Características del conflicto internacional y estrategias de la política exterior argentina
Análisis del posicionamiento nacional respecto de los conflictos armados durante las últimas dos décadas.
Córdoba, Argentina Junio - 2014
Juan José Ronco Rampulla Licenciado en Comunicación Social – UNC
Introducción
La presente investigación tiene como objetivo el reconocimiento del trasfondo teórico que sustenta a la política exterior argentina respecto de conflictos armados durante el periodo que abarca desde 1989 hasta la actualidad. Para ello, el trabajo constará de tres secciones.
Contexto Mundial 1989-2014... En la primera, se intenta encuadrar en un marco teórico al contexto mundial dentro del cual suceden los acontecimientos. El comienzo de la década del 90 marca un punto de inflexión en la historia contemporánea. La caída del Muro de Berlín, símbolo de la implosión de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas deja a Estados Unidos como única potencia hegemónica. Sin embargo, el surgimiento de nuevos actores en la escena complejiza el sistema de equilibrio de poderes. Sobre todo cuando no sólo son Estados quienes entran en el juego (en algunos casos, viejas potencias en recuperación; en otros, antiguas colonias independientes), sino también sectores privados concentrados en corporaciones financieras, y en menor medida, grupos organizados de la sociedad civil con diferentes intereses y medios para lograrlos. En este marco, frente a una debilidad progresiva y generalizada del rol de los Estados, toman impulso los procesos de integración y la conformación de bloques regionales que generan nuevos polos centralizadores de poder.
Las nuevas formas de violencia En estrecha relación con la sección anterior, la segunda etapa analizará las nuevas dinámicas de situaciones violentas1. La asimetría existente entre las potencias mundiales, y ahora se pueden incluir las milicias privadas, respecto del resto de los Estados o grupos civiles, no se ha transformado en una directa sumisión de los segundos respecto de los primeros. Aquí entran en análisis distintos aspectos. La mayor parte de los Estados que conforman el sistema internacional han receptado de manera positiva, en términos valorativos y jurídicos, los mecanismos de resoluciones pacíficas de controversia. Con lo cual, desde los procedimientos de negociaciones directas hasta las intervenciones de tribunales internacionales han demostrado ser importantes canalizadores de conflictividades que, en otra época histórica hubieran llevado inevitablemente a enfrentamientos bélicos interestatales. Actualmente, la
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Utilizo la denominación “situaciones violentas” para conformar una macrocategoría que incluya una mayor amplitud de hechos con presencia de armas de fuego. Sin entrar en el debate sobre la injerencia en asuntos internos, el solo hecho de que manifestaciones sociales como las de Venezuela contra el gobierno de Maduro, por ejemplo, trasciendan su frontera y sean debatidas en foros internacionales, implica cierta alteración en la paz internacional.
sola imposición de sanciones económicas representa un mecanismo disuasivo importante para obligar a los gobiernos a no solucionar controversias con sus fuerzas armadas. Sin embargo, las nuevas situaciones violentas provienen de sectores de la sociedad civil frente a los gobiernos. Su esencia radica en la situación de inferioridad que tienen estos grupos frente a los aparatos coercitivos estatales controlados por su oponente. Aquí la dinámica Estados contra Estados se complejiza para incorporar también a los Grupos Civiles contra su propio Estado (con repercusión extrafronteriza) o contra otro Estado. Con lo cual, un gobierno ya no accede al poder estatal para ejercer dominio sobre una sociedad homogénea. Nunca lo hizo tampoco. Pero, las nuevas visiones teóricas permiten comprender que esa sociedad se compone por diversidades de intereses. Algunos de ellos pueden vincularse con los de sociedades pertenecientes a otros Estados. O incluso otros Gobiernos pueden manifestar sus propios intereses a través de grupos civiles, económicos o militares extranacionales para que le disputen poder a sus respectivos gobernantes.
