MEMORIAS. Cuaderno Salazar # 3

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CUADERNOS SALAZAR #3

MEMORIAS


Centro Cultural de Espa帽a Juan de Salazar Tacuary 745 y Herrera 834 Asunci贸n (Paraguay) +59521449921 centro@juandesalazar.org.py www.juandesalazar.org.py Tw: @ccejs_py Fb: CCEJS_AECID Paraguay Ins: @juandesalazar

Los cuadernos del Salazar se editan bajo licencia Creative Commons: Reconocimiento del autor Sin fines de lucro Sin obra derivada


MEMORIAS

Memorias

CUADERNOS SALAZAR #3


EMBAJADA DE ESPAÑA Embajador—Diego Bermejo Romero de Terreros

CENTRO CULTURAL DE ESPAÑA JUAN DE SALAZAR Directora—Eloísa Vaello Marco

COLECCIÓN CUADERNOS SALAZAR #3 MEMORIAS Coordinación y edición — Estela Franceschelli Diseño y concepto de cuadernos — Alejandro Valdéz y Paolo Herrera Diseño y maquetación de esta edición — Paolo Herrera Autores que colaboran en éste número — Ticio Escobar, Ramón Corvalán, Marielle Palau, Dionisio Gauto, Rosa Posa, Ignacio Telesca, Sergio Cáceres y Lía Colombino. Agradecimientos — Manuel Cuenca, Augusto Netto, Rosa Palau, Cristian Palacios, Silvia Villalba, José Carlos Rodríguez. Imagen de portada y contraportada — Mujer desafiando carros hidrantes de la policia, domingo 26 de abril de 1986. Archivo del díario Última Hora. Impreso en ARTE NUEVO 1.000 Ejemplares Asunción, diciembre de 2015.


CUADERNOS SALAZAR #3

Memorias

MEMORIAS



Memorias

A todos los hombres y mujeres que construyen nuestra Memoria: Los que han desaparecido, los que han resistido y los que siguen luchando por el porvenir de las memorias.


presentación

MEMORIAS Memorias

8 "La memoria abre expedientes que el derecho considera archivados" Walter Benjamín

Memorias surge de la necesidad de trabajar desde el Salazar nuevas miradas sobre el Arte y la Cultura, de modo que éstas no queden ajenas al contexto y a lo político social. Memorias, como Tekopora antes o como Invernadero después, surgen de la necesidad de utilizar el Arte como excusa o como pretexto, como complemento, para plantear una reflexión sobre el mundo en que habitamos. Desde el Salazar, sin menospreciar en ningún caso el Arte puramente decorativo o cuya finalidad fuera exclusivamente estética, nos interesamos en esta ocasión por un Arte que se ancla en el contexto social y político en que vivimos. Si un Centro Cultural se considera un espacio de Cultura, debe organizarse y ordenarse en base al significado de Cultura, concebida ya no como algo estático sino como algo dinámico. De la propia definición que daba la Unesco en 1982: Cultura como “Conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores y las creencias. La cultura da al hombre la capacidad de reflexión sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. Por ella es como discernimos los valores y realizamos nuestras opciones. Por ella es como el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevos significados y crea obras que lo trascienden.” Pasamos a otra mirada que de estar asociada al ser y/o estar en el mundo, se convierte en una mirada mucho más dinámica, que necesariamente proyecta una construcción de futuro. Precisamente porque a través de la cultura nos convertimos en seres que toman conciencia de sí mismos y del mundo que les rodea, sintiéndose o sintiéndonos como proyectos inacabados, y con la necesidad de una construcción utópica de futuro. Cultura por tanto no sólo con un ser y estar en el mundo, sino como un modo de pensar y construir futuro.


En ese sentido, plantea Ticio Escobar en su texto Curatorial que “… La afirmación actual de las políticas de derechos humanos, que asumen la cultura como un espacio fundamental a ser resguardado, requiere la continua vigilancia de los diversos acervos de la memoria y del potencial ético y político de los recuerdos”. A partir de estas construcciones de pensamiento, ponemos en marcha en Julio 2014 el proyecto Memorias, en plural para resaltar la diversidad de memorias que marcaron el pasado, condicionan el presente y perfilan y definen el futuro. Porque la memoria no es solo una nostalgia o un recuerdo, es también un quehacer colectivo que construye futuro. MANDU’A PYRA El Porvenir de la Memoria Una exposición, bajo la curaduría de Ticio Escobar, fue el eje central del proyecto. Mandu’a significa memoria en guaraní. Pyra es dimensión de futuro, promesa… el subtítulo no es una traducción literal sino una aproximación que actúa como declaración de intenciones: el porvenir de la memoria. Memoria como quehacer político que tiene siempre una dimensión pública que va más allá de los recuerdos privados y personales. Memoria como dimensión colectiva y social por tanto directamente ligada con la esfera de lo Político. Memoria como Conflicto que pone en confrontación el discurso oficial, frente al discurso del que discute esos límites y los cuestiona a partir de otros recuerdos, de otras memorias individuales, sociales y/o colectivas. La exposición trabaja a partir de la muestra de objetos reales de nuestra memoria y de nuestra historia (documentos, fichas policiales y fotos periodísticas) con componentes artísticos (cuadros, fotos y videos) que se constituyen en construcciones imaginarias y poéticas sobre lo real.

Memorias

Este concepto de Cultura va ligado necesariamente a la Memoria, una memoria que no es tanto o exclusivamente una mirada al pasado, sino una Memoria que nos permita interpretar el presente y por tanto proyectar un futuro. En ese sentido ambos conceptos van de la mano porque nos dan las herramientas necesarias para dar sentido al mundo que vivimos y poder interpretarlo en base a unas claves acotadas. Del mismo modo, en base a unas reflexiones éticas y críticas, nos impulsan a imaginar y reflexionar que futuro queremos.


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Fragmento de una obra de Nury González. Exposición "El sueño de una noche de verano". Noviembre 2015. Museo del Barro.

HIC ET NUNC Una segunda exposición, esta vez proveniente de España bajo la curaduría de Imma Prieto, propone a partir de 12 audiovisuales, un ejercicio de resistencia, que al mismo tiempo nos brinda la oportunidad de hablar del presente, ofreciendo una interpretación abierta de lo político. Según escriba Imma sobre la obra de Marta de Gonzalo y Publio Pérez: “el futuro ya está aquí, pero no aquel que nos prometieron ni aquel que otros cantaron. Este presente resultó el peor de los futuros previsibles, una vuelta al pasado, una restauración de la desigualdad como norma…” o sobre la obra de


Stencil en un muro de la plaza de Samaipata (Bolivia).

Pelayo Varela: “La obra permite dilucidar como las estrategias actuales pretenden que cada individuo sea una pieza anónima más, una pieza que en conjunto debe actuar según estrategias políticas para borrar la historia. [...] El dibujo permanece visible para patentar las huellas de los trazos como una alegoría de la contaminación del presente frente al pasado, registro de una memoria subjetiva que se desvanece explorando zonas de incertidumbre.” En este sentido, a través de Hic et Nunc, a partir de una reflexión audiovisual sobre el presente español, se hace evidente la importancia de la Memoria como elemento clave de interpretación. No podemos reflexionar sobre lo que somos y donde estamos si no sabemos de dónde venimos.


SEMINARIO TEORICO AUDIOVISUAL: La memoria, huella de futuro

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Otro componente del proyecto fue el seminario teórico audiovisual La Memoria: Huella de Futuro. Se proponía como espacio de análisis y de debate, organizado con la colaboración de la Secretaria Nacional de Cultura y coordinado en su parte teórica por Estela Franchesquelli y en su parte audiovisual por Manuel Cuenca. Como Estela plantea en su texto introductorio en el seminario se plantea analizar la Memoria desde diferentes enfoques: “ el enfoque de memoria, planteado desde la perspectiva de enfoques territoriales, desde los derechos y otras visiones, resultan indispensables para una mejor y más profunda comprensión de los procesos culturales que experimenta un país. La realidad de lo cotidiano es resultado de los procesos vividos. La comprensión de la historia a partir de sus diferentes memorias/ lecturas, permite las diferentes construcciones del futuro”. Desde esa mirada poliédrica analizamos la memoria desde la Historia y la Academia, desde las miradas indígenas y campesinas, desde los Derechos Humanos y desde la Diversidad Sexual. CONCLUIMOS En varios de los textos que vamos a leer se habla de una excesiva presencia del recurso de La Memoria con fines políticos o populistas. También varios textos mencionan la facilidad con la que las nuevas tecnologías permiten tener ciertos recueros o memorias al alcance de un click. Todo se almacena, todo podría estar a nuestro alcance. Pero en cierto modo también todo esto es ficticio. La misma facilidad tecnológica se convierte así mismo en una barrera elaborando sus propios filtros marcados por otros fines. Si bien la Memoria como concepto está presente tanto en las legislaciones de España y Paraguay. En España la ley de la Memoria Histórica, que entró en vigor en 2007, aunque da un marco teórico no facilita la recuperación de los cuerpos desaparecidos en la guerra y en la posterior dictadura franquista. Esta ley tan necesaria, ha sido sin embargo derogada de facto, ya que en los Presupuestos Generales del Estado para 2013 y 2014 quedó sin dotación presupuestaria para su aplicación. En Paraguay, Rogelio Goiburú dirige la Dirección de Reparación y Memoria Histórica, que también realiza un trabajo digno de admiración con el apoyo de un grupo de voluntarios al no contar tampoco con apoyo presupuestario por el propio estado que pone en marcha la citada Dirección General. No podemos quedarnos solo en la memoria doliente y punzante, también otras memorias constituyen el acervo que nos permite interpretar el presente: las memorias asociadas a tradiciones, celebraciones y creencias. Las memorias asociadas a la Tierra y al Territorio. Las memorias Indígenas que han conseguido persistir frente al avance implacable del progreso occidental. Las Memorias Diferentes, que permiten construir y perfilar un futuro más rico y versátil, un futuro que contemple todas y cada una de las opciones de Memoria, y por tanto una variedad de opciones de futuro en las que la justicia y la utopía puedan tener un puesto preeminente.


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Y por último, de nuevo citando al ineludible Ticio: “El arte no logra saldar la falta, pero si hacer de ella un principio activo de significados nuevos”. El Arte nos permite nuevas miradas y nuevas interpretaciones. Por supuesto que no conseguimos recomponer nuestras fracturas ni nuestras heridas del pasado a través del arte, pero permitimos que se habiliten nuevos espacios de sentidos que proyecten un presente y un futuro posibles. No se trata de recordar por recordar, por el placer de regodearse en el pasado, sino porque traer al presente esas memorias es una necesidad política así como una cuestión de responsabilidad ética, para que en algunos casos sean ejemplos de resistencia a admirar y a imitar y en otros casos sean ejemplos de barbarie a condenar y contra los que luchar. Como dice Benjamin, a veces el derecho cierra expedientes, pero la memoria consigue reabrirlos para exigir justicia. Sigamos haciendo Memorias, para que podamos resignificar nuestro presente y proyectar un futuro más justo, libre y democrático para todos.

eloísa vaello marco Directora Centro Cultural de España Juan de Salazar

Fotograma intervenido de Viridiana (1961) de Luis Buñuel



A vuelo de pájaro. Acción realizada por el artista Daniel G. Andujar (España)


Acci贸n callejera del movimiento feminista Mujeres Creando (Bolivia)


ÍNDICE C A P Í T U L O # 1 Exposición Mandu'a Pyrâ

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C A P Í T U L O # 2 Seminario

La Memoria huella del Futuro (Sesiones Teóricas)

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C A P Í T U L O # 3 Seminario

La Memoria huella del Futuro (Sesiones Audiovisuales) 102



CAPÍTULO #1 MANDU'A PYRÂ En conmemoración a los 25 años de la caída de la Dictadura de Alfredo Stroessner y los 10 años de la tragedia de Ycua Bolaños; el Salazar dedica la programación de Julio 2014 a las memorias, y como elemento central presenta la exposición “Mandu'a Pyrâ. El porvenir de la memoria” con la curaduría de Ticio Escobar.


Ticio Escobar

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MANDU'A PYRÂ: MEMORIAS POSIBLES

Los riesgos de la memoria

L

a lógica instrumental del poder y el abuso que ha hecho el arte de esa figura, fenómenos acelerados durante las últimas décadas del siglo XX, han impulsado cierta inflación del término “memoria”, que, en muchos casos, puede ser trivializado. Es que el desafortunado cruce del historicismo con la globalización provocó el marketing consumista del pasado, la manipulación política de la historia y la turistización de los recuerdos, amenazas que toda política de la memoria debe sortear. A estos albures cabe agregar el absolutismo informático, que compulsivamente recuerda y archiva todo y, al hacerlo, conlleva el peligro de una perversa memoria total, capaz de paralizar el flujo mismo de toda rememoración posible: una supermemoria que obtura el momento del olvido, necesario para recortar lo recordado y editar los insumos de la historia. Sin embargo, a pesar de los riesgos que acerca el boom de la memoria, resulta fundamental seguir reflexionando sobre esta figura y analizar sus vínculos con la historia: con la experiencia del pasado, la construcción del presente y la proyección de porvenires plausibles. Por una parte, la brecha entre lo ocurrido y lo actual tiende a acortarse y no deja demasiado tiempo para sepultar fantasmas que han quedado rondando; no deja ocasión de elaborar el duelo de tragedias recientes y aventar la


Fragmento de un xilograbado de la serie Torturados. 1963, Olga Blinder


melancolía producida por traumas históricos no resueltos. Por otra parte, la afirmación actual de las políticas de derechos humanos, que asumen la cultura como un espacio fundamental a ser resguardado, requiere la continua vigilancia de los diversos acervos de la memoria y del potencial ético y político de los recuerdos.

La exposición

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Esta exposición se inscribe en la línea actual que pretende trabajar la memoria como espacio abierto, plural y dispuesto a ser reinterpretado desde distintos lugares y posiciones para enriquecer la comprensión del propio tiempo y abrirlo a posibilidades mejores. El arte juega un papel importante en la revelación o, por lo menos, la sugerencia de puntos oscuros que la pura documentación no puede consignar. Pero esta muestra cruza distintos registros, pues las obras de arte precisan el complemento de otras imágenes y textos. El archivo no puede llegar hasta donde la poesía alcanza, pero tampoco pueden sus inscripciones ser desechadas. Ellas ofrecen un contexto objetivo, la garantía de lo realmente acontecido, desde donde puede la imaginación poética tomar impulso para avistar lo no registrado: para dar cuenta de lo omitido, para nombrar lo relegado por las historias oficiales. La memoria y sus tiempos El título de la muestra, Mandu’a pyrã, delimita un ámbito expositivo, arriesga posiciones y criterios y marca direcciones. En guaraní, mandu’a significa “memoria”, mientras que el término pyrã abarca un espectro semántico complejo, precisado por Félix de Guarania como “lo que se puede o debe hacer o será hecho”. Esta definición supone una potestad, un compromiso y una promesa y remite al tiempo incierto y fecundo de lo posible. Tal definición recoge algunos componentes de la memoria que la muestra quiere recalcar: su alcance político, su dimensión ética y su sentido utópico. Así, el transcurso de la memoria no se agota en el pasado, sino que conduce al imperativo ético de lo que debe acontecer y se abre a un momento que puede ser habilitado como espacio-tiempo de rememoración, de construcción social y de deseo colectivo. El subtítulo en español, “El porvenir de las memorias”, no corresponde a una traducción del enunciado en guaraní –de hecho intraducible en una palabra–, pero, vinculado con ese enunciado, enfatiza la idea de que la memoria no se clausura en el pasado, sino que deviene un espacio entreabierto para la construcción de historia. Se habla de “memorias”, en plural, porque se asume la diversidad de recuerdos, historias y proyectos, especialmente destacable en un país pluricultural. No existe una memoria oficial y consagrada: existen regímenes múltiples de recordación y diferentes modelos de montaje de la memoria con vistas a proyectos particulares. De ese modo, el lugar de la memoria no es concebido como un depósito estático donde se acumula el recuerdo de lo ocurrido. La memoria no está clausurada, exige continuos trabajos de interpretación, actos capaces de convocar el pasado y vincularlo


con la construcción del presente-futuro. Esta disponibilidad es la que compromete la memoria con un horizonte utópico: el pasado es una reserva de experiencias colectivas reactivables a través del recuerdo. Cabe acá distinguir entre, por un lado, la memoria involuntaria, que se manifiesta espontáneamente y sale al encuentro del sujeto, individual o social, interpelándolo y, por otro, la memoria como trabajoso proceso de elaboración: como convocatoria de hechos intensos de la historia que deben comparecer ante el presente para ser interrogados, reinterpretados, vueltos a ser asentados en otros planos de inscripción. 23 Memorias

Los desatinos de la historia

En primer lugar, aquellas formas remiten a la materialidad de objetos y documentos que devienen testigos de acontecimientos pasados: encarnan tiempos específicos. Los rastros de la memoria no sólo son evidencias, también actúan como síntomas a ser interpretados, pistas de hechos sólo parcialmente recuperados. En este sentido, las huellas, los documentos, los fragmentos corporales, los indicios físicos, adquieren no sólo un valor probatorio y testimonial, sino que actúan mediante el poder aurático de su presencia/ausencia. Así, en esta muestra se exponen documentos del Archivo del Terror, no esperando que ellos sirvan de fuente de consulta, sino buscando que su estar-ahí signifique una comparecencia material del pasado mismo: el recuerdo se materializa en cuerpos tangibles. En el desarrollo mismo de otras operaciones de memoria trabajadas en la muestra, también se recurre a este expediente de rememoración. A título de ejemplo se citan dos casos. En la representación del Arete Guasu, el recuerdo de los antepasados se encarna en personajes rituales que concurren a la escena ceremonial en reemplazo de los progenitores. Durante el tiempo del Kurusu Jegua, los parientes fallecidos son representados en el lugar de culto por las cruces que marcan sus tumbas. En segundo lugar, ni los objetos ni los documentos pueden hacerse cargo de ciertos aspectos oscuros de la memoria, renuentes a cualquier intento de simbolización. El momento traumático, así como el lado nocturno de la experiencia y el trazo

La exposición

A diferencia del trabajo de la historia, el de la memoria no es imparcial: se encuentra cruzado por el deseo e interferido por propósitos e intereses distintos, pero eso no significa que sea pura ficción; la construcción de la memoria parte de prácticas y hechos realmente ocurridos, aunque vueltos objeto de recordación o traducidos en imágenes y signos que perturban inevitablemente la fidelidad de lo acontecido. Las personas y sociedades editan el material que el recuerdo aporta; seleccionan y reformulan lo que sirve para un proyecto histórico, una acción política o un rito individual o colectivo. Pero los recuerdos, por más alucinatorios que pueden resultar en ciertas situaciones, parten de experiencias cristalizadas en formas objetivas o representadas mediante símbolos. Este enunciado tiene dos consecuencias.

