Aire fragmentado MARIELA RAMOS
Fábulas elementales MATÍAS SOICH
poesía intempestiva
MARIELA RAMOS En este espacio habita una mujer flota por lo bajo avanza sin saber dónde está la tierra. El reloj calcula inquieto el tiempo que no conoce. Cruces y gotas. Caminos cortados. Oleajes suaves con viento del norte. Un río le abre los pulmones el barro agitado decidido a no dejar nada atrás. MATÍAS SOICH Nació en Buenos Aires en 1984. Licenciado en Filosofía y doctor en Lingüística de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde trabaja como docente e investigador. Forma parte del grupo editor de RAGIF Ediciones y de Ideas, revista de filosofía moderna y contemporánea. Bibliotecario en el Bachillerato Popular Trans Mocha Celis. Este es su primer libro de poemas. No necesita ser real para ser cierto.
Aire fragmentado MARIELA RAMOS
Fábulas elementales MATÍAS SOICH
poesía intempestiva
Soich, Matías Aire fragmentado. Fábulas elementales / Matías Soich ; Mariela Ramos. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Juan Pablo Fernández Bussy, 2019. 96 p. ; 20 x 13 cm. - (La Almohada Poesía Intempestiva / Fernández Bussy, Juan Pablo; Ferreyra, Julián) ISBN 978-987-783-607-3 1. Poesía. I. Ramos, Mariela II. Título CDD A861
diseño de colección Juan Pablo Fernández imagen de tapa Treatise on marine and naval architecture, or, Theory and practice blended in ship building, John W. Griffiths, 1852.
Aire fragmentado MARIELA RAMOS
Fábulas elementales MATÍAS SOICH
poesía intempestiva
Aire fragmentado MARIELA RAMOS
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Olas al acecho
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I Retorcerme como un gusano en el piso. Retorcerme y no querer dejar de hacerlo. Sacarme los huesos desgarrar mis músculos. Retorcerme y que me veas sin caminar. Verte desdoblado al menos una vez. Verte desarmándote queriendo retorcerte conmigo.
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II Tres escalones la tierra volando sus ojos iluminando todo. El sonido del agua en su cuerpo la suavidad del tiempo que se desliza como una locura que encontró su lógica su llanto sosteniendo todo resistiendo el dolor más crudo el amor más crudo sin enmudecer.
Aire fragmentado | 11
III Tu cara arrugada sobre la almohada, los pliegues de la sábana en tu espalda en tu brazo en tus ojos despertate. Tus manos tapándote para no verme tus piernas queriendo hablar. Mi cara arrugada sobre la almohada, los pliegues de la sábana en mi espalda en mi brazo en mis ojos despertame. Tengo la cara arrugada y en cada surco un poco de vos.
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IV De luz me alimento como de tu carne, mis huesos resisten. Tu mirada despierta tus brazos latiendo, hoy más que nunca te abrazo hoy más que nunca sobrevivimos.
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V A la deriva flotando trazando un grito en el aire escuchando caer la lluvia cubriéndonos. Los pájaros no tienen miedo pero quieren gritar veo a mi alrededor los ojos fundidos en una tristeza tan triste, los veo intentando seguir la marea. Hoy las olas están al acecho y son cada vez más grandes.
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VI Soy tu pelo flotando el agua, que ya es mía, el eco de tu risa. Soy cada segundo mi sangre tu sangre la ola que crece hasta la orilla. Soy la torpeza de mis manos la ligereza de mi voz la luna habitando en el cielo el fluir del río. Soy tu lágrima y la mía la desesperante ausencia la noche larga sin respiro. Soy tus palabras tus silencios soy el viento el fuego. Soy todo lo que recuerdo.
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VII Pensar en lo mismo una y otra vez, girar sin saber dónde ir, saber que es imposible avanzar, que todo se apoderó de mí, que nada me pertenece, que voy a seguir girando.
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VIII Una mujer reza en el subte, mira detenidamente una estatua, sus ojos buscan algo. Se toca la cara nadie la mira sigue ahĂ, con sus ojos casi congelados. Se detiene intenta verse nadie la ve, yo no puedo dejar de mirarla.
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IX Lo que más me gusta de la noche son las luces asomándose, el aire calmo ennegrecido, la nitidez de cada paso de cada respiración, lo que más me gusta de la noche es la quietud.
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X Podrías ser menos serio, podrías sacar una dos o tres risas de donde quieras. Podrías buscarlas entre tus cosas o entre las mías. Podrías sacar una a una tus caras dejarlas mirarlas, podrías dármelas todas juntas de una vez.
