Entrevista de la UTI con Aaron Swartz https://archive.org/download/AaronSwart20040123UTIInterview/Aaron-Swartz-2004-01-23-UTIinterview.html 23 de enero de 2004 Hola. ¿Quién eres? Bueno, yo mismo estoy tratando de averiguarlo en realidad. A grandes rasgos, soy un adolescente interesado en mejorar el mundo (especialmente a través de legislación, política y tecnología). Este año voy a intentar actualizar a diario mi blog con ideas interesantes, programar algún software para sitios web y trabajar en proyectos que ayuden a la gente a entender mejor lo que está sucediendo en política estadounidense. También voy a tratar de aprender más acerca de ingeniería inversa, un proceso importante sobre el cual parece haber muy poca información pública, posiblemente porque leyes como la DCMA lo siguen haciendo más y más ilegal –aunque la constitucionalidad de la ley en sí misma es dudosa, la amenaza de perder tu casa o ir a la cárcel basta para espantar a la mayoría de la gente –. He trabajado los últimos años en la especificación de RSS para redifusión entre sitios web, de RDF para bases de datos compartidas, y Creative Commons para describir licencias de derechos de autor. Según mi experiencia, la discusión política sobre internet casi nunca convence a nadie de cambiar de bando o replantear su posición. ¿Enfatizas tus opiniones para cambiar las de alguien más o simplemente para declarar tu propia visión de las cosas? Soy bastante optimista al respecto. Pienso que la mayoría de la gente va a retroceder un poco cuando se encuentre frente a hechos abrumadores –yo mismo me vi obligado a hacerlo–, pero hay creencias muy arraigadas, así que estaría satisfecho si lograra convencerlos de que del otro lado existe una posición razonable, incluso aunque no quisieran adoptarla. Es un poco una quijotada en ese sentido, pero también tiene la utilidad de ayudarme a clarificar mis ideas. Cuando dices algo particularmente controversial en la red aparece todo tipo de gente a exponerte sus argumentos. Considerar esos argumentos y ver si son correctos o, en caso contrario, por qué son incorrectos, ha sido muy valioso para aclarar mis ideas (y, de igual modo, espero que mis desafíos hayan ayudado a otros a clarificar las suyas). Últimamente ha habido alguna que otra discusión sobre piratería, como cuando dijiste que Nick Bradbury no tiene el derecho innato de obligar a la gente a pagar por su software. ¿No debería estar a cargo de los desarrolladores la decisión de cobrar o no por sus programas? ¿Y no es un crimen descargar cosas que de acuerdo a un contrato (los Términos y Condiciones del Usuario) asociado al producto deberían ser de pago, aunque no sea un robo “físico”? Tomémoslo en orden inverso. Primero, la ley de derechos de autor es la ley, no discuto eso.
Segundo, las cortes aún no deciden si estos contratos electrónicos, ya sean por click o por aceptación tácita al acceder al sitio o producto, son lícitos. Personalmente pienso que apoyarlas sería una muy mala idea porque nadie lee esas licencias y contienen todo tipo de cosas absurdas. Por ejemplo, uno tiene garantizado por la Ley de Copyright de Estados Unidos el derecho a hacer una copia de respaldo del software en caso de que la copia original se arruine por cualquier motivo. Sería injusto que ese derecho le fuera arrebatado. Cuando uno se ve obligado a respetar leyes aprobadas por la voluntad popular es una cosa, pero cuando tienes que seguir cualquier cantidad de restricciones añadidas por una megacorporación imposible de regular, la situación es bastante distinta. ¿Qué pasaría si te obligan a prometer que no dirás nada negativo sobre el software, como Google casi intentó hacer? ¿Qué si te piden que les entregues el primogénito? Nadie sabría que acordó esas provisiones, porque no las leyeron –solo querían usar el software en el que gastaron su dinero– pero serían responsables por violarlas. Entonces, aquello continúa siendo tema de controversia, pero esto no es algo irracional. Incluso las mayores organizaciones, como la Asociación para Maquinaria de Cómputos (ACM) –la más antigua asociación de programadores profesionales–, está en contra de esta idea. Y si