Posicionamiento de la política exterior argentina Estudiar Política Exterior consiste en analizar a modo de un diálogo continuo las conexiones entre las relaciones internacionales (cómo los Estados se relacionan unos con otros) y las políticas locales (el funcionamiento de los gobiernos en función de las necesidades y demandas de sus propios ciudadanos y empresas u organizaciones).2 Con lo cual, respecto a esta tercera sección, es difícil analizar la política exterior argentina sin entender su realidad hacia adentro. El primer período presidencial, luego del último gobierno militar de facto, finaliza envuelto en una crisis económica y social en 1989. Ese año, se realiza el Consenso de Washington desde donde vendría la presunta solución a las problemática no sólo del país, sino de toda la región. Las consecuencias de la adopción de las medidas resultantes llevaron a un retroceso de la presencia de los Estados latinoamericanos en sus territorios y una disminución de su estructura burocrática-administrativa. En contrapartida, existe un avance del sector económico-financiero para reemplazar paulatinamente los vacíos que van dejando los Estados regionales. Luego de la crisis del 2001 y un período de transición que dura hasta el 2003, se inicia en la República un nuevo período que persiste hasta la actualidad. A lo largo de toda la región sudamericana, en forma casi simultánea, llegan al poder gobiernos de centroizquierda que intentarán construir (o reconstruir) un espacio de cooperación y coordinación para comulgar políticas en común, entre ellas, la cuestión de la seguridad y paz internacional.
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Kaarbo, Lantis and Beasley, (2012), “The Analysis of Foreign Policy in Comparative Perspective” en Foreign Policy in Comparative Perspective: Domestic and International Influences on State Behavior. Washington, Estados Unidos. Pág. 2-4
1. El Sistema Internacional contemporáneo
Luego de la sintética contextualización realizada en la introducción, aquí se planteará la mirada teórica desde la cual este trabajo analiza el posicionamiento argentino, sus dificultades y su propuesta frente al resto del mundo.
1.1 El Realismo y la Interdependencia Compleja La teoría del realismo político se ha construido sobre dos supuestos: que los Estados son predominantes y actúan como unidades coherentes, y que la fuerza es un instrumento utilizable y eficaz en la política. De esta manera, cada Estado procura defender su territorio e intereses de amenazas reales o potenciales.3 Sin embargo, una mirada al mundo contemporáneo limitada por estas nociones deja afuera todos los fenómenos y acontecimientos que se producen por fuera de la esfera estatal. Y hoy en día, es difícil imaginar una estructura de poder que tenga la capacidad de ejercer control absoluto sobre una realidad intensamente compleja. Si bien podemos rescatar que los Estados continúan teniendo un rol protagónico (en la medida que continúen siendo los detentores del monopolio del uso de la fuerza), es necesario complementar el análisis con otras teorías que permitan incluir el campo de acción de los agentes, tanto nuevos, como ya existentes pero que han trascendido las fronteras. Robert Keohane y Joseph Nye elaboraron un esquema teórico en el que reflejaron una mayor relevancia a los actores no estatales. Esta escuela lleva el nombre de interdependencia compleja. Sus autores destacan tres características principales del ordenamiento global contemporáneo4: - Sociedades conectadas por canales múltiples. Resumen estos canales como relaciones interestatales, transgubernamentales y transnacionales. Los realistas de limitaron a observar las relaciones interestatales. Las teorías transgubernamentales representan un nivel más flexible que el anterior porque no responde a los intereses esenciales de existencia de todo Estado, sino a la agenda política programática de sus gobiernos. Por último los canales transnacionales ponen en evidencia que los Estados no son los únicos que interactúan hacia afuera de sus fronteras. Es decir, las naciones no sólo se conectan entre sí a través de funcionarios estatales o agentes diplomáticos. Las sociedades tienen sus propias vías de intercambio y comunicación. - Multiplicidad temática de la agenda interestatal. Debido a un difuso límite entre la implicancia de la política exterior respecto de la que se toma hacia el interior. Los Estados no se
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Keohane, R. y Nye, J., (1989), “Realismo e interdependencia compleja” en Poder e Interdependencia: Políticas Mundiales en Transición. Estados Unidos. Pág. 39. 4 Ibid., Pág. 41.
