Matar o morir

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MATAR O MORIR

El tiempo transcurría inexorablemente sin abrir espacios de ataque o de defensa al ofendido, al posiblemente extorsionado. La bola corría por la población como diminuta bolita de nieve que en la caída agrega a su contenido, cada vez más volumen, sin detenerse.

Las puertas, ventanas y hasta pequeños intersticios se abrían al chisme, como nunca antes había ocurrido en este pueblo. El extinto fue y será, en la memoria de muchos, un personaje importante en la comunidad y más allá de ella. Siempre estuvo atento al servicio de sus congéneres; su solidaridad, su servicio profesional estuvo a las órdenes de los habitantes de la población, sin ningún tipo de distingos.

_Cómo sucedió, doña Merceditas, qué paso. _Se suicidó don Jesusito, él antes, e lay, ya lo había intentado. En Pasto, después de la primera atracada que le hicieron, se había metido dos puñaladas, e lay. _Quién le contó, doña Merceditas. E lay de eso si no me acuerdo. A mí me cuentan, pero yo, después no me acuerdo quién fue, tengo mala memoria. De todos modos la gente cuenta. _Por qué lo hizo, señora.


_Aquí, unos dicen que lo estaban extorsionando, otros que estaba debiendo como Doscientos millones de pesos ($200.000.000.oo). _Cómo sucedió. _Señor, el día que se mató, le pidió al hijo de la vecina Margarita, que lo llevara en la moto hasta allá abajo, cerca de Veracruz, por allí en un estrecho del camino, una parte fea. Ahí mismito, más tarde, lo encontraron muerto, disque tenía un tiro en la boca; había llevado el revólver.

Felipe tenía una personalidad definida, bien consolidada y ajustada a los valores de la Ética y de la Moral; no fumaba, no bebía ninguna clase de licores, nunca fue mujeriego. Tenía su propia casa y Droguería y fue un hombre muy creyente. Un ser valiente, quien en varias oportunidades enfrentó los para-militares. En una de ellas salió mal librado y estuvo más de tres años hospitalizado en Bogotá.

Realmente la Droguería había decaído mucho, después de que, en una ocasión, lo asaltaron con burundanga y le robaron, en efectivo y en especie. Posteriormente, como contara doña Mercedes, lo atracaron en la plazuela de Santiago en Pasto, ocasionándole dos puñaladas en el estómago, casi hasta quitarle la vida y gracias a un taxista quien lo recogió y lo llevó al Hospital, hoy estuviera vivo.


El mismo Felipe contaba que en aquella vez, reconoció a uno de los atracadores, diciéndole: _Hola, ladrón, a vos te conozco_ y que por tal identificación lo apuñalaron dos veces, al caer y en el suelo. Esta cruel y corrupta acción delincuencial le significó diecinueve días en el Hospital.

Luego no se conoce de nadie, qué le sucediera a Felipe, antes de su muerte. Todo es especulativo, pero parece ser

que

seguramente

evidentemente

tenía

adquiridas

para

muchas

deudas,

satisfacer

los

requerimientos de los hampones, conduciéndolo hasta un final, demasiadamente trágico.

Nunca se le conoció un revólver, por parte de sus amigos más allegados. A uno de ellos y a quien estaban con él, les mostró las cicatrices del atentado de Santiago, pero nunca lo del revólver. Cuántas cosas, anécdotas, hubo de contarle a Ernesto, quien lo conoció suficientemente para no poder afirmar positivamente la existencia de un suicidio.

Tanto amaba la vida Felipe, que en todos sus años luchó con el estado, para que lo indemnizaran por el crimen sufrido, sobre una volqueta del ejército y causado con una granada lanzada por uno de los movimientos ilegales del País. Tristemente nunca lo logró.

Las citas de extorsión, es de sentido común colegir, que jamás se hicieran en la misma Droguería, cada vez debieron ser en lugares distintos. ¿Por qué el revólver, en un hombre luchador y resuelto a todo?


Todo lo que se diga es relativo, con mayor razón cuando no se cuentan con los recursos técnicos y quizá humanos, para adelantar una investigación exhaustiva del crimen. Mientras tanto, como en muchas situaciones anómalas del Sistema, la verdad estará oculta, solo el trajinar de la palabra popular, de boca en boca, construirá una pseudoverdad, amén de su relatividad.

JUSAVÍ. Chachagüí, 07 de Febrero del 2015.


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