el lugar de la memoria reactivaci贸n del cerro de san crist贸bal desde / paisaje / patrimonio / sociedad / 1
El presente documento muestra el desarrollo de la memoria del Proyecto Fin de Carrera para el título de Arquitecto (Plan 98) por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla en septiembre de 2013, realizado por el alumno Juan Alonso Agujetas en el tribunal A113, formado por los siguientes profesores: D. Rodrigo Carbajal Ballel D. Francisco Márquez Pedrosa D. Jose Carlos Gutiérrez Blanco D. Antonio Luis Ampliato Briones Dª. Carmen Gil Calderón D. Jaime Navarro Casas
Departamento de Proyectos Arquitectónicos Departamento de Historia, Teoría y Composición Arquitectónicas Departamento de MMC, Teoría de Estructuras e Ingeniería del Terreno Departamento de Expresión Gráfica Arquitectónica Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio Departamento de Construcciones Arquitectónicas I
En Sevilla, a 12 de septiembre de 2013
reactivaci贸n del cerro de san crist贸bal desde el patrimonio, el paisaje y la sociedad
Juan Alonso Agujetas Tribunal A113 Escuela T茅cnica Superior de Arquitectura de Sevilla Proyecto Fin de Carrera Septiembre 2012/2013
tom mo
01
memoria descriptiva y justificativa el llug ugar ar d de e la m mem emor oria ia rrea eact ctiv ivac ació ión n de dell ce cerr rro o de ssan an c cri rist stób óbal al d des esde de / p pai aisa saje je / p pat atri rimo moni nio o / so soci cied edad ad /
00
apuntes previos sobre resquicios urbanos sobre patrimonio militar
01
contexto físico
caracterización general cerro de san cristóbal
02
contexto urbano y social
03
contexto histórico
la ciudad el sistema vauban el fuerte de san cristobal
04
criterios de intervención general
anejo
análisis cartográfico histórico
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apuntes previos 00
el llug ugar ar d de e la m mem emor oria ia rrea eact ctiv ivac aci贸 i贸n n de dell ce cerr rro o de ssan an c cri rist st贸b 贸bal al d des esde de / p pai aisa saje je / p pat atri rimo moni nio o / so soci cied edad ad / 11
resquicios urbanos
Al referirse a ‘patrimonio’ se conjuga una dicotomía espacio-temporal notablemente ambigua, intrínseca en todo elemento arquitectónico, pero mucho más latente en contextos donde la historia del lugar ya ha acontecido: el espacio nos habla del tiempo del mismo modo que el tiempo es la forma del espacio. La ciudad cambia, no hay duda; mutación irrefrenable que superpone hechos unos sobre otros, a modo de yacimientos geológicos, conformando una amalgama casi ilegible, un conjunto con el caos por bandera que no muestra sino una evidencia: la realidad contemporánea estratificada como resultado del sumatorio de lo que es y lo que ha sido. Sería imposible negar el presente, del mismo modo que lo resultaría borrar el pasado; se podrían escribir y se han escrito novelas distópicas a este respecto con catastrófico desenlace, puesto que es precisamente en su relación donde se encuentra la clave de la lectura temporal. Pensemos un momento en esos paréntesis temporales que, de cuando en cuando, aparecen en lo urbano, esos terrains vagues que han sido y no son al mismo tiempo. En estos días frenéticos, en que ‘las cosas aparecen y desaparecen casi sin esfuerzo’ a un ritmo vertiginoso, el desuso de una porción de ciudad supone su inminente renovación radical o bien su putrefacción en una inmortal isla temporal; se celebra lo efímero o lo inmutable, casi al mismo nivel; se puede decir que en cualquiera de estas tendencias se amputa la capacidad de habla de estos lugares (ahora) obsoletos pero (antes) llenos de vida. Esta afasia urbana viene motivada, sin duda, por la total ausencia de reflexión, crítica y posterior interpretación ya no sólo de lo presente y lo preexistente en el plano físico/visual, sino aún más en su carácter intangible: el ágora no es el espacio intersticial entre los distintos edificios porticados más notorios de la ciudad griega, sino el espacio de convergencia ciudadana vinculado a lo comercial y religioso, la fiesta de lo colectivo. No se trataría, pues, de intervenir en lo patrimonial con momificador espíritu reproduccionista, pues la experiencia no se basa en elementos únicamente formales o visuales, sino en entender la problemática casi desde un enfoque situacionista: olvidando los prejuicios y los miedos que lo heredado causan en el interventor pero rescatando de ese olvido los valores materiales e inmateriales que dotan a la entidad de estudio de su esencia germen y, por tanto, de su potencialidad de existencia en presente y en futuro no como ruina o paradoja temporal sino como verdadero ser vivo, capaz de convivir con los nuevos desarrollos urbanos, técnicos o sociales.
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patrimonio militar
La arquitectura militar de la época antigua es quizás el factor urbano más dictatorial y restrictivo del legado que se hereda de la historia. Primeramente, por su origen: la razón de ser de los sistemas defensivos militares no procede sino del miedo al ataque enemigo y del control de la población; el separatismo entre ‘dentro’ y ‘fuera’, aunque necesario, provoca hermetismo y desconfianza a ambas caras de la muralla. Posiblemente en la idea de defensa de una población se escondiera la confirmación de poder, un poder con voluntad de representarse ya no sólo sobre el ejército extranjero sino también sobre la población residente: una mayor defensa supone un miedo mayor al atacante y al mismo tiempo ejerce un control mayor sobre los defendidos. Hasta siglos recientes, el desarrollo de las urbes lo definía el propio trazado de esta defensa, inscribiendo así el proceso a una geometría estratégica y contundente, poco permeable al fin y al cabo, restringiendo las posibles transformaciones urbanas a una: su colmatación. Con ella, se podría afirmar que comenzaba una ‘nueva era’ consistente primero en la sustitución y mejora de la infraestructura militar y por último en la repetición del mismo proceso: expansión y colmatación. Avanzado el tiempo hasta, casi, la actualidad, en que las guerras no conllevan una confrontación física tan directa o en caso de serlo esta sería tan desbordante que la defensa en sí deviene inútil, la infraestructura creada en siglos anteriores para este fin resulta carente de sentido y utilidad: un enorme sistema estratégico sin estrategia, una monstruosa red de elementos más esculturales que eficaces. A raíz de esta obsolescencia funcional acompañada de la necesidad de expansión territorial de la ciudad, en constante aumento demográfico, la infraestructura, que en siglos anteriores suponía una red de elementos definitorios de un perímetro defensivo, comienza a ver amputadas ciertas trazas de su geometría y por tanto la desconexión de sus nodos. Sin embargo, la colosal transformación que compone la morfología de estos nodos, desde el baluarte hasta el foso, conlleva el mantenimiento de éstos como hitos, como referentes dentro del entramado urbano, pues desde su pretenciosa aparición, salvo inusuales excepciones, el urbanismo y la arquitectura posterior no consiguen, pese a buscarla, una representatividad igual al colonizar el territorio. Así pues, reconociendo la actual imposibilidad de recrear esta red tanto a nivel físico como en su objetivo original, se ha de analizar la potencialidad de los distintos elementos que la conforman en la realidad que vivimos, pues ‘tan solo la manifestación del presente puede hacer revivir el pasado’. Cabría preguntarse entonces cuál es el sentido de la ‘arquitectura para la defensa’ en la contemporaneidad, cuál es la evolución natural de ese espíritu de protección y qué peligros son los que hoy amenazan a la ciudadanía. Intentar responder a estas preguntas de forma contundente sería poco honesto, pues tan sólo se podrían enunciar sentencias sesgadas y subjetivas, pero se hace evidente pensar que para rescatar del olvido o del destierro a los elementos que compusieron el sistema defensivo se ha de dotar de un uso, un uso real y lógico, subordinado a las casuísticas de su contexto y a las capacidades de su morfología, y nunca al contrario; se ha de buscar una semilla capaz de echar raíces en el terreno y crecer colonizando su entorno, activándolo en caso de estar yerto o potenciándolo si ya tiene vida. el lugar de la memoria reactivación del cerro de san cristóbal desde / paisaje / patrimonio / sociedad / 13
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contexto físico 01
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01 contexto
físico
caracterización general