limitan a interactuar entre sí únicamente por cuestión de seguridad. Debido a la intensificación del canal transnacional, las problemáticas propias de una nación trascienden la frontera. Con lo cual, es constante observar como las agendas de los Ministerios de economía (principalmente), agricultura, industria y hasta de defensa, planifican políticas de cooperación con sus pares de otros países. Cuestión similar, ocurre a nivel civil entre ONGs, movimientos sociales, etc. Y con mucho mayor dinamismo y volumen, a nivel empresarial. - La tercera característica es la más relevante para este trabajo: “La fuerza militar no es empleada por los gobiernos contra otros gobiernos de la región cuando predomina la interdependencia compleja”5. Siguiendo con el punto anterior, el uso de la fuerza sería incoherente para solucionar un conflicto de intercambio de mercaderías o control sanitario. Y en el caso de producirse una controversia de consideración, los gobiernos tendrán mucho para perder si no logran solucionarlo de manera pacífica.
1.2 Regionalismo y procesos de Integración La escuela de la interdependencia permite comprender la conformación de bloques regionales y los procesos de integración tanto desde la voluntad de los Estados y sus gobiernos para conformar acuerdos de cooperación, como desde la óptica de la sociedad civil y las empresas que motorizan el intercambio de bienes, servicios, capitales y la movilidad de personas a través de las fronteras. En el caso de Argentina, la relación con sus pares más próximos ha sido pacífica. En general, salvo por escasas excepciones de conflictos bélicos, la región ha atravesado su proceso de emancipación de las metrópolis y de constitución como Estados en forma conjunta, lo que los ha llevado a intentar no autopercibirse como amenazas, sino a cooperar contra eventuales ataques extracontinentales. De esta manera, a lo largo de casi dos siglos, han proclamado la vía pacífica para la resolución de controversias. Los mismos principios que fundan la Carta de la Organización de Estados Americanos sostiene la necesidad de evitar gastos armamentísticos para procurar mayor inversión en el desarrollo de las naciones y la erradicación de la pobreza. Estos principios han sido el faro que guiaron las políticas exteriores de los Estados sudamericanos. Los procesos de integración de la segunda mitad del siglo XX se han enfocado exclusivamente en objetivos económicos y sociales. A diferencia del camino desarrollado en Europa que tuvo como premisa implícita la superación de rivalidades de las dos grandes guerras. No obstante, en la última década recién se ha comenzado a desarrollar proyectos de defensa colectiva a través de UNASUR con la idea de superar el fracaso del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca.
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Ibid., Pág. 41.
1.3 Organizaciones Internacionales Luego de la Segunda Guerra Mundial, tras el peligro que demostró ver el mundo desde la mirada de los realistas, recobró fuerza la escuela liberal que había surgido a finales del siglo XIX y durante su punto culmine había inspirado la conformación de la Sociedad de Naciones en 1919. Años más tarde, la corriente correría el mismo destino que dicha organización. Sin embargo, las atrocidades que el mundo vivió entre 1939 y 1945, llevó a replantearse nuevamente el sistema de valores y principios que debía dar fundamento al orden internacional. Fue así como resurgieron las teorías idealistas. Esta escuela, denominada “utopista” por los escépticos, se sostiene premisas cooperativistas; la codificación de una legislación universal; la existencia de organismos supranacionales; la liberación del comercio; sosteniendo que es posible la conformación de una comunidad internacional pacífica.6 Tales ideas suponen una mirada sobre el Estado totalmente opuesta a la impuesta por el realismo clásico. El idealismo entiende que es posible que los gobiernos puedan conformar foros internacionales donde participen en procesos conjuntos con fines en común. Incluso sostienen la necesidad de constituir un orden supranacional que vele por el cumplimiento de normas positivas internacionales a fin de garantizar la seguridad y paz mundial. Amparado por este contexto académico y político, los grandes líderes apuestan por la creación de Naciones Unidas, con su innovador (y polémico) Consejo de Seguridad que intenta investir el rol agente universal legitimado para el uso de la fuerza (al monopolio de la fuerza lo sigue detentando cada Estado). Como se analizará más adelante, Argentina ha apelado la mayoría de las veces a la utilización de una retórica idealista en sus pronunciamientos. Sobre todo, luego de la derrota en la Guerra de Malvinas, sus diferendos con otras potencias han sido dirimidos a través de los organismos internacionales. Quizás no por opción, sino como única alternativa. Esta escuela, al menos desde la teoría, concibe a todos los Estados como iguales. Y tal principio se respeta en órganos plenarios como la Asamblea General de Naciones Unidas. No obstante, desde la “realidad” los resultados han sido diferentes y las grandes potencias terminan haciendo valer su efectiva superioridad. De todas maneras, pese a las constantes críticas que reciben organismos internacionales como Naciones Unidas principalmente, su existencia actúa como centro gravitatorio de todos los conflictos alrededor del planeta. Si bien es cierto que el sistema de veto ha limitado el pleno y democrático accionar de la institución en situaciones complejas, también es cierto que ha servido de espacio de diálogo y enfriamiento de controversias en numerosas ocasiones. Sin dudas, es difícil imaginar un sistema internacional sin Naciones Unidas, tanto para las grandes potencias, como para los países que conforman la semiperiferia y la periferia.
