SOÑÉ QUE VOLABA
MARÍA MOLEDO
Capítulo 1 -
¡Mira mamá! ¡Hay un quiosco, ahí podemos mirar si hay la revista que trae la pistola de agua que vimos en la tele! – dijo Gabi con impaciencia y señalando el quiosco que había unos metros más a delante de donde se encontraban
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¿A dónde vas? Espera por mí, ¡no te alejes! Miriam ya estaba cansada de andar corriendo por todo el aeropuerto detrás de su
hijo, se sentía un poco agobiada con todo, el equipaje, los niños, que siempre llegaban tarde a todas partes, pero hoy se encontraba particularmente agotada. Había pasado mala noche pensando y repasando mentalmente que todo estuviese listo para el viaje, no era fácil estar sola con dos niños, y más si eran como los suyos, pero el viaje se lo había prometido a su hijo Gabi por haber hecho tan bien el curso a pesar de todo, se sentía tremendamente orgullosa de cómo él lo había llevado, no podía ser fácil para un niño de seis años ser hiperactivo, haber perdido a su padre y tener una hermana pequeña que lo seguía a todas partes, pero él era un luchador nato, como su abuelo y como ella misma, aunque nunca lo reconociese. -
¡Gabi, espera que tu hermana va detrás y yo no puedo correr! Odiaba los tacones y no sabía por qué narices se los había puesto, pero esa mañana
sintió la necesidad de calzarse los zapatos de tacón que su madre le había regalado en su último cumpleaños, a sabiendas de que ella lo más que llevaba normalmente eran botas de cuña, pero es que esos zapatos negros con los vaqueros desgastados le hacían más estilizada, y alta, sobretodo alta. Hoy necesitaba sentirse más guapa y femenina que nunca sin saber muy bien por qué. -
Fede, te quedan aquí las cosas, voy detrás de mis dos bichos.
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Tranquila, ya nos quedamos nosotros aquí, y no corras que aún te vas a matar – dijo su hermano, mirando para los zapatos que llevaba ella – no sé cómo se te ha ocurrido venir al aeropuerto con semejantes tacones, sabiendo lo tranquilos que son tus hijos – le dijo haciendo énfasis en la palabra tranquilos, sabía los trastes que eran sus 1
sobrinos, sobre todo si estaban juntos en un lugar como éste en el que podían correr a sus anchas. -
Ni yo misma lo sé – le confesó Miriam – pero tenía que hacerlo, no preguntes. Y Salió corriendo hacia el quiosco que Gabriel le había mencionado, ya tenía a los
dos mirando con muchísima curiosidad todo lo que allí había y hablando con todo el mundo que se paraba a comprar una revista o lo que fuese. Desde lejos veía su hijo hablando con dos hombres vestidos de piloto, mientras la pequeña Laura intentaba coger una bolsa de chuches que colgaba del mostrador. -
Ésta es la pistola de agua que quería y que viene en esta revista, ¿ves?
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¿Dónde están tus padres, chaval? – preguntó el más alto con un curioso acento que no pasó desapercibido por el niño, aunque éste se había centrado en lo que tenía en las manos.
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Mi madre viene ahí – respondió señalando con la cabeza hacia donde venía Miriam - y mi papá murió antes de nacer mi hermanita, ¿pero ves que pistola más guay?
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Sí la veo sí, es muy chula – el hombre miró lo que aquel niño le enseñaba pensando en la situación de aquellas dos criaturas, una situación que él también conocía. Giró su cabeza hacia donde venía Miriam, y sonrió. Ella sólo pudo pensar en lo que
estaría hablando Gabi con esos hombres, el pobre era incapaz de callar cuando algo le entusiasmaba. -
Laura, aparta, si quieres chuches pídelas pero no saltes así que puedes tirar todo – le dijo Miriam a la pequeña poniéndose a su altura, la pequeña sonriendo le dijo:
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Quiero czhuczches, mami.
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Pues después las compramos. Gabi no molestes a los señores que seguro que tienen cosas que hacer - le dijo a su hijo mientras se incorporaba y tomaba a la niña en brazos. Disculpen al niño, es un tanto especial y no calla ni debajo del agua – se dirigió al hombre que estaba hablando con su hijo, era alto, moreno, con perilla y con los ojos verdes, intensos, y la estaba mirando profundamente. Durante un segundo esos ojos y los suyos se encontraron y ella sintió algo muy extraño, algún tipo de conexión. 2
Bajó rápidamente la mirada y se sonrojó por dentro, suerte tenía que no se solía poner colorada. Él también se había quedado por un instante ensimismado, pensando en lo hermosa que era aquella morena de ojos grandes y claros que lo miraba desconcertada. No pudo bajar la mirada: -
Tranquila, no molesta, me estaba enseñando la estupenda pistola de agua que trae la revista – dijo sonriendo y mirando a Gabi – ¿verdad, chaval? – el niño asintió – ¿cómo te llamas enano?
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¡Eh! No me llames enano, que soy muy alto para mi edad, y me llamo Gabriel, pero todos me llaman Gabi – dijo el niño en tono muy serio.
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¡Gaaaabi! – le reprochó su madre.
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Déjelo, si tiene razón, ¿y cuántos años tienes, si puede saberse, Gabi?
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Tengo seis, casi siete, ¿a qué soy muy alto? – respondió Gabi poniéndose más cerca de su madre y pasando una mano por encima de su cabeza haciendo ver que ya le llegaba a su madre más arriba de la cintura. Aquel hombre y su compañero, que al escuchar hablar a Miriam había dejado de
ojear revistas y había puesto toda su atención en la conversación, sobre todo en el buen cuerpo de aquella mujer, no pudieron reprimir su risa por el desparpajo del niño, y viendo la cara de horror y vergüenza que ponía su madre. -
Sí que eres alto, sí. ¿Y tú cómo te llamas, ojazos? – preguntó él a la niña que tenía Miriam en brazos.
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Lauda, y teno doz añitoz – contestó la pequeña mientras se escondía debajo del pelo de su madre.
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¿Y vosotros sois pilotos? – a Gabi ya se le había despertado la vena curiosa, y no paraba de mirar el impoluto traje que llevaban aquellos dos hombres, chaqueta azul oscuro con guerreras doradas y pantalón de igual color que la chaqueta, con la corbata roja y la gorra de plato en la mano.
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Sí somos pilotos, yo soy comandante y él es mi compañero, el copiloto que va conmigo – dijo señalando al hombre que tenía detrás. 3
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¿Y cómo os llamáis? – Gabi ya no podía parar de preguntar.
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Yo me llamo Mike y mi amigo es Roberto.
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¿Y por qué hablas tan raro? En ese momento Miriam, que se encontraba de espaldas pagando la revista que
había cogido el niño y las golosinas que quería su hija, se quedó parada con el dinero en la mano, cerró los ojos y susurró: -
¡Pero será indiscreto el canijo éste! Mike, intentado ponerse serio y aguantar la risa, se agachó y le contestó:
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Yo no hablo raro, es que, aunque nací en España y me crie en San Francisco, en los EE.UU., ¿sabes dónde es eso?
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¡Uff, muy lejos seguro! ¿Y qué avión conducís? Nosotros vamos a Madrid, al parque Warner porque me he portado muy bien este curso, y he aprobado todo, y me he tomado todas las pastillas y todo.
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Gabi, por favor, deja de decir cosas que no debes y vuelve con los tíos que ya vamos a embarcar, o perderemos el avión – Miriam ya no podía aguantar más y su enfado iba creciendo a medida que aumentaba la curiosidad del pequeño – Por favor, perdonar a mi hijo pero es que sufre de diarrea verbal, y cuando se despierta su curiosidad no hay quién lo pare – ya no sabía dónde meterse, sabía que el niño lo hacía sin maldad, pero odiaba que fuese contando su vida a todo desconocido que se encontraba.
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No pasa nada, de verdad, yo sé cómo son los niños de su edad, también tengo una y es una pequeña fiera – Mike no paraba de sonreír, y qué sonrisa más bonita tenía, Miriam no podía parar de mirarlo – pues si es el vuelo que sale dentro de media hora a lo mejor hasta somos nosotros lo que os llevamos a Madrid – les dijo mirando a Gabi y viendo cómo a éste se le abrían los ojos como platos.
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¡Mami, mami! ¿Y si nos llevan ellos? ¿Podemos ver cómo pilotan? Mami porfi porfi – Gabi estaba entusiasmado por ir en avión, y ya no digamos por ver la cabina.
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Gabi, eso no…
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¡Por supuesto! Si coincidimos en el mismo vuelo yo mismo os llamaré para que vengáis a ver cómo trabajamos – Mike sabía la ilusión que les hacía a todos los niños ver tantas luces y botones, él también se sentía a veces como un niño cuando se sentaba en su asiento dentro de la cabina del avión, más cuando volaba de noche y toda la cabina se iluminaba – pero siempre que tu madre os dé permiso – no podía dejar de mirarla y algo en su interior le decía que no debía dejar escapar tan fácil a aquella mujer.
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Mami, mami, porfi, ¿nos dejas?
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A ver, primero hay que subir al avión y comprobar que sea el mismo y luego depende de cómo os portéis – Miriam tampoco quería alejarse tan rápido de aquel hombre, aunque dudaba que fuesen a coincidir, ya sería tener demasiada suerte. Y a ella eso no le sobraba precisamente – y ahora despídete de los señores que ellos tienen que ir a trabajar y nosotros tenemos que embarcar en breve – quisiese o no tenían que separarse, aunque había estado muy bien conocer a dos hombres tan atractivos como aquellos, y de uniforme nada menos. Sonrió por dentro, y por fuera, y se despidió.
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¡Adiós! – dijo Gabi.
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¡Hasta luego! – dijo Mike, con una enigmática sonrisa mientras Roberto saludaba con la mano. Miriam se giró con los dos niños y fue muy decidida hasta donde su hermano y su
cuñada le esperaban, sin parar de sonreír y dando las gracias al cielo por haberse puesto los tacones y los vaqueros que tan bien le sentaban. Mike y Roberto se quedaron mirando cómo se alejaban los tres. -
¡Qué buena está la mamá! ¡Así da gusto llevar a los niños al cole! ¡Y viuda! ¡Ummmmm! – Roberto no paraba de mirarle el trasero mientras Mike se daba la vuelta para ir hacia su trabajo y le propinaba un golpe en la cabeza con la gorra.
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¡Deja de pensar guarradas y venga, vamos, no tienes remedio tío!
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¿Pero has visto cómo está? ¡Y con dos niños! Mi mujer con uno y no está ni la mitad de maciza que esa mujer.
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¡Pero mira qué eres bruto! ¡Tu mujer está estupenda, y deja de decir tonterías, no me extraña que después se cabree contigo, pobre Lucía! ¡Lo que tiene que aguantar!
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¡Oye! Que yo quiero mucho a mi cari, y ya sé que está estupenda pero no me puedes negar que esta mujer…
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Cállate ya, sinvergüenza – y le dio otro golpe en el hombro con el gorro – venga que se nos hace tarde – dijo mientras no paraba de sonreír con la imagen de aquella mujer en su cabeza. Claro que se había fijado en su cuerpo, pero más se había fijado en aquellos
hermosos ojos, tristes y cansados, y sintió que quería saber más sobre ella, aunque no tenía ni idea de cómo se llamaba ni si volverían a coincidir alguna vez. Miriam se sentó con la niña en su regazo al lado de su cuñada, mientras su hijo les enseñaba a sus tíos la revista con la pistola de agua. -
¿Con quién hablabais tanto? – preguntó Salomé entre susurros, la novia de su hermano.
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Con dos de los hombres más cañones que he visto en mi vida, ni Javi en sus mejores momentos, impresionadita me he quedao – Miriam no podía dejar de pensar en los estupendos traseros que vio mientras se alejaban ambos pilotos – como diría mi madre, ¡están para mojar pan y chuparse los deditos uno por uno! Y las dos mujeres se echaron a reír mientras Fede y Gabi las miraban como si
estuvieran locas. Diez minutos después escucharon por megafonía que tenían que embarcar ya. Recogieron sus mochilas y bolsos y se fueron los cinco decididos a disfrutar de un viaje inolvidable. Mientras esperaban en la sala de embarque, Gabi y Laura estaban increíblemente quietos mirando la revista que su madre les había comprado y comiendo las chuches, sus tíos miraban con curiosidad la pistola de agua que traía la revista y que tanto le había llamado la atención a Gabi, y Miriam... Ella no hacía más que jugar con su teléfono móvil y
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pensando en aquel increíble pedazo de hombre que acababa de conocer, soñando despierta que alguien como él se fijaba en ella y la invitaba a salir. "¡Ja!”, pensó para sí, “invitarme a salir, deja de soñar bonita, probablemente ni lo vuelvas a ver en tu vida, y si así fuera seguro que él está ya pillado, ¡o es gay! No, gay no, mencionó una hija, seguro que está casado. Es imposible que alguien así esté soltero y sin compromiso, y si lo está seguro que es más raro que un perro verde, seguro”. Seguía ensimismada en sus pensamientos cuando empezó a sonar “Happy” de Pharrell Williams en su móvil, la melodía que le tenía a las grupis, sus amigas. Sonrió mientras dejó sonar un par de tonos y movía ligeramente su cuerpo con el ritmo, y luego miró la pantalla para ver quién de ellas era y pensando qué tripa se le había roto esta vez. -
¡Hola! Qué tal ne?
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¡Carmiñaaaaaa! ¿Por dónde andáis que fui por tu casa y no había nadie?
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¡Jajajaja! ¡Loca! ¿No recuerdas que nos íbamos hoy al Warner a pasar el fin de semana? ¡Andas perdida hija!
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¡Vaya! Tienes razón, no sé dónde tengo la cabeza.
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¡En todas partes loca, en todas y en ninguna! – Miriam no podía contener la risa ante el despiste de su amiga. Noelia era una de las mejores amigas de Miriam, habían crecido prácticamente
juntas y, además de ser la madrina de sus hijos, siempre había sido un gran apoyo en los momentos más complicados. Era extrovertida y no paraba ni un segundo, estaba metida en un montón de cosas diferentes, apenas sí tenía tiempo para nada pero siempre sacaba algo de donde fuese para estar un rato con su amiga y hablar de libros, hombres y música, sus temas favoritos. Era una de las grupis, un variopinto grupo de amigas entre las que se encontraban estas dos mujeres y que se reunían prácticamente todos los viernes posibles para disfrutar de un rato de buena charla y una copa de vino, aunque los temas casi siempre se acababan centrando en lo mismo, sus hombres y sus problemas con ellos. Algo en lo que Miriam últimamente apenas participaba, ya no tenía argumentos ni quejas y empezaba a tener la sensación por momentos de que ya no pertenecía a ese mundo, aunque por el momento se conformaba con escuchar y hacer algún comentario gracioso 7
de lo que en la mesa se iba contando. Eso, por el momento, era más que suficiente para mantener su ánimo de seguir quedando con estas mujeres a las que adoraba. -
Dime, ¿qué necesitabas de mí?
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Nada en especial, por si venías esta noche, pero ya veo que no nos vas a honrar con tu presencia hoy – dijo su amiga con un ligero tono de ironía.
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¡Pos va a ser que no! Estoy en el aeropuerto, esperando para meternos en el avión a ver si estos dos no me la montan dentro, y acordándome de mi madre y de todos sus antepasados por los dichosos tacones.
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¿No me digas que te pusiste los zapatos que te regaló tu madre? – Noelia sabía de buena mano lo mucho que Miriam odiaba andar con zapato de tacón y estaba realmente sorprendida porque decidiese llevarlos al viaje, ¡y más puestos!
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¡Sí, hija sí! Y me están matando los pies, aunque me han venido de perlas – le contestó Miriam con una sonrisa en los labios.
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¿Por? – Noelia no tenía un pelo de tonta y el tono que empleaba su amiga le hacía intuir que había algún cotilleo por el medio interesante.
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Porque gracias a la indiscreción de mi hijo, he conocido hoy a dos tíos impresionantes, dos pilotos de avión con unos cuerpazos que “pa qué”.
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¿Dónde? Yo quiero uno, ¿hablaste con ellos? ¿Tienes su número de teléfono? ¿Quedaste con alguno? Cuenta, ¿cómo eran? – hombres, el tema favorito de Noelia, desde que se había divorciado no quería saber nada de tener una nueva relación, decía que ya había tenido bastante con el cerdito, como le llamaba a su ex, pero estaba abierta a cuanta posibilidad se le ponía por delante para disfrutar un poco más de la vida.
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¡Para el caaaarro! ¡Qué te veo venir! Sólo hablé un momento con ellos, porque Gabi estaba dándoles la tabarra con sus cosas, y apenas pude parar. Pero sí te puedo decir, en dos palabras, “im-presionantes” - Miriam no dejaba de sonreír imaginando la cara que estaría poniendo su amiga.
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¿Pero cómo eran? No me dejes así, ¡sobicho!
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¡Jajajaja! - Miriam se levantó y fue hacia los ventanales para poder hablar con más intimidad - pues uno era alto, de pelo oscuro y corto, con perilla y ojos verdes, ¡ummmmm! ¡Qué ojos! Y un cuerpo, ¡qué cuerpo! - Noelia seguía escuchando atentamente pensando para sus adentros en la envidia que le tenía en ese momento a su amiga, porque ella lo más que llegaba a conocer era a cuarentones con poco pelo que se habían quedado en los noventa - y con acento, al niño le dijo que se había criado en San Francisco, y con una sonrisa increíble.
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¡Ummmm! Un yanqui ¿Y el otro?
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Pues del otro sólo te puedo decir que también era alto, aunque no tanto como Mike, pelo más claro y...
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¡Espera! ¿Mike? ¿se llama Mike? ¿Sabes cómo se llama y no me lo dices, capulla? Noelia estaba casi chillando.
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¡Me vas a dejar sorda! Sí, se llama Mike, pero no sé nada más, bueno, y que tiene una hija, la mencionó en la conversación, por lo que deduzco que estará casado o algo así.
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Eso no tiene porqué ser así, puede ser viudo, como tú, o separado o divorciado, o ser padre soltero... - Noelia sabía que Miriam enseguida se daba por derrotada y siempre tenía que darle argumentos para que no fuese así.
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¡No empieces! - en ese momento se escuchó por megafonía la llamada para el vuelo que Miriam y su familia tenían que coger - Noe, tengo que dejarte que nos están llamando.
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¡Nooooooo! ¡Que aún no me has contado como era el otro!!
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Noelia, que me tengo que ir, que se escapa el avión, en cuanto aterricemos te vuelvo a llamar y te sigo contando, ¿vale?
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Venga, va, pero como dentro de un hora y media no me estés llamando te bombardearé hasta que me contestes.
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Tranquila, que sí, que te llamo - sabía que si no lo hacía la iba a tener de pesada todo el día con el móvil - Venga, un beso, luego hablamos, chao.
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¡Un beso!! ¡Y llama!
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¡Que sí pesada! ¡Chao! - Miriam colgó y fue rápido hacia donde estaban los demás recogiendo, sacó los billetes del bolso y tomó a los niños de la mano para dirigirse hacia la puerta de embarque que les habían indicado. Después de realizar las revisiones pertinentes y verificar que en cabina todo estaba
bien, Mike se levantó de su asiento y se dirigió hacia la puerta de cabina. Necesitaba comprobar algo. -
¿A dónde vas? – preguntó Roberto con mucha curiosidad, desde que se habían alejado del kiosco Mike había estado especialmente pensativo y apenas respondía a las bromas de su compañero, y eso no era muy habitual en él.
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Eh, voy… necesito… - Mike dudaba de lo que estaba haciendo, sabía que no era común en él, y no quería decirle a Roberto nada que le diese pie a bromas y pullas o el viaje a Madrid iba a hacerse muy largo – voy a comprobar que en primera todo esté en orden, ya sabes lo pesaditos que se ponen algunos si hay algo fuera de su sitio – fue lo primero que se le ocurrió.
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Sí, ya, muy pesaditos – Roberto intuía lo que pretendía hacer, pero como sabía que se enteraría tarde o temprano, prefirió no seguir insistiendo, así sería más divertido. Mike pasó por primera clase intentando disimular, mirando que los asientos
estuvieran rectos y que las mesas estuviesen limpias, sin detenerse demasiado porque lo que realmente le interesaba era estar en la puerta recibiendo a los pasajeros del avión; aunque la recepción fuese asunto de los auxiliares de vuelo, su curiosidad podía más que él. Al llegar se acercó a la puerta y se posicionó detrás de sus compañeros de la tripulación. Uno a uno fueron entrando los pasajeros, y sólo tras haber pasado unas diez personas, ninguna de las que le interesaba, una de las auxiliares de vuelo reparó en él, una de las que lo conocían muy bien. -
¿Tú qué haces aquí? ¿No deberías estar en la cabina?
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Estaba comprobando que en primera estuviera todo bien y ya me acerqué, ¿qué pasa? ¿No puedo recibir a los pasajeros o qué? – Mike estaba intentando parecer lo más natural posible, a pesar de que los que lo conocían bien sabrían que ese comportamiento no era normal en él.
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Puedes, hombre puedes. Tú mandas así que… - Sonia, que así se llamaba la azafata, no quiso darle más importancia, pero en el fondo sabía que sí la tenía. Los pasajeros seguían entrando, pero ellos no aparecían. Los niños se encontraban muy emocionados porque era la primera vez que iban a
subir a un avión, quisieron darle ellos mismos su billete a la azafata, y Miriam casi se despeña por el pasillo por los tirones que les daban los dos. -
¡Si parece que llevo perros en vez de niños! – dijo para sí. Por fin llegaron a la puerta y Miriam no pensaba en otra cosa que en llegar a su
asiento, dejar a los niños bien amarrados en los suyos y poder quitarse los zapatos. Por eso, al entrar no se fijó ni en el personal de vuelo que los recibía, simplemente sonrió y saludó, y fue directa hacia sus asientos en clase turista mientras un par de ojos verdes la seguían, y una amplia y pícara sonrisa se instalaba en la cara del piloto de su avión.
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Capítulo 2 -
¡Gabi! Tienes que quedarte quieto mientras el avión despega, ¿vale?
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¡Vale, mamá!
Se acababa de encender la luz que indicaba que debían volver a sus asientos y abrocharse los cinturones. Entonces, Miriam abrochó el cinturón de Laura mientras le enseñaba a Gabi a hacerlo. Los auxiliares de vuelo se posicionaron en los puntos en los que debían hacer las típicas instrucciones antes de despegar, Miriam les iba comentando a los niños lo que estaba pasando, que parte del personal de vuelo explicaba algunas cosas del avión y que después se empezaría a mover despacito. Justo en ese momento escucharon un ligero ruido por la megafonía del avión, y alguien que empezaba a hablar: -
“Buenos días. Sres. Pasajeros, el Comandante Rodgers y la tripulación, en nombre de la aerolínea, les damos la bienvenida a bordo de este avión modelo Airbus A320 con destino Madrid. Volaremos a una altitud de unos once mil metros de altura, con una velocidad de 800 km/h y la duración aproximada será de una hora y quince minutos a partir del momento del despegue. Por favor, hagan uso de los cinturones de seguridad, pongan el respaldo de su asiento en posición vertical y plieguen sus mesitas. Les recordamos que está prohibido fumar en todos los vuelos de esta aerolínea. Gracias.” Miriam no estaba prestando mucha atención al mensaje porque Laura no quería
estar sentada sola y tenía que estar rogándole que se quedara en su asiento sólo un ratito más mientras despegaban, pero algo en la voz o en el tono del locutor se le hizo familiar. Las azafatas prosiguieron con su trabajo: -
“Señores Pasajeros, siguiendo normas internacionales de seguridad les vamos a efectuar una demostración de los sistemas de emergencia de que dispone este avión. Les rogamos máxima atención. Este avión está provisto de ocho salidas de emergencia, las cuales se encuentran… Dos puertas en la parte delantera de la cabina… Cuatro ventanillas situadas sobre los planos. Dos puertas en la parte 12
trasera… Todas ellas señalizadas con el cartel en rojo EXIT-SALIDA. Les rogamos observen la salida de emergencia más cercana a su asiento… Las máscaras de oxígeno se encuentran sobre su asiento y caerán en caso de descompresión. Coloque la máscara en su cara, ajústela y respire normalmente. Los chalecos salvavidas se encuentran en la parte inferior de sus asientos. La parte delantera está claramente identificadas, colóqueselo ajustando las correas para tal fin. Para inflarlo tire de las cadenas y si eso fallara existen dos boquillas para inflarlo manualmente. Se les recuerda que el chaleco salvavidas no debe ser inflado dentro del avión… Les recordamos que delante de su asiento encontrarán una copia de estas instrucciones de seguridad que les acabamos de enseñar. Igualmente les informamos que deben desconectar sus móviles y aparatos electrónicos durante el despegue y aterrizaje de la nave. Gracias por volar con la aerolínea. Les deseamos un vuelo agradable.” Gabi intentaba seguir el mensaje buscando las puertas del avión y las mascarillas de las que hablaban, pero era incapaz de mirar a todas partes sin perderse parte del mensaje, y Laura intentaba mirar por la ventanilla que tenía su hermano al lado, pero al llevar el cinturón no podía y eso sólo conseguía ponerla más nerviosa. Miriam se estaba empezando a desesperar justo en el momento en el que el avión empezó a moverse, entonces los dos niños se quedaron completamente quietos y empezaron a reírse de forma nerviosa. El avión siguió cada vez más rápido cogiendo velocidad y, de repente, empezó a elevarse lo que hizo que Gabi y Laura se quedaran pegados contra sus respectivos asientos con tremenda cara de susto, su madre le dio un toque en el hombro a su hermano, que estaba sentado en la fila anterior a la de ellos, para que mirase el espectáculo que se estaba perdiendo. Todos empezaron a reírse viendo a las pobres criaturas que no dejaron de tener esa cara hasta que el avión llegó a la altura necesaria para seguir el vuelo y se encendía otra luz que indicaba que ya estaba permitido desabrocharse los cinturones. -
¡Mami! ¡Teno piz! – a Laura ya le había llegado el susto hasta la vejiga.
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¡Jajajaja! Vamos pequeña. Gabi, ¿tú también necesitas ir al baño?
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¡Casi que sí mamá! 13
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Venga, pues vamos todos al baño – Miriam no podía menos que sonreír ante la situación de los pequeños, aunque conocía muy bien esa sensación de miedo y emoción que surgía la primera vez que montabas en uno de esos cacharros. Ella también la había sentido en alguna ocasión. Cuando volvieron del baño, decidió que era un momento tan bueno como cualquier
otro para quitarse los zapatos, todavía le quedaba ir del avión al hotel y no sabía si sería capaz de llegar con ellos puestos, necesitaba un descanso. Justo en el momento que se estaba descalzando el pie derecho una señorita muy sonriente uniformada se le acercó sigilosamente para decirle que requerían de su presencia y de la de dos niños muy simpáticos en cabina. A Miriam el corazón empezó a acelerársele y los niños, que no perdían detalle, empezaron a saltar en sus asientos emocionados. -
Serían tan amables de acompañarme, por favor.
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Sí mami, sí, seguro que el que conduce el avión es Mike, mi amigo piloto - Gabi no paraba de levantarse y sentarse para poder seguir a la azafata. Mientras que su madre cerraba los ojos y estaba a punto del infarto, ahora ya sabía por qué aquella voz se le hacía tan conocida.
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Venga, vamos entonces – dijo resignada. Se levantaron los tres y siguieron a aquella mujer, los niños casi corriendo y
tropezando por el pasillo, y Miriam maldiciendo para sí por la vergüenza pero con una sonrisa tonta instalada en su cara, y encogiéndose de hombros al ver que su hermano le preguntaba si pasaba algo. Pasaron por primera clase y se fijó que apenas había unos pocos asientos ocupados, una pareja de personas mayores y un par de ejecutivos, “la crisis”, pensó. Al llegar a la puerta de la cabina la azafata llamó y la abrió despacio, a Miriam los nervios le estaban llegando al estómago y se reprendió por ello, “ni que tuvieras quince años, chica”. -
Permiso, caballeros, les traigo su pedido – dijo divertida la mujer que los acompañó.
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Deja que pasen Tania, gracias – ahí estaba esa voz tan ronca y sexy. 14
Tania se apartó y dejó entrar a sus acompañantes, primero los niños muy sonrientes y después una desconcertada Miriam, que no era capaz de mirar a Mike a la cara, “seguro que hasta roja me he puesto”. -
¡Hola chicos! – dijo Mike sonriendo a los niños y a su madre – ¿qué os está pareciendo el vuelo hasta ahora?
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¡Es muy guay! – dijo Gabi entusiasmado.
-
¡Zi, mu gay! – repitió Laura. Roberto y Mike se echaron a reír, y Roberto tomó a la niña de la mano, la subió a su
regazo y Mike hizo lo propio con Gabi, mientras Miriam no les quitaba el ojo de encima, sabía que en cualquier momento cualquiera de los dos empezarían a liarla tocando todos los botones que estuviesen a su alcance. -
Niños, por favor, sin tocar, ¿vale?
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Vale mami – dijeron al unísono.
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Tranquila – Mike se dirigió por primera vez directamente a Miriam, sonriéndole como sólo él sabía hacerlo – ya estamos acostumbrados a este tipo de especímenes, normalmente si sabemos que hay algún niño en el avión le damos una vuelta por aquí, sabemos lo especial que es para ellos y a nosotros nos gusta que nos visiten – Gabi se quedó mirando a Mike con una ligera cara de enfado, era muy listo y como pensaba que ellos estaban allí por ser su amigo, se sintió un poco decepcionado al saber que no era tan especial.
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Así que vienen todos los niños por aquí – preguntó de repente en tono ligeramente enfadado – yo pensaba que nos habías dejado venir porque eras mi amigo. Mike se quedó muy sorprendido por la pregunta, miró a Roberto que desvió la
cabeza para otro lado, para que ni la niña lo viese reír, e intentó decir algo para intentar arreglar la metedura de pata que acababa de cometer. Pero Miriam se le adelantó, se acercó a ellos y se agachó para ponerse a la altura del niño que seguía sentado sobre Mike:
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-
Cariño, que Mike y su compañero nos dejen venir a ver su trabajo ya es increíble, imagínate lo que dirán tus compañeros cuando les cuentes todo esto. Y que vengan otros niños aquí no significa que Mike no sea tu amigo, puede que todos los demás niños sean sus amigos también, ¿verdad? – giró su cabeza y le rogó a Mike con su mirada que le siguiese el juego, éste que en ese momento se encontraba distraído mirándola y disfrutando del aroma que su pelo desprendía, tardó un par de segundos en reaccionar:
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¡Emmm! – cerró los ojos y los abrió mirando al niño – claro, aquí sólo entran mis amigos, por supuesto – Gabi sonrió y dio por zanjado el tema. Mike soltó un suspiro al ver que la cosa iba bien y miró a Miriam, que le sonrió y le dio las gracias en un susurro. Durante unos diez minutos Mike y Roberto les estuvieron explicando un poco lo que
hacían y respondiendo a las incesantes preguntas que Gabi hacía, mientras Laura estaba completamente quieta sobre las piernas de Roberto, mirando para todas aquellas luces y botones. Mike de vez en cuando se giraba para mirar a Miriam y dedicarle una amplia sonrisa, a la que ella respondía con otra. Pasado ese tiempo, Miriam pensó que ya era momento de regresar a sus asientos así que tomando a Laura en los brazos dijo: -
Bueno, chiquitines, no debemos importunar más a estos señores que tienen mucho trabajo que hacer, será mejor que volvamos a nuestros asientos, venga.
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¡Joooo, mami! – dijo Gabi fastidiado – yo quería estar un poquito más.
-
No, Gabi, no podemos abusar de la amabilidad de estas personas, volvamos, venga.
-
No es abuso, de verdad – Mike tampoco quería que aquella visita se acabase tan pronto, se sentía muy atraído hacia aquella mujer sin saber muy bien por qué.
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Pero no puede ser – Miriam se puso más seria, Gabi podía llegar a ser muy pesado cuando se empecinaba en algo – tiene que aprender que cuando se le dice que se acabó tiene que ser así, si no después no hace caso alguno, ¿verdad Gabi?
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¡Jo mami! Sólo un poquito más – seguía insistiendo el niño.
-
¡He dicho que no! – Miriam intentaba ser suave aunque con su enfado le estaba costando bastante. 16
-
Gabi – intervino Mike al ver lo seria que se estaba poniendo la madre – mira, es posible que volvamos a coincidir en otro viaje, así que la siguiente vez que nos volvamos a ver, yo mismo te traeré a la cabina y te quedarás conmigo todo el tiempo que dure el vuelo, ¿te parece? Gabi puso los ojos como platos y le preguntó:
-
¿Me lo prometes?
-
Sí, te lo prometo – respondió Mike y le hizo chocar las cinco. Pero esta respuesta así como a Gabi le había hecho muy feliz, a Miriam no tanto, no
le gustaba que nadie hiciese promesas a su hijo que después no cumplieran. -
Pero antes – empezó a soltar de sopetón Mike cuando el niño se levantó – ¿qué te parece si te haces una foto con nosotros pilotando el avión?
-
¡Síiiiiiiiii! ¡Me encantaría! Así puedo enseñarla a mis amigos del cole para que vean que también tengo amigos pilotos – a Gabi aquella idea le había encantado – mami, ¿nos haces una foto?
-
Pero no tenemos aquí la cámara ni el móvil y entre que los voy a buscar y vuelvo ya aterrizamos – contestó ella mirándose los pies. Mike entendió que los zapatos no eran su calzado más cómodo y vio en esa
respuesta la oportunidad que estaba esperando: -
Pero no pasa nada, no hace falta que vayas por ninguna cámara, puedo sacar la foto con mi móvil y después os la paso, ¿os parece?
-
¡Síiiii! ¡Mami! ¿Puede ser? – Mike sabía que la mejor baza que tenía estaba en ese niño y con él se la jugó.
-
Pero… yo… - Miriam no sabía qué hacer.
-
Mira – se levantó con el móvil en la mano y se acercó a ella para enseñarle cómo hacer la foto – aquí tienes, sólo hay que darle aquí…
-
Tranquilo, conozco este modelo, sé cómo va– una de las cosas que menos soportaba Miriam es que la tomaran por tonta, era bastante orgullosa en ese tema. 17
-
¡Ok! Pues vamos a ponernos, Roberto toma tú a esta preciosidad – le dijo a su compañero acercándole a la pequeña – que yo quiero una foto con mi amigo Gabi. Éste hinchó el pecho cuanto pudo ante la afirmación de su nuevo amigo y se colocó
a su lado, mientras Miriam se disponía a hacer la foto, aún no convencida de lo que estaba haciendo. Hizo varias fotos con aquel teléfono, de los cuatro juntos, sus hijos en los asientos, con las gorras de pilotos, de Gabi en el asiento del piloto tomando los mandos mientras Mike le enseñaba… se estaba hasta divirtiendo. Por fin le devolvió el teléfono móvil a Mike, y se estaba dando la vuelta hacia la puerta con intención de despedirse cuando Mike se dio cuenta de que ella no salía en ninguna foto y les propuso a todos hacerse una de esas famosas fotos selfies. Como el espacio en cabina no era demasiado grande, Mike y Roberto se pusieron a ambos lados de Miriam, cada uno con un niño delante y los tres se agacharon hasta la altura de los niños. La propia Miriam sacó la foto entre risas. Le devolvió de nuevo el móvil a su dueño, les dio las gracias a los dos por el buen rato que les habían hecho pasar, sobre todo a los niños y salieron de la cabina hacia sus asientos, en donde Miriam por fin pudo descansar un rato de sus matadores tacones. El resto del viaje transcurrió bastante rápido, Gabi no paraba de hablar contándoles a sus tíos toda la experiencia que había vivido en la cabina, y Laura se pasaba todo el rato repitiendo lo que decía su hermano, aunque al aterrizar las dos criaturas volvieron a poner cara de susto, haciendo que sus tíos y su madre se partieran de risa. Tras el aterrizaje y recoger sus cosas se dirigieron a la puerta de salida, donde parte de la tripulación esperaba despidiendo uno a uno a todos los pasajeros con una sonrisa y un “espero que hayan tenido buen vuelo, hasta pronto”. Entre ellos estaba el piloto del avión esperando pacientemente a que Miriam se acercase. Cuando Miriam lo vio no pudo mantener su mirada, no sabía muy bien cómo actuar, pero él tomo la iniciativa: -
Espero que hayan tenido un vuelo agradable – le dijo tomándola de la mano. Cuando sus dedos rozaron la piel de Miriam una especie de corriente eléctrica los recorrió a 18
ambos por todas sus células, y los dos se quedaron mirando uno al otro como si no hubiese nada más en el mundo. No duró más que unas décimas de segundo pero bastó para que todo aquel que estuviese a su alrededor se diese perfecta cuenta de que ahí estaba pasando algo. Miriam se soltó de su mano rápidamente, sonrió como pudo y se despidió con un adiós apenas audible, salió casi corriendo detrás de su familia, no aguantaba ni un segundo más esa atracción que estaba sintiendo por Mike porque algo entre ellos sólo podía ser fruto de su imaginación. No había llegado ni a la mitad de la pasarela cuando volvió a sentir esa corriente, se giró y se encontró con Mike que la agarraba ligeramente del brazo: -
Necesito tu número - le dijo.
-
¿Cómo? ¿Qué? – Miriam no entendía que pasaba aunque trataba de pensar rápido – no me digas que los niños han estropeado algo, no, si ya me lo temía yo – dijo, y metió la mano en su bolso para sacar un bolígrafo y un papel.
-
¿Perdona? ¡No, qué va! – dijo Mike entre risas – si tus hijos son unos encantos y nos hemos divertido mucho con ellos.
-
Sí que lo son, pero muy trastes también. Entonces, ¿para qué quieres mi número? – ahora sí que no entendía nada.
-
Tendrás whatsapp o algo así, me imagino.
-
Imaginas bien – dijo Miriam mientras pensaba “¡serás pedante!”
-
Es que así puedo enviarte las fotos para que Gabi las pueda enseñar a sus amigos, sé lo importante que es a esas edades poder presumir de este tipo de cosas - “Y tú estúpida” – siguió pensando ella sonriendo como una boba – “¡pero qué mono eres!” Entonces apuntó su número de móvil en el papel y se lo dio:
-
Gracias por todo.
-
Ha sido un placer.
-
Hasta pronto – se despidió de nuevo ella.
-
Eso espero – dijo él sonriendo. 19
Y ella siguió caminando por la pasarela mientras él se dirigió de nuevo hacia el avión, sonriendo los dos como adolescentes. Cada uno por su lado, los dos iban pensando lo mismo, que algo en su interior les decía que esa no iba a ser la última vez que se viesen. Todavía seguía sonriendo cuando llegaron a la cinta transportadora donde debían recoger su equipaje. Gabi era el encargado de identificarlas y los adultos de recogerlas, por lo que cada vez que se acercaba una de las suyas pegaba un grito "¡esa esa, mami!", mientras Laura aplaudía porque su hermano las había encontrado. Recogieron todas las maletas en un carro portaequipajes y se dispusieron a ir hacia la salida. Fede iba empujando el carro, Salomé con Laura de la mano y Gabi detrás con su madre. Ésta estaba encendiendo su móvil para comprobar los mensajes, tenía la esperanza de recibir alguno de un número desconocido, pero lo único que había era una llamada de su madre, varias de sus amigas y un montón de mensajes en el grupo, demasiados para leer en ese momento. Ya los leería en el taxi o en el hotel más tarde. Llamó rápidamente a su madre para decirle que ya habían llegado y que todo marchaba bien, después guardó el móvil en el bolsillo del pantalón y siguió caminando sin mucha prisa. Decidieron alquilar un coche para poder ir todos juntos y moverse con más libertad, por lo que mientras los demás esperaban en la puerta de llegadas del aeropuerto, Fede salió a buscar uno. En ese momento, sonó Pharrell Williams desde el pantalón de Miriam. "¿Quién será ahora?”, pensó con fastidio. Era Lola, otra de las grupis, la más realista de todas, se pasaba el día quejándose de su pequeño Manolito, el día que decidieron ponerle ese nombre al niño todas le auguraron que el niño se vengaría de ellos por el nombre, y más llamándole por el diminutivo. Y así fue, Manolito, con tres añitos, era de armas tomar. Manuel, o Manu como le llamaban sus amigas, también se había criado con Miriam y con Noe, el día que les presentó a Lola hicieron tan buenas migas las tres mujeres que Manu enseguida supo que acaba de ser relegado a un segundo plano, cuando estas mujeres hacían piña poco más se podía hacer. -
¡Hola bicho! ¿Qué pasa? - dijo Miriam al descolgar.
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-
¡Marujaaaaa! Acabo de hablar con Noe y que dice que has quedado con un piloto que está muy bueno, ¿cómo es eso? ¿Y cómo no dices nada?
-
Espera que me estoy perdiendo, ¿qué dices? ¿Qué dijo Noe? ¿Ya habéis fumado algo raro o qué? - Salomé, que ya estaba al tanto de todo, y ya se había encargado de someterla a un tercer grado por el camino, se partía de risa sola escuchando lo que su cuñada y amiga decía.
-
Que sí, que dijo que habías conocido un piloto cachondo y no sé qué, que vais a quedar, ¡y yo sin saber nada!
-
¡Para, para, que ya se os ha ido la olla! Sólo le dije a esa loca que había conocido por el niño a dos pilotos, que casualmente han sido los mismos que nos han traído hasta aquí, pero nada más.
-
¿Pero están buenos o no? - al fin y al cabo era lo más interesante.
-
Pues la verdad es que sí, para que te lo voy a negar - le respondió Miriam sonriendo y mirando hacia Salo que le guiñó un ojo. Ésta se acercó al móvil que Miriam tenía pegado a la oreja y dijo:
-
Doy fe de ello, al menos uno estaba como un tren, al otro no llegué a verlo bien, tiene buen gusto la jodía ésta - las tres se echaron a reír.
-
Lola, tengo que dejarte que ya viene Fede con el coche, y tenemos que cargar todo para irnos al hotel.
-
Pues contesta a los mensajes, que nos tienes a todas en ascuas.
-
Lo intentaré, pero cuando llegue al hotel, un beso.
-
¡Ok! Otro para ti y más para todos. Hablamos, chao.
-
¡Chao, loca! - colgó entre risas y volvió a guardar el aparato en el bolsillo. Cargaron las maletas atrás, sentaron a los niños en sus sitios correspondientes, se
subieron ellos y arrancaron. Diez minutos después volvía a sonar “Happy” en los pantalones de Miriam: -
¿Pero quién narices será ahora? - Miriam ya no bailaba con la musiquita.
-
A mí no me mires que estoy aquí - le contestó Salo divertida. Salomé o Salo también era una de las grupis, la más novata. Ella y Miriam se habían conocido en el trabajo, 21
las dos eran enfermeras en la misma planta, hacía ya tres años, y gracias a eso su hermano Fede y Salo se conocieron y se enamoraron casi de inmediato. -
¡Cómo sea Lola otra vez la mato! - miró la pantalla - ¡pues no! ¡la que faltaba! Era Ana, la más tranquila aunque a terca no le ganaba nadie, cuando algo se le metía
entre ceja y ceja no había quién la desmontara de ello. Trabajaba en una notaría como asistente y también había sido un gran apoyo para Miriam cuando Javi, el marido de ésta, había enfermado y más después de que muriese. Estaba casada también, con el hijo de su jefe, y aún no habían podido ser padres, a pesar de llevar un par de años intentándolo. -
¿Qué? - contestó Miriam de forma brusca y seca.
-
¡Hola a ti también! Chica, cualquiera diría que estás a punto de mojar, ¡por fin! Miriam no daba crédito a lo que oía.
-
¡¿Quéeee?!? ¿pero qué estás diciendo? ¿Se os ha ido la olla a todas o qué os pasa? Miriam, desesperada por las absurdas ideas de sus amigas, iba subiendo el volumen de su voz sin querer. Salo, que estaba sentada delante apenas podía escuchar toda la conversación, pero intuía que sus amigas ya habían vuelto a exagerar.
-
¿Pero qué dice? - preguntó Salo girándose hacia su amiga. Miriam apartó el móvil de la oreja, lo tapó con la mano y le dijo entre susurros
acercándose más a ella: -
Están piradas, ahora dicen que por fin voy a mojar, están como motos - Salo se echó a reír mientras Miriam volvía a colocarse el teléfono y soltaba la otra mano:
-
¿Pero qué os pasa? ¿Tan desesperada creéis que estoy? – hablaba lo más bajo que podía para que no se enterase todo el mundo de su conversación.
-
Desesperada no, bonita, hambrienta más bien - le respondió Ana entre risas - ¿pero es cierto o no que has conocido al hombre de tus sueños?
-
¡No, pesadillas son las que os voy a dar a vosotras yo! – “mejor reír que llorar”, pensaba para sí - una conoce a un tío que está cañón y vosotras ya me lo metéis hasta en la cama ¡jajajaja!
-
¡Qué menos! ¡Por lo menos disfrutas! ¡Jajajaja! 22
-
¡Qué locas estáis! Ya os contaré cuando tenga más tiempo, ahora ya estamos llegando al hotel, tenemos que dejar todo y bajar a comer, que las fieras ya me están mirando como si fuese un pollo asado a punto de ser trinchado - Miriam era experta en desviar los temas de conversación cuando no le interesaban - intentaré escribir algún mensaje, pero sin agobios, ¿vale?
-
¡Entendido jefa! Hablamos luego, un beso y que disfrutéis el viaje - le deseó Ana.
-
Lo intentaremos - le respondió su amiga. Menos mal que no había mencionado aún lo de las fotos, o no tendría escapatoria. Fede no perdía detalle de lo que estaba pasando y miraba a su hermana y a su novia
a ver si alguna le aclaraba por fin lo que estaba pasando allí, pero el resto del viaje ninguna de las dos dijo nada, se miraban de vez en cuando y se reían pero nada más. “A saber qué estarán tramando estas locas”, pensó Fede, que conocía a todas las grupis y sus maravillosas locuras. Al llegar al hotel, aparcaron, descargaron y entraron para registrarse. Habían escogido un hotel a unos diez kilómetros del parque, con piscina e hinchables par los niños, y así ese día podrían relajarse y disfrutar del buen tiempo que los acompañaba desde que habían salido de Compostela. El complejo estaba compuesto por varios bungalows en medio de un entorno natural con lagos y jardines, era un lugar increíble. Las habitaciones estaban decoradas con muebles en color wengué y los bungalows estaban ubicados de forma que formaban una pequeña plaza, el lugar era de lo más confortante y acogedor. Las mini vacaciones le iban a salir por un pico, pero era las primeras de ese tipo que tenían en años y seguro que tardarían en tener otras, así que había estado ahorrando todo el año para poder darles a sus hijos lo mejor. Otra vez le sonó el móvil, pero esta vez era el aviso de que le entraba un mensaje. Por el sonido supo que era personal y no de grupo, empezó a latirle el corazón más rápido pensando en quién podría haberle enviado un mensaje aunque pensó que mejor era verlo más tarde en la habitación, con calma. Firmó el registro y siguieron entrando más mensajes, nunca se había alegrado tanto de que le vibrara el móvil en el trasero como en 23
ese momento. Fueron hacia su bungalow disfrutando del paisaje que los rodeaba y decidieron por el camino que ese día comerían allí, puesto que tenían pensado pasar todo un día entero en el parque Warner y otro en Faunia, lo mejor que podían hacer era disfrutar el resto del tiempo de ese lugar. Dejaron todas las cosas en la habitación incluidos los zapatos de tacón, y tras asearse un poco fueron al restaurante, podían escoger entre varios, el complejo disponía de al menos cuatro diferentes, y escogieron el tradicional. Una vez allí, el metre los llevó hasta una mesa redonda para seis comensales y fueron sentándose uno a uno, quedando un servicio libre que un camarero se encargó de inmediato de recoger, aun así a Miriam le dio tiempo a pensar que ese sitio tendría que haber sido de Javi, era curioso cómo los detalles que le hacían pensar en él eran cada vez más escasos. “¿Puede ser que ya lo esté olvidando?” Su móvil volvió a sonar, varias veces seguidas, con la impresión que le había dado aquel lugar casi se había olvidado del teléfono. Lo sacó del bolsillo mientras les entregaban varias copias de la carta y echó un vistazo a los mensajes. Tenía muchos de las chicas y alguno de las compañeras de trabajo, los más recientes, pero los que más le llamó la atención fueron los de un número desconocido, cuya imagen de perfil era una moto, una preciosa Harley Davidson negra, sólo con eso ya se había metido a Miriam en el bolsillo, le encantaban ese tipo de motos aunque nunca se había subido a una porque Javi siempre decía que esas no eran motos, que eran para “mariquitas”. “Javi”, dijo con un suspiro de desaprobación. Abrió el chat que había iniciado el desconocido y se encontró con las fotos que se habían sacado en la cabina, una por una las fue abriendo y observando hasta casi memorizarlas y las fue guardando en la galería. Al abrir la última, la que se habían hecho todos juntos, reparó en la posición de Mike, lo tenía a su derecha mirándola con tal intensidad que la dejó helada, y algo más. No pudo seguir mirando o se lo notarían en la cara, volvió a la conversación y leyó el mensaje que había tras las fotos:
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Lo prometido es deuda
13:43
Espero que disfrutéis de vuestra estancia en Madrid, y deseo volver a veros a todos pronto. Un saludo 13:43
El mensaje le pareció algo impersonal pero reconocía que había sido todo un detalle por su parte y a Gabi esas fotos le iban a hacer muchísima ilusión. Por eso decidió agradecérselo con otro mensaje antes de guardar el teléfono, ya llegaba la comida: Gracias, por todo. Bicos
14:23
Al llegar a su habitación del hotel, lo primero que hizo Mike fue quitarse los zapatos y el uniforme quedándose sólo con el pantalón. Se tiró encima de la cama con el móvil en la mano y el papel que Miriam le había dado en la otra. Marcó el número que ponía en el papel y lo guardó en la agenda, con la esperanza de que no fuese un número falso, no sería la primera vez que le pasaba algo así. Abrió un chat privado y le envió una a una todas las fotos que se habían hecho, incluida la última en la que salían todos, a pesar de que era evidente el interés que tenía en aquella mujer a juzgar por la manera en la que la estaba mirando mientras se hacían la foto. Una foto que casi había gastado de tanto mirarla de camino al hotel desde el aeropuerto. Al final escribió un escueto mensaje a modo de saludo, era un poco frío pero después de la mirada de la foto poco más podía añadir, y soltó el teléfono encima de la cama esperando a que pronto hubiese una respuesta. Ésta se hacía de rogar, había mirado varias veces para comprobar si los había recibido, pero ella no estaba en línea. Por fin decidió darse una ducha rápida para bajar a comer, por la tarde tenía que volver al aeropuerto para hacer algunas comprobaciones de los vuelos que le faltaban por hacer ese mes y no quería perder el tiempo en algo inútil. Porque si ella no había contestado inmediatamente sería porque no le interesaba lo más mínimo, aunque no era eso lo que le había parecido entender. Aquella mujer de preciosa melena larga y oscura, como a él le gustaban, ojos grandes y tentadores labios, le había mirado en varias ocasiones de una forma que sólo podía indicar que lo que veía le gustaba y mucho, y lo que había sentido al
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rozar su piel, al darle la mano, esa corriente, sabía que ella también la notara. Pero, ¿por qué no contestaba? Salió de la ducha y se secó ligeramente, enroscó la toalla a la cintura y salió del baño. El teléfono estaba parpadeando, tenía un mensaje. Se lanzó a por el móvil y abrió el chat rápidamente para leer lo que Miriam le había escrito. Sonrió satisfecho, se vistió y bajó a comer.
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Capítulo 3 La comida transcurrió entre risas, con los niños intentando comer solos sin mancharse, y después se fueron a las habitaciones a buscar su ropa de baño para quedarse un rato en la piscina. La verdad es que el lugar que habían escogido para sus vacaciones era increíble, tenía de todo. Miriam y Salomé se sentaron en unas tumbonas con los móviles en mano para contestar los muchísimos mensajes que tenían, mientras que Fede y los niños se metieron en el agua a jugar. -
¡Dios mío! ¡Tengo para leer ciento cincuenta y tres mensajes en el grupo! ¿Pero es que estas mujeres no tienen nada mejor que hacer? - dijo Miriam sorprendida mirando a su cuñada. Ésta no podía parar de reír:
-
¡Jajajaja! ¡Es que están como maracas! Yo los estuve leyendo antes, y se les va mucho la pinza. ¡Y la culpa es tuya! - dijo Salo tocándole el hombro con el dedo a Miriam.
-
¿Y mía por qué si se puede saber? - preguntó ésta con cara de circunstancia y sonriendo.
-
Sólo a ti se te ocurre decirles que habías conocido a un tío y que aún encima está muy bueno.
-
¡Es verdad! Calladita estoy más guapa - Miriam soltó un suspiro.
-
¡Pues sí!
-
Es como tirar un trozo de carne fresca en medio del mar, en cero coma dos tienes la zona infestada de tiburones - dijo Miriam pensando en sus amigas.
-
¡Jajajajaja! ¡Qué bestia eres! Si saben lo que estás diciendo no te vuelven a hablar.
-
Y eso que no les he dicho nada de las fotos si no...
-
¿Fooootos? ¿Ya te las ha enviado? ¿A qué estás esperando para enseñármelas? ¿Ya las han visto los niños? - Salomé no podía creer que su amiga estuviese tan callada en este tema. Aunque sabía muy bien que no era de las que hablaban abiertamente de sus cosas.
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-
No, si las ve Gabi no me dejaría en paz en toda la tarde. Ya las verá más tarde, ahora se lo están pasando en grande con su tío en el agua - Miriam no les quitaba el ojo de encima a sus hijos, viendo cómo intentaban ahogar a su tío dentro de la piscina, y comprobando lo bien que habían ido las clases de natación a las que iban los dos durante el curso escolar.
-
No me cambies de tema que te conozco, cuñadita, y cuando te interesa bien que te escaqueas - dijo Salo con sarcasmo. Miriam sonrió y abrió la galería para mostrarle las mencionadas fotos. Le pasó el
móvil y Salo fue abriéndolas una a una, sonriendo más a medida que las iba pasando: -
Pero qué guapos están aquí mis niños con las gorras de piloto, y aquí Gabi parece que lleva él el avión, en el cole van a flipar cuando se las enseñe. Miriam no podía menos que alegrarse, por su hijo, desde que había muerto su padre
pocas cosas tenía que pudiese enseñar tan entusiasmado. Salo siguió viendo las fotos hasta que llegó a la última: -
¡Qué bien salió ésta! ¡Todos juntos! Pero...- amplió más la foto y se quitó las gafas de sol para ver mejor - ¿te has fijado en cómo te estaba mirando el piloto éste? ¿Si es que parece que te quisiera comer? ¡Ni que fueras caperucita y él el lobo feroz! ¡Jajajajaja!!! Miriam sí que se había fijado, y quizás por eso no las había enseñado antes, esa foto
probablemente no se la enseñase a nadie más, sentía que en ella había algo demasiado personal. -
Sí que me fijé, aunque no creo que sea para tanto, pero por si acaso...- le quitó el móvil de las manos a su amiga y lo cerró - ni una palabra de esta foto a nadie, o se me echarán encima como los perros.
-
¡Jajajajaja! ¡Tienes razón!
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Las dos se echaron a reír a carcajadas y siguieron hablando de sus cosas y disfrutando de la tarde. Mike ya había acabado el trabajo que tenía pendiente y se dirigió a la cafetería, allí había quedado con algunos compañeros para tomarse una cerveza bien fresquita. Aunque en el aeropuerto se estaba bien, fuera hacía mucho calor. Ése estaba siendo uno de los veranos más calurosos que se recordaban y lo que más deseaba era estar tumbado al sol disfrutando en la playa o, en su defecto, en una buena piscina, y quizá también disfrutando de buena compañía femenina. -
“Seguro que ella estará ahora en la piscina tostando al sol esa deliciosa piel” - pensó – “¡Ummm! ¡Me muero por tocarla!” Sólo pensar en ella hacía crecer más y más su deseo. Le gustaban las mujeres con
una bonita figura aunque normalmente solían ser jovencitas solteras y con ganas de fiesta sin ningún tipo de compromiso. Ya había tenido una relación que había resultado bastante tortuosa y con un duro final, no necesitaba complicarse de nuevo la vida. Era la primera vez en mucho tiempo que se sentía atraído por una mujer como Miriam, con una familia que dependía de ella, que posiblemente no le irían las relaciones sin compromiso. Estaba convencido de que su interés por ella le pasaría factura más adelante, y que debería simplemente dejarla en paz, seguro que ninguno era la mejor opción para el otro. Pero simplemente no podía. Se sentía irremediablemente atraído por ella como nunca antes lo había estado por una mujer, y apenas habían compartido unos momentos juntos. ¿Qué era lo que estaba sucediendo? ¿Por qué se había quedado tan impresionado con ella? Llegó a la cafetería donde estaban los demás y se pidió una cerveza bien fría, a ver si así podía aclarar un poco las ideas. -
¡Vaya! Por fin llegas – le dijo Roberto cuando Mike llegó a su lado – ¿por qué has tardado tanto?
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-
He estado hablando con la compañía, pretenden meterme más horas de vuelo de las permitidas. Me he pasado hablando con ellos y con el sindicato las dos últimas horas – les contó Mike, bastante alterado.
-
¡Es que son la ostia! – soltó de repente Lucas, un sobrecargo amigo de los dos pilotos – estos piensan que en total los aviones van solos, que conectáis el piloto automático y ¡ala! ¡a volar!
-
Pero lo peor es que el sueldo es el mismo – dijo Mike antes de darle un buen trago a su cerveza – porque no es fácil encontrar otro trabajo, si no ya me habría largado.
-
Sí, ¿pero dónde te metes? – le preguntó Roberto, entendiendo muy bien a su amigo, él mismo lo había pensado un millón de veces.
-
No sé, tío. Si no fuese por mi hija me habría largado aunque terminase viviendo en una caja de cartón – respondió Mike mirando a su cerveza y recordando a la luz de sus ojos – Y en total, entre el trabajo y su madre apenas consigo verla.
-
Esto es una mierda – dijo Lucas.
-
Menos mal que siempre hay algo que ameniza un poco el trabajo, ¿verdad Mike? – le dijo dándole un toque con el hombro y mirando a Lucas. Mike sabía a lo que se refería, pero también sabía lo pesado que podía ponerse
Roberto en cuanto a mujeres se refería. Antes de conocer a Lucía, Roberto había probado a toda la parte femenina de la tripulación aérea, incluso Mike a veces dudaba que no lo hubiese hecho con la masculina, a este hombre le encantaba el sexo sin compromiso, y aún no acababa de entender cómo había conseguido Lucía atarlo a ella de esa manera, aquella rubia le había robado hasta el sentido. Y ahora que tenían al pequeño Miguel más. Pero aun así, cada vez que se cruzaban con una mujer hermosa, no paraba de decir burradas. -
¿Por qué lo dices? – dijo Mike mirándolo con una media sonrisa y dejando la botella vacía de cerveza sobre el mostrador.
-
Venga hombre, cuéntale a Lucas cómo está la mami, la que vino hoy a cabina con los niños.
-
Rober, no empieces, deja a la pobre mujer en paz. 30
-
Pero, ¿de qué mujer estáis hablando? – Lucas también estaba interesado en todo lo que pudiese ponerse una falda, y miraba a uno y a otro a ver cuál le respondía primero.
-
Hablamos de una preciosa gatita que vino en nuestro vuelo de hoy, y que conocimos gracias a su hijo pesado que no se calla ni debajo del agua – dijo Roberto en tono jocoso ganándose una mirada de reproche por parte de Mike.
-
No seas imbécil, no tienes por qué tratar así al pobre chaval.
-
No te pongas así. Si yo sólo repito lo que dijo su madre cuando la conocimos, y la verdad es que el niño no deja hablar a nadie – quiso defenderse, aunque sabía que había metido la pata.
-
Y también dijo que el chiquillo era especial, ¿Qué dirías si fuese Miguel?
-
Venga, va, tienes razón, me he pasado, pero reconoce que ella es un pibón – le dijo Roberto con una sonrisa lasciva en la cara.
-
La verdad… sí, la chica es guapa, aunque apenas me fijé. Estaba más pendiente de los niños – mintió Mike.
-
¡ja! No te lo crees ni tú – le replicó Roberto, y continuó dirigiéndose a Lucas – no le sacaba el ojo de encima, que me fijé yo. La conocimos en el quiosco del aeropuerto y este payaso se quedó tan flipado con ella que hasta salió a recibir a los pasajeros a la puerta del avión, para comprobar que ella subiera. Y después, no contento con eso, con la excusa de que los niños viesen la cabina, hizo que ella también estuviese allí todo el rato. ¡Y hasta fotos hizo el tío con su móvil! No se fijó dice. Lucas se quedó mirando a Mike sorprendido por el comportamiento que describía
Roberto, Mike nunca salía de cabina antes de despegar, era como una especie de superstición o algo así. -
Pues, ¡ya tiene que estar muy buena la mujer!
-
Más que estar buena, esa chica tiene algo que… no sé, no sabría decirte.
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Pero, ¿cómo es, leches? – preguntó Lucas agitando las manos – que ya me tenéis intrigado.
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-
Pues es de estatura media, unos treinta años, morena, de melena larga y alborotada, como a mí me gustan ya sabes – Lucas asintió con la cabeza – con los ojos grandes y de color miel, claros, nariz recta y labios pequeños y carnosos, con unas preciosas curvas… – Mike se perdía pensando en el cuerpo de aquella mujer.
-
Y después dice el tío que no se ha fijado, ¡menuda radiografía que le acabas de hacer! – dijo Roberto entre risas, haciendo que los tres se echaran a reír.
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Pero lo mejor es que tengo su número de móvil – dijo Mike sonriendo.
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¡Serás capullo! A buenas horas lo dices – le reprochó Roberto.
-
¿Y a qué esperas para quedar con ella? – le apremió Lucas.
-
El número me lo pasó por las fotos que les hicimos a los niños en cabina, no para ligar, además no creo que sea buena idea intentar algo con alguien como ella.
-
¿Y por qué no? – preguntaron los otros dos a la vez.
-
¿Sabes si está casada?, a lo mejor es divorciada o… - dijo Lucas.
-
No, es viuda – siguió Roberto sonriendo con picardía.
-
Sí, pero según el niño su marido murió estando ella embarazada, y la niña apenas tiene dos años, no creo ni que quiera saber de nadie de momento, es muy pronto – dijo Mike, intentando convencerse a sí mismo.
-
¿Y tú qué sabes? A lo mejor echa de menos una buena cama y está dispuesta a lo que le ofrezcas – Roberto ya empezaba a fantasear por su amigo.
-
Pero que no digas burradas, hombre – a Mike ya le estaba fastidiando la manera de hablar del piloto.
-
Inténtalo – sugirió Lucas – si está aquí unos días de vacaciones a lo mejor si le interesa tener algo aunque sea fugaz. Al fin y al cabo lo que pase en Madrid, se queda en Madrid, ¿no? Mike se quedó pensando en esa posibilidad durante unos segundos, pasados los
cuales sonrió. Había decidido que lo intentaría, en total no tenía nada que perder… ¿o sí? Miriam estaba entre sus brazos, bajo su escultural cuerpo, acariciando su espalda suavemente, mientras él le devoraba los labios con ardor y su mano recorría su suave piel haciendo que se estremeciese de placer con aquella corriente que recorría sus entrañas. 32
Aquel hombre la estaba llevando al límite de sus fuerzas haciéndole el amor con pasión y dulzura, sin prisa. Con cada embiste su cuerpo se acercaba más y más al precipicio, y ella se dejaba llevar sin resistencia alguna, disfrutando plenamente de cada caricia, de cada beso. Él recorría su cuello, su pecho, toda su piel con su boca llegando hasta el centro de su placer. Miriam se estremecía con cada roce y su cuerpo estaba a punto de explotar… -
Miriam – le decía mientras la tocaba – Miriam – repetía con su varonil voz.
-
¡Miriam! – una voz más fuerte y más brusca hizo que abriese los ojos – ¡Despierta! Que la niña quiere merendar – delante de ella estaba Fede con Laura envuelta en la toalla totalmente arrugada por haberse pasado toda la tarde en el agua, y temblando de frío. Miriam tardó un par de segundos en situarse y darse cuenta de que había estado
soñando, y con él nada menos. Después de unos cuantos chapuzones, se había tirado un rato en la tumbona a descansar, mientras los demás seguían jugando en el agua, y se había quedado dormida. Se sintió muy avergonzada por lo que había sentido en su sueño, hacía mucho tiempo que no estaba con un hombre y aunque normalmente no era algo que le hubiese preocupado mucho, ese sueño acababa de abrirle un apetito atroz. Y deseó por un instante que los sueños se hiciesen realidad, al menos ese. Se levantó y se desperezó, tomó su cartera y fue por algo para merendar para los niños mientras Fede se sentaba con la niña en brazos y Salo salía con Gabi del agua. Mientras caminaba aún podía sentir las caricias y los besos sobre su piel, había sido tan real que se preguntaba cómo había llegado a soñar con él de esa manera. Apenas habían cruzado unas palabras y no se habían tocado más que para darse la mano, aunque justo en ese momento había sentido una corriente en lo más hondo de sus entrañas igual que en su sueño, no había sido más que un instante. Aunque también es cierto que se había pasado parte de la tarde hablando con sus amigas, intentando no dar muchos detalles, aunque el tema había dado para mucho y había llegado a degenerar a medida que iban llegando los mensajes a unas y otras. Salomé había mencionado en determinado momento que había fotos del respectivo, con lo que se ganó una dura mirada de su 33
cuñada y un buen remojón, todas se pusieron a enviar mensajes insistentes para que Miriam las compartiese con las demás, y a la pobre mujer no le quedó más remedio que enviar una. Escogió la que estaban los dos pilotos con los dos niños, la más completa y menos comprometedora a su vez. Sus amigas habían soltado una serie de lindezas irrepetibles refiriéndose a los dos atractivos hombres que aparecían en la foto, haciendo comentarios de lo que sería tenerlos en la cama y otras cosas que Miriam prefería no recordar. Quizá por eso su imaginación había desembocado en aquel sueño tan erótico que aún la tenía trastocada cuando volvió con las meriendas. Al llegar con los demás, Fede se quedó mirando a su hermana y en cuanto repartieron los bocadillos y los refrescos, ella se sentó a su lado y él no tuvo reparos en preguntar: -
Muy bien, hermanita, ¿se puede saber con qué o con quién estabas soñando?
-
¿cómo? Con nada en especial, ¿Por qué preguntas eso? – dijo Miriam intentando no darle mucha importancia al asunto.
-
Porque me costó despertarte, y sonreías como si lo que estuvieses viviendo fuese de lo más agradable – dijo su hermano con una sonrisa torcida. Miriam adoraba a su hermano pequeño, sólo era un par de años más joven que ella,
no era muy alto pero su porte atlético gustaba mucho entre las féminas, se cuidaba mucho y le encantaba el deporte, llevaba el pelo muy corto y siempre había envidiado sus preciosos ojos azules, herencia de su abuela. Y aunque de su madre tenía el carácter tranquilo y comedido y también su sonrisa, de su padre había sacado un instinto paternal muy desarrollado. Nunca le había caído bien Javi, siempre había creído que no sabría hacer feliz a su hermana, y cuando empezó a tener desvaríos y alucinaciones por la enfermedad, la veía tan hundida que en más de una ocasión quiso partirle la cara, se sentía muy frustrado por no poder hacer más, por no poder protegerla más, pero nada podía hacer. Se sintió muy aliviado el día en que Javi murió, y muy culpable también porque al fin y al cabo el pobre hombre no era consciente la mayoría de las veces del daño que hacía, todo era culpa de su maldito tumor. Pero al menos ahora podía estar más con 34
ella y trataba de acompañarla siempre que podía. Siempre decía que era el hombre más afortunado del mundo, porque la vida le había regalado a las tres mujeres más bellas e increíbles del mundo: su madre, su hermana y su novia. Para Miriam siempre sería su hermanito pequeño, y le encantaba verlo tan feliz con Salomé, le había venido muy bien conocerla y estaba convencida de que pronto esos dos le darían una sorpresa. Estaban muy enamorados, se pasaban todo el tiempo juntos haciéndose arrumacos y carantoñas, y hasta los empezaba a envidiar, a ella también le gustaría tener a alguien que le diese mimitos, como ellos decían. Ya no se acordaba de la última vez que ella había estado así con Javi, y al verlos echaba mucho de menos esa sensación. -
Te has quedado muy pensativa, ¿tan bueno era ese sueño? – le preguntó Fede con una sonrisa guasona y sacándola de su ensoñación.
-
No – contestó sonriendo – bueno, sí que estaba soñando, pero nada que te interese ni que vaya a hablar contigo.
-
¡Ummmm! Eso quiere decir que el sueño estaba interesante. No tendrá nada que ver con cierto piloto que has conocido esta mañana, ¿no? – Fede se giró y le guiñó un ojo a su novia, que estaba sentada a su lado.
-
Pero… - Miriam abrió más los ojos - ¿qué sabes tú de nada? – y se dirigió a su cuñada ¿qué le has contado, sinvergüenza, mala amiga?
-
¿Yo? Yo no le he contado nada – respondió ofendida la aludida.
-
Es cierto, no me ha contado nada – Fede sabía cómo engatusar a su hermana – pero estaba sacando mis propias conclusiones con todas esas llamaditas de tus amigas, las risitas y demás, y tú me lo acabas de confirmar. Miriam se sentía estafada y tonta por haber caído en la trampa, siempre lo hacía, y
ahora seguro que tenía que lidiar con él. Menos mal que no había pasado nada, y lo que hubiese era producto de su imaginación y ahí se iba a quedar.
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-
¡Mira qué eres…! Pues no saques tantas conclusiones que no hay nada que sacar, simplemente nos cruzamos con un hombre que está como un tren y que ha sido muy amable con los niños.
-
Es verdad, fue un puntazo por su parte invitar a los críos a conocer la cabina, Gabi está supe contento con eso – admitió Fede.
-
Y también tuvo el detalle de enviarme las fotos que hicimos en la cabina para que el niño las pudiese enseñar en el cole a sus amigos – dijo Miriam.
-
¿cómo te las envió? ¿al correo? – preguntó su hermano no queriendo pensar en la locura que se estaba imaginando por parte de Miriam.
-
Al móvil – le respondió – por mensaje – dijo sin más.
-
Pero para eso le tuviste que haber dado el número de teléfono – clavó su mirada en ella y frunció el entrecejo mientras Miriam asentía con la cabeza y pensaba “mierda, ya la hemos liado” – pero, ¿estás loca? – estalló de pronto Fede - ¿cómo se te ocurre? ¿cómo le das tu número a cualquier desconocido que se te presenta? ¿no ves que puede ser un psicópata o un degenerado? ¿es qué no piensas? – con cada pregunta Fede iba aumentando el volumen de su voz hasta casi gritar, haciendo que los que se encontraban a su alrededor prestasen toda su atención a esa situación.
-
No me grites que no es para tanto – Miriam no sabía dónde meterse, cuando a su hermano le daba por la vena padre no había forma de pararlo.
-
Tranquilo, cariño – intervino Salo – sólo se lo dio para que le pudiese pasar las fotos, nada más, si algo pasa y se pone pesado con bloquearlo ya está.
-
Bloquearlo dice – dijo Fede despectivamente – pero no os dais cuenta que puede averiguar muchas cosas teniendo el número, puede saber hasta dónde vives y podría perseguirte y…
-
Frena Fitipaldi, que ya te estás pasando – Miriam no lo soportaba cuando se ponía en ese plan, no era una mujer que no supiese defenderse, y no le gustaba nada que la tratase de esa manera – en primer lugar, ya soy lo suficientemente mayorcita para saber lo que hago, no soy idiota, sé cuáles pueden ser los peligros de estas cosas, pero también sé defenderme yo solita, no lo olvides – a pesar de tener los ojos grandes
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poco a poco los fue entrecerrando por el enfado – y en segundo lugar, te he dicho más de mil veces que tú no eres papá, y que no me trates como una niña. Además, dudo que yo le interese lo más mínimo a ese tío, seguro que tiene cientos de mujeres revoloteando a su alrededor bien más guapas que yo y más jóvenes. -
¿Y por qué narices no se iba a interesar en ti? – ahora a Fede le salía el orgullo de hermano - ¿Tú te has mirado últimamente a un espejo, guapa? Pues ese tío o está ciego o es imbécil - Miriam no entendía nada, si alguien se interesaba en ella era peligroso, y si no lo hacía era un imbécil. Miró a su amiga pidiendo socorro.
-
¡A ti no hay quién te entienda, Fede!! - Salo se partía de risa con los hermanos - eres como el perro del hortelano.
-
¿Por?
-
No dejas que tu hermana se interese por alguien, pero si ese alguien no se interesa por ella es que es imbécil. ¡Eres un caso!
-
¡Mami! ¿Podemos ir un rato a los hinchables? - dijo Gabi acercándose y señalando la zona que estaba habilitada para los niños. Miriam se olvidó de su hermano y se centró en sus hijos.
-
¿Habéis acabado de merendar? - los dos asintieron a la vez - pues vale, id con cuidado y dejar las chanclas a un lado para que no estorben, ahora voy yo. Vio cómo se dirigían hacia allí corriendo y en cuanto se subieron al castillo
hinchable se dispuso a recoger sus cosas mientras le decía a su hermano: -
Mira enano, dejemos el temita, no creo que yo le interese a ese hombre lo más mínimo porque seguro que o está casado o, si no lo está, seguro que no le gustan las mujeres con hijos, créeme, es algo que a la mayoría de los hombres les echa para atrás, así que dejémoslo aquí, ¿entendido? En cierto modo tenía razón, así que Fede asintió aunque sin muchas ganas. Además,
no quería discutir más o se acabaría arruinando el día:
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-
Tienes razón “meiga” – así la llamaba su padre desde que era un bebé, siempre decía que era un pequeña bruja que le había hechizado el corazón con sus grandes ojos, los mismos que tenía su madre, y desde que su padre faltaba Fede se había encargado de seguir utilizando ese mote, que a ella tan buenos recuerdos le traía, sobre todo para conseguir derretir a su hermana – pero la próxima vez que le des tu número a algún desconocido piénsalo bien antes. Miriam suspiró resignada, su hermano siempre pretendía tener la última palabra en
todo. Asintió con la cabeza y se fue hacia el lugar en el que estaban los niños. A unos cuantos quilómetros de allí, Mike llegaba de nuevo a su habitación del hotel, había quedado en salir a tomar unas copas con los chicos si no le resultaba el plan que tenía en mente, pero antes quería descansar un poco. Así que nada más llegar se quitó la ropa dejándose de nuevo sólo los pantalones, estaba harto de tener que llevar chaqueta y corbata. Fue al baño, se lavó los dientes y las manos y regresó a la habitación, la dejó en penumbra, cogió de su pequeña maleta el mp3 y lo encendió, necesitaba relajarse. Se tumbó en la cama mientras en el reproductor sonaba “Demons” de Imagine Dragons. Empezó a tararearla siguiendo el ritmo de la canción, sus propios demonios le perseguían a pesar de intentar dejarlos atrás una y otra vez. Desde que su madre se había vuelto a casar no se hablaban, lo había tomado como una traición hacia la memoria de su padre, aunque ya pasaran muchos años desde el accidente. Su madre y sus hermanos habían intentado una y otra vez hacerle entrar en razón, pero su terquedad no le dejaba ver más allá, y lo sabía. En el fondo sabía que era un necio, que al fin y al cabo él no tenía derecho a juzgar a su madre ni sus sentimientos, pero cada vez la bola se había hecho más grande y ahora ya no sabía cómo regresar al principio. Daría lo que fuese por volver a estar con su madre, a disfrutar de las charlas de sobremesa, siempre le había gustado las costumbres tan españolas que su madre se había llevado con ellos a San Francisco, necesitaba decirle lo mucho que la añoraba, discutir con ella por malcriar a su hija, contarle que había conocido a alguien… ¿Le pasaría lo mismo a
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Miriam con su hijo si se volviese a enamorar? Los niños pueden llegar a ser tan crueles si se sienten heridos… Empezó a sonar “When you’re ready” en la voz de Kate Earl y dejó que la música invadiese su cuerpo, instintivamente buscó en su móvil el perfil de Miriam, en la que tenía el dibujo de una pequeña brujilla con un gato negro, abrió la foto en la que salían todos en el avión y durante el tiempo que duraba la canción volvió a memorizar su imagen. Necesitaba saber algo más de ella, a qué se dedicaba, que música le gustaría, cualquier cosa. Así que se armó de valor y empezó a escribir un mensaje: Hola!
19:32
Cómo os está yendo en el parque?
19:32
Y volvió a quedarse en la cama esperando la respuesta, aunque esta vez no esperaría tanto, dos veces en un día era demasiado. No tardó tanto en llegar. -
¡Miriam, te suena el móvil! – le dijo Salo acercándoselo hasta las colchonetas. Estaba saltando con Laura en una y Gabi en la otra, y con las risas y los saltos apenas oía.
-
¿Qué? – dijo gritando.
-
¡El móvil! – repitió Salo – tienes un mensaje. Miriam paró de saltar y se dirigió a la escalera para recoger el aparato que le tendía
Salomé. Lo miró y cuando vio que el número no era conocido salió de la colchoneta: -
Laura, sigue saltando tú solita que mami viene ahora, ¿vale?
-
¡Vale! – y Laura siguió saltando y cayéndose.
-
¿De quién es? – preguntó curiosa Salo.
-
Espera, ahora te digo. Abrió el chat y casi le da algo al ver que era del mismo número desde el que le
habían mandado las fotos unas horas antes. -
¡Es Mike! ¡El piloto! – dijo sorprendida.
-
¿Pero qué te dice? – la otra cada vez estaba más muerta de curiosidad. 39
Entre los jadeos por el esfuerzo de estar saltando y que lo acelerada que se había puesto al ver el remitente, el corazón le iba a mil, intentó tomar todo el aire posible en sus pulmones para relajarse un poco pero era inútil. -
Sólo… dice… hola y… pregunta qué tal el parque – poco a poco su respiración se iba normalizando.
-
¿y no le vas a contestar? – preguntó su cuñada sonriendo.
-
¿Y qué le voy a contestar? ¿y si tiene razón mi hermano y es un loco psicópata?
-
Sí, mujer, el lobo feroz que te viene a comer, no te jo…
-
¡Salo! ¡Los niños! – no le gustaba nada que se hablase de esa forma delante de los niños.
-
Perdón – dijo rectificando – ¡no te fastidia! Ojalá fuese el lobo, a ver si te lo comía de una vez.
-
¡Pero serás guaaaaaarra! – y le dio en el trasero con la toalla que había dejado en el asiento.
-
¡jajajaja! Pero contesta de una vez.
-
¿Sí? ¿y qué le digo? – a Miriam las manos ya le temblaban.
-
Pues lo que quieras, pero dile algo, ¡por dios! Miriam abrió de nuevo el chat y empezó a escribir: Por aquí todo bien, pero no estamos en el parque, estamos en el hotel. 19:41 Y tú qué tal?
Mike estaba en línea. Bien también
19:42
Qué planes tenéis entonces?
19:42
-
Pero será curioso el tío este – dijo en un susurro Miriam.
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19:41
Pues mañana pasaremos el día en el parque Warner, el sábado en Faunia y el domingo regresamos 19:44 Siempre eres tan curioso?
19:44
Miriam no se pudo aguantar. Sólo con lo que me interesa
19:45
“¡Upsss!”, pensó Miriam. Y nuestras vacaciones tanto te interesan No. TÚ me pareces interesante
-
19:46
19:48
¡A mí me va a dar algo! – Miriam empezó a sudar. Su amiga permanecía a su lado tan sorprendida como ella. Lo dudo
Por qué?
19:50
19:50 Porque seguro que tendrás una cuadrilla de jovencitas detrás dispuestas a llamar tu atención 19:51
Eso es demasiado suponer, no crees?
19:51
“¡Mierda! Ya he metido la pata”, pensó Miriam. Estaba conteniendo la respiración porque creía que se había propasado con el comentario, y que lo había ofendido de alguna forma. Unos minutos después: Aunque si las tuviese no me importaría que tú estuvieses a la cabeza de todas
19:54
“¡Ja! Presuntuoso.” – pensó de nuevo ella. No creo que me vieses a mí en una situación así 19:55 Por qué? No te resulto atractivo?
19:55 41
No lo suficiente como para hacer semejante ridículo 19:56
-
Así que con que esas tenemos – dijo Mike para sí.
Pero sí lo suficiente como para…
19:56 19:57
Como para atraer mi atención cinco min Sólo cinco minutos? Pues llevamos alguno más hablando. Entonces te intereso algo más, no?… 19:57
Miriam se había quedado sin qué decir. -
“Pillada” – pensó él al ver que tardaba la respuesta. Eso sólo significa que soy lenta con los dedos 20:00
Ummmm! Justo como a mí me gusta
20:01 20:01
Cómo?
-
“¿Pero éste a qué se refiere?” No entiendo
Tranquila, algún día te lo explicaré
20:02
20:02 Pues así va a tener que ser, porque tengo que dejarte 20:03
Noooo!! No me dejes aún, es que te he asustado? 20:03 Jajaja! a estas alturas pocas cosas me asustan ya 20:04 Tengo trabajo, con los niños, ya sabes
20:04
Baños, cenas y demás
20:05
Ah! vale!
20:05
Y qué tienes pensado hacer después de todo eso?
20:06
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Pues no sé
20:07
Con la noche que se va a quedar nos sentaremos fuera del bungalow a tomar una copa o algo así, por? 20:08 Otra vez siendo curioso? Me gusta ser curioso
20:08
20:08 Pero recuerda que la curiosidad mató al gato 20:09
Y yo muero por tomarme una copa contigo 20:09 Estás loco?!?!
20:10
Por qué? Por querer disfrutar por un rato de buena compañía? Entonces sí, estoy como una cabra 20:11 No sé qué decir Di que sí
20:11
20:12 No puedo
Qué te lo impide? Tienes pareja?
20:12
22:12 Qué es eso? Jejejeje!
Otra cosa que te tengo que enseñar, tomo nota
20:13
20:14
Jajajaja! En serio, te tomarías una copa conmigo?
20:14
20:15 Pero si no me conoces!
Para eso es la copa
20:15
20:16 Pero tendrías que acercarte hasta aquí, yo no puedo alejarme del bungalow, por los niños
20:14
“¿Pero qué estoy haciendo?”, pensó Miriam, menos mal que hacía ya un rato que se encontraba sola paseando por los jardines mientras hablaba con Mike. Salomé había 43
tenido la delicadeza de dejarla a solas, ya más tarde le contaría lo que fuese si lo creía conveniente. Eso no es problema, sólo dime en qué hotel estáis y a qué hora puedes quedar libre, del resto me encargo yo 20:15 Qué me dices?
20:16
Miriam se mordió el labio inferior con una sonrisa y pensó en la cantidad de veces que había imaginado que le sucedía algo así, un chico interesante y guapo que la invitaba a salir, alguien que no fuese su marido, y sintió que no podía dejar pasar una oportunidad como esa. Aunque después se arrepintiese, ¿qué era la vida sin emoción? Está bien, hotel complejo la cigüeña, en cuanto pueda quedar libre te aviso 20:20 Ok! Estaré esperando.
20:20 Hasta después
20:21
Miriam cerró el chat, cogió el teléfono con las dos manos y se puso a saltar como una loca por el jardín, parecía una adolescente con su primer novio, así era cómo se sentía. -
¡Ay cuando se lo cuente a las demás, les va a dar algo! – dijo para sí, y se fue sonriendo para el bungalow. Mike, que había estado sentado todo el rato escribiendo y leyendo los mensajes,
cerró la aplicación del móvil, dejó el aparato en la mesilla y se tiró hacia atrás sobre la cama: -
¡Sí! – sonrió satisfecho, cerró los ojos y dejó volar su imaginación.
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Capítulo 4 -
¡Salo! ¡Salo! - Miriam llegó corriendo a las pequeñas cabañas del complejo buscando a los suyos.
-
¿Qué ha pasado? - preguntó Salomé al verla llegar sin aliento. Miriam la tomó de la mano y se la llevó a un lado, se sentaron en la cama en la que
dormían los niños y le preguntó en voz baja: -
¿Dónde está Fede?
-
Bañando a las fieras, como tardabas se metió él en el baño con ellos.
-
¡Bien!
-
¿Pero, qué pasa? ¿Por qué vienes corriendo?
-
Porque he quedado con él - dijo Miriam enseñándole el móvil.
-
¿Quéeeee? - Salomé pegó un grito y Miriam le puso la mano en la boca para callarla.
-
No grites, que si mi hermano se entera me mata.
-
Y tanto, ¿pero cómo se te ocurre quedar con un desconocido? - dijo su cuñada entre susurros - ¿Estás loca? ¿Y dónde habéis quedado? Porque si no quieres que tu hermano se entere ya me dirás qué vas a hacer con los niños, ¿no te los llevarás a tu cita? ¿O sí?
-
No fastidies Salo, hemos quedado de vernos aquí, en el complejo, mejor dicho, en la placita de fuera.
-
Pero, ¿y Fede?
-
Mira, lo tengo todo pensado. Y tú me vas a ayudar.
-
¿Yo? ¿Cómo?
-
Manteniendo entretenido a mi hermano, al fin y al cabo para eso tenéis una cabaña para vosotros solitos - dijo Miriam con picardía - y tendrás el móvil encendido, si veo que se pone muy pesadito y necesito ayuda, te hago una perdida, ¿te parece?
-
¡Ok! Y si lo que necesitas es un sitio más íntimo, ¿qué?
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-
¡Ja ja! ¡Qué simpática eres niña! - dijo Miriam con sarcasmo - sólo necesito distraerme un poco. ¡Por favor! - le rogó- Sabes que yo no hago este tipo de cosas, pero es que no sé... Necesito, ya sabes...
-
Si ya sé, tranquila – dijo Salo comprensiva - yo me encargo de tu hermano y tú encárgate de estar impresionante para que ese tío se caiga de culo cuando te vea.
-
¡Uff! Para eso no necesito ayuda, ¡necesito un milagro! Las dos se echaron a reír. Miriam cogió su móvil y le pidió a Salo que se ocupara un
momento de los niños que ella tenía que hacer una llamada, o de lo contrario se lo harían pagar después. Salió de la cabaña y marcó, al segundo tono descolgaron: -
¡Carmiñaaaa! ¿Qué pasa? ¿Qué tal lo estáis pasando? - Noe estaba al otro lado del teléfono saliendo ya por la puerta de su casa de camino a su “reunión de los viernes”.
-
¿Estás sentada? - Miriam no pensaba ya en formalismos.
-
¡Emmm! ¡Espera! ¿Por qué? ¿Ha pasado algo? - preguntó Noe asustada.
-
¡No te lo vas a creer!
-
¿Pero qué ha pasado? ¡Miriam, me estás asustando!
-
¡Noe! ¡He quedado con el piloto esta noche! - Miriam apartó el teléfono de la oreja justo en el momento en el que se podía oír un tremendo grito al otro lado.
-
Pero, ¿cómo? ¿Cuándo? ¡Estoy flipando! - se oyó un golpe - ¡Joderrr!
-
Noe, ¿estás bien? ¿Qué ha sido eso?
-
¡Coño! ¡Maldita puerta!
-
Pero, ¿qué tienes? - ahora la preocupada era Miriam.
-
Nada, que me he dado con toda la puerta en las narices al abrirla.
-
Pero, ¿cómo has hecho, alma cándida? - Miriam se partía de risa imaginando la escena.
-
Porque abrí de golpe y no calculé la distancia, ¡qué golpe me he dado leches!
-
¡Jajajaja! ¿Estás bien? - Miriam no podía parar de reír.
-
No te rías, capulla, que la culpa es tuya.
-
¿Por? ¿Qué te hecho yo ahora?
-
Darme semejante notición sin previo aviso. 46
-
¡Eh! Que yo te dije que te sentaras, no fastidies.
-
Pero, ¿cómo ha sido? ¿Cómo es que acabasteis quedando?
-
Pues hace un rato me mandó un mensaje para saber cómo nos iba y nos pusimos a hablar, y no sé muy bien cómo llegamos a esto pero me pidió tomar una copa juntos y yo acepté. Otro grito.
-
¡Noe! Me vas a dejar sorda, ¡caramba!!
-
¡Dios, que emoción! ¿Y qué te vas a poner? ¿Y a peinar? ¿A qué hora quedasteis? ¿Y dónde? Y...
-
¡Jolín! ¡Eres peor que Gabi cuando se pone a preguntar! Quedamos aquí, en el hotel, no puedo dejar a los niños solos y no quiero que Fede se entere.
-
No, mejor que Fede no se entere o la arma, menudo es para estas cosas. ¿Y no estás nerviosa?
-
¡Noooo! ¡Para nada! - dijo Miriam - me tiemblan hasta las pestañas. ¿Qué estoy haciendo, Noe? ¿Cómo me acabaré metiendo en estos embolados? Si parece que tengo quince años.
-
Pues disfrutar mujer, que aún eres muy joven y la vida tiene que darte este tipo de momentos de vez en cuando, o sería un coñazo tremendo.
-
Pero...
-
Nada de peros, Miriam, ponte guapa y disfruta de lo que venga, que la vida son dos días y uno ya es el que estás viviendo.
-
Noe, ¿y si es un loco, o peor, y si está casado? - Miriam empezaba a dudar seriamente de lo que estaba pasando.
-
Si es un loco, pegas un grito. Y si está casado...- Noe no quería que se desanimara por nada del mundo, nadie que conociese necesitaba más una sonrisa de la vida como lo necesitaba su amiga - pues el casado es él, tú no tienes que darle explicaciones a nadie, ¿ok?
-
Pero...
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-
¡Pero nada! Ahora ve a arreglarte y a darlo todo, ¡morena! Y después estaremos esperando todos, todos, los detalles. Miriam sonrió, tomó aire y fue hacia la cabaña de nuevo mientras se despedía:
-
Está bien, luego os cuento, voy a entrar. Un beso
-
Dos más para ti, ¡guapa!! ¡Suerte!
-
Gracias.
-
¡Deica!
-
¡Deica! - colgó y entró, no quería perder más el tiempo o lo pensaría demasiado y lo anularía todo. Pero no. Se había prometido disfrutar de sus vacaciones aunque fuesen cortas y así iba a ser. "¡Pipi, pipi!" En el móvil de Mike estaban entrando mensajes, pero estaba tan
dormido que no se enteraba. Quince minutos después volvió a sonar el teléfono, esta vez era una llamada. Medio dormido cogió el móvil y descolgó: -
¿Diga?
-
¿Estabas durmiendo, tío? - la voz de Lucas sonaba desde el otro lado con tono de sorpresa.
-
Un poco sí, la verdad, me he debido de quedar frito. ¿Qué pasa?
-
¿Hablaste con la chica esa? ¿Quedaste con ella?
-
¿La chica? ¿Qué chica? De qué...- aún se encontraba algo desorientado, pero su cerebro empezaba a reaccionar: había quedado con Miriam, que lo avisaría cuando estuviese libre para poder tomar una copa juntos… - ¡Mierda! ¡Espera, Lucas! Miró su móvil y vio que le habían entrado algunos mensajes - Lucas después te llamo, chao.
-
Pero... - cortó la comunicación. Mike abrió los mensajes y vio que tenía dos de Miriam: Ya estoy libre, en media hora aquí?
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21:40
Sin compromiso, vale? si al final decides no venir lo entenderé 21:45
Miró su reloj de pulsera y se fijó que había pasado más de un cuarto de hora desde que enviara los mensajes y se le cayó el alma a los pies, su hotel estaba a unos veinte minutos en coche. -
¡Joder!! Es tardísimo, pensará que no quiero ir. ¿Y ahora qué hago? Piensa, Mike piensa. Se lavó la cara corriendo y se puso una camiseta negra, aún llevaba los pantalones
del uniforme. Se los quitó a toda prisa y se puso unos vaqueros oscuros, las deportivas y cogió una chaqueta. Salió corriendo de la habitación y llamó a Jose, uno de los conductores del hotel: -
¿Diga?
-
Jose, ¿estás libre?
-
¿Quién es?
-
Soy yo, Mike, ¿estás libre o no?
-
¡Emm! Sí, ahora mismo sí, ¿pasa algo?
-
¿Estás aquí, en el hotel?
-
Sí, en el aparcamiento, ¿pero por qué?
-
Necesito que me lleves a un sitio, llego tarde y no puedo esperar a un taxi.
-
Claro, chico, vente que ya voy poniendo el coche en marcha.
-
¡Ok! Gracias, Jose, estoy bajando. El ascensor tardaba, por lo que fue hacia las escaleras y las bajó corriendo. Cuando
llegó al parking del hotel, Jose ya tenía el coche en marcha. Entró en el lugar del copiloto y arrancaron. -
¿A dónde jefe?
-
¿Conoces el complejo hotelero las cigüeñas o la cigüeña, o algo así?
-
Sí, sí, tengo llevado a algún cliente allí. 49
-
Pues allí mismo. Jose asintió y salieron del parque dirección Arganda del Rey pisándole al acelerador
todo lo que le estaba permitido. “Igual hay tráfico”, pensó Miriam. Estaba sentada en la pequeña fuente que había en medio de la plaza, esperando. Mientras Fede acababa de bañar a los niños, había ido a por algo para que ya cenaran en el bungalow. Salo planeó rápidamente una cena muy romántica en el suyo, disculpándose con Miriam por dejarla sola. Ella no puso ningún impedimento, por supuesto, y les aseguró que estaba tan cansada que se iría a descansar temprano. Como los niños se durmieron enseguida, pudo arreglarse en un santiamén y estar lista antes de lo que pensaba. Se puso unos pantalones blancos tipo globo de cintura ancha, una camiseta también blanca de licra anudada al cuello con escote en uve, que dejaba la espalda al aire, y sandalias planas de dedo con flores de pedrería. Se había recogido el pelo en una trenza que le caía por encima del hombro y se había maquillado muy suavemente. Hacía tanto tiempo que no se veía arreglada que cuando se miró en el espejo se sorprendió. Mientras se acababa de arreglar le envió un mensaje para que él supiera que ya estaba libre y que lo esperaba. Como a los cinco minutos aún no había recibido respuesta, pensó que igual se arrepentía y le envió otro para que no se sintiese comprometido, aunque desde el fondo de su alma deseaba que no fuese así. Media hora después salió despacio y sin hacer ruido con el móvil en la mano, y se sentó. -
“Vamos a darle diez minutos más por si acaso” – dijo para sí. Miraba constantemente el teléfono, los minutos pasaban y ni aparecía ni le llamaba.
Y su entusiasmo se fue apagando poco a poco, a medida que su enfado aumentaba.
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Repasaba una y otra vez la conversación que había mantenido con él por la tarde, para convencerse que no había sido producto de su imaginación. -
Al menos una llamada o un mensaje de disculpa, pero nada – seguía pasando el tiempo – ¡será capullo! Finalmente, pasados quince minutos desde que había salido, se resignó a pensar que
todo había sido un sueño, que era mejor que pensar que la había dejado plantada, y se fue hacia su cabaña, sola. Cuando estaba poniendo un pie en el primer escalón empezó a sonar su teléfono, era él. Mike llegó por fin al lugar donde habían quedado, se bajó del coche y le pidió a Jose que estuviese pendiente de su llamada, era probable que tuviese que volver a recogerlo antes de lo que pensaba. Entró en el complejo y fue hacia el edificio principal, aquel sitio era enorme, y no tenía más información de ella que su nombre y que estaba acompañada de dos niños. En recepción se acordaban de ella y le indicaron hacia dónde debía dirigirse, aunque no le dieron el número del bungalow. Salió disparado en aquella dirección pero no acertaba a verla. Entonces buscó el número en la agenda y lo marcó. Empezó a sonar una música de fondo, el estribillo de “Human” de Christina Perri, y sonrió, en ese momento quisiera que fuera suya esa canción. Al tercer tono, contestó. -
¡Hola! – dijo Mike intentando parecer lo más tranquilo posible. Pero sólo la oía respirar. Miriam se sentía tan frustrada, enfadada y triste que prefería no hablar para que no se le notara, no quería que él se diese cuenta de lo que le había molestado que la dejase plantada.
-
Sé que estás ahí, siento llegar tan tarde pero es que…
-
Tranquilo – Miriam llenó de aire sus pulmones y lo soltó despacio para relajarse – ya te dije que sin compromisos. No tenías por qué venir así que…
-
¡No! ¡digo sí! Estoy aquí, pero esto es enorme y no encuentro tu bungalow – decía mientras seguía buscando. Entonces la vio, de pie en la escalera de una cabaña, de espaldas y paró en seco. Ella al escuchar eso, sonrió feliz y se dio la vuelta. Sus miradas se encontraron. 51
-
Creí que te habías perdido – dijo ella por el teléfono y sin dejar de mirarlo.
-
Y yo que tú no me querrías ver – dijo él también por el móvil sin bajar su mirada y avanzando lentamente hasta llegar a ella. Bajó su móvil y se puso delante de ella, muy cerca.
-
¿Qué te hizo pensar eso? – Miriam también bajó el móvil, seguía subida al primer escalón lo que la hacía estar a su altura, cerca, muy cerca.
-
Después de llegar tan tarde yo tampoco me querría ni ver – dijo él con una sonrisa – lo siento, me quedé dormido – se disculpó.
-
Tranquilo, todos somos humanos – ella sólo pensaba en que lo tenía delante, mirándola intensamente y sonriéndole.
-
Es cierto, tú teléfono me lo recordó – le dijo agitando su móvil.
-
¿Por qué lo…? ¡Ah! Lo dices por la música de fondo – él asintió – sí, me gusta mucho esa canción – bajó la mirada y él suavemente le rozó una mejilla. En ese momento fue como si el tiempo se hubiese detenido. La misma corriente les
recorrió a ambos y sus miradas se volvieron a encontrar, llenas de fuego. Sus labios se fueron aproximando hasta casi rozarse, su aliento entrecortado podía sentirlo… Entonces, el teléfono de Mike empezó a sonar de manera estridente y la magia del momento se rompió. Automáticamente se alejaron el uno del otro. Ninguno se lo podía creer. ¿Quién podría estar interrumpiendo justo en ese momento? El teléfono seguía sonando, Mike no sabía si contestar o romperlo directamente, fuese quién fuese se iba a acordar de él el resto de su vida. -
¡Emm! Lo siento – dijo cerrando los ojos – me cargaré a quien sea y luego vuelvo. Miriam no pudo más que sonreír, al fin y al cabo se sentía aliviada, como si hubiese
sido salvada por la campana. -
No pasa nada, contesta que insisten mucho y a lo mejor es importante.
-
Lo dudo, pero ahora vuelvo.
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Mike se alejó unos pasos de la escalera y miró la pantalla. Era Jose. -
¿Diga? – dijo Mike de muy malos modos – espero que sea importante.
-
¡Eh! Sí, Mike, soy Jose, perdona hombre, pero es que te dejaste la cartera en el coche y supongo que te hará falta. Mike empezó a rebuscar por los bolsillos de la chaqueta y del pantalón en busca de
la billetera, pero efectivamente no la encontró y maldijo su torpeza para sí. Con las prisas se la había olvidado. -
¡Ah! Oh, sí, gracias Jose y perdona por contestar así pero es que me pillaste en mal momento, tío – la culpa había sido sólo suya. Se giró hacia Miriam y la vio sentada en el porche de la cabaña, mirando su móvil y sonriendo. Él también sonrió y se volvió a centrar en su conversación con el chófer.
-
Nada, hombre, perdona tú, seguro que te he fastidiado el plan o algo, si es que ya lo dice siempre mi mujer, tengo el don de la inoportunidad.
-
¡Jajajaja! – Mike no podía hacer más que reírse de la situación que estaba viviendo – ¿puedes traérmela, por favor? Sin ella dudo mucho que pueda tener ningún plan, se suponía tenía que invitar yo.
-
Pues nada chico, eso está hecho, te espero en la puerta, ¿vale?
-
Entendido, ahora voy… y gracias de nuevo Jose, me has salvado de hacer el ridículo.
-
De nada, hombre, hasta ahora.
-
Hasta ahora Jose. Jose era un buen hombre, de mediana edad, que trabajaba en el hotel de la
compañía como chofer desde hacía muchos años, normalmente se encargaba de dar transporte a los clientes importantes del hotel, pero a veces también se ocupaba del personal de tripulación de la flota. Y más concretamente de la tripulación que encabezaba Mike. Se adoraban mutuamente, a Mike le había gustado desde el primer momento, le recordaba un poco a su padre, y Jose veía en Mike el hijo que nunca había tenido, puesto que la vida lo había bendecido con cuatro preciosas hijas, pero ningún varón. Incluso durante una época, después de la separación, Jose había actuado de celestino entre una 53
de sus hijas y Mike, pero aquello no había cuajado. Mike y Jose nunca hablaron del tema, pero en sus silencios se entendieron bien el uno al otro y no hubo problema alguno entre ellos. Mike se acercó a la cabaña y se quedó observando durante un instante a la mujer que tenía delante. Estaba preciosa toda de blanco, resaltaba su piel morena y aterciopelada, y con la trenza cayéndole por encima de un hombro dejaba al descubierto su sensual y apetecible cuello, cómo le gustaría enterrarse allí y perderse el resto de la noche. Pero, ¿qué le estaba pasando con ella? Ese deseo irrefrenable de estar con ella no lo entendía, nunca le había pasado antes con nadie. Había conocido a multitud de mujeres en su vida, la mayoría le atraían en un primer momento, pero era consciente de que sólo era para pasar un rato agradable, nada más. Y hasta ahora le había funcionado muy bien, sin compromisos, una noche y ya. Pero con ella no, no quería sólo una noche. Necesitaba averiguar por qué. Miriam estaba con las piernas recogidas en su asiento mirando el móvil y leyendo la sarta de burradas que sus amigas habían dejado en el chat, se habían juntado como cada viernes, aunque ese día no lo fuese, como al día siguiente era festivo decidieron adelantar su cita esa semana. Todas estaban entusiasmadas y deliberaban que sería lo que estaría pasando en ese momento entre su amiga y el piloto. Y Miriam no paraba de sonreír pensando en las locas que tenía por amigas. -
Por tu sonrisa intuyo que la conversación es entretenida – comentó Mike acercándose.
-
Lo es, mis amigas – contestó mostrándole el móvil – son maravillosas aunque están como cabras.
-
Entonces tenemos que juntarlas con los míos, seguro que se entenderían muy bien – sonrió recordando a sus amigos que seguro que ya debían estar de fiesta por algún local de Madrid.
-
Seguramente.
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-
Tengo que salir un momento – dijo Mike – la llamada era del amigo que me acercó hasta aquí, me dejé la cartera en el coche. Así malamente te puedo invitar a esa copa.
-
¡Oh! – Miriam había pensado por un momento que la cita tenía que acabarse, ver que no era así le había despertado de nuevo la emoción que sentía desde que él había llegado – vaya, pero si es por eso no lo hagas volver, invito yo – y se puso de pie.
-
Ni de broma – Mike no iba a permitir de ningún modo que una mujer pagara y menos en la primera cita – además aún debe estar en la puerta, voy a recogerla y ya de paso traigo algo para beber. ¿Qué le gustaría tomar a la señora? – preguntó haciendo una reverencia. Ella, divertida, contestó con otra:
-
Me agradaría muchísimo tomarme una cerveza bien fresquita, si el caballero no tiene inconveniente.
-
Ninguno, ¿alguna marca en especial?
-
Sí, por favor, Estrella Galicia si la hubiese, si no lo dejo a tu elección.