obtienes estas cosas desde internet es mucho más fácil, ya que no tienes que pagarle a todos los intermediarios –depósitos, distribuidores, tiendas, editores–, esa enorme infraestructura que había sido construida dada la naturaleza física de los bienes. Podrías comprar un libro electrónico por $50 pero con suerte $5 irían para el autor. Por lo tanto, si descargaras el libro del sitio del autor y le enviaras $10, entonces ambos, tú y el autor, obtendrían mayor beneficio. De cualquier manera (y esta parece ser la parte controversial), yo estoy de acuerdo con Thomas Jefferson: el gobierno no tiene ninguna obligación de asegurar que el autor obtenga el pago. Y todavía más importante, opino que el gobierno no debería ceder a los autores el control de nuestras formas de expresión. El Comité Olímpico Internacional no debería estar facultado para impedir que algunos grupos se autodenominen “Olimpíadas Gay”, Mattel no debería ser capaz de impedir que la gente cante canciones sobre “Barbie Girl” o tome fotografías de “Food Chain Barbie”, y el Dr. Seuss no debería intentar impedir que la gente escriba con su estilo. Entonces, deberíamos ser más cautelosos y comprender que a la hora de expandir esas leyes monopólicas de propiedad intelectual, inevitablemente estaremos limitando los derechos de libre expresión de las personas. Ya siendo ilegal copiar textualmente se podría justificar que te demanden por citar a Martin Luther King. Hay un amplio rango de posibles soluciones –algunas más dramáticas, otras menos–. Pero no podemos discutir ninguna mientras la gente siga insistiendo en que los autores tienen el derecho natural y moral de controlar la totalidad de sus trabajos para siempre. Si la gente cree eso, entonces hasta la solución más razonable será acusada de plagiaria. Dejando las licencias de software de lado, debe haber algo en algún punto de la ley que defina qué es un bien y se puede comprar y además a qué se considera “robarlo”. Si un software califica como un bien, ¿no debería el “hurto”, de acuerdo a esta definición de la ley, ser también aplicable a ese software? La ley define con claridad qué es robar. Robar es quitarle algo a alguien de modo que no lo pueda usar. No hay forma de que hacer una copia de cualquier cosa sea robar según esta definición.
Si tú haces una copia, serás procesado por violación de derechos de autor o algo parecido; no latrocinio (el término legal para el robo). El plagio –como la piratería y la propiedad intelectual– , es otro de esos términos inventados para hacernos considerar a los trabajos intelectuales de la misma forma en que consideramos a los productos físicos. Pero son muy diferentes. No puedes simplemente castigar a las personas porque te quitaron una “oportunidad de venta”. Los terremotos destruyen ventas potenciales, así como las bibliotecas y las críticas negativas. La competencia también arrebata ventas potenciales. Una buena razón para que la gente esté comprando menos CDs puede ser que estén gastando su dinero en DVDs. O, como sugirió Philip Greenspun, porque pasan más tiempo con sus teléfonos móviles. Quiero decir, hablarle a tu novia puede ser más disfrutable que escuchar música, pero no creo que sea necesario empezar a demandar novias. Entonces la cuestión deviene cuál es una forma razonable de quitar ventas y cuál es irracional. Y es una pregunta complicada, pero necesitamos evaluarla en función del mejor interés para la sociedad. Algunos piensan que impedir que la gente pueda copiar archivos, más allá del riesgo de demandas o limitaciones tecnológicas, es el único modo de incentivar la creatividad. Primero, no creo que esto sea verdadero. Mira los blogs. No hay esencialmente nada que impida a nadie copiarlos, y sin embargo sus autores se las ingenian para vivir bien de su trabajo. Segundo, si esto fuera verdad, creo que estaríamos en graves problemas, porque por simples cuestiones tecnológicas, va a ser cada vez más difícil y costoso impedir que la gente copie. En prácticamente la totalidad de los casos somos tan capaces de superar los impedimentos técnicos mismos, como de hallar la forma de superar la mayoría de las restricciones sociales