gritos. Se sentía enfermo. James los condujo en dirección a un pub de aspecto pintoresco. En el interior había muchas mesas y sillas cómodas, no muy distinto de la sala común
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de Gryffindor. Encontraron asientos en un rincón tranquilo, y Remus se sentó, agradecido, con las articulaciones muy doloridas ahora. James fue al bar, y Sirius y Peter se sentaron en silencio a ambos lados de Remus. —Entonces... en la luna llena, ¿ahí es donde vas? — Preguntó Peter. Remus asintió, jugueteando con una mancha de humedad que había en la mesa — ¿No está embrujado, entonces? — Peter continuó. — Nop. Solo soy yo. — Entonces, espera, los gritos son... — Yo. — Pero por qué... — Cállate, Pettigrew. — Sirius gruñó, de repente. Remus lo miró, desconcertado. James regresó con cuatro botellas de líquido ámbar y las dejó, tomando su propio asiento. — ¡Cerveza de mantequilla! —Dijo alegremente, empujando uno hacia Remus, — Pruébalo, Moony, te encantará. Remus se llevó el vaso a los labios. Todavía se sentía un poco mareado, y la mezcla que salía de la botella olía muy almibarado, pero descubrió que las cosas dulces generalmente ayudaban si había tenido un shock. Tomó un sorbo y se sintió instantáneamente calentado por el delicioso líquido. Le sonrió a James, esperando que no le hicieran más preguntas. No lo hicieron. En cambio, pasaron una tarde muy agradable bebiendo cerveza de mantequilla y planificando la mejor manera de utilizar su nuevo arsenal de bromas. Peter tuvo la idea inusualmente brillante de lanzar un hechizo de temporizador remoto sobre las bombas de estiércol, para que pudieran activarse en cualquier momento desde cualquier lugar del castillo. — Excelente táctica de distracción — exclamó James, emocionado, — ¡Piensen en lo que podríamos hacer si Filch estuviera persiguiendo bombas de estiércol en el lado opuesto del edificio! — Nos da también tiempo para trabajar un poco más en el mapa. — Agregó Remus. — No estás viendo el panorama completo. — Sirius se cruzó de brazos y se reclinó en su silla. — Podríamos hacer que se disparen todos al mismo tiempo. ¡Imagina! Probablemente tengamos suficiente aquí para esconder uno en cada salón de clases, ¡Caos total! — Sirius se veía tan embelesado cuando dijo esto, que los otros tres estaban completamente embelesados, asintiendo furiosamente. — Oh, no nos sentemos aquí, Lily, no se ve muy limpio. — Una voz desagradable y amarga los interrumpió, — Permiten todo tipo de gente, claramente. Sirius saltó hacia adelante en su silla, mirando a Snape, quien estaba flotando junto a una mesa cercana.
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— No seas tonto, Sev, está bien. — Lily negó con la cabeza y tomó un asiento. — ¿Estás bien, Evans? — James la saludó compulsivamente, poniendo esa estúpida mirada en su rostro. — Déjanos en paz, ¿Quieres, Potter? — Lily agitó su cabello, —Hola, Remus. — Hola — la saludó con la mano, sonriendo. No pudo evitar disfrutar de la forma en que trataba a los merodeadores, era la única que no los adulaba. — Eurgh, — dijo Sirius, tapándose la nariz, mirando a Snape, — ¿Qué es ese olor? Potter, ¿Pisaste algo en el camino? James se rió. — Huele más como si hubiera explotado una bomba de estiércol. — Asqueroso — sonrió Sirius, —Tal vez deberíamos abrir una ventana. Snape se había vuelto blanco de rabia. Lily puso una mano en su brazo, — Solo ignóralos, Sev, son idiotas. Pero Severus no dejaría que Sirius tuviera la última palabra. — ¿Cómo está la familia, Black? — Preguntó, su voz engatusadora, insidiosa. La boca de Sirius formó una línea dura. Snape continuó, — Regulus les estaba diciendo a todos que tuviste un verano muy emocionante. Tan emocionante, de hecho, que ya no eres bienvenido, ¿eh? — No sabes de lo que estás hablando, Snivellus. — Sirius escupió. Remus sabía que ya era demasiado tarde, Sirius se había enganchado y no habría vuelta atrás. — ¿No es así? — Snape levantó una ceja, claramente emocionado por la reacción que había provocado. — ¿Has tenido algún mensaje de mamá este año, Black? ¿Escuchaste algo de alguno de tus parientes? Sirius tenía una expresión muy extraña en su rostro. Remus tuvo la impresión de que se estaba dando cuenta de algo por primera vez y trataba de que Severus no lo viera. James parecía preocupado, ya no se reía. — Ignóralo, amigo — dijo en voz baja, — Es un idiota, ignóralo. — Tengo razón, entonces — los delgados labios de Severus se curvaron en una sonrisa desagradable, — No me extraña que sigas a Potter como una chica enamorada, cuando tu propia familia no quiere tener nada que ver contigo. Cuando te han repudiado así, supongo que todo lo que queda es asociarte con la escoria de la sociedad... —Echó una mirada de ojos negros a Peter y Remus.
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Sirius se puso de pie, golpeando su silla hacia atrás. Su varita estaba en su mano; debió haberlo alcanzado mientras Snape hablaba. Remus se puso de pie también, olvidando sus doloridos huesos mientras apretó los puños, listo para golpear a Severus directamente, si Sirius le daba la palabra. — ¡Sirius, no lo hagas! — James fue a arrebatarle su varita, no tenían permitido realizar magia en Hogsmeade. — Vamos, Severus, vámonos — Lily se había puesto de pie también y estaba tirando de la manga de su amigo. Ella parecía furiosa con él, lo que fue un pequeño consuelo para Remus. — No. — Dijo Sirius, su voz inquietantemente firme y autoritaria. — Nosotros nos vamos. Vamos, muchachos, no puedo soportar este hedor por mucho más tiempo. Hicieron lo que se les ordenó, incluso James, quien solo le lanzó una mirada anhelante a Lily al salir. — Eso fue... realmente maduro — dijo Potter, rascándose la cabeza mientras salían del pub a la cálida luz del atardecer. Sirius resopló, regresando a Hogwarts. — No ha terminado. — Dijo, ferozmente, los demás trotando para ponerse al día con sus pasos decididos. — Le mostraré. ¡Lo voy a destruir! Los merodeadores estaban en guerra.
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45 La noble y más antigua Cold fire, you've got everything but cold fire You will be my rest and peace, child I moved up to take a place Near you So tired, it's the sky that makes you feel tried It's a trick to make you see wide It can all but break your heart. Sábado 15 de septiembre de 1973 *Toc Toc* — Sirius. Nada. *Toc Toc Toc* — ¿Sirius? Silencio. —Oh, por el amor de... Sirius Orion Black III, ¡Sé que estás ahí! — James golpeó la puerta. — Vete a la mierda, Potter. James se apartó de la puerta del baño y se sentó en su cama, luciendo abatido. Sirius no se había reunido con ellos para cenar y había estado encerrado en el baño durante dos horas, sin hacer ruido. — Déjalo en paz — dijo Remus, pasando la página de su libro. Se acostó boca abajo en su propia cama, fingiendo que no estaba preocupado en absoluto. — Saldrá cuando esté listo. Eso era algo que a menudo había oído decir a la Matrona. Al menos una vez a la semana, uno de los chicos de St. Edmund, normalmente un chico nuevo, tenía una rabieta y se encerraba en una habitación, o se metía en un espacio pequeño para que nadie pudiera alcanzarlo. La respuesta del personal fue siempre la misma; ignorarlo hasta que se dé cuenta de que a nadie le importa; hasta que se dé cuenta de que nada de lo que pueda hacer marcará la diferencia. Siempre funcionaba, Remus lo sabía de primera mano. — No es propio de él — dijo James, obviamente ignorando la táctica draconiana de Remus. — Podría matar a Snape, ¿Sabes? Por decir esas cosas.
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Remus se encogió de hombros. — Sin embargo, Black ya odia a su familia. No sé por qué deja que Snivellus lo moleste al respecto. James miró a Remus, estupefacto, como si acabara de decir algo inimaginablemente cruel. — Siguen siendo su familia, Moony. — Son horribles con él. — No significa que no le importe lo que piensen. — James suspiró. — Mira, Lupin, quizás sea mejor que te vayas antes de que salga. Ve a buscar a Pete en la biblioteca o algo así. — ¡Yo también soy amigo de Sirius! — Remus se sentó, indignado. — Sí, sí, por supuesto que lo eres. — James agitó una mano, — Pero bueno... si ha estado llorando, creo que preferiría que nadie más lo viera. — No me importa si está llorando. Quiero ayudar. Esto era mentira, un poco. Remus siempre se había sentido incómodo cuando la gente lloraba, nunca sabía qué hacer consigo mismo. Pero él también quería ayudar de verdad. ¿No había intentado siempre ayudar? Más que nunca, Remus quería ser sincero acerca de haber incitado a Narcissa al voto inquebrantable, solo para ver el rostro de James. Pero se calmó. No era una competencia, e incluso si lo fuera, no era una que él ganaría. — Está bien — dijo James, — pero tienes que ser comprensivo al respecto. No puedes empezar una pelea. — ¿De qué estás hablando? — Remus estaba mortalmente ofendido. Nunca comenzaba las peleas. — ¡Ustedes dos! Siempre están peleando, lo juro. — Nosotros no discutimos. — Remus espetó. James solo arqueó las cejas, lo cual fue exasperante. El chico de cabello oscuro saltó de la cama una vez más y volvió a la puerta del baño. — ¿Sirius? — Llamó, — ¿Por favor, sal y habla con nosotros? — Piérdete, Potter, déjame en paz. James suspiró de nuevo. Remus, molesto con James ahora tanto como lo estaba con Sirius, se levantó también y caminó hacia la puerta. Indicándole a James que se moviera, él mismo golpeó con fuerza la madera.
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— Dije que te fueras a la... — Sirius, soy yo. — Remus dijo, su voz dura y fría, como la de la matrona. — Mira, si vas a deprimirte como una gran Jessie, ¿Al menos déjanos entrar para que podamos empezar a planear nuestra venganza? Silencio. Remus gruñó, — Bien, malcriado. Pero estás siendo un idiota egoísta. Sabes, no eres el único cuya familia odia. — ¡Remus! — James exclamó, escandalizado. Remus se encogió de hombros. Valió la pena intentarlo. Hubo un ruido de arrastre dentro del baño. Remus presionó su oreja contra la puerta, luego se tambaleó hacia atrás cuando se abrió. El rostro sombrío de Sirius se asomó. — Por fin — dijo James, aliviado — Mira, sal y ... — Moony puede entrar. — Dijo Sirius, abriendo la puerta lo suficiente para que Remus entrara, luego la cerró de golpe y cerró la cerradura. Dentro estaba oscuro. — Lumos —murmuró Remus. La punta de su varita se iluminó, proyectando un pálido resplandor sobre la pequeña habitación blanca y el pálido rostro de Sirius. Había estado llorando, sus ojos estaban oscuros y rojos. Remus volteó la vista hacia otro lado rápidamente, mirando hacia las luces. Las bombillas estaban rotas. Él gruñó, — Tú y tu temperamento, ¿eh?— Él dijo: — Reparo. Las luces se arreglaron y volvieron a parpadear. Remus apagó la luz de su varita. — No lo hice a propósito — resopló Sirius, limpiándose la nariz con el dorso de la mano. Fue un gesto hosco e infantil, de alguna manera inapropiado para Sirius que era, incluso a los trece años, por lo general el epítome de la gracia y el equilibrio. —Todavía rompo cosas a veces, cuando estoy enojado. Mi magia se sale de control. — Oh, claro — asintió Remus, aunque nunca había oído hablar de eso antes. — Entonces, ¿venganza? — Preguntó Sirius, sentándose en la tapa del inodoro y mirando expectante a Remus. — Venganza. — Remus estuvo de acuerdo, — ¿Qué quieres hacer con él? — No solo él. — Sirius frunció el ceño, — Todos ellos. Todos y cada uno de los Slytherin de la escuela.
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Remus asintió con entusiasmo, eso sonaba un poco loco, pero era un comienzo. Habría tiempo para hablar con él más tarde, cuando actuara de manera menos extraña y no estuviera en peligro de hacer explotar más bombillas. — Sí, los atraparemos a todos Black. Ahora vamos, sal y ... — No voy a salir todavía. — Dijo Sirius, malhumorado, cruzando los brazos. Remus suspiró. Se sentó en el suelo, apoyado contra la puerta. — Está bien. ¿Quieres hablar de eso? Porque James es probablemente la mejor persona para... — ¿Realmente quería decir lo que dijiste? — Sirius lo interrumpió de nuevo, — ¿Crees que mi familia me odia? — Oh Dios, no sé, ¿verdad? No soy exactamente una autoridad en familias. — Remus se frotó la nuca. — Solo estaba tratando de que abrieras la puerta, para serte honesto. Lo había dicho como una broma, pero Sirius no sonrió. Miró a Remus a través de una cortina de cabello oscuro. — Dijiste que tu familia te odia. — Bueno, supongo que debieron de haberlo hecho — explicó Remus. — De lo contrario, no... bueno, no me habrían enviado a St. Edmund, ¿verdad? — No significa que te odiaran. — No. — Remus reflexionó: —Pero no creo que les haya gustado mucho, de todos modos. — No estás... quiero decir, ¿no te molesta? Remus se encogió de hombros. — A veces, obviamente. Pero, ya sabes. Nadie tiene derecho a una vida feliz. — La matrona lo había dicho muchas veces. Por primera vez, al decirlo en voz alta, Remus se preguntó si ella tenía toda la razón. — Caray, Lupin, eres la depresión en persona, ¿lo sabías? — Tú me dejaste entrar. — Remus pateó a Sirius levemente en la espinilla con la punta de su entrenador. — Si quieres animarte, conseguiré a Potter. — No, — Sirius se encogió de hombros, sonriendo débilmente. — No estás mal. Remus se rió, — James no quería que entrara. Dijo que solo discutíamos.
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— ¡¿Él qué?! — Sirius negó con la cabeza. — Nosotros no discutimos. — Eso es lo que dije. — Remus le aseguró. — Mi familia… — dijo Sirius, de repente, — No creo que me odien. Creo que realmente les gustaría quererme. Pero sigo decepcionando a todos. Es gracioso la mayor parte del tiempo, pero... bueno, hoy no lo es. Remus no sabía qué decir a eso, así que se quedó callado. Pensó en Narcissa, prometiendo enfrentarse a la muerte si no podía casarse con Lucius. Pensó en Regulus, quien a menudo miraba a su hermano mayor al otro lado del comedor, con los ojos verdes de celos. Las familias eran un negocio complicado. Tal vez debería estar agradecido con Lyall Lupin por terminar con todo de una sola vez, para que Remus nunca tuviera que saber si habría enorgullecido a su padre o no, o si, después de todo, habría sido una decepción. *** Viernes 5 de octubre de 1973 — Lo tengo. Realmente lo tengo esta vez. — Eso es bueno, Pete. — Remus respondió alegremente, leyendo su libro de texto de Aritmancia. — Deberíamos teñir su túnica de rosa. — Él simplemente los desteñiría, es demasiado simple. ¿De dónde sacaríamos siquiera su túnica? — Remus pasó la página y reanudó su lectura. — ¡Ay! ¡Maldita sea, hay algo mal con esa Bludger! — Sirius gritó, poniéndose de pie. — ¡Vamos, McKinnon, mueve tu culo floreciente! — ¿Te importaría dejar su trasero fuera de esto? — Mary espetó, desde algunas filas hacia arriba. Estaban viendo la práctica de Quidditch de Gryffindor. Bueno, Sirius, Peter y Mary lo estaban viendo. Remus solo quería seguir con su lectura. — Celosa, MacDonald? — Sirius respondió con descaro. —Entonces, teñirle el cabello de rosa —insistió Peter, sacudiendo el brazo de Remus para llamar su atención—. Ahora he aprendido hechizos para cambiar de color, puedo hacerlo. — Él también. — Dijo Remus, tirando de su brazo hacia atrás y buscando su lugar en la página. — Sabes, Moony, podrías mostrar un poco más de interés. — Dijo Sirius. — ¿En el Quidditch? ¿O en acabar con tu archienemigo?
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— Ambos. Cualquiera. — Estoy aquí, ¿no? — Remus pasó otra página. — ¿Quién es tu archienemigo? — Preguntó Mary, levantándose y bajando para sentarse junto a Sirius. — Si te lo dijera, tendría que matarte. — Sirius dijo secamente. Mary puso los ojos en blanco — ¿Es Snape? Los tres chicos miraron a Mary con sorpresa. Ella se echó a reír, — Vamos, muchachos, no es exactamente un secreto, todos se han metido el uno con en el otro desde el primer año. Además, Lily es una de mis mejores amigas. — No me hables de Evans. —Sirius gimió, — Ya escucho sobre ella lo suficiente. — Creo que es una idiota, andando con ese asqueroso. — Dijo Mary, frotándose los brazos como si el solo pensar en Severus hiciera que se le erizara la piel. — ¿Sabes que hizo llorar a Marlene el otro día? Llamó a su papá algo realmente desagradable. Tampoco tiene sentido, porque Lily dice que es mestizo, Severus... de todos modos, alguien necesita darle una lección. — ¡Ajá! — Sirius ladró, — ¡¿Es mestizo?! Brillante. — Sí. —Mary dijo con frialdad. —También Remus. Y yo soy nacida de muggle. ¿Y qué? Remus finalmente levantó la vista de su libro para sonreírle a Sirius, arqueando una ceja. Sirius miró hacia abajo, luego de nuevo al Quidditch. — Nada — murmuró, — Yo no soy así. — Bueno. — Mary dijo, remilgadamente. — Ya tengo suficiente de esa mierda con los Slytherins. Remus estaba inclinado a estar de acuerdo con Mary, quien tenía más agallas que él, poniendo a Sirius en su lugar así. Los insultos de los Slytherin definitivamente habían aumentado este trimestre, aunque solo podría haber sido notorio para los estudiantes de sangre no pura. Remus había comenzado a preocuparse por viajar solo entre clases, aunque rara vez tenía que hacerlo. De todos modos, había tenido algunos casi accidentes y dos veces lo llamaron sangre sucia. No le dijo esto a James o Sirius, parecía un poco como quejarse. Además, en lo que respecta a los insultos, sentía que lo habían llamado peor que "sangre sucia". Sin embargo, no le gustaba la idea de que alguien hubiese hecho llorar a Marlene. Estaba muy bien que Snape y Mulciber se metieran con Remus, o incluso el pequeño y sádico Barty Crouch, pero hacer llorar a las chicas era otra cosa. Remus sintió una oleada de protección y caballerosidad hacia su amiga. Apretó los puños y luego los abrió.
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El problema era que Snape no era del tipo que atacaba con maleficios y grandes bromas. Podía hacer ambas cosas, era tan capaz como los merodeadores. Pero Snape confiaba en las palabras para lastimar a las personas, y eran mucho más difíciles de contrarrestar. A menos que cambiaras las palabras. — Oh.— Remus dejó su libro, de repente. Agarró el brazo de Sirius, — ¡Oh! — ¿Qué? — Sirius le frunció el ceño. Había estado absorto en ver el entrenamiento mientras la mente de Remus vagaba. Sirius había tenido otra oportunidad de unirse al equipo de quidditch este año, pero la había rechazado. Quizás porque había cambiado de opinión. O tal vez porque no quería volver a sentirse avergonzado en las pruebas. — ¡Cambiamos las palabras! — Remus parloteó, — Cambiamos lo que dice. — ¿En que estas? — Sirius chasqueó la lengua. — ¿Snivellus? — ¡Si! Hay hechizos que puedes hacer para que alguien deje de hablar, ¿verdad? Sirius se sonrojó levemente, mirando a Remus. —Sí... — dijo, con cautela. — Ok, entonces, ¿Cuánto más difícil puede ser… querer, torcer sus palabras? Podríamos establecer una palabra de activación, o unas pocas, sangre sucia, o traidor de sangre, o mestizo, lamido de estiércol o ... lo que sea. Y en cambio, le hacemos decir algo realmente agradable. O algo estúpido. Como sea que nos sintamos. — Moony, ¿Dónde escuchaste todos esos... James anotó un gol y Peter se levantó de un salto, aplaudiendo salvajemente. Potter hizo algunos bucles en su escoba, presumiendo. Sirius le sonrió a su amigo. La rodilla de Mary estaba tocando la de Sirius, notó Remus. En realidad, estaban sentados muy cerca. — ¿Entonces? — Remus volvió a agarrar a Sirius por el hombro, tratando de que se concentrara. — ¿Qué piensas? — Me encanta. — Sirius dijo, simplemente. — Deberíamos hacerle decir algo realmente ridículo, como… no sé, 'tiernos conejitos' o algo así. Iremos a la biblioteca después de esto, ¿no? — ¿Puedo ir? — Preguntó Mary. Sirius se encogió de hombros. — Si quieres, supongo. Sin embargo, es un asunto serio de merodeadores. Mary rió. Remus se preguntó si Sirius encontraba eso tan molesto como él. Cogió su libro y volvió a Aritmancia.
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Veinte minutos más tarde, la sesión de entrenamiento había terminado y los merodeadores caminaban hacia el castillo, Mary y Marlene a cuestas, Sirius y Remus balbuceaban emocionados a James sobre su brillante plan (de alguna manera se había convertido en 'su' plan, en la mente de Sirius) . — Se supone que debes estar fuera de la cancha a las cinco en punto. — Alguien gruñó frente a ellos. Remus miró hacia arriba para ver al equipo de Quidditch de Slytherin caminando hacia ellos, escobas en mano, kits colgando sobre sus hombros. — Nos estamos yendo a ahora, Bulstrode, maldita sea. — Dijo James, molesto. El capitán de Slytherin con cara de pug solo frunció el ceño y lo empujó, golpeando deliberadamente a James con su hombro mientras lo hacía. — ¡Oi! — Sirius sacó su varita. James lo detuvo. — ¿Qué te metes, Black? — Bulstrode se burló, — Si ese sigue siendo tu nombre. — Todos los Slytherin se rieron. Incluyendo a su miembro más pequeño y nuevo, que había estado detrás de los demás. Regulus Black. Fueron necesarios James y Remus para alejar a Sirius, mientras los Slytherin se reían y susurraban. — Recuerda el plan — susurró Remus. Sirius se relajó y luego asintió. — Prométeme que los tendremos a todos. — gruñó Sirius. (Song: Prettiest Star - David Bowie)
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46 The Slug Club Lunes 8 de octubre de 1973 — Sirius, será mejor que tú busques las palabras de reemplazo, eres el más... er... — ¿Verboso? — Dijo Sirius, bostezando. — ¿Locuaz? ¿Hablador? — Exactamente — sonrió Remus. — Trabajaré para averiguar qué hechizo necesitaremos, y James, puedes averiguar cómo lograr lanzarlo en toda la casa... eso va a ser muy difícil, creo. Peter, será mejor que ayudes con ese. — ¡Escucha a Moony! — James se rió, untando con mantequilla su tostada, — Dando las órdenes ahora — Los merodeadores son una utopía socialista — volvió a bostezar Sirius, — No tenemos líderes. — Disfrutando de los estudios muggles, ¿No? — Remus arqueó una ceja. Sirius apoyó la cabeza en la mesa del comedor, cerrando los ojos y moviendo dos dedos hacia Remus. Un búho aterrizó en la mesa del desayuno, era el de James. El búho de Sirius había sido confiscada por sus padres tantas veces que bien podría no tener uno, Peter normalmente confiaba en las lechuzas de la escuela, y Remus nunca recibía correo de todos modos. — ¿Qué demonios? — James abrió la carta ofrecida por el pájaro con el ceño fruncido. — ¿El... club de slug? — Oh, sí — Sirius abrió un ojo adormilado, — Yo también tengo una. Aparentemente, al viejo slug le gustan los estudiantes que tienen cierta calidad de estrella. Ahí entro yo, obviamente. Y supongo que tú también. Ni Peter ni Remus recibieron una invitación; pero esto no fue una gran sorpresa. Peter era bastante bueno en Pociones, pero carecía de aptitudes para casi cualquier otra cosa. En cuanto a Remus, trató de pasar desapercibido en lo que respecta al profesor Slughorn. — Entonces no iremos. — Dijo James, doblando su carta con decisión. — Todos para uno y uno para todos, los merodeadores. — No me importa — Remus se encogió de hombros, — Ve si quieres. Apuesto a que Lily si va. — ¿¡Tu crees!? Sí, ella es muy buena en pociones, ¿No es así? — James dijo, volviendo a poner esa expresión divertida en su rostro, — Ella es realmente buena en todo, probablemente sea la más inteligente del año.
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— ¡Oi! — Remus y Sirius dijeron al unísono. James levantó una ceja, — La chica más lista, entonces. Sirius cerró los ojos una vez más, satisfecho, e intentó dormitar durante el resto del desayuno. *** Jueves 11 de octubre de 1973 La fiesta se celebró esa misma semana. James, todavía incómodo por la exclusión de los dos merodeadores menores, trató de convencer a Peter y Remus de que se pusieran la capa de invisibilidad y fueran de todos modos. Sirius pensó que eso sonaba bastante gracioso, pero Remus personalmente lo pensó por debajo de él. No deseaba estar entre los pocos elegidos. Al final, Peter también se negó, aunque claramente había estado a punto de aceptar el ridículo plan. De todos modos, los jueves eran el día favorito de Remus de la semana escolar. Específicamente, los jueves de 2 p.m. a 4 p.m, ese espacio en su horario asignado a Cuidado de las criaturas mágicas. Las lecciones de los miércoles siempre se basaban en la teoría, y a Remus también le gustaban; nunca había oído a nadie hablar de biología como el profesor Ferox. Pero los jueves se dedicaban a lecciones prácticas, y la clase salía al jardín o llegaba al aula para encontrar una nueva criatura esperándolos, y a Ferox brillante de entusiasmo para mostrarles. Después de los kneazles, habían visto doxies y crup. Esta semana verían los murtlaps. Mary y Marlene chillaron a las criaturas que Ferox presentó en una conejera desde la parte de atrás del salón de clases. Remus no podía culparlas, los murtlaps eran extremadamente desagradables. Eran criaturas parecidas a las ratas, con masas de tentáculos retorciéndose que brotaban de sus espaldas como gusanos. — No podemos hacer crup y kneazles todas las semanas — sonrió Ferox, haciendo un gesto para que todos se reunieran, —No todas las criaturas mágicas de las que aprendemos serán lindas. Pero la diversidad es la sal de la vida, ¿eh? — Espero que no tengamos que tocarlos — susurró Marlene, estremeciéndose. A Remus no le importaba, eran asquerosas, pero no le importaban las cosas asquerosas. Tenía un estómago bastante fuerte; El profesor Ferox ya se lo había dicho la semana pasada cuando estaban viendo nacer los huevos. Remus había estado radiante de orgullo durante todo el día. Ferox estaba mirando a Remus ahora, — Señor Lupin, estoy seguro de que puedo confiar en que me dirá las propiedades beneficiosas de los tentáculos de los murtlap. Remus trató de no sonreír con demasiada amplitud, o de no verse demasiado como un goloso. — Son realmente buenos para aliviar cortes y abrasiones superficiales — dijo rápidamente, — Y si los comes, te hacen insensible a la mayoría de los maleficios.
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— Excelente, cinco puntos para Gryffindor. Remus no pudo evitar sonreír un poco. A quién le importaba el estúpido club de slug. Slughorn no era ni de lejos tan genial como Ferox; Ferox era inteligente, sin pretensiones y divertido, y había hecho cosas peligrosas. Remus nunca había pensado mucho en tener una carrera, pero durante algunas semanas había estado pensando en la idea de que, hiciera lo que hiciera cuando creciera, le gustaría ser como el profesor Ferox. Eso sí, tendría que empezar a comer más, o entrenar con pesas o algo, porque si Ferox era algo, era ancho. Y Remus, aunque estaba a centímetros por encima de los otros merodeadores ahora en altura, permaneció eternamente flacucho. — Es tu metabolismo. — Madame Pomfrey le dijo, cuando le preguntó una mañana después de la luna. — Podrías comer más o descansar más, pero me temo que puede ser una de esas cosas. No debería preocuparte, querido, estás tan saludable como se puede esperar. Eso no sonó tan tranquilizador, pero lo aceptó. Su padre también había sido delgado, estaba seguro. Al menos no era regordete, como Peter, que todavía parecía un niño pequeño en comparación con el resto de ellos. Este hecho se hizo mucho más claro más tarde esa noche, cuando Sirius y James estaban completamente vestidos con sus túnicas formales, luciendo cada centímetro de su cuerpo como jóvenes señores de una mansión, y Peter se sentó mirándolos con envidia desde su cama, ya en pijama. — ¿Crees que habrá un baile? — Sirius preguntó, ansiosamente, arreglando su corbata. — No. — respondió James, tratando desesperadamente de peinarse, — Nos hubieran dicho que lleváramos pareja o algo así. Sirius se desplomó en la cama; — Odio cosas como esta. Moony, ve por mí, apuesto a que el viejo Sluggy ni siquiera se dará cuenta. — Hay una gran chance de que sí — resopló Remus detrás de su copia de Asalto verbal; Defensas rebuscadas de la lengua. —Slughorn ni siquiera puede recordar mi nombre la mitad del tiempo. Y se sentirá un poco decepcionado cuando esté esperando a un Black sangre pura y tenga al niño mestizo al que sigue llamando Linchpin. — Ugh. Es un viejo fanfarrón. Es como una verdadera babosa. — Sirius sonrió para sí mismo y le dio un codazo a Remus, — Je, una verdadera babosa, Moony. Remus le devolvió la sonrisa, levantando la vista de su libro. — ¿Estás listo, entonces? — James suspiró, arrojando su peine, aparentemente aceptando que su intento fue inútil. — Supongo. — Sirius gruñó, levantándose laboriosamente.
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—Voy a bajar con ustedes —dijo Remus— también podría ir a la biblioteca. ¿Quieres venir, Pete? Peter lo miró como si estuviera loco y negó con la cabeza. James, Sirius y Remus se dirigieron a la sala común, donde, para el regocijo de James, Lily los estaba esperando con un vestido turquesa muy bonito. Sin embargo, desafortunadamente para James, cuando los tres merodeadores se acercaron, quedó claro que no era a él a quien estaba esperando. — ¡Remus! — Dijo poniéndose de pie. — Te ves bien, Evans — dijo James, esperanzado. Sirius suspiró con fuerza. — Quería hablar con Remus — dijo Lily, ignorando a James. — ¿Caminarás conmigo a la fiesta? — No voy — Remus se encogió de hombros, — No estoy invitado. — Oh... — Lily se sonrojó un poco, luciendo avergonzada, —Lo siento, asumí que... — ¿De que querías hablar? — Remus preguntó con impaciencia. Su libro era pesado y la luna llena era el viernes, lo que lo agitaba más de lo habitual. Lily miró a James y Sirius, claramente sin querer decir nada frente a ellos. Remus suspiró, —Voy a la biblioteca. Si quieres caminar de esa manera conmigo, entonces está bien. — Sacaría a Lily de su camino, pero Remus decidió que no le importaba. Empujó a través del agujero del retrato y la oyó correr tras él, sus zapatos de fiesta negros de charol haciendo clic en las losas. — ¿De qué es el libro? — Lily jadeó, luchando por alcanzar el paso de las largas piernas de Remus. — Nada. — Dijo, cubriendo deliberadamente el título con el brazo: — Solo un poco de investigación. — No es algo desagradable, ¿verdad? — Lily preguntó, con desaprobación — ¿No es otra cosa horrible que hacerle a Severus? — Sabía que eso es de lo que querías hablar — Remus puso los ojos en blanco, todavía caminando. — Bueno, tienes que admitir que Sirius lo inició esa vez en Hogsmeade, quiero decir que llamó a Sev... — No me importa, Lily. — Remus espetó, doblando una esquina cerrada, — No tenía que ser tan desagradable, Sirius y James solo se estaban riendo, y Snape tuvo que ir y hacerlo personal. — ¡Oh! — Lily golpeó con el pie, — ¡Están todos tan mal como el otro!
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— Sabes que él también odia a la gente como tú, ¿no? — Remus respondió, deteniéndose ahora que estaban fuera de la biblioteca. Se volvió hacia ella, —Sabes que los de su clase odian a los de nuestra clase. — Nuestra clase — dijo Lily, —Honestamente, todo esto de la pureza de la sangre se está volviendo ridículo y no excusa... —Hizo llorar a Marlene —insistió Remus— Mary nos dijo. ¿Qué crees que dice a tus espaldas? Las mejillas de Lily estaban rosadas de nuevo. — ¡Sev nunca diría algo así de mí! ¡Él es mi mejor amigo! — Bien por ti, pero el resto de nosotros no somos tan afortunados. — Remus escupió. Lily lo miró fijamente, parpadeando por unos momentos, aturdida en silencio. Parecía que iba a llorar, y Remus sintió una pequeña punzada de culpa. Cuando volvió a hablar, su voz era mansa y pequeña. — ¿Qué le vas a hacer? Remus suspiró. Bien podría saberlo. — No solo él. Todos ellos. — Dijo, bajando la voz y agachándose un poco en caso de que los escucharan, — Y nada malo. Si deja de insultar a alguien más, entonces nada en absoluto. Ella lo miró con escepticismo. Se enderezó. — Eso es todo lo que diré. Llegarás tarde a tu fiesta, vete. *** Más tarde esa noche, Remus pensó que casi lo había resuelto. Estaba sentado en la sala común y había tomado sus notas finales. Ahora todo lo que necesitaba era la lista de palabras de reemplazo de Sirius y podrían comenzar a trabajar en la broma. Eran casi las once cuando el agujero del retrato se abrió y Lily Evans entró con cara de trueno. Había extrañas marcas plateadas en su vestido que captaban la luz mientras entraba. — ¿Qué pasa, Evans? — Remus preguntó, tentativamente, todavía sintiendo un poco de pena por ser tan cortante con ella fuera de la biblioteca. — Pregúntale a ellos. — Ella siseó, furiosa — Voy a darme una ducha. No le preguntó a quién se refería, pero si lo hubiera hecho, su respuesta hubiese llegado en unos momentos, cuando Sirius y James entraron por el agujero del retrato a continuación, riendo histéricamente. Remus no pudo evitar sonreír también, su alegría era contagiosa. — ¿Qué hicieron?
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— Todo lo hizo Sirius, amigo — James le dio una palmada en la espalda a su amigo, luego le hizo una reverencia elaborada, agitando su mano. Sirius hizo lo mismo de vuelta. — No podría haberlo hecho sin ti, mi querido amigo. — ¿Hacer qué? — Preguntó Remus, tratando de contener su irritación cuando surgió de la nada. — Babosas. — James dijo: —Babosas, ensangrentadas por todas partes. Comenzó con estos pequeños caramelos de gelatina en bandejas para comer. — Hechizo de transfiguración bastante simple. — Sirius se encogió de hombros con falsa modestia, tirándose en un sillón y pasando una pierna por encima del brazo. — Pero entonces — James se sentó junto a Remus, con ojos brillosos — Entonces empezaron a multiplicarse... — ¿Y por eso Evans está cabreada contigo? — Bueno… ¿Viste las partes viscosas en su vestido? Y um... en su cabello un poco también, creo. Eran babosas que se movían muy rápido, iban en todas las direcciones. — Sin sentido del humor, esa. — Sirius bostezó. — Ella debería estar agradeciéndonos por animar un poco las cosas. — El descaro de algunas personas — dijo Remus secamente. — Ves, tú lo entiendes, Moony. — Sirius sonrió, — Nos dejarías bañarte, ¿no? Remus pensó que era mejor ignorar eso y se dirigió a James en su lugar, — Entonces, ¿Slughorn lo sabe, verdad? — Sí, era bastante obvio. Fuimos los únicos que no gritamos. — ¿Detención? — Tres semanas. Fregado de caldero. Eso está bien, ayuda a fortalecer mis músculos. — James flexionó los brazos que, tenía que decirse, no se veían particularmente musculosos. — Buenas noticias, sin embargo. — dijo Sirius, — No más fiestas para nosotros, estamos fuera del club de slug. — ¡Y dentro de los libros de historia! — Gritó James, haciendo que los tres se disolvieran en carcajadas.
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47 James Potter y el estiércol de elefante Martes 30 de octubre de 1973 Con Halloween y el banquete tradicional de Hogwarts acercándose, Remus estaba ansioso por perfeccionar el hechizo de intercambio de palabras a tiempo para tener el máximo alcance. — Está bien, Moony, todos sabemos lo que estamos haciendo. — Dijo James, regresando de la práctica de Quidditch cubierto de barro y empapado. Las noches se estaban poniendo más oscuras y Remus casi nunca iba a ver al equipo practicar, aunque Sirius y Peter solían hacerlo. Mary siempre iba también a ver a Marlene. Los estaba siguiendo a todas partes, estos días. — Creo que deberíamos probarlo. — Remus se mordió el labio, viendo a Sirius lanzar un hechizo de secado sobre James. — Oh no. — Peter dijo, cruzando los brazos, — No seré tu conejillo de indias esta vez. ¡La última vez no pude deshacerme de ese mechón de cabello púrpura durante semanas! — Me había olvidado de eso — dijo Sirius, soñadoramente, — Eso funcionó muy bien, una vez que descubrimos los problemas. — Pruébalo en él. — Peter señaló a Sirius, — Es su turno. — No te quejes, Pete. — gimió Sirius. Se dejó caer en su cama. — Pruébalo en mí, Moony, no soy un cobarde. — Está bien, está bien — Remus sacó su varita. Sirius saltó. — Espera, ¿Quieres hacerlo ahora? — Bueno, cuanto antes mejor... — ¿Qué pasa con el contra-hechizo? — Sí, estoy bastante seguro de que lo tengo resuelto. — Remus dejó que una sonrisa se dibujara en su rostro. Sabía con certeza que el contra-hechizo funcionaba, pero era demasiado divertido ver a Sirius retorcerse. — Oh, por el amor de Dios. — James suspiró, quitándose su equipo de Quidditch. — Házmelo a mí, Lupin, no me importa. Solo que no quiero decir ninguna de las palabras de esa horrible lista tuya. ¿Puedes hacerlo con otra palabra? — Si quieres — respondió Remus.
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— Sí, sobre esta lista, Moony... — dijo Sirius, recogiéndola de la mesita de noche. — ¿Qué? — Bueno... es realmente larga. — Lo sé — Remus arqueó una ceja, — ¿Cuál es tu punto? Son todos insultos para los que no son sangre pura, ¿No? — Sí — dijo Sirius, rascándose la barbilla, — Sí, lo son, pero, eh... bueno, no pensé que hubiera tantos. Nunca los había visto todos escritos así. Y de todos modos, ¡¿Dónde escuchaste todo esto?! — ¿Dónde piensas? — Remus miró a Sirius a los ojos, deliberadamente. Había estado esperando algo como esto. — No seas una niña al respecto, Black, no me molesta. Bien, James, ¿Qué palabra quieres intercambiar? — Evans. — Sirius dijo, de repente, — Estoy barto de oír eso salir de su boca. — Está bien — sonrió Remus, — ¿Entonces a qué lo cambiamos? — ¡No me digas! James dijo: —Haremos una prueba a ciegas para saber que definitivamente funciona. Elige algo que Black no haya inventado todavía. Remus asintió con la cabeza, garabateó algo en un trozo de pergamino, luego levantó su varita, concentrándose. Movió su varita bruscamente hacia James y pronunció el encantamiento. Los cuatro se quedaron mirando, en silencio. — Er... — Remus dijo, — ¿Sentiste algo? — Nop. — James se miró a sí mismo, como si esperara ver algo diferente. — Bueno ¡Dilo, entonces! — Instó Sirius. — Su nombre completo — agregó Remus. James se aclaró la garganta teatralmente, cuadrando los hombros. Estiró un brazo y colocó una mano sobre su pecho como si estuviera a punto de hacer un gran anuncio. — Estiércol de elefante voluminoso. — Proclamó. Peter estalló en un ataque de risa tan fuerte que casi se cae de la cama. Sirius soltó una carcajada y James se puso rojo brillante. — ¡No sabía que ibas a elegir algo así! — Él dijo: — ¡Esa es mi futura esposa! — ¿Quién es tu futura esposa? — Sirius preguntó, rápidamente.
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— Estiércol de elefante. — James respondió, luego se llevó las manos a la boca. — ¡Lupin! — Dijiste que no te importaba — respondió Remus, como un negocio, —Ahora, intenta decir 'Evans' de nuevo, pero realmente trata de romper mi hechizo, ¿de acuerdo? — Estiércol de elefante. — James dijo, rápidamente. Luego, con más fuerza, — Estiércol de elefante. — Arrugó los ojos — Es-ti...ércol... de ele-fante. Estiércol de elefante — Bajó la cabeza, tristemente. Peter apenas podía respirar por reírse ahora, y Sirius tuvo que apoyarse en el poste de la cama. — Excelente. — Remus sonrió. Dejó su lista. — Oye, son las seis en punto. ¿Vamos a cenar? — Sí, solo haz el contra-hechizo primero. — Dijo James. —Oh no, — Remus negó solemnemente con la cabeza, —Lo siento Potter, pero quiero probar el hechizo a fondo, tenemos que estar seguros de que no desaparecerá demasiado rápido. Te quitaré la maldición mañana por la mañana. — ¡¿Qué?! — James rugió. — ¡Oh si! — Sirius jadeó, secándose las lágrimas de los ojos. — Lo siento, — dijo Remus de nuevo, no lo siento en absoluto, — Supongo que deberías alegrarte de que no hayamos elegido una palabra común. — P-pero, ¿y si me encuentro con estiércol de elefante? — Oh, no creo que lo hagas. — Remus le dio una pequeña sonrisa, — Casi no hay elefantes en Escocia. James hizo una mueca. — ¡Sabes a lo que me refiero! ¡Voluminoso! ¡¿Estiércol de elefante voluminoso?! Remus se encogió de hombros. — ¿No grites su nombre? ¡Vamos, me muero de hambre! *** — ¡James! ¡Mira quien es! — Cierra. La. Boca — James apretó los dientes y miró fijamente su plato. Sirius negó con la cabeza con desaprobación, la imagen de la piedad. — Esa no es forma de saludar ... ¿Cómo se llama?
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— No voy a rebajarme, ya sabes. Soy más fuerte que eso. — Dijo James, cortando con saña su bistec y pastel de riñón. — Ella está ahí, amigo. — dijo Sirius, tratando de controlar su sonrisa, — ¿Cómo se dará cuenta de ti si no la llamas? — Oye, Evans — dijo Remus, de repente, saludando a la pelirroja, — ¿Quieres sentarte con nosotros? Ella se detuvo y los miró, con cautela, — ¿Por qué? — Eres una Gryffindor, nosotros somos Gryffindors… — dijo Sirius, levantándose para darle su asiento al lado de James, — Se supone que debemos sentarnos juntos. Además, realmente molestará a Potter. — Bueno, en ese caso. — Lily se sentó. Sirius empujó a Remus para hacer espacio a su lado. Lily miró a James con curiosidad, que se había puesto rojo como una remolacha. — ¿Por qué te molesto, Potter? — ¡No lo haces! — Dijo rápidamente: — Solo están siendo unos idiotas. — ¡Lenguaje, Potter! —Sirius dijo, severamente, vertiendo salsa sobre su puré de papa y guisantes. — Esa no es forma de hablar frente a una dama. — ¿Que está pasando? — Lily miró a Remus con sospecha, —¿Se están burlando de mí? — Nos estamos burlando de James. — Peter chilló, sonando como si estuviera teniendo dificultades para contener su emoción. Por una vez, él no era el blanco de la broma, y claramente era una idea vertiginosa. — Estoy probando un hechizo en él. — Remus dijo, simplemente. Los ojos de Lily brillaron mientras analizaba la situación. — ¿Y cuál es el hechizo? — Mutatio Verbi. Sus cejas se alzaron — ¿Eso es... Oh Dios mío, Remus, qué palabra? — Um... — Estiércol de elefante voluminoso. — James dijo con tristeza. Peter escupió su jugo de calabaza y tiró su tenedor. Lily rió nerviosamente.
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— ¿Qué dijiste, Potter? — Vvv... Voluminoso. — James se esforzó por luchar contra el hechizo, — Estiércol de elefante voluminoso. — ¡¿Voluminoso...?! ¡Oh, por el amor de Dios! — Lily miró a Sirius, — Es mi nombre, ¿no? — ¡No me mires! — Sirius sonrió, levantando las manos, — ¡Fue idea de Moony! Lily se volvió hacia Remus, su ceño fruncido desapareció. — ¿En serio, Remus? — Err ... sí, pero no estaba destinado a ser ofensivo ni nada... — ¡Eso es increíble! — Ella dijo: — ¡Magia realmente inteligente! — ¡Espera hasta mañana! — Peter dijo, recuperándose de su histeria. Sirius lo pateó debajo de la mesa. — Lo siento mucho, estiércol de elefante. — Dijo James, luciendo genuinamente desamparado. Esta vez, incluso Lily se rió. *** Miércoles 31 de octubre de 1973 — Nada está pasando. — Bueno, no se van a poner a insultar, ¿verdad? — Tenemos que empujarlos a hacerlo. Pete, ve y... — ¡Oye, soy sangre pura! — Oh, sí, cierto. Um... Moony, ve y tropieza con uno de ellos o algo así. Hazlo con Snivellus. O mi prima, sí, ¡busca a Cissy! — No. — Remus dijo, en voz baja. Ignorando el hecho de que en realidad no tenía ningún problema con Narcissa, no quería ser tan obvio. — Solo esperaremos. Paciencia, Black, paciencia. — Pero podría llevar días. — No, no es así. — Mary dijo, fríamente. — Ustedes tres deben estar ciegos si no han visto lo que sucede por aquí. — Eso los hizo callar.
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Mary estaba sentada junto a Sirius por segunda vez esa semana. A Remus no le importaba, le gustaba Mary, era divertida, brusca y desafiante, pero indefectiblemente amable y llena de compasión. Ella era su amiga. Pero, bueno, ella no era una merodeadora, ¿verdad? Su presencia se sentía intrusiva, de alguna manera; no encajaba del todo con su habitual ida y vuelta. Y ella siempre se sentaba al lado de Sirius, lo que significaba que nadie podía hablar con él sin que ella escuchara y pestañeara. Por supuesto, Remus sabía que le gustaba él y todo, pero no estaba seguro de que Sirius supiera eso todavía, o tal vez así era como se suponía que debías actuar cuando alguien te gustaba. — ¿Qué ha estado pasando entonces? — Preguntó James, muy seriamente. — ¿Te llaman cosas, MacDonald? Ella se encogió de hombros, sorbiendo su jugo de calabaza. — Ha sido peor este año. ¿Debes saberlo, no Remus? Remus asintió vagamente, mirando hacia otro lado, como si estuviera más interesado en observar a los Slytherin. Era el banquete de Halloween y todos estaban muy animados. El profesor Flitwick había encantado unos murciélagos negros relucientes para que volaran sobre sus cabezas, finas telarañas plateadas brillaban desde las vigas y el Gran Salón estaba lleno de los olores otoñales de calabaza asada, humo de leña y manzanas horneadas. — Entonces... — James continuó, lentamente, — ¿Todos los nacidos de muggles lo han estado recibiendo? Incluso... incluso estiércol de elefante, ¡Oh, por el amor de Dios, Remus! ¡Por favor, arréglame! — Si haces mi tarea de Pociones. — Remus respondió, rápido como un dardo. — ¡Bien! ¡Cualquier cosa! Te daré mi maldita escoba si sólo... — Finito. — Remus apuntó con su varita a James. James lo miró fijamente, aturdido. Se aclaró la garganta, — Lily Evans. — Dijo, muy claramente, luego sonrió. — ¡¿Y ahora qué, Potter?! — Lily se dio la vuelta, su conversación con Marlene siendo interrumpida. — ¿Saldrías conmigo? — No. — Ella se volvió de nuevo. — Gracias Moony. — En cualquier momento. — Espera. — Sirius dijo: — Espera un minuto. ¿El contra-hechizo es Finite Incantatum?
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— Sí. — ¡Pero ese es solo el hechizo estándar! Remus se encogió de hombros. — Nunca dije que fuera algo difícil. Ustedes, sangre pura, no tienen ni una pizca de sentido común entre ustedes. Mary soltó una carcajada, James se atragantó con su papa asada y Sirius le dio una palmada a Remus en la espalda. — Lo juro, Moony. Cuando se trata de planes malvados, ninguno de nosotros tiene oportunidad contigo. Remus se sonrojó de orgullo y lo sacudió, regresando a su cena. — ¡Mira! — Peter gritó, de repente, señalando con un dedo regordete en dirección a la mesa de Slytherin. Un segundo año de Hufflepuff se había acercado demasiado a Mulciber, quien se puso de pie y se cernió sobre ellos. — Sí — susurró Sirius —Adelante, gran troll... El Hufflepuff estaba temblando tanto que derramó su bebida, tirando la mayor parte por sus propias túnicas, pero también rociando ligeramente las puntas de los enormes zapatos negros de Mulciber. El Slytherin de nariz chata agarró al Hufflepuff por la corbata, el resto de los Slytherin se volvieron para mirar, ansiosos. — Limpia eso, cariño angelical. Silencio de muerte. El Hufflepuff parecía confundido y soltó una risa nerviosa. Mulciber parecía más estúpido de lo habitual. — ¿Qué dijiste, Mulciber? — Preguntó Snape, mirándolo. — ¡Cariño angelical! — Mulciber rugió, con la cara roja. — ¡No! Quería decir, ¡Querido terrón de azúcar! ¡No! ¡Dulce angelito! Todo el salón estalló en risas. — Maldita sea — dijo Sirius, en voz baja, — Mulciber realmente tiene una boca sucias ¿eh? No pensé que usaría la mitad de esos. — Siéntate, idiota. — Snape reprendió al matón, que había soltado la corbata de Hufflepuff, y estaba soltando tonterías sin poder hacer nada.
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— ¡Eso fue brillante, Sirius! — Mary lo abrazó. Remus de repente perdió el apetito. Sirius simplemente tiró su cabello galantemente; — Solo espera — dijo, — eso fue solo el comienzo.
48 Sirius cumple catorce Viernes 2 de noviembre de 1973
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Remus miró alrededor de la puerta del dormitorio en silencio, y - encontrando la costa despejada entró sigilosamente. Abrió con cuidado su baúl y metió el paquete dentro, cubriéndolo con un par de jeans viejos. — Hola, Moony — una voz detrás de él le dio a Remus tal susto que dejó caer la tapa del baúl con un pesado *pum* y se dio la vuelta. James estaba saliendo del baño, su cabello oscuro mojado y sus lentes empañados. — Hola. — Dijo, esperando no parecer que estuviera tramando nada. — ¿Estás tramando algo? — James lo miró de reojo. — No. — ¿Qué estás haciendo? — ¡Nada! — ¿Es el regalo de cumpleaños de Sirius? Los hombros de Remus se hundieron, suspiró. — Sí. — No tienes que esconderte de mí, Moony — James rió, con facilidad, tirando la toalla sobre la cama y comenzando a vestirse. — No le diré. Remus se encogió de hombros con torpeza. Realmente solo había querido ocultar el hecho de que había pasado las últimas dos horas en los baños de chicas del cuarto piso tratando de envolver la estúpida cosa, con Myrtle la llorona riendo en lo alto, sin dar ningún consejo útil. También estaba tratando de evitar preguntas incómodas sobre dónde había obtenido el dinero. Su paquete de cigarrillos robados se había agotado casi por completo y le quedaba el dinero suficiente para comprar regalos de Navidad para sus amigos y, si era prudente, algo para él. No tenía el corazón puesto en nada, pero a Remus le gustó la idea de poder seguir adelante y comprar algo si le apetecía. — Suerte que es sábado este año— le dijo a James, relajándose un poco, — ¿Sabes lo que vamos a hacer? — Bueno, obviamente, tendremos que cantar 'feliz cumpleaños' en el desayuno — dijo James, muy serio. — Obviamente. — Remus estuvo de acuerdo. — Y almuerzo y cena. Tengo práctica de Quidditch por la mañana, pero le pedí a Hooch que me dejara media hora extra en el campo antes de que continúen los Ravenclaws, para que podamos volar un poco.
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— Oh, bien — dijo Remus, con un poco menos de entusiasmo. No era su idea de diversión el sentarse en la gradas del campo de Quidditch solo en una fría mañana de noviembre, pero era el cumpleaños de Sirius, después de todo. Quizás podría llevar un libro. — Luego supongo que tendrá que ir a tomar el té por la tarde con Regulus y Narcissa. Entonces, tendremos que averiguar cuándo termina eso antes de que podamos organizar una fiesta adecuada. ¿Crees que a los demás les importará si usamos la sala común? — No — Remus negó con la cabeza, con confianza. Nadie podía negarle nada a James y Sirius, especialmente una fiesta de cumpleaños muy ruidosa. Esto era cierto en cualquier momento del año, pero especialmente esta semana, cuando la popularidad de los merodeadores parecía estar en su punto máximo. Remus apenas había podido caminar por un pasillo desde el miércoles sin escuchar una ovación, o recibir una palmada en la espalda de sus compañeros Gryffindors, Ravenclaws o Hufflepuffs. Los Slytherin todavía fruncían el ceño, todavía lo miraban con dagas en los ojos si pasaba, pero no podían decir nada. Algunos lo intentaron, por supuesto. Durante los dos primeros días después de Halloween, se podían escuchar los ocasionales 'cariño angelical' o 'pelusa de miel' , y se escuchaban risas estridentes. Snape incluso había perdido los estribos por completo durante la lección de Encantamientos de los viernes y llamó a James un "pequeño muñeco encantador", lo que casi mata a Sirius de la risa y mortificó a Lily. La mejor parte de esta broma, que Remus ni siquiera había considerado cuando la planeó, era que ninguno de los Slytherin podía quejarse con el personal sobre el hechizo, porque eso significaría explicar qué palabras habían sido reemplazadas. Entonces, fue un proceso lento e inmensamente agradable de ver mientras los estudiantes de Slytherin intentaban descubrir la contra maldición por sí mismos. — Lo tienen bien merecido — se rió Marlene, temprano esa mañana, — si fueran Hufflepuffs, todos habrían levantado el hechizo a estas alturas. De la noche a la mañana, los merodeadores habían pasado de ser los payasos de la clase, muy queridos y alegremente tolerados, a héroes de la guerra de casas que se había estado gestando durante todo el año. Remus trató de no pensar en los efectos a largo plazo que esto podría tener, y se centró en cambio en el próximo decimocuarto cumpleaños de Sirius. De alguna manera, catorce sonaba incluso más maduro que trece - dónde eras definitivamente, definitivamente un adolescente a los catorce años. Mary se sentó con ellos en la cena esa noche, una vez más. Una o dos veces, Remus había pensado en preguntarle a James cómo se sentía acerca de este nuevo arreglo, pero se retractó. Después de todo, a James no parecía importarle en absoluto y siguió como de costumbre. Y Mary no estaba haciendo nada malo sentándose en la mesa de su propia casa. A decir verdad, Remus aún no había sido capaz de señalar por qué su presencia lo molestaba tanto, excepto que ella siempre se sentaba al lado de Sirius, lo que él pensaba que era una demostración obvia. La continua timidez de Sirius sobre todo el tema era igualmente exasperante. A Remus no le gustaba que otras personas guardaran secretos. — ¿A qué hora estarás libre mañana, Black? — Preguntó James, mientras comían bacalao rebozado dorado crujiente y chips de corte grueso.
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— ¿Qué quieres decir? — Preguntó Sirius, rociando generosamente vinagre sobre el suyo, antes de pasarle la botella a Remus. Mary, que había estado buscando el vinagre, le lanzó a Remus una mirada divertida. — Ya sabes, ¿A qué hora crees que terminará el té de tu familia Black? ¿Para tu cumpleaños? — Oooh, ¿es tu cumpleaños, Sirius? — Mary sonrió: — ¡Nunca lo dijiste! ¡Te habría comprado algo! — ¿En serio? — Sirius la miró, ligeramente desconcertado. Se volvió hacia James, — No creo que el té se realice este año. No me han mandado una nota. — ¿Oh de verdad? — James arqueó las cejas, lo que siempre le daba una expresión de búho, — ¿Estás... quiero decir, está bien?" Sirius resopló, mirando su comida, — ¿Por qué no lo estaría? Como si yo quisiera ir. — Bueno... genial, entonces. — James sonrió, lanzando una mirada a Peter y Remus que solo ellos entenderían, — Podemos continuar con la planificación de la fiesta más desordenada que la torre de Gryffindor haya visto. — ¡Si! — Peter añadió, por si acaso. — ¿Estoy invitada? — Preguntó Mary, sentándose más derecha. — Obviamente. — Remus dijo, su voz más sarcástica de lo que pretendía, — Todos están invitados. — Mira, tal vez no deberían hacer un gran escándalo. — Sirius dijo, jugando con sus guisantes, — No tengo muchas ganas. — Oh, ¿por qué no? — Mary arrulló, — ¡Será divertido! Lo haremos tan bueno como el cumpleaños de Remus el año pasado, ¡Incluso mejor! Sirius no dijo nada, y James lanzó otra mirada a Peter y Remus. Comieron el resto de la comida en un silencio casi total. *** Sábado 3 de noviembre de 1973 Remus se despertó solo la mañana del cumpleaños de Sirius, y encontró una nota clavada en la puerta del baño, escrita en una hermosa cursiva.
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Nos fuimos hacia la práctica de Quidditch, sabía que no querrías venir, así que te deje dormir. Hasta luego, S. Remus se duchó y luego decidió que también podía ir a la biblioteca. Había terminado su ensayo sobre criaturas mágicas de clase XXX y quería adelantarse a las criaturas de clase XXXX. (Recientemente se había enterado de que él, el flaco Remus Lupin de trece años, estaba clasificado como XXXXX, junto con las manticoras y los dragones). Iban a seguir a adelante con la fiesta con o sin el consentimiento de Sirius, una decisión tomada por James y respaldada por Remus. Incluso cuando tenía un caso de depresión, Sirius no podía resistir ser el centro de atención y hacer tanto ruido como fuera posible. Peter había sido puesto a cargo de la decoración y, con algo de ayuda de Mary y Marlene, había triunfado, escondiendo un baúl lleno de serpentinas y globos en el dormitorio de niñas de tercer año. James se encargó de las invitaciones, que por lo que Remus había visto involucraba gritar a varios estudiantes diciéndoles que sería mejor que estuvieran allí o de lo contrario verían. Remus era responsable de la comida, algo que era bastante simple cuando tenías acceso al mapa y la capa de invisibilidad. Tuvo un desayuno tranquilo solo con su libro. La hora de comer era un asunto mucho más pacífico ya que los Slytherin habían sido amordazados temporalmente. Incluso aquellos que habían logrado romper el hechizo mantenían la boca cerrada, al menos por un tiempo. El libro que Remus estaba leyendo era tan interesante que no podía dejarlo, y en cambio continuó leyendo mientras serpenteaba lentamente hacia la biblioteca, de vez en cuando extendía la mano para evitar chocar contra los muros o puertas. Entonces, fue completamente su culpa cuando chocó de frente con Regulus Black, derribando al suelo al chico más joven. — ¡Oh, lo siento! — Remus dijo, dejando caer su libro y automáticamente ofreciéndole una mano para ayudarlo a levantarse. Regulus lo fulminó con la mirada y entrecerró los ojos ante las cicatrices que cruzaban las muñecas de Remus. Se puso de pie sin ayuda, sacudiéndose y oliendo a Remus con su heredada dignidad Black. — Mira hacia donde vas. — Dijo con frialdad. — Dije que lo siento. — Remus respondió, un poco molesto. No quería empezar nada, solo quería llegar a la biblioteca sin ningún problema. — ¿Qué estás haciendo vagando solo, de todos modos — preguntó Regulus, con sospecha, — ¿Planeando algún otro asalto hilarante a nuestra libertad de expresión? Remus se burló. — Podría preguntarte lo mismo. ¿Dónde está ese pequeño y espeluznante Crouch? De todos modos, no puedes probar que hicimos nada. — No — los labios de Regulus se curvaron, — pero sé que mi hermano estaba involucrado. — ¿Oh si?