Para comenzar a enmarcar ell entorno Pa to de actuación, ct ci ción ón se h hace in inevitable itab it able le h hab hablar abla la de lla ci ciud ciudad udad ad de Badajoz, desde el hecho urbano hasta el medio físico en que se halla. La ciudad, situada al suroeste de la península, es capital de provincia y área limítrofe con la frontera de Caya entre España y Portugal, que se encuentra a escasos kilómetros de su casco urbano, hecho fundamental en su desarrollo histórico. Badajoz se encuentra en la Submeseta Sur de la península, en la comunidad autónoma de Extremadura, fundada a orillas del río Guadiana en un entorno donde aparecen notables accidentes orográficos pese al carácter eminentemente llano que define a la comarca. Con una altitud media de 184 metros sobre el nivel del mar y el curso del Guadiana a 168 metros en sentido noreste-suroeste a su paso por Badajoz, el territorio supera los 200 metros de altitud en diversos puntos adyacentes a las líneas hidrográficas. Esta riqueza física es, posiblemente, el principal motivo de su ubicación, puesto que, además de unas tierras fértiles por el desarrollo fluvial, el territorio ofrecía la suficiente protección topográfica necesaria en la antigüedad. Así pues, el ámbito territorial pacense queda definido por la confluencia de sus distintas trazas fluviales y por sus numerosos cerros. El cauce hidrográfico principal lo conforma el río Guadiana con una anchura media de 300 metros, dividiendo a la ciudad en dos orillas, y nutriendo a las tierras de alta productividad agrícola en las conocidas Vegas de Mérida (al noroeste de la desembocadura del Gévora en el Guadiana). Sin embargo, el casco antiguo de Badajoz es un punto de confluencia entre el Guadiana y distintas líneas hídricas secundarias: el río Gévora, desde el norte, y los arrollos Rivilla y Calamón, desde el Sur, ambos de caudal mínimo. Cabe destacar el carácter variable de estos cauces a lo largo del tiempo y, pese a su canalización, las numerosas áreas inundables que presentan, hecho causante, junto a la edificación irregular, de las catástrofes en las inundaciones acontecidas. el lugar de la memoria reactivación del cerro de san cristóbal desde / paisaje / patrimonio / sociedad / 16
caracterización general
alcazaba sobre el cerro de la muela
contexto físico 01
cerro de san cristóbal desde la alcazaba
En cuanto a su topografía, la ciudad se desarrolla entre varios cerros, por lo que es conocida con el nombre de ‘ciudad entre cerros’. De entre ellos, cabe destacar el Cerro de la Muela, con una cota máxima de 205 metros en la margen izquierda del Guadiana, lugar de fundación de la ciudad mediante la construcción de la alcazaba árabe en el año 875 por el rebelde Ibn Marwan, de la que aún hoy se conserva casi su totalidad. El casco histórico de Badajoz se extiende desde éste hasta el Cerro del Viento, con 205 metros de altitud ubicado al suroeste de la alcazaba. Sin embargo, existen otras elevaciones físicas notables en el núcleo urbano, entre las que destacan el Cerro de San Miguel y el Cerro de Reyes, ambos en la margen izquierda del río y con cotas máximas de 185 y 210 metros respectivamente, y los Cerros de San Cristóbal, Santa Engracia y las Cuestas de Orinaza, con 210, 215 y 225 metros de altitud respectivamente, alineados y enfrentados al Cerro de la Muela hacia el noroeste en la otra margen (derecha) del Guadiana. Toda esta riqueza orográfica a ambos lados del Guadiana, haría pensar en una ciudad dispuesta en ambas orillas de forma equilibrada con el río como nexo, pero la realidad es otra bien distinta: mientras que la ciudad se desarrolla a lo largo de la historia en la margen izquierda, la margen derecha siempre ha sido una gran olvidada, siendo colonizada en época bastante reciente, y con una relación con el río y el centro histórico, pese a su cercanía, notablemente mejorable. Esta margen derecha será precisamente el ámbito del proyecto actual, concretamente el Cerro de San Cristóbal, debido a su obsolescencia en el panorama urbano actual pacense (es el único de los cerros del núcleo en desuso) así como a sus múltiples potencialidades al hallarse en un punto estratégico de la ciudad, desde el que se permiten visuales de la práctica totalidad del curso del río a lo largo de la ciudad, por su cercanía física y, más si cabe, visual con respecto al casco histórico tomando un carácter de ‘espejo histórico’ entre los dos cerros. el lugar de la memoria reactivación del cerro de san cristóbal desde / paisaje / patrimonio / sociedad /
01 contexto
topografía
físico
límites
el cerro de san cristóbal
llenos y vacíos
accesos
Una vez definidas las casuísticas físicas definitorias del núcleo urbano de la ciudad de Badajoz, se estudiarán a continuación las distintas variables que caracerizan el enclave del cerro de San Cristóbal, ubicación del proyecto, para comprender su funcionamiento actual y establecer así unos primeros condicionantes que sirvan de guía a la actuación integral en él. El Cerro de San Cristóbal posibilita una elevación máxima de 50 metros sobre el río (unos 210 metros sobre el nivel del mar) y su propia configuración orográfica define unso primeros frentes a tener en cuenta: mientras que al norte y noroeste dispone de una pendiente relativamente suave, presenta áreas de escarpes pronunciados en los frentes este, sur y sureste, suponiendo ésta la primera barrera casi infranqueable en la conexión del solar con el entorno urbano adyacente, y al mismo tiempo otorgándole una posición privilegiada y exclusiva sobre el río y enfrentada al germen de la ciudad: la alcazaba. Se pueden clasificar los límites existentes del solar en dos grandes grupos: por un lado, las barreras físicas naturales que supondrían tanto el curso del Guadiana como los propios escarpes topográficos, que definirán el lindero oeste del solar. A ello se añadirían las barreras físicas artificiales conformadas por las vías de comunicación rodadas (al sur, suroeste y sureste), la red ferroviaria (al norte) y las barreras visuales existentes en todo el perímetro, a excepción del frente suroeste, debidas a manzanas residenciales de distintas alturas. A excepción de un pequeño grupo de edificaciones de baja altura al noreste, de usos terciario y residencial, el solar de estudio se encuentra exento de edificación de construcción reciente, existiendo en él un gran hito patrimonial del siglo XVII: el fuerte de San Cristóbal. En referencia a la volumetrá del contexto en que se ubica, el área está rodeada casi en la totalidad del perímetro por manzanas residenciales de 1 y 2 plantas al norte, y 6 plantas al oeste. Todo ello posibilita la concepción del solar como un rincón desde el que la ciudad se abre al río. En relación a los accesos, actualmente se pueden encontrar 5 áreas de acceso, ninguna de ellas presentando el estado de asfaltado ni pavimentado necesario para el tráfico rodado o peatonal, sino tratándose simplemente de sendas abiertas en el terreno, difíciles de clasificarr por su cualificación, por inexistente, pero sí por su uso y ubicación. Existen así tres accesos estrictamente peatonales por su pendiente, localizados en los extremos noroeste, suroeste y sur, uno de los cuales ofrece el acceso a través de una escalera embebida en el terreno y de construcción reciente aunque la traza parezca tener cierta relevancia histórica. Por otro lado, se encontrarían dos accesos, al este y oeste, cuyo carácter actualmente es mixto, para automóviles y peatones, aunque no se encuentran delimitados ni cualificados
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el cerro de san cristóbal
recorridos
vegetación
contexto físico 01
cuencas visuales
hitos singulares
