Enfermería Turolense. Más de 100 años de historias

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Enfermería Turolense

Más de cien años de historias


ENFERMERÍA TUROLENSE MÁS DE CIEN AÑOS DE HISTORIAS Edita:

Colegio de Enfermería de Teruel ©

Junta de Gobierno: Ángel Torres Benedicto - Presidente Sara Alegre Soriano - Secretaria José Ángel Delgado Pascual - Vicepresidente Mª Antonia Roca Muñoz - Tesorera Rafael Martínez Perpiñán - Vocal Ongs José Antonio Montolio Plumed - Vocal Atención Primaria Fernando Maícas Maícas - Vocal Docencia Manuela García Cebrian - Vocal Bajo Aragón Juana Mª Resano Tobanas - Vocal Especialidad Salud Mental Ana Isabel Garrote Mata - Vocal Especialidad Matrona Autores:

Isabel Cortel Espeleta © Raquel Fuertes Redón © Javier Atienza Salvador ©

Ilustración Portada: Belén Díez © Diseño Editorial:

Ana Torres Villamón

Fotografías:

Archivo del Colegio de Enfermería de Teruel Sebastián Jacinto

Imprime:

Aragón Vivo - Artes Gráficas Parque Ind. Ctra. San Blas, 15 - 44195 TERUEL

Depósito Legal:

TE-19/2009

ISBN:

84-320-8503-4


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Más de cien años de historias

Los autores Isabel Cortel Espeleta es licenciada en Humanidades por la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de Teruel. Al termino de dos cursos de post- grado, comenzó su carrera profesional como colaboradora de la Agencia Aragonesa de Noticias. Durante este tiempo colaboró con el departamento de Arte del Campus de Teruel, para elaborar el Catalogo de Bienes Inmuebles del Conjunto Histórico de Albarracín. Ha colaborado también con la Cámara de Comercio e Industria de Teruel. Actualmente es redactora en la Televisión Local de Teruel. Raquel Fuertes es licenciada en Periodismo por el CEU San Pablo de Valencia. Su trayectoria profesional ha discurrido principalmente dentro del sector editorial. Ha trabajado como jefe de publicaciones y responsable de marketing editorial para varias marcas de la multinacional Wolters Kluwer y como editora para Editorial Tirant lo Blanch. En la actualidad colabora en diferentes proyectos editoriales y es columnista del Diario de Teruel. Javier Atienza es licenciado en Periodismo por el CEU San Pablo de Valencia y Master en Marketing y Comunicación en IDE-CESEM. Ha colaborado y trabajado y varios medios de comunicación y gabinetes de prensa, entre ellos los del CRDO Jamón de Teruel, Colegio de Enfermería y Cámara de Comercio, donde en la actualidad es responsable de prensa. Es socio de la consultora de marketing WS y empresario. En la actualidad es el delegado en Teruel de Aragón Digital.

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Sumario



Presentación....................................................................................................................... 11 Ángel Torres Benedicto, Presidente del Colegio de Enfermería de Teruel. Prólogo................................................................................................................................. 13 Javier Sánchez Caro, Academico Honorario Correspondiente de la Real Academia Nacional de Medicina Capítulo I. Una larga historia. • Comienzos de la colegiación en Teruel.................................................................. 19 • ¿Y antes de los Colegios?............................................................................................ 25 • “Sacando la sangre se saca la enfermedad”.......................................................... 27 • Parteras, hernistas y algebristas............................................................................... 29 • La importancia de la Beneficencia........................................................................... 30 • Las reformas del siglo XIX. Concepción Arenal................................................... 32 • El siglo XX: la llegada de la enseñanza reglada . ................................................ 35 • Nacimiento de los Colegios Profesionales............................................................ 39 Capítulo II. Los difíciles años de la posguerra. • Introducción.................................................................................................................... 43 • Los años inmediatos a la Guerra Civil .................................................................... 44 • Los años 50 y 60 ............................................................................................................ 57 Capítulo III. Transición democrática y unificación de la profesión. • Introducción ................................................................................................................... 87 • Los años 70 . .................................................................................................................... 88


Capítulo IV. Los años del franquismo en primera persona • Introducción ................................................................................................................... 95 Manuel Pérez Rivera......................................................................................................96 Mariano Esteban Pueyo............................................................................................ 109 Capítulo V. Nuevos tiempos para una profesión de siempre. • Introducción................................................................................................................. 113 Adoración Adivinación Herrero . .......................................................................... 114 Ángel Torres Benedicto . .......................................................................................... 126 Capítulo VI. Las expectativas del siglo XXI. • Hoy y mañana de la profesión .............................................................................. • Futuro laboral . ............................................................................................................ • Formación .................................................................................................................... • Prescripción .................................................................................................................

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Anecdotario. .............................................................................................................................................. 149 Las Cuentas del Colegio. ............................................................................................................................................. 159 San Juan de Dios. ............................................................................................................................................. 169 Bibliografía. .............................................................................................................................................. 173 Álbum fotográfico. ............................................................................................................................................. 177


Presentación del Presidente El libro que tienes entre tus manos, “Enfermería Turolense. Más de 100 años de Historias”, es un proyecto que el Colegio de Teruel llevaba años tratando de realizar y que por fin se ha hecho realidad. De hecho, poner negro sobre blanco la Historia de la Enfermería turolense no es la primera vez que se intenta. A finales de los años setenta el Colegio recopiló material fotográfico para confeccionar un libro, pero diversas circunstancias impidieron terminar el proyecto. El libro se ha abordado combinando los documentos que había en el archivo del Colegio, en especial los que se conservaban en la antigua sede de la calle Hartzenbusch, y las crónicas humanas de los enfermeros que han sido presidentes del Colegio y que todavía están vivos, además de otros testimonios que los autores han considerado de interés. De esta manera se ha combinado el rigor histórico que aportan los documentos (aunque hay que lamentar que muchos de ellos se han perdido y que antes de 1939 no se conserva casi nada) con la calidez de las historias personales contadas en primera persona. Ha sido algo más de un año de trabajo donde se han buscado datos en la Biblioteca Nacional o el Archivo Provincial. Se ha revisado toda la documentación que había en nuestro Colegio, leído, valorado y clasificado, redactando para este libro aquello que se ha considerado de interés. Además, se han revisado cientos de fotografías, muchas de ellas hechas por el que fuera secretario del Colegio durante años Sebastián Jacinto, al que tenemos que agradecer el amplio archivo gráfico. Junto a todo esto se han confeccionado varias entrevistas en profundidad y otras para contrastar datos o nuevos testimonios. Desde la actual Junta del Colegio esperamos que os guste este acercamiento a la Historia de nuestra profesión. Puede que falten ciertas referencias a lo largo de la historia, pero esta crónica deja algunas cuestiones claras. Por una parte, las


dificultades que nuestra profesión, la ENFERMERÍA (y lo quiero decir con mayúsculas), ha tenido a lo largo de la Historia para ser reconocida como tal. Siempre hemos estado a la sombra de otros, cuando no menospreciados. Nos ha costado mucho esfuerzo llegar al nivel de reconocimiento que tenemos y, en este sentido, es bueno recordar la Historia de por dónde hemos tenido que pasar para valorar el presente y exigir lo que sea justo en un futuro. Por otra parte, e independientemente de cómo nos hemos denominado: sangradores, hernistas, parteras, practicantes, ATS, DUE o enfermeros, hemos estado al lado de los enfermos dando cuidados sanitarios especializados. Hemos sido los más próximos a los pacientes y los que primero atendemos sus necesidades. No quiero terminar sin dar mi reconocimiento expreso a todos los enfermeros que han desempeñado su labor en la provincia de Teruel. Gracias por su esfuerzo y dedicación en el cuidado de los enfermos. Y de la misma manera, gracias a todas las Juntas de Gobierno que han precedido a ésta que ahora presido, sin su esfuerzo no hubiéramos llegado hasta donde estamos ahora. Ángel Torres Benedicto Presidente del Colegio de Enfermería de Teruel.


A modo de prólogo La vida de las profesiones, y la de los pueblos, es semejante a un río. Hay un origen difuso donde nace la corriente por medio de decenas de hilos de agua que se pierden y ocultan por las capas superficiales de la tierra, del mismo modo que la forma de actuar de determinados profesionales se dispersa de mil maneras en el origen de los tiempos, a medida que surgen las necesidades de los ciudadanos. Hay, por así decirlo, una adaptación absoluta entre la actuación profesional sanitaria ante la enfermedad y los conocimientos y la técnica que la cultura va decantando a través del discurso que exigen las civilizaciones en su constante lucha por aliviar el sufrimiento humano, por hacer frente a la humanidad doliente con el progreso que la ciencia sanitaria descubre y, en definitiva, por hacer amable y asimilable a la raza humana la vida a pesar de los avatares de la madre naturaleza. Se puede decir, en tal sentido, que la medicina, el combate contra la enfermedad, contra las servidumbres de la existencia, es una lucha implacable contra las adversas condiciones de la naturaleza, a la que se trata de dominar, de adaptar a nuestras exigencias, porque solo se puede entender el avance de la civilización comprendiendo que la técnica forma parte inseparable de la cultura, de manera que la interposición del primer instrumento entre el profesional sanitario y la persona marca, de manera indeleble, el nacimiento de las culturas profesionales, que actúan “contra natura” con la finalidad de alargar nuestra existencia en el planeta tierra y hacerla más bonancible y más placentera, más deseable y más permanente, pues el sentido de la vida biológica e instintiva no es otro que anclarse en la tierra, procrear, expandirse y colonizar, todo el tiempo que sea posible, hasta el último de los lugares mas recónditos. El origen mágico y mítico de las profesiones, de los actos profesionales, del cuidar sanitario de nuestros semejantes, es muy remoto. Se dice que fue en el hombre


del neandertal cuando adquirió un grado de consolidación importante, pues es en esta época cuando se han encontrado restos de seres humanos sin dientes, o faltos de un brazo o una pierna, o tullidos, y a pesar de ello fueron cuidados (no se dejaron al albur del medio como había sucedido hasta ese momento) y alcanzaron una edad adulta o se convirtieron en ancianos. Tal forma de proceder es un misterio no fácilmente explicable, pero puede afirmarse que surgió de la combinación del principio de solidaridad junto con las posibilidades económicas y técnicas del grupo, de manera que la belleza del cuidado de la enfermedad puede encontrarse en el auxilio prestado a los enfermos o necesitados de ayuda, en la afirmación de la vida, en la ratificación de que unas personas –los cuidadores– hacen saber a otras que harán todo lo preciso para que sigan viviendo, como reconocimiento indeleble de su mera pertenencia a la especie humana, a un género de vida que es el más alto de los posibles, caracterizado por la razón, la transcendencia, la piedad, la solidaridad y, en resumen, por el amor como magma último en el que debemos insertar nuestro breve paso por la vida como elemento de unión entre nuestros predecesores y las generaciones futuras a las que nos debemos, según el código oculto que anida en nuestro ADN y que parece responder a dicho fin. El río de la historia profesional produce en su nacimiento, en la sierra de altura donde se funda, un conjunto de fuerzas que confluirán decisivamente en la forma, cauce y contenido del agua cuando discurra por la brillante planicie de la historia, cuando se deslice por el transcurso de los años. Los que contemplen su curso en su ámbito histórico y temporal, quizás no acierten a darse cuenta de que el meandro que dibujan las aguas no es sino la consecuencia de la fuerza inicial que se produjo en el monte donde se originó. Solo unos pocos sentirán la sensación de preguntárselo. Solo aquellos que se interrogan con las grandes preguntas que hacen referencia a la identidad personal (quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos). Y esto vale tanto para las personas como para los pueblos y las profesiones. El libro que el lector tiene entre sus manos ha hecho tal apuesta, la de la interrogación sin miedo, a sabiendas de que todo lo que se va a encontrar no es exactamente como uno lo hubiera imaginado, como uno hubiera querido que fuera, pero precisamente por eso tiene más valor, más interés, más sabiduría y más madurez. Una profesión sanitaria, como la actual de los Diplomados en Enfermería, si quiere saber porqué hoy es lo que es, y que será de ella el día de mañana, ha de auscultar necesariamente su destino mediante una reflexiva indagación hacia el pasado.


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Cualquier genero de vida, incluida la profesional, es un proceso, un “continuum” cuya respuestas no se encuentran solo en el presente, sino en los trazos borrosos, difíciles o heroicos que dibujaron otros, de los que muchas veces no se conoce ni el nombre; otras se sabe el nombre pero no su carácter, su disposición para las cosas; en fin, en ocasiones a pesar de conocerse el nombre y su discurso vital, no se adivina de dónde surgió la fuerza necesaria para hacer lo que hizo o porqué lo hizo. Y eso es precisamente lo que pretende este libro bajo el título sugestivo de “MAS DE CIEN AÑOS DE HISTORIAS”. Los nombres de los diplomados en enfermería actuales han sido muchos a lo largo de la historia: sangradores, flebotomianos, cirujanos-barberos, sangradores, ministrantes, cirujanos menores, practicantes, enfermeras, comadronas, parteras, dentistas, matronas, pedicuros, podólogos y fisioterapeutas, tal y como recoge Carlos Alvarez Nebreda, un importante investigador enfermero. Su lectura detenida pone de manifiesto la abundancia de funciones, pues mas que los nombre lo que interesa son las necesidades a las que tuvieron que hacer frente, su pluralidad, su colorido, su lenguaje florido, su adaptación al terreno, su deseo, en resumidas cuentas, de responder al fin, al “telos” para el que habían nacido. La obra que tenemos el honor de prologar tiene, además, otro aspecto importante: Convierte todo lo sucedido a lo largo de los cien años sobre la profesión enfermera en un documento y, consecuentemente, en información, desde el momento en que solo aquello que está a nuestro alcance y puede ser recuperado adquiere dicho carácter. Por otro lado, en el caso concreto que contemplamos, se efectúa la recuperación de la memoria histórica de la profesión enfermera turolense, lo que es tanto como recuperar su propio ser y existir en un terreno tan sensible y tan importante para la historia de España. En términos concretos, el esfuerzo de la obra abarca desde la creación del Colegio de Practicantes de Teruel en 1904 hasta el momento presente. En la historia apretada del libro, el primer presidente fue D. Mariano Alcalá y el de nuestro tiempo es D. Angel Torres Benedicto. La obra persigue rellenar un hueco, el causado en la documentación del Colegio por la guerra civil, mediante el puente que supone indagar en las referencias bibliográficas de la Biblioteca Nacional, el Archivo Provincial, en algunas noticias de los diarios y en las fuentes de la memoria histórica de las personas que todavía viven en la actualidad. Los capítulos que desarrolla son muy sugestivos: Desde los inicios hasta los difíciles años de las posguerra, pasando por la transición democrática y unificación de la profesión, pero sin olvidar el futuro, esto es, las expectativas de la profesión para el siglo XXI. – 15 –


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Termino el discurso del prólogo, sabiéndome honrado por ello. Creo que las profesiones que no conocen su historia carecen de identidad, como si no pudieran mirarse al espejo, como si jamás pudieran conocer su rostro y ser llamadas por su nombre, aunque la figura que nos devuelva el azogue no sea de nuestro agrado, pues precisamente por eso tendremos siempre elementos para corregirla en la medida de lo necesario. La profesión enfermera, los diplomados en enfermería, tienen hoy ante si un porvenir risueño y halagador, aunque eso no se consiga sin esfuerzo y sacrificios. Sus funciones son amplísimas, pues trabajan en pie de igualdad con miembros de otras profesiones y actividades en prestaciones de cuidados de la salud; desarrollan y realizan funciones relacionadas con el fomento y mantenimiento de la salud y la prevención de la enfermedad; incluyen cometidos de planificación y prestación del cuidado durante la enfermedad y la rehabilitación, abarcando, en último extremo, los aspectos físicos, mentales, sociales y espirituales de la vida que puedan afectar a la salud, la enfermedad, la discapacidad y la muerte. Por todo ello, la enfermería de Teruel debe estar de fiesta. El álbum de fotos de su vida, después de buscar afanosamente, ha sido hallado. Se ha encontrado a la familia y a los parientes. No habrá más orfandad histórica. Mi más cordial enhorabuena. Javier Sánchez-Caro Academico Honorario Correspondiente Real Academia Nacional de Medicina

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CapĂ­tulo I Una larga Historia



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Comienzos de la colegiación en Teruel. El origen de los Colegios Profesionales proviene de la Ley General de Sanidad de 1855, mediante la que se instituye en cada provincia un Jurado Médico Farmacéutico de calificación para fines disciplinarios y arbítrales. En 1898 se implantó la colegiación obligatoria para médicos y farmacéuticos dentro de la Instrucción General de Sanidad (1904), que preveía la creación de colegios profesionales por parte de todas las profesiones sanitarias reconocidas. Pero no será hasta diciembre de 1929 cuando se concede la colegiación oficial y obligatoria de los practicantes, mientras que la de las matronas llega unos meses después, en mayo de 1930. Por su parte, las enfermeras tendrán que esperar hasta 1944, por medio de la Ley de Bases de Sanidad, para poder constituir su colegio. En estos años, la profesión de Enfermería no está unida en una sola rama, sino que conviven a la vez los practicantes, las enfermeras y las matronas. Por lo que respecta al Colegio de Teruel, en 1904 se crea el Colegio de Practicantes, siendo el primer presidente Mariano Alcalá. En 1905 existe constatación documental de dos presidentes: Francisco de Francisco y Secundino Bello. El Colegio de Teruel es uno de los propietarios del Boletín “Colegios de Practicantes de Medicina y Cirugía desde su primer número (noviembre 1907), junto con los colegios de Valencia, Málaga, Álava, Orgaz y Madrid. En este período hay algunos momentos en los que este Boletín llega a hablar de la “extinción del Colegio”, pero lo cierto es que luego se observa una total continuidad sólo truncada por el periodo bélico de la Guerra Civil española como queda constatado con la presencia de Ángel Barahona como representante del Colegio de Teruel en la Asamblea general de Practicantes de Medicina y Cirugía de 1912. – 19 –


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Grupo de enfermeros turolenses en 1903.

La siguiente información que ha llegado a nuestros días es la presidencia de Román Navarrete en el período 1917-1920. Fue ayudante de José Teresa, primer cirujano que vino a operar a Teruel. En el largo período entre octubre de 1920 y julio de 1936 el presidente fue Francisco Martínez Alegre, quien fue fusilado al principio de la guerra. Además de las convulsas sucesiones políticas del momento, también hay cambios que afectan a la profesión. Así, en 1921 se amplía la exigencia de conocimientos culturales, hasta entonces era un examen de cultura general, a partir de ahora se exigirán cursos de bachiller. En 1934 se amplía de nuevo la exigencia y se requiere el Bachiller Elemental a partir del nuevo plan (tres primeros cursos del Bachillerato). El requisito era el mismo que para Magisterio y otras carreras medias. Durante la Guerra Civil (1936-1939) no hay información sobre el Colegio. Lo más probable es que cesase en sus actividades hasta finalizada la contienda bélica. La historia documental del Colegio de Practicantes y todo lo que tuvo que ver con la profesión de Enfermería en Teruel hasta 1936 está perdida en la actualidad. Sin duda se perdió en la Guerra Civil, bien por la destrucción causada en la ciu– 20 –


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Junta de Gobierno del Colegio de Enfermería de principios del siglo XX.

dad, bien porque fuera a parar a manos de particulares que nunca han retornado al Colegio esta documentación. En la actualidad, apenas hay algunas referencias bibliográficas en la Biblioteca Nacional, el Archivo Provincial, algunas noticias en los diarios publicados en aquellos años y las fuentes de la memoria histórica de las personas que todavía viven en la actualidad, y sobre las cuales se basa parte de este libro.

Enfermeros celebrando San Juan Dios en el año 1929. – 21 –


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El gran avance en el campo de la colegiación, del cual el Colegio de Teruel no se queda al margen, se produce tras la unificación de estudios en 1952. Este año se refunden los planes de estudios de practicantes, enfermeras y matronas: habían nacido los ATS, los Ayudantes Técnicos Sanitarios. Los profesionales de enfermería se colegian en secciones en función del sexo: ATS masculinos y practicantes, ATS femeninos y enfermeras y matronas. De esta manera, y hasta la década de los años setenta del siglo XX, los ATS comienzan a ganar peso en la Sanidad y su función social comienza a ser más reconocida.

Alumnas de la Escuela de Enfermería de Teruel (Foto Mari Luz Montón).

El siguiente gran paso para el Colegio de Teruel se produce con la llegada de la democracia y en plena Transición. Tras la Orden Ministerial de 1 de Junio de 1977 y el proceso de unificación en el que se adapta el nombre de “enfermería” para todos los profesionales, los Colegios de Enfermería unifican así mismo sus secciones colegiales. Al año siguiente, en junio, se aprueban los Estatutos de la Organización Colegial de ATS. Desde este momento comienza a llamarse a la profesión como Enfermería, aunque el nombre de ATS todavía tardará muchos años en borrarse del imaginario colectivo de la sociedad española. En enero de 1980 se homologan los títulos de ATS y Diplomado en Enfermería a efectos de derechos profesionales, corporativos y nominativos. Pese a ello, no se procedió a desarrollar las especialidades adecuadas a la nueva titulación, sino que se autorizó por Orden de 9 de Octubre (BOE 20/10/80) a los Diplomados en Enfer– 22 –


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mería a cursar las especialidades de los ATS con el mismo régimen académico y los mismos efectos. Otro hito fundamental para la Enfermería se produce en septiembre de ese mismo año, cuando por medio de un real decreto se suprime la limitación por razón de sexo a los estudios de Matrona, por lo que el ATS y Diplomado en Enfermería masculino pudo optar por primera vez a cursar los estudios de Matrona. También se derogaron las enseñanzas de Matrona en régimen de internado. En el año 1986, con la incorporación de España a la Comunidad Económica Europea, el Gobierno adquiere el compromiso de adecuar el currículum de formación de las Matronas según las Directrices 80/154/CEE y 80/155/CEE, promulgadas en 1980, de obligado cumplimiento para los países miembros. En estas Directrices se especifican los requisitos para la homologación de diplomas, se llega a una definición común del ámbito de actuación de las Matronas, se definen las actividades mínimas para las que han de estar facultadas y los requisitos mínimos para los programas de formación. Y en el año 2001, por medio del Real Decreto 1231 de 8 de noviembre por el que se aprueban los Estatutos generales de la Organización Colegial de Enfermería de España, del Consejo General y de Ordenación de la actividad profesional de Enfermería se llega a la normativa que en la actualidad regula la profesión.

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¿Y antes de los Colegios? Desde la Edad Media encontramos referencias a la práctica de la profesión de practicante o enfermería, pero casi siempre asociada a la figura del barbero sangrador. Se trata quizá de los profesionales más característicos de la práctica empírica de la medicina en la España Medieval. Su ejercicio estuvo asociado a la vigencia de una técnica delegada de la medicina, la sangría, que diera lugar a sesudos enfrentamientos entre partidarios y detractores de sus indicaciones y eficacia terapéutica. Los sangradores alcanzaron un cierto reconocimiento social, pero su práctica siempre estuvo condicionada por su posición ambigua entre los profesionales titulados (médicos y cirujanos latinos) y otros empíricos sin formación cuyos métodos traspasaban a menudo los límites de la superstición. Durante la primavera, en la Edad Media, la gente acudía a las barberías de los pueblos y ciudades no necesariamente a cortarse el pelo o afeitarse, sino también para que le arrancaran una muela o le sacaran sangre. La gente creía que el desequilibrio de los humores —sangre, flema, bilis y atrabilis— era perjudicial para la salud, y que la extracción del exceso de sangre cada primavera —la época de la renovación— era la forma de restaurar ese equilibrio. “Sacando la sangre, se saca la

San Juan de Dios, patrón de la enfermería. – 25 –


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enfermedad”, era el principio en el que se basaba esta práctica que, pese a su potencial peligrosidad, fue el tratamiento más popular para muchas enfermedades graves durante siglos. La tarea de extraer sangre había sido realizada tradicionalmente por personas con escasos conocimientos médicos, bajo la supervisión de algún cirujano. Durante el siglo XIII los barberos comenzaron a ocuparse de esta operación, y poco a poco formaron un gremio y ampliaron sus servicios hasta abarcar intervenciones de cirugía menor tales como sajar diviesos (curar furúnculos mientras un enfermo dormía) vendar úlceras y extraer muelas. Algunos barberos se especializaron en operaciones más serias, llegando a tratar cataratas o hernias. En los pueblos pequeños llevaban a cabo operaciones relativamente complejas, como por ejemplo reducir fracturas o realizar trepanaciones (cortar una porción del cráneo para aliviar la presión sobre el cerebro). Al principio cualquiera podía establecerse sin licencia como cirujano, pero hacia el siglo XIV, en algunos lugares de Europa, las universidades y los gremios comenzaron a regular la práctica de la medicina. – 26 –


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“Sacando la sangre se saca la enfermedad”. La mayoría de los barberos practicantes realizaban su trabajo en un establecimiento público, y solían anunciar sus servicios con un cartel que representaba una mano levantada, de la que goteaba sangre, y una sangradera para recogerla. Las sangraderas eran de barro cocido, peltre o plata, y solían tener unas marcas en el interior para señalar la cantidad recogida. Antes de sacar la sangre, el barbero sumergía la mano del paciente en agua caliente para que se hincharan las venas y fueran más fáciles de ver. Luego ponía un torniquete alrededor del brazo del paciente y, con la sangradera preparada, decidía en cuál de las cinco venas mayores —cada una de las cuales se asociaba a un órgano vital— haría la punción. Sujetando firmemente la mano del paciente con un trapo alrededor, el barbero abría una fisura en la vena con una lanceta de doble hoja. Cuando ya había extraído suficiente sangre, el barbero vendaba ligeramente la herida y enviaba al paciente a casa. El oficio se transmitía de generación en generación, de modo que un aspirante a barbero comenzaba de aprendiz con un maestro —habitualmente su propio padre— e iba adquiriendo el conocimiento de todos los secretos del oficio. En las grandes ciudades, sin embargo, los aprendices podían asistir a las mismas clases de anatomía que los estudiantes de medicina.