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Muy bien, pues ahora vuelvo con su pedido, bella dama – Mike inclinó la cabeza a modo de saludo y volvió a sonreír. Miriam pensó que se iba a derretir en ese mismo momento. De un salto él bajó las
escaleras y fue hacia la entrada, mientras ella entraba en la cabaña para echarles un vistazo a sus hijos y comprobar que se encontraban bien. Diez minutos después, Mike volvió con dos botellas en la mano, y le tendió una a Miriam que ya se encontraba sentada en el mismo lugar de antes, aunque ahora estaba con el móvil encima de la mesa con la música puesta. Ambos dieron un trago y dejaron las botellas encima de la mesa a la vez. Durante unos segundos se quedaron escuchando las voces de Ian Axel y Christina Aguilera mientras cantaban “Say something”. Los dos se miraron el uno al otro y sonrieron, ninguno se atrevía a ser el primero en decir una palabra.
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Muy adecuada la canción – soltó Mike de repente. Miriam se le quedó mirando – uno de los dos debería empezar a hablar.
-
¿Qué? Sí – Miriam sonrió, y calló. ¿Qué decir?
-
Tus hijos, ¿están durmiendo? – preguntó Mike para romper el hielo.
-
Sí, entré hace un momento y estaban completamente dormidos, hoy fue un día muy completo y estaban extenuados, apenas duraron dos minutos despiertos cuando los acostamos. Miriam apagó la música.
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¿Los? ¿No estáis solos? - Mike se alarmó.
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Viajamos con mi hermano y su novia, que están alojados en la cabaña de al lado – señaló Miriam.
-
Creí que estabas sola y que por eso no podías dejar a tus hijos.
-
Como si lo estuviese – Miriam comprendió el tono de la pregunta, seguro que de no haber tenido a sus hijos, el plan de esa noche iría por otros derroteros - mi hermano no tiene ni idea de que tú estás aquí, y mejor que sea así – dijo mirando hacia se alojaban Fede y Salo.
-
¿Por? ¿Tiene miedo de que te coma el lobo, o qué? – bromeó Mike que no entendía a qué venía ese comentario.
-
Bueno, desde que mi padre falleció, Fede, mi hermano, asumió ese papel sin que nadie se lo hubiese pedido, aunque fue peor cuando enviudé – “¿Qué mal suena esa palabra?”, pensó para sus adentros – Desde entonces es como mi ángel de la guarda o algo así, a veces llega a ser desesperante pero aun así lo adoro, no puedo dejar de verlo como mi hermanito pequeño a pesar de pasar de los treinta – sonrió.
-
Pero entonces – dijo Mike sorprendido - ¿Cuántos años tienes tú?
-
No es muy recomendable hacerle esa pregunta tan indiscreta a una mujer, ¿sabes? – dijo Miriam con una media sonrisa.
-
Perdón, pero estaba pensando en lo joven que eres y ya viuda y con dos niños, pero si tu hermano es el pequeño y pasa de los treinta, pues… - Mike no sabía si lo estaba arreglando o empeorando.
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Treinta y cinco, cumplidos – Miriam nunca había tenido problema en rebelar su edad, se sentía orgullosa por lo bien que llevaba lo de cumplir años sin importarle si los aparentaba o no. Al contrario de muchas otras mujeres que se quitaban años, para ella lo más importante era seguir cumpliendo uno tras otro.
-
¡Guau! Pareces mucho más joven, si me permites que te lo diga, apenas te llevo un par de años y parezco un viejo a tu lado.
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¡Jajajaja! – Miriam soltó una carcajada ante ese comentario – me lo tomaré como un cumplido.
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Lo es, lo es, créeme.
-
Pero tú tampoco pareces un viejo, exagerado, estás bastante bien, la verdad – le dijo mirándolo de arriba abajo.
-
Al menos para prestarme atención durante cinco minutos, ¿no? – contestó Mike recordando la conversación que habían mantenido por la tarde. Miriam soltó una carcajada, le había pillado de nuevo.
-
Pues sí – dijo seriamente – cinco minutos, que por cierto ya han pasado – señaló su reloj.
-
Es verdad, entonces, hasta mañana y ya nos veremos - dijo Mike dándose la vuelta y riendo.
-
¡Ehhh! ¡Qué estaba bromeando! No te vayas, aún – Miriam se levantó, divertida. Mike se volvió hacia ella y se acercó poniéndose a su altura.
-
Me encanta cuando una mujer tan hermosa me ruega que no me marche. Ella se echó ligeramente hacia atrás al verlo tan cerca y le dijo sin dejar de mirarlo a
los ojos: -
No era un ruego, puedes irte si así lo deseas – “aunque espero que no lo desees”, pensó.
-
No lo deseo – dijo él acercándose más.
-
Me alegro – y volvió a sentarse – porque estás resultando hasta divertido.
-
¿Ah, sí? – Mike se sentó frente a ella – me alegra que te divierta estar conmigo, ¿pensabas que sería de otra manera? 57
-
Puede – dijo Miriam sin más, y no pudo con la curiosidad – ¿estás casado o tienes pareja? – Mike la miró abriendo mucho los ojos y con una sonrisa ladeada le contestó:
-
Vaya, directa al grano – Miriam se sintió incómoda en ese momento y se removió en su asiento – Divorciado – dijo – desde hace unos cuatro años, más o menos.
-
¡Ah! Lo siento – Miriam apenas podía ocultar su alegría por aquella respuesta, aunque intentaba disimular.
-
Fue una ruptura dolorosa pero lo mejor que me ha podido pasar en la vida, sólo siento que por eso no pueda estar con mi hija todo lo que me gustaría – Miriam se compadeció de él, si estuviese lejos de sus hijos más de un día fijo que no lo llevaría nada bien.
-
Las rupturas siempre son difíciles – dijo acordándose de su amiga Noelia – y más si hay hijos por el medio, tiene que ser muy complicado.
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Lo es, o al menos en mi caso lo fue. ¿Y tu marido hace mucho que falleció? – intentó desviar el tema, a Mike no le gustaba hablar del divorcio, era un tema que le seguía doliendo por la manera en la que su ex lo había utilizado y engañado, usando también a su hija.
-
Hace tres años ya, estaba embarazada de cinco meses cuando sucedió. Gabi tenía tres años.
-
Debió ser terrible, lo siento.
-
Yo no – Miriam se quedó mirando la botella que tenía en la mano – no me entiendas mal, quería a mi marido, pero su enfermedad estaba haciendo estragos en la salud mental de mi hijo y en la mía propia, y él estaba sufriendo como un perro – se encogió de hombros - la muerte, cuando no existe otra solución, es mejor que llegue lo antes posible en estos casos.
-
¿De qué murió? – Mike quería entenderla.
-
De un tumor cerebral, lo tenía alojado en la región frontal y afectó a su comportamiento – Mike la miraba como si no entendiese nada – cuando enfermó empezó a decir y a hacer cosas que no tenían mucho sentido, gritaba y se comportaba incluso agresivo con todo el mundo, pero en especial con Gabi y conmigo – Miriam
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sintió que por fin podía hablar del tema sin ser juzgada, porque al fin y al cabo la persona que la tenía delante no la conocía de nada y no tenía por qué fingir ante él – se volvió un paranoico y tenía alucinaciones. En una ocasión, llegando del trabajo, cuando abrí la puerta de casa me lo encontré vociferando como un loco, sostenía a Gabi agarrándolo por los brazos contra la pared completamente asustado y llorando, y no paraba de decirle que no era su hijo, que qué hacía allí, que lo iba a matar y no sé cuántas cosas más. Mike empezaba a ponerle nervioso esa conversación, no toleraba ese tipo de comportamiento que Miriam le describía, si hubiese estado él delante era muy probable que le hubiese partido la cara de un puñetazo. Ella continuó: -
Yo corrí hasta ellos y le di un empujón para que soltara al niño. Tomé a mi hijo en brazos y me lo llevé corriendo de allí, mientras él seguía gritando e intentaba pararme. Me fui a casa de mi madre y dejé al niño con ella, el pobre no paraba de llorar y no quería que me alejase de él, pero yo tenía que volver para terminar de una vez con todo aquello y echarlo, ya no quería saber nada más de él, llevaba algo más de un mes con ese comportamiento y no lo aguantaba más, no sabía qué era lo que estaba sucediendo pero ya no me importaba lo más mínimo. El daño que le había hecho a mi hijo no se lo perdonaría en la vida. - Miriam paró para dar un trago a su cerveza, lo estaba necesitando, mientras Mike escuchaba atentamente casi sin pestañear, después siguió - Al entrar lo vi tirado en el suelo, inconsciente, comprobé si tenía pulso y llamé a una ambulancia para llevarlo a urgencias, allí le hicieron varias pruebas. Pude estar con él en todo momento porque había estado trabajando en esa unidad, y presencié el TAC. A los pocos minutos vimos en pantalla el causante de su comportamiento tan extraño, era un tumor del tamaño de una nuez, el radiólogo y el médico que lo estaban atendiendo me miraron sin saber muy bien qué decir, con lástima y compadeciéndose de mí, ¿y sabes qué era lo que sentía yo en ese momento? - Mike negó con la cabeza sin decir palabra - Alivio - dijo Miriam esperando que la mirase como a un bicho raro o como a un ser sin compasión, pero no hubo nada de eso en su mirada, y prosiguió - sentí alivio, porque acababa de 59
darme cuenta de que no era yo la culpable de su comportamiento, no lo era ni él mismo. Y me sentí avergonzada y enfadada, y frustrada porque mi enfado no podía dirigirlo hacia nadie. Y lo peor de todo es que aquella había sido la última vez que mi hijo de tres años había visto con vida a su padre. Tres semanas después murió en el hospital. Miriam bajó la cabeza y se quedó en silencio. Llevaba demasiado tiempo guardándose eso, nunca le había contado a nadie lo que había pasado realmente aquella tarde, ni tan siquiera a su madre, ésta sólo sabía que había un problema y que necesitaba que se quedara un rato con el niño. Pero nunca supo nada más. Mike no sabía qué decir, su admiración por esa mujer crecía por momentos y se sentía pequeño y estúpido a su lado por auto compadecerse tantas veces por sus problemas, que parecían nimiedades al compararlos con los que ella había tenido que lidiar. Ella interpretó su silencio de otra manera muy diferente, como si lo hubiese asustado por todo lo que le había contado, y se arrepintió de haberlo hecho. -
Lo siento, sé que ésta no es una buena conversación para una primera cita, no quería ponerme dramática y chafarte la noche, seguro que esa no era la idea que tenías de pasar un rato en buena compañía – Miriam sonrió con tristeza, la misma tristeza que él veía en sus ojos y que le llevaba inquietando desde que la viera por primera vez, ahora sabía cuál era la causa.
-
No puedo imaginarme otra manera mejor de pasar un rato tan agradable – dijo con ternura – y menos aún puedo imaginarme hacerlo con otra persona diferente – añadió mientras le tomaba la mano. Otra vez sintieron esa corriente y Miriam retiró la mano inmediatamente, después
de haberle contado todo aquello empezó a recordar a Javi de otra manera, y sintió por primera vez en ese día como si le estuviese engañando con otro hombre. Mike notó su rechazo y, aunque ligeramente decepcionado, comprendió que ese tipo de acercamiento en ese momento no era lo mejor para ella. Necesitaba tiempo para aceptar que tenía que
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seguir viviendo y darse una nueva oportunidad, y no sabía muy bien cómo, pero él se lo iba a dar. -
Ya ves que mi vida es un tanto complicada, pero tampoco puedo quejarme – Miriam intentó sonar positiva para cambiar el rumbo que había tomado aquella conversación – A pesar de todo estoy feliz porque tengo dos hijos maravillosos que me mantienen ocupada y entretenida, quitapenas como les dice una amiga mía, son mis quitapenas – sonrió – y tengo un trabajo que me gusta aunque a veces sea terriblemente desagradecido, una familia a la que adoro y que me adora y muy buenos amigos a los que puedo acudir sin que me hagan preguntas. ¿qué más puedo pedir? – dijo encogiéndose de hombros y sonriéndole a la vida.
-
Visto así… - Mike dejó su botella vacía en la mesa y la miró directamente a los ojos ¿y enamorarte de nuevo? ¿no te gustaría? Miriam se quedó pensativa un momento, después se encogió de hombros mientras
dijo: -
No sé, a Javi lo conocí en la universidad, no fue mi primer novio pero sí el primero en muchas otras cosas, y fue bastante tiempo el que pasamos juntos, aunque nuestra relación en los últimos años se había enfriado bastante, y tampoco era el hombre más apasionado del mundo, yo le quería. No sé si sabría, sería como volver a empezar, no sé. ¿Tú lo harías? – preguntó sin mirarlo.
-
Puede – y se sorprendió de haberle dado esa respuesta, hasta ese momento esa posibilidad no estaba ni de lejos incluida en sus planes de vida – todo depende.
-
¡Jajajaja! – Miriam soltó una carcajada ante aquella respuesta tan familiar – si hasta pareces gallego y todo con eso que dices. Y a ver, ¿de qué depende entonces?
-
De quién sea la persona que me enamore. Tendría que ser alguien por la que valiese la pena luchar e incluso sufrir.
-
¿Y aún no has encontrado a esa persona? – preguntó Miriam en tono más pícaro.
-
Hasta ahora creía que no, pero quién sabe, a veces la vida te sorprende gratamente – contestó él con esa sonrisa que tanto la había cautivado. 61
-
A veces sí – asintió ella. En ese momento Pharrell Williams hizo su aparición en la velada a través del móvil
de Miriam, miró de reojo y vio que era su amiga Salo que la estaba llamando. Tuvo un mal presentimiento y se disculpó ante él, tenía que contestar: -
¿Qué pasa Salo? – dijo en voz baja.
-
Tu hermano está en el baño ahora mismo empecinado en ir a por una botella de champán al restaurante, le he dicho que no, que nos la trajeran aquí pero no hubo tu tía de convencerlo. ¿Seguís en el porche? – Salo había mirado un par de veces por la ventana sin que su novio se diese cuenta para cerciorarse de que su amiga se encontraba bien.
-
Sí, aún estamos aquí.
-
Pues entrad en la cabaña ya o Fede os verá y la montará.
-
Tienes razón, gracias por avisar Salo. Bicos. Y colgó. Miró a Mike con cara de susto, lo tomó de la mano y se lo llevó para el
interior de la cabaña justo en el momento en que Fede abría la puerta de la suya y salía. Mike, que no estaba entendiendo nada, se dejó hacer pero la miraba como si a ella le diese un ataque de locura, y sólo preguntó cuando vio que no dejaba de mirar por la ventana. -
Pero, ¿me puedes contar qué demonios pasa? Me metes corriendo dentro de tu cabaña y te pones a mirar por la ventana como si alguien te persiguiese.
-
¡Uy! Perseguir sí que te iba a perseguir mi hermano si nos llega a ver fuera – le señaló el teléfono – era mi cuñada, la que debía mantenerlo ocupado durante la noche para que algo así no sucediese. Me quería avisar de que Fede iba a salir de la cabaña.
-
Pero, ¿y qué si nos ve? Al fin y al cabo sólo estábamos charlando.
-
Ya, pero no sabes la que me montó por haberle dado mi número de teléfono a un desconocido, imagínate si nos ve aquí. Prefiero que no nos vea, de verdad – menudo era el Fede cuando se enfadaba, era capaz de montarle un escándalo sin importarle 62
quién le viese o escuchase, y ella no quería eso – en lo que a ti respecta él piensa que tú puedes ser un psicópata o algo así. -
Bueno, poder podría. Para serte sincero tampoco me gustaría ver a mi hermana con un completo desconocido, hay mucho loco suelto por ahí.
-
¿Hermana? ¿Tienes una hermana? – preguntó Miriam sonriendo y olvidándose del suyo, y feliz por saber algo más de él.
-
Tengo dos, un hermano y una hermana mellizos, comparten piso cerca de donde vive mi madre, en Barcelona. Son inseparables – dijo también sonriendo, recordando a sus hermanos pequeños.
-
¿Y tú dónde vives? Porque aunque te pases mucho tiempo volando supongo que tendrás algún sitio al que volver, ¿no?
-
Pues como tú bien dices me paso la mayor parte del tiempo de un lado para otro, pero sí que tengo una casa a la que volver aunque no sea mucho el tiempo que paso allí. Cuando me separé vivía en Barcelona, pero hace un par de años descubrí un precioso lugar en la costa gallega y me compré allí una casa, cerca de un pueblo que se llama Carnota, ¿lo conoces?
-
¡Sí! – dijo ella levantado la voz de más – pero si yo voy mucho por allí en verano, sobre todo cuando libro los fines de semana, nos vamos a comer allí y bajamos a la playa todo el día, es precioso ese lugar. ¡Qué coincidencia! Algo más que tenían en común.
-
¡Sí! Maravillosa coincidencia – dijo él sin dejar de mirarla. Se oyeron unos pasitos y alguien se acercó a ellos frotándose los ojos, era la pequeña Laura que se había despertado asustada algo desorientada.
-
¡Mami, mami, teno medo! – dijo tendiendo sus bracitos hacia Miriam. Ella la tomó en brazos y ambos se miraron comprendiendo que la velada debía acabar, ella volvía a ser la mamá y tenía que dejar a la mujer a un lado, y él tenía que respetar ese momento tan familiar.
-
Lo siento, pero ahora me tengo que ocupar de ella – dijo Miriam con resignación. 63
-
Tranquila, lo entiendo, y te envidio, no creas. De todas formas vuelo mañana, así que debo ir a descansar también. Ha sido muy agradable esta copa – le aseguró.
-
Bueno, cerveza más bien – dijo ella con una sonrisa.
-
Sí, eso, estuvo bien igualmente, deberíamos repetirla en otro momento – “ojalá pudiese ser mañana”, pensó él.
-
Sí, deberíamos – “¿mañana?”, pensó ella.
-
Te llamaré. ¿De acuerdo?
-
De acuerdo. Mike se acercó y, tomando su cara entre sus manos, le rozó suavemente los labios
con los suyos, controlándose para no hacer más intenso ese beso o no sería capaz de dejarla. Después se dirigió hacia la puerta, la saludó con la mano y se fue, mientras ella seguía allí de pie, con su hija dormida en sus brazos y con una sonrisa tonta en los labios. Esa noche, ninguno pudo dormir sin dejar de sonreír.
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Capítulo 5 A la mañana siguiente, a Miriam la despertaron temprano sus hijos entre gritos y saltos, después de haberse pasado gran parte de la noche mirando para el techo y sonriendo al recordar cada momento que había compartido con él. Se desperezó y vistió a los niños. Mientras ella se arreglaba para salir a desayunar, Gabi cogió su teléfono para jugar un rato, trataron de encenderlo pero estaba sin batería, ella ni cuenta se había dado aunque ya le extrañaba que estuviese muy callado el aparato. Lo conectó al cargador y lo encendió, inmediatamente le empezaron a llegar algunos mensajes, eran de Mike y los había mandado apenas media hora después de irse: He disfrutado mucho de la noche
02:35
Lo repetiremos
02:35
Te llamo por la noche
02:35
“Escueto pero contundente”, pensó Miriam, “¿realmente llamará? Lo dudo mucho, con la retahíla de cosas que le solté anoche… ¿A quién se le ocurre hablar de algo tan personal como la muerte de tu marido en la primera cita? Solo a ti, burra”. Después soltó un bufido y dejó el teléfono enchufado en la mesilla mientras salían a desayunar. Mike se despertó con el sonido de la alarma, tenía vuelo al mediodía y debía prepararse, apenas había pegado ojo pero no se sentía nada cansado, seguía con la misma sonrisa que cuando había llegado al hotel. Durante toda la noche había repasado una a una sus palabras, sus sonrisas, sus miradas, sabía que él le gustaba, al menos al besarla antes de irse ella no lo había rechazado. Pero, ¿estaba bien intentar algo con una mujer como ella? Sentía que aún no estaba preparado para una relación seria del tipo que fuese, pero ella no era mujer para una sola noche, o al menos él no podría estar con ella sólo una vez. Hacía unas horas que habían estado hablando en la cabaña y ya anhelaba tenerla cerca otra vez. ¿Qué le pasaba con ella? ¿Por qué sentía que debía pasar cada minuto y cada segundo junto a ella? ¿Por qué sentía esa atracción? ¿Qué era lo que la hacía diferente a las demás, a cualquier otra mujer?
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Una y otra vez repasaba en su cabeza todas aquellas preguntas intentando buscar una respuesta, de lo único de lo que estaba seguro era de que la atracción que sentía por Miriam no sólo no había cesado si no que seguía en aumento a cada minuto que pasaba. Tenía que verla otra vez, estar con ella otra vez, tenerla cerca otra vez. Tenía que volar y no volvería a Madrid hasta el día siguiente, pero al menos podría oír su voz si la llamaba más tarde, eso haría. Se levantó y miró el móvil antes de ir a la ducha, ningún mensaje ni ninguna llamada, no le había contestado a lo que él le escribiera nada más entrar por la puerta de su habitación, ¿sería que ella ya estaba arrepentida? “Pues ahora no se va a librar de mí tan fácilmente”, pensó Mike mientras se desnudaba y entraba en la ducha, esa misma noche, la llamaría mil veces si hiciese falta. Miriam y los niños desayunaron solos, no había rastro ni de su hermano ni de Salo, seguro que la noche había sido movida, “¡como los envidio!, pensó ella mientras regresaban a la habitación. De todas formas tendría que molestarlos, Fede tenía las llaves del coche, y ni Gabi ni Laura se lo perdonarían si se quedaban sin ir al parque. Así que nada más llegar al bungalow cogió su teléfono y marcó directamente el número de su hermano. Apagado o fuera de cobertura, “¡porras!”, pensó. Lo intentó con el de su amiga pero tampoco hubo forma, entonces llamó a recepción para que le pasaran la llamada con el bungalow de ellos. Escuchó varios tonos antes de que alguien contestara: -
¿Diiigaaa? – Salo sonaba desde el otro lado del aparato con voz de ultratumba.
-
¡A ver hooo! Ya son horas de despertar, que aquí ya estamos listos para salir y vosotros no habéis dado ni señales de vida – le soltó Miriam.
-
¡Bufff! Pues yo despertando y tu hermano en estado de coma prácticamente, no hay forma de que despierte, va a ser mejor que vayáis sin nosotros, ya nos acercaremos más tarde aunque sea en taxi o en bus, si lo hay, claro.
-
Veo entonces que lo pasasteis bien anoche, ¿no? – preguntó Miriam pícara.
-
Fue… Interesante y agotadora, desde luego. ¿Pero para qué preguntas si la que tiene más que contar eres tú? ¿cómo fue? ¿qué tal se portó? – Miriam tuvo que esforzarse para escuchar porque Salo hablaba en voz bajísima.
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-
Apenas te oigo, ya te contaré después si nos dejan, la verdad es que fue todo un caballero y el uniforme le sentará bien, pero es que de calle está impresionante – contestó Miriam recordando el momento en que lo vio llegar – y os esperamos para comer allá, dile a Fede que ni se le ocurra escaquearse que tiene que subir con Gabi a la montaña rusa, a ver cómo me las ingenio con el resto de las atracciones, entre el vértigo e ir sola con los dos niños…
-
No te preocupes, llegaremos antes de comer para que tú puedas descansar un poco, que seguro que te van a marear para que vayas de un lado a otro con ellos. Pasa a recoger las llaves y ya te llevas la cámara, ¿vale?
-
Vale, entonces, pero no tardéis demasiado. ¡Ah! Y Salo.
-
Dime.
-
Gracias por lo de anoche, por ayudarme y por cubrirnos, gracias de verdad.
-
De nada, pero quiero saberlo todo con pelos y señales, ¿entendido?
-
Entendido, aunque tampoco hay mucho que contar – pensó Miriam repasando mentalmente lo sucedido la noche anterior – en cinco minutos pasamos por ahí.
-
Vale – colgaron las dos mujeres al mismo tiempo. Diez minutos más tarde, Miriam y los niños ya estaban de camino al parque Warner,
tan emocionados que hasta iban cantando por el camino. Aquel fue un día de locos. Nada más llegar y entrar en el parque Gabi salió corriendo a saludar a Piolín y a Silvestre que los estaba recibiendo en la entrada principal, Miriam tuvo que ir detrás de él con Laura en brazos para no perderlo de vista. Después intentaron dar un paseo para ver algo antes de decidirse a subir a alguna atracción, pero era prácticamente imposible, estaban demasiado entusiasmados con todo y no hacían más que parar en un sitio y en otro, haciéndose fotos con sus personajes favoritos. Sobre las doce de la mañana, Fede llamó a Miriam, estaban en la entrada y no sabían hacia dónde tirar, quedaron en verse en la “Fábrica de ACME”, tocaba mojarse. Y todos lo agradecieron inmensamente, el calor se hacía insoportable por momentos.
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A las dos de la tarde decidieron ir todos juntos a comer al “Ristorante Piolín”, Laura y Gabi se lo pasaban en grande, y Miriam disfrutaba como una niña viendo a sus hijos tan felices, por fin. En medio de la comida su teléfono empezó a sonar, era un número que no tenía grabado aún pero que le resultaba conocido y pensó que debía contestar, por lo que se fue a la calle con el móvil en la mano. Cuando descolgó, una voz muy varonil fue la que le saludó: -
¡Hola! ¿te pillo en mal momento? – Mike acababa de aterrizar en Málaga y no podía aguantar sin escucharla, sin que ella supiese que era cierto lo que decía en sus mensajes.
-
¡Hola! – respondió Miriam feliz por la llamada – estábamos comiendo, pero tranquilo, creía que llamarías más tarde o mañana – aún no daba crédito a que realmente cumpliese lo que decía en sus mensajes.
-
La verdad es que tenía pensado llamarte por la noche, pero estoy en Málaga tirado y no podía aguantar sin hablar contigo – dijo Mike sinceramente - ¿qué tal lo estáis pasando en el parque?
-
Bien, muy bien – “dijo que no podía aguantarse”, Miriam daba saltitos de alegría mientras las personas que pasaban a su alrededor la miraban como si de una loca se tratase – es una pena que hayas tenido que trabajar hoy, esto es enorme y los niños se lo están pasando en grande – “realmente es una pena que no estés hoy aquí”, Miriam deseaba volver a verlo con todas sus fuerzas.
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Sí, el sitio es muy divertido, y muy completo, yo fui alguna vez con mi hija – “si estuviese en Madrid no me perdería estar a tu lado ni por todo el oro del mundo”, Mike también deseaba estar con ella.
-
¡Ah, claro, con tu hija! Pues nosotros acabaremos de comer y seguiremos de ruta, ya nos empapamos en la fábrica de ACME y seguiremos en río bravo o en las cataratas, lo que mi vértigo me permita, claro está.
-
¿Tienes vértigo? – preguntó Mike sorprendido – pues estás en el lugar más indicado para perderlo, deberías probar la “Montaña de Superman” o la “Venganza del enigma”. 68
-
¿Estás de coña? – gritó Miriam, mirando hacia los lugares que Mike le había señalado – no me acerco a ellos ni loca, para que me dé un infarto, ¡no, hijo no!
-
¡Jajajaja! – Mike se reía a carcajadas sólo en su habitación – pues te pierdes lo mejor, de verdad. Entonces, ¿cómo llevas lo de volar? ¿No lo pasas mal si tienes miedo a las alturas?
-
Pues no, porque dentro del avión no veo lo que hay fuera, y aunque mire es como una postal, bastante irreal.
-
¿Y no te gustaría volar, volar de verdad, en ala delta o algo así? Es tremendamente emocionante.
-
Será, será, pero todo para ti, me muero de miedo hasta en sueños.
-
¿Cómo? – Mike se lo estaba pasando en grande con la conversación, Miriam era tan… normal y sencilla, e increíble y atractiva a la vez.
-
Sí, a veces sueño que estoy volando, y me entra el vértigo y me caigo. No es gracioso, lo paso bastante mal la verdad.
-
Bueno, pero sólo es un sueño – Mike intentó quitarle importancia.
-
Pero a veces es tan real que me despierto completamente empapada en sudor. Manu, un amigo psicólogo que tengo, siempre me dice que esos sueños no son más que la forma en la que mi subconsciente expresa el miedo que tengo a fracasar si intento algo nuevo en mi vida, mi miedo a arriesgarme.
-
¿Y no te ha dicho como solucionarlo para que no tengas esas pesadillas?
-
¡Oh, claro que me lo dice! El muy listo dice que tengo que hacerlo, arriesgarme más, que si ha de salir mal saldrá pero sin intentarlo no hay gloria – Miriam había mantenido más de un millón de veces esa conversación con Manu, él conocía de lo que era capaz su amiga, pero el miedo al fracaso la bloqueaba de tal manera que siempre optaba por la opción más fácil, incluso la de casarse con su primer novio serio.
-
Pues creo que en ese caso coincido con tu amigo, el que no arriesga no gana.
-
Y tampoco pierde.
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-
Pero, ¿qué es de la vida sin riesgo? – ¿a quién se lo preguntaba, a Miriam o a sí mismo?
-
¿Tranquilidad? – preguntó Miriam a su vez – de todas formas, los sueños sueños son y pocas veces se hacen realidad.
-
Y menos si no se lucha por ellos.
-
Puede ser, pero cuando en tu vida últimamente no hay más que sobresaltos se agradece un poco de rutina – Miriam ya no sonreía.
-
¿Aunque eso haga de la vida un aburrimiento?
-
¿Seguimos hablando de sueños? – Miriam empezaba a dudar de a lo que se refería Mike con tanto insistir en arriesgarse.
-
¡Eh, puede! Ya no sé - respondió sonriendo – Me reclaman mis compañeros para comer, ¿a qué hora te puedo llamar esta noche?
-
Pues, no sé, supongo que los enanos no tardarán en quedarse fritos, pero no sé qué planes tienen mi hermano y mi cuñada. ¿Aún no habéis comido?
-
No, acababa de llegar a la habitación para cambiarme y asearme cuando te llamé, aún aterrizamos hace un rato. Supongo que éstos por la noche querrán salir a cenar por ahí, pero yo te llamo.
-
Vale, muy bien. Esperaré tu llamada entonces. Y ve a comer o serán ellos los que te coman a ti.
-
¿Cómo lo sabes? – preguntó el piloto sonriendo y viendo a sus compañeros desde la puerta de la habitación cómo lo estaban mirando medio enfadados por el hambre y la espera – Hasta esta noche.
-
Hasta esta noche, entonces. ¡Y buen provecho!
-
Gracias, igualmente. Adiós.
-
Adiós. Miriam colgó y fue hacia el lugar donde estaba su familia, mientras Mike salió de la
habitación para reunirse con Roberto y Lucas, que ya llevaban un buen rato esperando en el ascensor.
70
-
¿Se puede saber que tanto hablabas por teléfono? – preguntó Roberto enfadado – llevamos media hora esperando por ti.
-
Tampoco fue para tanto, hombre, ya estoy aquí.
-
¡Ya! ¿pero con quién hablabas tan entretenido que nos has tenido aquí tirados un buen rato? - Lucas intuía que había una voz femenina en el otro lado del teléfono.
-
¡Eh! Se dice el pecado pero no el pecador, ¿no es así?
-
¡Joer con el yanqui! Para lo que quieres bien que sabes expresarte – le contestó Roberto – seguro que estaba hablando con la mami, ya sabes, la del otro día. Al final ayer quedaste con ella, ¿no?
-
No empieces, Rober, mejor déjalo estar.
-
Ni de coña tío, ayer nos dejas tirados en el pub con tres jovencitas que estaban impresionantes, y hoy nos tienes media hora aquí plantados muertos de hambre. Y todo por querer tirarte a una viuda alegre – Rober se estaba empezando a sobrepasar con sus comentarios, y Mike no lo soportaba cuando se ponía así. Llegaron a la planta baja y antes de abrirse la puerta del ascensor, Mike, con todo lo grande que era, se plantó delante de Roberto con el gesto que denotaba un tremendo enfado y clavó su mirada en él:
-
Pase que os haya tenido esperando un rato y lo siento, pero no te voy a permitir que sigas con ese tipo de comentarios sobre alguien que ni conoces, esa mujer te da mil vueltas en muchos aspectos. Y deberías pensar un poco más en la tuya y en tu hijo y dejar de decir tantas gilipolleces – En ese momento Roberto supo que se había pasado, Mike sólo usaba ese tono cuando estaba realmente enfadado. Éste salió del ascensor y siguió hacia el restaurante, mientras lo seguían sin decir
palabra ni Roberto ni Lucas, quien iba pensando que esa mujer tenía que ser muy especial como Mike había señalado, porque desde su relación con Véronique ninguna otra mujer le había llamado tanto la atención, y mucho menos le había importado tanto que Roberto la tomase con ella en sus burlas. La comida no resultó muy amena y después cada uno se fue a su habitación a descansar un poco, los ánimos seguían un poco caldeados y debían estar separados unas horas para que la cordialidad volviese entre ellos. Mike no era un hombre 71
que se enfadase con facilidad, pero cuando lo hacía tampoco era de los que daban el primer paso, siempre había sido muy orgulloso en ese sentido, aunque el culpable o el que se equivocase fuese él, le costaba dar su brazo a torcer. Quizás por eso, después de seis años, su madre y él apenas habían hablado, sólo para notificarle que se separaba y que se divorciaba, nada más. Ella tampoco solía dar el primer paso, y menos si sabía que tenía la razón. Por eso llevaban tanto tiempo sin dirigirse la palabra. Aunque con sus amigos tampoco era así, sus enfados no solían durar mucho tiempo, en el fondo Mike sabía que Roberto sólo bromeaba, y que adoraba a su Lucía, desde que se había casado con ella se había convertido en un perro ladrador, pero inofensivo. Siempre quedaban con chicas por las noches, pero él siempre volvía sólo para el hotel, se las dejaba a Mike y a Lucas, que para eso eran los solteros. Y esa vez no fue distinta. Descansaron durante la tarde cada uno por su lado y por la noche, antes de ir a cenar, Roberto se acercó hasta la habitación de Mike para pedirle disculpas por sus comentarios, Mike las aceptó y su amigo propuso tomar una copa en un local que estaba de moda después de cenar. Mike aceptó porque esa era su forma de arreglarse. Salieron a cenar y poco a poco la noche se fue amenizando y empezaron allí mismo a beber para reconciliarse. El teléfono se había quedado encima de la cama. En aquel local se encontraron con dos azafatas de una compañía extranjera, dos rubias despampanantes con las que disfrutaron de varias copas y de buena música. La noche se fue calentando y las conciencias desapareciendo, para dar rienda suelta a sus instintos más básicos, que acabaron cuando Mike y Lucas se encontraron en la habitación de un hotel desconocido con dos mujeres desconocidas practicando todo tipo de posturas e intercambios, mientras Roberto volvía a su hotel solo, y se acostaba solo, mirando la fotografía que tenía como fondo de pantalla en su móvil, la foto de su pequeño Miguel sonriendo en los brazos de su madre. La tarde en el parque Warner había sido una locura, pasaron por varias atracciones familiares, que disfrutaron todos como las “Cascadas salvajes” y “Río Bravo”, practicaron puntería con el oso Yogui, Gabi aprendió a conducir con los Picapiedra y en los coches de 72
choque del Joker, y Miriam y los niños se quedaron boquiabiertos mientras Salo y Fede lo pasaban en grande gritando como locos en la “Atracción de Acero” y en la “Venganza de Enigma”. Visitaron varias tiendas en las que Miriam y Salo les compraron algunas cosillas a las grupis, una camiseta de la Mujer Maravilla para Noe, un sombrero vaquero para Lola y un muñeco de Piolín para el pequeño Manolito, unas esposas de la “Loca academia de policía” para Manu, para Ana una camiseta de Batman y para Toni, su marido, otra de Superman. A Gabi le compró un disfraz de Superman y para la pequeña Laura un peluche de Lola, la amiga de Bugs. Salo se compró un disfraz de mujer policía para sorprender a Fede, y a éste le compraron una camiseta de Batman, y para la abuela, además de imanes para la nevera le llevaron un peluche del Demonio de Tasmania, siempre que veía esos dibujos con sus nietos éste era el personaje que más le hacía reír, decía que le recordaba tanto a sus hijos como a sus nietos. Entre todas esas cosas, Miriam vio unos pequeños llaveros con el logo de Superman en acero con el fondo negro, y pensó que a lo mejor a Mike le podría gustar, aún le debía algo por las fotos que les había hecho a sus hijos en la cabina del avión dejando, incluso, que Gabi tomase los mandos por un momento. Por último, cenaron unas hamburguesas en el “Porky Pig Diner” y después regresaron al hotel. Los niños no duraron despiertos en el viaje de regreso ni cinco minutos, por lo que los acostaron directamente y Fede y Salo se fueron a su cabaña a descansar. Miriam estaba agotada, pero prefirió esperar un rato escuchando música sentada en el porche del bungalow, con el móvil en la mesa mientras comía algunas de las golosinas que se había comprado en la “Tienda de Joker”. En el mp3 sonaba "All i need" de Within Temptation y se dejó llevar por su imaginación, soñando despierta que volaba y que era Mike quién la llevaba de la mano para no caerse. Una a otra las canciones fueron pasando, y el tiempo también. La noche se fue haciendo fría a pesar del aire caliente que circulaba, y Miriam optó finalmente por irse a la cama pensando, más que nunca, que los sueños no se hacían realidad y que arriesgarse era un deporte que a ella definitivamente no le gustaba practicar.
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En el desayuno Miriam se pasó la mayor parte del tiempo centrada sólo en los niños y la otra mitad mirando para el plato de fruta, apenas sí le entraba el café. Salo, que durante la tarde en el parque ya se había enterado de todo lo que había sucedido en el porche, sabía que Miriam se había quedado despierta esperando la llamada de Mike, pero a juzgar por la cara que tenía su amiga prefirió no tocar el tema, seguro que algo había pasado la noche anterior y era mejor que fuese ella quién se abriera para soltarlo. Después del desayuno, arrancaron para Faunia, todos eran amantes de los animales y estaban como locos por descubrir lo que ese parque les tenía que ofrecer. Incluso Miriam se fue animando poco a poco y, antes de aparcar, ya estaba tan entusiasmada como los demás. Es más, cada vez estaba más convencida de que todo había sido fruto de su imaginación, por lo que lo mejor que podía hacer era dejarlo correr y disfrutar de lo que le quedaba de vacaciones. Mike se despertó desorientado, con signos de una gran resaca y con la sensación de haber hecho algo mal, cuando miró su reloj y vio que era diez de la mañana casi no se lo podía creer, miró a su alrededor y lo que vio no le gustó nada, otra vez en una habitación desconocida por completo, con una mujer desconocida por completo y con tremendo dolor de cabeza. Otra vez lo había hecho. Se levantó sin hacer ruido y se vistió, buscó el móvil pero no lo encontró. Entonces recordó que ya no lo había bajado a cenar. Salió despacio de la habitación, mientras poco a poco su cerebro iba procesando todas las imágenes y recuerdos que le iban llegando, hasta que saliendo del ascensor vio pasar a una mujer morena de bonitas curvas que le recordaron las de otra mujer más especial para él, y entonces se tapó la cara con las manos y gritó en silencio: -
“¡JODERRRRR! ¿Cómo puedo ser tan estúpido? ¡Imbécil, pedazo de imbécil! – estaba recordando que no sólo se había pegado la gran juerga sino que además no la había llamado. No tenía nada con ella, al menos aún no había empezado nada, pero sentía como si la hubiese traicionado, como si le hubiese sido infiel o algo así.
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En el camino de vuelta a su hotel no hizo más que darle vueltas a lo mismo, qué excusa podría utilizar para que ella le perdonase, aunque tampoco es que fuese para tanto, había quedado de llamarla y no se acordó. Podría decirle que se le complicó el trabajo y que tuvo que volar, o que se quedó dormido, o que… Mentir, sólo le quedaba mentir. Y él odiaba la mentira por encima de todo, fue lo que acabó con su relación con Véronique, la madre de su hija. Y con Miriam ni siquiera había empezado nada y ya se comportaba igual que su ex. Pero Miriam era una mujer de verdad, no se merecía que le hiciese esto, los dos se merecían una nueva oportunidad en la vida, y algo le decía en su cabeza y en su corazón que la persona con la que debía tener esa oportunidad era con Miriam. Debía arreglarlo como fuese. Al entrar en su habitación, localizó el móvil encima de la cama, lo cogió y comprobó que no había llamadas ni mensajes, de nadie, absolutamente nadie. Tenía la esperanza de que ella lo hubiese llamado la noche anterior o esa mañana, pero nada. Y eso sólo significaba dos cosas, o no le interesaba lo más mínimo o le interesaba tanto que prefirió callar. Y esto último era malo, muy malo. Tras una buena ducha y un buen desayuno su cuerpo se fue recuperando, no así su ánimo, cada vez más bajo, sabía que aunque entre ellos no existiese nada todavía, con el error que había cometido seguro que nada era lo que iba a suceder. La llamó varias veces, las dos primeras las dejó sonar la canción de Human hasta que se cortó la comunicación, pero a la tercera escuchó la voz de la operadora diciéndole que el teléfono al que llamaba estaba apagado o fuera de cobertura. Lo intentó unas cuentas veces más pero el teléfono seguía sin estar operativo. Pensó, entonces, que lo mejor sería dejarle un mensaje, y que ella decidiese si quería o no hablar con él, le pidió disculpas por no haberla llamado la noche anterior, sin dejarle ninguna excusa ni ninguna explicación, eso prefería hacerlo con ella delante, y pidiéndole que lo llamase porque necesitaba verla. Pero no hubo respuesta. Se fue al trabajo, volaba de regreso a Madrid, y tenía que preparar el vuelo. En toda la mañana no había sabido nada de sus amigos, cuando los vio en la sala del aeropuerto 75
en la que se reunían los de su compañía, no quiso hacer ningún comentario al respecto. No era fácil admitir que sin darse cuenta se estaba enamorando de alguien a quien no conocía, ninguno de ellos creía en el amor a primera vista y ni él mismo solía creerlo. Pero es que tampoco había otra explicación para lo que estaba sintiendo por Miriam, y más al darse cuenta de que podría haber perdido su oportunidad. Él hablándole de arriesgarse y de soñar y a la primera de cambio la dejaba tirada y se iba de juerga con otras mujeres. Lucas no tenía mejor cara que él, aunque en su caso el sentimiento de culpa brillaba por su ausencia. Y Roberto no hacía más que mirar para uno y para otro y negar con la cabeza. -
¡Vaya dos! Estáis para el arrastre, ni que fuera la primera vez que os quedáis de fiesta hasta tan tarde, ¿y qué tal las chicas? ¿qué tal se portaron?
-
¡Buff! No me hables, la resaca es de órdago, pero la noche fue espectacular, que dos amazonas, no sabes lo que te has perdido, tío – Lucas sonreía a pesar del gran dolor de cabeza que se le había instalado desde que abriera los ojos.
-
Ya me imagino, ya, pero Lucía me mataría si hago algo así – dijo acabándose el café que había pedido – y tú, ¿por qué estás tan serio? Supongo que tendrás buena resaca también porque cuando me fui ibas fino, pero podrías contar algo, ¿no? – Roberto no paraba de mirar a su Mike que no decía palabra y que tenía la mirada como perdida.
-
¿Qué? Sí, claro, la noche estuvo bien – contestó el aludido.
-
¿Sólo bien? – Lucas lo miró sorprendido – hemos tenido noches alucinantes, pero como ésta pocas. O me vas a decir que las dos alemanas no estuvieron a la altura, ¿Eh?
-
Supongo, aunque sabes que tampoco son mi tipo.
-
Ya – intervino Roberto – a ti lo que te habría gustado es que en vez de las dos rubias hubiese estado una morena de curvas sinuosas, pelo largo oscuro y demás, ¿o me equivoco?
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Mike sonrió tristemente pensando en la razón que llevaban las palabras de su amigo, pero ahora más que nunca tenía bien complicado que eso se diese. Una hora más tarde estaban despegando hacia Madrid. En Faunia, los cinco iban de un lado a otro viendo diferentes clases de animales, dándoles de comer e incluso jugando con ellos. A Gabi le encantaban los pingüinos y se terminaron por ver una película en 3D de esos animales, también visitaron los osos marinos, los lémures, la granja, comieron en el restaurante y continuaron toda la tarde recorriendo aquel lugar. Mientras paseaban por el bosque africano, a Miriam le empezó a sonar el teléfono, lo reconoció de inmediato. Lo dejó sonar. Volvió a recibir otra llamada segundos después de cortarse la primera, Fede y los niños ya empezaban a protestar porque se oía más al teléfono que a los animales, por lo que optó por apagarlo en cuanto hubo parado de sonar. Realmente no le apetecía nada hablar con él, y menos después de dejarla esperando como una idiota durante una hora, y de todas formas ese viaje era para disfrutar con sus hijos, con su familia, y él no era nadie en ese momento. Pasada la media tarde, los niños acusaban ya el cansancio, aquello era precioso, pero no para niños tan pequeños, para los que la visita había pasado de ser tremendamente emocionante y divertida a convertirse en un “coñazo multiplicado por dos”, como decía Gabi. Así que dieron por terminada la visita y prefirieron cenar tranquilamente en el restaurante del hotel. En el viaje de vuelta, Miriam encendió el teléfono, y al minuto ya le estaban entrando varios mensajes de llamadas perdidas, todas del mismo número, y varios mensajes en el chat, pidiéndole disculpas y que lo llamara en cuanto pudiese. “¡Ya! Vas listo guapo”, pensó ella después de leerlos. Guardó el teléfono en el bolso y ahí se quedó el resto del día. Los niños estaban realmente cansados y casi no se aguantaban de pie ni para cenar, entonces optaron por cenar en el porche del bungalow de Miriam y después ya acostarlos. 77
Ella también estaba destrozada, había pasado las dos últimas noches durmiendo con Laura, si es que a eso se le podía llamar dormir, y ya no aguantaba más de la espalda. Fede y Salo se apiadaron de ella y le propusieron intercambiar la habitación por esa noche, así ella podría darse un baño relajante y dormir más cómoda, ellos se quedarían con los niños. Miriam era reacia, no quería separarse de sus hijos, y menos hacerles pasar una mala noche a su hermano y su cuñada, pero tras mucho insistir consiguieron convencerla, por lo que ella recogió su neceser y se mudó a la cabaña de al lado, mientras que ellos se quedaron en la otra mirando cómo sus sobrinos dormían a pierna suelta. Mike no había sabido nada de ella en todo el día, llegó a su hotel y pensó que lo mejor que podía hacer era ir a verla. Intentó llamar pero el teléfono seguía apagado. Cambió el uniforme por camisa negra, corbata y vaqueros azules, y se fue al complejo. En la tienda del hotel vio unas rosas rojas grandes con tallo largo y pensó que igual ganaba puntos con una de ellas en la mano, las rosas siempre le habían funcionado. Al llegar al lugar donde Miriam estaba alojada, se dirigió directamente a su bungalow, llamó a la puerta y esperó respuesta. Pero quién abrió la puerta no era ella precisamente, en su lugar había un hombre de unos treinta años con el pelo muy corto y de ojos claros: -
¿Sí? ¿Qué quería?
-
Perdón – Mike estaba totalmente desconcertado, ¿se habría ido ya? – creo que me equivocado.
-
No me extraña – le dijo Fede – es que estas cabañas parecen todas iguales.
-
Sí – dijo Mike con una sonrisa – volveré a recepción y preguntaré, siento molestar.
-
Nada, hombre, y espero que te perdone.
-
¿Cómo? – ahora Mike entendía menos.
-
Lo digo por la rosa roja – le dijo señalándole la flor que llevaba en la mano – yo normalmente las utilizo en situaciones en las que tengo que pedir perdón aunque no haya tenido la culpa de nada. Y encontrarse en un hotel como éste con eso en la mano… sólo puedo desearle suerte, amigo. 78
-
Gracias – respondió Mike sonriendo – la verdad es que la voy a necesitar. Después se dio la vuelta para continuar hasta la recepción, pero antes de bajar las
escaleras de la cabaña, Fede le preguntó desde la puerta: -
¿Nos conocemos de algo? Es que su cara se me hace muy conocida, pero no lo ubico.
-
No, creo que no – dijo Mike con prisa por averiguar dónde estaba Miriam – hasta pronto.
-
Hasta luego amigo – y cerró la puerta. Cuando iba a preguntar, se fijó en la cabaña de al lado, y reconoció la figura de
Miriam, estaba allí, en otra cabaña. Fue corriendo hasta allí deseando con todas sus fuerzas que no estuviese acompañada, y llamó. Miriam miró por la ventana y vio a Mike esperando en la puerta, estaba medio desnuda, salió corriendo hacia el baño para ponerse un albornoz y, entre el susto y las prisas, se tropezó con la puerta y se hizo daño en un pie. Casi sin habla por el dolor se dirigió a la puerta con el albornoz, que apenas le tapaba el trasero, bien apretado y se dispuso a abrir. Allí estaba él, más guapo que nunca, con su preciosa sonrisa, y allí estaba ella con un cortísimo albornoz mirándolo completamente sorprendida y desconcertada. -
¡Hola! – dijo él con su voz más sensual.
-
¡Hola! – respondió ella intentando disimular su dolor.
-
Por un momento pensé que os habíais ido ya, fui al bungalow de al lado pero no eras tú quien me abrió la puerta. Miriam se asomó por la puerta y vio que estaba todo cerrado, no había nadie fuera.
-
Mi hermano y mi cuñada se ofrecieron intercambiarme la cabaña para poder descansar un poco, con los niños no es fácil dormir y lo necesito, la verdad – le explicó Miriam.
-
¡Ah! Entonces debió ser tu hermano quién me abrió la puerta.
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-
Supongo – Miriam empezaba a impacientarse, su dolor en el pie iba pasando pero eso dejó paso al porqué se había sentido ella tan decepcionada desde la noche anterior, y no quería tenerlo delante. Bastante le había costado asumir que alguien como ella no debía volar tan alto – Mike, ¿qué quieres? – dijo algo fastidiada – acabo de preparar un baño que se me está enfriando, y lo necesito urgentemente.
-
Lo siento – Mike sabía que algo no iba bien, entonces le entregó la rosa – Toma, esto es para ti.
-
Vaya, muy bonita gracias, aunque no tenías por qué hacerlo.
-
Yo, bueno, ayer quedé de llamarte y me liaron los compañeros con la cena, y con las copas, y la verdad es que me dejé el móvil en la habitación del hotel, quise llamarte luego pero… - Mike intentaba excusarse por lo que sabía que no había hecho bien, pero entonces sintió su mano en el pecho y su corazón se desbocó. Clavó su mirada en la de ella y vio justo lo que no querría ver nunca, decepción y tristeza. Ella con la voz más dulce que pudo poner le dijo suavemente:
-
Mike, no tienes por qué darme ningún tipo de explicación, entre tú y yo no hay ni ha habido nada, y apenas nos acabamos de conocer. Cada uno tiene su vida. Te agradezco que te hayas acordado de mí – dijo mirando la rosa - es realmente preciosa, aunque yo soy más de rosas blancas, y te agradezco mucho, muchísimo las atenciones que le prestaste a mis hijos en el avión pero ya, nada más, hasta ahí – entonces recordó el llavero que aún guardaba en su bolso – espera, que yo también tengo algo para ti, espera aquí un momento. – dejó a Mike totalmente descolocado esperando en la puerta mientras ella entraba en la cabaña, un minuto después salía con algo en la mano – esto es para ti, lo vimos ayer en una tienda en el Warner y me recordó a ti, quería dártelo para agradecerte lo de las fotos y demás. Le cogió la mano y le puso el paquetito en ella. Mike lo abrió muerto de curiosidad y
se sorprendió al ver lo que era. -
Un llavero de Superman – Mike sonreía a pesar de estar un poco aturdido – ¿y en qué te recordó a mí?
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-
Bueno, es de acero, frío, y con fondo oscuro, y se asocia con volar, como tú… - le miró directamente a los ojos y sonrió como pudo – y los aviones que pilotas. Espero que lo disfrutes, pero ahora, si no te importa el baño enfría, mañana volvemos a casa y estoy realmente rendida. Si hay otra ocasión, hablaremos con más calma. ¿Te parece? Mike no sabía qué hacer, sus palabras, su asociación con ese regalo, y la manera de
despacharlo lo habían dejado sin habla. -
Bien – dijo ella – hasta pronto – le rozó la mejilla con sus labios y cerró la puerta. Él se quedó plantado en el porche de la cabaña con el llavero en la mano, mientras
ella se quedaba parada al otro lado de la puerta, los dos esperando que el otro diese un paso más. Un paso que en ese momento no se dio. Miriam se metió en la bañera, disfrutó de su ansiado baño relajante aunque no tanto de la cama, y Mike se dio media vuelta de nuevo a su hotel, sin soltar el llavero en todo momento y contando las horas de la noche en el reloj de su teléfono.
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Capítulo 6 La mañana llegó y tanto Mike como Miriam se despertaron con un mal sabor de boca, como si ambos hubieran dejado pasar su tren. Mike tenía muy claro que no iba a volver a acercarse a Miriam, después de haberlo rechazado de esa manera se sentía frustrado, era la primera vez que una mujer le rechazaba, y lo que sentía no le gustaba nada. Además, no había sido una cualquiera, le hubiese dado menos importancia si se tratase de alguna de las tantas con las que había compartido cama, cualquiera de ellas, pero Miriam… No, Miriam le importaba demasiado. Tumbado en la cama, cogió el llavero que había dejado encima de la mesilla y le empezó a dar vueltas recordando las palabras que ella le había dicho horas antes: “de acero, frío, y con fondo oscuro…” Estaba claro que se refería a él. Debía importarle mucho, para terminar teniendo ese concepto de él. Era absurdo, todo era absurdo. Conocía a alguien que lo hechizado con su mirada nada más cruzarse con la suya, desde ese momento la había deseado como nunca a nadie en su vida, y moría cada segundo por estar a su lado, esto de por sí ya era totalmente surrealista. Pero además, y a pesar de todo lo que sentía, le había dado un simple plantón telefónico que había logrado decepcionarla. ¿O no era tan simple? Porque no había sido sólo el hecho de no haberla llamado, si no por qué no lo había hecho. ¿Es que era él el cobarde ahora, el que no quería arriesgar? Dos días antes había intentado convencerla de que uno podía soñar y pelear por ese sueño para hacerlo real, pero ni él mismo tenía claro si eso era posible, o al menos si valía la pena intentarlo. Estaba tan agobiado por todo lo que bullía en su interior que prefirió escapar por el camino fácil, y dejarse arrastrar por la lujuria y el alcohol. Ésta era la verdadera razón, el miedo. En su cabeza tenía la imagen de aquella mujer semidesnuda, sólo con un minúsculo albornoz que dejaban al descubierto unas piernas preciosas, con el pelo recogido en un moño alto y despeinado lo que la hacía todavía más sexy. Y pudo fijarse un momento en el tatuaje que lucía en la nuca, no lo había podido ver bien aunque juraría que era una
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serpiente enlazada o algo así. ¿Cuál sería su significado? ¿Tendría alguno más? Daría lo que fuese por averiguarlo. Se iba a volver loco si seguía pensando en ella de esa manera, y más si pensaba que había estropeado las pocas posibilidades de estar con ella. Era mejor seguir adelante, y tenía que volver al trabajo en pocas horas, así que se dio una buena ducha para despejarse y continuó con su vida. Miriam por su parte no hacía más que darle vueltas al momento en el que le había dicho que se fuera, al fin y al cabo sólo había sido una simple llamada la que no había hecho, no era para tanto. Y después apareció disculpándose, no lo dejó explicarse, podría haber tenido una buena razón para no hacerlo. De todas formas, no podía ser motivo suficiente para sacarlo de esa manera de su vida. Es más, ni siquiera tenían una relación, y no tenían por qué tenerla, podían haber sido simplemente amigos o, mejor aún, haber tenido la mejor experiencia sexual de su vida, de la cual presumir ante sus amigas. Pero no, lo había largado como a un vendedor pesado, y le había dejado claro que entre ellos no habría nada. Se sintió idiota por eso. Y por ser una cobarde. Sabía que sentía algo que aún no era capaz de descifrar, algo que la llevaba a querer estar con él en todo momento más allá que lo puramente sexual, podría haber escondido esos sentimientos y dejarse llevar por una vez. Pero no lo había hecho y ahora la oportunidad había pasado, había que regresar a la realidad, volver a su casa y a su rutina, al día siguiente tendría que volver al trabajo y los niños a sus respectivas escuelas de verano. Luego vendría un mes de vacaciones que disfrutarían yendo a la playa, siempre que el tiempo lo permitiese, de paseo o simplemente levantándose a cualquier hora sin despertadores molestos. Estos días sólo le habían servido como un aperitivo, de no ser porque Fede en agosto trabajaba, ni siquiera los habría tenido. ¿Y qué hubiera pasado si no realizasen ese viaje, o si lo hubiesen hecho en otro momento? ¿Lo habría conocido? Posiblemente no, ni tampoco se hubiese dado la licencia de soñar, aunque sólo fuese un ratito.
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Pero ya no era tiempo de pensar en lo que habría pasado si…, ahora tenía que volver a su rutina y continuar con ella. Se duchó, se vistió y fue a la otra cabaña para ver a sus hijos y ponerse ya en funcionamiento. Tenían que recoger y hacer las maletas. Cuando llegó a su cabaña los niños ya estaban despiertos y montando la fiesta con sus tíos. Los vistió mientras Salo y Fede hacían lo propio en su habitación, y salieron a desayunar. Como aún quedaba algo de tiempo antes de ir al aeropuerto, Fede se quedó con los niños en las colchonetas y los hinchables mientras que Miriam y Salo terminaban de recoger. Miriam estaba sumida en sus pensamientos y hacía la maleta como una autómata, sin decir palabra. Esto alertó a su amiga y quiso preguntarle pero Miriam evadía la conversación: -
Miriam, estás muy callada – intentó Salo - ¿al final no pudiste descansar bien anoche?
-
No mucho, como en mi cama en ninguna, ya sabes – respondió Miriam encogiéndose de hombros.
-
Bueno, esta noche ya duermes en casa, yo también echo de menos la mía, la verdad. Nunca pensé que tanto.
-
Y eso que tú ya estás acostumbrada a dormir en diferentes sitios, por lo de estudiar fuera, digo. Salo era vallisoletana, se había matriculado en un primer momento en la facultad de
Medicina en la USC, aunque aún sin haber acabado el primer curso decidió que lo suyo era la Enfermería. Como ya se había enamorado de Compostela quiso quedarse allí, y solicitó plaza para el siguiente curso en la Escuela de Enfermería. Cuando se graduó se había acostumbrado a vivir lejos de su familia y a compartir piso con otros estudiantes, por lo que al poco tiempo de regresar a casa se dio cuenta de que algo había dejado en Santiago y prefirió volver y crear su futuro allí. Desde entonces, trabajando tanto en entidades públicas como privadas, se fue manteniendo hasta conseguir la plaza en el mismo hospital y en la misma planta en la que trabajaba Miriam. En poco tiempo se hicieron amigas y más tarde conoció a Fede, del que ya no se pudo separar.
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-
Sí, pero eran otros tiempos, te acostumbrabas en seguida a lo que fuese, pero también es verdad que yo iba con mi almohada a todas partes. De casa de mis padres al piso y de allí al otro lado – comentó Salo mientras cerraba la maleta de los niños.
-
¡Jajajaja! En vez de un país en la mochila, lo tuyo era un país en la almohada – Miriam se echó a reír imaginándose la escena. Y Salo también.
-
¡Jo! Pues la verdad es que sí, porque aquella almohada se hizo unos cuantos quilómetros.
-
¿Pero aún la guardas?
-
La tengo aún, pero ya no la uso, está en la habitación pequeña, es más, es la que usa Gabi cuando se queda en casa a dormir.
-
¡Anda! – se sorprendió Miriam.
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Sí, la primera vez que se quedó, para que no tuviera miedo le conté que era la almohada viajera, y que dentro guardaba muchas historias divertidas que sólo salían en los sueños de los niños que se dormían rápido, y en nada se quedó frito agarrando la bendita almohada. Y desde aquella no quiere otra, eso que ya está para el arrastre.
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Pues cuando a Gabi se le mete algo en la cabeza… Te veo prestándole la almohada la primera noche que pase con una chica – dijo Miriam divertida.
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Dudo mucho que en dicha noche duerma mucho el chiquillo – y las dos se terminaron de recoger todo riéndose a carcajadas. El avión tenía hora de despegue a las cuatro de la tarde, comieron temprano en el
restaurante del hotel y después se fueron para el aeropuerto. Mientras Fede dejaba el coche en el aparcamiento y las llaves en la oficina donde lo había alquilado, las dos mujeres y los niños fueron al mostrador para facturar el equipaje. Después lo esperaron en la cafetería tomando un refresco. Los niños estaban muy inquietos por volar de nuevo, y Gabi estaba ansioso también por llegar a casa y contarle a su abuela todo lo que le había pasado en el viaje, sobre todo lo bien que lo había pasado en los parques y pilotando el avión. Al escucharlo, a Miriam se le pusieron los pelos como escarpias y se le encogió el estómago, recordar eso era recordar a Mike. Empezó a ponerse nerviosa, de repente se
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estaba dando cuenta del lugar en el que estaban, el lugar en el que Mike trabajaba, aunque la terminal era tan grande que difícilmente podría coincidir con él. Salo notó los nervios de su amiga y ya no pudo contenerse más. -
Pero, ¿a ti qué te pasa hoy? Por la mañana estabas callada y tristona, y ahora estás toda nerviosa que no paras de mover la pierna, malita me estás poniendo. Miriam no paraba de mirar en todas direcciones y mientras lo hacía no paraba de
mover la pierna derecha cada vez más rápido. -
Perdón, no me he dado cuenta – dejó de moverse pero los nervios seguían instalados en su estómago.
-
Perdón no, cuéntame qué es lo que te está pasando.
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Es que no te conté que ayer vino Mike a verme.
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¿Cóoooomo? ¿Cuándo? ¿Por qué no me lo contaste antes? ¿Qué fue lo que pasó?
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Fue anoche, cuando me estaba preparando el baño, apareció en la puerta de vuestra cabaña sin más. Cuando abrí la puerta y lo vi allí plantado casi me da algo. Venía con una rosa en la mano, quiso disculparse por no haberme llamado el otro día pero yo no le dejé. Y lo despaché enseguida, le dije que no me debía nada, que no había nada entre nosotros y que cada uno debía seguir con su vida. Después se marchó – Miriam no quiso mencionar lo del llavero.
-
¡Pero serás buuuurrrra! – Salo no podía creer que su amiga no hubiese aprovechado aquella oportunidad – tenías la cabaña para ti sola, no había nadie que os molestase y va y lo rechazas así porque sí.
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¿y qué querías que hiciese? No lo iba a meter en mi cama a la primera de cambio.
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¡Pues sí! Justamente eso era lo que tenías que haber hecho – afirmó categóricamente su cuñada.
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Salo, sabes que yo no soy de ese tipo de mujeres, no voy por ahí metiendo hombres en mi cama, y menos si apenas lo conozco, por muy bueno que esté.
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Hija, pues deberías – Miriam la miró como si la que le estuviese hablando fuese una extraterrestre. 86
-
¡Salo!
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¿Qué? Es verdad, mírate, eres guapa, con un cuerpazo impresionante, eres joven, estás en lo mejor de la vida, yo siendo tú no me lo habría pensado, que una alegría al cuerpo nunca le viene mal.
-
¡No digas tonterías! Realmente hace ya tanto tiempo que no sabría por dónde empezar, además yo no valgo para un polvo de una noche, nunca lo he hecho, el sexo siempre fue para mí algo muy íntimo entre dos personas, no sería capaz de hacerlo con un desconocido. Ya ves, para algunas cosas sigo siendo una anticuada.
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Pues deberías de empezar a modernizarte guapa, que a este paso ahí abajo te van a salir telarañas – dijo Salo sonriendo y Miriam le tiró la servilleta. En ese momento llegó Fede que las encontró muy divertidas mientras los niños
estaban pasmados viendo los dibujos en el móvil de su madre. Esperaron a que Fede se tomase un café y luego los cinco se fueron hacia la puerta de embarque. Quince minutos más tarde se oyó por megafonía la primera llamada para embarcar para su vuelo, y media hora más tarde entraban en el avión. En esta ocasión no había ningún piloto recibiendo a los pasajeros, como en el viaje de ida, pero sí que había un sobrecargo realmente atractivo, de ojos muy claros y mirada penetrante, con media sonrisa saludó a Miriam y a su familia, y mientras se dirigían a sus asientos, Miriam cuchicheó con Salomé que la tenía delante: -
¿Te fijaste en el de la tripulación que nos acaba de saludar?
-
SÍ – contestó Salo en voz baja – parece que estar bueno es un requisito para trabajar en esta compañía, cómo está el buen hombre.
-
¿Y no te recordó al vampiro ese que tanto le gusta a Noe? Se parece muchísimo – Miriam intentaba mirar hacia la puerta para fijarse mejor pero ya no estaba.
-
Sí que se parece, si lo ve la Noe se cae de espaldas, que te lo digo yo – y ambas rompieron a reír, lo que alertó a Fede y no tuvo más remedio que preguntar.
-
¿Qué os pasa? No paráis de reír y de cuchichear.
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Al sentarse, fue Salo la que le contó lo que pasaba, el parecido físico de aquel hombre con el de la serie preferida de Noe les había llamado la atención, y si Noe lo veía… -
¡Ufff! Pobre hombre si lo pilla – ahora era él el que se reía. En cabina se estaban haciendo los últimos preparativos y las últimas revisiones antes
de despegar, todo debía estar a punto a la hora prevista. Alguien llamó a la puerta y Mike dio permiso para entrar, era su amigo Lucas que en esa ocasión de nuevo volaba con ellos: -
¡Hola! – saludó y se fue directamente hacia Mike – ¿la chica que conociste en el vuelo del otro día va con un niño de unos siete u ocho años y una niña más pequeña?
-
El niño aún no tiene los siete, aunque sí que es alto, ¿por?
-
¿Ella es algo más baja que yo, morena, con un tatuaje en la nuca? Mike pegó un salto en su asiento y se giró a la vez:
-
¿Está en este vuelo? ¿cómo es que le viste el tatuaje? – preguntó entre sorprendido y extrañado.
-
Porque lleva el pelo recogido en un moño, y se lo vi en cuanto se giró hacia los asientos. Tenías razón, está muy buena para haber tenido dos hijos, ¿seguro que son de ella?
-
Serás animal, pues claro que son de ella – Mike no podía ocultar lo mucho que le gustaba esa sorpresa y una gran sonrisa se le instaló en la cara y ya no pudo quitársela en todo el viaje – así que están en este avión, pues nada, vamos a tener que llamar de nuevo a ese niño para que viaje con nosotros en cabina – Mike pensó que no era casualidad que la vida o el destino o lo que fuese se la volviese a poner en su camino, por lo que esta vez sí que no podía desaprovecharla.
-
¿Otra vez el niño en cabina? – dijo Roberto con fastidio. Se lo prometí, tengo que cumplir, esperaremos un rato después de soltar los cinturones y después lo traemos, así estará menos tiempo, pero no puedo faltar a mi promesa y lo sabes.
-
Está bien, pero déjate de historias, tú lo que quieres es tener a su madre en cabina, ¿verdad? 88
Su compañero no se equivocaba, y Mike no pudo más que sonreír como un crío, por lo que ya no tuvo ni que responder. -
Está bien, que venga, ya me contarás qué te pasa a ti con esa mujer – dijo Roberto resignado.
-
Lucas, en cuanto se encienda el indicador verde de los cinturones espera unos quince minutos y luego me traes al niño, ¿ok?
-
Ok, jefe, tú mandas. Mientras me recrearé la vista cuanto pueda – dijo Lucas con malicia.
-
¡Eh! A su madre ni mirarla, entendido – le respondió Mike con cara seria, lo que le valió para llevarse unos cuantos vaciles de sus compañeros, aunque a él en ese momento ni le molestaban. El avión ya estaba preparado para el despegue, los niños estaban en sus asientos
correctamente atados y más tranquilos que la vez anterior. Entonces, se oyó el sonido del micro de megafonía y una voz ronca y varonil empezó a dar la bienvenida a los tripulantes, esa voz que a Miriam le parecía tan sexy y que hizo que un enorme nudo se le pusiera en la boca del estómago en cuanto empezó a oírla. Y un millón de mariposillas empezaron a revolotearle en él al oír el nombre del comandante, comandante Rodgers, Mike Rodgers, era él. Lo que ella estaba temiendo que sucediera se estaba cumpliendo. En cuanto el avión despegó y tomó altura, y la luz que indicaba que se podían desabrochar los cinturones se puso en verde, Miriam avisó a su hermano que iba al baño y se fue como alma que lleva el diablo. Se encerró en el baño y empezó a respirar cada vez más rápido, ¿qué iba a hacer si él se volvía a acercar? Después de cómo lo había tratado aquella noche seguro que no sólo no le interesaría volver a verla si no que podía ser capaz de decirle algo delante de todos, se moriría de vergüenza de ser así. Aunque Mike no podía ser así, no era de ese tipo de hombres, o al menos no lo parecía, respiró hondo unas cuantas veces para tranquilizarse y salió del baño hacia su asiento. Un cuarto de hora más tarde, Lucas se acercó a los asientos que ocupaban Miriam y los niños y le pidió a ella si se podía llevar a Gabi a cabina, que tenía un par de amigos que 89
querían verlo y cumplirle una promesa. Gabi saltaba de alegría en su asiento, mientras que la pequeña Laura se había quedado dormida. Miriam lo dejó ir con Lucas después de hacerle prometer que no tocaría nada que no debiese y que les obedecería en todo, y Lucas, con la mejor de sus sonrisas, le aseguró que lo traería de vuelta cuando se estuviesen aproximando al aeropuerto. Y así fue. El resto del viaje Gabi lo pasó con Mike y con Roberto viendo cómo pilotaban, y Mike aprovechó para preguntarle cosas sobre su familia, más concreto sobre su madre. Gabi les contó que su madre era enfermera, y que él de mayor también iba a ser enfermero, para cuidar a otras personas, aunque también iba a ser piloto de avión, y bombero, y policía, y todo lo que se le pasaba por la cabeza. Mike y Roberto se reían con él por la cantidad de profesiones que quería ejercer, y se veían a sí mismos de pequeños diciendo esas mismas cosas. También les contó que vivían cerca de su abuela y de sus tíos y que a veces se quedaba en una casa o en otra a dormir si su mamá tenía que trabajar de noche o de tarde, pero que ya en pocos días tenían todos vacaciones y que iban a ir un montón a la playa. Y también que su madre hacía cosas muy chulas en casa, como pintar y decorar, que le gustaba mucho pintar paredes, que incluso a ellos les había dejado pintar el verano pasado el cuarto de juegos con un bonito castillo de princesas y con pájaros como los de Río, su película favorita. Toda aquella información a Mike le venía muy bien para conocer algo más a aquella mujer, y para poder acercarse a ella, aún no sabía cómo utilizarla pero estaba seguro que podría hacerlo. Un rato después, Lucas apareció muy nervioso en la cabina, por lo visto uno de los pasajeros de primera se había puesto mal, no respondía y estaba muy sudoroso. Mike no se lo pensó dos veces y, recordando lo que acaba de contarles Gabi, le indicó que fuese a buscar a Miriam y que le contase lo que estaba pasando. Cuando Miriam vio que Lucas se acercaba deprisa a su asiento se alarmó pensando en su hijo, él pudo verlo en su cara y antes de que pudiera decir nada hizo señales con la mano para hacerle ver que el problema no iba con su hijo. Se acercó a ella y, tratando de 90
sonar tranquilo para no alarmar a los demás pasajeros, le pidió que lo acompañase hasta primera clase que un pasajero no se encontraba bien. Miriam saltó del asiento como si tuviese un muelle debajo, le pidió a Salo que estuviese alerta por si la necesitaba y que mientras ella y Fede se ocupasen de su hija que seguía durmiendo. Después fue detrás de Lucas que le iba contando lo que había sucedido. Al llegar al asiento del pasajero enfermo, Miriam le tomó el pulso que iba más rápido de lo habitual, estaba realmente muy sudoroso y hablaba con dificultad: -
¿Lleváis en el avión algún maletín de emergencias? ¿sabe alguien si este señor es diabético? Necesitaría tomarle las constantes – preguntó Miriam mirando al sobrecargo y a una azafata que estaban con ellos.
-
Sí tenemos un maletín, y debe tener lo que necesita dentro, ahora se lo traigo – respondió Lucas y se fue a buscarlo rápidamente.
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Y sí que debe ser diabético, porque le ofrecí zumos y otras cosas y dijo que no podía tomarlos por el azúcar – dijo la azafata.
-
¿y no tomó nada?
-
No, al menos que nosotros le sirviéramos durante el vuelo no. Lucas apareció con un maletín grande de herramientas y se lo dejó a Miriam al lado.
Miriam abrió el maletín y buscó algún aparato de medición de glucosa, afortunadamente sí lo había, y también encontró un tensiómetro y un fonendoscopio. Le miró la tensión y le realizó una prueba de glucosa, se encontraba por debajo de cincuenta. -
Me lo temía – dijo Miriam viendo el resultado - está sufriendo una hipoglucemia.
-
¿Pero puede hacer algo? No será necesario un aterrizaje de emergencia, ¿verdad? – preguntó la azafata asustada, era la primera vez que le sucedía algo así estando ella entre la tripulación.
-
Déjame ver qué hay aquí, ¿falta mucho para llegar? Lucas miró su reloj e hizo un cálculo mental:
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-
Pues con avión parado al menos faltan unos veinte minutos, nos estamos acercando a Santiago, y esperemos que nada retrase el aterrizaje. Miriam siguió buscando en el maletín a fin de encontrar algo que ayudase a aquel
pobre hombre que ya se encontraba semiinconsciente. El maletín estaba bien provisto, y sacó todo lo necesario para canalizarle una vía y pasarle un suero con alto porcentaje de glucosa. Pidió que recostaran al pasajero y que le ayudasen mientras ella hacía su trabajo. Dos minutos más tarde se presentó Mike, preguntando cómo iba todo. Ella, sin dejar lo que estaba haciendo y sin mirarlo, le contestó lo mismo que les había dicho a sus compañeros antes. Y pidió que hubiese una ambulancia o al menos personal médico para atender al pasajero en cuanto hubiesen aterrizado. Mike les dijo que ya se estaban acercando a destino y que en breve tendrían que ponerse los cinturones, y le pidió a Lucas que acompañase a Gabi hasta su asiento: -
Por favor, de paso que lleva a mi hijo a su asiento, ¿podría quedarse con él o alguien de la tripulación? No quiero dejar a este caballero solo en el estado en el que se encuentra – Miriam se dirigió directamente a Lucas, sin mirar a Mike en ningún momento.
-
Pero eso no es correcto – respondió Mike seriamente – será mejor que vuelva a su asiento señora, y que se abroche el cinturón, una de mis compañeras se quedará con él mientras. Entonces Miriam se volvió hacia él y le miró con dureza, no le gustaba nada el trato
de “señora” que le estaba dando, como si no la conociese de nada, y menos que le dijese lo que tenía que hacer. Se puso de pie, miró directamente a aquellos ojos verdes que la miraban con frustración, y le dijo muy despacio: -
He dicho que no voy a dejar a este señor solo en su estado, y no lo haré. Su compañera será la mejor en su trabajo, pero le aseguro, “señor”, que yo lo soy en el mío – ambos se retaron con la mirada y finalmente Mike claudicó, de todas formas si el hombre se ponía mal mejor que tuviera cerca a alguien que supiese bien qué hacer.
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-
De acuerdo – respondió enfadado – Lucas, acompaña al niño y quédate con él hasta que aterricemos, la señora se quedará en el asiento de al lado – después se dio media vuelta y volvió a cabina. Miriam se quedó allí, se sentó al lado del pasajero en cuestión y se abrochó el
cinturón, mientras Lucas salía con Gabi de la mano y lo acompañaba a su asiento mientras le explicaba que su madre estaba atendiendo a una persona enferma, como hacía en su trabajo. El resto del vuelo transcurrió en un silencio que a Miriam la ponía nerviosa, aunque el señor se iba recuperando y ya empezaba a reaccionar, ella no estaría tranquila hasta que un médico le atendiese en condiciones. Y tampoco dejaba de pensar en lo frío que había estado Mike con ella, como si no la conociese de nada, eso la enfurecía, “pero ¿qué se ha creído que es éste? Hace unos días hasta me besa y hoy ni me conoce”, aunque también tenía que reconocer que ella no lo había tratado mejor, pero al menos dedicarle una sonrisa o algo. Por fin el avión aterrizó y en cuanto paró ya había un equipo médico esperando para entrar. El personal de vuelo dejó que pasaran antes de dejar salir a los pasajeros y Miriam en seguida los vio llegar hasta donde ella estaba. El paciente ya estaba consciente aunque seguía sudoroso, su glucosa había subido ya a sesenta y mejoraba, pero se alegró muchísimo cuando los tuvo al lado. Les explicó todo lo que había sucedido y lo que había hecho ella y luego se ocuparon del señor. Fede, Salo y los niños bajaron del avión mientras Miriam esperaba a que se despejase el pasillo para hacer lo propio. Cuando se disponía a salir de primera clase, Mike se acercó por detrás. Sintió su aliento entrecortado en la nuca y eso le puso el vello de punta. -
Gracias por lo que has hecho, has salvado la vida de ese señor, eres increíble – le dijo el piloto con verdadera admiración. Pero ella seguía dolida por el trato que le había dispensado antes y ni siquiera se giró.
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No he hecho nada del otro mundo, el señor tampoco estaba tan mal – dijo intentando restarle importancia – es mi trabajo. Y ahora, si me disculpa, mi familia me está esperando. Hasta otra, comandante. Y salió deprisa del avión, no quería permanecer más rato allí o acabaría echándose
en sus brazos, seguro. Su corazón iba a mil pensando en lo cerca que lo había tenido y en lo mucho que le habría gustado que en ese momento la hubiese rodeado con sus fuertes y musculosos brazos, pero otra vez había huido. Mike se quedó plantado en la salida del avión viendo como ella se alejaba y maldiciendo para sí por no haberla frenado, por no haberle dicho algo. Había sentido frío en sus palabras, lo había tratado de usted seguro porque él había hecho lo mismo antes, pero debía entender que no podía hacer otra cosa delante de su tripulación. Y se había ido sin despedirse como él quería. Ahora ya no sabía cómo volver a tenerla cerca otra vez. Mientras estaba sumido en sus pensamientos, el personal médico de emergencias sacaba al pasajero enfermo y se lo llevaba directamente al hospital, y la tripulación empezó a chequear que los pasajeros no dejaran nada olvidado. Cuando estaba de volviendo a la cabina, Lucas lo llamó: -
Mira, tu enfermerita se ha olvidado esto en el compartimento de su asiento – traía en las manos un neceser de mano – supongo que será de ella, porque era el que quedaba y cómo ella no volvió a su asiento…
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¿Tiene alguna dirección o algo? – Mike se estaba alegrando por dentro de que la suerte le sonriese de esa manera.
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Pues… déjame ver… sí, mira, en la parte de atrás tiene una dirección.
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Por favor, encárgate personalmente de que le llegue – ordenó muy serio intentando aparentar indiferencia, y Lucas asintió - bastante favor nos hizo con el pasajero de primera como para que aún encima pierda sus pertenencias por nuestra culpa – memorizó la dirección que aparecía en el neceser y se fue sonriendo a la cabina. Sólo faltaba saber cómo utilizar lo que sabía.
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Capítulo 7 Cuando llegaron a casa, Miriam estaba tan cansada que dejó las bolsas en el suelo del salón y se dejó caer en el sofá, mientras Laura y Gabi la imitaban. Desde que había salido del aeropuerto la invadía una sensación extraña, como de vacío, un vacío que la llenaba de tristeza. Aún no podía creerse que todo lo que sentía fuese por alguien a quien apenas había conocido, alguien con quien no parecía tener mucho en común y alguien a quien posiblemente no volviese a ver. Encendió el televisor y les puso a los niños una película para que se entretuviesen mientras ella deshacía las maletas. Llevó todo para su habitación y allí empezó con el trabajo mientras seguía cavilando y pensando en Mike y en su despedida, si es que a esa pequeña conversación se le podía llamar así. “Hasta otra, comandante”, esas habían sido sus últimas palabras, y no se sentía bien con ellas. No es que hubiesen tenido una aventura, no se habían acostado ni nada de eso, pero entre ellos hubo algo, estaba convencida, no sabía cómo explicarlo pero no podía dejar de pensar que si las cosas se diesen de otra manera era posible que sí comenzase una relación con aquel hombre. Le gustaba, y mucho, no sólo físicamente, había algo en él que le atraía mucho, demasiado. Pero ya no era momento de seguir dándole vueltas al tema, ya no lo volvería a ver, y aunque él le hubiese mostrado algún tipo de interés antes, la forma tan impersonal en que la trató en el avión sólo podía significar que ya no era así. “Seguro que haberlo echado de su habitación la otra noche no le debió gustar mucho”, pensó, “le fastidié el polvo”. Sonrió tristemente. Siguió guardando las cosas y dejando la ropa sucia a un lado, cuando iba a guardar sus cosas de aseo se dio cuenta que no estaba su neceser. Lo tenía al subir al avión, no lo había guardado en la maleta porque ya no le cabía nada después de guardar todo lo que había comprado, por eso decidiera llevarlo como equipaje de mano. Lo guardara en el compartimento encima de su asiento, pero ya no regresó antes de salir del avión. Llamó a Salo para saber si alguno de ellos lo había cogido, Fede miró entre sus cosas pero tampoco lo vio. 95
-
¡Porras! Seguro que me quedó en el avión, no había muchas cosas pero me fastidia perderlas – le dijo a su cuñada por teléfono.
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Pero seguro que al revisar el avión lo encuentran y te lo dejan en objetos perdidos – respondió ésta.
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Eso espero, bueno mañana voy por la tarde o llamo y pregunto a ver si alguien me lo puede decir.
-
Si quieres voy yo por la mañana, hasta dentro de unos días no empiezo a trabajar y tengo la mañana libre – se ofreció Salo.
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No, tranquila, posiblemente te hagan describir lo que hay dentro o algo así, es igual, ya llamaré yo si no puedo ir, gracias de todas formas.
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De nada, y si quieres me avisas, ¿vale?
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Vale, tranquila, un beso.
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Otro. Chao.
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Chao – y ambas amigas colgaron. Miriam se quedó un rato numerando las cosas que tenía dentro de aquel neceser,
para hacerse una idea de lo que había perdido, después resignada continuó con lo que estaba haciendo. Un par de horas más tarde, mientras estaba preparando la cena y la ropa para el día siguiente, un mensajero llegó a su puerta con un paquete en la mano que ella recogió sorprendida, “un paquete por mensajero y en domingo”, pensó extrañada. Cuando cerró la puerta y lo abrió su sorpresa fue mayor al ver que lo que le había entregado aquel muchacho era su neceser, con todas sus cosas dentro y una nota en la que se podía leer: “Esto se lo dejó olvidado en nuestro avión, gracias por confiar en nuestra compañía para realizar sus viajes. Un saludo” -
¡Vaya! ¡qué atentos! – dijo para sí. Llevó el neceser para la habitación antes de empezar a cenar y le envió un mensaje a su cuñada para avisarla de que ya lo había recuperado. 96
Al día siguiente, en el trabajo todos sus compañeros le preguntaron por su viaje, por cómo habían disfrutado los niños con la visita al parque y demás, y ella fue respondiendo todas sus preguntas pacientemente, la mayoría tenían niños y querían saber cómo era. Pero en lo que más se paró a explicar fue en lo que le había sucedido con el paciente diabético, que por eso había olvidado su neceser en el avión y que la compañía se lo había enviado a casa el mismo día vía mensajero. El viaje en general había sido bastante sorpresivo para ella, sobre todo en lo que al avión se refiere, les contó que sus hijos habían ido en cabina y que eso tenía a Gabi más emocionado que la visita al Warner y a Faunia juntos, y les enseñó las fotos de los niños con los pilotos. Más de una suspiró al ver a aquellos dos hombres tan guapos y la envidiaron por haber tenido la suerte de pasar un rato con ellos. Ella se guardó todo lo que tenía que ver con su encuentro con Mike, ni siquiera les comentó que sabía su nombre, no le gustaba hablar de sus intimidades con nadie pero menos con las del trabajo, porque sabía que después se convertiría en la comidilla de la planta y no le apetecía nada. En un rato que tuvo libre bajó a urgencias a interesarse por el caballero al que había ayudado en el avión, afortunadamente ya estaba en su casa y se había recuperado bien, según le informó una de sus ex compañeras y que había coincidido que estaba de turno el día anterior, el hombre había llegado consciente al hospital, pero se había ido sin dar ni siquiera las gracias. Eso a Miriam no le importó demasiado, llevaba muchos años trabajando con personas y sabía que había de todo y en todas partes, desde el que te quería hacer un regalo o te traía una caja de bombones hasta el que ni se despedía. Era lo de menos, lo importante es que todo fuese bien y que estuviese ya recuperado. Después de llegar a casa, como hacía un día espléndido, Salo, que se había encargado de recoger a los niños en la escuela de verano y en la guardería respectivamente, se ofreció a llevarlos a la piscina un rato para que Miriam pudiese descansar, lo que ésta agradeció enormemente. El descanso lo necesitaba por todo el trajín de los días anteriores, pero sobre todo necesitaba el tiempo para poner en orden su 97
casa. Así que, en cuanto se marcharon, se puso una camiseta de tiras finas muy ceñida, un pantalón corto y unas playeras, se recogió el pelo en un moño y puso música, con el volumen alto, como a ella le gustaba para poder cantar a gusto. Esa mañana Mike había recibido la noticia más importante de su vida, llevaba meses esperando su llegada, y en cuanto colgó el teléfono pegó un salto enorme y empezó a gritar como un loco de alegría. Se encontraba en el piso de Lucas, siempre que tenían vuelos seguidos se quedaban con él porque les era más cómodo, y a éste le encantaba tenerlos en casa, así podían disfrutar de sus “ratos de machos ibéricos”, como decía Lucas, a Mike siempre le había parecido una definición muy graciosa de lo que hacían, ver el futbol juntos cuando coincidía, jugar a las cartas y salir con hermosas y deliciosas mujeres. En eso consistían esos ratos. Pero en ese momento sólo estaban tomando café en el salón cuando le sonó el móvil a Mike, al ver que quien llamaba era su abogada se empezó a poner muy nervioso pensando en que podían ser malas noticias, pero por su cara de felicidad Lucas y Roberto supieron que todo iba bien, que por fin iba a tener a su niña con él. Todo el que conocía a Mike sabía lo mucho que significaba aquella criatura para él, el no poder estar cerca de ella a diario lo estaba martirizando, y todo por los celos y el ansia de venganza de Véronique, la madre de la niña, porque Mike la hubiese despreciado cuando ella quiso volver. -
¡Por fin! ¡por fin voy a tener a mi pequeña! – dijo Mike saltando de alegría – hace meses que no la veo y por fin va a estar conmigo.
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¿Pero ya es definitivo? ¿Ya tienes la custodia? – preguntó Roberto entusiasmado.
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Custodia compartida, tendrá que contar conmigo para decidir cualquier cosa, y podré pasar con ella dos semanas al mes, mitad de vacaciones de navidad y un mes en verano. Lo que había pedido – contestó Mike – de momento tampoco puedo pedir más, no podría cuidarla todo el tiempo, pero por lo menos no es verla un par de veces al año, que ya casi no me conoce. Y este año, como apenas me ha dejado verla, me conceden también los días de septiembre que la niña no tiene aún cole. 98
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No sabes cuánto me alegro, compañero, ¡enhorabuena! – dijo Roberto mientras le daba un efusivo abrazo antes de volver a sentarse.
-
¡Enhorabuena tío! Y también me alegro muchísimo por verte feliz – repitió Lucas – si no fuese por la muy pu… - empezó a decir Lucas, pero Mike enseguida le cortó.
-
Déjalo, Lucas, no merece ni la pena, eso le daría más protagonismo que es lo que quiere ella.
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Tiene razón Mike – dijo Roberto muy serio – esa guarra chupapollas esquizofrénica no se merece ni que la mencionemos – Mike y Lucas se quedaron mirando para él sorprendidos mientras éste se tomaba el resto del café.
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¿Qué? – les preguntó mientras le seguían mirando – no he mencionado su nombre para nada – dijo muy convencido. Los tres rompieron a reír a carcajadas. A Mike ahora lo que más le importaba era su niña, iba a pasar todo el mes de agosto
con ella en su casa de la playa, en apenas unos días iban a estar juntos y tenía que arreglarlo todo. En ese momento recordó que su casa no estaba acondicionada para niños, no tenía un cuarto en el que la niña quisiese estar, tendría que solucionarlo y rápido. Pero llevaba tanto tiempo sin tenerla cerca que, aunque procuraba llamarla todos los días para saber cómo estaba y cómo le había ido el día, apenas sabía mucho de lo que a ella le gustaba. -
Me acabo de dar cuenta que no tengo nada preparado en la casa, y no tengo ni idea de cómo hacerlo – les dijo a sus amigos.
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¿Pero no tienes una habitación con una cama extra? – preguntó Roberto.
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Tengo, pero supongo que para la niña se merece algo más, digo yo – contestó Mike, pensando en lo poco que su amigo conocía el mundo infantil a pesar de ser padre, aunque era lógico, porque de ese tema siempre se había encargado Lucía. – además, hay que pintar la habitación, y tengo que comprarle cosas para que se entretenga, y la cama que hay tampoco es que sea una joya, es un sofá cama – miró directamente a Roberto y le preguntó - Lucía no tiene pensado venir estos días, ¿verdad?
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Pues la verdad es que no, pero tampoco te iba a servir de mucho porque te quedan pocos días, ¿cuándo tienes que ir a recogerla? – le preguntó Roberto. 99
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El viernes ya puedo ir a buscarla, pero sí que son pocos días. Y no tengo ni idea de por dónde empezar.
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Pues o te buscas a alguien con niños y que tenga experiencia en estas cosas o te vas a uno de esos almacenes de bricolaje y que te asesoren ellos – sugirió Lucas.
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Tiene razón el “vampiro” – dijo Roberto refiriéndose a Lucas. Éste lo miró con cara de pocos amigos pero se calló. Desde que una azafata le había dicho en una ocasión que guardaba un gran parecido
con el protagonista de una serie de vampiros, al pobre Lucas le había caído ese sambenito, no le gustaba que le llamaran así, aunque a Roberto se lo permitía porque sabía que tenía la batalla perdida con él. Y en el fondo tampoco le disgustaba tanto, porque gracias a eso muchas mujeres muy guapas se habían acercado a él, y él nunca desaprovechaba la ocasión si se la ofrecían en bandeja. Mike se quedó un rato callado pensando en cómo podría hacer, lo de ir al almacén de bricolaje no era mala idea, porque al fin y al cabo dónde iba a encontrar él a alguien que tuviese niños y supiese de esas cosas… Una luz se encendió de repente en su cabeza, recordó a Gabi y lo que éste le había contado de su madre en el viaje de vuelta y supo qué era lo que tenía que hacer. Muy sonriente se sentó de nuevo con sus amigos y les dijo que esa tarde, como en principio no tenían vuelo hasta el día siguiente, iba a estar muy ocupado. Los dos se ofrecieron para acompañarlo pero él prefería ir a su aire, además primero tenía que ir a la casa para tomar medidas y fotos, y luego se dedicaría a ir de un sitio a otro e iba a ir más rápido si iba solo. Aunque esperaba y deseaba que fuese otra persona la que lo acompañase toda la tarde. Acabó de arreglarse y salió disparado por la puerta, a Carnota le llevaría al menos una hora desde allí en coche y tenía mucho que hacer antes de ir a buscarla. Miriam se miró en el espejo antes de coger la aspiradora, pensó que parecía una quinceañera con esas pintas, pero para limpiar le daba lo mismo, estaba cómoda y hacía calor. No le importaba lo que dijese la vecina de arriba si la veía de esta guisa, aunque fuese peor que una portera. Entonces se puso manos a la obra. Por los altavoces de su equipo sonaba “Frozen” de Within Temptation, y no pudo más que dejarse llevar por la
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música y empezar a cantar a pleno pulmón. Cada vez que escuchaba esa canción la imagen de Javi le venía a la cabeza, ya ni sabía si lo echaba de menos o no, lo había querido mucho, pero desde que Gabi había nacido su relación cambió y él se volvió más frío y distante aunque ella hacía todo lo posible para salvar lo que había entre ellos. Y al final se había quedado sola igualmente. Siguió cantando cada vez más alto, quizás así no escuchase más sus pensamientos. Mike encontró el portal del edificio abierto y entró sin llamar, subió andando las escaleras hasta el primer piso y al acercarse a la puerta pudo escuchar la voz de una mujer cantando en voz alta, no lo hacía nada mal a pesar de que la canción le parecía un poco desalentadora. Esperó un minuto antes de tocar el timbre, deseaba que ella fuese la que estuviera cantando, pero a la vez estaba tremendamente nervioso, y con miedo a que lo rechazase. Inspiró fuerte, soltó el aire despacio y timbró. Miriam escuchó el timbre en medio de la canción, pensó que sería la vecina quejándose de la música, como siempre, y ni miró a través de la mirilla. Su sorpresa fue mayúscula cuando vio quién estaba al otro lado de la puerta. Ante ella se encontraba Mike sonriéndole, más guapo que nunca con vaqueros rotos y una camiseta azul que le marcaba todo. Llevaba un precioso ramo de rosas blancas en la mano, sus favoritas, y la miraba como si la fuese a devorar allí mismo. “¡Qué guapa es!”, pensó Mike al verla tan sexy en pantalón corto y camiseta ajustada, con el moño despeinado y el flequillo cayéndole por encima de los ojos. Medio atragantado sólo pudo decir: -
¡Ho- hola! – mientras le entregaba el ramo que traía.
-
¡Hola! Gracias, lo has recordado – respondió Miriam con un hilo de voz. Tardó un par de segundos en reaccionar – ¡Emm! ¡pasa! No te quedes en la puerta – y se apartó para dejarle entrar. Mike siguió y entró en el salón, que en ese momento estaba patas arriba, con la
aspiradora por el medio y con la música aún sonando con el volumen alto. Miriam lo siguió hasta allí, apagó el equipo musical y lo invitó a sentarse. Estaba tan nerviosa, contenta y sorprendida, que era incapaz de parar de moverse mientras ponía las flores en agua, 101
recogía la aspiradora e intentaba adecentar un poco el lugar. Mike desde el sofá no podía dejar de mirarla. -
He venido en mal momento, lo siento, debí haber llamado antes y no presentarme así – le dijo para atraer su atención.
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No, tranquilo, estaba de limpieza, pero ya está – le respondió Miriam sin mirarlo. “¿Qué hará aquí? ¿Y cómo habrá conseguido mi dirección?”, se preguntaba Miriam cada vez más nerviosa, y recordando las palabras de su hermano cuando se había enterado de que le había dado su número de móvil a un extraño. Cuando vio que el salón estaba más o menos recogido se sentó al otro extremo del sofá.
-
Te estarás preguntando qué hago aquí, supongo – dijo Mike. Miriam asintió.
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Supones bien, y también me pregunto cómo has conseguido mi dirección - le dijo ella más seria – a ver si al final Fede va a tener razón y eres un psicópata o algo así. Mike se echó a reír ante esa teoría que ya había escuchado antes.
-
No te rías, ¿cómo has dado conmigo? No lo entiendo – Miriam se enfadaba más por momentos.
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¿Te han devuelto ya lo que olvidaste ayer en el avión? – respondió él con otra pregunta. Miriam se quedó pensando y se dio cuenta de que en el neceser había un pequeño cartel con su nombre y su dirección, en todas sus maletas lo tenían.
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Me lo trajeron ayer y me sorprendió bastante, ¿fuiste tú? – estaba atando cabos – por eso me lo mandaron tan pronto, tenía la dirección, ¿fue así cómo llegaste aquí? Mike asintió con la cabeza mientras no dejaba de mirarla y sonreír.
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Pero, ¿para qué? ¿Por qué vienes aquí? Creí que no querías saber de mí después de lo del otro día.
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¿Por qué crees eso? – preguntó Mike incorporándose ligeramente en el asiento.
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Por la indiferencia con la que me trataste en el avión, como si no nos conociésemos de nada – Miriam bajó la mirada, necesitaba saberlo, sabía que no le había sentado bien que lo rechazara, pero no soportaba la idea de que él hiciese como si no la conociese cuando casi habían llegado a besarse.
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Tienes que perdonarme por eso – Mike se relajó – es política de la compañía, debemos ser amables con los pasajeros pero no podemos relacionarnos con ellos, ni siquiera podemos llevar como pasajeros a familiares. Si alguien de la tripulación se llega a enterar de que tú y yo nos conocemos podrían sancionarme, y en esos momentos era lo que menos necesitaba. Por esa razón estoy aquí.
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¿Para evitar una sanción? Tranquilo, yo no diré nada si es eso lo que te preocupa, puedes confiar en mí – dijo Miriam mientras pensaba: “si esa es la razón podría haberse ahorrado el viaje”.
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Sé que puedo confiar en ti, pero no es ese el motivo de mi visita – le aseguró él – esta mañana he recibido la mejor noticia de mi vida – empezó a contarle sin poder esconder su enorme alegría – por fin voy a tener conmigo a mi niña por un tiempo, las vacaciones y eso, después de pelear con mi ex durante dos largos años por la custodia hoy por fin el juez ha fallado en mi favor.
-
Me alegro muchísimo por ti – le dijo Miriam con sinceridad – estar lejos de tu hija ha debido ser muy duro para ti.
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Sí que lo ha sido, Amelie es lo mejor que tengo en mi vida, y hasta ahora apenas he podido verla.
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¿Amelie? ¡qué nombre más bonito!
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Sí, bueno, se llama como mi madre Amelia, pero como mi ex es francesa y quería un nombre en su idioma lo adaptamos.
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Está muy bien, pero aún no me has explicado qué tengo que ver yo con tu hija – Miriam cada vez entendía menos.
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Bueno, esto – Mike no sabía muy bien cómo pedirle el favor sin que pensase que era un aprovechado o que sólo le se acercaba a ella por interés – necesito tu ayuda. Gabi me contó ayer en el avión que te gustaba pintar y decorar, y yo quería pedirte, si puedes claro, que me eches una mano a montar una habitación para mi hija, en mi casa de la playa.
-
¿Yo?… no sé… yo no soy decoradora ni nada por el estilo, para eso hay profesionales – le dijo.
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No tienes que hacerlo si no quieres, sin compromiso ninguno, pero me harías un favor enorme. Bueno dos – le insistió Mike.
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¿Dos? ¿Cuáles?
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El de ayudarme con mi hija y el de… - Mike la miró intensamente a los ojos – pasar más tiempo contigo. Miriam no sabía qué pensar ya, si sería por interés o realmente todo era una excusa
para conseguir algo más. Era todo demasiado enrevesado, pero ayudarle significaba pasar mucho tiempo con él a solas, porque estaba claro que para decorar o pintar o lo que fuese que estuviese pensando hacer, los niños sólo estorbarían, aunque también podía pedir ayuda a alguna de sus amigas y así no tendría que estar tanto tiempo cerca de aquel hombre que tanto la atraía. -
¿Cuándo viene tu hija? – preguntó Miriam intentando decidir qué hacer.
-
El viernes tendría que ir a recogerla, yo ya estaré de vacaciones y la iré a buscar ese día, aunque a la casa a lo mejor hasta sábado no iríamos. Miriam seguía pensando qué y cómo hacer.
-
Y tú, ¿estás seguro de pedirme esto a mí? Una completa desconocida, ¿por qué crees que podría hacerlo? – quiso saber ella.
-
Gabi me lo dijo, que habías pintado toda tu casa sola y que les habías hecho un dibujo muy bonito en el cuarto de juegos, tu hijo está realmente orgulloso de ti – le aseguró él.
-
Y yo de Gabi también, aunque a veces le lavaría la boca con jabón por bocazas – dijo Miriam sonriendo – pero es verdad, el piso lo pinté yo – prosiguió, ya más relajada - Al faltar mi marido me tuve que encargar de muchas cosas que antes no hacía, y así también me distraía. Empecé por prepararle la habitación a la niña y poco a poco fui siguiendo. Pero, si te apetece, te enseño los dormitorios de los niños y juzgas por ti mismo antes de seguir adelante con esto.
-
Confío plenamente en ti – le dijo Mike – pero estaré encantado de ver tu trabajo.
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-
Pues muy bien, sígueme - los dos se levantaron del sofá y fueron hacia la zona de los dormitorios. El piso en el que vivía Miriam con sus hijos era bastante acogedor, la cocina estaba
situada al lado de la puerta principal y daba a la calle, junto con las dos habitaciones de los niños. Por otro lado, el salón, la habitación de Miriam y el cuarto de juegos tenían acceso por una puerta de cristal a una enorme y soleada terraza, en la que había un pequeño tobogán de jardín y una pequeña casa para jugar los niños, además de una mesa redonda de forja y piedra con cuatro sillas a juego. Cada habitación estaba decorada con un estilo totalmente personal, el cuarto de Gabi en tonos azules y blanco, con cama nido a juego con el escritorio y las puertas del armario, todo en blanco, con pegatinas por las paredes de dibujos de coches y de sus personajes favoritos. Lo mismo sucedía con la de Laura, en tonos de malva a rosa y blanco, con los muebles en blanco muy funcionales y pegatinas de princesas y mascotas. El cuarto de juegos era el mejor, lleno de estanterías y muebles organizadores con juguetes, libros, coches y demás, con varios pufs en el suelo y una mesa de estudio en un rincón. En una pared un enorme mural decoraba la estancia, se podía ver un precioso paisaje con personajes de cuento, dibujos hechos por niños y huellas de pies y manos muy pequeñas. Mike estaba maravillado, entró en silencio en la habitación y observó cada detalle de aquella pintura, en ella se veía todo el cariño que se había puesto al realizarla. Miriam le fue explicando cada zona de la pared dibujada: las huellas más pequeñas eran de Laura de bebé, los pájaros que aparecían por el cielo del paisaje estaban hechos con las huellas de las manos de Gabi. Éste había dibujado delante de un castillo a su madre vestida de princesa, a él mismo de caballero y a una pequeña cosita que según él era Laura bebé. No aparecía su padre en aquel dibujo. El resto era obra de Miriam. -
Pintamos esta habitación y la de Laura cuando Laura tenía dos meses, mientras estaba con el permiso de maternidad, en los ratos que ella nos dejaba y en los que Gabi no estaba en clase o en alguna actividad. Nos lo pasamos genial y me di cuenta
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de lo que me relajaba. Entonces seguí con la de Gabi, después con la mía y con el salón. Y ya ves el resultado – le contó Miriam. -
Es…es impresionante, eres una excelente pintora, yo quiero algo así para mi hija, algo como esto – Mike señaló el mural mientras la miraba totalmente maravillado – dime que me ayudarás, por favor – le suplicó.
-
Bueno, yo…veré lo que se puede hacer – dijo Miriam al fin. Entonces Mike se acercó más a ella, tanto que pudo sentir su aliento en la piel, el
calor creciendo entre ambos. Poco a poco ella fue levantando la cabeza hacia él, recreándose en todos y cada uno de los músculos que aquella camiseta, que tan bien le sentaba, dejaba entrever, hasta que sus ojos se encontraron con una mirada abrasadora. Él estaba tan fascinado por ella que daría lo que fuese por besarla en ese momento, pero tuvo que contenerse. De lo contrario seguro que ella pensaría que era por agradecimiento, no porque le gustase realmente. Con un susurro y tragando saliva, Mike le dijo en voz baja: -
Gracias, de verdad muchas gracias – y dio un paso atrás. Miriam se quedó totalmente clavada en el lugar en el que estaba, por un momento
pensó que él iba a besarla y estaba decidida a dejarse llevar, pero no fue así. Él se apartó y siguió mirando el mural, lo que la dejó algo trastocada y sin habla. Estar tan cerca y no tocarla iba a ser una tortura, pero todo fuese por la felicidad de su hija, quería impresionarla y que se sintiese a gusto en su casa, hacía ya demasiado que no pasaban tiempo juntos. Seguro que algo así le iba a gustar, y ella le ayudaría. Ya no podía pedir más, sólo le quedaba contar los minutos para empezar a trabajar a su lado. -
Dime, ¿por dónde empezamos? - preguntó Mike impetuoso.