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Brown, C., (1997), Understanding International Relations, Londres. Inglaterra. Pág. 26-31.
2. Nuevas formas de violencia
Uno de los argumentos con el que la realidad le da la razón a la escuela idealista es que sus normativas internacionales y sus organismos como Naciones Unidas efectivamente han tenido un impacto en cuestiones bélicas. Las guerras y agresiones entre Estados ya no se producen en la manera y cantidad en que ocurrían anteriormente. Ese paso del ius ad bellum al ius in bello se ha cristalizado para la mayoría de los países. Y en el caso de que una potencia no lo respete recibirá, por lo menos, el desapruebo tanto del sistema interestatal como el de su propia ciudadanía. Sin embargo, tal como sostiene el analista Nuñez Villaverde: “Hoy no hay conflictos armados a escala internacional, pero la paz se ve amenazada por decenas de contiendas” 7. Las críticas al idealismo subsisten si sustancialmente consideramos que, a pesar de la casi desaparición de guerras entre fuerzas armadas, la violencia ha mutado hacia espacios grises del consenso de la comunidad internacional.
2.1 Guerras interestatales Actualmente no es una cuestión de utopistas atreverse a confirmar que las guerras de agresión entre Estados fueron erradicadas. Luego de casi un siglo y medio de debates, los gobiernos han logrado consensuar reglas y conceptos precisos a los cuales decidieron comprometerse. Ya no pueden eludir al Derecho Internacional a través de vacíos tales como: si un Estado no declara formalmente la guerra, el uso de sus fuerzas armadas no está condicionado por la Convención de Ginebra. No obstante, la vía de las excepciones siempre deja una puerta para hacer posible lo prohibido mediante juegos de interpretación. Es así como la legalidad de la legítima defensa prevista en el artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas representa la figura utilizada actualmente. Ningún Estado probablemente acepte sacrificar su derecho a resguardar sus elementos esenciales constitutivos y tolere pasivamente un ataque externo hasta que una Organización Internacional acuda a su socorro. Al menos no en este momento. Por lo tanto, la figura de la legítima defensa goza de plena legitimidad internacional siempre y cuando se verifiquen sus requisitos básicos: que el ataque sufrido sea armado, ilícito y actual; mientras que la defensa debe ser necesaria y proporcionada. El debate se torna intenso con la hipótesis del conocimiento previo e inminente del ataque que sufrirá un Estado. Esta idea da lugar al surgimiento de la legítima defensa preventiva, justificación utilizada hace una década por Estados Unidos y aliados para invadir Iraq y derrocar al gobierno de Saddam Hussein.
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Núñez Villaverde, J. (2013), “2014: Ninguna guerra a gran escala, pero sí interminables conflictos” en El País. Publicado el 27 de Diciembre del 2013. Madrid. España.
