Introducción Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?» Ellos le respondieron: «Rabbí - que quiere decir, "Maestro" - ¿dónde vives?» Les respondió: «Venid y lo veréis.» Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Era más o menos la hora décima. Jn 1, 38-39 Aquella pregunta que lanza Jesús a los discípulos de Juan el Bautista sigue siendo para todos nosotros parte de nuestra vocación. El texto refleja que también Jesús tiene inquietud por nuestra vocación, por nuestro seguimiento a ÉL. También hoy Jesús se vuelve hacia quienes le buscamos y nos cuestiona: “¿Qué buscáis?”. Aquellos jóvenes siguiendo el consejo del bautista confiesan su adhesión y el deseo de seguirle, llamándole “Maestro” y poniéndose a su servicio... Sin embargo, lo ven itinerante, van tras sus huellas por los caminos y les viene la duda: pero Maestro, “¿dónde vives?”. Se dan cuenta que no tiene casa que mostrar, su casa son las calles por las que anda anunciando el Reino de Dios; son los pobres a los que acoge y les confirma la preferencia que les tiene el Padre; son los enfermos a los que incorpora a la vida cotidiana y les pone en acción de servicio; son los endemoniados a los que libera devolviéndoles la condición de hijos del pueblo santo… En fin, su forma de ser llamaba la atención de muchos y aquellos que vieron dónde, con quién y cómo vivía se quedaron con ÉL, tal fue la experiencia tan profunda que hasta la hora exacta de aquel encuentro nos dejaron. Desde nuestra vocación hospitalaria, las Hermanas Hospitalarias y los Hermanos de San Juan de Dios confesamos seguir BUSCANDO al Señor con el matiz que San Benito Menni y San Juan de Dios nos dejaron como herencia: LE BUSCAMOS en los caminos de Evangelización y a través del servicio a los más pobres y enfermos. Estamos BUSCÁNDOTE. Sabemos que no sólo estás en las iglesias y capillas, en los conventos y seminarios; sabemos que te sigues encarnando en los corazones de todos los hombres y mujeres; y que nos convocas a seguirte, nos invitas a ver lo que haces y nos envías a evangelizar a los pobres y enfermos; a ser caridad que urge para hacer presente tu Reino. Como dice el Papa Francisco queremos ser signos de “una Iglesia pobre para los pobres” y “que sin temor se lanza a las calles del mundo”. Para ello nuestra semana vocacional desea motivar a todos en su vocación hospitalaria, servir como instrumento de reflexión y de promoción de nuestro carisma particular, llegar a todos aquellos cuya inquietud por seguir a Cristo es fuerte y firme pero también débil y dudosa. Una semana inspirada en este BUSCAR constantemente a Cristo, para confirmar nuestra adhesión a Él cada vez más y ayudar a otros a dar el paso y seguirle. Nuestra misión hospitalaria sigue estando viva en los pobres y enfermos porque Cristo está con ellos. Queremos reflejarnos en aquellos discípulos que vieron dónde, con quién y cómo vivía Jesús y así algún día, hacer realidad el sueño de Juan de Dios y Benito Menni: Estar donde nadie quiere estar, con quien nadie quiere estar y como nadie quiere estar: BUSCÁNDOTE EN LOS POBRES Y ENFERMOS. Especialmente en este año 2015, Año de las Vocaciones Hospitalarias. Equipo PJV Hnas. Hospitalarias y Hnos. de San Juan de Dios 52ª Semana de Oración por las vocaciones 2015 - Página | 2
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA 52 JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
26 DE ABRIL DE 2015 – IV DOMINGO DE PASCUA El éxodo, experiencia fundamental de la vocación Queridos hermanos y hermanas: El cuarto Domingo de Pascua nos presenta el icono del Buen Pastor que conoce a sus ovejas, las llama por su nombre, las alimenta y las guía. Hace más de 50 años que en este domingo celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Esta Jornada nos recuerda la importancia de rezar para que, como dijo Jesús a sus discípulos, «el dueño de la mies… mande obreros a su mies» (Lc 10,2). Jesús nos dio este mandamiento en el contexto de un envío misionero: además de los doce apóstoles, llamó a otros setenta y dos discípulos y los mandó de dos en dos para la misión (cf. Lc 10,1-16). Efectivamente, si la Iglesia «es misionera por su naturaleza» (Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Ad gentes, 2), la vocación cristiana nace necesariamente dentro de una experiencia de misión. Así, escuchar y seguir la voz de Cristo Buen Pastor, dejándose atraer y conducir por él y consagrando a él la propia vida, significa aceptar que el Espíritu Santo nos introduzca en este dinamismo misionero, suscitando en nosotros el deseo y la determinación gozosa de entregar nuestra vida y gastarla por la causa del Reino de Dios. Entregar la propia vida en esta actitud misionera sólo será posible si somos capaces de salir de nosotros mismos. Por eso, en esta 52 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, quisiera reflexionar precisamente sobre ese particular «éxodo» que es la vocación o, mejor aún, nuestra respuesta a la vocación que Dios nos da. Cuando oímos la palabra «éxodo», nos viene a la mente inmediatamente el comienzo de la maravillosa historia de amor de Dios con el pueblo de sus hijos, una historia que pasa por los días dramáticos de la esclavitud en Egipto, la llamada de Moisés, la liberación y el camino hacia la tierra prometida. El libro del Éxodo ―el segundo libro de la Biblia―, que narra esta historia, representa una parábola de toda la historia de la salvación, y también de la dinámica fundamental de la fe cristiana. De hecho, pasar de la esclavitud del hombre viejo a la vida nueva en Cristo es la obra redentora que se realiza en nosotros mediante la fe (cf. Ef 4,22-24). Este paso es un verdadero y real «éxodo», es el camino del alma cristiana y de toda la Iglesia, la orientación decisiva de la existencia hacia el Padre. En la raíz de toda vocación cristiana se encuentra este movimiento fundamental de la experiencia de fe: creer quiere decir renunciar a uno mismo, salir de la comodidad y rigidez del propio yo para centrar nuestra vida en Jesucristo; abandonar, como Abrahán, la propia tierra poniéndose en camino con confianza, sabiendo que Dios indicará el camino hacia la tierra nueva. Esta «salida» no hay que entenderla como un desprecio de la propia vida, del propio modo sentir las cosas, de la propia humanidad; todo lo contrario, quien emprende el camino siguiendo a Cristo encuentra vida en abundancia, poniéndose del todo a disposición de Dios y de su reino. Dice Jesús: «El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna» (Mt 19,29). La raíz profunda de todo esto es el amor. En efecto, la vocación cristiana es sobre todo una llamada de amor que atrae y que se refiere a algo más allá de uno mismo, descentra a la persona, inicia un «camino permanente, como un salir del yo cerrado en sí mismo hacia su liberación en la entrega de sí y, precisamente de este modo, hacia el reencuentro consigo mismo, más aún, hacia el descubrimiento de Dios» (Benedicto XVI, Carta enc. Deus caritas est, 6). 52ª Semana de Oración por las vocaciones 2015 - Página | 3