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— Sí. No recibí las mismas palabras que todos los demás. — ¿Hmm? — Remus trató de parecer indiferente por esto, pero no tenía idea de que Sirius había maldecido a su hermano de manera diferente. — Cada vez que trato de decir el nombre de mi casa, sale...— Regulus miró furtivamente sobre sí mismo, como si temiera que lo escucharan, — ¡Vamos, Gryffindor, Vamos! Remus se echó a reír bajo la mirada imperiosa de Regulus. — Lo siento — dijo Remus, por tercera vez, — Es... bueno, es bastante divertido. — Por supuesto que piensas que es gracioso. — El chico más joven resopló. Era más bajo que Remus, pero de alguna manera se las arregló para mirarlo desde arriba. —Tú... los de tu clase no pueden entender lo que mi hermano está poniendo en juego. Hice todo lo posible para ocultar lo peor a nuestros padres, pero él tiene que seguir insistiendo... — Entonces, ¿Es por eso que no está invitado a tu estúpida fiesta del té de Nancy? — Remus preguntó, enojado por su amigo. — Narcissa no pensó que valiera la pena, este año — la fría mirada de Regulus vaciló, y miró hacia otro lado. Remus tuvo la impresión de que a Regulus le hubiera gustado tener la oportunidad de ver a su hermano. — Y esta última broma suya acaba de demostrarlo. Nunca va a... volver. Regulus se sacudió y se volvió en dirección a las mazmorras. Remus sintió una oleada de simpatía y, en contra de su mejor juicio, lo llamó. — Reg, espera! Regulus se volvió, horrorizado por el exceso de familiaridad de Remus. Pero Regulus era un nombre tan feo. Peor que Remus por una milla. — Mira — se apresuró, — vamos a tener una fiesta para Sirius en la sala común esta noche, puedes venir si... — No. — Regulus dijo bruscamente, luciendo ansioso, — No me invites, ¿de acuerdo? Solo déjalo. Dile feliz cumpleaños de mi parte. — Se apresuró a alejarse. *** Con o sin Regulus, la fiesta fue un gran éxito. Bastante literal; cada póster de león en la sala común (y habían bastantes) había sido encantado para rugir cada vez que alguien decía las palabras "cumpleaños" o "Sirius". Toda la casa de Gryffindor se involucró, y Remus estaba bastante seguro de que algunos de los estudiantes mayores estaban pasando frascos de algo un poco más fuerte que la cerveza de mantequilla que todos los demás estaban bebiendo. El tocadiscos de Sirius giraba salvajemente al doble de tiempo, y muchas de las chicas se habían levantado para bailar. Mary trató de subir a Sirius para John, I'm Only Dancing, pero él negó con la cabeza con fervor y se quedó en el sofá con Remus y Peter.
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— Solo conozco el vals — les confió en un susurro, — Y estaré jodido si tengo que volver a hacerlo. James se levantó y trató de mover sus caderas lo más cerca posible de Lily, pero rápidamente tropezó con una bulto en la alfombra y casi se precipitó de cabeza a la chimenea. Sirius se rió con ganas de esto, y Remus estaba complacido de ver que al menos no estaba dejando que su familia lo afectara hoy. Decidió no contarle a Sirius sobre su encuentro con Regulus por el momento, no lo haría más feliz, así que, ¿Cuál era el punto? — Eres Lupin, ¿no? — Una chica se inclinó sobre el respaldo del sofá, su largo cabello negro rozando el hombro de Remus. La había visto antes; ella era de sexto año. — Um, sí — asintió, saltando. — Mi amigo, Fariahah, dice que estás vendiendo... — Err, ¡ven aquí! — Saltó moviendo la cabeza salvajemente. Hasta ahora se las había arreglado para llevar a cabo sus asuntos en privado y sin que los demás merodeadores lo supieran. — ¿Qué querías? — Preguntó, una vez que estuvieron en la esquina más alejada de Sirius y Peter. — Dos paquetes de lo que tengas. — Ella dijo. — Un galeón. — ¡¿Qué?! — Ella exclamó: — ¡Pero Fariahah dijo que eran cinco sickles el paquete! — Me estoy quedando sin paquetes — dijo Remus, desinteresado, — oferta y demanda. — Ugh, bien. — Se cruzó de brazos y sacudió la cabeza: — Un galeón. — No puedo conseguirlos ahora. Reúnete conmigo aquí mañana a las siete. A.M. — ¡¿Un domingo?! — Tengo muchos clientes, ¿sabes? — Bien, bien… — ¿Qué pasó allí, Moony? — Sirius lo miró mientras Remus regresaba al sofá. Su mirada sospechosa era idéntica a la de su hermano. — ¿No otra novia? — Cierra la boca. — Remus lo pateó. — ¿Quién es tu novia, Remus?— Mary se sentó, luciendo interesada. Dios, pensó Remus, ¡¿de dónde salió?! — No tengo novia, Black solo está siendo un idiota.
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— Bien — se sentó Mary, sonriendo con aire de suficiencia, — Porque si la tuvieras — hizo girar su cabello en espiral alrededor de un dedo, — Conozco a alguien que estaría realmente decepcionada... — Oh. Okay. — Él respondió, tratando de no mostrarle lo molesto que estaba. — ¿A quién le gusta Moony? — Preguntó Sirius, empujando a Mary. — No podría decírtelo. — Mary respondió, imitando abotonar sus labios. Remus deseaba que ella hiciera eso de verdad, para siempre. — Muchachas. — Sirius dijo, exasperado, — Pesadillas, todas ustedes. Mary hizo un puchero, pero no dijo nada más. Sirius negó con la cabeza hacia ella, pero estaba sonriendo. Finalmente, regresó a Remus, — Entonces, ¿Qué estás vendiendo? Esa chica dijo que estabas vendiendo algo — Nop. — Remus dijo, inocentemente. — Ella tenía a la persona equivocada. — Lo descubriré, ya lo sabes. — Dijo Sirius, con una mirada de regocijo en sus profundos ojos azules. — No es que no esté agradecido por el excelente regalo de cumpleaños — asintió con la cabeza hacia el piso donde estaba su kit de broma práctica Deluxe de Zonko recientemente desenvuelto, proclamando con orgullo; ' Seguro que completará la colección de cualquier maestro bromista'. — Pero voy a averiguar cómo lo pagaste, eventualmente. No creo en eso de que una tía muerta te dejó dinero. — Tu tío muerto te dejó dinero — respondió Remus. — Sin embargo, no puedo tocarlo hasta que sea mayor de edad, ¿verdad? — Sirius dijo astutamente: — No, estás tramando algo, Lupin, te conozco, no eres Moony si no tienes un secreto. — Entonces — enfatizó — déjame tener mi secreto — Remus volvió la cabeza, misteriosamente.
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49 Conócete a ti mismo Domingo 11 de noviembre de 1973 Remus se despertó, farfullando y temblando. La habitación estaba lúgubre y su aliento estallaba en penachos blancos sobre su cabeza. Todo dolía. Levantó las manos frente a su rostro y encontró las puntas de sus dedos azules y ensangrentadas. Tenía astillas debajo de las uñas y más sangre en otro lugar; podía olerlo, pero no podía ver muy bien en la oscuridad y no tenía la energía para levantar la cabeza. Sentía los huesos como si estuvieran hechos de tiza. Estaba tan, tan cansado. Aún así, si había tanta sangre como pensaba, probablemente no era una buena idea dormir. Debería permanecer despierto al menos hasta que Madam Pomfrey pudiera llegar, lo que no debería tardar mucho. Remus se quedó quieto y se concentró en su respiración. También había un juego de Gryffindor hoy, otra cosa que se perdería. No solo eso, sino que sus amigos estarían demasiado ocupados para visitarlo. Volvió la cabeza y le tiró. Esperaba no estar enfermo, era tan vergonzoso estar enfermo. No tenía su varita con él, así que no podía limpiarse. — Buenos días, Remus —Madame Pomfrey finalmente entró en la habitación.
— Oh cielos, un poco desastroso, ¿eh? Levantó la cabeza y vomitó rápidamente. *** — No estoy segura de que me guste toda esta lectura que haces. — Madame Pomfrey gruñó mientras le traía un trago curativo. — Sé que tus estudios son importantes para ti, pero necesitas descansar. — Dormí toda la mañana. — Él respondió: — Y me aburro mucho, de lo contrario. ¿Sabes cómo terminó el partido de Quidditch? — Me temo que no — sonrió la medibruja. — Estoy segura de que el señor Potter estará aquí para decírtelo tan pronto como pueda. Eso no era muy probable, ya que si ganaron, habría una fiesta de la victoria, y Remus le había hecho prometer a James que no se lo perdería por su cuenta. Aceptó la poción que le dio Madame Pomfrey y se la tragó sin quejarse. Era amargo, pero ahora se había acostumbrado.
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Tenía que leer, porque si no lo hacía, no tendría nada que hacer, excepto pensar en sus cicatrices frescas. Este mes, el lobo se había desgarrado el torso, que era mejor que sus brazos o su cara, al menos podía ocultar las marcas más fácilmente. Remus rara vez se desnudaba frente a nadie; incluso una vez que los merodeadores se habían enterado de su pequeño problema peludo. Nadie más que Madame Pomfrey había visto la verdadera extensión del daño (bueno, Sirius lo había hecho, una vez, a principios de segundo año, pero ninguno de ellos había reconocido ese extraño encuentro desde entonces). Aún así, Remus no era ingenuo, y sabía que un día, por muy lejos que estuviera, alguien esperaría que se quitara la camiseta, al menos. No soportaba pensar en eso. Quizás tendría que evitar a las chicas para siempre. — ¡Señor Lupin! — Una voz alegre resonó por el piso del hospital, haciendo que Remus se sobresaltara. Era el profesor Ferox, sosteniendo dos grandes frascos de líquido transparente en sus brazos. — Oh, hola — Remus dio un pequeño saludo. — Esencia de Murtlap, como prometí, Poppy — el profesor dejó los frascos. No vengas, no vengas, pensó Remus frenéticamente mientras el profesor Ferox cruzaba la habitación hacia su cama. — ¿Acaso estuvo en la guerra, nuestro chico? — Preguntó amablemente. — Um... — Remus quería encogerse y esconderse debajo de las sábanas. Odiaba la idea de que un Ferox fuerte y enérgico lo viera en su estado debilitado. —Estoy bien. Ferox se sentó junto a la cama de Remus. Remus se resignó a su destino. — Segunda vez aquí este año, ¿eh? — Dijo el profesor, luciendo preocupado. Remus asintió, a pesar de que era su tercera luna este trimestre. Si Ferox no notó una ausencia, entonces tal vez no conectaría los puntos. — Sabes, si necesitas más tiempo para tu tarea, solo tienes que decirlo. — ¡Nunca he entregado nada tarde! — Protestó Remus. —No — los ojos de Ferox brillaron, — Ciertamente no lo has hecho. — Sus mirada se movió hacia los vendajes que sobresalían de la camisa del pijama de Remus, cubriendo un nuevo corte que serpenteaba hasta su clavícula. Algo se registró en los ojos del hombre mayor, y Remus supo casi instintivamente que Ferox lo sabía. — Puedo hacer cualquier cosa que pueda hacer cualquier otra persona. — Remus dijo, mirando a su maestro a los ojos. — Puedo ver eso. — Ferox miró ahora la pila de libros sobre la mesita de noche. — ¿Son todos para la escuela? — Algunos. — Remus respondió: — Algunos son para entretenerme. Me gusta descubrir cosas nuevas. Me gusta saber cosas. — Sí, puedo decir eso por tus ensayos — Ferox estaba sonriendo de nuevo, lo que hizo que Remus se relajara un poco. — ¿Te apetece una carrera cuidando criaturas mágicas? ¿O quizás algo más parecido a tu padre?
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— Er... no lo había pensado. — mintió Remus. Ferox se rió. Golpeó el libro en la parte superior de la pila. Era de Sirius, un libro de filosofía muggle. — Conócete a ti mismo, Remus. — Dijo Ferox. — Platón. — Remus dijo rápidamente. Ferox volvió a reír y se puso de pie. — Exactamente. — Revolvió el cabello de Remus antes de girarse para irse. — Espero que te sientas mejor pronto, Lupin. Te veo el miércoles. Todo era muy críptico, pensó Remus, dándose cuenta de que había estado conteniendo la respiración durante casi un minuto mientras Ferox abandonaba la habitación. Todavía no había empezado el Platón, solo lo había hojeado; no era el tipo de cosas que normalmente le interesaban, pero se había comprometido a probar un poco de todo. Secretamente, quería poder mostrarle a Sirius que había leído más libros. Sirius casi no pasaba más tiempo leyendo: su única misión por cumplir era su papel de oveja negra de la familia Black lo que significaba que tenía poco tiempo para otra cosa que no fuera causar problemas. Lo lamentaría algún día, en opinión de Remus. Remus había visto a muchos chicos en St. Edmund's tratando de sobrepasar sus límites de esa manera; el problema era que algunos límites no eran vallas. A veces eran bordes; sin nada al otro lado. *** Se curó bastante bien, a pesar de las brutales cicatrices, y Madame Pomfrey lo envió de regreso a la torre de Gryffindor esa noche, con el entendimiento de que no hiciera nada más que descansar. Caminó lentamente, como prometió. Cuando finalmente llegó a la sala común, no encontró la fiesta de la victoria que esperaba, sino una atmósfera bastante apagada. Los merodeadores no estaban a la vista. Remus frunció el ceño y subió las escaleras para encontrar la habitación también vacía. Desconcertado, bajó las escaleras. Marlene y Mary jugaban a romper junto a la chimenea. —Hola — se acercó. — ¿Estás bien, Remus? ¿Dónde has estado? — Preguntó Mary, sin levantar la vista de sus cartas. — Estaba enfermo. Virus estomacal. ¿Cómo fue el juego? — Perdimos — suspiró Marlene, — James estuvo jodidamente brillante como de costumbre, y debo de haber bloqueado al menos veinte bludgers, pero Ramsay atrapó la snitch en el momento equivocado.
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— Ah, lo siento McKinnon. — Remus se frotó la nuca. Eso era extraño: si habían perdido y no había habido fiesta, ¿Por qué los demás no habían ido a verlo? Trató de ignorar la punzante sensación en su estómago. — ¿Has visto a James desde entonces? ¿O Sirius o cualquiera? — Nop. — Dijeron las chicas al unísono. Marlene golpeó una tarjeta, luego hizo una mueca cuando estalló. Ella lo miró. — ¿Quieres jugar? — Er… nah. Todavía me siento un poco raro. Me iré a acostar. Gracias de todos modos. Volvió a subir las escaleras, sintiendo una incómoda mezcla de ansiedad e ira. Dijo que no deberían posponer la celebración solo por él, pero eso no significaba que no quisiera verlos en absoluto. No tenían que dejarlo solo así, sin siquiera comprobar si estaba bien. Por lo que sabían, aún podía estar en la enfermería, al borde de la muerte y sin nadie más que Madame Pomfrey como compañía. ¿Estaban ya aburridos de todo el asunto? ¿Era menos emocionante ahora? ¿Era él menos emocionante? Remus se acostó en su cama encima de las mantas. Se sentía como si solo hubiera estado sin pijama durante una hora, no quería volver a ponérselo, sin importar lo cansado que estuviera. Consideró leer, pero no tenía energía. Podía escuchar un disco, pero eso significaría levantarse. Al final, se quedó quieto, tendido en la oscuridad con las cortinas corridas. En St. Edmund's, antes de que pudiera leer, antes de tener magia o amigos, Remus se había acostumbrado al aburrimiento. Inventaba historias en su cabeza, repasaba las letras de las canciones que había memorizado o intentaba pensar en las palabras más largas que jamás había escuchado. Ahora, mientras esperaba a que llegara el sueño, Remus reflexionó sobre lo que Ferox le había dicho antes. Conócete a ti mismo. No recordaba el contexto en el que Platón había dicho eso: tenía que significar "saber quién eres". Remus sabía todo sobre sus amigos. Sabía que James era un líder natural, un dios del Quidditch que haría cualquier cosa por cualquiera. Remus sabía que a pesar de que todos se burlaban de James por estar enamorado de Lily, James tenía una comprensión más clara del amor que nadie, y si decía que se casaría con ella algún día, probablemente lo haría. Remus sabía que Peter estaba avergonzado de su familia, especialmente de su hermana mayor, a quien una vez también había admirado, y que encajar significaba más para él que cualquier otra cosa en el mundo. Remus sabía que los padres de Mary habían nacido en Jamaica, y que ella era la única bruja en una familia de siete, y que nunca, nunca lloraba, incluso cuando estaba furiosa. Sabía que Lily lloraba cada vez que recibía una carta de su casa, y que le escribía a su hermana todas las semanas y no había recibido una respuesta nunca. Sabía que Marlene no se llevaba muy bien con su padre, que era muggle y que a veces bebía demasiado. Luego estaba Sirius, pero no se necesitaba nada especial para conocer a Sirius. Él pensaba que era distante y misteriosa, pero la verdad era que Black llevaba el corazón en la mano, y no tenía nada más por detrás. Lo sentía todo con tanta fuerza y su felicidad era tan caótica como su miseria. A veces tenías que dar un paso atrás, en caso de que te llevara por delante. Entonces, ¿Quién era Remus? Huérfano, pero no del todo. Un mago, pero solo mestizo. Un monstruo, pero no todos los días. ¿Qué más había? No es necesario desarrollar demasiado las características secundarias.
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*Creak* — ¿Moony? — El susurro llenó la habitación tan fuerte como un claxon. Remus no respondió. Estaba demasiado enojado. La puerta se abrió y entraron tres pares de pasos. Incluso con las cortinas de la cama corridas, Remus sabía que era James quien se acercaba primero. —Psst, Moony? ¿Estás durmiendo, amigo? Suspiró y se dio la vuelta. — No. Las cortinas se corrieron. Remus se sentó para hacer espacio a James, y a Sirius, y luego a Peter quien se arrastró adentro para sentarse con él. — Fuimos a la enfermería, pero ella nos dijo que ya te habías ido. — James explicó. — Subí después de la cena. ¿Dónde estaban? — Biblioteca. — ¿Cómo estuvo? — Sirius preguntó: — ¿La luna llena y todo? — Okay. — Daba la misma respuesta todos los meses. — No fue... quiero decir, ¿no te lastimaste demasiado? — Peter preguntó, retorciéndose las manos. — Un poco. — Remus asintió, —No está mal. ¿Qué hacían en la biblioteca? — ¡De eso es de lo que queríamos hablarte! — Estalló Sirius. Obviamente, se moría por decir algo, y Remus sintió que lo último de su irritación se desvanecía cuando su curiosidad alcanzó su punto máximo. — Sirius. — Dijo James, con la voz que solía moderar a sus amigos. Miró a Remus, —Estuvimos investigando, sobre tí, un poco... — ¡Un poco! —Sirius se burló, — Todo se trata de ti, Moony, quería decírtelo desde el último trimestre, pero James no... — Solo quería asegurarme de que pudiéramos hacerlo. — James le dio un codazo a Sirius, — Deja de interrumpirme, maldita sea. Remus. La cuestión es que, desde que nos enteramos de... um... tu pequeño problema peludo, hemos querido hacer algo para ayudar — No hay cura. — Remus respondió, rápidamente. No le gustó el sonido de esto. Se sintió horriblemente cohibido mientras todos lo miraban con la misma mirada loca en sus ojos.
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— No, no, lo sabemos — James agitó una mano, — pero pensamos que debe haber algo que podamos hacer, para que dejes de lastimarte, ya sabes. — Descubrimos que los hombres lobo normales no hacen eso — dijo Peter, ansioso por tener su propia opinión, — Así que... — ¡¿Normales?! — Remus dijo, alarmado. — No normales — Sirius pateó a Peter, — Otros. Otros como tú. Que no se encierran durante la luna. — Claro... — Así que probablemente te lo estás haciendo a ti mismo porque estás atrapado y frustrado. — Bueno... sí, lo sabía. — Remus acercó las rodillas a su pecho y retrocedió un poco. Deseó que no estuvieran en su cama, estaban demasiado cerca. Podía oler su sangre; podía oírlo correr por sus venas. — Pero pensamos que si tenías compañía... — Obviamente no compañía humana — explicó James, a toda prisa, — Todo lo que hemos leído dice que si incluso te acercas a un ser humano, entonces él está perdido. — ¡Pero animales! — Sirius explotó, — ¡Otros animales probablemente estarían bien! — Sus ojos brillaban de emoción y Remus deseaba poder devolvérselo, pero estaba demasiado distraído para poder seguir lo que decían. — ¿Y qué? ¿Necesito una mascota? James se rió — Algo así. Pero pensamos... nosotros podríamos ser los animales. Remus lo miró fijamente. Miró a cada uno de sus amigos por turno. Todos estaban ladrando como locos. — Van a ser animales. — Dijo rotundamente. — ¡Como McGonagall! — Peter chilló. — Como… ¡Pero ella es un animago! Tienes que estudiar, entrenar y registrarte, y ni siquiera puedes empezar hasta los diecisiete... — Moony, Moony, Moony — Sirius negó con la cabeza, exasperantemente — Somos merodeadores. No necesitamos molestarnos con todo eso.
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— Incluso si quisieras violar la ley — Remus captó la atención de James sobre ese punto, para confirmar que esto era definitivamente de lo que estaban hablando, — Esto no es una broma de la escuela. Es magia seria, ¡Una de las cosas más difíciles de hacer! — Por eso te lo contamos — dijo Sirius, — Quería que todo fuera una sorpresa, pero James nos recordó que... bueno, es muy difícil, así que cuanta más ayuda recibamos, mejor. — Realmente creen que pueden hacerlo, ¿no? — Remus frunció el ceño. — Si nos ayudas. — James asintió, — Somos los mejores estudiantes del año, a excepción de Evans. No veo por qué no deberíamos intentarlo. — ¿Qué pasa si sale mal? — Remus se mordió el labio, — ¿Qué pasa si todavía… después de transformarme, qué pasa si puedo decir que en realidad no son animales? ¿Y si voy por ustedes de todos modos? — Lo probaremos. Lo probaremos una y otra vez hasta que sepamos que es seguro. — Dijo Sirius. — Es tan arriesgado... — ¡Lo sé! — Los ojos de Black prácticamente ardían en su cabeza ahora, y Remus sabía que no tenía sentido tratar de ser razonable. Tomó un respiro profundo. — Déjenme pensarlo, ¿por favor? — Apeló a James. — No hagan nada todavía. Solo... denme unos días. — Okay. — James asintió, —Es razonable. — ¡Piénsalo, Moony! — Sirius sonrió, como si no los hubiera escuchado, — Una vez que hayamos hecho esto, no hay nada que no podamos hacer. ¡Seremos imparables!
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50 Philomena Pettigrew Viernes 21 de diciembre de 1973 Una vez que finalmente tuvo el espacio para pensar en ello, Remus se preguntó por qué había pedido más tiempo. Por supuesto que diría que sí. No pensó que alguna vez diría que no a sus amigos, incluso si eso lo ponía nervioso. Y lo ponía nervioso. Quizás era su entusiasmo lo que le preocupaba, o su exceso de confianza. Sabía que parte de su entusiasmo tenía que ver con que el plan era increíblemente ilegal, peligroso e imprudente. Pero también lo estaban haciendo por él. No estaba seguro de cómo sentirse al respecto todavía. Mejor no pensar en eso. Se llevó a James a un lado un día, poco después de que le habían propuesto la idea, y le pidió toda la investigación que tenían hasta ahora. Se le presentó de inmediato con un enorme paquete de pergamino; hojas y hojas de notas y diagramas escritos en una letra cursiva ordenada y familiar. Decir que habían sido minuciosos era quedarse corto. Si tan solo Sirius prestara tanta atención a la escritura de sus ensayos, Remus nunca tendría la esperanza de llegar a la cima de la clase. No habían dejado piedra sin remover. Habían trazado las lunas llenas durante la próxima década, al menos. Prácticamente habían escrito una historia completa de la licantropía europea, junto con hábitos alimenticios y patrones de migración, comportamiento de manada, señales de comunicación canina. Habían enumerado todos los ingredientes que necesitarían, su costo y disponibilidad. Cada ritual fue cuidadosamente transcrito, paso a paso y los encantamientos se deletrearon fonéticamente. Había cronogramas, ubicaciones sugeridas para ciertos aspectos del extenso proceso, todo estaba minuciosamente detallado. — Cristo. — Remus dijo, cuando terminó de leerlo. — Han hecho todo esto... — Fue principalmente Sirius. — James sonrió, — En realidad, básicamente todo lo hizo Sirius. Hizo la mayor parte durante las vacaciones de verano, mientras estaba aburrido. Un verdadero trabajo de amor. El estómago de Remus dio un vuelco. No sabía qué decir, ¿Cómo podía rechazarlos después de todo eso? De repente, vender cigarrillos robados a magos menores de edad parecía muy dócil. Se acordó que el trabajo comenzaría en serio durante las vacaciones de Navidad, cuando todos estuvieran fuera de Hogwarts. Remus había obtenido el permiso de la Matrona, McGonagall y Madame Pomfrey para pasar el descanso con los Potter y, como siempre, Peter estaba en el camino. Sirius estaba de mal humor cuando el trimestre llegó a su fin, hasta que una mañana recibió una nota muy breve durante el desayuno: Para el maestro S. O. Black III, No se le requerirá en la casa familiar durante estas vacaciones de invierno. Haz lo que quieras.
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Firmado Orion Black. — ¡Si! — James vitoreó, casi derribando su papilla, — ¡Podría incluso conseguirte para el verano, a este ritmo! — ¿Qué hay de Regulus? —Remus preguntó, tentativamente, en voz baja en caso de que Sirius quisiera fingir que no había escuchado. — Oh, el pequeño príncipe Reg se va a casa por Navidad. — respondió Sirius, metiendo la nota en su bolsillo. — Solo me han desinvitado. Bueno. Perfecto. Excelente. No les importa; No me importa. No se animó adecuadamente hasta que empacaron. Sirius le mostró a Remus disimuladamente los regalos que había comprado para el Sr. y la Sra. Potter: una hermosa cadena de reloj de oro y un bonito broche granate. — ¿Crees que están bien? — Preguntó, nervioso: — Mi familia es una mierda haciendo regalos, así que nunca supe realmente... — Black… Sirius, son… quiero decir, son perfectos. No te preocupes. — Remus sintió una sensación de hundimiento al pensar en la caja de galletas de rango medio que había comprado para sus anfitriones. No se podía evitar ahora, había hecho todo lo posible. Remus estaba ansioso por la Navidad de este año, por lo que pudo haber sido la primera vez. Todavía era un poco tímido para pasar tiempo en la casa de otra persona, pero ahora que sabía cómo eran los Potter, se relajó con la idea. Había vendido el último de sus cigarrillos ilícitos a un precio premium y compró regalos para todos los que pudo, incluso para Lily, Mary y Marlene. Fue un verdadero placer dar regalos a la gente, se dio cuenta. Quizás incluso mejor que recibirlos. Además, a pesar de algunas reservas, Remus estaba emocionado por comenzar el proceso de animagos. Sería una de las magias más complejas que habían realizado hasta ahora; le había preguntado a McGonagall al respecto, lo más sutilmente posible. Ella lo había elogiado por mostrarse interesado, pero dijo que estaba muy por encima del estándar de tercer año, o incluso de séptimo año. Disfrutaba con la idea de demostrarle que estaba equivocada. Había otra cosa que esperaba sacar del descanso. Algo que no les había mencionado a los demás, porque era privado. El año pasado, en la fiesta de Navidad de Potter, Remus había sido abordado por un anciano que sabía mucho sobre Lyall Lupin. En ese momento, Remus se había quedado mudo por la revelación y la conmoción, pero ahora, un año mayor y sintiéndose bastante maduro a la gran edad de trece años, Remus esperaba aprender un poco más. *** Sábado 22 de diciembre de 1973 La luna llena había caído a principios de mes de este año, por lo que los cuatro merodeadores pudieron unirse a sus compañeros a bordo del Expreso de Hogwarts el sábado habitual. En un cambio de
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su viaje habitual en tren, Marlene y Mary se unieron a los chicos en su vagón. Remus sospechaba que Lily estaba en algún lugar sola con Severus, probablemente escuchándolo quejarse de que a nadie le caía bien. — ¿Recibiste tu ensayo de Ferox?— Marlene le preguntó a Remus, con una profunda arruga en su frente, — Apenas obtuve una marca de 'Aceptable', y mamá se volverá loca si no obtengo mejores resultados este año. — Sí, lo hice bien... — respondió Remus, avergonzado por su tercer 'Sobresaliente' en la materia. — Traeremos el club de estudio después de Navidad, ¿verdad? — Mary intervino, — Lily está dispuesta a hacerlo. No te preocupes, Marls, estarás bien. — Suena bien. — Remus asintió. — ¡Moony se ha unido a un club sin nosotros! — Sirius gimió, fingiendo llorar en el hombro de James. — Ahora es un niño grande — James le dio una palmada solemne a su amigo, — Crecen tan rápido. — Vete a la mierda. — Remus sonrió, — Tienen el club de slug para babosas como ustedes. — Puedes estudiar con nosotros si quieres, Sirius — ronroneó Mary. Sirius parecía alarmado: usaba la biblioteca exclusivamente como un recurso para hechizos y maleficios, no para hacer algo tan mundano como la tarea. Mary no conocía a Sirius. Realmente no. Cuando llegaron a King's Cross, Remus sintió cierta emoción cuando vio que el Sr. y la Sra. Potter estaban allí para recogerlos a todos. Por lo general, tenía que cruzar la barrera e ir a buscar a la Matrona al café o al quiosco de periódicos. Sin embargo, se sorprendió cuando se enteró de que estaba a punto de aparecer por primera vez. — Sostén mi brazo, querido — la Sra. Potter le sonrió amablemente, — Cierra los ojos, todo terminará en un momento. Remus obedeció y cerró los ojos con fuerza. Era mucho peor que el polvo flú. Peor que volar. Casi arrastró a la Sra. Potter con él cuando aterrizaron, ya que perdió el equilibrio y cayó con fuerza sobre el pavimento fuera de la casa de los Potter. — ¡Vaya una margarita! — La Sra. Potter se rió amablemente, levantándolo de nuevo. — Estás bien ahora. — Ella le rozó las rodillas y los hombros. — Ahora, volveré por Sirius, Monty terminará con James en dos tics. Y con un crack, desapareció. Remus apenas tuvo tiempo de apoyarse en la puerta principal y recuperar el aliento antes de que se escuchara otro crack, y el Sr. Potter apareciera con James, quien no se veía ni la mitad de mal que Remus se sentía.
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Una vez que estuvieron todos allí, la Sra. Potter los acompañó a todos a la casa, enviando sus baúles volando por las escaleras a sus respectivos dormitorios, hirviendo una tetera y rebanando un pastel de madeira casero, todo en lo que se sintió como unos segundos. Mientras Remus se sentaba en la gran mesa de madera de la cocina de los Potter comiendo pastel y bebiendo una enorme taza de té, escuchando a James y Sirius charlar diecinueve a la docena sobre el mismo tema hasta ahora, no pudo resistirse a suspirar satisfecho para sí mismo. Dos semanas enteras de esto. Desafortunadamente, a diferencia del año anterior, este invierno aún no había nevado, solo lluvia. De hecho, a medida que caía la noche, el aguacero se hizo más y más pesado, hasta que los truenos abrieron el cielo afuera y las piedras de granizo golpearon los cristales de las ventanas. En lugar de salir, los niños se sentaron en la sala de estar bajo el árbol de Navidad jugando y brindando ocasionalmente con un pastel de té en el fuego. El mismo Remus se instaló con un libro sobre transfiguración humana, y la Sra. Potter revisó sus listas para las próximas celebraciones. — Tenemos algunas personas más que vienen este año — explicó, mientras las tiras largas y delgadas de pergamino se cernían ante ella, una pluma azul real trabajando rápidamente en la superficie, marcando varios elementos. — Algunos amigos de los viejos tiempos y algunos conocidos más nuevos — mientras decía esto, miró furtivamente a Sirius, que no estaba prestando atención, inmerso en el juego. — ¡Solo tenga suficiente espacio para todos ustedes! — Continuó, con una sonrisa feliz que era como la de su hijo. En ese momento, alguien llamó a la puerta. Sirius se sentó muy erguido, como si hubiera sido atrapado por un rayo. Se volvió hacia la Sra. Potter con los ojos muy abiertos. No era su madre, Remus lo sabía, pero no lo dijo, porque ¿Cómo diablos sonaría eso? 'No te preocupes, Sirius, conozco el olor de tu madre.' Demasiado malditamente espeluznante. La Sra. Potter se levantó, dejando las listas flotando en el aire, y fue a abrir la puerta. Sopló una brisa fría y los tres chicos escucharon con atención. Era una mujer, pero su voz era más aguda y más joven que la de Walburga Black. Sonaba como si estuviera llorando, y la Sra. Potter habló en tono tranquilizador. — ¡Chicos! — Llamó desde el pasillo. Se levantaron y fueron a su encuentro. Ella estaba de pie junto a la puerta de la cocina. Detrás de ella, una mujer joven de largo cabello rubio estaba sentada a la mesa, con la cabeza entre las manos. — ¿Qué pasa, mamá? — Preguntó James, estirando el cuello. — Se hace tarde, será mejor que se vayan a la cama. Philly se quedará a pasar la noche y me temo que no nos queda espacio. Sirius, ¿Te importaría compartir con James esta noche, querido? — Todos podemos compartir — dijo James, generosamente, —Todos los demás llegarán mañana de todos modos, bien podríamos dormir juntos. La Sra. Potter asintió y llamó al elfo doméstico. El dormitorio de James era absolutamente perfecto en todos los sentidos. Enormes y espaciosas, las paredes estaban cubiertas con pancartas de Gryffindor y carteles de Quidditch. Cada escoba que alguna vez había tenido estaba montada en la pared, y sus estantes estaban llenos de libros de magos para niños y juguetes viejos que claramente no estaba listo para dejar ir todavía. El principal de ellos era una pequeña
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figura de un caballero, aparentemente se suponía que era el mismo Godric Gryffindor, que marchaba de un lado a otro a lo largo del borde de la estantería. La cama era enorme, estaba cubierta con cortinas de terciopelo rojo, lo mismo que su dormitorio, y aunque era lo suficientemente grande para los tres, el elfo doméstico había levantado dos camas individuales que estaban al pie de ella. — ¿Quién era esa? — Preguntó Remus, mientras todos se sentaban juntos en la gran cama en pijama. — Philomena dijo James, — la hermana de Pete. — ¿Qué está haciendo ella aquí? — Creo que ha estado discutiendo con la familia de Pete, no les gusta que vaya a la universidad muggle, y — bajó la voz, — papá dice que tiene un novio muggle. — ¡¿De Verdad?! — Los ojos de Sirius se abrieron con asombro. Remus no dijo nada, no sabía que salir con muggles era particularmente tabú. — Sí, y ya sabes cómo es mamá — James le dio un codazo a Sirius, — Le encanta acoger perros callejeros. *** Nochebuena, 1973 Philomena estuvo presente en el desayuno a la mañana siguiente y permaneció durante toda la Navidad. Al principio, no dijo mucho, pero miró al vacío, con el rostro pálido y los ojos rojos. Por lo que Remus había deducido, salir con un muggle no solo era un tabú, sino una ofensa digna de repudiar a tu propio hijo. Aparte de los Potter, Remus no pudo evitar pensar que los magos no eran buenos padres, según su experiencia. La hermana de Peter era unos siete años mayor que él, y era posible no saber que estaban relacionados en absoluto, aparte de su cabello color pajizo. Mientras que Pete era redondo y rechoncho, Philomena era delgada y de rasgos delicados. Tenía ojos color chocolate y un delicado toque de pecas color marrón pálido sobre su pequeña nariz. Llevaba el pelo del mismo estilo que muchas chicas muggles que Remus había visto; largo y recto con una franja gruesa dividida, como Marianne Faithfull. James, que la conocía mejor, no podía hacer más por la hermosa visitante. Le ofreció té, le tendió la silla y, en general, se convirtió en su sirviente dispuesto, hasta que incluso Sirius se hartó de él. — Maldita sea, Potter, ella es solo una chica. — Estoy siendo amable. — James frunció el ceño. — No hay nada de malo en ser amable con la hermana de mi amigo.
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No habían visto a Peter. Una vez que la señora Pettigrew se enteró de dónde se alojaba su hija, lo encerraron en la casa. Se las arreglaban enviando búhos de un lado a otro, lo que probablemente era más divertido para James y Sirius que para Peter. — ¿Qué diría Evans? — Sirius bromeó con James, quien se puso rojo brillante. — Ella se alegrará de que alguien la haya quitado de su cabeza por fin — sugirió Remus desde donde estaba descansando en su cama plegable. — Puedes hablar, Black. — James empujó a su amigo, — ¿Qué está pasando entre tú y Mary? — ¿Macdonald? — Sirius preguntó, inocentemente, — No sé de qué estás hablando. — Oh, vamos — James gimió, —Cuéntanos! ¿La has besado o qué? Remus dejó caer su libro. ¡¿Besos?! ¡¿Desde cuándo se beaaban?! Sirius le dio una mirada tímida. — No. Sin embargo, besé su mejilla. — ¡Ohhh, qué escandaloso, Black! — James le arrojó una almohada. Sirius lo tiró hacia atrás y de repente estaban luchando. Remus por lo general solo ponía los ojos en blanco y dejaba que siguieran adelante. Pero ahora usó la distracción para ordenar sus pensamientos, se sentía muy infantil y tonto, sin haberse dado cuenta de que a Sirius le gustaba Mary. Que habían besos involucrados ahora, incluso si era solo un beso en la mejilla. Remus destrozó su cerebro, tratando de ponerse en la posición de Sirius. Si le gustas a una chica, tienes que besarla, ¿No es así? ¿Era horrible si no le gustabas a una chica? Si ahora a Sirius le gustaba Mary, y a James le gustaba Lily, debería él elegir una chica también? Marlene estaba bien. Un poco tímida, como él. Tal vez Marlene, entonces. El pensamiento lo mantuvo despierto esa noche, mucho después de que James y Sirius se hubieran quedado dormidos. Ambos durmieron en la cama de James - Sirius simplemente se había subido la primera noche y James no había dicho una palabra. Remus se mantuvo despierto, en su cama de campaña designada. Trató de dejar de pensar en eso, pensar en Navidad, medias y galletas, pero todo fue en vano. Todo en lo que podía pensar era en Sirius besando la mejilla de Mary. ¿Y dónde lo habían hecho? ¿Cuándo sucedió? ¿Qué se sintió? Finalmente, inquieto y agotado, se levantó a buscar agua. Salió de la habitación, entró en el baño al otro lado del pasillo y abrió el grifo. Bebió un sorbo de agua tibia y se miró en el espejo. En la penumbra, no podía ver sus cicatrices. ¿Le gustaría alguna vez a una chica, si se veía como se veía? Nunca sería tan guapo como Sirius, o incluso como James, pero ¿Quizás era un poco mejor que Peter? ¡¿Cómo diablos podría saberlo?! De repente, las luces se encendieron, quemando sus retinas, por lo que casi se le cae el vaso. — ¡Oh, lo siento! — Philomena estaba en la puerta con un camisón largo de color melocotón. Ella parecía sorprendida, — ¿Qué estás haciendo deambulando en la oscuridad?
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— Um... tengo muy buena vista. — Murmuró, alejándose del fregadero. — No podía dormir. — Yo tampoco — suspiró. Una vez que la sorpresa había abandonado su rostro, volvió a verse triste. Remus esperaba que ella no llorara. Era un inútil cuando alguien lloraba - Oh Dios, si tuviera novia, ¿Tendría que lidiar con el llanto? No tuvo tiempo de tragarse el pánico antes de que Philomena comenzara a hablar de nuevo: —Es horrible estar lejos de la familia en Navidad, ¿no? —Er... crecí en un hogar de niños, en realidad — ¿Oh enserio? — Ella pareció interesada por un momento, “ — Eres uno de los amiguitos de Peter, ¿No? No sabía que conocía a ningún nacido de muggles. Mantuvo eso en secreto, por mamá. — Mi papá era un mago — dijo Remus, con cierta confianza, —pero murió. — Mestizo. — Ella murmuró. —Pero aun así... — Ella se calló, abatida. Remus se movió incómodo; sus pies descalzos comenzaban a enfriarse en las baldosas del baño, y solo vestía ropa interior y una camisa para dormir, lo cual era bastante vergonzoso. A ella no pareció importarle, — Tienes suerte — dijo, — No tener que crecer con toda esta mierda. — ¿Te refieres a la magia? — Remus frunció el ceño. Nunca había escuchado a una bruja o mago, sangre pura o nacido de muggles, hablar de esta manera. — Sí, magia — dijo ella, — ¿Qué tiene de bueno la magia, eh? ¿Qué nos hace tan especial? ¿Quieres saber un secreto? No quería, pero pensó que era mejor no decirlo. Continuó de todos modos, susurrando ahora, — Desearía ser muggle, a veces — dijo, con un destello de locura en sus ojos, — Si pudiera hacerlo, huiría para siempre y nunca me encontrarían. Y tendría un buen trabajo normal y una buena vida normal, y me enamoraría de quien quiera. — Ante esta última afirmación, rompió a llorar. — Podrías hacer eso de todos modos, si quisieras. — Remus dijo, rápidamente, sin saber exactamente por qué estaba diciendo lo que estaba diciendo. Ella lo miró con desconfianza, — ¿Qué quieres decir? — Bueno, ¿qué te detiene? — Preguntó. — Eres mayor de edad. Puedes hacer lo que quieras. Ve y conviértete en camarera, o huye a Estados Unidos y conviértete en una estrella de cine. Cásate con el príncipe Charles si quieres. Quiero decir... es posible que necesites usar un poco de magia para empezar, pero podrías dejarlo. Nadie dice que tienes que hacer magia. Ella lo miró fijamente, y lo observó de arriba abajo — Nadie me había dicho eso antes. Remus se encogió de hombros. — ¿Cuál es tu nombre? Otra vez?
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— Remus. Remus Lupin. — ¡Oh! — Ella se echó a reír, — ¡Pobrecito, eso es casi tan malo como Philomena!
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51 El hombre lobo que lloró El día de Navidad de 1973 La extraña conversación nocturna de Remus con Philomena lo había llevado a reevaluar sus ansiedades sobre las novias. Su capacidad para consolarla no había despertado ningún sentimiento particular de caballerosidad o afecto, solo una leve sensación de alivio por haber conseguido que dejara de llorar. Definitivamente no tenía ningún deseo de acercarse tanto a ninguna otra chica. Pensó en Narcissa por primera vez en mucho tiempo. Remus había pensado en secreto que Narcissa era la chica más hermosa que conocía, antes de teñirse el cabello, de todos modos. Ella tenía una agudeza real que le atraía en cierto nivel. Pero incluso ella se volvió tonta por el amor, arriesgando su propia vida, de hecho. El recuerdo de Philomena sollozando en camisón solo cimentó en la mente de Remus la revelación de que el amor y las relaciones no valían la pena. Ya tenía suficiente dolor en su vida. Dejó que Sirius y James lo resolvieran por sí mismos, pero por el momento, Remus se sentía muy inteligente por haber llegado a esta conclusión tan temprano en la vida. Probablemente se está ahorrando mucho estrés innecesario. La mañana de Navidad fue tan maravillosa como lo había sido el año anterior, incluso Philomena se animó una vez que vio los regalos debajo del árbol con su nombre en ellos. Remus pudo disfrutar de la inmensa satisfacción de repartir sus propios regalos, y Sirius y los Potter estaban debidamente complacidos y le agradecieron profusamente. Él mismo recibió un juego de ajedrez de los Potter, que quizás era lo más caro que Remus había tenido. Lo habían comprado solo para él, no de segunda mano. Junto con los dulces surtidos habituales y las bromas pesadas de los merodeadores, fue un muy buen botín. Sirius parecía un poco desconcertado durante el desayuno, mientras todos los demás devoraban su salmón ahumado y huevos revueltos. — ¿Qué pasa contigo? — Preguntó James, con la boca llena. Sirius se encogió de hombros. — Nada de Andrómeda — dijo en voz baja, — No pensé que recibiría regalos ni nada, ahora ella tiene al bebé, pero pensé que tal vez una tarjeta... le envié una. James tragó y palmeó el hombro de su amigo. — El búho podría estar volando tarde, ya sabes cómo está el correo en esta época del año. James había recibido una escoba nueva para Navidad, y tan pronto como terminó el desayuno, los tres chicos se dirigieron directamente afuera para probarla. Sirius tenía su propia escoba con él, y el Sr. Potter sugirió con una ceja arqueada que Remus tomara la vieja de James. — ¡Sí, tómala si quieres, Moony! — James asintió con entusiasmo, — ¡Puedes quedártela!
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— Gracias... — Remus la tomó, incapaz de decir que no frente a los padres de James. Dios sabía lo que se suponía que tenía que hacer con él durante el verano: intenta explicárselo a la Matrona. James y Sirius pasaron el resto de la mañana presumiendo, y Remus se la pasó flotando; simplemente rozando el suelo con los dedos de los pies, tratando de leer su libro y lucir como si estuviera disfrutando de la escoba. Esperaba que Peter hubiera recibido sus regalos de ellos y no lo estuviera pasando tan mal con su propia familia. Fueron llamados por el elfo doméstico de los Potter, Gully, quien estaba vestido con un paño de cocina festivo y tenía una ramita de acebo detrás de una oreja. Era casi la hora del almuerzo y la casa olía deliciosamente a rosbif con todos los adornos. — Arriba, a lavarse y cambiarse, todos ustedes. — La Sra. Potter agitó su cuchara de madera hacia ellos, — He hecho que Gully coloque sus cosas. Se lavaron y se vistieron rápidamente, con los estómagos gruñendo mientras los maravillosos olores de la cocina subían por las escaleras. Justo cuando empezaron a bajar, se escuchó el *crack* revelador de una aparición fuera de la puerta principal. Sirius se tensó de nuevo, y Remus, un paso detrás de él en la escalera, agarró su hombro de una manera que esperaba que fuera reconfortante. Sirius se dio la vuelta y miró a Remus a los ojos, dándole una suave sonrisa de agradecimiento. No encajaba mucho con la sonrisa de Sirius, pero se sentía bien. Sonó el timbre y ambos se volvieron hacia él, James corrió hacia adelante para abrir la puerta. Una pareja se paró en la entrada: un hombre joven y una mujer sosteniendo un bulto en sus brazos. Él tenía una mata de cabello rubio y rizado, y era de complexión bastante robusta, ella era más alta y más delgada. Cuando salieron a la luz del pasillo, Remus contuvo el aliento, ella era la viva imagen de la prima de Sirius, Bellatrix. — ¡No! — Sirius jadeó, avanzando, una sonrisa estalló en su rostro. — ¡Sirius! — La joven le devolvió la sonrisa y Remus se relajó, viendo que no era Bellatrix en absoluto. Esta mujer tenía el mismo cabello salvajemente rizado que su hermana, aunque era de un tono marrón mucho más claro, tenía que ser Andrómeda. Pasó al bebé en sus brazos al hombre que estaba a su lado, presumiblemente su esposo, Ted, y estiró los brazos para atraer a Sirius a un gran abrazo. Remus miraba con feroces celos, y sin un poco de culpa - nunca había visto a Sirius ser tan abrazado por nadie, y mucho menos por un miembro de su familia. Remus bajó lentamente las escaleras por su cuenta, mientras la señora Potter entraba al pasillo ahora, sonriendo ampliamente, luciendo muy complacida consigo misma. — ¿Una buena sorpresa, entonces? — Preguntó, mientras Sirius estrechaba la mano de Ted y palmeaba tentativamente la cabeza del bebé. — ¡¿Tú hiciste esto?! — Sirius miró a la madre de James con asombro. — Effie tuvo la amabilidad de invitarnos — sonrió Ted, con los ojos brillantes. — Encantado de conocerte, Sirius. Es un placer conocer a alguien de la familia de Dromeda.
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— ¡Entra, entra! — La Sra. Potter condujo a la reunión al pasillo. Todos la siguieron hacia el comedor, Remus el último de todos. *** Andrómeda era el polo opuesto al resto de la familia Black, o al menos a los que Remus había conocido hasta ahora. Aunque era tan sorprendentemente hermosa como el resto de ellos, con los mismos ojos penetrantes y el mismo ingenio mordaz, estaba llena de risas y alegría. Ted claramente la adoraba también, y apenas parecía importarle que ella lo dejara con la bebé la mayor parte del tiempo. 'Dora' era el bebé más extraño que Remus había visto en su vida, aunque, hay que reconocerlo, no había conocido a muchos. Era tan alegre como su madre, con una sonrisa gomosa. Sus mechones de cabello cambiaban de púrpura a verde a azul con cada momento, lo que todos los demás parecían encontrar lindo, en lugar de extraño. Antes de sentarse a comer, se les unieron varios otros invitados: viejos amigos de la familia de los Potter, incluido, para gran entusiasmo de Remus, el viejo Darius Barebones. — Un brindis — el Sr. Potter levantó su copa un poco borracho al final de la comida, — ¡Por los amigos, viejos y nuevos! — ¡Por los Potter! — Andrómeda levantó su propio vaso, —Protectores de los marginados y defensores de las ovejas negras en todas partes. Todos se rieron y tintinearon vasos. — Creo que debo ser el más marginado — dijo Sirius, felizmente, — después de todo, soy un Gryffindor. — ¡Por Gryffindor! — El señor Potter llamó desde el otro extremo de la mesa. Solo los Gryffindors brindaron, Andrómeda entrecerró los ojos hacia Sirius, — ¿Eso crees, primito? Intenta casarte con alguien que no sea un pariente. — Tendré que hacerlo — respondió Sirius, mientras Gully recogía los platos y la Sra. Potter iba a buscar el pudín de Navidad, — Después de la boda de Cissy no quedan mujeres Black. — Todavía está Dora" — Disculpa — dijo Ted, cubriendo protectoramente los oídos de su hija, — ¿Podríamos ayudarla a pasar su primera Navidad antes de concertar un compromiso? — Estoy bromeando — Andrómeda se inclinó para besarlos a ambos, — Dora puede casarse con quien quiera cuando sea lo suficientemente mayor, y puedo decir con absoluta certeza que no será con nadie en esta mesa. Todos rieron de nuevo. Remus miró a Darius de manera furtiva - se veía tan feliz como el Sr. Potter, su rostro brillaba rojo por el whisky de fuego que había estado bebiendo.
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Una vez que se apagó el pudín, se sirvió y se comió, se sacaron las galletas y se contaron chistes terribles, la fiesta se trasladó a la sala de estar. La Sra. Potter, Philomena y Andrómeda subieron a cambiarse y ponerse sus vestidos de fiesta, el Sr. Potter fumó su pipa y Ted acomodó a Dora para que durmiera la siesta. Los muchachos se pusieron a jugar, antes de que Darius y el Sr. Potter llevaran a todos a una ronda de charadas. Remus nunca había jugado charadas antes, y mucho menos charadas mágicas, que involucraban un montón de chispas rojas y doradas, aunque eso puede haber sido debido al gran entusiasmo que había. Por la noche empezaron a llegar más invitados y la casa pronto se llenó de música, risas y charlas agradables. Andromeda y Sirius se designaron a sí mismos como DJs, rebuscando entre sus colecciones de discos combinadas y alternando la canción de Slade Merry Xmas Everybody y I Wish It Could be Christmas Everyday de Wizzard. When the snowman brings the snow Well he just might like to know He's put a great big smile on somebody's face… — En realidad sí se llaman magos, — Sirius seguía diciéndoles a todos, con seriedad, — Solo escúchalos... Incluso Philomena olvidó su melancolía durante unas horas, levantándose y moviéndose al ritmo de la música junto con James, que tenía casi la misma altura que ella y no tenía ni idea de cómo bailar, pero estaba bastante contento cuando tomó su mano y le mostró cómo girar. Muy seguro de que nadie lo echaría de menos, Remus se deslizó entre la multitud en busca de Darius. Debía de haber asistido un centenar de brujas y magos, algunos de ellos profesores de Hogwarts, a quienes Remus hizo todo lo posible por evitar. Escuchó al menos a tres personas murmurar que Dumbledore estaba allí, en alguna parte. — Ambos son Black, ya sabes — escuchó a una bruja que le susurraba a su amiga, mientras veían a Andrómeda y Sirius reír histéricamente junto al tocadiscos, — Ella se escapó y tuvo un bebé con ese tipo de Tonks, y el niño... bueno, él era el heredero, pero he oído que Orion planea impugnarlo tan pronto como su hijo menor sea mayor de edad. Es todo un infierno, por lo que he oído. — No puede ser peor que Orión, fui a la escuela con él. Niño desagradable y vicioso. Sirius es un rayo de sol en comparación con Orion, y no me hagas empezar con esa perra de Walburga. — Shh — La primera bruja dijo, nerviosa: — Nunca se sabe quién está escuchando estos días, ni siquiera en los Potter. — Bueno, ¿qué están haciendo aquí, me gustaría saber? — Es amigo del chico Potter. Ya sabes cómo son Effie y Monty: también han acogido a la mayor de Pettigrew, ella está allí. — Sí, me enteré de eso.
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— Bueno, no es ningún secreto por qué ella está aquí, los Pettigrew y los Potter son sangre pura, después de todo, a pesar de los rumores. Eso sí, Effie podría querer actuar rápido: si Philomena ve su oportunidad de atrapar al heredero Black, entonces el pobre James no va a echar un vistazo, ¿verdad? Quiero decir, todo el mundo sabe lo que está pasando; todos tenemos que elegir un bando. Me temo que los Potter eligieron el suyo hace mucho tiempo. Remus sintió que le hervía la sangre. Fue horrible escuchar a sus amigos hablar de esa manera, y los Potter, de quienes Remus estaba absolutamente seguro de que no tenían motivos ocultos cuando se trataba de su hijo o la compañía que mantenía. Dejaron que James fuera amigo de él, después de todo, sabiendo exactamente lo que era. Apretó los puños, deseó que se le permitiera hacer magia, hacer cualquier cosa para callar a esas viejas perras. Sirius y Andrómeda ahora lloraban a todo pulmón, junto con James y Philomena: — ¡Weeeell I wish it could be Christmas every daaaa-aaay! When the kids start singing and the band begins to plaa-aay Oooooh I wish it could be Christmas everyday So let the BELLS ring OUT for CHRISTmaaaas! Remus sonrió y, en el mismo momento, finalmente vio a Darius. El anciano estaba ahora muy borracho, apoyado pesadamente en la barandilla del pasillo y hablando con una anciana a la que parecía que le gustaría mucho alejarse de él. Remus enderezó su espalda y conscientemente alisó sus rasgos. Había tomado prestado un conjunto de elegantes túnicas de James para la ocasión, y Philomena había realizado amablemente un hechizo cosmético en sus cicatrices. Como tal, esperaba poder salirse con la suya al menos pareciendo ser el hijo de un mago famoso, en lugar de un mocoso muggle de un hogar para niños. — Buenas noches, Sr. Barebones — dijo, fingiendo un acento aprendido durante tres años de escuchar la pronunciación de James y Sirius. Le tendió una mano al anciano, quien la estrechó, mirándolo desconcertado, — Remus Lupin, ¿Recuerda que nos conocimos el año pasado? — ¡Ah, sí! ¡El chico Lupin! — Así es — asintió Remus, sonriendo serenamente, manteniendo su expresión controlada. Le entregó a Darius otro whisky, ya que la bruja con la que el anciano había estado hablando se escabulló. — ¿Creo que conoció a mi padre? — ¡Lyall Lupin! ¡El mejor duelista que he conocido! Se casó con un muggle en algún lugar de Gales, ¿no? — Efectivamente — dijo Remus con firmeza, — Mi madre. — Respiró con cuidado mientras Darius bebía más whisky, luego se aclaró la garganta, — ¿Conocía muy bien a Lyall? — Descubrió que "Lyall" era mucho más fácil de decir que "mi padre". — Oh, bastante bien, bastante bien — Darius asintió con entusiasmo, emocionado de tener alguien con quien hablar, — Trabajé con él en el ministerio, antes de que comenzaran todos los problemas. Nunca conocí a nadie mejor con boggarts, o dementores, si vamos a eso. La oficina de enlace de Azkaban lo ha extrañado, te lo puedo asegurar.