*

Ticio Escobar Curador, profesor, crítico de arte y promotor cultural. Se desempeñó como director de Cultura de la Municipalidad de Asunción en el período 1991-1996, director del Museo de Arte Indígena, Centro de Artes Visuales/Museo del Barro, Asunción, presidente del Capítulo Paraguay de la Asociación de Críticos de Arte y como Ministro de Cultura durante el periodo 2008 – 2012. Autor de la Ley Nacional de Cultura de Paraguay. Tiene publicado diversos títulos sobre arte paraguayo y latinoamericano. Entre sus distinciones se encuentra el Premio Bartolomé de las Casas otorgado en 2004 por Casa de América, Madrid, por sus aportes al desarrollo de la cultura indígena.


FotografĂ­a de Francene Keery de la serie Paisajes Sagrados - Scared Landscapes


El arte tiene la extraña aptitud de actuar políticamente sobre la historia y de hacerlo con un sentido ético de responsabilidad. Su capacidad de trastornar las secuencias cronológicas, detener el tiempo y desquiciarlo, le permite detectar las potencias que sobreviven en un momento ya acaecido. Cito de nuevo a Benjamin, inevitable: “Articular históricamente el pasado no significa conocerlo tal y como verdaderamente fue. Significa apoderarse de un recuerdo tal y como éste relumbra en un instante de peligro”2. Este relámpago, la “imagen dialéctica”, ilumina la escena en una situación extrema y permite ver el límite que la separa de su otro lado amenazante: la zona nocturna de la alteridad. El flash paraliza en una imagen un momento exasperado. Así, el fluir de la historia puede ser detenido en cierto instante, que pasa a ser revisado por los dispositivos del arte. La incompletud del acontecimiento pasado se ofrece al hacer poético (estético, crítico, creativo) como no lo hace a la Historia que, en cuanto disciplina, no puede tocar lo ocurrido sin el riesgo de faltar al rigor científico. Por eso “articular históricamente el pasado”, traerlo al presente y enfrentarlo al porvenir, es operación privilegiada del arte, cuyos lances anacrónicos deconstruyen la linealidad historicista: no sólo se vuelven sobre lo sucedido, sino que imaginan lo que pudo haber sucedido. Esa dimensión de posibilidad abre a la utopía el espacio de la memoria, y lo mantiene disponible para la acción política y el compromiso ético. Redime el pasado, siempre en el sentido de Benjamin. Pero tal dimensión también permite asumir la pluralidad de las memorias: existen diversos modos de recordar y articular la historia. Las culturas ordenan el material histórico y seleccionan los recuerdos (recordar es recortar según sus propias vivencias y experiencias y en pos de ideales y utopías propias).

Memorias

El arte de la memoria

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La exposición

inconsciente, no pueden ser descifrados y permanecen como agujeros en las tramas de la memoria; no pueden, pues, ser convertidos en recuerdo ni acceder al presente. Ante estos puntos amnésicos, sólo resta el recurso de la imaginación poética. El arte no logra saldar la falta, pero sí hacer de ella un principio activo de significados nuevos. No repara las fracturas y pérdidas de la historia, pero sí puede promover sentidos nuevos habilitando la dimensión de lo posible. Un principio de redención, según la figura de Benjamin, que busca salvar la historia mediante la doble operación de rememorar e interrumpir el tiempo. Siguiendo esta línea del pensamiento de Benjamin, HernándezNavarro sostiene que ese doble movimiento no responde a un mero acto de curiosidad histórica o epistemológica, sino a una demanda “política, porque es necesaria para actuar, y ética, porque es una cuestión de responsabilidad”1.


Contramemorias

La exposición

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La muestra Mandu’a pyrã se halla planteada a través de expedientes, objetos e imágenes que corresponden tanto al registro histórico como al obrar estético. La tensión entre lo documental objetivo y el hacer poético cruza tanto el concepto de la muestra como su expografía. El conflicto indecidible entre ambos momentos corresponde aproximadamente a la oposición barthesiana entre el studium, la información fidedigna de los hechos y contextos históricos, y el punctum, el gesto punzante que trastorna la evidencia empírica para señalar o anunciar un acontecimiento que estará siempre inconcluso (y que, por eso, actúa como reserva de sentidos nuevos). La construcción de la memoria precisa ambos momentos: el que consigna lo sucedido y el que imagina lo que no pudo ser consignado. Podríamos decir en perspectiva benjaminiana: el momento de la huella –la inscripción del archivo– y el del aura, que muestra a través de lo que mantiene velado. A partir de este cruce, la exposición trata ciertos momentos densos de la memoria individual, comunitaria, nacional y regional: coyunturas, situaciones y acontecimientos específicos cuyo recuerdo marca los imaginarios y las representaciones sociales y los reubica ante diversas propuestas de porvenir. Mandu’a pyrã selecciona puntos de condensación particulares que, obviamente, no se refieren a todas las experiencias mnémicas, sino sólo a aquellas que resisten la uniformización de la memoria hegemónica: los estereotipos autoritarios levantados por la institucionalidad oficial del poder (modelos épicos, tradición conmemorativa y monumental) o por los intereses del mercado global (la historia-espectáculo o la industria de la memoria). Por eso, esta muestra no desarrolla esas formas pautadas sino a través de su contestación, la contramemoria, en el sentido de Foucault, que se afirma ante ellas. Cuando trabaja la dictadura, por ejemplo, lo hace impugnando sus iniquidades a través de los desvíos de la imagen, que impiden el puro denuncialismo para intensificar los significados. Cruces Los contenidos de las diversas formas de la memoria son considerados bajo subtítulos específicos, pero no aparecen expuestos en secciones separadas en cuanto esta muestra espera sugerir que los flujos de los diferentes recuerdos se entrecruzan continuamente y conforman tramas híbridas y diagramas inestables. La presencia del origen Cada año, los indígenas chiriguano3, así llamados en general los guaraní chaqueños, celebran el Arete Guasu, un ritual fecundo que propicia el ciclo agrícola y renueva el pacto social refrendando sus complejas cláusulas culturales, estéticas y ambientales. El factor que impulsa esta coreografía esencial es la conmemoración de los antepasados


y la representación de la historia comunitaria. La ceremonia-fiesta de los chiriguano realiza el acto básico de la memoria: recuerda, trae del pasado las figuras que habrán de avalar e impulsar el presente y las reinterpreta continuamente buscando en ellas los argumentos de un futuro deseable. En este caso, la memoria no intenta detener el flujo melancólico mediante la elaboración del duelo; busca convocar a los espectros que apuntalan la cultura, a las energías aliadas, a los indescifrables signos fundacionales, para enmendar los yerros que toda historia arrastra y, así, reponer las oportunidades perdidas. En cierto sentido, para “redimir” la historia, objetivo de todo lance de la memoria según Benjamin.

Objeto-instalación de Daniel Mallorquin, de la serie Rito. Exposición Mandu'a Pyrâ

La exposición se acerca al Arete Guasu, lo observa y lo merodea mediante diversos expedientes: máscaras rituales, fotografías de Fernando Allen y tres videos, uno de Dea Pompa y Lia Colombino, y dos de Luis Vera. Tanto los videos de este último, grabados en la comunidad boliviana de Tentayape, como las máscaras, provenientes de festividades


Memorias 28


realizadas en territorio paraguayo y boliviano, señalan la expansión de la memoria: la gran nación guaraní conmemora su historia más allá de las circunscripciones que imponen mapas ajenos, advenedizos, de una tierra entera. Memoria de la muerte: añoranza, devoción y fiesta

Sepulcros vacíos Otra manera de honrar la memoria de los familiares muertos es a través de pequeñas construcciones funerarias erigidas en el mismo lugar donde aquéllos fallecieron, generalmente en forma violenta. Estas menudas arquitecturas suelen ser levantadas a la vera de los caminos o rutas como hitos que recuerdan las cruces de los peregrinos y, en conjunto, terminan puntuando el derrotero de caminos paralelos. Señales de advertencia o inscripción de hechos, nombres y fechas que quizá carezcan de otro registro. Zonas sagradas, en el sentido cultural del término. Al igual que en los Kurusu Jegua, en estas capillitas populares no se encuentran los cuerpos; las construcciones no marcan lugares de entierro, sino sitios de la memoria cultual, intensificada en torno a una ausencia. En esta muestra, Francene Keery expone fotografías que recalcan el momento de la estética, componente imprescindible de la memoria viva. Imagenes de la exposición Mandu'a Pyrâ. Arriba: Detalle de la expografía realizada por Osvaldo Salerno. Máscaras chiriguano de Bolivia y fotografías del Areté Guasu. Colección CAV/Museo del Barro. Abajo: La ventana. 1974. Osvaldo Salerno. Impresión de hoja de ventana de madera y de piezas metálicas sobre papel. Políptico. Colección CAV/Museo del Barro."

Memorias

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La exposición

El Kurusu Jegua constituye una expresión de la religiosidad popular celebrada anualmente en gran parte del país para honrar la memoria de los muertos y convocarlos como “abogados” o protectores. El ritual es familiar pero se encuentra provisto de una dimensión pública: involucra el barrio o la comunidad, que asiste a la escena ceremonial y participa de las oraciones y las comidas colectivas en un clima que integra, al mismo tiempo, el recogimiento piadoso y el espíritu festivo. Cada 3 de mayo se levantan frondosos armazones repletos de chipas y rosarios de maní; estos calvarios-altares se hallan destinados a cobijar las cruces de los familiares muertos, retiradas para esta ocasión de los cementerios y adornadas con paños nuevos. Pero este ritual de la memoria no sólo ayuda a elaborar la pérdida de los parientes fallecidos; aunque se vincula con el día católico de la cruz, reactiva fuertemente la memoria guaraní basada en el culto a los antepasados y la celebración de los ciclos agrícolas. El montaje mismo del Kurusu Jegua recuerda el del guarnecido altar avá y su sistema de rezos y cánticos, así como la tradición guaraní de la comida colectiva del maíz. (Memoria que redobla la memoria. Memoria festiva y continua de los muertos). Una vez más, el pasado es traído al presente: en este caso, las cruces representan metonímicamente a los parientes fallecidos. Y como en todo ritual, la representación es re-presentación: ese día, las cruces ocultan la ausencia. En esta exposición, el Kurusu Jegua es representado mediante una gran chipa en forma de cruz elaborada por Feliciana Fariña, forma característica de esa ceremonia.


Las efemérides negras

La exposición

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La memoria traumática, que requiere procesos de reparación y duelo, se refiere en esta muestra a dos eventos aciagos de la historia: la dictadura de Stroessner –que incluye la Operación Cóndor– y la tragedia del Ykuá Bolaños. Ambos se encuentran enfatizados, en cuanto objeto de rememoración, por ciertas oscuras efemérides que se cumplen este año: el décimo aniversario del Ykuá Bolaños, el sexagésimo de la asunción de Stroessner al poder y el vigésimo quinto de la caída de la dictadura por él instaurada. A nivel regional, por otro lado, este año se cumple el cincuentenario del inicio de la dictadura militar brasilera, que devendría factor decisivo para la institución de la Operación Cóndor. La memoria de la dictadura militar se encuentra tratada mediante la presentación de documentos del Archivo del Terror y de las obras de algunos de los artistas paraguayos que trabajaron ese momento oscuro, así como de otros, representativos de los países involucrados en la Operación Cóndor. Entre los primeros se encuentran Olga Blinder (grabados), Luis Alberto Boh (dibujo), Fredi Casco (fotografías intervenidas), Carlos Colombino (xilopinturas), Paz Encina (cortometraje), Joel Filártiga (dibujo) y Osvaldo Salerno (grabados). Los artistas del segundo grupo son Sergio Ferro, de Brasil (pintura); Nury González, de Chile (objeto-instalación); Ricardo Lanzarini, de Uruguay (dibujo) y Carlos Trilnick, de Argentina (video-instalación). La hecatombe del Ykua Bolaños, demasiado reciente aún, demasiado dolorosa en cada recuerdo, es abordada a través de un objeto-instalación de Daniel Mallorquín y de fotografías de Fernando Allen, Javier Medina y Jorge Sáenz. Ninguno de estos artistas, como ninguno de quienes participan en la muestra, tematiza los hechos intensos que trabajan. Las imágenes –intermitentes siempre, siempre incompletas en su mostrar– hacen sospechar a la mirada y la obligan a redoblar la búsqueda de un objeto irremediablemente esquivo. Ese escamoteo deviene falta en el arte y gravamen en el quehacer de la memoria, pero también se vuelve garantía de que la incompletud del recordar mantenga activo el afán de desagraviar los desaciertos o las omisiones de la historia y deje abierta la “esperanza en el pasado” que propone Peter Szondi4. En pos de ella, la memoria no sólo certifica lo que fue, sino que puede habilitar la dimensión de lo posible y resguardar el lugar de la promesa: puede sostener el significado de pyrâ, como lo que se puede o debe hacer o será hecho. 1 Miguel A. Hernández-Navarro. Materializar el pasado. El artista como historiador (benjaminiano), editorial Micromegas, Murcia, 2012, p. 51. 2 Walter Benjamin. “Tesis sobre la historia. Apuntes, notas y variantes”, en Tesis sobe la historia y otros fragmentos, traducción de Bolívar Echeverría, Universidad Autónoma de México, México, 2008, p. 97. 3 Se emplea en este texto la convención de mantener en singular el nombre de pueblos indígenas, asumiendo que sus propios idiomas cuentan con particulares sistemas de pluralización. 4 Peter Szondi. “Hope in the Past: On Walter Benjamin”, Critical Inquiry, cit. en Hernández-Navarro, op. cit., p. 54.

Asunción, julio 2014.


Kurusu Jegua. Fotografía de Fernando Allen. Exposición Mandu'a Pyrâ



Dirigentes polĂ­ticos opositores al regimen stronista son detenidos por activismo social. Foto: Ultima Hora.



CAPÍTULO #2 SEMINARIO La memoria, huella de futuro Sesiones teóricas

En el marco del Proyecto Memorias, se propuso un seminario teórico-audiovisual. A lo largo de cinco semanas se analizaron las memorias desde ejes que se entrecruzan: Memoria y Cultura, Memoria Indígena y Capesina, Derechos Humanos, Procesos Políticos y Diversidad. La sesión 1 corresponde a una conferencia de Ticio Escobar, en lineas similares al texto curatorial del capítulo anterior. En este capítulo se desarrollan las 4 sesiones siguientes


Estella Franceschelli

LA MEMORIA: HUELLA DE FUTURO

Seminario La Memoria Huella de Futuro

Memorias

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"Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica porque se empieza por el olvido y se termina por la indiferencia". José Saramago

L

a memoria constituye uno de los aspectos fundamentales de la construcción de identidad, quien no conoce su pasado carece de la trama histórica, que da sentido al presente y permite la construcción dinámica de futuro. El conocimiento de los hechos del pasado constituye el factor clave para la identificación de los procesos sociales. A lo largo de la historia, muchos eventos quedan ocultos a la mirada de la mayoría, permanecen en una zona de penumbra en la cual, no llegan a convertirse en memoria, permanecen como “cuentos”, los: “dicen que…”, “me contaron”; hechos ignorados por la mayoría de las personas, imposibilitados de convertirse en realidad por su ausencia en el relato oficial, imposibilitados de integrarse al recuerdo, registro histórico y de este modo transformados en hechos posibles de ser analizados y comprendidos. Desprovistos de su propia condición de suceso, se pierden para la historia y vas dejando ausencias en los relatos comunitarios. La memoria siempre subjetiva, implica y supone un desafío.


Muro con stencils contra la Dictadura y la Operaci贸n C贸ndor en la Casa por la Memoria, Resistencia. Argentina. Foto: Eloisa Vaello Marco


En los relatos de nuestra historia existen numerosas ausencias, dimensiones y perspectivas que han ido quedando fuera de los relatos oficiales y con ellas han quedado fuera las personas que protagonizaron hechos relevantes y miradas diferentes. Especialmente aquellos hechos que ponen de manifiesto las violaciones de los derechos humanos como expresión superior de la dignidad humana. Este seminario quiso poner en evidencia, en el debate, en el recuerdo y la comprensión hechos que la historia ha ido dejando de lado. Para, en la medida de lo posible, completar el relato de una historia más compleja y recuperar las memorias ocultas u olvidadas.

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El Seminario “Memoria, huella de futuro” desarrollado durante el mes de Julio de 2014 se propuso constituirse en un espacio para el recuerdo, la comprensión y el debate de diversos abordajes de las memorias que afectaron y afectan profundamente a los procesos culturales del Paraguay. Los abordajes de este seminario desde la situación de la tierra, los derechos humanos, la diversidad, los procesos históricos, y las manifestaciones del arte ha intentado ser un breve muestreo de hechos y situaciones que consideramos necesario traer hasta el recuerdo para una mayor y mejor comprensión de la compleja trama que constituye la realidad cultural del Paraguay. Cada una de las mesas de debate fue acompañada por la proyección de un audiovisual que permitió la profundización del debate. Los compromisos asumidos en el respeto, promoción y protección de la cultura en el país, no se circunscriben a la demanda del cotidiano, incluye los procesos y hechos presentes, pasados y futuros que nos constituyen como nación con identidad propia. Asumir el pasado con su plenitud de luces y sombrar nos permite una mirada realista hacia los múltiples desafíos a los que nos enfrenta el futuro. Asumimos acompañar esta propuesta del Centro Cultural de España Juan de Salazar con el objetivo de enriquecer el debate, aportar a la comprensión de los procesos culturales del país y aportar a la construcción de una ciudadanía crítica.

*

Estela Franceschelli Gestora Cultural, estudió filosofía en la Universidad Nacional de Córdoba y gestión cultural en España, Colombia y Argentina. Radicada en Paraguay desde hace 30 años, acompaña procesos y proyectos culturales que colaboren en la defensa de los derechos culturales, como derechos humanos. Coordinadora del Seminario La Memoria. Huella de Futuro, desde la jefatura de DD.HH. de la Secretaría Nacional de Cultura.


