50 Semana de Oración por las Vocaciones Hospitalarias

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Las vocaciones hospitalarias signo de la esperanza fundada sobre la fe del 21 al 27 abril 2013


Introducción En este contexto de celebración de un año de la Fe y en medio del Tiempo Pascual, un año más, la Iglesia nos anima a orar y tener consciencia de nuestra vocación como consagrados y de la importancia de estar al servicio de la Iglesia a través de la misión hospitalaria que llevamos entre manos. Celebrar esta 50ª Semana de Oración por las Vocaciones Hospitalarias es un momento especial para todos nosotros. Y, como no podía ser de otro modo, en este año el lema gira en torno a la fe, que es fuente de esperanza, como nos señala Benedicto XVI en su Mensaje para esta Jornada: «La esperanza es espera de algo positivo para el futuro, pero que, al mismo tiempo, sostiene nuestro presente, marcado frecuentemente por insatisfacciones y fracasos. ¿Dónde se funda nuestra esperanza?». Precisamente esta es la pregunta que queremos hacer resurgir hoy: ¿dónde se funda nuestra esperanza? La oración por las vocaciones tiene su fundamento desde el convencimiento de que sabemos que Dios está a nuestro lado y no nos abandona, en Él se funda nuestra esperanza. Pero también es una pregunta clave al responder por nuestra propia vida. Estamos llamados a vivir nuestras vidas en una respuesta generosa y continua y fundada en aquel que nos dio la vida. Estar en presencia del Padre, compartiendo la misión de Cristo y dar testimonio del poder del Espíritu Santo, es lo que significa ser un verdadero seguidor del Cristo Resucitado. Ojalá estos días, en los cuales vamos a tener más presente nuestra vocación hospitalaria, nos animen a revitalizar e impulsar nuestro compromiso con los pobres y enfermos y al mismo tiempo, nuestro testimonio de vida ayude a descubrir la llamada personal que Jesús les hace a los jóvenes de hoy. Equipo Pastoral Juvenil Vocacional Hermanos de San Juan de Dios

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Mateo (Mt 14, 22-36) Enseguida Jesús llamó a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo. Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida: “¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!”. Pedro le contestó: “Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua”. Él le dijo: “Ven”. Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: “Señor, sálvame”. Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?”. En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo: “Realmente eres Hijo de Dios”. Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y le trajeron a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla de su manto. Y cuantos la tocaban quedaban curados.

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Oración Señor, te rogamos por nuestros hermanos y hermanas que han respondido sí a tu llamada al sacerdocio, a la vida consagrada y a la misión. Haz que sus existencias se renueven de día en día, y se hagan evangelios vivientes. ¡Señor misericordioso y santo, sigue enviando nuevos operarios a la mies de tu Reino! Ayuda a los que has llamado a seguirte en este tiempo nuestro; haz que, contemplando tu rostro, respondan con alegría a la maravillosa misión que les has confiado por el bien de tu Pueblo y el de todos los pueblos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Benedicto XVI

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DOMINGO 21 Abril 2013 JESUS SE RETIRA A ORAR. Tras el episodio de la multiplicación de los panes, Jesús se retira a orar y envía a sus discípulos a la otra orilla.

Introducción Queridos: hermanos: Con motivo de la 50ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el 21 de abril de 2013, cuarto domingo de Pascua, quisiera invitaros a reflexionar sobre el tema: «Las vocaciones signo de la esperanza fundada sobre la fe», que se inscribe perfectamente en el contexto del Año de la Fe y en el 50 aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II. El siervo de Dios Pablo VI, durante la Asamblea conciliar, instituyó esta Jornada de invocación unánime a Dios Padre para que continúe enviando obreros a su Iglesia (cf. Mt 9,38). «El problema del número suficiente de sacerdotes –subrayó entonces el Pontífice– afecta de cerca a todos los fieles, no sólo porque de él depende el futuro religioso de la sociedad cristiana, sino también porque este problema es el índice justo e inexorable de la vitalidad de fe y amor de cada comunidad parroquial y diocesana, y testimonio de la salud moral de las familias cristianas. Donde son numerosas las vocaciones al estado eclesiástico y religioso, se vive generosamente de acuerdo con el Evangelio» (Pablo VI, Radiomensaje, 11 abril 1964).