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— ¿Los problemas? — Preguntó Remus, tomando otro vaso de whisky de Gully, quien pasó apresuradamente con una bandeja, y se la entregó al anciano. — Gracias, querido muchacho. Sí, el problema. Asunto desagradable. Asqueroso. — ¿Estás hablando de... los eventos que llevaron al suicidio de Lyall? — No podía decirlo. Darius tenía que decirlo. — ¡Estoy hablando de los malditos hombres lobo! — Darius golpeó su vaso de whisky vacío contra un aparador cercano. — Perdóname — murmuró. — Para nada — respondió Remus, sin pestañear. — Continúa. Conozco la historia, por supuesto. Pero me gustaría... escucharlo de alguien que lo conocía. Darius lo examinó, con cuidado, a través de su bruma llena de whisky. Pareció desplomarse, un poco, antes de comenzar su historia. —No podríamos saberlo, entiendes, ninguno de nosotros... bueno... Lyall fue un gran mago, un gran mago, ¿me oyes? — Él balbuceó. Remus asintió. — Pero… — el anciano miró hacia arriba, con los ojos vidriosos, —Bueno, él tenía una tendencia a obsesionarse con las cosas. ¡Y ese temperamento! Se enfurecía en el trabajo, incluso durante las audiencias del comité. — ¿Audiencias del comité? — Remus casi rompió el personaje. — ¿No te lo ha dicho tu madre? — Darius lo miró, sorprendido, — Malditos muggles, no aptos para criar a nuestros hijos, lo he dicho por años...— Suspiró, — Tu padre estaba en varios comités en el ministerio para la regulación y control de criaturas mágicas. Remus se alegraba de haber tomado criaturas mágicas, de lo contrario, podría no saber nada sobre esto. Tal como estaba, pudo asentir con la cabeza, conscientemente. Darius continuó, — Solo en su área, por supuesto, era un gigante en el campo. Pero a él le gustaba su propio estilo, y en aquellos días se le consideraba un poco extremista. Quería una revisión del Registro de hombres lobo, mejores medidas de identificación y seguimiento. Simplemente no teníamos la mano de obra para ello, y era mejor gastar los recursos en otra parte. Y Lupin... había estado trabajando con criaturas oscuras durante tantos años, pensó que veía hombres lobo por todas partes, siempre veía peligro donde claramente no lo había. Honestamente, todos pensamos que era un excéntrico, no podríamos haberlo sabido... cuando trajeron a Greyback, yo estaba allí. Lo vi, y no me importa decírtelo, ninguno de nosotros pensó que fuera una amenaza. Claramente borracho. Confundido. Un vagabundo, eso es lo que pensamos. Y cuando Lupin estalló en una de sus peroratas sobre los hombres lobo, bueno... no lo pensamos dos veces. — Dejaron ir a Greyback. — Remus dijo, impasible. Darius parecía muy apenado por sí mismo ahora, casi lloroso. El asintió. — Lo dejamos ir. Por supuesto que ahora, ahora lo sabemos… si tan solo hubiéramos escuchado a Lyall... se suicidó justo después de eso, ni siquiera quería escuchar la disculpa del comité. — Suspiró y miró a Remus de nuevo. —Siempre me he preguntado qué lo llevó a eso, sabes. Algunos dicen que fue la
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culpa, no poder detener a Greyback. No habría pensado que él era el tipo que... y abandonar a su familia así, quiero decir, ¿No podrías haber sido mucho más que un bebé? — Cinco. — Remus dijo: — Tenía cinco años. — Si bien. — Darius se movió, incómodo, mirando malhumorado a su vaso vacío, —Tengo mi propia pequeña teoría sobre lo que pasó... ¿Y si Greyback fue tras él, eh? Sabemos lo peligroso que es ahora. Sabemos que odia a los magos más que a cualquier otra cosa, y tu padre dijo algunas cosas muy desagradables. Entonces, lo que me pregunto es... ¿Greyback regresó a buscarlo? ¿Lo mordió? Si eso es lo que pasó, entonces... debo decir que no culpo a Lyall en absoluto. Solo la buena bestia es una bestia muerta. — Mm. — Remus respondió, sintiéndose muy caliente y un poco mareado. — ¿Y Greyback? — Lo último que supe es que está aliado con tú-sabes-quién. — Darius negó con la cabeza. —Y la maldita ironía de todo esto es que necesitamos a tu padre más que nunca. Aún así, — le sonrió a Remus, amablemente —No creas que murió en vano, querido muchacho. Terminamos implementando muchas de sus reformas, particularmente en lo que respecta a los híbridos. ¡No pueden escapar del registro ahora, no señor! —Dio un golpe con su viejo y arrugado puño. — Perdóneme. — Remus se volvió, rápidamente. Había escuchado suficiente. — Escuché a la Sra. Potter llamando. Volvió a meterse en la multitud de juerguistas, la música seguía sonando mientras Sirius y Andrómeda guiaban a todos en coro: — So here it iiiiiiiis, Merry Christmas, Everybody's having fuuuuun! Loo-ook to the future now, It's only just begun! (Songs: I Wish It Could be Christmas Everyday - Wizzard, Merry Xmas Everybody - Slade)
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52 Confianza Sábado 5 de Enero de 1974 Láminas de lluvia golpeaban el Expreso de Hogwarts como una andanada de flechas enemigas, cubriendo las laderas generalmente verdes con un velo de niebla y llovizna, oscureciendo el cielo. — Se siente una basura al volver a la escuela, ¿no? — Sirius dijo malhumorado, mirando por la ventana. Remus miró a Peter, quien estaba mirando a Sirius con incredulidad. Sirius no se dio cuenta. Remus suspiró, — ¿Cómo estuvo tu Navidad, Pete? — Preguntó cortésmente. — Okay. — Peter respondió, aburrido, — Gracias por los dulces. — ¿Has visto mi escoba? — Preguntó James, bajándolo del portaequipajes. Peter se levantó para mirar, animándose un poco. Remus puso los ojos en blanco y volvió a su libro. Realmente no lo estaba leyendo. No había podido concentrarse adecuadamente en un libro desde la fiesta de Navidad de los Potter. De hecho, no había podido concentrarse en nada en absoluto. Ni en volar, ni en juegos, ni en conversaciones, ni en la planificación animaga de James y Sirius. Así que fingió leer, esperando que lo dejaran hacerlo. En St Edmund's podría haberse escapado solo a la ciudad, pero esa no parecía una buena manera de mostrar gratitud a los padres de James, quienes seguramente se preocuparían. Era como si hubiera una lista de preguntas en su cabeza para las que no tenía forma de obtener las respuestas, así que simplemente se repetían una y otra vez. ¿Dónde estaba Greyback ahora? ¿Quién era 'tu sabes quién'? ¿Lyall Lupin había odiado tanto a su hijo? Remus ya sabía que su padre se había suicidado porque lo habían mordido. Siempre había asumido que Lyall había estado motivado por la culpa. Pero ahora… bueno, ¿Acaso Remus había estado muy mal? ¿Y si la verdadera razón hubiera sido el odio, o peor aún, la vergüenza? Durante los últimos tres años, Remus había estado trabajando duro en la escuela, usando la varita de su padre y tomando las materias que su padre podría haber tomado. No pensaba en Lyall todo el tiempo, pero en el fondo de su mente, todavía significaba algo. Desde la fiesta de Navidad, ya no estaba tan seguro. Ferox había dicho 'conócete a ti mismo', pero Remus estaba fallando en ver la sabiduría en eso ahora. Había sido mucho más feliz sin saberlo. Estos oscuros pensamientos fueron interrumpidos por un suave golpeteo en la puerta del carruaje. Marlene asomó la cabeza,
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— Hola McKinnon — sonrió James, — ¿Evans está contigo? — Mmm no. — Chilló, jugueteando nerviosamente con su cabello, — Sirius, ¿Puedo hablar contigo? — ¿Yo? — Sirius se sentó, luciendo confundido, — Er ... ¿Qué pasa? — Mary um... Mary me pidió que te dijera algo. — ¿Decirme qué? —Ella es... no creo que deba decirlo frente a todos. — Eh... ok...— Sirius se levantó y la siguió al pasillo. Los otros tres intercambiaron miradas divertidas mientras esperaban. Uf, pensó Remus, ¡¿Se había equivocado sobre lo de Mary y Sirius?! ¿Eran Sirius y Marlene, ahora? Momentos después, un Sirius con aspecto aturdido volvió a entrar al compartimento solo. — ¿Bien? — Preguntó James. — Mary tiene novio, aparentemente. — Dijo Sirius, confundido. — ¿Quieres decir... te dejaron? — No lo sé. — Se sentó, rascándose la cabeza, — ¿Estaba saliendo con ella? — Bueno, aparentemente ella pensó que lo estaban. — ¿Por qué las chicas no dicen lo que quieren decir? — Sirius se pasó la mano por el cabello en una buena imitación de James, quien asintió con simpatía. — Las chicas son una pesadilla. — Él acepto. Remus celebró, interiormente. Gracias a Dios todo eso quedó atrás. *** Domingo 6 de Enero de 1974 Más tarde se enteró de que Mary había comenzado a salir con un chico muggle que conocía de casa. — Crecimos en la misma cuadra — le confió, emocionada, — Su casa está justo enfrente de la mía. Me gustaba mucho Sirius, y es agradable y todo eso, pero… bueno, es un poco elegante. No creo que él siquiera sepa lo que es un piso municipal.
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Remus tenía que estar de acuerdo con eso. En cuanto a él, volvió a sentir simpatía por Mary, y ni siquiera le importó que siguiera hablando de su nuevo novio, de cómo la había llevado al salón de baile local, de las fotos y de cómo su madre lo amaba, y su padre pensaba que era un "buen chico". Marlene, sin embargo, parecía terminalmente aburrida mientras se sentaban junto al fuego haciendo sus últimos deberes de vacaciones juntos. Esto no pasó desapercibido para Mary. — No estés celosa, Marls. — No lo estoy. — Marlene frunció el ceño. — Creo que estás siendo horrible con Sirius. — ¡¿Qué?! — ¡Dejándolo así! ¡Tú... heriste sus sentimientos! — Las mejillas de Marlene se habían vuelto de un extraño tono rosado. — No, no lo hizo — resopló Remus. Ambas chicas lo miraron, como si él lo hubiera entendido completamente mal. — ¡Oh Dios mío! — Mary miró a su amiga, — Marlene, ¿Te gusta Sirius? — ¡No! — Marlene se puso de pie, roja brillante ahora, — ¡Oh, eres una perra, Mary! — Ella irrumpió en el dormitorio de chicas. Lily suspiró y miró hacia arriba. — Eso no fue muy agradable. — Dijo ella con reproche. — Su problema, no el mío. — Mary se encogió de hombros. — ¿Le gusta Sirius? — ¿Importa? — Yo también voy. — Remus se puso de pie, tratando de no dejar escapar un suspiro. — ¡Oh no, no te vayas, Remus! — Mary dijo: — Dejaremos de hablar de chicos, lo prometo. — Estoy cansado — mintió, — y ya terminé la mía. Nos vemos mañana. Mientras se alejaba, escuchó a Mary susurrar, muy fuerte; — ¡Dios mío, tal vez le guste Marls! Remus se recordó a sí mismo que estaba tratando de agradarle de nuevo a Mary y no reaccionó. Subió las escaleras y fue a sentarse en el dormitorio solo. James, Peter y Sirius estaban en detención por una broma que habían hecho antes de Navidad.
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No estaba cansado en absoluto. Faltaban dos noches para la luna llena y estaba empezando a sentir la habitual inquietud reveladora en sus miembros, la familiar aceleración de los latidos de su corazón. Dejado solo como su propio consejero, Remus volvió a los pensamientos inquietantes que lo habían estado molestando durante semanas. Una vez más, parecían girar a través de su cerebro en un gran lío espeso, sin principio ni fin. ¿Todos los magos se sentían igual que Darius? ¿Como Lyall Lupin? ¿Eran realmente justificables las acciones de su padre? Remus no podía ignorar el hecho de que su madre también lo había abandonado, lo que tenía que significar algo. Sus amigos ciertamente no lo habían tratado de manera diferente después de descubrirlo… pero de igual forma, ¿Cómo podría alguien saber realmente lo que sus amigos pensaban de él? A los merodeadores les gustaba todo lo peligroso; quizás compartir una habitación con Remus era simplemente otro riesgo emocionante. Lo que realmente necesitaba era hablar con alguien imparcial. James tenía mucha suerte de tener dos padres siempre dispuestos a escuchar. Sirius tenía suerte de tener a James. Remus no estaba seguro de si Peter tenía problemas o no. Probablemente los tenía. Probablemente también se los contaba a James. También estaba McGonagall, Remus sabía que se suponía que debían acudir a ella con sus problemas. Pero era tan severa y difícil, y de todos modos le agradaba más James. Madame Pomfrey, por supuesto; ella lo había apoyado antes. Pero ella no era de las que te dejaba sentir lástima por ti mismo; solo intentaría encontrar una solución de sentido común, o le diría que no se preocupara tanto. Luego estaba Dumbledore, pero Remus no tenía idea de cómo hablar con él y ni siquiera estaba seguro de querer hacerlo. En cuanto a las personas que conocían las complejidades del problema de Remus, también estaba el profesor Ferox; Remus estaba noventa y cinco por ciento seguro de que lo sabía, de todos modos. Consideró esto como una opción. Remus sintió una especie de parentesco no identificable con su profesor de Cuidado de criaturas mágicas. Tenía una presencia muy tranquilizadora, y Remus pensó que podría llegar a sentirse mejor si pudiera hablar con él, de alguna manera estaba seguro de que Ferox lo escucharía con simpatía. Hubo un extraño aleteo en su estómago, como de emoción, y Remus pensó que era una buena señal. Miró el reloj de la esquina. Sólo eran las cinco, los otros chicos no estarían fuera de detención hasta las seis y el toque de queda no era hasta las ocho. Remus sacó el mapa del merodeador de debajo de su almohada. El contorno básico del castillo estaba completo ahora; solo necesitaban finalizar los terrenos, animar las escaleras y agregar los lugares secretos que solo ellos conocían. Entonces la idea del etiquetado de Sirius podría ser la siguiente, aunque todavía no estaban muy seguros de cómo hacerlo. Remus había descubierto un hechizo que localizaría a una sola persona, pero nada de la magnitud que requerían. Aún así, lanzó su hechizo localizador ahora, y descubrió que el profesor Ferox estaba caminando desde el Gran Comedor hacia la sala de profesores. Remus se levantó, rápidamente, si era rápido, entonces podría hacer que pareciera un encuentro casual. Agarró la capa de James antes de irse, por si acaso Mary y Lily todavía estaban en la sala común. Estaba alcanzando el pomo de la puerta cuando tuvo un repentino destello de sentido común.
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¿Qué diablos estaba haciendo? Ir a ver al profesor Ferox, ¿Y luego qué? ¿Quejarse de su padre muerto? ¿Llorarle sobre cómo nadie lo entendería jamás, porque era una criatura oscura asesina y encima era pobre? ¿Quejarse de que todos sus amigos se estaban volviendo locos con las chicas y él se sentía abandonado? Remus volvió a la habitación. ¿Qué diablos pensaría Ferox de él? Que era un cobarde, eso. No podías simplemente ir a llorar con los profesores cuando algo te molestaba; no podías esperar que todos sintieran pena por ti. Nadie te debe una vida feliz, decía siempre la Matrona. Se acostó en su cama y miró hacia el dosel. Ahora se sentía peor. No sabía lo que le había pasado, normalmente nunca era alguien que actuara por impulso, ya no, no desde su primer año. Había sentido con tanta fuerza que debería ver a su maestro. ¡Ah! Ahí estaba de nuevo, ese aleteo en su abdomen. No era emoción en absoluto, era... bueno, todavía no estaba seguro de qué era. Se sintió acalorado, sonrojado y extrañamente punzante. Era algo... animal. Oh Dios. Remus dejó escapar un gemido. Debe ser la transformación. El lobo se estaba acercando más temprano de lo habitual, tal vez. Probablemente le gustaba el olor de Ferox, o captaba el olor de su kneazle. ¿Los lobos se comen a los gatos? Solo la buena bestia es una bestia muerta. Eso es lo que le dijo Darius. En ese momento, Remus había sentido que era un poco injusto… después de todo, nunca lastimaría a nadie. Dumbledore no permitiría que eso sucediera. Definitivamente tampoco quería lastimar a nadie, excepto ocasionalmente a Snape, y eso era normal, ¿No? Quizás Remus era más peligroso de lo que pensaba. Había aprendido a controlar su temperamento la mayor parte del tiempo, había aprendido a controlar su magia. Él también tenía que aprender a controlar cualquier cosa que esto fuera. Cuando James, Sirius y Peter regresaron, Remus había tomado una decisión. — He estado pensando — comenzó. — No es de extrañar que necesitaras recostarte — sonrió Sirius. Remus le arrojó una almohada. — Vete a la mierda, lo digo en serio. — No, yo soy Siri… James le dio una palmada en la cabeza. — Cállate, Black. — Gracias. — Remus sonrió. —Er... todo el asunto de los animagos. — ¿Si? — Sirius parecía ansioso ahora, todavía frotándose la cabeza, — ¿Tuviste una idea? ¡Me encantan las ideas de Moony!
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— Um... no exactamente — Remus se sintió incómodo ahora. Aún así, tenía que hacerse. Había tomado una decisión. — Yo... no quiero que lo hagan. — ¿Hacer qué? — Peter parecía confundido. — Él no quiere que nos convirtamos en animagos. — Dijo James, mirando a Remus con esos ojos claros y honestos. —¿Es eso no? Remus asintió, sintiéndose horriblemente culpable. — Estoy muy agradecido, lo estoy. Yo solo... no creo que ninguno de ustedes entienda realmente lo peligroso que sería. Podría lastimarlos. Podría... podría matarlos. No tengo control sobre eso. — ¡Pero va a funcionar! — Sirius protestó, — Hice toda la investigación, James, ¿le mostraste? — Déjalo, amigo — dijo James, — Es la decisión de Lupin. — Gracias. — Remus le sonrió a James. Se sentía terrible por defraudarlos, pero era por su propio bien, y él tenía que ser el maduro. Sirius lucía como si quisiera decir algo más, pero James le dio una mirada dura que se parecía tanto a la señora Potter que silenció al chico más bajo de inmediato. No dijeron mucho durante el resto de la noche y Remus tuvo que fingir que había vuelto a leer su libro. Más tarde esa noche, después de que se apagaran las luces, Remus escuchó a Sirius acercarse a la cama de James y lanzar el hechizo silenciador por primera vez en mucho tiempo. Deseó que lo invitaran, solo una vez. Deseaba no ser siempre el que quedaba fuera, deseaba saber cómo se sentía tener un amigo tan cercano como James. Más que nunca, quería a alguien con quien hablar. Repentinamente abrumado, Remus rápidamente lanzó su propio hechizo, para que los demás no lo oyeran llorar.
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53 Davey Gudgeon El invierno dio paso a la primavera y, como de costumbre, el cumpleaños de Remus fue celebrado con creativo vigor por los otros merodeadores: el canto habitual en cada comida, el pastel, los regalos. Desafortunadamente, McGonagall fue inteligente con sus payasadas este año y tenía un prefecto vigilando los dormitorios de los niños para evitar más exhibiciones de fuegos artificiales de medianoche. Afortunadamente, el decimocuarto cumpleaños de Remus cayó en un fin de semana de Hogsmeade, y se sentía muy mayor pasando la tarde en Las Tres Escobas con sus amigos. Pronto quedó claro que James y Sirius de alguna manera habían sobornado a todos sus compañeros de clase para que pasaran por el pub también, mientras un flujo constante de estudiantes se acercaba a su mesa queriendo comprarle una cerveza de mantequilla a Remus o brindar por su salud. Para cuando terminó la tarde, todos en el bar sabían el nombre de Remus, y fue aclamado estridentemente al salir. Completamente vergonzoso, por supuesto. Con su cumpleaños fuera del camino, Remus se lanzó a la revisión en preparación para los próximos exámenes; tenía una urgencia particular de hacerlo bien en sus nuevas materias, no menos importantes que Cuidado de criaturas mágicas. Al volver a concentrarse en el estudio y el trabajo escolar, Remus lentamente comenzó a dejar atrás las crueles palabras de Darius Barebones. Sí, era peligroso, y sí, una vez que todos supieran qué era Remus, muy probablemente sería rechazado. Pero hasta entonces, tenía la oportunidad de aprender, y no la iba a desperdiciar. *** Domingo 7 de Abril de 1974 Remus nunca antes había conocido a Davey Gudgeon, hasta donde él sabía, ni a ninguno de los otros. Nunca supo cómo era el niño, ni siquiera. Pero recordaría ese nombre hasta el día de su muerte. El Sauce Boxeador se había convertido en un juego durante el verano de 1973 por un grupo de aburridos de primer año, y aunque era aborrecido por Filch y mal visto por los jefes de las casas, nadie había dicho nada al respecto. 'Trata de ver qué tan cerca puedes acercarte al tronco antes de que las ramas te golpeen.' Remus ciertamente no tenía ganas de jugar. Odiaba ese árbol. Tal como estaba, Remus ni siquiera estaba allí cuando sucedió. Era el día después de la luna llena y estaba en la enfermería, como de costumbre. Peter estaba sentado en el suelo, clasificando sus tarjetas de ranas de chocolate, murmurando para sí mismo felizmente. James estaba marcando la tarea de adivinación de Sirius, y Sirius movía encubiertamente su varita hacia James detrás de su espalda, cambiando su cabello de diferentes colores para la diversión de Remus. Azul, rosa, verde, amarillo... estaba funcionando; Remus lo encontró histéricamente divertido, porque James se veía muy serio, y cuando estaba concentrado su lengua se asomaba entre sus dientes como un gato. Era una tarde perfectamente agradable, y Remus casi podía ignorar cuánto le dolían los huesos y los dientes mientras volvían a colocarse en su lugar para otro ciclo.
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Pero luego sucedió. La puerta del hospital se abrió de golpe y un estudiante entró chillando; — ¡Madame Pomfrey! ¡Madame Pomfrey! ¡Ayuda! Entrometidos como eran, Sirius y James saltaron de la cama para mirar alrededor de las cortinas verde pálido. Remus suspiró, recostándose en su almohada. Ahora estaba acostumbrado al flujo y reflujo de la enfermería; las voces elevadas como esa generalmente significaban que un hechizo salió mal. Trató de ignorarlo: le molestaba cualquier cosa que le recordara que estaba en un hospital, y no solo disfrutando de una tarde de ocio con sus amigos. Pero James y Sirius permanecieron fuera de la vista, observando lo que fuera que se desarrollaba en la escena, y cuando se volvieron hacia la cama sus rostros estaban pálidos y serios. La conmoción se había vuelto más fuerte, Remus era vagamente consciente de que alguien lloraba. — ¿Qué pasó? — Preguntó, más irritado de lo que pretendía. La boca de Sirius se torció y James negó con la cabeza, en silencio, subiéndose las gafas por la nariz. Peter finalmente levantó la vista de sus cartas, — ¿Qué? — Un accidente... un niño. — James murmuró. — ¡Todos afuera! — La voz de Madame Pomfrey resonó en la cámara, anormalmente fuerte y clara. La cortina alrededor de la cama de Remus se abrió y asomó la cabeza, luciendo distraída, —Remus, querido, si te sientes lo suficientemente bien, será mejor que pases el resto de la tarde en tu propia cama. Potter, ¿Irías a buscar a la profesora Sprout? Dígale que uno de sus estudiantes está herido. James asintió y se fue de inmediato, sin siquiera mirar a sus amigos o sus deberes. Siempre puedes confiar en James. Sirius captó la mirada de Remus y Remus asintió con la cabeza, saliendo de la cama. Todavía estaba en pijama, y Sirius levantó a Peter por el codo para darle un poco de privacidad. Remus se vistió lo más rápido que pudo, metió sus libros en su bolso, tomó el trabajo de James y se unió a sus amigos al otro lado de la cortina. Podía oler la sangre. Se habían corrido las cortinas alrededor de la cama más cercana a la puerta, y los tres chicos se apresuraron a pasar por allí, sin querer nada más que escapar de la atmósfera desagradable y alejarse lo más posible. Fueron directamente a la sala común, Remus cojeaba levemente, Sirius y Peter redujeron la velocidad para igualar su ritmo. — ¿Qué era? — Remus susurró: — Había sangre. — Sí...— respondió Sirius, luciendo conmocionado, —No sé qué pasó, pero... fue en su cara. Peter parecía levemente enfermo. Llegaron a la sala común y Remus se derrumbó en un sillón, exhausto.
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— ¿Estás bien? — Preguntó Sirius, ansioso, tocando con una mano el hombro de Remus. Remus asintió, cerró los ojos y respiró profundamente. — Bien, bien. — Se encogió de hombros hacia Sirius, avergonzado, deseando poder ser normal por una vez. — Muy bien, muchachos — Mary entró tranquilamente en la habitación, con Marlene a cuestas, — ¿Escucharon lo que le pasó a ese chico Gudgeon? — No — respondió Sirius, astutamente, — ¿Qué? — Golpeado en la cara por ese árbol loco. — Ella dijo, sacudiendo su capa, — Estaban tratando de tocar el tronco. — ¿El sauce boxeador? — Sí, — dijo Marlene, — ¡No debería estar permitido! ¡Es tan peligroso! — ¿Viste cómo pasó? —Preguntó Remus, tratando de mantener el pánico fuera de su voz. — No — Mary se encogió de hombros, dejándose caer en el sofá junto a Sirius, — Lo escuché de una de las niñas de segundo año. — ¡Tendrán que deshacerse de él! — Marlene dijo, estridentemente. — Dumbledore no puede dejarlo ahí ahora. Alguien podría morir. — Debería haberse mantenido alejado de eso. — Sirius dijo, frunciendo el ceño, — Es un juego estúpido. Todo el mundo sabe cómo es ese árbol. — ¿Me he vuelto loca? — Mary se rió, — ¡¿Sirius Black, la voz de la razón?! — Vete a la mierda, MacDonald — frunció el ceño Sirius. Remus estaba empezando a tener dolor de cabeza. Se frotó la sien y volvió a cerrar los ojos, hundiéndose en el sillón. La culpa le subió por la espalda, pinchazos fríos y calientes. ¿Le pegó en la cara? ¿Este chico Gudgeon estaría bien? Seguramente Madame Pomfrey podría arreglarlo, fuera lo que fuera. Ella podía arreglar cualquier cosa. *** Los chismes sobre Davey Gudgeon inundaron la escuela en cuestión de horas, hasta que nadie pudo escapar. Sarah Saunders de Ravenclaw les dijo a todos que había visto llegar a sus padres y luego los vio marchar directamente a la oficina de Dumbledore, luciendo furiosos. Los amigos de Gudgeon en Hufflepuff transmitieron la historia una y otra vez a cualquiera que hubiera escuchado - parecía que Davey realmente iba a llegar al tronco esa vez, pero luego el sauce arremetió en el último minuto. - Escucharon diferentes versiones del daño: que el árbol le había partido el cráneo en dos, que había perdido los dos ojos o incluso que había muerto y la escuela lo estaba encubriendo.
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Marlene, que parecía más angustiada que nadie por todo el asunto, solicitó la ayuda de Lily y Mary para redactar una petición para que se retirara el sauce de las instalaciones de la escuela. Remus lo firmó, no podía pensar en una razón suficientemente buena para no hacerlo. Sirius se negó. — Ese árbol tiene tanto derecho a estar aquí como cualquiera. — Dijo, con firmeza, mientras Marlene lo perseguía con una pluma. — Pero Sirius — suplicó, — es peligroso. — ¡También las bludgers! — Él regresó, esquivándola, — ¿Vas a dejar el equipo de Quidditch? — ¡Difícilmente es lo mismo! — Uf, solo fírmalo, Black — gimió Lily, tratando de terminar su tarea de Runas, — ¿Qué te importa? — ¡Es el principio! — Cruzó los brazos con firmeza. Lily puso sus enormes ojos verdes en blanco. — Idiota — Ella murmuró en voz baja: — ¿No puede ver lo molesta que está Marls? — ¿Por qué está tan molesta? — Remus preguntó, en un susurro, cuando Marlene estaba fuera del alcance del oído. — ¿Conocía a Davey? — No lo creo — suspiró Lily, —Creo que solo quiere un proyecto para distraerse de las cosas que pasan en su casa. Familia, ya sabes. Remus pensó en esto. No conocía a Marlene tan bien como conocia a Lily y Mary. Mary era muy extrovertida y charlaba con cualquiera. (De hecho, en todo caso, era un poco exagerada. Remus sabía demasiado sobre sus preferencias de besuqueo para su gusto.) Marlene siempre había sido la más callada y tímida, menos segura de sí misma, incluso en las áreas en las que sobresalía. No sabía mucho sobre su familia simplemente porque nunca se le ocurrió preguntar por las familias de las personas. No creía que la petición fuera a ir a ninguna parte. Dumbledore había dado un discurso en el que prohibía que alguien se acercara nuevamente al sauce, y eso era todo lo que se había dicho al respecto. El personal estaba claramente inquieto, y Remus solo había estado tratando de mantener la cabeza gacha. Los otros merodeadores no le habían dicho nada al respecto y cambiaban de tema cada vez que surgía. Por lo general, Remus prefería no hablar de nada relacionado con su 'pequeño problema peludo', pero ahora comenzaba a preguntarse si en secreto lo culpaban después de todo. James nunca lo diría en voz alta, por supuesto; Peter podría llevar a hacerlo. Sirius podría decirlo y luego retractarse instantáneamente. De cualquier manera, ninguno de ellos dijo una palabra, dejando que la imaginación de Remus se volviera loca. Una semana después del incidente, la profesora Sprout confirmó el rumor; Davey Gudgeon ahora estaba ciego y no regresaría a Hogwarts durante bastante tiempo. Remus había estado tratando de evitar a
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Sprout desde que sucedió - como profesor de Herbología, estaba seguro de que ella sabía exactamente lo que estaba haciendo el sauce en el terreno en primer lugar. — Sus padres lo llevarán a Estados Unidos, donde se están haciendo avances en pociones curativas oculares. — La profesora regordete explicó en el desayuno. — Estoy segura de que Davy y su familia están muy agradecidos por todos sus buenos deseos. Remus sintió una horrible sensación de hundimiento en la boca del estómago. Cuando Marlene, Lily, Mary y algunos otros estudiantes se levantaron para presentar su petición, que ahora tenía más de cuatrocientas firmas, Remus fue con ellos. La profesora Sprout aceptó la petición y prometió discutir el asunto con Dumbledore. Incluso le otorgó a Marlene diez puntos de la casa por sus esfuerzos. — Sin embargo, no se van a deshacer de él — dijo Sirius, más tarde esa noche, cuando los merodeadores estaban solos en su habitación. — No, lo dudo — Remus pateó un calcetín perdido debajo de su cama, con las manos en los bolsillos. — Entonces, ¿Por qué fuiste? Remus se encogió de hombros. — Sentí que era lo correcto. Quiero decir, Marlene tiene razón, el árbol es peligroso. No debería estar en una escuela. — Pero... — comenzó Peter. — Lo sé. — Remus espetó. — Lo sé, ¿de acuerdo? — No deberías sentirte culpable, amigo — dijo James, amablemente, — Gudgeon no debería haber estado tonteando así... no es tu culpa... — Si es culpa de alguien — dijo Remus sombríamente, — Entonces es mía. — Eso es estúpido. — Sirius dijo, sin rodeos, sacudiendo la cabeza, — No lo plantaste, ¿verdad? No sé si ha escapado a la atención de todos los demás, pero esta escuela no es precisamente consciente de la seguridad. Está construido alrededor de un bosque sangriento lleno de criaturas más peligrosas que un árbol loco, se supone que hay un monstruo literal durmiendo en algún lugar directamente debajo de nosotros y, sin jugar, ¡¿Pero has visto a Hagrid?! — ¿Cuál es tu punto, Black? — Remus suspiró pesadamente, sentándose. Le dolía la cadera si se paraba demasiado tiempo. Se estaba volviendo como una anciana. — No sé — Sirius se encogió de hombros, — ¿Esas cosas pasan? ¿No te culpes a ti mismo? ¿Dejar de deprimirte?
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— ¡¿Deprimirme?! — Remus gruñó, su temperatura subiendo, — Vete a la mierda. ¡Hay un niño que no puede ver porque soy demasiado peligroso para estar en la escuela! Intenta decirle a Marlene lo que soy, apuesto a que obtendría muchas más firmas en ESA petición. — ¡No eres peligroso! — No sabes lo que soy. — Siseó Remus. — Eres nuestro amigo. — James dijo, de repente. Remus lo miró fijamente. Fue algo estúpido, sensiblero y dramático decirlo. Pero esa era la mitad del problema con James: encarnaba tanto esos valores poco realistas de lealtad, justicia y honor, que te obligaba a creer en ellos también. Se sentó junto a Remus en la cama. — Eres nuestro amigo, y eso es lo más importante, ¿De acuerdo? Se encontró con la mirada de Remus y le devolvió la mirada, sonriendo. — ¿Okay? — Él dijo. Remus continuó mirándolo, y James se acercó un poco más, de modo que sus rodillas chocaron, — ¿Ok? — Dijo, inclinándose hacia adelante ahora, su nariz a centímetros de la de Remus. Remus conocía esta táctica: James hacía lo mismo a veces para animar a Sirius. Nunca parpadeaba, fue muy desconcertante, y finalmente Remus se rió, agachándose. — ¡Okay! ¡Okay! James se rió también y abrazó a Remus. — ¡Gracias a dios! ¡No podíamos perderte, Moony! — Gritó. De repente, Sirius y Peter siguieron su ejemplo, apiñándose sobre Remus, quien se encontró en el fondo del abrazo muy risueño. Riendo, a pesar de sí mismo, Remus trató de zafarse de ellos. — ¡Quítate de encima, bobo! — Ahh, nos amas de verdad — Sirius palmeó su cabeza.
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54 Marlene — Entonces, ¿Verano? — Preguntó James, mientras tomaban una cerveza de mantequilla en las Tres Escobas en su último fin de semana en Hogsmeade antes de los exámenes. Sirius y Remus gimieron al unísono. — Sabes que no puedo... — comenzó Remus. — Nunca me dejarán. — Sirius terminó. — Sin embargo, no veo por qué, — respondió James, inocentemente. — Ambos vinieron por Navidad. — Sí, pero hay una regla acerca de que me quede en St Edmund's durante todo el verano — se encogió de hombros Remus. —Mientras estoy allí, tengo que seguir la ley muggle. No puedes visitar a nadie cuando estás bajo cuidado, a menos que sean parientes. — Y sabes cómo es mi suerte. — Sirius suspiró pesadamente. Incluso después de Navidad, y creo que eso fue solo para mantenerme fuera del camino, para ser honesto. Reg ya me dijo que me esperaban. — ¿Cuándo hablaste con Regulus? — James miró hacia arriba, sorprendido. Sirius se movió ligeramente en su taburete, luciendo incómodo; — Er… el otro día. No valía la pena mencionarlo, solo lo vi por un minuto. — Estaré allí todo el verano, James — dijo Peter en voz alta. Sirius puso los ojos en blanco de forma bastante obvia, pero James sonrió y palmeó la rodilla de Peter. — Sí, genial, amigo, al menos te tendré, ¿eh? — Podría ser capaz de hacer un viaje al Callejón Diagon — dijo Sirius, animándose un poco — Lo he estado pensado, y si llevas la capa de invisibilidad, entonces podríamos planear algo... Los tres empezaron a charlar emocionados sobre este plan; Remus los dejó. Desde que puso fin a la iniciativa de los animagos, los merodeadores habían estado un poco a la deriva. Necesitaban algo en lo que usar su energía creativa, y generalmente tenía que ser al menos levemente ilegal. — Moony — dijo James de repente, — ¿Dónde queda St. Edmund, exactamente? — Epping Forest — respondió Remus, rápidamente — ¿Por qué?
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— Siempre podríamos ir a visitarte... — No. — Remus dijo esto con tal contundencia que Sirius y Peter levantaron la cabeza, alarmados. Remus tragó saliva secamente, —Simplemente no lo hagan, ¿de acuerdo? Es una mala idea. Se le revolvió el interior: la humillación que sentiría si sus amigos vieran cómo vivía; de donde vino. Sería demasiado para soportar. ¿Qué dirían cuando vieran su ropa muggle gris opaca, o las caras ásperas y los nudillos duros de los otros chicos? Los bloques de hormigón y los portakabins astillados y la maleza de césped del frente. Le compadecerían. — Escribiré — dijo apresuradamente, con la esperanza de calmarlos, — y ustedes pueden decirme todo lo que hagan. Ojalá pueda volver a tu casa en Navidad, Potter. — Puede que no — dijo Sirius, de repente, — La luna llena es el veintinueve de diciembre de este año. Remus lo miró de manera extraña. Se enorgullecía de tener una excelente memoria, pero Sirius le sacaba metros cuando se trataba de los ciclos lunares. James se rió, — ¿Cómo es que has memorizado cada maldita luna llena hasta que tengamos cincuenta, pero no puedes superar un 'Aceptable' en Astronomía? — Es importante recordar algunas cosas, otras no — se encogió de hombros Sirius, vaciando su jarra, — Y que ponga mal las constelaciones realmente molesta a mis padres. Así que... *** Mediados de Mayo de 1974 Remus bostezó y cerró su libro. Había hecho mucho. Más que suficiente. Demasiado, si le preguntaras a Sirius. Pero claro, estaba muy bien si tenías la suerte de tener parientes ricos muertos. Alguien con las perspectivas de Remus no podía permitirse el lujo de holgazanear. La biblioteca estaba abierta en un horario extendido durante el período de exámenes, pero aún así, era casi la hora de cerrar, y solo quedaban algunos estudiantes mucho mayores, parpadeando adormilados ante sus textos. Lily, Mary y Marlene se habían acostado hacía al menos una hora, o Remus pensaba que sí. Los días se habían vuelto muy repetitivos en el período previo al final del trimestre, y el tiempo ya no se sentía verdaderamente lineal, ni siquiera había estado afuera en días. Con cansancio, se puso de pie, se frotó los ojos y llevó una pila de libros hacia los estantes del Estudio de criaturas mágicas. Había descubierto que podía mantenerse en el lado bueno de Pince si ordenaba después de haber estado el mismo, y no requería de mucho esfuerzo. Le gustaba estar por la tarde en la biblioteca, era agradable y silenciosa. Crecer en el hogar de niños y compartir un dormitorio con los merodeadores le había dado a Remus muy pocas oportunidades de paz y tranquilidad.
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Cuando dio la vuelta a la última fila de pilas, vio una pequeña figura desplomada al final, profundamente dormida sobre un pequeño escritorio. Avanzando de puntillas, reconoció el abanico de cabello rubio extendido sobre las páginas de un libro abierto. — Marlene — susurró, mientras se acercaba. — ¡Marlene! — Tocó su hombro suavemente. Saltó violentamente, lo suficientemente rápido como para darle un latigazo a Remus, luego miró a su alrededor con ojos confusos y nublados. — ¿Remus? — Te quedaste dormida — explicó, manteniendo la voz baja, — La biblioteca cerrará pronto. — ¡Oh no! — Parecía angustiada, mirando su pergamino, que estaba en blanco. Había manchado un poco de tinta en la parte superior, pero nada más. —Oh no. — dijo de nuevo, desamparada. — Está bien. — Remus trató de animarla, — Obviamente necesitabas descansar, ¿eh? Todavía falta un tiempo para que comiencen los exámenes. — ¡Tengo tantas revisiones que hacer! No recuerdo nada de los crup, ¿Tú si? — Vamos, — Remus esquivó la pregunta, — Será mejor que nos vayamos o Pince nos perseguirá. Marlene asintió aturdida y se levantó, dejándolo llevarla a través del laberinto de estanterías. Cuando se fueron, ella comenzó a murmurar para sí misma: — Los crup tienen colas bifurcadas, desconfían de los muggles y se parecen un poco a los cocker spaniels. — Jack Russell's. — Remus corrigió, sin pensar. — ¿Qué? ¡¿De Verdad?! ¿¿Estás seguro?? — La chica lo agarró del brazo, irracionalmente asustada por esta información. — Er... sí — dijo Remus, tambaleándose hacia atrás, incapaz de alejarse del agarre de Marlene. — ¡Por supuesto que estás seguro! — Ella dijo, tristemente, finalmente dejándolo ir: — Eres el mejor de la clase. — Tú también eres muy buena...— comenzó Remus, pero se detuvo. La cara de Marlene se arrugó y estalló en lágrimas. — ¡No puedo hacerlo! ¡Voy a fallar en todo! — Ella gimió en voz alta. Un grupo de Slytherin que pasaba se rió de ella, antes de que Remus les apuntara con su varita amenazadoramente. Marlene, todavía llorando, se arrojó sobre Remus, con los brazos alrededor de su cuello mientras sollozaba sobre su hombro. Desconcertado, Remus trató de acariciarla, gentilmente,
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mientras su pequeño cuerpo se sacudía contra él. Nunca antes lo había abrazado una chica, excepto la mamá de James, y eso no era lo mismo. No le gustó. Su hombro se estaba mojando. Marlene era completamente ajena a su incomodidad, sin embargo, — ¡Soy tan tonta! — Ella resopló, — Lo arruino todo, nunca voy a ser tan buena como Danny, o mamá, o tú, o Lily... — Er... eres mejor que Mary en... — ¡Pero Mary tiene novio y todo el mundo la quiere y yo no le agrado a nadie! — Ella lloró aún más fuerte. En este punto, Remus decidió que definitivamente estaba por encima de su cabeza. Él la palmeó, torpemente una vez más, y dijo: — Yo um... iré a buscar a Lily, ¿de acuerdo? — No, no está bien... — Marlene se apartó, todavía sollozando. Su rostro generalmente pálido ahora estaba rojo y lleno de manchas, sus ojos grises aún brillaban. — Iré a lavarme la cara — señaló hacia los baños de la chica más cercano — ¿Me esperas? — Um... está bien. Ella desapareció y Remus se desplomó pesadamente contra la pared. Ahora se encontraba cargando las dos mochilas y le dolían los hombros por el peso. ¿Qué harían los demás en esta situación? James sería caballeroso, obviamente. Probablemente habría sabido exactamente qué decir para evitar que llorara. Peter nunca se metería en esa situación en primer lugar. Sirius… bueno, Remus pensó que Sirius probablemente era tan malo como él, en realidad. No era bueno con las emociones; apenas podía manejar las suyas. Aún así, Remus sabía que lo correcto era esperar y acompañarla de regreso a la sala común, así que lo hizo. No era que Remus no sintiera simpatía por Marlene, la presión sobre todos se sentía enorme, difícilmente se podía ignorar. Era más el disgusto general de Remus por quejarse. Y, por supuesto, nunca le había gustado estar rodeado de gente que lloraba; lo ponía nervioso. Marlene se veía mucho mejor cuando salió del baño. Un poco sonrojada, pero al menos estaba tranquila. — Lo siento — le sonrió tímidamente, — me siento tonta. — Está bien. — Remus se encogió de hombros. Se preguntó si podría devolverle su bolso ahora. Sus brazos realmente le dolían y su rodilla lastimada estaba jugando en contra, sin contar con su cadera. No, probablemente no. No es algo muy propio de James, hacer que una chica lleve sus propias cosas. Ella tampoco se ofreció a retirarlo. Afortunadamente, no estaban demasiado lejos de la torre de Gryffindor. — Estoy siendo tonta — dijo mientras caminaban, — sé que lo estoy siendo, mi padrastro odia cuando me pongo nerviosa. Dice que le da jaqueca. Entonces mamá se lleva la peor parte. Danny dice que necesito endurecerme y dejar de actuar como una bebé, pero...
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— ¿Quién es Danny? — Remus preguntó, un poco perdido. — Mi hermano — parecía sorprendida, — estoy segura de que lo he mencionado. Es el golpeador de los Chudley Cannons. — Oh, claro, sí, lo sabía. — Remus asintió, — Debe ser por eso que eres tan buena — No soy tan buena como Danny. — Bien. — Remus trató de encogerse de hombros bajo el peso de los libros, — Solo tienes catorce años. Apuesto a que tu hermano no era tan bueno a los catorce años. Venciste a Sirius y él es realmente bueno. — ¿De verdad piensas eso? — Sí — respondió Remus, casualmente. — Obviamente. Gryffindor volvió a ganar la copa este año, ¿no? — Debido a James. — Sí, bueno, James está loco, no quieres ser como James. — No le dirás a Mary lo que dije, ¿verdad? — Nop. — Ya había olvidado lo que ella había dicho sobre Mary, para ser honesto. — Ella es mi mejor amiga — dijo Marlene con sorna, — Y no estoy celosa de ella ni nada, ella es... bueno, le gusta lucirse, ya sabes. Ella es tan divertida y habladora y todo, a veces me siento un poco... quiero decir, ya ha salido con Sirius y ahora tiene ese novio muggle, y creo que al profesor Ferox le gusta más que a mí. — Él es un maestro. — Remus dijo: — A él le gustan todos por igual. De todos modos, eres graciosa. James siempre habla de cómo haces que todos se rían en la práctica de quidditch. — ¡¿De Verdad?! — Ella pareció sonrojarse de nuevo ante esta noticia. — ¿Qué hay de... um... qué hay de Sirius, cree que soy graciosa? — Sí, obviamente — asintió Remus, complacido de que ella finalmente estuviera sonriendo de nuevo, — Todos lo pensamos. Tu impresión de McGonagall es la mejor. Esto pareció satisfacerla, y cuando llegaron a la sala común, Marlene parecía positivamente alegre. — Te ayudaré con los crup si quieres. — Remus dijo, mientras trepaban por el agujero del retrato. — Podemos hacerlo mañana a la hora del almuerzo. — Gracias Remus. — Marlene volvió a rodearlo con sus brazos en un abrazo rápido. Tomó sus libros y subió las escaleras a su dormitorio. Remus dejó escapar otro suspiro, hundiéndose levemente de alivio. ¿Por qué siempre le pasaba esto? Tal vez necesitaba empezar a ser más malo.
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Detrás de él, alguien silbó fuerte como un lobo. No necesitaba darse la vuelta para saber quién era. — ¡Ahí viene! ¡Cuidado, señoras, el rompecorazones número uno de Gryffindor, viene! — Sirius gritó mientras Remus se acercaba para reunirse con sus amigos junto al fuego. James estaba inmerso en un libro, pero miró hacia arriba y le guiñó un ojo a Remus. — Vas a tener que contarnos tu secreto, Moony — continuó Sirius, — Parece que tienes a todas las chicas. — Ella es solo una amiga y lo sabes. ¿Dónde está Pete? — Ducha — respondió James, —Peeves lo atacó con una jarra de crema pastelera de ayer. — Eurgh. — Sí, ese es el sonido que hizo — sonrió James, volviendo a su libro. — Gracias a Merlín, has vuelto — se dirigió Sirius a Remus, — James ha sido tan aburrido hoy. — Estoy revisando. — James dijo con calma, pasando una página: — Tú también deberías hacerlo. — No. — Ya terminé de revisar por hoy — sonrió Remus, — ¿Quieres jugar una partida de snap? — ¿Te he dicho últimamente cuánto te amo? — Cállate y toma las cartas.
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55 Greyback You're too old to lose it, too young to choose it And the clock waits so patiently on your song You walk past a café, but you don't eat when you've lived too long Oh, no, no, no, you're a rock 'n' roll suicide. Viernes 28 de junio de 1974 Como era de esperar, Sirius logró calificaciones obscenamente altas en todo excepto en Astronomía sin levantar ni un dedo para estudiar. En este punto, Remus no estaba seguro de si Sirius realmente tenía algún extraño don de sangre pura, o si solo era un genio no reconocido. A Remus no le importaba de ninguna manera: él mismo ocupó el primer lugar en Cuidado de criaturas mágicas, Runas e Historia de la magia, el segundo más alto en Aritmancia, después de Sirius. — ¡Bien hecho, chico! — Ferox le dio una palmada en la espalda durante el desayuno, la mañana después de que salieran los resultados. — Mi mejor alumno. — Gracias, profesor — sonrió Remus, sintiéndose mareado de placer. — Tengo algunos libros que quizá te gustaría tomar prestados durante el verano; ven a mi oficina antes de irte, ¿eh? — ¡Mascota del maestro! — Sirius bromeó mientras el hombre alto y jovial se alejaba, silbando una alegre melodía. Remus no respondió, estaba demasiado satisfecho consigo mismo. — No puedo creer que sea así hasta el cuarto año. — Dijo James, limpiando sus lentes en su túnica. — ¿Tienes que seguir recordándomelo? — Sirius gimió, dejando su cuchillo y tenedor. — Hay mucho que hacer durante el verano — respondió James, — Se pasará volando. — ¿Qué vas a hacer durante el verano? — Remus preguntó con sospecha. — Planear las bromas del próximo año, obviamente — dijo Sirius, un poco demasiado rápido. — Tengo que mantenerme a la vanguardia, Remu, muchacho, tenemos una reputación que mantener. Era el último día oficial de clases, por lo que Remus decidió ignorar el hecho de que esto era claramente una mentira. Tenía todo el verano para estar paranoico acerca de que los otros tres lo dejaran fuera; todavía no había necesidad de preocuparse.
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Después del desayuno, quería ir directamente a ver al profesor Ferox, pero pensó que podría parecer demasiado ansioso; además, los otros tres seguramente querrían ir con él, y Remus no podía soportar la idea de que Ferox se encontrara con Sirius y James. Sin duda estaría encantado por su carisma nato, y se preguntaría por qué alguna vez pensó que Remus era especial en absoluto. El cuarteto subió las escaleras y empacó, es decir, James, Remus y Peter empacaron. Sirius rebotó por la habitación tratando de distraerlos, haciendo volar libros y ropa, encendiendo y apagando su tocadiscos. — Está pasando, te guste o no — reprendió James, con las manos en las caderas en una muy buena imitación de su madre. — Lo harás por mí, como el año pasado. — respondió Sirius, parándose en su cama e intentando hacer abdominales colgando del marco de la cama. Las viejas vigas de madera crujieron. Remus cerró su propio baúl. Su rincón de la habitación parecía muy vacío sin el caos habitual de libros, papeles, plumas y ropa esparcidos por él. Se acercó al tocadiscos para darle una última caricia a las portadas de sus discos favoritos. Los veranos serían tan tranquilos, sin la música de Sirius. A la Matrona solo le gustaba tener la radio encendida una vez a la semana, para la canción del coro de la Radio 3. — Moony — dijo James, de repente, — ¿No tienes que ir a ver a Madame Pomfrey? — Er... sí, pero no ahora... — Remus miró hacia arriba, sorprendido. — Bueno, quiero decir que si has terminado de empacar, también puedes ir, ¿verdad? Cuando haya hecho las cosas de Sirius, iba a sugerir que todos saliéramos a dar un paseo en nuestras escobas, y odias volar, así que... — ¿Oh enserio? Okay entonces. — Remus asintió, sintiéndose inexplicablemente herido. No era en absoluto propio de James perseguirte para que te fueras de la habitación. — Te veremos en la cena, ¿verdad Moony? — Preguntó Sirius, balanceándose hacia adelante y aterrizando sobre sus pies con la agilidad de un gimnasta. — Sí, supongo... — Remus salió de la habitación, sintiendo como si lo escoltaran de una fiesta a la que no estaba invitado. Muy bien, era cierto que no le gustaba mucho volar. Pero eso generalmente no importaba, a menudo se sentaba en las gradas y leía su libro mientras los demás jugueteaban en el aire. No le habría importado hacer eso esta vez. Él tenía que ver la señora Pomfrey, de todos modos, así que fue a la enfermería, luchando por librarse de la sensación desagradable de exilio. *** — Estás muy callado, querido — comentó la medibruja mientras completaba sus comprobaciones de fin de año. — ¿Estás deseando que lleguen tus vacaciones? — No, en realidad no — respondió.
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— Extrañarás a tus amigos — chasqueó la lengua con simpatía. — Es una pena, lo sé. Aún así, espero que tengas muchos amigos muggle con quienes jugar. Remus no se molestó en responder. Madame Pomfrey era muy amable y no tenía un hueso malo en el cuerpo, pero ella, como la mayoría de los adultos, podía ser increíblemente densa. En privado, esperaba que el próximo verano fuera tan lucrativo como el anterior; si Craig todavía estaba por aquí, quizás podría ganar algo de dinero. Había demostrado ser capaz, incluso podría pedir algo más que cigarrillos. Ella le dio las mismas instrucciones que el año anterior: comer bien, hacer ejercicio y descansar. — Te veré a principios de Julio — sonrió serenamente, y él se sintió reconfortado con la idea de que al menos no estaría completamente aislado de la comunidad mágica. Habiendo resuelto eso, Remus consideró regresar al dormitorio. Quizás todos habían terminado de hablar de él, o lo que fuera para lo que lo necesitaban fuera del camino. Quizás ya se habían ido a volar. Él no les envidió eso; James era de la opinión de que si Sirius estaba de mal genio, o demasiado agitado, entonces una buena hora de ejercicio era lo mejor (y generalmente lo era). Además, era una de las pocas veces que Peter no se quedaba fuera. A pesar de su torpeza en tierra, Pettigrew era un volador sorprendentemente bueno. Sin duda, el resultado de la incesante instrucción de James. Realmente era el momento perfecto para ir a ver al profesor Ferox, por supuesto, pero Remus se entretuvo. De repente se sintió bastante tímido, nunca antes había visto a un maestro solo, a menos que estuviera en problemas, por supuesto. Caminando lentamente, finalmente tuvo que tomar una decisión sobre en que dirección debía tomar en particular, y decidió que bien podía terminar con eso de una vez. Llamó tentativamente a la puerta de la oficina de Ferox, aunque estaba entreabierta. Su corazón martilleaba en su pecho y se encontró medio esperando que su maestro no estuviera allí después de todo. Remus no pudo evitar recordar con algo de vergüenza cómo hacia solo unas semanas casi había venido corriendo a Ferox en un momento de pánico, solo para reconocer que era una idea terrible en el último minuto. — ¡Adelante! — La alegre voz de Ferox resonó desde el interior de la habitación. Remus cuadró los hombros y entró. — ¡Señor Lupin! — Ferox tronó. No estaba sentado en su escritorio; Remus no creía haber visto a Ferox sentado, excepto a la hora de comer, siempre se estaba moviendo. Justo ahora, estaba empacando un pequeño baúl, Aquiles el kneazle observaba en silencio desde el alféizar de la ventana. Incluso después de un año de lecciones con Ferox, Remus todavía estaba algo asombrado por su maestro. Su gigantesca presencia no había disminuido, su melena de rizos arenosos seguía igual de gloriosa, su rostro aún heroico con rasgos decididamente esculpidos. — Hola, señor — sonrió Remus mientras entraba, cerrando la puerta detrás de él. — ¿Quería verme? — De hecho, sí quería — sonrió ampliamente Ferox, señalando con la cabeza una pila de cinco libros en su escritorio, — Esos son para ti, si tienes espacio en tu baúl. El texto establecido para el próximo año y algunas otras cosas que pensé que podrían interesarte.
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Remus se acercó al escritorio y tocó los tomos encuadernados en cuero con cuidado. — Gracias, profesor — dijo en voz baja. Nunca antes había recibido un regalo tan enorme. Ferox asintió, sentándose finalmente, haciendo un gesto para que Remus hiciera lo mismo. — ¿Cerveza de mantequilla? — Sacó algunas botellas del cajón inferior de su escritorio. — Gracias, profesor — repitió Remus, aceptando la botella y sentándose. Aquiles, en el alféizar de la ventana, se estiró, bostezó y luego se acurrucó para dormir, pacíficamente. Remus sintió que debería decir algo más. —Dumbledore normalmente me envía mis libros y esas cosas. — Él ofreció: — No tenía que hacerlo. — Bueno, sé que estás un poco fuera de lugar durante las vacaciones, así que pensé que podrías apreciar una ventaja. — Ferox continuó sonriendo con su gran sonrisa fácil. Remus sintió una extraña especie de calor burbujeando en su abdomen. Lo cual era extraño, porque aún no había bebido ni un sorbo de su cerveza de mantequilla. — Muy amable de su parte. — Dijo, volviendo a mirar los libros, incómodo con demasiado contacto visual. — No estoy siendo caritativo, Remus, te lo prometo — dijo Ferox, de manera tranquilizadora, — Sé como es, ¿Sabes? vine a Hogwarts con casi tan poco como tú. Soy nacido de muggles, criado por mi abuela. Por supuesto, ella nunca entendió nada de lo que hacía aquí. Bendita sea su corazón. Remus parpadeó. Esta era una noticia interesante, había asumido que la mayoría de los profesores de Hogwarts, de hecho, la mayoría de los adultos a los que respetaba, eran todos sangre pura. Fue un inmenso alivio saber que este no era el caso. — Nosotros, los niños rudos, tenemos que mantenernos unidos, ¿eh? — Ferox le guiñó un ojo. — Sí — Remus continuó asintiendo, enfáticamente. —Entonces, ¿Nunca tuvo problemas para conseguir un trabajo o cosas así? ¿Después del colegio? — Bueno, siempre habrá personas que no pueden ver más allá de tu estado de sangre, sin importar quién eres — dijo Ferox, con una sonrisa irónica en su voz, — Pero aprendes bastante rápido cómo demostrar que están equivocados. Bien; No necesito decírtelo. — No. — Remus estuvo de acuerdo. Tomó un trago de su cerveza de mantequilla. —Entonces... ¿es usted huérfano también, profesor? — Lo soy. Tan común como la mierda también, no creerías las críticas que recibí por este acento en ese entonces. — Mary y Marlene creen que suena como Paul McCartney. — Dijo Remus. Ferox se echó a reír, una gran risa alegre y jadeante.
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— Tendré que recordar eso la próxima vez que quiera coquetear. Remus sintió que se sonrojaba al escuchar a Ferox hablar así. — Solo sirve para mostrar — dijo Ferox, — nunca se sabe cómo lo van a ver los demás. Así que nunca asumas nada, ¿eh? Remus lo miró con curiosidad, pero asintió levemente en señal de comprensión. La expresión del profesor se suavizó. —Remus — dijo Ferox, con tanta gentileza que era desconcertante, — Yo... hay algo más de lo que quería hablar contigo. Remus hizo una mueca, pensó que sabía lo que se avecinaba. Lo había estado esperando desde antes de Navidad. — Está perfectamente bien si no quieres hablar de eso — dijo el maestro. — ¿Se trata de... mi problema? — En una forma de hablar — dijo Ferox, en un tono mesurado. —No sé si lo sabes, pero conocí bastante bien a tu padre, Lyall. Remus casi se atragantó con su cerveza de mantequilla. No lo había esperado del todo. Ferox continuó: — Nuestro trabajo a menudo se superponía, ya ves, yo era joven, no había comenzado hacia mucho tiempo en el departamento de Control de criaturas mágicas. Lo conocía por su reputación, por supuesto, así que traté de aprender lo que pude, aunque nunca llegué a dominar los boggarts como él. — Okay. — Remus no sabía qué más decir. — ¿Sabes mucho sobre él? — Yo... — Remus miró hacia otro lado, fuera de la ventana. No creía que pudiera hablar y mirar a Ferox al mismo tiempo. — Él era un Ravenclaw — comenzó, como si estuviera marcando elementos en una lista, — Era bueno en los duelos. Era bueno en los boggarts, los dementores y los poltergeists, y odiaba a los hombres lobo, los quería a todos muertos y él… — Remus se atragantó, queriendo levantarse y salir de la habitación. — ¿Dónde escuchaste todo eso? — Ferox pareció sorprendido. Remus lo miró, aunque ahora todo estaba bañado en lágrimas. Se sentía como si todos los pensamientos desagradables y rencorosos que había estado teniendo desde Diciembre se hubieran derramado como veneno. — Darius Barebones. — Dijo, frotándose los ojos con rudeza en las mangas de su túnica, obligándose a controlarse. — Lo conocí en la fiesta de Navidad de los Potter. — Ese viejo idiota. — Ferox espetó con brusquedad. Parecía molesto, pero no con Remus. —Lo siento mucho, Lupin, esas cosas que escuchaste. No es cierto, lo sabes. — ¿No los odiaba... a ellos?
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— Bueno, — Ferox inclinó la cabeza, como si tratara de ser diplomático, — estaba preocupado por el peligro que los hombres lobo representan para la sociedad. Pero era un hombre sensato, demasiado sensato para el odio. Te pareces mucho a él. Remus resopló amargamente ante eso. — Es verdad. — Dijo Ferox, con firmeza. — Él fue un buen hombre. Haría cualquier cosa por cualquiera. — Darius dijo que pensaba que Lyall fue mordido por Greyback, por eso se suicidó. — ¿Sabes sobre Greyback, entonces? Remus asintió. Ferox parecía realmente muy serio. — He escuchado ese rumor. Para ser honesto, no me sorprendería que Dumbledore lo comenzara para protegerte. Personalmente, nunca lo creí. Luego te conocí, por supuesto, y todo quedó claro. — ¿Es tan obvio? — Preguntó Remus, levantando los dedos hacia la cicatriz en su rostro, que ahora tenía más de un año, pero que aún estaba rígido y rojo. — No — Ferox negó con la cabeza, — La mayoría de los magos no reconocerían a un hombre lobo si no los... — ¿Atacara y mordiera? Ferox se rió, levantando el mal humor que se había apoderado de la luminosa oficina. — El sentido del humor de tu padre también. Remus sonrió débilmente. — ¿Profesor? — ¿Si? — ¿Qué le pasó a Greyback? Ferox volvió a ponerse serio al instante. — Me temo que no lo sabemos con certeza. Todavía está vivo, en lo que respecta al ministerio, y todavía lo buscan por sus crímenes. No sé si alguna vez lo atraparán, para ser honesto, el hombre es un maníaco, según todos los informes. — ¿Podría... encontrarme? — Tal vez.
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Remus se sorprendió por la honestidad de Ferox. No parecía tan preocupado como la mayoría de los adultos por protegerlo de las verdades más duras. — ¿Eso te asusta? — Preguntó el maestro. Remus se encogió de hombros. — Creo... creo que tal vez siempre lo supe. Que me voy a encontrar con él de nuevo. — No debes ir a buscarlo... — No lo haré. — Remus sabía que era mentira, pero también sabía que no había nada que Ferox pudiera hacer para detenerlo. — Si tienes más preguntas, quiero que te sientas cómodo preguntándome. — Ferox dijo, —Hay algunos recortes de periódicos viejos dentro de ese libro superior — asintió con la cabeza hacia la pila que le había regalado a Remus, — Pensé que deberías tenerlos. Cosas como esa no deberían ocultarse a la gente, y eres lo suficientemente mayor. — Gracias profesor. — ¿No te he molestado? — No, profesor. — Buen chico. — Ferox se puso de pie, se inclinó sobre el escritorio y apretó el hombro de Remus de una manera amistosa. — Intenta tener un buen verano, ¿eh? Nos vemos en Septiembre. Remus asintió, sintiéndose un poco aturdido por los eventos de la última media hora. No obstante, estaba muy agradecido de que lo despidieran y lo dejaran en silencio, llevando la pesada pila de libros al piso de arriba, a la sala común. Ahora estaba todo muy tranquilo en la torre de Gryffindor. La mayoría de los estudiantes habían terminado de empacar y sin duda estaban afuera disfrutando del terreno. Los pensamientos de Remus se volvieron hacia Davy Gudgeon, y los aplastó. Una crisis emocional a la vez. Los merodeadores también se habían ido, las cosas de Sirius ahora cuidadosamente guardadas en su cofre de serpiente. La habitación se sentía agobiante y calurosa, Remus movió su varita para abrir las ventanas, luego fue a sentarse en su cama y abrió el primer libro. Efectivamente, apretados como hojas muertas entre la portada interior y la portada, habían tres recortes de periódicos amarillentos: Diario El Profeta, Abril de 1964. ATAQUES DEL HOMBRE LOBO AUMENTAN ¿Podrían ser tus hijos los próximos?