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XI Jugaste con mi tiempo. Mi tiempo quedó en pausa, como en las películas de amor que tanto aborrezco. Tus ojos el color de tu pelo tus dedos tu remera negra. El tiempo se divide entre tu tiempo y el mío, en esa intersección en el cruce de palabras de no silencio. Mi tiempo sigue en pausa.
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XII Lo que más me gusta es no saber de vos es tu misterio instalado. Lo que más me gusta es que no preguntes es no preguntar. Lo que más me gusta es ese instante en el que nada importa en el que no sabemos ni queremos saber. Lo que más me gusta es no entenderlo y que no nos importe.
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XIII Hilos entrelazados con otros hilos apretados, insistiendo. Mi abuela tejiendo con un ritmo intermitente. El tren de fondo que pasa más de una vez. El mueble que cruje los hilos tendidos enérgicos el ruido de las agujas el reloj y el sin fin de los minutos que siempre están ahí.
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XIV El estante repleto y tu voz. No sé cuál fue mi primer recuerdo no sé cuántos inventé, el mar tu abrazo sus ojos los toboganes de agua la plaza las mañanas de verano el auto marrón tu risa los libros los cuadros tus manos y el recuerdo del recuerdo aferrado a cada minuto a cada hora a cada día.
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XV Me acurruqué como cuando era pequeña todo es tan pequeño. Me quedé en ese hueco que es mío sólo mío. Y digo mío como cuando tenía tres años y rompía los juguetes de mi hermana y ella lloraba y yo no entendía. Y digo mío como cuando tenía tres años y sólo quería alimentarme de caramelos. Saqué todos mis gritos y digo todos mis gritos, como cuando tenía tres años y me asustaba ver una sombra cerca de la puerta, me acurrucaba y cerraba los ojos esperando dormirme, que se haga de día. Otra vez saqué todos mis gritos >>
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y como cuando tenía tres años desgarré la pared.
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Aire fragmentado
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I Sacó las llaves una por una las deslizó sobre mi cara. Parte de mi cuerpo quedó ahí parte de mi cuerpo murió entre esas llaves.
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II Lo que quedaba era tan poco, un segundo interminable. Lo agarramos lo desarmamos y nos quedamos ahí. Caí una vez más caí, él trato de agarrarme yo me solté y me vi sobrevivir.
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III Levantando mi cuerpo fragmentado me hice pequeña como vos cuando llorabas ¿te acordás? Estabas en el pasillo gritando. Me hice tan pequeña que casi desaparezco entre tus dedos intentando aparecer.
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IV Me quedé parada suspendida en el aire casi flotando el bolso vacío la cama deshecha con ganas de hundirme hundirme y correr.
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V Recuerdo el grito interminable y tus ojos casi muertos casi azules. Traté de alcanzarte corrí entre los autos recuerdo las bocinas los semáforos en rojo, recuerdo los gritos y la alarma del reloj que me avisaba que eran las diez.
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VI Verte a través de la ventana entre el reflejo verte riéndote de las mismas cosas, verte sacando una por una tus cosas en frente mío.
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VII Golpea sus pies contra el piso cree flotar, pero no. No está al lado mío, está arrastrándose intentando escapar está cruzado de brazos está muerto.
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VIII Dos horas o tres no quiero días no quiero meses ni años. Me transformás te transformás después volvemos a ser los mismos.
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IX Respiro el vacío de tenerte.
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X Amanecí cortando el aire recortando el aire agotado enviciado rojo. Amanecí respirando aire hueco.
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XI Estabas sentado con los ojos fríos estabas riéndote por dentro. Sólo mi cuerpo sabe cuánto te odié.
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XII Atravesé tu silencio me burlé de él y lo hice mío.
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XIII Recorrí la habitación estaba vacía. Estaba tan vacía de mí. Salí y me recorrí.
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Imprevisible
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Adentro En este espacio habita una mujer. Está sola. Corre rápido. Busca sus labios. Se mira al espejo tratando de encontrar algo en su cara. Piensa sola. Llora sola. No quiere mirarte. Habla por lo bajo, susurra palabras. Tiene miedo. Sus manos desesperadas intentan llegar a la puerta. Se desvanecen. No tienen fuerzas. No sabe si la ven. No sabe qué hay después de sus pies. Detrás de la puerta hay un círculo de mujeres. Respira. Despierta en su soledad. No ve nada. La puerta está cerrada. Permanece cerrada. Quiere irse. Pero se queda. Camina en círculos intentando escuchar alguna voz. No escucha nada. Sólo escucha su respiración. Penetra en lo más profundo. Y se cae. Sus brazos dibujan gritos en el suelo. Sus piernas rebotan sobre sus manos. Desvanecida intenta levantar la mirada. Su cuerpo se detiene. Inmóvil, mira sus manos. Sus ojos se congelan. >>
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Quiere una voz. No la encuentra. Afuera esperan. Que la puerta se abra.