(Mensaje de Benedicto XVI para la 50ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones)

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Palabra de Dios: Lc 5, 17-25 Un día en que estaba enseñando asistían sentados unos fariseos y doctores de la ley que habían acudido de todas las aldeas de Galilea y Judea y también de Jerusalén. Él poseía fuerza del Señor para sanar. Unos hombres, que llevaban en una camilla a un paralítico, intentaban meterlo y colocarlo delante de Jesús. Al no hallar modo de meterlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, por el tejado, lo descolgaron con la camilla poniéndolo en medio, delante de Jesús. Viendo su fe, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados. Los fariseos y los letrados se pusieron a discurrir: ¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién, fuera de Dios, puede perdonar pecados? Jesús, leyendo sus pensamientos, les respondió: ¿Por qué pensáis así? ¿Qué es más fácil? ¿Decir: se te perdonan los pecados, o decir: levántate y camina? Pues para que sepáis que este Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados, dijo al paralítico, yo te digo: levántate, carga con tu camilla y vuelve a tu casa. Al instante se levantó delante de todos, cargó con lo que había sido su camilla, y se fue a su casa dando gloria a Dios. PALABRA DE DIOS.

Reflexión Resucitar es alzarse de nuevo. De las cenizas. De la soledad del sepulcro. De nuestras propias parálisis. Del vacío. De la nada. De un modo diferente. Con una presencia distinta. Cuesta entenderlo. Cuesta imaginar lo que pudo ser, y cómo lo percibieron aquellos hombres asustados. Cuesta descubrirlo, incluso ahora. Pero es una promesa, una profecía ya cumplida y un momento que da sentido a todas nuestras luchas. Más allá del tiempo y del espacio, entonces, hoy y siempre, el amor ha resucitado.

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Petición Te pedimos Señor por aquellas personas que conocemos y que no tienen fe, para que crean en ti y así encuentren el verdadero sentido de su vida y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Roguemos al Señor

Oración: la última palabra Después de la nada última, del silencio y del fracaso, de la sentencia cumplida, de que la tierra se cerrase sobre los restos de un sueño. Después de la injusticia y el abandono. Después de la quietud, de la muerte y el último frío … …un soplo, un aliento, algo. La Vida, irreverente y poderosa, la Luz, eterna, una Fuerza imparable, Dios mismo de otro modo. El juicio humano revocado la tierra, abierta y en ella, el germen de un árbol sin serpiente. Late, al fin, en el culmen de la historia, un fuego que nada podrá apagar. Ahora y siempre. (José María R. Olaizola, sj)

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LUNES 22 Abril 2013 LA BARCA ESTA ENTRE LAS OLAS La barca, en medio del mar, se tambalea y los discípulos tienen miedo. El mar significa lo que no se puede controlar, y las olas representan los problemas y las adversidades de la vida.

Introducción En estos decenios, las diversas comunidades eclesiales extendidas por todo el mundo se han encontrado espiritualmente unidas cada año, en el tiempo de Pascua, para implorar a Dios el don de santas vocaciones y proponer a la reflexión común la urgencia de la respuesta a la llamada divina. Esta significativa cita anual ha favorecido, en efecto, un fuerte empeño por situar cada vez más en el centro de la espiritualidad, de la acción pastoral y de la oración de los fieles, la importancia de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. La esperanza es espera de algo positivo para el futuro, pero que, al mismo tiempo, sostiene nuestro presente, marcado frecuentemente por insatisfacciones y fracasos. ¿Dónde se funda nuestra esperanza? Contemplando la historia del pueblo de Israel narrada en el Antiguo Testamento, vemos cómo, también en los momentos de mayor dificultad como los del Exilio, aparece un elemento constante, subrayado particularmente por los profetas: la memoria de las promesas hechas por Dios a los Patriarcas; memoria que lleva a imitar la actitud ejemplar de Abrahán, el cual, recuerda el Apóstol Pablo, «apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza que llegaría a ser padre de muchos pueblos, de acuerdo con lo que se le había dicho: Así será tu descendencia» (Rm 4,18). Una verdad consoladora e iluminante que sobresale a lo largo de toda la

