Estrategias de Orientación educativa y ocupacional en Adultos Mayores

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Ciano, Natalia

Estrategias de orientación educativa y ocupacional en Adultos Mayores

Tesis presentada para la obtención del grado de Especialista en Orientación Educativa y Ocupacional Director: Gavilán, Mirta Graciela CITA SUGERIDA: Ciano, N. (2011). Estrategias de orientación educativa y ocupacional en Adultos Mayores [en línea]. Trabajo final de posgrado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.914/te.914.pdf

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Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Psicología

Carrera de Especialización en Orientación Educativa y Ocupacional.

TRABAJO FINAL INTEGRADOR Título

“Estrategias de orientación educativa y ocupacional en Adultos Mayores.”

Alumna: Lic. Natalia Ciano Directora: Dra. Mirta G. Gavilán Codirectora: Psic. Cristina H. Quiles

Año 2011


INDICE AGRADECIMIENTOS……………………………………………….…………………...

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1. INTRODUCCIÓN…………………………………………..…………………………..

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2. MARCO TEÓRICO Y ANTECEDENTES…………………………………………... 6 2.1. Modelo de Envejecimiento Activo…………………………………………………. 6 2.2. Modelo Teórico Operativo en Orientación……………………………………….. 9 2.3. Transformaciones en la subjetividad………….….……….…………..…….……. 18 2.4. Preparación para la jubilación…………..……...……………. …………….…….. 21 3. METODOLOGÍA……………………..……………………………………………….. 3.1. Problemas e interrogantes…………………………………………………………. 3.2. Objetivo general…………………………………………………………………….. 3.3. Objetivos específicos…….…………………………………..…………………….. 3.4. Hipótesis……………………………………………………………………….…….. 3.5. Participantes…………………………………………………...………….………… 3.6. Instrumentos……….………………………………………..………….…………… 3.7. Procedimientos…….……………………………………….………………..………

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4. RESULTADOS…………………………………………………………….………….. 4.1. Tipos de proyectos que elaboran los adultos mayores…………………………. 4.2. Obstáculos para la elaboración y concreción de proyectos……………………. 4.3. Representaciones sobre el envejecimiento y la vejez…………………………..

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5. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES………………………………………..………….

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NOTAS…………………………………………………………………………………….

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REFERENCIAS…………………………………………………………………………... 44

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AGRADECIMIENTOS En primer lugar, quiero agradecer a Mirta Gavilán, quien dirige mi investigación y ha dirigido este trabajo. Sus conocimientos y asesoramiento sobre la Orientación me han permitido explorar esta temática en adultos mayores. Del mismo modo, expreso mi agradecimiento a Cristina Quiles, codirectora de este trabajo y de mi investigación quien supo transmitir y compartir su experiencia profesional. A ellas agradezco el tiempo otorgado. La confianza que han depositado en mí y su compromiso hacia mi tarea han sido un apoyo fundamental, no solo en lo relativo a este tema, sino también, en lo personal. Agradezco al Centro de Orientación Vocacional Ocupacional que me ha brindado el espacio para continuar formándome y desarrollar estas prácticas y a todo el grupo humano que conforma dicha institución. A la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de La Plata que, mediante el otorgamiento de las becas de Iniciación y Perfeccionamiento, permitió que pueda iniciarme y profundizar en investigación. A los docentes de la carrera de especialización que, con sus conocimientos, han brindado aportes valiosísimos para la elaboración de este trabajo. A mis colegas que han hecho sus contribuciones durante las clases compartidas No quiero dejar de mencionar a los adultos mayores que tanto me han enseñado con sus relatos y experiencias.

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INTRODUCCION

El presente trabajo se propone articular el Modelo Teórico Operativo en Orientación, desarrollado por la Dra. Gavilán y el Modelo de Envejecimiento Activo con el objetivo de profundizar los aportes que pueden realizarse desde la Orientación y diseñar estrategias de intervención acordes a la población objeto de estudio. Presenta continuidad temática con los proyectos de investigación “La Orientación en el Nuevo Modelo de Envejecimiento Activo: elecciones educativas, laborales, personales y sociales” (1) y “Estrategias orientadoras para la elaboración de proyectos en adultos mayores” (2), llevados a cabo como becaria de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de La Plata. Surge de la insuficiente producción teórica al respecto, así como de la inexistencia de enfoques, programas y estrategias de intervenciones de este tipo con sujetos adultos mayores a nivel local, a diferencia de lo que sucede con otras etapas evolutivas, fundamentalmente la adolescencia. Asimismo, son escasos los desarrollos internacionales sobre la temática. A los fines de esta investigación, se han tomado en consideración datos relativos a la expectativa de la vida de las personas, la transición demográfica de nuestro país y los lineamientos de organismos nacionales e internacionales en cuanto a la promoción de un envejecimiento activo y saludable. Con respecto a la Orientación Vocacional se adopta el enfoque de la orientación continua, es decir, como un proceso a lo largo de la vida. La insuficiencia de investigaciones sobre las cuestiones planteadas, pone de relieve el interés y el aporte de esta investigación, en la medida en que comporta una apertura a nuevas oportunidades de desarrollo y realización personal de un porcentaje significativo de la población, destinada a facilitar la comprensión de la elaboración de proyectos en la etapa considerada.

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El estudio sobre la vejez ha tomado gran relevancia desde las distintas disciplinas ya que el envejecimiento poblacional plantea nuevos escenarios y nuevos desafíos a la ciencia y a la sociedad en general. El fenómeno de transformación demográfica ha dado lugar a numerosas investigaciones y a diversas políticas para brindar una mejor calidad de vida a las personas mayores desde distintos sectores. Como fenómeno social requiere de una mirada desde el paradigma de la complejidad, de un abordaje interdisciplinario y del diseño de estrategias integrales. El envejecimiento poblacional es señalado como una de las problemáticas sociales y sanitarias emergentes que “implicará en el corto plazo la agudización de tendencias epidemiológicas en curso, de patologías crónicas y degenerativas asociadas a los tramos de edad más avanzados, y una mayor demanda para su atención o cuidado” (De Lellis, 2006: 36). Las transformaciones en las pirámides demográficas implican una sobrecarga del sistema de seguridad social, del sistema sanitario y de las familias que se ocupan del cuidado de las personas mayores. Según los datos arrojados por el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas realizado en Octubre de 2010, la República Argentina tiene un total de 40.117.096 habitantes, 19.523.766 varones, 20.593.330 mujeres. La población total de personas mayores de 60 años es de 9.826.999; 4.108.414 varones, 5.718.585 mujeres (3). En Argentina la esperanza de vida promedio es de 76,5 años; para las mujeres es de 80 años, para los varones, de 73 años. Las proyecciones indican que para el año 2020 la cantidad de menores de 15 años será igual a la de mayores de 60 (4). Tal situación genera interés y preocupación en el tema, desde los sectores encargados del estudio de las tendencias demográficas, como los responsables de garantizar y sostener la calidad de vida de los adultos mayores para que estos años que se han agregado a la vida puedan ser vividos en plenitud (Fernández-Ballesteros, 2007; Salvarezza, 2005; Tamer, 2008).

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MARCO TEÓRICO Y ANTECEDENTES Modelo de Envejecimiento Activo Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se consideran adultos mayores a hombres y mujeres, a partir de los 60 años de edad. A su vez, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ajusta esa edad a los 65 años. En el año 1995, la OMS cambia el nombre del “Programa de salud de las Personas Mayores”, sustituyéndolo por “Envejecimiento y Salud”. Este cambio implicaba un nuevo enfoque, “consideraba una perspectiva de todo el curso vital: todos envejecemos y la manera mejor de asegurar una buena salud para las futuras generaciones de personas mayores es prevenir las enfermedades y promover la salud durante todo el ciclo vital (…) sólo puede comprenderse bien la salud de aquellos que actualmente se encuentran en la vejez si se tienen en cuenta los acontecimientos de la vida por los que han pasado” (OMS, 2002: 102). Las perspectivas del programa se centran en los siguientes aspectos: 

enfocar el envejecimiento como parte del ciclo vital en vez de aislar en categorías la promoción de la salud y la atención sanitaria para las personas mayores;

centrarse en el proceso del envejecimiento saludable y la promoción de la salud a largo plazo;

respetar los contextos y las influencias culturales;

adoptar estrategias basadas en la comunidad, resaltando a ésta como el entorno fundamental para las intervenciones, teniendo en cuenta que muchos problemas de salud tienen que tratarse desde fuera del sector sanitario;

reconocer las diferencias de género;

fortalecer los vínculos entre las generaciones;

respetar y entender las cuestiones éticas relacionadas con la salud y el bienestar en la vejez. 6


Es decir que, el nuevo paradigma en torno al envejecimiento y a la vejez apunta a la plena realización de todas las dimensiones del ser humano, no sólo a un buen estado de salud, sino a la participación social, a la realización personal. Es por ello que el término elegido para designar este nuevo modelo es “Envejecimiento Activo”. Dicho concepto fue introducido en el Plan de Acción sobre Envejecimiento 2002 (APDH, 2002). Desde la Organización Mundial de la Salud se sostiene que si se quiere hacer del envejecimiento una experiencia positiva, una vida más larga debe ir acompañada de oportunidades continuas de autonomía y salud, productividad y protección. Se define al envejecimiento activo como el “proceso por el cual se optimizan las oportunidades de bienestar físico, social y mental durante toda la vida con el objetivo de ampliar la esperanza de vida saludable, la productividad y la calidad de vida en la vejez” (OMS, 2002: 79). El término “activo” refiere a una implicación continua en cuestiones sociales, económicas, espirituales, culturales y cívicas, no sólo a la capacidad para estar físicamente activo. A su vez, se establecen una serie de determinantes del envejecimiento activo: género, cultura, determinantes económicos, sanidad y servicios sociales, determinantes conductuales, sociales, personales y el entorno físico. A partir de los interrogantes que se plantea dicho paradigma ¿qué significa envejecer bien o con éxito?, ¿qué factores, condiciones y habilidades están implícitos en un envejecimiento positivo?, ¿cómo promocionar este tipo de envejecimiento? se observa cómo el énfasis viró desde un enfoque centrado en lo deficitario, lo patológico, a un enfoque que hace hincapié en las capacidades, potencialidades de las personas a medida que envejecen. Tales planteos son posibles, entre otras cuestiones, a partir de los desarrollos de la psicología positiva. Con respecto a la promoción del envejecimiento activo se plantean cuatro grandes área de intervención desde la psicología (Caprara, 2009: 346): -

Promover la salud y el ajuste físico y prevenir la discapacidad. Optimizar y compensar las funciones cognitivas. Desarrollo afectivo y de la personalidad. 7


-

Maximizar la implicación social.