-
Pues… - Miriam estaba bajando de la nube en la que se había quedado – yo… En fin… Yo empezaría por saber las dimensiones de las habitaciones, y por su forma, no es lo mismo una habitación rectangular que una cuadrada, y las ventanas, también cómo
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están situadas – Miriam también se activó, no quería que Mike se diese cuenta de lo chafada que se había quedado al tenerlo tan cerca y no haber intentado nada. Fue hacia el escritorio del rincón y sacó un bloc grande de dibujo, mientras Mike sacaba una libreta de su pantalón con todas las anotaciones y su móvil para mostrarle las fotos que había hecho por la mañana. Miriam fue anotando en una esquina todo lo que él le mostraba, las medidas de las estancias le serviría para saber cuánta pintura comprar y que tamaño de muebles entraría. Iban a necesitar de todo, porque no había nada en ellas, eran estancias vacías y tampoco demasiado grandes. Entonces hizo una lista con todo lo que tendría que conseguir: materiales para pintar, muebles, tanto de la habitación de la niña como del cuarto de juegos, juguetes para rellenar el espacio, y algo para poder estar cómodos, como un sofá pequeño, un diván o algo así. Se sentó en el escritorio con el lápiz en la mano y el bloc delante y le preguntó por los gustos de la niña, a su edad ya los gustos son más definidos y no quería meter la pata con el dibujo. -
Pues no sé decirte muy bien, cuando hablo con ella me dice que le gustan mucho las muñecas esas que parecen pequeños monstruitos y… - se quedó un instante pensativo, intentando recordar todas las conversaciones que habían tenido últimamente - los caballos, también le gustan los caballos – recordó de pronto – de hecho es muy buena amazona. Y las princesas de Disney también, ya sabes esas cosas todas de niñas. Miriam se estaba haciendo una idea de las preferencias de la hija de Mike, se centró
en el papel que tenía delante y un minuto después empezó a trazar líneas. Hizo un dibujo del que podría ser el cabecero de la cama, un dibujo muy original simulando un cabecero de madera en tonos claros con arabescos, flores alrededor y una grande en el centro, en un tono más oscuro. Podría ser en tonos rosas y con la pared en malva oscuro como la flor central. Así también podría combinarlo con algún dibujo en los muebles de alrededor. 107
En otra hoja empezó a dibujar un enorme castillo con una princesa en la torre principal saludando y un bonito jardín lleno de flores. Mientras trabajaba en su mesa, Mike, de pie a su lado, no podía apartar la mirada de ella. Verla tan absorta y tan entusiasmada con lo que estaba haciendo le hacía sentirse feliz por ella y, si antes ya sentía una enorme admiración hacia ella, ahora ya se encontraba totalmente fascinado. Cuando Miriam terminó, le mostró el dibujo y él sonrió encantado, iba a quedar muy bien, todo iba a quedar genial. Entonces le pidió unos minutos para cambiarse porque urgía comprar todo lo necesario. Ella trabajaba al día siguiente, y él también pero podían verse en un par de días para empezar el trabajo. Sólo les daba de margen dos días antes de que fuese a buscar a Amelie a Barcelona, así que no había tiempo que perder. Llamó a Salo para decirle que tenía que salir y que por favor se ocupase de los niños hasta su vuelta y salieron de allí. El resto de la tarde la pasaron en el coche de Mike de un lugar a otro comprando y encargando todo lo que tenían en la lista. En una mueblería encargaron un colchón, un somier con sus patas, el colchón y la almohada, una mesilla a juego con un escritorio y un armario. Después fueron a por los materiales para pintar y en el mismo lugar encontraron también las cortinas, las estanterías y los muebles organizadores. Como Mike le había dicho que lo único que tenía era un pequeño sofá cama libro, Miriam pensó que lo podrían utilizar pero añadiéndole elementos decorativos, como cojines de diversos tamaños. En unos grandes almacenes fueron a por la ropa de cama y juguetes de todo tipo, Mike estaba completamente emocionado llenando carros y carros de cosas para su hija. Miriam pensó que estaba loco por gastar tanto dinero, aunque por otro lado sabía que cualquier padre en su situación haría exactamente lo mismo. Le agradaba verlo tan feliz. Al final de la tarde ya tenían todo encargado, y muchas cosas guardadas ya en el coche de Mike. Había dejado a cargo de un vecino la tarea de recibir todo lo que iban a enviarle y en dos días se pondrían mano a la obra. Al llegar al portal del edificio en el que
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vivía Miriam paró el coche. Quedaron en hablarse al día siguiente para ponerse de acuerdo en cómo y cuándo iban a ir a Carnota y se despidieron. Cuando Miriam abrió la puerta del coche, Mike le tomó la mano. Ella se giró y se encontró con los labios de él sobre los suyos, la estaba besando, por fin la besaba. Sintió tantas mariposas en su estómago que pensó que saldría volando. Él ya no aguantaba más sin hacerlo, y pensó que era lo más dulce que su boca había probado nunca. El beso no fue muy largo pero su intensidad hizo que el tiempo se detuviese para ambos. Al separarse, los dos sonrieron y se desearon buenas noches sin más palabras. Mike esperó a que ella entrase en el portal y a que se girase por última vez, como así fue. Ella se giró y le saludó con la mano antes de desaparecer por las escaleras mientras tarareaba una canción de Rita Ora, “I will never let you down”, justo la misma que estaba sonando en la radio del coche cuando Mike la besó. Por su parte, Mike, en cuanto vio que ella subía, arrancó el coche sonriendo y cantando esa misma canción. Estaban felices y en unos días seguramente que lo iban a estar más.
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Capítulo 8 Los niños ya se habían bañado y habían cenado, Salo se había encargado de ello, lo que fue un alivio para Miriam, porque en el estado de euforia y nerviosismo en el que se encontraba no estaba muy segura de dar hecho algo a derechas. Entró cantando y bailando, y con tal sonrisa en la boca que tanto su hijo como su cuñada se quedaron perplejos, no era muy común en ella verla así, y estaban deseando saber a qué o a quién deberían agradecer que ella estuviese en ese estado, mientras que Laura salió corriendo a los brazos de su madre y las dos siguieron bailando juntas. Cuando se sentó en el sofá empezó a dar besos y hacerles cosquillas a sus niños. Estaba feliz y deseaba que esa sensación no desapareciese nunca. Su amiga estaba deseosa de saber qué le había pasado para estar así, pero Miriam no paraba de jugar con sus hijos y no soltaba prenda. Cuando se hubo calmado, por fin, se levantó y preparó lo necesario para los niños para el día siguiente, los acostó y volvió al salón. Se dejó caer en el sofá al lado de Salo tapándose la cara con las dos manos, sin parar de sonreír y muerta de vergüenza por lo que tendría que contarle a ella y al resto de sus amigas. -
¿Se puede saber dónde y con quién has estado toda la tarde, jovencita? – le preguntó Salomé entre risas.
-
Pues no te lo vas a creer – respondió Miriam sin bajar las manos – ¿recuerdas que ayer la compañía del avión me envió el neceser por mensajero?
-
Sí, muy atentos por cierto, es la primera vez que sé que hacen llegar algo de equipaje perdido a casa. Normalmente hay que reclamar y esperar a que aparezca… – comentó Salo.
-
Fue Mike, Mike hizo que me lo enviaran – dijo Miriam sin dejar continuar a su amiga.
-
¡Vaya! Detallazo por su parte, aunque también qué menos después de haberte tratado como lo hizo – Salomé aún no comprendía que un adulto como Mike se sintiese tan ofendido por ser rechazado como para tratarla como a una total desconocida.
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-
Pero eso no es lo mejor – Miriam se destapó la cara y miró al suelo mordiéndose el labio inferior.
-
¿Qué? ¿Qué pasó? No será lo que yo estoy pensando – ambas mujeres se miraron a los ojos y se entendieron a la perfección - ¿se presentó aquí, en tu casa? - Miriam asintió y Salomé a punto estuvo de pegar un grito – Pero, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿qué quería?
-
Vale, vale, de una en una – dijo Miriam intentando tranquilizar a su amiga, aunque ella misma estaba de los nervios aún – apareció esta tarde en mi puerta, supo donde vivía por la tarjeta que hay en el neceser con esta dirección. Se la pongo a todas las maletas y bolsas cuando viajo, por si acaso, y vino porque… – Miriam hizo una pausa para tomar aliento y beber un poco de agua – quiere que le ayude a decorar la habitación de su hija. Salomé ni pestañeaba mientras escuchaba a su cuñada:
-
Recuerdas que te comenté que él era divorciado y con una hija que apenas veía, ¿verdad? Salo asintió con la cabeza.
-
Pues estaba en medio de un juicio por la custodia compartida y hoy supo que el juez falló en su favor, la niña y él pasarán juntos el próximo mes. Y como Gabi le contó lo que habíamos hecho en el cuarto de juegos, quiere que le ayude a montar una habitación para su hija en su casa de la playa – Miriam estaba casi sin aliento cuando acabó su explicación.
-
Pero… no entiendo nada… ¿cómo vas tú…? – Salomé balbuceaba más que hablaba – en su casa de la playa… - seguía cavilando - ¿y tú qué le has dicho? – le preguntó de repente.
-
Pues… que sí, le enseñé lo que había hecho yo y le gustó mucho. Quiere que haga algo así para Amelie y a mí me apetece volver a pintar, me ayudará a dejar de darle vueltas a todo lo que ha sido este año.
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-
¡Ya! A dejar de darle vueltas. A ti lo único que te importa es que tienes una gran oportunidad de estar con semejante hombre en un lugar paradisíaco y tranquilo. Y a solas, por supuesto, porque dudo que te lleves a los niños, ¿eh?
-
No, a los niños no los puedo llevar esta vez o no terminaríamos nunca, de hecho si entre mi madre y tú os hacéis cargo os lo agradecería mucho pero que mucho mucho – le dijo poniendo ojitos y pestañeando sin parar como hacía Laura cuando quería conseguir algo que le gustaba.
-
Tranquila que ese terreno ya lo tienes cubierto y sin necesidad de que me pongas esa carita, granuja – le respondió su cuñada divertida.
-
Y lo de estar a solas, no creas que no lo he pensado como un millón de veces a lo largo de la tarde, pero tampoco creo que nos dé mucho tiempo a hacer nada, son dos habitaciones y no tenemos más de un día para hacer todo, yo mañana trabajo, y él también, el miércoles yo trabajo, sólo nos queda el jueves porque el viernes ya la va a buscar. Así que, como puedes comprobar…
-
Sí que estás tú informada de todo ya – le dijo Salo con guasa.
-
No te rías de mí. Pasamos toda la tarde de un sitio a otro comprando materiales y muebles, y para saber cuándo podíamos hacerlo tuvimos que cuadrar los turnos. Nada más – se intentó justificar Miriam.
-
Ya, ya. Si yo no digo nada, sabes lo que pienso al respecto, ya deberías haberlo metido contigo en la cama hace días, aunque a veces se comporte como un capullo.
-
No digas eso, lo del avión tiene su justificación, si tienen algún tipo de relación con algún pasajero los pueden sancionar - trató de explicarle Miriam – y no se podía exponer a sanciones con lo de la custodia por salir.
-
Si tú lo dices – dijo Salo no muy convencida.
-
Es verdad, no te metas con él. Además, hasta rosas blancas me trajo.
-
¿No me digas? ¿no será que quiere que le hagas el trabajito gratis? – preguntó Salomé desconfiando de las intenciones de Mike.
-
Cariño, por supuesto que no le voy a cobrar por esto, me daré por satisfecha si le gusta a la niña.
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Eso, que así se lo cobras en especias. Bien pensado. Miriam miró a su amiga escandalizada y le tiró un cojín, después las dos empezaron
a partirse de risa en el sofá. -
Esto se lo tienes que contar a las grupis, cuando se enteren se van a caer de espaldas.
-
No me lo recuerdes, ya verás los gritos que van a pegar - Miriam se levantó y buscó en su bolso el teléfono móvil. Marcó el número de Noe y puso el altavoz. En seguida escucharon el estribillo de “Mala”, la canción que solían pedir para bailar
siempre que salían juntas. Les encantaba esa canción, sobre todo cuando querían seducir a algún hombre con sus movimientos de cadera. Antes de que acabara la canción ya estaban oyendo la voz de Noelia al otro lado del teléfono. -
¡Hasta que das señales de vida! Pensé que te habías quedado en Madrid, ¿dónde te has metido, sinvergüenza? Y lo más importante, ¿con quién y por qué no me has invitado? ¿eh?
-
¡Jajajaja! Tranquila que ya estoy aquí vivita y coleando. Y mejor será que te calles un ratito o no te cuento las novedades que tengo – le soltó Miriam sin parar de reír – tengo a Salo a mi lado y estamos con el altavoz.
-
¡Hola guapísima! ¿De qué va todo esto? ¿Qué nos tiene que contar esta loca?
-
Hola mona, si quieres saberlo mejor será que escuches y no interrumpas, ¡ah! Y siéntate – Salo se moría de la risa imaginando la cara que estaría poniendo su amiga, y la que pondría cuando se enterase.
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Pero, ¿qué pasa?
-
Calla y escucha – le ordenó Miriam. Noe se calló y esperó con impaciencia a que sus amigas le contaran lo que estaba pasando.
-
Por el chat ya os conté que me había olvidado el neceser en el avión, y que me lo trajeron por la noche, ¿verdad?
-
Sí, hasta ahí llego, ¿qué más?
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¿Sabes quién fue el responsable de que me fuese entregado en mano?
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¿Quién? ¡Pero deja de dar tantas vueltas y dime ya! – Noe no era la más paciente del grupo.
-
¡Jajajajaja! ¿En serio que no te lo imaginas? – le preguntó Miriam, mientras Salomé no paraba de reírse sentada a su lado.
-
¡Noo! ¿el piloto?
-
El mismo, dio orden para que me fuese entregado en mano, pero lo mejor no fue eso. En el neceser estaba la dirección, por eso me llegó tan rápido. ¿Adivina quién usó esa dirección para presentarse en mi puerta esta tarde?
-
¿Cóooooooooomo? ¿Estás intentando decirme que el piloto fue a buscarte a tu casa? – Noe tuvo que sentarse.
-
¡Y con un ramo de rosas blancas! – le contestó Salomé.
-
¿Quéeeeeeeeeeeeee? Cuéntamelo todo ahora mismo. Y Miriam pasó a relatarle todo lo que había sucedido durante la tarde, el motivo de
su visita, el paseo en coche de tienda en tienda y lo sucedido en el coche. Al llegar al momento del beso, momento que Salomé aún desconocía, se tapó la cara con las manos, otra vez, mientras las otras dos mujeres gritaban a su lado y por teléfono. -
¡Pero serás mala! – le decía Salo – ¿cómo no me lo contaste antes? Eso tiene que ser el principio, bruja.
-
Aquí hay tema que te lo digo yo, besarte así sin más, ¡qué gustazo te habrás dado! – decía Noe.
-
Bueno, bueno, que tampoco fue para tanto. Fue un beso corto, intenso eso sí, pero duró poco – les dijo Miriam algo decepcionada.
-
Esos son los mejores – siguió Noe – ¿y qué tal? ¿cómo besa? Miriam se sentía volar de nuevo recordando aquel beso y lo que sintió con él.
-
Besa… no sé… yo… - se moría de vergüenza – la verdad es que nunca me habían besado igual – era lo único que podía decir sin dejar ver lo que realmente había sentido.
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-
¿Y para cuando habéis quedado? – preguntó Noe, feliz por su amiga, aunque no la tenía delante por sus palabras y su alegría contagiosa sabía que esto la estaba haciendo muy feliz, cuanto menos seguro que la haría tener dulces sueños y no las pesadillas de siempre.
-
Quedamos dentro de dos días, ya os contaré.
-
Más te vale o te someteremos a un tercer reich – le replicó Salomé. El resto de la conversación se centró en Mike y en sus atributos, durante un buen
rato estuvieron divirtiéndose hablando de hombres y demás, hasta que cada una se fue a sus quehaceres dejando que la alegría se quedase flotando en el ambiente. El día siguiente pasó más lento de lo que a Miriam le hubiese gustado, aunque recibió varios mensajes ese día de él, deseaba volver a oír su maravillosa y varonil voz, y sobre todo necesitaba verlo, tenerlo cerca y saber qué había sido lo del coche, un beso de agradecimiento o algo más. La verdad es que los dos lo estaban necesitando, para Mike también había significado algo aquel beso, aunque más por la naturalidad del momento, como si se lo hubiese dado millones de veces, algo habitual en una pareja que se despide antes de separarse. Aunque ellos no eran pareja, al menos no por el momento. Se pasó toda la noche pensando en ella, en sus dulces labios, en su sonrisa tímida cuando se separaron, en aquella mirada que lo tenía como hechizado. Deseaba ardientemente tenerla en su casa para él solo, poder estar con ella, conocerla más, poder sentirla cerca. Su corazón latía desbocado sólo de pensar en estar a su lado, no quería pensar en lo que sentiría si le hiciese el amor, allí mismo, al lado del mar. Iba a ser la primera vez que una mujer estuviese en su escondite, y no encontraba nadie más perfecto para estar allí. Tuvo varios vuelos al día siguiente; aunque estaba centrado en su trabajo, cada momento que tenía para descansar se lo dedicaba a ella, no paró de enviarle mensajes entre vuelo y vuelo, mensajes en los que se hablaba del trabajo básicamente, pero en los 115
que no se mencionaba en absoluto el tema del beso. Y por la noche, al llegar a su habitación del hotel decidió que mejor era llamarla, al menos para empezar a organizarse. Después de cenar fue directo al salón del hotel y buscó su número en la agenda, marcó y unos segundos después escuchó la voz de Christina Perri: -
¿Diga? ¿Hola? – al otro lado del teléfono se podía escuchar un gran alboroto, Miriam apenas podía oír nada con el ruido y salió a la terraza para hablar – Perdón, pero es que no oía nada. ¡Hola! ¿Qué tal?
-
Bien, bien, gracias. Igual te llamo en mal momento, si quieres hablamos más tarde – le respondió Mike.
-
No, no, que va, está bien, los niños que quieren fiesta, pero nada más, tranquilo. Dime, ¿qué quería el señor? – preguntó con una sonrisa juguetona.
-
Lo de señor no me gusta, ya lo sabes, si acaso comandante pero no señor, que me hace mayor – respondió Mike siguiendo el juego.
-
Ok “comandante”, ¿en qué puedo serle útil?
-
Se me ocurren unas cuantas cosas, pero tendríamos que estar como mínimo en la misma habitación, porque por teléfono me parece un poco impersonal – lo que se le pasaba por la cabeza a Mike en ese momento tenía todo que ver con tenerla desnuda frente a él.
-
Pero no estamos en la misma habitación, así que… - a Miriam se le estaba poniendo la piel de gallina de pensar en lo que pasaría si estuviesen los dos solos en ese momento, uno frente al otro.
-
Así que, ¿qué?
-
Así que dime en qué te puedo ayudar, o es que sólo me llamas para escuchar mi dulce vocecita – dijo Miriam mientras se sentaba en una de las sillas de la terraza.
-
Pues has acertado, me moría por escuchar tu voz, no es muy dulce pero me vale
-
Serás… Mira que si vas por esa línea cuelgo – dijo Miriam con falso enfado.
-
¡Jajajaja! No te ofendas, que era broma – dijo Mike entre risas, después se puso más serio y bajando ligeramente el tono de voz continuó - me encanta tu dulce voz, y tu dulce boca, y todo tu cuerpo y… 116
-
Para, para o conseguirás que me ponga completamente colorada – le interrumpió Miriam – además, ya has conseguido que te ayude, ya no tienes que hacerme la pelota.
-
No te hago la pelota, es cierto todo lo que digo. Y también estoy encantado de que la chica que me gusta sea tan hábil con las manos.
-
La chica que te gusta, ¿sigues hablando de mí? – le preguntó incrédula.
-
Por supuesto, de quién si no, me gustas Miriam, mucho, más de lo que me quisiera – se sinceró Mike – pero, ¿te parece si lo hablamos el jueves en casa?, no me gusta hablar de estas cosas por teléfono. A Miriam el corazón le latía muy deprisa, pero Mike tenía razón, era mejor hablarlo
en persona: -
Sí, tienes razón, mejor lo hablamos cuando nos veamos – le respondió.
-
Sí, mejor – dijo él – pero… - sabía que su intuición no le fallaría pero necesitaba saberlo con certeza – Miriam…
-
Dime.
-
Sé que no ha pasado mucho tiempo desde que perdiste a tu marido, pero me preguntaba si yo… si tú tienes…, en fin, si…
-
Mike – le dijo ella entendiendo lo que le quería preguntar y no se atrevía – tú también me gustas, mucho, y también más de lo que quisiera. Mike suspiró aliviado, los dos tendrían mucho de lo que hablar. Después de unos
segundos de silencio, Miriam continuó cambiando de tema: -
¿Y cómo vamos a hacer el jueves?, tú mañana no trabajas, ¿verdad?
-
Tengo un par de vuelos por la mañana, de vuelta a Madrid y después a Santiago. Por la tarde tengo libre, si quieres nos podemos ver y tomar algo – se le ocurrió de repente a Mike.
-
No puedo, trabajo de tarde, pero lo que podrías hacer es ir preparando los cuartos para pintar, y si eso yo el jueves ya voy en mi coche después de dejar a los niños en el cole. 117
-
Bueno, sí claro – dijo Mike decepcionado – así ya me quedo allí a dormir, solo, sin ningún tipo de compañía, ¿no te daré pena?
-
Ninguna, con el trabajo que vas a tener seguro que acabas bien cansado y se te pasa el tiempo volando – le contestó Miriam divertida.
-
En fin, eres mala conmigo, ¿qué tengo que hacer? Después le explicó todo lo concerniente al trabajo que iban a hacer, quedaron de
verse ya el jueves en casa de Mike y se despidieron con un hasta mañana. Durante el siguiente día los dos trataron de ocuparse en sus trabajos y en sus vidas para mitigar un poco el deseo de ambos por encontrarse de nuevo. Mike se pasó la mañana volando y cuadrando todo para poder empezar las vacaciones sin problemas, mientras Miriam se la pasó dejando todo listo para que sus hijos pasaran la tarde con sus tíos y con la abuela en la playa, mientras ella trabajaba, y también ordenando las cosas que se iba a llevar para trabajar en la casa de Mike. Por la tarde, mientras Miriam la pasaba trabajando en la planta del hospital, Mike siguió todas las instrucciones que ella le había dado. Limpió, recogió y ordenó. Recibió todos los encargos que había hecho días anteriores y trató de colocarlo todo de la mejor manera posible. Cuando acabó ya se estaba poniendo el sol, cogió una cerveza de la nevera y salió al porche trasero a ver cómo se escondía en el mar. Era algo que le encantaba ver, como poco a poco el sol se iba ahogando en el mar en silencio, mientras pensaba que ese era el momento más mágico del día. Aunque esta vez no era eso lo que pensaba, si no en que sería más mágico si ella estuviese a su lado. A la mañana siguiente Miriam se levantó muy temprano, con los nervios apenas había dormido y ya no aguantaba ni un minuto más en la cama. No había recibido ni un solo mensaje de Mike desde que los dos habían hablado por teléfono, pero sólo pensó en seguir con lo que habían acordado. Después de dejar a sus hijos en la escuela de verano arrancó para la costa, con la música siempre alta para no escuchar demasiado sus pensamientos. Una hora más tarde 118
estaba en la puerta de la casa de Mike, al menos que se hubiese equivocado al tomar las señas que él le indicó, porque no veía su coche por ninguna parte. La casa era de piedra, de granito gris, rústica, con el tejado azulado, con las puertas y ventanas blancas, no era muy diferente de las que había por la zona, de una planta única y un gran jardín por la parte de atrás. Se veía que era nueva o al menos reformada. “Seguro que le costó una pasta”, pensó Miriam mirando la casa. Estaba muy cerca del mar y tenía unas vistas espectaculares desde allí. Como no estaba segura de que esa fuese la casa, llamó a Mike, pero el teléfono le daba apagado. Así que se arriesgó, aunque era muy temprano llamó al timbre. Mike llevaba ya un buen rato levantado y preparado para el trabajo, quería causarle buena impresión, acababa de hacer café y había preparado un desayuno espectacular. Estaba preparando todo en la terraza para comer cuando sintió el timbre. Dejó las servilletas encima de la mesa y salió a abrir. -
¡Hola! – dijo en cuanto la vio allí de pie delante de su puerta, preciosa con el pelo suelto y revuelto, con un vestido blanco ibicenco largo hasta los pies y sandalias de cuero.
-
¡Hola! – respondió ella con una sonrisa tímida, llevaba todo el camino pensando en cómo saludarlo, si besarlo directamente o sólo decir hola o qué hacer, hacía tanto tiempo que no se encontraba en una situación así que no tenía ni idea de cómo actuar. Por suerte, fue él quien tomó la iniciativa. Tomó la cara de Miriam entre sus manos y
la besó lenta y suavemente, convirtiendo ese beso en algo más que un saludo. Aunque deseaba fervientemente que no se acabara nunca, pronto separó sus labios, de lo contrario seguro que ese día no terminarían nada de lo que se habían propuesto hacer. Se miraron a los ojos durante unos segundos y después la llevó a dentro de la casa sin soltarle la mano.
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-
Llevo un rato esperando a que llegues, mira, he preparado el desayuno – le dijo a la vez que le señalaba la mesa de la terraza – espero que vengas con hambre. Cruzaron el salón y salieron por la puerta de cristal. La mesa estaba impecablemente
puesta con servicio para dos personas y varios platos con comida, fruta, café, leche, tostadas, tortitas, había de todo. Y en el medio, un fino jarrón de cristal con una rosa blanca. Miriam se quedó totalmente sorprendida por todo lo que estaba viendo, y era incapaz de articular palabra. -
Está… está genial todo, gracias – dijo por fin – y la rosa, es preciosa.
-
No más que tú – dijo Mike en un susurro. Miriam sonrió y se sentó donde él le indicaba.
-
¿Qué vas a tomar? ¿café, leche, tostadas? – preguntó Mike mientras se sentaba frente a ella.
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Todo tiene una pinta estupenda, de verdad, pero yo…
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Ya desayunaste, ¿verdad? Sabía que debería haber preguntado antes – dijo Mike maldiciendo para sí.
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La verdad es que sólo tomé un café, no soy de mucho comer cuando me levanto.
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Pero de eso ya hace un rato largo, ¿no tienes hambre? ¿Ni un poquito? Miriam se apiadó del pobre hombre que había preparado todo aquel festín y probó
una tortita y un poco de zumo, después siguió con las tostadas y con un café con leche, y se sorprendió del hambre que le había entrado de repente. -
Perdón – dijo entre bocado y bocado – te juro que no tenía hambre, pero es que está todo tan rico que se me ha abierto el apetito.
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No debes pedir perdón por eso, es una delicia ver comer a una mujer sin preocuparse por los kilos, la mayoría de las que conozco no se habría comido ni la cuarta parte.
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¡Ay dios! Es que estoy comiendo mucho, ¿no? Debes pensar que soy una lima.
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Pienso que eres preciosa, nada más – dijo él mientras bebía un poco de café.
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Eres un encanto, pero mejor será que pare o lo lamentaré después, no soy de las que mide su peso ni cuento las calorías de lo que como, pero tampoco debo pasarme – dijo Miriam acabando el café.
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No digas tontería, tienes un cuerpo envidiable y más después de dos embarazos, así que porque comas bien un día no pasa nada.
-
¡Uy! Tendrías que haberme visto hace unos años. Después de nacer Gabi me descuidé bastante y me puse enorme, de hecho mi marido solía reprochármelo a menudo, lo que me daba más ansiedad y comía más – dijo con tristeza.- Después me quedé embarazada de Laura y pasó todo lo de Javi. Con eso apenas cogía kilos en el embarazo, más bien los perdía. El parto de Laura fue algo complicado y tuve que pasar más tiempo de lo debido en el hospital, así que cuando salí ya había perdido casi veinte quilos. No me quedó más remedio que empezar a hacer ejercicio en cuanto me recuperé del todo, porque me colgaban hasta las orejas – Mike se echó a reír ante aquel comentario – no te rías que es verdad, tenía más pellejos que un shar pei, tuve que ponerme las pilas y volver a entrenar y hacer todo tipo de actividades para volver a tener alguna forma. Más que figura lo que estaba era desfigurada – dijo con toda naturalidad. Mike no dejaba de reír.
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Realmente eres increíble, y después de todo eso mírate, con un cuerpo diez.
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Yo más bien diría un siete o un ocho, nunca he querido llegar al diez, la verdad. Realmente me gusta comer, y me lo paso bien en el gimnasio y en la escuela de baile, así que compenso una cosa con la otra.
-
¿Escuela de baile? ¿Practicas baile? – preguntó Mike realmente interesado.
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Baile moderno realmente y street dance, aunque también voy a alguna clase de aerobic y danza del vientre, siempre que me lo permite mi horario, claro.
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¡Vaya! No dejas de sorprenderme. Bailas, cantas, pintas, ¿qué más?
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Bueno, no es para tanto, de joven bailaba, quería ser profesional, era lo que más deseaba en el mundo. Me estaba preparando, incluso llegué a presentarme a algunos castings para grupos de coreografía de la tele, y no lo hacía mal realmente, ya me estaba acercando. Aunque después pasó el accidente y todo acabó.
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¿Tuviste un accidente?
-
Sí, con diecinueve años – contestó Miriam y le siguió contando - mientras cruzaba una calle un coche se saltó un semáforo y me golpeó, no fue demasiado grave pero sí lo suficiente para hacerme polvo un tobillo y tener que dejar lo del baile profesional.
-
Lo siento, debió ser duro para ti.
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Lo fue. Lo peor fue el dolor, el físico y el mental – dijo sin querer decir más - pero la experiencia me sirvió para conocer otra profesión que me llamó tanto la atención que decidí dedicarme a ello por completo. Y así fue cómo llegué a ser enfermera – terminó gesticulando con las manos. Miriam sonrió y se levantó, el tiempo pasaba y había mucho que hacer, y además
había cosas de las que aún no estaba preparada para hablar. -
Pero ahora, comandante – le dijo mientras le tendía la mano – es hora de ponerse a trabajar o no seremos capaces de acabar a tiempo.
-
Tienes razón – dijo Mike agarrándola con fuerza mientras se ponía de pie y se acercaba a ella – mejor será que empecemos – y la volvió a besar, esta vez fue más intenso, más apasionado. Durante unos segundos se dejaron llevar por la corriente que los recorría a ambos, besándose y acariciándose, hasta que Miriam se fijó en los botes de pintura que había en el salón y recordó la razón de ese encuentro.
-
Esto está muy bien – dijo tomando aliento – pero si no empezamos ya realmente no daremos acabado a tiempo.
-
Tienes razón – respondió Mike respirando con dificultad y sin dejar de sostenerla en sus brazos – deberíamos empezar.
-
Sí, dime dónde puedo cambiarme.
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¿Para qué? Estás muy guapa con este vestido.
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Gracias, pero no es nada cómodo para pintar además de ser muy blanco – dijo Miriam mirándose el vestido - mejor dime ya para que pueda ponerme el mono de trabajo.
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Ven conmigo – y sin soltarle la mano la fue dirigiendo por la casa enseñándole todas las estancias – y por cierto – le fue comentando por el camino – en esta casa las
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paredes son de piedra, y de la gruesa, apenas conseguirás cobertura dentro, si lo necesitas mejor será que te dé el número fijo de la casa por si tienen que localizarte. -
Después de comer los llamo yo a ver cómo están y si eso se lo doy. Ahora entiendo, cuando llegué no estaba segura de la casa y te llamé, pero me dio apagado.
-
Sí, cuando llego lo primero que hago es apagar el móvil, en total no me sirve de mucho, y sólo las personas que realmente me interesan tienen el número de la casa. Así puedo estar más tranquilo – le dijo y siguió enseñándole el lugar. La casa contaba con cuatro dormitorios, salón, cocina y tres baños. Además de los
dos cuartos que tenían que reformar había un estudio a modo de biblioteca, lleno de libros, con un buen equipo música y un pequeño sofá para leer. Y lo que debía ser el dormitorio principal. Era amplio y con varios ventanales que daban al mar y a la montaña, todas las estancias que daban al jardín trasero tenían grandes ventanas y puertas de cristal. Estaba decorado con muebles de diseño en color wengué que contrastaban con la forma rural de la casa, y con una pequeña chimenea al lado de la puerta. Pero a Miriam lo que más le llamo la atención fue que la ropa de la cama era negra, totalmente negra. “Sexo entre sábanas negras, simplemente delicioso”, pensó sonrojándose al momento, por lo que bajó la cabeza para que la cubriera el pelo y dejó la bolsa que traía encima de la cama. -
¿Te gusta mi casa? – preguntó Mike orgulloso.
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Mucho, tienes una casa espectacular, la verdad – respondió ella sin mirarlo directamente.
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Eres la primera mujer que entra aquí, incluso la primera que entra en mi casa, bueno, exceptuando a la vecina de al lado, que a veces se pasa para traerme bizcochos y cosas así. Los vecinos de alrededor son muy buena gente.
-
Seguro que esa mujer quiere algo contigo – dijo ella sonriendo, y sintiéndose especial por ser la primera en entrar allí.
-
Lo dudo, tiene unos setenta años y un marido con mal genio – le respondió riéndose Ahí tienes un baño, puedes cambiarte ahí, mientras yo también me pondré algo más cómodo. 123
Miriam se dirigió hacia donde le había indicado Mike, con la ropa que traía en la mano. Se puso una camiseta vieja y un peto de tela que usaba para estas cosas, unas deportivas viejas y se recogió el pelo en un moño que después tapó con un pañuelo de colores. Cuando iba a salir pudo ver por la puerta entreabierta que Mike sólo tenía puestos unos vaqueros desgastados, mientras rebuscaba en el armario algo que poder ponerse. Durante un minuto completo siguió recorriendo de arriba abajo ese cuerpo que Mike tenía tan bien definido, cada uno de sus músculos, los pectorales y los abdominales, los hombros anchos y los brazos bien desarrollados, justo como a ella le gustaba. Mike vio a través del espejo del armario que estaba siendo observado y sonrió sin que lo viese. Después se dio la vuelta y le preguntó alzando la voz: -
¿Todo bien ahí dentro?
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Sí, sí – respondió Miriam mirando hacia otro lado. “ ¿Pero qué narices te pasa?”, dijo en voz baja mirándose al espejo, “ni que fuera la primera vez que ves a un hombre semidesnudo, bueno uno como ese sí, es verdad, pero deja de comportarte como una hormona con piernas y sal de una vez, que ya no tienes dieciséis”. Tomó aire y salió del baño. Después fueron los dos a la habitación en la que dormiría la pequeña y Miriam le dio
instrucciones a Mike para empezar el trabajo. Mientras él pintaba el techo y las paredes siguiendo las indicaciones de Miriam, ésta sacó unos pequeños altavoces de su bolso y encendió el mp3, era incapaz de hacer nada sin música. Subió el volumen y se dejó llevar por la música mientras se dedicaba a dibujar en una pared de la habitación de enfrente lo que había diseñado para el cuarto de juegos. En un par de horas la primera habitación ya estaba lista, entonces Mike se fue a la habitación en la que Miriam estaba trabajando. Cuando entró se la encontró de rodillas en el suelo pintando con un rodillo pequeño lo que sería el verde del prado. Estaba tan concentrada cantando “Titanium” a dúo con Madilyn Bailey que ni se enteró que Mike la estaba observando. Cuando la canción acabó, puso el rodillo en la paleta para seguir pintando y sintió su aliento en la nuca: 124
-
¿Realmente eres tan dura? – le susurró al oído.
-
Al menos debería serlo – respondió ella en tono melancólico.
-
Conseguiré que te acabes fundiendo, lo sabes, ¿verdad? – su tono era cada vez más sugerente.
-
Ya lo estás consiguiendo – lo miró de reojo con el aliento entrecortado, tenerlo tan cerca y no tocarlo era más de lo que podía soportar. Él le dio un ligero beso en su nuca que hizo que toda su piel se estremeciese
pidiendo más. -
Bonito tatuaje – por fin conseguía verlo bien, era una serpiente semi enroscada formando curvas suaves y sinuosas, justo en el medio de la nuca. - ¿Qué significa?
-
Nada en particular – respondió Miriam mientras seguía pintando – para mí tiene un significado especial pero por sí solo no tiene ninguno.
-
¿Y no me lo vas a contar?
-
Eres muy curioso, ¿no te lo han dicho nunca? – dijo ella sonriendo.
-
La verdad es que sí lo soy, cuéntamelo anda.
-
No es nada, era un anillo de plata que mis padres me regalaron cuando cumplí los dieciséis, me encantaba aquel anillo, nunca me lo quitaba y más cuando mi madre me contó que lo había escogido mi padre, hasta que se me rompió con el desgaste. Un día lo metí en el bolso para llevarlo a arreglar, me robaron el bolso y nunca más lo recuperé. Eso pasó después de morir mi padre, me sentí tan mal por haberlo perdido y tan desnuda que pensé que tatuármelo era una buena forma de recuperarlo. Es como mi señal de identidad.
-
Realmente es especial, ¿tienes más?
-
Otros dos, en la muñeca izquierda llevo las iniciales de los nombres de mis hijos enlazadas, ¿ves? – extendió el brazo para que él lo pudiese ver bien, una G y una L entrelazadas, encima de lo que parecía ser una cicatriz, una fina línea rodeando la muñeca. Mike siguió la línea con su pulgar y Miriam retiró rápidamente el brazo:
-
¿Esa cicatriz…? – quiso preguntar Mike aunque temía cuál podía ser la respuesta.
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-
Tonterías del pasado, nada más – Miriam se consideraba una mujer abierta y extrovertida, pero seguía habiendo episodios de su pasado de los que no le gustaba hablar, por miedo o por vergüenza, pero no los tocaba. - ¿y tú? ¿tienes alguno, don curioso?
-
No, siempre me han dado miedo las agujas. Pero dijiste dos más, ¿dónde tienes el tercero? – le preguntó mientras buscaba otro dibujo en su piel con la mirada.
-
El tercero está en un lugar muy privado que sólo dejo ver en determinados momentos, y éste, caballero – le dijo poniéndole el dedo índice en el pecho para alejarlo de ella - no es uno de esos. ¡A pintar! – le ordenó y le empujó haciendo que se cayese sentado. Él volvió a ponerse en cuclillas y le volvió a susurrar en el oído:
-
Antes de que acabe el día me lo enseñarás. Se levantó y se fue a pintar el resto de la habitación, dejándola sin aliento sentada
en el suelo y con el pequeño rodillo en la mano. Cuando llegó la hora de comer, tal cual estaban fueron a un bar que había cerca de la casa. Entre platos tradicionales y buen vino, pasaron un par de horas comiendo y charlando en la terraza. Miriam se enteró de que a Mike le llamaban el Yanki por la zona, llevaba años en España y aquí había nacido pero siendo un crío se trasladó con su familia a los Estados Unidos y allí había crecido. -
Mi madre era de un pueblecito similar a ese, también de la costa gallega – le empezó a contar Mike - pero siendo muy joven se quedó huérfana y, junto con su hermana se tuvieron que ir a la capital a trabajar. En Madrid, en la base militar, entró a trabajar como sirvienta en la casa de un comandante de aviación y allí conoció al que iba a ser el padre de sus hijos, un piloto americano. Fue amor a primera vista, y poco después se casaron. Cuando yo tenía unos seis años destinaron a mi padre de vuelta a su país y todos nos fuimos con él. Después de nacer los mellizos, como mi padre iba de una base a otra, decidieron que lo mejor era que se afincaran en San Francisco, donde estaba la mayoría de la familia de mi padre, así Amelia, mi madre, y nosotros estaríamos más arropados. 126
“Años más tarde mi padre murió en unas maniobras, cuando yo era un adolescente, y al crecer sus hijos mi madre pensó que debía volver a España. Su hermana estaba viviendo en Barcelona por aquel entonces y se fue con ella llevándose a los mellizos. Yo estaba en la academia militar, quería seguir los pasos de mi padre, y preferí quedarme para continuar mi carrera.” “Conseguí ser piloto y llegué a combatir en la guerra de Afganistán, viendo y viviendo situaciones totalmente inhumanas por las que nadie debería pasar, por eso cuando acabé el contrato con en el ejército pensé que mi futuro no estaba ahí y me hice piloto comercial. Regresé a España, donde conocí a mi ex, viví en Barcelona un tiempo hasta que encontré este lugar, necesitaba salir de allí, por muchas razones, así que compré esta casa que estaba medio en ruinas, la restauré y lo demás es lo que ves.” Mike nunca hablaba de su vida con las mujeres, realmente nunca hablaba de su vida con nadie, era muy reservado, sólo sus mejores amigos y su familia sabían por lo que él había pasado y no era tema de conversación para entretener a una conquista. Pero con Miriam se sentía tan cómodo que le resultaba fácil hablar, lo mismo que le sucedía a ella con él. -
Pues sí que has dado vueltas en esta vida, de Madrid a Estados Unidos, de allí a Afganistán, de vuelta para aquí a Barcelona, y después de todo terminas en un pueblecito de Galicia, medio escondido por las montañas - le dijo Miriam - ¿cuál será el siguiente lugar?
-
No, no creo que me mueva ya de aquí, éste es el lugar al que quiero regresar cuando tenga que dejar de volar.
-
Pero aquí no tienes a nadie, hasta tu hija está en Barcelona, ¿no te sientes solo?
-
A veces - respondió encogiéndose de hombros – espero que algún día mi soledad se acabe, si encuentro la compañía adecuada. Nunca se sabe.
-
Eso es cierto. Brindemos porque la encuentres – y ambos chocaron sus copas de vino. Unos minutos más tarde volvían a la casa para continuar con su trabajo. Durante lo
que quedaba de tarde tuvieron que trabajar duro y rápido para terminar de pintar las dos
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habitaciones, el mural estaba listo en la habitación de juegos, pero aún quedaba limpiar y recoger todo para poder colocar las estanterías y el resto de los muebles. Mientras Mike desembalaba los muebles, Miriam recogía y entre los dos colocaron todo a su gusto. Al terminar con esa estancia, fueron a la otra habitación, Miriam había pintado en la pared el cabecero que había diseñado días antes y en ese mismo lugar colocaron la cama. Después el resto de los muebles. Poco a poco aquello iba tomado forma hasta que, al final de la tarde, consiguieron acabar el trabajo. Los dos se sentaron en el suelo de la habitación, completamente exhaustos, empapados en sudor y con pintura por todas partes. Mientras degustaban una cerveza bien fresquita no paraban de mirar y admirar lo que veían a su alrededor. Mike se sentía feliz por cómo había quedado todo y estaba seguro de que a su pequeña todo aquello le iba a encantar. -
Es impresionante lo que hemos hecho aquí – dijo sin apartar la vista de las paredes y de los dibujos que Miriam había hecho – es como de ensueño, una habitación digna de una princesa.
-
Así debe ser, ella al fin y al cabo es tu princesa – dijo Miriam sonriendo.
-
Y todo te lo debo a ti, no sé cómo agradecerte todo lo que has hecho aquí, todo… esto… - dijo Mike señalando a su alrededor con la botella – no hubiese sido posible sin tú no llegas a ayudarme. ¿Cómo te lo puedo pagar?
-
No me debes nada, me doy por satisfecha si a tu hija le gusta, nada más.
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Eres… eres increíble – y se abalanzó sobre a ella para besarla. Los dos cayeron al suelo rodando mientras se besaban, cada vez más y más
intensamente, con verdadera pasión. Mike se quitó su camiseta de un solo movimiento mientras Miriam recorría su piel con los dedos. Se miraron durante unos segundos, pidiéndose permiso el uno al otro para continuar, ambos se deseaban mutuamente desde el primer instante en el que cruzaron sus miradas, y ésta era la oportunidad que estaban esperando.
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Mientras Mike recorría el cuello de Miriam con pequeños besos ella acariciaba su espalda con movimientos suaves. Los dos estaban disfrutando de cada roce y de cada caricia como si de la última se tratase. Mike obligó a Miriam a girarse para sentarla encima de él y le soltó las tiras del peto sin dejar de besarla, le quitó la camiseta y el sujetador con un hábil movimiento, mientras seguía besándole el cuello y el pecho. Ella notaba a través de la tela la excitación de Mike que pugnaba por salir, haciendo que su deseo por tenerlo dentro de ella aumentase por segundos. Volvió a girarla para tumbarla en el suelo, y besar lentamente su vientre mientras terminaba de desnudarla. El único hombre hasta el momento en su vida había sido su marido, sería de esperar que sintiese una enorme vergüenza por estar desnuda delante de otro que no fuese Javi, pero se sorprendió a sí misma reconociendo que no era así. Con Mike todo fluía de manera natural, sin miedos ni complejos, lo deseaba como nunca a nadie y él a ella, mientras él seguía acariciando y besando aquella suave piel que lo traía loco. Se incorporó ligeramente para quitarse los pantalones y los calzoncillos de un golpe, exponiendo su enorme erección y volvió a cubrirla con su cuerpo, el mismo que pedía a gritos estar dentro de ella. Con cada caricia fue abriendo poco a poco el centro de su deseo hasta conseguir que ella estuviese completamente preparada y la penetró lentamente, con movimientos suaves haciendo que se abriese totalmente para recibirlo. Después, sus movimientos se fueron haciendo cada vez más fuertes y certeros, llevándola al límite de sus fuerzas sin que opusiese la menor resistencia. Ella se dejó llevar por lo que sentía en su interior con cada empuje, explotando entre sus brazos hasta caer rendida entre oleadas de placer. Poco después fue él el que se dejó llevar por esa corriente que sentía y la penetró más fuerte deshaciéndose en su interior, y cayendo encima de su pecho mientras trataba de recuperar el aliento. Fuera anochecía y la música seguía sonando, las notas de la dulce voz de Annaliese pidiendo que se aferrase a ella para luchar por el amor los envolvían mientras seguían acariciándose y besándose, en silencio. Ninguno podía describir con palabras lo que habían sentido momentos antes, sólo podían mirarse a los ojos y sonreír. Aunque ninguno
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decía nada al respecto, aquella había sido como la primera vez para ambos, sin esa torpeza, pero sí con la misma pasión y la misma intensidad. Mike pensó que era mucho peso para ella y se dejó caer hacia un lado. Mientras seguía las curvas de su cuerpo con el dedo arriba y abajo pensaba en lo afortunado que era por estar con una mujer como ella, por haber tenido la oportunidad de disfrutar de su cuerpo y de su alma en aquel momento de placer y decidió que quería que aquello ocurriese más y más veces. -
¿Cómo estás? – le preguntó mientras la besaba con ternura.
-
Bien, realmente bien, ha sido, sin duda, la mejor experiencia que he tenido en muuuuucho tiempo – le respondió ella sin apenas voz, lo que había sentido no era ni de lejos lo que su marido le había hecho sentir alguna vez, y la emoción la embargaba.
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Me alegro mucho, ven aquí – y la atrajo hacia él para envolverla con sus brazos. Miriam se lo agradeció con un beso en el pecho, en ese momento necesitaba sentirse mimada y amada aunque no fuese real, necesitaba sentir que era especial para él. Y para él eso era fácil de cumplir, porque realmente era lo que sentía, ella era muy especial y creía que, sin quererlo, se estaba enamorando. Pasaron un rato así hasta que se oyó el crujido de las tripas de los dos, era ya hora
de cenar y el hambre los iba a devorar a ellos. Mike se levantó y le ofreció una ducha antes de salir a cenar, que ella aceptó encantada. Aquella ducha le sentó de maravilla, y en su soledad pudo recordar cada beso y cada caricia que aún sentía en su piel. Después se vistió y esperó a Mike en la cocina. Se estaba muriendo de hambre así que se puso a preparar una tostada, cuando ya estaba acabando sonó el teléfono de la casa y contestó: -
¿Diga? Una voz femenina muy sorprendida respondió al otro lado del teléfono:
-
Mike por favor.
-
En estos momentos se está duchando, de parte de quién le digo.
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Sonia, puedes decirle que soy Sonia – “¿quién será ésta? Lucas me aseguró que estaba sólo en su casa de la playa y que nunca llevaba a nadie allí, ni a ellos mismos, pero se va a enterar esta zorrita”, pensó Sonia.
-
Pues si esperas un momento voy a buscarlo.
-
No deja, si no te importa, ¿puedes darle un recado? - le dijo con fingida amabilidad.
-
Sí, claro, como no – Miriam dejó la tostada encima de la mesa y buscó papel y lápiz para escribir lo que aquella mujer le iba a decir. Lo encontró todo al lado de la base del teléfono. – ya está, dime, ¿qué le tengo que decir?
-
Dile que ayer me lo pasé genial por la noche, que estuvo increíble y que cuando quiera lo podemos volver a repetir. Miriam se quedó blanca y totalmente helada.
-
Se lo dirás, ¿verdad, monina? Es que después de lo de anoche no puedo dejar de pensar en volver a estar con él en esa casa. Tú me entiendes, ¿verdad? Tras este comentario, Miriam pasó del blanco al rojo en décimas de segundo, su ira
iba creciendo a pasos agigantados, no sólo había estado con otra mujer justo el día anterior, si no que le había estado mintiendo. Sin duda ella no era la primera en pisar aquella casa. -
Tranquila, aquí se lo dejo, y que te llame en cuanto lo lea – le respondió con la misma amabilidad.
-
Gracias chica, de verdad muchas gracias. Adiós.
-
Adiós. Las dos colgaron a la vez. Miriam se quedó con el teléfono en una mano y en la otra
el lápiz, lo único que quería era salir corriendo de allí. Escribió una nota que dejó junto al teléfono, recogió rápidamente sus cosas y se marchó. Dos minutos después, Mike apareció por la puerta de la cocina. -
¿Qué te apetece cenar, Miriam? ¿Miriam? – pero nadie contestó. 131
La buscó por toda la casa pero no la encontró, ni tampoco su bolso ni la ropa que había traído para pintar. Se asomó por la puerta y vio que no estaba su coche. Volvió corriendo a la cocina y encontró la nota: “Te acaba de llamar Sonia, dice que lo pasó muy bien ANOCHE contigo en esta casa, y que le gustaría repetirlo. Llámala. Pdta: no me busques” -
¡Mierda! Juro que de ésta la mato.
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Capítulo 9 Mike pensó en salir corriendo detrás de ella después de llamarla varias veces, pero ya era de noche y era muy probable que no lo quisiera ver, debía estar pensando lo peor de él. Cogió el teléfono y marcó: -
¿Se puede saber cómo coño tiene Sonia el número de esta casa? – estaba tan furioso que hasta agradecía encontrarse solo en ese momento.
-
¡Tío! Tranquilo, creí que te gustaría tener algo de compañía antes de pasarte un mes entero sin sexo – respondió Lucas desde el otro lado del auricular, sin darle demasiada importancia al tono de voz que usaba su amigo – me llamó diciendo que no te encontraba y que quería disculparse contigo por lo de la última vez, y ya sabes lo bien que se disculpa esa pelirroja – le explicó con una media sonrisa.
-
Sabes muy bien que este número es sólo para emergencias, y que a esta casa vengo solo – Mike hablaba despacio, marcando las palabras para contener su rabia.
-
Ya, pero pensé…
-
¡Ése es el problema, Luc, que piensas demasiado! – Mike contuvo la respiración y se tapó los ojos con la mano libre, para intentar calmarse. En el fondo su amigo tampoco tenía la culpa de nada, él no les había dicho a sus amigos lo que estaba pasando con Miriam. Lucas estaba totalmente descolocado, creía que le estaba haciendo un favor y, en
vez de eso, parecía que había metido la pata: -
Perdóname Mike, sé que no te gusta que demos tu número, mi intención no era crearte problemas, te lo juro – dijo Lucas realmente sentido.
-
No – respondió el piloto intentando calmarse – perdóname tú. La culpa es mía por no haberte dicho que no iba a estar solo, y ahora… La muy… Llamó y ella cogió, a saber lo que le ha dicho pero se ha ido corriendo, y no sé muy bien qué hacer – Mike se estaba empezando a agobiar con todo lo que estaba sintiendo. 133
-
¡Mike! No entiendo nada, ¿qué es eso de que no estabas solo? ¿y quién salió corriendo? ¿Estás bien, amigo? – el tono de voz del piloto lo estaba preocupando.
-
No, Luc, no estoy bien. Creo… creo que por fin la encontré, y ahora no contesta a mis mensajes. Debe estar pensando lo peor.
-
A ver, espera, explícate, y empieza por el principio, ¿con quién estabas?
-
Con Miriam – le confesó por fin – estaba con Miriam.
-
¿la chica que salvó al pasajero? ¿con la que habías quedado en Madrid? – preguntó Lucas totalmente sorprendido.
-
Sí, ella era la que me estaba ayudando en la casa con lo de mi hija. Es una mujer maravillosa, si la conocieras… Es increíblemente fuerte e independiente, es divertida, se le da muy bien lo de pintar, y además baila y canta, y muy bien. Es tan hermosa, y…
-
¡Mike, me estás asustando! Hablas de ella como si te estuvieses enamorando – Lucas no podía estar más sorprendido, Mike no creía en el amor desde lo de Véronique, o al menos eso era lo que les había hecho creer a todos.
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No sé realmente lo que siento, pero desde luego ella no es flor de un día – dijo mirando la rosa blanca que seguía en el jarrón – pero ahora se ha estropeado todo. Tuvo que hacer su aparición la otra loca para fastidiarlo todo, como siempre. Llamó y le dijo que habíamos pasado la noche juntos, aquí, o al menos eso creo porque Miriam se fue sin darme la oportunidad de explicarle, sólo ha dejado una nota.
-
Lo siento, lo siento de verdad, yo no sabía nada, se suponía que iba a disculparse, me lo prometió – dijo Lucas con desesperación, deseaba tenerla delante para darle su merecido por haberlo usado de esa manera – si quieres hablo yo con ella y se lo explico. Seguro que así se soluciona.
-
No, no, esto debo arreglarlo yo, no sé cómo pero conseguiré que me escuche. Ahora lo único que necesito saber es que ella está bien, que llega bien.
-
¿Quieres que me acerque hasta su casa? – preguntó Lucas deseoso de ser útil de la forma que fuese – puedo ver cómo está y hablar con ella.
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Dudo mucho que le gustase tu presencia, posiblemente te echase o algo así. No, mejor sólo acércate y comprueba que llega bien. Conducir a estas horas es…
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No te preocupes, dame su dirección. – respondió Lucas decidido a hacer lo que fuese por su amigo. Dos minutos después, Lucas estaba en un taxi con la dirección que acababa de
apuntar en la mano. Miriam conducía muy rápido, tenía miedo de que él la estuviese siguiendo y no quería verlo. Debía tener al menos una docena de llamadas perdidas en el móvil, y algunos mensajes, pero no quería ni podía estar con él después de lo que sabía. Se había dejado llevar como una colegiala por sus palabras y por sus caricias y ahora creía que todo era mentira, un ardid más para conseguir otra muesca en el cinturón. Por un momento había llegado a pensar que ella era algo más, sabía que un hombre como él habría estado con un sinfín de mujeres, que sería un conquistador, pero realmente llegó a creer que ella era especial. Al llegar a una rotonda un coche se le metió delante de forma indebida y tuvo que frenar en seco. Apenas un segundo duró la frenada, aunque para ella fue eterno. Los coches quedaron a escasos centímetros el uno del otro, y ella se puso tan pálida que uno de los pasajeros se asustó y bajó corriendo para ver si la mujer estaba bien. Ella asintió con la cabeza y el chico le pidió perdón en nombre suyo y del conductor del otro vehículo. Eran unos chicos muy jóvenes que venían divirtiéndose en el coche y ni siquiera miraron si podían o no seguir, pero el susto también se les había metido a ellos en el cuerpo, y después, cuando el chico volvió a su sitio, el coche arrancó y se alejó lentamente. Mientras, Miriam seguía en el suyo con los brazos y la cabeza encima del volante, respirando con dificultad e incapaz de contener las lágrimas. “Sólo basta un segundo para que toda tu vida pueda cambiar para siempre”, pensaba. En tan sólo un segundo podría haber dejado a sus hijos completamente solos, y todo por alguien a quien apenas acababa de conocer. ¿Y qué si tenía otras mujeres? ¿Y qué si ella no era especial? Él tampoco tendría porqué serlo para ella, lo más importante eran sus hijos, su razón de vida y nada ni 135
nadie debería interferir en eso. Se secó las lágrimas con determinación, arrancó el coche y siguió su camino. Media hora más tarde, aparcó delante del portal, sólo quería llegar a casa, abrir una botella de vino y tomarse una copa en la terraza sin que nadie la molestase. Los niños se quedaron en casa de la abuela a dormir así que podía disfrutar de un momento de paz en soledad. Cuando estaba metiendo la llave en la cerradura del portal se sintió observada, miró hacia ambos lados de la calle pero allí no había absolutamente nadie, tan sólo un taxi al fondo de la calle que debía estar esperando a alguien porque demoraba bastante en marcharse. “Hasta paranoica me estoy volviendo”, pensó y entró por fin en su casa. -
¿Mike?
-
Dime, ¿la has visto? ¿está bien? –
Mike contestó de inmediato, el piloto se
encontraba como animal enjaulado dando vueltas por el salón, sabía que la noche iba a ser larga igualmente, pero necesitaba saber que ella estaba sana y salva. -
Acaba de llegar – contestó Lucas – por suerte no se ha dado cuenta de que estoy aquí. ¿Quieres que hable con ella?
-
No, mejor no, mañana será otro día, como dice Jose. Le he dejado como veinte mensajes y otras tantas llamadas, ahora seguro que no quiere ni olerme, mañana lo volveré a intentar – dijo su amigo con tono de resignación.
-
¡Ok! ¡cómo gustes! ¿te veo mañana entonces?
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Sí, salgo a las seis para Barcelona, comeré contigo antes.
-
Pues hasta mañana amigo, e intenta descansar – dijo Lucas.
-
Prometo intentarlo, al menos – Mike sonrió amargamente – hasta mañana –colgó y dejó caer el teléfono en el sofá mientras él se acercaba a la ventana para buscar algo de luz entre aquella oscuridad. Esa no era la idea que se había hecho de cómo iba a pasar esa noche, pero todo se
había torcido. De todas formas, ¿cuál había sido su pecado? ¿Qué habría sido lo que le había dicho realmente Sonia para que ella se fuese así? ¿Sólo lo que ponía en la nota? Eso significaba que ella no confiaba en él. Siguió dándole vueltas al tema durante horas hasta 136
que se encontró tan cansado por todo lo acontecido ese día que decidió que lo mejor era irse a dormir, el día que le esperaba no iba ser mucho más tranquilo que el que había sido éste. Pero al pasar por las habitaciones de su hija tuvo que parar y entrar, se quedó unos minutos mirando aquel mural recordando el momento exacto en el que la observaba pintar mientras cantaba que era de titanio. ¿Sería así de verdad? Recordaba cómo había apartado la mano cuando le acarició la cicatriz, estaba seguro que aquello era algo de lo que no le gustaba hablar por algo, y se preguntaba si ese algo tendría aún influencia en su vida. Al fin y al cabo, cada uno de nosotros nos vamos haciendo a partir de las huellas de nuestro pasado, éste siempre está ahí. Y él era consciente de ello como nadie. Aquella noche las horas pasaron lentamente para los dos, mirando cada uno al techo de sus respectivos cuartos. Al llegar el alba, se levantaron porque ya estaban cansados de dar vueltas en la cama sin llegar a ninguna parte. Miriam ocupó su tiempo en preparar todo lo necesario para pasar un día completo en la playa con sus hijos y con su madre, mientras lo hacía pensaba que ahora ya no podría visitar aquella que tanto le gustaba, porque seguro que se encontrarían con él y con su hija, y entonces no sabría cómo actuar. Se había acostado con él y seguro que para nada podría tratarlo como a un extraño, ella no era así. Pero tampoco con rencor porque finalmente entre ellos no había llegado a haber una relación. Por su parte, Mike empezó a preparar una bolsa con algo de ropa para ir a buscar a su hija. Por un lado deseaba poder verla lo antes posible, aunque por el otro ojalá tuviese un día más para poder solucionar su problema con Miriam. Cuando acabó salió al jardín y se quedó un rato mirando la playa completamente vacía e imaginándose que ella podría estar por allí con sus hijos, jugando en la arena y tostándose al sol. Aunque dudaba que alguna vez la volviese a ver por allí si no trataba de hablar primero con ella. Aún le quedaban horas para tomar el vuelo y ya no se le ocurría más que hacer. Pensó que un paseo le serviría para despejar un poco su cabeza y bajó hasta la playa, todavía seguía intentando descubrir la manera de hacerse escuchar por Miriam. Llevaba toda la mañana 137
intentando hablar con ella pero era imposible, o tenía el teléfono apagado o directamente no le contestaba. Y necesitaba encarecidamente aclararle la verdad, y hacer que confiase en él. Pero no sabía muy bien cómo. Mientras, Miriam sentía la necesidad de desahogarse, de decir en voz alta lo que sentía por dentro y con nadie mejor que con Noe, por lo que la obligó a ir a la playa. A media mañana, ella, su amiga, su madre y sus hijos ya iban de camino. Llevaba el móvil apagado, no había parado de sonar en toda la mañana y ya se encontraba agobiada. "¿Para qué tanta insistencia? Ya ha conseguido lo que quería, ¿por qué no me deja en paz de una vez? ¿Será que lo que dijo esa mujer no era cierto? ¿Pero para qué mentirme entonces?", Miriam no dejaba de hacerse todas estas preguntas una y otra vez. Noe, que la conocía demasiado bien, prefirió no preguntarle por qué estaba tan callada por el camino, ese estado tan pensativo y que casi había parecido un sargento cuando le dijo que tenía que ir con ellos a la playa, sólo le hacían prever un día de pañuelos y helado a quilos, por lo menos. En cuanto pusieron un pie en la arena, Gabi y Laura se escaparon corriendo al agua, apenas dejaron que su madre les pusiera crema y demás, y la madre de Miriam les propuso a su hija y a su amiga que prepararan lo necesario para la comida mientras ella vigilaba a los niños en el agua. Miriam era como un libro abierto para su madre, y ésta sabía que a su hija le estaba pasando algo, pero también sabía que a Miriam había que dejarla tranquila mientras no se decidiese a contar lo que le sucedía, por alguna razón que aún desconocía sólo Noe podía preguntar sin llevar una mala contestación. Por eso prefirió dejarlas un rato a solas, ya se enteraría más tarde de lo que estaba sucediendo. Miriam y Noe fueron al lugar donde iban a comer, prepararon una mesa de piedra con todo lo necesario para comer y luego se dispusieron a preparar la ensalada y demás en el más absoluto silencio. Mientras Miriam estaba concentrada en cortar algunos tomatitos que tanto le gustaban a Laura, Noe no se pudo aguantar más y preguntó:
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¿Por qué estás tan callada? No has dicho ni una sola palabra desde que salimos de casa.
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Noe… Yo… - Miriam suspiró conteniendo todos los sentimientos que llevaban abatiéndola desde la noche anterior – Ayer me acosté con Mike – dijo sin más mientras seguía con la tarea.
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Pero… ¿y tan malo fue que te ha dejado tan desilusionada? – preguntó Noe sorprendida.
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No, malo no, al contrario, fue la mejor experiencia sexual de mi vida con diferencia – respondió Miriam dejando a su amiga aún más sorprendida.
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¿Entonces? ¿Cuál es el problema? Porque no entiendo qué te tiene así.
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Mike… - no sabía cómo decirlo sin que se le notara la rabia – Mike dijo que había estado la noche anterior completamente solo, y ayer me aseguró que yo era la primera mujer que entraba en su casa. Pero, justo después de lo que pasó, mientras él estaba en la ducha, llamó una mujer y me pidió que le pasara el recado de que se lo había pasado genial la noche anterior y que quería volver a repetirlo. La cara de Noe era un poema, por un lado estaba encantada de que su amiga por fin
tuviese un momento de felicidad increíble, y le estaba agradecida a Mike por eso, pero por otro, con lo que le estaba contando le estaban entrando unas enormes ganas de estrangularlo con sus propias manos. Ella más que nadie sabía lo frágil que podía ser su amiga en ciertos aspectos, aunque de cara a la galería aparentase ser la persona más fuerte del mundo, eso sólo era una fachada, y más de una vez la había tenido que sostener para que no cayese de nuevo en la depresión. Aunque había mejorado mucho desde que era madre, por dentro seguía siendo esa chiquilla llena de inseguridades que se apoyaba en los demás para seguir adelante. -
¿Y qué hiciste? – preguntó.
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Le dejé una nota con lo que me había dicho esa mujer y salí corriendo. Estaba tan furiosa y tan decepcionada que no quería estar ni un segundo más allí – le contestó Miriam.
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¿Por eso estás tan deprimida? – Miriam simplemente asintió con la cabeza - ¿Ni siquiera le diste la oportunidad de explicarse? – esta vez tampoco habló, sólo movió la cabeza en señal de negación, y Noe continuó – pero alma cántara, debiste esperar y que te diese una explicación.
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¿Y qué me iba a explicar, Noe? Tenía que haber esperado para que me dijese: “sí, claro, nena, es que cada día estoy con una, lo de antes sólo era para llevarte al huerto” - dijo Miriam intentando imitar la voz de Mike.
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¡Miriam! Eso no tendría que ser así. A lo mejor sólo era una mujer celosa intentando meter cizaña. Si te dijo que eras la primera en ir allí, ¿por qué tendría que mentirte? – Noe no soportaba la actitud derrotista de su amiga.
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Para conseguir que me acostase con él, por ejemplo.
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En fin – Noelia sabía que por ese lado no con su amiga tenía la batalla perdida - ¿has hablado con él o algo?
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No, tengo un montón de mensajes y de llamadas perdidas de él, pero no quiero hablar con él. Es mejor así – respondió Miriam sin mirarla.
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¿Por qué?
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Porque si hablo con él intentará liarme con alguna excusa y no quiero volver a caer en su trampa.
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¿Y qué es mejor, según tú? – Preguntó Noe empezando a desesperarse con ella – prefieres quedarte sin saber qué pasó realmente, ¿no? ¿y si fue tan sólo un malentendido? ¿y si lo que pasó tiene una explicación? Pero de ser así podría solucionarse y esto te puede llevar a mantener una relación con él. Por eso no quieres hablar con él, ¿verdad? Porque tienes miedo – concluyó conteniendo el aliento y esperando una respuesta, con Miriam nunca se sabía cómo podía reaccionar cuando se le decía la verdad a la cara. Miriam dejó lo que estaba haciendo, si eso se lo estuviese diciendo otra persona
probablemente le estuviese gritando o mandándola a algún sitio desagradable, pero Noe y Manu eran a los únicos a los que les permitía que le hablaran con dureza. Por eso se quedó callada, y Noe, al ver que no había respuesta, continuó: 140
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Tienes pánico de tener una relación con él y que vuelva a pasarte lo de las otras veces, pero no tiene porqué ser así, ¿sabes? No tiene por qué ser un capullo integral que te deja tirada a la primera de cambio, o que te anula durante años. A lo mejor es un hombre encantador que te trata como a una princesa, o a lo mejor simplemente un hombre que te quiere como te mereces.
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Yo no puedo vivir de “alomejores”, Noe, ya no tengo veinte años y no se trata sólo de mí, tengo que pensar también en cómo les afectaría a ellos – dijo Miriam mirando hacia donde estaban sus hijos.
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Eso es cierto, tienes que pensar en ellos, pero resulta que ellos también necesitan un hombre en su vida, y no sólo al tío o a los amigos – le reprochó Noe – necesitan alguien que les cuente un cuento por las noches y que les prepare el desayuno por las mañanas, ¡necesitan un padre!
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Pero no uno que apenas pare en casa, que se pase la mayor parte del tiempo ausente, ni uno que tengan que compartir con otra familia – Miriam empezaba a alterarse, que implicasen así a sus hijos no se lo consentía a nadie – ¿o qué crees Noe? ¿Qué crees que pasaría si su hija le pidiese pasar más tiempo juntos? Para eso tendría que trasladarse a vivir cerca de ella, y ¿entonces qué? Tendría que escoger entre ella o nosotros, porque yo no dejo todo lo que tengo aquí por seguir a un tío con el que no tengo ninguna garantía, y ni muerta hago que mis hijos se tengan que adaptar a un lugar en el que no conocerían a nadie dejando aquí a su familia. ¿qué pasaría si discutimos por lo que fuese? ¿Quién me ayudaría entonces? No, como diría mi padre, “mejor no entrar para no tener que salir” – sentenció Miriam.
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¿Pero tú te estás escuchando? Quien te oiga pensará que ese hombre te ha pedido que te cases con él o algo por el estilo, y apenas hace unos días que lo conoces. Date la oportunidad de saber más de él, de conocerlo más antes de hacer castillos en el aire. Ni que te estuvieses enamorando de él.
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No entiendes nada, ¿verdad Noe? – dijo Miriam empezando a desesperarse – no lo comprendes.
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¿Qué no comprendo? – le preguntó ella también desesperada.
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Que eso es exactamente lo que me está pasando, y si me doy el lujo de conocerlo llegaré al punto de no retorno, ¿entiendes? – le confesó Miriam a su amiga mirándola directamente a los ojos, y ésta asintió con un gesto – yo no quiero… no puedo dejar que eso suceda. Hasta ahora el amor que siento por mis hijos me ha estado sosteniendo, pero no sé si podría con otro fracaso, ya no sé si lo soportaría – dijo con los ojos llorosos, las dos se quedaron durante un minuto en silencio. Después Miriam continuó hablando:
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¿Sabes una cosa? La noche antes de ir a su casa apenas pude pegar ojo, estaba histérica por estar a solas con él, me pasé horas recordando su beso, hasta que me quedé medio dormida, no fue mucho tiempo, lo justo para tener un sueño, y de los buenos ¿Sabes qué soñé? – Noe negó con la cabeza sorprendida porque su amiga hacía años que no tenía otra cosa que no fuesen pesadillas – Soñé que volaba, y que no me caía porque él me sujetaba fuerte la mano, la sensación de libertad era tan grande que no me importaba ni el vértigo ni nada, y era feliz.
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¿Y qué pasó?
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Que me desperté, sólo eso - contestó sin apartar la mirada - Mejor dejarlo estar, él pronto se olvidará y buscará a otra y yo seguiré con mi vida. Miriam se dio media vuelta para seguir preparando la comida.
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¿Y si es él? – preguntó de pronto su amiga – de pequeñas, cuando jugábamos a princesas, tú siempre decías que tu príncipe azul sería uno que te diese sueños bonitos, ¿lo recuerdas? – a Noe no le gustaba darse por vencida.
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Éramos niñas, y ni somos princesas ni se puede vivir de sueños, y lo sabes. Pero no quiero hablar más del tema, por favor – le suplicó.
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Está bien – dijo Noe sin resignarse a que eso quedara así - ¿Qué te parece si esta noche, en vez de ir sólo a vinos, nos vamos todas de cenita y a bailar por ahí? Me han hablado de un karaoke nuevo en el centro, podemos ir, ¿qué dices?
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No estaría mal, necesito distraerme – respondió Miriam – voy a bajar a la playa a preguntarle a mi madre si puede quedarse con los niños hoy, y si los niños quieren, porque con la coña estos días apenas me han visto el pelo.
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Muy bien, ve, yo avisaré a todas por el grupo a ver quién se apunta. Entonces Miriam bajó y Noe aprovechó para tomar el móvil de su amiga y hacer una
llamada. Mike iba camino de su casa, subiendo por el sendero cuando le sonó el móvil, llevaba toda la mañana fuera de casa con el aparato encendido en la mano por si Miriam se ponía en contacto con él. Rápidamente lo abrió y vio, con una punzada de decepción, que era su hija quien le llamaba: -
¡Hi Darling! ¿cómo estás preciosa? Esta tarde ya nos vamos a ver, cariño.
-
¡Hi Daddy! Estoy bien, quería pedirte algo. Hoy acaba el campamento y mi amiga Montse me ha invitado a dormir en su casa. ¿puedo? Porfa, di que sí. – le rogó la niña.
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Pero cariño, tengo vuelo en unas horas para ir a buscarte.
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Porfi, porfi, porfi. Es que después no la veo hasta que empiece el cole.
-
Está bien, voy a intentar cambiar el vuelo, de todas formas te paso a recoger mañana, ¿vale?
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¡Bien! Gracias daddy, te quiero mucho.
-
Y yo a ti my darling, dile a mamá que la llamo después para que me dé el número de tu amiga.
-
Vale daddy, adeu.
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Hasta mañana pequeña. “Esto sólo puede ser una señal”, pensó Mike cuando colgó. Habló con la compañía y
le cambiaron el vuelo para el día siguiente por la mañana, ahora sí que tenía tiempo para hablar con ella en persona, sólo faltaba que ella lo quisiese ver. Cinco minutos después sonaba el teléfono de la casa, reconoció el número en la pequeña pantalla y se apresuró a contestar: 143
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¡Miriam! ¡Oh Dios! Gracias por llamar, no sé qué fue lo que te dijo esa loca pero no debes creerle ni una sola palabra…
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Escúchame bien, eres Mike, ¿verdad?
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Sí, pero tú no eres Miriam, ¿quién eres? – a Mike estaba completamente desconcertado, pero si tenía que ver con Miriam no lo iba a desaprovechar.
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Soy tu única esperanza, voy a ayudarte porque esta mujer es más terca que una mula y una cagada – dijo Noe desde el otro lado y refiriéndose a la dueña del teléfono – pero antes dime, ¿te interesa realmente estar con ella o sólo quieres jugar? Porque te advierto que a ella no le gusta jugar ni a las cartas.
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No, en serio, quiero estar con ella, necesito estar con ella, de verdad, mi intención no es para nada jugar con ella – le respondió el piloto feliz por tener una oportunidad sin siquiera saber quién era la persona que quería ayudarle – y lo de la llamada de ayer no tiene que ver con ella.
-
¿Quién era la que llamó y por qué le dijo que se había acostado contigo la noche anterior? – le preguntó directamente.
-
Es una loca con la que tuve una especie de relación hace tiempo, no quise seguir con ella y desde entonces me persigue para amargarme la vida.
-
O sea – dijo Noe sin tapujos – que te la tiraste, ella quiso más y tú no, y ahora anda con el que “si no es conmigo no es con nadie”, ¿no?
-
Más o menos sí – respondió Mike sorprendido por el desparpajo de la chica con la que hablaba.
-
Pues procura que no se le vuelva a acercar a Miriam o de lo contrario sí que no la volverás a ver, el tema ya está bastante complicado como para que ayuden otros a complicarlo.
-
Tranquila, que de esa ya me ocupo yo – dijo Mike mientras sonreía, ya tenía pensado en cuál era la mejor forma de deshacerse de Sonia para siempre.
-
Está bien, voy a creerte, me la estoy jugando por ti así que espero que no se te ocurra engañarme o te juro que me desharé de tus pelotas con las manos.
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De verdad que puedes confiar en mí.
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Vale, lo haré. Y ahora al tema que nos ocupa, ¿esta noche estás disponible? Después de pasar todo el día en la playa, Miriam llevó a los niños a casa de su
madre, se quedarían a pasar la noche allí para que Miriam pudiese salir a cenar y a divertirse tranquila. Pepa, la madre de Miriam, seguía sin saber qué le estaba pasando a su hija, pero con la idea de salir a divertirse y arreglarse juntas antes, las dos amigas habían estado bastante más animadas, y eso a ella ya le era suficiente. Con la música a todo volumen las dos mujeres se fueron arreglando para salir. Como ya no habían pasado por casa de Noe, Miriam le prestó un vestido rojo que a ella le quedaba realmente corto, con el escote cerrado y cuello redondo y un fino cinturón, que acompañó con unas sandalias abotinadas marrones de tacón alto, mientras ella se ponía un mono negro muy corto con escote en pico y pantalón decorado en pedrería y sandalias también tipo botín negras y de tacón alto. No era su calzado favorito pero quería estar deslumbrante, necesitaba sentirse sexy y quitarse todo el sinsabor que su pequeña aventura le había dejado. Durante la cena, Miriam puso al día al resto de sus amigas de todo lo que le había sucedido esa semana. Cuando terminó de contar su historia se abrió el debate. Lola despotricaba contra Mike, regalándole todo tipo de calificativos desagradables, consideraba que alguien así no podía ser digno de confianza, mientras Noe y Ana lo defendían diciendo que al menos se le había que dar el beneficio de la duda. Y Salo se mantenía en el medio, a favor y en contra, pensaba que realmente había conseguido ilusionar a su amiga hasta verla cantando y bailando y eso era bueno, aunque por otro lado no se podía decir que fuese un hombre muy cumplidor, por lo que no le podía dar el voto de confianza así sin más. Con el postre llegaron los licores, y con ellos poco a poco se fue caldeando el ambiente, y se decidieron por el karaoke inducidas por Noe, que sabía que en este punto Miriam era incapaz de negar nada.
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Cuando llegaron al local, se sentaron en una mesa, se pusieron como locas a buscar sus canciones favoritas. Seleccionaron un par de ellas y esperaron su turno disfrutando de sus bebidas mientras Noe le hacía una visita al baño. Cuando les tocó, Ana y Miriam cogieron un micro cada una y se fueron al escenario, en una esquina del local, mientras las demás se quedaban en la mesa vitoreándolas y animándolas. Sonaron los acordes de “Wings” y, primero una y luego la otra, siguieron juntas la canción. Al llegar al estribillo unieron sus voces arrancando los aplausos de los allí presentes, entre ellos dos hombres que las observaban mientras cantaban. Salomé se fijó en ellos y se lo comentó a Noe, que no había parado de mirar a todas partes durante el tiempo que llevaban allí, en cuanto los vio se levantó y fue directamente hacia ellos: -
¿Eres Mike? – Mike asintió cauteloso – Soy Noe, hablamos por teléfono esta mañana – Mike se dio cuenta entonces de quien era y le dio dos besos. Quería presentarle a su amigo, pero ella estaba demasiado intranquila y no le dejó:
-
Será mejor que te sientes en aquella mesa – le señaló una al fondo – la que está cerca del baño. Después de esta canción, Miriam cantará una sola y luego ya sabes lo que tienes que hacer.
-
Sí, lo sé – dijo Mike, que se encontraba tan nervioso como la mujer que tenía delante – espero que salga bien.
-
Yo también lo espero, por tu bien y por el mío. Si esto resulta ser un desastre recuerda, yo no te conozco – y rápidamente se dio media vuelta y se fue a su mesa. Al llegar allí se sentó y Salo, que se había percatado de todo, le preguntó en voz baja para que Lola no se diese cuenta:
-
¿Se puede saber qué está pasando? ¿A qué has ido allí?
-
¡Emmm, nada! – disimuló Noe – sólo quería ver de cerca a la persona que tiene a esa loca así. Nada más.
-
¿Y cómo saben ellos que estábamos aquí? – preguntó de nuevo Salo, pero Noe hizo que no la escuchaba – ¡Noeee! ¿En qué lío te estás metiendo?
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En ninguno de verdad, veamos cómo cantan las chicas – y Noe se giró para que su amiga no le viese la culpa en la cara. Si lo que tenía planeado no salía como esperaba, la bronca que iba a recibir por parte de Miriam podía ser épica. Cuando acabó la canción, mientras el público seguía aplaudiendo, Ana se fue a la
mesa quedando sola Miriam en el escenario, algo inusual en ella porque no le gustaba nada cantar sola, pero llevaba tanto licor de café en las venas que ya todo le daba igual. Había escogido para cantar la misma canción que sonaba cuando Mike le había besado en el coche, al menos en ese momento se había sentido feliz, por lo que cuando empezó a sonar su ánimo se fue arriba y se fue moviendo al ritmo de la canción animando a los demás a bailar. Mike no le podía quitar los ojos de encima, desde donde estaba podía disfrutar del espectáculo sin ser visto, aunque Miriam se animó tanto que bajó del escenario con el micro en la mano bailando y cantando entre las mesas. Mike reaccionó rápido y se metió en el baño antes de que ella lo viese y ella se volvió al escenario para acabar la canción como si fuese toda una profesional. Llegados los últimos acordes todo el mundo se puso a aplaudir y a vitorearla, pero cuando bajó del escenario empezó a sonar otra canción y chocó de frente con él, con el micro en la mano y rogándole con la mirada que se quedase a cantarla con él. Empezó Mike cantando la primera estrofa de “The last time”, deseando que aquello surtiese efecto y que Miriam siguiese la canción con él. Y así fue, todos en el local pudieron notar y hasta respirar la química que había entre ambos. En la canción, Mike le pedía una oportunidad y Miriam era reacia a dársela aunque al final era él quien ganaba, aunque en la realidad no sucedió así. En cuanto acabaron de cantar y todo el mundo empezó a aplaudir, en la mente de Miriam acudieron las palabras de Sonia una y otra vez, plantada delante de él, mientras él le regalaba una de sus mejores sonrisas, Miriam se dejó llevar por la ira y el alcohol, le soltó una bofetada con toda la mano abierta, y salió disparada por la puerta, dejando a todos los presentes boquiabiertos.
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Mike se quedó estupefacto y no pudo reaccionar, pero Noe y las demás salieron corriendo detrás, totalmente sorprendidas por lo que acababa de suceder. Nunca habían visto hacer algo así a Miriam, ni siquiera Noe después de tantos años. La alcanzaron un poco más adelante tambaleándose sobre los tacones. -
¿pero se puede saber qué has hecho? ¿Qué te ha dado para que le des semejante torta a ese pobre hombre? – Lola no salía de su asombro.
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Es él, ¿vale? Es el tío que me ha mentido para echar un buen polvo, él – dijo señalando con el dedo a Mike que se acercaba por detrás de las chicas. Todas se giraron, Mike estaba furioso, la miraba con ganas de asesinarla, había ido
allí con la intención de arreglarlo todo pero no iba a soportar la humillación de ser abofeteado en público. Se acercó a ella como un huracán pasando por el medio de las demás, y cuando estuvo tan cerca que casi se rozaban sus cuerpos, aspiró profundamente su aroma y le dijo al oído para que sólo ella lo escuchase: -
Lo que esa mujer te dijo por teléfono es mentira, y ahí detrás está mi amigo para corroborarlo, pero ahora mismo ya me tiene sin cuidado lo que pienses de mí, después de lo que acabas de hacer me ha quedado claro que no quieres saber nada de mí – la miró directamente a los ojos con tanta determinación que Miriam supo que lo que decía era verdad. Había caído en la trampa y ahora era él el que no iba a querer nada con ella. Mike se
dio media vuelta y volvió a entrar en el local, ahora sí que necesitaba una copa. Noe se acercó a Miriam que se había quedado clavada en el suelo y le exigió en tono muy serio: -
Miriam Vázquez Moledo, o vuelves adentro y le pides perdón ahora mismo o te juro por la tumba de tu padre que no te lo perdonaré en toda tu vida. Miriam se quedó mirando fijamente la puerta del local, indecisa, con lo que él
acababa de decirle se le había despejado completamente la cabeza, y se estaba dando cuenta del alcance de sus actos. Se le cayó el alma a los pies pensando en lo que había hecho y tenía miedo de ser rechazada. Miró a todas y cada una de sus amigas y vio que ni 148
Lola estaba de su parte en esto, tenían razón, se había pasado y no podía dejar las cosas así. Respiró hondo y se encaminó con paso firme al interior del local. Buscó con la mirada desde la puerta y, en cuanto lo localizó, fue directa hacia él: -
Mike, yo… - Mike no la miraba, mientras Lucas sí lo hacía con cara de pocos amigos pero sin decir nada – siento mucho lo que ha pasado, no era muy consciente de lo que hacía, y nada justifica lo que he hecho. Perdóname, te lo ruego. – Durante dos minutos se quedó de pie, con las manos a los lados esperando una respuesta. Como no llegaba se dio media vuelta, pero antes de dar el primer paso escuchó a su espalda:
-
¿Al menos me has creído? Ella se giró para mirarlo de frente, a los ojos y le contestó:
-
Tus ojos me dicen que no mientes, pero ahora ya qué más da. Ha sido un placer conocerte. Hasta siempre, Mike – dijo completamente derrotada y se encaminó de nuevo a la puerta mientras él la seguía con la mirada. Lucas, que se había mantenido a un lado todo el tiempo le dio un codazo y le animó a seguirla. Ella se unió a sus amigas que la estaban esperando en la salida y todas se dirigieron
al local de al lado, allí podrían bailar un poco, en el estado en el que estaba no iban a conseguir animarla, pero no podían dejar que se fuese así para casa. Mike se tomó su copa lentamente, en silencio, no quería volver a ir detrás de ella, estaba dolido por lo que le había hecho, y porque tuviese que pasar esto para que le creyese, pero no podía dejar de ver la tristeza de nuevo en sus ojos, la misma que vio el primer día que la conoció. Si de algo había podido darse cuenta en esos pocos días era que esa tristeza había ido desapareciendo cuanto más la trataba, y ahora había vuelto otra vez. Y él no quería verla así, en absoluto. Y todavía tenían esa conversación pendiente. Se levantó decidido a encontrarla de nuevo y salió del local mientras Lucas lo seguía sin hacer preguntas. En todo el tiempo que lo conocía nunca había visto a Mike perseguir a una mujer y eso sólo le indicaba que era realmente importante para él. 149
Cuando salieron del local del Karaoke le preguntaron al empleado que estaba en la puerta por si había visto hacia donde se habían dirigido, él le señaló el pub de al lado y entraron sin pensárselo. Dentro encontraron a las cinco mujeres bailando en el centro, como poseídas mientras sonaba la música del teléfono de Noe. Todas bailaban de un modo muy sugerente moviendo sus caderas con gran sensualidad. Sobretodo Miriam y Noe, que bailaban una frente a la otra bajando y subiendo con destreza, haciendo que todo el local se calentase sólo con el ritmo serpenteante de sus cuerpos. Mike y Lucas se quedaron mirando como los demás deseando ser ellos los que sujetasen sus caderas y los que acariciasen sus cuerpos. Desde que se había acercado hasta ellos en el karaoke, Lucas se quedó extasiado mirando a la pequeña morena de pelo liso y flequillo recto que tenía delante, con los ojos tan oscuros que era capaz de ahogarse en ellos y con unos labios tan carnosos que le pedían a gritos que los besase. Pero ella no había reparado en él en ningún momento, y eso no era lo habitual. Lucas sabía que era atractivo para las mujeres y normalmente sólo tenía que hacer acto de presencia para tener alguna rendida a sus pies, pero a Noe no le iban los pretenciosos por muy guapos que fuesen. Por eso, cuando llegó a donde ellos estaban y vio que Mike venía acompañado por alguien que la miraba como un lobo y con media sonrisa, no le importó ni que se pareciese a su actor favorito, no quiso perder el tiempo con él y se centró en Miriam y Mike. Pero ahora estaban allí las dos sin parar de bailar, como si eso fuese la cura para todos sus males. Detrás de esa canción siguieron bailando con Enrique Iglesias, con la misma sensualidad y con mayor alegría, la gente se fue mezclando y en décimas de segundo se encontraron con varios hombres bailando a su alrededor. A Mike los celos lo estaban matando, no pudo quedarse más tiempo impasible mirando, así que se acercó sigilosamente y la tomó de la cintura cuando ella giró en su dirección. Sus miradas se encontraron y la agarró con más fuerza. Siguiendo el ritmo de la música completamente pegados y sudorosos, estuvieron bailando sin parar el resto de la canción, sin dejar de mirarse y sin decir ni una sola palabra, todo lo decían con sus cuerpos.
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Cuando cambió la canción, se quedaron parados respirando entrecortadamente, Miriam puso su mano en la cara de Mike y despacio fue acercándose a sus labios. Lo miró a los ojos y al ver que él no la rechazaba puso su boca sobre sus labios y lo besó con intensidad. Mike respondió a su beso de la misma manera, haciendo que su pulso se acelerase y que su cuerpo reaccionase de inmediato. Ella pudo sentir su erección a través de la ropa clavándose en su vientre y la corriente volvió a recorrerla por completo. Después de unos minutos, Mike se separó, la tomó de la mano y la sacó del local a toda prisa. Ella apenas podía seguirlo con los tacones, se despidió de las demás con una sonrisa mientras Lucas y sus amigas chocaban sus vasos brindando por los dos. No tardaron en llegar al edificio en el que vivía Lucas, sin cruzar ni una palabra desde que habían salido del local, la metió en el ascensor, le dio al botón del ático, donde estaba el apartamento de Lucas, y la empujó con su cuerpo contra la pared, aprisionándola con sus brazos y con su pecho. Respirando con dificultad por todo lo que sentía por dentro, le dijo al oído con desesperación: -
¿Qué me has hecho? Me has embrujado y ahora por más que lo intente no soy capaz de alejarme de ti.
-
Pues no lo hagas – le respondió Miriam con un gemido. Mike la miró a los ojos y la levantó mientras ella le rodaba la cintura con sus piernas,
la volvió a apoyar contra la pared y siguió besando su cuello. El ascensor llegó a su destino, dejó que Miriam bajara y la sacó del ascensor con la misma determinación que la había metido. Abrió la puerta del apartamento de Lucas con prisa, deseaba tenerla lo antes posible desnuda entre sus brazos para besarla, para acariciarla y para penetrarla con tanta intensidad que nunca más pudiese dudar de lo que sentía por ella. La llevó directamente al dormitorio y allí volvió al ataque. Volvió a besarla con fuerza, mientras se desnudaba él primero, y después la desnudaba a ella. Adoraba cada curva de ese cuerpo que tenía pegado al suyo y estaba dispuesto a devorar cada centímetro, así que la llevó hasta la cama, la tumbó despacio y la cubrió con su cuerpo mientras la besaba, primero en la boca, después el cuello, siguió por 151
un pecho, luego el otro y siguió bajando lentamente. Miriam sentía que se iba a morir de placer en cualquier momento. Él siguió rozando su piel con los labios, haciendo que se estremeciese pidiendo más. Le separó las piernas con suavidad y besó el centro de su deseo, mientras ella arqueaba su cuerpo para pedirle más y más, y él cumplió todos y cada uno de sus deseos, hasta conseguir que llegase al punto más álgido y que inmediatamente después cayese en picado estallando de puro placer. El orgasmo fue tan intenso que Miriam casi se desmaya, quedando su cuerpo completamente lánguido y exhausto. Mike tenía una sonrisa triunfante en la cara pero quería más, esperó a que ella recuperase el aliento mientras la besaba con dulzura y después volvió a incendiarla con su pasión, penetrándola con delicadeza al principio pero cada vez con más fuerza, arrancándole uno tras otro infinitos gemidos de placer. Sin salirse, se giró para conseguir que ella se sentase encima de él y hacer que sus embestidas llegasen más y más profundas. Ella volvió a sentir que llegaba a lo más alto, a volar otra vez por encima de las nubes con él, y a llegar de nuevo al clímax, aunque en esta ocasión los dos se dejaron llevar a la vez hasta que se fundieron uno en el otro dejando escapar un grito ahogado de placer. Permanecieron así un rato, mientras sus respiraciones fueron tomando un ritmo más lento y más acompasado. Mike se dejó caer hacia atrás con ella encima de su pecho, sin soltarla en ningún momento, y así se quedaron un largo rato. Miriam estaba tan cansada, después de todo lo que había pasado ese día y más esa noche que, sin querer, se quedó dormida escuchando los latidos de su corazón, mientras Mike sonreía como un bobo y le acariciaba el pelo. Con cuidado, la dejó caer hacia un lado y la abrazó. Por fin la tenía entre sus brazos y esta vez no iba a dejar que saliera corriendo. Poco después, él también cayó en un profundo sueño.
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Capítulo 10 Miriam tenía un sueño muy inquieto, se encontraba con Mike volando de nuevo, pero esta vez alguien se metía en medio de los dos y hacía que él la soltase, ella caía sin poder agarrarse a nada mientras Mike y la desconocida se reían. Despertó sobresaltada, con un dolor de cabeza horrible, con los primeros rayos de luz iluminando ligeramente la habitación. No reconoció donde estaba en un primer momento y apenas recordaba lo que había pasado, parpadeó un par de veces y poco a poco lo vivido la noche anterior fue llegando a su mente: la cena, los chupitos, el karaoke, Mike… La bofetada. Puso la mano en la boca muerta de vergüenza. El baile, el ascensor… Sonrió feliz, se giró como pudo porque tenía un brazo rodeándola con fuerza, y ahí estaba el hombre de su sueño, sonriendo sin dejar de mirarla: -
Buenos días – dijo él en un susurro.
-
Buenos días, ¿qué…? – cerró los ojos con fuerza, la cabeza le estallaba. “Menuda resaca”, pensó.
-
¿Demasiado licor? – preguntó Mike divertido.
-
No vuelvo a beber en todo lo que me queda de vida, no te rías por favor – respondió ella.
-
Seguro que no – le dijo él en un susurro y la besó en los labios. Llevaba un buen rato despierto esperando a que ella abriese los ojos, deseaba volver a hacerle el amor una y otra vez, aunque no tenía demasiado tiempo para disfrutar de ella. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que esperaba a que una mujer
despertase a su lado, normalmente solía huir de la cama antes de que eso sucediese, incluso del lugar. Pero esta vez no, esta vez quería verla y disfrutar de ella en todo momento. -
¿Qué tal has dormido? Hace un rato estabas muy inquieta – preguntó él preocupado ¿siempre das tan mal dormir?
-
Lo siento, normalmente me muevo mucho, suelo tener muchas pesadillas y más si antes me he bañado en licores y demás – le dijo ella con una media sonrisa. 153
-
¿Y de qué iba ésta?
-
¡Ya está don curioso! No era nada en particular – le dijo para no especificar mucho.
-
¡Venga, cuéntamelo! – insistió.
-
¡No! Me agobian bastante y no me gustan recordarlas – respondió ella girándose de nuevo hacia la ventana.
-
Tan mala era, puedes contarme lo que sea, y puedes confiar en mí, ¿lo sabes, verdad? – le dijo abrazándola más fuerte.
-
Lo sé - respondió sin más. Desde hacía tiempo se había dado cuenta de que si no pensaba en lo que soñaba era
más fácil olvidarlo y no le afectaba. Pero cuando lo contaba era como si se le quedase más grabado y no le dejaba pasar el día tranquila. Mike se quedó en silencio durante un minuto esperando a que ella se decidiese, no quería forzarla a contarle lo que le pasaba por la cabeza, pero esperaba que ella confiase en él. Aunque en esta ocasión no fue así. -
Realmente era algo malo, ¿verdad? Y yo estaba en ella, por eso no me lo quieres contar.
-
¡No, Mike! – le contestó girándose para mirarlo a los ojos - No te lo cuento porque recordar esas cosas hace que luego pase todo el día comiéndome la cabeza pensando en lo que puede significar, y no quiero. De verdad, te contaré cualquier cosa, lo que sea, pero de lo que me pasa mientras duermo sólo te lo contaré cuando sea un buen sueño.
-
¿Lo que sea? – Mike ya estaba sonriendo de nuevo.
-
Bueno… - Miriam volvió a mirar por la ventana – los eróticos no – dijo sonriendo también.
-
¿Cómo? ¿has tenido sueños eróticos? ¿conmigo? – Miriam no le contestaba y él empezó a hacerle cosquillas - cuéntamelos, no me dejes así – ella no paraba de reír y de moverse, se negaba en todo momento a contarle nada de lo que había soñado alguna vez. 154
En medio de las risas y los jugueteos oyeron golpes en la habitación de al lado, seguidos de jadeos y gemidos. Mike paró de hacerle cosquillas y Miriam se tapó la boca para escuchar mejor. -
Ése es Luc, seguro que anoche se trajo compañía – dijo Mike – aunque podrían ser más discretos. Miriam lo miró abriendo mucho los ojos:
-
¿Perdona? – le preguntó incrédula – lo dice el que casi me desnuda en el ascensor, ¡tendrás cara!
-
Bueno, llevaba un par de copas y estaba desesperado por tenerte en mi cama – dijo ronroneando y besándole el cuello.
-
Ya, eso es lo único que querías de mí – respondió ella haciéndose la ofendida. Él se puso sobre ella, completamente excitado, la besó con pasión y le dijo muy
cerca de su boca: -
Yo lo quiero todo, todo de ti. Y de nuevo volvió a besarla y hacerle el amor más despacio, saboreando cada caricia
y cada beso que le daba, mientras ella se dejaba hacer hechizada por sus palabras. Una hora después, Mike se levantó para preparar el desayuno mientras Miriam se daba una ducha rápida, él tenía que tomar un vuelo para ir a recoger a su hija esa misma mañana y ella debía ir a buscar a sus hijos. Ya no tenían mucho más tiempo para disfrutarlo juntos. Miriam apareció con la misma ropa que el día anterior, el pelo empapado y ya sin maquillaje, y con las sandalia abotinadas en la mano. -
Ahora a intentar caminar con estos otra vez – dijo dejando el calzado en el suelo de la cocina.
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-
Te quedan muy bien, y te mueves muy bien con ellos – dijo él acercándose – anoche dejaste a mitad de un local impresionado con tu voz y a la otra mitad con tu cuerpo.
-
Es que soy una chica impresionante – respondió ella con ironía.
-
De eso no me cabe la menor duda – le dijo antes de besarla. Cuando sus bocas se separaron Mike frunció el ceño intentando poner cara seria, y sin apenas separarse le dijo – pero lo que no me gusta es que todos esos mirones se te acerquen demasiado, me pone algo nervioso que toquen lo que es mío. Miriam se echó ligeramente hacia atrás y parpadeando preguntó:
-
¿Lo que es tuyo? ¿Crees que yo soy tuya? – no podía creerse lo que le acababa de oír, y Mike se limitó a asentir – yo no soy propiedad de nadie, esto… esto es una locura – dijo alejándose de él, fue hacia la ventana y él la siguió.
-
¿Qué es una locura? – preguntó él acercándose desde atrás y rodeándola con sus brazos.
-
¡Todo! ¡esto! – respondió ella desesperándose – apenas nos acabamos de conocer, los dos tenemos responsabilidades y trabajos que no son demasiado compatibles. Y yo… yo…
-
¿Y tú qué? – le preguntó él con voz suave mientras le besaba el pelo.
-
Yo ya no soy una cría quinceañera, ¡por favor!, ya no… no debería comportarme así – dijo bajando el tono de voz.
-
¿Así cómo? Explícate – le pidió él.
-
¡Así! – respondió con frustración agitando las manos – Yo… no… ¿Crees que meto en mi cama al primero que pasa por delante?
-
Espero que no – respondió él sonriendo. Ella sintió su sonrisa y su frustración aumentó:
-
No es divertido Mike – y se giró para hablarle directamente a los ojos, sin que él la soltase en ningún momento – Esto no va con mi forma de ser, no puedo acostarme con cualquiera sólo por sexo, pero tampoco puedo pensar en tener una relación con alguien a quien no conozco apenas, con una vida tan compleja como la mía, debo pensar en mis hijos, no quiero meter a alguien en sus vidas para que se encariñen y 156
que de un día para otro desaparezca de ellas, y todo por un calentón. Lo siento pero no puedo – sentenció. Intentó zafarse de los fuertes brazos del piloto pero éste no le dejó moverse ni un milímetro. -
Vale, eso todo lo entiendo, pero tampoco estamos haciendo nada malo, tú me gustas, y mucho, y casi puedo asegurar que yo a ti también – Miriam asintió desconcertada – no estoy seguro de a dónde nos puede llevar esto pero lo que sí te puedo asegurar es que me haría inmensamente feliz conocerte más y que me dejases entrar en tu vida, y que tú entrases en la mía, ojalá que para quedarte, no sé… - Mike negaba con la cabeza mientras se encogía de hombros, no estaba acostumbrado a expresarse así con nadie y menos con una mujer – No sé qué es lo que me pasa contigo, me has embrujado de alguna manera, por norma no suelo repetir con la misma mujer y menos aún quedarme a ver cómo duerme, pero contigo es diferente – Miriam lo escuchaba atentamente y sin poder mover ni un solo músculo – Sé que puede ser una locura cuando hace poco más de una semana ninguno sabía que el otro existía, pero ahora que te he encontrado no voy a dejar que desaparezcas sin más, no sé cómo lo haremos pero nadie nos podrá reprochar que no lo hayamos intentado.
-
Mike… - pero él no la dejó decir más, le tomó la cara con ambas manos y la calló con un beso, dulce y tierno, que hizo que a Miriam se le removiesen todas las entrañas y que se le erizase completamente la piel. Cuando separó sus labios de los de ella, sin soltarle la cara y mirándola a los ojos le
dijo con voz ronca: -
No voy a dejarte ir, ya no, no sé cómo ni por qué, pero siento como si hubiese estado toda mi vida buscándote y no quiero pasar ni un minuto más si ti – y volvió a besarla, esta vez más intensamente y con más pasión. Miriam sintió un millón de emociones que la llenaban por todo su ser, su corazón se
disparó desbocado y las piernas le temblaban. Era la primera vez en su vida que alguien le decía algo así, ni su marido en todos sus años de relación ni Jota, su primer amor serio, nunca le habían hablado como él lo estaba haciendo, ni le habían hecho sentir todo lo que 157
estaba sintiendo. Y pensó en sus hijos, y en la de Mike… “¡Amelie!”, pensó y se separó como pudo de él. -
¿Qué? – preguntó él algo desconcertado.
-
¿Tú hija? ¿No la ibas a buscar ayer? ¿Cómo…? – se acababa de dar cuenta de que Mike no tendría que haber estado esa noche con ella. Él muy tranquilo le respondió:
-
Me llamó ayer por la mañana y me pidió un día más en Barcelona, quería quedarse a dormir en casa de una amiga, y como yo estaba como loco por hablar contigo accedí gustosamente. Al fin y al cabo, a ella la voy a ver a diario durante un mes completo, y a ti lo más probable es que no te volviese a ver en la vida – le contó con una sonrisa – por eso cambié el vuelo para esta mañana.
-
Pues no sabes cuánto me alegro de que tu hija te pidiese eso, pero de todas formas como no te pongas las pilas me da que lo vas a perder, el vuelo digo. Él miró el reloj y vio que apenas le quedaban un par de horas para embarcar.
-
Tienes razón, será mejor desayunar y después te llevo a casa – y rápidamente la volvió a besar, la tomó de la mano y la llevó a la cocina. Mike sirvió el café y le puso delante un plato con tostadas, mantequilla y
mermelada. -
Aquí no hay mucho más, solemos desayunar y comer fuera normalmente –comentó Mike mientras añadía la leche al café de Miriam.
-
Es normal, con vuestro ritmo de vida como para hacer comidas caseras – dijo Miriam mientras untaba una tostada con mantequilla.
-
Es cierto. Mi hija y yo volvemos por la tarde, me gustaría pasar por tu casa para que la conocieras – Miriam medio se atragantó con la tostada al oír eso.
-
Mike, ¿no crees que es un poco precipitado? Tú hija viene para estar contigo, no para conocer a tu… - Miriam no sabía cómo seguir.
-
¿A mí qué? – preguntó él con picardía, poniéndola en un aprieto.
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-
Tu… no sé, tu… ¿tu amiga con derecho? - ni si quiera sabía qué era lo que había entre ellos.