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historia de la salvación es, por tanto, la fidelidad de Dios a la alianza, a la cual se ha comprometido y que ha renovado cada vez que el hombre la ha quebrantado con la infidelidad y con el pecado, desde el tiempo del diluvio (cf. Gn 8,21-22), al del éxodo y el camino por el desierto (cf. Dt 9,7); fidelidad de Dios que ha venido a sellar la nueva y eterna alianza con el hombre, mediante la sangre de su Hijo, muerto y resucitado para nuestra salvación. (Mensaje de Benedicto XVI para la 50ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones)

Palabra de Dios: Lc 7, 1-10 Entonces entró Jesús en Cafarnaún. Un centurión tenía un criado a quien estimaba mucho, que estaba enfermo, a punto de morir. Habiendo oído hablar de Jesús, le envió unos notables judíos a pedirle que fuese a sanar a su criado. Se presentaron a Jesús y le rogaban insistentemente, alegando que se merecía ese favor: Ama a nuestra nación y él mismo nos ha construido la sinagoga. Jesús fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: Señor, no te molestes; no soy digno de que entres bajo mi techo. Por eso yo tampoco me consideré digno de acercarme a ti. Pronuncia una palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo tengo un superior y soldados a mis órdenes. Si le digo a éste que vaya, va; al otro que venga, viene; a mi sirviente que haga esto, y lo hace. Al oírlo, Jesús se admiró y volviéndose dijo a la gente que le seguía: Una fe semejante no la he encontrado ni en Israel. Cuando los enviados volvieron a casa, encontraron al criado sano. PALABRA DE DIOS

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Reflexión Y ahora, ¿dónde estás? Una buena pregunta para ponerse a buscar. Porque esa es la primera noticia que los discípulos tienen clara: «No está aquí. Ha resucitado». Y si no está aquí, ¿dónde? La eterna pregunta que nos seguimos haciendo. Te necesitamos, Señor. Y tú nos envías a buscarte. A las Galileas de nuestro siglo XXI. «Allí me veréis». Toda la vida, si hace falta, te buscaremos. Para reconocerte, a veces, en los lugares más inesperados de nuestra vida, en los momentos más sorprendentes de nuestra historia.

Petición Te pedimos Señor por todas las personas que en este momento se encuentran en una situación de dificultad o de enfermedad y ponen su Fe y confianza en Ti. Roguemos al Señor

Oración: estados de ánimo Unas veces me siento como pobre colina y otras como montaña de cumbres repetidas. Unas veces me siento como un acantilado y otras como un cielo azul pero lejano A veces uno es manantial entre rocas, y otras veces un árbol con las últimas hojas. Pero hoy me siento apenas como laguna insomne como un embarcadero ya sin embarcaciones. Una laguna verde inmóvil y paciente conforme con sus algas sus musgos y sus peces. Sereno en mi confianza, confiado en que una tarde te acerques y te mires, te mires al mirarme. (Mario Benedetti)

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MARTES 23 Abril 2013 JESUS INVITA A CONFIAR Jesús aparece caminando sobre el mar y les invita a confiar. Jesús es capaz de avanzar en medio de todos los problemas y adversidades.