Como se mencionara anteriormente, en general los países están modificando su distribución demográfica. En particular, la República Argentina presenta una transición demográfica avanzada. Esto ha generado numerosas acciones desde distintos sectores para hacer frente al envejecimiento poblacional. Los siguientes documentos y planes de acción son algunos ejemplos de recomendaciones de las Naciones Unidas a los Estados frente al cambio demográfico: 

“Plan de Acción Internacional sobre el envejecimiento: aprobado en la Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento de Viena. Recomienda medidas en sectores tales como el empleo y la seguridad económica, la salud y la nutrición, la vivienda, la educación y el bienestar social. Además se considera a las personas de edad como un grupo de población diverso y activo con aptitudes diversas y necesidades especiales en algunos casos.

Principios de las Naciones Unidas en favor de las personas de edad: fueron aprobados en 1991 y establecen normas universales para las personas de edad en cinco ámbitos principales: independencia, participación, atención, realización personal y dignidad.

Proclamación sobre el envejecimiento: fue aprobada en 1992 en una conferencia internacional sobre el envejecimiento, que tuvo lugar por el décimo aniversario de la Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento y establece la orientación general para seguir aplicando el Plan de Acción. Proclamó el año 1999 como el Año Internacional de las Personas de Edad. Este año tenía como tema unificador "Hacia una sociedad para todas las edades"; es decir, aquélla en donde las actitudes, políticas y prácticas en todos los niveles y sectores permitieran a las personas envejecer con seguridad y dignidad, para que continuaran participando en sus sociedades como ciudadanos de pleno derecho, contribuyan al desarrollo y, al tiempo, se beneficien del mismo. La observancia de este año se llevó a cabo a través del estudio del tema en cuatro dimensiones: la situación de las 8


personas de edad, el desarrollo individual a lo largo de toda la vida, las relaciones

entre

generaciones

y

la

relación

entre

desarrollo

y

envejecimiento de la población. 

Marco de políticas para una sociedad para todas las edades y Programa de Investigación sobre el envejecimiento para el siglo XXI: estos documentos sintetizan las políticas para facilitar la transición hacia una sociedad para todas las edades. Fueron adoptados en 1999 cuando la Asamblea General se reunió para efectuar el seguimiento del Año Internacional de las Personas de Edad” (N.N.U.U., 2002).

Modelo Teórico Operativo en Orientación El Modelo Teórico Operativo en Orientación fue desarrollado por la Dra. Gavilán (2006). Concibe a la Orientación en un sentido amplio y abarcativo, como un proceso a lo largo de la vida que posibilita intervenciones en distintos momentos de transiciones o cambios relacionados especialmente con la problemática de elección y brinda respuestas a estas nuevas demandas y desafíos que se presentan. Así la Orientación se define como el “conjunto de estrategias y tácticas que emplea el psicólogo y/o psicopedagogo especializado en Orientación para que el orientado o sujeto de la Orientación, individual o colectivamente, mediante una actitud comprensiva, reflexiva y comprometida, pueda elaborar un proyecto educativo, laboral, personal y/o social a lo largo de la vida” (Gavilán, 2006: 194). El modelo se sustenta en tres ejes que conforman la “Trilogía orientadora” y giran en torno a la orientación articulándose unos con otros (Gavilán, 2000), éstos son: proceso (en sus tres aspectos: macroproceso, microproceso y proceso específico), imaginario social y prevención. Incluye además los campos de la salud, de la educación, laboral-económico y de las políticas sociales, y los saberes disciplinarios, interdisciplinarios y transdisciplinarios. La noción de proceso alude a las distintas formas de intervenir desde la orientación en la vida de los sujetos, sea de manera individual o colectiva. Dentro 9


del mismo se diferencian: el macroproceso, que implica que el sujeto no elabora un proyecto aislado del contexto sociocultural donde está incluido, de los valores de su cultura, de las representaciones sociales, sino, por el contrario, todo este medio sociocultural influye en su elección y en su vida. El microproceso comprende los distintos momentos evolutivos en los que por diversos motivos se debe optar. Son “cortes significativos dentro del continuum” (Gavilán, 2006: 184), transiciones en las que el sujeto debe elegir. Y por último, el proceso específico es aquella intervención que se lleva a cabo de manera individual o grupal con aquellos sujetos que necesitan una intervención más personalizada en el momento de la elección. En cuanto al eje prevención se incluyen los tres niveles planteados por Gerald Caplan (1966): prevención primaria, secundaria y terciaria. Ésta clasificación tripartita ha sido objeto de críticas, en especial la prevención a nivel terciario ya que algunos autores consideran que “se aleja del sentido etimológico del término (praevenire: prae, antes y venire, venir)” (Fernández Ríos & Gómez Fraguela, 2008: 33). Desde este enfoque actual, se entiende a la prevención como “conjunto de actividades (programas, políticas públicas, movimientos sociales, etc.) que, a través de una serie de procesos (aumento de autoeficacia, habilidades sociales, estrategias de afrontamiento, estilos atribucionales, información, etc.), persiguen el logro de unos objetivos determinados, que pueden hacer referencia a la modificación de las variables directamente relacionadas con el problema (los factores de riesgo) u otras más distales (la causa de las causas)” (Fernández Ríos & Gómez Fraguela, 2008: 33). Se considera que las verdaderas acciones preventivas son las que se llevan a cabo en el nivel primario. Se distinguen dos modalidades de estrategias preventivas: prevención específica y prevención múltiple inespecífica. La prevención específica apunta a la prevención a partir del síntoma, en cambio la segunda está orientada a modificar aspectos que hacen al estilo de vida, apunta a la modificación de hábitos y actitudes tendiendo al logro de una mejor calidad de vida.

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Por último, se incluye como tercer eje la noción de imaginario social. Esther Díaz define al imaginario social como: “el efecto de una compleja red de relaciones entre discursos y prácticas sociales (…). Se constituye a partir de las coincidencias valorativas de las personas. Pero también de las resistencias. Se manifiesta en lo simbólico (lenguaje y valores) y en el accionar concreto entre las personas (prácticas sociales) (…) el imaginario comienza a actuar como tal tan pronto como adquiere independencia de las voluntades individuales. Aunque paradójicamente necesita de ellas para materializarse. La gente, a partir de la valoración imaginaria colectiva, dispone de parámetros epocales para juzgar y actuar (…) La materialidad del dispositivo imaginario reside en los efectos que logra sobre la realidad” (Díaz, 1996: 13-14). De esto se desprende que el imaginario funciona como parámetro de modos de hacer y de pensar, de discursos y expectativas. A lo largo de la historia asistimos a discursos o representaciones contradictorias sobre el envejecimiento y sobre la vejez. Por un lado se los asocia con la sabiduría, el conocimiento, la experiencia. Por otro, a la decrepitud, al deterioro y la enfermedad. Al ser una construcción social no es ajena a los cambios que han ocurrido en las sociedades en los distintos momentos históricos. Es decir que, en tanto construcción social se producen significados en torno a ella, se instituye un imaginario social a partir del cual se designan determinados estatus, roles, expectativas y mandatos para el Adulto Mayor. Son varios los prejuicios sobre las personas mayores, algunos son compartidos tanto por las personas que atraviesan esta etapa, como por personas de otras generaciones, e incluso por algunos profesionales. Leopoldo Salvarezza traduce al idioma español el término “ageism”, acuñado por J. Butler, como “viejismo”, y su definición “conjunto de prejuicios, estereotipos y discriminaciones que se aplican a los viejos simplemente en función de su edad. En sus consecuencias son comparables a los prejuicios que se sustentan contra las personas de distinto color, raza o religión, o contra las mujeres en función de sus sexo” (2005: 264).