-
Amiga con derecho, ¿con derecho a qué? – volvió a preguntar con el mismo tono. Ella cogió la servilleta que tenía a su lado y se la lanzó a la cara sin contestar. Él se
echó a reír y le dio un beso en los labios. -
¡Ummmm! Sabes a albaricoque, me gusta – dijo él, y bajando el tono y acercándose más a su oído le susurró – lo que daría por probarla en otras partes de tu cuerpo – Miriam pegó un respingo en la silla y se puso colorada como un tomate, desde luego la propuesta no le disgustaba en absoluto pero se moría de vergüenza sólo de imaginarlo, aunque se sentía juguetona con él, había despertado de su letargo y no iba a desperdiciar la menor oportunidad de disfrutar de cada momento con él.
-
Y lo que daría yo porque lo hicieses – le susurró ella.
-
Volvamos a la habitación, aún tenemos tiemp…
-
¡Serás loco! – le dijo ella apartándolo con el codo – termina el desayuno que aún vas a perder el vuelo y después sí que tendrás problemas con tu hija.
-
Es que eres una tentación para mí, ¡no puedo evitarlo! – tomó aire fuerte y siguió con el café resignado. - Estoy pensando – dijo él de pronto – que mañana podíamos organizar una comida en mi casa, sé que mi hija va a querer estar conmigo, pero más va a disfrutar si hay a su alrededor niños de su edad, y Gabi y ella puede que se lleven bien.
-
Eso va a ser un poco complicado, prácticamente todos los domingos en verano que podemos nos solemos juntar todos en la playa para hacer una churrascada. Vienen mi hermano y su novia, mis amigos, mi madre… Es como una tradición y no puedo faltar.
-
Pero eso es genial, pueden venir todos, en mi casa hay suficiente espacio, y después podemos bajar a la playa.
-
Mike, acabamos de empezar algo que todavía no sé qué es, tu hija está por llegar después de no verte en meses, no me parece adecuado implicar a nuestras familias así.
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-
Puedo invitar a los vecinos, para que sea menos informal si lo prefieres, diles que simplemente es una comida de agradecimiento por haberme ayudado con la casa, así no será tan familiar. Venga, anímate – insistió – y en una escapada podemos quedarnos a solas y hablar de lo que sea que estamos empezando. Miriam se quedó con la tostada en la mano sopesando que era lo mejor y lo peor de
esa idea, pensó que podía ser divertido para todos pero también que le iba a tocar contarle a Fede y a su madre quien era Mike para ella, eso sí que podía ser complicado. Se decidió por fin, le dio un bocado a la tostada y cuando iba a responder, se abrió la habitación de Lucas y una voz muy conocida preguntó bostezando: -
¿Hay café para mí? Miriam se giró y, al ver a Noe vestida sólo con una enorme camiseta negra del grupo
Imagine Dragons, se le cayó la tostada de la mano. -
Claro, preciosa – le respondió Mike con naturalidad mientras servía un par de cafés más – estábamos comentando que mañana podíais venir todos a comer a mi casa, ¿Qué te parece la idea?
-
Genial – volvió a bostezar. Miriam no salía de su asombro y no dejaba de mirar a uno y a otro con la boca
abierta sin poder decir palabra. -
¡Buenos días! – dijo Lucas detrás de ella y cogió la taza de café que su amigo le ofrecía. Miriam lo miró como si fuese un extraterrestre, eran ellos dos los que estuvo
escuchando en la habitación de Mike, se volvió a poner roja y no pudo mirarlos a la cara. Mike la miraba de reojo y sonreía, le parecía muy divertido ver reflejado en su cara lo que estaba pasando por su cabeza. Cuando acabó su café se excusó, aún tenía que ducharse y vestirse antes de salir y se le estaba haciendo tarde.
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Lucas, que sólo tomaba café en el desayuno, lo siguió cuando acabó el suyo para hacer lo mismo, él tenía que trabajar y precisamente en el vuelo en el que viajaba Mike. Cuando las dos mujeres se encontraron a solas, Miriam casi pega un grito: -
¿Pero qué se supone que haces aquí y con ese hombre?
-
¿Tú que crees? Supongo que lo mismo que has hecho tú con Mike – le contestó Noe mientras se preparaba una tostada.
-
¡Qué fueeeeeerte! – dijo Miriam con las manos tapándose la cara – hace un rato os hemos oído, cochina.
-
¡Oye! Cochina tú, que también se te oye, ¿qué? Al final hubo reconciliación, ¡eh! Sinvergüenza – dijo Noe con guasa.
-
¡Dios! ¡qué vergüenza! ¿tanto se nos oye? – Miriam era incapaz de recuperar su color natural en la cara.
-
Miriam, de verdad, no creo que hicierais nada que no hagamos los demás, ¿o sí? ¿Tienes algo que contar, Carmiña? – le preguntó dándole con el codo.
-
¡Nooooe! Desde luego, eres…
-
¿Soy qué? ¿te lo pasaste o no te lo pasaste bien con él? – Miriam no podía con la curiosidad de su amiga y finalmente respondió.
-
¿Sabes esos libros que lees que hablan de las seis fases del orgasmo?
-
Siete, son siete, según el último – dijo con un trozo de tostada en la boca.
-
Pues son ciertas, no te digo más.
-
¡Biiiiiiicho! – y las dos se echaron a reír a carcajadas. Un rato después seguían entre risas comentando los detalles de la noche anterior,
entonces apareció Mike ya vestido y arreglado, con unos vaqueros oscuros y una camiseta verde ceñida. Miriam se quedó embobada mirando aquellos brazos que la traían loca. -
¿De qué os reís, preciosas? – preguntó intrigado.
-
De libros – contestó Miriam rápidamente guiñándole un ojo a su amiga – voy a buscar mi bolso y ya nos vamos si quieres.
-
¿A dónde os vais? – preguntó Noe terminando su desayuno. 161
-
Mike me va a llevar a casa y luego él se va al aeropuerto que tiene que ir a recoger a su hija.
-
¡Ah! Claro, pues dadme un par de minutos que me visto y me voy con vosotros – dijo levantándose con prisa - aún tengo mis cosas en tu casa, después ya me acercas tú a la mía, ¿te parece?
-
Creí que esperarías por Luc – le dijo Mike extrañado.
-
¿Por quién? – preguntó Noe.
-
Luc, Lucas, mi amigo – le contestó él señalando la habitación de la que había salido antes.
-
¡Ah! Bueno, no, para qué hacerle dar un rodeo si vosotros ya vais para allí. Mejor me voy con vosotros y así acabamos antes – y se fue corriendo a cambiarse. En la cocina se quedaron Mike y Miriam algo contrariados. Miriam conocía bien a su
amiga y desde el divorcio no era de las que se quedasen para hacer arrumacos al día siguiente, más bien era de las que se iba sin hacer mucho ruido. No era que le gustase la vida que llevaba su amiga pero era libre de hacer con su cuerpo y con su vida lo que diese la gana, y siempre la había respetado por ello. Pero a Mike esa actitud no le estaba gustando, al menos en lo referente a su amigo. En cuanto los dos salieron de la cocina, Lucas le había confesado que Noe era increíble y diferente a las demás, que por primera vez una mujer lo había dominado desde el minuto uno y que eso le había encantado. Sin duda quería repetir con ella, pero Mike no estaba convencido de que ella quisiera. Cinco minutos después ya estaban los tres en el ascensor. Mike llevó a las dos mujeres hasta el lugar donde vivía Miriam y después se fue, no sin antes despedirse con un beso que se alargó más de lo debido, y prometiéndole que la llamaría en cuanto aterrizase de nuevo en Santiago. Cuando Miriam y Noelia entraron en el piso de Miriam se sorprendieron de lo tranquilo que se encontraba el piso, los niños no estaban y el silencio reinaba en cada rincón, algo bastante inusual porque siempre estaba lleno de ruido bien por los niños o porque la música estaba a tope, pero no en silencio. No le gustaba nada el silencio. Por 162
eso, lo primero que hizo fue dirigirse al aparato de música y encenderlo, mientras Noe se fue al baño a darse una ducha. Mientras sonaba Within Temptation a dúo con Xzibit, Miriam fue a su habitación para cambiarse de ropa, cantando y bailando, y Noe, que la escuchaba desde el baño, sonreía por ver feliz a su amiga, aunque en el fondo también sentía una pizca de envidia, porque a ella también le gustaría encontrar a su príncipe azul, a pesar de que hacía bastante tiempo que no creía en cuentos de hadas. Se pasaron el resto de la mañana poniéndose al día de lo que había sucedido la noche anterior. Noe le confesó que fue ella quién le dijera a Mike en dónde iban a estar después de la cena y Miriam se enfadó un poco con ella por haber conspirado a sus espaldas aunque al final acabó reconociendo que fuera lo mejor que le había pasado, sin embargo lamentaba enormemente la torta que le diera a Mike, que aún le pesaba porque no se había disculpado con él. Después, por la tarde, se fueron a comprar lo necesario para comer todos juntos al día siguiente, mientras Mike iba de un aeropuerto a otro, luego a recoger a su hija en casa de su amiga y comer con sus hermanos. Aun así, tanto a Mike como a Miriam ese día se les estaba haciendo increíblemente largo, no veían el momento de volver a estar juntos. En cuando recogió las maletas de su hija, Mike llamó a Miriam y quedaron en que se pasaría a saludar antes de seguir para la playa, así él llevaba la compra para tener preparada la comida cuando los demás llegasen. A Miriam le seguía pareciendo una locura, y aún tenía que hablarlo con Fede y con Pepa, pero ahora el mal, si lo era, ya estaba hecho, porque el resto de las chicas ya estaban avisadas de dónde comerían al día siguiente. Por eso, tras enviarle un mensaje a su hermano para que se pasase por su casa en cuanto pudiese, decidió que lo mejor que podía hacer era decírselo ya a su madre, aprovechando que aún estaba en el piso con ella y los niños. -
Mamá, tengo que contarte algo – le dijo acercándose a la terraza para comprobar lo que estaban haciendo sus hijos. 163
-
Tú dirás – le respondió Pepa tranquilamente desde el sofá, sabía que su hija se guardaba algo, pero con el tiempo aprendió que a su pequeña era mejor no presionarla, que ella misma acaba contando sus problemas.
-
En el viaje a Madrid conocí a alguien… a un… hombre – empezó Miriam temerosa de la reacción que podía tener su madre.
-
Muy bien, ¿y quién es? – le respondió Pepa con la mayor naturalidad del mundo.
-
¿có… cómo? – Miriam no se esperaba esa respuesta – ¿no me vas a decir que aún es muy pronto o que yo no tengo edad para andar tonteando? – típico discurso de su madre en tiempos anteriores.
-
Cariño, para lo que no tienes edad es para que tu madre te ande diciendo lo que debes o no debes hacer con tu vida, me temo que ya eres mayorcita para eso – le dijo sonriendo. Miriam no sabía qué decir, su madre siempre había sido muy buena con ella, pero
estaba “chapada a la antigua”, como ella misma decía, y muchas veces chocaban precisamente porque había cosas en las que Miriam creía que a su madre le parecían escandalosas o demasiado modernas para su gusto. -
¡Vaya! No esperaba que me dijeses eso, creía que me ibas a soltar un sermón por lo de guardar el luto y todas esas cosas.
-
Hija, yo entiendo que el luto ya no se guarda como en mis tiempos, a dios gracias, porque a veces cuando se empezaban a morir familiares no sacabas el negro en años – le dijo haciendo sonreír a Miriam – entiendo que aún eres joven, y eres muy guapa, y tú tampoco puedes estar haciendo de madre y padre toda la vida, mis nietos necesitan algo más. Además, yo sé que entre Javi y tú las cosas no iban bien – Miriam se sorprendió, nunca había hablado de ese tema con su madre para no preocuparla, Pepa vio lo que su hija estaba pensando y siguió – no hacía falta más que veros para darse cuenta que ese hombre no te hacía feliz. Y no sabes cuánto deseo que encuentres a un hombre que sí te dé lo que necesitas para sonreír todo el día.
-
¡Caray mamá! Va a ser que al final es cierto que con la maternidad se desarrolla el sexto sentido, al menos en lo que respecta a los hijos. 164
-
Claro que sí, y si no ya me lo dirás cuando los tuyos se hagan mayores. ¿y quién es él? ¿en qué lugar se enamoró de ti?... – canturreó Pepa.
-
¡Jajajajaja! Mamá, no tienes precio – dijo Miriam entre risas - es el piloto que nos llevó a Madrid, está divorciado y con una hija de la edad de Gabi, y es tremendamente atractivo.
-
¿Es el mismo del que habla Gabi todo el tiempo? ¿el de las fotos? – preguntó Pepa curiosa.
-
El mismo, espera que te las enseño – y le mostró en su móvil las fotos que él le había enviado desde el suyo el día que se conocieron – es el moreno, el de la izquierda, ¿qué te parece?
-
Sí que es guapo, sí. Aunque el otro tampoco está nada mal – comentó Pepa al ver a los dos pilotos en la foto.
-
¡Mamá! – soltó Miriam en alto medio escandalizada.
-
¿Qué? – respondió Pepa – que una tiene ojos en la cara hija y las cosas como son, aunque pudiese ser su madre no dejan de estar de muy buen ver. Las dos se echaron a reír a carcajadas, luego Miriam le contó lo que había pasado en
los últimos días con él, desde su encuentro la primera noche en el hotel de Madrid, hasta que lo había ayudado a redecorar su casa para Amelie, reservándose ciertos detalles como lo de pasar la noche juntos y demás, eran temas que a ninguna de las dos les gustaba mencionar. Y también le dijo que al día siguiente comerían en su casa porque él quería así agradecerle su ayuda. A Pepa no le pareció mala idea. Entonces, sonó el timbre del portal e imaginó que sería él. Dos minutos después estaban en la puerta. -
¡Hola! – dijo Miriam sin acercarse demasiado, no sabía lo que Mike le había contado a su hija de ella y no quería ser la que metiese la pata.
-
¡Hola! – le contestó él sonriente – Miriam quiero presentarte a mi hija Amelie. Cariño – dijo dirigiéndose a la niña de pelo largo oscuro y de ojos verdes que tenía a su lado –
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ésta es la amiga de la que te hablé durante el vuelo, entre los dos arreglamos tú habitación. -
Mucho gusto Amelie – le dijo Miriam poniéndose a su altura para hablarle – eres más guapa de lo que me había dicho tu papá, espero que te guste lo que hicimos en tu casa.
-
Bona tarda – le contestó ella en catalán y con una sonrisa muy dulce que a Miriam le encandiló – tú también eres muy guapa, y seguro que me gusta porque mi papá me dijo que tú pintabas muy bien.
-
Bueno, para ti me esmeré mucho, pero tampoco te creas – le dijo Miriam y los invitó a entrar – pero pasad para dentro, ven Amelie, esta señora de aquí es mi mamá, Pepa.
-
¡Pero si eres una muñequita! – le dijo Pepa dándole un sonoro beso en la mejilla.
-
Y ven por aquí – le indicó Miriam saliendo a la terraza - en esta casita están Gabi y Laura, ¿quieres jugar con ellos? – la niña asintió con la cabeza y Miriam llamó a la puertecita roja. En seguida salieron los dos niños para ver quién estaba fuera – Ellos son Gabi y Laura - le dijo señalándolos – niños, ella es Amelie, la hija de Mike el piloto y quiere jugar con vosotros, ¿la dejáis jugar?
-
¡Sí! – dijeron los dos a la vez.
-
Ven que te enseño mi colección de coches – le dijo Gabi, y en menos de un minuto ya estaban los tres jugando dentro de la casa sin acordarse de nadie más.
-
Tú hija es muy “riquiña” – le dijo Miriam a Mike – es un encanto, y preciosa.
-
Sí que lo es, se parece bastante a la familia de mi madre, la sangre gallega se nota – respondió él muy orgulloso de su hija y de sus orígenes.
-
¿Sangre gallega? – preguntó Pepa sorprendidísima. Entonces Miriam presentó a Mike y a Pepa, y a ésta se la veía encantada con el
nuevo amigo de su hija, incluso le comentó, mientras Mike salía a llevarles algo de merendar a los niños, lo guapo y educado que era el piloto. Estuvieron un rato charlando de las raíces con esa tierra que tenía Mike, un detalle que a Pepa le entusiasmó. Más tarde, Miriam lo ayudó a bajar toda la compra al coche en el ascensor, momento en el que él aprovechó para abalanzarse sobre ella y besarla con tanta 166
intensidad que Miriam tuvo que agarrarse a sus brazos para no caerse. Le temblaba todo el cuerpo sólo con sentirlo cerca de ella. Pero el trayecto fue cortísimo y el beso también. Al abrirse las puertas del ascensor, los dos respiraban con dificultad y estaban completamente acalorados. Por suerte no había ningún vecino por allí, porque sólo con verlos cualquiera podría intuir lo que pasaba entre ellos. Dejaron las bolsas en el coche y volvieron para el piso, se hacía tarde y a Mike y a su hija aún le quedaba una hora en coche antes de llegar a casa, subieron por las escaleras y, como buen caballero, Mike dejó subir primero a Miriam para poder recrearse en las vistas que se le presentaban delante de él. Al llegar a la puerta, antes de que Miriam abriese, él la agarró fuerte por detrás, la pegó contra su cuerpo y le susurró al oído: -
Me muero por hacerte mía otra vez, y descubrir de una vez dónde tienes el tercer tatuaje. Miriam se deshacía sólo con oírlo, nunca había deseado tanto a alguien como lo
deseaba a él en ese momento, pero no era el momento ni el lugar, sabía que la vecina de arriba había estado mirando por la ventana, y sólo por saber quién era el nuevo acompañante de Miriam era capaz de bajar andando a pesar de su cojera. Por ello se limitó a sonreír y abrió la puerta de casa. Poco después Mike y su hija se despedían de aquella familia hasta el día siguiente, y quedaron en que Miriam, Pepa y los niños irían temprano para ayudarle con todo. Cuando cerraron la puerta los despidieron con la mano desde la ventana y Pepa comentó: -
Desde luego hija, guapo es un rato pero soso también.
-
¿Por qué dices eso, ma?
-
Es que ni un miserable besito te ha dado, ¡pos vaya novio te has echado!
-
¡MAMÁ! – Miriam no sabía si estrangularla a lo Homer Simpson o partirse de risa con ella. Al final optó por la segunda opción y así estuvo un rato mientras veía cómo se alejaban y pensaba en ese beso de despedida que no se habían dado. 167
Era casi de noche cuando Mike llegaba a su casa con Amelie en brazos, la niña se había quedado medio dormida en el coche y no quería bajar. La llevó directamente para su habitación para que siguiese durmiendo un rato mientras él preparaba algo de cenar. Pero al abrir la puerta, Amelie entreabrió los ojos y se quedó completamente impresionada por lo bonita que era su habitación. -
Daddy, déjame en el suelo – su padre así lo hizo y la niña dio una vuelta por la habitación - ¡Qué bonita! ¡Me gusta mucho! – decía ella una y otra vez.
-
¿De verdad te gusta, cariño? – Mike se sentía muy orgulloso del trabajo que habían hecho, y más de saber que habían acertado.
-
¡Es una habitación de princesas! – la niña seguía mirando todo con los ojos ahora completamente abiertos.
-
Es que mi princesa no se merece menos. Ven que te enseño el cuarto de juegos.
-
¿Hay un cuarto de juegos? – Amelie siguió a su padre con impaciencia. Al atravesar la puerta de enfrente a la de ella, la cara de Amelie era tan de sorpresa
que parecía que los ojos se le iban a salir de las órbitas. Se quedó con la boca abierta sin poder decir palabra y no paraba de ir de un sitio a otro mirando todos los juguetes que allí había. Aunque lo mejor fue cuando vio el mural de la pared y se fijó en la princesa del castillo y en lo que se parecía a ella, y empezó a gritar señalando el dibujo: -
¡Daddy, daddy! ¡Soy yo, la princesa, soy yo! ¡Mira daddy, mira! – Mike era muy feliz en ese momento viendo como su hija estaba disfrutando de lo que Miriam había creado para ella, y hasta le sacó una foto con el móvil sin que ella se diese cuenta.
-
Sí cariño, eres tú. Miriam pensó que te gustaría verte de princesa y te pintó con tu castillo. ¿Te gusta de verdad?
-
Mucho, daddy, mucho. ¿Puedo quedarme un ratito jugando aquí? – preguntó la niña levantando mucho su cabeza para poder mirar a su padre a los ojos.
-
¿No estás muy cansada, Darling? – ella negó con la cabeza – vale, quédate aquí un rato y disfruta mientras yo descargo el coche y hago la cena. 168
Y la niña se quedó encantada sentada en uno de los pufs, con dos muñecas en la mano y mirando a aquella princesa que a ella le parecía la más guapa del mundo. Mike cogió su móvil y le mandó la foto de Amelie a Miriam, en dos minutos le llegó la respuesta: Parece que le gustó Eso se queda corto
22:17
Gracias, gracias
22:17
22:17
Ver así de contenta a mi niña no tiene precio, no sé cómo pagártelo 22:18 Ya se te ocurrirá algo
22:18
Ahora no puedo seguir, acaba de llegar mi hermano y necesito hablar con él 22:18 Todo bien?
22:19 Sí sí, después hablamos. Bicos
22:19
Y Miriam dejó de estar en línea. Mike no se quedó muy convencido pero prefirió no seguir por si acaso, Miriam ya le había comentado que su hermano era de fuerte carácter y sobreprotector, así que era mejor dejarla y que luego fuese ella quien le hablase. Ella se encontraba en el salón de su casa con Fede, los niños estaban dormidos y Salo trabajaba de noche, así que tenían un rato para poder hablar. Aunque Miriam no sabía por dónde empezar y cada vez se ponía más nerviosa. Empezó a apartarse el flequillo una y otra vez de manera brusca y Fede supo que algo le sucedía: -
Vamos a ver, ¿qué me tienes que contar? Porque te vas a quedar calva si sigues dándole de esa manera al pelo. Miriam dejó su flequillo y suspiró.
-
Está bien, pero prométeme que no te vas a cabrear cuando te lo cuente, si no ya ni empiezo – le dijo ella.
-
¡Joder, meiga! No me asustes, ¿tan grave es?
169
-
Bueno, grave no, pero sé que no te va a sentar muy bien cuando lo sepas. Ahí va. ¿recuerdas al piloto que se hizo unas fotos con los niños en el avión?
-
¿El guaperas que te pidió el número de teléfono?
-
El mismo.
-
Sí, que pasa con él – Fede ya estaba completamente serio, intuía lo que pasaba y sabía que no le iba a gustar.
-
Pues que estoy saliendo con él, creo – Miriam no sabía cómo etiquetar lo que pasaba con Mike.
-
¿CÓOOOOOMO? – Fede no daba crédito, se levantó de un salto del sofá y empezó a dar vueltas por la habitación haciendo aspavientos con las manos – pero si no lo conoces de nada, no puedes estar hablando en serio, ¿estás loca?
-
No, no estoy loca, Fede, al menos no pienso que lo esté. Me gusta y yo a él y nos estamos conociendo.
-
¿Y desde cuándo? Si puede saberse, porque en teoría sólo os habéis visto en el viaje, al final usó tu número para acosarte, como si lo estuviese viendo.
-
No fue así, enano, me mandó las fotos, estuvimos hablando y quedamos para vernos, y después vino a casa para que lo ayudase y… bueno, surgió algo.
-
¿Cómo que quedasteis? ¿cuándo? ¿En Madrid? – de repente cayó en la cuenta de qué le sonaba el hombre de las flores en el hotel el día que cambiaron de habitación, era el piloto – claro, por eso el tío llevaba las rosas, ¿te acostaste con él? – le preguntó completamente enfadado.
-
¡Oyeeeeee! No tengo porqué detallarte mi vida íntima, pero no, no me acosté con él – desde luego no era momento para decirle toda la verdad – sólo estuvimos hablando, creí que habría quedado sólo en eso pero necesitó ayuda con su hija y me la pidió a mí, y entonces vimos que había más y decidimos empezar algo. Simplemente nos estamos conociendo. Y si te lo cuento es porque mañana quiere invitarnos a comer en su casa para agradecerme la ayuda que le presté. De lo contrario no sabrías nada hasta que tuviésemos algo más firme.
-
Hija, tiene una hija, ¿y sabes si está casado o divorciado o qué?
170
-
Está divorciado – respondió Miriam intentando tranquilizarse.
-
¿Y te fías? ¿cómo sabes que te dice la verdad si no lo conoces en absoluto?
-
Pues de la misma manera que él se creyó que soy viuda, ¿Por qué tendría que fiarse de mí, entonces, si no me conoce? Yo también podría mentir, ¿no?
-
No es lo mismo, Miriam, un tío al final va a lo que va y punto.
-
Un tío de veinte puede, pero uno de casi cuarenta no tiene por qué. Además, ¿por qué narices desconfías de todo hombre que se me acerca?
-
¡Concho! Porque dado tu historial con los hombres ya no se sabe. Primero casi te mueres por uno que te dejó tirada a la primera de cambio, y después el otro, que una vez que te quedas embarazada te ignora y te menosprecia continuamente. ¡Como para fiarse! – bufó Fede.
-
Sabes muy bien que lo que pasó no tuvo que ver con Jota – siseó Miriam enfadadísima, odiaba que le recordase ese triste capítulo de su vida - era yo la que estaba mal y podría haber pasado igual con él o sin él.
-
Vale, digamos que fue la gota que colmó el vaso. Pero no me negarás que tienes un imán para atraer capullos – Miriam ya no sabía qué hacer con él, degollarlo o dejarlo por imposible, esa era la cuestión.
-
Mira, es mejor que dejemos el tema aquí, mañana vamos a comer a casa de Mike, te portarás bien con él, lo conocerás y después, en privado, ya me contarás tus impresiones. Pero te prohíbo que lo trates mal o te juro que no te vuelvo a hablar en la vida – le aseguró Miriam con firmeza. Que Pepa no la juzgase le había ayudado a sentirse más segura en lo referente a este tema, y si no se amilanaba ante Fede éste la dejaría en paz.
-
Está bien, pero si me parece un capullo no me puedes obligar a que me caiga bien, no voy a volver a pasar por lo mismo otra vez. Ya me llegó con tu maridito – Miriam se desesperaba por momentos, quería replicarle pero Gabi apareció por la puerta del salón muerto de sueño y frotándose los ojos:
-
¿Por qué discutís el tío y tú, mami? ¿Estáis enfadados?
171
-
No cariño, tranquilo. Es que tu tío necesita tener hijos urgentemente a ver si así me deja a mí en paz – le respondió mientras lo llevaba de nuevo a su cuarto y dejaba a Fede con los brazos en jarras, negando con la cabeza y resoplando. Después de volver a dormir al niño, estuvieron hablando un rato ya más calmados y
Miriam le contó un poco más de cómo se sentía con respecto a Mike, Fede le prometió que le daría una oportunidad al piloto, que al menos no lo juzgaría a la ligera, aunque con él no se podía esperar que reaccionase bien en lo referente a su hermana. La había visto muy hundida por culpa de los hombres y ya no se iba a conformar con cualquiera. Cuando Fede se fue a casa, Miriam se quedó sola un rato en la terraza escuchando música. Empezó a sonar la misma canción que Mike cantara con ella en el local de karaoke, y cogió el móvil: Mañana nos vemos
23:48
Y si hermano te mira raro no se lo tengas en cuenta por favor 23:48 Tranquila, ya te he dicho que lo entiendo perfectamente 23:49 Sabré llevarlo
23:49 Eso no lo pongo en duda
23:49
Y ya me contarás de dónde salió la canción que cantamos tú y yo a dúo 23:50 Jajajaja, ya te diré mañana
23:50
Todo bien?
23:50 Todo bien, con sueño, me voy a la cama a dormir que ya es tarde 23:51
Muy bien, sueña conmigo preciosa
23:51 Será que sueñe con los angelitos
Pues eso, yo que soy?
23:52 172
23:51
Sí, sí, un angelito rojo con cuernos, rabo y tridente 23:52 Rojo todavía no estoy, tridente no tengo pero lo puedo conseguir, y los cuernos y el rabo ten por seguro que sí 23:53 Jajajaja! Mejor me explicas esto último mañana, buenas noches 23:53 Buenas noches preciosa
23:54
Un beso
23:54 Otro
23:54
Mike apagó de nuevo su móvil, entró en casa y se fue a dormir deseando que la noche pasase lo más rápido posible.
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Capítulo 11 A la mañana siguiente, Miriam, Pepa y los niños salieron temprano hacia la playa para ayudarle a Mike con la comida. Hacía un precioso y caluroso día de verano, y al ir acercándose pudieron apreciar las hermosas vistas de la montaña rodeada de modernos molinos de viento fundiéndose con el mar y dejando entre medias una línea de arena blanca. Pararon en un mirador al borde de la carretera para observar mejor el espectáculo, era como un ritual, siempre que acudían a aquel lugar tenían que hacer una pausa en el camino para disfrutar del paisaje, así como se iban antes de la puesta de sol y también la veían desde ese lugar. Pepa siempre les contaba a los niños que ese lugar era mágico, que el sol se dormía en el fondo del mar y que, para que el cielo no se enfadase, le dejaba un montón de bonitos colores para que sonriese y así la luna brillaba más feliz. Miriam siempre sonreía al ver la cara de sus hijos mientras escuchaban, y le gustaría ser una niña otra vez para volver a creer en ella como cuando su madre se la contaba años atrás. Siguieron su camino hasta llegar a la casa de piedra que Miriam recordaba. Bajaron del coche y timbraron. En seguida apareció en la puerta Mike sonriendo seguido de Amelie, que en cuanto vio a Miriam se abalanzó sobre ella para abrazarla y besuquearla por haberle pintado un mural tan bonito: -
¡Eh! ¡Qué es mi mamá! – dijo Gabi con un punto de celos, compartirla con Laura ya era más que suficiente para él.
-
¡Perdón! – la pobre niña soltó a Miriam, que le echó una mirada reprobatoria a Gabi y éste bajó la cabeza.
-
No lo sientas, cariño – le respondió Miriam poniéndose a su altura – me encanta que todos los niños me den abrazos y besos, y no le hagas caso a Gabi, tiene miedo de que no tenga suficientes besos para todos, pero ¿te cuento un secreto? – la niña asintió con la cabeza – tengo besos para un millón de niños y más – le dijo susurrando. Las dos se rieron cómplices y luego pasaron todos adentro de la casa.
174
Mike le enseñó la casa a Pepa y ésta no pudo más que sentirse completamente orgullosa de lo que su hija había creado en aquellas habitaciones, desde luego se parecía más a su padre de lo que nunca había creído. A los dos les encantaba crear con las manos y tenían esa vena artística que tanto ella como su hijo carecían. “Ojalá pudieras ver lo que ha hecho la niña, Federico”, pensó emocionada. -
Mamá, ¿te gusta? – preguntó Miriam mirando hacia la pared pintada del cuarto de juegos, al ver que su madre no respondía la miró y vio las lágrimas en sus ojos - ¿estás bien? – le preguntó preocupada.
-
Es precioso hija, es realmente bonito, tu padre estaría muy orgulloso – las dos sonrieron de nuevo emocionadas. Miriam y su padre estaban muy unidos, y aunque en los momentos más complicados
de su vida quiso alejarlos de ella para que no la viesen mal, nunca consiguió que su padre la dejase sola en ningún momento, y en el fondo se lo agradeció muchísimo. Por su parte, Miriam tuvo que ver cómo su padre se iba apagando poco a poco por la enfermedad con la que había batallado incluso antes de que ella se recuperase del todo. Al principio se lo ocultaron para no perjudicarla pero se acabó enterando igualmente, y vio durante seis años como aquel hombre grande y fuerte se iba convirtiendo en una sombra de lo que había sido, no sin antes luchar con todas sus fuerzas. Por eso, cuando la muerte se lo llevó, Miriam llegó a sentir un gran alivio por su padre, porque por fin descansaría de su agonía. Tras unos minutos de silencio en los que las dos mujeres se repusieron de sus pensamientos, Mike, que en todo momento había permanecido callado observando la emoción en el rostro de su chica, las hizo salir al jardín, donde empezarían los preparativos para la comida, mientras Gabi, Laura y Amelie se quedaban jugando en la habitación. Colocaron unos tablones en forma de mesa en el porche y los prepararon para que pudieran comer todos cómodamente. Después los niños se quisieron meter en la piscina y Pepa se metió con ellos porque al menos Laura era aún muy pequeña para estar sola dentro del agua. Miriam, que no les quitaba el ojo de encima, se dispuso a preparar las brasas junto con Mike, que no dejaba 175
de mirarla con la insana intención de comérsela. En un momento en el que sus miradas se cruzaron, Miriam llegó a sentir el ardor que iba creciendo en su interior, deseaba a aquel hombre como a nadie en el mundo y él la deseaba a ella sin importarle nada ni nadie más. Sólo con aquella mirada eran capaces de incendiar la barbacoa. -
¡Emmmm! Necesito que me ayudes un momento en la casa – le dijo Mike a Miriam levantando la voz para que Pepa los escuchase. No aguantaba más teniéndola tan cerca sin poder tocarla.
-
Vale, vamos – respondió Miriam sintiendo lo mismo que él – ¡mamá! Vigila las brasas, que no se acerquen los niños, que ahora volvemos – Pepa asintió sabiéndose cómplice de los dos. Mike entró a grandes zancadas en el salón, seguido de Miriam que intentaba
disimular las ganas que tenía de abrazarlo, siguieron el pasillo hasta llegar a la habitación, Mike abrió la puerta con premura, tiró de ella hacia dentro y cerró con llave: -
Ahora no nos molestará nadie, al menos no podrán vernos – la agarró por la cintura y la besó con fuerza, la devoró como nunca a nadie antes y paso a paso se fueron acercando a la cama hasta caer sobre ella.
-
No podemos… los niños, mi madre… - dijo Miriam entre jadeos, mientras Mike subía la mano por su muslo y por encima del cortísimo pantalón que ella llevaba, siguió por debajo de la camiseta hasta rozar el biquini, haciendo que se estremeciese por completo.
-
¡Shhhhh! Déjame saborearte un poco más o acabaré en llamas delante de todo el mundo – le dijo mientras le besaba el cuello bajando por encima de la camiseta hasta sus pechos, que masajeó con destreza. Miriam no se resistió a las caricias que tanto placer le proporcionaban y se dejó
llevar por el momento, mientras él recorría con sus besos y su lengua cada rincón de su pecho, bajando por su vientre hasta llegar a la cintura del pantalón, por debajo del ombligo. Le desabrochó el botón y bajó la pequeña cremallera sin dejar de besar su piel en ningún momento. Ella creía que iba a estallar sólo con sentir el roce de sus labios y su 176
aliento en la piel, si continuaba con su juego se desharía completamente en poco tiempo, pero él no cesó en su recorrido y de un tirón le sacó el pantalón y el biquini, le separó las piernas suavemente y la devoró con avidez, mientras ella se arqueaba en busca de su propio placer y se agarraba con fuerza a aquellas sábanas negras que tanto le habían gustado. El deseo que sentía era tal que en apenas unos minutos estalló de puro placer en un orgasmo interminable. -
Me encanta verte así, completamente entregada a mí – le dijo Mike en un susurro – ahora me vas a sentir totalmente tuyo – y la penetró con fuerza de un solo empujón. Miriam separó más las piernas para recibirlo mejor y su orgasmo se intensificó mientras él seguía moviéndose en su interior, cada vez más fuerte, cada vez más rápido hasta que él también se dejó llevar y cayó sobre el pecho de Miriam empapado en sudor y totalmente extasiado. Un par de minutos después salió de ella y se dejó caer a su lado. Se miraron sin
decirse nada, la besó con dulzura y la atrajo hacia él para abrazarla, no quería dejar de sentirla, aún no. -
Mike – dijo Miriam recuperando el aliento – estamos completamente locos, aquí metidos mientras fuera están los niños con mi madre y con un fuego a medio encender – ambos se echaron a reír.
-
Sí que estamos locos, al menos yo, pero por tu culpa – y la besó de nuevo – no puedo estar cerca de ti sin poder tenerte en mis brazos, es como si me quemase por dentro, como si mi estado natural fuese estar dentro de ti, apenas me puedo controlar delante de los demás y estar lejos de ti hace que te desee todavía más.
-
A mí me pasa lo mismo – le confesó ella – no puedo dejar de pensar en ti, y cada vez te deseo más y más, me haces sentir cosas que no creí que existieran y me elevas hasta las estrellas cada vez que me haces el amor, pero no podemos comportarnos como adolescentes con las hormonas en revolución, lo sabes ¿verdad?
-
Tienes razón, será mejor que volvamos a ser adultos, pero prométeme que al menos esta tarde estaremos juntos otro rato a solas, o mejor, pasa esta noche conmigo. 177
-
Mike, eso no es posible, los niños y mi madre…
-
Los niños se pueden quedar con Amelie y tu madre… no sé, puede irse con cualquiera para casa. Pasa la noche conmigo por favor – le suplicó – tenemos muchas cosas de las que hablar y aclarar, y no creo que pueda volver a dormir otra noche solo.
-
No sé, Mike – dijo ella mirando al techo, quería lo mismo que él pero no sabía si aquello era buena idea – mejor déjame que lo piense durante la comida y después te digo algo, ¿vale?
-
Ok, está bien, no quiero que te sientas presionada – le respondió él abrazándola de nuevo.
-
Hablando de presión, ¿te has dado cuenta en las cuatro veces que hemos tenido sexo entre los dos han sido sin protección? – Miriam se sentía preocupada por ello, aunque cada vez que estaban juntos era todo tan intenso que por no estropear el momento no había sacado el tema.
-
Bueno, no tengo enfermedades venéreas de ningún tipo, te lo puedo asegurar porque nos hacemos chequeos anuales y nunca he tenido relaciones sin protección, sólo contigo y con mi ex, y después de que la dejé me hice las pruebas más a menudo. Y me imagino que usarás algún tipo de protección ya que nunca me has dicho nada, así que me he despreocupado totalmente, no sé, supongo que me cegó la pasión – y quiso volver a besarla pero ella le cortó.
-
Mike, yo no uso ningún anticonceptivo ni nada parecido. Mike saltó como un resorte de la cama y se subió los pantalones con un
movimiento. Estaba pálido y se le veía contrariado y asustado: -
¿Cómo? ¿no tomas anticonceptivos? – Miriam negó con la cabeza - ¿DIU? ¿algo? – Miriam siguió negando y él se sentó en la cama con las manos tapando la cara, no quería que ella se asustase pero no podía controlar el miedo que se apoderaba de él en esos momentos, mientras Miriam sentada en la cama se reía en silencio viendo al pobre temblando. Se levantó, se vistió y se arrodilló delante de él.
-
Mike, Mike, tranquilo, no pasa nada – le dijo intentando sacarle las manos de la cara.
-
¡Que no pasa nada! ¡joder, deberías habérmelo dicho Miriam! – le gritó. 178
-
Baja la voz y no te pongas así, si me dejas explicarte algo entenderás que no te dijese nada. Él no sabía qué hacer, la última vez que se había dejado llevar así con una mujer fue
nueve meses antes de nacer Amelie. Intentó tranquilizarse y la miró resignado. -
El otro día te conté que cuando tuve a Laura hubo complicaciones y estuve más tiempo del debido en el hospital, ¿lo recuerdas? – él hizo memoria y asintió con la cabeza cuando visualizó la conversación entre ambos durante el desayuno – pues las complicaciones vinieron provocadas por un desgarro que me produjo la niña en el útero, intentaron controlar la hemorragia con sutura, pero no fueron capaces, me desangraba por segundos y eso derivó en una histerectomía parcial – Mike la miraba sin entender muy bien lo que decía – me extirparon parte del útero Mike, la parte más afectada. Por eso no puedo tener más hijos, con o sin anticonceptivos no podré concebir nunca más – dijo con tristeza – no es que quisiera tener más hijos, sabes, pero el hecho de no poder tenerlos… bueno, eso, que no te tienes que preocupar por dejarme en estado porque no puede ser posible – le puso la mano en la cara sintiendo el alivio de él en la mirada. Entonces se levantó y fue al baño a refrescarse un poco. Mike seguía sentado en la cama, sin poder decir nada y sintiéndose estúpido por haber reaccionado tan exageradamente.
-
Será mejor que volvamos con las brasas o no comeremos nunca – dijo ella saliendo del baño más sonriente.
-
Espera – Mike se levantó y fue hacia ella, la abrazó y le susurró al oído – lo siento, lo siento, soy un imbécil, perdóname, debí imaginarme algo y yo…
-
No te preocupes, tu reacción es normal, me preocupaba que no lo hubieras tenido en cuenta por despreocupado, o incluso que tu intención fuese otra.
-
¿Otra? ¿pensabas que te quería dejar embarazada o algo así?
-
No sé, tu silencio en el tema me preocupaba bastante, y desde ya te digo que si tu intención es tener hijos conmigo aunque sea en un futuro lejano, lo mejor es que lo olvides porque es físicamente imposible que yo pueda llevar adelante un embarazo – le espetó separándose de él. 179
-
Miriam, es muy pronto para hablar de hijos, ¿no crees? Y si algún día pensamos los dos en algo así será consensuado y dialogado por los dos, no será decisión de uno solo, además, hay otras formas de tener hijos sin ser concebidos por los dos. Aunque no es un tema que me preocupe en estos momentos – le sonrió mientras le tomaba de la barbilla para besarla – quédate esta noche y hablemos de todo eso y de más cosas.
-
No sé, Mike, déjame pensarlo por favor. Ahora debemos volver – le dijo soltándose de sus brazos y saliendo de la habitación sin hacer ruido. Mike se quedó solo unos minutos pensando en lo que acaba de pasar en su
habitación. La había arrastrado hasta allí, le había hecho el amor con pasión y luego se había puesto histérico por no ser previsor. Había pasado de cero a cien en décimas de segundo y de cien a menos mil en un abrir y cerrar de ojos. Sentía que acaba de meter la pata hasta el fondo, y la manera de salir ella de la habitación no hacía más que confirmárselo. Si unos días antes, le hubiese preguntado no habría pasado esto. Respiró hondo y salió de la habitación. Cuando llegó al jardín, Miriam estaba avivando el fuego para que se quemase toda la madera y empezar a tener algo más de brasa. Se acercó a ella y ésta simplemente le sonrió. Los niños seguían jugando en el agua ajenos a todo y ella pensó que sería bueno darse un baño con ellos, al menos así podría refrescar un poco las ideas. Se quitó la ropa allí mismo, encendiendo de nuevo la llama en Mike, que la miraba sin acercarse a ella, se recogió el pelo en un moño alto y dejó la ropa en una silla. Al agacharse, el biquini se le bajó un poco y dejó entrever parte de un tatuaje que empezaba en la base de la espalda y seguía hacia abajo. Mike abrió mucho los ojos cuando vio aquello y estiró más el cuello, pero no pudo divisar nada más, en seguida ella se metió en el agua y desapareció de su campo de visión. Después de jugar un rato en el agua con los niños, los mandó salir para que ayudasen a poner la mesa, llevaban demasiado tiempo en el agua y, aunque fuera hacía un calor insufrible, ya estaban en modo pasas, completamente arrugados. Las brasas ya 180
estaban hechas, por lo que prepararon el carbón y la parrilla y minutos después estaban ya con la carne, que Mike se había encargado de adobar como Pepa le había dicho el día anterior. Prepararon unas ensaladas y unas patatas que sirvieron después con la carne y una hora más tarde empezaron a llegar el resto de los comensales. Los primeros en llegar fueron Manu, Lola y el pequeño Manolito, que se unió enseguida a los demás niños. Después llegaron Ana y Toni, y por último Noe, Salo y Fede, muy serio. Uno a uno, Miriam les fue presentando a Mike y a su hija, y todos tenían que pasar por las habitaciones de la niña como en peregrinación para mostrarles el trabajo de Miriam, que todos estuvieron de acuerdo en alabar, y felicitaron a la artista por hacer un trabajo tan bueno. Las chicas ya conocían a Mike de la noche del karaoke, pero se abstuvieron de recordárselo, porque aún les incomodaba la escena que los dos protagonizaran con bofetada incluida. Y Fede simplemente saludó con la mano y procuró no estar demasiado cerca de él en público, no quería estropearle el día a nadie, aunque esperaba poder tener un momento para encontrarse con el americano a solas para aclararle un par de puntos. La comida transcurrió tranquila y entre risas, Mike se acoplaba muy bien al grupo y Amelie se llevaba estupendamente con los niños, y Miriam también se sentía feliz por ello. Para ella siempre había sido muy importante la aceptación de sus amigos en temas amorosos, con el favor de Noe ya contaba, y también con el de Salo, pero los demás eran harina de otro costal. En cuanto tuvo ocasión se acercó a Manu y le pidió opinión: -
Parece un buen hombre, Miriam, no será peor que los otros y lo sabes, y lo que tenga que pasar pasará. Me cae bien, se ve que es un hombre de mundo que necesita afincarse en un lugar determinado. Normalmente al llegar a los cuarenta a los hombres les entra la crisis de identidad y necesitan reafirmarse tirándose a jovencitas, pero me da que a él esa fase no le va a afectar demasiado, porque por lo que me has contado de él, ya sabe lo que es. Creo que lo que necesita es estar definitivamente con alguien, y ese alguien puedes ser tú perfectamente, además los niños se llevan de maravilla. 181
-
Pero Manu, hace apenas unos días que lo conozco, es precipitado hablar de afincarse y demás, ¿no crees?
-
No, no lo creo. Mira – Manu dejó su pose de psicólogo y pasó a la de amigo, relajando la postura y mirándola directamente a los ojos – si lo que tú sientes es que quieres estar con él, y él siente lo mismo por ti, simplemente déjate llevar. Es muy bonito e interesante ir conociéndose por el camino, aunque eso seguro que os traerán conflictos más de una vez, pero lo importante es que lo sepáis resolver partiendo de la base de lo que lleváis aquí dentro – le dijo poniéndole la mano sobre el corazón.
-
Manu, sabes que la última vez que le hice caso a eso que señalas tú terminé muy mal. No sé si soportaría fracasar de nuevo.
-
En primer lugar, tú nunca has fracasado. Si aquel imbécil te dejó fue su decisión pero tú no tuviste la culpa de nada, cuando el árbol crece torcido así se queda, y nada, absolutamente nada puede cambiarlo. En segundo lugar, sufriste una crisis porque lo que estabas viviendo te sobrepasó, pero ya quedamos en que aquello no volvería a pasar porque tú aprendiste a ser más fuerte y porque has madurado. Y en tercer lugar, siempre te he dicho que en todo lo que hacemos en esta vida existe un riesgo en mayor o menor medida, y sólo podemos vivir si lo asumimos y continuamos nuestro camino.
-
Lo sé, pero no puedo dejar de tener miedo.
-
Y tampoco debes dejar de tenerlo, porque el miedo nos hace estar alerta, pero tampoco puedes dejar que condicione tu vida. Debes buscar el equilibrio y seguir adelante.
-
¿Todo bien por aquí? – Mike se acercó por detrás con un par de cervezas frías en la mano, le ofreció una a cada uno que aceptaron gustosamente y sin poder evitarlo la rodeo con su brazo por la cintura, estaba harto de guardar las distancias con ella delante de todo el mundo cuando era consciente que todos los allí presentes estaban al tanto de lo que pasaba entre ellos.
-
Todo bien – respondió Manu después de darle un buen trago a su cerveza – Mike, me alegro de que Miriam haya encontrado a alguien como tú, sólo espero que sepas
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apreciar lo que te da y que le des como mínimo lo mismo a cambio – Mike se sorprendió por esas palabras, pero las agradeció con una sonrisa. -
Por supuesto, realmente siento que soy afortunado por haberla encontrado, así que tranquilo que le daré todo y más – le respondió sin dejar de mirarla, y chocaron sus botellas como buenos colegas. Después entablaron una conversación en torno al tema del motor y la fórmula uno, y Miriam se retiró sigilosamente para poder asimilar a solas lo que su amigo le había dicho. Se dirigió hacia el camino que comunicaba la finca con la playa y se apoyó en la
baranda de piedra, admirando el mar y el suave ir y venir de sus olas mientras analizaba cada palabra que su amigo le había dicho. Sabía que llevaba razón en todo, pero seguía viendo muy precipitado lo que pasaba entre ella y Mike, sobre todo a nivel de sentimientos. ¿Qué era lo que tendría él para atraerla como una polilla a la luz? No sabía ni por qué ni cómo, sólo que se estaba enamorando cada vez más de él y eso era lo que más la asustaba. Estuvo aún un rato más perdida en sus pensamientos, hasta que llegó Fede y le espetó: -
Al menos podíais cortaros un poquito, ¿no?
-
¿Cómo? – aquello la había pillado desprevenida.
-
Digo que al menos podíais disimular aunque sólo fuese por los niños. Desde que llegamos no se ha separado de ti ni cinco minutos, y tú no haces más que seguirlo con la mirada a todas partes. ¿Has pensado en tus hijos?
-
Fede, no es el momento ni el lugar, y no estamos haciendo nada malo, así que si no te gusta ya sabes dónde está la puerta, pero no sigas por ahí o conseguirás cabrearme de verdad. Ocúpate de tu vida y déjame vivir la mía como me parezca.
-
No me dirás lo mismo cuando te haga daño como los otros y vengas llorando, aunque el nombre de éste no empieza por jota – le dijo con ironía.
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-
Tranquilo, si por el motivo que sea termino llorando, tú serás el último que lo sabrá. No osaré molestarte con mis problemas, hermanito – y seguidamente se fue con las demás, dejándolo allí plantado con la palabra en la boca. Miriam se sentía un poco absurda con la situación, como si tuviese dieciséis y
estuviese presentando a su primer novio a su familia y todos los allí presentes tuviesen derecho a juzgar a su chico. Pero ni tenía dieciséis ni necesitaba el permiso de nadie, y menos de su hermano pequeño. Las chicas la animaron a seguir con él, visto de cerca les parecía un encanto y muy cariñoso con los niños, y ni que decir tenía lo bien que le sentaba el no llevar camiseta, hasta Pepa apreció ese detalle. Aquel hombre increíblemente atractivo, con un torso totalmente esculpido, los abdominales bien marcados y la tez morena que lo hacía aún más apetecible. Las cinco chicas y Pepa se quedaron un rato mirándolo mientras él se quedaba sólo en bañador y se lanzaba a la piscina. Los niños se acercaron para que la abuela se metiese de nuevo en el agua con ellos y las cinco chicas se quedaron un rato cuchicheando: -
¡Mi madriña qué bueno está! – Lola fue la primera en expresar lo que pensaban las demás.
-
Y eso que a ti al principio no te gustaba – le soltó Noe, aún seguía recordando la discusión del viernes en la cena.
-
Es que la manera de empezar de estos dos fue un poco peculiar, pero no me negareis que el bueno del hombre lo tiene todo muy bien puesto, ¿o qué? – le respondió Lola con seguridad.
-
La verdad es que sí – dijo Ana – y eso que yo no me puedo quejar de mi Toni, pero que suerte has tenido, hija – refiriéndose a Miriam. Ésta sólo sonreía.
-
Y como tenga todo tan bien puesto como lo que podemos ver, no es que tuvieses suerte, es que te ha tocado el gordo de navidad – dijo Noe sin dejar de mirar como Mike jugaba en el agua. Pero Miriam no soltaba prenda.
-
¿Qué? ¿lo de dentro se corresponde con lo de fuera? Cuenta maruja, algo así es para compartir – dijo Lola con guasa.
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-
Si a lo que te refieres es si a que si es tan bueno por dentro como lo es por fuera, sí, es un hombre excepcional aunque aún lo estoy conociendo.
-
¡Serás bruja! – le soltó Noe – diles ahí que te hizo cumplir todas las fases del orgasmo, diles, mátalas de envidia – las otras tres se miraron primero y luego la miraron a ella expectantes.
-
Sí, es verdad – dijo por fin - está también muy bien dotado en todos los aspectos físicos, esta misma mañana he podido volver a comprobarlo, y hasta ahí puedo leer – dicho esto se levantó muy glamurosa y se dirigió a la piscina para darse un baño antes de recoger los restos de comida, dejando a todas sus amigas con la boca abierta mirando para aquel portento de hombre que su amiga tan celosamente guardaba. Un rato después bajaron todos a la playa con los niños, para que pudiesen jugar en
la arena mientras que Mike recogía todo y limpiaba la barbacoa. Miriam se ofreció a ayudarle y él aceptó encantado. Apenas le había dirigido la palabra desde que habían salido de la habitación y necesitaba aclararlo de una vez con ella. Mientras ella llevaba la comida sobrante a la cocina, Mike se quedó fuera limpiando la parrilla, y Fede se acercó viendo que ése iba a ser el mejor momento que tendría para hablar con él: -
Mira, no sé qué es lo que pretendes con mi hermana, pero te aseguro que no está sola en esta vida, que tiene quién la defienda y que si le haces daño por mínimo que sea juro que te lo haré pagar y con intereses, ¿me entiendes? – le dijo en perfecto inglés. Mike se le quedó mirando por un instante antes de responderle en perfecto castellano:
-
Con tu hermana no pretendo nada que no sea hacerla feliz, sé que se lo merece como nadie y desde luego que lo último que haría sería hacerle daño. Y me alegro muchísimo de saber que está rodeada de gente que la quiere y la protege, eso me hará estar más tranquilo cuando tenga que estar lejos de ella. Sé lo que es que tu hermana acuda a ti llorando con el corazón partido, por eso comprendo tu postura, y yo en tu lugar haría exactamente lo mismo. Pero por mi parte puedes estar tranquilo que lo que más deseo en este mundo, por increíble que parezca por lo poco que la conozco, es hacerla feliz. 185
Ante estas palabras, Fede se quedó completamente descolocado y no supo qué más decir, se quedó pensando un momento y decidió que no perdía nada por conocer a aquel hombre. -
Así que tienes una hermana, ¿no? – se interesó.
-
Tengo dos hermanos pequeños, son mellizos, de tu edad más o menos, mi hermano es programador informático y mi hermana es licenciada en economía y empresas.
-
¡Anda! Yo también me licencié en económicas – le dijo Fede y después estuvieron hablando amigablemente durante un rato mientras recogían los restos de la comida. Miriam se sorprendió al verlos tan amigos pero se abstuvo de hacer ningún
comentario para no estropear el momento, parecía que hasta se llevaban bien y no quería ser ella la que metiese cizaña entre ellos. Cuando ya estuvo todo limpio y recogido, Fede bajó a la playa con los demás mientras Miriam iba a la cocina a preparar la merienda para los niños. A solas en la cocina, Mike pudo por fin acercarse a ella y abrazarla como llevaba todo el día deseando hacer: -
¿Qué tal estás? – le preguntó después de darle un beso en el pelo.
-
Bien, un poco cansada de tanto trajín, pero creo que ha salido todo bien, ¿no?
-
Sí, pienso que sí, tus amigos parecen buena gente y creo que les gusto, hasta tu hermano ha sido amable conmigo, así que sí, pienso que ha salido todo bien.
-
Mi hermano… en fin, le he dejado claro que mi vida es mía, sólo espero que haya captado el mensaje.
-
Tu hermano sólo quiere protegerte, si fueses mi hermana yo haría lo mismo. Además, me tranquiliza saber que tienes quién te proteja cuando no pueda estar a tu lado. Miriam se sintió molesta por el comentario y se zafó de sus brazos.
-
¡Pero que manía os ha entrado a todos con tener que protegerme! No soy una niña pequeña, no necesito que nadie me proteja, ¿y qué es eso de cuando tú no puedas estar a mi lado? 186
-
No te enfades, ya sé que tú sola eres capaz de enfrentarte al mundo, pero está bien saber que puedes contar con tu familia y amigos cuando los necesites. Y lo de no estar a tu lado, bueno, sabes que por mi trabajo tendré que pasar tiempo lejos de ti, es así.
-
Hablas de futuro, y eso me asusta Mike. Apenas estamos empezando algo, no podemos estar pensando en una relación seria sin conocernos apenas.
-
¿Por qué? ¿en qué manual de las relaciones se determina el tiempo adecuado que debe pasar para que dos personas puedan hablar de futuro en su relación? Porque yo no sé de tiempos ni de normas en estos asuntos.
-
Mike – le dijo con las manos enlazadas por debajo de su cara, quería hacerle entender su postura en el tema pero sin llegar a ofenderlo - tú tienes una hija a la que la vida te está dando una oportunidad de conocer y yo no hace tanto tiempo que me he quedado viuda. Tengo un hijo con un problema que me roba bastante tiempo, una niña pequeña a la que apenas puedo disfrutar, trabajo por turnos y tú tienes un trabajo en el que pasas más tiempo fuera de casa que dentro. Además, con la custodia compartida, tendrás que acercarte a Barcelona, en la otra punta de España para estar más cerca de tu hija y poder disfrutar de tu tiempo con ella. Estaremos prácticamente todo el tiempo separados, sin poder apenas vernos, ¿cómo pretendes tan siquiera que entre nosotros haya el más mínimo futuro? ¿es que no lo ves? – a medida que sus palabras salían de su boca, Miriam abría más lo ojos con respecto a su relación y se sentía a cada minuto más incapaz de llevarla adelante, lo que la llenaba de una profunda angustia y decepción.
-
Todo lo que dices es cierto – le respondió acercándose despacio hasta ella y tomándole las manos entre las suyas - es verdad que nuestras vidas son complicadas, y cada minuto que pasa desde que te conocí me resulta más difícil pasarlo lejos de ti, no sé de qué manera ha sucedido todo esto, sólo sé que eres lo mejor que me ha pasado en años, que cuanto más sé de ti más quiero estar contigo y realmente creo que entre los dos podemos llevar esto a buen puerto. No digo que vaya a ser fácil, pero nada es fácil en esta vida. Y si tengo tan mala suerte que tengo que escoger entre estar contigo o con mi hija, es muy probable que salgamos perdiendo los dos –
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soltó sus manos y posó las suyas a ambos lados de su cara, acariciándole la mejilla con el pulgar - Pero igualmente no puedo, no, no quiero perder la oportunidad que se me está brindando de conocerte y de disfrutar cada segundo que estoy a tu lado, déjame estar contigo, te lo ruego, y quédate esta noche conmigo, por favor – y finalmente la besó para acabar de convencerla. Lo que él no sabía era que ella ya estaba convencida desde su conversación con Manu, pero necesitaba saber que él también estaba convencido de lo difícil que iba a resultar, y estar segura de que él también se implicaría al ciento por ciento. El resto de la tarde se la pasaron todos en la playa jugando al fútbol los mayores y los niños jugando en la arena y en el agua. Miriam le preguntó a su madre si no le importaba irse con Salo y con Fede para casa, ella se quedaría a pasar la noche con los niños en casa de Mike. Pepa lo comprendió perfectamente y no puso impedimento alguno, a Fede la idea no le parecía la más acertada. Aunque su concepto de Mike había cambiado ligeramente para mejor, aún veía aquella relación demasiado precipitada. Pero poco le importaba ya su opinión a Miriam. Al atardecer todos se fueron despidiendo y subiéndose a sus respectivos coches, hasta que se quedaron a solas ellos y los niños, que estaban entusiasmados con la idea de pasar la noche allí. Mike preparó unas camas en la habitación de Amelie, en la que se instalaron Gabi y Laura después de la ducha y la cena, y los tres cayeron rendidos en seguida, dejando a la pareja con algo de tiempo libre para disfrutar juntos. Durante un largo rato se sentaron juntos en el porche a disfrutar del cálido anochecer saboreando una copa de vino, mientras Miriam le contaba a Mike lo que Pepa le contaba primero a ella y luego a sus hijos sobre los atardeceres en aquella tierra. Después estuvieron hablando sobre sus vidas, Mike le contó que con su ex se había equivocado desde el principio, que era una encantadora de serpientes pero que mordía a la primera de cambio:
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-
Me dejé engatusar por ella persiguiéndola por todas partes, y ella se dejó embarazar para retenerme, por eso nos casaron por el juzgado sin mucha parafernalia, pero en cuanto nació Amelie empezaron los problemas serios. Ella empezó a tener celos de su propia hija y las pagaba conmigo y con la niña, al principio pensamos que era depresión postparto, pero todo fue empeorando con el paso del tiempo, los reproches eran continuos y trataba de darme celos con otros para atraer mi atención. Hasta que un día me la encontré revolcándose en mi cama con el que consideraba que era mi mejor amigo, mi copiloto. Justo para ese vuelo él había llamado diciendo que no podía volar y lo había sustituido Roberto – Mike bebió un trago de su copa y continuó - Ese día fue el último que estuve en esa casa. Después vino el divorcio y ella intentó aprovecharse de todo, me acusó de maltrato y me costó el perder la custodia compartida. Para poder ver a mi hija tuve que someterme una y otra vez al chantaje por parte de ella, hasta que por fin pude demostrar que no la había maltratado jamás. Pero cuando por fin lo conseguí habían pasado ya cuatro años desde la separación y apenas había visto a mi hija.
-
Tuvo que ser muy duro para ti pasar por todo eso – le dijo Miriam cuando él terminó su historia.
-
Lo fue, pero ahora ya he pasado página y no tengo pensado volver.
-
¿Y por qué crees que yo soy diferente? Si ella te engatusó de esa manera yo también podría estar haciéndolo, ¿no lo has pensado?
-
Desde luego que lo pensé, pero hay algo en ti que no he podido ver en ella ni al principio de conocerla.
-
¿Qué cosa? – preguntó ella curiosa.
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Honestidad y transparencia. Desde el primer momento te mostraste como eres sin ocultar nada, y eso me gusta. Vas de frente y no te importa lo que los demás piensen de ti, para bien o para mal, y eso es algo que Véronique no tenía ni aunque se lo propusiese, el problema es que yo estaba tan ciego que no lo supe ver a tiempo. Pero, por suerte he aprendido a tener los ojos bien abiertos y creo que por eso te he encontrado por fin.
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-
Bueno, tampoco sabes todo de mí – le dijo ella mirándose las manos.
-
Es verdad, pero tengo todo el tiempo del mundo para saberlo, no tengo ninguna prisa. Al menos no en lo que se refiere a saber de ti.
-
¿Y por qué tienes prisa entonces?
-
Por tenerte en mi cama y hacerte el amor una y otra vez hasta que los dos caigamos totalmente rendidos – le respondió con voz ronca acercándose cada vez más a ella.
-
¿Y a qué estás esperando? – le preguntó ella con voz pícara y sonriendo. Él dejó su copa y la de Miriam sobre la mesa, se levantó, la agarró de la mano para
ayudarla a levantarse y después la tomó en sus brazos y la llevó así hasta el dormitorio en silencio. Cerró la puerta con el pie y la dejó sobre la cama en la que horas antes la había saboreado con tanto placer, se tumbó sobre ella y le susurró al oído: -
Esta noche por fin me vas a enseñar ese maravilloso tatuaje que llevas escondido entre tus nalgas, y lo besaré y lo saborearé como el resto de tu cuerpo. Miriam volvió a sentir como sólo con sus palabras la corriente ya la recorría por
completo y se dejó llevar por la pasión y el placer que le ofrecía sin oponer resistencia alguna. Y los dos disfrutaron el uno del otro durante toda una noche entera, hasta que al llegar el alba se quedaron por fin dormidos, abrazados y ambos con una sonrisa en los labios.
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Capítulo 12 Miriam se despertó temprano, no dejaba de volar en sueños y eso la inquietaba por momentos. Sabía que los sueños no siempre tienen un significado, a veces son simples retazos de las imágenes o las palabras que se nos van grabando a lo largo del día, pero cuando el sueño se repetía varias veces le podían indicar algo de verdad. En este caso, soñar una y otra vez que volaba de la mano de Mike y que eso la llenase de dicha, sólo le hacía pensar que Mike era alguien más importante en su vida de lo que nunca habría llegado a pensar. Y eso la asustaba. Se levantó desnuda y fue hacia la ventana para ver el amanecer, sobre las montañas, desde la habitación de Mike el espectáculo era increíble y sobrecogedor. Se sentó al borde de la ventana y vio cómo poco a poco el sol se reconciliaba de nuevo con el cielo, dejando a la luna descansar y brillando con fuerza. Siempre pensó que su madre habría sido una excelente cuentacuentos, tenía magia en las palabras y en el corazón. El primer rayo de sol dio de pleno en la cara de Mike, que parecía dormir con una leve sonrisa en los labios. Miriam lo miró durante un largo rato, guardando en su memoria cada rasgo, cada línea, cada célula de su cara, quería que ese rostro al que estaba empezando a adorar se quedase fijo en su retina para siempre. Se acercó a él en silencio, se subió a la cama despacio y suavemente dibujó su cara con un dedo. Ante el roce Mike abrió los ojos y su sonrisa se ensanchó: -
Buenos días, preciosa.
-
Buenos días, no quería despertarte – le respondió ella con ternura.
-
No lo hiciste, al menos no ahora. Pero sentí cómo te levantabas de la cama hace un rato.
-
Me gusta ver el amanecer – dijo Miriam mirando hacia la ventana – es muy bonito.
-
No tanto como tú – dijo él sin dejar de mirarla, ganándose una sonrisa tímida de ella – ven aquí – y Miriam se acurrucó sobre su pecho, mientras él la estrechaba más contra él – tú y tu tatuaje me traéis loco, ¿sabías? 191
-
¿Qué tatuaje? ¿El de la nuca o el otro?
-
El de la nuca también, pero sobre todo el que tienes aquí abajo – le dijo acariciándole la región sacra y llevando la mano por el medio de las nalgas, siguiendo el recorrido del dibujo - ¿hace mucho que lo tienes?
-
Fue el primero que me hice, cuando cumplí los dieciocho, es un trisquel personalizado con notas musicales – le contó Miriam - el trisquel es un símbolo celta de unión entre cuerpo, mente y espíritu usado por los druidas, es un símbolo mágico. Siempre me gustó la simbología celta, y como todo lo que tiene que ver con la música es parte de mí, el resultado es el que has visto.
-
Es hermoso, y tentador, ver cómo se pierden las líneas por entre tus nalgas es… Mike suspiró – me encantaría volver a perderme en él.
-
¡jajajajaja! Seguro que sí – y lo abrazó con más fuerza.
-
Es muy agradable despertarse y ver algo tan hermoso al lado – le dijo Mike un minuto después - me gustaría repetirlo a diario, abrir los ojos cada día y que tu cara sea lo primero que vea.
-
Noooo – le dijo ella mimosa - es muy temprano para eso, mejor dime qué tal has dormido – Miriam intentaba desviar el tema de su relación, quería vivir el momento sin pensar en nada más o se agobiaría antes de llegar al desayuno.
-
Pues muy bien, después de todo el ejercicio que me has hecho practicar durante la noche, terminé agotado y dormí a pierna suelta – respondió él sin dejar de sonreír.
-
¿Cómo que te he hecho practicar? ¡Serás mentiroso! – dijo Miriam haciéndose la ofendida – ni que te hubiese obligado.
-
Bueno, no habría resistido mucho aunque así fuese – respondió él besándola – pero sí deberíamos repetirlo, lo de esta noche ha sido…
-
¿Increíble? ¿genial? – dijo Miriam dándole un beso en el cuello con cada adjetivo - ¿irrepetible?
-
Desde luego, irrepetible, aunque podemos volver a intentarlo, a ver si al menos nos acercamos, ¿qué me dices?
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-
¿Más? ¡eres insaciable! – respondió Miriam que ya estaba sobre él, notando en el vientre cómo crecía su erección sin apenas haberlo rozado.
-
Contigo por supuesto que lo soy – sin más la besó y en dos segundos ya la tenía debajo de su cuerpo, haciéndole el amor sin darle tiempo a reaccionar.
Un largo rato después, mientras él se duchaba Miriam fue a la cocina vestida con su biquini y una camiseta negra de Mike que le quedaba de vestido. Empezó a preparar el desayuno para todos, café, leche, cacao, zumo, tostadas… En cuanto las fieras despertasen seguro que tendrían un hambre voraz. La primera en despertar fue Laura, que se acercó a la cocina a trompicones medio dormida, un poco asustada por no reconocer el lugar en el que estaba. Miriam la cogió en sus brazos y la sentó en una silla para que desayunase. Poco después se unieron Gabi y Amelie, y todos se sentaron a desayunar. Miriam encendió el aparato de música y empezó a buscar entre las canciones cuál podrían escuchar mientras, encontró la misma que habían bailado juntos días atrás y no se pudo resistir. Subió el volumen y Enrique Iglesias y Gente de zona la invitaron a bailar mientras acaba de preparar las tostadas. Al llegar Mike se los encontró a los cuatro bailando en medio de la cocina, Miriam con una cuchara en la mano a modo de micro cantando a pleno pulmón y moviendo las caderas a uno y otro lado. Se quedó mirando desde la puerta del salón sonriendo y deseando que ese momento no se acabase nunca. Cuando Miriam lo vio le dedicó el estribillo de la canción mientras se iba acercando a él con la cuchara en la mano y bailando para él. Lo tomó de la mano y ambos bailaron juntos el resto de la canción hasta que se acabó y empezó otra diferente. Los niños pedían más pero no habían acabado el desayuno y los dos tuvieron que hacer de adultos responsables y ponerse serios para que les hiciesen caso. Cuando terminaron de desayunar los tres niños salieron en estampida de la cocina hacia el cuarto de juegos, allí Mike les puso música para que siguieran bailando y se quedaron los tres saltando y brincando por la habitación, al menos así les dejarían acabar su desayuno tranquilos. 193
-
No paran desde que se levantan, ¡qué energía! – dijo Mike entrando otra vez en la cocina.
-
Son niños – respondió Miriam sentada a la mesa – si ellos no tienen energía mal asunto.
-
Es verdad – Mike cogió una tostada y la untó con margarina – esta noche podíamos ponerles una peli, así se relajan un poco.
-
¿Esta noche? Mike, no podemos quedarnos más, no es posible.
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¿Por qué no? Si es por ropa podemos ir a buscarla y así podéis quedaros unos días, los niños se llevan genial y podríamos pasar más tiempo juntos.
-
Tengo que preparar todo lo del camping, en teoría tendríamos que haber montado este fin de semana y ya lo atrasamos un par de días por la comida, pero ya no lo puedo atrasar más.
-
¿Camping? ¿qué camping? No dijiste nada de irte de camping – a Mike no le gustaba nada la idea de tenerla lejos de él.
-
Vamos todos los años desde que Javi murió, con mi madre y con una amiga de ella, y ya me comprometí con ellas.
-
Pero puedes anularlo, diles que este año lo pasaras en una casa de la playa, incluso si quieres puedes montar la tienda en el jardín y podríamos compartirla tú y yo – le insistió él mirándola con deseo.
-
Mike no puedo, son ellas quienes pagan y ya me tienen reservada la parcela, perderían la fianza. Sólo serán dos semanas, puedes aprovechar para pasar tiempo con Amelie, y podéis venir a visitarnos, así le enseñas más sitios – Mike no estaba nada convencido, pero estaba claro que los dos tenían ya planes trazados antes de conocerse y no podía obligarla a dejarlos de lado cuando él tampoco lo habría hecho.
-
Está bien, pero sólo dos semanas por favor, no quiero pasar ni un minuto más lejos de ti, ya no. E iremos a veros el fin de semana, ¿dónde es?
-
En el Grove, las dos llevan tiempo yendo juntas, desde que se reencontraron se hicieron inseparables – le contó Miriam divertida – a veces me recuerdan a Pili y Mili.
-
¿A quién?
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Un par de hermanas gemelas de la época de mi madre, que protagonizaron una serie de películas que a mi madre le encantan. Nunca se separaban y siempre se metían en líos, tal cual estas dos - le dijo soltando una carcajada.
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¿Y cómo es que se reencontraron? – preguntó curioso.
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Se conocían del colegio, eran amigas, pero al crecer y hacer sus vidas se fueron separando hasta perder el contacto. Cuando yo entré a trabajar en urgencias conocí a un residente con el que acabé tratando mucho, y hablando de nuestras vidas nos enteramos que nuestras madres se conocían, las pusimos en contacto y desde aquel momento no se pudieron separar.
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¿Y sigues viendo a ese residente?
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Ahora ya es adjunto, y sí, lo sigo viendo, trabaja en la misma planta en la que trabajo yo.
-
Y… ¿cómo es? ¿Qué tan bien os lleváis?
-
¿Por qué ese arranque de curiosidad? ¿estás celoso? – le preguntó ella con guasa.
-
Por supuesto, ya te dije que no me gustaba que nadie tocara lo que es mío – le respondió con cara seria y muy cerca de su cara.
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Y yo te dije que yo no soy de nadie – le dijo ella igualmente seria – entre el doctor Ladra y yo no hay nada, no te voy a negar que me ha invitado a cenar un par de veces después de morir mi marido, pero nunca he salido con él. Valoro mucho su amistad y no quiero estropearlo. Debes confiar en mí, no me gustan los celos.
-
Pues para no gustarte bien que saliste corriendo el otro día sin dejarme darte ni una explicación – a Miriam esto le sentó como un jarro de agua fría.
-
No estaba celosa, estaba furiosa, acababas de decirme cosas que me hicieron sentir muy especial, como que era la primera mujer que entraba en esta casa, y me dijiste que sólo las personas más cercanas a ti tenían el número de teléfono de aquí. ¿Cómo crees que me sentí cuando descuelgo pensando que puede ser algo importante y me encuentro la voz de una mujer diciéndome que se lo había pasado genial contigo en esta casa la noche anterior? Pensé que me habías mentido en todo y me enfadé, contigo por mentirme y conmigo por creerte. y no quería que me vieses así, no
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quería que supieras lo que afectada que estaba, por eso salí corriendo. Y por cierto, casi me estrello por el camino – Mike dio un respingo en la silla pero ella no le dejó continuar – Por otro lado, tú eres un hombre soltero, muy atractivo al que las mujeres no paran de acercarse, era probable que aquella mujer dijese la verdad, y no me conoce de nada ni yo a ella, como tampoco te conocía a ti, ¿Por qué tendría que mentirme? Por eso reaccioné así. Y ya que estamos con el tema, déjame decirte cuanto siento lo de la bofetada, no sé qué me pasó, no me gusta la violencia de ningún tipo, pero cuando te vi delante de mí, cantando conmigo aquella canción y sonriendo, me vino a la cabeza la conversación con aquella mujer y sólo pude pensar en que todo era falso, odio que me mientan, me cabrea mucho, y eso unido a que acababa de bajarme una botella de licor café yo sola pues… Lo siento mucho, de verdad – casi no tenía aliento después de hablar tanto. -
Sí, bueno, eso ya pasó, y yo también siento que tuvieses que tropezarte con esa loca, vive sólo para joderme la vida desde que no quise saber nada más de ella, aunque espero haberme deshecho de ella de una vez.
-
¿Qué hiciste? – preguntó Miriam temerosa de que cometiese alguna locura.
-
Hablé con los jefes, les expliqué lo que sucedía con ella, que no paraba de acosarme y que me la quitasen de encima o que tendría que denunciarla, lo que seguro que acabaría saliendo en la prensa y daría mala publicidad a la compañía, ¿quién querría ir en un avión con una loca en la tripulación? Así que le buscaron otro destino lejos de mí y de los míos.
-
¿Dónde?
-
Está como personal de tierra en Londres, en la sucursal del aeropuerto de Heathrow. Era eso o quedarse sin trabajo, y no están los tiempos como para irse al paro, así que aceptó sin rechistar.
-
¡Vaya! Y todo porque la rechazaste, ¿alguna loca más de la que deba preocuparme? – le preguntó con ironía.
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-
Miriam, los dos tenemos un pasado, es cierto que el mío un poco más movido, pero ahora estamos empezando un presente que me gusta y te prometo que nada ni nadie volverá a entrometerse en lo nuestro – le sonrió y le dio un beso en los labios.
-
Es cierto que ambos tenemos un pasado, pero en el mío sólo hay fantasmas que no dan ni miedo, así que nada de celos por favor – le pidió ella besándolo de nuevo.
-
No son los muertos los que me preocupan, son los vivos los que te rondan, y eso no me gusta.
-
Mike, a mí nadie me ronda, puedes creerme – le dijo ella levantándose y recogiendo la mesa.
-
¿Pero no te das cuenta de lo que provocas en los hombres? – dijo él levantándose también y acorralándola contra la encimera – el otro día mientras bailabas no dejaban de mirarte y se te acercaban por todos lados, ¡casi me vuelvo loco!
-
Mike – Miriam le puso las manos alrededor del cuello – lo único que miran son mis grandes caderas y mis más grandes pechos, no quieren más, en cuanto alguno sabe que tengo hijos sale corriendo, sois así de simples – le dijo sonriendo con resignación.
-
Eso puede ser, pero estoy seguro que más de uno querría más si te conociesen un poco, como el médico ese.
-
Puedes estar tranquilo, eres el primer colgado que quiere estar conmigo a pesar de conocerme – le dijo ella con una sonrisa.
-
Eres preciosa, inteligente, capaz de crear sueños con tus manos, bailas y tienes una voz preciosa, salvas vidas, estás criando sola a tus hijos, y sigues adelante cada día a pesar de lo que la vida te quita, ¡eres excepcional! Y cualquier hombre en su sano juicio se enamoraría de ti con que sólo le dedicases una sonrisa, ¿no te das cuenta?
-
Entonces es que todos los que me acercan están locos, porque tú eres el primero que se ha atrevido a estar conmigo después de mi marido.
-
Y el doctor Ladra, no te olvides, ¿es guapo? – le dijo él celoso.
-
Gonzalo sólo es un amigo, ya te lo he dicho, y sí que es muy guapo, demasiado diría yo, incluso alguna vez hizo algo de modelo para pagarse los estudios, pero no es mi
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tipo. Hace tiempo quiso tener algo más pero yo no, y ahora tiene una novia muy mona que yo misma le presenté y los dos están muy bien juntos. ¿Contento? -
No, pero no me queda más remedio que conformarme. ¿Por qué no es tu tipo? ¿cuál es tu tipo? – Miriam se soltó de él y fue a ver a los niños mientras Mike la perseguía por el pasillo sin dejar de preguntar, y ella lo dejaba por imposible. El resto de la mañana la pasaron en la piscina entre juegos y risas, hicieron la comida
juntos y luego comieron en el jardín, el tiempo se había puesto a favor de la causa y seguía calentando un sol increíble. Por la tarde bajaron a la playa con la pelota y un montón de juguetes para la arena, Mike dedicó parte de su tiempo a hacer un enorme castillo con los tres niños mientras Miriam los observaba sentada en la toalla. Hacía tiempo que no se sentía tan relajada estando en la playa, y eso le gustaba. Sacó el móvil de su bolsa, comprobó que había cobertura y llamó a Noe. -
¡Hola loca! ¿qué tal?
-
¡Carmiña! – gritó la amiga por el teléfono – te creía perdida por la playa, ¡jajajaja!
-
En la playa estoy, pero de perdida nada – le dijo sin quitarle el ojo de encima a su chico y a los niños.
-
¿Qué tal esta noche? ¿Os quedasteis solitos pronto? – le preguntó con picardía.
-
Fue increíble, Noe, superamos todas las fases y con creces, está siendo todo muy idílico, pero ya se acaba, en un par de horas nos iremos para casa, que mañana tengo que llevar a Pepa al camping y quedarme dos semanas.
-
¡Ooooooh! Pero habla con Pepa que seguro que no le importa, es una pena que si estáis tan bien juntos tengas que ir con las abuelas.
-
No puede ser, ya tienen pagada la fianza y no quiero que la pierdan , ya que invitan ellas, pero seguro que pasan pronto y él ha prometido venir a vernos, así que al menos no pasaremos tanto tiempo separados. Sólo espero que cuando venga no se encuentre con Gonzalo, o saltarán chispas.
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¿Por?
-
Porque le conté cómo y a través de quién se reencontraron Pepa y Marisa y ya se me puso todo celoso cuando le hablé de él. Hasta le tuve que decir que no es mi tipo. 198
-
¿Qué no es tu tipo? Ese médico es el tipo de cualquiera, Mike está muy bueno, pero Gonzalo no se queda atrás, aun no entiendo que nunca hayas querido nada con él con la de veces que te lo ha pedido.
-
Ni se te ocurra mencionarle eso a Mike. Le dije que sólo me lo había pedido un par de veces.
-
¿Un par? – gritó Noe – pero si no ha dejado de tirarte los tejos desde poco después de morir Javi, que también ya le vale al tío.
-
Lo sé, llegó a ponerse pesado hasta que hablé con él y le dije que no habría nada entre nosotros por mucho que insistiese, ahora está con María y parece que les va bien.
-
Sí, bueno, a ver Marisa qué tal se lleva con ella, porque también es una pesadita, está como loca porque tú y él acabéis juntos.
-
Tranquila que de Marisa ya se encarga Pepa, no me preocupa, lo que sí me preocupa es que se encuentren los dos en el camping, sólo espero que María venga con él si deciden aparecer.
-
Es cierto. Y hablando del loco de tu chico, tengo que hablar con él a ver quién es él para dar mi número por ahí.
-
¿Cómo? No entiendo, ¿de qué hablas?
-
De que le pasó mi número de móvil a su amigo Lucas y ayer me llamó.
-
¿Y cómo tiene Mike tu número? – preguntó Miriam con curiosidad.
-
Porque se lo di yo cuando hablé con él para lo del viernes.
-
Ya, no debiste hacerlo.
-
La situación lo requería Miriam, tú estás muy pillada con él y no quería que perdieses la que podía ser la oportunidad de tu vida. No hay más que veros juntos para darse cuenta de lo que sentís los dos el uno por el otro, ayer todos lo comentábamos.
-
¿Qué comentabais si puede saberse?
-
Lo bien que se os ve juntos, no estabas tan relajada y tan sonriente desde hacía años. Incluso más que cuando conociste a Javi, y a todos nos cae bien Mike, hasta a Fede le
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cayó bien, al menos se ganó su respeto con todo lo que contó de la guerra y demás. Por no decir lo bueno que es con los niños. -
Sí, Mike es un hombre admirable, y todo un padrazo, se desvive por su hija y se lleva genial con Gabi y con Laura. Ahora mismo está haciendo castillos en la arena con ellos, lleva así una hora y no se cansa.
-
Así da gusto chica. De todas formas le dices de mi parte que le debo una colleja, y que me la cobraré con gusto.
-
Pero, ¿se puso muy pesado Lucas, entonces?
-
No, que va, es muy majo, me llamó y estuvimos hablando un rato. Al principio le iba a colgar pero empezamos a hablar de lo bien que lo pasamos juntos y después quedamos en una cervecería, unas cuantas cervezas más tarde estábamos de nuevo en su casa. Soy un caso perdido, Miriam.
-
No, no lo eres, a lo mejor tú también deberías plantearte conocerlo, a lo mejor te sorprende.
-
No lo dudo, el hombre es guapo a rabiar, y en la cama ni te cuento, es divertido y nos gustan las mismas cosas, pero no, ya me llegó con el “cerdito”, no más relaciones serias en mi vida, ya aprendí la lección.
-
¿Qué lección Noelia? El otro día te cabreabas conmigo porque no quería admitir que estaba muerta de miedo, pero tú estás igual o peor.
-
No, no te confundas, no es miedo, pero después de todo lo que pelee con mi madre al final tuve que darle la razón en cuanto al matrimonio, y no quiero volver a pasar por el trago de que me mire con cara de “te lo dije” nunca más.
-
Pero el problema no fue el matrimonio, si no a quien elegiste para casarte. Sólo a ti se te ocurre casarte con un tío con la personalidad de una almeja. Necesitas a alguien que te dé más caña de la que tú puedas darle a él.
-
Ya, ¿y dónde encuentro yo a alguien así? Y que además esté bueno, claro. Porque ya me llegó con el cerdito para ver el chocolate en su barriga, pero dentro. No, ahora como mínimo chocolatinas por fuera.
-
¿Y Lucas? ¿qué tal de chocolatinas?
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-
¡Ummmmmm! Se cuentan una a una de lo marcaditas que las tiene.
-
Pues ya sabes.
-
No saldría bien, ya sabes que no me gusta que me lo pongan fácil.
-
No, que va, a ti no te gustan nada los tíos fáciles, ¡jajajaja! – las dos amigas se rieron a carcajadas.
-
Bueno – le dijo Miriam cuando se calmaron – dale una oportunidad, parece un buen hombre, y si no cuaja al menos te lo habrás disfrutado, ¿no es eso lo que me decías a mí?
-
No sé, a ver qué pasa, por lo de pronto ya he repetido con él y me ha gustado. Pero no prometo nada más.
-
Muy bien, loca, te dejo que Mike me está haciendo señas para que vaya con ellos al agua. Y después no tardaremos en irnos, así que ya hablamos. Aún tengo los regalos que os traje de Madrid que no os los di, a ver si quedamos pronto. No trabajes mucho.
-
Ok, guapa, lo intentaré. Bicos a todos, deica.
-
Deica moza. Miriam colgó y guardó el móvil en la bolsa, inmediatamente después estaba
levantándose para acercarse al lugar en el que estaba Mike con los niños. -
¿Con quién estabas hablando tan entretenida que ni nos oías llamarte? – le preguntó Mike antes de darle un rápido beso en los labios - ¿te gusta nuestro castillo?
-
Es precioso – dijo agachándose – ¿lo habéis hecho vosotros solitos? – los tres niños asintieron a la vez.
-
¿Cómo que solitos? ¿yo que soy, un cangrejo? – dijo Mike fingiendo enfado.
-
No, daddy – Amelie fue la primera en responderle con su acento mezclado – un cangrejo no, más bien un berberecho, que estás medio enterrado – todos se rieron a carcajadas y salieron corriendo cuando Mike intentó atraparlos. Acabaron los cinco en el agua jugando y tirándose unos encima de otros.
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Así estuvieron un rato, después Mike salió del agua y se tiró en la arena, y Miriam salió detrás, asegurándose que los niños quedaban en la orilla jugando. -
Estos niños acaban conmigo – dijo él jadeando - estoy agotado.
-
No me creo nada, no te veo yo tan cansado.
-
Claro, como tú te has pasado la mayor parte del tiempo tirada en la toalla…
-
Y no sabes cómo te lo agradezco, hacía muchísimo tiempo que no lo hacía, ya ni recordaba lo que era estar así.
-
De nada – le dijo él robándole un beso – la verdad es que me encanta estar con esos bichejos, me lo paso como un enano.
-
Eres un padrazo, y los niños lo ven, por eso no se separan de ti.
-
Gracias – le dijo, realmente era muy importante para él que ella y los niños lo considerasen así, necesitaba recuperar todo el tiempo perdido con su hija y así sabía que iba por el buen camino – ¿y con quién hablabas? Antes no me respondiste.
-
Con Noe, que por cierto me ha dicho que te debe una colleja y que te la va a cobrar con gusto.
-
¿Una colleja? ¿qué es eso? – le preguntó marcando su acento americano.
-
Esto – y Miriam le dio una pequeña muestra.
-
¡Ay! ¿por qué me has pegado?
-
Para que sepas lo que es y lo que te espera en cuanto te encuentres con Noe.
-
¿Y yo qué he hecho?
-
Pasarle su número a tu amigo sin consultarla.
-
¡Ah! Bueno. Es que me mandó un mensaje ayer, estaba desesperado por localizarla y verla de nuevo, es la primera vez que lo veo perseguir a alguien, y le pasa con ella algo como lo que me pasó a mí contigo, no podía dejarlo así, ¿comprendes?
-
Pues dile a tu amigo que si quiere conquistarla va a tener que poner más mano izquierda, porque Noe no cree en el amor a primera vista, ni en cuentos de hadas ni nada por el estilo, necesita a un hombre con carácter para dominarla, el último no la tenía y acabó en divorcio a los dos años de casada. Realmente ni siquiera debió
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casarse pero por darle en las narices a su madre no supo hacer otra cosa, y al final le tuvo que dar la razón. -
¿Por qué? – Mike volvía a tener la cara de curiosidad y Miriam pensó que era mejor contarle la historia completa o no la dejaría en paz hasta saberlo todo.
-
Los padres de Noe no se llevaban nada bien mientras estuvieron casados, discutían continuamente y Noe lo pasaba fatal, incluso tiene pasado muchas noches en mi casa para que ellos se pudiesen tirar los trastos a la cabeza sin que ella lo viese. Una noche, cuando teníamos doce o trece años, vimos pasar una estrella fugaz y las dos pedimos un deseo, yo pedí conocer un príncipe azul y ella que sus padres dejasen de pelear. Hasta ese punto llegaba lo que le estaba afectando.
-
¿Y se cumplió el deseo?
-
¡Oh sí! El de ella sí, poco después de esa noche sus padres se sentaron con ella y le explicaron que se iban a separar un tiempo. Dos años después estaban divorciados, pero su madre lo llevó mal, pensó que acabarían juntos de nuevo y cuando le llegaron los papeles del divorcio se puso histérica. A partir de ese día machacaba todo el tiempo a Noe con que el amor no valía nada, que el matrimonio era una mierda y más cosas, despotricaba en contra del padre de Noe e incluso la intentaba poner en contra de él. Pero Noe se llevaba muy bien con su padre, él nunca le habló mal de su madre, simplemente decía que se habían dejado de amar porque la convivencia era difícil. Por eso siempre lo defendió delante de su madre, y siempre estuvo en contra de ella en lo que al amor se refiere. Tanto que cuando conoció a Joaquín, después de acabar la carrera, y vio que él se desvivía por ella no dudó en casarse con él. Pero éste es un blando, la perseguía a todas partes como un perrito faldero y hacía todo lo que ella le pedía, la consintió en todo y ella terminó por hartarse, y lo dejó. Acabó dándole la razón a su madre en que el matrimonio no es para ella y ahora no quiere saber nada de tener una relación seria, sólo quiere pasarlo bien y disfrutar de lo que la vida le ofrece. Y por esto te digo que si tu amigo tiene algún interés en tener algo serio con ella, mejor será que deje de perseguirla, que se haga valer y que le dé un poco de su propia medicina, sólo así conseguirá llamar su atención.
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-
Pues se lo diré, le tengo mucho cariño a Luc, y no me gustaría verlo mal, la verdad. ¿y tú deseo se cumplió?
-
¿Cuál?
-
El que le pediste a la estrella, el de Noe se cumplió, ¿y el tuyo?
-
Pues no sé – dijo ella levantándose y sacudiéndose la arena – azul no eres, ¿tienes algún parentesco con la realeza? – Mike se quedó pensativo.
-
Pues el segundo apellido de mi madre es Reina, no sé si eso me convierte a mí como hijo suyo en príncipe.
-
Sí, claro – dijo ella de pie – príncipe de Carnota, duque de Monte Pindo y señor del Ézaro.
-
¿Te estás riendo de mí? – le preguntó él levantándose despacio.
-
¿Quién yo? ¡Noooo, que va! – le respondió ya adelantando un pie viendo que en cualquier momento tendría que salir corriendo. Y así fue.
-
Cuando te pille verás – Mike dio un salto y salió corriendo tras ella que ya se había adelantado y llevaba unos metros de ventaja. Estuvieron persiguiéndose un rato con los niños detrás de ellos, que se habían unido
a la fiesta al escuchar los gritos de Miriam. Al final, Mike la alcanzó y los dos cayeron rodando por la arena entre risas, no paró de hacerle cosquillas hasta que los tres niños cayeron sobre él para ayudar a Miriam. Al final terminaron todos rebozados en arena y riendo como locos. Al final de la tarde, volvieron a la casa y Miriam bañó ya a los niños allí y les dio la cena, así sólo tendría que acostarlos al llegar a casa. Los niños no querían marcharse, no paraban de protestar mientras Miriam les intentaba explicar que no era posible quedarse, sin recibir ayuda alguna por parte de Mike, porque él tampoco quería que se fuesen y no paraba de repetirle una y otra vez que se quedase una noche más. Ella no cedió, y antes de que se pusiera el sol ya los tenía a los dos metidos en el coche y bien atados. -
Quédate – insistió Mike por última vez.
-
Por favor, no me lo pidas más, no me lo hagas más difícil – le dijo ella. 204
-
Tienes razón, lo siento – la abrazó con fuerza y la besó sin importarle lo que pensaran los niños, ya se lo explicaría - ¿me llamarás en cuanto lleguéis? No me gusta nada que conduzcas a estas horas.
-
No te preocupes, estoy acostumbrada, y en cuanto lleguemos a casa te prometo que te aviso, ¿de acuerdo? – le dijo ella con una sonrisa.
-
Ok, iros ya o se hará de noche antes de que salgáis. Se besaron de nuevo y ella se metió en el coche. Arrancó y salió de allí dejando a
Mike y a la niña despidiéndose con la mano, sin percatarse que otro coche arrancaba tras ellos manteniendo la distancia, alguien que llevaba todo el día observando. -
Mamá, ¿tú y Mike sois novios? – le preguntó Gabi en cuanto dejó de verlos.
-
Pues no sé, ¿a ti te parece mal si lo somos, cariño?
-
A mí no, Mike me gusta mucho, juega conmigo y no se enfada como papá. Y Amelie también es muy divertida, aunque los dos hablan un poco raro.
-
No hablan raro, tienen otro acento y expresiones en otros idiomas – Miriam no podía parar de sonreír con las ocurrencias de su hijo – pero me alegro que te gusten, porque seguro que los veremos a menudo.
-
¡Bien! – contestó él, el resto del camino lo hizo completamente dormido, al igual que Laura. Cuando llegaron a casa, Miriam despertó a Gabi, que fue dando tumbos a casa, y
tomó a Laura en brazos hasta llegar a la cama. Los dos siguieron durmiendo en sus camas sin oponer resistencia y ella pudo mandar ese mensaje. Llegamos, sanos y salvos. Mañana hablamos. Bicos 23:30
EL coche se quedó un rato más al fondo de la calle, ahora sabía quién era la mujer que había conseguido entrar en aquella casa y no iba a descansar hasta conseguir acabar con su relación. “Una vez te prometí que te arruinaría la vida Rodgers, jamás podrás ser feliz, te lo aseguro, aunque para eso me tenga que llevar por delante a esta morena o a 205
cualquiera otra”, pensó con rabia mientras acariciaba su semiautomática de nueve milímetros. Después arrancó el coche y se fue. Su plan comenzaría a rodar unos días más tarde.
206
Capítulo 13 Miriam se pasó parte de la noche preparando lo necesario para el camping, por suerte antes de irse a Madrid había estado buscando todo y comprobando su estado, así que lo tenía todo medio organizado ya. Aun así se acostó bastante tarde, apenas tenía sueño a pesar de lo poco que había dormido el día anterior, y no dejaba de dar vueltas en la cama, como si algo le faltase. Logró dormirse al fin aunque en sus pocas horas de sueño las pesadillas no la dejaron descansar. Soñaba una y otra vez que volaba de la mano de Mike, que podía surcar el cielo, hasta llegar a un muro, después se giraba, aparecía la figura de otra persona que no reconocía y después se soltaba de Mike, cayendo sin red. Siempre despertaba bañada en sudor y temblando, con la sensación de pánico en el cuerpo que le impedía quedarse dormida de nuevo. Cuando el sueño se repitió un par de veces optó por levantarse de la cama y activarse, ya no soportaba estar dando vueltas sin sentido. Mientras desayunaba miró su móvil y vio que tenía varios mensajes, todos de Mike, tenía el teléfono silenciado y no se había enterado. Leyó uno a uno mientras en su mente repasaba las líneas de su rostro tal y como las había memorizado el día anterior: Un beso para ti también preciosa.
23:30
Mejor princesa, ya tengo con quien compartir mi reinado 23:31
23:31
Sabes que ya te echo mucho de menos?
23:35
Supongo que estarás durmiendo, sola
23:43
Sueña conmigo
23:45
Buenos días princesa!!
7:15
El último mensaje se lo acaba de mandar unos minutos antes. Sonrió mientras los volvía a leer y pensó en lo loco que estaba, aunque realmente ella también lo echaba de
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menos, por imposible que pareciese ya se había acostumbrado a tenerlo cerca y ahora se sentía como desprotegida. Dio un trago a su café y le respondió: Buenos días mi príncipe! Cómo va tu reinado? Alguna novedad en el castillo? 7:21 Por aquí las fieras siguen durmiendo en las mazmorras 7:21 Yo también te echo de menos 7:22 Te has levantado muy temprano, no?
7:22
Mike estaba en el patio, con una taza de café en la mano, cuando le vibró el móvil en el bolsillo del pantalón. Sonrió al ver a la pequeña bruja con el gato en la pantalla y abrió inmediatamente la conversación, ampliando más la sonrisa al leer cada una de las líneas, se sentó en la mesa y se puso a escribir. Miriam pensó que al menos la mañana empezaba bien, a pesar de no tenerlo cerca: Pues el castillo está muy solitario sin vosotros
7:25
Me desperté y no estabas, y ya no pude dormir más 7:25 Qué tal has dormido tú?
7:26 Mal, pero ya estoy acostumbrada
Pesadillas?
7:26
7:26 Siempre, no es novedad
7:27
Lo extraño es que sueñe algo bueno
7:27
Salía yo?
7:28 No te lo voy a decir ya lo sabes
No me vas a contar nunca qué sueñas?
7:28
7:28 Si es malo no
7:29
Sólo te contaré los buenos
7:29
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Tan malas son?
7:30 Bueno, me hacen pasar un mal rato
7:30
Y si no les hago caso paso mejor el día
7:31
Quisiera estar contigo para alejarte de ellas
7:31
Has tenido alguno bueno estos días?
7:31 Sí, la otra noche que dormimos juntos
Y salía yo?
7:32
7:32 7:32
Curioso! Siempre!
7:32
Cuéntamelo
7:32 Vaaaaaale!
7:33
Cuando sueño contigo me llevas de la mano como si fueses Superman y volamos por encima de la montaña 7:34 Soy el hombre de acero, no lo olvides!!
7:34
Y no te da vértigo?
7:34 Mientras estás tú no, me siento… libre
Lo ves?
7:35
7:35 7:35
El qué? Que hasta tu subconsciente está de acuerdo en que debemos dormir juntos, así tienes sueños bonitos 7:36 Jajajaja!
7:36
No siempre es así, pero la verdad es que estoy de acuerdo con mi subconsciente 7:37 Entonces?
7:37 Entonces te dejo que aún tengo cosas que arreglar y a las 9 viene mi madre para irnos al camping 7:38
209
Te prometo que te llamo al mediodía, de acuerdo? 7:38 No, pero no hay otra
7:39
Te seguiré echando de menos
7:39 Y yo a ti
7:39
Bicos
7:40
Si no hay más remedio…
7:41
Bicos a ti también
7:41
“Es como un niño”, pensó Miriam, dejó el móvil en la mesa y fue a terminar de organizar algunas cosas que tenía pendientes. Al mediodía ya tenía la tienda montada, hacía un estupendo día de verano, a pesar de que ya se hablaba de que en unos días empezarían las tormentas, y dejó que los niños y la abuela se fuesen a la playa un rato. Marisa se quedó para ayudar a Miriam y para intentar averiguar qué tan importante era esa nueva relación de la que Pepa le había hablado por teléfono, no se resignaba a creer que su hijo y ella no terminasen juntos algún día, “harían una pareja tan bonita”, pensó. -
Miriam, cariño, ¿dónde pongo esto? – le preguntó con unas bolsas de juguetes en la mano.
-
Ponlas en esa esquina, Marisa, gracias –respondió la aludida señalando el interior de la tienda.
-
¿Puedo preguntarte algo, cariño?
-
Claro, por supuesto, ¿qué quieres saber?
-
Pepa me ha dicho que has conocido a un chico muy majo y muy guapo que pilota aviones, ¿es verdad o me la quiere colar con queso?
-
¡Jajajaja! No sería de extrañar conociendo a mi madre, aunque en este caso te dice la verdad, pero no debería estar publicándolo, todavía estamos conociéndonos – le aclaró. 210
-
Entonces, de momento no tenéis nada serio, ¿no?
-
Apenas hace unas semanas que nos conocemos, ¿pero por qué tanto interés, Mari? – le preguntó Miriam sonriendo para sus adentros, ya sabía de antemano a dónde quería llegar la mujer.
-
Nada, hija, solo por saber, ya sabes qué curiosa soy.
-
Lo sé, lo sé.
-
¿Y hace mucho que no ves a Gonzo? Está a punto de volver de viaje, ¿sabes? Se fue a Tailandia con la chica esa, con la conoció en aquella cena – María no era del agrado de Marisa, eso Miriam lo tuvo claro dese el principio.
-
Sí, lo sé, con María. Es un encanto esa chica, y los dos parece que están muy bien juntos, ¿no crees?
-
Bueno, sí, pero estoy segura que si fueses tú quien lo acompañase seguro que estaría mejor – le dijo como quién no quiere la cosa. “Ya estamos”, pensó Miriam, Marisa tenía metido entre ceja y ceja que su hijo y ella
deberían acabar siendo pareja, adoraba a su hijo y Miriam era perfecta para él. Pero Miriam siempre tuvo claro que entre ellos lo único que habría era una buena amistad, le tenía mucho cariño, pero no le interesaba como hombre en absoluto. Y ahora que conocía a Mike lo tenía aún más claro. -
Marisa, ya te tengo dicho en más de una ocasión que tú hijo es maravilloso, pero para mí estar con él sería como estar con Fede, y eso sería hasta pecado – le respondió con ironía – además, ahora cada uno tenemos nuestra historia y nadie debe entrometerse.
-
Bueno mujer, era un decir, sabes que yo te quiero como a una hija y tus hijos como si fuesen mis nietos, y Gonzo también los quiere mucho.
-
Lo sé, Marisa – le dijo poniéndole una mano en el hombro y mirándole a los ojos – pero entre nosotros no habrá nada nunca, él tiene novia, que es muy riquiña y yo estoy empezando algo con alguien, dejémoslo ahí, ¿vale?
-
Está bien, pero si no te sale bien con ese chico prométeme que pensarás en mi Gonzaliño – le dijo ella con ojos suplicantes. 211
-
Te lo prometo, pero ahora vamos a dejarlo y a preparar para comer, ¿de acuerdo? La mujer asintió con la cabeza y las dos se pusieron manos a la obra con la comida.
Cuando acabaron, Miriam bajó hasta la playa para avisar a su familia con el móvil en la mano para llamar a Mike, llevaba toda la mañana desconectada de él y ya no aguantaba más sin escuchar su voz. Estuvieron hablando un largo rato de cómo les había ido a los dos la mañana y de lo que tenían previsto hacer durante la tarde, quedaron en llamarse al final del día y después colgaron. Esa fue la tónica de los siguientes días, en el desayuno se mensajeaban un rato, al mediodía y en la noche hablaban por teléfono para contarse lo sucedido durante el día, y antes de dormir volvían a mensajearse para darse las buenas noches. Mike se lo estaba pasando en grande con su hija, realmente necesitaba ese tiempo para estar con ella y conocerla, como le había dicho Miriam, estaba descubriendo en su hija a una cría encantadora y aventurera, como él, sonriente y muy despierta, y se maldecía una y otra vez por haber perdido tanto tiempo de estar con ella, creía que no había luchado lo suficiente por ella y desearía más que nunca tenerla siempre a su lado. Pero eso era durante el día. Al llegar la noche, se resistía a acostarse en su cama, desde que Miriam había dormido allí con él despertarse y no tenerla a su lado era cada día más complicado, por lo que las últimas noches las pasaba en el sofá, viendo por la gran puerta de cristal como tintineaban las estrellas e imaginándose que ella también las estaría viendo con él, y no iba muy desencaminado. La noche también era especialmente difícil para Miriam, ansiaba estar a su lado y retrasa lo que podía el acostarse en su enorme colchón, para ver si así lograba que las pesadillas llegasen más tarde. Se quedaba horas fuera de la tienda viendo las estrellas, aunque al final el cansancio le podía, terminaba por dormirse y las pesadillas siempre regresaban. Estaba cada día más cansada, Pepa y Marisa lo notaban pero no decían nada. Al verla nadie diría que estaba de vacaciones.