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El Ministerio de Magia ha confirmado hoy que la reciente serie de asesinatos tanto en las comunidades muggle como mágica es obra de criaturas oscuras, a saber, hombres lobo. Los funcionarios del ministerio están particularmente preocupados porque en muchos casos las víctimas de los ataques han sido niños menores de diez años. Un funcionario, respetado experto en criaturas oscuras Lyall Lupin, se ha pronunciado y criticado al ministerio por "medidas de seguridad laxas y deliberadamente negligentes". Lupin afirma que el registro actual de hombres lobo del ministerio está mal administrado y mantenido, lo que permite que ciertas facciones anti-ministeriales utilicen estas lagunas en su beneficio. Se sospecha que el número actual de víctimas es de diecisiete, pero aumentará a medida que continúe la investigación y los perpetradores continúen aludiendo a la captura. Se espera una declaración de la oficina del Auror hoy. Diario El Profeta, Obituarios, Enero de 1965. Lyall Lupin, quien murió a los 36 años, será recordado como un experto de renombre mundial en apariciones espirituosas no humanas, por su extenso trabajo con boggarts y poltergeists, enlaces con los dementores y, más recientemente, sus esfuerzos para reformar el registro nacional de hombres lobo. A Lupin le sobrevive su esposa, la muggle Hope Lupin, con quien se casó en Cardiff en 1959. La pareja tiene un hijo pequeño, Remus John Lupin, nacido en 1960. La familia ha pedido privacidad durante su tiempo de duelo. Diario El Profeta, Febrero de 1965. AURORES EN BUSCA DE GREYBACK La Oficina de Aurores está apelando al público mágico por cualquier información relacionada con el paradero de Fenrir Greyback, hombre lobo y presunto asesino de niños. Greyback se describe como de 1,90 m, muy fuerte y desagradable a la vista, con la apariencia de un vagabundo. Se advierte a los magos y brujas que no se acerquen a él y que consideren a Greyback extremadamente peligroso, incluso en forma humana. El auror Alastor Moody hizo hoy una declaración que indica que el ministerio cree que Greyback viaja con una manada de hombres lobo, lo que lo hace aún más peligroso. Se sabe que Greyback tiene preferencia por los niños pequeños, pero Moody se negó a comentar sobre las especulaciones de que los hombres lobo planean formar un ejército. El ministerio también se negó a responder a las acusaciones de que tenían a Greyback bajo su custodia la primavera pasada y no reconoció la amenaza. Desde la muerte de Lyall Lupin, un abierto defensor de sanciones más severas contra los hombres lobo, se han realizado numerosos esfuerzos para mejorar el reconocimiento y el registro de las criaturas oscuras. La primera vez que los leyó, Remus ni siquiera usó su ayuda para leer. La segunda, tercera y cuarta vez, lo hizo. Y una y otra vez, como si hubiera algo más en ellos, como si pudiera succionar la
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verdad. No tenía más respuestas que antes, y una bola de ira ardiente y furiosa había comenzado a crecer dentro de su pecho, ardiendo más brillante mientras volvía a leer y releer. Pasaron las horas, la habitación se oscureció y al final nunca bajó al banquete. (Song: Rock n Roll Suicide - David Bowie)
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56 Verano, 1974 Moony, Espero que todo esté yendo bien este verano. Las cosas son raras aquí: mis padres ni siquiera están tan interesados en disciplinarme, simplemente siguen asistiendo a todas estas reuniones. A veces son en la nuestra, a veces salen, creo que tal vez van a la casa de Bellatrix. O a los Malfoy. Regulus no me dice lo que sucede, creo que probablemente le han puesto un hechizo con los labios cerrados o algo así, porque normalmente no podría resistirse a esconder algo así. Siento que algo malo va a pasar. Sé que suena estúpido, pero algo definitivamente no está bien en esta casa. A veces me alegro de que tú, James y Peter estén tan lejos. Voy a intentar pedir quedarme con James de nuevo. Sé que es loco, pero honestamente, si de todos modos me van a ignorar, ¿Cuál es el punto? Ni siquiera me han pedido que sea acomodador en la boda de Cissy (mucho mejor, para ser honesto), así que siempre existe la posibilidad de que me hayan desheredado y simplemente se hayan olvidado de mencionarlo. No puedo esperar hasta que tengamos diecisiete años, entonces podremos vivir juntos todo el tiempo, como en Hogwarts. Quiero vivir en Carnaby Street, como en Melody Maker. Tendrás que mostrarme los alrededores; ahora sé cómo funciona el dinero, gracias a los Estudios Muggles. Lo mejor, Sirius O. Black. *** Sirius, Todo está bien aquí, no te preocupes por mí. Realmente no sé qué quieres decir con "algo malo". ¿Crees que volverán a intentar hacerte daño? Si lo hacen, definitivamente intenta ir a los Potter. Tal vez puedan decírselo a Dumbledore o a alguien. Siento decepcionarte, pero nunca he estado en Carnaby Street. St Edmund's está en Essex y solo vamos a Londres una vez al año, generalmente a los museos. Probablemente te guste el Museo de Ciencias, lleno de inventos muggles. Ten cuidado, ¿vale? Remus.
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*** Querido Moony, Para que lo sepas, Sirius vendrá a quedarse con nosotros este verano. Debería llegar esta tarde, así que envía tu correo aquí. ¿Espero que tu verano vaya bien? Parecías un poco fuera de lugar al final del trimestre. Sé que vas a decir que no, pero mamá y papá todavía dicen que estás invitado a quedarte cuando quieras. Y siempre podríamos acudir a tí, solo para visitarte. No quiero que estés solo ahí fuera, amigo, especialmente en estos días. James. *** James, ¿Qué quieres decir con "estos días"? ¿Es esto de lo que hablaba Sirius con sus reuniones familiares? Ya sabes cómo son los Black, simplemente aman los secretos. Probablemente no sea nada. Probablemente estén planeando el compromiso de Regulus o algo así y quieren a Sirius fuera del camino. De todos modos, como le dije a Sirius, no te preocupes por mí. Dumbledore y Madame Pomfrey creen que aquí es donde estoy más seguro, y ellos son los que están a cargo de mí, ¿verdad? Obviamente preferiría pasar el verano en lo tuyo, pero no se puede, así que, ¿Puedes dejarlo? Tampoco vengas aquí, solo confía en mí. R. *** Querido Remus, Lo siento si te molesté, amigo, no era mi intención. Dejaré de preguntar sobre eso, si quieres. Espero que estés teniendo un buen verano de todos modos, todos desearíamos que estuvieras aquí. Tienes razón, si Dumbledore dice que estás a salvo allí, estás a salvo allí. Papá dice que Dumbledore podría ser el único en quien podamos confiar, muy pronto. Cuídate, James. *** Hola Moony,
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Definitivamente, cuatro merodeadores son mejores que tres. Es genial tener a Sirius aquí y todo eso, pero es como si siempre tuviéramos que hacer lo que él quiere. En general, tengo suerte de que mamá me deje verlos después de que Phil se fuera de casa. Recibí una postal de ella el otro día, está en Estados Unidos, ¿Puedes creer eso? Ella dijo que te saludara, así que "hola" de Phil. Peter. *** Moony, ¿Por qué te enojaste con James? Él cree que no pretendías verte así, pero sé cómo eres, idiota de mal humor. ¿Qué pasa? Sirius O. Black PD: ¿Cómo es que Philomena te dijo "hola" y no a ninguno de nosotros? Eres un maldito mujeriego. ***
Remus, Sé que recibiste mi última carta, la lechuza regresó y las lechuzas de los Potter son incluso más confiables que las de mi familia. ¿Por qué no respondes? Sirius O. Black *** Remus? Haznos saber si estás bien. James. *** Moony? ***
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Craig había sido arrestado en algún momento durante el año escolar, y Remus regresó para encontrar que el compañero de Craig, Ste, ahora estaba a cargo del elemento criminal en St Edmund's. Era mucho más feo y estúpido que Craig. — Un poco alto para robar ahora, ¿No es así? — Ste miró a Remus con los ojos entrecerrados. — Todavía soy flaco. — Remus respondió, conteniendo sus nervios. — ¿Cómo te salieron todas esas cicatrices? — Luchando. Ste rió maliciosamente. — Sí claro. Un pequeño imbécil como tú. — Vete a la mierda, — Remus dio un paso más cerca, — No soy delicado — Era tan alto como el de dieciséis años, tal vez incluso unos centímetros más alto. Sí, tenía mala hierba, pero se mantenía firme, y Ste comenzaba a verse mucho menos seguro de sí mismo. — Bien. — Dijo el chico más grande, inclinando la cabeza hacia atrás, lejos de Remus. — Cálmate compañero. Estás dentro. Remus se burló de él, se volvió y se alejó, satisfecho. No había mucho que le hubiera dado satisfacción en lo que iba del verano. Se sentía más aislado que nunca y más enojado de lo que había estado en mucho tiempo. Remus casi odiaba a Ferox por haberle dado la información que tenía en el último día del trimestre, con la que no podía encontrarle sentido ni hacer nada al respecto. No había nadie a quien contárselo; tenía prohibido mencionar Hogwarts a nadie en St. Edmund's, y ni siquiera sabía por dónde empezar con los otros merodeadores. Sus cartas lo enfurecieron, y él hizo una bola con cada una de ellas en su puño y luego las tiró. No se atrevía a leer, ni mirar televisión, ni siquiera tocar su tarea. Se sentía como si tuviera una energía reprimida ilimitada, como un animal acechando a lo largo de su jaula. Se construyó dentro de él, calentándose hasta que ardió con el deseo de atacar y golpear hasta la mierda a la siguiente persona que se le cruzara. Afortunadamente, la mayoría de los chicos de St. Edmund parecieron darse cuenta de esto. Aunque Remus apenas le dijo una palabra a nadie, los otros niños lo evitaban como una plaga. Entonces, buscó a Ste. Su primer trabajo fue fácil; ni siquiera necesitaba ser pequeño para ello. Robaron un coche y lo único que tuvo que hacer fue subir con el resto. Condujeron durante la mayor parte de la noche, fumando y bebiendo de una botella de vodka que habían sacado de la licorería unas semanas antes.
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Remus decidió que le gustaba fumar. Le hacía parecer más duro y mantenía las manos ocupadas; le gustaba armar cigarrillos, y le gustaba la forma en que ardían, a centímetros de sus labios. Le gustaba respirar columnas de humo y pensar en Ferox persiguiendo dragones en Rumania. Los otros muchachos se entusiasmaron con él, después de que se acostumbraron a su tranquilidad y sus modales extraños en general. Todavía era el más joven del grupo, y empezaron a tratarlo como a un hermano pequeño, atormentándolo con cigarrillos y alcohol. Remus se emborrachó como era debido por primera vez ese verano, y todos se rieron mientras tropezaba en el parque, y se compadecieron cuando vomitó hasta la mañana siguiente. Cuando se emborrachaban, también les gustaba pelear, lo que le sentaba bien a Remus. En la oscuridad de la zona común, se lanzaban de un lado a otro, cantando canciones de Who, o The Jam, o incluso cánticos de fútbol si se sentían particularmente tontos. A ninguno parecía importarle si Remus era demasiado joven o demasiado delgado, y ninguno lo trataba como si fuera un inválido debido a sus cicatrices. A veces solo necesitabas que te golpearan un poco, y que al final de la noche todos se tambalearan como amigos a casa. Las calurosas semanas de verano pasaron en una confusión caótica: Remus pasaba la mayor parte de sus noches con Ste y su pandilla, y sus días durmiendo con la resaca, tratando de mantenerse fuera del camino de la Matrona. No pensó en Hogwarts. Pensó muy poco en absoluto. — Tengo que conseguirte algunos trapos adecuados, Lupin — dijo Ste arrastrando las palabras, una noche, — No puedo dejarte luciendo como un príncipe todo el verano. Remus miró los jeans y la camiseta gris de su edición estándar de St Edmund. Había vómito en sus suelas. ¿Había hecho eso? No podía recordar — No tengo el dinero en efectivo, ¿verdad? — Respondió, buscando el cigarrillo que se había escondido detrás de la oreja hacia solo unos minutos, o al menos pensó que lo había hecho. — ¿Y qué? — Aggie, un chico bajo y regordete que le recordaba a Remus a Peter se encogió de hombros, — Mi compañero trabaja en un almacén en Southend, te conseguiremos el equipo adecuado. Y realmente lo hicieron. Por una vez, Remus se parecía a todos los demás chicos de su edad, no con ropa de segunda mano, sino nueva. Vaqueros azul brillante con tubo de drenaje, una camisa abotonada (imitación de Ben Sherman, pero tan buena como la auténtica), tirantes blancos y botas bovver negras. Le afeitaron el pelo hacia abajo, incluso más corto de lo que lo hacía la Matrona. — Pareces el negocio. — Ste lo tomó por debajo del brazo y le frotó la cabeza con los nudillos ásperos. Cuando llegó la luna y Madame Pomfrey lo vio, frunció los labios. — No diré nada sobre el atuendo — dijo, recatadamente, — pero no me gusta el aspecto de todos estos moretones, debes decirme si los otros chicos te están lastimando. Simplemente negó con la cabeza y esperó a que ella cerrara la puerta con llave; ya podía sentir su sangre hirviendo cuando comenzaba el cambio.
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Al día siguiente, estaba demasiado débil para moverse. Madame Pomfrey insistió en quedarse todo el día para vigilarlo, incluso organizando que le llevaran una cama a su pequeña celda. Las resacas no tenían nada que ver con las transformaciones, pensó Remus para sí mismo. Sin embargo, habría matado por un cigarro. Aburrido y demasiado cansado para estar enojado, finalmente buscó un libro. Los tres trozos de periódico cayeron de nuevo y rápidamente cerró la tapa antes de que Madame Pomfrey pudiera ver. Greyback. Por eso estaba tan enojado, se dio cuenta, en el primer momento de claridad que había tenido durante todo el verano. De hecho, Greyback era prácticamente la razón detrás de todo lo que había salido mal en la vida de Remus. Donde podría estar ¿Cómo podías cazar un hombre lobo? Había muchos libros sobre eso en la biblioteca de Hogwarts, pero Remus siempre los había evitado antes, asustado de lo que pudieran decir. Bueno, difícil seguro. Tendría que dejar de ser escrupuloso sobre cosas así. Tenía que dejar de esconderse de sí mismo; de de dejar que todos lo pisoteen, si alguna vez iba a... sí. Iba a matar a Greyback. Cazarlo y luego derrotarlo, tal como su padre había querido. Lyall Lupin no habría muerto en vano. Una descarga de adrenalina atravesó a Remus mientras pensaba en ello. Era mucho mejor que la rabia. Podrían pasar años antes de que estuviera listo, lo sabía. Y necesitaría dinero. Tan pronto como Remus estuvo en forma, se acercó a Ste una vez más. — ¿Estás bien Lupin, viejo amigo? El chico mayor sonrió con dientes amarillos a través de una bruma de humo dulce y de olor verde. — Maldita sea, ¿qué te pasó? — Frunció el ceño ante los cortes frescos de Remus. — Olvida eso. — Remus gruñó, sin hacer más hincapié en su antiguo acento, — El verano pasado Craig robó en muchas tiendas y pubs, y yo tenía un baúl lleno de paquetes de cigarrillos. Este año lo tengo todo. ¿No eres tan duro como Craig o algo así? — Oi — Ste se sentó, enganchando los pulgares en sus tirantes, — Mira. — No, míralo tú. — Remus gruñó, mostrando los dientes, — Me quedan dos semanas y necesito abastecerme. ¿Estás dentro o no?
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~CUARTO AÑO~
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57 Se avecina una tormenta Domingo 1 de Septiembre de 1974 Cuando Remus se acercó a la estación de King's Cross por cuarta vez en su temprana vida, se sintió completamente invencible. Había crecido aún más durante el verano, y su rostro también había cambiado, ya no era infantil y redondo; su mandíbula estaba apretada y sus ojos malvados. Con sus pesadas botas negras (pulidas hasta brillar esa mañana) y su elegante ropa nueva, Remus sintió un sentido de identidad más fuerte que nunca. Ste había estado muy interesado en hacerle un tatuaje antes de que regresara a la escuela, pero Remus se había negado a eso, ya tenía suficientes marcas. — Todos pensarán que te has unido a una pandilla — dijo la matrona, apenas ocultando su desdén cuando lo dejó fuera de la estación, — Pareces un delincuente. — Púdrete — murmuró, — ¿Qué te importa? Ella le dio un fuerte tirón alrededor de la oreja y él hizo una mueca. Tenía que estirar la mano para hacer eso en estos días, pero aún sabía exactamente dónde le dolía más. — Estarás en la escuela antes de que oscurezca, ¿no? — Ella dijo, como un negocio. Asintió malhumorado. Había luna llena esa noche. — Bueno. — Ella asintió. — Nos vemos el próximo verano, entonces. Entró solo a la estación y caminó entre la multitud con un andar masculino practicado, con las piernas separadas y las manos en puños. La gente se apartó rápidamente de su camino cuando se acercó, y un guardia de la estación lo miró con sospecha. Remus los ignoró a todos y caminó hacia adelante, de manera arrogante, directamente a través de la barrera de boletos, irrumpiendo en la Plataforma 9 ¾ sin siquiera estremecerse. Llegaba tarde, y la plataforma ya estaba casi vacía, con solo los últimos padres llorosos de los de primer año que se quedaban para despedirse. Una mirada superficial le dijo a Remus que los otros tres merodeadores ya estaban en el tren, así que subió a bordo y se dirigió directamente a su compartimiento habitual, empujando con rudeza a los otros estudiantes, muchos de los cuales le parecían muy pequeños ahora, mientras luchaba con su baúl viejo maltratado. Estaban ahí; los tres sentados apretujados en el mismo lado del compartimiento, acurrucados detrás de la edición matutina de El Profeta. — ¿Bien? — Remus dijo, mientras entraba. James, que estaba sentado en el medio, sosteniendo el papel, lo bajó y tres pares de ojos miraron a Remus. Peter se veía pálido y nervioso, lo cual era bastante normal, y comenzó a morderse el labio inferior, mirando a James en busca de una respuesta apropiada.
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James sonrió, tratando de ser amigable, pero sus ojos marrones vagaron sobre Remus, desde sus botas con punta de acero hasta su cabeza rapada. Sirius era el más difícil de leer; sus ojos se abrieron un poco, pero su expresión permaneció neutral. Remus se dejó caer en el asiento de enfrente como si no se hubiera dado cuenta. — ¿Buen verano? — No estuvo mal — dijo James con cautela, — Lo de siempre, ya sabes... ¿Cómo estuvo el tuyo? — Si bien. — Remus sacó una pequeña caja de hojalata de su bolsillo trasero y la abrió para revelar cinco cigarrillos prelaminados. Colocó uno entre sus labios y lo encendió con una cerilla mientras el tren comenzaba a alejarse de la estación. Peter ahora miraba a Remus con la boca ligeramente abierta, como si no lo reconociera. James parecía preocupado, se formó un pequeño pliegue entre sus cejas. — Estábamos preocupados cuando no supimos de ti. — Lo siento. Ocupado. — Remus se encogió de hombros y exhaló humo. — ¿Haciendo qué? — Sirius preguntó, sin rodeos. James se levantó para abrir la ventana y dejar salir el humo, pero no dijo nada al respecto. — Solo ocupado. — Dijo Remus. Le ocultaban secretos, después de todo. No tenía que contarles todo. — ¿Estás bien, Remus? — James preguntó finalmente. — ¿Ha pasado algo? — Nop. — Te ves diferente. — ¡Tu ropa! — Peter chilló, de repente. — He visto muggles vestidos así, — finalmente habló Sirius, — Es genial, ¿Verdad, Remus? Remus se encogió de hombros de nuevo, sintiéndose complacido, pero esperando que pareciera aparentemente indiferente. — Mis compañeros me las compraron, eso es todo. — Él dijo. — Oh, bueno, si es una cosa muggle... — dijo James, inseguro. — ¿Seguro que estás bien? —Déjalo, Potter —suspiró Remus, rodando los ojos. No quería hablar más de eso. Aunque había esperado, incluso deseado, una reacción, no le gustó la forma en que todos lo miraban. Típico de sangre pura, podían hacer cabriolas con túnicas centenarias y estúpidos sombreros puntiagudos y nadie decía una palabra, pero los jeans y los doc martens aparentemente eran un paso demasiado lejos.
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— ¿Qué están leyendo, entonces? — Preguntó, señalando el periódico con la cabeza, con la esperanza de distraerlos. James miró con gravedad la sábana en su regazo. — La guerra. — Dijo, entregándole a Remus el Profeta. — ¡¿Guerra?! — Eso lo hizo sentarse con la espalda recta. — ¿Qué guerra? — Miró el titular, que decía "Jenkins critica las duras medidas de seguridad en el ministerio". — ¿No lo sabías? — James parecía incrédulo, — El mundo mágico ha estado oficialmente en guerra desde 1970. Sirius y Peter asintieron solemnemente. — Ni siquiera estábamos en Hogwarts en 1970 — dijo Remus, a la defensiva, — entonces apenas sabía nada sobre magos. ¿Qué... quiero decir, contra quién estamos luchando? — Ese es el problema — dijo James bruscamente, — Es demasiado difícil de saber, pero esta persona, el 'Señor Oscuro' ha estado reuniendo muchos aliados, casi todos sangre pura. — Creo que esas son las reuniones a las que mi familia va — dijo Sirius, en voz baja, a pesar de que estaban solos. — El papá de James está de acuerdo conmigo. — ¿Es por eso que el año pasado era un "placer" encontrarse con un Slytherin? — Preguntó Remus, conectando los puntos ahora. — Sí — dijo Sirius. — Y será peor este año, puedes apostar. — Hubieron algunos... ataques, este verano. — James dijo, nervioso. — Sobre muggles y algunas familias de sangre mixta. — Creen que el Señor Oscuro está usando criaturas peligrosas — dijo Peter, su voz temblando de miedo, — Vampiros y gigantes y... y... Remus le lanzó una mirada y apretó la mandíbula. — ¿Y hombres lobo? — Moony... — comenzó James. — Necesito el retrete. — Remus se puso de pie, rápidamente, saliendo del compartimiento. Irrumpió en el tren, los estudiantes más jóvenes se apartaron de su camino cuando los pasó, aterrorizados. No necesitaba el retrete, obviamente, pero no había exactamente ningún otro lugar adonde ir, así que se encerró en un cubo en el extremo más alejado del carruaje. Era mucho más elegante que los baños de los trenes muggles, con verdaderas cortinas de terciopelo rojo en las ventanas y relucientes
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adornos dorados. El espejo incluso tenía un marco dorado. Se miró a sí mismo durante unos minutos, mirándose a los ojos, apretando los lados del fregadero hasta que sus nudillos se pusieron blancos. Había pensado que sería tan duro después de este verano, pensó que nada podría tocarlo ahora. Pero todo ya se estaba desmoronando, más rápido de lo que había esperado, y se había desmoronando con la primera mención de los hombres lobo. ¿Cómo haría lo que tenía que hacer si no podía mantener la calma? Greyback se lo comería de desayuno. Incapaz de mirarse más a sí mismo, Remus se sentó en el asiento del inodoro y consideró golpear el dispensador de jabón. Eso probablemente no le proporcionaría la satisfacción que necesitaba, y solo terminaría cubierto de un limo rosado con aroma floral. En cambio, pateó la palangana con su bota, dejando una larga racha de goma negra en la porcelana blanca. — Mierda. — Él murmuró. Eso se sintió bien. — MIERDA. — Gritó, pateando la palangana de nuevo. — ¿Quién está ahí? — Un golpe seco llegó a la puerta. — Lárgate, está ocupado. — Gritó con fiereza. — Este es un vagón de Slytherin, ¿sabes? — la voz con frialdad. — Oh, vete a la mierda, estúpido entrometido. — Remus respondió, cerrando la puerta con el codo. Si hubiera estado en un estado más razonable, podría haber explicado con calma que los vagones no estaban divididos en casas y, de hecho, cualquiera podía sentarse en cualquier lugar que quisiera, incluso si estaba en un inodoro cerrado. — ¡Llamaré a un prefecto! — Oh Dios mío, — Remus se puso de pie, sacando su varita, — ¡¿Estás buscando pelea o algo?! — Abrió la puerta de golpe, encontrándose cara a cara con un Severus Snape muy sorprendido. Severus podría haberlo asustado cuando ambos tenían once años, pero a los catorce Remus ahora se elevaba sobre Snape, y con su varita levantada y su rostro arrugado por la molestia, debió haber sido una vista aterradora. — Tú. — Ambos sisearon. Snape sacudió su grasiento cabello negro y se burló; — ¿Qué estabas haciendo ahí? — No es asunto tuyo. Fuera de mi camino. — ¿Qué llevas puesto? — Snape hizo una mueca, mirándolo de arriba abajo con disgusto. — ¿Esa es ropa muggle?
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— ¿Y qué si lo es? — Remus dio un paso adelante, ahora tan cerca del chico de Slytherin que prácticamente respiraba sobre él. — ¿Tienes algo que decir? No eres tan grande sin tus espeluznantes compañeros alrededor, ¿verdad, Snivellus? — Le dio un fuerte empujón, derribando a Snape al suelo. Snape lo fulminó con la mirada, se puso de pie rápidamente y se sacudió la raída túnica negra. Entrecerró los ojos. — Descubrirás todo sobre mis 'compañeros' este año, Loony Lupin, te lo prometo. — Dijo con mucha frialdad. — Sin embargo, no estás exactamente en posición de lanzar amenazas, ¿verdad? — Remus respondió, casi conversando. — Escuché que muchos prefieren sangre pura... y Lily me ha contado todo sobre ti, Snape... Los ojos de Snape brillaron y una mirada de puro odio cruzó su rostro. Alcanzó su varita pero, ya fuera gracias a la cercanía de la luna llena o simplemente por la pura adrenalina, Remus fue demasiado rápido para él. Agarró la muñeca de Severus y la golpeó contra la pared del carruaje, haciendo que el Slytherin gritara y dejara caer su varita. Entonces, sin pensar en nada más que en causar el mayor dolor posible, Remus giró la cabeza hacia adelante y golpeó a Severus, derribándolo por segunda vez. Snape lo estaba mirando fijamente, sus ojos negros brillaban con miedo y rabia, apretó su túnica contra su nariz, que ahora brotaba sangre. Remus, sin sentirse mejor por nada de eso, escupió en el suelo y pasó por encima de Snape. — Ahí está tu advertencia para el resto del año — gruñó, — Manténte fuera de mi camino. Snape no dijo nada, pero no trató de levantarse. Remus se alejó, confiado en que el otro chico no intentaría nada ahora. Retrocedió por donde había venido, tratando de alejarse del rico y embriagador olor de la sangre, y se encerró en el primer compartimiento vacío que encontró. Allí se sentó, respirando profundamente durante unos minutos, tratando de controlar los latidos de su corazón e ignorar el anhelo que resonaba en algún lugar profundo de él, donde la razón humana no podía tocarlo. Finalmente, con manos temblorosas, sacó otro cigarrillo y lo fumó pensativamente, mirando por la ventana. No estuvo solo por mucho tiempo. — ¿Moony? — La puerta se abrió y la cabeza de Sirius se asomó por la puerta. Remus lo fulminó con la mirada, pero Sirius entró de todos modos y se sentó enfrente. — Está bien, ¿Qué pasa? — Nada. — Remus se cruzó de brazos y se deslizó en su asiento, mirando sus botas. Los cordones no coincidían, rojo a la izquierda, amarillo a la derecha. Había pensado que se veía realmente genial en Julio, pero ahora parecía un poco tonto. — Algo pasa. No eres el mismo. — Cómo sabes — Remus escupió en respuesta. — Quizás esto es lo que realmente soy.
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— Lo sé — respondió Sirius, inusualmente tranquilo. Al parecer, pasar tanto tiempo con los Potter había hecho maravillas con su paciencia. — Está bien estar enojado a veces, Remus. No significa nada, excepto que eres normal. Remus lo miró, sorprendido. Sirius sonrió, comprensivamente, luego sonrió con satisfacción, — Y por lo que vale, realmente creo que te ves tan jodidamente genial. — ¿De verdad? — Sí. Algo peligroso. Remus resopló ante la ironía. — Gracias. — Así que... mal verano, ¿verdad? Remus se encogió de hombros. — Estuvo bien. Estaba… hice muchas cosas. No quiero que James se entere. — Okay. — Sirius estuvo de acuerdo, luego ladeó la cabeza, alegremente, — ¿Puedo probar un cigarrillo? Pronunció la palabra como si fuera nueva para él, con un leve acento francés, que resultaba extrañamente entrañable. Remus sintió una oleada de afecto por su amigo, lo que hizo que su corazón volviera a latir con fuerza. Sacó un cigarrillo de su estuche y lo arrojó con las cerillas. Observó a Sirius apretar cuidadosamente sus labios alrededor del cilindro de papel blanco, encender una cerilla y poner sus manos cerca de su rostro. No tosió, lo cual era increíblemente impresionante en sí mismo, sino que solo respiró hondo antes de exhalar y puso cara de amargura. — Te acostumbras. — Remus sonrió. — Okay. — Sirius lo intentó de nuevo, inhalando más esta vez. Era extrañamente hipnótico ver a Sirius fumar. El humo gris azulado hizo que el vagón se sintiera más íntimo y privado. Remus comenzó a relajarse por primera vez en meses, como si algo dentro de él se estuviera abriendo, lentamente. Miró a Sirius y pensó: ¿Por qué no? — Descubrí algunas cosas, al final del último trimestre. — Dijo en voz baja, mirando de nuevo sus botas. Metió la mano en el bolsillo de la camisa y sacó los tres recortes de periódico que Ferox le había dado el año pasado. Se los entregó a Sirius, quien alcanzó a través del humo con largos dedos blancos para recibirlos. — No quiero hablar de eso todavía. — Remus dijo, rápidamente, — Pero léelos si quieres. — Está bien — Sirius asintió suavemente, — Gracias, Remus.
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58 Competencia El mal comienzo de año de Remus no mejoró cuando el tren llegó a la estación. Llegaron a Hogsmeade con solo veinte minutos más o menos antes del atardecer, y Remus encontró a Madame Pomfrey esperándolo, luciendo ansiosa. — Buena suerte, Moony — dijo Sirius en voz baja mientras se separaban en medio de la multitud de estudiantes emocionados vestidos de negro. Remus asintió con tristeza, y Sirius le dio un golpe en el hombro con el suyo; una muestra de solidaridad adolescente. Remus solo tuvo tiempo de mirar hacia atrás con nostalgia mientras los tres merodeadores se subían a uno de los carruajes sin caballos, una cabeza rubia y dos castañas, antes de que Madame Pomfrey agarrara a Remus por el codo y sin previo aviso se aparecieran en la casa de los gritos. Había un plato azul y blanco sobre la repisa de la chimenea polvorienta con un grueso sándwich de pollo encima. —En caso de que tengas hambre — explicó la enfermera, —todavía tienes un poco de tiempo. Estaba hambriento, pero no se atrevía a comer. En cambio, simplemente se sentó en su cama y esperó a que lo encerraran, deseando que hubiera al menos un poco de luz en la lúgubre habitación. Remus pensó en el banquete, posiblemente su parte favorita de la primera noche, además de dormir en su gran y cómoda cama. Ninguna de las dos cosas sucedería esa noche. Podía oler un conejo afuera, oliendo la hierba, y su estómago soltó un gruñido feroz. Volvió a mirar el sándwich y lo consideró, pero cuando el dolor le atravesó los omóplatos se dio cuenta de que había esperado demasiado; el lobo estaba en camino. *** Lunes 2 de Septiembre de 1974 Uno podría suponer que a un hombre lobo hambriento le apetecería bastante un sándwich de pollo, pero aparentemente solo la carne cruda serviría, y Remus se despertó y descubrió que la pequeña comida permanecía intacta, mientras que sus brazos y piernas estaban hechos pedazos. Suspiró profundamente, se puso de pie y volvió a sentarse en la cama. Su cadera se había vuelto rara por tercera vez, y su cojera era exagerada mientras se tambaleaba por la habitación. Su hombro izquierdo se sentía dislocado, gracias a Dios que no era el derecho, porque tenía mucha tarea con la que ponerse al día. Cerrando los ojos, Remus se reclinó contra la pared para esperar a Madame Pomfrey. Era el amanecer y los merodeadores probablemente no estarían despiertos hasta dentro de unas horas más, a menos que James decidiera que necesitaba volar antes de las lecciones. Remus sabía que era el último año de Harpreet Singh en Hogwarts, lo que significaba que el puesto de Capitán de Quidditch estaría disponible el próximo año, y James no estaba bromeando.
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— Accio Sándwich — dijo Remus con voz ronca, encontrando su varita debajo de la cama. Todo el plato vino volando hacia él a tal velocidad que golpeó la pared y se hizo añicos a solo unos centímetros de su cabeza. Gimiendo, Remus sacudió los fragmentos de porcelana y comenzó a picotear con avidez el pan duro. Madame Pomfrey llegó pronto y se puso a trabajar para arreglarlo antes de acompañarlo de regreso al castillo. Insistió en caminar, en lugar de que ella conjurara una camilla. — No estoy tan mal — engatusó, — Usted ha hecho un gran trabajo con mi hombro... Creo que estoy bien para ir a clases. — No me gusta el aspecto de esa cojera — respondió, — Primero la enfermería, veremos cómo estás a la hora del almuerzo. — Pero es mi primer día... —sabía que se estaba quejando, pero tenía que intentarlo. — Lo siento, Remus. De todos modos, mírate, estás muerto de sueño. Duerme unas horas y te sentirás mucho mejor. Para consternación de Madame Pomfrey, James, Peter y Sirius estaban esperando fuera de las puertas del hospital a Remus, lo que significaba que el sueño tendría que posponerse un poco más. — ¿Cómo hizo James para levantarlos tan temprano?— Remus les sonrió. — No fue fácil, — James le devolvió la sonrisa, Sirius reprimió un bostezo detrás de él. — Tuve que recurrir a amenazas de violencia. — Y violencia real — dijo Peter, frotándose el brazo, que se veía muy rojo. — ¿Estás bien, Moony? — Preguntó Sirius, parpadeando mucho como para lucir más alerta. — Bien, gracias — asintió Remus, mientras Pomfrey lo conducía a la habitación. Los merodeadores esperaron pacientemente mientras Remus se desnudaba detrás de un biombo y se metía en su cama habitual en el otro extremo de la sala. — ¡Cinco minutos! — Madam Pomfrey espetó, cargando un somnífero, — Necesita descansar, chicos. — No podemos quedarnos mucho tiempo de todos modos — dijo James, — Lecciones y todo. Te trajimos tu nuevo horario, Moony. — Le entregó la hoja. Remus lo estudió cuidadosamente. Las lecciones de Ferox estaban al final de la semana, así que al menos no se las estaba perdiendo. Pero tenía a McGonagall y Runas, e Historia hoy. — ¿Podrías... — comenzó,
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— Conseguiremos tu tarea, Moony, no te preocupes — dijo Sirius, divertido. — Es bueno verte de vuelta a la normalidad. — Sí — Remus arqueó una ceja, estirando un brazo desnudo para mostrar sus nuevas marcas de garras, — No puedo ser mucho más normal de lo que soy. *** Se sintió mucho mejor una vez que durmió toda la mañana. La ira que lo había desgarrado durante los últimos meses todavía estaba muy presente, pero de alguna manera había cambiado, y pudo pensar en otras cosas. En Hogwarts, se sentía mejor equipado para controlar su temperamento, se sentía castigado y de alguna manera más sano. Por mucho que no le gustara admitirlo para si mismo, Remus comenzaba a sentirse más como en casa en el mundo mágico que en el muggle. Además, se sintió sorprendentemente bien por haberle dado a Sirius los recortes de periódico. Le habían hecho un agujero en el bolsillo todo el verano y estaba contento de deshacerse de ellos; para contarle a alguien más el secreto. Pomfrey le permitió irse a cenar y trató de entrar en el Gran Comedor sin demasiado alboroto. Este plan se echó a perder, sin embargo, ya que tres chicas muy emocionadas lo abordaron como si de rugby se tratase. — ¡Reeee-mus! — Todas chillaron, capturándolo en un fuerte abrazo. — ¡Hola! — Jadeó, tratando de no hacer una mueca cuando Marlene apretó sus costillas recién reparadas. — ¡No te vimos en el tren! —Mary dijo. — ¡Y no estabas en Runas! — Lily agregó. — ¿Tuviste un buen verano? — Preguntó Marlene, con la voz un poco amortiguada bajo el brazo de Mary. — ¡Sí, genial, gracias! — Remus se enderezó la ropa cuando finalmente lo soltaron, retrocediendo y sonriéndole. —No me sentía bien, pero ahora estoy bien. ¿Cómo fueron tus veranos? — ¡Excelente! — Mary lo empujó hacia la mesa de Gryffindor, donde los merodeadores observaban con una mezcla de diversión y envidia. Se encogió de hombros hacia ellos, impotente, mientras lo empujaban a un asiento. —Espera a escuchar lo que hicimos Darren y yo... — ¡No en la cena! — Lily dijo, sonando exasperada, — ¡Remus no quiere escuchar lo que hiciste con tu novio! Los ojos de Remus se agrandaron - él ciertamente no quería escuchar - y lanzó una mirada agradecida a Lily, quien le devolvió la sonrisa.
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Todas las chicas se veían un poco diferentes. Remus era tan alto ahora que apenas notó que otras personas crecían, pero Mary, Marlene y Lily definitivamente lo habían hecho. Se parecían menos a las niñas que recordaba de primer año, y ahora le recordaban a las chicas a las que Ste y su pandilla les silbaban cuando estaban en la ciudad. Mary, en particular, había desarrollado curvas notables en algún momento, y Remus no podía ignorar el hecho de que la mitad de los chicos en la mesa de Gryffindor estaban mirando la forma en que su camisa blanca de la escuela le cruzaba el pecho. — Oi, señoritas — dijo Sirius desde más arriba de la mesa, — ¿Podemos tener a Moony de vuelta, por favor? — No. — Mary respondió, sacando una lengua rosada. Se volvió hacia Remus, — ¡Realmente me gusta tu cabello! Avni dijo que te vio en el tren y que estabas vestido como un skinhead; en realidad, no te has unido a una pandilla ahora, ¿verdad? Remus se encogió de hombros. Afortunadamente, la comida apareció en ese momento, proporcionando una distracción bastante decente. Desafortunadamente, las niñas no eran como los niños cuando se trataba de comer, mientras que los merodeadores simplemente se hubieran acurrucado, con la cabeza gacha hasta que hubieran terminado, Lily y Marlene recogieron su comida lentamente, charlando sobre la escuela y quién salía con quién, y sus nuevos actores favoritos. — A Marlene le gusta un Slytherin — dijo Mary, astutamente. — No, no es cierto. — Marlene se puso roja brillante. — ¡Sí lo es, te vi mirándolo en Pociones!" — ¿Tenemos Pociones con Slytherin otra vez, entonces? — Preguntó Remus, con el estómago hundido. — Sí — dijo Lily, alegremente. — Creo que es mejor, ¿no? Slughorn siempre da muchos más detalles cuando su propia casa está en el aula. — Oh, sí, lo olvidé — Mary arqueó una ceja, — Lily ha estado enamorada de un Slytherin durante años. — Severus es mi amigo. — Lily respondió, fulminante. — Estás loca por los chicos. — No puedo evitarlo si tengo más experiencia que ustedes — Mary levantó la barbilla de una manera muy digna y madura. Marlene se tapó los oídos dramáticamente, — Si vas a empezar a hablar de Darren haciendo... eso de nuevo, ¡Entonces me voy! — Bien, bien — rió Mary, ligeramente. — Me callaré. Sin embargo, no lo hizo. Ella y Marlene terminaron en un debate muy intenso sobre quién era más atractivo: David Essex o Donny Osmond. Remus aprovechó la oportunidad para susurrarle a Lily: — ¿Has visto a Sniv… Severus hoy, entonces?
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— ¿Sí, por qué? — Erm... ¿dijo algo sobre... verme en el tren? — No, — Lily sonó sorprendida, — ¿Por qué? ¿Qué pasó? — ¡Nada! — Remus dijo rápidamente, — Solo lo de siempre, ya sabes. Él es un idiota. — Mm. — Lily respondió, mirando su comida y jugando con su tenedor. Parecía extrañamente nerviosa.— Supongo que puede ser un poco idiota. — Miró hacia arriba de nuevo, a Remus, y bajó la voz aún más, por lo que tuvo que inclinarse más cerca para escucharla por encima del estruendo del comedor. — Fue solo una lección de teoría hoy, Pociones — susurró, — No tuvimos que agruparnos. Entonces... ¿Si quieres volver a trabajar juntos este año? — Oh, ¿No quieres hacerlo con Snape? Lily se veía muy rosada y negó con la cabeza. — No, creo... bueno, eres mucho menos mandón, y de todos modos estudiamos mucho juntos, solo pensé. — Sí, suena bien — se encogió de hombros Remus, volviendo a su comida. Realmente estaba hambriento. Eso también le agradaba: James y Sirius siempre formaban pareja, al igual que Marlene y Mary. Estaba Peter, por supuesto, pero tenía muchos amigos en Slytherin y tendía a cometer errores cuando estaba ansioso, lo que molestaba a Remus, que era un perfeccionista. Lily era una chica agradable, sensata y con sentido del humor, y siempre podía explicarle las cosas para que parecieran fáciles. Además, volvería loco a James. El incidente de Snape todavía le molestaba, un poco. Casi había esperado que McGonagall estuviera esperando para saltar tan pronto como fuera dado de alta de la enfermería. Severus casi siempre iba corriendo hacia un maestro, si podía salirse con la suya. Y Remus había estado absolutamente, 100% equivocado esta vez, él sabía eso, Snape ni siquiera había puesto una mano sobre él, Remus solo lo había humillado porque tenía ganas. Y a Snape no le gustaba que lo humillaran. Remus no sabía mucho sobre el chico de Slytherin, solo los pequeños comentarios que Lily había le confiado, pero le hizo saber que Severus Snape podía guardar rencor como nadie más. Tendría su venganza, y si no era metiendo a Remus en problemas con los profesores, entonces sería algo mucho más desagradable. *** — Entonces, ¿De qué estaban hablando las chicas? — Preguntó James, una vez que estuvieron todos en su dormitorio por la noche. Estaba tratando de sonar casual, pero Remus lo vio. — Oh, nada interesante — respondió, desempacando su baúl, — Chicos, en su mayoría, y besos.
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— ¡¿Besos?! — Sirius se sentó en su cama. — Sí, lo sé — Remus arrugó su rostro para mostrar su disgusto por el tema, — Es todo lo que les interesa estos días. Mary y su novio muggle hicieron algo durante el verano. — ¿¿Qué hicieron?? — Sirius parecía muy interesado ahora - no disgustado en absoluto, se dio cuenta Remus. — Er... — titubeó, — Bueno, realmente no lo sé. Lily no la dejaba hablar de eso mientras comíamos. — Ah, — James asintió con orgullo, — Es demasiado lista para todas esas tonterías, Lily. — ¿Cómo sabes que es una tontería? — Preguntó Sirius. — No es como si te besuquearas. — Oh, ¿y tú lo haces? — James frunció el ceño. — Podría si quisiera, — dijo Sirius, recostándose de nuevo, con los brazos detrás de la cabeza, — A muchas chicas les gusto. — Si quisieras — James sonrió, — Entonces, ¿Qué, tienes chicas haciendo fila para un besuqueo descarado y simplemente... no estás interesado? Una mirada casi imperceptible de pánico cruzó el rostro de Sirius, solo por el más fugaz de los momentos, antes de volver a su habitual mejilla traviesa. — Celoso, ¿Verdad, Potter? — ¡¿Eugh, de ti?! — James bromeó de vuelta. — Apuesto a que Lily le gusto..."ñ— dijo Sirius. — ¡Retira eso! — James rugió, lanzándose sobre su amigo, luchando con él en una llave de cabeza. Peter suspiró pesadamente y miró a Remus. — Estuvieron así todo el verano. — Dijo con tristeza: — Todo es una competencia. *** Unas horas más tarde, Remus se estaba quedando dormido cuando sus oídos se pincharon y escuchó esos pasos familiares cruzando la habitación. Poco después, la cortina de su cama se movió a un lado y Sirius susurró: — ¿Moony? ¿Estás despierto?
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— Sí… Sirius se arrastró dentro. Remus se sentó, nervioso. Sirius solo lo había visitado una vez antes por lo general iba a ver a James si quería hablar sobre… bueno, Remus no sabía de qué hablaban, pero asumió que del drama de la familia Black. La única vez que Sirius había buscado a Remus fue a principios de su segundo año, justo después de que los merodeadores descubrieran que era un hombre lobo. Remus pensaba en esa noche, de vez en cuando, y el recuerdo estaba escondido en una parte segura y tranquila de su mente. Recordó levantarse la camisa para que Sirius pudiera inspeccionar sus cicatrices - su cabello largo y oscuro rozando su piel. — Muffliato — susurró Sirius, lanzando el hechizo silenciador. — ¿Qué pasa? — Preguntó Remus, frotándose los ojos mientras Sirius encendía su varita. — Los artículos — dijo Sirius, sacando los recortes del bolsillo de su pijama. — Los he leído. — Oh. — Remus sintió un hilo de vergüenza correr por su espalda. — Correcto. — Sé que dijiste que no querías hablar de eso. — Sirius dijo rápidamente: — Pero yo sólo... bueno, supongo que quería que supieras que los he leído. — Ok... gracias. — Remus asintió. — Y... entiendo por qué estás enojado. — ¿Mm? — Cualquiera lo estaría — dijo Sirius, fervientemente, sus ojos enormes en la oscuridad, llamas azules gemelas, — Es... es... es una mierda lo que te ha tocado, Moony... Remus no supo qué responder a eso. Difícilmente podía estar en desacuerdo. — No se lo diré a James, ni a Pete — dijo Sirius, — No a menos que tú quieras. — No, por favor no lo hagas. — Remus dijo: — No estoy... no estoy avergonzado, es solo...es privado, ¿Sabes? Sirius asintió, frunciendo los labios. — Tu secreto está a salvo conmigo. Remus, todavía sintiéndose un poco tembloroso, sonrió débilmente. — Dios, eres tan dramático. Sirius también se rió.
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— La mamá de James dice que llevo mi corazón en la mano. — Le dio un codazo a Remus con el dedo del pie, — No todos podemos ser maestros guardianes de secretos como tú, Moony. — ¿Pensé que no era 'yo' sin secretos? — Sí, pero si tienen que tenerlos, prefiero saberlos Remus resopló, — Porque eres tan especial, Black, no? — Porque si no lo sé, trataré de averiguarlo de todos modos. Como tú y tu pequeña empresa de venta de cigarrillos. La boca de Remus se abrió, — ¡Buscaste en mi baúl! ¡Eres un idiota! — ¡Cómo te atreves! — Sirius respondió con altivez: — Nunca me rebajaría tanto. Uno de los chicos de sexto año vino preguntando por ti. Quería saber si todavía vendes este año. Remus gimió, dándose una palmada en la frente. — ¿Fue Dirk Creswell? Maldito idiota. — ¿Cuánto ganaste? — Suficiente. Por favor, no le digas a James, ya sabes lo que piensa sobre robar... — ¡¿Los robaste?! — Maldita sea. — Remus gimió de nuevo ante su propia estupidez. — No sé cómo lo haces, Moony — dijo Sirius, asombrado, — Pero me sorprendes cada día.
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59 Septiembre Remus nunca supo exactamente lo que Mary había hecho o lo que le había hecho a alguien durante las vacaciones de verano. Sin embargo, fuera lo que fuera, le había dado una cierta cantidad de estatus entre las otras chicas en su mismo curso que era difícil de ignorar. El jueves, su primera lección del nuevo trimestre con el profesor Ferox, Remus llegó al aula y encontró un grupo de chicas susurrando cerca de su escritorio. Se abrió paso a codazos, de mal humor, reclamando su espacio de trabajo junto a Mary. Las chicas rieron y volvieron a susurrar. Mary, por supuesto, estaba en el centro del grupo, haciendo la corte y, por como se veía, pasando un tiempo completamente maravilloso. Marlene, sentada junto a ella, miraba con una mirada de envidia y respeto. — ¿Y no dolió...? — Una chica de Ravenclaw preguntó, en voz baja. —No, está bien si te relajas — respondió Mary, con una gruñido que le recordó a Remus a James. — ¿Crees que vas a... ya sabes... con Darren...? — Preguntó otra chica, su voz prácticamente temblando de emoción. —Bueno, yo... — comenzó Mary, pero en ese momento el profesor Ferox salió de su oficina, anunciando su presencia con un saludo alegre. — ¡Bienvenidos, clase! ¡Asientos, por favor! Todas las chicas se apresuraron a ponerse en su lugar, algunas luciendo muy rojas y otras incapaces de dejar de reír. Remus frunció el ceño, tratando de ignorarlas, y se sentó mirando al frente, con la espalda recta. Ferox le dedicó una sonrisa amistosa y asintió con la cabeza, y Remus asintió en respuesta, sonriendo incontrolablemente. Ferox claramente había tenido un verano fantástico: su cabello rubio era un tono más brillante, sin duda decolorado por el sol. Era más largo y ahora lo llevaba recogido en una cola larga y anudada. Su rostro estaba aún más curtido por la intemperie, y su nariz estaba más bien roja y algo pelada por las quemaduras solares. Se había subido las mangas, como de costumbre, revelando los brazos bronceados por el sol y alguna que otra marca de quemadura. — ¿Buen verano? — Preguntó a la clase, quienes asintieron y murmuraron afirmativamente. Él sonrió y juntó las manos, —¡Excelente! Espero que todos hayan tenido un buen descanso y estén listos para comenzar a trabajar en criaturas clasificadas como XXXX este trimestre. Primero, hagamos un resumen rápido del trabajo del último trimestre, luego veremos quién hizo su lectura de verano... El mismo Remus acababa de terminar la lectura esa mañana, y ni siquiera había comenzado con los textos adicionales que Ferox le había prestado. Lamentó profundamente haber perdido todo el verano siendo imprudente ahora, ya había tenido que suplicarle a la profesora McGonagall que le permitiera tener una semana más en sus notas de Transformaciones. Sospechaba que ella solo había cedido después de una
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conversación con Madame Pomfrey, lo que lo hizo sentir aún más culpable, ya que sabía que era capaz de vencer a la mayoría de la clase incluso después de sus peores transformaciones. — Estás siendo demasiado duro contigo mismo — le dijo Sirius, mientras los prefectos los echaban de la sala común la noche anterior diciéndoles que se fueran a la cama. — Es el comienzo del año, si lo vas a estropear, entonces es mejor si lo haces ahora. Remus se volvió para mirarlo. — ¡Fácil para ti decir! ¡Algunos de nosotros tenemos que trabajar para mejorar nuestras calificaciones! ¡Además, son los Owls el próximo año! ¡No puedo bajar mis estándares ahora! — Argh, por favor no menciones a los Owls — dijo James, interponiéndose entre ellos rápidamente en un intento menos que sutil de evitar una discusión, — McGonagall y Flitwick ya me han asustado bastante. ¡¿Y por qué decidimos hacer Adivinación?! — Me gusta bastante la Adivinación — dijo Peter, pensativo, tirando su pila de libros, — Profecías y eso. Es emocionante. — No tiene sentido. — Sirius le dio al merodeador más pequeño una mirada fulminante. — Solo te gusta porque eres bueno en Astronomía. — No es solo eso — dijo James, astutamente, cambiándose a su pijama, — ¿Notaste que Pete tiene una nueva compañera este año? — ¡Ohhh sí! — Sirius sonrió, —¡La divina Desdemona Lewis, de Ravenclaw! Remus miró a Peter sorprendido y lo vio cambiar de un impactante tono escarlata desde el cuello del pijama azul hasta las raíces de su cabello amarillo. — Cállate. — Murmuró, subiéndose a la cama: — Ella es solo una amiga. — James — dijo Sirius, con una voz muy solemne, — ¿Qué diablos vamos a hacer si Petey-boy recibe un beso adecuado antes que cualquiera de nosotros? — Bueno, tu reputación estaría hecha pedazos, para empezar. — James respondió, de la misma manera seria. — ¿Qué tengo, sino mi reputación? — Sirius le devolvió la sonrisa, metiéndose él mismo en la cama. Remus resopló con desaprobación y tiró con fuerza de las cortinas de la cama, regresando a su libro y esperando que todos entendieran el mensaje. Si lo hacían, no importaba. — Por supuesto, si a mí me dieran un beso antes que a tí, entonces no sería una sorpresa — James dijo: — Yo estoy en el equipo de quidditch.
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— No tienes mi magnetismo animal. — Sirius respondió. Hubo un fuerte *fump* y un '¡oi!', y Remus asumió que la almohada de James había cruzado la habitación y había hecho contacto con la cabeza de Sirius. — Apuesto a que... — comenzó James. — Oh no... — Peter gimió — Por favor no... —...Te apuesto DIEZ GALLEONS a que puedo conseguir que una chica me besuquee en un mes. — ¡¿Diez?! — Peter jadeó. — ¡Hecho! — Sirius respondió. —Solo espera, Potter. Remus, que había perdido toda habilidad para concentrarse en su libro, resopló en voz alta de nuevo y decidió dormir. Patético. Ya no eran solo las chicas, ahora incluso los merodeadores estaban obsesionados con besuquearse. Probablemente sería Sirius quien gane la apuesta, aunque James tenía un buen punto sobre el equipo de quidditch. Sintió pena por Peter, que se había quedado muy callado. Remus trató de no pensar en el hecho de que ninguno de sus amigos había hecho ningún comentario sobre su probabilidad de besarse. Debe tener un rango incluso más bajo de lo que pensaba. Remus estuvo preocupado por esto toda la semana, hasta su lección de Cuidado de Criaturas Mágicas, donde ahora se encontraba soñando despierto. Cuando la conferencia de Ferox llegó a su fin, Remus se dio cuenta de que no había tomado ninguna nota. Miró hacia abajo, preso del pánico, y vio un trozo de pergamino cuidadosamente doblado. ¿Quién había puesto eso ahí? Miró a su alrededor, furtivamente, luego la abrió. Por favor, dile a Sirius que creo que es hermoso. Effie Scunthorpe x El calor subió por su cuello cuando Remus hizo una bola con la nota y la metió en su bolsillo. Eso lo terminó. Todos habían perdido la cabeza. *** Además de lidiar con las hormonas furiosas que ahora parecían infectar a cada uno de los círculos sociales de Remus, hubo otro cambio notable en la atmósfera en Hogwarts. Incluso si James no le hubiera explicado que el mundo mágico estaba en guerra, Remus pensó que lo habría resuelto por sí mismo este año. Los Slytherin, que siempre se habían considerado un corte por encima de las otras casas y, por lo tanto, habían mantenido una cierta distancia, se habían retirado aún más en sí mismos ahora. Se reunían en grupos en las aulas, se mantuvieron en su sala común y se movían por los pasillos en grupos siniestros. Los estudiantes nacidos de muggles también viajaban en manadas, se había dado cuenta Remus, y los profesores parecían estar dando a conocer su presencia más de lo que lo habían hecho en años anteriores.
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Sin embargo, esto no impidió que se produjeran ciertos incidentes. Cualquiera que no fuera un sangre pura rápidamente se convirtió en un experto en hechizos defensivos, e incluso los merodeadores habían intercambiado bromas por protección. — ¿Dónde están los malditos prefectos cuando los necesitas? — James se quejó, después de haber disparado algunos encantamientos engorgio bien colocados a un grupo de Slytherins de sexto año que estaban atormentando a un Hufflepuff de primer año. Los adolescentes de túnica verde estaban huyendo, ahora, agarrándose a sus diversas extremidades que se hinchaban rápidamente. — Creo que incluso los prefectos están asustados — respondió Sirius, apoyado contra la pared, luciendo aburrido mientras James ayudaba al Hufflepuff a ponerse de pie. — Cobardes. — Todo lo que pueden hacer es repartir detenciones y tomar puntos — añadió Remus, — Y no creo que los Slytherin se preocupen por eso ya. Escuché a Mulciber la semana pasada decir que todos deberían soportar 'castigos menores por la promesa de una recompensa mayor'. — ¿Mulciber dijo eso? — Sirius arqueó una ceja, — Maldita sea, es más elocuente de lo que creía. — Sí, o está repitiendo como un loro algo que alguien más le ha dicho — respondió James, viendo al Hufflepuff alejarse corriendo hacia las cocinas. — ¿Cuál crees que es la recompensa? — Preguntó Pete, raspando el dedo del pie en las losas. — ¿Dinero? ¿Poder? ¿Vida eterna? — Sirius suspiró, rodando lejos de la pared y pavoneándose por el pasillo. — Solo Godric lo sabe. Sin embargo, no lo conseguirán. — ¿Por qué no? — Porque, Pete chico, vamos a ganar. *** A fines de Septiembre, Snape aún no había hecho su movimiento. Esto puso a Remus un poco nervioso, y se preguntó si esa era la intención. Las únicas lecciones que compartían ese año eran Pociones y Aritmancia. Afortunadamente, la Aritmancia era una clase relativamente tranquila, que consistía principalmente en tomar notas y resolver ecuaciones. Las pociones, al ser más prácticas, le daban a Snape (y a los Slytherin en general) un margen para una interferencia mucho mayor. Como habían acordado el primer día de clases, Lily y Remus se hicieron compañeros, compartieron un caldero y dividieron notas e instrucciones. Esto claramente enfureció a Snape, quien apenas apartó los ojos de ellos todo el tiempo. Sin embargo, Remus tuvo que admitir que esto parecía tener menos que ver con él y más con la propia Lily. — ¿Se han peleado ustedes dos o algo así? — Preguntó Remus, una tarde cuando Severus se abrió paso para dejar las mazmorras. Lily suspiró, cansada.
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— No, no exactamente. — Ella dijo. — Se molestó porque tuve a Mary y Marlene de visita durante el verano, eso es todo. Cree que no son del "tipo" correcto. Tengo que seguir recordándole que yo también soy nacida de muggles. — ¿Por qué lo aguantas? — Realmente no lo hago — respondió ella, sonando triste, —— Siempre lo intento cuando dice esas tonterías de sangre pura, y a veces creo que me escucha. Pero... bueno, no es fácil para él, ¿Sabes? James no estaba facilitando las cosas; cualquiera podía ver eso. Él y Sirius habían instalado convenientemente su propio caldero al lado del de Remus y Lily, y desde que habían hecho su apuesta, la persecución de Lily por parte de James había aumentado un poco. Ahora, James Potter era una verdadera estrella en el campo de Quidditch, eso no se podía negar. Era elegante y gracioso; pensaba tácticamente y se movía con simple sutileza. Cuando se trataba de Lily, él no era ninguna de estas cosas. — ¡Danos un beso, Evans! — Lo intentó durante su primera lección. Lily estaba tan horrorizada que agitó su varita ferozmente por el aire, volcando el contenido del caldero de Potter. Él y Sirius estuvieron teñidos de azul brillante durante toda una semana. La semana siguiente, sin desanimarse, James volvió a intentarlo. Esta vez había consultado a su padre, quien le había sugerido que intentara felicitar al objeto de sus afectos. — Me gusta mucho tu cabello — dijo con seguridad en cuanto ella se acercó al banco de trabajo. — Mm. — Ella respondió, sin levantar la vista. — Sí, es tan... um... colorado. Remus vio la mandíbula de Lily apretarse. Ella odiaba ser llamado colorada - Ella le había dicho una vez que había sido el centro de las burlas debido a su pelo en la escuela primaria. Remus dio un paso atrás, viendo a Lily alcanzar su varita mientras se volvía hacia James con una sonrisa falsa. — Te gusta mucho, ¿No? — Ella preguntó. Sirius, que había estado observando a Remus, también dio un paso atrás. El pobre James estaba demasiado emocionado por finalmente llamar su atención y asintió vigorosamente. — Oh, sí, creo que es... — ¡Rufusio! — Lily susurró, apuntándolo con su varita. Sirius soltó una carcajada tan fuerte que la mitad de la clase se volvió para mirar, y Remus tuvo que taparse la boca para ocultar su propia risa. La confusión de James lo hizo aún más divertido, hasta que Marlene le entregó su espejo compacto para que pudiera ver su nuevo cabello rojo brillante.