La segunda brecha a través de la cual se podría argumentar legalmente el ataque sobre otro Estado es apelando al derecho humanitario. Es decir, un Estado envía sus fuerzas armadas a otro territorio para proteger a la ciudadanía de su gobierno. Esta situación ya no generaría estrictamente una contienda bélica interestatal, sino un enfrentamiento bélico entre gobiernos. El caso paradigmático actual es el de Siria. Aquí se puede observar la necesidad de flexibilizar la mirada que proponen los realistas de asimilar a los Estados como “bolas de billar”. Se hace necesario analizar los elementos internos particulares de cada actor interviniente. En el caso del párrafo anterior, el mundo fue testigo de cómo la política exterior de las gestiones tanto de Barack Obama como la de David Cameron fueron totalmente limitadas desde la opinión pública y los órganos institucionales internos del Estado. Y por el otro lado, no se tomaba como enemigo al Estado Sirio en su conjunto. La intervención militar se limitaba exclusivamente a destituir al gobierno de Bashar Al-Assad. Sin embargo, como consecuencia de la imposibilidad del ataque por parte de una coalición occidental, las administraciones utilizaron sus canales transnacionales para financiar y asesorar a sectores civiles para que sean ellos quienes desestabilicen al gobierno sirio. Una mirada de esa situación desde un punto de vista estrictamente realista hubiese brindado un diagnóstico y resultados totalmente incompletos. No obstante, al complementarla con la mirada que propone la interdependencia compleja, se permite analizar la participación de estos nuevos actores y el peso de las instituciones internas de cada Estado. 2.2 Guerras asimétricas y Guerras de Guerrilla De lo dicho en el segmento anterior queda en claro que si bien difícilmente el mundo vuelva a ser testigo de enfrentamientos directos entre fuerzas armadas estatales, lamentablemente la violencia seguirá existiendo a través de dinámicas y actores diferentes. Los niveles superlativos de desarrollo armamentístico a los que han llegado las potencias mundiales son imposible de alcanzar para los Estados periféricos. Con lo cual, el argumento de los realistas consiste en que la disminución de las guerras no se debe al poder disuasivo del Derecho Internacional, sino a la racionalidad de los gobiernos que, en caso de enfrentarse con una potencia, las consecuencias serían catastróficas. Esta asimetría ha llevado a un replanteo en el modo de planificar un ataque o una defensa. Actualmente, los enfrentamientos no ocurren en zonas despobladas donde los ejércitos pueden distinguirse y movilizarse cómodamente. Las situaciones de violencia ocurren en zonas urbanas con la intervención tanto de fuerzas militares profesionales como de civiles. Este modo permite al grupo que actúa en la defensiva equilibrar esa desigualdad generando confusión e incertidumbre en el oponente y convirtiendo objetos o situaciones convencionales en potenciales armas de destrucción.
También este modo puede ser utilizado como vía de ataque. Sobre todo cuando el grupo agresor ni siquiera responde a un gobierno, y cuenta con una limitada disposición de recursos. Un ejemplo paradigmático fue el atentado a las Torres Gemelas en el 2001. 2.3 Conflictos internos con repercusión transnacional La introducción del concepto de “formas de violencia” para ampliar el campo de trabajo estuvo intencionado a la incorporación de esta nueva categoría de conflictos. Se tratan de un fenómeno caracterizado por el levantamiento de sectores civiles contra sus gobiernos que ponen en peligro su estabilidad y permanencia. Para entender a esta categoría hay que hacer un doble filtro. Por un lado, descartar las situaciones en que la escala de violencia y represión toma tal magnitud que comienza a plantearse la intervención humanitaria (correspondería al primer apartado). Y en segundo lugar, no se tomarían aquellas situaciones en que los sectores civiles actúan autónomamente sin el soporte y sin la obsecuencia al interés de agencias (oficiales o privadas) externas a su país. Aquí quedarían afuera grupos como el EZLN, las FARC, la ETA o el IRA. De esta manera, y entendiendo que aún quedan muchos grises, pueden observarse fenómenos como la Primavera Árabe, el conflicto interno en Venezuela, o los rebeldes autonomistas ucranianos, por nombrar casos actuales. Su característica esencial es que directa o indirectamente, intereses de potencias extranjeras obtendrán un beneficio a causa del debilitamiento que generan en la paz interna y por lo tanto, aportan distintos elementos para mantener vivo el conflicto. Pero como la intervención estatal apoyando grupos rebeldes está expresamente prohibida por el artículo 3.g de la Resolución 3314 de la Asamblea General de N.U., es la misma sociedad civil a través de fundaciones u ONGs la que soporta y asiste a tales grupos. Con lo cual ningún Estado se encontraría formalmente violando el principio de no injerencia en asuntos internos.
