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rishikesh: LA CUNA DEL YOGA (Y DE VARIAS CANCIONES DE LOS BEATLES) texto Noelia Ferreiro fotos Juan Serrano Corbella
Viajes
Aquí, a la sombra del Himalaya, todo gira en torno a la espiritualidad. Y entre la meditación, las ceremonias hinduistas y los programas de ayurveda, también hay retiros de cinco estrellas. 62
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loren ipsum tracatrá. Amanecer, de pronto, en Rishikesh no sólo implica acostumbrar los ojos al espectáculo de las montañas precipitándose sobre el río salvaje. Supone también empaparse del aura mística que le confiere su estatus de lugar sagrado, de centro de peregrinación hinduista que, desde tiempo inmemorial, atrae a remotos rastreadores de fuentes de plenitud. Porque puede que haya lugares más espirituales en la India, pero en esta ciudad encajada a los pies del Himalaya y partida en dos por el Ganges (la Madre Ganga) ni el más impasible permanece ajeno al bombardeo de estímulos que invitan a cultivar las buenas vibraciones.Basta un simple paseo por su abigarrado centro para entender de qué va todo esto. Monjes con túnicas de color azafrán deambulan sin rumbo fijo, absortos en su eterno caminar. En la ribera, sobre una piedra mojada, un anciano de barba kilométrica medita frente a las aguas con las manos juntas y los ojos cerrados. Por el camino se cruzan santones, shadus, gurús. En los muros desconchados se anuncia comida ayurvédica, lectura conjunta de los Vedas, sesiones de meditación. Y por aquí y por allá, escuelas de yoga. Cientos. Miles. Tantas, como bares en Madrid. Rishikesh es la cuna de esta disciplina basada en las asanas (posturas) y las técnicas de respiración. El lugar donde cuentan que nació, aunque nadie pregunta ni cómo ni cuándo. Ciertamente, no parece importar. Aquí se viene a desconectar, a encontrarse con uno mismo, quién sabe si a cambiar de vida. “El yoga forma parte del día a día en este lugar. Se practica desde la infancia, puesto que es una asignatura del colegio, y existen estudios posteriores para profundizar en la materia: masters, graduaciones, títulos específicos”, cuenta Ashesh Rawat, un yogui de 28 años que da clases en la escuela Vinyasa Yogashala. “Para nosotros es un ejercicio de espiritualidad tan básico como respirar”, añade sonriente. Toda esa promesa de paz interior sucede en un contexto sorprendentemente alejado de la calma y el silencio. Porque aunque dicen que esta ciudad, con su título de capital del yoga, muestra la cara más limpia y menos crispada de la India, sus calles no dejan de exhibir el más absoluto caos. Una confusión de gente, vacas y ciclomotores que se disputan la calle a bocinazos. Rickshaws que circulan a toda mecha, autobuses destartalados, vendedores con carritos que vociferan letanías imposibles, renqueantes motos Royal Enfield portando en sus lomos hasta cuatro personas. Y nadie, ni por un segundo, deja de tocar el claxon para mayor tortura de los tímpanos. La serenidad está al otro lado del Ganges, lejos del cogollo urbano. Todo cambia al cruzar cualquiera de los dos puentes colgantes que salvan la brecha del río: el Lakshman Jhula y 64
el Ram Jhula, por cuyas barandillas trepan los monos, cuan intrépidos carteristas, al acecho de las mochilas extranjeras. Aquí el entorno se muestra realmente extraordinario: Rishikesh es el primer enclave que atraviesa el Ganges desde su nacimiento y esto se traduce en unas aguas de color esmeralda, limpias y atronadoras, que dejan a su paso cortinas de espuma. En el horizonte, majestuosa, despunta la cordillera más alta del mundo.Entonces, sí, de repente, se respira cierta santidad. Una extraña armonía que, incluso para quien está lejos de los asuntos divinos, cuando menos logra conmover. Sobre todo