Juliana pensar la arquitectura

Page 1

juliana pinto omaña

juliana pinto omaña

Por igual, decido citar a Zumthor, mi ayudante personal en este libro: “Aquello que experimento, aquello que me mueve, contiene ambas cosas: gozo y dolor. La ausencia duele y llena de gozo esa forma conmovedora, la hermosa creación que se enciende en virtud del sentimiento de ausencia”. O, en palabras del escritor Martin Walser: “Cuanto más le falte a uno, más hermoso puede hacerse lo que uno ha de movilizar para soportar esa ausencia”.


juliana pinto oma単a


Índice

Una intuición de las cosas

6

La dura pepita de la belleza

18

De las pasiones a las cosas

22

El cuerpo idealizado por una sociedad arquitectónica

26

Enseñar arquitectura, aprender arquitectura

28

¿Tiene la belleza una forma?

32

Agrdecimientos y confesiones

37


Una intuición de las cosas 2014

En busca de la arquitectura perdida ¿Qué es la arquitectura? ¿Cómo la entiendo y la reconozco? Considero que son preguntas cuyas repuestas están relacionadas con el inagotable aprendizaje y el descubrimiento de ella misma. Darle valores inmodificables, a mi parecer, es olvidar que estamos inmersos en la temporalidad y la evolución de las sociedades y sus pensamientos. En lo que respecta a mi experiencia, la reflexión de la arquitectura se resume hasta ahora en dos momentos de mi vida: antes y durante la universidad. En todas las relaciones y experiencias que he ido registrando inconsciente y conscientemente encuentro que mi criterio se desarrolla mediante la percepción, reflexión y puesta en escena de ella. Los registros antes de estudiar en la universidad los identifico como los inconscientes, mientras que aquellos durante mis estudios, como los conscientes. ¿Por qué? Porque considero que estos últimos dan lugar a la existencia de una búsqueda intencional que permite hacer una memoria con base en entendimientos y conocimientos que, a su vez, se cuyo objetivo es construir criterios. Por el otro lado, están los recuerdos que componen los registros inconscientes. En ellos, se destacan las imágenes no solo de la infancia, como Zumthor propone, sino el conjunto de experiencias en el espacio. Para esto, menciono mi experiencia como bailarina en los salones de clase, en el camerino y en los escenarios, pues son los más claros y preferidos. En el primero, durante clase, está el espacio que use por 15 años, compartido con otras bailarinas, que variaba según el día de clase, la hora, y el número de bailarinas presentes. Si era sábado – ¡Dios! – necesitábamos llegar temprano para escoger el lugar donde menos irradiaba el sol, pues a eso del mediodía (con vocabulario no arquitec06


tónico) este atravesaba una ventana en todo el medio del techo y nos asfixiábamos con el sudor que, sin pasar más de veinte minutos del inicio de clase, ya era parte de las coreografías y del piso. Recuerdo ver gotas dispersas por todo el salón sobre el suelo; al realizar los movimientos mi mirada se acercaba a él, las gotas bajaban todas a las vez por nuestros cuerpos, aumentaban y se concentraban en un solo punto, produciendo que producía un extraño ritmo entre los largos y gastados listones de madera. Luego de pasar un buen tiempo en clase, nos dividíamos en grupos debido a que el espacio no alcanzaba para bailar todas en el centro, así quedaban dos espacios laterales opuestos entre ellos. El salón compartía otro espacio para ensayo, separado del primero por una diferenciación de niveles de aproximadamente de un metro, que servía de muro para recostarnos o de silla para descansar, claro, cuando la profesora no nos regañaba por hacerlo. Ese era mi espacio favorito, hacía el esfuerzo de treparme para observar a las demás bailar y mientras estiraba. Sin embargo, para ser sincera, a lo largo de los años y con el aumento de mi interés por el baile, encontré un tercer espacio y era ese cercano al muro blanco trasero, el que enfrentaba a los espejos y donde parecía haber antes una chimenea. Allí, siempre estaba yo junto con otras compañeras, un lugar incómodo para moverse en el salón, no sólo por la reducción del espacio, sino por la textura de la madera pues siempre estaba recubierta de ‘pez’, como llamamos a un polvo blanco que al usarlo en la suela y punta de las zapatillas, evita resbalarse. Así que, si el espacio era especialmente blanco, no era sólo por la luz o la pintura, era también porque la blancura estaba en el muro, en el piso y disperso alrededor de la madera, a causa de las pisadas que se difuminaban con las gotas de sudor y el intenso movimiento del ir y venir de las bailarinas. Luego, aparece el camerino que, como una cocina, es donde ocurre toda la preparación previa a la (es)cena. En él siempre existió la mejor sensación de cruzar las puertas y encontrar un espacio 07


oscuro, silencioso en el que habitaba la expectativa de recibir a sus invitados. Ofreciendo abiertamente sus ornamentos y decorativos, poniéndolos a nuestro servicio, regalando ansiosamente sus atributos, repentinamente, encontraba que, en la agitación del momento, en la presión previa a la presentación, a la escasez de tiempo y el afán de alistarse, este espacio cultivaba amistades, estrechaba relaciones con mis compañeras mediante el espejo. No existía la necesidad de voltearse o girar mi cabeza para poder interactuar con ellas. Tampoco sentía la necesidad de buscar un lugar más claro e iluminado para ver todo lo que ocurría allí, ya fuera conmigo, mientras me maquillaba, o con las demás, mientras se alistaban y, a la vez, conversaban. Siempre existió mucho ruido, algunas risas nerviosas, algunos silencios de fatiga física y otras cuantas fotografías de felicidad y orgullo. Era donde podíamos conocernos bajo presión, fue donde estreché mi don estético con el maquillaje, con mi peinado, con la perfección de mi imagen, con el ‘pantallazo’ de estar lista, de sentirme preparada para los siguientes veinte minutos en escena. Entonces, aparecen ante mis ojos las múltiples imágenes de cortinas rojas, altas, amplias, prolongadas vertical y horizontalmente de mi campo visual. Siempre tan presentes, tan fundamentales para dar inicio a la función, para separar lo visto de lo no visto, de lo próximo a admirar y a observar. Un límite quebrantable. Con esto, comienza la música y nosotras nos ponemos en posiciones. Vacíos, sonrisas nerviosas, miradas sonrientes, labios rojos, zapatillas pintadas, vestuarios resplandecientes, maestra tras bambalinas, bailarinas en movimiento. El momento especial, único e irrepetible. La música avanza, la coreografía la acompaña y la nula posibilidad de repetir, de volver atrás para hacerlo mejor. Todo el tiempo de esfuerzos y de dedicación se resumían a unos minutos en tarima con luces de colores, con calor y sudor, con emoción y confianza, con belleza. Todo en ese espacio que algún arquitecto alguna vez soñó, que alguien proyectó para 08