DESPRENDERSE DE UNA REALIDAD

no es nada LO HEROICO ES DESPRENDERSE

DE Rafael UN SUENO Barret


Ramón Corvalán MUNDO INDIGENA Y CAMPESINO

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TERRITORIOS INVISIBLES: TERRITORIO, MEMORIA Y LUCHAS CAMPESINAS "Olinda no es, desde luego, la única ciudad que crece en círculos concéntricos, como los troncos de los árboles que cada año aumentan un anillo. Pero a las otras ciudades les queda en el medio el viejo recinto amurallado, ceñidísimo, bien apretado, del que brotan resecos los campanarios las torres los tejados las cúpulas, mientras los barrios nuevos se desparraman alrededor como saliendo de un cinturón que se desata. En Olinda no: las viejas murallas se dilatan, llevándose consigo los barrios antiguos, que crecen en los confines de la ciudad, manteniendo las proporciones en un horizonte más ancho; éstos circundan barrios un poco menos viejos, aunque de perímetro mayor y afinados para dejar sitio a los más recientes que empujan desde adentro; y así hasta el corazón de la ciudad: una Olinda completamente nueva que en sus dimensiones reducidas conserva los rasgos y el flujo de linfa de la primera Olinda y de todas las Olindas que han brotado una de la otra; y dentro de ese círculo más interno ya brotan —pero es difícil distinguirlas— la Olinda venidera y aquellas que crecerán a continuación." LAS CIUDADES ESCONDIDAS. Italo Calvino. Las ciudades invisibles.

Los lugares de la memoria

E

s el territorio un lugar de memoria?.Inicialmente se puede afirmar que la memoria ha sido una preocupación que está desde el origen mismo de los estudios urbanos modernos, para lo cual se puede alegar que las crónicas periodísticas y literarias de mediados del siglo XIX dedicadas a los pobladores recién urbanizados, las historias de vida consignadas desde finales del siglo XIX sobre las clases obreras y que los relatos de los pobres urbanos registrados desde mediados del siglo XX son, ante todo, piezas de la memoria o de las memorias de los pobladores urbanos. Si se quiere, el conocimiento de la ciudad moderna fue, desde un principio, un conocimiento tramitado por vía de la memoria.


Arete Guasu. Fotografía de Fernando Allen. Exposición Mandu'a Pyrâ


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Entre los geógrafos, la explicación histórica desaparece progresivamente en beneficio del análisis espacial, que sólo se impone realmente en los años 1980. El origen de este movimiento es complejo y uno de sus hitos fundacionales viene dado por el nacimiento de la revista L’espacegéographique en 1972. La aproximación cuantitativa y espacializada reemplaza en este caso al estudio de los países y los géneros de vida. El instante presente, saturado de estadísticas, absorbe el esfuerzo de los geógrafos de la época. La mayor parte de las veces, los historiadores saben poco de esto. En este preciso momento Pierre Nora impulsa su obra sobre los lugares de memoria. De entrada, conviene significar aquí una de las principales especificidades de esta obra respecto a la tradición historiográfica precedente. En efecto, si se repasan algunas de las principales historias de Francia publicadas desde el inicio de la Tercera República, se podrá encontrar con que una de sus especificidades más características casi siempre respetada en ellas es comenzar con una Geografía de Francia. Baste recordar que desde la Tercera República, es evidente el hecho de que en los programas escolares hay una voluntad de unir territorio, Estado y Nación. En Los lugares de memoria de Nora, sin embargo, esta alianza se rompe. Al leer la introducción de este autor, resulta evidente que el aspecto geográfico no es lo que le preocupa.La sociología, incluso la antropología, parecen más pertinentes a sus ojos para comprender la historia de Francia. Al hacer esto, –lo cual constituye un punto importante en lo que respecta a la percepción de una tensión ligada a la memoria-, Pierre Nora deja de lado toda la argumentación geográfica vigente desde hacía al menos dos siglos, que hacía de la diversidad francesa el cimiento de su unidad. La otra relación posible de los lugares de memoria con la geografía se deriva del uso de la palabra lugar. A comienzos de los ’90 Jean-Luc Piveteau, se interesa fuertemente en las relaciones entre memoria, lugar y territorio. Accede a la cuestión de la memoria a través de las metáforas utilizadas con regularidad, tanto por los geógrafos como por los historiadores, del “palimpsesto” y del “corte transversal” posicionando nuevamente la figura del corte topográfico; tales metáforas permiten abordar la idea de herencia. En 1995, escribe: “Para nosotros, geógrafos, preocupados desde hace dos decenios por integrar en nuestros análisis la manera que tienen los hombres de aprehender el espacio, [la temática de los lugares de memoria] aparece como un instrumento privilegiado: la dinámica de la memoria confiere a nuestra aproximación de las representaciones un espesor temporal mayor. Al leerlos […] como lugares de memoria, los territorios adquieren un suplemento de sentido”. Lo que aparece, en esta etapa es el retorno a la consideración del tiempo y de la historia. El mapa entonces, se transforma de método de memorización escolar en contenedor de la memoria… “¿El territorio es un lugar de memoria?”. Lo que le interesa ahora es saber si leer el


territorio como un lugar de memoria resulta heurístico para el geógrafo. La respuesta es positiva y se asienta en la idea de pluralidad. Para Piveteau, tener en cuenta la memoria en la construcción territorial lleva a pensar en la pluralidad de los tamaños del territorio, la pluralidad de los actores, de los ritmos temporales y, finalmente, de los territorios, cada uno de los cuales ofrece una visión distinta de las otras.

El sistema de mallas, nudos y redes jerárquicamente organizados -que constituye el sistema territorial- permite, en su conjunto, asegurar el control sobre todo lo que puede ser distribuido, asignado o poseído dentro de un determinado territorio; imponer uno o varios órdenes jerarquizados de poder y jurisdicción; y, en fin, garantizar la integración y la cohesión de los territorios. El territorio resulta, así, de la apropiación y valoración de un espacio determinado, apropiación- valoración, puede ser de carácter instrumental- funcional o simbólicoexpresivo. En el primer caso se enfatiza la relación utilitaria con el espacio; mientras que en el segundo se destaca el papel del territorio como espacio de sedimentación simbólicocultural, como objeto de inversiones estético-afectivas o como soporte de identidades individuales y colectivas. Dicho de otro modo, como organización del espacio, se puede decir que el territorio responde en primera instancia a las necesidades económicas, sociales y políticas de cada sociedad, y bajo este aspecto su producción está sustentada por las relaciones sociales que lo atraviesan; pero su función no se reduce a esta dimensión instrumental; el territorio es también objeto de operaciones simbólicas y una especie de pantalla sobre la que los actores sociales (individuales o colectivos) proyectan sus concepciones del mundo. Por eso el territorio puede ser considerado como zona de refugio, como medio de subsistencia, como fuente de recursos, como área geopolíticamente estratégica, como circunscripción político-administrativa, etcétera; pero también como paisaje, como belleza natural, como entorno ecológico privilegiado, como objeto de apego afectivo, como tierra natal, como lugar de inscripción de un pasado histórico y de una memoria colectiva y, en fin, como "geosímbolo".

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Una manera de articular una teoría del territorio, es partiendo de la noción de espacio. El territorio sería el espacio apropiado y valorizado -simbólica e instrumentalmente- por los grupos urbanos. El espacio -entendido aquí como una combinación de dimensiones, incluidos los contenidos que las generan y organizan a partir de un punto imaginario, se concibe aquí como la materia prima del territorio o, más precisamente, como la realidad material preexistente a todo conocimiento y a toda práctica. El territorio, entonces, sería el resultado de la apropiación y valorización del espacio mediante la representación y el trabajo, una "producción" a partir del espacio inscrita en el campo del poder por las relaciones que pone en juego. En resumen, serían tres los ingredientes primordiales de todo territorio: la apropiación de un espacio, el poder y la frontera.


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Esta percepción induce a distinguir dos tipos fundamentales de territorio: los territorios próximos, llamados también territorios identitarios, como la aldea o pueblo, el barrio, el terruño, la ciudad y la pequeña provincia; y los territorios más vastos como los del Estadonación, los de los conjuntos supranacionales (como la Unión Europea) y los "territorios de la globalización". La región (o la gran provincia) sería la bisagra o punto de conjunción entre ambos tipos de territorio. De este modo se estaría oponiendo esquemáticamente territorios más vividos y sólo accesoriamente administrativos a territorios, por así decirlo, más conceptuales y abstractos. Los territorios culturales, frecuentemente superpuestos a los geográficos, económicos y geopolíticos, resultan, como se ha visto, de la apropiación simbólico-expresiva del espacio. Los geógrafos, los historiadores y los economistas suelen prestar escasa atención a la dimensión cultural del territorio. Sin embargo, esta situación ha comenzado a cambiar a partir del surgimiento reciente de la llamada geografía de la percepción, estrechamente asociada a la geografía cultural, que concibe el territorio como lugar de una escritura geosimbólica. De todos modos, en nuestros días parece imponerse cada vez más la convicción de que el territorio no se reduce a ser un mero escenario o contenedor de los modos de producción y de la organización del flujo de mercancías, capitales y personas; sino también un significante denso de significados y un tupido entramado de relaciones simbólicas. Para abordar este aspecto, se necesita esbozar una teoría de la cultura. Los eventos desarrollados en Curuguaty ha puesto en el debate nacional diversas reflexiones cobre este concepto de territorio como lugar de una escritura geosimbólica. En el libro Curuguaty: pueblo mba’e con prólogo de Line Bareiro se abordan temas vinculados a la reforma agraria y a la compresión del territorio. Tiene relevancia política para la justicia, jurídica y social. Dicen Clyde Soto/Rocco Carbone: “un nombre que ya no remite solo a un lugar geográfico, sino que se transformó en un emblema de la historia política latinoamericana”. Los eventos acontecidos en Curuguaty que fueron punta de lanza de un quiebre democrático, e implicó (implica) un camino macabro de muertes e impunidad, ha puesto al espacio Curuguaty, dentro de la interrogación, ha creado subjetividad, identidad, comunidad y sujeto político.Lilian Soto: cita a HannaArendt en su libro La condición humana: “La rebelión popular contra gobernantes materialmente fuertes puede engendrar un poder casi irresistible incluso si renuncia al uso de la violencia frente a fuerzas muy superiores en medios materiales… La resistencia… se trata de una de las más activas y eficaces formas de acción que se hayan proyectado, debido a que no se le puede hacer frente con la lucha, de la que resulta la victoria o la derrota, sino únicamente con la matanza masiva en la que incluso el vencedor sale derrotado, ya que nadie puede gobernar sobre muertos”.


A 50 días de la huelga de hambre, se realizan acciones a nivel nacional e internacional en pro de los presos de Marina Kué.

En resumen, la cultura hace existir una colectividad en la medida en que constituye su memoria, contribuye a cohesionar sus actores y permite legitimar sus acciones. Lo que equivale a decir que la cultura es a la vez socialmente determinada y determinante, a la vez estructurada y estructurante En una primera dimensión el territorio constituye por sí mismo un "espacio de inscripción" de la cultura y, por tanto, equivale a una de sus formas de objetivación. En efecto, se sabe que ya no existen "territorios vírgenes" o plenamente "naturales", sino sólo territorios literalmente "tatuados" por las huellas de la historia, de la cultura y del trabajo humano. Ésta es la perspectiva que asume la llamada "geografía cultural" que introduce, entre otros, el concepto clave de "geosímbolo". Este se define como "un lugar, un itinerario, una extensión o un accidente geográfico que por razones políticas, religiosas o culturales revisten a los ojos de ciertos pueblos o grupos sociales una dimensión simbólica que alimenta y conforta su identidad" En una segunda dimensión, el territorio puede servir como marco o área de distribución de instituciones y prácticas culturales espacialmente localizadas, aunque no intrínsecamente ligadas a un determinado espacio, como en el caso precedente.


En una tercera dimensión, el territorio puede ser apropiado subjetivamente como objeto de representación y de apego afectivo y, sobre todo, como símbolo de pertenencia socioterritorial.

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En este caso los sujetos (individuales o colectivos) interiorizan el espacio integrándolo a su propio sistema cultural. Con esto se ha pasado de una realidad territorial "externa", culturalmente marcada, a una realidad territorial "interna" e invisible, resultante de la "filtración" subjetiva de la primera, con la cual coexiste. Esta dicotomía -que reproduce la distinción entre formas objetivadas y subjetivadas de la cultura- resulta capital para entender que la "desterritorialización" física no implica automáticamente la "desterritorialización" en términos simbólicos y subjetivos. Se puede abandonar físicamente un territorio, sin perder la referencia simbólica y subjetiva al mismo a través de la comunicación a distancia, la memoria, el recuerdo y la nostalgia. Cuando se emigra a tierras lejanas, frecuentemente se lleva "la patria adentro". A partir de la interiorización de por lo menos algunos rasgos o elementos de dicho simbolismo, las personas se convierten en miembros de una colectividad y orientan recíprocamente sus propias actitudes adquiriendo la conciencia de una común pertenencia a una misma entidad social. La región socio-cultural puede considerarse en primera instancia como soporte de la memoria colectiva y como espacio de inscripción del pasado del grupo que funcionan como otros tantos "recordatorios" o "centros mnemónicos". En cuanto constructo cultural, la región es producto del medio ambiente físico, de la historia y de la cultura. Surge así el concepto de región socio-cultural, definida por Guillermo Bonfil como "la expresión espacial, en un momento dado, de un proceso histórico particular..." La percepción del espacio depende en gran medida de la memoria histórica de sus habitantes. En segundo lugar, numerosos elementos geográficos –antropizados o no–, funcionan no sólo como resúmenes metonímicos de la región, sino también como verdaderos monumentos y, por ende, como símbolos que remiten a los más variados significados. Para dar cuenta de este hecho, la geografía cultural ha introducido el concepto de geosímbolo, ya definido anteriormente. Los símbolos cobran más fuerza y relieve todavía cuando se encarnan en lugares. En esta perspectiva, la región socio-cultural se concibe como un espacio geosimbólico cargado de afectividad y de significados. En su expresión más fuerte se convierte en territorio-santuario, es decir, en "un espacio de comunión con un conjunto de signos y valores”.

Resistencia frente a las tierras de Marina kue, Curuguaty. Foto: www.quepasoencuruguaty.org


Foto: RocĂ­o Ortega


LA “MEMORIA CONTRA EL OLVIDO” o “contra el silencio” esconde lo que en realidad es una oposición

entre distintas

memorias rivales

cada una de ellas incorporando

sus propios olvidos Los analistas culturales reconocen una “explosión de la memoria” en el mundo occidental contemporáneo. Huyssen habla de “convulsiones mnemónicas”, que coexisten y se refuerzan con la valoración de lo efímero, el ritmo rápido, la fragilidad y transitoriedad de los hechos de la vida. La memoria-olvido, la conmemoración y el recuerdo se tornan cruciales cuando se vinculan a experiencias traumáticas colectivas de represión y aniquilación, cuando se trata de profundas catástrofes sociales y situaciones de sufrimiento colectivo. Son estas memorias y olvidos los que cobran una significación especial en términos de los dilemas de la pertenencia a la comunidad política. Las exclusiones, los silencios y las inclusiones a las que se refieren hacen a la re-construcción de comunidades que fueron fuertemente fracturadas y fragmentadas en las dictaduras y los terrorismos de estado de la región. El pasado reciente es, sin embargo, una parte central del presente. Los esfuerzos por obtener justicia para las víctimas de violaciones a los derechos humanos han tenido poco éxito.


Cuando se plantea de manera colectiva, como memoria histórica o como tradición, como proceso de conformación de la cultura y de búsqueda de las raíces de la identidad, el espacio de la memoria se convierte en un espacio de lucha política. Las rememoraciones colectivas cobran importancia política como instrumentos para legitimar discursos, como herramientas para establecer comunidades de pertenencia e identidades colectivas y como justificación para el accionar de movimientos sociales que promueven y empujan distintos modelos de futuro colectivo.

Hay una preocupante ausencia de investigación sistemática sobre la naturaleza de la memoria y sobre las ramificaciones culturales de los silencios. Creemos que las conceptualizaciones culturales sobre la memoria debieran estar en la primera página de una agenda intelectual comprometida. Además de su contribución académica, esto podría contribuir al enriquecimiento de la calidad de los debates locales sobre el presente y sobre el pasado. También llevaría a promover nuevos medios creativos de expresión de las memorias de experiencias traumáticas vividas por grupos oprimidos, aprovechando toda la gama de tecnologías disponibles –desde la entrevista testimonial íntima hasta la creación artística, desde el cyber-espacio hasta los lugares comunitarios con significados específicos y localizados. Una primera ruta para explorar los vehículos de la memoria consiste en mirar las fechas, los aniversarios y las conmemoraciones. Las fechas y los aniversarios son coyunturas de activación de la memoria. La esfera pública es ocupada por la conmemoración, el trabajo de la memoria se comparte. Se trata de un trabajo arduo para todos, para los distintos bandos, para viejos y jóvenes, con experiencias vividas muy diversas. Los hechos se reordenan, se desordenan esquemas existentes, aparecen las voces de nuevas y viejas generaciones que preguntan, relatan, crean espacios intersubjetivos, comparten claves de lo vivido, lo escuchado o lo omitido. También están las marcas en el espacio, los lugares. ¿Cuáles son los objetos materiales o los lugares ligados con acontecimientos pasados? Monumentos, placas recordatorias y otras marcas son las maneras en que actores oficiales y no oficiales tratan de dar materialidad a las memorias. Hay también fuerzas sociales que tratan de borrar y de transformar, como si al cambiar la forma y la función de un lugar, se borrara la memoria. Estas marcas territorializadas son actos políticos en, por lo menos, dos sentidos: porque

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La “memoria contra el olvido” o “contra el silencio” esconde lo que en realidad es una oposición entre distintas memorias rivales, cada una de ellas incorporando sus propios olvidos. Es en verdad, “memoria contra memoria”. Sabemos que la memoria siempre es selectiva, que la memoria total es imposible y paralizadora, como el Funes de Borges tan vívidamente nos revela.


la instalación de las marcas es siempre el resultado de luchas y conflictos políticos, y porque su existencia es un recordatorio físico de un pasado político conflictivo, que puede actuar como chispa para reavivar el conflicto sobre su significado en cada nuevo período histórico o para cada nueva generación.