3. Política Exterior Argentina
Al analizar la política exterior nacional en materia de conflictos armados, es necesario tener en cuenta dos instituciones cuyas decisiones y posturas sirven de variables para determinar el posicionamiento de Argentina en el mundo: el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto y el Ministerio de Defensa, ambos dependientes de las instrucciones impartidas por el Poder Ejecutivo. Al mismo tiempo, se podrá observar la imposibilidad de analizar la política exterior sin relacionarla con la política interna de un país.
3.1 Período 1989-2001 El primer hito que marca el comienzo de este período no es la asunción de Carlos Menem en la presidencia, sino la realización del Consenso de Washington. La adopción de las medidas neoliberales acordadas en aquel evento permite observar la actuación del gobierno desde las dos teorías planteadas al comienzo. Por un lado, el retroceso del aparato estatal y su consecuente reemplazo de otros sectores obligan a que las decisiones sean vistas desde la óptica de la interdependencia compleja. Sin embargo, sólo resultó el área de las corporaciones multinacionales el que llegó a ocupar los espacios estratégicos de toma decisión. Con lo cual, la política de Cancillería, estuvo dirigida desde el Ministerio de Economía. En este sentido, el período se caracterizó por el incentivo que los gobiernos regionales le imprimieron a los procesos integracionistas como el MERCOSUR y el ALCA. Es decir, esquemas de relación interestatales que permiten mayor autonomía en el accionar transfronterizo de actores económicos (principalmente) y sociales. Tal importancia se le dio al desarrollo del comercio internacional, que se decidió recuperar el diálogo por primera vez después de la guerra con Gran Bretaña para firmar convenio de incentivo de inversiones con la condición de que no implique ningún tipo de concesión sobre sus intereses de soberanía respecto a las Islas Malvinas. Por el otro lado, la política exterior de Argentina sobre conflictos bélicos estuvo prácticamente condicionada a la agenda de Estados Unidos. Con lo cual, puede ser entendida desde la escuela realista. Durante aquella década, el país participó en la Guerra del Golfo (1991) y fue parte de las operaciones militares del Consejo de Seguridad, principalmente en los conflictos entre los pueblos de la ex Yugoslavia. Argentina llegó a su máximo punto de obediencia a Estados Unidos cuando ingresó al grupo de “aliado importante extra-OTAN” en 1998. 3.2 Período 2003-2014… Al igual que la etapa anterior, este período también comenzó con un hito pero de significancia diametralmente opuesta al Consenso de Washington. La IV Cumbre de las Américas llevada cabo en la ciudad de Mar de Plata en el 2005 implicó la caída del proyecto del
ALCA y un cambio de paradigma regional caracterizado por el estrechamiento de lazos entre los gobiernos sudamericanos. Argentina vivenció una recuperación de su crisis económica y social con una conjunta reaparición del aparato estatal. El reencendido de las instituciones públicas permite ahora sí observar las políticas exteriores argentina en materia de conflictos armados desde los dos Ministerios especializados nombrados al comienzo de esta sección. El Ministerio de Defensa es el órgano eminentemente realista del Estado Nacional. Su actuación sólo se hace efectiva cuando las instancias de resolución pacífica de controversias han fallado y es de vital importancia la intervención de las Fuerzas Armadas para resguardar el interés de la nación y la existencia del Estado. Este Ministerio tuvo una reorganización sustancial durante el gobierno de Néstor Kirchner a través de la gestión de Nilda Garré. La modificación más importante fue la eliminación de todo tipo de hipótesis de conflicto con otros Estados. Hasta ese momento, sólo se preveía la posibilidad de un enfrentamiento con Brasil. Cuestión con orígenes históricos que carecían de relevancia actual. Además, otro cambio trascendental fue la supresión de la idea de amenazas internas a través de la cual, este Ministerio ejercía control sobre la misma sociedad civil en un intento de “lucha contra la subversión” desarrollada durante la década del ´70 (hipótesis de conflicto del “enemigo interno”). De esta manera, El Ministerio de Defensa adoptó como único objetivo repeler cualquier agresión que provenga del exterior a través de acciones dentro de la frontera nacional. Es decir, Argentina no tiene ningún interés en llevar a cabo ataques extraterritoriales con motivos defensivos. Este posicionamiento quedó plasmado en el art. 1 del decreto 