Los flujos interiores del cerro de San Cristóbal conextan los accesos al solar bien con la propia entrada al recinto fortificado, o bien como nexo entre las distintas sendas existentes en el territorio. Éstos se disponen hacia el oeste, respetando el escarpe al sureste como suelo libre de flujos. Existen de nuevo movimientos estrictamente peatonales conectando los accesos norte y sur con la entrada principal, así como con un recorrido perimentral al fuerte hacia el sureste, y flujos de carácter mixto, peatonal y rodado, desde el acceso noroeste a la entrada principal y conectádolo con el accceso este de la parcela. La vegetación existente en el cerro es fruto de repoblaciones del último tercio del siglo XX, ya que hasta entonces el carácter defensivo militar del ámbito exigía la visibilidad íntegra no obstaculizada por grupos arbóreos. Actualmente, se pueden distinguir tres grandes masas vegetales en función de la especie arbórea y de su densidad. Se halla una gran masa vegetal en el noroeste (número 1, representada en marrón) que presenta una alta densidad, compuesta por pinos piñoneros de talle medio, que enmarcan el acceso desde el norte y permiten una visión entrecortada del recinto fortificado. Por otro lado, hacia el este y noroeste se extiende una agrupación arbórea (número 2, represenntada en verde oscuro) acompañando al frente fuvial con densidad media compuesta principalmente por eucaliptos de gran porte, que funcionan casi como fondo escénico en las vistas que se tienen desde la ciudad hacia el cerro. Por último, aparece un conjunto arbóreo en el frente suroeste de pinos y eucaliptos de densidad baja y porte medio-grande ocupando la práctica totalidad del contacto oeste entre en cerro y la ciudad. Así, la topografía, la vegetación y los recorridos que ofrece el solar distinguen áreas de características visuales similares: se dan unas vistas de gran calidad espacial y paisajística en el escarpe sureste (v1), mientras que hacia el oeste las cuencas (v2) se harían más estrechas y lineales, vinculadas a las sendas. Desde el norte (v3), por su suave pendiente y vegetación media, se ofrecen cuencas visuales de gran radio hacia las Vegas de Mérida. Junto a las potencialidades de estas cuencas visuales, aparecen en el solar hitos de gran singularidad como son el propio recinto fortificado, así como trazas casi diluídas en el terreno que revelan la historia del enclave y ayudan a entender su configuración actual: pocos metros al sur del recinto se halla un pronunciado escarpe que supone lo que fue el área de la cantera (2) de donde se extrajo la piedra para su construcción, y entre ésta y el fuerte aparece la traza (suroeste-noreste) del antiguo camino cubierto (1) de acceso y conexión con el fuerte de la Cabeza del Puente de Palmas
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contexto urbano y social 02
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02 contexto
urbano y social
situación cerro de san cristobal
Como se ha enunciado con anterioridad, el Cerro de San Cristóbal se ubica en la margen derecha del Guadiana, enfrentado al Cerro de la Muela donde se halla la alcazaba árabe que dio origen a la ciduad. Pese a la cercanía del enclave al casco histórico de Badajoz, tan sólo separados por el Puente de la Autonomía de algo menos que 400 metros de longitud, el carácter urbano del centro se diluye a medida que se cambia de orilla. En cuanto a las conexiones entre las márgenes fluviales, existen actualmente cuatro puentes que cosen el río: el Puente Real, el de la Universidad, el Puente de Palmas y el de la Autonomía. El cerro queda limitado por el río y la carretera de Botoa al sur y este, por el barrio de San Fernando al oeste, y por la vía del ferrocarril en el frente norte y noroeste, tras la cual se desarrollan las barriadas de Santa Engracia, el Progreso, el Gurugú y la Luneta. Esta infraestructura viaria es, principalmente,la causa de marginalidad y desconexión que sufre la margen derecha con el resto del ámbito urbano. Su propia ubicación en directa relación con dos realidades tan opuestas como son el centro urbano y la periferia le confiere diversas potencialidades de intervención acrecentadas además por el curso del Guadiana y el proyecto de parque fluvial, en ejecución, propuesto por el PGOU,. La proximidad con la alcazaba, su relación física, histórica y visual, harían pensar en un desarrolo equilibrado, casi especular, en esta margen del río, con este como eje. Pero la realidad es bien distinta y susceptible de cambio y mejora: mientras que la ciudad crece de forma des-centralizada hacia la frontera portuguesa (al oeste) relegando al casco antiguo a una des-polarización en la margen izquierda, el entorno en que se integra el cerro sigue conformando un paisaje de periferia y trasera urbana. El paseo fluvial propuesto por el plan general podría activar este sector incentivando un reparto programático equitativo entre las necesidades de barrio y de ciudad, capacitando así al cerro de funcionar como dotación de cabecera de este gran paseo longitudinal y fomentar la transversalidad hacia el casco antiguo integrándose en la ‘red histórica’ el lugar de la memoria reactivación del cerro de san cristóbal desde / paisaje / patrimonio / sociedad / 22
contexto urbano y social 02
contexto urbano
La llegada del ferrocarril a la ciudad de Badajoz en 1863 y la implantación de su trazado y estación única en la margen derecha del Guadiana, supusieron el desarrollo imprevisto y desorganizado, casi espontáneo de manos de la clase trabajadora del sector. Actualmente, y pese a los numerosos ensanches ejecutados a lo largo de todo el siglo XIX, la trasera del ferrocarril sigue suponiendo el caos en la estructura, morfología y, sobre todo, relación (más bien ausencia de ella) provocando el total hermetismo de estas barriadas, de por sí marginales, en cuyo límite perimetral no encuentran ningún apoyo para un mejora social, económica o urbana. Asimilada la etiqueta de ‘área problemática’ por la administración, las medidas tomadas en los últimos años para evitar prolongar la situación siguen, desde el criterio personal, una línea equivocada, puesto que se pueden resumir únicamente en dos acciones: la progresiva invasión del conjunto por suelo industrial, con sus posteriores realojos (irregulares) y el aumento del conflicto y el hacinamiento en una porción minorada de ciudad, y la redacción de un plan especial para el área, aún en fase de aprobación provisional, que, pese a una actitud de mantenimiento y mejora del carácter de barrio, un espléndido análisis de la situación y una visión realista y poco conformista, se sigue esperando su aprobación efectiva desde hace varios años. Mientras tanto, la ciudad vive en esta disyuntiva, orientándose más hacia el ámbito del mercado y la frontera en lugar de tratar de rescatar del olvido la idiosincrasia de su casco antiguo o de sus barrios característicos. El cerro, por su ubicación y notoriedad, bien podría tratarse del punto de inflexión, puesto que es el engranaje perfecto entre las opuestas realidades, pero sin embargo su obsolescencia, falta de mantenimiento y ausencia absoulta de respuesta a ninguna necesidad urbana, no funciona como tal, sino que asume el papel de ‘tierra de nadie’ como tránsito entre barrio y ciudad: un territorio olvidado entre dos mundos que juegan a ignorarse el uno al otro.
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02 contexto
urbano y social prob pr oble lemá máti tica ca ssoc ocia iall marginalidad pobreza analfabetismo desempleo delincuencia toxicomanías machismo xenofobia realojos
prob pr oble lemá máti tica ca u urb rban ana a incomunicación infradotación encajonamiento vertidos ilegales escasez espacios verdes zona residual por tren falta de hibridación equipamientos degradados fuertes barreras físicas tipologías antiguas
diagnóstico urbano cerro
El tejido de los barrios que definen el perímetro del cerro en su franja norte se compone principalmente de una malla de suelo residencial de una y dos plantas, de tipologías adosadas y antiguas, de estado cuestionable y carácter casi espontáneo. Como se ha enunciado, el trazado del ferrocarril no favorece la situación del entorno, ni tampoco el viario rodado le permite una conexión afable con la ciudad. A ello, habría que añadirle la escasez de suelo dotacional y, dentro de éste, la ausencia absoluta de usos no exclusivos de barrio, para comprender el actual carácter de gueto de estas barriadas, llegando en muchos casos a no disponer de los servicios municipales de limpieza o control policial. Las fuertes barreras físicas así como la escasez de espacios verdes confinan el espacio ocupado principalmente por habitantes con serios problemas sociales de desempleo, analfabetismo y pobreza. Por la propia marginación física y social que sufren estas barriadas, resultan de imprescindible consideración los serios conflictos por toxicomanías, xenofobia , delincuencia y una actitud familiar machista. Todos estos factores urbanos y sociales acrecentan la fuerte división, pese a su proximidad, entre los sectores de ciudad analizados y, tal y como pasa en la mayoría de las ciudades, la ‘frontera’ se entiende, absurdamente, como alivio desde un lado y desde otro, puesto que es el obstáculo capaz de impedir la disolución de dos dimensiones tan diferenciados. Sin embargo, remitiéndonos a la práctica real y a los casos particulares por todos conocidos, esto no hace sino posponer la situación y negar el conflicto, provocando su amplificación, al desarrollarse cotidianeidades tan distendidas en el tiempo, que pueden llegar a convertirse en irreconciliables. Así, al situar el conflicto en la ‘frontera’ (física o intangible), el cerro de San Cristóbal supone la oportunidad de tratar esta problemática considerando todos estos aspectos urbanos y sociales.