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Cuando se encuentran bloqueados por otras fuerzas sociales, la subjetividad, el deseo y la voluntad de las mujeres y hombres que están luchando por materializar su memoria, se ponen claramente de manifiesto de manera pública, y se renueva su fuerza o potencia. No hay pausa, no hay descanso, porque la memoria no ha sido “depositada” en ningún lugar; tiene que quedar en las cabezas y corazones de la gente. La cuestión de transformar los sentimientos personales, únicos e intransferibles, en significados colectivos y públicos, queda abierta y activa. La pregunta que cabe aquí es si es posible “destruir” lo que la gente intenta recordar o perpetuar. ¿No será que el olvido que se quiere imponer con la oposición/represión policial tiene el efecto paradójico de multiplicar las memorias, y de actualizar las preguntas y el debate de lo vivido en el pasado reciente? Hay que advertir también que no se puede confundir memoria con recuerdo. En toda memoria hay recuerdo, no cabe duda. Una memoria que no recuerde nada no sería memoria. Pero, y esto es decisivo, en toda memoria hay también olvido. El olvido, por tanto, no es la negación de la memoria, sino todo lo contrario, es su condición de posibilidad. Una memoria que no olvidara nada, como es el caso del disco duro de los ordenadores, sería una memoria inhumana. Un buen uso de la memoria, un uso saludable de la memoria, es aquél que administra adecuadamente (sapiencialmente, o prudentemente) el recuerdo y el olvido. Una pedagogía de la memoria, por lo tanto, no es una pedagogía que obligue a recordar, sino una pedagogía que sostiene que el ser humano no puede renunciar al recuerdo, como no puede prescindir del olvido. En ocasiones el recuerdo es necesario, pero en otras es imprescindible una terapia del olvido. Para decirlo con brevedad, podría entenderse por memoria una facultad, la facultad que tienen los seres humanos para instalarse siempre provisionalmente en su tiempo y en su espacio, en su tradición. La memoria es la facultad que hace posible la configuración de la identidad. Un ser despojado de memoria, un ser totalmente amnésico, jamás podría responder a la pregunta: «¿Quién soy yo?» Ahora bien, la memoria debe ser usada, y existe una «memoria que salva» y una «memoria que mata» o, en otras palabras, un buen uso y un mal uso de la memoria, una memoria que humaniza y una memoria que deshumaniza. La memoria, como todo lo humano, es ambigua. Defender, en consecuencia, una pedagogía de la memoria –sin más aclaraciones– es perverso. El educador debe advertir de qué modo hay que usar la memoria. Desde el punto de vista histórico, el acontecimiento no deja de ser único, pero además adquiere una dimensión simbólica y, por lo tanto, ética. Insisto: la dimensión simbólica del acontecimiento no niega su singularidad.


La «ejemplaridad», en cambio, no se mueve (epistemológicamente) en un terreno histórico, sino ético, porque convierte al acontecimiento en un «modelo» (o «símbolo») para comprender situaciones nuevas y diferentes. «El pasado se convierte en principio de acción para el presente». Para el uso literal de la memoria, el acontecimiento del pasado es insuperable. El presente está sometido al pasado. Para la memoria simbólica, en cambio, es posible «utilizar» el pasado para comprender el presente; incluso se puede usar para desear un futuro en el que lo sucedido no vuelva a repetirse.

El que da testimonio transmite su experiencia por medio de sus palabras, que en ocasiones son silenciosas. El testimonio no «dice», no «prueba», no da cifras. Lo único que tiene el que da testimonio es su palabra inverificable: «Estuve allí». Evidentemente esto supone, a menudo, una intensa soledad, porque la palabra testimonial no puede ser verificada. El que da testimonio nos da su palabra, nada más. Se trata de dar sepultura al cadáver y con ello arrebatarle la muerte a la Naturaleza para entregársela a la Historia. Entregar a la crudeza primaria de la naturaleza los restos mortales de un individuo que ha tenido un nombre y un lugar en el cuerpo social, que ha tenido una historia y que por lo tanto ha sido objeto de los ritos del lenguaje, sería borrar su memoria. En condiciones de paz la memoria del muerto se conserva en el orden significante y en virtud del sepulcro es rescatada del olvido. Dice el filósofo francés Paul Ricoeur: “el sepultar es un acto, no es un hecho momentáneo. El sepultar no se limita al entierro”, es un recorrido que “al igual que el duelo transforma en presencia interior la ausencia física del objeto perdido”. La sepultura tiene el sentido de un lugar material, es una señal duradera del duelo. Benjamin denomina intervención salvadora en el pasado. Hay que arrebatar a los dominadores la historia que llevan consigo como botín. Ello pasa por una superación de la represión incrustada en las instituciones, pero no puede quedarse ahí. El poder no solo se apropia de la tradición, sino también procura neutralizar su potencia emancipadora. Las luchas campesinas se mueven en este contexto de “arrebatar la historia de los dominadores”. Aun cuando los promotores y emprendedores traten por todos sus medios de imponerlos,

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La diferencia entre una pedagogía de la memoria literal (o histórica) y una pedagogía de la memoria (simbólica) es la relevancia que se otorga a la palabra testimonial.Ésta es una cuestión de enorme importancia, por qué se obvia: Primero: el que da testimonio no dice, «muestra»; segundo: el que da testimonio no pretende dar ejemplo ni ser un modelo, se limita a transmitir su experiencia; y tercero: la experiencia del testimonio es siempre la de un vacío, la de una ausencia, la de un ausente: la víctima que no ha sobrevivido. La investigación fiscal también produce (o pretende) un tipo de memoria donde el histórico conflicto se va a redefinir en términos de los tipos penales.

MM E o

R i A


los sentidos nunca están cristalizados o inscriptos en la piedra del monumento o en el texto grabado en la placa. Estos no son más que un soporte, lleno de ambigüedades, para el trabajo subjetivo y para la acción colectiva, política y simbólica, de otros actores específicos, que lo harán en otros escenarios y en otras coyunturas históricas. En la primera etapa, entonces, se trata de iniciativas sociales importantes y significativas, especialmente para quienes las promueven.

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Nadie puede asegurar que el sentido que quisieron darle los iniciadores de la conmemoración se mantenga en el futuro. A menos que haya un grupo humano que active permanentemente el sentido de esa conmemoración y promueva que otros tomen esa bandera, muchas de las políticas de conmemoración en la ciudad se pueden convertir en mobiliario urbano habitual, o puede cobrar sentidos no previstos, otros. Además del acto de homenaje, toda marca ligada al pasado tiene inscripta en sí misma un horizonte de futuro, una idea de que lo que se inscribe hoy (en relación con el ayer) carga un mensaje para mañana, una intención de intervenir para que el futuro sea mejor, para que no repita los errores y horrores del pasado. Para que la violencia vivida no se repita “nunca más”. ¿Cómo interpretar esta consigna? ¿Qué es lo que no hay que repetir? ¿De qué condiciones se estaba hablando? Un primer “deber de memoria” surge en ese momento, ligado a la idea de “recordar para no repetir”. Pero, ¿qué era lo que había que “recordar para no repetir”? Puesto de manera tajante, ¿la violencia o las condiciones que le dieron origen? Los lugares de la memoria —sitios donde sucedieron los acontecimientos o que, por algún motivo, están vinculados con dichos acontecimientos— son espacios para recuperar, repensar y transmitir ciertos hechos traumáticos del pasado, y pueden funcionar como soportes o propagadores de memoria colectiva. Son sitios que buscan transformar ciertas huellas de manera tal de evocar memorias y tornarlas inteligibles al situarlas en el marco de un relato más amplio. Cabe señalar en este punto que las experiencias de la región sobre sitios de memoria no se circunscriben a lugares relacionados con los hechos ocurridos en el pasado reciente. Una experiencia interesante en este sentido es la creación de sitios de memoria con el objeto de evocar el pasado esclavista en nuestros países, así como el proyecto de la UNESCO para Argentina, Paraguay y Uruguay, denominado “La Ruta del Esclavo”, tendiente a identificar y crear sitios de memoria vinculados a la trata de esclavos en la región. Los sitios de memoria son herramientas adecuadas para la construcción de memorias vinculadas con los crímenes de Estado cometidos en el pasado, para brindar reparación simbólica a las víctimas y para ofrecer garantías de no repetición a la sociedad en su conjunto. Indígenas de varios lugares del país bajo los arcos de la Estación Central de Ferrocarril de Asunción (Paraguay) el 26 de junio de 2014. EFE/Santi Carneri



Las imágenes, los planos, y la información obtenida en archivos pueden contribuir a la reconstrucción del modo en que estos sitios funcionaron durante las dictaduras a la vez que, en muchos casos, pueden sustentar los testimonios de las víctimas. Es por eso que los Estados deben adoptar tanto medidas técnicas o físicas, como legales, judiciales o administrativas tendientes a evitar la sustracción, destrucción, o falsificación de dichos archivos, ya sean públicos o privados.

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En tanto los sitios de memoria pueden materializar el derecho a la verdad, y siendo éste un derecho autónomo, los Estados deben garantizar su tutela judicial, asegurando la disponibilidad y accesibilidad de recursos adecuados para que cualquier persona o institución con interés legítimo pueda solicitar medidas para preservar los predios donde se cometieron graves violaciones a los derechos humanos. Porque de lo que se trata no es de construir una memoria oficial del Estado a la sociedad, sino más bien de establecer mecanismos de diálogo que habiliten la construcción de memorias relativas a los crímenes del pasado y a los procesos sociales en los que esos crímenes estuvieron inmersos, y que permitan fortalecer identidades. A través de visitas guiadas y actividades pedagógicas de diversa índole, esos sitios pueden ayudar a favorecer la comprensión de los sucesos históricos y a resignificar el espacio, dándoles un uso público ligado con la promoción de derechos. Es por ello que muchas veces son concebidos como una herramienta útil para la educación en derechos


humanos y para la pedagogía de la memoria, actuando así como una garantía de no repetición. Los sitios de memoria son todos aquellos lugares que resultan significativos para una comunidad y que permiten impulsar procesos de construcción de memorias vinculadas a determinados sucesos traumáticos o dolorosos.

En todos estos casos se destaca la materialidad de estos espacios (su relación física con los acontecimientos pasados) como un elemento necesario para dar testimonio de lo sucedido.

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Ramón Corvalán Psicólogo, miembro del Equipo de Educación en Derechos Humanos y Cultura de Paz del Servicio Paz y Justicia, Paraguay; responsable del capítulo sobre Derecho a la Educación para el Informe Anual sobre Derechos Humanos en Paraguay de la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay, e integrante en calidad de Escabino del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura en Paraguay.

Indígena Maká. Fotografía: Fernando Allen.

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Los sitios de memoria son los lugares físicos donde se cometieron graves violaciones a los derechos humanos. Algunas respuestas agregan la procedencia de crear sitios de memoria en lugares que son paradigmáticos de la represión e, incluso, en predios emblemáticos de la resistencia a la violencia ejercida desde Estado, debido al valor que tiene construir memorias que evoquen las vidas y la historia de militancia de las víctimas, y recordar a éstas como sujetos políticos, en disputa con el poder dictatorial.

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Los sitios de memoria son lugares construidos específicamente para realizar trabajos de memoria (museos, monumentos en las calles, etc.), pero que no tienen necesariamente un vínculo físico, emocional o simbólico con los acontecimientos que se buscan evocar.


Marielle Palau MUNDO INDÍGENA Y CAMPESINO

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MEMORIA Y ORGANIZACIONES CAMPESINAS

M

uchas gracias por invitarme a esta conmemoración por los 25 años de la caída de la Dictadura de Alfredo Stroessner y los 10 años de la tragedia del Ycua Bolaños. Tal como plantean los organizadores, el tema de la memoria es clave, ya que “marcaron el pasado, nos condicionan el presente y perfilan el futuro del Paraguay”, porque la Memoria no es solo una nostalgia o un recuerdo, es también “un quehacer colectivo que construye futuro”. Tomando estos dos importantes temas que nos convocan, se podría empezar señalando que tanto la dictadura como la tragedia del Ycua, siguen presentes y, si bien podríamos encontrar una serie de similitudes entre ambas, quizás la impunidad sea el elemento más fuerte. Impunidad que sigue siendo parte de nuestro presente hoy en las tierras malhabidas no recuperadas, documentadas en el informe de la Comisión Verdad y Justicia, en el caso de la masacre de Curuguaty de 2012, en el asesinato a más de ciento veinte dirigentes campesinos en la lucha por la tierra desde el año 1989, en la corrupción política que para algunos ya es parte de la cultura paraguaya. Sobre estos hechos, en la sociedad paraguaya no solo hay una disputa en su caracterización, sino que también en el sentido que diferentes sectores dan a los mismos. La memoria está dada por los sentidos que se le da al pasado, en un proceso de construcción que implica el nivel individual -ya sean los recuerdos, las experiencias, las vivencias personales o lo que “otros/as” contaron y se fueron cargando de sentidos


LaTIERRA es para quien

TRABAJA Emiliano Zapata la

La Federaci贸n Nacional Campesina de Paraguay se manifiesta contra el uso de agrot贸xicos. Fuente: Diario La Naci贸n


y significados individualmente- y su articulación en un discurso, una narrativa y prácticas sociales que, a su vez, van conformando la dimensión social de la memoria, compartida por grupos sociales o colectividades más amplias, donde las memorias sueltas van articulándose en memorias colectivas, tal como lo plantea Steve Stern1.

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La disputa por la memoria también continúa presente en torno al sentido que se le da a la democracia. Para algunos sectores el gobierno de Alfredo Stroessner fue “democrático” (con sólo algunos excesos, justificados como necesarios inclusive) y lo siguen reivindicando; otros –como la Mesa de Memoria Histórica- llevan adelante una larga lucha denunciando los atropellos de la dictadura y por “justicia, verdad y reparación”. Esta disputa entre diferentes sentidos, se manifiesta en cómo nombramos, usar la palabra “zurdo”, “izquierdista”, como descalificación política, remplazando a la de subversivo o comunista de hace 25 años, es un ejemplo de cómo la dictadura continúa viva en la memoria. Esta construcción de la memoria es un proceso de articulación de sentidos, donde los recuerdos personales, los trasmitidos por personas cercanas, las discusiones y los enfrentamientos, se van sintetizando y van marcando posicionamientos frente a la sociedad. Es un ir tomando partido en un escenario de constante pugna en torno a la significación del pasado emblemático, dadas las diferentes interpretaciones y posicionamientos que suscitan. Así los diferentes colectivos, entre ellos el movimiento campesino, va conformando su memoria colectiva articulando recuerdos propios de sus integrantes, con los trasmitidos por “otros” y con los compartidos en sus organizaciones. Tal como lo planteó Elizabeth Jelin2 se entrelazan, “la visión del pasado es construida como conocimiento cultural compartido por generaciones sucesivas y por diversos ‘otros/as’”, pero con nueva carga subjetiva. En un estudio realizado en 20043 a jóvenes sobre “memoria”, una de ellas señaló “ya no sé si son recuerdos reales o si son cosas que construí después, leyendo”. Me gustaría hacer referencia a la experiencia de las Ligas Agrarias, porque son recordadas permanentemente y es parte de nuestra memoria colectiva, la memoria del pueblo paraguayo. Yerushalmi4 (sf) señaló que “cuando decimos que un pueblo ‘recuerda’, en realidad decimos primero que un pasado fue activamente transmitido a las generaciones contemporáneas a través de lo que en otro lugar llamé ‘los canales y receptáculos de la memoria’... y que después ese pasado transmitido se recibió como cargado de un sentido propio”. Esto es lo que ocurre con las Ligas. Esa experiencia campesina de las décadas del sesenta y setenta, es parte de nuestra memoria colectiva como el modelo más avanzado de desarrollo de organización


campesina: las escuelitas, la valorización del guaraní, la producción de alimentos, el modelo circular de las comunidades, la organización comunitaria, por citar sólo algunos de sus rasgos más significativos. También es parte de nuestra memoria, la dura represión que sufrieron, la saña con la que la dictadura intentó destruirlas y digo intentó, porque a pesar de los asesinatos y las torturas, las Ligas continúan vivas, y no solo como memoria.

Las ligas son recordadas también por la represión y la saña con la que fueron reprimidas, el miedo que continúa presente; el “no te metas en política” probablemente también esté relacionado con esta terrible experiencia, principalmente a nivel rural. Miedo que el sistema intenta reforzar con la sistemática criminalización al movimiento campesino.

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Así, muchas organizaciones campesinas surgen y se organizan marcadas por la experiencia de las ligas agrarias, inspiradas por esta experiencia. En los orígenes y en las reflexiones de las organizaciones campesinas, las ligas agrarias continúan presentes.

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Muchas de las organizaciones campesinas de hoy, se autorreconocen como “hijas” de las ligas. La Federación Nacional Campesina remonta sus orígenes a las ligas, algunos de sus dirigentes fueron partícipes de la experiencia de las ligas. Lo mismo ocurre con el Movimiento Campesino Paraguayo, la Coordinadora Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, la Organización Nacional Campesina y tantas otras.

XXI Marcha del Campesinado Pobre y Huelga general. 23 de marzo de 2014


Asi, las ligas son parte constitutiva del movimiento campesino de nuestro país, es la memoria presente que proyecta su accionar futuro teniéndola como referente fundamental. La formación, la nueva forma de asentamientos, la producción de alimentos, la valoración del campesinado son herencias directas.

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Hay una serie de otros casos que son parte de la memoria de las organizaciones campesinas, el caso Caaguazú es uno de ellos, pero además de casos emblemáticos, otro elemento de la memoria tiene que ver con cómo recuerdan sus territorios hace no mucho tiempo y cómo ese recuerdo, y sobre todo el sentido que le dan al mismo, moviliza el accionar de hoy. Hace un tiempo en el asentamiento San Juan que queda cerca de Catueté en Canindeyú, una de las dirigentas recordaba que cuando recién se asentaron en el lugar, había monte, pescaban en el arroyo, la semilla que tiraban al suelo brotaba. Hoy, rodeados de extensos sojales, el paisaje y las condiciones de vida son radicalmente distintas. Así, la crítica actual del movimiento campesino contra el modelo de los agronegocios, no está motivada sólo por las consecuencias actuales a sus condiciones de vida y a la violación sistemática de sus derechos, está motivada también por ese “recuerdo” de cómo eran sus comunidades. Los recuerdos que tienen de lo que alguna vez fue el lugar, son compartidos y se va construyendo una memoria colectiva que motiva la lucha que llevan adelante por la recuperación de sus lotes, las luchas contra las fumigaciones. Esto no ocurre solo en San Juan, se da en cientos de asentamiento que hoy luchan por una vida digna. La memoria en estos casos, no son simples recuerdos, son parte de la construcción cotidiana y proyectan sus luchas hacia el futuro.

1 Stern, Steve J. (2000.) De la memoria suelta a la memoria emblemática: hacia el recordar y el olvidar como proceso histórico (Chile, 1973-1998). En Gracés,M., et.al (comp). Memoria para un nuevo siglo. Chile, miradas a la segunda mitad del siglo XX, Santiago de Chile, 2 Jelin, Elizabeth (2000). Memorias en Conflicto CONICET-UBA. Trabajo publicado en Puentes Nº1, agosto 2000. Pág. 1-7 (fotocopia). 3 Palau, Marielle. “Memoria sobre la dictadura en organizaciones juveniles”. Documento de Trabajo 110. BASE Investigaciones Sociales, octubre 2004. 4 Yerushalmi, Yosef Hayim (sf) Reflexiones sobre el olvido. En Yerushalmi, el.al: Usos del olvido. Ediciones Nueva Visión. Buenos Aires


Mujer vendiendo productos orgánicos en la Feria Agroecológica Jakaru Porã Haguã. Foto: Oxfam Paraguay

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Marielle Palau Investigadora del centro BASE Investigaciones Sociales en temas vinculados a movimientos sociales y derechos humanos. Docente del Instituto de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Asunción y de la Facultad de Filosofía de Universidad Católica Ntra. Señora de la Asunción.