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Los Campos son “espacios de saberes y prácticas relacionadas con una misma problemática, y con un conjunto de temas que se desprenden de la misma; saberes y prácticas que se pueden enfocar desde la disciplina, la interdisciplina -en cuanto actividades que se complementan-, y/o desde lo transdisciplinario -entendido como un campo constituido a partir de distintas miradas” (Gavilán, 2006: 113). El campo educativo comprende las características educativas de una población, la inserción en el sistema formal y no formal de enseñanza, el nivel de deserción, de accesibilidad, de capacitación, las estrategias que se implementan en dicho campo. La educación para un buen envejecimiento puede considerarse como una estrategia de prevención múltiple inespecífica ya que apunta a lograr una buena calidad de vida. Yuni & Urbano plantean que “la educación puede ser ella misma una herramienta para construir nuevos roles para los adultos mayores y no solo para ajustarlos a los roles sociales prescriptos” (2005: 22). La Educación Permanente fue definida como: “un proyecto global encaminado tanto a reestructurar el sistema educativo existente, como a desarrollar todas las posibilidades de formación fuera del sistema educativo. En ese proyecto el hombre es el agente de su propia educación, por medio de la interacción permanente de sus acciones y su reflexión. La educación permanente, lejos de limitarse al período de la escolarización, debe abarcar todas las dimensiones de la vida, todas las ramas del saber y todos los conocimientos prácticos que puedan adquirirse por todos los medios y contribuir a todas las formas de desarrollo de la personalidad (…) los procesos educativos, que siguen a lo largo de la vida de los niños, los jóvenes y los adultos, cualquiera que sea su forma, deben considerarse como un todo” (Yuni & Urbano, 2005: 25). Se incluye dentro de la misma a: la Educación Inicial (Educación Primaria, Educación Media y Superior (universitario y no universitario), la Educación de Jóvenes y Adultos y los Aprendizajes Sociales. Sirvent (2006) utiliza la expresión “el más allá de la escuela” para referirse a los aprendizajes que se producen fuera de la misma pero que no por ello tienen necesariamente menor formalidad. 12


Este paradigma de la educación permanente se asienta sobre una serie de principios y supuestos teóricos y metodológicos: - la concepción de la educación como una necesidad permanente y como un derecho humano; - el reconocimiento de la capacidad de individuos y grupos para el aprendizaje y la transformación a lo largo de toda su existencia; - la consideración de la experiencia vital como punto de partida para procesos de aprendizaje continuo; - el reconocimiento de la existencia de múltiples formas y recursos educativos emergentes de una sociedad, que operan en la escuela y “más allá de la escuela”; - el supuesto de la potenciación de los recursos educativos a través de la constitución de una red o trama que los articule; - el reconocimiento de la importancia y la necesidad de la participación social en las cuestiones referidas a la educación y la democratización del conocimiento. A través de la educación permanente se ofrecen oportunidades para que los adultos mayores exploren y potencien aquellas capacidades y habilidades no descubiertas, sea por limitaciones personales o por no tener oportunidades para hacerlo (por ejemplo aquellas mujeres que se han dedicado exclusivamente a cumplir los mandatos esposa/madre). Según Yuni & Urbano la educación de personas mayores es el resultado de la convergencia de varios procesos: “...el incremento demográfico de la población envejecida; la tendencia a la prolongación de la expectativa de vida; la aparición de nuevas generaciones de mayores con una visión positiva del envejecimiento, mejores estándares de calidad de vida, mayor educación y mejor estado de salud; la instauración del sistema jubilatorio y la revalorización de la educación permanente y el aprendizaje durante toda la vida” (2005: 57). La educación de adultos mayores debe contemplar los elementos generales de toda educación y otros que le son propios tales como los derivados de la vejez como estadio evolutivo, las características del aprendizaje del adulto mayor, los

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fines de la educación, las características del tipo de instituciones proveedoras de oportunidades educativas y su carácter de educación permanente. El campo de la salud incluye la promoción, la prevención y la asistencia para el mejoramiento de la calidad de vida. Comprende, además, el mejoramiento del medio ambiente, la higiene, la vivienda y la salubridad. A lo largo de la historia han existido varias concepciones sobre la salud y la enfermedad, que permiten dar cuenta de la incidencia de los cambios sociales y culturales en ambas definiciones. En líneas generales, estas concepciones se abordaron desde dos modelos. Uno de ellos es el Modelo Médico Hegemónico, que concibe a la salud como ausencia de enfermedad. En cambio desde el Modelo epidemiológico Social se entiende a la salud en un sentido más amplio, no solo como ausencia de enfermedad sino como presencia de potencialidades y capacidades en los sujetos y comunidades que favorecen un mayor bienestar. La definición de salud que sustenta este modelo implica una visión integral, holística, Saforcada la concibe como una “situación de relativo bienestar físico, psíquico, social y ambiental –el máximo posible en cada momento histórico y circunstancia sociocultural determinada-, considerando que dicha situación es producto de la interacción permanente y recíporcamente transformadora entre las personas (entidad bio-psico-socio-cultural) y sus ambientes humanos (entidad psicosociocultural, bio-físico-química y económico-política), teniendo en cuenta que estos componentes integran a su vez el complejo sistema de la trama de la vida” (Saforcada & De Lellis, 2006: 104). De acuerdo con esta concepción de salud se propone superar el dualismo cartesiano mente-cuerpo adoptando una visión integral: “…no hay ninguna manifestación del proceso de salud que pueda ser no-mental en su etiología, en su evolución y en su desenlace…” (Saforcada & De Lellis, 2006, 108). El campo laboral-económico corresponde al estado en que se encuentran todas las actividades relacionadas con lo laboral. Desde la Psicología, se define al trabajo como fuente de placer. Freud en “El Malestar en la cultura” lo definía de esta manera y agregaba que era una fuente de sublimación de energías sexuales 14


obteniendo una satisfacción culturalmente aceptada, vinculada a las actividades libremente elegidas. La satisfacción provendría de la realización de una actividad valorada socialmente y la obtención de un producto mediato. Es decir, que la sublimación consistiría en un proceso mediante el cual el sujeto renuncia directamente a satisfacer ciertas pulsiones para darles salidas sustitutivas en una actividad de carácter social. El trabajo es un elemento de socialización y de inserción social pues permite crear lazos, generar involucramiento y un sentimiento de pertenencia, establecer relaciones interpersonales, conformar un colectivo de trabajo, redes sociales, etc. Es decir que, el trabajo, desde una concepción renovadora, tiene una dimensión social: es una actividad que liga al sujeto a la comunidad; organiza el mundo social del adulto y permite satisfacer las necesidades de reconocimiento, seguridad y sentimiento de pertenencia a un grupo (Neffa, 2003).

El campo de las políticas sociales abarca los “conocimientos, actividades, planes, recursos y objetivos en forma de estrategias, cuya articulación permite impactar sobre el medio social elegido” (Gavilán, 2006: 173-174). Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) “las políticas y los programas del envejecimiento activo reconocen la necesidad de fomentar y equilibrar la responsabilidad personal (el cuidado de la propia salud), los entornos adecuados para las personas de edad y la solidaridad intergeneracional. Las personas y las familias necesitan planificar su vejez y prepararse para ella, y llevar a cabo esfuerzos personales para adoptar prácticas de salud positivas y personales en todas las etapas de la vida. Al mismo tiempo, se requieren entornos favorables que hagan que las decisiones saludables sean decisiones fáciles” (OMS, 2002: 81). Los Saberes constituyen “maneras de trabajar conjuntos restringidos y conjuntos complejos, donde ese articulan diversas disciplinas en nuevos espacios de saber”. (Gavilán, 2006: 175). La necesidad de incluir los distintos saberes (disciplina, interdisciplina y transdisciplina) se fundamenta en el reconocimiento de la complejidad que 15


presenta la realidad social, lo cual requiere superar abordajes simplificadores y asumir visiones más integradoras. Bajo los aportes de los modelos descriptos surgen los siguientes interrogantes ¿Cómo elaboran los nuevos proyectos los adultos mayores?, ¿cómo se utiliza el tiempo libre, luego del retiro laboral?, ¿qué tipo de preparación u orientación se le ofrece al jubilable, o a quienes no han circulado por el sistema educativo y/o laboral, para elaborar nuevos proyectos? Debido a la carencia en nuestro país de políticas de orientación para el retiro o para la generación de nuevos emprendimientos cabe resaltar la manera en que los adultos mayores resuelven la elaboración de nuevos proyectos, tanto los que han pertenecido al sistema formal de trabajo como los que se han mantenido fuera del mismo. Conforme a la definición de Gavilán consideramos que la Orientación Vocacional, concebida como un proceso continuo a lo largo de la vida, puede ofrecer herramientas a la población objeto de estudio y puede ayudar a adoptar un estilo de vida saludable. Al haberse extendido la esperanza de vida, restan muchos años luego de la jubilación en los que se dispone de mayor tiempo libre. Sin embargo, debido a la pérdida de un proyecto laboral, que seguramente ha abarcado gran parte de la vida, se producen reorganizaciones en la constitución de la identidad personal y ocupacional, lo cual requiere elaborar cuestiones relacionadas con la pérdida de un lugar social de pertenencia, del ámbito socializador del trabajo y fundamentalmente la posibilidad de elaborar nuevos proyectos. Aisenson plantea que “la manera en que el individuo sobrelleve esta etapa del ciclo de vida dependerá de la identidad que logró constituir y del apoyo social recibido (…) así como de las posibilidades de construir y redefinir proyectos, a partir de la visualización de los propios recursos y la movilización de estrategias que permitan ponerlos en marcha” (Aisenson, 2002:113). En general se cree que en esta etapa del desarrollo evolutivo ya no hay necesidad de una orientación vocacional ocupacional; que los adultos mayores ya 16


han hecho su vida. Un hecho fundamental fue la denominación de “población pasiva” para hacer referencia a la población que dejaba de producir bienes, es decir que dejaba de ser económicamente activa. El término pasiva se fue extendiendo del ámbito laboral hacia otros aspectos de la vida de las personas mayores. En la actualidad, el intento de promover una imagen positiva de la vejez coexiste una “cultura del zapping”, una subjetividad consumista, una exaltación de los ideales de belleza y eterna juventud. Bajo estos postulados se debería repensar cuál es el lugar de los adultos mayores y de los viejos en las sociedades occidentales. Lograr “desaprender” este prejuicio favorece la visibilidad del colectivo de adultos mayores en la sociedad y el rol que pueden desempeñar en ella. Según Zarebski, G. “en esta época de transiciones somos testigos de la aparición de una nueva imagen de la vejez. Se trata de adultos mayores (…) que no ejercen tan solo como abuelos; también viajan, estudian, trabajan, se sienten vivos, disfrutan, son partícipes y constructores activos de su entorno, demostrando así que la edad avanzada puede ser un período fértil para seguir creciendo y proyectando”

(2008:35).