La experiencia del éxodo es paradigma de la vida cristiana, en particular de quien sigue una vocación de especial dedicación al servicio del Evangelio. Consiste en una actitud siempre renovada de conversión y transformación, en un estar siempre en camino, en un pasar de la muerte a la vida, tal como celebramos en la liturgia: es el dinamismo pascual. En efecto, desde la llamada de Abrahán a la de Moisés, desde el peregrinar de Israel por el desierto a la conversión predicada por los profetas, hasta el viaje misionero de Jesús que culmina en su muerte y resurrección, la vocación es siempre una acción de Dios que nos hace salir de nuestra situación inicial, nos libra de toda forma de esclavitud, nos saca de la rutina y la indiferencia y nos proyecta hacia la alegría de la comunión con Dios y con los hermanos. Responder a la llamada de Dios, por tanto, es dejar que él nos haga salir de nuestra falsa estabilidad para ponernos en camino hacia Jesucristo, principio y fin de nuestra vida y de nuestra felicidad. Esta dinámica del éxodo no se refiere sólo a la llamada personal, sino a la acción misionera y evangelizadora de toda la Iglesia. La Iglesia es verdaderamente fiel a su Maestro en la medida en que es una Iglesia «en salida», no preocupada por ella misma, por sus estructuras y sus conquistas, sino más bien capaz de ir, de ponerse en movimiento, de encontrar a los hijos de Dios en su situación real y de com-padecer sus heridas. Dios sale de sí mismo en una dinámica trinitaria de amor, escucha la miseria de su pueblo e interviene para librarlo (cf. Ex 3,7). A esta forma de ser y de actuar está llamada también la Iglesia: la Iglesia que evangeliza sale al encuentro del hombre, anuncia la palabra liberadora del Evangelio, sana con la gracia de Dios las heridas del alma y del cuerpo, socorre a los pobres y necesitados. Queridos hermanos y hermanas, este éxodo liberador hacia Cristo y hacia los hermanos constituye también el camino para la plena comprensión del hombre y para el crecimiento humano y social en la historia. Escuchar y acoger la llamada del Señor no es una cuestión privada o intimista que pueda confundirse con la emoción del momento; es un compromiso concreto, real y total, que afecta a toda nuestra existencia y la pone al servicio de la construcción del Reino de Dios en la tierra. Por eso, la vocación cristiana, radicada en la contemplación del corazón del Padre, lleva al mismo tiempo al compromiso solidario en favor de la liberación de los hermanos, sobre todo de los más pobres. El discípulo de Jesús tiene el corazón abierto a su horizonte sin límites, y su intimidad con el Señor nunca es una fuga de la vida y del mundo, sino que, al contrario, «esencialmente se configura como comunión misionera» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 23). Esta dinámica del éxodo, hacia Dios y hacia el hombre, llena la vida de alegría y de sentido. Quisiera decírselo especialmente a los más jóvenes que, también por su edad y por la visión de futuro que se abre ante sus ojos, saben ser disponibles y generosos. A veces las incógnitas y las preocupaciones por el futuro y las incertidumbres que afectan a la vida de cada día amenazan con paralizar su entusiasmo, de frenar sus sueños, hasta el punto de pensar que no vale la pena comprometerse y que el Dios de la fe cristiana limita su libertad. En cambio, queridos jóvenes, no tengáis miedo a salir de vosotros mismos y a poneros en camino. El Evangelio es la Palabra que libera, transforma y hace más bella nuestra vida. Qué hermoso es dejarse sorprender por la llamada de Dios, acoger su Palabra, encauzar los pasos de vuestra vida tras las huellas de Jesús, en la adoración al misterio divino y en la entrega generosa a los otros. Vuestra vida será más rica y más alegre cada día. La Virgen María, modelo de toda vocación, no tuvo miedo a decir su «fiat» a la llamada del Señor. Ella nos acompaña y nos guía. Con la audacia generosa de la fe, María cantó la alegría de salir de sí misma y confiar a Dios sus proyectos de vida. A Ella nos dirigimos para estar plenamente disponibles al designio que Dios tiene para cada uno de nosotros, para que crezca en nosotros el deseo de salir e ir, con solicitud, al encuentro con los demás (cf. Lc 1,39). Que la Virgen Madre nos proteja e interceda por todos nosotros. Vaticano, 29 de marzo de 2015, Domingo de Ramos
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Domingo 26 abril Monición Queridas consagradas y queridos consagrados: Os escribo como Sucesor de Pedro, a quien el Señor Jesús confió la tarea de confirmar a sus hermanos en la fe (cf. Lc 22,32), y me dirijo a vosotros como hermano vuestro, consagrado a Dios como vosotros. Demos gracias juntos al Padre, que nos ha llamado a seguir a Jesús en plena adhesión a su Evangelio y en el servicio de la Iglesia, y que ha derramado en nuestros corazones el Espíritu Santo que nos da alegría y nos hace testimoniar al mundo su amor y su misericordia. He decidido convocar un Año de la Vida Consagrada haciéndome eco del sentir de muchos y de la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica, con motivo del 50 aniversario de la Constitución dogmática Lumen gentium sobre la Iglesia, que en el capítulo sexto trata de los religiosos, así como del Decreto Perfectae caritatis sobre la renovación de la vida religiosa. Dicho Año comenzará el próximo 30 de noviembre, primer Domingo de Adviento, y terminará con la fiesta de la Presentación del Señor, el 2 de febrero de 2016. Después de escuchar a la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica, he indicado como objetivos para este Año los mismos que san Juan Pablo II propuso a la Iglesia a comienzos del tercer milenio, retomando en cierto modo lo que ya había dicho en la Exhortación apostólica postsinodal Vita consecrata: «Vosotros no solamente tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino una gran historia que construir. Poned los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu os impulsa para seguir haciendo con vosotros grandes cosas» (n. 110). Carta Apostólica del Papa Francisco a todos los consagrados con ocasión del Año de la Vida Consagrada.