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Dos rayitas Me sentí tan estúpida vos me hiciste sentir tan estúpida. En ese momento decidí no volver a hablarte para no sentirme más estúpida de lo que ya me sentía. Me quedé viendo el cursor, titilar leí una y otra vez tus respuestas y evité leer las mías para sentirme menos estúpida pero no funcionaba ya era demasiada estupidez. Miré las rayitas confirmé cada media hora o cada quince minutos no me acuerdo. Qué loco, pensé mi mundo gira en torno a dos rayitas. Elaboré hipótesis eran cinco ninguna me conformaba. Sé que hay un goce >>
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un pequeño goce en esa estupidez. En ese momento sólo pensé en revivirlo cuantas veces pueda y acordarme de vos cuando vuelva a sentirme tan estúpida.
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Asco Ella me da tanto asco como las náuseas que me ganan después de tomar de más. Ella nunca toma es tan prolija es tan fea. Posa para las fotos como las chicas de la revista “Para Ti” mide su perfil lo tiene calculado. Es flaca quiere ser cada vez más flaca Invita a sus amigas a tomar el té, y pone sus mejores platos. Sonríe con esa sonrisa falsa de los que no saben sonreír. Algunos le tienen lástima a mí me sigue dando asco.
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Imprevisible El accidente. El deseo de encontrar algún lugar que acoja tanta desesperación. El accidente, las palabras invertidas. Lo indescifrable. El ceño fruncido, sin importar lo que haya pasado. Cuánto hayamos resistido. El deseo hiriente de querer algo más. No saber cuánto es suficiente. No saber cuándo parar. Darnos cuenta tarde. El accidente. El desencuentro. La sombra de una silueta desconocida que nos despista. Los tiempos cruzados. Los relojes perdidos. Sin saber por qué. El accidente. El tropiezo permanente. Los dedos quebrados. Lo imprevisible.
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En lo bajo No sé cuánto tiempo pasó. Armo y desarmo. Saliendo del reloj que sofoca la garganta, todo cambia. Una vez y para siempre supe sentirme libre. Pude sacar de mis dedos tanta pesadez. Mirar hacia arriba. Levantar los ojos. Me queda la sombra. Esa que rompe la mirada. Escapa rápidamente y se zambulle sin pensar. Subo para ver cómo se siente. Una vez más me veo flotar. Después de todo, siempre algo se pierde. Se esfuma. Y desaparece.
Fรกbulas elementales MATร AS SOICH
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Odas a esta Era
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Una mañana “Ahora agarrá y dame un beso”, despedida. Algo olía a mar en Dinamarca. Algo reptaba bajo las tostadas. Tiempo de abortos espontáneos, lo falso es sólido, la mentira incolora como el agua y no se llega nunca al laberinto porque el laberinto es el ovillo. Sólo el olor de las tostadas, sólo ganas y el sol inapelable en la vereda. Te odio, odio tener que mencionarte odio la letra te, que suena tan a vos, los salvavidas que aceptamos. Odio el consumo de la vida que conquistó el amor, que lo hizo suyo que nos robó el tiempo y el alma haciendo del deseo su negocio. Algo sin rostro que no veremos nunca. Nos odio, por dejarnos moldear a conveniencia girando como los más idiotas, ofertando currículums de amor.
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Putas Mis amigas son putas Mis amigos son putas Mis amig*s son putas Putas borrachas Putas fiesteras Putas drogonas Putas peteras Putas maleducadas Putas tuneleras Putas peronistas Putas choriplaneras Putas gordas Putas flacas Putas activas Putas pasivas Putas versátiles Putas que son putos que son putas Putas súper divinas y mega chotas Putas que usan gorrita Putas pebetas Putas con una bondiola adentro Putas mafiosas con pantorrillas hermosas Putas solteras Putas casadas Putas doritas
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Putas ratas Putas lolitas villeras Putas deformes Putas trasheadas Putas recatadas Putas berretas Putas japaletas Putas histéricas Putas sin nombre Putas inolvidables Putas con título Putas con estilo Putas que nunca tienen frío Putas que hacen cola para no ponerla Putas que toman coca light Putas que desayunan en el pumper nic Putas de guasap Putas de féisbuc Putas de grínder Putas que bautizan a otras putas con nombres de fantasía como La Pocho La Marcos La Glenn Close La Puta casada La Hitler Putas que se van de viaje de egresados a Mar del Plata Putas en la pelopincho bajo el sol de La Matanza Putas que pasean por Tecnópolis y cantan Gracias Cristina >>
58 | MATÍAS SOICH
Putas del Mundial festejando la final argentina Putas en Plaza de Mayo para cada fiesta patria Putas que bailan Putas que cantan Putas que ríen Putas que juntas marchan Putas las que se quieren Las quiero mucho, putas.