Introducción En todo momento, sobre todo en aquellos más difíciles, la fidelidad del Señor, auténtica fuerza motriz de la historia de la salvación, es la que siempre hace vibrar los corazones de los hombres y de las mujeres, confirmándolos en la esperanza de alcanzar un día la «Tierra prometida». Aquí está el fundamento seguro de toda esperanza: Dios no nos deja nunca solos y es fiel a la palabra dada. Por este motivo, en toda situación gozosa o desfavorable, podemos nutrir una sólida esperanza y rezar con el salmista: «Descansa sólo Dios, alma mía, porque él es mi esperanza» (Sal 62,6). Tener esperanza equivale, pues, a confiar en el Dios fiel, que mantiene las promesas de la alianza. Fe y esperanza están, por tanto, estrechamente unidas. De hecho, «“esperanza”, es una palabra central de la fe bíblica, hasta el punto de que en muchos pasajes las palabras “fe” y “esperanza” parecen intercambiables. Así, la Carta a los Hebreos une estrechamente la “plenitud de la fe” (10,22) con la “firme confesión de la esperanza” (10,23). También cuando la Primera Carta de Pedro exhorta a los cristianos a estar siempre prontos para dar una respuesta sobre el logos –el sentido y la razón– de su esperanza (cf. 3,15), “esperanza” equivale a “fe”» (Enc. Spe salvi, 2).

(Mensaje de Benedicto XVI para la 50ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones)

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Palabra de Dios: Lc 7, 37-50 En esto, una mujer, pecadora pública, enterada de que estaba a la mesa en casa del fariseo, acudió con un frasco de perfume de mirra, se colocó detrás, a sus pies, y llorando se puso a bañarle los pies en lágrimas y a secárselos con el cabello; le besaba los pies y se los ungía con la mirra. Al verlo, el fariseo que lo había invitado, pensó: Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer lo está tocando: una pecadora. Jesús tomó la palabra y le dijo: Simón, tengo algo que decirte. Contestó: Dilo, maestro. Le dijo: Un acreedor tenía dos deudores: uno le debía quinientas monedas y otro cincuenta. Como no podían pagar, les perdonó a los dos la deuda. ¿Quién de los dos le tendrá más afecto? Contestó Simón: Supongo que aquél a quien más le perdonó. Le replicó: Has juzgado correctamente. Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me diste agua para lavarme los pies; ella me los ha bañado en lágrimas y los ha secado con su cabello. Tú no me diste el beso de saludo; desde que entré, ella no ha cesado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con perfume; ella me ha ungido los pies con mirra. Por eso te digo que se le han perdonado numerosos pecados, ya que siente tanto afecto. Que al que se le perdona poco, poco afecto siente. Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. Los invitados empezaron a decirse entre sí: ¿Quién es éste que hasta perdona pecados? Él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado. Vete en paz. PALABRA DE DIOS

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Reflexión Nos dejaste dicho que estarías en los pobres. Que lo que hiciéramos con uno de los más pequeños contigo lo estábamos haciendo. Que dar de comer al hambriento era alimentarte a ti, que visitar al preso era ir a verte. Que vestir al desnudo era cubrir tu desnudez. Te reconozco que no es fácil verlo así. A menudo los pobres resultan distantes, extraños, su desposesión amenaza un poco mis seguridades. ¿Y dices que estás en ellos? Enséñame a verte.

Petición Te pedimos Señor por todas aquellas personas que nos guían en la Iglesia para que nos ayuden a progresar en la fe y juntos demos testimonio de esperanza y de caridad allí donde nos encontremos. Roguemos al Señor

Oración: No te avergüences nunca No te avergüences nunca de proclamar su Nombre, deletreado en actos. Muestra su Rostro glorioso en tu mirada calcinada. Exhibe, como plena garantía, el precio de su Sangre, en el combate y en la derrota, en la esperanza. Comulga su espíritu en la Hostia, en el silencio de los pobres y en el grito de los muertos. Abrázalo en toda carne humana. Y espera su regreso, seguro, imprevisible, con tus pies ahincados en nuestro cada día. (Pedro Casaldáliga)

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MIÉRCOLES 24 Abril 2013 (San Benito Menni) TIENDE LA MANO A PEDRO CUANDO DUDA Jesús tiende la mano a Pedro y le pone de nuevo en pie. Como Moises, también el podrá “caminar sobre las aguas”