Ordinaciones de la Ciudad de Teruel. – 27 –


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Por lo que respecta a Teruel, en tiempos de Pedro II, (1178-1213 rey de Aragón) cuando vino a diferentes localidades en sus campañas bélicas hay anotaciones de los pagos que se hicieron en diferentes conceptos, entre los que se citan los pagos realizados a tres barberos. Pedro II El Católico estuvo al menos en Mora, Rubielos, Manzanera y Camarena. Además, también hay citas a los barberos sangradores en el libro editado por el Justicia de Aragón “Insaculación y Ordinaciones Reales de la Ciudad de Teruel” facsímil de la obra de Juan Bautista Pujadas de 1696. En el mismo se dice literalmente, en la Ordinación 196, “Estatuimos y ordenamos que el que deje (renuncie) el oficio o facultad de Cirujano, y hubiera sido Barbero, para ser Ciudadano debe renunciar antes de asumir dicho oficio o facultad, ante el Jurado en su mayoría. Si el renunciante hubiera sido elegido para alguno de los oficios de la ciudad, los pueda desempeñar si hubiera renunciado 3 años antes de ser elegido, y desempeñara los oficios para los que fue seleccionado.” En el siglo XVIII, Felipe V aprueba la Instrucción de Sangradores. Es el momento de apogeo de las sangrías (casi todas las dolencias se curaban por medio de sangrías). De esta época se han podido encontrar datos concretos de un alpargatero de Concud, que envió a dos hijos suyos a la Facultad de Medicina de Valencia para que se hicieran practicantes.

Ordinación que explica las obligaciones de los barberos. – 28 –


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Parteras, hernistas y algebristas. Con la llegada del Renacimiento comienza una cierta reglamentación de las profesiones vinculadas con la salud. Por una parte existe el médico formado en la Universidad, con un mayor reconocimiento social; y por otra el cirujano, cuya formación proviene más de la tradición, realizando actividades sanitarias sin ningún tipo de formación académica. Junto con los profesionales citados anteriormente estaban los Empíricos: parteras -mujeres que habían aprendido a fuerza de ir a los partos- los hernistas, los sangradores o los que trataban los problemas de traumatología, que se les conocía como algebristas. Se les intentó regular su práctica pero no se consiguió y muchos de los que utilizaban fórmulas mágicas fueron perseguidos por la Inquisición. Desde el punto de vista de la Sanidad, el siglo XVII es muy complicado para España: la población ha crecido mucho, persisten las grandes hambrunas y la tasa de mortalidad es muy elevada debido a enfermedades infecciosas como el cólera, la fiebre amarilla y o el tifus, entre otras, llegando a porcentajes del 40 por mil. Además, la malnutrición era generalizada entre la población y la esperanza de vida se sitúa en 35 años. Ante esta situación, el rey Carlos III pone en marcha un plan de beneficencia social y sanitaria cuya forma de pago es a través de bienes del Estado, del Clero y por otras instituciones. Se promulga la Ley General de Beneficencia que se establece en tres niveles. La Beneficencia domiciliaria, orientada a remediar necesidades temporales y de urgencia de la población. El encargado de realizarla fue el municipio y se llegó a establecer una asistencia sanitaria a domicilio. Por otra parte se creó la Beneficencia provincial, orientada al remedio de necesidades a medio plazo (niños abandonados, huérfanos, ancianos y enfermos contagiosos en la mayoría de los casos). Se construyen casas de expósitos, asilos y hospitales provinciales, y fue responsabilidad de las Diputaciones Provinciales. Esta figura de beneficencia se extendió en España hasta bien entrado el siglo XX, y fue uno de los lugares donde la Enfermería mejor ha desarrollado su papel principal: la asistencia integral a los enfermos.

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La importancia de la Beneficencia. Por último, se instauró una Beneficencia general, destinada al remedio de necesidades permanentes, de la que se hizo cargo el Estado. La organización de todas estas mejoras se realiza a través de Juntas de Beneficencia y por las Juntas de la Caridad. De esta manera se inicia una de las primeras acciones coordinadas para luchar contra las pestes y enfermedades endémicas, aumentando la preocupación por la higiene. En este contexto, todas las profesiones que han antecedido al Enfermero tal y como lo conocemos en la actualidad (barberos, parteras, hernistas o sangradores) fueron fundamentales para mejorar las condiciones de vida del país. Llegado el siglo XVIII, las profesiones sanitarias de la época han evolucionado poco. Por una parte están los cirujanos tradicionales o romancistas, venidos de la formación universitaria. Pero continúa habiendo lo que en la tradición se ha llamado cirujanos empíricos y que se agrupan en tres clases diferentes: las parteras, los sangradores y los cirujanos romancistas o tradicionales, es decir, aquellos que no pasaban por la Universidad, no hablaban latín y se mantenían fieles a las tradiciones de generaciones pasadas. Estos eran los profesionales encargados de hacer pequeñas curas, asistir embarazadas y a los partos, sanar huesos o realizar sangrías. Como hemos visto en los siglos que llevamos de análisis, la Enfermería en España no existía como profesión reconocida y diferenciada de otras, y sus actividades tenían que ver con el barbero sangrador y el cirujano menor, que se formaban en los hospitales y órdenes religiosas. Dado que la situación sanitaria en España era mala, los diferentes gobiernos comenzaron a pensar que tenían que reformar y regular las profesiones sanitarias. Pero no es hasta el siglo XIX cuando aparece una regulación del programa de estudios y, por tanto, de una titulación que tenga que ver con la Enfermería. En septiembre de 1857 aparece la Ley de Bases para la Institución Pública, ley denominada popularmente como “Ley Moyano”, en referencia al ministro que la promulgó. Esta es la primera vez en la que se regulan todas las profesiones sanitarias en España y en base a esta normativa se publica el “Reglamento para las enseñanzas de practicante y matrona”, aunque no hace mención ni contempla la profesión de enfermero de forma explícita. Dentro de esta reforma se crea la carrera de Practicante, como Enseñanza Libre, a los que se atribuyen tres funciones fundamentales que se califican como “artes” en sus planes de estudio: callistas, dentistas y asistentes a partos. En estos reglamentos se regula todo lo relacionado con las profesiones de practicante y matrona. El practicante será el que sustituya al cirujano menor y al barbero – 30 –


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sangrador. La matrona la encargada de asistir al parto, dar los primeros y urgentes auxilios al recién nacido así como administrar el agua de socorro, el bautismo, en casos de extrema gravedad. El papel del enfermero no queda incluido en las profesiones sanitarias, pero sí es reconocido como oficio y se establecen los siguientes tipos: cuidadores-enfermeros, religiosos (su asistencia no está remunerada y perciben alojamiento y comida por su trabajo, además de prestar asistencia físico espiritual) y enfermeros seglares, que sí están pagados y realizan actividades encomendadas por los religiosos. Además, todavía perviven los oficios de cirujano romancista, sangrador y barbero, que se convierten en practicantes en 1857. Al mismo tiempo que realizan una importante labor social los asistentes voluntarios y los miembros de Hermandades y Cofradías, seglares de diferentes procedencias sociales y con los que se cuenta para llevar a cabo la asistencia sanitaria de determinadas enfermedades o en hospitales especializados en diferentes dolencias. En algunas cuestiones existe un paralelismo entre los enfermeros de la época y los actuales, y se describe por primera vez la función administrativa de los mismos. Destaca la figura del Enfermero Mayor, que puede ser la madre superiora, el prior o el maestro, y que se encargaba de dirigir estos lugares de caridad y sanidad.

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Las reformas del siglo XIX. Concepción Arenal. El movimiento reformista del siglo XIX estuvo muy vinculado a la Institución Libre de Enseñanza, que tuvo una gran influencia en la regularización y modernización de la vida en la mujer en España y repercutió en la Enfermería española desde el punto de vista de la incorporación de la mujer al ámbito laboral y al sistema educativo, todo ello dentro del proceso por la Revolución Industrial y el auge del movimiento obrero. La Enfermería española durante el reformismo tuvo su máximo exponente en una mujer: Concepción Arenal, que realizando análisis de la realidad social, benéfica y penitenciaria denunció la necesidad de suplir las carencias existentes en cuanto al personal de enfermería y los servicios que prestaba. En muchas ocasiones eran desempeñados por criadas con escasos recursos económicos y limitados conocimientos culturales, personas sin conocimientos técnicos, que en la mayoría de los casos no sabían leer ni escribir.

Concepción Arenal.

Concepción Arenal enumeró los principios que debe guardar toda persona dedicada a la enfermería: cuidado en la asistencia, conocimientos sobre la alimentación, honestidad, aseo y orden, que demuestran la impronta para doméstica, al menos en origen, de la actividad de la enfermería. Arenal fue también la primera mujer que recibe el título de Visitadora de Cárceles de Mujeres, cargo que ostentó hasta 1865. En 1868 es nombrada Inspectora de Casas de Corrección de Mujeres, y tres años después, en 1871, comienza a colaborar – 32 –


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con la revista La Voz de la Caridad, de Madrid, en la que escribe durante catorce años sobre las miserias del mundo que la rodea. En 1872 funda la Constructora Benéfica, una sociedad que se dedica a la construcción de casas baratas para obreros. Posteriormente también colabora organizando en España la Cruz Roja del Socorro, para los heridos de las guerras carlistas, poniéndose al frente de un hospital de campaña para los heridos de guerra en Miranda de Ebro. En 1877 publica Estudios Penitenciarios. Con Concepción Arenal nace el feminismo en España, pues desde joven luchó por romper los cánones establecidos para la mujer, rebelándose contra la tradicional marginación del sexo femenino, y reivindicando la igualdad en todas las esferas sociales para la mujer. A lo largo del siglo XIX se van introduciendo una batería de reformas sanitarias que contribuyen a clarificar la situación de la Enfermería desde ese momento. Así, en 1875 se regula la figura del cirujano odontólogo o dentista, quedando prohibido, al menos sobre el papel, esta práctica para los barberos o ministrantes. Desaparecen pues los Practicantes Dentistas, aunque los titulados hasta esa fecha y los que habían iniciado los estudios podrían continuar desempeñando tales funciones. En 1861 se aprueba el Reglamento para la enseñanza de Practicantes y Matronas. El título de Matrona autorizaba para asistir “partos y sobrepartos naturales”, y entre las condiciones exigidas a la aspirante se encontraban las siguientes: haber cumplido 20 años de edad, ser casada o viuda (las casadas debían aportar autorización del esposo) llevar buena vida y costumbres y haber cursado la primera enseñanza elemental completa. La institucionalización del reformismo social en España se inicia con la Comisión de Reformas Sociales de 1883, encargada de analizar la realidad social del país. A partir de ese momento una serie de normativas legislativas en el tiempo, institucionalizarán y profesionalizaran la Sanidad y la Enfermería. En 1888 se vuelve a regular la profesión de practicantes y matronas, introduciendo las siguientes novedades para los primeros: a partir de este momento tienen que recibir una formación teórica de un año, la cual comprendía anatomía, técnica de los vendajes y cirugía menor. Posteriormente tenían que realizar dos años de prácticas hospitalarias, y luego debían pasar un examen teórico-práctico para poder ejercer. Por lo que respecta a las Matronas, tienen que recibir una preparación teórica de un año, en el que se les enseñaba obstetricia (anatomía del aparato genital femenino), desarrollo del parto, asistencia al parto, cuidados al recién nacido y primeros – 33 –


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auxilios tanto para la madre como para el bebé. Después debían de hacer dos años de prácticas en un hospital y, por último, hacer un examen teórico-práctico para poder ejercer. A finales del siglo XIX coexisten en el panorama sanitario español médicos, matronas, practicantes y enfermeras. Sin embargo, quien cuida mayoritariamente a los enfermos en el hospital son las enfermeras que son a su vez religiosas. Para ellas no se habla todavía de profesión sino de ocupación.

Prescripción de un medicamento para realizar una cura.

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El siglo XX: llega la enseñanza reglada. El avance de la Sociedad Industrial, cada vez más urbana y desarrollada, obliga a los diferentes gobiernos a realizar cambios normativos en la Sanidad para adaptarse a los nuevos tiempos que corren, y de los cuales la Enfermería no se queda al margen. En 1916 se pone en marcha la de Casa de Salud de Santa Cristina, en Madrid, la primera Escuela de Matronas fundada en España, aunque sus origines datan de 1904 cuando el rey Alfonso XIII puso la primera piedra. En 1931 esta escuela se adscribe a la Facultad de Medicina de Madrid, y en 1940 se constituye como escuela oficial para la obtención del título de matrona, ya en pleno régimen Franquista.

Libro de texto de principios del siglo XX para practicantes. – 35 –


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Ilustraciones de los libros de textos de principios del siglo XX para explicar los diferentes tipos de vendaje – 36 –


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Ilustraciones de los libros de textos de principios del siglo XX para explicar los diferentes tipos de vendaje.

En 1923 aparece la Escuela Nacional de Puericultura, adscrita al Consejo Superior de Protección a la Infancia, que tiene entre sus funciones la lucha contra la mortalidad infantil y la proyección docente y científica, encargada de la educación de los profesionales que habían de intervenir en los problemas de los niños. Al año siguiente se crea la Escuela Nacional de Sanidad, durante el primer año de la dictadura de Primo de Rivera, con la función de instruir a los médicos y formar un cuerpo de enfermeras sanitarias y preparar al personal subalterno auxiliar. De la misma manera, en 1925 se dispone un nuevo servicio municipal de matronas en la capital de España para la asistencia gratuita a las embarazadas, mientras que al poco tiempo se reconoce la necesidad de tener una licencia fiscal para poder ejercer esta profesión. Dada la importancia que la profesión de Enfermería va adquiriendo en todas las ramas de la Sanidad, en 1932 se crea el Patronato de Asistencia Social Psiquiátrica, y poco después se reconocen los títulos de Practicante Psiquiátrico, Enfermero Psiquiátrico y Enfermera Visitadora de Higiene Mental. Otras ramas, sin que tengan nada que ver con las anteriores, donde la enfermería se institucionaliza son en la lucha antituberculosa y antivenérea. Por lo que respecta a las Matronas, estas profesionales fueron las primeras mujeres que accedieron a la Enfermería como profesión organizada, pero es al aparecer la Escuela Nacional de Puericultura cuando se instaura la especialidad de Enfer– 37 –


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mera Visitadora Puericultora, lo que supuso el primer intento serio de constituir una red sanitaria pública en nuestro país. Un poco más tarde, en 1935, se publica la reglamentación oficial de Federación de todos los Colegios Oficiales existentes de Matronas. Es también en este primer tercio del siglo XX cuando se crean las primeras Escuelas de Enfermería, que posteriormente dan lugar a una profesión regulada formalmente y contemplada en los diversos planes de estudios con sus correspondientes titulaciones. Las enfermeras fueron las que mayores dificultades encontraron para alcanzar el reconocimiento profesional, no instituyéndose el “Titulo de Enfermera” hasta 1915, momento a partir del cual la profesión se clasifica en Practicantes, Matronas y Enfermeras. En ese momento, la Podología es declarada como profesión anexa o accesorio de la profesión de practicante.

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Nacimiento de los Colegios Profesionales. El siguiente paso en la regulación de los Colegios Profesionales se dispone en 1944 con la Ley de Sanidad Nacional, donde el régimen Franquista establece la unificación de las profesiones auxiliares sanitarias. Esta Ley dispone que en cada provincia haya un Colegio Oficial de Auxiliares Sanitarios que acoja a Practicantes, Comadronas y Enfermeras. La colegiación pasó a ser obligatoria y se contempló que en la Junta del Consejo Nacional hubiera dos vocales de matronas. Un poco más tarde, en 1951, se aprueban los Estatutos y Reglamentos del Consejo General y de los Colegios Oficiales de Matronas y en 1953, por medio de Real Decreto de 4 de diciembre, se unifican los estudios de Practicantes, Enfermeras y Matronas en un proyecto único: Ayudante Técnico Sanitario (ATS) que establece la posibilidad de especialización para estos nuevos profesionales. El decreto especificaba que los estudios de ATS femenino y masculino debían cursarse por separado y que los primeros se hicieran en régimen de internado. Algunas de las condiciones de ingreso eran las siguientes: tener 17 años cumplidos, título de Bachiller, maestro o graduado escolar, examen de ingreso y tres años de enseñanza oficial, con examen final. La especialidad de Matrona se realizaba después de haber cursado estos tres años de estudios básicos. Pero no es hasta marzo de 1954 cuando se aprueban los Estatutos del Colegio Oficial de Ayudantes Técnicos Sanitarios y de sus Colegios Provinciales divididos en tres Secciones autónomas: Practicantes, Matronas y Enfermeras. Unos años más tarde, en 1957, se crea la Especialidad de Asistencia Obstétrico-Matrona para los ATS. Para acceder a esta especialidad se requería estar en posesión del título de ATS femenino y tener menos de 45 años de edad. Los estudios eran en régimen de internado y tenían un año de duración, del cual ocho meses se dedicaban a estudios teórico-prácticos y el resto sólo a las prácticas. A lo largo de estos años se realizan las siguientes reformas legislativas que afectan a la profesión: en 1960 un decreto trata sobre el ejercicio profesional del ATS, Practicantes, Matronas y Enfermeras, respetando los derechos adquiridos de todos ellos. El Artículo 4° determina que tienen las mismas funciones las Matronas y las Diplomadas en Asistencia Obstétrica (Tituladas antes de 1953 y Diplomadas después). En 1963 se habilita a las Enfermeras para cursar las enseñanzas de Asistencia Obstétrica, mientras que por medio de una orden del 24 de mayo se declara a todos los efectos como técnicos de grado medio los títulos de Practicante, Matrona y ATS. En 1973 se aprueba el Estatuto del Personal Auxiliar Sanitario Titulado y Auxiliar de Clínica de la Seguridad Social. Mientras que ya en 1977, BOE de 1 de Abril, se – 39 –


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aprueba una norma por la que se dictan procedimientos para adecuar los estatutos de la Organización de los ATS a la Ley de Colegios Profesionales. En el Real Decreto 1856/78 de 29 de Junio se aprueban los Estatutos de la Organización Colegial de los ATS (Colegiación única) En julio de ese mismo año, otra orden integra los estudios de ATS en las universidades como Escuelas Universitarias de Enfermería, hasta el momento existentes en las Facultades de Medicina, creándose la titulación de Diplomado en Enfermería. En 1980 se homologan los títulos de ATS y Diplomado en Enfermería a efectos de derechos profesionales, corporativos y nominativos. Y este mismo año, en septiembre, se suprime la limitación por razón de sexo a los estudios de Matrona. El último gran ajuste de la profesión de Enfermería se produce en 1986, con la entrada de España en la Comunidad Económica Europea. Por último, en 2008 comienza a implantarse los estudios de Grado en Enfermería para su adaptación al Espacio Superior Europeo en dos universidades privadas y una pública, la de Zaragoza, a la que están adscritas las Escuelas de Enfermería de Teruel y Huesca.

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Capítulo II Los difíciles años de la posguerra



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Román Navarrete.

Introducción. Al finalizar la guerra en 1939, el presidente es Román Navarrete, cuyo nombre ha quedado entre los profesionales hasta nuestros días. Su presidencia dura hasta mayo 1962. Durante su época como presidente, en 1953, aparece la denominación que sustituirá a la de practicante a efectos oficiales: Ayudante Técnico Sanitario (ATS). Entre mayo de 1962 y junio de 1963 es presidente por primera vez Manuel Pérez Rivera, secretario del Colegio desde 1958. Todavía no hay una situación de estabilidad política y libertades y se produce un cese forzado por el Gobernador Civil, según él mismo relata. Entre junio de 1963 y abril de 1964 el presidente es Miguel Gea Fortea hasta el nombramiento de Guillermo Pérez Baselga, quien ocupará el cargo entre abril de 1964 y febrero de 1968, momento en que regresará Manuel Pérez Rivera por un largo periodo, esta vez ininterrumpido, de casi veinte años. – 43 –


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Los años inmediatos a la Guerra Civil. Tras la contienda civil, el Colegio de Practicantes de Teruel, con Román Navarrete como presidente, debió enfrentarse a su propia reorganización y también a las deudas que la anterior entidad había acumulado. Así, se decidió continuar en la misma sede de la calle Hartzenbuch, número 8, siempre y cuando el propietario no cobrara el tiempo en que el local no ha sido ocupado, es decir, los años correspondientes a la guerra. El edificio era utilizado como sede también por los médicos, los veterinarios y los farmacéuticos, aunque poco a poco, a lo largo de los años, todos ellos fueron abandonando la sede para constituir otras propias.

Sede de la calle Hartzenbusch.

La situación del Colegio no era fácil. Todos los ahorros ascendían en un primer momento a 271 pesetas, y la dirección se vio en la necesidad de aumentar la cuota a los colegiados hasta un 40%. A pesar de las dificultades, no obstante, el Colegio se propuso recobrar la normalidad y de esta manera nacieron nuevos proyectos como el de la revista, iniciativa que se planteó en mayo de 1940 pero que se aplazaría hasta que mejorasen las condiciones económicas del Colegio. Esto ocurrió a comienzos de los años 50. También fue necesario buscar soluciones a otros problemas como el hecho de que ningún practicante estuviera dado de alta en la denominada Contribución Industrial. Este impuesto tributario es el antecesor del actual impuesto sobre Actividades Económicas, creado a finales del siglo XIX. El problema de los impagos se resolvió a finales del año 40. – 44 –


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Uno de los primeros boletines informativos que editó el Consejo General de Practicantes de España.

Problemas económicos aparte, el Colegio, como el resto de la sociedad se adaptaban a un nuevo momento político. La Dictadura había comenzado y también en la actividad del Colegio se hizo notar. Así, la presidencia recibió numerosos avisos, en forma de misivas, anunciando que varios de los colegiados estaban siendo vigilados, y no sólo eso, sino que muchos recibieron la inhabilitación hasta no cambiar sus ideas y actitudes sociopolíticas. Estos avisos llevaban un proceso, en el cual, desde gobernación se comunicaban los distintos nombres implicados a la Dirección General de Sanidad, y esta, a la Jefatura Provincial. De esta manera el Colegio recibía la información correspondiente de cada colegiado. No obstante, no se conoce documentación alguna sobre represalias, encarcelamientos y otro tipo de actuaciones. Resulta curioso que en esta época los libros de – 45 –


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Los enfermeros no quedaron al margen de las represalias políticas tras la Guerra Civil. – 46 –


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En algunos casos se inhabilitó a los profesionales a seguir practicando su profesión. – 47 –


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Otros practicantes, como se conocía la profesión entonces, pudieron volver al trabajo. – 48 –


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actas no incluyeran estos hechos, como si durante las reuniones de los colegiados no se nombrara lo sucedido. No obstante, si hay referencias a distintas desapariciones de varios colegiados en las zonas rurales. El Colegio de Teruel, al igual que sucedió con el resto de Colegios del país, debió componer un Consejo Provincial, el cual dependía de uno General para todos ellos y de ámbito nacional que, a su vez, daba cuentas a la Dirección General. Esto acarreó muchos problemas burocráticos durante años, sobre todo a la hora de nuevos nombramientos, sustituciones, cobros etc; pues todas las decisiones debían pasar por Madrid, incluso las convocatorias para elegir a los miembros de las juntas directivas. Muchas de estas elecciones se hicieron desde el Consejo General, sin urnas de por medio. Uno de los primeros documentos que a este respecto aparecieron en los archivos fue la dimisión del Habilitado, una figura similar al tesorero, que se encargaba de impuestos especiales y cobros de seguros o similares. Hasta 1941 este puesto le correspondía a Fabián Navarrete, el cual, parece que ocupo esta silla en los años de actividad anterior a la Guerra Civil. De su puño y letra presentó su dimisión por motivos de salud. De manera inmediata, es nombrado Atilano Alegre.

Nombramiento de Atilano Alegre como Habililitado. – 49 –


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Detalle del estado de cuentas en 1940. – 50 –


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Uno de los momentos importantes del Colegio fue cuando el Consejo Provincial se planteó la necesidad de tener un Reglamento Interno, que les ayudara en la gestión del día a día del centro. No obstante, este documento, tenía y tuvo que se aprobado desde Madrid y para tener más referencias, pidieron una copia de otras normativas a varios Colegios españoles. Finalmente, el Reglamento fue aprobado en 1943.

Portada del Reglamento interno del Colegio aprobado en 1943. – 51 –


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El último artículo del reglamento del 43 se añadió a mano.

En estos momentos, y como dato anecdótico, los colegiados pagaban una cuota mensual de cinco pesetas establecidas en ese reglamento. Es también en 1943 cuando se decidió la creación de los Estatutos de Previsión y Socorro Mutuos, un servicio que, a modo de seguro, garantizaba a las viudas una pensión en caso de fallecimiento del esposo colegiado. Para que esto ocurriera, previamente, cada colegiado interesado debía aportar una cantidad fija. Durante – 52 –


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los primeros años de implantación, no hubo una continuidad en los pagos y muchas viudas se vieron sin nada, desamparadas, tras la muerte del marido. La situación del Colegio seguía siendo mala, años después de la guerra. La dirección del centro, concretamente el Presidente, pero también el secretario y el tesorero plantearon su dimisión a mitad de 1943, alegando problemas de salud y una avanzada edad. No obstante, era este equipo el que mejor conocía el funcionamiento del Colegio y previendo las consecuencias, tanto Román Navarrete, como Leopoldo Martínez y Pantaleón Rodríguez, quedaron en sus puestos. En estos primeros años de funcionamiento no existía un verdadero control del nivel de los practicantes en servicio, pues a menudo eran aprobados en los exámenes de APD (Asistencia Pública Domiciliaria) por razones alejadas del verdadero mérito académico. El objetivo era aumentar el número de efectivos colegiados, pues las altas que se registraban en el centro no eran demasiadas, ya que el Colegio nunca vio más de 214 colegiados en estos años anteriores a la Transición. Las oscilaciones de altas y bajas serán continuas, llegando a tener menos de cien miembros. En el transcurso de la presidencia de Román Navarrete se impuso la obligación de que cada colegiado poseyera un Seguro por Enfermedad. Así lo establecía la Ley en 1944, y de manera casi inmediata se comenzaron a tramitar las solicitudes. En 1945, los Colegios de Practicantes pasaron a ser Colegios de Auxiliares Médicos, y comenzaron a incluir a las matronas y las enfermeras. Este asunto arrastró desde entonces polémicas que duraron hasta muchos años después. De hecho, los colegiados afirmaban literalmente “no queda más solución que obedecer”, pues así lo establecía la nueva legislación. A mitad de los cuarenta, y según las ordenanzas, nació el Cuerpo de Practicantes Militares. La dirección del Colegio reconoció la mejora que este servicio supuso a la clase de practicantes. En 1946, Román Navarrete asistió a una importante reunión en Madrid para tratar la nueva reorganización que el Gobierno había establecido para los Colegios de Practicantes, y sobre todo, para la del colectivo de las enfermeras. Tras la nueva ordenanza, las enfermeras comenzaron a cobrar cada vez mayor protagonismo y se hablaba ya de su colegiación. A partir de esta fecha se produjeron cambios notables en los Colegios del país, aunque fueron paulatinos. Comenzaron a marcarse las diferencias entre practicantes y enfermeras, sobre todo, en el ámbito y niveles académicos de unos y de otras. – 53 –


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Convocatoria de exámenes para interinos del año 1943. – 54 –


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Una de las primeras revistas que se editaron para los enfermeros en España.