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Tardó cuarenta y ocho horas en desaparecer, pero no sirvió de nada. Incluso después de dos días completos de ser llamado 'pastel de calabaza' y 'cabeza zanahoria' (entre algunos apodos un poco más groseros) donde quiera que fuera, James permaneció completamente imperturbable en su adoración. — Solo hay que tener paciencia — dijo soñadoramente, pasando una mano por sus desordenados mechones castaños, — Nada que valga la pena tener no vale la pena esperar. — Es algo impresionante. — Sirius susurró en voz alta a los demás: —No sé si quiero ganar la apuesta, porque lo está poniendo demasiado fácil. — Sí — resopló James. — Por eso. — Oh, chúpalo, perilla de cobre.
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60 Octubre Cuando los besos de Lily no llegaron, James exigió que extendieran la apuesta para que durara todo el año. Sirius, a su vez, dijo que en ese caso debería valer el doble de los galeones, lo que puso blanco a Peter. Remus una vez más dio a conocer su desaprobación por todo el asunto y exigió que lo descartaran. Tenía cosas mucho mejores en las que dedicar su tiempo, y no gastaría más dinero del necesario. Los demás tendrían que estar contentos con una rana de chocolate cada uno para Navidad, porque simplemente no podía gastar el dinero. Remus sabía que necesitaría hasta el último knut para el momento en el que cumpliera diecisiete, y entonces pudiera comenzar su misión de encontrar a Greyback. Su investigación hasta ahora había sido infructuosa. Había reunido tantas ediciones antiguas del El Profeta como le fue posible, de la biblioteca y de la sala común. Algunas de las ediciones más recientes tenían artículos que mencionaban manadas de hombres lobo, pero apenas había detalles y no se mencionaban nombres. Al final, Remus se vio obligado a concluir que nadie sabía realmente nada sólido. Se imaginó que los hombres lobo eran difíciles de encontrar, especialmente si eran magos comunes la mayor parte del tiempo. Preguntarle a Ferox parecía el siguiente paso de acción más sensato. El profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas había sugerido que sabía más de lo que inicialmente le había revelado a Remus el último trimestre, solo que Remus no había tenido el ánimo para preguntar, todavía recuperándose de la noticia de que Ferox había trabajado para Lyall. Sin embargo, necesitaba hacer acopio de valor antes de volver, y planificar sus preguntas con suficiente cuidado para que Ferox no sospechara nada. Octubre comenzó y terminó con luna llena ese año, lo que parecía muy injusto, especialmente porque significaba que Remus se perdería el banquete de Halloween. Aun así, el clima era inusualmente cálido y los merodeadores pasaban la mayor parte de su tiempo libre disfrutando de los terrenos bajo un hermoso cielo azul, rodeados de los rojos y naranjas dorados del otoño más hermoso que Remus pudiese recordar. Los fines de semana se sentaba en los puestos de Quidditch con varios libros, pergamino y una pluma, y completaba su tarea y lectura avanzada, ocasionalmente levantaba la vista para ver uno de los ejercicios de James, o animaba al pobre Peter, que a menudo se quedaba atascado en el puesto de portero. A veces, Marlene practicaba con ellos, lo que hacía que las tardes fueran aún más agradables, ya que Lily y Mary inevitablemente pasaban por allí. Sirius no podía quedarse quieto durante estas sesiones. Alternó entre tratar de concentrarse en su tarea, saltar en su escoba para una carrera con James, y escribir complejas jugadas tácticas que pensó que el equipo de Gryffindor debería usar en su primer juego, programado para Noviembre. — Tenemos que vencer a Slytherin este año. — Siguió murmurando. — Les vamos a demostrar.
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Slytherin había ganado la copa de Quidditch el año anterior, y era un punto muy doloroso para los Gryffindors, particularmente Sirius, ya que tanto Narcissa como Regulus habían estado en el equipo ganador. Este año era solo Regulus, quien había reemplazado a su prima mayor como buscador. Remus solo sabía esto por James; Sirius no había mencionado nada. — Necesitas apoyarte más en tu escoba, cuando haces un swing — le decía Sirius a Marlene, quien acababa de sentarse a descansar. Tenía la cara roja, el pelo rubio pegado a las sienes húmedas y no estaba de humor para el comentario de Sirius. — Golpeo las bludgers nueve de cada diez veces. — Ella respondió jadeando: — Diez veces, en mis mejores juegos. Incluso Mulciber no puede manejar eso. — No intentes ser mejor que la competencia — le advirtió Sirius, piadosamente, — Solo tienes que vencerte a ti misma. — Mira, Black, si crees que puedes hacerlo mejor, estamos probando para golpeadores el martes. — No. — Agitó una mano, mirando hacia otro lado. — Me venciste, justo y recto. — Hace dos años. Él no respondió, y Marlene se limitó a encogerse de hombros, luego se puso de pie tambaleándose y regresó al campo, donde James la estaba llamando. Remus había estado leyendo su libro durante este intercambio y no había querido interferir. Lanzó una mirada a Sirius, quien estaba inclinado hacia adelante en la barrera, con la barbilla apoyada en sus brazos mientras miraba la práctica. Peter hizo una salvada decente, y los ojos de Sirius se iluminaron. Remus se mordió el labio y pensó mucho antes de decir en voz baja: — Hay dos golpeadores en un equipo de Quidditch, sabes. — Maldita sea, Moony — respondió Sirius sarcásticamente, sin apartar la vista del campo, — Cuatro años y finalmente has aprendido algo sobre el juego. Remus ignoró eso, solo gruñendo en voz baja. — ¿Sabes cuál es tu su problema? — Dime. — Eres orgulloso. Sirius se rió. — ¿Y tú no? — Tal vez. Pero yo sería un golpeador de mierda, ¿No?
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Sirius se quedó callado de nuevo. Remus suspiró, pesadamente, cerrando su libro, metiéndolo en su bolso — Mira, te vas a odiar a ti mismo más tarde si no tienes otra oportunidad. ¿Vas a sentarte aquí animando a James durante tres años más? — Se puso de pie, — Me estoy congelando, me voy a la biblioteca. ¿Nos vemos en la cena? — Sí, nos vemos Moony. Ese martes, Remus fue a ver las pruebas del equipo de Gryffindor y no dijo nada cuando vio llegar a Sirius, escoba en mano. Ni siquiera sonrió con aire de suficiencia, aunque tenía muchas ganas de hacerlo. Dos horas después, Gryffindor tenía su nuevo golpeador, y Remus se dio cuenta de que ahora tenía que compartir su dormitorio con dos James. Excepto por una diferencia muy importante, aunque Sirius indudablemente estaba lleno de pasión por el deporte, parecía carecer de la disciplina de James. Particularmente por las mañanas. — ¡Despierta, despierta! — Gritó James, alegremente, mientras salía del baño, con el pelo brillante y húmedo, la única vez que se le caía sobre la cabeza. Se puso las gafas y movió su varita hacia la cama de Sirius, descorriendo las cortinas. Había pasado una semana después de las pruebas y esta escena se estaba volviendo algo común. Remus ya estaba despierto, casi vestido para el desayuno, planeando leer una hora antes de que comenzaran las lecciones. Se estaba atando los cordones de los zapatos mientras veía a James y Sirius comenzar su nueva rutina matutina. Sirius, que era poco más que un bulto deforme debajo del edredón, gimió como un troll descontento. — Vete a la mierda, Potter — siseó, enterrando la cabeza debajo de la almohada. — Querías estar en el equipo, Sirius, mi viejo amigo. Vamos, arriba... ¡Leviocorpus! Con eso, el cuerpo de Sirius voló en el aire, aparentemente tirado por una fuerza invisible, dejándolo colgando boca abajo en el aire mientras James se reía histéricamente. — ¡No puedo creer que haya funcionado! Intento hacer eso desde la última Navidad. — ¡Déjame, idiota! — ¡Se amable! — ¡Déjame caer! — Finito. Sirius aterrizó en el suelo con un ruido sordo y se levantó de un salto de inmediato, frotándose el brazo en el que había aterrizado.
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— Demonios — Le sonrió a James, — ¡Eso fue increíble! Ahora déjame que te lo haga. — ¡Okay! *** La levitación corporal no se convirtió en un elemento habitual del dormitorio de chicos de cuarto año, pero intentar sacar a Sirius de la cama si lo fue. — ¡Solo un día libre a la semana, Potter, te lo ruego! — Gimió en la mesa del desayuno, un domingo por la mañana temprano. Apenas abrió los ojos, su cabeza colgando apoyada en su codo. — Tú eres el que quiere destruir a Slytherin. — James respondió alegremente, untando con mantequilla unas tostadas y deslizándolas hacia su amigo. Sirius miró la ofrenda con desdén y apartó la mirada, cerrando los ojos de nuevo. James suspiró, — No solo tú, tampoco. Toda la escuela quiere verlos destrozados. Piensa en ello como si estuvieras haciendo tu parte en pro de esta guerra. — Pensé que estaba haciendo su parte al hechizarlos en los pasillos.— Dijo Remus, sirviéndose una rebanada de tostada de Sirius. — Exactamente. — Sirius gruñó, los ojos aún cerrados. — Y eso se puede hacer a una hora razonable. — Este es el único momento en el que podemos tener las prácticas — dijo James, comenzando a sonar un poco molesto ahora, —No tiene sentido ir después del anochecer, el campo se llena por la noche y las lecciones comienzan a las nueve. — Incluso si comenzaran a las doce, tendrías problemas para levantar a Sirius. — Peter dijo, con la boca llena de papilla. — Deberíamos tener giratiempos. — Sirius bostezó, sin un rastro de humor, — Los estudiantes que necesitan su sueño reparador deben recibirlos. — ¿Qué es un giratiempos? — Preguntó Remus, tomando la segunda tostada de Sirius. — Hace retroceder el tiempo, obviamente — dijo Sirius, mordazmente. — Son ilegales. — James dijo rápidamente: — Sin permiso del ministerio. Y realmente, realmente peligrosos. — Yo soy peligroso si no duermo lo suficiente. — refunfuñó Sirius. — La Matrona solía hacer que todos nos levantáramos a las seis los fines de semana — dijo Remus, pensativo, tragando lo último de su tostada. — Ella pensaba que era saludable, o algo así. Sin embargo, uno de los niños mayores entró en su habitación una vez y jugueteó con su despertador, y nos salimos con dos horas adicionales en la cama todos los días durante una semana antes de que se diera cuenta.
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— Los muggles son ingeniosos. — James se rió entre dientes. — Pero mantente alejado de mi reloj despertador. — Mmm. — Remus murmuró, sumido en sus pensamientos. Podía sentir que se avecinaba el comienzo de una idea. — Oh no, lo hemos perdido. — dijo Sirius, mirando a Remus. —Probablemente soñando despierto con nogtails y escarbatos otra vez; juro que el Cuidado de criaturas mágicas es el único tema que le importa. — Deja a Moony en paz y come tu desayuno. — James lo reprendió. — Te quiero en el campo en cinco minutos. — Bien... — Sirius suspiró profundamente, y miró su plato, — ¡Oi! ¿Dónde está mi desayuno? — Tengo que irme — dijo Remus, levantándose de repente, —Biblioteca. Nos vemos en Pociones. Las mañanas tempranas eran los momentos favoritos de Remus en la biblioteca, todo estaba tan limpio y ordenado, y por lo general tenía el lugar para él solo. Muy pocos estudiantes estaban de humor para estudiar primero, pero Remus había descubierto que durante ciertas fases de la luna apenas dormía cinco horas por noche de todos modos, por lo que era un visitante habitual. La idea tardó un tiempo en formarse correctamente, pero quería que fuera clara y completa antes de presentarla a los demás merodeadores. Entonces, al menos, sería totalmente su broma. Remus sintió la necesidad de dejar su huella en algo este año. Todos los demás parecían estar enfocados en otras cosas: la guerra, o el Quidditch, o 'la gran carrera del besuqueo', como Sirius lo había llamado tan elocuentemente. Ni siquiera habían intentado colarse en Honeyduke's ni una vez. Remus sintió muy fuertemente que los merodeadores necesitaban una broma, y una grande. Perdió media hora investigando hechizos de tiempo complejos y complicados; encantamientos para detener el tiempo, acelerarlo, ralentizarlo o incluso doblarlo. (No estaba realmente seguro de cómo funcionaba el tiempo de flexión, pero no parecía agradable, ni estaba dentro de su alcance). Finalmente, llegó a la conclusión de que lo estaba pensando demasiado, como de costumbre. Este no era un problema mágico, era mecánico. Para cuando el día escolar estaba a punto de comenzar, Remus había localizado el pasaje que necesitaba en Hogwarts: Una Historia, y estaba satisfecho de tener un plan para el fin de semana. Se fue a Pociones de muy buen humor, uno que rápidamente se hizo añicos cuando se dio cuenta de que lo estaban siguiendo. La sensación de ser observado le había estado pinchando la nuca mientras estaba en la biblioteca, pero como en general era un lugar tranquilo y solitario de todos modos, lo atribuyó a una imaginación hiperactiva. Y siempre existía la posibilidad de que Madame Pince estuviera al acecho detrás de él, vigilando sus preciosos libros. A las 8:45 am, los pasillos estaban llenos de estudiantes que se apresuraban a sus lecciones, charlando y riendo tontamente, desayunando apresuradamente sobre la marcha o escribiendo tareas de última hora. Aunque este año la política de Remus había sido nunca viajar solo, estaba satisfecho de estar lo suficientemente ocupado y habían muchos Gryffindors alrededor para estar seguro.
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Sin embargo, cuando comenzó a descender el primer tramo de escaleras que conducían a la mazmorra, la sensación de hormigueo volvió una vez más. Como regla, Remus trató de ignorar instintos como ese: pertenecían al lobo y le molestaba la intrusión. Pero no pudo sacarselo, y tomó su varita, agarrándola con fuerza. Finalmente, a solo un pasillo del salón de Pociones, dio un giro equivocado deliberadamente y se lanzó detrás de un tapiz. Él esperó. Efectivamente, solo unos segundos después, Severus Snape miró a la vuelta de la esquina, luciendo confundido. La irritación hirvió en la garganta de Remus, y antes de que pudiera pensar en ello razonablemente, apuntó con su varita al Slytherin y cantó: — ¡Petrificus Totalus! Snape se puso rígido, con una expresión de sorpresa en su rostro que habría sido cómica, si Remus no estuviera tan enojado. El chico de cabello negro cayó al suelo, brazos y piernas rectos como una tabla, completamente paralizado. Sus brillantes ojos negros miraron a su alrededor, frenéticamente, mientras Remus salía de su escondite. Le dio una patada, no muy fuerte, y solo en la espinilla, y sonrió a Severus. — Deja de seguirme, asqueroso. — Él dijo. — ¿No te lo advertí? Snape lo miró con impotencia, y Remus se rió antes de dirigirse a Pociones con un salto en su paso.
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61 Noviembre (Parte uno) — No se olviden, necesito ese ensayo de tres páginas sobre las similitudes y diferencias entre Thunderbirds y Phoenixes el viernes a más tardar. — Gritó el profesor Ferox. — No hay excusas. Mary y Marlene gimieron mientras guardaban sus cosas. — Me olvidé por completo de eso — susurró Marlene, — Y tengo práctica casi todas las noches esta semana, tenemos el partido contra Ravenclaw el domingo. — Te prestaré mis notas. — Remus respondió, secando cuidadosamente su papel. — Es bastante fácil. — El cumpleaños de Sirius del domingo también, ¿no? — Mary preguntó, pensativa. — Sí, ¿Cómo lo sabes? — Bueno, nosotros como que estuvimos saliendo el año pasado — Mary dijo, altivamente, burlándose de Remus. — Y ustedes siempre hacen tanto alboroto por los cumpleaños que es bastante difícil de olvidar. Dios, espero que Gryffindor gane, o estará de mal humor. — Si. — Remus estuvo de acuerdo. No había pensado en eso. Había planeado revelar su gran plan de broma en el cumpleaños de Sirius, en lugar de un regalo adecuado. Ahora se preguntaba si debería comprar algo también, aunque no iban a ir a Hogsmeade hasta dentro de unas semanas más. Siempre podía darle a Sirius un paquete de cigarrillos, pero eso parecía un poco barato, especialmente porque Sirius sabía que eran robados. Andrómeda ya había enviado algunos regalos por adelantado, cortesía de los Potter, y James los tenía escondidos debajo de su cama. Más discos, por supuesto. Remus esperaba sinceramente que uno de ellos fuera el nuevo LP de Bowie, Diamond Dogs. — Me voy a la lechucería, necesito enviarle algo a Darren — dijo Mary, mientras salían del aula. — ¿Vienes, Marls? Marlene se veía un poco molesta, así que Remus dijo rápidamente: — Voy a la biblioteca, si todavía quieres esas notas...? — ¡Sí, gracias Remus! Se despidieron de Mary y empezaron a caminar juntos en la dirección opuesta. A Remus le gustaba mucho Marlene, era alta para ser una niña y no tenía que agachar el cuello para hablar con ella todo el tiempo. Más allá de su arrebato emocional al final de su tercer año, ella era una persona sensata, lo
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que Remus encontraba muy calmante en comparación con Mary, que siempre era muy divertida, pero a veces muy estresante. — Gracias — le sonrió Marlene, — amo a la chica, pero hay pocas veces en las que deseo pasar de ver sus cartas sucias a Darren. — ¿Cartas sucias? — Remus se quedó boquiabierto. Marlene se rió. — Sí, es bastante horrible. Oye, Remus, ¿Puedo preguntarte algo? — ¿Qué? — Um... ¿Le gusto a Sirius? Remus luchó contra su reacción inicial, que fue de desesperación. Se sentía como si aún no hubiera pasado una semana del año nuevo sin tener que escuchar los problemas románticos de alguien. ¿Por qué todos pensaban que él era la mejor persona para hablar? ¿Cuándo había dado la impresión de estar siquiera remotamente interesado? — No sé. — Dijo, esperando no sonar demasiado molesto. —Tendrías que preguntarle a él. — No creo que me de una respuesta directa — se rió Marlene. — Lo siento, es solo que ha estado actuando muy raro conmigo durante la práctica de Quidditch. — ¿Raro? — Sí, solo comentarios y esas cosas. Es un poco molesto, de verdad, no me gusta tanto como antes, ya sabes, es un buscador de atención, siempre fue mucho más el tipo de Mary. — ¿Qué comentarios? — Cosas sobre si puedo darle un beso para que le dé suerte, o algo... Tal vez sea su idea de coquetear, o tal vez sea una broma; nunca se sabe con James y Sirius, ¿verdad? De repente, Remus se dio cuenta de lo que estaba pasando, y estaba medio enojado, medio avergonzado por Sirius. — ¿Qué? — Marlene dijo, deteniéndose justo afuera de la biblioteca, — ¿Por qué es esa cara? — Uf, Marlene, mira, lo siento mucho por esto, pero… — y le explicó todo sobre la apuesta. Ok, sí, era muy probable que se lo dijera a Mary, y Mary era muy probable que se lo dijera a todos los demás en su año, pero eso les serviría bien a los chicos, en opinión de Remus. Se complacía en arruinar las posibilidades de Sirius de ganar la estúpida apuesta. Afortunadamente, Marlene era una chica muy sensata, y al final de la explicación de Remus se estaba riendo.
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— ¡Tiene mucho sentido! — Ella dijo, jadeando, — James seguía tratando de que Sirius no me hablara y todo. ¡Esos chicos! Son completamente ridículos — Sí. — Remus sonrió, aliviado de que alguien más compartiera esta opinión. — Oh genial, ahora puedo divertirme un poco con eso — sonrió Marlene, mientras entraban a la biblioteca, bajando la voz. Luego agregó, con un poco de nostalgia: — Es una pena que James no lo haya intentando. Podría tener una oportunidad. Remus arqueó las cejas. — Bueno, él solo tiene ojos para Lily, así que... Marlene suspiró, — Esa es una batalla perdida. Aún así, no importa. Se sentaron en su escritorio favorito, que estaba cerca de la ventana más grande y proporcionaba una agradable luz natural. Remus sacó sus notas y le mostró a Marlene cómo había enumerado todas las cualidades de los pájaros del trueno, luego los del fénix, y luego cómo había comenzado a comparar los dos. Agradecida por su ayuda, Marlene ofreció sus notas de Astronomía, y las dos pasaron una agradable hora escribiendo. Finalmente llegó la hora de cenar. — Remus — dijo Marlene, en voz baja, cuando terminaron, — ¿Están todos los merodeadores en esta apuesta, o solo James y Sirius? — Er... creo que Peter también está en eso. Aunque ahora podría estar un poco arrepentido. — ¿Entonces tú no estás en eso? — ¡No! — Respondió, un poco más alto de lo que pretendía. — Es una pena — respondió, sus ojos brillando, — Porque apuesto a que podrías ganar. Resopló. — Como si fuera posible. — ¡Le gustas a las chicas! Eres realmente agradable, amable e inteligente. — Cállate. — Yo te besaría. — Oh, Dios mío, Marlene... — Remus comenzó a caminar un poco más rápido, sus oídos se sentían muy calientes, — ¡Eres mi amiga!
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— Sí, pero solo para ganar la apuesta. — Ella sonrió, igualando su ritmo. Se olvidó de lo atlética que era, y todavía tenía una cadera poco fiable. — ¿No hay nadie que te guste?"ñ — No. Vamos, tengo hambre. No era mentira, pensó Remus para sí mismo. Sin embargo, se sentía como una. *** — ¡VAMOS GRYFFINDOR VAMOS VAMOS! — Remus cantó junto con todos los demás. Tener a Peter agitando salvajemente su bufanda sobre su cabeza como un lunático con un lazo tejido ayudó a mitigar cualquier vergüenza que Remus podría haber sentido por sí mismo. Sin embargo, estaba nervioso; más nervioso de lo que había estado por el primer juego de James y Marlene; porque Sirius, aunque por supuesto era muy bueno para volar, no siempre tomaba las mejores decisiones bajo presión. Y el Quidditch era un deporte peligroso, si eras imprudente. La mitad de la multitud estaba vestida de azul, la otra mitad de escarlata. Estalló una cacofonía ensordecedora de abucheos y vítores cuando los dos equipos entraron al campo. James era visible como siempre con su desordenado cabello, y desde la distancia los dos golpeadores de Gryffindor eran de la misma altura, distinguibles solo por sus coletas de diferentes colores asomando debajo de sus cascos; uno rubio, otro negro. Remus sintió su corazón en su boca cuando los jugadores montaron sus escobas, se agacharon un poco y luego se lanzaron al aire con el sonido del silbato. Era difícil saber a quién seguir, mientras James subía y bajaba por el campo como un relámpago en busca de la quaffle, Marlene y Sirius se separaban, cubriendo diferentes extremos del campo, bates en alto. Las dos golpeadores tenían estilos muy diferentes: Marlene se concentraba y tendía a seguir a los jugadores en lugar de a las bludgers para proteger mejor a sus compañeros de equipo. Sirius favoreció con un tacto diferente: ir directamente detrás de las pelotas ofensivas sin importar dónde estuvieran y alejarlas del juego lo más posible. — Este es el primer juego de Black y obviamente se está lanzando a él — la voz del comentarista resonó entre la multitud, — Sin duda recibió mucho entrenamiento de Potter, ¡Quien acaba de marcar el primer gol! ¡Ese es Gryffindor a la cabeza con diez puntos! Remus estaba demasiado ansioso para animar a todos los demás, mareándose tratando de seguir a sus tres amigos en el aire. — Como estaba diciendo, — continuó el comentarista, un Hufflepuff de séptimo año, —Mucho talento en el lado de Gryffindor este año - Potter, por supuesto, y McKinnon, que es uno de las mejores golpeadoras que los rojos han tenido en años, y ahora Sirius Black, la oveja negra de una auténtica dinastía de Quidditch: recordarán a su prima, Narcissa Black de Slytherin, una de las mejores buscadoras que Hogwarts haya visto, y por supuesto a su hermano menor, Regulus, que ha tomado el lugar de Narcissa después de una temporada como cazador. Se rumorea que hay mala sangre en el clan Black, así que puedes apostar que el partido de Gryffindor contra Slytherin el próximo trimestre será...
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— ¡Por favor, concéntrese en el juego en curso, señorita Darcy! — McGonagall espetó por el megáfono. — ¡Lo siento, profesora! Así que ese es Dunelm de Ravenclaw en posesión de la Quaffle, ella dispara, ella... oooh, y es una mala tirada... El juego continuó, y Remus esperaba que Sirius no hubiera estado escuchando los comentarios; sacar a colación a la familia Black era una forma segura de romper su concentración. Pero no, todo parecía estar bien, estaba golpeando las bludgers con un poco más de vigor, pero eso fácilmente podría haber sido por la adrenalina. Al final del juego, se hizo evidente que las preocupaciones de Remus eran en vano. Puede que Sirius no actúe como si se tomara el quidditch en serio fuera de la cancha, pero claramente tener una audiencia animada hizo maravillas con su concentración. Una vez que el buscador de Gryffindor atrapó la snitch, terminando el partido en 300 a 110 a favor de Gryffindor, los dos golpeadores volaron al suelo. Remus vio a Sirius lanzar un valiente brazo alrededor de los hombros de Marlene e inclinarse, solo para ser esquivado hábilmente cuando ella le ofreció su mejilla para que la besara. *** Esa noche, la sala común estaba llena de música roja, dorada y rock. Toda la casa salió a celebrar tanto la victoria de Gryffindor como el cumpleaños de Sirius. Remus, por lo que valía, vendió más cigarrillos de los que había hecho en todo el año hasta ahora; había venido preparado, asumiendo correctamente que los estudiantes mayores estarían bebiendo, lo que los hacía más inclinados a pagar por una dosis de nicotina. Él mismo se mantuvo alejado de cualquier bebida de aspecto sospechoso, recordando su resaca infernal del verano. Sirius y James estaban en su elemento, por supuesto, riendo a carcajadas y absorbiendo las felicitaciones de sus compañeros de clase. Peter estaba lo suficientemente cerca como para disfrutar del centro de atención, pero no tan cerca como para estorbar. Remus estaba feliz de mirar a la distancia, charlando con Lily y Mary y disfrutando de los bocadillos traídos de las cocinas. Sabía que no tendría la oportunidad de divulgar su plan hasta mucho más tarde, pero por ahora, estaba bien. Era mejor que todos pasen un buen rato, todavía había mucho tiempo. En algún momento, Sirius finalmente abrió sus regalos: un kit de reparación de escobas de James, mucho chocolate de Peter y de Andromeda no menos de tres álbumes nuevos; Dark Side of the Moon, Country Life (que tenía una portada increíblemente grosera que todos los chicos sonreían y hacía que Remus quisiera morir de vergüenza) y Diamond Dogs. — ¡Oh! — Remus dijo, incapaz de contener su emoción mientras sostenía el tan esperado disco en sus manos, acariciando la extraña y espantosa obra de arte. — ¿Ponemos este primero? ¿Por favor? Sirius sonrió; — ¡Lo que sea para ti, Moony! — Y colocó el disco en su lugar en el tocadiscos.
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Owww ooooooohhhhh… El tocadiscos aulló, enviando un escalofrío de conmoción por la columna de Remus, el grito de un lobo. Miró alarmado a James y Sirius. Se veían tan sorprendidos como él, aunque Sirius sonrió cuando la voz de David Bowie llenó la habitación, como si pronunciara un encantamiento: And in the death... As the last few corpses lay rotting on the slimy thoroughfare, The shutters lifted in inches in Temperance Building, High on Poacher's Hill, And red, mutant eyes gaze down on Hunger City... Toda la sala común estaba incómodamente silenciosa mientras se recitaba este poema lúgubre y feo, sin estar muy seguros de dónde mirar mientras los perros aullaban y gemían de fondo. Hizo que Remus se sintiera oscuro y sucio, pero pensó que le gustaba; como si Bowie le estuviera hablando directamente. Especialmente cuando se gritaron las últimas líneas: This ain't Rock'n'Roll! This is genocide! *** — ¡¿Un mes entero?!—Sirius susurró en voz alta. — Treinta días, sí. — James respondió, en el mismo susurro escénico: — Si lo hacemos durante el verano... — Olvidaron el hechizo silenciador, idiotas. — Remus gritó. — Estúpido. — se escuchaban muchos susurros. Era más de la medianoche del día del cumpleaños de Sirius, y los prefectos habían disuelto la fiesta hacía mucho tiempo. Los merodeadores habían subido las escaleras hasta la cama somnolientos y nerviosos, pero aparentemente James y Sirius habían tenido un segundo aire y ahora estaban en una conferencia privada en la cama de James. Remus tenía una idea bastante clara de lo que estaban hablando, pero había decidido dejarlos en paz por ahora. Ver qué tan lejos lo llevaban. Aún así, sabía que se darían cuenta de que finalmente habían olvidado el hechizo, y decidió que la honestidad era la mejor política. Remus y Sirius asomaron la cabeza por detrás de sus respectivas cortinas al mismo tiempo. — Lo siento, Moony. — Sirius sonrió, — ¿Te despertamos? — No, — Remus se encogió de hombros, — Yo estaba... en realidad, estaba pensando en esta broma... — ¡¿Broma?! — La cabeza de James se unió a la de Sirius en el espacio entre las cortinas, — ¡¿Quién dijo broma?!
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Remus sonrió tímidamente. Había pensado que tendría que esperar hasta el próximo fin de semana para decírselo, pero James abrió magnánimamente las cortinas de la cama más, —Por favor, señor Moony — dijo, — Entre en nuestra oficina... Ansioso, Remus salió de su maraña de sábanas y caminó descalzo por el frío suelo del dormitorio hasta la cama de James. Se sentía como si hubiera estado esperando una invitación durante cuatro años. — ¿Bien? — Preguntó James, seriamente, apuntando con la luz de su varita a Remus como un micrófono. — ¡Dinos! — Solo un segundo — Remus puso los ojos en blanco, sacando su propia varita, — ¡Muffliato! — Es demasiado inteligente para nosotros. — Sirius dijo secamente. — En efecto. — James estuvo de acuerdo. Remus los ignoró; estaban nerviosos y tontos por la falta de sueño, tenía que al menos darles la esencia de su plan antes de que finalmente se estrellaran. — ¿Recuerdas cómo les estaba contando sobre el despertador de la Matrona? — Les preguntó, rápidamente. Los chicos asintieron obedientemente como perros entrenados. — ¿Y cómo solíamos jugar con eso para no tener que levantarnos más temprano? — Más asentimiento, — Bueno, estaba pensando en cómo podría aplicarse a Hogwarts. Investigué un poco y, ¿Sabían que todos los relojes de esta escuela están controlados por un reloj maestro? El grande fuera del Gran Comedor. — ¡Oh MOONY! —Gritó Sirius, arrojándose de repente hacia Remus, rodeándolo con los brazos con tanta fuerza que ambos cayeron hacia atrás en la cama. Sorprendido, Remus trató de apartarlo, pero Sirius se mantuvo firme, fingiendo sollozar sobre su hombro de alegría. — ¡Has LEÍDO Hogwarts: Una Historia! ¡Uno de ustedes finalmente lo ha leído! ¡Ahora eres mi merodeador favorito! — ¡Quítate, tarado! — Remus gruñó, finalmente obligándolo a alejarse y arrastrarse más lejos en la cama, James riéndose de ambos. — Nadie diría que eres el mayor, Black — sonrió James. — Moony, por favor continúa. ¿El gran reloj...? — Cierto, sí — Remus enderezó su camisa, sintiéndose muy caliente y sonrojado por el asalto, — Err... entonces... um... tuve esta idea... yo... —No era bueno, había perdido por completo el hilo de sus pensamientos, ahora todo en lo que podía pensar era en lo irritante que era Sirius. — El gran reloj controla a todos los demás — agregó Sirius, rápidamente, notablemente lúcido ahora, — Es un hechizo que asegura que todos los relojes del castillo estén perfectamente sincronizados. Incluso los que traemos de casa se reajustan, incluso los relojes muggles. Es un a muestra de la malditamente buena magia. — Sí — asintió Remus, volviendo al flujo, — Sí, exactamente. Entonces estuve pensando; si ese reloj sale mal o se mueve cinco minutos, entonces también lo harán todos los demás. Y afectaría los horarios de las lecciones, las comidas y... bueno, prácticamente todo el funcionamiento del castillo. Y si
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empezáramos muy lentamente, digamos, avanzando cinco minutos por noche, nadie se daría cuenta durante años, ¿Verdad? Quiero decir, ¿Cómo podría alguien darse cuenta, si todos los relojes son iguales? Terminó, sentándose y mirando a James, porque todavía estaba molesto con Sirius por ponerlo nervioso y casi estropearlo. El cerebro de James estaba trabajando a gran velocidad. Remus lo sabía porque se había puesto las gafas en la nariz. Finalmente, miró a Sirius y sonrió. — ¡Nuestro Moony lo ha vuelto a hacer! (Song: Future Legend - David Bowie)
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62 Noviembre (Parte dos) Lunes 4 de Noviembre de 1974 — No sé. — Peter dijo, retorciéndose las manos de nuevo. — La profesora McGonagall dice que no deberíamos perder el tiempo". — No lo haremos, — gruñó Sirius, habiendo explicado ya el plan dos veces. — ¡Esto es una broma muggle, Peter, hazlo pasar por tu grueso cráneo! — No. — Remus frunció el ceño, sintiendo lástima por Peter, quien de todos modos había estado enfurruñado todo el día porque lo habían dejado fuera de su planificación nocturna. — No estamos jugando con el tiempo, Pete, — explicó Remus amablemente, — Solo estamos jugando con los relojes. Peter miró a Remus, luego a James para confirmarlo. — Okay. — Dijo, lentamente. —Creo que lo entiendo. Habían acordado hacerlo lo antes posible y lucharon por terminar sus lecciones ese día con la creciente anticipación por su tortuoso plan. Remus tuvo que hacer callar a James y Sirius más de una vez cuando su emoción se apoderaba de ellos, apenas podían ser sutiles en el mejor de los casos. — No funcionará si alguien más lo sabe. — Remus siseó durante el almuerzo cuando Mary preguntó de qué estaban susurrando. — ¡Así que cállate! Yo sé que pueden guardar un secreto si realmente lo intentan. Apenas podían esperar a que cayera la noche y el castillo se quedara quieto y silencioso. Había pasado mucho tiempo desde que habían estado fuera de los límites juntos después del anochecer, y aunque era una tarea muy simple, todos querían ir. Hubo un problema. Era mucho más difícil meterlos a los cuatro bajo el manto de lo que había sido hace tres años. — Peter, quédate aquí. — Dijo Sirius, después de su tercer intento. — ¿Por qué yo? — Peter protestó: — ¡¿Por qué siempre soy yo el que se queda fuera?! — No te vamos a dejar fuera, idiota, esto es puramente un problema de logística. — Sirius puso los ojos en blanco. — ¡James! — Me quedaré — ofreció Remus. — Soy el más alto, es mi culpa.
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— Pero fue tu idea — se quejó Sirius, — ¡No te lo puedes perder! Remus se encogió de hombros. — Habrá muchas veces. Vamos a hacer esto más de una vez. — Incluso con tres es demasiado. — Dijo James. — Black, Pettigrew, se quedan. — ¡¿Por qué yo?! — Sirius y Peter lloraron al mismo tiempo. — Porque — James dijo, con los labios curvados: — Es idea de Moony y es mi capa. Se necesitaron pasar por unas más de peleas, levantamientos de egos y muchas promesas de que todas las noches se turnarían, para ser justos, antes de que los dos merodeadores rechazados accedieran. Poco después, Remus y James se arrastraban por la sala común de Gryffindor debajo de la capa, pasando de puntillas junto a algunos durmientes de séptimo año que yacían inconscientes en sus libros de texto NEWT. — Con suerte, dejarán de pelear si les damos una hora a solas. — James susurró, mientras dejaban el agujero del retrato y entraban al oscuro pasillo vacío. — ¿Por qué Sirius está siendo tan idiota con Peter, de todos modos? — Remus preguntó con su propia voz lo más bajo posible. No querían molestar a Peeves, o peor aún, a la señora Norris. — Todas las chicas saben sobre la Gran Carrera de Besos. — respondió James, moviéndose lentamente para que Remus pudiera seguir el ritmo, — Sirius cree que Pete les dijo. — ¿Por qué pensaría él eso? — Conoces a Black — dijo James con una sonrisa en su voz, — Le encanta sacar conclusiones precipitadas. Por lo general, las incorrectos. — ¿No crees que fue Peter, entonces? — Remus preguntó, inocentemente. — Moony — James resopló, — Sé que fuiste tú. — Ah. — No me molesta — se rió James en voz baja, — en todo caso, ha mejorado mis posibilidades de ganar la apuesta. — Marlene se ofreció a besarme — dijo Remus, de repente, — pero le dije que no estaba en la apuesta. No estaba seguro de por qué había decidido decírselo a James, o por qué había elegido un momento tan inoportuno para hacerlo. Supuso que solo quería que alguien lo supiera. Tal vez fue algo de jactancia, ellos habían sido los que no lo habían incluido en la carrera en primer lugar.
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— Ja — dijo James, — No le digas a Sirius, él nunca lo superará. — Ella te besaría. — Remus agregó, caritativamente, — Ella me dijo que lo haría. — Por desgracia, no será así — respondió James, casualmente. Remus estuvo pensativo por un momento, hasta que llegaron al reloj, al pie de la gran escalera. Era muy grande y muy hermoso, con un vasto marco de caoba tallado con varias criaturas mágicas y plantas, la cara y las manos fundidas en oro reluciente. Remus sacó su varita y se concentró cuidadosamente en desatar los amuletos protectores colocados allí por un gran mago hacia mucho tiempo. Llevó mucho tiempo; eran complejas e intrincadas, trenzadas en finito como encaje. Pero lenta y seguramente, uno por uno, sintió que la magia se desataba con un suave estallido en algún lugar de su abdomen. Le sonrió a James. — Aquí vamos. James agitó su propia varita hacia el reloj y la manecilla más larga rodó hacia atrás cinco minutos. Miró su propio reloj y ambos vieron que se sincronizaba. James se rió entre dientes. — Mira Moony, sabía que tenías que ser tú. Vamos, será mejor que regresemos. Volvieron a subir las escaleras, más rápido ahora, mareados por el triunfo. En la parte superior, Remus tuvo que hacer una pausa para respirar por un momento. Apoyó una mano en el hombro de James para estabilizarse y el otro chico esperó pacientemente. — ¿Oye, James? — ¿Si? — ¿De verdad vas a perder la apuesta con Sirius por el bien de Lily? La espalda de James se tensó un poco, pero no parecía molesto. — Puede que no pierda. — Pero Lily nunca va a... — Soy yo quien toma Adivinación, Lupin, no tú. — Sí, pero ella te odia. — Ella no me odia. — James se rió. — Lily Evans no tiene un hueso de odio en su cuerpo. Remus no dijo nada a esto, sabiendo que era bastante cierto. James continuó: — Aún no es el momento, eso es todo. Pero no me importa.
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— Oh. — Dijo Remus. Se le ocurrió por primera vez que a James no le gustaba simplemente Lily. Era algo completamente diferente. Remus quería hacer más preguntas, pero no sabía cómo, no era Sirius, no podía ser tan descarado. Cuando regresaron a la habitación, Sirius estaba paseando por el piso y las cortinas estaban echadas alrededor de la cama de Peter. Se podría suponer que no habían utilizado el tiempo para resolver sus diferencias. — ¿Bien? — Sirius ladró, ansioso, mientras James y Remus apagaban el reloj. — Hecho. — James dijo, simplemente, bostezando y dirigiéndose a su propia cama. Le dio unas palmaditas en el hombro a Sirius cuando pasó junto a él — Disfruta de tu descanso de cinco minutos. *** Y así continuó la broma. Todas las noches de esa semana, dos merodeadores bajaban las escaleras debajo de la capa de invisibilidad y realizaban el hechizo para mover el minutero cinco grados hacia atrás, de modo que para el sábado por la mañana, todos los relojes de Hogwarts llegaban veinticinco minutos tarde. Hasta ahora, nadie parecía haberse dado cuenta, y James y Sirius estaban inquietos. — La cosa es, — Sirius bostezó durante el desayuno, con los ojos somnolientos en su arrugado equipo de Quidditch. — En realidad, no estamos durmiendo media hora extra, ¿verdad? No nos vamos a acostar más temprano. — No, bueno, esa no era realmente la intención... — dijo Remus, tratando de preparar un sándwich tostado de mermelada y mermelada de fresa. — Aún así, creo que deberíamos sacar algo de eso. — ¿La satisfacción de un trabajo bien hecho? — Remus respondió, secamente, antes de morder su creación. La gelatina de fruta dulce rezumaba de entre las cortezas y le cubría los dedos. Sirius hizo una mueca, tenía aversión a las cosas pegajosas. Sin embargo, la brillantez de su propio genio aparentemente no fue suficiente para Sirius. A la mañana siguiente, Remus se despertó mucho antes de que sonara la alarma, y cuando miró el reloj de su mesita de noche vio que aparentemente todavía eran las 7 am. Se acercó y sacudió a Sirius. — ¿Qué hiciste ayer por la noche? — Remus preguntó, una vez que Sirius finalmente se despertó, — Tú y James estuvieron el reloj, ¿no? — Me apetecía acostarme un rato más, eso es todo... — ¿Por cuánto lo moviste? — No sé, ¿hora o dos? — ¡¿Qué?!
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— ¿¿Qué?? — Sirius pareció genuinamente sorprendido. —¿No es ese el objetivo de la broma? — Bueno... — Remus suspiró. ¿Qué sentido tenía? De todos modos, no podría continuar para siempre. — Eso sigue siendo demasiado. Voy a ir a ver si puedo adelantarlo un poco esta noche. Sirius se encogió de hombros, se dio la vuelta y se volvió a dormir. Algunas personas comentaron lo extraño que era despertarse a plena luz del día en invierno a las siete de la mañana, pero como era domingo de todos modos, Remus pensó que se habían salido con la suya. Esa noche, Remus y Peter bajaron las escaleras como de costumbre, y Remus trató de corregir la imprudencia de Sirius. — ¿Puedes hacer que nos levantemos más temprano el próximo sábado? — Peter preguntó, inseguro, Remus todavía no estaba seguro de que Peter entendiera completamente lo que estaban haciendo. — No veo por qué no — Remus se encogió de hombros. — ¿Por qué quieres levantarte temprano? — Es un fin de semana de Hogsmeade y me iba a encontrar... um... no, nada. — ¿¿Con quién?? — ¡Por favor, no se lo digas a James o Sirius! — ¿Quién, Pete? — Desdemona Lewis. — Oh... No, no se lo diré a nadie. Remus se fue a la cama con el corazón apesadumbrado esa noche. Sentía que había perdido a todos sus amigos ahora; la única que no quería hablar constantemente sobre sus relaciones con el sexo opuesto era Lily. Y se sentía un poco culpable con Lily, ya que inadvertidamente arruinó su proyecto de Pociones. Para ser justos, todos los de la clase se habían arruinado; — Oh cielos, — el profesor Slughorn se había rascado la cabeza, completamente confundido por las inútiles pociones que todos habían producido. — ¿Todos los dejaron reposar durante el tiempo correcto? Deben ser exactamente veinticuatro horas... Todos lo habían hecho, por supuesto. O pensaban que lo habían hecho. Realmente fue culpa de Sirius, se dijo Remus. Sirius, por supuesto, encontró todo la escena inmensamente divertida, y solo lo inspiró a tomar riesgos aún mayores. El problema era que Remus no podía atraparlo. Cada vez que le tocaba a Sirius bajar
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y cambiar los relojes, se aseguraba de ir con Peter o con James. Y cada vez que Remus se ofrecía como voluntario para ir, Sirius daba un paso atrás. — Sé lo que estás haciendo. — Remus le dijo, cuando se despertaron una 'mañana' con el sol ya en su punto más alto en el cielo. — Y sé lo que estás haciendo — respondió Sirius con una sonrisa, — Pequeño angelito. Era cierto, Remus bajaba cada dos noches y trataba de arreglar cualquier caos que Sirius había causado, de modo que para la tercera semana de noviembre los relojes se movían salvajemente de una manera u otra, a veces alterados hasta en cuatro horas. El principal problema era que Sirius no le decía cuánto estaba cambiando el tiempo, por lo que Remus tenía que adivinar sus correcciones. — ¡¿Qué diablos está pasando?! — Mary dijo, una mañana en el desayuno, después de quizás sólo cuatro horas de sueño. Remus se sentía mal, pero había sido la única forma de recuperar terreno en el ridículo tira y afloja de Sirius. El desayuno se había convertido en un evento muy extraño: parecía que los elfos domésticos en la cocina estaban más confundidos que nadie acerca de la hora del día y estaban en desacuerdo sobre qué comida deberían servir. Como tal, se servían huevos revueltos junto con puré de papa y salsa; piernas de cordero acompañadas de copos de maíz, y una o dos veces todos habían llegado a cenar y no había aparecido nada. A Sirius y James les encantaba cada minuto de esto, por supuesto. — ¿Qué quieres decir? — Preguntó James con indiferencia. Sirius no estaba hablando esa mañana, solo bostezaba y ocasionalmente fruncía el ceño a Remus. — ¿No hay nadie más durmiendo realmente mal? — Mary preguntó, desesperada. Estaba empezando a verse bastante agotada: su cabello oscuro se le salía de las trenzas en gruesos sacacorchos y sus ojos estaban ligeramente inyectados en sangre. — ¿Y qué pasa con el clima? — Sí, ayer estaba muy oscuro — bostezó Marlene, — pero hoy empezó a amanecer a las seis o algo así. — Hogwarts es un lugar muy misterioso y mágico. — Dijo James. — ¿Quiénes somos para cuestionar su funcionamiento interno? Mientras tanto, Remus estaba muy preocupado por la próxima luna llena. De todos modos, pensó que llegaría pronto, no podía estar seguro. Si Sirius no bajaba la velocidad, podría perder la pista por completo y tendría que encerrarse en la casa de los gritos durante una semana. No sabía cómo explicarle eso a Madame Pomfrey, pero si no hacía algo, corría el riesgo de transformarse en algún lugar del castillo. *** Miércoles 27 de noviembre de 1974 Para la cuarta semana, Remus no pensó que ninguno de los merodeadores supiera cuál diablos se suponía que era la hora, ni siquiera en el sentido más vago. Había dejado de intentar corregir a Sirius, y en su lugar pensó que era mejor dejar que las cosas se desarrollaran. Las cosas finalmente llegaron a un punto
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crítico cuando, mientras bostezaban durante una lección de Transfiguración, Peter de repente miró por la ventana con un grito ahogado. — ¿Qué pasa, Pettigrew? — McGonagall espetó, había estado mucho más irritable de lo habitual. De hecho, todos lo habían hecho, y Remus decidió no estropear nunca más el patrón de sueño de nadie. — N-nada, profesora. — Peter miró hacia abajo, apresuradamente. Pero fue demasiado tarde; toda la clase, incluida McGonagall, ahora también miraba por la ventana y veía salir el sol a las once de la mañana. — ¡Oh, por el amor de Dios! — Dijo McGonagall. — Clase, los quiero a todos en el Gran Comedor a la vez. Voy a ver al director. Menos de una hora después, Remus se sentía extremadamente nervioso rodeado por el resto de la escuela mientras esperaban que Dumbledore se dirigiera a ellos. No había visto mucho al director ese año; el anciano estaba a menudo ausente en las comidas ahora, y McGonagall había dicho que simplemente estaba en un negocio para el ministerio. Aún así, él estaba aquí ahora, y Remus no pudo detener la sensación de hundimiento en la boca del estómago cuando el mago de cabello blanco se acercó al atril. — ¿Qué crees que está pasando? — Lily le preguntó a Remus. Mary dormitaba en su hombro. — Ni idea — respondió, esperando que sonara convincente. — Parece, — comenzó Dumbledore. Hablaba muy suavemente para un maestro, Remus siempre había pensado, pero de alguna manera todos se quedaron callados. — Que tenemos algunos bromistas entre nosotros. De inmediato, todos en la habitación se volvieron para mirar a Remus, Sirius, James y Peter. Remus siguió mirando al frente, ignorándolos; Peter comenzó a sacudir su rodilla con ansiedad, mirando a James, quien le devolvió la sonrisa a su audiencia de una manera afable. Remus no podía ver lo que estaba haciendo Sirius, pero seguro que era algo ridículo y muy irrespetuoso. Aún así, Dumbledore no hizo acusaciones, solo sonrió amablemente y continuó, —Tengan la seguridad de que los relojes ahora están siendo corregidos y se están tomando medidas para asegurar que esto no vuelva a suceder. Mientras tanto, creo que a todos nos vendría bien un poco de descanso. Voy a cancelar el resto de las clases de hoy, para reanudarlas a nuestra hora habitual y correcta mañana por la mañana. Hubo un murmullo colectivo de agradecimiento por esta noticia. — ¡Si! — Sirius siseó, — ¡Resultados! — Ahora, — Dumbledore levantó los brazos, — ¡Váyanse, usen este tiempo sabiamente! Todos en el pasillo se pusieron de pie y comenzaron a caminar fatigosamente hacia las puertas. Los merodeadores estaban a punto de seguir su ejemplo, cuando McGonagall apareció detrás de ellos, colocando una mano sobre los hombros de Sirius y James. — Esperen. — Ella dijo. — No ustedes cuatro.
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Remus tragó saliva, mientras el resto de la escuela desocupaba la habitación, hasta que solo quedaron ellos cuatro, Dumbledore y McGonagall. — Entonces, — Dumbledore sonrió, amablemente, — ¿A cuál de ustedes se le ocurrió la idea, eh? ¿O fue un esfuerzo colectivo? Los cuatro muchachos se miraron el uno al otro, luego se miraron el regazo. Dumbledore se rió entre dientes, — Admirable. — Dijo con aprobación: — Entonces tendremos que tratarlos a todos por igual, ¿eh? Creo que diez puntos cada uno de Gryffindor, ¿Está de acuerdo, profesora McGonagall? — ¡Por lo menos! —— Ella asintió con la cabeza, — ¡Y detenciones! — Dejaré eso en sus hábiles manos, entonces. Solo una cosa, muchachos. Todos miraron hacia arriba, haciendo una mueca de dolor mientras se preparaban para la reprimenda. — Claramente todos ustedes son magos muy dotados, — continuó Dumbledore sonriendo. Peter soltó un chillido extraño. — Eso está claro. Era un hechizo simple, sí, pero muy efectivo. Ese tipo de pensamiento los llevará lejos. ¿Pero quizás un poco más de previsión y planificación la próxima vez? Puede que no los descubran tan rápido. — ¡Tres semanas no está mal! — Sirius espetó. James lo pateó, pero Dumbledore se rió. McGonagall se puso roja de ira, — ¡Entonces serán tres semanas de detención, Black! Sirius rápidamente inclinó la cabeza, y James murmuró en voz baja: — Idiota.
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63 Diciembre I'm torn between the light and dark Where others see their targets, divine symmetry Should I kiss the viper's fang? Or herald loud the death of man I'm sinking in the quicksand of my thoughts And I ain't got the power anymore Miércoles 4 de Diciembre de 1974 A todos les dieron tres semanas de detención con McGonagall, lo que significaba escribir líneas y tener tarea adicional, y se les prohibió la entrada a Hogsmeade hasta el año nuevo, para horror de Peter. La pobre señorita Lewis tendría que esperar. Esto también significaba que Remus no podría comprar ningún regalo de Navidad para sus amigos, pero estaba agradecido por esa excusa. Hasta ahora había sumado una pequeña fortuna (a sus ojos, al menos) de diez galeones y doce sickles. No estaba ni cerca de la herencia de James, por supuesto, ni siquiera del legado de Sirius de su tío, pero era más de lo que Remus había tenido, incluso en dinero muggle. Ya había comenzado a hacer planes para el momento en que cumpliera los diecisiete. Aprender a aparecer era clave, tenía que asegurarse de hacerlo bien. Luego, compraría suficientes suministros y comenzaría su búsqueda. Y pensó que sabía por dónde empezar. Este trimestre, desde que había regresado a Hogwarts, Remus había estado leyendo el Diario El Profeta de cabo a rabo. Tomaba prestada la copia de James y copiaba notas en privado, generalmente en la biblioteca, donde los otros merodeadores no lo molestarían. Estaba buscando cualquier cosa; ataques, avistamientos, rumores. Cualquier cosa relacionada con hombres lobo o 'criaturas oscuras no identificadas'. Había algo allí; James sostenía que esto se debía a que el ministerio no quería asustar a nadie. Pero aún así eran pistas. A veces había historias de Aurores que encontraban "reuniones ilegales" o juntadas, siempre en lugares distantes y remotos; las Hébridas exteriores o Brecon Beacons. Y siempre eran la noche antes de la luna llena. Esta era una evidencia sólida, en lo que a Remus se refería: Greyback estaba reuniendo seguidores, y a nadie más parecía importarle; incluso los Aurores estaban siendo casuales al respecto. Como lo habían sido con Lyall. A principios de Diciembre, Remus estaba lo suficientemente preocupado como para consultar a Ferox. El plan de estudios de Cuidado de criaturas mágicas de este año había demostrado ser tan fascinante como el año anterior, y la dedicación de Ferox a la enseñanza no había disminuido. Incluso había insinuado la posibilidad de traer un demiguise real como regalo de Navidad, aunque Remus no tenía idea de dónde iba a conseguir uno.
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El profesor los había llevado a todos al lago para una lección, donde Ferox había mantenido una conversación larga y aguda con una de las personas del lago que vivía allí. Nadie tenía la menor idea de lo que estaban hablando, pero de todos modos había sido interesante y Remus había hecho algunos diagramas muy útiles. Con estos diagramas y el ensayo que los acompaña, Remus se acercó a la oficina de Ferox una lúgubre tarde de Diciembre. Dado que tanto Sirius como James estaban ahora en el equipo de Quidditch, era mucho más fácil para Remus escabullirse y llevar a cabo sus propios asuntos personales, últimamente ya sea cazando hombres lobo o como el principal proveedor de tabaco de Hogwarts. Lily le había preguntado si quería ir a la biblioteca con ella; pensó que debía sentirse un poco sola este trimestre, ya que a menudo le preguntaba si quería ir aquí o allá con ella. No se había dado cuenta de que ella pasaba menos tiempo con Mary y Marlene, pero ¿Quién iba a saber con las chicas? De todos modos, habiéndose liberado de todas las demás responsabilidades, Remus llamó a la puerta de la oficina de Ferox. — Adelante — gritó la familiar voz cantarina de liverpudliano. Remus sonrió y entró. — Hola, profesor — dijo, agarrando sus papeles. — ¡Lupin! Siéntate, siéntate — le sonrió Ferox desde detrás de su escritorio. Parecía estar reparando una gran jaula dorada; su escritorio cubierto con herramientas, cables y otras cosas que no parecían pertenecer a la oficina de un maestro. — Tengo mi ensayo de tritones aquí — lo dejó en el único espacio libre en la superficie. — ¡Vaya, Remus, si que eres ansioso! — El profesor Ferox sonrió, guardando sus herramientas en una bolsa de cuero. — Eso no se debía entregar hasta el último día del trimestre. Remus se encogió de hombros, secretamente emocionado. —Lo tenía terminado, así que pensé que mejor podría entregarlo ahora. — Muy bien. ¿Te apetece un té? — Sí, por favor. Ferox empujó la gran jaula a un lado y agitó su varita, casualmente. La varita de Ferox era más corta que la de Remus, y más gruesa, hecha de algún tipo de madera nudosa, como si estuviera partida directamente de la rama de un árbol. Una tetera apareció de la nada, seguida de cerca por dos tazas y platos que cayeron ruidosamente sobre la mesa. Eran bastante viejos y estaban quebrados en algunas partes. — Ups — Ferox sonrió, tímidamente, — Nunca fui muy delicado con los encantos. Este es el viejo juego de mi abuela, como puedes ver.
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Remus sonrió cortésmente y usó su propia varita para servir el té. Encontró la levitación muy fácil, y Ferox parecía impresionado. —Abue solía beberlo del platillo y todo — murmuró con nostalgia, llevándose la taza a los labios, "— Pensaba que era elegante, dios mío. Remus nunca sabía qué decir cuando la gente empezaba a hablar de sus familiares. Le había tomado cuatro años aprender que las personas que tenían familias no querían realmente escuchar las experiencias de las personas sin ellas. Las hacía sentir incómodas. Ferox pareció notar la educada reticencia de Remus y cambió de tacto, — En este punto, mi abuela me ofrecería una galleta y un cigarrillo, pero me temo que me he quedado sin ambos. Remus levantó una ceja y buscó dentro de su bolsillo. — Aquí, señor — dijo, ofreciendo una caja de marlboro. — Ah, entonces los rumores son ciertos, ¿eh? Nuestro contrabandista residente. Remus se encogió de hombros de nuevo, tratando de enmascarar cuidadosamente su emoción cuando Ferox realmente aceptó un cigarrillo y lo encendió pulcramente con la punta de su varita. — ¡¿Cómo hizo eso?! — Preguntó, probándolo con su propia varita, sin éxito. Ferox se rió entre dientes. — Ven aquí — Remus se inclinó sobre el escritorio para permitir que Ferox encendiera su cigarrillo. — Será mejor que no te enseñe — le guiñó el ojo el profesor — Es un hábito terrible. Remus sonrió a través de la nube de humo, dando una larga calada. — Entonces — dijo Ferox, reclinándose en su silla, — ¿Supongo que esto es más que una visita social, joven Lupin? — Erm... sí, algo así — asintió Remus, aclarándose la garganta, — Solo tenía algunas preguntas más sobre... bueno, no sabía a quién preguntar, y dijo el año pasado que siempre podía venir a verlo. — Por supuesto. ¿Se trata de tu padre? — Oh no — Remus negó con la cabeza con vehemencia, — No él. Puede que haya sonado un poco más enérgico de lo que pretendía, pero estaba harto de Lyall Lupin y del horrible, vacío y culpable sentimiento que tenía cuando pensaba en el hombre. No quería saber más sobre el pasado, se trataba del futuro. Remus dio otra bocanada, dejando que calmara sus nervios. — Se trata de Greyback. — Remus... — Merezco saberlo. — Dijo, sombrío, perdiendo su sonrisa. — Es mi vida.