Texto bíblico: Lucas 10, 1-9 Después de esto designó el Señor a otros setenta [y dos] y los envió por delante, de dos [en dos], a todas las ciudades y lugares adonde pensaba ir. Les decía: -La mies es abundante pero los braceros son pocos. Rogad al amo de la mies que envíe braceros a su mies. Marchad, que yo os envío como ovejas entre lobos. No llevéis bolsa ni alforja ni sandalias. Por el camino no saludéis a nadie. Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa. Si hay allí gente de paz, descansará sobre ella vuestra paz. De lo contrario, tornará a vosotros. Quedaos en esa casa, comiendo y bebiendo lo que haya; pues el trabajador tiene derecho a su sustento. No paséis de casa en casa. Si entráis en una ciudad y os reciben, comed de lo que os sirvan. -Sanad a los enfermos que haya y decidles: Ha llegado a vosotros el reinado de Dios. 52ª Semana de Oración por las vocaciones 2015 - Página | 5
Reflexión El impulso decisivo que lanzó a los discípulos a anunciar la Buena Noticia de Jesús fue su encuentro con el Resucitado. Sin embargo, para concretar su modo de actuar acudieron a las recomendaciones que el mismo Jesús había dado a sus discípulos en Galilea para colaborar con él. La misión de colaborar con él en el proyecto del reino de Dios no la confía Jesús solo al pequeño grupo de apóstoles, sino a un número más amplio de setenta y dos discípulos. Este número es significativo pues, según la tradición judía, son setenta y dos las naciones que hay en el mundo. Jesús los envía a los lugares adonde piensa ir él. Colaborar preparándole el camino. En ningún momento lo desplazan o sustituyen. El gran Evangelizador, enviado por el Padre, es siempre Jesús. Y los invita a ponerse en camino. Nunca ha imaginado Jesús a sus discípulos como un grupo cerrado: una comunidad preocupada solo de cuidar y desarrollar su propia religión. Los llama para poner en marcha un movimiento profético que viva caminando según la lógica del envío: saliendo de sí mismos para anunciar a todos los pueblos la Buena Noticia de Dios y para abrir caminos a su reino. ¿Qué sería una Iglesia preocupada solo de sus propias Instituciones, su futuro, sus adquisiciones doctrinales y sus prácticas religiosas; una Iglesia sin profetas de Jesús ni portadores de Buena Noticia? Grupos de Jesús, Jose Antonio Pagola
Petición del día En este Año de la Vida consagrada, con toda la Iglesia, pedimos vivir con gozo el don de la Vocación Hospitalaria,” porque, como nos dice S. Benito Menni, ¿de dónde hemos merecido, nosotros, la gracia de que se digne el Señor emplearnos en su servicio para aliviar los dolores de sus vivas imágenes? (C. 406) Que le podamos decir en este día, y cada día, al Señor: Aquí estoy, Señor, tú eres mi Dios, me miras con amor y me das tu gracia. Aquí estoy, Señor, conmigo puedes contar. Aquí estoy, Señor, para compartir tu misión. Dame tu gracia, Señor, porque la obra es tuya. Dame un corazón inquieto, para que en todo busque tu Reino. Reaviva en mi la ilusión de que es posible crear algo nuevo, confío en que tu guías mis pasos, me abandono en tu Corazón. Amén. Oración por las Vocaciones Hospitalarias. Señor Jesús, que pasaste por el mundo haciendo el bien y curando, y enviaste a tus discípulos a anunciar el Reino de Dios, con palabras de paz en los labios, ofreciendo sanación y vida: Te pedimos que tu llamada a la Hospitalidad siga encontrando acogida en nuestro mundo, para que en tu nombre sean curados los enfermos, a los pobres se les anuncie la Buena Noticia, y todas las personas que sufren puedan experimentar la ternura y la misericordia de Dios nuestro Padre. Amén
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Lunes 27 abril Monición Este Año de la Vida Consagrada nos ha de ayudar a mirar al pasado con gratitud. Cada Instituto viene de una rica historia carismática. En sus orígenes se hace presente la acción de Dios que, en su Espíritu, llama a algunas personas a seguir de cerca a Cristo, para traducir el Evangelio en una particular forma de vida, a leer con los ojos de la fe los signos de los tiempos, a responder creativamente a las necesidades de la Iglesia. La experiencia de los comienzos ha ido después creciendo y desarrollándose, incorporando otros miembros en nuevos contextos geográficos y culturales, dando vida a nuevos modos de actuar el carisma, a nuevas iniciativas y formas de caridad apostólica. Es como la semilla que se convierte en un árbol que expande sus ramas. Es oportuno que cada familia carismática recuerde este Año sus inicios y su desarrollo histórico, para dar gracias a Dios, que ha dado a la Iglesia tantos dones, que la embellecen y la preparan para toda obra buena. Poner atención en la propia historia es indispensable para mantener viva la identidad y fortalecer la unidad de la familia y el sentido de pertenencia de sus miembros. No se trata de hacer arqueología o cultivar inútiles nostalgias, sino de recorrer el camino de las generaciones pasadas para redescubrir en él la chispa inspiradora, los ideales, los proyectos, los valores que las han impulsado, partiendo de los fundadores y fundadoras y de las primeras comunidades. Carta Apostólica del Papa Francisco a todos los consagrados con ocasión del Año de la Vida Consagrada.