nosotras. Así que ahora pienso en todo lo que abarca encontrar la arquitectura, lo que significa, lo que es. Cada imagen de mi memoria me hace reflexionar sobre ella. Con esta descripción logro redactar lo que continuamente significó la arquitectura en mi vida, con una percepción y reflexión indirecta, claro, pues nunca fue de mi interés admirarla. Sin embargo, existieron una secuencia de vivencias que ahora me permiten ser práctica con mi rol como arquitecta y diseñadora de espacios, de sensaciones y recuerdos. Son estas experiencias las que dieron una ventaja a mi percepción del espacio. He notado la facilidad para interiorizar mis ideas e imaginar lo que dibujo y proyecto. Acostumbré a mi mente, no sólo a planos y a plantas, sino a perspectivas, cortes y relaciones. Me cuestiono sobre la experiencia en ese espacio, sobre un real recorrido de la vista, del cuerpo. Analizo con mis ojos cerrados cómo se sentiría pasar o estar. Procuro imaginarme y concluir si estoy logrando algo coherente con mis objetivos iniciales. Aunque a veces no sea tan beneficioso, intento saturar mi mente para tomar decisiones. Primero planteo aquello que quiero expresar con imágenes mentales. Encuentro esto especial, pues, de alguna manera, acerco mi ejercicio proyectual al de quien va estar ahí, no sólo como proceso académico, no sólo para trazar muros, no sólo para cumplir con el requisito del ‘render’ que aborrezco ejecutar. Encontrar la arquitectura, personalmente, ha sido la concientización de hallar el conjunto de pre-conceptos, de imágenes memoriales de nuestras experiencias y nuestra propia capacidad como arquitectos de imaginarla. Construido de materia Sobre el material de las obras de Joseph Beuys, que Zumthor describe, recuerdo mis años durante el colegio, en el curso de arte; debíamos crear obras a partir de un concepto, una frase o una palabra. En mi 10



caso, escogí expresar ‘conciencia social’ por medio de obras arraigadas a la expresión dadaista, al arte povera y a las instalaciones. Con esto logré ejecutar una reflexión propia acerca de las posiciones intelectuales, interpersonales y sociales de los individuos de la contemporaneidad y, en paralelo, un acercamiento al material, al objeto y la forma. Creé una obra que nombré “ Mutilados por la ignorante violencia” con el fin de hablar sobre la afectación de las minas antipersona y las consecuencias irreparables que dejan, no solo en las víctimas, sino en nosotros como sociedad. De manera que recreé un basurero de zapatos con recortes de periódico y revistas con imágenes de noticias y publicidad relacionados con la violencia rural del país. Así, los materiales utilizados para la composición adquirieron un valor propio y compartido, pues cada uno según su propiedad, debía relacionarse con otro. El cuero de los zapatos debía reaccionar al pegamento con que se adherían las imágenes de diferentes papeles, por lo que cada una cumplía con diferentes variables durante la ejecución: el tiempo de adhesión, la cantidad de pegamento por capas y el movimiento del recorte sobre el cuero del zapato. El uso que se le dio a cada material logró recrear una pieza única, un objeto de expresión, tal como lo podría ser cualquier otro elemento de diseño o arquitectónico. Bajo esta condición, los materiales son un objeto de entendimiento que condicionan la expresión de los objetos arquitectónicos, además de ser los encargados de proporcionar particularidades sensoriales a la arquitectura, recreando el deseo arquitectónico. El trabajo en las cosas Pensar en arquitectura es pensar en que hay una forma de construir, de unir piezas y encontrar en ellas un orden para hacerlas uno. Lo mismo sucede en el ámbito académico, es pensar, como dice Zumthor, “ahí hay mucho trabajo encerrado”. Construir arquitectura, pienso, no es 10


sólo conocer sobre la materia. Es, por igual, construir aptitudes como arquitectos, aprender sobre la labor de proyectar, y conocer que las cosas requieren trabajo y conocimientos para poder construirlas. No hay, en definitiva, posibilidad alguna de conocer qué podría ser un reto arquitectónico, cómo plantear un desafío, sin saber qué condiciones hacen que no lo sea. Considero que la práctica profesional es esencial, pero antes, es primordial conocer a qué cosas nos enfrentaremos, qué clase de esfuerzos y límites tendremos que sobrepasar para llevar a cabo nuestro trabajo. Para lograr reconocer que no todo es acertado, que hay errores que cometer; primero es necesario pensar en la manera de hacer las cosas. La manera de construir arquitectura no sólo abarca el ámbito práctico, también lo hace la teoría, la experiencia personal que induce al tipo, a la clase de dedicación que entregaremos a lo que ejercemos. Se requiere conocer nuestras metas, qué tanta cercanía queremos; entonces sí, con la experiencia real, construir edificios. Hay que reconocer nuestro deseo para saber qué parte de nosotros está dispuesta a ser parte del mundo real, en dónde la arquitectura se edifica por medio de ensamblajes de conocimientos y materia manipulada. Por la tranquilidad del sueño ¿Qué utilidad tiene eso que nosotros consideramos como arte? Es la pregunta que me hago con respecto a nuestro sueño de hacer arquitectura. Como estudiantes nos resbalamos constantemente con la duda sobre la percepción de la arquitectura como un objeto artístico o como uno técnico, más cercano a la rama científica. Supongo que para tener, como menciona el titulo, la tranquilidad de nuestro sueño es mejor considerar si pretendemos que aquello que proyectamos tenga una función y un propósito en relación con su entorno. Usualmente olvidamos que para tener un sueño apacible y 11