En 1947, el Ministerio de Sanidad creó el Cuerpo de Practicantes de Prisiones, iniciativa muy bien acogida por los Colegios españoles, pues afianzó el trabajo y el reconocimiento de la clase. Sin embargo, en ese mismo año, se incluyeron a tres enfermeras en el Estatuto de Previsión, y de nuevo se abrió la polémica. La situación seguía siendo complicada para los colegiados. En 1948 se acumularon las quejas por el funcionamiento del Seguro por Enfermedad y también por el hecho de que el seguro de Asistencia y Hospitalización no incluía a los funcionarios. Por otra parte, no se solucionaron los problemas económicos del Colegio, y la dirección propuso aumentar las cuotas y buscar medidas que incrementasen los ingresos; más cuando por estas mismas fechas, el propietario del local, sede del Colegio, pretendió aumentar el precio del alquiler, el cual se fijó, de momento, en mil pesetas anuales. Ante tal cúmulo de circunstancias negativas, la junta directiva buscó constantemente, la manera de reunirse con el Gobernador Civil. – 55 –


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Con el fin de seguir un control de los practicantes de APD, se publicaron las instrucciones para la obtención de las tarjetas de identificación de cada uno. Con esta medida se pretendía evitar casos de fraude y de estafadores, ya que, sobre todo, en el medio rural se había dado algún caso. Para ello, se solicitó una fotografía de carné, la fecha del nombramiento y el número de registro como colegiado. No obstante, la edición de estas tarjetas supuso más de un quebradero de cabeza para algunos colegiados, pues en los primeros meses, se dieron graves errores en los apellidos o en las fechas de nacimiento de estos.

Anverso y reverso de las fichas de los colegiados usadas en los años 50. – 56 –


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Los años cincuenta y sesenta. La década de los 50 comenzó con ciertas esperanzas para los colegiados: los presupuestos aumentaron año tras año y en las juntas del Colegio se hablaba de las celebraciones de la clase, como es el caso de la del Patrón, San Juan de Dios. Desde la dirección se decidieron los actos de celebración, los cuales se establecieron y repitieron todos los años, organizados cada vez por varios colegiados encargados. Dichas celebraciones incluían una misa, siempre en la Iglesia de San Andrés y una cena de hermandad, a la que se invitaba a las familias. Durante la presidencia de Román Navarrete se establecieron para los colegiados distintos cursos de especialidad, sobre todo para los que desarrollaban su cargo en diversas empresas que solicitaban sus servicios. También llegaron noticias de vacantes en otras provincias. Notificaciones como estas, se publicaban en la revista oficial. Y gracias a estos anuncios se produjo un flujo de traslados de colegiados que se iban o que llegaban a la provincia, y que colaboraban al movimiento colegial, lo cual quedaba patente en las altas y bajas del Colegio. Pero la nota predominante en estos años fue el alto número de casos de intrusismo laboral. No sólo por parte de los médicos, que sobre todo en el ámbito rural, intervienen en las funciones de los practicantes, sino por estudiantes de medicina en prácticas (ilustraciones 6 y 7). Un hecho significativo en esta etapa del Colegio, fue una orden Ministerial que establecía que los practicantes en servicio que quisieran acceder a la carrera académica deberían superar una prueba de acceso a la Universidad. Corría el año 1951. Un año después, los miembros del Colegio propusieron la entrega de la Medalla de Oro al Merito del Trabajo al presidente del Colegio, Román Navarrete, otorgada en 1953, por su empeño en la consecución del Seguro Obligatorio de Enfermedad. Coincidió este reconocimiento con la propuesta que hizo el Colegio para que el presidente ocupara uno de los cargos de diputado provincial, práctica habitual en ese momento. A comienzos de la década de los cincuenta, el Colegio creó una sección anexa, la F.A.C.A.S.E., en colaboración estrecha con la Iglesia. Presidía Manuel Pérez. En noviembre de 1952, el ambiente de preocupación se agravó, tras la circular que hizo llegar al Colegio el Consejo General. En ella se hablaba de la unificación de los Colegios de Practicantes, Matronas y Enfermeras. Los colegiados se sintieron presionados por las otras dos clases y fue continua la tensión con la que vivieron y ejercieron su actividad tras este anuncio. Los practicantes alegaron, para evitar – 57 –


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El intrusismo ha sido una constante en la profesión. Noticia del Diario Pueblo de 1957. – 58 –


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la fusión, la diferencia de estudios y derechos entre ellos. Con una postura de negación absoluta, se remitieron varios escritos al Ministerio de Educación. Sin embargo, estas cartas no surten efecto y el proyecto de fusionar al colectivo de practicantes y enfermeras esta cada vez más avanzado. Tanto es así, que varias de las asambleas del año 53, se dedican exclusivamente a las órdenes ministeriales que abogan por colegiar a las enfermeras. La posición del Colegio turolense fue firme y enérgica, de hecho, fue uno de los primeros centros en manifestarse a este respecto, lo cual reconocieron y agradecieron otros colegios de España. Las complicaciones se multiplicaron; a la preocupación por ver como las enfermeras eran cada vez más fuertes, se unió la obligación que desde la Jefatura de Sanidad se hizo llegar a los colegios, la cual estableció que los colegiados disfrutaran del Seguro, siempre y cuando abonasen la cantidad de 43 pesetas. Esta decisión provocó la convocatoria de una Asamblea General, y de esta manera comenzaba el año 1954. No obstante, esto no fue lo peor. Los temores comenzaron a confirmarse cuando llegó una orden ministerial referente a la disolución de los Consejos Provinciales; eso sí, no sólo de los practicantes, sino también del resto de ramas sanitarias y auxiliares. Además, la orden dio el mismo destino a los Consejos Generales, lo cual despertó todas las alarmas. Así, se acordó en la sesión de febrero de 1954, preparar, sin remisión, la entrega del Colegio.

El Colegio ha luchado siempre para evitar el intrusismo en la profesión. – 59 –


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Este hecho lo confirmó una circular que ese mismo mes contemplaba la disolución del Colegio de Practicantes. El documento iba acompañado de las instrucciones necesarias sobre la reorganización de los colectivos, futuros estatutos, reglamentos y pasos a seguir, ya que, la circular obligaba a la continuidad de la actividad del Colegio aunque desde ese momento era ya otro ente. Concretamente se denominó “Comisión Provincial delegada de la Comisión Central organizadora del Consejo General de Colegios de auxiliares sanitarios”. El calificativo de Auxiliar Sanitario incluía a los organismos de practicantes, enfermeras y matronas. De esta manera, desapareció el Consejo Provincial y desde entonces, en los membretes se leía “Comisión delegada de Practicantes de la provincia de Teruel”. El Colegio, o la nueva comisión, apenas dio señales de actividad hasta enero de 1955, cuando comenzó una nueva etapa en la rutina de este grupo. En un principio, la junta directiva mantuvo los mismos cargos y con los mismos nombres, pues su ocupación más importante era entonces analizar la situación y valorar los problemas a los que tenían que enfrentarse. Como novedad, apenas hubo comenzado el día a día de la Comisión, se nombraron delegados comarcales y se establecieron nuevas cuotas: la vida cambiaba, se encarecía todo y de esta manera se fijó una cuota de 12 pesetas anuales, 7 pesetas más cara que cuando se inició la actividad del Colegio tras la guerra. La nueva Comisión de Practicantes fue recobrando la normalidad; no obstante, se calificó a este periodo de agónico, y la desconfianza en el futuro de la profesión se adueñó de gran parte de los miembros del colectivo. En este ambiente se aprobó la idea de que se uniesen todos los Colegios o comisiones del país y que, ante el Ministerio, se pidiera la dimisión del aun presidente del Consejo General, el Sr. Córdoba, al que reprobaban por su labor ineficaz y permisiva en cuanto a los últimos acontecimientos. Mientras, y de manera individual, un gran número de practicantes enviaron escritos contra el Consejo Nacional (general) el cual pidió sanciones para los autores de dichas misivas, sanciones que nunca llegaron. Pero, a pesar de las tensiones, a comienzos de 1956, los practicantes fueron entregándose a sus tareas aunque sin dejar sus reivindicaciones a la menor oportunidad. Entre otros quehaceres, la junta directiva informó sobre la marcha del Seguro de Enfermedad, precisamente al Consejo Nacional. Además, y para evitar malentendidos en los municipios donde ejercían, la comisión exigió la publicación de sus tarifas en el Boletín Oficial de la Provincia (a menudo los vecinos se negaban o protestaban por los honorarios de los practicantes tras sus servicios). Con estas actuaciones, se abría una guerra silenciosa cuyo fin era mejorar su actual situación. – 60 –


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Grupo de enfermeros en 1953.

Otro de los cambios notables fue que desde que comenzara esta nueva andadura y los consejos provinciales fueron disueltos, la junta directiva de la comisión debía solicitar permiso al Gobernador Civil para poder celebrar una Asamblea Provincial. Así sucedió en mayo de 1956. Esta asamblea acogió a 70 colegiados y el tema central era el Seguro Obligatorio de Enfermedad. Sobre este aspecto Manuel Pérez Rivera leyó dos ponencias y tras abrir un debate en la sesión se llegó a las siguientes conclusiones o exigencias: la revisión de los honorarios; la reducción de cartillas; que se nombrara a un practicante adjunto en las inspecciones a las que se sometían y la posibilidad de asistir en partos y en otros casos de tipo médico y farmacéutico. Por otro lado, en la misma asamblea se dio lectura de una ponencia sobre la Asistencia Pública Domiciliaria. Tras revisar la situación de esta sección, se llegó también a varias conclusiones/peticiones: que las ayudas familiares pasaran al Estado; que existiera una representación de este grupo en las Mancomunidades; la existencia de vacaciones anuales retribuidas; y la permanencia de la residencia del practicante dentro del Partido donde ejercía. – 61 –


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Anuncios dirigidos a los enfermeros que se insertaban en las revistas de los años 50 y 60

Dentro de esta marea de reivindicaciones, sucedió que en junio de 1956, se reunieron miembros de los Colegios de practicantes, médicos, farmacéuticos y veterinarios. Con el objetivo de dar solución a sus actuales situaciones, se elaboró un documento en el que se exigía que los colegiados, de todas estas ramas, fueran reconocidos como funcionarios técnicos sanitarios y disfrutaran de sus beneficios de los funcionarios del Estado, incluido el sueldo. Por otro lado, se exigía una revisión de los quinquenios y que los cuerpos sanitarios titulados pasaran a depender del Estado. A pesar de la unidad, cada grupo tenía su frente abierto y los practicantes seguían acusando a las enfermeras, y ahora también a los médicos, de intrusismo laboral. Este hecho llegó a las altas esferas que aseguraron buscar soluciones. De momento, esto contentó al grupo. Una de las sorpresas de 1956 fue el hecho de que la Junta General de Madrid pensara seriamente en la disolución del Consejo Nacional (General). Esta iniciativa quedó en mero proyecto de momento. También solicitaba la adhesión de los Colegios. Teruel accedió a esta unión con la capital del país. – 62 –


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En 1957 destacó el escaso número de altas que registró el Colegio. Esto se debió en parte a la supresión de la carrera, tal y como había existido hasta ahora; pero también a un nuevo cambio de denominación de la clase, ya que los practicantes pasaron a ser “Ayudantes Técnicos Sanitarios”. Las condiciones tampoco mejoran en el ejercicio de la profesión; por ejemplo, los médicos reciben el abono de sus desplazamientos por los municipios pero no así los practicantes. Por ello, meses después se exigió este abono, pero también en cuanto al Seguro de Enfermedad, se pidió recibir de este el 50 % del de los médicos y atender un máximo de dos visitas al día. Pero la situación del seguro no mejoró, y tampoco otras condiciones como las del servicio de puericultura, donde los practicantes se sentían ignorados en cuanto a beneficios. Además, por orden ministerial, los practicantes debían hacerse cargo del exceso de trabajo de las matronas, aunque, esta vez sí recibían un tanto por ciento de la dotación. Así se estableció en la circular 57/2 de 1957. 1957 acabó con un alto registro de colegiados. Concretamente 202 practicantes, es decir, ATS, que comenzaron el siguiente año con la aprobación de unos presupuestos que no llegaron a las 25,000 pesetas. Mientras tanto, el Consejo Nacional se hizo cargo de hacer públicas las plazas que hay que cubrir dentro de las juntas directivas de los Colegios o comisiones y de realizar un llamamiento a ejercer el derecho a voto de sus miembros. A comienzos de 1958, el Colegio se preparaba para las elecciones. Los puestos vacantes eran el de Secretario y el de Vocal. Para el primero se presentó Manuel Pérez Rivera y para Vocal lo hicieron Guillermo Pérez Baselga y Manuel Ferreira. Pérez Rivera seria secretario tras obtener 135 votos y Ferreira el vocal con 136. No obstante, este no llegó a ocupar el puesto pues falleció poco después de las elecciones, siendo nombrado después Guillermo Pérez Baselga como vocal. – 63 –


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Acta de unas elecciones realizadas para el cargo de secretario. – 64 –


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En el año 1955 había un total de 202 colegiados. – 65 –


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Ejemplo de una circular del año 1956. – 66 –


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Pero 1958 trajo consigo otras actividades de tipo institucional. Mientras se preparaban las elecciones, el Colegio debió elegir compromisarios para representar al Colegio en la elección de los diputados provinciales. Este fue Pérez Rivera. Por parte de los practicantes, y así se comunicó al Gobernador Civil, se presentaron a diputados Nicolás Armengod, de Aliaga, y Federico Muñoz, de Pozuel del Campo. A pesar de lo que pueda parecer, la unión entre los colegiados, sobre todo a nivel nacional, era muy poca, y esto hizo temer por la desaparición de la clase. Tanto es así, que el sentimiento de abulia se trasladó a menudo a la actividad dentro del Colegio. Se conoce, por ejemplo, que durante las elecciones para la junta de Evaluación, encargada de analizar el funcionamiento de los profesionales, votaron solo nueve colegiados, de los 195 que estaban registrados en marzo de 1958. En agosto de 1958, una mujer ocupa un puesto de cierta relevancia en el cuerpo de practicantes. Tras el fallecimiento del practicante interino de Teruel capital, fue Pilar Navarrete la que ocupó su puesto. No obstante, las mujeres no estaban obligadas a colegiarse y además, una vez colegiadas no fue hasta muchos años después, cuando una mujer ocupó un cargo en la junta directiva del Colegio. La no obligación a estar colegiadas las eximía de pagar la cuota mensual.

Otro de los anuncios que se insertaban en las revistas de la época. – 67 –


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El año acabó dando la bienvenida a los recién llegados a sus nuevos puestos, tanto en la junta directiva como en la plaza de interinidad. En busca de mejoras laborales, el Seguro de Previsión y Socorros Mutuos incrementó, a finales de los 50, sus prestaciones, aunque esto supuso también el incremento de la cuota. Sin embargo, el Colegio dispone de poca tranquilidad para disponer mejoras pues los ATS deben de hacer frente de manera continua a las presiones de las enfermeras, cuya pretensión era la de equipararse a los ATS. Con este fin, en junio de 1959 el colectivo de enfermeras convoca una Asamblea General y desde el Colegio, los practicantes deciden llevar a cabo una protesta apoyada con la firma de todos los ATS de la provincia y sus familias. Este documento se hizo llegar al Consejo Nacional para que interviniera. Dicha protesta ya no es ni siquiera contra la unión de las clases, sino contra la Sección Femenina de la Falange, verdadera promotora de los movimientos de las enfermeras. Pronto se adhirieron otros Colegios a estas acciones. En esta misma época eran muchos los frentes abiertos para los practicantes. Desde la Jefatura Provincial de Sanidad se reprochó que los ATS dispusieran de botiquines y recetaran medicamentos. No obstante, estos se defendían una y otra vez, alegando formación y facultad para actuar en caso de urgencia, cuando no servían de nada las inyecciones o los consejos habituales en su práctica sanitaria. Aclararon además, que los propios farmacéuticos dispensaban medicamentos libremente, aunque no contaran con receta médica. Si los problemas fuera del Colegio eran graves, dentro no lo eran menos. En septiembre de 1959, el presidente, Román Navarrete anuncia su dimisión. Alega problemas de salud y una avanzada edad. Pero también influyeron los enfrentamientos y cruces de acusaciones del presidente Navarrete y el presidente del Consejo Nacional, sobre todo tras la última visita de este al Colegio turolense. A pesar de sus razones, tal dimisión no fue aceptada ni por los miembros del Colegio, ni por el Consejo Nacional, el cual también hace frente a sus propios problemas internos. Se acusa al presidente de este organismo nacional de mala gestión y pasividad extrema, tanto es así, que sus cargos más cercanos dimitieron también con él. Mal terminó 1959 y de la misma manera comenzó la década de los 60. La sensación es negativa y de derrota de la clase. A los mandatos del Ministerio se une la poca confianza en el organismo más fuerte y cercano, el Consejo Nacional. Más crispación para un Colegio que no lograba hallar la tranquilidad de la rutina. El ambiente era tal, que el presidente del Consejo Nacional fue destituido y todas las dimisiones presentadas quedaron sin fundamento. A pesar de su destitución, Antonio Casas no abandonó su cargo. Es más, a los pocos meses, fue éste pre– 68 –


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El Colegio de Teruel recibe la felicitación pública de otros colegios de España. – 69 –


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Carta en la que Román Navarrete, presidente del Colegio, pide a la Junta que acepte su dimisión por cuestiones de edad. – 70 –


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sidente del Consejo el que comunicó por teléfono a Román Navarrete, que un decreto de Gobernación equiparaba finalmente a las enfermeras con los ATS: era septiembre de 1960. La respuesta de los Colegios, en esta ocasión, venia en forma de suplica para derogar tal decreto y se envió por telegrama urgente. A finales de ese año, llegaron noticias sobre la creación de una Asociación Nacional de ATS, para la que se pedía un nombre propio que ocupara su presidencia. Desde el Colegio se acogió esta nueva con desconfianza y no se puso demasiado interés. Además, era necesaria la financiación e incluso se pensó en acudir a la Iglesia. Finalmente, se aparcó este capitulo. También se dejó aun lado otra iniciativa, la de participar en la recién constituida Asociación Católica Nacional de ATS. Desde Teruel no se vio clara la relación y sobre todo, su funcionamiento, ¿Quién serviría a quien y en qué términos? Se aparcaron pues estos asuntos para seguir centrándose en lo que realmente preocupaba, y que era la equiparación de clases. De hecho, en una de las reuniones de los colegiados, se leyó con asombro, una carta que la Sección Femenina envió a Primo de Rivera, en busca de su intervención en tal asunto. Pendientes de este asunto comenzaron el año 1961 en el Colegio de Teruel, pendiente y activo, pues presentaron un recurso a aquel decreto de equiparación. El abogado de los ATS fue José María Gil Robles. Casi resultó irónico que de manera prácticamente simultánea el colectivo de enfermeras solicitara un espacio en el local del Colegio de ATS, algo a lo que la Junta y los colegiados al completo se negaron. En marzo de 1960 Román Navarrete recordó al Consejo Nacional y a sus compañeros que llevaba tiempo ejerciendo un cargo del que dimitió y pidió fuera admitida su solicitud de marcharse. Así, finalmente, fue aceptada la dimisión y se convocaron elecciones para presidente, secretario y vocal primero. En el Consejo Nacional no se vieron con buenos ojos estas dimisiones, pero, no obstante se aceptaron y dio el visto bueno a la convocatoria. El año 1962 no pudo empezar mejor, desde hacia mucho tiempo el Colegio no conocía unos datos económicos tan buenos, pues se presentaron en el nuevo año con superávit, lo que animó a los colegiados a dedicarse a la olvidada biblioteca del centro, para el cual se adquirieron títulos de gran utilidad, como el Diccionario Terminológico de Medicina, Cirugía y Especialidad. No obstante, este año trajo mas cambios que los económicos, pues ya estaban convocadas las elecciones. Sin embargo, pendientes de una fecha todavía y respetando los derechos del señor Navarrete, el Consejo Nacional nombró a Manuel Pérez Rivera presidente provisional y al actual, Presidente Honorífico, siendo así hasta su muerte, en 1975. – 71 –


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La enfermería de Teruel asistió con regularidad a las reuniones de carácter nacional. – 73 –


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Convocatoria de elecciones del año 1961. – 74 –


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Esto ocurrió el 12 de mayo de 1962, y la primera medida del nuevo presidente provisional fue nombrar un secretario, cargo que recayó en Eduardo Rodríguez. De la mano de Pérez Rivera recibió Román Navarrete su cargo honorífico. Otra medida, sin duda, mas impactante, fue la solicitud del presidente a los Ministerios de que fueran estos los que pagaran directamente a los practicantes en sus funciones. No se obtuvo respuesta inmediata. Como presidente en funciones, Pérez Rivera emprendió una constante batalla por los derechos de los colegiados y a menudo se puso en contacto con el Director General de Sanidad para hacerle participe del caos que en realidad, envolvía a la clase. También le comunicó sus sospechas sobre la existencia de un espía del Consejo Nacional en varios Colegios españoles. Para el presidente era ya casi un tema personal. Tras participar en la Asamblea de presidentes, en junio de 1963 en la que, al parecer, hubo algunos enfrentamientos y altercados, Pérez Rivera anunció su dimisión. Sus razones en ese momento se escudaron en la familia y el trabajo, pero no era ningún secreto la falta de entendimiento con el Consejo Nacional. Los miembros de la junta lamentaron tal decisión y admiraron la labor del hasta entonces presidente. Días después, por órdenes superiores, se otorga la presidencia al señor Miguel Gea. El Colegio siguió con normalidad sus tareas y actividades habituales, y así, tras la solicitud de un Instituto de Enseñanza de Secundaria de tener a su servicio a un y una ATS, se eligió a Eduardo Rodríguez y Presentación Esteban para los cargos. También se emprendieron mejoras en el Colegio y en agosto de 1963 se solicitó la instalación del primer teléfono en las oficinas del centro. Algo que tardaría mucho en llegar. En esta época, y como hicieron antes las enfermeras, las matronas pidieron espacio en los locales para sus asuntos administrativos, pero la idea no se acogió de buen grado. Mejor se aceptó la vacante para practicante en la empresa “Minas y Ferrocarriles de Utrillas, S.A.”. Los puestos en las empresas fueron realmente importantes, de hecho, prácticamente existía una sección de ATS de Empresa; contaron con información exclusiva, encuentros, numerosos cursos y cierta relevancia. Pero a pesar de estas buenas noticias, la situación general del ATS o practicante seguía siendo precaria, y así se manifestó en repetidas ocasiones ante el Ministerio de Trabajo. Otro ejemplo de intrusismo se empezó a dar en los novedosos centros de belleza, pues se contaba con personal que daba masajes y ejercían la podología sin titulo alguno. Las campañas para combatir estos abusos cobraron de nuevo cierta energía. Apenas un año después del nombramiento del señor Gea como presidente, el consejo Nacional decidió que fuera Guillermo Pérez Baselga el nuevo presidente – 75 –


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Miguel Gea, (primero por la izquierda) presidente del Colegio durante un año entre los mandatos de Román Navarrete (sentado el primero por la derecha) y Pérez Rivera (en el centro, sentado y con corbata). La foto tiene especial valor ya que están juntos tres los presidentes que ha tenido el Colegio.

del Colegio. Cada vez era más frecuente este tipo de decisiones, sin elecciones ni candidaturas. Era abril de 1964. Tras su nombramiento uno de los problemas a los que el presidente tuvo que hacer frente fue la acusada bajada de colegiados registrados en ese periodo, pues de 165 se pasó a 144. Las principales causas del descenso se debieron al movimiento del personal por otras provincias, algo que se repitió en los años sucesivos. En mayo de 1966 el Ministerio de Educación, siendo coherente con la nueva denominación de los practicantes adecuada en 1957, como ATS, anunció el cambio de nombre de la titulación de aquellos por la de Título de Auxiliar Técnico Sanitario. Esta decisión fue acogida con gran satisfacción, pues arrojaba algo de luz a las trayectorias tan cambiantes de estos profesionales. Comenzó así un proceso de convalidaciones que duró unos años. Mientras, los ATS eran convocados para ocupar puestos en diversas concejalías del ayuntamiento de la capital turolense. La actividad no se detuvo en el Colegio. – 77 –


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Un grupo de estudiantes de enfermería en el Hospital Obispo Polanco (Foto Mari Luz Montón).

