GRATIS VOLUMEN 1 NÚMERO 1
En la foto Jason de la agrupación de jinetes acróbatas: los Berrocales.
CABALGANDO LA BORRACHERA Heme aquí en San Antonio de Palmito (Sucre), abordo de una bestia a más de 150km/h TEXTO POR JULIÁN LÓPEZ FOTOS POR @MYEVERYDAY
B
ukowski venía a mi mente y al frente 12 caballos furiosos dirigiéndose en línea recta hacia nosotros. El polvero enmugro las ventanas de la ban y yo solo podía pensar en aquella historia que nunca había terminado de CharlesBukowski. Magic, experimentado conductor y compañero memorable de viaje, metió un solo frenón y todos los tripulantes de la nave, en especial el negrito, pasamos de nuestras posiciones amorfamente cómodas, al tablero del frente del carro. Nos encontrábamos en San Antonio de Palmito en la sabana sucre-cordobesa, uno de esos lugares que jamás imaginé pisar, pero que por
alguna razón extraña del destino, se manifestaba ante mis ojos como una gran nube de polvo llena de extraños sonidos y una nueva raza o tipo de Colombianos similares a los Umpas Lumpas vestidos al vaquero latino, montados borrachos hasta los dientes sobre caballos, haciendo alocadas piruetas a todo dar. Nosotros, un equipo de realización audiovisual de uno de esos canales nacionales que hacen seriados documentales, nos encontrábamos en San Antonio en busca de un grupo legendario de acrobacias sobre caballos llamados "Los Berrocales".
Esta historia es un poco confusa; para el momento en que llegue a San Antonio ya me encontraba un poco 'trip' y dicho escenario se convirtió en una locación irreal donde termine montando o mejor dicho, desbocando un caballo. Allí en San Antonio todo es una locura, la muchedumbre al ritmo del porro, dirige a aquellos jinetes que desafiantes se las ingenian para hacer las piruetas mas arriesgadas que he visto en mi vida. Para comenzar, hay que explicar que en esta región sabana costeña se extiende una cultura de culto a los caballos, allí la vida se vive sobre 4 patas y cualquier celebración es una excusa para que jinetes experimentados se reten unos a otros con ridículos y complejos números a toda velocidad . El licor tradicional en esta zona es el ron y éste influencia desde las madres que prestan a sus hijos para que sean la estrella de peligrosas pirámides humanas, hasta ancianos que se arriesgan a tomar quizás su último vuelo en improvisadas hamacas a mas de 180 kilometros por hora. El Ron es uno de los protagonistas de estas inusuales prácticas; en todo la nube de polvo de la celebración solo se respira una efervescente atmósfera de UFFFF (LICORRR); las apuestas son comidilla del público y representan una fuerte inyección económica que alimenta el eufórico bolsillo de borrachos que como yo, contagiados por el licor y la velocidad, decidimos hacer heroicas culadas. Y es así como me veo yo, don Julián, subido y empaquetado en una indomable bestia. De mi experiencia sobre aquel semental no queda mucho. Jason, director de los berrocales me miró fijamente a los ojos y me dijo: "lo único que debes saber es que el caballo siente tu miedo" y en lo menos que canta un gallo, yo estaba trepado en "Tony", abrazandolo como mi mejor amigo y enviándole mis mas bellos deseos de armonía 'trip-trip-trip'.
A más o menos 150 kilómetros por hora, la vida se ve diferente. El paisaje se convierte en una extraña mancha multicolor y la percepción del sonido es casi nula. Para el momento en que reaccione en el caballo, "Tony" mi fiel amigo se encontraba enfurecido intentando asesinarme. Se chocaba intencionalmente contra todo lo que tenía a su alcance: ramas enfiladas, alambres de púas, otros caballos y hasta una moto. Yo lo único que recordaba era la cara de Jason diciendome: "el caballo siente tu miedo" y fue allí, justo cuando tuve uno de esos estallidos del trip, donde toda mi maldita existencia se resumió a agarrarme fuertemente de la rienda y a direccionar con fuerza a aquella bestia indomable. Lo ahorque, lo mordí, le hice ojitos chinos, hasta un poquito de reiki, aquella bestia no reaccionaba y yo pase de enviarle mis energías positivas a agarrarle fuertemente las
Una ridícula pero compleja acrobacia.
Mario, el más jóven de los Berrocales probando finura ante el equipo.
orejas y a intentar dejarlo ciego. Mi desespero se agudizó cuando mi semental amigo decidió bailar la danza del vientre en sus dos patas y yo me encontraba agarrado a su garganta y a su elegante melena. Fueron momentos tensionantes, toda mi fuerza colapso y terminé soltando lentamente las riendas. Mi instinto de supervivencia resolvió que la única escapatoria posible era buscar el momento preciso para saltar y tirarme para salvar mi vida. No fueron más de 5 minutos de mi padecimiento, justo cuando me encontraba decidido a tirarme aparecieron los Umpas
Lumpas dirigidos por Jason en mi Rescate. Se escucharon sonidos, 'Chun', 'Pa', 'chassss'… Silbidos y hasta pólvora, de un momento a otro me vi agarrado en unas manos grandes, torneadas y suavemente devuelto a tierra. Terminando este atormentado recuerdo queda decir, que aquellos borrachos son la puteria, que San Antonio del Palmito es una chimba, que Einstein y su relatividad tiene mucho sentido y que yo jamás termine de leer la historia de Charles Bukowski donde la clase burguesa de su época se emborrachaba en el hipódromo mientras hacían románticas apuestas.
w w w. m y e v e r y d a y p r o j e c t . c o m 2014