Texto bíblico: Mateo 5, 38-48 Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente. Pues yo os digo que no opongáis resistencia al que os hace el mal. Antes bien, si uno te da una bofetada en [tu] mejilla derecha, ofrécele también la otra. Al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica déjale también el manto. Si uno te obliga a caminar mil pasos, haz con él dos mil. Da a quien te pide y al que te solicite dinero prestado no lo esquives. Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos. Si amáis sólo a los que os aman, ¿qué premio merecéis? También hacen lo mismo los recaudadores. Si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? También hacen lo mismo los paganos. Sed, pues, perfectos como vuestro Padre del cielo es perfecto. 52ª Semana de Oración por las vocaciones 2015 - Página | 7
Reflexión Seguramente muchos acogían con agrado la llamada de Jesús a amar a Dios y al prójimo. Era la mejor síntesis de la antigua ley. Pero lo que menos podían esperar era oírle hablar de amar incluso a los enemigos y de no ofrecer una resistencia violenta a quienes nos hacen mal. Sus palabras eran un escándalo para aquellos campesinos de Galilea que vivían la experiencia cruel de la opresión romana y los abusos de los poderosos terratenientes. ¿Qué estad diciendo Jesús? ¿Es que Dios quiere que vivamos sometidos con resignación a los opresores? ¿No hay que buscar siempre el reino de Dios y su justicia? La actitud de Jesús es clara. Entrar en la dinámica del reino de Dios es construir el mundo no en dirección a la violencia, sino hacia la justicia el amor. No es fácil luchar contra un mundo injusto sin caer en la violencia, pero es posible. Jesús nos pide a sus seguidores enfrentarnos al os abusos y atropellos de manera responsable y valiente, desenmascarando la falta de humanidad que se encierra en toda actuación injusta. Y al mismo tiempo nos anima a practicar la resistencia no violenta para ser testigos de un Dios no violento en medio de un mundo violento. Cuando Jesús habla del amor a los enemigos, no está pensando en sentimientos de afecto, simpatía o cariño hacia quienes nos hacen mal. El enemigo sigue siendo enemigo, y difícilmente puede despertar en nosotros tales sentimientos. Amar al enemigo es más bien pensar en su bien, no buscar su mal, sino lo que puede contribuir a que viva mejor y de manera más digna pues “El Padre del cielo hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Grupos de Jesús, Jose Antonio Pagola
Petición del día Dios llama cuando quiere y como quiere, pero para que surjan vocaciones a la vida religiosa hospitalaria es necesario que preparemos el terreno, que cuidemos nuestra tierra para que sea fértil y puedan germinar nuevos brotes. Te pedimos Señor por todos los jóvenes que se cuestionan su futuro desde una opción de vida en beneficio de los que sufren, que sepan encontrar en nosotros un lugar donde poder plantar su semilla, que sean dóciles a tu Espíritu, que se dejen regar por Él y así puedan brotar nuevas semillas de hospitalidad, que continúen la obra que un día iniciaron nuestros fundadores. OREMOS AL SEÑOR
Oración por las Vocaciones Hospitalarias. Señor Jesús, que pasaste por el mundo haciendo el bien y curando, y enviaste a tus discípulos a anunciar el Reino de Dios, con palabras de paz en los labios, ofreciendo sanación y vida: Te pedimos que tu llamada a la Hospitalidad siga encontrando acogida en nuestro mundo, para que en tu nombre sean curados los enfermos, a los pobres se les anuncie la Buena Noticia, y todas las personas que sufren puedan experimentar la ternura y la misericordia de Dios nuestro Padre. Amén
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Martes 28 abril Monición Celebrar este Año de la Vida Consagrada es una manera de tomar conciencia de cómo se ha vivido el carisma a través de los tiempos, la creatividad que ha desplegado, las dificultades que ha debido afrontar y cómo fueron superadas. Se podrán descubrir incoherencias, fruto de la debilidad humana, y a veces hasta el olvido de algunos aspectos esenciales del carisma. Todo es instructivo y se convierte a la vez en una llamada a la conversión. Recorrer la propia historia es alabar a Dios y darle gracias por todos sus dones. Damos gracias de manera especial por estos últimos 50 años desde el Concilio Vaticano II, que ha representado un «soplo» del Espíritu Santo para toda la Iglesia. Gracias a él, la vida consagrada ha puesto en marcha un fructífero proceso de renovación, con sus luces y sombras, ha sido un tiempo de gracia, marcado por la presencia del Espíritu. Que este Año de la Vida Consagrada sea también una ocasión para confesar con humildad, y a la vez con gran confianza en el Dios amor (cf. 1 Jn 4,8), la propia fragilidad, y para vivirlo como una experiencia del amor misericordioso del Señor; una ocasión para proclamar al mundo con entusiasmo y dar testimonio con gozo de la santidad y vitalidad que hay en la mayor parte de los que han sido llamados a seguir a Cristo en la vida consagrada. Carta Apostólica del Papa Francisco a todos los consagrados con ocasión del Año de la Vida Consagrada.