A finales de 1966, y en elecciones, se eligió como secretario a Natalio Maicas, a Miguel Esteban como vocal primero y a Francisco Sauras como vocal segundo. No obstante, a comienzos del año 67 y antes de la toma de posesión, el Consejo Nacional declaró nulas las elecciones por faltar electores. En esta situación, desde el Colegio se consultó al organismo si, de manera provisional, quedaban estos colegiados en sus cargos o si el Consejo elegiría directamente, como en otras ocasiones, los nuevos nombres, pues además, los anteriores secretario y vocal 1º estaban deseosos de abandonar sus cargos. Tras la consulta, el Consejo Nacional nombró a Natalio Maicas, Miguel Esteban y Julio Villagrasa, secretario, vocal primero y segundo respectivamente. Uno de los grandes cambios, no sólo en el Colegio, sino en toda la sociedad estaba a punto de ponerse en marcha. Era el mes de abril de 1967 cuando la Seguridad Social era casi una realidad, y los colegiados siguieron muy de cerca el proceso. La noticia llegó en un momento en el que Hacienda comunicaba que un número importante de colegiados no estaban al corriente de sus pagos de tributación. En agosto de 1967 fue necesario renovar la junta directiva en los cargos de presidente, tesorero y vocal tercero. En esta ocasión no hubo candidatos, ya que los colegiados no compartían en gran medida la manera de hacer del Consejo Nacio– 78 –


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nal. Se unió en bajo censo de practicantes del momento. Estando en tales circunstancias, desde el Colegio se acudió a la Dirección General de Sanidad, con el fin de que este organismo tomara la decisión, pues el Consejo Nacional llevaba tiempo sin mostrar ningún interés por las vacantes sin cubrir para la nueva junta. Tanto es así, que de no variar la atención del consejo, la junta entera amenazó con dimitir de manera irremediable. Tales amenazas sí hicieron reaccionar al Consejo Nacional, que no se tomó a bien esta actitud y las calificó de improcedentes e incorrectas. El Colegio de ATS de Teruel lamentó que se tomaran de esta manera su postura y de manera notable se renovó la no muy desconocida tensión entre ambas entidades. A lo largo de este año 67, las presiones del Consejo para obtener nombres candidatos a los puestos vacantes en la junta se recrudecieron y finalmente se nombraron como tales a Manuel Pérez Rivera, Eduardo Rodríguez y Presentación Esteban. La lista fue aprobada por el Consejo y desde éste se fijó una fecha para las elecciones, que celebraron en 1968. Un poco antes, el Colegio decidió su colaboración con la Cruz Roja de Teruel; esta colaboración también fue económica pues desde el Colegio se aportaban 200 pesetas al Día de la Banderita. Y en su afán de mejorar, al menos en cuanto a comodidades, se volvió a insistir en la instalación del teléfono en la oficina. Con la celebración de las anunciadas elecciones comenzó el año 1968. 79 colegiados votaron y Manuel Pérez Rivera fue nombrado presidente del Colegio de ATS.

Parte de la Junta de Gobierno de los años 70. – 79 –


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Anteproyecto de convalidación de los títulos de Practicante y Matrona en ATS. – 80 –


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Comunicación de la toma de presidencia de Manuel Pérez Rivera. – 81 –


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El nuevo presidente recibió las felicitaciones de importantes personalidades como el Obispo Ricote o el presidente del Tribunal Supremo, Ruiz Jarabo. El tesorero fue el candidato Eduardo Rodríguez, mientras que la candidata a vocal tercero, fue desbancada por Carmelo Martínez, con 13 votos de diferencia. Tuvieron que pasar unos años más para que una mujer ocupara un cargo en la junta directiva. No obstante, meses después el señor Carmelo Martínez fue baja en el Colegio y se buscó un nuevo nombre candidato al puesto. El de Presentación Esteban volvió a sonar con fuerza. El ambiente pareció calmarse y la activad del Colegio volvió a centrarse en los colegiados y sus tareas. Así, el Consejo Nacional anunció nuevas vacantes en la Seguridad Social, y nuevos proyectos futuros como una Residencia de Jubilados o un Colegio para Huérfanos. Además de atender estas novedades, el presidente comenzó su mandato, con la firme idea de crear una biblioteca mayor y resolver de una vez los problemas de pagos a Hacienda. De la misma manera, Pérez Rivera debió ocuparse de las convalidaciones de los títulos de Practicantes por los de ATS, que casi tres años después de la reforma, no se han concluido. En agosto de 1968 se cumplieron las Bodas de Plata de la Previsión y Socorros Mutuos y por este motivo se repartieron 3000 pesetas entre los pensionistas. También en este mes, y antes de comenzar el curso, el Consejo Nacional comunica el nuevo programa de formación del ATS, que aunque se denominaba carrera, sus estudios no se realizaban en las Escuelas Universitarias, sino de formación. Los temarios para ATS ya se anunciaron como tales, poco tiempo después de la conversión de Practicante a Auxiliar Técnico. El año 1969 se presentó con la mejor de sus caras, pues por primera vez se contó con un superávit de más de 30,000 pesetas. Y además, ya había teléfono en el Colegio. Pero las alegrías se enturbiaron pronto pues se conoció un informe del Ministerio en el cual se hizo saber los estudios que se estaban llevando a cabo para convalidar, de manera definitiva, a las enfermeras y los ATS. Ante estas noticias se acusó al Consejo Nacional de inaptitud y dejadez, mientras los colegiados enviaban telegramas al Ministerio de Trabajo para protestar. A este asunto se sumó la inquietud por el proyecto de Ley para adaptar la Ley de Retribuciones de Funcionarios a la Administración Local, lo cual traería consecuencias para los ATS. No obstante, también se sucedieron ventajas, como por parte de la Jefatura de Trafico, mostrando vehemencia en los estacionamientos de vehículos de los auxiliares durante actos de servicio.

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Capítulo III Transición democrática y unificación de la profesión



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Introducción. Desde finales de los 60 hasta bien entrados los 80 fue presidente Manuel Pérez Rivera. Años de convulsiones políticas y grandes cambios a nivel nacional que se viven más pausadamente en Teruel. Como gran cambio en la profesión se publica en 1977 el decreto que sustituye la anterior denominación de Ayudante Técnico Sanitario por la de Diplomado Universitario en Enfermería (DUE), exigiendo a los estudiantes el título de Bachiller Superior dado el avance cultural de la sociedad. Por fin la profesión alcanza rango universitario.

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Los años setenta. El año 1970 comenzó con la muerte del Habilitado Atilano Alegre tras 29 años de ejercicio. Le sustituyó Teresa Corbalán, pero con la puntilla de que en verdad era el esposo el que recibía el cargo. Otra mala noticia es el descenso de colegiados, la década de los 70 arrancó con 102 miembros pero con una brillante situación económica. Por otro lado, se plantearon cambios en los Estatutos Jurídicos de los ATS de la Seguridad Social. En cuanto a la situación de Presentación Esteban, candidata a vocal tercero, el Consejo Nacional alegó incompatibilidad dado que la señorita Esteban era la presidenta del Colegio de Matronas, sin embargo, desde el Colegio no se ve tal incompatibilidad y mostró su apoyo a la compañera. De hecho, en febrero de 1971 es nombrada vocal tercero, siendo la primera mujer en acceder a la junta directiva. La lucha del Colegio de ATS se centraba desde hacía un tiempo en la posibilidad de llevar los estudios a las Escuelas Universitarias. Destacó entonces la gran actividad reivindicativa mostrada por varios colegios españoles, frente a la pasividad del Consejo Nacional, del que el presidente turolense dijo que no estaba a la altura, ya que la mayoría de los presidentes se reunieron en Madrid para tratar este asunto por cuenta propia. Pero Pérez Rivera y el resto de la junta también tuvieron tiempo de ocuparse de otras denuncias, como la del maltrato que aseguraron sufrir por parte del ministerio de Trabajo en cuanto a las retribuciones de la Seguridad Social, más notorio en los servicios de urgencia. Casi al mismo tiempo, y de manera interna, el Colegio recibió el anuncio de renuncia del Tesorero, Eduardo Rodríguez, que fue sustituido por Julio Villagrasa. Una de las primeras medidas fue la propuesta de otorgar ciertas gratificaciones a los asistentes de la junta a las sesiones, por el tiempo invertido. La iniciativa se aprobó con la abstención del secretario. Otra medida del tesorero fue la de aprobar la adquisición de mas volúmenes para la biblioteca y dar el visto bueno a unas partidas dirigidas a mejorar el aspecto del Colegio. Así, se adquirió un nuevo rótulo y se realizaron mejoras en las oficinas. Entrado ya 1972, se hizo saber en el Colegio que el gobernador Civil había hecho revisar las tarifas de los médicos y, por lo mismo, se dirigieron por escrito al gobernador, pues por ley, correspondía también una revisión de las tarifas de los ATS. Fuera de Teruel, dos procuradores nacionales hicieron sus propias pesquisas afectando de distinta manera a la tranquilidad de los colegiados. Por un lado, el señor – 88 –


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Satrustegui instaba al gobierno a equiparar las titulaciones de Enfermería y la de Auxiliar Técnico Sanitario. No obstante, el ministro de Gobernación alegó en su contra las enormes diferencias de formación existentes entre las clases. Y por otro lado, el señor Samaranch, luchaba por integrar la carrera de ATS a las escuelas universitarias. Los avances de este procurador se siguieron de cerca en los colegios, con la esperanza de que se cumplieran los objetivos. En estos momentos, son 98 colegiados los que, desde Teruel, siguieron de cerca esta situación. Llegó 1973 con la mirada puesta en las tareas desempañadas por los compañeros de las zonas rurales. A menudo enfrentados con los médicos y en ocasiones con los propios vecinos, ya que estos pagaban de distintas maneras los servicios de los practicantes antes, y de los ATS en este momento. Es decir, la precariedad de estos profesionales fue una constante a lo largo de sus trayectorias. Por esto, se decide homenajear a varios de estos auxiliares, con la colaboración, cada vez mas estrecha de la Caja de Ahorros y Monte Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja. Estas celebraciones se dieron en aquellas provincias donde la caja tenía sucursales. En el caso de Teruel, los auxiliares de zonas rurales que recibieron la distinción fueron Benita Figuerola, Mª Victoria García y Celia Sánchez. Casi al mismo tiempo, el ATS designado en Rubielos de Mora, Miguel Cervera, ingresaba en la Orden de Sanidad. De vuelta a la capital, los colegiados fueron informados de las nuevas vacantes para la Seguridad Social y, por primera vez, se especificó que las mujeres no serían discriminadas para los puestos. De hecho, a finales del año 73 se reclamaron nombres para ocupar varias concejalías en el ayuntamiento de la capital. En este caso fueron llamados Guillermo Pérez Baselga, Victoriano Murciano, Julio Villagrasa, Presentación Esteban, Sara Fallado y Carmen Montaner. El ejercicio de 1973 se cerró con una deuda importante al departamento de Previsión, a la que no quedó más remedio que hacer frente. La deuda venía acumulada de años anteriores. A mitad de la década de los 70, los colegiados notaban, sobre todo en las zonas rurales, el descenso de población que a partir de entonces caracterizaría a la provincia de Teruel. Preocupó entonces el descenso de trabajo y, por lo tanto, de colegiados. Aun con todo, en 1974 se había recuperado el número de colegiados y se hallaba el registro en 110. En gran parte, esta situación se debió a la integración de las ATS femeninas, las cuales no pagaban cuota al colegio, pues ellas no tenían obligación de colegiarse. – 89 –


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La actividad del Colegio continuó y, quizá mirando con nostalgia al pasado, a pesar de las dificultades, se recupera la figura de Román Navarrete, que ya contaba con 96 años de edad, y que desde entonces, sumó en su haber al titulo de Presidente Honorífico, el de Decano de Previsión, por cuyo nombramiento recibió 10.000 pesetas (60 euros). El año 1975 fue un año importante en la historia de España, pero un año como los demás dentro del Colegio. No se hizo mención alguna a los cambios y rumores que llegaban desde Madrid, sobre la situación política general del país. En verdad, los colegiados se enfrentaban como siempre a sus propios cambios. Uno de esos cambios llegó anunciado desde el Consejo Nacional; dicho organismo celebraba elecciones para su junta y se pidió la máxima participación de los colegiados de todo el país. No obstante, desde Teruel no se incurrió en estas elecciones, pues las consideraron una farsa a juzgar por las listas: los mismos nombres, pero con la novedad de un nuevo candidato de mas de 70 años y la exclusión total de las mujeres. Ante estas circunstancias, y siguiendo la tónica de mal entendimiento entre ambas entidades, el Colegio de Teruel se abstuvo de participar. Además, el Colegio estaba inmerso en otras preocupaciones y lamentos. En 1975 falleció Román Navarrete. A esta noticia se sumó el repentino y acusado descenso de colegiados. España estaba padeciendo el denominado éxodo rural. Provincias como Teruel fueron de las que sufrieron en mayor medida el efecto de esta despoblación sobrevenida. Los habitantes abandonaron los pueblos en busca de desarrollo y no había tantos pacientes que atender en los distintos partidos. Los colegiados de la provincia de Teruel, una de las más afectadas, marcharon a otras provincias. La situación se agravó con la imposición del ministerio de que los auxiliares técnicos en las zonas rurales debían atender el servicio de atención domiciliaria. Al ser menos ATS debían ocuparse de más zonas, más desplazamientos, más trabajo en las mismas condiciones precarias. El 8 de octubre de 1975, se suceden las protestas y se habla de auténtico drama, más aún desde la concesión de la Seguridad Social a los autónomos agrarios. Pero los problemas nunca vienen solos. Las ATS femeninas pagaron cara su vocación y el hecho de ser colegiadas. Y en contra de lo que pueda parecer, esta situación no la crearon los auxiliares sino las enfermeras, las cuales desde su colectivo, llegaron a amenazar a aquellas profesionales, pues consideraban que debían unirse a su gremio. – 90 –


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¿Era una reivindicación profesional o de género? Esto quizá se debió a que cada día era más habitual la presencia de ATS femeninas en el Colegio de Teruel. Terminó 1975 sin ninguna manifestación documentada al momento histórico que vive el país. Francisco Franco había muerto y así como los libros de actas recogen condolencias en otros casos, en esta ocasión no se ha hallado referencia alguna. Tampoco a la incertidumbre del momento, políticamente hablando. La Transición llegaba. A comienzos de 1976, de nuevo destacó el cargo ofrecido a una mujer. Begoña Moya, candidata a vocal tercero de la junta del Colegio, fue nombrada Jefa de Personal en la Residencia Sanitaria de la Seguridad Social. Casi a la vez, el presidente del Colegio fue elegido vocal en la denominada Junta Provincial del Censo. La noticia se recibió con gran alegría, suponía una enorme distinción para la clase. A punto de comenzar un nuevo curso académico, durante el verano de 1976, se sucedieron varios actos en contra de integrar la carrera de Auxiliar Técnico Sanitario a las escuelas profesionales. Los objetivos siguen siendo los mismos: el reconocimiento y la búsqueda de su sitio en las escuelas universitarias.

Recibo del año 1976. – 91 –


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Buenas noticias, sin embargo, al comenzar 1977. El censo del Colegio aumenta notablemente, otra vez, gracias a la integración femenina y se sitúa en 160 colegiados. Además, por primera vez, el presupuesto para este nuevo ejercicio superó las expectativas, alcanzando las 170.000 pesetas (unos mil euros). Continuaron las presiones de las enfermeras a las ATS femeninas, pero el Colegio respondió con la nueva Ley de Colegios Profesionales en la mano, la cual dejaba muy claro que estas agrupaciones profesionales debían llevarse a cabo según el titulo, independientemente del sexo del profesional. Pero este ambiente de crispación quedó atrás con la continuación de medidas que fomentaba la acción de los auxiliares técnicos en las zonas rurales, y sobre todo con una de las noticias mas esperadas: el curso 77-78, los estudiantes para Auxiliar Técnico Sanitario pudieron comenzar sus estudios en la Universidad. Nace el Diplomado Universitario en Enfermería.

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CapĂ­tulo IV Los aĂąos del franquismo en primera persona



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Introducción. Estos años difíciles los vivieron personas que supieron hacer frente a las dificultades gracias a un gran espíritu de trabajo y de superación. Manuel Pérez, presidente del Colegio durante años, y Mariano Esteban vivieron en primera persona todos los cambios que la sociedad fue experimentando en aquellos años convulsos y difíciles. Sus historias sirven para ilustrar cómo se desarrollaba la profesión e esos años. Con esfuerzo, pero también con anécdotas y satisfacción por sus logros.

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Manuel Pérez Rivera Estudios Este período fue vivido en primera persona por un joven Manuel Pérez Rivera. Afortunadamente, no tuvo que ir al frente y pasó la guerra en Villarquemado, donde estaba destinado su padre. Al finalizar la contienda había que afrontar la nueva realidad, continuar con la vida y salir a trabajar. Cuenta Manuel Pérez que para muchos practicantes su ilusión era que sus hijos fuesen médicos, como si se tratara de pasar a una categoría superior en lo referente a consideración social. Él recuerda el ejemplo del hijo del practicante de Villaespesa, que iba a Teruel en bici cada día para hacer el bachillerato, continuó estudiando y llegó a médico. Manuel Pérez siguió los pasos de su padre; José Pérez Lozano, y se hizo practicante. Estudió bachiller elemental, requisito imprescindible para acceder a los estudios de practicante, de forma libre porque en el pueblo no había escuela hasta ese nivel. En los años de la guerra hizo dos cursos de golpe, presentándose ante un tribunal que se formó para él. Aunque no fue a la guerra, sí tuvo que incorporarse a las milicias. Mientras estaba como soldado en Zaragoza, le permitieron salir para continuar sus estudios. Corría – 96 –


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el año 1942 (era practicante desde el año 41) y estuvo un año en un servicio de cirugía. Luego siguió los estudios de “matrona” puesto que no existía acepción masculina para el término e incluso en su título aparece la palabra en femenino. En primero le dieron sobresaliente; pero en segundo, aprobado, el profesor, sobrino de Ramón y Cajal, le decía “hombre, que ya está bien”. Después de finalizar los estudios en Zaragoza, se suprimieron. Fue de la última promoción. Con los años continuó su formación en otros ámbitos que fueron pareciéndole de interés al desarrollo de su profesión o por puro interés intelectual. Fue así como se convirtió en diplomado en Periodismo (lo cursó a distancia en una escuela americana) Después, su trabajo en la penitenciaria despertaría su interés por la Criminología. Estudió en el Instituto de Criminología de la Facultad de Derecho Universidad Complutense. Recuerda que tenía que ir y venir a Madrid porque era una enseñanza oficial. Un funcionario de prisiones hacía Criminología a la vez que él y era quien le proporcionaba la información para saber cuándo tenía que ir, exponer, examinarse. Pero sólo hizo el curso puente y le dio miedo el curso superior. Se quedó solo hasta que contactó con una asistente social catalana que era quien le proporcionaba la información. Cuando era necesario, cogía el coche a las tres de la mañana, se daba a conocer, hacía alguna pregunta y de regreso a Teruel. Aún conserva los apuntes de todas las asignaturas. A pesar de todo esto, se quedó con la espinita de no poder cumplir con el sueño de su padre y hacerse médico. Dos de sus hijas sí lo han conseguido. Vida profesional. Al recordar con Manuel Pérez cómo era la vida de los practicantes en plena postguerra relata historias que hoy parecen increíbles por lo lejanas y por el esfuerzo que debían realizar sin contar con medios de transporte y comunicaciones remotamente similares a los actuales. Aunque lo movilizaron con la guerra sin acabar, tuvo la suerte de no tener que ir al frente. Terminó la guerra estando él en Zaragoza. De Zaragoza se fue a Figueras y allí fue donde tuvo que dar friegas a toda una compañía porque tenían sarna. Regresó muchos años después con su hija y la casa aún estaba allí desocupada. – 97 –


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Recuerda que en la época había mucha sífilis, miseria, hambre. Era frecuente en la época, como también relata Mariano Esteban, compaginar varios empleos puesto que uno solo no era suficiente para sacar adelante a una familia. Le tocaba hacer de todo, igual que a un médico. Trataba anginas de pecho, infartos, partos,… Estuvo una época en Tortajada y recuerda especialmente un parto en el que la placenta no se desprendía. Aquellos partos en los que sólo había “aguantoformo” y fórceps, ventosas… A veces repasa (llevaba un diario) los casos difíciles de aquella época. Eran años en los que el practicante era una de las “fuerzas vivas” de los pueblos, situación que duró incluso hasta bien entrados los 80. Manuel Pérez, con los años, llegó a ganar varios puestos por oposición: prisiones, psiquiátrico y asistencia pública domiciliaria. Llegó a Teruel en el año 46. Su primer trabajo en la capital fue como interino en el hospital psiquiátrico. En el 49 hizo las oposiciones para el Hospital Psiquiátrico, luego se sacó la plaza de prisiones (recuerda que fueron cuatro ejercicios en Madrid, muy duros, se lo preparó muy bien) y también asistencia pública domiciliaria (APD). Recuerda cómo se quedó sin plaza en primera instancia por tener preferencia los excombatientes. Y es que esa fue una constante en la postguerra: preferencia para excombatientes y facilidades para las enfermeras de los hospitales de campaña a la hora de continuar con el ejercicio de sus funciones a pesar de que, en ese momento, la formación que tenían era mínima comparada con la de los practicantes. Una de las luchas que él vivió en primera persona fue lo que consideró una gran injusticia: la homologación de breves cursillos de ciertas enfermeras que sirvieron durante la guerra con practicantes formados después de varios años. Esta situación inicial hizo que le fuese difícil admitir a las enfermeras como parte del Colegio incluso cuando muchos años después se pidió desde el ministerio. Cuenta que en 1915, las Siervas de Jesús, que asistían a los enfermos quisieron que se les diera un cursillo. Luego continuó la Falange. Fue así como las enfermeras de la Falange consiguieron ser enfermeras profesionales con apenas dos semanas de cursillo. Muy a pesar de la oposición presentada por Manuel Pérez. De hecho, las enfermeras de los primeros tiempos no seguían un programa oficial de estudios sino que eran formadas en el propio hospital donde entraban a prestar sus servicios. Quizá por este pasado durante su presidencia las enfermeras tuvieron dificultades para acceder a la colegiación. – 98 –


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Se presentó a las plazas para Asistencia Pública Domiciliaria (APD). Aprobó, pero le dieron la plaza de Teruel a un excautivo y a él le dieron la opción de ir al hospital de Alcañiz. En aquellos tiempos era un destino muy complicado por la distancia y prefirió no cubrir la plaza (ya tenía novia). Volvió a aprobar en otra convocatoria y pudo escoger ponerse al servicio del Ayuntamiento de Teruel. Se trataba de un servicio asistencial equivalente a la Seguridad Social de zona en los años previos a la aparición del sistema de cobertura sanitaria pública. A cada practicante le asignaban tres médicos de zona y los puericultores correspondientes y a veces se juntaban las prescripciones de varios. Entre sus recuerdos destaca la época en que la administración de penicilina se hacía cada tres horas. Había que acudir con esa frecuecia a la casa, con la bici o andando. “Asfixiante, desesperante”, así describe aquellos días. Le vienen a la memoria las palabras del doctor Navarro, con quien luego entabló una buena relación: “Ya le puede dar usted a los pedales que no llegará”, le retaba. Se juntaban las penicilinas de cada tres horas con las de cada 9, cada 12, cada una en un extremo de Teruel (hasta la estación de Los Maños). Aunque en esa época había varios practicantes en Teruel había un número muy insuficiente para cubrir las necesidades de la ciudad. Con los años fue cubriendo de forma simultánea la plaza de APD con el Hospital Psiquiátrico, la penitenciaría y la presidencia del Colegio. Casi no veía a la familia. Compaginó los cuatro puestos con una atención de 24 horas/día. Recuerda que él hacía los informes previos a la salida de prisión de los presos, aunque los firmaba el médico. De ahí surgió su vocación por la Criminología. La Dirección General de Prisiones le dio una condecoración. Al psiquiátrico iba a las 9 de la mañana, el médico, D. Ángel, llegaba a las 10 (venía de otros dos sitios anteriormente) y pasaban visita los dos. Manuel Pérez le daba las novedades, visitaban a todos los enfermos, hablaban con los enfermeros (todavía existía la diferenciación entre enfermero y practicante). A las 12 se iba el médico y Manuel Pérez se iba a la prisión. De la cárcel guarda muchas anécdotas. Así, en prisión había un forofo del Gijón. Cuando veía que el equipo había perdido su partido semanal, tenía que ir a la prisión para curar las heridas porque sistemáticamente intentaba suicidarse cortándose las venas. No salían al hospital. Al Colegio solía acudir a diario a eso de las 4, antes de ir al ambulatorio. Allí se hacía la selección y propuesta de nombramiento para los titulares. – 99 –


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A las 5 iba al ambulatorio hasta las 7. Se dio cuenta de que existía una disposición por la cual de 21 horas a 9 del día siguiente era obligación del médico poner las inyecciones. La primera vez que vino uno con un aviso para esto y él contestó que no tenía obligación tuvo duras repercusiones en los primeros días porque en manos del médico quedaba hacer las cosas de una u otra manera. Siempre estuvo en Teruel por decisión propia puesto que con la plaza de Prisiones podía haber elegido cualquier punto de España. “Padecí mucho” para compaginar todos los trabajos, recuerda. Estuvo 30 años con la APD (la dejó en el año 80). Sobre todo los dos primeros años, con la prescripción de vitamina C y la penicilina, fueron los más complicados. No existían las fiestas y tenían obligación de disponibilidad total, de lunes a domingo. Y de día y de noche. Tenía una rutina que, acompañada de una férrea disciplina, le permitía llegar a todo. Sin olvidar que continuaba con su formación. Además de esta dura vida profesional, el hecho de ser hijo de José Pérez Lozano, practicante e intelectual, marcó su cariz más intelectual. Su padre ya aparece mencionado en uno de los boletines nacionales de la profesión: “Un querido compañero de Villarquemado (Teruel) nos escribe haciéndonos atinadas observaciones respecto de nuestra misión en las actuales circunstancias”. Ya a principios del siglo XX los practicantes tenían un problema con el intrusismo de no profesionales, también de matronas y enfermeras y problemas de delimitación de competencias con los médicos. Siguiendo la estela de su padre, Manuel Pérez escribió en muchas publicaciones tanto especializadas como generalistas, desde los años 60 y hasta finales del siglo XX. El Colegio. Al preguntarle por su época inicial en el Colegio relata cómo entró en 1947 como vocal de la junta directiva. Más tarde pasó a ser secretario con Román Navarrete, a quien sucedería en la presidencia a pesar de su juventud años después. Accedió a la presidencia por dos veces. Un breve periodo a comienzos de los 60 y casi dos décadas entre finales de los 60 y finales de los 80. Lo primero que hizo Manuel Pérez al acceder a la presidencia fue quitar el término de barbería dentro de la profesión (“es muy honroso”, pero le resulta peyorativo dentro de la profesión). Así, envió una circular a todos los practicantes diciéndoles que “lo antes posible” rogaba que dejaran de prestar los servicios de – 100 –