Dionisio Gauto DERECHOS HUMANOS

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DERECHOS HUMANOS Y MEMORIA HISTÓRICA

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"El desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad." Declaración Universal de los Derechos Humanos

E

ste Preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) bien podrá aplicarse al caso Paraguay. En nuestro pasado reciente (19541989) se han cometido “actos de barbarie”, graves violaciones de derechos humanos, en perjuicio de la población. Los datos documentados por la Comisión de Verdad y Justicia (CVJ), creada por Ley 2225/03, hablan de 19.862 detenidos ilegal y arbitrariamente; 18.772 de ellos fueron torturados; 459 personas fueron ejecutadas y desaparecidas después de caer en manos de los represores; 3.470 fueron exiliados; 236 menores fueron privados de su libertad; 17 niños/as nacieron en prisión; 126 personas desaparecieron en el Operativo Cóndor. Entre víctimas directas e indirectas, alcanzaría un total de 128.076 personas, o sea, uno de cada 124 personas sufrió graves violaciones de su dignidad y derechos durante la dictadura stronista, teniendo en cuenta que el promedio de habitantes en el país entre el 54 y el 89 era solamente de 2.500.000 personas. Hay que señalar que las víctimas fueron mucho más, pero estas son las cifras registradas a partir de fuentes fidedignas, como el Archivo del Terror y los testimonios de las víctimas sobrevivientes.


El 22 de diciembre de 1992, el Dr. Martín Almada (imagen inferior, centro), víctima de la dictadura, tras años de laboriosas investigaciones, descubre en el Departamento de Producciones de la Policía Nacional, en la ciudad de Lambaré (7 km de Asunción), los archivos policiales y militares que constituyen pruebas de los crímenes de la dictadura de Alfredo Stroessner y de la Operación Cóndor. El operativo fue encabezado por el Juez Dr. José Agustín Fernández, que exigió la apertura del recinto “en nombre de la Ley y de las garantías de la nueva Constitución Nacional del Estado Paraguayo, ahora en democracia”.


Reconocer los hechos

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En otros países, cuando cae una dictadura y se restablece la democracia, lo primero que hace el nuevo gobierno es crear una comisión investigadora con estos fines: investigar y dar a conocer las violaciones de los derechos humanos cometidos por esa dictadura; reconocer la responsabilidad del Estado, en todo o en parte de esas violaciones; y en consecuencia proceder a la reparación, para evitar que en el futuro se repita esa historia. Una reparación integral debe contemplar: la restitución de lo robado a las víctimas y al país; la indemnización a las víctimas por los daños y perjuicios sufridos; la rehabilitación que implica tratamientos médicos, sicológicos, siquiátricos y la satisfacción o reparación moral, para restituir su buen nombre a las víctimas, que no fueron terroristas o delincuentes como los calificaba la dictadura, sino personas que conocieron y quisieron ejercer sus derechos. En nuestro país cayó la dictadura en 1989 pero siguió en el gobierno el mismo partido político que le sirvió de soporte. Por eso los gobiernos que siguieron no quisieron mirar el pasado y mucho menos condenarlo. De ahí la resistencia a la creación de una Comisión de Verdad y Justicia, que se logró finalmente 14 años después, no por Decreto del Ejecutivo sino por una Ley de la Nación, mediante la iniciativa y presión de la sociedad civil y las víctimas de la dictadura. Esta Comisión, integrada por representantes del Estado y organizaciones de derechos humanos, realizó su labor investigadora entre el 2004 y el 2008, presentando luego su informe final a los tres Poderes del Estado con 78 recomendaciones para una reparación integral y para el “Nunca Más”. El Poder Ejecutivo reconoció la responsabilidad del Estado en los mencionados hechos, pidió perdón a las víctimas y posteriormente declaró “de interés general el Informe de la CVJ, su divulgación y la implementación de las recomendaciones formuladas” (Decreto 1875/09). Rescatar la memoria. Las informaciones que provienen de la CVJ se consideran como la historia verdadera, frente a las tergiversaciones que abundan sobre esos años oscuros de nuestra historia reciente. Puede considerarse como la “memoria obligada”, que consiste en recordar los horrores del pasado y recordarlos a los que no los conocen (Ricoeur); porque también existe la “memoria manipulada” por parte de los interesados que se beneficiaron en esa época y hoy dicen: “antes vivíamos mejor”, “era feliz y no lo sabía”; por eso pretenden reivindicar ese pasado. También existe la “memoria impedida”, por desconocimiento de lo ocurrido en el país, ya sea por no haber vivido en esa época o porque los medios de comunicación no informaban al respecto, por hallarse impedidos de informar sobre los hechos que ocurrían.


Se debe señalar que hasta hoy poco o nada se ha hecho por parte de los Poderes del Estado, para implementar las recomendaciones formuladas por la CVJ: no se creó la Secretaría Nacional de Derechos Humanos. Reina total impunidad para los victimarios; de más de 400 nombres señalados por las víctimas, solamente dos se encuentran privados de libertad. No existe reparación integral en el tema de las tierras mal habidas, o sea destinadas a la reforma agraria pero que están en manos de empresarios, extranjeros, militares, etc. Solamente la indemnización (Ley 838/96) se cumple de forma baste irregular y discriminativa, llegando a percibir el pago incluso algunos victimarios o colaboradores de la dictadura. Ocurre también que en el gobierno algunas autoridades cuestionan este derecho de las víctimas, pese al precepto constitucional que dice: “Toda persona tiene derecho a ser indemnizada justa y adecuadamente por los daños y perjuicios de que fuere objeto por parte del Estado” (art. 39). El artículo 106 por su parte expresa que si bien los funcionarios del Estado son personalmente responsables, hay una “responsabilidad subsidiaria del Estado, con derecho de éste a repetir el pago de lo que llegase a abonar en tal concepto”. En otras palabras, las víctimas que no pueden cobrar personalmente a Stroessner, Montanaro, Pastor Coronel y otros, deben reclamar al Estado y éste, debe recuperar ese dinero de los personalmente responsables, ya que tiene los medios para hacerlo.

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Mirar el pasado El pueblo no puede y no debe olvidar estos hechos del pasado. La memoria histórica es la lucha por la verdad y la justicia; por la reivindicación de los luchadores por la libertad de nuestro país; por la no reivindicación del pasado dictatorial; por la no repetición de tantos hechos de barbarie. Hay que enfrentar el pasado para evitar futuros abusos. No vale eso de “lo pasado pisado u olvidado”, sino más bien “lo pasado pensado, evaluado, reflexionado”, porque “sólo desde la verdad y la justicia se puede construir un país diferente”, o como dice un adagio: hay que aprender del pasado, vivir el presente y pensar el futuro. No es quedarse en el pasado, sino traer al presente los hechos del pasado para que incidan en el presente. En realidad, se trata de un pasado que no pasa, que no acaba de irse, porque sigue vigente la herencia de ese pasado. Perduran hasta hoy pensamientos y prácticas stronistas, como el autoritarismo, la corrupción, la intolerancia, el miedo a lo diferente, la incapacidad de diálogo, el nepotismo y el amiguismo en la administración pública. Es conocida la frase de Stroessner: “A los amigos todo, a los adversarios palo, y a los indiferentes la ley”. Muchos problemas sociales de hoy vienen de ese pasado nefasto, como la lucha de los campesinos por la tierra y la emigración del campo a la ciudad, a las periferias, donde carecen de todo. En otras palabras, la memoria histórica nos dice que debemos saber de dónde venimos para saber dónde estamos, por qué estamos como estamos y hacia dónde vamos.

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Dionisio Gauto Abogado, colaborador de las Ligas Agrarias y defensor de presos de la dictadura. Educador popular y colaborador de organizaciones campesinas. Es miembro de Codehupy y su representante en la Mesa Memoria Histórica y Archivos de la Represión 1954-1989.


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El derecho a la memoria es un derecho cultural, un derecho humano; forma parte de nuestra identidad cultural como nación y como personas. “Somos la memoria que tenemos; sin memoria no existimos” (José Saramago). El derecho a la memoria es derecho a la verdad; todos tenemos derecho a la verdad y por tanto a la memoria de nuestro pasado. La nueva generación no conoció esa época y muchos siguen sin conocer la verdadera historia de nuestro pasado (1954 – 1989). Por eso una gran parte de los jóvenes prefiere la dictadura a la democracia, si es que ella va a traer más seguridad y mejor economía. En realidad, no pueden comparar la dictadura que no conocen con esta democracia que no satisface. En este punto es importante la labor educativa ya que existen suficientes fuentes para ello: el Archivo del Terror: tres toneladas de documentos escritos y conservados por la misma dictadura, descubiertos en 1992; está el Museo de las Memorias, los sitios de memoria como el local de ex Investigaciones, Emboscada, Abrahám-cué, Costa Rosado, Simbrón, Cambay, la Agrupación Especializada (ex Guardia de Seguridad) que


Las víctimas de la dictadura, por encima de su historia y los sufrimientos que han pasado, consideran más importante la educación de la nueva generación en los derechos humanos. No queremos -dicen- que nuestros descendientes pasen lo que nosotros hemos pasado. Aquí recuerdan que existe un manual elaborado por la CVJ y el MEC con el nombre de “El autoritarismo en la historia reciente del Paraguay”, que figura en las Recomendaciones para la enseñanza en la educación media, pero que no se está implementando. Se justifica la preocupación de estas víctimas de la dictadura, ya que “la historia se repite cuando no se aprenden sus lecciones”.

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Imagen de la serie El retorno de los brujos. Fotografías manipuladas. Autor: Fredi Casco

tendría que ser un Parque de la Memoria, ya que en sus 14 hectáreas de terreno se están encontrando restos de los desaparecidos o tumbas NN. Se tienen además la historia en libros, audiovisuales, obras de teatro, pintura, escultura, música, etc. Y sobre todo, siguen viviendo entre nosotros muchas víctimas que dan sus testimonios que están en documentos y materiales.

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ImĂĄgenes de la serie El retorno de los brujos. FotografĂ­as manipuladas. Autor: Fredi Casco


Ignacio Telesca DERECHOS HUMANOS

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HISTORIA Y MEMORIA EN EL PARAGUAY RECIENTE

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M

ucho se ha escrito sobre el tema de la Memoria en las últimas décadas, máxime tras la publicación de los siete tomos bajo la dirección del historiador francés Pierre Nora, Los lugares de memoria entre 1984 y 1992.

Este mismo autor distingue entre Memoria e historia puesto que, afirma, “funcionan en dos registros radicalmente diferentes, aun cuando es evidente que ambas tienen relaciones estrechas y que la historia se apoya, nace, de la memoria. La memoria es el recuerdo de un pasado vivido o imaginado. Por esa razón, la memoria siempre es portada por grupos de seres vivos que experimentaron los hechos o creen haberlo hecho. La memoria, por naturaleza, es afectiva, emotiva, abierta a todas las transformaciones, inconsciente de sus sucesivas transformaciones, vulnerable a toda manipulación, susceptible de permanecer latente durante largos períodos y de bruscos despertares. La memoria es siempre un fenómeno colectivo, aunque sea psicológicamente vivida como individual. Por el contrario, la historia es una construcción siempre problemática e incompleta de aquello que ha dejado de existir, pero que dejó rastros. A partir de esos rastros, controlados, entrecruzados, comparados, el historiador trata de reconstituir lo que pudo pasar y, sobre todo, integrar esos hechos en un conjunto explicativo. La memoria depende en gran parte de lo mágico y sólo acepta las informaciones que le convienen. La historia, por el contrario, es una operación puramente intelectual, laica, que exige un análisis y un discurso críticos. La historia permanece; la memoria va demasiado rápido. La historia reúne; la memoria divide.”1 Hasta aquí las palabras de Pierre Nora.


Asunción, Paraguay, 10 de diciembre de 1994. Familiares y amigos de las personas desaparecidas durante la dictadura de Alfredo Stroessner marchan para exigir justicia el día internacional de los DD.HH.

Siguiendo a este autor y esta problematización de los lugares de memoria, podríamos mencionar en nuestro contexto como ejemplos de dichos lugares a las ruinas de Humaitá, el Panteón de los Héroes, la canción Patria Querida, el slogan ‘la raza guaraní’, y muchos otros. Sin embargo, en nuestro contexto del Cono Sur de Sudamérica, el mencionar la palabra Memoria nos remite casi automáticamente a las experiencias de dictadura. Hablar de Memoria es referirse a Pinochet, Videla o Stroessner. Esto trae aparejado muchos problemas, muchos puntos oscuros, por ejemplo: ¿Por qué hablar de Memoria y no de Historia reciente? Se pueden traer a colación varias respuestas, yo propongo que no hay una disyuntiva entre ambos conceptos sino que existe un añadido. Creo que no sólo se trata de conocer la historia, los sucesos, sino que lo vivido fue un tiempo tan fuerte para la sociedad que además de conocer hay que hacer Memoria. No es un período más del saber o conocimiento histórico, sino que es un momento en que la sociedad toda se vio afectada en su misma concepción. Se dio un corte, una cisura, donde ya nada puede ser lo mismo, o no tendría que ser lo mismo.


No se trata, entonces, sólo de conocer la historia. Esto se da por supuesto. Tenemos que conocer toda la historia del Paraguay y si en nuestro medio apenas se conoce el tiempo de la dictadura stronista, desgraciadamente ocurre lo mismo con casi toda la historia del Paraguay independiente que no se refiera a las guerras. El hacer Memoria entonces le añade un plus que nos avisa que además de conocer tenemos que prestar una atención especial, puesto que ocurrió algo que nos afectó en nuestra intimidad como sociedad.

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Ahora bien, sabemos que no hay una historia única ni verdadera, sino historias, en plural, que varían en sus interpretaciones sobre los mismos hechos. Un caso paradigmático puede ser la construcción de la represa de Itaipú, ¿cómo entenderlo? Dependiendo desde el dónde analicemos variará la respuesta. Quizás más gráfico, y aunque más indignante, es la justificación dada por Goli Stroessner a la represión y tortura bajo el gobierno de su abuelo: sin dejar de reconocer su existencia, la justifica en el contexto de la Guerra Fría. No tenía otra alternativa, afirma Stroessner nieto. Si esto ocurre con la historia, la existencia de historias, en plural, ¿ocurre lo mismo con la Memoria? ¿Tenemos que hablar también en plural y referirnos a laS MemoriaS? No nos estamos refiriendo acá a las memorias individuales, sean de la víctimas, los victimarios, los indiferentes…, lo cual es obvio que es plural, sino a esa memoria colectiva y social. Si por Memoria tenemos un concepto similar al de Pierre Nora que leíamos al inicio o una idea más cercana a la historia, entonces habría que plantear que también existen MemoriaS. Sin embargo, si mantenemos la hipótesis que Memoria ha de entenderse como un plus, como un añadido a la historia, pues entonces creo que la debemos mantener en singular, puesto que la lucha será darle o no darle dicho plus a la historia. Y es ahora donde aparece la relación Pasado-Memoria-Presente-Futuro. Con el cuestionamiento desde el lugar, el por qué vamos añadirle ese plus. En otras palabras, en qué sentido la sociedad se vio afectada en su ser. Imposible dar una respuesta a esta cuestión que no parta de una postura ética. Es decir, preguntarse por los valores fundamentales al ser humano, a la sociedad humana, que se vieron rotos y violados durante el período 1954-1989, o desde 1940 si se quiere, que hacen que a dicho período le añadamos un plus de Memoria a un tiempo específico de la historia del Paraguay. ¿Por qué? Podemos hablar de una violación sistemática de los derechos humanos, de una


negación del otro, al punto de hacerlo desaparecer. No sólo entonces se trata de conocer los detalles del horror, sobre los victimarios, las técnicas de tortura, los lugares de reclusión, los nombres y las voces de las víctimas, sus memorias también. Se trata también de descalzarse, como en el caso de Moisés, porque se está pisando tierra sagrada.

Podremos comprender el por qué se llegó a esto, el por qué la sociedad lo permitió, comprender mi lugar en dicho andamiaje, dar razón de lo ocurrido, pero hay un momento y un espacio para la sorpresa indignada.

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Pero dicho esto, reitero. Esta reacción no parte del hecho en sí. No es una cualidad de la realidad la que genera dicha sorpresa. Es una persona, un colectivo con una ética determinada, con valores precisos, que se deja afectar por la realidad de dicha manera. Es decir, la dictadura de Stroessner podrá mantener ese plus de Memoria tanto y cuanto la ética de los derechos humanos esté presente entre nosotros.

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Es el momento de suspensión del juicio y solo resta el permanecer absorto ante dicha realidad.

Si no son hoy los derechos humanos, en su amplia comprensión –derechos a la vida digna, a la salud, a la tierra, a la educación, etc.- lo que movilizan nuestras vidas será imposible que visitemos la Técnica con un interés diferente con el que visitemos la Casa de la Independencia. Si en la educación sólo se enseña lo ocurrido durante el stronismo sin partir de la realidad de hoy, de la violación de muchos derechos humanos, pues no será diferente a enseñar la guerra contra la triple alianza;el Archivo del terror será un apéndice del Archivo Nacional y la escultura de Colombino en la Plaza de los Desaparecidos nada distinto que el reloj del bicentenario frente al Parlamento. Es decir, no se trata de imponer una lectura del pasado al resto de la sociedad. No basta conocer para no repetir. Es fundamental que luchemos por un modelo de sociedad en donde no exista un 40% de la población que vivan bajo la famosa línea de pobreza ni que las víctimas de las inundaciones tengan que irse a Clorinda a recibir la ayuda que no reciben del Estado del Paraguay.2 Sólo de esta manera quedará patente que lo ocurrido durante el stronismo fue un horror. No significa esto, y lejos estoy de, aplazar las actividades de rescate de este pasado. Son urgentes ‘políticas de memoria’, para utilizar una expresión en boga, que si no


vienen del Estado más no sea de la sociedad civil. Son urgentes las actividades de identificación de los lugares de torturas, de memorialización, dejar que las voces de las víctimas se escuchen. De divulgación académica, periodística, en los colegios y universidades.

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Pero tenemos que ser conscientes, que apenas caída la dictadura se publicaron los tres volúmenes del Nunca Más por el CIPAE y El precio de la Paz por el CEPAG, que hace más de veinte años que el Archivo del Terror está abierto y que en el 2008 se presentaron los ocho tomos de los resultados de la Comisión de Verdad y Justicia. Sin mencionar la cantidad de testimonios que se viene recogiendo desde 1989 hasta nuestros días. Sin embargo, la masacre de Curuguaty es una herida abierta en nuestra sociedad y el autoritarismo se campea entre nosotros como en su propia casa. No basta, entonces, con dar a conocer. Debemos relacionar, unir la Memoria del horror de la dictadura stronista con una lucha por la vigencia de los derechos humanos hoy. Sólo de esta manera le daremos ese plus de Memoria a un período de nuestra historia. Y solamente así podremos garantizar, en cierta medida, que lo que ocurrió no vuelva a ocurrir.