Pese a la homologación de vejez con pasividad, muchos adultos mayores se sienten vitales, con ganas de emprender nuevos proyectos, aprovechar los años después de su jubilación para comenzar actividades nuevas, que quedaron relegadas por falta de tiempo u oportunidad. Por ello, la Orientación podría hacer de esta etapa un período de apertura a nuevas oportunidades de desarrollo y realización personal, y podría facilitar la comprensión sobre la elaboración de proyectos en adultos mayores. Mantenerse activo, empleando las capacidades y habilidades de las que se dispone, valorar la propia experiencia, la constante actualización y renovación de intereses y motivaciones, serían algunos objetivos a alcanzar a través de la Orientación. “Si a la vejez ya no la pensamos como un punto de llegada sino como nuevos caminos que se abren y diversifican” (Zarebski, 2008: 85) vislumbraremos los aportes que podría hacer la intervención orientadora en este campo.

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Tales acciones situarían al adulto mayor como verdadero partícipe, protagonista; para ello es menester que las estrategias estén orientadas a procesos de empoderamiento y no estrategias autoritarias que coarten el poder de decisión y la autonomía de las personas mayores. Transformaciones en la subjetividad Por transformaciones en la subjetividad se entiende el trabajo que realiza el sujeto de reformular una y otra vez los acontecimientos de su historia, todas sus experiencias, vivencias y el modo particular en el que cada uno ha recorrido el largo camino que implica transcurrir por la vida hasta llegar a la vejez (Petriz, 2002). El envejecimiento es un proceso de crecimiento gradual, natural e inevitable. En tanto proceso no surge a partir de la vejez, sino que se da desde el mismo momento del nacimiento, sólo que en la vejez se hace evidente a partir del reconocimiento de cambios biológicos, psicológicos y sociales que marcan la transición hacia una nueva etapa de la vida. Etapa donde se registran pérdidas y ganancias que repercuten de diversas maneras en la subjetividad, principalmente en lo concerniente a la identidad y a la autoestima. En el Adulto Mayor hay circunstancias particulares que hacen sentir situaciones de pérdida, algunas de ellas son: el retiro laboral, la abuelidad, las disminuciones físicas, de los sentidos, de la sexualidad, etc. Cabe mencionar que no se envejece de la misma manera, la diferencia entre un sujeto y otro se hace notoria, por lo tanto las repercusiones que tienen estas pérdidas en la subjetividad también son particulares en cada sujeto. Como se mencionó anteriormente se deben considerar los distintos significados que cada sociedad y cultura atribuyen al envejecimiento y a la vejez. Uno de los cambios principales que se producen en el ámbito social refiere al retiro laboral, generando el pasaje de la función de productor a funciones de productor a jubilado. A partir del retiro laboral el Adulto Mayor descubre un tiempo libre que podría convertirse en ocio, entendiendo a este último como un tiempo 18


libre que conduce al desarrollo humano. Este tiempo libre o de ocio es valorado desde una nueva dimensión que adquiere el tiempo en esta etapa. Graciela Petriz plantea que “el tiempo adquiere la dimensión de lo finito, tiempo de hoy, ya no es el tiempo de la eternidad del adolescente, “cuando sea grande”, ni el tiempo del futuro lejano “lo guardo para cuando me jubile”; es el tiempo de lo realizable a tiempo presente o a futuro con límite” (2002: 24). Estos cambios en las dimensiones biológica, psicológica y social comportan una cuota mayor de vulnerabilidad, ya que a partir de los mismos la confianza en sí mismo, en sus potencialidades y la autoestima pueden verse modificadas. Para que la confianza se reinstale, es necesario que el adulto mayor conozca los cambios que se producirán y los acepte como cambios producidos por el crecimiento y pueda discriminar entre aquellos que son propios del envejecimiento y los patológicos con el fin de desarrollar una actitud positiva y saludable frente al envejecimiento. La vulnerabilidad en el adulto mayor se relaciona también con el lugar que la sociedad le asigna, con la protección, integración y participación que le ofrece. En las sociedades occidentales aumentan la vulnerabilidad de los adultos mayores, los prejuicios que se crean en torno a esta etapa, la desprotección desde los sistemas gubernamentales, en tanto y en cuanto no se garantiza el derecho a la salud, convertida en mercancía, los haberes jubilatorios insuficientes, los acondicionamientos edilicios inadecuados (o barreras arquitectónicas), entre otros. Así como en los adolescentes influyen en las elecciones educativas o laborales las representaciones del imaginario social, en la elaboración de proyectos en los adultos mayores también hay que considerar el imaginario social y los prejuicios que por allí circulan. Uno de ellos alude a que debido a la edad los adultos mayores ya no podrían aprender. Este prejuicio se convertirá en un factor obstaculizante para elaborar un proyecto educativo. De la misma manera, si consideran que “ya no es su tiempo”, dificultará la construcción de cualquier proyecto. Por otro lado, todo lo nuevo comporta una cierta resistencia y un cierto temor; los adultos mayores tienen acumulada una experiencia que los ayuda a

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hacer frente a los cambios. Por ello se debería rescatar y resignificar la experiencia de vida. Desde el Centro de Orientación Vocacional Ocupacional de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de La Plata se implementó en el año 1.999 el Programa “La mujer de hoy en la búsqueda de nuevos proyectos” (Chá & Salazar, 2005). Dirigido a mujeres de entre 45 y 60 años de edad. Si bien, esta población no se considera adulta mayor es un antecedente significativo en relación a la temática en cuestión. Dentro de sus objetivos se incluyeron: reflexionar y compartir experiencias en torno a la problemática de la mediana edad; reconstruir el pasado e integrarlo para proyectar un futuro cercano; reelaborar proyectos postergados en el tiempo y redefinirlos según la situación actual; recuperar la experiencia adquirida y revalorizarla para la formulación de otros proyectos vitales. Se utilizó una metodología de trabajo grupal, con modalidad de taller, con la finalidad de generar un espacio para la construcción de nuevos aprendizajes y experiencias sociales, conocimientos sobre sí mismas y sus posibilidades. Los encuentros se llevaron a cabo durante dos meses, a través de reuniones semanales de dos horas de duración, con un máximo de diez integrantes. La evaluación del programa se realizó en función de la producción grupal de las participantes. Las acciones nuevas generadas, la inclusión en otros programas y proyectos, y la revalorización de sus propios espacios personales, demostraron el logro de objetivos de dicho programa. Del análisis de los talleres surgen aportes relevantes para pensar la situación de estas futuras adultas mayores que han postergado proyectos personales en función de proyectos familiares. Así lo afirman Chá y Salazar (2005: 172) “se observa un fuerte sentir acerca de que ha llegado el tiempo de pensar en sí y para sí, frente a postergaciones de proyectos personales en función de proyectos familiares”.

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A su vez, a aquellas mujeres que han concretado un proyecto profesional se les plantea la transición hacia jubilación, momento que es significado de diversas maneras según la historia personal de cada sujeto. Preparación para la jubilación Jean Guichard (2002) define diversos fenómenos de “ruptura” que ocurren en la vida de los sujetos como “transiciones”. Una de ellas es la jubilación, pues implica cambios en los recursos económicos, en los roles, en las actividades cotidianas, en el tiempo disponible y en el grupo de pertenencia que proveía el trabajo. En suma, provoca cambios individuales, familiares y sociales. La literatura científica presenta diversos aportes en torno a la manera en que los sujetos vivencian la jubilación, algunos de ellos parecieran contradictorios u opuestos pero se debe considerar que al referirse a un fenómeno subjetivo se hallan las particularidades propias de éstos. Más allá de las diferencias encontradas en dichos estudios, existe acuerdo absoluto en investigar cómo es transitado este momento de cambio y los efectos que produce para comprenderlo y abordarlo de la mejor manera posible. El retiro laboral confronta al sujeto con la pérdida del grupo de referencia y la pertenencia a una institución, lo cual puede generar sentimientos de soledad y aislamiento. Quienes han investigado las actitudes hacia la jubilación (Madrid García & Garcés de los Fayos Ruiz., 2000; Moragas Moragas, 2000 & Bueno Martínez & Buz Delgado, 2006) plantean que para comprender la manera en que un sujeto transita este cambio deben tenerse en cuenta la interacción de una serie de factores que dotarán de una configuración particular a la situación: estado de salud, género, características personales, estado civil, apoyo social, ingresos económicos, nivel educativo, tipo de trabajo realizado, características del lugar de trabajo, relaciones laborales, planificación y preparación para la jubilación y la posibilidad del sujeto de seguir proyectándose en el tiempo, entre otros. En cuanto a la identidad personal y la identidad ocupacional, Rodríguez Moreno señala que “Se suele preguntar ¿Qué quieres ser cuando seas mayor? en 21


vez de ¿qué harás cuando seas mayor?, lo que significa que hacer se asimila a ser desde la primera infancia y se refuerza en la adolescencia y en la juventud. Por ello no debemos sorprendernos si llegamos a la mitad de la vida asimilando la carrera profesional con nuestra propia identidad personal” (2000:16). La identidad ocupacional está conformada por varios aspectos: el prestigio y el estatus adquirido, el éxito alcanzado en la profesión u ocupación, el desarrollo de la carrera, el salario, el reconocimiento de colegas, la satisfacción laboral. En líneas generales, los cambios ocurridos en el campo laboral-económico generan nuevos significados en torno al retiro laboral. La flexibilización laboral ha producido, entre otras cosas, una cierta inestabilidad laboral, ha generado mayor competitividad y la exigencia de estar cada vez más actualizado en materia de conocimientos, esto es una gran presión para todas las personas, más aún para aquellas que ya han hecho un recorrido laboral regido por otra lógica. Por ejemplo, en el discurso de docentes mujeres se observa el malestar en torno al sistema educativo y como consecuencia el deseo de jubilarse. El análisis de estas cuestiones permite comprender la sensación de “alivio” al momento del retiro laboral. Una de las estrategias implementadas frente al retiro laboral y las consecuencias de éste consiste en la elaboración de programas de preparación para la jubilación. Según Moragas Moragas constituye “un proceso de informaciónformación para que las personas jubilables asuman su nuevo rol positivamente; beneficia a los interesados y a la sociedad, minimiza costes sanitarios y sociales y mejora la salud física psíquica y social de las personas” (2000: 457). En líneas generales los programas de preparación para la jubilación incluyen dentro de sus contenidos: educación para la salud, envejecimiento normal y patológico, cambio de actitudes, hábitos de vida saludable, cambios familiares, sociales y económicos, utilización del tiempo libre, aspectos legales, recursos sociales, ayudas y servicios para el jubilado, actividades recreativas, deportivas, culturales, turísticas. Aquellos programas más abarcativos incluyen además, 22