Introducción Como sucedió en el curso de su existencia terrena, también hoy Jesús, el Resucitado, pasa a través de los caminos de nuestra vida, y nos ve inmersos en nuestras actividades, con nuestros deseos y nuestras necesidades. Precisamente en el devenir cotidiano sigue dirigiéndonos su palabra; nos llama a realizar nuestra vida con él, el único capaz de apagar nuestra sed de esperanza. Él, que vive en la comunidad de discípulos que es la Iglesia, también hoy llama a seguirlo. Y esta llamada puede llegar en cualquier momento. También ahora Jesús repite: «Ven y sígueme» (Mc 10,21). Para responder a esta invitación es necesario dejar de elegir por sí mismo el propio camino. Seguirlo significa sumergir la propia voluntad en la voluntad de Jesús, darle verdaderamente la precedencia, ponerlo en primer lugar frente a todo lo que forma parte de nuestra vida: la familia, el trabajo, los intereses personales, nosotros mismos. Significa entregar la propia vida a él, vivir con él en profunda intimidad, entrar a través de él en comunión con el Padre y con el Espíritu Santo y, en consecuencia, con los hermanos y hermanas. Esta comunión de vida con Jesús es el «lugar» privilegiado donde se experimenta la esperanza y donde la vida será libre y plena. (Mensaje de Benedicto XVI para la 50ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones)

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Palabra de Dios: Lc 8, 42-48 Mientras caminaba, la multitud lo apretujaba. Una mujer que llevaba doce años padeciendo hemorragias, que había gastado en médicos su entera fortuna y que nadie le había podido sanar, se le acercó por detrás y le tocó la orla del manto. Al punto se le cortó la hemorragia. Jesús preguntó: ¿Quién me ha tocado? Y, como todos lo negaban, Pedro dijo: Maestro, la multitud te cerca y te apretuja. Pero Jesús replicó: Alguien me ha tocado, yo he sentido que una fuerza salía de mí. Viéndose descubierta, la mujer se acercó temblando, se postró ante él y explicó delante de todos por qué lo había tocado y cómo se había sanado inmediatamente. Jesús le dijo: Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz. PALABRA DE DIOS.

Reflexión Dios nuestro Señor, al llamarnos a esta nuestra Orden Hospitalaria, nos hizo objeto de una especial predilección, la cual nunca sabremos agradecer suficientemente. Por esto, si por una parte podemos esperar confiadamente que no han de faltarnos nunca los auxilios especiales que requiere nuestra misión hospitalaria, por otra parte, la misma excelencia de nuestra vocación exige también de nosotros un mayor y más exquisito cuidado para no desdorarla en lo más mínimo, ni hacerla estéril en ningún caso. La misión de nuestra Orden es la hospitalidad, dedicándose exclusivamente a la asistencia de los pobres y de los enfermos especialmente de los más necesitados. (De las Cartas de San Benito Menni, sacerdote)

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Petición Te pedimos Señor por todos los que formamos la gran Familia Universal de la Hospitalidad: Hermanos, Hermanas, colaboradores, voluntarios, bienhechores, enfermos, familiares… para que el ejemplo de San Benito Menni y de San Juan de Dios nos ayude a despertar en nosotros una vida de mayor servicio y generosidad para los demás. Roguemos al Señor

Oración. En lo más hondo ¿Será posible amar a Tu manera? ¿Podremos despojarnos de las capas de la inercia, el temor y el cálculo? ¿Encontraremos, en la vida, quien responda de igual modo? Eterno sueño de amor infinito de entrega correspondida, de abrazo perenne. Callado anhelo que mana en cada entraña. Escucha viva, preguntando qué voz calmará nuestro desvelo. Búsqueda universal e íntima, nunca la misma, pero presente en todas las historias. Amor, que late en el corazón del mundo. Esperanto inmortal, que se abre paso por más que lo sepultemos bajo el peso de Babel. Tal vez sea hora de recobrar la fe de los niños, para seguir creyendo que el amor es posible. (José Mª R. Olaizola, sj)

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JUEVES 25 Abril 2013 LLAMA A PEDRO A HACER COMO EL Pedro también quiere hacer lo que hace Jesús, y le llama a hacer lo que El hace. Pero Pedro tiene miedo y comienza a hundirse.