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Ignacio Telesca Doctor en Historia, investigador del CONICET y docente de la Universidad Nacional de Formosa.

1 Entrevista aparecida en el diario argentino La Nación, aparecida el 15 de marzo de 2006. Resaltados nuestros. 2 En nuestro contexto hay un necesidad urgente de historiar el período pos 1989, se da por sentado que ‘se inicia la democracia’ y que la dictadura concluye ahí. Estos ítems tienen que ser analizados con más profundidad para comprender por qué personeros del stronismo aún figuren entre los ministros, jueces, profesores universitarios, etc.


“Sin memoria no hay paz, sin paz no hay democracia” coordinación de victimas del Ycua Bolaños

Dionisia Roa perdió a cuatro familiares en el incendio del supermercado Ycua Bolaños, donde murieron 426 personas, más de 510 heridas y alrededor de 10 no fueron identificadas. Los dueños habían dado la orden de cerrar las puertas del local para evitar que los compradores se retiraran sin pagar.


Sergio Cáceres Mercado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . PROCESOS . . . . . . . . . . . . . .POLÍTICOS ............. sesión 4: 22/07/2014

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MEMORIA E HISTORIA: LA IMPRESCINDIBLE LABOR DEL HISTORIADOR “Desde que escribieron Marx y Freud, el historiador ya no tiene excusa para pensarse individuo separado, al margen de la sociedad y fuera de la historia. Estamos en la edad de la conciencia de sí mismo: el historiador puede y tiene la obligación de saber lo que está haciendo”. E.H. Carr

R

eflexionar críticamente sobre los efectos que ha tenido y sigue teniendo sobre nosotros la particular idea que nos hemos forjado sobre nuestro pasado, lo que en otras palabras implica indefectiblemente hablar sobre la relación entre identidad y narración histórica, es una tarea que nos debemos como sociedad. El trabajo historiográfico cumple un papel preponderante en la conformación de las identidades grupales, en la consolidación de una memoria histórica compartida, por lo que si es excesivamente propagandístico puede llevar eventualmente a la convalidación de más bien de mitos antes de que conocimientos elaborados con rigurosidad. La ética del historiador debe ser mirada desde la influencia que tiene sobre sus congéneres, potenciales lectores, pues estos van configurando su pasado común a partir del relato historiográfico elaborado por el profesional de la historia. Si esta construcción es interesada, muy politizada y por lo tanto tergiversada, puede con el tiempo ser perjudicial para la comunidad.La proyección hacia el futuro no se hace en el vacío, sino que parte de unos presupuestos que si son falsos pueden ser contraproducentes. La identidad que posee un colectivo humano está construida en base al relato histórico que circula por todos sus intersticios, que permea la conciencia colectiva e incluso la inconciencia colectiva (si se permite el término). El proceso identificatorio se da justamente porque los que integran la comunidad se reconocen en el marco de una historia compartida; eso que se comparte suele denominarse memoria colectiva. Una


Un General, 1967. Xilopintura de Carlos Colombino. Colecci贸n CAV/Museo del Barro


estudiosa del tema, la filósofa argentina María Inés Mudrovcic, define a la memoria colectiva como “una representación narrativa, es decir, un relato, que un grupo posee de un pasado que, para algunos de los miembros que lo integran, se extiende más allá de la memoria individual […] En definitiva, lo que denominamos la memoria colectiva de un grupo constituye un discurso narrativo que tiene como sujeto a dicho grupo y que intenta dar sentido a eventos o experiencias relevantes de su pasado.”

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A partir de esto podemos ver el papel fundamental que juega la historia que nos contamos a nosotros mismos para la configuración de nuestra conciencia como nación, lo que es lo mismo decir que la historia que escribimos con el tiempo nos define en lo que creemos ser como comunidad. De ahí que el papel de los historiadores no es menor cuando queremos entender el imaginario que forma parte de la memoria social. El historiador, personaje central en este proceso, cuando asienta por escrito su lectura del pasado solo necesita de una voluntad política para que su idea se difunda por doquier. La ciencia histórica siempre fue objeto del poder; en ese sentido el caso paraguayo no es la excepción. La historia difunde un cierto discurso hegemónico, por lo que juega un papel a nivel de la micropolítica del poder; pero mirado también desde la concepción más clásica del poder también la encontramos como instrumentalizada, como justificadora de situaciones injustas. Este papel cercano al poder político que

Fragmento de un informe de notificación de envío de presos políticos dentro del Plan Cóndor. Fotografía: Cristian Palacios. Fuente: Museo de la Justicia, Centro de Documentación y Archivo para la Defensa de los Derechos Humanos


muchas veces le cupo a la ciencia histórica representar, son las que llevaron a muchos críticos a denostarla. El caso paradigmático fue el del poeta francés Paul Valery: “La historia es el producto más peligroso que haya elaborado la química del intelecto […] La historia justifica lo que se quiera”. Obnubilación en marcha de la historia

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La historiografía no es inocente. Moldea conciencias, y el caso paraguayo no es una excepción. Roa Bastos representa al intelectual que sospecha de nuestros clásicos libros de historia y de aquellos que los elaboran. Dialogando con Rubén Bareiro Saguier, afirma: “Con respecto a nuestra historia, me interesan, más vale, los ‘mitos degradados’ que vienen intoxicando desde hace más de un siglo nuestro sentimiento nacional con el famoso culto de la personalidad heroica de los ‘individuos representativos’. Desde Carlyle, Emerson, Stalin, hasta los O’Leary, J. Natalicio González, que han infestado para un rato largo nuestro patrioterismo de pacotilla. No niego su valor relativo pero no hay por qué convertirlos en paradigmas o en arcángeles absolutos. Tampoco hay por qué convertir la ‘obnubilación en marcha de la historia’ en una ‘filosofía de la historia’ como terapéutica para tratar complejos de inferioridad colectivos e individuales.”

A partir de estas declaraciones, no caben dudas de lo consciente que era el novelista sobre la utilización de la historia para fines que no son estrictamente de elucidación del pasado. Una de las características de la novelística roabastiana es la reflexión sobre la escritura; la técnica de la escritura es esencial para el historiador que es escritor por definición. No hace falta ir a filósofos como Hayden White, Arthur Danto o Paul Ricoeur para entender la estrecha relación entre narración de ficción y narración histórica. Roa ya nos dice algo al respecto por boca del Dr. Francia: “Yo no escribo la historia. La hago. Puedo rehacerla según mi voluntad, ajustando, reforzando, enriqueciendo su sentido y verdad. En la historia escrita por publicanos y fariseos, estos invierten sus embustes a interés compuesto. Las fechas para ellos son sagradas. Sobre Sergio Cáceres Mercado todo cuando son erróneas. Para estos roedores, el error es precisamente Licenciado en Filosofía por la universidad roer lo cierto del documento.” Nacional de Asunción, ha cursado la

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Más allá de aquellos famosos extranjeros que describieron el gobierno francista, y alguno que otro prócer sobreviviente, Rodríguez de Francia no tiene mayores referentes historiográficos para tratarlos de fariseos. Sin embargo, Augusto Roa Bastos sí. Aunque novela, Yo El Supremo (1974) debe leerse también como una contrahistoria, como un discurso que protesta ante la manera muy interesada en que siempre se escribió nuestra historia. De ahí que las palabras del Francia ficticio, deben transpolarse en realidad como una denostación del autor Roa Bastos hacia la historia que en ese momento se tenía como referente.

Maestría en Historia. Docente en las universidades: Nacional de Asunción, Católica, Iberoamericana. Forma parte de la Dirección de Investigación del Instituto Superior de Educación, donde también es docente. Publicó los artículos: Adriano Irala Burgos, en el pensamiento filosófico latinoamericano, Hermenéutica y Democracia, Dos Intentos de Filosofía de la Historia Paraguaya, un análisis comparado. Fue consultor de la UNESCO y de Helvetas Paraguay. Es director del Centro de Investigaciones Filosóficas.


El caso de Gabriel Casaccia deja menos dudas aún; a diferencia de la novela roabastiana, el aregüeño ubica sus personajes como contemporáneos suyos. Sus descripciones se refieren al Paraguay de la posguerra del Chaco, la historia paraguaya ha tenido varias décadas de maduración y su papel como motivador anímico del soldado paraguayo fue cumplido a cabalidad, lo que explica y justifica su desvergonzada tendenciosidad.

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En Los Herederos (1976), Casaccia no anda con ambages: “También algunos se entretienen con la historia patria. Pero hay pocos historiadores de verdad. La mayoría son aficionados que escriben una historia pro domo sua.” El autor pone en boca de uno de sus personajes la idea de que la historia en el Paraguay se escribe según el provecho individual o corporativo, lo que le da la licencia para descalificar a la mayoría diciendo que muy pocos son en verdad historiadores sino más bien aficionados. Ciertamente, en nuestro país se puede encontrar por doquier obras escritas por entusiastas de la historia y son estos lo que engrosan justamente la lista de autores que más tergiversan la labor historiográfica. Sin embargo, no hay que olvidar que si queremos hablar de historiadores preparados para el efecto hay que esperar hasta la década del 50 en que la Universidad Nacional de Asunción habilita su Facultad de Filosofía con su licenciatura en Historia. Hasta ese momento, y empezando con la lista de historiadores que dimos más arriba y que fundan el canon de nuestra historia, son todos en su mayoría egresados de la Facultad de Derecho o de otras facultades o directamente personas sin formación académica. A pesar de no tener la preparación específica, varios se comportaron como profesionales historiadores de primer nivel, proviniendo del área que proviniesen fueron muy meritorios, pero es indudable que la falta de una institución que formase teórica y metodológicamente a los historiadores es un dato a tener en cuenta.


Lo que sus personajes afirman, con seguridad Casaccia lo habrá tomado de alguna vivencia personal. Si nuestros máximos novelistas opinan tan mal de la historiografía nacional, podemos casi asegurar que reflejan la perspectiva de algunos de sus contemporáneos, sean colegas o lectores.

Lacrimosos guitarreros del pasado Pero no solo los novelistas reclaman a la historia su parcialidad. Incluso los mismos historiadores aceptan tal falencia y hacen mea culpa hacia el gremio. Tal es el caso de Manuel Peña Villamil, quien en 1958 rechaza la exaltación de grandes figuras y el creer que la historia es guiada por ellos. Es innegable que esta posición es contraria a como se venía escribiendo la historia paraguaya en toda la primera mitad del Siglo XX, y así lo consigna: “Esta consideración adquiere especial relevancia en el análisis de nuestra historiografía. Porque su olvido imprime singularidad a nuestra manera de hacer historia paraguaya, con morbosa insistencia en la conducta personal de los protagonistas y detrimento o desprecio de las motivaciones teleológicas que deben tenerse siempre en cuenta para juzgarla con sentido científico de causalidad.” Años después Irala Burgos dirá algo parecido al decir que uno de los esquemas negativos en la epistemología de la historia paraguaya es la instauración del héroe máximo. “No es la elección del personaje-totem lo que importa –López, Francia o Ayala- sino la actitud, que se ha hecho uso y abuso en nuestra paraguaya manera de pensar y de vivir”, afirma. Para aquella época, Peña es bastante realista y honesto cuando afirma que “la investigación histórica desapasionada y objetiva no ha alcanzado aún su cima en nuestra patria”. Para él nuestra historia se escribe en base a “preconceptos y tabúes”, lo que lleva lamentablemente a “una historia comprometida, deformante de la mentalidad social”. Sus conclusiones son más que elocuentes: “La valoración utilitaria y unilateral de los hechos humanos contribuye en gran medida a la hipervaloración del ego nativo determinando la creación de los preconceptos históricos, levadura propicia para fomentar las fobias nacionalistas con todas sus aberraciones raciales, económicas, sociales y religiosas.” Peña no niega su visión teleológica de la historia, y dentro de ella sugiere una causalidad en todos los actos humanos que es lo que la historiografía debe

Lienzos hechos en fieltro con textos. de una obra de Nury González. Exposición "El sueño de una noche de verano". Noviembre 2015. Museo del Barro.

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Sin embargo, debemos reconocer que la visión general promovida por décadas y décadas de nacionalismo y exaltación de un heroísmo sin par a través de los libros de historia y la memoria colectiva que empezaba a repetir estos mismos temas, también fue alimentada por poemas, novelas y cuentos que reproducían esta idea. Sería un error creer que las posiciones de Roa Bastos y Casaccia representan a la mayoría de los narradores, pues al contrario, abunda la literatura costumbrista que comparte y difunde los valores que la historia apuntalaba desde sus inicios.


descubrir en su labor narrativa y legalista. También ya es consciente de la necesidad de acudir a otras ciencias para complementar la suya.

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Pero una vez más, tal como ocurría con Roa Bastos y Casaccia, la autocrítica de Peña representa a una minoría selecta. En general los historiadores seguirán en el empeño nacionalista y maniqueo. Veinte años después de las palabras de Peña, nos encontramos con el discurso que pronunció Idalia Flores de Zarza para ser aceptada en la Academia Paraguaya de la Historia. La misma hace un esfuerzo enorme por mostrar imparcialidad, pero un somero análisis discursivo denota su preferencia hacia la tradición que ha venido forjando nuestra historia. Cuando hace un repaso por los que ella considera los seis grandes historiadores paraguayos y llega a O’Leary su preferencia por el estilo de dicho escritor es inocultable: “O’Leary es el representante del renacimiento paraguayo en la era de la reconstrucción nacional. […] Tengamos un momento una idea de conjunto de aquellos tiempos de entonces y de las actividades. Los espíritus afines se buscan, las causas tienen sus adalides: Juan E, O’Leary, Ignacio A. Pane y Enrique Solano López defienden el sector del nacionalismo encarnado en el Mariscal López, mientras Cecilio Báez sigue fustigándolo; lopizmo y antilopizmo agitan, apasionan y producen divisiones y polémicas encendidas y demoledoras. La polémica histórica en medio de aquel torbellino de pasiones engendra doctrina, nacionalismo, después del revisionismo histórico surgen los reivincadores de la causa paraguaya. O’Leary ocupa el primer lugar.” Muchos otros dudarán de la calidad historiográfica de O’Leary. Uno de ellos es el periodista y ensayista Helio Vera; en su particular estilo, prácticamente suscribe lo que nuestros novelistas afirman. En su clásico En busca del hueso perdido (1990) afirma que “el pasado paraguayo no existe como historia sino como leyenda. Por eso no tenemos historiadores sino trovadores, emocionados cantores de epopeyas, lacrimosos guitarreros del pasado”. Estos duros epítetos no hacen más confirmar la animadversión que se ganó la historiografía nacional en el ámbito de cierta intelectualidad. Vera se encarga especialmente de desmitificar el trabajo de Juan E. O’Leary, principal referente de nuestro nacionalismo y del lopismo. Luego de poner irónicamente en duda varias de sus afirmaciones sobre el Mariscal Francisco Solano López, se pregunta: “¿Cuál es la necesidad de fabular? Una muy importante: la de evocar la resplandeciente Edad de Oro y regenerarla en el presente. Por eso no existe la historia paraguaya, entendida como una línea fatigosa, abrumada por avances y retrocesos, castigada por esporádicas crisis, pero reconociendo en última instancia una firme línea ascendente. Lo que existe es un perpetuo sucederse de épocas negras y blancas. Las primeras no son importunadas por un ápice de blancura; las segundas, no admiten una sola mota de polvo cósmico. Nuestra historia es el ideal de los maquilladores: carece de lunares. Su piel será siempre blanca o negra, sin concesiones a los tonos claudicantes, como el


indeciso gris del que nunca se sabrá si es un blanco ennegrecido o un negro venido a menos.” En estas últimas líneas podemos entrever la influencia de aquel artículo de Adriano Irala Burgos mencionado más arriba. Además del esquema maniqueo y del héroe máximo, el filósofo encontraba otro: el mito del eterno retorno. Basado en los estudios mitológicos de Mircea Eliade, Irala Burgos indica que “proclamada la historia paradigmática del mito, se anuncia el advenimiento de la edad de oro, una época de abundancia y beatitud. Entre el tiempo-modelo, ubicado en el pasado, y el nuestro de la regeneración, hubo caída en el reino del mal de los paraguayos descastados. Hay que descubrir entonces el último eslabón de la historia, retrocediendo al momento paradigmático, ubicado allá en el pasado, más traído al presente por la ceremonia de la rememoración. De la edad de oro, ayer, a la edad de oro de hoy, gracias a la invocación”. Aunque no lo mencione, Irala Burgos se acerca mucho al trabajo anterior de Karl Popper cuando crítica lo que él llama el historicismo. El filósofo austriaco indica que

Doña Ligia Puertas se abraza a la foto de su hijo desaparecido en la dictadura de Colombia, parte del Operativo Cóndor. Fuente: Madres de la Candelaria


cualquier idea de que la historia responde a unas leyes inmutables pero accesibles al conocimiento humano es propensa a crear autoritarismos. Solo es necesario que un grupo político haga suya la idea de que la historia se mueve hacia determinado rumbo para proclamar que ellos deben ser los que dirijan los rumbos de la nación en nombre de tal ley histórica. De ahí hay un solo paso para condenar no solo de antipatriotas, sino de negadores de la historia a aquellos que no comparten tal idea de un movimiento de la historia nacional.

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Se puede entender la preocupación de Irala Burgos en este sentido, y también en otro. Por un lado, la idea de que la historia nos conduce hacia una meta determinada, produce las acciones totalitarias que en ese momento lo encarna a la perfección al stronismo imperante. La persecución de paraguayos y la acusación de traidores de la patria en nombre de una supuesta historia soberana, funcionaba como excusa para eliminar a opositores y otros enemigos políticos. En el otro sentido, el difundir que la historia nos encamina a todos hacia un retorno de una edad dorada (“López tiempope guaré”) lo que consigue es una inmovilidad ciudadana pues solo hay que sentarse a esperar que la temporalidad haga su trabajo y con paciencia nos encontraremos en una época mucho mejor donde la abundancia material será el signo fundamental. La memoria de Ricoeur Según Paul Ricoeur, una de las funciones de la memoria es la de asegurarnos una identidad: “permite poder reconocerse y decir yo, mío”. La historia, muy relacionada con ella, tiene otra función, la de narrar de una manera distinta el pasado porque se atiene a un aspecto material al que denominamos documentos. De esto deviene su criticidad, lo que diferencia a la historia de la memoria. Pero la historia tiene un problema. Y es que muchas veces se “olvida” de su misión crítica y se vuelve oficial, es decir, se politiza, se ideologiza. Ricoeur recuerda a su colega y compatriota Raymond Aron cuando recomienda al historiador “desfatalizar” el pasado, lo que va en la misma línea crítica que analíticos como Popper y Berlin propondrán también. Lo que el historiador debe tener en cuenta siempre es que cuando realiza su trabajo historiográfico la gente del pasado a la que estudia tenía un futuro por delante, o sea, no sabía lo que él sabe ahora. Esto tan trivial –reconocer que las personas del pasado tenían perspectivas, esperanzas sobre lo que sobrevendría en el tiempo, pero que no podían comprobar que ocurrirían o no- puede ser de gran utilidad en el momento científico del hacer historiográfico. Esa incertidumbre con respecto al futuro también el historiador debe hacer suya, es una exigencia parecida a lo que la hermenéutica romántica de Schleiermacher pedía


para todo estudioso que se enfrentase a un texto, o para el caso de la historiografía, a una huella del pasado. Si la memoria es fundamental para nuestra identidad narrativa, un trabajo historiográfico responsable no lo es menos en el caso de la memoria colectiva de una nación. El olvido, llamado amnistía por el Estado, debe darse, pero en muy raras ocasiones. El acto del perdón es liberador dice Ricoeur, pero hay que tener en cuenta que existe la posibilidad de lo imperdonable. Es un derecho que tiene la memoria.

