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32. Maqueta del Transbordador del Niágara de Leonardo Torres Quevedo (Canadá-Estados Unidos)
32 Maqueta del Transbordador del Niágara de
Leonardo Torres Quevedo (Canadá-Estados Unidos) Museo Torres Quevedo, Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Universidad Politécnica de Madrid
FECHA DE REALIZACIÓN: Hacia 1915 MATERIALES: Latón y acero MEDIDAS: Castillete 1º: 280 x 163 x 70 cm Castillete 2º: 280 x 85 x 70 cm Largo total 740 cm
ESCALA: 1:10 SIN NÚM. DE INVENTARIO AUTOR DE LA OBRA REPRESENTADA: Leonardo Torres Quevedo
1 El transbordador se expuso en dicho Congreso junto a otros inventos de Torres Quevedo, como el ajedrecista, el sintetizador de movimiento o el Telekino. En el Catálogo de la Exposición del material científico (Madrid, Imprenta de Eduardo Arias, 1915) del congreso de Valladolid organizado por la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, la maqueta se describió del siguiente modo: “Los transportes funiculares se emplean desde hace muchos años en las minas, y recientemente se ha extendido su aplicación al servicio de viajeros. Una de las instalaciones más antiguas es la del monte Ulía, en San Sebastián. Del mismo tipo que esta es el modelo que figura en la Exposición. La vía se compone de varios cables (seis en el modelo), y la tensión de cada uno de ellos […] Se ha construido un funicular de esta clase en el monte Ulía (San Sebastián), de 280 m de longitud, y la misma Sociedad tiene en construcción otra instalación de 580 m de longitud sobre el Niágara (Canadá)” (pp. 8-9). Esta maqueta, que en sí misma es una pieza valiosa, representa la cumbre del primer invento que patentó el ingeniero Leonardo Torres Quevedo (1852-1936). Muestra con sumo detalle la solución técnica desarrollada por el genial inventor para el Transbordador del Niágara, que por un tiempo se denominó “Spanish Aerocar”, y actualmente se denomina “Whirlpool Aerocar”. Este extraordinario modelo se conserva en el Museo Torres Quevedo de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid. El fondo de este Museo tiene su origen en el Laboratorio de Automática, una iniciativa impulsada por el Ateneo de Madrid en 1906 para consolidar el centro privado que el propio Torres Quevedo mantenía en la capital. Se instaló en primer lugar en el Palacio de la Industria y las Artes. En 1928, el Laboratorio de Automática cedió un número de piezas a la Escuela de Caminos, que son las que forman el fondo del actual Museo.
El Museo Torres Quevedo cuenta también entre sus fondos con un plano de un antecesor directo, fechado en Madrid en 1905, de nuestra maqueta. Este plano corresponde a un transbordador sin asientos, y con una barquilla ligeramente diferente. En cambio, el sistema de sujeción y tracción eran ya idénticos, con seis cables de sujeción y uno de tracción.
La maqueta data de al menos 1915, cuando se menciona en una noticia periodística, indicando que la maqueta se mostraría en la exposición que acompañó al Congreso de Ciencias celebrado en Valladolid del 17 al 22 de octubre ese año1. También se menciona la Escuela de Caminos como uno de los centros que, en sus talleres, producía los aparatos inventados por Torres Quevedo. Ha sido expuesta en no pocas ocasiones,
Maqueta del Transbordador del Niágara y detalle de la barquilla. Museo Torres Quevedo, Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid.
Plano del “Transbordador aire”, Madrid, 1905. Museo Torres Quevedo, Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Universidad Politécnica de Madrid.
2 Tras la citada muestra de Valladolid, se llevó a la exposición del VI Congreso de la Asociación Española del Progreso de las Ciencias (Sevilla, 1917). La última donde se expuso fue en la celebrada en la primavera de 2016 en la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid, con motivo del centenario del mismo Transbordador.
3 GONZÁLEZ REDONDO, F. A.(2009): “Leo nardo Torres Quevedo”, Madrid, Aena, Centro de Documentación y Publicaciones.
4 ALONSO, J. A.y JUARISTI, S.(1993): “La Sociedad de Estudios y Obras de Ingeniería”, en Actas del II Simposio “Leonardo Torres Quevedo: su vida, su tiempo, su obra”: 12 al 14 de agosto de 1991, pp. 251-264. dando testimonio de un invento original y simple, pionero en su campo2 . Francisco González Redondo ha denominado al Transbordador el primer paso de lo que denomina “La conquista del aire” por parte del inventor, que continuó con los dirigibles, así como con numerosos aparatos e inventos relacionados con ellos, y, finalmente, el Telekino, inventado para aumentar la seguridad de las personas permitiendo el control a distancia de dirigibles3 .
