texto y fotos joel y eros albarrán bugié
En Barcelona, 80.000 personas se desplazan a diario a pedales pero sin perder estilo. La bici se convierte así en un medio de transporte útil pero también estético. La combinación de colores es perfecta. Pelo rubio, dos pinceladas de rojo (bolso y cinturón), vestido verde y un toque final: bicicleta también verde. Linda pedalea por Barcelona. «Intento que la bici vaya con mi estilo», dice. El auge de las bicis se refleja en la estética de los miles de nuevos ciclistas urbanos que han tomado las calles de la ciudad. Modernos y poperos reciclan sus BH y Phanter de la infancia; los bohemios adoptan diseños clásicos; los jóvenes estilosos se deslizan sobre pequeñas Monty minimalistas; los ejecutivos utilizan bicis plegables que en el ascensor de la oficina ocupan lo mismo que su maletín; chicas primaverales pedalean junto a la playa en modelos de paseo, atléticos jóvenes lucen sus finas bicicletas de carreras... El fenómeno no es exclusivo de Barcelona –donde el Bicing (el sistema de préstamo de bicis promovido por el Ayuntamiento) ha superado todas las previsiones y pronto contará con 400 estaciones, 6.000 bicicletas y más de 150.000 abonados–, sino de otras grandes ciudades donde la bicicleta está ganando fuerza como medio de transporte urbano (Londres, Berlín, París, Nueva York). Algunos grandes de la moda como Chanel o Emporio Armani se han subido también a la bicicleta y comercializan modelos con su marca.
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texto y fotos joel y eros albarrán bugié
En Barcelona, 80.000 personas se desplazan a diario a pedales pero sin perder estilo. La bici se convierte así en un medio de transporte útil pero también estético. La combinación de colores es perfecta. Pelo rubio, dos pinceladas de rojo (bolso y cinturón), vestido verde y un toque final: bicicleta también verde. Linda pedalea por Barcelona. «Intento que la bici vaya con mi estilo», dice. El auge de las bicis se refleja en la estética de los miles de nuevos ciclistas urbanos que han tomado las calles de la ciudad. Modernos y poperos reciclan sus BH y Phanter de la infancia; los bohemios adoptan diseños clásicos; los jóvenes estilosos se deslizan sobre pequeñas Monty minimalistas; los ejecutivos utilizan bicis plegables que en el ascensor de la oficina ocupan lo mismo que su maletín; chicas primaverales pedalean junto a la playa en modelos de paseo, atléticos jóvenes lucen sus finas bicicletas de carreras... El fenómeno no es exclusivo de Barcelona –donde el Bicing (el sistema de préstamo de bicis promovido por el Ayuntamiento) ha superado todas las previsiones y pronto contará con 400 estaciones, 6.000 bicicletas y más de 150.000 abonados–, sino de otras grandes ciudades donde la bicicleta está ganando fuerza como medio de transporte urbano (Londres, Berlín, París, Nueva York). Algunos grandes de la moda como Chanel o Emporio Armani se han subido también a la bicicleta y comercializan modelos con su marca.
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JULIANA / 27 años. La vio tirada en la calle y se prendó de esta bicicleta clásica. La limpió, le puso un cesto y ahora va a todas partes con ella. «Mi bici tenía que ser rosada. El look de la bici es importantísimo. No tiene que ser la última ni la más cara, sino que a uno le guste». En la página anterior, de arriba abajo: RICHARD / Conduce una Mountain Bike Street (11 kilos, sin frenos). Reconoce que es poco práctica para hacer desplazamientos largos, pero en la ciudad tiene una ventaja: «Vas muy rápido y te metes por calles donde hay mucha gente». DONOVAN / 36 años. Se compró su primera bici Lowrider hace 7 años y hoy es el dueño de DYD Lowrider, donde las vende y hace por encargo. «El lowrider es un estilo de vida». HELSON / Desde hace más de dos años se mueve con una bicicleta de descenso, con la que también se lanza por las montañas de los alrededores de la ciudad. «La bicicleta es un estilo. Me gusta combinarla con la ropa».
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ISMAEL / Comenzó a circular en bici por la ciudad en los años noventa, pero se cansó por la falta de carriles. Hace dos años recuperó el hábito y ahora viene a la ciudad trajeado y cargando su plegable. «Si tuviera que coger una bici para cada traje, no iría en bici».
SUZETTE / 26 años. Esta berlinesa compró una auténtica BH española por Internet (70 euros). Le gustaría una más femenina, pero lamenta que no es posible por los robos. «Barcelona es perfecta para ir en bici, siempre voy con ella».
LINDA / Se la compró hace pocos meses y la usa porque le permite ir mucho más rápido que a pie. Siempre que puede trata de conjuntar su modo de vestir con la bicicleta. «Es una bici preciosa. Tiene personalidad, como yo».
ANDRÉ / 31 años. La heredó de un amigo portugués como él y ahora se pasea arriba y abajo del Raval con esta pequeña Monty, que le permite moverse con agilidad entre los viandantes. «Cuando voy vestido de trabajo no voy en bici».
CLARA / Tenía una BH hasta que su compañero le regaló esta bici a medida (cambio interno de nueve marchas y sillín y pedales personalizados) de la que no se separa. «Si me quitas la bici, me matas».
CHISATO / 44 años. Le robaron la bici hace un año y heredó esta BH de una amiga también japonesa. Sólo tuvo que cambiarle los frenos. Aunque sea un modelo viejo, piensa conservarla mientras dure. «Forma parte de mi estilo, me gusta».
GRANT / 27 años. La bici de mensajero de este sudafricano es una obra de artesanía y funciona como un reloj. Los piñones son fijos y se puede pedalear hacia delante y hacia atrás. «La construí toda con piezas vintage a partir de un marco de los años ochenta».
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ORIOL / 32 años. Se la mandó un amigo que se mudaba y ya es su cuarta bici. Reconoce que no podría ir en Mountain Bike por la ciudad. «Hay una línea de bicicleta con la que me identifico, pero no es algo obsesionante».
MANUELA / 34 años. El mismo día en que volvía a casa después de tratar infructuosamente de comprarse una bici, encontró en la calle a su Lola. «Aunque no tenía sillín y las ruedas estaban pinchadas, cuando la vi dije: ésta es mi bici».
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MARÍA / 29 años. Esta Orbea llevaba en la casa de campo de su tío 25 años, hasta que se la dio como regalo. Ahora María presume de bicicleta con pedigrí por el centro de Barcelona. «Es una bici que pega mucho conmigo».