Introducción Queridos hermanos y hermanas, ¿en qué consiste la fidelidad de Dios en la que se puede confiar con firme esperanza? En su amor. Él, que es Padre, vuelca en nuestro yo más profundo su amor, mediante el Espíritu Santo (cf. Rm 5,5). Y este amor, que se ha manifestado plenamente en Jesucristo, interpela a nuestra existencia, pide una respuesta sobre aquello que cada uno quiere hacer de su propia vida, sobre cuánto está dispuesto a empeñarse para realizarla plenamente. El amor de Dios sigue, en ocasiones, caminos impensables, pero alcanza siempre a aquellos que se dejan encontrar. La esperanza se alimenta, por tanto, de esta certeza: «Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4,16). Y este amor exigente, profundo, que va más allá de lo superficial, nos alienta, nos hace esperar en el camino de la vida y en el futuro, nos hace tener confianza en nosotros mismos, en la historia y en los demás. Quisiera dirigirme de modo particular a vosotros jóvenes y repetiros: «¿Qué sería vuestra vida sin este amor? Dios cuida del hombre desde la creación hasta el fin de los tiempos, cuando llevará a cabo su proyecto de salvación. ¡En el Señor resucitado tenemos la certeza de nuestra esperanza!» (Mensaje de Benedicto XVI para la 50ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones)

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Palabra de Dios: Lc 8, 23-25 Uno de aquellos días subió Jesús a una barca con los discípulos y les dijo: Vamos a cruzar a la otra orilla del lago. Zarparon y, mientras navegaban, él se quedó dormido. Se precipitó un temporal sobre el lago, la barca se anegaba y peligraban. Entonces fueron a despertarlo y le dijeron: ¡Maestro, que nos hundimos! Él se despertó e increpó al viento y al oleaje; cesaron y sobrevino la calma. Les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Sobrecogidos de estupor se decían: ¿Quién es éste que da órdenes al viento y al agua, y le obedecen? PALABRA DE DIOS

Reflexión Supongo que eso de reunirse “en tu nombre” significa muchas cosas. Significa la celebración de la fe, que de tantas maneras nos congrega. Significa la oración compartida. Significa la caridad que se pone manos a la obra para transformar el mundo porque esa es tu lógica. Significa que a veces hablamos de ti, alrededor de una mesa, al comentar la homilía del día anterior en comunidad, al compartir nuestras dudas o nuestras certidumbres. En todos esos momentos, tú estás ahí. Que nunca faltes de nuestro lado.

Petición Te pedimos Señor por los jóvenes que viven inmersos en la violencia, la superficialidad, ajenos tantas veces a lo que pasa en el mundo para que les ayudes a vivir con intensidad la vida que les regalas en abundancia. Roguemos al Señor

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Oración: mi cuerpo es comida Mis manos, esas manos y Tus manos hacemos este Gesto, compartida la mesa y el destino, como hermanos. Las vidas en Tu muerte y en Tu vida. Unidos en el pan los muchos granos, iremos aprendiendo a ser la unida Ciudad de Dios, Ciudad de los humanos. Comiéndote sabremos ser comida. El vino de sus venas nos provoca. El pan que ellos no tienen nos convoca a ser Contigo el pan de cada día. Llamados por la luz de Tu memoria, marchamos hacia el Reino haciendo Historia, fraterna y subversiva Eucaristía. (Pedro Casaldáliga)

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VIERNES 26 Abril 2013 ADORACION: JESUS ES EL HIJO DE DIOS. Ya en la barca, todos le adoran. Jesús es Dios con nosotros.

