Por Juan Ignacio Provéndola
VILLA GESELL, HISTORIAS DE UNA CIUDAD QUE SE HIZO LEYENDA EL LIBRO “HISTORIAS DE VILLA GESELL” REÚNE 50 CAPÍTULOS EN LOS QUE DETALLA “VERDADES, SECRETOS Y MISTERIOS” DE LA MITOLOGÍA ERIGIDA ENTORNO DE LA CIUDAD.
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El Faro Querandí, primera construcción del partido geselino erigida en 1919.
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n submarino alemán bordea las mismas playas que veinte años después serán el destino predi lecto de muchos jóvenes. El Almirante Guillermo Brown coordina opera ciones militares cerca del mar. Un ex cam peón mundial promueve la primera organiza ción gremial del boxeo en Argentina. El Che Guevara llega con su moto desde Córdoba y descubre el mar. Un conde húngaro desterra do construye su palacio en la arena. Roberto Mouzo y Pinino Más se retiran jugando en el Atlético. Varios cuerpos de desaparecidos aparecen desde el mar y una nena llamada Agostina desaparece para siempre. Tita Mere llo dona una virgen y se interna en la capilla a rezar. Arturo Frondizi llega caminando desde Ostende con una boina como único reparo. Otros Presidentes lo hacen en helicóptero, vienen de campaña y hasta reciben terrenos de regalo. Un acuario de verdad exhibe el mun do oculto del Océano y un castillo de mentira rescata el pasado perdido del Medioevo. Luis Alberto Spinetta graba una película sobre la 3 y Carlitos proyecta el imperio del panqueque desde la 106. Mientras tanto, zorros y tiburo nes escrutan los montes y las costas de una increíble reserva natural creada alrededor de un viejo faro. A pesar de su corta vida (fue fundada en 1931 pero se pobló recién a partir de la déca da del ‘60), Villa Gesell ofrece una increíble cantidad de historias, secretos y misterios de la más amplia procedencia. Los 50 capítulos que componen el libro “Historias de Villa Ge sell” son el fruto de cinco años de entrevistas y archivos. Una obsesiva búsqueda entre los pliegues y arcones del pasado y del presente para rescatar recuerdos, despertar nuevas cu riosidades y provocar las tensiones necesarias que, finalmente, permitan entender cómo esa ciudad se convirtió en leyenda. 01 SOMBRAS DE LA CRUZ GAMADA. Una asociación bastante simple y prejuiciosa vincula la procedencia de Carlos Gesell (ar gentino hijo de alemanes, mas no alemán) con una presumible simpatía nazi. Así empezaron a proliferar relatos en los que Villa Gesell se asemeja a una tapera de nazis adorando esvás ticas en cultos secretos. El problema es que es casea el otro insumo fundamental para darle veracidad a una historia: una fuente verídica,
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Carlos Gesell, los jóvenes y las guitarreadas típicas en la playa.
una foto, una documentación. Los únicos da tos reales son, por un lado, un informe de la Armada Argentina que asegura haber visto pasar a fines de la Segunda Guerra Mundial un submarino “entre las costas de Ostende y de Querandí” (es decir, entre lo que hoy son Pinamar y Villa Gesell); mientras que, por el otro, es conocida la presencia de tres náu fragos del Graf Spee, buque alemán hundido por tropas británicas en costas uruguayas. La única presencia nazi comprobable de la zona no fue en Gesell, sino en Madariaga, donde distintos investigadores revelaron en una es tancia la existencia de una base secreta de co municaciones directa con Berlín. WWW.TRAVELMGZ.COM.AR · 43
02 HABLANDO DE CARLOS GESELL, PERO EVITÁNDOLO. La figura del fun dador integra el elenco protagónico de “His torias de Villa Gesell” pero no es su actor principal. Mucho ya se ha contado sobre él; desde biografías financiadas (“El domador de médanos”, de Omar Sierra o “La historia de Villa Gesell”, de Omar Masor) hasta libros de sus descendientes (indispensable, el crudo “Carlos Gesell, su vida”, de Rosemarie Gesell, su hija más díscola y la única sobreviviente de sus seis vástagos). La idea es tomar distancia y sólo acercarse a dimensiones poco tran sitadas de él. Por ejemplo, su relación con el movimiento hippie, que consagró a Villa Ge sell como su punto de encuentro en sucesivos veranos. Pese a que Carlos Gesell es figurado como un tipo estricto y atado a las normas, todos los testimonios apuntan a que fue desde complaciente hasta generoso con los jóvenes que iban a acampar, a hacer fogones, a andar descalzos por la avenida 3. A, de algún modo, intrusar un lugar que el viejo Gesell imagi naba diferente al que deseaban esos mucha chos y muchachas. Otro aspecto que parece prohibido en los relatos oficiales es el de sus 44 · TRAVEL MAGAZINE · NOVIEMBRE 2016
Derecha: Carlos Gesell y su segunda mujer, Emilia Luther.
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03 LETRA Y MÚSICA: EL ROCK. Inevi table referirse al vínculo entre el rock y Villa Gesell, ciudad en la que algunos historiadores ubican al hecho fundamente del llamado rock nacional: el debut del grupo Los Beatniks, au tor del primer disco editado. De allí en adelante se suceden Sui Generis y Soda Stéreo, que a su 46 · TRAVEL MAGAZINE · NOVIEMBRE 2016
modo y en sus décadas estrenaron en Gesell el concepto de gira rockera de verano por la costa, también Los Redondos y Sumo (la experiencia geselina de Luca Prodan es uno de los puntos altos del libro), la cruda historia de Gastón Goncalves, de Los Pericos, hijo de uno de los primeros desaparecidos en la última dictadura, también Los Tipitos, el exilio geselino de Jorge Serrano, de los Auténticos Decadentes, y nues tro hijo pródigo, ilustre y por muchos descono cido: Willy Crook. 04 LO DESCONOCIDO DE LOS CONOCIDOS. El Che Guevara eligió Villa Gesell como la primera escala de su primer viaje en motocicleta por Latinoamérica, el mismo que inspiró la famosa película. En ese entonces no había en la Villa más que un par de casas, en
Arriba: Tita Merello (centro) y Carlos Gesell. Recuadros: afiches históricos que dan fe de la estrecha relación de la ciudad con el rock nacional.