si frente a esa escena se recorta la silueta de Ashesh, contorsionándose en posturas imposibles. “Es aquí, junto al río y bajo las montañas, donde practico todos los días. Los que amamos el yoga logramos contagiarnos en estos parajes de una energía especial”, dice. Es posible. Aunque Rishikesh, bien es verdad, despierta pasiones enfrentadas. Quienes la han conocido hace décadas cuentan que ya no es lo que era. Que aquel refugio de espiritualidad está hoy tomado por hordas de turistas con estética de hippies trasnochados. Que lo que fuera, antaño, una suerte de morada de renunciantes no es ya sino un escaparate de lo que llaman “extranjeros hinduizados”. Muchos pantalones blancos, ojos azules, rostros pálidos que lucen el bindi o punto rojo en la frente. ¿Y esto le ha perjudicado? “No tanto”, matiza Gaurav Sajwan, director de Dewa Retreat, un modesto hotel-boutique con fabulosas vistas al río. “Ha sido cuestión de adaptarse. La ciudad se ha vuelto muy popular y se ha llenado de occidentales que vienen a aprender yoga. Pero nunca por ello va a perder su misticismo”, explica, al tiempo que se muestra orgulloso de su negocio. “He conseguido dar trabajo a muchas personas antes desempleadas. Este alojamiento tiene comodidades para los turistas de fuera –piscina, sala de reuniones, tienda de ropa …- pero conserva asimismo la esencia del lugar: salas interiores y exteriores para hacer yoga, un spa holístico, una librería con lecturas sagradas…”, presume. Y lo cierto es que es una buena opción para un presupuesto ajustado.
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allí, quizá componga un ‘hit’ que le lleve al estrellato. A Rishikesh la popularidad le llegó en 1968. Fue el año en el que los Beatles se encargaron de ponerlo en el ojo público cuando, empachados de una desorbitada fama que había llegado a deteriorar la relación entre los músicos, decidieron vivir un retiro en este lugar. Lo hicieron alentados por el que fuera su gurú, Maharishi Mahesh Yogi, junto al que se instalaron en un ashram (centro para la meditación y el yoga) llamado Chaurasi Kutia. Aquí escribieron unas cuaw w w. b u e n av i da . e s
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En Tio. Acit omni voluptu riorepe magnimi, corestem renta canciones, algunas de las cuales forrehenda doluptatiat. Lenturit ut ipis etus, cum re eum man parte de The White Album y Abbey Road. Pero el experimento no acabó con quibus. Et aut la nobitem audignia voluptatqui nis et el mejor pie: cuentan que el propio Mahaverro Mus, tores earion nonsequas am erferionsed. rishi, el padre de la meditación trascendental, había intentado abusar de una de las chicas del grupo. Y que la banda, en respuesta, le dedicó su siglo XIX, que alojó a figuras tan destacadas como Mahatma famosa canción The fool on the hill: “Días tras día, solo en su Gandhi. Hoy es una especie de hotel en el que, más allá de la colina / El hombre de sonrisa ridícula / Permanece en quietud estancia, se brinda un servicio wellness basado en la integraanodina / Sin que nadie quiera saber de él / Todos pueden ción del ayurveda (medicina tradicional india) con el yoga, ver que es un tonto / Todos menos él”. Aquello fue una efecti- la meditación y el vedanta. Un programa personalizado que va campaña de marketing. Tras el paso de los melenudos de incluye terapias y cocina orgánica. El objetivo: el rejuveneciLiverpool, Rishikesh encarnó el sueño de aquella generación miento del cuerpo, la mente y el alma. “En Ananda seguimos desencantada con el mundo material y la sociedad consumis- los parámetros del ayurveda, que quiere decir ‘conocimienta. Muchos jóvenes sintieron la llamada a practicar una vida to de la vida’. La naturaleza es la solución a todo y con ella se sencilla basada en música, meditación y