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contexto urbano y social 02
El contexto normativo en que se enmarca el cerro de San Cristóbal, no es recogido como suelo urbano por el Plan General de Badajoz, con útilma revisión de 2007, en su ordenación estructural, pero sí lo es, sin embargo, el Fuerte de San Cristóbal, que aparece inmerso en el sistema general de dotaciones públicas. Se observa aquí un caso un tanto excepcional que, a juicio personal, requeriría la inclusión de la totalidad del cerro dentro del sistema general de espacios libres. Se observa, igualmente, el trazado del previsto (y en actual ejecución) paseo fluvial, dentro de SG-L, que desemboca en el contacto con el puente de la Autonomía en suelo definido con uso global residencial (alta). Sin embargo, observando la realidad urbana del ámbito se concluye que este fragmento urbano no existe en la actualidad con la superficie como parece indicar la ordenación estructural, sino que aparece una lengua urbana vacía que permitirá la conexión del paseo fluvial con el espacio verde de cabecera del puente, y éste con el propio cerro de San Cristóbal. Igualmente, en la ordenación pormenorizada se considera al fuerte según una ordenación vinculante como equipamiento público, establenciéndose en el catálogo de interés histórico, artístico y ambiental la protección integral del recinto al catalogarlo como bien de interés cultural (BIC). Por ello, se respetarán las consideraciones establecidas en la ficha del monumento BIC, siempre y cuando no atenten contra las voluntades del proyecto. Así, no se tendrá en consideración la norma que obliga a, en el caso de proponer nueva edificiación en el monumento, no superar en altura ni volumen las murallas existentes, puesto que las garitas del siglo XIX ya incumplen esta restricción y se considera necesario el incremento en altura para dotar de notoriedad y reclamo al recinto amurallado por su paso desapercibido en la actualidad.
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contexto histรณrico 03
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03 contexto
histórico
la ciudad
El origen de la ciudad de Badajoz se da en el siglo IX, con la llegada del rebelde Ibn Marwan al enclave de confluencia de los ríos Gévora y Guadiana, huyendo de las tierras de Mérida. Aunque la idea primera de Marwan fuese la fundación de una gran plaza en el Cerro de San Cristóbal, al solicitar permiso al emir de Córdoba éste rehusó su propuesta remitiéndolo al cerro enfrentado en la otra margen del río: el Cerro de la Muela, por mera estrategia militar que favoreciera a las tierras del emir. Así, en el año 875 surge el asentamiento de Batalyaus, prolongando la construcción de su fortificación defensiva, la alcazaba árabe de Badajoz, sobre este cerro hasta el año 1169. Ésta supone el primer núcleo poblacional del territorio y el germen originario de la ciudad en que se ha convertido en nuestros días. Durante estos primeros siglos de existencia la ciudad se desarrolla en intramuros hasta que estos son colmatados en período de reconquista cristiana, cuando se comienzan a dar las primeras muestras de asentamientos anexos a la muralla desde los arrabales. Así, destaca la construcción del Puente de Palmas en 1460, que hasta años relativamente próximos ha sido la única infraestructura que cosía las dos orillas. Debido a su perfecta orografía, en consonancia con las espectativas de defensa bélica, y a su situación como tierra fronteriza en las distintas épocas de su historia, que la llevaba a estar asiduamente en conflictos (ajenos o propios), la ciudad de Badajoz ha tenido un fuerte arraigo militar desde su mismo origen. Es por ello que, ante la obsolescencia de su sistema defensivo de época antigua, entra en el siglo XVII con la mira puesta a los avances técnicos y arquitectónicos de guerra. Así, en torno al año 1640, comienza la sustitución de su cerco perimetral, basado en precarias murallas de tapial y torres defensivas, por un complejo sistema abaluartado en consonancia con las nuevas corrientes estilísticas procedentes de la ingeniería militar francesa: el sistema Vauban. En este contexto surge la construcción del Fuerte de San Cristóbal, casi sin darse cuenta de que era la primera vez en que se volvía a otorgar reconocimiento al deseo de Marwan, como uno más de los elementos conectados en la red defensiva de la ciudad. Junto con los distintos revellines y baluartes, el Fuerte de San Cristóbal era la pieza clave en la defensa de la ciudad ante los ataques desde el noroeste (en los diversos conflictos con Portugal) protegiendo el único acceso a ella (el Puente y la Puerta de Palmas), al mismo tiempo que ofrecía un suelo de refugio en caso de ocupación de la plaza principal, que seguía siendo la Alcazaba. el lugar de la memoria reactivación del cerro de san cristóbal desde / paisaje / patrimonio / sociedad / 28
la ciudad
contexto histórico 03
Avanzando hasta el siglo XIX, es de obligada mención la instauración de la primera línea ferroviaria en la ciudad, y la construcción de su única estación en la margen derecha del Guadiana. Este hecho es fundamental para comprender el por qué de la conquista de este lado del río durante estos años, pues la mayoría de los trabajadores del sector comenzaron a asentarse en sus proximidades. Así, pasados múltiples y variados conflictos bélicos, desde mediados del siglo XIX la ciudad disfruta de unos años de tranquilidad y desarrollo, demandando mucho más suelo del previsto por el trazado Vauban y con la visión optimista que produjo la revolución industrial. Es por ello que en el siglo XX la ‘ciudad militar’ carece totalmente de sentido en una realidad marcada por la llegada del automóvil y la expansión demográfica, en que la muralla es entendida más como obstáculo que como protección. Así, y debido sobre todo al caos por la colmatación de la margen derecha y al absurdo de una gran infraestructura defensiva en desuso, estos años se caracterizan por los numerosos planes ensache de los distintos sectores urbanos, en busca exacervada de la conexión viaria, como son muestra las construcciónes de tres nuevas trazas sobre el río: el Puente de la Universidad (1960), el Puente de la Autonomía (1990) y el Puente Real (1994). Pese a la gran mejora en la accesibilidad, estos son probablemente, incluyendo todas aquellas guerras pasadas de la ciudad, los años en que más se eliminan las trazas que revelaban la historia de Badajoz, desde puertas de muralla hasta fortificaciones completas. Como pareace evidente, la ciudad llega a la actualidad sufriendo un fuerte desequilibrio entre su casco antiguo, altamente degradado y dando la espalda al ciudadano, y su nuevo suelo de crecimiento, que tiende a desarrollarse hacia el oeste siguiendo el curso fluvial sin mirar hacia atrás en su ‘escapada’. Ante esto, y pese a la protección que otorga a la mayoría de los hitos patrimoniales de la ciudad, el PGOU no prevee una actuación integral que reactive esta ‘ciudad dormida’, sino que fomenta el crecimiento occidental hasta alcanzar la frontera con Portugal, tal y como ya se ha producido con la creación del recinto ferial, el parque ‘Lusiberia’, o el recién inaugurado centro comercial ‘El Faro’, en clara vinculación con intereses meramente económicos. Sin embargo, se plantea la ejecución de un nuevo tramo del paseo fluvial, esta vez, en la margen derecha del Guadiana, que podría llegar a vincular de nuevo al ciudadano con los orígenes de Badajoz.