212
Llegó el sábado y Mike no aguantó más la agonía de estar lejos de ella, por eso sin mencionárselo a nadie, metió a Amelie en el coche y condujo hacia el sur. Miriam estaba haciendo limpieza dentro de la tienda, los niños andaban jugando por el camping con otros críos y su abuela había ido a caminar con Marisa por la playa. Alguien se le acercó por detrás tapándole los ojos, por un momento pensó que podría ser Mike pero él no tenía las manos tan cuidadas, sólo conocía a un hombre con aquellas manos: -
¡Gonzo! – gritó, éste bajó las manos y ella se giró – pero ¿cuándo habéis vuelto? ¡María! ¡qué alegría! ¡Qué guapa estás! – se dirigió a la mujer morena que estaba al lado de su amigo y la abrazó.
-
Tú también estás muy guapa, ese moreno te sienta genial, aunque menudas ojeras – le respondió su amiga.
-
Ya sabes que yo lo de dormir fuera de mi cama lo llevo fatal – le contestó Miriam sonriente.
-
Vale, ¿y yo que estoy plantado o qué? ¿No hay un abrazo para mí? – preguntó el guapo médico con los brazos abiertos. A Miriam nunca le había gustado tener tantas confianzas con él porque siempre
supo lo que él sentía por ella, pero en esta ocasión pensó que ya que estaba con María no debería haber peligro de que malinterpretase sus intenciones. Aunque no pensó en que alguien más podría hacerlo. -
Claro que sí, ven aquí doctorcito – él la estrechó entre sus brazos con más fuerza e intensidad de la que debiera y se resistía a perder ese contacto con ella, pero una voz infantil con acento interrumpió el momento.
-
¡Hola! – Miriam se soltó inmediatamente al escucharla y se separó de Gonzalo, miró a su derecha y vio a Mike con Amelie de la mano, ella feliz por ver a su amiga y él con la expresión más tensa y seria que Miriam había visto nunca, con los ojos completamente entornados, tenía la otra mano libre cerrada en un puño y se veía que estaba controlándose para no decir o hacer algo indebido. Miriam intentó actuar con normalidad. 213
-
¡Hola preciosa! – le dijo a la niña agachándose, le dio un beso y un abrazo. Se acercó un poco más a Mike y lo saludó:
-
¡Hola! – él la miró y su rostro se relajó, llevaba varios días sin verla y no quería que su encuentro se dañase por nada, sólo quería sentirla lo más cerca posible, por eso rodeó su cintura con la mano libre y, sin dejar de mirarla, le susurró:
-
¡Hola princesa! – después la besó suavemente en los labios, dejando a la otra pareja que tenían delante estupefactos. “¿Quién narices será este tío y qué hace besándola? ¿Desde cuándo? Antes de irme
no existía, si no mi madre me lo habría dicho”, pensaba Gonzalo con frustración y coraje, había insistido muchas veces con Miriam y ella siempre lo había rechazado a pesar de conocerse desde hacía tiempo, y ahora alguien llegaba de la nada para quitársela. -
¡Ejem! – Gonzalo intentó llamar su atención.
-
Perdón – se disculpó Miriam, sin separarse de Mike, necesitaba su contacto como si se le fuese la vida en ello – Gonzalo, María, estos son Mike y su guapísima hija Amelie – les presentó. María se acercó y les dio los dos besos de rigor a cada uno. Mike se fijó más en ella y vio que era de la misma estatura que Miriam, morena y con el pelo ondulado como ella, aunque más delgada y fibrosa, como si trabajase más su cuerpo, pero con los ojos grandes también. Se le parecía demasiado.
-
Encantada de conoceros – les dijo Maria.
-
Igualmente – dijeron ambos. Ante eso Gonzalo reaccionó y le tendió la mano a Mike:
-
Soy el doctor Gonzalo Ladra, un placer – le dijo marcando su título.
-
Comandante Mike Rodgers, lo mismo digo – respondió el americano con la misma decisión. “Buenoooooo, ya estamos con el concurso de meadas”, pensó Miriam mirando para
otro lado. -
¿Dónde están Gabi y Laura? – quiso saber Amelie.
-
Mira, están jugando allí arriba – le indicó Miriam, y la niña salió corriendo en aquella dirección, dejando a los cuatro adultos allí plantados. 214
Tras un incómodo silencio Miriam intentó romper el hielo: -
¿Os apetece ir a tomar algo? Aún queda un rato para comer – sugirió, los tres aceptaron y se dirigieron al bar del camping, Mike sujetando aún a Miriam y María intentando agarrar de la mano a Gonzalo, sin buen resultado.
-
Te echaba de menos – le susurró Mike al oído, ella sonrió y le dijo:
-
Y yo a ti, ¿por qué no me avisaste de que veníais?
-
Porque queríamos darte una sorpresa, ¿no te ha gustado?
-
Mucho – le dijo y le besó de nuevo. Se sentaron los cuatro en la terraza del bar y un camarero les tomó nota. Cuando
regresó con su pedido y les sirvió las bebidas, Gonzalo le dio un trago a la suya y le preguntó a Mike: -
¿Comandante? ¿Eres militar o algo así?
-
Lo fui, en las fuerzas aéreas de los Estados Unidos, ahora piloto aviones comerciales, Airbus concretamente – le respondió orgulloso.
-
¡Vaya! Y estuviste en Afganistán, no me digas más.
-
Desgraciadamente sí – le dijo muy serio, el tema de la guerra aún le escocía, había perdido compañeros en combate y no soportaba que la gente se lo tomara a la ligera.
-
Desde luego debió ser horrible – comentó María.
-
Sí, lo fue. ¿Y tú eres médico de…? – se interesó Mike dirigiéndose al hombre que tenía en frente, intentando ser lo más amable posible.
-
Soy cirujano, practico cirugía general y digestiva, básicamente.
-
Gonzo es uno de los mejores cirujanos de la planta – puntualizó Miriam, Mike la miró con desagrado, “¿Por qué lo defiende?”, pensó - incluso se presentó para jefe de servicio, a pesar de su juventud, pero por desgracia los hay que tienen más “méritos” para lograrlo, ¿verdad?
-
Verdad – respondió él – no todos tenemos amigos en las altas esferas, ya sabes.
-
A mí no me mires – se apresuró a decir Miriam.
215
-
¿Y tú a qué te dedicas María? – Mike centró en la otra mujer, no le gustaba la familiaridad con la que interactuaban el médico y la enfermera, pero pensó que él también podía jugar a ese juego.
-
Soy monitora de aerobic y baile, de hecho ahí fue donde Miriam y yo nos conocimos – le respondió la aludida.
-
Esta mujer aquí donde la ves – Miriam quiso reconocer también el mérito a su trabajo – fue la que logró que todos mis colgajos después de tener a Laura se llegasen a parecer a músculos – las dos mujeres se echaron a reír por la ocurrencia, haciendo sonreír a Mike que no terminaba de relajarse teniendo a Gonzalo allí, ya se había fijado que no le quitaba el ojo de encima a Miriam.
-
Mira que eres exagerada – le respondió María – estás estupenda y eres ya una maestra, quién me diese a mí mover las caderas tan bien como lo haces tú. Las dos mujeres siguieron amenizando el rato con sus comentarios, mientras que los
otros dos no dejaban de retarse con la mirada. Por suerte llegaron las dos amigas de su paseo, Marisa se tiró a los brazos de su hijo sin hacer caso a la presencia de María ni a la de Mike. Después de abrazarlo y besuquearlo un buen rato, Pepa intervino: -
¡Marisa por dios! Deja un poco al pobre Gonzalo, ¡ni que tuviera dos años! – se acercó a él y le dio dos besos – ¡hola desaparecido! ¿qué tal por esas tierras perdidas por las que andas? ¡Hola guapa! – saludó a María y le dio dos besos también - ¿Qué tal de viaje?
-
Bien Pepa, muy bien – le respondió ella.
-
¿Y tú, guapo? – fue hacia Mike y lo abrazó, un detalle que no se le pasó desapercibido a Marisa– nadie me avisó de que vendrías, ¿y la niña? – le preguntó mirando a todos lados.
-
Está jugando con los demás, y quería daros una sorpresa, por eso no avisé.
-
Pues muy bien hecho guapo, que a mí me encantan las sorpresas, y a Miriam también – dijo guiñándole un ojo.
216
Llamaron a los niños y pidieron para comer allí mismo en la terraza. Se sentaron por parejas, con Pepa al lado de Mike y Marisa al lado de Gonzalo, y los niños en el medio. A Miriam se le hizo la comida más larga de lo habitual, puesto que la conversación giró en torno a las habilidades y virtudes de los dos hombres de la mesa, de la que se encargaban Pepa y Marisa, cada una defendiendo al que le correspondía. Si una decía que Gonzalo era un magnífico cirujano, la otra decía que Mike pilotaba aviones con muchísimos pasajeros, si una mencionaba la cantidad de estudios que había publicado el médico, la otra contaba la cantidad de medallas que había recibido el piloto en la guerra. “Toda la comida así, ahora sólo falta que empiecen por quién la tiene más grande”, pensó Miriam con fastidio. Mientras, los demás intentaban desviar la conversación hablando de sus respectivos viajes, o centrando su atención en los niños. Cuando la situación empezaba a hacerse insostenible, Miriam tomó riendas en el asunto: -
Bueno, chicas, ¿queréis dejarlo ya? Esto no es un concurso de Míster España, estáis consiguiendo incomodar a los pobres hombres, los dos son maravillosos y muy guapos, ¡ala! Se acabó el cuento ya – sentenció haciendo que las otras dos mujeres se quedaran mudas por un rato, luego se centró en María, que se había quedado en un segundo plano toda la comida – y tú, moza, ¿cuándo empiezas a currar?
-
Pues en unos días se me acaban las vacaciones, con el viaje gasté la mayor parte del tiempo y ya me queda poco, ¿y tú?
-
Pues hasta el día uno de septiembre no se me acaban, y lo mejor es que empiezo librando, así que hasta el tres no tengo que incorporarme – le dijo sonriente.
-
¡Qué bien lo has hecho este año! – dijo Gonzalo sorprendido – el año pasado no tuvieras tanta suerte.
-
Porque una va aprendiendo con el tiempo, es lo que tiene hacerse mayor.
-
Ni que fueras tan mayor – dijo el médico con guasa.
-
Está claro que no tanto como tú, pero a tu novia le llevo unos cuantos, ¿a qué sí? – María asintió, al menos era siete años más joven que Miriam, aunque la diferencia de
217
edad era algo en lo que ésta última nunca había reparado para rodearse de buena gente. -
Pues para mí eres una jovencita preciosa – le dijo de pronto Mike, que hasta el momento había permanecido completamente callado, ella sonrió por dentro y por fuera y le dio un sonoro beso en la mejilla.
-
Me encanta tu punto miope – le dijo ella, haciendo que el resto se echase a reír.
-
¿Punto miope? – preguntó Mike con un sonrisa torcida.
-
Sí, claro, porque me ves con buenos ojos pero que no deben ver un burro a dos pasos, o estoy segura de que no me dirías esas cosas tan lindas.
-
Sólo digo la verdad, lo juro.
-
No jures en vano, que es pecado, o algo así.
-
¡Ahí va la religiosa! – dijo María, que sabía que su amiga era reacia a ir a misa ni en acontecimientos especiales, arrancando las risas de Marisa y Pepa. Después llegaron los postres que se comieron en un ambiente más distendido y
relajado. Acabaron la comida con los cafés y pensaron que lo mejor era bajar a la playa para aprovechar el resto de la tarde. Los pronósticos meteorológicos para los siguientes días no eran muy halagüeños y era muy probable que acabase el día lloviendo. Mike quería quedarse en el camping un rato a solas con Miriam, pero entre Marisa y Gonzalo era tarea imposible. Cuando Miriam entró en la tienda para coger las toallas de la playa, Mike entró detrás y la abrazó por sorpresa: -
¡Dios! No sabes las ganas que tengo de estar a solas contigo de una vez – le dijo aspirando el aroma de su pelo y besándole uno de los hombros que llevaba al descubierto.
-
Me puedo hacer una idea – respondió ella, notando a través de la ropa la enorme erección que se clavaba en la base de su espalda – pero ahora no puede ser.
-
Pues esta noche, entonces. Amelie puede quedarse con los niños y nosotros nos quedaremos aquí – dijo señalando el colchón en el que dormía.
-
Estás loco, ¿lo sabías? 218
-
Sólo sé que estoy loco por ti, y por tenerte desnuda entre mis brazos, y por besar cada rincón de tu piel, mi princesa – después la giró y atrapó sus labios con su boca, que devoró con ferviente pasión, dio un paso hacia delante haciendo que ella se tropezase con el colchón y cayendo los dos en el mismo. Eso provocó que la tienda temblase y que cayesen varias cosas de las que había colgadas por dentro. Gonzalo y los demás, que estaban esperando fuera, vieron los temblores de la tienda
de campaña y se asomaron a la entrada: -
¿Va todo bien ahí dentro? – preguntó él, más interesado que nadie.
-
Sí, sí, todo bien – pudo decir Miriam entre risas – me he tropezado y he tirado algunas cosas, pero estamos bien, recogemos y ya salimos, si queréis id yendo que nosotros os alcanzamos ahora.
-
No, da igual, esperamos.
-
¡Pero qué pesado es! Tu amiguito no nos deja solos ni un minuto – dijo Mike entre susurros.
-
Tranquilo, esta noche podremos estar juntos, Gonzo es buena gente, no te preocupes por él.
-
Que no me preocupe, dices, pero si no te ha quitado los ojos de encima desde que he llegado, por no decir que vaya manera más amorosa de abrazarte que tenía el tío cuando llegué. No me gusta, nada, se toma muchas confianzas contigo.
-
Mike, es un amigo, lo conozco desde hace tiempo. Es verdad que desde que murió Javi ha insistido por tener algo más que amistad conmigo, pero siempre le he dejado muy claro que entre nosotros nada habría, para mí sería algo incestuoso, porque yo lo veo como a un hermano, no como a un hombre, ¿lo entiendes?
-
Yo sí, pero él está claro que no – dijo Mike mirando hacia el suelo.
-
Mira, siempre se ha portado muy bien conmigo y con mis hijos, me ayudó mucho con la enfermedad de mi padre y después con la de mi marido, y yo le estoy muy agradecida por ello pero nada más – Miriam puso su mano sobre la cara de él y se la giró para mirarle a los ojos – entre él y yo no habrá nada, nunca, ¿está claro? – él
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asintió con la cabeza y le besó la palma de la mano – pues venga, ahora tenemos que salir o son capaces de entrar a buscarnos. Mike se levantó a regañadientes, recogieron un poco y salieron uno detrás del otro. Después bajaron todos a la playa y allí Mike volvió a pasar un largo rato divirtiéndose con los niños y sus castillos, le encantaba jugar con ellos, mientras Miriam, Gonzalo y María se quedaron charlando en las toallas. Mike de vez en cuando levantaba la vista de la arena para ver qué tan bien se lo estaba pasando su chica. Al rato, María estaba tumbada al sol sin hacerle mucho caso a los otros dos porque se habían puesto a hablar de temas de trabajo, y Gonzalo aprovechó para preguntarle de una vez a Miriam de dónde había salido ese hombre: -
¿Desde cuándo estáis juntos Mike y tú?
-
¿La verdad?
-
Por supuesto – se sorprendió él.
-
Pues aunque te parezca descabellado, lo conocí en el viaje a Madrid, hace dos semanas – Gonzalo la miró como si se hubiese vuelto loca – sí, no me mires así, sé que es precipitado, no nos habíamos visto nunca hasta ese día, ni sabíamos nada el uno del otro, pero fue poner mis ojos en él y ya – le confesó sin dejar de mirar a Mike, que seguía enfrascado en su tarea de arquitecto – nunca había creído en el amor a primera vista pero ahí está.
-
¡Pero eso es una locura! – le dijo él dejando entrever su enfado – Miriam, no lo conoces de nada, ¿cómo dejas que entre en tu vida así, con tus hijos…? Podría ser un loco o algo peor. No lo entiendo, pensé que eras más responsable – Miriam lo miró con cara de póker, no soportaba ser juzgada por nadie, ya no, no se lo había permitido a su hermano y menos se lo iba a permitir a él.
-
¿Y quién eres tú para meterte en mi vida? ¿acaso te he pedido tu opinión? – le espetó molesta.
-
Creía que era tu amigo – dijo él ofendido.
-
Yo también lo creía hasta ahora, pero un amigo se alegraría por verme bien y feliz después de todo lo que me ha tocado vivir, y desde luego no se erigiría en juez y 220
jurado para sentenciarme de la manera en la que tú lo has hecho – se levantó y se fue hacia el lugar en el que sus hijos estaban intentando enterrar a Mike, dejándolo allí con la palabra en la boca. -
No deberías meterte en la vida de ella – dijo María sin moverse de su toalla y sin quitarse las gafas oscuras.
-
Déjame en paz.
-
Claro que lo haré, en cuanto me lleves a mi casa te dejaré en paz para siempre, pero hay algo que deberías meterte en esa cabeza tan instruida que tienes: ella nunca, nunca, se fijará en ti como hombre, y nunca te mirará como lo mira a él.
-
¿Y tú que tan inteligente eres cómo lo sabes? – le preguntó con sorna.
-
Porque está enamorada de él hasta las trancas y no hay que ser muy listo para ver eso, señor doctor – se levantó despacio, recogió sus cosas y las llaves y dijo – te espero en el coche, no tardes demasiado o me iré sin ti – luego se fue. Gonzalo se quedó sólo observando a Miriam, cómo se reía con él, lo relajada que
estaba e incluso parecía feliz. Su enfado fue en aumento y no supo cómo sobrellevarlo, estaba completamente celoso. En cuanto vio que ella se metía en el agua, se levantó y fue hasta ella, pasando por el lado de Mike y de los niños sin decir nada. Miriam estaba intentando entrar en el agua, despacio porque estaba helada, y Gonzalo, que notaba la mirada de Mike clavada en su nuca, se acercó a ella para hacer las paces: -
Lo siento, Miriam, sé que no debo meterme en tu vida, pero me pillaste por sorpresa – le dijo intentando parecer sincero – no debí decirte esas cosas.
-
Lo comprendo, yo también sé que puede parecer una locura pero realmente me encuentro bien con él, a los niños les cae genial y me gustaría que funcionase. Después de todo, me merezco un poco de paz, ¿no crees?
-
Claro que sí, ven aquí – y la abrazó, rozándole el tatuaje de la espalda con una mano. Mike sintió que los celos iban a hacer que estallase, y más cuando vio cómo Gonzalo le dedicaba una sonrisa burlona sin soltar a Miriam. 221
Después, Miriam entró en el agua para nadar un poco mientras él salía del agua. Se quedó plantado delante de Mike y le dijo, asegurándose que sólo él podía oírlo: -
Tienes mucha suerte, ¿sabes? Miriam parece una mujer que nunca rompería un plato pero después en la cama es una fierecilla, y ese tatuaje… ¡Ummmm! Es para volverse loco, disfrútala mientras puedas que cuando se canse de ti ya volverá a mí, como siempre – las palabras salían de su boca como dardos envenenados y Mike estaba a punto de lanzarse a su cuello para machacarlo, justo cuando Miriam llegó hasta ellos.
-
Vaya, Miriam, no me había fijado en el tatuaje de tu muñeca.
-
Sí, no hace mucho que me lo hice – respondió ella sin hacerle mucho caso.
-
Déjame ver – Gonzalo le tomó la mano entre las suyas y siguió las líneas con un dedo – no es tan bonito como los otros dos pero está bien, aunque como el que tienes en el trasero ninguno – dijo con malicia - lo que no sabía es que tú interés por mí era tan grande – ella sacó su mano de entre las de él con brusquedad y se tapó la muñeca con la otra mano.
-
¿Por qué dices eso? ¿A qué te refieres? – le preguntó molesta.
-
A que te has tatuado mis iniciales, me gusta – dijo rebosando chulería.
-
No digas tonterías, son las de mis hijos, Gabi y Laura.
-
Bueno, yo creo que en este caso tu subconsciente te ha traicionado, aunque después de lo que hemos pasado juntos no me extraña. Mike no aguantó más, se levantó de un salto llevándose toda la arena con él, y puso
su cara tan cerca de la de Gonzalo que Miriam se temió lo peor. Ella no entendía a qué venían esos comentarios que desde luego no eran nada acertados. Mike y él echaron un buen pulso con sus miradas, Mike era más grande y más fuerte que Gonzalo y estaba entrenado en el cuerpo a cuerpo, por lo que el médico rápidamente pensó que llevaría las de perder en un enfrentamiento físico y decidió marcharse, no sin antes lanzar el último dardo: -
Me voy, avísame cuando esto se acabe – le dio un rápido beso en la mejilla y se fue. Mike quiso salir detrás de él para darle una paliza, pero Miriam lo contuvo: 222
-
Deja que se vaya, no entiendo por qué se ha comportado así, lo siento.
-
¿Que no entiendes qué? Ese hombre sólo defiende su territorio, nada más.
-
¿Qué? – Miriam cada vez entendía menos- ¿de qué estás hablando?
-
De que ya estuviste con él más veces y se cree que eres suya.
-
Mike, jamás he estado con Gonzalo, ya te dije que es como un hermano para mí, nada más.
-
¡Mientes! – le gritó agarrándola fuertemente del brazo – os vi en el agua, como te abrazaba y como te tocaba, tú ya pasaste por sus manos, por eso conoce tan bien tu tatuaje – le dijo señalándole el trasero.
-
¿Pero qué estás diciendo? ¡Eso no es cierto! ¡Y suéltame que me haces daño! – él aflojó un poco y ella soltó su brazo dolorido, frotándoselo nerviosa.
-
Miriam, por encima de todo no soporto que me tomen por imbécil, y si quieres volver con él, hazlo que por mí no tienes problema – ella estaba totalmente desconcertada, no entendía ni media palabra de lo que él decía ni de dónde había sacado esas ideas.
-
No entiendo nada, ¿qué ha pasado aquí?
-
Lo entiendes perfectamente, al final todas sois iguales, eres igual que ella. Primero consigues que te siga a todos lados y luego juegas conmigo a tu antojo – Mike estaba tan furioso que ya ni medía sus palabras.
-
¿Igual que quién? No se te ocurra compararme con tu ex, yo no soy como ella ni de lejos – le respondió furiosa también, no podía creerse lo que le estaba diciendo.
-
Desde luego que lo eres, pero esta vez no voy a dejar que tú juegues conmigo, como hizo ella, no te lo voy a permitir.
-
Claro que no, porque ahora mismo vas a recoger tus cosas y a tu hija y los dos os vais a largar de aquí – siseó Miriam - ¡Quiero que te vayas y que no te acerques nunca más a mí o a mi familia! – que la comparase con una mujer que era capaz de usar a su propia hija como moneda de cambio era un terrible insulto para ella, como mujer y como madre, porque eso sólo era posible que lo hiciese un ser despreciable. Y no iba a soportar que él la hiriese más de lo que ya lo estaba haciendo - ¡Lárgate de una vez!
223
Mike se resistía, sabía que si se iba todo acabaría, pero lo que acababa de descubrir de ella era más de lo que podía aguantar: -
He dicho que te largues. ¡YA! – gritó furiosa. Esta vez él le hizo caso y se fue con su hija. Ella se quedó un rato viendo cómo el
hombre más importante en su vida estaba saliendo de ella sin entender muy bien por qué. Esa misma noche empezó a llover con tal intensidad que parecía que el mundo quería ahogarse en sus propias lágrimas, o eso fue lo que Miriam sintió. Incluso empezó a hacer frío, por lo que mandó a los niños al bungalow en el que dormían Marisa y Pepa y ella se quedó sola en la tienda, lo necesitaba. Su madre no entendía el estado en el que se encontraba, ni por qué Mike se había marchado sin despedirse, pero prefirió darle su espacio. Por su parte Marisa estaba encantada con que el piloto se hubiese ido de allí de una vez. La noche se hizo más larga que de costumbre, ni las pesadillas quisieron hacer su aparición, sobre todo porqué apenas pudo cerrar los ojos. No dejaba de darle vueltas a lo que había sucedido y seguía sin entender qué había pasado, por qué la había tratado así de repente y por qué había visto la decepción en su mirada. Sólo podía pensar que a lo mejor Gonzalo le habría dicho o habría hecho algo que hizo que él dudase de ella. Aunque ahora ya daba lo mismo. Lo había echado de su vida y ya no había vuelta atrás, si un comentario malintencionado había logrado que él pensase esas cosas de ella, no merecía la pena seguir adelante con esa relación. Por su parte, Mike esa noche acostó a su hija que se quedó dormida al momento, se sirvió un vaso de whisky y se quedó en la sala viendo como caía el gran diluvio universal. Repasaba toda la conversación con ella. La había tratado con dureza, a lo mejor demasiada, se había dejado llevar por los celos y había creído en algo que podría no ser cierto, aunque ahora ya no había remedio, ella lo había echado de su lado y le había prohibido acercarse. Cuando la miró por última vez vio dolor en sus ojos, eso le sorprendió, ¿y si se había equivocado con ella? La duda le estaba carcomiendo por dentro. 224
Sonaba de fondo “Let her go” de Passenger y se descubrió a sí mismo escuchando la canción con atención: “Staring at the bottom of your glass Hoping one day you'll make a dream last But dreams come slow and they go so fast You see her when you close your eyes Maybe one day you'll understand why Everything you touch surely dies But you only need the light when it's burning low Only miss the sun when it starts to snow Only know you love her when you let her go Only know you've been high when you're feeling low Only hate the road when you're missing home Only know you love her when you let her go And you let her go…” -
¡Y una mierda! Yo no voy a dejarte marchar – dijo pensando en Miriam. Cogió el teléfono y marcó el número de Noe, pero no daba señal, después llamó a Luc, necesitaba desahogarse.
-
¿Diiiiga? – la voz de Lucas sonaba como de ultratumba, acaba de dormirse prácticamente.
-
Luc, soy Mike, ¿estabas durmiendo?
-
¿Tú que crees tío? Son las cuatro de la mañana, ¿qué pasó?
-
Hemos roto.
-
¿Qué? ¿qué has roto qué? – Lucas no era capaz de abrir los ojos mientras hablaba.
-
Yo no he roto nada, bueno sí, Miriam y yo lo hemos dejado, y seguramente por mi culpa. 225
-
Vaya lo siento – al escuchar la tristeza en la voz de su amigo, Lucas despertó y se sentó en la cama - ¿qué ha pasado? Mike le contó todo lo sucedido esa tarde y al escucharse se fue dando cuenta de lo
injusto que había sido con Miriam, y ahora la había perdido. Empezó a desesperarse y no sabía qué hacer. -
He llamado a su amiga Noe pero no me contesta.
-
Bueno, en eso sí que te puedo ayudar.
-
¿Está contigo?
-
Sí, espera. Noe se había despertado al escuchar a Lucas hablar y también estaba sentada en la
cama. Lucas le pasó el teléfono y le dijo en un susurro quien estaba al otro lado: -
Dime Mike, ¿qué ha pasado? ¿Miriam y los niños están bien?
-
Sí, bueno eso espero. Pero antes de nada, contéstame a algo y sé sincera conmigo, te lo ruego.
-
Claro, dime.
-
¿Miriam y el médico ese alguna vez han estado juntos? – preguntó él con miedo por la respuesta.
-
¿Quién? ¿Gonzalo? – preguntó sorprendida - ¡qué más quisiera ése! Lleva persiguiéndola desde que se conocen, ya antes de quedarse viuda, por más que le Miriam le dice por activa y por pasiva que la deje en paz, el tío no entiende. Y eso que no deja de presumir de la cantidad de estudios que tiene, pero muy listo no es. ¿Pero por qué? ¿qué ha pasado? Mike volvió a repetir la misma historia que le acababa de contar a su amigo, aunque
ahora más convencido del error que había cometido. -
¿Pero tú eres imbécil o que te pasa? ¿Cómo se te ocurre comparar a Miriam con tu ex? – le gritó - Ella jamás sería capaz de jugar con los sentimientos de nadie, y menos habiendo niños por el medio. Ahora sí que la has jodido, seguro que tiene un cabreo 226
impresionante, y con lo terca que es veremos, dudo que permita que te acerques ni a dos metros. -
Lo sé, lo sé. No quiero perderla, no puedo perderla. ¿qué puedo hacer? – peguntó totalmente desesperado.
-
Por lo de pronto esperar, con ella será imposible hablar en estos momentos. Mañana intentaré hablar con ella y a ver qué me cuenta, ¿vale? Y, por favor, no la machaques con mensajes y llamadas, no la agobies, ¿entendido?
-
Entendido – dijo Mike resignado – esperaré tu llamada, hasta mañana.
-
Hasta mañana desastre – y ambos colgaron.
-
Esta vez lo va a tener complicado, ¿no? – preguntó Lucas.
-
No lo sabes tú bien, a ver que se me ocurre. Mike pasó el resto de la noche sentado mirando a la oscuridad y pensando en lo
estúpido que había sido por haberse dejado llevar por los celos, ella se lo había asegurado una y otra vez pero decidió no creerle. Las horas pasaron despacio pero el amanecer llegó de nuevo, como siempre, aunque en un día oscuro y gris. Había parado de llover, por lo menos aquello parecía una tregua, Mike miró su móvil, quería salir y llamarla, estuvo tentado a ello unas cuantas veces pero siempre recordaba la voz de Noe pidiéndole que no lo hiciese, y seguro que tenía razón. Miriam salió de la tienda muerta de frío y muy cansada. Miró el parte meteorológico para los siguientes días y comprobó que no iba a cambiar el resto de la semana, decidió que era absurdo estar así, así que desmontó todo y después de comer volvieron a casa. Durante la mañana había mirado el móvil unas cien veces pero no había ni una sola llamada de Mike, ni un mensaje. Definitivamente entre ellos todo había acabado. Mandó un mensaje al grupo de sus amigas diciendo que volvía a estar operativa a partir de la tarde, que volvían a casa y apagó el teléfono. Al rato de llegar a casa, ya estaba Noe allí: -
¿Qué ha pasado? – preguntó dejando su bolso encima del sofá.
-
Que llueve, y más que lo va a hacer toda la semana, y con un frío que pela, no podía tener a los niños durmiendo en esas condiciones. 227
-
Sabes que no me refiero a eso.
-
Pues no sé a qué otra cosa te refieres – Miriam no había hablado con nadie de lo que había pasado en la playa el día anterior, aún le costaba digerirlo.
-
¿Qué ha pasado con Mike?
-
¿Por qué me preguntas eso? ¿Por qué crees que ha pasado algo?
-
Porque llamó de madrugada a Luc hecho polvo.
-
¿Y cómo sabes tú eso? ¿estabas con él?
-
Sí estaba con él.
-
¡Vaya! Has vuelto a repetir, ese hombre te gusta, ¿eh? – le dijo intentando desviar la conversación sin conseguirlo.
-
Miriam, ¿qué ha pasado?
-
Nada, que somos incompatibles, Gonzalo debió decirle algo o hacer algo, no sé, sólo sé que de repente se volvió loco y me acusó de mentirosa y de jugar con él. Me dijo que era igual que la pirada de su ex y yo lo eché, nada más.
-
Y nada menos, ¿y qué vas a hacer ahora?
-
Darme una ducha y descansar un rato.
-
Miriaaaaam…
-
¿Qué? ¿qué quieres qué haga? Me ha insultado, me ha hecho daño, se ha portado como un gilipollas y me ha tratado como a una vulgar ramera. ¡Joder! ¡Sólo quiero tener una vida tranquila, nada más! ¿Es que es mucho pedir?
-
No, tienes razón, lo siento, pero es que se os veía tan bien que…
-
Que nada, ya no hay nada, y es mejor así, al menos ahora ya no me tendré que preocupar por un futuro que no llegará nunca.
-
¿Estás segura que no quieres saber nada más de él? Miriam meneó la cabeza negando:
-
Si al menos supiese qué paso, qué fue lo que hizo que se comportase así conmigo, no lo entiendo aún. Pero…no quiero pensar más… ya no puedo más… Estoy agotada – dijo Miriam totalmente derrotada.
228
-
Lo veo, ¿qué te parece si me llevo a los niños un par de horas para que puedas ducharte a gusto y descansar?
-
Pues te lo agradezco muchísimo, lo necesito.
-
No se hable más, ¡niños! ¿os venís con la tía al parque de la ballena? Los dos niños aparecieron corriendo dando saltos de alegría y cinco minutos
después ya estaban saliendo por la puerta. Miriam aprovechó para ir al baño, puso música y se metió en la ducha con el agua lo más caliente que aguantaba. Al escuchar la voz de Annaliesse cantando aquella canción que sonaba la primera vez que estuvieron juntos, sus lágrimas empezaron a brotar por fin, no se había permitido llorar en todo ese tiempo y ya no lo aguantó más. Entre el sonido de la música, el agua cayendo por su cara y sus propias lágrimas llenas de desesperación, no se percató que alguien más había en su casa, alguien se había colado y la estaba observando. Se acercó lentamente y abrió la puerta de la mampara. Miriam abrió los ojos en ese momento y gritó con todas sus fuerzas: -
¡AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHH!
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Capítulo 14 Miriam no podía respirar con su mano en la boca, la estaba ahogando. Él se dio cuenta y le pidió que no gritara más, no quería que bajase todo el edificio en su auxilio. Ella asintió con la cabeza y él bajó la mano despacio. En cuanto se vio libre empezó a gritar de nuevo: -
¿SE PUEDE SABER QUÉ COÑO HACES TÚ AQUÍ? - el corazón le latía a mil por hora y respiraba con dificultad, ante ella tenía a Mike completamente desnudo dentro de la ducha, y no tenía ni idea de cómo ni cuándo había entrado en su casa – Me has dado un susto de muerte, ¿pretendes que me dé un infarto o qué?
-
Lo siento, lo siento, pero no grites, por favor.
-
¡Qué no grite dice! ¿Pero tú estás loco? ¿cómo se te ocurre colarte en mi casa así? ¿cómo has entrado? Y sal de mi ducha, ¡ya! – Miriam estaba fuera de sí.
-
No hasta que me escuches.
-
¿Qué escuche qué? ¿qué lo has pensado mejor y que estás arrepentido de lo que me dijiste ayer?
-
Pues sí, eso exactamente – dijo él descolocado.
-
Pues no, no quiero escuchar, no voy a volver a escuchar eso, lo oí demasiadas veces, me conozco la cantinela perfectamente y no quiero volver a escucharla. Ahora sal de mi ducha y vístete.
-
¡No! – le respondió él con determinación.
-
Mike, vete de una vez o me obligaras a gr… - no pudo hablar más. Mike la agarró por el cuello con una mano y con la otra por la cintura y le tapó la boca con la suya en un solo movimiento. La besó con fuerza, con rabia, con pasión. Llevaba toda la semana desesperado por
estar con ella, y por su absoluta estupidez no había podido hacerlo antes. Pero ahora la tenía allí y no quería perder su oportunidad. La llevó con su cuerpo contra la pared y siguió besándola sin parar. Al principio ella se resistió, incluso intentó revolverse para que la dejase libre, aunque todo fue inútil, él la sostenía con fuerza y no la iba a dejar escapar, y 230
poco a poco fue respondiendo a aquel beso, también lo necesitaba, más de lo que le gustaría admitir, y al final acabó totalmente entregada a él. No podía engañarse más, estar con él era lo que más deseaba en el mundo. “Breath again” sonaba de fondo y Mike se separó ligeramente, sin soltarla en ningún momento y mirándola a los ojos, le susurró muy cerca de su boca: -
Te quiero, Miriam. Estoy tan enamorado de ti que hasta me falta el aire cuando tú no estás a mi lado. Te deseo tanto que mi propio fuego me consume por dentro si tú no me tocas. No sería capaz de vivir ni un solo minuto más si sé que no estás conmigo. Perdóname por favor, perdóname – y volvió a besarla como si se le fuese la vida en ello. Ella sucumbió a sus deseos y se dejó llevar por sus caricias, había deseado desde el
primer momento que recapacitase y volviese a su lado, y así había sido. Aunque no entendía bien cómo había llegado hasta allí, no le importaba ya. La poseyó allí mismo haciéndole saber con cada embestida que nunca la dejaría marchar, ahora que ya había desnudado su alma ante ella iba a hacer todo lo posible para que nunca se alejase de él. Cuando los dos llegaron al éxtasis, se dejaron caer al suelo despacio, el agua seguía cayendo por encima de ellos, llevándose consigo cada beso, cada caricia, y sus respiraciones se fueron acompasándose poco a poco. Mike sentó a Miriam en su regazo y la abrazó con fuerza. Así quedaron durante unos minutos mientras escuchaban la voz de Dominique Fricot, y en medio de la canción Miriam hizo que la mirase directamente a los ojos y le dijo: -
Mike, yo no sé si lo que siento por ti se acerca a lo que tú dices sentir por mí, sí te puedo decir que es fuerte, muy fuerte, has despertado en mí sensaciones que no sabía ni que existían, y no quiero que esto acabe, pero ayer me hiciste daño – Mike vio las marcas de su brazo y se maldijo por ello, le besó el brazo suavemente para intentar borrar cada marca.
-
Lo sé, y no sabes cuánto lo siento, me comporté de manera irracional y fui un bruto, perdóname por favor - le suplicó. 231
-
No me refiero a eso Mike, me heriste en el alma. Lo que me dijiste… ¿realmente me crees capaz de utilizar a mis hijos para retenerte? ¿o crees que te podría engañar con otro sólo para hacerte daño? Yo no soy así, y no soporto a las personas que hacen esas cosas.
-
No, no creo que tú puedas hacer nada de eso, me odio por haberte dicho tantas tonterías. Tú no eres como Véronique en absoluto. Estaba ofuscado, furioso y tremendamente celoso y no fui capaz de pensar antes de hablar. Ella se levantó y cerró el agua, salió de la ducha y se puso el albornoz. Él salió detrás
y cogió la toalla que le estaba ofreciendo, se envolvió con ella y después la abrazó otra vez. -
Dime que me perdonas, por favor.
-
Mike, ya te perdoné, pero necesito que sepas lo que me hicieron sentir tus palabras, porque no quiero caer en lo mismo de siempre. Mi marido nunca me puso un dedo encima, pero sus palabras eran como cuchillas para mí, era un experto en herirme sin levantarme la mano. No quiero ni puedo volver a pasar por eso otra vez. Ya te dije en alguna ocasión que no me gustan los celos, que no tienes que dudar de mí, y si alguna vez hago algo que pueda confundirte háblalo conmigo primero. Y si no eres capaz de hacerlo, dímelo ya y acabemos con esto, porque yo ya no aguanto esta montaña rusa. Mike la miró, se la veía muy cansada, con los ojos más pequeños y hundidos,
enrojecidos por las lágrimas, y se culpó por ello. Le puso la mano en el mentón para levantarle la cara y le aseguró con la mano en el corazón: -
Jamás, escúchame bien, jamás me permitiría volver a hacerte daño de esa o de ninguna otra manera. Quiero que seas mi princesa, no, mi reina, y cómo tal te voy a tratar, no podría hacerlo de otra manera. Te amo, Miriam, por encima de todo, por encima de mí mismo – y la besó de nuevo. Dejó caer su toalla y le quitó despacio el albornoz, la tomó en brazos y la llevó a la
habitación, dejándola en la cama suavemente y tapándola con su cuerpo. Volvió a hacerle 232
el amor, más despacio, con más calma, estremeciéndose con cada roce, sintiendo la misma corriente que la primera vez que se tocaron. Y dejándose llevar por lo que sentían el uno por el otro llegaron juntos al final, rozando las nubes con los dedos y cayendo los dos de la mano hacia el vacío. Mike se dejó caer sobre el pecho de Miriam, notando el ritmo desbocado de su corazón y la respiración agitada, ella le acarició el pelo suavemente y los dos sonrieron a la vez. -
Podría pasarme así toda la vida – dijo Mike sin levantar la cabeza.
-
Sí, sería maravilloso – respondió ella – pero desgraciadamente los dos tenemos vidas reales de las que ocuparnos – él no se inmutó, no quería despertar de su sueño, pero ella insistió - ¿qué has hecho con Amelie? ¿dónde ha quedado?
-
Se la llevaron Luc y Noe – en cuanto los nombró a los dos se arrepintió, cerró los ojos fuertemente y esperó la reacción de Miriam, que no se hizo esperar.
-
¿Luc y Noe? - Miriam dejó de acariciarle el pelo y agarrándoselo hizo que él levantase la cabeza para que la mirase - Fue Noe la que te dejó entrar para que me dieses un susto de muerte, ¿verdad? – él se quedó callado – de esta me la cargo, te lo juro, será…
-
No lo pagues con ella, yo se lo pedí, estaba desesperado y tú no querías saber nada, no sabíamos qué otra cosa hacer.
-
Y para eso planeasteis que me diese un infarto y así al menos estaría un tiempo quieta y callada, claro – dijo ella con ironía, le soltó el pelo y se giró para sacárselo de encima sentándose en la cama.
-
No te enfades, no pretendía asustarte, necesitaba una oportunidad y ella…
-
Ella, espera que la vea, se va a cagar – aunque quería parecer enfadada por la intromisión de su amiga en su vida privada, le iba a estar agradecida toda la vida, pero no se lo iba a demostrar fácilmente – le devolveré la pelota y con intereses, ya verás.
-
Por favor, no le riñas mucho, si no fuese por ella es muy probable que tú y yo no nos volviésemos a ver nunca.
233
-
Tranquilo, mi venganza no será macabra ni nada por el estilo, digamos que el que no quiere una taza lleva siete como diría mi padre – le dijo con sonrisa maliciosa - y de ésta juro que la caso. Mike no entendió muy bien lo que Miriam le intentó decir pero prefirió seguirle el
juego, estaba aprendiendo que con estas mujeres era mejor mantenerse al margen o estar a su lado, en cualquier caso nunca debería ir en contra de ellas. Le pasó el brazo por la espalda e hizo que se acostara a su lado. Pasaron un rato más tendidos en la cama, hablando de todo lo que había pasado. Mike le contó lo que Gonzalo le había dicho al salir del agua, la manera en la que se lo había dicho fue lo que hizo que él estallase así, lo había estado provocando todo el tiempo y al final no lo aguantó más. Miriam le aseguró que mentía, no sabía por qué Gonzalo le quería hacer daño de esa manera, siempre se había portado muy bien con ella a pesar de que siempre lo había rechazado en ese sentido, pero hablaría con él a la vuelta de vacaciones, tendrían que verse en el trabajo y prefería que el trato entre ellos fuese lo más cordial posible o el trabajo se podría convertir en un infierno. Mike lo comprendió, él también había pasado por algo similar con compañeros que habían acabado mal, y luego el trabajo era muy incómodo. Recibieron un mensaje de Luc para avisarle que regresaban a casa, así que se vistieron y los esperaron en el salón. Por otro lado, Miriam pensó que podía ser buena idea reunirse todos en su casa, envió un mensaje a las grupis y en apenas una hora aquel salón se llenó completamente de gente, y como sólo Luc y Noe sabían lo que había sucedido entre ellos, y no querían mencionar el tema, a nadie se le hizo extraño que Mike se encontrase allí. Los primeros en llegar fueron Ana y Lola, con Manolito, Manu y Toni, estos últimos se alegraron mucho al ver a Mike y en seguida se sentaron con él para comentar la última carrera de motos que estaba por comenzar. Después llegaron Luc y Noe con los niños, Noe se sentó lo más lejos posible de Miriam, sólo por cómo la miraba se podía intuir el enfado que tenía con ella y en esos casos era preferible evitar cualquier enfrentamiento. Y por 234
último llegaron Salo y Fede. Mike les presentó a todos a Lucas, las chicas lo reconocieron enseguida dándole palmaditas en el hombro a Noe y los chicos lo recibieron como uno más. Entre todas las chicas prepararon una merienda-cena en la cocina, mientras los niños jugaban en su cuarto y los chicos estaban enfrascados en ver cómo Marc Márquez se hacía con otra victoria, esta vez en Indianápolis. Cuando ellas entraron en el salón, se encontraron a los cinco tan absortos en la carrera, que ni se enteraron de que ellas estaban allí, sólo Mike sintió la presencia de Miriam y levantó la cabeza, se fijó en que estaban cargadas de cosas y se levantó de un salto para echar una mano: -
Bueno – dijo Lola cuando vio a Mike despejar la mesa del salón – al menos uno de cinco, no está mal.
-
¿Uno de cinco qué? – preguntó Salo mientras dejaba una bandeja de sándwiches encima de la mesa.
-
Un caballero de cinco, que para comer todos ayudan pero para currar…- Mike sonrió ante la ocurrencia, como ya había acabado la carrera se acercó a la televisión y la apagó, llamando la atención de los demás.
-
Es que se nos enfadan las damas – dijo haciendo una seña con la cabeza hacia la mesa para que se levantasen a ayudar. Se pasaron el resto de la tarde comiendo todos juntos en la mesa, Miriam no
recordaba la última vez que su casa estuvo tan llena de gente. Estaba sentada en un extremo de la mesa, riéndose y hablando con sus amigas, en el otro extremo estaba Mike observándola, la veía relajada, en sus ojos había brillo y nada de tristeza, y eso le llenaba el pecho de orgullo, porque sabía que en parte él era el causante de ese nuevo estado. Se fijó que de vez en cuando se frotaba el brazo donde tenía las marcas y su cara cambió al instante, se prometió a sí mismo que hallaría la forma de compensarle el daño que le había causado, que haría lo posible para que nunca tuviese que volver a ver aquella tristeza que tenía cuando la conoció.
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Miriam pilló en más de una ocasión a Noe mirando a Luc de reojo, sabía que el hombre le gustaba más de lo que ella admitiría nunca, y más viendo el poco caso que él le estaba haciendo desde que habían llegado, eso a ella le mataba y a Miriam le hacía sonreír, Luc no hacía más que seguir los consejos que ella le había dado a través de Mike. Estaba muy interesado en Noe, porque además de ser muy guapa, era una mujer con una personalidad fuerte e independiente, era la que decidía cuándo y cómo, algo a lo que no estaba nada acostumbrado, lo volvía loco en la cama y fuera de ella, y en los últimos días se había descubierto a sí mismo pensando en ella en más de una ocasión. Pero Noe no quería escuchar la palabra relación ni por asomo, y eso le resultaba a Miriam más divertido, se lo iba a pasar en grande haciendo de celestina con ella. Después de comer, Miriam repartió los regalos que había traído de Madrid para todos. El primero en recibir fue Manolito, agarró a su piolín y acto seguido le dio la vuelta para ver si era chico o chica, lo que hizo reír a todos. Aunque los más divertidos fueron Lola y Manu cuando Miriam le entregó el paquete que le había traído a su amigo, al ver que eran unas esposas empezaron a caerle unas cuantas sugerencias de lo que podían hacer con ellas, incluso Fede se las pidió, así podían usarlas con el traje de policía de Salo. Ana y Toni se pusieron sus respectivas camisetas de Batman y Superman, y Noe la suya de la mujer maravilla, y los tres formaron la liga de la justicia, levantándose y uniendo sus manos de manera teatral, arrancando los aplausos de todos. En seguida la imaginación de Luc voló y vio en su cabeza a Noe con unos pantaloncitos cortísimos azules con estrellas blancas, el corpiño rojo y dorado y unas botas rojas de tacón muy alto, marcando bien su figura. En dos segundos se dio cuenta muerto de vergüenza que era mejor quedarse sentado porque tenía una erección. Por suerte nadie más se dio cuenta de lo que estaba pasando. Repartidos todos los regalos, algunos aprovecharon que había parado un rato de llover para salir a la terraza a fumar, los niños, Ana y Salo se metieron en la casita, y en la mesa quedaron Fede y Mike, mientras que Miriam y Noe recogían los restos. A solas en la cocina, Miriam no aguantó más y atacó a su amiga: 236
-
¡Eres una traidora! – le dijo en voz baja para que nadie más se enterase - ¿cómo se te ocurre dejarlo pasar sin avisarme? Me dio tal susto que casi me quedo tiesa en la ducha.
-
Perdón, él sólo quería hablar contigo, y sabía que si te decía que estaba fuera esperando seguro que no lo ibas a recibir, por eso dejé que entrara cuando salí con los niños – respondió su amiga con la voz cargada de arrepentimiento.
-
Pues no sólo quería hablar, se desnudó y se metió en la ducha conmigo.
-
Maravilloso, con lo morboso que es hacerlo en la ducha.
-
No fastidies, Noelia, cuando abrí los ojos y lo vi allí dentro casi me da algo. Empecé a gritar como una loca y hasta tuvo que taparme la boca para que no acudiese todo el mundo.
-
¡Qué exageradiña me eres! Si estabas encantada de tenerlo así desnudito todo para ti sola, di la verdad.
-
De exagerada nada, ¡casi me da un infarto!, aunque reconozco que verlo así, de esa guisa, me puso a cien… - le confesó – pero no vuelvas a hacer algo así, si llego a oír ruidos en el piso sabiendo que no debería haber nadie, bien podría haberle partido cualquier cosa en la cabeza.
-
Tienes razón, lo siento, la próxima vez que me despierte a las cuatro de la mañana para que le arregle su vida amorosa ten por seguro que me quedaré al margen.
-
¿A las cuatro de la mañana? ¿te llamó a esa hora?
-
Sí, hija sí, llamó a Lucas desesperado y él me pasó el teléfono, cuando me contó lo que había pasado casi me da un pasmo, lo puse a parir primero y después prometí ayudarle, pero de verdad que no lo volveré a hacer, palabra de mujer maravilla – le dijo poniéndose una mano en el pecho.
-
Así que a las cuatro de la mañana y con Lucas… A ti ese chico te gusta, no lo niegues.
-
No lo niego, está buenísimo ¡si hasta se parece al Damon!, pero ya sabes que no soy de emparejarme, así que de momento estoy disfrutando de él, pero en breve desaparecerá.
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-
¿Estás segura? A mí me parece un encanto, y Mike le tiene mucho aprecio, podríamos incluso salir en parejitas – se mofó Miriam.
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No digas tonterías, nos lo pasamos muy bien juntos, pero los dos sabemos lo que hay, créeme, el juego de momento es excitante, pero dejará de serlo en seguida.
-
Tú misma, aunque yo no me creo nada, y si no tiempo al tiempo. Mientras en el salón Fede y Mike charlaban amigablemente:
-
Ayer conocí por fin al doctor Ladra – le comentó Mike.
-
¿A Gonzo?
-
El mismo, un tío muy guapo, médico y demás – le dijo con ironía.
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Sí, parece ser que fue modelo de publicidad para pagarse la carrera, pero para mí es demasiado artificial, y Salo siempre dice que es demasiado chulo, que se lo tiene muy creído. Realmente es un pesado en toda regla.
-
Veo que tampoco te cae muy bien, ¿alguna vez te ha gustado algún hombre para tu hermana? – preguntó Mike con media sonrisa.
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Bueno, no es que se haya tenido demasiada suerte con los tíos, la verdad.
-
Esta tarde me ha contado que su marido no la trataba muy bien, que no le pegaba pero que le hacía daño de otra manera.
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Miriam no suele hablar de eso, le costó bastante reconocer que Javi era un cabrón, sobre todo al final, no hacía más que justificar su comportamiento con el tumor, pero la verdad es que desde que se quedó embarazada nada fue lo mismo. Hasta ese momento todo parecía ir bien, la trataba bien y ella parecía feliz, pero después empezó a encerrarse en sí misma, cada vez más lejos de nosotros, creíamos que era el embarazo y luego el compaginar el trabajo con el niño y la casa, Javi pasaba mucho tiempo fuera y ella se tenía que encargar de todo. O al menos eso era lo que nos decía. Un día Salo presenció una discusión entre ellos muy fuerte, él le dijo una serie de lindezas que aún hoy no me explico cómo se lo permitió, le llamó inútil, gorda, descuidada, irresponsable… Salo y yo estábamos empezando a salir y me lo contó. Intenté hablar con mi hermana pero se cerró en banda, como siempre, y hasta
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discutió con Salo por andar contando sus cosas. Yo quise enfrentarme a Javi, pero mi madre no me dejó. -
Pero no entiendo el comportamiento de tu hermana, ¿cómo dejó que eso llegara a pasar? Entiendo que una mujer puede dejarse maltratar por miedo, pero ella se ve que tiene carácter, y fuerza, no me lo explico.
-
Bueno, eso ahora, porque ya tocó fondo alguna vez.
-
¿Tiene eso algo que ver con el accidente y la cicatriz de su muñeca? – Mike no podía esconder su curiosidad.
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¿Qué te ha contado ella?
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Que fue una tontería de cría, pero me da que fue algo más, ¿o me equivoco?
-
No debería ser yo el que te contase esto, pero será mejor que sepas lo que pasó para que te des cuenta de lo frágil que puede ser mi hermana, más que nada para que cuides de ella como debes – Mike asintió sin palabras. “Antes de tener el accidente, Miriam conoció a un tío, un bailarín, en una de las audiciones a las que iba. El tío era guapete y con bastante labia, un engreído, y mi hermana si ahora es guapa tendrías que haberla visto en aquella época, era un pibón, y bailaba genial, era muy buena. El fulano se hacía llamar Jota, para darse más importancia, y en seguida se fijó en mi hermana. La enredó para ser su pareja de baile y poco a poco la fue liando”. “A mi padre lo de andar de un lado a otro con audiciones y pruebas por todo el país le molestaba bastante, pero se lo permitió porque veía lo buena que era realmente y lo entusiasmada que estaba con esa vida, aunque sólo le puso una condición, que no se acostara con el primer calandracas que se le cruzara por delante, para hacerse valer ante los hombres y para que no cometiese una tontería que estropease su carrera. Ella lo cumplió hasta el final, y eso encendía todavía más al Jota ese, que sólo quería meterse entre sus piernas y conseguir firmar un contrato, porque con ella tenía muchas más posibilidades”. “Con el accidente todo se vino abajo, cuando los médicos le dijeron que como mínimo el baile se había acabado para ella, eso si no se quedaba coja para siempre, la hundió
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completamente. Fue matador, verla así, tan indefensa, completamente derrotada porque su sueño se había roto para siempre. Y el dolor… A pesar de la operación al principio le dolió muchísimo, tanto que los analgésicos apenas hacían nada, y cada vez se hundía más. Hasta que llegó la estocada final”. “El día que supo que no podría bailar más avisamos a su “novio” para que viniese a verla, lo necesitaba, y el muy cerdo apareció con otra tía. Miriam estaba dormida y sólo se quedaron cinco minutos para dejarle unas flores y una nota: “espero que te mejores pronto. J”. Justo antes de salir de la habitación la otra le preguntó si volvería con ella, y él le respondió que desvirgarla ya no tenía tanta gracia, que ahora que ya no podía bailar no le servía para nada, después desaparecieron. Lo que ellos no sabían es que Miriam estaba despierta y escuchando. Yo entré poco después y me la encontré llorando, le pregunté qué había pasado pero no quiso decirme nada en ese momento, sólo lloraba y quería estar sola. No fue hasta mucho después que supimos lo que había pasado aquel día, el hijoputa nunca más volvió a aparecer” -
¡Vaya! No me extraña que seas tan protector con ella – dijo Mike sorprendido por todo lo que le estaba contando, y furioso porque lo que había tenido que pasar Miriam.
-
¡Uy! Eso no es lo peor. Mi hermana entró en una depresión muy fuerte, no hablaba con nadie, ni quería ver ni saber de nadie, se aisló por completo. No sabíamos cómo llegar a ella, porque no dejaba que nadie se acercase a ella. Cuando le dieron el alta y nos la pudimos llevar a casa no mejoró, al contrario, cada vez estaba más deprimida. Procurábamos no dejarla nunca sola, pero coincidió que una tarde mi padre estaba trabajando y mi madre tuvo que salir a hacer un recado. Yo volví del instituto antes y me extrañó no verla en el salón, tampoco en su habitación. Tenía que andar con muletas y no se le daba nada bien, por eso sabía que tenía que estar por casa, cuando vi las muletas tiradas fuera del baño me entró un escalofrío, la puerta estaba cerrada por dentro y no me contestaba, sabía que algo malo pasaba y abrí la puerta a patadas. Entonces la vi, en la bañera, todo manchado de sangre y ella muy quieta, apenas respiraba. No sé ni cómo reaccioné, sólo sé que empecé a gritar como un loco
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pidiendo auxilio y que llamé a emergencias – Fede se frotaba las manos de manera nerviosa, y tenía los ojos vidriosos - Después de tantos años aún me despierto a veces viendo su cara tan pálida y tan quieta y toda ensangrentada. Llegué antes porque ese día faltó un profesor, pero si hubiese tenido clase igual mi hermana no lo hubiese contado. -
Le salvaste la vida.
-
Sólo tuvo suerte, esa vez. Aunque puede que en otra ocasión no la tenga, por eso procuro estar cerca de ella lo más posible. Aunque también ha madurado mucho, y ser madre fue su tabla de salvación. Por sus hijos es capaz de todo, y de soportar cualquier cosa. Sé que a veces me paso de sobreprotector, pero es que por más que me digan que el hecho de que aquel cabrón la hubiese dejado completamente tirada no fue la causa de lo que pasó, a mí no me quitan de la cabeza que si aquel tío se hubiese quedado no llegaría a pasar eso. “Gracias a que Manu estaba estudiando Psicología, a Miriam la trató un profesor de la facultad, uno muy bueno, que consiguió que en un mes mi hermana fuese a rehabilitación y quisiera recuperarse del todo. No sé aún cómo lo hizo pero consiguió que saliese de su agujero y siguiese con su vida. Incluso se interesó por algo más que no fuese el baile y empezó a estudiar. Luego conoció a Javi, y él al principio la ayudó muchísimo, siempre le estuvo agradecida por ello. Supongo que por eso se quedó con él, no sé”.
-
¿Y no volvió a tener recaídas con lo de vuestro padre y lo de Javi?- preguntó Mike extrañado.
-
Fíjate que no, de hecho fue la que mejor llevó lo de mi padre. Al principio no se lo quisimos decir por miedo, pero ella encontró los informes y lo supo, nos pidió que no le ocultásemos nunca nada, porque sin saber lo que pasaba no podría ayudar, y estuvo en todo momento con mi padre. Lo acompañaba cuando iba a ponerse el tratamiento y cuando tenía que estar hospitalizado. Como estaba estudiando ya Enfermería, era más fácil para ella, pero también siempre tuvo muy claro que al final la enfermedad acabaría por ganar, siempre fue la más realista, y cuando mi padre
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murió fue la que más nos animó a los demás. Fue bastante extraño, la verdad. Y lo de Javi, bueno, a veces creo que sólo se casó con él por gratitud o algo así, que en el fondo no lo quería realmente. Mike se quedó un rato pensativo, procesando toda la información que acababa de recibir, realmente esa mujer era excepcional para él, a su lado sus problemas se veían ridículos. Sintió que la amaba aún más por haber pasado por todo eso y aprender a seguir adelante, a él aún le quedaba mucho por aprender para llegar a estar a su altura. Miriam y Noe entraron en el salón y él sintió que se acaba de iluminar la estancia con su presencia, la miró y ella le sonrió. Le dijo que se sentase a su lado y, en cuanto lo hizo, él se acercó y le susurró al oído: -
Te quiero, mi reina. Miriam se sonrojó y sólo pudo sonreír. Noe se levantó y encendió el aparato de música, buscó entre lo que tenía Miriam
por allí y puso algo de su adorado Alborán, era una canción con ritmo, cogió el mando de la tele a modo de micro y empezó a bailar y cantar con él: La vi llegar con andares de diva Y pude ver que en los años y en seducción me vencía. Se acercó a mí observando mi cara Y no pude evitarlo Mis piernas y manos temblaban. Hoy la miro y en un suspiro Despierta de nuevo el delirio en nuestra piel. Puedo ver la luz del sol en su mirada y sentir el calor que desprende cuando baila a mi alrededor, cada noche vuelvo a perder el control. 242
Con el estribillo fue a buscar a Miriam y la sacó a bailar, mientras Mike las seguía con la mirada. Las dos se pusieron a cantar a grito pelado como en otras ocasiones, haciendo que todos se acercaran a ellas y se pusieran a bailar en el salón. Mike también. La abrazó por detrás y le cantó al oído: Pero al despertar... siempre desaparece Ella cree que en mi mundo no tiene su sitio y se arrepiente. Piensa que yo podré vivir sin sus besos que con sus años hay cosas que no pueden ser y no lo entiendo. Miro adentro y busco el recuerdo de su cuerpo fundido en mi cuerpo y aún... Puedo ver la luz del sol en su mirada y sentir el calor que desprende cuando baila a mi alrededor, cada noche vuelvo a perder el control. Miriam se derritió al escuchar su voz. Todos estuvieron bailando, hasta los niños salieron de su escondite para unirse a la fiesta y Alborán siguió cantando, con “Éxtasis” Noe se desató y se subió a la mesa centro del salón y encendió a más de uno con sus movimientos. Miriam se partía de risa viendo la cara de Lucas mientras su amiga se contoneaba, podría decirse que incluso se excitaba sólo con verla y Miriam se prometió a sí misma que antes de que acabara el verano conseguiría que aquellos dos fuesen pareja. Mientras todos bailaban y cantaban, Salo se acercó a Miriam y le dijo que tenía que hablar con ella. Miriam se extrañó, pero por la cara tan seria que su cuñada tenía, pensó que sería realmente importante y se la llevó a su habitación. -
Vale, está bien, ya estamos solas, ¿cuál es el problema? – le preguntó sentándola a un lado de la cama, mientras ella lo hacía en el silloncito que tenía al lado. 243
-
Yo…- empezó a decir Salo tímidamente – no sé cómo…
-
Empieza por el principio – le respondió Miriam con voz tranquila y suave - ¿tiene algo que ver con mi hermano?
-
Sí, desde luego que sí, si es lo que pienso – Miriam la miró con cara de desconcierto – tengo un retraso, de una semana – Miriam se tapó la boca para no gritar, Salomé estaba realmente asustada.
-
¿Un retraso? ¿te has hecho alguna prueba? – preguntó mientras se levantaba y se sentaba a su lado en la cama.
-
No, estoy muerta de miedo, Miriam.
-
¿Por qué? ¿crees que Fede puede reaccionar mal?
-
No sé, nosotros nunca hemos hablado del tema, apenas hace unos meses que estamos viviendo juntos y no sé si nuestra relación ha llegado a esa fase, no sé si estamos preparados.
-
Cariño, para ser padres nunca se está preparado, pero primero deberías hacerte una prueba y hablar con él, esto es algo que tienes que compartirlo con él.
-
¿Y si estoy embarazada y él me rechaza? ¿si no quiere tener hijos? Si estoy embarazada no creo que pudiese deshacerme del bebé, y si Fede no quiere estar conmigo yo…
-
¡Ok ok! No adelantemos acontecimientos, en primer lugar dudo mucho que mi hermano te rechazase a ti o al bebé, él no es Javi, te lo aseguro. Primero vamos a salir de dudas y luego ya veremos cómo se lo dices, ¿vale? voy un momento a la farmacia y en unos minutos sabremos lo que hay.
-
¿Ahora?
-
Sí, cuanto antes mejor. Ahora vengo. Miriam salió de la habitación y pasó por el salón sin ser vista, cogió su bolso y fue
corriendo a la farmacia de la esquina, que por suerte estaba de guardia. Compró un test de embarazo. A los diez minutos ya estaban las dos en el baño: -
Toma, haz pis en esto y en un minuto sabremos el resultado.
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Salo tomó aire con fuerza y siguió las indicaciones de su amiga. Un minuto después las dos miraron el bastón del test con el papel de las instrucciones en la mano. -
Aquí dice que es positivo si aparecen las dos rayas, y me da que…
-
¿Qué? – preguntó Salomé nerviosa – no veo nada bien lo que hay – Miriam cogió el test y lo puso a trasluz.
-
Definitivamente son dos rayas, cuñadita, voy a ser tía – le dijo con cautela, esperando la reacción de su amiga.
-
¿Estoy embarazada? – dijo Salo con un hilo de voz – ¡estoy embarazada! Miriam, voy a ser mamá – afirmó sonriendo y con lágrimas en los ojos.
-
Sí, bienvenida al club – las dos mujeres se fundieron en un abrazo y lloraron de alegría. En el salón ya habían notado su ausencia y alguien llamó a la puerta del baño al
escuchar voces allí. Las dos se repusieron un poco y salieron. Al otro lado de la puerta se encontraba Fede, que al ver a las dos con los ojos enrojecidos se quedó completamente extrañado: -
¿Qué os pasa?
-
Cariño – le dijo Salo con el test en la mano – tenemos que hablar. Miriam salió de la habitación para dejarles un poco de intimidad, a los dos minutos
escuchó los gritos de Fede diciendo que iba a ser padre. Sonrió feliz por su hermano y por su amiga y fue al salón con los demás: -
¿Dónde estabas? – le preguntó Mike, que en cuanto la vio se acercó a ella como un imán y la agarró con fuerza por la cintura.
-
Ahora lo sabrás, no creo que tardemos mucho en enterarnos todos – le respondió misteriosa y feliz. Un rato más tarde aparecieron en el salón Fede y Salo cogidos de la mano,
sonriendo y con la felicidad reflejada en sus caras.
245
-
Familia – gritó Fede para llamar la atención de todos, mientras Miriam se acercaba al aparato de música para apagarlo – tenemos que deciros algo.
-
Ya está, vais a casaros, mal hecho amigos – le soltó Noe con guasa.
-
Bueno, eso espero que pase algún día – le respondió Fede sin dejar de mirar a su chica – aunque no es eso de lo que se trata – todos miraban expectantes sin saber muy bien de lo que iba el tema, todos menos Miriam – ¡Salo y yo vamos a ser padres! Todos saltaron de alegría, incluidos Ana y Toni que aunque en el fondo les tenían un
poco de envidia por no ser ellos los que diesen esa noticia, igualmente se alegraban mucho por la feliz pareja. Recibieron las felicitaciones de todos, con abrazos y besos incluidos para ella y fuertes palmadas en la espalda para él. Miriam fue a la cocina y sacó un par de botellas de champán que tenía en la nevera, le pidió a Noe ayuda con las copas y todos brindaron por la noticia. -
¿Para cuándo? – preguntó Lola. Fede y Salo se miraron e hicieron cuentas mentalmente.
-
Pues para mayo, más o menos, apenas acabo de tener un retraso, aún tengo que ir al médico y demás – respondió Salomé.
-
Entonces, eso quiere decir que en Madrid os lo pasasteis muy bien, ¿eh? – preguntó Noe con picardía.
-
¡Y tanto! – respondió Miriam – si es que hospedándonos en un sitio con el nombre La Cigüeña no podía ser de otro modo.
-
Cari – dijo Ana mirando a su marido – ya puedes ir haciendo una reserva allí para el próximo fin de semana – todos los miraron y estallaron en carcajadas. Llegó la noche y una a una cada pareja fue despidiéndose, algunos tendrían que
trabajar al día siguiente y se hacía tarde. Lucas se fue por su lado, por lo que Mike le había contado a Noe no le gustaba que la anduvieran persiguiendo y pensó que esa sería una buena ocasión para que fuese ella la que lo buscase, si así lo quería. Al llegar al portal del edificio, Noe lo alcanzó corriendo:
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-
¡Lucas espera! No tengo coche aquí, ¿puedes llevarme a casa? – le pidió insinuándosele.
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¿Ninguno de tus amigos puede hacerlo? Mañana vuelo temprano y estoy muy cansado – le dijo él con indiferencia y manteniendo las distancias.
-
Claro, le pediré a Lola o a Ana que me acerquen – le respondió ella descolocada.
-
Muy bien, hasta otra Noelia – le dijo, y sin más se fue. Por dentro se estaba muriendo por besarla, deseaba estar con ella y hacerle el amor
toda la noche, pero tampoco quería ser su perrito faldero, y si a ella le gustaban los tipos duros, él podría llegar a ser el más duro de todos. Noe se quedó en el portal muda, se sintió fuera de lugar, no solía ser rechazada de esa manera y más cuando sabía que al otro le gustaba estar con ella. Del desconcierto pasó al enfado y pensó que si él no quería pasar la noche con ella, él se lo perdía. No iba a andar rogándole a nadie. Justo en ese momento bajaron Lola y Manu con Manolito en brazos y les pidió que la llevasen. En el piso, Ana y Toni también se despidieron volviendo a felicitar a sus amigos por la noticia y luego se fueron. Sólo quedaron los dos hermanos con sus respectivas parejas y los niños, que ya se estaban preparando para dormir. -
¿Esta noche os quedáis aquí, Mike?- preguntó Fede. Miriam respondió por él.
-
Por supuesto, no me quedaría tranquila sabiendo que anda conduciendo con la niña a estas horas, ya se ha hecho muy tarde y los niños están muy cansados.
-
Tienes razón, hermanita, mejor así. Acostadlos que ya no pueden con el alma – dijo Fede mirando para los niños que estaban tirados en el sofá con la tele puesta – Mañana hablamos – le dio un beso a su hermana y le dio la mano con fuerza a Mike. Salomé también le dio dos besos a cada uno y, cuando se iba hacia la puerta,
recordó que tenía algo para Miriam en su bolso: -
Toma, esto llegó el viernes, estaba en la bandeja del correo interno, viene a tu nombre, por eso lo recogí, no sabía si sería importante – se lo dio y luego se fueron.
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Era un sobre sin ningún tipo de membrete ni remitente, sólo el nombre de Miriam Vázquez y nada más. Miriam lo miró y lo dejó en la mesa. Ya lo miraría luego. Les dio un baño rápido a los niños mientras Mike recogía el salón, y los metió en la cama. Se quedaron dormidos casi al instante. Después se dejó caer en el sofá, estaba exhausta, aquel había sido un día larguísimo y no podía con el alma. En dos minutos estaba dormitando en el sofá. Mike terminó de recoger todo y fue al salón para reunirse con ella. La encontró medio dormida, la besó despacio y ella despertó: -
Vamos mi reina, vayamos a dormir.
-
¡Nooooo! A dormir no – e intentó besarle el cuello pero estaba tan cansada que apenas era capaz de moverse. Él se echó a reír y la ayudó a levantarse.
-
Venga, que mañana será otro día. Te prometo que en cuanto descanses te haré el amor de mil formas distintas, pero hoy ya has tenido bastante.
-
Nunca es bastante tratándose de ti – le dijo ella con descaro.
-
¡A la cama, ya! – le dio una palmada en el trasero y los dos desfilaron por el salón en dirección la habitación. Miriam se fijó en el sobre y lo cogió.
-
Ve tú, ahora voy.
-
No tardes – le dijo él dándole un beso en el pelo. Miriam se quedó un momento mirando el sobre pensando de quién sería y
finalmente lo abrió. Había una nota. ¿Sabes realmente con quién estás? Se quedó un tanto sorprendida con lo que ponía, la leyó un par de veces, era una nota escrita por ordenador, no tenía firma ni ponía nada más. Volvió a mirar el sobre y al final pensó que podría ser una broma de mal gusto o que se habían confundido de persona. Metió la nota en el sobre y lo dejó encima de la mesa de nuevo. Después apagó la luz y se fue a dormir, estaba agotada. Se metió en la cama en la que ya Mike la estaba esperando, se dejó abrazar por él y los dos se durmieron profundamente casi al instante. 248
Capítulo 15 Miriam despertó aún con bastante sueño, le costaba abrir los ojos, pero poco a poco se fue acostumbrando a ver en la oscuridad. Pasó la mano por la almohada y su ausencia la acabó de despertar. Miró el reloj y pensó que ya debía ser de día fuera. Encendió la luz y, justo en el momento en el que iba a levantarse, la puerta se abrió lentamente y apareció él con una bandeja en las manos: -
Buenos días mi reina, no sabía si estarías despierta ya. He preparado el desayuno – dejó la bandeja en el sillón que había al lado de la cama y se acercó a Miriam para besarla.
-
¿Creí que te gustaba despertarte a mi lado? – preguntó ella con una sonrisa en los labios.
-
Y así es, llevaba un rato viendo como dormías y me entró hambre.
-
¿y por qué no me has despertado? Habría preparado el desayuno, yo…
-
¡Shhhh! – volvió a besarla – estabas muy cansada, y no se me da mal la cocina, así que…
-
No me habrás dejado todo revuelto, ¿no?
-
¡Eh! ¿por quién me tomas? Soy un profesional de la cocina. Y ahora a comer.
-
A la orden comandante – Miriam lo abrazó con fuerza y lo besó con intensidad. No le costó mucho convencerlo para que volviese a la cama con ella, en un minuto
Mike estaba desnudo, de nuevo dentro de la cama y haciéndole el amor como sólo él sabía, mientras el café se enfriaba en la bandeja. Durante el desayuno, Miriam recibió una llamada de Pepa gritando como loca de contenta porque iba a ser abuela de nuevo. Fede y Salo habían hecho una escapada esa mañana para contárselo y no se podía creer la noticia que le estaban dando. Miriam le corroboró la historia, y le explicó cómo ella había sido testigo del momento en el que Salo lo supo y de cómo se escuchaban los gritos de felicidad que pegaba su hermano hasta en el último piso del edificio. Realmente se sentía feliz por ellos, porque ellos también lo estaban, e iba a ser muy refrescante tener de nuevo a otro pequeño para cambiar pañales 249
y demás. Lo echaba de menos, y más sabiendo que ella nunca más podría volver a sentir como un ser vivo crecía en su interior. Tras unos minutos más de conversación con la feliz abuela, Miriam colgó el teléfono y lo dejó en la mesa, al lado del sobre que le había dado Salo el día anterior. Se quedó un momento pensando en quién podría haberle mandado una nota así y se sintió extraña. Ni si quiera sabía si esa nota era realmente para ella, pero de todas formas no le gustaba tenerla, no entendía el mensaje y le parecía inquietante que no tuviese ni firma ni remitente. Cogió el sobre y lo dejó en la estantería de los libros. No volvió a pensar en aquella nota hasta más adelante. El día estaba muy desapacible, las tormentas seguían y no había nada que pudiesen hacer con los niños al aire libre. Decidieron que podía ser buena idea ir a comer a algún centro comercial con sitios de ocio para los pequeños y así pasar un poco más divertida la tarde. Comieron hamburguesas, recorrieron algunas tiendas mientras los niños se lo pasaban en grande en un parque infantil y terminaron merendando en una heladería. Miriam se sentía feliz y rara a la vez, llevaba todo el día paseando de la mano de un hombre al que ya se sentía unida por completo pero que apenas hacía unas semanas que conocía. Su corazón latía con fuerza cuando él la besaba o le acariciaba la cara, parecía como si fuese una adolescente otra vez, o al menos así se sentía, y todo le parecía demasiado bonito para ser cierto. Mike notó la tensión en Miriam, cómo se estremecía cuando la cogía de la mano para pasear o sus tímidas sonrisas cuando él le daba alguna muestra de cariño en público, y temió que se avergonzase de él o de su relación con él. Al llegar de vuelta a casa, los niños se fueron a jugar a su cuarto y Mike y Miriam se quedaron en el salón, solos. Mike se sentó en el sofá, cogió a Miriam de la mano y tiró de ella hasta lograr que se sentase en su regazo. Necesitaba sentirla cerca. -
Da gusto estar aquí – comentó Miriam acurrucada en el pecho de Mike.
-
¿En casa? ¿tantas ganas tenías de volver? – preguntó él con un ligero tono de decepción en sus palabras. 250
-
No, me refiero a que da gusto estar entre tus brazos.
-
Pues puedes estar todo el tiempo que desees, ya lo sabes.
-
Mike, ¿no crees que esto está yendo muy deprisa?
-
¿A qué te refieres?
-
A nosotros, a nuestra relación. ¿no tienes la sensación de que va todo muy rápido?
-
Es eso lo que te ha preocupado todo el día, ¿verdad?
-
¡No! ¿por qué lo dices? – Miriam se incorporó ligeramente.
-
Llevas todo el día distante, pensativa, y cada vez que te toco o que te beso te estremeces y miras para todos lados, como si temieses que alguien nos viese, ¿es que te avergüenzas de lo nuestro?
-
¿Qué? ¡No! No es eso – se sentó en el sofá para mirarle bien a los ojos – Mike, yo no me avergüenzo ni de ti ni de lo que tenemos, lo que siento por ti es real, extraño, pero real. Es que no entiendo cómo en lo poco que hace que te conozco me has hecho sentir tantas cosas, no comprendo por qué siento lo que siento y se me hace raro vernos juntos cuando hace apenas unas semanas paseaba por los mismos sitios pero sola. ¿Es que a ti no te ha resultado… no sé… raro?
-
Bueno, un poco sí, la verdad, hace demasiado tiempo que no estoy tan cómodo y relajado con nadie, y ni me acuerdo la última vez que me fui de compras del brazo de una mujer que no fuese mi madre o mi hermana. Pero sólo sé que siento que ya eres parte de mi vida, tú, Gabi y Laura, y tu hermano y tus amigos. ¡Hasta tu madre y su amiga! – Mike sonrió al recordar cómo Pepa lo defendía días atrás de los comentarios de su amiga Marisa – Y es verdad que es extraño que esto nos suceda en tan poco tiempo, pero si algo he aprendido en esta vida es que uno no debe pararse a analizar lo bueno que está viviendo, sólo vivirlo, porque cada minuto que pasamos en este mundo es un minuto regalado y no podemos ni debemos desperdiciarlo. Porque la vida es un viaje muy corto a veces, y debemos aprovecharlo y saborearlo en cada instante.
-
Hablas como si en algún momento estuvieses a punto de perder la vida – preguntó Miriam al ver la seguridad con la que él le decía eso.
251
-
Bueno, he estado en una guerra, no lo olvides. Y aunque en la mayoría de las ocasiones la he visto desde el aire, hubo momentos en los que la viví muy de cerca, perdí a varios compañeros y amigos, y sí, también hubo momentos en los que pensé que no volvería. No fue nada fácil pasar por eso y más cuando en tu cabeza sólo está la versión romántica de la historia.
-
¿Y por qué te alistaste? ¿Qué lleva realmente a un hombre a dedicarse a matar gente?
-
Lo dices como si en vez de militares fuésemos asesinos.
-
Poco más o menos, en cualquier guerra hay numerosas bajas humanas, ya sean militares o no y eso ha sido siempre así, no es que se descubriese con la invasión de Afganistán – Miriam era contraria a todo enfrentamiento bélico, incluso había acudido a las manifestaciones contra la guerra en su momento.
-
Evidentemente, pero uno no se alista en las fuerzas armadas para eso, o al menos yo no lo hice, yo ya era piloto militar mucho antes de las torres – le respondió él molesto - Recuerda que mi padre también lo era, no sé, supongo que para mí era como honrar su memoria, estaba realmente muy unido a él y siempre me contaba lo que veía en sus viajes, me hablaba de lo que sentía cuando volaba y quise experimentarlo por mí mismo. Nunca había visto morir a nadie hasta que llegué a la guerra y fue especialmente duro porque el primero al que vi fue a uno de mis mejores amigos. Ver cómo caía y no poder hacer nada para ayudarle ha sido una de las situaciones más traumáticas de mi vida.
-
Lo siento, no sabía…
-
Ya, pocos lo saben. No es un tema del que me guste hablar, además de doloroso me resulta vergonzoso, porque en el fondo yo también pienso que las guerras son absurdas y que quienes las proclaman lo hacen en su propio beneficio, y se llenan la boca en decir que es en nombre de la libertad y del pueblo, cuando ni el pueblo tiene libertad para escoger si vivir o morir, y nos manipulan de tal manera que acabamos pidiendo venganza aunque sea a costa de matar inocentes.
-
Pero una vez que estás dentro no puedes echarte a atrás, ¿verdad?
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-
No, al menos no de una manera fácil. Pero te acaban convenciendo de que es una manera de hacer justicia por las miles de personas inocentes que murieron por su culpa, y te lo crees, por eso ya no ves ni la cara de la persona que tienes delante de tu arma, sólo ansías vengarte.
-
¿Has tenido que matar a alguien alguna vez?
-
¿Dices además de los que morían por los bombardeos que lanzábamos? Sí, en alguna ocasión he tenido que hacerlo.
-
¿Y qué has sentido en ese momento?
-
Sólo sabes que es tu vida o la de él, no puedes pararte a pensar más, el instinto de supervivencia se impone y aprietas el gatillo, y lo ves caer al suelo sin mirarlo, para que no te afecte demasiado. Aunque nunca consigues dejar de verlo – Mike se quedó con la mirada perdida, recordando lo que no quería ver y sintiendo de nuevo lo que creía olvidado.
-
Perdona, yo no quería hacerte sentir mal – Miriam vio que los recuerdos lo habían sufrir y lo abrazó con fuerza – lo siento. Mejor hablemos de otra cosa, ¿vale?
-
Muy bien, ¿de qué quieres hablar?
-
No sé, háblame de tu familia, supongo que no los ves muy a menudo, porque estando tanto tiempo fuera de casa y con tu residencia fijada en la otra punta del país lo veo un tanto difícil.
-
No, no los veo mucho, pero siempre estamos en contacto e intento ir a visitarlos una vez al mes por lo menos. Conseguí que Véronique se mudase de mi piso a otro que ella misma compró, así el mío quedó libre y mis hermanos se independizaron allí.
-
Bonita manera de independizarse, yendo para el piso de su hermano.
-
Sí, bueno, al menos no tengo que ir a un hotel cuando voy a Barcelona – dijo Mike sonriendo – aún conservo mi propia habitación allí.
-
Háblame de ellos, ¿cómo son? Dijiste que eran mellizos, ¿no?
-
Sí, chico y chica, David y Amanda, Amy, son de la edad de tu hermano más o menos. David se dedica a la creación de aplicaciones para iPad y Android, es programador informático, y Amy se licenció en Económicas y trabaja en la gestión de una empresa
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química, los dos en Barcelona. Viven juntos porque, como ellos mismos dicen, si estuvieron conviviendo tantos meses en un espacio tan reducido como era la barriga de mi madre, bien pueden hacerlo en el mismo piso, la ley del ahorro – Miriam rio ante la ocurrencia, no los conocía y ya le caían bien – que yo sepa están los dos solteros, al menos esas son las últimas noticias que tengo, y tienen el mismo grupo de amigos. Están realmente unidos, a veces los envidio. -
¿Por qué? ¿te sientes excluido?
-
Un poco, ellos siempre han estado juntos, cuando mi madre se vino a España ellos eran menores y se los trajo, yo me quedé en la academia militar al otro lado del charco y nos veíamos poco. Eso nos distanció, pero en el sentido en que ellos me ven un poco como un padre y no como un hermano, ¿entiendes?
-
Bueno, realmente eran jóvenes cuando perdieron a su padre y tú ocupaste su lugar como referente.
-
Sí, algo así. Se te da bien esto de la psicología.
-
¡Jajajaja! Es que Manu es muy mala influencia para mí, además en mi trabajo tengo que hacer uso de ella constantemente.
-
Miriam – le empezó a decir Mike más serio – ayer tú hermano y yo estuvimos hablando, nada malo, no te asustes – aclaró viendo la cara de fastidio que estaba poniendo Miriam – me estuvo contando cosas de tu pasado.
-
¿Qué cosas? – preguntó ella en tono de alerta.
-
Pues, lo de tu primer novio, lo que pasó tras el accidente, lo de tu cicatriz… Miriam se levantó enfadada del sofá y fue hacia la puerta de cristal.
-
No debió contarte nada, como tú has dicho son cosas de mi pasado y si yo no hablo de ellas nadie debería contarlas.
-
No te enfades, sólo lo hizo para protegerte.
-
¿Protegerme? ¿de qué? ¡Joder! Ya no soy una cría.
-
Ya – Mike se levantó y se acercó a ella despacio – pero piensa que fue él el primero en verte en los momentos más bajos, y eso lo ha marcado para siempre, es normal que quiera que no vuelvas a pasar por eso nunca más. 254
-
Y no lo haré, ya no soy la misma persona, apenas queda nada de aquella bailarina, ya ni los sueños quedan – Miriam se giró para perder su mirada en aquel cielo tan gris y frío – tuve que aprender a levantarme y, sobre todo, aprender a sujetarme para no volver a caerme. Sé que él fue el que más sufrió de todos, y no me perdonaré en la vida que la última imagen que pudiese tener de mí en su cabeza, su último recuerdo mío, fuese el de mi cuerpo desnudo y ensangrentado. Eso me hizo más fuerte, y me hizo salir adelante. Nunca se lo he dicho – se volvió para mirar a Mike que la observaba con cautela – pero gracias a él no sólo estoy viva porque me encontró a tiempo, si no que salí del hoyo en el que me encontraba porque él fue el que me encontró, para compensarle por haber tenido que vivir aquello. Y a eso me aferro cada día para no volver a caer, eso y mis hijos me sostienen en esta locura de vida. Pero me molesta enormemente que se sienta con derecho a meterse en mi vida, no debería contar algo que yo no quiero que se sepa.
-
Pero tú no me lo contarías nunca, ¿no confías en mí?
-
No es eso Mike, pero es algo de lo que no me siento para nada orgullosa. En aquel momento estaba desesperada, el dolor del tobillo no me dejaba respirar, y había perdido demasiadas ilusiones y sueños que ya no se iban a cumplir, me sobrepasó y cogí el camino fácil. Mucha gente me admira y me respeta por salir adelante con mis hijos, pero si supiesen que fui tan… débil alguna vez. Para mí fue como un fracaso y me cuesta reconocerlo.
-
Pero por lo que me contó Fede, tú no fracasaste. Tuviste mala suerte y el tío aquel era un cabrón, alguien así te dejaría tirada tarde o temprano.
-
Pero debí ver cómo era, la primera vez que me negué a acostarme con él tuvimos una bronca monumental, y lo dejé. Después volvió pidiéndome perdón, yo creí que era porque me quería y resulta que su amor por mí estaba basado en el interés, porque conmigo tenía más posibilidades de conseguir un contrato. Debí haberlo visto.
-
Estabas enamorada, y el amor es ciego, ya lo sabes.
-
Sí, y mudo y sordo. Y no hay peor ciego que el que no quiere ver. Por eso no he vuelto a enamorarme de esa manera nunca más.
255
-
¿Y tu marido? ¿te casaste sin estar enamorada?
-
A mi marido le quería, sí, a pesar de todo le quería, pero no de la misma forma. Manu solía decirme que me había conformado con tener a alguien a mi lado que me quisiese y me cuidase, y que por eso había llegado a quererle.
-
Pero él no te trató bien, eso me lo dijiste tú misma – Mike intentaba completar el rompecabezas para entender mejor a aquella mujer.
-
Pero eso no pasó hasta que nació Gabi. Javi y yo estuvimos juntos casi diez años, y los primeros seis años fueron maravillosos, él siempre estaba pendiente de mí y me ayudó con la terapia y con lo de mi padre, y yo tardé en recuperarme del todo con el pie, cojeé mucho tiempo, incluso creía que me quedaría la cojera para siempre, y a él nunca le importó. Siempre le estaré agradecida por eso.
-
Agradecida no es lo mismo que enamorada, ¿por eso seguiste con él a pesar de cómo te trataba?
-
No lo sé, supongo que sentirme fracasada una vez fue demasiado, y no quise que me volviese a pasar, además siempre tuve la esperanza de que sus celos por Gabi fuesen pasando con el tiempo. Después vino su enfermedad y ya no pude comprobarlo.
-
¿Y por mí? ¿sientes lo mismo?
-
¿Por ti? Lo que siento por ti se sale de mi comprensión, nos estamos conociendo poco a poco, por lo que sé del ser humano podrías estar mintiéndome en todo desde que te conozco y sin embargo confío en ti como si te conociese de toda la vida. Me he entregado a ti de una manera en la que no lo había hecho nunca, con nadie. Hablamos de amor como si llevásemos años juntos. Siento la ilusión y la emoción del primer amor adolescente, y no sé ni cómo ni por qué está pasándome esto. Todo el mundo me dice que me deje llevar y que lo disfrute, pero por la experiencia que tengo sé que en cualquier momento me puedo despertar del sueño y la caída me dolerá, no puedo dejar de tener miedo. Y lo que más me alucina de todo esto es que tú estás de lo más tranquilo, como si esto fuese lo más habitual del mundo.
-
De tranquilo nada, claro que tengo miedo, llevo muchos años buscándote y temo perderte en cualquier momento ahora que te he encontrado. Me asusta sentir tanto
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en tan poco tiempo, pero buscarle lógica a esto no tiene sentido, es perder el tiempo, y el tiempo no es algo que debamos desperdiciar. Cuando mi padre murió no era mucho mayor que yo. Y yo quiero emplear todo mi tiempo en descubrirte, disfrutarte, sentirte, soñarte… - le rodeó la cintura con sus brazos y la acercó a él – besarte, amarte… - y se perdió en sus labios muy despacio, con delicadeza, rozando suavemente su boca, Miriam se estremeció, su corazón empezó a latir más deprisa y su deseo por él creció a cada instante. Sin darse cuenta empezaron a moverse con un suave balanceo mientras se besaban, bailando sin música, siguiendo el ritmo en su cabeza. Entonces Mike se dio cuenta de algo. -
¿Sabes que aún no hemos tenido nuestra primera cita?
-
¿Cómo? Sí que la tuvimos, en el hotel de Madrid.
-
Bueno, sí, pero yo me refiero a una cita cita, sin niños ni hermanos protectores. Con una cena en un buen restaurante, y luego un baile en algún lugar tranquilo, una copa y después… - le susurró con voz ronca.
-
¿Después qué?
-
Después tomaríamos el postre en un lugar más privado.
-
¿Y cuándo dices que quieres hacer eso?
-
Me encantaría que fuese lo antes posible. Mañana.
-
Lo malo es organizarlo para que alguien se quede con los niños, con los tres.
-
Yo puedo pedirle a Lucas que se quede con Amelie.
-
¿Pero Amelie conoce bien a Lucas?
-
No mucho, sólo lo vio un par de veces.
-
En tal caso sería mejor que se quedase con mis hijos, aunque no sé muy bien en donde, mi madre no está hasta fin de mes, y Salo y Fede no sé si podrán. Puedo hablar con Noe para que haga de canguro y se quede aquí mientras nosotros no llegamos.
-
Mejor aún, puedes decirle que se quede toda la noche aquí con ellos.
-
Sí, pero eso me cortaría un poco, llegar a casa y encontrármela…
-
Bueno, podemos pasar nosotros la noche fuera. 257
-
¿Dónde? ¿en Carnota? No estaría mal, pero está un poco lejos.
-
Podría ser en otro sitio, déjame ese detalle a mí, ¿sí?
-
Mami, Mami, mi badiga ya tene ambe – dijo Laura acercándose a los dos frotándose la barriguita.
-
¿Tienes hambre, mi niña? Ahora preparo la cena, ven que te doy unas galletas mientras, ¿te vale? – le dijo Miriam cogiéndola de la mano mientras Mike no dejaba de sonreír. Después de darle lo que la niña le pedía, Miriam volvió al salón.
-
Os quedáis esta noche también, ¿verdad? – le preguntó con una sonrisa.
-
Por supuesto, siempre que nos dejes aquí nos quedaremos, aunque después podemos pasar el resto de las vacaciones en mi casa, así los niños podrían disfrutar más de la playa.
-
Bueno, de eso ya hablaremos. Ahora ven conmigo a la cocina, que me vas a ayudar a hacer algo de cenar.
-
Siempre a sus órdenes, majestad – le dijo él con una reverencia.
-
Vayamos pues, mi señor – dijo ella respondiéndole con otra. Aquella noche la pasaron juntos de nuevo, después de cenar y acostar a los niños se
quedaron un rato más charlando en el salón, planeando la cita, su primera cita real. Mike no le contó todos sus planes aunque sí le mencionó que haría una reserva en un buen restaurante. Miriam llamó a Noe que estuvo encantada con la idea de pasar la noche con sus ahijados, de todos modos Lucas no había vuelto a llamarla y ella era demasiado orgullosa para ceder así que no tenía nada mejor que hacer. Quedaron para pasar la tarde juntas en un salón de belleza, mientras Mike se quedaría pasando la tarde con su hija y con los hijos de Miriam. Después los dos se fueron a la cama, juntos, disfrutando el uno del otro. A la mañana siguiente, Mike salió temprano a correr, necesitaba despejarse y tener un rato a solas para poder conseguir lo que tenía planeado para la noche. Miriam se quedó en casa con los niños, desayunaron juntos y luego se fueron a jugar un rato a su 258
cuarto. Ella se plantó delante de su armario buscando algo que ponerse esa noche, Mike no le había adelantado nada, sólo que iban a cenar a un restaurante algo apartado, lo que no le decía mucho. Aunque con que no fuese una hamburguesería ni una pizzería para ella ya era toda una novedad. Sentada en el borde de su cama con el armario abierto de par en par, así se quedó largo rato mirando. Cuando se cansó de mirar llamó a Noe: -
No tengo nada que ponerme, ya ni sé lo que es salir a cenar a un restaurante con un hombre, no hago algo así desde la universidad. ¿Para qué le habré dicho que sí? – ni el saludo le dio.
-
A ver, tranquila, yo puedo prestarte algo.
-
Noe, nada de lo que tienes tú me entra, sabes que calzo más en… en todo. ¿qué hago? – le preguntó al borde del histerismo.
-
¿Por qué no te pones el mono corto negro del otro día? Estabas muy sexy con él.
-
Porque quiero sorprenderle, me va a llevar a un sitio elegante, lo presiento, y no quiero meter la pata – le dijo Miriam comiéndose la uña del dedo pulgar.
-
Bueno, no tenemos cita en el salón hasta las cinco, podemos comer temprano e ir antes de compras, o si quieres vamos ahora por la mañana.
-
Esperaré a que venga Mike que salió a correr y podemos ir. ¿no te pillaré muy liada?
-
Tranquila, esta semana me la tomo de relax, no tengo eventos hasta dentro de unos días y ya tengo el trabajo adelantado, podemos ir de compras tranquila.
-
¡Perfecto! Desde luego que eres la mujer maravilla.
-
Eso se lo dirás a todas.
-
No, a todas no, ya lo sabes. Te aviso cuando llegue Mike para que me recojas.
-
¡Ok! Deica moza.
-
Deica pues. Dejó el móvil encima de la cama y fue al salón a recoger. Al pasar por el cuarto de
juegos de los niños vio a Amelie sola y le extrañó, estaba pintando en el pupitre de Gabi. Miriam se sentó a su lado y vio el dibujo que la niña estaba haciendo. -
¿Por qué estás tan sola aquí? ¿dónde van mis fieras? 259
-
Gabi y Laura están en el salón viendo la tele, yo me quedé para acabar este dibujo que te estoy haciendo.
-
¿Me estás haciendo un dibujo? – le preguntó Miriam sorprendida.
-
Sí, quería darte las gracias por el dibujo que me hiciste tú en mi pared, me pintaste de princesa y eso me gustó mucho, por eso ahora te estoy dibujando yo a ti.
-
Pero en ese dibujo hay más gente, ¿Quiénes son?
-
Éste es mi daddy, el más grande, ésta tan guapa eres tú, ésta soy yo y éste es Gabi, y esta pequeñita es Laura – le contó Amelie muy contenta.
-
Claro, porque es la más enana. Aún no has pintado a tu mamá, dejaré que lo acabes.
-
No voy a pintar a mi mamá, ella no me quiere, no tengo porqué dibujarla – le dijo cambiando el semblante.
-
¿Por qué dices eso cariño? Tú mamá te quiere, todas las mamás queremos a nuestros hijos, hasta queremos a los que no son nuestros hijos.
-
No, mi mamá no me quiere – le respondió sin dejar de dibujar – casi no la veo nunca, por la semana me quedo en el colegio con mis compañeras y los fines de semana es mi yaya la que viene a buscarme y me cuida, y me hace la comida y me lleva con mis amigas. Mi mamá nunca está en casa, y cuando está me dice cosas feas de mi daddy.
-
¿Y tú le crees? – quiso saber Miriam, aún no se creía como una mujer podía ser tan desnaturalizada con una preciosidad como Amelie.
-
No, a veces mi yaya me lleva con tío David y tía Amy, y ellos me llevan al cine y a comer helado y me hablan de daddy y hacen que hable con él por teléfono. Yo sé que él me quiere mucho y yo a él. Mike llevaba un rato escuchando apoyado en la puerta, al oír a su hija hablar de su
madre se había quedado callado escuchando, aunque le estaba costando aguantarse, por un lado quería abrazar a su pequeña con fuerza para que no se sintiese tan abandonada nunca más, y por otro se sentía culpable por lo que su hija estaba pasando, si tuviese a Véronique en ese mismo instante era muy posible que perdiese el control.
260
-
Sí, tu padre te adora, eres lo más importante en su vida, no lo olvides preciosa. Él te quiere mucho, y, aunque no me creo que tu madre no te quiera ni un poquito, ahora me tienes a mí y a Gabi y a Laura que te vamos a querer un millón.
-
Ojalá tú fueses mi mamá, me gustas más que la mía.
-
Ven aquí pequeña – Miriam abrazó a la niña con mimo, se había emocionado con las palabras de Amelie y quiso que la niña sintiese su calor de madre. Le besó el pelo y vio a Mike parado en la puerta, recto como un palo incapaz de moverse. Entonces la soltó.
-
Yo ahora tengo que ir a arreglarme que tengo que salir a hacer unos recados, ¿qué te parece si te quedas con papi y le dices a Gabi que os enseñe a jugar a las cartas? Es un experto haciendo trampas, y entre los tres podéis desplumar a papá. La niña asintió con la cabeza y Miriam se levantó. Pasó por el lado de Mike que la
paró con su brazo. -
Gracias – le dijo en un susurro. Ella le dio un ligero beso en los labios y se fue al baño. Mike se quedó un rato mirando a su hija pintar, se prometió a sí mismo que haría lo
posible por tener la custodia total de su hija, y que pasaría el mayor tiempo posible con ella, al menos tiempo de calidad para los dos. La mañana pasó volando, Mike se divertía con los niños en casa de Miriam, mientras ésta y Noe se dedicaron a ir de tienda en tienda buscando algo que se acercase a lo que Miriam quería. Por la tarde se fueron las dos a hacerse la manicura, la pedicura, una limpieza de cutis, un buen peinado y un masaje. Cuando volvieron a casa se sentían renovadas. Miriam se arregló en el baño, se maquilló ligeramente, se dejó el pelo suelto y ondulado como se lo habían dejado en el salón, se puso su vestido nuevo, negro de espalda descubierta con encaje, unos zapatos peep toe negros de tacón y una chaqueta de punto calado larga en color rosa. Se sentía radiante y segura. Al llegar al salón vio a Mike esperándola vestido con un traje azul impecable, el corazón empezó a latirle con más fuerza, estaba guapísimo. Él se giró y la vio espléndida, se quedó sin habla y sólo pudo sonreír. La tomó de la mano, se despidieron de todos y se fueron. 261
La llevó a un lujoso hotel spa. Miriam no podía creer que estuvieran en un sitio tan bonito y romántico. Se registraron en el hotel y Mike le dio la maleta al botones para que la subiese a su suite, ellos tenían reserva en el restaurante y no quería llegar tarde. Allí Mike ayudó a Miriam a quitarse la chaqueta y casi le da un infarto al ver la espalda semi descubierta, rozó su piel suavemente con un dedo, haciendo que Miriam se estremeciese de arriba abajo y le susurró al oído lo hermosa que estaba. Después le apartó la silla y la ayudó a sentarse como buen caballero. Miriam seguía sin creerse que eso le estuviese pasando a ella. Era de ensueño. -
Mike, esto es precioso, este lugar es…
-
Me alegro de que te guste, siempre me ha parecido un lugar con encanto y hasta ahora que no he tenido la oportunidad de disfrutarlo en buena compañía.
-
Gracias por la parte que me toca. El camarero se acercó, Mike pidió por los dos y poco después les sirvieron el vino.
Los dos brindaron por el destino que los había unido y luego cenaron tranquilamente en aquella mesa decorada con velas y flores. Charlaron tranquilamente de sus cosas, Mike le contó la pasión que tenía por volar, y no sólo en avión, pilotaba casi todo lo que se sostuviese en el aire, pero lo que más le llenaba era volar con ala delta, decía que se sentía libre planeando como un pájaro y prometió llevarla algún día, a pesar de que Miriam se moría de miedo sólo de pensar en ello. Y Miriam le contó que lo de bailar le venía de su madre, había sido bailarina de joven, antes de casarse, aunque lo suyo era diferente. Decía que su sentido artístico era doble, el baile por su madre y la pintura por su padre, al que le encantaba crear cosas con sus manos en sus ratos libres. La noche fue pasando más deprisa de lo que ella habría querido, pero llegaron a los postres y Mike la invitó a tomarlos en otro lugar, más íntimo, tal y como le había dicho el día anterior. Se levantó y le tendió la mano para que ella hiciese lo mismo. Sin soltarla la llevó hasta la suite que tenía reservada para ellos. Era una estancia grande tipo rústico, con un saloncito amplio decorado con muebles antiguos, una estancia de trabajo y un dormitorio con una cama enorme. En el saloncito les esperaban una botella de cava fría, 262
las copas y una bandeja con muestras de diferentes postres para degustación. Miriam se quedó muda de la impresión, no quería moverse por miedo a estropear algo. Mike llenó las dos copas, le tendió una a Miriam y los dos se sentaron en el sofá. El cava estaba muy fresco y a ella le supo increíble. Él encendió el iPod que había en una de las mesas con música lenta y suave, y le dio a probar uno a uno cada uno de los postres de aquella bandeja. Entonces empezó a sonar “New York” de Snow Patrol, Mike se levantó y le volvió a tender la mano a Miriam. -
Te prometí que te llevaría a bailar, ¿me concedes este baile? Se levantó y la agarró por la cintura. Se acercaron tanto que cada uno podía oír los
latidos del corazón del otro. Mike bajó su cabeza hasta el cuello de Miriam que besó con ternura y cantó con Gary Lightbody en su oído: -
I’d tell you that I loved you before I even knew you cause I loved the simple thought of you. Miriam lo miró a los ojos y sonrió, puso la cabeza en su pecho y así siguieron
bailando. La canción acabó y empezó a sonar la voz de Ed Sheeran, sus cuerpos se acercaron todavía más, Miriam escuchó atentamente la letra y decidió hacerle caso, lo besó con ternura, un largo y cálido beso que poco a poco se fue llenando de pasión. Sus respiraciones empezaron a agitarse y su corazón a latir más deprisa. Sin dejar de besarse, Miriam le aflojó la corbata azul y se la quitó lentamente, después le fue desabrochando uno a uno los botones de la camisa blanca, dejando su escultural pecho al descubierto que besó con suavidad. Él le soltó el botón del cuello de su vestido y le bajó lentamente la cremallera, lo que hizo que el vestido resbalase por su cuerpo hasta el suelo, quedando sólo con los zapatos y el tanga de encaje negro. Poco a poco se fueron desnudando sin dejar de bailar, sus besos y sus caricias se fueron haciendo cada vez más intensos y Mike la cogió en brazos para dejarla sobre la cama. Le hizo el amor despacio, suavemente, sintiendo cada caricia en la piel y más allá, sintiendo sus besos y sus manos recorriendo su cuerpo, penetrándola con más delicadeza 263
de la permitida, necesitaba sentirlo todo en cada momento, necesitaba sentirse dentro de ella y a ella entregada a él. Y con la música de fondo sus cuerpos llegaron al éxtasis a la vez mientras que sus corazones latían al unísono, con las manos entrelazadas y sus bocas unidas. -
Nunca te dejaré marchar – dijo él con la respiración entrecortada.