amable, el funcionamiento de la arquitectura no se logra sin antes recordar que está lejana a la individualidad de la pieza, muy distante a ser meramente formal y estética. Se debe recordar que no puede desmembrarse del lugar donde se implanta y, sobre toda cosa, debe ser sensible al cambio y al tiempo de quienes la habitarán y manipularán, pues es a ellos a quien se debe la arquitectura. Dibujados a partir del anhelo Para lograr materializar la arquitectura, la representación actúa como el medio que ilustra al lector con el contenido y las características del espacio proyectado. De esta manera, el dibujo actúa como un mediador entre la idea del arquitecto y el papel, propone mediante un lenguaje específico de la profesión el empeño de expresar claramente el objeto. Por lo tanto, el dibujo ha sido el medio que me ha permitido entender el grosor de la arquitectura. Procesos constructivos y decisiones como el grosor del trazo, el papel sobre el que se dibujará, su color, su definición, su forma y la forma en que sus múltiples repeticiones comienzan a transformarse en una idea dibujada, parecieran desdibujar el límite la de la mano; hacen de ella una extensión del pensamiento, como emulando a una imprenta con ideas e intenciones propias, llenando el papel de la belleza de la expresión humana reflejada en proyectos. El dibujo se convierte en una reflexión, pues obliga al dibujante a tener el mayor grado de consciencia, sensibilidad, coherencia y cohesión sobre cada elemento en el papel. No hay espacio para trazos desobligados o ambigüedades, los titubeos deben estar resueltos previamente en las imágenes mentales de modo que al plasmarse en cada vista, en cada presentación arquitectónica, haya claridad y solidez.

12


Rendijas en el objeto sellado La calidad de cada detalle, la calidad de unificación con que se ensamblan, definen la expresión de la pieza. Cada artista, diseñador y arquitecto adquiere técnicas artístico-expresivas que dan muestra de la reflexión a las particularidades y partes que componen su obra. La homogeneización no se da sólo para caracterizar la obra o, inclusive, aportarle identidad, sino como muestra de darle forma coherente a cada parte respecto a su totalidad. Pienso en arquitectura, pienso en detener mi mirada y contemplar la obra arquitectónica a partir del detalle, para así, no memorizarla por su apariencia sino por la articulación de elementos constructivos y materiales. De esta manera, encuentro que cada elemento tiene su propia utilidad, que nada debería estar puesto por accidente o meramente de modo decorativo. Es todo lo contrario, tal como dice Fabio Restrepo, docente de la facultad de arquitectura de la Universidad de los Andes, que la resolución del detalle del edificio ‘Aulas’ tiene una tendencia a utilizar el detalle como un elemento decorativo, más no como un acto de unión o ensamblaje que sirva a la idea formal de la pieza general. Entonces, ¿cómo alguien ajeno al conocimiento arquitectónico podría identificar esto? Aunque es difícil enajenarme de mi propia estructura de percepción, el logro de poder responder a esta pregunta se da, precisamente, recordando el proceso de reconocimiento e identificación que experimenté para sobrepasar la ignorancia con el detalle constructivo y arquitectónico de una edificación. Notar que la arquitectura no es sólo una pieza general, evitar que la mirada se deslumbre por el conjunto es el resultado de identificar que hay elementos, es decir, materiales que componen eso que percibimos. Que cada uno de los materiales que se usan, deben ir ensamblados, unidos de maneras específicas y caprichosas para lograr darle coherencia y codependencia a la expresión general de la idea. Es decir, si encontramos un espacio con acabados en cristales, donde se propone la ligereza pero, por igual el olvido del metal, de la estructura 13


metálica; hay que resolver a toda costa que eso se ejecute mediante la unificación de cada material y pieza, reconociendo que el vidrio tiene un grosor, un tipo de corte, diferentes laminados y propiedades de manipulación. Por lo tanto, el aprendizaje y la respuesta a la pregunta se da cuando el espectador logra identificar y se hace consciente de la importancia de observar e interiorizar el funcionamiento de un elemento que, aparentemente, es insignificante como un tornillo, una pieza de silicona o una junta, en son estas pequeñas partes las que construyen una unión con otro material, son las que encadenan la construcción y edificación de una obra. Así es como se logra identificar que la arquitectura es una cadena de partes que se hacen perceptibles con el cambio de escalas y que, en la medida en se va aumentado la amplitud de observación y de reconocimiento de cada una de ellas, se logra entender la complejidad del objeto y sellar la obra, no sólo con emociones, sino con entendimiento y conocimientos constructivos, esto es la integridad formal de cada elemento funcional. Paisajes completados Contemplar el paisaje arquitectónico y su transformación es, en ambas partes, identificar lo útil, lo que es merecedor de potenciar, y aquello que, a toda costa, debería ser quitado del horizonte. Reconocer un edificio o una pieza que logra arraigarse a su entorno produce un especial recuerdo del lugar, ya que prevalece en la memoria colectiva de la ciudad. Es como el ejercicio de recordar el centro de Bogotá, en el que inmediatamente aparece en nuestra mente la Torre Colpatria, que alumbra de noche, la séptima, que comunica a una ciudad de mayor escala en sus edificaciones, además de relaciones más reducidas entre las edificaciones y el vacío, una plaza cuya mayor permanencia la determinan las palomas; estos entre otros 14