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03 contexto
histórico
el sistema vauban
El sistema de fortificación Vauban llega a la ciudad de Badajoz a mediados del siglo XVII, como respuesta al avance técnico en la artillería y a la obsolescencia que ésto supuso en la infraestructural militar anterior. La principal diferencia con respecto a los recintos medievales la supone el concepto de baluarte, conformado como saliente poligonal de la muralla que ofrece ángulo de visión y de defensa y permite, desde su propia geometría, reducir la altura del sistema limitando así la posibilidad de acierto del disparo enemigo. Sin embargo, sobre esta estructura básica fue incorporándose gran tipología de elementos que permitían la defensa avanzada sobre el recinto, como son los revellines (pequeñas fortificaciónes triangulares para dividir a la fuerza atacante y permitir el fuego cruzado) o los fuertes (pequeñas plazas fortificadas para protección y vigilancia que defendían un paso y se integraban en la red militar), En el caso de Badajoz, el sitema se componía de 8 baluartes (de los que se conservan actualmente 6) que sobresalían de la cortina de muralla, 4 puertas de acceso, numerosos revellines (de los que sólo pervive el de San Roque) y 4 fuertes que defendían el recinto al noroeste y al suroeste, dos a dos (sólo el de San Cristóbal se mantiene en su totalidad). A ello, habría de sumarse la defensa intrínseca que ofrecían las líneas hídricas y la topografía para comprender el éxito el de la ciudad en las contiendas, como la Guerra de Independencia Francesa, la Guerra Carlista o las distintas batallas con Portugal. Sin embargo, actualmente, este estratégico sistema en red se encuentra inconexo por la desaparición de muchas de sus partes, suponiendo más una monstruosa infraestructura que obstaculiza el ritmo de la ciudad, que un núclo de conexión y generación de actividad. Destacables son el caso del Baluarte de San José (integrado en el ‘Parque infantil’), el revellín de San Roque (recién rehablitado como albergue juvenil) o la Puerta del Pilar y el Baluarte de San Roque (que aloja el Palacio de Congresos de Selgas Cano), todos ellos demostrando que, pese a su degradación, se trata de elementos susceptibles de albergar de nuevo activdad que los vincule con la actualidad de la ciudad. el lugar de la memoria reactivación del cerro de san cristóbal desde / paisaje / patrimonio / sociedad / 30
el sistema vauban
contexto histórico 03
Numerosos son los artículos que aparecen en la prensa local sobre el mal estado y las lesiones que el patrimonio de la ciudad de Badajoz sufre de manera casi constante, y alarmante la rapidez con que se olvidan unos para escandalizarnos otros. Sin embargo, por muchos derrumbes, grietas o lesiones que se detecten y comuniquen, la situación del legado de los siglos anteriores se mantiene estanca: la pasividad total por parte de la administración durante años, se intenta redimir ahora con la reciente rehabilitación de la alcazaba, que siempre ha supuesto el hito central por excelencia, olvidándose por norma general del resto de elementos secundarios que conformaban el sistema amurallado. Iguamente, debido a que las grandes construcciones se implantaban sobre singularidades del territorio, la escasez del mantenimiento del estrato vegetal que se adjunta al sistema amurallado está causando lesiones y pérdidas difíciles de recuperar en las obras de mampostería. Cierta responsabilidad también recae sobre los propios ciudadanos en lo referente al uso que éstos dan a los hitos históricos y la degradación que ello supone, pero, sin embargo, esto no es sino muestra de la imperiosa necesidad de intervención en ellos para su adecuación funcional a los requerimientos que la sociedad parece estar pidiendo a gritos. Así, como consecuencia de toda esta problemática, el sistema Vauban trazado en el siglo XVII presenta en nuestros días una fuerte desconexión de sus elementos definitorios, un abyecto estado de conservación y mantenimiento y, lo que es más preocupante, una desvinculación absoluta de la dimensión urbana que se procesa actualmente
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03 contexto
histórico
el fuerte de san cristóbal
La construcción del Fuerte de San Cristóbal culmina en torno al año 1642 respondiendo a la demanda de renovación del sistema defensivo militar de la ciudad para su adaptación al nuevo modelo que atendía al desarrollo técnico de la artillería y buscaba minorar su efecto destructivo. El objetivo de esta nueva fortificación ubicada al norte de la ‘ciudad antigua’, que estaba conectada a la red y protegida por medio de murallas abaluartadas, no era sino la defensa y la observación del avance del enemigo en el área que daba acceso la ciudad desde el noroeste a través el Puente de Palmas, construído a mediados del siglo XV sobre el río, que supondrá la única entrada a Badajoz sobre el Guadiana hasta varios siglos posteriores. Es necesario detenerse a analizar las razones de la necesidad de protección de esta ubicación tan específica: el trazado de la infraestructura sobre el río realizado en el siglo XV salvaba la conexión sobre la línea hídrica cosiendo las áreas más bajas de los cerros de la Muela y San Cristóbal. Sin embargo, en el momento de aplicación del modelo Vauban en la ciudad de Badajoz, la lógica exigía el dominio físico y visual del entorno adyacente a los accesos de la plaza-ciudad, por lo que en el extremo norte del Puente se dispuso el fuerte de La Cabeza del Puente de Palmas, aunque por su baja altitud, no estaba capacitado para resolver la demanda visual. Así, y ante un contexto físico susceptible de ello, se estima la ocupación del cerro de San Cristóbal que dotaría al sistema con la posibilidad de control de las tierras norteñas y, a su vez, defendería la cabecera del puente. Por ello, el Fuerte de San Cristóbal nace en una época de tensiones preliminares ante un conflicto inminente (la Guerra de Restauración Portuguesa, en 1640), con la voluntad funcional de defensa y observación, pero también, ofreciendo un suelo alternativo a la ciudad en caso de ocupación enemiga. Los siglos posteriores a su construcción, en que las contiendas bélicas se sucedieron casi de forma continuada (la citada Guerra de Restauración Portuguesa, 1640, la Guerra de Independencia Española, 1808, y las Guerras Carlistas, 1833), mantuvieron en el recinto los usos citados. Sin embargo, desde 1875 el enclave asumió nuevas responsabilidades sustituyendo la defensa militar por suelo destinado a aislamiento sanitario por distintas enfermedades contagiosas, o como polvorín, para realizar el almacenaje de pólvora en un punto alejado de la ciudad. Este cambio programático obligó a sustituir la edificación mediante la modificación de los volúmenes existentes, que consistían en una crujía adosada a la muralla en la cortina noroeste y la pequeña ermita de San Cristóbal (que servía a las tropas y funcionaba como peregrinación eventual), o el añadido de nuevos volúmenes. En 1875 de nuevo se vuelve a cuestionar el uso que se disponía en el recinto, sustituyéndose esta vez por el de correccionario militar, e instaurando así nuevas garitas que respondían a las necesidades de cocina, alojamiento de tropas, edificio de comandancia y dos volúmenes dedicados al propio correccionario militar, configuración que llegará hasta la actualidad. Sin embargo, alcanzado el siglo XX, en el recinto fortificado comienzan a detectarse las mismas agresiones que conocemos, pues su uso militar pierde toda significación al tratarse de una época en que el conflicto bélico es menos habitual y, en caso de darse, la defensa pierde relevancia al constituir una ofensiva más encarnizada. Así se sucenden años de olvido por parte de la ciduad, con la degradación intrínseca que ello supone. En el año 1932 el hito físico y patrimonial que supone el Fuerte de San Cristóbal, es declarado Monumento Nacional, aunque no será hasta 1970 cuando cambie de titularidad para ser propiedad del Ayuntamiento de Badajoz. Paralelamente, en 1985, el monumento es declarado Bien de Interés Cutural (BIC). Sin embargo, este cambio de propietario y este reconocimiento, no supondrán, pese a los distintos planes que se suceden, un cambio en el estado del recinto amurallado ni en la concepción que desde la ciudad se tiene de él, perviviendo como vestigio de lo que un día fue el sistema defensivo militar de la ciudad y ahora no es más que un terreno baldío carente de significación. el lugar de la memoria reactivación del cerro de san cristóbal desde / paisaje / patrimonio / sociedad / 32
el fuerte de san cristóbal
contexto histórico 03