-
No me iré a ninguna parte – le respondió ella. Siguieron haciendo el amor toda la noche, hasta que el cansancio les pudo más y se
quedaron dormidos uno en brazos del otro. A la mañana siguiente desayunaron en la cama, se ducharon juntos y después volvieron a la realidad. Cuando regresaron a casa, Miriam abrió el buzón, tenía un montón de cartas desde hacía varios días. Recogió todo y subieron. Los niños estaban como locos de contentos cuando los dos aparecieron por la puerta. Los abrazaron, los besaron y luego les prometieron llevarlos a algún sitio divertido por haberse portado tan bien con Noe. Ésta quiso interrogar a su amiga para que le contase con pelos y señales la cita que había tenido con Mike, pero sólo escuchó de sus labios un suspiro de felicidad, nada más. Luego Miriam le prometió que se lo contaría todo en otra ocasión y Noe se marchó. Miriam se quedó en el salón sentada con la correspondencia en la mano, pasando los sobres uno a uno: -
Factura, factura, factura, publicidad, factura… oh, un sobre sin remite – comprobó que el resto de los sobres eran como los anteriores y se quedó con el diferente en la mano. Mike se sentó a su lado y le preguntó qué era aquello, por la cara de desconcierto de
ella supo que no era algo bueno. Miriam abrió rápidamente el sobre y se encontró con otra nota similar a la recibida días antes: Aléjate de él o te destrozará la vida
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Se estremeció por completo y soltó la nota como si le quemase. Mike la cogió y la leyó varias veces, comprobó que ni el sobre ni la nota tenían ningún remitente o firma, ni nada que pudiese identificar al que la había mandado. Después dejó todo encima de la mesita y abrazó a Miriam que estaba pálida como la cera y no dejaba de temblar. -
Es la segunda que recibo, una en el trabajo y ahora ésta en mi casa. No sé quién las manda ni porqué pero ya me está asustando, sea quien sea me conoce y sabe dónde vivo.
-
¡Shhhhh! Tranquila, lo averiguaremos, seguro que es algún bromista pesado. Se las pasaré a alguien, Roberto tiene amigos en la policía, igual encuentran algo, ¿vale? – Miriam asintió con la cabeza más repuesta - ¿qué ponía la otra nota? Miriam se levantó, la buscó entre los libros y luego se la dio para que la leyese. Mike
se quedó un rato pensando, era obvio que en las notas se referían a él, pero no tenía la menor idea de quién podría ser. -
Hagamos una cosa – dijo por fin – me las voy a quedar para dárselas a Roberto, está claro que sea quién sea lo que quiere es asustarte y fastidiarte la vida, así que no le daremos ese gusto, ¿ok? – se levantó y fue hacia ella – ahora cambia esa cara, vamos a por los niños y vámonos por ahí a disfrutar del día, aunque esté algo malo podemos idear algún plan para pasarlo bien, ¿te parece?
-
Me parece – dijo Miriam con media sonrisa, no muy convencida. Hicieron lo que Mike proponía y se pasaron el día de un lado a otro con los niños,
intentando dejar a un lado a aquellas notas, aunque ninguno de los dos lo consiguió por completo.
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Capítulo 16 Los días pasaron y Mike no se despegaba de Miriam, se pasaban el día jugando con los niños, de compras, en la piscina, paseando, haciendo el amor… Trataba de mantenerla ocupada la mayor parte del tiempo, para que no siguiese pensando en las notas, aunque era realmente difícil, porque cada vez eran más frecuentes. Le llegaron dos más, con la misma letra, sin remitente, sin firma. Los mensajes eran muy parecidos: “aléjate de él o acabará contigo”, y “si no te alejas pronto los que más sufrirán serán ellos”. Y ella no sabía quién era el responsable de aquellas cartas. Le inquietaba que supiera quien quiera que fuese dónde vivía y dónde trabajaba. En las notas no la amenazaban, eran como advertencias, pero no dejaba de pensar en quién podría estar intentando hacerle daño de esa manera. Y aunque no pensaba que Mike tuviese algo que ver sí sabía que esas notas se referían a él. Mike lo notaba, la veía cada día más inquieta, más irascible, tenía los nervios a flor de piel y saltaba por cualquier cosa, por eso pensó que podía ser buena idea llevársela de allí. -
Miriam, ¿por qué no os venís los niños y tú a mi casa unos días? El tiempo ha mejorado y podrían pasárselo muy bien en la playa – preguntó Mike mientras los dos preparaban la comida.
-
Porque sería algo precipitado, ¿tal vez? – respondió ella sin mirarlo.
-
¿Precipitado? Miriam, llevo en tu casa toda la semana – dijo él dejando de cortar verduras - ¿dónde ves tú que sea precipitado que paséis el resto de las vacaciones en mi casa?
-
No es lo mismo, sé que te has quedado conmigo más tiempo porque esas dichosas cartas me están amargando la vida. Y te lo agradezco enormemente, aunque no tienes que hacerlo más, estoy bien – dijo ella con una fingida sonrisa.
-
No, no lo estás – aseguró Mike, dejando el cuchillo y limpiándose las manos - Y no sólo me he quedado aquí porque me preocupes, también porque me resisto a no estar cerca de ti – se acercó a ella y la abrazó con fuerza. Ella apenas se resistió. Lo 266
necesitaba – venid con nosotros, te vendrá bien unos días lejos de aquí, te sentará bien. Ella respondió a su abrazo y dejó salir un suspiro de rendición: -
Está bien, pero sólo unos días, no podemos estar tanto tiempo juntos o va a ser imposible separarme de ti – Mike sonrió, a él le pasaba lo mismo. Esa misma tarde, mientras Miriam preparaba las maletas Mike llamó a su amigo
Roberto, él podría ayudarle con el asunto de las notas. No le contó nada, esperaría a tenerlo delante para contarle lo de Miriam, pero lo convenció para que ese fin de semana él, Lucía y Miguel lo pasaran en la casa de Mike. Éste necesitaba también la aprobación de Lucía. La mujer de Roberto había conquistado a Mike con su desparpajo y su honestidad, era una mujer sin pelos en la lengua que solía decirle siempre lo que pensaba, por eso la apreciaba tanto. Fue la que le dijo que no debía salir con Sonia, que no era trigo limpio, y no se había equivocado. También le dijo que no debía ceder a los chantajes de Véronique, que pelease por Amelie porque él tenía tanto derecho a estar con su hija como su madre. Tenía ganas de ver a esa rubia deslenguada y de saber qué opinaba de su relación con Miriam. Cuando Mike se lo dijo a Miriam, ésta se quedó un rato pensativa, realmente no conocía apenas a nadie relacionado con Mike, sólo a Lucas y tampoco lo había tratado tanto, entonces se dio cuenta de lo solitario que era ese hombre, apenas unos pocos amigos que era sus compañeros de trabajo, con los que pasaba muchas horas al día de su vida, y sus hermanos y su madre a los que apenas veía. Su madre. Mike no hablaba nunca de ella, y eso le pareció más extraño aún, era parte de su pequeña familia y apenas le había comentado unas pocas cosas de ella. Miriam se preguntaba cómo sería, era gallega y de la costa, trabajadora por lo que Mike había contado, y estaba sola con sus hijos como ella. Sólo por eso ya le gustaba, pero se preguntaba cómo sería, si Mike se parecería a ella…
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-
Una moneda por tus pensamientos – dijo Mike mirándola apoyado en el marco de la puerta de la habitación.
-
¿Cómo? – preguntó Miriam saliendo de su ensimismamiento.
-
¿En qué estás pensando? – le preguntó él hablando despacio – no seguirás dándole vueltas al tema de las notas, ¿no?
-
Pues realmente no estaba pensando en ellas, la verdad – contestó ella sentándose en la cama.
-
¿Entonces?
-
Entonces, pensaba en ti y en las pocas personas que te rodean, al menos las que me has mencionado. Sé que a veces es mejor estar solo que mal acompañado pero, ¿no te sientes solo a veces? Lo digo porque no siendo tus compañeros de trabajo, apenas ves al resto de tu gente, tu hija, tu madre, tus hermanos…
-
Bueno, realmente no estoy mucho tiempo solo, con mis compañeros comparto muchas horas, tanto en el trabajo como fuera de él, y después…
-
Ya, después te buscas compañía femenina para pasar la noche, ya me sé ese cuento.
-
Pero el cuento ha cambiado, por culpa del hechizo que me has echado soy incapaz de buscar otra compañía femenina que no sea la tuya – le respondió sentándose a su lado y besándole el hombro desnudo – y me vuelve loco buscarla una y otra vez – siguió dándole infinidad de pequeños besos por el hombro y el cuello.
-
¿Por qué nunca me hablas de tu madre? – preguntó ella de pronto.
-
¿Qué quieres saber? – Mike se puso tenso y cambió la postura, lo que alertó a Miriam.
-
No sé, sé que se llama Amelia, que es una emigrante gallega, que es viuda como yo, y que vive en Barcelona ahora, poco más.
-
No lo es.
-
¿No es qué?
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No es como tú.
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¿En qué sentido?
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-
Miriam, no me apetece hablar ahora de mi madre, en otro momento, ¿de acuerdo? – Mike estaba realmente serio y Miriam pensó que tenía que pasar algo grave para que él reaccionase de aquella manera - ¿has acabado de hacer las maletas? – le preguntó él con la misma sonrisa con la que había entrado antes.
-
Me faltan apenas unas cosas y ya estaremos listos.
-
Vale, porque Roberto y su familia llegan a las ocho y quiero estar para recogerlos, pero primero quiero dejaros a los niños y a ti en Carnota.
-
Pero, eso es demasiado Mike, son casi las cinco, y tu coche no es precisamente un Boeing. ¿Por qué no mejor recoges a tus amigos y yo me voy en mi coche con los niños?
-
Porque no quiero que conduzcas sola.
-
Pues entonces nosotros nos quedamos y mañana nos recoges.
-
¿Quéeee? ¡No! No voy a dejar que te quedes sola aquí, ni hablar, ¡termina ya y nos vamos! – gritó Mike con su poderosa voz mientras se levantaba de un salto, y Miriam sintió que ante ella tenía al comandante de aviación dándole una orden, pero ella se había cansado de recibir órdenes de un hombre y no estaba dispuesta a recibir ni una más.
-
Está bien. La maleta de Amelie está preparada, y supongo que la tuya también, así que podéis marcharos cuando queráis – le dijo tranquilamente mientras se levantaba y empezaba a deshacer su maleta.
-
¿Cómo? Miriam, ¿qué haces? - Mike no entendía su comportamiento, ella soltó la falda que tenía en la mano, se acercó despacio y le dijo muy enfadada marcando bien las palabras.
-
A… mí… nadie… me da… órdenes… ¿Te ha quedado claro? Y ahora, si quieres puedes marcharte a buscar a tus amigos. Mis hijos y yo nos quedamos – tras lo cual salió de la habitación y fue hacia la terraza, necesitaba respirar aire. Miriam se apoyó en la muralla y se quedó mirando el jardín del patio interior. En los
últimos días estaban pasando cosas que no sabía cómo digerir, había conocido a alguien que en pocos días había puesto todo su mundo patas arriba, si eso no era suficientemente 269
complicado, alguien le estaba mandando anónimos advirtiéndole de que se alejase de él, lo que la ponía bastante nerviosa, y ahora ese hombre en el que sin saber muy bien por qué confiaba plenamente, acababa de gritarle haciendo que sintiese lo mismo que años atrás. -
Miriam, lo siento – dijo Mike detrás de ella, le puso la mano en el hombro y ella lo rechazó. Mike bajó las manos – no quería gritarte, de verdad, es que no quiero que estés sola, nada más – Mike dulcificó su voz.
-
Esta es mi casa, Mike, y no voy a consentir que nadie más me grite ni que me ordene ni nada por el estilo – le dijo sin girarse. Realmente no sabía qué era lo que más le enfadaba, el hecho de que la persona a la que estaba idealizando sin conocer no fuese tan ideal o que realmente estaba idealizando a una persona que acababa de conocer.
-
Lo entiendo y lo siento, sólo quiero protegerte, no quiero que te pase nada.
-
¿Y qué me puede pasar, según tú, por pasar una noche sola con mis hijos en mi casa? – le preguntó ella dándose la vuelta y mirándolo aún enfadada.
-
Esas notas, no sabemos quién te las envía, tengo miedo de que sea quien sea te intente atacar o algo si estás tú sola.
-
¿Temes que me haga daño o que me cuente algo de ti que tú no me quieras contar? – no sabía ni por qué acababa de hacer esa pregunta, pero dejó entrever que su confianza por él se estaba empezando a desquebrajar.
-
No entiendo por qué me preguntas eso, Miriam, yo no te oculto nada, te he contado más cosas sobre mí de las que nadie sabe – él ahora estaba tan serio o más que ella.
-
Perdona, tienes razón – Miriam puso las manos en la cabeza y se apartó el pelo con fuerza - mira, esto me está superando, ¿vale? no tengo ánimo ni ganas para conocer a nadie, y realmente no me parece tan importante como para que te juegues tú vida y la de los demás en el coche. Es mejor que nosotros nos quedemos aquí esta noche, si te quedas más tranquilo llamaré a Noe para que venga a dormir conmigo, es más, hoy es viernes, puedo convocar a las grupis y pasaremos horas hablando. No me importaría que tus amigos se quedasen esta noche aquí, pero ya ves que las habitaciones tampoco es que sean enormes para meter más gente. 270
Mike lo pensó un segundo y supo que ella tenía razón, aunque le costaba dar su brazo a torcer. -
Puedo ir a buscarlos, volver, Roberto que conduzca mi coche y yo el tuyo, así podemos ir todos hoy – se moría por tener que dejarla allí.
-
Mike, no nos va a pasar nada, y no nos va a venir mal estar una noche alejados. Necesito aclarar muchas cosas en mi cabeza o estallaré en cualquier momento, estaremos bien, de verdad – Miriam se sentía algo más relajada, se acercó y lo abrazó. Mike respondió sin pestañear, cerró sus brazos en torno a ella y los apretó.
-
Me cuesta dejarte – le dijo mientras le besaba el pelo varias veces.
-
También me cuesta a mí, pero tarde o temprano tiene que ser. Además, necesito un poco de espacio para poder pensar y asimilar todo lo que me está pasando. Y a ti no te vendrá tampoco mal estar a solas con tus amigos para poder ponerlos al día de lo que está pasando entre nosotros.
-
De acuerdo, pero prométeme que te cuidarás y que no estarás sola. Si tienes algún problema o tienes miedo o… no sé, lo que sea, me llamas y vendré enseguida.
-
Mike – dijo ella entre risas – dudo que nadie se acerque a mí en mi casa y de noche, tranquilo. Además, en las notas no pone nada amenazante contra mí, son sólo advertencias, por lo que deduzco que será alguna de tus compañías femeninas que antes buscabas o, incluso, algún marido o novio cabreado. No creo que se atrevan a llegar a tanto.
-
Ya, no lo sé, y por eso por favor cuídate. No soportaría perderte, ya te dije que nunca te voy a dejar marchar.
-
Y yo ya te dije también que no me iré a ninguna parte. Sólo será esta noche, estaré acompañada y mañana por la mañana puedes venir a por nosotros. Después estaremos allí contigo hasta que empiece a trabajar, ¿te vale?
-
Me tiene que valer, no tengo más opciones.
-
No, comandante – le respondió ella con un beso – pero no vuelvas a darme órdenes, yo no soy parte de tu tripulación ni parte de tu escuadrón, o como sea – le advirtió – si vuelves a hacerlo no sólo no obedeceré si no que haré lo que a mí me parezca, y me 271
importará un… pito lo que tú pienses o dejes de pensar. Bastante trabajo me ha costado poder hacer lo que a mí se me antoje, ni quiero ni puedo perder eso. ¿entendido, señor? -
Entendido señora – dijo él con una sonrisa – no volverá a pasar, ya capté el mensaje. Ahora, si quieres te ayudo a acabar de hacer las maletas. Así tendrás más tiempo para poder despacharte a gusto con tus amigas. Seguro que el tema central llevará mi nombre – dijo mientras entraban de la mano en el salón.
-
¡Ufff! Eso ni lo dudes – dijo ella pensando en sus amigas. Una hora más tarde, Mike se fue a recoger a Roberto, a Lucía y a Miguel al
aeropuerto, mientras Miriam intentaba reunir a su grupo de amigas en su casa, pero era una tarea complicada. Lola estaba en casa de sus padres, iba a pasar el fin de semana allí porque estaban de fiestas; Ana se había ido ese puente a Madrid, sospechosamente se hospedaban en el mismo sitio en el que lo habían hecho ella y su familia unas semanas atrás. “Ojalá les funcione”, pensó Miriam al acordarse de que su cuñada estaba embarazada. Ésta trabajaba esa noche y sólo quedaba Noe que no respondía a los mensajes de grupo. Esperó un rato, y finalmente la llamó. Cuando empezó a sonar el tono de llamada, Miriam se sorprendió de que no estuviese la misma canción de siempre, estaba escuchando otra diferente que identificó en seguida. Era “Vivir mi vida” de Marc Anthony, le pegaba bastante a su amiga. Escuchó parte de la canción pero nadie contestó. Sabía que ese fin de semana Noe tenía trabajo, pero por lo que tenía entendido no esa noche. Aunque también podía ser que estuviese acompañada, Mike le había comentado que esos días Lucas empezaba sus vacaciones, era probable que estuviese con él. Preparó la cena mientras los niños se bañaban y se ponían el pijama, Amelie incluida, su padre no había sido capaz de hacer que la niña se fuese con él. Se divertía mucho con Gabi y con Laura, y también con Miriam, y no quería marcharse. Por otro lado, así Mike tenía más tiempo para dedicárselo a sus amigos y contarles todo. Volvió a intentarlo mientras cenaban, al segundo todo Noe contestó: -
Loca, ¿qué haces que no contestas ni a los mensajes ni a las llamadas? 272
-
Perdona, estaba en la ducha, y ni me enteré del móvil.
-
¡Ah!, ¿vas a salir, entonces? – preguntó Miriam con la esperanza de que no fuese así.
-
Bueno, he quedado para cenar, ¿por qué?
-
Por nada, por si querías pasarte para tomar un vino o algo – respondió Miriam ligeramente decepcionada.
-
¿Ha pasado algo? ¿necesitas que vaya, “Pitu”? – preguntó Noe preocupada.
-
No, nada, y no me llames así, que ya no tengo tres años – “pitu” o “pitufina” era como le llamaban de pequeña en casa, porque siempre se estaba poniendo los vestidos y los zapatos de su madre, era tan coqueta como el personajillo azul, pero en cuanto Fede la empezó a llamar así no le gustó, ella era la mayor y con ese mote no le iba a tomar en serio, así que obligó a todo el mundo a que dejaran de llamarla de esa manera.
-
Perdona, no sé por qué me vino a la cabeza eso – dijo Noe con una sonrisa traviesa en la boca – pero, ¿no tienes a tu Superman contigo esta noche?
-
No – respondió Miriam suspirando – hoy vienen unos amigos suyos a pasar el fin de semana y fue a recogerlos al aeropuerto. Yo me quedé aquí con los niños, la verdad es que no tengo el cuerpo para conocer a nadie hoy.
-
¿Por qué? ¿Qué ha pasado?
-
Nada, pero es que son muchas cosas en muy poco tiempo, Noe, me cuesta asimilarlo todo, y más si lo tengo a él por aquí. Por eso, he preferido quedarme, pero él no quiere que me quede sola y tuve que decirle que alguna de vosotras pasaría la noche, sino no se iba tranquilo.
-
¿Y por qué no habría de estar tranquilo? Miriam, está pasando algo y no me lo quieres contar, te conozco. No puedo faltar a mi cita, pero cojo mis cosas y me arreglo en tu casa, así me cuentas.
-
Pero, Noe, no…
-
En diez minutos estoy ahí.
-
¡Noe, Noe…!- pero ya había colgado. Tal y como dijo en diez minutos estaba entrando por la puerta con su propia llave. 273
-
¿Pero qué haces aquí? – preguntó Miriam cuando la vio entrar en chándal, con un vestido corto rojo de encaje y palabra de honor en una mano, y una bolsa con varias cosas en la otra. Los niños estaban viendo una película en el salón y Miriam estaba recogiendo un poco.
-
Ven – dijo Noe apurada – vayamos a tu habitación, me ayudas a arreglarme y así me cuentas qué ha pasado – y se fue corriendo para la habitación. Dejó todo en la cama y se sentó en la butaca. Miriam la siguió despacio sin creerse aún que la tuviese allí esperando para peinarla.
-
Noe, no tenías por qué venir. Tienes una cita, y a juzgar por lo que traes es bastante caliente – dijo Miriam mirando los zapatos de tacón alto de color tostado que había en la bolsa y el vestido que había encima de la cama.
-
No digas tonterías, tengo una cena de trabajo, unos chicos muy pijos que se casan y quieren que les organice desde las correspondientes despedidas a la boda, con luna de miel incluida. Son un par de coñazos, pero pagan bien, y cenamos en un sitio de los que tanto me gustan a mí – dijo ella con ironía, era de las que no cambiaba una buena pizza por un plato de alta cocina – pero hay que tragar con lo que ellos quieren, así que aquí me ves. Y empieza ya que se me va a hacer tarde.
-
¿Dónde dices que quieren hacer la cena?
-
Empieza, y déjate de historias. Coge tus maravillosas planchas y déjame el pelo chulo como tú sabes, anda.
-
Está bien, voy a por ellas. Miriam fue a por las planchas del pelo al baño y luego empezó a peinar a su amiga, a
la vez que le contaba todo lo que estaba pasando con los anónimos y demás. Noe se puso como loca al saber que alguien estaba controlando a Miriam, y trató de convencerla de ir a la policía, pero ella le dijo que de eso se estaba encargando Mike, y que no quería darle más vueltas al tema, ya estaba bastante nerviosa sin tener que estar todo el día pensando en lo mismo. Entonces, Noe quiso anular la cita que tenía para quedarse a pasar la noche con su amiga, pero ésta no le dejó. La convenció diciéndole que no iba a dejar entrar a nadie y que así tendría tiempo para pensar en ella y en Mike. Sentía vértigo por lo rápido 274
que iba todo y no quería precipitarse, en el fondo tenía miedo de que aquellas notas tuviesen algo de razón al advertirla sobre Mike, al fin y al cabo apenas lo conocía, y lo que sabía era porque él era quien se lo contaba. -
Ya está – dijo Miriam cuando acabó de peinar y maquillar a Noe – guapa y profesional, a la par que sofisticada y glamurosa, no se puede pedir más.
-
Eres un genio, a ver si no me marean mucho esos dos. Y por Mike no creo que debas preocuparte, no pienso que las notas tengan razón en nada. Es verdad que todo va demasiado rápido, pero se os ve muy bien juntos y tú estás más radiante que nunca a su lado, se ve que lo que siente por ti es de verdad. No te ralles demasiado, sólo toma aire fuerte y “palante”.
-
¡Ya! Ojalá fuese así de fácil, no sé, debo pensar en lo que hago, y no actuar sin más. Sabes que no estoy sola, y si yo me caigo me levanto, pero no soportaría que ellos sufrieran por mi culpa – dijo mientras acompañaba a Noe a la puerta y miraba a sus hijos.
-
Eso es verdad, pero también es cierto que ahora te toca vivir a ti, no lo olvides. Y si tienes miedo o necesitas hablar más, llama y vendré a pasar aquí la noche, no creo que encuentre compañía mejor para pasar la velada – dijo Noe abrazando a su amiga.
-
Gracias, pero no voy a necesitar a nadie, ahora voy a cerrar con llave y la voy a dejar por dentro para que nadie pueda acceder desde fuera. Y en cuanto esos tres se duerman, yo me acostaré también. Además, quien dice que no te vas a encontrar a un guapo moreno de ojos azules que te lleve a la cama.
-
Olvídate, si lo dices por Lucas hace unos días que no sé nada de él, le mandé un par de mensajes para saber qué tal estaba y si andaba por la zona pero nada, un soso hija. Para uno que me encuentro que está tan bueno, es tonto del culo.
-
No digas eso, seguro que no para de pensar en ti, pero quiere hacerse de rogar.
-
¡Seguro! Lo que pasa es que ya me ha tenido en su cama y ahora pasa de mí.
-
Pues a mí no sé qué me da que quiere algo más contigo, pero no sabe cómo llevarlo – dijo Miriam con picardía, ella sabía que Lucas no había dejado de pensar en su amiga,
275
pero no quería ponérselo tan fácil, no quería que se aburriese de él a la primera de cambio. -
Bueno, ya, que voy a llegar tarde. Mañana te llamo para ver cómo estás – dijo Noe zanjando el tema y dándole un beso a Miriam en la mejilla.
-
Está bien, y no le cuentes a nadie lo de los anónimos, no quiero revolucionar a todo el mundo por algo que puede que no pase de ser una broma.
-
De acuerdo, nos vemos. Chao.
-
Chao loca, y pásalo bien – le dijo Miriam a Noe cuando ésta ya estaba desapareciendo por las escaleras. Después fue con los niños a acabar de ver la película, los acostó y se tomó un tiempo
para disfrutar de una cerveza fresca en la terraza mientras se dejaba llevar por sus pensamientos. Mike tuvo que esperar un rato en el aeropuerto hasta que vio salir a sus amigos por la puerta de llegada. Primero vio a Lucía, tan guapa como siempre, rubia y alta, con los ojos claros, delgada aunque su cuerpo aún tenía signos de haber tenido que pasar por un embarazo no hacía mucho tiempo, caminaba con paso firme y seguro y, en cuanto vio a Mike, corrió a sus brazos de un salto. Desde que Roberto los había presentado se habían hecho muy buenos amigos, eran como hermanos, y grandes confidentes. Tras ella apareció el compañero de Mike, alto también, aunque no tanto como su amigo, de ojos y pelos claros, con su amplia sonrisa y con el pequeño Miguel colgado en la mochila, durmiendo, ajeno a todo y a todos. -
Por fin, ya estáis aquí, se ha retrasado el vuelo, ¿no? – preguntó Mike saludando a Roberto con un buen apretón de manos.
-
Sí, un poco, salimos tarde, se nota que no estábamos tú y yo en cabina, tío. ¡Pero qué guapo estás! ¿Tú no lo ves guapo, cariño? – Roberto nunca se hartaba de meterse con Mike, ni éste de seguirle las bromas.
-
Sí que está, sí, ¿nueva conquista quizás? Seguro que tiene a alguien esperando en el coche y por eso va tan acicalado por ahí. 276
-
En el coche no hay nadie, ¿y quién os ha estado cotilleando mi vida privada?
-
¿A nosotros? Nadie, no hemos hablado con nadie últimamente, ¿tú has hablado con alguien, mi vida? – preguntó Lucía a Roberto, con bastante ironía.
-
No, con nadie, que yo sepa, ¿es que tienes que contarnos algo… capullo?
-
Vale, ya está bien, cuando pille a Lucas lo mato, quería ser yo quién os lo dijese en persona – quiso explicarse Mike.
-
¿Cuándo? ¿Cuándo empezáramos a trabajar otra vez? – le preguntó Roberto algo molesto, en el fondo sentía una punzada de celos por ser siempre el último en enterarse de las cosas. Al estar aún solteros Lucas y Mike siempre compartían más tiempo y más confidencias.
-
Perdón, lo siento, ¿ok?, vayamos al coche, que el camino a mi casa es largo y ya os lo cuento todo por el camino.
-
Vaaaale – respondió Lucía divertida. Recogieron el carrito con las maletas y la silla del bebé y se fueron caminando por la
terminal de llegada hasta el coche. Lucía iba delante, Miguel en su capazo seguía durmiendo ante la atenta mirada de su padre que iba con él en la parte trasera del coche, y Mike conduciendo, todos en silencio, hasta que Roberto recordó por qué estaba molesto con Mike y le preguntó directamente: -
¿Se puede saber cómo y cuándo empezaste esa historia con la mamá cachonda?
-
Mira que eres bruto, de verdad – le riñó Lucía – ya nos lo contará cuando quiera, y no la llames así.
-
Que quieres si está buena, y es madre de dos niños, no digo ninguna mentira – Lucía meneaba la cabeza en señal de negación mientras se le escapaba una sonrisa, su marido nunca cambiaría. Y eso es lo que más le gustaba de él.
-
Vale, ¿qué quieres saber? Porque eres tan cotilla que no me vas a dejar en paz hasta que te lo cuente – le dijo Mike.
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-
Lucas dijo que estabas con ella, pero no dijo nada más. ¿desde cuándo? ¿Y por qué yo no me enteré?
-
¿Recuerdas el día que estaba como loco porque iba a tener a mi hija? – vio como Roberto asentía por el retrovisor del coche – entonces recuerdas también que necesitaba a alguien que me ayudase con la decoración y demás.
-
Sí, lo recuerdo, estabas histérico porque ni siquiera sabías lo que podía gustarle o no a tu hija. Por cierto, ¿dónde está?
-
Con Miriam.
-
¿Qué? – Roberto pensó en ese momento que el tema iba en serio, y Lucía también.
-
¿quieres saber la historia o no?
-
Sí claro, pero es que…
-
Pues calla y escucha. Mike les contó cómo había acudido a Miriam para que le ayudase, lo que habían
hecho juntos ese día, y lo que pasó al final, llamada y huida incluidas. -
Te dije que esa Sonia no era de fiar, te lo dije – le interrumpió Lucía – tiene una pinta de zorra que no se puede aguantar.
-
Lo sé, y ya ves que me aparté de ella hace tiempo pero no entiende.
-
Es que es una zorra con una sola neurona – dijo Roberto – la de joder.
-
¡Pero qué fino eres cariño! – le reprendió su mujer.
-
Es la verdad, y yo sólo digo la verdad.
-
Ya, y nada más que la verdad – le dijo Mike con una media sonrisa. Os sigo contando. Y siguió. Les contó cómo se habían reconciliado, lo de la comida en su casa, lo de la
visita al camping, la bronca que habían tenido y demás. Lucía lo escuchaba con mucha atención mientras no le saca ojo. Por su mirada, por la forma de hablar de ella, por su sonrisa al mencionarla, se dio cuenta en seguida de lo que Mike sentía realmente por Miriam, era real, y ella debía ser muy especial, porque nunca lo había visto así por una mujer. Y volvió a interrumpir su relato: -
¿Cómo supiste que estás enamorado de ella? 278
-
¿Qué? ¿yo? ¿enamorado? ¡Venga! – Mike no quería entrar en ese tema, aún.
-
Hasta las trancas, chaval. Y si no me equivoco, ella ya lo sabe, ¿siente lo mismo por ti?
-
Sí, supongo – Mike se rindió en seguida, sabía que a Lucía era imposible engañarla – bueno, ella me dijo que sí.
-
Pero tú no lo sabes, o no estás seguro, ¿me equivoco?
-
Es complicado, su vida es complicada, el pasado la marcó para siempre, y su marido no hace tanto que se murió, está confusa y con miedo – Mike trataba de que sus palabras también lo convenciesen a él mismo.
-
Por no decir que apenas os conocéis, ¿es que no te tengo dicho que no pierdas la cabeza al primer polvo? Seguro que la besaste mientras lo hacías, como Julia Roberts con Richard Gere – dijo Roberto arrancando una carcajada a su amigo.
-
Tienes que ver menos películas románticas, Bobby – le respondió Mike aun riéndose.
-
No me llames Bobby, ya te tengo dicho que aquí es nombre de perro.
-
Tal cual, perro pulgoso – Roberto quiso darle un puñetazo a su amigo, pero el cinturón no le dejó.
-
Parad ya, niños – les dijo Lucía, que seguía bastante seria – Mike, estás enamorado de ella y no estás seguro si ella siente lo mismo o no, ¿recuerdas la última vez que babeaste por una mujer que sólo quería usarte?
-
No es lo mismo, créeme, tienes que conocerla, Miriam le da mil vueltas a la francesa, en todo, como mujer, como madre, como persona… me da mil vueltas hasta a mí. Y sí, sé que está enamorada de mí, pero tiene miedo porque lo nuestro va demasiado rápido para ella y le cuesta, además siempre antepone las necesidades de sus hijos a las de ella, y también tiene miedo por ellos. Es normal.
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Sí, bueno, ahí la entiendo – dijo Lucía echando un vistazo a su pequeño que seguía completamente dormido – ser madre lo cambia todo, dejas de ser un poco tú, para ser un poco más de él, y de repente te das cuenta de que todo lo que haces va en torno al enano. Él siempre está primero.
-
Vale, él primero, pero yo después, ¿verdad cariño? – dijo Roberto poniendo morritos.
279
-
Sí, mi vida, tú después – respondió ella de forma cansina – al final parí un niño y me casé con otro.
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Eso es bien cierto – dijo Mike entre risas.
-
¿Y cuándo vamos a conocer a esa mujer que te tiene tan atrapado? - quiso saber Lucía.
-
Mañana, hoy ha preferido quedarse en su casa con los niños para darme un poco de tiempo para disfrutar de vosotros.
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¿Para qué? ¿te ha dejado solo con nosotros? No le has contado cómo conocí a Roberto y qué situaciones hemos compartido los tres, ¿verdad? – Roberto ya no hacía caso de la conversación, se había quedado contemplando a su pequeño y se relajó tanto que empezaba a dormirse.
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Miriam – respondió Mike en voz más baja – no quiere saber nada de mi vida sexual antes de conocerla, sabe que he estado con muchas mujeres y que mis relaciones nunca eran muy largas, y no le he contado cómo os conocisteis porque no creo que sea necesario.
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¿Y no tienes miedo de la tentación? – le preguntó Lucía más sugerente.
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No, no tengo miedo, realmente ahora mismo sólo me apetece estar con ella y desde luego no me apetece para nada compartirla. Lucía, debes entender que yo tengo compartido juegos con vosotros y con otras personas pero por pura diversión, e incluso soledad. No sé cómo explicarlo, antes de conocerla me sentía incompleto, algo vacío, aunque no era algo que me preocupase mucho, sólo quería divertirme sin pensar demasiado. Pero ahora no podría ni siquiera ir a alguna de esas fiestas sin que ella me acompañase, y dudo mucho que lo hiciese. Para ella el sexo es algo más…
-
¿Romántico? – terminó Lucía mientras en su cara se leía lo que pensaba de esa ñoñería.
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Lucía, no todo el mundo ve el sexo cómo lo ves y lo disfrutas tú, y por eso no son ni mejores ni peores que tú.
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Ya, lo sé, ¿pero no lo echarás de menos?
280
-
No lo creo, al menos mientras esté con ella – vio en su amiga la cara de incredulidad – dime, si en vez de conocer a Roberto en un local de intercambio, lo hicieses en un bar cualquiera, y te enamorases igualmente de él, y luego descubrieses que no le gusta el mismo rollo que a ti, ¿lo dejarías por eso? ¿es tan importante el sexo para ti?
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¡No! Claro que no, bueno, creo que no. Quiero decir, amo a Rober por encima de todo y me ha dado lo mejor que me ha pasado en esta vida, la oportunidad de ser madre, pero si a los dos no nos gustase el morbo y el sexo como nos gusta, tampoco sé si lo nuestro funcionaría. Pero es mi forma de ver las cosas, y sé que tú tampoco lo ves como yo o como Rober. En el fondo siempre has sido un sentimental y siempre supe que en cuanto encontrases a la persona indicada no querrías nada más.
-
Realmente eso es lo que me está pasando. Desde que nos vimos por primera vez en el quiosco del aeropuerto ya no he podido dejar de pensar en ella, y es extraño, sabes, porque sin conocerla de nada es como si la conociese de toda la vida. Sus gestos, su mirada, todo me es familiar y sé que no me miente cuando me dice lo que siente. Ya sé que es de locos, pero es lo que siento – le explicó Mike nervioso y emocionado.
-
Vaya, sí que estás loco por ella. Estoy deseando conocerla, para tenerte así tiene que ser realmente especial.
-
Sí que lo es. Mike siguió conduciendo sin poder quitarse la imagen de Miriam de la cabeza en
todo el camino, la estaba echando mucho de menos pero se habían prometido dejarse esa noche libre para los dos. Al llegar a su casa, descargaron el coche y entraron. Dejaron al bebé durmiendo en su capazo en el despacho de Mike, ahora un improvisado cuarto de invitados, y les enseñó la casa, reconociendo ambos la espléndida labor de Miriam y de él en las habitaciones de la niña. Mientras cenaban algo, Mike les contó lo de los anónimos y se los enseñó a Roberto, el hermano de éste era policía en Madrid y seguro qué algo podría sacar de ellos. Durante un rato más estuvieron hablando del tema, pensando quién podría estar intentando hacerle daño así, las cartas habían sido entregadas personalmente porque no 281
tenían matasellos, ni sellos tampoco, era alguien que estaba cerca y ni Véronique ni Sonia podían ser. Pero no se les ocurría nadie más. Al final el cansancio pudo más con Roberto y decidió que era mejor dormir. Lucía también estaba cansada, Miguel seguía despertando para comer cada tres o cuatro horas de noche y eso les tenía agotados. Dejaron solo a Mike en la terraza con el móvil en la mano. Hola! Estás bien?
23:35
Te echo mucho de menos
23:35
Me voy a dormir, solo
23:35 Yo también te echo de menos, y también me voy a dormir sola 23:38 Y estoy bien, deseando que la noche pase rápido para volver a verte 23:39
Mañana os iré a buscar temprano
23:40
Un beso, mi reina, y sueña conmigo
23:40 Bicos para ti también, y tú siempre estás en mis sueños, ya lo sabes 23:41 Hasta mañana
23:41
Miriam cerró la aplicación, dejó el móvil encima de la mesa y puso música en el reproductor de mp3, buscó la canción del móvil de Noe y se quedó pensando en lo mucho que quería y necesitaba estar con ese hombre. Desde luego que se había enamorado de él en muy poco tiempo, quizás desde que lo vio con el uniforme la primera vez, y seguro que aquella iba a ser la relación más complicada que habría tenido nunca en su vida, pero como le había dicho Mike, la vida hay que disfrutarla como venga y eso estaba dispuesta a hacer, daba igual los millones de notas que le llegasen, ella iba a vivir su vida. Un par de horas más tarde, en un local de alta categoría de la ciudad, Noe empezó a escuchar a Marc cantando su himno, dejó su copa en la mesa y salió como un rayo para la pista. Aquella canción le llenaba de energía positiva y lo necesitaba, se puso a bailar con 282
todos los que estaban en la pista sin importarle si eran o no conocidos, girando y dando palmas con todos, hasta que alguien la tomó por la cintura y empezó a moverse con ella. Noe ni se volteó a mirar, sólo siguió la música y a su propio cuerpo disfrutando de la canción. Pero él la tomó de la mano y la giró varias veces hasta que la paró sujetándola con fuerza, haciendo que sus labios se rozasen. Ella levantó la cabeza y vio aquellos ojos profundamente azules que la habían perseguido en su mente toda la semana: -
¿Tú?
283
Capítulo 17 -
¿Qué haces aquí? ¿Cómo sabías…? – Noe estaba totalmente confundida, después de no saber nada de él durante toda la semana se lo acababa de encontrar de noche en el mismo local al que había acudido después de su cena de negocios.
-
¿Cómo sabía qué? ¿qué tú estabas aquí? – preguntó él sin soltarla – no lo sabía, estoy con unos amigos y te he visto bailando, nada más – Noe lo miró incrédula – ¿o es que crees que te estoy persiguiendo? – no dejaba ni por un segundo su sonrisa ladeada cargada de ironía.
-
Bueno, yo… - balbuceó Noe.
-
¡Jajaja! – Lucas se echó a reír – no guapa, no me interesas tanto como para ser tu perrito faldero. Noe se soltó de él bruscamente, se dio media vuelta y lo dejó en la pista mirándola
con su media sonrisa. Se sentía furiosa por haberle permitido usar ese tono burlón con ella. “¿Quién se habrá creído que es el muy…?”, pensó. Tomó su copa de un trago y fue a la barra a pedir otra. Allí se lo volvió a encontrar charlando muy amigablemente con una rubia imponente, bastante joven y más alta que ella. Intentó que no le afectase lo que estaba viendo, como él se acercaba sugerentemente y le decía algo a la rubia, pero todos sus esfuerzos eran en vano. Estaba celosa de la rubia por estar con él, por ser más joven que ella y por ser más alta que ella. Se llevó su nueva copa a la mesa y se sentó con las personas con las que había ido a ese local, personas con las que trataba a menudo en su trabajo y a las que la fiesta les encantaba, por eso le había sido fácil localizarlos después de deshacerse de los clientes con los que había salido a cenar. Ellos eran los que le habían dicho de ir a ese local, no entendía que hacía él allí y con esa rubia. Trató de meterse en la conversación para no seguir pensando en él aunque no podía dejar de mirar de reojo hacia el lugar en el que Lucas y su acompañante seguían hablando tranquilamente. -
Yo creo que ya la tienes en el bote, no deja de mirar para aquí y si las miradas mataran…- dijo Tania, la acompañante de Lucas. 284
-
Lo dudo, por lo que dice su mejor amiga, no es una mujer que se enamore con facilidad, le gusta pasárselo bien y no cree en las relaciones, al menos no cree que ella pueda mantener una. Estuvo casada una vez y descubrió que se aburría con su marido, así que acabó divorciándose y desde ese momento prefirió disfrutar de la vida.
-
Un espíritu libre, vamos, ya me lo sé, yo también conocí a uno así, hasta que la convencí para que volásemos juntas en libertad – dijo ella con una sonrisa.
-
Ya, ¿cuánto tiempo lleváis casadas Sofía y tú? – preguntó Lucas sin separarse ni un centímetro, seguía viendo por el rabillo del ojo como los miraba Noe y no quería perder la oportunidad.
-
Casadas ya tres años, juntas cinco, y seguimos igual, y créeme cuando te digo que Sofía no quería atarse a nadie ni harta de vino, pero acabó rendida a mis pies, sólo tienes que tener paciencia y darle un poco de su propia medicina, si realmente le interesas acabará cayendo en la trampa – le dijo Tania mirándole a los ojos con deseo.
-
Si te oye tu chica…
-
Si le oye su chica, ¿qué? – otra guapa morena se acercó a ellos por detrás de Lucas y lo agarró por la cintura, Noe sintió una punzada de celos mucho más grande, aquellas dos mujeres se acercaban a él como moscas a la miel, y a él se le veía encantado.
-
Nada preciosa, aquí tu mujercita que me está dando consejos para ligarme a una loca que me trae por la calle de la amargura.
-
¿A ti? Eso sí que hay que verlo, que Lucas Santiesteban no sea capaz de ligarse a una mujer y tenga que pedir consejo es toda una novedad – dijo Sofía.
-
No es eso – le respondió su mujer – es que se ha pillado por ella y quiere que ella también caiga, pero no es fácil porque no cree en las relaciones.
-
¿Te has enamorado de una mujer? – le preguntó Sofía incrédula.
-
Pues no va a ser de un burro, Peque tienes cada cosa – le contestó Tania, haciendo que Lucas se partiera de risa con ellas y que a Noe los celos la consumieran todavía más.
285
-
A ver, tampoco puedo decir que me haya enamorado, pero sí que me interesa esa mujer, quiero estar más con ella, pero ella huye de todo lo que se parezca lo más mínimo a una relación, intentas quedar con ella para tomar un café o algo, para poder conocerla más, y siempre tiene un pretexto, o eso o acabamos en la cama después de decirnos hola – dijo Lucas bebiendo un trago de su copa.
-
Ya entiendo, le gusta divertirse sin más, sin compromisos de ningún tipo, yo también conocía a alguien así, pero no hizo falta mucho para caer como una mosca en la tela de araña – dijo Sofía mirando a su mujer con devoción.
-
De eso mismo estábamos hablando cuando llegaste, y por eso ahora estamos aquí parados jugando al gato y al ratón – le contó Tania – dejando que ella nos vea y que se muera de celos.
-
¿Pero está aquí? – preguntó Sofía divertida – ahora entiendo porque tienes a mi mujer haciéndote carantoñas.
-
Está justo detrás de ti, en las mesas de arriba, y nos está mirando desde hace largo rato, si pudiese clavarme un cuchillo estoy convencida de que no lo dudaría.
-
Exagerada – le dijo Lucas a su amiga.
-
Juzga por ti mismo, date la vuelta y mírale la cara, es todo un poema. Noe no podía apartar su mirada de aquel trío, las dos mujeres se pegaban a él cada
vez más y él se dejaba hacer, parecía que disfrutaba muchísimo con la situación. Se moría de celos aunque sabía que no tenía ningún derecho sobre él, ella misma había puesto las reglas desde el primer momento, ella decidía con quién y cuándo, no le gustaba ser perseguida ni perseguir a nadie, pero desde que Lucas no se había rendido a sus encantos una extraña sensación le estaba carcomiendo por dentro. Desde que se había divorciado de Joaquín, nunca había sentido la necesidad de pasar más tiempo con un hombre que no fuese el invertido en una buena sesión de sexo. No quería comprometerse con nadie porque en el fondo estaba segura de que su madre tenía razón y ella no estaba hecha para el matrimonio ni para hacer feliz a un hombre. Se había casado con Joaquín para convencerse que eso no era verdad, pero la verdad es que su intento había fracasado estrepitosamente, era incapaz de estar mucho tiempo con la 286
misma persona, soportando sus defectos y sus manías. Y aunque Joaquín al final había llegado a ser uno de sus mejores amigos, como pareja no había conseguido mantener su interés, ni dentro ni fuera de la cama, lo que la acabó de convencer que ella no era mujer de pareja, y para evitar tener que ver la cara de superioridad de su madre, no dejaba que los sentimientos la invadiesen cuando encontraba a alguien con quien pasarlo bien. Pero el hecho de que Lucas pasara de ella después de haber sido ella la que lo utilizase para sus fines había llamado poderosamente su atención, llevaba toda la semana pensando en él y en las ocasiones en las que habían estado juntos. Y ahora sentía algo que no había sentido nunca, celos. Nunca se había visto como una mujer celosa porque nunca se había relacionado con alguien el tiempo suficiente como para verse en una situación así. Habitualmente era ella la que provocaba los celos y eso le encantaba, sentirse el centro de atención de la persona que le interesaba le daba poder y seguridad en sí misma. Pero ahora ya no se sentía tan segura. Lo veía ahí, delante de sus narices, ligando con dos jovencitas, fue a por ella en la pista de baile pero sólo para reírse en su cara, porque había dejado ver su interés por él. Y eso no podía ser, ella no podía dejar que nadie supiese lo que sentía. Por eso se inventó una excusa para sus amigos y se fue. Quería respirar y salir de allí cuanto antes o se delataría ante él. Caminó sola por la calle hasta llegar a su coche, pero cuando fue a abrir la puerta del conductor Lucas le cortó el paso y le agarró la mano de la puerta. -
¿Ya te vas? Creía que habías salido a divertirte – Noe retiró su mano de la de él y con la mejor de sus sonrisas le respondió:
-
Y así fue, pero ahora tengo que volver a casa, mañana tengo que trabajar y no puedo seguir de juerga toda la noche. Algunos adultos tenemos que ser responsables, ya sabes. Intentó abrir de nuevo pero él se lo volvió a impedir, la agarró con una mano por la
cintura y con la otra por la nuca y la besó con fuerza y pasión. Noe no quiso responderle, todavía seguía enfadada por verlo tontear con aquellas mujeres, pero su deseo por aquel hombre era más poderoso que ella y finalmente sucumbió. Durante unos minutos y 287
apoyados en su coche siguieron besándose hasta que Noe notó en su vientre la erección que crecía más y más y trató de pararlo o acabarían desnudos allí mismo: -
Será mejor que nos vayamos de aquí – le dijo en un susurro.
-
Sí, será mejor – respondió él sin aliento – mi casa está más cerca, vamos. La agarró de la mano y tiró de ella, llegaron a su portal en apenas unos minutos y
subieron en el ascensor sin dejar de besarse y de tocarse. En cuanto entraron en el apartamento, Lucas la volvió a besar y se la llevó al dormitorio, allí la dejó de pie junto a la cama, puso música y la besó con pasión por todas partes, primero en la boca, luego en el cuello, en el pecho… Fue bajando hasta ponerse casi de rodillas, le quitó primero un zapato y luego otro mientras le besaba las piernas, haciendo que ella se estremeciese de arriba abajo. Luego subió las manos despacio por los muslos hasta tocar la cinturilla del tanga, acercó su boca por debajo de la falda y lo besó, arrancándole a Noe un quejido de puro placer. Lentamente le retiró el tanga y volvió a besarla en el mismo sitio. “Madness” envolvía el ambiente de la habitación y Noe sentía que su excitación iba en aumento con la música y las caricias que aquel hombre le estaba dedicando. Lucas se levantó y le dio la vuelta con brusquedad, le besó la nuca y los hombros desnudos y fue bajando la cremallera del vestido. En unos segundos, Noe quedó totalmente desnuda, le puso las manos sobre sus pechos y los masajeó con suavidad mientras le besaba el cuello. Volvió a girarla y la vio sonreír. Aquella sonrisa lo volvía loco de deseo y no pudo resistirse más. Se desnudó rápidamente y la empujó cayendo los dos en la cama. Le sujetó las manos con las suyas por encima de la cabeza y siguió besando todo su cuerpo, tratando de saciarse de ella una y otra vez. Ella se deshacía de placer y alcanzó el primer orgasmo casi sin darse cuenta. Luego él se puso un preservativo y la penetró, primero despacio y después aumentando cada vez más el ritmo. Se dio la vuelta para que ella quedase encima de él y Noe tomó las riendas de la situación, justo como a ella le gustaba. Las embestidas y sus movimientos cada vez eran más profundos y más intensos y ambos alcanzaron el éxtasis a la vez. Se dejaron caer uno junto al otro intentando recuperar el aliento, mirándose sin decir nada. Los dos habían sentido algo 288
más que puro placer, y eso hizo que Noe se asustase tanto que un rato después quiso marcharse, se levantó y se vistió: -
¿Qué haces? ¿a dónde te vas? – le preguntó Lucas desde la cama.
-
Mañana trabajo, ya te lo dije, debo irme – respondió ella mientras se ponía el vestido.
-
No quiero que te vayas, Noe, quédate – le pidió él.
-
Hoy no puedo, en serio, mañana me espera una boda y tengo que estar muy temprano en casa de la novia.
-
Está bien – Lucas no quiso insistir más, aunque estaba realmente molesto - pero mejor te pones los zapatos en el ascensor, no quiero que me llamen la atención los vecinos de abajo por el taconeo a altas horas de la madrugada – Noe ya estaba con los zapatos en una mano y el bolso en la otra, él se levantó y se dirigió a ella – ya sabes el camino, no hace falta que te acompañe, hasta otro día preciosa – le dio un ligero beso en los labios y se metió en el baño. Noe salió como una exhalación de la habitación maldiciendo en silencio por la
actitud de Lucas, cerró la puerta del apartamento despacio y se metió en el ascensor más enfadada que antes de salir del local. En el baño, Lucas escuchó como ella se iba y cerraba la puerta y se quedó apoyado mirándose en el espejo. “Seré imbécil”, pensó él. “Seré idiota”, pensó ella. Al día siguiente, Miriam se levantó temprano, apenas había podido descansar porque las pesadillas habían vuelto. Cada vez que cerraba los ojos volvía a pasar, era una tortura. Al menos durante los últimos días con Mike había podido descansar porque a su lado las pesadillas no aparecían. Y para ella eso era bueno, muy bueno, significaba que debía estar con él, estar de verdad, y si no salía bien ya se preocuparía en su momento. Aunque aún estaba el tema de las notas, tendría que averiguar quién estaba detrás de eso para poder seguir adelante con su vida y con su relación de forma plena. Necesitaba descargar adrenalina, así podría pensar mejor. Llamó a su hermano para que se quedase con los niños y se fue a la academia de baile, allí había una sala que solían usar para ensayos y podría bailar sin que nadie la molestase. 289
Calentó un poco, puso música y empezó a moverse. Mike llegó poco después a casa de Miriam y se extrañó que no fuese ella quien le abriese la puerta. Fede le dijo que ella había ido a moverse un poco y le indicó dónde estaba la academia. También le contó que ninguna de las chicas había pasado la noche allí, porque todas tenían planes, algo que no gustó nada a Mike porque quería decir que su chica le había mentido. Le pidió a Fede que se quedase un rato más con los niños y se fue corriendo al lugar en el que estaba Miriam. Sonaba Avicii y Miriam se movía por toda la sala dando vueltas y haciendo piruetas, aunque su tobillo se resentía cada vez que saltaba, poco a poco fue haciéndose con su cuerpo y con la música. Mike la veía a través del cristal de la puerta y le pareció espectacular la forma que tenía de bailar, desde luego que habría llegado muy lejos si no fuese por el accidente. En un par de ocasiones la vio parar cojeando y quiso entrar para hacer que parase pero entonces ella se reponía y seguía. En una parada de la canción ella giró hacia la puerta y lo vio. Sintió vergüenza y apagó la música. Mike entró. -
Lo haces genial, no deberías parar.
-
No me gusta el público, lo siento – dijo ella mientras se secaba el sudor.
-
Aún te cuesta, ¿no? – preguntó Mike señalándole el tobillo.
-
Bueno, a veces da la lata un poco pero hace años que aprendí a vivir con el dolor y apenas lo siento. Aunque sí que es verdad que hay movimientos que me cuestan más que otros. ¿Por qué has venido hasta aquí? – se acercó a él y lo abrazó. Él llevaba puesto una camisa y un pantalón de lino beige, muy fino, y pudo sentir su piel a través de la tela. Lo había extrañado tanto esa noche que necesitaba ese contacto, aspiró su aroma y luego lo besó – va a tener razón la canción y todo.
-
¿En qué? – quiso saber él con una sonrisa.
-
En que soy adicta a ti.
-
No más de lo que lo soy yo a ti – le dijo él en un susurro y la besó con más intensidad que antes.
290
Esperó a que Miriam se diese una ducha y se cambiase y los dos volvieron al piso. Allí recogieron a los niños y las maletas y arrancaron de nuevo hacia la casa de Mike. Miriam pensaba en si sería del agrado de sus amigos, eran parte de la pequeña familia de Mike y quería caerles bien. Seguía ensimismada pensando en ello cuando Mike la interrumpió: -
¿Por qué me mentiste anoche?
-
¿Cuándo? – preguntó sorprendida.
-
Cuando me dijiste que estabas bien, creía que ibas a estar acompañada y no me dijiste que no era así – le dijo algo molesto.
-
¿Perdonaaaaa? Yo no te mentí, te dije que estaba bien porque así era, te dije que me iba a la cama sola y eso hice, no había nadie, y no te dije que no vino ninguna de las chicas porque no preguntaste – les respondió con naturalidad.
-
Eres una tramposa, lo sabes, ¿verdad? – Miriam lo miró y sonrió, y él le devolvió la sonrisa negando con la cabeza. Si algo le estaba quedando claro con aquella mujer era que iba a ser difícil que le hiciese caso la mayoría de las veces, era tan terca o más que él. En el camino hacia la casa de Mike, éste le fue contando a cerca de la visita de sus
amigos. Le habló de Roberto, que era su compañero desde que había encontrado a su ex mujer con su anterior compañero en la cama, que le encantaban las mujeres y la juerga, pero desde que había conocido a Lucía sólo tenía ojos para ella, aunque a veces pareciese lo contrario por su forma de hablar. Lucía era de ese tipo de mujeres que llenaba la estancia con su presencia, y no sólo porque fuese guapa, además porque tenía de esas personalidades que llamaban la atención sólo con mirarla. Era una mujer muy fuerte y extrovertida, era honesta y siempre iba de frente con todo el mundo, algo que Mike le había agradecido siempre. Miriam cada vez se sentía más nerviosa por conocerles. Cuando llegaron a la casa de la playa, Miriam iba temblando, sabía lo importante que eran para él aquellas personas y tenía miedo de meter la pata de alguna forma. Seguro que pensaban que ella era una aprovechada o algo por estar con él en tan poco 291
tiempo. Pero se sorprendió mucho de lo que se encontró. En el salón estaba Lucía con el pequeño Miguel en brazos, el niño no paraba de gritar y a sus padres se les veía muy cansados. -
¿Aún sigue llorando? – preguntó Mike.
-
Aún, no sé qué hacer para que se calle ya – Lucía estaba desesperada. Mike les presentó a Miriam y a los niños, Roberto se acercó a ellos con pocas ganas y
Lucía intentó darle dos besos a Miriam aunque con el niño en brazos era difícil. -
Tenéis que perdonar, pero es que se puso a gritar a las seis de la mañana y lleva desde entonces así, ni si quiera quiso comer – le aclaró Lucía.
-
¿Puedo? – Miriam le pidió permiso para cogerlo en brazos.
-
Todo tuyo, si eres capaz de hacerlo callar te lo agradeceré toda la vida – le dijo Lucía encantada de tener un pequeño respiro. Miriam lo puso boca abajo en sus brazos y lo balanceó suavemente mientras con la
otra mano le masajeaba la barriguita, ante la atenta mirada de sus padres. Unos minutos más tarde el niño empezó a expulsar gases y se fue tranquilizando. -
¿Cómo lo has conseguido? – le preguntó Lucía.
-
Sólo tiene gases, lo que se conoce como el cólico del lactante. Le irá pasando poco a poco en un par de meses – dijo Miriam con timidez. Los dos la miraron con cara de horror, iba a ser difícil que Roberto aguantase ese
ritmo dos meses más. Mike y Miriam se rieron por lo bajo al ver sus caras, y Miriam quiso tranquilizarlos un poco. -
Les pasa a muchos niños, seguro que le iréis cogiendo el truco con el tiempo – Miriam siguió meciendo al niño que se fue quedando dormido. Tanto Roberto, como Lucía como Mike la miraban con muchísima atención. En
cuanto dejó al niño en su capazo, Roberto se abrazó a ella.
292
-
Gracias, gracias – le repetía, Miriam no sabía qué hacer y pidió ayuda a Mike con la mirada, éste lo captó y enseguida acudió a su rescate.
-
¡Vale ya! – le dijo a Roberto separándolo de Miriam – que es mi chica, vete a abrazar a la tuya que seguro que lo necesita más.
-
Es que tenías toda la razón, es increíble esta mujer – le dijo Roberto con agradecimiento.
-
No ha sido nada, de verdad, los míos también han pasado por eso y sé lo que es estar toda la noche sin dormir paseando por la casa y… en fin, al menos vosotros os turnáis los dos supongo – dijo Miriam mirando a la pareja.
-
Bueno, siempre que está en casa, que tampoco te creas – contestó Lucía con resentimiento – la verdad es que hace bastante tiempo que no sé lo que es dormir más de dos horas seguidas.
-
Ya, una vez que salen de tu barriga lo de dormir toda la noche se complica bastante – le dijo Miriam con una sonrisa – pero si queréis aún faltan un par de horas para comer, si me dejas yo le daré el biberón, Mike y yo nos podemos ocupar de él y vosotros podéis ir a echaros una siestecita, ¿verdad? – se dirigió directamente a Mike que estaba ensimismado mirándola – ¡Mike!
-
¿Qué? sí, claro que sí. Id a descansar un poco y Miriam y yo nos ocupamos de mi ahijado y de la comida, venga. Roberto se volvió a abrazar a Miriam dándole las gracias una y otra vez, pero esta
vez fue su mujer quién se lo sacó de encima. -
¡Pero quita pesado! – le dijo – deja a la pobre Miriam en paz, y vamos a la cama antes de que se arrepientan – lo agarró por un brazo y se lo llevó al pasillo mientras les guiñaba un ojo a los dos y en silencio les daba las gracias. Miguel durmió una hora entera, lo que les dio tiempo a ellos para deshacer las
maletas y empezar a preparar algo para comer. Cuando despertó Miriam ya tenía el biberón preparado y calentándose, y un rato después el niño estaba comiendo con verdadera devoción en los brazos de Miriam. En el fondo echaba de menos tener a una 293
cosita así, aunque cuando tocó el cambio de pañal la morriña le pasó. Mike la miraba desde el otro lado del salón, la admiraba cada día más, había sido capaz de llegar y hacerse con la situación sin pestañear, si no hubiese estado ella probablemente terminasen los tres en urgencias con su ahijado completamente histéricos. Después de que el niño hubiese comido, estuviese limpio y ya más relajado se lo pasó a Mike, para acabar ella de preparar la comida, y los dos salieron al patio para ver cómo jugaban los mayores, que en cuanto vieron al niño llorar desconsolado habían preferido escaparse y salir a jugar. Miriam llamó a la puerta del estudio de Mike, donde descansaban sus amigos y les avisó de que ya estaba todo listo para comer. Lucía fue la primera en aparecer, con mejor cara que antes, se acercó a su pequeño que volvía a estar dormido en su capazo y se fue directamente a por Mike: -
Desde luego tu novia es una joya, si algún día te cansas de ella pásamela – le dijo con guasa.
-
Eso no lo verán tus ojos, dudo mucho que algún día me canse de ella – le respondió él sin dejar de mirar a Miriam.
-
He visto cómo te mira, se ve que siente algo muy fuerte por ti, y eso que no te conoce – le dijo guiñándole un ojo, y él le respondió con una sonrisa.
-
No sé si lo que siente por mí es o no es fuerte o real, sólo sé que desde luego yo ya no sé si sabría vivir sin tenerla cerca de mí – sonaba resignado.
-
Sabes que yo soy de primeras impresiones, y Miriam me ha dado la mejor. No tiene nada que ver con tus anteriores conquistas.
-
Eso es cierto, por suerte para mí. Sólo espero poder merecérmela, porque realmente ella se merece algo bueno.
-
Por supuesto que te la mereces, y ella a ti. Mike, eres de las mejores personas que he conocido en mi vida, has cometido errores en el pasado y has aprendido de ellos, ya es hora de avanzar y disfrutar, ¿ok?
294
Mike asintió no muy convencido mirando su cerveza, intentando que en ella se quedaran sus malos recuerdos. No pudieron seguir la conversación porque justo en ese momento apareció Roberto estirándose y Miriam con los niños que habían ido a lavarse las manos. Comieron tranquilamente en el patio, disfrutando del cálido día, y después bajaron con los niños a jugar a la playa. Miguel llevaba unas horas más tranquilo y Lucía aprovechó el tiempo que le permitía su hijo para conocer un poco más a la mujer que le estaba robando el corazón a su amigo. -
Mike nos ha contado que eres enfermera, pero que antes fuiste bailarina. ¿no echas de menos esa vida?
-
Un poco sí, no te voy a mentir. Para mí bailar era mi mundo, deseaba llegar lejos y vivir de lo que me apasionaba, pero no pudo ser. Y no te creas que estoy resentida, también me gusta mi trabajo, lo disfruto mucho. En el fondo llevo la vida que yo he querido, para bien o para mal.
-
Tuvo que ser duro tener que dejar una vida de lado y empezar otra nueva.
-
Lo fue, pero siempre he sido una chica con suerte a pesar de todo, y la vida me ha ido regalando buenos momentos en todos los aspectos, que son con los que me quedo – el respondió Miriam mientras jugaba con los pies en la arena.
-
Debo confesarte – dijo Lucía sentándose en la toalla – que cuando nos enteramos de que Mike estaba con una mujer a la que apenas conocía, Rober y yo nos sorprendimos mucho, y más cuando él mismo nos contó que está completamente enamorado de ti. Es más, incluso me molesté, no me lo tomes a mal, pero es que Mike a veces es muy inocente con las mujeres, a pesar de que lo veas así de fuerte y decidido, en el fondo convencerlo es fácil – Miriam iba entendiendo hacia donde iba aquella conversación y sí que se lo estaba tomando a mal – las pocas mujeres que le han importado en su vida le han hecho mucho daño, es fácil aprovecharse de él. Pero… - Miriam la miró directamente a la cara, aquella mujer seguro que no se andaba con rodeos – he visto como lo miras, como te mueves cuando él está cerca, como le sonríes. Se ve que lo quieres de verdad, no entiendo cómo si no os conocéis, pero así es, aunque ni él mismo sepa qué sientes por él. 295
-
Yo por él lo siento todo, Lucía, entiendo que puede parecer irreal, porque hasta no hace nada a mí también me lo parecía. He estado dudando cada segundo desde que lo conocí y como nunca he creído en el amor a primera vista, me ha costado asimilar todo lo que ha despertado en mí. Pero sí que es cierto que me he enamorado de él, como una adolescente, igual de intenso, igual de fuerte, pero con el miedo de una adulta, porque sé que no siempre hay finales felices – dijo Miriam, más segura que nunca de lo que sentía.
-
Realmente estás enamorada de él, con el corazón y con el alma. Y, aunque yo no creo mucho en ellos, deseo de todo corazón que lo vuestro sea de esos amores épicos de cuentos de hadas – Miriam se puso ligeramente colorada al escuchar eso, y emocionada también, aunque su cara cambió cuando el tono de Lucía se volvió más serio y personal – Si le haces el más mínimo daño juro que desearás no haberte cruzado con él el resto de tu vida. Sé, por lo que Mike nos ha contado, que has sufrido mucho, pero él tampoco lo ha pasado muy bien y se merece ser realmente feliz.
-
Entiendo, no debes preocuparte por eso. Si entre nosotros no funcionase la que saldría peor parada sería yo. Estoy dispuesta a todo por hacer que lo nuestro vaya adelante, aunque soy consciente de que eso significa implicar también a mi familia, por eso créeme que si algo sucede entre nosotros, aun siendo yo la culpable, siempre seré la que más tenga que perder. Lucía se quedó más convencida de que aquélla era la mujer que Mike debería tener
a su lado. Le había dado la impresión de ser una mujer valiente y honesta, y consecuente con sus actos, algo de lo que carecían la mayoría de las mujeres que se habían acercado a su amigo. Entonces dio por finalizado esa conversación y la invitó a relajarse las dos tomando el sol, mientras los hombres jugaban con los niños y Miguel les daba un respiro. Durante la noche, después de cenar, Roberto les contó que había hablado con su hermano sobre las cartas y éste se las había pedido lo más pronto posible para examinarlas, con suerte encontrarían huellas o algo que les indicase quién podría estar mandándolas, y le repitió a Miriam que anduviese con cuidado porque ese tipo de cosas no solían quedar en simples advertencias. Mike se tensó más de lo que ya estaba y Miriam 296
maldijo para sí misma, ahora que ya empezaba a relajarse de nuevo volvía a sentir inquietud. Esa noche a Miriam le costaba dormir, incluso con Mike al lado las pesadillas seguían ahí. Se levantó y bajó hasta la playa, necesitaba respirar ese aire de libertad plena y mirar las estrellas. Se sentó en unas rocas cerca del camino a la casa y se quedó escuchando el mar, pensando en lo que Roberto les había dicho. “Si esas cartas no son sólo una advertencia, ¿quién estará detrás de ellas?”, pensaba. Escuchó como se rompían unas ramas y que alguien se acercaba y se asustó, intentó salir corriendo pero una mano se lo impedía, la estaba agarrando por el brazo. En décimas de segundo se giró y le propinó una patada con todas sus fuerzas en la entrepierna, haciendo que la soltase, y salió corriendo. Pero al escuchar su nombre entre sollozos de dolor se paró y se volvió. Se quedó petrificada al ver quién era y salió disparada a auxiliarlo. -
¡Mike, dios mío! No pensé… creí que alguien quería atacarme, perdón, perdón – Miriam lo ayudó a ponerse de pie – no sabes cuánto lo siento, de verdad, no sabía que eras tú – Mike seguía doblado del dolor aunque recuperándose.
-
Tienes unas piernas realmente fuertes – le dijo él cuando empezaba a recuperar el color – veo que sabes defenderte.
-
Pero, ¿qué haces aquí a estas horas y por qué no me llamaste o algo? – quiso saber ella sintiéndose culpable de que a él le costase recuperar el aliento.
-
Desperté y no estabas, al no verte por la casa me preocupé, por eso salí a buscarte. No quería asustarte.
-
Lo siento, no podía dormir y quería relajarme un poco. ¿te duele mucho? – preguntó al ver la cara de Mike, casi podía sentir el dolor que le había provocado.
-
Ya no tanto – respondió él buscando un apoyo en las rocas – ven aquí – abrió los brazos y ella dejó envolverse por ellos. Era el mejor sitio en el que podía estar - ¿estás bien?
-
Yo sí, ¿y tú?
-
Ahora mejor. Me asusté al no verte. Después de lo que nos dijo Rober y al no encontrarte por la casa tuve miedo de que te hubiese pasado algo. 297
-
Lo siento, perdona, sólo quería relajarme un poco para poder dormir. A mí también me ha afectado mucho lo que nos dijo. Tengo miedo de que lo de los anónimos pase a mayores e intenten hacernos daño. Si algo te pasase yo…
-
¡Shhhhh! Nada nos va a pasar, no lo permitiré – notó como Miriam temblaba y la abrazó más fuerte – encontraremos a la persona que manda las cartas y esto se acabará, tranquila. Miriam lo miró directamente a los ojos y quiso expresarle todo lo que sentía por él
pero las palabras apenas le salían con la emoción y el susto aún en el cuerpo: -
Mike, yo… siento tantas cosas… siento que todo esto es tan real… quisiera…- se quedó callada, le besó y después respiró hondo – te quiero Mike, estoy completamente enamorada de ti. Sólo por haberte conocido ya me siento la mujer más afortunada del mundo y tener el privilegio de que me quieras es, después de mis hijos, el mejor regalo que la vida me ha hecho. Si te perdiese no sé si lo soportaría – el miedo se apoderó de ella y las lágrimas hicieron acto de presencia, se le hizo un nudo en la garganta y trató de seguir – después del accidente y lo de mi padre no creo que fuese capaz de seguir adelante con mi vida si algo te sucediese. Mike le sujetó la cara con las dos manos y le limpió una lágrima que se escapaba por
su mejilla con el pulgar. Su corazón latía con fuerza por lo feliz que se sentía de escuchar esas palabras. Puso su frente en la de ella y le susurró: -
No va a haber nada en este mundo capaz de conseguir que me separe de tu lado, porque yo también estoy enamorado de ti, total, absurda y locamente enamorado de ti. Te he amado incluso antes de conocerte, creo que lo he hecho toda mi vida y en vidas anteriores. Desde que puse mis ojos en los tuyos aquel día en el aeropuerto te clavaste en mi corazón y ya no tuve más opción que amarte. Te quiero, Miriam – y selló su boca con sus labios en un beso suave y profundo que consiguió que a ambos les recorriese esa corriente de nuevo como la primera vez.
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Después volvieron a casa e hicieron el amor en silencio, disfrutando de todas y de cada una de sus caricias y besos, de cada roce y de cada contacto de piel con piel. Y se durmieron uno en brazos del otro, esperando que llegase el amanecer y con él un nuevo día. Ese día siguiente era domingo, y convocaron a todos sus amigos a comer allí. Vinieron Lola y Manu con su hijo, que no se separó de Laura en todo el día, Fede y Salo, Noe aún cansada por estar trabajando todo el día anterior, y Lucas por supuesto, que se alegró muchísimo al encontrarse allí con Lucía y Roberto. Salieron todos a comer a un restaurante que conocía Mike por allí, y todos juntos disfrutaron de una buena tarde de diversión entre amigos. Noe y Lucas apenas se miraron y trataron de no coincidir juntos en la mesa, ni de quedarse a solas, ambos aún se sentían algo molestos por cómo había acabo la última noche que habían estado juntos, y tanto Lucía como Miriam notaron que algo había pasado entre ellos. Pero las dos lo dejaron para otro momento. Más tarde volvieron a la playa y allí estuvieron jugando todos los niños mayores en el agua con Lucas y Roberto, mientras Manu y Mike hacían castillos de arena con los pequeños. Lucía, Miriam, Salo y Fede, Lola y Noe se quedaron observando mientras se reían con los comentarios de Noe y Lucía sobre lo fácilmente que un hombre deja a un lado su virilidad cuando se sienta en la arena al lado de un niño de tres años con un cubo y una pala entre las manos. Fede no dejaba a su chica ni un solo momento, las náuseas eran cada vez más incómodas y Salo no lo estaba pasando muy bien. Por ese motivo decidieron marcharse pronto, y tras ellos también se fueron yendo los demás. Lucas se ofreció a llevar a Roberto y a su familia de vuelta al aeropuerto, así Mike no tendría que dejar a Miriam sola con los niños en la casa. En las despedidas, Lucía se abrazó a Miriam, le agradeció todos sus consejos con el niño y le prometió que estarían en contacto. Realmente le había gustado aquella mujer y quería que lo suyo con Mike funcionase, en ella iba a tener a una nueva aliada.
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La última en marcharse fue Noe, quien le preguntó a Miriam antes de irse si iba todo bien, si ya estaba más segura de lo que sentía, y ésta le respondió con un rotundo sí, tras el cual ambas se fundieron en un sentido abrazo sin que Mike entendiese muy bien de qué iba aquello. Acostaron a los niños temprano y se quedaron un rato en la terraza bebiendo una copa de vino blanco bien frío. Miriam buscó música en su móvil y lo dejó encima de la mesa para poder disfrutar tranquilamente del atardecer sentada en una de las hamacas. Cuando empezó a sonar “Soften and shake”, Miriam empezó a mover ligeramente los pies y empezó a cantar: “If the stars fall down Will you be the kind to stick around If the forest starts to fall Will you be the kind to hear my call Will you be the kind who hears my call Been good been bad Been hard to break With you I feel myself soften and shake Been good been bad Been hard to break With you I feel myself soften and shake So please be good to me And I'll be good to you…” Mike se sentó delante de ella y la escuchó sin dejar de sonreír, ella le dedicó una sonrisa y le siguió cantando la canción directamente a él: “If the night lasts too long 300
Will you be the kind to stay strong If my spirit starts to break Will you be the kind to fix that ache Will you be the kind to fix that ache Been good been bad Been hard to break With you I feel myself soften and shake Been good been bad Been hard to break With you I feel myself soften and shake So please be good to me And I'll be good to you…” Mike no la dejó seguir, cogió su copa y la de ella y las dejó junto al teléfono, después la tomó de la mano y la puso de pie delante de él, para besarla y para decirle: -
Yo voy a ser todo eso y más, mi reina. Entonces Miriam tomó la iniciativa, lo tomó de la mano y se lo llevó al interior de la
casa, hasta la habitación. Dejó sonar en el iPod de Mike a Katy Perry con su “Dark Horse” y con el ritmo de la música primero lo desnudó a él y lo sentó en la cama, dejando ver orgulloso su enorme erección que esperaba por ella. Luego ella se desnudó despacio moviéndose de manera sugerente con la canción, quitando una a una las piezas de su escasa ropa provocando todavía más la ansiedad en Mike. Ya desnuda siguió bailando muy cerca de él, hasta que se sentó a horcajadas encima rozando su miembro con el abdomen, sin dejar de moverse ni de besarlo. Mike no lo resistió más y la levantó sin esfuerzo para dejarla caer lentamente encima de su miembro, consiguiendo que éste entrase suavemente en el interior de Miriam. A los dos se les escapó un gemido de placer y se
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besaron con más intensidad para acallarlo. Hicieron el amor el resto de la noche hasta desfallecer sin importarles en absoluto lo que alguien pudiese intentar en su contra. Mientras ellos dormían exhaustos, el móvil de Miriam, que había quedado fuera, se quedó en el más absoluto silencio al quedar sin batería, sin que nadie le hiciese el menor caso al mensaje de texto que había entrado durante la noche.
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Capítulo 18 “Dormida es aún más guapa”, pensó Mike mientras la miraba. Aquellos días a su lado habían sido sin duda los mejores de toda su existencia. Sin presiones, sin preocupaciones, solos ellos dos y sus hijos, todo lo que siempre había soñado. Y ahora por fin lo tenía. Pero todo lo bueno se acaba y aquello no podía ser menos, en una semana los dos tendrían que volver a sus trabajos y empezaría a complicarse todo. Amelie tendría que volver a Barcelona con su madre y él no había hallado aún la forma de retrasar ese momento. Y otra vez los planes de vuelo y los turnos que harían que estar así de relajados fuese tarea difícil. Aunque no quería empezar a preocuparse antes de tiempo, la verdad es que tener que separarse de Miriam iba a ser para él como una tortura. Y más sin saber nada de la persona que les había mandado esas notas. Desde que se habían ido con él a la casa de la playa, no habían vuelto a tener noticias de anónimos ni nada parecido y a Miriam eso le estaba dando un tiempo de respiro que ni ella misma se creía. Había dejado de lado las pesadillas, estaba relajada, se reía como nunca y su humor mejoraba a pesar de que sus hijos a veces la siguiesen volviendo loca. Había decidido que tenía que vivir, fuese lo que fuese que le estuviese por venir lo afrontaría porque ya había tenido cosas peores en su vida, y asumir todos esos sentimientos le habían dado paz, la que hacía ya mucho tiempo que no tenía. El teléfono de la casa sonó y Mike se apresuró a coger el inalámbrico para que no despertase a nadie. Se levantó de la cama y fue hacia la ventana antes de descolgar. -
¿Diga?
-
Mike, soy Roberto, perdona que te llame tan temprano pero es que acabo de desayunar con mi hermano y hemos estado hablando de esas cartas.
-
Dime, ¿han encontrado algo?
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Nada, tío, y eso le preocupa. No hay huellas ni ninguna marca ni el papel de las notas ni en los sobres. Nada que pueda revelar algo sobre quién las escribió. 303
-
No entiendo, ¿qué es lo que les preocupa?
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Que es extraño que una persona cualquiera no deje ningún rastro, ni sudor al manipular el papel, ni ninguna huella, nada. Es como si la persona que las mandase supiese muy bien lo que se hace.
-
¿Un profesional?
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O alguien que se toma esto muy en serio, demasiado. Es peligroso Mike.
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Entiendo – Mike se giró para comprobar que Miriam seguía dormida – y ¿qué podemos hacer ahora? – preguntó más preocupado de lo que quería aparentar.
-
Cuidaros mucho. Mi hermano ya está hablando con la policía de ahí para que estén al tanto, y desde aquí se han puesto a investigar. Van a necesitar un listado de todas las mujeres con las que has estado y de todas las personas que hayan podido tener relación contigo que quieran perjudicarte. Y por parte de ella también. Si vuelve a aparecer algún anónimo llévaselo enseguida y ellos sabrán que hacer.
-
De acuerdo, tendrán esa lista lo antes posible.
-
¿Estás bien?
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La verdad es que no me lo esperaba, creí que sería simplemente alguna broma de mal gusto o algo así, pero parece que sea quien sea no está bromeando.
-
Lo siento tío, si puedo ayudar en algo más házmelo saber.
-
Gracias, de verdad, has hecho mucho ya. Pero te mantendré informado si hay algo nuevo.
-
Muy bien. Hasta pronto.
-
Hasta pronto. Después de colgar se quedó un momento mirando al mar desde su ventana y sintió sus brazos a su alrededor, cálidos y reconfortantes. Cogió sus manos con las suyas y apretó más ese abrazo. Lo necesitaba. Miriam sintió la tensión en su cuerpo.
-
¿Qué pasa? ¿quién llamó?
-
No quería despertarte.
-
No lo hiciste tú – Miriam giró a su alrededor y lo miró de frente sin dejar de rodearlo con sus brazos - ¿quién llamó? – repitió. 304
-
No era nadie, tranquila – le dio un beso en los labios, pero no la convenció.
-
Mike, dijimos que sin secretos. ¿Quién era y por qué estás tan preocupado? – él la miró extrañado – te lo noto.
-
No llevamos tanto tiempo, ¿cómo es que me conoces tan bien?
-
Porque no he dejado de observarte todo este tiempo, y sé que cuando frunces así el ceño es que estás preocupado por algo – le dijo poniéndole un dedo entre los ojos – ahora dime, era Roberto, ¿verdad?, y no te ha dado buenas noticias.
-
Sí, era él. Miriam, no han encontrado ningún rastro de quién ha podido mandar esas cartas. Absolutamente nada.
-
¿Y eso es tan malo? – preguntó ella sin entender, él asintió despacio, no quería asustarla.
-
Es alguien que sabe lo que hace, no un simplemente bromista. Y esos suelen ser más peligrosos.
-
Pero también reduce la lista – dijo ella sorprendiéndolo, esperaba que se pusiese más nerviosa o que reaccionase mal ante la noticia – está claro que tiene que ver contigo, y aunque podría ser cualquiera de las mujeres que has tenido a tu alrededor en los últimos años, no creo que conozcas muchas que pudiesen hacer algo así de manera tan cuidadosa.
-
En eso tienes razón. La policía ya está al tanto de esto y nos piden una lista de personas de las que podamos sospechar, tanto tú como yo. ¿conoces tú a alguien que quisiera hacerte algo así?
-
No, no creo.
-
¿Y Gonzalo? – ella le miró más sorprendida – tiene motivos, sabe dónde trabajas y tiene acceso, y también sabe dónde vives.
-
¿Gonzo? Lo dudo, no creo que se atreviese a tanto, además la primera carta me llegó el día anterior a conocerte, al trabajo, aunque Salo me la dio más tarde. Estoy segura de que él no sabía de tu existencia hasta el mismo día en que te conoció.
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¿Y alguna persona más? – preguntó Mike no muy convencido de descartar al atractivo médico tan pronto.
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-
No, no conozco a nadie más, realmente nunca he tenido problemas con nadie, ni sé de nadie que esté obsesionado conmigo como para indagar en mi vida privada. Lo nuestro ha sido demasiado rápido como para que alguna persona de mi alrededor que no sea mi familia sepa lo que tenemos tú y yo.
-
Pues entonces tu lista va a ser cortita.
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Pues sí, en cambio la tuya… - los dos sonrieron a la vez y Mike la llevó de nuevo a la cama. Sobre ella, se tumbó a su lado y la abrazó con fuerza.
-
Ha habido muchas mujeres en mi vida, algunas mejores que otras, pero ninguna como tú, ya lo sabes.
-
Lo sé, pero no se trata de eso. El día que estuvieron aquí Roberto y Lucía, ella me advirtió que no te hiciese daño, porque tú también habías sufrido mucho. ¿Tan mal lo pasaste con lo de Véronique?
-
Lucía me conoce muy bien, con ella tengo hablado mucho del pasado, sabe cosas que no sabe nadie, y ella me vio después de separarme de mi ex y me vio pelearme con ella por la niña, los chantajes y todo lo demás. Supongo que se habrá referido a todo eso, porque para serte totalmente sincero no creo que separarme de Véronique me afectase tanto.
-
Pero ella me dijo que no lo habías pasado bien, ¿hubo alguien que más que te hiciese daño? – Mike se quedó un rato sopesando si contarle todo lo que llevaba por dentro, tenía miedo de cómo le mirase después.
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Hubo alguien antes, pero no sé si es bueno que hablemos de ello.
-
¿Por qué? ¿tan malo fue? Si te afecta aún no es necesario que me lo cuentes – le dijo Miriam deseosa de saber.
-
Está bien, te lo contaré – Mike se sentó en la cama, separándose ligeramente de Miriam, y respiró hondo antes de comenzar su relato - Desde que era pequeño siempre había visto a mis padres felices juntos, con mis hermanos y conmigo siempre se estaban divirtiendo y disfrutando de cada momento. A medida que fui creciendo me marqué una serie de metas, entre ellas parecerme a mi padre todo lo que pudiese para que estuviese orgulloso de mí. Perderlo fue para mí un golpe muy duro.
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“Esa fue la razón por la que había ingresado en la academia militar. Hasta ese momento había tenido varias relaciones cortas en el instituto y en la universidad, pero ninguna cuajaba realmente. Ansiaba llegar a encontrar a la mujer perfecta, como lo había hecho mi padre, y eso hacía que me precipitase continuamente. Por eso estuve con muchas pero con ninguna. En la academia conocí a una chica, era una soldado muy buena y muy guapa, increíblemente guapa. Mantuvimos una relación durante un tiempo, hasta que nos tocó ir a Afganistán, en ese momento nos separamos aunque prometimos buscarnos a la vuelta. A los dos nos destinaron en sitios diferentes.” “Cuando volví, todo había cambiado, yo había cambiado. Era más reservado que antes, no tenía mucho aguante y saltaba por nada. Tenía pesadillas y me costaba dormir, no sabía muy bien cómo llevarlo. Acabé yendo a un psicólogo especializado en traumas de guerra y me ayudó un poco, pero aún tenía un carácter violento que no era fácil de hacerlo desaparecer.” “Maddy y yo nos encontramos por casualidad y retomamos la relación. Yo sentía que la quería, de verdad, pero no sé, todo había cambiado demasiado. Ella también. Y empezamos a discutir cada vez más, eran discusiones muy fuertes la mayoría de las veces, por temas absurdos, nos echábamos en cara todo lo que no debíamos y lo que no sentíamos.” “Una noche, salí con unos antiguos compañeros y bebí de más, estaba hastiado de todo, me asqueaba cada vez más mi trabajo y sólo aguantaba porque en él podía volar. Estaba lleno de rencor y me odiaba a mí mismo porque sabía que no estaba a la altura de mi padre, ni de lejos. Cuando volví a casa la tomé con ella. Empezamos a discutir y me volví loco. Rompí un montón de muebles y ella sólo quería hacer que parase, al intentar agarrarme para calmarme yo me giré bruscamente y la golpeé. Jamás había tocado a una mujer de ese modo, y no soporto a los hombres que tratan así a las mujeres, pero no sé lo que me pasó. Le pedí disculpas de mil formas diferentes pero esa fue la última vez que la vi.” 307
“Puedes creerme, yo no soy violento, pero esa noche no era yo mismo, en mi mente estaba de vuelta en ese maldito lugar, viendo cómo caía mi compañero sin poder hacer nada, peleándome con hombres a los que no había visto en mi vida y que me ponían sus armas en el cuello, y las imágenes eran tan reales que no fui capaz de distinguir ni de controlar lo que hacía. Sé que no es una disculpa, y la mirada que ella me dedicó cuando la vi tirada en el suelo lleva persiguiéndome todos estos años.” “El psicólogo me ayudó a controlar mi agresividad y nunca he vuelto a ponerle la mano encima a nadie, y menos a una mujer, antes me cortaría las manos.” Mike se quedó callado unos minutos y Miriam lo miraba entendiendo cuál era su sufrimiento. Se sentó encima de él y lo abrazó. Mike sintió ese abrazo como un regalo, lo disfrutó y lo saboreó como si fuese el último en su vida. Sin separarse de él le preguntó: -
¿Has vuelto a saber algo de aquella chica?
-
Después de aquello dejé el ejército y me dediqué al vuelo comercial. La localicé unos años después, bueno, mejor dicho me localizó ella a mí. Se iba a casar y sin saber muy bien por qué necesitaba estar en paz con todo y con todos. Hablamos por teléfono, deseaba que yo encontrase a la mujer que estaba buscando porque ella había encontrado por fin a su hombre, y me pidió que me perdonase a mí mismo por aquello, que ella ya lo había hecho nada más salir por la puerta, nos habíamos querido mucho pero lo nuestro ya estaba muerto cuando nos encontramos de nuevo. Y me dijo que dejase de culparme, que mi padre estaría orgulloso de mí a pesar de los errores que había cometido. Después no supe más de ella. Trabajé un tiempo en una compañía aérea en Los Ángeles, y después empecé a sentir que no estaba cómodo, necesitaba a mi familia y decidí que era hora de volver a casa.
-
Pero tú casa estaba en San Francisco, ¿cómo es que te viniste a España?
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Porque aquí estaba mi madre y mis hermanos, ellos eran mi familia, y yo necesitaba estar con ellos. Desde que mi padre se había muerto apenas pasé tiempo con ellos, quería estar a su nivel antes de volver con ellos, y en el intento me había aislado tanto
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que apenas nos conocíamos. Por eso me vine con ellos, quería recuperar todo lo que había dejado atrás. -
¿Y lo conseguiste?
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Al principio sí, después pasaron cosas, conocí a Véronique y me casé con ella. Y el resto ya lo conoces.
-
¿Y tú madre?
-
¿Qué pasa con ella?
-
Nunca hablas de ella, y cuando te pregunto evitas el tema. Cuéntame que pasó con ella, si estabais tan unidos porque ahora es como si no existiera. Mike quiso salir de allí pero sabía que tarde o temprano tendría que contárselo. La
miró y vio en sus ojos que esperaba una respuesta así que se rindió y continuó con su historia. -
Cuando me vine a vivir con mi familia, durante un tiempo estuve en la misma casa que ellos, después compré el apartamento y me mudé. Mientras estuvimos juntos todo fue muy bien. Nos llevábamos genial los cuatro, como en los viejos tiempos. Después me casé y me despegué de nuevo de ellos, por eso tardé en enterarme.
-
¿En enterarte? – Miriam lo miró extrañada.
-
Mi madre llevaba un tiempo saliendo con un hombre y yo no lo sabía – le respondió mirándose las manos - El tiempo que estuve con ellos no recuerdo verla salir con nadie, aunque es verdad que poco estaba en casa con el trabajo, pero al parecer en aquella época ya estaban juntos. Un día de casualidad, yo ya me había casado y Amelie venía en camino, mientras miraba unos muebles para la niña me encontré con una amiga de mi madre, alguien que me conocía por las fotografías pero que no era de las habituales que venían a casa. Me abordó, me dijo quién era, me preguntó por mi madre y por Lluis. Yo me quedé un poco cortado porque no sabía quién era Lluis y no quería que se me notase. Le dije que todo bien y ella me dijo que a mi madre se la veía muy feliz con aquel hombre y que había tenido mucha suerte de volver a enamorarse y más a su edad. A mí me empezó a hervir la sangre y salí de allí como alma que lleva el diablo. 309
“Fui directo a hablar con mi madre y le pedí explicaciones, entonces me contó que ya llevaban un tiempo juntos y que iban a casarse. No supe reaccionar bien ante eso, era mi madre, la que había sido la mujer perfecta para mi padre. Se había llenado la boca diciéndome un millón de veces que mi padre había sido su único amor, y que había dejado el listón tan alto que seguro que nunca podría amar a nadie más. La vi llorando todas las noches en su habitación después de morir mi padre, incluso tuve que llevarla a un médico porque había caído en una depresión.” “Y después de todo eso me dice que se va a casar con otro, no la reconocí. Le grité, le dije de todo y después rompí toda relación con ella. Prefería pensar que ella estaba muerta a creer que me había mentido todo ese tiempo, no quería darme cuenta de que ella no era tan perfecta, y más porque yo llevaba buscando algo así para mí mucho tiempo. Entonces supe que con Véronique tampoco tendría lo que buscaba porque en el fondo era consciente de que todo eso no existía.” “Bueno, hasta que apareciste tú y le diste la vuelta a todo otra vez.” Mike besó a Miriam y ésta se apartó sin querer rechazarlo, pero algo de lo que le había contado no le cuadraba. -
Mike, espera. Dejaste de hablar con tu madre porque se enamoró de nuevo, ¿es eso?
-
Sí, tienes que entender…
-
¡Es cruel! Lo que hiciste, ¿cómo puede ser más importante para ti con quién comparte su vida tu madre que el hecho de tenerla cerca y feliz? – Miriam se levantó de la cama y se fue hacia la ventana. Ya había amanecido, no quería enfadarse para que sus hijos no lo notasen pero lo que acababa de saber era demasiado para ella.
-
¿Qué habrías hecho tú si fuese tu madre la que llevase varios años con un hombre y te lo ocultase?
-
Por supuesto que enfadarme por no contármelo, y enfadarme más conmigo misma por no darle la confianza suficiente como para contármelo. Pero desde luego no llevar años sin estar con ella porque no me guste la idea de que duerma cada noche con alguien.
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-
Joder, no digas eso, no quiero tener en mi cabeza la imagen de mi madre en la cama con… ¡puaj! – le dijo suavizando el tono.
-
No bromees, Mike, esto no es gracioso. Estás alejado de tu madre porque se enamoró de alguien y no te lo dijo, no me parece motivo suficiente para que una madre pierda a un hijo de esa manera.
-
No es sólo por eso – Mike cambió el tono – estaba muy cabreado porque me había tenido que enterar por una desconocida, y también por las mentiras que me había contado durante todo ese tiempo. Pero lo peor fue cuando le di a escoger entre su “amante” y su hijo, y escogió casarse – le dijo resentido, bajó la cabeza, aquello aún escocía y no quería que lo viese.
-
Yo también hubiese hecho lo mismo, y tú posiblemente también. Los padres amamos a nuestros hijos por encima incluso de nuestras vidas, pero no les podemos permitir que condicionen nuestras vidas y menos de esa forma. Si alguien me pone en la tesitura de tener que escoger posiblemente saldrá perdiendo, porque si amas a alguien, de la manera que sea, no le puedes poner en esa situación. Mike la miró, sabía que tenía razón. Lo supo cuando ya el resentimiento y la
vergüenza no lo dejaban acercarse, pero prefirió dejar todo como estaba y esperar a comprobar que su madre se había equivocado. Aunque después de todo no era así. Miriam se acercó despacio y se sentó al otro lado de la cama. -
Tú y yo nos acabamos de encontrar, yo perdí a mi marido hace tres años y tengo un hijo. ¿cómo crees que me sentiría si Gabi te rechazase? En mi caso, tendría que escogerlo a él porque aún es menor, ¿pero qué sería de nosotros entonces? ¿no lo has pensado?
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Sí que lo pensé, pero no es la misma situación. Ni tú eres mi madre, ni lo que teníais tu marido y tú es lo mismo que lo de mis padres, ni tampoco Gabi sentía esa devoción por su padre. Es todo diferente.
-
No Mike, no lo es. Es cierto que entre mi marido y yo había problemas pero siempre intenté que Gabi no se enterase, él adoraba a su padre aunque después se quedó con la idea del final. Podría estar en la misma situación que tu madre y tendría que 311
separarme de ti, porque aún es pequeño y cualquier cosa que haga yo ahora lo marcará para siempre. Pero tú no, tu eres adulto y ya lo eras en aquel momento, ¿cómo pudiste no alegrarte por la felicidad de tu madre? – Mike la miraba como el niño al que le están riñendo y que sabe que acaba de hacer algo mal – lo siento, pero me parece egoísta y cruel lo que has hecho, me pongo en la piel de tu madre y me dan escalofríos sólo de pensar en lo que ha debido pasar todos estos años sin tener a su hijo cerca, sólo por cabezonería e inmadurez. Tú padre murió, pero ella sigue viva, y que se enamorase de nuevo no significa que no lo hubiese amado hasta la locura. El amor no es algo que se pueda controlar y lo sabes. -
Bueno, no seas injusta, ella también es cabezota, tampoco se ha acercado a mí nunca, ni si quiera cuando me separé supe de ella. Ha preferido vivir su bonita historia de amor a saber lo que le pasaba a su hijo – le contestó él molesto.
-
Mike, tú la hiciste escoger, y conociéndote seguro que le pusiste un ultimátum y le dijiste que no querías volver a verla o algo así. Y, muchacho, cuando te pones serio y pones esa mirada de animal desbocado es mejor hacerte caso.
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¡Pero yo soy su hijo!
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Un hijo al que apenas conoce y que, por lo que tú mismo me has dicho, se aisló del mundo y se perdió cuando tu padre murió. Es normal que no sepa cómo acercarse a ti, o si debe hacerlo – Miriam tomó aire y se sentó delante de él, le rozó la cara con la mano y le dijo - Mike, yo no soy quién debe decirte qué tienes que hacer, pero estoy convencida de que ya es tiempo de que esto se acabe, piensa en ella y en ti, en lo que os habéis perdido todo este tiempo y piensa sólo en si la quieres lo suficiente como para querer que ella sea feliz. Deberíais hablar con calma y aclarar las cosas entre vosotros. Después le dio un suave beso en los labios y se fue a la cocina para preparar el
desayuno. Mike se quedó en la cama, pensando y dándole vueltas al tema de él y su madre. Miriam tenía razón en todo, su madre tenía derecho a ser feliz, como también lo tenía ella. Pensó en su relación y en lo que habría pasado si Gabi se interpusiese entre ellos, le resultaba difícil pensarlo e imaginarse estar lejos de ella porque es más 312
importante el papel de madre que el de mujer. Le había abierto el corazón y le había contado lo que más le avergonzaba de sí mismo, esperaba que reaccionase peor ante eso, sin embargo a ella lo había comprendido mejor que lo de su madre. Siguió meditando un rato hasta que Amelie, Gabi y Laura aparecieron por la puerta y se tiraron encima de él, para hacerle cosquillas y jugar un rato en la cama, como hacían la mayoría de los días. Iba a echar mucho de menos aquello cuando empezase el trabajo, y tenía que separarse de Amelie, eso sí que le iba a resultar complicado después de aquellas semanas, tendría que volver a verla sólo un par de semanas al mes y sin saber si la niña estaría bien o no. Su hija lo necesitaba, pero él no iba a poder dividirse, no dispondría de tanto tiempo para pasarlo con su hija por un lado y con su novia por el otro. Y Miriam tenía toda su vida en aquella tierra, su trabajo, sus amigos, su familia. Sabía que si se lo pedía ella aceptaría irse con él a pesar de todo, pero la amaba demasiado como para separarla de todo. Tendría que buscar una solución y rápido. Se pasó todo el día pensativo, tenía muchas cosas en la cabeza y Miriam lo sabía. Su conversación de la mañana le había hecho reflexionar y eso era bueno, por eso lo dejó a su aire todo el día. Por la noche, mientras se tomaba una cerveza apoyado en la muralla del jardín viendo cómo desaparecían los últimos rayos de sol, cogió su teléfono móvil, marcó el número de su hermano y esperó a que contestase. -
David, ¿cómo va todo? Necesito que me ayudes, quiero quedarme con Amelie y quiero ver a mamá. Los siguientes días fueron un caos, se acercaba el momento de marchar y tanto los
niños como ellos eran reacios a hacerlo, pero no podían evitar que el verano se acabase. Miriam se había dedicado a recoger, limpiar la casa y preparar maletas, si se mantenía ocupada su cabeza daba menos vueltas. De paso intentaba averiguar dónde estaba su teléfono. Llevaba días desaparecido y al estar sin batería era complicado encontrarlo. Habían mirado en todos los rincones de la casa pero no habían dado con él.
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Mientras, Mike se había dedicado a mantener largas conversaciones con su abogada y con sus hermanos, habían interpuesto un recurso para quedarse con la custodia de Amelie en base a lo que la niña le había contado a Miriam y tenía que hacer un montón de gestiones. Cuando llevase a Amelie se quedaría unos días en Barcelona para poder arreglar aquello lo antes posible e intentar aclarar las cosas con su madre. Pero todo tendría que ser lo más rápido posible porque no podía estar mucho tiempo lejos de Miriam pensando que a ella le podría pasar algo, seguían sin saber nada del que había escrito los anónimos. Además, había estado trabajando en la lista de los posibles autores de los mismos, pero a pesar de que la repasaba una y otra vez no veía quién podía ser. La mayoría estaban fuera de su vida desde hacía mucho tiempo y los demás no se encontraban cerca, algunos ni en el mismo país. Un par de días antes de volver a Compostela, Miriam por fin encontró su móvil. Había estado casi dos semanas incomunicada y, aunque tampoco era de las que dependía demasiado de la tecnología, sí que lo había echado de menos. Apenas había podido hablar con sus chicas, las llamaba desde la casa a veces y también a su madre, pero no era lo mismo que mantener una conversación a cinco bandas. Lo puso a cargar y al poco rato pudo encenderlo. Como dentro de la casa apenas había cobertura poca diferencia notó, pero al tenerlo completamente cargado se fue con él para una tumbona al lado de la piscina y en cuestión de segundos se le llenó de mensajes, tanto de grupos como personales, algunas llamadas perdidas y algún que otro mensaje de texto. Primero se paró con las llamadas perdidas, todas de sus amigos y de su madre, pero sólo del primer día, al no localizarla llamaban a Mike y éste les ponía al tanto de lo que pasaba con el móvil de Miriam. Después con los mensajes personales, eran pocos, alguno de Noe preguntándole sobre todo qué tal lo estaba pasando y si sabía algo de las notas. Ya la había llamado en varias ocasiones y habían estado hablando del tema. Miriam estaba preocupada y más pensando que estaría sola a partir de que se acabasen las vacaciones, y Noe se había ofrecido a mudarse con ella, al menos los días que Mike no estuviese.
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Después siguió con las conversaciones en grupo y se pasó largo rato riéndose de las ocurrencias que sus amigas escribían sabiendo que ella no podría leerlas en el momento. Las extrañaba y más ahora que ella también había encontrado a alguien del que quejarse, aunque aún no había encontrado nada por lo que hacerlo. Todos los problemas que habían ido teniendo los habían ido salvando y bien, y desde que Mike le contara todo lo que llevaba guardado su relación no hizo más que mejorar. Siempre lo estaba animando con el tema de su hija y de su madre, apoyando cada decisión que iba tomando, hasta la de tener que pasar un tiempo en Barcelona para arreglarlo todo, aunque ello implicase estar separados. También tenía mensajes de texto, tocó la aplicación para abrirla pero sólo le dio tiempo a ver que eran de números que no conocía, porque justo cuando se disponía a leerlos Laura llegó hasta ella llorando porque su hermano le había quitado alguna cosa de las manos y ella, por ir detrás corriendo, se había caído y se había lastimado. Detrás de la niña llegó Mike, estaba jugando con ellos pintando, entonces los hermanos empezaron a pelearse por el mismo color y él no supo lidiar entre ellos. Miriam cerró todo y dejó el móvil encima de la hamaca, cogió a su hija en brazos y la llevó al interior de la casa para darle mimos y para poner un poco de orden. No volvió a recordar los mensajes. El último día llegó, lo pasaron los cinco en la playa jugando, después cenaron en el jardín por última vez en algún tiempo, los niños estaban tristes por tener que irse y Mike les prometió que aunque llegase el invierno, cada vez que pudiesen estar juntos volverían a la casa. Los tres niños se fueron a la cama con la idea de volver pronto, más animados y Mike y Miriam se quedaron a solas en el salón. Ya tenían prácticamente todo recogido y las maletas casi hechas. Abrieron una última botella de Leive, el vino que tanto le gustaba a Miriam y se quedaron uno junto al otro en silencio durante un largo rato. En el móvil de Miriam, Madilyn Bailey interpretaba una versión de “Summertime sadness” y los dos escucharon la letra sin decir nada, en el fondo así se sentían ellos, mirando con tristeza a su alrededor y recordando cada momento que habían compartido en aquella casa.
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Miriam estaba especialmente triste, algo le decía que iba a tardar mucho en volver a sentir aquella paz de la que había estado disfrutando los últimos días. Dormirse en sus brazos cada noche después de llevarla volando a través de las estrellas con sus caricias, y despertarse cada mañana viendo su sonrisa. La tranquilidad de ver a sus hijos disfrutando sin estar todo el día corriendo detrás de ellos. Nadie que los molestase ni incordiase su felicidad. Aun no se había ido y ya sentía morriña. Apenas les quedaba un par de días para estar juntos y uno ya lo tenían que dedicar a colocar todo en su sitio y a organizarse para empezar el trabajo. Ya se acababa su reinado en aquel lugar. -
Volveremos pronto, te lo prometo – le dijo Mike bajándola de su nube particular.
-
No sé, Mike, algo me dice que no va a ser así. Tenemos que organizarnos para vernos, lo cual va a ser bastante complicado, a veces sólo serán unas pocas horas y con los niños de por medio, con el cole y las actividades. Esto va a ser muy complicado – el agobio empezaba ya a aparecer.
-
Tranquila, veremos cómo lo solucionamos, ¿vale? Lo hemos hablado un montón de veces y ya sabemos que no va a ser fácil, pero lo conseguiremos – dejó su copa en la mesa y la estrechó fuerte entre sus brazos, él también dudaba pero no quería que ella lo viese. Por lo de pronto, ésta es nuestra penúltima noche antes de tener que separarnos por un tiempo, y no quiero que nos la pasemos preocupándonos por lo que aún no ha pasado. ¿Qué te parece si nos vamos a la habitación y dejamos volar nuestra imaginación? – le preguntó con la mirada cargada de lascivia. Ella sonrió, se levantó y se dirigió hacia el pasillo.
-
Cariño, la copa es mejor que la dejes aquí.