referentes. Todos estos se vuelven hitos irremovibles, pues hacen parte de una referencia común del espacio, del paisaje urbano que configura la memoria histórica de una sociedad y sus construcciones arquitectónicas. Verdades inesperadas Los acontecimientos inesperados definen nuevos rumbos en la experiencia de cada individuo. De ellos surge una serie de realidades y verdades que definen intensamente un momento, pues tienen la capacidad, inesperada, de vincularse con nuestros pensamientos, nuestras emociones y, entonces sí, de conmovernos. Estos son una reacción que para recrearla no requiere de mucha racionalidad, pero sí de sensibilidad con el recurso. De manera que, ser capaz de moldear estos recursos en función de la arquitectura es un reto para el diseño de un proyecto, es ampliar la introspección del espacio para compartir y comunicar, es ofrecer una nueva visión, una verdad sobre la relación de los recursos con el espacio proyectado, es darle giro total a la expectativa arquitectónica del espectador. Deseo “Deseo… deseo…” sería el pensamiento acertado que el corazón expondría si la arquitectura se basará en la lógica de la pasión. Encuentro que en este rincón de pensamientos están todos los caprichos y los voluntades del arquitecto. Se unen conocimientos y experiencias, asociaciones y relaciones, con el fin de tejer una lógica entre el proyecto arquitectónico y la fascinación. Con esto, me ubico en la escena constante de diseñar, entender, observar y proponer. Asocio este momento como una milésima de introspección con el espacio, un acto de ensimismarme para lograr sentir la necesidad de los elementos que, con gran intensidad, comuni 15


can y condicionan. Son ellos los que dan equilibrio a una propuesta meramente pasional, llena de preferencias formales y estéticas. Surge del otro lado de la balanza, la lógica de construir una arquitectura clara y ordenada, que determina con racionalidad y objetividad todo diseño y trazo de lo proyectado. De mano con esta condición, la individualidad del proyecto se desvanece para resaltar que el proceso de crear arquitectura es integral y colectivo, pues está condicionado al entorno y al diario ir y venir del espacio en el que se expone sus cimientos. Así el deseo arquitectónico se opaque con la aparición del razonamiento crítico, su presencia es la muestra de un acto genuino de diseño, del proceso creativo que requiere un proyecto. Permite examinarnos, encontrar en nosotros los vínculos con el espacio que recurrimos o recordamos haber presenciado. Habla de un misterio de referencias y pasiones que dan vida al estilo arquitectónico, a la conciencia de lo que se busca obtener. Escrito en el espacio “Axis Mundi” es la definición de hallarse en un lugar puntual en el espacio, es encontrarse en un punto cardinal e inscribirse en él. De manera que, hay una intención explícita de apropiarse de un espacio, de crear un volumen, un cuerpo que, compuesto de relaciones entre sus partes, estrecha vínculos con su entorno; el espacio definido por un sin fin de variables cualitativas y cuantitativas. Percepción Melancólica Zumthor habla sobre “la arquitectura expuesta a la vida; si su cuerpo es lo suficientemente sensible, puede desarrollar una cualidad capaz de ser garante de la realidad de la vida pasada.” Lo que me recuerda mi viaje en el verano del 2013, por Francia, donde la historia del pasado revive todos los días con la presencia de visitantes y turistas en 16



los puntos de popularidad y referencia; hay en esas vivencias un fuerte arraigo con la cultura histórica y su continua relación con las sociedades contemporáneas. La existencia de edificios idilios de una cultura medieval destaca a la arquitectura francesa religiosa. Entre estos, están la construcciones de las catedrales “Nuestras Señoras” en las diferentes ciudades de Francia. Ellas son un reflejo de los tiempos intelectuales de una cultura que dependía firmemente de la religión y la fe; de la escasez de conocimiento y educación para el colectivo general, en el que la existencia de iconología era la que informaba y compartía las creencias de la época. Pasan los siglos, nuevas influencias artísticas y arquitectónicas emergen. Entre ellas, recuerdo el admirable ejercicio de percepción que se llevó acabo de estas mismas obras arquitectónicas, “ Nuestra Señora de Reims”, por Monet, un ejemplo que resalta la observación de la fachada de la catedral en diferentes horas del día. Entender el cambio de la fachada por el reflejo de la luz y las sombras producidas es parte de una memorable reflexión de estas construcciones iconológicas. Así, con la misma intención de percepción, sólo que esta vez con el tiempo contabilizado de un turista, con horarios por cumplir, me aparece progresivamente la fachada frontal de la catedral, con símbolos, esculturas, ornamentos y relatos que, al compás de mis pasos, hacen nostálgica la admiración de cada elemento. Es altamente intensa la sensación de imaginarse historias fantásticas en estos lugares, de despojar la mente hacia una escena que explica detalladamente el esfuerzo de hombres que tallando logran levantar, pieza a pieza, la totalidad de la edificación. Es el momento ideal de observar para comparar la habilidad de construcción de aquellas épocas con las de este tiempo, tomar la “Sagrada Familia”, proyectada por Gaudi, y hallar entre ellas similitudes en su aspecto y en la átmosfera interior de cada una. Hacer efectiva la cualidad de hacer realidad la historia y recrearla mediante una nostálgica percepción. 17


La dura pepita de la belleza 2014

Haciendo referencia al título de la emisión del poeta americano William Carlos Williams y a las reflexiones de Zumthor acerca de que la representación de la belleza tiene un “núcleo duro”, encuentro que me uno a una búsqueda súbita por hallar en las cosas la belleza que en ellas reposa. Con esto, dirijo mi atención a la admiración y contemplación de los objetos que por sí mismos inspiran belleza, un sentimiento sublime que conmueve y, tal como dice Zumthor, expande las emociones, fortaleciendo la fuerza emocional de lo que percibo. De esta manera, observar y atender a un objeto, una pieza artística o cualquier forma creada, permite ser sensibles a la esencia, al detonante de una belleza que está a la espera de ser notada. “Una substancia concentrada”, según Zumthor, y la intención oculta de la pieza creada, como lo considero yo. Así que cada obra propone que exista un deseo del espectador por admirarla, que, a su vez, demuestra que las cosas tienen distintos sujetos dispuestos, especialmente, para percibirlas y, por ende, una manera distinta de percibir ese único objeto. Esto enriquece de significado y valor a la obra, pues en su proceso creativo, debe aumentar la profundidad de contemplación a la que el sujeto puede aproximarse. De manera que, “aumentar la profundidad de contemplación” demanda que la pieza esté resuelta minuciosamente, definiendo en ella cada mínimo detalle, no sólo con el objetivo de impartir belleza por la forma terminada, sino con el fin de expresar un proceso que tuvo en cuenta las determinaciones externas que influyen en la definición de un diseño. En este caso, la arquitectura se traduce en una respuesta a la tarea de cuestionar la influencia del material, del lugar y hallar en ellas una 18