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Ferox lo miró durante mucho tiempo, antes de suspirar. — Igual que tu papá. Ok, ¿Qué quieres saber? No es que pueda decirte mucho, claro. Hasta donde todos saben, sigue siendo un fugitivo buscado. — Los artículos que me dio, uno de ellos decía que el ministerio pensaba que estaba tratando de formar un ejército, por eso le gustan… los niños. — Eso es solo un rumor. — Ferox dijo, frunciendo el ceño, — No hay evidencia. — Yo soy la evidencia. — Remus dijo, inconscientemente presionando una mano sobre su costado, donde la peor cicatriz de todas estaba escondida debajo de su uniforme. — Todavía no significa... bueno, si él hubiera estado tratando de hacer eso en los sesenta, entonces pensarías que ya lo sabríamos, ¿eh? Esa era una línea falsa de razonamiento, en opinión de Remus, agitó una mano. — Ha habido ataques, si lees los periódicos correctamente. El Señor Oscuro, es la persona perfecta para animar a Greyback, por lo que he escuchado. Es necesario hacer algo para evitar que las personas se unan a ellos. Para evitar que... personas como yo se unan a él. — No sé lo que sabes sobre el llamado 'Señor Oscuro', — respondió Ferox, rígido, — Pero solo está interesado en la pureza de la sangre. Consideraría a alguien como Greyback un híbrido. Debajo de él. Remus pensó en Snape y los otros Slytherin, e inmediatamente descartó esta teoría también. — Puede que no lo respete, pero siempre y cuando Greyback haga el trabajo y si consigua suficientes seguidores. — Estás sobreestimando su poder, el de ambos. El Señor Oscuro es solo un advenedizo político, que se alimenta de cierta opresión percibida; nadie lo toma en serio. Nadie que importe. Y Greyback... bueno, es prácticamente un abandonado, un loco delirante. Ninguno de los dos tiene nada sustancial que ofrecer a sus seguidores. Remus resopló; — Sí, bueno, el ministerio no tiene mucho que ofrecerme, excepto un collar y una celda con barrotes. — Remus, eso no es cierto — Ferox sonaba angustiado. A Remus no le importaba. — ¡Sí lo es! Tengo casi quince años, no soy un niño. Mis perspectivas laborales son solo un poco menos mierda como muggle que como mago. No puedo evitar notar que soy el único en Hogwarts, no puedo evitar notar que se supone que no debo decirle a nadie... oh, espera, hasta que tenga diecisiete, entonces tengo que decírselo a todos, ¿Verdad? Entonces todos los demás saben que deben evitarme en caso de que tenga un poco de hambre. Es posible que Greyback no tenga mucho que ofrecernos a los mestizos, pero cuando no tienes mucho más a tu favor...
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— Remus, tienes... — ¡No! ¡¡He leído las leyes, los estatutos y el puto registro!! Apagó el cigarrillo en los restos de la taza de té, furioso. Faltaban semanas para la luna llena, pero su temperatura estaba aumentando, su corazón latía con fuerza mientras miraba a Ferox, desafiándolo a responder. El propio Ferox parecía bastante conmocionado, mudo. Esto en sí mismo enfrió el temperamento de Remus - había querido tener una discusión racional, había querido aprender cosas; no gritarle a su maestro favorito. Sacó otro cigarrillo y lo encendió con la caja de cerillas que llevaba, luego empujó la caja sobre el escritorio hacia Ferox. — Es suyo. — Dijo en voz baja, inhalando: — Lo siento. No quise gritar. — Está bien gritar, Remus — sonrió Ferox, débilmente, —Especialmente cuando alguien no está escuchando y necesitas ser escuchado. Remus lo miró con curiosidad. Ferox se relajó un poco, — Creo que ves la ira como una debilidad, pero no lo es. Es bueno estar enojado, y tienes una maldita buena razón para estarlo. Tienes razón. Tenemos toda necesidad de preocuparnos por Voldemort, y Greyback, y el resto de la multitud de sangre pura. Si el ministerio está preparado para tratar a los magos buenos, inteligentes y reflexivos de la forma en que te tratan a ti, entonces las personas como el Señor Oscuro siempre tendrán seguidores. Remus lo miró atónito. — Pero. — Ferox dijo: — Siempre habrá gente trabajando en su contra también. Y mientras estemos enojados, ellos no ganarán. — No ganarán. — Repitió Remus. Por lo general, se sentía avergonzado después de un arrebato como ese, pero ahora se sentía más tranquilo, incluso aliviado. — Y no pienses ni por un minuto que tienes prospectos de mierda. — Ferox arqueó una ceja, — Si crees que Dumbledore movió cielo y tierra para darte una educación solo para verte terminar no mejor que un squib, entonces no conoces a Dumbledore, muchacho. *** Viernes 20 de Diciembre de 1974 A medida que avanzaba Diciembre y las noches se alargaban, el castillo se vio envuelto en luces de colores y un pesado manto de nieve. Todo el mundo parecía estar más animado que de costumbre y más emocionado que nunca de celebrar la Navidad. Los búhos recorrían los pasillos a la velocidad del rayo, entregando paquetes y tarjetas envueltas en brillantes colores; la profesora de Herbología había encantado el acebo y la hiedra para que se tejieran alrededor de cada candelabro y barandilla; Se podía ver al profesor Flitwick casi todas las noches enseñando a los retratos a cantar villancicos, y Sirius Black terminó el período vestido de pies a cabeza con oropel. En realidad, esto no había sido idea de Sirius; James lo había iniciado, usando un hechizo pegadizo eterno para colocar las decoraciones en los cuellos y puños de la túnica de Sirius mientras
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dormía. Si había pensado que esto podría avergonzar a Sirius, estaba muy equivocado: Black adoraba su nueva apariencia y la usaba con orgullo. De hecho, para el último día del trimestre, al menos otros quince chicos lo habían copiado, así como un grupo de chicas que últimamente habían empezado a seguir a Sirius. Parecía que todas las chicas de la escuela se habían enterado de la Gran Carrera del Beso y el efecto no fue el que Remus esperaba. Si bien Marlene había actuado con sensatez al rechazar los avances de Black, había muchas chicas en su año, e incluso en el año anterior, que esperaban ayudar a Sirius a ganar la apuesta. Al principio pensó que esto era muy divertido, pero después de casi un mes de ser seguido por una manada de adolescentes riendo tontamente, recibiendo notas de amor fuertemente perfumadas y siendo interrumpido en casi todo momento, había reclutado a Mary como guardaespaldas. Mary era perfecta para esto: discutidora, lista para decir lo que pensaba y no estaba interesada en Sirius en absoluto. — Eres un cobarde — suspiró, en la última noche del trimestre, mientras todos se sentaban juntos alrededor de la chimenea. James estaba jugando con una Snitch dorada que había robado del cobertizo de juegos, tratando de impresionar a Lily, quien tenía la cabeza gacha y estaba terminando frenéticamente sus tarjetas de Navidad. Peter no estaba por ningún lado, Marlene estaba jugando una partida de ajedrez con Remus, y Sirius acababa de llamar a Mary para que se sentara más cerca de él, mirando con cautela a un grupo de chicas que lo miraban desde la esquina. — No soy un cobarde — respondió secamente, aflojándose la corbata — Me gusta mi privacidad. — Siempre puedes besarte con una de ellas — respondió Mary, estirándose en el sofá y colocando sus piernas sobre el regazo de Sirius. Él la dejó. — ¿No era ese el objetivo de la apuesta? — Bueno, sí — respondió Sirius, en un tono mesurado, — Pero se suponía que ellas no debían saberlo, se suponía que yo las conquistaría con mi encanto y mi apariencia pícara — No tienes miedo, ¿verdad? — Mary ronroneó. — Sería estúpido de mi parte no tenerles miedo. — Sirius se rió, — Están locas. — Mary, ¿Cuál es el apellido de Darren? — Preguntó Lily, levantando la vista de su pila de cartas. — Harvey. — Mary dijo: — Dios, no le enviarás una tarjeta, ¿verdad? ¡Solo lo has conocido una vez! — Es bueno recibir tarjetas en Navidad. — Lily sonrió, volviendo a su escritura. — Está bien, pero no lo envíes por búho, es un muggle. — ¿Cómo le has estado escribiendo todo el año? — Preguntó Remus, genuinamente interesado.
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—Le envío las cartas a mamá y ella las pone en su buzón. Solo vive al otro lado del pasillo. Y hay una cabina telefónica a las afueras de Hogsmeade, así que hemos charlado una o dos veces. — ¡No sabía que había una cabina telefónica! — Sí, es un poco antigua, uno de los Ravenclaw me dijo que era un traslador una vez durante la guerra, pero aún funciona. — Ella se estiró de nuevo, — No puedo esperar a verlo — suspiró. Sirius apartó sus piernas, fingiendo inclinarse y mirar el juego de ajedrez. — ¿Dónde estarás para Navidad, Remus? — Preguntó Lily, lamiendo su último sobre. — ¿No te quedarás aquí, espero? — Lupin y Black estarán en mi casa de nuevo — dijo James, ansiosamente. Lily le lanzó una mirada fulminante. — Oh por supuesto. Remus estaba ansioso por ver a los Potter este año. Solo se quedaría una semana, ya que la luna llena caía el día veintinueve, pero estaba bien para él, simplemente no podía esperar por los regalos y las decoraciones, y la comida de la Sra. Potter. — Estoy hambriento. — Sirius bostezó, perezosamente, — ¿Dónde está Pete? ¿Podemos enviarlo a las cocinas por nosotros? — No tengo idea de dónde está en realidad. — James dijo: — No lo he visto desde la cena. — ¿Está empacando? — Sugirió Lily. — Iré y comprobaré — Remus se puso de pie, estirándose. — Yo también tengo hambre, creo que hay unos pasteles de caldero en mi baúl... — No digas más... — Sirius se levantó también, siguiéndolo. Remus suspiró. Sirius se pasaba la mitad de su tiempo rogando por dulces del resto de ellos. No es que no fuera generoso con los suyos, solo que rara vez parecía tener alguno. Peter no estaba en el dormitorio, pero sí los pasteles de caldero. — Me pregunto qué le ha pasado— Remus se frotó la nuca. — Mira el mapa — dijo Sirius, esparciendo migas por todas partes, la boca llena de pastel. Remus arqueó una ceja pero no dijo nada, y recuperó el mapa de su mesita de noche. Lanzó el hechizo de localización y el mapa rápidamente resaltó una pequeña bandera con el nombre 'Peter Pettigrew'. Parecía como si estuviera en un armario de escobas cerca del aula de Encantamientos.
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— ¿Qué está haciendo ahí? — Murmuró Sirius, metiéndose otro pastel en la boca. Remus gruñó esta vez, doblando el mapa. — No sé. ¿No crees que los Slytherin lo atraparon? — ¿Tal vez? — Sirius tragó saliva. —Si le ponen un hechizo vinculante, podría estar atrapado allí toda la noche. Vamos a buscarlo, entonces. — ¿Traigo a James? — Err... — Sirius miró hacia la puerta, y Remus supo de inmediato que temía tener que pasar el guante de chicas esperando allí. — No, tomemos la capa y bajemos sigilosamente, no tomará mucho tiempo, y de todos modos solo dos de nosotros encajamos. Remus se encogió de hombros a modo de consentimiento. Si no les tomaba mucho tiempo rescatar a Peter, tal vez podrían ir a las cocinas después. Sirius había terminado sus pasteles de caldero. Se acurrucaron juntos bajo la capa y se apresuraron en silencio escaleras abajo, pasando junto a James y las chicas, por el agujero del retrato. — Típico del maldito Peter — resopló Sirius, en voz baja, — Cuatro años como merodeador y todavía es una mierda en hechizos defensivos. — Tal vez lo atacaron por la espalda — sugirió Remus, — O tal vez había muchos de ellos. No sabía por qué, pero le encantaba contradecir a Sirius. James lo llamaba peleas, pero Sirius nunca había dado ninguna señal de que le molestara. Continuaron, a través de los oscuros pasillos de piedra, hacia el corredor de Encantamientos. — Aquí, ¿es ese? — Sirius susurró, mientras llegaban a una puerta. — Sí — respondió Remus, — Está ahí. — Podía olerlo. — Ok, ¿varita lista?... ¡Uno, dos, TRES! Sirius abrió la puerta rápidamente, para sorpresa de Peter, quien no estaba en peligro, y de Desdemona Lewis, quien gritó: — ¡¿Quién está ahí?! — Miró a su alrededor, pálida y con los ojos muy abiertos, el cabello revuelto y los labios muy rosados y húmedos. Pete también miró a su alrededor, un poco más suspicaz, pero igual de arrugado. — Probablemente solo Peeves. Sirius comenzó a temblar de risa, y Remus rápidamente se tapó la boca con la mano, tratando de alejarlo del armario. Pobre Peter.
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— Voy a volver a mi sala común, me meteré en muchos problemas si vuelven a pillarme fuera de los límites —decía Desdemona mientras se alisaba la blusa. Besó delicadamente a Peter en la nariz. — ¿Te veo mañana, Petey? ¿En el tren? — Sí... está bien... — respondió Peter, muy distraído, todavía mirando a su alrededor, buscando a su asaltante invisible. Remus agradeció a cualquier dios que hubiera por su fuerza superior, mientras Sirius luchaba locamente por liberarse y causar aún más lío. Remus no lo dejó ir hasta que Desdemona desapareció por la esquina. De todos modos, Peter ya conocía la situación. — ¡Muy bien, muéstrense! — Sacó su varita justo cuando Remus soltó a Sirius y ambos salieron de debajo de la capa de invisibilidad. — ¡LO SABÍA! — Peter gritó. — ¡TÚ ESCURRIDIZO! — Gritó Sirius, riendo tan fuerte que se estaba sosteniendo el estómago, — ¡¿Cuánto tiempo ha estado pasando?! — Una semana — respondió Peter, poniéndose rojo — ¿Cómo me encontraste? — ¡¿UNA SEMANA?! ¡Merlín, Pettigrew! ¡¿Qué crees que haces mintiéndonos durante toda una semana?! — ¡Me habrías tomado el pelo! — Nos burlamos de ti de todos modos. — ¿Podemos ir a las cocinas ahora? — Remus suspiró. — ¡Espera a que James se entere de esto! — Sirius dijo, sonando asombrado, — No puedo creerlo. Realmente no puedo. Peter Pettigrew: Un mujeriego. — Callate. — Peter se enfurruñó, metiendo las manos en los bolsillos. — Voy a la sala común, no tengo hambre. — Bueno, por la forma en que te comiste la cara de Lewis... — ¡Cállate! — Peter desapareció por el siguiente pasillo. Sirius se rió todo el camino hasta las cocinas, y todavía estaba un poco histérico en el camino de regreso, incluso cargado de golosinas y dulces de los elfos domésticos. — Al menos esto significa que la estúpida carrera de besuqueo ha terminado. — Remus dijo, amablemente, mientras se acercaban al retrato de la dama gorda. Sirius se detuvo en seco, causando que Remus chocara con él, casi tirando su botella de cerveza de mantequilla.
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— ¡Uf, no pensé en eso! — Bueno, no tienes que pensar en eso ahora — espetó Remus, frotándose el codo donde lo había golpeado — Pete ganó. — Tienes razón, Moony. ¡Ugggh! Eso significa que si no me beso a finales de este año, ¡Voy a ser un perdedor mucho más grande que Pettigrew! Remus suspiró pesadamente. (Song: Quicksand - David Bowie)
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64 Navidad Lunes 23 de Diciembre de 1974 Aunque Hogwarts se veía tan pintoresca como una tarjeta de Navidad bajo el manto de nieve en las tierras del norte, los merodeadores bajaron del tren en Londres bajo la llovizna gris del sur. El clima continuó de la misma manera durante la mayor parte de las vacaciones de Navidad, lo que significa que el trineo estaba descartado este año, para decepción de Remus. Eso también quería decir que los primeros días antes de Navidad fueron bastante aburridos, y lo compensaron haciendo viajes regulares al pueblo, debajo del enorme paraguas negro del señor Potter, y pasando largas tardes en el cine muggle allí. Remus los había convencido para que fueran; no había ido a ver una película desde que comenzó en Hogwarts, y la pandilla de Ste había estado hablando sobre Death Wish todo el verano, así que se moría por verla. Era tan emocionante como esperaba; llena de venganza y sangre. Charles Bronson le recordaba un poco al profesor Ferox. James y Sirius estaban más interesados en averiguar cómo funcionaba el proyector, lo que le quedaba bien a Remus, porque significaba que estaban de acuerdo en ir con él dos veces. Sin embargo, el aburrimiento pronto se apoderó de ellos, y en la tercera visita a la casa de las películas, una distracción se presentó en forma de un grupo de chicas haciendo cola en la taquilla. De inmediato, James y Sirius dejaron de discutir los entresijos de la percepción visual versus la velocidad de fotogramas, y comenzaron a actuar de manera muy extraña. James hizo más esfuerzo que nunca para peinar su cabello, mientras Sirius comenzaba a apoyarse casualmente contra la pared como si fuera James Dean. Las chicas obviamente lo notaron, y siguieron mirando hacia atrás y luego riendo entre ellas. Deben estar heladas, usando minifalda en Diciembre, pensó Remus para sí mismo. Finalmente, las chicas terminaron de comprar sus boletos y pasaron a la segunda pantalla. — Moony, — dijo Sirius, sin apartar la vista del grupo de largas piernas que acababa de pasar, — ¿Qué tal si vemos algo diferente hoy? — Sí — asintió James, sin inmutarse. Remus miró el cartel encima de la puerta. 'El gran Gatsby'. Arrugó la cara. — Uf, es un romance, de todos modos... ¿Por qué quieres ver eso? — Protestó. Pero ya era demasiado tarde, ya estaban a mitad de camino. Remus se sentó en la primera fila y se resignó a su destino. Puede que no sea tan malo, le gustaba Robert Redford en Butch Cassidy y en el Sundance Kid, no era tan genial como Charles Bronson, pero podría dispararle a alguien, como mínimo.
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Media hora después y, por mucho que no quisiera admitirlo, Remus estaba completamente inmerso en la película, a pesar de todos sus tonos pastel y disfraces tontos. Hasta ahora no había habido tiroteos, pero esperaba lo mejor y, mientras tanto, alentaba a Daisy para que entrara en sentido y dejara a su horrible marido. En algún momento, Remus miró a su izquierda, para ver si Sirius y James también estaban disfrutando de la película, y descubrió que lo habían abandonado. Girando en su asiento, miró hacia la oscuridad detrás de él, y pudo distinguir las formas oscuras de sus dos amigos sentados en la última fila, ambos involucrados en una especie de horrenda pelea de adolescentes con dos de las chicas de más temprano. Mortificado, Remus se dio la vuelta de inmediato y se agachó en el asiento de terciopelo rojo. Ahora no podía concentrarse en la película, y de todos modos tenía razón; era un romance estúpido, aburrido y femenino, y Robert Redford claramente no iba a dispararle a nadie pronto. En una fracción de segundo tomó su decisión y rápidamente abandonó el teatro. Era demasiado tarde para conseguir un boleto para Death Wish, y el acomodador detrás del puesto de boletos le estaba mirando con mucho detenidamente, así que metió las manos en los bolsillos y se inclinó hacia afuera, sintiéndose amargado y mezquino. La ciudad en la que vivían los padres de James era mucho más elegante que en la que había crecido Remus; todas eran bonitas casas de ladrillos rojos y robles. Había una gran viña verde en el centro, y Remus podía imaginarse que jugaban al cricket en verano. Sin embargo, ahora estaba lloviendo y James tenía el paraguas, por lo que Remus no tuvo más remedio que esconderse bajo la parada de autobús más cercana. Había una pequeña tienda, justo enfrente de la parada de autobús, y la observó durante un rato, comprobando los puntos de entrada más sencillos. No es que fuera a irrumpir. Definitivamente podía; parecía muy fácil, pero ¿y si el señor y la señora Potter se enteraban? Nunca más lo volverían a tener para Navidad. Pensó en volver a la casa, pero no quería explicar por qué había dejado a Sirius y James en el cine de esa manera. Le dio un retorcijón. Pateó el costado de la parada con sus pesadas botas. Una anciana, que pasaba junto a su perrito escocés, lo regañó en voz alta, y él maldijo a cambio, levantando el dedo del medio. Incluso James lo había defraudado ahora. ¡James! Cuya pura y honesta adoración por Lily Evans había sido lo único que convenció a Remus de que el besuqueo podría no ser tan desagradable después de todo. Había esperado algo como esto de Sirius, quien nunca había tenido ningún tipo de control sobre sus impulsos de todos modos, ¡¿pero James?! — ¡Oye, Moony! — Como por arte de magia, James y Sirius aparecieron al otro lado de la carretera, debajo del gran paraguas negro. Trató de ignorarlos, pero era un poco estúpido, ya que eran las únicas tres personas en la calle. — ¿A dónde vas? — Sirius sonrió, mientras cruzaban para unirse a él debajo de la parada del autobús. — Solo me estoy sentando aquí. — Remus se encogió de hombros. — ¿Por qué te fuiste? — ¡Podría preguntarles lo mismo!
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— Solo salimos por un minuto... — Uf, no quiero oír hablar de eso. — Remus se tapó los oídos. Miró a James, — ¿Qué pasa con Lily? ¿Qué pasa con 'todavía no es el momento, pero no me importa'? — Remus repitió las palabras que James había dicho en Noviembre. James pareció afligido por un momento, pero Sirius se rió de buena gana y le dio una palmada en el hombro a Remus. — Oh, vamos. A Evans no le va a importar si Potter se besuqueó con una chica muggle cuando tenía catorce años. Cálmate, Moony. Eso fue todo. Si había algo más probable que hiciera que Remus se enfureciera, era que le dijeran que "se calmara". — ¡No! — Él gruñó, — ¡Me hiciste ver esa película de chicas estúpidas solo para poder tocar a un par de pájaros muggles en la última fila! Sirius tiró su cabello oscuro y puso los ojos en blanco. — Merlín, Lupin, podemos ir a ver a tu amado Charles Bronson mañana, si realmente quieres. Quiero decir, discúlpanos si queremos actuar como adolescentes normales durante cinco minutos. Algo sobre este insulto golpeó a Remus con tanta fuerza, que si hubiera tenido su varita hubiera maldecido a Sirius en ese mismo momento. Tal como estaban las cosas, solo tenía sus puños; afortunadamente, era bastante bueno con ellos, y golpear a menudo era mucho más satisfactorio que maldecir. Para cuando James los separó y se interpuso entre ellos, la nariz de Sirius estaba extremadamente ensangrentada y Remus pudo sentir el comienzo de un ojo morado formándose. — ¿Qué les pasa a ustedes dos? — James resopló, arrastrándolos a ambos bajo la lluvia de regreso a la casa de sus padres. — ¡Es un estúpido! — Remus escupió, tratando de mantener la llovizna fuera de su ojo dolorido. — ¡Es un idiota! — Sirius regresó, congestionado, sosteniendo su jersey mojado contra su nariz. — Ambos son unos imbéciles. — dijo James, con firmeza, cuando llegaron a la puerta principal. *** La Sra. Potter los arregló a ambos muy rápidamente - ella era tan rápida en los hechizos de curación como Madame Pomfrey - luego les dio una buena reprimenda, con el Sr. Potter parado detrás de ella, tratando de no sonreír y diciendo "los chicos serán chicos, Effie querida … ” Luego, Remus subió directamente a la habitación de invitados y se sentó en la cama por el resto del día haciendo su tarea de vacaciones. Sabía que era una tontería e infantil estar de mal humor, pero si tenía que volver a ver a Sirius no estaba seguro de que no lo volvería a golpear. Pensó en Ferox diciéndole 'Es bueno estar enojado', pero de alguna manera no pensó que eso era lo que quería decir el profesor.
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¿Estaba celoso? ¿Celoso de que todos sus amigos se hubieran besuqueado con una chica ahora, y él no? Quizás eso era todo. Remus realmente no podía ignorar el hecho de que él era el único de sus amigos que no estaba completamente impulsado por sus hormonas, como un adolescente normal, como Sirius había dicho tan amablemente. Ay; había estaba ese dolor de nuevo. Remus levantó las rodillas debajo de la barbilla, haciéndose lo más pequeño posible. Si tuviera un galeón por todos los sentidos en los que no era normal. Bajó a cenar, pero no habló con James o Sirius, limitándose solo a intercambios corteses con el Sr. y la Sra. Potter. Después de que se retiraron de la mesa, volvió directamente al piso de arriba y se acurrucó debajo del edredón con un libro hasta que se quedó dormido. Soñó que estaba de regreso en el cine, tratando de ver una extraña combinación de El gran Gatsby y Death Wish, en la que el profesor Ferox era en realidad Charles Bronson, con bigote negro y todo, apuntando con su pistola a los relucientes socialitas de West Egg. Algo seguía empujando el codo de Remus, distrayéndolo de la película. Se volvió y vio que eran Peter y Desdemona, retorciéndose en el asiento junto a él, con los labios cerrados. Molesto, Remus se levantó y se sentó en la fila de atrás, volviendo a la película. Pronto, algo más lo molestó: eran Mary y Darren. Remus, por supuesto, nunca había conocido a Darren, y el chico del sueño se parecía a Muciber, por alguna razón. Ellos también se besaban. Disgustado, Remus trató de levantarse una vez más, pero tropezó con Lily y James, que rodaban por el pasillo. — ¡Por el amor de Dios! — Él gritó. Lily lo miró y se rió, también Mary, junto con Peter y James. Sirius apareció en la parte trasera del teatro, su cuerpo recortado por el proyector zumbante. — No les hagas caso — se rió junto con los demás, — No son como nosotros. Remus se dio la vuelta justo a tiempo para ver a Ferox dispararle a Robert Redford, luego se despertó sobresaltado. Tenía calor y sudaba bajo el pesado edredón y tuvo que luchar para liberarse. Sintiéndose muy tonto por haber tenido una pesadilla a su edad, salió de la gran cama con dosel y se dirigió al baño más cercano. El reloj del rellano marcaba la medianoche, por lo que no encendió ninguna luz, aunque pudo ver un tenue brillo amarillento que se filtraba por debajo de la puerta del dormitorio de James. Remus usó el baño, luego se lavó las manos y la cara, tomando unos sorbos del grifo frío antes de secarse con las mangas del pijama. Sintiéndose mucho mejor, regresó a su habitación, justo cuando la puerta de James se abría. — ¡Maldita sea, eres tú, Moony! — James susurró, sonando aliviado, — ¿Qué estás haciendo arrastrándote en la oscuridad? Remus se encogió de hombros y le susurró: — Puedo ver en la oscuridad. No quería despertar a nadie. James asintió y abrió la puerta un poco más.
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— Pensé que podrías ser Gully, espiándonos para mamá o algo así. Entra, ¿eh? Volvamos a ser amigos. Remus no tuvo que convencerse mucho para estar de acuerdo. Pelear consumía demasiada energía, especialmente cuando vivían juntos. Todavía no quería hablar con Sirius, pero entró por el bien de James. Sirius estaba sentado con las piernas cruzadas en la cama de James y frunció el ceño cuando vio a Remus. James suspiró, — Vamos, todos somos amigos, ¿verdad? Es Navidad. Sirius asintió solemnemente. Remus asintió en respuesta. Se unió a ellos en la cama, donde se sorprendió al ver que estaban leyendo algunos libros de hechizos. — ¿Deberes? — Preguntó. — Broma. — James respondió. —Sin embargo, todavía no he resuelto los problemas. — Oh, está bien. — Remus asintió. Y luego, porque no quería que fuera más incómodo, preguntó; — ¿Cómo está tu nariz, Black? — Bien — Sirius le sonrió, relajándose en el humor de inmediato, — Estás perdiendo tu toque. Remus sonrió, — ¿Oh si? Pregúntale a Snape. Le di un cabezazo en el tren en Septiembre. — ¡No lo hiciste! — Sip. — Maldita sea — se rió James, ¿Y no se lo ha cobrado desde entonces? — Aún no. — Remus dijo, tratando de no sonar demasiado nervioso por eso, — Sin embargo, probablemente esté planeando algo. ¿Cuál es la broma? — Nosotros um... te lo diremos cuando sepamos cómo hacerlo. Puede que no salga bien. — James dijo, rápidamente, cerrando el libro más cercano a él. Remus enarcó una ceja y no dijo nada; esto solo confirmó una sospecha que había tenido durante bastante tiempo. Sin embargo, no quería meterse en nada de eso ahora, esperaría y vería si salía algo. — Lo siento, por mencionar a Lily. — Le dijo a James: — No quise decir eso, Sirius tiene razón, a ella no le importará, si alguna vez es lo suficientemente estúpida como para salir contigo, claro. James lo empujó juguetonamente.
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— Vete a la mierda. — Al menos esa estúpida competencia ha terminado, ¿no? — Remus preguntó, esperanzado, mirando a Sirius. — Sí, supongo —Sirius se encogió de hombros—, le pagamos a Pete su recompensa, de todos modos. Sin embargo, qué decepción, me refiero a besos. No sé de qué se trata tanto alboroto. Remus no dijo nada, aunque estaba secretamente complacido. Así que no se estaba perdiendo nada después de todo. — Estuvo bien — dijo James, diplomáticamente. — Probablemente requiere práctica. Debe de mejorar. — Tiene que mejorar. — Dijo Sirius, muy en serio. James y Remus se echaron a reír. *** El día de Navidad de 1974 La mañana de Navidad fue tan oscura y sombría como la semana anterior, y Remus fue despertado por el ruido de la lluvia que golpeaba la ventana de su habitación. Aún así, la casa de los Potter estaba tan festiva como siempre, y los cinco se sentaron a desayunar con sonrisas en sus rostros. El desayuno fue seguido rápidamente por regalos: la habitual feria de dulces, chocolate, plumas nuevas de los Potter, libros y calcetines. Remus estaba muy sorprendido de recibir una bufanda tejida a mano de Lily, en rojo como Gryffindor y con borlas doradas. Se sintió un poco mal, no había comprado nada para ninguno de los merodeadores este año, y mucho menos para las chicas. Ella nunca le había dado un regalo antes, excepto la ayuda para la lectura, que, tenía que admitir, había sido un regalo bastante bueno. Decidió conseguir algo para ella la próxima vez que fueran a Hogsmeade. Ahora que estaban terminando de ver los regalos, la Sra. Potter desapareció el papel de envolver arrugado con un movimiento de su varita, cuando una canción fuerte y triste sonó en el pasillo. Era una melodía inquietante y aguda, completamente antinatural y completamente hermosa. Todos se volvieron a la vez, el Sr. y la Sra. Potter retiraron sus varitas en una postura de duelo, y un extraño y etéreo pájaro plateado entró volando en la habitación, dando vueltas en sus cabezas. Remus lo reconoció de inmediato como un fénix, o algo así como el fantasma de uno. — Dumbledore — dijo el Sr. Potter, en voz baja, mientras el fénix plateado se posaba magistralmente sobre la repisa de la chimenea. Para sorpresa de Remus, el pájaro abrió el pico y habló con la voz de su director. — Ha habido un ataque. Estaré con ustedes en breve, no permitan que nadie más entre. Y con eso, el fénix se desvaneció en el aire. Todos estuvieron en silencio por un rato, antes de que la Sra. Potter hablara, colocando una mano en el hombro de James, como si solo necesitara tocar a su hijo.
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— ¡Oh Monty, un ataque! — No hay necesidad de entrar en pánico, — dijo el Sr. Potter con calma, — Albus estará aquí pronto. Chicos, terminen de limpiar aquí, ¿eh? Estaré en mi estudio. Ordenaron en silencio, todos esperando ver qué pasaba a continuación. Un ataque, ¿Qué podría significar eso? La mente de Remus fue directamente a Greyback, pero no era luna llena, por lo que era poco probable que fueran hombres lobo. ¿Podría ser Voldemort? ¿O había otros magos oscuros por ahí? Con culpa, miró a Sirius, que estaba mirando por la ventana a la lluvia, pálido y conmocionado. En su familia habían magos oscuros. ¿Sabía algo al respecto? Seguramente no, Remus rápidamente descartó la idea, sintiéndose aún peor; Sirius no había estado en casa desde el verano y era de conocimiento común que su familia lo odiaba. Finalmente, después de lo que pareció una década, pero solo fueron veinte minutos, hubo una *crack* de aparición afuera, y el Sr. Potter fue hacia la puerta principal. La Sra. Potter se unió a él, y James, Sirius y Remus se quedaron atrás en el pasillo, mirando. La puerta se abrió y Dumbledore se quedó allí con aspecto muy serio, completamente seco a pesar de la lluvia que caía en las sábanas. — Fleamont, Euphemia — asintió cortésmente. El señor Potter levantó su varita, — ¿Qué fue lo último de lo que hablamos? — Su hijo ha batido su récord de número de detenciones este período. — Dumbledore sonrió, mirando a James, quien se puso rojo. Esto aparentemente fue suficiente para el Sr. Potter, quien dio un paso atrás para permitir la entrada de Dumbledore. — Entra, Dumbledore, ¿Quieres un poco de té? — Preguntó la Sra. Potter, tomando su capa de viaje y llevándolo a la sala de estar. — Arriba, muchachos — Dijo el Sr. Potter con severidad. James parecía a punto de discutir, pero Dumbledore intervino por él. — Si no te importa, Fleamont, creo que es mejor que los chicos escuchen esto. De todos modos, mañana estará en todos los periódicos. El Sr. Potter miró a su esposa, luego asintió. El pequeño grupo se sentó en la gran sala de estar, esperando que Gully entrara con el té. Fue una escena muy extraña; Las tarjetas de Navidad aún brillaban en las paredes, el oropel brillando a lo largo de los rieles de los cuadros, los regalos abiertos amontonados debajo del árbol, y Dumbledore, todavía luciendo inusualmente serio con su túnica de terciopelo azul medianoche. Sirius, James y Remus se sentaron aplastados en un sofá, mientras el Sr. Potter permanecía de pie, paseando por la habitación. — ¿Un ataque, entonces? — Dijo finalmente, impaciente.
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— Me temo que sí. La familia Fraser, en Newcastle. — ¿Fraser? Nunca he escuchado de ellos. — No. Tanto el señor como la señora Fraser nacieron de muggles. Tenían dos hijos que aún no tenían la edad suficiente para Hogwarts, pero hasta donde sabemos, muestran signos de habilidad mágica. Remus hizo una mueca ante el tiempo pasado. El Sr. Potter también lo había notado claramente, pues de repente se veía muy pálido y cansado. — ¿Los cuatro? — Sí. La Sra. Potter parecía estar a punto de llorar. — ¡Niños! — Ella jadeó. — ¡Niños! — ¿Y se sabe con certeza? — El Sr. Potter continuó, ansioso, — ¿Sabemos que fue... él? — Voldemort, sí. Dejó una marca. — ¿Una marca? — Mañana saldrá en los periódicos, me imagino. El diario El Profeta estuvo allí antes de que me alertaran. — ¿Pero, qué significa? ¿Quiénes eran los Fraser? — El Sr. Fraser trabajaba para St Mungo's — explicó Dumbledore, — Recientemente presentó una petición al ministerio sugiriendo que los curanderos reciban capacitación en técnicas de curación muggle, primeros auxilios, creo que los llamó. Esto no le cayó muy bien a ciertas facciones, estoy seguro de que te lo puedes imaginar. — Creo que recuerdo a Darius diciendo algo — asintió el Sr. Potter, apoyando una mano en la repisa de la chimenea pensativamente, — ¡Pero matar! — No ha sido la primera vez — dijo Dumbledore, sombrío, — Pero es la primera vez que se dan a conocer. Esta marca que quedó atrás, se ha visto en otros lugares. Algunas de las antiguas familias lo han adoptado; una especie de señal secreta de su lealtad a Voldemort. Solo que ya no es tan secreta. — ¿Qué familias? — Sirius dijo, de repente, mirando a Dumbledore. Estaba tenso por todas partes, Remus podía sentirlo. Dumbledore lo miró amablemente. — Hasta ahora no hay nada que vincule a los Black con este ataque. — Hasta ahora. — Repitió Sirius. — Pero sabes que ellos... son...
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— No ayuda a nadie a sacar conclusiones precipitadas — Dumbledore levantó una mano, — La situación es grave, sí, pero no debemos perder la cabeza, ni permitir que la emoción nuble nuestro juicio. Se avecinan tiempos difíciles y todos necesitaremos estar atentos. Le dijo esto directamente a Sirius, y parecía estar hablando con James y Remus también. Remus sintió una incómoda torcedura en su abdomen - no entendía todo, pero sabía que una gran responsabilidad se había asentado sobre sus hombros. Uno que no estaba seguro de poder cumplir. — No estoy tratando de asustar a nadie, — continuó Dumbledore, como si hubiera leído la mente de Remus, — pero tampoco deseo devaluar la seriedad de los eventos de hoy. Estoy trabajando rápidamente para reunir apoyo, una línea de defensa contra Voldemort. Ya he hablado con varios asociados de confianza dentro del ministerio. Fleamont, ¿Puedo contar contigo? — Por supuesto. — El Sr. Potter dijo de inmediato: — ¿Has hablado con los Weasley? ¿Los Prewetts? ¿Los Bones? Dumbledore asintió, sonriendo. — Todos en mi lista, por supuesto. — ¡Podemos ayudar! — James habló. La Sra. Potter contuvo el aliento, sus ojos aún muy rosados. — ¡Si! — Dijo Sirius, ansioso por mostrarse igual a James. — Puede confiar en nosotros, señor. Remus no dijo nada, pero asintió, esperando que Dumbledore supiera que él también había elegido su lado. — Espero que no lleguemos a eso. — Dumbledore estaba sonriendo, sus ojos azules nomeolvides brillaban de emoción por sus pupilas. — Pero gracias, muchachos. — ¡No! — La Sra. Potter dijo: —Son niños, Dumbledore — ¡Seré mayor de edad en dos años! — Dijo Sirius, enderezándose, afirmando su posición como el merodeador mayor. — ¡Y somos los mejores del año en hechizos defensivos! — Y maldiciones — intervino James, luego se calló rápidamente, al ver la mirada que le lanzó su madre. Dumbledore se rió entre dientes, suavemente. — En efecto. — Dijo: — Sin embargo, tu madre tiene razón. Todo lo que les pido es que estén en guardia y que se cuiden unos a otros. Ahora, debo irme, tengo otras llamadas que hacer. Fleamont — Dumbledore se puso de pie y estrechó la mano del Sr. Potter—, estaré en contacto. Euphemia — se volvió hacia la Sra. Potter en tono de disculpa, — Feliz Navidad. Me temo que no asistiré a tu fiesta esta noche. — También podemos cancelarlo — la Sra. Potter se frotó los brazos, como si la habitación se hubiera enfriado, — Parece una falta de respeto.
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— Disfruten sus vacaciones, muchachos. Remus, Madame Pomfrey se reunirá contigo en la parada flú de Las Tres Escobas el domingo por la mañana. Remus asintió, obedientemente, y con eso, Dumbledore desapareció con un fuerte *crack*.
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65 Enero Miércoles 8 de Enero de 1975 Dumbledore tenía toda la razón: el asesinato de la familia Fraser fue noticia de primera plana después del boxing day * seguido de una serie de artículos y notas sobre la guerra creciente, que dominó el resto de las vacaciones de Navidad. Era la primera vez que Remus, o cualquiera de ellos, veía la marca oscura, y entonces no tenían idea de que era un símbolo que temerían por el resto de sus vidas. Una gran calavera negra con la boca abierta y una serpiente alargada retorciéndose. Era claramente al estilo de Slytherin, y tan pronto como regresaron a Hogwarts, Sirius eliminó las decoraciones de serpientes restantes de su baúl. — Cuidado, amigo — dijo James, mientras el humo del hechizo de Sirius llenaba la habitación, — Podrías estar arruinando una reliquia familiar allí. — Me importa una mierda. — Sirius respondió, disparando su varita a la madera ennegrecida una vez más, por si acaso, — Es mío, y no quiero que nada mío tenga esa marca enfermiza. Era inútil intentar razonar con él. Desde la visita de Dumbledore a los Potter, el odio de Sirius por cualquier cosa remotamente Slytherin se había multiplicado por diez. Había estado usando hechizos para defender a los estudiantes más jóvenes de los Slytherins durante todo el año, pero ahora parecía estar buscando activamente problemas. — La guerra no está sucediendo aquí. — Remus intentó decirle una vez, después de su tercera detención después de unos días, — Dumbledore nos dijo que estuviéramos atentos, que no empezáramos peleas. — La guerra está en todas partes. — Sirius respondió y James asintió con la cabeza. — De todos modos, no eres quien para decir, ¿Qué hay de ti y Snape? — Eso — respondió Remus, piadosamente, — era personal. Eso era cierto; no odiaba a Snape porque fuera un mago oscuro, o un Slytherin, o algo por el estilo. A Remus no le agradaba Snape porque metía su nariz entrometida en todos lados, eso, además de que a nadie realmente le gustaba Snape, excepto Lily. En realidad, pensó Remus para sí mismo, mientras miraba a través de la sala común a Lily, sentada junto a Marlene trabajando en algún tipo de hechizo de transfiguración en un par de zapatos, incluso Lily no había estado mucho con Severus estos días. Quizás se habían peleado. La pelirroja miró hacia arriba y lo miró a los ojos, sonriendo alegremente. Él le devolvió la sonrisa. James, sentado a su lado, saludó, Lily puso los ojos en blanco y volvió al hechizo en el que estaba trabajando.
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— ¿No sabe ella cuánto he madurado? — James suspiró, pesadamente, hojeando las páginas de su libro de texto con brusquedad. — No sé si besar a una muggle en la parte trasera de un cine realmente cuenta como madurar. — Remus respondió, rescatando el maltratado libro y alisando las esquinas que James había doblado. — No quise decir eso — sonrió James, — Solo digo que... en general. No lo entiendo, me llevo bien con Marlene — Estás en el equipo de Quidditch con Marlene — dijo Peter, — tienes cosas en común con ella. Peter se había vuelto muy sabio desde que había conseguido novia. — Entonces, qué — dijo James, lentamente, — ¿Crees que debería intentar que Lily se una al equipo de Quidditch? Peter gruñó, lastimosamente. — ¿Por qué no averiguas algo que ambos tengan en común? Como que a mí y a Desdemona, que nos gusta el ajedrez, los sándwiches de queso y ... — No tenemos nada en común — respondió James, soñadoramente, — Por eso me gusta. — Nunca va a pasar, entonces. — Peter resopló, con aire de firmeza. James parecía abatido. — No lo escuches — dijo Remus, compadeciéndose, — La gente no solo sale con la gente porque son iguales, eso sería aburrido. Los opuestos se atraen y todo eso. — ¡Sí, tienes razón, Moony! — James se animó. — Tal vez debería averiguar qué tipo de cosas le gustan, de todos modos... — Er... sí, podría ser un comienzo. — Remus negó con la cabeza, volviendo a su ensayo de Encantamientos. Ahora había hecho las paces con la obsesión por las chicas; era más fácil asentir y fingir ser comprensivo. Afortunadamente, la mayor parte de la atención de James y Sirius se centró en el entrenamiento para el próximo partido de Quidditch contra Slytherin, que estaba programado para principios de Febrero. Con la guerra amenazando a todos, la competencia entre las dos casas había adquirido un significado nuevo e importante, y Sirius y James trataron sus posiciones en el equipo como ocupaciones de tiempo completo. Como consecuencia, Remus los vio muy poco al comienzo del trimestre de primavera; pasaba gran parte de su tiempo en la biblioteca, como de costumbre, y cuando los otros dos no estaban en el campo practicando (con Peter mirando, por supuesto), estaban en detención por una cosa u otra. Apenas había tiempo para trabajar en el mapa, o incluso planear una nueva broma; los merodeadores se cruzaban como barcos en la noche.
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La situación se volvió tan extrema que cuando el primer fin de semana de Hogsmeade llegó a mediados de Enero, Remus se encontró sin nadie con quien ir. Casi consideró no ir en absoluto, hasta que Lily lo mencionó después de Pociones una tarde, sugiriendo que fuera con ella y supuso que con Mary y Marlene también. Sonaba como una forma bastante agradable de pasar el sábado, y recordó que todavía le debía un regalo a Lily por Navidad. Como acordaron, Remus se encontró con Lily en la sala común el sábado por la mañana, y comenzaron a bajar hacia la entrada principal de Hogwarts. — ¿Qué pasó con las M? — Preguntó Remus, sorprendido cuando descubrió que estaban solos. Lily se sonrojó, pero eso podría haber sido por el aire frío — Pensé que podríamos ser solo nosotros dos, esta vez. — Lo suficientemente justo. — Él sonrió. Le gustaba mucho la compañía de Lily, casi tanto como la de los merodeadores. — Entonces, ¿Por qué están todos en detención? — Preguntó, mientras caminaban penosamente por la nieve hasta el pueblo. — Varias cosas, — Remus agitó su mano, — Peter fue atrapado fuera de los límites después del anochecer, James tuvo la culpa de cambiar las palabras en los trofeos de Slytherin... y creo que Sirius maldijo un segundo año. — Típico — dijo Lily. — Sí — sonrió Remus, mientras caminaban lentamente por la nieve, siguiendo el rastro de estudiantes con túnicas oscuras delante de ellos. — Lo del trofeo fue brillante, tienes que admitirlo. ¡El hechizo duró siete días! — Sin embargo, no fue algo muy agradable. — Lily frunció el ceño. Remus suspiró. ¡¿Por qué las chicas siempre querían ser amables?! Una vez que llegaron a la aldea, se detuvieron en las librerías, porque ambos necesitaban nuevas plumas. Remus compró una para Sirius y otra para Peter también, porque le habían preguntado, diciéndole a Lily que Peter presionaba demasiado su pergamino y rompía dos plumas por semana, dejando manchas en todas partes, y que Sirius solo usaba la marca más cara, porque era un vanidoso cuando se trataba de su forma de escribir. Después de eso, fueron a la oficina de correos, donde Remus envió a los Potter un paquete en nombre de James: era el cumpleaños de la Sra. Potter, le explicó a Lily; y James odiaba perder cualquier ocasión para dar un regalo. Para entonces, estaban helados, y decidieron que una cerveza de mantequilla tenía que ser el próximo puerto de escala y optaron por las Tres Escobas. Encontraron una pequeña mesa junto a la chimenea y se sentaron amigablemente, charlando sobre sus lecciones y sus navidades. Lily había tenido una gran pelea con su hermana, de la que habló extensamente. Remus le contó que había ido a ver Death Wish, pero no mencionó la visita de Dumbledore.
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— ¿Vas a los Potter todos los años, entonces? — Preguntó Lily. — Sí —asintió Remus con fervor— Son increíbles. Sirius y yo siempre vamos. Y Pete solo está en la calle de James, así que eso es genial. — ¿Ustedes cuatro siempre están juntos? — Lily dijo divertida. Lo que enojó a Remus de la manera incorrecta. — Ellos son mis amigos. Mis mejores amigos. — Lo sé — respondió ella, sonando un poco sarcástica, — pero has estado hablando de ellos toda la tarde. — No, no lo hecho. — Remus gruñó, a la defensiva, mirando su cerveza de mantequilla, avergonzado. —... ¿Y qué si lo he hecho? — Bueno, quería conocerte a tí un poco mejor, no a tus amigos.— Lily tenía ahora dos manchas rojas en las mejillas, como una muñeca holandesa. Remus no podía entender por qué estaba tan molesta. — Tu sabes de mí, sin embargo. ¡Me conoces desde hace cuatro años! Lily lo miró fijamente, incrédula. Entonces su expresión cambió. Se pasó una mano por el pelo y se rió sin humor. — Oh, Remus. — Ella suspiró. — ¿Qué? Ella sacudió su cabeza, — Soy una idiota. Realmente no tienes idea de por qué quería pasar el fin de semana contigo, ¿verdad? El se encogió de hombros. Ella sonrió, dándole esa mirada de lástima en la que las chicas eran tan buenas. — No importa — dijo, — No te preocupes por eso. Después de eso, el tono de la tarde pareció cambiar. Lily pareció relajarse en su yo habitual y comenzó a bromear con él. Incluso se quejó un poco de Snape, quien recientemente le había dicho algo extremadamente grosero a Mary. Remus nunca llegó al fondo de por qué ella había estado tan malhumorada en primer lugar, pero decidió que podría haber sido solo por mencionar a sus amigos, él siempre había tenido claro que los encontraba molestos. Ella solo acepto que le pagara una cerveza de mantequilla como un regalo, y le aseguró que no tenía por qué sentir que le debía nada. No fue hasta el día siguiente, cuando Remus, James, Sirius y Peter estaban desayunando, que todo quedó claro. James y Sirius estaban en sus túnicas de Quidditch listos para la práctica, discutiendo furtivamente las tácticas, mientras Peter escuchaba con profundo interés, asintiendo y murmurando, "Sí, exactamente", de vez en cuando. Remus estaba revisando su lista de libros, tenía varios para devolver y
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algunos más dónde aún necesitaba hacer referencias cruzadas antes de poder completar su ensayo de Transformaciones. Marlene se sentó junto a ellos, con su propia túnica roja, y tomó el té. —Entonces, — se dirigió a Remus, — ¿Cómo te fue ayer? — ¿Hm? preguntó, levantando la vista de su pergamino, — ¿Ayer? — ¡Tú y Lily, en Hogsmeade! — Ella le estaba dando una sonrisa muy cómplice. — Ella no nos dice lo que pasó, así que debió de ser bueno. — ¡¿De qué estás hablando?! — Sí, — Sirius levantó la vista, curiosamente, — ¿Qué están hablando, McKinnon? — ¿No te lo dijo? — Añadió azúcar a su té, inocentemente, —Remus y Lily tuvieron una cita ayer. — ¡¿Qué?! — James, Sirius y Remus exclamaron todos al mismo tiempo. Sirius se echó a reír. — ¿Moony en una cita? — ¿Con Evans? — James pareció horrorizado. — ¡Maldición! — Dijo Peter. — ¡No fue una cita! — Remus dijo, golpeando su pluma. Mientras decía las palabras, sintió una horrible sensación de hundimiento: ¿Había sido una cita? ¡¿Cómo se suponía que ibas a saber si la gente te tendía una emboscada así?! Miró a James, desesperado, — ¡No me gusta Lily, es solo una amiga! — Sí... lo sé, amigo. — Dijo James, aunque Remus no creía que pareciera muy seguro. — Está bien. Te... nos vemos después de la práctica. Con eso, James se levantó y dejó la mesa. Sirius lo miró fijamente por un momento, luego miró a Remus, luego de nuevo a James, antes de encogerse de hombros impotente y levantarse para seguir a su amigo fuera del pasillo. Peter lo siguió poco después, y Remus apoyó la cabeza en la mesa, gimiendo. — Wow, lo siento, Remus — dijo Marlene, muy tranquilamente, —no tenía idea. Um... ¿James realmente la quiere, entonces? Remus gimió de nuevo, antes de levantarse y agarrar sus libros. — Me voy a la biblioteca. — Dijo, sin mirarla. ***
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Sin embargo, no fue a la biblioteca, en caso de que Marlene fuera a buscarlo allí o, peor aún, les dijera a Lily y Mary dónde estaba. Por primera vez desde su segundo año, Remus se escondió. El problema con esto, por supuesto, era cuánto había crecido desde su segundo año. Muchos de sus habituales huecos eran simplemente demasiado pequeños ahora. Al final, se acomodó detrás de la estatua de la bruja con joroba, justo dentro del pasillo hacia Honeyduke's. Estaba oscuro, pero encendió su varita para iluminar, el leve olor a chocolate era muy reconfortante. Trató de leer, pero su cerebro no le dejaba concentrarse, parecía querer seguir jugando su visita a Hogsmeade una y otra vez. ¿Lily había dicho algo que se había perdido? Quizás hubiera sido en su lenguaje corporal; ¿Había dejado caer pistas? ¿James los habría entendido? ¿Sirius lo habría hecho? Era muy injusto, pensó Remus para sí mismo, lastimosamente. Lily era una muy buena amiga, ¿Por qué querría mezclarlo todo con sentimientos, tomarse de la mano y besos? Realmente esperaba no tener que hablar con ella sobre eso, ahora. Tal vez ella estaba tan avergonzada como él. Lo peor de todo, ¿Y si James no volvía a hablar con él? No sabía cómo explicar que no veía a Lily de esa manera, no cuando todos los demás Gryffindor de su año parecían empeñados en emparejarse. Tal vez debería haber besado a Marlene cuando ella se ofreció, en Noviembre. Se preguntó si todos lo dejarían en paz una vez que terminara de hacerlo de una vez. Tienes que empezar a besarte con las chicas algún día, se dijo. Todo el mundo lo hace, es normal. Pero no Lily, no podía hacerle eso a James. De hecho, decidió Remus, esa era probablemente la razón por la que no estaba interesado en ella, porque por lo demás era extremadamente bonita, divertida, amable, inteligente y mejor que él en Encantamientos. Lily era simplemente el tipo de chica que lo haría de fantasía, Remus sabía a ciencia cierta, que era sólo su amistad con James lo que lo impedía, era mucho más importante. Sintiéndose muy iluminado y abnegado, Remus salió de su escondite. Se puso en marcha por la escalera más cercana, planeando ir al campo de Quidditch y atrapar los últimos minutos de práctica. Después de eso, haría algo bueno por James: se ofrecería a leer su ensayo de Historia o algo así. Sí, entonces todo volvería a estar bien en el mundo. Pero, como le habían dicho a Remus una vez; los planes mejor trazados a menudo salen mal. Se estaba acercando al final de la gran escalera, saltando tres escalones a la vez solo porque podía, y sin mirar realmente hacia dónde se dirigía, chocó de cabeza contra otro estudiante que subía. — Cuidado, sangre sucia. — Severus Snape gruñó, poniéndose de pie y mirando a Remus. Remus gruñó, — Púdrete Snivellus, soy tan mestizo como tú. — Tú y yo no tenemos nada en común, te lo aseguro. — Snape respondió con altivez, sacudiéndose la túnica. — Supongo que cuando se trata de estándares de higiene... — Cuidado, Loony Lupin — Snape entrecerró sus ojos pequeños, — No digas algo de lo que te arrepientas.
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— Oh, lárgate — respondió Remus, con impaciencia, dando un paso adelante, —No tengo tiempo para esto, maldíceme ahora o sal de mi camino. Snape se hizo a un lado de inmediato, haciendo un gesto con la mano para mostrarle a Remus que era libre de irse. Era inquietante, pero Remus no podía preocuparse por eso ahora, y continuó su camino.
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66 Febrero (Parte uno) James Potter era una persona mucho más compleja de lo que parecía a simple vista. Exteriormente, era feliz, seguro de sí mismo, usualmente amable (aunque un poco arrogante) y generalmente popular entre todos. Recibía muchas detenciones, sí, pero en general obtenía buenas notas, y la mayoría de los profesores todavía lo querían bastante. Había hecho que estar en el equipo de Quidditch fuera lo máximo, alborotando su cabello deliberadamente para que pareciera que acababa de terminar de volar, vistiendo su túnica roja en cada oportunidad. Pero nadie podía decir que no se había ganado el derecho, solo había que verlo jugar para saber que su cabezota no estaba fuera de lugar. Sobre todo, James Potter era amado. Sus padres lo mimaron y le inculcaron la idea de que no había nada que no pudiera hacer; que nunca se le cerraría ninguna puerta. Sirius, Peter y Remus lo admiraban, nombrándolo líder en casi todas las misiones, y en general, era admirado en toda la escuela por todos los que importaban y envidiado por todos los demás. Excepto Lily Evans, por supuesto. Ella era el hilo que parecía desenredar todo lo demás en la vida de James. Habiendo crecido rodeado de amor, dado libremente y aceptado descuidadamente, James encontraba muy preocupante que a alguien a quien le gustaba no le agradara. Era la razón por la que actuaba como un idiota cuando Lily estaba presente, y la razón por la que dejó de hablar con Remus durante una semana a principios de la primavera de 1975. No estaba siendo desagradable, o lo estaba haciendo deliberadamente, Remus conocía a James lo suficientemente bien como para entender eso. Era solo que sus sentimientos habían sido heridos y, como alguien que rara vez había experimentado tener sus sentimientos heridos, no estaba seguro de cómo manejarlo. Al menos Sirius explotaba si lo hacías enojar, entonces era más rápido hacer las paces. Peter se enfurruñaría, y Remus probablemente intentaría lanzar un puñetazo. Pero James simplemente se quedó callado. —No está enojado contigo — explicó Sirius, cuando James se fue a la cama una noche tan pronto como Remus llegó a la sala común. — Simplemente siente lástima de sí mismo. — Él sí me cree, ¿no es así? — Remus preguntó, ansioso, — ¡Realmente no sabía que era una cita, no me gusta Lily de esa manera! — Bueno... no creo que él piense que estás mintiendo, exactamente, pero... eres bastante cercano a Evans, ¿no? Siempre andan juntos. — Ella es mi amiga. — Remus dijo, exasperado — Yo también estoy con Marlene y Mary, ¡Nadie cree que salgo con ellas! — En realidad, — Sirius sonrió, — Hubo un rumor el último trimestre... — ¡Oh por el amor de Dios!
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Fue imposible. En cuanto a Lily, estaba siendo verdaderamente madura en todo el asunto. Remus asumió que Marlene la había puesto al corriente de la situación, pero ella no presionó, y pudieron continuar como compañeros de Pociones como de costumbre. James y Sirius, sin embargo, habían movido su estación de trabajo al fondo de la habitación. Para la hora de la cena del viernes, Remus se sentía realmente miserable. A diferencia de James, él no había crecido rodeado de amor, y descubrió que su amistad con los merodeadores se había vuelto tan importante que sufrió profundamente la pérdida de ella. Todavía se sentaba con ellos para las comidas, pero había un silencio incómodo en lugar de sus habituales bromas estridentes. Sirius seguía tratando de cambiar la conversación hacia el próximo partido entre Gryffindor y Slytherin, pero eso solo pareció oscurecer el estado de ánimo. Para empeorar las cosas, Lily, Mary y Marlene se habían sentado cerca de Remus; sentían lástima por él y, siendo niñas, intentaban animarlo haciendo exactamente lo incorrecto. — Estoy deseando que llegue el partido — sonrió Mary alegremente — Todos los Hufflepuffs y Ravenclaws con los que he hablado están apoyando a Gryffindor también. Lily suspiró pesadamente, — ¿Por qué siempre tiene que ser tan blanco y negro? Nadie es bueno ni malo, ni siquiera los Slytherins. — No puedes culparnos, Lily — respondió Marlene, — Incluso si no son todos, la mayoría de los Slytherin han sido completamente asquerosos este año. — Hablando del diablo... — Mary bajó la voz, de repente, lanzando una mirada de disgusto por encima del hombro de Lily. Lily y Remus se dieron la vuelta para ver a Severus Snape parado allí, con una extraña sonrisa en su rostro que era todo menos alegre. — Hola, Lily — dijo en voz baja. — Hola Sev — respondió Lily, con una especie de cortesía forzada, — ¿Qué pasa? — Solo pensé en verificar si querías ayuda adicional con la tarea de Pociones. Es muy compleja. — Lo sé. — Ella respondió, irritada: — Pero estoy segura de que me las arreglaré... *Explosión* Todos en la mesa saltaron y se dieron la vuelta para mirar al final del pasillo, donde Mulciber acababa de soltar un petardo en el otro extremo de la mesa de Slytherin. Se reía de buena gana mientras toda la escuela miraba aterrorizada.
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— ¡Cinco puntos de Slytherin! — McGonagall gritó, marchando por el pasillo entre las mesas, — Y limpiarás ese desastre de una vez... La cena volvió a la normalidad. Snape todavía estaba allí. Lily lo miró, — Como dije, Remus y yo nos las arreglaremos. — Ella dijo: — No soy estúpida, sabes, Severus. — Nunca dije que eras... — Snape parecía realmente molesto por esto, — Yo solo... oh, no importa. — Con eso, lanzó una mirada desagradable a Remus, luego se alejó, de regreso a su propia mesa. — Bicho raro. — Mary murmuró. — Déjalo en paz. — Lily espetó. Se veía tan feroz que Mary ni siquiera tuvo una respuesta. — Er... ¿alguno de ustedes ha tenido suerte con ese ensayo hinkypunk? — Marlene preguntó rápidamente, tratando de mantener la paz. — El mío es una mierda. — Te prestaré mis notas, si quieres — ofreció Remus, tomando un trago de jugo de calabaza. — Una vez que Sirius las devuelva... Sirius miró hacia arriba, escuchando su nombre pronunciado. — Oh, sí, lo siento Moony, espera, están en mi bolso... — Comenzó a buscar en el depósito de chatarra que era su mochila, sacando bolas de pergamino, bombas de estiércol, dulces y plumas rotas. — ¿Cómo encuentras algo ahí? — Remus suspiró, bebiendo un poco más de jugo de calabaza, — Eres la persona más desordenada que he conocido. Sirius se encogió de hombros y le guiñó un ojo, retirando las notas y entregándoselas a Marlene. — Oooh, Remus — dijo Mary, — ¿Te dije que tengo otra carta de Darren esta semana? Remus gimió, — Sí. — Se quejó: — Y era tan aburrida como las últimas quinientas cartas que me has hecho leer. Sirius resopló. Marlene dejó caer su tenedor. Mary parecía horrorizada y abrió y cerró la boca un par de veces. Remus frunció el ceño, ¿Por qué diablos había dicho eso? Por supuesto, era cierto, pero era horriblemente desconsiderado y mezquino. — Lo siento — dijo, mirando hacia abajo. Se sintió extraño. Tal vez lo de James le estaba afectando incluso más de lo que pensaba. — No, yo lo siento. — Mary dijo, poniéndose de pie, con el labio inferior temblando, — ¡Entonces no te aburriré más! — Se volvió rápidamente y salió de la habitación, su plato de comida a medio comer.