mediante la técnica. De modo que si elegimos la opción de seguir prohibiendo estaríamos tomando un rumbo bastante oscuro, donde el esfuerzo legal se iría volviendo más estricto y autoritario, y la reproducción más y más marginal. Creo que la reproducción triunfaría al final, pero de cualquier modo el daño colateral a nuestras libertades civiles, nuestros ordenadores y nuestros hijos habría sido tremendo. ¿Qué método preferirías para retribuir a las mentes creativas? ¿Donaciones opcionales, micropagos, alguna clase de impuesto o comisión de tasa fija que fuera a algún tipo de asociación que lo distribuyera, o algo completamente diferente? Bueno, frente al camino oscuro preferiría todos esos. De todos modos creo que un sistema de donaciones sencillas, quizás opcional, sería lo mejor, junto a la recaudación con artículos afines como camisetas, CDs y DVDs. Por ejemplo, el blog Homestar Runner no cobra ni pide donaciones, pero ha sido muy exitoso vendiendo merchandising. Wikipedia recaudó una cantidad increíble de dinero, unos 50.000 dólares en total, sólo a partir de donaciones. Así que creo que deberíamos tomar en cuenta todos los métodos, pero te aseguro que si ofreces algo que realmente gusta a la gente y un método de retribución sencillo, vas a obtener resultados. Pero si eso no funciona, también estuve investigando un sistema llamado Licenciamiento Obligatorio. La idea es que pagues alrededor de cinco dólares mensuales adicionales a la factura de tu proveedor de internet para acceder a descargas ilimitadas de música y películas. Luego el contenido que elijas se registra en forma anónima y automatizada, y el dinero es enviado a las personas que lo produjeron. No tienes que hacer nada. Ahora bien, hay varios problemas con esta idea, y montones de objeciones que puedes hacer (¡Privacidad! ¡Seguridad!), pero creo que si los pudiéramos resolver habríamos logrado un
sistema viable donde todos saldrían beneficiados. Los autores obtendrían su pago y los usuarios un acceso más simple y económico a lo que desean. Varias personas no te toman en serio porque eres mucho más joven que ellos. ¿A qué crees que se deba esto? Puedo pensar en varias razones. Primero, la gente suele generalizar: “bueno, la mayoría de los jóvenes que conozco son bastante estúpidos, éste e s un muchacho joven, por lo tanto es probable que también sea bastante estúpido”. Segundo, una de las (creo que loable) características de los jóvenes es que no saben que hay un montón de cosas que no se debe decir. Cuando un muchacho dice algo perfectamente razonable que uno no puede permitirse decir, simplemente se subraya que “los jóvenes dicen puras ingenuidades” y “ese no sabe lo que dice”. Tercero –y mejor aclaro que solo estoy especulando aquí– podría haber alguna especie de factor de abochornamiento. Pero una de las mayores virtudes de internet es que me ha ayudado a superar gran cantidad de estos escollos: primero, porque tu edad no es lo primero en lo que alguien se detiene cada vez que hablas (como cuando alguien te está viendo); y segundo, porque los frikis estamos bastante más predispuestos a tratar a las personas por lo que son capaces de hacer antes que por saber quiénes son. Esto no es exclusivo para los jóvenes, por supuesto. Internet tiene un sorprendente aspecto liberador para todo el mundo, desde afrodescendientes hasta ciegos. Es probable que esa sea una de las razones por las cuales quisiera ser especialmente cauto al respecto de propuestas draconianas para una “Licencia de Conductor de Internet” o un quiebre en el anonimato. Más allá de su falta de practicidad y efectividad, este tipo de propuestas podrían resultar en el etiquetamiento de las personas, y la reintroducción de esos indicadores que internet ha borrado. Has hecho un inmenso esfuerzo trabajando en, por ejemplo, RDF y RSS 1.0 (éste desarrollado en función de aquel). Hay quien dice que estas son las bases para la “Web semántica”. ¿Podrías indicarnos a qué aspiran con esto, cómo piensan hacer que todos colaboren y cuál es exactamente el principio que deberíamos seguir? ¿Crees que será posible? Eh, bueno, aquí está el plan: 1. Recopilar información 2. ¿???? 