Texto bíblico: Marcos 2, 1-12 Llegaron Al cabo de unos días volvió a Cafarnaún y se corrió la voz de que estaba en casa. Se reunieron tantos, que no quedaba sitio ni siquiera junto a la puerta. Y él les anunciaba la Palabra. Entonces, llegaron unos trayendo a un paralítico entre cuatro; y, como no lograban acercárselo por el gentío, levantaron el techo encima de donde estaba Jesús, y por el boquete que hicieron descolgaron la camilla en que yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, dijo al paralítico: -Hijo, tus pecados te son perdonados. Había allí sentados unos letrados que discurrían para sus adentros: ¿Cómo puede éste hablar así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? Pero, de inmediato, Jesús supo lo que pensaban, y les dijo: -¿Por qué pensáis así en vuestro interior? ¿Qué es más fácil? ¿Decir al paralítico que se le perdonan sus pecados o decirle que cargue con su camilla y camine? Pero para que sepáis que este Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados -dijo al paralítico-: Yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Se levantó de inmediato, tomó su camilla y salió delante de todos. De modo que todos se asombraron y glorificaban a Dios diciendo: -Nunca vimos cosa semejante. 52ª Semana de Oración por las vocaciones 2015 - Página | 9
Reflexión Todo comienza con una mirada de Jesús, que “ve” en el fondo de los esfuerzos de los amigos que traen al paralítico “la fe que tienen en él”. Y de pronto, sin que nadie le haya pedido nada, Jesús pronuncia esas palabras que pueden cambiar para siempre una vida: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. Dios te comprende, te quiere y te perdona. Cuando Jesús cura la vida, lo hace desde su raíz. Es lo que vemos en el relato del paralítico perdonado de sus pecados. Jesús reconstruye al enfermo liberándolo del pecado que le bloquea desde dentro y despertando en él nuevas fuerzas para enfrentarse a su futuro de manera digna y responsable. ¿No necesitamos acoger y celebrar hoy de manera más viva el perdón de Dios para liberarnos del pecado que paraliza nuestras vidas y bloquea la creatividad de los seguidores de Jesús? Con Jesús todo es posible. Nuestra vida puede cambiar. Nuestra fe puede ser más libre, creativa y audaz. Grupos de Jesús, Jose Antonio Pagola
Petición del día "Creer quiere decir renunciar a uno mismo, salir de la comodidad y rigidez del propio yo para centrar nuestra vida en Jesucristo" , pedimos por los hermanos mayores para que cada día sigamos renovando la opción por Jesucristo que sigue vivo entre nosotros, nos acompaña dándonos fortaleza en el camino de la vida y nos invita a que llevemos la Buena Noticia siendo puentes que faciliten el encuentro con El . Oremos al señor.
Oración por las Vocaciones Hospitalarias. Señor Jesús, que pasaste por el mundo haciendo el bien y curando, y enviaste a tus discípulos a anunciar el Reino de Dios, con palabras de paz en los labios, ofreciendo sanación y vida: Te pedimos que tu llamada a la Hospitalidad siga encontrando acogida en nuestro mundo, para que en tu nombre sean curados los enfermos, a los pobres se les anuncie la Buena Noticia, y todas las personas que sufren puedan experimentar la ternura y la misericordia de Dios nuestro Padre. Amén
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Miércoles 29 abril Monición Este Año de la Vida Consagrada nos llama también a vivir el presente con pasión. La memoria agradecida del pasado nos impulsa, escuchando atentamente lo que el Espíritu dice a la Iglesia de hoy, a poner en práctica de manera cada vez más profunda los aspectos constitutivos de nuestra vida consagrada. Desde los comienzos del primer monacato, hasta las actuales «nuevas comunidades», toda forma de vida consagrada ha nacido de la llamada del Espíritu a seguir a Cristo como se enseña en el Evangelio. Para los fundadores y fundadoras, la regla en absoluto ha sido el Evangelio, cualquier otra norma quería ser únicamente una expresión del Evangelio y un instrumento para vivirlo en plenitud. Su ideal era Cristo, unirse a él totalmente, hasta poder decir con Pablo: «Para mí la vida es Cristo» (Flp 1,21); los votos tenían sentido sólo para realizar este amor apasionado. La pregunta que hemos de plantearnos en este Año es si, y cómo, nos dejamos interpelar por el Evangelio; si este es realmente el vademecum para la vida cotidiana y para las opciones que estamos llamados a tomar. El Evangelio es exigente y requiere ser vivido con radicalidad y sinceridad. No basta leerlo (aunque la lectura y el estudio siguen siendo de extrema importancia), no es suficiente meditarlo (y lo hacemos con alegría todos los días). Jesús nos pide ponerlo en práctica, vivir sus palabras. Carta Apostólica del Papa Francisco a todos los consagrados con ocasión del Año de la Vida Consagrada.
Texto bíblico: Lucas 11, 9-13 Y yo os digo: Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y os abrirán, pues quien pide recibe, quien busca encuentra, a quien llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide pan, le da una piedra? O, si le pide pescado, ¿le dará en vez de pescado una culebra? O, si pide un huevo, ¿le dará un escorpión? Pues si vosotros, con lo malos que sois, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará el Espíritu Santo a quienes lo pidan!