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barbero. Aún así, no hay que olvidar que, siglos antes, hasta algunos médicos lo hacían. Entre sus recuerdos también están las tramas dentro del Colegio. Era una época activa en la que se hacía campaña por los pueblos cuando había elecciones para el Colegio. También era el encargado de asistir a las reuniones de la Asamblea Nacional. Las relaciones con Madrid sufrieron altibajos constantes que se mantendrían a lo largo de muchos años. Los presidentes del Colegio históricamente no han percibido ninguna remuneración por desempeño del cargo. Cuando llegaba la época de elaborar los presupuestos no había ni un céntimo dedicado a la retribución de los cargos del Colegio. Era un puesto que proporcionaba mucho trabajo y sin cobrar. Estas circunstancias han cambiado poco con el paso de los años como veremos en otros relatos narrados en primera persona. Durante el ejercicio de sus cargos públicos no dudó en manifestar su opinión, casi siempre contraria al régimen imperante en cada momento. Incluso enviaba circulares a los propios colegiados con comentarios casi políticos. Accedió a la presidencia por primera vez a principios de los años 60, pero su talante polémico le granjeó enemigos muy influyentes. Su dimisión fue forzada por el Gobernador Civil, aunque ocho días antes le había llamado para que actuase como mediador en un conflicto en Celadas que no habían podido resolver entre el cura, el practicante y el secretario. Fue el mismo Gobernador quien provocó el abandono de su cargo. El Gobernador Civil de Teruel le instó, con amenazas, a presentar la dimisión y que lo mantuviese en secreto. El motivo fue significarse demasiado en las asambleas de Madrid donde se contaba con el equivalente al ministro de Sanidad actual, el director general de Sanidad. El Gobernador le llamó ante el jefe de Sanidad y le amenazó con que la policía le perseguiría. Manuel Pérez fue inmediatamente a contar lo ocurrido al Obispo, que se quedó escandalizado ante quien le parecía hasta ese momento muy piadoso. “Voy a llamar al ministro de la Gobernación, con quien tengo mucha amistad…”. Manuel Pérez le pidió que no hiciera eso, le recomendó prudencia desde su temor y, finalmente, no pasó nada, pero tuvo que abandonar su puesto en el Colegio. Algún tiempo después pidieron la colaboración a Manuel Pérez para que al exgobernador le fuese entregada una de las medallas con honores de la época, pero, fiel a sí mismo, no lo hizo. – 101 –


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Situaciones que hoy pueden parecer banales o de opereta cambiaban la vida de una persona en aquellos años posteriores al franquismo. Aunque como consecuencia de las amenazas tuvo que dejar la presidencia y a pesar de los problemas ideológicos consiguió volver al Colegio. De hecho, pocos años después volvió a ser presidente por un período ininterrumpido de casi veinte años. Le gusta recordar anécdotas de aquellos años en los que la vida personal y la profesional se entremezclan manteniendo una actitud común: curiosidad y rebeldía. Llegó a asistir a una recepción de Franco en El Pardo. En esa época era secretario, pero fue en representación del presidente junto con los presidentes del resto de Colegios. Cuenta la anécdota de que al entrar a la antesala de donde iban a ser recibidos por Franco alguien dijo “Mira que si aquí hubiera alguien camuflado” y el presidente del Colegio Nacional dijo al oído del revolucionario Manuel Pérez: “Si supiera que eres tú”. Rememora el viaje en autobús y el breve interrogatorio al que les sometió la policía. Él sólo dijo que iba de Teruel. Era tan crítico que en aquella reunión pensaba mientras saludaba al Generalísimo “Si la telepatía funcionara…”. Incluso apagaba la radio cuando se repetían las consignas como “¡Arriba España!”. Tenía unas ideas más progresistas que el ideario de Falange. Se moderó con los años, pero manteniendo como constante una actitud crítica con el régimen dominante. Años después se negó a ver al Rey. Aunque la reunión nunca se llegó a celebrar, él ya había mandado un telegrama declinando la invitación. Sabe que durante su época del psiquiátrico la Falange había planeado lincharle. Le avisó el director del hospital, que era militante del Frente de Juventudes, y le instó a defenderse como le fuese posible. Nunca militó en ningún partido. “Habrá que hacerte un partido porque no te casamos con nadie”, me comentó un amigo. El Colegio de Teruel tuvo gran relevancia en el panorama español de la Enfermería en aquellas décadas entre los 60 y los 90. Es difícil para él destacar un momento o un hecho sobresaliente de ese largo período. De hecho, de su etapa en el Colegio subraya el período en sí, la evolución de la profesión y de la colegiación. Destaca que durante sus años en el Colegio la “representación del Colegio fue viva y real”. Pone como ejemplos la ponencia en Zaragoza desarrollando los estatutos de la colegiación a nivel provincial o regional. O las ponencias del centenario de la profesión (1957) que se celebró en Madrid con muchos actos (recibió allí – 102 –


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un premio periodístico). Allí quedó representado el Colegio de Teruel a través de Manuel Pérez. De hecho, el Colegio de Teruel siempre ha tenido más presencia e influencia que la que cabría esperar por su población. Manuel Pérez estuvo presente en varias comisiones (como en la valoración de capacidades), vocal en otros… También estuvo unos seis años en la Junta de Gobierno de la Residencia del Obispo Polanco (inaugurado en 1953) y fue presidente de mesa de unas elecciones del Consejo Nacional. Está muy satisfecho de que en los años que fue presidente cada vez que hubo elecciones ganó de forma abrumadora. Hasta que llegó el turno de Adoración Adivinación y él no se presentó. Una vida agitada en la que destaca las polémicas que ha mantenido su espíritu.

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Mariano Esteban Pueyo Estudios. Después de aquel primer practicante de Concud que estudió en Valencia, hubo una saga de practicantes procedentes del mismo pueblo, los “navarretes” (Román, Javier). Ellos fueron quienes animaron a los antecesores de Mariano Esteban que fueron su padre y sus tíos (Miguel, Mariano y Lorenzo). Normalmente todos seguían el mismo proceso: primero se hacían barberos, luego se marchaban a Barcelona o Valencia y estando allí trabajando de barberos se hacían practicantes. Con los estudios finalizados, volvían a Teruel. En esa época aún no se ponían casi inyecciones y la actividad de los practicantes se centraban en la aplicación de sanguijuelas y estiletes. Existía la creencia de que las enfermedades procedían de la sangre, que estaba envenenada y entonces había que sangrar a los enfermos. No eran pocos los que morían desangrados en unos años en los que aún no se practicaban trasfusiones. El padre de Mariano Esteban era sobrino de los Navarrete que iniciaron el ejercicio de la profesión en Teruel tras realizar los pertinentes estudios. Los tres hermanos, Miguel, Lorenzo y Mariano se hicieron practicantes. El mayor era el que les enseñaba y luego iban a examinarse a Valencia. Fueron muy conocidos en los ambientes profesionales. Después de la guerra, incluso, quisieron nombrar presidente al padre de Mariano, pero hicieron un in– 104 –


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forme de que no procedía porque en la República había sido jefe de prensa de un diputado en Cortes. A todos los practicantes del bando nacional se les ascendió de golpe al rango de brigadas. Su tío fue teniente del bando republicano en la guerra y al acabar la ésta fue destituido de forma fulminante y se tuvo que dedicar a fabricar y vender bragueros. Este hecho, sin duda penoso en el momento de producirse supuso una ventaja para los sobrinos años después. Se fue a Valencia y así se facilitó que los sobrinos pudieran ir a estudiar a Valencia. Estando en plena guerra, como su padre había sido barbero, enseñó a los hermanos a ser barberos y mientras no venía la aviación, se cortaba y se afeitaba el pelo. Después de la guerra se ganaron la vida con los conocimientos de barbería, lo que les sirvió para financiarse luego los estudios. Mariano Esteban estudió primero Magisterio, después estudió para practicante. Más tarde se haría periodista por la Escuela Oficial de Madrid y licenciado en Ciencias de la Información y doctor en CCII por la Complutense. Recuerda que Magisterio lo hizo con facilidad, pero con la presión familiar de su padre y su hermano, se hizo practicante al finalizar lo que había sido su carrera vocacional. Ya entonces se necesitaban cuatro años de bachiller y examinarse de fisiología e higiene para acceder a los estudios de practicante. Con esa formación se iba a la facultad de Medicina y había que examinarse de medicina, cirugía, anatomía, fisiología y obstetricia. No se lo tomó muy en serio y al llegar al examen de anatomía, lo suspendió. Pero también tenía mucho amor propio y no dudó en hacer lo que fuese necesario para aprobar en la siguiente convocatoria. Fue así como ese verano se fue por los Mansuetos y como la guerra había acabado hacía poco, recogió de entre los restos de la batalla los huesos suficientes para completar un esqueleto entero en un saco. Incluso consiguió un hueso axis, que es el que hace el movimiento de la cabeza y que es muy difícil de conseguir porque es el primero que desaparece. Después de estudiar durante el verano y aprobar con sobresaliente no sabe dónde fueron a parar los huesos, pero obtuvo su título como “Practicante en Medicina y Cirugía. Autorizado a la asistencia a partos normales”. Los hijos de practicantes solían ser practicantes, los hijos de médicos, médicos, y cuando no tenían mucha afición por los estudios, se convertían en enfermeras. – 105 –


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Eran quienes iban con los médicos a hacer los servicios. Esa situación un tanto irregular en la que personas con poca formación accedían al cuidado de los enfermos fue la que hizo que los practicantes de la época rechazaran a las enfermeras y las vieran inferiores. Sin embargo, fueron muchas las que adquirieron gran experiencia y suplieron con práctica y enseñanza en el propio centro sanitario la carencia de una formación reglada. Mariano recuerda el momento de ir a examinarse. Iban con él cuatro chicas que se iban a presentar como enfermeras. Su prueba consistió en hacer una cama con un enfermo que estaba muy grave para cambiar las sábanas sin moverlo mucho. Y con eso se aprobaba. Con situaciones como esta justifica que en esa época la enfermera estuviese muy por debajo del practicante (no curaban, no pinchaban) desde el punto de vista de los practicantes.. Luego apareció la titulación de Ayudante Técnico Sanitario. Los practicantes fueron convalidados automáticamente. ¿Qué pasaba con las enfermeras? Reconoce que, aunque no tenían una formación teórica, sí contaban con una gran experiencia práctica (llevaban años en rayos, pediatría, laboratorio…). Se adaptaron y pasaron también a ser ATS. Vida profesional. Hay una gran diferencia en la práctica en hospital con respecto al trabajo en los pueblos en los años de la posguerra, y dentro de estos, en los pueblos con médico y sin médico. En el hospital había ocho practicantes para una población de 1.000 personas (incluía el hospital de niños y el manicomio). Al principio los médicos no hacían las guardias de noche hasta que empezaron a llegar los del MIR. En los primeros tiempos, los practicantes hacían de ayudantes y de instrumentistas, como ahora hacen los médicos con sus colegas. Mientras tanto, las enfermeras eran como una especie de auxiliares de clínica actuales. Su hermano fue practicante de los que llegaron a poner 150 inyecciones en un día. Él sólo fue practicante de un colegio con 200 chavales y pasaba visita todos los días a las ocho. Los practicantes en los hospitales hacían de todo. Por ejemplo, en el manicomio. Mariano Esteban hacía el turno de tardes. Había 200 enfermos y 200 enfermas, para los cuales sólo había tres practicantes. En dos tardes y con sólo 12 agujas los vacunaba a todos contra el tifus y la viruela. – 106 –


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En los pueblos las cosas eran diferentes. Al acabar el servicio, su destino fue Cedrillas. El secretario hizo su nombramiento y allí fue donde conoció a su mujer, Raquel, se casaron en el 55. Estando de practicante (alrededor del año 52) faltaba un maestro para la escuela del pueblo y le hicieron el nombramiento también como maestro. El mayor problema en la práctica eran los partos. El médico no quería saber nada de partos, despotricaba,… Aun siendo el practicante y habiendo médico en el pueblo, le tocaba a él asistir en los partos. Como titular cobraba unas cien pesetas al mes (60 céntimos de euro), pero el pueblo aportaba otra parte que se llamaba capitular con lo que se completaba el sueldo. Uno de los problemas que encontraba el personal sanitario de la época era el hecho de tener que desplazarse incluso dentro del término. Para ir y volver de las masías, muchas de las cuales permanecían aún habitadas, existía la obligación de disponer de una caballería que llevase y trajese al practicante. Recuerda cómo alguna vez lo tuvo que llevar incluso una mujer, superando los prejuicios de la época. El siguiente destino de Mariano Esteban fue Cañada de Benatanduz. El mayor problema de este destino fue que allí no había médico. Mientras que en Cedrillas había médico que llevaba seis u ocho pueblos, allí no había ninguno. El más cercano estaba en Villarluengo. Es así como tuvo que desempeñar todo tipo de labores, muchas de las cuales excedían a las competencias del practicante. Como única ayuda contó con un libro de diagnósticos diferenciales que compró para poder diagnosticar las enfermedades. Hasta tuvo que hacer de boticario. De la Cañada recuerda un accidente en el que un vecino se cortó el tendón de Aquiles con una dalla. Imposible llegar a ningún hospital, ni siquiera acceder a un médico. Se preparó a fondo y consiguió que el accidentado no tuviera secuelas. El siguiente destino fue Allepuz (época en la que se casó), que sí dependía del médico de Cedrillas, pero no estaba allí y los quince kilómetros de distancia parecían muchos más. En realidad, allí fue como maestro con plaza en propiedad. Estando de maestro, el practicante que llevaba allí 20 años pidió el traslado a San Mateo. La misma historia: le pidió el alcalde que fuera practicante a la vez que maestro. Había masías a más de diez kilómetros y el aislamiento y las malas condiciones de vida del momento propiciaron dramas que no ha podido borrar de su mente en todos estos años. – 107 –


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Recuerda que un niño de pocos días falleció en una de esas casas. Era invierno y había medio metro de nieve. Para el médico era casi imposible ir desde Cedrillas, así que tuvo que ir él con una caballería. Una vez allí se dio cuenta de que al hacer tanto frío, la madre tendió a apretar a la criatura para que no pasase frío y lo asfixió. Es uno de sus recuerdos más estremecedores. En una misma noche en Allepuz tuvo que atender tres partos, algo impensable hoy en día. Era una época de mucha tuberculosis, pero pronto aparecieron medicinas que posibilitaron que prácticamente desapareciera. Entonces muchos médicos que estaban en sanatorios de tuberculosos se tuvieron que reciclar a la Medicina general y fue entonces cuando, por fin, llegó un médico a Allepuz. Cambiaron las tornas para Mariano: “A mí, a mí, al practicante, nada”, decía el médico. Hasta que llegó un parto en el que no salía la placenta y estiró del cordón, lo cual provocó una intensa hemorragia y la gente del pueblo, que tenía confianza en Mariano porque había asistido en muchos partos, optó por llamarle. “Había que introducir la mano, ir desprendiendo la placenta y taponar”, recuerda. No había suero líquido, era de gas. A pesar de las dificultades, se salvaron tanto la mujer como la hija, quien ahora es enfermera. En aquellos años cuando se presentaban dificultades en el parto o los niños venían cruzados era muy difícil que sobrevivieran. No había cesáreas y de la pericia de quien hacía las labores de matrona dependía la supervivencia de madre e hijo. Hablando con las matronas del siglo XXI se ve cómo ha cambiado el valor de la vida de un niño desde aquella España rural y empobrecida (“cuando moría un pequeño llevaban a la familia un pollo para consolarla”) hasta la actual en la que es impensable que se produzcan situaciones así. En la Cañada y Allepuz pasaba visita a diario. De Allepuz se fue a Teruel. Primero hizo las oposiciones de Magisterio, luego quedó vacante una plaza en el Hospital General. Se presentaron varios, pero había uno que había servido en la División Azul. Aquello fue un cachondeo. El examen era vendar una muñeca rota. Había aspirantes que no sabían ni qué venda coger. Mariano Esteban sabía todo a la perfección. Pero la plaza fue para el de la División Azul. Luego salió una plaza en el psiquiátrico. Y esa sí fue para él. El director del sanatorio le pidió a Mariano Esteban que fuese allí en calidad de maestro con lo cual volvió a compaginar el ejercicio de ambas profesiones. – 108 –


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No se decantó finalmente por Medicina, carrera a la que podía haber accedido por tener el bachiller superior, sino que encaminó su siguiente etapa profesional por la senda del Periodismo. Escribía desde los 20 años en Lucha. Luego fue corresponsal de ABC (en aquella época era imprescindible la titulación para ocupar ese puesto), de Tribuna Médica, del Baleares... A los 40 y tantos estudió Periodismo. Cuenta que Alfonso Paso se copiaba de él. Sólo admitieron a 40 personas por examen libre para graduado y fue la última vez que se hizo así antes de la Licenciatura. Escribió libros y uno de ellos le sirvió para acceder a través de una tesina a la licenciatura y luego lo amplió a nivel de tesis para obtener finalmente el doctorado. Para que un periódico pudiese funcionar en aquella época era requisito que el director fuera periodista. Fue así como por un cúmulo de circunstancias y para evitar que Teruel se quedase sin periódico propio, se hizo con la dirección de Lucha hasta convertirse en el Diario de Teruel que ha llegado a nuestros días. Fue en los años de la Transición (nueve años desde 1976) y no fue tarea fácil. Se rodeó de 40 colaboradores porque no había periodistas. Tenían un déficit de 10 millones de pesetas de la época (60.000 euros). Había una plantilla de 25 trabajadores (aún se funcionaba con linotipias). Al final consiguieron que la Caja de Ahorros condonara la deuda. En este período compatibiliza la dirección del diario con el psiquiátrico y otras colaboraciones como periodista. Mantuvo polémicas con la Diputación ante la gran apertura que se permitió en el periódico. Luego se enteró que en aquellos años tuvo policía secreta con orden de protegerle (él creía que eran encuentros casuales). Para cambiar el nombre cada vez le iba dando mayor peso a las palabras Diario de Teruel y menos a Lucha, hasta que desapareció el nombre con connotaciones franquistas y quedó la cabecera que aún pervive. Consiguieron realizar la transición con una única baja de suscripción. El siguiente camino profesional que emprendió y continuó incluso rebasados los 65 años fue el de callista. Román Navarrete ya inició la cirugía menor de los pies. Luego fue Sebastián Punter quien se hizo callista. Mariano Esteban vio que era el único en Teruel y que era muy mayor así que decidió hacerse callista, animado por su mujer. Se fue a Madrid para aprender el oficio. Estuvo un mes. Fue difícil porque los callistas no querían enseñar a otros para no tener competencia. Encontró uno en la calle Montera, también practicante inhabilitado como su tío. Al decirle que era – 109 –


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de Teruel le dejó aprender pagando una escopeta como precio puesto que era cazador. Aunque no le quería enseñar la técnica de hacer las plantillas (para hacérselas él y mandarlas a Teruel), Mariano aprendió por su cuenta. Le propuso quedarse allí, pero se vino a Teruel y fue callista durante décadas, manteniendo la consulta aun cuando estaba retirado de sus otros trabajos. Por lo que respecta al Colegio, tuvo vinculación desde el primer momento, aunque no llegó a tener cargos de relevancia. Una vida apasionante, llena de anécdotas y marcada por el trabajo y el constante esfuerzo.

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Cap铆tulo V Nuevos tiempos para una profesi贸n de siempre



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Introducción. Adoración Adivinación accedió a la presidencia del Colegio en enero de 1987. Una mujer joven iba a iniciar el período de cambio radical en el Colegio. Desde el cambio a una nueva sede hasta la puesta al día del sistema administrativo y de colegiación. Más colegiados, más servicios, más dinamismo. Tras un breve e intenso período de dos años, Adoración decide dejar el Colegio en la renovación parcial de junta de 1989 para relanzar su vida profesional y recuperar parcelas de su vida personal. Es Ángel Torres quien le releva en ese momento sin saber que su presidencia será la más larga del Colegio hasta este momento. Una larga etapa en la que el Colegio ha adquirido su propia sede, ha aumentado considerablemente el número de colegiados, se han saneado las cuentas y se ha proporcionado un nivel de servicios al colegiado impensable en otros tiempos. Veremos la evolución del Colegio y de la profesión en estos años a través de sus experiencias en primera persona.

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Adoración Adivinación Herrero

El personaje. Esta mujer amable de mirada inteligente supuso una revolución en la historia del Colegio y de la profesión en Teruel. A finales de los 80, sin haber cumplido siquiera los treinta años, se convirtió en presidenta después del largo periodo de Manuel Pérez Rivera y sin que antes ninguna otra mujer hubiera llegado a puestos de tanta relevancia dentro del Colegio. Llegó un poco por casualidad y en el breve período de dos años que permaneció en el cargo le dio la vuelta al Colegio, introduciendo aires nuevos y adaptándolo a la nueva realidad española y de la profesión. Una mujer activa que continúa evolucionando en su profesión, dedicándose tanto al ejercicio profesional de la Enfermería como a la docencia. Aunque su vocación no tenía tradición familiar hoy es su hijo quien sigue sus pasos.


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Estudios. Adoración Adivinación estudió bachiller en Zaragoza. Estaba interna. Su mejor amiga siempre decía que quería ser enfermera. Aunque sólo necesitaba hasta cuarto para Enfermería, acabó bachiller, estudió quinto y sexto de letras porque le gustaba mucho el latín y el griego. El mismo año de sexto hizo el servicio social de la época y le tocó, casualmente, en el laboratorio del hospital. Aunque el servicio social lo pasó fregando tubos no le desagradó la experiencia. No tenía más que 16 años. Se matriculó para estudiar PREU y la selectividad, pero salieron los exámenes para estudiar ATS y decidió presentarse. Aprobó y ahí se quedó. Estudió Ayudante Técnico Sanitario en Teruel, fue de la cuarta promoción. Años después tuvo que hacer la convalidación para DUE. Estudió en Teruel. El primer año se hacía todo en la capital, pero después había que irse a Zaragoza para hacer los exámenes. En tercero consiguieron que los profesores vinieran a examinarles a Teruel. Al tratarse de una escuela muy pequeña considera que la gente sale muy bien preparada. Guarda su etapa como estudiante como una grata experiencia. Hoy es ella la profesora. En las clases de ahora ve que los alumnos salen con mucha teoría y considera que necesitarían más práctica. Lo comentan los propios alumnos cuando hacen las prácticas de último año, De hecho, espera que con el cambio de los estudios a grados el último año se convierta en la práctica en algo similar al MIR de los médicos. En la época en la que ella estudió las prácticas se realizaban a lo largo de todo el año. Entraban a las ocho de la mañana. Por la mañana hacían teoría y por la tarde prácticas después de comer en la escuela. Eso fue durante el primer curso. En segundo y tercero era al revés. Los tres años hacían prácticas. Otras compañeras de la época que estudiaron para matronas también recuerdan períodos de prácticas de un año completo, con turnos rotativos de mañana, tarde y noche, incluso durante el período de clases. No había bajas médicas ni vacaciones: había que cumplir con todas las horas previstas para prácticas. Eran años en los que había pocas enfermeras y, aunque estaban en prácticas, su labor era muy importante, desempeñando trabajo real. Hombres y mujeres estaban separados entonces en el hospital. Al llegar a la planta correspondiente, la monja (solían ser ellas las encargadas de planta) les daban las tareas del día en una u otra ala del hospital. – 115 –


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Noticia del Diario de Teruel que refleja la victoria electoral de Adoración Adivinación.