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— ¡Mary! — Marlene se levantó y corrió a seguirla. Lily miró a Remus. — ¿Querías decir eso? — Sí. — Dijo con prontitud: — En realidad, encuentro todas estas cosas de novio-novia aburridas, desearía que me dejaran en paz. — Una vez que dejó de hablar, parpadeó, sorprendido de sí mismo. ¡¿Por qué estaba diciendo estas cosas?! — ¡Remus! — Lily dijo, luciendo sorprendida - aunque hecha de un material más duro que Mary, no se fue, — No hay nada de malo en que Mary quiera hablar sobre su novio o... um... o adolescentes enamorados, es normal, ¿no? — No me importa si es normal. — Se encogió de hombros, — Creo que todos están actuando como idiotas. Incluso tú, ¿Por qué demonios querrías salir conmigo, cuando el chico más popular de la escuela está locamente enamorado de ti? Él también es diez veces más amable que yo, solo eres demasiado arrogante para verlo. — ¡Remus! — Lily dijo de nuevo, poniéndose roja. — ¡Bueno, es verdad! — Dijo, impotente. — Moony — dijo Sirius, finalmente, — ¿Estás bien? — Estoy bien, aunque todavía tengo un poco de hambre. ¿Crees que a Mary le importará si me termino sus patatas? — En serio, Remus — dijo James, inesperadamente, — Esto no es propio de ti. — Sólo estoy siendo honesto. — Sí, brutalmente hones... ¡Oh Merlín! — Sirius se golpeó la frente, — Evans, ¿Snape puso algo en su bebida? ¿Cuándo se dispararon los fuegos artificiales, tal vez? — Él nunca haría algo así, ¡Es ilegal! — Pffft — Remus resopló, con la boca llena de puré de papa, — ¡Como si Snivellus no fuera capaz! Ha estado tratando de vengarse de mí desde que lo golpeé en el tren. — ¡¿Tu qué?! — Lily lo miró fijamente. — Sí — tragó Remus, — Bien en la cabeza, fue genial. — Sabía que definitivamente había algo mal ahora, pero parecía que no podía evitarlo. La verdad simplemente salía de él. — Bien, — Sirius se puso de pie, — Deja de hablar, Moony, antes de que digas algo de lo que realmente te arrepientas. Esas palabras desalojaron un recuerdo en la mente de Remus,
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— Sabes — sonrió, — Eso es exactamente lo que dijo Snape en las escaleras el otro día... — ¡SEVERUS! — Lily gritó, en lo alto de su voz. Se levantó y se dirigió a la mesa de Slytherin, con Sirius, James, Remus y Peter a cuestas. — ¡¿Qué le has hecho a Remus?! —Preguntó ella, golpeando con furia el pie en el suelo de piedra. — ¿Por qué preguntas? — Severus sonrió con crueldad. — ¡Dime cómo arreglarlo ahora mismo! — No hay nada malo con él — respondió Severus con calma, — ¿Lo hay, Remus? — Nada realmente — Remus se encogió de hombros, — Sigo diciendo cosas que no debería, sin embargo, como... — CÁLLATE. — Sirius lo pateó con fuerza en la espinilla, distrayendo a Remus de derramar sus secretos sobre Snape. Sirius ahora se volvió hacia el chico de Slytherin, — ¡Bastardo, es veritaserum, ¡¿No?! ¡Poción de la verdad! — Hay una forma de averiguarlo — la sonrisa de Severus se amplió, — ¿Cuál es tu secreto más profundo y oscuro, Lupin? Oh dios, ¿Por dónde empezar? Remus pensó para sí mismo. Sabía que no debería decir nada. No tenía decir nada. Estaría en un peligro tan terrible si alguien se enterara... pero quería, quería muchísimo tenía tantos secretos, y todos estaban nadando hacia la superficie de su mente, como aros salvavidas. Soy un hombre lobo. Estoy planeando cazar y asesinar a Fenrir Greyback. Pasé todo el verano robando, bebiendo y peleando. No puedo leer correctamente sin ayuda. En secreto, tengo un comercio ilegal de cigarrillos muggles. No me gustan las chicas en absoluto, ninguna de ellas. Creo que nunca lo haré. Abrió la boca; — Bueno, soy un... — ¡SILENCIO! — Sirius gritó, de repente, apuntando con su varita a Remus, mientras James lo derribaba al suelo, tapándose la boca con una mano. Todos en la mesa de Slytherin se echaron a reír mientras James y Remus luchaban juntos en el suelo, Lily los miraba, completamente desconcertada. La boca de Remus siguió moviéndose, desesperada por divulgar cada uno de sus secretos, hasta que estuvo completamente libre de ellos, pero ni un solo sonido escapó de sus labios. Sirius era excelente en encantamientos silenciadores. Juntos, Peter, Sirius y James levantaron a Remus y lo arrastraron físicamente desde el comedor, en medio de una ráfaga de risas y burlas de los Slytherin. Solo una vez que estuvieron todos arriba y encerrados en su dormitorio, Sirius levantó el hechizo, permitiendo que Remus hablara. Para entonces, afortunadamente, la urgencia de contarles a todos había pasado. — Lo siento, Remus — dijo Sirius, — Pero tenía que hacerlo, ibas a...
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— Lo sé. — Remus bajó la cabeza, sentándose en su cama, — ¡Maldito Snape! ¿Cuánto tiempo tarda en desaparecer? — Depende de cuánto hayas tomado, creo. — James dijo, hojeando su libro de pociones, — Godric, ¿Cómo lo hizo? ¡Eso es algo de nivel NEWT, suero de la verdad! — Es el mejor del año en Pociones — agregó Remus, de mala gana, — Lily dijo que ya está haciendo ensayos de séptimo año, solo por diversión. — Que viejo idiota aburrido. — Sirius resopló, uniéndose a James en la búsqueda del libro, — Trata de no decir nada, Moony, ¿de acuerdo? — No puedo evitarlo. — Remus dijo, sin querer. — Ok, cierto, aquí dice que debería estar despejado dentro de las veinticuatro horas, así que... recién en la cena, a más tardar. — ¿Qué hay de las lecciones? — Diremos que estás enfermo. ¡No puedes arriesgarte, Moony! Podría matar a Snape, ese asqueroso, sucio, deshonesto... — No me voy a perder ninguna lección por su culpa. — Remus se cruzó de brazos, — Debe haber un antídoto. — ¿Podríamos ir y preguntarle a Slughorn? —James dijo finalmente. — Sí, buena idea, creo que todavía está en el Gran Comedor — asintió Sirius. Se volvió hacia Remus y habló muy clara y lentamente, como si estuviera hablando con un niño, — Remus. Permanecer. Aquí. — Vete a la mierda — Remus se giró, haciendo pucheros como un niño. — Me quedaré con él — Dijo James. — Vayan ustedes dos. Sirius no necesitaba más que eso, y estaba bajando las escaleras dando brincos, cuando habló de nuevo. — ¡Aguanta Moony! Si veo un Slytherin en mi camino hacia abajo, entonces... Pero no pudieron oír el resto; Sirius se había ido y Peter con él. Hubo un largo e incómodo silencio. Remus no confiaba en sí mismo para hablar. Finalmente, James lo hizo. — Lo siento, he sido un poco idiota últimamente. Remus se sorprendió y negó con la cabeza con fiereza.
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— ¡No lo has sido! Ojalá pudiera probarte que yo... ¡Espera! ¡Pregúntame! — ¿Eh? — Pregúntame ahora, mientras estoy bajo un suero de la verdad; pregúntame cómo me siento por Lily. Sabrás la verdad. — Remus, no quiero — James frunció el ceño. No encajaba con su idea de buen espíritu deportivo. — Vamos — alentó Remus, — Realmente no me importa, es entre tú y yo, ¿verdad? — Se levantó y agarró a James por los hombros, mirándolo a los ojos con confianza, — Pregúntame. — Er... ok entonces. Remus, ¿Te gusta Lily Evans? — No. Absolutamente no. — Remus ni siquiera parpadeó. — Ok, bien... ¿Qué hay de Marlene? — Nop. Nunca lo hice, nunca lo haré. Son mis amigas, como tú. James lo miró con mucha atención, luego su rostro se iluminó con una sonrisa genuina. Le dio una palmada a Remus en la espalda. — Gracias, Moony, eres un verdadero amigo. Remus se rió; — Cuando quieras. *** Afortunadamente para Remus, Slughorn pudo proporcionar un antídoto casi de inmediato, aunque el código de honor de los merodeadores les impidió decirle quién había alterado la bebida de Remus en primer lugar. — Es mejor de esta manera — les aseguró Remus, — Le pondrá realmente nervioso si no se mete en problemas de inmediato; se preguntará cómo vamos a vengarnos. — ¿Cómo nos vamos a vengar? — Sirius preguntó, ansioso, durante el desayuno la mañana del juego Slytherin vs Gryffindor, — ¡Casi te delata, Moony, tenemos que darle una lección! — Déjame pensar en ello. — Remus respondió. — Primero, solo destroza a Slytherin en Quidditch por mí. — Tranquilo — le guiñó un ojo Sirius. Remus le devolvió la sonrisa. Era difícil no sonreírle a Sirius cuando estaba de tan buen humor, resplandeciente con su túnica de Quidditch escarlata y dorada, el
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cabello recogido de la cara, los ojos afilados y llenos de determinación. Era la mejor versión de Sirius, y el corazón de Remus latía con orgullo y adrenalina. La tensión era palpable en las gradas de Quidditch incluso antes de que los jugadores aparecieran en el campo. Dos cuartos del estadio estaban cubiertos de rojo, abucheando e insultando a la sección verde. El Quidditch se había convertido en una forma para que los estudiantes de Hogwarts mostraran verdaderamente sus emociones sobre la guerra, y era extremadamente feo. — Las tensiones son altas en la semifinal de este año — dijo la comentarista, Tracey Darcy, a través de su megáfono mágico, — Este partido, por supuesto, determinará qué equipo pasará a la final contra Ravenclaw, y por la apariencia de los jugadores, estará bastante jugado... En Gryffindor tenemos a Potter, por supuesto, una leyenda por derecho propio con más de doscientos goles hasta ahora... Marlene McKinnon allí, una formidable golpeadora- y así debería ser, su hermano Danny McKinnon, por supuesto, juega profesionalmente para los Chudley Cannons... y está Sirius Black, el segundo golpeador de Gryffindor, en su segundo juego del año... Black ya ha demostrado ser tan competente como McKinnon, y estoy seguro de que todas las damas estarán de acuerdo que no se ve tan mal en su uniforme... — Ejem. — La tos de desaprobación de McGonagall se escuchó por el megáfono. Remus notó que casi todas las chicas de la multitud estaban riendo o gritando el nombre de Sirius. — Lo siento, profesora... — continuó Tracey, —... y aquí viene Slytherin — (abucheos ensordecedores de la multitud) — Ellos tienen su propio Black en el equipo, por supuesto, el hermano menor de Sirius, Regulus, buscador... y Mulciber, quien asumió como golpeador este trimestre... Los abucheos se hicieron tan fuertes ahora que Remus apenas podía escuchar a Darcy por encima del ruido. Peter no estaba ayudando y siguió saltando arriba y abajo en su asiento. Remus se quedó sentado todo el tiempo que pudo, su cadera le estaba causando problemas nuevamente, y no quería agravarlos. 'Limpy Lupin' era peor que 'Loony Lupin', de alguna manera. Finalmente comenzó el juego y ambos equipos dispararon hacia al aire con una fuerza increíble. Si la multitud era mala, los jugadores eran aún peores: con el peso de sus casas sobre sus hombros se sentía como una cuestión de vida o muerte. Remus nunca había visto a James jugar tan duramente; subiendo y bajando por el campo como una bala roja, atrapando y lanzando la Quaffle más rápido de lo que el portero de Slytherin podía seguir. Sirius y Marlene eran igualmente temibles, ambos trabajaban mucho más en equipo que la última vez, comunicándose claramente y vigilando las espaldas de sus compañeros de equipo. Y realmente lo necesitaban, Slytherin estaba jugando sucio. Sirius tuvo que defender dos veces de una Bludger que 'accidentalmente' había volado directamente en el camino de James, mientras que Marlene se convirtió en la sombra del buscador de Gryffindor, protegiéndolo de algunos casi accidentes muy desagradables. Remus estaba tan ocupado observando a sus tres amigos, haciendo una mueca cuando se acercaban al peligro; vitoreando sus victorias, que había olvidado por completo el objetivo del juego. Al parecer, también lo habían hecho todos los demás, excepto Regulus Black, que voló por encima del campo, y luego alrededor de las afueras, mostrando la infame astucia de Slytherin mientras buscaba la snitch. Nadie estaba mirando mientras Regulus Black, el miembro más pequeño del equipo de Slytherin, veía la pequeña bola dorada y comenzaba a volar hacia ella desde su increíble altura. Nadie estaba
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mirando a Regulus Black, porque todos estaban viendo a Sirius golpear con su bate una bludger que fácilmente lo hubiera derribado de su escoba. Le devolvió el golpe con tanta fuerza que salió disparado hacia la cara de Mulciber. Mulciber, aunque era estúpido, no era lento y bajó en picado inmediatamente, esquivando el camino, justo cuando Regulus pasaba detrás de él. Ahora Remus lo vio - ahora todos lo vieron, y un terrible chillido se escuchó cuando la Bludger golpeó la cabeza de Regulus y lo tiró de su escoba. Vieron con tal horror que todos los prejuicios de la casa fueron olvidados, mientras el cuerpo inerte de Regulus Black caía al suelo.
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67 Febrero (Parte dos) Remus casi se pierde lo que sucedió, porque todos en la multitud se pusieron de pie de inmediato, empujándose para ver cómo se desarrollaba el desastre; afortunadamente, cuando Remus se puso de pie era bastante más alto que los que lo rodeaban. Sirius lo intentó, nadie podía negarlo. En el momento en que vio que la Bludger golpeaba a Regulus, se inclinó sobre su escoba y se lanzó hacia adelante como si el diablo estuviera pisándole los talones, más rápido de lo que Remus había visto a nadie, ni siquiera a James, volar. De hecho, Sirius ganó tal velocidad, y en un ángulo vertical tan aterrador, que Remus estaba seguro de que él también iba a estrellarse contra el suelo, y su estómago dio un vuelco de terror. Sirius llegó demasiado tarde, pero Madame Hooch no. Ella se paró en la hierba, con la varita levantada, y logró frenar el descenso de Regulus, de modo que su cuerpo parecía estar cayendo a través del agua, no del aire. Para cuando Sirius cayó al suelo, dejando caer su escoba y lanzándose hacia su hermano, Regulus estaba acostado tan pacíficamente que podría haber estado durmiendo. Sirius estaba de rodillas, el resto del equipo aterrizaba a su alrededor, McGonagall estaba gritando algo por el megáfono y una multitud rápidamente rodeó a los dos hermanos Black, para que nadie pudiera ver nada. Remus empezó a bajar cojeando los escalones de madera tan rápido como le permitía su cadera torcida. Peter corrió detrás de él. — ¿A dónde vas? — Jadeó. — Sirius. — Fue todo lo que Remus pudo pensar en decir. Pero una vez que llegaron al nivel del suelo no pudieron entrar al campo; los jefes de las casas estaban guiando a los estudiantes de regreso al castillo y no los dejaban pasar. — Habrán llevado a Regulus a la enfermería — dijo Peter — ¿Quizás Sirius este en los vestuarios? — No, — Remus negó con la cabeza, — No, él querría ir con Reg... probablemente piensa que es todo su culpa. — Bueno — Peter lo miró, — Él golpeó la Bludger, ¿no? Remus apretó los puños y luchó contra el impulso de golpear a Peter. — Me voy a la enfermería, entonces. — Se volvió y comenzó a caminar torpemente hacia el castillo, tratando de adelantarse a todos los demás.
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— ¿Qué hay de James? — Peter tuvo que trotar para mantenerse al día. — Él también estará allí. — Remus respondió. Y por supuesto que lo estaba. Cuando Peter y Remus llegaron fuera de la enfermería, después de abrirse paso entre la multitud de estudiantes chismosos, encontraron a James sentado en el suelo afuera, con los codos apoyados en las rodillas, mirando al vacío. Todavía estaba en su túnica de Quidditch, sus mejillas todavía estaban enrojecidas por volar y su cabello era un desastre. — ¡¿Está bien?! — Remus preguntó, de inmediato, sin estar seguro de a quién se refería. — Sí, eso creo — James los miró aturdido y sorprendido — Sin embargo, noqueado. Pomfrey no me deja entrar. — ¿Sirius? — Sí, él está ahí. Pensé que sería mejor esperar... Slughorn está contactando a sus padres, así que. — El se encogió de hombros. — Pensé que sería mejor estar aquí. — Estaremos todos aquí. — Remus dijo, firmemente, sentándose junto a James con cierta dificultad. Su cadera estaba realmente adolorida, ahora; el dolor se extendió desde la pelvis hasta el tobillo. Peter finalmente se puso en cuclillas también y esperaron. — ¿Viste lo que pasó? — Preguntó James, finalmente. — Estaba en el otro extremo del campo, no pude... — Una Bludger — dijo Remus, — Mulciber le pegó una a Sirius, tenía que ser una falta. Sirius le devolvió el golpe, pero Mulciber se apartó y Regulus estaba justo detrás de él. Sirius no pudo haberlo visto; fue un accidente. Fue... fue horrible. — Mierda. — Dijo James. Estuvieron callados un poco más. Empezaba a oscurecer y las velas de los candelabros a lo largo de la pared de enfrente empezaron a encenderse. Remus se preguntó qué estarían pensando James y Peter. ¿Estaban más preocupados por Sirius que por Regulus, como él? Se sentía un poco culpable, pero Madame Pomfrey lo había estado recomponiendo desde que tenía once años, y no creía que una Bludger en la cabeza estuviera más allá de sus habilidades. Lo que más le preocupaba era el estado en el que estaría Sirius. Había lanzado hechizos a Regulus un centenar de veces, pero nunca, nunca, había lastimado a su hermano pequeño intencionalmente. Esto tampoco había sido intencional, pero Remus sabía en su interior que Sirius no lo vería de esa manera. Fueron perturbados de sus pensamientos por los rápidos pasos de unos tacones altos en las losas, y la voz preocupada de la profesora McGonagall viniendo de la esquina. — Por favor, Walburga, no podría estar en mejores manos con Madame Pomfrey, es mejor que no se mueva... — Creo que yo tomaré las decisiones aquí, Minerva. — Una voz fría y profunda respondió.
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James y Peter se levantaron de un salto, nerviosos, y James se inclinó para ayudar a Remus a ponerse de pie. Ninguno de ellos había visto a la madre de Sirius desde aquella terrible Navidad de hace dos años, y su terror hacia ella aún estaba fresco. McGonagall y la Sra. Black dieron la vuelta a la esquina; Walburga con su gruesa capa de viaje negra y botas afiladas de tacón alto. Tenía la misma mirada de cruel superioridad que Remus recordaba, pero su frente también estaba arrugada y su cabello no estaba tan prolijo como de costumbre. La acompañaba un mago pequeño y anciano con una larga barba rala, que llevaba un pesado estuche de piel de dragón. Walburga miró a los tres chicos que esperaban fuera de la enfermería y Remus contuvo la respiración, pero ella no pareció pensar que valieran la pena y pasó, empujando las puertas de madera para abrirlas con ambas manos y entrando. Remus, James y Peter se asomaron desde el pasillo para ver cómo se desarrollaba la escena. McGonagall y el mago barbudo se apresuraron detrás de la Sra. Black. Regulus estaba acostado en una cama, y por lo que podían decir todavía estaba inconsciente, o tal vez solo dormía. Con los ojos cerrados, y a lo lejos, se parecía notablemente a Sirius, lo que hizo que el estómago de Remus volviera a dar un vuelco. Pero Sirius estaba sentado a su lado, completamente despierto con su túnica roja de Gryffindor, un pie apoyado en un taburete. Estaba muy pálido y mucho más pequeño de lo habitual; sus ojos estaban rojos. Pareció encogerse aún más cuando su madre se acercó, lanzándose hacia sus hijos como un terrible murciélago vampiro. Madame Pomfrey intervino, en ese momento. — Está bastante bien, sólo un golpe fuerte — dijo para tranquilizarla — Le he dado una poción curativa y he reparado las fracturas. — ¿Fracturas? — Dijo Walburga, bruscamente. Ella se paró al final de la cama de Regulus, mirándolo. Ella no trató de alcanzarlo, ni a Sirius, sino que se quedó quieta como una estatua. — Muy menor, y ahora completamente curado. — Madame Pomfrey dijo: — Estará levantado mañana por la mañana. Ahora, Sirius tiene... — Este es el médico de la familia — interrumpió Walburga, extendiendo una mano para presentar al anciano arrugado a su lado. — Él se hará cargo del cuidado de mi hijo. Lo llevaré a casa tan pronto como lo hayan examinado a fondo. — Ya le dije que todo lo que se puede hacer, se ha hecho. — Madame Pomfrey dijo, sonando bastante enojada ahora. Walburga la miró imperiosamente. — Dentro de su competencia, estoy segura. Pero él es mi hijo y lo cuidaré como mejor me parezca. Madame Pomfrey se sonrojó y pareció quedarse sin habla, por lo que McGonagall tuvo que inclinarse y susurrarle algo al oído para apaciguarla. El viejo mago barbudo colocó su maletín en la mesita de noche y lo abrió, antes de inclinarse silenciosamente sobre Regulus.
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Mientras tanto, Walburga había centrado su atención en su hijo mayor. No se movió de los pies de la cama, pero su mirada dura fue suficiente para mantener a Sirius en su lugar. — Tú. — Ella dijo. — ¿Qué estás haciendo aquí? Sirius dijo algo, pero salió apenas por encima de un susurro. Walburga frunció el ceño, — ¿Qué? — Ella ladró: — ¡Habla, muchacho! — Él es mi hermano. — Dijo Sirius, ahora más fuerte, aunque su voz era ronca y ligeramente quebrada. La señora Black gruñó. — ¡Por el amor de Dios, has estado llorando?! Trata de mostrar al menos un mínimo de decoro. Toujours Pur, Sirius! Trata de recordar tu deber. Sirius no respondió, pero inclinó la cabeza, su cabello cayendo frente a su cara. Remus esperaba por su bien que no hubiera vuelto a llorar. Walburga continuó, — Puedes irte, Sirius. Tu padre y yo te veremos en Junio. Con eso, se volvió hacia Regulus y no volvió a reconocer a Sirius. James empezó a avanzar, incapaz de mirar más, pero Remus se contuvo con Peter. De alguna manera no se sentía como en su lugar; no tenía el derecho. Y aunque Remus deseaba más que nada saber qué hacer, James siempre era mucho mejor con Sirius. McGonagall aparentemente vio a James y actuó rápidamente, colocando una mano sobre el hombro de Sirius y guiándolo suavemente desde su silla hacia la puerta. Cojeaba, un poco. Madame Pomfrey se unió a ellos a mitad de camino y le dio a Sirius una poción también. — Directo a la cama y bebe cada gota, ¿Me oyes? No deberías tener demasiado dolor, pero esta noche estarás incómodo. Sirius asintió, cansado, sin hablar. James le dio una palmada en el hombro y lo apretó, luego asintió con la cabeza hacia McGonagall. Parecía que tenía muchas ganas de decir algo, pero se mordió la lengua y solo miró a Regulus y a la Sra. Black. Ella estaría pendiente de la situación, Remus estaba seguro. Le haría saber a Sirius si pasaba algo. Los cuatro merodeadores caminaron juntos la mayor parte del camino hacia la torre de Gryffindor en un silencio mortal hasta que llegaron a una escalera doble, y Peter dijo de repente: — Nos hemos perdido la cena. James y Remus lo fulminaron con la mirada, Peter se veía muy herido. — Lo que quise decir — chilló, enojado, — es que iré a las cocinas ahora y les pediré que envíen algo. ¡¿Si les parece bien a ustedes dos?! — Buena idea, Pete. — James dijo, disculpándose.
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Remus simplemente agachó la cabeza, mirando hacia otro lado. Peter dio media vuelta y bajó las escaleras, mientras que los otros tres siguieron subiendo. Fue un progreso lento considerando que dos de ellos habían cojeado pronunciando. — No me imagino cómo nos debemos de ver. — Sirius murmuró sin humor, mientras se detenían en uno de los descansos para tomar un respiro. — ¿Qué te pasó, de todos modos? — Remus finalmente preguntó, frotándose la cadera dolorida. — Me rompí el tobillo — dijo Sirius — aterrice con demasiada fuerza. James hizo una mueca. Sirius se encogió de hombros, — No puedo sentirlo, solo tengo un pequeño temblor. Cuando finalmente llegaron a su habitación, Sirius se encerró dentro del baño para ducharse y cambiarse. Peter reapareció poco después, cargado de bocadillos, fruta, chocolate, pasteles y todo lo que podía llevar. — Hay un montón de chicas ahí abajo que quieren ver a Sirius — resopló, tirando todo en su cama, — Hay una pandilla de estudiantes de segundo año que le quieren dar tarjetas para su pronta recuperación, les dijo que se fueran. — Gracias Pete — dijo James, — eres un buen amigo. Peter sonrió, finalmente. Señaló con la cabeza la puerta del baño cerrada. — ¿Está bien? — Lo estará. — James suspiró, quitándose la túnica de quidditch, dejándolas amontonadas en el suelo. Con solo su camisa y ropa interior, tomó un sándwich de pollo de la cama de Peter y lo mordió con avidez. Remus y Peter tomaron esto como un permiso y siguieron su ejemplo. Sirius estuvo en el baño durante mucho tiempo, y pensaron que era mejor dejarlo así. James se puso su ropa habitual y comenzó a ordenar la eternamente desordenada cama de Sirius. Remus ayudó, recogiendo los libros esparcidos y los ensayos a medio terminar. Los terminaría, decidió Remus, haría todos los deberes de Sirius durante toda la semana, si eso ayudaba. — Odio a su familia. — James dijo, de repente, mientras sacudía una de las almohadas de Sirius. — Su madre es incluso peor que la mía — resopló Peter. Remus comenzó a revisar las notas de Sirius, alisando los pergaminos y tratando de dar sentido sobre de qué era y de cuándo. La puerta del baño hizo clic y Sirius salió en pijama, con el pelo mojado y peinado hacia atrás. — ¿Tienes hambre, amigo? — Peter preguntó, nervioso, ofreciendo un plato de sándwiches. Sirius negó con la cabeza y caminó hacia su cama.
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— Solo me voy a dormir. — Murmuró, corriendo las cortinas. — ¡Sirius! — Remus estalló, antes de que desapareciera por completo de su vista. Sirius se detuvo, mirándolo a través del hueco del colgante. Remus se mordió el labio, — No fue tu culpa. — Él dijo. — Yo estaba viendo; fue un accidente. Ambos estaban tan concentrados en el juego, eso es todo. Sirius lo miró, su rostro suave después de la ducha, sus ojos cansados y oscuros. Sonrió gentilmente y se encogió de hombros. — Aún así lo hice. — Luego corrió las cortinas hasta cerrarlas. *** El juego de Quidditch fue declarado incompleto, y ambos equipos acordaron volver a enfrentarse una vez que los Slytherin encontraran otro buscador. A la mañana siguiente, en el desayuno, el capitán de Slytherin recibió un vociferador de Walburga Black, acusándolo de poner a su hijo en peligro. Regulus no estaba presente y abundaban los rumores, pero McGonagall le había dicho en privado a Sirius que todo estaba bien - la Sra. Black simplemente deseaba tener a Regulus en casa por una semana más como medida de precaución. Sirius continuó con su día, pero la luz en él se había atenuado. No hechizaba a nadie, no hacía bromas ni hablaba fuera de turno en sus lecciones. Simplemente se abrió paso, como si estuviera sonámbulo. Remus estaba empezando a preguntarse si todavía era el impacto del accidente o la ansiedad de tener que enfrentar a su madre dentro de Hogwarts. Esa noche era luna llena, así que Remus podría ser de poca ayuda para Sirius. En realidad, estaba un poco contento de tener la excusa para alejarse del dormitorio, que se había convertido en un lugar triste y tranquilo mientras Sirius estaba de mal humor. Remus no era el único, Peter seguía escabulléndose para visitar a Desdemona. Quizás fue todo el silencio, todas las cosas no dichas y la tensión no resuelta, pero la luna de Febrero fue mala. Remus se despertó con la garganta quemada por los aullidos, astillas bajo las uñas y magulladuras por todas partes. Últimamente se había dado cuenta de que cuanto mayor se hacía, más podía recordar después de las transformaciones. Todavía no estaba muy claro, era como recordar un sueño; imágenes y sentimientos nadando dentro y fuera de la vista, pero esta vez Remus pensó que tal vez el lobo había querido algo, tal vez había querido salir más de lo habitual. Yacía en la cama del hospital tratando de recordar, febril y con dolor de cabeza, demasiado incómodo para dormir, las sábanas enrolladas alrededor de sus tobillos como esposas. — Buenos días, Moony — le dijo una voz suave y triste. Tuvo que frotarse los ojos y parpadear un par de veces antes de darse cuenta de que era Sirius. — B-buenas — dijo arrastrando las palabras, aturdido por el analgésico que le habían proporcionado. Siempre hacía que su acento se deslizara, lo que odiaba. — ¿Qué estás haciendo aquí?
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Sirius se sentó al final de la cama y estiró el pie. — Revisión de mi tobillo. Está bien ahora. — Oh que bueno — Remus asintió con la cabeza, tratando de incorporarse a una posición sentada, y fracasando estrepitosamente. — ¿Cómo estuvo? — Preguntó Sirius, gesticulando ampliamente hacia el cuerpo de Remus. — Bien — respondió Remus, — Normal. ¿James también está aquí? — No — Sirius miró sus zapatos — Estoy dándole un descanso de mí. — No creo que le importe... — A mí si, sin embargo. Remus asintió. A él tampoco le gustaba que le molestaran. — ¿Moony? — ¿Si? — ¿Recuerdas que dijiste que no era mi culpa? — No fue tu culpa. — Remus dijo con firmeza. Con demasiada firmeza, sintió los músculos de su garganta tensarse y contraerse y comenzó a toser. Sirius saltó de la cama y tomó el vaso de agua de la mesita de noche, entregándoselo a Remus. Remus se lo tragó, avergonzado, derramándose un poco por su frente. — No lo golpeé a propósito, tienes razón — dijo Sirius, mirando por la ventana por encima de la cabeza de Remus, entrecerrando los ojos ligeramente como si estuviera buscando algo ahí fuera. — Pero... cuando lo vi caer así, pensé... pensé: no lo dejes morir. — Bueno, por supuesto — Remus frunció el ceño. Deseó que Sirius lo mirara a los ojos. — Es tu hermano, por supuesto que no querías que él... — No estaba pensando en él, de igual forma. — Sirius dijo: — Estaba pensando en mí. Estaba pensando... si él muere, entonces yo seré el único que queda, y mis padres me harán... no tendría salida. Yo necesito Regulus esté con vida. Necesito que sea el hijo perfecto, así no importa que yo sea el hijo malo. Eso es lo que estaba pensando. Soy un cobarde. Remus no sabía qué decir, pero tenía que decir algo. — De todos modos, lo lamentarías si muriera. No es solo por eso. — Sí, pero mi primer pensamiento...
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— La gente no piensa correctamente cuando está asustada. Créame. — Remus dijo, esperando sonar autoritario. — Te vi, arriesgaste tu vida para intentar salvarlo, eso no es de cobarde. Te rompiste el estúpido tobillo como el idiota de Gryffindor que eres. Sirius exhaló, una pequeña risa tensa. Volvió a mirar a sus pies, luego a Remus. Remus le sonrió, alentador, a pesar de que le dolía la mandíbula. — ¿Reg va a estar bien? — Sí bien. Me envió una lechuza esta mañana, suena como si me esperaran de pies y manos. Mi madre también intentó que me echaran del equipo, pero él la detuvo. — Ahí tienes, entonces. — Remus sonrió — Sigues siendo el hijo malo. Sirius se rió.
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68 Marzo Didn’t know what time it was The lights were low-oh-oh I leaned back on my radio-oh-oh Some cat was laying down some rock n roll, lotta soul he said Then the loud sound did seem to fade (ah ade), Came back like a slow voice on a wave of phase (ah aze); That weren’t no DJ, that was hazy cosmic jive... Sábado 8 de Marzo de 1975 Considerando los eventos del trimestre de primavera, Remus no esperaba mucha celebración para su decimoquinto cumpleaños. Por supuesto, los merodeadores estaban tan complacidos como siempre de demostrar que estaba equivocado. Como de costumbre, todo fue planeado con extrema discreción, y Remus no se dio cuenta hasta el último momento. Era el sábado antes de su cumpleaños, y había estado descansando en su cama leyendo, con uno de los discos de Sirius sonando con un volumen bajo de fondo. A menudo tomaba prestado el tocadiscos y acampaba en su cama estos días; a Sirius nunca parecía importarle. Eran sólo alrededor de las nueve en punto, pero estaba solo y estaba considerando la posibilidad de irse a dormir temprano. Justo cuando se había decidido a ponerse el pijama, Sirius irrumpió en la habitación con una sonrisa maliciosa en el rostro que solo podía significar una cosa: iba a ser una noche larga. — ¡¿Listo?! — Dijo, saltando por el suelo, trayendo consigo el olor a humo de leña de la chimenea de la sala común. — ¿Para qué? — Remus preguntó con calma, marcando su página y dejando su libro a un lado. — Para tu sorpresa de cumpleaños, obviamente — suspiró Sirius, como si Remus estuviera siendo muy lento. — Vamos, levántate, ponte los zapatos por favor, usa esas botas locas muggles que tienes, con los locos cordones. — Er... ¿A dónde vamos? — Afuera. — Sirius comenzó a buscar en su baúl. Sacó un par de jeans muggle y una camiseta negra lisa. — Oh, ¿te refieres afuera, afuera? — Remus arqueó una ceja, mientras Sirius comenzaba a desvestirse. — Sí, toma tu capa.
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Sirius se veía bien con ropa muggle, pensó Remus para sí mismo. En realidad, la mayoría de la gente se veía mejor con una camiseta y jeans que con un uniforme escolar o una túnica del siglo XVII, pero Sirius veía bien en todo. Remus no hizo más preguntas mientras se abrochaba las botas. Estaba claro que Sirius estaba disfrutando de la sorpresa y no veía ninguna razón para estropearla. Lo llevaron escaleras abajo, sintiéndose muy raro con jeans y una capa de viaje, pero aún sin quejarse - Sirius probablemente pensó que lucían a la altura de la moda muggle. En la sala común se encontraron con James y Peter, también sonriendo con picardía. — Saben que mi cumpleaños no es hasta dentro de dos días. — Dijo Remus, con una pequeña sonrisa en sus labios. — Los eventos de esta noche son sensibles al tiempo. — Sirius respondió, enérgicamente. Estaba tratando de mantener un aire distante de misterio, pero claramente estaba ansioso por contarle todo a Remus. — Y no te preocupes — dijo James, con los ojos brillando mientras apartaba la puerta del retrato para salir de la sala común; — No nos olvidaremos de cantarte el lunes en el desayuno. — Y el almuerzo — añadió Peter. — Y la cena. — Sirius terminó, ahora estaban bajando las escaleras de la Torre de Gryffindor. —Debajo de ustedes, muchachos. — Dijo James, arrojando la pesada capa de invisibilidad sobre los cuatro. Mientras todos estuvieran muy juntos, y Remus encorvado, ellos podían apenas caber. Sin embargo, no resistiría otro brote de crecimiento de ninguno de ellos. Afortunadamente, no tuvieron que arrastrarse demasiado, como Remus había esperado, se dirigieron hacia la estatua de la bruja jorobada y se deslizaron detrás de ella, hacia el túnel que conducía a Honeyduke's. — ¡Entonces, quince! — Sirius dijo alegremente mientras caminaban, dándole una palmada en el hombro a Remus en lo que debió haber considerado una forma muy masculina. — ¿Emocionado? Remus se encogió de hombros. — Nunca pensé en eso. Dime tú, eres el mayor. — Bueno, obviamente soy mucho más sabio y más maduro que el resto de ustedes... James resopló, avanzando con su varita encendida. Sirius lo ignoró. —Pero prefiero tener diecisiete años. Entonces podríamos aparecernos, al menos. — Oh, no empieces — resopló Peter, siendo el último en la fila— En realidad quería intentar y aprender a aparecer, Remus, solo para tu cumpleaños, para que pudiéramos entrar a Hogsmeade más fácilmente. — No puedes aparecerte en Hogwarts. —dijo Remus
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— Diez puntos para Moony. — Sirius sonrió — Sin embargo, podríamos habernos aparecido fuera del sótano. Ahorrarnos tener que intentar superar al viejo Honeyduke. — Sin embargo, la aparición es muy difícil, ¿no? — Preguntó Remus. En secreto, no estaba seguro de si sería capaz de hacerlo en absoluto, incluso haciéndolo junto a la Sra. Potter una vez había sido agotador y lo hacía sentir mal. — Sí, pero nosotros podríamos hacerlo. — Sirius respondió, con confianza. — Sin embargo, está un poco por encima de lo que tenemos que hacer este trimestre. — dijo Peter. Sirius le dio al chico más pequeño una mirada muy molesta, y Peter abrió la boca, como si hubiera dicho algo muy mal. — ¿Te refieres a que se acercan los exámenes? — Remus preguntó, inocentemente, para salvar a Peter. Estaba asombrado de que Pettigrew se las hubiera arreglado para permanecer callado tanto tiempo, aunque no era como si James y Sirius fueran ni la mitad de discretos de lo que pensaban. — Sí, exacto. — Peter sonó aliviado, — Exámenes. Definitivamente voy a reprobar Historia de la Magia este año. Seguro. Nunca conseguiré un Owl en él. Hablaron un poco más sobre los OWLs del próximo año, lamentando su propia falta de preparación en este o aquel tema, aunque Remus en realidad los estaba esperando, especialmente los exámenes prácticos. Finalmente llegaron al sótano del Honeyduke. Y ahí fue donde el plan se vino abajo. — Viejo — James dijo, mientras intentaba abrir la puerta. — Por lo general, todavía está haciendo sus cuentas o lo que sea. Debe haber ido a la cama temprano. — O podría estar fuera — sugirió Remus. — Es sábado por la noche. — ¿¿Qué vamos a hacer?? — Peter preguntó: — ¿Alohomora? Oh, pero no podemos hacer magia... — Déjame ver — Remus dio un paso adelante, jugueteando en su bolsillo trasero en busca de la horquilla que tenía desde el verano. — Fácil — dijo, inspeccionando la cerradura. Se inclinó sobre él e insertó el alfiler, moviéndolo lentamente hacia arriba y escuchando con atención. El clic satisfactorio le dijo que había funcionado, y dio un paso atrás, abriendo la puerta con una elegancia. — ¡Ta-da! — ¡Tú, que belleza! — James aplaudió — ¡Vamos, vamos! Una vez dentro de la tienda, fue aún más fácil, ya que la cerradura funcionaba desde adentro. Entonces, de repente, estaban afuera en la calle principal de Hogsmeade en el aire frío de la noche. Era deliciosamente emocionante estar en un lugar donde no deberían, a Remus ni siquiera le importaba si se salían con la suya o no. Siguió a Sirius y James por la calle adoquinada, más allá de las Tres Escobas, las tiendas cerradas y la oficina de correos.
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Los dos excitados muchachos se detuvieron abruptamente frente a otro pub; uno en el que Remus no había estado antes. El letrero que colgaba sobre la entrada decía The Hogs Head, con una imagen apropiadamente sangrienta debajo. Había una pizarra en forma de A en la acera que decía: ¡Música en vivo esta noche! ¡Micrófono abierto, actos de tributo muggle! — ¡¡Oh Dios mío!! — Remus exclamó - esto era absolutamente lo último que esperaba. Ahora sabía por qué Sirius estaba sonriendo tan ampliamente que le debían de doler las mejillas. — ¿Qué piensas? — Preguntó el chico de cabello oscuro, ansioso. — Sirius nos prometió que te encantaría — dijo James, sonando menos seguro. Remus solo miró la pizarra, luego a Sirius. — Me encanta. — El Confirmó. En el interior, no estaba ni muy ruidoso ni demasiado silencioso, y parecía que el primer acto se estaba preparando. No era tan agradable como las Tres Escobas; había una estaca en el suelo en lugar de una alfombra, y olía levemente a corral, pero Remus podía ver que definitivamente no iban a toparse con nadie que conocieran, o nadie que fuera a la escuela. — Yo buscaré en la primera ronda — dijo Sirius, alegremente, la picardía todavía brillaba en sus ojos. — Sirius... — James dijo, severamente — Cervezas de mantequilla, ¿sí? — Mmm... — Entonces — dijo Remus, mientras se sentaban alrededor de una mesa pequeña y destartalada que estaba lo suficientemente cerca de la banda, pero también en un rincón sombrío por si acaso, — ¿Actos de tributo muggle? ¿Es eso algo normal que los magos escuchen? — No — James negó con la cabeza, luciendo igual de desconcertado. — Últimamente ha habido una pequeña tendencia. Desafiar al señor oscuro y a toda su mierda sangre pura, ese tipo de cosas. — ¿Van a interpretar a David Bowie? — Preguntó Peter. El pobre Peter tenía la impresión de que la música muggle comenzaba y terminaba con David Bowie, gracias a Sirius y Remus. La banda se anunció a sí misma como Banshee Blues justo cuando Sirius regresaba con una bandeja de bebidas. Aproximadamente quince. — ¡Sirius! — James arqueó las cejas, — ¡¿Qué?! — Sirius le guiñó un ojo — ¡Te traje tu cerveza de mantequilla! — Me refería solo a cerveza de mantequilla, para todos nosotros. ¿Cómo te sirvieron? ¿Eso es whisky de fuego?
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— E hidromiel. — Sirius asintió. — No bebas nada si no lo quieres. Aquí — tomó un vaso con aproximadamente dos pulgadas de líquido de color marrón dorado en él, levantándolo — Por nuestro amado Moony, inventor del mapa de los merodeadores, arquitecto de nuestras mayores bromas, finalizador de nuestra tarea atrasada... — Por Moony — los otros dos sonrieron. Remus miró a la banda, demasiado avergonzado para responder. Nunca antes había visto música en vivo interpretada, y mucho menos música en vivo interpretada por magos. Su ropa era predeciblemente extraña, una mezcla de túnicas tradicionales y una variedad de prendas muggles, el cantante principal usaba un stetson blanco, por alguna razón, combinado con una boa de plumas rosa. Los instrumentos parecían bastante muggle, pero no tenían amplificadores, aparentemente la magia se encargaba del volumen. Tocaron algunas canciones de los Beatles, luego algunas de los Rolling Stones, y Remus pensó que eran bastante buenos. Incluso James estaba dando golpecitos con el pie al final, aunque eso podría deberse a que Sirius le había metido a escondidas porciones de whisky de fuego en su cerveza de mantequilla. El whisky de fuego era bastante asqueroso, pensó Remus, pero no peor que el vodka barato que había estado bebiendo el verano pasado. Orgullosamente se tragó su primer vaso de una, sin hacer una mueca, y Sirius lo miró con asombro. Peter se apegó al hidromiel y seguía preguntando: — ¿Ya estoy borracho? ¿Estoy borracho? — después de cada sorbo. Después de dos jarras, probablemente lo estaba. — Tal vez deberíamos limitarnos a la cerveza de mantequilla ahora...— dijo Remus, mirando a Peter con preocupación. Se balanceaba levemente en su taburete, con las mejillas rosadas y sonriendo. Banshee Blues estaba guardando sus instrumentos, y una mujer joven de rostro pálido con un flequillo goteante se acercó al soporte del micrófono. — ¿Eres tú, Lupin? — Un joven mago se acercó a ellos desde la barra. Remus lo reconoció vagamente, pero no estaba seguro de dónde. — Er... hola. — Dijo, nervioso. — ¡Arnold Doyle! Estuve en Hogwarts el año pasado, ¿recuerdas? Era alto y larguirucho, pero también la mitad de los chicos de la escuela. ¡Tus cigarros me ayudaron a superar mis EXTASIS! — ¡Oh! Bien, sí, hola Arnold, lo siento. — Todavía no estaba seguro de recordarlo, pero el whisky lo había hecho sentirse amigable y cálido con todos. — ¿Qué estás haciendo aquí? — Mi novia está tocando — asintió con la cabeza hacia el escenario, donde la chica de aspecto goteante estaba afinando su guitarra acústica. — ¿Qué pasa contigo? ¿Pensé que todavía estabas en la escuela? — Mi cumpleaños — sonrió Remus, — Nos escapamos. Arnold se rió.
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— Te tengo. Bueno, no te delataré. ¿Puedo invitarte a un trago? ¿Dar las gracias por los cigarros? — Eres nuestro tipo de hombre, Arnold — dijo Sirius, más fuerte de lo necesario en un pub tan pequeño, pero había estado igualando a Remus bebida por bebida. Arnold se rió y volvió a la barra. Su novia empezó a tocar, una canción de Bob Dylan, parecía, pero Remus no estaba tan familiarizado con el folk. Todavía no recordaba haber vendido nada a Arnold, pero Arnold claramente sentía que tenía una deuda, porque le compró a Remus una botella entera de whisky de fuego y la dejó sobre la mesa. — ¡Feliz cumpleaños! Has llegado a la mayoría de edad, ¿verdad? — En realidad... — Peter comenzó, luego se detuvo cuando Sirius lo pateó con fuerza debajo de la mesa. — Sí — respondió Remus suavemente — ¡Salud! Después de eso, las cosas se tambalearon un poco, pero definitivamente decidió que fumar era una buena idea, y Sirius, dispuesto a no quedarse atrás, estuvo de acuerdo. — Esas cosas apestan, Moony. — James se quejó, haciendo una mueca. — ¿Y qué quiere decir con que tus cigarros le ayudaron a superar sus EXTASIS? — Debe haberme confundido con alguien — se encogió de hombros Remus. Sirius se echó a reír histéricamente. La siguiente banda, en opinión de Remus, era la mejor: se llamaban Dragonhide y tocaban mucho Slade, Status Quo y Black Sabbath. Eso hizo que Remus quisiera levantarse y bailar, pero él no estaba tan borracho como Sirius o Peter, y no había perdido completamente sus inhibiciones. Sin embargo, no pudo evitar cantar hacia el final, como casi todos en el pub, en este punto. De alguna manera, parecía una buena idea pararse en su silla, agitando su copa sobre su cabeza mientras todo el pub rugía; — So cum on feel the noize! Girls grab ya boys! We get wild, wild, wild! We get wild, wild, wild! Sirius, por supuesto, pensó que esto era muy divertido, y después de dos intentos de trepar a su propio taburete (rápidamente atrapado por James, quien dominaba mejor sus facultades), terminó con sus brazos alrededor de Peter y James, balanceándose de un lado a otro, cantando a todo pulmón; — So you think we have a lazy time, well you should know better... And I don't know whyyyyy I just don't know whyyyyy And you say I got a dirty mind, well I'm a mean go getter! And I don't know whyyyy And I don't know whyyyyyyy Anymore! Oh no--ooooh!
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De hecho, los merodeadores estaban tan cautivados por este gancho que todavía lo cantaban tan fuerte como podían mientras volvían a trompicones a través de Hogsmeade hacia la calle principal, tomados del brazo, tropezando y riendo mientras avanzaban. En el aire frío, Remus se sintió un poco más agudo y un poco culpable al darse cuenta del estado en el que estaban Sirius y Peter. Para cuando llegaron a Honeyduke's, debió ser más de medianoche. Se colaron dentro lo más silenciosamente posible y se dirigieron al sótano, James y Remus intentaban desesperadamente alejar a Sirius y Peter de todos los dulces en exhibición. La caminata de regreso a través del túnel a Hogwarts fue bastante espantosa. Peter apenas podía mantener los ojos abiertos y se tambaleó contra James, quejándose de que le dolía la cabeza. Sirius rebotaba de pared a pared, aparentemente solo sostenido por su propio impulso, de vez en cuando estallaba en trozos de canción. Cuando llegaron al final del túnel, James y Remus estaban muy sobrios, Peter apenas estaba consciente y Sirius se veía preocupantemente verde. — Merlín, ¿Cómo vamos a llevarlos de vuelta a la cama sin despertar a todo el castillo? — James resopló, todavía sosteniendo a Peter. Sirius se inclinó rápidamente y vomitó. — Cristo — Remus lo agarró por los hombros, ya que estaba en peligro de caer hacia el charco de vómitos. Tiró del cabello de Sirius hacia atrás, rápidamente, y le dio una palmada en la espalda a su amigo. — Errr… — miró a James, — ¿Por qué no te llevas a Peter con la capa? Será más fácil. Esperaré un poco con él — señaló con la cabeza a Sirius — ¿Entonces convoco a la capa en media hora o así? De todos modos, es más fácil ir de a dos. — Buen plan. — James dijo, agradecido. — ¿Estás seguro de que no quieres que lo mire? Sirius se sentó en el suelo, de repente, con la cabeza entre las manos y gimiendo. — No, he cuidado de borrachos antes — sonrió Remus. — Vete. Gracias por el cumpleaños, James, fue increíblemente brillante. James le dedicó una sonrisa antes de desaparecer bajo la capa de invisibilidad con Peter todavía aferrado a su cuerpo. Remus suspiró y se sentó junto a Sirius. Apuntó con su varita al desorden de enfrente. — Scourgify — Y quedó todo limpio. Sirius gimió de nuevo y apoyó la cabeza en el hombro de Remus. Remus se rió entre dientes, suavemente, — ¿Está bien, amigo? — Urgh. — Sí, suenas bien. Oye, no me vomites, ¿de acuerdo? — Mmmph. — ¿Sediento?
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— Seh. Remus bebió lo último de su botella de whisky de fuego, luego tocó con su varita la abertura. — ¡Aguamenti! — y se llenó de agua fría cristalina. Se lo entregó a Sirius, — No lo bebas demasiado rápido, o vas a vomitar. — Mmm. — Sirius lo bebió un poco, con los ojos aún cerrados. Su rostro estaba un poco pálido y húmedo, pero todavía se veía diez veces mejor de lo que probablemente se veía Remus. — Eres tan bueno en esas cosas, Moony. — Arrastró las palabras, apoyándose pesadamente en el hombro de Remus. — Sí — gruñó Remus, — Abriendo cerraduras y sosteniendo mi bebida. — Y la magia. — Sirius murmuró adormilado. — Bueno, somos magos, idiota. — Soy bueno en la magia — suspiró Sirius, — Pero tú... eres como... eres magia, ¿sabes? — Estás borracho y hablando tonterías. — Remus se rió. — Oi, no te duermas, tengo que llevarte de vuelta. — Cállate. — Sirius respondió, cabeceando. Remus suspiró y se preguntó si alguien se daría cuenta si se quedaban ahí. (Songs: Starman - David Bowie, Cum on Feel the Noize - Slade)
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69 Abril Sábado 26 de Abril de 1975 — ¡Remus Lupin, deja ese libro de una vez! — La voz aguda y cansada de Madame Pomfrey resonó por el piso de la enfermería. Remus dejó caer el pesado libro de texto y miró hacia arriba, sorprendido. — ¿Puedes ver a través de las cortinas? — Él volvió a llamar. Había pensado que estaba prácticamente solo. — No — respondió ella — solo te conozco demasiado bien. — Apareció, rodeando las cortinas del hospital verde pálido. Había más luz, más allá de ellos, Pomfrey había lanzado un hechizo que creaba una cápsula de oscuridad alrededor de la cama de Remus. Para que pudiera dormir un poco, dijo. Cogió el libro, ahora, dándole una mirada severa. — Tenía la esperanza de que descansaras los ojos, no los forzaras. — Puedo ver en la oscuridad — se encogió de hombros. Era cierto, no importaba cuánto castigo recibiera su cuerpo, sus ojos seguían siendo perfectos, mejor que perfectos, incluso. — Sin excusas. — Madame Pomfrey gruñó. — Ya que estás despierto, ¿Supongo que estás listo para recibir visitas? — ¡Sí, por supuesto! — Se sentó, ansioso, enderezando su camisón. — Vamos, entonces — les gritó a James, Sirius y Peter, quienes aparecieron en fila india detrás de la cortina. — ¡No mucho ruido y no libros! — ¿Por qué no puedes tener libros? — preguntó James sentándose en el final de la cama. — Porque es Moony — dijo Sirius, arrojándose con fuerza sobre la pequeña cama individual, justo sobre las piernas de Remus. — No entiende la moderación. — Solo quiero revisar — suspiró Remus, frotándose la parte posterior de la cabeza, — Quiero decir, estoy en la escuela, es lo que se supone que debo hacer. — Aceptó una rana de chocolate de Peter, que los estaba entregando. — Sin embargo, no quieres estresarte — dijo Sirius, con la boca llena de chocolate — Estás millas por delante del resto de la clase, y los exámenes no son hasta dentro de años. — Faltan dos semanas — dijo James, mordisqueando su propio trozo de chocolate, sorprendentemente de manera delicada. — Te vendría bien estar un poco mejor preparado, Black.
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— Oh, lo siento — Sirius puso los ojos azules de manera espectacular, rodando sobre su espalda. Remus hizo una mueca. — Olvidé que también te habías unido al club de estudio. — ¡Una tarde en la biblioteca no me convierte en un sabelotodo! — James frunció el ceño, claramente profundamente ofendido. — No le escuches, James — sonrió Remus — Estoy orgulloso de ti. Gracias por las ranas, Pete. — Oh, no son mías — dijo Peter, acomodándose en el sillón junto a la cama, — Dezzie dice que espera que te mejores pronto. Remus, Peter y James volvieron la cabeza a la vez. — Dezzie — Sirius dijo, sentándose. — ¿Te refieres a Desdemona? — Er... ¿sí? — Peter dejó de masticar chocolate y empezó a verse nervioso. — Me preguntó por qué no podía verla hoy, así que le dije que estaba viendo con Moony. ¡¿Qué?! — Miró de James a Sirius — No dije nada sobre por qué estaba enfermo, solo dije... — ¡Idiota! — Sirius saltó de la cama. — ¡Sirius! — Remus siseó, si eran demasiado ruidosos, Madame Pomfrey los echaría — Está bien. De verdad. — ¡No está bien! — Sirius se enfureció, estaba de pie junto a Peter ahora, — ¡No puedes ir a decirle a todo el mundo que Remus está en la enfermería! ¡No todo el mundo es tan lento como tú! ¡¿No significa nada para ti la palabra 'secreto'?! — Sabes que sí — dijo Peter, sacando la barbilla, su labio inferior temblando — He guardado todo tipo de...— miró furtivamente a Remus, luego cambió de tacto — De todos modos, Dezzie no es todo el mundo, ella es mi novia. — ¡¿Y qué?! —Sirius se enfureció, — ¡¿Vas a decirle a cada tarta que te permita meter tu lengua viscosa por su garganta?! Los ojos de Peter se llenaron de lágrimas furiosas. Aspiró con fuerza y se frotó la nariz, poniéndose de pie. — ¡Solo porque tengo novia! Solo porque... ¡Porque a algunos de nosotros realmente nos gusta pasar tiempo con chicas! El rostro de Sirius pareció transformarse en un nuevo y terrible tipo de rabia que Remus nunca había visto antes. Su corazón latía a una milla por minuto, Remus podía escucharlo claro como una campana. — ¿Qué estás tratando de decir, Pettigrew?
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— Que prefiero estar con Dezzie que con ustedes, ahora mismo. Lo siento, Remus. — Peter dijo, muy rápidamente, antes de marcharse, saliendo furioso de la sala con un paso renovado y seguro. Hubo un silencio acerado, y Remus se dio cuenta de que no se atrevía a mirar a Sirius; cualquier emoción en la que estaba trabajando parecía algo que debería ser privado. En cambio, miró a James, todavía de pie a los pies de la cama. Mordiéndose el labio. Miró a Remus a los ojos y le dio una sonrisa tranquilizadora. — ¿Par de cabrones de mal humor, eh? — Rompió la tensión — De todos modos, ¿Cómo te sientes? ¿La luna estuvo bien? — Sí, sin cicatrices — asintió Remus, lentamente, consciente de que el corazón de Sirius aún latía con fuerza en su hombro. — Nada roto tampoco. Tal vez finalmente me esté volviendo bueno siendo un hombre lobo. — ¿Qué quiso decir él? — Sirius dijo, de repente, volviéndose para mirar a James. — No lo sé, amigo — Potter se encogió de hombros — No lo escuches, dio tanto como recibió; estás molesto porque finalmente se defendió a sí mismo. — Quería decir algo. — Murmuró Sirius. — ¡Cómo va el Quidditch? — Remus preguntó, rápidamente — ¿Listo para la final? La frente de James se suavizó instantáneamente y se enderezó, ansioso por contarle a Remus todos sus grandes planes para el próximo juego de Ravenclaw. La revancha entre Slytherin y Gryffindor había tenido lugar a finales de marzo y, para sorpresa de todos, Regulus Black había retomado su papel de buscador. James le había dicho en voz baja a Remus después que Regulus había amenazado a la mitad de los Slytherin con dolorosos hechizos de desfiguración si llegaba a Walburga la noticia de que había vuelto al equipo. Gryffindor había ganado por solo cinco puntos, lo cual fue una suerte, porque Remus no podía imaginar a Sirius de peor humor de lo que ya estaba. Las cosas no habían ido bien. Por su parte, Remus había estado tratando de ser más amable con Sirius desde Febrero. Aunque Remus siempre había sabido que los Black estaban lejos de ser una unidad familiar ideal y cariñosa, siempre había asumido que no podía ser tan malo. Después de todo, según su experiencia, los adultos estaban allí para mantener el orden, instruir y castigar. James lo había pasado muy bien, en lo que a Remus se refería, así que tenía sentido que simpatizara con Sirius. Tal vez era madurez, o tal vez había visto al brillante y vivaz Sirius humillado por su propia madre, pero Remus finalmente estaba comenzando a comprender que lo que fuera que sucediera en la noble y antigua casa de Black no era normal. De hecho, era totalmente inaceptable. El hecho de que Sirius hubiera sobrevivido bajo tal opresión durante tanto tiempo sin convertirse en Snape o simplemente agrietarse bajo su peso era notable. Remus sabía lo difícil que era ir en contra de las expectativas de otras personas, en contra de tu propia naturaleza, a veces.