-
De eso nada – respondió ella – trae la botella que tengo curiosidad de saber cómo sabe un buen ribeiro sobre tu piel morena – le guiñó un ojo y siguió su camino hacia la habitación con paso firme. Mike se levantó de un salto y fue detrás de ella con la botella en la mano, sonriendo
como un lobo saboreando su presa. Sólo les quedaría una noche más para los dos y no sabían si podrían estar solos o si su cama se llenaría de visitantes como en otras ocasiones. Así que aquella noche durmieron muy poco, acabaron la botella sobre la cama y en el 316
suelo, luego la ducha y por último la cama otra vez. Al final, se durmieron ya de madrugada y la noche se hizo realmente corta. Los visitantes llegaron por la mañana temprano y saltaron los tres sobre ellos. En seguida se les acabó la tranquilidad. Después de desayunar, terminaron de recoger, guardaron las maletas en el coche y partieron de allí con pesar. Llegaron a casa de Miriam y Fede ya estaba esperando para ayudarles a bajar las cosas del coche. Mike dejó el coche parado fuera en doble fila. Primero subieron a los niños y los dejaron en el piso con Salo, que ese día libraba. La pobre lo estaba pasando fatal con las náuseas y los mareos, pero intentaba llevarlo de la mejor manera posible. Después siguieron bajando bolsas y maletas. Y, cuando ya estaba todo en el piso, los tres bajaron hasta el supermercado para hacer algo de compra. Fueron charlando tranquilamente sobre lo que había pasado los últimos días, Miriam revisaba su móvil y se acordó de los mensajes que no había leído. Los leyó y tuvo que parar para apoyarse en la ventana de un comercio. Estaba completamente pálida y a punto de hiperventilar. Mike y Fede tardaron unos metros en darse cuenta de lo que le estaba pasando, hasta que Fede se giró y la vio allí sentada, mirando su móvil y respirando con dificultad. Mike la sujetó para que no cayese y Fede trató de quitarle el móvil de la mano pero ella lo tenía agarrado muy fuerte y ni se daba cuenta de que tenía que soltarlo. -
Miriam, ¿qué sucede cariño? ¿estás bien? Respóndeme por favor – Miriam no era capaz de articular palabra.
-
Miriam, ¿quién te ha mandado esto? ¿qué es lo que está pasando? – Fede se había quedado horrorizado viendo el mensaje que le había llegado a su hermana y se lo pasó a Mike. En el mensaje había una foto de unos animales descuartizados y debajo escrito: “así
podrían acabar los tuyos si no lo dejas”. Mike revisó el resto de los mensajes, había otro de otro número desconocido diferente al anterior: “ya te advertí lo suficiente, ahora tendrás que atenerte a las consecuencias”. Era de días antes al de la foto. Entre los dos 317
acompañaron a Miriam que aún temblaba al coche. Fede subió para quedarse con Salo y los niños para que Mike y Miriam pudiesen ir a la policía. Allí rastrearon los números, eran de tarjeta prepago y pudieron averiguar con la compañía telefónica quien los había comprado. Los dos estaban a nombre de diferentes personas, aunque no tenía mucha lógica, porque una era una mujer de unos sesenta y cinco años que vivía en Málaga, y la otra era de un crío de quince años que vivía en Bilbao, los dos habían puesto semanas antes una denuncia por robo de la cartera y la documentación. Cada vez estaba más claro que la persona que estaba detrás de todo eso sabía muy bien lo que hacía. De vuelta a casa, Mike dejó el coche en la calle, Fede los vio llegar desde la ventana y salió corriendo hacia el coche. Mike sacó a Miriam con cuidado, aún se sentía mareada y sin fuerzas, creía que se habían cansado pero no sólo no era así sino que además habían empezado las amenazas. Y por lo que se veía iban en serio. Fede llegó hasta ellos y tomó a Miriam de la mano, al llegar al medio de la calle ésta se dio cuenta de que le faltaba el bolso y Mike volvió al coche a buscarlo. Tras dar dos pasos, los tres escucharon el ruido de un coche que se acercaba a toda velocidad, tanta que ninguno pudo reaccionar a tiempo para escapar. Lo siguiente que pasó fue muy rápido y Salomé lo escuchó todo desde el piso: el ruido de las ruedas, el de un cuerpo al golpear contra el capó del coche y al caer al suelo, y el grito desgarrador de una mujer. Después se volvió todo negro.
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Capítulo 19 Justo en el instante en el que el coche se acercó a ellos, Fede empujó a su hermana hacia Mike y los dos cayeron en el suelo rodando, pero a él no le dio tiempo a escapar y saltó sobre el capó del coche. Miriam vio a cámara lenta como su hermano volaba por los aires y caía al suelo, y gritó. El coche desapareció al final de la calle y Miriam se levantó corriendo para socorrer a su hermano que estaba totalmente inmóvil en el suelo. Comprobó sus signos vitales y buscó su teléfono para llamar a una ambulancia. Al girarse se encontró a Mike a su lado con el móvil en la oreja: -
¿Hola? Necesitamos una ambulancia, ha habido un atropello – dijo a su interlocutor. Le dio las señas del lugar en el que estaban y un médico se puso al teléfono para saber en qué estado se encontraba el herido. Mike le pasó el teléfono a Miriam para que ella misma pudiese dar los datos que le pedían. Miriam habló con el médico del servicio de emergencias durante un minuto y luego
colgó. En ese momento apareció al final de la calle Noe acompañada de Lucas, ya se había empezado a concentrar un pequeño tumulto de personas alrededor movidas por las ganas de ayudar y el morbo. Lucas vio el coche de Mike y supuso lo peor, salieron los dos corriendo hacia allí y se encontraron a sus amigos en el suelo con Fede. -
¿Qué ha pasado? – preguntó Lucas, mientras Noe miraba horrorizada a su amigo inconsciente temiendo que estuviese muerto.
-
Un coche salió de la nada y nos embistió, después se dio a la fuga – le respondió Mike.
-
¿Está…? – preguntó Noe temblando.
-
No – contestó Miriam con rotundidad – está inconsciente. Hay que esperar a que llegue la ambulancia. ¡Por favor! – gritó – sepárense, dejen sitio para que pueda respirar, que aquí el espectáculo ya se ha acabado – estaba fuera de sí. Mike trató de calmarla mientras Lucas se encargaba de los mirones.
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Al tener un poco más de espacio pudieron escuchar los gritos de Gabi y Amelie desde la ventana. Miriam los vio llorando y se extrañó de que Salo los dejase estar ahí viéndolo todo, entonces cayó en la cuenta: -
¡Salo! Noe sube a mi casa, algo debió pasarle a Salomé – Noe asintió y subió corriendo. Al llegar al piso se la encontró desmayada en el suelo del salón, apartó a los niños de
la ventana y auxilió a su amiga. Llamó al móvil de Lucas y pidió ayuda. Éste, en cuanto vio el número de Noe, subió los peldaños de dos en dos. Entre los dos la llevaron a la cama de Miriam y se quedaron con ella y con los niños que no hacían más que preguntarles si su tío estaba bien, y qué era lo que le pasaba a su tía. En la calle, la ambulancia acababa de llegar, el médico y la enfermera hicieron su trabajo, ayudados por los técnicos. Miriam quería ayudar, pero sabía por experiencia que era mejor dejarlos trabajar. Entre todos lo movieron en bloque para pasarlo a la camilla y lo subieron a la ambulancia, aún seguía inconsciente. Miriam fue con él en la ambulancia y Mike en su coche, justo cuando iba a arrancar Salo y Noe aparecieron en el portal. Salomé había reaccionado en la cama de Miriam y se había puesto histérica al recordar a Fede tirado en el suelo. No hubo manera de mantenerla en la cama descansando y, al sentir la ambulancia, quiso ir con su novio. Los tres se montaron en el coche y llegaron a urgencias cuando ya lo estaban bajando de la ambulancia. Miriam le pidió a sus compañeros que un médico revisase a su amiga, tenía miedo que la impresión le hubiese hecho daño a ella o al bebé, y pasaron a Salo a la sala de ginecología, mientras a Fede lo metían en la sala de críticos. Miriam no se despegaba de su hermano, Noe se quedó esperando a Salo y Mike se quedó solo en el pasillo del servicio de urgencias, pensando en quién podría haber hecho algo así. No quería pensar en que aquello tenía algo que ver con los anónimos o los mensajes, se negaba a creerlo, porque significaría que al final él era el culpable de todo lo que estaba sucediendo por querer estar con Miriam. Pero en el fondo, sabía que así era, 320
algo le decía que aquello no había sido un simple accidente y se maldijo una y otra vez por ello. Poco después Salo apareció acompañada de Noe, ella y el bebé estaban bien, sólo había sido un susto por la impresión, aunque la ginecóloga le recomendó reposo y tranquilidad. Noe quiso llevarla a comer algo y a descansar, pero ella se negó, necesitaba saber cómo estaba el padre de su hijo, necesitaba saber que todo estaba bien y que aquello no era más que un mal sueño del que se despertaría pronto. Los tres permanecieron en silencio largo rato esperando apoyados en una pared del pasillo, que poco a poco se fue llenando de gente y pensaron que lo mejor era ir a la sala de espera. Pero Miriam apareció por las puertas abatibles, vestida con un uniforme prestado, les pidió un poco de paciencia, tenían que hacerle pruebas para comprobar sus lesiones, pero en principio todo indicaba que sólo se había fracturado una pierna y que el resto eran contusiones. Lo llevaban a hacer un TAC y pruebas de Rayos X, y en cuanto supiesen algo más se lo diría. Los acompañó hasta la sala de espera y después fue hasta el servicio de rayos para ver cómo iban las pruebas. Allí pudo comprobar que el traumatismo craneal no era grave, y que no había lesiones internas. Efectivamente tenía una fractura en la pierna derecha, doble fractura de tibia y peroné, que tendrían que reducir en quirófano, un par de costillas rotas y por lo demás estaba fuera de peligro. Miriam salió a contárselo a su familia que respiraron aliviados, y después llamó a su madre. Aún seguía en el camping y no sabía nada de lo ocurrido esa mañana. Pepa al escuchar lo que su hija le estaba contando se puso muy nerviosa, en su mente le asaltaron todos los recuerdos del momento en el que Federico, su marido, la llamaba para avisarle de que a Miriam la había atropellado un coche y que estaba en el hospital con ella. La historia volvía a repetirse. Sus piernas empezaron a flaquear y tuvo que sentarse. Miriam le contó que estaba bien, sólo había roto una pierna y dos costillas, lo operarían lo antes posible y en unos días estaría de vuelta en casa.
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Posiblemente habría sido mucho peor si él mismo no saltase encima del coche, había tenido mucha suerte. Intentó tranquilizar a su madre y le pidió que viniese lo antes posible porque creía que no tardaría mucho en entrar en quirófano. Le contó que Salo y el niño estaban bien, se había llevado un gran susto pero ya estaba más tranquila. Eso hizo que Pepa respirase algo aliviada. Pero, ¿quién habría hecho eso que ni se había parado a ayudar? Tendría que ser un desalmado, al menos cuando le había pasado a Miriam el conductor había parado a auxiliarla y había llamado a su padre. “En cambio, si Fede hubiese estado solo nadie…”, no quería ni pensarlo. En el camping estaba Gonzalo con su madre, Pepa les contó lo sucedido y los tres salieron corriendo hacia el hospital. Miriam entró con Salo al lugar en el que estaba Fede, lo habían pasado ya a la sala de observación porque estaba estable. Al llegar vieron que estaba despertando, preguntando qué era lo que había pasado: -
Tranquilo, estás en urgencias, te has roto una pierna, dos costillas y tienes un montón de contusiones – le explicó Miriam – tienen que operarte la pierna para colocar todo en su sitio, y pasarás unos días aquí, pero por lo demás has tenido bastante suerte, enano.
-
¡El coche! Vino como un loco y te empujé, ¿tú… tú y Mike estáis bien? – quiso saber Fede, su voz sonaba débil.
-
Sí, tranquilo, estamos bien. Te tiraste encima del coche – le dijo ella.
-
Sí, lo vi llegar tan rápido… y sabía que no podía escapar, pero caí mal y… después ya no recuerdo más.
-
Te diste un golpe en la cabeza muy fuerte y quedaste inconsciente.
-
Menos mal que tienes la cabeza dura, guapo – le dijo Salo casi sin voz, le temblaba la barbilla y le brillaban los ojos, pero no quería llorar delante de él.
-
Cariño, no deberías estar aquí, ¿estáis bien? – le preguntó Fede señalándole la barriga.
-
Sí, estamos bien, me desmayé al verte allí tirado, pero ya me ha visto un ginecólogo y me ha hecho una ecografía. Escuché el latido de esta cosita y los dos estamos perfectamente – le explicó Salo con emoción frotándose la barriga con cuidado, como 322
si su bebé pudiese sentir sus caricias. Ya las lágrimas empezaban a caer y trataba de contenerse, pero era más fuerte que ella. -
Cariño, tranquila, debéis iros a casa, tienes que descansar. Yo estoy bien, Miriam está conmigo y seguro que cuando se me pase el efecto de los calmantes mi humor será peor que el de un perro rabioso. Ya me conoces.
-
Eso… es… cierto – respondió ella entre sollozos – pero… pero no quiero… dejarte aquí.
-
Salo, Fede tiene razón – le dijo Miriam tratando de convencerla - sabes que aquí no haces nada y tú tienes que descansar. En cuanto entre en quirófano yo te aviso y te voy contando. Le diremos a Noe que te lleve y si quieres las dos os podéis quedar en mi casa. Además, sabes que aquí no dejan estar más de un acompañante.
-
Pero tú no puedes quedarte todo el tiempo, también necesitas descansar. Desde que llegasteis de Carnota no has comido nada, tendrás que salir, ¿y quién se quedará con él?
-
No te preocupes, mi madre está de camino y mientras puede quedarse Mike un rato si tengo que salir.
-
Pobre, no se puede quedar solo esperando todo el tiempo, mejor…
-
Mejor te vas a descansar. Los niños se quedaron con Lucas, podéis quedaros vosotras con ellos y Lucas que venga a hacerle compañía a Mike. Mejor si está con un amigo a su lado – Salo odiaba cuando su cuñada parecía tener respuestas para todo, pero tenía razón. Fede estaba relativamente bien y ella se encontraba realmente cansada, una siesta no le vendría nada mal.
-
Está bien, pero si sabes algo más avísame por favor.
-
Tranquila, lo haré. Y diles a los niños que pasaré la noche aquí, que su tío está bien, que después él mismo los llamará.
-
Se lo diré. Prométeme que te vas a portar bien y que vas a obedecer en todo lo que te digan – dijo dirigiéndose a su hombre. Éste asintió y ella le besó suavemente los labios. Después Miriam avisó a su compañera que salía un momento y acompañó a Salo hasta donde estaban Mike y Noe.
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En cuanto se encontraron los cuatro juntos, Miriam le dio instrucciones a Noe para que se asegurase de que Salo comiese algo y descansase, Noe se lo prometió y después las dos se fueron, no sin antes repetirle una y otra vez a Miriam que les avisase si algo pasaba. En cuanto se quedaron solos, Miriam y Mike se miraron a los ojos y no necesitaron palabras, él abrió sus enormes brazos y ella se dejó envolver por ellos. Y no lo resistió más, demasiadas emociones juntas. Sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas que era incapaz de contener, se escaparon rodando por su cara sin poder evitarlo y su cuerpo empezó a temblar. Los mensajes, la policía, Fede volando por los aires… era más de lo que podía resistir. Mike dejó que se desahogase, la sostuvo entre sus brazos hasta que se calmó y su cuerpo fue dejando de temblar. Cuando ya se había repuesto, Mike le contó que le había llamado la policía y que no tardarían en llegar para tomarle declaración por lo ocurrido. Todo había sucedido muy rápido pero había logrado quedarse con parte de la matrícula, con suerte podrían saber pronto quién lo había hecho. Miriam permanecía en silencio, no quería pensar en eso, sólo quería despertarse de aquel mal sueño, pero al abrir los ojos y ver qué era real le invadía el miedo y la angustia. Intentó parecer que estaba lo mejor posible antes de volver con su hermano, dejó a Mike allí solo con sus pensamientos y entró. Fede estaba hablando con los traumatólogos, ya le habían sacado el collarín y con el efecto de los analgésicos se le veía mejor cara. Le estaban explicando lo que iban a hacerle en quirófano y le estaban pidiendo que firmase el consentimiento informado para poder proceder lo antes que pudiesen. Miriam quiso saber si ella podría estar dentro, pero sólo le permitieron estar con él hasta que entrase en el quirófano. Dentro no querían tener a nadie más personal del necesario. Ella se lo agradeció y los médicos se marcharon. Miriam se sentó en la silla, al lado de la camilla y tomó la mano de su hermano entre las suyas. -
Sí que eres duro enano, con semejante tortazo tan sólo una pierna rota, las costillas y montón de contusiones.
-
Y no te olvides del chichón en la cabeza – le dijo él con ironía. 324
-
Es verdad, mañana no habrá quién te aguante con el dolor – ambos sonrieron, Miriam acercó la mano de su hermano a los labios y la besó despacio – gracias, otra vez.
-
¿Gracias otra vez por qué? – preguntó él sin entender.
-
Porque me has salvado la vida de nuevo, debes ser algo así como mi ángel de la guarda.
-
Espero que no, o significaría que estoy muerto – le respondió él con una sonrisa sarcástica – tan sólo hice lo que debía y lo volvería a hacer, ya lo sabes. Eres mi única hermana y si tú no estuvieses, ¿a quién iba a acosar yo?
-
Seguro que encontrarías otra con la que entretenerte, con tu pequeña por ejemplo.
-
¿Y tú cómo sabes que va a ser niña?
-
Porque por algo papá me llamaba meiga – respondió ella levantando una ceja y mirándolo con aire de superioridad, riéndose.
-
Sólo quiero que esté con nosotros, y quiero que tú seas testigo de eso.
-
Para eso aún falta mucho, no tengas prisa. Y yo no tengo pensado irme a ninguna parte así que lo esperaremos juntos. Estuvieron un rato más fantaseando de cómo sería el hijo de Fede, de a quién se
parecería y de quién sacaría el carácter. Pero el dolor empezaba a aparecer, se estaba pasando el efecto de los analgésicos y Fede se puso pálido del dolor. Miriam fue al mostrador para pedir otro calmante para su hermano y por el pasillo vio acercarse a Pepa con Gonzalo del brazo. Fue hasta ellos abrazó a su madre. Pepa lloraba y Miriam intentaba aguantarse para tranquilizarla, no podía dejar que su hermano la viese así o pensaría que le estaban mintiendo con su diagnóstico. En cuanto Pepa recuperó la fuerza que la caracterizaba, Miriam la acompañó hasta el hueco en el que se encontraba Fede. Gonzalo, en cuanto Miriam se soltó de su madre, la agarró por detrás y la abrazó. Miriam se sintió incómoda, sabía que a metros de allí estaba Mike loco de angustia, mientras ella estaba allí, entre los brazos del hombre que más detestaba en ese momento. Si Mike la viese seguro que tendría problemas. Se soltó rápidamente y le dio las gracias por venir. Los puso al día de lo que había sucedido, omitiendo lo de los mensajes, les contó lo que había aparecido en las pruebas y que lo tendrían que operar, Gonzalo se 325
ofreció a hablar con los médicos que lo llevaban para intentar agilizar las cosas y Miriam se lo agradeció sólo con una sonrisa, mientras Pepa le pedía por favor que lo hiciese. El médico salió a hacer unas llamadas y Miriam salió con él para estar un rato con Mike. -
Sabes que me tienes para lo que quieras, ¿verdad? – le dijo Gonzalo a Miriam en el pasillo de urgencias.
-
¿Qué? – Miriam no le estaba prestando atención – eh… sí, gracias Gonzo – le dirigió una leve sonrisa y siguió su camino. Pero él la frenó agarrándola del brazo.
-
Miriam, yo… - Ella lo miró con cara de pocos amigos – sólo quería disculparme por lo que pasó en el camping, yo no quería… lo siento si te perjudiqué en algo, de verdad que lo siento.
-
Tranquilo – le contestó ella con su mejor sonrisa falsa, seguía dolida por intentar hacer que ella y Mike rompiesen, pero sabía que mejor era dejar las cosas bien porque tendrían que verse todos los días – no me perjudicaste en absoluto, de hecho aquello hizo que Mike y yo aclarásemos algunas cosas y que lo nuestro se hiciese más fuerte. En el fondo, tengo que agradecértelo – vio en la cara del médico la sorpresa y la frustración y continuó – Sólo te pido que no lo vuelvas a hacer por favor, no te vuelvas a meter en mi vida y todo seguirá como estaba antes. Ahora quisiera salir un momento porque está mi novio fuera, solo, y me apetece estar un rato con él ahora que sé que Fede está acompañado. Con permiso. Gonzalo se quedó allí parado boquiabierto, con la palabra en la boca, y Miriam
siguió hasta la sala de espera donde estaba Mike sentado. Al acercarse a él, lo vio hablando con dos policías. Él la vio llegar e inconscientemente alargó la mano para que ella la agarrase y la estrechó contra él. Necesitaba sentirla más cerca que nunca. Entre los dos les contaron a los policías lo que recordaban del atropello, el coche, la matrícula… Ninguno pudo identificar al conductor, el sol reflejaba en el cristal y no pudieron verlo bien. Sólo Mike pudo ver que era un hombre, lo que, de estar relacionado con los anónimos y los mensajes, reducía considerablemente la lista de posibles implicados, pero seguía sin saber de quién se trataba.
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La policía entró para tomarle declaración a Fede, dejando allí solos a Mike y a Miriam en silencio. Los dos buscaban en sus mentes algún detalle más que se les hubiese escapado, pero todo había sucedido demasiado rápido. Salieron a comer algo aunque Miriam no era capaz de meter nada en el cuerpo, tenía aún la sensación de verlo todo desde fuera, como si todo aquello no fuese con ella pero a la vez con la angustia de lo que podría haber pasado. Las manos le temblaban, se las miró y Mike se las agarró con las suyas. -
Todo va a salir bien, ya lo verás. Seguro que en breve nos dirán que ya han cogido a ese loco y podremos seguir con nuestras vidas.
-
No sé, Mike – Miriam no podía mirarle a los ojos – el que nos está haciendo esto sabe muy bien cómo hacerlo para que no lo pillen. No creo que haya sido tan descuidado. Además, tampoco sabemos si iba a por ti o a por mí o qué. Yo… - a Miriam le costaba hablar, la emoción podía con su entereza.
-
¡Eh! ¡shhhh! No te preocupes mi reina – Mike se sentó a su lado y la abrazó – por suerte no ha pasado a mayores, estamos bien, y tu hermano lo estará pronto. Pero Miriam no estaba tan convencida, estaba demasiado asustada. Un rato más tarde Pepa avisó a Miriam por teléfono de que llevaban a Fede a
quirófano, por lo visto las influencias de Gonzalo eran mayores de lo que ella pensaba, y ahora tendría que agradecérselo, “está claro que el que tiene padrino se bautiza y el que no…”, pensó. Antes de entrar en el hospital de nuevo, le contó a Mike que Gonzalo estaba allí y que se había encargado de mover algunos hilos para que todo fuese más rápido. Mike se disgustó por eso, pero también pensó que era bueno para Fede por lo que respiró hondo y se resignó a tener a ese médico en sus vidas. Aunque le pidió a Miriam que no se le acercase demasiado, y menos a ella. No sería capaz de soportar verlos cerca uno del otro. Miriam le prometió que así sería, a ella tampoco le gustaba la idea de tenerlo cerca. Acompañó a su hermano a la antesala del quirófano y permaneció con él hasta que lo pasaron para dentro. Después salió y esperó con los demás. Lucas ya había llegado y 327
estaba con Mike hablando, Pepa estaba sentada con Salomé y Manu, Noe lo había llamado en cuanto llegaron a casa de Miriam, tanto Manu como Lola se habían acercado al piso para estar con sus amigas y los niños, y en cuanto recibieron la llamada de Miriam, Salo no dudó en volver al hospital, pero nadie la dejó conducir y Manu se ofreció a llevarla, dejando allí a Noe y Lola a cargo de todos los niños. -
No entiendo cómo ha podido pasar, por qué a la gente le gusta la velocidad tanto, y más en una calle tan pequeña – comentaba Lola mirando por la ventana hacia el lugar donde había sucedido todo.
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No lo sé amiga, yo tampoco lo entiendo, sólo espero que todo acabe bien, porque con lo que le costó a Miriam salir adelante para que ahora le pase algo a su hermano.
-
Sí, pobre, no gana para disgustos la mujer. Menos mal que lo del americano parece que va viento en popa.
-
Sí, eso parece, ojalá le salga bien, se merece un hombre que la trate como una reina. Que bastante capullo ha tenido que soportar en esta vida – a Noe nunca le había gustado ninguno de los hombres que habían pasado por la vida de Miriam, siempre decía que parecía tener un imán para los capullos. Las dos mujeres se sentaron en el sofá esperando tener noticias pronto. En el
hospital, Miriam estaba sentada con su madre sin decir nada, Pepa le contaba a Salo anécdotas de Fede de cuando era pequeño y eso parecía animar a la futura madre, que no dejaba de frotarse la barriga. Miriam la miraba de reojo, quizás con una pizca de envidia, aunque no quisiese tener más hijos esa sensación de tener algo creciendo dentro de ella era irresistible y la añoraba. Mike, Manu y Lucas hablaban al otro lado de la sala, comentando cómo había sucedido todo, cuando un hombre con bata blanca se acercó y se sentó al lado de Miriam. Mike lo reconoció enseguida como el Dr. Ladra, al que aún tenía muchas ganas de partirle la cara, achinó los ojos y cerró los puños sobre sus piernas. A Lucas no le pasó el detalle desapercibido y se fijó en la persona que estaba hablando con Miriam, Pepa y Salomé. -
¿Quién es? 328
-
El Dr. Gonzalo Ladra – respondió Manu con fastidio – un presuntuoso y pesado donde los haya – Mike intentaba relajarse pero no podía, mientras Manu le seguía contando a Lucas sobre el médico – lleva detrás de Miriam desde hace años, y no hay forma de que entienda que por muy guapo que sea no quiere nada con él, pero como resultó ser el hijo de la mejor amiga de Pepa pues, hay que tragarlo.
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Veo que no te cae muy bien – le comentó Lucas sin dejar de mirar al médico y a su amigo, cada vez más nervioso.
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Ni a mí ni a nadie. Miriam lo soporta porque trabaja con él y su madre se lleva muy bien con la familia, y también la ayudó mucho cuando pasó lo de Javi. Pero es intragable, se cree el rey del mundo, un adonis con pijama azul y guantes. Lola le llama Ken, por el muñeco de las barbies, y también dr. Hortera. Mike no lo soportó más y se levantó:
-
Voy a por café, ¿alguno queréis? – preguntó.
-
Te acompaño – le dijo Lucas, mientras Manu negaba con la cabeza. Se acercó a Miriam y les preguntó en general si alguien quería algo de las máquinas.
Miriam entendió que ya no aguantaba estar esperando allí viendo la estampa que tenía delante y se levantó para acompañarlo. Ya llevaban mucho tiempo allí y necesitaba estirar las piernas. Se agarró a la cintura de Mike y los tres salieron de la sala. -
Lo siento, pero no puedo con ese hombre – dijo Mike hoscamente.
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Yo tampoco, no te creas, pero mi madre está tan agradecida por la ayuda que nos está prestando que no quiere que se separe de nosotras – contestó Miriam.
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Pero tampoco tiene que acercarse tanto a ti, digo yo.
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Mike…
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Pero, ¿qué te pasa con ese tío, amigo? Te pone realmente nervioso – le comentó Lucas.
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¿Recuerdas la noche que te llamé a las cuatro de la mañana porque la había cagado con Miriam? – está miró para otro lado recordando lo que su amiga le había contado de esa noche, y lo sucedido al día siguiente. 329
-
¡Oh sí! Lo recuerdo bien – le respondió Lucas con la imagen de Noe desnuda sobre su cama.
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Pues ése es el tío que hizo que la cagase bien. Por culpa de ese imbécil, Miriam y yo discutimos y casi la pierdo.
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Pero también, gracias a ese imbécil, supiste lo que sentías por mí y me lo hiciste saber de la manera más inolvidable – le dijo Miriam sonriendo.
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Sí, dándote un susto de muerte que casi me cuesta el pellejo.
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Pero olvidar no lo olvido, seguro.
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Me alegro, eso pretendía – Mike la besó con fuerza, dejando claro que él estaba ahí para ella. Lucas sintió una fuerte envidia y los separó.
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¡No se come delante del hambriento, maleducados! – les reprochó. Los dos se echaron a reír y él les dio la espalda para darles un poco de intimidad.
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No te pongas así – le dijo Miriam poniéndole una mano el hombro – estoy segura que tú poca hambre pasas estos días, ¿o me equivoco?
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Bueno, a ver, hambre hambre no mucha, pero ya quisiera yo estar como estáis vosotros dos.
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¿Es que tu Noe no te hace caso? Con lo que tú has sido, chaval – Mike encontró en ese tema de conversación una forma de animar un poco a Miriam.
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No es que no me haga caso, es que no me hace el que a mí me gustaría – le respondió él – estos últimos días han sido un ir y venir a mi cama, he intentado que no fuese así pero es que la veo y… no sé… puede más que yo.
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Deberías hablar con ella, Lucas, yo sé que ella es reacia a tener ningún tipo de relación con un hombre si no es por sexo, pero estoy casi segura que tú no le eres del todo indiferente, ponle un ultimátum: o se abre más a ti o simplemente te dedicarás a otra cosa – le aconsejó Miriam.
-
No, si abrir ya se abre… - dijo Mike en tono jocoso. Miriam le dio un pellizco en un brazo y él se tuvo que contener para no gritar en medio del pasillo - ¡Aaaauuuu! – le dijo en voz baja - ¿Por qué me pellizcas?
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-
Es que mira que eres bruto, no me refería a eso. Quiero decir que ella tiene que ser más abierta con la persona que le interesa – Mike y Lucas se la quedaron mirando con guasa – bueno, de verdad, que vaya dos pies para un banco tengo delante. Los tres se echaron a reír, a Miriam aquello le sentó bien, necesitaba descargar
tensión y aquel momento se lo estaba permitiendo. -
Vale, te entiendo. Pero no la veo yo mucho por la labor de seguir los ultimátum, seguro que me manda a la porra y sigue con su vida.
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O no. Noe está acostumbrada a ser ella la que lleva la voz cantante en todo. Demuéstrale que tú también tienes pantalones y que sabes llevarlos. Haz que reflexione, déjale claro que no la esperarás, y que tome una decisión. Ya me encargaré yo de presionarle, no te preocupes. En ese momento, los tres sintieron la voz de Salo que los llamaba. Fede ya había
salido de quirófano y los médicos que lo habían operado estaban allí con ellos. Les contaron que todo había salido bien y que se estaba recuperando en la sala de reanimación. Miriam no esperó más y entró, con el uniforme puesto nadie le pondría impedimentos. Lo vio aún medio dormido, con la pierna escayolada, su enfermera tratando de reanimarlo y él soltando improperios para que lo dejasen en paz. -
¡Eh! Enano, tranquilo, despierta anda – Miriam se presentó a su compañera y trató de ayudar con él. Poco a poco, Fede fue reaccionando, reconoció a Miriam y recordó lo que había
pasado. Miriam le contó que todo estaba bien, que estaría allí un rato y que después lo subirían a planta, allí podría descansar mejor. Estuvo un rato con él y después salió a decirles a todos que ya estaba despierto y de un humor pésimo. Esa noche Miriam se quedó con él en el hospital, era la que mejor sabía tratar ese humor que tanto lo caracterizaba cuando no se encontraba bien, y estaba más acostumbrada a pasar las noches en vela. Salo decidió ir a descansar a casa de Pepa, ninguna de las dos quería estar sola, y Lucas y Manu acompañaron a Mike hasta la casa de 331
Miriam. Al llegar, los niños ya estaban acostados y durmiendo. Lola y Manu se fueron enseguida para acostar a Manolito y los otros tres se quedaron un rato juntos en el salón. Noe les contó lo nerviosos que habían estado toda la tarde, desde que su tío los había llamado por el móvil de Pepa no habían vuelto a saber de él, y eso les inquietaba. Y antes de irse a dormir, Gabi les hizo prometer a Lola y a Noe que le avisarían si su tío ya estaba curado. -
Hace un rato que fui a verlo y estaba como un tronco. Le susurré que todo estaba bien y el pobre ni se inmutó – les contaba Noe – ¿y Miriam qué tal está?
-
Está – contestó Mike – ahora quedaba mejor, pero tuvo el susto en el cuerpo todo el día. Delante de todos intentaba estar tranquila, pero la verdad es que lo pasó bastante mal.
-
La conozco bien, y estoy segura de que se habrá pasado el día temblando. Menos mal que estabas allí con ella.
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No me lo perdonaría si no fuese así. Es más, mañana tengo que llevar a Amelie a Barcelona con mis hermanos y no sé cómo voy a hacer, no quiero dejarla sola así, pero el lunes no me queda más remedio que presentarme en el trabajo, y después tengo que solucionar unas cosas en Barcelona.
-
Por Miriam no te preocupes, yo no me separaré de ella estos días. No tengo ningún evento en quince días, son mis vacaciones, así que puedo estar con ella todo el tiempo.
-
No sabes cómo te lo agradezco, pero aun así no voy a estar tranquilo. Hasta que cojan a ese cabrón no.
-
¿Crees que tiene que ver con los anónimos? – Mike la miró extrañado – Miriam me lo contó el día que vinieron tus amigos de Madrid, ¿crees que tiene relación?
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Justo antes del atropello, veníamos de la policía, esta mañana vio en el móvil unos mensajes de texto que le habían llegado estos días, pero que aún no los había abierto. Eran amenazas, suponemos que de la misma persona. Y no dejó ni rastro. Y a última hora de la tarde la policía me llamó para decirme que el coche que nos embistió había
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sido robado el día anterior en Vigo, y que lo habían encontrado en un campo a las afueras, sin huellas ni nada. -
Está claro que es alguien muy profesional, ¿pero a quién conoces tú que pueda hacer este tipo de trabajos? – le preguntó Lucas, que ya sabía todo porque lo había puesto al día en el hospital, a él y a Manu.
-
No sé, no recuerdo a nadie con experiencia en estas cosas, pero tiene que ser alguien que está muy jodido. No sé, no se me ocurre nadie. Estuvieron debatiendo sobre el tema una hora más, después dejaron que Mike se
acostase y ellos se fueron a dormir. Lucas quiso seguir el consejo de Miriam, pero le era muy difícil, le pidió primero que la llevase a casa y él accedió, y después que subiese con ella y él no pudo resistirse. El apartamento de Noe era pequeño pero muy de su estilo, algo revuelto, con piezas de ropa tiradas en el sofá y revistas de todo tipo por la mesa. Noe intentó recoger un poco para que no pareciese tan desastroso pero Lucas se lo impidió. Sólo quería estar con ella. La sujetó por la cintura y la besó despacio, con suavidad. Aquello a Noe le llegó bien adentro. Llevaba todo el día con mal cuerpo, no podía sacarse la imagen de Fede tirado en el suelo, inmóvil, sin reaccionar. Pensó por un segundo que lo habían perdido y no pudo quitarse esa sensación en todo el tiempo. No quería sexo, no quería un desahogo, necesitaba sentirse protegida y querida por una vez. Se dejó abrazar por Lucas que notó su cuerpo tembloroso. Noe le pidió que pasaran la noche juntos, pero sin hacer nada más que estar uno cerca del otro, aquella noche no quería estar sola. Noe le prestó uno de los pijamas que aún conservaba de Joaquín y ella se puso el suyo, y los se durmieron abrazados en silencio. La noche fue larga para Miriam, Fede tenía dolor y le costaba descansar. Cuando llegó el personal para el cambio de turno, por la puerta aparecieron Pepa y Salomé, y Miriam aprovechó para bajar al vestuario a darse una ducha y ponerse un uniforme limpio. Ya no quedaba casi nadie por allí, todo el mundo había salido ya para sus casas o
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ya estaban trabajando en sus respectivas unidades. Miriam se duchó con la tranquilidad de saber que estaría sola. Se secó y se puso otro uniforme. Cuando se estaba colocando los zuecos de trabajo sintió que alguien estaba detrás de ella. Quiso girarse pero una mano enorme la agarró del cuello y la estampó contra las taquillas. Sintió un dolor fuerte en la ceja derecha. La sujetó con fuerza y le puso un cuchillo en el cuello mientras la inmovilizaba con el resto de su cuerpo. Era grande y fuerte, y su aliento apestaba a tabaco. Pero aquel hombre no le dejaba ver más allá de lo que el espejo reflejaba. Cubría su rostro con lo que a ella le pareció un pasamontañas e iba vestido con vaqueros y cazadora. No podía ver ni marcas en la piel ni nada que lo identificase, y en las manos llevaba guantes. Miriam se revolvió para soltarse, pero eso sólo hizo que él la sujetase con más fuerza. -
No te muevas o te clavaré esto en el cuello – le dijo moviendo el cuchillo y haciendo que Miriam sintiese el frío filo en su garganta – y mejor no grites porque seguro que antes de que llegue alguien tú ya estarás muerta, y ¿entonces qué será de tus hijos? ¿eh? Te lo advertí, zorrita, te dije que te alejases de él. Él no se merece tener una vida feliz, ni siquiera tener una vida. Pero tú no me hiciste caso, porque eres terca, y ya has visto el resultado.
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¿Qué…qué…quieres? – logró decir Miriam.
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Quiero que lo dejes, que te separes de él, que no lo vuelvas a ver y que no se acerque más a ti. Quiero que sufra, porque de lo contrario lo mataré, ¿me has oído, zorrita? Si le dices algo de esto me lo cargaré como casi me cargo a tu hermano. Si le cuentas algo de esto a otra persona también morirá, y si vuelves a la policía serán tus hijos quienes lo paguen. ¿Entendido? – Miriam asintió con la cabeza como pudo – ahora te dejaré para que hagas lo que te he pedido, te estaré vigilando, y seguiré haciéndolo todo el tiempo del mundo hasta asegurarme de que has hecho bien tu trabajo. No lo olvides. Después la empujó contra el suelo, soltándola y alejándose de allí corriendo. Miriam
se quedó un rato tirada en el suelo sin poder moverse, tenía tanto miedo que sus piernas 334
se habían bloqueado. Le dolía la cabeza y el cuello y le costaba respirar. Intentó sentarse en un banco y permaneció allí casi una hora. Mike le envió un mensaje de que iba camino del hospital para llevarla a desayunar y en su cabeza resonaron las palabras de aquel hombre, “quiero que lo dejes… o lo mataré”. Se levantó como pudo, se lavó la cara y se quedó buscando en el espejo el valor suficiente para hacer lo que tenía que hacer. Pensó en su hermano y lo volvió a ver volando por el aire, pensó en sus hijos, en sus amigos, en Mike… y en su cabeza se formó la imagen de Mike en el suelo tirado, inerte. Cerró los ojos con fuerza y lloró con desesperación. No podía dejar que eso sucediese. Debería encontrar la manera de que eso no pasase nunca. Intentó reponerse, se volvió a lavar la cara y salió de los vestuarios. En la habitación ya se encontraba Mike, que se le iluminó la cara sólo con verla entrar por la puerta. La besó sin importarle quién estuviese delante y Miriam sintió que flaqueaba. Le pidió en un susurro que saliese con ella, que debían hablar de algo importante. Y Mike se despidió de todos, salía en unas horas para Barcelona y sólo había pasado para estar un rato con Miriam antes de irse. Miriam lo llevó hasta las escaleras, que estaban menos transitadas a esas horas, él intentó abrazarla pero lo rechazó. -
Mike, esto no funciona, lo nuestro no puede ir bien – le empezó a decir con la mano tapando el cuello, mientras que él sintió que se le helaba la sangre – yo no puedo seguir.
-
¿Por qué? no entiendo, ¿ha pasado algo?
-
Ha pasado todo, Mike. Había conseguido tener una vida medianamente tranquila en estos últimos dos años, pero llegaste tú y en un mes casi me choco con el coche, me emborracho y te abofeteo, me acusas de ser una mentirosa y me comparas con la peor mujer del mundo, y todo acompañado con la obsesión de un loco por joderme la vida porque seguro que tú se las has jodido antes. No puedo Mike, no puedo. Mi hermano está en una cama con una pierna y dos costillas rotas por tu culpa, yo no
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puedo exponer a mis hijos a esto, simplemente no puedo – Mike no salía de su asombro y no se creía lo que ella estaba diciendo. -
Sabes que atraparemos a ese cerdo pronto, es sólo cuestión de tiempo que…
-
¡No, Mike, no! – le dijo en voz alta – después vendrá tu hija y su madre, y tu trabajo y el mío, no quiero eso, no quiero esa vida para mí ni para mis hijos.
-
¿Estás rompiendo conmigo porque tienes miedo?
-
Estoy rompiendo contigo porque no puedo seguir en estas condiciones, no te quiero lo suficiente como para soportarlo – las palabras salían de su boca mientras su corazón se rompía en mil pedazos. Y lo veía allí parado frente a ella, con los ojos vidriosos por las mentiras que le estaba contando, con unas enormes ganas de echarse a sus brazos pero, sólo al pensarlo, volvían a surgir las palabras de aquel hombre en su cabeza. Se llenó de furia por lo que le estaba obligando a hacer y la utilizó contra Mike – ¡vete! – le dijo con resentimiento – vete y aléjate de mí y de mi familia. No quiero volver a verte. Márchate por favor.
-
Lo que me dijiste en la playa… Dijiste que me querías…
-
Creía que lo sentía pero no es así, Mike, he pasado toda la noche viendo sufrir a mi hermano pequeño de dolor, un dolor que no estaría pasando si yo nunca te hubiese conocido, y me he dado cuenta de que no vale la pena. Así que vete, sal de mi vida de una vez y para siempre. Mike pudo ver en los ojos de Miriam una verdad que no quería creer y no se quedó
para insistir. Simplemente se giró y se fue por las escaleras sin decir más. En cuanto dejó de oír sus pasos, Miriam se apoyó en la pared y se dejó caer llorando sin consuelo, rota por dentro, esperando que lo que acababa de hacer le sirviese para algo.
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Capítulo 20 Noe fue despertando con la luz del día. Hacía bastante tiempo que no se despertaba en su cama acompañada de un hombre, no le gustaba que sus amigos supiesen dónde vivía. Pero tampoco se sentía mal por tener a Lucas tan cerca de ella. Éste, al final, había decidido dormir en calzoncillos, los pijamas le daban bastante calor y no entendía muy bien por qué Noe aún tenía ropa de su ex. Ella podía sentir su calor a través de la camiseta, aunque lejos de molestarle lo agradecía. Tenía los brazos de él rodeándola, lo que no le dejaba moverse ni un centímetro, pero se había despertado con grandes ganas de ir al baño, y tenía que salir ya. Intentó apartar un brazo con cuidado para no despertarlo pero en cuanto lo hizo escuchó la voz de Lucas: -
De aquí no hace falta que te escapes, ésta es tu casa – le dijo con su característica media sonrisa sin abrir los ojos.
-
No quiero escapar – le respondió ella en tono burlón – es que tengo que ir al baño a la de ya o el que escapará serás tú. Lucas abrió un ojo y ella insistió:
-
Déjame salir, en serio. Lucas levantó el brazo y la dejó salir de mala gana. Fue al baño y en cinco minutos
estaba de vuelta. Dudó entre volver a la cama o levantarse de una vez. En el hospital estaba su amigo ingresado y sentía la necesidad de comprobar por ella misma que todo estaba bien. Desde la puerta del baño observó a Lucas dentro de su cama. Se sentía rara. No le disgustaba tenerlo allí pero sabía que no era bueno para ella, esa situación no era buena para ella. Tenía miedo de sentir algo más fuerte y que al final todo saliese mal. Porque ella no estaba hecha para amar a alguien, ¿o sí?
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Se dio la vuelta y se metió en la ducha, tenía que despejarse antes de seguir mirándole. Ya se había enjabonado el pelo cuando sintió abrir la mampara de la ducha y entrar a Lucas. -
¿Qué haces? – preguntó ella algo molesta, no estaba acostumbrada ya a ese tipo de cosas en su casa.
-
¡Ducharme! – le contestó el sobrecargo – no pretenderás que vaya contigo al hospital con olor a rancio. Noe le sacó la lengua a modo de burla y le dio la espalda. Él se acercó más, la abrazó
por detrás y le preguntó en un susurro: -
¿Cómo te sientes? – ella agradeció el abrazo, realmente lo necesitaba.
-
No sé, todo lo que está pasando con Miriam y lo de Fede… la verdad es que me cuesta digerirlo. Gracias.
-
¿Por qué?
-
Por quedarte conmigo, por estar conmigo.
-
Lo hago con gusto, lo sabes.
-
Lo sé.
-
¿Qué te parece si acabamos, nos vestimos y vamos al hospital a ver cómo va todo? Podemos desayunar allí ya, seguro que Miriam necesitará distracción.
-
Me parece una idea estupenda, aunque supongo que de eso se encargará tu amigo.
-
Conociéndolo yo también lo supongo, pero los dos necesitan distraerse un poco. Mike tampoco lo está pasando nada bien con esto, se siente bastante culpable por todo.
-
Pero él no tiene la culpa, si la gente está cada vez peor, ¿qué culpa va a tener?
-
Yo lo sé, y tú lo sabes. Pero él es otro tema, lleva culpándose de un montón de cosas desde hace mucho tiempo.
-
Ya, puede. Cada uno tiene algo de lo culparse a lo largo de su vida, pero eso no significa que sea culpable de todo lo que pasa en el mundo.
-
Eso es cierto, y se lo diré en cuanto lo vea, pero ahora, mujer… - le empezó a decir Lucas dándole una palmadita en una nalga – mejor acabamos de ducharnos o no 338
llegaremos al desayuno, no soy de piedra, ¿sabes? – y le dio un dulce beso en su hombro desnudo. Noe se giró y se encontró con la enorme erección de Lucas rozándole el abdomen. Sonrió y se colgó de su cuello: -
Aún es temprano, no deben ni haber cambiado el turno, así que… - le dijo, mordiéndose el labio y sonriendo. Lucas no se lo pensó dos veces y la besó, la llevó hasta la pared de la ducha y se
perdió en su cuerpo. Como siempre. Más tarde, salieron del apartamento de Noe dirección el hospital. Ésta llamó a Lola para saber si ya había llegado a casa de Miriam, el día anterior se había ofrecido para quedarse con los niños durante la mañana para que pudieran pasar todos por el hospital. Lola se lo confirmó, y también que Mike había salido para allí ya hacía un rato. Apenas había tráfico a esas horas, por lo que llegaron pronto y pudieron aparcar en un buen sitio. Salieron del coche y Lucas cogió de la mano a Noe, ella lo miró y él sonrió sin más. Después se encaminaron hacia la puerta principal del hospital. Justo cuando estaban subiendo los escalones se cruzaron con Mike, que ni si quiera los vio. Pasó por su lado como una exhalación. Los dos se pararon y Lucas lo llamó, pero Mike siguió su camino sin contestar: -
¿Qué habrá pasado? – preguntó Noe nerviosa.
-
Mejor será que subas tú y yo intento alcanzarlo. No me gusta la mirada que llevaba. Parecía furioso.
-
Está bien, el primero que sepa algo llama.
-
Muy bien – se despidieron con un ligero beso en los labios y se separaron. Lucas fue corriendo detrás de Mike y logró alcanzarlo en el aparcamiento:
-
¡Espera! ¡Mike! ¿Qué pasa? – Mike se paró, y se giró sin mirarlo a la cara.
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-
Esa mujer… esa… Todo lo que me dijo era mentira, ¡MENTIRA! – gritó dando un fuerte puñetazo al coche, estaba furioso, conteniendo las lágrimas de la impotencia – me dijo que me amaba, que no me quería perder, y ahora…
-
¿Pero qué coño ha pasado? ¿habéis discutido o qué? ¿ha pasado algo durante la noche?
-
No sé – Mike trató de calmarse – ayer estaba todo bien, y esta mañana… llegué y dijo que tenía que hablar conmigo. Y me dijo que no aguantaba más, que no me quería lo suficiente como para seguir con lo nuestro. Y que todo lo que está pasando es por mi culpa.
-
Mike, no…
-
Y la verdad es que tiene razón – dijo derrotado. Se apoyó en el coche y las lágrimas que nunca antes había derramado empezaron a resbalar por su cara. Lucas no sabía muy bien cómo actuar, nunca había visto a su amigo así y sintió esa
pena como suya propia. Se dejó llevar y lo abrazó como a un hermano. Noe salió corriendo del ascensor, fue hacia la habitación de Fede y vio salir a una enfermera de allí, la paró y le preguntó si estaba Miriam dentro. La enfermera la conocía y le dijo que no, que dentro sólo se encontraban la novia y la madre del paciente. Noe se asustó más y salió de nuevo al pasillo. Fue a los ascensores, pero todos estaban ocupados, y se dirigió a las escaleras con el móvil en la mano. Al cruzar la puerta escuchó a Miriam llorar. Estaba sentada en el suelo con la cara entre las manos llenas de lágrimas. Noe se acercó despacio y se sentó a su lado. -
Miriam, cariño, ¿qué pasa? ¿por qué estás así? – le preguntó con cautela. Pero Miriam no contestó, simplemente se destapó la cara y se apoyó en el hombro
de su amiga. Noe le pasó el brazo por los hombros y la estrechó más contra ella. Miriam estaba destrozada y rota por dentro. Había hecho justo lo contrario de lo que le había prometido a Mike, le había roto el corazón, y también había roto el suyo propio. Y sin embargo era lo mejor.
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Noe no sabía que sucedía, por qué su amiga estaba así, aunque al recordar la cara con la que vio salir a Mike supuso que algo entre ellos estaba mal. Quería saber, necesitaba saber para poder ayudarla, pero sabía que ella no lo soltaría así como así. Siempre se lo guardaba todo, hasta que estaba preparada para contárselo. Y esa ocasión no era diferente. Durante un rato estuvieron abrazadas sin decir nada, hasta que Miriam sacó un pañuelo del bolsillo y se limpió las lágrimas. “Ya el mal está hecho y éste no es ni el momento ni el lugar para lamentarlo más”, pensó. Se levantó despacio, sujetándose con las manos por la pared y le tendió una mano a su amiga para ayudarla a levantarse. Cuando las dos estuvieron frente a frente, Noe pudo ver el moratón que se le empezaba a formar en la frente a Miriam y las marcas de su cuello. Noe no daba crédito a lo que estaba viendo y le rozó la herida con un dedo, para comprobar, quizás, si era real. Imaginó lo que había pasado y sintió una enorme rabia por dentro. -
¿Ha sido él? ¿él te ha hecho esto? – le preguntó seria y enfadada - ¿qué ha pasado aquí y por qué estás toda marcada? Miriam no se sentía con fuerzas para contarle toda la conversación con Mike, y no
podía contarle lo que había pasado en los vestuarios, sólo pudo decir: -
Mike y yo hemos roto, por favor no me hagas más preguntas, ahora no. Tengo que volver con mi hermano – y fue hasta los servicios para intentar mejorar un poco su enrojecida cara. Noe la siguió en silencio maldiciendo al hombre con el que se había cruzado minutos. Miriam vio las marcas en su frente y en su cuello, las que Noe le acababa de ver y no
sabía cómo explicarlo. Pensó en lo que Noe le había preguntado, si había sido Mike, él jamás le haría daño de esa manera, lo sabía, pero los demás no. Nadie lo conocía realmente. Podría decir que se había dado con la puerta, y lo del cuello disimularlo con el pelo o algo. Pero no contestaría a ninguna pregunta más por el momento.
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Cuando salió, estaba algo más repuesta. Miró a su amiga y vio la furia y la decepción en sus ojos y supo que estaba pensando en lo que Mike podría haber hecho, pero tampoco la sacó de su error. Simplemente se encaminó hacia la habitación de Fede intentando aparentar normalidad. Mientras, Noe se quedó en el pasillo, sola. Marcó el número de Lucas y esperó a que éste contestase: -
Noe, ahora no es buen momento, después hablamos – le dijo él mientras se apoyaba en el coche al lado de su amigo.
-
Dile a Mike que Miriam no está sola, que si vuelve a acercarse a ella yo misma le sacaré los ojos con las manos. Es un mierda y un salvaje.
-
Pero, ¿qué dices? ¿te has vuelto loca o qué? – Lucas no entendía nada.
-
¿Loca? – le respondió furiosa - El loco es tu amigo que se ha atrevido a ponerle las manos encima a Miriam, pero si se acerca de nuevo a ella juro por mis muertos que se lo haré pagar. Díselo – y colgó.
-
¡Vaya! – dijo Lucas sorprendido – debe haber luna llena o algo, porque para mí que todas las mujeres se han vuelto locas.
-
¿Qué pasa? – preguntó Mike un poco más relajado.
-
Noe, que dice que no te vuelvas a acercar a Miriam o que te sacará los ojos, y que le has puesto las manos encima. ¿Qué ha pasado ahí arriba? – preguntó desconcertado. Mike no supo qué responder. No entendía lo que le decía y tampoco tenía muchas
ganas de darle más vueltas al tema. Tenía que ir a buscar a su hija y coger un avión para Barcelona, una vez allí ya pensaría en todo lo que había sucedido en los últimos días y decidiría qué hacer. Se metió en el coche y se fue. Lucas se quedó solo en el aparcamiento sin saber muy bien si subir o no. Quería llamar a Noe pero después de cómo le había hablado quizás lo mejor era dejar pasar un poco de tiempo antes de volver a hablar con ella. En un coche que estaba aparcado al fondo del lugar en el que habían estado Mike y Lucas, había una persona que no les había quitado el ojo de encima en todo el rato. Vio cómo Mike le daba un puñetazo al coche, lo vio llorar abrazado a su amigo y lo vio 342
marcharse solo. Vio cómo Mike sufría y sonrió por ello. Escribió un mensaje en el móvil que tenía al lado y lo envió. Miriam estaba ya con su hermano y con su madre, sentada en el borde de la cama. El médico no tardaría en pasar y quería estar presente para que los informase del estado de Fede. Noe salió al pasillo con Salomé para no aglomerar la habitación con tantas personas dentro. En cuanto había visto a Miriam entrar, Salo supo que algo no iba bien. Todos vieron el chichón que lucía en la frente y ella les dio una explicación ensayada mentalmente. Todos le creyeron, menos Noe, y Salo intuía que algo pasaba, porque sus amigas apenas se habían dirigido la palabra y Noe no dejaba de mirarle la herida a Miriam. Por esa razón, en cuanto se aseguró de que nadie las escuchaba, Salo atacó directamente a Noe a preguntas: -
¿Qué está pasando? ¿por qué Miriam tiene los ojos tan rojos y dónde se dio ese golpe?
-
¿Por qué lo preguntas? Ya la escuchaste, se dio con la puerta de la taquilla en los vestuarios. Y está noche apenas durmió, supongo que por eso tendrá los ojos rojos – le respondió su amiga mirando al frente.
-
Entonces, ¿por qué no le has sacado los ojos de encima en todo el tiempo que has estado dentro y no os habéis ni hablado ni mirado? Aquí hay algo más y no me lo quieres contar, ¿verdad?
-
Bueno, realmente no es a mí a quién le corresponde contar lo que ha pasado, en parte porque tampoco sé muy bien lo que ha sucedido, sólo sé que me la encontré al llegar llorando y me dijo que ella y Mike habían roto, no sé más.
-
¡Joder! – exclamó Salo - ¿pero por qué? si todo iba genial entre ellos, y se llevaban de maravilla. Y Mike no se separó de ella ayer en todo el tiempo mientras operaban a Fede, estuvo pendiente de ella todo el tiempo. No entiendo…
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Yo tampoco entiendo, pero ya la conoces, no quiere hablar por ahora, tendrá que ser cuando ella lo decida. Y me temo que no va a ser nada bueno.
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Salo la miró pensando en lo que podría significar aquello que acaba de decir. En la habitación de Fede, Miriam hablaba con su madre de cómo había pasado la noche y del estado de Fede, que en ese momento estaba medio adormilado por los analgésicos. El móvil de Miriam empezó a pitar con la llegada de un mensaje de texto, lo tenía en las manos y casi le cae del susto. No quería ni mirar el remitente del mensaje, pero la luz de su móvil seguía parpadeando y su nerviosismo aumentaba con el parpadeo. Salió un momento de la habitación y abrió el mensaje. Era un número desconocido, que no coincidía con ninguno de los otros que había usado, pero sin duda era de la misma persona. En el mensaje le decía “Zorrita obediente”. Miriam se tuvo que contener para no lanzar el móvil contra la pared, porque eso la delataría, pero su estado de ansiedad estaba rozando el límite y no podía decírselo a nadie. Se sentía atrapada. El resto de la mañana, estuvo callada, sólo pendiente de su hermano, centrada en él para no pensar más en lo que estaba pasando. A media mañana llamó a Lola para saber cómo estaban sus pequeños, llevaba un día entero sin verlos y los extrañaba muchísimo. Le contó que había pasado Mike a recoger a Amelie y que la niña había preguntado porque Miriam no se había despedido de ella. Miriam ni si quiera pensó en la pequeña ni en lo que podría afectarle lo que pasaba entre su padre y ella. Lo sintió mucho por la niña, pero ya no había vuelta atrás. Lola también le contó que Mike le había dicho a su hija que Miriam aún seguía pendiente de su hermano y que por eso no había podido pasar por allí a despedirse, pero que le enviaba muchos besos y abrazos y que seguro que pronto se volverían a ver. Gabi no llevaba bien que Amelie y Mike se fuesen tan pronto, y más sin tener cerca a su madre en ese momento, pero Mike le prometió que la próxima vez que se viesen le traería un avión de juguete como los que él pilotaba, y eso dejó al niño más alegre. Miriam se sorprendió al saberlo, y se entristeció mucho por su hijo, sabía que Mike era cumplidor con lo que prometía pero también sabía que iba a ser muy difícil que se volviesen a ver. Durante la mañana, Fede recibió varias visitas, incluida la de Gonzalo y su madre. Los dos se interesaron mucho por el estado del hermano de Miriam y, mientras Gonzalo 344
hablaba con los médicos que llevaban el caso de Fede, la madre de Gonzalo se llevó a Pepa a la cafetería para que tomase algo, dejando a Fede con su novia, con su hermana y con su amiga. Los cuatro se quedaron un momento en silencio, todos sabían que algo no iba bien con Miriam pero ninguno se atrevía a preguntar, hasta que Fede se cansó y quiso saber: -
¿Ya se ha ido Mike? - le preguntó directamente a su hermana sacándola de sus pensamientos.
-
¡Eeeem! Sí, creo que sí, Lola me dijo que había pasado a recoger a su hija hacía ya un rato.
-
¿Lola? ¿Y por qué no te lo dijo él directamente? ¿Es que pasa algo con él? - preguntó Fede de nuevo.
-
No, ¿por qué? Todo bien - le respondió Miriam con una falsa y triste sonrisa que no convenció a nadie, no quería preocupar a su hermano ni a nadie más en esos momentos.
-
No mientas Miriam - dijo Noe de repente - tú y él ya no estáis juntos, ¿no fue eso lo que me dijiste antes? – Miriam la miró sintiéndose traicionada - Ya no tiene sentido que lo ocultes más, Salo ya sabe cómo te encontré al llegar al hospital.
-
No tienes derecho…- empezó Miriam a reprocharle.
-
No, no tengo derecho, pero tú tampoco puedes negar lo evidente, estás mal y nos preocupas. ¿Por qué no les cuentas cómo y quién te dio ese golpe realmente? No tienes que fingir más – Noe estaba realmente enfadada, pero sobre todo estaba enfadada por haber sido ella la que ayudara a Mike a estar con Miriam. En esos momentos se sentía muy culpable por eso.
-
¿Qué quieres decir Noe? – preguntó Fede sin dar crédito a lo que Noe estaba insinuando.
-
Quiero decir que cuando llegué esta mañana me crucé con Mike furioso y cuando encontré a esta… esta… cabezota, estaba llorando con ese chichón en la cabeza y…
-
Noe no sigas – le siseó Miriam – si me quieres de verdad, no sigas, no…
345
-
¿Es cierto eso que dice Noe? Miriam, ¿es cierto? – preguntó Salo, que tuvo que sentarse de la impresión, pero Miriam no contestó. Sintió que se ahogaba, que el aire se escapaba de sus pulmones y que no era capaz
de entrar. Salió de allí corriendo y buscó a un médico para que la ayudase. Encontró a Gonzalo que se la llevó a un despacho, le dio un tranquilizante y se quedó con ella un rato ayudándola a calmarse. Sin preguntas. En la habitación se quedaron los tres sin hacer nada al respecto. La conocían y seguirla no era buena idea con ella. Pero Fede seguía sin poder creer nada de lo que su amiga decía. -
Noe, estás equivocada. Mike no es así, él no le haría daño a Miriam de esa manera.
-
¿Y tú cómo lo sabes? ¿Acaso lo conoces? ¿alguno de nosotros lo conoce? Si no es por sus amigos apenas sabríamos si algo de lo que dijo es cierto. Además, recuerdo que el día que estuvimos en casa de Miriam, el día que volvió del camping y que vosotros nos dijisteis que ibais a ser padres, Miriam lucía unos bonitos moratones en un brazo. Y por lo que supe fue Mike quién se los hizo.
-
Pero no fue a propósito – le replicó Salomé.
-
Nunca lo es, Salo, y tú como enfermera lo sabes. Cuántas mujeres llegan a urgencias con golpes y se justifican con el “fue sin querer”, “nunca lo ha hecho”, etcétera etcétera. ¡Y qué casualidad que justo llego y Miriam está llena de cardenales cuando acaba de romper con su novio!
-
Sigo diciendo que estás confundida, Mike no es capaz de hacer eso, lo sé - insistió Fede.
-
¡Ja! – le contestó Noe. Los tres se quedaron en silencio un buen rato, hasta que por la puerta aparecieron
Pepa y Marisa. Al verlas entrar, Noe se excusó con ellas y se fue a su casa. No aguantaba más ver cómo Mike pasaba por la víctima mientras su amiga era la que estaba sufriendo.
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Mike estaba ya de camino a Barcelona, había cogido el primer avión junto con su hija y ya estaban en el aire. No dejaba de pensar en las palabras tan duras que Miriam le había dicho esa mañana. Una y otra vez las repetía en su cabeza y pensaba qué era lo que había hecho mal para que lo suyo se terminase. Con lo felices que estaban unos días atrás y en apenas dos días todo se había echado a perder. Y la quería, realmente la quería, la amaba como nunca había amado a ninguna mujer. Era ella la que llevaba buscando toda su vida, y se le había escapado de las manos. Todo porque alguien quería lastimarlo a él directamente. Y seguía sin saber quién había sido, quién le odiaba tanto como para querer verlo así de destruido. Porque así se sentía, completamente destruido. Al aterrizar, Amy y David estaban ya esperándole en el aeropuerto. Antes de salir los había avisado de la hora en la que llegaría y los dos habían querido estar con él. En casa tenían todo preparado tal y como él les había pedido y estaban verdaderamente esperanzados de poder recuperar a su familia como antes. Amelie estaba muy triste, no sólo había tenido que dejar a sus nuevos amigos, incluida Miriam de la que no pudo ni despedirse, sino que además tenía que volver a casa con su madre y no quería, le había gustado pasar todo ese tiempo con su padre, se lo había pasado muy bien y se había sentido muy querida y ahora tenía que volver a un lugar donde sólo su yaya la cuidaba, y ni si quiera era de su familia. Pero al ver a sus tíos esperándolos se alegró mucho, como si fuesen su tabla de salvación, y se abrazó a ellos llorando, sin querer soltarlos nunca. -
¡Hola meu noieta! ¿qué te pasa? – le preguntó Amy con dulzura, miró a Mike y él sólo se encogió de hombros.
-
Nosotros también nos alegramos de verte, bichito – le dijo David rozándole la nariz con la punta del dedo.
-
Es que está triste porque se acabaron las vacaciones – dijo Mike sin querer entrar en detalles, su hermano se acercó y le dio un abrazo a modo de saludo.
-
Me alegro de verte, viejo.
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-
Y yo a vosotros también – le respondió Mike. Después se acercó a su hermana y le dio otro abrazo. Estaba feliz por estar con su familia otra vez, los necesitaba, y mucho.
-
Vayamos a casa, venga – les dijo. Y los cuatro se encaminaron hacia la salida. Amelie les fue contando todo lo que
había hecho en Galicia aquellas semanas, les habló de Miriam y de Gabi y Laura, les contó que ella tenía una habitación muy bonita para jugar que Miriam había decorado pintándola a ella de princesa. Los dos se quedaron pasmados y miraban de vez en cuando a Mike preguntándose quién sería esa tal Miriam de la que tanto les estaba hablando su sobrina. Mike se dio perfecta cuenta de su curiosidad y les prometió que les contaría todo a su debido momento, que no era aquel precisamente. Antes tenía que hacer lo que había planeado, tenía que recuperar lo que había perdido por su estupidez y su cabezonería y tenía que poner en marcha el plan para recuperar de algún modo a su hija al cien por cien. Cuando Miriam se calmó, le agradeció a Gonzalo todo lo que estaba haciendo por ella y por su hermano, era una suerte contar con alguien como él en esos momentos, aunque le dejó claro que sus sentimientos por él no iban a variar, no iba más allá que de una buena amistad, no lo podría ver de otro modo por mucho que él lo intentase, y él lo comprendió. No iba a rendirse con ella pero entendía que tampoco se podía enamorar de él de la noche a la mañana y menos después de haber intentado hacerle daño de aquella manera. Se sentía muy avergonzado por haber caído tan bajo y se había prometido a sí mismo que la resarciría por ello, porque no quería perder la amistad que tenía con ella. Después, Miriam se aseguró de que Fede quedaba acompañado y acabó claudicando ante todos los que le pedían que se fuese a su casa a descansar y a ver a sus hijos. Necesitaba verlos, saber que estaban bien y seguros y necesitaba de la fuerza que sus hijos le trasmitían para seguir adelante, porque los días que estaban por llegar iban a ser muy duros para ella y se sentía más sola que nunca. Al llegar al piso los dos niños se abalanzaron sobre ella para darle un millón de besos y abrazos. Ellos también habían necesitado mucho a su madre y no querían dejarla ni a sol ni a sombra. Le agradeció a Lola que se hubiese ocupado de ellos todo ese tiempo, tomaron un café juntas mientras 348
Miriam la ponía al día de cómo estaban las cosas con Fede y después Lola se fue para poder ir a verlo con Manu, que se había quedado con su hijo en casa de la abuela. Miriam intentó comer algo pero la comida no le entraba, no tenía hambre ni sueño, pero se sentía cansada, agotada, sólo quería acostarse un rato en su cama. Los niños ya habían comido y quisieron acostarse con ella un rato, y se pasó la tarde tumbada en su cama con sus hijos viendo películas mientras su cabeza se encontraba en una nube de la que le costaba bajar. En su mente veía una y otra vez la cara de Mike cuando le decía que no le amaba lo suficiente, que sentía que él era el culpable de que volviese a sufrir. En su mirada vio tristeza, frustración, decepción y hasta rabia. Lo mismo que sentía ella hacía sí misma. Y para intentar sobrellevarlo mejor no dejaba de pensar en las palabras del hombre que la atacara por la mañana, repitiéndose una y otra vez que había hecho lo mejor, lo correcto. Aunque se le estuviese partiendo el alma, era lo correcto. En Barcelona, Mike llegó a su piso con sus hermanos y con su hija, aún no tenía que llevarla con su madre, el juez le había concedido también los días de Septiembre previos al comienzo del cole, y no estaba dispuesto a regalárselos a la arpía de su madre. La llamó para informarla de que su hija ya estaba en la ciudad pero que se iba a quedar con él esos días, pero no la localizó. La señora que se ocupaba de su hija, la yaya Rosa, le contó que Véronique llevaba fuera de la ciudad todo el mes, que estaba haciendo varios viajes por todo el país de vacaciones, y que no volvería hasta pasados unos días. Esto a Mike no le sonó muy bien, y le hizo tener ligeras sospechas de lo que podría estar haciendo, pero no podría hacer acusaciones sin pruebas. Por eso decidió guardarse esa información y esperar. En el salón de su casa estaba esperando una mujer morena, de ojos verdes, de unos cincuenta y muchos años, sentada en el sofá y jugando con su anillo de casada. Estaba muy nerviosa, llevaba mucho tiempo sin ver a su hijo y no sabía cómo se iban a suceder los acontecimientos que vendrían a continuación. Al entrar en la estancia, Amelie se soltó de la mano de su tía y fue corriendo a saludar a su abuela.
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-
¡Abuela! ¡Has venido a recibirnos, qué bien! – y se abrazó a aquella mujer sorprendiendo aún más a Mike. Encontraba a su madre muy guapa, más de la que la recordaba, poco quedaba de aquella niña que había salido de su pueblo costero para ir a trabajar a la capital sin apenas saber leer ni escribir. Pero conservaba toda esa belleza natural que había conquistado a su padre con sólo una mirada. De la misma forma que Miriam lo había conquistado a él.
-
Estás muy guapa, miña ruliña. Veo que los aires de mi tierra te han sentado muy bien, vienes muy morena – le dijo Amelia a su nieta, Mike no sabía que las dos se conocían y se llevaban tan bien, miró a sus hermanos y no encontró a ninguno de los dos, cada uno se había entretenido en algo diferente para no enfrentar las miradas de su hermano mayor.
-
Me lo he pasado muy bien abuela, y tengo muchos amigos allí. Quiero volver pronto, y quiero que vengas conmigo para que conozcas a todos, a Gabi, a Laura, a Manolito, a Miriam… ¡Abuela! Tienes que conocer a Miriam, es muy guapa y pinta muy bien y juega mucho conmigo – le dijo entusiasmada. Mike no lo resistió más y tuvo que intervenir. No era bueno para nadie hacer planes que no se podrían cumplir. Al menos a corto plazo. En su corazón mantenía una pequeña esperanza de que todo aquello se solucionase si por fin atrapaban a la persona que estaba interfiriendo en sus vidas de aquella manera, pero mientras eso no se diese no podían soñar despiertos.
-
Amelie, pequeña, deja a tu abuela y ve con tus tíos a jugar un rato, que ella y yo tenemos que hablar de cosas de mayores.
-
Pero daddy, porfiiiii – le rogó la niña.
-
No, Darling, espera a que nosotros hablemos y luego podrás contarle lo que quieras, ve por favor – y le pidió a Amy que se la llevase de allí. David propuso ir a jugar a la habitación que le habían preparado a la niña para que ella se fuese instalando, mientras Mike y su madre se quedaron en silencio esperando a quedarse solos. Amelia se puso de pie para enfrentarse a su hijo. Lo encontraba mayor, con la
mirada triste, y cansado. Sus otros hijos, a lo largo de aquellos años en los que no lo había visto, le habían ido informando sobre la vida de su Mike, y en sus salidas con su nieta 350
siempre había una parada para que ellas dos disfrutasen un rato la una de la otra, todo a espaldas de Mike, que siempre se había negado a que su madre conociese a su hija. Aquello a Amelia le había dolido mucho, mucho más que el rechazo de su hijo por su nueva vida. La pequeña no tenía la culpa de sus desavenencias y no tenía por qué pagar por unas culpas que no le correspondían. Pero Mike tenía el mismo carácter que su abuelo, noble y con un gran corazón, pero implacable y rencoroso. Sin embargo, ahora lo tenía frente a ella, sin moverse pero inquieto, sin saber cómo dar el primer paso, incluso parecía asustado. Sus otros dos hijos le habían dicho que Mike quería aclarar todo y buscar una reconciliación, que la vida le estaba enseñando a ver los errores que había cometido y quería volver a encontrar a su familia, después de tantos años. Por eso no había puesto impedimentos, era el primer acercamiento que él quería tener con su ella y no quería desaprovecharlo. -
Mamá, yo… es… estás muy guapa – intentó decir él desde el otro lado del sofá.
-
Gracias, hijo, tú también estás muy guapo – le contestó ella con una leve sonrisa. Volvió el silencio durante unos minutos que se les hicieron eternos.
-
Gracias por haber venido – dijo Mike al fin.
-
Gracias a ti por querer verme – respondió su madre.
-
Mamá, me cuesta un poco esto – empezó a decir – sé que ha pasado mucho tiempo, y que es muy probable que no me quieras ni escuchar, pero han pasado cosas… en mi vida, que me han hecho pensar, personas que me han enseñado otra forma de ver el mundo y… bueno, yo… sé que me equivoqué, no tenía derecho a meterme en tu vida y… y mucho menos a juzgarte – Amelia escuchaba atenta, sin decir nada, mientras él se iba acercando despacio – sé que dije muchas cosas que te hicieron daño y te aparté de mi vida por mi cabezonería y mi testarudez. Y lo único que puedo hacer es… pedirte perdón. Lo siento, mamá, por todo el daño que te hice y que te he hecho a lo largo de estos años – aquello estaba pudiendo con su fortaleza, después de todo lo que le había pasado esos dos días, ver allí a su madre con lo mucho que la estaba necesitando, era más de lo que podía aguantar. La emoción empezó a nublarle la mirada y las palabras salían con más dificultad – lo siento mamá – dijo ya con la voz 351
temblorosa y con las lágrimas aflorando de nuevo por segunda vez ese día – lo siento – y se dejó caer de rodillas agarrado a las piernas de su madre llorando como un niño pequeño mientras le suplicaba – perdóname por favor, perdóname. Amelia no había visto a su hijo así en la vida, ni cuando su padre murió. Siempre había estado fuerte a su lado, había sido el pilar al que aferrarse en los momentos más duros, el ejemplo a seguir por toda la familia en cuanto a fortaleza y entereza. Pero en esos momentos le recordó más a aquel niño delgado y asustado que acudía a ella llorando porque había perdido su juguete favorito en la arena. Y ella también se asustó. Lo abrazó y lloró con él sin conocer su pena, y lo consoló como de niño, le besó la cabeza y le dijo que hacía ya tiempo que le había perdonado, que todo iba a estar bien, que cualquier problema se solucionaría si dejaba las lágrimas a un lado y pensaba con la cabeza, lo mismo que le decía cuando era niño. Mike encontró a su madre de nuevo en esas palabras y dio las gracias por ello, era posible que Miriam no lo amase realmente, pero por ella estaba de nuevo con su madre y se lo agradecería toda la vida, a pesar de todo. Madre e hijo estuvieron un rato más abrazados de esa manera, desahogándose, sintiendo uno el calor del otro y Mike volvió a crecer. Volvió a sentirse el hombre del que su padre estaría orgulloso. Se levantó y se sentó en el sofá al lado de su madre. Ambos se pusieron al día de sus vidas. Amelia sabía todo lo que había pasado con Véronique, nunca le había gustado aquella mujer, y el sentimiento era mutuo, ya que la francesa guardaba una fuerte aversión por su suegra desde que Mike las presentara. Y también sabía todo lo relacionado con su nieta, les había insistido mucho a sus hermanos para que se la llevasen de vez en cuando, cuando tenían la fortuna de que Véronique no se negase a que ellos la viesen. Solían hacerlo cuando él trabajaba o se perdía en su nueva casa, para no tener problemas con él, y Mike volvió a pedirle perdón mientras le besaba las manos entrelazadas en las suyas. Había sido un egoísta y un inmaduro todo ese tiempo y por su culpa ambos habían perdido tantos momentos. Sus charlas, sus comidas, sus paseos, y todo por su cabezonería. 352
Amelia también se sentía culpable, no debería haberle ocultado su relación con otro hombre, tendría que haberse sentado con él e intentar explicárselo y no esperar a que se hubiese enterado por una desconocida. Él tampoco se merecía eso. Pasaron buena parte de la conversación asumiendo uno las culpas del otro, hasta que llegaron a la conclusión de que la culpa no era una buena compañía, y que en toda relación se cometen errores y tropiezos. Lo importante es aprender de ellos y seguir adelante sin mirar atrás. Así lo decidieron y así siguieron a partir de ese momento. Después de muchas palabras, muchas lágrimas y muchos abrazos, los dos se reunieron con el resto de la familia y decidieron que sería buena idea salir a celebrarlo a un buen restaurante. -
Mamá, ¿por qué no llamas a Lluis y le dices que venga? Me gustaría conocerlo por fin – dijo Mike ante la estupefacción de sus hermanos y de su madre.
-
Cariño, no creo que sea lo mejor, acabamos de encontrarnos y tenemos aún mucho de qué hablar. Además, ésta es una reunión familiar.
-
Cierto, pero él también es parte de esta familia, de nuestra familia, y como tal debe estar presente. Anda, llámalo y dile que venga.
-
Muy bien hijo, si así lo quieres, le diré que nos salga al restaurante. Y todos se encaminaron hacia el lugar en el que iban a cenar. Conoció al hombre que
le había devuelto la luz a los ojos de Amelia, y al primer apretón de manos Mike supo que aquella persona le caería bien. Entre risas con sus hermanos, con su madre y con su hija, Mike no podía estar más feliz en ese momento. Aunque no era del todo cierto, sentía una gran ausencia que le estaba agujereando por dentro. Intentaba no pensar en ello pero al ver sonreír de nuevo a su madre con sus bromas no podía apartar de su mente a la mujer que le había ayudado a ver la luz con otro prisma, la primera que le había negado la razón haciéndole pensar y dándole la fuerza necesaria para afrontar sus errores. Ella acababa de acostar a sus hijos, había hablado con el hospital y, tras verificar que todo estaba bien por allí, se fue a la ducha. Sentía tanto dolor por dentro que su cuerpo apenas obedecía a su cerebro. Le costaba dar dos pasos seguidos sin sentir esa opresión 353
en el pecho, la misma que sintiera cuando vio todo su futuro desmoronarse en un solo minuto. Se sentó en el váter mirando cada azulejo del baño intentado buscar una solución que acallase ese dolor, pero no había forma de hallarla. Y empezó a pensar en lo afortunada que había sido por haber conocido a un ser humano como Mike, en cada momento que habían pasado juntos desde que se habían conocido, y sonrió pensando en lo que le había impulsado a ponerse aquellos insufribles tacones aquel día. Ya sabía que lo iba a conocer antes si quiera de haberlo visto. Eso le llevó a recordar las palabras que Mike le había susurrado a coro con Snow Patrol, en su cita de ensueño: “te diría que te quería antes de conocerte porque amaba la simple idea de que fueras tú”. Y ahora ella comprendía lo que él le quiso decir. Su cuerpo volvió a reaccionar y empezó a temblar, se dejó caer al suelo, se acurrucó en un rincón y lloró, mucho, todo. Noe estaba en su piso, intentando decidir si llamar a su amiga o ir a verla directamente. Se había pasado toda la tarde dando vueltas por la ciudad, sin rumbo fijo, esperando recibir una llamada o un mensaje de su amiga, pero ya estaba anocheciendo y aquello aún no había pasado. Estaba preocupada, temía por ella, la crisis de ansiedad que había tenido en el hospital no había sido de las más suaves, por lo que Gonzalo le había contado más tarde. Lo había llamado para saber qué dijeran los médicos de Fede, si sabía el tiempo que tendría que estar en el hospital, y el cirujano le contó lo que había pasado con Miriam, que tuviera que darle medicación para tranquilizarla y que después casi la habían obligado a irse a descansar. Noe notó que Gonzalo no preguntaba por Mike, y supuso que aún no sabía lo que había pasado entre la pareja, y ella tampoco se lo dijo. Había metido la pata con Mike y no quería volver a cometer errores en cuanto a la vida amorosa de su amiga, que fuese ella la que lo aclarase. Seguía mirando el móvil esperando que le diese alguna señal pero la única que obtuvo fue un timbrazo en la puerta de su apartamento. Allí estaba Lucas esperando que le abriese, después de buscarla toda la tarde, de llamarla varias veces sin que ella le contestase no aguantó más y fue a hablar con ella en persona. Noe no quería hablar con él, era el mejor amigo de Mike, no iba a ser objetivo en ese tema, seguro que acabarían discutiendo y tendrían que dejar de verse. Y ella no quería. 354
Pero estaba esperando en la puerta, insistiendo con el timbre y escuchándolo llamarla desde el otro lado. -
Noe, abre, sé que estás ahí. He visto tu coche abre – y volvía a poner el dedo en el timbre – tenemos que hablar, abre por favor.
-
Lucas vete, no es el mejor momento para hablar de nada, no me encuentro bien y no quiero pagarlo contigo.
-
Lo sé, pero abre, tenemos que hablar de todas formas. Abre – volvía a timbrar. Noe llegó a odiar ese sonido y temió que todo el edificio se personase allí para echar
la puerta abajo, por lo que se armó de valor y abrió la puerta. Intentaría no ser demasiado dura con él. -
¿Qué pasa? ¿por qué no quieres verme ni hablar conmigo? – Lucas entró con fuerza en el salón, mirando a todas partes por si allí hubiese alguien más que no debiese estar allí - ¿Estás sola? – preguntó con miedo.
-
Pues claro que estoy sola, ¿por quién me tomas?
-
Entonces, ¿por qué no me abrías? – se plantó delante de ella mirándola fijamente a los ojos, y ella se perdió por un instante en aquellos profundos ojos azules. Pero la imagen de su amiga acudió a su mente rápidamente y se apartó de él.
-
No quería verte, esto no va contigo y no quiero hacerte daño.
-
¿Qué es lo que no va conmigo? ¡Háblame! – le ordenó.
-
Sé que Mike le hizo daño a Miriam y no lo soporto – le espetó.
-
¿Qué él le hizo daño? ¡por favorrrr! Fue ella la que le dijo que no lo quería lo suficiente como para soportar lo que estaba pasando, fue ella quien rompió. Noe se llenó de furia escuchando como de nuevo volvía a ser Mike la víctima y esta
vez fue ella la que se acercó, pero para hablarle llena de rencor. -
Ya, y por eso tu amigo se cabreó tanto que la dejó toda marcada, ¿verdad?
-
¿Qué quieres decir? – Lucas no sabía cómo interpretar lo que acababa de escuchar.
355
-
Lo que has oído. Cuando te dejé esta mañana me encontré a Miriam llorando en el suelo con un golpe en la frente y varios moratones en el cuello, como si la hubiesen agarrado. Y allí no había nadie más. Ahora suma dos más dos.
-
Eso es imposible, ¿qué dices? ¿insinúas que Mike la maltrató? ¿ella te dijo que Mike le pegó?
-
No hizo falta. Y no lo insinúo, lo afirmo.
-
¡Pero eso no es cierto! Mike es incapaz de hacerle daño a una mujer de esa forma, no le pondría la mano encima a nadie. Desde que lo conozco nunca se ha peleado con nadie, ni si quiera al cabrón que se acostó con su mujer. Yo lo habría matado a palos, pero él nunca, jamás le levantó ni un dedo a nadie.
-
Pues no te creo. Ya el día que Miriam volvió del camping tenía un brazo lleno de marcas que él mismo le había hecho mientras discutían. Pero esta vez se pasó. No dejaré que se vuelva a acercar a ella.
-
Eso no es cierto, no puede ser cierto.
-
Mira, yo sé lo que vi, y cómo la vi. Es por esto por lo que no quería que nos viésemos. Es mejor que te vayas ahora, Lucas, en este estado no pienso con claridad y no quiero que esto nos afecte.
-
Es imposible que no nos afecte, los dos son nuestros amigos. Y cada uno defiende al suyo, pero no por eso debemos dejar de vernos.
-
No, no es eso lo que quiero – le respondió ella intentando controlar su mal humor pero hoy es mejor que me quede sola para poder pensar con calma. Y para intentar hablar con Miriam, se ha cerrado en banda y eso es peligroso. Por eso te pido que te vayas, por favor – terminó suplicándole.
-
Está bien. Intentaré aclarar esto con Mike y mañana te busco.
-
Espera que yo te llame, por favor – le pidió ella.
-
No Noelia, no esperaré, ya no. Si mañana tú y yo no encontramos un momento para estar juntos lejos de todo esto, no esperaré más – le dijo Lucas con toda la determinación que pudo, y luego se marchó dejando a la pequeña morena plantada como un palo en medio del salón con la palabra en la boca.
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Tardó unos segundos en reaccionar y sólo pudo sentarse en el sofá y exclamar: -
¡Lo que me faltaba! Al salir de nuevo a la calle, Lucas marcó el número de Mike y esperó a que éste
contestase: -
¿Qué tal Lucas? No puedo hablar mucho que estoy cenando con mi familia.
-
¿Pegaste a Miriam? – Mike no entendió bien y sonrió creyendo que le estaba gastando una broma.
-
Lucas, no me enteré bien de lo que me acabas de decir.
-
Te he preguntado si le pegaste a Miriam esta mañana – le volvió a decir Lucas, más despacio y con la voz más clara. Mike se quedó clavado en el sitio, completamente descolocado.
-
¿Qué dices? Yo nunca haría eso y tú lo sabes. ¿Por qué me preguntas algo así?
-
Porque Noe me acaba de echar de su casa, está furiosa contigo porque dice que encontró a Miriam con marcas en la cara y que sólo pudiste ser tú.
-
¿Miriam le dijo que yo la golpee? – preguntó Mike sin creerse lo que estaba oyendo.
-
No le dijo ni sí ni no, pero todos piensan que el culpable de esas marcas eres tú, que te enfadaste cuando ella rompió contigo y que le hiciste daño.
-
¿Ella dejó que los demás creyeran eso? – Mike ya no escuchaba nada más, aquello acababa de matar las pocas esperanzas que le quedaban de volver a estar con ella. Después de lo que le había contado, de lo que había sentido, después de abrirle el corazón y de contarle sobre sus más oscuros demonios, ella estaba permitiendo que los demás pensasen lo peor de él. Ni se planteó de dónde venían esas marcas, ni quién se las habría hecho, sólo pensaba en lo traicionado que se sentía. Dejó que la llamada se cortase y apretó los puños con fuerza. Aquella mujer no sólo
le había dicho que no lo quería sino que además estaba usando todo lo que él le había confesado en su contra. Seguro que ahora estaría partiéndose de risa a su costa. Otra vez había dejado que una mujer se burlase de él y eso lo estaba volviendo loco de rabia.
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Aunque la realidad fuese muy distinta, y aquella mujer no sólo no se estaba divirtiendo a su costa, si no que ya no le quedaban más lágrimas que derramar, ni más azulejos en los que buscar, y su cuerpo se quedaba entumecido por el frío del suelo y de su corazón, acurrucado en un rincón.
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Capítulo 21 Levantarse fue lo peor. Se había quedado medio dormida en el suelo del baño, después de pasarse horas llorando recordando cada minuto y cada segundo de los que habían pasado juntos, y su mente la había traicionado como tantas noches, llevándola a viajar de la mano de él por el aire, volando con esa libertad que la llenaba de felicidad. Pero, como pasaba las últimas veces que había tenido esos sueños, se encontraban con un muro, se giraban y se encontraban con la silueta de un hombre, ahora más definida, más oscura, aunque podía ver sus ojos y sentir su aliento. Entonces volvía a suceder, volvía a caer, pero esta vez era ella la que se soltaba y caía sin poder hacer nada al respecto. Y justo cuando su cuerpo estaba a punto de estrellarse y romperse en mil pedazos, abrió los ojos. La misma sensación de angustia de siempre, el mismo miedo, sólo que ahora entendía lo que presagiaban todas esas pesadillas, porque lo estaba viviendo. Porque no era su cuerpo el que iba a romperse en mil pedazos, era su corazón el que lo había hecho. Fuera era de noche, la más oscura del verano para ella, a pesar de que la luna estaba creciendo, sólo veía oscuridad fuera. Salió del baño con dificultad y se fue directa a la terraza, allí buscó un poco de respiro para sacarse aquella pesadilla de la cabeza. Buscó en el cielo, entre las estrellas, alguna forma de sentir menos pena, pero al igual que le había pasado antes, nada pudo encontrar. Al cabo de una hora terminó por rendirse, ni allí ni en ningún otro lado encontraría la forma de salir de aquello, porque no sabía tan siquiera si había alguna forma de salir de todo aquello. Entró y se fue a la habitación de su hija, no se sentía con fuerzas de dormir sola en su cama, se tumbó al lado de su pequeña y empezó a sentir algo de calor. Ese calor fue lo que le dio la fortaleza necesaria para levantarse al día siguiente. Al final, todo lo que había vivido las últimas semanas no había sido más que un sueño. Un bonito sueño que le había devuelto la ilusión, pero ya el verano acababa y tenía que volver a su vida y a su rutina, y recordar cada mañana a todos y cada uno de los seres que amaba y por los que merecía la pena levantarse cada día. En Barcelona, Mike se pasó la noche sin poder dormir, dándole vueltas y vueltas a las palabras de Miriam en la escalera por la mañana, y a lo que Lucas le había dicho por 359
teléfono por la noche. Era demasiado para él. Estaba convencido de que por fin había encontrado a la persona con la que pasaría el resto de sus días, y lo había hecho de la manera más casual. Pero las casualidades no existen, según su forma de pensar, y aquello no había sido más que una broma pesada que le había gastado el destino. Porque esa mujer de grandes ojos no se acercaba a la perfección ni lo más mínimo. Intentó encontrar en cada recuerdo que tenía de ella algún indicio de que su falsedad, porque tenía que haber alguna señal que hubiese pasado por alto, pero todos, absolutamente todos los momentos que le venían a la cabeza, todas las miradas, todas las palabras, todas las caricias, parecían verdaderamente reales. Pero no podían serlo. No deberían serlo. Cuando se levantó, al amanecer, su cuerpo estaba agotado, su mente también, pero su rabia era tan grande que le daba una buena cantidad de energía para poder sobrellevar el día. Le dio un beso a su niña en silencio para no despertarla, y se fue al trabajo. Se incorporó con su tripulación desde Barcelona, había estado hablando con la compañía y prefirió tener la ruta Madrid – Barcelona durante unas semanas para poder disfrutar un poco más de su hija y solucionar otros problemas. Era una de las causas de su agobio cuando pensaba que tenía que dejar a Miriam sola tanto tiempo, pero ahora ya no encontraba ningún problema al respecto, por eso se fue planteándose si quedarse definitivamente con esa ruta, así tampoco tendría mucho tiempo de volver a su casa y evitaría comprobar cuánto daño le harían los recuerdos que se encontraría en aquel lugar. El día se le hizo duro y pesado, a Roberto aún le quedaban unos días de permiso que había pedido en el trabajo para disfrutar de un crucero que estaba haciendo con Lucía y Miguel, y Lucas seguía de vacaciones, así que los miembros de su tripulación tampoco eran con los que estaba acostumbrado a trabajar. Sólo Tania, que hacía ya tiempo que la conocía, le había alegrado un poco el día. Ella le contó cómo había ayudado a Lucas la noche que ella y su mujer habían estado saliendo de copas con él, y Mike se sorprendió mucho. Estaba tan sumido en su mundo que no se había dado ni cuenta de lo que le había estado pasando a su amigo. Se prometió a sí mismo que lo llamaría y que hablaría con él del tema antes de que acabase el día.
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Noe se pasó temprano por casa de Miriam con unos croissants calentitos para desayunar. No sabía nada de ella desde que se había ido del hospital el día anterior y se sentía muy culpable por haber sido tan dura con ella. Miriam apareció en la puerta con los ojos enrojecidos y la cara hinchada, se le notaba de nuevo la tristeza en la mirada, y con más intensidad que antes. Ninguna dijo nada, Noe entró y fue directa a la cocina a preparar café y Miriam salió a la terraza para despejarse un poco. Hacía frío pero ella no sentía nada, se sentó en una de las sillas de forja y se quedó mirando una pequeña nube que pasaba solitaria por el cielo que se había despertado casi despejado. Un rato más tarde apareció Noe con el desayuno: café caliente recién hecho, leche caliente, zumo, los croissants y mermelada. Pero Miriam sólo tomó en sus manos la taza de café, ni leche ni azúcar, ni nada de comer, nada le entraba. En cuanto dio el primer sorbo su mente reaccionó al amargor y puso una mueca de asco que hizo respirar a Noe, al menos algo parecía sentir. Se fijó en el golpe de la frente, el morado tenía ya más aspecto rosado, y ya había bajado la inflamación. Todo tenía mejor aspecto que el día anterior, aunque seguía estando allí recordándole lo que había sucedido. Quiso preguntarle sobre ello, y preguntarle el porqué de su ruptura, porqué había decidido dejarlo, y el porqué de que se dejase hacer aquello sin que tuviese consecuencias, pero hacerle todas esas preguntas de golpe no haría más que conseguir que Miriam se sintiese acorralada y se cerrase más en banda. Así que optó por empezar por lo más obvio: -
¿Has dormido algo?
-
Poco o nada, no lo sé, estoy muy cansada pero no consigo cerrar los ojos – respondió la enfermera sin mirarla a la cara.
-
Han pasado muchas cosas en muy poco tiempo, pero tienes que intentar descansar algo. Si quieres puedo ir a la farmacia y traer alguna de esas infusiones para dormir que usabas antes – le ofreció Noe con preocupación.
-
No, tranquila, gracias, estoy bien. Tengo que llamar para pedir que me sustituyan y pedir los días que me corresponden por la operación de mi hermano, y después a ver si me llevo a los niños a verlo aunque sea de escaqueo. Gabi lo está pasando 361
realmente mal con esto y quiero que vea que todo está bien, que en unos días podrá seguir jugando con su tío. -
Si quieres puedo ayudarte, voy con vosotros y puedo quedarme con los niños mientras te aseguras de que todo está bien por arriba – Noe sólo buscaba una manera de serle útil para recompensarle por el día anterior.
-
Primero hablaré con el hospital y después te digo – le respondió Miriam con una leve sonrisa.
-
Miriam, yo… siento mucho la forma con la que te traté ayer. Tú estabas mal y yo no te ayudé en nada, perdóname – le pidió con la voz suave y tendiéndole una mano. Miriam se lo pensó un par de segundos y después puso la suya encima, haciendo
sonreír a su amiga: -
Noe, sabes que eres la única persona, además de a Manu, a la que le permito hablarme de la manera en la que lo hiciste tú ayer. Y esto es así porque sólo vosotros dos me conocéis tanto como para saber qué es lo que me pasa sin preguntar, y que yo necesito también que alguien me eche mis verdades a la cara para poder reaccionar. Ayer… en fin… – siguió soltando la mano de Noe y apoyando la espalda en el respaldo de la silla – ayer no supe cómo enfrentarme a todo y por eso reaccioné así, esto… esto ya es más de lo que yo puedo soportar.
-
¿Qué es lo que no puedes soportar? ¿haber dejado a Mike o lo que te hizo después?
-
Noe, por favor, no hablemos de eso, ya no.
-
Pero tienes que hablar de lo que pasó, tienes que soltarlo todo para liberarte y seguir adelante.
-
¿Seguir adelante? Ya me dirás cómo.
-
¿Todavía lo quieres? ¿después de lo que te hizo?
-
Noe, él no me hizo nada, ya os dije que me di con la puerta de la taquilla.
-
¡Ya! Y voy yo y me lo creo. Lo que no entiendo es si tanto lo quieres por qué le dijiste que no era suficiente para seguir. Mírate, estás destrozada, no te veía así desde… no sé, ¿desde el accidente?
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-
Lo hice precisamente porque lo quiero, Noe – le dijo resignada - y no me preguntes más por favor – le rogó. Justo en ese momento aparecieron los dos niños por la puerta, se acababan de
despertar y querían desayunar, así que la conversación se quedó en el aire dándole un pequeño respiro a Miriam. Odiaba mentirle y ocultarle cosas a Noe, pero era necesario para protegerla a ella también. Después del desayuno y una buena ducha, Miriam salió hacia el hospital, mientras dejaba a sus hijos a cargo de Noe. Allí pudo ver a su hermano ya sentado en un sillón, con mejor cara, y también pudo hablar con los médicos, que le aseguraron que el ritmo de recuperación de Fede era extraordinario y que, de seguir así, en unos días podría regresar a su casa para seguir recuperándose allí. Miriam sintió un gran alivio, al menos algo estaba empezando a encaminarse y por un segundo pensó que a lo mejor separarse de Mike había sido algo beneficioso, como si el destino la hubiese castigado por haber sentido un poco de felicidad y, al incumplir sus promesas, la estuviese recompensando. “Quizás ese es mi verdadero destino y la felicidad no sea algo me tenga reservado”, pensó con tristeza. Después, por la tarde temprano, como su hermano ya se encontraba mejor y con menos dolor, pudieron bajarlo en silla de ruedas hasta la entrada principal. Allí lo esperaban sus sobrinos, que al verlo fueron corriendo, arrastrando a Noe con ella, que no los soltaba para que no saltasen sobre el pobre herido. El calor del abrazo de un niño es de lo más reconfortante que nos podemos encontrar, y Fede lo sintió por partida doble. Adoraba a aquellos pequeños, los había visto nacer y crecer y, en parte, eran como sus propios hijos. Y, aunque no tardaría tanto en tener el suyo propio en brazos, Gabi y Laura siempre iban a ser muy especiales en su vida. Por eso entendería mejor que nadie que Miriam tuviese que protegerlos de lo que fuese que estuviese pasando. Porque si algo tenía claro es que Mike no le había hecho daño a Miriam, el problema era quién se lo había hecho entonces. Mientras tenía a los dos niños preguntándole un millón de cosas sobre sus pupas, miró a su hermana y pensaba en que tendría que buscar el momento para poder hablar del tema y aclarar con ella todo lo que estaba pasando. 363
Noe se despidió poco después, tenía una cita a la que no podía faltar. Desde que había visto esa mañana a Miriam, tan deprimida por haberse alejado de Mike, aunque no entendiese bien por qué podía seguir sintiendo algo por un ser tan despreciable, no pudo dejar de entristecerse por ver cómo sufría por la persona que amaba y con la que no podía estar. Eso la hizo reflexionar y pensar en lo sola que se sentía ella y en lo reconfortante que había sido pasar la noche con un buen hombre sin sexo de por medio. Pensó también en las palabras que la noche anterior le había dicho Luc, le dejó claro que no le iba a dar más oportunidades, sólo una más. No quería seguir estando ni sintiéndose sola, no quería acabar triste y abandonada como se sentía su madre, que nunca superó que el padre de Noe no la quisiese más. Durante mucho tiempo, su madre le había repetido una y otra vez que ella no estaba hecha para amar, porque en el fondo era como ella, que no había sabido hacerlo y por eso había perdido al hombre con el que debería estar. Y al casarse con Joaquín, había querido hacerle ver lo equivocada que estaba, pero la que se acabó equivocando fue la propia Noe, porque realmente no había sabido amar a ese hombre, cuyo único delito había sido quererla anteponiendo las necesidades de ella a las suyas propias. Pero, también durante ese tiempo, tanto Miriam como Manu le estuvieron repitiendo una y otra vez que la razón por la que había fallado su matrimonio no había sido que no supiese amar a nadie, sino que realmente aquel no era el hombre con el que debería pasar sus días. El error no fue equivocarse en intentar amar, si no en intentarlo con la persona equivocada. Y al sopesarlo todo, después de lo que estaba pasando Miriam, de lo que le había pasado a Fede, de lo que ella misma sentía, marcó un número que tenía guardado ya en la agenda y organizó una cita para aquella misma tarde de lunes. Cuando llegó, entró en el local que estaba más tranquilo de lo habitual y con apenas unos cuantos clientes tomándose un pequeño descanso. Se sentó al lado de la ventana, le encantaba mirar a la gente paseando por la calle, mientras hojeaba algún libro interesante. Siempre le había gustado ese sitio precisamente por su tranquilidad y por la ausencia de ruido, allí nadie hablaba alto ni chocaban los vasos ni cantaban. Después de ir 364
de fiesta en fiesta, procurando que todo y cada uno de los detalles estuviesen en su sitio y bajo control, con el rebumbio y las voces fuera de tono que tenía que escuchar una y otra vez, lo que más le ayudaba a desconectar era aquel sitio. Por eso lo citó allí, y no tardó en llegar. Estaba muy guapo con la camiseta negra lisa y el pantalón vaquero pirata, lucía una barba cuidadosamente descuidada y el pelo le caía por encima de los ojos más azules que ella nunca había visto. Verlo entrar en su sitio favorito mientras sonaba “Just a kiss” de Lady Antebellum le puso el vello de punta. Se acercó a ella y la besó en la mejilla, un simple roce que hizo que ella sonriera como una tonta, luego se sentó frente a ella y fue directo al grano: -
¿Por qué me has llamado Noelia? – preguntó sin más.
-
Ayer me dijiste que si no encontrábamos un momento para estar juntos fuera de todo lo que estaba pasando, no me ibas a esperar más. Pues creo que mejor sitio que éste – le dijo señalando el lugar con la mano - no vamos a encontrar, y tengo el resto del día, así que… Lucas levantó la mirada sin levantar la cabeza, sonrió de medio lado y dijo casi sin
creerlo: -
Me estás queriendo decir que quieres tener una relación conmigo, ¿es eso?
-
Siempre y cuando tú estés dispuesto a tener paciencia conmigo, no se me da muy bien esto y no sé cómo debo hacer – le dijo ella con sinceridad. Aquellas palabras a Lucas le sonaban como una hermosa canción y no lo pensó más.
Se levantó con tal impulso que hizo moverse la mesa, le agarro la cara con las dos manos y le dijo mirándole a los ojos: -
Yo tampoco sé muy bien cómo hacer esto, pero sí te prometo intentarlo todo, porque quiero estar contigo y que tú estés conmigo, quiero que el tiempo que pasemos juntos sea real y que sea nuestro, sólo nuestro – y finalmente la besó.
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Ese beso hizo que Noe sintiese mariposas en el estómago, que le temblasen las piernas y que se despertase en ella una emoción que no había sentido antes. Cuando Lucas separó sus labios de los de ella, la siguió mirando a los ojos acariciándole la mejilla con el pulgar, puso la frente sobre la suya y le susurró: -
Sólo prométeme que tú también lo intentarás.