No será hasta julio de 2009 cuando el fuerte vuelva a adquirir cierto protagonismo, debido al interés de un colectivo anónimo en una iniciativa popular de adecuación de la plaza de armas. Aunque las tareas consistentes, fuera de cualquier regularidad administrativa, se redujeran al desescombro y la eliminación de la maleza que deterioraba el monumento, más relevantes fueron sus intencionalidades, orientadas a utilizar el espacio como un punto de encuentro ciudadano en que se ofrecieran espacios de formación docente así como áreas de pequeños huertos que consiguieran reactivar este patrimonio dormido y fomentar la relación de la ciudad con su entorno más natural. Sin embargo, pese a esta declaración de buenas intenciones por parte de la ciudadanía, con tan buenos resultados como se han observado en otras ciudades como los centros sociales ocupados autogestionados de Sevilla, el Ayuntamiento decide no involucrarse y frenar estas actividades por inexistencia de los permisos burocrácticos pertinentes, y sacar a concurso dos años más tarde, en noviembre de 2011, la rehabilitación del fuerte. Meses más tardes, se adjudica la rehabilitación y se hace público el proyecto, consistente en la ocupación casi completa de la plaza de armas mediante una cubierta ajardinada y el alojamiento de usos de hostelería (salones de celebraciones) y de pequeño museo para la ciudad. Una vez conocido ésto por la población, se suceden 9 alegaciones al proyecto procedentes de 31 asociaciones sociales y profesionales, así como de vecinos de la ciudad, y se incluye el proyecto de rehabilitación en la Lista Roja del Patrimonio de la asociación Hispania Nostra que, aunque ésta peque de ser conservadurista al extremo, recoge las consideraciones de las alegaciones que criticaban el uso poco adaptado a la geometría y configuración del recinto fortificado, así como la demolición de las garitas militares del siglo XIX y la materialidad empleada en la ejecución de la rehabilitación, consistente en hormigón armado, vidrio y acero. Por ello, sin ánimo de fomentar ni acoger ninguna crítica al proyecto aprobado y en fase de ejecución, se presenta el enclave del Fuerte de San Cristóbal como una oportunidad para plantear una forma de intervención alternativa en que se estimen tanto la demanda social como la relación del hito con su dimensión territorial-paisajística y con el casco histórico de la ciudad. el lugar de la memoria reactivación del cerro de san cristóbal desde / paisaje / patrimonio / sociedad / 33
03 contexto
histórico
el fuerte de san cristóbal
Los componentes formales del fuerte se pueden clasificar en dos grupos: por un lado, la ‘arquitectura defensiva’ la supondrían aquéllos que limitan el acceso y potencian el control sobre el territorio. Entre ellos encontramos la liza (1), el foso (2) con la luneta (3), la propia muralla y sus baluartes (4) y la galería de fusileros (5), que supone el único acceso al recinto. Por otro lado, la ‘arquitectura defendida’ responde a las diversas necesidades del interior del recinto,desde una posición protegida por los elementos de defensa. Entre ellos, se encuentran la puerta (6) y la garita de control (7) de acceso al recinto, la plaza de armas (8) con un aljibe (9) en su espacio central, y las distintas edificaciones militares de comandancia (10), correccionario militar (11), cocina (12) y alojamientos (13). Pese al contraste interior-exterior creado por los cambios de nivel de la sucesión liza, foso y luneta, sumados a la masividad que aporta la muralla abaluartada, la concepción heredada del fuerte ubica los volúmenes edificatorios cerrados en los flancos noreste, noroeste y suroeste, adosados a la geometría definida por la muralla y generando un vacío central (la plaza de armas) que asume el papel de espacio de recepción y plaza vividera, la cual se ha visto alterada a lo largo de la historia por la propia evolución y cambios de uso del fuerte perdiendo esta centralidad alienando así su carácter de espacio de relación. Los distintos elementos que se suceden en el fuerte crean una ‘topografía interior’ en forma de anillos desde la plaza de armas, a la que se accede por la galería de fusileros salvando una altura desde los 205 metros a los 212 metros sobre el nivel del mar. La franja más externa la supone la liza, a una altitud de 207 metros sobre el nivel del mar, realizándose el contacto con el foso, a 207 metros sobre el nivel del mar, en el área suroeste y noroeste. Dentro de éste, destaca la presencia de la liza, que alcanza los 217 metros, suponiendo un abrupto salto desde este espacio rehundido hasta superar el nivel de la liza. El área interior de las murallas se dispone, principalmente, en dos niveles: un espacio central (la propia plaza de armas) a 212 metros sobre el nivel del mar, y una franja perimetral, de altura variable pues conecta los 4 baluartes que conforman el complejo (situados a una altura entre los 214 y los 218 metros sobre el nivel del mar). En función de los niveles de suelo, se pueden clasificar en 3 tipos los recorridos en el fuerte. Por un lado, existen recorridos perimetrales que se disponen en la franja exterior, en la liza (1) y el foso (2), que permiten el acceso desde los elementos de defensa hasta el área de acceso al recinto. Igualmente, se encuentra un recorrido perimetral al interior de murallas, que sirve de conexión entre los distintos baluartes (3), asociados a la visibilidad hacia el exterior desde el recinto, para el control y la defensa del ataque enemigo.
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el fuerte de san cristóbal
contexto histórico 03
Existe también un recorrido de acceso (4) a lo largo de la galería de fusileros, que desembocaría en la puerta de acceso, desde donde se organizan los recorridos interiores (5) que sirven de acceso a las distintas edificaciones así como a la cota superior de los baluartes mediante rampas al norte y noreste. La historia del fuerte ha prolongado su uso durante más de 300 años hasta bien entrado el siglo XIX, por lo que se pueden distinguir, por un lado, las construcciones originales del siglo XVII (la infraestructura militar defensiva, desde los movimientos de tierra hasta el levantamiento de la liza, el foso, la luneta, la muralla y los distintos baluartes) y las edificaciones posteriores, de principios y mediados del siglo XIX, que han sufrido numerosas modificaciones en los años posteriores (garitas militares relativas a correccionario militar, cocina, alojamientos militares y garita de comandancia). Durante todo el siglo XX, el fuerte ha permanecido en desuso y en estado de abando y olvido, hecho que, curiosamente, ha causado más estragos en las construcciones en las construcciones más modernas de las que lo componen, preservando en bastante buen estado la construcción original de piedra del siglo XVII. Entre los defectos y lesiones que el monumeno padece, se encuentran, entre otros, descalces de la muralla en contacto con el terreno, desplomes parciales y derrumbes totales en las garitas a excepción de la comandancia, y erosiones superficiales generalizadas en los tapiales que conforman los muretes de la liza, el foso y las caras horizontales de la muralla. En cuanto a la calidad vegetal del recinto, se detecta una tendencia de ocupación hacia el oeste en las franjas que ocupan la liza y el foso, con árboles de talle medio, mayoritariamente pinos, mientras que en interior del fuerte aparecen individuos de forma irregular y puntual focalizados en la cortina noroeste y suroeste. Cabe destacar el denso tamiz vegetal que aparece en el foso en contraste con las especies herbáceas de mayor aridez que cubren los espacios más elevados en la plaza de armas y la liza. Los distintos elementos que conforman el recinto y su variabilidad topográfica, definen una variedad de visiones desde el interior, bien hacia el interior desde los baluartes (i1,i2,i3), así como al exterior. Entre estas últimas son destacables las que se obtienen desde las áreas dispuestas en altura entre las que se encuentran las panorámicas de gran ángulo en la luneta (e4) y los baluartes sureste y noroeste (e1), y las visiones sesgadas o parciales, enmarcadas a través de las cañoneras en los baluartes oeste y norte (e3)
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criterios de intervenciรณn general 04
el llug ugar ar d de e la m mem emor oria ia rrea eact ctiv ivac aciรณ iรณn n de dell ce cerr rro o de ssan an c cri rist stรณb รณbal al d des esde de / p pai aisa saje je / p pat atri rimo moni nio o / so soci cied edad ad / 37
04 criterios
de intervención general