fuente para potenciar este espacio, esas condiciones y recursos que, finalmente, condicionan al diseño. Se aleja de todo capricho individual del arquitecto y de cualquier voluntad formal y estética, como lo menciona Aparicio en uno de sus artículos, al referirse a la expresión artística del centro empresarial de Londres y otras ciudades, son meramente una expresión del dominio espacial que brinda el poder de la economía del cliente. Aunque parezca una muestra de fidelidad a las condiciones sociales y económicas del espacio, en realidad, la arquitectura en estos lugares presta mayor atención a la vulnerabilidad de opacarse por otra fachada que brille más, torre de mayor altura o luces que alumbren más en la noche de la ciudad. En ellas está la preocupación de pasar desapercibidas, aunque necesiten de una complejidad del detalle y del sentido constructivo de sus caprichos, se pierde, usualmente, el sentido de plasmar la habitabilidad del espacio. Es por esto que hay que recordar que, aunque la arquitectura tiene una búsqueda estética, no se encuentra en la proyección de elementos artificiosos, seguidores a la venta de una imagen que hace pasajera; inclusive, ignora y olvida la necesidad de habitarlos. También debe evitarse hacer arquitectura que no podrá sustentar y crear sostenibilidad a un grupo de individuos. En la arquitectura, la concientización del factor público puede hacer más bella y admirable una pieza, ya que esta se olvida de las analogías y los caprichos estéticos que suelen devienen; se concentran en que la obra arquitectónica hable de la verdad de lo que le rodea, del tiempo y condición que se le contendrá. Con esto, me uno con lo que Zumthor expone a través de la lectura de Heidegger: “ El concepto de ‘habitar’, entiendo tan ampliamente como lo hace Heidegger, un vivir y un pensar en lugares y espacios, encierra una indicación precisa de aquello que para mí, como arquitecto, significa la realidad.” Una realidad que es concretamente una expresión de factores sociales, capaces de crear una nueva realidad espacial, dada mediante el juicio crítico de lo que la hace posible 19



surgir y permanecer. La importancia de conocer sensiblemente la relación entre un proceso constructivo y el habitante, el espacio construido y los hábitos que en él ocurren y se reproducen, ya sea para dar muerte a una cultura habitacional o vida a la “ dura pepita de la belleza”.

21


De la pasión a las cosas 2014

Hay una gran pasión por lo que realizo. Aunque encuentre en mí miedos e inseguridades, el reto de vivir me ayuda aarriesgarme y apasionarse por lo nuevo, por el devenir de las cosas que decidimos obtener. Noto que en el fondo de mis intenciones, el interés por la arquitectura radica en la estrechez de mi mente con el espacio y la intervención de él con el cuerpo humano. Aunque comenzó como una obsesión y un capricho por involucrar mi profesión como bailarina en todo lo que hacía, es ahora un interés que ha ido construyéndose progresivamente con la adquisición de conocimientos y aprendizajes de la formalidad y utilidad del espacio. Siempre ha habido en mí una necesidad por la expresión artística, en un momento contenido por límites arquitectónicos. Desde mi infancia, la estructuración de mi interior la recuerdo ubicada en un espacio-tiempo donde podía sentir que las fronteras materiales se transformaban virtualmente por la armonía y la melodía del ‘ragtime’ clásico de la música de un salón de ballet. Ha prevalecido en mis decisiones la actitud de permanecer fiel una representación sensible de moverse y gesticular el cuerpo con otros elementos, relacionándolo con el agite de una escena coreográfica sobre la tarima de un escenario. Habla de mí el recordar que hay construcciones y conjuntos, como lo es un teatro y un escenario, que arraigan nuestra vida a una pasión; pero disciplinas y cualidades como la persistencia que hacen que de un giro la existencia de la pasión a un hecho, realidad y presente de nuestro construir como arquitectos.

22


Lugares Son cambiantes los lugares de trabajo. En el afán de producir, también se acelera el tiempo de conservar un puesto único. Como estudiante, encuentro que son restringidos los espacios de trabajo, pues se reducen a los espacios cómodos de trabajo en la universidad o la mesa en nuestra casa. Usualmente, me propongo encontrar un espacio poético, aprovechando que atraer la poesía a mi vida es atraer la revelación, hacer una Epifanía de mi proyecto; el lugar como influencia directa a lo que resultará de mi trabajo. La labor de crear resulta un asunto continuamente presente en todos los espacios donde habituamos estar o acostumbramos usar. Hay pensamientos que sólo ocurren cuando estamos bajo ciertas condiciones o diferentes posiciones con el cuerpo en relación con los elementos que componen el lugar. Por ejemplo, encuentro que hay espacios donde se interioriza lo percibido y algunos otros donde ni siquiera existe la necesidad de interiorizar, sino de dar a la luz a la construcción de ideas que, eventualmente, se expresarán por medio de letras o trazos de líneas. Reúno con mi vida, un conjunto de experiencias que me han permitido concluir que el lugar de trabajo, para un arquitecto, está cargado de niveles de confort y concentración que reviven la relación con nuestro ser interior y la hoja de papel. Entre ellos, se despliega una secuencia de ideas que en conjunto de decisiones, construyen nuevas tensiones en la memoria de nuestro catálogo de proyecciones. Es el acto de tejer con el lugar un testimonio de lo nuevo que idealizamos y plasmamos. Con todo esto, asumimos posiciones y actitudes con la preexistencia y la existencia arquitectónica . Es hacer resistencia o no de lo que percibimos, de actuar amablemente y continuamente con el lugar o simplemente, decidir oponernos y confrontar el mundo real, el lugar donde encontramos que nuestra arquitectura, nosotros, nos implantamos para crear. 23