estereotipos sobre la jubilación y la vejez, la persona mayor ante la sociedad, el concepto de tiempo, contenidos en torno a la sexualidad; identidad social y trabajo. Objetivos que persiguen: contribuir al desarrollo personal de las personas mayores en la etapa de jubilación. Conseguir mayores activos aprovechando su tiempo, conocimientos y capacidad en beneficio de ellos mismos y de la sociedad. Impulsar la participación y cooperación de las personas mayores en el movimiento asociativo, utilizando, entre otras, la opción del voluntariado como herramienta para conseguirlo. Facilitar a las empresas una herramienta útil para ofrecer a sus empleados que estén a punto de entrar en la etapa de jubilación. En muchos de estos programas se incluye al cónyuge del jubilable debido a que

la jubilación repercute en todo su entorno, fundamentalmente el familiar,

modificando por ejemplo los tiempos de permanencia en el hogar. Se ofrecen a personas próximas a la jubilación y a jubilados con pocos años de distancia del cese laboral. Dichos programas apuntan a facilitar un período de adaptación y que el cambio no sea abrupto. Es por ello que se acompañan generalmente de una reducción de la jornada laboral, primero en horas, luego en días, hasta que se consuma definitivamente el cese. La metodología es diversa, en algunos de ellos el programa se lleva a cabo una vez por semana, otros lo realizan de manera intensiva en donde los jubilables y sus cónyuges van a una especie de retiro en un recinto que ofrece la compañía, empresa u organismo. Son llevados a cabo por profesionales competentes según la temática que se trabaja, por ejemplo: médicos, abogados, psicólogos, entre otros. Se mencionan algunos de estos programas: “Pensando en el futuro. Curso de preparación para la jubilación”, desarrollado en la Universidad de Salamanca (España); “Preparación para la jubilación” de la Confederación Española de Aulas de Tercera Edad CEATE (Madrid); “Proyecto Madurez Vital” dependiente de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores CEOMA (Madrid) y apoyado por la Obra Social Caja Madrid y del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Otros organismos que ofrecen este tipo de programas: Universidad 23


Politécnica de Madrid, Fundación Patronato Europeo del Mayor junto con Caja Madrid (Santander), Instituto Nacional de Administración Pública INAP (Madrid), Investigación y Tratamiento en Salud Mental y Servicios Sociales INTRAS (España). Unión Fenosa, una de las mayores compañías eléctricas de Madrid (actualmente fusionada con Gas Natural) implementó estos programas desde 1981. Diversos entes u organismos de sitios españoles como Asturias, Andalucía, Aragón, Canarias, Cantabria, Castilla y León, Castilla y La Mancha, Cataluña, Galicia, entre otros, realizan estas actividades, sea en forma de cursos, talleres, o programas. En otros países de Europa, como Inglaterra, Noruega, Francia, Holanda, Italia y Portugal, también se llevan a cabo estas actividades. En lo que respecta a América, Estados Unidos incorpora la preparación para la jubilación en grandes empresas mediante consultores de recursos humanos, Brasil ha tenido un gran desarrollo en esta temática. En

Argentina,

se

han

implementado

estos

programas

desde

la

Subsecretaria de la Tercera Edad dependiente del Ministerio de Desarrollo Social del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires con el objetivo de promover la participación activa de los Adultos Mayores en distintas dimensiones de la vida cotidiana sea en organizaciones de mayores comprometidas con sus barrios, en propuestas de uso positivo y creativo del tiempo libre, en acciones que promuevan estilos de vida saludables, en espacios de encuentro e intercambio significativos que permitan prevenir situaciones de aislamiento o soledad, en actividades de encuentro intergeneracional, en toda oportunidad en que los mayores puedan comprometer su capacidad de disfrute y ofrecer apoyo a los demás. La Universidad ISALUD de la Ciudad de Buenos Aires ha ofrecido programas de este estilo. “La jubilación una etapa a descubrir” es un programa realizado por ClavesConsultora (Ciudad de Buenos Aires). La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) contaba con un programa de Preparación para la 24


Jubilación para acompañar a sus empleados

en esta transición. La AFJP

Profesión + Auge llevaba a cabo un curso denominado “La Jubilación, una etapa a descubrir” destinado preferentemente a profesionales, pero abierto a la comunidad. Actualmente, la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES) implementa el “Plan Nacional de Preparación para el Retiro Laboral”, que tiende a acompañar a las personas y a las organizaciones laborales que posean en su planta personal próximo a jubilarse. Se propone dentro de sus objetivos desarrollar estrategias de intervención y planificación de proyectos que permitan ejecutar acciones para abordar la problemática que se le presenta al Adulto Mayor al momento del despegue laboral. En suma, estas actividades apuntan a reflexionar sobre la transición trabajo-jubilación y a promover una “jubilación activa”. Sin embargo, son actividades que pueden ser vividas como impuestas, dejando en un lugar de pasividad al sujeto, sin posibilidad de repreguntarse e interrogarse sobre intereses, motivaciones y deseos. Es decir, que son actividades que apuntan a la integración, no elegidas, ni resignificadas. En cambio, lo fundamental de la orientación es que el sujeto pueda decidir dónde incluirse, no incluirse donde decidieron por él. En palabras de Adriana Gullco “se trata de prevenir cualquier inclusión social que resulte desubjetivante” (2007: 7). METODOLOGÍA Problema e interrogantes La Orientación Vocacional ha sido centro de numerosas indagaciones. Sin embargo, es escasa la bibliografía respecto de la Orientación en adultos mayores. Esta problemática surge con nitidez teniendo en cuenta el aumento en las expectativas de vida de las personas. El período posterior a la jubilación demanda la realización de actividades que permitan resignificar el tiempo libre en ocio. 25


En razón de ello resulta de interés indagar aquello que ocurre en la elaboración de proyectos de los adultos mayores. Los interrogantes que se plantean respecto del diseño de estrategias de orientación destinadas a esta población pueden ser formulados en términos de identificar cuáles son los factores que obstaculizan o facilitan la elaboración de proyectos y en función de ello establecer cuáles deberían ser las características que deberían asumir tales estrategias. Objetivo general Diseñar estrategias específicas de orientación educativa y ocupacional que promuevan la elaboración de los proyectos de vida en adultos mayores. Objetivos específicos Identificar las características de los adultos mayores. Analizar la presencia/ausencia de proyectos de vida en ausencia de estrategias de orientación. Identificar las características que deben asumir las estrategias de orientación en adultos mayores para elaborar intervenciones específicas. Hipótesis Las estrategias orientadoras educativas y ocupacionales favorecen la elaboración de proyectos en adultos mayores. Consiste en un estudio descriptivo transeccional.

Participantes

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Se incluyeron 30 participantes de 64 a 74 años de edad, de ambos sexos, que concurren a distintas instituciones de la Ciudad de La Plata que brindan actividades destinadas a adultos mayores (criterio de inclusión: participantes sin alteraciones mentales) y 7 informantes clave, miembros de las comisiones directivas a las que concurren los adultos mayores. Instrumentos a) Características de los adultos mayores. Entrevistas semi estructuradas. Observación libre y pautada. b) Datos proporcionados por los informantes clave. Entrevistas semi estructuradas. Procedimiento Obtención de datos. Los participantes fueron entrevistados individualmente en las instituciones a las que concurren. La recolección de datos se llevó a cabo mediante entrevistas semidirigidas y observaciones libres y pautadas de distintas actividades que los participantes desarrollaban en las instituciones. Las entrevistas fueron grabadas, previo consentimiento de los participantes, y luego transcriptas. Para constituir la muestra se contactaron tres instituciones de la Ciudad de la Plata, de diversas características que nuclean a adultos mayores. La primera de ellas es un Club Social, de Fomento y Deportivo; la segunda, un Sindicato de Docentes Privados; y la tercera, un Programa de Educación Permanente de adultos mayores implementado como actividad de extensión universitaria. De este último se contactaron la sede principal ubicada en el centro de la ciudad y una subsede ubicada en la localidad de Tolosa. La muestra quedó conformada por 30 personas, cuya edad está comprendida entre 64 y 74 años (m= 67,7 años), el 70 % de sexo femenino. Se incluyeron personas que han pertenecido al sistema formal e informal de trabajo y otras que no han trabajado fuera del hogar. Si bien 27


se pretendía una muestra con la misma proporción de ambos sexos, se ha logrado contactar principalmente a mujeres debido a su

mayor proporción en dichas

instituciones. Dentro del grupo perteneciente al Club Social, de Fomento y Deportivo existe heterogeneidad en cuanto al nivel educativo y al recorrido laboral realizado, aunque ninguno de los participantes continúa activo laboralmente. Asisten tanto hombres como mujeres. Dada la característica institucional del Sindicato Argentino de Docentes Privados, el grupo está constituido por mujeres que han desarrollado la tarea docente fundamentalmente en el ámbito privado, el 20 % aún no se ha jubilado. En el grupo perteneciente a la sede céntrica del Programa de Educación Permanente se hallan principalmente profesionales universitarios, jubilados o próximos a hacerlo, que han pertenecido al sistema formal de trabajo. El grupo de la localidad de Tolosa se caracteriza fundamentalmente por poseer un menor nivel educativo (algunos participantes no han finalizado la educación primaria o la secundaria) y por haber trabajado de manera informal. Tanto en este grupo como en el del Club Social, de Fomento y Deportivo se concentran la mayoría de mujeres que se han dedicado exclusivamente a las tareas del hogar y cuidado de su familia, sin haber trabajado fuera de él. Análisis y elaboración de los datos. Los resultados de las informaciones proporcionadas por los referentes clave se sistematizaron a los fines de caracterizar las actividades de las instituciones destinadas a adultos mayores, entre ellas la presencia/ausencia de estrategias de orientación. La información proporcionada por los adultos mayores se analizó para identificar recurrencias que posibiliten establecer categorías a ser tenidas en cuenta en el diseño de estrategias de orientación destinadas a esta población.