3. ¡¡¡BENEFICIOS!!! Más específicamente, la idea es poner a todos a compartir entre ellos sus gigantescas bases de datos en RDF. Luego podemos escribir programas que integren esta información para resolver cuestiones y tomar acciones que hagan más simples nuestras vidas. El ejemplo básico que doy siempre es un Google más inteligente. En lugar de limitarte a preguntar “¿Qué sitio web contiene estas palabras?” podrías hacer toda clase de preguntas reales: “¿qué bandas que les gustan a mis amigos tocan esta semana por aquí cerca?” Se podría entonces buscar quiénes dices que son tus amigos, qué bandas dicen ellos que les gustan, revisar sus calendarios de presentaciones, rastrear tu locación y ver si alguna de ellas concuerda, asumiendo que toda esta información estuviera disponible en RDF. Es una idea seductora, pero, como la red desde su origen, tiene el problema del huevo y la gallina. Cuando Tim Berners-Lee apareció por primera vez con la web, solamente tenía un montón
de anotaciones que no parecían tan interesantes, y fue difícil convencer a todos de entregar la información de esta forma absurda si nadie iba a leerla. Asimismo, no hay mucha información sobre RDF circulando todavía ni gran cantidad de personas dedicándole trabajo. La web, es obvio, logró despegar eventualmente. No es lo mismo asegurar que la web semántica va a despegar, pero creo que podría, y si lo hace sería genial. Lamentablemente, discutir detalles técnicos menores es mucho más fácil que lograr hacer funcionar la cosa, así que por ahora estamos haciendo bastante más de lo primero. Supongo que tampoco hay ningún apuro. Te has mostrado abierto a compartir al menos un poco de información sobre tu “vida real”. ¿Qué tal si la gente no quiere revelar tanto acerca de sus identidades? (Si por accidente se te escapa algo, Google siempre lo recordará.) ¿Cómo lograrán proteger su propia identidad? Tengo un dilema al respecto. Por un lado quiero ser bastante abierto sobre cualquier cosa. Por el otro, he sido un ferviente defensor del derecho a la privacidad de las personas. Claro que, como señalaste, mantener tus asuntos en privado es difícil porque cada pequeño desliz queda registrado para siempre. No sabría con certeza qué decirles a quienes quieren proteger su privacidad, fuera de que sean precavidos a la hora de proveer información personal y piensen en dónde puede llegar a terminar. ¿Cuándo descubriste tu relación con la red? He utilizado la red desde los tiempos de Mosaic, cuando era un niño. Sigo soñando con haber estado ahí desde la World Wide Web de Tim Berners-Lee, aunque creo que tenía cuatro años entonces, así que no es tan cierto que no haya estado desde el principio. Fue probablemente en el 94’ o 95’. Creo que escribí mi primera página web un par de años más tarde (97’, 98’) y d ebo haber empezado a programar sitios vinculados a bases de datos alrededor de 1999. De hecho debe haber sido bastante antes, ya que el primero que hice ganó un premio ese año. Fue una época interesante. Cuéntanos cosas que hayas visto que te hayan hecho pensar “esto va a ser grande un día”. ¿Qué se volvió realidad? ¿Qué está encaminado? ¿Cuáles fracasaron completamente? Bien, los blogs, wikis e inalámbricos han tenido gran aceptación. También los sitios vinculados a bases de datos, aunque me sorprendió que no hubiera tanta estandarización como supuse que habría. Creí que cosas como los remailers y otras relativas a criptografía serían más populares de lo que son, pero hay tiempo para eso. Igual, el intercambio de archivos sí que fue sólido. La web semántica es probablemente algo para seguir de cerca. Y creo que aparecerán un montón de cosas interesantes en Voz sobre Protocolo de Internet (VoIP) el año próximo. Por lo general iremos viendo como todo se desplaza hacia internet y, mientras sucede, abrirse espacios para que compita el hombre común. Los periódicos se pasaron a internet, pero eso también abrió la opción de que todos tuvieran una chance para fundar sus propios periódicos. Los directorios telefónicos se pasaron a Internet, pero con Google hasta la gente de a pie puede aparecer en la guía. Lo mismo con las enciclopedias (Wikipedia) y los anuncios (AdSense). Y por supuesto que simultáneamente te abres a dar facilidades para copiar tu trabajo. El mismo esquema se ha repetido de manera bastante más forzada en música, cine y televisión. Los cableoperadores pueden resistirse a tener sus programas en la red, pero están ahí,
