Redoble de tambores

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Juan Pablo Bonilla

Redoble de tambores



Redoble de tambores poemario

2011


Redoble de tambores Primera edici贸n 2011 Todos los derechos reservados Juan Pablo Bonilla 2011


A Carol You left me boundaries of pain Capacious as the sea, Between eternity and time, Your consciousness and me. Emily Dickinson



Índice Prefacio Levantate hombre Olvido Gato Ve a la escuela Inalcanzable Dreamlessness Diatriba contra el escritor Carta al hijo A la fotografía No deseo Woman down Desaparecidos En la mañana A mi padre en casa Retrocede Bajo el cielo estrellado No será la Tierra



Prefacio Los presentes poemas son el resultado de una revisión y selección del material en verso que he redactado durante los últimos años. Ahora que he abandonado por completo la actividad de la poesía, considero pertinente el dar a conocer, a quienes esto pudiera llegar a interesar, el material sobrante, o sobreviviente, de lo que es una serie de ejercicios de escritura. No tengo intereses ulteriores en la poesía. Soy, esencialmente, un prosista; mi perspectiva acerca de la literatura está relacionada con la capacidad de contar algo, de narrar; la poesía, al menos en su forma moderna, carece de ese interés, y la respuesta por parte de los poetas parece ser ensamblar juegos de palabras, que, influidos por las artes de vanguardia, contienen tan poco sentido como una escultura abstracta. No siendo mi interés, en este prefacio, hacer una crítica, me limito a ofrecerle al lector estos ejercicios, estos juegos de oraciones, cuya motivación no fue otra que la de buscar cierta estética definida, cierto estilo y algo de belleza. Juan Pablo Bonilla 2011



Levántate hombre Levántate, hombre. Tú, soldado, mira el rayar del alba, La cresta del sol anuncia, Una batalla acordada desde siempre. Tu cuerpo es la armadura, tu mente Un arma, el arma, todas tus armas; Piedra, tierra, agua, fuego y llamas, Para arrasar la pradera, el río, la pendiente. Legiones enemigas cercarán el valle, Corren presurosas cuesta abajo Buscan nuestra sangre, Las amapolas derretidas, y beber De lo que quede. Pero el hombre Avanza. Sobre caminos emboscadas, lluvia de obuses. Sobre playas desembarcos, Y los puentes, me temo, volarlos. Guiados por morteros, bazucas, casamatas.

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La lucha alcanza la noche, el filo de la maĂąana, No se verĂĄ en el poniente una bandera determinada, Hasta que la luz este presente Hasta que este sueĂąo recurrente Sea un recuerdo solamente.

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Olvido Qué me obliga a recordarla. A pensara, imaginarla; A desearla; a delinearla, Cuando en mi mente una pluma, Invisible, casi vaga Traza su contorno de muñeca encantada. A ella, casi nada, Un mal recuerdo, una falta. La herida que en mi pecho, no puede ser cerrada. Por qué la pienso, la imagino, aún enamorada… Qué hice para que en mi mente viva siempre clavada La astilla del recuerdo de una joven ocupada. Será que los años solo borran la alegría Dejándome su nombre como una burda ironía. Olvidarla si es que puedo, es la meta de mi vida; Olvidar que la he olvidado intentaré cada día. En vano ha sido todo, ahí estás todavía, Presente y a mi lado aunque nunca fuiste mía.

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Gato Gato, En esta noche, Solo, Tú que me miras, De lo alto. Dime Si ves algo, En este cuento Que redacto. Sabes de qué hablo Pero callas, Me ignoras; Porque sabes, Desconsiderado, Dónde esta el error, De este texto Inacabado. Brillan tus ojos, Mueves tu cola, ¿Sabes acaso Quién mató a la novia? ¿El mayordomo? ¿La mucama? Si hay solución al acertijo, Dime tú si ves salida.