Fue una gran experiencia práctica y considera que salieron muy preparadas. El punto débil fue la teoría. Terminó los estudios de Ayudante Técnico Sanitario en el año 76 (promoción 73-76). Se podía acceder a los estudios con 14 años, ella entró más mayor al haber elegido hacer el bachiller completo. Nunca se ha quedado con la espinita de estudiar Medicina, sí con la de haber podido realzar una especialidad dentro de su profesión. Se aprecia ya un cambio de mentalidad: la Enfermería no es una segunda opción sino una elección vocacional de primer orden. – 116 –


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Aunque hace treinta años de aquello, aún hoy en día las especialidades no se han desarrollado como debieran. En los primeros años del siglo XXI se está a la espera de que se pongan en marcha los nuevos planes de estudios dentro del proceso de Bolonia contemplando todas las especialidades que en la práctica son necesarias. Otra espinita fue la ocupación de matrona, puesto que estuvo casi un año en maternidad y descubrió que le gustaba mucho, pero la vida le fue llevando por otros derroteros y no pudo hacerlo. Vida profesional. Su primer trabajo lo obtuvo por baremación, algo muy frecuente en aquellos años. Terminó Enfermería y para acceder a las plazas se presentaba un baremo en donde se contaban desde las notas académicas hasta los cursos de formación y trabajos realizados posteriormente. Su primer destino fue Alcañiz. De su promoción eran veintitrés, salieron cuatro plazas en el hospital de Teruel, pero ella era la quinta en puntos y se fue al hospital de Alcañiz, donde estuvo, muy a gusto. Tardó algo más de un año hasta obtener el traslado a Teruel. No había problemas para encontrar trabajo en aquellos tiempos. Siempre había ofertas. Recuerda que sus cuatro mejores amigas se fueron al centro de parapléjicos de Toledo, donde hicieron Fisioterapia. También hubo ofertas de Tarragona,… Había posibilidad de elegir y luego tuvieron la opción de volver. Ella optó por quedarse en Teruel por las circunstancias familiares. “Hoy las cosas han cambiado mucho”. Esta constante es denunciada por muchos compañeros de profesión. Es muy difícil moverse entre comunidades autónomas y no salen los traslados, sobre todo en atención primaria. Se dan circunstancias como tener una plaza por oposición en Teruel y tener que volver a opositar en Valencia para cambiar de residencia como única posibilidad. En el hospital de Alcañiz fue la cuarta enfermera en llegar. En su planta tuvo que hacer de todo: camas de cirugía, de otorrino,… menos maternidad y quirófanos, de todo. Por las noches las guardias eran de las dos plantas. Recuerda la experiencia como muy grata porque “cuando acabas de estudiar sales con muchas ganas de aprender, de ver cosas”. Se sintió muy cuidada. Volvía a Teruel cada dos fines de semana, cuando no tenía guardia. Su primer destino en Teruel fue una plaza de ambulatorio. Allí pasó mucho tiempo hasta cambiar a atención primaria. Estuvo en una consulta de digestivo y en otra de Medicina general. Entonces salió una plaza de laboratorio, dentro del hospital, – 117 –


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pero como incluía extracciones y trato con el público pensaron ampliar con una plaza de ambulatorio dentro del hospital. Recuerda que por ser plaza de ambulatorio hacía una hora menos que sus compañeras que tenían plaza de hospital. Finalmente separaron el laboratorio y lo llevaron al ambulatorio de La Glorieta. Allí se fue con dos compañeras. Fue allí cuando le ofrecieron la jefatura del Servicio de Atención al Paciente (SAP). En ese momento los especialistas pasaban allí consulta y también había Medicina general. Fue entonces cuando se empezaba a hablar de montar las consultas externas en el hospital y empezó a sonar el término de atención primaria. Empezaron a llegar enfermeros de primaria y se fueron creando consultas. Estuvo en el Servicio de Atención al Paciente (SAP) unos seis o siete años. Le tocó hacer todo el traslado del ambulatorio de antes a consultas externas del hospital. Citaciones, abrir las agendas de todos los especialistas (cuatro administrativas a su cargo), nuevo concepto de paciente… Fue así como se asentaron las bases de lo que después fueron las consultas externas. En el hospital el SAP lo llevaban un médico y un enfermero. Y en consultas externas estaba Adoración. Montaron todas las consultas, los tiempos de espera, los tiempos de ver a los pacientes, las vacaciones del personal… Fue un trabajo de gestión que le gustó mucho. Había hecho en la Escuela Nacional de Sanidad un curso de dirección de empresa y gestión que le fue útil en este cometido y más tarde en la Escuela ya como profesora. El SAP fue un servicio pionero en Teruel y Andalucía y fueron a presentarlo a otras ciudades como Santander. Llevar de forma conjunta admisión y atención al paciente permitía una cierta movilidad cuando el enfermo tenía demandas específicas. No sólo era controlar las listas y los tiempos sino el concepto de atención al paciente y sus derechos y obligaciones, algo de lo que hasta entonces ni se había oído hablar. Se tenían en cuenta las características de población dispersa de Teruel y así si un paciente tenía que ir a varios especialistas se le intentaba concentrar las visitas y evitar desplazamientos. Era un concepto que superaba la administración y alcanzaba el ámbito de la atención. Se pautaron los tiempos de visitas para pacientes, pero también fue la primera vez en la que se contemplaban veinte minutos de descanso para el personal. Fue una experiencia muy interesante por lo que conllevó y por lo que supuso a la hora de viajar y conocer gente. Lo recuerda como una época muy bonita. – 118 –


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El Colegio. Sólo estuvo dos años como presidenta, entre 1987 y 1989. Había un grupo de profesionales con inquietudes, con ganas de cambiar algo en Teruel. Se juntaron y formaron una candidatura con Victoriano Lou, Jacinto Sebastián, Miguel Llorens, Mari Luz García, entre otros. Lo que ocurre es que a la hora de trabajar sólo trabajaron cuatro personas. Su labor consistió en transformar un Colegio que funcionaba gracias a la gran labor de Manuel Pérez, pero que necesitaba evolucionar y adaptarse a los nuevos tiempos. Pensaron que era el momento de acometer el cambio. Cuentan los que vivieron la época que Manuel Pérez preparó una candidatura continuista, alternativa a la de Adoración, en la que él ya no se presentaba. La candidatura encabezada por Adoración se encontró muchas trabas a la nueva propuesta porque, además de innovadora, era inesperada. El Colegio había sido Manuel Pérez con mucho trabajo y poca ayuda durante muchos años. Y necesitaba un cambio. Para empezar, el Colegio no disponía de unas instalaciones en condiciones, estaba en un viejo piso alquilado de la calle Harzenbusch. Al principio la nueva candidatura no tuvo buena acogida y cuentan que los colegiados recibieron una carta explicando la procedencia de cada uno (por ejemplo, venir de estudiar en Valencia no estaba bien visto). Aún no se había permitido la colegiación a las enfermeras antiguas de Teruel puesto que seguían sin estar reconocidas, aunque se daba la paradoja de que eran las que trabajaban en el hospital y habían enseñado a la nueva generación. Así, cuando ya eran muy mayores, fueron quienes instruyeron a los nuevos profesionales cuando accedieron al mundo laboral. Y es que, a pesar de la escasa formación teórica, sí disponían de una gran experiencia. Hubo un momento en Teruel en el que se dio la paradoja de que las limpiadoras pasaron directamente a ser auxiliares mientras las enfermeras seguían sin estar reconocidas en el Colegio. Cuando Manuel Pérez decidió que se iba se celebró una reunión para ver cómo se organizaba aquella alternativa rompedora. Adoración Adivinación era muy activa dentro de la profesión y formaba parte de un grupo dinamizador. Mantuvieron una reunión y repartieron los cargos de la candidatura que implicaba la sucesión de Manuel Pérez. – 119 –


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Al llegar a casa la empezaron a llamar por teléfono. Habían estado hablando a la salida sobre la necesidad de cambiar el Colegio y que para eso era necesario introducir una nueva candidatura. “¿Por qué no nos arriesgamos?”. Al final, después de varias llamadas cruzadas, convencieron a Adoración para encabezar la nueva candidatura. No sabían que hasta las elecciones tendrían que superar bastantes inconvenientes. La motivación para presentarse en aquellos tiempos era variada, desde el enfermero que se veía aislado hasta las ganas de dar un nuevo impulso al desarrollo de la profesión en Teruel. De la candidatura continuista, con practicantes de zonas rurales y de mayor edad, a la candidatura repleta de enfermeras y gente joven. Entonces aún existía la diferenciación y es a partir de aquí cuando se va a empezar a unificar la profesión en la práctica. Las elecciones fueron muy entretenidas. Hoy recuerda Francisco Villalba, Tesorero del Colegio, que a él le llamaron como interventor los de la candidatura contraria, pero que luego le invitaron a comer los que pronto serían la nueva ejecutiva. Definitivamente, los tiempos estaban cambiando. Cuando se actualizaron listados de colegiados en la renovación administrativa que se acometió se dio cabida a todo el mundo. Además de los practicantes, por fin las enfermeras pudieron colegiarse y mantenerse informadas. Es el giro definitivo hacia una nueva profesión unificada. La candidatura arrasó. Fueron a votar casi todos los electores, tanto los que apoyaban una candidatura como los que apoyaban a otra. Tal vez fueran las elecciones con menor abstención en la historia del Colegio. Adoración Adivinación habló con Manuel Pérez para hacerle un acto de despedida-jubilación, pero él no lo aceptó y nunca más tuvo relación con el Colegio. Fue una etapa de tensas relaciones entre los partidarios de la línea continuista y los renovadores que había accedido a la junta. Empezó un periodo en el que se querían hacer muchas cosas. El piso alquilado en el que estaban se quedaba pequeño y la situación de los colegiados con respecto al pago de sus cuotas estaba por arreglar. Primero se dedicaron a colegiar a todos los enfermeros porque, incluso dentro de la misma profesión, de los que tenían el título de Enfermería, había gente sin colegiar, otros que sí, y muchos no tenían domiciliados los pagos… – 120 –


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Lo primero que hicieron fue contratar a una persona a tiempo parcial para desempeñar funciones de administrativa. Empezaron a ordenar las listas, haciéndolas informatizadas, viendo cuántos colegiados eran… Todos los que han pasado por el Colegio como miembros de alguna de las juntas destacan la gran importancia de las administrativas que han colaborado en la gestión del Colegio (Maribel Martín, Susana Pascual, Susana Batalla y Manoli Valero). Se empezó a hacer un pequeño boletín informativo del Colegio, de dos hojas y con intención de periodicidad mensual. El piso alquilado no tenía servicios, era antiguo y pequeño. Finalmente optaron por trasladarse. Como no había dinero para un colegio nuevo, había un centro social en la antigua ubicación del Colegio de los Sitios. Hablaron con ellos y alquilaron dos despachos, en uno se ubicó la secretaria con todo el tema de administración y en otro se ubicó la presidencia. Cuando necesitaban convocar a más gente les prestaban el salón de actos. Empezaron así a hacer alguna reunión periódica y reuniones anuales informativas. En esta época se empezaron a hacer cursos (demandados por los propios colegiados), algunos de gran calidad e interés. Sobre los primeros cursos algunos miembros de las juntas de la época recuerdan cómo se organizaron. Las plazas de Enfermería que salían entonces no eran por oposición. Había un baremo, tipo concurso de méritos, y cuando salían plazas convocaban a la Dirección Provincial, entre el tribunal figuraba como vocal el presidente del Colegio, con voto. El presidente tenía una gran responsabilidad en la incorporación de nuevos profesionales al mundo laboral. Fueron unos años de muchos cursos en facultades y entidades. La gente con dinero se gastaba las 7.000 pesetas (algo más de 40 euros) que venían a costar los cursos y accedía así a los puntos necesarios. El Colegio aprovechó esta circunstancia con un doble objetivo: que los profesionales de Teruel pudiesen acceder a los cursos que necesitaban sin necesidad de desplazarse y obtener algún beneficio que les permitiese, poco después, acceder a una sede en propiedad y en condiciones. El hecho de proporcionar cursos a los colegiados ha sido una constante en el Colegio. Así, ha continuado ininterrumpidamente con su vocación de servicio al colegiado proporcionando formación continua en forma de jornadas, charlas y congresos. – 121 –


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Siguiendo con lo que se había convertido en tradición, a finales de los 80 el Colegio no tenía contacto con el Consejo General en Madrid. En la presidencia de Adoración Adivinación se regularizaron las relaciones con los Colegios de Zaragoza y Huesca, creando una Asociación de los tres colegios de Aragón. Empezaron a reunirse casi cada mes. Hablaron con el Consejo General y estudiaron volver a unirse, a pesar de que no les convencían las cuotas que había de pagar, pero vieron que no se podía continuar con la situación de aislamiento porque resultaba negativo para los profesionales. Aunque no se cerró aquí el vaivén en las relaciones entre ambas entidades y en un momento posterior se volvieron a separar, volviendo a integrase más tarde. Acabar con el aislamiento implicaba reuniones periódicas en Madrid y también ver qué se hacía con la deuda contraída con el Consejo en los años en los que no se habían pagado las cuotas. Se negoció el tema de la deuda de forma satisfactoria. Adoración destaca de esta época que hubo un gran cambio, que supuso la época de transición del Colegio. En el plano personal, para ella supuso un gran esfuerzo dado que por la mañana trabajaba en el ambulatorio, iba todas las tardes al Colegio, y allí contaba sólo con el trabajo efectivo de algunos miembros de la junta. A los dos años tenía que elegirse la mitad de la junta, era el momento del cambio. Adoración Adivinación tenía dos niños pequeños y se hacía muy complicado compatibilizarlo todo, sobre todo por los viajes. Decidió poner fin a dos años muy intensos en los que prácticamente cuatro personas firmaron acuerdos importantes para el futuro del Colegio. Recuerda cómo Ángel Torres le proponía que siguiese como presidenta y que él se ocupaba de todo lo que ella no podía abarcar (como los viajes) como vicepresidente. Pero Adoración Adivinación no quería estar ahí y que otra persona estuviera haciendo su trabajo. Ya lo había sufrido al revés y no quería figurar sin trabajar. Entre la labor de la junta anterior y la de esta se produjo una gran renovación y se pudo acceder a planteamientos antes impensables como comprar un Colegio nuevo, hacer el traslado y tener una sede. Esto fue posible gracias a tener todos los enfermeros ya colegiados y las cuotas cobradas (aunque se pagaba muy poco, era importante poderlas cobrar). – 122 –


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También fue importante el cambio de percepción desde el punto de vista del colegiado: se consiguió hacer ver que el Colegio tenía una utilidad. Así, los cursos, por ejemplo, puntuaban y eran impartidos por profesionales de prestigio en el sector: gente del ambulatorio, especialistas, enfermeros. Contaban con un buen plantel de especialistas para impartirlos. Por fin los colegiados disponían de la opción de asistir a cursos sin tenerse que ir a Valencia o Zaragoza. Buscaron una asesoría jurídica que también servía para los colegiados en caso de que tuvieran algún problema legal. El gran cambio fue conseguir tener el Colegio ordenado, informatizado, sabiendo dónde estaba cada colegiado,… El número de colegiados también se incrementó considerablemente al incluirlos a todos y conseguir cobrar todas las cuotas. Se actualizó la secretaría. El vínculo periódico establecido por el boletín también fue importante porque se conseguía tenerlos a todos informados y que tuvieran una presencia habitual del Colegio en su vida profesional. Reconoce la gran labor que hizo Manuel Pérez. “Si él no hubiera estado, a lo mejor no hubiera habido nadie”. Pero el cambio fue muy radical. Del practicante de toda la vida a una mujer joven que salía de una candidatura alternativa con fines renovadores. En esta época tampoco el presidente cobraba. Sólo cobraba la administrativa. Esta situación se ha dado siempre en la historia del Colegio. Recuerda con cariño esa etapa, pero agotadora por la dedicación que conllevaba y que le impedía ver a sus hijos hasta las diez de la noche. Si hubiera sido en otro momento de su vida tal vez no hubiera tenido que dejarlo. Pero fue una época en la que le tocaba hacer de todo para sacar adelante el Colegio a base de esfuerzo. Ahora, en 2009, las cosas están más organizadas, hay una secretaria por la mañana y otra por la tarde que son quienes avisan de cuándo un trámite es imprescindible que lo haga el presidente. Pero en la época de Adoración todo estaba por hacer o era nuevo y esto se unió a que, personalmente, necesitaba ampliar horizontes. Cuando sintió que el nuevo engranaje estaba montado y listo para funcionar se empezó a plantear nuevos retos. Es en ese momento, con el relevo de la mitad de la junta, cuando aparece la figura de Ángel Torres. – 123 –


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Después del Colegio. Adoración tuvo una oportunidad de cambio que le pareció interesante: fue la última vez que se planteaba el paso a plazas de atención primaria. No quería ir a pasar consulta ni volver a una planta de hospital con turnos y después de tantos años alejada de ese ámbito. Le gustó el concepto de atención primaria, la aparición de las consultas de Enfermería… temas de los que se empezaba a hablar y que le resultaban muy atractivos. Salieron unas plazas que resultaron ser el último tren puesto que no volvieron a convocarse. Tuvo la suerte de que pudo acceder a una de ellas. No querían que se fuera del SAP, pero, aunque había estado muy a gusto, necesitaba un cambio. Al llegar a atención primaria le preguntaron que si quería estar en pediatría, algo totalmente nuevo para ella, y, como amante de los retos, aceptó. Sigue allí. Tiene establecida una consulta del niño sano y está muy a gusto. A raíz de esta plaza se motivó mucho para hacer cursos que nunca había hecho. Continuó con su formación con cursos aquí y allá sobre pediatría y atención primaria. A finales de los 90 le ofertaron dar clases en la Escuela de Enfermería. Un nuevo reto que asumió. Actualmente imparte Administración. “Resulta muy gratificante, a pesar de que cuesta un gran esfuerzo”. Recuerda el esfuerzo adicional que tuvo que realizar cuando, por ejemplo, hubo un cambio en el plan de estudios y tuvo que volver a adaptar las asignaturas. Incluso tuvo que crear desde cero una asignatura nueva, elaborando un proyecto de lo que debe ser la asignatura, la memoria con lo que se quiere dar… Ella mandó su propuesta de asignatura al rectorado, esperando una respuesta en uno u otro sentido, pero le dijeron que la asignatura era suya y que ella debía decidir cómo impartirla. Se puso en contacto con profesoras de Huesca y Zaragoza para que le orientaran sobre qué daban ellas, cómo lo hacían, le mandaron información puesto que ellas ya llevaban un año dando la asignatura. Ellas eran profesoras a tiempo total. Adoración va y da sus clases puesto que lo compatibiliza con su trabajo en el centro de salud. En la Escuela de Teruel, de hecho, sólo hay seis profesoras enfermeras fijas. El resto son profesionales en activo. – 124 –


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La Escuela de Teruel tiene dos vertientes: es del Salud, pero pertenece a la Universidad de Zaragoza. Para cada tema tiene una dependencia diferente. Con el cambio del plan de estudios actual creen que pasarán a depender de la Universidad. La evaluación anual del alumno, por ejemplo, se manda al rectorado de la Universidad. Se ha preocupado por mantenerse siempre al día de las novedades de la profesión. Intenta hacer cursos y acudir a congresos todos los años. Desde el momento de su marcha ha mantenido una buena relación con el Colegio y su presidente actual, Ángel Torres, a quien le ofreció su apoyo en la transición. Va a los cursos del Colegio, tiene contacto permanente. Por ejemplo, colaboró en la elaboración del temario de oposiciones y suele acudir a las reuniones, da charlas… Su hijo mayor ha hecho Enfermería. A pesar de llegar un poco de rebote después de probar suerte en otras cosas. Ahora está encantado. Distingue entre la independencia del trabajo de primaria con respecto al de hospital, por ejemplo. El enfermero en primaria tiene su agenda, se organiza, la relación con el médico está menos jerarquizada, hay más independencia. Además, la situación va cambiando poco a poco. Por fin Teruel va a tener dos centros de salud, algo que necesita por población. Las expectativas de cambio y evolución están en el centro nuevo y en el cambio del plan de estudios. La experiencia en el Colegio le sirvió para rodearse de gente muy válida, también para crearse una imagen dentro de la profesión que aún mantiene. Se siente agradecida por haber podido vivir aquella experiencia. Le hubiera gustado estar los cuatro años y disfrutarlo, recoger los frutos sembrados en aquellos dos años de cambios y mucho trabajo, pero personalmente no le fue posible. Fue una satisfacción que el día de la inauguración de la nueva sede hubiese un reconocimiento público a aquella labor realizada años atrás y con la que se inició una nueva etapa del Colegio.

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Ángel Torres Benedicto

El personaje. Nació en Teruel, aunque vivió y estudió en Valencia desde bien pequeño. Es el único miembro de su familia que ha vuelto a Teruel y es en esta provincia donde ha desempeñado la práctica totalidad del ejercicio de su profesión, ahora sí, de enfermero. La casualidad le llevó a ser de la primera promoción española de Diplomados en Enfermería en lugar de ser de la última de ATS. Ha practicado la profesión de enfermero en todas sus vertientes: desde la empresarial hasta la actual enfermería rural pasando por la tradicional figura del practicante o el enfermero de hospital en turno de noche. Dentro del Colegio llegó a presidente en 1989 no sabe bien cómo, “me convencieron”. Se ha convertido en el presidente que más años ha permanecido de forma consecutiva en el cargo. Hoy el Colegio se enfrenta a una etapa de cambios profundos en la concepción y ejercicio de la profesión con Ángel Torres al frente.


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Estudios. Aunque entró con 10 años en el instituto, fue la primera promoción que realizó COU. Acabó la carrera con 19 años por proceder del bachiller antiguo y haber hecho COU. De hecho, fue la primera promoción de otras titulaciones en su carrera de estudiante. Ángel Torres fue a matricularse para estudiar ATS en 1977. En la Universidad de Valencia encontró dos colas impresionantes. Se colocó en la de ATS. Se encontró con un compañero de COU en la otra cola y hablando se enteró de que había una nueva titulación de Enfermería. “¿Y eso?”, “Es que dicen que los de Enfermería vamos a ser una carrera superior”. De hecho, para ser ATS se podía acceder sin COU, teniendo 17 años y cuarto de bachiller. Para Enfermería, no. “¿Sabes qué te digo? No sé lo que es, pero me voy a ir contigo”. Siguen siendo amigos después de cambiarse de cola. Al llegar a ventanilla se dio cuenta de la primera diferencia: los ATS pagaban 7.000 pesetas (42,00 euros) de matrícula y los DUE 17.000 (100,00 euros). “Sí que hay diferencia”, pensó. Ni siquiera tenían las mismas asignaturas. De hecho, al volver a casa, tuvo que defender ante su madre que al final no se había matriculado de ATS sino de otra cosa y que, además, le había salido más caro. Difícil papeleta. Valencia fue un centro piloto y aquella primera promoción fue la única en toda España. Había 500 preinscripciones para cursar la carrera de Enfermería. La Universidad quiso poner numerus clausus y las protestas y encierros del alumnado hicieron que las clases no empezaran hasta enero. Así empezó la primera promoción de DUE de España. Como Ángel Torres venía del antiguo bachiller empezó tan joven que acabó la carrera con 19 años. La convivencia de las dos carreras fue un desastre. De hecho, los expedientes hoy en día siguen separados: en Medicina los de ATS y los de Enfermería se trasladaron a su propia Facultad. Se ve aquí una separación entre los “súbditos” de Medicina y el enfermero como profesional independiente. La Universidad decidió mantener simultáneamente estas dos titulaciones durante una promoción con características muy distintas entre ambas. En la carrera hacían prácticas en el Hospital Clínico de Valencia, pero como eran una generación de transición se daba la situación de que las enfermeras que debían en– 127 –


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señarles eran las que luego iban a ver peligrar su puesto de trabajo por los nuevos titulados. Así que les enseñaban tan poco que optó por no ir a las prácticas oficiales. Como le suspendían por no asistencia, se buscó unas prácticas por su cuenta. Se iba con los amigos que trabajaban en el hospital cuando éstos estaban en su turno. Allí aprendió mucho porque en la planta de Medicina Interna del Clínico se hacían muchas cosas. A los profesores que trabajaban en el Clínico les extrañaba que le suspendieran las prácticas porque lo veían a diario en el hospital. Luego tenía que recuperar la no asistencia a las prácticas oficiales con un examen oral de prácticas. Pero Ángel era un poco subversivo y se negó a hacer esas prácticas. Consideraba que llamar a los pacientes o hacer camas no era lo que debía aprender en su formación académica. Resarció su necesidad de prácticas reales en la mili, donde encontró todo tipo de situaciones. Como curiosidad, recuerda que en los años de estudiante disponía de más dinero gracias a que tocaba en la tuna y obtenía así ingresos extras. En 1980 Ángel Torres se diplomó con la primera promoción de DUE y al mismo tiempo que la última de ATS. Un total de mil titulados en Valencia de golpe. Cuando acabó, no tenía dinero para pagarse los cursos necesarios para obtener buenas posiciones en la baremación de los puestos que se iban ofertando. El que tenía dinero “compraba” los cursos a 5.000 pesetas (30,00 euros) en la facultad de Medicina de Valencia. Consiguió por su tenacidad y persistencia con Manuel Pérez Rivera colegiarse en el Colegio de Teruel, a pesar de las dificultades que conllevaba entonces el hecho de venir de Valencia. Al repasar cómo estudió su carrera aprovecha para reflexionar sobre cuál ha sido la evolución hasta llegar a la realidad actual y el futuro que se avecina. En aquella época sí había especialidades: rayos, pediatría, análisis clínicos, matrona, psiquiatría,... (estas especialidades, excepto matrona, no estaban luego vinculadas al puesto de trabajo). Después desaparecieron y hoy la profesión vuelve a reclamarlas. En los últimos años, el enfermero ha sido enfermero generalista. Siempre con la excepción de las matronas que han mantenido la especialización después de que dejase de enseñar partos a los practicantes (que sí los atendían como ha quedado patente en los relatos anteriores). Ángel Torres reconoce que ahora han avanzado mucho, pero hubo un momento en la historia de la profesión en la que se retrocedió en conocimientos y atribu– 128 –


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ciones, un paso detrás de la clase médica. Eran “diplomados en Medicina y cirugía menor”. En España hay licenciados en Enfermería por universidades extranjeras, posibilidad que hasta ahora no se daba en nuestro país. Ahora se van a tener que homologar esos títulos. A pesar de los continuos cursos que realizan los profesionales posteriormente a la enseñanza reglada, no se llegaba a una especialización o a un título académico de rango superior que reconociera esos estudios. Con la aparición de los grados considera que existe un buen posicionamiento social y académico de la Enfermería. Se va a pasar a una supraespecialización al poder cada universidad desarrollar programas propios. Vida profesional. Ángel Torres tiene en la actualidad una plaza de personal estatutario, la adscripción es al centro de salud de Cedrillas, con asignación de pueblos (Jorcas, Allepuz, Villarroya de los Pinares, Miravete de la Sierra y El Castellar). A cada pueblo va una vez a la semana, dos en el caso de Villarroya y Allepuz por ser más grandes (tienen médico diario). Allí tiene su consulta y sus domicilios. La relación con los médicos es buena y así, por ejemplo, en el caso de inyectables diarios comparte la administración de los mismos para evitar viajes innecesarios. Se da la circunstancia de que la administración no dispone de presupuesto para que cada enfermero que deba desplazarse fuera de las horas de guardia disponga de un vehículo, con lo cual debe usar el suyo. A cambio, recibe de la administración un importe por kilometraje que sale casi a la mitad de lo que se paga en una empresa privada con lo cual se pierde dinero. Pero antes de llegar hasta aquí su recorrido es digno de relato por lo variado e interesante. Al acabar sus estudios se dedicó a trabajos puntuales como el cuidado de ancianos hasta que llegó la hora de hacer la mili. Los años marcan la diferencia entre las historias de Ángel Torres y Adoración Adivinación y las de Manuel Pérez y Mariano Esteban. Es notable cómo cambia la visión de la interrupción forzosa de la mili. El concepto de ejército nada tiene que ver con el de la inmediata posguerra. Ángel Torres recuerda con cariño su mili, lejos ya del fantasma de la guerra. – 129 –