Fábulas elementales | 59
Oda a la Era de la Chota A Lux Moreno
Descerrajarse una locura esperar la insatisfacción de la ola cinco gatos locos acribillan a un tipo en la punta del pecado no hay vínculo En todos los rincones se percibe la fragilidad del intercambio se percibe en la punta de la escritura se percibe la indecibilidad del compromiso Me siento en el borde de la cama la luz me golpea las pupilas, las pestañas y los muslos me limpio el semen con las sábanas Trascendiendo lo personal del drama el afecto impersonal birlado por las cámaras Se le acabó la cinta magnética antes de saltar se le cayó la noche y se hizo bosta contra el suelo >>
60 | MATÍAS SOICH
Ochocientas veinticuatro excusas para seguir caminando en el mismo sentido Una sola razón para reincidir en el cliché Pero che, no hay ganas Poner una bomba en la burbuja de la necesidad de responder en la pantalla a la invitación que no se hace en el espejo hueco de un saludo que flota como sin esfuerzo, coincidencia o pausa de lo que no llega a llegar y se le acaba.
Fábulas elementales | 61
Malhablada Este es un poema pelotudo, sin rima ni métrica Repite todos los lugares comunes, es una descarga de sentimentalismo Pero tiene una virtud: no busca nada Y un defecto, miente mal Porque sí busca Este es un poema pelotudo donde me descargo y te digo y te hablo de mi deseo en una segunda persona bien berreta Te describo Un gato de fuego frío Un fuego congelado Un felino de hielo Un puma de sombra gélida Un iceberg manchado de leopardo Los hombres gato son todos putos.
62 | MATÍAS SOICH
Paradigma Chota Chotita Choto Chotaza Chotismo Chotoso Chotete Chotez Chotacabras Chotolito Chotito Chotofagia Chotofobia Chotexidad Chotomanía Chotilina Chotoide Chotología Chotentoso Choticidad Chotochorro Choterío
Fábulas elementales | 63
Chotáceo Motochoto Choticiento Chotura Chotonauta Chotorrinolaringólogo.
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Viva la vida Aunque me sienta tan torpe y tan pequeño Aunque me invadan la impotencia y la indolencia viva la vida Aunque Paul Singer nos exprima el intestino para llenarse los bolsillos de sangre Aunque personas indignadas se embanderen pintándose a Paul Singer en la cara para clamar por sus cadenas condenando en todos los mundos posibles a todos los pobres a un mismo destino de muerte y miseria viva la vida Aunque nos detecten todo el ébola toda la viruela poscolombina Aunque me toques en suerte y sólo seas para desgracia Aunque me quede solo y llegue a viejo hurgándome la amargura Aunque las hienas me caminen por la espalda y un viento frío olisquee mi vientre dejando un rastro baboso de luna podrida viva la vida Aunque el agua esté subiendo y ya no sepamos a qué más agarrarnos
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porque todo flota de mentira Aunque el tiempo se lleve a todos tus amigos y te emponzoñe las yemas de los dedos tildándote de abyecto y vaciándote las ganas Aunque el resentimiento siempre gane Aunque los oligarcas escriban “viva el cáncer” viva la vida Aunque toda risa muera porque un cuerpo se encuentra con un cuerpo mayor que lo destruye Y para todo cuerpo hay siempre un cuerpo mayor que lo destruye Aunque sabés que se cansaron de vivir y buscaron el nudo y el choque, por no darles otra salida viva la vida Aunque acusar suene siempre más justo que defender Aunque la justicia sólo muerda a los descalzos Aunque digan que naciste de la costilla de Él para servirlo y te maldigan Aunque defiendan la muerte en tu nombre llamándola vida Aunque se rasgue el telón en la sociedad del comentario porque dejé de ser objeto disponible dejé de aparecer en los espejos Aunque cada vez hablemos menos >>
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Aunque hablemos demasiado para no tener nada que decir teniendo que decirlo todo Aunque la culpa nos lastre como un barco negro viva la vida Un grito o un susurro un cántico desesperado en la dirección correcta frente a las mil direcciones en oferta para correr hacia la muerte: viva la vida Como las sandías en el último cuadro de Frida derramando hilos de sol y de sangre así, con minúsculas sin ínfulas barrosa como los pilares del mundo y menor como las aguas viva la vida Permeante como todo lo que muere Espléndida como lo inesperado Victoriosa, como todo lo que fracasa.