Del análisis del entorno urbano, físico y social del cerro, se puede concluir que una intervención puntual en el ámbito carecería de envergadura suficiente para responder a la problemática de conexión y marginalidad ocasionados por el trazado ferroviario y de obsolescencia y deterioro del hito fortificado por inexistencia de uso y mantenimiento. Es por ello que se propone una intervención integral que responda a las tres dimensiones dañadas: la social, la paisajística y la patrimonial. Así, en el presente proyecto se intenta atender a estas tres casuísticas con el objetivo primordial de la lectura del territorio de forma conectada e integrada en sus distintas partes, tratando de conseguir un sentido de relación bidireccional, esto es, desde la ciudad hasta el barrio y desde el barrio a la ciudad, con el cerro y su capacitación paisajística como cosido entre ambas y como forma de recuperar la relación del habitante de Badajoz con el entorno más primario: el natural, vinculado al río y su riqueza orográfica. Se hace necesaria entonces la implantación de un programa de apoyo al barrio (centro social) que fomente la participación, la colectividad y la identidad de este sector amenazado por la propia expansión urbana, y que al mismo tiempo resuelva la ausencia de permeabilidad actual hacia la ciudad: un edificio puente que permita la conectividad en ambos sentidos, tanto de forma física como programática mediante talleres, ferias, exposiciones, etc, que favorezcan que la ciudad se inmiscuya en la rutina del barrio y viceversa. Reconociendo la gran extensión del cerro por su potencialidad paisajística, posibilidades visuales y sus limitaciones topográficas, se plantea la opción de intervenir de forma casi quirúrgica en él, mediante la reutilización, acondicionamiento y jerarquía de los senderos existentes y el injerto de pequeñas áreas programáticas, respondiendo a las necesidades de ocio infantil, estancia o descanso, y mirador, que inviten al habitante a recorrer el cerro, bien como preámbulo o conexión con alguno de sus hitos (el nuevo centro social y el fuerte de San Cristóbal) o bien como fin en sí mismo como lugar de exploración o paseo. Así, se aprovecha la dimensión paisajística del enclave como reclamo y conexión entre lo social (barriadas de Santa Engracia, la Luneta, el Gurugú y el Progreso) y lo patrimonial (el cerro de San Cristóbal, cuyo uso irá más orientado a responder una necesidad a escala de ciudad)
criterios de intervención general 04 Por último, se propone la rehabilitación del recinto fortificado del siglo XVII como centro cultural para la ciudad, mediante actuaciones de consolidación de sus murallas y elementos primarios, reutilización de foso, liza y luneta como espacios libres públicos, recuperación del antiguo camino cubierto de conexión con el fuerte ‘de la Cabeza del Puente de Palmas’, así como la rehabilitación de las garitas militares interiores del siglo XIX con posibilidad en función de su estado de deterioro de ser rehabilitadas (garita de comandancia), así como la construcción de volúmenes de nueva planta en el recinto, con dos objetivos primordiales: alojar el uso de galería de exposición, salón de actos y cafetería, y conseguir destacar el monumento sobre el cerro, rompiendo el camuflaje que existe actualmente, incitando así a su descubrimiento por parte de la ciudad y del barrio, sin alterar en ningún momento la concepción original del monumento. Ante una propuesta tan amplia en cuanto a extensión, tan ostentosa en cuanto a voluntad de resolución de numerosos y variados conflictos, y la necesidad de tratar la propuesta al detalle como sensibilidad ante la intervención en un ámbito patrimonial, se plantea el material como forma de cosido e integración de las distintas partes. Se opta por la madera, por su carácter natural y su mutabilidad temporal, concordando así con la piedra definitoria del recinto amurallado y con el territorio y paisaje del enclave, que aparece tanto en paramentos verticales como en pavimentos, fomentando la sensación de conjunto y permitiendo así la identificación de las partes de nueva construcción, respetando el material preexistente casi en bruto para enfatizar su diferenciación histórica.
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04 criterios
de intervención general
Estudiadas las agresiones que sufre el barrio de Santa Engracia, entre los anteriores citados, se hace necesario el uso de centro social en la franja noroeste del solar, justo en el tramo en que el trazado ferroviario se soterra. Sin embargo, se considera insuficiente, de nuevo, la actuación aislada debiéndose combinar para su eficacia la implantación del nuevo uso propuesto con el tratamiento del espacio libre de manzana existente en el barrio. Para ello, se detectan áreas de suelo vacío y en considerable estado de degradación, donde se implantan ‘parches’ programáticos que responden a las solicitaciones de espacios verdes, áreas de ocio infantil y de intercambio generacional, puntos de encuentro y espacios escenográficos que acojan las distintas manifestaciones del folclore del entorno. Estos parches conforman una estructura en red, englobada en el entramado existente, que desemboca en una gran lengua verde en forma de parque urbano lineal, reorientando así la dirección de la malla del tejido urbano hacia una mayor relación con el cerro y aprochando una porción de terreno que, por su caracterización como espacio del ferrocarril, antes quedaba como mero vertedero irregular Se concibe el uso dotacional del centro social no tanto delimitado por un edificio como por una serie de actuaciones en lo público que regulan y acondicionan la vida del barrio. Esta misma estrategia se implanta en la infraestructura de conexión que salva la altura del antiguo paso del ferrocarril y homogeniza los niveles entre Santa Engracia y San Cristóbal. Es el interior de esta infraestructura en forma de cercha donde se recogen los nuevos usos propuestos entre los que se encuentran aulas docentes y talleres formativos, sala de lectura, área de cuidado y ocio infantil y despachos de orientacion social, que se disponen siguiendo la dirección marcada por un eje público a modo de ‘pasillo urbano’ que se abre a la gran lengua verde propuesta. Desde este paso público se realizan los accesos al centro mediante patios de relación entre los distintos usos, los cuales posiblitan mediante su cerramiento la alternancia de horarios y usos, flexibilizando asi el espacio para un mayor número de actividades de divérsa índole y permitiendo un tránsito constantes entre los puntos extremos del edificio-puente.
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criterios de intervenci贸n general 04
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04 criterios
de intervención general
Ante la problemática de la puesta en valor de un amplio territorio (de casi 14 hectáreas) con alta potencialidad paisajística pero un deterioro, desuso y olvido notables, se plantea, en primer lugar, la limpieza de los vertidos ilegales de la zona y la distribución de los usos necesarios subordinados a todo espacio público (considerándose estos como áreas para mantenimiento del espacio libre y aparcamientos) en el perímetro, liberando así el cerro para incremental la oportunidad natural que ofrece. En segundo lugar, al trataste de una vasta extensión que se acerca más a la concepción de parque forestal que urbano, la propuesta corresponde a este modelo de intervención, de forma que se reutiliza el traza de las sendas naturales existentes para la conexión del territorio, mediante un tratamiento superficial que las acondicione y jerarquice según su cualidad material, siendo ésta siempre acorde al paisaje de estudio. Así, se distinguen cuatro tipos de sendas que responden a la necesidad de conexión del solar (s2: sendas de conexión, materializadas en un pavimento flexible de adoquines cerámicos o pétreos respetando siempre una junta rellena de terreno natural); a la necesidad de accesibilidad al recinto fortificado de San Cristóbal (s3: sendas de acceso, compuestas por un pavimento cerámico o pétreo disperso sobre el terreno natural compactado); a la necesidad de explorar y conocer el cerro (s4: sendas de exploración, consituídas por un pavimento terrizo continuo o terreno natural compactado); y a la necesidad de recuperar la traza histórica del camino cubierto que conectaba el fuerte de San Cristóbal con el de la Cabeza del Puente y el propio Puente de Palmas (s1: senda histórica, compuesta por un entarimado de madera dispuesto en el terreno con rastreles y viguetas de madera sobre un relleno de grava de 5 cm, un geotextil y el terreno compactado) sobre la que se dispone un paramento vertical discontínuo de madera de 1,5 metros de altura para rescatar la concepción histórica heredada de este camino cubierto (que se protegía de los ataques portugueses desde el noroeste) y un banco contínuo al sureste que permite la visión del curso fluvial y el desarrollo de la ciudad en torno a este. Igualmente, se respeta la masa vegetal existente incrementando su heterogeneidad al incorporar individuos de especies autóctonas de provincia tanto en la dimensión arbórea como arbustiva y herbácea, integrándose en la masa preexistente consistente en pinos y eucaliptos, sustituyendo algunos individuos de éstos últimos para permitir el crecimiento de los nuevos agregados.