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Al ir con su título en la mano, cuando no había allí sanitarios titulados, tuvo muchas ventajas. Estuvo seis meses en Cartagena y luego fue a Cádiz. Al ser enfermero encontró enseguida colocación en la Enfermería del cuartel. Allí disfrutó de una libertad y consideración difíciles de pensar para otros milicianos. Recuerda que hasta obtuvo permiso para venir a la Vaquilla e ir a las Fallas. Se ofrecía voluntario para todo tipo de trabajos de Enfermería, incluso los que nunca había hecho antes. Así, su primera sutura fue la ceja de un marinero. La realizó bajo la atenta mirada de su mando quien al final le dijo: “Has hecho una sutura perfecta. Sólo has cometido un fallo: las cejas no se rasuran”. La situación fue divertida y no tuvo mayores consecuencias (excepto para el marinero rasurado). Estuvo a punto de quedarse a trabajar en Cádiz después de la mili. Incluso llegó a colegiarse allí. Pero como no pudo se mantuvo con trabajos esporádicos. La mili se acabó un mes de agosto. A mediados de septiembre, un amigo que trabajaba en una agencia de viajes de Almería le llamó para proponerle un trabajo: enfermero para viajes del actual IMSERSO. Su primer empleo remunerado como enfermero duró los dos meses que duraban estos viajes. Había 800 ancianos, repartidos en tres turnos y en tres hoteles. Cree que a raíz de ese trabajo fue cuando empezó a adquirir el gusto por trabajar con “los abuelos”, como él les llama cariñosamente. Aunque en general le gusta tratar con la gente, prefiere el trato con ancianos especialmente desde aquella experiencia de los 22 años. Recuerda que le pagaban bien (casi 80.000 pesetas -500 euros- de la época), que tenía coche con gasolina y comida y alojamiento, todo pagado. Fueron meses de mucha actividad y poco descanso. Todas las noches, antes de salir con los amigos, iba al baile con “sus” abuelos y después continuaba la noche con los jóvenes. Después de permanecer en Roquetas volvió a Valencia. Debajo de su casa había un consultorio donde estuvo trabajando a temporadas. Con el poco dinero que trajo de Roquetas, cuatro amigos alquilaron un coche (un Panda) y se fueron a echar papeles de solicitud de trabajo por Soria, Segovia, Ávila, Valladolid, Palencia,… Uno de los amigos se quedó en Palencia. A Ángel Torres le llamaron de Burgos, pero por aquel entonces ya estaba trabajando en las minas de Andorra. – 130 –


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Vino a Teruel, habló con Manuel Pérez, le insistió en la necesidad de colegiarse en Teruel. Le recordó que conocía a su abuelo Romualdo (muy conocido en Teruel por sus enfermedades). Consiguió colegiarse y empezó con una estrategia de “desgaste”. Cada semana llamaba directamente a Manuel Pérez, localizándolo en sus diferentes trabajos, según el horario: “Manuel, soy Ángel Torres, de Valencia te llamo por ver si hay trabajo por ahí. ¿Cómo está la cosa?”. Mientras todos le trataban de usted, él le tuteaba. E insistía. La tenacidad obtuvo sus frutos y en una de las llamadas consiguió trabajo: “Hace falta un ATS en las minas de Andorra, en ENDESA, que hay una baja. ¿Quieres ir tú?”. Sin saber dónde estaba Andorra, dijo que sí y para allá fue. Su padre le había comprado un 600 muy viejo, pero con la condición de que él tenía que correr con todos los gastos (a veces se iba a casa andando porque no tenía dinero para gasolina). Con ese 600 se fue camino de Andorra. Un disgusto más para su madre que hubiera querido que su hijo fuese médico y a quien no le hacía ninguna gracia este nuevo destino. Pero se equivocaba. El destino era magnífico en aquellos años. Se encontró de pronto con una elevada posición social y con un buen salario. Comprendió en aquel tiempo cuál era el perfil sociológico del minero. Ángel congenió muy bien con los mineros, para desesperación de los que ocupaban un escalón social equivalente. Era una sociedad muy estratificada: ingenieros y médicos; ingenieros técnicos, maestros y enfermeros (había 15 ó 20 trabajando para la empresa) y, por último, los mineros. Él se relacionaba con los mineros y se lo reprochaban los de “su clase”. Estuvo cuatro meses, aprendió cosas nuevas porque ya entonces (1983) disponía de gran autonomía: placas, fracturas, yesos, valoración,… El traumatólogo revisaba una vez a la semana los diagnósticos. Le hubiera gustado quedarse allí. De hecho, salió una plaza, se presentaron 12 ó 14, quedaron una chica y él para la última fase. Pero él no tenía nadie que le pudiera avalar mientras que ella tenía a varios familiares en la empresa. Ángel Torres sólo tenía el apoyo de los que querían un hombre allí. Aprobó los dos exámenes, pero no le eligieron. Aún así hubo mala suerte y esa plaza se amortizó a los dos meses con lo que la chica quedó fuera. – 131 –


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El 600 quedó literalmente quemado después de ese periodo en Andorra. Para estar localizable dejó el número de teléfono de sus tíos de Teruel. Le avisaron un día diciéndole que le habían llamado de Sanidad y que al día siguiente se tenía que presentar. Su tío movió cielo y tierra hasta conseguir averiguar que lo llamaban para trabajar. Como ya no tenía coche, fue a Teruel en autobús. Al llegar a la estación el de la consigna le preguntó “¿Tú eres Ángel? Ve a ver a tu tío que es muy importante”. Fueron corriendo a Sanidad y le dieron a elegir tres pueblos en interinidad: Báguena, La Puebla de Valverde y Cretas. Eligió La Puebla, por proximidad, pero le tocó la segunda opción: Báguena. Tenía tres días para presentarse al alcalde de Báguena (así se hacían las cosas en el 83) y le dijo a su tío que necesitaba un coche. Fueron al Óvalo, a un taller de Renault, y allí le ofrecieron a un R5 por 340.000 pesetas (dos mil euros). Se lo llevó a plazos, pero en el acto. “Te lo lavo”. “Que no. Que me tengo que ir a Báguena hoy”. Hizo el seguro por teléfono y por la tarde emprendió camino a Báguena. Fue su destino por cinco años. Primero vivió con patrona y luego se alquiló una casa que, según su madre y su novia, no reunía las mínimas condiciones. Entre las dos mujeres le dieron un cambio y la hicieron habitable. Se casó estando allí. Fueron cinco años muy buenos en los que se integró en la vida del pueblo (recuerda, sobre todo, a los abuelos). Aún había gente joven, pero se iban a Zaragoza en cuanto se hacían mayores. Se llevaba muy bien con el médico (fundamental en aquellos tiempos). Tenía plena independencia y fue muy satisfactorio. A “don” Pedro no pudo llegar a tutearlo, ha sido la única excepción en su vida. Pero la relación era excelente. Cuando él llego, el médico lo hacía todo (suturas, curas,…) y le hizo saber al médico que a él le gustaba hacer esos trabajos “Pues no te preocupes, que te vas a hartar”. La población se fue adaptando a que fuera el “practicante” (allí aún se utilizaba este título) quien les atendiera en primera instancia en caso de traumatismos y casos similares. Pasaba consulta en un cuarto de su casa. Mucho más cómodo teniendo en cuenta el carácter de 24 horas de este trabajo. – 132 –


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En su nevera tenía vacunas y hasta antibióticos. Así, frente a una herida complicada podía poner la antitetánica y dar la primera dosis de antibiótico. “Mañana vas a don Pedro y le dices que te haga la receta de estas inyecciones”. Aún se pinchaba con las jeringuillas de cristal. Esta práctica no le gustaba nada y optó por ir a la farmacia y pagar de su bolsillo las desechables. Mientras, daba guerra a la dirección de Primaria para que pasasen a ser gratuitas las jeringuillas y agujas desechables. Al poco de llegar fue a verle el alguacil. El motivo de la visita no era otro que darle una bolsa con dinero. Era la “iguala”. Se trataba de una cantidad que pagaban los vecinos del pueblo para el practicante y el médico. Su idea era pagarles para que les atendiesen mejor. Ángel Torres le decía, “pero si yo tengo la obligación de atender a todo el mundo igual”. Le dijeron que eso era así en todos los pueblos. Junto con el dinero había dos listas: una con los que pagaban y otra con los que no. Se negó a recoger la lista porque su obligación era atender a todos los vecinos del pueblo. El alguacil no podía entender que no quisiera saber a quien tenía que “atender mejor” por haber pagado esa iguala. Cada dos meses le pagaban unas quince mil pesetas (90,00 euros), cada familia pagaba unas cuarenta pesetas, un poco más para el médico. En algunos pueblos la iguala casi era como otro sueldo. Invertía el dinero de la iguala en las jeringuillas desechables. A veces le llamaban por la noche y le soltaban la coletilla “Como yo le pago la iguala, por eso le he llamado”. Eso le indignaba: “¿Le he preguntado si paga la iguala? Yo tengo la obligación de venir”. También se daba el caso de que al pagar la iguala parecía que tuviesen unos derechos superiores al resto de vecinos. La situación era tan incómoda que optó por hablar con el médico. “O ponemos la iguala a 1.000 pesetas (seis euros) o la quitamos”. Optaron, claro está, por quitarla. Esto provocó cierto recelo en los titulares de otros pueblos que veían cuestionado ese derecho adquirido por la costumbre. De hecho, era una propina consentida por la administración que, en el fondo, no era legal. También hay que entender que allí la atención era todos los días del año durante 24 horas, menos las vacaciones. Otros compañeros del Colegio recuerdan también cómo aún en los ochenta el “practicante” (enfermero en áreas rurales) mantenía la antigua consideración de “fuerza viva” entre los vecinos del pueblo. – 133 –


Colegio de Enfermería de Teruel

Mientras el enfermero de ciudad muchas veces era el que caminaba un paso por detrás del médico, en los pueblos el practicante tenía gran predicamento entre la población, siendo una de las figuras públicas más respetadas. Recuerda como anécdota que, además de Báguena, tenía el pueblo de Anento, donde sólo vivía un pastor (el resto vivía en Báguena). Tenían que acceder al pueblo por una rambla porque por carretera tenían que cruzar varios pueblos en lugar de los 4 kilómetros de este camino. Había una iglesia abandonada llena de riquezas artísticas. Afortunadamente, con los años se presentó como candidato a alcalde un joven y consiguió subvenciones que revitalizaron el pueblo. Su trabajo en Báguena fue como interino. Se integró perfectamente en la vida rural. Su casa estaba siempre abierta. La gente le daba pollos, lechugas, huevos, patatas… La casa era centro de reunión. Rememora con cariño su rutina diaria. Hacía sus domicilios y a las 12 pasaba consulta, comía a la 1 y a la 1,30 iba al bar a echar el guiñote. En la puerta de su casa ponía los carteles para explicar dónde estaba en cada momento. A las 3, todos los agricultores se iban a trabajar y él se iba a casa a echar la siesta con Falcon Crest. Luego se casó. Su mujer encontró trabajo en Teruel y sólo iba a su casa los fines de semana. A los cinco años, tenía los puntos necesarios para optar a una plaza fija. La consiguió en el hospital de Alcañiz (invierno del 88). Sólo estuvo allí dos meses porque el estar casado le daba facilidades para ir a Teruel. En diciembre del 88 ya estaba en Teruel. Empezó a trabajar en el Hospital Obispo Polanco. Empezó en cirugía y pasó a maternidad. Allí pasó un año entero de noches fijas en los nidos, disfrutó mucho, pero necesitaba ampliar su campo de trabajo. Su papel era ayudar a la matrona con el niño en cuanto cortaban el cordón al recién nacido. De ahí paso a Medicina interna, en el turno de noches, donde pasó 19 años, hasta su actual destino en Cedrillas. Ángel Torres dormía de día, sólo cuatro o cinco horas, y le cundía mucho tanto el día como el trabajo. Se fue del hospital porque los años de turnos de noche se hicieron pesados y recordaba con cariño la experiencia en Báguena. Volvió, pues, a la atención primaria en pueblos, donde el trato con los pacientes es más integral, más próximo. En el hospital había muchos crónicos en su planta, pero la relación con el paciente en el pueblo es mucho más cercana y agradable. Le costó poco acostumbrarse al nuevo ritmo de vida y de trabajo. – 134 –


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“Por ejemplo”, cuenta,” viene una persona a la consulta con la tensión mal y puedes preguntarle: ¿Qué pasó ayer?, porque conoces su vida y sus problemas”. En el centro de salud de Cedrillas lleva desde enero de 2007. Se ha integrado muy bien en los pueblos que lleva. Son municipios pequeños, con muy pocos habitantes en invierno. Incluso busca soluciones para reactivarlos. Recuerda que los primeros días en Miravete no iba nadie a la consulta. Hasta que les dijo que “Si no venís, no vengo”. Ahora es el pueblo donde menos gente hay, pero donde tiene más trabajo. Todos los días de consulta van cinco o seis personas. Cuando termina la consulta sale, todos los pacientes han estado esperando y juntos se van al bar a tomar un café. Así, los jueves a las 12 hay un gran ambiente en el bar de Miravete (a pesar de que una publicidad lo haya convertido en “el pueblo donde nunca pasa nada”). El Colegio. Cuando llegó de Alcañiz es cuando le empezaron a proponer formar parte del Colegio de Enfermería. El vicepresidente de Adoración Adivinación le dijo que él iba a dejar su puesto y que se presentase en su lugar. Como anécdota destacaremos que en las anteriores elecciones se presentó en la candidatura de oposición a Adoración Adivinación ante la petición de Manuel Pérez para completar la candidatura continuista (confiesa que no conocía a los candidatos ni de un lado ni del otro). Adoración Adivinación contó con Sebastián Jacinto, un secretario que supuso una gran ayuda tanto para ella como lo sería después para Ángel Torres puesto que ha estado en el Colegio durante largos años supervisando todos los aspectos de su funcionamiento. El vicepresidente en cuestión trabajaba en Alcañiz y le invitó a hablar con Adoración y Sebastián para que le dijeran qué tenía que hacer. Quedó con Sebastián y fueron a hablar con Adoración a su consulta. Ella le aclaró entonces que lo que hacía falta era un candidato a presidente porque ella iba a dimitir. “Pero aquí hace falta más gente ¿no?”. En esas aparece Manuel Hernanz (que desistió de presentarse en esas elecciones como presidente al ver que lo iba a hacer Ángel Torres). Le presentó a tres personas más, Francisco Villalba (de la penitenciaria, que hasta tuvo que preguntar cuál era la ubicación del Colegio), Fernando Romero y Marcial Royuela (ambos del Psiquiátrico), que han estado en la junta hasta bien entrado el siglo XXI. – 135 –


Colegio de Enfermería de Teruel

Las primeras reuniones fueron en el psiquiátrico. Lo preparaban todo con Sebastián que era el único que sabía cómo funcionaba aquello y cuáles eran los cargos que había que elegir (tesorero, secretario, vicepresidente,…). Finalmente, Ángel Torres dijo que “de lo que sea menos de tesorero”. Corría el año 89 y los cuatro se presentaron para cubrir los huecos que quedaron en la renovación de la junta. ¿Qué les motivó a entrar en un Colegio con tantas dificultades? Sólo el enfermero de prisiones encuentra una explicación lógica: no contaba con colegas en su puesto de trabajo y necesitaba relacionarse con otros enfermeros. Resulta difícil convencer a las personas para presentarse como parte de una candidatura donde hay que trabajar mucho y no cobrar nada Fueron candidatura única y han estado en la junta durante muchos años. Ángel Torres sigue como presidente. Con Adoración Adivinación se empezaron a hacer labores de captación de colegiados. En la nueva etapa, con Sebastián Jacinto, el secretario, Maribel Martín la administrativa y el director de la urbana de Ibercaja, fueron cotejando los nombres de los enfermeros en activo con los que pagaban las cuotas. Fueron haciendo una labor de captación y cobro de impagados en la que alcanzaron unos 380-400 colegiados. Con los cuatro millones de pesetas (24.000 euros) que dejó Manuel Pérez en la cuenta (por no pagar a Madrid en los años en los que permanecieron distanciados) y con las nuevas cuotas se pudo hacer frente a la compra de la sede. Era el año 90. Gracias a los contactos del empleado de Ibercaja consiguieron comprar un local en la calle Moncada con 60 metros y con cinco metros de altura. El problema entonces residía en la reforma, que costaba otro tanto. La hicieron y el Colegio se quedó sin dinero y con un importante crédito. Años después incluso se pudo acceder a la actual sede de mayor tamaño en la calle de Los Tilos. Recuerdan cómo por las tardes se acercaban a la obra, a ver su evolución y “merendar con los albañiles”. Los colegiados acometieron esa obra como si fuese la de su casa y fueron muchos los que luego echaron una mano en las labores de pintura y traslado de mobiliario. La nueva sede se inauguró en el año 91. Se empezó a hacer una búsqueda activa de gente. Se contó con la inestimable ayuda del secretario, Sebas, que tenía todo bajo control. Así, el Colegio de Teruel tenía a principios de los 90 unos 500 colegiados . – 136 –


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En aquellos años no había un soporte legal para el Consejo Autonómico de Aragón pero existía de facto (paradójicamente, hoy sí sería legal, pero no existe). Cada uno de los tres colegios de Aragón pagaba una cantidad para mantener esa estructura. Los beneficiados en esta estructura son los colegios pequeños porque pueden acceder a publicaciones, cursos. El funcionamiento a nivel estatal de los colegios es de Colegios Provinciales agrupados en Consejos Autonómicos y un Consejo General en Madrid. En el 93 hubo un Congreso internacional en Madrid al que se acudió como consejo autonómico. El presidente del Consejo (que era del Colegio de Zaragoza) se enfrentó con Madrid, Teruel apoyó a Zaragoza y volvió a dejar de pagar a Madrid, esta vez durante casi seis años. Ese dinero extra revirtió en los servicios a los colegiados (cursos, congresos…). Hay que tener en cuenta que a Madrid había que pagar el 20% del presupuesto. En aquellos años ya suponía 4 millones de pesetas, la misma cantidad que quedaba como saldo tras la gestión de Manuel Pérez. Hay unos cruces de querellas con Madrid en el 95. Tuvieron que acudir al asesor jurídico para que les defendiera. El Colegio, cuando planifica un curso, calcula costes, los divide entre el número de asistentes y luego subvenciona parte del coste por asistente, de modo que siempre invierte dinero en los cursos y nunca gana. Lo mismo ocurre con la Universidad de Verano de Teruel: los cursos de sanidad están subvencionados para los colegiados al 50%. Para el Colegio los cursos para colegiados suponen una importante partida presupuestaria, pero saben que el dinero gastado en cursos es una inversión de futuro. Por lo que respecta a otros gastos, las únicas percepciones económicas de los miembros de la junta son las dietas y kilometraje en los desplazamientos necesarios para el Colegio. Aunque no era así en un principio. Recuerdan que el primer viaje de presidente y secretario les costó 25.000 pesetas (150 euros) de su bolsillo a cada uno. Hubo una cena con representantes de varios colegios en la que a los dos representantes turolenses les invadía un sudor frío al pensar cómo se iba a pagar aquello. La representante de Vitoria sacó la tarjeta e invitó a todos los presentes, para alivio de nuestros representantes. Se dieron cuenta de que tenían que crear un apartado presupuestario para dietas y gastos de representación. – 137 –


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Alguna vez alguien se ha quejado de los gastos de representación. Pero es el único gasto que tienen los miembros de la junta a cambio de su trabajo y son las mismas desde hace diez años, comenta Ángel Torres. De esta forma, los colegios se convierten en empresas de servicios. Un colegiado aporta 200 euros, por ejemplo, y hay que darle los servicios que necesita para su trabajo. Uno de los principales retos es hacer llegar a los colegiados la utilidad del Colegio. Por ejemplo, existe el boletín que se envía cada dos meses y se manda por correo a cada colegiado, a cada lugar donde hay una enfermera trabajando. Se ha comprobado que lo mejor es enviarlo al puesto de trabajo puesto que allí es donde se tiene un acceso más fácil y de esta forma lo lee todo el mundo. Uno de los principales retos es explicarle a los colegiados todo lo que el Colegio pone a su disposición. Ángel Torres invita a los nuevos colegiados a que utilicen el teléfono de la sede para hacer las llamadas necesarias para encontrar trabajo o que hagan ahí sus fotocopias. La actividad del Colegio va encaminada a dar todo tipo de accesos y servicios para los colegiados. Por ejemplo, con el tema de los cursos cuidan que los mismos sigan puntuando. Así hay que preocuparse tanto de la calidad como de la acreditación por parte de las autoridades sanitarias. Los miembros de aquellas primeras juntas presididas por Ángel Torres recuerdan los primeros cursos en los que tenían que organizar absolutamente todo e intentar obtener beneficios para pagar la sede y las obras de acondicionamiento. Muchas enfermeras ya no buscan los puntos en un curso puesto que ya han consolidado su trabajo. Pero sí necesitan estar al día en todo momento. La evolución ha sido hacia cursos que necesitan los profesionales y en los que el Colegio invierte dinero de su presupuesto dentro de su idea de servicio útil al colegiado.

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Portada de uno de los boletines informativos que edita el Colegio de Teruel.

Folleto promocional de la Enfermería. – 139 –


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Cartel anunciador de las VII Jornadas Aragonesas de Enfermería.

Material divulgativo de algunas de las muchas jornadas o cursos que ha realizado el Colegio de Teruel en los últimos años. – 140 –


CapĂ­tulo VI Las expectativas del siglo XXI



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Hoy y mañana de la profesión. El desarrollo de las especialidades, la regulación legal de la prescripción y el mercado laboral plantean el nuevo escenario de desempeño de la profesión de Enfermería. Pero los grandes logros se consiguen poco a poco. Así, una lucha terminológica con la Real Academia Española de la Lengua consiguió introducir la acepción como profesión de la palabra Enfermería. Esa reivindicación en el diccionario RAE se tradujo en una segunda acepción del término: “2. f. Profesión y titulación de la persona que se dedica al cuidado y atención de enfermos y heridos, así como a otras tareas sanitarias, siguiendo pautas clínicas.”, ya no sólo es el lugar donde se cura. Por fin está reconocida como una profesión. Para conseguirlo se creó una plataforma, se elaboraron documentos con propuestos, pero los académicos rechazaron que las enfermeras pudieran tratar a gente sana como medida preventiva. Dado el primer paso, ahora queda que se entienda que en la Enfermería se trata de atender no sólo dolencias sino también a personas sanas con fines preventivos.

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Futuro laboral. ¿Qué hace un diplomado al acabar sus estudios para acceder al mundo laboral? Ahora es una época en la que hay trabajo dentro del sector, no sólo en verano sino todo el año si se tiene movilidad geográfica. Aunque también es cierto que Teruel no da para absorber a las nuevas promociones. La Enfermería en Teruel tiene ahora una composición social con una media de edad de 40-45 años. Demasiado tarde para bajas maternales y demasiado pronto para pensar en cubrir jubilaciones. Pero saliendo de Teruel, hay trabajo. Al acabar los estudios, los diplomados se colegian y empiezan a trabajar casi de inmediato para cubrir vacaciones, sustituciones, refuerzos,… Esto les vale para ir obteniendo puntos válidos para acceder a los concursos que en el futuro les pueden dar una plaza. También se obtienen puntos por tiempo trabajado, por formación, por investigación o congresos. Hay gente que se ha llegado a jubilar siendo interino, sin acceder a una plaza de funcionario por no haber salido su plaza en oposición o por no haberla aprobado en su día sin que nadie se la reclamara. De tanto en tanto las comunidades convocan un concurso-oposición. De hecho, en Aragón debería haber uno cada año. Por lo que respecta a la dotación de enfermeras por población, la ratio de enfermeras por cada 100.000 habitantes en España es de 550. En Navarra y País Vasco están muy por encima, por debajo en Andalucía y Extremadura y en Aragón nos encontramos en la media. Quienes están con contratos temporales cobran lo mismo dentro de una misma comunidad autónoma, pero a veces les resulta más rentable cambiar de comunidad y pasar a otras donde la retribución es más alta. Eso sí, a la hora de cambiar de plaza de una comunidad a otra sólo se puede hacer a través de concurso-oposición. En las comunidades con segundo idioma oficial se juega con desventaja porque se introduce esta variable en el apartado de méritos. El presidente del Colegio, Ángel Torres, reitera que las enfermeras no tienen paro si disponen de movilidad geográfica. De hecho, cuando se le pregunta por el presente y futuro laboral de la profesión es razonablemente optimista.

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Formación. A nivel de estudios, en Teruel hay una oferta anual de 30 plazas. Pero por temas de notas acaban viniendo estudiantes de fuera (Zaragoza y Valencia, sobre todo) y eso hace que se marchen una vez finalizan sus estudios. Es un momento en el que la profesionalización va a mejorar al transformarse mediante el proceso de Bolonia en un Grado Universitario. En estos cambios ha depositado sus esperanzas los profesionales en activo que conocen las carencias del actual sistema formativo. La duda viene en si va a haber un año sin promoción de enfermeras en Teruel y Aragón al pasar de ser una titulación de tres años a una de cuatro, aunque tal vez se solucione por la combinación de aplicación de los cambios en los calendarios de los diferentes cetros formativos. Otra de las demandas formativas viene de la situación actual en la que hay una gran carga teórica, pero muchas menos prácticas que en los anteriores programas de estudios. Profesionales en activo recuerdan sus épocas de prácticas reales que se iniciaban en el momento de empezar sus estudios y se prolongaban hasta finalizarlos sin descansos ni vacaciones. En definitiva, especialización y prácticas es lo que demanda la profesión en el apartado formativo de cara a asumir los retos del futuro.