Traemos a colación estas ideas porque nuestro interés radica en mostrar que lo que interpretemos del pasado y escribamos acerca de él tiene repercusiones en el comportamiento de la gente. La historia paraguaya ha cumplido lo que otras historias nacionales tenían por misión: cohesionar a su pueblo y darle un relato identitario. Sin embargo, en parte de esta labor se filtraron ideas que han producido divisiones sociales e indolencia ciudadana, además de servir de sustento ideológico a gobiernos autoritarios. La historia tiene otra misión afirma el historiador francés Phillippe Ariès: “El verdadero objeto de la Historia reside en tomar conciencia del halo que particulariza un momento del tiempo, como el estilo de un pintor caracteriza el conjunto de su obra. El desconocimiento de la naturaleza estética de la Historia ha provocado en los historiadores una decoloración completa de los tiempos que se propusieron evocar y explicar”. Esta ceguera ante la diversidad de nuestro pasado, el verlo todo en blanco y negro tal como indicaba Helio Vera, es uno de los signos que nuestra historia tuvo al nacer y que ahora felizmente empieza a corregir. Aquel pedido que en un célebre artículo los filósofos Juan Santiago Dávalos y Lorenzo Livieres Bank hicieran para la historia paraguaya parece que empieza a cumplirse. Lo que ellos denominaban historia tradicional por fin cede paso a una historia más moderna, lo que puede inferirse de la multitud de trabajos que contrastan con lo que la historiografía canónica ofreció por casi un siglo. Hay más “color” en dichos trabajos, la naturaleza estética de la historia empieza a imponerse, y esto también se debe a

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José Luis Romero, historiador argentino, decía que “también la equivocación del historiador puede ser muy grave, porque de la historia suele salir toda una concepción de vida y de la acción, aunque la gente no suele darse cuenta de para qué servimos los historiadores”. Otro gran historiador, el francés Pierre Vilar afirmaba que “en la medida en que el pasado humano es mal conocido, mal interpretado, los hombres, y los grupos de hombres, tienen una visión incorrecta de su presente y de su futuro. Y, como es natural, esto tiene también un alcance práctico”.

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Conclusión


nuestro historiadores actuales son conscientes de que “una perspeactiva que quiera aprehender lo histórico deberá ser, ella misma, histórica” (Dávalos-Livieres).

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Podemos concluir que nuestra identidad viene dada por la tradición que es herencia, y que una parte importante de ella es lo que la historia, como sistema de escritura y narración, nos cuenta acerca de lo que nos conformó como nación. Debemos comprender que dichos procesos no son naturales en el sentido de que no transcriben una programación que está en nuestra naturaleza, no es genética, la paraguayidad no se refiere a algo esencial en cuanto natural, sino a una construcción que fue elaborada en una complejidad de variables históricas, contingentes en su mayoría. ¿Por qué es importante comprender esto último? Porque así sabremos que el futuro está en nuestras manos, que no estamos condicionados por ninguna fuerza natural y, por lo tanto, invencible. Los cambios que esa misma cultura heredada sufre a lo largo del tiempo, las transformaciones que experimenta mientras se va transmitiendo de generación en generación, nos demuestran que el individuo es activo en esa dialéctica. El pasado nos dice de dónde venimos, quienes somos, pero no necesariamente quienes seremos. No somos naturaleza, sino historia, diría Ortega y Gasset, porque tenemos libertad. “El Paraguay es su historia” afirmó Justo Pastor Benítez y, ciertamente, lo podemos definir así. Pero no podemos decir lo que será. Lo que podemos desear es un futuro y trabajar sobre su realización concreta. Buena parte del imaginario colectivo es tributario de una decisión política que optó por tal o cual relato historiográfico que tenía por misión instalarse como parte de la memoria compartida socialmente, así también podemos hacer un esfuerzo por desmontar las falsificaciones que pudiéramos encontrar de dicho relato parcialista. Hagamos nuestra la idea que Gabriel García Márquez propone como inicio de su autobiografía: “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda para contarla”, unida a otra célebre de Sartré: “Lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que nosotros hacemos con lo que han hecho de nosotros”. Podemos decidir entrometernos más responsablemente con nuestro pasado, y con más razón es total decisión nuestra como sociedad el modo de vérnosla con nuestro porvenir.


Lo IMPORTANTE no es lo que HAN HECHO de NOSOTROS, sino lo que nosotros HACEMOS CON LO QUE HAN HECHO de nosotros Jean-Paul Sartre


Lía Colombino DIVERSIDAD

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"ELEGIR A LA REINA", ESTRATEGIAS FESTIVAS TRAVESTIS EN EL CONTEXTO DE LA REPRESIÓN DE LOS 80 EN PARAGUAY

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rimero quisiera nombrar un vacío. El vacío que supone un silencio previo. La homofobia promovida por el aparato estatal desde que tenemos memoria (no empieza con Stroessner, solo que antes de él no hay mucha constatación de la misma), hace que exista un vacío en una memoria que no se ha construido del todo en lo que respecta a acciones que puedan relacionarse a la desobediencia sexual. La represión programática y sistemática a la población LGTBI durante la dictadura de Stroessner hace que la creación de incipientes grupos que luchan por sus derechos se haya hecho esperar hasta los 90, y no en los 80, como en la mayoría de los países vecinos. De hecho la izquierda era –es- homofóbica y no tenía cabida para una militancia LGTBI. Formo parte de un grupo de investigación que pone en discusión política, arte y sus poéticas. Se llama Conceptualismos del Sur y está conformado por gente de diversos lugares de Iberoamérica. En 2011 surgió la posibilidad de una investigación que diera lugar a una muestra en el Museo Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. La muestra debía dar cuenta de lo ocurrido en Latinoamérica en los 80 que tuviera que ver con activismos artísticos, desobediencias sexuales, etc.


Karenina Carrignton, c. 1984.


Y he ahí que una se da con el vacío y tiene que empezar a delimitarlo, encontrar pequeñas pistas. Construir un discurso a partir de esas pistas, desovillar la madeja y levantar los datos que esas trazas guardan. Preguntarse a partir de dos premisas “Poner el cuerpo”

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Para trabajar nuestras investigaciones, se optó por una especie de principio: “Poner el cuerpo”. Dentro de lo que se ha dado en llamar “activismo artístico latinoamericano” y más específicamente en los años80, ese principio sirvió para ampliar la categoría de “transformación social” al interior de los movimientos sociales y políticos. En los 60 y 70, y hasta en los 80, ese mismo principio se asoció sobre todo a la militancia más dura, la de la lucha revolucionaria. El terrorismo de Estado ha hecho una manipulación extraordinaria de los cuerpos en términos de sometimiento y vulnerabilidad. En general, en varios lugares de América Latina, esos cuerpos respondieron en los 80, con otras estrategias que supusieron una respuesta a ese terrorismo de Estado. Quizá, estas prácticas se dieron fuera de los espacios tradicionales de la militancia política, pero fueron, en muchos casos, acciones micropolíticas, menos públicas, pero que lograban construir un espacio que pudiera acoger las diferencias.

Diario El País – Viernes 11 de setiembre de 1959 – Página 2


“Desobediencia sexual”

Antecedentes constatables de homofobia en el Paraguay Aunque el periodo histórico que nos ocupa corresponde a la década del 80, en Paraguay, el caso es tan particular que debemos contextualizar primero el ambiente de represión y persecución que a fines de los 50 soportaron diversas personas debido a la especulación sobre su opción sexual. El 1 de septiembre de 1959, amanece calcinado en su domicilio el cuerpo del locutor Bernardo Aranda. Las investigaciones policiales descartan el suicidio y a partir de ciertas averiguaciones llegan a la conclusión que fue un homicidio cuyo motor habría sido pasional. Relacionan a Bernardo Aranda, locutor de radio, con un supuesto grupo de homosexuales, o “amorales”, como los llaman en la prensa, y emprenden una “caza de brujas” sin precedentes. A partir de las detenciones realizadas la policía elabora una lista que se dará a conocer como La Lista 108. Este número, es el número de las personas detenidas. Estas personas, según algunos testimonios, fueron obligadas a marchar sobre la principal avenida de la capital: la Mcal. López, con un número identificador, sin camisa y con la cabeza rapada en muchos casos. La prensa se hizo eco de estas cuestiones dando paso a dos debates: la pena de muerte y el tema de la “anormalidad”. En la revista Ñandé, se encuentran dos chistes gráficos que describen claramente la escena. Ridiculizados a través de los chistes y puestos en el lugar del chivo expiatorio, este caso fue tan sonado y tan terribles sus consecuencias, que el número 108 es hasta el día de hoy un número estigmatizado, que pasa a acompañar o suplantar alocuciones como “puto”, “marica”, “kuña’i” (en guaraní, niñita), etc.

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Desde este lugar, partiendo de estas dos premisas, empecé a preguntarme por las fiestas de elección de reina gay y trans que surgieron con mucha fuerza en los 80 y que se perpetúan en el tiempo hasta hoy, las empecé a pensar como una manera de resistencia.

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En el texto que enmarcó nuestras investigaciones en esta línea, Fernando Davis y HalimBadawi argumentan el porqué de la utilización de la noción de “desobediencia sexual”. Esta noción, dicen los autores, permite pensar las estrategias poético-políticas a partir de las cuales surgieron prácticas que desmontaron o trataron de desmontar el ordenamiento del poder y del saber que impone un régimen mayoritario heterosexual. De allí la utilización del término desobediencia, y no el de disidencia. No se trata solo de mostrar un desacuerdo o disconformidad, sino de cierta insubordinación a la norma heterosexual.


Ya en los 80, se empieza la década con otra caza de brujas. En marzo de 1982 desaparece Mario Luis Palmieri, un chico de 14 años. El relato funcionaba de una manera tal que alguien lo había “levantado” a la salida del colegio, un colegio católico, el San José.

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La policía de Stroessner volvió a golpear puertas y a interrogar a cientos de homosexuales que estuvieron presos bajo sospecha de haber hecho desaparecer al joven Palmieri. La policía manejaba unos 600 nombres para acometer detenciones arbitrarias. Los informes hallados en los archivos de la policía jamás dan cuenta de las razones de la detención, el motivo era ser homosexual, instalándose en la opinión pública a partir de publicaciones en la prensa que el delito habría sido perpetrado por alguna de las personas que estaban “entrevistando”. La instalación del motivo pasional se refuerza cuando Palmieri aparece muerto. Un diario sensacionalista pone en primera tapa su cadáver con señales de haber sido torturado, lo cual agudiza más la cuestión e instala de manera casi programática la aversión hacia la comunidad gay. En un informe policial de carácter “reservado” se sostiene que de no hallarse culpables, esto traería desconfianza a la población. En abril aseguran tener serias pruebas en torno a un nombre: Chamorro Chávez (posteriormente sometido a juicio y acusado del asesinato como autor material). Si bien existen declaraciones de los propios familiares del detenido que afirmaban la implicación de éste en el caso, la policía siguió deteniendo personas sin siquiera interrogarlas sobre el caso, la única razón era recabar más nombres, ya no tenía nada que ver con el caso. Durante las detenciones existen testimonios de abusos sobre todo sexuales. Estos testimonios se encuentran en los archivos de la Comisión de Verdad y Justicia. Luego de algunas denuncias en diarios y ante comités de defensa de derechos humanos, la policía elabora otra lista de 113 nombres que fue distribuida en universidades, empresas, lugares públicos (también en empresas de transporte), generando una fuerte reacción por parte de la ciudadanía: discriminación, estigmatización, violencia. En el Archivo del Terror existe documentación de ambos casos, comprobando de manera fehaciente la persecución programática que sufrió la comunidad homosexual durante la dictadura. Entre las carpetas de fotografías de personas en estos archivos pueden encontrarse varias con los títulos: “terroristas”, “comunistas” e “invertidos”. Lo cual dota a este grupo de una categoría equivalente a la de perseguidos políticos. Este contexto nos sirve para desentrañar los motivos de la falta de movimientos activistas en defensa de los derechos de gays, lesbianas, travestis y transgéneros.

Revista Ñandé - Chiste publicado en referencia al Caso 108.



A pesar de todo En estos mismos años 80, sin embargo, una de las respuestas ante esa represión dura fue la creación de fiestas. Se realizaban las elecciones de reina (que se realizan hasta hoy) y otras fiestas de manera cerrada y clandestina. Esto constituyó un espacio abierto y libre en la clandestinidad, en un contexto de represión dura.

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Aunque se habla de que ya en los 60 se habían hecho algunas de estas fiestas, no es sino hasta los 80 que existe un grupo, llamado Dinastía que empezó a organizarlas. La primera reina electa en esta época fue José Alcides Molina Zelaya, o Karenina Carrington cuando se encuentra “montada” (en su identidad de Karenina, es decir). El testimonio de José Alcides se encuentra consignado en el documental “Reinas”. En este él relata la manera en

Diario El País, p.2, el miércoles 30 de septiembre de 1959, Asunción, Paraguay Esta carta fue publicada en el contexto del Caso 108 y un quemado, como tituló la prensa a la represión y tortura del régimen Stronissta, a hombres acusados de homosexuales, después de la muerte del locutor Bernardo Aranda.


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Marcha del Orgullo en conmemoraci贸n al D铆a Internacional del Orgullo LGBT convocada por Somos Gay, Lesvos y la Federaci贸n LGBT Paraguaya. Foto: Paula Godoy


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Marcha del Orgullo en conmemoraci贸n al D铆a Internacional del Orgullo LGBT. Foto: Agencia EFE


la cual llega a crear ese personaje: “Le puse Karenina Carrington, Ana Karenina por Tolstoi, Carrington por Alexis, el personaje de mala de la serie Dinastía: era por un lado la izquierda y por otro lo más capitalista que había.” Había sido detenido por las actividades políticas de su padre a partir de la caza de brujas de principios de los 80, luego del caso Palmieri. Era menor de edad. Poco quedaba en imagen de esas fiestas clandestinas, o quizá sea poco a lo que pudimos acceder. Imagino que existe mucho más, pero que todavía pertenece al ámbito de lo personal.

El pequeño documental da cuenta de un testimonio, el de José Alcides, como punta de lanza que abre la discusión. Un actor social, parte de un pequeño cuerpo social, que pone el cuerpo, el suyo y el de su grupo, mediante su gesto insurgente en una escena de represión y persecución. Ante esa escena, la respuesta para estos grupos venía de la mano del desborde y la fiesta. Por otro lado, ni la izquierda de esos años ni la oposición institucionalizada en otros partidos políticos o movimientos asumía una postura solidaria para con estos grupos.

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Y a pesar de todo, había imagen: fotografías, objetos, y la imagen de la memoria relatada.

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Decidí, entonces, crear imagen. Trabajé con Dea Pompa en la realización de un corto documental que pudiera dar cuenta de esos años y del episodio de las elecciones de Reinas, trabajando con la imagen que sobrevivió y la imagen que sobrevive, la práctica misma que sobrevive hasta hoy.

Como gesto de restitución, acompañamos a José al Archivo del Terror, a pedir su habeas data. Ese pequeño gesto acompañado de su testimonio, intenta hacer memoria, dar cuenta de esa estrategia festiva ante la represión dura y que, por sus características, no se lee como parte de una resistencia cultural disidente.

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Lía Colombino Master en Museología por la Universidad de Valladolid y candidata a Magister en Estudios Culturales (ARCIS, Santiago de Chile). Participó de los Seminarios Identidades en Tránsito y Crítica Cultural desde 2001 a 2008. Integra el Colectivo Ediciones de la URA. Coordina allí, un taller de escritura y otro en el Instituto Superior de Arte de la UNA. Dirige desde 2008, la colección de arte indígena del Centro de Artes Visuales/Museo del Barro y Coordina el Seminario Espacio/Crítica. Publicó Las Cavidades Ausentes (poemario, 2000), Tierra de Secano (poemario, 2001) y los ensayos: El Resto (2004), El Hartazgo de la Palabra, Un Ejercicio de Escritura (2008) y la Luz sobre el Rostro (2008)


Rosa Posa Guinea DIVERSIDAD

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NOTAS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE LA MEMORIA COLECTIVA DE LA DISIDENCIA SEXUAL EN PARAGUAY

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rimero quiero señalar el lugar desde donde hablo. No soy una experta en memoria, soy una activista lesbiana que ha necesitado, como parte de un colectivo, buscar la memoria para entender el presente.

1.. Introducción: ubicarse Para ir de algún lugar a otro es necesario saber de donde se parte. Esto puede parecer muy obvio, pero no lo es tanto cuando hablamos de movimientos sociales. Para saber donde se parte hay que saber de donde se viene. Cuando se busca una dirección en el google maps es necesario decir donde estás para saber como llegar a donde vas. Si no se sabe de donde una viene te vas por donde no debes. Para construirnos, las tortas, putos y demás seres “degenerados” como movimiento social hemos necesitado ubicarnos en una historia "propia". Eso es lo que estamos tratando de construir desde los diferentes activismos organizados o independientes. El borrado de la historia de cualquier disidencia no debe ser un logro permanente de las dictaduras. La autora argentina, Florencia Levín en “El pasado reciente, entre la historia y la memoria” habla de pasado reciente como de naturaleza aún inacabada e “incompatible con la neutralidad”1.


30 de setiembre de 2009, acto por los 50 a帽os de la persecuci贸n a los 108. AIREANA


Sacar a la luz lo ocurrido con Lesbianas, Gays, Personas Trans, Bisexuales, Intersexuales (LGTBI2 aunque esta nomenclatura es relativamente actual) durante la dictadura de Stroessner es una opción política. 2. De la Inquisición al 108 Para reconstruir la memoria de la disidencia sexual3 fue necesario rebuscarla y recoger los pedacitos para darles un sentido.