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Gil Gil
sos un gil un gran gil gilún gil astro gilastrún un gil de goma sos el gil de copas gil de toda gilez el más gil de la gilada, el rey de la gilería gilipollas gil y pijas gilgamesh de día sos gil y de noche más tan gil megagil archigil auténtico gilarca le tenés miedo al encuentro.
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Distancias instantáneas No te sos funcional te quiero aún Tu tristeza te apuñala aún te quiero.
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Inmensidad del deseo Si hasta dan ganas de maldecir al que dijo que el amor es tan inevitable como el odio y preguntarle Por qué nos vuelve renovada geometría Por qué todo depende de la nada Por qué una gota resbala todo un año y el año se cae por la ventana Dónde estabas cuando dejé de buscarte Adónde se fue el tiempo intermedio Una lista de cosas que me aterran: me aterra pensar que tus presencias apuntalan el tiempo como banderines Que puedas ser la clave de mi tiempo, que lo arrinconás entre los ángulos Vivir como intenso solamente lo ficticio Que la intensidad no dure, querer que dure Me aterra, finalmente, la infinitud de mi exigencia En algún momento de la película, en un asfixiante plano corto me di cuenta de que vos y yo nunca fuimos al cine.
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Indeleble Pega tu oído a la roca Hunde los ojos en la niebla Mientras la lengua hace contacto con el polen Aquí estaba el mar antes. Quizás, mientras hundes la mirada Y saboreas el aire de las flores Recuerdes una brisa, un tintineo Una risa breve y puro miedo Una falta de suerte –A lack of luck– Tu muerte La soledad que te acorrala en los consuelos Persecución de uno solo Laberinto sin camino Agujero sin contornos Espejo sin fondo ni reflejo.
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Después de la noche Derramar élan vital hasta morir cada noche de dolor y de buscado vacío interior Pervertir la vida que está en flor manchar el amor simulando cada noche la fruición Y si el insomne paraíso se quiebra en mil fragmentos de cristal Cincelar más la mirada y huir Acabar y escapar.
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Inmanencia A Neil Gaiman
La segunda persona es una adicción sólo superada por el uso de la primera y tras ella se esconde Yo alzo mi copa material, mi copa de aire, por Deleuze y por Virginia, por los que saben sentir en la tercera A la tercera persona, mi brindis A la que enseña cuando acaricia, la que no deja de enseñar si hiere A la coexistencia que nos une A la inmanencia que barre con todo moralismo La paz que se desplaza El mundo injusto El amor difícil No existe la verdad, sólo una palabra verdadera: Sí.
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Resonancia En el remolino estás vos que sos todos los ellos, una colección de fragmentos donde todo es dispar pero resuena ojos de gato ojos de lobo la dureza de un torso el pelo de un torso cabalgar el vértigo disolverse en lo duro una película española un tigre pequeño una serie de postales tantas primeras veces el beso, el sexo, el bar el piano, el departamento la plaza San Martín en invierno flores blancas por el suelo la danza el reencuentro el sillón, las películas la risa, el festejo la botella de tequila en mi mochila los joggings el colchón en el suelo el somier >>
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la frustración eleccionaria trasmutada en sexo sobre el somier el viento frío en la piel caliente ojos que siempre son verdes las sábanas rojas el uno el dos el tres una lista de países la traición sin relieve la historia destemplada con vecinos y balcones y ventanas una primera pelea y una segunda una cuarta las poses y las melodías la cámara que me filma cuando lloro la melancolía domesticada el pozo de angustia sin máscara la independencia un paisaje en movimiento las figuras que se nos arman el diablo el rezagado la broma más cruel el saco sin fondo y nunca roto llegar tarde retenerlo todo no olvidar no dejar de significar no soltar no poder no aferrar hasta que cambie la marea pero hasta el quiebre el viento que sopla o tres niños que lloran en la parada
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o un perro o un árbol un tono menor una serie de gotas cualquier cosa singular que se hace singular en la fuerza significante del torbellino donde estás vos, que sos toda una colección toda dispar, todos los ellos que resuenan.