y cosas como Red vs. Blue también están ahí para competir junto a ellos. Así que si eres una corporación que está en el juego de hacer circular información, yo tendría cuidado. Es una cosa decir que copiar música está mal porque perjudica al artista, pero ¿qué van a decir las compañías telefónicas cuando el sistema VoIP las lleve a la quiebra en forma completamente legal? ¿Cómo va la Enciclopedia Británica a detener a Wikipedia? Y tú eres el próximo Una cosa que he notado utilizando software de código abierto y otros gratuitos es que por lo general tienden a ofrecer una interfaz bastante pobre. Dado que esos hombres están absolutamente concentrados en derrotar a Microsoft y otras grandes corporaciones en su propio juego, ¿por qué le prestan nula o mínima atención a la parte más importante del software, la interfaz de usuario? Los estándares de diseño de interfaz son tan estándares como los otros que ellos defienden, ¿no? ¿O es sencillamente pereza; hacer un producto funcional es suficiente? Bueno, para la mayoría de los programadores la interfaz de usuario es un terreno duro, porque no logran entenderlo. Ellos ven las cosas textual, no visualmente. La cultura del software libre deriva de la cultura Unix, la cual está específicamente orientada a los expertos. Los expertos no necesitan “una interfaz amigable” –saben exactamente lo que quieren hacer y quieren hacerlo lo más rápido posible–. Esto se relaciona al otro problema, a saber: los programadores de código libre programan para ellos mismos. Y como entienden el software completo, por intuición, no parecen encontrar dificultades en la interfaz –para ellos la interfaz tiene el sentido que debe tener–. Existen de hecho algunos intentos para solucionar esto –GNOME ha sido formidable organizando concursos, haciendo tests de “usabilidad” y redactando normativas–, pero cuestiones culturales hacen esta lucha cuesta arriba. ¿Cuál es la peor característica de la red? Una pregunta complicada, ¡a mí me gusta mucho la red! Supongo que preferiría que protegiera mejor la privacidad. Entre cookies y direcciones IP es demasiado fácil seguir lo que alguien está leyendo o diciendo. Además, es bastante desafortunado el modo en que los navegadores han trabado la red orientándola esencialmente a la lectura. El plan original de Tim Berners-Lee’s apuntaba a un espacio colaborativo para que la gente construyera grandes cosas en conjunto, y donde las páginas web hubieran sido no más que el rastro de esas actividades. Los navegadores hubieran tenido un botón de edición que uno pudiera tocar para modificar y editar cualquier página; los cambios se hubieran subido al servidor, si tuvieses acceso, o agregado a un servidor personal, como una anotación. Crear una página web hubiera sido tan sencillo como utilizar un procesador de texto, y todo hubiera estado integrado al navegador. Si bien las wikis han conseguido algo de esto, queda mucho por hacer. Tim las equipara a los “pobres diablos”. Las wikis no son, por ejemplo, “lo que ves es lo que tienes”, pero ponen demasiadas complicaciones para utilizar enlaces y otras características avanzadas. Ni siquiera puedes corregir in situ un error de digitación: tienes que encontrar el enlace de edición, regresar al error, corregirlo, encontrar entonces otra vez el botón para salvar los cambios. No puedes utilizar imágenes o tablas o ninguna de las cosas comunes desde siempre en los procesadores de texto. Y como resultado, la red continúa siendo limitada en cuanto a quién puede publicar sus trabajos y quién puede levantar un sitio útil y agradable. No debería ser así. ¿Qué te gustaría decir a toda la gente ahí afuera?
Que piensen profundamente las cosas. No se limiten a seguir la corriente porque asĂ es como son las cosas o eso es lo que dicen mis amigos. Consideren los efectos, consideren las alternativas pero, sobre todo, piensen.