Introducción Las vocaciones sacerdotales y religiosas nacen de la experiencia del encuentro personal con Cristo, del diálogo sincero y confiado con él, para entrar en su voluntad. Es necesario, pues, crecer en la experiencia de fe, entendida como relación profunda con Jesús, como escucha interior de su voz, que resuena dentro de nosotros. Este itinerario, que hace capaz de acoger la llamada de Dios, tiene lugar dentro de las comunidades cristianas que viven un intenso clima de fe, un generoso testimonio de adhesión al Evangelio, una pasión misionera que induce al don total de sí mismo por el Reino de Dios, alimentado por la participación en los sacramentos, en particular la Eucaristía, y por una fervorosa vida de oración. Esta última «debe ser, por una parte, muy personal, una confrontación de mi yo con Dios, con el Dios vivo. Pero, por otra, ha de estar guiada e iluminada una y otra vez por las grandes oraciones de la Iglesia y de los santos, por la oración litúrgica, en la cual el Señor nos enseña constantemente a rezar correctamente» (Enc. Spe salvi, 34). (Mensaje de Benedicto XVI para la 50ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones)

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Palabra de Dios: Lc 17, 11-19 Yendo él de camino hacia Jerusalén, atravesaba Galilea y Samaría. Al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez leprosos, que se pararon a cierta distancia y alzando la voz, dijeron: Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros. Al verlos, les dijo: Id a presentaros a los sacerdotes. Mientras iban, quedaron sanos. Uno de ellos, viéndose sano, volvió glorificando a Dios en voz alta, y cayó de bruces a sus pies dándole gracias. Era samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: ¿No se sanaron los diez? ¿Y los otros nueve dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios, sino este extranjero? Y le dijo: Levántate y ve, tu fe te ha salvado. PALABRA DE DIOS

Reflexión ¿Alguna vez has recuperado la esperanza cuando ya se había apagado? ¿Alguna vez se ha abierto una ventana cuando estabas obcecado en las puertas cerradas? Resurrección es constatar que, de un modo sorprendente, está vivo. Y como consecuencia, perder el miedo y dejar que una alegría más serena y poderosa acampe en la propia vida. Es comprender que ni la muerte, ni el egoísmo, ni el odio pueden con el aliento de Dios en el mundo.

Petición Te pedimos Señor por todos los enfermos que se encuentran acogidos en nuestros hospitales y también por los que se encuentran solos en sus casas. Oremos por todos ellos y por sus familias. Roguemos al Señor

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Oración: voy a pasar la vida Voy a pasar la vida más o menos inútil, más o menos poeta. No habré tenido un hijo. No habré sido magnate ni gerente de lucros, ni albañil o mecánico. Habré plantado unos contados árboles y habré escrito unos libros, muchas cartas, hojas al viento. -Procura que la Gracia y la Ternura llenen de vino nuevo tu ánfora de barro. Dios mide a su manera la eficacia. Ama a todos los hijos de los hombres. Di tus palabras como las semillas que mueren pero brotan. Haz de tu corazón célibe solo un ambulante hogar desatrancado, una lona de circo bullanguero. Deja las digitales de tus pies peregrinos como besos en llama solidaria sobre la carne de la Madre Tierra. Posa tus ojos, tibios ya de ocaso, como lumbres de aceite, acurrucadas en la vigilia universal del Tiempo. (Pedro Casaldáliga)

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SÁBADO 27 Abril 2013 MISION: LLEVAR A OTROS LA SALVACION Llegados a la orilla, Jesús continúa su misión, llevando palabras y signos de amor a los que más lo necesitan. Los discípulos están con Él en esta misión.