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Inminente Mañana oscura, verde y naranja oscura en el cielo en grados nubes que tapan te incorporás tapado en penumbra enredada de noche, de mañana tus animales te enmarcan desde la cama, te miran a tus espaldas pájaros ciegos el tocadiscos y la ventana hacia abajo, nada sólo altura sólo luz verde manchada tu pantera en la cama instantánea de nuevo, vos y poca luz eclipse verde, y vos descalzo afuera tus animales, la cueva desde el aire sin balcón la cama enmarca otra vez el sopor tu animal ahumado verde rojizo, pisando
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la huella quieta de vos, con poca luz de vos despierto en el sueño los animales que miran en completo silencio.
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Asas Sin un horario específico, las cosas se me resisten con vehemencia. Los vasos se desprenden de mi mano, el jabón se suicida desde la altura y rebota en la cortina de baño. Los cordones se retuercen esquivándome los dedos y las asas de una simple bolsa de supermercado patinan por el aire para no ser agarradas. Un tenaz espesor de tiempo se estira entre mis manos y las cosas que se resisten, demasiado reales, negándome la realidad. La transparencia de los espejos entrecruzados fue opaca cuando cada uno de los dos creyó que el otro estaba jugando al mismo juego y que las reglas eran compartidas. Así lo expuso la sinceridad asombrada que nos tuvimos. Ahora todo decanta con su peso específico variable y se forma la imagen de la correa con la que nos contenemos al hablar. Dos mastines atados tensos, esperando a dar el salto los ojos reflejando obsidiana los dientes apretados y el pelo apelmazado
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–cómo me gustan los mechones apelmazados cuando chorrean agua o los agita el viento– pero no saltan. En cambio, dejamos caer las frases con cadencia medida, sosteniendo la correa para moderar el clima y respetar el espacio abierto, ese espesor de tiempo, el mismo que se estira entre mis manos y las cosas y nosotros dos cordones que no pueden ser atados un jabón que se suicida las asas de una simple bolsa de plástico que patinan en el aire.
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Inmanencia II El marrano, la dicha fuerte y buena, Viejo Maestro de ideas gineceo, profesor galo impartiendo en el liceo sus mapas de inmanencia sin condena. Ajenos a la envidia y a la pena, inmunes al piadoso lechuceo, con la fuerza sin fuerza del deseo arrancan de cuajo las cadenas. Ellos pensaron la unicidad del mundo, que corre siempre mucho más profundo que los inventos del Uno y lo numérico. Y sabían que la muerte es el destino, pero que lo que importa es el camino. Salvado estás: no necesitas médico.
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El destemple Toda tu belleza imposeída, el aire ausente, la cordialidad con fallas, el plan estratégico de la demora, los ojos azules, Saturno antes de tiempo, los valles de la frialdad en lo tibio, todas las coincidencias ingenuas, las coincidencias fastas, distraído, impersonal el día triunfante de lo nuevo, las enumeraciones de lo que te escuché contar, lo que vi con mis ojos en tu cara y en tu casa. No merece estos versos, todo eso, sólo la justicia de la enumeración, la objetividad del juicio sin juicio el recuento que enhebra la creación de anécdotas vitales, círculos, pasajes, voces sobrepuestas, pesos muertos, las distancias instantáneas. Viajes y fábulas con destino incierto y cierta pena en el corazón y nada dicho de antemano.
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Vértigo Tengo vértigo, tengo tempestades en el pecho capacidad infinita de amar, odiar y perdonarte, el miedo amurallado reacciones imprevistas. Tengo la paciencia insostenible las vísceras llenas de agujeros truenos que se escurren por los parches arañas y serpientes y murciélagos. Tengo aprendizajes disecados, amaestrados, punzadas redivivas, de angustia. Tengo una piedra cardíaca, diez mil respiraciones barcos anclados un pez rémora la sombra de tu cara confundida entre las sombras de ojos pardos. Guardo la luz de pozo de tus ojos tus ojos de tigre a la sombra clavados en los míos, que se hunden
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en la mentira de la concordancia.
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Lo ya dado Espero que algún día te levantes para encontrar que tu caballo está cansado Que el dogo duerme extenuado en la casilla los pájaros penden de una pequeña garra de un hilo de uña en cada rama La mariposa apenas si aletea, porque le pesa despegar las alas Escarabajos egipcios sin la fuerza para pasear al sol de estiércol por los cielos de donde caen en picada los halcones por dormirse en pleno vuelo (el sonido de mis pasos es solemne acá en mi propia casa) espero que ese día, te levantes y percibas sin rencor los truenos, el musgo el cansancio infinito de tus animales que algo en vos se desplome.