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dos esposas. La primera, Marta Tomys, fue la madre de sus seis hijos y quien lo acom pañó por Alemania, Estados Unidos, Buenos Aires, y finalmente el delirio de instalarse en una casilla de cuatro puertas en el medio de la nada. Y la segunda, la última, Emilia Luther, ex secretaria suya, unos años mayor y de gran personalidad, que fue quien lo acompañó en las décadas de fijación y crecimiento de la in cipiente Villa Silvio Gesell.
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tre ellas la de un tío de Guevara que les ofreció a él y a Alberto Granado unos días de aloja miento tras la partida desde Córdoba. Por su parte, Luis Alberto Spinetta filmó sobre la 3, en el otoño de 1988, su única experiencia ci nematográfica: el corto “Balada para un Kaiser Carabela”, corto dirigido por el geselino Fer nando Spiner. Un puñado de fotos atestiguan la visita de Arturo Frondizi, quien se vino caminando en alpargatas por la playa desde su casilla en Ostende con el único propósito de conocer a Carlos Gesell. Y, más cerca en el tiempo, al final de su carrera, Tita Merello eli gió refugiarse entre los pinos de Barrio Norte. A todas estas historias las atraviesa lo mismo: la sensación de que Gesell fue el lugar propicio para cosas que no hubiesen sido posibles en ningún otro lado. 48 · TRAVEL MAGAZINE · NOVIEMBRE 2016
05 DE LA 3 HASTA EL FARO. Las historias necesitan de dos cosas: un protagonista y un lu gar. En Gesell, el espacio físico más conocido es la 3, avenida principal que en verano se vuelve peatonal en sus cuatro cuadras más céntricas. A lo largo de su extensión o en sus inmedia ciones se ubican otros sitios interesantes, como la Primera Junta (plaza principal), el viejo ho tel Pipach, construido por un duque húngaro exiliado, los diferentes locales donde Carlitos se convirtió en el rey del panqueque, el extin to Acuario (que supo ser el más grande de Su damérica) y el increíble castillo de Juguelandia. Pero la primera construcción de Villa Gesell no está sobre su avenida principal. Ni siquiera en la propia ciudad: se trata de la increíble reserva que se formó alrededor del Faro Querandí, ins talado en el extremo sur del partido en 1919.
Epígrafe: el famoso castillo de Juguelandia y el antiguo acuario (recuadro), que supo ser el más grande de Sudamérica.
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06 INVIERNO: LA OTRA HISTORIA. ¿Qué pasa en Villa Gesell cuando se apaga el calor y todo vuelve a ser pueblo? Muchas cosas intere santes. Por ejemplo, el “Geselazo”, una masiva manifestación por la ruta desde Gesell hasta Madariaga reclamando la autonomía, en 1970, que fue difundida por todos los medios nacio nales. O los claroscuros durante la última dic tadura, con cuerpos aparecidos en el mar y en terrados como NN en el cementerio local. Más cercano en el tiempo, la historia de Agostina Sorich, una nena que se fue de su casa y nunca más fue vista. O dos muchachitos que juntaron firmas por la calle y, de esa manera, lograron que se prohibiera la venta de pirotecnia para las fiestas. También resulta muy interesante la re trospectiva, incluso mucho antes de que Carlos Gesell comprara esos arenales y apareciera por la década del ’30. Durante todo el siglo anterior, la zona fue parte de una lucha por el poder de las tierras en la provincia de Buenos Aires y allí, entre los escondrijos de los montes salvajes, su pieron convivir indios querandíes, fugitivos de Rosas, gauchos bravos y hasta tigres salvajes. Luego, claro, apareció Carlos Gesell fijando dunas. Su legado natural más impactante es el actual predio del Pinar del Norte, donde se en cuentran sus dos viviendas, otras dependencias y el bosque iniciático recostado sobre la playa.
El clásico de la ciudad, Atlético y San Lorenzo. L. A. Spinetta tuvo su única experiencia cinematográfica en Villa Gesell en 1988.
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07 EL DEPORTE Y EL HOMBRE. El parti do más largo del mundo, jugado de manera interrumpida entre 22 personas durante más de un día. Héctor “el Artillero” Velazco, cam peón mundial de boxeo en la misma categoría que Carlos Monzón, que luego se retiró para crear un gremio de pugilistas en un mercado dominado por oligopolios. O Atlético y San Lorenzo, el clásico que dos veces al año divide a la ciudad entre el centro turístico y el oes te obrero, y que en su última edición concitó la atención nacional por un curioso pacto de caballeros: San Lorenzo se dejó hacer un gol luego de marcar uno discutido. El deporte es un discurso interesante para entender las na rrativas locales, sus sistemas de reconocimien to y de identificación con gestas logradas en nombre de la ciudad. Desde los relatos más colectivos y totalizadores hasta los mínimos y personales, como el de Roberto Mouzo, vieja gloria de Boca que decidió retirarse en Atlético y luego estableció un vínculo emocional con la ciudad muy fuerte. Fue en estas playas donde despidió a su compañera de toda la vida con cediéndole el último deseo: que sus cenizas se sumerjan para siempre en el mar geselino. WWW.TRAVELMGZ.COM.AR · 51