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Ve a la escuela Ve a la escuela, y aprende, quién es el enemigo. Aprende a odiarlo, y en papel, aniquilarlo. Que no habrá mañana si no sabes señalarlo, Entre tus propios colegas de grado. Ve a la escuela, y aprende, a amar la bandera; Es tu madre y hermana, y abuela, Y aunque no la ames darás la vida por ella Aun siendo esta apenas un burdo trozo de tela. Ve a la escuela a diferenciar razas, credos y estratos; La vida, escuela y sabiduría, son para los blancos. Aunque seas mestizo, y pobre, recuerda que siempre, Esta tierra tiene un amo que te impulsa a ser valiente, Y defender con tus tripas y tus dientes Sus casas, sus tesoros y sus útiles sirvientes. Ve a la escuela a conocer la moral, Se viste de negro, de púrpura, o de blanco clerical. Sus palabras son dios, sus manos son dios, Sus azotes, y promesas de infierno de seguro también lo son. Ve a la escuela, no a descubrir, ni aprender qué es al fin el mundo, Sino apenas a aceptar, la verdad como dicen que es. No cuestiones, y no busques; sólo cree en lo que ves. Te servirá para un empleo, una comida, una casa y un sepulcro. 13


Inalcanzable Tiene un nombre animal, Que sabe a selva y pradera, Al calor y a la fiereza De lo desconocido que se encuentra en el vacío. Pueden sus ojos claros, Al más frío llevar al fuego, Y al más encendido mortal, entonces Dejarlo hipnotizado, hechizado, gélido. Pero su recuerdo es el que quema, Que llama con fuerza ultraterrena; Porque cuando en instantáneas su rostro queda, Su sonrisa y mirada me desvela. No puede nadie capturarla, naturalmente. El tiempo dirá quien, definitivamente Roba su corazón y su boca, Rendida, Esperando que le sea arrebatada la vida, Se entregará a quien sin prisa la devore.

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Dreamlessness Sueña; calla y duerme. Abre las puertas de tu mente: Observa, busca, lo que tu mente retiene, Liberado esta noche, este canto silente. Pasado hecho presente, este olvido persistente. Ocaso nunca visto, amanecer por la psique presentido. Sigue los pasos de este baile, este vals imaginado, El compás no se te olvida, otras veces lo has soñado. Baila marioneta, regida, Por finos hilos fijos del deseo reprimido. Entre las máscaras que en este baile se suceden, Buscas eso desaparecido, Lo que pudo y nunca ha sido. Tu vida que sin sentido, La razón misma ya ha perdido. Entre brumas lo que ignoras Es que a ti mismo te persigues.

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Al despertar ya en la mañana, O al nacimiento de la noche, Buscas entre sábanas lo que entre sueños has dejado. Es tu pasado, Que al ser abandonado, Vivió en tu memoria hasta que, como sueño, se ha evaporado. Despierta, busca e imagina. Sigue el rumbo de tu vida.

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Diatriba contra el escritor Redactor, ¡qué feo nombre! ¡Qué plano! A ti no te llamaron, te insultaron ¿Vez acaso, en ti mismo, algo valioso? No te pregunto, te señalo, mira tu cuerpo Por ejemplo: Figura alienígena, fealdad de preso, ojos moribundos No te advierto, afirmo, Como el científico ante el conglomerado, Seguro como tú nunca has estado Qué tan lejos estás, De ser humano. Tus amigos, si es que crees que los son, Porque otrora mal de ti también pensaron, Te escuchan, te hablan, callan cuando deben, Qué ultimo favor se le niega a quien el patíbulo a un paso tiene. Les has dicho: “escritor soy” qué falso. Nada bueno en el papel has puesto; Medio cuento, quizá un bosquejo, Y con todo lo enseñas a cada paso.

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Talento y medio tenían tus maestros, Talento medio tienen tus colegas, Talento tienen esos de quien te quejas, Medio talento (ni eso) tus sucias manos. Porque si hablamos de pararte como hombre, Coger la vida, ¡carajo!, hablar duro certero, No eres ni ejemplo, ni sombra, ni el contrario, Sino el nombre borrado del olvidado obituario. Estas palabras las pongo, no para que llores Cosa predecible, pocacosa, cosa con ojos; Sino para que esos escritos, débiles, flojos, Busquen que con abrasador fuego los borres. Sí, ¡párate! Ponte derecho y redacta algo. Algo que nadie espere, una suerte de milagro Que la pluma, sangre, corra, de su peso se desprenda Termina ya, a la humanidad debes, la gentil ofrenda De un corazón que como loco desbocado Ha puesto pasiones, temores, y otras formas de pecado. Tal vez tus hijos te lean, o tus nietos, no sabemos En la escuela, decía, de los siglos venideros Cuando maestros y lectores verdaderos Gocen y agradezcan lo que con asco ahora vemos.