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Prescripción. Uno de los aspectos que en 2009 está pendiente de resolución es el tema de la prescripción. Después de unos años en los que muchas enfermeras actuaban prácticamente de secretarias de los médicos, hoy en día se ha evolucionado a profesionales con atribuciones y agenda propias. Actualmente en este proceso de independencia se evoluciona hacia la prescripción de Enfermería. Los informes son favorables y se está pendiente de la modificación de la ley. Ángel Torres defiende que los créditos que hace un DUE en Farmacología son los mismos (14) que los médicos. Los odontólogos sólo hacen 8 y prescriben. Con la última Ley del Medicamento se da la paradoja de que los enfermeros están en la ilegalidad cuando aplican de forma directa una cura. Por ejemplo, cuando se pasa consulta en los centros rurales y acude alguien con una herida, ¿qué hace el enfermero? ¿cura al paciente o aplica la ley? La incongruencia llega al punto de que cuando el enfermero vacuna a un niño no debería recomendar a la madre ningún antipirético ante posibles reacciones adversas. La ley actual no ampara las situaciones reales con las que se encuentra el enfermero en el día a día. La organización colegial luchó para que se modificara esto (se pasó de una situación no regulada a una regulación que impide el desarrollo normal del trabajo dentro del marco legal). Están esperando que con los informes pasados al ministerio se produzcan los cambios necesarios para que no se atasque el sistema sanitario. En Europa, EEUU y otros países ya están prescribiendo los enfermeros, dentro de unas atribuciones lógicas de su oficio. Hay prescripciones protocolizadas, hay otra colaborativa (prescripción del médico que administra el enfermero) y otra independiente, basada en los conocimientos del profesional. Trabajar con sentido común es lo que se está reclamando. Poder seguir haciendo lo que se ha estado haciendo hasta ahora. Ángel Torres es optimista y cree que la guerra de la prescripción está prácticamente ganada. El Consejo de Estado consideró que se debía modificar la ley si es tan importante la prescripción de los enfermeros. El miedo que hay detrás es enfrentar a las dos profesiones mayoritarias de la sanidad: médicos y enfermeros. – 146 –


Anecdotario



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Otras historias. La historia del Colegio de Enfermería de Teruel, en sus diferentes etapas y denominaciones, cuenta la andadura de un colectivo de profesionales que se repone de la Guerra Civil y empieza de nuevo. Hay procesos de cambio, situaciones comprometidas, eventos conmemorativos… pero siempre respecto a un conjunto. No obstante, los componentes de ese “todo” dejaron en la documentación del Colegio algunas otras historias que vale la pena recuperar. Algunas parecen simples anécdotas, otras esconden un trasfondo que cada lector podrá juzgar. Veamos algunas de esas pequeñas historias encontradas entre los antiguos documentos del Colegio y que nos acercan a conocer un poco más cómo fue en realidad ese pasado en Teruel. • Así, en 1946, con apenas cinco años de andadura, el Consejo Nacional envió una circular urgente a todos los colegios del país, para comunicar que un estafador visitaba los centros haciéndose pasar por un alto cargo del ministerio de Sanidad. El objetivo era conocer todos los datos, sobre todo económicos, de cada colegio. Eran los años de la posguerra y la escasez despertaba la picaresca. • En septiembre de ese mismo año, sin supervisión alguna del Colegio, y menos todavía por parte del Consejo Nacional, dos practicantes decidieron intercambiar sus destinos tras hablar de cada uno de ellos durante un encuentro y descubrir más afín el lugar de trabajo del compañero. Así, tras unos meses ejerciendo, el practicante de Cabra de Mora y el de Aguilar de Alfambra cambiaron sus zonas de mutuo acuerdo. • En enero de 1948 llegaron noticias de la desaparición misteriosa del practicante José Blasco, que ejercía en la localidad de Gúdar. Sin pistas de su pa– 149 –


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Revista para Practicantes en Medicina y Cirugía y Comadronas de 1954. – 150 –


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radero, el Colegio comenzó hacer sus pesquisas. Meses después, el alcalde y el sacerdote del municipio se pusieron en contacto con el Colegio para comunicar que seguían sin noticias del señor Blasco, de si vivía o no. Pero en junio de 1949, la junta directiva observó que la esposa del desaparecido seguía pagando las cuotas de Previsión pues se temía lo peor y quería asegurarse un futuro. De hecho, la intención de todos, desde entonces, fue declarar al practicante como muerto. No obstante, los abogados desaconsejaron esta idea al carecer de pruebas. En enero de 1950 la viuda dejó de abonar las cuotas, con lo que se decidió dar de baja al colegiado. En estos momentos, los libros de actas se refirieron al caso, como “una desaparición en época en que elementos aventureros llegaron a su pueblo”. • En marzo de 1950, el colegiado Francisco Quilez gano una plaza en oposición, para ejercer en la localidad de Torrecilla del Rebollar. Cuando se dispuso a tomar posesión de su puesto, observó que ya estaba ocupada por el señor Francisco Gil. El señor Gil, obviamente, no estuvo dispuesto a abandonar su plaza. Lo más curioso es que podía negarse a abandonar el lugar, pues en el Colegio de Teruel existía entonces la llamada norma de Libre Ejercicio. Siendo legales ambas situaciones, tuvo que intervenir el Consejo General que ordenó al Colegio que revisara todas las plazas vacantes para que esto no volviera a ocurrir. Sin embargo, la norma siguió vigente. • En la localidad de Ojos Negros, el practicante tuvo que acudir al Colegio en busca de ayuda, a comienzos de 1951. La totalidad de los vecinos, tras ser atendidos en varias ocasiones por el auxiliar sanitario, se negaron a pagar las tarifas. Afirmaban que su trabajo no valía lo que pedía y así se lo hicieron saber, directamente, a la Dirección General de Sanidad. Tras este hecho, las tarifas de los practicante se publicaron para que los usuarios estuvieran informados del coste de los servicios. • En septiembre de 1952 se repitió otro caso de libre ejercicio. La plaza de practicante en Calanda fue ganada en oposición por un titular que se convirtió en propietario de la vacante. No obstante, otro practicante ya ocupaba esa plaza y se negaba a marcharse. El jefe Provincial de Sanidad intervino, imponiendo la obligación de que las solicitudes de vacantes en Libre Ejercicio incluyeran un compromiso de abandono del lugar, en cuanto llegara el titular propietario. Los solicitantes debían firmar tal cláusula. • Algo parecido ocurrió en febrero de 1953. Dos practicantes se ampararon en la norma del Libre Ejercicio y ocuparon la misma plaza, al mismo tiempo. Lo mas destacado es que uno de los practicantes era del Colegio de Valen– 151 –


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Revista para Practicantes y Comadronas de 1960. – 152 –


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cia y llegó a la provincia sin abandonar aquel Colegio ni inscribirse en el de Teruel. Lo primero que se pensó fue incluir a aquel en el centro turolense. Pero finalmente se desechó la idea y se resolvió el asunto. • En 1961, el Consejo Nacional anunció una colecta para la Hermandad de San Juan de Dios, patrón de la clase. Para esta ocasión eran necesarios fondos y se repartieron en los distintos colegios varias cajas de discos. Los colegiados debían vender la mayor cantidad de ellos para recaudar fondos. En Teruel no lograron vender demasiados, pero se logró un donativo de 100 pesetas (60 céntimos), que destinaron a la Sección Misionera de San Juan de Dios. • El practicante destinado en el municipio de Corbalán anunció que por distintas circunstancias personales, que no se especificaron, tenía que abandonar el Colegio de Teruel para trasladarse a Castellón. No obstante, para inscribirse en el centro de la otra provincia debía poner al día todos sus pagos y esto no podía ser dada la mala situación del practicante. Por unanimidad, los colegiados recaudaron el dinero suficiente para saldar la deuda del compañero. • En septiembre de 1962, los vecinos de Alcalá de la Selva, trataron de echar del pueblo al practicante, tras la repentina y acusada subida de las tarifas. El Colegio tuvo que intervenir, obligando a moderar los incrementos en los precios. No había una tarifa establecida para todos por igual, ya que al no cobrar tampoco los desplazamientos, los auxiliares debían obtener beneficios de otra forma. • Otra misteriosa desaparición ocurrió en la localidad de Riodeva. Tras una acalorada discusión ante testigos, entre el practicante del pueblo y una vecina, aquel desapareció sin volver a dar pistas de su paradero. Al cabo de los meses se le dio de baja. • En marzo de 1970 se dio a conocer un grave caso de suplantación que ocurrió en 1969 y que llegó a los tribunales. En la localidad de Terriente, estaba ejerciendo de médico Francisco Navarro. Con él trabajaba como practicante Cecilio Domingo. Sin embargo, apareció en la revista Índice de Medicina, un anuncio que informaba de la existencia de una vacante de practicante para el municipio. La sorpresa fue mayor cuando el anuncio lo firmaba el médico de Terriente y este aseguró no ser el autor. Pronto se descubrió que se trataba de un caso de suplantación: el auxiliar técnico Cesar Chico era el verdadero responsable, causando varios perjuicios al técnico en servicios. A continuación, se sucedieron los enfrentamientos entre ambos practicantes, sobre todo por parte de Chico, que llegó a amenazar, espiar y molestar al – 153 –


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Anuncio insertado en la revista Practicantes en Medicina y Cirugía y Comadronas de 1954. – 154 –


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otro colegiado. El presidente del Colegio, Pérez Rivera tuvo que intervenir, primero como mediador, después como testigo citado ante el tribunal. También el presidente recibió amenazas, como “te echare por tierra a los ojos del ministro”, a lo que el presidente respondió simplemente con una amenaza una tanto extraña y rara: “tengo la conciencia tranquila y puedo aun llamar al pan, pan y al vino, vino...” • A finales de 1972 en el Colegio de Teruel se reunieron fotografías datadas desde 1903, donde se retrataban distintas personas y hombres principales pertenecientes, en algún momento, al centro. Con todas se decidió crear un álbum denominado “Hombres y figuras del Colegio”, y tal composición se pensó acompañar de una breve historia del Colegio turolense.

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ApĂŠndice Las Cuentas del Colegio



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Las cuentas del Colegio. La desaparecida peseta llevó al colegio de Teruel por la calle de la amargura prácticamente desde sus inicios y hasta la década de los 70 aproximadamente. Como en todo, hubo mejores y peores momentos. Tras la guerra, al comenzar la actividad de estos profesionales, la reorganización del centro se hizo con tan solo 271 pesetas (1,60 euros). Cuatro pesetas (poco más de dos céntimos de euro) era la cuota mensual de cada colegiado. De esta cantidad un pequeño porcentaje se destinaba al entonces Consejo General. Porcentaje que fue en ascenso con el paso del tiempo. En los primeros años, la tónica dominante era el grave problema económico, pues los gastos se multiplicaban y solo se contaba con la cuota de los colegiados. Se tuvo que pagar deudas anteriores, sanciones y altas en la Contribución Industrial. Aun así, el primer presupuesto que se presentó en noviembre de 1941 fue de 7.104, 40 pesetas (más de 42 euros) , aunque ya se contaba con mas de seis mil de gastos previstos. Además, los imprevistos también ahogan al Colegio. En 1942 una cantidad extra y muy alta, pone en aprietos al Colegio. El secretario, Leopoldo Martínez, anunció que no podía seguir trabajando dadas las condiciones de su máquina de escribir. Se planteó entonces la necesidad de adquirir otra. Teniendo en cuenta la relación calidadprecio, la más asequible fue una Oliver de 1.400 pesetas (algo más de 8 euros). En 1943, el tesorero Juan Navarro, sucesor de Pantaleón Rodríguez, aumenta la cuota a 5 pesetas al mes, así se aumentó el presupuesto en más de 1.500 pesetas (9 euros). La diferencia de 1 peseta por colegiado con respecto a la cuota anterior se invirtió en mobiliario. Este mismo año, se elaboró un presupuesto para 1944 de más de 11.000 pesetas (66 euros). Pero aún es pronto para hablar de solvencia económica. – 159 –


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Detalle del libro de contabilidad de 1943. – 161 –


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Detalle del libro de contabilidad de 1940 y 1941.

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A partir de 1944 se comienza a cobrar los subsidios de Previsión a aquellas familias que tenían al día sus pagos. De esta manera varias viudas recibieron una cantidad media de 10.000 pesetas. Otras viudas, en cambio nunca llegaron a recibir estas ayudas, pues sus esposos no pagaron la Previsión y Socorros Mutuos. En 1946, el presupuesto del Colegio ya superó las 12.000 pesetas (72 euros) y un año mas tarde casi alcanzó las 15.000 (90 euros). A finales de los años 50, los practicantes en las zonas rurales vivían en muy malas condiciones y desde el Colegio se visitó al Secretario de Abastos para que hiciera extensivo un plan de racionamientos que se desarrollaba en los pueblos y del que ya disfrutaban otros profesionales como los maestros. 1950 trajo bajo el brazo 17.882 pesetas de presupuesto (más de 100 euros), a pesar de que son aún muchos colegiados los que adeudan sus cuotas mensuales. Las cifras se lograban con las aportaciones del consejo general, que eran muchas, y además no estaban al día tampoco. Quien gestionaba estas partidas era el habilitado Atilano Alegre. Esta cantidad menguó y se quedó al final del año en 260 pesetas, tras pagar todos los gastos que arrastraba el Colegio. Los gastos para mejorar el aspecto del Colegio se sumaban uno a uno. Así, por ejemplo, los presupuestos para nuevas estanterías superaban en todos los casos las 1.000 pesetas (6 euros), que es lo que pagaba el centro de alquiler. Era complicado hacer frente a estos gastos, más si a finales de 1951 las deudas de los colegiados en cuanto a sus cuotas sumaban 980 pesetas. A lo largo de su historia, el Colegio de Practicantes de Teruel colaboró y participó en diversos actos, tanto de la ciudad como pertenecientes al gremio. Para todos los casos se hicieron exitosas recaudaciones que aportar a las causas. Entre 100 y 900 pesetas se llegaron a recaudar para homenajes, colaboraciones con otras entidades o con el propio Consejo Nacional. A estos gastos se sumó la inscripción de las revistas profesionales, cuyo reparto supuso al año algo mas de 400 pesetas (2,40 euros). Pero en menos de diez años de actividad renovada, la cuota mensual ascendió en 7 pesetas, siendo 12 las que debió pagar cada miembro del Colegio. Así se llegó a las 20.000 pesetas de presupuesto en los primeros años de la década de los 50. En 1954 se comunicó a los colegiados la oportunidad de beneficiarse de un seguro de accidentes que lanzó la Jefatura Nacional de Seguros. Para ello, los colegiados debían abonar 43 pesetas de cuota anual, equivalente a más de tres veces la cuota colegial. Lo escandaloso de la cifra llevó el Colegio a convocar una asamblea general. – 163 –


Colegio de Enfermería de Teruel

A finales de los años 50, la cuota de los asociados era de 13 pesetas y el presupuesto anual alcanzaba las 25.000 pesetas. Del mismo modo, aumentaron las prestaciones de Previsión y Socorros Mutuos. Lo que no aumentaba de la misma manera fue el salario del practicante, sobre todo, en las zonas rurales. Para evitar este obstáculo en el desarrollo de los profesionales, se pidió al ministerio que fuera el Estado quien pagara a los auxiliares, ya que al tener que cobrar directamente a los pacientes a menudo ocurrían enfrentamientos. En una ocasión, los vecinos de Alcalá de la Selva intentaron echar al practicante del pueblo cuando, por su cuenta, aumento las tarifas. Para mediar en este asunto, el Colegio de Teruel prohibió subir estas cuotas mas de un 25%. Los tiempos cambian y el valor del dinero también. A finales de 1963, la junta tomó la decisión de vender la máquina de escribir Oliver que, en su momento, se compró por aquellas 1.400 pesetas, por un valor de 2.500 pesetas (15 euros), con el fin de adquirir una nueva. En esta misma época, se contrató a un mujer para que limpiara las oficinas, la señora cobró 50 pesetas mensuales. Ante los nuevos gastos, una nueva cuota se hizo necesaria: 15 pesetas por colegiado al mes. No obstante, esta cifra no satisfizo lo suficiente al Consejo Nacional, que exigió un mayor aumento, ya que los presupuestos generales no alcanzaban en Teruel lo exigido para los colegios profesionales. Entre los colegiados turolenses, estas exigencias no tuvieron ningún efecto. Es más, los colegios profesionales debían pagar una cuota al Consejo Nacional y cuando este exigió aumentar a 2 pesetas por colegiado las tarifas, el Colegio de Teruel afirmó categóricamente que no pagaría más del 10% de la cuota total de cada colegiado, es decir 1,50 pesetas. A menudo el Colegio se quedó sin participar en algunos eventos que implicaran un viaje y siempre se debió a la falta de dinero. Por ejemplo, en 1964 llegó a las oficinas de Teruel un anuncio de un viaje conjunto de practicantes a Roma, donde podrían ser recibidos por el Papa, Pablo VI. De manera que ahorrar en todo lo que pudieran era importante, pero además debían encontrar otra fórmula de que entrara dinero en el Colegio. Y la hallaron: la venta de papel viejo; concretamente se vendió el kilo a 1,25 pesetas. En apenas dos años, 1966, la cuota de los colegiados ascendió a 50 pesetas (30 céntimos) y del total, 12,50 se destinaban al Consejo Nacional. Con los incrementos y otros beneficios, el presupuesto elaborado para aquella época superó las 80.000 pesetas (casi 500 euros). – 164 –


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Más de cien años de historias

Esta gran cantidad lograda supuso un alivio cuando Hacienda comunicó que numerosos colegiados no estaban al día en su pagos tributarios. La deuda fue pagada desde el centro. Antes de entrar en la década de los 70, comenzó una etapa de cierta bonanza que en 1968, logró un superávit de 31.000 pesetas (algo menos de 200 euros). Con esta cantidad se creó el denominado ”Fondo de Reserva del Colegio”. Además, el anterior incremento realizado en el seguro de Previsión y Socorro Mutuo permitió repartir hasta 3.000 pesetas a los pensionistas con motivo de las bodas de plata de este servicio. En 1972, Hacienda comunica que la cifra correspondiente a la Evaluación Global del Colegio ya ha alcanzado los 5.400.000 de pesetas (más de 32.000 euros). Los avances en el desarrollo del Colegio de ATS de Teruel se reflejaron tanto en los logros profesionales para mejorar sus carreras, como de reconocimiento social y profesional. Pero el avance también se dejó ver en los libros de cuentas. El dinero fue una lucha desde el principio, pero lo que era un callejón oscuro en la etapa de la reorganización colegial, se llenó de luz con la gestión, mejor o peor, de los responsables. En 1977, el presupuesto del Colegio ascendió a 170.300 pesetas (más de 1.000 euros). En 36 años, se pasó de 271 a más de 170.000 pesetas. En estos momentos, la historia de España había comenzado su periodo de Transición, con grandes cambios en todos los ámbitos de la vida pública.

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San Juan de Dios (1495-1550)



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Más de cien años de historias

“Nuestra razón de ser es la persona asistida”

La tradición sitúa su nacimiento en Montemos-o-Novo (Portugal) en 1495, si bien se cree que pronto se trasladó a España hospedándose en Oropesa (Toledo) en donde se dedicó al cuidado y pastoreo de ganado. Fue su primer oficio. Su nombre original era Juan Ciudad Duarte. Fue al ver el fruto de su obra lo que hizo que se le empezara a llamar Juan de Dios. En 1538 se instala en Granada. Ejerce el oficio de librero e inicia el contacto con los libros religiosos. Una fecha especial es el 20 de Enero de 1539. Tras asistir a la Ermita de los Mártires y escuchar la predicación de Juan de Ávila, se pone en evidencia su proceso de conversión. Comienza así una fuerte reacción de disconformidad ante lo que veía en la calle: la pobreza y sufrimiento de muchas personas. Sufre un periodo de enajenación que es tomado como locura, y por este motivo es recluido en el Hospital Real de Granada donde, tras contemplar el trato y situación de los enfermos, intuye su gran aportación: disponer de un Hospital donde las personas reciban otro tipo de trato. Con el apoyo y acompañamiento de quien fue después San Juan de Ávila, empieza a perfilar su acción hospitalaria, recogiendo y atendiendo a cuantos encuentra en la calle. Los recursos con los que cuenta son su propia persona y las limosnas que consigue de las buenas gentes al grito de su lema: “Hermanos, haceos bien a vosotros mismos”. Era el convencimiento de que al ayudar al otro uno se ayuda también a si mismo. Su obra caló con rapidez y su estilo de atención a las personas enfermas y desvalidas suscitó que surgieran otras personas que se adhirieron a su labor y fueran sus primeros compañeros. – 169 –


Colegio de Enfermería de Teruel

La obra inicial de Juan de Dios se puede sintetizar en los siguientes puntos: •Desde una especial sensibilidad humano-cristiana y social sale al encuentro de las personas necesitadas. •No pone condición alguna para su asistencia, actuando con absoluta universalidad. Todo necesitado tiene derecho a ser atendido. •Desarrollo de una asistencia cualificada en la medida de sus posibilidades, incorporando criterios y métodos de atención pioneros en la época. Ello llevó a algunos historiadores considerarlo uno de los creadores del hospital moderno. •Solicitud de recursos a toda la sociedad, sin distinción. Llamada a la solidaridad sin fronteras. •Aglutina a un grupo de personas que le ayudan, suplen y dan continuidad a su obra. En todo ello existe un hilo conductor claro: la atención integral a las personas enfermas y necesitadas, respetando su dignidad y defendiendo sus derechos. Murió el 8 de Marzo de 1550 en Granada, tras una vida de entrega infatigable a los demás y de dedicación total al servicio de los pobres y de los enfermos. Fue declarado Beato en 1630 por el papa Urbano VII y proclamado Santo por Alejandro VIII en 1630. El 1 de Enero de 1572 San Pio V aprueba la “Congregación de los Hermanos de San Juan de Dios” y en el 1586 el Papa Sixto V como “Orden Hospitalaria de San Juan de Dios”. San Juan de Dios es patrón de los enfermos, enfermeros y Hospitales, co-patrón de la ciudad de Granada, así como de los Bomberos. Fuente: web de los Hermanos de San Juan de Dios de Zaragoza.

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Bibliografía



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Más de cien años de historias

- ARCIPRESTE DE HITA: Libro de Buen Amor. - Boletín Oficial del Estado. - Boletín de Enfermería del Colegio de Teruel. Varias etapas. - CARBÓN, D. (1541). Libro del arte de las Comadres o madrinas y del regimiento de las preñadas y paridas y de los niños. Mallorca. - CUADRI DUQUE, M.J. (1985). La ciencia y el arte de Partear: antecedentes históricos de la Enfermería maternal. Revista ROL de Enfermería, n.° 84-85. Ediciones ROL, S. A. Barcelona, pp. 13-16. - DOMÍNGUEZ-ALCÓN, C. (1986). Los cuidados y la profesión enfermera en España. Ediciones Pirámide, S.A. Madrid. - Diario de Teruel. - Diario Lucha. - ESEVERRI CHAVERRI, C. (1995).Historia de la Enfermería española e hispanoamericana. Editorial Univérsitas, S. A. Madrid. - Enfermería Hoy, revista del Consejo Aragonés de Enfermería. 1995-1999. - Gaceta de Madrid. - Heraldo de Aragón. - HERNÁNDEZ CONESA, J. (1995) Historia de la Enfermería. Un análisis histórico de los cuidados de Enfermería. Interamericana McGraw-Hill. Madrid. - HERNÁNDEZ MARTÍN, F. (1996) Historia de la Enfermería en España. (Desde la Antigüedad hasta nuestros días). Editorial Síntesis, S. A. Madrid. -JUSTICIA DE ARAGÓN. (2008) Edición facsímil de la obra Insaculación y Ordinaciones Reales de la Ciudad de Teruel de Juan Bautista Jujadas. Edición de 1696. - Medicina y Cirugía Auxiliar. Revista del Consejo General de los Colegios de Practicantes de España. Varias épocas. – 173 –


Colegio de Enfermería de Teruel

- SILES GONZÁLEZ, J. (1996). Pasado, presente y futuro de la Enfermería en España. Perspectiva histórica y Epistemológica. CECOVA. Alicante. - TERRÉ RULL, C. (1997). La matrona en España. Historia de una profesión. Anexo a la edición española. TOWLER, J.; BRAMALL, J. (1997): Comadronas en la historia y en la sociedad, pp. 373-383. - USANDIZAGA, M. (1944): Historia de la Obstetricia y de la Ginecología en España. Santander. - VALLE RACERO, J. I.; GARCÍA MARTÍNEZ, M. J. (1994): Las matronas en la Historia. Un estudio del siglo XIX”. En ROL. Revista de Enfermería, n.° 187. Ediciones ROL, S. A. Barcelona, pp. 61-67. - VENTOSA ESQUINALDO, F. (1984). Historia de la Enfermería española. Editorial Ciencia 3. Madrid.

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ร lbum Fotogrรกfico



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Más de cien años de historias

Portada de la revista Medicina y Cirugía Auxiliar de 1943. – 177 –


Colegio de Enfermería de Teruel

Anuncio de Agua de Carabaña, insertado en la revista Medicina y Cirugía Auxiliar de 1943. – 178 –


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Más de cien años de historias

Primeras Jornadas sobre SIDA. Año 1992.

Jornadas sobre Cuidados de Enfermería en úlceras de la piel. – 179 –


Colegio de Enfermería de Teruel

Jornadas sobre Primeros Auxilios y Socorro en Montaña.

Jornadas sobre Emergencias y Catástrofes. 1994. – 180 –


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Más de cien años de historias

Miembros de la Junta de Teruel con responsables de la Organización Colegial de Enfermería de España en 1993.

Acto de inauguración de Las Profesiones Sanitarias ante la Ley, realizadas en 1993. – 181 –


Colegio de Enfermería de Teruel

Curso de Prevención de Dependencias realizado en 1995.

La asistencia a los cursos, jornadas o seminarios organizados por el Colegio ha sido siempre muy numerosa. – 182 –


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Más de cien años de historias

Abel Millán Miguel. Con él el Colegio inició los homenajes a los profesionales de la enfermería que habían desempeñado su labor durante décadas.

La Enfermería siempre se ha preocupado de estar al día en cuestiones legislativas. – 183 –


Colegio de Enfermería de Teruel

Maribel Martín, primera administrativa del Colegio.

Susana Pascual.

Susana Batalla.

Manoli Valero. – 184 –


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Más de cien años de historias

Acto de inauguración de la sede del Colegio de Enfermería situado en la calle Moncada.

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Colegio de Enfermería de Teruel

Junta de Gobierno del Colegio el día de la inauguración de la sede colegial de la calle Moncada. El 25 de mayo de 1990 se inauguró la nueva sede de la calle Moncada. En la foto, la junta de gobierno de ese año. Presidente: Ángel Torres. Vicepresidenta: María Pilar Martín. Secretario: Sebastián Jacinto. Tesorero: Francisco Villalba. Vocal 1º: Marcial Royuela. Vocal 2º: Fernando Romero. Vocal 3º: María Dolores Torres. Vocal 4º: Marisol Guerrero. Vocal 5º: Asunción Casamián – 186 –


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Más de cien años de historias

V Congreso Nacional de Terapias Naturales y Complementarias.

Los profesionales turolenses siempre han respondido a la formación. – 187 –


Colegio de Enfermería de Teruel

Antigua sede del colegio en la calle Hartzenbusch 8, ubicado en el primer piso de esta finca.

Durante algunos años, la sede estuvo en un despacho del Centro Social de Yagüe de Salas. – 188 –


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Más de cien años de historias

Fachada de la sede colegial de la calle Moncada. – 189 –


Colegio de Enfermería de Teruel

Acto de inauguración de la Sede del Colegio en la calle de Los Tilos.

Aula de formación del actual Colegio de Enfermería. – 190 –


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Más de cien años de historias

Biblioteca del Colegio de Enfermería de Teruel.

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Este libro se imprimi贸 coincidiendo con la festividad de San Juan de Dios, patr贸n de la Enfermer铆a. Teruel, marzo de 2009.


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