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Finalmente se diseñaron algunas intervenciones de orientación educativa y ocupacional.

RESULTADOS

Tipos de proyectos que elaboran los adultos mayores En función de los datos obtenidos y el análisis de recurrencias se han establecido cuatro categorías de proyectos. A continuación se caracterizan, acompañando esta descripción de fragmentos de entrevistas alusivos a cada tipo de proyecto. - Proyectos educativos (40%): se hallan enmarcados fundamentalmente dentro de la educación no formal. La motivación que los origina no consiste en formarse para la inserción laboral ni “obtener un título para…” sino en obtener conocimiento como fin en sí mismo, integrarse a un grupo y compartir con pares, mantenerse en actividad y estimular las funciones cognitivas. Los avances tecnológicos y la necesidad e interés de adaptarse a ellos dan por resultado adultos mayores interesados en aprender a usar la computadora y sus diferentes programas, internet, así como también las cámaras fotográficas digitales. Con respecto a la falta de conocimiento en el uso de la computadora mencionan sentirse “analfabetos” al desconocer el lenguaje informático y no acceder a estas tecnologías. (Mujer, 66 años) “…comprarme una computadora y aprender a usarla. Cuando me preguntan por mi email me siento un dinosaurio” (no tiene). Se mencionan dos actividades a modo de ejemplo. Una de ellas es un taller de reflexión el cual aborda los distintos aspectos que comporta el envejecimiento

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haciendo hincapié en las repercusiones en la identidad y en la autoestima. Los participantes señalan como expectativas: “relacionarme con grupo de pares”, “compartir objetivos comunes”, “estar en contacto con pares”, “comprender qué es la vejez”, “conocer cómo cuidarme”. De la evaluación final del taller se registran las siguientes apreciaciones: “me permitió ahondar y realizar una mirada hacia adentro, más reflexiva y crítica que a futuro me permitirá rever situaciones y mantener o modificar actitudes”, “me sentí muy integrada en el grupo, compartimos un fin común: autonomía, autoestima, en fin todos estos grandes valores que aún adultos mayores no debemos perder”, “me enseñó a comprender muchas cosas de la vida y a reflexionar que la vida tiene muchas etapas con cosas distintas cada una de ellas”, “me sirvió para valorar que aún puedo continuar”, “me permitió reconocer en otros pares situaciones y reacciones o soluciones parecidas y a veces iguales a las mías”. Se observa una gran demanda hacia talleres de estimulación cognitiva, en especial de ejercitación de la memoria. El interés surge de los olvidos que sufren los Adultos Mayores, que a causa del desconocimiento confunden con olvidos patológicos (propios de las demencias); en cambio la mayoría, sin saberlo, experimenta otro tipo de olvidos, aquellos considerados benignos, propios del proceso de envejecimiento. Estos son por ejemplo, olvidos de nombres de personas, de lugares donde se dejan objetos, etc. Olvidos que están presentes en otras edades pero perturban en demasía al adulto mayor por estar asociados en el imaginario social con algunas demencias, por ejemplo el Alzheimer. Se citan a continuación las expectativas recurrentes al comenzar este tipo de talleres: “volver a trabajar con lo que uno puede haber aprendido hace muchísimo tiempo”, “estar con otras personas, conocer gente nueva, tener una mejor calidad de vida” “mantener mis capacidades cognitivas activas para mantener mi autodeterminación e independencia”. Al finalizar el taller señalaron:

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“tuve la posibilidad de volver a escribir, pensar y abrir el diccionario”, “compartí los ejercicios con mis nietos, que les encantaban, me los querían resolver ellos”, “me gustó trabajar en grupo, ya que nunca lo había hecho”. - Proyectos sociales (13,33%): estos proyectos consisten en generar un beneficio para la sociedad; especialmente abocados a la construcción y consolidación de espacios para adultos mayores dentro de instituciones de carácter público, privadas y del tercer sector. Sólo en algunos casos, estos proyectos están destinados al trabajo con niños y adolescentes. Cabe señalar que éstas son actividades sin fines de lucro y voluntarias, por lo cual también podrían denominarse “proyectos solidarios”. No obstante, se utiliza el término “sociales” por ser más abarcativo. En muchas de las personas que elaboran proyectos de este estilo se observa una continuidad en la “vocación de servicio”; son personas que durante su recorrido laboral han desarrollado actividades relacionadas a las profesiones de servicio y luego del retiro laboral canalizan este aspecto solidario a través de la participación en instituciones que persigan esta finalidad. Se transcribe a modo de ejemplo fragmentos de las entrevistas en relación a este tipo de proyectos: (Mujer, 69 años) “…lo del club me encanta porque me relaciono con las personas y veo mucha gente sola, me da satisfacción cuando incorporo a alguien, por ejemplo si voy a hacer mandados y veo a una mujer sentada en la puerta sola le digo que se acerque al club”.

(Mujer, 66 años) “…desarrollando nuestra vocación de servicios dedicamos el tiempo que podemos a una pastoral de nuestra iglesia (…) dedicada a matrimonios de segunda unión”. - Proyectos personales (23,33%): dentro de este tipo se destacan proyectos relacionados a la familia de origen, la mayoría inmigrantes de Europa. Se aprecia un deseo de “volver a las raíces” expresado, por un lado, en la motivación de conocer el lugar desde donde han emigrado sus familiares y por otro, en el interés de estudiar y aprender la lengua materna de su familia de origen. Este último

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proyecto podría incluirse dentro de los proyectos educativos pero debido a la motivación que los origina se incluye dentro de los proyectos personales. (Mujer, 64 años) “…quiero viajar a Italia y a Francia para reencontrarme con tíos y primos directos, además de conocer el lugar donde nacieron mis padres y del cual me hablaban permanentemente y además comencé a estudiar italiano”. (Mujer, 67 años) “…tenemos una linda relación de pareja que lleva 8 años, basada en el afecto, compañerismo y el respeto mutuo. Juntos aprendimos a bailar tango, folclore e informática. Nuestro proyecto es casarnos”. - Proyectos laborales: (6,67%): consisten en microemprendimientos familiares. Si bien algunos entrevistados realizan actividades que podrían tener un fin laboral, no persiguen este fin al llevarlas a cabo. El principal factor obstaculizante refiere a la desvalorización del producto terminado (principalmente proveniente de actividades manuales). (Mujer, 66 años) “Me gusta mucho trabajar con mi familia, poder ayudar a mi hijo, sentirme útil. Por suerte no tuvimos los problemas que tienen a veces las familias cuando trabajan juntas. Al principio me daba miedo mandarme una macana pero después le fui tomando confianza, con la práctica”. (Mujer, 66 años) “…seguir con la venta de ropa, proyecto que realizamos en conjunto con una amiga, vamos a Buenos Aires, compramos ropa y la vendemos a conocidos. No tenemos un local porque no queremos atarnos a horarios y porque así vendemos igual, poner un local implicaría impuestos, trámites, etcétera”. El 16,67 % restante, no ha elaborado ningún tipo de proyecto nuevo. Si bien no es un número que justifique una subdivisión, se puede decir que se observan dos clases de respuestas: aquellas que denotan un uso del tiempo libre sin demasiada proyección, y otras respuestas que indican que quedó atrás el tiempo de elaborar nuevos proyectos. (Mujer, 69 años) “Por ahora no tengo nada planificado, estoy disfrutando del tiempo libre, empecé este curso para ver qué era, y para ejercitar mi inteligencia, pero ya veré qué proyecto”. (Mujer, 64 años) “…a esta edad hay que vivir el presente”.

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(Mujer, 74 años) “…No tengo ningún proyecto, que crezcan mis nietas sanas y que Dios me de la muerte tranquila, no con enfermedades y que me tengan que cuidar. El futuro uno lo piensa cuando uno es joven, que parece que tiene el mundo en las manos, pero cuando uno es grande…ya no tiene voluntad de hacer tantas cosas. Cuando uno llega a una edad con tal que tenga un poco de salud ya está bien”.

Cabe destacar que las instituciones contactadas no ofrecen estrategias de orientación. Los informantes clave así como la mayoría de los entrevistados consideran de suma utilidad que existan este tipo de propuestas y destacan que “deberían ser accesibles para todos los adultos mayores y estar bien difundidas”. Otro aspecto a considerar es que ninguno de los entrevistados ha participado de un programa de preparación para el retiro laboral.