El cuerpo idealizado por una sociedad arquitectónica 2014

Tengo sospechas sobre la idealización de lugares, espacios y vidas. En el romanticismo, los artistas pintaban paisajes que demostraban, no sólo la experiencia personal directa con la naturaleza y su conjunto, sino la percepción del paisaje, según la literatura u otras referencias de apoyo. Esto pretende luego, en en siglo XX, una reconsideración de las cualidades de vida y la satisfacción social en la cotidianidad urbana. ¿ Qué surge? Un homogéneo inconformismo de la vida urbana, sus dinámicas, sus relaciones y sobretodo, un extrañamiento hacia el avance de la civilización y sus técnicas de desarrollo tecnológico. La vida está atomizada en múltiples categorías que, según la era, se resuelven por medio de teorías y confirmaciones que la ciencia afirma, un resumen del positivismo. Es el auge de la ciencia, de la mente que quiere resolver, entender y envolver. ¿Por qué envolver? Ya verán aquellos en sus obras, en sus trazos, en sus discursos la necesidad del metro y del brutalismo. Ahora, sucede algo extraño, y es que en ciudades denominadas ‘Photoshop’, una nueva corriente de pensamiento emerge. Así es, pues entonces ya el campo, la vida rural, prometía toxicidad en el ambiente e insatisfacción en la corriente romántica del paisaje. Ahora, el artista es anhelante, desde su ventana de esperanzas, de una vista panorámica compuesta de más ventanas anhelantes que prolongan el espacio a una infinita y consumidora, pero vital, percepción. Es así como hoy podemos decir que la sociedad media, no de altura, ni de término, es decir, esos que huyen de la muerte rural; entran a la ciudad por entre una sociedad que les da la bienvenida desde lo alto de sus ventanales. Esa última, ( la alta sociedad) está firme en el suelo, no por su estabilidad mental o moral, incluso espiri26


tual, sino por el entretejido del hierro y el surgimiento de un interés colectivo que brinda la satisfacción del sistema (ecosistema). Es increíble ver el cambio, increíble saber la razón en la reducción de muertes - de suicidios. La posición socio económica, la satisfacción de salubridad y el entusiasmo cívico se comportan como la base de una nueva urbanización mental.

27




Enseñar arquitectura, aprender arquitectura 2014

Zumthor: “Los jóvenes acuden a la universidad, quieren ser arquitectos o arquitectas, quieren averiguar si poseen las cualidades para ello. ¿Qué es lo primero que se les transmite? Lo primero que se les ha de explicar es que no se encontrarán con ningún maestro que plantee preguntas ante las cuales él sepa de antemano la respuesta. Hacer arquitectura significa plantearse uno mismo preguntas, significa hallar, con el apoyo de los profesores, una repuesta propia mediante una serie de aproximaciones y movimientos circulares. Una y otra vez.”

Con esto, hago una introducción a un ensayo de mi autoría sobre lo que fue, resumidamente, aprender a ver y a juzgar la arquitectura. Es un ensayo que surge en tiempos de clase, pero un proyecto personal de ser crítica con la ciudad en la que vivo, las transformaciones a las que constantemente se ve influenciada por atores gubernamentales y cívicos, y las consecuencias de violencia que generan las decisiones poco inclusivas. "Que sea esa sociedad civil la que rodee a esa comisión a través de esos pequeños actos de bondad que cada persona tiene dentro de sí y que es capaz de dar. Tenemos que buscar la humanidad en cada uno de los agresores y entender las diferentes clases de conflictos internos de cada uno."

Hoy, mientras leía un articulo, aprendí sobre el sistema ‘Apartheid’, aplicado en 1992, en Sudáfrica, para realizar la segregación racial en los terrenos jurídicos. Lo presentaba un aficionado a la justicia social, al interés de la memoria colectiva, la guerra y la aplicación al perdón de los conflictos civiles. Con este proyecto, el autor resaltó la alta probabilidad con que un asunto político es capaz de ser el catalizador para la ocurrencia de 28


nuevas violaciones a los derechos humanos, por ende, violencia. esta manera, hago una reflexión a los prejuicios de las propuestas de igualdad y equidad colectiva de derechos. Como paréntesis, recuerdo la propuesta de cohesión y agregación social de vivienda de Petro. Interesante y, a la vez, conflictiva. Se habla de una cua(li)ficación – un paréntesis para modificar la palabraa las oportunidades, es decir, para quien no entienda, hablo de evitar la (real) sectorización social. Por ende, es la proposición a un supuesto beneficio que brindaría mejoras al aprovechamiento del espacio metropolitano. Sin embargo, veo la búsqueda como un asunto meramente cuantitativo, donde no hay intereses humanos que puedan aportar a una construcción nueva y sana de la estructura social, la inmigrante -para mí y disculpen mi arrogancia. Es todo lo contrario, es una estructura que se levanta por medio de relaciones comparativas, a lo que llamo cuantitativo, pues veo que esto sólo crea exigencias de igualdad, donde no importa si hay una desventaja de valores y de propiedades - ya sea de conocimiento o materiales-, lo primordial es igualarse entre todos y desinteresarse por las pérdidas personales-, porque, claro, lo más importante es el bien propio. Así que tengo preguntas acerca del colectivo, sobre la mejor actitud y propuesta para el otro, el interés por el otro y su inclusión en nuestros mundos, o, en este caso, sistemas y proyectos. Con esto finalizo el paréntesis. Cuando se dice que se levantan prácticas políticas, prometedoras -porque siempre deben haber promesas con dudoso compromiso, nada más- de igualdad social, surgen nuevas preguntas acerca de la razón de hacer todo esto y el entendimiento de las implicaciones. ¿Qué pasará después de habitar esos ideales? Un lugar, un momento para desarrollarse. Hay lecciones, hay preguntas que ayudan a desarrollar y evolucionar el desenvolver y construir, pues no puede ser mayor la necesi29



