Revista JC! N°38 - Mayo 2014

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Actualidad

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“Si amás a Dios

¡lee y compartí esta nota!” Éste y otros titulares nos incitan a continuar las tan recurrentes “cadenas” que circulan frecuentemente por correos electrónicos, celulares y otros medios ¿Cuál es nuestro comportamiento frente a estos mensajes? rases cautivadoras, promesas F instantáneas (hasta casi mágicas), y siempre una invitación a comprometerse para que se haga realidad: hacer un número de copias, enviar a tantas personas, difundir el mensaje… porque si no, claro, no funciona. Así nacen las conocidas “cadenas”.

Muchos años atrás, las cadenas sólo se encontraban impresas en papel o escritas a mano, abandonadas en alguna mesa de una iglesia, a los pies de algún santo, o en lugares como hospitales, sitios de oración y hasta plasmadas en billetes. Hoy en día, con el desarrollo de la comunicación digital y telefónica, es frecuente recibir un correo, un mensaje de texto, un whatsapp, una imagen para compartir en facebook y otros medios que desarrollan este tipo de mensajes. ¿De qué se trata en realidad? ¿Es Dios el que las manda? ¿Es el deseo de un santo que hagamos un determinado número de copias para contribuir a su difusión? Quien las crea siempre se pone en el lugar de Dios o de un santo escribiendo sus frases de forma tal que no queden dudas: “Dios me pidió que te dijera…”, “Dios te dice…”. Un elemento que nunca falta es la promesa “San X prometió a quien lea este mensaje”, “Dios va a arreglar dos cosas esta noche a tu favor…”. Algunos mensajes son suaves, hasta casi se parecen a una oración sin mala intención. Otros, sin embargo, contienen elementos que extorsionan a quien los lee generándole la obligación moral de difundirlo: “Dejá de hacer lo que estás

haciendo y envialo”, “Si crees en Dios, por favor, enviá este mensaje a tantas personas…”, “Si no te avergüenza ser católico, rezá un Padrenuestro”.Este último caso, suele ser el más controvertido… ¿Acaso dejamos de ser buenos católicos por no hacer una oración cuando se nos incita? ¿Dios, o algún santo, se molestaría con nosotros si no enviamos una cierta cantidad de copias? ¿Es necesario que lo que se pida en el mensaje se cumpla al pie de la letra y ahora mismo? Quizás sea momento de reflexionar acerca de cuál es el sentido de la fe, sobre qué cimientos construimos nuestras creencias y, por otro lado, qué es lo que se persigue realmente con estos mensajes. Es importante tener clara la diferencia entre la devoción, la confianza en Dios y en qué consiste una promesa, contrapuesto a lo que es el fanatismo ciego, la fe superficial y el compromiso a cambio de otra cosa.

Por empezar, los santos son intercesores, por lo que el que realiza el milagro es Dios. Sabemos que Dios está disponible las 24 horas, en todas partes del mundo; por ende, nada va a cambiar si se envía un mensaje ahora o dentro de un rato. Si un santo es un intercesor “poderoso” o nos ha ayudado en una gracia muy importante para nosotros, hacemos bien en difundir su devoción… pero a veces un simple gesto es suficiente para ser agradecido. Ningún santo, ninguna advocación oficial de la iglesia católica nos puede incitar a hacer “algo a cambio de…”. La fe no es un negocio, ni un compromiso, ni mucho menos una obligación. Vivamos y profesemos nuestra fe libre de extorsiones y liberémonos de las cadenas, así también descubriremos la infinita misericordia de Dios y el gran poder intercesor de los santos. Juan Pablo Guida




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Efemérides

‘‘Argentina

y camina’’

El mes de la patria, es un hermoso momento para reflexionar sobre nuestro país y cómo nos relacionamos con nuestros hermanos. Es por eso que le pedimos a mamá María que siga siendo nuestra intercesora.

E

l 25 de mayo de 1810 sin lugar a dudas fue una de las fechas históricas que más recordamos de nuestro paso por la escuela o que nos hayan contado. Este día queda marcado como el nacimiento de nuestra patria. Una nación donde el sello que la identifica es una verdadera pasión por la verdad y el compromiso por el bien común.

y luego de todo ese camino recorrido, donde ha habido aciertos y errores, buenos y malos representantes en el gobierno, es que le pedimos a Nuestra Señora de Luján, patrona de nuestra argentina, que nos ayude a trabajar por nuestro país desde el lugar donde cada uno se encuentre, aprendiendo a respetar a nuestra tierra y cuidándola como hijos que somos de ella.

Lo fundamental que le pedimos a Dios y a nuestra mamá María es que nos concedan la sabiduría del diálogo y también la valentía de la libertad como hijos de este Dios padre para amar a TODOS… Sí, a todos (aunque cueste), sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, y que juntos como habitantes de este hermoso suelo argentino construyamos la paz.

También le suplicamos que cuando nos sintamos cansados y agobiados por la situación que nos toque atravesar como habitantes de este bendito país celeste y blanco, nos dé fuerzas y confianza para que podamos decir que: “esperamos contra toda esperanza”.

Y fue en aquel 25 de mayo de hace más de 200 años donde nuestra patria cambió de gobierno. Aquel gobierno criollo se hizo cargo de sus propios asuntos, y en ese momento se derrumbó un sistema colonial agonizante e ineficaz, el cual no representaba los intereses del pueblo. De esta manera,

En épocas de la revolución de mayo también hubo hombres y mujeres que querían cambiar la situación que consideraban insostenible. A pesar de que siempre existió una pluralidad de pensamientos, aún así, aquellos hombres intentaron sumar voluntades, consensuar para lograr un solo objetivo: ser un país independiente. Lo que significa que miraron juntos hacia una misma dirección. En relación a esta fecha patria, nuestro querido Papa

Francisco en un mensaje dijo: ‘‘Pongo en manos de la Santísima Virgen todas sus alegrías y preocupaciones”. De esta manera, oramos para que nuestra madre de Luján nos bendiga plenamente y nos guíe por el camino del amor, del encuentro y del diálogo maduro para alcanzar a construir una patria más justa, que cante y camine. Recordemos que la festividad de Nuestra Señora de Luján se celebró el 8 de mayo. Jésica Cerrezuela






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