Obstáculos para la Elaboración y Concreción de Proyectos Se hallaron de manera recurrente los siguientes factores obstaculizadores: - económicos: no contar con los recursos económicos necesarios se presenta como obstáculo para la concreción de nuevos proyectos, aunque se reconoce que hay muchas posibilidades que se brindan gratuitamente, pero éstas no siempre coinciden con los intereses personales. (Mujer, 74 años) “…por suerte muchas de las cosas que hago son gratuitas, eso también es importante, yo tengo la pensión de mi marido, si no mis hijos me ayudan, pero muchas cosas de cursos y eso son gratis”. - Estado de salud: patologías físicas y/o psicológicas son señaladas como obstaculizadoras para concretar algún tipo de proyecto específico; en cuanto a las patologías físicas en las mujeres se observa mayor temor a sufrir incontinencia urinaria y en los hombres a no poder movilizarse por sus propios medios. En cuanto a las patologías mentales, el temor al deterioro cognitivo, principalmente el

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Alzheimer, predomina en ambos sexos. En líneas generales se incluyen cualquier tipo de patología o discapacidad que coarte la autonomía y la independencia. (Mujer, 74 años) “…tengo una familia buena y sana y mientras tenga salud mi vida seguirá ocupada y feliz”. (Mujer, 66 años) “Si bien no tengo problemas de memoria, hace poco que me jubilé y estuve activa mentalmente quiero ejercitar la inteligencia cognitiva para el futuro”. (Hombre, 73) “…no ser autónomo, ni poder valerse por uno mismo, puede ser física o mentalmente”. - Demanda de cuidados de familiares: debido a los cambios producidos en la familia, en el sistema de trabajo y en la expectativa de vida, muchos adultos mayores no sólo tienen que cuidar a sus nietos sino que también deben ser cuidadores de sus padres, dedicando gran parte de su tiempo al cuidado de éstos y resignando así sus actividades, intereses y proyectos. Al mismo tiempo, este cuidado hacia los padres puede convertirse en una dependencia económica de éstos hacia sus hijos. (Mujer, 65 años) “…me falta tiempo para hacer muchas cosas, estoy muy limitada porque mi mamá tiene Alzheimer. Está en un hogar pero yo todos los días voy a la tardecita, le doy de comer y veo si necesita algo”. (Mujer, 67 años) “…me gustaba el trabajo, ayudar, pero ahora sigo trabajando en el barrio y además les cocino a mis nietos y con todo amor los espero a almorzar, y les hago compañía hasta que regresan sus padres del trabajo”. - Apoyo social percibido: la falta de apoyo por parte de amistades y de la familia frente a la iniciativa de elaborar nuevos proyectos produce efectos inhibitorios, ya que en muchos casos, al no contar con este respaldo, no se sienten capaces de llevar adelante sus proyectos. Si la familia o el círculo de amistades desestiman los intereses o motivaciones de los cuales puede surgir un proyecto, el adulto mayor frecuentemente adopta la misma actitud, resignando sus intereses por considerarlos sin relevancia. Cabe mencionar que en las distintas instituciones contactadas se observa un fuerte interés por la institución en sí 34


misma y una necesidad de mantener y ampliar el espacio ganado en ella, lo cual indicaría la necesidad de pertenecer a una institución y lograr apoyo social en un ámbito extrafamiliar. (Mujer, 68) “Nunca creí que pudiera rehacer mi vida, y menos a esta edad, pero gracias a Dios sucedió, grande fue la sorpresa de mis amigas cuando comuniqué la novedad. Mis hijos lo aceptaron así como lo hicieron sus 2 hijas las que también tienen su propia familia. Creo que el mayor prejuicio era en relación al amor a una cierta edad, y después de haber estado casada, antes era mal visto y más de una señora”. (Mujer, 74 años) “…de grande terminé el secundario porque no lo había podido hacer antes, y cuando quedamos solos con mi marido tenía más tiempo y quise hacerlo. Me fue muy bien, él me apoyaba mucho, por eso también estudié Operador en Psicología Social”. (Mujer, 74 años) “…Yo tengo una familia que siempre me apoyó en lo que quería hacer, si no no sé que hubiese hecho, para mí es muy importante que me pregunten qué hago en los cursos, que me pidan que les muestre lo que pinto y que me digan que son lindas”. - Prejuicios vinculados a envejecer: tener representaciones negativas sobre el envejecimiento y la vejez es otro de los factores obstaculizadores para elaborar y/o concretar nuevos proyectos. En muchos casos este obstáculo no se verbalizó de manera explícita, no obstante se halla presente en los discursos de algunos entrevistados. (Mujer, 69 años) “…es que a veces cuando comentas con alguien de lo que haces te dice “a esta edad vas a hacer eso”, entonces a uno le da vergüenza y ahí se frena”. (Hombre, 69 años) “…muchos adultos piensan que el jubilado está solo para hacer mandados, cuidar nietos o pasear el perro o en el mejor de los casos ser depositado en un geriátrico”. - Desvalorización o no reconocimiento de habilidades, recursos y capacidades personales: este factor obstaculizador se halla íntimamente relacionado con la falta de apoyo social y con los prejuicios vinculados a envejecer. La confluencia de estos factores da por resultado una disminución de la 35


autoestima y la confianza en sí mismo que impide la elaboración de cualquier tipo de proyecto por no sentirse capaz de llevarlo a cabo. (Mujer, 66 años) “La inseguridad personal hace que no sea fácil tomar decisiones y a veces el entono juega en contra. Primero hay que cambiar el pensamiento casi universal de que solo la juventud es valiosa. Generar espíritu de colaboración grupal en los adultos mayores para que vean que son útiles”. (Hombre, 69 años) “…desde que me jubilé me he sentido muchas veces incapaz o inútil para algunas cosas, eso me desalienta para realizar otras”.

Representaciones sobre el envejecimiento y la vejez De las entrevistas y las observaciones llevadas a cabo se observa que los adultos mayores tienen distintas representaciones sobre el envejecimiento y la vejez: - Representaciones negativas asociadas a la enfermedad, al deterioro, al declive de funciones cognitivas, a un tiempo pasado sin poder vislumbrar un futuro cercano. Estas representaciones negativas se originan también por tener como referente la vejez de sus padres, una vejez mucha más pasiva y más temprana. En la base de estas representaciones se encuentran arraigados ciertos prejuicios en torno al envejecimiento y a la vejez. (Hombre, 74 años) “Cuando me agarró la enfermedad pensé que era de viejo hasta que la doctora me explicó que no era por eso”. (Mujer, 74 años) “…lo que no quisiera es sufrir, quisiera acostarme y aparecer muerta. La vejez es el final del mundo de la persona”. (Mujer, 66 años) “Tengo una mala imagen de la vejez, no sé si son prejuicios pero todos los mayores que tenía en mi familia tuvieron enfermedades feas, ahora mi marido, yo espero tener salud”. - Representaciones positivas del envejecimiento y la vejez como una etapa más de crecimiento, con características propias, con adquisiciones además de

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pérdidas. Se valora la experiencia vivida, integrando el pasado al presente con posibilidad de proyección al futuro. (Mujer, 64 años) “…no sé si la vejez será esto…hoy me encuentro viviendo otra etapa, plagada de sorpresas agradables, cada una de las etapas tiene su encanto. No creo haberme representado la vejez de esta manera, antes no había tantas oportunidades para las personas mayores, y no era muy frecuente ver viejos en confiterías o haciendo cursos y ni hablar de estudiar computación. Quizás haya tenido una imagen distinta de la vejez que estoy viviendo ahora”. (Mujer, 74 años) “Soy de la época del mateo y de la venta en las calles de leche recién ordeñada, pero esto no me priva de chatear, mandar y recibir mensajes de texto y bailar reggaetón”. (Mujer, 64 años) “Con todo lo que viví tenía una imagen muy negativa de la vejez, creía que era la etapa final, que había que sentarse a esperar la muerte. Hoy viendo cómo voy envejeciendo ya no pienso eso, es otra etapa de la vida, llena de encantos y alegrías, por ejemplo los nietos. Poder seguir haciendo cosas me gusta también. Lo malo sería no poder hacerlas, estar sola, no tener salud”.

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES El análisis de los proyectos elaborados permite observar la importancia que adjudican los adultos mayores a seguir proyectando. Si bien reconocen la existencia de otra dimensión del tiempo, un tiempo acotado, finito, un futuro no tan lejano (Petriz, 2002), este reconocimiento no les impide elaborar proyectos a corto plazo. Aquí no se observan diferencias entre adultos mayores que pertenecieron al sistema formal del trabajo y aquellos que hicieron su recorrido por fuera de él. La diferencia radica en el tipo de proyecto elaborado. Personas que han realizado una educación terciaria y /o universitaria y han trabajado en el sistema formal, elaboran con mayor frecuencia proyectos educativos. A su vez, quienes no han cursado estudios superiores y han llevado a cabo oficios presentan mayores dificultades para la concreción de proyectos debido al desconocimiento de sus potencialidades y por considerarse carentes de los recursos necesarios. Es frecuente observar, en algunos adultos mayores el sentimiento de inferioridad por no haber completado la educación formal. Estas dificultades son más notorias en 37


mujeres que se han dedicado al cuidado de su familia y de su hogar sin haber trabajado fuera de él. El obstáculo principal consiste aquí en los prejuicios vinculados a envejecer, a los cuales se añaden los prejuicios que circulan en el imaginario social sobre las cuestiones de género y los roles femeninos que, en muchos casos, coinciden con la desvalorización de los propios recursos personales.

Esto

ejemplifica

la

interrelación

de

los

distintos

factores

obstaculizadores, como así también la relación de éstos con las representaciones sobre el envejecimiento y la vejez; por ello para lograr modificar estas cuestiones resulta necesario un abordaje integral que refuerce la autoestima y propicie el descubrimiento de recursos y habilidades personales. El análisis de las representaciones sobre el envejecimiento señala la necesidad de modificar aquellas representaciones negativas y hacer visible el hecho de que ellas se construyen sobre la base de prejuicios sostenidos en el imaginario social a fin de promover un envejecimiento saludable y activo, ya que estas representaciones obstaculizan la elaboración y concreción de nuevos proyectos. Por ello es de suma importancia que los envejescentes conozcan y reflexionen sobre lo que implica el proceso de envejecimiento, puedan visibilizar prejuicios incorporados, miedos y la representación general que tienen sobre el mismo, así como también las pérdidas y ganancias obtenidas a lo largo de dicho proceso.