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Carta al hijo Al hijo que nunca tendré, Consejos que en realidad no aplico. Nunca seas el primero, menos el último, Tampoco un mediocre, sólo aprende a aterrizar. No ha nacido un ser humano que valga un mundo, Ni el mundo vale lo que tienes tú. La lógica es un arma, Que se emplea y no se presta, mucho menos se regala. Apréciate, mas no te ames. Tal cosa no es lo que parece: Loco el que por amor se pierde, Peor aquel que por sí mismo enloquece. Quien aprende se construye un castillo para sí. Quien en sabio se transforma en una isla ha de vivir. Sabihondos y pedantes solitarios suelen de morir. Desdeña pero no odies, Lucha pero no mates, Persigue pero no abarques, Aquello que en conjunto no puedas contemplar. 19


No busques comprender a las personas, No escudriñes el alma humana, Mucho menos sus abismos de sueños naufragados. Habrá en la soñolienta quietud de lo temprano O tal vez en la arrasada avenida de nieve empapada, Si no es que acaso en la noche de un seco verano Una chica muy dulce de ardiente mirada. La amarás, te amará. Se irá y te dolerá; Y a pesar de lo que jures, volverá a ocurrir. La vida es una rueda que juega al sinsentido, Ergo lo vivido, tras una vuelta u otra, por ti ha de volver. Cuando la muerte se presente, a dos pasos de tu cuarto, Recuerda que no ha habido hombre en este mundo, Que rezos, medicinas, o lamentos hayan salvado; Sonríe que a fin de cuentas, todo esto que has pasado No puede perseguirte cuando te hayas ya marchado. Para el hijo que hora estoy considerando, Consejos que por años he estado meditando.

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A la fotografía Belleza sublime captada a una diezmillonésima de segundo, Imposible de ver para el ojo común, para los mortales. Más el hombre, que va más allá del hombre, con sus artificios espectrales Atrapa al vuelo luz, sombra, la ciencia del mundo. Un recuerdo tallado sobre una lámina; tangible memoria, De arenas y cristales, perlas y gotas de agua. A un ángel que se pasea, al borde de las aguas, El artista y su lente le son indiferentes; No sabe que su vida ha sido transformada En siluetas y deseos ahora permanentes. Que un gozo silencioso alumbrará muchas almas, Que semanas de lluvia no borrarán ese sol, La marea que relumbra al paso de sus formas, Hecho un espejo de iridiscentes mariposas. Un soldado que fuma tiene perdida la mirada, El lente lo ha retratado sin alma; Esta, perdida tras la batalla, Ha quedado rasgada por los rizos de la alambrada. Una cortina se levanta, a su espalda, de gris y negro; Son cuerpos que arden, hogares que se abrasan y pintan 21


El humo en carboncillo de la guerra que quema el cielo. ¿Ven esos ojos, acaso, en el centro de este cuadro, El hogar que por la bandera han abandonado? Ya que sin desearlo ni saberlo, este soldado, Será ícono de una lucha en constante evolución. De esta batalla, este mundo, su rostro inanimado, Será epígrafe de una joven y desencantada generación, Que gracias a las láminas del artista, sabrán, Que hubo miedo y pena en los hombres de Leviatán. Un gato fotografiado, En otro extremo del diario, Salta en la trayectoria de un mirlo asustado. Gato y presa en esta imagen, Como pocos representan, El mundo y su mensaje: Que gira, sin pausa, y alimenta al fotógrafo Que cámara en mano no para de ilustrarnos.

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No deseo No deseo una mujer, Que me mire cuando duermo. No deseo un espacio, Mío pero compartido. No deseo una fiesta, Donde solo escuche silencio; Y entre la multitud hable conmigo mismo. No deseo llamadas, Donde adivine tu voz aunque no hables. No deseo hacer un viaje, Dejando tanto atrás. No deseo seguir estacionado, Habiendo en mi futuro tanto que mirar. No deseo ser quien tú quieres, Soy apenas mejor de lo que puedo soñar. No deseo pensar en ti, Para sentir que te pierdo; O en caso contrario extrañar el silencio, El tibio regocijo que siento Cuando no estás y ansioso te espero.