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Elemental Es un mito, y es real Es ficcional y verosímil Llamalo como quieras, en algún lado lo escondes Lo niegues como lo niegues, siempre vuelve a vos flotando en la superficie sostenido por la brisa ardiendo brotando desde el piso Es cíclico e inacabable Arquetípico. Discutible Es retrógrado y fascinante Es sencillo y poderoso No necesita ser real para ser cierto Es elemental.
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La repetición desnuda Cuando me acuesto a dormir y tiro de la sábana y el cubrecama, es como si me tapara con toda mi soledad. Recuerdo entonces una frase de Oscar Wilde, and Shame sits with us at Night: la Soledad se acuesta con nosotros por la noche, mientras las sábanas cubren el mundo alzando médanos y continentes. Taparse para dormir es más que un gesto; es el hábito de soledad y su vestido, es la tela, la constatación de una huella en el movimiento, un estado que se viste de condena, calmo, y también una conexión con el mundo. Cuando tiro de las sábanas para taparte, –quise escribir “taparme”, lo juro– cuando tiro percibo el mundo con la facultad de la melancolía. Con mi melancolía registro las caras de otros que también están por ser durmientes y preparan su tristeza para la conversión nocturna. Apagan veladores, los encienden se ponen gorros, cuentan gotas, o simplemente miran un punto fijo y olvidan su propio rostro. Entonces no tienen expresión, sólo ese punto fijo en el que un pájaro descansa. Su ceño está cargado de hojarasca en suspenso y el mundo es un débil hilo de agua
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abriéndose paso en el silencio, más allá de la calle (más allá de la selva, de la mar, de la plaza). Por la mirada les desfilan los deudores, las palabras los atados, los suburbios los granos de arena amarga lo no dicho en las poesías las bibliotecas descalzas. Las cosas pasan y pasan, pasan por las pupilas colgadas en el punto fijo pasan absortas y montan en el punto fijo, se van, levantan vuelo. Y la tristeza se les queda sin imágenes. Al borde de las mantas, quizá guardiana, un animal pequeño y sin gruñido. Tal es el ritual de la trasmutación de la tristeza, diurna en nocturna, alquimia de regazo sábana y mirada. Sostener sin ver y acunar sin sonrisa. Eso es lo que percibo por la noche, cuando la repetición se desnuda conmigo y se apoya en mi costado.
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Fuera, Diablo Curiosa cosa, recibir lo que antes hubiera sido un mazazo en el estómago y sentir, en cambio, el roce inerte de un papel de seda. Puedo ver el cebo tendido en tu torpe egoísmo, perdiste el arte mágico de antaño: hacer que el mundo de los otros gire a tu alrededor, tejer con sus buenas intenciones, esconder la frialdad de tu carisma. La pasión corrosiva con la que sufría y gozaba escribiendo tus estampas deja ahora lugar a una dis-pasión; leo tus palabras algo maravillado por la transparencia inmediata con que distingo tu motivación para trasmitirlas, y la provocación tonta, muy tonta, a la que sin embargo antes hubiera redoblado como un relámpago sumiso, por demás dispuesto, un caudal de sangre atronadora puesta de rodillas al servicio de la nada, sonriendo con dolor y esperando. Me encuentro escribiendo nuevamente por tu causa, pero hasta ahí el símil. El momento de simetría sosegada, clara, límpida revelación sin sismos. Casi instantánea, pero producto de años y años de rumiado aprendizaje, de escucha fiel a la experiencia del amor difícil, de vueltas descentradas sobre lo mismo y laberintos insalvables que con un clic se abrieron en gajos, se desgajaron en mil truenos. Es grato sentir que estos años en el medio me han crecido. Las mejores revanchas son silenciosas y sin herida. En el grito del agua y la felicidad salvaje, la ardiente alegría de lo que me enseñaste y no me olvido, respiro sin connotaciones especiales y pienso lo que no te digo ni te diré ni escucharás nunca y es impagablemente verdadero: tus trucos ya no sirven, Diablo. Tus trucos ya no sirven.