Introducción La oración constante y profunda hace crecer la fe de la comunidad cristiana, en la certeza siempre renovada de que Dios nunca abandona a su pueblo y lo sostiene suscitando vocaciones especiales, al sacerdocio y a la vida consagrada, para que sean signos de esperanza para el mundo. En efecto, los presbíteros y los religiosos están llamados a darse de modo incondicional al Pueblo de Dios, en un servicio de amor al Evangelio y a la Iglesia, un servicio a aquella firme esperanza que sólo la apertura al horizonte de Dios puede dar. Por tanto, ellos, con el testimonio de su fe y con su fervor apostólico, pueden transmitir, en particular a las nuevas generaciones, el vivo deseo de responder generosamente y sin demora a Cristo que llama a seguirlo más de cerca. La respuesta a la llamada divina por parte de un discípulo de Jesús para dedicarse al ministerio sacerdotal o a la vida consagrada, se manifiesta como uno de los frutos más maduros de la comunidad cristiana, que ayuda a mirar con particular confianza y esperanza al futuro de la Iglesia y a su tarea de evangelización. Esta tarea necesita siempre de nuevos obreros para la predicación del Evangelio, para la celebración de la Eucaristía y para el sacramento de la reconciliación. Es necesario que no falten personas celosos, que sepan acompañar a los jóvenes como «compañeros de viaje» para ayudarles a reconocer, en el camino a veces tortuoso y oscuro de la vida, a Cristo, camino, verdad y vida (cf. Jn 14,6); para proponerles con gran

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valentía evangélica la belleza del servicio a Dios, a la comunidad cristiana y a los hermanos. Igualmente, deseo que los jóvenes, en medio de tantas propuestas superficiales y efímeras, sepan cultivar la atracción hacia los valores, las altas metas, las opciones radicales, para un servicio a los demás siguiendo las huellas de Jesús. Queridos jóvenes, no tengáis miedo de seguirlo y de recorrer con intrepidez los exigentes senderos de la caridad y del compromiso generoso. Así seréis felices de servir, seréis testigos de aquel gozo que el mundo no puede dar, seréis llamas vivas de un amor infinito y eterno, aprenderéis a «dar razón de vuestra esperanza» (1 P 3,15). (Mensaje de Benedicto XVI para la 50ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones)

Palabra de Dios: Lc 18, 35-43 Entonces Cuando se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba la gente, preguntó qué sucedía. Le dijeron que pasaba Jesús de Nazaret. Él gritó: ¡Jesús, Hijo de David, compadécete de mí! Los que iban delante lo reprendían para que callase. Pero él gritaba más fuerte: Hijo de David, compadécete de mí. Jesús se detuvo y mandó que se lo acercasen. Cuando lo tuvo cerca, le preguntó: ¿Qué quieres que te haga? Contestó: Señor, que recobre la vista. Jesús le dijo: Recobra la vista, tu fe te ha salvado. Al instante recobró la vista y le seguía glorificando a Dios; y el pueblo, al verlo, alababa a Dios. PALABRA DE DIOS

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Reflexión Estamos llamados a vivir desde la fe en la resurrección, desde una confianza y una seguridad que nadie nos puede quitar. Como aquellos discípulos, que perdieron el miedo y la inseguridad, y salieron a la plaza pública a proclamar su nombre. Como tantos otros después de ellos. Nos golpearán las dudas, y nos dará el viento en el rostro. Lloverán temores y ausencias. Brillos fugaces nos atraerán. Pero, desde la fe en el que Vive, podemos seguir luchando y caminando, con otros, para vencer en la batalla de la vida.

Petición Te pedimos Señor que sigas llamando a más trabajadores a tu mies, desde el ministerio sacerdotal y la vida consagrada, para que con su vida anuncien la alegría del Evangelio, aviven la fe de los creyentes y cuiden de la vida en los lugares donde está amenazada. Roguemos al Señor

Oración: para dar la vida Señor, dame la valentía de arriesgar la vida por ti, el gozo desbordante de gastarme en tu servicio. Dame, Señor, alas para volar y pies para caminar al paso de los hombres. Entrega, Señor, entrega para “dar la vida” desde la vida, la de cada día. Infúndenos, Señor, el deseo de darnos y entregarnos, de dejar la vida en el servicio a los débiles. Señor, haznos constructores de tu vida, propagadores de tu reino, ayúdanos a poner la tienda en medio de los hombres para llevarles el tesoro de tu amor que salva. Amen

I"Las vocaciones hospitalarias, signo de la esperanza fundada sobre la fe"

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Hermanos de San Juan de Dios Una vocaci贸n para el servicio

I"Las vocaciones hospitalarias, signo de la esperanza fundada sobre la fe"

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