-
Te lo prometo – le dijo Noe convencida – lo intentaré con todas mis fuerzas – y la volvió a besar más suavemente. El resto de la tarde y parte de la noche estuvieron hablando relajados, pusieron
como norma no hablar de la relación de Miriam y Mike, ni de nada de lo sucedido, los dos tenían opiniones encontradas al respecto y sólo mencionar el tema les afectaba. Ella le contó por qué adoraba tanto aquel lugar, un solitario café en medio de la zona vieja de Compostela, uno de esos sitios con encanto pero apenas conocido por el turista. Y él le habló de su playa preferida en Ibiza, la playa de Es Canaret, un rincón perdido de la isla. A los dos les gustaban lugares tranquilos para perderse. Hablaron durante horas, cenaron en un restaurante que conocía Lucas y después se fueron a jugar al billar en el local de unos amigos de Noe. Jugaron durante mucho tiempo, hasta que el local cerró, pero aun así ellos quedaron dentro. Ella había trabajado muchos años allí y era como su segunda casa. Como tenía las llaves de aquel sitio, y prometió dejarlo todo totalmente recogido y limpio antes de irse, siguieron jugando los dos solos, pero ya con la música de Muse sólo para ellos, y a un juego más íntimo, que los llevó a disfrutar de su locura encima de la mesa de billar gran parte de la noche. Al despertarse, en su cama con Noe entre los brazos, Lucas sonrió feliz como un niño con zapatos nuevos. Pasaron la mañana en la cama hablando, riendo, disfrutando, hasta que llegó la hora de comer. Mientras se arreglaban para salir a algún restaurante del centro, Lucas encendió su móvil y leyó los mensajes que Mike le había dejado la noche anterior, había estado intentando localizarle para saber cómo se encontraba y como iba su relación con Noe. Lucas le respondió con un simple: “De cine ;)”
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Los días fueron pasando más rápidos para unos que para otros, mientras Noe y Lucas seguían conociéndose y disfrutando del tiempo que pasaban juntos, Mike cada día se encontraba de peor humor, más decaído y más triste, y Miriam cada día se encontraba peor, pasaba las noches en vela y durante el día apenas podía tragar algo de comida, intentaba distraerse con sus hijos y visitando a su hermano, pero nada parecía conseguir que su estado cambiase. Fede por fin regresó a su casa, cuidado constantemente por su madre y por su novia, intentaba encontrar un rato a solas con su hermana para hacerle las miles de preguntas que tenía en la cabeza, e intentar que ella se abriese por fin a alguien, porque esta vez ni Noe ni Manu habían conseguido arrancarle nada. Se había cerrado en banda y no quería ni oír hablar del tema. Fede tenía sus sospechas pero necesitaba que fuese ella misma la que le aclarase lo sucedido aquel día en el hospital. Se había estado fijando que su hermana cada día estaba más nerviosa, las manos le temblaban, las ojeras eran cada vez más marcadas y juraría que habría perdido ya unos cuantos quilos. Además, la notó como paranoica, cada vez que entraba o salía de algún sitio miraba varias veces hacia atrás y a su alrededor, como esperando encontrar a alguien. No se lo quiso comentar a nadie para no alertarla y que cambiase de actitud sólo para aparentar normalidad, necesitaba tenerla cerca en ese estado para hacerla saltar de una vez. Y ese estado de nerviosismo en el que se encontraba su hermana no podía ser de otra manera, porque a su móvil siguieron llegando inquietantes mensajes de texto, en todos le hacían saber que seguía vigilada, para que no cayese en la tentación de volver a los brazos del piloto. Incluso, le advertían que también estaban siguiendo los pasos de él, así sabrían si les mentía o no. Le recordaban cada palabra de las que aquel hombre le había dicho en el vestuario y le hacían ver que aquello no era pasajero. La persona que estuviese detrás de todo eso estaba obsesionada con la idea de hacerles la vida imposible tanto a Mike como a ella misma. Entre eso y lo muchísimo que echaba de menos a Mike se estaba empezando a volver loca, y empezaba a ver fantasmas por todas partes. Cada vez que salía a la calle, 367
cada persona con la que se cruzaba y cada coche aparcado cerca eran sospechosos para ella. Y tampoco podía dejar de pensar en Mike aunque lo intentaba a cada momento, pero el simple hecho de pensar que estaba siendo vigilada le recordaba que la causa era él, y volvían a su mente todos los recuerdos de los escasos días que habían pasado juntos. Varios días después, el cole ya había empezado, la pequeña Laura iba sólo unas horas y Miriam quiso aprovecharlas para pasar por la academia de baile e intentar descargar un poco de toda aquella tensión que llevaba semanas acumulando. Tenía la sala de ensayo para ella sola durante una hora y se fue directa a por ella. Encendió el aparato de música y dejó sonar las canciones una a una, mirándose delante del gran espejo, sin moverse. Ninguna le decía nada, sólo ritmos y notas que no le llegaban a ninguna parte. Hasta que empezaron los primeros acordes de “Broken” y la voz de Shaun Morgan retumbó por toda la sala. Aquella canción sí decía todo lo que ella no era capaz de sacar y empezó a moverse, pero cada palabra se le clavaba en el corazón y la imagen de Mike aparecía en su mente. Siguió bailando intentando desprenderse de todo aquel sentimiento de pérdida que guardaba en su interior, hasta que en un momento de la canción se dejó llevar y dio un enorme salto. Pero su tobillo le falló y cayó al suelo, con un dolor muy intenso, tanto que por un instante se olvidó de lo rota que se sentía por dentro. Las lágrimas no dejaban de salir mientras quedaba allí tirada en el suelo, esperando que alguien la ayudase. Esta vez tuvo suerte de no ser más que un esguince, pero el médico le advirtió una vez más que ese tipo de movimientos estaban prohibidos para ella si quería seguir caminando sin dolor. Y otra vez el sentimiento de pérdida. Aquello no hizo más que hundirla un poco más. Mike siguió también con su vida. En cuanto Roberto se incorporó al trabajo tras sus vacaciones, y Lucas también, volvieron a hacer equipo. Lucas puso a Roberto al tanto de cómo estaban las cosas en cuanto a la relación de Mike con Miriam, para que no le diese más la paliza con el tema. Y Roberto no tardó en comentarlo con Lucía. Ésta no daba crédito a lo que su marido le contaba, no podía ser cierto que ella se equivocase tanto con 368
Miriam. Le había dejado claro que no le hiciese daño a su amigo y había incumplido su palabra, pero también recordó lo que Miriam le había dicho: que si entre ellos la relación no funcionase, aun siendo ella la culpable, la peor parada sería ella. Entonces, no comprendía a que venía todo aquello. Quiso hablarlo con Mike, hacerle ver que si él no le había dado aquellos golpes alguien tendría que haberlo hecho, pero él simplemente no quiso escucharla. No quería que nadie le diese posibles justificaciones ni explicaciones de lo que podría o no haber pasado para que Miriam lo hubiese dejado de aquella manera. Ella había traicionado su confianza haciéndolo pasar por un monstruo a pesar de saber que jamás le tocaría ni un pelo de esa forma, y nada iba a justificar semejante barbaridad. Lucía trató de ponerse en contacto con Miriam para que ella misma le dijese qué había de cierto en todo aquello, pero Miriam tampoco quería hablar del tema con nadie, sólo quería dejar pasar los días para que aquella pesadilla se acabase de una vez. Para que la dejasen vivir en paz. Y así los días se convirtieron en semanas, Fede mejoró hasta el punto de poder respirar sin dificultad y empezar a caminar ya sin el yeso, y Miriam fue recuperando otra vez la normalidad en su tobillo. Por esa razón, las grupis decidieron que sería buena idea salir a celebrarlo juntas. Miriam no tenía muchas ganas pero entre todas la convencieron de que le vendría muy bien distraerse un poco y salir de su rutina, aunque esa rutina era la que le daba estabilidad a su mente. En cuanto salieron hacia el restaurante, Miriam empezó a mirar a todas partes, miraba como buscando a alguien que tuviese las mismas medidas y las mismas características que el hombre de los vestuarios. Lo buscaba en todas partes, en la calle, en el aparcamiento, en el restaurante… Pero lo que encontró fue bien distinto: al fondo, en una pequeña mesa, una pareja disfrutaba de una copa de vino y una agradable conversación, ella era morena de pelo largo y ondulado, y él moreno de ojos verdes y perilla. En cuanto Miriam los vio, se quedó clavada y empezó a temblar, miró por todo el local por si alguien más de los allí presentes también lo había visto, pero sólo sus amigas se dieron cuenta de quién era al ver la cara de ella. 369
Noe quiso ir a arrancarle la piel a tiras por lo que le había hecho a su amiga, pero Ana y Salomé la frenaron, y Miriam salió corriendo de allí justo en el momento en el que él besaba a su acompañante. Todas salieron detrás de ella, mientras Mike se separó instintivamente de aquellos labios que no eran los que quería besar realmente. Había conocido a esa mujer en un bar y habían quedado para cenar otro día, le recordó tanto a Miriam que no se pudo resistir, pero no era ella, y al probar su boca se dio cuenta de que nunca la volvería a encontrar en otra mujer. Al final de la cena se disculpó y regresó solo a su hotel. Lucas le había contado de su relación con Noe, y que ambos sabían que el tema Mike-Miriam tenía que estar vetado o entre ellos no terminarían bien las cosas, por eso Mike había preferido quedarse en otro lugar que no fuese el apartamento de su amigo, a pesar de que éste había insistido que se quedase allí, que él se iría al de Noe. Ni siquiera se había dado cuenta de la presencia de las cinco mujeres, simplemente se sintió incómodo con la situación y dio la cita por terminada. Miriam sentía que sus pulmones le volvían a fallar y que el aire se escapaba para no volver a entrar, su corazón iba a mil y sentía que perdía el control. Cuando las demás mujeres la alcanzaron no paraba de temblar sentada en unas escaleras. Salomé tuvo que darle un tranquilizante que llevaba en el bolso, por si acaso pasaba algo así, y poco a poco su corazón se fue calmando. El beso que había presenciado no era más que la consecuencia de lo que ella misma había hecho, quiso ir a reclamarle pero se dio cuenta de que no tenía nada que reclamar y que, de hacerlo, lo único que conseguiría era ponerlo en peligro, porque sabía que seguía estando controlada. Por eso había salido corriendo, para así alejar cualquier sospecha por parte de su acosador de que aquella casualidad fuese en realidad un engaño para poder verse. En cuanto se tranquilizó se fue directa a casa acompañada por Noe y Salo, que las dejó enseguida para ir a casa y poner a Fede al tanto de todo. Miriam dejó sus cosas encima de la mesa, móvil incluido, y, mientras ella iba al baño a darse una ducha y cambiarse, Noe se sentó en el sofá a esperarla. Justo en ese momento a Miriam le entró 370
un mensaje de texto de un número que no tenía en la agenda, un número desconocido, el mensaje se podía leer en la pantalla principal por lo que Noe lo leyó sin intención de ser cotilla: “hiciste muy bien en marcharte, zorrita, no me habría gustado nada que os hubieseis encontrado”. Noe saltó del sofá al ver aquel mensaje, se aseguró que Miriam seguía en el baño y revisó de nuevo el teléfono. Pudo ver que tenía un montón de mensajes de texto, todos de números desconocidos diferentes, y en todos había amenazas y advertencias de que no hablase con nadie. Buscó el día en el que rompió con Mike y encontró que también ese día le habían enviado uno. Después de leerlo cayó en la cuenta del error que había cometido y se sintió fatal por lo que había dicho sobre Mike. Miriam salió de la ducha y Noe dejó el teléfono de nuevo en la mesa en el mismo lugar en el que estaba para que no se diese cuenta. Le pidió quedarse esa noche allí, con la excusa de que no le apetecía coger el coche a esas horas y esperó a que ella se acostase. Luego, estando sola en la terraza, llamó a Lucas: -
Luc, no sabes cuánto lo siento, tengo que pedirle disculpas a tu amigo y a ti también.
-
Pero, ¿qué dices? ¿de qué hablas? – le preguntó él desconcertado y medio dormido.
-
Que ya sé que no fue Mike el que le dejó aquellas marcas a Miriam el día que rompieron – le respondió Noe – sé que no fue él.
-
¡Te lo dije! ¡te dije que él no era capaz de hacer algo así! – exclamó Lucas despertándose de golpe, sabiéndose ganador de la no discusión - ¿y cómo te has convencido, por fin?
-
Porque creo saber lo que pasó, quién le hizo eso.
-
¿Y quién, según tú?
-
La misma persona que le ha estado mandando los anónimos y los mensajes.
-
¿Estás segura de eso?
-
Sí que lo estoy. La siguen vigilando, Lucas. Entonces pasó a contarle lo que había encontrado en el teléfono de Miriam, todos
los mensajes que seguían llegándole amenazándola a ella y también a Mike. Lucas le prometió que intentaría hablar con él pero no iba a ser fácil, seguía sin querer saber nada 371
de Miriam y no dejaba que nadie le hablase del tema. Y así fue, él no dejó que su amigo se explicase, en cuanto le mencionó el nombre de Miriam colgó con rapidez y se negó a hablar. Pero Noe no se dio por vencida, y al día siguiente lo abordó en el aeropuerto. Lucas le había dicho cuál era el vuelo en el que tenía que salir y el lugar por el que accedía la tripulación y allí se presentó ella. Aunque no iba sola. Puso a Fede al corriente de lo que sabía a través de los mensajes, y éste vio así confirmadas sus sospechas de que Miriam sólo estaba protegiendo lo que más quería. Entonces, quiso estar presente cuando hablase con Mike porque estaba seguro que después de todo Mike no iba querer ver a ninguno de ellos, y menos hablar con ellos. Mike esa mañana estaba de peor humor que de costumbre, había perdido la oportunidad de disfrutar de una buena noche en compañía femenina por culpa del recuerdo de una mujer que no lo quería, y eso le molestaba bastante. Lucas le advirtió a Noe que no era buen momento para encontrarse con él, pero ella no se amilanó y, acompañada de Fede se plantó delante de Mike sin que éste tuviese escapatoria. Lucas y Roberto estaban con él y al verlos juntos Noe se acobardó un poco. Entonces fue Fede el que le plantó cara sin importarle las consecuencias. -
¡Hola Mike! – le saludó educadamente sin efusividades.
-
¡Hola! – respondió él sorprendido y extrañado de verles - ¿qué hacéis aquí?
-
Tenemos que hablar contigo – dijo Noe sin formalismos.
-
No creo que tengáis nada que decirme – les dijo él molesto pensando que estarían allí para reclamarle en nombre de Miriam.
-
Escúchalos Mike – le pidió Lucas.
-
Sí, tenemos… tengo que decirte algo – dijo Noe algo acobardada – lo siento mucho, mucho, muchísimo por todo lo que pensé y dije de ti – Mike la miró con cara de circunstancia, no entendía a qué venía eso – sé que no fuiste tú el que golpeó a Miriam, ahora lo sé y lo siento por haber pensado tan mal de ti. Realmente fui yo la que les hizo creer a los demás eso. Lo siento. De verdad. 372
-
Ahora lo sabes – dijo él con ironía – después de semanas de haberme puesto como un cabrón maltratador, ahora me vienes con que sabes que no fui yo, ya.
-
Mike, no todos llegamos a pensar eso de ti y lo sabes – Fede intervino recordándole que él mismo le había enviado algún mensaje dándole su apoyo por todo lo que estaba pasando, mensajes que Mike había dejado sin responder porque no quería tener nada que lo uniese a ella.
-
Lo sé, Fede. Disculpas aceptadas. Ahora, por favor, tengo que irme, volamos en media hora.
-
Espera – le rogó Noe.
-
Lo siento, pero se me hace tarde.
-
La siguen acosando – se apresuró a decir Noe, Mike lo escuchó y se paró.
-
¿Qué? – dijo sin girarse.
-
Que la siguen y la controlan, le han estado enviando mensajes al móvil desde diferentes números, yo misma los vi anoche.
-
¿Eella te los enseñó? – intervino Roberto.
-
No, los vi de casualidad porque le llegó uno estando yo delante, mientras ella estaba en el baño. Revisé el resto y vi que había incluso de aquel día en el hospital.
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¿Y qué dicen los mensajes? – preguntó de nuevo Roberto, mientras Mike escuchaba en silencio.
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Le advierten de que no debe hablar de nada de lo que pasa con nadie o matará a todo el que lo sepa, le dicen que sigue vigilada incluso que también lo vigilan a… él – señaló con la cabeza a Mike. Éste cerró los puños con fuerza y notó como la rabia le iba subiendo por la boca del estómago a medida que iba escuchando.
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Creemos que el día que Miriam rompió contigo alguien la atacó o le hizo algo antes y que la amenazó, eso explicaría por qué tenía los moratones en el cuello y el golpe de la cabeza, y también que rompiese de aquella manera contigo – dijo Fede.
-
¿Ella no os ha dicho nada? – quiso saber Mike.
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No, conociéndola como la conozco, si tú, o sus hijos o cualquiera está amenazado de muerte, jamás dirá nada – le aseguró Noe.
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Esto es demasiado serio Mike, estamos hablando de acoso y agresión. Será mejor que hablemos con mi hermano – le sugirió Roberto.
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¿Y por qué dejó que todos pensarais que había sido yo el que le había agredido? – a Mike le costaba creerse todo aquello, porque entonces significaría que la habría dejado sola con todo, y eso no se lo podría perdonar.
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Pues supongo que porque si te odiábamos era más fácil para ella mantener la mentira – le contestó Fede – Mike, tienes que verla, está destrozada, no duerme, no come, está nerviosa y salta a la mínima. Es imposible creerse que no siente nada por ti. Y esta situación está acabando con ella.
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Es más, anoche te vio, bueno, te vimos todas – le dijo Noe con una pizca de reproche.
-
¿Anoche?
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Sí, en el restaurante, estabas muy bien acompañado. Tienes que agradecerle a las chicas que no te dejase toda la cara marcada, porque ganas no me faltaron. Luego vimos cómo te besabas con tu cita y Miriam salió corriendo.
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¡Mierda! ¡Joder!– se echó las manos a la cabeza - No pasó nada más, lo juro - quiso excusarse - después me fui yo también.
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Eso es lo de menos. Cuando la alcanzamos estaba en plena crisis de ansiedad. Tuvimos que darle un tranquilizante, por eso me quedé en su casa y por eso pude ver los mensajes, porque en ese momento le llegó otro diciéndole que había hecho bien en salir corriendo.
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La estarían vigilando también en ese lugar – concluyó Roberto.
-
Y ahora entiendo por qué se comportaba estos días como si tuviese manía persecutoria – dijo Fede – cada paso que da mira a todos lados, y no abre la puerta hasta asegurarse de que eres conocido. Puso una nueva cerradura y, si puede, no sale sola a ningún sitio. Mike cerró los ojos y se la imaginó sola, asustada y destrozada, y todo porque él
había creído en sus palabras sin ver más allá de sus narices. Y se culpó por ello, quiso salir corriendo hacia ella para abrazarla y para hacerle ver que estaban juntos en esto, pero sus amigos se lo impidieron, era probable que también lo vigilasen a él allí, aunque el lugar en 374
el que estaban no había nadie más que ellos. Aun así tomaron medidas para que nadie se diese cuenta de que había existido aquella conversación y quedaron en hablarse en cuanto aterrizasen para poder trazar algún tipo de plan sin que Miriam se enterase. Mike se pasó todo el viaje ansioso por llegar a Madrid y empezar a buscar la forma de resolver aquel entuerto lo antes posible para poder estar con ella de nuevo y no separarse nunca más. Nunca más.
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Capítulo 22 Al aterrizar, entre Lucas, Roberto y el propio Mike organizaron una pequeña reunión en casa de Roberto en Madrid. A Lucía la pusieron al tanto de todo nada más entrar los tres juntos por la puerta, y Lucía no pudo más que decirle una y otra vez que a ella ya no le había cuadrado nada desde el principio, su intuición no le fallaba tampoco esta vez, y realmente no se había equivocado con Miriam. Poco después también se presentaba el hermano de Roberto, inspector de la policía, más alto que el piloto, moreno y de ojos claros, más joven y con el cuerpo más definido, realmente poco tenían que ver uno y el otro de no ser porque al verlos juntos nadie dudaría de que fuesen hermanos, la misma mirada, los mismos gestos, y entre los dos se notaba la complicidad. Le contaron todo lo que sabían, lo que Noe y Fede les habían contado sobre los mensajes que llegaban al móvil de Miriam y la agresión que creían que había sufrido semanas atrás. Se pusieron en contacto con Noe que estaba con Fede en una cafetería del centro y estos le corroboraron lo que le habían contado, además de contarle el estado en el que se encontraba Miriam, su nerviosismo y la sensación de que la vigilaban constantemente. El inspector por su experiencia no dudó y les advirtió que el tema era bastante serio, si se había atrevido a acercarse a Miriam de esa manera nada podría evitar que lo volviese a hacer si se veía en la necesidad de dejar claro quién mandaba. Noe había tenido tiempo de anotar alguno de los números desde los que le enviaban los mensajes, y Andrés los comprobó con un compañero de la comisaría. Todos los números eran de móviles de tarjeta prepago que habían sido robados en diferentes ciudades del país. Mike se quedó largo rato mirando por la ventana como llovía, algo de lo que había escuchado le había hecho pensar en todo lo que había pasado y en algunas circunstancias que se estaban dando que podían ser simples hechos casuales… o tal vez no. No tenían idea de quién y por qué quería hacerle daño de esa manera a Mike y por qué la había tomado con Miriam. El responsable de todo se había aplicado bastante para conseguir no dejar pistas ni indicios sobre él, y no habría forma de atraparlo sin saber 376
cuáles serían sus siguientes movimientos. Entonces, Mike pensó que la única manera sería incumpliendo sus normas, dejando que él se acercase a Miriam para enfadarlo y hacerlo salir. Se ofreció como cebo. Nadie estuvo de acuerdo con él, exponerlo era peligroso para él y para ella, pero tampoco tenían mucho a lo que agarrarse, así que terminaron dando por buena la idea y plantearon varias estrategias para lograr su objetivo con las mínimas consecuencias. Después de debatir durante horas lograron tener un plan que pondrían en marcha enseguida, implicándose todos en él para al menos intentar que aquella situación tuviese un final pronto. En Compostela, Miriam seguía intentando continuar con su vida sin Mike. Había estado mucho tiempo sin verlo y, aunque no hubiesen compartido tanto tiempo, se le hacía cuesta arriba estar sin él a su lado. Y más después de haberlo visto el día anterior. Le dio un vuelco el corazón al tenerlo allí, tan cerca, aunque fuese besando a otra mujer que no era ella. Ya verlo en compañía de otra le daba igual si lo veía sano y bien. Eso era lo que más le inquietaba, que alguien le pudiese hacer daño después de todo por lo que estaban pasando. Esa mañana había sido un tanto extraña. Se levantó con un espantoso dolor de cabeza, había dormido mal a pesar del tranquilizante que le había dado Salomé, y aunque Noe se había quedado a dormir esa noche, ni la vio. Se había levantado temprano y marchado sin hacer ningún ruido. Y tenía la sensación de que algo malo iba a pasar. Miró varias veces por la ventana sin ver nada ni a nadie. Llovía fuera y no hacía mucho frío a pesar de que octubre se acercaba, quizás por eso apenas había movimiento en la calle aun siendo sábado, sólo una persona en la esquina con un paraguas oscuro que no dejaba ver de quién se trataba. Volvió a la cama un rato más, los niños estaban con la abuela y ese día no tenía que ir a trabajar. No es que durmiese mucho pero no tenía ganas de estar en pie si no tenía nada que hacer, le hubiera gustado cerrar los ojos y no volver a abrirlos hasta que todo pasase, pero eso no era posible. Mientras estaba en la cama tirada puso el reproductor de 377
mp3 a funcionar y se dejó llevar por la música con las canciones que le recordaban a algún momento vivido con él, su primer encuentro en el hotel, la primera vez que hicieron el amor, la primera vez que le dijo lo que sentía por ella, su primera cita… Ya ni las lágrimas aparecían. Se cansó de escuchar y hurgarse más en la herida, así que se levantó de la cama sin muchas ganas, se vistió y cambió la música. Al pasar por la habitación de juegos de sus hijos entró instintivamente y se puso a guardar los juguetes y los libros. Mientras estaba agachada intentando coger un lápiz tirado debajo del escritorio de Gabi, se fijó en el mural, en el dibujo que habían hecho los dos años atrás, en el que estaba dibujada su pequeña familia. Entonces se dio cuenta de lo mucho que echaba de menos a sus niños y de lo poco que se había parado a disfrutar de ellos en los últimos días. En una ocasión, mientras le daba el biberón a su pequeña y su hijo dormitaba sobre sus piernas, se sintió tan fuerte y tan frágil a la vez que deseo que aquel momento se quedase para siempre con ella. Y así fue. Entre ella y Gabi lo habían dejado reflejado en esa pared. Eran ellos los que hacían que se sintiese así, y eso no podía cambiar, no debía cambiar. Escuchando la canción de “One life” de Boyce Avenue, se llenó de energía y se fue al baño decidida a cambiar su estado de ánimo, se aseó, se vistió y fue a buscar a su familia para disfrutar de ella de nuevo, dejando a un lado a acosadores, exnovios y demás. No podía dejar que su vida y la de los suyos se viese condicionada por el miedo y la tristeza. Tenía que seguir adelante y salir de su agujero de una vez. El sueño se había acabado y ya era hora de despertarse. Se los llevó a comer a un restaurante, después al cine y a merendar. Los llevó a divertirse a un parque cerrado con hinchables y piscinas de bolas y ella misma terminó jugando con ellos. Aquel fue uno de los días más divertidos y más alegres de los que Miriam había tenido últimamente, y para conseguirlo no tuvo más que irse con sus hijos y dejarse llevar por ellos. En Madrid, Mike no dejaba de dar vueltas en la habitación de su hotel como un animal enjaulado. Habían quedado en que Andrés pasaría por allí para organizar su vuelta 378
a Compostela de la manera más sutil posible, para que ni Miriam ni nadie se diesen cuenta de que era algo premeditado. Ya había hablado con sus jefes para retomar la ruta Madrid – Compostela y se lo habían concedido, pero tenía que esperar unos días para eso. Mientras, tenía que organizar su vida con su hija en Barcelona y compaginarlo con la tarea que se había encomendado. Dejar a Amelie no iba a ser fácil para él, aunque si sus sospechas eran ciertas, estar juntos dejaría de ser tan complicado. Tenía que hacerlo bien, tenía que salir bien. Pero esperar lo desesperaba, y más sabiendo por todo por lo que Miriam debía de estar pasando para protegerle a él. Después de todo por lo que había pasado en su vida y aun así seguía pensando antes en los demás que en ella, y él pensando que realmente no lo quería. Se sentía más estúpido que nunca, por no haberse dado cuenta, por haberle creído sin cuestionar nada más. Pero ahora que lo sabía tenía la oportunidad de enmendar sus errores y volver a empezar de nuevo. Andrés llegó y los dos se quedaron un rato en la habitación del hotel. Había tardado porque había contactado con la brigada de investigación tecnológica de la policía, y con la policía de Compostela, donde Miriam había puesto la denuncia de los primeros mensajes de texto que le llegaban. Había solicitado también una orden para obtener todos los mensajes del móvil de Miriam impresos, y ya los tenía en la mano. Se los enseñó a Mike con la esperanza de que él encontrase algo que le resultase familiar, con lo que poder identificar a la persona que estaba haciendo todo eso. Mike leyó con atención todos y cada uno de los mensajes de la lista, algunos realmente eran escalofriantes, la presionaban para que estuviese callada y para que no intentase ni volver ni aceptar volver con Mike. Había mucho odio en esas palabras y no entendía cómo habían llegado a esto. No sabía quién le podía despreciar tanto como para querer hacerle daño de esa manera, llegando a la agresión y el acoso. Pero de entre todas las frases que había en aquellos mensajes, hubo algo que le llamó la atención, se dirigían a Miriam como “zorrita”. Un calificativo que a Mike le resultaba familiar aunque no recordaba de quién o de qué.
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Esa palabra lo estuvo persiguiendo durante los siguientes días. Por fin pudo volver a su ruta habitual y había dado instrucciones a su familia para que se ocupasen de Amelie, últimamente su madre no pasaba mucho tiempo en la ciudad y ella se iba a encontrar más sola que nunca si su padre no estaba cerca. De nuevo en el piso de Lucas, se reunió con Fede y con Noe. Los puso al día de cómo tenían pensado hacer salir al acosador de la sombra tras la que se escondía, iba a dejarse ver por toda la ciudad, mientras ellos se encargarían de vigilar a Miriam y a su móvil para comprobar los mensajes que seguro le llegarían. Ese mismo día, Mike empezó con su plan, visitando varias tiendas de ropa, supermercados y cafeterías, con la intención de verificar si realmente lo estaban siguiendo o no. Esa tarde, Miriam se fue con los niños para la academia de inglés. Mientras ellos estaban en sus respectivas clases, ella esperaba en la cafetería, había quedado de verse allí con Noe. Hacía ya unos días que su amiga no se despegaba de ella, desde que habían visto a Mike en el restaurante. No lo habían hablado, pero Miriam sospechaba que la relación con Lucas no iba bien y pensaba que probablemente no le quisiese contar nada para que no se sintiese culpable, después de su ruptura con Mike. Pero Miriam no quería que su amiga dejase de contarle sus cosas porque ella no estuviese atravesando su mejor momento. Quería que fuese feliz. Unos minutos más tarde llegó: -
Lo siento, no quería llegar tarde pero me lie un poco con la boda del sábado.
-
Pero ya la tienes organizada, ¿no?
-
Sí, está todo listo, la iglesia arreglada, las flores, el restaurante, el dj… Pero la novia está histérica, y su madre más, me han estado dando la tabarra desde las nueve de la mañana. Juro que si algún día me caso de nuevo no habrá ni parafernalias ni nada, los cuatro de siempre, el juez de paz y los testigos.
-
Y el novio, no lo olvides – le señaló Miriam de guasa.
-
Ya, ¡qué lista es mi niña! – respondió Noe con ironía – de todas formas dudo que eso pase así que…
-
¿Y por qué lo dudas? ¿no va bien con Lucas? – quiso saber Miriam de una vez. 380
-
Ni bien ni mal, estamos un poco estancados, con su trabajo y con el mío es difícil compaginar los horarios y nos vemos más bien poco – le mintió su amiga con toda naturalidad.
-
Pero eso no quiere decir que vuestra relación no funcione, es más, así vuestros momentos tendrán más calidad, no tenéis tiempo de discutir.
-
¡Dis ti! Discutimos mucho, más que antes incluso, y aunque siempre lo solucionamos esto va a peor – dijo Noe fingiendo estar afligida.
-
¡Noe! ¿Por qué no me has dicho nada hasta ahora? Ya decía yo que tú últimamente estabas demasiado pegada a mí.
-
Bueno, es que… con todo lo que has pasado, yo… yo no quería agobiarte con mis problemas.
-
No me agobias, tú siempre vas a tener un hueco grande en mi vida, eso nunca lo dudes. Y si yo puedo hacer algo dímelo, por favor.
-
Poco vas a poder hacer. Para serte sincera la mayor parte de las discusiones son por el tema tu relación con Mike. Ya sabes.
-
Ya – dijo Miriam sintiendo una punzada de culpabilidad – pero sabes que ese tema está zanjado desde hace tiempo. Para mí conocer a Mike fue un sueño hecho realidad, pero sólo eso, un sueño. Y ya me he despertado, así que no hay por qué discutir más sobre ello. Vosotros debéis vivir vuestra historia sin interferencias que os puedan perjudicar.
-
¿Sigues soñando con él?
-
Casi cada noche. Pero ya está, sólo hay una vida y hay que vivirla como nos viene. No puedo seguir pensando en lo que pudo haber sido ni en lo que pasó.
-
Pero aún lo quieres, te lo veo, ¿por qué no quieres hablar con él o verlo para aclarar las cosas? – Noe insistía, quería ver la reacción de su amiga porque llevaba unos días diciendo que ya estaba bien y que ya no pensaba en él. Y nadie se lo había creído en ningún momento, aunque ella pensase lo contrario.
-
Porque entre nosotros ya no hay nada que aclarar. Fui yo la que lo dejé, yo tomé la decisión de seguir mi vida sin él y sin nadie. Además, ya lo viste el otro día con una
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nueva conquista. Se repuso enseguida, está claro que tampoco él me amaba tanto como pensaba – le contestó con un punto de enojo en sus palabras. -
Que besase a una mujer no quiere decir que dejase de sentir algo por ti. A lo mejor sólo estaba intentando olvidarte. Un clavo saca otro clavo, ¿no? – Noe sabía perfectamente lo que Mike seguía sintiendo por Miriam, nada de lo que ésta pensaba era cierto.
-
¿Desde cuándo te has convertido en su defensora? ¿No era que si lo veías cerca de mí le ibas a arrancar la piel a tiras? ¡Ahora resulta que lo justificas! – Miriam empezaba a sentirse molesta con el tema, volver con Mike no era posible si no quería que a él o a alguno de los suyos les pasase algo, y odiaba que la presionaran cuando no había posibilidades.
-
No es que lo defienda, pero sí veo que estás peor sin él, y por mucho que digas sé que no lo has olvidado ni lo harás. No sé, al menos deberías hablar con él una última vez.
-
¿Y por qué discutís exactamente Lucas y tú? Porque más bien parece que estáis los dos de acuerdo en todo. Mira, entre Mike y yo se acabó, de-fi-ni-ti-va-mente – le recalcó. En ese momento le entró un mensaje de texto en el móvil. Sólo escuchar ese sonido
en el teléfono hizo que Miriam empezase a temblar como una hoja, leyó el mensaje y se puso pálida. Noe la observaba con detenimiento, intuía que el mensaje era de su acosador particular, podía ser la respuesta que estaban esperando ante la iniciativa de Mike, y eso quería decir que empezaba a funcionar el plan. Miriam se disculpó con Noe: -
Voy un momento al baño.
-
¿Estás bien?
-
Sí, sí. Ahora vuelvo. Miriam se levantó corriendo y fue al cuarto de baño, necesitaba calmarse, nadie
debía sospechar nada de lo que estaba pasando. Noe aprovechó para leer el mensaje que acababa de llegar: “Tú piloto ha vuelto, si se acerca a ti a menos de un metro algo malo le
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pasará y tú serás la responsable”. “¡Qué cabrones!”, pensó Noe. Dejó todo como estaba y le envió un mensaje a Mike: Estoy con Miriam. Ya le llegó el primer mensaje
21:25
Saben que estás aquí. Y ella también
21:25 Ok! Mantenme informado
21:27
Cómo está ella?
21:27
Muy nerviosa, y asustada, aunque no dice nada
21:28
Tranquila, pronto acabará Eso espero
21:28
21:29
“Yo también”, pensó Mike más asustado que nunca, si a ella le pasaba algo no lo soportaría, y saber que lo estaba pasando mal se le hacía más insoportable aun. Pero al menos tenía la certeza de que lo que habían planeado empezaba a funcionar, y lo estaban siguiendo a él también. Entonces quiso comprobar una cosa y llamó a Barcelona. -
¡Hola hermano! ¿cómo va todo? ¿ya has ido a recoger a Amelie?
-
¡Hola grandullón! Pues la fue a buscar mamá, ahora estamos en casa haciendo los deberes.
-
¡Bien! Pásamela que quiero hablar con mi pequeña.
-
¡Ok! Ahora te la paso, un bico – escuchar esa palabra hizo que Mike se estremeciese de arriba abajo, así era cómo Miriam se despedía siempre de él, le recordó tantas cosas que casi se olvida de con quién estaba hablando.
-
¡Daddy! ¿Daddy? ¿estás ahí?
-
Sí, my darling, sí. ¿Qué haces?
-
Estaba haciendo los deberes con abuela y con el tío David.
-
¿Te está gustando estar con ellos estos días? – Amelie se quedaba con la familia de su padre dos semanas al mes, y esos días nunca dormía en el colegio. Así lo habían acordado al empezar el curso. A Véronique no le había gustado nada esa decisión,
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pero ahora no le quedaba más remedio que tener en cuenta la opinión de Mike, le gustase o no. -
Me lo estoy pasando muy bien, pero me gustaría que estuvieses aquí, daddy.
-
Lo sé, cariño, y te prometo que pronto estaremos juntos, pero ahora tienes que portarte muy bien con los abuelos y los tíos, y en el colegio, para tener más tiempo para jugar, ¿vale?
-
¡Vaaaaaale! Lo haré. ¿Cuándo vamos a ver a Miriam y a Gabi y a Laura?
-
Pronto, my darling, pronto – si por el fuese ya estarían juntos, pero tenían que esperar, los dos - ¿sabes si mamá está en casa? Necesitaba hablar con ella – realmente necesitaba saber dónde estaba.
-
Pues no sé, la yaya me dijo ayer que se había ido de viaje otra vez. Pero no sé a dónde.
-
Muy bien, pequeña. Entonces dejo que hagas los deberes. Intentaré hablar con ella más tarde. Un beso muy fuerte cariño.
-
Otro para ti daddy, adeu.
-
Adeu, mi niña. Mike colgó y sonrió para sus adentros. Todo estaba saliendo a pedir de boca, ahora
tenía que pasar a la fase dos del plan. Aunque no sabía si sería capaz de acercarse tanto al fuego sin quemarse. El sábado llegó, como Noe había tenido trabajo ese día el día anterior no habían quedado las grupis y dejaron su salida para después de la boda. Una vez que dejó a los novios en su fiesta de celebración, Noe se reunió con sus amigas en el restaurante en el que habían quedado. Ese día estaba muy concurrido, y habían tenido suerte de haber dejado la mesa reservada un par de días antes. Cuando ya estaban todas, brindaron con un buen rioja por la vida, por la de ellas, por las que seguían adelante y por las que estaban por venir. Todas menos Salomé, que ya empezaba a tener algo más de paz en su estómago, y Ana, que aprovechó ese buen momento para anunciar algo que ya tenía ganas de compartir desde el primer momento, aunque habían hablado de decirlo juntos
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Toni enseguida comprendió que ese grupo era más fuerte que nada y que le correspondía a Ana la tarea de comunicar la buena nueva: -
Chicas, tengo que deciros algo – les dijo con una ligera sonrisa en los labios, todas la miraron con sorpresa y emoción, porque esas palabras en ella sólo podían significar algo bueno.
-
No nos irás a decir que por fin has hecho las paces con tu jefe, ¿ya te ha perdonado que le robaras a su hijo? – le dijo Lola entre risas.
-
No seas animaliña – le dijo Miriam.
-
¡Qué va!, eso se lo va a tener en cuenta toda la vida, ¿no ves cómo la explota? – dijo Noe siguiendo con la broma.
-
Bueno, ya, dejadla hablar – dijo Salomé muerta de la curiosidad.
-
Vale, con mi suegro todo va bien, gracias. Y mucho es por lo que os tengo que decir.
-
Pues suéltalo ya – le dijeron Lola y Miriam a la vez.
-
Estoy embarazada - las cuatro se quedaron mudas de la emoción durante unos segundos y luego una a una se fueron abrazando a ella, gritando y saltando, montando tremendo escándalo en el local. Llevaban mucho tiempo esperando esa noticia y sabían lo mucho que significaba
para su amiga. Todas la felicitaron y volvieron a brindar por ella y por su bebé. Más felices que nunca, las cinco mujeres siguieron la celebración el resto de la cena en aquel lugar, mientras alguien más se unía a su felicidad de manera algo más discreta, desde el otro lado del restaurante. Se alegró mucho por la futura mamá, y también por ver a la mujer de sus sueños tan feliz. Quiso demostrárselo y les envió por un camarero una botella del mejor cava que tenían en la bodega. Cuando el camarero llegó a la mesa de las chicas con la botella bien fría, todas se miraron las unas a las otras y ninguna se hizo responsable del encargo. Entonces, el hombre les indicó que era un regalo por parte del caballero que estaba sentado en la mesa del otro lado del local. Miriam casi se queda sin aliento al ver de quién se trataba. Él levantó su copa de vino a modo de saludo y todas, menos Miriam, le correspondieron de 385
la misma manera. Ella no dejaba de mirar a uno y otro lado buscando a alguien que estuviese observando lo que allí estaba sucediendo. Mike quiso aprovechar la ocasión y se acercó a la mesa con elegancia caminando despacio para no llamar demasiado la atención. Todas lo recibieron con una sonrisa, ya Noe les había explicado que sus sospechas eran infundadas y que, por razones que no podía desvelar por el momento, estaba segura de que Mike nunca le había hecho daño a su amiga. Una vez allí saludó a todas las mujeres y felicitó personalmente a Ana: -
No he podido evitar escucharlo, enhorabuena – le dijo de corazón mientras le daba dos besos.
-
Gracias Mike, ha sido todo un detalle – le respondió ella mirando la botella de cava.
-
No tienes por qué darlas, me alegro mucho por los dos. Toni debe estar loco de contento con la noticia.
-
Sí que lo está, los dos lo estamos, llevamos mucho tiempo buscándolo.
-
Lo sé – dijo Mike mirando a Miriam, que no se había movido de su sitio y que era incapaz de mirarlo directamente a la cara. No podía estar más guapo para ella, con una camisa negra y pantalón vaquero negro ceñido, su perilla recortada y los hoyuelos en la cara al sonreír. Pero tenerlo tan cerca la hacía temblar de arriba abajo. Era peligroso en muchos sentidos.
-
¿Quieres quedarte a tomar una copa con nosotras, Mike? – preguntó Noe con complicidad. Miriam estaba al borde del infarto. Mike la miró y notó su nerviosismo, sabía que la estaba metiendo en un compromiso y no quiso hacérselo pasar peor.
-
No, gracias, no he venido solo y no sería muy cortés por mi parte dejar a mi acompañante en la mesa – Miriam pasó de estar blanca a ponerse roja de la ira. Y Noe rio por lo bajo.
-
En otra ocasión entonces – dijo Noe y se despidió de todas.
-
Espero que sigáis disfrutando, chicas. Miriam – saludó él, la aludida sólo sonrió con timidez y después bajó de nuevo la cabeza. Él se acercó por detrás y le susurró al oído:
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-
Sigues en mis sueños, mi reina – sintió esas palabras en su corazón como si de una medicina se tratase y su aliento hizo que se estremeciese cada célula de su cuerpo. Pero no pudo responder. Mike volvió a su mesa con la misma elegancia y discreción que antes, y se unió a su
acompañante, que había seguido toda la escena desde el lugar en el que estaba. -
¿Has visto algo raro? – preguntó Mike al sentarse.
-
Hay mucha gente en este sitio. Podría ser cualquiera, aunque sí me llamó la atención que en la barra un hombre estaba más atento a vuestro encuentro de lo que debería. Desde aquí no he podido verlo bien, pero en cuanto te has acercado, al girar por la mesa para saludar a Miriam, se ha medio escondido, como si temiese que lo vieses y lo reconocieses.
-
¿Aún está aquí? – preguntó Mike intentando mantener la calma.
-
Ya no, no lo veo, no sé si se fue o se escondió. Estaba al fondo de la barra, vestido de oscuro y hablando con otras personas, pero ahora ya no hay nadie y no los he visto marchar.
-
¡Mierda! – exclamó el piloto.
-
Tranquilo, al menos ya hemos soltado la liebre. Y ella está bien protegida, no te preocupes. Tengo compañeros que me están ayudando y la vigilan para que nadie se le acerque.
-
No sé, parecen demasiado listos, Andrés, sólo espero que comentan un error y que sea pronto para que esto se acabe de una vez.
-
Lo harán, ya verás, lo que realmente quieren es mantenerla separada de ti, en cuanto vean que te acercas cada vez más se pondrán furiosos y eso los llevará a delatarse, ya lo verás.
-
Eso espero. Es que no puedo dejar de pensar que son más cercanos a mí de lo que yo pensaba. Lo de “zorrita” es demasiado familiar para mí.
-
Bueno, no te agobies, todo caerá por su propio peso. Confía en mí.
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Las chicas siguieron su celebración en otro local, Miriam estaba demasiado nerviosa como para disfrutar de la noche, y más si seguían allí. Así que decidieron darse una vuelta por el karaoke y, a pesar de lo que ese sitio suponía para ella, aceptó sin pensarlo. Al irse no se giró para comprobar cómo sería la acompañante que intuía que Mike tenía esa noche, no quería pasar el resto de la noche pensando en ellos. Por eso no reparó en que la persona que estaba cenando con él no era una mujer. En el otro lugar, Miriam seguía intranquila, no le apetecía estar allí y menos cantar. Todavía recordaba la vez que había estado cantando allí con Mike, y la bofetada que le había dado después. Ese detalle aún le hacía sonreír, pero los recuerdos la mataban por dentro. Y más pensando que no muy lejos de allí él estaba con otra mujer. Era mejor para todos que fuese así, pero no podía evitar el dolor. Mientras ella seguía sumisa en sus pensamientos, las demás buscaban alguna canción para poder seguir celebrando la noche. Noe recibió un mensaje y habló con Ana, ella y Miriam siempre hacían pareja en lugares como ese, porque las dos cantaban muy bien y se acoplaban perfectamente. Unos diez minutos después ya tenían el espectáculo montado. Le pidieron, le insistieron y le rogaron a Miriam para que cantara una de las canciones que Ana decía ser de sus favoritas, como un regalo para ella. Miriam no pudo negarse y subió a la tarima intentando aparentar estar realmente feliz. Los primeros acordes de “Last kiss” de Taylor Swift empezaron a sonar, y Miriam sonrió. La habían cantado juntas muchas veces por lo que sabía seguir las dos voces sin problema. Lo que no sabía era que habría una tercera voz. Empezó ella con la primera estrofa siguiendo la música y le dio el pase a su amiga para la siguiente pero cuando ésta tenía que empezar escuchó una voz que conocía muy bien y sólo pudo pensar “otra vez no”. Cerró los ojos e intentó dejarse llevar por la canción sin pensar en la persona que se le estaba acercando peligrosamente. Cantaron el resto de la canción a tres voces, ella sin poder dejar de mirar a todas partes, él mirándola sólo a ella y Ana en el medio sonriendo por dentro y por fuera. Al acabar todo el mundo los aplaudió, aunque Miriam no pudo sentir ese calor del público porque salió corriendo con las lágrimas en los ojos que creía que ya no tenía. Por el camino se cruzó con varias personas que no le quitaban los ojos de encima a ella y al resto de los allí presentes, y se 388
refugió en el baño intentando aplacar un poco su desesperación y su rabia por tener que seguir interpretando un papel que no quería. Se estaba lavando la cara cuando vio que alguien entraba en el baño, en un primer momento no pudo distinguir bien de quién se trataba, sólo vio que llevaba un pantalón oscuro y zapatos negros, y que era un hombre. Y se asustó mucho pensando en que se repetía la escena de los vestuarios. Quiso gritar pero él le tapó la boca con rapidez y destreza, y la giró para que viese a través del espejo de quién se trataba. -
Tranquila mi reina, soy yo, tranquila – le susurró al oído. Miriam empezó a respirar con más profundidad y trató de calmarse. Sentirlo tan
cerca de nuevo era como un bálsamo para ella, sentir sus fuertes brazos a su alrededor, su aliento en la nuca y sus labios en la piel la reconfortaban. Pero también sentía su mano tapándole la boca y eso le recordó a otra situación más violenta y por la que había decidido dejarlo de una vez. Pensó en que fuera podía haber alguien más que supiese que estaban juntos en ese espacio tan reducido, y seguro que estaban esperando a que ella se quedase sola para volver al ataque. Como pudo se zafó de él y se pegó a la pared cruzada de brazos intentando protegerse de su cercanía. -
Tienes que irte, no deberías estar aquí, Mike. ¡Vete! – le ordenó.
-
No me voy a ir hasta que tú y yo hablemos – dijo él con firmeza.
-
No, Mike, no tenemos nada de qué hablar, no quiero verte ni tenerte cerca, vete por favor – insistió ella.
-
He dicho que no – le respondió Mike con más determinación – necesito saber por qué me dejaste aquel día, y necesito que me digas mirándome a la cara que ya no sientes nada por mí.
-
Mike, no, se acabó, lo nuestro se acabó y ya. No hay más que hablar ni que decir. Vete de una vez por favor – le suplicó esta vez.
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Mike la miró bien de arriba abajo y se dio cuenta que lo mucho que había adelgazado desde el día en que se separaron, se notaba que estaba cansada y asustada, tremendamente asustada, no paraba de temblar. Quiso hacer lo que ella le pedía pero no podía dejarla así sin más. Se acercó a ella despacio y la abrazó sin decir nada. Ella rompió a llorar entre sus brazos y así permanecieron durante un par de minutos, hasta que Miriam sintió vibrar su móvil y volvió a sentir que le llegaba otra crisis de pánico y de ansiedad. Le faltaba el aire, temblaba con brusquedad y su corazón latía desbocado. Mike no sabía qué hacer, quería ayudarla pero la veía tan mal que no sabía por dónde empezar. Justo en ese momento apareció Noe por la puerta del baño: -
¿Qué está pasando? – preguntó en voz baja, vio el estado en el que estaba Miriam y se asustó - ¿qué ha pasado? ¿qué le has hecho?
-
Nada, nada, sólo la abracé y se puso así. No sé…
-
Le está dando un ataque de ansiedad. Tienes que irte ya, yo me ocuparé. Te esperan fuera – le dijo sin mirarlo y él entendió sus palabras.
-
Cariño, volveremos a estar juntos, te lo prometo – le dijo a Miriam antes de desaparecer por la puerta, frustrado, rabioso e impotente al ver lo que le estaban haciendo a su mujer sin poder hacer nada al respecto. Noe se quedó con Miriam intentando calmarla, le buscó en el bolso sus pastillas y le
dio una. Se fijó en que el móvil de Miriam tenía la luz indicadora de que algo le había llegado y lo miró mientras ella se tomaba el tranquilizante. Era un mensaje de Lola en el grupo preguntándole a dónde se había ido. Noe suspiró aliviada, no se habían dado cuenta de su encuentro en el baño. -
¿Te encuentras mejor? – le preguntó un par de minutos más tarde.
-
Sí, algo sí – respondió Miriam que aún tenía dificultad para respirar con normalidad.
-
Las chicas preguntan por ti – le dijo señalándole el móvil.
-
¿Qué? – preguntó ella sorprendida y desconcertada. Noe le pasó el aparato y ella comprobó que no había ningún mensaje de texto nuevo, sólo el de Lola. Dejó el móvil
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en el bolso y sonrió. Al menos de esta parecía que se libraban. Empezó a respirar más suavemente y su corazón fue bajando el ritmo. -
¿Qué quería?
-
¿Quién?
-
La reina de Inglaterra, ¿Quién va a ser? ¡Mike!
-
Ah, nada, hablar nada más – le respondió Miriam aún desconcertada.
-
¿Y de qué?
-
Quería saber por qué lo había dejado y si ya no sentía nada por él.
-
¿Y qué le dijiste? – Miriam empezaba a cansarse de aquel interrogatorio.
-
Que se fuera, entre él y yo ya no hay más que decir.
-
¿Y por eso te pusiste así? – le recriminó su amiga.
-
Me ha afectado verlo más de lo que yo pensaba, ¡vale! Además, entró sin llamar y me asustó. No sé qué hace aquí ni que pretende, pero ya me ha fastidiado la noche – dijo Miriam molesta.
-
Pues eso no puede ser. Esta noche es para celebrar la vida, así que intenta reponerte y salgamos a disfrutar de lo que nos queda por vivir, ¿entendido? Miriam asintió y pensó en sus amigas, que pronto serían madres, y en el motivo que
las había llevado a salir aquella noche. Fue recuperando la normalidad, dentro de sus posibilidades, y finalmente salieron juntas del baño. No había ni rastro de Mike, aunque siguió sintiéndose observada sin saber muy bien por quién. Mike había salido por la puerta de atrás del local con ayuda de las placas de sus amigos. Andrés se había quedado dentro del local controlando a todo el que se movía alrededor de Miriam, buscando a la persona que había visto en el restaurante. De entre toda la gente que había allí, le pareció distinguir a alguien que se le parecía, pero era escurridizo y cuando quiso acercarse más ya había desaparecido de nuevo. Al menos el primer encuentro ya había ocurrido y todo iba saliendo según el plan, puesto que al final de aquella noche Miriam recibió otro mensaje: “no dejes que se
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acerque a ti aunque lo intente como hoy, o haré que no lo vuelva a hacer nunca más y para siempre”. Durante la siguiente semana, Miriam fue recibiendo cada mañana una rosa blanca en la puerta de su casa, y siempre la acompañaba la misma tarjeta: “Te quiero mi reina”. Mike cada vez estaba más presente en su vida de nuevo. Aparecía con Lucas cuando ella estaba con Noe, o se lo encontraba de casualidad por la calle mientras iban de compras, o aparecía en el parque en el que ella estaba jugando con sus hijos mientras él iba acompañado de otro hombre que ella desconocía. Todo muy casual, “demasiada casualidad”, solía pensar ella. Y cada encuentro iba seguido de un mensaje de texto con más amenazas y más advertencias, cada vez más fuertes. Y Mike lo sabía, porque seguían teniendo el móvil de ella bajo vigilancia. Se notaba que esa situación desesperaba a sus acosadores y se estaban poniendo más nerviosos cada día. En un local del centro, una pareja de lo más normal parecía charlar tranquilamente. -
No hay manera de que ese tío se despegue de ella, desde que ha vuelto no la deja en paz – decía él intentando que en su tono no se notase lo alterado que estaba.
-
Es que no aprende, siempre fue un terco, pero vamos a tener que darle una lección de una vez y para siempre – dijo la mujer con un ligero acento extranjero.
-
¿Hablas de matarlo?
-
Habló de acabar con esto de una vez, hemos intentado hacerle la vida imposible para que sufriera como sufrimos nosotros, pero ya me he hartado de este juego. Y la mejor manera de hacerle pagar por todo es privándole para siempre de lo que más quiere.
-
Te refieres a…
-
Me refiero a que tenemos que borrarla a ella de la ecuación. Así nunca podrá estar con ella y la culpabilidad lo atormentará toda su vida.
-
Pero ella no tiene nada que ver, él la engañó como hace con todo el mundo – en todo ese tiempo que la había estado siguiendo la había acabado conociendo y lo que veía le gustaba de verdad. 392
El único defecto que le encontraba a aquella mujer era que estaba enamorada del hombre al que más odiaba en este mundo: el hombre que había logrado arrebatarle la vida que llevaba de un plumazo, y sólo porque su mujer le había sido infiel con él en una ocasión. Consideraba que su venganza había sido desmedida, porque no había parado hasta conseguir que lo echasen de su trabajo, sin ingresos no podía hacer frente a las deudas de juego que tenía y eso le había llevado a perder alguna parte muy querida de su cuerpo. Después de eso nunca pudo volver a ser el mismo, por lo que quiso vengarse del que durante años había sido su mejor amigo. Pero ella no se merecía morir por aquello. -
Ella tiene tanta culpa como él, ¿es que no lo ves? – le dijo su acompañante – le está dando la oportunidad de ser feliz, esa oportunidad que no nos dio ni a ti ni a mí.
-
Pero la culpable real de esa situación siempre has sido tú – le dijo él con reproche – tú me engatusaste para llevarme a la cama, si aquel día no me quedase contigo no estaríamos en esta situación.
-
Pues te guste o no aquí estamos, dijiste que querías vengarte de él por lo que te hizo, porque por su culpa quedaste sin empleo, sin dinero y sin tu virilidad. Ahora no puedes echarte atrás.
-
¿Y tú por qué lo odias tanto? – le preguntó curioso, nunca entendió que alguien como ella tuviese tanto afán por destruir a la persona a la que decía amar.
-
Porque me rechazó, una y otra vez. Y a mí nadie me aparta de su vida si yo no quiero – le respondió ella con la mirada desquiciada.
-
Estás loca, lo sabes, ¿verdad?
-
Eso me decían cuando era una cría, pero nunca lograron encerrarme. Y ahora tampoco lo harán. Será esta noche, no quiero dejar pasar ni un minuto más. Hoy trabaja de tarde y siempre es la última en salir, así que ya sabes lo que tienes que hacer. Él asintió muy a su pesar y después se fue. Por alguna extraña razón se dejaba
dominar por aquella mujer que no hacía más que menospreciarlo una y otra vez, pero aun así terminaba siempre haciéndole el trabajo sucio. En la guantera del coche tenía su arma preparada ya, salió para el hospital y aparcó cerca del lugar en el que se encontraba el 393
coche de Miriam. Aún quedaban horas para encontrarse con ella por lo que esperó con paciencia en el interior de su coche, encendiendo un cigarrillo con otro y diciéndose una y otra vez que tenía que ser así, convenciéndose de que era la mejor manera de consumar su venganza. Esa tarde Mike se encontraba más nervioso de lo habitual en el piso de Lucas, tanto que pidió un permiso para quedarse ese día en tierra. Presentía que algo malo iba a pasar y llamó a Andrés. A los cinco minutos estaba allí. -
¿Qué pasa? ¿a qué vienen esas prisas?
-
¿Habéis averiguado algo del que está detrás de esto?
-
No – dijo Andrés negando con la cabeza y ligeramente decepcionado – los números de móvil son robados, los dos últimos por aquí cerca, pero nadie vio nada ni se percató de nada. Simplemente les roban el teléfono del bolso o del bolsillo como expertos carteristas, pero nada más. Y tú tampoco tienes pistas, así que…
-
Bueno – Mike llevaba días con una idea rondándole por la cabeza, no creía en las casualidades y eso le llevaba a pensar que a lo mejor no había sólo una persona implicada en aquello – puede que haya alguien a quien descartamos demasiado pronto.
-
¿Qué quieres decir? ¿en qué piensas?
-
Pues, los móviles hasta ahora eran de robos que se habían sucedido por diversos puntos del país, ¿no? – Andrés asintió – ¿y si te dijese que hay alguien de mi cercanía que ha estado viajando mucho últimamente?
-
¿Pero de quién se trata? Ten cuidado con lo que dices, mira que si no tienes pruebas te puedes meter en un lío.
-
Lo sé, tengo que comprobarlo. Aunque dudo que haya viajado con mi compañía, sería demasiado fácil, y fuera de ella no puedo averiguar por mí mismo dónde ha estado.
-
Tú puede que no, pero yo seguro que sí. Dime de quién se trata y yo haré unas llamadas.
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Al acercarse la noche ya tenían la información que necesitaban. Efectivamente sus sospechas tenían fundamento. Localizaron a esa persona en la misma ciudad en la que estaban y Andrés ordenó que la vigilasen para comprobar sus pasos. Mike, al saber que podía ser cierto lo que pensaba, se puso más nervioso todavía, estaban demasiado cerca de Miriam y eso la ponía aún más en peligro. Entonces recordó donde había escuchado antes ese apelativo tan vulgar de los mensajes de Miriam: años atrás alguien de su tripulación habitual era muy dado a decirlo para referirse a mujeres guapas con intención de llevárselas a la cama después. Se puso pálido al volver a tener en la cabeza la imagen de su ex mejor amigo, y recordó el día que volvió a casa y se encontró a Véronique con él en la cama en plena acción. Después de eso solicitó un cambio de compañero y la compañía descubrió los problemas que tenía con el juego y el alcohol. No tardaron en echarlo. A sus oídos llegó una vez que le habían dado una fuerte paliza, pero no supo mucho más de él. Y ahora entendía su odio hacia él, pero no entendía que fuese a por Miriam, ella no había tenido nada que ver. Tras meditarlo un rato, tanto él como Andrés llegaron a la conclusión de que lo que pretendían era hacerle daño a él, y para ello podrían ser capaces de todo, incluso de ir a por ella: si a Miriam le sucedía algo, Mike se sentiría como único responsable y esa pérdida acabaría con él. Supo por Fede que Miriam trabajaba esa tarede y no dudó ni un minuto en ir a recogerla al hospital, seguido por Andrés desde otro coche, que ya había alertado al compañero que tenía en el hospital. Miriam había tenido una tarde bastante ajetreada, se sentía cansada y sólo quería tomar un baño y tirarse en su sofá a ver una buena película. Esa noche, los niños habían quedado con la abuela y tenía la noche de relax para ella. AL acabar el turno se quedó un rato charlando con una compañera y, al ver que se le estaba haciendo tarde, cogió sus cosas y se fue directa al coche sin cambiarse. Desde que había sufrido el ataque de aquel salvaje no había vuelto a bajar sola al vestuario, pero ya todos sus compañeros se habían ido y no quería pasar por allí.
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El aparcamiento se quedaba medio vacío a esas horas, nunca le había asustado ir por allí, pero tampoco es que le gustase demasiado. Así que desde la puerta del ascensor localizó el lugar donde tenía el coche aparcado y se dirigió hacia allí con prisa. Llevaba los auriculares del mp3 puestos escuchando música un poco alta y eso le restaba atención a lo que sucedía a su alrededor. Unos coches más adelante, un hombre salió en su encuentro. Era alto e iba vestido con ropa oscura, apenas se le distinguía la cara porque la llevaba tapada con un gorro, y en la mano derecha llevaba una pistola semiautomática de nueve milímetros. Cuando la tuvo delante le apuntó directamente a la cabeza a la vez que Miriam levantaba la cabeza al percatarse del apestoso olor a tabaco que le llegaba. Soltó todo lo que llevaba en las manos y se las puso delante para protegerse, en el mismo instante en que alguien se acercaba corriendo y le gritaba a Miriam que saliese de allí. Miriam miró y vio a Mike que llegaba hasta ella a toda velocidad. El hombre se distrajo un momento al oírlo y Miriam aprovechó para huir. Él se dio cuenta y volvió a apuntarla apretando el gatillo, pero Mike pegó un salto y se abalanzó sobre él estrellándolo contra la pared. Erró el disparo y Miriam se tiró al suelo. Desde su posición vio a Mike forcejeando con aquel hombre, mientras otros dos llegaban corriendo por el otro lado del aparcamiento. También llevaban pistolas en la mano y gritaban que eran policías. Mike no quería que aquel hombre se le escapase y lo agarraba con fuerza, pero el otro aún tenía la pistola en la mano, y en medio del caos se oyó un disparo. Los dos se quedaron quietos, Andrés y su compañero se apartaron y se pusieron a cubierto y Miriam chilló con todas sus fuerzas. Vio como Mike agarraba el gorro de aquel hombre quitándoselo de un tirón y, al reconocer a aquel hombre como el mismo que había sido su amigo años atrás, mencionó su nombre: Víctor. Después cayó despacio hasta el suelo con el gorro en una mano y la otra llena de sangre. Los policías se tiraron encima del sujeto y lo redujeron arrebatándole la pistola de las manos, y Andrés también lo reconoció. Lo recordaba de cuando era más joven y se 396
encargaba de recoger a su hermano y sus compañeros, él estaba entre ellos y siempre le había parecido una moneda de dos caras. Miriam se levantó corriendo y se arrodilló al lado de Mike. Vio que sangraba por el abdomen y gritó pidiendo ayuda. Presionaba la herida para intentar que la hemorragia no fuese a más y lo vio hacer una mueca de dolor: -
Ya vienen a ayudarnos, Mike. Ya ha acabado todo, aguanta por favor.
-
Es él, él – dijo en un susurro – el hombre con el que Véronique me engañó.
-
¡Shhhh!, no hables, ya viene la ayuda y te vas a poner bien, ¿vale? – Mike cerró los ojos con fuerza e hizo otra mueca.
-
Duele – dijo sin aliento.
-
Lo sé, pero pronto pasará, te lo prometo – le dijo Miriam con los ojos llenos de lágrimas – tú sólo quédate conmigo, quédate conmigo.
-
Siempre. Eres mi reina – le contestó él con una leve sonrisa.
-
Pues como tu reina te ordeno que no te rindas, ¿ok? – la desesperación y las lágrimas hacían que apenas tuviese voz.
-
Te quiero Miriam – le dijo Mike con suavidad, cerró los ojos y se dejó caer.
-
No, no, no, nooooo… Mike, ¡Mike! – Miriam lo zarandeaba sin respuesta – ¡AYUDA POR FAVOR! - gritaba desesperada – Mike no me dejes… por favorrrr… quédate quédate, ¡MIIIIKE!
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Capítulo 23 -
¡Vamos! ¡Rápido! Se está desangrando.
-
¡Mike! Aguanta por favor – le decía Miriam mientras corrían hacia urgencias.
-
El quirófano ya está avisado, no esperan –dijo un médico mientras entraban por la puerta del hospital.
-
Pues directos para arriba –respondió el otro. Miriam seguía presionando la herida mientras corrían hacia los ascensores. En
cuanto se dio el aviso de que acababa de haber un tiroteo en el aparcamiento del hospital, bajó el personal disponible en la unidad de urgencias. Mike estaba perdiendo mucha sangre, estaba inconsciente y la herida parecía grave. Desde el aparcamiento ya avisaran para operar con urgencia y en el quirófano tenían todo preparado. Gonzalo estaba de guardia ese día, y al verlo llegar en ese estado y ser informado de lo que había pasado él mismo se ocupó de la operación. En cuanto se abrieron las puertas de la zona restringida obligaron a Miriam a soltarlo. Pero ella no quería: -
Tengo que entrar con él, por favor – suplicaba llorosa.
-
Miriam, no puedes entrar en quirófano, lo sabes – una antigua compañera intentaba hacerle entrar en razón - Ahora ya se ocupan ellos, todo saldrá bien, ya lo verás, los conoces, son los mejores.
-
Pero… - Miriam estaba desesperada, no quería dejar a Mike solo.
-
Miriam, de verdad, tienes que esperar. En cuanto sepa algo yo misma salgo a avisarte, ¿vale? Miriam asintió rindiéndose, estaba asustada, habían estado a punto de matarla y
Mike lo había impedido. No dejaba de pensar en que si le pasaba algo ella nunca se lo perdonaría, porque se arriesgó por ella, podría haber dado la vida por ella. Pasó una hora, no tenía noticias. Hacía un rato que había llamado a Noe para contarle lo ocurrido, con los nervios no avisara a nadie antes. Apareció su amiga, 398
acompañada de Lucas y Fede. Al verla, se aproximaron a ella corriendo y fue Fede el primero en abrazar a su hermana. Miriam se derrumbó en sus brazos, después de todo lo que había pasado para protegerlo de nada había servido, porque ahora podía perderlo para siempre. Y eso Fede lo sabía, por esa razón no le preguntó nada de lo sucedido, sólo la sujetó muy fuerte. Después le llegó el turno a Noe, que lloraba con ella: -
¿Estás bien? ¿te han hecho algo a ti? – le preguntó entre sollozos sin dejar de abrazarla.
-
Estoy bien, asustada pero bien. Mike me salvó, si él no estuviese allí… yo… y ahora él… - Miriam no paraba de llorar y las palabras no le querían salir.
-
¡Shhhhhh! Ya está, tranquila – Noe intentó tranquilizarse para poder tranquilizarla a ella.
-
¿Tienes alguna noticia de él? – quiso saber Lucas desesperado por saber cómo se encontraba su amigo. Noe se apartó y Miriam se secó las lágrimas como pudo. Lo miró y negó con la
cabeza. -
Siguen dentro, aún es pronto. La herida era complicada, perdió mucha sangre…- pero no pudo seguir, la imagen de Mike tirado en el suelo con los ojos cerrados como sin vida la machacaba una y otra vez y no podía controlar las lágrimas. Lucas de pronto se sintió pequeño y frágil, Mike era para él como un hermano, se
conocían desde que había vuelto a España y empezara a trabajar para la compañía. Los dos siempre se habían protegido el uno al otro y ahora era como si una parte de él estuviese también luchando por sobrevivir. Miriam se dio cuenta de lo abatido que estaba y lo abrazó: -
Va a salir de esta, ya verás – le dijo con suavidad.
-
No debí dejar que lo hiciese, era una idea descabellada, se lo dije, le dije que no debía…
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-
¿De qué hablas? – le preguntó Miriam separándose de él. Miró para los tres y les vio en la cara que sabían algo que ella ignoraba - ¿qué pasa? Los tres me ocultáis algo, quiero saberlo, ¿qué fue lo que hizo Mike?
-
Miriam… - quiso explicarle Noe, pero se acobardó al ver la mirada de furia de Miriam, que ya intuía la estupidez en la que Mike se había envuelto.
-
Miriam, no había forma de saber quién te estaba acosando y Mike se ofreció para hacerlo salir a la luz – le dijo su hermano.
-
¿Cómo que Mike se ofreció? ¿a hacer qué exactamente? ¿y cómo sabíais lo del acosador? En cuanto metieron al que había disparado en el coche, se lo llevaron a comisaría y
Andrés lo dejó en el calabozo. Después se fue y de camino al hospital llamó a su hermano. A Roberto la noticia le cayó como un jarro de agua fría, en ese momento se encontraba ya en casa con Lucía y el niño y tuvo que sentarse para no caerse de la impresión que había recibido. Saber que Mike se estaba debatiendo entre la vida y la muerte y que él no estaba con él lo había dejado en shock, y tuvo que ser Lucía la que terminase la conversación con Andrés. Más tarde, algo más repuesto de la impresión, Roberto se quedó cavilando en lo que su hermano le había comunicado. Nunca se habría imaginado que Víctor fuese el autor de todo ese lío, aunque tenía su lógica, de joven también había sido militar, como Mike, y tenía experiencia en desarrollar tácticas. Pero lo que no se podía creer era que estuviese meses con esto sin que fuese descubierto, tendría que ser demasiado inteligente, y Víctor nunca había destacado por eso. Tenía que haber alguien más y así se lo hizo saber a su hermano, que ya estaba entrando en el hospital. Andrés le aclaró que ya estaban alertados de esa posibilidad y que seguían a un posible cómplice, pero que no tenían pruebas suficientes como para detenerlo. Estaban trabajando en eso. Entró en la sala de espera y se encontró a Miriam enfadada intentado saber lo que había estado pasando en los últimos días, entonces él intervino:
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-
Tú amiga vio uno de los mensajes que te llegaron al móvil y nos alertó de lo que estaba pasando. Sabíamos que quien lo hacía podía ser peligroso pero no teníamos ninguna pista sobre él. Mike pensó que la mejor manera era conseguir que cometiese un error y para eso él se acercó de nuevo a ti. Cada vez con más insistencia hasta que se cabreó lo suficiente como para intentar matarte. Ahora está en el calabozo esperando a ser interrogado.
-
¿Y quién demonios eres tú? – preguntó Miriam más enfadada que nunca, se había alejado de todos hasta dar con su espalda en la pared, protegiéndose el cuerpo con los brazos cruzados.
-
Mi nombre es Andrés Díaz, soy el hermano de Roberto.
-
¿Eres el policía? – le preguntó Miriam sorprendida e incrédula.
-
Sí, soy yo.
-
Tú estabas al tanto de todo, sabías lo peligroso que era y aun así lo dejaste exponerse de esa manera – Miriam se enfurecía más a cada minuto. – y vosotros también le dejasteis. ¿Cómo pudisteis? ¿en qué estabais pensando todos? – los miraba uno por uno y cada vez entendía menos como había acabado todo aquello. Todos se quedaron callados y Miriam se alejó, necesitaba estar sola para
tranquilizarse un poco. Pasó otra hora. Andrés les contó que Víctor había confesado ser el autor del atropello de Fede y que no era el único que estaba implicado, ya sospechaban que él solo no habría sido capaz de orquestar todo ese plan, pero hasta el momento no tenían pruebas. Pero ahora, gracias a la confesión de Víctor, ya habían dado orden de arresto en contra de Véronique. -
Pero... - Miriam no podía creerse que la ex mujer de Mike estuviese metida en todo eso - ¿Estáis seguros? No comprendo que pueda odiarnos tanto como para intentar... - Miriam se quedó muda, no era capaz de asimilar todo lo que estaba sucediendo a su alrededor desde hacía unos meses.
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-
Miriam, esa gente no está bien de la cabeza, no necesitan razones para hacer lo que hicieron - le dijo Fede.
-
Tú hermano tiene razón - continuó Lucas - Véronique nunca estuvo muy cuerda, y por lo que pude saber de Víctor, después de que lo echaran de la compañía tuvo muchos problemas con las deudas de juego y hasta oí en alguna ocasión que le dieron tal paliza que lo dejaron estéril.
-
Pero eso es horrible, ¿y todo por acostarse con la mujer de Mike? - preguntó Noe horrorizada.
-
No, bueno, después de la bronca que tuvieron los dos por eso, a Víctor lo trasladaron a otro lugar, pero lo encontraron en más de una ocasión bebido en el trabajo y lo echaron. No consiguió otro empleo y quedó debiendo mucho dinero a otros jugadores, hasta que alguno se cansó y lo dejó marcado para siempre.
-
¿Y Verónique? - preguntó Miriam.
-
Supongo que Véronique siguió en su línea. Desde que Mike se separó de ella no hizo más que amargarle la vida.
-
Hay algo que no entiendo - preguntó Miriam - ¿cómo supieron que yo existía? ¿Cómo se enteraron de que Mike tenía una nueva relación si ni siquiera vivíamos en la misma ciudad? Andrés, que llevaba un rato hablando por teléfono, les hizo una señal para hacerles
ver que él tenía la respuesta. Un minuto después colgó. -
Lo sabían porque alguien se lo dijo - todos miraron para Lucas que enseguida negó con la cabeza - no, ninguno de sus amigos precisamente. Estaba hablando con un compañero de la comisaría en la que están interrogando a Víctor - aclaró señalándoles el móvil - y parece ser que lo supieron por una antigua amante de Mike. Alguien con la que tuvo problemas hace poco.
-
¡Será zorra! - soltó Lucas.
-
¿Tú sabes quién es? - preguntó Noe.
-
¡Sonia! Miriam, ¿recuerdas la mujer que llamó a casa de Mike cuando tú estabas? La que dijo que habían pasado la noche juntos y... 402
-
La recuerdo - contestó Miriam cortante.
-
Sí, Mike consiguió que la trasladasen a Heathrow, estaba harto de ella y de que se estuviese entrometiendo siempre en su vida - les contó Lucas.
-
Pues fue ella la que después se lo dijo a la ex mujer de Mike y ésta tramó un plan con Víctor para vengarse de Mike. Miriam se sentó, se sentía mareada y no podía creerse todo lo que le estaba
pasando: el acoso al que la sometieron, el atropello de Fede, el disparo a Mike... Un disparo que en principio era para ella, ella era la que tendría que estar en quirófano… Se encogió, puso las piernas encima del asiento, se las agarró con los dos brazos y escondió la cabeza. Deseó con todas sus fuerzas desaparecer y volver a ser niña de nuevo, como cuando iba a la playa con toda la familia y jugaba con sus amigos en la arena, y de nuevo volvía a escuchar a todos llamarla Pitu. Deseaba volver a ser la Pitufina, como la llamaba su padre cuando era muy pequeña. Pasó otra hora más, y otra, y unas cuantas más, y seguían sin saber nada de Mike. La sala de espera empezó a llenarse de gente. Manu, que no se separaba de ella, Ana y Tony, otros policías que hablaban con Andrés y que le habían tomado declaración a Miriam, Roberto, que había tomado el coche y había conducido toda la noche. Todos comentando lo que había sucedido y lo que se estaba descubriendo. Los policías le explicaron que Véronique había encontrado a Víctor deambulando por Barcelona, que lo había recogido y que le había prometido que entre los dos encontrarían la forma de acabar con Mike. Miriam sintió un escalofrío al escuchar aquello, seguía sin poder creerse que alguien a quien no conocía de nada quisiera hacerle daño, alguien que tenía una hija preciosa que no se merecía en absoluto tener una madre así. Pensó en Amelie y se entristeció mucho, porque además ahora, después de todo, podría perder a su padre también. Al llegar la luz del día, la puerta de los quirófanos se abrió y Noe avisó a Manu que levantó a Miriam del asiento. Ella salió disparada y abordó a Gonzalo, éste se veía realmente cansado pero en el fondo completamente satisfecho. -
¿Cómo está? ¿cómo ha ido todo? ¿Por qué habéis tardado tanto? 403
-
Ya, de una en una Miriam – le dijo él haciendo gestos con las manos para que se relajase – la bala no tenía orificio de salida, tuvimos que extraerla, le perforó un pulmón y perdió mucha sangre, hubo complicaciones… - Miriam sintió un estremecimiento que la recorrió de arriba abajo, aquellas palabras solían significar que no había ido bien, empezó a temblar y la tuvieron que sujetar entre Manu y Fede – no, no es lo que estás pensando. Entró en shock, es cierto, pero lo recuperamos y pudimos finalizar la operación con éxito. Tenemos que esperar a ver como evoluciona, pero es fuerte y tiene muchas ganas de vivir. Saldrá de ésta – todos los allí presentes tomaron aire de nuevo, y Miriam suspiró aliviada.
-
¿Puedo verlo?
-
Está en reanimación, espera un poco a que esté listo y luego pasas, ya le digo a tus compañeras que te avisen. ¿de acuerdo? – Miriam asintió, y Gonzalo se fue a cambiar. El hombre que encontró en la mesa de operaciones estaba allí por intentar proteger a la mujer que él amaba, a su Miriam, de no estar tan cerca del hospital habría dado la vida por salvarla, y eso le había hecho pensar en lo afortunada que había sido ella de encontrar a un hombre así. Por eso había puesto todo su empeño y sus fuerzas por sacarlo adelante, era lo menos que podía hacer por haber salvado a la mujer de su vida, aunque sabía que ella nunca le iba a corresponder de esa manera. Pasaron varios minutos que le parecieron horas, pero al fin Miriam pudo verlo y
comprobar que todo estaba yendo bien. Seguía medio dormido pero sintió que ella estaba con él y sonrió. Se quedó a su lado toda la mañana, hasta que sus compañeras le dieron el aviso de que había más familiares fuera esperando. Salió extrañada y se encontró en la sala con una mujer de la edad de su madre y una mujer más joven, que no le sacaba el ojo de encima a Andrés, sentadas con Roberto y con Lucas. Éste se las presentó como la madre y la hermana de Mike, las dos estaban ya al tanto de todo lo que había estado pasando en los últimos meses. Amelia miró a Miriam y comprendió que su hijo estuviese tan enamorado de ella, la abrazó y le dio las gracias por quererle, Miriam no pudo aguantar y lloró con ella, luego se unió Amy y las tres permanecieron así un largo rato.
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Los días pasaron y el estado de Mike fue mejorando notablemente. Pudieron trasladarlo a la habitación de la planta y allí Miriam no se separó de él ni un minuto. Los dos pudieron hablar de lo que había pasado y de lo que pasaría más adelante. -
No sabes cuánto siento todo por lo que has pasado, mi reina – le dijo él en una de sus muchas conversaciones – debí darme cuenta de que algo no iba bien y no dejarte como lo hice.
-
Mike, tú no me dejaste, fui yo la que te aparté de mí – le respondió ella con una sonrisa.
-
Sí, pero por salvarme a mí. Cuando leí todos los mensajes que te estaban enviando quise matarlos con mis propias manos.
-
Bueno, ahora ya pasó, no debes pensar más en ello.
-
Imposible, mira lo delgada que estás y hace mucho que no duermes, lo sé.
-
Eso no me preocupa, ya verás que la primera noche que durmamos juntos, me quedaré frita como un bebé.
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Siempre que yo te lo permita, porque en cuanto podamos pasar una noche a solas tú y yo haremos de todo menos dormir, te lo prometo.
-
¡Bah! Promesas, promesas. Primero tienes que recuperarte del todo y después ya veremos de lo que eres capaz.
-
Lo veremos – Mike se levantó un poco para besarla, pero fue Miriam la que se acercó al ver la mueca de dolor en su cara.
-
Quédate quieto, no debes hacer esfuerzos aún – le riñó Miriam.
-
Sí, mi reina. Dime, ¿qué pasó el día que me dejaste?
-
¿Por qué quieres saberlo? Eso ya es pasado, y mejor dejarlo.
-
No, cuéntamelo. Noe me acusó de hacerte daño y de dejarte marcas, y yo ni las vi. ¿Cómo te las hiciste?
-
No me las hice yo, Mike – le respondió a sabiendas de que saberlo le iba a alterar, aunque de nada valía ya ocultarlo – esa mañana bajé a los vestuarios para ducharme y ponerme un uniforme limpio y alguien entró. Era Víctor, ahora lo sé, no pude reconocerlo después porque llevaba pasamontañas y llevaba todo el cuerpo cubierto 405
de ropa. Me sujetó por el cuello y me estampó contra la taquilla, me amenazó con matarte si no te dejaba y con matar a todo el que supiera algo. Por eso no se lo conté a nadie. Después subí a la habitación para hablar contigo, los moratones tardaron un poco en salir y no te dio tiempo a vérmelos. Mike la escuchaba apretando los puños con fuerza. Se sentía tremendamente enfadado consigo mismo por no haberlo visto, y deseaba que tanto Víctor como Véronique pagasen por eso durante mucho tiempo. Miriam le acarició la frente y la expresión de su cara se relajó. Ella era como un bálsamo para él, siempre lo había sido. -
Lo siento – dijo él.
-
Ya está bien, deja de sentirlo. Ahora todo acabó y no voy a dejar que ningún loco más me separe de ti, ¿entendido?
-
Entendido, mi reina – le dijo sonriendo - ¿sabes quién me ha estado visitando estos días?
-
Alguna de tus antiguas conquistas, seguro – respondió ella con una sonrisa burlona.
-
Casi, más bien una de las tuyas – Miriam lo miró sin entender – el doctor Ladra se pasó por aquí para comprobar como estaba, se disculpó conmigo por lo que me había dicho en la playa y me dio las gracias.
-
Lo de venir a verte es lógico, porque fue el quién te operó, pero no entiendo por qué te tuvo que dar las gracias.
-
Por haberte salvado, dijo que si alguien era capaz de hacer eso por otra persona era porque la amaba realmente – Miriam asintió – También me dijo que ahora comprendía lo que había entre nosotros y me prometió que no se interpondría nunca más.
-
Gonzalo en el fondo es buena gente, ya te lo dije.
-
Ya, muy en el fondo – contestó Mike con una sonrisa cargada de ironía. Días más tarde, por fin Mike pudo volver a casa, Miriam había pedido un permiso
para estar con él y cuidarlo en su casa de la playa, aunque Amelia no se separaba tampoco de su hijo. Estando con los dos supo de su historia y se sintió muy afortunada de que su 406
hijo encontrase por fin a la mujer que le haría feliz el resto de sus días, tal y como ella y el padre de Mike se habían encontrado una vez. Organizaron una fiesta a la que no faltó nadie de los más apreciados por los dos: Roberto con Lucía y Miguel, Noe con Lucas, Ana y Toni, felices porque el embarazo iba muy bien, Fede y Salomé, que empezaba a lucir la tripilla de lo más orgullosa, Manu y Lola con Manolito, que no paraba de hacer de las suyas con Laura, Gabi y Amelie inseparables, y más desde que el juez había concedido la custodia total de la niña a Mike, teniendo en cuenta los cargos que habían en contra de Véronique y de los que no tardarían en juzgarla. También David, Amy y Andrés, que al igual que los niños empezaron a ser también inseparables, algo que molestaba ligeramente a Mike. También había venido Jose con su mujer, se había preocupado mucho al saber que “su muchacho”, como solía decirle él, había estado a punto de morir. Y por supuesto, las matriarcas del clan, Pepa y Amelia, que al verse una frente a la otra se reconocieron al instante: -
¡Dios mío! ¿Pepa? ¿Eres tú? – preguntó Amelia para confusión de Miriam y Mike.
-
¿Amelia? Eres la del americano, ¿verdad? – preguntó a su vez Pepa con los ojos abiertos como platos. Las dos se fundieron en un interminable abrazo sin que ninguno de los allí presentes
supiese de qué se podían conocer aquellas dos mujeres. -
Pero, ¿Cuánto tiempo ha pasado? – preguntaba Pepa.
-
Pues algo más de treinta años por lo menos, pero mírate, si no has cambiado nada.
-
Tú sí que sigues igual de guapa. Así que, ¿tú eres la madre de este buen mozo?
-
Y tú la madre de esta preciosidad – le dijo Amelia señalando a Miriam.
-
Con razón decía yo que el chico me recordaba a alguien, se parece mucho a ti, aunque ya ha dejado de ser el pequeño Migueliño– le dijo Pepa.
-
Sí, pero tiene mucho con su padre también – le contestó Amelia. Miriam y Mike se cansaron de tanta charla y los dos preguntaron a coro:
-
¿Pero se puede saber de qué os conocéis? 407
-
¿En serio que no os acordáis? – les preguntó Amelia – Mike, cuando eras pequeño, el verano antes de irnos a los Estados Unidos lo pasamos cerca de aquí, y siempre íbamos a esta playa.
-
Ese verano también nosotros lo pasamos aquí – continuó Pepa – tú eras también muy pequeña y Fede aún era un bebé. Nos conocimos el primer día y nos hicimos muy buenas amigas, y más porque pasábamos casi todo el tiempo solas por los trabajos de vuestros padres. Y vosotros os hicisteis tan amigos que cada noche había pelotera para que cada uno se fuese para su casa sin el otro. Erais pequeños pero aun así debéis acordaros de algo. Los dos se quedaron callados durante unos minutos intentando hacer memoria de
aquellos días. Había pasado mucho tiempo pero a Miriam le vino a la mente la imagen de un niño de pelo oscuro y ojos verdes, muy parecido a Amelie. Y Mike también reconoció a la niña de ojos grandes que lo seguía a todas partes. -
¿Migue? – preguntó Miriam sin creérselo.
-
¡Pitu!
-
Eras tú, eres… real, creí… creí que sólo eras parte de mis sueños. No volví a saber de ti en todos estos años y siempre pensé que habías sido fruto de mi imaginación o algo así.
-
Y yo llevo buscándote toda mi vida, ahora sé por qué – dijo Mike sin dejar de mirarla. Los dos estaban tan sorprendidos como emocionados. El resto de sus invitados se
quedaron estupefactos ante tal casualidad. Se habían conocido en aquella misma playa hacía muchos años atrás y el destino quiso volver a juntarlos. El ambiente estaba tan cargado de emoción que apenas nadie se movía de su sitio para no romper la magia del momento, hasta que alguien no aguantó más: -
¿Migue? ¿Pitu? ¿qué clase de motes son esos? Que digo yo que podíais ser un poquito más originales, como “el piraña” o “chanquete”, o algo así – dijo Roberto sin poder contener la risa.
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Mike, que estaba a su lado, levantó una mano sigilosamente y le dio una colleja tan fuerte que Roberto tuvo que dar un paso hacia delante para no caerse. -
¡Ay! Sólo era un comentario – dijo Roberto frotándose la nuca.
-
Buena colleja, sí señor – dijo Miriam alabando a Mike.
-
Gracias. Aprendí de una experta – le respondió Mike sonriéndole. Todos los allí presentes se echaron a reír y festejaron ese hermoso reencuentro.
Comieron en el jardín, disfrutaron de una increíble tarde de otoño al aire libre y Miriam les contó que como apenas tenía tres años no era capaz de pronunciar bien el nombre de Mike, que en aquella época todo el mundo le llamaba Miguel, sólo su padre le llamaba Michael, pero gracias a ella al final del verano todos le llamaban “Migue”. -
Y lo de Pitu – continuó Mike – era porque Miriam era tan presumida que su padre le puso el sobrenombre de Pitufina, pero como era largo acabaron llamándola Pitu, y así la llamábamos nosotros también.
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¡Aún lo recuerdas! – dijo Miriam sorprendida y maravillada.
-
No he podido olvidarlo nunca. Fue el mejor verano de mi vida, y cuando llegué a este lugar me sentí muy bien, me sentí como si hubiese llegado a casa. Sabía que algunos rincones me eran muy familiares, pero no recordaba el lugar en el que nos quedamos. Ese septiembre nos fuimos para los Estados Unidos y tuve que adaptarme a otro lugar y otra vida. Supongo que por eso pronto lo olvidé casi todo.
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¿Todo? – Miriam lo miró con detenimiento y recordó un detalle que le había impresionado mucho en aquel momento – ¿debajo de la perilla no tendrás una cicatriz, en el mentón?
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Sí, tengo una, pero tú cómo… - Mike también lo recordó – es verdad, ¡fuiste tú! – todos miraron sorprendidos – te enfadaste conmigo porque ese día yo quería ir a pescar y tú querías jugar a príncipes y princesas. Al final terminaste tirándome una piedra, me diste en toda la barbilla y tuvieron que darme puntos.
-
Te lo tenías merecido por no hacerme caso – dijo ella entre bromas.
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Ya querías ser mi princesa entonces – le dijo él besándole el cuello. 409
-
Pero tú eras muy pequeña, ¿cómo te acuerdas? – preguntó Noe.
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Porque sangraba tanto que me impresionó mucho, y esa noche tuve mi primera pesadilla. Lloré toda la noche porque no podía cerrar los ojos sin dejar de verlo sangrar.
-
Pues ya me contarás cómo terminaste siendo enfermera, si te daba miedo la sangre – le dijo Lola.
-
No era por la sangre en sí misma, era porque había sido yo la que se lo había hecho, me sentía muy culpable.
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Tanto que al día siguiente me regaló su mejor concha.
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¡Es verdad! – exclamó Miriam – era la que más aprecio le tenía, era la más bonita y la más grande.
-
No será la misma concha que tienes con las llaves del piso, ¿verdad? – preguntó David.
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No, ahora lo tengo con las llaves de esta casa. Todos se quedaron boquiabiertos al comprobar que aún tenía ese llavero. Era una
concha de caracola alargada de unos cuatro centímetros, blanca con listas marrones, estaba dentro de un cubo de metacrilato que la había conservado como si estuviese acabada de recoger, su padre se lo había hecho. Miriam se quedó sin palabras al verla, y más al ver que también tenía en la misma argolla el llavero que le había regalado ella en Madrid, el del logo de Superman de acero con el fondo negro. “Pasado y presente juntos”, pensó sonriendo. Durante la tarde también tuvieron tiempo para juntarse las chicas en una parte de la mesa para celebrar su particular reunión de las grupis, a la que se unieron Lucía y Amy. Ésta no dejaba de mirar a Andrés que les estaba contando a todos cómo recordaba el placaje que Mike le había hecho a Víctor el día que le disparó. Estaba tan embobada que todas las demás se dieron cuenta, y no tardaron en llegar los vaciles y las barbaridades con respecto al cuerpo del policía.
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La verdad es que tienes un gusto estupendo – le dijo Noe – ese chico tiene un cuerpo increíble.
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Anda qué hablarás tú – le soltó Lola – te quejarás de cuerpo con el que duermes.
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No seáis tan brutas – les riñó Miriam.
-
Claro, como tú te has llevado al premio gordo ahora callas – le dijo Lola.
-
Bueno, a ver – intervino Ana – creo que ninguno de los que está en ese grupito tiene desperdicio.
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¡Hablan las hormonas! – dijo Noe riéndose.
-
Es verdad, yo también pasé por esa fase, y creo que aún la estoy pasando – dijo Salomé – porque para mí todos están muuuuy buenos.
-
Tengo que romper una lanza en favor de mi cuñadito – habló Lucía por fin, que cada vez se sentía más cómoda entre ese pintoresco grupo – todos son unos hombres estupendos y están muy bien, físicamente, pero es que mi cuñado tiene un cuerpo y un culo de los que quitan el hipo. Todas se quedaron mirando para la parte mencionada del cuerpo de Andrés y
estuvieron de acuerdo. Noe, que ya tenía un punto achispado, levantó su copa de Leive y quiso brindar con sus amigas: -
¡Por el culo de Andrés! – dijo en voz alta. Todas chocaron sus copas y se unieron en coro.
-
Y por todos los buenos culos que hay en este jardín – dijo Lola.
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Incluidos los nuestros – dijo Lucía.
-
¡Esssso! – gritaron todas a la vez, y el sonido de las copas volvió a oírse con más fuerza, consiguiendo que todos los hombres las mirasen divertidos. Noe se levantó con ligera dificultad y fue directa hacia Lucas, le puso la mano en su
trasero y se lo apretó al mismo tiempo que le besaba con pasión. Todos los vitorearon y los aplaudieron. Lucía y Miriam se miraron sonriendo con complicidad, e hicieron sonar sus copas brindando por su nueva alianza, la que conseguiría que aquellos dos pasaran tarde o temprano por la vicaría. 411
Al llegar la noche, Mike se encontraba ya muy cansado, todavía no se había recuperado del todo y el ajetreo de aquel día lo había dejado hecho polvo, por eso se despidió de todos y se retiró a su habitación acompañado por Miriam, mientras que el resto de los que estaban en la casa se fueron despidiendo, unos hacia sus respectivos hogares y otros hacia el hospedaje que había en el pueblo, todos fueron desfilando. Sólo quedaron en la casa los hijos de Miriam y la de Mike, ya acostados, y las madres de los dos que se quedaron un rato más charlando de sus vidas. Miriam preparó un baño para los dos, con agua bien caliente y mucha espuma y no tardaron en compartirla. Puso música suave y se dejó envolver por los brazos de Mike que tanto la añoraban. Ed Sheeran cantaba “Give me love”, y los dos permanecieron en silencio disfrutando del contacto de sus cuerpos desnudos. Mike le rozó el cuello con los labios y Miriam se estremeció. Lo deseaba como nunca antes pero era consciente de que no debían dejarse llevar. Mike siguió besándola. Y acariciándola. -
Mike, no sigas o no podré contenerme.
-
¿y quién te dice que lo hagas? – sentía su erección latiéndole en la base de la espalda y su cuerpo reaccionaba sin poder ella evitarlo.
-
Mike, aún no estás bien, no es bueno para ti, el día ha sido agotador y necesitas descanso.
-
Lo que necesito son tus cuidados y tus mimos – la obligó a girarse sentándola en su regazo, y con la voz más profunda le repitió – lo que yo necesito son tus labios, tu cuerpo y tu corazón, es la mejor medicina que me puedes dar. Ella sonrió y negó con la cabeza a la vez. Ed Sheeran cantaba de nuevo “Kiss me” y
no pudo menos que seguir sus palabras. Se sentó a horcajadas sobre él y lo besó con dulzura y pasión. -
Pues todo eso lo tendrás pero si me prometes ir con cuidado y dejar que sea yo la que mande.
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Por su puesto, mi reina. Vos sois la que ordena y rige mi corazón, nunca osaría desobedeceros – le respondió él con una mirada tan intensa que Miriam casi se deshace en ese mismo momento. Y siguiendo los acordes de aquella canción y de algunas más se dejaron llevar por las
caricias, el calor y la espuma hasta que los dos alcanzaron el cielo con las manos volando juntos de nuevo y para siempre.
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Epílogo Unos meses más tarde, en una soleada tarde de primavera: -
¡Estás preciosa! No puedo creerme que vayas a casarte… otra vez.
-
Yo tampoco, estoy tan nerviosa que no he podido dormir en toda la noche.
-
Lo sé, no has parado de darme patadas. Pero me alegro de haber pasado tu última noche de soltera contigo.
-
Sí, ha sido como en los viejos tiempos. Las dos sintieron unos golpes y la puerta se abrió.
-
He venido a buscar a una preciosa mujer que está a punto de decir que sí al hombre de sus sueños. ¡Dios mío! ¡Qué guapa está! Desde luego que mi amigo es un hombre afortunado.
-
Es la novia más guapa que has visto, ¿a que sí?
-
Sí, pero tú estás igual de preciosa – los dos se dieron un beso dejando a la novia sonriendo.
-
Ya está bien, mira que sois empalagosos. ¿El novio ya está aquí?
-
Sí, y te está esperando más nervioso de lo que nunca lo había visto en todo el tiempo que lo conozco. Cariño, será mejor que salgas para acompañarlo y para poner un poco de orden, los pajes están un poco ansiosos por la fiesta y la están organizando por su cuenta.
-
Vale, voy al rescate. Nos vemos fuera. Hasta ahora – le dijo a los dos.
-
Hasta ahora – le respondieron los dos a la vez. Salió, puso orden y bajó con el novio hasta la arena. Allí le esperaban todos los
invitados y la jueza amiga de Noe, que se había desplazado hasta allí sólo porque ella se lo había pedido. Habían organizado una boda íntima en la misma playa y en la casa de Mike, todo estaba decorado tal y como ella se lo había imaginado. El novio y la madrina empezaron a caminar por la pasarela que habían colocado esa misma mañana. Hasta la playa se habían acercado numerosos curiosos de la zona, era la primera vez que veían su
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playa invadida por una boda en todo su esplendor y no querían perderse ni un solo detalle. Cinco minutos más tarde aparecieron la novia y el padrino, ella vestida de corto con cola y palabra de honor, con pedrería en la cintura, y sandalias de Manolo Blahnik, que su amiga le había regalado. Llevaba el pelo ondulado sujeto con una diadema a juego con el vestido. Estaba muy nerviosa, tenía miedo de que hiciese demasiado viento, de que se le enterrasen los tacones en la arena, de caerse de bruces… pero entonces lo vio esperándola en el altar y todos sus nervios pasaron. Delante tenía a todos los niños que había en su vida abriéndoles camino, Gabi y Amelie delante, Laura y Manolito de la mano detrás. “Hermosa estampa, aunque más hermosa es la mujer que se acerca”, pensó él sin dejar de mirarla. Cuando llegaron al altar, ella unió su mano a la de él y juntos se dirigieron a la jueza que los iba a casar: -
Buenas tardes a todos, estamos aquí reunidos para unir a este hombre y a esta mujer en matrimonio. Los dos han querido dar este paso libremente y arropados por todos aquellos a los que consideran parte de su familia, por eso os agradezco a todos en su nombre que estéis aquí. Y como me habéis pedido algo rápido y sencillo iremos directos al grano, ¿os parece? – ambos asintieron sonriendo – miraos el uno al otro por favor – los dos obedecieron y se cogieron de las manos sin dejar de mirarse y sonreír - Noelia, ¿quieres contraer matrimonio con Lucas y efectivamente lo contraes en este acto?
-
Sí quiero, claro que quiero – respondió Noe sin dejar de sonreír.
-
Lucas, ¿quieres contraer matrimonio con Noelia y efectivamente lo contraes en este acto?
-
Sí quiero, es lo que más quiero en esta vida – respondió Luc con los ojos vidriosos.
-
Ahora, por favor procederemos a la entrega de anillos – Mike rebuscó en sus bolsillos, él como padrino de la boda se había encargado de custodiarlos pero con los nervios
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se había olvidado de dónde los había guardado. Miriam lo miró frunciendo el ceño hasta que por fin los encontró. -
Aquí están, aquí…- enseñó la caja, la abrió y entregó el primero a Noelia. Ella empezó a ponérselo a Lucas mientras le decía:
-
Lucas, yo te entrego este anillo y me entrego a ti este día, para compartir mi vida contigo. Puedes confiar en mi amor, porque es real. Prometo serte fiel, amarte, compartir y apoyarte en tus esperanzas y tus sueños, todos y cada uno de los días que la vida me lo permita – Mike le entregó el otro anillo a Lucas que se apresuró a ponérselo a Noe:
-
Noelia, yo te entrego este anillo y me entrego a ti este día y todos los que vengan, para compartir mi vida, mi amor, mis sueños. Prometo serte fiel, amarte, compartir y apoyarte día a día y más allá de lo que me deje la vida – ambos se miraron con devoción y con el corazón. Tras eso, la jueza continuó.
-
Como jueza de registro civil de Compostela, y en virtud de los poderes que me confiere la legislación del Estado español, yo os declaro unidos en matrimonio. Podéis besaros. Lucas tomó la cara de su flamante esposa entre sus manos y le susurró un “Te
quiero” antes de besarla con pasión, mientras los demás presentes en la boda y los vecinos del lugar aplaudían con fervor. Ya en el jardín de la casa, habían preparado todo para la celebración al aire libre. Habían cubierto la piscina con una tarima fuertemente reforzada para evitar accidentes y habían puesto una carpa para evitar que bajase demasiado la temperatura. El mes de mayo acababa pero aún no asomaba el verano y se notaba el fresco al llegar el atardecer. Un grupo norteamericano, amigos de Mike, amenizaba la velada. Cenaron todos allí y después recogieron las mesas para dejar paso a una pequeña pista de baile a la que los novios se dirigieron para abrir el baile, aunque la sorpresa fue mayúscula cuando al cantante se le unieron todas las grupis desde sus mismos asientos para interpretar “Mirrors” de Justin Timberlake.
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Terminado el baile y tras los vítores y los aplausos, los novios subieron a la tarima y el cantante les pasó el micro: -
Hola a todos y gracias por estar aquí compartiendo con nosotros este maravilloso momento – dijo Noe visiblemente emocionada – entre todos habéis conseguido que todo esto sea un sueño hecho real, incluso un millón de veces mejor de como lo había soñado, pero sin duda los grandes culpables de que esto haya sucedido así son esos dos delincuentes que se esconden ahí al fondo – Noe señaló directamente a Mike y Miriam, que se miraron sorprendidos - y por ellos quiero alzar mi copa y brindar, para que sus sueños también se hagan realidad. ¡Por los padrinos! Todos hicieron sonar sus copas a la vez que coreaban sus nombres, y los dos les
respondieron con elegancia. Luc cogió el micro y les pidió directamente que saliesen al medio de la pista para bailar la siguiente canción, una que resumía muy bien su propia historia. Los dos hicieron lo que les pidieron animados por los aplausos de los demás, y se dejaron llevar por los acordes de “Find me”. Se movían por la pista con maestría a pesar de los tacones que Miriam llevaba, y se movían dando vueltas como si de un vals se tratase. Al acabar la canción, los dos se besaron con verdadero ardor mientras que todos en el jardín se ponían de pie para aplaudirlos y vitorearlos. Se armó tal revuelo que Ana y Salo se miraron la una a la otra totalmente asustadas, las dos estaban ya en la recta final de su embarazo y ambas sintieron como empapaban su ropa porque habían roto aguas al mismo tiempo. Los futuros padres se pusieron tan nerviosos que no eran capaces de reaccionar. Tuvo que ser Miriam la que controlase la situación. Entre ella y Mike metieron a las dos cada una en un coche, metieron también a los padres y arrancaron con ellos para el hospital. Tres horas más tarde nacía la pequeña María, una rolliza niña de tres quilos novecientos veinte gramos. Tenía los ojos grandes y el pelo oscuro. Se parecía mucho a su padre según lo que Miriam pudo constatar, y tanto ella como su madre se encontraban
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perfectamente. Fede, que no podía creerse que ya era padre, no se separó de ninguna de las dos. -
Otra preciosa mujercita, menos mal que tengo a Gabi para ayudarme – dijo acunando a su hija. En otra sala se encontraba Ana con Tony, en pleno trabajo de parto. A ella no le
estaba siendo tan fácil como a Salo y el suyo se alargó unas pocas horas más, ya al amanecer llegaba al mundo el pequeño Izan, de tres quilos y medio, demostrando la calidad de sus pulmones a todo el hospital. Ana se encontraba muy cansada pero los dos estaban también bien. Miriam consiguió que las pusieran en la misma habitación y pudo observar de la mano de Mike toda la felicidad que allí se respiraba: las dos madres comentando sus propias experiencias con el parto y los dos padres presentando a sus pequeños, el uno a la otra. Ese fin de semana se llenó de acontecimientos, con la boda de sus amigos y el aumento de la familia, pero tras todo el caos del momento llegó la tranquilidad y la calma. Y poco a poco todos siguieron con sus vidas y sus rutinas del día a día. Hasta que por fin llegó el día que Mike llevaba prometiendo a Miriam durante todo el invierno. Ese día se cumplía un año desde que se habían encontrado en el aeropuerto y Mike quiso regalarle algo muy especial. La secuestró después del trabajo y se la llevó a pasar un romántico fin de semana lejos de su rutina habitual. Mike la llevó a lo alto de una montaña. Allí los estaban esperando unos monitores del Club Cántabro de Ala Delta, con todo el material preparado ya. Miriam no se sentía capaz de hacer lo que iba a hacer y está muerta de pánico. Pero Mike la tomó de la mano y le susurró al oído: -
No te preocupes mi reina, no te soltaré, te agarraré todo el tiempo de la mano y si no puedes con ello haré que bajemos rápidamente, ¿confías en mí? – Miriam asintió rápidamente muy asustada, pero segura de lo que él le decía.
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Se pusieron los monos, los cascos y los arneses y se colocaron en el trípode, los monitores los sujetaron y, después de darle algunas lecciones básicas de como tenía que moverse para despegar y aterrizar los dos se dispusieron a tomar impulso y saltar. Mike los guiaba mientras sujetaba la mano de Miriam bajo la suya. Ella tenía los ojos fuertemente cerrados, hasta que Mike le gritó que los abriese, poco a poco fue cogiendo confianza y los abrió despacio, sintiendo el viento en su cara y una sensación de libertad tan plena que acabó soltándose de la mano de Mike y extendiendo los brazos, como un pájaro. -
¡Estoy volando! – gritó - ¡Mike! ¡Estamos volando! ¡Es mi sueño hecho realidad! ¡Volamos!
-
Sí mi reina, estamos volando… juntos… Un tiempo más tarde, en una tarde calurosa de verano, Amelie se acercó a Miriam,
que no dejaba de mirar a Mike mientras éste jugaba con sus hijos en la piscina, y le preguntó con la curiosidad que siempre le había caracterizado: -
Mamá, quería hacerte una pregunta.
-
Tú dirás, espero que no sea muy complicada.
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¿Cómo te diste cuenta de que mi daddy era el hombre de tu vida?
-
Oh, esa es fácil. Simplemente soñé que volaba… de su mano, claro.
-
¿Y? – Miriam miró de nuevo a Mike con verdadera devoción, y sonriendo de felicidad le contestó:
-
Que mi sueño se hizo realidad.
FIN.
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