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Reflexión Lucas recoge en su evangelio unas palabras que habían quedado muy grabadas en sus seguidores más cercanos. Es fácil que Jesús las haya pronunciado en más de una ocasión en los alrededores del lago o, tal vez, cuando se movían por las aldeas de Galilea, pidiendo algo de comer, buscando acogida o llamando a la puerta de los vecinos. Probablemente nos siempre encontraban respuesta, pero Jesús no se desalentaba. Él vive confiado en el Padre. Esta es su reacción: “Pues yo os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y encontrareis, llamad y se os abrirá”. Así hay que vivir ante el Padre, como pobres que necesitan “pedir” lo que no tienen, como perdidos que necesitan “buscar” el camino que no conocen, como huérfanos sin hogar que llaman a la puerta de Dios. Curiosamente, en ningún momento se dice qué es lo que hemos de pedir, qué es lo que hemos de buscar ni a qué puerta hemos de llamar. Lo importante para Jesús es la actitud: cómo vivimos ante Dios. Si hacemos nuestro recorrido suplicando, buscando y llamando, conscientes de nuestra insuficiencia, pero poniendo toda nuestra confianza en Dios, nos veremos atraídos hacia la conversión: Dios se nos abrirá. Grupos de Jesús, Jose Antonio Pagola
Petición del día La Familia Hospitalaria fortalece el tejido relacional de todas las personas que estamos implicadas en la Obra Hospitalaria. Es una Comunidad Plural, capaz de establecer colaboración y unión alrededor del rostro de quien sufre. Que en estos días, en los que celebramos la Semana de Oración por las Vocaciones, podamos gustar lo “bueno que es caminar contigo, Señor”, renovando la dimensión eclesial y profética de la consagración religiosa hospitalaria. Que el Señor nos conceda la gracia de la memoria para hacernos cargo del carisma fundacional; la gracia del coraje para vivirlo y renovarlo en las circunstancias presentes, sin miedos; y la gracia de la fecundidad esperanzada que siempre mira adelante. Lo pedimos por intercesión de nuestro Padre, San Juan de Dios y su fiel hijo, San Benito Menni. OREMOS AL SEÑOR
Oración por las Vocaciones Hospitalarias. Señor Jesús, que pasaste por el mundo haciendo el bien y curando, y enviaste a tus discípulos a anunciar el Reino de Dios, con palabras de paz en los labios, ofreciendo sanación y vida: Te pedimos que tu llamada a la Hospitalidad siga encontrando acogida en nuestro mundo, para que en tu nombre sean curados los enfermos, a los pobres se les anuncie la Buena Noticia, y todas las personas que sufren puedan experimentar la ternura y la misericordia de Dios nuestro Padre. Amén
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Jueves 30 abril Monición Jesús, hemos de preguntarnos aún, ¿es realmente el primero y único amor, como nos hemos propuesto cuando profesamos nuestros votos? Sólo si es así, podemos y debemos amar en la verdad y la misericordia a toda persona que encontramos en nuestro camino, porque habremos aprendido de él lo que es el amor y cómo amar: sabremos amar porque tendremos su mismo corazón. Nuestros fundadores y fundadoras han sentido en sí la compasión que embargaba a Jesús al ver a la multitud como ovejas extraviadas, sin pastor. Así como Jesús, movido por esta compasión, ofreció su palabra, curó a los enfermos, dio pan para comer, entregó su propia vida, así también los fundadores se han puesto al servicio de la humanidad allá donde el Espíritu les enviaba, y de las más diversas maneras: la intercesión, la predicación del Evangelio, la catequesis, la educación, el servicio a los pobres, a los enfermos... La fantasía de la caridad no ha conocido límites y ha sido capaz de abrir innumerables sendas para llevar el aliento del Evangelio a las culturas y a los más diversos ámbitos de la sociedad. El Año de la Vida Consagrada nos interpela sobre la fidelidad a la misión que se nos ha confiado. Nuestros ministerios, nuestras obras, nuestras presencias, ¿responden a lo que el Espíritu ha pedido a nuestros fundadores, son adecuados para abordar su finalidad en la sociedad y en la Iglesia de hoy? ¿Hay algo que hemos de cambiar? ¿Tenemos la misma pasión por nuestro pueblo, somos cercanos a él hasta compartir sus penas y alegrías, así como para comprender verdaderamente sus necesidades y poder ofrecer nuestra contribución para responder a ellas? «La misma generosidad y abnegación que impulsaron a los fundadores – decía San Juan Pablo II – deben moveros a vosotros, sus hijos espirituales, a mantener vivos sus carismas que, con la misma fuerza del Espíritu que los ha suscitado, siguen enriqueciéndose y adaptándose, sin perder su carácter genuino, para ponerse al servicio de la Iglesia y llevar a plenitud la implantación de su Reino». Carta Apostólica del Papa Francisco a todos los consagrados con ocasión del Año de la Vida Consagrada.
Texto bíblico: Lucas 9, 57-62 Mientras iban de camino, uno le dijo: -Te seguiré adonde vayas. Jesús le contestó: -Las zorras tienen madrigueras, las aves del cielo nidos, pero este Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. A otro le dijo: Sígueme. Le contestó: - [Señor], déjame primero ir a enterrar a mi padre. Le dijo: -Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el reinado de Dios. Otro le dijo: -Te seguiré, Señor, pero primero déjame despedirme de mi familia. Jesús le dijo: -El que ha puesto la mano en el arado y mira atrás no es apto para el reinado de Dios. 52ª Semana de Oración por las vocaciones 2015 - Página | 13
Reflexión Seguir a Jesús es una metáfora que los discípulos aprendieron por los caminos de Galilea. Para ellos significa en concreto: caminar, moverse, dar pasos tras Jesús; no perderlo de vista; no quedarse lejos de él. Para las primeras comunidades cristianas “seguir a Jesús” significa principalmente vivir como él y colaborar con él en abrir caminos al reino de Dios. Por eso “seguir a Jesús” es el corazón de la vida cristiana. Nada hay más importante y decisivo. Es un error pretender ser cristianos sin seguir a Jesús. Jesús no busca seguidores a toda costa, sino seguidores más comprometidos que le sigan incondicionalmente renunciando a falsas seguridades y asumiendo rupturas necesarias. Las palabras de Jesús se resumen en dos preguntas: ¿queréis vivir en adelante vuestra vida siguiéndome de manera incondicional? ¿Queréis colaborar conmigo sin reservas en el proyecto humanizador de Dios? Trabajar en el proyecto del Padre pide dedicación total, concentración en la tarea de hacer más humana la vid, confianza en el futuro de Dios, audacia y creatividad para caminar tras los pasos de Jesús. Grupos de Jesús, Jose Antonio Pagola