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Sin embargo, estaba empezando a mostrarse. Tal vez desde el cumpleaños de Remus, después de que Sirius se emborrachara tan horriblemente y se escondieran juntos en ese túnel frío. Aun que eso podría haber sido cuando Remus lo notó por primera vez, bien podría haber comenzado después de la caída de Regulus. Pero había habido un cambio definitivo. Sirius estaba cansado, agotado, como Remus se sentía después de la luna. Parte de la pelea lo había marcado; eso estaba claro. Todavía se enojaba, pero llegaba en breves ráfagas, y rápidamente se hundía en un estado de ánimo oscuro y tranquilo. Las conversaciones nocturnas con James también se habían reanudado. Remus no fue invitado. No esperaba que lo hicieras exactamente, pero había pensado que se acercarían un poco más ese año, y que tal vez Sirius optaría por confiar en ambos . Pero lo único que Sirius parecía querer de Remus en estos días eran cigarrillos - si Remus tuviera el corazón para cobrarle, podría haber hecho una fortuna; Sirius rara vez estaba sin un cigarrillo detrás de la oreja o entre los labios. — Cambios de humor en la adolescencia. — Lily había dicho, con decisión, cuando Marlene mencionó que Sirius parecía estar de mal humor — Honestamente — suspiró la pelirroja, agitando su cabello, — Él actúa como si todo lo que le pasa fuera un gran drama, pero no es diferente al resto de nosotros. Solo son las hormonas. — Bueno — Mary frunció el ceño, — Su familia es un poco una pesadilla… magos oscuros y eso. No puede ser fácil, con todo lo que pasa en los periódicos. — Sirius no es un mago oscuro. — Remus dijo, de inmediato. — Yo sé eso. — Mary espetó: — Solo quise decir que podría sentirse un poco desgarrado, eso es todo. — Ella había estado gritando mucho a Remus, desde la 'broma' de Snape con Veritaserum. A pesar de que Remus se había disculpado profusamente, y muchas veces, no podía negar que las cosas que había dicho habían sido la verdad. — Lo siento — dijo de nuevo, agachando la cabeza. — Tienes razón. No lo tiene fácil. — Tú de todas las personas no deberías sentir lástima por él, Remus. — Lily resopló, golpeando una pila completamente nueva de libros de revisión. — ¡¿Qué se supone que significa eso?! — Él ha tenido muchas ventajas sobre ti y todavía no puede ser una persona amable — dijo, dividiendo los libros entre los cuatro. — Es ridículamente rico, sangre pura, magia vieja, educado en privado, tiene a sus dos padres - uf, él y Potter son tan... — James y Sirius no son tan parecidos. — Fue la única respuesta que tuvo Remus. Parecía que todos estaban de mal humor. En la enfermería, James finalmente se había quedado sin cosas que decir sobre el partido de Ravenclaw, que estaba programado para principios de Mayo, justo antes de que comenzaran los exámenes. Parecía haber notado que Remus se había desconectado y se había quedado en silencio. Sirius también estaba aburrido y había comenzado a tratar de transfigurar varios artículos alrededor de la cama: una lámpara, un orinal sin usar, el jarrón vacío en la mesita de noche.
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— Lo siento — dijo Remus, — Es un poco aburrido para ustedes dos aquí. No tienen que quedarse. — Tonterías — James agitó una mano, descuidadamente, — No hay nada más que hacer por aquí - Ravenclaw ha reservado el campo para el resto del día. Y Sirius no vendrá a la biblioteca conmigo, así que... Potter había comenzado a poner un esfuerzo extra en sus estudios ese año por primera vez, para gran decepción de Sirius. Al principio, Remus había pensado que era otra táctica para acercarse a Lily, pero James nunca pidió estar involucrado en su grupo de estudio y de hecho parecía preferir trabajar solo. Les dijo que sus padres habían amenazado con quitarle la escoba durante el verano si sus resultados no eran mejores que el año pasado, pero Sirius le había susurrado a Remus que en realidad, McGonagall le había advertido que si no se quitaba los calcetines, no tendría la oportunidad de ser capitán de Quidditch. — Puedes interrogarme, si quieres. — Remus dijo, animándose un poco. — Pregúntame cosas sobre pociones, luego haré el tema que quieras. — Historia — suspiró James — Soy una mierda en Historia... — Uf, bueno, si van a hacer eso, me iré. — Dijo Sirius, levantándose. — Soy una mierda en todo eso. — No, no lo eres, no seas estúpido. — No, me voy — Sirius negó con la cabeza, distraído. — Tal vez me iré a buscar algunas chicas con las que pasar el rato, ya que eso es muy importante para todos. — ¿Desde cuándo te molestan las cosas que dice Peter? — Remus frunció el ceño. Pero ya era demasiado tarde, Sirius ya se estaba yendo. Remus miró a James. James se pasó una mano por el pelo. — Lo siento, Moony, solo ignóralo. No eres tú... o Peter, ahora, es... él recibió una lechuza de casa esta mañana. — Oh, cierto...— Remus miró hacia abajo. Debería haberse dado cuenta. —Sí, le han dicho que tiene que irse a casa durante todo el verano de este año, aprender su deber familiar de una vez por todas, o algunas tonterías. Dice que se va a aburrir mucho, pero... no sé, creo que está asustado, sinceramente. Todo el mundo dice que están muy involucrado con tú sabes quién. — Él estará bien, sin embargo, ¿no? — Remus jugueteó con la esquina de su sábana con ansiedad — No pueden obligarlo a casarse con nadie otra vez, y él no es mayor de edad, así que no puede unirse, o lo que sea. James se encogió de hombros. También parecía muy cansado.
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— No lo sé, amigo — dijo en voz baja. — No sé lo que quieren. De todos modos, no me iré a ningún lado. Empecemos con Pociones, ¿de acuerdo?
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70 Despedidas Jueves 29 de Mayo de 1975 El período de exámenes pareció pasar volando ese año. Remus realmente se sintió como si hubiera entrado en el ritmo de las cosas por primera vez y, aunque no le gustaba dormirse en los laureles, estaba relativamente seguro de que había logrado notas decentes en general. Incluso Pociones había sido menos estresante de lo habitual, gracias a la cuidadosa guía y al paciente entrenamiento de Lily durante todo el año. De hecho, para la tercera semana de Mayo, Remus se encontró en un cabo suelto. Había completado todas sus pruebas, pero ninguno de sus amigos habían terminado: entre Estudios Muggles y Adivinación, los merodeadores y las chicas todavía estaban enclaustrados estudiando o en la sala de exámenes. Pero estaba lejos de estar solo. Remus pasaba su tiempo libre dando tranquilos paseos por los jardines, leyendo lo que quisiera y cuando quisiera, y dando los toques finales a su mayor logro; el mapa del merodeador. Habían sido casi cuatro años completos en la fabricación, pero el mapa rudimentario original de Hogwarts de Remus se había expandido y desarrollado hasta presentar una vista completa de todo el castillo - entradas secretas, túneles y cámaras ocultas incluidas. Con la ayuda de los merodeadores, ahora se movía y cambiaba en el tiempo con el ritmo del edificio en sí, localizaba e identificaba a todos los seres presentes en el castillo, y funcionaba a la perfección. Remus nunca había estado más orgulloso de nada en su vida; de hecho, nunca había creado nada de lo que valiera la pena estar orgulloso. Todavía necesitaba algún tipo de hechizo de bloqueo; en este momento, podía hacer que la tinta desapareciera y reapareciera con un rápido hechizo de desilusión, pero esto no era suficiente, no si era para salir de su dormitorio. Eso sería algo para investigar durante el verano; ya había hablado con Madame Pince sobre la posibilidad de pedir prestados algunos libros, en el entendimiento de que le reembolsaría por completo cualquier daño, en caso de que ocurriera. Remus esperaba el verano tal vez incluso menos de lo habitual. Ahora que era plenamente consciente del clima político en el mundo mágico, encontraba muy desconcertante la idea de salir de él durante dos meses. Quién sabía lo que podría suceder mientras tanto, sin contar el peligro en el que se encontrarían sus amigos. Desde el primer verano desde 1972, los merodeadores estarían completamente separados. A Sirius se le había prohibido ver a los Potter, Remus estaría en St. Edmund's como de costumbre "por su propia seguridad" y los Pettigrew iban a Estados Unidos para visitar a Philomena; Peter sospechaba que intentarían llevarla a casa. La situación de Sirius era la más preocupante. James lo había intentado todo; incluso escribiendo a Dumbledore, pero nadie estaba dispuesto o era capaz de anular los deseos de la familia Black. Incluso Sirius se había resignado un poco a su destino. — Tendré a Reg — suspiró pesadamente — Tal vez si no está rodeado de Slytherins todo el tiempo, escuchará un poco y entrará en razón, ya es lo suficientemente mayor.
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Remus había prometido escribir; todos los días si Sirius quería que lo hiciera. Incluso Mary se había ofrecido a intentar visitarlo, ya que también vivía en Londres. Por supuesto, ella era hija de muggles y estaba completamente fuera de discusión. James en realidad tenía un plan de escape listo para llevar a cabo en el momento en que Sirius diera la orden: involucraba una compleja cadena de comunicación, su escoba y romper al menos diez leyes mágicas, pero todos estaban listos para hacerlo. Incluso Peter, que había perdonado a Sirius su arrebato en Abril y había sido perdonado a su vez. Remus había pensado en cómo pasar su propio verano y ya había decidido que no repetiría los eventos del año pasado. No es que fuera a rechazar la oportunidad de 'ganar' un poco de dinero en efectivo si se le presentaba la oportunidad (sus planes para cazar a Greyback no se habían alterado y aún necesitarían financiamiento), pero también necesitaba mantenerse concentrado. Pasar toda la noche bebiendo y peleando no fue productivo, ni resolvió ninguno de sus problemas. También sabía que necesitaba mantener un perfil bajo durante el mayor tiempo posible, y que lo arrestaran por un delito menor no era una movida inteligente. Después de haber pasado bastante tiempo en el interior últimamente completando el mapa, y siendo que el clima no era ni demasiado caliente ni demasiado frío para Mayo, Remus decidió aventurarse a leer. Finalmente había leído todos los libros muggle que Sirius había traído con él a Hogwarts en su primer año, y ahora los estaba tomando prestados de Lily. Ella era una gran fan de Jane Austen, lo cual era una pena, ya que Remus no lo era, pero él se había conformado con Emma de todos modos. Se sentó bajo la sombra moteada de un gran árbol, junto al lago, de espaldas al sauce. Como había temido, Remus pronto se aburrió del espantoso parloteo de la señorita Woodhouse; resultó que el estúpido libro trataba sobre el emparejamiento y ya había tenido mucho de eso este año, muchas gracias. Dejó el libro y se apoyó contra el baúl, mirando las hojas de un verde brillante, sus párpados cerrándose lentamente con un suspiro. Tuvo un sueño muy extraño. (Aunque, pensó Remus para sí mismo mucho más tarde, todos los sueños eran bastante extraños, ¿no es así?) No podía recordar exactamente qué estaba pasando en el sueño, o dónde estaba o quién estaba con él. Pero quizás había otra persona, otro cuerpo, al menos, muy cercano al suyo. Era una sensación intensamente física, similar a sus recuerdos de ser el lobo, pero sin duda más placentera. La forma en que este otro cuerpo encajaba contra el suyo era profundamente reconfortante, cálido y satisfactorio de una forma que nunca antes había sentido. Remus no estaba seguro de cuánto tiempo había dormido, pero cuando se despertó había murmullos a su alrededor. Obviamente, uno de los exámenes había terminado y los estudiantes estaban saliendo al terreno, exaltados por la libertad que habían ganado con tanto esfuerzo. Remus parpadeó contra la brillante luz del sol del verano y se enderezó, un poco avergonzado de haberse quedado dormido, sin mencionar la reacción física que había provocado el extraño sueño. Rápidamente reorganizó su túnica, mirando a su alrededor para comprobar que nadie se había dado cuenta. Su espalda estaba rígida y adolorida ahora, por apoyarse contra el tronco. Tenía la boca seca y el pie izquierdo entumecido. Se estiró y lo sacudió, haciendo una mueca cuando los alfileres y las agujas se dispararon por su pierna. — ¡Que tal, Remus! — Un acento áspero de liverpudliano vino de detrás de él, — No estabas durmiendo, ¿verdad?
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— ¡No! — Dijo de inmediato, cuando Ferox apareció a la vista. Remus agarró a Emma y trató de fingir que solo lo había dejado por un momento. Ferox le sonrió con complicidad, pero no se burló. Dejó un cubo pesado de algo viscoso que olía mal. — Vine a despedirme del calamar. — Señaló con la cabeza el lago, que estaba tan quieto como un estanque. — ¿Se va durante el verano, profesor? — Preguntó Remus, ligeramente interesado mientras se frotaba la pierna para que la sangre fluyera de nuevo. — Mm. — Ferox asintió con la cabeza, entrecerrando los ojos hacia el lago. —El verano y... tal vez más. Me temo que no te veré en Septiembre. — ¡¿Qué?! — Remus parpadeó, sorprendido, — Pero... ¿Quién nos enseñará Cuidado de las Criaturas Mágicas? — El profesor Kettleburn volverá. Yo solo lo reemplazaba. — Oh. — Remus había sabido eso todo el tiempo, pero aún así fue un shock. Se sintió terriblemente triste, nunca antes había tenido que despedirse de alguien que sabía que extrañaría. Tenía un fuerte impulso de decirle esto a Ferox; decirle cuánto deseaba que se quedase, pero las palabras no salían. — Es una lástima. — Fue todo lo que pudo reunir. Se puso de pie, tembloroso, con las piernas todavía doloridas. Ferox metió una mano en el cubo de viscosas cosas plateadas y sacó algo largo y retorcido. Lo arrojó al lago y dos tentáculos rompieron la superficie del agua para atraparlo. Ferox sonrió. — No voy a mentirte, extrañaré este lugar. — Dijo, alcanzando otro. Lo aplastó. Miró a Remus, — Y mi mejor clase, por supuesto. — ¡Es... es mi materia favorita! — Remus dijo, todo en un apuro. — ¡Debería darme cuenta! — Ferox sonrió, arrojando otra cosa resbaladiza. Chapoteo. — No se supone que te diga los resultados hasta Agosto, pero... bueno, estoy muy orgulloso de ti, Lupin. Máximas notas, las mejores del año. Mejor que muchos de mis estudiantes de OWL. — Eres un buen maestro — dijo Remus con tristeza. — También Kettleburn. — Ferox lo tranquilizó, todavía alimentando al calamar. Aplastando. Chapoteando. — ¿A dónde irá? ¿Volverá al ministerio? — Ah... no. — La expresión de Ferox cambió. No frunció el ceño, exactamente, pero sus rasgos se oscurecieron, la sonrisa se desvaneció. — Tengo algunos asuntos para Dumbledore. No estoy seguro de que el ministerio... de todos modos, no es algo de lo que debas preocuparte. — Sacudió la cabeza, luego sonrió de nuevo y miró a Remus. — Estaré en el extranjero por un tiempo.
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Aplastar. Chapoteo. Remus se preguntó si volvería a ver al profesor Ferox. Todavía no estaba muy seguro de cuán grande era realmente la comunidad mágica, pero no creía que pudiera ser muy grande, no si solo hubiera una escuela en Gran Bretaña. ¿Estaría bien escribir a Ferox? ¿O era inapropiado? No le escribiría a alguien como McGonagall, por ejemplo, o al profesor Slughorn. — Le pediré actualizaciones a Kettleburn, ya sabes. — Ferox dijo, leyendo su mente: —Así que no creas que puedes empezar a holgazanear. Nosotros los pobres sin salida tenemos que mostrarle al resto de los novatos elegantes cómo se hace, ¿eh? Ahora más que nunca. — No aflojaré — dijo Remus, ferozmente — lo prometo. Ferox se rió y le dio un codazo a Remus. — Buen chico. Tu padre estaría orgulloso. *** Viernes 27 de Junio de 1975 Era el último viernes del trimestre, todos los exámenes y lecciones estaban terminados otro año más, y Remus había hecho una lista mental de todo lo que necesitaba hacer. Este año, él y James habían conspirado juntos para asegurarse de que todo lo de Sirius se hiciera a tiempo; James se estaba acostumbrando gradualmente a la idea de dejar que Remus ayudara cuando se trataba del bienestar de Sirius. Planearon que el sábado por la mañana, James y Peter lo llevarían a volar unas horas, mientras Remus lo arreglaría todo. Le había prometido que no le importaba; cualquier cosa que pueda ayudar. Estaban todos sentados en la cena, nada especial, solo pastel de pescado, el banquete no sería hasta la noche del domingo, cuando las lechuzas empezaron a volar para el último puesto. — Ugh. — Sirius gimió cuando una gran lechuza marrón aterrizó frente a él. Uno de los búhos de la familia Black. — Yo lo haré. — James saltó rápidamente, tirando del pequeño pergamino envuelto alrededor de la escamosa pata del pájaro. Se volvió a poner las gafas redondas en la nariz y sus ojos recorrieron rápidamente el papel. Luego se encogió de hombros, lo arrugó y se lo echó por encima del hombro. — Solo quieren que recuerdes que tienes que encontrarte con ellos en King's Cross, ellos esperan que tú y Regulus estén juntos. — Están preocupados que haga otro acto de desaparición — Sirius sonrió. — Er... ¿Lo harás?— Peter preguntó, nervioso. — No vale la pena. — Sirius suspiró — Apuesto a que llegarán temprano solo para fastidiarme. Tendré que pensar en otra forma de hacerlos enojar.
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— O simplemente podrías intentar mantener la cabeza gacha y pasar el verano. — Remus sugirió, a la ligera, terminando su helado. Sirius solo le arqueó una ceja. Remus sacó la lengua. Ambos sabían que eso era prácticamente imposible, incluso si Sirius hacía todo lo posible. Sin embargo, no tuvieron mucho tiempo para sentir lástima por Sirius: Mary, que también había recibido una carta, soltó un grito y luego se echó a llorar. La lechuza frente a ella dio un salto hacia atrás, alarmada, luego dio un "ululato" ofendido y se alejó aleteando hacia la lechucería. — ¡Mary! — Lily y Marlene dijeron a la vez: — ¿Qué pasa? Mary negó con la cabeza, aparentemente sin habla, luego se tapó la boca y huyó del comedor. Lily y Marlene se miraron, luego se levantaron de un salto para seguirla. — ¿Qué crees que le pasa a ella? — Preguntó Peter. Remus se encogió de hombros. — Cosas de chicas. No se enteraron hasta más tarde esa noche. Mary no estaba en la sala común, pero Lily bajó en busca de un cárdigan perdido que había dejado en alguna parte. —Darren la dejó —le dijo gravemente a Remus— está destrozada, pobrecita. — ¿Justo antes de las vacaciones? — Remus dijo, sorprendido, — ¡Es un poco duro! —Sí —respondió Lily con tristeza— dijo que él no se molestaría en esperarla mientras ella está en la escuela todo el año, quiere una novia más cerca de casa. Creo que ella estará mejor así, él suena horrible. — Apuesto a que Marlene está feliz, sin embargo — sonrió Remus, — No tendrá que escuchar más sobre eso. — No apuestes — el rostro de Lily era sombrío —Ella no ha dejado de decir lo mucho que lo amaba todavía... — Pobre cosa.— Remus buscó en su bolsillo y sacó su última pluma de azúcar — Dale esto, dile que espero que se sienta mejor, ¿eh? — Ahh, eres tan dulce, Remus — Lily lo besó en la mejilla, luego se dirigió arriba de nuevo. — Ella no estaba tan molesta cuando rompió conmigo — murmuró Sirius indignado, moviendo una pieza de ajedrez.
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—Bueno — Remus se encogió de hombros, volviendo al juego — Ella te dejó, no es así. Supongo que eres a quien dejan. — Yo no estaba tan molesto. — No pensé que Mary y tú fueran tan serios — bostezó James, jugando a romper la alfombra con Peter. — Sólo tenías trece. — Catorce. — Sirius corrigió. — Pero entiendo tu punto. Realmente no fuimos tan lejos ¿verdad? — No eras muy maduro al respecto — murmuró Peter, hojeando sus cartas. — No, bueno, al menos nadie nos sorprendió besuqueándonos en los armarios de las escobas, tienes razón — espetó Sirius. — Los celos no te sientan bien, Black — respondió Peter secamente. — Oi, todos ustedes me prometieron que la cosa de besuquearse había terminado. — Remus dijo, intencionadamente, dándoles a todos una mirada oscura. — No lo descartes hasta que lo hayas probado, Moony — sonrió Peter.
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71 Junio Sábado 28 de Junio de 1975 — ¡Hola, Remus! — Lily lo sorprendió cuando salía de la enfermería. Acababa de tener su última revisión con Madame Pomfrey antes de que terminara la escuela. — Hola. — Dijo, nervioso: — ¿Qué estás haciendo aquí? — Dejándoles esto al profesor Slughorn — levantó un frasco grande de algo que parecía un engendro de rana púrpura, —Hemos estado haciendo pociones curativas en Slug Club este trimestre. Espera aquí, volveré contigo. Ella desapareció dentro de la enfermería y él esperó, tratando de no parecer demasiado sospechoso. Odiaba que lo vieran cerca del hospital. Lily finalmente salió con una sonrisa alegre. — ¡Gracias! ¿Qué estabas haciendo ahí? — Oh, nada, yo um... un maleficio que salió mal. — Oh Dios, ¿Qué pasó? — Er... prefiero no decirlo. — Él arqueó una ceja sugestivamente, esperando que ella captara la imagen. Afortunadamente, su mente se fue a otra parte. — ¿Fue Potter de nuevo? ¡Uf, maldijo a Sev la semana pasada con algo que hizo que su cuello se hinchara como un salvavidas! — Eh, sí, James es bueno con los hechizos de congestión — sonrió Remus. — Bueno, no hubiera pensado que maldeciría a las personas que supuestamente son sus amigos — respondió Lily con recato. — ¡No fue él! — Remus respondió, molesto. No quería hablar mal de James delante de Lily, después de la confusión de enero. — Black, entonces. — Lily se encogió de hombros. — Es igual de malo. No tengo idea de por qué todo el mundo lo quiere. — Mm. — Entonces... ¿Grandes planes para el verano? — Lily cambió de tacto, tal vez dándose cuenta de que Remus no disfrutaba particularmente de sus diatribas sobre los otros merodeadores.
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— No, — Remus negó con la cabeza, — Cosas habituales, probablemente deberes. ¿Tú? — Voy a visitar a Marlene en Julio, estamos tratando de que Mary venga. — ¿Cómo está ella? Mary había estado ausente de todas las comidas desde la gran ruptura, y apenas había salido del dormitorio de chicas por lo que Remus podía decir. — Mejor —asintió Lily con tristeza— De todos modos, puede pasar unas horas sin llorar. Sin embargo, sigue reproduciendo álbumes deprimentes de Dusty Springfield. Llegaron al retrato de la dama gorda y se encontraron con Peter, y con Desdemona Lewis, por supuesto. Estaban en un fuerte abrazo, entrelazados entre sí, murmurando entre besos; — ¡Te extrañaré! — Ella suspiró. — ¡Te extrañaré más! — Dijo Peter. — ¿Escribirás? — ¡Todos los días! Remus hizo fuertes arcadas, que hicieron reír a Lily, pero se ganó el ceño furioso de Peter. Rápidamente treparon por el retrato y dejaron a los tortolitos por detrás. La torre de Gryffindor estaba en completa anarquía cuando la alcanzaron, como era habitual en el último día de clases. Los estudiantes se arrastraban debajo de las mesas en busca de cosas perdidas, corrían recogiendo tarjetas y piezas del juego, gritando '¡Accio sudadera!' o '¡Accio Reloj de pulsera!' sonaba mientras todos se apresuraban a empacar en el último minuto. Remus no pudo evitar preguntarse si todas las salas comunes estaban pasando por el mismo caos, seguramente los organizados de Ravenclaw estaban en un estado mucho mejor. Sirius y James no estaban haciendo mucho para ayudar en el proceso - estaban levitando encubiertamente varios artículos detrás de uno de los grandes sillones, riéndose felizmente el uno al otro. Remus sonrió, pensando de nuevo en lo mucho que extrañaría todo. — ¡Ustedes dos! — Lily los regañó, acercándose, sosteniendo su propia varita. Sirius se rió y se agachó detrás de James, — ¡Vamos, Evans, solo un poco de alegría del último día! — ¡¿Por qué no puedes dejar a la gente en paz, Black?! — ¿Por qué no puedes tú dejarnos en paz? — Replicó, disparando chispas verdes al techo desde la espalda de James, — ¡Todavía no eres prefecta, sabes!
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— ¡Oooh, solo espera hasta que lo sea! — Dijo, tratando de lanzar una maldición a Sirius. En cambio, golpeó a James, e inmediatamente brotaron nabos de sus orejas, la expresión de sorpresa en su rostro era tan cómica que Remus se echó a reír. — Bueno, eso no fue muy lindo — se rió Sirius, transfigurando una lámpara cercana en una bandada de pájaros que revoloteaban chillando por la habitación, aumentando el caos. El siguiente movimiento de Lily fue dispararle un gafe de patas de gelatina a James, haciéndolo caer al suelo en un instante, todavía agarrándose las orejas de nabo. Con él fuera del camino y Sirius expuesto, Lily lo inhabilitó con un hechizo vinculante, luego se volvió hacia Remus. — Ayúdame a resolver todo esto, ¿Quieres? — Aww... está bien, bien — suspiró Remus, todavía secándose las lágrimas de risa de sus ojos. Juntos lograron restaurar el orden en la sala común, transfigurar la lámpara, reparar las marcas de chamusquina en el techo y calmar a una de primer año que estaba llorando porque había perdido a su gato. Lily dejó a Remus para que se ocupara de James y Sirius, que ahora estaban en un estado real. — ¿No es maravillosa? — James sonrió atónito, mientras Remus trataba de ayudarlo a sentarse en una silla cercana, con las piernas aún inestables, dobladas debajo de él. — Sí, un verdadero encanto — refunfuñó Sirius, luchando por liberarse de su atadura corporal. — Ustedes dos tienen suerte de que ella solo use su poder para el bien — los reprendió Remus, — No serían rival para ella si decidiera comenzar a romper las reglas de verdad. Finito. — Apuntó con su varita a Sirius, quien finalmente fue liberado. Se frotó los brazos con fiereza. — ¡No puedo creer que la hayas ayudado, Moony! — Por supuesto que sí — Remus se encogió de hombros — Estoy aterrorizado de ella. *** Domingo 29 de Junio de 1975 — ¡Eh, ustedes dos! ¡Perderemos el tren! — Remus bufó, subiendo las escaleras hacia su dormitorio por lo que se sintió como la centésima vez esa mañana. Sus baúles ya habían sido transportados a la estación de Hogsmeade por algún mecanismo mágico, y McGonagall había dado la advertencia de que les quedaban diez minutos, pero James y Sirius habían desaparecido nuevamente. Los encontró sentados en la cama de James, que estaba despojada de las sábanas, con las cabezas inclinadas sobre algo pequeño que Sirius sostenía cuidadosamente en sus manos. La habitación se sentía horriblemente hueca y vacía sin todas las cosas de los merodeadores en ella. Los dos chicos de cabello negro se volvieron hacia él cuando entró, y Remus sintió que se había entrometido en algo muy privado. Se quedó atrás un momento, torpemente.
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— Lo siento, Moony — sonrió James, saliendo de la cama —Estamos listos, ¿eh Black? — Sí, claro — Sirius se levantó también. Tenía una expresión aturdida y distraída que hizo que a Remus le doliera por dentro. — Mira lo que James me dio — dijo Sirius, mientras cruzaba la habitación. Le tendió algo redondo y plateado. Remus lo tomó. Estaba caliente por las manos de Sirius. Era un espejo compacto, bellamente grabado con un diseño de estilo de filigrana ornamentado. — Er... — Remus le dio la vuelta, abriéndolo de golpe — ¿Muy um... bonito? James se rió. — Es mágico, perteneció a mi abuelo. Mira. — Abrió el suyo, idéntico, y lo miró. Remus miró el espejo de Sirius y se sorprendió al ver el rostro con gafas de James sonriéndole. —Para que podamos mantenernos en contacto durante el verano. — ¡Oh Dios mío! — Remus exclamó: — ¡Eso es increíble! — Lo sé — asintió James, cerrando su compacto y deslizándolo en su bolsillo trasero. — Ojalá pudiera tener para todos nosotros, pero son antiguas reliquias familiares y solo hay dos... — Oh, por supuesto — Remus le devolvió el estuche correspondiente a Sirius. Hubo un incómodo silencio de unos segundos, antes de que Remus se aclarara la garganta — Vamos, McGonagall nos va a hechizar hasta la semana que viene si perdemos los carruajes. Llegaron a tiempo para los carruajes y el tren, luego se apilaron en su compartimiento habitual. Remus estaba sumamente desconcertado al descubrir que este año su pequeño espacio para carruajes estaba lleno de gente. No solo los cuatro merodeadores, sino también, por supuesto, Desdemona fue invitada a unirse a ellos; Remus todavía no la había escuchado decir más de dos palabras, posiblemente porque sus labios estaban ocupados con tanta frecuencia. Mary se unió a ellos también, a petición de Sirius. Él le había estado prestando mucha atención durante los últimos días, y era obvio que ella lo estaba disfrutando, ya que recientemente había recibido un fuerte golpe en su autoestima. Con Mary como siempre estaba Marlene, y finalmente Lily, quien se habría visto obligada a sentarse sola, de lo contrario. Como tal, fue un viaje increíblemente ruidoso de regreso a Londres. Entre Sirius tratando de impresionar a Mary cantando todas las canciones de los Beatles que conocía, James cambiando entre tratar de atraer la atención de Lily y hablar sobre tácticas de Quidditch con Marlene, y las torpezas febriles de Peter y Desdemona, Remus simplemente se recostó contra la ventana y disfrutó estar entre amigos por lo que podría ser la última vez en mucho tiempo. Trató de no pensar en la guerra o en quién podría desaparecer durante el verano. Trató de no pensar en Sirius, solo y abusado en una fría mansión de Londres. Trató de no pensar en Ferox, haciendo misiones peligrosas para Dumbledore. Solo miraba a sus amigos, sus rostros brillantes y animados, llenos de entusiasmo y emoción.
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Se frotó la nuca, adormilado. Su corte de cabeza rapada había crecido y ahora tenía un montón de rizos castaños de ratón. Puede que no vuelva a cortarlo. No dejaría que Matrona lo hiciera, decidió; era mejor largo. Más suave. Ya no quería verse duro y malvado, no sentía que lo necesitara. Sonriendo para sí mismo, Remus se quedó dormido. *** Cuarto año, epílogo: unas horas después... Remus arrastró su baúl del autobús y bajó solo por el largo camino hacia St Edmund. Era el primer año que la Matrona no lo había ido a buscar a King's Cross; le había enviado el pasaje del autobús con anticipación y le había dicho que ya tenía la edad suficiente para hacer el viaje solo. Quizás esperaba que él no regresara en absoluto. Pero, ¿A dónde más iría? Entró al frío edificio gris con una sensación de resignación, se registró en la recepción y se dirigió a su dormitorio. Era un día brillante y cálido, y podía escuchar a la mayoría de los otros chicos gritando afuera. Estaba acalorado y pegajoso, y esperaba darse una ducha y pasar unas horas tranquilas a solas en las que pudiera deshacer las maletas y tal vez empezar con su lectura de verano. Pero cuando entró en el dormitorio, descubrió que no estaba completamente solo. Había un chico sentado en la cama contigua a la suya. Debía de haber sido nuevo; Remus no lo reconoció del año pasado. Parecía tener unos quince o dieciséis años y vestía una camiseta azul claro con ribetes naranjas y vaqueros largos acampanados. Sus calcetines no hacían juego. Su cabello era rubio y rizado, su rostro alegre y de nariz chata. Tenía un aire informal y amistoso. — Oh hola. — Remus dijo en voz baja, arrastrando su baúl hasta su cama. — ¿Todo bien? — El otro chico lo saludó. Tenía un diente frontal astillado y una sonrisa torcida que hizo que Remus quisiera sonreírle. Su cabello era largo y le caía sobre los ojos. — Eres el chico que va a la escuela elegante todo el año, ¿Verdad? Soy Grant. Remus asintió cortésmente. — Remus. Encantado de conocerte. — Vaya — Grant esbozó una sonrisa aún más amplia — ¡Dijeron que eras elegante! ¿Quiere que le haga una reverencia, mi señor? Remus le devolvió una suave sonrisa, incapaz de evitarlo. El otro chico no estaba siendo grosero ni desagradable. Olvidó cuánto había cambiado su acento, después de cuatro años en Hogwarts. — Gran lector, ¿verdad? — Grant señaló con la cabeza los libros que Remus estaba desempacando. — Recibo mucha tarea. — Dijo Remus. Luego decidió relajarse un poco — Y sí, me gusta leer. — Genial — Grant respondió. Se recostó en la cama, con los brazos detrás de la cabeza, su largo cuerpo estirado, la camisa levantándose para exponer un pedazo de piel justo por encima de las caderas.
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Remus lo miró de reojo mientras desempacaba, tratando de no lucir como si lo estuviera mirando demasiado —Entonces, — Grant siguió hablando — ¿Qué tipo de música te gusta?
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72 Verano, 1975 Querido Moony, Estoy bastante seguro de que puedo salirme con la mía escribiendo cartas al menos por ahora. Imagino que las están leyendo, pero ME IMPORTA UNA MIERDA, ME ESCUCHAS REGULUS?? Horrible hasta ahora. Parece que mamá trató de quitar mis cosas de Gryffindor mientras estaba fuera, pero las coloqué con hechizos permanentes. Voy a ver si hay algo más que pueda hacer para enojarla. Hay una gran reunión familiar la semana que viene, cena elegante, túnica de gala, mejor comportamiento, etc. James piensa que debería mantener la cabeza gacha y tomar nota de quién asiste y qué se dice en caso de que sea útil más adelante. No lo sé. En su lugar, quiero detonar algunas bombas de estiércol. ¿Qué harías tú? Sirius *** Sirius ¿Sigues con Reg, entonces? Ten cuidado con él, no tienes a nadie más de tu lado. Por favor ten cuidado. No sé qué haría, nunca he ido a una cena elegante. Probablemente haga algo que me deje viendo como un idiota. No hagas nada estúpido, ¿De acuerdo? James suele tener razón. Remus. *** Querido Remus, No puedo creer que tenga que pasar todo el verano sin ninguno de ustedes. A veces realmente odio ser hijo único. Apuesto a que nunca te sientes solo en St Edmund's. Sirius parece estar bien, se registra con bastante frecuencia, creo que está aburrido. Si el aburrimiento es lo peor, entonces eso es bueno, ¿verdad? Sigo tratando de convencerlo de que no arme un escándalo, no sabemos en qué tipo de cosas están involucrados los Black. Podría ser nada en absoluto. Espero que tu verano haya comenzado bien. ¿Has mirado la tarea? Ese ensayo de Encantamientos parece un dolor de cabeza. James.
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*** James, Estaría bien si pudiera controlarse, pero lo dudo. Sigue hablando con él, recuérdale que tiene que volver a Hogwarts en una pieza. El verano está bien. Tienes razón, nunca me siento solo. No me importaría tener un poco de privacidad la mayor parte del tiempo, pero este verano ha sido bueno. No te preocupes por mi. Ese ensayo de Encantamientos es pan comido y lo sabes. No te gusta el trabajo duro, Potter. Remus. *** Moony, ¡Saludos desde San Francisco! Pensé que haría calor aquí, pero hace mucho frío y llueve la mayor parte del tiempo. Merlín sabe por qué Philomena querría vivir aquí, no es diferente al querido viejo Blighty. Pete. *** Querido Moony, Hice un alboroto esta semana, fue brillante. Encontré un montón de viejos pósters muggles al costado de la calle: fotos de chicas, ya sabes de qué tipo. Ni siquiera se mueven, es muy gracioso. De todos modos, los pegué en las paredes con mi encanto pegajoso patentado, y mamá ESTÁ FURIOSA. Creo que probablemente solo esté molesta porque son chicas muggle, le importa un bledo que se tengan las tetas al aire. De todos modos, ahora no puedo salir sin supervisión. Sin embargo, valió la pena. Sirius *** Sirius, Eres un idiota y lo sabes. ¿¿¿Pósters??? ¿No te sientes raro con todas esas personas mirándote? Remus. ***
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Querido Remus, Realmente estoy preocupado por Sirius. No sé si te contó sobre el truco que hizo con los pósters, pero es un maldito idiota por hacerlo. No le creas si dice que está bien, definitivamente había estado llorando cuando hablé con él por última vez con el espejo (no le digas que te lo dije, obviamente). Espera en caso de que necesitemos activar la misión de rescate. James. *** James, Listo cuando tu lo estés. Remus. *** Moony, No escuches a Potter, es una anciana. Todo está bien, nada que no pueda afrontar. Espero que estés teniendo un buen verano. No puedo esperar a Septiembre. Sirius. *** Viernes 22 de Agosto de 1975 Remus se tambaleó débilmente hacia el dormitorio. Había sido uno malo. Madame Pomfrey pensó que debía ser por el cambio de escenario. Ahora tenía una cicatriz larga y gruesa en el pecho; habían pasado años desde que tenía una cicatriz. Grant se sentó de repente, luciendo herido. — ¿Dónde has estado? — Él preguntó: — Pensé que te habían arrestado o que te habían llamado. — Estuve enfermo — respondió Remus. — ¿Enfermo de qué? Remus suspiró, dejándose caer en su cama. Había sido una noche difícil y solo quería dormir. Cerró los ojos. Hoy no tenía ganas de excusas.
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— Bueno, fue luna llena anoche, ¿sabes? — Dijo con calma: — Cuando tenía cinco años me mordió un hombre lobo y ahora soy uno. Me transformo todos los meses y la Matrona me encierra para no lastimar a nadie más. — Oh, ja, ja — Grant respondió, subiéndose a la cama de Remus, sentándose a horcajadas sobre él. Ambos eran tan delgados que encajaban fácilmente en la estrecha litera. — Muy divertido e ingenioso. Bien, no me lo digas. Se inclinó y besó a Remus. Remus abrió los ojos, congelándose por un momento. — Está bien — le aseguró Grant, acariciando su mejilla — Están todos afuera, lo comprobé. Remus le devolvió el beso. Había sido un verano extraño, pero uno de los más agradables que Remus había tenido. No se había sentido solo, por una vez; No había contado los días hasta el primero de Septiembre. Al principio, él y Grant se habían unido por David Bowie, T-Rex y Neil Young, incluso Deep Purple, por quien Grant estaba loco y Remus pensó que a Sirius probablemente le gustaría. Ambos odiaban el fútbol, y a los otros chicos, así que se paseaban juntos por la ciudad o se sentaban detrás de las grandes casas móviles vacías fumando paquetes de cigarrillos robados. Habían estado sentados allí sobre la grava caliente un día a mediados de Julio, sacudiendo piedras y debatiendo los puntos más finos de Electric Warrior, cuando de repente la mano de Grant estaba en la rodilla de Remus, luego en su cintura, acercándolo más. — ¿Qué estás...!? — Está bien — susurró Grant, la desesperación se apoderó de su voz, presionando su frente contra la mejilla caliente de Remus — Nadie lo va a descubrir. — Sabía a cigarrillos y quemaduras solares. Después de eso, cada vez que estaban solos, se besaban. Fue una especie de sorpresa, pero no del todo. Remus rápidamente se dio cuenta de que siempre lo había querido, esto o algo parecido. Como una niebla que se levantaba. Considerándolo todo, estaba agradecido con Grant por haber tomado la iniciativa. No era lo que se podría llamar romántico o cariñoso. Más como una cosa necesaria. Algo que Remus sabía que tenía que empujar tan lejos como fuera posible, para poder identificar todos los bordes duros y los límites definidos. Estaba trazando sus propios deseos y usando a Grant como brújula. Su nombre completo era Grant Chapman. Acababa de cumplir dieciséis años y había estado en St. Edmund's desde Mayo, aunque de ninguna manera era su primer hogar. Los dos padres de Grant estaban vivos, e incluso tenía una familia extensa: abuelos, tías, tíos y primos adultos. Pero ninguno de ellos parecía querer retenerlo por mucho tiempo. — Demasiado caótico — sonreía Grant con descaro. — Todos se cansan de mí al final.
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Como a la mayoría de los chicos de St Edmund's, le iba mal en la escuela y había tenido problemas con la policía un par de veces por delitos menores, aunque nunca había sido arrestado oficialmente. No era violento, pero tenía la lengua suelta y la tendencia a responder. Pero no había ni un hueso amenazante en su cuerpo, era tan claramente bueno en todas partes. Tenía una sonrisa espectacular; arrugaba todo su rostro y te agradaba de inmediato. Uno de sus caninos estaba un poco torcido y era nada menos que entrañable. Remus no podía ver por qué nadie lo quería cerca. A veces era un poco tonto; un poco inmaduro, pero eso estaba bien - Remus sabía que podía ser demasiado serio la mayor parte del tiempo. Algo en la naturaleza alegre y despreocupada de Grant hizo que Remus se sintiera más confiado, cómodo. Y a Grant le agradaba mucho Remus. Realmente le agradaba. — Eres el tipo más divertido que he conocido. — Grant se rió, cuando Remus ni siquiera había dicho algo tan divertido. — Eso sí, nunca antes me había escapado con alguien de una escuela privada. — No soy diferente a ti — respondió Remus — Un tonto en un hogar para niños. — Vete a la mierda — Grant lo empujó, juguetonamente — Vas a lugares, cualquiera puede ver eso. Remus no respondió a eso, pero lo hizo sonreír. Grant a menudo lo hacía sonreír. Además de todas estas cosas, Grant besaba muy, muy bien. Al menos, Remus lo asumió, considerando que Grant era la única persona a la que había besado. La primera vez, había sentido una emoción salvaje mientras pensaba para sí mismo; ¡Así que ESTO es de lo que se trata todo el alboroto! Podía besar a Grant todo el día, sin tomar aire. A veces se encontraba frunciendo compulsivamente los labios por la noche, acalorado por los dolores de abstinencia. Remus había esperado que besar fuera atemorizante e incómodo, pero, como con tantas cosas, Grant simplemente lo tranquilizó. Lo hizo divertido, desde el principio; sin problemas, sin preguntas. — Si solo estás aquí durante el verano, entonces también podríamos disfrutarlo, ¿eh? — Él decía, alegremente — No te preocupes, no estoy exactamente a punto de proponerte matrimonio, por dulce que seas. — ¡Dulce! — Remus se burló. — Dulce — le guiñó un ojo Grant, — y demasiado bueno para mí. Remus odiaba ese tipo de conversación y lo calló con otro beso. Tuvieron que esconderse la mayor parte del tiempo, por supuesto. De los otros chicos y del personal. Remus no podía imaginar lo que sucedería si los descubrieran, definitivamente serían separados, incluso si no los hubieran hecho papilla. ¿Se lo diría la Matrona a Dumbledore? ¿Podrían expulsarte, por ser... bueno, por besar a otros chicos? Afortunadamente, Grant tenía algo de experiencia en operaciones encubiertas y ni siquiera estuvieron cerca de ser molestados.
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— ¿Cuántas veces has hecho este tipo de cosas? — Remus se armó de valor para preguntar, un día. Estaban detrás de unos cobertizos para bicicletas en desuso en la escuela secundaria local. — Pocas veces — Grant se encogió de hombros — No lo suficiente. ¿Tú? — ¡Nunca! — Remus respondió, sorprendido. — Yo ni siquiera... — Oh, Dios te bendiga — Grant se rió levemente, tirando de uno de los rizos de Remus — No lo sabías. Remus negó con la cabeza, sus oídos se calentaron. Grant gruñó: — ¿Nunca mirabas a otro tipo demasiado tiempo? ¿Nunca has tenido ese sentimiento acerca de una estrella de cine o un maestro? —... ¡Oh Dios mío! - Remus jadeó, las imágenes de Ferox cayendo sobre él. Grant volvió a reír. — Y pensé que estabas metido en eso, tú con tus compañeros de la escuela. Remus negó con la cabeza con incredulidad, preguntándose si había algo más que no supiera sobre sí mismo. Cuando Septiembre se acercó, Remus se encontró tratando de ignorarlo. Se sentía culpable por no haber pasado el verano preocupándose por la guerra, por estar distraído con sus propios impulsos egoístas, especialmente en un momento como este. Pero al mismo tiempo, sintió que tal vez nunca más tendría esta oportunidad. Los otros merodeadores enviaban cartas, como hacían todos los veranos; Remus respondió diligentemente, sin querer que se preocuparan. No dijo nada sobre Grant. No sabía qué decir, seguro de que si ponía la pluma sobre el papel todo se derramaría y los otros chicos nunca volverían a hablarle. O peor; tratarían de entenderlo, sin mirarlo a los ojos. Fue en parte eso. Por otro lado, a Remus simplemente le gustaba la idea de guardárselo para él. Los merodeadores no tenían que saberlo todo sobre él, y se le permitía tener otros amigos, ¿no? Cartas seleccionadas entre los merodeadores: Querido Moony, Estoy bastante seguro de que puedo salirme con la mía escribiendo cartas al menos por ahora. Imagino que las están leyendo, pero ME IMPORTA UNA MIERDA, ME ESCUCHAS REGULUS?? Horrible hasta ahora. Parece que mamá trató de quitar mis cosas de Gryffindor mientras estaba fuera, pero las coloqué con hechizos permanentes. Voy a ver si hay algo más que pueda hacer para enojarla. Hay una gran reunión familiar la semana que viene, cena elegante, túnica de gala, mejor comportamiento, etc. James piensa que debería mantener la cabeza gacha y tomar nota de quién asiste y qué se dice en caso de que sea útil más adelante. No lo sé. En su lugar, quiero detonar algunas bombas de estiércol. ¿Qué harías tú?
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Sirius *** Sirius ¿Sigues con Reg, entonces? Ten cuidado con él, no tienes a nadie más de tu lado. Por favor ten cuidado. No sé qué haría, nunca he ido a una cena elegante. Probablemente haga algo que me deje viendo como un idiota. No hagas nada estúpido, ¿De acuerdo? James suele tener razón. Remus. *** Querido Remus, No puedo creer que tenga que pasar todo el verano sin ninguno de ustedes. A veces realmente odio ser hijo único. Apuesto a que nunca te sientes solo en St Edmund's. Sirius parece estar bien, se registra con bastante frecuencia, creo que está aburrido. Si el aburrimiento es lo peor, entonces eso es bueno, ¿verdad? Sigo tratando de convencerlo de que no arme un escándalo, no sabemos en qué tipo de cosas están involucrados los Black. Podría ser nada en absoluto. Espero que tu verano haya comenzado bien. ¿Has mirado la tarea? Ese ensayo de Encantamientos parece un dolor de cabeza. James. *** James, Estaría bien si pudiera controlarse, pero lo dudo. Sigue hablando con él, recuérdale que tiene que volver a Hogwarts en una pieza. El verano está bien. Tienes razón, nunca me siento solo. No me importaría tener un poco de privacidad la mayor parte del tiempo, pero este verano ha sido bueno. No te preocupes por mi. Ese ensayo de Encantamientos es pan comido y lo sabes. No te gusta el trabajo duro, Potter. Remus. ***
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Moony, ¡Saludos desde San Francisco! Pensé que haría calor aquí, pero hace mucho frío y llueve la mayor parte del tiempo. Merlín sabe por qué Philomena querría vivir aquí, no es diferente al querido viejo Blighty. Pete. *** Querido Moony, Hice un alboroto esta semana, fue brillante. Encontré un montón de viejos pósters muggles al costado de la calle: fotos de chicas, ya sabes de qué tipo. Ni siquiera se mueven, es muy gracioso. De todos modos, los pegué en las paredes con mi encanto pegajoso patentado, y mamá ESTÁ FURIOSA. Creo que probablemente solo esté molesta porque son chicas muggle, le importa un bledo que se tengan las tetas al aire. De todos modos, ahora no puedo salir sin supervisión. Sin embargo, valió la pena. Sirius *** Sirius, Eres un idiota y lo sabes. Pósters??? ¿No te sientes raro con todos ellos mirándote? Remus. *** Querido Remus, Realmente estoy preocupado por Sirius. No sé si te contó sobre el truco que hizo con los pósters, pero es un maldito idiota por hacerlo. No le creas si dice que está bien, definitivamente había estado llorando cuando hablé con él por última vez con el espejo (no le digas que te lo dije, obviamente). Espera en caso de que necesitemos activar la misión de rescate. James. *** James,
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Listo cuando tu lo estés. Remus. *** Moony, No escuches a Potter, es una anciana. Todo está bien, nada que no pueda afrontar. Espero que estés teniendo un buen verano. No puedo esperar a Septiembre. Sirius. *** Viernes 22 de Agosto de 1975 Remus se tambaleó débilmente hacia el dormitorio. Había sido uno malo. Madame Pomfrey pensó que debía ser por el cambio de escenario. Ahora tenía una cicatriz larga y gruesa en el pecho; habían pasado años desde que tenía una cicatriz. Grant se sentó de repente, luciendo herido. — ¿Dónde has estado? — Él preguntó: — Pensé que te habían arrestado o que te habían llamado. — Estuve enfermo — respondió Remus. — ¿Enfermo de qué? Remus suspiró, dejándose caer en su cama. Había sido una noche difícil y solo quería dormir. Cerró los ojos. Hoy no tenía ganas de excusas. — Bueno, fue luna llena anoche, ¿sabes? — Dijo con calma: — Cuando tenía cinco años me mordió un hombre lobo y ahora soy uno. Me transformo todos los meses y la Matrona me encierra para no lastimar a nadie más. — Oh, ja, ja — Grant respondió, subiéndose a la cama de Remus, sentándose a horcajadas sobre él. Ambos eran tan delgados que encajaban fácilmente en la estrecha litera. — Muy divertido e ingenioso. Bien, no me lo digas. Se inclinó y besó a Remus. Remus abrió los ojos, congelándose por un momento. — Está bien — le aseguró Grant, acariciando su mejilla — Están todos afuera, lo comprobé. Remus le devolvió el beso. Había sido un verano extraño, pero uno de los más agradables que Remus había tenido. No se había sentido solo, por una vez; No había contado los días hasta el primero de Septiembre.
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Al principio, él y Grant se habían unido por David Bowie, T-Rex y Neil Young, incluso Deep Purple, por quien Grant estaba loco y Remus pensó que a Sirius probablemente le gustaría. Ambos odiaban el fútbol, y a los otros chicos, así que se paseaban juntos por la ciudad o se sentaban detrás de las grandes casas móviles vacías fumando paquetes de cigarrillos robados. Habían estado sentados allí sobre la grava caliente un día a mediados de Julio, sacudiendo piedras y debatiendo los puntos más finos de Electric Warrior, cuando de repente la mano de Grant estaba en la rodilla de Remus, luego en su cintura, acercándolo más. — ¿Qué estás...!? — Está bien — susurró Grant, la desesperación se apoderó de su voz, presionando su frente contra la mejilla caliente de Remus — Nadie lo va a descubrir. — Sabía a cigarrillos y quemaduras solares. Después de eso, cada vez que estaban solos, se besaban. Fue una especie de sorpresa, pero no del todo. Remus rápidamente se dio cuenta de que siempre lo había querido, esto o algo parecido. Como una niebla que se levantaba. Considerándolo todo, estaba agradecido con Grant por haber tomado la iniciativa. No era lo que se podría llamar romántico o cariñoso. Más como una cosa necesaria. Algo que Remus sabía que tenía que empujar tan lejos como fuera posible, para poder identificar todos los bordes duros y los límites definidos. Estaba trazando sus propios deseos y usando a Grant como brújula. Su nombre completo era Grant Chapman. Acababa de cumplir dieciséis años y había estado en St. Edmund's desde Mayo, aunque de ninguna manera era su primer hogar. Los dos padres de Grant estaban vivos, e incluso tenía una familia extensa: abuelos, tías, tíos y primos adultos. Pero ninguno de ellos parecía querer retenerlo por mucho tiempo. — Demasiado caótico — sonreía Grant con descaro. — Todos se cansan de mí al final. Como a la mayoría de los chicos de St Edmund's, le iba mal en la escuela y había tenido problemas con la policía un par de veces por delitos menores, aunque nunca había sido arrestado oficialmente. No era violento, pero tenía la lengua suelta y la tendencia a responder. Pero no había ni un hueso amenazante en su cuerpo, era tan claramente bueno en todas partes. Tenía una sonrisa espectacular; arrugaba todo su rostro y te agradaba de inmediato. Uno de sus caninos estaba un poco torcido y era nada menos que entrañable. Remus no podía ver por qué nadie lo quería cerca. A veces era un poco tonto; un poco inmaduro, pero eso estaba bien - Remus sabía que podía ser demasiado serio la mayor parte del tiempo. Algo en la naturaleza alegre y despreocupada de Grant hizo que Remus se sintiera más confiado, cómodo. Y a Grant le agradaba mucho Remus. Realmente le agradaba. — Eres el tipo más divertido que he conocido. — Grant se rió, cuando Remus ni siquiera había dicho algo tan divertido. — Eso sí, nunca antes me había escapado con alguien de una escuela privada. — No soy diferente a ti — respondió Remus — Un tonto en un hogar para niños.
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— Vete a la mierda — Grant lo empujó, juguetonamente — Vas a lugares, cualquiera puede ver eso. Remus no respondió a eso, pero lo hizo sonreír. Grant a menudo lo hacía sonreír. Además de todas estas cosas, Grant besaba muy, muy bien. Al menos, Remus lo asumió, considerando que Grant era la única persona a la que había besado. La primera vez, había sentido una emoción salvaje mientras pensaba para sí mismo; ¡Así que ESTO es de lo que se trata todo el alboroto! Podía besar a Grant todo el día, sin tomar aire. A veces se encontraba frunciendo compulsivamente los labios por la noche, acalorado por los dolores de abstinencia. Remus había esperado que besar fuera atemorizante e incómodo, pero, como con tantas cosas, Grant simplemente lo tranquilizó. Lo hizo divertido, desde el principio; sin problemas, sin preguntas. — Si solo estás aquí durante el verano, entonces también podríamos disfrutarlo, ¿eh? — Él decía, alegremente — No te preocupes, no estoy exactamente a punto de proponerte matrimonio, por dulce que seas. — ¡Dulce! — Remus se burló. — Dulce — le guiñó un ojo Grant, — y demasiado bueno para mí. Remus odiaba ese tipo de conversación y lo calló con otro beso. Tuvieron que esconderse la mayor parte del tiempo, por supuesto. De los otros chicos y del personal. Remus no podía imaginar lo que sucedería si los descubrieran, definitivamente serían separados, incluso si no los hubieran hecho papilla. ¿Se lo diría la Matrona a Dumbledore? ¿Podrían expulsarte, por ser... bueno, por besar a otros chicos? Afortunadamente, Grant tenía algo de experiencia en operaciones encubiertas y ni siquiera estuvieron cerca de ser molestados. — ¿Cuántas veces has hecho este tipo de cosas? — Remus se armó de valor para preguntar, un día. Estaban detrás de unos cobertizos para bicicletas en desuso en la escuela secundaria local. — Pocas veces — Grant se encogió de hombros — No lo suficiente. ¿Tú? — ¡Nunca! — Remus respondió, sorprendido. — Yo ni siquiera... — Oh, Dios te bendiga — Grant se rió levemente, tirando de uno de los rizos de Remus — No lo sabías. Remus negó con la cabeza, sus oídos se calentaron. Grant gruñó: — ¿Nunca mirabas a otro tipo demasiado tiempo? ¿Nunca has tenido ese sentimiento acerca de una estrella de cine o un maestro? —... ¡Oh Dios mío! - Remus jadeó, las imágenes de Ferox cayendo sobre él. Grant volvió a reír. — Y pensé que estabas metido en eso, tú con tus compañeros de la escuela.
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Remus negó con la cabeza con incredulidad, preguntándose si había algo más que no supiera sobre sí mismo. Cuando Septiembre se acercó, Remus se encontró tratando de ignorarlo. Se sentía culpable por no haber pasado el verano preocupándose por la guerra, por estar distraído con sus propios impulsos egoístas, especialmente en un momento como este. Pero al mismo tiempo, sintió que tal vez nunca más tendría esta oportunidad. Los otros merodeadores enviaban cartas, como hacían todos los veranos; Remus respondió diligentemente, sin querer que se preocuparan. No dijo nada sobre Grant. No sabía qué decir, seguro de que si ponía la pluma sobre el papel todo se derramaría y los otros chicos nunca volverían a hablarle. O peor; tratarían de entenderlo, sin mirarlo a los ojos. Fue en parte eso. Por otro lado, a Remus simplemente le gustaba la idea de guardárselo para él. Los merodeadores no tenían que saberlo todo sobre él, y se le permitía tener otros amigos, ¿no?
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INDICE ~PRIMER AÑO~…………………………………………………………………... ii 1. Verano, 1971: St. Edmund's ........................................................................................................ 1 2. El Expreso de Hogwarts ............................................................................................................... 6 3 La Selección ................................................................................................................................ 10 4. Luna Llena ................................................................................................................................. 17 5. Pociones ..................................................................................................................................... 20 6. Venganza .................................................................................................................................... 24 7. Merodeadores ............................................................................................................................. 32 8. Secretos ...................................................................................................................................... 38 9. Cicatrices .................................................................................................................................... 43 10. Historia ..................................................................................................................................... 47 11. Cumpleaños, Libros y The Beatles .......................................................................................... 52 12. Navidad 1971 ........................................................................................................................... 56 13. Lectiuncula Magna ................................................................................................................... 63 14. La Broma .................................................................................................................................. 71 15. Consecuencias .......................................................................................................................... 76 16. Astronomía ............................................................................................................................... 86 17. Doce ......................................................................................................................................... 91 18. Revisión.................................................................................................................................... 97 19. Fin del Periodo ....................................................................................................................... 103 20. Verano 1972 ........................................................................................................................... 109
~SEGUNDO AÑO~ ............................................................................................................... 112 21. Regulus Black ........................................................................................................................ 113 22. The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars ........................................... 117 476
23. Hermandad ............................................................................................................................. 121 24. Pociones, Otra Vez ................................................................................................................. 128 25. Fuera de Horario .................................................................................................................... 135 26. Quidditch ................................................................................................................................ 142 27. Un Compromiso de Cumpleaños ........................................................................................... 148 28. Supuestos................................................................................................................................ 153 29. Luna en Diciembre ................................................................................................................. 159 30. Navidad con los Potter ........................................................................................................... 167 31. El Regreso de Sirius ............................................................................................................... 174 32. Gryffindor vs Slytherin .......................................................................................................... 180 33. Descubrimientos ..................................................................................................................... 187 34. Trece ....................................................................................................................................... 193 35.¿Qué hay en un nombre? ......................................................................................................... 200 36. Amor y Matrimonio ............................................................................................................... 207 37. Exámenes ............................................................................................................................... 212 38. El Largo Último Día (Parte uno) ............................................................................................ 218 39. El Largo Último Día (parte dos) ............................................................................................ 229 40. Verano, 1973 .......................................................................................................................... 234
~TERCER AÑO~ .................................................................................................................... 240 41. De Nuevo en Casa .................................................................................................................. 241 42. Bestias Fantásticas ................................................................................................................. 247 43. El Mercado Negro de Hogwarts ............................................................................................. 253 44. Hogsmeade ............................................................................................................................. 260 45. La noble y más antigua .......................................................................................................... 267 46. The Slug Club ........................................................................................................................ 275 47. James Potter y el estiércol de elefante .................................................................................... 281 48. Sirius cumple catorce ............................................................................................................. 288 49. Conócete a ti mismo ............................................................................................................... 296 50. Philomena Pettigrew .............................................................................................................. 303 51. El hombre lobo que lloró........................................................................................................ 311 52. Confianza ............................................................................................................................... 318 477
53. Davey Gudgeon ...................................................................................................................... 324 54. Marlene .................................................................................................................................. 330 55. Greyback ................................................................................................................................ 336 56. Verano, 1974 .......................................................................................................................... 345
~CUARTO AÑO~ .................................................................................................................. 351 57. Se avecina una tormenta......................................................................................................... 352 58. Competencia ........................................................................................................................... 358 59. Septiembre.............................................................................................................................. 366 60. Octubre ................................................................................................................................... 372 61. Noviembre (Parte uno) ........................................................................................................... 378 62. Noviembre (Parte dos) ........................................................................................................... 386 63. Diciembre ............................................................................................................................... 394 64. Navidad .................................................................................................................................. 404 65. Enero ...................................................................................................................................... 414 66. Febrero (Parte uno) ................................................................................................................ 421 67. Febrero (Parte dos) ................................................................................................................. 430 68. Marzo ..................................................................................................................................... 438 69. Abril ....................................................................................................................................... 446 70. Despedidas ............................................................................................................................. 452 71. Junio ....................................................................................................................................... 458 72. Verano, 1975 .......................................................................................................................... 464
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