dad de existir a la de aprender a vivir.Así que relaciono mis preguntasy, creo que también sus respuestas, con una práctica que puede ser bien intencionada, pero que es, por igual, la muestra de una dicotomía; pues la existencia de percepciones y diferentes voluntades y realidades, resultan como actos de violencia por la falta de inclusión del otro. No soy nada experta, solo escribo asociaciones y ocurrencias mentales del día a día. Como dicen Heidegger y Zumthor: No es un mundo aislado de teorías desprendidas, todo lo contrario, es la certeza de las realidades de las formas, la importancia que cada cosa tiene en modos de funcionamientos, órganos que se relacionan, un cuerpo. Un cuerpo que es vulnerable de cualquier práctica social, política. “Por lo que uno mismo debería entender la relevancia de crear una cercanía con el fundamento de tejer relaciones.” (Fabio Restrepo, 2014) Con esto, dedico mi última frase a mi profesor, con el que compartí algunas clases de mi carrera, aquel que siguió el hilo que construyó una necesidad de construir un pensamiento crítico, una posición más sensible a lo que es vivir en medio de creaciones y, sobre todo, un individuo que con su deseo de descubrir la arquitectura, logra compartir con sus estudiantes la necesidad de vernos como actores principales que evitan toda clase de subestima hacia nosotros mismos, hacia nuestras preconcepciones, hacia nuestro relato y referencias cognitivas que, silenciosa y sigilosamente, se hacen presentes en el proceso de creación. Aquello que, efectivamente, nos dirige a tejer relaciones con nuestro pasado, dándonos de nuestra responsabilidad con una arquitectura que es, meramente, pública, colectiva.

31


¿Tiene la belleza una forma? 2014

“La arquitectura conmueve…genera ciertas emociones.” Lorenzo Castro, Agosto 11 del 2014

Tradicionalmente, la arquitectura ha sido parte de la preocupación artística y estética que plantea un diálogo entre la forma y la belleza, en el que los arquitectos se hacen responsables de producir relaciones armoniosas o disonantes entre ellas. Este discurso es retomado por Peter Zumthor, en 1998, en el capítulo “¿Tiene la belleza una forma?”, de su libro “Pensar la arquitectura”. Allí, propone que el origen de la belleza es percibida en las formas y en los objetos, afirmación que apoya Juhani Pallasmaa, en la recopilación de entrevistas a arquitectos “ Architecture and Beauty”, con la explicación sobre la expresión de la belleza en las formas y la evidencia de su expresión como una experiencia sensorial, dada a partir de la memoria colectiva, lejana de cualquier proceso de manipulación racional. La belleza plantea relaciones abstractas que, desde una visión estética y artística, se condicionan a la percepción subjetiva de uno o varios individuos. Su interpretación está vinculada, según Zumthor, a una cualidad que proviene de actores distintos al estado espiritual humano o el sentir del hombre. En el texto, se indaga si la belleza es una cualidad concreta de un objeto, que puede ser descrita por diferentes sujetos, pero que proviene singularmente de una forma o creación humana. En esta medida, existen varios modos de representación, disciplinas y profesiones que hacen explícita la relación entre un objeto y la belleza que es capaz de inspirar. Entre ellos, está el artista, el diseñador o el arquitecto, que al crear conscientemente sus obras, condiciona que la 32


forma tenga un orden natural de existencia, propia de sí misma; aquella naturaleza que, según Zumthor, auto-afirma la belleza admirable del objeto. Esta afirmación, se evidencia en la cita siguiente de Zumthor: “Ella ama los hermosos zapatos de señora, Admira su hechura, su material y sobretodo, su forma, las líneas; le gusta mirar zapatos, no cuando están calzando un pie, sino como objetos cuya forma surge de las necesidades del uso y casa a perfección con éstas, y cuya belleza trasciende esos imperativos prácticos de modo que hace, a su vez, referencia al uso: “¡úsame, cálzame!”, le musitan los zapatos hermosos.”

Comprende que el objeto es capaz de atraer la admiración del espectador, despertando en él una experiencia de belleza, un proceso cognitivo que la percibe. Sin embargo, destaca que su manifestación en las formas se da mediante la capacidad del objeto de responder a una necesidad especifica y al objetivo común que relaciona al usuario con la creación, involucrándolo en el proceso creativo y en la composición final. Es decir, que la belleza de los objetos está relacionada a un proceso de elaboración consciente de ella, que expresada en imágenes y formas objetuales, proviene de las vivencias y relaciones humanas con el entorno, con la respuesta a las exigencias del problema, y que la pieza final que comprende un orden compositivo correspondiente a la memoria y a la historia humana. Un objeto que tiene como base propositiva la cultura y luego sí “cautiva…la imagen que contemplo tiene el efecto de una composición que se me aparece como algo extraordinariamente natural, pero, al mismo tiempo, como algo que, además de tener esa cualidad, está también lleno de arte.” (Zumthor, 1998) 33