Petición del día Señor Jesús, Señor de la vida y vida en plenitud. Tú que nos llamas a seguirte desde la Hospitalidad, danos a conocerte en el camino de la vida, de la mano de los que encontramos al borde del camino, que esperan que desde el ejercicio de la Hospitalidad, nos ofrezcamos en un gesto de solidaridad y de amor, para poder levantarse y volver al camino, de donde nunca debieron salir y recobrar la dignidad que como hijos en el Hijo tienen, y que tantas veces esta sociedad competitiva, movida por poderes económicos, políticos, del ser por lo que se tiene, no por lo que se es, les niega. Haznos sus servidores, recordando, que también nosotros hemos estado y podemos estar al borde del camino, a la espera. En tu nombre, y por tu Reino, haznos voz de los sin voz, y recuérdanos, que tus armas para vencer a la indiferencia y la comodidad están en un barreño con agua y una toalla. OREMOS AL SEÑOR
Oración por las Vocaciones Hospitalarias. Señor Jesús, que pasaste por el mundo haciendo el bien y curando, y enviaste a tus discípulos a anunciar el Reino de Dios, con palabras de paz en los labios, ofreciendo sanación y vida: Te pedimos que tu llamada a la Hospitalidad siga encontrando acogida en nuestro mundo, para que en tu nombre sean curados los enfermos, a los pobres se les anuncie la Buena Noticia, y todas las personas que sufren puedan experimentar la ternura y la misericordia de Dios nuestro Padre. Amén
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Viernes 1 mayo Monición Al hacer memoria de los orígenes sale a luz otra dimensión más del proyecto de vida consagrada. Los fundadores y fundadoras estaban fascinados por la unidad de los Doce en torno a Jesús, de la comunión que caracterizaba a la primera comunidad de Jerusalén. Cuando han dado vida a la propia comunidad, todos ellos han pretendido reproducir aquel modelo evangélico, ser un sólo corazón y una sola alma, gozar de la presencia del Señor (cf. Perfectae caritatis, 15). Vivir el presente con pasión es hacerse «expertos en comunión», «testigos y artífices de aquel “proyecto de comunión” que constituye la cima de la historia del hombre según Dios». En una sociedad del enfrentamiento, de difícil convivencia entre las diferentes culturas, de la prepotencia con los más débiles, de las desigualdades, estamos llamados a ofrecer un modelo concreto de comunidad que, a través del reconocimiento de la dignidad de cada persona y del compartir el don que cada uno lleva consigo, permite vivir en relaciones fraternas. Sed, pues, mujeres y hombres de comunión, haceos presentes con decisión allí donde hay diferencias y tensiones, y sed un signo creíble de la presencia del Espíritu, que infunde en los corazones la pasión de que todos sean uno (cf. Jn 17,21). Vivid la mística del encuentro: «la capacidad de escuchar, de escuchar a las demás personas. La capacidad de buscar juntos el camino, el método», dejándoos iluminar por la relación de amor que recorre las tres Personas Divinas (cf. 1 Jn 4,8) como modelo de toda relación interpersonal. Carta Apostólica del Papa Francisco a todos los consagrados con ocasión del Año de la Vida Consagrada.
Texto bíblico: Marcos 12, 28-34 Había Un letrado que escuchó la discusión y al ver lo acertado de la respuesta, se acercó y le preguntó: ¿Cuál es el precepto más importante? Jesús respondió: -El más importante es: Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es uno solo. Amarás al Señor, tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás al prójimo como a ti mismo. No hay precepto mayor que éstos. El letrado le respondió: -Muy bien, maestro; es verdad lo que dices: el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él. Que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios. Al ver Jesús que había respondido acertadamente, le dijo: -No estás lejos del reino de Dios. Y nadie se atrevió a dirigirle más preguntas. 52ª Semana de Oración por las vocaciones 2015 - Página | 15
Reflexión Los judíos hablaban con orgullo de la ley. Según la tradición, Dios mismo la había regalado a su pueblo por medio de Moisés. En esta ley estaba escrita la voluntad del único Dios vivo y verdadero. En ella podían encontrar todo lo que necesitaban para vivir fielmente su Alianza con él. Sin embargo, Jesús, seducido totalmente por el reino de Dios, no se concentra en la ley. Busca la voluntad de Dios desde otra experiencia diferente: está llegando el reino de Dios, y esto lo cambia todo. La ley ha regulado la vida de Israel, pero ya no es lo más decisivo para descubrir la voluntad de ese Padre compasivo que quiere construir un mundo más justo y humano. Por eso es importante conocer cómo se sitúa Jesús ante la ley. Jesús establece una estrecha vinculación entre el amor a Dios y el amor al prójimo. Son inseparables. No es posible amar a Dios y desentendernos del prójimo. No es posible amar a Dios y vivir olvidados de los que sufren. El amor a Dios que excluye al prójimo se convierte en mentira. Lo que va contra el amor al hermano va contra Dios. El amor a Dios hace imposible vivir encerrado en uno mismo, indiferente al sufrimiento de los demás. Grupos de Jesús, Jose Antonio Pagola
Petición del día Pidamos al Señor por los jóvenes que están en las casas de formación preparándose para ser futuros hermanas y hermanos hospitalarios. Para que manifiesten siempre la alegría de su llamado, profundicen en los misterios de su vocación configurándose con Cristo Misericordioso y estén abiertos a mostrar con su vida la llamada a la Hospitalidad a la cual han sido llamados. OREMOS AL SEÑOR
Oración por las Vocaciones Hospitalarias.