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Woman down Donde el sol traza una sombra, que curva parda marca una duna Queda el rasguño adolorido, de un cuerpo Que se arrastra. Allí yace tendida, Cynthia E Palmer, Sargento primero de pathfinders. Con una mano enterrada en la arena, La otra cerrada sobre su arma, Avanzaba mientras la vida, Poco a poco se le escapaba. Y pensaba antes de morir, en su hijo. Cynthia E Palmer, Del noveno de pathfinders. Y entre la arena fina del wadi Escurrían gruesas lágrimas; Gotas tibias de un cuerpo sin agua. Las trágicas certezas que tienen Los alcanzados por la parca. Con cuatro balas en el pecho agonizaba Cynthia Palmer aquella mañana, Mientras un cabo de Rangers en vano un médico buscaba. 24


Al saberse herida, unos minutos antes Solo lamentó no poder mirar atrás, No poderse detener, Tener que reconocer Que a los suyos no vería más. Y la batalla sigue, y el cuerpo se cubre de olvido, En un wadi sin nombre, La joven Cynthia Palmers Sargento de pathfinders.

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Desaparecidos Escucha mi susurro En el rastrillar de hojas Que el viento lleva. Mira mis huellas En los brochazos carmesĂ­ De la sangre seca. Oye mi voz, Mi grito desesperado, en las aves Que abandonan ese claro. Ve a mis captores, ve a mis verdugos En todas partes, Observando.

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En la mañana Entre el satín blanco, dormías. Atenazada entre la sábana, Marcada tu figura; Delineados tus muslos, Pero descubierta tu espalda. Ante el irremediable impulso, Bajo el olor de tu pelo, Despertada mi ansia Busqué con mis manos El calor de tu piel, de tu cara, De tus pechos, de tus brazos. Ámbar de tu piel, dulce de tus labios, Mar de tus ojos, Eres imposible, no te alcanzo Ni anoche bajo mi cuerpo, Ni en esta mañana tan fría de mayo.

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A mi padre en casa A mi padre en casa: Dile a mamá que la recuerdo bella, Porque antes de tener treinta, falleció. Pon flores en su tumba. Dile a mi hermana que venda mis libros. Cometí la locura de leerlos y acá estoy. Díselo si regresa a casa. Dile a mi perro que busque otro amo, Me duele imaginarlo aun en el porche, esperando. Háblale cuando duerma y te hará caso. Dile a mis amigos que no fui un valiente, Que de haberlo sido me habría quedado, Díselos si aún me recuerdan. Dile a mi novia que del hombre que conoció Nada más quedan huesos, y una mente que la recuerda. Dile que me olvide para siempre. Y a ti, viejo, te digo desde esta trinchera, muriendo, Qué equivocado estabas: Toda una generación perdida, ni una batalla ganada.

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Retrocede Tiende un puente al pasado, Abre la ventana a un recuerdo, Imagina eso ya soñado, Con todo no olvides que te quiero. Da marcha atrás en tus obras Piensa qué deseabas, dónde lo perdiste. Indícame dónde dejaste, A esa niña loca de risa increíble. Camina de vuelta al origen, Encuentra una ruta disponible, A ese tiempo difuminado por los años. A los días de soles y lluvias, Que por la edad nos parecían eternos. Vámonos de aquí, abandonemos el silencio, Regresemos a la luz donde brotaban los deseos.

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Bajo el cielo estrellado Fuego que quema la sombra, Sombra que construye un palacio, Palacio de la noche agotada, Agotada la quietud de nuestra alma. Alma que pesa, que mira, Mira mi mirada en esta noche estrellada, Estrellas fijas despliegan lluvia. Llueve de noche en la noche cerrada, Cierra la puerta, vuelve a la cama.

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No será la tierra No será la Tierra, Ni seremos los hombres. No habrá Paraíso; Ni el esperado día llegará. No hay fin a esta historia, Ni comité de llegada, Ni quien aplauda al final. No será esta generación, lo sé. Ni la siguiente, ni la próxima, Porque la humanidad, Sola, Jamás cambia. Ni posee Dios, capaz de perdonarnos. No será el mundo como lo conocemos, Ni el de mañana o después, Esa zona rica y vasta, Donde todos tendrán asiento. No será donde al soñar soñamos, A donde lleguen nuestros herederos; Ni verá ser alguno, (ni siquiera al final) Un instante real, al cual llamar paz; O respirar tras la asfixia, y afirmar, Que es libre al fin. No será la Tierra, No seremos los hombres. 31



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