Dada la predominancia de proyectos educativos que elaboran los adultos mayores resulta interesante el esclarecimiento de las características de aquellos proyectos que frecuentemente se consideran pertenecientes al campo de la educación “no formal”. María Teresa Sirvent (2006) realiza una revisión crítica respecto de la utilización de este término, si bien no será objeto de análisis en el presente trabajo, sus aportes merecen consideración. Con respecto a la terminología empleada para referirse a los distintos campos de la educación, se plantea un claro desacuerdo con la clasificación “educación formal, no formal e informal”, pues oculta las especificidades de cada campo y coarta la posibilidad de intervenciones apropiadas. 38


Con el propósito de lograr una comprensión adecuada del fenómeno educativo, Sirvent propone analizar los “grados de formalización”. Es decir, las características de estructuración o de organización de un espacio educativo, de una experiencia educativa. Esta perspectiva entrecruza dos ejes: - los distintos grados de formalización (bajo, medio, alto), - tres dimensiones consideradas para la descripción, interpretación e intervención en las experiencias educativas, donde esos grados se representan: sociopolítica, institucional y el espacio de enseñanza y aprendizaje. La ubicación del campo “más allá de la escuela” dentro de la educación permanente y el análisis de los grados de formalización facilita la sustitución de la clasificación anterior y permite comprender que la formalización no es exclusiva de la escuela. El esclarecimiento de que los distintos grados de formalización no son buenos o malos en sí mismos, facilita la disociación del “más allá de la escuela” de las características negativas atribuidas a partir de la expresión “no formal” o “informal”. Cualquiera de los cuatros tipos de proyectos han sido identificados por los entrevistados como determinantes de un buen estado de salud. Es decir, que atribuyen a la existencia de proyectos la posibilidad de estar sanos. Estas apreciaciones coinciden con resultados de una investigación sobre imaginario y vejez (Ruiz, Scipioni, & Lentini, 2008) en la cual se preguntaba a los adultos mayores qué consideraban lo más feo de envejecer. Los investigadores hallaron con una frecuencia elevada la categoría “pérdida de proyectos”. Los entrevistados contestaron a esta pregunta con frases como las siguientes: “la falta de proyectos, no saber qué hacer con su vida, es ver pasar el resto de la vida sin involucrarse” (Ruiz, Scipioni, & Lentini, 2008: 7). En la respuesta a la pregunta “lo más lindo de envejecer…” se ubica con mayor frecuencia “haber realizado los proyectos”. Los autores afirman que “si bien esto implica una valorización de lo realizado, encierra en sí mismo una amenaza: el de sentirse completo y ya no desear más, lo cual se visualiza en la escasa frecuencia que registra la categoría relacionada a los “proyectos a realizar”. El peligro es entonces, creer que se hizo todo y ahora no se 39


puede nada. Esto constituiría un factor de riesgo psíquico, que podría incidir en un mal envejecimiento” (2008, 8). En este trabajo se hallaron sujetos que no tienen proyectos elaborados y que no vislumbran una futura elaboración, lo cual resuena con los resultados de la investigación recientemente mencionada. En función del análisis de los resultados obtenidos y de la articulación del Modelo de Envejecimiento Activo y el Modelo Teórico Operativo en Orientación es posible anticipar la importancia y significación que tienen las intervenciones orientadoras ya que contribuirían favorablemente a: - reconocer las significaciones del imaginario social que operan como obstaculizadores; detectar distorsiones y hacerlas visibles a fin de intervenir preventivamente; - identificar recursos y habilidades personales con el propósito de fortalecer la autoestima en el reconocimiento de sí mismo; - incluir los campos de salud, de educación, laboral-económico y de políticas sociales (contemplados en el Modelo Teórico Operativo en Orientación) a fin de informar a los adultos mayores sobre las ofertas que se brindan en cada uno de ellos; - recuperar y capitalizar las experiencias vividas y resignificarlas; - revisas intereses y motivaciones; - reflexionar sobre esta etapa de la vida con el propósito de comprender los cambios, haciendo hincapié en las adquisiciones y no sólo en las pérdidas ocurridas en el proceso de envejecimiento; - acompañar a los sujetos en la reorganización de su identidad; - promover la elaboración y concreción de proyectos educativos, laborales, personales y sociales. Estas intervenciones estarían destinadas a adultos mayores que necesiten un acompañamiento en la elaboración y/o concreción de proyectos, sin discriminar si han pertenecido a uno u otro sistema laboral e incluso si no han desarrollado 40


una actividad en ese ámbito. Este aspecto presenta una ventaja de la Orientación por sobre los programas de preparación para la jubilación en los cuales se incluye casi exclusivamente a trabajadores del sistema formal próximos a jubilarse dejando por fuera una gran parte de la población. Los programas de preparación para la jubilación, de implementarse y abarcar a una gran proporción de la comunidad, serían beneficiosos para acompañar la transición trabajo-jubilación. No obstante, consisten en una intervención en un momento puntual (microproceso, tal como se explicara en el apartado correspondiente al Modelo Teórico Operativo en Orientación) donde el sujeto muchas veces no está preparado para ésta, no es su tiempo psicológico para incluirse en esa propuesta, por lo que debería haber otros espacios en donde recurrir cuando sientan la necesidad. Al considerarse estas particularidades es de suma utilidad de la noción de proceso específico que aporta el Modelo Teórico Operativo en Orientación, en tanto y en cuanto permite intervenir de manera personalizada, en un tiempo posterior e incluyendo a sujetos que no han podido acceder a otro tipo de intervención. Espacios de esta naturaleza podrían colaborar a la realización personal y calidad de vida del adulto mayor evitando caer en un vacío existencial y significar a la vejez como una etapa de clausura. Cabe aclarar que no se plantea la disyuntiva entre una intervención u otra sino que la propuesta apunta a que el sujeto pueda disponer de ambas en la medida de sus necesidades. Estas intervenciones orientadoras podrían brindarse en espacios como la universidad a través de programas y/o proyectos de extensión, centros de orientación públicos o privados, la Administración Nacional de Seguridad Social, sindicatos y asociaciones profesionales. Dado el estatus de “sentido de vida” y de “salud” que adquieren los proyectos en esta etapa se considera a la Orientación como una estrategia de prevención múltiple inespecífica que contribuiría a promover un buen envejecer a 41


partir de la elaboración de proyectos, pues “el término “elegir” está unido a optar; quien opta por un proyecto educativo y/o laboral adquiere más seguridad e independencia y se aleja de posibles caídas en dependencias o marginaciones psicosociales (…) El poder elegir un ámbito educativo y/o laboral da posibilidad de ensayar otras elecciones, amigos, pareja, participación comunitaria, etc”. (Gavilán, 2000: 134). La Orientación podría hacer de esta etapa un período de apertura a nuevas oportunidades de desarrollo y realización personal, y podría facilitar la comprensión sobre la elaboración de nuevos proyectos, pues contribuiría a modificar algunos factores que obstaculizan dicha elaboración y concreción. Podría resultar una intervención eficaz para alentar el desarrollo de sus potencialidades tratando de minimizar las posibilidades de exclusión social, sostenidas

generalmente

por

representaciones

sociales

ligadas

a

la

estigmatización y desvalorización en relación al envejecimiento y a la vejez. Como hecho significativo, cabe mencionar que los participantes valoraron las entrevistas como un espacio productivo debido a que lograron resignificar parte de sus historias de vida y redescubrir intereses olvidados. Durante el transcurso de las entrevistas, algunos participantes comenzaron a pensar en la posibilidad de encauzar sus intereses hacia proyectos a corto plazo. En este primer acercamiento a la temática y a partir de la articulación de los modelos desarrollados se diseñaron algunas líneas de intervención adecuadas a la población objeto de estudio con la modalidad de proceso específico. Dado lo novedoso de la temática el encuadre se plantea con cierta flexibilidad. Se trabaja de manera grupal con la posibilidad de realizar entrevistas individuales en caso de considerarse necesario. Se estiman entre ocho a diez encuentros semanales de una hora y media de duración. El número de participantes no supera los ocho. Se espera que los participantes, mediante las intervenciones orientadoras, logren elaborar proyectos educativos, laborales personales y/o sociales que otorguen sentido a la propia existencia y que permitan un anclaje en lo social. Una intervención orientadora, desde el modelo propuesto debe analizar los efectos del imaginario social sobre y del orientado. La orientación con adultos mayores deberá 42


abordar las implicancias del envejecimiento a nivel social e individual; los prejuicios incorporados en torno a esta etapa, tanto en profesionales como en los propios adultos mayores, así como también las pérdidas y ganancias obtenidas a lo largo de dicho proceso; los intereses actuales, los facilitadores, el apoyo social, entre otras cuestiones. Un nuevo desafío para la Orientación frente a uno de los mayores logros de la humanidad. Como parte de la tesis doctoral que se iniciara a partir de este trabajo, se procederá a adaptar algunas técnicas de orientación para utilizar con la población objeto de estudio.

43


NOTAS (1)

Beca de Iniciación de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNLP. Directora: Dra. Mirta G. Gavilán. Codirectora: Psic. Cristina H. Quiles. (2009/2010).

(2)

Beca de Perfeccionamiento de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNLP. Directora: Dra. Mirta G. Gavilán. Codirectora: Psic. Cristina H. Quiles. (2011/2012).

(3)

Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010.

(4)

Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)/ Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE).

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