drogas psicoactivas. alcanza el equilibrio físico, mental y espiritual”, explica el docHoy, pese a que Chaurasi Kutia es apenas un puñado de rui- tor Raghubansh Singh. Él mismo es el encargado de evaluar nas cubiertas por la maleza y decoradas con retratos de los la salud básica de cada huésped para determinar cuál es su Beatles, en esta ciudad india se concentra el mayor núme- dosha, es decir, su tipo de personalidad ayurvédica: Vata, Pitta ro de ashran del planeta.Emplazados en la orilla oriental, a o Kapha, lo cual es decisivo en los rasgos físicos, mentales y ellos se viene a meditar. A cultivar “la verdad, la no-violencia, emocionales que presenta cada persona. Con ello se diseña la educación y la autodisciplina”, como rezan sus requisitos. un programa específico basado en la actividad física, los traEso por el día, que con la caída de la tarde nadie se pierde el tamientos terapéuticos y la dieta, con un menú adaptado al Ganga Aarti, la colorida ceremonia que tiene lugar sobre el dosha de cada cual. “Empleamos productos siempre frescos y Ganges. Un momento verdaderamente emotivo, animado orgánicos: granos enteros, verduras frescas, proteínas magras, por hogueras, cantos hinduistas, lámparas de aceite que giran productos lácteos bajos en grasa…”, aclara el chef Diwaker, jefe en el sentido de las agujas del reloj y flores que se lanzan a de cocina del complejo. las aguas para ser arrastradas por la corriente. En esta celeDisponen de un extenso spa de 7.500 metros cuadrados, bración diaria se entiende por qué Rishikesh es una ciudad con 24 salas de masaje, instalaciones de hidroterapia, pissagrada, motivo por el cual en ningún lugar se vende alcohol cinas, salas de vapor y gimnasio. Es el lugar donde llevar a ni comida que no sea vegetariana. cabo los más de 80 tratamientos corporales y de belleza que van desde terapias ayurvédicas tradicionales (shirodhara, la cara más cara de la relajación. Luego están abhyanga, choornaswedana…) hasta rituales de spa occiquienes llegan hasta aquí para elegir un retiro de cinco estre- dentales y modernos. Enfundados en kurtas (una especie de llas. Es el reverso de la moneda a la espiritualidad de mochi- pijama blanco que se entrega a cada huésped al llegar), todos la. Hace falta ascender por una carretera infernal para, en aquí parecen levitar. Porque en este lugar, casi más que de una hora que parece interminable, plantarse de pronto en espiritualidad, cada uno de los minutos está impregnado de Ananda in the Himalayas, catalogado como el mejor spa de mimo, exquisitez, lujo sencillo. Por eso se trata de una tentaLa India. Un lugar concebido para lograr la paz en conexión ción para los viajeros de todos los rincones del mundo, eso sí, con la naturaleza. Se trata de otra dimensión. Porque más de bolsillos desahogados: el precio de cada noche, con todo que un resort de lujo, estamos ante un paraíso de cuidados en incluido (pensión completa y wellness) parte de los 650 euros un entorno privilegiado. Una finca de exuberantes jardines, en temporada baja. Para hacerse una idea, Carlos de Inglatedesde donde la ciudad, con el culebreo del Ganges, se divisa rra y Camila, Kate Winslet, Uma Thurman, Oprah Winfrey… en la profundidad del valle. Dicen que aquí, más cerca de las se cuentan entre sus habituales. Hay quien viene a Ananda montañas, se puede palpar el shakti o energía cósmica.Anan- a cumplir objetivos saludables como la pérdida de peso, la da fue el palacio del maharajá de Tehri Garhwal, allá por el puesta en práctica de un régimen détox o el control del estrés. w w w. b u e n av i da . e s
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el arte de comer en verde (y rodeado de monos) Curiosidades a tener en cuenta para adaptarse a este caótico universo que le acabará conquistando.