727/2006 que reglamenta a la Ley de Defensa Nacional promulgada en 1988: “Las Fuerzas Armadas, instrumento militar de la defensa nacional, serán empleadas ante agresiones de origen externo perpetradas por fuerzas armadas pertenecientes a otro/s Estado/s. […] Se entenderá como "agresión de origen externo" el uso de la fuerza armada por un Estado contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia política de nuestro país, o en cualquier otra forma que sea incompatible con la Carta de las Naciones Unidas.” A su vez, se generaron espacios de cooperación en materia de defensa a nivel regional. América del Sur pasó a convertirse en una zona de “No Guerra” a una zona de “Paz”. Esto se logró mediante acciones tendientes lograr transparencia y recuperar la confianza con los Estados vecinos con quienes han existidos históricas tensiones, Brasil y Chile. Para ello, se han elaborado los denominados Libros Blancos en donde cada gobierno expone una suerte de inventario sobre los recursos militares con que cuenta. Y además, a través de las publicaciones de decretos presidenciales como la Directiva de Política de Defensa Nacional, donde los Jefes de Estado formalizan un diagnóstico sobre las perspectivas mundiales y regionales y fijan la política de seguridad sobre la cual se basa el Ciclo de Planeamiento Estratégico de Defensa Nacional. Al no existir en Sudamérica hipótesis de conflictos intrarregionales, los Estados se permiten superar temores vecinales para pasar a proyectar esquemas de seguridad de cooperación y colectivos.
Actualmente, el Ministerio de Defensa ya no planifica sus estrategias de defensa sobre hipótesis de conflicto externo. Ni siquiera respecto a Gran Bretaña. No considera conveniente organizar sus Fuerzas Armadas frente a potencias nucleares. Con lo cual, el criterio adoptado es en base a “capacidades militares posibles y necesarias”, y en lugar de organizar los recursos en torno a posibles enemigos lo hace respecto a “posibles escenarios” internos (ya que sólo prevé la defensa de agresiones desde dentro de la frontera). El resto de la política exterior en materia de conflictos bélicos, pasa primordialmente por el planeamiento llevado a cabo desde el Ministerio de Relaciones Exteriores. Aquí sí, la política debe verse desde una mirada idealista. Argentina deposita toda su confianza de resolución de conflictos en sus capacidades diplomáticas y en la función de los Organismos Internacionales. El gobierno se desprendió a una mirada del mundo europeísta/occidental, para comenzar a incrementar relaciones con Latinoamérica, Asia, África y el Mundo Árabe desde una perspectiva multilateralista. A diferencia del período anterior, Argentina ha integrado, con un criterio propio coordinado con sus pares sudamericanos, numerosos foros internacionales donde se ha posicionado con una clara postura respecto a sus intereses nacionales. La recuperación del mando de su política exterior quedó demostrada cuando en el 2003 no respaldó la agresión de la coalición dirigida por Estados Unidos contra Iraq. Rápidamente logró imponer en la agenda de los organismos internacionales y en cada misión diplomática que realiza, la cuestión de Malvinas. Esto logró el pronunciamiento de numerosos foros y Estados que le solicitan a Gran Bretaña la aceptación por la apertura de instancias de negociación sobre el caso. Esta temática tomó mayor intensidad desde la asunción de Cristina Fernández al poder. Argentina adoptó una retórica destinada a posicionarse como líder del hemisferio sur. Los frutos se vieron en el 2010. Ese año, Argentina reconoció la calidad de Estado a Palestina, y al mismo tiempo, Fernández de Kirchner fue elegida presidente pro-témpore del G77. En el año 2012 el país fue elegido para integrar el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en el período 2013-2015. Dentro de este último órgano tuvo importantes declaraciones frente a los dos conflictos bélicos que despiertan mayor polémica en la actualidad. Se pronunció en contra de la intervención humanitaria en Siria alegando el principio de no injerencia en asuntos internos. Sostuvo que en caso en que el gobierno estuviera utilizando armamento químico en contra de los rebeldes correspondería la actuación de la Corte Penal Internacional y no de la intervención de Naciones Unidas (y con menos razón de sus miembros). Por otro lado, contraatacó las denuncias de Estados Unidos y Gran Bretaña ante la anexión de Crimea por parte de Rusia. La Jefa de Gobierno omitió pronunciarse sobre el fondo de la cuestión y criticó el “doble estándar” que lleva a cuestionar el referéndum de los habitantes de la península europea, pero no el de los residentes ingleses en las Islas Malvinas. Este