En este orden de ideas, la belleza según Zumthor desempeña un rol elevado a las condiciones y relaciones humanas, en la que es una proposición consciente al objeto y a la forma creada por el hombre. No sólo existe la relación entre creación y la experiencia sensorial, sino el proceso intermedio que explica la razón de percibir la belleza en un objeto que, en paralelo, Juhani Pallasmaa expone. Él propone que durante el proceso de producir intelectualmente y físicamente una forma u objeto, existe un sentido de orden sublime que realza la experiencia de admiración y contemplación de la belleza. Este se revela en la fase intelectual del proceso creativo que fundamenta el trasfondo de la creación; en el caso de la arquitectura, la relación con la noción de imagen derivada de una memoria colectiva e individual. Las corrientes artísticas, como el arte y la arquitectura pertenecen a visiones influenciadas por la percepción de la vida y del mundo. De esta manera, expresan la relación intrínseca que lleva, tanto con el pasado histórico, como con el pasado biológico que controla algunos comportamientos, procesos metabólicos y sentimientos. Según Pallasmaa, esto hace parte de la tradición, la historia y la memoria de uno o varios individuos. Volviendo a Zumthor, se hace evidente que las corrientes artísticas son un campo perfecto para ejemplificar que la sensación de belleza está comúnmente experimentada en sus creaciones: “Te adentras en el cuadro que estás mirando. El proceso tiene algo que ver con la concentración y la meditación. Es como una meditación, pero no con una conciencia vacía, sino plena. “Concentrarse en el cuadro de libera”, dice ella, “alcanzas otro nivel de percepción”.” (Zumthor,1998) Concordando con Zumthor, la conciencia produce la belleza en un orden más alto. Es decir, que tiene como efecto producir historia y construir un recuerdo que se relacione a la noción propia de memoria. Est´ la contraparte que propone una admiración estética que concierne sólo al encuentro efímero entre la obra y el sujeto. 34


“Real architecture can only affect our soul if it can touch the stratum of forgotten memories and feelings.” (Pallasmaa,2004)

Con eso propone que, tanto en arquitectura y en otras áreas de conocimiento, la expresión se da por medio de dos tipos de imágenes que se diferencian en sus conceptos. El primero, lo define como “imagen manipuladora”, que son usadas en publicidad y campañas políticas, con el objetivo de captar la atención para atraer, enfocar y manipular opiniones o posiciones. El segundo, la “imagen poética”, que provoca, como lo menciona Zumthor en sus palabras previamente citadas, la libertad y emancipación de nuevas percepciones y experiencias que despiertan las relaciones interiores del hombre, las que construyen en la mente humana memorias y recuerdos. Un espacio que conforta el alma, según Pallasmaa. Con esto en cuenta, existen varios ejemplos de la arquitectura contemporánea, ajena a la de Zumthor y Pallasmaa, que producen una experiencia digna para la memoria de la colectividad y la construcción de un criterio de belleza. Son casos como los de Campo Baeza con la estrategia del ‘Impluvium de luz’ en la Caja de Granada, o Rafael Moneo con la Catedral Nuestra Señora de los Ángeles, con las dimensiones del proyecto y su resolución técnica de ‘La Cruz’ en fachada e interior. Ambos casos son ejemplos del manejo de la luz, el silencio, la ausencia, entre otros aspecto, que evidencian cómo elementos se transforman en materiales abstractos y activos en la percepción de belleza. Aquellos que permiten, a su vez, llevar a cabo estrategias de intimidad y monumentalidad; experiencias en la arquitectura que, comúnmente, representan dificultad y singularidad en la obra. Igualmente, son estrategias que no sólo han producido gusto personal y experiencia de belleza, sino que enfatizan en la profundiza35



ción del arquitecto con cada una de estos ‘materiales’ y evidencian su intuición subjetiva, la que habita en el pasado y en el subconsciente de cada uno. La belleza es una experiencia sensorial que construye recuerdos de plenitud, armonía y libertada al alma. Se refugia en los objetos creados por el hombre, en pinturas, esculturas, productos de diseño y arquitectura; pero se expresa por medio de imágenes que cautivan la atención y activan la sensación de belleza. En conjunto, da a luz a los procesos de diseño que influyen en la creación, en la que la memoria histórica del arquitecto, la explícita presencia del hombre y sus experiencias, hacen que la esencia del diseño sea la belleza y se evidencie por medio de una reflexión consciente la importancia de una estética temporal y cultural.

36




Agradecimientos y confesiones

2014

Con la creación de este libro, una transcripción del pensamiento de Zumthor, presento un conjunto de ideas personales enfocadas en la arquitectura. Gracias a la ayuda estructural de Zumthor por permitirme darle un título a cada capítulo corto de esta sección de confesiones. Levanto mi mirada, volteo mis pensamientos y encuentro gozosamente que he reunido una serie de experiencias y superaciones personales que me han permitido concluir sobre el aprendizaje y la contemplación constructiva de la arquitectura. Recuerdo fervientemente, mirar para aprender, analizar para concluir, compartir para nunca morir. No hay derechos de autor en este libro, no los hay, porque todo lo que hoy escribo es resultado del acto generoso de alguien más que dio lo que ya, alguna vez, le costó tiempo y esfuerzo para aprender. Me alegro por producir este conjunto de textos, me encuentro con sentimientos de satisfacción y autenticidad. Creo que en mí, creo que estoy logrando hallar una exactitud en el proceso de potenciar mi aprendizaje, de darle contenidos de verdad a la experiencia de contemplar el mundo construido por otros. Así que, concluyo con una cita descriptiva sobre la realidad que obtuve. Encontré un tesoro donde menos esperaba, encontré el gozo de hallar lo inesperado en un espacio desolado, sin esperanza, sin fe de ser lo que hoy logré ser. El amor en los tiempos de cólera, por Gabriel García Marquez, habla: “La había visto por primera vez una tarde en que Lotario Thugut lo encargo de llevar un telegrama a alguien sin domicilio. La encontró en una de las casas más antiguas, medio arruinada, cuyo patio interior parecía el claustro de una abadía, con malezas en los canteros y una fuente de piedra.” 37


Por igual, decido citar a Zumthor, mi ayudante personal en este libro: “Aquello que experimento, aquello que me mueve, contiene ambas cosas: gozo y dolor. La ausencia duele y llena de gozo esa forma conmovedora, la hermosa creación que se enciende en virtud del sentimiento de ausencia”. O, en palabras del escritor Martin Walser: “Cuanto más le falte a uno, más hermoso puede hacerse lo que uno ha de movilizar para soportar esa ausencia”. Aún me falta y seguiré en la búsqueda de encontrar lo que está a la expectativa de ser hallado, de admirar lo que pretende ser contemplado, de pensar la arquitectura.

38



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.