De izquierda a derecha y de arriba abajo: Loren Ipsum. . VistasArei post furoximus diostim ultisultorum Romnes iam, Patquon supioca maiocchiciem tam patrae fuemque rtelis, qua L. ex sulicite, quam nonsimihili patis; nondea is. Loren Ipsum. Ipiore ete ere ac ma, nesid rebateata omnovir mihilius iusul tem oma, ferfernitiu sidientemus, quodit publicit? It. Abus, C. Dempre consunc ultursum st in sendace ridis, Cas consi praecre mihiliconfex nondet?Loren Ipsum. e o nos moentercena, nox menat, confecrum orachui deessul toredi taturo ut et atius contraris,Loren Ipsum. rec factu intius, senius con tere, nos et; nostilium effrem prav
COMIDA QUE PICA (Y MUCHO): Rishikesh es una ciudad sagrada y esto significa que es totalmente vegetariana. Además, por cuestiones geográficas, su cocina tiene influencia pahadi, es decir, de las recetas típicas del Himalaya. Platos en los que el arroz y las legumbres están muy presentes, y que son ricos en especias y, por supuesto, con un significativo (es decir, muy abundante) toque picante. Si esto último es un problema para su estómago, recomendamos un truco: lleve siempre consigo frutos secos (tráigalos mejor desde España): los cacahuetes, las almendras y las avellanas contrarrestan los efectos del ardor. Eso sí: tenga mucho cuidado con los monos. Deambulan por la ciudad, saltando entre los árboles y las farolas, y tienen una capacidad especial para detectar cualquier alimento oculto en los bolsos y mochilas. Aunque le parezcan simpáticos (muchos van con la crías en su espalda en una escena de lo más tierna) nunca trate de atraerlos: podría sufrir un inesperado ataque. A la hora de comer, un buen lugar para degustar un menú rico acompañado de zumos naturales es Pure Soul (Badrinath Road). Igual de acogedores (y de económicos) son también Ira’s Kitchen & Tea Room (Tapovan Road) que ofrece incluso platos veganos; y Free Spirit (Badrinath Road) con abundantes y maravillosas ensaladas. Por supuesto, no espere encontrar alcohol: no hay ni un solo lugar donde lo dispensen, que para eso ésta es una ciudad sagrada. DORMIR EN DOS VERSIONES: Para quienes viajen como mochileros con un presupuesto ajustado, la mejor opción de alojamiento en Rishikesh es el hotel-boutique Dewa Retreat (Badrinath Road, al lado del puente Laxman Jhula. www.dewaretreat.com). Sus habitaciones son confortables y tienen bonitas vistas sobre el Ganges. En el otro extremo, quienes deseen una experiencia de maharajá deben acercarse a Ananda in the Himalayas (The Palace Esta-
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Loren Ipsum. ViOnsultum ti, diuridem dicatus, sessullarte eti, sent. casdam, unte
te, Narendra Nagar Tehri. https://www.anandaspa.com/). Decir lujo es quedarse corto, pero eso sí, con buen gusto. Aquí el único requisito es abandonarse: para ello a cada huésped se le diseña un programa personalizado que integra tratamientos de ayurveda, yoga y meditación, y se acompaña de un menú adaptado a cada necesidad. Sus habitaciones, con la panorámica de las montañas, y su servicio exquisito logran que la experiencia sea memorable. ÁRMESE DE PACIENCIA. Sobre todo en este último trayecto. Porque moverse por las carreteras indias, ya se sabe, es como hacerlo por otro planeta. No sólo porque la calidad del asfalto deja mucho que desear (más de una hora lleva hacer unos 20 kilómetros) sino además porque sus no-reglas pueden resultar desconcertantes: olvídese de los intermitentes, que aquí se adelanta con el claxon. Y acostúmbrese a que, junto a los vehículos motorizados, desfilen sin orden ni concierto rickshaws, peatones y vacas. Si esta es su primera toma de contacto: bienvenido a La India. CÓMO LLEGAR. El único enlace directo entre España y La India es operado por Air India con tres vuelos semanales a Nueva Delhi desde Madrid. Otras aerolíneas como Iberia, British Airways o Lufthansa lo hacen con escalas. Desde la capital india hay que tomar otro vuelo interno a Dehradun con la compañía Jet Airways y, tras una hora por carretera, se llega a Rishikesh.
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