pronunciamiento ocasionó un acercamiento del país respecto a la Federación Rusa en un momento en que se hace cada vez más evidente la pérdida de hegemonía de Estados Unidos frente a múltiples polos de poder. Finalmente, con respecto a las nuevas formas de violencia internacional a través de conflictos internos, Argentina sólo ha tomado posición en la cuestión de Venezuela (anteriormente se explicó que no se pronunció sobre el fondo de la problemática en Crimea). En esa ocasión, defendió explícitamente el derecho de gobernar de las autoridades elegidas democráticamente frente y la no injerencia en asuntos internos. No obstante, brindó apoyo al gobierno venezolano a través de UNASUR y MERCOSUR.
4. Conclusión
Para entender la Política Exterior en materia de conflictos armados que adopta la República Argentina es necesario analizarla mirando también a su política interna. Pero al mismo tiempo, la complejidad que implica el entramado de las relaciones internacionales obliga a tomar como marcos interpretativos a, por lo menos, las principales escuelas de los estudios internacionalistas: el realismo, el idealismo y la interdependencia. Nuestro país, al no presentarse frente al mundo como una potencia, debe planificar estrategias que a través de las cuales optimice sus capacidades propias y les permita el mayor crédito posible en cada intervención o espacio del que participa. Por este motivo, en las últimas dos décadas ha utilizado plataformas externas para interactuar con el resto del mundo. En los ´90, bajo el amparo de Estados Unidos con sus ventajas que rápidamente se convirtieron en consecuencias costosas. Y actualmente, apostando al multilateralismo regional, intentando posicionarse dentro del hemisferio sur (en lugar de mirar desde abajo a Europa) y apelando a los Organismos Internacionales donde se garantiza “idealmente” la igualdad de todos los Estados.
5. Bibliografía Libros y Pubicaciones - Brown, C., (1997), Understanding International Relations, Londres. Inglaterra. - Kaarbo, Lantis and Beasley, (2012), “The Analysis of Foreign Policy in Comparative Perspective” en Foreign Policy in Comparative Perspective: Domestic and International Influences on State Behavior. Washington, Estados Unidos. - Keohane, R. y Nye, J., (1989), “Realismo e interdependencia compleja” en Poder e Interdependencia: Políticas Mundiales en Transición. Estados Unidos.
Diarios y Revistas - Núñez Villaverde, J. (2013), “2014: Ninguna guerra a gran escala, pero sí interminables conflictos” en El País. Publicado el 27 de Diciembre del 2013. Madrid. España.
6. Índice Introducción ...................................................................................................................... 2 1. El Sistema Internacional contemporáneo .................................................................... 4 1.1 El Realismo y la Interdependencia Compleja .......................................................... 4 1.2 Regionalismo y procesos de Integración................................................................ 5 1.3 Organizaciones Internacionales .............................................................................. 6 2. Nuevas formas de violencia .......................................................................................... 7 2.1 Guerras interestatales.............................................................................................. 7 2.2 Guerras asimétricas y Guerras de Guerrilla ............................................................ 8 2.3 Conflictos internos con repercusión transnacional ............................................... 9 3. Política Exterior Argentina ......................................................................................... 10 3.1 Período 1989-2001 .................................................................................................. 10 3.2 Período 2003-2014… ............................................................................................. 10 4. Conclusión .................................................................................................................... 13 5. Bibliografía .................................................................................................................. 14
Trabajo realizado en el marco de la materia “La República Argentina y los conflictos armados internacionales” de la carrera de Abogacía de la Universidad Nacional de Córdoba.
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