criterios de intervención general 04 En cuanto a las especies vegetales que se insertan en el paisaje preexistente, cabe señalar que se ha considerado su adaptación al medio escogiendo siempre individuos pertenecientes a especies autóctonas de la región con hábitats similares a su situación en el cerro de San Cristóbal junto al curso fluvial. Entre las especies arbóreas, se consideran las masas preexistentes, frutos de repoblaciones del siglo XIX, consistente en pinos y eucaliptos, pero se modificará el número de individuos de estos últimos debido a su agresividad para permitir el crecimiento de otras especies junto a ellos. Así, se añadirán al paisaje árboles de hoja perenne de la comarca, como la encina, el roble y el alcornoque, y otras especies de hoja caduca, como el olmo, el plátano o el magnolio, en pos de crear un mayor dinamismo estacional en el cerro. Igualmente, las especies arbustivas se han escogido entre el compendio de las autóctonas con hábitats similares, como son el lirio lusitano, la jara pringosa o el erodio de roca, para crear una variedad cromática que modere la aridez del cerro y fomente su afabilidad para el paseo y la exploración. Entre las especies herbáceas que se implantan, se encuentran la zoysia, la festuca alta y la espiguilla que se distribuirán en el cerro en función de su altura, respetando siempre el trazado de los caminos y las áreas de uso propuestas anteriormente. En la jerarquía de los itinerarios por su materialidad, encontramos distintas pavimentaciones que irían desde el propio terreno compactado (o pavimento terrizo continuo), el adoquinado pétreo flexible disperso en el terreno natural, con junta flexible y rellena de terreno y/o tapiz herbáceo, así como el entarimado de madera que define el trazado de la senda histórica desde el acceso a la galería de fusileros hasta la escalera de acceso al cerro ubicada al suroeste del solar, proponiendo su prolongación por los distintos solares exentos de uso existentes hasta llegar al fuerte de la Cabeza del Puente y al propio Puente de Palmas, recuperando así la envergadura que esta línea tuvo en su origen en el siglo XVII. el lugar de la memoria reactivación del cerro de san cristóbal desde / paisaje / patrimonio / sociedad / 43
04 criterios
de intervención general
Para rehabilitar el hito patrimonial que supone el fuerte de San Cristóbal, primero se ha estudiado la estructura compositiva de los sistemas de fortificación del estilo Vauban, basados en la técnica del baluarte, siendo estos los elementos más destacados aunque no los únicos, puesto que todas y cada una de las partes funcionaban de forma unitaria en el momento de la defensa bélica de la plaza. Comprendiendo la trascendencia del foso, en el caso que se presenta atenuado aún más por la disposición de la luneta, la liza el glacis y los distintos recorridos que se ofrecían en el complejo, se plantea la dotación de funcionalidad pública, como espacios libres. Actualmente, estos desniveles territoriales artificiales carecen de sentido, pues los conflictos bélicos, la armería y las sociedades han evolucionado desde el siglo XVII, por lo que se propone este cambio de significación, pasando de la exclusión a la apertura. Así, tanto la liza como el foso serán ‘ocupados’ como parques urbanos, de distinta caracterización en tanto en cuanto a sus características geométricas y altimétricas, ofreciendo este espacio de esponjamiento a la ciudad, como antesala del monumento y como forma de ‘liberación de uso’ de la plaza de armas del interior del recinto amurallado. Por su ubicación, conformando el anillo perimetral exterior del complejo y posibilitando la visión exterior completa de él, se considera idónea la liza para plantear en parque urbano memorial, que permita la contemplación de los distintos elementos que conforman las construcciones del sistema Vauban y en el que se aporte, mediante paneles informativos, la documentación histórica necesaria para su comprensión. Por otro lado, debido a su situación ‘recavada’ con respecto al nivel de los espacios adyacentes, se propone el foso como parque urbano estancial complementario a los usos públicos de estancia, ocio infantil y mirador dispuestos en el cerro, apareciendo en éste áreas con mobiliario de estancia así como áreas acondicionadas como merenderos y jardines vinculados a los paños de muralla y con un trazado que busca enfatizar las aristas de los baluartes. Debido a la existencia de la luneta, a la que se accede desde el foso, se propone esta como espacio mirador hacia la parte trasera del ferrocarril y las barriadas.
criterios de intervención general 04
La forma de intervención en el recinto amurallado se basa, en primer lugar, en la reorganización de sus recorridos buscando siempre la relación original del siglo XVII la con su muralla perimetral. Por ello, como primera decisión, se estima necesaria la demolición de las ruinas de las garitas del siglo XIX que funcionaron como correccionario militar adosadas a la cortina suroeste (de las que ahora mismo tan sólo se conservan restos de sus cimentaciones que nos revelan de forma discontinua el que fue su perímetro) ya que obstaculizan la conexión entre los cuatro baluartes, indispensable en toda construcción defensiva militar del sistema Vuaban, desarrollado en España a lo largo del siglo XVII. Se busca una pavimentación acorde con el entorno natural, desde pavimento terrizo continuo en el itinerario exterior hasta el uso de adoquinado pétreo embebido en terreno compactado y tarima de madera en algunas zonas de relevancia como son los baluartes. Una vez establecidos los recorridos perimetrales (interior y exterior) se hace necesario un recorrido funcional que recorra el vacío central de la plaza de armas y distribuya los accesos a los distintos usos. Por ello, se decide prolongar el ‘camino de acceso’, basado en una tarima de madera sobreelevada, hasta el interior del recinto, de forma directa y abrupa. Con ello, aparte de la potencialidad visual de la traza y la eficiencia programática, se consigue atravesar la plaza de armas del recinto ‘sobrevolando’ las posibles ruinas que aparecerán en los trabajos previos de excavación arqueológica, mostrando el legado de la que fue ermita de San Cristóbal en el siglo XVII. Con respecto al resto de construcciones militarres preexistentes, se considera la rehabilitación del edificio de comandancia, por su representatividad, reclamo tantoo en el interior como desde el exterior del fuerte, y su considerable buen estado. Actualmente, sus muros portantes y arriostrantes se mantienen en pie, habiendo desaparecido la cubierta a dos aguas y su pavimentado. Este volumen, por su propia configuración geométrica se considera idóneo para alojar el programa del salón de actos, para lo que se dispondrá una nueva cubierta (plana) con la materialidad de la nueva intervención (esto es, madera) posibilitando el crecimiento de esta cubierta en los puntos necesarios.
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de intervenci贸n general
criterios de intervención general 04 Por ello, se considerará la implantación de una cubierta que cubra dos alturas para la zona donde se dispone el salón de actos, sobresaliendo por encima del nivel que marca el hastial preexistente, mientras que las zonas destinadas a recibidor y atención al público se estiman de una sóla altura para posibilitar la conexión de esta cubierta con el recorrido que cose los baluartes norte y este. El análisis de la cartografía histórica del recinto revela que, pese a sus numerosas modificaciones a lo largo del tiempo y su pésimo estado actual, la franja ocupada por los volúmenes actuales relativos a cocina y alojamientos militares, adosados a la cortina noroeste, pertenecen a la concepción original del fuerte, mientras que el resto serían agregados de siglos posteriores. Por ello, se propone la sustitución de la ocupación actual por una crujía lineal de nueva construcción de dimensiones notablemente parejos a la anterior, paralela a la muralla de contención del nivel superior, que se destinará a alojar los usos de galería de exposición, cafetería pública y torre mirador. Como medida para que la contemporaneidad no compita con las trazas históricas, se plantea una jerarquía material que consiga la clara diferenciación. Así, considerando la piedra de la muralla y el revestido blanco de las edificaciones del siglo XIX, se incorpora la nueva textura que aporta la madera al conjunto, estableciendo así el sesgo temporal. Para ello, la ‘ruina’ es considerada casi como envolvente, como cáscara que aloja nuevas posibilidades desde las que, en ciertos puntos, emerger al exterior no sólo de la garita, sino también con respecto a la muralla exterior para establecer focos de atracción visual. En el caso de la nueva edificación como galería de exposición, se estudia la relación formal de los volúmenes preexistentes (eliminados), para establecer criterior de crecimiento vertical y horizontal del nuevo proyecto. Igualmente, al hallarse este volumen adosado a la muralla, se considera el carácter ‘trasero’ de ésta para plantear un muro técnico paralelo que, en ciertos puntos, se perfore para mostrar, en forma de huecos, el paño de muralla preexistente, acompañado por luz natural que cae procedente de pequeños lucernarios ubicados en cubierta
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anejo
análisis catográfico histórico
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anejo análisis
cartográfico histórico
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análisis cartográfico histórico anejo
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anejo análisis
cartográfico histórico
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