El mundo de hoy es un compleja red global de interrelaciones y Colombia no es ajena a estas nuevas dinámicas planetarias. La geopolítica y los hechos socioeconómicos que suceden en diferentes latitudes repercuten de manera drástica en la vida cotidiana de nuestro país. Todos estamos conectados y hasta que no seamos conscientes de los hechos que nos preceden no podremos comprender los retos que enfrentaremos como sociedad y como individuos. Reflexionar sobre lo acontecido en el siglo XX desde la Primera Guerra Mundial hasta el inicio del siglo XXI es fundamental para entender el mundo actual y construir un futuro mejor. Me llamo Manu y soy periodista desde que tengo memoria. Me dicen que soy un ciudadano del mundo y puede que tengan razón porque ya no me acuerdo si nací en Madrid, Cundinamarca o en España; si estudié en el DF o en el Departamental de Facatativá. Tengo muy claro todo lo que he vivido, los sitios donde he estado y las cosas que he podido presenciar de primera mano. De eso no me olvido porque me encanta contarlo.
Cuando hago un recuento de lo que ha presenciado, siento que los acontecimientos se renuevan, dejan de ser recuerdos perdidos en el tiempo y se convierten en relatos que redefinen nuestra comprensión del momento en que vivimos. El pasado no se acaba en el ahora, por eso debemos entenderlo para así poder imaginar el futuro, que no es otra cosa que transformar nuestro presente.
Juntos, vamos a hacer un recorrido por los acontecimientos más importantes del siglo XX y será una oportunidad de presenciar los aspectos más admirables de la humanidad como sus facetas más aterradoras. Desde las dos Guerra mundiales de la primera mitad del siglo XX hasta la caída del Muro de Berlín, los conflictos políticos, económicos y sociales que definieron nuestro tiempo han demostrado la capacidad de los seres humanos de transformar su entorno.
Por encima del devenir de los tiempos, de sus líderes y sus potencias económicas y políticas, siempre sobrevive la fuerza perdurable y para nada coyuntural de las luchas individuales por la dignidad y la libertad.
Proyecto desarrollado por: Pablo Luciano Guerra Camilo Andrés Sánchez Juan Francisco Sánchez Juan Pablo Mejía Santiago Reyes info@elmonocromo.com recuento histórico basado en Paren el Mundo de Antonio Navalón todos los derechos reservados
Al término de la Segunda Guerra Mundial en 1945, Berlín se convirtió en un laboratorio de geopolítica y en el centro neurálgico de la Guerra Fría.
El 13 de agosto de 1961, los obreros y los soldados de la República Democrática Alemana empezaron a contruir el muro que dividiría la ciudad y al mundo. La caída del muro, el 9 de noviembre de 1989, por su parte, fue interpretada como un símbolo del final del bloque comunista europeo.
Solidaridad se dio a conocer al mundo en 1981, tras el estallido de la huelga de astilleros en Gdansk...
La primera grieta estructural del edificio comunista fue el sindicato polaco Solidaridad. Este fue el primer movimiento disidente que triunfaba.
...donde logró unirse a un grupo de destacados intelectuales disidentes, encabezados por el economista Bronislaw Geremek y el periodista e historiador Adam Michnik. En la patria del proletariado, fueron los obreros los que se rebelaron. El general Jaruzelski declaró ilegal el movimiento, encarceló a su líder, Lech Walesa, declaró la ley marcial en el país y militarizó los astilleros.
Sin embargo, la resistencia creció y Jaruzelski tuvo que pactar el tortuoso camino de Polonia hacia la democracia.
¿Por qué no intervino la Unión Soviética con sus tanques, como había hecho antes en Hungría y Checoslovaquia? Porque estaba en bancarrota, agotada por la guerra en Afganistán, desacreditada internacionalmente e incapaz de competir tecnológicamente con la “guerra de las galaxias” del Pentágono.
La muerte de Leonid Ilich Brezhnev en el 82 llevó al poder a Yuri Andropov, que sólo logró sobrevivir al frente del Kremlin dos años y fue sucedido por Chernenko, quien murió al año.
El accidente nuclear de Chernobil, en abril de 1986, fue la puntilla a un régimen en franca decadencia.
Cuando Gorbachov llegó al poder en 1985, notó que las arcas del Estado estaban vacías y que debía renovar rápidamente la forma de gobernar antes de que todo se derrumbara a su alrededor.
La perestroika y la glasnost, es decir, la apertura y la transparencia, fueron las respuestas de Gorbachov.
Lamentablemente para él, y en cierto sentido para el mundo que heredamos tras el derrumbe de la URSS, su fracaso fue colosal. La apertura propició una avalancha de cambios que el gobierno central no pudo dirigir ni contener. Pero esta euforia libertaria enmascaró el fin de un sistema que le había dado certezas y seguridad a millones y millones de personas, arrojándolas a los brazos del capitalismo salvaje y el mercado sin regulaciones estatales.
Además, los antiguos jefes comunistas, directores de los cuerpos de seguridad, se adueñaron de las empresas, privatizadas a dedo. Estos países tardarían todavía décadas en encontrar el justo equilibrio entre libertad y seguridad, entre economía de mercado y protección estatal.
Las antiguas repúblicas socialistas soviéticas se rebelaron y reclamaron su independencia. Luego de momentos tensos, los países bálticos lograron consolidarse como estados independientes. En 1991, tras un intento de golpe de Estado, Gorbachov se vio obligado a renunciar a favor de Boris Yeltsin.
Él propició la desintegración de la URSS en diecisiete nuevas repúblicas, con mil y un problemas de lenguas, nacionalidades, religiones, fronteras y organización política. En un año glorioso, que va del 89 al 90, los habitantes de Europa del Este se sacudieron de cuatro décadas de dominación de la URSS:
En 1989 se derrumbó sólo un comunismo; el otro sigue en pie. Se derrumbó el que estaba carcomido, el del Muro de Berlín; no se derrumbó el oriental. El juego del escenario visible, que dividía a dos bloques reconocibles, fue un juego perverso por parte de los dos. Un juego de damas para los occidentales. Uno de ajedrez para los chinos, que se aprovecharon.
...el muro fue derribado, la RDA desapareció y Alemania se unificó; los antiguos disidentes checos, encabezados por Václav Havel, llegaron al poder en Praga, y los demás países siguieron su ejemplo.
El día que cayó el muro, se acabó la farsa, porque los ss-20 eran reales, pero la voluntad de accionarlos era falsa.
Tres elementos caracterizan la época posterior a la caída del Muro de Berlín: el enfrentamiento religioso, el protagonismo de China, y el debilitamiento relativo de Estados Unidos y el poder económico y político, que no militar, de la Unión Europea.