Señor Jesús, que pasaste por el mundo haciendo el bien y curando, y enviaste a tus discípulos a anunciar el Reino de Dios, con palabras de paz en los labios, ofreciendo sanación y vida: Te pedimos que tu llamada a la Hospitalidad siga encontrando acogida en nuestro mundo, para que en tu nombre sean curados los enfermos, a los pobres se les anuncie la Buena Noticia, y todas las personas que sufren puedan experimentar la ternura y la misericordia de Dios nuestro Padre. Amén
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Sábado 2 mayo Monición Abrazar el futuro con esperanza quiere ser el tercer objetivo de este Año. Conocemos las dificultades que afronta la vida consagrada en sus diversas formas: la disminución de vocaciones y el envejecimiento, sobre todo en el mundo occidental, los problemas económicos como consecuencia de la grave crisis financiera mundial, los retos de la internacionalidad y la globalización, las insidias del relativismo, la marginación y la irrelevancia social... Precisamente en estas incertidumbres, que compartimos con muchos de nuestros contemporáneos, se levanta nuestra esperanza, fruto de la fe en el Señor de la historia, que sigue repitiendo: «No tengas miedo, que yo estoy contigo» (Jr 1,8). La esperanza de la que hablamos no se basa en los números o en las obras, sino en aquel en quien hemos puesto nuestra confianza (cf. 2 Tm 1,12) y para quien «nada es imposible» (Lc 1,37). Esta es la esperanza que no defrauda y que permitirá a la vida consagrada seguir escribiendo una gran historia en el futuro, al que debemos seguir mirando, conscientes de que hacia él es donde nos conduce el Espíritu Santo para continuar haciendo cosas grandes con nosotros. No hay que ceder a la tentación de los números y de la eficiencia, y menos aún a la de confiar en las propias fuerzas. Examinad los horizontes de la vida y el momento presente en vigilante vela. Con Benedicto XVI, repito: «No os unáis a los profetas de desventuras que proclaman el final o el sinsentido de la vida consagrada en la Iglesia de nuestros días; más bien revestíos de Jesucristo y portad las armas de la luz – como exhorta san Pablo (cf. Rm 13,11-14) –, permaneciendo despiertos y vigilantes». Continuemos y reemprendamos siempre nuestro camino con confianza en el Señor. Carta Apostólica del Papa Francisco a todos los consagrados con ocasión del Año de la Vida Consagrada.
Texto bíblico: Lucas 13, 10-16 Un sábado estaba enseñando en una sinagoga, cuando se presentó una mujer que llevaba dieciocho años padeciendo por un espíritu. Andaba encorvada, sin poder enderezarse completamente. Jesús, al verla, la llamó y le dijo: -Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Le impuso las manos y al punto se enderezó y daba gloria a Dios. El jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había sanado en sábado, intervino para decir a la gente: -Hay seis días en que se debe trabajar: Venid esos días a sanaros y no en sábado. El Señor le respondió: -¡Hipócritas! ¿No suelta cualquiera de vosotros al buey o al asno del pesebre para llevarlo a beber, aunque sea sábado? Y a esta hija de Abrahán, a quien Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarle las ataduras en sábado? 52ª Semana de Oración por las vocaciones 2015 - Página | 17
Reflexión Según su costumbre, Jesús se encuentra en una sinagoga un día de sábado. El centro de la escena la ocupa la curación de una mujer encorvada. Lucas nos presenta a Jesús liberando a la mujer de las ataduras que la impiden vivir con la dignidad de “hija de Abrahán” junto a los varones de Israel. El estado de la mujer es humillante. Camina sin poder levantar sus ojos hacia el horizonte. Pero precisamente, según la cultura popular, caminar erguido es el rasgo que diferencia claramente al ser humano de los animales. Sin duda, el estado físico de esta mujer sin nombre es el mejor reflejo de la situación en que se encuentran las mujeres en aquella sociedad: privadas de autonomía, sometidas a la autoridad patriarcal de sus esposos, sin presencia social significativa, discriminadas religiosamente, víctimas de abusos de los varones. En aquella sociedad, la mujer solo puede caminar “encorvada”, sin poder mirar de frente al varón. Jesús “la ve”, interrumpe su enseñanza y “la llama”. Todo empieza con la mirada de Jesús a la mujer encorvada. No puede permanecer indiferente al ver su sufrimiento y humillación. Su modo de mirar a la mujer es el punto de partida de su acción liberadora. La llama junto a sí y le dice estas palabras que no hemos de olvidar sus seguidores: “Mujer, quedas liberada de tu enfermedad”. Luego impone sobre ella sus manos y la envuelve con la fuerza curadora y la ternura de Dios. Grupos de Jesús, Jose Antonio Pagola
Petición del día Señor, te pedimos ayuda para cuidar la fraternidad en nuestras Comunidades y poder ofrecerla como el mejor fruto en la construcción del Reino. Que nuestro testimonio contribuya a construir una Iglesia más fraterna y hospitalaria y que hagas germinar y crecer nuestro apostolado en beneficio de los enfermos, las personas vulnerables y de los valores del Reino. OREMOS AL SEÑOR
Oración por las Vocaciones Hospitalarias. Señor Jesús, que pasaste por el mundo haciendo el bien y curando, y enviaste a tus discípulos a anunciar el Reino de Dios, con palabras de paz en los labios, ofreciendo sanación y vida: Te pedimos que tu llamada a la Hospitalidad siga encontrando acogida en nuestro mundo, para que en tu nombre sean curados los enfermos, a los pobres se les anuncie la Buena Noticia, y todas las personas que sufren puedan experimentar la ternura y la misericordia de Dios nuestro Padre. Amén
52ª Semana de Oración por las vocaciones 2015 - Página | 18
ORACIÓN Gracias, Señor, por aquellos a los que llamas a servirte como sacerdotes, encomendándoles el cuidado de su comunidad y la evangelización de quienes no te conocen. Gracias por hacerles ministros tuyos, atentos a las necesidades de todos, con afán de servir y compromiso misionero. Gracias por quienes, movidos por tu Espíritu, viven con radicalidad el Evangelio como religiosos y religiosas. Gracias por los que, con su oración comunitaria, interceden sin cesar por toda la humanidad, y por los que hacen de la actividad caritativa un testimonio de tu amor y tu misericordia. Gracias, Señor, por todas las vocaciones, que, aquí y en los territorios de misión, son signo de la vitalidad de tu Iglesia. Que la libertad y entrega de sus vidas siga mostrándonos que es bueno caminar contigo para anunciar el Evangelio por toda la tierra. Amén.
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