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La memoria que nos queda es la memoria del prejuicio que ha atravesado océanos y siglos. Desde la fundación del Tribunal de la Inquisición en 1482 por los Reyes Católicos con el objetivo de uniformizar y ejercer el control a través del “imperio” se impuso a través de la conquista una única forma de sexualidad sobre la gran diversidad de actitudes, prácticas y costumbres que existían en los pueblos originarios.

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Los historiadores y las historiadoras4 han encontrado innumerables referencias a diferentes actitudes respecto a las prácticas sexuales y las identidades de las personas en los diferentes pueblos habitantes de las Américas y al espanto que le producía a los conquistadores, que aprovechaban para justificar más aun la conquista (diciendo que son pecadores, no se sabe si tienen alma y sus prácticas sexuales son abominables). La Inquisición tuvo una particular preocupación por las prácticas sexuales5. En la cumbre de los pecados estaba el “nefando crimen de la sodomía”, la mayor ofensa a Dios. ¿Por qué la ofensa? En la creencia, Dios creó al hombre (varón) a su imagen y semejanza, la semejanza consiste en la capacidad creadora, que en el varón está en el esperma. Si el varón derrocha ofende a Dios. De ahí viene “la ofensa”. Por eso las relaciones entre mujeres, si bien también eran fuertemente rechazadas, tenían menos importancia porque sencillamente las mujeres, en la mentalidad de la época, no tenían ese poder creador. No se conoce un caso como el de Felipa de Souza6 en Brasil que fue torturada en 1591 en público por tener relaciones con mujeres (en aquella época a las mujeres no se les quemaba porque el pecado era menor que el de los varones por aquello de la “capacidad creadora”, es decir, el semen). Este pensamiento perdura en algunas corrientes fundamentalistas católicas y evangélicas actuales. Esto ha quedado igual ahora, la negación de la lesbiandad viene de ahí. En 2014 dos chicas adolescentes se tiraron de un puente tomadas de la mano7. Hay fotos de ellas en el Facebook besándose, pero nadie habla de su vínculo, ni siquiera se sugiere. La negación desde la conquista hasta la actualidad. La memoria reciente de la disidencia sexual está ligada directamente a la Inquisición pasando por el caso 108 y otros.


Todo este pensamiento (inmoralidad, ofensa a Dios, crimen), va incluyendo la noción de delito adherida a la de pecado. De traición a Dios para a ser también una “traición al Rey” en la época de la colonia8 y más tarde como traición a la patria. Éste último concepto es el que queda en nuestra historia reciente, en la memoria colectiva y todavía es utilizado por grupos fundamentalistas católicos y evangélicos para impedir el avance de los derechos LGTBI.

Uniendo con la historia reciente, el 1 de septiembre de 1959 apareció muerto quemado en su casa en Barrio Obrero (Asunción), el famoso locutor Bernardo Aranda. Como se suponía o se imaginaba que era gay y el mito dictaba que se trataba de un “crimen pasional”, el aparato de la dictadura aprovechó para realizar una “caza de brujas” y una intensa campaña en contra de la disidencia sexual. A partir de este asesinato se genera una persecución implacable contra los “amorales10” de la época. Esta persecución, como todas las de la dictadura tenía como finalidad eliminar cualquier disidencia, en este caso, disidencia sexual El número 108 alude al número de personas detenidas en este caso11. Una mayoría de varones y algunas mujeres formaban parte de esa lista. Desde el caso 108 que todavía resuena en los oídos de la gentenos queda una inyección directa de prejuicios: • Homosexualidad como una mafia con funcionamiento de mafia. • Vinculación al delito (de pecado pasó a delito sin dejar de ser pecado). • Sub humanización: los gays (lesbianas, transbi, intersex) son seres con pasiones incontrolables y desmedidas, por eso son enfermizamente celosas y matan de forma compulsiva a quien les engaña. • Amenaza a la identidad nacional: el mal viene de fuera,siempre. La uniformización necesaria para imponer una nación totalitaria. • Como una de las cuestiones típicas es que " lo malo viene de afuera" se niega y condena con especial virulencia la existencia de estos pequeños seres degenerados. Sin embargo lo realmente “de afuera” fue la Inquisición y el control del poder sobre los cuerpos.

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Aludo a la historia para ubicar la memoria histórica, que tampoco viene sola. Con esta alusión quiero cuestionar también los elementos que conforman las identidades nacionales, aunque esto sería materia para otra charla. Tampoco pretendo igualar bajo una misma mirada todas las experiencias del continente, los estudios realizados en Argentina9, Brasil y Perú, por ejemplo, nos pueden dar pistas interesantes sobre las pautas en Paraguay. La intención uniformizadora es una de las claves de la colonización.


3. Recuperando la memoria colectiva. Desde esa idea quiero dar unas pinceladitas sobre los esfuerzos que se han hecho para esta reconstrucción desde los grupos organizados y desde el arte y la cultura.

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• La memoria fue una necesidad imperiosa para ubicarnos. Grupos organizados y activistas tratan de buscar lo primero de todo. El 1erinforme que hizo el Grupo de Acción Gay Lésbico (GAGL12) en 199913, se buscaron diarios, se hicieron entrevistas. Cuando se empezó a investigar todo el mundo sabía que esas historias habían ocurrido. • El dramaturgo Agustín Núñez escribió la obra “108 y un quemado” en 2001 y sus representaciones tuvieron un gran éxito14. • La Película de Renate Costa “108 cuchillo de Palo”15 de 2010 fue premiada en varios festivales internacionales. • Por el derecho a la verdad, el Informe de la Comisión de Verdad y Justicia- CVJ da cuanta de las persecuciones a LGTBI durante la dictadura (2009) • “108 memorias”16 fue el nombre que le dieron varias organizaciones desde 2009 para conmemorar los 50 años de la persecución de 1959. La fecha de la marcha de los derechos LGTBI se pasó al 30 de septiembre para ubicarla en la memoria histórica en vez de la fecha internacional. • La web www.108memorias.com es una reconstrucción de la memoria LGTBI en Paraguay. • El libro “108/ciento ocho”, de Erwing Augsten publicado en 2013 es una investigación sobre el caso y la persecución. • En el bicentenario de la independencia del Paraguay, en el marco del festival de cine lesbigaytrans tuvo lugar la charla de “Amores amorales en la historia de Paraguay” a cargo de Manuel Cuenca y Milda Rivarola en 2011. •

La película “Reinas” de Dea Pompa, sobre la persecución en el caso Palmieri.17

• La recuperación de la figura de “Chana” como una lesbiana que reivindicaba sus derechos, antes de existir las organizaciones sociales18. • Las organizaciones LGTBI presentaron el 30 de septiembre de 2013 un anteproyecto de ley para que se instale el día nacional de los derechos LGTBI reconociendo las persecuciones y torturas realizadas a este colectivo durante la dictadura. El anteproyecto fue tomado y presentado por la bancada del Frente Guasu en el Senado. Siempre hubo resistencia a la represión, aunque no siempre se tenga noticia de ello.


4. El miedo vigente

Buscar la memoria de la resistencia es también fortalecernos como sociedad. Celebrar la resistencia, por eso hacemos la marcha alrededor del 30 de septiembre, eso nos hace sentir muy orgullosos y orgullosas como colectivo, eso fue una construcción colectiva de memoria por esta carta del 30 de septiembre de 1959 en medio de la vorágine de represión a la “logia de amorales”:

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Nos queda en la mente la persecución, por eso estamos construyendo la memoria de la resistencia. Como colectivo LGTBI estamos muy orgullos*s de que el 30 de septiembre sea la fecha paraguaya de los derechos LGTBI.

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Con la persecución en la dictadura se generó un miedo que todavía está vigente. El closet es muy vigente. Y el miedo también por eso a la idea de matrimonio como reivindicación le faltan algunos ajustes sociales ¿cómo se va a casar la gente si no sale del closet? Cada lesbiana, gay trans, bisexual e intersex ahora todavía lleva en su closet el peso colectivo la represión. Es muy reciente, Bernardo Aranda tendría ahora 81 años, sus hermanos viven. Y más reciente todavía el caso Palmieride 1982.


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“Nosotros seguimos una vocación que es tan antigua como la propia humanidad, y en este siglo de consagración de todos los derechos humanos, nadie puede negarnos el derecho de hacer de nosotros mismos, de nuestro continente físico, lo que queremos, sin incomodar a los otros que no quieran hacer lo mismo que nosotros. Los moralistas del país están errados porque en esta materia no existe moral colectiva sino moral individual y nosotros somos individualistas por principio filosófico. Si ustedes persisten en el error perderán el tiempo y nosotros no perderemos nada”, Anónimo.Diario El País, p.2, miércoles 30 de septiembre de 1959, Asunción, Paraguay Bibliografía - Augsten, Erwing (2013) 108/ciento ocho. Asunción. Disponible en http://108memorias.files.wordpress.com/2014/01/108ciento-ocho-se.pdf

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- Bazán, Osvaldo (2010) Historia de la homosexualidad en la Argentina De la conquista de América al siglo XXI. Ed Marea. Bs As - Bracamonte, Jorge Ed (2001) De amores y luchas. Diversidad sexual, derechos humanos y ciudadanía” Centro de la Mujer Peruana Flora Tristan, Lima. - Horswell, Michael (2001) “Un sacrificio fundacional: El Inca Garcilaso y los “sodomitas” de los Comentarios reales” en Bracamonte, Jorge Ed (2001) De amores y luchas. Diversidad sexual, derechos humanos y ciudadanía” Centro de la Mujer Peruana Flora Tristan, Lima. - Levin Florencia (2008). “El pasado reciente: entre la historia y la memoria” En La historia reciente como desafío a la investigación y pensamiento en Ciencias Sociales, CAICYT CONICET - Mondimore, Francis Mark (1998) Una historia natural de la homosexualidad. Ed. Paidos Ibérica 1998. - Mott, Luiz (2000) “Las raíces de la homofobia en América Latina” disponible en http://www.censida.salud.gob.mx/descargas/ drhumanos/luizmott.pdf - Núñez, Agustín (2001) 108 y un quemado. Ed Arandura. Asunción - SERPAJ PY (2013) Derechos humanos, historia reciente y cultura de paz. Disponible en http://www.serpajpy.org.py/?p=2423 Tantalean Valiente, Adolfo (2001) “…Vivo según mi naturaleza”. La experiencia de la sodomía en la sociedad colonial limeña, 1770-1810 en Bracamonte, Jorge Ed (2001) De amores y luchas. Diversidad sexual, derechos humanos y ciudadanía” Centro de la Mujer Peruana Flora Tristan, Lima. - Tomás y Valiente, Francisco. (2000) “El crimen y pecado contra natura”. En Orientaciones. Revista de Homosexualidades. Fundación Triángulo. Madrid 2000. P 105-128

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Rosa Posa Guinea paraguaya y española, (una paraguaya encerrada en el cuerpo de una española) feminista y activista lesbiana. Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación, con post-grado en género y desarrollo, diplomada en políticas públicas y género. Trabajó 6 años en la Comisión Internacional de Derechos Humanos para Gays y Lesbianas. Activó en el Grupo de acción Gay- Lésbico. Es fundadora y activa en AIREANA, grupo por los derechos de las lesbianas en Asunción.


Dise単o: Edu Barreto


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1 Levin Florencia. 2008. El pasado reciente: entre la historia y la memoria. En La historia reciente como desafío a la investigación y pensamiento en Ciencias Sociales, CAICYT CONICET (http://ecursos.caicyt.gov.ar), Argentina. 2 Podemos decir LGTBI pero habría que analizar si realmente somos un colectivo de personas. 3 La expresión “disidencia sexual” alude a la resistencia a un sistema impuesto. 4 Artículo de Luiz Mott Las raíces de la homofobia en América Latina. disponible en www.censida.salud.gob.mx 5 Una idea muy clara de esta mentalidad nos la da Tomás y Valiente, Francisco. El crimen y pecado contra natura. En Orientaciones. Revista de Homosexualidades. Fundación Triángulo . Madrid 2000. P 105-128 6 Sobre Felipa de Souza en www.mujeresquehacenlahistoria.blogspot.com 7 www.radio970am.com.py/noticia/dos-mujeres-adolescentes-se-tiraron-juntas-del-puente-la-amistad 8 Tantalean Valiente, Adolfo (2001) …Vivo según mi naturaleza. La experiencia de la sodomía en la sociedad colonial limeña, 1770-1810 en Bracamonte, Jorge Ed (2001) De amores y luchas. Diversidad sexual, derechos humanos y ciudadanía, Centro de la Mujer Peruana Flora Tristan, Lima. 9 Bazán, Osvaldo (2010) Historia de la homosexualidad en la Argentina De la conquista de América al siglo XXI. Ed Marea. Bs As 10 “Logia de amorales” era el término utilizado por la prensa de la época para aludir a los gays. En la famosa lista 108 también hay nombres de mujeres, pero esto se invisibiliza. Ver http://108memorias.com/ 11 Erwing Augsten publicó en 2013 una investigación respecto al tema 108. Puede leerse en http://108memorias.com/2013/06/28/libro-108ciento-ocho/ 12 EL Grupo de Acción Gay Lésbico fue una agrupación por los derechos que nació en Asunción en 1999 y se terminó aproximadamente en 2010. Primero se llamó Grupo de Acción Gay, después se agregó “Lésbico” y mas tarde “Transgénero”. 13 Puede leerse en www.108memorias.com o en www.codehupy.org en el apartado publicaciones, en el informe de 1999. 14 Sobre la obra “108 y un quemado” de Agustín Nuñezhttp://www.portalguarani.com/851_agustin_nunez 15 Información sobre la película en www.portalguarani.com/1954_renate_costa 16 Más información sobre acciones del movimiento LGTBI respecto a al memoria www.108memorias.com/category/acciones-del-movimiento-lgbti 17 El llamado “Caso Palmieri” fue otro caso en 1982 de persecución a la disidencia sexual durante la dictadura de Stroessnerque tuvo como consecuencia más de 600 detenidos. El informe final de la Comisión de Verdad y Justicia contiene un relato sobre el caso y las violaciones de derechos humanos asociadas a ella. 18 Sobre la recordación de Chana http://ea.com.py/v2/recuerdan-a-defensora-de-derechos-lesbicos-asesinada-en-buen-pastor/


El locutor de radio Bernardo Aranda fue asesinado en Asunci贸n el 1 de setiembre de 1959, con este caso inici贸 una de las m谩s terribles represiones contra los homosexuales durante la dictadura stronista.





CAPÍTULO #3 SEMINARIO La memoria, huella de futuro Sesiones audiovisuales Ante la importancia que en la actualidad tienen las imágenes cinematográficas en los procesos de construcción de la memoria individual y colectiva, de la identidad, el cine nos hace reflexionar sobre la historia reciente del país. El cine se instala como un medio masivo de información y como una propuesta narrativa artística. El mismo nos plantea conflictos, intereses, relatos a través de la ficción y el documental. Sus imágenes transcienden generaciones e instalan un instrumento de reflexión y debate en la sociedad. La tarea de investigar el devenir de los procesos sociohistóricos, cuenta hoy con este inestimable recurso provisto por la ciencia y la tecnología modernas. Augusto Netto Dirección del Audiovisual. Secretaría Nacional de Cultura


P RO G RAMACIÓ N AUDIOVISUAL Memorias

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LUNES 7 DE JULIO TIERRA ROJA Dirección: Ramiro Gómez País y Año: Paraguay- 2006 Documental que muestra la vida de cuatro familias del interior de Paraguay, alejados de la modernidad e inmersas en su cotidianeidad, interactuando con el espacio del campo. Una invitación a vivir las experiencias de hombres y niños, en su propio lenguaje (el guaraní), como uno más de ellos.

LUNES 14 LUCES A LA MEMORIA Dirección: Zulema Malky País y Año: Paraguay- 2012 El espacio del ex supermercado Ycua Bolaños está sumido en el vacío y el abandono tras años de la tragedia civil acontecida el 1 de agosto del 2004. Este audiovisual revive la tragedia y hace visible la memoria de las víctimas como eco latente de lo acontecido.

DE JULIO ESPERANZA Dirección: Enrique Carballido y Sylvie Moreaux País y Año: Paraguay-Francia 2013 Documental que expone, en un diálogo a múltiples voces, los testimonios de importantes artistas e intelectuales paraguayos sobre la dictadura de Alfredo Stroessner (19541989). Lejos del análisis histórico, esta es una historia humana, un homenaje a los artistas paraguayos y a todos los que enfrentan dictaduras en el mundo hasta hoy.


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MISS AMERIGUÁ Dirección: Luis R. Vera País y año: Paraguay-ChileSuecia, 1993 Con el pretexto de la elección de reina en un concurso de belleza de un pueblo paraguayo, “Miss Ameriguá” es una tragicomedia que retrata a la impunidad y la corrupción que asoló Latinoamérica durante las dictaduras militares de las decadas 70 y 80.

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LUNES 21 DE JULIO

LUNES 28 DE JULIO LOS PARAGUAYOS Dirección: Marcelo Martinessi País y año: Paraguay 2006 “Los Paraguayos” parte del origen de la Nación Guaraní hasta el Paraguay contemporáneo: historiadores, antropólogos, escritores y artistas tratan de desatar los nudos de una realidad plena de contrastes. Es un documental enmarcado dentro de la serie “Los Latinoamericanos” que agrupa varios largometrajes documentales realizados en cada país de América Latina.



Domingo 26 de abril de 1986, 11:00 am. Catedral de Asunción. Al finalizar una misa por la deteción de cuatro médicos, un grupo de personas sale a cantar "Patria Querida". Liz Fernández Casabianca es inmortalizada desafiando a los carros hidrantes de la policía. Fotografía de José Moreno para el diario Última Hora.


FotografĂ­a de Francene Keery de la serie Paisajes Sagrados - Scared Landscapes


Portada del Programa Mensual del Salazar - Julio 2014


Se termin贸 de imprimir en los talleres gr谩ficos de Arte Nuevo en diciembre de 2015 Asunci贸n, Paraguay.



Memorias es el tercer Cuaderno Salazar. Una colección que surge de la necesidad de plasmar de un modo más reflexivo algunos de los proyectos que aúnan Cultura y Desarrollo en la programación del Salazar. Al ordenar los textos asociados a estos proyectos nos obligamos al mismo tiempo a ordenar nuestras ideas y seguir componiendo y creando otros proyectos y recuerdos. En el caso de este cuaderno, dedicado a las memorias, reflexionamos sobre la importancia de las Memorias, en plurar por la diversidad de Memorias y en mayúscula para incidir en la importancia de la memoria en la consecución e interpretación del presente y sobretodo en la proyección y construcción de nuestro futuro.


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