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Epílogo Hay, entre Aire fragmentado de Mariela Ramos y Fábulas elementales de Matías Soich, un complejo vínculo, ese algo en común que, como le gusta decir a la filosofía contemporánea, forma una “comunidad”. Vayamos a esa idea, a esa cosa que está y que ata, y relaciona, y reparte: esa cosa en común no es otra que la ausencia. Pero no una ausencia en particular, no la ausencia de tal o cual, no el otro como ausente evocado ni la cosa (¿la otra cosa?, ¿la cosa que no es la ausencia?), la cosa, decíamos, que mata el lenguaje para hacer nacer a la palabra. No, es algo mucho más medular: es la ausencia primaria, la ausencia elemental, la ausencia ontológica que se cuela en los poemas, entre las hendiduras que Ramos y Soich construyen según sus pareceres. En Aire fragmentado, la ausencia se percibe en la cama, y todo tiene mucho menos que ver con lo aéreo que con lo terrenal, pero ya en un sentido bajo: a veces, lo visto puede tener los gestos de torsión de un (miserable) gusano. Y anotamos bien “gusano” porque, como el término lo evoca, hay algo de muerte y putrefacción en eso que se percibe como ausente. ¿Una amenaza? Quizás por eso la voz poética es cuerpo en busca de preservación antes que ejercicio vocal: “sólo mi cuerpo sabe / cuánto te odié”. Lo que se siente no es patrimonio del espíritu, ese que se expresa en el “aire fragmentado” de la palabra hablada. Lo que se siente, se siente con la mudez del cuerpo: si lo evocado, ese otro en fuga, deja tras de sí la ausencia, ella se percibe en el silencio del gesto, en la percepción impronunciable de una piel, de un movimiento, de un calor que ya no está. Por eso, la contraposición entre un espíritu
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negativizado, mejor, pesimista, que está “casi flotando” en lugar de entregarse a las bondades de lo aéreo; y el deseo del cuerpo, atado a la asfixiante horizontalidad de la cama. Fábulas elementales hace el juego inverso al poemario de Ramos. Si en el primer libro sentimos a un espíritu en fuga que sólo pone en evidencia lo corporal, como si fuese una suerte de conjunto de llegada, aquí, en el poemario de Soich, lo que tenemos es una insistencia abusiva en lo corporal, en lo trabado, en lo duro del significante y su repetición, en lo bajo de los términos que aluden a la genitalidad (único límite entre el cuerpo y su auténtico más allá: la secreción, la excrecencia). Pero todo en un ejercicio autoimpuesto de negatividad que deja alumbrar, por contraste, las cimas más altas del espíritu. O mejor, esa máquina abstracta de producción de fugas que es el “sí”, lo afirmativo del lenguaje. Por eso, “viva la vida”: la auténtica posibilidad de lo afirmativo es la continuación de la vida, en su sentido corporal, porque ella, a la larga, produce el “sí” lingüístico, el sí de la máquina suprema de conexión. La ausencia que se articula en este poemario es un punto de partida, mientras que en Aire fragmentado era el límite hacia el cual se esperaba llegar. Dos libros, aquí reunidos, con dos humores diferentes pero que, a la larga, versan sobre lo mismo, el impronunciable problema de lo que ya no está. O nunca estuvo, pero ahora es evidente. O no va a estar, y sufrimos de antemano por su futura ausencia. Como la poesía, entonces: esa anormal unión de palabras dispuestas para que quede algo, no mucho, algo, una vez que las cosas, como los dioses y los monstruos, se han dado a la fuga. fernando bogado
Aire fragmentado
mariela ramos
i Olas al acecho ii Aire fragmentado iii Imprevisible Fábulas elementales i ii
matías soich
Odas a esta Era Distancias instantáneas
Epílogo, por fernando bogado
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PÁGINA 7 PÁGINA 25 PÁGINA 41
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Edición de 400 ejemplares. Impresa en Latín Gráfica, Rocamora 4161. Buenos Aires, marzo de 2019
poesía intempestiva
Poesía Intempestiva es una colección dedicada a publicar textos donde la aspereza y la ternura se combinan para romper la cadena del tiempo y poner en palabras lo que sólo puede ser sentido. títulos publicados
- Mariela Ramos y Matías Soich: Aire Fragmentado / Fábulas elementales otros titulos de la editorial la almohada
- Julián Ferreyra y Juan Pablo Fernández: La magnitud de la pérdida / Recortes de 19.99 - Daniel Amiano: La idiotez pura
poesía intempestiva
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os libros, aquí reunidos, con dos humores diferentes pero que, a la larga, versan sobre lo mismo, el impronunciable problema de lo que ya no está. O nunca estuvo, pero ahora es evidente. O no va a estar, y sufrimos de antemano por su futura ausencia. Como la poesía, entonces: esa anormal unión de palabras dispuestas para que quede algo, no mucho, algo, una vez que las cosas, como los dioses y los monstruos, se han dado a la fuga. fernando bogado
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