La obra en el Niágara fue fruto del emprendimiento español. En primer lugar, el 30 de noviembre de 1906 se constituyó en Bilbao la Sociedad Anónima de Estudios y Obras de Ingeniería, poco después de la exitosa y celebrada demostración del Telekino en El Abra, en la misma ciudad. Su propósito era “estudiar experimentalmente los proyectos o inventos que le sean presentados por D. Leonardo Torres Quevedo y llevarlos a la práctica”4. El primero de ellos es “un sistema de guías funiculares aéreas para el transporte de viajeros”, el transbordador. En 1907 se puso en marcha el Transbordador del Monte Ulía en San Sebastián. Fue muy pronto bien aceptado por el público y rentable. Comenzó poco después una indagación de en qué otros países podrían encontrarse parajes adecuados para la implantación de otros transbordadores. En la mente de Torres Quevedo hubo desarrollos horizontales, y de fuerte pendiente,
Detalle de la barquilla de la maqueta del Transbordador.
sin más que girar el sistema de sujeción con respecto de la barquilla, y aumentar adecuadamente el de tracción. En 1911, el 22 de abril, Valentín Gorbeña reseña ante la Junta General de la Sociedad el inicio de las negociaciones para obtener una concesión para construir un transbordador con el sistema Torres Quevedo en el Niágara, sobre el paraje del río denominado Remolino (Whirlpool). La cronología es la siguiente:
1910 o 1911: inicio de las negociaciones 1911 (abril): reseña del inicio de las negociaciones 1911: se encarga a Soilsbury la realización de planos topográficos 1911 (septiembre): viaje de Gorbeña con Torres Quevedo 1913 (enero): Balzola reside en Canadá para negociar la concesión 1913 (noviembre): el día 1 se firma la concesión 1915 (12 de julio): inicio de las obras 1916 (febrero): pruebas 1916 (8 de agosto): inauguración
Detalle del castillete 1º.
Es oportuno señalar que a partir de 1910, aproximadamente, se produjo un fuerte crecimiento económico en España, superado ya en gran parte el choque de la pérdida de las últimas colonias, con mejoras en técnicas agrícolas e industriales, aparición de nuevas industrias y medios de producción, como la propia electricidad y la industria química. También la población creció de forma lenta pero continua en el primer tercio del siglo, pasando de 18,6 millones de habitantes en 1900, a 23,5 millones en 1930. Se atribuye este aumento a las mejoras experimentadas por el sistema sanitario. Por tanto, en torno a 1911 se vivía un cierto optimismo económico, y se buscaban empresas para invertir capitales tanto nacionales, repatriados tras la pérdida de las colonias, como autóctonos y extranjeros. El núcleo vizcaíno, al que pertenecen las sociedades mencionadas, fue el que resultó más reforzado. Es este el caldo de cultivo que propició el patrocino de los inventos de Torres Quevedo.
5 ICAZA, Rafael (2003): “Una iniciativa singular: un puente sobre las cataratas del Niágara”, en 1887-1997. Centenario de la Escuela Superior de Ingenieros de Bilbao, Bilbao, Fundación Escuela de Ingenieros de Bilbao.
6 FERNÁNDEZ TROYANO, Leonardo (2014): “Los transbordadores y la barquilla de Leonardo Torres Quevedo”, Revista de Obras Públicas, nº 3553, abril. 7 Fotografía de Mary Stanton, Spanish Aero Car, de mayo de 1926. Historic Niagara Digital Collections.
8 “Un triunfo español en América del Norte”, en Alrededor del Mundo, 26 de junio de 1916.
El presupuesto del Transbordador fue de 501.000 pesetas. Por ello, se constituyó otra Sociedad Anónima de Transbordadores españoles en América, con un capital social de 550.00 pesetas, en 1.100 acciones de 500 pesetas. Las primeras 300 acciones se adjudicaron a la Sociedad de Estudios y Obras de Ingeniería, lo que implicaba colocar 800 acciones en el mercado, con derecho preferente para los accionistas de la sociedad inicial.
El Transbordador del Niágara recorre, a 76 metros de altura, los 549 metros que van desde la Punta Thompson a la Punta Colt, ambas en Canadá, lo que simplificó la obtención de permisos y evitó la necesidad de aduanas. Dado que la flecha máxima, con la barquilla con carga máxima, era de 30 metros, el agua se contempla a unos 45 metros de altura mínima5. Su capacidad era inicialmente de 40 personas, hoy reducida a 35. Su motor originalmente era un Westinghouse eléctrico, trifásico, de 75 CV de potencia. Contaba con un multiplicador de 30 a 1, con lo que se alcanzaban velocidades de hasta 130 m/min. El viaje duraba unos 6 minutos, aunque a máxima velocidad podía reducirse a 4 y medio. Hoy dura alrededor de 10 minutos y dispone de otro motor moderno de gasolina, que tiene una potencia de 60 CV y actúa sobre un cable de 2,23 cm de diámetro. Está suspendido sobre seis cables de una pulgada (2,54 cm) de diámetro. Fernández Troyano ha señalado que “las 12 ruedas iniciales se han desdoblado, por lo que actualmente son 24, y a la cabina se le ha puesto techo”6. El techo fue una adición temprana, aunque posterior a 1924, ya que está recogido en fotografías al menos desde 19267. Dado que sobrevuela el remolino, cruza brevemente el espacio aéreo estadounidense, por lo que fue necesario obtener permisos en los dos países. Los contrapesos de cada cable pesan 10 toneladas, y el anclaje fijo lo constituye una mole de hormigón de 741 toneladas. En 1961, el transbordador fue adquirido por A. Blake Robertson, quien se lo vendió en 1968 a la Niagara Parks Commission.
Así pues, esta maqueta celebra el reciente centenario de “un transbordador de un ingeniero español, explotado por capitales españoles y fabricado en España, instalado sobre terrenos y aguas yankis y canadienses”8. Volvamos a estar orgullosos del genio de Torres Quevedo y del éxito de una aventura española de principios del siglo XX.
Manuel Romana García
Profesor Titular y Responsable del Museo Torres Quevedo de la ETSICCP Universidad Politécnica de Madrid